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Ambiente construido

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Parte del ambiente construido. Zona suburbana, casas en serie en Colorado Springs, Colorado.

En las ciencias sociales, el término ambiente construido (built environment en inglés) se refiere a los espacios modificados por el ser humano que proporcionan el escenario para sus actividades diarias, que van en escala desde edificios y parques o áreas verdes, hasta vecindarios y ciudades. Suelen incluir infraestructuras de apoyo como los sistemas de agua potable, redes de energía eléctrica e infraestructuras de transporte. El ambiente construido es un material, producto espacial y cultural del trabajo humano que combina elementos físicos y de energía para vivir, trabajar y jugar. Se ha definido como “el espacio hecho por el hombre en el que las personas viven, trabajan y se recrean en el día a día”.[1]​ El “ambiente construido abarca lugares y espacios creados o modificados por la gente, como edificios, parques y sistemas de transporte”. En los últimos años, la investigación en salud pública ha ampliado la definición de "ambiente construido" para incluir el acceso a alimentos saludables, huertos urbanos, otorgándole prioridad al “peatón", y al “ciclista”,[2]​ razón que se incluye en el desarrollo sostenible en favor al crecimiento inteligente.

Historia

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Los primeros conceptos de ambiente construido se introdujeron hace miles de años. Hipodamo de Mileto, conocido como “el padre de la planificación urbana”, desarrolló ciudades griegas desde el año 498 a. C. hasta el año 408 a. C. creando una retícula cuadrada con la que se zonificaron las ciudades. Estos primeros planes de ciudad, eventualmente dieron lugar al movimiento de la Ciudad Bella a finales de 1800s y principios de 1900s, inspirado por Daniel Hudson Burnham, un reformista del movimiento progresivo que promovió activamente “una reforma del paisaje en conjunto con el cambio político”.[3]​ El esfuerzo fue en colaboración con otras personas que creían que el embellecimiento de las ciudades Americanas mejoraría la moral y fomentaría que la clase alta gastara su dinero dentro de las ciudades. Este proceso de embellecimiento no sólo se dio dentro del diseño de parques sino dentro del diseño arquitectónico.[4]

Ambiente moderno construido

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Actualmente entornos construidos se utilizan normalmente para referirse el campo interdisciplinario que aborda el diseño, la construcción, la gestión y el uso de estos entornos artificiales como un todo interrelacionado, así como su relación con las actividades humanas en el tiempo (en lugar de un elemento en particular en forma aislada o en un solo momento en el tiempo). El campo en general, no se considera como una profesión tradicional o disciplina académica por derecho propio, está basada en áreas como la economía, el derecho, la política pública, la salud pública, la gestión, la geografía, el diseño, la tecnología y la sostenibilidad ambiental. Dentro del campo de la salud pública, a los ambientes construidos se les conoce como edificios o zonas renovadoras en un esfuerzo por mejorar la comunidad de bienestar a través de la construcción de la “estética, mejora en la salud, y ambientalmente la mejoría de paisajes y estructuras de vida”.[5]​ Por ejemplo; un grupo de usuarios de bosques comunitarios en Nepal es una institución multidimensional, que dota de bienes y servicios a las comunidades a través de la gestión de los recursos naturales.

Salud pública

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En materia de salud pública, el medio ambiente construido se refiere a entornos físicos que están diseñados pensando en la salud y el bienestar como parte integral de las comunidades. Investigaciones han indicado que la forma en la que son diseñados los vecindarios, puede afectar la actividad física y la salud mental de las personas que viven en dichas comunidades.[6]​ Se ha visto en estudios que los ambientes construidos que fueron diseñados para mejorar la actividad física, están vinculados a índices más altos de actividad física, que a su vez, afectan positivamente a la salud.[7]

Una ciclovía separada en la ciudad de Nueva York.

Los barrios más caminables tienen menores tasas de obesidad, así como el aumento de la actividad física entre sus residentes. También tienen menores tasas de depresión, mayor capital social, y menos abuso de alcohol. Las características de los vecindarios caminables es que son seguros, pues incluyen la construcción de banquetas, así como circulaciones especiales para caminar.[6]​ Además, un vecindario caminable, es percibido como aquel que tiene banquetas y circulaciones en buen estado, que se correlacionan con mayores tasas de actividad física.[7]

Las evaluaciones de transitabilidad se han completado mediante el uso de programas de GIS. Uno de los programas, Street Smart Walk Score (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)., es una herramienta de evaluación de transitabilidad que determina las distancias a tiendas de alimentos y otros servicios, así como la conectividad y la frecuencia de intersección utilizando direcciones en específico.[8]​ Programas como Street Smart Walk Score pueden ser utilizados por los departamentos de planificación de las ciudades y condados para mejorar la transitabilidad existente de las comunidades.

Un huerto comunitario en Montreal, Canadá

La salud pública también se ocupa de los componentes adicionales en los entornos construidos, incluyendo el uso de “bicicletas” y el acceso a los alimentos saludables, tales como la proximidad a las tiendas de comestibles y jardines comunitarios. El uso de bicicletas se refiera a que se debe de garantizar el acceso a los servicios a través de múltiples ciclovías.[9]​ Ambas, circulaciones para peatones y para ciclistas son determinantes para el desarrollo de actividad física en los vecindarios.[10]

El acceso a una alimentación sana es también un componente importante del ambiente construido. Una mayor densidad de tiendas de conveniencia se han asociado con la obesidad en los niños.[11]​ En contraste, un mejor acceso a los supermercados de la comunidad y los mercados de agricultores se correlaciona con un menor índice de sobrepreso.[12]​ Especialmente en barrios en los que sus habitantes perciben un bajo ingreso, la presencia de un supermercado local se correlaciona con un menor IMC/ Índice de masa corporal.[13]​ Los jardines comunitarios también se consideran una parte del entorno construido, y se ha demostrado que aumentan la ingesta de frutas y verduras entre los habitantes.[14]​ Los especialistas dicen que los jardines comunitarios también han demostrado tener efectos sociales y psicológicos positivos que conducen a niveles más bajos de estrés, hipertensión, y una mayor sensación de bienestar, lo que afecta la salud general del individuo y de la comunidad.

La intersección de la salud pública con otras disciplinas es evidente en el proceso de diseño de ambientes construidos que incluye la planificación ambiental, el desarrollo de políticas y la planificación del uso de suelo.[1]​ Investigaciones sugieren que las personas son más activas en las comunidades de uso mixto o aquellas que incorporan áreas comerciales y residenciales densamente pobladas, así como aquellos con buena conectividad.[15]​ Aquellos que prefieren vivir en ambientes transitables a menudo tienen tasas de obesidad más bajas y conducen menos, sobre los que prefieren vivir en ambientes que dependen del automóvil.[16]​ La evidente necesidad por reducir el problema de la obesidad a través del medio ambiente ha sido destacada por el Centro de Control de Enfermedades en sus medidas comunitarias por la prevención de la obesidad, que incluye medidas de acceso a los alimentos saludables y a los ambientes en los cuales se pueda realizar actividad física.[17]

Arquitectura del paisaje

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En la arquitectura paisajista, el ambiente construido se entiende como el paisaje hecho por el hombre a diferencia del medio ambiente natural; por ejemplo, un parque de la ciudad es un ambiente construido.[cita requerida]

Véase también

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Referencias

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  1. a b {{cite journal |last = Roof |first = K |author2 = Oleru N. |title = Public Health: Seattle and King County’s Push for the Built Environment. |journal = J Environ Health |year = 2008 |volume = 71 |pages = 24–27}}
  2. Lee, V; Mikkelsen, L; Srikantharajah, J; Cohen, L. «Strategies for Enhancing the Built Environment to Support Healthy Eating and Active Living». Prevention Institute. Consultado el 29 de abril de 2012.  (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
  3. «The City Beautiful Movement». Archivado desde el original el 14 de mayo de 2011. Consultado el 26 de abril de 2012. 
  4. «Architecture: The City Beautiful Movement». Consultado el 22 de abril de 2012. 
  5. «The Built Environment and Health: 11 Profiles of Neighborhood Transformation». Consultado el 12 de abril de 2012. 
  6. a b Renalds, A; Smith, T; Hale, P (2010). «A Systematic Review of Built Environment and Health». Family and Community Health 33: 68-78. doi:10.1097/fch.0b013e3181c4e2e5. 
  7. a b Carlson, C; Aytur, S; Gardner, K; Rogers, S (2012). «Complexity in Built Environment, Health, and Destination Walking: A Neighborhood-Scale Analysis». J Urban Health 89: 270-284. doi:10.1007/s11524-011-9652-8. 
  8. «Walk Score Methodology». Archivado desde el original el 11 de mayo de 2012. Consultado el 30 de marzo de 2012. 
  9. Horacek, TM; White AA; Greene GW; et al (2012). «Sneakers and spokes: an assessment of the walkability and bikeability of U.S. postsecondary institutions». J Environ Health 74: 8-15. 
  10. Cochrane, T; Davey, R (2008). «Increasing uptake of physical activity: A social ecological approach». J R Soc Promot Health 128: 31-40. 
  11. Grafova, I (2008). «Overweight Children: Assessing The Contribution Of The Built Environment.». Prev Med. 47: 304. doi:10.1016/j.ypmed.2008.04.012. 
  12. Rahman, T; Cushing RA; Jackson RJ (2011). «Contributions of built environment to childhood obesity». Mt Sinai J Med 78: 49-57. doi:10.1002/msj.20235. 
  13. Zick, C; Smith, K; Fan, J; Brown, B; Yamada, I; Kowaleski-Jones, L (2009). «Running to the store? The relationship between neighborhood environments and the risk of obesity». Soc Sci Med 69: 1493-1500. 
  14. Litt, J; Soobader, M; Turbin, M; Hale, J; Buchenau, M; Marshall, J (2011). «The influence of social involvement, neighborhood aesthetics, and community garden participation on fruit and vegetable consumption». Am J Public Health 101: 1466-1473. doi:10.2105/ajph.2010.300111. 
  15. Heath, G; Brownson, R; Kruger, J; et al (2006). «The effectiveness of urban design and land use and transport policies and practices to increase physical activity: a systematic review». J Phys Act Health 3: S55-S76. 
  16. Frank, L; Saelens, B; Powell, K; Chapmen, J (2007). «Stepping towards causation: Do built environments or neighborhood and travel preferences explain physical activity, driving, and obesity?». Social Science & Medicine 65: 1898-1914. doi:10.1016/j.socscimed.2007.05.053. 
  17. Kahn, LK; Sobush K; Keener D; et al. (2009). «Recommended community strategies and measurements to prevention obesity in the United States». MMWR Recomm Rep 58: 1-26. 

Lectura adicional

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Enlaces externos

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