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El libro que me hubiera gustado leer a los 18 años: 24 consejos para mujeres sobre el amor y la vida
El libro que me hubiera gustado leer a los 18 años: 24 consejos para mujeres sobre el amor y la vida
El libro que me hubiera gustado leer a los 18 años: 24 consejos para mujeres sobre el amor y la vida
Libro electrónico102 páginas1 hora

El libro que me hubiera gustado leer a los 18 años: 24 consejos para mujeres sobre el amor y la vida

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Información de este libro electrónico

Desde los 16 hasta mis 27 años he salido en citas con aproximadamente 50 chicos diferentes. Me he mudado una vez de país y una vez de ciudad. Me han roto el corazón cuatro veces y yo he roto tal vez unos 10 (sorry...). He ido al psicólogo. Me han contratado, me han despedido, he emprendido, me han vuelto a contratar, he renunciado. Abrí un blog que llegaba a 300 personas y una cuenta de TikTok que ha llegado a más de un millón de chicas. He tenido miedo, pero me he atrevido a hacer cosas de las que nunca me creí capaz.
Me encantaría viajar en el tiempo y decirle a la Daniela de 18 años todo lo que he aprendido y evitarle así tantos sufrimientos innecesarios en estos últimos diez años. Pero eso no es posible. Por eso escribo este libro con la intención de ayudar a muchas chicas a navegar por la adolescencia y sus veinte de forma feliz y drama-free. Porque la vida es hermosa si sabes cómo vivirla.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 nov 2024
ISBN9788432168901
El libro que me hubiera gustado leer a los 18 años: 24 consejos para mujeres sobre el amor y la vida

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    El libro que me hubiera gustado leer a los 18 años - Daniela Faour

    1. Dos artes que debes practicar: abrir la puerta y soltar a tiempo

    Digamos que un chico llama tu atención, pero como no lo conoces o lo conoces muy poco, no quieres parecer desesperada dando el primero paso.

    Hay algo que se llama el arte de abrir la puerta. Miles de personas han hablado de esta idea, que se traduce en algo muy sencillo. Lo que debes lograr es que sea menos intimidante que se acerque a ti. Se puede resumir en mirar a los ojos y sonreír.

    Si andas con cara de amargada, ningún chico se te va a querer acercar. Muchos hombres tienen miedo al rechazo y es por eso que algunos se niegan a hacer el primer movimiento. Hay que ponérselo en bandeja de plata: míralo a los ojos, sonríe, e incluso salúdalo amablemente (si la situación se presta para esto).

    Ahora, ¿qué pasa si ya lo conoces y haces todo eso porque están en un contexto de amigos/conocidos?

    Te voy a preguntar algo. ¿Has visto lo que haces cuando estás con un chico que no te interesa en absoluto y lo consideras un amigo? ¿Te da vergüenza hablar con él? No, le hablas con toda naturalidad y eso es lo que tienes que hacer con este chico que te llama la atención.

    Tengo una amiga que no es precisamente la más guapa del grupo, pero es la más natural, la más sonriente y la más simpática. Y adivina qué: es la que más liga (bueno, ligaba, porque ahora está casada y tiene dos hijos). Estoy segura de que tú misma conoces muchos más ejemplos como este, porque es algo que pasa muy frecuentemente.

    Cuando no estás nerviosa, sacas tu lado más auténtico y atractivo. Y sé lo que me dirás: «Pero, Dani, ¿cómo hago para no estar nerviosa?». ¡Deja de ver al chico que te gusta como un semi-dios! Es tan ser humano como el chico que no te gusta, con sus inseguridades y mañas. No es perfecto, no es mejor que tú. Trátalo de igual a igual y actúa de forma natural para que os podáis conocer de verdad.

    ¿Qué pasa si después de hablar con él, no muestra interés en ti? Ahora te toca soltar. No pasa nada. ¿Sabes a cuántos chicos les he abierto la puerta? Tal vez a cientos. Siempre hay que estar abierta a conocer gente nueva y que algo pueda surgir. Pero solo porque abres la puerta no significa que esa sea la persona correcta para ti.

    Por más que te guste, si las cosas no fluyen tienes que tener la confianza de que alguien mejor está en camino, porque lo está. Suelta cuanto antes con la seguridad de que no es para ti, y verás que el duelo será breve y sencillo. Lo que es tuyo te encuentra siempre.

    Hay una frase de Brianna Wiest, escritora y poeta estadounidense, que lo resume perfectamente: «There is nothing that you can do to win someone or something that is not meant to be yours». (No hay nada que puedas hacer para ganarte a alguien o algo que no está destinado a ser tuyo.)

    2. Desconfía de la primera cita (y de la segunda)

    Nunca confíes en la primera cita que tienes con un chico, porque él (y tú también) probablemente está en modo conquista. Eso significa que no se va a mostrar como es al 100 %, sino que va a decirte lo que quieres oír y va a actuar como piensa que tú quieres que actúe con el fin de conseguir lo que quiere: conquistarte y que caigas rendida a sus pies.

    La buena noticia es que esa actuación no dura demasiado. Por eso te pido que tengas paciencia. Por más que el chico te lleve al mejor restaurante de la ciudad, sea chistoso, caballero, se interese por ti... espera.

    Con esto no quiero decir que todos los chicos no se van a mostrar tal como son en la primera cita. No. Hay chicos honestos y sinceros que se mostrarán tal como son. Pero hay muchos que querrán hacerte pensar que son de cierta forma, cuando en realidad no es así.

    A lo mejor, dos experiencias que he tenido pueden ayudarte a entender esto un poco más:

    La mejor y peor cita con Giorgio

    Conocí a un chico, digamos que se llama Giorgio. Él me invitó a cenar en Pamplona. Fuimos de bar en bar pidiendo tapas y tomando vino.

    Giorgio era un chico encantador. Era italiano, alto, guapo, chistoso, profundo, y estaba en Pamplona de intercambio por un semestre. Durante la cita me estuvo contando historias de sus primeros meses en Pamplona, pero también me hablaba de su familia y me compartía miedos que tenía sobre su futuro. Hablamos por muchas horas y la cosa fluía muy bien.

    Hacía muchísimo frío, y cuando salimos de uno de los bares, él se quitó cada abrigo y suéter que tenía puesto para ponerlo sobre mí para taparme del frío. Por hacer la broma, se quedó desabrigado mientras yo caminaba con mil prendas encima.

    Llegamos a mi portal y al despedirnos intentó besarme. Yo le dije que me parecía muy pronto y me preguntó si la próxima semana podríamos vernos. Le dije que claro que sí.

    La siguiente semana quedamos por la noche en un bar en el centro de la ciudad. Y wow, él sí que había cambiado.

    El Giorgio encantador, inteligente y profundo que conocí, había desaparecido. Lo primero que hizo al verme, fue reírse de cómo iba vestida. Después fuimos a un bar a tomar algo y él se quejó de por qué en España las copas de vino eran tan pequeñas. Él quería que la llenaran hasta el borde. Luego me contó la rutina que seguía en verano: consistía en despertarse a las 3pm, comer, salir de fiesta, emborracharse y dormirse a las 7am. Así, todos los días. A continuación, me mostró una foto de una plaza hermosa en Italia durante el amanecer. Me dijo: «Mira el centro de la plaza. ¿Ves esa sombra? Soy yo. Me quedé dormido. Mira la mancha de al lado. Ese es mi vómito».

    La persona inteligente, culta y profunda, ya no estaba. Era alguien completamente distinto al chico que había conocido una semana atrás.

    No hace falta decir que no hubo una tercera cita.

    Cambio de personalidad de José

    Mientras estaba en México visitando a la familia, conocí a un chico. Llamémoslo José. Un día salí a tomar algo con José por primera vez. Él me recogió y fuimos a una cafetería. José era una persona muy alegre y artística. Tenía muy buena conversación y estuvimos toda la tarde hablando. Todo parecía fluir muy bien. En esa cita, José intentó besarme, pero yo le dije que no porque para mí era muy pronto. No le gustó mi respuesta, intentó persuadirme, pero yo seguí firme y al final lo respetó (veremos en el siguiente capítulo qué significa esto).

    Después de la cita,

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