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La ciudad de los reyes mendigos
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Libro electrónico216 páginas2 horas

La ciudad de los reyes mendigos

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Teselas de un mosaico humano conmovedor
La Ciudad de los Reyes Mendigos es una novela coral, un ensamble de voces distintas por proveniencia geográfica, social, económica y cultural que, por diversas razones, confluyen en la capital peruana a mediados del siglo pasado. La imagen de ciudad que, por lo tanto, se percibe es la de un universo compuesto pero extremadamente realista, lejano de imágenes estereotipadas o de manual: se habla de Lima, pero indirectamente, a través de los rostros, los pensamientos, los cuerpos que la animan y que terminan por representarla. Los breves segmentos narrativos que componen las diez secciones en que se subdivide la novela son las teselas de este mosaico humano conmovedor, breves fragmentos que adquieren consistencia y relevancia en el transcurso de la narración sapientemente orquestada por quien ha vivido desde su interior un período turbulento de la historia peruana contemporánea (P. Spinato B., DAL MEDITERRANEO AGLI OCEANI. Europa – América Latina. Notiziario N.º 25. Noviembre 2007, Universidad de Milán, Italia).
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 dic 2024
ISBN9788410461550
La ciudad de los reyes mendigos
Autor

José Enrique Briceño Berrú

José Enrique Briceño Berrú es doctor en Derecho y en Ciencias Políticas, literato, jurista, politólogo y economista. Cuenta con más de un centenar de artículos jurídico-económicos en revistas especializadas de Europa y América Latina, y con diversos libros jurídicos, económicos y literarios, entre los que destacan: Régimen jurídico de los fondos marinos internacionales, Las raíces de la pobreza, ensayo de interpretación de la realidad latinoamericana, Ese dios furtivo del amor (poesía), Il volo del cigno ("El vuelo del cisne" —poesías—, edición italiana aún sin traducir al español), Relatos infames (cuentos), Los límites del odio (ensayo histórico literario). Cuenta también con numerosos galardones: Hijo Ilustre de Chulucanas en su pueblo natal, Primer Premio Marengo d’Oro del Premio Internazionale di Poesía Maestrale. Sestri Levante, Italia, 2002; Premio Letterario Internazionale GIULIETTA & ROMEO 2003. Primo premio Sezione Internazionale. Venezia.

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    La ciudad de los reyes mendigos - José Enrique Briceño Berrú

    La ciudad

    de los reyes mendigos

    José Enrique Briceño Berrú

    La ciudad de los reyes mendigos

    José Enrique Briceño Berrú

    Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

    © José Enrique Briceño Berrú, 2024

    Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

    Imagen de cubierta: © Shutterstock

    www.universodeletras.com

    Cuarta edición: 2024

    ISBN: 9788410460072

    ISBN eBook: 9788410461550

    A mi hija Linda Briceño Moraia,

    con la Luz del más genuino amor filial.

    El amor como instrumento de libertad y justicia

    ¹

    José Hipólito Estrada Morales²

    José Enrique Briceño Berrú ha hecho una pasión de las letras. Le animan su propio talento como el ambiente que le rodea, ayer y hoy, donde son los escritores e intelectuales que le impulsan en su trabajo. El año pasado fue exquisito su regalo: Los senderos del amor, poesía reminiscente de los gloriosos tiempos del Siglo de Oro: palabra y sentimiento hermanados en luminoso gesto con los valores supremos del alma.

    Como maestro que es por su sensibilidad y propósito de miras, ha cambiado ahora su género: ha preferido la prosa para dejarnos un cuadro que tiene mucho de testimonio autobiográfico y de valor evocativo de Lima en la década del cincuenta-sesenta. Familiar su metamorfosis: quien hace uso correcto de la palabra y tiene en el sustrato de su alma la vena propicia a la producción intelectual; cultiva, embellece y cosecha una obra meritoria de altura y profundidad. Valiosa aportación.

    Vuelve con los poderes de su memoria a su época adolescente, cuando el cuerpo y el alma lo estimulan a tareas superiores, cuando da el salto de la juventud a la adultez y nuevos valores acompañan su personalidad. Ligado a los centros de sus estudios secundarios y superiores y luego envuelto en la marejada de vientos de emoción social que transformaban la capital y repercutían en la inmensidad de su ser. El complejo yo creación vibra con los nuevos tiempos y el crecimiento de una ciudad adormecida y realimentada con las inmigraciones de las provincias.

    Los personajes y el drama lo ocupan seres de la vida real. No hay nada de fantasioso: vida pura, carne y sudor popular, gritos y exaltaciones callejeros, como también claros y amorosos sentimientos. Ha unido vida y literatura: su núcleo expresivo, la palabra, acertadamente manejada, sensibilidad y adecuación a los tiempos insurgentes que se viven. Novela perteneciente a la literatura urbana, gira alrededor de dos jóvenes de origen diferente, sueños e ideales contrapuestos, afanes contradictorios que van creciendo y viviendo al par que el vuelco de la ciudad se va haciendo más ostensible. Los lugares de estudio como de diversión, los terrenos que pisa en su formación y en la evolución de su forma de pensar y sentir tienen igual estructura y fundamento, son reales. La literatura urbana nacional ha recogido ya estas experiencias, José Enrique ha deseado dejar su improntus con la sensibilidad provinciana que le anima.

    La ciudad de los reyes mendigos es un mosaico de actitudes y pensamientos vistos a la luz del día. Está el estudiante afanoso que alcanza nuevos niveles de vida llevado por su espíritu de superación como el justo ideal de quien se estima hacerse partícipe de sus emociones sociales en consonancia con la época, especialmente de aquellos que menos tienen y no gozan de la debida libertad para vivir.

    José Enrique nos lleva a lo que fue la novela social de la postguerra, donde el amor ligado al despertar de la conciencia nos presenta imágenes vivas donde el hombre no sólo aspira a ser dueño de su destino sino que hace de la vida mancomunada y social una fuerza de choque para alcanzar lo que siempre se le negó: libertad, comunidad, justicia, solidaridad. Las escenas eróticas nos trasladan a las páginas de La Romana de Moravia, inicio de la literatura social o a los capítulos de Dostoieski o Tolstoi, Vargas Llosa, Miguel Gutiérrez, Arguedas, Alegría, donde la fraternidad y redención humana son ansiedad, sed de justicia, ambición de libertad y respeto al ser.


    ¹ Publicado con el título de "Lima en la memoria" en Semana (suplemento de ElTiempo), Piura, Perú, Domingo 2 de Septiembre de 2007.

    ² (13.8.1922— 6.4.2008) Literato, Historiador y Periodista. Profesor Honorario de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la Universidad de Piura, Perú.

    La ciudad de los reyes mendigos novela del neorrealismo peruano

    ³

    Raúl Estuardo Cornejo Agurto

    Es una alegría saber que José Enrique Briceño Berrú, nos viene trayendo en la mano un libro nuevo de su producción última, de la narrativa, que es "La ciudad de los Reyes Mendigos". El Dr. Briceño tiene una enorme producción en varios campos, a veces antípodas pero que en el fondo se complementan. El es un abogado distinguido, es un internacionalista, su nombre es vinculado a muchas partes del derecho en forma profesional: al derecho internacional, al derecho económico, al derecho comercial, al derecho marítimo, en fin a una serie de camas y de ramas del derecho a nivel internacional.

    Pero él es también un creador, un creador de literatura y creo que es acaso su vocación, la altísima vocación de él que, naturalmente, a veces se deja porque la vida nos lleva pues a ganarnos el pan con otros quehaceres; eso es un fenómeno que nos pasa siempre a los intelectuales; en países lamentablemente como éste el intelectual no puede vivir de su trabajo, me refiero a su trabajo intelectual, y tiene que llevar otras actividades que le permitan vivir. Pero la autenticidad permanece y siempre alzamos la cabeza, sacamos tiempo de donde no hay para dedicarnos a lo que más nos place, en este caso la literatura.

    De manera que yo quiero hacer estas atingencias porque considero que el hombres es más importante que la obra. Los especialistas de estilística consideraban que la creación literaria es una cosa independiente del contorno, que la vida del autor no era tan importante como el resultado de su obra. Yo creo que sí, yo creo que los resultados de la obra son el resultado del hombre. Y cuando el hombre tiene principios, cuando el hombre tiene valores, habrá una obra literaria también auténtica, una obra literaria sincera, y habrá una obra literaria altísima. Si el escritor no es eso, si no es un hombre con valores, si no tiene la axiología por delante, yo creo que la obra literaria va a salir un poco falseada. El escritor tiene que ser auténtico consigo mismo, tiene que decir lo que siente, no falsear su pensamiento, decir una cosa y hacer otra, y eso no hay en la obra literaria de José Enrique Briceño Berrú.

    Esta novela es una novela urbana que se enmarca en una corriente de lo que podríamos llamar el neorrealismo de la literatura peruana. Hacia el año veinte del siglo anterior hubo una dicotomía en la literatura peruana. Los años veinte arrancan con una corriente literaria que se llama El indigenismo, en el cual el indio era la representación fundamental del Perú y a la vez su literatura lo refleja. Un gran pionero, el mayor pionero, es nuestro paisano don Enrique López Albújar que escribe el año Veinte sus Cuentos Andinos, con que rasga la realidad del Perú que, era el Indio, que realmente ha sido secularmente explotado.

    Se abre una corriente que se extiende largamente dentro del siglo, y que, naturalmente, como toda corriente literaria tiene un auge y después un declino. Como consecuencia ya de cierto exceso en el indigenismo, (porque todo el mundo escribía sobre el indio después de López Albújar, incluyendo obras de pintores y escultores sobre el indio), viene lo que se llama la novela urbana, que se da más o menos, fuertemente, en la década del Cincuenta al Sesenta, en el Perú. De allí surgen escritores como Julio Ramón Ribeyro, pionero en esta tarea, con sus famoso cuento de Los gallinazos sin plumas, en que habla de la mendicidad urbana, marginal de Lima, donde los niños eran los gallinazos sin plumas que recogían la basura para poder comer. Viene el libro Lima, Hora Cero de Enrique Congrains Martin, que también profundiza en esta marginalidad, sobre todo de la capital de la República. Está igualmente el libro de Oswaldo Reynoso En Octubre no hay Milagros, de esta misma índole, y el propio Mario Vargas Llosa entre los últimos junto con Bryce, que trabaja en La ciudad y los perros, un poco —ambiente medio urbano—, la vida en un Colegio militar, según él; yo soy de un colegio militar, y eso no se parece exactamente a un colegio militar, pero el creador tiene libertad para todo esto. Sin embargo es una novela ambientada en la ciudad de Lima.

    Bueno, estos fenómenos pues se contraponen: el indigenismo, y luego viene la literatura urbana, que cobra mayor auge y mayor horizonte, porque no pues en todos los lugares hay indios, evidentemente. El indigenismo es una corriente que se centra en los Andes de Sudamérica, y también, lógicamente, en Méjico, pero no hay pues indios en Europa, ni en Asia, ni en África; es un asunto de tipo latinoamericano que nos lleva a la literatura.

    En cambio la literatura urbana es una literatura en donde hay ciudades, que están en todo el mundo, y en el Perú además se crea mucho alrededor de esta literatura. Hoy naturalmente hay novela urbana, como ésta de José Enrique, pero ya es una novela ambientada en otras realidades del urbanismo, ya no es exclusivamente la parte marginal de Los gallinazos sin plumas, ni la parte vinculada a la adolescencia juvenil en el colegio militar en relación con la novela de Vargas Llosa, si no, una variedad de temas diferentes, y esta novela es una magnífica expresión de ese neorrealismo. Es una novelita corta, relativamente —para la buena costumbre de José Enrique de entregarnos libros muy voluminosos, y desde luego sesudos—, pero en este caso ha hecho un ejercicio de síntesis extraordinario. La novela también es una visión de Lima, mas o menos de esta época, probablemente cuando José Enrique viajó allá como estudiante, como hemos hecho tantos estudiantes, y vio toda esa realidad del submundo de Lima. Pero el tratamiento es diferente al de otros escritores. Aquí técnicamente él crea muchas historias, pequeñísimas, pero absolutamente tensas, interesantes, que como un manojo de culebras se imbrican, se ensamblan, y dan un conjunto, realmente, también lleno de tensión.

    La novela se puede leer tal como está presentada, muy fragmentada, Pero, repito, todas estas pequeñas historias son cápsulas extraordinariamente intensas que mantienen al lector muy pegado al texto. Una calidad técnica que hace que esta pequeña novela sea una gran novela. La brevedad no es óbice para que un texto sea de gran valía. Ustedes saben por ejemplo que Pedro Páramo, la famosa novela del mejicano Juan Rulfo, es una novelita del mismo tamaño de la que ahora presentamos, es una novela que ha dado la vuelta al mundo, es una novela que tensionó la literatura latinoamericana en su época; de modo que la cantidad no significa disminución de la calidad.

    El estilo es otro cantar, hemos hablado de la técnica literaria. El estilo de José Enrique es realmente un estilo sobrio pero a la vez extraordinario, es un estilo duro, no está con medias tintas en el lenguaje, sus adjetivos son así como hachazos. No hay esos rodeos que algunos escritores en ciertos momentos damos a una acción, para decir algo empleamos mil palabras, José Enrique para decir lo mismo emplea cinco palabras, o emplea cinco frases, emplea muy poco espacio. Eso demuestra un dominio del idioma, que es además un idioma muy elevado, de mucha calidad, pero sin llegar a excesos, sin llegar tampoco a que el lector ante una erudición a lo mejor pretenciosa, pueda privarse de la comprensión del texto. Él es muy certero en sus juicios, el adjetivo lo usa donde quiere usarlo y eso naturalmente demuestra un manejo del idioma. Podríamos hablar mucho de esto, yo no quiero excederme en la pretensión de tratar de estas cosas. Pero sí quiero decirles que esta novela es una magnífica creación de José Enrique en que para formarla —hemos hablado de la técnica, hemos hablado de la forma— están los contenidos humanos, enormemente, sobre todo el tratamiento del amor. Tratar del amor en una novela es realmente muy difícil. El tratamiento del amor obliga a tener una capacidad de manejo del idioma extraordinario, porque de lo contrario se cae en lo ridículo, en lo cursi sobre todo, que es de lo que realmente padecen los escritores. Aquí no hay en absoluto cursilerías, el amor está tratado en toda su dimensión, con toda claridad y los resultados son sumamente apreciables.

    Yo quisiera para terminar leer algunos de los tantos juicios filosóficos que esta novela tiene, porque esta novelita está impregnada de sabiduría. En la página 40: una muchacha está hablando sobre el Amor con su padre:

    "... ¿qué puede hacer este viejo para retenerte? Nada, aunque el corazón se

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