El aparato psíquico y la realidad
Por Ricardo Avenburg
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El aparato psíquico y la realidad - Ricardo Avenburg
Ricardo Avenburg
El aparato psíquico y la realidad
PRIMERA EDICIÓN
Ediciones BiebelAgradecimientos
Queremos agradecer a Karen y Alejandro, los hijos de Ricardo Avenburg por autorizarnos la publicación de este libro y apoyarla con entusiasmo.
Agradecemos también a Sebastián Pardo, un amigo de la familia Avenburg, por brindarnos generosamente las imágenes para las tapas.
Y un agradecimiento muy especial a Jorge Garbarino, discípulo y fiel amigo de Ricardo, estudioso y conocedor de la obra de Ricardo Avenburg –tanto la publicada como la inédita–, con quien revisó detenidamente las pruebas de galera de este libro y continuó cuidando con dedicación y esmero tras la partida de Ricardo, de las últimas revisiones del texto que acá publicamos,
A todos, muchas gracias.
Los editores
La muerte de un hombre sin prejuicios
por Jorge Garbarino
El 4 de setiembre de 2021 murió Ricardo, maestro del psicoanálisis y de la vida. En este, su primer libro de 1974 , en el párrafo final escribió:
Luego de la muerte del padre, éste vuelve bajo la forma de tótem, constituyéndose en núcleo de la organización social. Sin embargo, la repetición del proceso no puede ser evitada. ¿Cómo superar esa repetición a través de un nuevo nivel de organización cultural que no implique al mismo tiempo una nueva defusión instintiva? Por el momento esta pregunta permanece sin respuesta.
Hacia el final de su vida Ricardo proponía que la respuesta a esa pregunta era la superación del tabú del incesto. No podría decir hasta qué punto logró él, en su fuero íntimo, superar esa prohibición; sí sé, pues lo hablamos muchas veces en nuestros encuentros, que mantenía un diálogo interior profundo, despojado de toda referencia totémica, con su propio padre. Ahora nos toca a nosotros, los que nos hemos acercado a él buscando un maestro y un amigo, seguir manteniendo un diálogo con él en el pensamiento, sin reverenciarlo, sin convertirlo en tótem, con amable escepticismo, tal como hizo él mismo con Freud.
Yo soy yo
escribió y dijo muchas veces aventando cualquier suposición acerca de que pretendiera convertirse en oráculo de un Freud cosificado. A la vez, ese yo de Ricardo, como el de todos los yoes, es un nosotros, y particularmente en Ricardo, resalta –y lo digo en presente pues ese yo-nosotros está presente en toda su obra– el diálogo que toda la vida mantuvo con sus maestros en el psicoanálisis, en el arte, en la filosofía y con todo aquel que se le acercara: pacientes, discípulos, amigos; con toda persona que deseara espigar un pensamiento a su lado.
En silencio me hablo a mí mismo y a todos los que encuentren en Ricardo un mar que quieran navegar: Amigo Ricardo, tu pensamiento sigue siendo un manantial que fluye hacia el océano del nosotros que nos contiene y a la vez nos da forma en cada instante.
Algunas notas previas
por Jorge Garbarino
En 1971, dentro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, se planteó una discusión que culminó con la renuncia de un grupo de psicoanalistas nucleados en Plataforma Internacional y Documento. Dentro de los que se separaron se encontraba Marie Lange, con quien Ricardo dialogó en uno de sus escritos. A partir de ese intercambio fue surgiendo en el autor la idea de escribir el libro que aquí se reedita por tercera vez. Creo que mencionar algunos momentos de la historia de esta polémica permitirá evaluar la importancia que el libro tiene como hito en la historia del psicoanálisis ya que los temas que se examinan, aun cuando son expuestos en un elevado nivel de abstracción, refieren, sin embargo, a la esencia de la realidad social que nos es propia y que se manifiesta como resultante de la interacción de distintos niveles de lo que llamamos realidad
. En el proceso de profundizar en esos niveles se descubre lo extraño que subyace a la realidad convencional que consideramos familiar y bien conocida.
Cuando Plataforma y Documento comenzaron a plantear sus puntos de vista respecto de la realidad social
, la Argentina estaba ingresando en uno de los períodos más violentos de su historia. En 1987, me encontré con este libro revisando los anaqueles de una librería; en ese entonces no tenía la más remota idea de quién era Ricardo Avenburg ni de la polémica que había dado nacimiento al libro. Lo compré atraído por el título pues en los momentos en que se había desarrollado esa polémica y en los años posteriores, hasta 1983, había padecido los efectos de la lucha violenta que arreció en nuestro país durante ese tiempo. Me acuciaba un interés entrañable por tratar de comprender qué fuerzas operan en el alma humana para generar tales horrores. El libro me deslumbró y exigió que volviera a revisar todo lo que había estudiado en la obra de Freud para asimilar los conceptos que contiene, tarea que aún continúo. Todavía hoy, en cada lectura, el libro hace que surjan en mí nuevas reflexiones y me incita a profundizar en las significaciones que entonces se me aparecen.
***
Vuelvo a la polémica planteada por Plataforma y Documento. En sus exposiciones estos grupos explicitaron, entre otras cosas, sus divergencias con el pensamiento de Freud, por eso creo que vale la pena recordar lo que Freud pensó en un momento en que Europa era la que sin saberlo todavía, corría hacia el abismo. En 1932, en Disección de la personalidad psíquica, había escrito:
La concepción materialista de la historia peca probablemente en no estimar bastante este factor [el Superyó]. Lo aparta a un lado con la observación de que las ‘ideologías’ de los hombres no son más que el resultado y la superestructura de sus circunstancias económicas presentes. Lo cual es verdad, pero probablemente no toda la verdad. La Humanidad no vive jamás por entero en el presente; en las ideologías del Superyó perviven el pasado, la tradición racial y nacional, sólo muy lentamente ceden a las influencias del presente; desempeñan en la vida de los hombres, mientras actúan por medio del Superyó, un importantísimo papel, independiente de las circunstancias económicas.
Freud dice aquí, al discutir la concepción materialista de la historia, que la Humanidad no vive jamás por entero en el presente
y es el Superyó el que incide para que esto ocurra. Si las cosas son tales como dice Freud en el texto, la existencia del Superyó impide apreciar adecuadamente los factores de la realidad que están actuando en un determinado momento puesto que estarán velados por ideologías del pasado y por la tradición mientras actúan por medio del Superyó.
Transcribo a continuación algunos párrafos de su conferencia El problema de la concepción del universo para exponer algunas de las ideas de Freud acerca de lo que estaba ocurriendo en la Unión Soviética. Allí, refiriéndose a algunas de las tesis sostenidas por el materialismo histórico, escribió que:
no parecen nada materialistas
, sino más bien un residuo de aquella oscura filosofía hegeliana, por cuya escuela pasó también Marx.
Más adelante, en el mismo trabajo, considera cuáles podrían ser las respuestas a sus objeciones ante lo que sucedía entonces en Rusia:
No es dudoso cuál será la respuesta del bolcheviquismo a estas objeciones. Seguramente la que sigue: mientras los hombres no queden transformados en su naturaleza, es indispensable emplear los medios que hoy actúan sobre ellos. Esto no se puede llevar a cabo sin una coerción en su educación, sin la prohibición de pensar y sin la violencia hasta el derramamiento de sangre, y si no se despertaran en ellos aquellas ilusiones [las promesas de una vida mejor luego de pasar por las dificultades de la vida presente ], no se los movería a adaptarse a tal compulsión. Si hay alguien que sepa otro medio, puede intentarlo.
Con esto quedaríamos derrotados. Por lo menos yo no sabría qué replicar. Confesaría que hubiera impedido emprenderlo, pero no todos piensan como yo.
Más adelante, respecto del experimento que se desarrollaba en Rusia
en ese momento, escribió:
fue iniciado prematuramente y una modificación capital del orden social carece de probabilidades de éxito, en tanto que nuevos descubrimientos no hayan intensificado nuestro dominio de las fuerzas naturales y facilitado con ello la satisfacción de nuestras necesidades. Sólo entonces se hará posible que un nuevo orden social no sólo excluya la miseria material de las masas, sino que acoja también las aspiraciones culturales del individuo. Y aún así, con las muchas dificultades que lo indómito de la naturaleza humana suscita en toda comunidad social, tendremos que luchar aún mucho tiempo.
Estos párrafos hablan por sí mismos acerca de algunas de las concepciones de Freud por esa época; aquí me interesa destacar el lugar que le asigna a lo indómito de la naturaleza humana como dificultad en el intento de lograr cualquier modificación del orden social.
***
Menciono ahora algunos párrafos que se difundieron 39 años después de que Freud escribiera lo anteriormente citado, publicados en Argentina cuando los miembros de los grupos Plataforma y Documento se separaron de la Asociación psicoanalítica argentina y de la Asociación psicoanalítica internacional.
En Documentos (1971-74) Declaración del grupo Plataforma a los trabajadores de la salud mental, Marie Langer, al exponer alguna de sus discrepancias con el pensamiento de Freud y con ciertas posturas sostenidas por la Asociación Psicoanalítica Internacional en los años en que gobernaba Hitler, escribió:
Como científicos y profesionales tenemos el propósito de poner nuestros conocimientos al servicio de las ideologías que cuestionan sin pactos al sistema que en nuestro país se caracteriza por favorecer la explotación de las clases oprimidas, por entregar las riquezas nacionales a los grandes monopolios y por reprimir toda manifestación política que tienda a rebelarse contra él. Nos pronunciamos, por el contrario, comprometiéndonos con todos los sectores combativos de la población que, en el proceso de liberación nacional, luchan por el advenimiento de una patria socialista.
Por su parte Antonio Caparrós, en Hacia una psicología nacional y popular, había escrito:
no podemos dejar de señalar que el psicoanálisis, al trasplantar —desde los países metropolitanos y según la escuela más en boga— los modos de comprender al hombre, no puede dejar de ser una forma más de colonización cultural y mental. [...] lejos de ser poco rigurosa, la psicología nacional y popular ha de ser la única verdaderamente científica.
Como mencioné al comienzo, en 1971 Ricardo dialogó acerca de algunas de las ideas teóricas sobre el psicoanálisis desarrolladas por Marie Langer en Psicoanálisis y/o revolución social. Allí Ricardo entre otros temas discute que sea correcto atribuirle a Freud: 1) que el análisis es atemporal;