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Actividad 1.

2 HEP

Unidad 1
Actividades de aprendizaje SAN AGUSTÍN Y LA ALTA EDAD
MEDIA.

Actividad 1.2

Lea el siguiente texto: Marrow,H. Historia de la educación en la antigüedad.


Tercera parte: cap. IX “El cristianismo y la educación”; cap. X “Aparición de
las escuelas cristianas de tipo medieval”; epílogo “Fin de la escuela antigua”,
pp. 427-474. Al término de su lectura redacte en dos cuartillas sobre las
escuelas monacales, presbiteriales y catedralicias y cuáles son las diferencias
con la educación bizantina. Coloque su documento en la plataforma.

Alumno: José Adán Aguilar Nolberto

No. de Cuenta: 412137749

Grupo: 9193

Cuarto Semestre Unidad: 1

Actividad: Las escuelas monacales, presbiteriales y


catedralicias

Actividad 1.2 Las escuelas monacales, presbiteriales y


catedralicias
La escuela monástica de oriente

Las escuelas de oriente aparecen en Egipto donde los padres del desierto acogen a niños y
adolescentes, los monjes estaban obligados a encargarse de su educación, el niño era
confiado a un anciano venerable, cagado de experiencia y de virtud, que le sirviera de padre
espiritual; recibía esencialmente una formación ascética y moral, espiritual antes que
intelectual, es decir la preocupación por su formación espiritual y empírica era prioritaria
que su educación intelectual.

También allí el carácter sabio, letrado de la religión cristiana se afirmo en toda su


extensión, el monje noche y día medita la ley divina, la palabra de Dios, las sagradas
escrituras; se instruye al alumno en las escrituras y si no supiere leer, deberá aprender junto
a un monje ya cultivado a razón de tres horas diarias de clase, las letras, las silabas, los
nombres etc. La regla de San Basilio por su parte, admite niños desde su primera edad
presentados por sus padres, la de San Pacomio que bajo la dirección de un anciano santo
propone que aquellos sean iniciados en el conocimiento de las letras, teniendo como
objetivo el estudio de la biblia.

Efímero esplendor
Todo esto concierne a la educación reservada a los jóvenes monjes, cuyo beneficio se pensó
extender a veces a otros niños, se propone el problema y consiste en que se abra la puerta
del monasterio a los “hijos del siglo”; resulta bien claro que el llamamiento de Crisóstomo
parte de un alma exaltada, toda ella orientada hacia la perfección y que no quiere dudar que
todos sean tan sensibles como lo es él. Un monje sirve de preceptor de estudios a un
jovencito empeñado en estudios profanos, San Juan Crisóstomo insiste más que nunca
sobre el deber que tienen los padres de educar cristianamente a sus hijos, esto obedece al
hecho de que tal es la misión que incumbe también a los padres; ya hemos visto que el niño
debe recibir educación religiosa en el seno de su propia familia.

En cuanto a San Jerónimo lejos de pensar en generalizar el plan de educación imaginado,


parece que respondió muy mal a las esperanzas de su maestro, dirigía la educación de cierto
numero de jóvenes latinos que le habían sido confiados en su monasterio de belén, pero la
enseñanza que les impartía se ajustaba a los programas clásicos: la gramática, Virgilio, los
poetas cómicos y liricos, los historiadores…

San Basilio no sentía mayor entusiasmo por admitir en el claustro a los jóvenes cuya
vocación religiosa no estuviese garantizada suficientemente y cuanto se avanza a lo largo
del tiempo tanto los medios o ambientes monásticos demuestran desconfianza.

Y con esto estamos palpando uno de los rasgos más característicos del monaquismo
oriental: sumergido en un medio cultural cuyo nivel en suma, se mantuvo siempre
constante, el convento no puede asumir en la sociedad un papel pedagógico para el cual no
había sido concebido, lejos de convertirse en un centro de estudios, el convento oriental se
preocupa por continuar siendo un lugar para practicar la ascencis; lejos de iluminar el
mundo, procura apartarse, aislarse de él.
La escuela monástica en occidente
Las invasiones gramáticas y la decadencia general de la cultura crearon una situación
totalmente distinta; en Occidente: la lectio Divina, la lectura de los Libros Sagrados y sobre
todo del Oficio Divino resulta inseparable del ejercicio pleno en la vida monástica, una
especie de reflejo inmediato vincula la condición del monje al estudio de las letras, cada
vez que elije o le traen un jovencito para hacer de él un monje, el reflejo actúa: “lo bautiza
y le proporciona un alfabeto”.

Los legisladores del monaquismo redoblan su insistencia y proclaman la necesidad para


todo monje, para toda monja, de saber leer, de entregarse a la lectura sagrada; sólo se
recibirán niñas de seis o siete años de edad en que ya son capaces de aprender las letras,
todas las religiosas deberán aprender a leer omnes litteras discant; dedicaran dos horas
diarias a la lectura.

San Ferreol también prevé el estudio de las letras y la lectura meditada; el movimiento
desde luego culmina con la regla de san Benito que fija normas extensas sobre las lecturas
sagradas, prevé la admisión de jóvenes en los monasterios así como su educación; libros,
tablillas y estiletes aparecen con toda naturalidad como partes integrantes del mobiliario y
en cierta medida del decorado de la vida monástica.

La educación episcopal
La aparición de un segundo tipo de escuela cristiana: la escuela episcopal, en ella alrededor
del obispo se agrupaba siempre todo un personal eclesiástico la aparición de un segundo
tipo de escuela cristiana; en sus orígenes es sabido que muchos de los grandes obispos de
Occidente, monjes por su formación y por sus ideales se preocuparon por crear una
comunidad monástica; en este mismo medio se reclutaban y forman los diáconos, los
sacerdotes y los futuros sucesores del obispo, los miembros del clero, faltos de sentimientos
y de escuelas teológicas, recibían su instrucción dogmatica, litúrgica y canoníca a través de
este tipo de formación de carácter eminentemente practico y familiar.

La necesidad perentoria de asegurar la formación del clero, amenazado por la barbarie


creciente, generalizo aquel tipo de educación, para asegurar el reclutamiento normal del
clero era necesario que los mismo obispos tomasen en propias manos no solo la
responsabilidad de su formación técnica, sino también la de instrucción literaria elemental:
así nació y se generalizo la escuela episcopal, germen, como es sabido de nuestras futuras
universidades medievales; bajo el aspecto de una siempre escuela parroquial de canto, debe
imaginarse la escuela episcopal del siglo VI; los niños destinados al clero desde el
momento en que sean tonsurados, deberán instruirse en la “casa de la iglesia bajo la
directiva vigilancia del obispo”.

La escuela presbiteral
Durante el siglo VI acababa por fin de organizarse la red de las parroquias rurales, el propio
éxito de la evangelización de las masas hizo estallar la estructura estrictamente urbana de la
antigua iglesia, la solución consistía en generalizar el sistema ya vigente en la escuela
episcopal; prescribía que todos los sacerdotes o curas párrocos admiten consigo jovencitos
en calidad de lectores para educarlos cristianamente.

Es preciso considerar esta decisión como un acontecimiento realmente memorable, pues en


ella ha de verse, ni más ni menos, la partida de nacimiento de nuestra escuela moderna, de
esa escuela rural popular; la iniciativa del concilio de Vaison no era un hecho aislado: podía
invocar como precedente “la costumbre aparentemente ya habitual en toda Italia”; se
preocupa por saber en tal o cual ciudad hay niños que se preparen para el sacerdocio; hay
dos funciones de cura de aldea y de preceptor estuvieron, intimarte ligadas.

El comienzo de las escuelas medievales


Acabamos de analizar y situar todas las instituciones que servirán de punto de partida al
desarrollo del sistema educativo medieval; en los siglos VI-VII, a que ahora hemos llegado,
este sistema se halla apenas esbozado: en las escuelas monásticas o seculares, estas escuelas
tienen un horizonte muy limitado, son si así se pudiera decir escuelas técnicas que no se
proponen otra cosa que la formación de monjes y clérigos. Desde el instante en que
desaparecen las escuelas profanas, herederas de la antigüedad, estas escuelas religiosas se
convierten el único instrumento por medio del cual podía adquirirse y transferirse la
cultura.

Los monasterios trataban de defenderse contra la invasión de los elementos mundanos, el


acceso a las niñas humildes a los conventos a donde se les pretende enviar para su
educación e instrucción, los niños que se educan en el claustro están destinados al
monacato. Es posible ver como los hijos de los reyes o altos dignatarios son confiados al
monasterio para que en él se les eduque, mientras viven allí mantienen su condición de
laicos.

Las escuelas presbiterales: ofreció a todos en cierta medida la posibilidad de instruirse,


aquellas admitieron a muchos alumnos que no siempre tenían conciencia de una verdadera
vocación eclesiástica, muchos campesinos aprovecharon para instruirse, cuando la cultura
era todavía un prestigio de la clase dominante. Persistían ciertos elementos burocráticos en
la monarquía merovingia y en tales escuelas por supuesto y no en otras, el nivel de este tipo
de enseñanza es todavía humilde, se trata desde luego de una enseñanza técnica que se trata
de satisfacer necesidades inmediatas: leer, escribir, conocer la biblia; los maestros de
aquellos “años oscuros” tratan de alejar en la mayor medida posible a sus alumnos de una
cultura demasiado partidaria de la tradición profana. El monaquismo de Occidente se
desenvuelve todavía dentro de la misma atmosfera de ascetismo cultural que priva en
oriente: el monje debe huir del mundo, de sus vanidades, de sus riquezas, incluirá entre
éstas la cultura, gramática y filosofía.

Escuelas episcopales: reina la misma atmosfera: basta que un obispo se permita


preocuparse demasiado por la enseñanza de la gramática para que se sucinte un escándalo y
se llame severamente la orden, la cultura de Occidente: la decadencia no se compone
únicamente de ignorancia y olvido, no son por otra parte los valores eternos del
humanismo, los rechazados, sino los jugueteos monstruosamente pueriles en que se
complacen los últimos eruditos de su tiempo.

Esta pedagogía aun balbuciente es sin embargo muy original por su espíritu y por sus
métodos y abre la puerta a un tipo de educación nueva que no podría asimilarse al de la
antigüedad clásica, el maestro toma una tablilla y copia en ella el texto que servirá del tema
de lección. El niño aprende de memoria el texto al mismo tiempo que lo recita, hay en este
sistema algo así como un grosero equivalente de nuestro actual método globalizador, por lo
menos al principio el escolar lee, memoriza el texto al que apenas se reconoce; en una
palabra, no aprende a leer como lo hacia el escolar antiguo, no aprende a leer en sí: aprende
a leer el texto.

Esto nos sitúa muy lejos de la escuela clásica: pensamos más bien en los métodos que
todavía se aplican en los países musulmanes, en las escuelas coránicas, este sentimiento se
explica en parte como efecto de la decadencia y la barbarie de estos tiempos: el maestro es
ahora ese hombre difícil de encontrar, ese hombre capaz de revelar el secreto de la
escritura. El maestro es aquel que revela no solamente la escritura, sino las Sagradas
Escrituras, monástica, episcopal o presbiteral, la escuela no separa, no aísla la instrucción
de la educación religiosa, de la formación dogmatica y moral; religión sabia y popular a la
vez, el cristianismo otorga al más humilde de sus fieles por elemental que sea su desarrollo
intelectual, un nivel equivalente al que la altiva cultura antigua reservaba a la elite de los
filósofos. La esencia de la escuela cristiana de la pedagogía medieval por oposición de la
antigua, radica en esa estrecha relación, entre la instrucción literaria y la educación
religiosa.

La educación Bizantina
La escuela antigua nunca tuvo fin, en el oriente griego la educación bizantina prolonga sin
solución de continuidad la educación clásica, no hay hiato alguno, ni distinción siquiera,
entre la civilización del Bajo Imperio romano y la de la Alta Edad Media Bizantina, se fue
transformando su enseñanza que había quedado fijada por las normas clásicas: en la base,
las artes liberales; en la cúspide, la retorica, la filosofía y el derecho; los niveles inferiores
de la enseñanza, la tradición antigua debió de persistir en ellos ciertos aspectos de la
pedagogía helenística; la enseñanza secundaria permanece fundada sobre la gramática y el
comentario de los clásicos: los manuales y los comentarios helenísticos continúan siendo
siempre utilizados o imitados, recibió también una cultura cuya meta era un humanismo
muy antiguo: los clásicos, el griego, la retorica, Aristóteles y Platón, las cuatro disciplinas
matemáticas.

La escuela patriarcal: Si queremos hallar un centro de educación religiosa que pueda


contraponerse a la educación tan profana de la universidad imperial, debemos buscarlo no
tanto en los monasterios como en la escuela patriarcal que a diferencia del ascetismo
puritano de los claustros, sufre también ella la influencia del humanismo tradicional, y no
limita su enseñanza al programa religioso, por el contrario, pretende asegurar también toda
su formación básica: la facultad de teología, las facultad de las artes dirigida por un maestro
de retóricos y un maestro de filósofos, que no descuida la enseñanza propedéutica de la
matemática.

El reclutamiento del clero y por tanto la continuidad misma de la vida cristiana, se ve en


peligro, es digno de notarse que la iglesia griega reaccione exactamente en cada aldea a la
sombra de la iglesia, y el párroco reúne a los niños y se esfuerza en la mejor medida
posible, en enseñarles a leer el Salterio y los demás libros litúrgicos.

Esta sociedad bizantina tan profundamente cristiana, que tanta importancia concedía a las
cuestiones específicamente religiosas y en particular a la tecnología, permaneció
obstinadamente fiel a las tradiciones del humanismo antiguo, frente a la escuela de tipo
clásico existe otro foco cultural, éste sí de inspiración totalmente cristiana: la escuela
monástica, lo mismo que en sus orígenes, hostil al humanismo, al mundo dominada por
preocupaciones espirituales y antes que nada ascéticas, mantiene un carácter cerrado, ésta
reservada a los jóvenes aspirantes a la vida religiosa, a la admisión de jóvenes del mundo
para su educación.

Diferencias entre las escuelas monásticas y la Bizantina


Las escuelas de occidente están muy adentradas en el afán de enclaustrar, formar y
propagar a los alumnos en la vida cristiana y enseñar las sagradas escrituras, su fin es
formar a monjes, sacerdotes, obispos y toda una comunidad religiosa, su objetivo es
enseñar a los niños a leer y escribir pero no para formarles como personas sociales, sino
formarles como personas en la vida religiosa, solo leer y escribir les interesa que aprendan
los niños y con estos conocimientos que aprendan las sagradas escrituras.

La escuela Bizantina por su parte con todas estas instrucciones y métodos de enseñanza de
leer y escribir, se enfoca mas a la vida social, a la instrucción de los niños como personas
cultas e instruidas a diferencia de las escuelas monásticas que decían que las personas
debían renunciar a su vida social, a sus conocimientos y a su cultura en general, esta
escuela Bizantina tenia maestros de retorica, filosofía y artes que formaban a los individuos
como personas para poder ser personas activas en la vida social.

Dentro de las escuelas de occidente se plantea un método de enseñanza que es en tablillas


escribir el texto para hacer que el alumno lo memorice y lo aprenda aunque no comprenda
lo que está diciendo que ese método enseñado desde hace muchos años es un bosquejo del
método de enseñanza que actualmente utilizamos en las escuelas y menciona el texto que
aun se hace en las escuelas musulmanas, aunque por experiencias propias sé que ese
método es más efectivo que las reformas actuales gubernamentales.

Es una propia por que actualmente viendo algunos resultados en niños que salen de la
primaria están en tercer grado y alguno no saben leer, los de sexto tienen abundantes faltas
de ortografía y son carentes en los conocimientos básicos de la aritmética, por ello digo que
ese método aunque sin mucha efectividad intelectual, si tiene efectividad en lo básico que
debemos enseñar ya que es lo elemental en un niño para iniciar su educación y aunque sea
no un método muy bueno de comprensión, si es un método efectivo para iniciar la
educación.

Bibliografía
Marrow, Henry-Ireneè. Historia de la Educaciòn en la antigüedad. (Trad.: Yago Borja de
Quiroga), Mèxico, Fondo de Cultura Econòmica, 2a. ediciòn, 1998. Pp 427-474

Comentarios del Asesor


ZENTENO CALDERON BERTA SONIA
Sunday, 22 de September de 2013, 03:21
Calificación: 7,00 / 10,00

Adán: Es importante que sintetices los trabajos en las cuartillas que se piden en las
instrucciones de la plataforma. La síntesis implica un esfuerzo de comprensión que es
indispensable que hagas para obtener el aprendizaje que se espera, y el haber tomado
textos casi literales de la lectura denota que no terminaste de entender el sentido de
esta actividad. Escribes algunos textos entre comillas, pero no pones la referencia,
además, las citas solo se escriben entre comillas, sin negritas ni cursivas. Revisa el
documento que les subí a plataforma sobre el plagio, es muy grave y hay una sanción
por cometer esta falta. Por otra parte, repites temas en lugar de desarrollarlos en el
mismo subtítulo. Además, tu trabajo tienes algunos errores ortográficos, sobre todo
falta de acentos. El nombre de los libros sagrados se escribe con mayúscula, como
Biblia, Corán, etc. La ficha bibliográfica no se debe copiar de la plataforma, pues
tiene errores en el orden de los elementos. Por eso les subí una liga para que
revisaran cómo se hacen en el sistema de la APA, te la vuelvo a mandar:
http://www.dgbiblio.unam.mx/index.php/ayuda/170-como-elaborar-citas-y-
referencias-bibliograficas-estilo-apa . En esta ocasión te calificaré, pero la siguiente
si hay textos copiados de la lectura o de cualquier otra fuente sin citar correctamente
tendré que ponerte 5. Es fundamental que te regularices en las entregas a la brevedad.

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