El documento discute la naturaleza del intelectual y el pensamiento. Según el autor, un intelectual no es simplemente un erudito o académico, sino alguien dedicado al pensamiento y a cuestionar las injusticias de la sociedad. Sin embargo, hoy en día muchos intelectuales carecen de tiempo para pensar profundamente debido a distracciones como cargos públicos y declaraciones a los medios. El autor también critica la reducción del pensamiento a slogans e ideologías rígidas. El verdadero intelectual debe ser
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El documento discute la naturaleza del intelectual y el pensamiento. Según el autor, un intelectual no es simplemente un erudito o académico, sino alguien dedicado al pensamiento y a cuestionar las injusticias de la sociedad. Sin embargo, hoy en día muchos intelectuales carecen de tiempo para pensar profundamente debido a distracciones como cargos públicos y declaraciones a los medios. El autor también critica la reducción del pensamiento a slogans e ideologías rígidas. El verdadero intelectual debe ser
El documento discute la naturaleza del intelectual y el pensamiento. Según el autor, un intelectual no es simplemente un erudito o académico, sino alguien dedicado al pensamiento y a cuestionar las injusticias de la sociedad. Sin embargo, hoy en día muchos intelectuales carecen de tiempo para pensar profundamente debido a distracciones como cargos públicos y declaraciones a los medios. El autor también critica la reducción del pensamiento a slogans e ideologías rígidas. El verdadero intelectual debe ser
El documento discute la naturaleza del intelectual y el pensamiento. Según el autor, un intelectual no es simplemente un erudito o académico, sino alguien dedicado al pensamiento y a cuestionar las injusticias de la sociedad. Sin embargo, hoy en día muchos intelectuales carecen de tiempo para pensar profundamente debido a distracciones como cargos públicos y declaraciones a los medios. El autor también critica la reducción del pensamiento a slogans e ideologías rígidas. El verdadero intelectual debe ser
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La filosofa y la vida intelectual
La filosofa y la vida intelectual
Lo propio de un filosofo es el quehacer intelectual, pero entonces, qu es un intelectual? Aranguren empieza por decirnos que no es: Un erudito, una persona dedicada a absorber y a transmitir conocimientos, desentendido de la elevacin sociomoral. Un profesional calificado para inquirir, descubrir, publicar y ensear la verdad (Entre Espaa y Amrica, p.163). El miembro de algn crculo de altos estudios.
La filosofa y la vida intelectual
Alguien que posee una certificacin gubernamental que lo acredita como investigador. Un catedrtico que se sustrae de los afanes cotidianos y se recluye en un recinto apartado del mundo real para dedicarse al cultivo de las letras antiguas y al trato con los autores clsicos. Un conservador del patrimonio cultural o un adaptador de modas acadmicas o artsticas.
La filosofa y la vida intelectual
Alguien que viste atuendos singulares y llamativos, habla con afectacin y asume actitudes extravagantes.
La filosofa y la vida intelectual
Segn Julin Maras la principal ocupacin de los intelectuales es pensar; sin embargo, luego se pregunta Cunto piensan los intelectuales?, pregunta que parece entre extraa e impertinente, pues se supone que la principal ocupacin del intelectual es pensar. Pero, es realmente as? Hasta hace pocos decenios, y salvo excepciones individuales o de breves perodos, las vidas de los hombres dedicados al menester intelectual solan ser sencillas, hechas de calma, holgura, tiempo libre, tal vez aburrimiento al menos cierto aburrimiento.
La filosofa y la vida intelectual
Los intelectuales de nuestro tiempo hacen demasiadas cosas. Tienen cargos pblicos, hacen vida social, presiden comisiones, hacen declaraciones a los periodistas, hablan por la radio, aparecen en la televisin, forman parte de innumerables asociaciones, intervienen en la poltica de su pas y de los otros. Temo que les falte en muchos casos tiempo, ms an, calma para pensar. El pensamiento supone siempre un repliegue, un retraimiento o retiro a las soledades de uno mismo, a su intimidad silenciosa. (El oficio del pensamiento, Obras VI, p.410).
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Maras se sorprende de cuntas cosas saben los intelectuales, de cuntas cosas estn enterados, cuantas revistas leen, qu tremendas bibliografas exhiben, cuntos libros citan en sus notas al pie de pgina. Y luego pasa de la admiracin a la inquietud y se pregunta si de todo ese tiempo no sera conveniente sacar buena parte de l para pensar:
La filosofa y la vida intelectual
Los que tanto saben, no ser que piensan menos? No deber justificar el intelectual su propio saber, su informacin, su erudicin? Bien sabido es que si el saber no ocupa lugar, ocupa tiempo. Y no slo tiempo, sino atencin, energa, dedicacin, puesto en la perspectiva vital, capacidad de orientacin de nuestra alma (Ibd., p.410). Segn Maras hay que buscar un equilibrio entre la informacin y el pensamiento.
La filosofa y la vida intelectual
Piensan, pues, los intelectuales?Repiensa, por lo menos? Hay pases enteros donde no se hace ms que traspensar, simular pensamiento, leer y citar, sin digerir, dejando pasar errores que repiten sin caer en cuenta de ello, aceptando confusiones, adhiriendo a modas acadmicas pasajeras. Hoy ms que nunca es fcil pasar por intelectual sin haber pensado, basta navegar por la Internet, bajar informacin, copiar, cortar, pegar, adornar y firmar, sin procesar mentalmente, sin aportar nada nuevo.
La filosofa y la vida intelectual
Por qu ocurre as? Por qu el pensamiento ha pasado, de ser el atributo esencial y constitutivo del intelectual, a ser un fenmeno relativamente infrecuente? (El oficio del pensamiento, p.2) Hay razones de tipo: 1) Econmico: El crecimiento de la vida en todos los rdenes y el advenimiento de masas considerables a los rdenes que antes estaban reservados a muy pocos, han hecho que la condicin econmica del intelectual escritor, profesor, funcionario de cultura sea menos precaria de lo que ha sido en otras pocas, aunque siempre inferior a la de los profesionales de vala anloga en otros campos.
La filosofa y la vida intelectual
Esto ha hecho que se dediquen a menesteres especficamente intelectuales muchas personas de vocacin mnima o vacilante, que en otro caso habran rehuido los sacrificios que tal dedicacin impona (pobreza, desprestigio o persecucin) y que los intelectuales aceptaban por la compensacin que para ellos significaba la fruicin de su ejercicio. Pero ahora, al no ser tan penosa su situacin, abrazan el oficio intelectual muchos hombres cuyas apetencias ms sinceras van por otros caminos y que, por tanto, aspiran a un bienestar econmico que al intelectual de raza ha solido importar muy poco.
La filosofa y la vida intelectual
Entonces tratan de mejorar su rendimiento, lo cual los lleva a las formas secundarias e inautnticas de actividad, las que pueden hacerse de modo inerte, por acumulacin de trabajo o tal vez de palabras, sin inspiracin 2) poltico: Vivimos en una poca definida por la penetracin de la poltica en mbitos donde no sola entrar. La consecuencia ineludible ha sido una mengua sensible de la libertad en los pases ms afortunados, su desaparicin o poco menos en otros muchos.
La filosofa y la vida intelectual
3) La reduccin del pensamiento a ismos y slogans: El pensamiento siempre matiza y distingue; siempre ve al revs que la poltica- el otro lado de la cuestin; en lugar de petrificarse en frmulas, pasa a travs de ellas, y si las conserva es modificndolas, renovndolas, hacindolas vivir; sobre todo, ponindolas perpetuamente en cuestin. Las ideologas formulizadas y convertidas en un ismo, o aquellas revestidas de una terminologa que funciona automticamente, son recibidas por el pblico, que se alista en ellas o dispara sin inteleccin directa los resortes de sus frmulas.
La filosofa y la vida intelectual
Segn J. L. Aranguren la tarea del intelectual ser fundamentalmente moral. Hay que admitir sin dificultad que lo que hay no es lo que debe haber. De ah se deriva la raz profundamente inconformista del intelectual, el cual ha de ser un outsider (alejado de las corrientes ms actuales, situado en la periferia) , un revolt. El intelectual denuncia una sociedad de la que se sabe y se siente solidariamente responsable, alumbrando nuevos proyectos de existencia, nuevos modos de ser y de vivir, debe recordar el deber y decir 'no' a la injusticia (El buen talante, en Obras Completas, vol. 2., 640).