Cinco Citas Freudianas para Abrir Una Conversación Sobre Los Aportes Del Psicoanálisis A La Educación

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CINCO CITAS FREUDIANAS PARA ABRIR UNA CONVERSACIN SOBRE LOS APORTES DEL PSICOANLISIS A LA EDUCACIN Por: Marlon

Corts1 No hay duda de que el psicoanlisis es una disciplina que ha aportado histricamente a las reflexiones que la pedagoga ha hecho para pensar los fenmenos educativos. El presente texto es slo un abrebocas para que podamos seguir pensando en las puertas investigativas que se abren cuando miramos la escena educativa desde la perspectiva del psicoanlisis. Su estructura es simple: a la cita freudiana, le sigue un breve comentario que tiene como objetivo abrir la discusin en varias direcciones para que los lectores sigan la tarea investigativa. Primera cita:
El psicoanlisis tiene a menudo oportunidad de averiguar cunto contribuye a producir enfermedades nerviosas la severidad inoportuna e ininteligente de la educacin, o bien a expensas de cuntas prdidas en la capacidad de producir y de gozar se obtiene la normalidad exigida.(Freud, 1979a: 192).

Con cierto tinte irnico, Freud es un crtico de la educacin en la poca victoriana. poca en la cual la sexualidad del nio, paradjicamente no existe, y a la vez est prohibida. poca de formas segn las cuales el nio no tiene una existencia propia sino que de manera radical debe acoplarse a lo que los adultos le demandan. Disciplina y virtud son los valores en los cuales es necesario encaminar a todos los nios. Contrario a ese paradigma educativo, Freud, en el estudio de las neurosis, se encuentra con la sexualidad infantil, y por ende, con un nio muy distinto, al que habra que educar de una manera ms liberal con el objetivo de prevenirle la neurosis. Es claro que hay un primer Freud ilusionado con que las consecuencias educativas que se pudieran derivar de su naciente disciplina, hara del ser humano alguien mucho ms feliz. A partir de sus primeras teorizaciones aparece un Freud esperanzado en que el esclarecimiento sexual y la no represin llevara a la humanidad a un estado de buen desarrollo y felicidad; algo parecido a lo que encontramos en algunas
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Asociado a la NEL Medelln, Docente Universidad de Antioquia.

paredes de la ciudad: Menos represin, ms educacin.

Este grafiti tal vez

podra tener un antecedente histrico en este Freud esperanzado en la posibilidad de un sujeto feliz y normal. De ah que en algunos de sus textos descargue tanta importancia al hecho de transformar la cultura en relacin al tratamiento que se le haba dado al tema de la sexualidad, y en particular a la sexualidad de los nios. Freud llega a decir que a los nios haba que decirles la verdad a muy temprana edad con respecto al esclarecimiento sexual; cree que una apuesta por una educacin esclarecida con los principios tericos del psicoanlisis, podra aclararles a los nios los enigmas de su sexualidad, y por lo tanto, prevenirles la llamada nerviosidad moderna. Pero tamaa tarea result imposible. Segunda cita:
Los nios se comportan como primitivos a los que se ha inculcado el cristianismo y que a escondidas siguen adorando a sus antiguos dolos (Freud, 1979b: 236).

Habla de un Freud que se dio cuenta de que informar a los nios sexualmente no era suficiente ni eficaz. Parece ser que el saber del lado del sujeto tiene poco que ver con la informacin, y s tiene que ver con eso que podramos llamar una subjetivacin. Padres y educadores pueden ofrecer cierta informacin sobre el esclarecimiento sexual, lo que en palabras de la cita de arriba sera como un cierto cristianismo, pero dichas palabras poca resonancia tendrn con respecto a los dolos que verdaderamente adoran, es decir, los mitos que los nios construyen. Una educacin sexual a la altura de los nios tal vez podra ser sentarse a conversar con ellos sobre lo que creen; tal vez en esas conversaciones, los nios puedan articular ciertos significantes que bordeen algo de su verdad como sujetos.

Tercera cita:

Por extrao que parezca creo que se debera considerar la posibilidad de que algo en la propia naturaleza de la pulsin sexual no es favorable a la realizacin de la entera satisfaccin. (Freud, 1979c: 182)

De manera muy temprana, va a ubicar la entera satisfaccin en el orden de lo imposible. Para referenciar este asunto, solemos citar algn texto de Ms all del principio del placer, escrito en 1920, pero ya mucho antes Freud comienza a darse cuenta que el asunto educativo no es tan sencillo como decir que debemos hacerlo sin represin para conseguir la tan anhelada felicidad. Y cuando aparece la pulsin de muerte en Ms all del principio del placer, como lo ms estructural del sujeto, Freud muestra con ms consistencia que declina en sus esperanzas por ver un ser humano armnico, feliz, pleno, y satisfecho sexualmente. Paralelo a ello, comienza a darse cuenta de que lo fundamental en la vida sexual del ser humano no es la informacin que se tenga con relacin a cmo satisfacerse mejor, lo fundamental no es intentar resolverles a los nios las preguntas que tienen sobre el mbito sexual. Aunque tambin hay que decir que contemporneamente la apuesta es clara: las parejas deben sacar la biblia de la alcoba para ubicar en ese lugar el Kamasutra, creyendo que en el saber sexual de lo que se trata es de mejorar las tcnicas de satisfaccin. Freud, con sus desarrollos sobre la pulsin, tiene claro que no hay nada escrito en la gentica del ser humano que nos diga qu es un hombre para una mujer y qu es una mujer para un hombre. Es posible que el nio hoy desde muy temprana edad conozca tcnicas de satisfaccin sexual; pero esta informacin no tiene nada que ver con lo que el psicoanlisis plantea cuando habla de una manera particular de arreglrselas con lo sexual. Esto que llamo manera particular creo que es lo que Hctor Gallo nombra en la primera clase de este seminario como subjetivacin significante, en tanto que lo que se nombra con la palabra saber del lado del sujeto no es lo mismo que la informacin, que estara ms bien del lado del yo. El saber, en una de sus acepciones, tiene sus races en la palabra sabor, es decir, es un saber que pasa por el cuerpo. Educar sexualmente puede pasar por la informacin sobre los mtodos de planificacin, pero hara falta una

subjetivacin significante en la cual haya una implicacin tica del sujeto en la pregunta. Los dispositivos educativos estarn a la altura del nio cuando abran los ojos y los odos a sus modos particulares de subjetivacin, cuando estn hechos para conversar con esos primitivos que adoran antiguos dolos, es decir, cuando

adems de hablar sobre los ideales de la cultura, tambin lo hagamos sobre sus modos particulares de ser agresivos, sus mentiras, sus bsquedas de satisfaccin sexual, para que ese nio encuentre un cierto eco en el adulto con quien se puede hablar sobre sus reales angustias en sus lazos con los otros. Cuando est uno familiarizado con su propio inconsciente tiene claro que el control de las manifestaciones sintomticas de los nios resulta en muchas ocasiones, una labor infructuosa. Su carcter pulsional, es decir, el hecho de que de manera insistente y de manera acfala busque la satisfaccin, nos indica que buena parte de las energas educativas deben ir en otra direccin, distinta a la del absoluto control. Tal vez sea necesario construir, para la educacin, objetivos ms respetuosos, contando, no slo con los ideales con los cuales es necesario moldearlos en alguna medida, sino tambin con su disposicin pulsional. Freud nos dijo los destinos de la pulsin; dos de ellos (la represin y la sublimacin) tal vez le sean propios al mbito educativo. Cmo favorecer los procesos de sublimacin desde el lugar de maestros? Gran pregunta!

Cuarta cita:
Un maestro esclarecido por el psicoanlisis se abstendr de intentar una sofocacin violenta. () El psicoanlisis puede ensear cun valiosas contribuciones a la formacin del carcter, prestan estas pulsiones asociales y perversas del nio cuando no son sometidas a la represin. Nuestras mejores virtudes se han desarrollado como unas formaciones reactivas sobre el terreno de las peores disposiciones constitucionales (Freud, 1979a: 192).

Si un maestro, algo comprende en relacin a lo que Freud llama una mocin pulsional asocial, si algo sabe de las lgicas de la constitucin pulsional del nio,

entonces frente a la imposibilidad de controlar, lo que queda es la invencin de algo que haga eco de lo que el nio est viviendo. En la Universidad de Antioquia ofrezco un seminario que llamamos Educacin sexual. La experiencia indica que algo se consigue cuando los maestros en formacin logran experimentar en su propia vida algn efecto formativo, no slo informativo (que tambin es necesario). Llamo aqu efecto formativo a que la propuesta metodolgica del curso incluye conversatorios en pequeos grupos en los cuales se conversa sobre la vida amorosa y afectiva de los jvenes. Esto no es un dispositivo clnico, pero tampoco pretende ser meramente informativo. Es un espacio donde cada uno conversa lo que le suscita el campo amoroso. Lo que sucede en ese dispositivo es que los participantes hablan, y en ese ejercicio construyen ciertas articulaciones significantes, y algunos de ellos, se encuentran con que algo aprendieron sobre su propio ser en el intercambio con sus compaeros y su profesor. Al parecer, el dispositivo clnico no es el nico espacio donde los sujetos podemos construir preguntas ticas.

Quinta cita:
No s qu nos reclamaba con ms intensidad, ni qu era ms sustantivo para nosotros. Ocuparnos de las ciencias que nos exponan o de la personalidad de nuestros maestros. Lo cierto es que esto ltimo constituy en todos nosotros una corriente subterrnea nunca extinguida. (Freud, 1979d: 249)

Esta es una cita de Freud en un texto escrito para no psicoanalistas. Freud habla de s mismo en el lugar de estudiante y de la importancia que tiene la figura del maestro en la formacin de la personalidad del estudiante, y en su posterior eleccin de un saber especfico. Lo importante de este texto es que nos abre la puerta para utilizar un concepto clnico en el mbito educativo. De hecho, est escrito el mismo ao que escribi Sobre la dinmica de la transferencia (1914). En este texto lo que hace Freud es pensar el concepto de transferencia desde el lugar de estudiante y de hijo. Varias puertas se abren para pensar el mbito educativo:

Primera, el maestro es un sujeto, con su manera particular de relacionarse con la ciencia especfica y con sus estudiantes. Asumir al maestro como sujeto implica reconocer algo que en muchas ocasiones cuesta hacer: se que le est enseando algo a uno, ama, y odia a los estudiantes, ama y odia ciertas dimensiones de la ciencia especfica; por lo tanto, ese que sabe, tiene una historia particular desde la que se ubic en ese lugar como docente. A mi juicio, otra de las revoluciones que hace Freud como legado para la humanidad es pensar al maestro como ser sexuado. Recuerden cmo hasta hace una treintena de aos, a las profesoras se les deca seoritas, y se les demandaba que fueran ejemplo de vida casi en una dimensin religiosa del asunto, segn la cual la imitacin era como se formaba uno como sujeto. Contrario a eso, el psicoanlisis le da consistencia a la nocin de responsabilidad. Concebir que el nio es slo efecto de padres y maestros es encerrar la subjetividad en las lgicas newtonianas, segn las cuales a una accin siempre le viene una reaccin proporcional.

Segunda: El estudiante es un sujeto particular, y por lo tanto sus modos de acceder o de construir el conocimiento no es universal, estndar. Un estudiante de la Universidad de Antioquia en sus primeros contactos con el mbito educativo, en las comunas ms vulnerables de Medelln, sac una conclusin que nunca se me va a olvidar: Profe, el nio de Piaget no existe. Efectivamente lo que estaba enunciando este estudiante era que el nio universal no existe, y por lo tanto, tampoco existen modos universales de aprehender el conocimiento; y dichos modos van a depender directamente de la historia particular del sujeto, con sus padres y maestros. Aqu entendemos por historia, no lo que le pasa al nio, sino lo que el nio hace con lo que le pasa. Asumir al estudiante como un sujeto tal como lo hace Freud en la cita en cuestin, pone al maestro en una actitud de aprendizaje continuo, no slo de las teoras de los pedagogos, sino fundamentalmente de lo que sus estudiantes le ensean cada da en relacin a cmo aprenden, y en relacin a cmo construyen su manera de arreglrselas con el mundo que les toc vivir.

En este momento estoy asesorando unas estudiantes de pedagoga infantil, quienes se estn haciendo una pregunta en relacin a la televisin y los nios. Cuando comenzamos a pesquisar qu se ha dicho al respecto, nos encontramos con lo siguiente: la televisin tiene efectos sobre los nios. Cuando uno se acerca a ese problema desde conceptos psicoanalticos, el nio deja de ser un simple receptculo de los contenidos que las programadoras deciden. Entonces ya no nos preguntamos por los efectos de la televisin sobre los nios, sino por las relaciones que los nios construyen con los personajes y programas de televisin. Es distinto, porque ah ya el nio no es una cosa que recibe imgenes, sino que de algn modo el nio tiene eleccin con respecto a lo que ve, y lo que hace con lo que ve. Tercera: El punto nuclear del texto tiene que ver con el hecho de que para el nio el maestro es un sucedneo del padre. Es decir, que los modos de relacin que construy con el padre, se transfieren a la relacin con el maestro. En tiempos de Freud, se asuma que el padre era quien ejerca el ser representante de la ley para el nio; de ah que Freud conciba al maestro como su sucedneo, como representante de la ley. Por eso estar en el lugar de maestro para un nio no sucede por tener un contrato con el colegio o con el Estado; se es maestro de un nio si es capaz de hacer las invenciones necesarias para que el nio lo ubique en ese lugar, y entonces le suponga un saber sobre la ciencia especfica. Y si el nio construye esa suposicin, entonces la palabra del maestro tendr poder. La desobediencia escolar del nio no habla de otra cosa sino de la no instalacin de una relacin transferencial entre el maestro y el alumno. Y para estudiar sobre transferencia entre maestro y alumno, la relacin entre Scrates y Alcibades es paradigmtica. Por un lado, est Scrates siempre en posicin de construir un nuevo saber; por el otro, Alcibades fantaseando con Scrates, vibrando con cada palabra que dice el maestro, declarndole su amor, pidindole que le haga partcipe de su sabidura. Y finalmente, la indiferencia de Scrates frente a sus cortejos, hacindole entender a Alcibades que lo agalmtico

no est en el maestro sino en el saber mismo, y que por lo tanto no se debe enganchar con el maestro, sino que debe cuidar de s. En el texto Sobre la psicologa del colegial aparece fundamentalmente la dimensin imaginaria de la transferencia, en tanto que Freud ubica al estudiante como alguien que transfiere los afectos que construye en su infancia, a la figura del maestro. Desde la reflexin que hace Lacan en el seminario 8 Sobre la

Transferencia se puede pensar en la dimensin simblica del asunto, de donde se podra deducir una indicacin para los maestros en relacin a que no se dejen enredar por lo imaginario que construye el nio en relacin con ellos. No podemos evadir la dimensin imaginaria, es decir, el hecho que los nios construyan esos odios y amores hacia los maestros, pero es necesario dar un paso hacia lo simblico, permanecer firmes en el deseo de provocar en el otro el deseo de saber. A modo de conclusin Investigar sobre los aportes del psicoanlisis a la pedagoga es un campo muy vasto, no slo por los aportes freudianos, sino por lo que han hecho muchos psicoanalistas con posterioridad. Partiendo de las citas elegidas podramos decir que el gran aporte est en la manera en que concibe al sujeto (maestro o alumno), abrindose a su dimensin inconsciente. Hay inconsciente por fuera del

dispositivo clnico? Hay quienes dicen que no. Otros, decimos que s. BIBLIOGRAFA __________, 1979a, El inters por el psicoanlisis, en: Obras completas, tomo 13, Buenos Aires, Amorrortu. __________, 1979b, Anlisis terminable e interminable, en: Obras completas, tomo XXIII, Buenos Aires, Amorrortu. __________, 1979c, Sobre la ms generalizada degradacin de la vida amorosa, en: Obras completas, tomo 11, Buenos Aires, Amorrortu. __________, 1979d, Sobre la psicologa del colegial, en: Obras completas, tomo 13, Buenos Aires, Amorrortu.

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