Foucault y La Condición Humana
Foucault y La Condición Humana
Foucault y La Condición Humana
Leandro Drivet
UNER - CONICET
Resumen
Este trabajo aborda algunos aspectos del problema filosfico-poltico de la muerte del
hombre, convertido en canon a partir de la lectura foucaultiana de la frase de Nietzsche
Dios ha muerto. El objetivo es analizar la caracterizacin general del surgimiento de
la episteme moderna y del hombre, segn la conocida tesis de Michel Foucault, para
luego establecer una homologa terica insuficientemente explorada concerniente a la
eventual muerte del hombre. Dicha homologa interroga sobre las fuentes de la
perspectiva foucaultiana, as como sobre la identidad de sus posibles destinatarios. Por
ltimo, el sentido terico y poltico del Humanismo es reconsiderado.
Palabras clave
Filosofa Poltica, Condicin humana, Humanismo, Teora Social.
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Abstract
The present work deals with some aspects pertaining the political-philosophical
problem of the death of man, turned into a canonical issue starting from a
foulcaultian interpretation of Nietzsches topic about the death of God. The goal
consists in analyzing the general characterization of the emergence of modern episteme
and man, according to Michel Foucaults well known thesis, followed by a theoretical
homology concerning the eventual death of man, which has been explored only very
scarcely. That homology interrogates the sources of the foucaultian thesis, both as the
identity of his possibles addressees. Finally, theoretical and political sense of
Humanism is reconsidered.
Keywords
Political Philosophy, Human Condition, Humanism, Social Theory.
INTRODUCCIN
Michel Foucault postul la muerte del hombre en Las palabras y las cosas ([1966]
2003) como la consecuencia ms radical de la sentencia de Nietzsche que afirmaba que
Dios ha muerto. Pero antes de revelar su proveniencia nietzscheana, este rechazo
hiperblico del Humanismo haba comenzado como una hiptesis acerca del carcter
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periodo clsico no hay hombre sino forma-Dios. El dominio de las ciencias del hombre
est cubierto por tres regiones epistemolgicas que se entrelazan abarcando los
dominios de la Vida, el Trabajo y el Lenguaje. La interseccin de estos tres megamapas
del mundo configura al hombre que hacia la dcada del 60 comenzaba ya a
desdibujarse.
Deleuze (1987) interpreta y sintetiza dicha tesis foucaultiana en el Anexo de su libro
sobre Foucault, e incluso propone all algunos ajustes necesarios de la misma. La
mutacin que va del despliegue de la forma-Dios del periodo clsico al pliegue de la
forma-Hombre de la modernidad consiste en que las fuerzas en el hombre entran en
relacin con nuevas fuerzas del afuera que son fuerzas de finitud (Vida, Trabajo,
Lenguaje). Deleuze no yerra al poner el ojo en la particular descripcin de este devenir
que no nos atrevemos a llamar lgica. Es conveniente no confundir la dinmica de
este cambio con el despliegue dialctico del Logos o con la fe en el progreso cientfico,
puesto que as nos lo pide el autor. Segn Foucault (2003: 247), el saber cambia de
naturaleza y de forma en su positividad no por el descubrimiento de objetos nuevos ni
por un autoanlisis de la razn misma, sino por una alteracin irreparable en el saber
mismo, entendido, no sin una marca heideggeriana, como modo de ser previo e
indiviso entre el sujeto que conoce y el objeto de conocimiento. No hay una
preeminencia del objeto por sobre el abordaje: ocurre como si los objetos se resistieran a
ser mirados y slo se dieran al mbito del pensar por el favor del azar. Se trata de la
emergencia de modos fundamentales del saber cuya constitucin no obedece
simplemente a la imposicin de nuevos objetos de estudio o al avance de la racionalidad
de la ciencia, sino que han huido lejos en la yuxtaposicin de capas arqueolgicas y que
Foucault rastrear como dinmicas de variacin correlativa en la historia de las ciencias.
Las unidades que se agrupan como ejes de los provisorios armazones cientficos, como
el decantado de la dispersin de saberes que erige en ltima instancia la forma-Hombre,
son entonces Vida, Trabajo y Lenguaje. Ahora bien, afirmar que el hombre se define
por la interseccin de la actividad orgnica que realiza para conservar y desarrollar la
vida, del trabajo que produce y transforma la mundanidad en la que habita, y del
lenguaje en y a travs del cual se entiende con otros creando rituales, mitos,
comunidades, canciones o frmulas algebraicas, es una idea fuerte y seductora, pero que
haba sido enteramente formulada al menos desde 1958, cuando Hannah Arendt (1998)
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public The Human Condition. Y as hemos nombrado al fantasma que recorre las
pginas de Las palabras y las cosas.
El libro de Arendt consta de un prlogo y de seis partes, entre las que se destacan tres,
dedicadas precisamente al anlisis de las tres actividades que constituyen lo propio de lo
que su autora llama condicin humana: la labor, el trabajo y la accin. De modo
anlogo a como lo sern los semitrascendentales de los que hablar Foucault ocho
aos ms tarde, stas son generales capacidades humanas que surgen de la condicin
del hombre y que son permanentes, es decir, que irremediablemente no pueden perderse
mientras no sea cambiada la condicin humana (Arendt, 1998: 18. Cursivas nuestras).
Para Arendt hay condicin humana, no naturaleza humana: y si no hay naturaleza
humana es, al decir del Sartre de El existencialismo es un humanismo, porque no hay
Dios para concebirla (en Sartre y Heidegger, 1981: 16). En esto acordara el
antisartreano Foucault. No se trata de esencias ni de fundamentos necesarios y
ahistricos, no se busca una nueva antropologa filosfica, sino el reconocimiento de
regularidades histricas que son de largo plazo en Arendt y relativamente fugaces en
Foucault. Y hay que subrayar este diferendo puesto que va ms all de la duracin de
estos condicionantes: lo que en Foucault es emergencia indita, acontecimiento
relativamente reciente y sociodegradable, en Arendt es el producto de la reflexin, ms
o menos estable durante ms de dos milenios. El hombre que surge del azar histrico en
Foucault re-aparece para Arendt no sin el trabajoso esfuerzo de recuperacin de una
tradicin perdida que ms que poner el ojo en esencias y fines, se dispone a pensar a
partir de lo que hacemos. Esta atencin en las prcticas es clave tambin para Foucault.
As podemos afirmar que la forma-Dios de Arendt es la que correponde, mutatis
mutandis, con el dominio de la vita contemplativa, cosmo-visin que abarca la entera
metafsica que va, de acuerdo a lo que afirma la pensadora, de Scrates y Platn, a Marx
y a Nietzsche (incluidos estos ltimos como representantes de una inversin de la
antigua preeminencia teortica que sin embargo mantiene el marco conceptual), y que
relega la praxis y la poltica tras las enmaraadas especulaciones panlgicas de la
metafsica. La crtica principal a esta tradicin apunta a la jerarqua de valores
masivizada y santificada por el cristianismo, que ha depositado una atencin desmedida
en la contemplacin, y ha descuidado las distinciones dentro de la vita activa
desaparecida o seriamente menguada con la cada de Roma.
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Cf., por ejemplo, y entre los estudios recientes: Ilivitzky (2012), Nascimento (2012) y Quintana (2012).
En cambio, no hemos dado con estudios que afirmaran la hiptesis de la homologa terica que aqu
sostenemos.
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destinar este fragmento del presente trabajo. Lo que nos interesa es que la condicin
humana se define al interior de un tringulo cuyos lados dibujan la Labor, el Trabajo y
la Accin, as como el hombre emerga en el espacio trazado por la Vida, el Trabajo y el
Lenguaje. Si para Foucault eran Ricardo, Cuvier y Bopp quienes, por as decirlo, traan
a la superficie del saber la figura del hombre, para Arendt sern fundamentalmente
Aristteles, Marx y Nietzsche los remeros a contracorriente de la tradicin metafsica
que sacan a la luz las mismas dimensiones que definen la condicin humana. La
prioridad del Lenguaje por sobre la Vida y el Trabajo en Foucault, que Deleuze seala
para corregir poniendo en paridad la relevancia de las transformaciones del Trabajo y de
la Vida, se corresponde con la prioridad del discurso por encima de la labor y del
trabajo para Arendt. sta y Foucault bien podran haber fundado esta predileccin en la
misma base: Martin Heidegger. En efecto, es sabido que el lenguaje tiene para el
pensador de la Selva Negra una importancia central ya que la palabra, y ms
especficamente el habla, es la casa del ser (en Sartre y Heidegger, 1981: 65). Por lo
dems, las periodizaciones que hacen Arendt y Foucault no son calcadas ni mucho
menos, aunque se acercan en algunas zonas: la edad clsica del segundo se superpone
con la Edad Moderna de la primera, mientras que la modernidad foucaultiana (que se
inicia en el siglo XIX) se adelanta al Mundo Moderno que Arendt sita al comienzo del
siglo XX.
El libro de Arendt no se reduce a la mera descripcin erudita de las actividades que
haban estado ocultas por el dominio de la vita contemplativa, como tampoco lo hace el
de Foucault al caracterizar esos tres semitrascendentales. Desde el prlogo mismo, la
pensadora alemana nos pone sobreaviso de que el inters de la meditacin sobre
quines somos radica en la intensificacin del deseo de escapar de la condicin humana
que, si bien podra tener lugar como una mutacin antropolgica que abriera nuevos
horizontes, amenaza con acontecer por la va de la destruccin de toda la vida en la
Tierra, a la que la especie humana no ha dejado de aproximarse (Broswimmer, 2007).
La muerte del hombre y la huida de la Tierra (la alienacin del Mundo Moderno) seran
as el corolario apocalptico de la tcnica moderna antes que el nacimiento del
superhombre nietzscheano y su reino, en el que nadie debe sufrir dao alguno
(Nietzsche, 2007: 351). Con otras palabras que no fuerzan en nada la letra de la
discpula de Jaspers y de Heidegger, Arendt adverta en 1958 que el hombre tal como lo
conocemos estaba en trance de desaparecer.
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Esta crtica est emparentada con las observaciones de Bataille (1987) sobre la primaca de lo til, que
Foucault conoci muy bien.
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homo laborans que reduce su existencia a lo que Arendt (1998: 346. Las cursivas son
nuestras) define como labor:
La ltima etapa de la sociedad laboral exige de sus miembros
una funcin puramente automtica, como si la vida individual
se hubiera sumergido en el total proceso vital de la especie y la
nica decisin activa que se exigiera del individuo fuera soltar,
por decirlo as, abandonar su individualidad, el an
individualmente sentido dolor y molestia de vivir, y conformarse
con un deslumbrante y tranquilizado tipo funcional de
conducta.
El reinado de la labor tiene como correlato la vaporizacin de lo tangible la ms
revolucionaria contribucin moderna al concepto de propiedad, segn la autora,
principio segn el cual aquella no est localizada en el mundo sino que tiene origen en
el hombre (fuerza de trabajo) y, tal como se creer de la libertad, slo puede perderse
con la vida.
Es interesante que la misma aparicin del homo laborans est signada por la
destruccin: cuando todo converge en el hombre, el mundo desaparece y con l el
hombre que lo habitaba. Nietzsche celebraba como una conquista haber abandonado la
creencia en la inmortalidad del alma. Sin ella, no hay necesidad de precipitarse para
alcanzar una salvacin que dependera de lo que podamos aprender en una corta vida:
Nosotros hemos reconquistado el valor de equivocarnos () Tenemos el derecho a
experimentar con nosotros mismos! (Nietzsche, 2000, 501: 270-271). Arendt explica
en La condicin humana (1998: 338-344) que fue la buena nueva cristiana sobre la
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Hemos llevado esta analoga lo suficientemente lejos como para probar que al menos
hay una marca del impacto de Hannah Arendt en el Las palabras y las cosas, pensadora
que sin embargo Foucault no cita. Dos anuncios de la muerte del hombre, dos tradas
homlogas de semitrascendentalidades definiendo a ese hombre y que podran estar
mutando, dos reflexiones profundas sobre la ciencia, su poca y sus condiciones de
posibilidad, dos lecturas de la historia a contrapelo de la tradicin... Es inverosmil que
se trate de una casualidad, de una participacin comn en el espritu de poca que habra
dado como resultado por efecto del mero azar dos libros cuyo esqueleto, no sus
consecuencias, es de la misma familia. Lo ltimo que podra admitirse es que The
Human Condition no hubiera tenido relevancia: por un lado, se trat de una obra clebre
desde su divulgacin; por otro, Arendt era una distinguida discpula de Karl Jaspers y de
Heidegger, y ya era reputada por ejemplo, como autora de Los orgenes del
totalitarismo. Como parte del elenco de un existencialismo no sartreano, y an ms,
como discpula de Heidegger, no poda no interesarle a Foucault. No obstante, Foucault
dice poco y nada de Hannah Arendt, y nunca en relacin con Las palabras y las cosas.
En la entrada dedicada a Hannah Arendt, el Vocabulario Foucault rescata la nica
mencin que Foucault hace de la pensadora en los textos publicados hasta el momento
de la edicin de la obra de Castro (2004), y esa mencin est dirigida a discutir la
distincin tajante entre relacin de dominacin y relacin de poder. Y, por supuesto, la
teora del poder de Arendt se plasma de un modo ineludible en La condicin humana.
La marca de Hannah Arendt en el pensamiento de Foucault no parece limitada a ese
dilogo tcito que advertimos en Les motes et les choses. Por si todo lo anterior no fuera
suficiente para probar esta influencia, hasta donde sabemos inadvertida, slo restara
sealar que en el curso lectivo de 1978-1979, Nacimiento de la biopoltica, poco ms de
una dcada despus de su arqueologa del estructuralismo, Foucault (2007) afirma que
entre el homo juridicus y el homo economicus emerge, como invento del liberalismo, el
espacio de "lo social" para gobernar la heterogeneidad de lo econmico y lo poltico.
Para pensar las tcnicas y estrategias de la gubernamentalidad (neo)liberal, que
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Castro Orellana (2012) se niega a aceptar esta conclusin de la tesis de Las palabras y las cosas.
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la inmortalidad del Dios que tanto tiempo hubo admirado sin poder representar y al que
quiso sustituir representando. Foucault comienza el libro aqu abordado con la crisis de
la representacin (del sujeto contemplativo, del hombre) a partir de Las meninas de
Velzquez, y culmina con el psicoanlisis, la etnologa y la lingstica como las ciencias
antihumanistas, en el sentido del Humanismo de la conciencia, que producen un saber
no slo a pesar sino a partir de la crisis de la representacin. Estas tres condensaciones
de saber exploran y producen (saber y poder) a partir de la reflexin sobre las
condiciones de posibilidad de la positividad del dominio emprico del hombre y por ello
de todo el saber del hombre. El psicoanlisis necesita poner sistemticamente en crisis a
la representacin para dar espacio a esa escucha fundacional del inconsciente. Con la
etnologa no slo pueden prescindir del concepto del hombre, sino que no pueden pasar
por l, ya que se dirigen siempre a lo que constituye sus lmites exteriores (Foucault,
2003: 368). La tesis de Foucault (2003: 374) enuncia que
El hombre haba sido una figura entre dos modos de ser del
lenguaje; o por mejor decir, no se constituy sino por el tiempo
en que el lenguaje, despus de haber estado alojado en el
interior de la representacin y como disuelto en ella, se liber
fragmentndose: el hombre ha compuesto su figura en los
intersticios de un lenguaje fragmentado.
Por ende, el hombre se dispersar cuando el lenguaje se recomponga, que es lo que
segn Foucault estaba ocurriendo al momento de su escritura. El estallido del rostro
del hombre podra entonces no equivaler a su muerte, al menos no a aquella muerte que
Nietzsche haba querido dar a Dios. Por el camino que no abandona la filantropa
nietzscheana que a menudo parece faltar en Foucault (quien se mantiene ms cerca de la
misantropa del fundador de discursividad), es posible abrir un espacio para la
discusin por lo que seamos. Puesto que, pese a todas sus amargas crticas, y al lastre de
una teora poltica reaccionaria, es en el hombre mismo, como devenir, como apertura,
donde Nietzsche deposita su esperanza.
Segn este camino de interpretacin, Foucault contribuira a librarnos del impulso,
religioso al fin, de sacralizar al hombre. Si pudiera librarse de la acusacin de ser una
impugnacin escptica del Humanismo, esta perspectiva tendra el valor de haber
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La Ecologa es una ciencia que articula a su modo esta voluntad y este programa.
Al respecto, es indispensable el estudio de Gonzlez Varela (2010).
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