Canek
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Canek - Ermilo Abreu Gómez
Balam
LOS PERSONAJES
Cuando llegaron ya estaban completos los nombres de los pueblos que no lo tenían y los de los pozos, para que se pudiera saber por dónde habían pasado caminando para ver si era buena la tierra…
Del Libro de los linajes mayas
1
JACINTO CANEK se levantó antes de que amaneciera. Por la noche había llovido tanto que el patio de su choza se anegó. Junto al brocal del pozo encontró a un indio. Canek le habló así:
—Ha llovido mucho, hijo, y lloverá otra vez porque ésta es la lluvia de Giaia. Giaia no fue hombre de esta tierra, sino de Oriente; pero todo lo del Oriente pertenece en espíritu a Yucatán. Lloverá otra vez.
Aún no acababa de hablar Jacinto Canek cuando empezó a llover otra vez.
Se cobijaron debajo de una palma y Canek continuó:
—Has de saber que Giaia tuvo un hijo malo llamado Giaial. Giaial quiso matar a su padre. Los dioses antiguos hablaron al oído de Giaia y le dijeron palabras de venganza. Giaia entonces mató a su hijo Giaial; tomó su cuerpo, lo despedazó y lo guardó dentro de una calabaza, la cual depositó en la falda de un cerro. De vez en vez Giaia la tomaba entre sus manos y lloraba sobre ella llanto de dolor —porque mucho había querido al hijo muerto. Y sucedió un día que al tocar la calabaza vio que de ella salían peces. Tuvo miedo porque no entendió el símbolo de este suceso, y se alejó de aquel paraje. Entonces fueron al lugar cuatro hermanos, que eran huérfanos, y quisieron comer de aquellos peces. Quiso el destino que llegara a tiempo Giaia. Los hermanos huyeron y dejaron caer en la tierra la calabaza, y de sus pedazos brotaron torrentes de agua. Fue tanta que toda la comarca, en muchas leguas a la redonda, se inundó. Sobre aquellas aguas vinieron las nubes de la lluvia. Y todo fue cubierto por el agua de abajo, como por el agua de arriba, menos la tierra en que vivimos y unas islas lejanas que están por donde sale el sol.
Acabó de hablar Jacinto Canek y la lluvia siguió cayendo.
2
Pobre del niño Guy. Es el sobrino del dueño de la hacienda y nadie le quiere. Parece tonto. Su familia lo ha enviado al campo para que se asolee, coma cosas fuertes y se divierta. Esto es lo que dice su familia. En realidad lo han mandado al campo para que no estorbe. Es tan flaco, dice tales cosas, se le ocurren tales simplezas, que su presencia molesta. Sus hermanos han llegado a decir que no es de la familia. Cuando Guy oye esto se le humedecen los ojos, pero entonces no dice nada. En la hacienda estará bien
, dijeron sus tías: unas mujeronas altas y secas, las más estiradas de la casa, siempre pendientes de que la consola esté limpia, los candelabros luzcan tersos y las flores tengan agua. Lo trajeron y lo abandonaron. Lleva un mes de soledad. Canek es su amigo; le ha regalado un caracol marino y con él se entretiene horas y horas. Se lo pone en las orejas y se queda absorto, con los ojos grandes, luminosos, húmedos. Su alma se va por los caminos invisibles del viento y del mar. Entonces con sus dedos débiles, en la tierra roja, escribe unas palabras raras que Canek no se atreve a borrar.
3
Llegó a la hacienda doña Charo, una de las tías de Guy. Llegó remilgosa y asmática. Se pasaba el día sentada en el estrado tomando té y pastillas de menta. De pronto corrió desolada, en aspas las manos, apechugado el corpiño, arremangada la falda y se refugió en la sala. Cien veces dijo que no quería ver más indios; y menos uno que estaba ahí, horrible, enjuto, como piedra rota. Al decir horrible, se cubría