Los misterios de los gigantes helados de nuestro sistema solar podrían estar más cerca de resolverse gracias a una nueva teoría científica. Según un estudio reciente, Urano y Neptuno podrían tener grandes océanos ocultos bajo sus atmósferas de hidrógeno y helio. Este hallazgo podría cambiar la comprensión de estos planetas y de la formación de sistemas planetarios en general.
Un equipo de investigadores liderado por Burkhard Militzer, científico planetario de la Universidad de California en Berkeley, propuso la existencia de un océano de 8,000 kilómetros de profundidad en ambos planetas.
Según The New York Times, esta capa estaría compuesta principalmente por agua en estado supercrítico, una mezcla de gas y líquido sometida a presiones extremas, 60,000 veces superiores a las de la superficie de la Tierra.
El estudio, basado en simulaciones computacionales, sugiere que este océano se encuentra separado de una capa más profunda de hidrocarburos por un límite que impide la mezcla de materiales. Militzer explicó que esta disposición estratificada podría explicar los campos magnéticos desorganizados observados en los dos planetas, un hallazgo realizado por la sonda Voyager 2 en sus sobrevuelos de Urano y Neptuno durante la década de 1980.
Los campos magnéticos desordenados, una pieza del rompecabezas
A diferencia de la Tierra, Júpiter y Saturno, cuyos campos magnéticos son mayoritariamente dipolares, los de Urano y Neptuno son caóticos y están inclinados respecto a sus ejes de rotación. Este fenómeno puede atribuirse a la falta de movimientos convectivos en sus interiores, resultado de las capas que no se mezclan debido a las altas presiones y temperaturas.
La investigación sugiere que estas capas de agua, metano y amoníaco, separadas por el escape de hidrógeno, impiden los flujos convectivos a gran escala responsables de generar campos magnéticos más ordenados, como en el caso de la Tierra.
Implicaciones para la búsqueda de vida y estudios planetarios
La posibilidad de que existan océanos en estos gigantes helados no solo sería un avance en la comprensión de Urano y Neptuno, sino que también tiene implicaciones para la búsqueda de vida en el universo. Según Forbes, este tipo de planetas, conocidos como gigantes de hielo, son comunes en la Vía Láctea. Comprender sus dinámicas internas podría ofrecer pistas sobre las condiciones necesarias para que existan océanos en otros exoplanetas.
Además, estos hallazgos podrían influir en futuras misiones espaciales. Actualmente, se plantea una misión de la NASA para explorar Urano en la próxima década. Este proyecto aprovecharía una alineación planetaria única en 2034 para enviar una sonda que estudie la estructura interna del planeta y la composición de sus lunas, que también podrían albergar océanos.
Urano y Neptuno, los planetas olvidados
Aunque Júpiter y Saturno han sido extensamente estudiados, Urano y Neptuno han permanecido en gran medida ignorados. Según The New York Times, la última visita de una sonda a estos planetas fue la de Voyager 2, hace casi 40 años. Sin embargo, su exploración podría ser importante para entender las diferencias entre los gigantes gaseosos y los gigantes helados, categorías que agrupan a los planetas más masivos del sistema solar.
Los astrónomos señalan que las capas diferenciadas de agua y hidrocarburos observadas en Urano y Neptuno podrían ser un resultado de su formación a mayores distancias del Sol, lo que limitó la cantidad de hidrógeno que pudieron acumular en sus atmósferas.
La tecnología detrás del descubrimiento
El avance en esta investigación fue posible gracias a herramientas de aprendizaje automático utilizadas por el equipo de Militzer. Estas simulaciones permitieron modelar el comportamiento de cientos de átomos sometidos a las condiciones extremas del interior de Urano y Neptuno. Según Forbes, los campos gravitacionales generados por estos modelos coinciden con los medidos por la Voyager 2, lo que respalda la validez de la teoría.
Este enfoque que se le dio al estudio, podría ser replicado en la investigación de otros planetas y exoplanetas, lo que sin duda, ampliaría el conocimiento sobre las propiedades físicas y químicas de estos cuerpos celestes, sobre todo los lejanos al sol y a la tierra.
Forbes sugirió que la exploración de las lunas de Urano, como Miranda y Ariel, podría revelar océanos subterráneos similares a los detectados en Encélado (Saturno) y Europa (Júpiter), lo que ampliaría las posibilidades de encontrar vida fuera de la tierra.
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