Fortunato Hernández - La Guerra Del Yaqui (1902)

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FORTUNATO HERNANDEZ '. LA GUERRA DEL YAQUI



FORTUNATO HERNANDEZ LA GUERRA DEL YAQUI

Reservados todos los derechos

e GOIlIEHNO DEL ESTl\l)O DE SONOHA © Ernesto de 101 Pcfia

lmpreso en Mexico

ISBN 968 6486 11 - 9

Colcccion Los Prutos del Desierto

PRO LOGO

Licenciado Manlio Fabio Beltones Rivera Gobernador Constitucional del Estado de Sonora

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Mexico es un pais cuya riqueza humana y cultural proviene de la gran varied ad de elementos que 10 integran. La inmensa gama de civilizaciones y formas de vida que ha alimentado a 10 largo de su historia milenaria sigue imprimiendo su huella venerable a todas nuestras actlvidades y nos distingue, en el concierto de las naciones, de todos los demas pueblos de la tierra.

Pero en nuestra propia intimidad solem os hablarnos como si emplearamos una clave secreta que, a la vez, nos diferencia y nos identifica: nada mas claro para los mexicanos que la distancia que media entre el acento del norte y el del sur, nada que nos de mayor placer que los modismos de nuestra genre: son como sen ales familiares, como guifios carniosos que nos hacemos unos a los otros.

Estos matices menudos, estas formas coIoquiaies del habla, estas costumbres privativas de una region, son, precisamente, el alma de Mexico, esparcida con am or por toda la superficie de la Republica, por la extension de todos los Estados que la integran. Porque detras de estas sefiales tipicas, de estos gestos entrafiables, imposibles de falsificar, esta la robusta historia regional, la tradicion mas apreciada, la que se cultiva en el hogar y en las primeras escuelas, la que nos hace formar parte unica y activa de un tono de vida irrepetible: el del Estado que nos via nacer.

Preocupado de que no se pi erda esta fisonomia genuina de los son orenses, flsonornia que es el mas precioso resultado de la autentica cultura de provincia, raiz de la mexicanidad, el gobierno de Sonora ha querido alentar el recuerdo de estas tradiciones y proporcionar los medios para conocerlas, disfrutarlas y ahondar en sus innumerables privilegios. Esta es la razon, entrafiable y sencilla, de la coleccion Los Frutos del Desierto.

Licenciado Manlio Fabio Beltrones Rivera Gobernador Constitucional del Estado de Sonora

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HERNANDEZ iCIENTIFICO A LA PORFIRIANA?

Ernesto de la Pefia

HERNANDEZ lCIENfIFICO A LA PORFIRIANA?

El Diccionario Porrua y la Enciciopedia de Mexico son igualmente escuetos al consignar los pocos datos que conocen acerca del doctor Fortunato Hernandez. Nos enter-amos, por ejernplo, de que su vida transcurrio entre finales del siglo XIX y principios del presente. Citan, en diferente orden (supongo, por razones de cronologia de publicacion, que la similitud que hay entre estas fuentes de consulta se debe a que la Enciciopedia se abrevo directa, pero solapadamente, en el Diccionario) los escritos que se le deben, pero no erniten juicio alguno en torno al valor 0 los temas mismos que ocuparon la vida del galeno. Nada dicen, por ejemplo, de su asiduidad a los estudios sonorenses 0 de que, con justicia, puede colocarselo allado de del Paso y Troncoso, Pimentel, Orozco y Berra, Gamio y otros investigadores ernpefiados en despejar alguna de las muchas brumas que encubrian nuestro pasado indigena y, no solo eso, sino la propia vida y las costumbres de nuestros indios.

Es mas, Hernandez es condigno seguidor de la obra meritoria y practicamente impar de \Villiam J. McGee" que, desconocida hasta hace muy poco, 10 antecedio en el terreno mas especializado y fecundo de la observacion de los seris 0 kunkaak.

Porque a los intereses puramente antropologicos y ctnograficos de Hernandez se une un prurito linguistico que, aunque no se nutra de ninguna de las escuelas al uso en sus dias, no deja de aportar, por ello, datos sumarnente valiosos a los conocimientos (circunstancialmente menores, pero indispensables para el desarrollo de la ciencia) con que Pimentel habia contribuido, como benernerito de las humanidades mexicanas que fue, al acervo documental del siglo XIX.

Hernandez perteneee, por ideologia y por circunstancias de la historia, al partido en el poder, 10 eual significa que es 10 que se podia llamar entonees, propiamente, un "cientifico". Y 10 es en doble forma, ya que su formacion y sus inc1inaeiones vocacionales 10 asientan por sus propios merecimientos en

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el feudo de la ciencia (mas que de la medica, que era su "modus vivendi", en la antropologica y la historica), en tanto que su afiliacion publica y sus moviles 10 acomodan en el partido de Porfirio Diaz.

La mayor contribucion de Hernandez al conocimlento de 10 sonorense se puede deslindar en dos terrenos. Por una parte se encuentran sus observaciones sobre la lengua kunkaak y sus estudios acerca de su gramatica y su comportamiento, pero tambien sus notas sobre la gramatica social y el comportamiento cotidiano de los seris, raza proscrita y omisa hasta entonces.

Por la otra, con el maletin de primeros auxilios en una mana y la libreta de apuntes en la otra, acude al llamado de la guerra que los "yoris" (los "blancos" que, en este cuento, desernpefian e1 papel de los villanos frente a las razas indigenas, en especial los yaquis) hacen al grupo indigena mas indomito del Estado, el capitaneado por el heroico e indomito Cajeme.

Hernandez se percata de la injusticia mayuscula que se esta infiriendo a los yaquis mediante estos combates, que han de desembocar en el intento de genocidio real que significo enviarlos a Yucatan mientras las mujeres permanecian en el punto mas Iejano de ese lugar, aunque dentro de nuestro pais. Se percata, pero no se resue1ve a levantar su voz de protesta, convencido como esta de que e1 triunfo de la raza blanca solo podra acarrear beneficios innumcros a los aborigenes.

Para el, los sufrimlentos que presencia, las injusticias que trata de no ver, el desequilibrio de fuerzas, la superioridad tactica, el enorme aplomo moral que da e1 respaldo de un gobierno fuerte y decidido a no cejar en su proposito, son otras tantas demostraciones de la razon de los blancos y, aunque les es imposible paliar muchas barbaridades que cometen los "civilizados" en detrimento, agravio y muerte de los "primitivos" yaquis, prefiere acentuar las ventajas que se derivaran de una futura aculturacion, con la homogeneizacion consiguiente, que sera favorable para todos por igual.

Esta actitud de Hernandez se observa, sobre todo, en las loas que continuamente entona e1 ejercito federal que, para el, es una especie de cuerpo militar formado de heroes sin tacha que unen al arrojo personal la admirable sobriedad de un espartano, la disciplina intachable que puede nacer en el espiritu de quien respeta las [erarquias porque ve en elias una especie de manifestacion de la divinidad y la resistencia fisica de quienes tienen madera de martir.

"Estos heroes desconocidos, humildes y abnegados servidores de la nacion, atraviesan los pasos mas dificiles y peligrosos con la serenidad del que emprende un viaje de recreo; y de dia 0 de noche, con lluvia, solo frio, se baten con los indios que frecuentemente los asaltan en el bosque, y al llegar al lugar de su destino entregan los pliegos de que son portadores, dando cuenta de 10 sucedido con la modesta naturalidad del que ha desempeiiado una comtsion sin importancia.

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"[Cuantos, pense, en una obscura y fria noche de diciembre, al ver a una pareja de correos cruzar como fantasmas el pavoroso bosque del Paroscahue, cuantos de estos martires de la disciplina y del deber han sucumbido a las traidoras balas del oculto enemigo, sin abrigar siquiera la esperanza de que algun compatriota agradecido venga a depositar un triste ramo de siempreviva sobre el esteril polvo de su tumba!"

Omite, sin embargo, insistir en que los yaquis tienen la misma contextura y que su reciedumbre y su abnegacion solidaria son, casi siempre, superiores. Su adrniracion beata por el ejercito se va manifestando a 10 largo de todo su ensayo y culmina en un encendido elogio a Diaz (cuyos rneritos milltares en otros campos de batalla, son, por otra parte, indiscutibles) cuyas altas miras son la pacifica cion del territorio sonorense y 1a Imparticton de educacion a los domeiiados yaquis.

"Ya el generoso presidente, general Porfirio Diaz, agoto cuantos medios humanos y clementes estaban a su a1cance para obtener la sumiston de los traidores yaquis, y a pesar de la negra ingratitud con que han correspondido a sus nobles esfuerzos, muy Iejos de pensar en exterminarlos, trata de establecer escuelas especiales para elios, escuelas en que aprendan a respetar las leyes de su patria y a cultivar la tierra en que nacieron".

Estas cegueras de Hernandez, molestas para el lector contemporaneo, no impiden, por fortuna, que su temple de hombre honesto y recto tenga que rendirse, finalmente, ante la estatura heroica del protagonista verdadero de su cronica: el realmente legendario jose Maria Leyva, "Cajerne", en quien, con acierto, Hernandez ve encarnados vicios y virtudes de la raza yaqui:

"Los yaquis son una raza valiente y sufrida: resisten e1 hambre y la intemperie arrostrando los mayores peligros con unafortaleza indomable: su principal cualidad, Ia que constituye la esencia de su caracter, es el amor a la tierra de sus mayores: e1 defenderla y conservarla (sic) de todo dominio extraiio, constituye el orgullo de su raza y por conseguirlo arrostran todas las penalidades con un heroismo de martires. Asi, pues, no es raro que Cajeme, despertando ese orgullo, estimulando su patriotismo, lograra una vez mas reunirlos en torno suyo para dar nuevo impulso a una guerra, que consideran sagrada como consideran todos los pueblos, especialmente los primitivos, 1a guerra que tiene por objeto 1a defensa de sus hogares".

Hernandez, tras plantear el sentido que la guerra tiene para los yaquis (una especie de.jihad familiar), hace una recuento pormenorizado de las actividades de Cajeme, sigulendolo en sus acciones y reacciones, analizando eventualmente su tactica y las razones de su quehacer, hasta desembocar en la tragedia final, 1a ejecucion que, en SO' pluma, cobra el sentido simple de un ajuste de cuentas.

Militar por aspiracion y gobiernista por Inclinacton espontanea (no hay elementos de juicio para aventurar ninguna otra hipotesis y el temple humane que se observa en los escritos de Hernandez no permite sacar

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conclusion alguna que 10 acerque al servilismo 0 10 alinee entre los paniagudos del general Diaz), el doctor Hernandez se retrata a si mismo en las lineas que brotan de su pluma. Parece que nada 10 exalta con mayor vivacidad que las hazafias guerreras y su manera de ensalzar al ejercito, mejor dicho al humilde y desprendido 'Juan" que 10 conforma en sus estratos ultimos, que son quizas los unicos autenticos, demuestran que ha sabido justipreciar los mil sacrificios que entrafia la simple vida de la milicia. Este pasmo ante 1a polvora y los canones, Ia fusileria y los caballos cubiertos por los arneses protectores, son, tal vez, el rasgo mas acusado de Hernandez por 10 que respecta a sus preferencias en la vida, pero constituyen solo la mitad de 10 que se puede entrever de su personalidad por medio de sus escritos.

El otro lade de la moneda tiene tanto interes como el que se ha analizado, aunque la hondura es mayor. Hernandez, en efecto, parece dividir (y habia poderosisimas razones para que asi procediera) la realidad mexicana y especificamente la realidad sonorense, que en esos tiempos tenia en si el punto de dolor exquisito de toda la estructura social y militar de Mexico, en dos territorios antagonicos, pero complementarios. Y el antagonismo proviene, mas que de una natural disidencia 0 irrefercncia (que seria la explicacion mas sencilla) de una especie de desfase historico, de desacomodo de los factores cuyo resultado es que una mitad del pais vive en la barbarie, en tanto que la otra goza de los beneficios de Ia civilizacion, Separadas por el tiempo y por la evolucion historica, estas mitades, fraternas pero distantes, conviven en una realidad que, como consecuencia de este desconocimiento y negacion reciproca, se ha escindido y presenta pocas posibilidades de franquear ese abismo, al menos dentro del tiempo previsible.

Si el exterminio es la {mica solucion, parece decirse Hernandez a S1 mismo, que sea, por supuesto, el de la barbarie y esta, claro esta, se encuentra anidada entre los indios. No pretendemos afirmar que este culto doctor, este escritor que, en numerosas ocasiones, tiene las elegancias de lengua]e que se pueden esperar en 1a retorica de sus dias, clame para que esto suceda. Nada mas lejano de sus deseos, pero tal vez nada mas cercano a suceder.

Cajeme, e1 antiguo mercenario que, gracias a su verdadero espiritu de raza y a su entrega a una miston sagrada, se elevo hasta la estatura del heroe verdadero, plantea a Hernandez un terrible conflicto emocional, ya que no puede dejar de admirarlo, y admirarlo con el vigor amargo y tenaz que da la ocultacion de los sentimientos mas reconditos, aunque se yea forzado a censurar al indio levantisco suscitador de problemas para el gobierno constltuido.

Por eso, Hernandez no abunda demasiado, pese a su proclividad por los largos periodos retoricos cuando se trata del ejercito y sus heroicos elementos anonimos, en los ultimos momentos de la vida del yaqui ejemplar. Con una sola oracion liquida fisicamente al rebel de y al continuar la historia para

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narrar las actividades de los yaquis cuando estuvieron bajo e1 mando de luan Maldonado, Tetabiate, Hernandez, con una maestria ironica admirable, alude a la pequefiez y cobardia del personaje sin atribuirle nada a el, sino a las huestes que comandaba:

"Huir constantemente de las tropas federales evitando sus ataques, disparar sobre elIas ocultos en los bosques y matorrales, seguir cautelosamente sus pasos, asesinar traidoramente a los soldados durante el suefio y caer por sorpresa sobre las pequeiias partidas matando con crueldad a cuantos caian en sus manos; tal fue la nueva tactica de los yaquis".

Ernesto de la Peiia

McGee, William ]., Los seris, Sonora, Mexico. Instituto Nacional Indigenista, Mexico, 1971.

Hay quienes afirman que Hernandez acompafio al investigador sajon en sus expediciones y que, por poseer la lengua inglesa, pudo intercambiar puntos de vista con el.

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Michel Antochiw

INTRODUCCION

INTRODUCCION

A raiz de la proclamacion de la independencia de Mexico, numerosos viajeros anglosajones recorrieron nuestro territorio y dejaron importantes testimonios de las costumbres y tradiciones de nuestras poblaciones y de las riquezas que la nueva nacion podia ofrecer a las empresas extranjeras que con frecuencia influyeron en los destinos del pais.

Desde Humboldt, que en cornpafiia del naturalista Bonpland recorrio toda la America y cuya influencia fue decisiva 110 solo sobre los otros viajeros extranjeros sino tambien sobre los mexicanos que en sus obras encontraron un panorama descriptive de las riquezas materiales y culturales, hasta Karl Lumholtz que dejo riquisimas descripciones de los grupos indigenas del norte y del occidente, una numerosa oleada de visitantes, con intereses a veces muy evidentes, dejaron cronicas y descripciones que constituyen testimonios imprescindibles para el conocimiento de los grupos etnicos y de las costumbres prevalecientes en el pais.

Lamentablemente, los trabajos que realizaron los viajeros mexicanos para divulgar el conocimiento de su pais son escasos y es necesario esperar el inicio del siglo:XX para ver las primeras aportaciones de irnportancia en el campo de la etnologia que entonces fonnaba el nucleo de la ciencia antropologica.

La arqueologia habia despertado el intercs de la mayoria de los viajeros, aunque el sabio mexicano Leon y Gama conserva una posicion de pionero entre los iniciadores de la arqueologia mexicana al publicar, en 1792, su estudio sobre Las dos piedras, descubiertas durante las excavaciones practicadas en e1 actual Zocalo de la ciudad de Mexico (la estatua de la Coatlicue y la Piedra del So1). Los viajes de Dupaix, realizados a instancia de la corona espafiola, constituyen la primera expedicion arqueologica "cientifica" del siglo XIX, para la localizacion y estuclio de las ruinas del pasado.

Durante el transcurso del siglo XIX casi todos los viajeros extranjeros describen algunos sitios arqueologicos, algunas tradiciones locales, inclumentarias 0 fiestas, pero pocos, como Stephens, Brasseur de Bourbourg y Waldeck realizan estudios sistemancos. A su lado aparecen ya los primeros

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viajeros e investigadores mexicanos que como Rivera Cambas y Antonio Pefiaflel, dedican algunas paginas y dibujos a las ruinas, alcanzando su maxima expresion en los primeros afios del presente siglo con la obra monumental de Manuel Gamio en La poblacion del Valle de Teotihuacan (1923).

Figuras nacionales prominentes se dedican a la historia antigua de Mexico y sus obras siguen siendo, hasta la actualidad, manuales de consulta para los historiadores. Nombres como Lucas Ala man , Orozco y Berra y Garcia Icazba1ceta, son referencias consagradas para la histortografia nacional.

La Iinguistica, cuya tradicion remonta hasta el siglo XVI, logra en las obras de Francisco Pimentel y Orozco y Berra, una sintesis magistral a partir de la cual se inicia una interminable sene de estudios extraordinarios.

Sin embargo, comparados con estos trabajos tan importantes, el estudio metodico de las caracteristicas socioculturales de los grupos etnicos, de sus historias particulares y de los cambios sufridos, queda rezagado a segundo termino. Existen algunos pequefios estudios locales y discusiones sobre el "problema indigena" que habian sido planteados desde las guerras de Independencia, tema que mantenian vivo los pensadores liberales. Sin embargo, este material se refiere mas a la participacion global del indio en la vida nacional que al conocimiento de sus culturas.

Las costumbres indigenas eran vistas como curiosidades 0 conjunto de supersticiones y comportamientos "atavicos" que debian ser erradicados para permitir al indio su acceso a la civilizacion. Ante la "barbarie" de los indios, se recurrio con frecuencia a la "barbaric" de la civilizacion,

Sin embargo, el interes por conocer este "mundo extrafio'' del indigena despierta en la mente de ciertas personas. Las primeras expediciones de la Carnegie y del Instituto Smithsoniano recorren ciertas regiones con una metodologia mas afinada. Ademas de las bibliografias coloniales y de los informantes no indigenas, se recurre a los propios portadores de las tradiciones culturales. Los equipos multidisciplinarios compuestos por etnologos, Iingiiistas, botanicos, zoologos y geologos emprenden, con la ayuda de los fotografos, expediciones preparadas con sumo cuidado para estudiar a1 hombre dentro de su ambiente. La etnologia cientifica hace su aparicion en el territorio nacional.

El sur, sureste y el centro del pais, habian sido el punto de interes de los investigadores pero, a raiz de la perdida del territorio norte, los norteamericanos tenian que adrninistrar vastos territorios, ricos en recursos naturales pero poblados de tribus "barbaras" que impedian su exploracion y explotacion sistematica. La necesidad de conocer estas tribus y sus costumbres era urgente para lograr su control.

Pocos viajeros conocian estas regiones y el propio Humboldt, aunque habla del noroeste, nunca 10 recorrio. Hardy fue el primero en describir algunos rasgos de las tribus indigenas y, desde Zuniga, los informes solo describen al indigena, principalmente a los "rebeldes", como un obstaculo para el desarrollo.

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Sonora era "territorio indio" en su mayor extension. Los grupos ahi residentes presentaban particularidades especificas y sus actitudes eran muy distintas. Los apaches eran vistos por todos como enemigos y no habia otra politica mas que su exterminio. En cambio, los opatas eran los aliados por excelencia, a tal punto que estaban "desapareciendo'' como grupo diferenciado, incorporados cultural y etnicamente. Los seris mantenian una autonomia total y persistian fanaticamente en conservarse aislados. Los yaquis y mayos, poseedores de amplios y fertiles valles, se mantenian autonomos como grupo aunque muy "occidentalizados" en su "raza" y cultura a tal punto que "pocos son los que no pueden entenderse con los blancos".

Los pimas y papagos formaban grupos pacificos aunque soldados renombrados y guerreros temidos por los propios apaches.

Desde el siglo pasado, la influencia norteamericana era importante entre los papagos "los que viven cerca de la linea divisoria estan muy en contacto con los americanos; algunos de elloshablan Ingles y castellano ademas de su idiorna, y tanto estes como los que viven en los Estados Unidos tienen grande simpatia por Mexico y prefieren la nacionalidad mexicana".

Estos comportamientos tan distintos de un grupo a otro, se explicaban en parte por la influencia que los misioneros habian ejercido sobre ellos y Hernandez ejemplificaba hablando de los pimas y papagos: estos ultimos pertenecen a la misma raza que los pimas, su lengua es la misma, con insignificantes variaciones; y la diferencta de costumbres y de cultura que los separa, es deb ida sin duda a la mayor atencion que los misioneros pusieron en la educacion de los pimas: pues los papagos habitaban comarcas mas distantes hacia el norte y oeste de la provincia y estaban mas cercanos a las tribus salvajes que tenian por vecinas.

Estas observaciones de Hernandez denotan no solo el interes por conocer los rasgos externos de los indigenas, sino tambien los antecedentes que explican el comportamiento de los mismos.

La primera obra de caracter netamente cientifico 1 que se publica sobre algun grupo indigena de Sonora es la realizada por el equipo de McGee que Hernandez conocio y acompafio, Es presumible pensar que tuvieron largas platicas que influyeron sobre Hernandez. Este habia presentado una tests de doctorado en San Francisco y hablaba Ingles.

Hernandez era medico y como tal, expresa en su exposicion una logica que corresponde al pensamiento cientiflco de fines del siglo pasado. Para el todo debia clasificarse en categorias y en jerarquias donde el ultimo eslabon representaba no solo el ideal de la raza y la cultura occidental, sino esta misma raza y cultura. Los demas grupos etnicos y culturas no eran esencialmente diferentes sino inferiores y su desarrollo solo podia conducirlos por el camino "occidental" .

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Este fatalismo racial encuentra en la propia obra de Hernandez, una contradiccion al hablar de Lola Morales, una joven seri (de la raza considerada por Hernandez como la mas primitiva de Sonora) educada en un hogar de Hermosillo. La madre adoptiva de la nina comento al autor: "lamas despertaron en ella los instintos feroces y sanguinarios de su casta, siempre fue caritativa con los pobres y muy afecta a las practicas religiosas".

La conclusion que Hernandez encuentra de este hecho singular aparace en la siguiente frase:

Esplendida leccion para los hombres de conquista, que pretenden ilustrar con la espada y mejorar la humanidad destruyendo a sus hermanos, sin querer comprender que la violcncia no puede generar mas que odio y cataclismos sociales; y que el amor, la caridad y la Instruccion son los unicos medios de convertir la hi]a de una semi-bestia Kunkaak, en la noble, sentimental e ilustrada Srita. Lola Morales.

A pesar de que insiste en la relacion que supuestamente encuentra entre la sornatologia y la capacidad intelectual, afirma por otra parte que los esfuerzos de la etnologia modema tienden a establecer un sistema de clasificacion, no ya basado en los atributos fisicos caracteristicos de los individuos que forman cada tribu, sino en los modos y manifestaciones de la actividad humana expresados por la conducta de los hombres que forman cada raza; manifestaciones que son, como las actividades que representan, el resultado y expresion de la humana inteligencia ... que las instituciones, artes, creencias, industrias y costumbres, estill intimamenre ligados con ellenguaje que sirve para expresarlas y vivificarlas, al grado que la lengua sola pueda servir de base para una clasificacion de las razas aborigenes del continente americano.

Con esta afirmacion, solo pueden clasificarse los grupos indigenas segun el grado de desarrollo de su lengua siendo, desde luego, la espanola el modelo a que los indigenas deben aspirary por 10 tanto a la cultura que esta lengua expresa.

En e1 caso del yaqui, susceptible por su poderosa organizacicn estructural y por sus energicas actividades intelectuales, de adquirir una alto grado de cultura, esta llamado a desaparecer muy en breve, como raza, y en la actualidad atraviesa un precursor periodo de transicion, tras el cual ingresara definitivamente en las filas de la civilizacion contemporanea, e impulsado por la omnipotente fuerza evolutiva del progreso, marchara confundido con sus hermanos hacia la indeflnida perfeccion de la humanidad.

A pesar de su brillante razonamiento en que elimina poco a poco los facto res raciales y los "atavismos" que de ellos se desprenden, Hernandez no logra aplicarlo a la siruacion del yaqui.

Los habitos, instintos y caracteres adquiridos por herencia, perpetuados por atavism os y exacerbados por el ejemplo y por la lucha, no se pierden en una raza, sea cual fuere, sino con el transcurso de los siglos, el cambio de medio, la mezcla de castas, la asimllacion de las costurnbres y el irresistible poder de la educacion.

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Hernandez, por desgracia, es un hombre del "sistema", piensa como se pensaba en su epoca y no busca establecer los motivos por los cuales los yaquis luchan en una guerra sin esperanza "que tiene por objeto conservar el discutible principio de propiedad, sacrificando eI indiscutible derecho de vivir".

Ya el generoso presidente, general Porfirio Diaz, agoto cuantos medios human os y clementes estaban a su a1cance para obtener la sumiston de los traidores yaquis, ya pesar de la negra ingratitud con que han correspondido a sus nobles esfuerzos, muy lejos de pensar en exterminarlos, trata de establecer escuelas especiales para ellos; escuelas en que aprendan a respetar las leyes de su patria y a cultivar la tierra en que nacieron.

Esta "bondad" porfiriana se parece a la anecdota que men cion a en que, despues de capturar a un grupo de serts "los cautivos fueron encerrados durante la noche, y al dia siguiente se hizo una distribucion de los nifios entre las familias hermosillenses, de las cuales algunas tomaron a su cargo hasta tres y cuatro pequenuelos"oo. y se indigna cuando "las mujeres (seris) se fueron lIevando a los nifios yoo. los fugitivos cometieron nuevos robos y asesinatos al volver a sus terrenos".

La Guerra del Yaqui fue un episodio extremadamente doloroso para el Estado de Sonora. Las tierras de la tribu habian sido divididas entre cornpafiias colonizadoras que invertian cantidades enormes para transformar los bosques en tierras agricolas de riego. Muchas quedaron en manos de politicos y militares destinando superficies irrisorias a los yaquis, en calidad de propiedades individuales, susceptibles de adquirirse 0 de venderse. Las tribus que consideraban suyas desde siempre tanto el valle como la sierra, bajo un regimen de propiedad comunal, "sacrificaron el indiscutible derecho de vivir por el discutible derecho de propiedad".

Las guerras duraron mas de veinte afios al cabo de los cuales la tribu fue casi aniquilada. Encabezados por Cajeme, que curiosamente resulta para los blancos el campeon de la causa yaqui y para estes un personaje que desaparece de la memoria de la tribu, y luego por Tetabiate, considerado por Hernandez como el mas primitivo y traicionero y por los yaquis como su heroe mas puro, los pueblos yaquis fueron ocupados por la tropa, sus tierras por empresarios y su poblacion diezmada y deportada a las haciendas henequeneras de Yucatan. Otros muchos ernprendieron el camino del exodo, refugiandose en los Estados Unidos.

El cientifico 'Hernandez no entiende la situacion:

. Fenomeno curioso. De los indios que volvieron a ocupar el rio, el noventa por ciento habia pasado afios practicando la vida civilizada en las poblaciones del Estado. Llegando al Yaqui, substituyeron de grado, su delicioso cafe por pinole. Su botin por e1 huarache y ellas, sus mujeres, guardaron en el fondo del liacho, sedas, encajes y medias, volviendo felices al pie desnudo y al primitivo traje.

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La teoria exclusivamente cultural de Hernandez sufre un estrepitoso fracaso ante la situacion del yaqui y solo le queda apoyar la extrema solucion: " ... se decide el extenninio de los que parcialmente se levantan en armas, que es 10 que en estos momentos se realiza". El general Porfirio Diaz "ha po dido por fin obtener la pacificacion definitiva de las belicosas tribus Yaqui y Mayo, agregando una pagina mas 'a la historia de sus buenas acciones y una hoja mas de laurel a la corona de su gloria".

El fracaso de Hernandez no reside en su teoria antropologica, reside en su posicion ante los intereses que movian la politica de su epoca. Era amigo personal de Porfirio Diaz a quien dice que aconseja. En su libro Mas alia del desastre, publicado en 1913, y en que se opone violentamente a Madero y a la Revolucion, declara.

Y a Zapata, el Atila del sur, y a todos sus bandidos, habra que darles muerte, 0 darles tierras, porque [amas habra quien los convenza de que la tierra es de sus duefios. Y asi como Zapata, los yaquis de Sonora, las tribus de Oaxaca; y asi sienten y creen, todos los oradores de la gleba y todos los hambrientos de la plebe.?

Hernandez defendia el orden establecido, defendia el porfiriato luchando contra Madero y sus ideales.

En enero de 1911, el doctor Fortunato Hernandez, confidencialmente comisionado por el gobierno del ilustre presidente Porfirio Diaz, ernprendio una rigurosa campafia periodistica en los Estados Unidos, a fin de contrarrestar, en 10 posible, la perniciosa labor de la prensa norteamericana que decididamente apoyaba el movimiento acaudillado por Madero.

El doctor Hernandez recorrio la frontera, desde Laredo, Tex., hasta Douglas, Ariz., visitando tambien Nueva Orleans. Nueva York y San Antonio; yen extensos articulos, como el publicado en el "New York Herald" ell 1 de enero de ese afio, y reproducido por los mas importantes periodicos americanos, denuncio abiertamente el desequilibrio mental del lider revolucionario y pronostico el terrible desenlace que hemos presenciado ... 3

Su posicion reaccionaria fue evidente cuando, diputado, publico el 19 de febrero de 1912 eu El Heraldo Mexicano, una carta dirigida a Madero que cause la clausura de dicho periodico.? Fue miembro activo del Partido Nacional Liberal y apoyo la candidatura del general Felix Diaz a la presidencia en tiempo de Huerta.

La obra de Hernandez es, sin duda alguna, meritoria de muchos elogios ya que puede ser considerada como pionera de la etnologia mexicana. Fue acaso una de las primeras obras en que se trato de adaptar una teoria antropologica y cientifica a una realidad. Sus descripciones, aunque no muy homogeneas, dan un panorama bastante claro de la situacion de los grupos indigenas del Estado de Sonora. Describe hechos y situaciones nunca antes descritos y proporciona al investigador materiales de estudio muy importan-

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tes cuando se requiere investigar el desarrollo de los grupos indigenas desde la epoca en que los observe. Padece el grave defecto de caer en la apologia del sistema porfiriano y de Porfirio Diaz en particular, a quien atribuye meritos muy discutibles pero, descartando este aspecto, es una cronica importante de hechos y situaciones vividas de Ia que la etnologia y la historia de Sonora no pueden prescindir.

Hermosillo, Son., enero de 1985.

MICHEL ANTOCHIW

1 Su metodologia ha sido muy criticada y sus informantes no tan apropiados como se desearia, sin embargo, su obra es la primera recopilacion sistematica de informacion sobre este grupo tan dificil que son los seris.

2 F. Hernandez, Mas alia del desastre, Mexico, 1913, pag, 147. 3 F. Hernandez, 1913, nota de Ia pag. 11.

4 F. Hernandez, 1913, pag. 93.

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L1. Guerra del Yaqui

FORTUNATO HERNANDEZ

EL TEATRO DE LA GUERRA Y EL EjERCITO MEXICANO

La funes.ta serie de sangrientas y dilatadas campafias que hoy me proponga relatar con el nombre de Guerra del Yaqui, revistio en sus primeras fases todos los caracteres de una guerra santa; los legendarios caudillos indios que en los primeros tiempos combatieron por la integridad de su territorio, POf la autonomia de su raza y por la libertad de sus hermanos, han pasado a la historia con el nombre de heroes; ungidos por el oleo del patriotismo y con la frente adornada POf ellaurel de la victoria.

Hoy dicha guerra ha perdido su primitivo caracter y sus gloriosos fines, degenerando en una sangrienta y fratricida rebelion, en una horrible lueha de encrucijadas, y los ultimos jefes indios que la han sostenido, han deshonrado con robos, asesinatos y traiciones el glorioso estandarte de sus antepasados.

Entre Anabayuleti, combatiendo heroica y noblemente contra las huestes espafiolas del capitan Hurdaide, y Tetabiate faltando a su palabra, traicionando al gobierno de su patria y asesinando sin piedad victirnas inocentes e indefensas, hay la in mensa distancia que media entre un heroe y un bandido.

Sin su negra traicion, sin sus hipocritas protestas de sumision y sin la ingratitud con que correspondio a los beneficios e indulgencia del supremo gobierno, Tetabiate, por su valor y su talento, estaria hoy a la altura de su antecesor Banderas.

El sangriento drama que durante cuatro siglos se ha venido desarrollando en las eomareas del Yaqui ha tenido por teatro un inmenso territorio formado por extensos valles,. por impenetrables bosques y por abruptas y elevadas montafias.

En el han figurado varias generaciones de guerreros indigenas, y una gran parte del ejercito mexicano, y desde Anabayuleti hasta Tetabiate, desde Diego Martinez de Hurdaide hasta Luis E. Torres, han desfilado por el

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gigantesco escenario numerosas y, a veces, arrogantes figuras: las unas han sa lido victoriosas, las otras sucumbieron en la tragica lucha, regando con su sangre las elevadas cumbres coronadas de nubes, 0 los profundos precipicios rodeados de tinieblas; pero todas son indudablemente dignas de que sus nombres y sus hechos sean arrancados por la historia, de las injustas garras del olvido.

Militarmente, el campo en que se han verificado los innumerables combates que forman en conjunto la historia de la guerra, puede y debe en mi concepto dividirse en tres zonas principales:

Una, formada por la sierra del Yaqui, y el valle de Agua Caliente; otra, por el Valle de Guaymas y la Sierra de Santa Ursula, y la tercera por los inmensos bosques cruzados por el rio Yaqui en cuyas rnargcnes estan los ocho pueblos en donde los indios residieron mucho tiempo antes de la invasion de los espafioles,

El valle de Agua Caliente tiene la forma de una inmensa herradura, y su extension es de unas 12 leguas de ancho por 30 de largo.

Rodeado de rnontafias cast inaccesibles en las que existen numerosas aguajes, y cubierto de pastos abundantes y de tupidos bosques de mezquite, que pueden encubrir muy bien los movimientos de los indios y hasta los de un ejercito completo, es uno de los puntos mas importantes para los rebeldes yaquis que encuentran siempre en el un refugio seguro contra la persecucion de las tropas federales.

Hayen sus bosques, caza en abundancia, numerosas manadas, grandes partidas de ganado, y una gran varied ad de vegetales que como el nopal, el bledo, Ia pitahaya, el mezcal, las zayas, los pochetes, las tescalamas y biznagas, constituyen la principal alimentacion de los yaquis.

La enorme cantidad de cactus espinosos que crecen en el suelo, basta por S1 sola para impedir en muchos puntos el paso de Ia caballeria y para entorpecer considerablemente los movimientos de la infanteria.

La proximidad de las montafias que le circundan y que forman la sierra del Yaqui, en una extension de mas de 30 leguas, permite a los vigias de los rebeldes observar todos los movimtentos de la tropa y darlos a conocer por medio de sefiales.

Debido a esto, pueden los indios huir con oportunidad, esconderse en las profundas cafiadas de la montana, 0 ganar las alturas coronadas de rocas y desde alii hacer fuego sobre las fuerzas en marcha, con la completa seguridad de no ser alcanzados.

Solo los que conocen este valle, pueden darse cuenta exacta de las inmensas dificultades con que nuestro ejercito tiene que luchar, para llegar alguna que otra vez a sorprender a los indios, pues hasta los dos destacamentos permanentes que alli existen, el de las Arenas y el de Agua Caliente, son el objeto de la constante vigilancia de los yaquis y estan al alcance de su vista.

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Si a esto se agrega que los peones de todos los ranchos inmediatos a la sierra y a los campamentos, son los mismos guerreros indios que van por tumos a trabajar en ellos con el doble objeto de hacerse de recursos, y de espiar a las tropas, darse cuenta de su numero y avisarlo a sus compaiieros, se comprende que todas las ventajas estan siempre de parte de los yaquis.

Hay mas: existe en los distritos de Ures, Hermosillo, etcetera, una extension considerable de terreno a la que los indios Haman Sierra Libre, en la que solo excepcionalmente son perseguidos y a la que pueden ir casi sin peligro, por entre los espesos bosques del inmenso valle, y aun llegar a la linea divisoria, en donde comerciantes arnericanos, y 10 que es bien triste, tamblen mexicanos, indignos y traidores, les venden cuantas armas y parque necesitan, sabiendo, como saben, que con ellos van a sembrar la muerte entre las filas del abnegado ejercito de su patria y a derramar la sangre de sus hermanos.

[Maldttos sean los miserables que por obtener un vii dinero, sacrifican la noble vida de sus valientes compatriotasl

La extensa serie de montaiias que circunda el valle, comienza en el Reparo, al noroeste del rancho de Agua Caliente, que se puede considerar como el centro de la herradura: siguen despues numerosos y elevados cerros que forman el perfil de la Sierra, vista desde el centro del valle, y cuyos nombres son por orden de sucesion: Tasajal, Agua de los Ladrones, la Tuna, las Higueras, en donde existe un agua]e permanente, el Bachaca donde rambien hay agua el Montoso, y el puerto de Moscobampo.

Sigue despues el Bacnata (agua permanente), frente al que esta situado el destacamento de Las Arenas. AI pie de este cerro hay una entrada para los Pilares en donde existe un hermoso agua]e tambien permanente, situado en el fondo de un profundo y soberbio cafion en el que crecen gigantescas higueras silvestres yen el que, segun Ia tradicion, vivio Cajeme con su familia mucho tiempo.

El cafion de los PHares es uno de los parajes mas pintorescos y a la vez mas importantes de la montaiia: las erupciones plutonianas derrocharon alii un asombroso lu]o de moles de granito, entre las que se puede admirar una enorme columna de forma cilindrica, como de diez metros de altura y tres pies de diametro, que se destaca en medio de la caiiada, manteniendose por un prodigio de equilibrio sobre la roca de colosales dimensiones que le sirve de pedestal.

Recuerdo que visite este pintoresco sitio acompaiiado por mi caballeroso amigo el seiior coronel Peinado, a quien tuve el gusto de encontrar en el Bacatete, dos was antes.

Absorto en la contemplaclon de las gigantescas rocas que desde la vertiginosa altura de aquella grieta monstruo amenazan desplomarse sobre el viajero que cruza por el fondo del precipicio, me sorprendio el sonoro clarin del 52 regimiento que daba la contraseiia de ordenanza para anunciar su llegada.

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Un toque parecido, pero tan debit y lejano, que perecia venido de las nubes, llego a nuestros oidos: era la contrasefia con que nos contestaba el vigia del 200. batallon.

Siguiendo con la vista la direcci6n que en aquellos momentos me indicaba el coronel Peinado, pude ver en la cumbre de elevadisimo picacho, algo que pare cia un nido de aguila, suspendido sobre el abisrno, en el abrupto penon que circundado por girones de cirrus se destaca en el vertice de la montana: era un torreon del destacamento de los PHares: alli, de dia y de noche, un abnegado grupo de ignorados heroes vela constantemente por la vida de sus cornpafieros y por la seguridad de sus conciudadanos.

Profundamente emocionado ante e1 grandioso espectaculo, abandone las riendas de mi caballo, lleve instintlvamente la mano a mi sombrero; y al saludar a aque1 grupo de valientes, exclame:

iViva el Ejercito Mexicano!

En seguida del Bachata esta el cerro que se llama Agua Alta, a cuyo pie hay otra entrada para los Pilares, y despues La Gloria. Al pie de este cerro, y no lejos de un aguaje permanente que se llama el Boare, hirieron los yaquis al coronel Peinado y a nueve de los diez soldados que Ie acompafiaban y con los cuales y el capitan M. Remes se sostuvo, mientras el mayor Loreto Villa pudo flanquear al enemigo y desalojarlo de su ventajosa posicion.

Despues de La Gloria estan el puerto de San Jose y Las Burras: en este sitio asesinaron los indios al mayor medico cirujano Jacobo Cerda y al jefe de la fuerza que 10 escoltaba.

La espantosa agonia del doctor Cerda y las horribles mutilaciones y martirios que Ie hicieron sufrir los implacables yaquis, no son para ser descritas.

En vano fue que el infortunado medico les hiciera saber que su miston era de curar a los heridos y que [arnas habia peleado contra los indios: estes se encapricharon en declararlo coronel, y saciaron en la inocente victima toda la se de sangre y todo el odio de su casta.

Del siniestro lugar de este asesinato, siguen el Giobuebampo (agua]e), el inexpugnable Beccetaboca coronado por una espiral de fortillcaciones naturales formadas por las rocas, y en cuya cumbre hay un aguaje permanente; la Pitahayita, el extenso Chichibubuaje y el Gallo.

Al oeste del Gallo y frente a el, esta situado el destacamento de Agua Caliente junto a un manantial de aguas termales alcalinas: los edificios y torreones de adobe de este campamento han sido, como los de todos los campamentos de la sierra, construidos por las fuerzas federales en los cortos Intervalos que las peripecias de la campafia les dejaban libres para su descanso. Este hecho no necesita cornentarios.

Entre el Gallo y el Chichibubuage esta el puerto del Bacatetc, en el que existe una tinaja con agua permanente. Para llegar a esta tinaja tuve que echar pie a tierra y llevar de la brida mi caballo; tan escabroso y dificil es el camino,

Y el aguaje esta rodeado de cerros tan altos e inaccesibles, que un os cuantos indios situados en las alturas podrian hacer horribles estragos en un batallon antes de que hubiera tiempo para desalojarlos de sus posiciones. Por desgracia son muchos los parajes como este que existen en 1a sierra.

Siguen despues del Gallo: el Simopobampo, el Zamahuaca (aguaje), el Agua Verde, Chunamove, Severe, Tosalimaya, Guamare, Torocopobampo, Dolorescahue, Chichiquelite y los cerros de La Cendrada, tras los cuales se ve 1a cumbre del Libacatacate.

• Despues, Los Algodones y Las Ventanas, lugar muy transitado por los indios, y del cual rumbo al sur continua la sierra en direccion al rio Yaqui.

De Las Ventanas, y al sureste de Agua Caliente, estan el cerro de la Conrada y el puerto del Toscoba: al este, el cerro de la Calavera, Los Tres Hermanos ye1 Carrizo, tras el cua1 esta e1 picacho del Zorrillo, y por fin, al noreste, Cerro Prieto.

Entre E1 Reparo, que forma 1a extrernidad de una de las ramas de la herradura, y Cerro Prieto, que forman la extremidad de la otra, el valle de Agua Caliente se extiende todavia como unas diez leguas en 1a direccion de Lista Blanca, Tuquison y San Marcial.

Tiene Ia sierra del Yaqui, en su mayor anchura, unas quince Ieguas: por ella pueden los indios, recorriendola longitudinalmente, llegar hasta los terrenos del rio; tienen al este de ella, el Valle de Agua Caliente; a1 oeste, el Valle de Guaymas, yen seguida, siempre hacia cl oeste, 1a sierra de Santa Ursula, en la que tambien pueden refugiarse cuando se yen perseguidos en esa direccion.

POl' ser de vital importancia para todo el que viaja por 1a sierra Yaqui, generalmente designada con el nombre de Sierra del Bacatete, el conocimiento de los sitios en donde se encuentra agua, he publicado la siguiente lista que contiene los nombres de los principales aguajes:

Abastahueca Batachi Chicuras
Agua Alta Bachata Chinipovc
Agua Caliente Bejoribampo Chunancote
Agua de los Ladroncs Bejulibarnpo Chunamove
Agua Verde Bronces Los Cueros
Agua de la Virgen Buare Las Cuevas 0 Agua
Aguaje ]uchuctia Buatachive de en medio
Algodones Las Burras Canon del Alamo
Arenas Los Buies Curuas
Bacatete Campo de Triana
o Baacua Huajare
Bacarctito Cinco de Mayo Huapare
Baccetaboca Chicuri Huaquesi
Los Bancos Chichiquelite de Flores Huehueyoca 35

La Barriga Hermosas Higueras
Huichori Mazocoba Samahuaca
Huichorito Palomas Sauz
Huisahueja Las Palomas Sibapobampo
Huitavive Piedra Escrita Tetacombiate
Ilibacatacate Pescaditos Tinaja Alta
jeohutbampo Los PHares Tinaja de Puerto
Los Josos Pitahayita del Bacatete
Mazampo Salsipuedes Torocopobampo En resumen:

10. Una elevada y escabrosa sierra de mas de 30 leguas de largo, por 15 de ancho, naturalmente fortificada en todas sus alturas, provista de aguajes permanentes y temporales en toda su extension, surcada por innumerables y profundas cafiadas e intransitables bosques, y circunscribiendo un valle de trescientas leguas cuadradas, poblado tambien por espesos bosques, en los que pacen ganados de todas c1ases y en 10 que se encuentra una gran variedad de vegetales alimenticios y caza de abundancia.

20. Una extensa y fertil comarca regada por las aguas del caudaloso Yaqui, en cuyas margenes estan los ocho principales pueblos de la rebe1de tribu: C6corit, Bacum, Torin, Vicam, Potam, La Isla, El Medano y Raun; todos estos cerca del rio, ya distancia de H Huirivis, Belem y La Pitahaya. Ademas, el territorio regado por e1 Mayo, con los pueblos de Camoa, Tecia, Navojoa, Cuirimpo, San Pedro, Echojoa y Santa Cruz situ ados en sus riberas; pueblos estos ultimos que por fortuna hace ya mucho tiempo permanecen pacificos y cuyos habitantes, los mayos, se han definitivamente sometido a la autoridad del gobiemo.

Esta dilatada comarca esta cubierta en la mayor parte de su extension por bosques casi impenetrables, en los que es imposible hacer la guerra sin exponerse al peligro de caer a cada paso en las temibles emboscadas de los alevosos yaquis, que pueden entrar y salir de ella por la extremidad oriental de la sierra ya descrita.

30. Al sur de esta sierra, otro gran valle, el de Guaymas; y mas alla un nuevo refugio, las montafias de Santa Ursula.

Total: mas de tres mil kilometres cuadrados de bosque y de montana: por todas partes ranchos, haciendas, pueblos y minerales, en los que los yaquis encuentran siernpre benevola acogida, recursos, parientes y trabajo,: y en los que desde el momento en que alli llegan, quedan a salvo de las persecuciones de la tropa.

Veamos ahora cuales son las condiciones en que lucha nuestro ejercito. Dcsdc luego, un clirna semitropical, cuya temperatura media a la sombra en el verano es de 105 a 108 F., 10 que hace casi imposibles las marchas aun de la caballeria, desde las diez de la manana hasta las cuatro de la tarde:

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despues un terreno casi intransttable por la gran cantidad de chollas y cactus esplnosisimos que desgarran las ropas y la piel de los soldados y entorpecen 0 impiden las maniobras: una escasez completa de alimentos, pues los federales por ningun motivo pueden disponer del ganado que encuentran a su paso, y tienen que llevar consigo desde la pastura para los caballos hasta la came para los soldados; un peligro constante de ser asesinados a mansalva y a cada in stante de su marcha, pues la conflguracion del terreno, la espesura de las selvas, 10 inaccesible de las montafias y 10 estrecho de los carninos y veredas los llevan siempre a merced de los rebeldes, que espian sus movimientos desde las alturas, se ponen al acecho en los puntos mas estrategicos y esperan el paso de las tropas, disparando traidoramente sobre elIas y emprendiendo en seguida la fuga por 10 mas intrincado de la selva 0 10 mas abrupto de la montana.

Si a esto se agrega la falta de comunicaciones telegraflcas, que tan utiles sedan para dar a conocer oportunamente a las columnas en movimiento sobre el campo de operaciones, las noticias adquiridas en todo 10 relativo al enemigo, se comprenderan las in mensas dificultades de una persecucion en tales condiciones.

AI tocar estc punto, creo cumplir un deber tributando un elogio merecido a los pundonorosos y valientes soldados que desernpefian el servicio de correos entre los campamentos de la zona.

Una simple pareja, formada por un cabo y un soldado, a 10 mas por algun sargento y dos 0 tres soldados, recorre a galope seis, ocho, y hasta diez y doce leguas para llevar de uno a otro campamento la correspondencia, los mensajes y las comunicaciones.

Estos heroes desconocidos, humildes y abnegados servidores de la nacion, atraviesan los pasos mas dificiles y peligrosos con la serenidad del que emprende un viaje de recreo; y de dia 0 de noche, con Iluvia, solo frio, se baten con los indios que frecuentemente los asaltan en el bosque, y al llegar al Iugar de su destino entregan los pliegos de que son portadores, dando cuenta de 10 suceclido con la rnodesta naturalidad del que ha desempefiado una comision sin importaneia.

.Cuantos, pensc, en una obscura y fria noehe de diciembre, al vel' a una pareja de correos eruzar como fantasmas el pavoroso bosque del Paroseahue, cuantos de estos martires de Ia disciplina y del deber han sueumbido a las traidoras balas del oeulto enemigo, sin abrigar siquiera la esperanza de que algun compatriota agraclecido venga a depositar un triste ramo de siernpreviva sobre el esteril polvo de su tumba!

A Ia carencia de Iineas telegraficas, hay que agregar la falta de guias inteligentes, pues son rnuy pocos los individuos que conocen la sierra y es sumamente peligroso aventurarse en una persecucion sin saber de antemano la exacta situacion de los aguajes permanentes y la fecha en que se agotan los temporales.

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Otro de los principales escollos con que tropiezan los jefes militares es el siguiente: no pueden diserninar sus tropas en el bosque, y tienen que conducirlas en columnas 0 en grupos, pues de 10 contrario serian perdidos; en tanto que los indios, cuando se yen seguidos muy de cerca, se desbandan, y con llegar al rancho mas inmediato, esconder su carabina e incorporarse a una cuadrilla de trabajadorcs, que todos son yaquis, estan completamente a salvo; pues aun cuando se logre seguirlos por la huella hasta los [acales del rancho, no se puede aprehenderlos, porque los hacendados y rancheros, ya sea por temor a una venganza, 0 bien por conveniencia, declaran que todos sus trabajadores son indios pacificos y que hace mucho tiempo estan a su servicio.

Esto no impide que cuando los ingratos y perfidos yaquis cometen algun robo 0 asesinan a sus amos, 0 a sus mayordomos, a los que profesan implacable odio como a todos los yoris, los dernas hacendados pongan el grito en cl cielo, clamando contra Ia incompetencia del ejercito y pregonando que carecen de garantias.

Tarnafia inconsecuencia apcnas es creible, pero es cierta.

He ahi a nuestros sold ados marchando bajo un sol que los abrasa, con los pies destrozados por las chollas, sedientos, fatigados, desgarrado e1 vestido por las zarzas, escasos de alimentos y rodeados de peligros, sabiendo que cada uno de sus pasos 10 lleva hacia la muerte, y a pesar de todo esto, resignados y constantemente dispuestos a exponer su vida en aras del bienestar y de la tranquilidad de sus compatriotas.

En carnbio, hay sonorenses, que en recompensa de tanta abnegacion, los dcclaran ladrones y vagos inservibles, los miran con desprecio, y al hablar de los soldados de la Republica, tan solo los designa con el apodo de "pelones".

El pueblo de Sonora es un honrado pueblo compuesto en su mayor parte de labradores independientes y patriotas; debe al ejercito la pacificacion de la belicosa tribu yaqui y la tranquilidad de que disfruta, y no puedo explicarme la marcada antipatia que tiene por los soldados de su patria,

Soy el primero en confesar que el ejercito nacional adolece de graves clefectos, y basta el actual sistema de reclutamiento para explicarlos; pero seria por dernas injusto exigir a una nacion tan [oven como 1a nuestra y que a penas ha dado los primeros pasos en el camino de la civilizacion y del progreso, un ejercito tan correcto y disctplinado como los de las antiguas y poderosas naciones del Viejo Mundo.

Nuestro soldado es sobrio como el arabe , infatigable como el indio, valiente como el boero: se bate con el entusiasmo de un fanatico , y mucrc con la resignacion de un rnartir: es fiel a su bandera y obediente y sumiso con sus jefes.

Ante estas cualidades, creo que son disculpables sus defectos.

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Ya, por fortuna, se inicia una era de positivo adelanto en la organizacion de nuestro ejercito, y abrigo la conviccion de que en muy breve tiempo estara a la altura de los mejores del mundo, si no por el numero, si por la ilustracion de sus jefes y por el valor y disciplina de sus soldados,

El territorio Yaqui pertenece a la primera zona militar, cuyo mando efectivo han tenido por orden de sucesion los generales siguientes:

General de Brigada, don Jose Guillermo Carbo, nombrado en 22 de octubre de 1881.

General de Brigada, don Angel Martinez, nombrado en 24 de noviembre de 1885.

General de Brigada, don Julio M. Cervantes, nombrado en 26 de noviernbre de 1888.

General de Brigada, don Marcos Carrillo, nombrado en 15 de febrero de 1890.

General de Brigada, don Abraham Bandala, nombrado en 23 de febrero de 1892.

General de Brigada, don Luis E. Torres, nombrado en 6 de diciernbre de 1893.

Algunos ameritados jefes han tenido el mando accidental de esta zona: varios de los correctos y disciplinados batallones de regimientos de nuestro ejercito y diversos cuerpos de Guardia Nacional organizados en el Estado de Sonora, han tornado parte en esta dura y dilatada campafia: muchos se han distinguido alli por su valor y su constancia, y casi todos han cumplido con su deber.

Por desgracia, los exitos obtenidos no han, en modo alguno, correspondido a los sacrificios consumados, pues si bien es verdad que el gobiemo mexicano ha logrado someter la rebelde tribu, imponlendole su soberania por medio de las armas, tambien 10 es que el indomabIe yaqui reducido, hoy por hoy, a la impotencia, guarda en su corazon el odio inextinguible que a los blancos profesa, y devora en silencio las lagrimas de su ira y su despecho, esperando el momento propicio para saltar de nuevo a la contienda y vengar las derrotas sufridas con la sangre de la primera victima que la ocasion ponga en sus manos.

Los habitos, instintos y earaeteres adquiridos por herencia, perpetuados par atavismos y exacerbados por el ejernplo y por la lucha, no se pierden en una raza, sea eual fuere, sino con el transeurso de los siglos, el cambio de medio, la mezcla de castas, la asimilacion de las costumbres y el irresistible poder de la educacion.

Ya el generoso presidente, general Porfirio Diaz, agoto cuantos medias humanos y c1ementes estaban a su a1cance para obtener la sumisi6n de los traidores yaquis, y a pesar de la negra ingratitud con que han eorrespondido a sus nobles esfuerzos, muy 1ejos de pensar en exterminarlos, trata de establecer eseuelas especiales para ellos, escuelas en que aprendan a respetar las 1eyes de su patria y a cultivar la tierra en que nacieron.

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ANABAYULETI

Descendientes de los toltecas, los yaquis han heredado de sus antepasados el orgullo de cien generaciones de guerreros, y el valor indomable de la raza nahoa.

Aman la libertad mas que la vida, y odian al yori con el odio salvaje de su casta, acumulado durante siglos por el atavismo y perpetuado por la educacion maternal, desde la cuna.

Los yaquis han luchado desde hace muchos afios, primero, con las tribus indigenas vecinas; despues, con los capitanes espafioles: mas tarde, con el gobierno mexican 0; y pudiera decirse que su historia es la historia de sus guerras.

Hostilizados por los apaches y otras tribus, los toltecas, antecesores de los yaquis, abandonaron en 554 la ciudad de Tlapallan, situada probablemente en la confluencia del Gila y e1 Colorado.

Tras un viaje de ocho afios, durante los cuales no cesaron de combatir con las tribus que encontraban a su paso, llegaron a la antigua provincia de Sinaloa y alli siguieron combatiendo con los indigenas que habitaban aquella comarca, regada por las aguas del Yaqui, del Fuerte, del Sinaloa y del Mayo.

Indudablemente, aquellos indigenas eran muy inferiores a los toltecas, que en breve tiempo los dominaron y quedaron duefios del campo hasta la fecha en que los espafioles invadieron la provincia.

Sabido es que Nufio Beltran de Guzman fue el conquistador de las tribus habitantes en Chametla y Culiacan y que mas tarde llevo sus armas hacia el Mayo y las riberas del Yaqui.

El primer combate que los belicosos yaquis tuvieron contra las fuerzas espafiolas fue el dia 5 de octubre de 1533.

Los espafioles, al mando de Diego de Guzman, habian llegado el dia cuatro a la margen izquierda de Yaqui: pasaron dicho rio el dia cinco, y despues de algunas horas de marcha, vieron en la llanura una multitud de indios que venian a su encuentro, arrojando pufiados de tierra para arriba, templando los arcos y haciendo visajes,

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El jefe de elIos, que se dtstinguia por su vestido adomado con brillantes conchas, cuando estuvo a corta distancia de los soldados espafioles, trazo con el arco una raya muy larga en el suelo, se arrodillo sobre ella, beso la tierra, despues se puso en pie y empezo a hablar manifestando a los invasores que se volvieran y no pasaran la raya, pues si se atrevian a pasarla perecerian todos.

El jefe espafiol contesto, por medio de un interprete, que el y los suyos no iban a hacerles mal, sino a tenerlos por amigos; que volvieran a sus casas y les llevasen provisiones.

Los indios manifestaron que asi 10 harian, siempre que los espafioles consintieran en quedar amarrados, ellos y sus caballos, y al efecto empezaron a preparar cuerdas que llevaban cefiidas al cuerpo; pero los espafioles hicieron fuego sobre los indios con un canoncito, y tras encarnizado combate, lograron dispersarlos y ocupar un pequefio pueblo abandonado, en el que curaron sus heridos.

Segun el autor de Ia relacion de este combate, desde su llegada a America [amas habia visto a otros indios pelear tan bien y con tanto valor como los yaquis.

EI 20 de octubre los espafioles, despues de haber curado sus heridos, regresaron, y el 29 de noviembre llegaron a un pueblo, Tecomo, situado a unas cuantas leguas de Tamazula, y alli pudieron cerciorarse de que en aquellas costas habian estado antes que ellos otros espafioles.

Ya en su trans ito porTamazula, cuando iban en busca del Yaqui, habian visto a los indios con el cuello adomado con sartas de c1avos de las cintas de los espafioles, y lIevando espadas sin guarnicion, cuchillos y otros objetos de procedencia europea; pero no lograron averiguar su origen.

A su vuelta vieron en poder de una india un pedazo de capa de Londres, e inmediatamente procuraron investigar su procedencia, logrando descubrir 10 siguiente: varios extranjeros habian llegado en una embarcacion a la boca del rio de Sinaloa, y teniendo necesidad de bastimento, saltaron a tierra en numero de quince a veinte, se internaron siguiendo la orilla del rio y llegaron a un pueblo, en donde rendidos por el hambre y la fatiga, se durmieron y fueron asesinados por los naturales, quienes en seguida sorprendieron y mataron a los que permanecian a bordo, de manera que no quedo vivo uno solo de los expedicionarios.

Los asesinados fueron el capitan Diego Hurtado de Mendoza y la tripulacion del navio que bajo sus ordenes habia Heman Cortes enviado de Acapulco el afio anterior para explorar las costas de aquellos mares junto con otro buque, cuya tripulacion perecio tambien casi toda a manos de los indios del Valle de Banderas.

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Algunos dias despues de que Diego de Guzman salio del rio Yaqui para regresar a Culiacan, llegaron a dicho rio tres compatriotas suyos: Alvaro Nunez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo Maldonado, Andres Dorantes y e1 negro Estevanillo: estos individuos eran los unicos supervivientes de Ia expedicion de Panfilo Narvaez, que se perdio en la Florida en 1528.

Estos hombres, valientes y animosos, atravesaron a pie el gran Continente Americano; desnudos 0 cubiertos de pieles y en medio de miserias y pcligros llegaron a la costa del Pacifico.

En el Yaqui tuvieron noticias de los conquistadores que habian estado alli, y siguiendo sus huellas, lograron aIcanzar en Ojitos, a seis leguas de la actual Villa del Fuerte, al capitan Lazaro Cebreros, a quien apenas pudieron hablar, tal era su emocion.

L1evaban el pelo hasta la cintura, la barba hasta el pecho, iban descalzos, vestidos con pieles y sombreros de palma, y acompafiados por una multitud de indios que los seguia y reverenciaba a causa de las curaciones que hacian.

Se reunieron a Diego de Alcaraz, que habia sido enviado en su busca cuando se tuvo noticia de eUos, y se dirigieron al rio de Sinaloa, en donde eran esperados por Chirinos.

Alli, con los indios que no quisieron volverse a su tierra, fundaron los pueblos de Apucha y Popuchi, que despues fueron refundidos en uno solo, con e1 nombre de Bamoa, unico de dicha provincia en donde se hablaba eI pima originario del Gila, en tiempo de Ia conquista.

Despues de Diego de Guzman, varios otros capitanes y algunos misioneros hicieron excursiones hasta las comarcas del Yaqui; pero la lucha de los yaquis contra los conquistadores no ernpezo seriamente sino en 1599, fecha en que, con el caracter de interino, fue nombrado capitan y justicia mayor don Diego Martinez de Hurdaide, hombre de gran valor e inteligencia, que sornetio al dominic castellano las tribus de los nos Fuerte, Sinaloa y Mocorito, que en su mayor parte se mezclaron con la raza conquistadora y se civilizaron.

Los mayos, aunque sin mezclarse con los extranjeros y conservando la homogeneidad y pureza de su raza, pidieron la paz, que les fue concedida por Hurdaide, con quien celebraron porescrito un tratado de alianza of ens iva y defensiva.

Los valientes yaquis permanecieron en plena rebeldia y vencieron al capitan Hurdaide en tres combates sucesivos, quedando substraidos por algun tiempo a la autoridad del gobierno, hasta que el pronunciamiento de un indio llamado Juan Lautaro, vino a cambiar el curso de los aconteci-

mientos. .

Juan Lautaro, aliado con Babilomo, cacique de los zuaques, intento sublevar todas las tribus y acabar con los misioneros y los conquistadores; pero fracas6 por no haber podido conseguir el auxilio de los mayos, que permanecieron fieles a su tratado.

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Entre tanto, los ocoronis, que tambien se habian sublevado, temerosos del poder espafiol, trataron de refugiarse en el Mayo; pero fueron rechazados, y entonces se refugiaron en el Yaqui.

Los yaquis acogieron a los fugitivos, 1es ofrecieron su proteccion y se aprestaron a la defensa.

Con este motivo, el capitan Hurdaide resolvio emprender una campafia definitiva; marcho con cuatrocientos ali ados y algunos espafioles a la ribera del Yaqui y pidio que le entregaran a Lautaro, autor del pronunciamiento, y a los dernas fugitivos.

E1 cacique Anabayuleti, que aparentaba amistad a los espafioles, vino al campo de estes acornpafiado de algunos de los suyos y ofrecio entregar a Lautaro y a los dernas rebeldes, siempre que el capitan mandara algunos de sus soldados para que los recibieran.

De los indios que con tal objeto fueron enviados, solo unos cuantos pudieron regresar a1 campamento castellano, pues los dernas fueron cruelmente asesinados por los yaquis.

En vista de sernejante traicion, el capitan, que no llevaba fuerza suficiente para atacar, regreso a su villa, organizo una nueva partida y volvio al Yaqui, llevando mas de dos mil aliados rnayos y tehuecos.

Se batio alli con bizarria; pero a ese pesar fue completamente derrotado por los yaquis y perdio un gran numero de soldados.

Ya en esta vez pudo el inteligente capitan apreciar la import an cia del enemigo con quien tenia que haberselas, y organizando un ejerciro de cuarenta espafioles y cuatro mil aliados, el mayor que se habia visto en 1a comarca, marcho de nuevo contra los yaquis, y antes de atacarlos les ofrecio la paz mediante algunas condiciones.

Los yaquis no dieron ese dia respuesta alguna; pero al dia siguiente cayeron sobre el campo espafiol con increible orden y asombrosa intrepidez; y aunque el capitan se defendio heroicamente, y procuro retirarse a tiempo para salvar sus bagajes, no pudo conseguirlo.

En vano fue que con admirable valor se batiera cuerpo a cuerpo, tratando de proteger la retirada de sus tropas. Los yaquis, irritados al ver caer a los suyos, Ie gritaban: «Mara, espafiol, que bastantes quedan para acabar contigo», y se lanzaban sobre el como panteras.

Obedeciendo sin duda un plan premeditado, los yaquis suspendieron e1 ataque con el objeto de permitir que la desorganizada vanguardia del ejercito castellano se ernpefiara en el paso mas diflcil de un bosque por donde tenia forzosamente que pasar, y cuando ya comenzaban a entrar los de la retaguardia sin que los primeros pudieran retroceder, volvieron a la carga con tal furia, que en menos de media hora convirtieron la retirada de los espafioles en desordenada fuga.

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Los indios aliados se desbandaban precipitadamente, sin que fuera posible volverlos al combate,.ni con golpes, ni con palabras.

Los diez y ocho espafioles de la vanguardia resistieron algun tiempo, a pesar de que ya no ternan parque ni podian utilizar sus caballos, en medio de troncos y malezas, en tanto que los yaquis, ocultos detras de los arboles, hacian caer sobre ellos una lluvia de flechas; pero de pronto circulo la falsa noticia de que el capitan habia muerto, y aqueUos diez y ocho valientes huyeron rumbo al Mayo.

El ejercito quedo entonces reducido a unos veinte castellanos y cien indios que permanecieron al lado del capitan; pero de los primeros, solo nueve tenian fusiles utiles, y entre los segundos habia muchos heridos.

Aprovechando sus ultimos cartuchos con heroica serenidad y en orden admirable, fueronse aquellos hombres defendiendo hasta ganar una pequefia altura, en la que agobiados por el hambre, el cansancio y la sed, quedaron sin esperanza de socorro alguno, rode ados por los yaquis, que sin duda esperaban la noche para caer sobre ellos.

Todos hubieran perecido, a no ser por un ardid del capitan, quien, para cngafiar a los indios, mando soltar al empezar la noche varios caballos heridos o cansados, que hostigados por la sed, bajaron en tropel, relinchando, y fueron perseguidos por los yaquis, creyendo que por alli iban los espaiioles, mientras estos, dejando hogueras encendidas y de trecho en trecho algunos objetos en que se entretuviese la codicia de los perseguidores, escaparon silenciosamente por otro lado, y caminando toda la noche, se hallaron al despuntar el dia en las fronteras del Mayo.

Los fie1es mayos dieron hospitalidad al capitan Hurdaide, que llevaba cinco heridas de flecha en la cara y en los brazos, aunque ninguna flecha emponzoiiada. Le trataron con generosidad y compartieron con el y los que le acompafiaban sus escasos recursos.

De los espafioles, algunos murieron en el Mayo, a consecuencia de sus heridas; y de los aliados, solo unos cien volvieron allado de su capitan.

El resultado de la sangrienta victoria obtenida por los yaquis, fue un hecho inexplicable: el vencedor pidio la paz al vencido.

iQue miras ulteriores trataba de ocultar el astuto yaqui con esta sumision Inverosimil?

Las capitulaciones fueron firmadas el 15 de abril de 1610, fecha en que quedo reconocido e1 dominio espafiol.

Lautaro y Babilomo fueron entregados y castigados con fa muerte, y los yaquis quedaron comprometidos a desocupar las tierras usurpadas a los mayos y a no hostilizar en 10 sucesivo ni a estos ni a los demas aliados de los espaiioles.

Como se ve, los vencedores con las armas resultaron vencidos en las capitulaciones; pero en realidad esta sumision fue solo aparente, pues la tribu conserve de hecho su gobierno autonornico, y esto contribuyo a que con-

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servase tambien su arraigado cspiritu de independencia, factor importantisimo que determine las frecuentes insurrecciones que efectuo mas tarde aquella raza, nominalmente avasallada, pero nunca hasta entonces vencida.

Los padres de Andres Perez de Rivas y Tomas Basilio fueron los primeros que (en 1617) entraron a doctrinar aquella tribu.

La incomprensible capitula cion de los yaquis dio lugar a que las demas tribus de Sinaloa pidieran a su vez la paz, y a que toda la provincia quedara por fin sometida a la corona de Espaiia.

Desde el aiio de 1626 en que murio el insigne capitan don Diego Martinez de Hurdaide, hasta el de 1734, en que tomo posesion del gobierno de las cinco provincias separadas de la Nueva Vizcaya, el seiior don Manuel Bernal Huidrobo (sic), los yaquis permanecieron en las mismas condiciones de sumision aparente en que los hemos vista despues de su ultima victoria, y solo de vez en cuando se rebelaban contra los conquistadores 0 contra los misioneros, sin que sus rebeliones llegaran a tomar proporciones alarmantes.

En 1735 tuvo el gobernador Huidrobo que ir a la Baja California para reducir al orden a los indios que alla se habian sublevado, y durante su ausencia comenzaron los yaquis a agitarse y se quejaron ante don Manuel de Quiroz y Mora, alcalde mayor de Ostimuri y Yaqui, del tratamiento vejatorio de dos mayordomos que tent an los padres jesuitas, pidiendo que los substituyeran con otros de su nacion.

EI alcalde pretendio hacer justicia; pero los jesuitas intrigaron. Quiroz fue destiruido, preso y sujetado con grillos, y los mayordomos siguieron en sus puestos.

En vista de este resultado, los indios nombraron ados yaquis de los de su mayor confianza para que llevasen a Mexico sus quejas. Los enviados permanecieron en la capital mas de dos aiios sin obtener 10 que pretendian, y esto determine el aiio de 1740 un terrible alzamiento general de yaquis y mayos que, capitaneados por un indio llamado Calix to, hicieron horribles destrozos y causa ron muchas desgracias, sobre todo en la provincia de Ostimuri.

Ya en esa fecha el gobernador Huidrobo habia regresado a la Villa de Sinaloa, de donde salio con tropas suficientes para reprimir a los rebeldes, y llegando a la frontera del Yaqui, se hizo fuerte en la Hacienda de los Cedros de Lucenilla; pero habiendo sabido que iba a ser atacado por considerable numero de enemigos, huyo de noche para Alamos, 10 que le valio una acusacion ante el gobierno virreinal.

Desde Alamos, y ya mas tranquilo, pudo tomar algunas providencias: man do que se situara en la frontera de Tecoripa al sargento mayor de milicias, don Agustin Vildosola, quien tuvo la fortuna de derrotar a los indios en dos combates sucesivos, de los cuales el segundo fue muy sangriento y costa muy caro a los rebeldes.

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Entre tanto, los dos indios que estaban en Mexico, habian ya regresado, y presentandose al gobernadpr, obtuvieron permiso para ir a calmar a sus compatriotas, 10 que consiguieron, salvando as! la vida del cura de Bayoreca y otras muchas personas a quienes los rebeldes tenian ya en capilla para matarIos al dia siguiente.

A conducta tan noble y accion tan generosa correspondio el ya entonces gobemador Vildosola, aprehendiendo y pasando por las armas en el pueblo de Buenavista a los tres jefes indios Calixto, Muni y Bernabelillo.

Paso el tiempo: los indios continuaron, al parecer, sometidos a la autoridad espaiiola; pero en realidad, conservando su autonomia, gobernados por sus caciques y en un estado que pudiera llamarse de paz armada.

Estallo la gloriosa Insurreccion nacional en 1810 Y las tribus de Sonora presenciaron impasibles la heroica lucha del pueblo mexicano; pero aprendieron mucho de los caudillos que habian logrado a costa de su sangre y de su vida la independencia de su patria.

En 1825 un indio astuto y muy inteligente, Juan Banderas, empufio el estandarte de la rebelion, tomando como ensefia una imagen de la Virgen de Guadalupe, por la que se decia inspirado, y proclarno un plan soberbio: la reconciliacion de todas las tribus, la union de todos los indios en un gobierno propio, bajo una misma bandera y el completo exterminio de los crueles y ambiciosos yoris.

El primer inconveniente, dice Nicoli, a que dio motivo la revolucion de Banderas y de los hermanos opatas, Virgen y Dolores Gutierrez, fue impedir que se promulgase la Consntucton que dio el Congreso Constituyente reunido en el Fuerte, para Sonora y Sinaloa.

Calmada la Insurreccion por causas que no dicen los historiadores, llego a creerse por el momento que las tribus yaqui y mayo habian entrado en una esfera de orden y de quietud; pero esta creencia fue desmentida por el nuevo levantamiento de Banderas, ejecutado en 1826, y que amenazaba con una guerra de castas tan cruel como la prim era. Esta segunda insurreccion de los indios oblige al primer Congreso Constitucional del Fuerte a emigrar a Cosala, buscando seguridad para sus deliberaciones.

En aquellos dias continuaba discutiendose con calor el pensamiento de separar a Sonora y Sinaloa, forman do de aquellos pueblos dos entidades autonomas en cuanto a su regimen interior. Comisionados salieron para la capital con aquel objeto; la prensa hizo una propaganda ruidosa en favor de la division, y al fin fue decretada, dandose Sonora, en la ciudad de Hermosillo, una Constitucion el afio de 1831.

EI Congreso de laUnion, que en los comienzos de nuestra vida publica, se creia competentemente autorizado para brindar con la panacea de la indulgencia que habia de curar los males politicos, no tuvo inconveruente en canonizar con una resolucion los atentados cometidos por las tribus insurrectas de Sonora.

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Sangre y dinero habian costado las dos revoluciones de 25 y 26, Y el Congreso cubrio con un velo los crimenes, envlando el indulto a los revolucionarios. No se conformo aquel cuerpo deliberante con esta decision, sino que concedio a las dos tribus el raro privilegio de continuar viviendo con sujecion a leyes propias y bajo la autoridad de un cacique de su raza, que estaba pagado por el Erario, con el tratamiento de general del Yaqui.

La respuesta a estas liberalidades del Congreso no se hizo esperar mucho tiempo.

En 1832 volvio Juan Banderas a ernpufiar el estandarte de la rcbelion.

Deseando dar latitud a su plan de campafia, abandono las margenes de los rios Yaqui y Mayo, tomando el camino de Onavas y Soyopa para ponerse en contacto con los opatas, y dar con la alianza de esta tribu va1erosa mas importancia a la revolucion.

EI plan del cacique era acertado si hubiera podido llevarlo a cabo; pero en esta vez la fortuna le volvio las espaldas, fue derrotado, hecho prisionero y fusilado en union de su segundo, Dolores Gutierrez, en la ciudad de Arizpe, capital que era entonces del Estado de Sonora.

Juan Banderas era un valiente y astuto jefe, dotado de una inteligencia poco comun y poseyendo esa oportuna elocuencia que en los com bates enardece al soldado y 10 Impulsa al heroismo.

Si no pudo realizar su ideal revolucionario, si familiarize a los indios con el uso de las armas, enriquecio las poblaciones del Yaqui y del Mayo con el botin arrancado a otros pueblos, lanz6 de sus dominios a la gente de razon, como Haman a la casta civilizada, y detuvo por algunos afios la marcha progresiva que en Sonora se iniciaba.

Es verdad que los caudillos de aquellas tres revoluciones pagaron con Sll vida los crimenes que envolvian; pero la atmosfera en que los indios continuaban viviendo estaba saturada de ideas revolucionarias y de cierta conviccion que empezaban a adquirir de su influencia en los destinos locales, creencia que ha llegado a trascender en el curso de muchas generaciones.

Desde luego ya se disponian a entrar como elemento de fuerza en la lucha de los partidos politicos, que de un modo sangriento empezaban a disputarse la supremacia del poder en el Estado de Sonora.

El senor Ignacio Zuniga, que escribio en 1835, se expresaba de Banderas en los terminos siguientes:

Ha hecho hasta ahora este pueblo tres sublevaciones sangrientas y desastrosas, pues en todo es extremado: el primer levantamiento fue hacia los afios de 35 a 40 del siglo pasado, y los otros dos el de 25 y 32 de este, causando males y calamidades incalculables, debidas al genio extraordinario que desplegaban sus cabecillas, 10 que hace mas temible y peligrosa la guerra. E1 jefe de csta dos ultimas ha sido el indio Banderas, general de la nacion, hombre de genic para manejar y entusiasmar a sus secuaces, dotado de

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imaginacion fogosa, de elocuencia y de un talento raro, con 10 que pudo haber hecho mucho mayores males si sus planes hubieran sido secundados. Hizo fabricar polvora y se procur6 por todos los medios posib1es armamento y hombres que 10 supieran manejar: a los desertores los acariciaba y distribuia de un modo que le fueran utiles y no le causaran mal en caso de defeccion. Concibio el plan de coronarse rey y de efectuar una reconciliacion general entre todas las tribus para el establecimiento de su rnonarquia y sosten de la causa de los indios contra los blancos. A este fin mando comisionados a Tas otras tribus, encargados de mensajes capciosos y lisongeros, para invitarlas a formarcausa con H Les recordaba todo aquello que mas debia moverlos como es la cuestion de tierras: les pintaba a nuestra raza como ambiciosa y dominadora y empleaba las antiparias, el despecho y la venganza, pasiones comunes a todos los indios, para concitarlos a concurrir a la combinacion de sus movimientos militares hacia el interior de sus pueblos.

Por fortuna nuestra, ni son tan avisadas las naciones vecinas, ni tuvo tiempo para perfeccionar un plan ingenioso y bien meditado, que dcbia proporcionar inmensas ventajas al que se propuso seguir sobre los pueblos de Onavas y Soyopa, con la mira de efectuar y proteger una insurreccion de la Opateria. Este caudillo, valiente y ambicioso, murio fusilado en Arispe, dejando una memoria entre los suyos que acaso concurrira eficazmente al desarrollo de sus doctrinas, que un dia pueden ser funestas. Ellas han sido sembradas: si se las deja germinar, propagarse y crecer, ino produciran su fruto?

Por otra parte, la guerra ha sido para los yaquis un manantial de goces y bienes que les ha proporcionado un botin cuantioso, y la libertad de obrar como senores absolutos en las vidas y fortunas de nuestros compatriotas: les ha servido igualmente de escuela en que han aprendido a manejar las armas y a hacer la guerra con regularidad y vcntajas: a romper todos los vinculos de la obediencia y sumision a las leyes y autoridades dejindoles en posesion de esas granjerias, armados y ostentando un aspecto alarmante y arnenazador, pues por desgracia la paz se ha hecho con todas esas ventajas para ellos, como que ha sido dictada por la imperiosa ley de la necesidad.

El senor Zufiiga, conternporaneo de Banderas, fue comandante de Pitic, conocia muy bien las condiciones en que por aquella epoca se encontraba el Estado de Sonora y previo desde aquel tiempo que la campafia contra los yaquis llegaria a hacerse interminable si no se tomaban energlcas medidas contra la insolente actitud de los indios: en su citada obra dice tambien 10 siguiente:

EI indio Banderas fue uno de los capitanes generales de la nacion y el principal agente de las dos sublevaciones del afio de 25 a 32; las doctrinas de este bandido, y las grandes riquezas de todas clases que proporciono a los indios, seran por mucho tiempo el cebo de frecuentes rebeliones e incursiones: pues les Ilego a pintar que ell os eran los propietarios Iegitimos de cuanto

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habia: y les ensefio a vivir del robo, 10 que no olvidaran facilmente, si no es que el castigo sea tan ejemplar y ejecutivo, que siga de cerca al delito. Actualmente es capitan general el valiente indio Jusacamea, rival de Banderas, que con su gente es la {mica fuerza que contiene y refrena el Yaqui.

Antes de la sublevacion del afio 25 era muy considerable el vecindario de razon diseminado en el interior de todos los pueblos del Yaqui y Mayo y mucho mayor el numero de los que poblaban multitud de ranchos y haciendas de las inmediaciones. La mayor parte de este vecindario emigro, dejando desiertas y en una desolacion espantosa muchas leguas en contorno que fueron arrasadas, y los bienes de campo transportados a las marismas 0 Islas del Yaqui. Es pues de notarse que han inspirado tal pavory se tiene tan poca seguridad de las paces y buena fe de estos indigenas, que cada dia se teme un nuevo levantamiento. Por esto los campos permanecen desiertos, errantes y privados de sus propiedades los vecinos que antes las tuvieron dentro de los mismos pueblos de uno y otro rio, y todo el Estado alarmado y en espera de esa calamidad mas, que venga a regravar los males publicos ya demasiado pesados e insoportables.

Por desgracia, hasta ahora permanecen impunes los atentados de las dos sublevaciones y los yaquis en poscsion de un inmenso y cuantioso botin, que han ido consumiendo paulatinamente y sin que nadie los moleste para nada; el castigo de Banderas y de algunos otros que se han fusilado, son ejemplares aislados que para los indios pasan mas bien por actos de venganza. Banderas y sus compafieros fueron presos en Soyopa, mediante una emboscada en que se les sorprendio: otro indio celebre, cuyo nombre no recuerdo, fue entregado pOl' los mismos yaquis, entre quicnes tenia partidarios y enemigos. Por ultimo, las tentativas de sublcvacion de los pueblos de Torin el afio pasado, fueron castigadas por Jusacamea y su gente; que por otra parte, es la unica fucrza destacada en el Yaqui para su tranquilidad. Y teste miserable remedio no podra ser mariana el origen de males sin cuento? Jusacamea es indio y 10 son sus compafieros: ha sido fiel y decidido porque viviendo Banderas y Juan Maria, no tenia un punto seguro para el y sus gentes en uno y otro rio y el instinto de conservacion no lc ha dejado la leccion de otro partido, que d de pelcar contra sus enemigos: pero tseci prudente mantenerlo duefio absoluto de la fuerza armada y arbitro soberano de la nacion? Ese orden de cosas no inspira confianza y presenta fundados y prudentes rnotivos de recelo.

Jusacamea no tuvo tiempo ni oportunidad de sublevarse, pues los disturbios y contiendas que surgieron en el Estado hicieron que los indios, instigados por los revolucionarios, se afiliaran en uno u otro bando y siguieran la suerte de los partidos porque luchaban.

Durante este periodo, y debido a la terrible persecucion que les hizo el general Urrea, murieron varies de los guerreros yaquis que tenian mas influencia sobre la tribu.

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Dice don Jose Francisco Velasco, cronista de aqueUos tiempos:

"En 1838, el comandante general don Jose Urrea y el gobernador don Manuel Maria Gandara, se pronunciaron por la Federaci6n; cuando el segundo form6 la contrarrevoluci6n contra el primero y su partido, ambos jefes no descuidaron en mover las castas para engrosar sus filas".

Los yaquis y los mayos tomaron en esta lucha una actitud decisiva en favor de Gandara, y comoeran tribus importantes y algo civilizadas, la atenci6n de Urrea y de sus partidarios tuvo que concentrarse sobre los dos rios.

El general Urrea llevo personalmente la guerra al coraz6n mismo de los bosques habitados por los indios, trato a estos muy cruel y duramente, y sacrific6 sin piedad un gran numero de yaquis y de mayos.

La crueldad, no s610 pesaba sobre la vida de los indios, sino tambien sobre sus propiedades.

Jose Maria Armenta, alcalde de los ocho pueblos del Yaqui, se quejaba con amargura en una nota de que el supremo gobierno hubiera mandado al general Urrea mas que como padre justo y piadoso, como padre vengativo, aludiendo sin duda a la determinacion de estancar las salinas, que desde tiempo inmemorial usufructuabanlos yaquis.

Durante el afio de 1865, los yaquis y los mayos, instigados por algunos de los traidores que combatieron en favor de la invasi6n francesa, tomaron parte en la lucha, y cuando el general Rubi llegaba a Mocorito, recibi6 dos comisionados enviados por Rosales para decirle que, por extraordinario violento venido de Alamos, Estado de Sonora, se Ie hacia saber que dicha ciudad estaba amagada por una fuerza francesa desembarcada en Guaymas, y se encontraban ya sublevando los pueblos Yaqui y Mayo.

El jefe traidor.jose Tranquilino Almada, que habia logrado reunir un gran numero de indios yaquis y mayos, agregandolos a las fuerzas imperialistas, ocupaba ya la ciudad de Alamos, cuando el general Rosales lleg6 a ella.

El heroico general Antonio Rosales, que tanto se distinguio luchando contra los invasores de su patria, muri6, segun se dice, a manos de un indio perteneciente a la tribu yaqui.

He aqui como refiere el senor magistrado Buelna en su obra titulada Breves apuntes para la historia de la guerra de intervenci6n en Sinaloa, el episodio que puso fin a la gloriosa vida de aquel heroe:

El ilustre general percibia ya que soplaban sobre su cabeza los vientos de la desgracia, pero tenia un alma inca paz de dejarse quebrantar por las contrariedades de la suerte. Asi es que se decidio a volver a Alamos, ya ocupado por numerosas fuerzas irnperialistas a las 6rdenes de don Jose Maria Tranquilino Almada, con s610 210 infantes que le que dab an y 70 caballos mandados por don Guadalupe G6mez Llanos. El dia 23 de septiembre en la tarde lleg6 a la plaza, de donde, al saberse su aproximaci6n, se habia salido el enemigo; pero el dia 24 por la manana se vio acometido por este en la

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misma ciudad, y despues de una breve lucha en las calles fue completamente derrotado, muriendo el doctor Molina, el teniente coronel Gonzalez y mas de ochenta hombres entre oficiales y soldados.

Personas que han recogido las versiones mas autenticas en ellugar del infausto suceso, refieren que el heroico general republicano para resistir al enemigo, dividio toda su fuerza en tres partidas: la caballeria, al mando del referido Gomez Llanos, una scccion de infanteria al del coronel Molina y la otra al suyo propio, haciendolas marchar inmediatamente a los puntos que lcs tocaba defender, pues el enemigo ya pisaba en esos momentos las cercanias de la poblacion.

Por un largo espacio fue acompafiando a Molina, que se dirigia con su fuerza allugar que se Ie habia sefialado, y poco despues de separarse de el para Incorporarse a la suya, que por otro rumbo marchaba a su destino, recibio en la caja del cuerpo un balazo, que se dice Ie fue tirado desde la Casa de Moneda por un espafiol llamado Moratin, pero pudo continuar su marcha hasta reunirse con su tropa.

A poco rato, Molina, que ya habia entrado en lucha con el enemigo, fue herido gravemente, a pesar de 10 cual seguia animando a sus soldados al combate, pero pronto fue a caer moribundo en los escalones del portal exterior de la casa habitada por la familia de la [oven que se dccia fue su novia, y alli fue barbaramente rematado por los asaltantes, siendo su cadaver recogido por la misma familia.

Por otro lado, Rosales veta ya como indudable el desastre de la jornada; la caballeria de Gomez Llanos, enviada por el a desalojar al enemigo de un pequefio cerro inmediato, habia huido sin combatir, y luego la fuerza que el mismo conducia, era ya acosada a retaguardia por la tropa que acababa de derrotar a Molina, y comenzaba a entrar en dispersion; asi es que, mal herido como estaba, se desmonto y escurriose tocando las puertas de las casas inmediatas para pedir asilo, hasta que llego al zaguan del frente trasero de la casa de don Jose Maria Almada, padre del jefe asaltante, donde tampoco le abrieron, pues en tales circunstancias no es facil saber quien llama, ni el abrir carece de peligro.

En esto aparece un indio, soldado imperialista, a quien Rosales disparo a cinco pasos de distancia los tiros de su pistola; y aguardando aquel indio con la impasibilidad caracteristica de su raza a que acabaran los disparos, acabo de matar cruelmente a palos al que habia sido generoso vencedor de los franceses.

El senor Corral me ha referido este acontecimiento en terminos parecidos a los del senor Buelna; pero el senor general Angel Martinez me rcfirio 10 siguiente:

Fortino Vizcayno, un traidor que sirvio de guia a los franceses, y dos hijos de Tranquilino Almada fueron los que hicieron asesinar a Rosales.

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Uno de dichos Almada, trato de impedir la muerte del general, pero Vizcayno y el otro insistieron, logrando consumar el asesinato.

Al que intercedio por Rosales, el general Martinez le salvo la vida cuando mas tarde cayo prisionero en cornpaiiia del jefe indigena, traidor, Refugio Tanori: pero al otro Almada y Tanori, junto con varios imperialistas, los hizo fusilar en Guaymas, previo el proceso y la sentencia del jurado que los condeno a muerte.

Todos estos individuos habian sido aprehendidos a bordo de un buque en que se escapaban con el traidor Tranquilino Almada (a) el Chato, que rnurto en el mismo buque a manos de los hermanos Aviles, a cuyo otro hermano habia el Chato asesinado, hacia ya algun tiempo.

El aprehensor de los imperialistas que huian fue don Prospero Salazar, a quien el general Martinez envio sobre ellos en un buque mercante armado en guerra.

Al hablar del valiente general republicano don Angel Martinez, me parece digno de referir el episodio siguiente:

Tomada la plaza de Alamos, en la que sucumbieron muchos franceses y tarnbien muchos traidores, el general Martinez, herido, con un brazo casi destrozado, montando el magnifico caballo "el Patoni" que le habia regalado don Francisco Serna, salio en persecucicn de un grupo de fugitivos en el que iba un hermano del Chato Almada a quien Martinez confundio con don Tranquilino y a quien alcanzo cerca de la poblacion,

Al sentirse alcanzado, Almada se detuvo e hizo fuego a quemarropa sobre Martinez sin tocarIo: entonces el general asesto al fugitivo tan tremendo golpe de sable, que dividio completamente la mano de Almada y la tosca y maciza culata de la pistola que aquel empufiaba: mano y fragmentos de pistola quedaron en el suelo.

En cuanto a Vizcayno, el otro asesino de Rosales, que huyo a bordo de un buque en el que se embarco don Francisco Serna para California, volvio mas tarde a Sinaloa, yen combinacion con don Placido Vega, protegido por Lozada, organize una expedicion filibustera sobre el puerto de Guaymas.

Sorprendio la ciudad, la saqueo, y se fue llevandose el botin y plagiando al jefe de Hacienda don Alfonso Mejia.

Despues, Fortino Vizcayno organize algunas fuerzas en Tepic: pero fue derrotado en Tacuitapa por el denodado general Bernardo Reyes y quedo prisionero.

Cuando llego a Mexico la noticia de la aprehension de Vizcayno, el general Martinez se encontraba en la capital, y consultado por el ministro de la Guerra que 10 era entonces el inolvidable general don Mariano Escobedo, acerca de los antecedentes de Vizcayno: "Es, contesto, el asesino de Rosales".

En el acto se dio al senor general Reyes la orden de fusilar a Vizcayno, previas las formalidades de ordenanza.

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En octubre del mismo afio, la insurreccion de los indios del rio del Fuerte, cundio hasta los del de Sinaloa, y el comandante don Manuel Perez se vio precisado a rnarchar sobre ellos. Sorprendio a los pronunciados en el pueblo de Guazave e1 dia 21 y los derroto completamente.

El dia 7 de cnero de 1866 tomo e1 valiente y patriota general Angel Martinez la plaza de Alamos, y el 4 de mayo, habiendo vuelto a Sinaloa, derroto a los indios sub1evados, en Cahuinaui, cxpidiendo la proc1ama siguiente:

E1 C. General Angel Martinez, jefe de la brigada de occidente. Considerando: Que la sublevacion de los indios de los distritos de Sinaloa y del Fuerte contra las legitimas auroridades de la nacion, mas bien que a otra causa, debe atribuirse a las maquinaciones e influencias puestas en juego por algunos malos rnexicanos que alucinados del modo mas lamentable han estado conspirando contra la libcrtad e independencia de su patria:

Considerando: Que en la ultima campafia abierta sobre los indios han visto los rebe1des, que al gobierno legitimo del Estado sobra poder para luchar contra los invasores y reprimir a la vcz los movimientos criminales que sugiere la traicion: y

Considerando por ultimo: Que la casta indigena sicmpre engafiada, por 10 que respecta a sus verdaderos intereses, es por otros titulos muy digna de conmiseracion, haciendo uso de las facultades de que me ha110 investido, y en consonancia con los sentimientos del gobierno del estado de Sinaloa, he venido en decretar 10 srguicnte:

Articulo 1 Q Se concede indulto a todos los indios de los distritos del Fuerte y Sinaloa que hayan estado y estan con las armas en la mano en oposicion a las legitimas autoridades de la nacion.

Articulo 2Q Los que quisicren acogerse a este indulto, tendran que presentarse en improrrogable termino de 60 elias, contados cIesde esta fecha, a las primeras autoridades politicas de sus respectivos distritos, y esas deberan expedirle un documento que acrecIite la gracia que se les concede por el presente decreto.

Articulo 3Q A los prefectos y comandantes militares de los distritos del Fuerte y Sinaloa, por el presente decreto, les queda cometida la facultad de conocer y resolver sobre las cuestiones pendientes de terrenos que hayan pcrtenecido 0 pertenezcan a indios; poniendolos desde luego en posesion de aquellos cuyos titulos no acrcdlten 1egalmente habcr pasado a propicdad particular.

Articulo 4Q Los prefectos y comandantes militares de los distritos del Fuerte y Sinaloa consideraran para 10 sucesivo como uno de los deberes mas sagrados vigilar sobre los intcreses de los indios, tenicndo el mayor cuidado para evitarlescualesqutera perjuicios y, sobre tocIo, para que no se les

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defraude la paga y justas retribuciones que se les deban por su traba]o a fin que elIos experimenten de un modo material las ventajas y bienestar que 1es resultan de mantenerse fieles y obedientes al gobiemo legitimo de la nacion.

Y para que lIegue a noticia de quienes corresponda, mando se imprima, publique, circu1e y se Ie de el debido cumplimiento.

Dado en Alamos a 15 de marzo de 1866. Angel Martinez.

Los yaquis y los' mayos, como todos los indios de Sonora y Sinaloa, tomaron parte, unos a favory otros en contra de los traidores, segun el partido de los jefes que lograban atraerlos a sus filas.

En los cuerpos que de Sonora fueron a Culiacan pOl' orden del general en jefe del Ejercito de Occidente, al mando de los senores coronel don Ascencion Correa, teniente coronel don Jose Palacio y comandante don Florencio Pacheco, figuraban muchos indios: y en las fuerzas del general don Ignacio Pesqueira, que ocupo la ciudad de Hermosillo el dia 4 de mayo, se encontraban tambien muchos soldados yaquis yalgunos mayos.

En 1868 se ernprendio una nueva y ruda campafia sobre las dos tribus que aparentando una sumision completa, acabaron, sin embargo, por asesinar al alcalde de Echojoa y a siete personas mas.

El supremo gobierno, con el objeto de impedir mas crimenes, dispuso que una seccion de fuerza se situara en el rio.

Se inicio adernas e1 equitativo reparto de las tierras a que con justicia alegaban los indios tener derecho; pero esta sabia y justificada medida no se llevo a efecto.

Durante algunos afios, permanecieron los yaquis en quietud, aunque substraidos a la obediencia del gobierno.

En 1875, aprovechandose de la guerra civil que envolvia el Estado, los yaquis y los mayos iniciaron una nueva rebelion. Desde el mes de julio comenzaron a sentirse en ambos rios movimientos alarmantes presagiando una revolucion. EI jete Cajcme aprehendio y fusilo en el Yaqui a algunos indigenas que se oponian al levantamiento, y coincidiendo con este hecho las autoridacles de Santa Cruz, en el Mayo, lograron descubrir algunas reuniones c1andestinas de cabecillas indios invitados por e1 cacique del Yaqui para levantarse. En esa misma epoca se despoblaron Cocorit y Santa Cruz, pueblos que fueron reducidos a cenizas por los indios y todos los blanc os que habitaban entre los yaquis huyeron abandonanclo los intereses que alii habian creado.

A fines de octubre los indios atacaron un punto llamado El Guajari, en la Sierra de Bacatete, y se hicieron sentir en otras pequefias poblaciones. El prefecto de Guaymas mando sobre ellos un piquete de 25 hombres de caballeria, que sirviera por 10 menos, para evitar los robos que ya comenzaban a efectuar en diversos ranchos.

Tan alarmante se presentaba la situacion en el Yaqui, que el senor general Jose J. Pesqueira, que desempefiaba el cargo de gobernador del Estado, marcho en persona a hacer la campafia con una fuerza de 500

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hombres y una bateria de montana. E1 1 Q de diciembre se encontro en la Pitahaya con una gran masa de indios acaudillados por Cajeme, y despues de un combate muy refiido, quedaron victoriosas las fuerzas de Pesqueira, matando mas de 60 yaquis: los vencedores tuvieron 60 heridos.

Tras este descalabro, los indios se refugiaron en sus madrigueras del rio y Pesqueira siguio la campafia sobre ellos, penetrando por todos los pueblos hasta situar su campamento en el Medano, cerca de la costa del golfo. Los yaquis continuaban rebelados, y algunas partidas de la fuerza expedicionaria tuvieron diversos encuentros con grupos de sublevados, derrotandolos siempre y haciendoles varios muertos.

Por desgracia no se linuro a esto el dana causado a los naturales, pues ademas se les capturaron y aprisionaron sus familias, cometiendo con ella algunos actos de crueldad; se les quitaron sus pocos bienes; se fusilaron cuantos prisioneros cayeron en poder de las fuerzas y se les cometieron diversas clases de ultrajes, que naturalmente exacerbaban el odio de los indios Impulsandolos a sostener la revolucion.

Pesqueira habia empezado a construir un fuerte en el Medano, pero no pudo concluirlo porque a fines de diciembre tuvo que salir del Yaqui para atender a la guerra civil que agit6 en esa epoca todo el Estado, y que en aquellos dias habia ya invadido los distritos de Alamos y Hermosillo.

Despues de la salida de Pesqueira , los yaquis continuaron sublevados y atacaron algunas poblaciones y ranchos situados en e1 Valle de Guaymas y cercanos a sus dominios.

Los mayos, por su parte, siguieron guardando la misma actitud amenazando la plaza de Navojoa que, para su defensa, s610 tenia una corta guarnicion de vecinos armados.

Todo e1 resto del afio de 1875 y todo el de 1876, continuo la tribu promoviendo alarmas en las poblaciones limitrofes al rio; y en febrero de 1877, se pudo notar que los cabecillas mayos Felipe Valenzuela y Miguel Totolitogui trataban de organizar un levantamiento en el pueblo de San Pedro, con el objeto ostensible de destruir unas vinaterias que estaban cerca

de Navojoa. .

En esta poblacion se habia podido formar con los vecinos una pequefia fuerza, de la cual, 50 hombres de caballeria salieron a principios de marzo contra los sublevados de los pueblos de abajo, Al lie gar a Quirimpo fueron atacados pOl' unos 400 indios, a quienes Iograron veneer despues de refiido combate. Los indigeneas tuvieron 12 muertos y se llevaron en su retirada varios heridos: las fuerzas de Navojoa tuvieron un muerto y 7 heridos.

Despues de este hecho, los jcfes indios protestaron obediencia a las autoridades: pero las alarmas continuaron en el rio, dando por resultado que todas las poblaciones situadas abajo de Navojoa se quedaron sin habitantes de raza blanca.

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Desde esa fecha hasta 1882, los yaquis y los mayos vivieron en relativa paz, pues no atacaban las poblaciones que estaban fuera de su dominio, ni se organizaban en masas considerables: se limitaban a vivir independientes sin reconocer mas autoridad que la de sus caciques, y se contentaban con robar constantemente los bienes de campo de los ranchos colindantes.

En 1882 hicieron otra revolucion, impulsados por causas dificiles de averiguar. En aquella epoca estaba al frente del gobierno del Estado don Carlos R. Ortiz, cuya familia tenia una hacienda agricola en Navojoa por 10 que se Ie atribuia interes en ensanchar la adquisicion de terrenos en aquella comarca. El gobernador habia nombrado a su hermano don Agustin, cornandante militar del distrito de Alamos, siendo a la vez administrador de la hacienda; este seiior organize una fuerza en el mismo pueblo de Navojoa, con el objeto, sin duda, de utilizarla contra los indios.

Por esta circunstancia, no falto quien asegurara que Ia hostilidad habia partido del gobierno hacia los indios para proteger intereses particulares del jefe del Estado; pero este, a su vez, inculpaba a sus enemigos politicos, y la verdad es que me ha parecido inutil y odioso el hacer investigaciones en este sentido, pues abrigo la conviccion de que son verdaderamente excepciona- 1es los gobernantes que saben sacrificar sus mezquinas ambiciones de hombres a sus deberes de funcionarios y patriotas; y jamas me ocuparia en relatar miserias y pequeiieces, que por 10 demas, se encuentran en todos los gobiernos del mundo; ya que con esto no conseguiria mas que empaiiar el hoy, alto prestigio de mi pais.

Lo mas natural es creer que las tribus, obedeciendo a sus instintos de pillaje, se aprestaban a una nueva sublevacion instigados por sus ambiciosos cabecillas.

Sea de ello 10 que fuere, el hecho es que en agosto de ese aiio empezaron de nuevo las alarmas: se dijo que los indios habian asesinado a algunos individuos cerca del pueblo de Cuirimpo, y se organizaron mas fuerzas en Navojoa con los cuantiosos elementos de guerra que el gobierno remitio para el efecto.

En septiembre se supo que Cajerne, jefe del Yaqui, se ocupaba en promover reuniones de indios excitandolos a que tomaran parte activa en la revolucion que iniciaban los mayos.

El comandante militar de Alamos organize nuevas fuerzas, y como se trataba del asunto mas popular que por entonces habia en aquel distrito, la defensa contra los indios, todo el mundo se presto a serviry en breve tiernpo estuvieron sobre las armas como 1000 hombres, entre los que contaban algunos jovenes de la buena sociedad alamense.

A principios de octubre se participo que Cajerne con 3000 yaquis habia penetrado al Mayo, situandose en Echojoa, donde se le reunieron 1000 rnayos. Desde alli estuvieron los indios haciendo excursiones por los ranchos

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de Bacabachi, Capetamaya, Chichinibampo, Yopori, Torobena y otros, robanda ganados y sembrando el terror entre sus habitantes, que comenzaron a huir por distintos rumbos.

El dia 15 de octubre, don Agustin Ortiz, con 150 hombres de infante ria y 130 de caballeria, salio de Navojoa sobre Capetamaya, en donde se tenia noticia de que estaban 1000 indios. En la mafiana del dia siguiente, al llegar a aquel rancho, se encontro con todo el grueso de las fuerzas de Cajerne, y se trabo un refiido y sangriento comb ate en el que de una y otra parte se dispute la victoria con ardor.

Circularon diversas versiones acerca del resultado: pero 10 que parece mas cierto es que unos y otros combatientes fueron derrotados, pues mientras Cajerne y sus indios huian hacia el Yaqui, Ortiz y sus fuerzas salian dispersos y en completa fuga por Navojoa, Promontorios, Quiriego, Batacosa y otros puntos. Segun los partes rendidos al gobierno, quedaron en el campo 200 indios muertos, y se dijo que Cajeme estaba herido. De la tropa de Ortiz, murieron 15 y quedaron heridos 50. Entre los muertos estaban los oficiales Uriel Gil, Espiridion Obregon y Tomas Leal; entre los heridos, los oficiales Ramon Valenzuela, Miguel Serrano, Francisco F. Tellechea y Bartolome A. Salido.

Una parte considerable de los dispersos del gobierno se reunio en Navojoa a la guarnicion de 500 hombres que alla habia quedado.

En estas circunstancias tuvieron lugar en el Estado los acontecimientos politicos que determinaron la separacion de don Carlos Ortiz del gobierno, y por orden del vicegobernador se dio de baja en noviembre toda la fuerza de Navojoa, no quedando alli mas de 50 hombres de guarnicion. Una parte de estos salio a expedicionar a los pueblos de abajo, y el dia 8 del mismo mes ataco a una partida de indios, cerca de Navojoa, y los disperse.

Los recursos para sostener esta actitud hostil y armada contra los indios, se habian agotado; la situacion era cada dia mas tirante, y por fin, el comercio de Alamos elevo una solicitud al general don Bernardo Reyes, actual ministro de Guerra y Marina, que era entonces el jete de la fuerza federal en Sonora, pidiendo el auxilio de las armas federales.

El sefior general Reyes atendio la solicitud, en los primeros dias de diciembre mando a Navojoa 150 soldados del 6Q batallon a las ordenes del teniente coronel Pedro A. Gutierrez, y con solo esto se restablecio fa calma y fueron dados de baja los 50 hombres que aun tenia alli el gobierno del Estado.

A principios del afio de 1883, empezo a circular la noticia de que los indios de Quirirnpo, Tecia y Navojoa, proyectaban una reunion con el fin de efcctuar un nuevo alzamiento, y que los de Santa Cruz, a las ordenes de Cajeme, se movian con el mismo objeto. La autoridad de Navojoa, de acuerdo con el capitan Ayala, jefe de la guarntcion federal en aquel pueblo, organize una fuerza forrnada por particulares para resistir a los indios.

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El haber sido aprehendido el indigena Jose Zarapero, jefe de la tribu, y el haberse encontrado en Alamos el seiior general lose Guillermo Carbo, que mando reforzar con 100 hombres la guarnicion de Navojoa, hizo que la calma volviera y se restableciera la confianza.

En junio hubo otra alanna ocasionada por un viaje que hizo Cajerne al Mayo con 200 hombres de escolta; pero no tuvo mas objeto que arreglar algunas cuestiones suscitadas por los cabecillas de aquel rio; y como despues de arreglarlas regreso al Yaqui, se restablecio la tranquilidad.

En el mes de octubre los mayos tuvieron una reunion en Quirimpo, en la cual discutieron la idea de armarse y atacar a Navojoa; pero con toda oportunidad se dictaron medidas para evitarlo: el prefecto de Alamos, don Jose Salido, estuvo personalmente en el rio, logro aprehender a varios cabecillas indios, sobre los que pesaban algunos delitos del orden comun, los consigno a la autoridad judicial y todo volvio a quedar en reposo.

EI 28 de julio de 1884 se Ievantaron en annas los indios de Quirimpo, de acuerdo, segun se pudo averiguar, con los de San Pedro, Tecia y Navojoa, con el fin de atacar este ultimo pueblo. Los sublevados, en numero de 50, avanzaron sobre el pueblo, matando al indigena Esteban jusacamca, adicto al gobierno.

El presidente municipal de Navojoa, que tuvo noticia oportuna de esto, logro organizar una fuerza de caballeria para proteger a las familias pacificas de Quirimpo y San Ignacio, que salian huyendo de sus pueblos.

El comandante Jesus Morales, con 20 nacionales, y el capitan Jesus Cervantes con 25 federa1es, se dirigieron al pueblo de Quirimpo, en donde lograron aprehender a uno de los sublevados que les dio noticia de todo 10 que pasaba. Los insurrectos situaron su campamento cerca de Navojoa, en cuya poblacion se reconcentro la pequeiia fuerza del gobierno, destacando una avanzada sobre el enemigo, con el cual se tiroteo el dia 30 en el punto llamado Torocoba.

EI prefecto de Alamos, bajo las instrucciones del gobierno y con e1 fin de defender a todo trance a Navojoa, reforzo la guarnicion de este pueblo y se preparo a la defensa, sin disponer un ataque decisivo sobre los indios para evitar derramamiento de sangre, con la esperanza de que sin llegar a ese extrema depusieran aquellos su actitud hostil.

Esta situacion se prolong6 por los meses de agosto y septiembre los sublevados, acampando unas veces cerca de Navojoa y retirandose otras, se sostuvieron annados, llegando a forrnar un grupo como de 200 hombres. Las fuerzas de aquel pueblo se mantenian a la defensiva, destacando algunas avanzadas para conocer los movimientos del enemigo; una de estas se encontro el 20 de agosto con los indios, y en el tiroteo que hubo murieron un indio y e1 soldado Esplridion Felix.

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Despues de este suceso hubo una tregua, durante la cuallos mayos no se hacian sentir mas que por sus robos en los ranchos inmediatos. En octubre una partida de ellos robo algunas reses en el rancho de Babojori, a seis 1eguas de Navojoa: los vaqueros salieron a perseguirlos, los alcanzaron y los derrotaron, matando a uno de los indios; los derrotados se vengaron asesinando a Ramon Soto, a quien encontraron en el campo.

El poco apoyo que en el mismo rio encontraron esta vez los insurrectos, el no haberlos auxiliado el cabecilla Cajeme, y el haber mandado el general Carbo reforzar con 100 hombres la guarntcion de Navojoa, hizo que al fin los mayos depusieran las annas, solicitando por medio de unos comisionados la paz ante el prefecto de Alamos.

Se ha visto que Cajeme, a quien el gobierno de Sonora cometio la imprudencia de nombrar capitan general de los rios Yaqui y Mayo, figura en la sublevacion de 1875 capitaneando a los rebeldes: tanto por dar la explicacion de este y otros hechos, cuanto por ser el referido capitan uno de los caciques mas astutos y uno de los caudillos mas notables de aqucllas tribus, me parece oportuno publicar la biografia del jefe indio, escrita en 1887 por el senor Ramon Corral y tomada del periodico oficial del Estado de Sonora.

He utilizado en esta obra muchos datos recogidos por el senor Corral durante los periodos en que desernpefio, ya e1 cargo de secretario de gobierno, ya el de gobernador de aquel Estado, y durante los cuales tuvo la oportunidad de tomarlos directamente de los partes oficiales.

Hayen Sonora la creencia de que Cajeme asistio al sitio de Queretaro, combatiendo a favor de la causa republicana; pero me habia sido imposible convencenne de la veracidad de tal aserto, hasta que el senor general Bernardo Reyes, actual ministro de Guerra, me ha dicho que Cajerne concurrio al as alto de aquella plaza y que el mismo le vio combatir en las filas del ejercito liberal.

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CAJEME

El cabecilla yaqui, dice el senor Corral en dicha biografia, el terrible Cajeme, cuyo nombre resuena hace dos afios en toda la Republica, acaba de ser aprehendido por el general Angel Martinez, jefe de la zona militar, en San Jose de Guaymas.

Este guerrero indio, que nos hace recordar a los heroes legendarios de la epoca de Xicotencatl, celebre en Sonora desde hace doce afios por la dominacion que ha sabido ejercer sobre las tribus yaquis y mayo, rnanteniendolas independientes, ha adquirido proporciones colosales extendiendo su fama por todo el pais, durante la ultima guerra que aquellas razas belicosas han sostenido con las fuerzas del Ejercito Nacional.

Y en verdad que esa fama es bien merecida. La lucha ha sido prolongada y terrible, y durante ella Cajerne ha dado pruebas no solamente de un valor que nadie se atreve a negarle, sino tambien de una constancia y una firmeza a prueba de infortunios, herencia de su raza indomable.

Yo 10 he visto en su prision en Guaymas, en el mismo alojamiento del general Martinez, quien tiene la noble generosidad de guardar al vencido toda clase de consideraciones. De el rnismo he recogido los datos que me sirven para escribir estos apuntes, y si he de ser justo, debe confesar que, a [uzgar por 10 que sabemos en Sonora de la vida de este indio, y que el mismo me ha repetido con la mayor ingenuidad, todos los antecedentes que voy a consignar tienen el rnerito de la exactitud.

Jose Maria Leyva Cajeme nacio en Hermosillo en el afio de 1837. Sus padres fueron Francisco Leyva y Juana Perez, yaquis de raza pura. El primero originario del pueblo de Huirivis y la segunda de Potam.

Los primeros aiios su vida los paso nuestro heroe en el pueblo de Raun, sumido en esa profunda ignorancia y en esa obscuridad que son comunes a los desheredados de su tribu.

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E1 unico incidente que turbo la rnonotonia de aquella vida fue un viaje a California en 1849. Francisco Leyva, acompaiiado de su hijo, dejo su querida tierra del Yaqui y forme parte de una de aquellas memorables expediciones que se lanzaban como una avalancha en pos de los fabulosos placeres de oro que, como una creacion de la larnpara de Aladin, habian brotado en los entonces desiertos de California.

Nuestro heroe tenia apenas doce aiios y aun se acuerda de una vez en que la codicia de los americanos oblige a un grupo de mexicanos a defender su metal, arma en mano, como sucedia muy a menudo en aquella agrupacion de aventureros que no tenian mas dios que e1 oro, ni mas ley que la fuerza. AI lado de su padre ernpufio Leyva e1 fusil, hasta que una transaccion entre americanos y mexicanos hizo deponer las armas.

Despues de mucho tiempo de penalidades y trabajos, consumiendo en las necesidades mas imperiosas de la vida to do el oro arrancado a la tierra con afanes sin cuento, rendidos de cansancio y perdida la esperanza de hacer fortuna, Francisco Leyva y su hijo emprendieron la vuelta a su hogar, como otros muchos, con el desaliento en el alma y con unas cuantas migajas de oro en el bolsillo.

Los padres de Ca [erne no eran de esos indios sin aspiraciones y ernbrutecidos que encierran toda su ambicion en la necesidad bestial de satisfacer el hambre: habian vivido entre los blancos y comprendian las ventajas de la civilizaci6n; la madre aun vive, la conozco y me consta que adernas de ser una mujer que esta muy lejos de merecer el nombre de salvaje, reune a una inteligencia clara, aunque inculta, una energia increible en una rnujer de setenta aiios.

La cultura embrionaria de los padres y las dotes que veian 0 adivinaban en su hijo, los impelio a mandarlo a Guaymas a la escuela, poniendolo bajo el cuidado del prefecto don Cayetano Navarro.

De los 16 a los 18 afios estuvo el joven Jose Maria cursando las aulas y logro aprender a leer y escribir y las primeras nociones de la aritmetica.

En aquella epoca fue cuando recibio su bautismo en la guerra. Conocido nos es el heroico episodio de113 de julio, en que fue derrotado el filibustero conde de Raousset Boulbon. Cajerne dejo ellibro elemental para empufiar el fusil y tomo parte en la memorable jornada como soldado del batallon Urbanos.

Los escasos conocimientos adquiridos en la escuela y aquel episodio despertaron en el joven indio otras ambiciones. Quiso conocer el mundo y se apodero de el ese deseo de viajar y de vivir por si mismo que siempre se desarrolla en ciertas organizaciones, y sin permiso de sus padres se lanzo en busca de aventuras, como un nuevo Gil BIas. Llego a Tepic, y la necesidad de buscarse la vida y de aprender algo util que le sirviera .para continuar sus

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viajes 10 llevo al taller de un herrero, en donde aprendia ese duro oficio, cuando nuestras continua'S revoluciones de aqueUa epoca 10 hicieron de nuevo empufiar el fusil: fue cogido de leva a fines de 1857 y filiado en el ba tallon Fijo de San Bias.

Rudo pOl' dernas le parecio el oficio al [oven red uta y deserto a los tres meses, yendo a refugiarse al mineral de Montaje, al pie de la sierra de Acaponeta, en donde conocio al senor don Ramon Corona, que fue despues uno de los jefes mas notables de nuestro ejercito y que entonces desernpefiaba el empleo deadministrador de una negociacion minerai pero tampoco alli permanecio largo tiempo y ernprendlo un viaje a Mazatlan.

En Acaponeta fue aprehendido por sospechoso y solo consiguio ser puesto en libertad por influjo del mismo Corona y continuo su marcha hasta el puerto mencionado.

Corria el afio de 1858. La guerra de Reforma se extendia encarnizada por toda la Republica. El general Yanez se habia pronunciado en Mazatlan en favor de los reaccionarios y ocupaba la plaza, en ausencia de aquel jefe, el general Espejo.

Don Pablo Lagarma, con algunos batallones de la guarnicion reaccionaria de Mazatlan, se declare por la restauracion constitucional y sitiaba al puerto, y el general don Santos Degollado habia ocupado a Guadalajara despues de un mes de sitio. En estas circunstancias Corona y algunos patriotas se pronunciaron en Acaponeta en favor de la Constitucion de 1857 y nuestro joven Cajerne se decidio a seguir aquella causa y se presento como soldado en las fuerzas de Lagarma.

Poco despues paso a un batallon de Sonora compuesto de yaquis, pimas y 6patas y concurri6 al comb ate de Los Mimbres, en que las fuerzas liberales al mando de Coronado derrotaron al general reaccionario Inguanzo, que habia salido de Mazatlan.

EI general Pesqueira, gobernador de Sonora, jefc de las fuerzas que operaban sobre aquel puerto, despues de algun tiempo de permanencia en Cosala, renov6 el sitio y cl tres de abril de 1859 tom6 la plaza a viva fuerza. EI cuerpo a que pertenecia Cajcme se distinguio en aquel hecho de armas, arrojandose a la bayoneta sobre los fortines del enemigo.

Despues de la toma de Mazatlan, el gobernador Pesqueira, con una parte de sus fuerzas, regres6 a Guaymas en el vapor Santa Cruz. Cajerne venia alli y en este puerto fue dado de baja.

A la sazon se encontraban alzados los indios yaquis y el gobierno del Estado mantenia en el Medano una pequefia guarnici6n para contenerlos. Cajeme se presento voluntariamente al jefe de aquella fuerza para combatir a los rebeldes y prest6 alli sus servicios hasta que el destacamento se retire a Guaymas por no poder resistir al gran numero de sublevados.

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En aquella epoca memorable, las revoluciones eran en Sonora el pan de cada dia, y a su regreso de Sinaloa Pesqueira hallo levantado en armas el partido gandarista, viendose precisado a emprender nuevas luchas. Cajeme sirvio en sus fuerzas como cabo de artilleria, hasta que restablecida un tanto la paz, fue dado de baja.

Viene luego un periodo de varios afios, en que nuestro he roe vtvto con esa vida obscura y pacifica de los indios medio civilizados que habitan nuestras poblaciones, sin que ningun incidente turbara la rnonotonia de aquella existencia, hasta que en 1867, con motivo de un serio alzamiento de los yaquis, se abrio una nueva campafia sobre eUos, con fuerzas que el gobiemo del Estado puso a las ordenes del coronel don Prospero Salazar Bustamante, Cajernc forma parte de esas fuerzas como jefe de una guerrilla de caballeria.

AqueUa campafia fue una de las mas sangrientas de las que se han emprendido sobre los yaquis, y Cajeme torno parte en ella en contra de los de su raza. Su conocimiento del terreno y de las costumbres de los indios 10 pusieron en aptitud de prestar importantes servicios en aquella guerra. Oesde fines de 1867 hasta junio de 1868 duro aqueUa lucha en el rio Yaqui, lucha fecunda en combates y desastres para los indios, que fueron perseguidos con verdadero encarnizamiento. Los servicios que durante ella presto Cajeme 10 hicieron ascender a capitan y se le dio el mando de una compafiia de 100 hombres.

En 1873 se pronuncio en Alamos Carlos Conant, proclamando la Constitucion reformada en 1872, y despues de algunos incidentes que no es de este lugar mencionar, perdida la esperanza en el triunfo, se refugio en el territorio de Chihuahua atravesando la Sierra Madre. El gobierno del Estado habia puesto algunas fuerzas en persecucion de los pronunciados, entre otras, 400 hombres al mando del coronel Salazar Bustamante, a quien se Ie incorporo Cajerne, en su marcha para Alamos, con seis hombres que habia podido reunir. Salazar siguic a los restos de Conant hasta la Villa de Chinipas, en territorio de Chihuahua, y Cajeme tomo parte en aqueUa expedicion como capitan de caballeria a las ordenes de Jesus Amavisca.

Terminada esa campafia, nuestro heroe fue enviado a Cocorit con algunos indios que habian servido en ella, con la comision de darlos de baja en aquel pueblo.

En 1874, despues de veneer la revolucion de Conant, durante la cual Cajerne milito en las fuerzas del gobierno, dandole pruebas de adhesion, fue nombrado alcalde mayor del Yaqui con el fin de mantener pacifica aquella tribu por medio de la influencia de un jefe de la misma raza, que por sus dotes pudiera dominarla a la vez que seguir adicto al gobierno que Ie proporcionaba el mando del rio. Pero el gobierno no contaba al hacer este calculo, con la tendencia perdurable de los indios a conservarse independientes y no previo

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que la adhesion de Cajeme tenia que ser vencida por esa tendencia y por las sugestiones de la tribu entera que habian de impulsar a Cajerne a rebelarse con los suyos, convirtiendose en un enemigo peligroso.

Asi sucedi6 en efecto, y desde los primeros meses de 1875, con motivo de la fuerte oposici6n que se levant6 en el Estado contra la administraci6n Pesqueira, los yaquis, encabezados por Cajerne, comenzaron a dar muestras de una proxima Insurreccion y a fines del afio estaban abiertamente rebelados y se reunian en masas considerables amenazando desbordarse sobre el resto del Estado, en momentos en que el gobierno de don] ose ]. Pesqueira, luchaba sin descanso contra la revolucion que acaudill6 don Francisco Serna.

Tales eran los temores que inspiraba el Yaqui, que aun dejando encendid a la tea revolucionaria, el gobernador Pesqueira se resolvi6 a emprender personalmente la campafia sobre el rio y el 26 de noviembre march6 de Guaymas con 500 hombres y una bateria.

El 19 de diciembre llego a la Pitahaya y se apodero de las lagunas que hay en aquel punto, unico lugar en que se encuentra agua antes de llegar al Yaqui. Cajerne, que habia salido de Torim en la madrugada de aquel mismo dia a la cabeza de 1500 indios, llego a Pitahaya un poco despues que las fuerzas del gobierno, y no pudiendo posesionarse del agua, se situo a poca distancia hacia las cordilleras del Bacatete. Antes de romper las hostilidades, Pesqueira hizo algunas proposiciones a Cajeme, con la mira de someterlo sin necesidad de combatir, pero este, Iejos de aceptar aquel medio, hizo regresar al parlamentario con esta respuesta: Diga usted al gobernador Pesqueira que no me someto y que 10 espero para el combate; rasgo de hidalguia no cornun en estos tiempos, y menos en los indios.

Cajerne fue derrotado despues de una lucha sangrienta en que sufrio una perdida de 60 muertos y gran numero de heridos y durante la cuallos yaquis dieron pruebas de gran valor arrojandose a pecho descubierto sobre la artilleria que los barria con sus descargas.

Esta derrota no fue mas que el principio de la guerra y Pesqueira avanz6 hasta el centro del territorio sub leva do persiguiendo a los indios, que se defendian en pequefios grupos en los bosques, sin pensar jarnas en rendirse. La revolucion sernista, tomando grandes creces en el Estado, oblige a Pesqueira a retirarse del rio sin haber conseguido la sumiston de los sublevados, que quedaron orgullosos con su resistencia.

Desde entonces perrnanecio el Yaqui, sin inrerrupcion, substraido a la obediencia del gobierno y Cajerne, habiendo conquistado alli grande prestigio por la retirada de las fuerzas, entre de Ilene en el goce de un poderio que se propuso conservar por medio de un sistema adrninistrativo. Organize los pueblos con sus gobernadores, alcaldes y temastianes, funcionarios estos ultimos de sum a importancia entre los indios y que tienen a su cargo el cui dado de las iglesias y de los santos y la administracion del culto religioso.

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Para las resoluciones de importancia que afectaran los intereses comunes de la tribu, establecio el sistema de asambleas populares que se reunian por mandato del mismo Cajeme cada vez que creta necesario consultarles algun asunto: estas asambleas se componian de todos los indios en general, no tenian lugar fljo para verificarse; el jete, por medio de los gobernadores de los pueblos, los convocaba determinando ellugar de reunion; el cacique exponia el negocio de que deberian tratar y se sujetaba a la resolucion de la multitud.

La admtntstracion de justicia estaba en cada pueblo en manos de los alcaldes y gobernadores, y estos ultimos, los capitanes y los generales, entendian en todo 10 relativo a la guerra.

Esta organizacion imperfecta, sin leyes precisas que limitaran y detallaran las facultades de cada funcionario, daba naturalmente lugar a que el jefe supremo invadiera cada vez que queria, las atribuciones de todos, resultando de alli que su poder no tenia mas limitacion que la voluntad de los que Hamaban Los ocho pueblos, expresada en las asambleas.

No descuido Cajerne la organizacion de la hacienda: establecio un impuesto a las lanchas que hacian el comercio entre el puerto de Guaymas y el Medano, por la desembocadura del rio; cobraba derechos de pasaje a los que traficaban por tierra, y vendia a los especuladores la sal que hacia extraer de los magnificos criaderos que hay en aquellitoral.

Adernas de esto, hacia que cada pueblo destinara por cierto tiempo un numero de indios para que sembraran y cosecharan maiz y frijol en beneficio del jete de la tribu: este servicio era igualmente exigido en el Yaqui y en el Mayo y los pueblos tenian que mantener por su cuenta a los trabajadores.

Otro de los ramos de ingreso era el rescate que exigia a los duefios de ganados que robaban los indios en los ranchos inmediatos y que algunas veces eran devucltos a los que se atrevian a ir a recIamarlos previo el pago de una cantidad que el mismo Cajeme sefialaba.

Para adquirir elementos de guerra, se despojaba a los viajeros de sus armas, se recogian las de los desertores del ejercito, que siempre encontraban alli un refugio seguro; se exigia un corto numero de cartuchos a cada patron de las lanchas que iban de Guaymas, y poco a poco sin hacerse notar, se compraba parque en las poblaciones mas inmediatas por medio de los indios que constantemente salian del rio y volvian a el sin ningun obstaculo.

Con el fin de poner en accion el esfuerzo de todos, establecio Cajerne que cada gobernador de un pueblo tuviera la obligacion de tener prontos para la guerra, armados y equipados cierto numero de hombres, y los gobernadores, a su vez, distribuian esa obligacion entre los capitanes y estos entre la mas a comun de los indios.

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Con esta organizacion, que a grandes rasgos he procurado trazar, Cajerne aflanzo su dorninacion, la extendio hasta el rio Mayo, en donde tenia un lugarteniente que ejecutaba sus ordenes a todo trance, y adopto para si el titulo de capitan general de los rios Yaqui y Mayo.

En los primeros tiempos tuvo un teniente general, que 10 fue Loreto Molina; pero en breve se disgusto con el y 10 obligo a salir huyendo del rio.

Durante la epoca de su cacicazgo, se levantaron en el Yaqui diversas oposiciones contra Cajerne, pero siernpre domino a los que se atrevieron a pretender sobreponersele: una vez se forme una conspiraclon para hacer un levantamiento en su contra y matarIo: la descubrio a tiempo y mando fusilar a los que la encabezaban.

En otra ocasion, un indio de alguna influencia llarnado Yorigelipe, padre de varios guerreros y dueiio de algunos bienes, prerendic perder a Cajcme en el animo de la tribu aprovechando, para conseguirlo, una cuestion relativa a las salinas, la cualle ofrecia una coyuntura para dar a sus pretensiones el caracter de interes general en favor de los indios; pero Cajeme supo eludir el golpe reuniendo una asamblea en la que, dando cuenta de su conducta, tomo la espada, sirnbolo del mando, la puso en tierra y dijo que renunciaba al cargo de capitan general y deseaba que se le confiara a su mismo enemigo Yorigelipe. Los indios vacilaron un rnomento, pero al fin prorrumpieron en ac1amaciones en favor de Cajeme, le confirmaron el mando y confiscaron los bienes de Yorigelipe, a quien, adernas, hicieron salir del rio.

De esta manera, sometiendose en apariencia a la voluntad general y alardeando de que solo desernpefiaba el cargo de capitan general, por obsequiar los deseos de la tribu, para beneficio de ella y aun en contra de su propia tranquilidad y de sus intereses, Cajeme afianzaba su dominio y 10 hacia cada vez mas absoluto. Otro de sus medios eficaces era halagar en los indios el sentimiento de la independencia, que es en ellos tan profundo.

Efectivamente, Cajerne los habia salvado del sacrificio de someterse a la obediencia del gobierno en la campafia de fines de 1875 y principios de 1876, los conservaba independientes de la dorninacion de los blancos, con su gobierno y sus autoridades propias, y les [uraba morir en defensa de aquella situacion y de la integridad de sus terrenos y esto constituia el mejor titulo para conservar su prestigio. Agregabase a eso su conocimiento de las tribus, su astucia para tratarlas y cierta elocuencia en su lenguaje, circunstancias todas que contnbuian a mantener su superioridad.

Despues del combate de la Pitahaya, y de algunos disturbios de mas 0 menos importancia en el rio Mayo, los indios vivieron en una paz casi satisfactoria en ambos rios, hasta 1882. En este afio, por causas que no es facil determinar, efectuaron un levantamiento durante el cual Cajeme siguto su sistema de no aparecer como el instigador, sino como un servidor de las tribus. A consecuencia de algunos incidentes en el Mayo, en donde el

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gobierno de don Carlos R. Ortiz, se preparaba con fuerzas considerables, Cajerne resolvio moverse en el Yaqui: reunio gran numero de guerreros yen principios del mes de octubre penetro al rio Mayo y se situo en el pueblo de Echojoa con una masa de cerca de 3000 indios entre yaquis y mayos, fuerza que los jefes del gobierno hacian ascender a mas de 4000 hombres en los partes que rendian. Para mantener a sus soldados, Cajeme destacaba pequeiias partidas sobre los ranchos inmediatos, las cuales recogian ganado que servia para alimentar tan numerosa hueste.

El gobierno tenia sus fuerzas en Navojoa en numero como de 1000 hombres, a las ordenes de don Agustin Ortiz, hermano del gobemador.

El jefe indio, temeroso de una acometida y con el fin de estar mas cerca de los ranchos que le proporcionaban la alimentacion de sus tropas, se movio de Echojoa y se situo en Capetamaya, movimiento que ejecuto engaiiando a Ortiz y haciendole creer que dividia sus fuerzas. Este creyo, en efecto que no se habian situado en Capetamaya mas que unos mil indios, y con el fin de sorprenderlos y darles un golpe, que desmoralizara el grueso del enemigo, salio el15 de octubre de Navojoa con 150 hombres de infanteria y 130 [inetes: hizo una marcha violentapara sorprender a los 1000 indios que suponia en Capetamaya, mas al llegar a aquel rancho, en la maiiana siguiente, encontro alli a Cajeme en persona con todas sus fuerzas. Se trabo un combate sangriento y terrible en que los soldados y oficiales de Alamos se batieron con denuedo. Cajcme resistio el choque con valor y fue herido en una mano, de cuyas resultas perdio un dedo. Despues de una larga y encarnizada refriega, los indios huyeron hacia el Yaqui y Ortiz y sus fuerzas salieron dispersos por diversos rumbos, quedando en el campo como 200 indios muertos. Las fuerzas del gobierno tuvieron una perdida de 15 muertos y 50 heridos.

Esa jornada, aunque poco feliz para Cajeme, Ie dio entre los suyos el prestigio de un valor personal de que dio pruebas durante el combate, y los indios quedaron contentos por que, aun cuando tuvieron que refugiarse en el centro del Yaqui, con su [efe herido, no se emprendio ninguna persecucion sobre elIos.

No pudo hacerse esto, porque las fuerzas de Ortiz habian quedado tambien muy mal paradas y disminuidas por la dispersion y porque en aquellos momentos se complicaron de tal manera los asuntos politicos del Estado, que el gobernador Ortiz se separo del gobiemo y se marcho a Ia capital de la Republica.

Desde esa epoca y con solo la cxcepcion de algunas alarrnas en el Mayo, los indios permanecieron reIativamente quietos. Cajeme volvio al Yaqui y siguio gobernando a las tribus, contento de mantener su independencia y su dominio absoluto sobre ellas. Previendo que necesitaria sostener nuevas guerras para prolongar aquel estado de cosas, dedicose con empeiio a

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proveerse de armamento, quitando a los viajeros que se aventuraban a entrar al Yaqui, toda clase de armas que Uevaran, adquiriendo cartuchos por los medios que tenia 'ya establecidos y predicando con nuevo ardimiento la necesidad de resistir al dominio de los blancos.

Sin embargo, como sucede en toda domlnacion larga, el cacique ya habia perdido en los ultimos aiios mucho de su prestigio; en varios pueblos del rio se oian murmuUos de descontento y ya asomaba la cabeza una opostcion que podia convertirse en una tempestad. Cajeme, que en los primeros aiios habia guardado una conducta privada intachable, habia ido poco a poco relajandola; de continuo se embriagaba y cometia faltas a los mas debiles y junto con su intemperancia se habia desarrollado en el el vicio de las mujeres, que 10 hacia cometer atropellos muy mal vistos por una tribu cuya cualidad relevante es 1a honestidad. Pero 1a energia que habia desplegado siempre para castigar a los descontentos estaba viva en 1a memoria de los indios y nadie se atrevia a promover un disturbio interior. Muchos de los que no estaban satisfechos de aqueUa situacion, porque hubieran sufrido en sus personas 0 en sus intereses las persecuciones de Cajeme, se habian salido del Yaqui y vivian 0 en Guaymas 0 en las haciendas del interior, esperando una oportunidad para destronar al que por tanto tiempo habia dominado las tribus.

Algunos de esos descontentos se unieron al exteniente general del rio, Loreto Molina, se armaron como pudieron y sigilosamente en numero de 30 hombres, se embarcaron en Guaymas en una canoa, tomaron tierra en la ensenada de los Chiltepines y haciendo una marcha forzada se presentaron la noche del 28 de enero de 1885, en la casa de Cajernc, con el fin de apoderarse de el, pero Cajeme habia emprendido ese mismo dia un viaje al Mayo y no encontrandolo los asaltantes, incendiaron la casa, atropellaron a su familia, hicieron fuego sobre algunos indios hiriendo a uno y tomando presos a uno de los generales de Cajeme, de nombre Juan Siquili y a tres indios mas, emprendieron la marcha de regreso, no sin que en el camino los alcanzara una partida de guerreros que los tiroteo, consiguiendo que se escaparan los prisioneros.

En su transite al Mayo alcanzo al cacique la noticia de 10 sucedido a su familia, regreso inmediatamente, ordeno que fueran detenidas en el Medano algunas lanchas de Guaymas que habia alli a la sazon y dirigio una comunicacion oficial al capitan del puerto de Guaymas, diciendole que aquellas embarcaciones no quedarian en libertad, sino previo el rescate de 50 a 200 pesos por cada una, segun.su capacidad, que se pagarian en el termino de diez dias, despues de cuyo plazo no deberia contarse con las lanchas que no hubieran sido rescatadas.

Al mismo tiempo mando a decir al prefecto de Guaymas, por medio de un comisionado, que deseaba saber si el asalto sufrido en su casa habia sido ordenado por la prefectura 0 si era obra exclusiva de sus auto res; que en el

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primer caso, hacia presente su extrafieza, pues el era un buen mexicano dispuesto a defender su patria en cualquier guerra extranjera, y en el segundo pedia que se persiguiera y castigara a los ejecutores de aquel atentado, pues de 10 contrario, se vena obligado a tomar el desquite haciendo algunos dafios en los puntos inmediatos al rio.

Para que sus amagos no fueran vanos, Cajeme se ocupo desde luego en reunir a los indios por medio de sus lugartenientes, organizandolos con el fin de estar prontos para la guerra, dio ordenes al Mayo para que se hostilizara al distrito de Alamos, y como no se rescataranlas lanchas que habia detenido en el Medano, las mando incendiar y en numero de 22 fueron presa de las llamas.

Adernas destaco algunas partidas de sus soldados sobre los ranchos inmediatos a ambos rios y ya para el21 de febrero habia cumplido su promesa de hacer dafio, pues los indios habian atacado y robado el rancho de la Noria , cerca de Baroyeca, habian puesto fuego y destruido Ia pequefia hacienda de las Termopilas, en el Valle de Guaymas, dando muerte alii al senor Joaquin Salazar y se habian llevado algunos ganados de los ranchos inmediatos al Mayo.

Asi cornenzaron las hostilidades en la ultima revolucion del Yaqui: no la seguire paso a paso en todos sus incidentes, porque esto seria muy largo, y solo refertre los mas notables y mas relacionados con el he roe de esta narracion.

Mientras los indios se ocupaban de atacar los ranchos indefensos y robar en los despoblados y Cajerne organizaba sus elementos de guerra, el gobierno federal y el del Estado se habian resuelto a emprender una campafia formal sobre las tribus hasta someterlas al orden y con tal fin se rcunian fuerzas de guardia nacional en varios dlstritos y se concentraban las tropas federales hacia el teatro de la guerra, avanzandose algunos pequefios destacamentos rumbo al Yaqui en los lugares por donde los indios hacian mas comunmente sus salidas.

Despues de los preparativos necesarlos, en los primeros dias del mes de mayo, las fuerzas que se habian reunido, 800 hombres del Estado y 1400 de la fedcracion, emprendieron resueltamente su marcha sobre el Yaqui, en dos column as de igual fuerza, una por la Misa, Ilitaco, Mapole y la Pitahaya, a las ordenes del general en jefe Iose Guillermo Carbo, y la otra por Buenavista, Jecatacari y Cocorit, al mando del general B. Topete, con el proyecto de reunirse en dia determinado en el pueblo de Torin, en el centro del territorio sublevado.

Cajerne, por su parte, se habia ocupado en hacer sus preparativos de defensa, habia reunido como 3000 guerreros en diversos grupos mandados por los generales de los pueblos, y para tener un punto de apoyo habia construido e1 fuerte llamado del Afiil, cerca del pueblo de Vicam, en e1 centro

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de un espeso bosque a la margen Izquierda del no: este fuerte consistia en un ancho foso que abarcaba un recinto bastante extenso cortado a medio por la carretera que viene a Torin: detcis el foso tenia una fuerte empalizada de gruesos maderos c1avados en tierra, capaces de resistir las balas de canon; detras de esta empalizada, estaban las fuerzas principales de los indios divididas en varios grupos, cada uno de los cuales defendia detenninado punto de la fortificacion. Cajerne estaba alli y tenia a su cargo uno de los puntos de defensa. Dentro de aquel recinto se habian acopiado algunos viveres y

-ganado, y para no carecer de agua, Cajerne habia hecho construir un camino cubierto hasta el no, en una distancia como de 800 metros.

Ademas de las fuerzas encerradas en el Aiiil, el cabecilla yaqui tenia a todo 10 largo del no varias columnas expedicionarias y muchos grupos, mas o menos importantes, que se ocupaban, unos en reunir a los yaquis dispersos y otros en el merodeo.

El general Carbo llego al Medano, establecio alli su cuartel general para tener expeditas por mar las comunicaciones con Guaymas y despacho al general Lorenzo Garcia con 600 hombres a fin de que, en el dia determinado, se uniera con el general Topete en Torin,

Este jefe, desde su salida de Buenavista, tuvo que sostener constantes tiroteos durante la marcha: llego sin ninguna novedad de importancia a Torin; se unio alli con Garcia, qui en en seguida retrocedio con su columna hacia Potam: dejo al coronel Lorenzo Torres en Torin con cerca de 500 hombres y el (Topete) con 600 soldados y una pieza de artilleria, siguio el 16 de mayo hacia el Medano, por 1a margen izquierda, en busca del cuartel general. Esta columna tropezo en su marcha con la fortificacion del Aiiil y el general Topete mando atacarla con infanteria y con el cafion que llevaba; pero los indios, alentados con la presencia de Cajerne, la defenclieron detras de los parapetos y rechazaron a Topete obligandolo a retirarse a Vicam, dejando en el campo 20 muertos y logrando salvar 50 heridos que tuvo, yel cafion, gracias al arrojo del coronelJuan A. Hernandez, jefe de la caballeria.

El teniente del 6Q batallon Jose A. Morales, muno valientemente a1 pie del parapeto y el medico cirujano Ricardo E. Aguilar, de las fuerzas auxiliares, se hizo acreedor a una mencion especial por su digno comportamiento.

Este contratiempo, por ligero que fuese, envalentono a los yaquis, confirmando el prestigio de Cajeme, quien por prirnera vez entre ellos habia introducido el sistema de la guerra defensiva en puntos fortificados, y no dejc de hacer sufrtr a la moral de las fuerzas del gobierno.

E1 cabecilla yaqui mando entonces fortificar algunos lugares que [uzgo ventajosos para la resistencia y dio orden a todos sus subalternos para no presentar batalla en ninguna parte y no batirse sino detras de trincheras: este sistema obtuvo ex ito por el momento, y aunque las fuerzas del gobierno derrotaban de continuo a las partidas de indios que lograban encontrar en

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campo raso, y aun que llegaron a atacar en algunas fortificaciones, como sucedio en el cerro del Onterne, la verdad es que no se atrevian a tomar el Afiil ni otros lugares dentro de los bosques en donde los indios se habian hecho fuertes.

El jefe de la columna que ataco el cerro del Onteme fue e1 generalJuan B. Camano, concurriendo a este asalto e1 teniente coronel Francisco Arvizu, el mayor Jose Maria Villarreal, el coronel Lorenzo Garcia, [efe del o? batallon, capitan segundo de artilleria Mariano Alvarez, bateria fija Miguel Gutierrez, batallon numero 25 al mando del coronel Carlos E. Margain, batallon de Sonora al mando del coronel Eleazar B. Munoz, mayor Isidro Castanedo, primer cuadro de caballeria a las ordenes del coronel Juan A. Hernandez, segundo cuerpo de caballeria, tenientes lose M. Cervantes y Celso Leon y los escuadrones de Hermosillo, Sonora y Tecoripa.

Tanto los jefes y oficiales como la tropa, se batieron con denuedo; pero aunque los indios fueron derrotados, en el Onteme les quedaba la foruficacion del Aiiil Y algunas otras posiciones ventajosas,

De esta manera se prolongaba la guerra, y aunque Cajerne tenia la esperanza de que e1 gobierno diera por terminada la campafia Sin otros resultados como habia sucedido constantemente, tambien ternia que en esta vez insistiera en ella hasta hacer la conquista definitiva de las tribus y hacerle perder su dominio en el rio. Con el fin de explotar el animo de los jefes del gobierno y para ganar tiempo en espera del mes de julio, epoca de las lluvias y de los grandes calores en que las operaciones se hacian mas dificiles, Cajeme ordeno a sus generales Anastasio Cuca y Juan Maria, que entraran en platicas con el jefe del destacamento situado en Torin, ofreciendo someterse al gobierno y vivir en paz, a condicion de que las fuerzas evacuaran inmediatamente el Yaqui; pero semejante convenio era inadmisible, ni siquiera podia discutirse, y se exigio a los sublevados que se sornetieran, entregando las armas y sin concedersclcs mas garantias que las de respetar sus vidas e intereses, quedando sujetos a 10 que el supremo gobierno tuviera a bien determinar respccto de ellos, condiciones que por su parte tam poco quisieron admitir los sublevados.

En los incidentes que quedan narrados yen otros de escasa importancia, paso el tiempo hasta el mes de julio, epoca en que se dispuso retirar las fuerzas del Yaqui y situarlas en puntos donde a la vez que pudieran pasar comodamente la mala estacion, estorbaran a los indios al salir a merodear.

Aquella retirada fue un triunfo para Cajeme: el y todos los indios consideraron que se daba por terminada la campafia y que continuarian como hasta alli, viviendo independientes. La tribu habia quedado arruinada con la guerra; pero eso era para ellos de un interes secundario; algunos bienes habian logrado salvar en el fondo de los bosques y de las marismas, y para ir recuperando 10 perdido y proporcionarse medios de vivir, dispuso Cajcme

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que todos los indios se ocuparan de sembrar y aun que se restableciera el pequeiio trafico comercial que· tenian con Guaymas, en donde vendian los productos de sus pequefias indus trias y se proveian de 10 que les hacia falta.

Pero aquella retirada de las fuerzas no era mas que una pequeiia tregua, y las operaciones deberian renovarse tan luego como pasara la mala estacion.

Muerto el general Carbo en octubre de 1885, quedo con el mando provisional de las fuerzas el general Marcos Carrillo; el gobierno dispuso que vinieran nuevas tropas para emprender otra vez la campafia, y Cajerne pudo convencerse de que en breve se renovarian las hostilidades.

Los indios, que habian sufrido mucho durante la guerra y que seguian sufriendo grandes necesidades, porque no se les permitia mantener ningun trafico con el resto del Estado, comenzaron a huir de los rios en grupos mas o menos considerables, procurando refugiarse en las poblaciones del interior. En el Mayo estaba muy dividida la tribu entre la paz y la guerra y viendo Cajeme que necesitaba medidas energicas para comunicar a los dernas su energia y decision, ernprendio un via]e a aquel rio, mando fusilar al cabecilla Andres Capusari, que se habia inclinado al partido de la paz, Infundlo confianza a los mayos y los deja resueltos a continuar defendiendose.

Se acercaba el momento de renovar las hostilidades y algunas personas de Guaymas, deseando evitar, si era posible, nuevas desgracias a los indios, obtuvieron del general Carrillo permiso para entablar negociaciones con Cajerne, para ver si lograban someterlo convenciendolo de su impotencia. Por medio de un yaqui le escribieron una carta el cura don Tomas G. de Galdeano y don Nicanor Ortiz, invitandolo a la paz; pero Cajeme contesto que podian ir al rio a tratar de ella. En efecto, los sefiores expresados y don Nieves Acosta se presentaron en Potam a mediados del mes de diciembre. En aquel pueblo estaban reunidos los gobernadores, generales, muchos indios de los ocho pueblos y dos representantes del Mayo, pues el cabecilla seguia un sistema de someter a la multitud las resoluciones de importancia y de interes comun. Se les hizo saber, por medio de Interpretes, el objeto de que se trataba, se hablo de los beneficios de la paz bajo la obediencia al gobierno y a las leyes, y habiendo manifestado los indios que se sometian, se redacto un acta en que se hacia constar. Entre tanto, Cajeme, para alejar toda sospecha de que el dirigia a la asamblea, se mantuvo retirado en un bosque: al irse a firmar el acta por los que sabian escribir, rnando pedirla con dos ayudantes, y un momento despues, al frente de una tropa considerable, ocupo la gran plaza del pueblo y acornpafiado de su Estado Mayor, se dirigio a los negociadores de Guaymas y les manifesto su aprobacion por 10 hecho, como un acto de la voluntad de la tribu. Se Ie pidio que firmara el acta y contesto: "Mi palabra tiene tanto valor como mi firma, y siempre han hecho la paz los pueblos sin firmar ni el papel mas insignificante".

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Esta contestacion puso termino a aquellas negociaciones que, por otra parte, nadie llego a creer formales. El mismo Cajeme era el prinlero en no hacer merito de ellas, pues nunca llego a pasar por su Imaginacion la idea de some terse incondicionalmente sin luchar antes hasta 10 ultimo. Se mostraba deferente a 10 acordado por 1a multitud, porque esa era Ia base de su sistema y el secreta de su prestigio, pero nunc a podria resignarse a perder su cacicazgo.

Lejos de aceptar las proposiciones de paz que se le hacian, activo sus preparativos de guerra; reforzo sus fortificaciones y construyo otras nuevas; mando fabricar gran cantidad de polvora, que los indios saben hacer aunque imperfectamente y muchos arcos y flechas para los guerreros que no tuvieran armas de fuego; escondio en las quiebras de la sierra todo el ganado y las semillas que fue posible acopiar, y estableciendo su cuartel general en Raun, puso una fuerza avanzada sobre la Pitahaya para vigilar al enemigo y se dedico con empefio a infundir en los indios el entusiasmo por la guerra.

El gobierno federal nombro al general Angel Martinez jefe de la primera zona militar, que comprende los estados de Sonora y Sinaloa y el territorio de la Baja California, ya este jefe le correspondia dirigir las operaciones sobre los rios, En enero de 188611ego a Alamos y con verdadero empefio se ocupo de los preparativos necesarios para emprender una campafia vigorosa; poco despues que eI, llego tambien a aquella ciudad el 12Q batallon del ejercito con 600 plazas; se Ilarno del distrito de Moctezuma el 11 Q regimiento; se organizaron fuerzas del Estado en numero considerable, yen el mes de marzo el general Carrillo, con una columna de 1200 hombres, marcho de Guaymas sobre el Yaqui, mientras que el general Martinez, con fuerzas que no bajarian de 1500 hombres, iniciaba las operaciones sobre el Mayo, derrotando a los indios en varios encuentros y tomandoles algunos prisioneros. A principios de mayo el general Carrillo torno la Iortiflcacion del Aiiil por medio de un combate, el general Martinez entre al Yaqui con su columna, y dados el ernpefio y la actividad de este jefe, todo hacia esperar un encuentro decisivo con el grueso de los indios.

No cogieron desprevenido a Cajerne aquellas operaciones; pero su inferioridad era evidente y en vano trabajaba por mantener organizadas y moralizadas sus fuerzas; los indios tenian miedo y se le desbandaban, desparrarnandose en pequefios grupos por los bosques y solamente por su prestigio personal y estimulandolos con la necesidad de hacer unidos la defensa comun, mantenia algunos grupos considerables sobre las armas y extendia su inftuencia sobre todos. El caudillo indigena comprendia que no podia defenderse en las margenes del Yaqui, en donde se le anunciaba una persecucion activa y vigorosa, y fue a tomar una magnifica posicion en el fuerte del Buatachive, en la Sierra de Bacatete, en donde ademas de las defensas naturales, habia mandado construir otras que hacian el punto casi inexpugnable.

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Esta fortificacion estaba situada como a cuatro leguas al norte del pueblo de Torin, en los desfiladeros de la sierra. Una cordillera que corre de sur a norte fonnaba el punto de apoyo de la espalda de los indios. Por la derecha, el frente y la izquierda, fonnando un arco muy concave cuyos extremos se apoyaban en la cordillera, habia diseminados aqui y alla distintos cerros que Cajeme mando enlazar por medio de fuertes muros de piedra que servian perfectamente de trincheras. Dentro de este contorno que ligeramente hemos bosquejado, habia un valle, que era el recinto fortificado, como de una legua y media de circunferencia, con un pequefio manantial.

EI caudillo indio creyo que aquel era el punto mas a proposito para reconcentrar sus elementos de defensa y para intlamar de nuevo con Ia esperanza de un triunfo, el espiritu desmoralizado de la tribu.

En consecuencia, dispuso trasladar alli todos los ganados y el grano que aun habia existentes, reunio dentro de la fortificacion todas las partidas armadas de que logro hacerse obedecer y dio orden para que todos los indios, aun las mujeres, los nifios y los inutiles, fueran a guarecerse alli de la persecucion de las fuerzas del gobierno.

Para estimularlos a cumplir esa orden, hizo trasladar alli los santos de las iglesias, objeto el mas venerado de las tribus. Estas medidas llevaron a Buatachive como cuatro mil indios de todo sexo y edad, quedando otros muchos diseminados a 10 largo del Yaqui, dentro de los bosques y en la sierra. De los guerreros quedo una guarnicion en el Aiiil Y muchas partidas de merodeadores sin lugar fijo.

Cada dia se hacia la posicion de Cajerne mas y mas dificil, pues las subsistencias comenzaron a faltarle en el Buatachive y ya no tenia como alimentar ni a los indios ni a los ganados. Consumidas todas las reses y los rebafios de cameros, se alimentaron con los caballos y una gran cantidad de burros, animal que abunda mucho en el Yaqui.

Pero esta alirnentacion pesirna, la aglorneracion en que se vivia y la falta de habitaciones paga guarecerse del sol, hicieron que tomara un desarrollo espantoso la epidemia de la viruela, causando espantosos estragos. Sin embargo, Cajeme estaba resuelto a sostenerse alli hasta el ultimo trance, pues se creia mas seguro de las fuerzas que 10 pcrseguian, que en ningun otro lugar del rio.

Los prisioneros que el general Carrillo tomo en el Ani! el 5 de mayo infonnaron de la existencia del fuerte de Buatachive y de que Cajerne estaba alii con todas sus fuerzas, y el general Martinez, aplaudiendo aquella oportunidad que se le ofrecia para acabar la campafia con un solo golpe decisivo, resolvio inmediatamente atacar la posicion.

Los dias 8, 9, 10 Y 11 fueron empleados en reconocer la fortiflcacion, situar las fuerzas cerca de ella, clrcunvalandola para atacarla por varios rumbos a la vez, abrir brechas y caminos en las rnontafias inmediatas para

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colocar las cuatro piezas de artilleria de que se podia disponer, en lugares dominantes para batir a los indios, y en intentar desalojarlos a cafionazos de los cerros fortificados que ocupaban defendiendo el recinto del Buatachive. No habiendose logrado este intento porque los indios se sostenian firmes en sus puestos a pesar del fuego del canon, el general Martinez dispuso que el general Jose T. Otero, con 200 hombres, tomara por asalto el cerro que defendia el flanco izquierdo de los indios, y que el coronel Lorenzo Torres, con 300 hombres, hiciera la noche del 11 al 12 una marcha penosisima de seis leguas alrededor de todos los puntos fortificados, con el fin de que escalara la montana en que se apoyaba al norte el flanco derecho de Cajeme: que el general Carrillo con el 6Q batallon, asaltara por el oeste el centro de la fortificacion, que era la parte mas bien defendida y se apoyaba en una pequefia eminencia fortificada; que el coronel Carlos E. Margain tomara, con 200 hombres del 25Q batallon, otro cerro un poco mas ala izquierda de los indios y a la derecha del general Carrillo, sobre el cual habia enarbolada una bandera roja, y por ultimo, que el teniente coronel Gonzalo del Valle atacara el flanco Izquierdo del enemigo con el 12Q batallon. De las cuatro piezas de artilleria, una se destine para batir la derecha de los indios, otra para el centro y dos para la izquierda. Dictadas estas disposiciones, se espero a que el coronel Lorenzo Torres, que tenia a su cargo la parte mas dificil de las operaciones, trepara por la montana, dominara el flanco derecho de los indios y anunciara con sus fuegos el momento del asalto.

En efecto, a las seis de la manana del dia 12 el coronel Torres aparecio sobre las cordilleras, batiendose con los indios que defendian aquel punto, y en el acto se hizo general el ataque, protegido por el fuego de artilleria.

Los indios estaban resueltos a defenderse a todo trance, y aunque se acusa a Cajeme de haberlos abandonado durante la noche del 11 al 12, los otros jefes sostuvieron la lucha con verdadero valor y no abandonaron las posiciones que cada uno ocupaba, sino despues de combatir heroicamente y cuando ya no pudieron sostenerse contra el impetu de los soldados disciplinados y de los jefes experimentados que los atacaban.

Cada una de las columnas tome el punto que le fue sefialado, y los indios, ernpujados por todas partes, se echaron en masa sobre el coronel Torres, pretendiendo envolverlo para huir por la sierra; pero este jefe, que en medio del fuego habia fabricado trincheras para sus soldados, los repelio con energia y los arrollo. Los yaquis, entonces, tomando una salida que habia entre los cerros del norte y centro de la fortiflcacion, se retiraron hacia el corazon de la Sierra del Bacatete, sin dejar un solo guerrero, ni herido, ni prisionero, ni una sola arma util en poder de las fuerzas victoriosas. Quedaron en el campo de batalla 200 indios muertos y las fuerzas recogieron como 2000 entre viejos, mujeres y nifios, muchos enfermos de la viruela y otros heridos por las balas, Los asaltantes perdieron 21 muertos y 48 heridos.

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Las fuerzas que tomaron parte en el Buatachive a las ordenes de Angel Martinez se cornponian de 26 jefes, 76 oficiales y 1270 de tropa.

Se mencionan, entre otros, el distinguido hecho llevado a cabo por el teniente del 25Q batallon, Manuel Zozaya, que fue el primero en llegar a la cima de un cerro fuertemente defendido, arrebatando a los yaquis una bandera roja que all tenian izada, y se le confiere en el campo el ascenso inmediato.

Se menciona honorificamente a los generales de brigada, Marcos Carrillo, graduados Jose Tiburcio Otero y Lorenzo Garda; coroneles Lorenzo Torres, Carlos E. Margain, Eleazar B. Munoz y Francisco Miranda y Castro; teniente coronel Gonzalo del Valle y capitan 1er, ayudante Alejandro Yepez.

En cuanto al coronel Lorenzo Torres, existen en el archivo de la guerra del Yaqui los documentos siguientes:

1 Q C. Secretario: El general en jefe de la zona militar inserto el oflcio que le dirige el general Bernardo Reyes, dando cuenta de que el coronel Lorenzo Torres fue atacado por una banda de apaches en el paraje del Encino, el4 de julio proximo pasado, al ir en marcha de Moctezuma a Granadas, y que con la poca fuerza que llevaba del6Q Regimiento, hizo resistencia a los indios desde las 10 a.m. hasta las 2 p.m., en que sucumbio el ultimo de sus soldados, habiendo salido herido el citado coronel.

El general Carbo menciona la actividad, inteligencia y valor de que el coronel Torres ha dado repetidas pruebas en la campafia de indios, y recomienda a la consideracion del gobiemo el notable comportamiento de aquel jefe en el hecho de que se trata. Siendo este un servicio distinguido en la carrera militar y estando comprendido en el articulo 4Q del 18 de septiembre de 1879, yen la fraccicn 4~ del articulo 26 del decreto del 28 de junto del afio pasado, corresponde al coronel Torres el ascenso inmediato, como justa recompensa a su valor.

Basado, pues, en estos conceptos, y en la indica cion que contiene el parte del general Carbo, el subscripto propone a usted que se conceda al coronel Lorenzo Torres el grado de general de brigada, y que al comunicarse esta resolucion al referido general Carbo, se Ie diga que para recompensar de alguna manera el arro]o y abnegacion de los seis individuos de tropa que sucumbieron, se hace extensiva a sus respectivas familias la gracia acordada para los que sucumbieron en la accion del Arroyo de los Alisos, a cuyo efecto rernitira a esta Secretaria una relacion que exprese la clase y nombre de las victimas, para los efectos respectivos.

A esta opinion recayo el acuerdo siguiente: "Agosto 15 de 1882. Consignese este hecho en la boja de meritos del interesado, y en cuanto a la segunda parte de la opinion, procedase como en ella se expresa".

2Q En vista de 10 expuesto, la seccion de mi cargo, procediendo con fa equidad con que siempre ha obrado, tiene la honra de proponer a esa superiodad: 1 Q que se conteste al general Angel Martinez que el gobierno ha visto con entera

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satisfaccion las acertadas disposiciones que dicto en el ataque y toma de Buatachive, cuyo buen resultado era de esperarse, supuesta su pericia militar y el valor y arrojo de los generales, jefes, oficiales y tropa que tomaron participacion en ese hecho de armas; y que por 10 mismo el presidente de la Republica Ie da las gracias, as! como a sus subordinados, por el servicio importante que acaban de desempefiar, cuya manlfestacion hara que se publique por la orden general de la zona, haciendo mcncion honorifica de la conducta que observaron en la jornada de que se trata, los generales Marcos Carrillo, Jose Tiburcio Otero y Lorenzo Garda; coroneles Lorenzo Torres, Carlos E. Margain, Eleazar Munoz y Francisco Miranda y Castro; teniente coronel Gonzalo del Valle y capitan ler. ayudante Alejandro Yepez.

32 Que para recompensar de alguna manera la eficacia y oportunidad con que el coronel Lorenzo Torres efectuo durante la noche el briUante movimiento que se le habia ordenado con el fin de flanquear at enemigo, venciendo para ello dificultades sin numero, y del cual dependia el principio del ataque general y tal vez el exito de la jornada, cuyo hecho y e1 antes citado demuestran su bravura y pericia militar, se Ie concede el grado de general de brigada en la milicia que justifique, como tuve la honra de proponer ell 2 de agosto de 1882.

42 Que al teniente del 25 batallon, Manuel Zozaya, se Ie conceda el ascenso inmediato por haber llevado a cabo los hechos distinguidos de que tratan las fracciones 4~ y 5~ de la ordenanza general del ejercito.

52 Que estas dos recompensas se comuniquen al jefe de la zona para que tambien las mande publicar por la orden general, y

62 Que de las relaciones de muertos y heridos se pase copia al Departamento de Infanteria, y un tanto de la primera a la seccion 2~ de la Secretaria para los efectos correspondientes.

Usted, no obstante, acordara 10 que tenga a bien. -Mexico, [unio 12 de 1866. -Echenique.»- Rubrica.

Despues de la derrota del Buatachive era materialmente imposible que los indios pudieran seguir sosteniendo la guerra. Faltos de subsistencias, desnudos y hambrientos, divididos en muchos grupos que no podian resistir a la persecucion que se les hacia, diezrnados por la viruela, sin municiones y perdida la fe en su sistema de fortificaciones, es natural que se apodera de ellos el mas profundo desaliento y comenzara a tener proselitos la idea de someterse. EI general Martinez 10 comprendio asi y considerando terminada la campafia, expidio una proc1ama llamandolos a la paz y dispuso que a los que se sometieron a la obedicncia de las autoridades legitimas y entregaran las armas se les extendiera un certificado y disfrutarian de todas las garantias que tienen los ciudadanos de la Republica, mientras que los que persistieran en mantenerse rebelados, serian perseguidos y castigados con toda energia.

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Efectivamente, los yaquis comenzaron a some terse y se presentaban en grupos mas 0 menos considerables a los jefes de los destacamentos de Cocorit, de Torin, de Potam y del Medano, en donde eran recibidos con humanidad y con Iastima, pues se presentaban desnudos, muriendo de hambre y revelando en to do el mas alto grado de miseria. Antes de terminar el mes de mayo, ya se habian presentado los gobemadores de los ocho pueblos del Yaqui, los alcaldes, jefes y una gran multitud de gente menuda, aunque sin entregar mas armas, que sus arcos y carcajes y algunos fusiles viejos e inutiles, {micas que confesaban haber usado durante la campafia.

A solicitud del general Martinez, eI gobemador del Estado, Luis E. Torres, envio al rio una cantidad considerable de viveres y manta para alimentar y vestir aquellos infelices indigenas, y aun el mismo gobemador hizo un viaje a Torin para recibir la sumision de los yaquis en un acto solemne que se habia preparado y en que tomaron parte todos los cabecillas sometidos. El dia 27 de mayo se reunieron, efectivamente, en aquel pueblo, todos los gobernadores indios, con sus bastones con pufio de plata, signo de su autoridad, y acompafiados de su sequito de temastianes, alcaldes, fiscales y una gran multitud del pueblo indigena.

El general Crispin de S. Palomares les dijo un discurso que les fue traducido por un interprete elocuente de su misma raza y en el cual despues de traerIes a la memoria los duros sufrimientos que en todo tiempo les habia acarreado la guerra, les pinto los beneficios de la paz y las grandes ventajas que recibiria la tribu de vivir bajo el amparo de las leyes y protegida por los gobiernos. Tambien el general Martinez y el gobemadorTorres dirigieron la palabra a los indios pintandoles los benefices de la paz, ofreciendoles proteccion y toda clase de garantias, excitandoles a que entregaran las armas que tuvieron escondidas y recomendandoles que estimularan a presentarse a los dernas que aun permanecian rebleados y con las armas en la mano.

Los indios parecian haberse conmovido profundamente y levantandose todos del suelo en donde habian estado sentados, tome la palabra el gobernador de Vicam, Francisco Siquimea, y haciendo la sefial de la cruz protesto someterse de buena fe, manifesto su gratitud y ofrecio hacer que se some tieran todos los vecinos de su pueblo. Esta protesta fue secundada por los demas gobemadores, que eran; de Huirivis, Lorenzo Tornisicomea; de Potam, Antonio Cupis; de Bacum.juanjose Yevismea: de Cocorit, Hilario Taa: de Torin, Jose Molina y de Raun, Jose M. Lopez, todos ancianos de aspecto venerable. Faltaba el gobernador de Belen, que no se presento sino cuatro dias despues,

Para terminar aquella ceremonia, el coronel Lorenzo Torres, nombrado por el gobierno para organizar los pueblos del Yaqui, distribuyo a todos los indios presentes algunos viveres y telas para que se alimentaran y cubrieran su desnudez.

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La guerra parecia haber terminado por completo, la paz comenzo a llevar al rio nuevos vecinos de raza blanca que iban en busca de negocios a aquella region: se traficaba por ambas margcnes del Yaqui con la mayor seguridad y confianza, y el general Martinez, creyendo todo concluido, mand6 dar de baja las fuerzas del estado y retire parte de las federales, no habiendo quedado mas que un destacamento en el Medano con parte del primer cuadro de regimiento, otro en Torin con el6Q batallon y otro en C6corit con el doceavo y con el resto del primer cuadro: fuerzas que no se creyeron bastantes para mantener la paz. El mismo general Martinez se traslad6 a Alamos, a donde 10 llamaban otros asuntos del servicio y qued6 en el Yaqui con el mando el general Francisco Leyva.

Sin embargo, habia dos circunstancias para que aquella situaci6n pudiera considerarse no enteramente asegurada; los indios no habian entregado las armas con que habian sostenido la carnpafia, y Cajeme no se habia sometido. Se le habia perseguido sin descanso y con teson por la sierra, por los bosques y las marismas, pero siernpre en vano: nunca se le lleg6 a encontrar y parecia que era un ser imaginario, invisible, un mito creado por la fantasia de su pueblo.

Huyendo siempre, siempre recatandose, e1 caudillo yaqui habia logrado escaparse ora en la profundidad de los bosques, ora en las quiebras de la sierra. Tal vez tenia el deseo de someterse tambien pero desconfiado con esa desconfianza instintiva y profunda de su raza, ternia ser inmolado en aras de otros intereses y de otras miras que para cl estaban muy debajo de su seguridad personal. Adernas, no podia conformarse con la idea de perder su cacicazgo, y creyo ver en la retirada de las fuerzas del Yaqui una coyuntura favorable para renovar la guerra con buen exito; al menos para hacer el ultimo esfuerzo de los desesperados, 0 de los heroes.

Mucho de su prestigio habia perdido Cajerne con la derrota del Bautachive, pero aun conservaba muchos adictos, que aumentaba con su decisi6n en continuar la guerra. Los yaquis son una raza valiente y sufrida; resisten el hambre y la intcmperie arrostrando los mayo res peligros con una fortaleza indomable; su principal cualidad, la que constituye la esencia de su caracter, es el amor a la tierra de su mayores; el defenderla y conservarla de todo dominio extrafio, constituye el orgullo de su raza y por conseguirlo arrastran todas las penalidades con un heroismo de martires. Asi, pues, no es raro que Cajerne, despertanclo ese orgullo, estimulando su patriotismo, lograra una vez mas reunirios en torno suyo para dar nuevo impulso a una guerra, que consideran sagrada como consideran todos los pueblos, especialmente los prirnitivos, la guerra que tiene por objeto la defensa de sus hogares.

Cajerne, pues, logro reunir gran parte de los guerreros en 10 mas espeso de los bosques y dispuso emprender nuevamente lashostilidades.

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Comenzo por enviar emisarios a los indios que estaban viviendo en paz en los campamentos de Medano, de Torin y de Cocorit para que se retiraran de am: y fueran a hacer causa cornun con los sublevados y ordeno al Mayo que se levantaran los indios de alla.

El 21 de junio se comenzo a notar la retirada de los indios de los campamentos; el rnismo dia se apoderaron cerca del pueblo de Torin de una partida de mulas del gobierno del Estado, el 22 asaltaron dos convoyes de arrieros, mataron a tres de ellos y robaron cuanto llevaban, y por ultimo, en el pueblo de Vicam cogieron a varios indios de los que se habian indultado, los colgaron de los arboles y para escarmiento de los dernas les pusieron entre los dientes a los cadaveres los pasaportes que les habian expedido las autoridades militares.

El cabecilla yaqui habia reunido los restos de su fuerza en los bosques inmediatos al pueblo de Vicam y habia ocupado la fortificacion del Aiiil: algunas exploraciones practicadas por el coronel Torres habian dado a conocer esto y el general Leyva se propuso tomarles aquel fuerte; los indios casi no 10 defendieron y despues de unos cuantos disparos huyeron dejandolo en poder de Leyva, que 10 ocupo el seis de julio.

Los mayos, instigados por Cajeme, pretendieron verificar un nuevo lanzamiento y para decidirse se reunieron a inmediaciones del pueblo de Santa Cruz protegidos por los bosques, pero los descubrio el coronel Antonio Rincon, los ataco y los disperso haciendoles algunos muertos.

Por el rumbo de Torin y Bacum, los generales Carrillo y Otero y el coronel Torres emprendieron expediciones por los bosques en busca de los sub levados: pero no encontraron mas que pequefias partidas de eUos que huian y se perdian en la espesura al sentir la persecucion.

EI general Martinez dispuso que regresaran al Yaqui las fuerzas que habia retirado de alli, con el fin de emprender nuevamente la carnpafia con mayor vigor: se propuso perseguir incansable y tenazmente a los indios que de nuevo ernprendian la guerra y no descansar hasta aniquilarlos y vencerlos, hasta dejarlos impotentes para hacer nuevos alzamientos. Cajerne comprendio que para reanimar al abatido espiritu de su tribu necesitaba obtener un triunfo pronto, antes de que pudieran volver al rio las fuerzas que se habian retirado y 10 abrumaran con una persecucion ineontrastable. AI efecto, quiso tomar la of ens iva y empleando inauditos esfuerzos, logro reunir una masa de mil quinientos indios de caballeria e infantcria con los cuales forma el proyecto de atacar el pequefio destacamento del Medano y destrozarlo, con 10 cual, adernas del dafio que causara, conseguiria apoderarse de una cantidad considerable de provisiones de boca, que en aquellas condiciones hubiera sido un botin precioso.

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Este proyecto estaba bien concebido y si los jefes del gobiemo se descuidaran un momento y le dieran tiempo a Cajeme de ejecutarlo, es indudable que los yaquis recobrarian la moral perdida, se harian de elementos para ellos de mucha consideracion y podrian prolongar la guerra todavia por mucho tiempo.

Pero aquellos jefes estaban alerta y no querian descansar un momento en las operaciones para castigar severamente a los que despues de concertar la paz, habian faltado a sus compromisos y vuelto a encender la guerra. El general Carrillo dispuso que el incansable coronel Lorenzo Torres, con una columna de cerca de cuatrocientos cincuenta hombres de caballeria e infanteria, tornados de los varies destacamentos del Yaqui, emprendiera una expedicion por la margen izquierda para buscar a los indios entre los bosques y las marismas de la costa. Despues de recorrer los puntos llarnados Chipoca, Tobari, Guitevos, Medanos Blancos, Ilibay y Moscobampo, guiado por algunos prisioneros que habia logrado aprehender, el coronel Torres se encontro en el ultimo de esos lugares el 22 de junio con las fuerzas de Cajerne que se dirigian al Medano a ejecutar su proyecto. Con una maniobra ingeniosa logro el coronel Torres que los yaquis abandonaran una posicion ventajosa que ocupaban, los atrajo a unas playas llamadas del Guichamoco, y alii se entablo el combate. El coronel Torres tenia cerca de cuatrocientos cincuenta hombres y aunque los indios eran triple numero, estaban desmoralizados, hambrientos y carecian de disciplina. Sin embargo, se batieron con denuedo, resistieron las cargas que se les dieron por el frente y por los flancos y lejos de desmayar ante la acometida de nuestras tropas, cargaban desesperadarnente resueltos a disputar la victoria y se batian cuerpo a cuerpo con los soldados. En el momento decisive el coronel Torres mand6 armar la bayoneta y lanzo a toda su infanteria sobre los indios, ordenando que la caballeria les tomara la retaguardia: con esto comenzaron a desmoralizarse y poco despues echaron a huir, pcro sin dejar en poder del vencedor ni un herido ni un prisionero y sin que pudiera pcrseguirseles por entre los matorrales y por el cansancio de la tropa. Reconocido el campo se encontraron 62 indios muertos y las hue llas de sangre de los heridos que llevaban los que huian. EI coronel Torres tuvo un oficial y cinco soldados muertos, y dace heridos.

Tomaron parte en este cornbate, fuerzas del primer cuadro de regimiento, del 6Q Y 25Q batallones y la Guardia Nacional; el teniente coronel Juan A. Quintero; rnayores Claudio Zapata, Isidro Castanedo y Joaquin Deoeza, capitan primero Susano Martinez, y algunos otros distinguidos oficiales.

Me he detenido en la narracion de este combate, asi como en el de Buatachive, porque fueron los mas importances de toda la carnpafia y ambos de resultados casi decisivos, pues pusicron a los indios en la imposibilidad de seguirse defendiendo con esperanzas de alcanzar ni el triunfo mas leve. Naturalmente la dcsrnoralizacion fue en ellos complcta can esta nueva derrota y el desbandamiento se hizo general.

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Cajerne se desernpefiaba inutilmcnte por rehacerse y todas las noticias que de el se adquirian, dab an a en tender que solo mantenia consigo una pequefia escolta, con Ia cual se andaba escapando de bosque en bosque.

El general Martinez procure imprimir todavia mas actividad a la persecucion: establecido un nuevo destacamento en Bacum, ordeno que el general Carrillo hiciera una batida por los bosques inmediatos a aquel pueblo y calculando que los restos desbandados de los indios se hubieran refugiado en las marismas, destaco dos columnas para que los persiguieran: una a las ordenes del general Otero y otra a las del coronel Torres; pero ni estos jefes ni el general Carrillo pudieron nunca encontrar una reunion considerable de yaquis: a veces tenian que sufrir alguna descarga que les hacia desde un bosque impenetrable, alguna partida de merodeadores; se echaban a perseguirla y cuando mas, lograban atrapar aJguno que moria en seguida.

Una expedicion de cuatro, seis 0 mas dias por la espesura 0 por las marismas, no dab a generalmente mas resultado que malar dos 0 lres indios, tomar prisionera alguna familia indigena que andaba errante y perder uno 0 dos soldados, muertos 0 heridos por las traidoras balas disparadas desde el fondo obscuro de un mezquital.

De esta manera Ia guerra, se habia convertido en una mutua caccria en la que, por 10 cornun, tocaba a los indios la peor parte. A la vez que con aquella persecucion terrible de las tropas, tenian que luchar con la epidemia de la viruela, con la desnudez y con el hambre. No los habia dejado la guerra hacer sus pequefias siembras y carecian absolutamente de maiz, base de su allmentacion, habian consumido ya todos los ganados del rio y si alguno habia logrado salvar unos cuantos animates, huia con ellos sin descanso para escaparlos 0 para que le sirvieran para su propia subsistencia y la de su familia. Acosadas por el hambre, algunas partidas cruzaron cl rio para venir a la margen derecha en busca de alimentos. EI mes de agosto se hicieron sentir por Cruz de Piedra, Providencia y hasta cerca de San Antonio, en donde robaron algun rnaiz y varias cabezas de ganado; y tomando prisioneros a varios sirvientes, tambien yaquis aunque pacificos de aqucllas haciendas, huyeron rumbo a la sierra del Bacatete; pero el general Hernandez habia sa lido del Medano a hacer una expedicion por la montana y los encontro en su retirada, los batio y les quito el ganado y los prisioneros.

Entre tanto, Cajeme parecia no existir y era vano el afan que se empleaba en buscarlo por todas partes: muchas veces creyeron los jefes que 10 perseguian estar a punto de atraparlo, pero [amas 10 conseguian: en el momento de ponerle la mano se disipaba como una sombra.

A pesar de todos sus apuros, el [efe indio persistia en defenderse y procuraba infundir en los dernas su pro pia energia y cl espiritu de su indomable resistencia. A fuerza de perseverancia y de actividad, huyendo siempre y siempre terniendo ser cogido, logro reunir como 800 guerreros en

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10 mas intrincado de los bosques de Bacum, en donde vivian por milagro. El 31 de agosto salio de aquel pueblo el capitan Luis G. Enciso con una fuerza de 100 hombres a practicar un reconocimiento por un lugar llamado Chumiampaco, y los indios, creyendo encontrar una oportunidad para destruir aquella fuerza, la atacaron con denuedo resueltos a vencerla. El capitan Enciso se defendio con la energia de un heroe y sostuvo e1 combate desde las siete de la manana, hasta las cuatro de la tarde.

A esta hora le lle go un refuerzo de 60 hombres enviado desde Cocorit y creyendo los indios que era de mayor numero, se retiraron llevandose doce muertos de la fuerza de Enciso y algunas armas y dejando 28 heridos.

Segun el parte rendido por este oficial, los indios perdieron como 100 hombres, numero que me parece exagerado, pero que no tengo medio de rectifiear.

Las fuerzas que hacian la carnpafia en e1 rio Mayo, habian emprendido una persecucion muy vigorosa sobre las pequefias partidas de indios que se mantenian armados. El coronel Antonio Rincon, despues de haber limpiado ambas margenes de aquel rio, recorrio con una columna el territorio comprendido entre el y el Yaqui, yen algunos combates en que destrozo algunos grupos de sublevados, les hizo 28 muertos y 72 prisioneros.

Parecia increible que los indios se sostuvieran todavia despues de tantos reveses y cuando a causa del hambre morian aun mas que por mano de los soldados. Cajerne comprendio que era imposible sostenerse por mas tiempo en e1 Yaqui, en donde por completo se habian agotado los medios de vivir y determin6 trasladarse, con cuantos guerreros pudo reunir, a la inmediata Sierra del Bacatete. En esta ultima posicion siquiera podria hacer excursiones por los ranchos vecinos para proveerse de subsistencias y esconderse en seguida en las quiebras de las montafias, mientras e1 transcurso del tiempo le deparaba una oportunidad para renovar la lueha. No le salio enteramente mal este proyecto, pues durante el mes de septiembre varias partidas de indios destacados en la Sierra, se apoderaron de algunos ganados del rancho de San Lorenzo, 10 llevaron a la sierra y pudieran mitigar el hambre, que Uegaba ya a su ultimo grado. Ejecutaban estas depredaciones sin ser molestados, pues las fuerzas habian quedado a sus espaldas, en el Yaqui, a larga distancia y con la cordillera del Bacatete de por medio. Cuando e1 general en [efe recibia en Alamos las noticias de estos merodeos 0 las recibian los jefes de los destacamentos del Yaqui 0 e1 gobernador del Estado en Hermosillo, ya los indios habian tenido tiempo de sobra para regresar a la sierra.

Tan bien le habian salido a Cajcme sus expediciones que resolvio emprender una personalmente eon el fin de recorrer varios ranchos y apoderarse del mayor numero de ganado que fuera posible, pues temia que pronto se le habian de impcdir aquellas salidas y deseaba aprovechar e1 tiempo, acopiando en sus madrigueras todas las provisiones que pudiera

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recoger. Efectivamente, habiendo reunido unos 500 indios, ernprendio con ellos la marcha el 26 de septiembre, atraveso Ia sierra y pasando por Punta de Agua ataco el rancho llamado Pocitos de Aguirre, en donde los vecinos se defendieron encerrados en una casa, yen pocos dias recorrio los ranchos del Alamo, la Sanguijuela, San Lorenzo y las Chinches, inmediato al pueblo de San Marcial, recogiendo cuanto ganado encontraba. En Pocitos de Aguirre fueron muertos por los indios don Fermin Escobar y Jose Valencia.

EI general Topete, que tenia a la sazon el mando inmediato de las fuerzas del Yaqui, al saber las primeras depredaciones de los indios, destaco de Tarin al general Lorenzo Garcia con una columna de 400 hombres de infanteria federal y del Estado para que persiguiera a los yaquis refugiados en la sierra. Algunos prisioneros que este jefe logro recoger, le informaron que Cajerne habia salido rumbo a San Marcial y se propuso seguirlo, dando parte al gobiemo del Estado de su marcha.

Ala vez, y cuando los indios se habian sentido en Pocitos de Aguirre, el secretario de gobiemo, por ausencia del gobemador del Estado que habia emprendido un viaje a Moctezuma, rnando de Hermosillo al capitan del 11 Q regimiento, Miguel Rivera, con 25 hombres de este cuerpo y 35 de Guardia Nacional, con el fin de que se reunieran en el mineral de las Prietas con 25 hombres mas organizados alli violentamente y otros 30 que tenia el gobierno del Estado de guarnicion en San Antonio, y que tarnbien se habian hecho marchar por el mismo lugar.

El dia 10 de octubre ya el capitan Rivera habia reunido esos 115 hombres en las Prietas y ernprendia su marcha en busca de los indios.

Por otra parte, don Francisco Tapia habia organizado en la misa 50 hombres de caballeria y marcho con ellos por el Reparo, procurando incorporarse con Rivera. Todo se preparaba para dade un nuevo golpe a Cajeme, y hubiera sido necesario que este estuviera informado con oportunidad de los movimientos de estas fuerzas y de la marcha del gener-al Garcia, para que hubiera podido escaparse huyendo violentamente a las montafias. Pero Cajerne ignoraba 10 que se tramaba en su contra, y con toda tranquilidad y sin apuro se llevo a la sierra con sus guerreros una partida considerable de ganado que habia podido recoger en los campos. El general Garcia apresuro su marcha: el dos de octubre se le reunio en el Reparo don Francisco Tapia con sus 50 caballos. Habia dejado a los indios a sus espaldas, pues carecia tambien de noticas e ignoraba el Iugar don de podria encontrarlos, y tuvo que contramarchar, guiado por la caballeria de Tapia, para seguir la huella de Cajeme.

El tres en la madrugada, llego al campamento donde los indios habian pernoctado, en un punto llamado Paroscachui (cerro de las Liebres) no lejos de San Lorenzo. Los indios descansaban aim, ignorando que tuvieran tan cerca al encmigo, y el general Garcia procure circunvalarlos en silencio para

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tomarlos a todos prisioneros 0 hacerles mayo res destrozos; pero la operacion no fue bien ejecutada, y habiendo sentido los indios el movimiento, huyeron dispersos en medio del tiroteo que les hicieron las fuerzas. La caballeria de Tapia los persiguio acuchillandolcs. Los yaquis dejaron 30 muertos en el campo y algunos rifles. La fuerza de Tapia tuvo un muerto y la del general Garcia un herido. El capitan Rivera supo este acontecimiento en Punta de Agua y de alli regreso a Hermosillo.

A pesar de este nuevo descalabro, los indios volvieron a salir de la sierra sobre el rancho de San Lorenzo, y el ocho de octubre se apoderaron de una nueva partida de ganado. Tambien por el rancho de Buenavista hicieron varias salidas; atacaron cl dia 18 el rancho del Cajon, cerca de Bayoreca, incendiaron una casa y dieron muerte a un individuo: y por el valle de Guaymas salian continuamente pequefios grupos que se apoderaban de los animales que encontraban y robaban los sembrados. De est a manera habian conseguido alimentarse y recobraron su acostumbrada audacia, quebrantada mas que por la persecucion que se les hacia, por el hambre.

En el camino del Medano habia algunos indios sometidos, viviendo bajo la proteccion de las fuerzas, y queriendo los sublevados castigarlos por haber adoptado el partido de la paz, un dia se acercaron al campamento, se pusieron en acecho, y aprovechando un momento en que los indios pacificos se retiraron un poco de los vivacs, los sublevados hicieron prisioneros a diez de ellos y se los llevaron al bosque, en donde tal vez fueron inmolados para ejemplo de los demas que quisieron someterse. Los mayos, alentados por el ejernplo de los yaquis, comenzaron tambien a moverse y se pudo notar que pretendian de nuevo juntarse en los bosques para continuar la lucha.

Pero esta defensa heroica de los indios no podia prolongarse por mas tiempo. Muchos de elIos, perdida ya la fe en el triunfo y aguijoneados por el hambre y la miseria, habian abandonado el Yaqui y la Sierra, refugiandose en las haciendas del valle de Guaymas y en los ranchos y poblaciones del interior, a donde llegaban en pequcfios grupos pidicndo pan y trabajo: otros se sornctian a las fuerzas y vivian a la sombra de los campamentos y muehos habian muerto por las balas, por el hambre y por la peste. Los que se mantenian armados, defendiendose todavia, eran ya muy pocos, dispersos en pequefias partidas que era inutil pretender reunir.

Cajeme comprendio que Uegaba el momento de sucumbir, que no era posible sostenerse mas en aquella lucha, y tuvo la idea de someterse; pero someterse a su manera, como en otras cpocas se habian sometido los indios despues de dos 0 tres combates en que, no obstante haberlos vencido, comprcndia el gobierno que no podia dorninarlos por completo, sino al fin de una larga y penosa campafia, y retiraba sus fuerzas de los rios, dejando a los rebeldes independientes y sin mas freno que una protesta de surnision.

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Con la esperanza de lograr una vez mas este resultado, Cajerne, que habia vuelto al Yaqui, mando a un indio que se presentara al general Hernandez, jefe de la guarnicion del Medano, y le dijera en su nombre que varias veces se Ie habian enviado proposiciones de paz por medio de indios prisioneros (10 cual era cierto); que si el gobierno queria efectivamente terminar la guerra se 10 dijeran por escrito, pues el estaba dispuesto a aceptar aquellas proposiciones. El general Hernandez recibto al enviado de Cajerne el18 de octubre, y despues de oir el mensaje, Ie dirigio al jefe indio una comunicacion oficial y una carta en que a el y a todos los suyos les ofrecia que serian respetadas sus vidas e intereses si se sometian, haciendoles presente que el gobierno queria la paz en beneficio de los mismos indios, para que no perecieran todos por el hambre 0 por Ia guerra, y que no le exigia otra cosa que el respeto a las leyes, concediendoles en cambio todas las garantias que a los dernas ciudadanos de la Republica. Cajerne recibio los pliegos en que se le hacian estas proposiciones: pero no era eso 10 que el queria, sino conservar su dominacion sobre las tribus.

Nada se decia alli de retirar las fuerzas de los rios, y este era precisamente el punto principal de la cucstion. Cajeme dirigio entonces una carta al general Hernandez, carta que revela toda la insolente energia y toda la obstinacion de aquel indio. Es digna de que la conozca el publico y la copio textualmente a pesar de todas sus incorrecciones:

Rio del Yaqui, Octubre 19 de 1886. -Sr. general Juan Hernandez>Medano, -Sr. General: De todos sus destacamentos que tienen ustedes en este Rio, varias veces nos han mandado algunas tristes rnujeres que han agarrado presas en los campos y tambien algunos indigenas que han tornado prisioneros que por casualidad les han perdonado Ia vida y por medio de estos poblanos y poblanas nos han mandado ustedes ofrecer la paz en palabra y tam bien por escrito, sin ningun caracter oficiaI; pero aun sin embargo de esto, si a ustedes les conviene hacer la paz, yo la recibo con mucho gusto en reunion de todos los habitantes de este Rio y del Rio Mayo, y desde luego nos sometemos todos en union a la obediencia del Gobierno, bajo la condicion de que dentro de quince dias se retiren todas las fuerzas del Gobierno que estan en este Rio para Guaymas 0 Hermosillo, y de no hacerlo asi, pueden ustedes obrar de la manera que les convenga; yo, en union de mi nacion, estamos dispuestos a hacer la ultima defensa que hacen todos los hombres, por ser un deber sagrado que sostiene el hombre hasta la ultima diferencia. No ofreciendose mas, espero que tendra Ud.la bondad de contestarme para manana a vuelta de correo. Su atento y S.S.

JOSE M.L. CAJEME. Rio de Yaqui y Mayo.

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Aunque el general Hernandez cornprendio que con estas negociaciones no obtcndria ningun exito, contesto a Cajerne que el rio Yaqui no era una nacton diferente de la Republica Mexicana, que el gobiemo podia mantener sus fuerzas donde le pareciera conveniente para hacer respetar las leyes, guardar eI orden y dar garantias a los ciudadanos y a los pueblos y que, por 10 mismo, no debia exigir la condicion de que se alejaran las fuerzas del Yaqui, porque no era de concedersele. Con esto quedo terminado aquel incidente, pues ya a Cajeme le parecio ocioso continuar la discusion.

Para comunicar nuevo impulso a las operaciones y evitar las depredaciones de los indios, el general Martinez, que estaba en Alamos, se vino a Cocorit, despues de ordenar al coronel Rincon que saliera de Navojoa con una columna de fuerzas y recorriera las rnargenes del Mayo hasta Santa Cruz. En Cocorit dispuso que el general Hernandez emprendiera de nuevo una expedicion sobre la Sierra del Bacatete, y al tenienre coronel Gonzalo del Valle 10 destaco sobre la costa, en donde se creia que se habian refugiado algunas partidas de yaquis.

Al general Otero Ie habia encomendado la vigilancia desde Buenavista hasta el Valle de Guaymas, para evitar la salida de los indios de Ia sierra. El coronel Rincon recorrio e1 Mayo como se le habia prescrito, encontro diversos grupos de indios, los batio haciendoles doce muertos, y regreso a Navojoa el 20 de octubre con ciento veintiun prisioneros de ambos sexos y de todas edades. El general Hernandez hizo una batida por la sierra, encontro tambien pequefias partidas de indios que huian, mato cuatro de ellos y por los Pilares y la Misa regreso al Medano el 1 Q de noviembre.

La miston mas dificil era Ia encomendada al general Otero, pues a mas de la extension de la linea que tenia que cubrir, no contaba con otra fuerza que unos 40 caballos dell 1 Q regimiento que se habian puesto a su dlsposicion en Ia Misa, pues aunque se le autorizo para disponer de las Guardias NacionaIes de Buena Vista y Cumuripa, carecia de armas, sobre todo de recursos para ponerlas en campafia, Sin embargo, no desrnayo en el cumplimiento de su deber, con algunos vecinos que pudo reunir persiguio hasta Torin a una partida de yaquis que aparecio eerca de Baroyeea, situo en la Bonancita el piquete de caballeria del 11 Q regimiento, y con esta pequefia fuerza y con 30 hombres de Guardia Nacional que puso a sus ordenes el gobiemo del Estado, se ocupo en vigilar e impedir las exeursiones de los indios de Ia sierra, hasta el general en jete reforzo esta linea con mas tropas. .

Estas medidas hacian eada dia mas aflictiva la situacion de los indios. La falta de medios de subsistencia habia llegado al ultimo extremo desde que ya no podian salir a reeoger ganado en los ranchos inmediatos al Baeatete; cada dia aumentaba el numero de los que salian huyendo del Yaqui horrorizados de aquella situacion y extenuados por el hambre, y en eonsecuencia, el numero de los que aun se mantenian firmcs era cada dia mas escaso. Cajerne habia

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abandonado la sierra para volver al rio, y apenas lograba mantener a su lado un corto numero de indios adictos, con quienes, huyendo dia y noche, se escapaba de bosque en bosque. Sin embargo, su caracter no se doblegaba ante el infortunio, y a pesar de aquel estado de miseria, aun procuraba defenderse, aun procuraba hacer todo el dana posible al enemigo cuando podia aprovechar una oportunidad. EI30 de octubre, un grupo como de 100

. indios ataco a una escoltadel 12Q batallon, que cuidaba las mulas de este cuerpo a inmediaciones del Torin, rnato dos soldados, hi rio al oficial y se llevo cuatro mulas. Estos incidentes, que se repetian cada vez que una pequefia fuerza se separaba de los destacamentos 0 de las columnas expedicionarias, obligaban a los jefes a ser precavidos y les dernostraban que aun era necesario no tener confianza en el abatimiento de los yaquis.

Por 10 dernas, la persecucion continuaba sobre ellos incesantemente, se comprendia la necesidad de no dejarles un momenta de descanso, y no se les dejaba. En los primeros dias de noviembre, los generales Hernandez y Topete emprendieron una nueva expedicion por ambas margenes del Yaqui por lugares que algunos prisioneros sefialaban como guaridas de los indios. Durante catorce dias que duro esta operacion, hubo varios tiroteos con pequcfias partidas de Yaquis que aparecian por los bosques y huian sin hacer resistencia, se les hicieron varios muertos y se le cogieron como tres prisioneros, entre ellos el general del pueblo de Vicam; en seguida el general Hernandez destaco tres columnas con 200 hombres de infanteria y el primer cuadro del regimiento, dos por un lugar llamado el Buiarurne y la tercera hacia las marismas de la Pitahaya. Las dos primeras encontraron en el Buiarume un grupo de indios dispuestos a defenderse, se trabo el combate, y fueron derrotados, perdiendo doce muertos. EI suegro de Cajeme, un indio de edad ya avanzada, de nombre Tachino, fue herido en este encuentro y murio poco despues.

Por 10 bien armados que estaban estos indios y por sus vestidos, se creyo que sedan de la escolta personal de Cajerne.

A fines del mismo noviembre el coronel Rincon batio varias partidas de mayos en terrenos de Tucuribampo y el Carrizo, tomandoles 37 prisioneros y haciendoles seis muertos. En diciembre, otra partida de mayos ataco un pcquefio destacamento que habia en Santa Cruz, pero fueron rechazados y perdieron varios muertos.

En el Yaqui habia sido y continuaba siendo tan activa y tan terrible la persecucion contra los restos de aqueJla heroic a tribu, que los grupos de ella que aun se conservaban armados, no pudiendo una vez mas sostenerse en las rnargenes del rio, repitieron la operacion de volver a la sierra del Bacatete, con la esperanza de encontrar un refugio mas seguro en la montana y de poder proveerse de alimentos ejecutando algunas salidas, ora por eI Valle de Guaymas, ora por los ranchos situ ados al norte de la cordillera.

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No mejoro en la sierra la situacion de aquellos desgraciados, pues ademas del hambre tenian que sufrir un invierno riguroso sin tener ni harapos para cubrirse. Acosados por la mas apremiante de todas las necesidades, salieron de la sierra la noche del sets de diciembre, como 200 indios, llegaron a la pcquefia hacienda de la Jaimea y se llevaron como 100 fanegas de maiz y 40 bueyes, recurso precioso para eUos en aquellas circunstancias. Bien caro 10 pagaron por cierto.

El piquete del 11 Q regimiento que estaba en La Misa y algunos vecinos de esta hacienda, los persiguieron inmediatamente, los a1canzaron ya mternandose en la sierra y les hicieron siete muertos. No fue esto todo, pues en seguida la misma fuerza del onceavo y 30 hombres del Estado, que mandaba el capitan Ignacio Ramos emprendieron una campafia sobre la sierra y en diversos tiroteos mataron 38 indios y recogieron algunas armas yanimales.

Adernas, el general Otero por la parte de la cordillera que se llama el Tacale, batio varias partidas de yaquls haciendoles 17 muertos.

Las miserias que sufria la tribu habian llegado al ultirno grado de exasperacion. Sin haber podido sembrar, por que la campafia no se los permitio, consumidos ya los ganados de una manera completa y sin poder proveerse de alimentos en ninguna parte, los indios se morian de hambre.

Sin ropa para abrigarse, sin habitaciones, obligada a huir siempre y en medio de un inviemo riguroso, sufrian horriblemente por el frio. Era una fortuna para ellos encontrar un campo de bledos y tener tiempo para recoger la semilla y hacer con ella un ali men to grosero e insuficiente que com ian con avidez. EI bledo, que es un mal forraje para las bestias, era para los indios un regale. Para eseaparse del frio por la noehe, sin haeer fuego que los deseubriera al enemigo, hacian excavaciones en el suelo, se aeostaban en elIas dejando fuera sola mente la cabeza y se cubria con la tierra que habian removido. Asi, medio sepultados, escapaban siquiera del viento helado de la noehe.

Varios de los jefes habian muerto, entre otros, los gobemadores de Bacurn y de Vicam, eI suegro de Cajeme y eI jefe de caballeria yaqui Luis Miranda. Los que aun quedaban no tenian mas perspectiva que una muerte segura a manos de las fuerzas perseguidoras, 0 10 que era mil veees peor, por el rigor de la miseria,

Los indios comprendian perfectamente bien esta situacton, como que veian todos los dias los estragos de ella, y aunque los mas obstinados insistian en llevar adelante una defensa irnposible, muchos de ellos comenzaron a presentarse en los eampamentos pidiendo paz. En dieiembre se presentaron en Cocorit de una sola vez, mas de 100 guerreros armados y otros muehos sin armas. Con estos indios que se presentaban y los prisioneros que se cogian, era ya considerable la cantidad de ellos que habia en los eampamen-

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tos solamente en Cocorit se contaban mas de 4000. La situacion en que llegaban a la presencia de Jas fuerzas era conmovedora en extremo. Palidos demacrados, hambrientos y desnudos, parecian espectros que acababan de dejar la tumba. Los soldados y los jcfes los veian con lastima, les daban de comer y era ya tal la costumbre de mal alimentarse, que muchos de aquellos infelices que devoraban con avidez cuantos lcs daban, morian en seguida de haber comido. Asi, era necesario cuidarlos dan doles los alimentos con precaucion para nutrirlos poco a poco. A pesar de aquella miseria tan grande, nunca se les oia proferir una queja y la soportaban con verdadero orgullo. Ni los nifios reve1aban jam as con eillanto el hambre que los devoraba y que tenia sus cuerpos macilentos y enjutos.

La soberbia de aquella raza altiva no se doblegaba ni ante aquel infortunio sin ejemplo. Estaban vencidos, enteramente vencidos e impotentes; pero no humillados ni abatidos. La gran mayoria de la tribu, creyendo ignominioso e1 acercarse al vencedor para deberle un pufiado de rnaiz, habia preferido seguir defendiendose en los bosques hasta no quedar uno vivo, 0 salir clandestinamente de la sierra y del rio para venir a las haciendas y poblaciones del interior a buscar la vida con su trabajo. Se vieron por entonces en Guaymas, en Hermosillo y otros lugares, muchos indios extenuados por la miseria, hambrientos, casi sin poderse sostener, buscando que comer al amparo de los de su raza que viven constantemente en die has poblaciones.

El general Martinez hacia los mayores esfuerzos para poder alimentar aquella multitud hambrienta. Consiguio que el gobierno general mandara abonar diez centavos diarios para cada indio; pero como esto, aunque era un alivio, no era suficiente para mantenerlos, el gobierno del Estado tenia, por su parte, que estar remitiendo constantemente al Yaqui subsistencias para aquellos desgraciados y manta para que cubrieran su desnudez. El gobernador Torres promovio en el comercio de Guaymas una subscripcion en favor de los indios y logro reunir dos mil pesos, suma que se invirtto por una junta de comerciantes nombrada con ese fin de remitir a los yaquis sometidos en los campamentos, algunos viveres y ropa que mucho les sirvieron en su posicion.

La guerra evidentemente estaba concluida con el aniquilarniento de los indios, pero como el general Martinez conocia la tenacidad de estos y Cajerne aim permanecia entre ellos, comprendio que era necesario no dejar un solo grupo de yaquis Iejos de la vigilancia de las fuerzas, porque en la primera oportunidad que se 1es presentara, podian de nuevo empufiar las armas y prolongar la lucha. Las rnargenes del Yaqui, fuera de los campamentos, estaban desiertas; por 'ninguna parte se podia encontrar un solo indio, a no ser los que estaban sometidos 0 prisioneros y era necesario buscar, donde quiera que estuviera el resto de la tribu, reunirla donde pudiera estar vigilada y hacerla comprender que no sc trataba de su exterminio. Muchos eran los

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indios que se habian refugiado en Guaymas, Hermosillo y las haciendas agricolas de ambos distritos; muchos eran tambien los que habia en los campamentos, pero no eran todos, faltaban, tal vez los mas guerreros, los mas obstinados y, sobre todo, Cajeme y varios de sus mas importantes lugartenientes, que mientras no fueran aprehendidos, constituian un serio amago a la tranquilidad de los nos. El coronel Torres tuvo noticia de que en las Islas del Siari y de Lobos, muy cerca de la costa del Golfo de Cortes, se habian refugiado muchos indios con algunos de sus cabecillas y entre ellos Cajeme, y dispuso hacer una expediclon a aqueUos lugares. El 25 de diciembre se embarco en Guaymas en el vapor nacional Dem6crata con algunas fuerzas, y el 28 10 siguio el general Martinez en el Korrigan, vaporcito de la cornpafiia minera del Boleo, en la Baja California. El coronel Rincon habia recibido orden de marchar por tierra y reunirse en el Siari con el coronel Torres, pues la faja de agua que separa aquella isla de la tierra es vadeable en las bajas mareas. El coronel Torres logro desembarcar en ella, recogio algunos indios y los condujo a bordo del Dem6crata; descmbarco asi mismo en otra isla Hamada El Piano y recogio alli otros indigenas.

El general Martinez hizo igual operacion en la isla de Lobos, reuniendo en conjunto una cantidad como de 400 indios. Casi al mismo tiempo que se practicaban estas operaciones, el general Hernandez ernprendio una expedicion sobre la sierra y tuvo la fortuna de que se le presentara una multitud, como de 1000 yaquis, a quienes traslado al Medano. Parece que Cajeme estaba en el Bacatete con una escolta y cuando iba a ser aprehendido se defendio y logro huir perseguido por 30 caballos del primer cuadro del regimiento. De Hermosillo salio una pequefia fuerza de caballeria del Estado procurando cortarIe la retirada hacia la frontera, pero sin obtener resultado alguno, pues Cajerne era una especie de fantasma, que se desvanecia como una sombra en el momento de ponerIe la mano encina.

Estas fueron las ultimas operaciones de la carnpafia, la cual termino con el afio de 1886. Los indios estaban dominados y el objeto de la guerra, la pactficacion de las tribus, se habia obtenido por la fuerza de las armas y no por la persuasion, es cierto; pero de todos modos, los indios estaban sometidos, habian terminado como entidad independiente, y ya este era el principio de una obra grandiosa y humanitaria: su civilizacion e in corporacion a la masa comun de los ciudadanos de la Republica. Es verdad que Cajeme y otros jcfes temibles habian logrado escapar: pero no 10 es menos que andaban huyendo 0 estaban escondidos, con las manos atadas, sin elementos para renovar la lucha, cansados por la defensa heroica que habian hecho y apenas podian sustraerse a la persecucion que por todas partes se les hacia. Otros varios cabecillas, entre eUos Jesus Maldonado, que era de los mas encarnizados y tenaces, habian sido cogidos y fusilados para evitar que volvieran a trastornar la paz.

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Tenninada la guerra, la tranquilidad era completa en ambos nos y desde antes del mes de diciembre ya se podia viajar por eUos con entera seguridad. AI Yaqui principalmente comenzaron a acudir muchas gentes de los pueblos vecinos, es decir, de Baroyeca, Quiriego, Rosario, Batacosa, Buenavista y Cumuripa; unos a hacer el comercio con las tropas de las guarniciones otros llevando sus ganados para establecer sus crias y otros con el fm de cultivar aquellos feracisimos terrenos. Los destacamentos habian ya tornado un caracter permanente en algunos lugares del rio como el Medano, el Ailil Y Cocorit y bajo la direcci6n de los jefes militares se han comenzado a formar alli poblaciones que seran la base de una tranquilidad permanente y de la civilizacion de la tribu.

Nuestro heroe, el indomable Cajeme, perseguido sin cesar tanto en la montana como en las margenes del Yaqui, cornprendio que no podia pennanecer mas tiempo en aquellos lugares, en donde por otra parte, ya no tenia mision que Uenar, y vino a refugiarse a San Jose de Guaymas, en la casa de" un individuo de nombre Galaz. Desde eI 6 de febrero de 1887 estuvo alli escondido, sin que los que 10 sabian pensaran en descubrirlo. El 11 de abril una india queconocia el secreto 10 revelo a don Salvador Armenta, adrninistrador de rentas de Guaymas; este 10 participo a don Francisco Seidner, y como ni tenian seguridad de que fuera cierto ni se atrevian a procurar desengaiiarse por temor de que se escapara eI cabecilla yaqui, si real mente estaba alli, temian dar aviso al general Martinez que se hallaba en Guaymas, pues no querian engafiarlo con una noticia que podia ser falsa. El gobernador Torres estaba a la sazon en Nogales, Seidner le aviso por telegrafo 10 que sabian, y en la misma noche en un tren extraordinario, eI gobernador se traslado a Guaymas, se impuso del origen de la noticia, la cornunico al general Martinez y este jefe en la manana deIl2, con una pequeiia escolta se traslado a San Jose de Guaymas, encontro a Cajerne en la casa donde estaba refugiado y 10 aprehendio, no sin que e1 valiente yaqui, que estaba annado, hubiera pretendido defenderse. EI general Martinez obro generosamente con su prisionero; 10 alojo en su misma habitacion, 10 trato con las mayores consideraciones y procure hacerle 10 menos dura su terrible suerte.

La familia de Cajerne estaba en Guaymas, permitio que se trasladara al . lado de este y causaba verdadero interes ver al jefe yaqui durante los dias de su cautividad ocuparse de enseiiar a leer a su pequefio hijo, Como es natural, el publico tenia gran curiosidad de conocer al valiente guerrero indio y muchisimas .pcrsonas fueron a visitarlo. Elias recibia a todas con amabilidad y una eterna sonrisa que no abandonaba sus labios; contestaba con naturalidad y sin encogimiento a cuantas preguntas se le hacian y revelaba en todo una sangre fria inalterable y una energia sin Iimites. Los indios ocurrieron en masa a verlo y un dia en que una multitud de ellos se agrupaba ala ventana para contemplarlo, ocurrio una escena tan sencilla como conmovedora. Una pobre india desato una pequefia moneda que llevaba envuelta en el pafiuelo,

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quiza 10 unico que tenia para sus hijos, y acercandose a Cajerne con el mayor respeto, se la dio; Cajeme la tomo conmovido y no pudo ocultar una lagrima que broto en sus ojos.

En aquellos dias, dice el senor Corral, estuve en Guaymas y fui tarnbien a conocerIo. Creia encontrarme con un indio corpulento, silencioso y de expresion feroz en el semblante, y no dejo de sorprenderme ver un hombre de mediana estatura, delgado sin ser flaco, con una sonrisa astuta en una boca desmesurada, de aspecto simpatico y blando y comunicativo como pocos indios. Hable con el largamente, le pregunte por algunos rasgos de su vida que yo no conocia, le hable de otros que me eran conocidos y a todo me contesto siempre con desembarazo, haciendo gala de una memoria prodigiosa, recordando con precision fechas y detalles y ernpefiandose en dernostrar que nada ocultaba. Me dijo que comprendia la necesidad de una nueva existencia para los indios, basada en su sumision al gobierno y que no creia que volvieran a rebelarse por que el castigo que habian recibido era muy severo. "Antes como antes, y ahora como ahora, decia: antes eramos enemigos y peleabamos, ahora esta todo concluido y todos somos amigos". Me refirio muchos de los incidentes ocurridos en el Yaqui durante su dominacion, haciendo alarde de su patriotismo como mexicano.

Decia que una vez un americano habia mandado decirIe que queria construir un ferrocarril al Yaqui para explotar el carbon de piedra que hay en aquella region, pretendiendo el permiso de la tribu y ofreciendole, en cambio, que arreglaria con el gobierno general la cuestion de terrenos de los indios y que obtendria titulos para que todo fuera de ellos. Yo Ie conteste, decia Cajeme, que nosotros los mexicanos no necesitabamos que los extran[eros vinieran a cogernos la mano para persignarnos, y acompafiaba esta frase con la sefial de la cruz y haciendo ademanes de persignarse. Hablandole de carnpafia Ie pregunte cuanta fuerza tenia en la fortificacion de Afiil cuando logro rechazar al general Topete; me dijo que no pasarian de 300 hombres; y habiendole replicado que me parecian pocos, pues segun el testimonio de todos los que concurrieron al ataque, debian haber sido muchos mas, me contesto con una sonrisa maliciosa: Es porque los inditos cuando estan detras de los palos se hacen muchos. Tambien le pregunte como era que estaba tan delgado, habiendo sido un hombre tan obeso, segun decian todos los que 10 conocieron antes de la campafia: porque no es 10 mismo, me dijo, estar comiendo y durmiendo bien todos los dias, que andar por los montes escondido sin comer y sin dormir casi nunca. Despues de una conversacion muy prolongada en que generalmente hablamos del Yaqui, de la organizacion que habia dado a las tribus, del sistema que tenia para gobernarlas haciendoles entender que todo 10 que se hacia era por la voluntad de los ocho pueblos, me separe de d, quedandome una profunda impresion de simpatia por aquel indio tan inteligente y tan valeroso, ultimo y digno jefe de una raza cuya historia esta llena de rasgos de valor y de heroismo.

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Cajeme estuvo en la casa del general Martinez en Guaymas hasta el 21 de abril de 1887; en esta fecha 10 trasladaron a la carcel y en la noche 10 llevaron a bordo del Dem6crata. Cuando 10 sacaban de 1a prision para llevarlo al mueUe, Ie entrego al jefe de policia un pequefio Iio con su ropa, dicicndole que 10 entregara a su rnujer, puesto que ya iba a morir. El agente de policia quiso desvanecerle aquella idea y 1e dijo que se quedara con su ropa y que nada Ie iba a suceder; no es tiempo de gas tar bromas con un hombre que va a rnorir, le replico Cajerne. El dia 2210 desembarcaron en la costa del Yaqui, 10 condujeron por toda la margen del rio, y el 25, alllegar al pueblo de Cocorit, 10 pasaron por las armas.

Profunda Impresion cause este acontecimiento en los indios que habia en el Yaqui, recogieron su cadaver con el mayor respeto y Ie hicieron grandes exequias. El efecto producido por la muerte del jefe indigena ha sido terrible en toda la tribu, la cual considera que ha perdido su centro de union, la inteligencia que la dirigia y el espiritu energico que le comunicaba valor en los peligros y constancia y resignacion en la desgracia.

El20 de mayo fue aprehendido en Tucson, USA, e1 segundo jefe de Cajeme, Anastasio Cuca: agenciada su extradicion fue traido a Sonora y fusilado.

Resumen que manifiesta el nurnero de indigenas sometidos a la obediencia del gobierno en 1887.

Hombres Mujeres Total
En los pueblos del Mayo 960 723 1683
En Cocorit 848 1169 2017
En Torin 57 56 113
En Medano 879 975 1854
2744 2923 5667 El 17 de febrero de 1887 ordeno el general Pedro Hinojosa, secretario de Guerra y Marina se abonaran nueve centavos de haber, por plaza, a los indios sometidos.

Con las siguientes frases concluye don Ramon Corral la biografia del aguerrido cacique: ''Ha sido muy doloroso e1 sacrificio de Cajerne; pero el dara por resultado el afianzamiento de la paz en los nos, base y principio de un periodo de civilizacion para las tribus."

El senor Corral se equivoco al creer que muerto Cajerne, terminaria la guerra: en parecidoserrores han incurrido muchas veces los jefes militates y los gobernantes de Sonora.

Los indios, cuando son derrotados, buscan refugio en las haciendas y ranchos del Estado; all! encuentran siempre trabajo, cuyos productos economizan para comprar con ellos parque y armas, reemplazando asi las que perdieron, y una vez que han descansado y se han hecho de recursos, vuelven a la guerra de la rnontafia con la tenacidad que los caracteriza.

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Este es, en 1111 concepto, ei ractor mas lmponarlle para ra pruluugaLlUlJ de la campaiia y el que les permite perpetuar la lucha.

Evitar que los hacendados acojan y protejan a los yaquis, es casl irnposible, pues estes son los unicos hombres de trabajo con que cuentan y sin ellos se verian en la completa imposibilidad de cultivar sus terrenos.

Asi, mientras subsista el actual orden de cosas, y no se modifique profunda y radicalmente el sistema de pacificacton, la guerra lleva trazas de ser interminable.

Para esto seria probablemente indispensable que el gobiemo federal adquiera todas las propiedades rurales de los valles de Guaymas y Agua Caliente, propiedades que mas tarde podria vender a magnifico precio, y que expulsara del territorio Yaqui a todos los indios, declarando federal el distrito de Guaymas, establecicndo colonias protegidas por las tropas de la federacion y construyendo un ferrocarril estrategico que cruzara la comarca.

Casi todos los cabecillas yaquis han recibido con la muerte el justo castigo de sus crimenes y han muerto a manos del ejercito; pero entre los individuos de esta raza hay muchos ambiciosos que sueiian con asumir el mando supremo de la tribu, y tras el jete que sucumbe, hay siempre un hombre audaz dispuesto a reemplazarlo.

En noviembre de 1888 fue nombrado jefe de la zona militar el ameritado general Julio M. Cervantes, quien hizo loables esfuerzos por atraer a los yaquis, inspirandoles ideas de trabajo y de progreso.

Inicio algunas obras de importancia para la agricultura de aquella region, y hubiera hecho grandes beneficios a los indigenas que ya empezaban a dedicarse a las labores de sus terrenos; pero combinaciones politicas y qutza verdaderas intrigas locales, irnpidieron al pundonoroso jefe realizar su obra.

Hizo una concienzuda exposicion de las condiciones en que se encontraban las comarcas del Yaqui y del Mayo, dando cuenta de que segun el censo levantado en abril de 1889, existian alli: 1075 varones adultos, 1110 mujeres, 552 niiios, 729 niiias, 19 casas, 571 jacales, 339 enramadas, 525 caballos, 972 burros, 4699 cabezas de ganado mayor y 7332 de ganado menor.

Durante el tiempo que el general Cervantes permanecio al frente de la zona, los indios estuvieron pacificos y no se registraron ni alzamientos, ni hechos de armas.

El 15 de febrero de 1890 fue substituido en el mando de la zona por e1 general don Marcos Carrillo, caballero so y tambien ameritado jefe, que murio en el desempeiio de su comision y que fue siempre querido y respetado por sus altos meritos, indiscutible honradcz, e irreprochable caballerosidad.

Tampoco se registraron hechos de armas, ni ocurrieron sublevaciones durante los dos aiios que el general Carrillo dirigio con benevola firmeza y honrada rectitud los asuntos del Yaqui.

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EI 23 de febrero de 1892 fue nombrado jefe de la misrna zona el senor general Abraham Bandala, que tarnbien desempefio su cornision con honradez y acierto.

No hubo en su tiempo combates notables, y solo he encontrado como digno de Hamar la atencion el hecho realizado en Pefia Blanca por el capitan Jose Maria Ayala, que con 36 hombres batio y derroto a 120 yaquis.

EI dia 6 de diciembre de 1893 recibio el mando de la zona militar el senor general Luis E. Torres, quien desernpefia en la actualidad tan honroso cargo, y de cuyos hechos vamos a ocupamos.

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