diez de diciembre
agustina's pov
El uber frenó suavemente frente a la entrada del barrio. Miré por la ventanilla mientras el chofer apagaba el motor y se bajaba para abrir el baúl. Pasó solo un mes de la última vez que vine, pero volver ya para quedarme me producía un nudo en el estómago, pero uno de esos buenos, de los que te hacen sonreír sin darte cuenta.
—Gracias —le dije al chofer mientras agarraba mi valija.
La garita de seguridad estaba iluminada, y cuando me acerqué, un hombre familiar salió con su linterna. Apenas me vio, su rostro se iluminó.
—¡Pero si es la hija de los Giordano! —exclamó el guardia, Javier, como si hubieran pasado años desde la última vez que me vio—. ¡Agustina! ¿Qué haces por acá?
Solté una risa mientras dejaba la valija a un costado. —¡Hola, Javier! Estuve trabajando afuera, pero ya terminó la temporada así que me quedo acá hasta febrero mas o menos
—¡Ay, pero qué sorpresa! —dijo mientras se quitaba la gorra y la agitaba en el aire, como si estuviera anunciando mi llegada—. Tu mamá siempre dice que estás por todos lados. ¿Qué tal las carreras? ¡La otra vez vi una nota tuya por la tele!
—Todo bien, todo bien —respondí con una sonrisa. Me acerqué un poco más, bajando la voz—. Pero no les diga nada a mis papás, ¿eh? Es una sorpresa.
—¿Una sorpresa? —repitió con una sonrisa cómplice—. ¡Ay, no sabés cómo te extrañaron! Tu mamá no para de hablar de vos.
Me llevé un dedo a los labios, indicándole que guardara el secreto. —Entonces ni una palabra, Javi.
—Quedate tranquila, no digo ni mu. ¡Andá nomás! Pero cualquier cosa, ya sabés dónde estoy.
Le agradecí y seguí mi camino. La barrera se levantó, y con la valija rodando detrás de mí, caminé por las calles que tan bien conocía. Las luces del barrio iluminaban el camino, y el aire fresco tenía ese olor a jazmines que siempre me recordaba a casa.
Cuando llegué al lote, me detuve frente al portón de madera. Desde adentro se escuchaban risas y voces que se mezclaban con el tintineo de cubiertos. Mis piernas temblaban un poco, pero la emoción era más fuerte.
Respiré hondo y dejé la valija a un lado antes de caminar hasta la puerta. Levanté la mano y toqué el timbre, mordiéndome el labio.
La puerta se abrió despacio, y antes de que pudiera decir algo, un grito lleno de emoción resonó en el umbral.
—¡Agus!
Clarita, la chica que siempre ayudaba a mi mamá en casa, estaba ahí, con los ojos abiertos como platos y una sonrisa que le iluminaba todo el rostro. Antes de que pudiera reaccionar, se lanzó hacia mí y me envolvió en un abrazo apretado.
—¡No lo puedo creer! ¡Volviste! —me dijo mientras me balanceaba de un lado a otro como si fuera una niña pequeña.
Me reí mientras le devolvía el abrazo. Clarita siempre había sido parte de la familia, casi como una hermana menor.
—¡Clarita, me vas a asfixiar! —bromeé, aunque no tenía intención de soltarme tampoco—. Yo también te extrañé un montón.
—¡Ay, no sabés! La casa no es la misma sin vos. —Me soltó un poco para mirarme con una expresión casi maternal—. ¡Mirá lo flaquita que estás! Seguro no comiste nada decente mientras estabas afuera.
Estaba por responder cuando escuché pasos que venían desde el comedor. Una voz masculina resonó por el pasillo.
—¿Quién es a esta hora, Clari? —preguntó mi papá con tono curioso.
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a fondo | franco colapinto
FanfictionA FONDO | En el apasionante y competitivo mundo del automovilismo, donde cada segundo cuenta y las emociones quedan relegadas al último lugar, Agustina, una periodista decidida a construir su carrera, se cruza con Franco Colapinto, un joven piloto a...