El Retrato
El Retrato
El Retrato
Quin tendra corazn para negarse! Cog papel y lpiz y all me fui con Melchor
dispuesto a hacer un retrato del muchacho moribundo.
Todo estaba en calma y todo estaba silencioso. Una luz mortecina alumbraba, en
amarillo, dos caras estremecedoras que olfateaban la muerte. El nio era el centro de
aquella pobreza de la materia.
Sin decir nada, me sent a dibujar lo que contemplan mis ojos de tierra, y solamente al
cabo de algn tiempo consegu acostumbrarme al drama que presenciaba y aun
olvidarlo un poco, para poder trabajar, entusiasmado, como un artista. Y cuando el
dibujo estaba ya en su punto, la voz de Melchor, agrandada por tanto silencio, me hiri
con estas palabras:
-Por el alma de sus difuntos, no me lo retrate as. No le ponga esa cara tan cadavrica y
tan triste!
Confieso que al volver a la realidad no supe qu hacer y me puse a repasar las lneas ya
trazadas del retrato. El silencio fue roto nuevamente por Melchor:
-Usted bien sabe cmo era mi nio. Haga memoria, seor, y dibjemelo riendo.
De repente surgi en m una gran idea. Romp el trabajo, concentr mi mirada en un
nuevo papel blanco y dibuj un nio imaginario. Invent un nio muy bonito, muy
bonito: un ngel de retablo barroco sonriendo.
Entregu el dibujo y sal huyendo, y, en el momento de poner el pie en la calle, o que
lloraban dentro de la casa. La muerte haba llegado.
Ahora Melchor se consuela mirando mi obra, que est colgada encima de la cmoda, y
siempre dice con la mejor fe del mundo:
-He tenido muchos hijos, pero el ms bonito de todos fue el que se me muri. Ah est
el retrato, que no miente.
EJERCICIOS
Qu da llamaron al narrador para solicitar sus servicios?