EL PROCESO DE NUREMBERG

Este volumen, contiene el informe completo e imparcial de los procesos ms importantes a los que, nada ms terminar la contienda, fueron sometidos en Alemania, Japn e Italia los criminales de guerra. Para celebrar estos procesos fueron instituidos tribunales militares especiales y autnticas audiencias internacionales de justicia, cuyos magistrados eran representantes de las potencias vencedoras. Por primera vez en la historia moderna los vencedores se atribuan el derecho de procesar a los vencidos, y tal decisin no dej de producir perplejidad y polmica. La duda surgi: se trataba de administrar justicia, o de venganza? Pero estos interrogantes, indudablemente validos en la lnea del derecho. estaban abocados a estallarse frente a la espantosa realidad de una guerra distinta a todas las dems Una guerra que los alemanes, o mejor, los nazis, haban llevado a cabo pisoteando toda regla escrita y todo principio moral, matando sin piedad a seres inocentes, ensandose con la poblacin civil indefensa y, por aadidura, aplicando la solucin final, con el genocidio de seis millones de judos. El ajuste de cuentas no es, pues, el relato de una venganza, sino un fiel examen que reconstruye, sobre la base de los interrogatorios declaraciones y fases procesales, un importante acontecimiento histrico. Por esta razn creemos que la documentacin sobre la guerra no habra sido completa sin un apndice como este. Lo que ocurri entre 1940 y 1945 no se debe olvidar, ni se debe consentir a falsos maestros poner en duda la verdad. Sobre todo para que nunca pueda volver a ocurrir nada semejante.

ACUSADOR : EL MUNDO
Los jefes nazis son llamados a responder de sus delitos ante un tribunal formado por los representantes de las potencias vencedoras.
Estos hombres son ciertamente responsables del exterminio de diez millones de personas en Europa y en la Unin Sovitica. Diez millones de personas asesinadas a sangre fra, no muertas en el transcurso de acciones blicas, sino fusiladas, asfixiadas can gas, muertas por hambre, por trabajos forzados y por torturas en los campos de concentracin. Estos hombres deben responder por crmenes contra la humanidad cometidos en la paz y en la guerra. El gobierno de la Unin Sovitica acepta la propuesta de un proceso internacional y publico, aunque el pueblo hubiera querido que estos acusados fueran fusilados inmediatamente, apenas capturados, como otros tantos perros sarnosos. La voz que habla en ruso es la del teniente general J. T. Nikitchenko. De vez en cuando se interrumpe para dar tiempo a que los interpretes ingleses y franceses traduzcan. Es el 18 de octubre de l945. El Tribunal que dentro de un mes deber juzgar en Nuremberg a veinticuatro jefes nazis, esta reunido en Berln, en la sede de la comisin aliada de control, un palacio de altos y slidos muros conservado intacto en el corazn de la capital alemana devastada por los bombardeos y por la ultima batalla en torno al bunker de la chancillera Aqu, un ao antes, fueron procesados por los nazis y condenados a muerte los autores del fallido atentado contra Hitler el 20 de Julio de l944.

El 8 de agosto de 1945 se firm en Londres el acuerdo por el que se estableca por los aliados procesar a los criminales de guerra.

Es un da fro y lluvioso. Por los cinco ventanales que se abren sobre el jardn, entra una luz opaca, como de acuario. La niebla oscura de Berln envuelve los magnolios que rodean el edificio. En la sala de altsimo techo estn reunidos cuatro hombres, los jueces, alrededor de una mesa redonda cubierta por una tela roja que tiene en el Centro un florero con los banderines de la Naciones Unidas. Delante, en dos filas de bancos provistos de mesitas abatibles como los de un colegio de prvulos, se sientan los procuradores adjuntos y los ayudantes. El hombre que preside, el nico de uniforme, es el general Nikitchenko, vicepresidente del tribunal Supremo de Mosc. Corpulento de mirada aguda tras las gafas sin montura, sus labios son tan sutiles que parece hablar con la boca cerrada. Agita el puo y repite Les tendramos que haber fusilado inmediatamente, a todos, a todos apenas detenidos!" A su espalda, en la pared blanca de cal cuelga un cuadro rectangular con una Dnae insulsa y caligrfica que esconde la mancha, ms clara, donde hace un ao estaba, tras el busto de Fuhrer, el lienzo de Lazinger del abanderado Hitler A la derecha de Nikitchenko se sienta el Lord de Justicia, el ingles Geoffrey Lawrence, futuro presidente del tribunal de Nuremberg, un hombre mayor, calvo, circunspecto. Al otro lado del general sovitico est el juez americano Francis A. Biddle, de mediana edad, distinguido y simptico. El ultimo es el representante francs, el viejo profesor Henri Donnedieu de Vebres. Tiene los ojos escondido tras gruesas gafas, largos bigotes de foca, amarillos por la nicotina, y toma notas en un cuadernillo de tapas negras que se har famoso durante el proceso dc Nuremberg.

No es justicia lo de los pelotones de ejecucin! dice

Donnedieu recalcando las palabras. El intrprete traduce al ruso. El general Nikitchenko hace una ligera inclinacin hacia el representante francs. Nosotros -prosigue Donnedieu de Vabres- slo debemos ratificar el acta de acusacin

para un proceso que veinte naciones aliadas piden desde hace cinco aos y que deber iniciarse, y as lo desea mi gobierno, el prximo noviembre. Los
principales inculpados de este proceso -que durara doscientos dieciocho das, que ser el mas celebre de la historia, pero no el ms largo, porque el llevado a cabo contra los criminales de guerra japoneses se extender hasta 417 audiencias- estn ya

determinados: Hitler, Himler, Goebbels. Desde hacia mucho tiempo se haba pedido Justicia contra ellos. En 1940 todos los representantes en el exilio de los pases ocupados, reunidos en Londres, aprobaron esta resolucin: Uno de los principales fines de la guerra de los pases aliados es el castigo de los responsables de los crmenes cometidos en las naciones ocupadas. Por tanto estos gobiernos se comprometen a: 1) que los criminales responsables, de cualquier nacionalidad sean buscados, ante un tribunal y juzgados; 2) que las sentencias se cumplan. Un ao y medio despus, en octubre de 1942, tambin en Londres, los representantes de 17 naciones comprometidas en la lucha contra Alemania crean la Comisin interaliada para crmenes de guerra. EI conflicto no estaba ni mucho menos decidido. Comenzaba entonces la batalla de Stalingrado, en frica se recrudecan los combates, y para el desembarco de Normandia faltaban casi 2 aos. Pero esta Comisin internacional comenz a trabajar como si la guerra fuese a terminar en 24 horas. Se recogan informaciones, documentos y testimonios sobre las atrocidades nazis en los pases ocupados y en la misma Alemania. Radio Londres anuncio varias veces en alemn y en otras lenguas: Los criminales de guerra debern rendir cuenta de sus actos ante tribunales especiales.El 1 de noviembre de 1943, en una reunin en Mosc, Stalin, Churchll y Roosevelt firmaron una declaracin conjunta en la que se comprometan a castigar segn una decisin comn, a los responsables de crmenes que afectan a muchos pases. En los Estados Unidos el Departamento de Estado, el de la Guerra y el de justicia empiezan a estudiar con todo detalle la organizacin del gran proceso. De ello se ocupan especialmente los jueces Samuel lrving Rosenmann y Robert Houghwout Jackson del tribunal supremo. Mientras se constituan secciones militares especiales que deban avanzar junto a las tropas de asalto para buscar y recoger documentos, los dos jueces pensaban en el procedimiento a seguir contra los criminales de guerra. Algunos conceptos fundamentales del derecho procesal angloamericano -como explic despus el juez Jackson- no se

admiten por los pueblos del continente europeo, y ciertas frmulas legales americanas no son traducibles a otras lenguas, dada la absoluta falta de trminos equivalentes. En los pases anglosajones todo acusado y testigo es interrogado por el fiscal y por la defensa. Y este doble interrogatorio, segn los americanos, es el mejor para buscar la verdad de una declaracin. Tambin la acusacin fiscal es diferente, y los mismos soviticos sostuvieron que el sistema angloamericano, era injusto respecto al encausado. Ingleses y americanos, decan los rusos, formulan una acusacin genrica y sucesivamente presentan las pruebas en el curso del proceso. Nosotros, sin embargo, catalogamos y describimos en la acusacin todas las pruebas, documentos y declaraciones del testigo contra el acusado. Los americanos replicaron que, hacindolo as, se anticipaban todos los resultados del proceso. De ese modo el fiscal no poda demostrar su verdad y solo se escuchara a la defensa del acusado. Pero todas estas dificultades se fueron superando poco a poco. El 25 de junio de 1945, alrededor de una gran mesa verde, se renen los delegados de los Cuatro Grandes. Por los americanos Robert Jackson y once ayudantes; por los ingleses, el Fiscal del Tribunal Supremo Sir David Maxvell-Fyfe, el lord canciller Jowitt y once ayudantes; por los franceses, el Consejero del tribunal de Apelacin Robert Falco, el profesor Andre Gross, especialista de derecho internacional publico y dos ayudantes: por los soviticos como ya se ha dicho-, el general Nikitchenko, vise presidente del Tribunal supremo de Mosc. La discusin fue larga. y tuvo momentos difciles. Incluso surgi la pregunta quiz no haba sido la URSS cmplice de los criminales cuando en l930 se reparti Polonia con Hitler? Y, adems como se deba juzgar la invasin rusa de Lituania, Estonia o Letonia? Estos interrogantes (que se quedaron en pura retrica) fueron subrayados calorosamente por pruebas de expatriados, y en las comisiones no faltaron duros enfrentamientos verbales. Al final, todos se pusieron de acuerdo sobre el procedimiento, basado sustancialmente en el sistema anglosajn. Ahora se trataba de elegir la sede del tribunal. Los rusos propusieron Londres o Berln, los ingleses sugeran Munich. La discusin amenazaba con ser larga. EI juez Robert Jackson dijo: He estado en estas ultimas semanas en muchas ciudades

de la Europa liberada, pero no he visto ninguna que pueda servir. En Frankfurt he expuesto el problema al general Lucius D. Clay, vise gobernador militar americano. En la Zellenstrasse de Nuremberg existe una prisin que parece hecha a propsito para esto. Ha quedado prcticamente intacta a pesar de los bombardeos, y esta prcticamente sin tocar el cercano Palacio de Justicia. Se llego rpidamente el hecho al acuerdo. EI proceso contra Ios jefes nazis se desarrollara en Nuremberg, la ciudad de los desfiles y de los congresos hitlerianos.

Nuremberg, ciudad elegida como sede del proceso.

La caza de los jerarcas nazis

Pero todava estaba por suceder todo esto cuando el 2 de octubre de 1944, hacia las diez de la maana lleg a Mondorf-les-Bains un pueblo de 1200 habitantes de Luxemburgo -recin liberado por los aliados-, un grupo de oficiales americanos. Del jeep de cabeza baj un coronel de casco verde, color nunca visto entre las secciones de frente. El coronel se llamaba, Burton C. Andrus, tenis bigotes de sudamericano y sus ojos grises se escondan tras gruesas gafas oscuras. El coronel llevaba en la mano un folleto en el que estaban escritos los nombres de dos hoteles: el International y el Palace. El primero se encontraba en el Centro del pueblo, donde se haban detenido los jeeps. El oficial americano lo mir atentamente y despus le fue a echar un vistazo, a pie, por todo alrededor. EI hotel estaba rodeado de casas viejas, que solo dejaban libre un estrecho del callejn. El coronel meneo la cabeza, se subi al jeep e hizo un gesto al conductor para que siguiera. La pequea columna atraves el pueblo, giro a la izquierda y desemboco en la Avenida Marie Adelaide. Detrs de un grupo de viejas hayas y un jardn no demasiado cuidado se vislumbraba un imponente edificio color ocre de cuatro pisos. Era el Palace, un hotel de lujo con cincuenta habitaciones, propiedad de un alemn de Colonia.

El Palace Hotel, aqu fueron encarcelados los jerarcas y generales nazis en espera del proceso.

El coronel pareci inmediatamente satisfecho. Aquel hotel se encontraba en una situacin ideal, rodeado de rboles y prados. Tenia el aspecto de una fortaleza en el corazn de una zona turstica y, con pocos arreglos, podra transformarse en una prisin modelo. Todava faltaban siete meses para el final de la guerra, pero el coronel Andrus haba encontrado lo que buscaba hace tiempo: la primera crcel para Hitler y para los jerarcas nazis, cuando Alemania fuese aplastada. Las vanguardias americanas, en aquel momento, apenas haban sobrepasado en cuarenta y cinco kilmetros la Lnea Sigfrido, que se extenda al norte de Trveris. Para llegar a Berln faltaban todava mas de seiscientos kilmetros, muchas batallas y muchos muertos. Pero Andrus se puso en seguida manos a la obra, sin perder un minuto. Era el coronel mas obstinado del Ejrcito americano. La Operacin Mandorf estaba rodeada del ms riguroso secreto. Pocas personas en el mundo estaban al corriente de ella. El nombre del pueblo fue desterrado de escritos y peridicos. En la zona se impuso el toque de queda desde las 7 de la tarde hasta las 7 de la maana. Si se sorprenda a alguien circulando con una maquina fotogrfica era detenido y procesado por un tribunal militar. Controles impedan a los curiosos penetrar en aquel rincn de Luxemburgo. Mondorf-les-Bains se convirti en un pueblo fantasma, cuya contrasea era la sigla A.P.O. 513, U.S. Army. E] coronel Andrus hizo llegar un batalln del Cuerpo de Ingenieros e instal a los especialistas en cuatro hoteles. El y la compaa A en el Terminus, la compaa B en el Grand Chef, la compaa C en el Bristol y la compaa D en el Windsor. Despus transform el Palace en un campo atrincherado. El cristalero Silvere Linster fue encargado de arreglar todas las ventanas que se haban roto en Ios das de guerra. Un grupo de herreros y albailes cerro cualquier hueco con slidos barrotes de hierro. Alrededor del hotel se levanto un doble recinto de postes y alambre de espino. Cuatro torteas, dos adelante y dos a los lados, albergaran a una seccin de ametralladoras. Los ingenieros emplazaron reflectores de forma que todo el edificio estuviese constantemente iluminado, e instalaron sobre el techo una potente alarma elctrica. Despus,

recubrieron los postes y el alambre de espinos con lonas de camuflaje, para que nadie pudiera ver desde fuero lo que ocurra en el interior. EI trabajo completo apenas dur seis das. Andrus ya estaba preparado, pero su primer prisionero no llegara hasta el ao siguiente. El obstinado coronel y sus hombres empezaron a esperar, aunque en mas de una ocasin sus esperanzas estuvieron a punto de naufragar. Por ejemplo cuando los alemanes, por la Navidad de 1944, lanzaron la contraofensiva de las Ardenas, amenazando con romper la parte de frente en que e encontraba la crcel misteriosa destinada a los jerarcas nazis. Muchas ocasiones pens Andrus que haba llegado el momento de retirarse, y estuvo preparado para la marcha con su batalln. Noche y da se oa el tronar de los caones y, al otro lado de las colinas, en direccin a Bastogne, las llamaradas de la explosiones iluminaban la oscuridad. Los edificios de Mondorf-les-Bains temblaban cuando los bombarderos lanzaban sus cargas. Sin embargo, el coletazo de Hitler en las Ardenas fue detenido, y lleg la primavera del 45. La caza a los criminales nazis (que Eden haba anunciado a la Cmara de los Comunes con las clebres palabras: Los aliados han iniciado la ms formidable caza del hombre jams conocida en la historia, desde Noruega a los Alpes bvaros, desde Atlntico a Polonia) estaba en todo su apogeo. Los oficiales de contraespionaje tenan una lista concreta y un montn de fotografas y datos de los personajes que haba que capturar. Pero cuando Berln capitul, dos de los hombres que deban sentarse en la primera fila del banquillo de Ios acusados en Nuremberg, ya no existan. Hitler y Goebbels se haban suicidado en el bunker de la Chancillera. Otros dos jerarcas se encontraban en manos de los aliados: Rudolf Hess, numero dos del nazismo, llegado el 10 de Mayo de 1942 a Gran Bretaa para una extravagante y misteriosa misin de paz, y Hans Fritzsche, comentarista oficial de radio Berln, que el 2 de Mayo de 1945 se haba presentado en el Cuartel General del mariscal sovitico Zukov para ofrecer la rendicin de la capital. La rendicin ya haba sido firmada por el general Weidling, y Fritzsche fue llevado en avin a la crcel Lubianka, en Mosc. Los americanos capturaron despus a un personaje importante: Franz von Papen, ex canciller alemn, uno de los principales

responsables del ascenso de Hitler al poder. En el momento en el que el IX Ejercito americano avanzaba por el Ruhr, Von Papen se haba refugiado con su familia en la finca del conde Max von Stockhausen, su yerno, pero en vez de habitar en el castillo haba preferido esconderse en una especie de cabaa en medio del bosque. EI 11 de abril de 1945 una patrulla de la polica militar descubri el refugio. Un sargento entro en l, pistola en mano, y detuvo a todos. Von Papen mostr sus documentos pero el sargento respondi: Gurdelos, usted es un prisionero como los dems... Pero yo no, soy un soldado, soy un viejo que tiene mas de sesenta y cinco aos. Eso a mi no me importa, replic el sargento. EI 6 de Mayo los franceses descubrieron en su zona al barn Kostantin von Neurath, ministro del Exterior en el primer gobierno nazi, y los americanos encontraron al ex gobernador alemn de Polonia, Hans Frank. El verdugo de Varsovia se encontraba en Berchtesgaden, mezclado entre cerca de dos mil prisioneros que los oficiales del VII Ejrcito estadounidense trataban afanosamente de identificar y registrar. Hacia las once de la noche, el capitn Gordon James Broadhead, jefe de la administracin militar americana fue despertado por una llamada telefnica: un hombre, un tal Hans Frank, haba tratado de quitarse la vida cortndose las venas del brazo izquierdo con una navaja. El capitn intervino y en pocos minutos consigui organizar los primeros auxilios. Frank se salv, aunque su mano izquierda qued paralizada. Al da siguiente, una patrulla del mismo VII Ejrcito americano encontr, cerca del Munich, a Wilhelm Frick, que fue Protector de Bohemia y Marovia (esto es, virrey de Hitler en Checoslovaquia). Una seccin inglesa encontr a Fritz Sauckel, jefe de la organizacin de trabajos forzados en Alemania, y una lancha de vigilancia costera de la Marina canadiense captur e Seyss-Inquart, ex comisario del Reich para los pases bajos, cuando iba a bordo de una lancha torpedera y trataba de llegar a Holanda, despus de haberse encontrado con el almirante Doenitz. EI 9 de Mayo, le toc el turno a Goering. El corpulento mariscal del Reich mand a su ayudante, el coronel Von Brauchitsch, hacia las avanzadas de la 36 Divisin americana y despus se rindi al general de brigada Robert J. Stack. Llevaba consigo gran cantidad de estupefacientes, un neceser con cremas y

lociones para la cara y las manos, pijamas de seda, grandes anillos adornados con rubes, esmeraldas y diamantes, cuatro relojes, una esmeralda sin engarzar que tena como amuleto y una pitillera de oro. Sobre el pecho llevaba colgadas doce medallas que le quitaron apenas llego a Kitzbuhel, en Tirol.

En el momento de la detencin, Hermann Goering llevaba consigo un completo guardarropa de uniformes, que tuvo que abandonar despus por un simple uniforme sin grados ni condecoraciones.

El 10 de mayo le toc a Hjalmar Horace Schacht. El ex presidente de la banca del Reich se encontraba -cosa rara- en un camin, entre un grupo de ex prisioneros polticos franceses: los ex Presidentes Edouard Daladier, Leon Blum, Paul Reinaud y el general Gamelin. En el grupo viajaba tambin el ex regente de Hungra, almirante Horthy. El 11 de mayo los soviticos descubrieron en Berln al ministro nazi de Economa, Walter Funk. Pretenda esconderse entre el personal de la embajada japonesa. El 12 de mayo, a las 11,30 de la maana, fue detenido el feldmariscal Wilhelm Keitel. El mayor general americano Lowell Rooks le cit en el viejo barco de pasajeros "Patria", anclado en el fondo de Flensburg, y le dio una hora y media para prepararse. Poda llevar con l a su ayudante y un equipaje que, en total, no superase los 150 kilos. Keitel fue al aerdromo de Flensburg en su coche particular, acompaado por el general alemn Detleffsen. Salud a los presentes con su bastn de feldmariscal incrustado de brillantes y, despus, subi al avin militar ingls que le estaba esperando. Su carrera de oficial de la Wehrmacht terminaba en aquel momento.

Despus de la captura de Keitel pasaron tres das en blanco. Los otros jefes nazis parecan haberse esfumado. Pero el 15 de mayo las cosas volvieron a marchar. El primero en caer en manos de una patrulla americana fue el jefe de la GESTAPO, Ernst Kaltenbrunner, que se haba escondido en Alt Hausee, a unos cuarenta kilmetros de Salzburgo. Kaltenbrunner quera someterse a una operacin de ciruga esttica en el hotel "Am See", transformado en hospital de las SS, pero en el ltimo momento tuvo miedo de ser descubierto. Una noche huy y permaneci escondido en una cabaa en el bosque, como Von Papen. Alguien le denunci para salvar el pellejo y as se pudo arrestar al jefe de la Gestapo. Tambin el doctor Robert Ley, jefe del "Frente del Trabajo", fue capturado a raz de una denuncia. Un grupo de campesinos de un pueblo al sur de Berchtesgaden indic al mando de la l0l Divisin aerotransportada americana que el hombre estaba en una casita aislada. Los soldados encontraron a un anciano sentado en la cama, con barba hirsuta. Llevaba un pijama azul y temblaba. "Es usted el doctor Ley?", pregunt el jefe de la patrulla. "No, se equivoca -respondi el jerarca en pijama-. Yo soy el doctor Ernst Distelmeyer". "Okay -contest el soldado-. Es lo mismo. Venga usted conmigo". En el puesto de mando de la Divisin, el hombre neg obstinadamente. Algunos oficiales americanos que iban tras l desde hacia meses hicieron entrar en la estancia a un viejo de casi ochenta aos, Frank Xavier Schwarz, apresado das antes. Schwarz habla sido tesorero general del partido nazi y, cuando vio al detenido, no pudo por menos que exclamar sorprendido: "Mira por dnde, si tambin est aqu el doctor Ley!". El jerarca tuvo que rendirse ante la evidencia y, volvindose hacia los americanos, dijo de mal humor: "Han ganado!". El mismo da, un grupo de bsqueda ingls inspeccion el hospital de la Marina alemana de Flensburg, en el extremo septentrional de Alemania. Revisando uno a uno a los enfermos, se descubri al filsofo del nazismo, Alfred Rosenberg, que estaba en cama por un esguince de clavcula. Rosenberg fue inmediatamente trasladado. Al da siguiente, en la misma ciudad, los ingleses detuvieron al Gran Almirante Karl Doenitz, al general Alfred Jodl y al ministro de Armamentos

Albert Speer. Doenitz prepar doce maletas, pero slo le fue permitido llevar una. En el trayecto por la calle, escoltado por algunos hsares ingleses, soldados y marinos alemanes se cuadraban y saludaban a su paso. El grupo de los jerarcas nazis capturados era ya numeroso, pero faltaban todava algunos personajes importantes. Por otro lado, en la Alemania en ruinas, con millones de prisioneros que se aglomeraban en los campos de concentracin, encontrar a un solo individuo era una empresa dificilsima. Durante los seis das siguientes al arresto de Doenitz, los oficiales aliados estuvieron dando tumbos. Despus, un golpe de suerte llev al general Blitt, jefe de la 101 Divisin aerotransportada americana, a pararse en los alrededores de Berchtesgaden. En la carretera haba un viejo pintor con su paleta y su caballete. El comandante le salud y el hombre de larga barba blanca devolvi el saludo. Pero algo en aquel rostro le recordaba la fotografa de un perseguido expuesta en todas las dependencias aliadas. El general Blitt dijo de repente: "Se parece usted a Julius Streicher, sabe?", el viejo palideci."Pero, cmo -respondi-, me Conoce?". El general hizo una sea a sus oficiales y despus le dijo que estaba detenido. Streicher pidi permiso para cambiarse de zapatos y despus sigui a los americanos con la cabeza baja. El suicidio de Himmler

El cadver de Himmler en Luneburg. El poderoso jefe de las SS consigui suicidarse poco despus de la detencin.

Casi a la misma hora, mil kilmetros hacia el norte, era capturado Heinrich Himmler, pero el jefe de las SS consigui envenenarse. Su cuerpo permaneci en el suelo durante dos das, en la habitacin en que se encontraba. Despus, sin atad y sin ninguna seal de identificacin, fue enterrado en una fosa cavada en una colina cerca de Luneburg. Ninguno de los presentes habl. Slo al final, un soldado ingles exclam: "Let the worm go fo the worms" ("Que el gusano termine entre los gusanos"). Todava, para completar la lista, faltaban tres personajes famosos: el ministro del Exterior, Joachin von Ribbentrop; el ex jefe de las juventudes hitlerianas, Baldur von Schirach, y el Gran Almirante Erich Raeder. Nadie sabia dnde estaban. Mosc protestaba porque no los encontraban. Stalin lleg a acusar a los angloamericanos de sabotaje. Finalmente, la casualidad vino en ayuda de los americanos. Baldur von Schirach, que se haba dejado crecer el bigote y tena documentos falsos a nombre de Arthur Falk, estaba refugiado en la ciudad tirolesa de Schwarz, junto a Insbruck. Sabia un poco de ingls y pens ofrecerse como intrprete a los americanos. De da trabajaba con ellos, y por la noche escriba sus memorias en un gran diario camuflado bajo el curioso ttulo "El secreto de Myrna Loy"'. Todos los jefes de la Hitlerjugend

estaban en prisin e, incluso, muchos militantes jovencsimos. Este pensamiento debi conmover su sentido del honor. El, el jefe, poda continuar escondindose? El 5 de junio se present al comandante americano del Tirol. Tambin Von Ribbentrop fue detenido por casualidad. El ex ministro del Exterior estaba escondido en Hamburgo, en el domicilio de una seora divorciada de treinta y cinco aos. Viva con esta mujer, en el quinto piso de una vivienda modesta, desde el 20 de abril de 1945, y se hacia llamar Riese. Nadie le haba reconocido. Se traicion l solo. En su juventud, despus de haber sido empleado de coches cama en Canad, se haba dedicado al comercio de vino, y fue justo su conocimiento enolgico el que provoc su captura. Un da entr en una taberna e hizo un discurso tan extrao sobre el champn que el comerciante advirti a la polica inglesa. Al da siguiente -el 14 de junio-, al amanecer, cuatro soldados y un subteniente entraron en su casa y le detuvieron. Llevaba un pijama de rayas rojas y blancas y se mostr incmodo por la presencia de la mujer. Durante el cacheo le fue encontrada encima una cpsula de cianuro de potasio, pegada a la piel con un esparadrapo. Von Ribbentrop ense al subteniente tres cartas escritas por l y dirigidas al mariscal Montgomery, a Eden y a Churchill. En la direccin de esta ltima haba un error extrasimo para un ex ministro del Exterior y ex embajador en Londres. Von Ribbentrop haba escrito "Vincent Churchill" en lugar de Winston. Ya no quedaba ms que un hombre por detener: Raeder, el Gran Almirante que haba mandado la Marina antes que Doenitz. Los soviticos protestaron tambin por el retraso en su captura, pero despus tuvieron que pedir excusas a los occidentales. Raeder, de hecho, viva tranquilamente con su mujer justo en el sector sovitico de Berln, sin esconder-se. Fue el 23 de junio de 1945, casi dos meses despus de la capitulacin, cuando los rusos se dieron cuenta. Seis oficiales del Ejrcito Rojo se presentaron en su casa detuvieron a Raeder y, despus de quince das de tenerle aislado en una prisin de la ex capital alemana, le deportaron con su mujer a Mosc. El hotel-prisin del coronel Andrus

En la estacin termal de Mondorf-les-Bains, el coronel Andrus, mientras tanto, estaba casi a punto. Haba preparado vveres en conserva y agua mineral para algunos meses, haba hecho blanquear habitaciones y salas del "Palace", improvisando incluso consultorios mdicos con las cosas necesarias para una intervencin de urgencia. El capitn mdico Clint L. Miller, que diriga esta seccin, poda estar orgulloso. En todo Luxemburgo no haba nada parecido. El coronel Andrus, finalmente, eligi a seis hombres para servir de "camareros" a los jerarcas nazis, todos prisioneros de guerra que por diversos motivos, eran muy de fiar: Josef Jakesch, Theodor Kemma, Wilheim Gierlich, Josef Mayer, Otto Henke y Berhard Jansen. El primero en llegar al "Palace" fue Seyss-Inquart, trasladado directamente desde Flensburg a Luxemburgo. El aerdromo de la capital del Gran Ducado tena cada vez ms trfico. Los aviones aliados iban y venan noche y da. El sbado 12 de mayo lleg el feldmariscal Keitel, y despus, uno a uno, todos los dems. En coche o en camin, escoltados por jeeps provistos de ametralladoras, enfilaban la carretera estrecha y llena de curvas que lleva a Mondorf-les-Bains y entraban en la crcel preparada por el coronel Andrus. En la Europa en ruinas, aquel hotel de lujo era una prisin bastante rara. Tenia luz elctrica, agua corriente caliente y fra, ascensores, manteles, sbanas y pijamas que se cambiaban todos los das, lamparitas en las mesillas de noche y un parque lleno de grandes rboles. Los prisioneros fueron visitados varias veces por los mdicos y sufrieron muchos interrogatorios, pero, en conjunto, podan considerarse casi de vacaciones. En las cuatro torretas montaban guardia los soldados de Andrus con las ametralladoras y, por la noche, potentes reflectores iluminaban todos los rincones del parque y la fachada del "Palace", pero cada uno de los "huspedes" tena su habitacin con bao, era llamado "mister" por los soldados americanos y coma en la planta baja, en una gran sala, servido por camareros alemanes con chaqueta blanca. A Goering, que lleg el 21 de mayo, se le haba asignado la habitacin ms grande, en el tercer piso, y encima de l se alojaban los seis camareros alemanes. "Dormimos encima del gobierno comentaban con irona. Doenitz estaba en una habitacin contigua a la de Goering, y Von Ribbentrop, en el piso de arriba, en una muy pequea. EI nico que no se hospedaba con los ex dirigentes nazis era Von Papen, a quien

el coronel Andrus, no se sabe por qu motivo, haba alojado en el hotel "Hemmendinger". Cada prisionero tenia su guardin particular, que le vigilaba discretamente. El de Goering era un sargento de origen griego, a quien todos llamaban "PhiI". El mariscal del Reich fue sometido a una enrgica cura mdica y, desintoxicado de las drogas, adelgaz adquiriendo mayor agilidad. Durante una inspeccin a su habitacin, se encontr una cpsula de cianuro potsico que le fue retirada. Goering tenia otras, pero no se consegua saber dnde las esconda. La vida en el "Palace" estaba regulada por el sonido de un timbre colocado en los techos. El coronel Andrus haba establecido este cdigo de seales: por la maana, un timbrazo para despertarse, dos para el aseo personal, tres para el desayuno en la planta baja. A medioda y por la noche, dos timbrazos para prepararse para las comidas y tres para bajar al comedor. Un timbrazo ms largo despus del ocaso significaba el "toque de queda". Todas las lmparas de las habitaciones tenan que apagarse, mientras en el exterior se encendan los reflectores. Los prisioneros daban largos paseos por el parque, dividindose en grupos, segn sus amistades. Goering fumaba gruesos cigarros Wolf fabricados en Hamburgo, que, a menudo, regalaba a su guardin. Doenitz, Von Ribbentrop, Baldur von Schirach y los otros discutan animadamente, a veces riendo, mientras los americanos miraban. Goering deca: "No comprendo por qu se me tiene aqu, cuando hay tanto que hacer en Alemania...". Doenitz protestaba: "Quieren procesarme porque he asumido el poder en el momento en que la nacin se estaba hundiendo!..." El 28 de julio de 1945, durante un violento temporal, Goering empez a sudar y despus se desvaneci. Su pulso era muy dbil y el mdico, que fue llamado inmediatamente, por un momento tuvo la impresin de que poda morir. La enrgica cura de desintoxicacin haba debilitado evidentemente al mariscal quien, sin embargo, se recobr despus de algunas inyecciones. El mdico le orden reducir de veinte a doce la racin diaria de cigarros. La noticia del lanzamiento de la bomba atmica sobre Hiroshima, lleg a Mondorf-les-Bains el 10 de agosto. El teniente coronel Owen se la comunic personalmente a Goering, quien respondi:

"No lo creo". Entonces el oficial americano le tendi un nmero del peridico de las Fuerzas Armadas, "Stars and Stripes" y el mariscal murmur: "Es algo formidable! Pero no quiero meterme en estos problemas. Estoy a punto de desaparecer de este mundo". Doenitz coment: "Tambin nosotros estbamos intentando resolver el problema atmico, pero nos faltaban los materiales necesarios. Me entra un escalofro al pensar que ustedes los americanos quiz hubiesen podido lanzarla sobre Alemania!". Von Ribbentrop aadi: "Es una revolucin. Ahora nadie ser tan estpido como para empezar otra guerra". Despus Doenitz cogi el peridico y se puso a traducir del ingls en voz alta. Los dems le escuchaban en silencio. El acontecimiento, sin embargo, no preocup demasiado a los jefes nazis, que continuaron dejando pasar los das con el torso desnudo en los balcones o terrazas para tomar el sol. En pocas semanas estaban todos bronceados. A 350 kilmetros de distancia habla quien trabajaba afanosamente para ellos. Dos jvenes oficiales, el teniente Dan Kiley -un arquitecto de New Hampshire- y el capitn John G. Vonetes -de Nueva Yorkhaban sido llamados, en julio, a Nuremberg y les haban dicho: "Tienen que hacer en un mes el trabajo de seis preparando la prisin y el Palacio de Justicia para el proceso ms grande del siglo. Hganlo como quieran, pidan lo que quieran, pero el trabajo tiene que estar terminado en los primeros das de octubre". Kiley y Vonetes sintieron que el pelo se les pona de punta. Se trataba, ms o menos, de crear un barrio entero en una ciudad casi totalmente destruida, hacer funcionar la central elctrica, reparar la conduccin de aguas y rehacer todo el interior del Palacio. Kiley tuvo inmediatamente a su disposicin un batalln americano del Cuerpo de ingenieros, un centenar de trabajadores civiles y cuatrocientos prisioneros de guerra. Estos hombres deban reparar 650 habitaciones en las tres plantas del ala oriental del palacio y reconstruir por completo la parte occidental, destruida por las bombas incendiarias. Todo el primer piso tena que ser transformado en una "cafetera" a la americana dispuesta para dar de comer a quinientas personas. Jueces y fiscales serian servidos en sus despachos. El segundo piso deba tener un gran saln comn

para los periodistas de todo el mundo y otros pequeos despachos, con centenares de telfonos y altavoces. En el tercer piso haba que preparar la sala de audiencias, agrandando la ya existente. El problema de Kiley era el de colocar en la inmensa aula a cuatro jueces y cuatro sustitutos, 22 fiscales, 22 acusados, ocho intrpretes, ocho secretarios, 60 entre abogados y consejeros, 250 periodistas y fotgrafos y 150 personas del pblico. El teniente-arquitecto trabaj noche y da, derrib paredes, construy balcones, instal ascensores, reconstruy escalinatas, e instal aire acondicionado y aparatos de traduccin simultnea en cuatro idiomas. Hizo venir en avin desde Nueva York tcnicos de IBM y gast en poco ms de cuarenta das cerca de un milln de dlares. La lista de materiales utilizados es impresionante: 130.000 kilos de cemento, 100.000 ladrillos, 20.000 tejas, 8.000 kilos de yeso, 1.500 kilos de clavos 4.500 metros cuadrados de cristal, 10.000 tubos fluorescentes, 300 lmparas de mesa, siete generadores de corriente y 335.000 metros de cable elctrico. Esto por lo que se refiere al Palacio de Justicia solamente. Pero despus quedaba la crcel, que necesitaba toda una serie de modificaciones en las celdas y en el equipamiento. El capitn John Vonetes, a su vez, deba organizar el aprovisionamiento de vveres para ms de un ao, preparar los depsitos para las toneladas de documentos que estaban llegando de todas partes del mundo, los almacenes de objetos de escritorio, los laboratorios fotogrficos, el material de repuesto de los magnetofones y de los otros aparatos elctricos, la llegada de cinco millones de folios y 25.000 lpices para hacer frente a los pedidos de los funcionarios del Tribunal. Y, despus, el abastecimiento diario de leche, agua, vino, licores, pan, carne, verduras y frutas, para un millar de personas. John Vonetes llamaba por radio a Nueva York, hablaba por telfono con Frankfurt, con Londres, daba rdenes, haca mover trenes y barcos. En aquel. verano bochornoso de 1945 se senta el hotelero ms rico y loco del mundo. Los dos oficiales llevaron a trmino su trabajo en los plazos establecidos. Fue un esfuerzo agotador, pero lo consiguieron. A finales de agosto, el coronel Andrus fue a Nuremberg para una inspeccin. Quera ver cmo haba sido organizada su crcel, e hizo una sola observacin:

"Quiero que los marcos de puertas y' ventanas estn barnizados de negro, como los coches fnebres ". Cuando vio que la orden. se haba cumplido, quedo satisfecho: "Ahora puedo venir con mis prisioneros". SE ABRE LA SESION Todos los acusados estn presentes en la sala, a excepcin del industrial Krupp y Martn Bormann. El proceso de Nuremberg se abre en una maana fra y gris, mientras el cielo amenaza con nevar. Es el 20 de noviembre de 1945, el primer invierno de paz. Los abedules, los sauces y los lamos esquelticos se inclinan lentamente bajo las rfagas de viento del norte ante el palacio de Justicia. A la entrada del edificio los MiIitary Police de guardia fuman silenciosos junto al carro blindado equipado con ametralladoras que apunan hacia la Furtherstrasse, cubierta de escombros. La puerta interior del palacio est cerrada, el vestbulo atestado de periodistas, fotgrafos, militares ingleses, americanos, rusos y franceses. Todava es temprano. Tendrn que esperar por lo menos dos horas, pero en este momento (son las 7,30) los acusados salen ya de sus celdas, en los subterrneos del palacio, y suben a la sala donde se sentarn durante doscientos dieciocho das.

Soldados americanos ante el tribunal de Nuremberg. La vigilancia era seversima ya que se teman atentados por parte de elementos nazis.

La sala del proceso, grande, cmoda y fra, puede acoger a quinientas personas. Tiene forma de "T" y una ligera pendiente similar a la de un cine. En la parte ms ancha, de forma rectangular, las paredes estn cubiertas por paneles de oscura encina con bajorrelieves de escenas bblicas: el rbol del pecado, Adn y Eva, la serpiente en el Paraso terrenal, Can y Abel. Situado en la pared de la izquierda, el lugar de los encausados con dos largos bancos de madera, uno mas bajo que otro. Ante esta box estn las mesas de los abogados y, en el centro, la tribuna designada a los testigos y a los fiscales. El estrado de los jueces es muy alto, con amplios asientos similares a los de los coros de las iglesias, y est coronado por un grupo de banderas. Abajo, los bancos para los taqugrafos. De frente se alinean las cinco mesas de los fiscales adjuntos y de los ayudantes y, en los dos ngulos, las cabinas de cristal de los intrpretes y de los traductores. Con la nica excepcin de los acusados, que tienen que sentarse en bancos, los dems ocupan asientos mullidos. Sin embargo, hay auriculares para todos. Por primera vez, en un proceso, se adopt la tcnica de

la traduccin simultnea en cuatro idiomas (ingls, ruso, francs y alemn). Los intrpretes, en la cabina, tienen un interruptor que puede encender una luz roja y otra amarilla en el banco de los acusados, en el estrado de los jueces y en la tribuna de los testigos. La primera significa la traduccin est interrumpida", la otra, "por favor, hable ms despacio". Toda esta zona de la sala est separada por una barandilla de madera. Al fondo, la sala se estrecha y acoge en tres filas de sillas a periodistas, fotgrafos, invitados y pblico. Arriba hay una balconada, una especie de "gallinero", tambin reservado al pblico, a los observadores polticos y a los adjuntos militares de los pases aliados. Para entrar se necesita una tarjeta con fotografa, que se obtiene en la Comisin Aliada de Control. En el techo, encima del estrado de los jueces y de las mesas de los procuradores, se han colgado enormes lmparas fluorescentes que sirven para las tomas cinematogrficas y facilitan el trabajo de los fotgrafos. La sala esta desierta cuando la puerta prxima al recinto de los acusados se abre y, tras dos MP con casco, cinturn y brazalete blancos, aparece el primer acusado, Keitel, sesenta y tres aos, con uniforme verde sin grados ni distinciones. A continuacin, Von Papen, de sesenta y cinco anos, cabello peinado con brillantina, impecable traje marrn a rayas con el pauelo asomando tmidamente en el bolsillo del pecho de la chaqueta. Hermann Goering (cincuenta y dos aos, ms delgado, ojeroso, con uniforme de mariscal del Reich sin ninguna insignia) pasa rpido ante los dems, entra en el recinto con gesto decidido y se sienta al fondo a la izquierda, junto al micrfono mvil. Durante un ao no abandonar aquel sitio. A su lado se sientan Rudolf Hess, de cincuenta aos, con traje de tweeds y que sujeta entre sus manos un libro de antiguas historias bvaras; Joachim von Ribbentrop, envejecido prematuramente y que parece tener diez aos ms de sus cincuenta y dos; el impenetrable Kaltenbrunner, de cuarenta y dos aos, muy delgado, cara de caballo marcada por los duelos estudiantiles, los cabellos lisos, enormes orejas y, como las definir Wheeler-Bennett, "dos manos de estrangulador"; Rosenberg, de cincuenta y dos aos, silencioso, preocupado y distante; Frank, de cuarenta y cinco aos, vestido de oscuro con corbata de rayas rojas, medio calvo, ojos ocultos tras las gafas negras; Frick, de sesenta y ocho aos, aturdido y nervioso, con traje azul y zapatos avellana; Streicher, de

sesenta aos, con traje a cuadros pequeos de corte deportivo y corbata de lazo; Funk, de cincuenta y ocho aos, con expresin de ira; Schacht, de sesenta y ocho aos, muy delgado, con cara de bho de la que destacan las gafas sin montura y pelo escaso y desordenado. En la segunda fila, un poco ms alta que la primera, Doenitz (de cincuenta y cuatro aos, barbilla saliente, cuello delgado como el de un pavo) se sienta detrs de Goering. Junto a l, Raeder, de sesenta y dos aos, impasible; Von Schirach, de treinta y ocho aos no cumplidos, con el rostro de un nio que ha crecido demasiado aprisa; Sauckel, de cincuenta y un aos, grueso y redondo, calvo y vestido de negro; Jodl, de cincuenta y cinco aos, con uniforme sin insignias, muy plido y atento; Seyss-Inquart, de cincuenta y tres aos, las gafas sobre la nariz puntiaguda y aguilea, el pelo cortado segn la moda militar alemana; Speer, el ministro ms joven de Hitler (cuarenta aos); Von Neurath (el ms viejo de los acusados, setenta y dos aos). El ltimo de la fila, sentado al lado de la cabina de cristal de los traductores, es Fritzsche, de cuarenta y cinco aos, alto, delgado, los cabellos ondulados, un tic insistente en el ngulo de la boca. Falta slo Robert Ley, el ex jefe del "Frente del Trabajo". El 25 de octubre se ahorc en su celda. Tambin un defensor para las SS Son ahora las 9, la sala empieza a animarse. En la cabina de cristal de los traductores aparecen tres jvenes con traje de calle, estn serios, todos llevan gafas. Uno de ellos es el profesor Haakon Chevalier, que ensea lenguas romnicas en la Universidad de Berkeley en California. Entran, en grupos, los periodistas, 150 en total, corresponsales de guerra y enviados especiales. Entre todos escribirn catorce millones de palabras. Tambin hay escritores, y junto al ms conocido, John Dos Passos, estn los dems. De la puerta situada al lado del estrado de los jueces, frente a la box de los acusados, aparecen los treinta defensores, llevan puesta la toga y rodean al ms importante de ellos, Otto Stahmer, defensor de Goering, pequeo, nervioso y agresivo, a quien se le ha dado el encargo colegial de una mocin de la defensa para invalidar el proceso. Junto a l, gigantesco, de cabellos claros, el rostro macizo, las gafas apoyadas en la punta de la nariz, el abogado Robert Servatius, defensor de Sauckel y futuro defensor de Adolf

Eichmann. Von Neurath eligi como defensor a un noble como l, el barn Otto von Ludinghausen. A Hess le defiende Gunther von Rohrscheidt que ser despus sustituido, debido a un accidente (la fractura de una pierna), por el abogado Alfred Seidl, que defiende a Hans Frank. Von Ribbentrop, Funk y Von Schirach estn defendidos, el primero por Martin Horn, y los otros dos por Fritz Sauter. Rosenberg, por Alfred Thoma. Keitel, por Otto Nelte. Doenitz, por el juez de la Marina alemana Otto Kranzbuhler, que tiene tambin como cliente a Gustav Krupp von Bohlen und Halbach. Frick, por Otto Pannenbecker. Streicher, despus de haber examinado atentamente los nombres de los posibles letrados, temiendo elegir uno de origen judo, se decidi por Hans Marx. Schacht est defendido por Rudolf Dix. Raeder por Walter Siemens. El defensor de Speer es el abogado Hans Flaeschner, su compaero de colegio y conocido antinazi. A Von Papen le defiende un amigo de la familia, el abogado Egon Kubuschok. Fritzsche eligi para su defensa a Heinz Fritz. Seys-Inquart, a Gustav Steinbauer. Jodl, al profesor Franz Exner. El ausente Bormann ser defendido de oficio por el doctor Friedrich Bergold. Tambin las organizaciones nazis tienen un abogado defensor. Exner (abogado de Jodl) se encarga de la defensa del Estado Mayor General y del Alto Mando de las Fuerzas Armadas. Servatius, letrado de Sauckel, de la del partido nazi. Kubuschok, el abogado de Von Papen, defiende al Gabinete del Reich. Ludwig Babel, a las SS y al SD. Rudolf Merkel, a la Gestapo. Georg Boehm a las SA. Entran en la sala los taqugrafos y se colocan delante del estrado de los jueces. Alemanes y soviticos usan lpiz y cuaderno; anglosajones y franceses tienen silenciosas mquinas de estenotipia. El proceso va a empezar. El espacio reservado al pblico est abarrotado, los fotgrafos trabajan sin descanso con los flashes y se encienden las grandes lmparas fluorescentes que lanzan sobre la escena una luz deslumbradora. Los agregados civiles del Tribunal Internacional llevan los dos mil seiscientos treinta documentos de la acusacin y los dos mil setecientos de la defensa. Entra un grupo de ayudantes, unas cincuenta personas. Se prueban los aparatos de grabacin de cinta y disco. Goering est nervioso, trata de hablar con Hess. Parece que el ex sustituto del Fhrer le dijo, aludiendo a los

preparativos que se estaban haciendo en la sala:"Toda esta escenificacin se reducir a humo. Dentro de un mes, habr un nuevo jefe en Alemania". El abogado Horn, defensor de Von Ribbentrop, se acerca a su cliente con un papel en la mano y le dice que uno de los testigos citados por la defensa, lord Dawson, ha muerto el da anterior. Los diez MP han ocupado su puesto, de pie, tras los acusados. El reloj que est sobre sus cabezas marca las 10,03 cuando se abre la puerta y el alguacil de la audiencia, coronel Mays, anuncia: "Seores, entra el Tribunal". Aparecen ocho hombres, graves y serios, cuatro jueces y cuatro suplentes, y suben uno tras otro al estrado. Preside el Lord de Justicia Lawrence (despus obtendr el ttulo de Lord Oaksey), hombre severo, aunque con frecuencia sonriente, de gran vala, sagaz e imparcial. Junto a l, su sustituto, Sir William Birkett (que se convertir en Lord Birkett), grueso, simptico, con el pelo constantemente cayndole sobre la frente. El juez americano Biddle tiene, como suplente, a John J. Parker, bonachn, de cabellos grises, mirada atenta. El viejo profesor Donnedieu de Vabres tiene a su lado al colega Robert Falco, consejero de tribunal de apelacin, un hombre distinguido. El juez sovitico Nikitchenko tiene como suplente al teniente coronel Alexander F. Volckhov, muy joven, de pelo ondulado, rostro latino. Los jueces soportan, pacientes, los flashes de los fotgrafos mientras la sala se llena del zumbido de las cmaras de cine. Van entrando los componentes de los cuatro colegios fiscales. El fiscal americano es Robert H. Jackson, a quien se le conocera como "el padre del proceso de Nuremberg. Entre sus veintids ayudantes estn el coronel Robert Storey, los seores Thomas Dodd y Sidney Aldermann, y el coronel Telford Taylor, futuro historiador. La acusacin francesa esta representada por el fiscal del Tribunal Supremo Francois de Menthon. Del grupo de sus ocho ayudantes forman parte los seores Charles Dubost y Edgar Faure, futuro Primer Ministro. El fiscal del Tribunal Supremo ingls es Sir Hartley Shawcross, que dirige a seis fiscales (entre los cuales estn su sustituto, Sir David Maxwell-Fyfe, y el seor G. D. Roberts). El jefe de los fiscales soviticos es el general R. A. Rudenko, con el procurador general coronel Y. V. Pokrovsky (los dos nicos de uniforme) asistidos por siete consejeros. "Se abre la sesin".

Son las 10,15 y el Tribunal examina en seguida la situacin de los dos acusados ausentes, Krupp y Bormann. Gustav Krupp von Bohlen und Halbach, el "rey de los caones y del acero", tiene setenta y cinco aos y est inmovilizado en la cama para el resto de su vida. El ex diplomtico renano -que "por graciosa concesin del Kaiser", casndose en octubre de 1906 con Bertha Krupp tuvo el derecho a llevar el apellido de los Krupp- est acusado de haber favorecido la conjura nazi, de haberla ayudado a consolidar su poder en Alemania y de haber contribuido a los preparativos de la guerra. "Krupp, dice el fiscal, ha participado en la elaboracin de los planes econmicos y militares de Hitler, base de todas las guerras de agresin, y ha aprobado y personalmente dirigido crmenes contra la humanidad, especialmente en lo que respecta a la organizacin de los trabajos forzados". Jackson, al pedir que sea procesado inmediatamente, ha destacado que el "imperio Krupp", en 1935, tenia un activo neto de cincuenta y siete millones de marcos, y que este activo, en 194 1, haba ascendido a ciento once millones, y no era slo esto, ya que el valor de sus fbricas, calculado en setenta y seis millones de marcos en 1937, haba ascendido a doscientos treinta y siete millones en 1943. Pero Krupp no estar all para or estas cifras y estas acusaciones. Un ao antes, en 1944, se vio afectado por un ataque de apopleja que le paraliz la parte izquierda de la cara y la parte derecha del cuerpo. En noviembre del mismo ao, mientras se encontraba en el parque de su castillo de Blnnbach, en Austria, se cay, hirindose. El coche que poco despus le llevaba a gran velocidad hacia la clnica, se vio obligado a frenar bruscamente para evitar un choque, y el magnate, despedido de su asiento se golpe en la frente y la nariz con una barra de hierro del coche. Desde entonces fue empeorando, segn reconoci con tristeza su mujer, Bertha (hija de Alfred Krupp Senior, fundador del "imperio"). No habla nunca, se limita a algn duro insulto. Incluso llora sin motivo. Los mdicos diagnosticaron una demencia senil y vean su fin inminente. Cuando las tropas inglesas llegaron al castillo, el viejo Krupp, a pesar de las protestas de su hijo Alfred Junior, tuvo que dejar sus habitaciones e instalarse en la casita del jardinero. A principios del verano de 1945, Bertha Krupp obtuvo permiso del mando de las tropas de ocupacin para llevar a su marido a un hotelito

en el campo. Seis mdicos, uno ingls, uno americano, uno francs y tres soviticos, fueron al hotelito de Blnnbach donde Gustav Krupp se estaba muriendo lentamente en su lecho, y pasaron una maana entera hacindole todo tipo de exmenes, bajo la mirada vigilante de Bertha. Cuando entraron en la habitacin, el viejo, plido como un pergamino, casi en los huesos, con los ojos hundidos, les salud con un gutural "Guten Tag" (buenos das). Pero no consegua ni siquiera incorporarse y sentarse en la cama. Soport pasivamente los exmenes y las pruebas sin pronunciar palabra. Cuando algo le molestaba balbuceaba en voz baja "Donnerwetter!" (demonios!). No haba la menor duda. Gustav Krupp no aparecera ante ningn tribunal aparte del que pronunciara el juicio definitivo cuando la vida se le acabara. El presidente Lawrence pasa lentamente las hojas del dossier de Gustav Krupp, saca un folio y se lo muestra a Sir William Birkett, que esboza una leve sonrisa. Es una carta fechada el 24 de julio de 1942, dirigida a Hitler, en la que el "rey del acero" anuncia al Fhrer que el famoso "can Gustav" ha superado todas las pruebas y se podr emplear en el asedio de Leningrado. En el dossier aparece tambin el testimonio de los mdicos que han visitado a Gustav Krupp: "Nosotros los abajo firmantes hemos visitado en la maana del 6 de noviembre de 1945, en presencia de su mujer, que es tambin su enfermera, al enfermo identificado por la polica militar como Gustav Krupp von Bohlen. Estamos de acuerdo en declarar que sufre de un reblandecimiento senil en el cerebro (...)y que su estado de salud es tal que le incapacita para seguir los dilogos de la causa ante los jueces, y para comprender cualquier interrogatorio v colaborar. Sus condiciones fsicas son tales que cualquier traslado puede serle fatal. Sostenemos, tras largas reflexiones, que, en lugar de mejorar, es probable que su estado de salud empeore. En consecuencia es nuestra opinin unnime que el enfermo no estar nunca en condiciones fsicas y mentales para poder aparecer ante el Tribunal Militar Internacional. Firmado: brigadier Turnbridge, consejero mdico del ejrcito britnico del Rin; profesor Ren Piedlivre, de la Facultad de Paris; profesor Nikola Kurschiakov, del Instituto mdico de Mosc; neurlogo Eugene Sepp, miembro de la Academia de Medicina de Mosc; neuropsiquiatra Bertram Schaffner, del Servicio mdico del ejrcito americano

Fiscal Jackson: "Entonces, habr que declararle contumaz?". El presidente (vuelto hacia Jackson): "Segn usted, a la justicia le interesa procesar a un hombre cuyas condiciones de salud le impiden defenderse?". Jackson: "Efectivamente... El presidente (seco): "Gracias". Lord Lawrence se vuelve hacia el fiscal ingls, Sir Hartley Schawcross: "Piensa usted que segn el derecho procesal anglosajn, un hombre en las condiciones fsicas de Krupp pueda participar en el proceso?". Schawcross: "No, seor". Toma la palabra uno de los fiscales franceses, el seor Charles Dubost: "No podra procesar el Tribunal en el lugar de Gustav Krupp a su hijo Alfred Jr.?". En el silencio de la sala es el juez francs, Henri Donnedieu de Vabres, quien cierra de golpe su cuaderno de tapas negras ya repleto de apuntes y se vuelve hacia su compatriota: "Pensaba usted de verdad, seor Dubost, sugerir al Tribunal sustituir un nombre por otro en la acusacin fiscal?". Dubost (embarazado): "Verdaderamente... Pensamos... Lawrence: "Gracias".

La familia de Gustav Krupp von Boleen.

El suicidio de Robert Ley El banco destinado a los acusados del proceso de Nuremberg puede ser ocupado por veinticuatro personas, doce en la primera fila y doce en la segunda, pero slo estn presentes veintiuna. Inicial-mente se haban previsto estos veinticuatro lugares pensando que Martin Barmann y Gustav Krupp von Bohlen und Halbach compareceran en la sala. Sin embargo, entre el sitio de Erich Raeder y el de Baldur von Schirach, en la primera fila, hay otro espacio vaco. Es el que debera haber ocupado Robert Ley, ex jefe del "Frente del Trabajo", pero un mes antes del juicio, la noche del 25 de octubre de 1945, se ahorc en su celda con una toalla. Este suicidio fue un gran disgusto para el comandante de la prisin, coronel Andrus. Haba garantizado que los 22 acusados, salvo enfermedades imprevistas, compareceran en la sala de Nuremberg. Ley ya haba tratado de envenenarse con cianuro unos das despus de la detencin, que tuvo lugar el 16 de mayo en un chalet de Obersalzberg, al sur de Berchtesgaden, pero la cpsula que llevaba escondida en el cuerpo fue descubierta por un enfermero de la crcel. Le tenan vigilado porque se tema un nuevo intento de suicidio. Ley era tambin un antisemita convencido. Jefe del distrito de Renania en 1925, haba fundado dos peridicos que atacaban ferozmente a los banqueros judos, hasta el punto de ser detenido por injurias y difamacin. Esto ocurri en 1928, pero el mismo ao Ley fue elegido miembro de la Dieta prusiana y, en 1930, diputado al Reichstag. Fue entonces cuando Ley comenz a beber, a beber de todo, whisky, kirsch, vino, y siempre de manera desproporcionada. Por qu lo hizo? Ley era tartamudo y, segn la opinin del doctor Douglas M. Kelley, de San Francisco, otro psiquiatra americano en el proceso de Nuremberg, la causa de aquel defecto venia del accidente de aviacin de 19 1 7 en el frente occidental, cuando Ley se fractur el crneo al caer el avin. Una vez que recobr el sentido, slo pudo pronunciar una frase con mucho esfuerzo. Para vencer la tartamudez Ley se dio al alcohol, despus de comprobar que bebiendo un poco el defecto tenda a desaparecer. Ley estuvo con Hitler desde el principio y haba formado parte de su crculo de ntimos (Goebbels, Borman, Goering, Von Ribbentrop) que Trevor-Roper defini diciendo no es un

gobierno..., sino una corte con un poder de gobierno tan despreciable y con una capacidad de intriga tan incalculable como la de cualquier sultanato oriental". El encargo que Ley recibi de Hitler fue el de abolir todos los sindicatos y reunir trabajadores, empleados y empresarios alemanes en una sola asociacin, el "Frente del Trabajo" (DAF, Deutsche Arbeitsfront). Hitler proclam a la nacin que el 1 de mayo se convertira en el "Da del trabajo nacional alemn" y los jefes de los sindicatos "colaboraron entusisticamente con el gobierno y con el partido (nazi) para lograr el xito de la fiesta". El 1 de mayo de 1933 tuvo lugar, en el aerdromo de Tempelhof, en Berln, una asamblea de un milln de trabajadores. Los delegados de los obreros haban llegado a la capital de todas las partes del pas en aviones y autocares especiales preparados por Goebbels y Ley. Al da siguiente, 2 de mayo, todos los dirigentes sindicales fueron detenidos, las sedes incautadas y los fondos confiscados. Ley declar: "Pueden profesar hipcritamente cuanto quieran su devocin por el Fhrer, pero es mejor que estn en la crcel". El decreto-ley para la institucin del "Frente del Trabajo" apareci tres das ms tarde, el 5 de mayo de 1933, tres meses despus de la subida de Hitler a la Cancillera y dos meses despus del incendio del Reichstag. Ley lanz la primera proclama a los trabajadores alemanes: "Trabajadores! Para nosotros los nacionalsocialistas vuestras instituciones son sagradas. Yo mismo soy hijo de un pobre campesino y conozco la miseria. S la explotacin que sufrs por causa del capitalismo annimo. Trabajadores! Os juro que no slo conservaremos lo que ya existe, si no que desarrollaremos posteriormente todo lo que se refiere a la proteccin de los derechos de los trabajadores. La promesa dur menos de un mes. Tres semanas mas tarde Hitler dict otra ley que abola los convenios colectivos y, para regular los conflictos laborales, institua "representantes" gubernativos. Con la misma desenvoltura Ley se dirigi a los empresarios y en un discurso, despus de haber reafirmado el Fuhrer-prinzip, o sea el "principio del caudillaje" incluso en las relaciones sociales, prometi a los industriales "restablecer la autoridad absoluta del jefe natural de toda hacienda, es decir, del que da trabajo".

Cartel de propaganda para la suscripcin de pequeas inversiones peridicas que permitir a cada alemn adquirir un Volkswagen.

La "obra maestra" de Robert Ley fue la "operacin Volkswagen"' de 1938, un fraude que el pueblo alemn pag con decenas y decenas de millones de marcos. En los Estados Unidos en aquella poca haba un coche por cada cinco personas, y en Alemania uno por cada cincuenta. Hitler lanz la idea del "coche para todos los trabajadores", un automvil a un precio bajsimo, fijado en novecientos noventa marcos. El Volkswagen naci, como proyecto, bajo la direccin del ingeniero austriaco Ferdinand Porsche, pero dado que ninguna industria privada poda construirlo al precio fijado por el Fhrer, Robert Ley moviliz el "Frente del Trabajo" y, con un capital inicial de cincuenta millones de marcos, instal una planta de automviles en Braunschweig: "Esta fbrica", anunci, "podr producir un milln y medio de coches al ao, muchos ms que la Ford". Ley tuvo una idea. Sugiri a los trabajadores alemanes proporcionar ellos mismos el capital necesario para la produccin de los vehculos, anticipando los plazos del coche. Cinco, diez, quince marcos a la semana. Ningn trabajador tuvo jams su Volkswagen y la nueva fbrica de automviles se utiliz para la guerra, entonces ya prxima. Robert Ley se convirti en uno de los hombres ms poderosos de Alemania. Por la fidelidad demostrada con ocasin del atentado del 20 de julio de 1944 (Ley habl por la radio durante

quince horas incitando a la guarnicin de Paris a desobedecer las rdenes de los conjurados), Hitler le confirm jefe del "Frente del Trabajo" en el testamento en el que transmita su sucesin a Doenitz. La noche del 25 de octubre, un mes antes del proceso, Ley se quit la vida. Era el cuarto jefe nazi que se suicidaba, despus de Hitler, Goebbels y Himmler. Sobre la mesa haba dos cartas: "No puedo soportar ms esta vergenza", escribi Ley. "Materialmente no me falta nada. La comida es buena, los americanos son correctos y en parte amistosos. Tengo para leer y puedo escribir lo que quiero. Recibo papel y lpiz. Hacen por mi salud ms de lo necesario y puedo incluso tener tabaco. Puedo dar todos los das un paseo de por lo menos veinte minutos. Pero lo que no puedo soportar es el ser considerado un criminal". En la otra carta, una especie de testamento poltico, escribi: "Yo soy uno de los responsables de los delitos cometidos por los nazis. Habiendo estado con Hitler cuando la suerte le sonrea, no quiero abandonar a mi jefe en la desgracia. Dios ha guiado, en todo, mis actos. El me hizo subir y ahora me deja caer". Tres horas despus los restos mortales de Ley yacan en el depsito del hospital de Nuremberg. El cerebro del ex jefe del "Frente del Trabajo" fue extrado por el patlogo capitn Najeeb Clan, de Cambridge, y enviado por avin a los Estados Unidos para ser examinado en el departamento de investigacin mdica de Washington. El coronel Andrus orden la ms estrecha vigilancia sobre todos los dems prisioneros y el silencio absoluto sobre el suicidio. Pero, al da siguiente, la noticia corri por todas las celdas de la crcel: "Alabado sea Dios", exclam Goering. "Ese borracho nos desacreditaba a todos!".

Robert Ley, durante una manifestacin en Noruega.

EL MARTILLO DE ROOSEVELT. La personalidad de los representantes de las potencias vencedoras llamados a juzgar a los criminales nazis. Al entrar en la sala de audiencias, lo primero que se vea era la mesa de los ocho jueces. Cada uno de los cuatro pases vencedores -Unin Sovitica, Estados Unidos, Gran Bretaa y Francia- estaba representado por dos jueces, uno de los cuales era miembro del Tribunal Internacional y el otro su suplente. Esta distincin no tuvo ninguna importancia en la prctica. Todos firmaron el veredicto y, durante los debates, todos tomaron parte con los mismos derechos. El presidente del Tribunal Internacional era lord Geoffrey Lawrence. Sexagenario de pequea estatura, corpulento, calvo, las gafas se le bajaban continuamente hasta la punta de la nariz, y una sonrisa surga a menudo en su rostro. Tenia sentido del humor. Sir Geoffrey Lawrence -que era miembro del Tribunal Supremo de Gran Bretaa- llevaba las riendas del procedimiento, mas lo hacia con extremada delicadeza, sin levantar nunca la voz. Pareca imperturbable. Pero, desde el principio, supo afirmar su autoridad tan bien que los abogados ms indisciplinados y los acusados ms insolentes tuvieron que conformarse con sus indicaciones sin replicar. La naturaleza le

haba dotado con las cualidades ms importantes para un magistrado de gran altura. Pero el presidente del Tribunal deba aadir a estas cualidades el arte de dirigir y regular la marcha de las sesiones. Haba en la sala, aparte de los protagonistas del proceso, grupos de personas que con frecuencia era difcil mantener disciplinadas, como, por ejemplo, los periodistas. Sus reacciones ante cualquier rplica de las partes amenazaban con romper el curso normal de los debates y aquello que los jueces llaman solemnemente el procedimiento. En tales casos, lord Lawrence se encontraba siempre a la altura de la situacin, sin recurrir a las atribuciones de su cargo para restablecer el orden. No tenia ni campanilla ni el martillo tradicional americano. A propsito del martillo, al principio del proceso este "instrumento" se encontraba sobre la mesa delante del lugar del presidente. Lo haba llevado el juez americano Francis Biddle y, por lo que se deca, era un martillo histrico: se haba utilizado en la eleccin de Franklin Delano Roosevelt para el cargo de gobernador del Estado de Nueva York. Roosevelt conserv durante mucho tiempo este precioso recuerdo, y despus se lo haba regalado a Biddle. Albergando la secreta esperanza de ser elegido presidente del Tribunal Internacional, Biddle se lo haba llevado consigo a Nuremberg. Pero cuando la presidencia fue confiada a lord Lawrence, el americano tuvo la amabilidad de ofrecerle su reliquia. Todo esto tuvo lugar antes de la apertura de la primera sesin, el 20 de noviembre de 1945. Sin embargo, el martillo permaneci slo dos das en la sala. Periodistas sin duda americanos A propsito del martillo, al principio del proceso este "instrumento" se encontraba sobre la mesa delante del lugar del presidente. Lo haba llevado el juez americano Francis Biddle y, por lo que se deca, era un martillo histrico: se haba utilizado en la eleccin de Franklin Delano Roosevelt para el cargo de gobernador del Estado de Nueva York. Roosevelt conserv durante mucho tiempo este precioso recuerdo, y despus se lo haba regalado a Biddle. Albergando la secreta esperanza de ser elegido presidente del Tribunal Internacional, Biddle se lo haba llevado consigo a Nuremberg. Pero cuando la presidencia fue confiada a lord Lawrence, el americano tuvo la amabilidad de ofrecerle su reliquia. Todo esto tuvo lugar antes de la apertura de la primera sesin, el 20 de noviembre de

1945. Sin embargo, el martillo permaneci slo dos das en la sala. Periodistas sin duda americanos- lo sustrajeron despus de conocer sus orgenes. Biddle estuvo mucho tiempo inconsolable, mientras que Lawrence no mostr ningn pesar. Como presidente, lord Lawrence no dejaba traslucir sus pensamientos en el transcurso de la sesin, manteniendo justamente que no le faltaran ocasiones en el momento en que se decidiera la suerte de los acusados en la cmara de deliberaciones. No se poda decir que en l prevaleciese el hombre poltico sobre el magistrado. Por el contrario, daba la impresin de ser un dogmtico preocupado por hacer respetar la ley. Vigilaba que el estatuto y el reglamento del Tribunal fuesen respetados en los ms mnimos detalles. Las crticas de los peridicos que reprobaban a los jueces su lentitud en examinar un asunto tan indiscutible, le dejaban completamente indiferente. Un peridico public una ilustracin sobre el proceso de Nuremberg. Se vea al presidente sentado en la mesa de los jueces. Tenia una larga barba que atravesaba la sala de un extremo a otro. En el banco de los acusados no haba nadie. Lord Lawrence daba un martillazo y anunciaba: "El proceso ha terminado. El ultimo acusado ha muerto de viejo". Cuando lo vio, Lawrence se limit a sonrer. Las preguntas del presidente eran pocas y no dejaban traslucir sus pensamientos. Siempre correcto, a veces un poco irnico, no perda nunca la calma. Sus puntuales observaciones dirigidas a los abogados, a los acusados, a los fiscales, demostraban mucho tacto. Un da llam la atencin con amabilidad a Siemens, el abogado de Raeder, por hacer preguntas a su cliente sobre hechos bien conocidos por el Tribunal. Siemens prometi no seguir por ese camino, pero continu. El presidente demostr su habitual tolerancia. Y cuando Siemens anunci a Raeder: "Paso a la ltima pregunta, las gafas se resbalaron por la nariz de Lawrence, como presagio de una rplica irnica que no se hizo esperar: "Doctor Siemens, es ms o menos la sexta ltima pregunta que hace".
Su horario era extremadamente riguroso. Por la noche, cuando los jueces soviticos Nikitchenko y Volckhov se reunan para el estudio de los documentos del da siguiente Lawrence se iba a pasear por el

parque con su mujer. Trataba de no hablar del proceso durante las horas de descanso.

El polo opuesto de Lawrence, sir Norman Birkett, su suplente, era alto, de aspecto agradable y muy comunicativo. Su jovialidad le vala la simpata de cuantos le rodeaban. No tena nada del tpico anglosajn. Cara expresiva, cabellos castaos que le caan sobre la frente, nariz larga y un poco aguilea, ojos castaos inteligentes y muy vivos, siempre amable, abierto e ingenioso, buen magistrado y poltico culto. Abogado de fama, haba renunciado a una lucrativa carrera para hacerse juez. Era un brillante escritor. Cuando en Nuremberg se necesitaba redactar un documento con urgencia, generalmente era l quien se encargaba de ello. Lo haca con la sorprendente facilidad de un brillante especialista. Sus textos eran escuetos y expresivos. El juez americano Francis Biddle era completamente distinto. Slo se pareca a Birkett en la alta estatura. Los rasgos de su cara eran regulares, aunque pequeos. Sus cortos bigotes y una gran calva le daban un aspecto un poco fatuo. Haba sido ministro de Justicia en el gobierno Roosevelt. Era un hombre ms poltico que jurista. Su carcter haba sufrido la influencia de aos de lucha poltica que, de vez en cuando, le abra o le cerraba el acceso a puestos oficiales en los Estados Unidos. Menos apegado que Lawrence a la letra de las leyes, se mostr muy activo durante el proceso, multiplicando las preguntas a testigos y acusados. Von Papen anot en sus memorias: "Veamos en Biddle y en su sustituto Parker la mejor garanta de un juicio justo". Y Doenitz dijo un da a propsito del juez americano: "Quiere or realmente el sonido de la otra campana. Me gustara poder verle despus del proceso". Junto al juez americano se sentaba el francs Donnedieu de Vabres, un sesentn de cabello cano, grueso bigote y gafas de concha oscuras. Jams intervena en el curso del proceso. Nunca dirigi una pregunta a un acusado o a un testigo. Escriba sin parar desde el principio hasta el final de la audiencia. Durante semanas, durante meses. Sus apuntes llegaron a formar un gran volumen. Antes de la guerra De Vabres haba publicado un buen nmero de volmenes sobre derecho civil internacional. Robert Falco, el sustituto de De Vabres, era un hombre simpatiqusimo, franco, con un carcter tpicamente francs. Combatiente de la primera guerra mundial, fue condecorado por su valor y en 1945 era miembro del Tribunal Supremo.

Particip, en Londres, en las conversaciones para la elaboracin del estatuto del Tribunal Internacional. El juez sovitico era el general de divisin jurdico J. T. Nikitchenko. Tena entonces cincuenta anos y una larga experiencia jurdica a la espalda. Presidente de un tribunal militar durante la guerra civil de 1918-1920, continu despus la carrera. Muy culto, educado y con tacto, en seguida supo establecer buenas relaciones con sus colegas occidentales. En el verano de 1945, antes de ir a Nuremberg, haba sido jefe de la delegacin rusa en la conferencia de Londres de las cuatro potencias (Unin Sovitica, Estados Unidos, Gran Bretaa y Francia) en la que se lleg al acuerdo sobre el juicio de los grandes criminales de guerra y sobre el estatuto del Tribunal Militar Internacional. El sustituto del juez sovitico Nikitchenko era el teniente coronel Aleksandr Volckhov, que antes de la guerra haba trabajado en el Comisariado del Pueblo para los Asuntos Exteriores. Especializado en derecho internacional, durante la Segunda Guerra Mundial sirvi en los tribunales militares.