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1.
Contar la historia de forma atractiva:
Enfatiza la controversia: Explica que había un debate entre los apóstoles sobre si los gentiles (no judíos) necesitaban convertirse al judaísmo para ser salvos. Presenta a Pablo: Describe a Pablo como un apóstol que predicaba a los gentiles y cómo él mismo era un ejemplo de que la salvación viene solo por la fe en Jesús. Describe el Concilio de Jerusalén: Explica que los apóstoles se reunieron para discutir el tema y cómo el Espíritu Santo guió su decisión. Resalta la decisión final: Enfatiza que la conclusión fue que la salvación viene por la gracia de Dios a través de la fe en Jesús, sin necesidad de seguir las leyes judías. 2. Vincular la historia con la vida de los niños: Pregunta a los niños: ¿Qué significa para ellos ser salvos? ¿Cómo se sienten cuando alguien los ama sin condiciones? Explica la gracia de Dios: Usa ejemplos sencillos para explicar que Dios nos ama tanto que nos ofrece la salvación como un regalo, sin que tengamos que hacer nada para merecerla. Habla de la fe: Explica que la fe es confiar en Jesús y en su sacrificio en la cruz para el perdón de nuestros pecados. Recuerda: El objetivo es que los niños comprendan que la salvación es un regalo de Dios que se recibe por la fe en Jesús, sin necesidad de obras. Ejemplo de Pablo: Salvo por la fe en Jesús solamente. Aquí tienes algunos versículos que describen cómo era Pablo antes de su encuentro con Jesús: Hechos 9:1-2: "Saulo, respirando aún amenazas y matanzas contra los discípulos del Señor, fue al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que, si hallase algunos de esta secta, los trajese presos a Jerusalén." Gálatas 1:13-14: "Porque ya habéis oído de mi conducta pasada en el judaísmo, cómo perseguía con extremo celo la iglesia de Dios, y la destruía. Y en el judaísmo adelantaba en la ley más que muchos de mis contemporáneos de mi nación, siendo celoso de las tradiciones de mis padres." Filipenses 3:6: "En cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible." Estos versículos muestran que Pablo era un hombre muy religioso y dedicado a las leyes judías. Sin embargo, también era un perseguidor de los cristianos, lleno de ira y violencia. Pablo, aunque era un hombre que seguía las leyes judías con fervor y dedicación, seguía teniendo un corazón lleno de odio y violencia hacia los cristianos. Él creía que estaba haciendo lo correcto, pero su corazón no estaba en paz. La ley judía era como una guía, un conjunto de reglas que le indicaban cómo debía vivir. Pero la ley no podía cambiar su corazón, no podía transformar sus emociones ni sus deseos más profundos. Solo cuando Jesús se le reveló, cuando Pablo conoció el amor y la misericordia de Dios, su corazón cambió por completo. Fue como si una luz se encendiera en su interior, iluminando su alma y mostrándole la verdad. Él se dio cuenta de que la ley, por sí sola, no podía salvarlo. Él necesitaba la gracia de Dios, su amor incondicional, para ser transformado. Y cuando Jesús entró en su vida, su corazón se llenó de amor y compasión, incluso hacia aquellos a quienes antes perseguía. Pablo, que antes era un enemigo de los cristianos, se convirtió en uno de sus más fervientes defensores. Él dedicó su vida a predicar el mensaje de Jesús y a compartir la esperanza de la salvación con todos. Es una historia que nos recuerda que la ley puede guiarnos, pero solo el amor de Dios puede transformar nuestro corazón y poder amarle a Dios y a los demás. En la Biblia, en Hechos 15, los líderes de la iglesia discutían si los que no eran judíos necesitaban seguir todas las reglas de Moisés para ser salvos. El Espíritu Santo les dijo que no, que la salvación viene solo por creer en Jesús. Así que, como Pablo, tú también puedes ser amigo de Dios solo por creer en Jesús y confiar en su amor. No necesitas no necesitas confiar en algo más, porque Jesús ya hizo todo por ti. Él murió en la cruz para que tú puedas ser salvo de tus pecados y recibir la vida eterna como un regalo. Nota:Las leyes ceremoniales que Dios dio a los israelitas tenían varios propósitos importantes: Separación y Santificación: Las leyes ceremoniales ayudaban a mantener a los israelitas separados de las otras naciones que los rodeaban, quienes practicaban cultos paganos. Esto les ayudaba a mantenerse fieles a Dios y a evitar contaminarse con prácticas idolátricas. Recordatorio de la Santidad de Dios: Las leyes ceremoniales, como las reglas sobre la pureza y la limpieza, les recordaban a los israelitas la santidad de Dios y la necesidad de vivir vidas santas. Expresión de Fe y Obediencia: El cumplimiento de las leyes ceremoniales era una forma de expresar su fe en Dios y su obediencia a sus mandamientos. Preparación para el Mesías: Las leyes ceremoniales, aunque no eran necesarias para la salvación, servían como prefiguraciones y símbolos de la obra de Jesús. Por ejemplo, los sacrificios de animales prefiguraban el sacrificio de Jesús en la cruz. Establecimiento de un Sistema de Adoración: Las leyes ceremoniales proporcionaron un marco para el sistema de adoración y sacrificio en el templo. Es importante recordar que las leyes ceremoniales no eran el camino a la salvación. La salvación siempre ha sido por la gracia de Dios a través de la fe. Las leyes ceremoniales eran una forma de vivir en santidad y obediencia a Dios, pero no podían salvar a nadie. En el Nuevo Testamento, Jesús y los apóstoles enseñaron que las leyes ceremoniales ya no eran necesarias para la salvación. La obra de Jesús en la cruz cumplió todas las leyes ceremoniales y abrió el camino a la salvación para todos los que creen en él. La gracia de Dios es un concepto fundamental en la fe cristiana. Podemos entenderla a través de algunos ejemplos sencillos: Imagine que usted es un niño y su padre le ofrece un regalo de cumpleaños. Usted no tiene que hacer nada para ganárselo, simplemente es un regalo del amor de su padre. Así es la gracia de Dios - Él nos ofrece el regalo de la salvación y la vida eterna, sin que tengamos que hacer nada para merecerlo. Otro ejemplo sería si usted está en deuda con alguien y no puede pagar, pero esa persona decide perdonar su deuda. Usted no hizo nada para merecer ese perdón, fue simplemente un acto de generosidad. De la misma manera, nosotros estamos endeudados con Dios por nuestros pecados, pero Él nos ofrece el perdón y la salvación por pura gracia. La gracia de Dios es un regalo del amor incondicional de Dios hacia nosotros. No importa cuán buenos o malos seamos, Dios nos ama y nos ofrece la salvación como un regalo, sin que tengamos que hacer nada para merecerla. Todo lo que tenemos que hacer es aceptar ese regalo con fe y gratitud. Tienes razón, la gracia de Dios está íntimamente ligada a la expiación de Jesús en la cruz. Permíteme explicarlo con más detalle: Dios nos ama tanto que envió a su único Hijo, Jesús, a morir en la cruz para pagar el castigo por nuestros pecados. Jesús, siendo sin pecado, tomó sobre sí mismo el castigo que nosotros merecíamos, para que pudiéramos recibir el perdón y la salvación como un regalo de gracia. Así, la gracia de Dios se expresa en que Él nos ofrece este regalo de la salvación, no por nuestros propios méritos, sino por la obra redentora de Jesús en la cruz. Nosotros simplemente tenemos que creer y confiar en lo que Jesús hizo por nosotros para recibir ese perdón y esa vida eterna. Es un regalo completamente gratuito, que no podemos ganar ni merecer por nosotros mismos. Dios lo hace posible a través del sacrificio de su Hijo, y nosotros lo recibimos por fe. Esta es la esencia de la gracia de Dios manifestada en la cruz de Cristo. Hermanos, la Palabra de Dios nos enseña claramente lo que significa confiar en Jesús y recibir su perdón y salvación. Escuchemos lo que dice la Biblia: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). Esto significa que debemos creer, confiar y poner nuestra fe completamente en Jesucristo, el Hijo de Dios, quien murió en la cruz para pagar el castigo de nuestros pecados. Como nos dice en Romanos 3:23-24: "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús". Al confiar en Jesús, recibimos el perdón de nuestros pecados y la salvación que Él nos ofrece por pura gracia, sin mérito alguno de nuestra parte. Es un regalo que no merecemos, pero que Dios nos da libremente. La Escritura también nos dice en Efesios 2:8-9: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Por lo tanto, hermanos, la clave está en creer y confiar en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador. Al hacerlo, Dios nos concederá el perdón y la vida eterna, no por nuestras obras, sino por la gracia y el amor de nuestro Señor.