Transferencia
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Transferencia
Nº 3
Transferencia
-2 Textos de J. A. Miller
-Gabriela Mineo
-Claudia Lijtinstens
C.S.T.
J. A. Miller
-Cap. IV “La transferencia de Freud a Lacan”
• “Se trata en primer lugar de la T en tanto conceptualiza el
modus operandi del psicoanálisis, el resorte mismo de la
cura, su motor terapéutico y el principio mismo de su
poder.
• Lacan pone en el fundamento de la T una función, inédita
en Freud, la del Sujeto Supuesto Saber.
• Primero quiero indicarles una frase de Lacan que nos
servirá de punto de referencia: “el SSS es para nosotros el
pivote con respecto al cual se articula todo lo que tiene
que ver con la T”. “Pivote” es una palabra interesante que
puede designar ese trozo de metal o de madera sobre el
cual gira algo, y en el fondo en forma figurada señala el
sostén principal de algo, de una cosa que gira en torno.
• Lo interesante es que el SSS sólo interviene en la teoría de
Lacan en una fecha relativamente tardía, hacia los años 64-
65, más precisamente en el texto del Seminario XI,
llamado “Los cuatro conceptos fundamentales del Psa.”, en
el cap. 18.
• Algo fundamental en ello es que: el Icc está estructurado
como un lenguaje, y por lo tanto, la intervención del
psicoanalista es de naturaleza tal que puede modificarlo.
• Con el SSS se advierte en qué sentido el psicoanalista y su
discurso forman parte del Icc mismo.
• En Freud, hay 3 formas de T: la 1era es la que identifica la
T con la función de repetición. La 2da identifica la T con la
resistencia, y la 3era la identifica con la sugestión.
• Diría que lo que Lacan trató de deslindar con el SSS es el
pivote a partir del cual giran estos distintos aspectos de
la T, que Freud había despejado. Diría que éstos
pertenecen a los fenómenos que se producen en la
experiencia analítica, mientras que el SSS es de otro
orden que el de los fenómenos, es del orden, hablando
estrictamente, de un fundamento transfenoménico de
los fenómenos de la T.
• La primera T freudiana es el proceso general de las
formaciones del Icc. Y este principio general de las
formaciones del Icc –el sueño, el lapsus, el chiste-
consiste en que el deseo se enmascara y se aferra a
significantes vaciados, en tanto tales, de significación.
Ésta es aún una acepción muy general. de la T.
• A partir del Caso Dora, emerge la significación precisa de
la T freudiana. La T en sentido psicoanalítico se produce
cuando el deseo se aferra a un elemento muy particular
que es la persona del terapeuta. Quizás puedan ver en
cortocircuito que esta persona no es exactamente una
persona. Esta “persona” es más bien “el sgte. del analista”
que su persona. Por cierto, esto siempre resultaba
misterioso, si se imaginaba que era de la persona del
psicoanalista de lo que se trataba. Hay un artículo muy
divertido de Tomás Szasz sobre la T que dice: “cuando me
miran, a mí que soy feo como un piojo, me pregunto
cómo es posible finalmente que se aferren a mi persona”.
Es éste un pequeño cortocircuito para hacerles ver que a
“la persona del analista” hay que tomarla entre comillas.
• Entonces, la T freudiana es el momento en que el deseo del
paciente se apodera del terapeuta, en que el psicoanalista
-no su persona- imanta las cargas liberadas por la represión.
• Esto implica que no hay exterioridad del analista al
inconsciente. Evidentemente, si se imagina que el Icc es
algo que está en el paciente así, en algún lugar, se dice que
el psicoanalista que está al lado, separado por una pequeña
distancia, y que está ahí en su sillón, con sus diferentes
preocupaciones, su cuerpo que le molesta, su espalda que le
hace daño, su peso que cuida, eso no tiene evidentemente
nada que ver con ese Icc supuesto escondido en el paciente.
Pero la idea misma de la T nos conduce ya a comprender
que el analista, en tanto que opera en la cura psicoanalítica
no es exterior al Icc del paciente, que es quizás necesaria
una idea más sofisticada del Icc que esta idea burda.
• Es precisamente todo lo que hace la particularidad de la
observación psicoanalítica, del relato de casos. Si la
escritura del caso en Psa. es difícil es porque en definitiva
siempre es un psicoanálisis del analista mismo. No hay en
la observación psicoanalítica esa relación de exterioridad
que conserva la observación psiquiátrica.
• En este sentido, el caso Dora es también el caso Freud.
• Lo que nos enseña también la T desde sus comienzos, es
que el enganche se hace mucho más a un sgte. que a una
persona. Digamos que el analista como sgte. forma parte de
la economía psíquica. Éste es el descubrimiento de la T. Hay
un lugar en la “economía psíquica” que el analista viene a
ocupar. Me atrevería a decir que es imposible hacer la
teoría del Psa. si no se admite que el psicoanalista es una
formación del Icc.
• Con Freud, se puede plantear que hay una doble cara
de la T:
-Por un lado la emergencia de la T en la cura es
testimonio del Icc. Hay que ser Icc para amar a Tomás
Szasz. Es testimonio de la puesta en acto del Icc, y es
ésta, por cierto, una de las definiciones lacanianas de la
T: la T es la puesta en acto de la realidad del Icc.
Cuando Lacan dice esto, está muy cerca de los textos de
Freud, pero desde una formulación que no está en el
mismo nivel que la del SSS. Quiero decir, Lacan pasó 10
años en su seminario para lograr elaborar esta teoría
del SSS.
• La T tiene su valor por lo siguiente: se ve funcionar un
mecanismo Icc en la actualidad misma de la sesión, y por
ello Freud puede aconsejar, a todo terapeuta que
comience, a interpretar solamente cuando ha empezado
la T, porque la emergencia de la T señala que los procesos
Icc han sido activados. Ahora bien, y éste es el 2do
aspecto: es un obstáculo para la cura.
• En cierto sentido, la T tiene una función de tapón sobre
las asociaciones Icc, viene a interrumpir. Ésta es la
ambigüedad profunda de la T: cierre y apertura. El
análisis se hace en cierto sentido gracias a la T y en otro
sentido, a pesar de la T. En el fondo, captamos allí 2
aspectos de la T: el aspecto mediante el cual se identifica
a la repetición Icc, y el aspecto mediante el cual se
identifica, al contrario, con la resistencia.
• Respecto de las psicosis, Lacan dice que el psicoanalista
nunca debe retroceder ante la psicosis.
• Si Freud puede decir que todos los síntomas adquieren una
nueva significación, a partir del momento en la cura analítica
empieza, es porque el síntoma es un elemento que tiene una
significación que se dirige al Otro. Que el síntoma es
fundamentalmente un mensaje dirigido a un Otro. Se trata de
determinar en qué lugar el psicoanalista se coloca en la cura,
se coloca en el lugar adonde se dirige el síntoma, es el
receptor esencial del síntoma, y por eso el lugar que debe a
la T le permite operar sobre el síntoma.
• Pues bien, Lacan funda la T, en su dimensión radical, sobre el
dispositivo mismo de la cura. Funda la T como una
consecuencia inmediata del procedimiento freudiano, como
una consecuencia inmediata de la regla fundamental del Psa.
• El SSS es fundamentalmente un principio que hace a la
lógica misma del Psa., a una lógica que depende de ese
principio puesto al comienzo por el analista, que tiene
que ver con esta invitación que hace al paciente de decir
todo en desorden, sin retener nada, sin ser detenido ni
por la decencia ni por el displacer. El SSS en el sentido de
Lacan es si se quiere el principio constituyente de la T,
luego sobre este fundamento toda la diversidad de esos
fenómenos que Freud discierne pueden producirse.
• El SSS no es de ningún modo, como se imagina, que el
analizante, el que viene a pedir un psicoanálisis, imagine
que el psicoanalista sabe todo. Puede incluso más bien
desconfiar de su analista, y en vez de suponerlo tan sabio
poner en duda su calificación.
• No se trata entonces de pensar que el SSS se encarnaría en la
presencia física del analista y supondría que el paciente le
atribuye la omnisciencia. Esto puede ocurrir, pero entonces
hay que tener cuidado de no estar en presencia de una
psicosis alucinatoria. Se encuentran así psicosis
desencadenadas por la experiencia analítica, a partir de lo
cual efectivamente, allí la T funciona. Funciona, de algún
modo en estado puro. El paciente está convencido de que el
analista conoce sus pensamientos e incluso los fomenta en su
cabeza. Eso pues, más o menos, es lo que le ocurrió a
Schreber en su T con el profesor Fleschig. La psicosis en tanto
que provocada por el psicoanálisis, nos hace ver en estado
puro la emergencia del SSS en una forma aterradora, puesto
que el terapeuta se convierte en el otro emisor de los propios
pensamientos del sujeto, se convierte en la referencia del
automatismo mental”.
• Un señalamiento muy importante que hace Miller
finalizando este capítulo es el siguiente: “el lenguaje no es
fundamentalmente visual, el lenguaje, como el
funcionamiento de estos aparatos, es vocal, es oral y
también puede ser puesto en forma de signos escritos, que
leemos, y aún un sordomudo puede acceder a la dimensión
del lenguaje como un sistema articulado. Cuando Lacan dice
que el Icc está estructurado como un lenguaje, comprende
al lenguaje en su estructura, independientemente de su
realización, es decir, independientemente del tipo de
materialidad sgte. que puede encarnar el lenguaje a
descifrar. Entonces, esencialmente, como una dimensión
que llamó del sgte., pero en la cual los sgtes. quedan por
descubrir, y por descubrir en sustituciones de sgtes. de tal
forma que el significado tiene eclipses”.
• Y finalmente plantea: “¿En qué punto se detuvieron los
analistas post-freudianos? En que el analista ocupa el
lugar del superyó, y esto es precisamente identificar la
operación analítica a la sugestión. Lacan sitúa al analista
en un lugar muy diferente”.
significado
T
A (analista)
________´______________´______ significante
• Colocamos al analista en este punto, al mismo tiempo
como aquél a quien se dirige el sgte. y en tanto es quien,
retroactivamente, decide acerca de la significación de lo
que le es dirigido.
• El psicoanalista no debe identificarse al SSS: el SSS es
un efecto de la estructura de la situación analítica, lo
cual es muy distinto a identificarse a esta posición.
• Esta posición, el SSS no es una creencia, no se trata aquí
de un sentimiento del sujeto. Se trata de una suposición
de estructura que puede traducirse por el fenómeno
exactamente contrario. Existe la tendencia a confundir, a
superponer la dimensión fenomenal a la dimensión
estructural.
• La T, entonces, es la relación misma de la cura, es el
TIEMPO mismo del psicoanálisis. La T es a la vez el
tiempo de la experiencia y la reelaboración, el trabajo
de la experiencia analítica en tanto que tiene como
pivote al Otro en esta posición. Localizamos el lugar
del pivote: el analista como Otro donde se constituye
la Bedeutung, la significación.
• Está la T amorosa: el amor de T, la dimensión
imaginaria de la T.
• Lo que Lacan señala es que: hay un error subjetivo
inmanente (una ilusión necesaria) a la experiencia
analítica y es esa ilusión fundamental de que su saber,
el saber del Icc, está ya todo constituido en el
psicoanalista.
• Podemos llamar a la T, T del sin-sentido a la significación, a la
promesa de significación. Percibimos así por qué Lacan puede
decir que la exp. analítica histerifica al sujeto en entra en
análisis, precisamente porque su más mínima palabra, su
menor producción es inmediatamente valorizada por la
experiencia analítica misma. Es valorizada en la forma más
material del mundo, por el precio el sujeto tiene que pagar
sus propias producciones. Éste es el hallazgo del Psa.: hacer
pagar el trabajo por el que trabaja, en lo cual es mejor que el
capitalista.
• Quisiera tratar de mostrarles las consecuencias que tuvo en
la historia del Psa., la identificación del psicoanalista con la
posición del Otro. Ésa es una posición de amo, y el
psicoanalista se identificó gustoso al amo, al maestro, al que
exhorta, al que demanda, al Otro poderoso y omnisciente
(lo que le permite NO saber gran cosa).
• La teoría del Psa., de la exp. analítica, se refiere
esencialmente a su comienzo y a su final. Como dice
Freud, el desarrollo mismo de la partida es sumamente
variable y, como en el ajedrez, lo que es estructurable
es el comienzo y el final. Y Lacan retoma esta
comparación y dice, el Psa. es como el ajedrez, hay
aperturas y desenlaces, en el medio las combinaciones
son demasiado múltiples, son demasiado particulares y
no se puede hablar de ellas en la misma forma.
• El SSS en el sentido de Lacan, es la estructura de la
apertura de la partida, de la entrada en juego, y la
cuestión es la del final de la partida.
• El analista tiene la función de garantizar la experiencia
analítica, es decir que interviene legítimamente en tanto
que Otro, y en el seno de este marco es el paciente quien
realiza un trabajo, una tarea que toma tiempo. El acto en
tanto que simbólico corresponde al psicoanalista,
consiste en plantear el axioma: “todo tiene una causa”.
La producción, está del lado del analizante.
• Lacan siempre promovió la importancia del silencio del
analista, quien no debe considerar que la interpretación
debe duplicar constantemente el discurso del paciente,
no se trata de yuxtaponer un 2do texto al 1ero, y de
descifrar todo, precisamente porque el poder de la
interpretación es enorme. Debe medir exactamente el
peso de cada una de sus palabras.
• Lacan considera que un vector constitutivo entonces de
la T es el tiempo, que el tiempo en sí mismo es una
modalidad de la T, y es una variable interpretativa.
• Otro punto nodal es el final del análisis, el análisis de la
T que consiste en descubrir que no hay, en el sentido
real, SSS. Es efectivamente esto lo que constituye el
deseo del analista, deseo muy singular que Freud
localizó en un momento de la historia, el deseo del
analista de no identificarse al otro, de respetar lo que
Freud, en su lenguaje, llama la individualidad del
paciente, de no ser un ideal, un modelo, un educador,
sino dejar libre la salida del deseo del paciente.
• Lacan está muy cerca de M.K. cuando ella formula que el
final del análisis posee un carácter depresivo que muestra
en cierta forma que debe ser relacionado con la pérdida
del objeto, el duelo del objeto, como es simbolizado en el
psicoanálisis mismo sino por el rechazo, el abandono del
psicoanalista. Al respecto, es el psicoanalista el que
representa el residuo de la operación analítica, y Lacan
elaboró esta teoría que hace de aquél el desecho de toda
la operación, y al mismo tiempo la causa que, en el fondo,
desde siempre animaba el deseo del paciente. Así, Lacan
formula la exp. analítica como el rechazo, el escupir el
sujeto su significante-amo”.
• Y concluye con esta paradoja: “La grandeza del
psicoanalista es consagrarse a permanecer en el lugar del
desecho”.
EL LUGAR DEL ANALISTA EN LA TRANSFERENCIA Y LA
DIRECCIÓN DE
LA CURA
por Claudia Lijtinstens
• Se me presentó la idea de guionar nuevamente estos
conceptos a la luz del anudamiento: transferencia –deseo del
analista.
• Comenzaré por Freud y la transferencia. La transferencia fue,
para Freud, un modo de decir del inconciente en las vías de
la creencia en el Otro, en el encuentro encarnado con el
Otro.
• Ya en el inicio de sus investigaciones, había advertido las
diferentes formas de ese lazo amoroso discursivo situándolo
en su doble vía: por un lado posibilitaba leer el inconciente,
pero por otro se volvía un obstáculo inconveniente. Así, la
nombró sucesivamente sugestión primero, luego repetición,
resistencia y, por último, motor del tratamiento analítico.
• De esta manera encuentra la cara positiva de soporte
significante y la cara pulsional de la transferencia.
• La operación freudiana con Dora, es justamente por la vía de la
verdad, o como amo de la verdad, encontrándose a su vez con el
obstáculo mismo de transferencia. Es decir, Dora se detiene
cuando el deseo de Freud es ocupado por el amor al saber,
como su insistencia en predeterminar cuál sería el objeto de
deseo de una mujer, es decir, él como regulador de la verdad, a
partir de un Ideal, ideal mismo que obturaba el lugar del analista
con una identificación.
• Fue J. Lacan quien ubicó la transferencia, inéditamente, como
una consecuencia de la regla fundamental, con la creación del
Sujeto Supuesto Saber.
• Tardíamente, ya en el SEM. XI, introduce las variaciones
necesarias en el concepto de transferencia, con su invención del
deseo del analista, concepto determinante para pensar el mas
allá de la transferencia., con la invención del concepto de
objeto a.
• ¿Cómo se establece este anudamiento entre transferencia y deseo
del analista?
• O podríamos preguntarnos: ¿qué sería de la transferencia sin el
deseo del analista?
• Jacques Lacan elaboró, en su doctrina de la experiencia analítica, el
concepto de deseo del analista, diferenciando la transferencia de
otras experiencias de amor o fenómenos ilusorios o imaginarios, en
las que habría que interrogarse acerca del tipo de apego o con-
fusión que generan.
• Es interesante formularlo, entonces, a la luz del Seminario de "La
Ética del psicoanálisis", en el que Lacan se pregunta solapadamente
¿qué tiene para dar el analista?
• "Lo que el analista tiene para dar, contrariamente al partenaire del
amor, es eso que la más bella desposada del mundo no puede
superar, esto es a saber: lo que él tiene. Y lo que él tiene es, como en
el analizado, no otra cosa que su deseo, con la única excepción que
éste es un deseo advertido[2]".
• Se trata de un operador al que hay que darle su justo valor y lugar.
• Un deseo advertido, podríamos agregar, que implica, justamente, no
responder a la demanda de felicidad, ni desear lo imposible.
• En el “Seminario XI”, Lacan intenta responder cuál es el deseo del
analista, ¿qué ha de ser del deseo del analista para que opere de
manera correcta?
• El deseo del analista es una X, es decir una incógnita, que instala,
vehiculiza, se hace portador de un vacío posibilitador.
• Pero una X quiere decir que "no se trata de un misterio insondable, ni
un inefable, ni si quiera de un deseo puro", es un deseo que tiene un
límite preciso que le permite ser operativo en el campo del lenguaje.
• Se trata de un deseo limitado, circunscrito, elucidado, vaciado de los
atributos del ser, que permanece regido por el significante, pero con
un límite que le da su lugar topológico, su espacio y su lugar
operatorio, un lugar de enunciación, limitado por la letra del
síntoma, lo que lo vuelve dócil y abierto a empalmar el deseo del
sujeto, más allá del amor.
• "El deseo del analista sirve de soporte del objeto a,
como separador…", es lo que permite conducir una cura
más allá del Ideal, separando el Ideal del objeto a, a
partir del tratamiento de la demanda, mas allá del amor,
en su carácter pulsional.
• El analista a partir de su acto de "desapego", promueve
una acción concertada en reconducir el significante a su
desnudez, es decir, a un no saber ni a suponer sobre la
significación que el otro le asigna a su palabra o al amor
mismo.
• Esta acción despegada del saber permite volver
operativo el semblante, tratar lo real por lo simbólico,
incidir en la modalidad sintomática del amor sin
quedarse cautivado por su ilusión o por su completud.
• Podríamos precisarlo en la experiencia.
• Un adolescente llega al consultorio relatando, a viva voz,
todos sus actings: robar, realizar actos destructivos,
vandálicos, y hasta hacerse echar de la escuela. Logra, en
el devenir de su análisis, nombrarse en su relación al
Otro con un equívoco: el boceador-boxeador, equívoco
que interpreta su goce y que se anuda al significante de
la transferencia a partir de haberse encontrando con el
semblante necesario que propició el pasaje de la viva voz
destructiva a la voz cantante. Esto le posibilitó un
tratamiento del objeto, despegado del Otro y del ideal,
encontrar otro fin que el destructivo mismo, a través de
una estetización del objeto, vía una actividad por la que,
ahora, decide llevar la voz musicalizada, de un lado a
otro.
• Podríamos decir que ese significante cualquiera, que
significa la particular implicación, se obtiene a partir de
un aflojamiento de las identificaciones, es decir
cuando ya no es el significante amo el que garantiza la
posición del sujeto, sino el significante cualquiera. El
sujeto se ha logrado desprender del sgte amo. Esto se
produce si el analista no da identificaciones al sujeto
en respuesta a la demanda y, paralelamente, deviene
un "objeto indiferente". Esto es lo que Lacan llamará
en televisión, la "caridad psicoanalítica", es decir, el
analista en el lugar del objeto ya perdido, el lugar de
ese vacío que completa paradójicamente al sujeto.
• Es por el recorrido analítico y, específicamente por el acto
analítico, que es posible servirse del padre, pasar del amor al
Otro al amor al síntoma como el Un cuerpo.
• Ir más allá de la impostura y la creencia implica depurar el
síntoma como partenaire mismo hasta extraer la sigla posible
con la que operar en una cura; significante cualquiera que
nombra lo real del síntoma y que materializa la reducción de un
límite.
• Ese es el deseo del analista que vuelve operativo el uso del
semblante.
• Extraerlo del recorrido analítico es lo que posibilita usarlo,
anudado a la práctica y al control.
• El deseo del analista delimita la singularidad de la transferencia,
de lo pulsional, sin confundirse con el Sujeto Supuesto Saber.
• Es invariablemente un efecto de formación.