El documento discute la naturaleza del hombre. Explica que el hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza, pero que cayó en el pecado y perdió su estado original. Ahora, el hombre es un ser caído pero aún tiene una vocación divina y la posibilidad de restaurar su relación con Dios a través de la fe en Jesucristo.
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El documento discute la naturaleza del hombre. Explica que el hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza, pero que cayó en el pecado y perdió su estado original. Ahora, el hombre es un ser caído pero aún tiene una vocación divina y la posibilidad de restaurar su relación con Dios a través de la fe en Jesucristo.
El documento discute la naturaleza del hombre. Explica que el hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza, pero que cayó en el pecado y perdió su estado original. Ahora, el hombre es un ser caído pero aún tiene una vocación divina y la posibilidad de restaurar su relación con Dios a través de la fe en Jesucristo.
El documento discute la naturaleza del hombre. Explica que el hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza, pero que cayó en el pecado y perdió su estado original. Ahora, el hombre es un ser caído pero aún tiene una vocación divina y la posibilidad de restaurar su relación con Dios a través de la fe en Jesucristo.
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El hombre como problema
El hombre se percibe como una pregunta no resuelta, ya que su
definición se da desde su finalidad o función más no de su composición. El salmista al preguntarse ―¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria?‖ no está haciendo una pregunta ontológica o biológica sino en relación con Dios y el resto de los creado, pregunta por su significado. La creación del hombre y su propósito es la esencia de la revelación de Dios en las sagradas escrituras, por ejemplo David exclama: "Crea en mí un corazón limpio, Oh Dios (...) Entonces enseñaré tus caminos a los transgresores, y los pecadores se volverán a ti‖ Es evidente que la idea de propósito está muy ligada, con la idea de haber sido formado por Dios. (Sal 51). La anterior cita permite afirmar que el problema del hombre radica imposibilidad de verse realmente como es, debido al origen y las consecuencias de su desobediencia. El hombre como respuesta
El hombre como respuesta de Dios nos lleva a reflexionar sobre
cinco aspectos mediante los cuales Dios lo engrandeció. 1. El hombre fue creado por Dios. El relato de la creación se centra en cómo Dios hizo al hombre en el contexto de todo lo demás declarando su naturaleza. Su caída y su restauración, deja en claro que el hombre fue creado por Dios como parte de un plan eterno en un acto de gracia, poder y propósito preconcebido.
2. Fue hecho con y como materia. El hombre como respuesta es
una unidad material y espiritual llamado ―alma viviente‖ o ―ser viviente‖, no es una materia aprisionando un alma, ni un alma expresándose a través de la materia. Si el hombre fuera esencialmente puro espíritu, no hubiera tenido sentido la resurrección de Cristo. 3. El hombre a imagen y semejanza de Dios. El hombre originalmente Fue hecho de materia y espíritu, pero una vez creado no es ni materia pura ni espíritu puro, es algo más, distinto de los materiales originales, es ―imagen y semejanza de Dios‖, por lo tanto el hombre es único en su origen y destino. 4. Como semejanza de Dios. Se puede observar en las Escrituras que el hombre es ―imagen y semejanza Dios‖, pero a su vez es un hombre que peca porque está sujeto al pecado, no obstante tiene una vocación divina con la promesa de restauración. 5. El hombre engrandecido por Dios. ―¿Qué es el hombre? para que tengas de él memoria‖, se presenta como un reconocimiento de la lejanía y pobreza del hombre frente a Dios. Similar concurrencia de atracción y rechazo se percibe en el libro de Job: ―¡Aborrezco mi vida! No he de vivir para siempre; ¡déjame, pues, ya que mis días solo son vanidad! ¿Qué es el hombre para que lo engrandezcas, para que pongas en él tu corazón y lo visites todas las mañanas, y a cada momento lo pruebes? EL Hombre es “Imagen y semejanza de Dios”
El vocablo usado para ―imagen‖ en la Biblia se traduce como
―ídolo‖, ―sombra‖, ―apariencia‖; y las acepciones de ―semejanza‖ son equiparables a ―diseño‖ y ―figura‖, por lo tanto el hombre no es hecho igual a Dios o consustancial a Él, no es Dios, pero es imagen de Dios, es una representación viviente de Dios. 1. ¿En dónde radica la analogía entre el hombre y Dios? • El hombre, aún en su estado original, seguía siendo una copia de Dios y no Dios mismo.
• Los rasgos y atributos que Dios puso en él siempre fueron
inferiores a los de Dios mismo. • La razón humana era perfecta en cuanto al hombre, pero comparada con la de los ángeles, esas mismas capacidades intelectuales y racionales resultan cortas y comparadas con las de Dios, son insignificantes. • El hombre en estado original, su justicia, razón y santidad no eran idénticas a las de Dios, sin embargo eran perfectas en cuanto hombre. La analogía entre el hombre y Dios se presenta en el significado de la ―imagen de Dios‖, que debe partir del examen de lo que en Dios es característico, pero también se debe tener en cuenta que tales características no son idénticas en el hombre. Por ejemplo la biblia dice que Dios es amor, entonces si el hombre es imagen de Dios, fue creado con la capacidad de amar • Dios mismo es amor y nuestras experiencias relacionadas con el amor son un reflejo esencial de nuestra semejanza a él • El amor puesto en él es una analogía del amor divino pero no alcanza a la profundidad del amor de Dios • El amor luego del pecado, quedó desenfocado, se desfiguró al perder su sentido original (amor a Dios y a los semejantes) desviándose parcial o totalmente hacia el ego o hacia los objetos. La trascendencia es otra característica analógica entre Dios y el hombre, reflejada en el hombre por ejemplo ―la conciencia de racionalidad‖, la ―capacidad de efectuar elecciones morales‖, la ―creatividad artística‖, ―la conciencia, la voluntad, el lenguaje‖, todas se articulan desde la trascendencia del YO, que es el centro mismo de la personalidad humana. Dios es un Dios personal, por eso hizo de su imagen una persona con capacidad de relacionarse consigo mismo, con el Creador, con el prójimo y con la naturaleza. La pérdida, por parte del hombre, de la percepción de ser imagen de Dios afecta particularmente las relaciones entre Dios y los seres humanos, de dos maneras fundamentales: 2. En relación con Dio
• La idolatría es una distorsión de la propia humanidad que
mina la constitución moral del hombre que es imagen viviente de su creador. • Caricaturizando a Dios, es a la vez una afectación de la dignidad del hombre. • La Biblia es enfática y terminante en la prohibición del culto de las imágenes (Ex. 20:4, Dt. 5:8; Isaías 44: 9-20) • Los hombres, como criaturas tienen la obligación de reflejar los atributos del creador. • La descripción más dramática de cómo la idolatría, afecta directamente la condición moral del hombre está en la Carta a los Romanos 1:18-24. 3. En relación con el Hombre
• La degradación del ser humano es un sacrilegio contra Dios
• El fundamento de la aceptación y el amor al prójimo radica en que el prójimo es un reflejo del creador. • El hombre sirve a Dios a través del servicio a su prójimo (quien es la propia imagen de Dios) • En la biblia hay varias instrucciones acerca de la conducta humana para con su semejantes Oseas 6:6; Miqueas 6:8; Zacarías 7:9,10 • La permanencia de la imagen de Dios, hace que los actos de violencia o perjuicio contra el prójimo sean particularmente aborrecibles. Todo homicidio es un sacrilegio: ―A cada hombre demandaré la vida de su prójimo. El que derrame la sangre de un hombre, por otro hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios es hecho el hombre.‖ El atributo esencial en el hombre es el ser ―imagen y semejanza de Dios‖. Este atributo le permite tener una identidad y características especiales tales como: capacidad de pensar, elegir, crear, amar y adorar. EL Hombre es un ser caído
El hombre ha perdido su comunión primigenia y su naturaleza
se ha visto afectada por el pecado y, por lo tanto, se presenta en el discurso de la historia como un ser ―caído‖. El mal no es parte de la esencia del hombre, está típicamente en él, como un efecto de la caída, pero un factor determinante de lo humano La raíz del mal está relacionada con la pérdida de identidad. Comparando la caída de Satanás con la caída del hombre en el huerto, en el primer caso aquél pensó ―seré igual que el altísimo‖, en el segundo el ofrecimiento hecho al hombre fue ser ―como Dios‖. El primer pecado en el Edén comienza como una crisis de identidad: ―seréis como Dioses‖ le dice la serpiente a Eva, desencadenando la confusión que impide al hombre verse verdaderamente como es. El hombre está perdido, en primer lugar, no por ―haber hecho algo‖, sino por haber olvidado quién era. Como resultado del pecado, se ha heredado una naturaleza depravada, el mal está típicamente en él. Jesús enseñaba: ―porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre.‖ Y el apóstol Pablo les escribía a los romanos: ―Sabemos que la Ley es espiritual; pero yo soy carnal, vendido al pecado. Lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que detesto, eso hago‖ EL Hombre es destinatario de una vocación Divina
Dios ha señalado la posibilidad para el hombre de un destino
glorioso en busca de restaurar sus relaciones con él. El apóstol Pablo, escribiendo a los Efesios les manifestaba su deseo de que Dios alumbrará los ojos de su entendimiento, para que supieran cuál era la esperanza a que él los había llamado y ―cuáles las riquezas de la gloria de la herencia en los santos.‖ Ese mismo sentido redentor de la historia se aprecia en pasajes como Hechos 2: 14-42; 7:1-56; 3:11-26; en la revelación progresiva, y en las implicaciones de la obra de Cristo. La historia humana se articula sobre la base de dos momentos cruciales: el pecado de Adán y la muerte de Cristo. Por el pecado del primero la corrupción se alojó en lo humano, por la obra del segundo la redención y la esperanza se hizo parte del proceso humano. Jesucristo, entonces se presenta como el origen y el fin de la historia, y el hombre adquiere una significación importante. Delante de él está la salvación o la condenación. La primera, como un acto puro de misericordia de Dios, al que se accede por la fe (―le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida‖), la segunda como consecuencia de la renuncia definitiva del hombre al llamado a ocupar su verdadero lugar como criatura e imagen de Dios Esta es pues, la imagen completa del hombre. El hombre es la imagen de Dios, en quien Él ha puesto la capacidad de amar y el sentido de trascendencia personal; el hombre, al mismo tiempo, ha caído de su estado de gracia original y presenta las huellas de una naturaleza depravada; el hombre, finalmente, aún en su estado perdido, es objeto del amor de su Creador, y por lo tanto, en la obra restauradora de Cristo, tiene una latente esperanza en la eternidad. 2.3 LA NATURALEZA ESPIRITUAL DEL SER HUMANO