Hermanos Himmler Epilogo LdS1
Hermanos Himmler Epilogo LdS1
Hermanos Himmler Epilogo LdS1
Katrin Himmler
Traduccin de Richard Gross Eplogo de Michael Wildt
El arte de la discusin
Ttulo de la edicin original: Die Brder Himmler: eine deutsche Familiengeschichte Primera edicin en Libros del Silencio: marzo de 2011 S. Fischer Verlag GmbH, Frankfurt am Main, 2005 de la traduccin, Richard Gross, 2011 de la presente edicin, Editorial Libros del Silencio, S. L. [2011] Provena, 225, entresuelo 3. 08008 Barcelona +34 93 487 96 37 +34 93 487 92 07 www.librosdelsilencio.com Diseo de coleccin: Nora Grosse, Enric Jard Maquetacin: David Angls Las fotografas proceden del fondo privado de la autora y de su familia, salvo las que se detallan a continuacin, que son propiedad del Archivo Federal de Coblenza: Gebhard Himmler snior, de joven: Gebhard Himmler snior tena apenas ocho aos.... Las dos ilustraciones del veraneo: Cada ao, la familia Himmler veraneaba.... Gebhard Himmler, de soldado: En abril de 1918.... Facsmil del diario: A la edad de nueve aos.... Golpe de Hitler: Heinrich Himmler, portando el estandarte.... Retrato de Marga Himmler y foto de Heinrich y Marga en Wiesbaden: Heinrich Himmler prefera.... Heinrich, Marga y Gudrun Himmler: Ambos estaban muy apegados a.... Casita en Waldtrudering: Heinrich y Marga soaron con.... Celebracin en la catedral de Quedlinburgo: El 2 de julio de 1936.... ISBN: 978-84-938531-3-6 Depsito legal: B-7.439-2011 Impreso por Romany Valls Impreso en Espaa - Printed in Spain Todos los derechos reservados. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares mediante alquiler o prstamo pblicos.
Eplogo
Michael Wildt
os hemos acostumbrado a ver a los criminales nazis como autores individuales. El Estado de derecho no conoce la culpa colectiva, sino nicamente la responsabilidad individual. Un acto punible, aun cuando es cometido por un grupo, debe probrsele a cada integrante individual; slo entonces se puede dictar sentencia. Por consiguiente, los juicios de Nremberg, el proceso a Eichmann en Jerusaln o el de Auschwitz celebrado en Frncfort del Meno se instruyeron necesariamente contra personas que, tras las diligencias de prueba y una vez odos los testigos, fueron condenadas por sentencias firmes. Si Heinrich Himmler no se hubiera suicidado cuando fue detenido en mayo de 1945 y hubiese sido llevado ante el tribunal, sin duda alguna los jueces lo habran condenado a muerte por los crmenes que haba perpetrado. Este trato jurdico a los crmenes masivos del nacionalsocialismo determin por mucho tiempo nuestra percepcin de los hechos. Por otra parte, la idea de que los responsables del terror, las persecuciones y los asesinatos eran unos pocos indi353
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viduos situados en la cspide del rgimen mientras que la mayora de la poblacin slo haba estado cumpliendo rdenes favoreci los deseos de exculpacin y olvido. Tras los juicios espectaculares de la primera posguerra, la imagen de los criminales nazis de carne y hueso sentados en el banquillo de los acusados de Nremberg no tard en desvanecerse. Se vio sustituida por la del asesino demonizado, un diablo antropomorfo pero aparentemente alejado de lo humano, que como tal protagonizaba los folletines de guerra y las revistas ilustradas de los aos cincuenta, publicaciones plagadas de historias truculentas sobre el desaparecido Martin Bormann o sobre el antiguo mdico de la SS de Auschwitz, Josef Mengele. Fue por eso por lo que el juicio a Eichmann celebrado en Jerusaln en 1961 caus tanto revuelo. En las pantallas de la televisin apareca uno de los artfices del asesinato de millones de personas y resultaba un ser bien poco demonaco. Pareca increble que el hombre solcito, casi sumiso y anodino de aquella sala de autos fuese el temido Adolf Eichmann. Lo que desconcertaba profundamente en l no slo era el hecho de que afirmara sin cesar que nicamente haba obedecido y ejecutado rdenes; que, como millones de alemanes, no haba sido ms que una ruedecilla en el engranaje; sino que daba la impresin de estar diciendo la verdad. Lo inquietante en la persona de Eichmann, apunt Hannah Arendt, observadora del juicio, es que era como muchos, y que esos muchos no son per versos ni sdicos sino terrible y aterradoramente normales. Por esas mismas fechas sali a la luz el rompedor estudio de Raul Hilberg, en el que este analiza el exterminio de los ju354
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dos europeos como proceso burocrtico. El moderno enfoque sociolgico americano, que no se centraba en los actores sino en las estructuras sociales, las tendencias socioeconmicas y los procesos institucionales o administrativos, influy tambin en la historiografa del rgimen y de la sociedad nacionalsocialistas. El burcrata, presente en toda institucin social y organizador del asesinato por decreto y desde su mesa de trabajo, se converta en el tipo de autor criminal por excelencia. Un sujeto que se limitaba a su particular parcela del trmite, que reciba encargos circunscritos a esta y los ejecutaba correcta y concienzudamente sin sentirse responsable del conjunto: esa imagen no slo corresponda a las justificaciones ofrecidas por numerosos criminales sino tambin a la experiencia cotidiana de una sociedad moderna, burocratizada y caracterizada por la divisin del trabajo. Que fueran precisamente los hijos y las hijas rebeldes de la generacin del 68 ufanos por haber buscado una confrontacin sobre el nacionalsocialismo cuando en realidad lo que hicieron fue esquivar el cara a cara real con sus padres en la medida en que transformaron el fascismo en un engendro del capitalismo los que permitieran que los criminales se desvanecieran al suplantarlos por magnitudes abstractas como el gran capital no deja de ser una sutil irona de la historia. En lugar de acusar a personas concretas, se responsabilizaba entonces a las relaciones de produccin como autores del genocidio. Los aos ochenta hicieron cambiar el enfoque sobre los criminales nacionalsocialistas al colocar a las personas, como sujetos operantes y actores de su historia, en el centro del inte355
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rs cientfico. La apertura de los archivos en Europa del Este y en la antigua Unin Sovitica a principios de los noventa produjo, adems, una abundancia de estudios empricos sobre la poltica de ocupacin nacionalsocialista, en los que se investigaba en particular a los autores concretos del escaln medio oficiales de la SS, jefes administrativos, oficiales de la Wehrmacht sobre el terreno y su responsabilidad en el genocidio. Aquellos hombres grises es el ttulo del famoso libro de Christopher Browning, que formulaba casi programticamente la nueva perspectiva de anlisis. Desde entonces, la llamada investigacin de autores ha experimentado un gran auge y ha puesto al descubierto la amplia implicacin de la poblacin alemana en los crmenes del rgimen nazi. Fueron miles de personas las que se beneficiaron del robo de propiedades judas. Incluso miembros de la elite universitaria historiadores, gegrafos o economistas atrajeron sobre ellos la sospecha de haber sido precursores de la ideologa del exterminio (Susanne Heim/Gtz Aly). Sin embargo, el concepto de autor criminal corre el peligro de diluirse cada vez ms: la clara definicin jurdica de que slo puede ser autor de un crimen quien comprobadamente ha cometido un acto punible se queda corta cuando se trata de dar cuenta de la delacin, la envidia, la codicia, el apego al rgimen o la ceguera interesada. Una parte de la investigacin de ciertos autores se encuentra, por tanto, en un callejn sin salida: quien declara a toda la poblacin como autora no explica ya nada. Por otra parte, el desligar el concepto de autor de la definicin estrictamente jurdico-penal ampli la perspectiva a la participacin y
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la responsabilidad de los individuos, sus opciones de actuacin y su libertad de decisin. Tal planteamiento no excluye por errores del sistema la yuxtaposicin o hasta la contradiccin de ciertos modos de actuar, sino que las incluye en la reflexin como factores explicativos del comportamiento. Tras largos y quiz necesarios rodeos, la investigacin sobre el nacionalsocialismo ha llegado a entender la poltica de la persecucin y del crimen como historia de la sociedad, y tambin como historia de las familias. Tal vez hizo falta otro cambio generacional, sesenta aos despus del final de la guerra, para alumbrar este gnero. Muchos autores y autoras intentan ahora cerciorarse acerca de sus padres o de sus abuelos recurriendo al mtodo de la narracin biogrfica familiar. A algunos se les nota el deseo de comprender y conectar, de reconciliarse con los mayores; en otros se advierte la vieja pretensin de soberana interpretativa, el afn de describir de forma definitiva y con los ropajes de la historia familiar cmo ha transcurrido la historia alemana y qu lecciones se deben sacar de ella. Algunos, como Katrin Himmler, optan por vas distintas: introducen su posicin narradora en el campo visual y hacen de su propia memoria un objeto de reflexin y confrontacin. Por tanto, el suyo no es slo un libro acerca de los hermanos Gebhard, Heinrich y Ernst Himmler, sino tambin sobre un viaje de descubrimiento a las tinieblas de la historia de su familia. Esto no slo requiere perseverancia sino tambin disposicin de nimo y valor para enfrentarse a esa familia, que insoslayablemente sigue siendo la suya propia.
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Sin duda, el inters que el pblico lector manifieste por los Himmler se encender porque de entre ellos sali uno de los mximos criminales de la historia alemana. Pero ese enfoque no hara justicia al presente libro. Su mrito consiste precisamente en que no se centra en el autor individual que fue Heinrich Himmler, sino en una familia germana a la que, por un lado, es imposible calificar de normal, mientras que, por otro, es francamente obligado hacerlo. Rastrea aquella pregunta que hizo desesperar a Alfred Andersch, quien como alumno del Wittelsbacher Gymnasium tuvo que aprender griego antiguo con el padre de Himmler: el humanismo no protege de nada? Pues no. El humanismo entendido como conocimiento de la antigedad clsica no preserva de la barbarie ni del asesinato masivo. Katrin Himmler responde a la pregunta de Andersch mostrando a una familia cuyos vnculos estaban constituidos por el ascenso social, el orgullo paterno por las carreras de los hijos, la disciplina y la ausencia de compasin con aquellos que no parecan satisfacer tales exigencias. Uno de los documentos ms reveladores, datado de los primeros tiempos de esta familia, son las cartas que el padre escribi a cada uno de los suyos en 1910, antes de partir de viaje hacia Grecia; son todo un legado poltico y educativo que permite calibrar los valores que lo inspiraban. Daba a su mujer instrucciones detalladas sobre cmo administrar el hogar, a quin pedir consejo en caso de que l muriese y entre quines elegir a los padrinos de sus hijos. Al mayor, Gebhard, lo exhortaba a contentar a la madre con aplicacin, fidelidad al deber y pureza de costumbres, a la vez que lo instaba a ser un hombre capaz y de convicciones ale358
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manas. Al menor, Ernst, le exiga que fuera cumplidor e hiciera cuanto le dijeran la madre y el maestro. Obediencia, aplicacin, deber, dureza y convicciones alemanas, y no el ideal humanista de la personalidad interrogativa, argumentativa, dubitativa; esos eran los puntos de mira de la familia Himmler. Como muchos de su generacin, los hermanos Gebhard y Heinrich militaron en el bando de la derecha nacional-tnica, participaron en el golpe de Hitler de 1923 e, incluso cuando sus caminos se separaron Gebhard tuvo una formacin docente, mientras que Heinrich hizo de la poltica su profesin, los dos, as como su hermano menor, Ernst, siguieron polticamente muy unidos. Si nos fijamos exclusivamente en Heinrich Himmler no podremos ver la implicacin mucho ms normal que Gebhard y Ernst tuvieron en el rgimen nazi. Tanto aquel, que hizo carrera en el Departamento Central de Tcnica del NSDAP y en el Ministerio de Educacin del Reich, como este, que lleg a ser lugarteniente y hombre de confianza del director tcnico, Klaus Hubmann, en la Sociedad de Radiodifusin del Reich, no necesitaron ser persuadidos de nada por el ya poderoso hermano, segn sostiene el mito familiar. Eran activistas polticos motu proprio: Gebhard, porque quera someter a una criba racial a los ingenieros en formacin cuando era funcionario del ministerio; Ernst, porque actuaba en los territorios checos ocupados y denunciaba, todava en 1944, a un vicejefe de empresa por motivos antisemitas. Sus familias mantenan estrechas relaciones amistosas con Hermann Behrends, por ejemplo, uno de los creadores del Servicio de Seguridad (SD) de la SS, miembro desde 1937 del aparato nacional-t359
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nico de esta organizacin, jefe superior de la SS y de la Polica en la Serbia ocupada, condenado a muerte y ejecutado por sus crmenes en Yugoslavia en 1947. O con Richard Wendler, hermano de la esposa de Gebhard, Hilde; jefe de distrito en el llamado Gobierno General, y organizador, junto con Hans Frank y Heinrich Himmler, de la poltica represiva y asesina en la Polonia ocupada. Y cuando la guerra ya haba terminado, la mujer de Ernst Himmler no se priv de demostrar su apoyo, mediante cartas y paquetes, a Oswald Pohl, a la sazn preso en Landsberg y sentenciado a muerte, quien haba sido director del Departamento Central de Administracin Econmica de la SS y, como tal, responsable de todos los campos de concentracin. Esta familia alemana normal de los Himmler evidencia la trama de crmenes tejida por tantos alemanes de modo muy distinto y con intensidad muy variada. Es precisamente esta familia que por los crmenes desorbitados de Heinrich pudo exculpar a los otros dos hermanos como presuntos tcnicos apolticos la que pone de relieve la implicacin de los alemanes en el rgimen nazi. Gebhard y Ernst se adhirieron al NSDAP en fecha temprana y entendan su trabajo como una actividad poltica que haba que desempear de forma comprometida y de acuerdo con la ideologa nacionalsocialista. En el sentido del derecho penal, ninguno de los dos fue responsable de asesinato alguno; pero su actuacin connivente con la poltica de persecucin hizo posible las consecuencias homicidas de esta. Katrin Himmler no encontr ni un solo documento, ni una carta, ni un recuerdo posterior que permitiera
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inferir que Gebhard y Ernst Himmler se haban distanciado de la poltica asesina del rgimen y de su hermano. Por el contrario, llaman francamente la atencin las lagunas que existen en esos documentos familiares. En ellos, no hay una sola palabra para las persecuciones de la oposicin poltica o de los judos. Nada se encuentra en sus cartas como, por cierto, ocurre tambin en otras muchas familias alemanas sobre las sinagogas en llamas y los negocios destruidos durante el pogromo de noviembre de 1938. Como si se tratara de un tab intocable. Mientras que Himmler padre le mandaba al hijo una y otra vez cartas en las que le peda ayuda para personas que la necesitaban, falta toda referencia a gestiones similares por parte de los hermanos. Al contrario, cuando en 1944 a Ernst se le brind la posibilidad de proteger al comandante Schmidt con su peritaje, no slo se abstuvo de hacerlo sino que lo puso a merced de su hermano. Existe un documento en el que la dimensin de la destructividad se hace particularmente estridente. No data, curiosamente, de la poca nazi, sino de marzo de 1946, cuando Paula Himmler, cuyo marido haba desaparecido en Berln, tuvo que buscarse la vida como la mayora de las familias alemanas. Escribi entonces a su hermana acerca de lo difciles y terribles que eran las cosas: Entonces te pones a dar vueltas sobre el sentido de la vida y sobre adnde hemos ido a parar. Y cmo continuar? Hay que cesar de pensar y dejarse ir a la deriva, de manera ablica. Si no tuviera mis 4 hijos, todo me dara igual. Y esa hambre que no termina. Lo que ms deseo es que caiga una bomba atmica en esta zona; entonces, el tormento
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acabara (p. 308). Que la ofensa de no pertenecer ya a la elite dominante la empujara no slo a condenarse a s misma sino a arrastrar al abismo a decenas de miles de personas muestra la envergadura de las fantasas de destruccin que azotaban a esas generaciones y que engendraron a autores criminales como Heinrich Himmler. La biografa familiar de Katrin Himmler describe el grado de implicacin, la prctica de involucrarse, el apoyo activo a la poltica de represin, la participacin en las gratificaciones del rgimen y la vecindad con sus crmenes. Heinrich Himmler poda estar seguro de la conformidad de su familia. A sus hermanos y sus cuadas no se les puede responsabilizar de los crmenes, pero s de su falta de protesta. Lo que se pone de manifiesto en esta biografa familiar es una aterradora incapacidad para la empata, como si los hermanos y sus esposas carecieran de la facultad de sentir compasin. Incluso despus de la guerra, la sombra de la culpabilidad de Heinrich Himmler era lo suficientemente grande como para que eludieran la confrontacin con su implicacin personal en el rgimen. Contar con un familiar de estas caractersticas colmaba, al parecer, la medida de la elaboracin del pasado. As, en la familia se poda hablar perfectamente de los crmenes de Heinrich Himmler, puesto que estos parecan reducir a la insignificancia la implicacin de cada uno. El libro de Katrin Himmler, al igual que las dems biografas familiares, marca por tanto un punto de inversin en la memoria del pasado nacionalsocialista. Segn parece, se estn acabando los tiempos en los que los historiadores, pertrecha362
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dos con sus estudios cientficos, podan reclamar la soberana hermenutica sobre el nacionalsocialismo sin que nadie se la disputara y sera sin duda una tarea atractiva reflexionar por qu fueron precisamente los historiadores los que despus de la guerra determinaron la memoria del nacionalsocialismo. Las biografas familiares como la que propone Katrin Himmler, sobria, seria, distanciada, sin falsa empata y no obstante siempre consciente de la indisoluble vinculacin con la familia, abren una va de acceso a la historia que, a diferencia de las grandes narraciones de los historiadores, hace visibles a sujetos actuantes en la vida cotidiana que, lejos de ser ruedecillas en un engranaje abstracto, son individuos que toman decisiones, a veces con consecuencias asesinas. Se pone en el punto de mira a personas para las cuales la familia constituye un entramado de relaciones del que esperan apoyo, mxime en pocas de extrema dificultad; personas que estn predispuestas a pasar por alto todo lo que pueda resultar desconcertante o perturbador. Frente a la conclusin del psiclogo social Harald Welzer de que en la memoria familiar alemana la responsabilidad de la generacin de los autores es negada precisamente por los nietos, biografas familiares como la escrita por Katrin Himmler marcan un claro contrapunto.