Pitágoras y Los Pitagóricos
Pitágoras y Los Pitagóricos
Pitágoras y Los Pitagóricos
VIDA
LA COMUNIDAD PITAGÓRICA
EL ASPECTO MÍSTICO DE LA DOCTRINA PITAGÓRICA
LOS PITAGÓRICOS Y LA CIENCIA
VIDA
Demócrito estuvo en contacto con los pitagóricos y nunca se podrá saber cuál es
la parte de su obra que ha pasado a la exposición de Pitágoras, pero lo que
importa es que Demócrito haya concebido a todas luces el estilo de vida
pitagórico como lo más capital de la doctrina de Pitágoras.
Hay un punto de la biografía que le une a Tales y sus viajes a Jonia. Sin duda
alguna ha realizado largos viajes.
Nada hay más fácil de suponer que también él como tantos otros griegos, ha
estado en Egipto. Isócrates es el primero que lo dice expresamente. Herodoto no
lo dice exactamente pero parece indicarlo. El hecho está bastante bien
documentado. Naturalmente es una cuestión por completo distinta si hay alguna
decisiva vivencia de Pitágoras en relación con este viaje. Fue allí donde se
familiarizó con los conocimientos esotéricos y dónde estudió geometría y
astronomía.
LA COMUNIDAD PITAGÓRICA
Hay un elemento que es extraño en las asociaciones políticas pero fácil de incluir
en las comunidades religiosas: se trata de la veneración sin límites a la figura del
fundador y maestro. Pitágoras es llamado por la divinidad y está dotado de dones
sobrehumanos. Basta recordar cómo habla Empédocles de Pitágoras y se
presenta a sí mismo como una especie de “segundo Pitágoras”. Se decía de él
que una serpiente venenosa que le había mordido, fue muerta por él de un
mordisco. En cierta ocasión, estando de pié en el teatro, se descubrieron sus
piernas y apareció que uno de sus muslos era de oro. Otra vez fue visto el mismo
día en Crotona y en Metaponto.
Los Crotonenses decían de él que era el Apolo Hiperbólico. Todas estas “leyendas”
pueden parecer raras, pero nos sitúan en un entorno cercano a Pitágoras, y son
cosas tan primitivas y llenas de misticismo, que su interpretación concreta hay
que dejarla en manos de la Etnología. Con ellas se demuestra la absoluta
autoridad de Pitágoras en su doctrina. Junto a esta singular posición del fundador
hay que poner de relieve el carácter comunitario de la fundación. Por más que la
figura de Pitágoras haya sido elevada hasta lo sobrehumano, la doctrina no es en
modo alguno un dogma escrito y obligatorio. Es cierto que los escritos de
Pitágoras contienen los elementos básicos de los que no puede uno apartarse,
pero parece sin embargo que cada uno de los pitagóricos - al menos hasta donde
llegan sus escritos - ha acuñado a su manera la doctrina común. La tradición de
la doctrina pitagórica presenta una considerable falta de unidad en muchos
detalles, sin que una rama o variante de ella pueda considerarse más ligada a los
orígenes que las demás.
Tras la muerte de Pitágoras parece que su escuela se dividió en dos sectas, una,
la de los llamados “acusmáticos” o “pitagóricos”, mantuvo el aspecto místico de
sus doctrinas, mientras que la otra, la de los “matemáticos” se ciñó al campo
científico.
Pocos rasgos hay, que distingan hasta aquí el pitagorismo de una simple religión
mistérica pero los pitagóricos figuraban, en el siglo V, entre los principales
investigadores científicos. Pitágoras se interesó tanto por la ciencia como por el
destino del alma. La religión y la ciencia no eran para él dos compartimentos
separados sin contacto alguno, sino más bien constituían los dos factores
indisociables de un único estilo de vida. Las nociones fundamentales que
mantuvieron unidas las dos ramas que más tarde se separaron, parecen haber
sido las de contemplación, el descubrimiento de un orden en la disposición del
universo, y purificación. Mediante la contemplación del principio de orden
manifestado en el universo, especialmente en los movimientos regulares de los
cuerpos celestes, y asemejándose asimismo a ese orden, se fue purificando
progresivamente el hombre hasta terminar por liberarse del ciclo del nacimiento y
adquirir la inmortalidad.
Como dice Aristóteles los pitagóricos se dedicaron a las matemáticas, fueron los
primeros que hicieron progresar este estudio y, habiéndose formado en él
pensaron que sus principios eran los de todas las cosas. Tenían el entusiasmo
propio de los primeros estudiosos de una ciencia en pleno progreso, y les cultivó
la importancia del número en el cosmos: todas las cosas son numerables, y
muchas las podemos expresar numéricamente. Así la relación entre dos cosas
relacionadas se puede expresar por una proporción numérica; el orden existente
en una cantidad de sujetos ordenados se puede expresar mediante números, y
así sucesivamente. Pero lo que parece que les impresionó más que nada fue el
descubrir que los intervalos musicales que hay entre las notas de la lira pueden
expresarse numéricamente. Cabe decir que la altura de un sonido depende del
número, en cuanto que depende de las longitudes de las cuerdas, y es posible
representar los intervalos de la escala con razones numéricas. Pues bien, lo
mismo que la armonía musical depende de un número, se puede pensar que la
armonía del universo depende también del número. Los cosmólogos milesios
hablan de un conflicto universal de los elementos contrapuestos, y los pitagóricos
gracias a sus investigaciones en el campo de la música, tal vez pensasen
solucionar el “conflicto” recurriendo al concepto de número. Según Aristóteles,
“como vieron que los atributos y las relaciones de las escalas musicales se podían
expresar con números, desde entonces todas las demás cosas les parecieron
modeladas en toda su naturaleza según los números, y juzgaron que los números
eran lo primero en el conjunto de la naturaleza y que el cielo entero era una
escala musical y un número.
Para los pitagóricos, el cosmos limitado o mundo, está rodeado por el inmenso o
ilimitado cosmos(el aire), y aquél lo “inhala”. Los objetos del cosmos limitado, no
son, pues pura limitación, sino que tienen mezcla de lo ilimitado. Los pitagóricos
al considerar geométricamente los números, los concebían también como
productos de lo limitado y lo ilimitado(por estar compuestos de lo par y lo impar).
Identificándose el par con lo ilimitado y lo impar con lo limitado. Una explicación
complementaria puede verse en el hecho de que los gnómones impares
conservan su forma cuadrada fija(limitada), mientras que los pares presentan
una forma rectangular siempre cambiante(ilimitada). Cuando se trato de asignar
un número determinado a cada cosa concreta quedó campo abierto a cualquier
arbitrariedad. Aunque se puede conjeturar fácilmente porque la justicia era el
número cuatro, no se comprende porque la salud tenía el siete, o el principio vital
el seis. El cinco se adjudicó al matrimonio porque era suma del dos, el primer
femenino y el tres, el primer masculino. A pesar de todas estas fantasías los
pitagóricos contribuyeron positivamente al desarrollo de las matemáticas. Un
conocimiento práctico del Teorema de Pitágoras aparece ya en los cálculos
sumerios. Pero fueron los pitagóricos los que rebasaron los simples cálculos
aritméticos y geométricos y supieron integrarlos en un sistema deductivo.
Resumiendo la geometría pitagórica, abarcaría el conjunto de libros I, II, IV, VI
( y probablemente el III) de Euclídes con la particularidad de que la teoría
pitagórica de la proporción fue incompleta, puesto que no se aplicaba a
magnitudes inconmensurables. La teoría que solucionó este último punto se
inventó en la Academia, bajo la dirección de Eudoxo.
Para los Pitagóricos, no sólo la tierra era esférica, sino que no ocupaba el centro
del universo. La tierra y los planetas giraban -a la vez que el sol- en torno al
fuego central o “corazón del Cosmos”(identificado con el número uno). El mundo
aspira el aire de la masa sin límites que lo envuelve y habla del aire como lo
ilimitado.
PRECEPTOS