Crime School (1938)

Depresión económica, falta de trabajo y desestructuración familiar suele representar un caldo de cultivo idóneo para que la delincuencia juvenil prolifere en cualquier barrio marginal de la gran ciudad.
En ese contexto, el guión que proponen C. Wilbur y V. Sherman quiere resaltar los factores humanos, sociales y culturales en una película de intensidad notable, muy visceral y con clara vocación moralizadora que L. Seller sabe dirigir con buen criterio.
El enfrentamiento entre la vieja y la nueva escuela de reeducación y reinserción se muestra a ritmo adecuado en un largometraje directo, con interesante interrelación de tramas y una ambientación excelente.
También lo es la interpretación de H. Bogart.

Peliculita menor que rodé en el año 38 en la que dedicaba saludos con mi frente y bostezos con mis bastidores, la culpa, no fue de Yoko Ono esta vez, mas bien de un guión ramplón en el que se albergaba una nula capacidad de lucimiento.

Una pandilla de mocosos dobla esquinas y peina lámparas se dedican a hacer el mal por un plato de sopa y yo con cara de tiza guiándoles por el buen camino, así, que como bien suponéis, todo el tenderete, impide que desate mi cara de conejo y asome la zanahoria como es debido.

Tengo algun momento donde me encierro en un despacho y disloco mandíbulas a ritmo de Journey pero por lo general bastante olvidable, y poco apetecible por otra parte, una pena.

Se despide desde Taipei.

Toyo Ito soltando alaridos tras recibir un sonoro manotazo de Coto Matamoros