La Araucana
La Araucana | ||
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de Alonso de Ercilla | ||
![]() Segunda edición de la Primera Parte del Poema de 1574, Biblioteca Nacional de Chile | ||
Género | Poema épico | |
Tema(s) | Primera etapa de la Guerra de Arauco entre españoles y mapuches | |
Idioma | Español | |
Ciudad | Madrid | |
País | España | |
Fecha de publicación |
1569, Vol. 1 1578, Vol. 2 1589, Vol. 3 | |
Formato | Papel | |
Texto en español | La araucana en Wikisource | |
Contenido | ||
La Araucana (1569, 1578 y 1589) es un poema épico del español Alonso de Ercilla que relata la primera fase de la conquista de Chile, particularmente la Guerra de Arauco entre españoles y mapuches, pueblo que es anotado con el exónimo "araucanos" en el texto (también usado en el resto de las fuentes históricas españolas y en fuentes chilenas tempranas, pero que hoy se encuentra en relativo desuso en Chile).[1]
Contexto histórico
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Según el propio autor, que participó en la Guerra de Arauco entre 1557 y 1559, el poema fue escrito durante su estancia en la Capitanía General de Chile, usando, a manera de papel, cortezas de árboles y otros elementos rústicos. Ercilla, quien como antiguo paje de la corte de Felipe II contaba con una educación mayor que la del promedio de la época, había llegado a la Capitanía General de Chile como parte de la expedición de refuerzo comandada por el nuevo gobernador García Hurtado de Mendoza.
Tras el regreso de Ercilla a España, el libro fue publicado en Madrid en tres partes a lo largo de dos décadas. El primer volumen se editó en 1569; el segundo, en 1578; y el tercero, en 1589. El libro obtuvo, entonces, un considerable éxito entre los lectores.
Aunque la historicidad de muchos de los relatos que aparecen en la obra es relativa, se lo considera uno de los mayores escritos testimoniales acerca de la Conquista, y en su tiempo fue habitualmente leída como una crónica verídica.
La Araucana había sido precedida por una gran cantidad de textos españoles que describían el Nuevo Mundo a los lectores europeos, como Naufragios y comentarios (1542) de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, que relata las aventuras de su autor en Norteamérica. Sin embargo, La Araucana se distinguió entre estos libros como la primera obra de literatura culta, dedicada al tema con claras ambiciones artísticas. Se trata formalmente de un poema, en verso, que sigue el llamado "canon de Ferrara", que tiene en el Orlando furioso (1516, 1532) su mayor exponente. Pero, mientras la narración del Orlando furioso se desarrolla en un tiempo histórico remoto, legendario y prestigioso, en época de Carlomagno y Roldán (siglo VIII), al que ya se había dedicado medievales cantares de gesta, La Araucana aborda la narración de hechos que entonces eran recientes, pues habían ocurrido unos diez años antes de la impresión de la primera parte del poema. Y el tema estaba sujeto a debata contingente, pues los sucesos narrados en La Araucana tenían proyección en hechos posteriores, de una guerra fronteriza que no terminaría del todo a lo largo de los siglos subsiguientes.
Diversos protagonistas y testigos de sucesos narrados en el poema estaban todavía vivos cuando se publicó, como García Hurtado de Mendoza o Mencia de los Nidos en el campo español. Al punto que el primero de ellos, un potentado de fuerte influencia política en la corte se sintió menoscabado por el relato de Ercilla y tomó acciones para contrarrestar al poema y al poeta, por lo pronto encargando su propia versión versificada de los hechos al poeta Pedro de Oña.
La Araucana también incorpora como personajes a líderes o héroes mapuches históricos, como Lautaro, Caupolicán o Galvarino, haciendo énfasis en proponer, simultáneamente a la perspectiva hispana, también una visión indígena de la guerra y la Conquista, lo que fue echado en cara a Ercilla por intelectuales cortesanos de Hurtado de Mendoza y trucó en su carrera como funcionario de la corona. Aunque, en virtud de un enorme éxito editorial y de lectoría de La Araucana, Ercilla alcanzó la consagración literaria entre sus contemporáneos.
En el período entre que Ercilla dejó tierra chilena (1559) y la primera impresión de la obra (1669), la Guerra de Arauco se estaba volviendo un conflicto crónico, pues, si bien habían pasado dos breves períodos de relativa calma, éstos habían sido rotos por una segunda rebelión general en 1561 y una década marcada por las victorias mapuches en la Batalla del Fuerte Lincoya (1563) y la Batalla de Catirai (1569). De menera que el poema no trataba de un caso de éxito de la conquista española en América, sino que de una empresa costosa, dura, sangrienta y de pronóstico incierto. En este contexto la obra trata del valor guerrero y celo independiente de los mapuches y del coraje, persistencia, crueldad y codicia de los españoles que los enfrentan.
Una década después de la publicación de la Tercera Parte (1589), en el campo español las posiciones sobre la Guerra de Arauco llegarían al franco derrotismo y a una fuerte discusión sobre el propio futuro de la colonización española de Chile, por la muerte de un segundo gobernador español (tras la primera ejecución de Pedro de Valdivia, narrada en La Araucana), Martín Óñez de Loyola, caido en la batalla que los españoles llamaron "Desastre de Curalaba" (1598), que desencadenó la destrucción de las siete ciudades: el completo éxodo y aniquilación de los españoles entre el Río Biobío y el Canal del Chacao, es decir, en el eje central del territorio del pueblo mapuche en Chile. Tras esto, entre los españoles se impuso la posición de la llamada "guerra defensiva", el esclavismo contra los mapuches (autorizado por Felipe III en 1608 y que fue legal durante casi todo el siglo XVII), el establecimiento de una frontera fortificada cuidada por un ejército permanente pagado por la corona (no por milicias o huestes de ocasión), hostilidades y paces intermitentes marcadas por batidas, rebeliones generales e incursiones de ambos bandos y la realización periódica de "parlamentos" en que las autoridades españolas repartían bienes y dádivas a los jefes mapuches para mantener la paz. Así Chile se volvió un extraña posesión española en América que reportaba gastos y déficil a una economía imperial que sacaba ingentes ganancias desde el resto de los territorios conquistados. Por lo que la obra de Ercilla aborda un caso difícil y, finalmente, fallido de la expansionismo español en América.
Tras La Araucana, surgieron obras sobre temas americanos que imitaban su estilo poético: Arauco domado (1596), La Argentina (1602) y Purén indómito (siglo XVII), entre otras. Con el paso del tiempo, en estos textos se acrecentó el distanciamiento respecto de la crónica y narración de hechos históricos. Los autores optaron por trasladar temáticas del Renacimiento europeo al exótico escenario americano. Así, muchos de estos poemas realmente trataban más sobre sentencias morales, el amor romántico o tópicos latinos, que acerca de la Conquista.
Argumento
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La Araucana trata episodios históricos de la primera fase de la Coquista de Chile, como la captura y ejecución de Pedro de Valdivia así como la historia de los caciques mapuches Lautaro, Colo Colo, Galvarino y Caupolicán. La exposición despliega las sucesivas campañas, las juntas y debates de los jefes indígenas, los actos de heroísmo extremo, la resistencia mapuche de ecos numantinos, la constancia en medio de las privaciones y las castigos de la guerra, la crueldad y codicia que encuentran su cauce en la Conquista.
Sin embargo, la trama guerrera se le hace demasiado monótona al poeta, como ya lamenta el propio Ercilla en el canto XX:
- ¿Todo ha de ser batallas y asperezas,
- discordia, sangre, fuego, enemistades,
- odios, rencores, sañas y bravezas,
- desatino, furor, temeridades,
- rabias, iras, venganzas y fierezas,
- muertes, destrozos, riñas, crueldades;
- que al mismo Marte ya pondrían hastío,
- agotando un caudal mayor que el mío?
La Araucana.
Debido a esto, también se insertan sucesos fantásticos, como el de un hechicero que eleva al narrador en un vuelo sobre la Tierra, permitiéndole ver acontecimientos que suceden en Europa y Oriente Medio, como la batalla de Lepanto. Y también se insertan episodios amorosos y descripciones bucólicas de una naturaleza chilena monumentalizada en el poema.
Destaca también el episodio del encuentro con una mujer indígena, Tegualda, que busca a su marido, Crepino, entre los muertos en un campo de batalla. Este último relato es una muestra del aspecto humanista del trabajo de Ercilla y de su condolencia por la suerte corrida por el pueblo indígena. Plantea, dentro de un discurso admirativo sobre los mapuches, pueblo con el que el autor lucho y convivió, una carencia de malicia y vicios en la gente hasta la llegada de los españoles, en la línea del mito del Buen Salvaje. Los versos rinden loas a la valentía tanto de conquistadores como de indígenas.
Estilística
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El texto es una narración inscrita dentro un métrica y lenguaje poético.
El narrador, el propio Ercilla, participa activamente del argumento, lo que en ese entonces no era habitual dentro del panorama de la literatura culta española. Andrés Bello consideraba esta participación del hablante poético también como una singularidad dentro de la épica militar, que le permite a Ercilla, ya desde el estilo, desarrollar un compromiso moral en el tratamiento del tema de la Conquista:
"La Araucana tiene, entre todos los poemas épicos, la particularidad de ser en ella actor el poeta; pero un actor que no hace alarde de sí mismo, y que, revelándonos, como sin designio, lo que pasa en su alma en medio de los hechos de que es testigo, nos pone a la vista, junto con el pundonor militar y caballeresco de su nación, sentimientos rectos y puros..."Andrés Bello (1841). La Araucana, por don Alonso de Ercilla y Zúñiga, publicado en el periódico chileno El Araucano.
La métrica de la obra es la estrofa denominada octava real, que rima ocho versos endecasílabos con el esquema ABABABCC:
- Caciques, del Estado defensores, (A)
- codicia de mandar no me convida (B)
- a pesarme de veros pretensores (A)
- de cosa que a mí tanto era debida; (B)
- porque, según mi edad, ya veis, señores, (A)
- que estoy al otro mundo de partida; (B)
- más el amor que siempre, os he mostrado, (C)
- a bien aconsejaros me ha incitado. (C)
La Araucana.
La obra pertenece al subgénero del poema épico culto, característico de principios de la Edad Moderna. Más específicamente La Araucana fue influida por lo que se ha dado en llamar el Canon de Ferrara, dos poemas épicos cultos escritos en dicha ciudad italiana:[2]
- Orlando Innamorato (1486) de Matteo Maria Boiardo.
- Orlando Furioso (1516) de Ludovico Ariosto.
La coincidencia entre los poemas ferrarenses y la obra de Ercilla no acaba en el uso del mismo tipo de poema, de temática heroica y caballeresca, sino que existen además otras coincidencias formales, como es el uso de la octava como metro poético.
Rastreando las influencias de La Araucana, se debe acotar que a su vez los dos Orlandos eran deudores de la Divina Comedia (primeras décadas del siglo XIV) de Dante, que había creado el poema épico culto, trabajando con una temática teológica. Por tanto, La Araucana forma parte de la renovación de la poesía española con formas italianas, surgida a raíz de la intensa intervención política y militar española que se desarrollaba por esos años en la península itálica.
De hecho, Ercilla había viajado a Italia como paje del futuro rey Felipe II, durante la gira llamada "el felicísimo viaje", pasando por Génova, Milán, Mantua y Trieste entre 1548 y 1549,[3] lo que le habría dado una especial ocasión para familiarizarse con los poemas del Canon de Ferrara y el resto de los autores del Renacimiento italiano. La obra de Ariosto fue casualmente publicada en la edición española de Urra el mismo año 1549 en el que Ercilla estaba de viaje por Italia, y acumuló tres ediciones españolas más antes de la publicación de La Araucana. Luego de que el trayecto de la comitiva de Felipe de Austria siguiera ruta por Austria, Alemania y Bélgica, se sabe que de regreso volvió a detenerse en Trento (1550-1551). Así que Ercilla habría sido parte del grupo mientras el príncipe era obsequiado con "representaciones teatrales basadas sobre escenas del Ariosto", aunque no se tiene certeza de que hubiese "seguido paso a paso el intinerario".[3] Pero, para mayor abundamiento y superando estas dudas, hay testimonio de que Ercilla sabía recitar de memoria poemas de Ariosto.[3] José Toribio Medina, por su parte, consideraba "indudable" que el autor tenía también familiaridad con el Infierno de Dante, Laberinto de amor de Boccacio, La Arcadia de Sannazzaro, " y seguramente, el Petrarca, si bien solo hallamos huellas de su lectura de tales obras" (todas ellas ya publicadas en ediciones españolas -o con émulos españoles, como el petrarquista Garcilaso de la Vega- en décadas previas a La Araucana).[3]
Siguiendo la estructura del Orlando furioso, que Borges calificó como "caos de caleidoscopio", en La Araucana hay una larga sucesión de tramas centrales, episodios independientes intercalados (a la manera de "las novelas cortas" del Orlando Furioso o la posterior literatura cervantina), salidas de la continuidad espacio-temporal mundano del relato (si en Ariosto hay un viaje a la Luna, en Ercilla hay una traslación aérea que permite contemplar Europa y la Batalla de Lepanto desde las alturas), disgresiones para tratar temas "cultos", como sobre la suerte de la personajes de la literatura clásica grecorromana y, por supuesto, episodios amorosos (tan importantes en Ariosto):
Siguiendo la norma de Ariosto, de quien Ercilla aprendió a amoldar la narración a los cantos y a las octavas, ninguna de esas historias es contada sin pausa en el espacio del canto, siempre cuidadosamente enmarcado por un exordio moral y una despedida ingeniosa (equivalente romancesco del envío o congedo de las canciones petrarquistas).Mercedes Blanco (2019). de amores en la épica de guerra. De La Araucana al Arauco domado.
Por otra parte, el poema épico culto era la última moda. Poco tiempo después de la publicación de La Araucana, otros émulos de los poetas ferrarenses aparecieron por doquier: Luís de Camões con Los lusiadas (1572), Torquato Tasso con Jerusalén liberada (1575), Hipólito Sans con La Maltea (1582), e incluso el rey de Escocia, Jaime VI, con Lepanto (1591). Por supuesto, las raíces más profundas de la poesía épica que sigue el canon de Ferrara se remontaban a la antigüedad clásica, de la cual la tradición renacentista italiana hacía eco en ese entonces. En este sentido, La Araucana es también deudora de los antiguos poemas épicos grecolatinos, y en último término de la tradición homérica:
Eduardo Solar Correa.[4]
La mezcla de inspiraciones estilísticas clásicas y modernas se manifiesta también en el tratamiento de los episodios de tema femenino y amoroso:
"Así, en La Araucana, Guacolda, Tegualda y Lauca se inspiran en Andrómaca y en otras ilustres viudas de la guerra de Troya, cuyo conocimiento pudo llegar a Ercilla a través de la tragedia de Séneca, Las Troyanas, de ahí tal vez el halo de solemnidad lúgubre que las rodea; deben también algo a otra famosa viuda, la gran víctima y antagonista de los troyanos, Dido, y a otra menos célebre hoy, pero que Boccaccio colocó entre las mujeres ilustres: Argía, mujer de Polinices, el hijo de Edipo caído bajo los muros de Tebas. De hecho, Dido misma es un personaje del poema, cuya buena fama restablece el soldado Ercilla contando largamente a sus compañeros de armas la vida heroica de este espejo de viudas y de reinas. La desesperación de Tegualda ante el cuerpo de Crepino traslada la de Isabella por el muerto Zerbino en el Orlando furioso. Lautaro y Guacolda, en su diálogo amoroso, hablan el lenguaje de Petrarca y Garcilaso, pero el narrador describe la pasión de la muchacha en términos tomados del libro IV de La Eneida".Mercedes Blanco (2019). de amores en la épica de guerra. De La Araucana al Arauco domado.
Por otra parte, La Araucana aplicaba un tratamiento de poema épico a hechos recientes. En este sentido reproducía la práctica de una antigua obra latina, la Farsalia (siglo I) de Lucano, que narraba los sucesos de la guerra civil entre Julio César y Sexto Pompeyo, con claras ambiciones de erigirse en un relato verídico.
Objetivo e ideología
[editar]El propio Ercilla expresa las motivaciones de la obra con estas palabras:
«[...] por el agravio que algunos españoles recibirían quedando sus hazañas en perpetuo silencio, faltando quien las escriba; no por ser ellas pequeñas, pero porque la tierra es tan remota y apartada y la postrera que los españoles han pisado por la parte del Perú, que no se puede tener della casi noticia, y por el mal aparejo y poco tiempo que para escribir hay con la ocupación de la guerra, que no da lugar a ello; así el que pude hurtar, lo gasté en este libro, el cual, porque fuese más cierto y verdadero, se hizo en la misma guerra y en los mismos pasos y sitios, escribiendo muchas veces en cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que no cabían seis versos, que no me costó después poco trabajo juntarlos [...].»
La obra es, en el discurso de Ercilla, una reivindicación del valor desplegado por los soldados españoles en una guerra lejana y olvidada. Entre los soldados de esta guerra olvidada figuraba el propio Ercilla, por lo que, en algún sentido, también es una reivindicación de la actuación personal. Ese es el objetivo explícito y expresado. Sin embargo, el historiador estadounidense David Quint cree que el texto tiene como motivación oculta la reivindicación de la figura del indígena,[5] sin embargo se suele interpretar esta valoración del indígena como una forma indirecta de autovaloración del español que lo vence.[6]
Recepción de la obra
[editar]- La Araucana es una de las obras que, en la ficción, Miguel de Cervantes salvó en la escena de la quema de los libros de caballerías que tiene lugar en el capítulo VI de la primera parte de Don Quijote de la Mancha (1605). La Araucana comparte con este tipo de obras cierto estilo deliberadamente literario y la inclusión de algunos episodios fantásticos.
- -[...] Y aquí vienen tres, todos juntos: La Araucana, de don Alonso de Ercilla; La Austríada, de Juan Rufo, jurado de Córdoba, y El Monserrato, de Cristóbal de Virués, poeta valenciano.
- -Todos esos tres libros —dijo el cura— son los mejores que, en verso heroico, en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia: guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.
- El mismo Cervantes ya antes le había tributado sus halagos a Ercilla por La Araucana en el «Canto de Calíope» del Libro VI de La Galatea en 1585.
- Otro del mesmo nombre [la estrofa anterior se refiere a Alonso de Leiva], que de Arauco
- cantó las guerras y el valor de España,
- el cual los reinos donde habita Glauco
- pasó y sintió la embravescida saña.
- No fue su voz, no fue su acento rauco,
- que uno y otro fue de gracia estraña,
- y tal, que ERCILLA, en este hermoso asiento
- meresce eterno y sacro monumento.
Miguel de Cervantes
- Las diversas partes de La Araucana tuvieron al menos 23 ediciones 1569 y 1630, por lo que la obra tuvo tempranamente considerable éxito editorial y una amplia difusión.[8] En 1575 ya había sido ensalzada por Lorenzo Palmireno en su manual de retórica. Se considera que era una obra de extendida lectura por parte de "la fracción culta de hidalgos y caballeros, por letrados y catedráticos, por funcionarios, soldados y sectores del clero, e incluso por doctos...".[8]
- La publicación de La Araucana dio pie a que el entonces virrey del Perú, García Hurtado de Mendoza, quien se sintió menoscabado u omitido en el relato de Ercilla (que lo llamó "mozo capitán acelerado" en el Canto XXXVII, 70, 2), encargara otro poema épico, Arauco Domado (1596), al poeta Pedro de Oña. Esta segunda obra, habitualmente considerada inferior al poema de Ercilla, es el primer texto poético publicado por un autor hispano nacido en tierras de la actual Chile, cuya premisa principal es el protagonismo del dignatario mandante y cómo éste, supuestamente, habría dominado ("domado") definitivamente a los mapuches; pese a que la guerra contra ellos continuaba entonces, faltaban dos años para la batalla que los españoles llamaron "Desastre de Curalaba" y quedaban por delante siglos de hostilidades, batidas y el establecimiento de un frontera, intermitentemente respetada, que daba autonomía a ese pueblo indígena.
- Voltaire, que dedicó parte de un ensayo a La Araucana, consideró que el poema alcanzaba cumbres sublimes en la arenga del cacique Colo Colo del Canto II, que juzga superior al episodio similar protagonizado por Néstor en la Ilíada. Pero en términos generales, Voltaire opinaba que Ercilla sufría de cierta incontinencia literaria, que le hacían enredarse en pasajes excesivamente fastidiosos:
Hacia el final de la obra, el autor, que es uno de los principales héroes del poema, hace de noche un largo y aburrido camino seguido de algunos soldados, y para pasar el rato, hace surgir entre ellos una discusión sobre Virgilio y en especial sobre el episodio de Didón. Alonso aprovecha la ocasión para hablar con sus soldados de la muerte de Didon, tal como la cuentan los antiguos historiadores y para mejor desmentir a Virgilio y restituir su reputación a la reina de Cartago, se divierte discutiendo el asunto durante dos cantos enteros. Además no es un defecto menor el que su poema se componga de treinta y seis cantos muy largos. Se puede suponer con razón que un autor que no sabe o no puede detenerse, no es merecedor de tal carrera.
- La Araucana, por su valoración de la resistencia indígena al imperialismo español, fue una referencia poética presente en muchos discursos del movimiento independentista sudamericano, especialmente en el Cono Sur y Chile.
"Ya en Londres, la lectura del poema había excitado los ánimos separatistas de un futuro prócer de la emancipación como Bernardo O'Higgins. Otros, ya en Chile, como Francisco Antonio Pinto, confesarán igual deuda en la formación de la inquietud patriótica de su espíritu juvenil. Desde Cádiz misma, y mucho antes del episodio napoleónico de la invasión de España, que desencadenará el complejo proceso emancipador de las colonias, una sociedad secreta reúne los ánimos revolucionarios de jóvenes aristócratas criollos, y no por azar se llama Logia Lautaro, o Lautarina. Apenas abiertas las hostilidades que conducirán a la lucha abierta, los «patriotas» tomarán por divisa dos versos del poema que Ercilla pone en boca de Galvarino (canto XXVI, octava 25): "«Muertos podremos ser, mas no vencidos. Ni los ánimos libres oprimidos»"".
- Esta apreciación del poema como un texto germinal sobre el espíritu de autodeterminación y la valoración de lo propiamente americano, se proyectó durante el periodo republicano:
"Es esta tradición celebratoria la que se perpetuará en la conciencia nacional chilena apenas instaurado el nuevo estado chileno, poniendo en marcha un verdadero movimiento de recuperación de La Araucana en la estatuaria municipal, la numismática, los sellos postales, no menos que en la iconografía y las apelaciones oficiales. En lo que cupo a la toponimia republicana, dos departamentos del sur recibirán el nombre de Lautaro y Galvarino. Una localidad de la provincia de Malleco, escenario de algunos hechos narrados en el poema, es bautizada con el nombre de Ercilla, hacia 1885. No es de sorprender que el tema araucano con referencia directa o no al poema de Ercilla sea un tópico de las letras chilenas, en particular en el género de la biografía novelada de los héroes y heroínas que pueblan sus páginas. Quizás lo sea un poco más el hecho de que los araucanos hayan hecho su aparición en la pantalla cinematográfica antes mismo que los próceres de la independencia. No hay, en fin, una sola ciudad, puerto, villorrio o aldea en todo Chile que no tenga por lo menos una calle, plaza o rincón bautizado con algún nombre araucano".
- Andrés Bello consideraba el texto como una "lección de moral", que logra ensalzar el "patriotismo" indígena o la intrepidez de los conquistadores, mientras critica la crueldad y codicia de estos últimos:
"Para juzgarle, se debe también tener presente que su protagonista es Caupolicán, y que las concepciones en que se explaya más a su sabor, son las del heroísmo araucano. Ercilla no se propuso, como Virgilio, halagar el orgullo nacional de sus compatriotas. El sentimiento dominante de La Araucana es de una especie más noble: el amor a la humanidad, el culto de la justicia, una admiración generosa al patriotismo y denuedo de los vencidos. Sin escasear las alabanzas a la intrepidez y constancia de los españoles, censura su codicia y crueldad. ¿Era más digno del poeta lisonjear a su patria, que darle una lección de moral?"Andrés Bello (1841). La Araucana, por don Alonso de Ercilla y Zúñiga, publicado en El Araucano.
- En Chile algunos autores nacionalistas consideran a La Araucana como el último poema épico que narra el nacimiento de una nación, a la manera de los poemas clásicos como la Eneida o los cantares de gesta medievales. Incluso algunos autores llevan más allá esta idea:
Chile fue escogido por los hados, y podemos gloriarnos de ser entre los pueblos modernos, el único cuyos orígenes hayan sido celebrados por la trompa épica, a semejanza de las antiguas ciudades griegas y romanas.Eduardo Solar Correa.[4]
- Sin embargo, se escribieron otros poemas épicos entre los siglos XVII y XIX que han sido interpretados como "nacionales", como La Argentina y conquista del Río de la Plata de Martín del Barco Centenera, publicada en 1602 como parte de las obras españolas influenciadas por La Araucana, y los poemas épicos nacionales finlandeses Kalevala, publicado en 1835 gracias al trabajo de recopilación folclórica de Elias Lönnrot, y Las Historias de Ensign Stål, escrito en 1848 por Johan Ludvig Runeberg.
- Por considerárselo el poema épico nacional, en Chile se les suele (o solía) enseñar a los escolares de educación básica la siguiente estrofa de la obra, interpretada como una loa al valor de la nación:
- Chile, fértil provincia y señalada
- en la región Antártica famosa,
- de remotas naciones respetada
- por fuerte, principal y poderosa;
- la gente que produce es tan granada,
- tan soberbia, gallarda y belicosa,
- que no ha sido por rey jamás regida
- ni a extranjero dominio sometida.
Canto I, La Araucana.
- El compositor chileno Gustavo Becerra-Schmidt, uno de los más prominentes de su país, compuso en 1965 un oratorio homónimo basado en La Araucana. Tiene la particularidad de incluir instrumentos musicales del pueblo mapuche dentro de la orquesta sinfónica.
- El crítico literario Álvaro Bisama, propone en su obra "Cien libros chilenos", que la Araucana es el inicio de la literatura en Chile, un libro «falso», pero que no se puede rechazar, sobre todo si fue elogiado por Cervantes.
Continuaciones
[editar]Aparte del ya mencionado Arauco domado de Pedro de Oña, que generó su propia imitación, el Purén indómito del alférez Diego Arias de Saavedra, cabe citar a Diego de Santisteban, que compuso la Quarta y quinta parte de La Araucana (1597), y a Hernando o Fernando Álvarez de Toledo, autor de Araucana, otra epopeya culta en octavas reales que no ha llegado hasta nosotros sino en fragmentos citados por el historiador Alonso Ovalle.[10]
Véase también
[editar]- Literatura española del Renacimiento
- Literatura española del Barroco
- Literatura chilena
- Literatura italiana del Renacimiento
- La araucana (película de 1971)
Referencias
[editar]- ↑ Waldo Rojas (2007). Araucana de Alonso de Ercilla y la fundación legendaria de Chile: Del Araucano ideal al Mapuche terreno. En: Cervantes Virtual.
- ↑ Prieto, Antonio (1980). «Origen y transformación de la épica culta en castellano». Coherencia y Relevancia Textual (Madrid: Alhambra): 117-178.
- ↑ a b c d Medina, José Toribio (1916). La Araucana: vida de Ercilla / de Alonso de Ercilla y Zúñiga; ilustrada con grabados, documentos, notas históricas y bibliográficas y una biografía del autor; la publica José Toribio Medina. Imprenta Elzeviriana, Santiago de Chile.
- ↑ a b Solar Correa, Eduardo (1969). Semblanzas literarias de la Colonia. Buenos Aires - Santiago: Editorial Francisco de Aguirre.
- ↑ Quint, David (1992). Epic and Empire. Politics and Generic Form from Virgil to Milton (en inglés). Princeton, New Jersey: Princeton University Press.
- ↑ Vilà i Tomàs, Lara (2001). Épica e imperio. Imitación virgiliana y propaganda política en la épica española del siglo XVI (PDF). Barcelona: UAB. Archivado desde el original el 4 de enero de 2015. Consultado el 4 de abril de 2012. «A mi juicio, la imagen que da el poeta español de los indios tiene, por encima de todo, la función de conferir mayor nobleza y grandeza a los españoles, de modo similar a como operaba Virgilio al presentar al bando de Marco Antonio [...] ¿Qué mejor forma de engrandecer al vencedor que enfrentarlo a un enemigo poderoso y hábil? Ercilla atribuye a los araucanos inteligencia, pericia militar y un valor inaudito. Demuestra hacia ellos una simpatía y un respeto que puede vincularse a diversos textos de la época —Pedro Mártir de Anglería, Bartolomé de Las Casas, etc.— preocupados por presentar al indio como imagen del «buen salvaje» de la Edad de Oro. No obstante, no escatima tampoco las muestras de su crueldad, como corresponde a personajes adoradores de unos dioses paganos. Esta imagen poderosa del indio implica, por tanto, un engrandecimiento de los españoles que en número siempre mucho más reducido se enfrentan a las grandes hordas de araucanos».
- ↑ Capítulo VI de Don Quijote, Primera Parte
- ↑ a b Subercaseaux, Bernardo. (2020). Recepción de La Araucana en en España y Europa: Nacionalismo literario, canon y migración. Universum (Talca), 35(1), 388-419. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-23762020000100388
- ↑ Voltaire, en Essai Sur la Poesie Epique, prefacio de la edición virtual de La Araucana, Pehuen Editores.
- ↑ Luis G. Mazorriaga, Síntesis de literatura española. Barcelona: Amaltea, S. A., 1947, p. 200
Enlaces externos
[editar]Wikisource contiene obras originales de o sobre La Araucana.
- Alonso de Ercilla y Zúñiga: La Araucana en Memoria Chilena
- En Cervantesvirtual
- En pehuen.cl