La Evolución en La Enseñanza Literaria - Teresa Colomer
La Evolución en La Enseñanza Literaria - Teresa Colomer
La Evolución en La Enseñanza Literaria - Teresa Colomer
Teresa Colomer
literatura, pudo afirmarse que pocos preceptos, y muchos y bien escogidos ejemplos,
coadyuvarn mejor a encontrar los medios de expresin con los que manifestar
correctamente nuestros pensamientos, y nos formarn el gusto14. Trminos como
Principios o Elementos de literatura, o la misma denominacin de historia
aparecieron entonces en los manuales y programas de estudio a medida que se
arrinconaba el modelo preceptivo-retrico y se traduca en la enseanza el viraje terico
producido al constituirse la literatura como disciplina a partir del pensamiento
positivista. De este modo, la enseanza de la literatura pas a cumplir una funcin
estable de identificacin con la cultura nacional a travs del traspaso ordenado del
patrimonio literario.
Desde las corrientes pedaggicas ms renovadoras, se produjo tambin la bsqueda
de una biblioteca ideal que, desde la escuela, ofreciera a nios, nias y adolescentes la
posibilidad de cultivar su sensibilidad con la lectura de obras de calidad adecuadas a su
edad. As, por ejemplo, las instituciones pedaggicas catalanas intervinieron
activamente en el fomento de creacin de libros infantiles de calidad y una de sus
figuras ms destacadas, Artur Martorell, seal a Scott, Kipling, Verne, Dickens,
Daudet, Homero, Grimm, Andersen, Mark Twain, Poe y Wells entre los autores
extranjeros, adems de Ruyra, Vilanova, Maragall y Verdaguer, entre los catalanes,
como lecturas apropiadas para la etapa escolar15, seleccin muy prxima en sus
criterios, por otra parte, a la realizada por la Institucin Libre de Enseanza para su
biblioteca juvenil.16
Asimismo, la preocupacin por la lectura completa de obras, tan alejada de las
disposiciones educativas oficiales, se tradujo en el empeo por el establecimiento de
bibliotecas pblicas en el pas. El lamento generalizado por la falta de lectura en Espaa
que puede apreciarse en tantos escritos de la poca poda hacer extensible su
argumentacin, con toda facilidad, al estado de las bibliotecas. Efectivamente, en 1881
slo haba en Espaa 1.113 bibliotecas con un depsito total de cuatro millones de
volmenes, mientras que el clculo de las necesidades de la poblacin hubiera requerido
ms de 60.000. Slo con el cambio de siglo, sin embargo, empezar a paliarse en algo
esta situacin, por ejemplo, a travs de las iniciativas de la Mancomunidad catalana y
del Ayuntamiento de Barcelona que importaron muchos de los planteamientos y de las
actividades del movimiento bibliotecario de otros pases17. La escasez de bibliotecas no
permitir el desarrollo de un discurso potente sobre la necesidad del acceso social libre a
los textos, discurso desarrollado como contrapunto -a menudo enfrentado, aunque
finalmente complementario-, al de la escuela, tal y como sucedi en otros pases de
nuestro entorno18.
La defensa de la fantasa en las lecturas infantiles y adolescentes no fue el nico
principio que caracteriz a las corrientes educativas renovadoras respecto de las
oficialistas desde finales del siglo XIX hasta los inicios del XX. La introduccin de la
literatura universal, la fusin de la etapa primaria y secundaria en una continuidad
educativa, la demanda de la obligatoriedad escolar entre los 6 y los 13 aos, el ejercicio
de la conversacin y el dilogo como mtodo pedaggico y la interrelacin entre
escuela y vida, fueron otros tantos elementos de sus planteamientos que, en muchos
casos, parecen an absolutamente novedosos y vigentes.
En definitiva, pues, el cambio de la enseanza literaria desde mediados del siglo
pasado llev, a lo largo de la primera mitad del siglo XX, a la lectura de obras
recuperada en realidad de las antiguas prcticas escolares tal como hemos sealado
anteriormente-, fue la lectura colectiva de obras en el aula, actividad especialmente
interesante al proporcionar el referente comn necesario para ejercitar la competencia
literaria con la ayuda del profesor y del resto de lectores en los aspectos de construccin
global de la obra, aspectos imposibles de analizar en los fragmentos aislados presentes
en los libros de texto58.
Las actividades de escritura participaron tambin del espritu de desacralizacin de
la obra literaria. Ms que en actividades de resmenes, copia y parfrasis, los escritos
literarios se dirigieron a la manipulacin del texto dado y a la creacin espontnea de
nuevos textos. La divulgacin de la obra de Rodari y muchos ejercicios tomados de la
didctica francesa tomaron el relevo a la tradicional redaccin escolar59. De modo
simplificado podemos dividir las tcnicas expresivas ms utilizadas en tres grandes
grupos:
2. En la etapa secundaria
Si la desorientacin sobre los objetivos y la programacin del aprendizaje literario
en la etapa primaria se canaliz a travs de la apuesta por la escritura y lectura libres, en
secundaria, la crisis de la enseanza de la literatura tuvo que enfrentar un mayor nmero
de contradicciones que provocaron opciones ms complejas. En todas ellas, sin
embargo, se halla el denominador comn de la entronizacin de la centralidad del texto.
Desde la reflexin educativa se estableci pronto el consenso sobre la esterilidad del
eje cronolgico, carente de funcin social e incapaz de interesar a los nuevos
adolescentes. La introduccin de las aportaciones provenientes de la perspectiva
lingstico-semiticas fue avalada por la ventaja del fomento en los alumnos de una
actitud de anlisis textual intelectualmente activa y cientfica, en contraposicin a la
tradicional recepcin pasiva de valoraciones intuitivas o de nociones histricas
preconcebidas. Ya no se trataba de la transmisin del bagaje literario de la comunidad y
de la literatura como formacin moral y esttica, sino de adquirir elementos de anlisis
que revelaran la construccin de la obra. La complejidad de esta tarea, sin embargo, la
llev a gravitar en la mediacin de un enseante poseedor de saberes tcnicos.
La enseanza en la etapa secundaria opt, pues, por el acceso al texto, pero a travs
de la generalizacin del llamado comentario de texto a partir del aparato formal del
estructuralismo, tal como hemos sealado anteriormente. La obra literaria fue
La focalizacin sobre el texto se ha ampliado as, tanto hacia los factores externos
del funcionamiento social del fenmeno literario como hacia los factores internos de la
construccin del significado por parte del lector. El carcter literario no reside en la
sustancia lingstica sino en su forma de uso, en las convenciones que regulan la
relacin entre el texto y el lector en el acto concreto de lectura. Si el lector cuya
colaboracin se requiere es el alumno de la educacin obligatoria, la enseanza de la
literatura se ha visto enfrentada con mayor urgencia a definir qu es lo que la literatura
aporta a los nios, nias y adolescentes actuales y cmo stos pueden aprender las
reglas del juego.
De este modo, y bajo las nuevas perspectivas tericas, se est produciendo en la
enseanza, un retorno renovado a la afirmacin del valor epistemolgico de la literatura,
a su capacidad cognoscitiva de interpretacin de la realidad y de construccin
sociocultural del individuo70. Pero el punto de partida se sita ahora en las necesidades
formativas de los alumnos y en la eleccin de los elementos tericos que se revelen
tiles para el proyecto educativo, y no en la vulgarizacin de las teoras literarias
propias del saber acadmico. Si en los aos setenta los avances de la lingstica
provocaron la atencin educativa hacia la expresin de los alumnos y la centralidad del
texto, en los aos ochenta el desplazamiento terico hacia el lector y los avances de las
disciplinas psicopedaggicas han conducido a la preocupacin por los procesos de
comprensin y por la construccin del pensamiento cultural. En este sentido, la
sustitucin del trmino enseanza de la literatura por el de educacin literaria se
propone evidenciar el cambio de perspectiva de una enseanza basada en el aprendizaje
del discente. Recientemente, en nuestro pas, Etreros (1995)71 defenda la posibilidad de
coincidencia fructfera entre los principios psicopedaggicos que informan la LOGSE y
las teoras literarias aplicables a la enseanza tras definir la funcin de la literatura en el
sentido que venimos comentando:
De lo expuesto en relacin con las visiones psicolgica y
filosfica de Vygotski y de Bajtin se deduce que el acceso a
una competencia en la lectura y comprensin de los textos
literarios, por la propia ndole de stos, equivaldra, en el
proceso de enseanza y aprendizaje, a la adquisicin de una
capacidad interpretativa de los valores culturales que
contienen los enunciados y gneros discursivos que
componen la obra literaria. En eso radica la cualidad
preeminente de la disciplina en los programas educativos, y
la necesidad de instituirla como troncal en tanto que en s
constituye la praxis de los fenmenos lingsticos -textuales
y discursivos- posibles dentro del pensamiento y de la
historia de los pueblos.
El acceso a este tipo de enfoques es perfectamente
factible, y la competencia que con su prctica adquiere el
alumnado va mucho ms all de la estrictamente literaria,
pues lo sita en condiciones de acceder a los fenmenos
sociolgicos, antropolgicos, filosficos, histricos, etc.
presentes en los lenguajes; es decir, de acceder a la
interpretacin del pensamiento cultural. (1995:51-52).
Los objetivos de la etapa obligatoria han sido definidos de muchas formas y con
distintos grados de concrecin. Pueden hallarse actualmente mltiples
sistematizaciones, desde las dirigidas a fines programticos, como las oficiales de los
planes de estudio, a las ms tericas que hacen derivar los objetivos de la formacin
literaria en sus distintos aspectos cognoscitivos, estticos, morales, culturales y
lingsticos73. Nos limitaremos a recoger aqu el espritu subyacente a la mayora de las
nuevas definiciones y sealar que la educacin obligatoria debera conseguir que los
alumnos y alumnas estuvieran familiarizados con el funcionamiento de la comunicacin
literaria en nuestra sociedad, hubieran experimentado la relacin entre la experiencia
literaria y su experiencia personal, conocieran algunos temas y formas propios de los
principales gneros, supieran expresar sus valoraciones con argumentaciones coherentes
y susceptibles de debate y poseyeran alguna informacin sobre aspectos literarios, tales
como la retrica o la mtrica. Es decir, poseyeran las capacidades que permiten a
cualquier ciudadano actual considerarse un buen lector.
Los objetivos de la etapa postobligatoria arrastran una indefinicin mucho mayor en
las propuestas educativas. Por una parte, se refieren a la ampliacin progresiva de los
objetivos anteriores. Por otra, abordan la necesidad de crear un mapa mental de la
informacin cultural del fenmeno literario, sin abandonar por ello su insercin en la
experiencia lectora. El uso de metodologas diversas, la interconexin con las otras
reas humansticas y el desarrollo de un nuevo concepto de historicidad son aspectos
presentes, aunque an poco desarrollados, en la reflexin sobre esta etapa educativa.
En la prctica escolar se han producido ya muchos cambios y se realizan muchas
experiencias que se inscriben en la lnea de una enseanza-aprendizaje significativa para
los alumnos. En alguna medida, estas prcticas pueden recuperar actividades habituales
en el modelo anterior a los aos setenta, ya que, aunque en un marco terico distinto,
vuelven a afirmarse los valores de formacin cultural de la literatura y la atencin al
gusto por la lectura74. Los avances de la investigacin didctica permiten afirmar que las
dos lneas de fuerza del desarrollo de la competencia literaria parecen ser la implicacin
del lector y el progreso en el dominio de las convenciones, principios que ataen tanto a
la etapa primaria como a la secundaria, de manera que suscitar el placer de la lectura y
formar las capacidades interpretativas son objetivos complementarios que deben
planificarse en un marco integrador. As tambin, del anlisis de las propuestas ms
innovadores de los pases de nuestro entorno pueden deducirse unos criterios comunes
sobre el tipo de actividades que favorecen el desarrollo de la competencia literaria en la
escuela obligatoria. Podemos sintetizarlos en los siguientes puntos75:
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