Paz, Octavio - Poesias
Paz, Octavio - Poesias
Y alzándote,
llorándote,
nombrándote,
dando voz a tu cuerpo desgarrado,
sangre a tus venas rotas,
labios y libertad a tu silencio,
crecen dentro de mí,
me lloran y me nombran,
furiosamente me alzan,
otros cuerpos y venas,
otros abandonados ojos campesinos,
otros negros, anónimos silencios.
II
Yo recuerdo tu voz. La luz del Valle
nos tocaba las sienes,
hiriéndonos espadas resplandores,
trocando en luces sombras,
paso en danza, quietud en escultura
y la violencia tímida del aire
en cabelleras, nubes, torsos, nada.
Olas de luz, clarísimas, vacías,
que nuestra sed quemaban, como vidrio,
hundiéndonos, sin voces, fuego puro,
en lentos torbellinos resonantes.
Yo recuerdo tu voz, tu duro gesto,
el ademán severo de tus manos;
yo recuerdo tu voz, voz adversaria,
tu palabra enemiga,
tu pura voz de odio,
tu tierno, fértil odio,
que hizo a la tierra arder,
crecer al hombre en puños como frutos,
puños de combatiente y camarada.
Tu corazón, tu voz, tu puño vivo,
detenidos y rotos por la muerte.
III
Has muerto, camarada,
en el ardiente amanecer del mundo.
Has muerto cuando apenas
tu mundo, nuestro mundo, amanecía.
1944
Escrito con tinta verde
La tinta verde crea jardines, selvas, prados,
follajes donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.
Llueve en el mar:
al mar lo que es del mar
y que se seque la heredad.
CONSTRUIMOS el canal:
nos reeducan por el trabajo.
Yo me quedo callado:
¿de quién podía hablar?
Intermitencias Del Oeste (3)
(México: Olimpiada De 1968)
A Dore y Adja Yunkers
LA LIMPIDEZ
(quizá valga la pena
escribirlo sobre la limpieza de esta hoja)
no es límpida:
es una rabia
(amarilla y negra
acumulación de bilis en español)
extendida sobre la página.
¿Por qué?
La vergüenza es ira
vuelta contra uno mismo:
si
una nación entera se avergüenza
es león que se agazapa
para saltar.
(Los empleados
municipales lavan la sangre
en la Plaza de los Sacrificios.)
Mira ahora,
manchada
antes de haber dicho algo
que valga la pena
la limpidez.
La poesía
A Luis Cernuda
Verdad abrasadora,
¿a qué me empujas?
No quiero tu verdad,
tu insensata pregunta.
¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma
mas hace arder todas las formas
con un secreto fuego indestructible.
Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
sustancia de mi alma.
Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.
La rama
Canta en la punta del pino
un pájaro detenido,
trémulo, sobre su trino.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.
Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.