Historia de Las Gomas de Azúcar
Historia de Las Gomas de Azúcar
Historia de Las Gomas de Azúcar
En 1820 se inventó el caramelo. Antes que se usara el azúcar, ya se hacían dulces a base de otras
sustancias, como la miel, el jengibre o la regaliz. El nombre de caramelo procede del
descubrimiento de la caña de azúcar, también llamada “caña de miel” que en latín la denominaban
“canna melis” y que finalmente dará lugar a “caramelo”. Con la caña de miel se desarrollaron
nuevas y mejores técnicas de repostería, el problema fue que durante siglos fue un producto de
lujo no alcanzable por cualquiera.
Los caramelos, las chuches, las golosinas, no han sido siempre algo que comemos para endulzar
nuestros paladares, bien por placer o por capricho, sino que cuando se crearon hace años, tenían
su explicación y finalidad.
Nacen de la necesidad de encontrar un alimento ligero, que sirviese de sustento para largos viajes.
Algo pequeño, ligero, pero que además produjese energía. También está íntimamente ligado al
descubrimiento de lo dulce y sobre todo de la miel. Los primeros dulces, fueron creados con pulpa
de fruta, cereales y miel.
Ya en tiempos de Noe, los viajeros preparaban una pasta dulce y jugosa con pulpa de fruta y
cereales pulverizados. Incluso los antiguos egipcios preparaban sus caramelos mezclando miel y
fruta. Moldeándolos de muy diversas formas. Pero es de la India de donde procede el
descubrimiento de usar azúcar para elaborarlos, allí se produjo por primera vez azúcar sólido.
De esta época son también los grageados, caramelos cubiertos de azúcar o de chocolate y rellenos
con frutos secos, crocantes, pasas… A estas grageas se les añadía aromas de fresa, violeta o
almizcle y se les daba diversos colores, para que llamasen la atención.
Fue ya en 1850 cuando Estados Unidos comenzó con la producción industrial de caramelos, pero
en España, no se aplicó hasta 1930.
Ositos de Goma
Su creador, el pastelero Hans Riegel —fundador de la empresa Haribo— quiso reproducir en dulce
a los ositos danzarines que cada año llegaban con el circo a la ciudad: hizo un molde con su silueta
y lo rellenó con una pasta gomosa que obtuvo mezclando la base del caramelo clásico —azúcar,
jarabe de glucosa y agua— con un poco de gelatina. Además de acidulante, acido cítrico, extractos
y colorantes de frutas y plantas y aceite vegetal.
Nacieron así los Gummibärchen, caramelo blando, versátil, flexible como una goma y con forma de
osito danzarín que dio inicio en Bonn (Alemania) y en 1920, al fenómeno de las gominolas y
chucherías que triunfaría en décadas posteriores y cuyo consumo se dispararía en los 90.