Diálogo Sobre La Vida. Martini, C.M.-Marino, I.
Diálogo Sobre La Vida. Martini, C.M.-Marino, I.
Diálogo Sobre La Vida. Martini, C.M.-Marino, I.
MARTINI Querido profesor Marino, he ledo con mucho inters su libro Creer y curar. Me ha
impresionado, por una parte, su amor por la profesin mdica y su inters dominante por el enfermo y, por
otra, su objetividad de juicio, su equilibrio al tratar los problemas fronterizos, all donde las exigencias
mdicas se encuentran y a veces parecen chocar con las exigencias ticas. He visto cmo usted no desea
renunciar ni a su objetividad profesional como mdico ni a su conciencia como hombre y creyente.
Todo esto parece muy importante para el dilogo sobre la vida que interesa justamente tanto a
nuestros contemporneos, especialmente en los casos lmite en que los avances de la ciencia y de la
tecnologa, por una parte, despiertan maravilla y gratitud y, por otra, suscitan preocupacin por la
persona humana y su dignidad. Por eso es necesario y urgente tener un dilogo sobre la vida que no
parta de preconceptos ni de prejuicios, sino que sea abierto y libre, y a la vez respetuoso y responsable.
MARINO Veo tambin yo muchas razones para un dilogo objetivo, profundo y sincero sobre el tema de la
vida humana. Vivimos un momento histrico especial en el que el progreso cientfico ha revolucionado la
posicin del ser humano en relacin con la vida, la enfermedad y la muerte.
Hoy, a diferencia de ayer, se puede nacer de muchas maneras diferentes, se puede curar con terapias
extraordinarias y mantener la vida durante mucho tiempo en una unidad de reanimacin, en un estado que
se puede llamar vida simplemente desde el punto de vista de funciones fisiolgicas. La muerte se
considera cada vez ms como un acontecimiento excepcional que debe ser evitado y no el fin natural al
que cada vida humana llega inevitablemente.
Estos cambios no slo influyen en el curso de nuestra existencia sino tambin en nuestra manera de
concebir la vida, la enfermedad y la muerte. Por esta razn, no es posible ignorar las innumerables
preguntas ticas que surgen de los continuos cambios ligados a las nuevas tecnologas y a las posibilidades
que la ciencia pone a disposicin de los hombres.
El dilogo en estos temas y el encuentro entre personas de formacin diferente y papeles diferentes
dentro de la sociedad puede contribuir a la circulacin de ideas y de posiciones dirigidas a identificar
puntos de encuentro, en vez de la divisin.
Sobre temas tan delicados, de hecho, el riesgo es caer en fciles contraposiciones e instrumentalizaciones que no sirven para nada que no sea crear fracturas en la sociedad. En cambio, si el razonamiento se
realiza honestamente y con espritu de sincera apertura, es posible identificar senderos comunes o por lo
menos que no sean demasiado divergentes.
El principio de la vida
MARTINI Estoy completamente de acuerdo con su premisa. Cuando el progreso cientfico y tecnolgico
crean zonas fronterizas o reas grises, donde no es inmediatamente evidente lo que es el verdadero bien
del hombre y de la mujer, se trate de un individuo en particular o de toda la humanidad, una buena regla
debera ser abstenerse, sobre todo, de juzgar apresuradamente para discutir despus con serenidad , de
manera que no se creen innecesarias divisiones.
Pienso que podramos empezar un experimento de un dilogo de ese tipo empezando por el principio de
la vida y, en concreto, por la prctica cada vez ms comn de la fecundacin mdicamente asistida y por
el destino de los embriones que se utilizan para este propsito. No son pocas las diferencias de opinin
sobre esto, e incluso incertidumbres en la terminologa y la prctica. Quiere usted clarificar este punto,
desde su competencia?
MARINO Hoy es posible crear la vida en una probeta, recurriendo a la fecundacin artificial. Ante
problemas de fecundidad dentro de una pareja, la fecundacin artificial puede servir para completar una
familia con un hijo. No obstante, en muchos pases esta prctica se ha extendido sin que hubiera una ley
que la regulara. La ciencia y sus aplicaciones mdicas han caminado ms rpidamente que los legisladores
y, por eso ahora nos encontramos frente al problema de millares de embriones humanos congelados y
conservados en los congeladores de clnicas para la infertilidad, sin que se haya decidido cul debe ser su
destino.
La ley italiana actual, para evitar perpetuar la produccin de embriones de reserva que no se utilizarn,
ha escogido una solucin simplista: crear slo tres de una vez e implantarlos todos en el tero de la mujer.
Pero este nmero, si se razona sobre una base cientfica, debera ser flexible y determinado caso por caso,
segn las condiciones mdicas de la pareja.
Pero la ciencia viene en ayuda para sugerir alternativas a la creacin y la congelacin de embriones.
Existen tecnologas ms sofisticadas que las utilizadas hoy, que prevn la congelacin, no de embriones sino
de ovocitos en su etapa de dos proncleos, es decir, en el momento en que los dos pares de cromosomas, el
de la hembra y el del varn, estn todava separados y no existe an una nueva cadena de ADN.
En esta fase, no es posible determinar qu camino emprendern las clulas en el momento en que
empezarn a reproducirse: podran producir un beb o dos gemelos monocigticos. No existe el embrin ni
un nuevo patrimonio gentico, as que no hay un individuo nuevo. Desde el punto de vista biolgico, no hay
una vida nueva. No podemos pensar tambin nosotros que no existen desde el punto de vista espiritual y
que por lo tanto no hay problemas para una persona de fe en valorar la idea de seguir este camino?
MARTINI Entiendo cmo estas cosas angustian a muchas personas, especialmente a los ms sensibles en
relacin con los problemas ticos. Y a la vez estoy convencido que los procesos de la vida, y por tanto
tambin los de la transmisin de la vida, forman un continuo en el que es difcil individuar los momentos
de un verdadero cambio propiamente cualitativo. El resultado de esto es que cuando estamos tratando con
la vida humana, debemos tener un gran respeto y consideracin con todo lo que de alguna manera, desde
su inicio, manipula o podra instrumentalizar la vida humana.
Pero esto no significa que no sea posible concretar momentos en los que todava no se manifiesta ningn
signo de una vida individualmente distinguible. Me parece que es el caso que usted menciona del ovocito en
la etapa de dos proncleos. En este caso, me parece que la regla general del respeto puede compaginarse
con el tratamiento tcnico que usted sugiere.
Me parece tambin que lo que usted propone permitira superar el rechazo de cualquier forma de
fecundacin artificial que an est presente en no pocos ambientes y que produce una dolorosa divergencia
entre la prctica comnmente admitida por las personas y sancionada por la ley, y la actitud al menos
terica de muchos creyentes. En todo caso, mantengo que es oportuno hacer una distincin entre la
fecundacin homloga y la fecundacin heterloga. Pero me parece que un rechazo radical de toda
forma de fecundacin artificial est sobre todo basado en el problema del destino de los embriones . En la
propuesta que usted ilustra, este problema podra superarse.
La fecundacin heterloga
MARINO - Usted se ha referido tambin a la distincin entre la fecundacin homloga y heterloga. Es un
problema muy discutido. De hecho, si el deseo de la pareja por crear una familia no se puede cumplir por
causa de problemas de infertilidad o de enfermedades genticas en uno de los dos potenciales padres, por
qu no recurrir al esperma o al ovocito de una persona fuera de la pareja? No podra representar esto una
solucin para satisfacer este deseo de familia? Cuenta ms mantener el patrimonio gentico?
Reflexionando sobre este tema, mi primera evaluacin estara a favor de la fecundacin heterloga, si
este es el nico medio para tener un nio y si para la mujer es importante quedar embarazada. Pero me
he encontrado tambin con quien mantiene que no es raro que la fecundacin heterloga introduzca un
desequilibrio en la pareja entre el padre biolgico, que transmite al hijo la parte de su ADN, y el otro.
Algunos de los estudios publicados en revistas cientficas y realizados en los pases donde se permite la
fecundacin heterloga han destacado el hecho de que se puede crear un ncleo familiar desequilibrado
psicolgicamente a favor del padre que ha transmitido la parte de su patrimonio gentico al hijo, como si
un genitor fuera de algn modo ms valioso que el otro.
Otra cuestin tiene que ver con la transparencia: debera el nio concebido por la fecundacin
heterloga ser informado de este hecho? Y, si la respuesta es afirmativa, es justo seguir caminos que
pueden crear traumas psicolgicos, incluso si se nace del deseo por tener un hijo? Prohibir por ley el
recurso a la fecundacin heterloga significa limitar la libertad de los padres o se debe interpretar como
una tutela a favor de las generaciones futuras?
MARTINI Las objeciones de una naturaleza psicolgica que usted ha recordado constituyen algunas de las
razones que han bloqueado a no pocos el acceder a la solucin de la fecundacin heterloga, aun cuando
esto pudiera comportar el sufrimiento de algunos. Se aade, desde el punto de vista tico, la proteccin de
la relacin privilegiada que con el matrimonio se instaura entre un hombre y una mujer.
No obstante, mis reflexiones personales giran tambin en torno a las situaciones que se crean con las
varias formas de adopcin y acogida, donde con independencia del patrimonio gentico es posibles
establecer una verdadera relacin afectiva y educadora con personas que no son padres en el sentido fsico
de la palabra. Sera, por lo tanto, prudente al expresarme en los casos que usted menciona, cuando no es
posible recurrir al vulo en el interior de la pareja. Tanto ms si se trata de decidir sobre el destino de
embriones de otro modo destinado a la destruccin, y para los que la implantacin en el seno de una
mujer an soltera parecera preferible a su pura y simple destruccin.
Me parece que estamos en una de esas reas grises de que habl antes, en la que la probabilidad mayor
est an del lado de los que rechazan la fecundacin heterloga, pero en la que no es tal vez oportuno
ostentar una certeza que espera todava de confirmacin y experimentacin.
El aborto
MARINO Uno de los temas ms difciles de afrontar, sobre el que se nos pregunta constantemente a causa
de su delicadeza y complejidad, es el aborto. En Italia, el Estado ha regulado este asunto esforzndose en
conjugar el principio de autodeterminacin de las mujeres con la libertad de conciencia de los mdicos,
que pueden escoger la objecin.
En los ltimos aos, hemos podido ver los efectos de la legislacin del aborto. Aunque cada uno reconozca
que el aborto siempre constituye un fracaso, nadie puede negar que la ley ha permitido reducir el nmero
total de abortos y ha controlado los abortos clandestinos, evitando el riesgo de muerte a mujeres que se
exponan a desastres como la perforacin del tero hecha por comadronas al inducir el aborto. Cul es la
posicin de la Iglesia frente a casos extremos como el de la mujer que ha sido violada, el embarazo en una
adolescente de once o de doce aos de edad, una mujer sin medios econmicos para educar a un nio? Si uno
admite el principio de la eleccin del menor de dos males, o, como sugiere la Iglesia Catlica, el de confiar
la decisin a la conciencia individual (conciencia perpleja: la condicin en la que un hombre o una mujer a
veces se encuentran al afrontar situaciones de juicio moral incierto y de difcil solucin), no sera ticamente
correcto explicar abiertamente este punto de vista y sostenerlo pblicamente?
MARTINI ste es un asunto muy doloroso y que causa mucho sufrimiento. Ciertamente hay que hacer
cuanto sea posible y razonable para defender y salvar cada vida humana. Pero esto no quita que se pueda
y se deba reflexionar sobre las situaciones muy complejas y diversas que pueden surgir , buscando en cada
cosa lo que mejor y ms concretamente sirva para proteger y promover la vida humana. Pero es importante
reconocer que la prosecucin de la vida humana fsica no es, en s mismo, el primer y absoluto principio.
Por encima de l est el de la dignidad humana, una dignidad que en la visin cristiana y la de muchas
otras religiones implica una apertura a la vida eterna que Dios promete al hombre. Podemos decir que aqu
radica la dignidad definitiva de la persona. Incluso quien no comparta esta fe puede comprender la
importancia de este fundamento para los creyentes y la necesidad de tener razones profundas para apoyar
siempre y en todas partes la dignidad de la persona humana.
Las razones de fondo de los cristianos se encuentran en las palabras de Jess, que afirmaba que la vida
vale ms que el alimento y el cuerpo ms que el vestido (cf. Mateo 6, 25), pero exhortaba a no tener
Dilogo sobre la vida
miedo de los que matan el cuerpo, pero no tienen el poder de matar el alma (cf. Mateo 10, 28). La vida
humana debe respetarse y defenderse, pero no es el valor supremo y absoluto. En el evangelio segn Juan,
Jess proclama: Yo soy la resurreccin y la vida: quien cree en m, incluso si muere, vivir (Juan 6, 25). Y
San Pablo aade: Mantengo que los sufrimientos del momento presente no se pueden comparar con la
gloria futura que se deber revelar en nosotros (Romanos 8, 18). As que hay una dignidad de la existencia
que no se limita a la sola vida fsica, sino que tiene que ver con la vida eterna.
Eso supuesto, me parece que incluso en un tema doloroso como el del aborto (que, como usted dice,
siempre representa un fracaso) es difcil que un estado moderno no intervenga al menos para impedir una
situacin salvaje y arbitraria. Y me parece que, en situaciones como las nuestras, sera difcil que el
estado no planteara una distincin entre actos punibles por ley y actos que no es conveniente castigar por
ley. Esto no quiere decir en absoluto licencia para matar, sino que el estado prefiere no intervenir en
todos los casos posibles, pero se esfuerza por reducir el nmero de abortos, en impedirlos con todos los
medios posibles, especialmente despus de un cierto tiempo desde el principio del embarazo, y se
compromete a que disminuyan tanto como sea posible las causas del aborto y a exigir precauciones para
que la mujer que decida no obstante llevar a cabo este acto, no punible penalmente en circunstancias
concretas, no resulte herida gravemente hasta arriesgar la vida. Esto sucede en particular, como usted
recuerda, en el caso de abortos clandestinos, y por lo tanto, en resumidas cuentas, es positivo que la ley
haya contribuido a reducirlos y tienda a eliminarlos.
Me hago cargo de que en Italia, con la existencia del Servicio Sanitario Nacional, esto implica una cierta
cooperacin en el aborto por parte de las estructuras pblicas. Veo toda la dificultad moral de esta
situacin, pero yo no sabra actualmente qu sugerir, porque cualquier solucin que se quisiera buscar
implicara probablemente aspectos negativos. Por esta razn, el aborto es siempre algo dramtico, que no
puede ser considerado en manera alguna como un remedio para la superpoblacin, como me parece que
sucede en ciertos pases.
Naturalmente yo no pretendo incluir en este juicio las situaciones lmite, muy dolorosas y quizs
tambin raras, pero que se pueden presentar de hecho, en las que un feto amenaza gravemente la vida de
la madre. En estos y en otros casos semejantes, me parece que la teologa moral desde siempre ha apoyado
el principio de la legtima defensa y del mal menor, aunque se trate de una realidad que demuestra la
naturaleza dramtica y frgil de la condicin humana. Por esto la Iglesia ha proclamado tambin como
heroica y ejemplarmente evanglica la conducta de algunas mujeres que han escogido evitar cualquier
dao a la nueva vida que llevaban en sus vientres, aun a costa de pagarlo con su propia vida.
Pero no puedo aplicar este principio de la defensa legtima y/o del mal menor a otros casos extremos
que usted antes ha planteado, ni puedo acogerme al principio de la conciencia perpleja, que no
entiendo bien qu significa. Me parece que an en los casos en los en que una mujer no pueda, para varias
razones, cuidar de su nio, no deben faltar otras personas o instituciones que se ofrezcan para criarlo y
cuidarlo. Pero en todo caso, sostengo que se debe respetar a toda persona que, quizs tras mucha
reflexin y sufrimiento, en estos casos extremos sigue su propia conciencia, incluso si se decide a hacer
algo que yo no estoy en condiciones de aprobar.
VIH y SIDA
MARINO La cuestin de la igualdad nos lleva directamente a preguntarnos sobre problemas y enfermedades que afligen a millones de personas en todo el mundo, sobre todo en los pases ms pobres y
desfavorecidos, para quienes la idea de la igualdad se queda en un sueo lejano, si no en una utopa total.
Cmo no podemos pensar inmediatamente en el SIDA? Alrededor de 42 millones de personas en el mundo
lleva el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). En 2005 slo, segn los datos proporcionados por las
agencias de la ONU, 3 millones de personas murieron de SIDA, mientras se registraron 5 millones de
infecciones nuevas. El 60 por ciento de los portadores del virus vive en los pases ms pobres del frica
subsahariana, con una incidencia media en la poblacin entre el 5 y el 10 por ciento, hasta el 25-30 por
ciento en algunos pases como Botswana o Zimbabwe.
El VIH es el azote de un continente que genera no slo enfermos sino hurfanos, pobreza, imposibilidad
de mejorar las condiciones de vida. En el mundo Occidental hoy el virus se mantiene bajo control gracias
al progreso en las terapias farmacolgicas que permiten que una persona seropositiva lleve una vida
completamente normal, con una esperanza de vida semejante a la de personas no afectadas por el virus.
Hasta hace algunos aos, el costo anual de medicamentos para una persona seropositiva giraba en torno a
los diez mil euros, una cifra prohibitiva que slo poda sostenerse en pases con un sistema nacional de
salud. Hoy los precios, en rgimen de competencia, han bajado hasta situarse a mitad de 2003 en 700 euros
para medicinas de marca (producidas por compaas farmacuticas multinacionales) y en unos 200 euros
para productos genricos fabricados por India, Brasil y Tailandia. A pesar de estos logros importantes, en
muchos pases africanos el gasto per capita en salud no supera los 10 dlares por ao, lo que imposibilita de
hecho el acceso a medicinas y terapias para luchar contra el SIDA, sin cesar de difundirse el virus.
Sabemos que contra el SIDA se puede luchar en parte con la prevencin y el uso de condones. Cmo
puede aceptarse el no promover el uso de condones para contribuir al control de la extensin del virus? Es
o no un deber de los gobiernos hacer opciones y tomar decisiones en este asunto? Y con respecto a la
doctrina oficial de la Iglesia Catlica, no se tratara de optar por una mal menor, contribuyendo a salvar
muchas vidas humanas?
MARTINI Las cifras que usted aporta provocan confusin y desolacin. En nuestro mundo occidental es
bastante difcil tomar conciencia de cunto sufrimiento hay en ciertas naciones. Habindolas visitado
personalmente, yo he presenciado este sufrimiento, que en general es soportado con la mayor dignidad y
casi en silencio.
Es necesario hacer todo lo posible para oponerse al SIDA. Ciertamente, en algunas situaciones el uso de
condones puede constituir un mal menor. Se da la situacin particular de esposos, uno de los cuales se
contagia de SIDA. El infectado est obligado a proteger al otro cnyuge, que debe estar tambin interesado
en tomar las medidas protectoras. Pero la cuestin est sin embargo en si es conveniente que las
autoridades religiosas sean las que promuevan tales medios de defensa, casi como si se creyera que los otros
medios moralmente sostenibles, incluida la abstinencia, deban ponerse en segundo lugar, arriesgando as el
promover una actitud irresponsable. Una cosa es el principio del mal menor, aplicable en todos los casos
previstos por la doctrina tica, y otra cosa es determinar a quin corresponde expresar tales cosas
pblicamente. Creo que la prudencia y la consideracin de las situaciones particulares diferentes permitirn
a todos contribuir efectivamente a la lucha contra el SIDA sin fomentar con ello conductas irresponsables.
Pero creo que ha llegado el momento en nuestro dilogo de pasar a otra serie de problemas que tienen
que ver con la vida, y precisamente a los problemas que se refieren a su final. Es necesario vivir con
dignidad, y para ello morir tambin con dignidad. Ahora bien, como usted sabe, sobre todo en Occidente,
se plantean problemas muy graves.
El fin de la vida
MARINO Usted ciertamente piensa sobre todo en la eutanasia, una palabra alrededor de la cual siempre
se crea una gran confusin porque tiene mltiples significados. Por esta razn, yo prefiero no hablar en
trminos abstractos, sino expresarme de manera muy concreta. Es o no permisible que una persona
induzca voluntariamente la muerte de otra, que est gravemente enferma y sometida a un dolor fsico
devastador, precisamente para aliviar este dolor? Frente a una situacin irreversible en que la muerte es
inevitable, sostengo que es absolutamente necesario administrar frmacos como la morfina, que alivian el
dolor y permiten al enfermo aguantar el paso de la vida a la muerte con mayor tranquilidad. Esto es lo que
se hace en estas circunstancias dramticas, en todas las unidades de reanimacin en los Estados Unidos. Yo
mismo -a pesar de mi sufrimiento como mdico porque uno quisiera siempre salvar la vida de su paciente-,
cuando trabajaba en los Estados Unidos, tuve que decidir varias veces suspender todo tratamiento. Es un
momento doloroso para la familia, y, yo le aseguro, para el mdico tambin, pero es una aceptacin
honesta de que no se puede hacer nada ms que evitar la prolongacin de un sufrimiento que es intil y
daino para la dignidad del paciente. Italia todava no tiene una ley que regule este asunto, hasta el punto
que si siguiera ese mismo procedimiento en nuestro pas, podra ser detenido y podra ser condenado de
homicidio, aunque se trata simplemente de no ensaarse con terapias sin sentido.
No estoy en cambio de acuerdo con administrar sustancias txicas con el fin de parar el corazn de
enfermo e inducirle la muerte. Pero aunque condene el acto, yo no estoy seguro de que la persona que lo
ejecute deba ser condenada. Dar un ejemplo: en una pelcula reciente ganadora de un Oscar, One Million
Dollar Baby, se describe el drama de una mujer reducida a un estado semivegetativo tras herirse
gravemente en un accidente deportivo, que pide a un hombre, su punto principal de referencia en la vida,
que le ayude a terminar su sufrimiento fsico y psicolgico. El hombre inicialmente se niega, pero despus
acepta, porque l cree que esto es un acto de gran amor hacia al ser humano que ms quiere. Aunque yo
no sea capaz de justificar la idea de suprimir una vida, me pregunto cmo en situaciones semejantes uno
puede condenar el acto de una persona que obra a peticin de un enfermo y guiado por un puro sentimiento
de amor. Y por otro lado, es lcito aceptar el principio de no condenar a una persona que mata?
MARTINI Estoy de acuerdo con usted en que nunca puede ser aprobada la accin de alguien que induce la
muerte de otro, especialmente si es un mdico, cuyo objetivo es la vida del enfermo, no la muerte. Pero
tampoco yo quisiera condenar a esas personas que llevan a cabo tal accin a peticin de una persona
impedida hasta ese extremo y guiadas por un puro sentimiento del altruismo, ni a quienes en condiciones
desastrosas, fsicas y psicolgicas, piden esto para s mismos.
Pero mantengo tambin que es importante hacer las distinciones fundamentales entre acciones que
traen la vida y las que traen la muerte. Estas ltimas nunca pueden ser aprobadas. Mantengo que en este
punto siempre debe prevalecer el sentimiento profundo de confianza fundamental en la vida que, a pesar
de todo, encuentra significado en cada momento de la existencia humana, un significado que ninguna
circunstancia por adversa que sea pueda destruir.
Pero s que no obstante uno puede experimentar las tentaciones de la desesperacin sobre el significado
de la vida, y pensar en el suicidio para s mismo o para otros, y por eso ruego ante todo por m y por los
dems, para que el Seor proteja a cada uno de nosotros de estas pruebas terribles. En todo caso, es muy
importante estar cerca de los que estn gravemente enfermos, especialmente los terminales, y hacerles
sentir que se les quiere y que su existencia tiene siempre un gran valor y est abierta a una gran
esperanza. El mdico, tambin, tiene una misin importante a este respecto.
MARTINI El pasaje que usted cit del Catecismo de la Iglesia Catlica lo dice todo. Pero si uno quiere
legislar en este asunto, es importante que no se introduzcan escapatorias que conduzcan hacia la llamada
eutanasia de la que hablamos antes. Por esto dudo sobre el instrumento del testamento vital. No he
estudiado este tema y no sabra dar una opinin definitiva. Mantengo con usted que una reflexin seria y
compartida sobre el final de la vida podra ser til, con tal que sea sinceramente seria y compartida, sin
prestarse a una especulacin partidista y, sobre todo, sin introducir de algn modo aperturas a un tipo de
decisin sobre la propia muerte que repugnan al sentido profundo de la vida, como se ha dicho antes.
nosotros no pertenecemos a nosotros mismos y estamos llamados a glorificar Dios en nuestro cuerpo, es
decir, en la totalidad de nuestra existencia sobre esta tierra (cf. 1 Corintios 6,13 y 19-20).