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Varias voces, una historia…: Mujeres exiliadas en México
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Libro electrónico238 páginas4 horas

Varias voces, una historia…: Mujeres exiliadas en México

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Entrevistas realizadas desde 1979 a los españoles exiliados que vinieron a México.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 ago 2019
Varias voces, una historia…: Mujeres exiliadas en México
Autor

errjson

Lingüista, especialista en semántica, lingüística románica y lingüística general. Dirige el proyecto de elaboración del Diccionario del español de México en El Colegio de México desde 1973. Es autor de libros como Teoría del diccionario monolingüe, Ensayos de teoría semántica. Lengua natural y lenguajes científicos, Lengua histórica y normatividad e Historia mínima de la lengua española, así como de más de un centenar de artículos publicados en revistas especializadas. Entre sus reconocimientos destacan el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2013) y el Bologna Ragazzi Award (2013). Es miembro de El Colegio Nacional desde el 5 de marzo de 2007.

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    Varias voces, una historia… - errjson

    estudio

    INTRODUCCIÓN

    LA FUENTE

    Este volumen es el primero de una colección que se propone dar a conocer entrevistas de historia oral que fueron realizadas en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), hace años y que actualmente conforman el Archivo de Historia Oral Refugiados Españoles en México. Este archivo consta de 120 entrevistas que constituyen casi 800 horas de grabación y unas 27 000 páginas transcritas, pero no es un archivo cerrado, esporádicamente se siguen haciendo grabaciones. Las entrevistas se pueden consultar tanto en la biblioteca de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, en la Ciudad de México, como en el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, España.

    Los orígenes del proyecto sobre los exiliados españoles en México se remontan a 1979, cuando la doctora Eugenia Meyer inició el programa en el departamento Archivo de la Palabra del mismo INAH. Se trataba de recuperar la memoria de los españoles que vinieron a México como exiliados, después de la guerra civil de 1936-1939. Fue un momento ideal para empezar a grabar porque pudimos ­­—y digo pudimos, porque tuve la suerte de participar en el proyecto casi desde el principio— encontrar a muchos exiliados que eran, si no jóvenes, sí personas con plena lucidez mental.

    Para realizar las entrevistas, se hizo primero un cuestionario que llamamos tipo-base porque nos servía de punto de partida en las grabaciones, después nos iban surgiendo preguntas nuevas, según la experiencia de vida que había tenido aquella persona en particular. Por ejemplo, si estábamos hablando con un maestro, le preguntábamos acerca de su escuela y sus métodos pedagógicos, de su percepción del alumnado español y del mexicano, de los diferentes problemas que enfrentaba en el colegio, de sus compañeros y su integración, etcétera.

    Para escoger a los entrevistados se partió de un sistema de redes que comenzó con los amigos de las historiadoras que participamos en el proyecto y que pertenecíamos a la comunidad de los exiliados. No era una muestra científicamente representativa, pero en aquel momento no había otra posibilidad de hacerlo porque no había ningún estudio previo al cual acercarse para realizar la muestra que hubiera sido la ideal. Así, en las primeras entrevistas se privilegió a intelectuales y políticos sobre personas que si bien no habían destacado por su presencia pública, sí había que grabarlos. Con el tiempo esto se corrigió y nos enfocamos a buscar a personas trabajadoras (por llamarlas de algún modo), que aunque no habían tenido posiciones destacadas dentro del exilio, habían sufrido lo mismo, además de que era fundamental hacerlo para que el conjunto de las entrevistas reflejara la diversidad de la comunidad.

    Se puede decir que cada entrevista es una biografía, porque en ella los entrevistados dan cuenta de gran parte de sus vidas, desde su lugar de nacimiento, cómo era su pueblo en aquella época, quiénes eran y a qué se dedicaban sus padres, sus hermanos, su infancia, cómo era la escuela a la que iban, su vida durante la Segunda República Española y durante la guerra civil, su actividad laboral o estudios superiores, cómo lograron salir al exilio, su estancia en Francia o en otro país, el viaje y la llegada a México con sus primeras impresiones. Para finalizar, se hace un recorrido de su vida en México tomando en cuenta diversos aspectos como su vida laboral y familiar, su integración o no a la comunidad española, su vuelta o no a España y sus ideales políticos y personales hasta el momento en que se terminó de hacer la grabación.

    Lo anterior nos da una idea de la riqueza de las entrevistas, ya que estas personas fueron testigos de una serie de hechos clave de la historia de España y de México durante una gran parte del siglo xx, más o menos desde los años treinta hasta los ochenta. Y en esto precisamente se basa el enorme valor de este Archivo de Historia Oral Refugiados Españoles en México, porque a través de él se conocen no sólo innumerables aspectos de la vida de los exiliados que no habían sido tomados en cuenta por las investigaciones del tema, sino también de la historia de la época y, por otro lado, nos permite conocer a seres humanos cuya vida resulta apasionante.

    Durante casi tres años se grabaron las primeras entrevistas y se transcribieron una buena parte de ellas pero, en un momento dado, el proyecto se suspendió y no fue sino hasta 1986 cuando se retomó gracias a la iniciativa de la doctora Dolores Pla. En esta nueva etapa, que acabó en 1990, la Dirección de Estudios Históricos del INAH contó con el financiamiento del Ministerio de Cultura de España. En esta ocasión no sólo se hicieron nuevas entrevistas sino que se transcribieron y se corrigieron, lo mismo que otras de la primera etapa cuyo proceso de transcripción estaba incompleto. Al final, el Archivo de Historia Oral Refugiados Españoles en México tiene entrevistas de hombres y mujeres de diversas edades, prácticamente de todas las zonas de España y de diferentes ámbitos sociales, culturales y políticos.

    LAS ENTREVISTAS

    La colección Varias voces, una historia… constará de varios volúmenes y en cada uno nos centraremos en diferentes tipos de informantes, de acuerdo con el asunto a tratar. En éste, el primero, presentamos las experiencias de cinco mujeres, todas ellas con una vida azarosa, intensa y comprometida con sus ideales y con sus familias. Esta es una característica de las mujeres, para quienes son muy importantes los otros: padres, maridos, hijos.

    Las entrevistas se editaron, con editar quiero decir limpiar la transcripción literal, esto es, se quitaron las preguntas hechas por el entrevistador y se dejó que la persona relatara su vida en primera persona. También quiero decir ordenar la entrevista cronológicamente y resaltar lo más importante del personaje estudiado. En el relato procuro respetar, hasta donde es posible, su forma de expresarse, ya que considero que este es un aspecto fundamental para conocer al ser humano que quiero rescatar, de manera que, al final de la lectura de las cinco entrevistas que tendrá cada volumen, el lector podrá conocer no sólo a personas de carne y hueso sino que también tendrá una idea de los temas tratados en el texto.

    Las mujeres elegidas para integrar este primer volumen de la colección son, en su mayoría, catalanas porque el grupo catalán fue el más numeroso del exilio español en México; cinco mujeres de diferente tendencia política, nivel socioeconómico y cultural, con distintas experiencias de vida y, sin embargo, todas ellas tienen en común que llegaron ya con sus parejas, tuvieron un trabajo además del doméstico durante su vida en México, todas volvieron a visitar España, todas eran inteligentes, valientes, sensibles, emprendedoras y, sobre todo, con historias conmovedoras y dignas no sólo de ser rescatadas —como ya lo están en las grabaciones— sino de darlas a conocer como tales.

    Una de ellas es una mujer catalana, hija de agricultores y, más tarde, comerciantes, con estudios primarios que abandona para ayudar a sus padres en su negocio. Con una conciencia política muy definida, desde muy joven se integra al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Relata los motivos por los que se integró a ese partido, las actividades que realizaban antes y durante la guerra, lo que era la vida de la población civil y las carencias que sufrían y su participación en la contienda conduciendo vehículos para buscar municiones. Sale a Francia con su familia y se embarcan a México, en donde comenzó a trabajar primero en un expendio de pollo y terminó siendo dueña de una prestigiosa tienda de abarrotes. Es muy interesante el relato su vida alrededor, fundamentalmente, de su trabajo y del amor por su hijo, Amor. También hay que destacar su planteamiento del catalanismo; ella era separatista, es decir, partidaria de que Cataluña se separara de España, asunto que está muy relacionado con el idioma. En su casa siempre se habló catalán y, al expresarse en español, el lector notará que usaba muchos modismos mexicanos. Un detalle divertido de esta entrevista es la descripción de la llegada a Veracruz y cómo sus padres, ambos, se toparon con los novios de su juventud a su llegada a la ciudad de Córdoba.

    Carmen Bahí o Parera, como se le conocía más en México, era una mujer fuerte. Cuando en la entrevista me relató su vida, me llamó la atención que siempre hablaba en primera persona y las figuras tanto de su padre como de su marido están desdibujadas, como si ella hubiera sido la que tomó las decisiones trascendentales para su familia como cuándo salir de España, cómo y por dónde, cómo se movilizaron en Francia para sobrevivir y lograr embarcarse en el Ipanema para llegar a México, entre otras. Esa fortaleza de espíritu la mantuvo siempre, además de una enorme calidez como ser humano. Me abrió con generosidad las puertas de su casa, decorada con artesanías catalanas y mexicanas además de las banderas de los dos lugares.

    La segunda entrevista también es de una catalana pero ella no va a hablar en especial del catalanismo, porque como ella misma afirmó en la plática, no soy separatista. Y efectivamente no lo era, sus años más felices los vivió en Madrid en la época de la República aunque, cuando ya mayor decidió volver a vivir a España, no dudó en llegar a Barcelona.

    Si hubiera que caracterizar en dos palabras el tema de la entrevista de Estrella Cortichs, vemos que es una mujer que, sin tener hijos, dedicó su vida a los niños, no sólo como maestra tanto en España como en México sino también a cargo de un organismo que cuidaba a los niños huérfanos o que sus padres querían proteger del peligro de la guerra. También es un ejemplo claro de la tragedia del exiliado: la guerra civil le destrozó la vida; al salir de España nunca dejó de sentir una enorme nostalgia, sufrió mucho y nunca se adaptó, como ella misma dijo en su entrevista: …yo me sentí en México como en una estación de ferrocarril, esperando el tren… Si bien en un viaje a España en el que fue de vacaciones lo pasó muy bien, cuando ya jubilada regresó para quedarse, le costó adaptarse y siguió recordando siempre a México y los años que había vivido aquí, esa es la tragedia del exiliado.

    Rememora su niñez, sus estudios primarios en un convento, después los profesionales y cómo preparó las oposiciones para ganar una plaza de trabajo en España, su trabajo como profesora y el ascenso a directora de un colegio en Madrid. Relata su labor en Ayuda Infantil cuidando a niños durante la guerra, las peripecias en Francia y su estancia en República Dominicana. A su llegada a México, siguió trabajando como maestra toda su vida en las escuelas que crearon los exiliados españoles y también en la Escuela Normal Superior y en el Instituto Politécnico Nacional. Dedica una buena parte de la entrevista a hablar de sus sistemas pedagógicos, de los distintos tipos de alumnos que tenía y las diferencias que había entre los maestros de México y de España en esa época, temas de los que hablaba y hablaba con gran entusiasmo y conocimiento, termina relatando sus impresiones de la vuelta a España.

    La maestra Estrella, como la llamábamos sus alumnos, era muy querida y respetada, en sus clases disfrutábamos su entusiasmo al transmitirnos no sólo sus conocimientos sino también su enorme amor por España. Además de que nos inculcaba el valor de la honradez cuando, al pasar lista de asistencia, teníamos que avisar si habíamos hecho o no la tarea diciendo presente sí o presente no y ¡cuidado con el que se atreviera a mentir! El castigo era duro, no convenía arriesgarse. Era una mujer con una salud endeble desde joven, pero con una enorme capacidad de trabajo y pasión por su tarea de enseñar.

    Continuamos con una mujer que nació en Burgos pero vivió en Madrid muchos años, dentro de una situación socioeconómica desahogada. Se casa —como ella dice: … por la Iglesia, como es natural—con un ingeniero agrónomo y su vida fue casi siempre cómoda, hasta cierto punto y dentro de lo que fue el horror de una guerra, gracias al apoyo que recibieron tanto de su padre —coronel de artillería— como de un cuñado que era subsecretario de Educación durante el gobierno de la República y en la guerra civil. En 1938, en plena guerra, viaja con su marido a París para montar el pabellón de España para la Exposición Universal, también colaboró en las oficinas del Hospital Obrero y en las del Ministerio de Educación en Madrid y, al igual que Carmen y Estrella, cuidó niños y los sacó de España al final de la contienda. Desde Francia viaja a Veracruz a bordo del Sinaia y, en México, trascurrirá su vida hasta el final. Durante su estancia aquí, la suerte le cambia, se enfrentará con una realidad cruda pero siempre, y eso es admirable en ella, con fortaleza y muy buen estado de ánimo; tuvo una vida complicada debido a los trabajos del marido que los llevaron a vivir una temporada en la selva del estado de Campeche y otra, en Caracas, Venezuela.

    Angelines Dorronsoro era la clásica mujer de la sociedad española de esa época en cuanto a que su familia y su hogar eran los ejes de su vida; sin embargo, en su relato notamos que para ella su marido estaba en primer lugar y después sus hijos. Cuando lo fue a visitar a Campeche, donde estaba trabajando, y vio la precaria situación en que vivía, no dudó en irse con él y llevarse a sus niños para, más tarde, internarlos en un colegio de Mérida. Esta aventura resulta crucial en la entrevista, porque viviendo en una situación realmente muy incómoda, sin luz eléctrica ni agua potable entre otras carencias, ella se preocupaba por mantener su casa limpia y ordenada, por cocinar sabroso, recibir a sus invitados lo mejor posible y también estaba al tanto de que sus niños leyeran buena literatura, ella misma les leía El Quijote, pero lo más importante es que se percibe que todo lo hacía con gusto y entusiasmo.

    Le sigue Francesca Linares, para la que también su marido fue crucial en su vida. Pertenecía a la alta burguesía catalana y estudió en Madrid y en París. Vivió siempre dentro de un ambiente de burgueses y políticos y se casó con uno de los dirigentes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Sufrió poco los estragos de la guerra porque en esos años, estando recién casada, viajó con su esposo por Europa, ya que él era el responsable de autorizar los contratos de compras de armas para la República. En su entrevista habla de su trabajo como periodista y relata su viaje a México en 1937, junto con su marido, con la finalidad de entrevistarse con Lázaro Cárdenas para negociar la posibilidad de que se aceptara un exilio masivo, en caso de perderse la guerra. Termina contándonos su vida en México donde, remitiéndome a su propia voz, dice: llevamos una vida de lo más frívola, siempre rodeados de amigos, con muchos compromisos sociales y con una vida más que holgada hasta que, al morir su esposo, comenzara a sentir la soledad.

    Para realizar la entrevista me recibió en su casa, un departamento en la colonia del Valle con muchas obras de arte, fundamentalmente del norte de África, recordando así su estancia en esa región al final de la guerra civil. Era una mujer simpática, aparentemente muy segura de sí misma; sin embargo, sus afirmaciones estaban casi siempre basadas en textos escritos por Juan Simeón Vidarte, su marido, y me parece que de no haberse casado con él, ella no hubiera salido de España. Muy impresionante resulta la narración de su viaje a Madrid y Barcelona en 1980, viaje al que la invitó la directiva del PSOE y que resultó muy triste para ella porque se enfrentó al enorme dolor que le causó volver sola y recordar aquel glamour en el que había vivido antes de la guerra y que, al final de su vida, ya no existía.

    La última de estas cinco entrevistas es la de una mujer que, si bien nació en Cuba, de padre catalán y madre de ascendencia gallega, vivió entre la isla y Barcelona desde la niñez hasta el fin de la guerra civil. Desde niña destacó por su inteligencia y facilidad para las letras; sin embargo, la precaria situación económica de la familia la obligó a dejar muy pronto los estudios. A los quince años empezó a trabajar en una fábrica de papel para cigarrillos y a escribir en periódicos y revistas y, al final de la guerra sale de Barcelona con su novio, un anarquista que en plena huida hacia Francia le propone ¿hacemos el nido de este año? Vivirá con él hasta su muerte en la Ciudad de México y será la autora, entre otras obras, de la primera novela que se publicó aquí sobre el exilio español, titulada Éxodo. Diario de una refugiada española. Es emocionante el relato sobre su paso por Francia y su amistad con una miliciana, las dificultades que tuvo para encontrarse con su marido en el puerto del que saldrían rumbo a América y también cómo cuenta la desilusión de tantos soldados que al llegar a embarcarse se daban cuenta de que sus mujeres los habían abandonado y habían vuelto a España con sus familias, no querían embarcarse, no llegaban al puerto...

    Recuerdo con entusiasmo las sesiones en las que grabé a Silvia Mestre, fui trece ocasiones a su casa con un gran gusto y era tan entretenido escucharla que muchas veces me olvidaba de la cinta de la grabadora, que quedaba volando algunos segundos o minutos y ella seguía conversando y comentándome cosas y cosas hasta que me iba. La vitalidad era su característica principal, siempre contenta, risueña y llena de intereses y actividades, como se puede percibir en la entrevista.

    Las cuatro entrevistas que realicé y que integro en este volumen —la de Angelines es de Matilde Mantecón— me enseñaron muchas cosas y me hicieron gratificante y disfrutable la experiencia. Contactar a estas mujeres con historias tan diferentes y al mismo tiempo tan parecidas fue enriquecedor. Por otro lado, me percaté que muchas veces, en los conceptos que utilizamos para caracterizar algún tema o a algún grupo de personas, en este caso mujeres exiliadas, saltan excepciones que dan cuenta de la riqueza de este conocimiento, de la riqueza de las historias de vida.

    LA MUJER EN EL EXILIO ESPAÑOL

    Las mujeres del exilio español, como las de cualquier otro exilio, tienen su propia historia que es distinta a la general del grupo, pero que al mismo tiempo, es parte de ella, por lo que hay que integrarla para tener una visión global. Si el exilio significa un salir sin querer, un huir para salvar la vida, un desgarre, significa también un quedar pendiente, un vivir entre dos realidades: la que se deja y la que se encuentra, para las mujeres del exilio español significó el desgarrón porque se perdió el espacio femenino por excelencia: el hogar.

    Los republicanos que llegaron a México a partir de 1939 conformaban un grupo heterogéneo de individuos, eran anarquistas, comunistas, socialistas, de diferentes regiones de España, eran obreros, intelectuales, profesionistas, empleados y, al mismo tiempo, los unía el amor a la libertad, a la democracia, a la cultura, a la participación ciudadana, el respeto por las ideas diferentes; también los unió la educación que le dieron a sus hijos, las comidas, la forma de vestir, el lenguaje, la unidad familiar, es decir, todo aquello que está de algún modo bajo la custodia de las mujeres.

    Para estos transterrados españoles el exilio era pasajero, habían dejado un pasado inmóvil que pensaban recuperar pronto, por lo tanto había que reproducir, en el interior de sus casas, esas costumbres que habían quedado en España. Y todo esto es, justamente, de lo que se encargaron las mujeres exiliadas en México, ellas formaron la estructura de ese exilio, lo mantuvieron vivo, le dieron unidad a la familia y aglutinaron al grupo, fueron, en suma, el poder de la cultura del destierro.

    En el caso de nuestras entrevistadas, podríamos decir que no cumplen al cien por ciento con este papel: todas salieron de España casadas y con sus hogares establecidos, a excepción de Silvia y, aunque una de ellas no tuvo hijos, siempre estuvo rodeada de niños y jóvenes. De tal forma que si bien el cuidado de la familia y de sus hogares sí fue una labor importante para ellas, su actividad principal fue su trabajo fuera del ámbito doméstico, porque la situación económica a

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