Cirugia
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OCTUBRE 2016
CONSENSO DE INSUFICIENCIA
CARDÍACA CRÓNICA
CONSENSO DE INSUFICIENCIA
CARDÍACA CRÓNICA
Director
Dr. Javier MarinoMTSAC
Comité de Redacción
Coordinadores
Dr. José Luis BarisaniMTSAC
Dr. Jorge ThiererMTSAC
Integrantes
Dr. Guillermo LiniadoMTSAC Dra. Lucrecia Secco
Dra. Stella Maris Pereiro Dra. Julieta Natalia Soricetti
Dra. Alejandra FrancesiaMTSAC Dra. Guillermina Soracio
Dra. Adriana Acosta Dr. Nicolás Atamañuk
Dr. Rodolfo PizarroMTSAC Dra. Vanesa Gregorietti
Dra. María Luján Talavera Dra. Marcela Galello
Comité Revisor
Comité Asesor
Dr. Mariano FalconiMTSAC
Dr. Ernesto DurontoMTSAC
Dr. Eduardo SampóMTSAC
VOL 84 SUPLEMENTO 3
OCTUBRE 2016
Índice
Introducción
Diagnóstico y evaluación de la insuficiencia cardíaca crónica
- Definición y terminología
- Aspectos epidemiológicos
- Signos y síntomas de insuficiencia cardíaca. Metodología diagnóstica en la
insuficiencia cardíaca
- Estudios no invasivos en el diagnóstico de insuficiencia cardíaca
- Estudios invasivos en el diagnóstico de insuficiencia cardíaca
Tratamiento de la insuficiencia cardíaca crónica
- Medidas generales
- Tratamiento farmacológico en la insuficiencia cardíaca con fracción de
eyección reducida
• Diuréticos
• Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina
• Antagonistas del receptor de angiotensina II
• Antagonista de la aldosterona
• Inhibidores de neprilisina y receptores de angiotensina
• Beta-bloqueantes
• Ivabradina
• Digoxina
• Hidralazina y dinitrato de isosorbide
• Estatinas
• Ácidos grasos omega 3
• Tratamiento antitrombótico
Tratamiento eléctrico de la insuficiencia cardíaca crónica
- Cardiodesfibriladores implantables
- Terapia de resincronización cardíaca
Insuficiencia cardíaca con función sistólica preservada
- Epidemiología y definición
- Pronóstico
- Tratamiento
- Conclusiones
Insuficiencia cardíaca avanzada
- Tratamiento médico y cuidados paliativos
- Trasplante cardíaco
- Asistencia circulatoria mecánica
- Tratamiento quirúrgico
Comorbilidades
- Disfunción renal
- Anemia
- Enfermedad pulmonar obstructiva crónica
- Diabetes
- Patología tiroidea
- Caquexia y sarcopenia
- Obesidad
- Trastornos cognitivos y depresión
Bibliografía
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Abreviaturas
INTRODUCCION
La insuficiencia cardíaca (IC) es uno de los síndromes cardiovasculares que más interés ha despertado en las
últimas décadas debido a su elevada prevalencia, a los altos índices de hospitalización, invalidez y mortalidad y
a los enormes costos que ocasiona al sistema de salud.
El aumento de la incidencia de IC se debe al envejecimiento de la población, a la mejoría en la superviven-
cia de las cardiopatías en general y de la cardiopatía isquémica en particular. El tratamiento exitoso de la IC
explica también el aumento de su prevalencia. Por otro lado, en la Argentina, el crecimiento de algunos facto-
res de riesgo para arteriosclerosis coronaria y la persistencia de elevada prevalencia de enfermedades como la
miocardiopatía chagásica, las valvulopatías reumáticas y cardiopatías congénitas no resueltas hace esperar un
crecimiento epidémico de esta entidad. Estas condiciones se asocian al escaso acceso a la atención de salud por
parte de amplios sectores de la población, lo que complica aún más las perspectivas en nuestro medio.
En el año 2000 la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), a través del Área de Consensos y Normas, publi-
có la primera edición del Consenso de Insuficiencia Cardíaca en momentos en que los grandes ensayos clínicos
aleatorizados (o “randomizados”[ECR]) habían fijado la evidencia más clara del tratamiento farmacológico ten-
diente a bloquear la activación neurohormonal, con resultados alentadores sobre la morbimortalidad.(1) Desde
entonces, las pautas del tratamiento de la IC crónica fueron progresivamente incorporándose a la práctica
clínica, objetivándose sin embargo una diferencia entre los resultados esperables surgidos de aquellos ECR y
los obtenidos de registros poblacionales. Este hecho, junto a la incorporación de nuevos recursos diagnósticos y
terapéuticos, motivó la necesidad de actualizar las guías.
El Consejo de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar “Dr. Raúl Oliveri” de la SAC fue creado en
el año 2008 como consecuencia de la necesidad de la comunidad cardiológica de profundizar los esfuerzos aca-
démicos y científicos en esta enfermedad, que involucra como vía final común a prácticamente todas las cardio-
patías. Poco después de su creación, se elaboró un nuevo Consenso Argentino de Insuficiencia Cardíaca que se
publicó en la Revista Argentina de Cardiología en tres partes, que incluyeron las formas clínicas de IC crónica,
aguda, avanzada y con función sistólica preservada.(2–4) El actual Consenso de Insuficiencia Cardíaca Crónica
surge como iniciativa del Consejo de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar y el Área de Consensos y
Normas de la SAC, ante la necesidad de actualizar aquellas guías de hace 6 años. Los adelantos en las técnicas
diagnósticas, la incorporación de nuevos fármacos con mecanismos de acción novedosos y demostrados en ECR,
la consolidación de la terapia con dispositivos eléctricos, la importancia de las comorbilidades en la evolución de
la enfermedad y una nueva forma de clasificar la IC de acuerdo con el comportamiento de la fracción de eyección
del ventrículo izquierdo (FE) justifican plenamente esta actualización.
El objetivo propuesto fue el de unificar criterios y conductas conducentes a optimizar la calidad de atención
médica del paciente con fallo cardíaco, mediante la utilización racional de los recursos diagnósticos y terapéu-
ticos, a través de guías para la evaluación, el seguimiento clínico, la estratificación pronóstica y la elección del
tratamiento adecuado.
Para alcanzar dichos objetivos se constituyó un Comité de Redacción, integrado principalmente por los
miembros del Comité Ejecutivo del Consejo, que después de ahondar en una amplia revisión bibliográfica, desa-
rrolló un documento preliminar. Este fue analizado y discutido con un grupo de destacados consultores de reco-
nocida trayectoria y expertos en la subespecialidad que fueron convocados con este fin. Luego de un productivo
debate en los aspectos más relacionados con la toma de decisiones, se buscó consensuar las recomendaciones
adaptando los criterios en forma flexible a las condiciones actuales de planificación, disposición y utilización de
recursos en nuestro país.
Como en otros consensos, en cada uno de los temas se clasificaron las recomendaciones según el grado de
acuerdo alcanzado (Tabla 1a). Asimismo, se hace referencia al nivel de evidencia sobre la cual se basa la reco-
mendación consensuada (Tabla 1b).
Clase I Condiciones para las cuales existe evidencia y/o acuerdo general en que el procedimiento o tratamiento es beneficioso, útil y eficaz
Una indicación Clase I no significa que el procedimiento sea el único aceptable
Clase IIa Condiciones para las cuales existe evidencia conflictiva y/o divergencias de opinión acerca de la utilidad/eficacia del procedimiento o
tratamiento
El peso de la evidencia/opinión es a favor de la utilidad/eficacia
Clase IIb Condiciones para las cuales existe evidencia conflictiva y/o divergencias de opinión acerca de la utilidad/eficacia del procedimiento o
tratamiento
Clase III La utilidad/eficacia está menos establecida por la evidencia/opinión
Condiciones para las cuales existe evidencia y/o acuerdo general en que el procedimiento o tratamiento no es útil/ eficaz y en algunos
casos puede llegar a ser perjudicial
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Nivel de Evidencia sólida, proveniente de múltiples estudios clínicos aleatorizados o metaanálisis. Múltiples grupos de poblaciones en riesgo
evidencia A evaluados. Consistencia general en la dirección y la magnitud del efecto
Nivel de Evidencia derivada de un solo estudio clínico aleatorizado o de grandes estudios no aleatorizados. Limitados grupos de poblaciones en
evidencia B riesgo evaluadas
Nivel de Consenso u opinión de expertos y/o estudios pequeños, estudios retrospectivos, registros
evidencia C
Sin obviar su significativo valor educativo, el propósito final de este documento es el de acercar al médico
asistencial una herramienta práctica para guiar su acción ante el paciente con IC. Es importante destacar que
estas guías no intentan reemplazar el criterio del profesional a cargo frente al paciente individual, sino que
constituyen normas generales, no dogmáticas, tendientes a aconsejar conductas ante distintas situaciones. No
puede ignorarse que la implementación de las medidas recomendadas puede verse afectada por la disponibilidad
y experiencia del medio en que se encuentra el médico responsable. Por otra parte, las recomendaciones segu-
ramente deberán ser modificadas en un futuro no muy alejado, por la aparición de nuevas tecnologías y por el
resultado surgido de los adelantos en la investigación clínica.
ESTADIO A:
Asintomática. Sin daño estructural o alteración funcional del corazón
En riesgo de desarrollar IC. Factores de riesgo para el desarrollo de cardiopatía estructural: hipertensión arterial, dislipidemia, tabaquismo, obesidad,
diabetes, síndrome metabólico, enfermedad ateroesclerótica, empleo y abuso de alcohol o de fármacos cardiotóxicos, fiebre reumática, historia familiar de
miocardiopatía, serología positiva para Chagas, etc.
ESTADIO B:
Asintomática. Alteración estructural fuertemente relacionada con el desarrollo de IC
Disfunción ventricular asintomática, remodelamiento ventricular, hipertrofia ventricular, infarto previo, enfermedad valvular asintomática, cardiopatía
congénita, cardiopatía chagásica
ESTADIO C:
IC sintomática. Alteración estructural cardíaca asociada a los síntomas
Disnea, fatiga, tolerancia al ejercicio reducida, síntomas y signos congestivos
ESTADIO D:
IC Avanzada. Alteración estructural cardíaca severa
Sintomatología en reposo a pesar de máximo tratamiento. IC refractaria, internaciones frecuentes, puede requerir intervenciones especiales (inotrópicos,
asistencia circulatoria y/o trasplante)
*Modificado de ACC/AHA 2005. Guideline update for the diagnosis and management of chronic heart failure in the adult. Circulation 2005;
112:e154-e235.
Aspectos epidemiológicos
En las últimas décadas, los avances en prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad cardiovascular
han sido muy importantes. Las muertes relacionadas con ella disminuyeron aproximadamente en un 30% a
expensas del descenso en síndromes coronarios agudos, enfermedades valvulares y congénitas, hipertensión ar-
terial (HTA) no controlada y algunas arritmias. (13) Sin embargo, la IC continúa siendo una excepción y cuenta
con altas tasas anuales de internación, las cuales aumentaron sostenidamente desde hace 4 décadas. Esto se de-
bería a la disminución del riesgo de mortalidad de muchas enfermedades, pero las que luego desarrollarán IC; al
aumento de la muerte de miocitos con el envejecimiento de la población asociado a efectos cardíacos de condicio-
nes comórbidas, lo cual se eleva con la edad de la población, y por último a que el pronóstico de la IC mejora lenta
pero progresivamente, incrementando de tal forma la prevalencia de esta condición. La IC es primariamente
una enfermedad de los ancianos que afecta a un 10% de los hombres y un 8% de las mujeres mayores de 60 años.
Según datos del National Health and Nutrition Examination Survey, en Estados Unidos la incidencia es 1 a 3
casos por 1000/paciente/año y la prevalencia de 2 a 6%, pero aumenta con la edad (< 1% en menores de 50 años,
5% entre 50-70 años y 10% en mayores de 70); también se encuentran diferencias entre género y raza. (13)
Según los escasos datos con los que podemos contar sabemos que, en Latinoamérica, la edad promedio de IC
es menor, a lo cual se agrega la etiología chagásica y reumática; esto guarda una importantísima relación con el
hecho de que esta población tiene más factores de riesgo, lo que también se encuentra íntimamente ligado a su
nivel socioeconómico. (14)
En nuestro país, si estimamos una prevalencia de 1%-1,5% de la población, podríamos calcular que aproxi-
madamente entre 400.000 a 600.000 personas sufren algún grado de IC. Una revisión de los registros realizados
en la Argentina durante las dos últimas décadas incluyó más de 19.000 pacientes, de los cuales unos 9000 pro-
venían de seis registros en IC crónica. A pesar de las limitaciones epidemiológicas por reclutar datos provenien-
tes de distintas estructuras de investigación y tener una distribución poblacional no acorde con la real, ofrece
información interesante. La edad promedio fue de 67,6 años con una proporción de sexo femenino del 39%. La
etiología isquémica en promedio del 36% es llamativamente más baja que en registros europeos o norteameri-
canos que en general ocupan la mitad de las causas, probablemente debido a subdiagnóstico. La enfermedad de
Chagas como etiología fue menos frecuente de lo que se podía estimar −menos del 10% en todos los estudios
incluidos en esta revisión y 4,4% en promedio−, mientras que en otros estudios realizados en Latinoamérica es
responsable del 20% de las miocardiopatías dilatadas. En registros internacionales se describe que el grupo de
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pacientes con IC-FEp se encuentra en aumento y ocupa cerca de la mitad de la población. En el estudio argenti-
no, en promedio, solo un tercio pertenece a esta forma y sin tendencia al incremento. Si bien hubo un aumento
en la prescripción de fármacos específicos recomendados por las guías a través del tiempo, esta fue proporcio-
nalmente menor que en los registros internacionales. La causa más importante de descompensación de la IC ha
sido identificada como el incumplimiento de las indicaciones médicas, tanto en lo concerniente a la medicación,
como a las medidas higiénico-dietéticas. Esto representó el 30 al 40% de la necesidad de internación, lo que
empeora gravemente el pronóstico y calidad de vida de los enfermos y es la principal fuente de los altos costos de
la IC. Los autores estiman que después de dos décadas, el manejo de la IC muestra una mejoría optimista, pero
sin impacto relevante en la evolución y que el perfil clínico de la IC en la Argentina. (15)
El riesgo de muerte es del 5-10% anual en pacientes con síntomas de IC leve y se incrementa al 30-40% en
pacientes con síntomas graves. Además, la IC es la principal causa de internación en pacientes mayores de 65
años con elevada tasa de reinternación. (16) La IC-FEp representa entre el 30 y el 50% de los casos y tiene un
pronóstico similar al de la IC-FEr, predomina en ancianos y mujeres y su evolución clínica no ha variado en las
últimas décadas en parte porque no se han logrado tratamientos eficaces.
• Establecer el diagnóstico de IC
• Determinar la etiología
• Definir las causas desencadenantes o agravantes
• Precisar la gravedad del síndrome (evaluar la capacidad funcional y la función ventricular)
• Decidir el tratamiento
• Evaluar la respuesta a la terapéutica
• Establecer pronóstico
• Puntualizar los factores psíquicos y el soporte psicosocial
disnea paroxística nocturna, ortopnea), presentan una alta sensibilidad para el diagnóstico clínico de IC pero
son subjetivos y difíciles de interpretar, en especial en mujeres, pacientes añosos, obesos, o en presencia de en-
fermedad pulmonar crónica. La ortopnea (el uso de 2 o más almohadas para dormir) parece ser el síntoma más
sensible y específico para la detección de aumento en las presiones de llenado. La bendopnea (del inglés bending:
flexión), disnea al flexionarse (típicamente a atarse los cordones), ha sido descripta recientemente. (17) Entre
los signos congestivos más comunes, la presencia de edemas, hepatomegalia o ingurgitación yugular o todos
ellos y el reflujo hepatoyugular positivo frecuentemente se asocian con hipertensión venocapilar pulmonar. Una
gran cantidad de pacientes con diagnóstico de IC establecida no muestran signos de congestión venosa.
La auscultación de un tercer ruido o ritmo de galope diastólico cuando se acompaña de taquicardia tiene
buena especificidad y valor predictivo positivo como expresión de aumento de las presiones de llenado.
La capacidad funcional (CF) clínica relaciona la aparición de la disnea o fatiga con el esfuerzo requerido
para provocarlo. La clasificación de la NYHA continúa siendo la referencia habitual en la práctica clínica diaria
y en investigación. Sus limitaciones son la variabilidad interobservador, la subjetividad de los síntomas referidos
por el paciente y su relación con la actividad habitual que este realiza.
9
• Hemograma: la anemia puede relacionarse con agravamiento de IC preexistente y es un factor de pronóstico adverso. La leucocitosis puede ser indicio
de infección y una proporción baja de linfocitos se asocia a peor pronóstico
• Función renal: mediante el examen de urea, creatinina y el cálculo de la tasa de filtrado glomerular ya sea para establecer el compromiso primario, la
repercusión de la IC o del tratamiento y el pronóstico
• Alteraciones hidroelectrolíticas: comunes durante el tratamiento diurético, requieren una monitorización frecuente de los niveles sanguíneos de sodio,
potasio y magnesio. La presencia de hiponatremia persistente (Na < 135 mEq/L) tiene valor pronóstico. El estado ácido-base y/o la gasometría arterial son
de manejo sistemático en situaciones de descompensación. Hipopotasemia (K < 3,5 mEq/L) por diuréticos o hiperaldosteronismo secundario;
hiperpotasemia (K > 5,5 mEq/L) por insuficiencia renal, suplementos de K o por bloqueadores del SRAA
• Hepatograma: en general, muestra frecuentes elevaciones en las enzimas hepáticas y bilirrubina cuando existe congestión hepática, hipoalbuminemia,
situaciones de caquexia
• Hormonas tiroideas: se debe efectuar ante la sospecha de hipertiroidismo (frecuentemente acompañado de FA) o hipotiroidismo
• Serología para Chagas: es prácticamente una rutina en nuestro medio, especialmente en pacientes procedentes de zonas endémicas o ante la presencia
de bloqueo de rama derecha
• Detección de anticuerpos antimiocárdicos o de modificaciones en el proteinograma (IgG, IgM): puede ser de valor complementario diagnóstico en la
sospecha de miocarditis
• Péptidos natriuréticos: de utilidad para establecer el diagnóstico de IC en casos dudosos, provee valor pronóstico y podría ser útil para la monitorización
terapéutica
• Troponinas: pueden ser marcadores de riesgo tanto en los episodios agudos o crónicos de fallo cardíaco como en pacientes con etiología isquémica o
no isquémica.
11
El diagnóstico definitivo de IC es relativamente simple en los pacientes que se presentan con síntomas y sig-
nos típicos y, en cambio, puede ser dificultoso en el paciente con escasa manifestación sintomática y semiológica.
El antecedentes de alguna enfermedad cardíaca previa o la exposición a agente cardiotóxico es la regla. El ECG
raramente es normal y la radiografía de tórax puede mostrar cardiomegalia o congestión o ambas entidades.
Pero aun así, el diagnóstico puede ser esquivo y debe confirmarse o bien con biomarcadores, especialmente el
BNP o el NT-proBNP, o mediante una ecocardiografía (más difundida en nuestro medio).
Los puntos de corte para los PN pueden variar en los distintos laboratorios, pero en general se consideran
para descartar el diagnóstico: (11) 1) pacientes con presentación aguda: < 100 pg/mL para BNP; < 300 pg/
mL para NT-proBNP; 2) pacientes con presentación no aguda: < 35 pg/mL para BNP; < 125 pg/mL para NT-
proBNP.
Los puntos de corte son excelentes para descartar IC (alta sensibilidad y valor predictivo negativo); sin
embargo, múltiples causas cardíacas (síndromes coronarios agudos, la HVI, enfermedades miocárdicas, enfer-
medades valvulares, pericárdicas, FA, cirugía cardíaca y cardioversión) y no cardíacas (edad avanzada, anemia,
insuficiencia renal, apnea del sueño, neumonía grave, hipertensión pulmonar [HP], enfermedades críticas, sep-
sis, quemados, trastornos tóxico-metabólicos) pueden elevarlos y la obesidad puede disminuirlos.
- Capacidad funcional mediante prueba de ejercicio
La prueba de ejercicio (PEG) permite establecer en forma objetiva la gravedad de la alteración de la CF, mo-
nitorizar el progreso o la respuesta al tratamiento médico y tiene valor pronóstico. Los protocolos ergométricos
empleados más frecuentemente en la evaluación de pacientes con IC son el de Naughton (con descansos inter-
medios o sin ellos) y la prueba de la caminata de 6 minutos, útil para objetivar la CF (pacientes sintomáticos
con escasa semiología o lo contrario, pacientes oligosintomáticos congestivos) y para evaluación terapéutica (en
pacientes no añosos y considerando 10% de variabilidad entre pruebas).
La recomendación médica del tipo e intensidad de ejercicio físico que el paciente debe desarrollar en relación
con su cardiopatía, también puede ser avalada ocasionalmente por el estudio ergométrico.
El estudio del consumo directo de oxígeno es de mayor utilidad pronóstica que el resto de las pruebas
de ejercicio, considerando que agrega una medición objetiva que lo hace más reproducible al ser relativamente
independiente de los síntomas referidos por el paciente o de la interpretación del operador. Su utilización clínica
se encuentra prácticamente restringida a la estratificacón pronóstica de los pacientes evaluados para trasplante
cardíaco. (24)
- Ecocardiografía
El ecocardiograma-Doppler es, sin duda, la prueba diagnóstica de mayor valor aislado en pacientes con
IC y su utilización deber ser rutinaria en la evaluación inicial y el seguimiento tanto para pacientes que cam-
bian su situación clínica, como para quienes reciben tratamiento con fármacos que alteran la función cardíaca
o presentan remodelado reverso. (25) Permite la identificación de trastornos estructurales miocárdicos, valvu-
lares o pericárdicos o de los tres tipos y define la presencia de disfunción sistólica o diastólica ventricular o de
ambas. (26) La determinación del tamaño y función de VD así como el tamaño y dimensión de las aurículas es
de particular importancia. La medición de la vena cava resulta útil para la evaluación de la volemia y el estado
de precarga ventricular.
La medición de la FE y de los volúmenes ventriculares, preferentemente obtenida mediante cálculos bipla-
nares, es un parámetro fiable en la evaluación de la función ventricular sistólica (FS). El análisis de la motilidad
parietal puede demostrar alteraciones segmentarias que sugieran la etiología isquémica. El ecocardiograma
permite también la determinación hemodinámica no invasiva, con estimación del volumen minuto cardíaco,
presiones de llenado ventriculares y presiones pulmonares.
La ecocardiografía también puede tener áreas de incertidumbre, en especial en los pacientes con FS preser-
vada en quienes el diagnóstico requiere la presencia de 1) dilatación de la aurícula izquierda (volumen ≥ 34 mL/
m2), índices de función diastólica (FD) alterada: 2) E/e’ > 14, 3) e’ septal < 7 o e’ lateral < 10 o 4), velocidad
del jet (chorro) de regurgitación tricuspídea > 2,8 m/s (como expresión de hipertensión pulmonar). Dos o más
criterios se consideran diagnóstico de disfunción diastólica.(26) La HVI (masa > 95 g/m2 en la mujer y > 115 g/
m2 en el hombre) o la presencia de FA también pueden ayudar a establecer el diagnóstico.
El eco-estrés con dobutamina ha demostrado ser útil para la evaluación de isquemia o viabilidad miocár-
dica o de ambas y para determinar la reserva contráctil. (27–29) La evaluación ecocardiográfica con Doppler Table
tisular es de utilidad en el ajuste de la TRC y, en algunos casos, como complemento de la evaluación de la FS y
FD. (30) Las técnicas que miden la función de fibra (strain y strain rate) pueden servir para la evaluación de la ST
función ventricular y TRC.
New
La ecografía transesofágica tiene su indicación primaria cuando la ventana torácica es deficiente, se
requiere mayor definición en el estudio de disfunciones valvulares (en especial las protésicas) o se evalúa la mV
presencia de trombos auriculares. ST-s
El ecocardiograma tridimensional ha demostrado ser más preciso en la determinación de volúmenes ST h
ventriculares y FE que las técnicas ecográficas biplanares. Asimismo, en presencia de cardiopatías complejas
rati
(valvulares o congénitas) aporta información diagnóstica adicional.(31)
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- Biopsia endomiocárdica
Más allá de su utilización en pacientes receptores de trasplante cardíaco para la evaluación de rechazo mio-
cárdico, la biopsia hasta el momento no ha demostrado valor clínico considerable en el paciente con IC crónica;
su indicación es optativa (si un diagnóstico específico puede influir en la terapéutica) en situaciones como en
IC de reciente comienzo o rápidamente evolutiva o en ambos casos, cuya etiología sea indeterminada o hubiese
fuerte sospecha de miocarditis (particularmente de células gigantes, de mal pronóstico, generalmente refracta-
ria a tratamiento y rápida progresión).(39) Puede tener relativa utilidad en la determinación de toxicidad mio-
cárdica luego de quimioterapia con adriamicina o drogas similares o en la determinación de compromiso mio-
cárdico en enfermedades sistémicas (hemocromatosis, sarcoidosis, amiloidosis, endomiocardiofibrosis, u otras).
-Estudio electrofisiológico
El estudio de bradiarritmias o trastornos de conducción o ambos puede resultar de utilidad en la indicación
de un marcapaso definitivo. En el caso de las arritmias ventriculares, los principales objetivos del estudio son
confirmar el diagnóstico de taquicardia ventricular, definir el mecanismo, localizar el sitio de origen. Está indi-
cado en caso de realizar un procedimiento de ablación.
Las recomendaciones para el diagnóstico y la evaluación de la IC se detallan en la Tabla 2f.
BCRD: bloqueo de rama derecha; IECA: inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina; ARA II: antagonistas de los receptores de angioten-
sina II; INRA: antagonistas de la neprilisina y los receptores de la angiotensina; AA: antagonistas de aldosterona; BNP: péptido natriurético cerebral;
NT-proBNP: pro-BNP terminal; CDI: cardiodesfibrilador implantable; TRC: terapia de resincronización cardíaca; PEG: prueba de ejercicio; SPECT:
tomografía computarizada de emisión monofotónica; PET: tomografía por emisión de positrones; RM: resonancia magnética cardíaca.
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EN RIESGO DE INSUFICIENCIA
A B C D
ALTO RIESGO DE IC, PACIENTES ASINTOMÁTICOS ENFERMEDAD CARDÍACA IC REFRACTARIA QUE
SIN DAÑO CARDIACO CON: ESTRUCTURAL CON SÍNTOMAS REQUIERE INTERVENCIONES
ESTRUCTURAL - Infarto previo PREVIOS O ACTUALES DE IC: ESPECIALIZADAS:
NI SINTOMAS DE IC: - Remodelamiento VI, incluyendo
- Hipertensión arterial - HVI y FEVI disminuida. - Enfermedad cardíaca - Síntomas en reposo a pesar
Diabetes - Obesidad - Enfermedad valvular estructural conocida del máximo tratamiento
- Sind. Metabólico – - Cardiopatía congénitas no Disnea – Fatiga - médico, hospitalizados
Arteriosclerosis corregidas Tolerancia al ejercicio reducida recurrentemente o que no
Historia Familiar de - Enfermedad de Chagas pueden ser dados de alta de
Miocardiopatía-Cardiotoxinas - forma segura sin
Serología (+) para Chagas intervenciones especializadas
DESARROLLO DE SINTOMAS DE IC
IC ESTRUCTURAL REFRACTARIA EN
SINTOMAS DE IC
REPOSO
*Modificado de ACC/AHA 2005 Guideline update for the diagnosis and management of chronic heart failure in the adult. Circulation 2005;112:e154-e235.
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 15
Medidas generales
Las medidas generales, no farmacológicas, tienen tanta importancia como las farmacológicas y de su cumpli-
miento dependerá en gran parte el pronóstico de la enfermedad y la calidad de vida del paciente (Tabla 3a).
- Adherencia al tratamiento:
Solo el 20-60% de los pacientes con IC adhiere al tratamiento y esto constituye un verdadero problema. Se
debe priorizar la educación e informar al paciente y a su familia acerca de la enfermedad, sus síntomas, los con-
troles y los signos de descompensación estimulando el autocuidado, la consulta temprana y el cumplimiento de
las medidas generales y el tratamiento farmacológico. La educación es un proceso continuo y no de una única
consulta.
- Cuidado del peso:
Debe instruirse a los pacientes con signos congestivos para que controlen su peso diario. Los que aumenten
más de 2 kg en 3 días deben ser instruidos para que adhieran estrictamente a la dieta, aumenten la dosis de
diuréticos y consulten tempranamente.
En pacientes con sobrepeso u obesos se recomienda la reducción de peso. Sin embargo, en aquellos con IC
moderada-severa, no es conveniente indicar en forma rutinaria el descenso de peso.
- Ingesta de sodio:
Los pacientes con IC deben restringir la ingesta de sodio en la dieta. Sobre la base de la opinión de expertos,
los pacientes con IC sintomática deberían restringir la ingesta de sodio < 3 g/día y en aquellos con IC avanza-
da (estadio D) debería restringirse ≤ 2 g/día, particularmente si se encuentran con dosis elevadas de diuréticos
e hiponatremia.
- Ingesta de líquidos:
La restricción rutinaria de líquidos en pacientes estables, con síntomas leves o moderados, no parece brindar
un beneficio clínico. En pacientes con IC avanzada se recomienda restringirlos, no superando 1,5 a 2 litros/día
(incluidos los líquidos contenidos en los alimentos), especialmente cuando existe hiponatremia.
- Alcohol:
Los pacientes con IC debido a miocardiopatía alcohólica deben mantener una abstinencia absoluta de alco-
hol. A los pacientes con IC de otras causas se les puede permitir un consumo aproximado de 20 g/día (equivalen
a 300 mL de vino, 500 mL de cerveza o 1 medida de bebida blanca) medida que se reduce a la mitad en mujeres
o pacientes delgados.
- Tabaquismo:
Se debe recomendar el cese del tabaquismo a todos los pacientes con IC. Los servicios de supresión del taba-
quismo pueden ser de ayuda en estos pacientes y se debe considerar su derivación. Los suplementos de nicotina
y los fármacos no nicotínicos se pueden utilizar para mejorar la adherencia al abandono del tabaco.
- Vacunación:
Los pacientes con IC deberían recibir las vacunas antineumocócica y antigripal. La vacunación contra in-
fluenza debe repetirse anualmente, mientras que la vacuna antineumocócica solo debe repetirse en pacientes
mayores de 65 años vacunados antes de esa edad, si transcurrió un intervalo de 5 años o más desde la primera
dosis.(40) La inmunización con vacuna de 13 y de 23 serotipos puede otorgar una mayor protección. Los pa-
cientes que deben ser sometidos a procedimientos invasivos y cirugías deberían recibir inmunización contra
hepatitis B.
- Actividad física:
A todos los pacientes con IC clínicamente estable, sin síntomas en reposo y sin contraindicaciones se les
debe indicar actividad física aeróbica regular. (41) Los ejercicios programados o los programas de rehabilitación
cardiovascular pueden ser eficaces para mejorar el cuadro clínico, la tolerancia al esfuerzo y la evolución de los
pacientes con IC estable. (42,43)
- Actividad sexual:
No es conveniente restringir la actividad sexual a los pacientes con IC estable. Los inhibidores de la fosfo-
diesterasa (sildenafil, tadalafilo y similares) en ningún caso deben utilizarse en combinación con nitratos. Se
debe tener especial precaución en cuanto a su empleo en pacientes con hipotensión arterial, internaciones fre-
cuentes o que se encuentren en período de titulación de fármacos para el tratamiento de IC. (44)
- Trastornos del sueño:
Los pacientes con IC frecuentemente pueden tener apnea durante el sueño. En ellos se recomienda el des-
censo de peso si son obesos, la cesación tabáquica y la abstinencia de alcohol. En pacientes con apnea obstruc-
16 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGIA / VOL 84 SUPLEMENTO 3 / OCTUBRE 2016
tiva del sueño, el tratamiento con presión positiva continua en la vía aérea (C-PAP) ha demostrado mejorar la
función ventricular, pero los informes son de pocos pacientes. (45)
La apnea central del sueño, cuya forma más común es la respiración de Cheyne Stokes, se asocia con peor
pronóstico y elevada mortalidad en pacientes con IC. El estudio SERVE-HF demostró que, en los pacientes con
IC-FEr y apnea central del sueño, el uso de servoventilación adaptativa no solo no logra efectos beneficiosos
sino que podría aumentar la mortalidad cardiovascular, por lo que no se recomienda su utilización. (46)
- Viajes:
Los pacientes con IC avanzada no deben evitar viajar a lugares con gran altitud o climas extremos.
- Depresión:
En pacientes con IC ha sido comunicada una prevalencia de depresión clínicamente significativa del 20%.
Por ese motivo se recomienda la pesquisa y eventual tratamiento adecuado con intervenciones psicológicas y
farmacológicas de la depresión. (47) Debe ponerse especial cuidado en las interacciones farmacológicas y los
efectos adversos posibles con los fármacos antidepresivos.
- Programas de manejo de la IC:
Los programas de manejo o de asistencia multidisciplinaria de la IC tienen como objetivo optimizar la calidad
de la atención y la adhesión a las medidas de tratamiento, para mejorar la calidad de vida, la evolución clínica
y el pronóstico, y reducir las hospitalizaciones y el costo sanitario. Consisten en la educación del paciente y su
familia, junto con la vigilancia y el seguimiento frecuente, para mejorar la adhesión al régimen hiposódico, el
tratamiento farmacológico, las medidas de autocuidado y el estímulo a la actividad física y de recreo. Se pueden
detectar así los primeros signos de descompensación y promover una consulta temprana con la finalidad de dis-
minuir las hospitalizaciones. Esta estrategia puede implementarse y ser eficaz mediante equipos multidiscipli-
narios, clínicas ambulatorias específicas, o más simplemente por programas estructurados por vía telefónica con
enfermeras especializadas. (48,49) Los pacientes con IC-FEr en estadios avanzados son quienes más se benefi-
cian de estos programas y deberían ser evaluados y seguidos por centros o cardiólogos especializados, con expe-
riencia en el cuidado de esos enfermos. Se recomienda que los pacientes con IC sean incorporados a programas
de asistencia multidisciplinario debido a que esto ha demostrado reducir el riesgo de hospitalización. (50,51)
-Interacciones y contraindicaciones farmacológicas:
Debe tenerse especial cuidado en el manejo de las medicaciones que el paciente puede tomar por otros
motivos. Las tiazolidinas o glitazonas, los antiinflamatorios no esteroides o inhibidores de la COX-2, así como
diltiazem, verapamilo, flecainida y propafenona, pueden incrementar el riesgo de descompensación de la IC-FEr
y aumentar las hospitalizaciones.
En la Tabla 3a se resumen las recomendaciones de medidas generales no farmacológicas en la IC crónica.
Cesación tabáquica I C
No se recomienda el uso de servoventilación adaptativa en pacientes con IC-FEr y apnea central del sueño III B
No se recomienda el uso de: tiazolidinas, AINE, aliskiren, diltiazem, verapamilo, flecainida, propafenona, en pacientes III B
con IC-FEr
- Diuréticos
Los efectos sobre la morbimortalidad de los diuréticos del asa y tiazidas no han sido analizados en ECR. Sin em-
bargo, todos los ensayos clínicos de IC que evaluaron otras drogas los han incluido como parte del tratamiento.
(52–54) Son los fármacos que más rápidamente impactan en el estado clínico de los pacientes con IC, ya que
producen mejoría sintomática a corto plazo, mejoran la capacidad de ejercicio y reducen el riesgo de hospitali-
zación por IC.
• Se recomienda el uso de diuréticos en pacientes con IC y síntomas y signos de retención hidrosalina con el
objetivo de mejorar los síntomas y la capacidad de ejercicio y de reducir las hospitalizaciones por IC. (52)
Dosis y titulación
Inicialmente deben indicarse en dosis bajas e incrementarlas de acuerdo con los signos de retención hidrosalina
(incremento del peso y/o signos congestivos al examen físico) buscando la menor dosis efectiva necesaria para
cada paciente. (55) La titulación de dosis debe ser individualizada (CF y comorbilidades) para lograr un adecua-
do peso corporal (peso seco). En pacientes euvolémicos, asintomáticos, el fármaco podría ser temporariamente
discontinuado y el paciente puede ser entrenado para ajustar su dosis según control de peso diario y monitori-
zación de signos y síntomas de congestión (autocuidado y automonitorización).
Los diuréticos de asa generalmente son los agentes de primera línea en el tratamiento de la mayoría de los
pacientes con IC. Sin embargo, los tiazídicos pueden preferirse en pacientes hipertensos con ligera retención
hidrosalina que tengan buena función renal, ya que presentan un efecto antihipertensivo más duradero. El
agregado de AA, como la espironolactona, a los diuréticos de asa, además de potenciar su efecto diurético, con-
tribuye a prevenir la hipopotasemia que producen estos fármacos.
Ante la falta de respuesta al tratamiento con diuréticos deben descartarse algunos factores como la falta de
adherencia y la ingesta de sodio. Además, deben tenerse en cuenta otras estrategias que contribuyen a la elimi-
nación hidrosalina como la combinación de diuréticos. Esto consiste en asociar diuréticos tiazídicos a los de asa,
con el fin de bloquear la reabsorción distal de sodio, lo que puede resultar de particular utilidad en pacientes
con IC avanzada.
Por último, en pacientes con importante congestión, puede ser útil administrar diuréticos de asa por vía intrave-
nosa, ya sea en bolos intermitentes o en infusión continua. Esto ocurre especialmente en pacientes con IC aguda
o con reagudización de los síntomas de un cuadro crónico previo.
Efectos adversos
• Depleción de volumen
• Hipotensión arterial
• Deshidratación
• Insuficiencia renal
• Hiponatremia, hipopotasemia, hipomagnesemia
Tabla 3b. Recomendaciones para el tratamiento farmacológico de la Insuficiencia Cardíaca crónica con fracción de eyección re-
ducida
IECA: pacientes con disfunción ventricular izquierda asintomática con historia de infarto I A
IECA: pacientes con disfunción ventricular izquierda asintomática sin historia de infarto I B
ARA II: pacientes con IC-FEr leve a grave (CF I-IV) con intolerancia a los IECA I B
ARA II + IECA: pacientes con IC-FEr que persisten sintomáticos a pesar del tratamiento con dosis óptima de IECA y IIb B
AA: pacientes con FE ≤ 35% que persisten con síntomas (CF II-IV) a pesar del tratamiento con IECA (o ARA II) y BB I A
AA: pacientes que hayan sufrido un infarto (día 3 a 14), con FE < 40 % y con síntomas de IC o diabetes I B
INRA (Sacubitrilo/valsartán): en reemplazo de un IECA o ARAII, en pacientes con IC-FEr que siguen sintomáticos (CF I B
Ivabradina: pacientes con RS que persisten con FC > 70 lpm en reposo bajo tratamiento con dosis máximas toleradas IIa B
Ivabradina: pacientes con RS con FC >70 lpm en reposo, con contraindicaciones absolutas para tratamiento con BB IIa C
Digoxina: pacientes con FA con FC elevada a pesar del tratamiento con BB, o cuando estos no son tolerados IIa B
ACO: la selección de AVK o NOAC para pacientes con FA debe ser individualizada I C
ACO: no se recomienda en pacientes sin FA, evento tromboembólico previo, o evidencia de una fuente cardioembólica III B
AAS y otros antiagregantes: no están indicados en pacientes sin enfermedad arterial III B
IECA: inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina; IC-FEr: insuficiencia cardíaca con fracción de eyección reducida; CF: clase funcional;
ARA II: antagonistas de los receptores de angiotensina II; AA: antagonistas de aldosterona; FE: fracción de eyección del ventrículo izquierdo; INRA:
antagonistas de la neprilisina y los receptores de la angiotensina; BB: beta-bloqueantes; RS: ritmo sinusal; FC: frecuencia cardíaca; lpm: latidos por
minuto; FA: fibrilación auricular; HDZN: hidralazina; DNI: dinitrato de isosorbide; ACO: anticoagulación oral; AVK: anti-vitamina K; NOAC: antico-
agulantes orales no anti-vitamina K; AAS: aspirina.
Contraindicaciones
• Estenosis de arterial renal bilateral
• Potasio sérico > 5 mEq/L
• Creatinina sérica > 2,5 mg/dL
• Pacientes tratados con IECA y AA
Efectos adversos
• Deterioro de la función renal
• Hiperpotasemia
• Hipotensión sintomática
- Antagonistas de la aldosterona
La aldosterona es un modulador neurohormonal que desempeña un papel fundamental en la fisiopatología de
IC. Está demostrado que la dosis recomendada de los IECA no logra una supresión completa de la producción
de aldosterona. Cuando la actividad de la ECA es inhibida y la producción de angiotensina II reducida, puede
generarse un “fenómeno de escape de aldosterona”, la cual mediante sus efectos deletéreos sobre el sistema car-
diovascular favorece la progresión de la enfermedad y aumenta la mortalidad en esta población. De esta manera,
la combinación de un IECA (o un ARA II) y un AA logran una inhibición más completa del SRAA produciendo
beneficios clínicos adicionales en los pacientes con IC-FEr.
El estudio RALES incluyó pacientes graves, en CF III-IV, en los cuales demostró claros beneficios respecto de
la sobrevida y hospitalizaciones. (70) Los pacientes con IC leve (CF II) incluidos en el estudio EMPHASIS (71)
debían además presentar criterios de mayor gravedad, como historia de hospitalización cardiovascular en los
últimos 6 meses o niveles de PN aumentados, y, si la FE se encontraba entre 30-35%, el QRS debía ser superior
a 130 ms como expresión de mayor daño miocárdico. En estos pacientes, el tratamiento con AA reduce la mor-
talidad total, la muerte cardiovascular (incluida la muerte súbita y por progresión de IC) y las internaciones por
IC cuando se agrega a la terapia existente, incluyendo un IECA o ARA II (pero no ambos) y un BB.
Las indicaciones de los AA en la IC-FEr son las siguientes:
• Pacientes con FE ≤ 35% que persisten con síntomas (CF II-IV) a pesar del tratamiento con IECA (o ARA II)
y BB, a menos que existan contraindicaciones o no sean tolerados.(9,10,71)
• Pacientes que hayan sufrido un IAM (día 3 a 14), con FE < 40% y con síntomas de IC o diabetes. (72)
Tabla 3c. Dosis de las drogas de uso común en la Insuficiencia Cardíaca con Fracción de Eyección reducida
o.d.: una vez al día; b.i.d.: dos veces por día; t.i.d.: tres veces al día;
IECA: inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina;
ARA II: antagonistas de los receptores de angiotensina II; AA: antagonistas de aldosterona;
INRA: inhibidores de la neprilisina y de los receptores de angiotensina.
Contraindicaciones
• Potasio sérico > 5 mEq/L
• Creatinina sérica > 2,5 mg/dL o filtrado glomerular ≤ 30 mL/min/1,73 m2
• Tratamiento concomitante con diuréticos que aumentan el potasio o suplementos de potasio
Efectos adversos
• Hiperpotasemia: si el nivel de potasio es mayor de 5,5 mEq/L, debe disminuirse la dosis a la mitad. Si au-
menta por encima de 6 mEq/L, debe suspenderse y realizarse el tratamiento específico de la hiperpotasemia.
Reiniciar el tratamiento con AA o aumentar a la dosis previa cuando en nivel de potasio sea < 5 mEq/L.
• Deterioro de la función renal: si los niveles de creatinina sérica aumentan hasta 2,5-3,0 mg/dL o hasta un
50% del valor basal, debe reducirse la dosis del AA a la mitad y evaluar los niveles de creatinina dentro de las
2 semanas. Si el incremento es superior a 3,5 mg/dL o aumenta un 100% del valor basal o la TFG disminuye
a < 20 mL/min/1,73 m2, debe suspenderse y realizarse el tratamiento específico de la insuficiencia renal.
• Ginecomastia: en este caso se recomienda el reemplazo de espironolactona por eplerenona.
maladaptativas. (74)
Se necesita por ende una inhibición dual, tanto de la NEP como de la angiotensina II, para modificar la
evolución de la enfermedad y esto se logró con el compuesto LCZ696 que contiene sacubitrilo y valsartán. El
sacubitrilo, por medio de su metabolito activo LBQ657, inhibe la NEP aumentando los niveles del BNP y el
valsartán bloquea el receptor AT1 de la angiotensina antagonizando los efectos del SRAA.
El estudio PARADIGM-HF investigó los efectos a largo plazo del sacubitrilo/valsartán comparado con ena-
lapril en pacientes sintomáticos con IC-FEr. La población incluida debía además presentar niveles de PN au-
mentados (BNP ≥ 150 pg/ mL y/o NT-proBNP ≥ 600 pg/mL) o, en caso de haber tenido una internación previa
en el último año, BNP ≥ 100 pg/ mL y/o NT-proBNP ≥ 400 pg/mL. Además debían tener una tasa de filtrado
glomerular ≥ 30 mL/min/1,73 m2 de superficie corporal y tolerar enalapril 10 mg 2 veces por día, y sacubitrilo/
valsartán 200 mg dos veces por día, durante el período de preinclusión (run in). (75)
Este estudio demostró que la inhibición combinada de la NEP y del receptor de la angiotensina II es supe-
rior a la inhibición aislada del SRAA al producir mayor reducción de muerte cardiovascular, incluida la muerte
súbita (MS) y por progresión de IC, hospitalización por IC y mortalidad total, y al mejorar la calidad de vida de
pacientes con IC-FEr, cuando se adjunta a la terapia existente incluyendo BB (betabloqueantes) y AA.
Un subestudio demostró que la eficacia del sacubitrilo/valsartán se mantiene por sobre el enalapril aun con
dosis menores que la dosis objetivo de esta droga. (76)
Indicaciones
• El sacubitrilo/valsartán se recomienda en pacientes ambulatorios con IC-FEr que se encuentren sintomáti-
cos (CF II-III) bajo tratamiento óptimo con IECA (o ARA II), BB y AA, en reemplazo de un IECA o ARA II,
a menos que existan contraindicaciones o que no sea tolerado. (11,75–77)
Contraindicaciones
• Historia de angioedema
• Insuficiencia renal grave, definida como TFG ≤ 30 mL/min/1,73 m2
• Uso concomitante con IECA o ARA II
• Presión arterial sistólica < 100 mm Hg
• Potasio sérico > 5,0 mEq/L
Dosis y titulación
Véanse Tabla 3c y Tabla 3d.
• Se debe dejar transcurrir un período de lavado de 36 horas entre la interrupción del IECA y el inicio de
sacubitrilo/valsartán a fin de minimizar el riesgo de angioedema. Está contraindicado el tratamiento de
IECA adicionado a sacubitrilo/valsartán.
• Como recomendación general y debido a que se trata de una nueva droga, sugerimos comenzar en la mayoría
de los pacientes con la dosis de 50 mg dos veces al día prestando especial atención en aquellos pacientes más
graves y con tendencia a la hipotensión. En etapas sucesivas de 2 a 4 semanas debe incrementarse la dosis
a 100 mg c/12 horas y luego a 200 mg c/12 horas de acuerdo con la tolerancia, presión arterial y función renal,
entre otros parámetros.
Efectos adversos
• Angioedema: debe discontinuarse la droga inmediatamente y no administrarse nuevamente.
• Hipotensión arterial sintomática: debe tenerse especial cuidado, ya que este fármaco demostró ser más
hipotensor que el enalapril. En caso de hipotensión sintomática, deberá reducirse la dosis del fármaco o de
ser necesario interrumpirse temporariamente dependiendo del estatus clínico del paciente.(75)
• Cabe destacar que no existen evidencias de beneficio de esta droga en pacientes en CF IV.
• Deterioro de la función renal: se deben monitorizar los niveles de creatinina y respetar las mismas directri-
ces descriptas para los inhibidores del SRAA (IECA, ARA II o AA).
• Hiperpotasemia: se deberá monitorizar el potasio sérico periódicamente y, frente a su aumento, se deben
seguir las mismas indicaciones que para los inhibidores del SRAA.
• No se han demostrado efectos adversos por disminución de la degradación de péptidos betaamiloides a nivel
cerebral ni ha sido informado déficit cognitivo alguno como efecto adverso; no obstante se aguardan resulta-
dos de estudios específicos sobre el tema.
- Betabloqueantes
Los BB demostraron disminuir la mortalidad, tanto por muerte súbita como por progresión de la IC, reducen
las hospitalizaciones, mejoran la función ventricular y la capacidad de ejercicio en pacientes sintomáticos con
IC-FEr.
Deben recibir BB:
• Pacientes con IC-FEr leve a grave (CF I-IV), a menos que existan contraindicaciones o no sean tolerados.
(78–87).
22 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGIA / VOL 84 SUPLEMENTO 3 / OCTUBRE 2016
• Pacientes con disfunción ventricular asintomática y antecedentes de infarto de miocardio, para evitar o re-
trasar la aparición de IC o prolongar la vida.
• Pacientes con disfunción ventricular asintomática secundaria a miocardiopatía no isquémica, aunque en
estos casos la evidencia es menor.
Dosis y titulación
En los pacientes que se internan debido a un empeoramiento de la IC puede ser necesaria una reducción en
la dosis de BB. En situaciones graves puede considerarse la interrupción temporal. Tan pronto como el paciente
esté clínicamente estable se comenzará nuevamente con la terapia en bajas dosis y luego titularse. Si es posible,
esto debe efectuarse antes del egreso hospitalario del paciente.
Los BB son complementarios a los IECA. Su inicio puede ser conjunto, posterior o previo a ellos. Deben titularse
intentando llegar a las dosis objetivo que demostraron sus efectos beneficiosos en los estudios aleatorizados.
Los BB indicados para el tratamiento de la IC son: carvedilol, bisoprolol, metoprolol (de acción prolongada) y
nebivolol (véase Tabla 3c). (88–90)
Contraindicaciones
• Asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica: es una contraindicación relativa. Debe evaluarse la reac-
tividad bronquial y elegirse fármacos selectivos. (78)
• Bloqueo aurículo-ventricular (BAV) de segundo o tercer grado
• Enfermedad del nódulo sinusal
• Bradicardia sinusal (FC < 50 lpm)
Efectos adversos
• Empeoramiento de los síntomas de IC: en este caso debe considerarse el aumento de la dosis de diuréticos y
tratar de continuar el tratamiento con BB. En algunos casos puede ser necesario disminuir la dosis.
• Bradicardia extrema: realizar un ECG para excluir trastornos en la conducción aurículo-ventricular. Con-
siderar también la suspensión de digoxina u otros fármacos que provoquen bradicardia (calcioantagonistas
no dihidropiridínicos, antiarrítmicos entre ellos la amiodarona) si el paciente los estuviese recibiendo.
• Hipotensión sintomática: considerar el ajuste de todo el tratamiento concomitante. Si es asintomática no
debe tratarse.
Betabloqueantes en pacientes con fibrilación auricular
Los BB constituyen uno de los pilares del tratamiento estándar en pacientes con IC-FEr, previenen nuevos
episodios de FA o su recurrencia en pacientes con IC luego de IAM. Las guías de FA los recomiendan para el
control de FC a fin de reducir síntomas relacionados con la arritmia, sin mejorar el pronóstico.
El boqueo beta es recomendación clase I para pacientes con IC-FEr. Sin embargo, en la mayoría de los traba-
jos, el beneficio se ha observado principalmente en pacientes con ritmo sinusal. Varios metaanálisis intentaron
responder a la pregunta si los BB en IC-FEr y FA son igualmente eficaces que con ritmo sinusal. El metaanálisis
de Rienstra analizó el efecto de los BB en pacientes con IC y FA. De los 8680 pacientes analizados, el 19% tenían
FA (1677 p). Se concluye que el efecto del bloqueo beta, sobre la mortalidad y las hospitalizaciones, en pacientes
con IC y FA es menor que en aquellos con ritmo sinusal. La limitación surge del número de pacientes incluidos
con FA, el que resulta pequeño para un análisis de sobrevida. (91)
Por otro lado, el Grupo colaborativo de BB en IC publicó un metaanálisis de los principales ensayos aleato-
rizados de IC, que incluyó 18.254 pacientes, de los cuales el 17% (3066) presentaban FA. Pudo observarse un
beneficio consistente en el grupo BB vs. placebo para la mortalidad total y readmisiones en pacientes con ritmo
sinusal, pero estas diferencias no fueron significativas en el grupo con FA.(92) A partir de lo anterior puede
decirse que los pacientes con IC y FA son más graves, tienen más admisiones hospitalarias, mayor duración de
la estancia y tasas de mortalidad superiores en comparación con los de ritmo sinusal. Los pacientes con IC-FEr
y ritmo sinusal obtienen claros beneficios asociados al tratamiento con BB. A diferencia de estos, los pacientes
con FA no mostraron un impacto significativo sobre mortalidad por todas las causas, mortalidad cardiovascular
y hospitalizaciones de causa cardiovascular o por IC.
Los resultados de estos dos metaanálisis cuestionan el uso preferencial de los BB para el control de la FC en pa-
cientes con FA. Sin embargo, el número de pacientes incluidos con FA, solamente evaluada por ECG de ingreso,
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 23
no alcanza para sacar conclusiones que puedan generalizarse a toda la población de pacientes con FA e IC. Al
no aumentar el riesgo en este subgrupo, los BB se recomiendan para control de la frecuencia en pacientes con
disfunción ventricular izquierda y FA.
- Ivabradina
La ivabradina es un inhibidor de los canales If del nódulo sinusal que reduce la frecuencia cardíaca, sin acompa-
ñarse de otros efectos hemodinámicos. Por lo tanto, solo se debe utilizar en pacientes con ritmo sinusal (RS). En
el estudio SHIFT, la ivabradina redujo el punto final combinado de mortalidad y la hospitalización por IC en los
pacientes con IC y FE ≤ 35%, en RS y con una FC ≥ 70 latidos por minuto (lpm) que habían sido hospitalizados
por IC en los 12 meses previos y que recibían tratamiento con la dosis máxima tolerada de BB, IECA (o ARA II)
y AA. (93)
Se encuentra indicada en pacientes con IC-FEr y RS:
• que persisten con FC ≥ 70 lpm en reposo bajo tratamiento con dosis máximas toleradas de BB, además de
IECA o ARA II y AA (93,94)
• con FC ≥ 70 lpm en reposo, con contraindicaciones absoluta para tratamiento con BB.(93,94)
Dosis y titulación
Las dosis deben ser de 5 a 7,5 mg dos veces por día (véase Tabla 3c).
Efectos adversos
• Gastrointestinales: náuseas, vómitos
• Alteraciones visuales: visión borrosa, fosfenos
• Trastornos psiquiátricos
• Bradicardia
• Aumento de la incidencia de fibrilación auricular (debe suspenderse si desarrolla arritmia)
- Digoxina
Varios estudios recientes sugieren un mayor riesgo potencial de eventos (hospitalizaciones y mortalidad) en pa-
cientes con FA que reciben digoxina; sin embargo, este punto sigue siendo controvertido. En un metaanálisis, la
digoxina no presenta efectos deletéreos sobre la mortalidad, en pacientes con FA e IC-FEr. En cuanto al control
de la FC en pacientes con FA, se estima que es recomendable una frecuencia ventricular de 70 a 90 lpm. No hay
evidencia de que disminuya la mortalidad aunque sí las hospitalizaciones por IC o por cualquier causa. (95–97)
Se recomienda el uso de Digoxina en IC-FEr:
• Pacientes con FA y FC elevada a pesar del tratamiento con BB, o cuando estos no son tolerados.(98)
• Pacientes con ritmo sinusal que persisten con síntomas a pesar de tratamiento con IECA (o ARA II), BB y
AA a fin de reducir las internaciones por IC. (98)
Dosis y titulación
La dosis habitual de digoxina oral es de 0,125 a 0,25 mg/día con función renal normal. En gerontes debe ajus-
tarse según la clearance (depuración) de creatinina y puede variar entre 0,0625 y 0,125 mg/día. De ser posible,
debe tenerse estricto control con la digoxinemia, ya que valores mayores de 1 ng/mL sobre todo en gerontes,
mujeres, pacientes con menor masa muscular y alteración de la función renal aumentan el riesgo de mortalidad.
Debe mantenerse un rango entre 0,5-0,9 ng/mL.
Contraindicaciones
• BAV de 2.° o 3.er grado, sin marcapasos permanente
• Síndrome de preexcitación
• Evidencia previa de intolerancia a la digoxina
Efectos adversos
• Bloqueo sinoauricular y BAV
• Arritmias auriculares y ventriculares, especialmente en presencia de hipopotasemia
• Signos de toxicidad: confusión mental, náuseas, anorexia y disturbios visuales
• Hipotensión arterial sintomática: considerar el ajuste en las dosis de la medicación concomitante. Si es asin-
tomática no requiere intervención
• Pleuritis, pericarditis
• Fiebre
• Exantema súbito
• Síndrome similar al lupus eritematoso sistémico
- Estatinas
Los inhibidores de la HMG CoA reductasa, llamados comúnmente estatinas, tienen una indicación Clase I (ni-
vel de evidencia A) en pacientes con SCA reciente, de acuerdo con lo indicado en las guías de SCA. (102) En la
IC se indican habitualmente para pacientes con IC causada por enfermedad coronaria, donde no demostraron
reducir la mortalidad pero sí las hospitalizaciones por causas cardiovasculares. Sin embargo, no están indicados
en pacientes con IC de etiología no isquémica. (103–105)
-Amiodarona
Su indicación en pacientes con IC-FEr quedaría reducida a aquellos con episodios de FA, para reducir su in-
cidencia, inducir la reversión farmacológica y el mantenimiento del ritmo sinusal luego de una cardioversión.
Esta droga también podría ser de utilidad para reducir el número de choques en pacientes con CDI.
- Tratamiento antitrombótico
La anticoagulación oral (ACO) puede realizarse con antagonistas de la vitamina K (AVK) (acenocumarol, war-
farina) o los nuevos anticoagulantes no antagonistas de vitamina K (NOAC) (dabigatrán, apixabán, o rivaroxa-
bán). Los NOAC no deben usarse en pacientes con prótesis valvulares mecánicas o estenosis mitral. (107–110)
En pacientes con IC-FEr, se recomienda ACO en las siguientes situaciones:
• Pacientes con FA (paroxística, permanente, persistente). (111)
• La selección de un agente anticoagulante AVK o NOAC para pacientes con FA e IC-FEr debe ser individu-
alizada sobre la base de factores de riesgo, edad, peso, función renal y otras condiciones clínicas, tolerabili-
dad, interacciones medicamentosas, costo, la preferencia del paciente, su lugar de residencia y acceso a con-
troles hematológicos.
• Pacientes con embolia sistémica. (112,113)
• No se recomienda ACO en pacientes con IC-FEr crónica sin FA, evento tromboembólico previo o evidencia
de una fuente cardioembólica. (114–116)
Con el uso rutinario de aspirina (AAS) existe un riesgo aumentado de descompensación, por lo que no debe
indicarse en forma sistemática tratamiento antiagregante oral en pacientes con IC. La aspirina no debe suspen-
derse en los pacientes con enfermedad vascular. (116)
de digoxina y baja de betabloqueantes. Ninguno de estos criterios citados es por sí solo definitorio, pero la pre-
sencia de varios de ellos en el mismo paciente, sobre todo cuando no son corregibles con ninguna intervención
e implican una alta mortalidad al año, puede señalar que la colocación del CDI no rendirá los frutos esperados.
Los autores del MADIT II también intentaron categorizar el beneficio según subgrupos. Con los datos de
los 467 pacientes de la rama tratamiento médico se generó un score con 5 predictores independientes de mor-
talidad: edad superior a 70 años, FA, nitrógeno ureico en sangre mayor de 26 mg/dL (lo cual implica una urea
plasmática mayor de 55 mg/dL), CF mayor de II y QRS mayor de 120 ms. 133) Cada condición sumaba 1 punto.
Entre aquellos con puntaje 0 (el 29% del total), la mortalidad a 2 años fue del 8% en la rama tratamiento médico
y 9% en la rama CDI; es decir que en los pacientes de muy bajo riesgo, el CDI no disminuyó la mortalidad. Este
dato es diferente del revelado por el análisis del SCD-HeFT, en el que −en pacientes con bajo riesgo− el CDI
fue eficaz. En los pacientes con puntaje ≥1, la mortalidad fue del 27% con tratamiento médico y 15% con CDI;
en aquellos con puntaje 1 o 2 (un 52% del total), la reducción de la mortalidad fue de alrededor del 60%; en los
pacientes con puntaje 3 o más (el 14% del total), la reducción de la mortalidad fue de un 20%. Ambos estudios
coinciden en que los pacientes con muy alto riesgo de mortalidad no se benefician; el análisis del MADIT II ex-
tiende la observación a aquellos de riesgo muy bajo. Si nos atenemos a los datos del SCD-HeFT, hay un 20% de
pacientes con riesgo tan alto que en ellos el CDI no impresiona como eficaz. Si consideramos el análisis del MA-
DIT II, el beneficio se concentra en poco más del 50% de los pacientes con riesgo intermedio, y hay una tercera
parte de los pacientes, en los que −por riesgo muy bajo o insuficiencia renal marcada− la colocación del CDI no
está indicada. ¿Resuelven estos análisis el problema? No, porque son retrospectivos y deberían validarse pros-
pectivamente. Por otra parte, se refieren a poblaciones y son ilustrativos, pero no aluden al paciente individual,
en el que sin duda también se deben tener en cuenta otras características.
Las recomendaciones para la prevención primaria y secundaria de la MS en pacientes con IC-FEr, se detallan
en la Tabla 4a.
Tabla 4a. Recomendaciones para la prevención de muerte súbita mediante el implante de CDI en pacientes con IC-FEr
Prevención secundaria:
Sobrevivientes de un paro cardíaco debido a FV o episodio documentado de TVS con inestabilidad hemodinámica o I A
síncope de origen desconocido, habiendo descartado causas reversibles del evento en pacientes con expectativa de
Prevención primaria: I A
Pacientes con IAM previo de al menos 40 días de evolución, FE ≤ 35%, en CF II-III bajo tratamiento médico óptimo y
con expectativa de vida de al menos un año con aceptable calidad de vida, cuidadosamente seleccionados
Pacientes con IC de etiología no isquémica, FE ≤ 35%, en CF II-III bajo tratamiento médico óptimo y expectativa de IIa B
Pacientes con IAM previo de al menos 40 días de evolución, FE ≤ 30%, asintomáticos (CF I) bajo tratamiento médico I B
óptimo y con expectativa de vida de al menos un año con aceptable calidad de vida cuidadosamente seleccionados
Deben optimizarse los protocolos de choque para evitar descargas precoces o inapropiadas y mejorar el pronóstico IIa B
Un CDI tiene beneficio incierto en mejorar significativamente la sobrevida en pacientes con riesgo elevado de muerte IIb B
no súbita como aquellos con múltiples internaciones, extrema fragilidad o comorbildades severas
Pacientes con disfunción ventricular en la fase precoz de un IAM (antes de los 40 días de evolución) III A
CDI: cardiodesfibrilador implantable; IC-FEr: Insuficiencia Cardíaca con fracción de eyección reducida; FV: fibrilación ventricular;
TVS: taquicardia ventricular sostenida; FE: fracción de eyección del ventrículo izquierdo; CF: clase functional; IAM: infarto agudo de miocardio.
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 27
El estudio RAFT seleccionó pacientes en CF II-III, con indicación de CDI para prevención primaria o se-
cundaria, a pesar de tratamiento médico óptimo, con FE ≤ 30%, QRS ≥ 120 ms con ritmo propio, o ≥ 200 ms si
tenían colocado un marcapasos, de etiología isquémica o no isquémica, en RS o con aleteo o FA. (137) Se asigna-
ron los pacientes en forma aleatoria a que recibieran solamente CDI o CDI más resincronizador. A partir de la
publicación del estudio CARE-HF en 2005, se dejó de incluir a pacientes que se encontraran en CF III, y desde
entonces y hasta la finalización del estudio fueron incluidos solamente pacientes en CF II. Fueron incorporados
1798 pacientes, el 80% en CF II, con FE promedio 22,6%. El punto final primario (muerte u hospitalización por
IC) se dio en el 40,3% en la rama CDI y el 33,2% entre aquellos que recibieron CDI-TRC, con una reducción de
riesgo del orden del 25%. Hubo una disminución significativa de la mortalidad por cualquier causa y la hospita-
lización por IC. En los pacientes en CF II se vio una reducción significativa de todos los puntos finales: primario
y secundarios. Entre los pacientes en CF III se evidenció una disminución del punto final primario, pero no una
reducción significativa de la mortalidad por cualquier causa, pese a un 6% de diferencia en términos absolutos
con una reducción de riesgo del 21% (p = 0,14). A 5 años hubo una reducción general de la mortalidad total,
del 34,6% en la rama CDI vs. el 28,6% en la rama CDI-TRC: 6 muertos menos por cada 100 pacientes en el
seguimiento a 5 años. Los efectos no fueron similares en todos los subgrupos. El resultado fue diferente según
la duración del QRS: en los que tenían un QRS intrínseco menor de 150 ms no hubo diferencias entre CDI y la
combinación CDI-TRC. Por el contrario, la terapia combinada y, específicamente, la TRC ejerció un efecto claro
en los pacientes con QRS ≥ 150 ms. También fue mayor el beneficio en los pacientes con más baja FE y en los
que tenían BRI, mientras que por el contrario en los pacientes con bloqueo de rama derecha o trastornos inespe-
cíficos o QRS marcapaseado no hubo efecto claro. Se beneficiaron sobre todo los pacientes con RS o marcapaseo
auricular respecto de aquellos que tenían FA o aleteo auricular.
En el contexto de pacientes con FE deprimida y QRS angosto se conocieron dos nuevos ensayos. El estudio
LESSER EARTH evaluó el efecto de la TRC en pacientes con FE ≤ 35% y QRS < 120 ms sobre el tiempo de
ejercicio. (138) Con solo 85 pacientes incluidos fue suspendido por futilidad (no hubo mejoría en el punto final
primario, ni en volúmenes ventriculares o FE) y por evidenciarse efectos adversos (ensanchamiento del QRS,
disminución de la distancia recorrida en caminata de 6 minutos y tendencia a exceso de hospitalizaciones por
IC) en la rama activa. El estudio ECHO CRT incorporó pacientes con FE ≤ 35% y QRS < 130 m y su punto final
primario fue muerte u hospitalización por IC. (139) Cuando se habían incorporado 809 pacientes, el estudio
fue suspendido tras un seguimiento medio de 19 meses, por falta de diferencia en el punto final y evidencia de
mayor mortalidad (11,1% vs. 6,4%, p = 0,02).
En 2014 se conoció el seguimiento extendido de los pacientes del estudio MADIT CRT. (140) El estudio fina-
lizó en junio de 2009; se decidió un seguimiento extendido de los 1691 sobrevivientes hasta septiembre de 2010
(fase 1), y luego prolongarlo aún más, tarea cumplida hasta septiembre de 2013 en 854 pacientes de los centros
que consintieron participar (fase 2). El punto final primario fue muerte de cualquier causa y el secundario, un
evento no mortal vinculado con IC, o el compuesto de muerte y evento no mortal. La mediana de seguimiento
tras la finalización del estudio fue de 5,6 años. Al considerar el seguimiento desde la inclusión inicial (en los
1818 pacientes con ECG de ingreso disponible) hasta la finalización de la fase 2 en los 854 pacientes citados, sur-
gió clara diferencia en la evolución de acuerdo con la presencia o no de BRI en seguimiento total a 7 años. Entre
los 1281 pacientes con BRI a los 7 años, la mortalidad de cualquier causa fue del 18% en la rama CDI-TRC y del
29% en la rama CDI (HR ajustado 0,59, IC 95% 0,43-0,80; p < 0,001). También hubo reducción de la incidencia
de eventos no mortales, con un HR ajustado de 0,38 (IC 95% 0,30-0,48; p < 0,001). Estos resultados se vieron
independientemente de la etiología, el género y el ancho del QRS. En cambio, en los 537 pacientes sin BRI no
hubo diferencia de mortalidad ni de eventos no mortales en el seguimiento a 7 años. Este estudio revela que en
pacientes no tan enfermos era necesario el paso del tiempo para evidenciar beneficio en puntos finales duros.
Los datos pueden contribuir a aumentar la fuerza de indicación en pacientes en CF II. La diferencia a favor de
los pacientes con BRI confirmó lo ya descripto en otros estudios.
En conclusión, a) comparada con tratamiento médico, la TRC disminuye significativamente la mortalidad,
un 27%. (141) Recordemos que estos estudios se llevaron a cabo predominantemente en pacientes en CF III-
IV; b) la terapia combinada CDI-TRC respecto de CDI aislado se traduce en una reducción significativa de la
mortalidad del orden del 17%.(141,142) En los pacientes en CF I-II, la reducción de mortalidad con la terapia
combinada es significativa, del orden del 19 al 20%. Esa reducción es claramente significativa para los pacien-
tes en CF II, de un 22%, pero no alcanza a haber significación estadística para el 15% de disminución en los
pacientes en CF I. (143)
Diferentes criterios se emplean para decidir el implante del resincronizador. Un análisis del MADIT CRT
generó un puntaje con 7 variables asociadas a mayor remodelado inverso e incremento de la FE con el implante:
sexo femenino, etiología no coronaria, BRI, QRS ≥ 150 ms, hospitalización previa por IC, volumen de fin de diás-
tole del VI ≥ 125 mL/m2 y volumen de aurícula izquierda ≤ 40 mL/m2. (144) Se asignó un valor de 2 a cada una
de las variables, excepto 1 a la hospitalización y 3 al volumen de aurícula izquierda, para un total de 14 puntos.
Aquellos con puntaje entre 0 y 4 no tuvieron mejoría pronóstica, que en cambio fue progresivamente mayor con
el aumento del puntaje.
28 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGIA / VOL 84 SUPLEMENTO 3 / OCTUBRE 2016
Un metaanálisis de datos individuales de 3872 pacientes de los estudios MIRACLE, MIRACLE ICD, CARE
HF, REVERSE y RAFT evidenció que el efecto de la TRC sobre mortalidad e internación por IC se hace claro a
partir de una duración de QRS de 140 ms y que, tras ajustar por ella, el efecto de la terapia es independiente de
edad, sexo, clase funcional, etiología o morfología del QRS, sugiriendo que la patente de BRI no implica per se
mayor éxito del tratamiento. (145)
El BLOCK-HF fue un estudio multicéntrico, aleatorizado, doble ciego, que incluyó pacientes con indicación
de marcapasos definitivo, evidencia de BAV de segundo o tercer grado, o un PR ≥ 300 ms a FC > 100 latidos/
minuto, en los que se presumía, por lo tanto, que el ritmo predominante sería el de marcapasos. (146) Debían
tener una FE ≤ 50% y CF I a III, y carecer de indicación estándar de TRC. Se les colocó marcapasos biventricular
(con cardiodesfibrilador, si estaba indicado) y se los adjudicó aleatoriamente a estimulación biventricular o ex-
clusiva en ventrículo derecho. El punto final primario del estudio fue muerte por cualquier causa, tratamiento
de urgencia de IC con drogas intravenosas o un aumento del índice de volumen de fin de sístole ≥ 15%. Entre
2003 y 2011, el implante del dispositivo se intentó en 809 pacientes; resultó exitoso en 758 (93,7%), pero fueron
efectivamente aleatorizados 691 pacientes. La FE media fue del 40%, y el 73% se encontraba en CF I-II. En
seguimiento medio de 37 meses, considerando solamente a aquellos en los que se dispuso del dato de volumen
de fin de sístole, el punto final primario ocurrió en un 45,8% con estimulación biventricular vs. 55,6% con esti-
mulación ventricular derecha, una diferencia altamente significativa. También fue significativa la diferencia en
un punto final secundario de muerte u hospitalización (32,9 vs. 37,7%). El estudio BLOCK-HF tiene trascen-
dencia clínica, pues contesta una pregunta que hasta su publicación no tenía una respuesta clara en las guías
de práctica. Confirma el efecto perjudicial que la estimulación ventricular derecha aislada tiene en los pacientes
con baja FE y señala que, si el ritmo de marcapasos predomina, debe preferirse la estimulación biventricular.
La resincronización mediante el implante de un electrodo en el endocardio del VI por vía transeptal es una
práctica que se realiza en Europa y Latinoamérica, especialmente ante el fallo o la no respuesta a la TRC con-
vencional. Se logra una resincronización ventricular más homogénea imitando la despolarización normal de
endocardio a epicardio y mayor mejoría en la función ventricular. (147) En el estudio ALSYNC, los pacientes
estimulados de esta forma e incluidos por ser no respondedores a la TRC convencional mejoraron en un 48% la
CF (NYHA) y un 53% FS del VI a los 6 meses de seguimiento. (148)
Las indicaciones de la TRC y el nivel de evidencia que las sustenta se describen en la Tabla 4b. Debe
considerarse al momento de la indicación de TRC que la mayoría de estos pacientes tienen además indicación
de CDI.
Pacientes en CF II-IV bajo tratamiento médico óptimo, con FE ≤ 35%, RS y QRS ≥150 mseg, con morfología I A
de BRI
Pacientes en CF II-IV bajo tratamiento médico óptimo, con FE ≤ 35%, RS y QRS 130-149 mseg, con IIa B
morfología de BRI
Paciente con BAV de alto grado y FE reducida, en quien debe implantarse un marcapasos definitivo IIa B
Paciente con marcapaso o CDI en quien la estimulación ventricular permanente genera mayor disfunción IIa C
Paciente en CF II-IV (al menos 6 meses de evolución) bajo tratamiento médico máximo, con FE ≤ 35%, RS y IIa B
Pacientes en CF II-IV (al menos 6 meses de evolución) bajo tratamiento médico máximo, con FE ≤ 35%, RS y IIb B
Paciente en CF III-IV (al menos 6 meses de evolución) bajo tratamiento médico máximo, con FE ≤ 35%, IIb B
con FA y QRS ≥ 130 mseg. Es necesario generar un BAV farmacológico o por ablación del nódulo A-V para
asegurarse que la mayoría de los latidos van a ser generados por el resincronizador
La TRC está contraindicada en pacientes con QRS < 130 mseg III B
TRC: terapia de resincronización Cardíaca; CF: clase functional; FE: fracción de eyección del ventrículo izquierdo; RS: ritmo sinusal;
BRI: bloqueo de rama izquierda; BAV: bloqueo aurículo-ventricular; FA: fibrilación auricular; A-V: aurículo-ventricular.
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 29
Tabla 5a. Definiciones de la Insuficiencia Cardíaca según la fracción de eyección del ventrículo izquierdo*
Clasificación FE Descripción
IC-FEp ≥ 50% La evidencia es escasa. El tratamiento se centra en los síntomas y las comorbilidades
IC-FErm o limítrofe 41–49% Es una zona gris.El tratamiento se define según criterios clínicos
IC- FE mejorada ≥ 40% Pacientes que iniciaron con FE < 40% y mejoraron**. El tratamiento es el de IC-FEr, aunque prácticamente
no hay evidencia
embargo, cuesta conciliar el hecho de que una patología tan prevalente requiera criterios diagnósticos tan sofis-
ticados y eso se explica por la diversidad, heterogeneidad, falta de respuesta terapéutica de esta entidad y deja
un interrogante sobre dónde posicionarnos frente al paciente real, en especial ante el frecuente escenario donde
la duda diagnóstica esté presente.
Pronóstico
A lo largo del tiempo, ha mejorado el pronóstico de los pacientes con IC-FEr (IECA, BB, AA y ARNI), mientras
que no ha variado en la IC-FEp donde aún no se han logrado tratamientos que mejoren el curso de la enferme-
dad. En el registro ADHERE, la mortalidad hospitalaria de estos pacientes fue similar a la IC-FEr. (153)
30 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGIA / VOL 84 SUPLEMENTO 3 / OCTUBRE 2016
Variable
• Signos y síntomas de IC
• FE > 50%
• Criterios de daño cardíaco estructural:
HVI, dilatación de aurícula izquierda
• Considerar parámetros ecocardiográficos de disfunción
diastólica
• En casos dudosos pueden utilizarse PN BNP > 100 pg/mL o NT-
proBNP > 300 pg/mL)
En el año 2012 se publicó el metaanálisis MAGGIC que incluyó 10.300 pacientes con IC-FEp y se observó que
la mortalidad anual era del 12,1% versus 14,1 en la IC-FEr. (154)
El viejo paradigma de que la IC-FEp conlleva un mejor pronóstico que la IC-FEr parece haberse modificado.
Esto podría estar vinculado a la ausencia de tratamientos eficaces que disminuyan la mortalidad en este grupo.
Tratamiento
La prevención de la IC-FEp mediante el tratamiento de los factores de riesgo es eficaz. Sin embargo, una vez que
la IC se hace presente, no hay tratamientos específicos para este síndrome. Los fármacos utilizados con buenos
resultados para el tratamiento de la IC-FEr no han demostrado similares beneficios en IC-FEp. Las guías nor-
teamericanas editadas por la ACC-AHA (12) establecieron algunas premisas generales en el tratamiento con las
que coincidimos. La evidencia de tratamientos farmacológicos eficaces es pobre en estos pacientes, pero en gene-
ral es aceptado el uso de diuréticos en los pacientes con síntomas y signos congestivos, el control de la HTA, de
la FA y de la isquemia (Tabla 5c). Varios estudios han evaluado el papel de los IECA, de los BB y de los ARA II
en pacientes con IC-FEp (PEP-HF, CHARM-preserved, I-Preserve), no encontrándose diferencias significativas
ni en la mortalidad por todas las causas ni en internaciones por IC. Solo se observó una discreta reducción en la
tasa de internaciones por IC con el uso de candesartán (CHRAM-preserved). (155) En cuanto a los BB, su uso
está indicado para el tratamiento de la HTA, la isquemia miocárdica o el control de la FC en pacientes con FA.
Para el manejo de esta última, otras opciones son la digital y los bloqueantes cálcicos. Un subestudio del DIG,
mostró una reducción de las internaciones por IC, sin impacto en la mortalidad, no habiendo otros estudios con
resultados similares. 156) Últimamente han aparecido varios metaanálisis que cuestionan la seguridad (aumen-
to de la mortalidad) de la digital tanto en insuficiencia cardíaca como en fibrilación auricular; sin embargo, el
tema no ha sido del todo zanjado y no hay estudios aleatorizados actuales que disipen la duda.
No existe una única explicación para los resultados negativos de los ensayos clínicos de IC-FEp. Entre los
posibles motivos se destacan la falta de conocimiento de la fisiopatología, poblaciones estudiadas sin verdaderos
criterios de IC o en estadios iniciales de la enfermedad, inadecuado poder estadístico de los estudios y gran he-
Tabla 5c. Recomendaciones en el tratamiento de la Insuficiencia Cardíaca con fracción de eyección preservada
Revascularización coronaria en pacientes que presenten angina o isquemia a pesar del tratamiento médico IIa C
ARA II: antagonistas del receptor de angiotensina; BB: bloqueantes beta; FA: fibrilación auricular; HTA: hipertensión arterial; IC: insuficiencia
cardíaca; IECA: inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina.
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 31
terogeneidad de los pacientes. Esta última, sin duda, probablemente es la más relevante. Se necesita investigar
nuevas estrategias para el tratamiento de la IC-FEp que se aboquen mejor al fenotipo del paciente para dirigir
el tratamiento. Se propone focalizar la terapéutica de acuerdo con los distintos fenotipos descriptos. (157)
- Retención hidrosalina:
La presencia de presiones de llenado elevadas es la anormalidad primaria en los pacientes con IC-FEp, aun-
que los signos y síntomas de retención puedan estar ausentes en en muchos de ellos. El aumento de la presión
en la aurícula izquierda lleva a remodelado, fibrosis y FA (común en esta población). La disfunción auricular
sumada al pobre llenado diastólico contribuye significativamente con los síntomas durante el ejercicio. General-
mente se recomienda la terapia con diuréticos pero no es suficiente para el control de los síntomas y se asocia
a activación del sistema neurohormonal. Se están investigando nuevas terapias que modulan los fluidos y la
función renal, y los PN como blanco terapéutico. El estudio PARAMOUNT evaluó una molécula dual (INRA)
que combinó un inhibidor de la neprilisina, el sacubitrilo, con un ARA II, valsartán, y demostró incrementar los
niveles del PN atrial, reducir los niveles de NT-proBNP y los volúmenes de la aurícula izquierda cuando se lo
comparó con el valsartán solo. (158) A raíz de estos resultados, se está llevando a cabo el estudio PARAGON-HF
para evaluar los efectos del sacubitrilo/valsartán en la IC-FEp en puntos finales clínicos.
- Modulación de la fibrosis miocárdica:
Desde los estadios iniciales de la IC-FEp hay presencia de fibrosis en el VI y en el sistema vascular. La fibro-
sis es mediada por la alteración del monto y de la composición del colágeno y de la matriz extracelular. La sínte-
sis de colágeno está elevada en el escenario de la sobrecarga o ante la activación del SRAA. En los pacientes con
IC-FEp existe una down regulation de las enzimas que degradan el colágeno. No obstante, el aumento del colá-
geno miocárdico no se encuentra en todos los pacientes con IC-FEp. Recientemente se ha sugerido la galectina 3
como un biomarcador con potencial utilidad para identificar a los subgrupos de pacientes que podrían responder
específicamente a la terapia antifibrótica. Los antagonistas de los receptores de los mineralocorticoides han sido
investigados en esta enfermedad. El ensayo ALDO HF (159) demostró una mejoría en los índices de disfunción
diastólica (reducción la relación E/e’ y de los niveles de NT-proBNP) con la terapia con espironolactona, sugi-
riendo un efecto antirremodelado. A partir de estos resultados se llevó a cabo el ensayo TOPCAT (160) con la
misma droga evidenciándose que la espironolactona no redujo la muerte cardiovascular, el paro reanimado ni
las internaciones por IC como punto final combinado, aunque hubo un 17% de reducción de internaciones por
insuficiencia cardíaca. Actualmente se están evaluando nuevas terapias antifibróticas con menos efectos adver-
sos colaterales, las cuales pueden representar un paso importante en subgrupos seleccionados.
- Tratamiento de la hipertensión pulmonar:
La hipertensión pulmonar (HP) es una consecuencia hemodinámica de la IC-FEp con una prevalencia del 53
al 83% en diferentes cohortes epidemiológicas y se asocia con mayor morbimortalidad. Es un factor fisiopatoló-
gico activo en la progresión de la IC-FEp más que un componente pasivo al aumento pasivo de las presiones de
llenado izquierdas. El lecho vascular pulmonar, incluida su disfunción endotelial, representa un nuevo blanco
terapéutico en la IC-FEp. A propósito de estos hallazgos, se generó la hipótesis de que el tratamiento de la HP
sería eficaz en la IC-FEp. Sin embargo, el ensayo RELAX no pudo demostrar beneficios con el uso de inhibi-
dores de la fosfodiesterasa-5 (sildenafil) en pacientes con disfunción diastólica con HP en el eco-Doppler (161),
aunque vale aclarar que este ensayo no tuvo como blanco el fenotipo de pacientes con HP. Actualmente se están
investigando otros grupos de fármacos en pacientes con HP asociada a disfunción diastólica. Un estimulante de
la guanilatociclasa (riociguat) se evalúa en el estudio DILATE-1. (162)
- Obesidad, diabetes y desacondicionamiento periférico:
La diabetes es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de IC-FEp. Como mecanismos
implicados se postulan la lipotoxicidad, la lipoapoptosis, la oxidación de ácidos grasos libres, el aumento del
estrés oxidativo y la disfunción mitocrondrial, entre otros. En el estudio CHARM, la diabetes fue un predictor
independiente de internación y muerte tanto con IC-FEp como con IC-FEr. (163)
La obesidad puede llevar al desarrollo de IC-FEp a través de diferentes mecanismos que incluyen la in-
flamación y los efectos endocrinos del tejido graso. En relación con el desacondicionamiento periférico, como
consecuencia de la edad y de la presencia de factores de riesgo, se produce un aumento de la rigidez vascular
con deterioro de la función diastólica, aumento de las presiones de llenado y agravamiento de los síntomas de
IC durante el ejercicio.
La recomendación, en estos pacientes, es el control glucémico, el descenso de peso y la realización de activi-
dad física. En relación con este último punto, hay evidencia que muestra efectos favorables con un programa de
entrenamiento físico. (164)
Conclusiones
Se han realizado progresos significativos en el conocimiento de la fisiopatología de la IC-FEp con la identifica-
ción de diferentes fenotipos que podrían convertirse en blancos terapéuticos. Esto podría modificar la morbi-
mortalidad de los pacientes y reemplazar el modelo de tratamiento tradicional, uniforme, de todos ellos hasta
ahora no exitoso en los ensayos clínicos de IC-FEp. En la Tabla 5c se resumen las recomendaciones generales
para los pacientes con IC-FEp.
32 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGIA / VOL 84 SUPLEMENTO 3 / OCTUBRE 2016
Trasplante cardíaco
La IC avanzada se caracteriza por una imposibilidad o incapacidad del tratamiento médico para brindar un be-
neficio objetivo al paciente. Frente a esta situación se establecieron los programas de trasplante cardíaco (TxC)
como una alternativa viable y eficaz. Aunque nunca se han llevado a cabo ensayos controlados, existe consenso
en que el trasplante, siempre que se cumpla con los criterios adecuados de selección, aumenta significativamen-
te la supervivencia, la capacidad de ejercicio, calidad de vida y el retorno a la actividad laboral en comparación
con el tratamiento convencional de los pacientes con cardiopatías avanzadas sin posibilidad de respuesta a otros
tratamientos. (11) El TxC es una opción terapéutica limitada para los pacientes con IC crónica terminal. El nú-
mero cada vez mayor de pacientes con refractariedad en la IC crónica y la escasez de donantes constituyen un
problema en nuestro país y en el resto del mundo, que se traducen en largas listas de espera. En la Argentina, en
el año 2015 se realizaron 106 TxC, la mitad de ellos en Buenos Aires, con una tasa de tan solo 2,64 por millón de
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 33
habitantes. (165) Aproximadamente un 60% de los pacientes se trasplantan en estado de urgencia o emergencia
o en combinación de ambas situaciones, dejando pocas posibilidades a los pacientes electivos que están en lista
de espera. La tasa de mortalidad en lista de espera es superior al 20%. (166)
Tratamiento médico
El mismo tratamiento médico recomendado para el estadio C I A-B
Inotrópicos EV en shock cardiogénico pendiente de terapia definitiva, de recuperación o como puente al TxC I C
Restricción de ingesta de sodio y de líquidos IIa C
Ultrafiltración o la diálisis para aliviar la sobrecarga de volumen en pacientes con resistencia a los diuréticos IIa B
Programas de manejo de IC IIa B
Cuidados paliativos para reducir el sufrimiento de los enfermos con IC terminal sin otras posibilidades de tratamiento, IIa C
incluidos los opiáceos, inotrópicos o diuréticos EV
Los procedimientos invasivos (incluso intubación o implantación de CDI) en pacientes con IC terminal, en CF IV y en III C
quienes no se espera mejoría con los tratamientos disponibles no son apropiados
No se recomienda infusión EV continua o intermitente de inotrópicos como tratamiento de rutina III B
Asistencia circulatoria mecánica
ACM a corto plazo en pacientes en shock cardiogénico refractario con posibilidades de recuperación o tratamiento IIa C
definitivo
AVI en pacientes con IC-FEr avanzada en fase terminal a pesar del tratamiento médico que son elegibles para TxC IIa B
(puente al trasplante)
AVI en pacientes con IC-FEr avanzada en fase terminal a pesar del tratamiento médico y que no son elegibles para IIa C
TxC (terapia de destino)
Trasplante cardíaco
Pacientes seleccionados con IC avanzada terminal, con síntomas graves a pesar del cumplimiento de tratamiento I C
optimizado de la IC, con mal pronóstico y sin otras opciones de tratamientos alternativos
Pacientes con contraindicaciones para TxC (véase Tabla VI.2) III C
Tratamientos quirúrgicos
CRM o ATC en pacientes con IC-FEr que tengan lesión significativa del tronco de la coronaria izquierda o su I C
equivalente, o de múltiples vasos o que comprometa la DA proximal, con presencia de viabilidad miocárdica
CRM en pacientes con deterioro de la función ventricular que tengan masa miocárdica viable significativa, no IIa B
contráctil, sin las características coronarias antes descriptas
CRM o ATC en pacientes con IC aguda y enfermedad coronaria conocida o sospechada. La CCG y posterior IIa C
revascularización son razonable indicación para la sobrevida del paciente
Aneurismectomía ventricular en pacientes con IC sintomática o con arritmias ventriculares que no responden al IIa C
tratamiento, provocada por aneurisma de VI técnicamente factible de resección
La reparación transcatéter o quirúrgica o el RVM con preservación del aparato subvalvular puede ser considerada IIa B
para pacientes con IM crónica grave secundaria (funcional) con deterioro grave de la función del VI (FE < 0 ,30) en
CF III-IV a pesar del tratamiento óptimo de la IC
Las técnicas de reconstrucción ventricular (remodelado ventricular inverso) podrían ser utilizadas, en combinación IIb B
con CRM y/o corrección de la IM, en pacientes seleccionados con IC avanzada, dilatación ventricular y extensas zonas
de necrosis, con dificultades para realizar TC
La eficacia de la plástica mitral o RVM en la IM secundaria (funcional) grave con serio deterioro de la función IIb C
ventricular izquierda e IC refractaria terminal no está bien establecida
No debe realizarse CRM en pacientes con deterioro de la función ventricular sin ángor ni evidencia de isquemia o III B
masa miocárdica viable técnicamente revascularizable
IECA: inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina; ARA II: antagonistas de los receptores de angiotensina II;INRA: antagonistas de la
neprilisina y los receptores de la angiotensina; BB: betabloqueantes; AA: antagonistas de aldosterona; EV: endovenosos; TxC: trasplante cardíaco; IC:
insuficiencia cardíaca; CDI: cardiodesfibrilador implantable; CF: clase funcional; ACM: asistencia circulatoria mecánica; AVI: asistencia ventricular iz-
quierda; IC-FEr: insuficiencia cardíaca con fracción de eyección reducida; CRM: cirugía de revascularización miocárdica; ATC: angioplastia coronaria;
CCG: coronariografía; RVM: reemplazo valvular mitral; IM: insuficiencia mitral; VI: ventrículo izquierdo; FE: fracción de eyección del ventrículo
izquierdo.
34 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGIA / VOL 84 SUPLEMENTO 3 / OCTUBRE 2016
Además de la escasez de donantes, los principales desafíos en el TxC son las consecuencias de las complica-
ciones de la terapia inmunosupresora en el largo plazo: el rechazo mediado por anticuerpos, las infecciones, la
hipertensión, la insuficiencia renal, los tumores malignos y la vasculopatía coronaria.
El TxC está indicado en pacientes con IC avanzada con mal pronóstico, con síntomas graves a pesar del cum-
plimiento de tratamiento optimizado de la IC, con mal pronóstico y sin otras opciones de tratamientos alterna-
tivos. El paciente debe estar motivado, bien informado y ser emocionalmente estable y capaz de cumplir con el
tratamiento intensivo requerido después de la operación. Las indicaciones y contraindicaciones para el TxC se
han actualizado recientemente y se resumen en la Tabla 6b. (167–171)
Se debe tener en cuenta que algunas contraindicaciones son transitorias y tratables. Si bien una infección
activa sigue siendo una contraindicación relativa para el trasplante, los pacientes con VIH, hepatitis y tubercu-
losis pueden ser considerados como candidatos adecuados si proporcionan ciertos requisitos adecuados a cada
equipo de trasplante. (172) En los pacientes con cáncer que necesitan un trasplante, se requiere una estrecha
colaboración con especialistas en oncología para estratificar a cada uno en cuanto a su riesgo de recurrencia
tumoral. El uso de ACM, particularmente AVI, se debe considerar como puente al TxC, para los pacientes con
comorbilidades potencialmente reversibles o tratables, como el cáncer, la obesidad o la insuficiencia renal. (173)
Indicaciones
- IC avanzada terminal con síntomas severos a pesar del cumplimiento de tratamiento optimizado de la IC, con mal pronóstico y sin otras opciones de
tratamientos alternativos.
Contraindicaciones
- Infección activa.
- Enfermedad arterial periférica grave o enfermedad cerebrovascular.
- Hipertensión pulmonar irreversible (considerar AVI con una posterior re-evaluación).
- Cáncer (definir y estratificar recurrencia con el oncólogo)
- Disfunción renal irreversible (clearence de creatinina <30 ml / min).
- Enfermedad sistémica con afectación multiorgánica.
- Otras comorbilidad con un mal pronóstico.
- Obesidad (se debe lograr un IMC <35 kg / m2).
- Etilismo o abuso de drogas.
- Apoyo social insuficiente para lograr el cumplimiento de los cuidados estrictos del paciente trasplantado.
pleados para descargar el ventrículo insuficiente y mantener adecuada perfusión tisular. Los pacientes en shock
cardiogénico agudo se tratan inicialmente con asistencia a corto plazo utilizando la vía extracorpórea, es decir,
sistemas de soporte no duraderos hasta que la terapia definitiva pueda ser aplicada; se utilizan, pues, como
puente hacia la recuperación o el trasplante. Los pacientes con enfermedades crónicas, IC refractaria a pesar
de la terapia médica, con contraindicación para TxC, pueden ser tratados con asistencia ventricular izquierda
implantable (AVI) permanente.
Dado que el pronóstico de los candidatos a TxC puede verse limitado por el tiempo en espera del órgano o
sufrir inconvenientes transitorios o definitivos (fallo de otro órgano, inestabilidad hemodinámica incoercible
o refractaria al apoyo inotrópico máximo), se plantea la necesidad de emplear dispositivos de ACM, recurso
terapéutico cada vez más extendido y frecuente en todo el mundo. (172)
Cuando en un grupo o equipo de TxC se plantea la posibilidad de utilizar ACM en un paciente determinado,
se debe responder a dos preguntas fundamentales:
• ¿En qué momento?
La clasificación actual de los pacientes con síntomas en CF IV (NYHA) no ofrece una descripción adecuada
para permitir la selección del momento óptimo en el que estos sean pasibles de recibir ACM, lo que motivó la
incorporación de conceptos derivados del registro INTERMACS (Interagency Registry for Mechanically Assisted
Circulatory Support). Es el registro nacional de los Estados Unidos para los pacientes que recibieron terapia con
un dispositivo de soporte circulatorio mecánico persistente para tratar la IC avanzada. Este registro se conci-
bió como un esfuerzo conjunto del Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI), los Centros de
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 35
Servicios de Medicare y Medicaid (CMS), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), los médicos,
científicos y representantes de la industria. El INTERMACS dio origen a una escala que permite la estratifi-
cación de los pacientes con IC avanzada en siete niveles en función de su perfil hemodinámico y el grado de
daño de órganos diana. Esta escala permite no solo evidenciar la gravedad del paciente, sino también establecer
temporalmente la urgencia para el uso de la ACM (Tabla 6c). (173–175)
1 Shock cardiogénico crítico Hipotensión arterial a pesar de aumento de inotrópicos, bajo gasto Horas
2 Deterioro progresivo crítico Soporte inotrópico con TAS aceptable pero disfunción progresiva de la Días
3 Estable, pero con Estable con inotrópicos pero falla del destete por hipotensión, Electivo, semanas a meses
4 Síntomas en reposo Internaciones frecuentes generalmente por retención hidrosalina Electivo, semanas a meses
5 Intolerante al ejercicio Tolerancia muy limitada a la actividad, confortable en reposo, Variable, depende nutrición y
6 Limitación al ejercicio Limitación a la actividad menos severa con fatiga fácil Variable, depende nutrición y
7 CF III avanzada CF III sin inestabilidad reciente del balance de fluidos No indicado
la mejor manera posible, con mejor función hepática y renal, mejor estado nutricional, etc., o de sostenerlos
hemodinámicamente hasta que recuperen su autonomía. Para poder alcanzar los objetivos se desarrollaron las
que se conocen como estrategias de uso de ACM: Puente al trasplante: se utiliza la ACM hasta que el paciente
accede al TxC (45% de los casos de ACM).
• Puente a la decisión: se asiste al paciente hasta que el equipo terapéutico decide si es candidato a TxC o a
otra estrategia de tratamiento (41,9% de los casos).
• Terapia de destino: son aquellos pacientes con contraindicación formal de recibir TxC (9,2% de los casos).
• Puente a la recuperación: se los asiste hasta que se recupera la función ventricular; por lo general, son
pacientes posmiocarditis o disfunciones ventriculares transitorias como en los posoperatorios de cardiociru-
gía (2,3% de los casos).(172,177)
• La mayoría de los dispositivos se indican en pacientes nivel INTERMACS 1, aunque no existen estudios con-
trolados que comparen en ellos el tratamiento médico frente a los dispositivos de ACM. Para el tratamiento
de pacientes con IC aguda o shock cardiogénico se utilizan sistemas de soporte mecánico a corto plazo,
entre ellos los dispositivos percutáneos cardíacos de apoyo, el balón intraaórtico de contrapulsación (BIAC),
el soporte vital extracorpóreo (ECLS) y la oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO) para apoyar el
fallo izquierdo o biventricular hasta que la función cardíaca y la de otros órganos afectados se hayan recupe-
rado. Normalmente, el uso de tales dispositivos se limita a días o semanas. Estos sistemas de ACM a corto
plazo se pueden utilizar como un puente a la decisión en pacientes con deterioro agudo y rápido de la IC o
con shock cardiogénico. Se indican básicamente para estabilizar al paciente y permitir una evaluación clínica
completa y definir ya sea la alternativa de TxC o un dispositivo de AVI prolongada.
En los pacientes con IC crónica avanzada en INTERMACS 2-3, los dispositivos de AVI con flujo continuo
pueden otorgar una mejor supervivencia en la lista de espera para TxC. Actualmente están siendo utilizados
durante meses o años en estos pacientes como puente al trasplante o como terapia de destino en los países desa-
rrollados. En nuestro país, aunque están autorizados por ANMAT, pocos centros disponen de ellos. (177,178)
Las limitaciones siguen siendo las complicaciones de la AVI prolongada: hemorragias, tromboembolismo,
trombosis de la bomba, infecciones y fallo del dispositivo. Estos dispositivos solo deben ser implantados en cen-
tros médicos altamente especializados y entrenados. (178,179)
36 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGIA / VOL 84 SUPLEMENTO 3 / OCTUBRE 2016
En pacientes con una causa aguda grave pero reversible de IC (miocarditis, miocardiopatía periparto, IAM),
el VI puede revertir la remodelación y mejorar su función durante la ACM, lo que permitiría retirar el dispo-
sitivo (puente hacia la recuperación). Otras veces, la recuperación de los órganos afectados por la disfunción
miocárdica y la mejoría de la función del VD y de la hipertensión pulmonar permiten que pacientes inicialmente
descartados para TxC puedan acceder a esa posibilidad (puente a la candidatura a trasplante).
Tratamientos quirúrgicos
Los tratamientos quirúrgicos más difundidos en pacientes con IC-FEr son: la cirugía de revascularización mio-
cárdica (CRM), la corrección quirúrgica de la IM funcional y las técnicas de reconstrucción ventricular o remo-
delamiento ventricular reverso.
- Cirugía de revascularización miocárdica
Varios estudios inicialmente observacionales demostraron que algunos pacientes con disfunción VI por is-
quemia presentaban mejoría de la función global y regional del VI luego de la revascularización coronaria.
Desde entonces, muchos estudios han confirmado que la disfunción miocárdica en pacientes con enfermedad
coronaria no es necesariamente un proceso irreversible. No obstante, la mejora porcentual de la función con-
tráctil después de la revascularización varía mucho entre los distintos estudios: se describen mejorías que van
del 24 al 82% de todos los segmentos disfuncionales. (180) El análisis adicional de estos pacientes mostró que los
segmentos miocárdicos cuya contractilidad mejoraba luego de la revascularización contenían miocitos cardíacos
que seguían siendo viables. O sea, presentaban indemnidad de la membrana plasmática y de su función mito-
condrial, pero con incapacidad para cumplir con una función contráctil normal debido a la isquemia presente.
La isquemia miocárdica puede producir deterioro de la función miocárdica por varios mecanismos. Cuando
es prolongada e intensa, con frecuencia lleva a la necrosis de los miocitos cardíacos, y a su reemplazo fibrótico se
lo denomina tejido cicatricial. Sin embargo, cuando la isquemia no es prolongada o no es intensa, puede dar ori-
gen a una pérdida de la función contráctil denominada disfunción miocárdica. Dependiendo de cómo se instale
el proceso fisiopatológico, esta disfunción miocárdica se denominará atontamiento o hibernación.
El concepto de lo que hoy entendemos como disfunción miocárdica por isquemia transitoria fue introduci-
do por primera vez por Heyndrick y cols. en 1975, definido como miocardio viable que exhibe una prolongada
disfunción ventricular izquierda, luego de la resolución de un discreto y transitorio episodio de isquemia, sin
evidencias de necrosis. (181) Este atontamiento o disfunción miocárdica posisquémica transitoria, con perfusión
normal, dependiendo de la gravedad y duración de la isquemia, puede persistir durante varias horas o incluso
días después del episodio isquémico. La perfusión miocárdica y el consumo de oxígeno son normales, por lo tanto
no está indicada la revascularización. (182,183)
Al contrario del atontamiento, que es un proceso a corto plazo, la hibernación miocárdica es un proceso cró-
nico con deterioro de la función contráctil del miocardio producido por una reducción persistente (la cual puede
ser relativa) del flujo sanguíneo coronario. El término hibernación miocárdica alude a la disfunción del VI
en reposo debido a la reducción del flujo sanguíneo coronario, que puede ser parcial o totalmente revertido por
la revascularización miocárdica o mediante la reducción de la demanda miocárdica de oxígeno, o por ambas. Y
es entonces cuando la correcta identificación de este proceso fisiopatológico puede implicar un beneficio para el
paciente, mediante la revascularización del tejido considerado hibernado. (184)
Es también ahora cuando cobra importancia el poder discernir correctamente entre dos conceptos: mio-
cardio viable y miocardio hibernado. La viabilidad es una definición prospectiva, que no implica evidencia de
recuperación funcional después de la revascularización. La viabilidad se busca y define por métodos comple-
mentarios que tratan de identificar miocardio hibernado. La hibernación es una definición retrospectiva basada
sobre la evidencia de recuperación funcional luego de la revascularización. (183)
Como la revascularización coronaria de territorios isquémicos ofrece la posibilidad de mejorar la función del
VI y la sobrevida, se la debe considerar en todos los pacientes con IC. Sin embargo, la revascularización se aso-
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 37
cia a una mortalidad y morbilidad no despreciables, especialmente en pacientes con deterioro de la función del
VI. Por lo tanto, adquiere gran importancia el poder seleccionar de manera adecuada a aquellos pacientes que
tienen mayor probabilidad de beneficiarse para así poder justificar el riesgo de la intervención.
El estudio STICH fue diseñado para definir el papel de la cirugía cardíaca en el tratamiento de pacientes con
IC y enfermedad coronaria. Fue un estudio multicéntrico, aleatorizado, no ciego, llevado a cabo en 127 centros
en 26 países. Los criterios de inclusión fueron: FEVI ≤ 35% y enfermedad coronaria elegible para CRM. El com-
plejo diseño del ensayo STICH dio lugar a dos hipótesis de estudio. La denominada Hipótesis 1 fue pensada para
probar que la CRM más tratamiento médico (basado en las guías) podrían reducir la mortalidad en comparación
con el tratamiento médico aislado. (185) Pero el punto final primario de mortalidad de todas las causas a casi 6
años no fue alcanzado. Con respecto a los puntos secundarios de mortalidad cardiovascular y el combinado de
muerte por causa cardíaca y hospitalizaciones por causas cardiovasculares, mostraron beneficios significativos
a favor de la revascularización. Pero luego, al realizar el análisis por intención de tratar, no se observó beneficio
significativo.
Los resultados a 9,8 años de seguimiento se presentaron en el estudio STICHES y demostraron una reduc-
ción significativa de la variable principal de la mortalidad por todas las causas entre los pacientes asignados al
azar a CRM. Este estudio de seguimiento a largo plazo nos dice que los pacientes con cardiopatía isquémica y
disfunción ventricular izquierda sí muestran un beneficio con la revascularización.(186) En presencia de mio-
cardiopatía dilatada isquémico-necrótica, con evidencias de viabilidad miocárdica o sin ellas, la CRM parecería
ser beneficiosa si se respetan las condiciones impuestas en el estudio STICH (centros quirúrgicos con expe-
riencia en pacientes con deterioro moderado-severo de la FE y baja mortalidad). Cuando hay deterioro severo
de la función ventricular y masa miocárdica viable significativa (> 20%), la CRM puede ser una alternativa de
tratamiento válida si la anatomía coronaria es técnicamente apta para cirugía de by-pass. (185,186)
La CRM puede ser realizada, en algunos casos, sin la utilización de circulación extracorpórea o con el apoyo
de BIAC, lo que disminuye el riesgo de complicaciones. Siempre se debe preferir la utilización de puente arterial
a DA e intervenir a los pacientes con disfunción severa de la FVI (FE ≤ 35%) en centros con equipos quirúrgicos
entrenados, con mortalidad ≤ 5%.(185–187) Si es factible, puede preferirse la realización de angioplastia coro-
naria percutánea con menor riesgo para el paciente.
Las recomendaciones para la revascularización de pacientes con IC-FEr debido a miocardiopatía isquémica
se resumen en la Tabla 6a.
- Corrección de la insuficiencia mitral
Si se trata de insuficiencia mitral (IM) primaria (orgánica) grave, la reparación de la válvula mitral debe
recomendarse en pacientes sintomáticos con evidencia de disfunción ventricular sistólica (FE < 0,60 o diámetro
de fin de sístole > 45 mm, o ambos). La determinación de los candidatos sintomáticos con IM y deterioro grave
de la función del VI (FE < 0,30 o diámetro de fin de sístole > 55 mm o ambos) es motivo de discusión. Si el
éxito de una reparación plástica resulta altamente probable es preferible intervenir. El reemplazo de la válvula
mitral (RVM) con preservación del aparato subvalvular es razonable para pacientes con IM primaria (orgánica)
grave y sintomática que se presenten con deterioro grave de la función del VI y en quienes no es posible realizar
plástica valvular.
Muchas veces es difícil distinguir entre miocardiopatía primaria con IM secundaria (funcional) y lIM prima-
ria (orgánica) en estado miocardiopático.. (188) Más allá de la discusión etiológica, si la plástica valvular es fac-
tible debe ser contemplada. La plástica mitral o RVM puede mejorar el pronóstico a pesar del riesgo quirúrgico
elevado, pero su eficacia no está bien establecida en casos de deterioro grave de la función ventricular izquierda
e IC refractaria terminal. La reparación de la válvula, cuando puede ser realizada, se recomienda por sobre el
RVM protésico en todos los pacientes con IM severa que requieran cirugía. (189) En caso de elección quirúrgica
de RVM, se debe tener en cuenta la conservación de la arquitectura ventricular con preservación del aparato
subvalvular y, sobre él, el implante protésico. La reparación percutánea de la válvula mitral insuficiente es otra
técnica que se encuentra en desarrollo y puede ocupar un lugar entre los pacientes con IM funcional. (190,191)
Las recomendaciones para la corrección de la IM funcional en pacientes con IC-FEr se resumen en la Tabla
6a.
El estudio STICH (Surgical Treatment for Ischemic Heart Failure), en su Hipótesis 2, enroló a pacientes con
enfermedad coronaria e IC con el objetivo de determinar el beneficio de la CRM y la reconstrucción ventricular
por sobre la CRM aislada o la terapéutica médica. En la primera de sus controvertidas conclusiones no pudo
demostrarse mejoría clínica de la técnica combinada respecto de la revascularización aislada. (194)
Las recomendaciones para la reconstrucción ventricular en pacientes con IC-FEr se resumen en la Tabla
6a.
COMORBILIDADES
La IC en la mayor parte de los casos no es una patología aislada. Cursa paralelamente a otras, que influyen
en su evolución, pronóstico y tratamiento. La prevalencia de comorbilidades es alta (195) y determina el con-
sumo de una verdadera polifarmacia, incrementando el riesgo de eventos adversos. La depresión (entre el 11%
y el 35% de los casos), las alteraciones visuales (90% de los mayores de 70 años) y auditivas (un tercio de los
pacientes) condicionan disminución en la capacidad de autocuidado y menor compliance con las indicaciones y
la medicación. El deterioro cognitivo desempeña un papel fundamental, con prevalencia que aumenta según la
edad e influye sobre el tratamiento y el cumplimiento de las prescripciones.
Disfunción renal
La IC y la insuficiencia renal crónica (IRC) frecuentemente coexisten, ya que comparten factores de riesgo
como el envejecimiento, la HTA, la diabetes y la enfermedad vascular que pueden llevar a una u otra. En la
IC la hipoperfusión renal y la congestión son los mecanismos básicos que generan deterioro de la función re-
nal. Existe fuerte relación entre la elevación de las presiones de llenado de las cavidades derechas y la caída
del filtrado glomerular(196,197). A ello se suman la activación del sistema nervioso simpático y del SRAA y la
influencia de fármacos como los IECA y los diuréticos que también pueden también empeorar la función renal.
A su vez, la disfunción renal genera IC (198), a través de mecanismos como la HTA, y anemia que promueven
HVI, fundamentalmente excéntrica. El reconocimiento de esta fuerte relación fisiopatológica se expresa en el
reconocimiento de una entidad, el síndrome cardiorrenal (199).
El término empeoramiento de la función renal (EFR) se utiliza para indicar un
aumento en la creatinina sérica (por lo general 0,3 mg /dL yo un incremento del 25%) o una caída del 20%
en la TFG. Estos cambios aparentemente pequeños son frecuentes, implican desarrollo y progresión de IRC y
pueden empeorar el pronóstico de la IC. El aumento de la creatinina durante la internación por IC aguda no
siempre es clínicamente relevante, en especial cuando está acompañado por adecuada descongestión, diuresis y
hemoconcentración. (200)
El tratamiento farmacológico habitual en la IC está influido por la función renal (201). Es primordial cono-
cer el valor de la clearance (depuración en general se usa clearance) de creatinina debido a que esta, en pacientes
añosos (la mitad de los casos mujeres) revela muy mal el monto de disfunción renal. Cifras de creatinina que
parecen inocentes pueden enmascarar una caída significativa de la TFG. Si bien la disfunción renal leve tiene
alguna implicación pronóstica, el punto de corte más adecuado es 60 mL/min/1,73 m2. (198)
El empleo excesivo de diuréticos lleva a mayor disfunción renal. Los diuréticos preferidos son los de asa. Las
tiazidas generan mayor nefrotoxicidad y tienen poco efecto en pacientes con una clearance por debajo de 30 mL/
min/1,73 m2. (202)
La dosis de digoxina debe ajustarse al clearance de creatinina. Con clearance por encima de 50 mL/min se
puede emplear una dosis de 0,25 mg diarios; entre 25 y 50 mL/min la mitad de la dosis, y por debajo de 25 mL/
min es necesario ser sumamente cuidadosos, en cuyo caso se pueden utilizar 0,125 mg día por medio.
La espironolactona puede generar disfunción renal e hiperpotasemia. La edad avanzada, el sexo femenino y
la diabetes son fuertes predictores de la aparición de ambas. Es menester conocer la función renal basal y en el
seguimiento, ajustando la dosis según lclearance de creatinina. (203)
Los IECA pueden generar incremento de la creatinina cuando comienzan a utilizarse, y un aumento de hasta
el 30% es aceptable. Posteriormente suele retornar a valores basales, y ese incremento se asocia a mejor evolu-
ción.(204) Cuando el aumento es superior a un 30% de las condiciones basales, debería disminuirse la dosis o
incluso suspenderse la medicación.
Los IECA y los ARA II pueden generar hiperpotasemia. Debe evaluarse la utilización de suplementos de
potasio. Los antiinflamatorios no esteroides son claros generadores de mayor disfunción renal y disminuyen
la síntesis de prostaglandinas renales. Por ello se debe ser sumamente cuidadoso con la asociación de IECA o
ARA II, suplementos de potasio, diuréticos y antiinflamatorios no esteroides. No existe un consenso claro sobre
el valor de creatinina por encima del cual no se deberían emplear inhibidores. Se debe ser cauteloso cuando la
clearance está entre 30 y 60 mL/min y probablemente no utilizarlos si es < 30 mL/min.
En el caso de los BB no hay hasta el momento ninguna demostración de que la disfunción renal interfiera
con su efecto beneficioso.
Los pacientes con disfunción renal grave, clearance de creatinina < 30 mL/ min/1,73 m2, han sido en general
sistemáticamente excluidos de los ensayos clínicos aleatorizados y, por lo tanto, no existe evidencia que soporte
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 39
Anemia
La anemia, definida por un valor de hemoglobina inferior a 13 g/dL en el hombre y a 12 g/dL en la mujer, es
común en la IC principalmente en pacientes hospitalizados.
Son responsables de su aparición en la IC el déficit de hierro; la malabsorción; las pérdidas gastrointestina-
les, fundamentalmente por consumo de AAS;la hemodilución y el tratamiento con IECA y ARA II. El mecanis-
mo más frecuente es el que tiene que ver con la anemia de enfermedades crónicas, con activación de la cascada
inflamatoria, disminución de la eritropoyesis y la formación de células progenitoras, así como la disminución de
la absorción y movilización de hierro .(206,207)
La anemia, a su vez, genera IC por hemodilución y sobrecarga de volumen que causan HVI excéntrica y di-
latación y favorecen la aparición de isquemia miocárdica. En la internación, la anemia se asocia a mayor edad,
sexo femenino, peor función renal, presencia de enfermedad coronaria, diabetes, HTA, más comorbilidades y
BNP elevado. (208) En la evolución, cuanto más baja la hemoglobina, mayor la duración de la internación, la
mortalidad total, la mortalidad cardiovascular y la readmisión por IC.
Varias publicaciones recientes señalan el valor del déficit de hierro, más allá de la presencia de anemia. El
hierro es esencial para la eritropoyesis e interviene en la formación de la mioglobina y es cofactor fundamental
de enzimas involucradas en la cadena de transporte de electrones a nivel mitocondrial y la fosforilación oxidati-
va con formación de ATP. Su falta afecta el metabolismo oxidativo y la energética celular. (209)
La medición de la ferremia no es buena expresión del hierro corporal total, y la ferritina puede estar au-
mentada como marcador de mayor actividad inflamatoria. La mejor manera de diagnosticar el déficit de hie-
rro es con una saturación de transferrina < 20%. La prevalencia de ferropenia en pacientes con IC ronda el
40% (aproximadamente un 60% en pacientes anémicos y un 30% en no anémicos) y tiene valor pronóstico. En
pacientes con IC avanzada, más allá de la disminución de la saturación de transferrina hay déficit de hierro
miocárdico, con disminución de los receptores de transferrina en parte debida a la acción de catecolaminas y
aldosterona. (210)
La utilización de hierro intravenoso se ha testeado en estudios pequeños con diferentes esquemas de admi-
nistración, que han sugerido mejoría en la FE y en la caminata de 6 minutos. Un metaanálisisdemuestra mejo-
ría de la calidad de vida, capacidad de esfuerzo y menor hospitalización por IC, sin efecto sobre la mortalidad.
(211) Un estudio reciente demostró en pacientes con IC, FE ≤ 45%, con anemia y sin ella pero con déficit de
hierro que recibieron carboximaltosa férrica intravenosa, mejoría de la caminata de 6 minutos y reducción
significativa de la internación por IC. (212)
Los agentes estimulantes de la eritropoyesis, por ejemplo la eritropoyetina o la darbepoyetina, no mejoraron
los eventos en pacientes con IC-FEr con anemia leve a moderada e incrementaron los eventos tromboembólicos,
por lo cual no están recomendados. (213)
Si bien la anemia se vincula a pacientes más graves, con peor capacidad de esfuerzo, peor clase funcional y
peor calidad de vida, hasta ahora no hay evidencia de que su corrección sistemática se traduzca en la mejoría
esperada.
El caso más problemático es el de los BB. (218) Están relativamente contraindicados en el asma pero no en la
EPOC, que a pesar de esto es una de las causas más frecuentes de subutilización de BB en los pacientes con IC.
En el pacientes asmático pueden emplearse bajas dosis de BB cardioselectivos bajo una monitorización clínica
estricta. En pacientes con IC-FEr y EPOC, el tratamiento BB ha demostrado mejorar en forma notable el pro-
nóstico de la primera. En los pacientes con EPOC sin evidencia de hiperreactividad bronquial se pueden usar BB
cardioselectivos o bloqueantes alfa-beta como el carvedilol. En pacientes con hiperreactividad bronquial deben
preferirse los cardioselectivos. La presencia de hiperreactividad bronquial significativa es una contraindicación,
para la utilización de BB. La evidencia observacional señala que, entre los pacientes con EPOC, el pronóstico
fue mejor en aquellos que recibían BB, pero eso puede deberse a que los así tratados presentaban formas menos
graves. Cuando no pueden usarse BB, si la FC persiste alta, una alternativa válida es el uso de ivabradina.
La afinidad de los receptores beta 2 por los antagonistas también disminuye cuando han sido marcadamente
estimulados con betaagonistas. Eso explica la mayor tolerancia a los BB en los pacientes con EPOC que inhalan
diariamente broncodilatadores simpaticomiméticos. El uso de agonistas beta 2 inhalatorios puede generar hipo-
potasemia, taquicardia, prolongación del QT, y se asocian a un riesgo hasta tres veces mayor de descompensa-
ción de insuficiencia cardíaca e incluso de mayor mortalidad. (218) El uso de corticoides orales genera retención
hidrosalina con empeoramiento de la IC, pero no parece haber problema con los corticoides inhalados.(216)
Diabetes
La incidencia de IC es mayor en los pacientes diabéticos y la incidencia de diabetes en pacientes con IC en dife-
rentes estudios es de aproximadamente un 2% por año. (219)
Los pacientes con IC, cuando son diabéticos, presentan mayor compromiso funcional. En ellos, las pruebas
de esfuerzo ofrecen peores resultados; la distancia caminada en la de seis minutos es menor. La tasa de inter-
nación por IC es mayor que en los no diabéticos y tienen mayor mortalidad. (220,221). En un metaanálisis de 7
estudios clínicos y 10 estudios observacionales, aproximadamente el 24% eran diabéticos. La diabetes aumentó
el riesgo de muerte o internación entre un 25 y un 35%. (222) El peor pronóstico parece estar relacionado con
mayor prevalencia de factores de riesgo, de HVI, coronariopatía más extensa e intensa y la presencia de una
miocardiopatía específica. Suelen estar peor tratados que los no diabéticos y este subtratamiento se traduce en
mayor mortalidad. (223)
En cuanto al tratamiento de la IC en los pacientes diabéticos, los diuréticos tiazídicos generan hipergluce-
mia. Por ello deben hacerse controles metabólicos más frecuentes cuando son empleados.
Los AA, en los estudios RALES, EPHESUS y EMPHASIS, no demostraron diferencias en lo que hace a re-
ducción de mortalidad entre diabéticos y no diabéticos. La diabetes cursa con hiporreninemia con disminución
de la kaliuresis, por lo tanto el riesgo de generar hiperpotasemia es mayor en los diabéticos con los AA. (224)
Los IECA y los ARA II generan igual reducción de mortalidad, del orden del 15 al 16% en diabéticos y no
diabéticos cuando se emplean en IC-FEr. Tanto los IECA como los antagonistas disminuyen la incidencia de
diabetes. (225–227)
Respecto de los BB, un metaanálisis ha demostrado que la disminución de la mortalidad en los pacientes
no diabéticos con IC es del orden del 28% pero es del 16% en los diabéticos. (228) El carvedilol, por su acción
bloqueante alfa, disminuye la resistencia a la insulina. Los bloqueantes beta 1 selectivos, en cambio, reducen
la captación periférica de glucosa y aumentan la insulinemia. En el estudio COMET, el carvedilol comparado
con metoprolol demostró reducir la incidencia de diabetes un 22%. (229) Una de las razones por las que no se
usan adecuadamente los BB en los diabéticos es el temor a la hipoglucemia. Debemos recordar que es un efecto
adverso poco común, más frecuente en los diabéticos tipo 1 y fundamentalmente cuando son lábiles.
Con respecto al tratamiento de la diabetes en pacientes con IC, la insulina, en varios metaanálisis, parece
estar asociada a mayor riesgo de mortalidad, un 25% de exceso respecto de aquellos no tratados con insulina.
Una de las razones puede ser que los pacientes tratados con insulina sean más graves.
Se ha mencionado una serie de riesgos cardiovasculares asociados al uso de sulfonilureas: aumento de tama-
ño del infarto, disminución de preacondicionamiento, efecto proarrítmico; todos estos efectos adversos se deben
fundamentalmente a las sulfonilureas de primera generación. Los fármacos más modernos, como por ejemplo
la glimepirida, parecen no actuar en los canales cardíacos, razón por la cual el riesgo cardiovascular podría ser
menor. Pero debemos aclarar que no se trata de estudios aleatorizados. (230)
La metformina, (231) respecto de insulina o de sulfonilureas, se asocia a menor mortalidad: al año un 24%
en los pacientes tratados con metformina versus un 36% en aquellos que recibían otras intervenciones. Pese
a algunos efectos adversos, gastrointestinales fundamentalmente, es un fármaco seguro y toda la evidencia
observacional sugiere, no solamente su seguridad, sino también su ventaja respecto de otras intervenciones
hipoglucemiantes.
Las tiazolidindionas, como la pioglitazona y la rosiglitazona incrementan la incidencia de IC.( 232) No
deterioran la función ventricular pero sí incrementan la volemia y los niveles de BNP, fundamentalmente por
retención de sodio. Pueden generar edema por aumento de la permeabilidad vascular y existe cierto incremento
del peso debido en parte a que disminuyen los niveles de leptina.
CONSENSO DE INSUFICIENCIA CARDÍACA CRÓNICA 41
Varios estudios recientes han demostrado incremento en el riesgo de IAM e incluso de mortalidad. (233)
Pese a que hay quienes sostienen que es factible usar pioglitazona en pacientes con IC en CFI-II, ha habido
recomendación estricta de no emplearla en IC en todo paciente CF II a IV. (234)
La relación del uso de inhibidores de la dipeptidil peptidasa 4 con mayor incidencia de IC es controvertida
Un metaanálisis reciente señala un exceso de riesgo del orden del 16%. (235)
La empaglifozina es un fármaco que pertenece a la familia de los inhibidores del cotransportador 2 sodio-
glucosa. Inhibe la reabsorción renal de glucosa y baja los valores de HbA1c, pero además genera reducción de
peso y de la tensión arterial y disminuye la albuminuria, los niveles de ácido úrico, la rigidez y resistencia vas-
cular. Puede producir aumento de los valores de colesterol LDL y HDL. El estudio EMPA-REG (aleatorizado,
multicéntrico, doble ciego) evaluó la capacidad de la droga para mejorar el pronóstico de pacientes con diabetes
tipo 2 y enfermedad cardiovascular establecida, con TFG ≥ 30 mL/min/1,73/m2. Hubo una reducción significa-
tiva de la internación por IC (tal vez por efecto diurético osmótico) y de la mortalidad. (236)
Patología tiroidea
La disfunción tiroidea puede llevar a la insuficiencia cardíaca tanto en el caso del hipertiroidismo como del
hipotiroidismo. (237) La FA se presenta en un 5 a 15% de los casos de hipertiroidismo clínicamente manifiesto
y hasta en un 20% de los casos de hipertiroidismo subclínico. En general, la IC resulta de taquicardia sinusal o
de FA de alta respuesta persistente, fundamentalmente, en pacientes ancianos con cardiopatía hipertensiva o
isquémica, debida al incremento de la demanda metabólica planteada por el hipertiroidismo. El hipotiroidismo
tiene manifestaciones opuestas: bradicardia, hipertensión leve, aumento de la resistencia periférica y manifes-
taciones subclínicas de bajo gasto. A ello podemos sumar dislipidemia, derrame pericárdico o mixedema. Por
estas condiciones es más frecuente la enfermedad coronaria. La insuficiencia cardíaca manifiesta, sin embargo,
es infrecuente porque, como están disminuidas las demandas metabólicas periféricas, el gasto cardíaco suele
ser suficiente. Las manifestaciones clínicas del hipotiroidismo y de la IC son muchas veces indistinguibles. Se
dan en pacientes de edad, más frecuentemente mujeres, obesas, con disnea, fatiga, intolerancia al esfuerzo y
edema periférico.
La prevalencia de hipotiroidismo subclínico en diversas series es variable, entre el 1% y hasta el 17%.(238) Se
asocia a mayor riesgo de presentar deterioro de la función ventricular y de la capacidad de esfuerzo, y a mayor
tasa de eventos cardiovasculares.
La IC genera a su vez alteraciones de la función tiroidea: el estado de T3 baja (239) y los fenómenos vincu-
lados al uso de amiodarona. La prevalencia de T3 baja oscila alrededor del 30% en el caso de los pacientes más
comprometidos; es menor en clase funcional I-II y se duplica en los tratados con amiodarona. La congestión
hepática contribuye fuertemente a la disminución de la conversión de T4 en T3 y a ello debemos sumar la dismi-
nución en los niveles de ARN mensajero en los receptores de hormona tiroidea a nivel del miocito. Los pacientes
con T3 baja tienen más compromiso hemodinámico y en varios estudios pequeños, no todos aleatorizados, la
administración de hormona tiroidea intravenosa en pacientes con insuficiencia cardíaca avanzada se tradujo
en mejoría de parámetros hemodinámicos, pero todavía no hay evidencia de mejoría en puntos finales clínicos.
La amiodarona (240) inhibe la conversión periférica de T4 en T3 y la síntesis de hormona tiroidea. Por
eso, un 5 a 25% de los pacientes tratados presenta hipotiroidismo y un 2 a 10% presenta hipertiroidismo. Si la
administración de amiodarona es fundamental, se tratará el hipotiroidismo con hormona tiroidea; el hipotiroi-
dismo no debe indicar por sí solo la suspensión del fármaco. En el caso del hipertiroidismo, se debe suspender
la droga y, de acuerdo con el mecanismo responsable del cuadro (sobrecarga de yodo o mecanismo inmunitario)
recurrir a fármacos antitiroideos o corticoides. Se debe considerar también el uso de betabloqueantes como el
propanolol.
Caquexia y sarcopenia
La caquexia es un proceso generalizado que afecta todos los compartimentos del cuerpo, el tejido magro (múscu-
lo esquelético), el tejido graso (reservas de energía) y el tejido óseo (osteoporosis)]. Se define caquexia cardíaca
como la pérdida de peso involuntaria no edematosa ≥ 6% del peso corporal total en los últimos 6-12 meses, de
causa cardíaca, luego de excluir otra causa de pérdida de peso (241) El paciente presenta alteraciones en el
laboratorio sugestivas de inflamación: aumento de PCR, anemia o hipoalbuminemia. Puede ocurrir en 5-15%
de pacientes con IC, especialmente en aquellos con IC con FE reducida, y en estadios más avanzados de la en-
fermedad. (242)
Las causas son diversas: activación de la cascada inflamatoria con predominio de fenómenos catabólicos,
alteraciones neurohormonales, mala nutrición y mala absorción, reducción en la ingesta de calorías y proteínas,
resistencia a las hormonas anabólicas e inmovilización prolongada. (243)
Esta complicación se asocia con síntomas más graves, menor capacidad funcional, hospitalizaciones más
frecuentes y disminución de la sobrevida. La pérdida involuntaria de peso es un fuerte marcador pronóstico,
asociado a una mortalidad del 50% anual.
Es un proceso irreversible, sin tratamiento curativo, a diferencia de la desnutrición, que es un cuadro rever-
42 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGIA / VOL 84 SUPLEMENTO 3 / OCTUBRE 2016
Obesidad
La obesidad, definida por un índice de masa corporal (IMC) mayor de 30 kg/m2, es un factor de riesgo para la IC
(246) y complica su diagnóstico, porque puede causar disnea, intolerancia al ejercicio, inmovilización, edema en
miembros inferiores y mala ventana ecocardiográfica. Favorece el desarrollo de HVI y el remodelado concéntri-
co. En el estudio Framingham, el riesgo de desarrollar IC aumentó un 5% en los hombres y un 7% en las mujeres
por cada incremento de 1 en el IMC.
En el paciente con IC, la obesidad se asocia en estudios observacionales con menor mortalidad, en lo que se
llama la paradoja de la obesidad, también vista en otras enfermedades crónicas. (247) El mejor pronóstico tal
vez se asocie a una mayor reserva cardiocirculatoria, que permite por ejemplo que el paciente sea mejor medi-
cado con dosis adecuadas de IECA.
Los individuos obesos tienen niveles más bajos de BNP. Una hipótesis es que en el tejido adiposo existen
receptores para la clearence del BNP; mayor masa grasa implica mayor clearence de BNP y valores de BNP
más bajos (247,248) Puede ocurrir además que el fenómeno se deba a que se trata de pacientes menos enfermos
(mayor presión arterial, mayor colesterol).
La obesidad puede ser manejada como recomiendan en las guías de prevención de enfermedades cardiovascu-
lares, si el objetivo es prevenir el desarrollo de IC; sin embargo, las guías no se refieren a la IC con IMC elevado.
En pacientes con IMC > 35 kg/m2, la pérdida de peso debe considerarse y complementase con actividad física
para mejorar los síntomas y la capacidad de ejercicio. Si bien se recomienda descenso de peso para mejorar los
síntomas y control de los factores de riesgo, la pérdida de peso como una intervención nunca ha demostrado de
forma prospectiva ser beneficiosa o segura en IC-FEr.
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