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Erradicar la pobreza

Erradicar la pobreza es un objetivo fundamental para el desarrollo sostenible. La


pobreza es el hecho de sobrevivir con menos de 2 euros por persona al día según la
paridad del poder adquisitivo de 2017, ha experimentado descensos notables en las
últimas décadas. La aparición de la COVID-19 marcó un punto de inflexión, al
revertir estos avances, ya que el número de personas que viven en la pobreza
extrema aumentó en casi 90 millones con respecto a las predicciones anteriores.

Incluso antes de la pandemia, el impulso de la reducción de la pobreza se estaba


desacelerando. Para finales de 2022, el pronóstico inmediato sugirió que el 8,4 % de
la población mundial, o hasta 670 millones de personas, podrían seguir viviendo en
la pobreza extrema. Esto anuló tres años de progreso en el alivio de la pobreza.

Si persisten los patrones actuales, se estima que el 7 % de la población mundial


(aproximadamente 575 millones de personas) aún podría encontrarse en la pobreza
extrema para 2030, con una concentración significativa en el África subsahariana.

Una revelación alarmante es el resurgimiento de los niveles de hambre a los


registrados por última vez en 2005. Del mismo modo preocupante es el aumento
persistente de los precios de los alimentos en un mayor número de países en
comparación con el período de 2015 a 2019. Este doble problema de la pobreza y la
seguridad alimentaria plantea una grave preocupación mundial.

La pobreza tiene muchas dimensiones, pero entre sus causas se encuentran el


desempleo, la exclusión social y la alta vulnerabilidad de ciertas poblaciones ante
desastres naturales, enfermedades y otros fenómenos que les impiden ser
productivas, carecer de acceso a un servicio de salud, calidad de la vivienda o
incluso no tener una, el acceso a la alimentación.

La creciente desigualdad es perjudicial para el crecimiento económico y socava la


cohesión social, aumentando las tensiones políticas y sociales y, en algunas
circunstancias, provoca inestabilidad y conflicto

Unos sistemas sólidos de protección social son esenciales para mitigar los efectos y
evitar que muchas personas caigan en la pobreza. La pandemia de la COVID-19
tuvo consecuencias económicas tanto inmediatas como a largo plazo para personas
de todo el mundo y, a pesar de la expansión de la protección social durante la crisis
de la COVID-19, el 55 % de la población mundial (alrededor de 4000 millones de
personas) está completamente desprotegida.

En respuesta a la crisis del coste de vida, 105 países y territorios anunciaron casi
350 medidas de protección social entre febrero de 2022 y febrero de 2023. Sin
embargo, el 80 % de ellos fueron a corto plazo y, para alcanzar los objetivos, los
países necesitarán implementar sistemas de protección social universales y
sostenibles que sean apropiados a nivel nacional para todos.

La participación ciudadana activa puede contribuir a mejorar la situación a la hora


de abordar la pobreza. Garantizar que se promuevan los derechos de las personas
que la sufren, que se escuchen su voz y que se comparta el conocimiento
intergeneracional.

Esto puede ayudar a que se fomente la innovación y el pensamiento crítico en todas


las edades para apoyar un cambio en las vidas y comunidades de las personas. A su
vez los gobiernos pueden ayudar a crear un entorno propicio para generar empleo
productivo y oportunidades para los pobres y los marginados.
El sector privado tiene un papel crucial que desempeñar a la hora de determinar si
el crecimiento que genera es inclusivo y contribuye a la reducción de la pobreza.
Puede fomentar oportunidades económicas para la población pobre.

La contribución de la ciencia para acabar con la pobreza ha sido significativa. Por


ejemplo, ha permitido el acceso al agua potable, ha reducido las muertes causadas
por enfermedades transmitidas por el agua y ha mejorado la higiene para reducir
los riesgos para la salud relacionados con el consumo de agua no potable y la falta
de saneamiento.

Algunas de las metas a 2030 para poder erradicar la pobreza extrema para todas
las personas en el mundo, actualmente medida por un ingreso por persona inferior
a 1,25 euros al día, reducir al menos a la mitad la proporción de hombres, mujeres y
niños y niñas de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus
dimensiones con arreglo a las definiciones nacionales. Poner en práctica a nivel
internacional sistemas y medidas apropiadas de protección social para todos los
pobres y los más vulnerables. Que posean los mismos derechos a los recursos
económicos, así como acceso a los servicios básicos, la propiedad y el control de las
tierras y otros bienes, los recursos naturales, las nuevas tecnologías y los servicios
económicos, incluida la microfinanciación. Fomentar la resiliencia de los pobres y las
personas que se encuentran en situaciones vulnerables y reducir su exposición y
vulnerabilidad a los fenómenos extremos relacionados con el clima y a otros
desastres económicos, sociales y ambientales. Garantizar una movilización
importante de recursos procedentes de diversas fuentes, incluso mediante la
mejora de la cooperación para el desarrollo, a fin de proporcionar medios suficientes
y previsibles para los países en desarrollo, en particular los países menos
adelantados, para poner en práctica programas y políticas encaminados a poner fin
a la pobreza en todas sus dimensiones Crear marcos normativos sólidos en el
ámbito nacional, regional e internacional, sobre la base de estrategias de desarrollo
en favor de los pobres que tengan en cuenta las cuestiones de género, a fin de
apoyar la inversión acelerada en medidas para erradicar la pobreza.

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