Módulo 3
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Módulo 3
La primera parte tiene como fin presentar el origen del género, y por ello se comenzará con
unos pocos ejemplos de epigramas en su sentido más estricto, esto es, inscripciones grabadas
sobre objetos, y que todavía cumplían una función social. Los textos siguientes intentan mostrar
el proceso por el que el epigrama, aun conservando sus convenciones formales originales, se
independiza de su cometido inicial para pasar a ser literatura; los poemas de la Antología palatina
quieren hacer patente uno de los extremos a los que llegó el género epigramático, como
testimonio de lo heterogéneo de sus temas; por último, el poema de Cavafis ilustraría la
perdurabilidad de la ficción funeraria en la tradición de este género.
Para encontrar ecos de Marcial en la literatura española, dejando a un lado ciertos textos
medievales en los que la relación es muy dudosa, hay que esperar, como para tantas otras
cosas, a Garcilaso. El único epigrama de Marcial que encuentra acogida en el poeta
toledano, sin embargo, no corresponde al tono más habitual del género, y tras presentar su
soneto, pasamos a otras obras en las que la presencia de Marcial es más contundente. Así, Mal
Lara y Gracián recurren a él con mucha frecuencia para ilustrar el uno los vicios de la conducta
humana y el otro, la mayoría de las veces, estructuras de agudeza e ingenio; por último, Lope de
Vega y Quevedo presentan traducciones, aunque de distinto tono, que logran una adaptación
excepcional al castellano del ingenio y del estilo de Marcial.
Frente a otros géneros con más altibajos, el epigrama ha tenido desde su aclimatación
renacentista asiduos cultivadores. Un ejemplo de ello son los epigramas que seleccionamos del
XVIII: de Juan de Iriarte, que compuso también en lengua latina, y de los Moratín, cuya
'canonicidad' como modelos de la mentalidad ilustrada de la época no puede ponerse en duda,
por lo que creemos que son especialmente representativos.
Los ejemplos de poesía contemporánea, por último, presentan una serie de paralelos
evidentes con los epigramas de Marcial seleccionados; en unos casos son recreaciones que
siguen, con las adaptaciones necesarias, bastante de cerca los textos de Marcial (sería el
ejemplo de A. Dávila); en otros, estaríamos más bien ante afinidades temáticas y de estructura
conceptual o verbal (Goytisolo y Badosa).
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TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
4. El género epigramático en la Antigüedad
Epigrama (ejpigravmma, -ato") es una palabra griega formada con la preposición epi (ejpiv,
‘sobre, encima de’) y el sustantivo gramma (gravmma, -ato", ‘letra, escrito’), el cual a su vez
deriva del verbo graphein (grafei'n, ‘escribir’). Así pues, en su sentido originario epigrama significa
‘algo escrito sobre un objeto’, y efectivamente eso es lo que designa en principio: inscripciones
grabadas sobre objetos reales. Frente a otras inscripciones, los epigramas se caracterizan por
estar escritos en verso (sobre todo en dos tipos: en hexámetros y en una mini-estrofa de dos
versos, un hexámetro más un pentámetro, que recibe el nombre de dístico elegíaco) y tener una
extensión bastante limitada (generalmente, entre uno y ocho versos; abundan mucho los de
cuatro).
Se han conservado miles de estos epigramas en lengua griega, desde el siglo VII a. C. hasta
el final de la Antigüedad. Por su temática, los podemos dividir en tres grandes grupos: epigramas
votivos, que explican a quién está dedicado el objeto sobre el que el epigrama está grabado
(vasos cerámicos, hebillas, otros elementos de ajuar, etc.); epigramas grabados en los
pedestales de estatuas honoríficas; por último, epigramas funerarios, grabados sobre tumbas y
sepulcros. Son precisamente estos últimos los más frecuentes, y de los que se reproducirán a
continuación un par de ejemplos. El primero, tras referir la edad del difunto, alude a un lugar
común de este ámbito: lo irremediable de la muerte y lo inútil de los lamentos. Encontrado en un
sepulcro de Apamea (en la antigua Bitinia, actual Turquía) y datado en el siglo I o II d. C. dice así:
"Poco ha que la envidiosa divinidad me llevó con ella, cuando comenzaba a apuntar la barba
en mi rostro, y a mis dieciocho años he partido al Hades. Madre mía, pon fin a esos cantos
fúnebres, que cesen tus lágrimas y los golpes de pechos: Hades no atiende a lamentos."
En relación directa con las alusiones a lo inevitable de la muerte está la invitación al disfrute
de lo inmediato, al goce de lo efímero. Entre los cientos de epigramas que contienen esa
reflexión puede servir como ejemplo el siguiente, proveniente de la isla de Cos, en el Egeo, y
datado en el siglo II o III d. C.:
"Aquí yace un servidor de las Ninfas. Crisógono era su nombre. A todos los caminantes
dice: bebe, ya ves cuál es el final."
Como indica E. Bickel, el epigrama real, el grabado sobre un objeto, "contenía también el
elemento intelectual consistente en una interpretación del objeto al que se dirigía. (…); del
elemento intelectual de la interpretación se originaba otra evolución." Y en efecto, alrededor del
siglo IV a. C. empiezan a componerse epigramas que ya no están relacionados con objetos
reales, sino que son simplemente literatura, por más que ficticiamente reproduzcan una situación
afín a las tradicionales. Al epigrama se le suman entonces las influencias de otros géneros
literarios más o menos afines a él (la lírica, la elegía) y el resultado es una forma literaria
caracterizada sobre todo por su extensión limitada, en la que casi cualquier tema puede tratarse,
hasta el punto de que A. Lesky define el epigrama simplemente como un "poema lírico como
expresión del sentimiento de los más diversos acentos."
Los epigramas de Calímaco (s. III a. C.), el más influyente de los poetas alejandrinos, ilustran
muy adecuadamente cuál fue el resultado de este proceso y el comienzo de una larguísima
tradición que llega hasta Marcial y, en las más diversas lenguas, se prolonga durante veinte
siglos por toda la cultura europea. En efecto, Calímaco sigue escribiendo epigramas ficticiamente
funerarios, en los que aparecen los lugares comunes y las ideas de los epitafios auténticos
(Epigramas, XXVI):
"Con pequeños recursos he vivido una vida pequeña, sin hacer mal ni injusticia a nadie. Gea
amiga, si Mícilo aprobó alguna maldad, no le seas tú leve, ni vosotros tampoco, demonios
que me poseéis."
Sin embargo, muchos de los epigramas que conservamos de Calímaco tratan otros temas,
entre los que hay cabida para uno que luego aparecerá una y otra vez en los más diversos
epigramatistas: la reflexión literaria. Dice Calímaco, en su epigrama número XXVIII:
"Odio el poema cíclico, aborrezco el camino que arrastra aquí y allá a la muchedumbre;
abomino del joven que se entrega sin discriminación, y de la fuente pública no bebo: me
repugna todo lo popular. Lisanias, tú eres bello, sí, muy bello. Pero antes de que pueda
terminar de decirlo, repite el eco: "Es ya de otrooo..."."
Como último ejemplo citemos un tercer epigrama de Calímaco (el XLIII), que también trata un
asunto al que los epigramas recurren con frecuencia: el amor:
"Tenía oculta el huésped una herida. Subían dolorosos suspiros de su pecho (¿te has
fijado?) mientras bebía su tercera copa, y las rosas caían, pétalo a pétalo, todas al suelo
desde su guirnalda. La consumía algo poderoso. Por los dioses que no imagino nada
irrazonable: soy ladrón y distingo las huellas de un ladrón."
Así, para cuando Marcial (40-103 d. C.) escribe, el epigrama literario de origen griego está
firmemente asentado en el mundo cultural romano y goza de una larga tradición, en la que
hay cabida para los temas habituales: epitafios, descripciones de objetos artísticos (écfrasis),
narraciones sobre asuntos cotidianos, acontecimientos contemporáneos del poeta, invitaciones a
cenar, eventos sociales, loa del emperador. Con frecuencia los epigramas en los que ataca a
personas de su entorno encierran chistes obscenos o hacen referencia directa a asuntos
sexuales: el rechazo que estos contenidos y el tono crudo en el que se tratan han provocado en
cierta sensibilidad ha hecho que muchos epigramas no se tradujeran al castellano o lo fueran de
forma atenuada. Por eso es necesario advertir que sólo en dos traducciones recientes el lector
español puede ver entero a Marcial: se trata de las de Dulce Estefanía (Madrid, 1991, Cátedra) y
la de F. Navarro y A. Ramírez de Verger (Madrid, 1997, Gredos, 2 vol.)
La obra de Marcial consta de quince libros, en cada uno de los cuales hay aproximadamente
un centenar de epigramas. El primero de los libros se titula De spectaculis y está dedicado a
celebrar la inauguración del Coliseo en el año 80. Después vienen catorce libros numerados del I
al XIV; los dos últimos de ellos (el XIII y el XIV) no son tampoco epigramas como los del resto de
los libros, sino que son una serie de textos en verso destinados a colgar como etiquetas de los
regalos que los romanos se intercambiaban en las fiestas Saturnales (celebradas en diciembre y
antecedente lejano tanto de nuestras fiestas navideñas como de nuestro carnaval).
A diferencia de Virgilio u Ovidio, cuyas obras transmitían una serie de contenidos que
desempeñaron un papel importante en la historia de nuestra cultura, Marcial fue poco leído
durante la Edad Media, y prácticamente no ha dejado huella en la literatura medieval. Como en
otras ocasiones, hay que esperar al impulso de regreso a los clásicos grecolatinos que trajo
consigo el Renacimiento para que los autores modernos se acerquen a Marcial.
A partir de aquí, son, sobre todo, tres las distintas maneras en las que Marcial y sus
epigramas aparecen en la literatura española. En primer lugar, se estudiarán las obras más
amplias que insertan epigramas de Marcial para ilustrar distintas ideas que se van presentando
en marcos más amplios. En segundo lugar, veremos composiciones poéticas que se basan
directamente en epigramas concretos de Marcial. A veces estaremos ante traducciones bastante
fieles, a veces ante versiones que amplifican algunos elementos y adaptan otros. En tercer lugar,
se llegará a los verdaderos epigramas en español que, aunque no pueda decirse que estén
inspirados íntegramente en tal o cual poema de Marcial, sí que recogen expresiones, esquemas
conceptuales o temas concretos que provienen del poeta romano.
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TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
5. Marcial y el epigrama en el Siglo de Oro
Pues bien, uno de los mitos representados durante los juegos de inauguración del Coliseo,
en el año 80 fue el de Hero y Leandro. Según cuenta la leyenda, se trata de dos jóvenes
enamorados que viven separados por el estrecho del Helesponto, el cual atravesaba a nado
todas las noches el joven Leandro para encontrarse con su amada Hero. Ésta ayudaba a la
travesía de su amante encendiendo una lámpara en su vivienda que servía de faro a Leandro.
Sin embargo, una noche de tormenta la lámpara se apaga, Leandro pierde su punto de referencia
y, tras nadar a ciegas hasta el agotamiento, muere ahogado. Sus últimas palabras, según
imagina el poeta, se dirigen a las olas, a las que les pide que le perdonen en el camino de ida y
que, si así está escrito en el destino, le sumerjan en el de vuelta, pero que le permitan vivir una
última noche de amor:
Los cuatro versos de Marcial sirven como base para un soneto de Garcilaso. La comparación
de los dos dísticos latinos (o de su traducción castellana) con los catorce versos del soneto de
Garcilaso ilustran de manera ejemplar cuál fue el procedimiento que en centenares y hasta en
miles de ocasiones los poetas de la Europa del siglo XVI aplicaron a la poesía antigua:
A pesar de que la extensión del soneto es muy superior a la del epigrama de Marcial, la
estructura sintáctica es casi idéntica, y la fidelidad, considerable: la estructura de gerundio con
que comienza Garcilaso es una de las formas más habituales de traducir el cum histórico con el
que comienza el texto latino; "vencido" traduce fessus; "a las ondas habló", adfatus…undas;
"dejadme…escutá", parcite…mergite; "a la tornada", cum redeo. Lo único que ha hecho Garcilaso
es amplificar algunas de las expresiones de Marcial, añadiendo adjetivos y adverbios, repitiendo
la formulación de ideas afines e introduciendo alguna metáfora. Estamos ante una actitud
extendidísima: dada la distancia entre las formas poéticas antiguas y las habituales de la Europa
del Renacimiento, así es como se realizan multitud de versiones.
No es, sin embargo, el Marcial más típico el que aparece en Garcilaso: el epigrama de Hero y
Leandro, si bien presenta varias de las características formales más propias del epigrama
(brevedad, paralelismos en la estructura), carece de la habitual 'punta' final de la que se hablaba
antes, y su tono tampoco se corresponde con la doble intención con la que se suele identificar la
idea de epigrama. En el resto de la obra de Garcilaso ya no encontramos más ecos de Marcial,
pero a lo largo de los siglos XVI y XVII son muy numerosos los autores que se acercan a Marcial
tanto para ilustrar sus propios puntos de vista como para utilizarlo de modelo e inspiración. A.
Giulian estudió este asunto, y en su monografía pueden verse dos listas muy completas de los
autores que tradujeron a Marcial en esta época y de los epigramas de Marcial que fueron
traducidos ( ).
Juan de Mal Lara (1524-1571) fue un poeta, profesor y erudito sevillano. Formado en
Salamanca y en Barcelona, tuvo contacto con círculos muy próximos al rey Felipe II y también,
por su erasmismo, algún problema con la Inquisición, lo que le hizo ser muy cauto en su vida
pública posterior. Compuso, entre otras obras, la llamada Filosofía vulgar (1568), cuya intención
era reunir diez mil refranes (mil por cada una de las diez categorías que presenta Aristóteles en la
Metafísica), ordenarlos y añadir comentarios explicativos a cada uno de ellos. El modelo, tanto de
la recolección como de los comentarios a los refranes era el de los Adagia de Erasmo, una obra
que tiene precisamente ese esquema: recoger, presentar y explicar una larga serie de refranes y
expresiones hechas, a partir de lo cual se formulan reflexiones de alcance más general. La labor
de Mal Lara, sin embargo, se quedó en una décima parte de su propósito inicial, y la Filosofía
vulgar contiene solamente mil refranes y los comentarios correspondientes. En ellos, además de
explicar el sentido de cada proverbio, se extrae una enseñanza moral de aplicabilidad inmediata
y se traza muy frecuentemente una relación con textos del mundo clásico. De esta unión de la
'sabiduría popular' que encierran los refranes con la 'sabiduría' que albergan los textos de la
antigüedad grecolatina, es de donde deriva el título de la obra: Filosofía designa, de manera
general, la sabiduría de la antigüedad; vulgar hace referencia a que otra sabiduría perfectamente
equiparable con aquella ha sido conservada y transmitida durante siglos por vía popular gracias a
los refranes.
En efecto, Mal Lara defiende en el prólogo a su obra estas dos ideas: la importancia de lo
que él llama 'filosofía' y la relación casi inseparable de esta con los refranes:
"Es toda la Philosophía una guía y adalid que podemos tomar bien cierto para nuestra vida,
que su officio es inquirir virtudes, ahuyentar vicios, ser maestra de costumbres. Llámala bien
Cicerón Disciplina. Tratóla con gran autoridad aquel discípulo de la misma naturaleza y
maestro de las escuelas humanas, Platón. (…) Los refranes son tan abundantes en
doctrina, tan copiosos en sentido, tan breves en sus razones, tan propios a la sciencia, que
no ay parte en Philosophía adonde no se puedan aplicar bien y entrar mejor, según el que
mejor los supiere quadrar, (…)."
Los refranes serían, entonces, una especie de residuo de esa sabiduría, comparable a la que
se encuentra en los libros y que el propio Aristóteles sanciona con su autoridad:
"… se puede llamar esta sciencia, no libro esculpido, ni trasladado, sino natural y estampado
en memorias y en ingenios humanos. Y según dice Aristóteles, parescen los proverbios, o
refranes, ciertas reliquias de la antigua Philosophía, que se perdió por las diversas muertes
de los hombres, y quedaron aquellas como antiguallas, que en alguna cibdad, como Roma,
se hallan y dan señal de la magestad del Imperio Romano."
"…según vemos que hazen los philósophos, los oradores, los predicadores discretos, los
poetas y todos los que escriven que, para acabar de darse a entender al vulgo, dizen un
refrán, con que entiendan las palabras que han passado con aquella como conclusión,
travándolo con partículas de atar las razones, teniendo los refranes la misma fuerça que las
semejanças y fábulas de Esopo."
"Y si queremos dezir que en la Sagrada Scriptura ay uso de proverbios, hállanse Salomón,
Samuel, Ezechiel, Hieremías, Sant Pablo aver aprovechado a los hombres con ellos; (…)"
Hasta el punto de que el propio Cristo los utilizó, como dice Mal Lara a continuación en un
pasaje en el que une a Cristo con Sócrates:
El hecho de que, en muchas ocasiones, la enseñanza moral que Mal Lara extrae de un
refrán propone que se aplique a la vida cotidiana, además de su condición de poeta, lleva a que
con frecuencia recurra a Marcial y a los epigramas en los que el poeta romano presenta de
manera burlesca y satírica las más variadas debilidades del comportamiento humano.
Las glosas que Mal Lara añade a cada refrán tienen una estructura que se repite: en primer
lugar, se presenta el proverbio; a continuación, se recogen, de haberlas, las variantes; tras ello,
se aclaran los puntos semánticamente más oscuros y se hace referencia a glosas de otros
autores anteriores (de Hernán Núñez, otro estudioso de los refranes que fue profesor de Mal Lara
en Salamanca, y del Marqués de Santillana). Después se explica el origen y el fundamento del
refrán y se intenta demostrar lo acertado de ello, para lo que se recurre una y otra vez a la
literatura antigua. Por último se aplica la enseñanza así extraída a la vida contemporánea y se
formula una moraleja (véanse dos ejemplos en el ).
El intento de Mal Lara es, así, uno de los esfuerzos más serios de hacer que los autores
clásicos, y entre ellos Marcial, le digan algo inteligible y aplicable al hombre contemporáneo: los
epigramas antiguos con más de mil quinientos años de edad, tal y como los presenta Mal Lara,
hablan de lo mismo que los refranes que están en boca de cualquier ciudadano, incluso aunque
sea analfabeto.
Los poetas líricos de influencia petrarquista, al igual que Garcilaso, muestran poco interés
por la poesía de Marcial; sólo en figuras como Baltasar de Alcázar (1530-1606), cuya
dependencia de Marcial ya afirmaban sus contemporáneos, la presencia del epigrama es
abundante. También como en Garcilaso, encontramos sin embargo en Lope de Vega (1562-
1635) el recurso al Marcial menos frecuente. En efecto, Lope también presenta una versión del
epigrama de Hero y Leandro y, además, traduce el epigrama X, 47 de Marcial, en el que, lejos del
tono ácido habitual, se propone un ideal de vida sencilla y moderada, en el siguiente soneto
( ):
El otro de los autores de esta época en los que la influencia de Marcial es más evidente no
es, curiosamente, un poeta: se trata de Baltasar Gracián (1601-1658). Una de las obras más
importantes de este autor es la Agudeza y arte de ingenio (1648), cuyo título, que expresa muy
bien cuál era el propósito de Gracián al escribir la obra, debió de sonar como algo contradictorio a
los lectores de la época. En efecto, 'arte' e 'ingenio' eran dos conceptos opuestos, que lo vienen
siendo en toda la reflexión estética occidental desde Platón y aun desde antes. En efecto, desde
muy pronto los griegos ya plantearon esta dicotomía. Por formularlo de una manera coloquial: ¿el
artista nace o se hace? ¿Hay algo así como un genio innato, unas facultades misteriosas de
origen inexplicable con las que los artistas están dotados no se sabe por quién (la divinidad, la
Musa, la inspiración, la naturaleza…)? ¿O, por el contrario, es posible destacar en cualquier
esfera artística precisamente si uno aprende el 'arte', las reglas, las normas que regulan la
producción de una obra? Y lo que intenta Gracián es superar esta oposición: su obra es un
'arte' (en el sentido de 'manual', 'conjunto de normas') que enseña a manejar el ingenio, eso que
parece misterioso pero que no lo es tanto. Estamos ante el intento de sistematizar lo que se
presenta como insistematizable, como escencialmente resistente a la comprensión y a la regla.
Pues bien, en esta obra el autor más citado es, precisamente, Marcial. Además, entre todos
los tipos de agudeza que Gracián va identificando y analizando en su Agudeza y arte de ingenio,
hay uno al que concede primacía: la agudeza 'crítica y maliciosa', a la que dedica el discurso
XXVI ( ). Dicha agudeza consistiría en manifestar la intención oculta que se puede
ver en las acciones humanas, ya sea para desenmascararla o, y esto es lo que prefiere Gracián,
para proponer otra alternativa a la que parece evidente, con el efecto cómico consiguiente. Para
encarecer las bondades de esta agudeza, recurre Gracián a un argumento de autoridad:
"Sea recomendación desta gran obra del ingenio, que aquellos dos máximos censores,
Tácito en la prosa y Marcial en el verso, entre todas las demás especies de agudeza, a ésta
dedicaron su gusto y en ella libraron su eminencia."
Y entre ambos autores romanos, Gracián tiene muy claro a quién concede superioridad:
"La brújula deste maleante, ingeniosísimo rumbo, fue Marcial; tiene extremados epigramas,
llenos destos saladísimos picantes."
Lo que Gracián ilustra con unos cuantos epigramas de Marcial, traducidos por Manuel de
Salinas, en los que el efecto cómico reside precisamente en lo que decíamos (ver ).
Como bien indica V. Cristóbal (pág. 192), "los gustos poéticos del XVIII apuntan sobre todo
hacia las composiciones breves: letrillas, odas, idilios, anacreónticas y epigramas." El género
continúa vigente, y sus características generales, inalteradas, aunque el recurso directo a Marcial
es cada vez menor.
Juan de Iriarte (1702-1771), tío del famoso fabulista, encarna bien las distintas fuerzas
culturales que se encontraron en la España del XVIII, e ilustra muy adecuadamente cómo
convivían en la misma persona elementos que la crítica basada en ciertos estereotipos hace
concebir como opuestos. Educado en Francia, responsable de Biblioteca Real y miembro de la
Real Academia, Iriarte se manifestó en lo literario como un defensor ardiente del Góngora que
condenaban los neoclasicistas más extremos y vehementemente contrario a la poética clasicista
de Luzán. Iriarte lleva el extremo de la imitación de la antigüedad a componer sus epigramas en
latín, en dísticos elegíacos, y a proponer él mismo su traducción en verso castellano. Por lo
demás, estas composiciones de Iriarte presentan las características ya tradicionales del
epigrama: brevedad, sorpresa final, intención 'punzante'. Entre ellos se puede destacar uno, en el
que describe las cualidades del epigrama en términos muy semejantes a los de Marcial que
recogía Gracián y a los que luego emplea José Agustín Goytisolo. Dice el epigrama de Iriarte (en
este caso los versos latinos no son suyos, sino que provienen de la Antología latina):
A la abeja semejante,
el epigrama ha de ser:
Tanto Nicolás Fernández de Moratín como su hijo Leandro fueron también cultivadores del
género epigramático en el siglo de la Ilustración. En sus poemas de esta vena aparecen varios
de los temas tradicionales (la propia literatura, los vicios y defectos humanos más variados) y,
sobre todo, las estructuras formales de paradojas, dobles sentidos, finales inesperados para los
que preparan el resto del epigrama, etc. que ya hemos visto. Sirvan de ejemplo uno de cada uno
de ellos. El siguiente, de Nicolás Fernández de Moratín, trata de un convidado a cenar (asunto
frecuentísimo en Marcial):
(Epigramas, III, BAE, vol. II, pág. 14; para el resto de epigramas de este autor, véase
)
Los epigramas de su hijo Leandro tienen como tema muy frecuentemente el mundo literario.
Al igual que Marcial en alguna ocasión se alegra de que sus epigramas no gusten a quien él
considera que no tiene gusto literario, Leandro Fernández de Moratín también se congratula de
que sus dramas disgusten a según quién:
Si te gustaran á tí."
(Epigramas, XIV, BAE, vol. II, pág. 606; para el resto de epigramas de este autor, véase
)
También en el siglo XIX, que con la difusión generalizada de la reacción romántica contra el
clasicismo vuelve la espalda a la poesía antigua como fecundadora de la moderna, el epigrama
sigue vigente. V. Cristóbal (págs. 196-197) realiza un somero repaso a los cultivadores del
género en ese siglo, entre los que destacarían F. Martínez de la Rosa, M. Bretón de los Herreros
o J. E. de Hartzenbusch.
) ) $ ''
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
7. Marcial y el epigrama en el siglo XX
En la literatura más reciente en lengua española el epigrama se sigue cultivando de manera
discreta aunque continua. La conexión con Marcial se da sólo en ocasiones muy contadas.
Así, José Agustín Goytisolo (1928-1999), el mayor de los hermanos Goytisolo, dedicó un
poema a Marcial en El rey mendigo (1988), en el que se dirige directamente al autor romano. En
él, titulado «Marcial entre el amor y la miseria», el poeta alude a la fecundidad que Marcial
todavía conserva diciéndole varias veces que no puede irse (para el texto completo, véase
), desde los primeros versos:
(…)."
Unos años después, Goytisolo compuso todo un libro de epigramas: Cuadernos del Escorial
(1995). En esta obra, Goytisolo se impone a sí mismo varias restricciones formales: todos sus
epigramas son de cuatro versos, como la mayoría de los de Marcial, y, aunque no hay rima, los
versos son alejandrinos regularmente divididos en dos hemistiquios de siete sílabas cada uno. En
algún caso los puntos de coincidencia entre Goytisolo y Marcial son evidentes, como entre
«Buscas lo más difícil» y el epigrama 71 del libro IV:
El primero de ellos, «No será tu Leandro», alude precisamente al mito que recreaba
Garcilaso, aunque en este caso se trata de proponer al esforzado amante clásico como ejemplo
negativo:
«Obsidiana» tiene mucho en común con el epigrama 3, 53 de Marcial. En él, el poeta latino
realiza una enumeración bastante larga de los atributos físicos de su amada, e insiste en que
puede pasarse sin todo ello: la intención, por supuesto, es mostrar la paradoja que supone la
afirmación de que uno pueda olvidar aquello que recuerda con tanto detalle. En el caso de
Goytisolo nos encontramos ante prácticamente lo mismo, aunque aquí el poeta afirma de manera
explícita su incapacidad para olvidar:
«La más fiel» es un epigrama funerario en la línea más tradicional del género, dirigido a una
perra de caza. También en Marcial hay precedentes: 1, 109 es la descripción entusiasmada de
una perrita; 5, 34 es un epigrama funerario por una esclava de pocos años y 11, 69 es,
precisamente, el lamento por la muerte de Isa, la perrita que se describía en 1, 109.
«Te llaman Mesalina», por el recurso a la paradoja aparente sobre para qué se usa cada
parte del cuerpo y por el ataque a ciertas costumbres sexuales, puede relacionarse con los
epigramas II, 42; II, 50 y XI, 61 de Marcial; así como «Revelación en el gimnasio» con III, 61; I,
69; IX, 33; XI, 51, por la formulación general de la distancia entre la apariencia y la realidad y por
el contexto de la visión del cuerpo desnudo en las termas.
Otro dos de los epigramas que hemos seleccionado tratan temas relacionados con la propia
actividad literaria, que preocupan tanto a Goytisolo como a Marcial. En efecto, «Los extremos son
malos» plantea el problema de la extensión que ha de tener un libro de epigramas:
Para el primero de ellos pueden señalarse como paralelos los siguientes epigramas de
Marcial, en los que o bien se presenta el problema de la tensión entre calidad y cantidad en
términos semejantes a los de Goytisolo o bien se trata directamente del problema de la extensión
del libro de epigramas: I, 16; I, 118; II, 1; IV, 29; X,1. Para el segundo, remitimos a los siguientes
poemas de Marcial, en todos los cuales hay referencia a las cualidades del epigrama: III, 69; V, 2;
X, 9; X, 59; XI, 42.
Por último, «La intención era buena» nos sitúa en el mundo de los préstamos entre amigos y
las numerosas paradojas y que problemas que hacen surgir:
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TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
8. RESUMEN
El epigrama nació en el mundo griego como una inscripción en verso que se grababa sobre
algún objeto y se relacionaba con él de alguna manera. Hacia el siglo IV a. C. se independizó de
este contexto y pasó a convertirse en una forma literaria que tuvo un gran éxito en la literatura
antigua. Marcial fue uno de sus cultivadores más influyente, y quien le confirió la configuración
breve y con final agudo que ha sido característica en la historia del epigrama.
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TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
9. BIBLIOGRAFÍA
Estefanía, D.: «Introducción», Marcial, Epigramas completos, Madrid 1991, págs. 9-39.
Muñoz Jiménez, M. J.: «El concepto de epigrama en Marcial y su vigencia en la actualidad»,
Tradició clàssica. Actes de l’XI Simposi de la Secció catalana de la S.E.E.C., Andorra 1996,
págs. 491-496.
Cristóbal, V.: «Marcial en la literatura española», Actas del simposio sobre Marcial, (Calatayud
1986), Zaragoza 1987, vol. II, págs. 149-210.
Martínez Arancón, A.: «Prólogo», ID., Marcial. Quevedo, Madrid 1975, págs. 9-40.
Ramírez de Verger, A.: «Introducción», Marcial, Epigramas, Madrid 1997, vol. I, págs. 70-75.
0 0 1
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
10. OTROS RECURSOS DE APRENDIZAJE
DOCUMENTO 1. (págs. 112-115) de A. Giulian, Martial and the Epigram in
Spain in the XVIth and XVIth centuries, Filadelfia, 1930 (Ph. Diss.).
DOCUMENTO 2. !" #
##, 63 y Mart. X, 8; IX, 10 y I, 10; Juan de Mal
Lara, Filosofía vulgar V, 12 y Mart. I, 19; Juan de Mal Lara, Filosofía vulgar V, 62 y Mart. XI, 100
y XI, 101.
DOCUMENTO 3. $ % "& (Rimas, ed. A. Carreño, Barcelona, 1998, Crítica,
págs. 222-223) y Mart. De spect. 25b; «Estas las cosas son…» y Mart. X, 47.
DOCUMENTO 4. '( ) * , Obra poética completa, ed. J. M. Blecua, IV, págs. 443-469.
DOCUMENTO 5. (+! , , Agudeza y arte de ingenio, discurso XXVI, ed. G. Correa, Madrid
1987, Castalia, vol. I, págs. 254-265.
DOCUMENTO 6. ( #! ! , Epigramas profanos XXX, LXXXV, CCLVII, CCLXVI, CCCLXV y
CDVIII (en latín y castellano); Epigramas castellanos, III. En Poesía del siglo XVIII, Madrid:
Castalia, 1989, págs. 79-81. Ed. J. R. Polt.
DOCUMENTO 7. ' ! , - ! . , N.: «Epigramas», I-X (no hay más), en BAE, II, pág. 14
y Sonetos III (sobre Hero y Leandro), ibidem, pág. 15.
DOCUMENTO 8. ' ! , - ! . , L.: «Epigramas», I-XVII (no hay más), en BAE, II, 605-
606.
DOCUMENTO 9. Goytisolo, J. A.: «Marcial entre el amor y la miseria», El rey mendigo, 1981;
Cuadernos del Escorial, Barcelona, Lumen, 1995.
DOCUMENTO 10. , E.: Epigramas confidenciales, Barcelona 1989, I, 20; I, 29; I, 48; II, 1;
II, 27; II, 40; III, 3; III, 6; III, 19; III, 25; III, 26; III, 31; III, 35 y III, 45.
DOCUMENTO 11. ,* , A.: Catulinarias, Madrid, Hiperión, 1998: VII, XIII, XIX y XXI.
0 2
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 1. Apéndices A y B (págs. 112-115) de GIULIAN, A.: Martial and the Epigram in
Spain in the XVIth and XVIth centuries, Filadelfia, Ph. Diss., 1930. Contienen, respectivamente,
una lista por orden alfabético de autores españoles del Siglo de Oro y de los epigramas de
Marcial que tradujo cada uno de ellos; y los epigramas de Marcial ordenados según su
distribución en la obra y los distintos autores españoles que tradujeron cada epigrama.
APPENDIX A
Spanish Authors and Their Translations from Martial
Acuña, Hernando de, De Spectaculis, 25B.
Alcázar, Baltasar del, III, 61; IV, 65.
Alenquer, Marquis of, De Spectaculis, 2SB.
Alfay, Joseph, I, 16.
Anónimo, I, 19.
Argensola, Bartolomé Leonardo de, I, 19; II, 9; V, 29; IX, 15.
Arguijo, D. Juan de, De Spectaculis, 25B; I, 21.
Bivar, Sebastián de, II, 86.
Caro, Rodrigo, De Spectaculis, 19; I, 100; II, 28; V, 31, 84; X, 86; XII 51.;
XIV, 14, 15, 16,163,164,168,169,173.
Cáscales, Francisco, I, part of Prologue, 59, 63, 71; 11,16,86; 111,4; IV,8,
30; IX, 61; XI, 107; XII, 54; XIV, 163.
Castro y Añaya, Pedro de, IV, 61.
Cetina, Gutierre de, De Spectaculis, 25B.
Colonia, D. Juan, De Spectaculis, 25B.
Cueva, Francisco de la, I, 42.
Delitala y Castelvt, José, I, 109; V, 74.
Esquilache, Príncipe de, I, 19; VIII, 22; XIV, 75.
Garcilaso de la Vega, De Spectaculis, 25B.
González de Salas, I, 16, 98; 111,8,11; IV, 49; X.21,33; XIV, 167; XV, 9.
Gracián, Baltasar, De Spectaculis, 13, 18, 25B; I, 6, 13, 19, 62, 64, 75, 79, 110;
II, 3. 13, 58; III, 13, 61, 66; IV, 18, 32, 44; V, 13, 17, 43, 69, 74, 81; VI,
3, 12, 5369; VII, 83, 98; VIII, 6, 12, 17, 19, 27, 79; IX, 46; X, 13.
Guzmán, Juan de, I, 13, 16, 25, 38, 49, 52, 91, 98; IV, 32.
Herrera, Fernando de, De Spectaculis, 25B.
Hurtado de Mendoza, D. Diego, V, 74.
Jáuregui, Juan de, De Spectaculis, I and 28; I, 21; VIII, 73; X, 21.
Jiménez Patón, XI, 92.
López, Diego, I, 8; III, 24, 60.
López Pinciano, De Spectaculis, 25B; I, 38, 50.
López de Zarate, De Spectaculis, 25B; I, 42; X, 47.
Mal-Lara, Juan de, Book I, Introduction, 10, 13, 19, 29, 42, 99, 100, 103; II,
57; 111,60,70,93; IV, 62; V, 17, 39, 52, 63, 81; VI, 8, 71; VII, 13, 38,
39; VIII, 12, 35, 43, 60, 61; IX, 5, 15 (two versions), 73, 82; X, 8; XI,
32, 100, 101; XII, 51.
Montemayor, Jorge de, De Spectaculis, 25B.
Morell, el Padre José, De Spectaculis, I, 2, 3, 4, 6, 6B, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, (two versiona), 14,
15, 16, 16B, 17 (two versions), 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24,25,26,27, 28, 29; Book
I,3,5,9,10,11,12,14,16,18,19,20, 21, 28, 29, 32, 33, 36, 38, 47, 48, 51, 61, 62, 63, 64, 67, 72, 76,
79, 80, 85, 87, 91, 95, 98 (two versions), 100, 103, 110, 118; II, 3, 5, 7, 12, 13, 16, 17, 20, 24,
25,26,27,29,30,32,38, 40, 44, 55, 58, 65, 76, 80, 82; 111, 4, 8, 9, 12, 13,
15,16,19,25,29,37,41,43,56,57, 61, 64, 66, 94; IV, 15,18,24,41,62, 79, 87; V, 42, 43, 45, 47, 49,
52 (two versions), 69, 72, 74, 76, 81, 83; VI, 4, 48, 51, 52, 53, 55, 69 (two versions), 78, 79; XV,
2.
Narváez, Doña Hipólita de, De Spectaculis, 25 B.
Padilla, Pedro de, De Spectaculis, 25 B
Porras, Jerónimo de, X, 16.
Quevedo, D. Francisco de, I, 21, 34; IV, 3, 49.
Qirós, Pedro de, III, 61; V, 83.
Ramírez Pagan, De Spectaculis, 25B.
Rebolledo, el Conde Bernardino de, V, 17; VII, 3; XI, 92.
Robles, Juan de, II, 20; VI, 19,51.
Romero de Cepeda, Joaquín, X, 47.
Ruiz de Alarcón, II, 9 (two versions), 80.
Salcedo y Coronel, V, 29.
Salinas, D. Manuel de, De Spectaculis, 12, 18, 25B; Book I, 6, 10, 13, 21, 37, 42, 47, 62, 64, 75,
79, 100, 110; II, 3, 12, 13, 80; III, 13, 19, 34, 43, 61, 66; IV, 18, 44, 59; V, 13, 17, 29, 42, 43, 74,
81; VI, 3, 12, 29, 53, 69;
VII, 25, 98; VIII, 4, 6, 17, 19, 21, 27, 36, 60, 79; IX, 46 81; X, 13, 47.
Soto de Rojas, De Spectaculis, 25B.
Tamayo de Vargas, De Spectaculis, 25B.
Torre Farfán, Fernando de la, De Spectaculis, I; Book I, 38, 47, 63, 91, 110;
11,20,38,88,89; 111,8,9,42,89; IV, 10, 29 (two versions); V, 33; VI, 53; VI 1,3, 8 (two versions),
12; VIII, 20, 87; X, 46; XI, 64; XH, 80, 88; XIII, 2; XV, 3, 10.
Valdéa y Meléndez, De Spectaculis, 25B.
Vázquez Siruela, III, 9 (two versions).
Vega, Lope de, De Spectaculis, 25B; X, 47.
Vera Tasáis, Juan de, I, 38. Villamediana, Count of, V, 47.
APPENDIX B
List of Martials Epigraus and Their Spanish Translators
De Spectaculis I, Jáuregui, Torre Farfán, Morell; II-IV, Morell; VI-VIB, Morell; VII-XI, Morell; XII,
Manuel Salinas, Morell; XIII, Gracián, Morell (2); XIV-XVIB, Morell; XVII, Morell (2); XVIII,
Gracián, M. Salinas, Morell; XIX. Caro, Morell; XX-XXV, Morell; XXVB, Acuña, Marqués of
Alenquer, Arguijo, Cetina, Coloma, Garcilaso, Gracián, Herrera, López Pinciano, López de
Zarate, Montemayor, Doña Hipólita de Narváez, Padilla, Ramírez Pagan, M. Salinas, Soto de
Rojas, Tamayo de Vargas, Valdés y Melindez, Lope de Vega; XXVI-XXVII, Morell; XXVIII,
Jáuregui, Morell; XXIX, Morell.
Book I, Prologue, Mal-Lara, Cáscales; 3, Morell; 5, Morell; 6, Gracián, Salinas; 8, Diego López;
9, Morell; 10, Mal-Lara, Salinas, Morell; II-12, Morell; 13, Mal-Lara, Gracián, Guzmán, Salinas;
14, Morell; 16, Guzmán, Salas, Alfay, Morell; 18, Morell; 19, Mal-Lara, B. de Argenaola,
Anónimo, Gracián, Esquilacbe, Morell; 20, Morell; 21, Arguijo, Jáuregui, Quevedo. Salinas,
Morell; 25, Guzmán; 28, Morell; 29, Mal-Lara, Morell; 32-33, Morell; 34, Quevedo; 36, Morell;
37, Salinas; 38,Guzmán, López Pinciano, Torre Farfán, Vera Tasáis, Morell; 42, Mal-Lara,
Francisco de la Cueva, López de Zarate, Salinas; 47, Salinas, Torre Farfán, Morell; 48, Morell;
49, Guzmán; SO, López Pinciano; 51, Morell; 52, Guzmán; 59, Cáscales; 61, Morell; 62,
Gracián, Salinas, Morell; 63, Cáscales, Torre Farfán, Morell; 64, Gracián, Salinas, Torre Farfán,
Morell; 67, Morell; 71, Cáscales; 72 Morell; 75, Gracián, Salinas; 76, Morell; 79, Gradan,
Salinas, Morell; 80, 85 and 87, Morell; 91, Guzmán, Torre Farfán, Morell; 95, Morell; 98.
Guzmán, Salas, Morell (2); 99, Mal-Lara; 100, Mal-Lara, Caro, Salinas, Morell; 103, Mal-Lara,
Morell; 109, Delitala y Castelví; 110, Gracián, Salinas, Torre Farfán, Morell; 118, Morell.
Book II, 3. Gracián, Salinas, Morell; 5, 7, Morell; 9, B. L. de Argensola, Ruiz de Alarcón (2); 12,
Salinas, Morell; 13, Gracián, Salinas, Morell;
16, Cáscales, Morell; 17, Morell; 20, Robles, Torre Farfán, Morell; 24-27, Morell; 28, Caro; 29,
30, 32, Morell; 38, Torre Farfán, Morell; 40, 44, 55, Morell; 57, Mal-Lara; 58, Gracián, Morell; 65,
76, Morell; 80, Ruiz de Aldearcón, Salinas, Morell; 82, Morell; 86, Cáscales, Bivar; 88-89, Torre
Farfán.
Book III, 4, Cáscales, Morell; 8, González de Salas, Torre Partan, Morell; 9, Torre Farfán,
Vázquez Siruela (2), Morell; II, González de Salas; 12, Morell; 13, Gracián, Salinas, Morell;
15,16, Morell; 19, Salinas, Morell; 24, Diego López; 25, 29, Morell; 34, Salinas; 37, 41, Morell;
42, Torre Farián; 43, Salinas, Morell; 56, 57, Morell; 60, Mal-Lara, Diego López; 61, Alcázar,
Gracián, Salinas, Quirós, Morell; 64, Morell; 66, Gracián, Salinas, Morell; 70, Mal-Lara; 89,
Torre Farfán; 93, Mal-Lara; 94, Morell.
Book lV, 3, Quevedo; 8, Cáscales; 10, Torre Farfán; 15, Morell; 18, Gracián, Salinas, Morell; 24,
Morell; 29, Torre Farfán (2); 30, Cáscales; 32, Guzmán, Gracián; 41, Morell; 44, Gracián,
Salinas; 49, Quevedo, González de Salas; 59, Salinas; 61, Castro y Añaya; 62, Mal-Lara,
Morell; 65, Alcázar; 79, 87, Morell.
Book V, 13, Gracián, Salinas; 17, Gracián, Salinas, Rebolledo, Mal-Lara; 29, B. L. de Argensola,
Salcedo y Coronel, Salinas; 31, Caro; 33, Torre Farfán; 39, Mal-Lara; 42, Salinas, Morell; 43,
Gracián, Salinas, Morell; 45, Morell; 47, Villamediana, Morell; 49, Morell; 52, Mal-Lara, Morell
(2); 63, Mal-Lara; 69, Gracián, Morell; 72, Morell; 74, Hurlado de Mendoza, Gracián, Salinas,
Delitala y Castelví, Morell; 76, Morell; 81, Mal-Lara, Gracián, Salinas, Quirós, Morell; 83, Quirós,
Morell; 84, Caro.
Book VI, 3, Gracián, Salinas; 4, Morell; 8, Mal-Lara; 12, Gracián, Salinas; 19, Robles; 29,
Salinas; 48, Morell; 51, Robles, Morell; 52, Morell; 53, Gracián, Salinas, Torre Farfán, Morell;
55, Morell; 69, Gracián, Salinas, Morell (2); 71, Mal-Lara; 78, 79, Morell.
Book VII, 3, Rebolledo, Torre Farfán; 8, Torre Farfán (2); 12, Farfán; 13, Mal-Lara; 25, Salinas;
38-39, Mal-Lara; 83, Gracián; 98, Gradan, Salinas.
Book VIII, 4, Salinas; 6, Gracián, Salinas; 12, Mal-Lara, Gracián; 17, Gracián, Salinas; 19,
Gracián, Salinas; 20, Torre Farfán; 21, Salinas; 22, Esquilache; 27, Gracián, Salinas; 35, Mal-
Lara; 36, Salinas; 43, Mal-Lara; 60, Mal-Lara, Salinas; 61, Mal-Lara; 73, Jáuregui; 79, Gracián,
Salinas; 87, Torre Farfán.
Book IX, 5, Mal-Lara; 15, Mal-Lara (2), B. L. de Argensola; 46, Gracián, Salinas; 61, Cáscales;
73, Mal-Lara; 81, Salinas; 82, Mal-Lara.
Book X, 8, Mal-Lara; 13, Gracián, Salinas; 16, Porras; 21, Jáuregui, González de Salas; 33,
Salas; 46, Torre Farfán; 47, Lope de Vega, Salinas, Romero de Cepeda, López de Zarate; 86,
Caro.
Book XI, 32, Mal-Lara; 64, Torre Farfán; 92, Jiménez Patón, Rebolledo; 101-102, Mal-Lara; 106,
Cáscales.
Book XII, 51, Mal-Lara; 54, Cáscales, Caro; 80, 88, Torre Farfán.
Book XIII, 2, Torre Farfán.
Book XIV, 14, 15, 16, Caro; 75, Esquilache; 163, Cáscales, Caro; 164, Caro; 167, Salas; 168,
169, 173, Caro.
Book XV (epigrams ascribed to Martial), 2, Morell; 3, Torre Farfán; 9, Salas; 10, Torre Farfán.
0 2
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 2.
JUAN DE MAL LARA: Filosofía vulgar III, 63 y MART. X, 8; IX, 10 y I, 10;
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Fúndase este refrán en la igualdad de los ánimos, y que se junten las sangres nuevas en
casamiento. Loa que fueren de no disforme edad, para que que tenga color y parezca que no fue
por el dinero que la vieja truxo, porque (según trae Aristóteles en el 8 libro de las Éthicas Cap. 3),
la amistad de los viejos no es más del interés que dura, y no por el passatiempo, porque
solamente dura la amistad en tanto que piensan ganar, o aver algo por ello, Y según dize
bien el mismo, este género de amistad de mancebos a viejos, es como del ventero con sus
huéspedes, que les hazen caricias por lo que han de aver dellos, y se van riendo. Pues Marcial,
que fue la gracia y sal de los poetas, como una vieja llamada Paula se quisiesse casar con él,
házele estos dos versos que son muy a propósito. Epig.8, Lib. 10:
Y desta misma, que se quería casar con Prisco, él no la quería por vieja, dize assí, Epig. 6,
Libro 9:
Y porque vean las que procuran casamiento de mancebo, y que su desseo dellos es que se
mueran presto, dize Marcial de Gemello, que desseava casarse con Maronilla, no porque era
hermosa, sino porque tossía y era que se iva confirmando en lo de ser éctica. Dize assí, en el
libro I, Epigrama 11:
Pues sabiendo el hombre que ha de caer en este peccado de dessearle la muerte, ni deve
casarse con persona vieja, ni menos tener hazienda, que es, ni te alhajes, porque tratar con el
viejo, o con la vieja, es fin de interés y no bueno para el casamiento.
Martialis Epigrammata X, 8
Nubere Paula cupit nobis, ego ducere Paulam
Martialis Epigrammata I, 10
Ay algunos que echan en público las faltas encubiertas de su casa, principalmente por
hazerse graciosos, como dize el satírico; Mauult perdere amicum, quam dictum. "Más quiere
perder el amigo, que el dicho» Y de aquí viene, en conversación, tratar algunos vicios que tienen
sus mugeres. Como éste, que aviendo hecho su muger tres dientes postizos, por declarar aquella
falta con que riessen los vezinos, dízelo de aquella manera, o que fingidamente se diga assí,
para declarar quán malo sea esto en el hombre, que deve encubrir la falta de su amigo. ¿Y qué
más amigo que su muger? Y esto viene a tratarse en este refrán, y también a las que se hazen
de poca edad, según hazía Marcial contra Elia, que se hazía moça, y reprehéndela mejor que no
este marido a su muger, y dize assí, Lib. I, Epigrama 76:
JUAN DE MAL LARA: Filosofía vulgar V, 62 y MART. XI, 100 y XI, 101.
LA FLACA BAILA EN LA BODA, QUE NO LA GORDA
Dizen que en una boda se juntaron muchas mugeres, y entre ellas una moca delgadilla
mucho, pero desembucha y diligente. Sucedió que començaron todas a bailar, y cansáronse a
pocas bueltas. Sola aquella quedó y quando vinieron los hombres bailó con ellos sin cansarse, y
viendo cómo entonces ella sola bailava preguntáronle qué era la causa. Dando las otras sus
disculpas, atajó ella, diziendo: «Mi fe, señoras, digan ellas lo que quisieren, que la flaca baila en
la boda, que no la gorda».
Sácase el refrán de lo que suele acaescer comúnmente, que como para bailar se requiere
buen talle de cuerpo, y soltura y gracia en él, todo lo qual falta por la mayor parte a las gordas,
que parescen hechas de una pieça, y tienen el andar de patos, y ellas, entendiendo esto, huyen
de salir a bailar en la boda, y dexan este exercicio para las delgadas, en quien principalmente
suele aver aquella soltura y buen donaire.
A propósito desto se puede tratar la diversidad de opiniones que ay entre los hombres, que
unos se pierden por mugeres gruessas otros no las pueden ver, y aunque cada uno siga en esto
su affición, la mejor opinión y más cierta, es que como en las otras cosas, assí en esto, es más
de alabar la medianía, que ni sea muy gruessa, ni muy delgada. Lo qual dixo Marcial
graciosamente, Lib. II, Epig. 99:
Y luego, en el Epigrama 100, que es el siguiente en el mesmo libro, haze burla de uno que se
enamoró de una moca delgadilla, el qual dize assí:
Dexando esto aparte, y bolviendo al principal intento, yo creo que este refrán no se ha de leer
la flaca baile, sino de manera que sea consejo que se da a las gordas para que, quando se
hallaren en las bodas, o en otros regozijos, no salgan a bailar, porque se les siguiría afrentarse
en descubrir sus faltas, las que avemos dicho y otras que ellas entenderán, y procuren tener
gravedad o fingirla para escusarse desto. Que es como el consejo que davan a la otra que no
tenía dientes, que no fuesse a regozijos, sino a mortuorios, donde siempre uviesse de estar
llorando. El qual pondremos más adelante, donde venga más a propósito.
0 2
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 3. LOPE DE VEGA: «Soneto 80», Rimas, ed. A. Carreño, Barcelona, Crítica,
1998 págs. 222-223 y MART. De spect. 25b; «Estas las cosas son…» y MART. X, 47.
0# 2 #
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 5. B. GRACIÁN: Agudeza y arte de ingenio, discurso XXVI, ed. G. Correa,
Madrid, Castalia, 1987, vol. I, págs. 254-265.
0& 2 &
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 6. J. DE IRIARTE: Epigramas profanos XXX, LXXXV, CCLVII, CCLXVI,
CCCLXV y CDVIII (en latín y castellano); Epigramas castellanos, III, Poesía del siglo XVIII,
Madrid, Castalia, 1989, págs. 79-81. Ed. J. R. Polt.
XXX
corpora; nudum hominem jussit at esse Deus, scilicet ut vario quoniam mutabilis usu est
LXXXV
CCLVII
De brevi pontificio ad carnis usum per alíquot dies Quadragesimae concesso in summa
carnium penuria
A la abeja semejante,
el epigrama ha de ser:
CCCLXV
Te Paris aut Adam vidisset, Cynthia, pomum sumeret hic a te, traderet ille tibi.
éste de ti la tomara.
CDVIII
III
0) 2 )
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 7. N. FERNÁNDEZ DE MORATÍN: «Epigramas», I-X (no hay más), BAE, II,
pág.14 y «Sonetos», III sobre Hero y Leandro, ibidem, págs. 15.
I. Filena devota.
Es abogada, y Filena
Admiróse un portugués
Un fidalgo en Portugal
La calavera de un burro
Y enternecido esclamaba:
Pregúntasme, ya lo veo,
Y á veces el entremés.
Y no obstante, tu aflicción
No te dé el cielo ocasión
IX. De un vizcaíno.
En Madrid un vizcaíno
Admirado se quedó
X. A una dama.
Humíllase mi cerviz
Y te digo de verdad
III. A Leandro.
0* 2 *
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 8. L. FERNÁNDEZ DE MORATÍN: « Epigramas», I- XVII, BAE, II 605-606.
Y tú contento rias.
En un cartelón leí,
La vende Navamorcuende.
De ninguno necesitas.
En la gala y compostura
Tu locura es singular;
Tú te bastas y te sobras
XV. Al mismo.
Tu crítica majadera
Si te gustaran á tí.
0, 2 ,
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 9. J. A. GOYTISOLO: «Marcial entre el amor y la miseria», El rey mendigo,
1981.
MARCIAL ENTRE EL AMOR Y LA MISERIA
y filtros y oraciones
0 0 2 0
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 10. E. BADOSA: Epigramas confidenciales, Barcelona, 1989, I, 20; I, 29; I, 48; II,
1; II,27; II,40; III, 3; III, 6; III, 19; III, 25; III, 26; III, 31; III, 35 y III, 45.
XX
XXIX
XLVIII
XXVII
XL
III
VI
XIX
SÉ que te ofende la descortesía
XXV
en tu conversación monologante.
XXVI
XXXI
Ni a ti te lo podrías ocultar.
XXXV
TE muestras tan glotón de vanidades
XLV
0 2
TRADICIÓN CLÁSICA Y LITERATURA ESPAÑOLA Módulo 3. Marcial en la literatura española
DOCUMENTO 11. A. DÁVILA: Catulinarias, Madrid, Hiperión, 1998: VII, XIII, XIX, XXI.
VIII
y, al día siguiente,
Incluso
XIII
Me preguntas. Flaco,
Preséntame a una,
y en su caso,
el punto medio:
para que no me acusen de faquir del amor
ni me tachen de glotón.
XIX
— y a tu padre (Ezra)
XXI
Podría hablar
o de las food-orgies,
donde los hombres se visten de mujeres
Pero no,