Ética y Eticidad

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1) Ética y Eticidad

Ética:

La ética es una rama de la filosofía que abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.

La palabra ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego ἠθικός, o transcrito a nuestro alfabeto, "êthicos". Es preciso
diferenciar al "êthos", que significa "carácter" del "ethos", que significa "costumbre", pues "ética" se sigue de aquel
sentido, y no es éste Desconocer tal diferencia deriva en la confusión de "ética" y "moral", pues esta última nace de la
voz latina "mos", que significa costumbre, es decir, lo mismo que "ethos". Si bien algunos sostienen la equivalencia de
ambas doctrinas en lo que a su objeto respecta, es crucial saber que se fundamentan en conceptos bien distintos.

La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar
posteriormente a los distintos ámbitos de la vida personal y social. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el
hecho moral, busca las razones que justifican la utilización de un sistema moral u otro.

Algunos han caracterizado a la ética como el estudio del arte de vivir bien, lo cual no parece exacto, pues que si se
reuniesen todas las reglas de buena conducta, sin acompañarlas de examen, formaría un arte, mas no una ciencia.

La ética es una de las principales ramas de la filosofía, en tanto requiere de la reflexión y de la argumentación, este
campo es el conjunto de valoraciones generales de los seres humanos que viven en sociedad.

El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y su desarrollo histórico ha
sido amplio y variado. Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios determinados. Una sentencia ética,
juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como "bueno", "malo", "correcto",
"incorrecto", "obligatorio", "permitido", etc, referido a una acción, una decisión o incluso también las intenciones de quien
actúa o decide algo. Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas
o acciones. Se están estableciendo juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: "ese político es corrupto", "ese hombre
es impresentable", "su presencia es loable", etc. En estas declaraciones aparecen los términos "corrupto",
"impresentable" y "loable" que implican valoraciones de tipo moral.

Ética:

La eticidad (del griego éthos: carácter o forma de ser del individuo) es la educación de valores humanos. Posee dos
dimensiones, que son la social y la moral. La eticidad es una unidad dialéctica de la moralidad con la socialidad. En la
conformación del sujeto de la eticidad entran en juego tres procesos: a) la socialización, b) la enculturación y, c) el
desarrollo.

La eticidad es la raíz de todas las éticas de todos los ideales y valoraciones. El homo sapiens humaniza o deshumaniza a
lo largo de su vida. Lo que distingue es su libertad ontológica, constitutiva o radical. La eticidad consiste en la capacidad
propia de la naturaleza humana de preferir, de no ser indiferente. No podemos vivir sin valorar, la eticidad implica
también la proyección y transformación del hombre. El homo sapiens nace indeterminado, nace con la posibilidad de
hacerse más humano, es decir, desarrollar sus potencias, crecer hacia el bien o lo contrario descuidar sus potencias,
abandonar el crecimiento. La humanidad se transforma a sí misma y trasforma el mundo con sus creaciones culturales. A
la naturaleza, el hombre añade la cultura, la cual se incorpora a él, como una segunda naturaleza.

El ser del hombre es indeterminado y posee contrastes, tiende a establecer diferencias, a preferir, a transformar y
proyectar su ser en nuevas potencias y características que enriquezcan su naturaleza inmediata con las creaciones
culturales y con la adquisición de un carácter o ethos.

La eticidad es reforzar los valores humanos, es el educar y fortalecer todos los valores humanos adquiridos a través del
tiempo.
2) Educación y Moral

Introducción

La educación moral inculca los hábitos de pensar y actuar que ayudan a las personas a convivir y trabajar juntas como
familia, amigos, vecinos, comunidades y naciones.

La educación moral es un proceso de aprendizaje que permite a los estudiantes y adultos en una comunidad escolar
comprender, practicar e interesarse por los valores éticos fundamentales tales como el respeto, la justicia, la virtud cívica
y la ciudadanía, y la responsabilidad por sí mismo y por el prójimo. Sobre tales valores fundamentales, se forman las
actitudes y las acciones que son propias de las comunidades seguras, saludables e informadas que sirven como los
cimientos de nuestra sociedad.

Durante su juventud, los estudiantes pasan muchas horas de la vida en el salón de clase. El tiempo que se encuentran
en la escuela constituye una oportunidad de explicar y reforzar los valores fundamentales sobre las que se forma el
sentido moral.

En la escuela, la educación moral debe abordarse de manera integral de modo que se abarquen las cualidades
emocionales, intelectuales y morales de una persona y un grupo. Debe ofrecer múltiples oportunidades a los estudiantes
para conocer, discutir y practicar conductas sociales positivas. El liderazgo y la participación de los estudiantes son
imprescindibles para que la educación moral se incorpore a las creencias y las acciones de los estudiantes.

La educación moral

Obviamente, que sin la vigencia de valores universales como la igualdad y la justicia no puede haber ciudadanía. En ese
sentido, la educación moral desea formar criterios de convivencia que refuercen valores como la justicia, la solidaridad o
la cooperación, además de convertirse en un ámbito de reflexión individual y colectiva.

Las cuestiones valorativas tienen, pues, diversas dimensiones, pero constituyen el fundamento que permite
responsabilidades en una sociedad pluralista, en la que las propias creencias y valoraciones han de convivir en el
respeto a las creencias y valores de los demás.

Aún más: los valores, impartidos por una educación moral, pueden generar en los individuos la suficiente capacidad de
raciocinio y equilibrio emocional para sentirse realizados y plenamente felices.

Por otro lado, la democracia es un sistema político de fuerte contenido moral, ya que nos permite plantear de forma justa
los conflictos de valor que genera la vida colectiva, por tanto la democracia es un valor fundamental cuya persecución
justifica holgadamente la preocupación por la educación moral.

Podría decirse que la educación moral es el eje en torno al cual se articulan el resto de temas transversales. Siendo su
finalidad el desarrollo integral de las personas, es necesario que no se limite a la adquisición de contenidos intelectuales.

Es la educación moral que convierte a los individuos en personas, en ciudadanos locales y universales, en seres libres,
sociables, felices y responsables.

"La felicidad social deriva de la justicia social", solía argumentar el tratadista vienés Hans Kelsen.

Necesidad de la educación moral

Por consenso se admite que una persona en sus primeras etapas de desarrollo y como consecuencia de su relación con
la familia, la iglesia, la etnia, la cultura, necesita forjarse una identidad, una necesidad psicológica intrínseca que más
tarde deberá ser potenciada cuando la acción de la comunidad política lo haga sentir que, además de individuo, es parte
de una nación o de una colectividad amplia que lo convierte en ciudadano.

En ese proceso de aprendizaje, el ejercicio de la ciudadanía eleva los niveles de la madurez moral de las personas, ya
que participar como tal destruye inercias individuales y aumenta el altruismo y la acción del bien común. Al mismo
tiempo, ayuda a las personas cultivar la virtud política de la conciliación y el diálogo para solucionar los intereses en
conflicto.
De allí la importancia de la educación moral que sin ser una preocupación reciente, si lo es la voluntad actual que se ha
convertido en uno de los pilares de la educación - que no sólo forma hombres, sino también ciudadanos; es decir que,
asumiendo como irrenunciable la autonomía de sus miembros, imparte modelos de ciudadanía a la vez nacional y
universal, configurados en las características siguientes:

* Autonomía personal.

* Conciencia de deberes y derechos que deben ser respetados.

* Sentimiento colectivo en visión y misión, local y universal.

Este modelo de ciudadanía universal supone introducir afectivamente en el doble simbolismo e implicar a los niños en
proyectos tanto locales como de alcance universal.

3) Etica y Moral en el escenario Educativo

1) “Es un conjunto de acciones intencionadas tendente a que los alumnos construyan racional y autónomamente
sus propios valores y normas, adopten actitudes coherentes con los mismos y se comporten de manera
consecuente”.

2) La educación moral es uno de los aspectos los que más se han insistido en los últimos textos legales y uno de
los temas que sé esta cuidando especialmente durante el desarrollo de la reforma del sistema educativo. En
relación con estas cuestiones sé a introducido importantes novedades, cuyo objetivo es conseguir que la
formación moral tenga un papel relevante en el conjunto de actividades educativas en nuestras escuelas.

3) La educación moral debe convertirse en un ámbito de reflexión individual y colectiva. Así mismo pretende
aproximar a los jóvenes a conductas y ámbitos más coherentes con los principios y las normas que haya
interiorizado. La educación moral quiere formar criterios de convivencia que refuercen valores como la justicia, la
solidaridad, la cooperación o el cuidado de los demás. A menudo se considera que la educación tiene como
objetivo prioritario el preparar para la vida a los niños y niñas y a los jóvenes, entendiendo por esto que los
capacitará para acceder al mundo laboral.

4) El concepto de educación moral puede concebirse como algo más amplio, referido sobre todo a los procesos
mentales de asunción y/o crítica, y en su caso de elaboración, de esos valores, capacidad que en líneas
generales podríamos definir como estructura moral del ser humano, y que tiene mucho más que ver con su
actividad ética.

DESARROLLO MORAL

5) La educación moral en una escuela democrática. La educación moral debe convertirse en un ámbito de reflexión
individual y colectiva. Así mismo pretende aproximar a los jóvenes a conductas y ámbitos más coherentes con
los principios y las normas que haya interiorizado. La educación moral quiere formar criterios de convivencia que
refuercen valores como la justicia, la solidaridad, la cooperación o el cuidado de los demás.

6) Entender de este modo la educación moral nos da razones suficientes para justificar la convivencia de que hoy la
escuela se ocupe de ella, en primer lugar, es evidente que en muchas escuelas esta a sido y sigue siendo su
principal funcionalidad educativa, aunque no use él rotulo de educación moral,

7) La educación moral pretende colaborar con los jóvenes para facilitarles el desarrollo y la formación de todas
aquellas capacidades que intervienen en el juicio y la acción moral, a fin de que sean capaces de orientar de
forma racional y autónoma en aquellas situaciones que les plantea un conflicto de valores. La educación moral
racional y dialogicamente en situaciones de conflictos de valores.

8) Seria mejor considerarlo como lugar de entendimiento y de creatividad colectiva, como lugar de dialogo y, quizá,
de acuerdo entre personas y grupos. Podría decirse que la educación moral y la socialización son dos aspectos
de la educación en búsqueda de equilibrio.

4) Enfoques Teoricos de la ética y su vinculación con los proyectos educativos.


1) Toda preocupación por mejorar la calidad de la atención médica en el mundo, en general, y en los países
subdesarrollados, en especial, tiene que comprender una evaluación autocrítica de los procedimientos de
enseñanza de la medicina que se emplean en nuestros países por lo menos desde la segunda mitad del Siglo
XX, época en la que las tecnologías diseñadas para la educación de niños y adolescentes se hizo extensiva a la
didáctica universitaria como panacea para mejorar el rendimiento académico de los estudiantes de pregrado y de
posgrado en las facultades de medicina. En ningún momento se cuestionó que toda innovación tecnológica tenía
que basarse en alguna teoría acerca del desarrollo del niño que también debía conocerse y evaluarse, pues
muchas de ellas son por lo general parciales, sesgadas y con serias limitaciones conceptuales, a la vez que
tenían su fundamento en distintos sistemas filosóficos acerca de la vida y del hombre cuyo denominador común
fue – y sigue siendo – la concepción científico-natural de la especie humana o del hombre-animal. Recién nos
daríamos cuenta que una concepción de esta naturaleza hace imposible definir la educación como la ciencia del
desarrollo formativo de la personalidad, y prácticamente niega toda posibilidad de diferenciar la actuación moral
de un maestro de la acción técnica de quien condiciona un animal en un experimento de laboratorio.

2) Por lo demás ha sido claramente evidente el carácter efímero y poco trascendente de los procedimientos
pedagógicos empleados en la enseñanza de la medicina, hecho que se ha traducido en una merma del
rendimiento cognitivo de los estudiantes, al mismo tiempo que no ha logrado modificar las actitudes de los
médicos ante la enfermedad y los enfermos, a pesar del reto que han significado los avances en las ciencias
médicas, la tecnología del diagnóstico y la terapéutica. Por lo demás, se ha podido demostrar que las diferentes
técnicas educativas basadas en uno u otro criterio no han mejorado la calidad profesional de los egresados de
las universidades, y en algunos campos de la medicina se ha comprobado más bien una reducción de las
capacidades clínicas básicas de los jóvenes especialistas (1) (tomado de la pág. 522)

3) La respuesta de la sociedad actual ante la reducción de la eficiencia profesional y la cada vez creciente exigencia
de la globalización por mejorar la competitividad a toda costa, ha sido la búsqueda y aplicación de nuevos
enfoques en la ética profesional, con la esperanza de que, por ejemplo, los enfoques bioéticos reviertan los
patrones decadentes de la educación médica y de la atención de salud en todos sus niveles.

4) En un estudio preliminar (2) (tomado de las pág. 37-44), hicimos notar que las fallas esenciales de la educación
médica en la sociedad actual no radican, contradictoriamente, en los procedimientos usados en la enseñanza por
parte de los profesores ni en las estrategias de aprendizaje empleadas por los estudiantes, tanto respecto de la
teoría médica como de la praxis clínica; pues, al fin y al cabo, el alumno de todos modos aprenderá la teoría y las
destrezas médicas tanto como pueda. Como ejemplo, consideremos la figura del médico maestro de la primera
mitad del siglo XX, quien en franca desventaja dadas las limitaciones metodológicas y tecnológicas de su época,
supo enfrentar los retos de la educación y la asistencia médicas con un despliegue de valores que se expresaron
en su actitud paradigmática y formadora, ahora mal entendida como un paternalismo que jamás existió como tal.
Es posible que bajo tales condiciones la ausencia de un modelo del hombre no haya sido tan perentoria como lo
es ahora.

5) En efecto, después de haber experimentado con los sucesivos enfoques en la educación en medicina, como en
otras profesiones de la salud, creemos, y eso es lo que queremos demostrar, que la merma de la calidad en la
atención médica y el incremento de los problemas morales de primera línea que abundan en los servicios
médicos, tiene su raíz en la falta de una concepción integral acerca de la naturaleza del hombre y la insuficiencia
del método por medio del cual se le estudia, explica y trata. Así, por ejemplo, como también hemos hecho notar
en otro lugar (3), desde mucho antes de que el estudiante enfrente al paciente ya está convencido, sin ser
autoconsciente de ello y sin capacidad de crítica alguna, que el hombre es un animal del orden de los primates,
cuyo organismo debe conocer a plenitud, sin preocuparse mayormente de un psiquismo inaccesible al método
científico. Al mismo tiempo, tiene una idea, aunque vaga, de que el hombre tiene una estructura psíquica emotiva
y cognitiva como todos los mamíferos. Cree, además, que la sociedad donde él y los demás hombres se han
formado es un ambiente que en poco o nada se diferencia del ambiente local de los animales. No sabe, por la
misma razón, qué es la conciencia, pues muchas veces le han dicho que nadie la ha podido definir todavía,
aunque le han asegurado que así como los hombres, los animales son también conscientes de su entorno.
Acorde con estos conceptos, su visión de la atención del paciente queda por lo demás enmarcada en la idea de
que la medicina es un arte y una ciencia natural, así como la idea implícita de que la clínica no tiene tanto valor
en comparación con los procedimientos instrumentales y de laboratorio.

6) Sería pues conveniente que nos aboquemos a buscar no un nuevo modelo tecnológico acerca de los
procedimientos de enseñanza-aprendizaje, sino en elaborar y desarrollar una concepción del sistema vivo y de la
sociedad donde los hombres concretos se explican por medio de las ciencias humanas cuyo método es el
método clínico tal como fue originalmente concebido por Hipócrates. El modelo, además de servir en la
conceptuación del paciente y el diseño de su atención efectiva, puede aplicarse como fundamento teórico de la
educación entendida como estrategia social para el desarrollo formativo tanto de la personalidad en general
como del médico en particular.

7) Caracterización moral del sistema de educación médica

8) La situación moral del sistema educativo en las escuelas médicas puede juzgarse tomando como elemento de
observación alguno de sus aspectos más objetivos. Por ahora nos basta con valorar tres de ellos:
a) la conducta de las personas involucradas,
b) los sílabos de los cursos de la carrera médica, y
c) la estrategia de la educación médica en sí.

9) a) Respecto de la conducta de educadores y alumnos, es para nosotros evidente el mal uso del tiempo, o la no
valoración del tiempo por parte de docentes y alumnos, lo que demuestra la ausencia de una auténtica
responsabilidad frente a la necesidad de formar los mejores profesionales y de brindar una atención óptima a los
enfermos, situación que claramente determina la deficiente calidad de los contenidos curriculares que incorpora
cierta proporción de los alumnos y la consiguiente reducción generacional de las calificaciones.

10) b) Cuando se juzgan los sílabos de los cursos de Medicina desde un punto de vista ético, se encuentra que
aquellos conceptos claves que están en estrecha relación con la formación moral del estudiante se presentan de
un modo tangencial, restringido e inconsistente en relación con la enseñanza de los contenidos. Por ejemplo, en
nuestro trabajo anterior ya mencionado (2) (Tabla 1, 2 y 3), hacemos notar que en el sílabo de un curso que es
fundamental para la formación profesional del médico (4), la conceptuación de sus contenidos está totalmente
sesgada hacia el modelo del hombre animal; sus objetivos giran en torno de una concepción mecanicista del
organismo y al referirse a la relación estudiante-paciente apenas se le aconseja no "cosificar" al enfermo; pero no
sabemos si en el desarrollo del curso se le llegará a explicar qué significa este verbo, porque es innegable que
uno de los graves problemas de la atención en los servicios médicos en la actualidad es la deshumanización, la
despersonalización o la burocratización de la atención de los pacientes; y es además evidente que algunos de
los estudiantes nunca llegaron a preguntar siquiera por qué ocurre todo esto, ni menos a indagar cómo se puede
evitar o superar una relación semejante.

11) Por otro lado, si bien en algunas publicaciones dedicadas a la educación médica, y el de Venturelli (3) es
bastante aleccionador al respecto, se insiste en la necesidad de introducir las normas éticas en el curso de la
carrera, también es evidente que la ausencia de una teoría ética cuyo objetivo fuera la moralización de la
sociedad explica por qué los educadores médicos sólo pueden aspirar al logro de objetivos cognitivos, como la
adquisición de conocimientos y de destrezas psicomotoras para resolver problemas clínicos; la adquisición de
ciertas disposiciones afectivas para valorar, por ejemplo, la importancia de los factores de riesgo, la comprensión
de los efectos de la enfermedad de un miembro sobre el resto de la familia. En cambio, cuando se trata de la
formación moral, el consejo se reduce a llamar la atención sobre la posibilidad de que algunos problemas de
salud tendrían que ser tratados aplicando ciertos principios éticos.

12) c) La caracterización ética de la educación médica actual, no tiene que centrarse en la crítica del modelo
tradicional de la enseñanza de la medicina, ni siquiera en la evaluación de los resultados de la aplicación de tales
modelos, como tampoco en la de los modelos introducidos especialmente para mejorar su calidad en años más
recientes, sino en un juzgamiento de los procesos reales que se ejecutan siguiendo a tales modelos, bajo la
premisa de que cualquier que fuese el modelo, su realización dependerá de las condiciones reales y concretas
de la sociedad en sí. Sin embargo, podría argüirse en el sentido de que la baja calidad del proceso educativo, si
bien se explica por las pésimas condiciones que brindan las instituciones universitarias y asistenciales, también
debe tener cimiento en la calidad moral de las personas que debe considerarse independiente de aquellas
condiciones. Ésta es una verdad a medias, pues la realización moral de la persona depende básicamente de las
condiciones sociales en que trabaja, también es verdad que depende de sus propias capacidades morales que
pueden haberse formado previamente a su condición actual.

13) Sin embargo, no es este el punto en que podríamos quedarnos. Nuestro objetivo central es juzgar a la sociedad
en sí como responsable de la estructuración moral de sus propias instituciones. Con esto queremos adelantar la
idea de que es la sociedad por sí misma la que en realidad tiene o no tiene una estructuración moral, y que ésta
es la que a su vez determina la estructura moral de la conciencia de cada personalidad. Y sí nuestra sociedad es
esencialmente injusta, alienada e individualista, plagada de toda suerte de antivalores que se realizan en una
falta de respeto por la vida y la dignidad de las personas, así como en la corrupción y el desmedido afán de lucro
y acumulación de la mayor riqueza posible, con su contraparte que es la pobreza, la miseria y los altos índices de
sufrimiento de amplios sectores de la sociedad. Fromm (4) cree, por ejemplo, que la crisis de valores de la
sociedad capitalista se debe a una cuantificación y una abstractificación, así como a la enajenación y el
consumismo de las personas. Son estos procesos los que a su vez determinan que las personas y los hechos
humanos sean medidos en dinero, que nuestras relaciones sean impersonales y deshumanizadas, que las
personas se sientan a sí mismas como extrañas, y que se fomente la avaricia en todos los ámbitos de la
actividad social. Todo esto lógicamente explica por qué la educación, desde la infancia hasta la adultez, es
superficial, de corto alcance, pragmática, donde más interesa formar hombres sin capacidad de autocrítica, con
una baja autoestima, con una débil estructura de aspiraciones, intereses, responsabilidades y pobre en objetivos
nobles, que sólo estén al servicio de quienes han acumulado mayor riqueza y poder.

5) Fallas esenciales del proceso educativo

1) Naturalmente que si tuviésemos plena autoconciencia de la crisis moral de la sociedad actual, tendríamos que
diseñar una estrategia educativa a contracorriente de las severas fallas morales de la estructura básicamente
económica de esta sociedad. Sin embargo, la cuestión no radica en una voluntad de cambio aislada de un
modelo al cual aspira cada quien apenas se da cuenta de las limitaciones que le impone la misma sociedad.
Aunque no es éste el lugar para elaborar una teoría ética acorde con el desarrollo moral de la sociedad, es decir,
una ética centrada en la sociedad más que en el individuo, dada la naturaleza de nuestro ensayo,
necesariamente tenemos que desentrañar la naturaleza del sujeto moral; mejor dicho, tenemos que precisar de
qué naturaleza es el actor que se forma dentro del sistema de la sociedad, como si fuera independiente de esta
misma sociedad, lógicamente sin ignorarla.

2) Con esto queremos decir que la falla esencial del proceso educativo en nuestra sociedad subdesarrollada se
puede plantear en términos de la concepción del animal-organismo que se adjudica o atribuye al hombre. Esto
significa que la concepción naturalista del hombre no se atribuye sólo al paciente, sino que también es atribuida
al educador y al educando. Ésta es, además, la concepción según la cual el hombre no es una personalidad, sino
un organismo dotado de un psiquismo o de atributos psíquicos abstractos que supuestamente constituyen su
personalidad.

3) Ésta es justamente la razón por la cual consideramos que el proceso educativo de las personas no puede ser
diferenciado, en lo esencial, del aprendizaje de los animales. Esto explicaría por qué el método clínico no ha sido
tomado en su versión hipocrática original y por la misma razón no se le asocia al proceso formativo del
estudiante. Más bien, la educación se entiende como un procedimiento masivo tendiente a la adquisición de
conocimientos y destrezas, y no como estrategia social tendiente a la formación afectiva, cognitiva y conativa de
la personalidad.

4) No existe pues un modelo integrado de la actividad consciente de la persona. Esto explica el énfasis de los
objetivos educacionales en un desarrollo paralelo de las áreas afectiva, cognitiva y psicomotriz, ignorando la
existencia del principal componente de la conciencia: el de su estructura motivacional que organiza todo el
conjunto de la actividad personal. Es por eso que la conducta o actuación objetiva moral de la persona se explica
y evalúa como si fuera una actividad aislada de las demás formas de desempeño y comportamiento, más aún,
sin tener en cuenta la naturaleza esencialmente moral de la conducta.

5) Al no disponer de una teoría del hombre, al no haber una teoría de la personalidad que explique la relación
esencial que debe haber entre la estructura moral de la sociedad y la estructura motivacional del individuo, la
enseñanza de la ética (sin diferenciarla de la moral) se realiza como un curso de segunda categoría: de este
modo la moral queda aislada de la vida misma, tanto del estudio del alumno, como del trabajo del profesional. En
este contexto, los principios y las normas morales se las presenta como si fueran únicamente idealizaciones
cognitivas o vivencias emocionales, y no como la estructura de convicciones que organiza todas las formas de
actividad social de la persona.

6) Hay pues serios problemas respecto del actor, o de los actores, de la educación médica dentro de la sociedad
actual que deben ser analizados con detenimiento antes de proponer cualquier enfoque alternativo tendiente a la
formación integral de los médicos y otros profesionales del campo de la salud. La tendencia ha sido la de
proponer una serie de tecnologías o de procedimientos de enseñanza, como si las actuales adolecieran de las
bondades de las ya existentes o más personalizadas, y como si las anteriores fueran causantes del fracaso o las
limitaciones de los profesionales que egresan de las escuelas médicas.
7) Así, por ejemplo, los temas o preocupaciones centrales de la educación en general, y en la educación médica en
particular, son recurrentes y comprenden dos ámbitos que no necesariamente se relacionan entre sí, que son:

8) 1) El ámbito del objeto, que comprende dos problemas:

9) 1.a qué y cómo se enseña, y


1.b qué y cómo se aprende; y

10) 2) El ámbito del sujeto, que comprende los otros dos problemas respecto de:

11) 2.a quién enseña o debe enseñar, y


2.b quién aprende o debe aprender.

12) El problema 1.a implica, por ejemplo, si debe enseñarse enfermedades o problemas clínicos; temas clínicos de
interés regional o de interés nacional; unas pocas destrezas básicas o toda la variedad de técnicas específicas
posibles. Ésta es una situación que no ha sido evaluada en forma definitiva. Así, un estudio de las posibles
ventajas de la enseñanza basada en problemas ha demostrado que no tiene prácticamente ninguna sobre las
técnicas más tradicionales (5).

13) El problema 1.b implica la discusión sobre tres temas conexos: el primero, respecto de la situación en que se
enseña, si debe ser en clases teóricas, prácticas de grupo, talleres o tareas personales; el segundo, respecto de
los procedimientos de aprendizaje, si debe ser individual o en grupos, tutorial o bibliográfico, como es el tan
promocionado caso de la medicina basada en evidencias, y el tercero, respecto del método, esto es, si se trata
solamente de mejorar la tecnología educativa vigente o de introducir estrategias educativas novedosas como las
derivadas del constructivismo moderno.

14) En el ámbito 2 se plantea el problema 2.a de si el docente o profesor debe ser el maestro tradicional, el tutor o el
facilitador de los paradigmas educacionales modernos, y el 2.b, de definir las características del discente, por
ejemplo, si el estudiante de medicina debe tener rasgos, atributos o capacidades específicas, y si es así, cuáles
serían esos rasgos, atributos o capacidades, para lo cual hay que tomar en cuenta que casi todas las profesiones
exigen que sus estudiantes posean las mejores capacidades intelectuales sin mayor preocupación por la
estructura de sentimientos y la estructura de convicciones que son los constituyentes más esenciales de la
conciencia que debe tener una personalidad si es que aspira culminar una carrera como la medicina.

15) Por otro lado, ya señalamos que el modelo teórico del hombre sobre el cual se ha organizado el sistema
educativo exige que el estudiante desarrolle sus áreas 1) cognitiva, 2) psicomotora y 3) afectiva, como objetivos
esenciales que deben alcanzarse de modo gradual en todos los niveles del sistema escolarizado. Como se sabe,
en este esquema no hay lugar para una estructura psíquica de índole moral, como tampoco se sabe si es parte
de la cognición o de la afectividad, con el agravante que no existe una teoría que pueda explicar si estas formas
de actividad psíquica se relacionan de algún modo o no se relacionan del todo. Los intentos más recientes de
Gardner (6) y de Goleman (7) no salen del esquema anatomofisiológico del cerebro animal. Nuestra propuesta al
respecto es totalmente diferente (8). Tomando en cuenta estas exigencias, la institución, en nombre de la
sociedad, espera que cada profesional al terminar sus estudios tenga una cierta cantidad de conocimientos
teóricos, una cierta cantidad de destrezas psicomotoras, y por lo menos intencionalmente que tenga ciertas
disposiciones afectivas acorde con los patrones teóricos de la profesión.

16) Un análisis riguroso de estas limitaciones del sistema nos debe llevar a aislar cuál es el problema básico o
fundamental que está detrás de los diversos enfoques teóricos y tecnológicos de la educación. Para nosotros
todo empieza con una concepción equivocada del hombre, es decir, del docente y el discente, que ha terminado
por generar una concepción totalmente distorsionada de sí mismos como de los pacientes. El problema es que,
para repetirlo sin dubitación alguna, la educación en la sociedad actual se funda en la concepción animal del
hombre, en una teoría del aprendizaje que se fundamenta en la descripción parcial y sesgada de algún aspecto
de la actividad psíquica del niño, y en explicaciones científico-naturales que se han deducido en algunos casos
de la experimentación animal. Tenemos la convicción de que cualquier intento por introducir una estrategia
educativa centrada en la formación de la persona, tiene que sustentarse, aunque parezca paradójico, en una
ética centrada en la sociedad.

6) Valores Eticos y Esteticos de la Sociedad.


El siglo XXI plantea a la educación una doble exigencia que puede parecer contradictoria: la educación debe transmitir,
masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la
civilización cognoscitiva, porque son las bases de las competencias del futuro.

Simultáneamente, debe hallar y definir orientaciones que permitan no dejarse sumergir por las corrientes de
informaciones más o menos efímeras que invaden los espacios públicos y privados y conservar el rumbo en proyectos de
desarrollo individuales y colectivos.

Para cumplir el conjunto de las misiones que le son propias, la educación debe estructurarse en torno a cuatro
aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del
conocimiento: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. (1)

La educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido
estético, responsabilidad individual, espiritualidad; todo esto para dotar a los alumnos, a través de la educación, de un
pensamiento autónomo, que les permita emitir juicios sobre que deben hacer en las diferentes circunstancias a las que
se enfrenten a lo largo de la vida.

El proceso educativo es permanente en la vida del ser humano, en la escuela se constituye la interacción con las demás
personas, con los objetos y elementos de su entorno, en cualquiera de sus niveles de acción, preparará al hombre para
la vida, contribuye al desarrollo de competencias socio-afectivas y habilidades indispensables para la vida, da forma a la
personalidad, desarrolla el pensamiento crítico y científico; además, favorece la adquisición de conocimientos, hábitos,
destrezas, habilidades, actitudes y valores.

La educación y formación de valores comienzan sobre la base del ejemplo, que no se pueden reducir a los buenos
ejemplos y el modelo del profesor, por lo que la formación de valores es un proceso gradual, donde es necesario buscar
e indagar cuáles valores y por qué vías se deben formar, desarrollar, afianzar y potenciar en diferentes momentos de la
vida, según las necesidades que se van presentando en la formación de un profesional. (2)

La educación es medio fundamental para adquirir, transmitir y acrecentar la cultura; es proceso permanente que
contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad, y es factor determinante para la adquisición de
conocimientos y para formar al hombre de manera que tenga sentido de solidaridad social. (3)

Hablar de educación en valores es un tema por demás importante, la realidad de los centros educacionales muestra una
clara decadencia de valores en el alumnado. Es bien sabido, que las primeras nociones de educación en valores se
reciben en el hogar, sin embargo, no siempre es de ese modo.

Cada día, se exige mayor preparación y calidad en los profesionales, la universidades deben ser un espacio que
favorezcan el crecimiento personal de los discentes.

La educación en valores es un proceso sistémico, pluridimensional, intencional e integrado, que garantiza el desarrollo de
una personalidad consciente; se concreta a través de lo curricular, lo extracurricular y toda la vida de la institución
educativa (4).

El amor a la profesión, la responsabilidad, la honestidad constituyen valores esenciales reguladores de la actuación de


un profesional competente (González, V., 1999).

La Dra. Viviana González Maura en su trabajo sobre la Educación de Valores en el Currículo Universitario afirma que la
educación en valores en el centro universitario es responsabilidad de todos los docentes y debe realizarse a través de
todas las actividades curriculares y extracurriculares. (5)

Por tanto, sólo cuando los valores constituyen motivos de la actuación del sujeto se convierten en verdaderos
reguladores de su conducta.

Existen, por mencionar algunos, valores religiosos, afectivos, sociales, estéticos, físicos, intelectuales, económicos y
morales, todos de trascendencia para la sociedad, sin embargo, dentro de los valores morales se encuentra a la Ética
que es de gran importancia para la formación del Licenciado en Derecho.
La educación se encuentra con un problema permanente. Existen dos exigencias fundamentales: Una relacionada con
los conocimientos que deben ser creados, re-creados, mantenidos, acumulados y transmitidos de generación en
generación, es decir, la parte teórica; otra, de suma importancia porque en esencia fundamenta esta transmisión, referida
al sentido de todas estas actividades educacionales y que es, en una palabra, ÉTICA.

La ética es la ciencia que, al estudiar la conducta humana en cuanto al deber ser, traduce sus principios a exigencias
prácticas que deben regular cualquier actividad, incluyendo el estudio de la misma. (6)

La ética insiste en la idea de la propia autonomía. Que sea autónoma significa que sus principios no pueden
fundamentarse en una religión o en una autoridad terrenal. No hay otro origen de la ley moral, que la misma razón
humana, de ahí su autonomía. (7)

Actualmente, los valores éticos han perdido cierta vigencia en el ejercicio del abogado y eso ha contribuido al incremento
de algunos de los males de la sociedad. Para dar frente a esta situación es necesario mejorar la calidad en la formación
del profesional del Derecho para que sea capaz de llevar a cabo su actividad profesional.

Los valores éticos deben integrarse en el currículo como parte medular de éste, ya que las deficientes técnicas de
enseñanza, no observan ningún tipo de inducción ética y por ende el profesional nunca desarrolla una moral y olvida que
es un hombre que interactúa en sociedad, que debe trabajar para el desarrollo de la misma, y que como abogado debe
orientar sus actuaciones al servicio a la sociedad y jamás en contra de ella.

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