bacigalupo SUBSISTIRÁ LA TEORÍA DEL DELITO ACTUAL
bacigalupo SUBSISTIRÁ LA TEORÍA DEL DELITO ACTUAL
bacigalupo SUBSISTIRÁ LA TEORÍA DEL DELITO ACTUAL
Enrique Bacigalupo1
Catedrático de Derecho Penal
Magistrado del Tribunal Supremo de España
I. Introducción
1
Doctor en Derecho por las Universidades de Buenos Aires y Complutense de Madrid; Doctor honoris
causa por la Universidad Nacional de San Miguel de Arequipa, Perú; por la Universidad del Aconcagua,
Mendoza, Argentina y por la Universidad de la Escuela Libre de Derecho de Costa Rica.
2
Confr. E. Bacigalupo, Hacia el nuevo derecho penal, Buenos Aires 2006, pág. 69 y ss. y 625 y ss.
3
Ibidem.
2
Pienso que en los tiempos actuales, en los que desde hace más de veinte años
Alemania vive una época que suele ser llamada del post-finalismo, puede ser de interés
científico estudiar el estado actual de las ideas alemanas sobre el sistema de la teoría del
delito. Sería erróneo suponer que esta fase del desarrollo se expresa en un retorno a las
concepciones clásicas, positivistas y neokantianas, previas al finalismo. El estado de la
dogmática actual no sería comprensible sin el finalismo y no constituye una restauración
de concepciones del tiempo anterior. Tampoco es consecuencia de la configuración
legal del derecho penal alemán: la reforma íntegra del código penal alemán de 1975 no
afectó en lo más mínimo a la teoría del delito. La estructura básica del sistema finalista
no ha sido modificada. Se mantienen las categorías de la tipicidad, la antijuricidad y la
culpabilidad de la teoría clásica y las distinciones finalistas de tipos penales dolosos y
tipos penales culposos, entre tipos penales activos y tipos penales omisivos, entre dolo y
conciencia de la antijuricidad4; sin embargo su contenido es explicado de forma diversa.
4
Confr. C. Roxin, Strafrecht, AT, 3ªedición, 1997, p. 145 y ss.; H.- H. Jescheck/Th. Weigend, Lehrbuch
des Strafrechts, AT, 5ª edición 1996, p. 214.
3
Hasta ahora es posible considerar dominante como idea central del sistema a
aquélla según la cual el punto de partida es la distinción entre el comportamiento de un
sujeto, es decir, la acción u omisión, por un lado, y las reglas jurídicas aplicables al caso
por otro lado. Dicho en términos neokantianos: entre objeto de la valoración y
valoración del objeto9. La consecuencia dogmática del dualismo metodológico es clara:
5
Confr. Opere Giuridiche, III 1933, p. 263 y ss.
6
Das neue Bild des Strafrechtssystems, 4ª edición 1961.
7
Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, 1970.
8
Confr. B. Schünemann, Grundfragen des modernen Strafrechtssuystem, (B. Schünemann, editor), 1984,
p.1 y ss. y 153 y ss., así como las contribuciones de H. J. Rudolphi (p. 69 y ss.), K. Amelung (p. 85 y ss.),
J. Wolter ( 103), H. Aschenbach (p. 135), H. Lesch, Der Verbrechensbegriff, 1999; A. Hoyer,
Strafrechtsdogmtik nach Armin Kaufmann, 1997.
9
Confr. A. Graf zu Dohna, Der Aufbau der Verbrechenslehre, 4ª edición 1950, pp.11, 27. Sobre la
distinción entre idea del derecho y materia del derecho que justifica esta distinción básica ver: G.
Radbruch, Rechtsphilosophie, 6ª edición 1963, p. 97; también C. Roxin, en Gedächtnisschrift für G.
Radbruch, 1968, p. 260 y ss.
4
El sistema, entonces, tiene como punto de partida la acción. Esta premisa ha sido
compartida tanto por el sistema causal (v. Liszt/Beling), como por el final (Welzel/Armin
Kaufmann) y por el racional funcionalista (Roxin/Schünemann). Está apoyada en la
suposición de que acción y omisión son especies de un mismo género. Lo que varía en
estos tres sistemas es el método con el que se establece la relación entre la norma y el
objeto11. Causalistas y finalistas, desde puntos de vista diferentes, hicieron depender la
configuración de las categorías normativas de consideraciones prenormativas: la
causalidad o la lógica del objeto de las normas. La diferencia fundamental consistió en
la noción del hecho constitutivo del delito: las teorías causales partían de un hecho
natural y la teoría final partía de un hecho personal humano12.
10
Radbruch, loc. cit.
11
Aunque Welzel introdujo una importante variante metodológica respecto de la neokantiana de Radbruch
y Dohna al conectar los ámbitos del valor y el objeto de la valoración (confr. GS 103 [1933] y
Naturalismusund Wertphilosophie, 1935).
12
La base filosófica de esta diferencia reside, en última instancia, en la concepción del ser humano que
está detrás: mientras los causalistas concebían al ser humano como el producto final de una evolución
natural dentro del reino animal, los finalistas lo entendía como un ser racional y auto-conciente en el
sentido de la filosofía griega (confr. M. Scheler, Die Stellung der Menschen im Kosmos, 1928, p. 9
[edición de M. Frings, 1998]).
13
Confr. por todos, K. Kühl, Strafrecht, AT, 4ª edición, 2002, p. 679 y ss. y 752 y ss.
14
Confr. A. F. Berner, Imputatioslehre, 1843, p. 45 y s.
15
Confr. F. v. Liszt, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, 23ª edición 1919, p. 133. La afirmación de v.
Liszt de que “el conocimiento científico es explicación causal” (Strfr. Vortr. U. Aufs. II, p. 289) quedaba
a salvo puesto que “la causalidad no es más que una forma de nuestro conocimiento”(ibidem, p. 84); no
es, por lo tanto, se debe deducir, objeto de nuestro conocimiento.
5
Por lo tanto, es preciso admitir sin dramatizar que Radbruch tenía razón en
1904: no existe un elemento básico común del sistema de la teoría del delito 17. El
sistema de la acción y el sistema de la omisión deben tener diversos fundamentos. Esta
es, en verdad, la conclusión con la que culminó la obra de Armin Kaufmann sobre la
dogmática de los delitos de omisión18. Armin Kaufmann fue claro: “la capacidad de
acción (…) –como toda capacidad- es una propiedad del ser humano” 19. La base real de
estas teorías del delito, en suma, tendría que doble: por un lado capacidad del autor,
manifestada en la realización de una acción, y por otro lado la capacidad del autor de
haber realizado una acción omitida20.
22
Loc. cit. p. 6.
23
Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, 1911, p. 669.
24
Loc. cit. p. 2.
25
R. D. Herzberg, Die Unterlassung im Strafrecht und das Garantenprinzip, 1972, p. 172 y ss.
26
Ibidem, p.173. Ver también: H.-J. Beherendt, Die Unterlassung im Strafrecht, 1979, que también
considera que el concepto fundamental del sistema dogmático del delito es la omisión y ensaya
fundamentarlo psicoanalíticamente. Críticamente sobre el concepto negativo de acción: G. Jakobs,
Strafrecht, 2ª edición, 1991, p. 143 y s.
7
reformuladas como omisiones (aunque a la inversa no todas las omisiones puedan serlo
como acciones)”27.
Esta confusión de planos tuvo una solución menos tortuosa desde la óptica de la
teoría de la imputación objetiva, que requiere también en los delitos activos que el autor
sea competente, lo que quiere decir que es preciso que le incumba no producir el
resultado típico o que esté obligado a evitarlo, en otras palabras: es preciso que sea
garante, pues sólo en este caso el causante del resultado será responsabilizado por el
27
G. Jakobs, loc. cit. p. 776. La segunda parte de la afirmación de Jakobs es discutible; cabe pensar en la
teoría del aliud agere.
28
En la dogmática de habla castellana ver: E. Bacigalupo, Principios de Derecho Penal, 5ª edición 1998,
p. 372; J. Sánchez-Vera, Delito de infracción de deber y participación delictiva, 2002; Silvina
Bacigalupo, Delitos de infracción de deber y accesoriedad de la participación (en prensa); Carlos M.
González Guerra, Delitos de infracción de un deber, Buenos Aires, 2006.
29
Confr. G. Jakobs, loc. cit. p. 143.
30
Confr. H. Welzel, loc. cit. p. 66. Si el autor debía ser conciente o no de esa posibilidad real o si ésta
operaba como un correctivo objetivo no era claro.
8
Por otra parte, la distinción entre acción y omisión es indiferente en ciertos tipos
penales en los que la forma de la conducta no tiene importancia, porque pueden ser
cometidos tanto activa como omisivamente, toda vez que el autor aparece como garante
en la descripción típica. Es el caso de los delitos de infracción de deber. Ejemplo: el
delito de administración desleal (art. 252 y 292 CPE y 173, 7º CPAr) en el que el
administrador puede infringir su deber tanto activa como omisivamente.
Asimismo, una vez que el legislador ha aceptado los delitos de comisión por
omisión (o la doctrina admite esta figura), prácticamente todos los tipos de la parte
especial pueden ser cometidos tanto en forma activa como omisiva, si el autor es
garante33.
31
Confr. G. Jakobs, loc. cit. p. 184, 213. Con diferencia terminológica llega a la misma conclusión Roxin,
cuando considera el supuesto de “la imputación a un ámbito de responsabilidad ajeno” (Zuordnung zum
fremden Verantwortungsbereich), que deduce del fin de protección del tipo (Strafrecht, AT, 3ª edición
1997, p. 347).
32
El caso dio lugar a la sentencia del BGHSt, 4, 360: El conductor del camión circulaba durante la noche
sin luces de posición traseras. Un patrullero policial le obliga a detenerse y a su vez aparca en el arcén. El
Policía colocó entonces una baliza que alertara a los conductores. Comprobada la documentación del
conductor, el Policía le ordena continuar la marcha hasta la próxima gasolinera y se dispone a ir con su
coche detrás del camión para evitar accidentes. Antes de partir retira la baliza y cuando se está dirigiendo
al coche policial con ella, otro vehículo que circula en esa dirección se estrella contra el camión, pues al
haber sido retirada la baliza no lo pudo ver. El conductor de este coche falleció a consecuencia del
impacto. El BGH condenó al conductor el camión por homicidio culposo. La decisión ha sido fuertemente
en la doctrina (confr. Maurach/Zipf, AT, 8ª edición, 18/67; Fr.-K. Schroeder, LK, 10ª edición, § 16, 24; J.
Wolter, ZStW 89 [1977], p. 649 y ss. (689).
33
Confr. T. Walter, Der Kern des Strafrechts, 2006, p. 44 y ss.
9
la acción. Dicho de otra manera: la base del sistema es la acción u omisión en posición
de garante. La posición de garante debería, por lo tanto, adquirir una posición básica.
34
Es la fecha de la publicación de 1ª edición del Strafrecht de Jakobs.
35
Armin Kaufmann, Die Dogmatik, p. 3; Lebendiges und Totes in Bingings Normentheorie, 1954, p. 103;
sobre la tesis de Kaufmann, A. Hoyer, Strafrechtsdogmatik nach Armin Kaufmann, 1997, p. 364 y ss.
36
Confr. G. Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung von Tun und Unterlassen, 1996, p. 25 y ss.
37
Loc. cit. p. 220. Ver también: M. Pawlik, Das unerlaubte Verhalten beim Betrug, 1999.
38
Confr. G. Jakobs, loc. cit. p. 783. J. Sánchez-Vera, loc. cit.
10
39
Confr. G. Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung von Tun und Unterlassung, 1996, p. 32, entre otras
publicaciones del autor. Similar es el esquema normativo propuesto por U. Kindhäuser, Strafrecht, BT II,
1, 1998, p. 33 y ss.
40
J. Stuart Mill, On liberty, 1859, cit. según la edición de D. Negro Pavón, 1991.
41
Ibidem, p. 74, similar p. 172 y s..
42
Ibidem, p. 76 y s.
43
Ibidem, p. 77. Similar G. Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung von Tun und Unterlassen, citado.
11
44
La categoría de los delitos de infracción de deber ha sido formulada por primera vez por C. Roxin,
Täterschfat und Tatherrschaft, 1ª edición 1963. 2ª edición 1967, p. 352 y ss. Roxin definió los delitos de
infracción de deber como aquellos que los que el tipo penal contiene la infracción de un deber extra-
penal. Jakobs por el contrario, los define como delitos en los que el autor infringe un deber institucional,
independientemente de la estructura del tipo (confr. Sánchez-Vera, loc. cit. p. 27 y ss., 37 y ss; S.
Bacigalupo, loc. cit.)
45?
Confr. S. Bacigalupo, loc. cit.
46
G. Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung…, p. 37.
47
Confr. G. Jakobs, Strafrecht, cit. p. 782 y 783.
12
generales de seguridad de los bienes ajenos en las relaciones con otros sujetos de
derecho). Por otro lado, el deber de actuar se fundamenta en la ingerencia, es decir en la
obligación que genera haber creado con la propia conducta un peligro para bienes
ajenos48.
48
Ibidem, p. 802 y ss.
49
G. Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung…, cit. p. 35.
50
Confr. G. Freund, Strafrecht, AT, 1998, p. 334; H. Otto, Grundkurs Strafrecht, AT, 5ª edición 1996,
21/37; P. Cramer/G. Heine, en Schönke/Schröder, StGB, 26ª edición 2001, Vorb. § 25, 104 y ss.;
Stratenwerth/Kuhlen, Strafrecht, AT I, 5ª edición 2004, p. 274 y s.
51
M. Köhler, Strafrecht, AT 1996, p. 497; Maurach/Gössel/Zipf, Strafrecht, AT-2, 5ª edición 1978, p. 191
y s.; Murmann, Die Nebentäterschaft im Strafrecht, 1993, p. 181: G. Freund, Erfolgsdelikt und
Unterlassen, 1992, p. 177, 274.
13
52
Confr. H. Welzel, loc. cit. p. 131.
53
Ibidem, p. 55 y ss., 132 y ss. Welzel consideraba que la noción de adecuación social “tenía efectos
sobre la interpretación de los tipos, que bajo el influjo de la teoría causal de la acción, que quedaba corta
al ver la esencia del tipo penal en la causación de una lesión del bien jurídico” (p. 55). Confr. C. Roxin, en
Fest. f. U. Klug, II, 1983, p. 303 y ss.
54
Ibidem, p. 56.
55
La supuesta identidad de la adecuación social y la justificación se utilizó ocasionalmente para combatir
la teoría estricta de la culpabilidad en el error de prohibición.
56
Confr. Welzel, loc. cit., p. 168. En el mismo sentido en ZStW 58 [1939], p. 491 y ss. (citado según
Abhandlungen zum Strafrecht und zur Rechtsphilosophie, 1975, p. 120 y ss., 142 y s.).
14
del derecho consuetudinario y que una parte de la doctrina la entiende todavía hoy como
tal57.
Son varios los intentos de salvar esa distinción. Por un lado, se piensa que la
diferencia entre la autorización de la acción peligrosa y la de la justificación es una
consecuencia de que la primera se desarrolla en el ámbito de libertad, mientras que la
segunda justifica una acción socialmente inadecuada61.
57
Confr. Das Deutsche Strafrecht, 7ª edición, 1960, p. 76, este punto de vista fue mantenido hasta la 8ª
edición; H. Otto, Grundkurs, cit. p. 78; Eb. Schmidhäuser, Strafrecht, AT, 2ª edición 1975, p. 298 y ss.
58
Confr. M. E. Mayer, Der allgemeine Teil des Deutschen Strafrechts, 2ª edición 1923, p. 182 ss.
59
Confr. la crítica de W. Gallas a la construcción de la adecuación social de Welzel, en Beiträge zur
Verbrechenslehre, 1968, p. 37 y s.
60
Der Verbrechensbegriff, 1999, p. 269.
61
Welzel, loc. cit. 11ª, p.57.
62
Loc. cit. p. 203.
63
Ibidem, p. 202.
15
Menos clara es la tesis de Roxin, que afirma que el riesgo permitido es, por
regla, una circunstancia que excluye la tipicidad, pero que excepcionalmente puede
configurar un supuesto de justificación, p. e. en los casos de consentimiento presunto64.
V. La distinción objetivo/subjetivo
64
Strafrecht, AT, 3ª edición 1997, p. 695.
65
Der Verbrechensbegriff, 1999, p. 269.
66
Ibidem, p. 280.
16
67
F. v. Liszt, loc. cit. p. 159.
68
Confr. el amplio desarrollo de la discusión en: F. Exner, Das Wesen der Fahrlässigkeit, 1910.
69
Confr. Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, 1911, p. 162: “El concepto de voluntad en sentido ético-
jurídico significa algo completamente diverso de lo que el concepto de la psicología referido a un suceso
anímico real (…) por el contrario, debe ser entendido como una construcción realizada con la finalidad de
la imputación”. Críticamente sobre la tesis de Kelsen: J. Goldschmidt, en Internationale Zeitschrift für
Theorie des Rechts, año XII, 1938, nº 1, p. 55 y ss.
70
Confr. R. Frank, loc.cit. p. 137 y s.; E. Mezger, loc. cit. p. 349; v. Liszt/Schmidt, loc. cit. p. 273: “La
culpa se diferencia del dolo en sentido psicológico”.
71
Confr. A. Graf zu Dohna, Recht und Irrtum, 1925, p. 17 y ss.V. Liszt negaba radicalmente esa
relevancia. Confr. loc. cit. p. 180 y ss.
72
Conf. H. Welzel, loc. cit. p. 64.
73
Ibidem, p. 163 y ss. Las razones que han permitido normativizar la conciencia de la antijuricidad
tienden a imponerse también en el ámbito del dolo en la medida en la que el elemento cognitivo del
mismo es concebido como la actitud de indiferencia del autor especto del conocimiento de los hechos.
17
Este proceso de objetivación de los elementos subjetivos del delito tiene que
favorecer una mayor seguridad en la aplicación de la ley, pues permite establecer
claramente en qué se apoya la inferencia y la imputación de un elemento que no es
posible percibir directamente y muy difícilmente demostrable en el proceso.
VI. Conclusión
la necesidad del tránsito desde una dogmática ontologisista, como la del causalismo y el
finalismo, hacia una dogmática normativista o, por lo menos, en la que predominan
estos aspectos.
Todo ello conduce a una pregunta básica, que en el día de hoy, lamentablemente,
no es posible abordar: ¿es el sistema dogmático de la teoría del delito un orden lógico de
niveles valorativos independientes y por sí mismos jurídico-penalmente relevantes o es
sólo un orden de la subsunción para la solución práctica de los problemas de aplicación
de la ley?88.
dogmática del derecho penal también tienen un papel otros preconceptos hermenéuticos, como la
concepción del delito como violación de deberes ético-sociales, como un hecho socialmente dañoso o
como la expresión de un sentimiento jurídico depravado, propio del derecho penal de autor (confr. E.
Bacigalupo, loc. cit. p. 137 y ss.)
86
La estafa, la administración desleal, la falsedad documental, los delitos contra el honor, el blanqueo de
dinero, los delitos fiscales, el robo, el hurto, etc. no están estructurados sobre una relación de causalidad
material. Cuando en alguno de ellos se habla de “causalidad” es para explicar una relación de otra
naturaleza. La idea de la causalidad como elemento general del delitos proviene, probablemente, de v.
Liszt que postulaba que “conocimiento científico es explicación causal” (confr. Strfr. Vortr. U. Aufs. II,
citado, p. 289) y que todo delito, en tanto acción, consistía en una transformación sensible del mundo
exterior (Lehrbuch, citado, p. 123. Si estas premisas se ponen en duda, la generalidad de la relación de
causalidad carecerá de soporte.
87
Confr. A. F. Berner, lo. cit. pp. 507, 524 etc.
88
Confr. Lesch, loc. cit. p. 280; E. Bacigalupo, Principio de Derecho Penal, 5ª edición 1997: “la teoría del
delito es una teoría de la aplicación de la ley penal” (p. 132 y ss); W. Naucke, Grundlinien einer
rechststaatlicen praktischen allgemeinen Stratatlehre, 1979; W. Hassemer, Einführung in die Grundlagen
des Strafrechts, 1981, p. 188 y ss.
20