Pídeme lo que quieras (2024)

*Un esfuerzo perdido en el camino

Lucía Alemany, conocida por su habilidad para construir personajes complejos en sus obras anteriores, enfrenta aquí el reto de trasladar una historia cargada de erotismo y dinamismo emocional a la gran pantalla. Aunque consigue crear algunos momentos visualmente atractivos, el enfoque general carece de cohesión y de la intensidad que la trama exige.

El ritmo de Pídeme lo que quieras es irregular, con escenas que se extienden demasiado y otras que pasan sin causar impacto alguno. Alemany intenta equilibrar el drama romántico con las dinámicas de poder y deseo, pero el resultado es una narración que nunca termina de despegar. La química entre los protagonistas se percibe forzada, y las escenas eróticas, lejos de ser intrigantes, caen en la monotonía y la falta de sutileza.

*Potencial desaprovechado

El reparto principal está encabezado por un Eric Zimmerman interpretado por Mario Ermito, aunque encaja físicamente con la descripción del personaje, no logra transmitir la dualidad emocional ni el misterio que lo caracterizan en la novela. Su interpretación se siente rígida, sin la intensidad necesaria para convencer al espectador de su compleja psicología.

Por otro lado, Judith, la joven intrépida y curiosa, carece de la chispa y autenticidad que deberían definirla. Aunque se aprecian esfuerzos por dotar al personaje de una evolución emocional, la actuación de Gabriela Andrada nunca termina de conectar, dejando a la protagonista en un limbo entre lo caricaturesco y lo intrascendente.

Los actores secundarios, cuya función debería ser enriquecer la trama y aportar dinamismo, tienen un papel meramente decorativo y no logran redondear el universo narrativo.

*Un envoltorio bonito pero vacío

Pídeme lo que quieras tiene momentos destacables, gracias a un diseño de producción que resalta los escenarios sofisticados y la atmósfera elegante que rodea a Eric Zimmerman. Sin embargo, la cinematografía no logra explotar la tensión ni la sensualidad inherentes a la historia. Las escenas de erotismo, en particular, se sienten desprovistas de autenticidad y parecen más un ejercicio técnico que una exploración emocional o artística.

La banda sonora intenta reforzar los momentos clave de la trama, pero su uso es tan genérico que pasa desapercibido. En lugar de potenciar el drama y la pasión, se convierte en un acompañamiento que no logra añadir profundidad.

*Conclusión

Pídeme lo que quieras tenía todos los ingredientes para convertirse en un drama romántico erótico memorable: una historia apasionante, personajes con potencial y una directora capaz de manejar complejidades emocionales. Sin embargo, la ejecución deja mucho que desear. La falta de química entre los actores, un guion que simplifica en exceso los conflictos y una dirección que no sabe equilibrar el erotismo y el drama convierten esta adaptación en una experiencia decepcionante.

Escrito por Pablo Veiga Carpintero

Uno de los mayores despropósitos fílmicos que he visto en los últimos tiempos. Uno confiaba en que la directora fuese capaz de hilar una historia con su profundidad y sus múltiples aristas sobre la libertad sexual de sus protagonistas, al estilo de su anterior obra "La inocencia", pero no...

Un guion ramplón, simplista, efectista, con planos grandilocuentes, diálogos horteras y lleno de tópicos y una trama que parece una sucesión de anuncios de colonias donde los protagonistas solo hacen sus posturas estipuladas para aparecer en un póster de revista... ¡Ah! Y no hablemos del sonido y del ¿doblaje de su actor principal?...

Vamos a sacarle el lado positivo: una buena sucesión de música española como banda sonora... Hasta ahí llegamos.