Ni Razón Ni Palabra de Edgar Bayley Momento de Transición para Letras

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Ni razn ni palabra de Edgar Bayley: momento de transicin

Ma. Amelia Arancet Ruda Pontificia Universidad Catlica Conicet [email protected]

1. Introduccin

En la obra potica de Edgar Bayley (1919-1990) hay una primera etapa, invencionista, constituida por En comn (1944-1949) y La vigilia y el viaje (19491950), poemarios que aparecen respectivamente en 1949 y 1958. La produccin de tal poca es de filiacin indiscutible, tanto por su esttica, como porque de ese momento son los textos programticos del Invencionismo redactados por Bayley mismo. El siguiente libro de poemas, Ni razn ni palabra (1955-1960) seala un cambio, diferenciacin que se contina en El da (1960-1963), publicados uno en 1961 (en una edicin que bajo el ttulo de La vigilia y el viaje rene En comn, La vigilia y el viaje y Ni razn ni palabra) y otro en 1968. Estas dos obras se presentan estticamente mucho menos unitarias que las anteriores. Por un lado, lo invencionista se disgrega o se pierde, lo cual es lgico dado que es distinto el contexto; ya no tiene tanta vigencia aquel neorromanticismo al que los invencionistas, y especialmente Bayley, se oponan en un inicio. Por otra parte, hallamos caractersticas propias de la potica del 60 1.
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Para una rpida caracterizacin tomamos los puntos que detalla Ana Mara Porra (1987): 1// USO DE UN DISCURSO MS COLOQUIAL, EN OPOSICIN A OTRO MS TRADICIONALMENTE LRICO (SI CABE TAL OPOSICIN). Si bien en Ni razn ni palabra ya hay ciertos elementos que se acercan al coloquialismo, ste se ve ms establecido en El da, donde, por ejemplo, leemos en el poema inicial, por esta noche: hasta cundo continuaremos lo deca con tono ms/ bien cmico no haba/ podido decidir nada; o en el hombre moderno: el hombre moderno dice:/ el 26 de octubre

En principio nuestra hiptesis respecto de estos dos ltimos libros es que conforman una segunda etapa, camino de transicin hacia un tercer momento representado por Celebraciones (1968-1976). Como en toda transicin hay una especie de vaivn entre lo viejo y lo nuevo 2. As algunos de los poemas de Ni razn ni palabra obra en la que nos centraremos por ahora- estn ms o menos relacionados con la esttica invencionista, como Verano y Una voz solamente,
tena ganas de morirme/ mientras viajaba en mnibus/ a las tres de la maana/ s que hay cosas ms importantes. 2// PLENA IDENTIFICACIN DEL YO LRICO Y EL AUTOR. Tenemos un antecedente en La vigilia y el viaje, en cuello distante: tanto tiempo/ tanto tiempo edgar por qu insistes/ ya es hora de que vuelvas. Esta identificacin se ve sobre todo en los poemas donde el sujeto se presenta a s mismo segn su quehacer de poeta (los veremos con detenimiento ms adelante). De todos modos, no es un rasgo definitivo; se presta para un anlisis ms detallado. 3// COMBINACIN DE FORMAS DISCURSIVAS. En ambos libros el autor introduce la prosa incipientemente narrativa. 4// VISIN DEL POETA COMO UNO MS (EL POETA NO ES UN ELEGIDO). En Ni razn ni palabra esta situacin es expresamente dicha en Un lugar entre los hombres y en El da, no ms que por dar un ejemplo, podemos leer algunos versos de Acumulaciones: y tanto discutir yo creo me parece/ y tanto tanto tuyo y mo/ me voy he regresado/ y tanto sostener yo creo que hace falta/ para escribir o amar o distanciarse/ y tanto andar a tientas ser hermano/ y tanto tanto no mirar dormir vestirse a ratos. En verdad, a pesar de opiniones como la de Leo Pollman, que considera que quienes publicaban en Poesa Buenos Aires se consideran como profetas de un mensaje superior infinito, accesible slo para los amigos (1988, 6) y de hecho es una idea bastante extendida-, creemos que en el caso de Bayley no es as. Hemos visto que desde En comn el afn de nuestro autor es no separarse del resto de la humanidad. 5// LOS POEMAS SON NARRATIVOS. En Ni razn... adems de las prosas, que en general son narrativas (salvo El espinillo), hay alguno que otro poema donde se introducen ancdotas que son grmenes de historias, como El poeta recuerda un viejo amor al terminar el ao; o, en El da, Don Ascanio y su trompeta o la cabaa de Madariaga. 6// APARECE LA CIUDAD. En Ni razn... aparte de la mencin expresa de la ciudad ( v.g., la ciudad te vuelca te vaca, del poema inicial) y de la aparicin del contexto urbano (como en Pequeo tragasables), hay una recurrencia del lexema calle/s. Lo mismo en El da. Por supuesto, no estamos diciendo que Bayley pertenezca a la generacin del 60, porque carece de escepticismo, sigue creyendo en el poder casi ilimitado de la poesa, y porque lo suyo no es el realismo crtico de denuncia social y poltica. 2 Este vaivn puede identificar la estructura no homognea de Ni razn ni palabra. Hay un poema que acta como bandera (el primero), que repite la consigna del ttulo, y otro, Fidelidad en la encrucijada, justo antes de las brevsimas narraciones del final, donde encontramos reunidas muchas de las nociones claves en Edgar Bayley. A saber: 1// el hombre es siempre con otros : Es preciso intercambiar a la intemperie nuestras seales de reconocimiento con las cosas y con nuestros hermanos y El poeta es testigo de su propia existencia, coexiste con el mundo. 2// es necesario empaparse herirse hundirse: Arriesgar la incongruencia para conocer tu realidad, la realidad de los otros. 3// hay que abandonar razn y palabra: Quehaceres de la poesa: hacer innecesaria toda justificacin. 4// el hombre es inseparable de su circunstancia: Forzosidad de una voz, de un hombre real en la encrucijada.

en cuanto que constan de abundantes imgenes con gran poder de sugerencia y son relativamente despojados; pero la conexin es dbil. Por otra parte aparecen elementos altamente referenciales hasta ahora muy infrecuentes en Bayley. Evidentemente se est intentando una nueva va y, en general, en esta bsqueda no se distingue una lnea potica claramente trazada. Sin embargo podemos rastrear algunas constantes de diversa ndole: la introduccin de elementos que parecen smbolos, la temtica amorosa, el quehacer potico como asunto y distintas figuraciones del fluir. De estas constantes la aparicin de smbolos es la ms reveladora del cambio. Con el fin de contribuir a conocer mejor la obra de este poeta y a delimitar etapas en ella, analizaremos su rara presencia para ver qu nos dice respecto de este yo lrico y su produccin en plena mudanza.

2. Poemas alegricos

Al promediar la lectura de Ni razn ni palabra detectamos una suerte de contradiccin entre propuesta inicial y realizacin efectiva. La propuesta inicial est enunciada en el primer poema, homnimo del libro (Ni razn ni palabra) y uno de los ms logrados del conjunto. Esta composicin se vertebra sobre la manifestacin de una necesidad que el sujeto vislumbra, un imperativo, segn lo destaca el sintagma introductorio: es necesario3 empaparse herirse hundirse/ buscar el estallido hasta decir: perdn no soy el mismo/ pero el fuego desgrana tus razones de tierra. Esa va de intensidad conduce al descubrimiento y a la transformacin. Se trata de un camino en profundidad que niega todo lo superfluo, lo socialmente aplaudido:
Los poemas restantes representan los distintos puntos de toda transicin y su realizacin es desigual. 3 El destacado es nuestro.

[...] debes perder la luz plena los motivos de la victoria agrio pesado cruel la ciudad te vuelca te vaca corazn vaco miseria burbujeante [...]

En este ltimo punto o condicin (miseria burbujeante) parece comenzar la posibilidad de lo nuevo, lo verdadero, lo vital 4. La consigna de Ni razn ni palabra es, entonces, la de ir a fondo (empaparse herirse hundirse) y encierra una confianza optimista 5. Intensidad y optimismo que son actitudes bsicas ya conocidas en Bayley, y que no caducarn con este poemario. Pero, debido a que la separacin entre fondo y forma en poesa es muy discutible, hallamos una contradiccin a la hora de ver cmo se plasma esta intensidad en los poemas. En Ni razn ni palabra hay una promesa de contacto fuerte, no mediado, que luego se desdibuja, ya que extraamente por lo menos en relacin con lo que vena haciendo hasta ahora- Bayley asume, entre otras, una lnea potica de tipo simblico. En verdad, no se trata simplemente de elementos simblicos aislados y personales, sino de algunos poemas que en su totalidad pueden ser vistos como alegoras a partir del empleo
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Hay un rechazo de lo establecido, del brillo mundano, que encuentra claro eco en el ltimo poema, en prosa, Milagros de la pobreza: El no poda ciertamente ofrecerles el empleo que necesitaban, pero, al menos, poda responder sus cartas, calmar algunas inquietudes, darles algunas esperanzas. Y en eso pas Isaas todo el tiempo de su juventud que hubiese debido destinar a labrarse una situacin. 5 Tal confianza tiene asidero en el acto de ser en s mismo- segn hemos mencionado anteriormente-, como vemos en el espinillo y en verano, donde alcanza con existir: nada ms/ que el aire/ la ventura/ de estar vivo/ en los canales del verano. El mismo optimismo aparece formulado a futuro en otros vern el mar, donde el enunciado es una cruza de expresin de deseo y de tono proftico: otros vern el mar/ la soledad del sueo/ encendern nuevos nombres/ viajes felices al extremo de la maana/ otros tendrn secretos/ olvido tolerancia/ otra voz otras luces/ un juego diferente/ [...]/ otros tendrn la isla/ conquistarn la inocencia/ refundirn la noche y la vigilia/ el amo y el esclavo. Esta esperanza es especialmente fuerte puesto que asume y atraviesa los obstculos, no se niega ningn aspecto vital. Lo vemos, por ejemplo, en los poemas de una tierra a otra y cuestin de tiempo: pero siempre el vrtigo/ extender sombras sobre los senderos/ abrir cielos sobre las voces y el silencio/ y hombres solos/ mujeres solas/ hablarn sin amparo/ sin encontrar la palabra apropiada/ el nombre de la noche.

extendido de algunos smbolos muy afincados en la tradicin occidental. Sabiendo que para nuestro autor el lenguaje potico es efectivamente una herramienta vlida y operante, esta falta de coincidencia entre la intencin manifiesta y la realizacin concreta es llamativa. No queremos decir, de ningn modo, que las alegoras sean ornato superfluo. Pero este metalogismo basado en una abstraccin simblica, que haba sido ms que frecuente en la Edad Media, era sin duda raro en medio del siglo XX, sobre todo en un propulsor de lo que dio en llamarse la segunda vanguardia, con su gusto por lo hermtico y por abolir y evadir todo referente externo. Los poemas que significan de una manera simblica en Ni razn ni palabra, desde sus ttulos, son: La mano, La fuente, La isla y El camino 6. Los motivos enunciados en estos ttulos son efectivamente los centrales en cada uno de ellos. Todos estos lexemas, mano, camino, isla y fuente, representan smbolos harto conocidos, incluso populares, y al realizarse en el discurso potico de Bayley mantienen su significacin bsica. Estos smbolos, entonces, ostentan entre el signo y su efecto de sentido una relacin motivada, convencional y colectivamente aceptada. De hecho cada uno de ellos
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un smbolo porque la connotacin que

genera est tan difundida y establecida, que pertenece al patrimonio de una comunidad. Cabe una precisin ms: cada uno de los elementos mencionados funciona como una metfora extendida que, por su modo de significar, adquiere valor alegrico y, por aadidura, didctico.

2.a. Los cuatro poemas

En El camino, poema de ocho estrofas, la primera es la que posee mayor poder de condensacin y que, adems, ofrece una acumulacin de elementos simblicos (puerta, camino, viento, noche y silencio):
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En principio, tambin podramos considerar El espinillo, en tanto perteneciente a la clase rbol.

Tras la puerta se extiende el camino ese viento que en la noche abre tu silencio [...]

En la segunda estrofa aparece un t sin identificacin precisa; tal vez sea otro o el sujeto mismo desdoblado, o ambos. A l se dirige el yo para evaluar lo hecho por s mismo:
[...] He tenido tu sueo hmedo como la hierba del sendero he tenido tu sombra y tu paso He venido caminando y he reconocido tu puerta y el rbol junto al ro [...]

Hecha esta recapitulacin de lo pasado, aparece un sujeto persuasivo, el que enuncia una suerte de mandato, de necesidad o deber imperioso encabezado por hay que:
[...] Hay que partir y llegar mucho ms lejos olvidarse del cielo y del silencio [...]

Esta doble consigna de partir y de olvidarse tiene el sentido de dejar atrs7.

Ya hemos observado que en Bayley el desprendimiento es enunciado muchas veces por el sujeto, sea como anhelo, como requerimiento o como condicin. En Ni razn ni palabra tal desprendimiento est realizado en el semema olvido, recurrencia que suele poseer, con leves diferencias de matiz, el sentido de necesidad de dejar atrs; necesidad vital en tanto que cualquier fijarse y cualquier retener equivale a la muerte.

La estrofa sptima presenta el camino con su atractivo, sus distracciones y su continuar ineludible:
[...] El verde de sus costados invita al sendero a desbordarse pero el sendero tiene su propia manera de cambiar de irse de volver de hacerse transitable [...]

Finalmente cierra el sujeto con una nueva evaluacin de lo caminado, donde vuelve a aparecer un alto en el sendero, como en la estrofa tercera:
[...] Por aqu he pasado en otro tiempo camino de la selva pero he vuelto a tu casa y he tenido tu sombra la playa de un nuevo silencio

Sea cual fuere el sujeto, se trata de un caminante, tal como viene presentndose hasta aqu. Antes del final, las estrofas quinta y sexta se abren con una anfora, Alguien marcha, donde el indefinido, de otra manera, puede ser tanto el yo, como el t, como un tercero, o todos. En el poema hay un camino, un viajero que evala lo andado y refiere las tentaciones del sendero, hay una indicacin de qu debe hacerse al caminar. Armado este cotexto, no queda mucho margen para interpretaciones novedosas. En La fuente est latente la idea platnica de un mundo de arquetipos conocido con anterioridad y que con la encarnacin debi abandonarse. Esta fuente tiene claramente el sentido de lo originario; es, adems, infinita (Los dones de la fuente/ no se agotan) y celosamente guardada, como un tesoro (de lejos

vigila el toro/ con su ojo de fuego/ pero no interrumpe/ el ir y venir de los sedientos). Por otra parte, el haber bebido de esa fuente, tiene un efecto despertador:
[...] La fuente donde he bebido abre el corazn de las muchachas y el canto de los ruiseores [...]

Ms especficamente, probar de la fuente despierta porque genera el deseo, un deseo que habilita la palabra: La fuente nos perfuma/ y ayuda a nuestra voz. Y entonces aparece el obstculo, la imposibilidad de poseer lo deseado: pero no podemos volver a ella/ quienes la abandonamos. Este nosotros, que incluye a todo viviente, debe resignarse:
[...] Slo nos resta mirar de lejos y defendernos de la elocuencia conquistar nuestra arena indiferentes a la codicia y la confusin de los hechiceros

Es necesario, para retener algo valioso, permanecer fiel a la fuente, no dejarse engaar por los hechiceros, las voces falsas. Esta fuente es el mundo primigenio y el paraso perdido, al que denodadamente los humanos queremos volver. La isla es la composicin que ms nos sorprende dentro de este poemario, ya que tiene algo de kitsch: la pareja enamorada que camina de la mano por el borde del mar, bajo un sol radiante. Esta imagen queda especialmente fijada porque el poema se abre y se cierra del mismo modo:

se alejan los dos de la playa

A lo largo del texto se insiste en lo originario a travs de diversos componentes, por ejemplo, la repeticin (con variantes morfolgicas) del lexema primero8:
[...] como el primer da el primero que el sol tocaba el primer enamorado venido en el primer silencio con los ojos abiertos [...]

La idea de lo paradisaco est no slo en el paisaje recreado, sino en la nocin del mundo recin nacido: tenemos el primer da que el sol toca y con ello el comienzo del tiempo (y el remo y la gruta donde surgen las horas9). Estos amantes son artfices de la inocencia (en verdad, la recomponen) en la plenitud de la luz (y el sol/ desvelo copa de furia, abierta clara encendida protectora maana). En ellos vuelve a aparecer el mito de la caverna por el sema reflejos constitutivo de espejos, ya que dice el poema- son los preferidos por la isla y sus espejos. Este poema es el cuadro (l, ella, playa, sol, mar, cielo) de un Adn y una Eva situados en un paraso segn concepciones modernas; es decir que no importa tanto la abundancia de frutos, cuanto la posibilidad de unin, la no contaminacin y la no-ciudad. La isla es un refugio y el lugar para recomenzar, valores que posee en el imaginario popular, incluso meditico, del S XX..

primer da, el primero que el sol tocaba, el primer enamorado, en el primer silencio, como el da primero, el primer amor, en el primer silencio. 9 La bastardilla es nuestra.

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En el poema La mano, a lo largo de 101 versos en siete estrofas, mano acta como metonimia de la persona completa. Esta mano empieza teniendo algo de autorreferencial, ya que en la primera estrofa, sobre todo, se hace alusin a la escritura:
Algo va a surgir de esa mano no retengas ni su amor ni su odio deja que hable esa mano que escriba torpemente en la noche deja que recuerde que se pierda entre las sbanas entre las hojas y las calles que se pierda balbuceando y que destruya los puentes del saludo deja que diga no y que la odien y la expulsen deja que no escriba que se mate poco a poco que ennegrezca con el agua tibia del vicio que se calle o hable sin sentido [...]

Esta mano veremos luego- tiene una historia y termina siendo la mano de todos, mejor aun, todos los hombres10: mano del mundo/ del da/ del comienzo. En La mano hay una argumentacin persuasiva. Comienza el poema con un sintagma el verso inicial- que sintetiza la tesis: Algo va a surgir de esa mano. A lo largo de cuatro estrofas se prepara el terreno para desarrollarla; mejor aun, el sujeto dirige la disposicin del receptor para que d efectivamente cabida a tal posibilidad; as la estrofa quinta se inicia con el mismo verso (Algo va a surgir de esa mano). En la segunda estrofa empieza la caracterizacin de la mano:
[...] deja a esa mano estar mano inservible desahuciada
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Reiteradamente hemos indicado la fuerza emptica del sujeto potico en Bayley.

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odiosa mano para el martirio de los otros para robar para implorar clemencia a los cobardes mano infidente mano sin piedad ni gracia ni alegra mano de verdugo de holgazn innoble blanda mano de firmar sentencias mano de condenar mano escondida aleve mano de traicionar de mentir de estar borracho [...]

Todos los rasgos coadyuvan a configurar una mano despreciable y que, por tanto, genera rechazo hasta el extremo. Tanto, que tal panorama -ya no puede decirse nada peor- genera en el nimo del receptor la necesidad de lo contrario. All es donde encuentra lugar la insercin de una posibilidad diferente: Pero esta mano indigna sucia/ no buscar en la noche algn saludo/ alguna seal de Dios o de la calle?. Esta pregunta retrica, recurso muy frecuente en la persuasin, al tiempo que exige por su estructura una respuesta afirmativa, esto es una adhesin, produce en el alocutario compasin por identificacin; identificacin que se hace ms explcita en la estrofa siguiente, cuando la mano se vuelve representativa de la condicin humana:
[...] Porque esta mano viene de lejos desde antiguo mano de hombre de rufin menesterosa mano de equivocar de estar callado mano imposible de cortar mano regenerada mano infinita renacida

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mano infame pero mano de esperar mano de imaginar mano de acompaar la noche mano para volver [...]

Ahora s, entonces, el yo de la enunciacin se encuentra en condiciones de afirmar con ms fundamento la esperanza emitida en la tesis inicial:
[...] Algo va a surgir de esa mano no la condenes deja que abra sus dedos que suelte su envoltorio su dinero la terrible noticia el telegrama de felicitacin Ha de llegar la seal poco a poco algn saludo y la mano hablar por fin har surgir el fuego de las sombras cantar sencillamente cantar [...]

Y finalmente se desarrolla su historia, donde la mano aparece como artfice de logros, de proezas y de hazaas, as como es protagonista de las ms diversas actitudes humanas:
[...] La mano fue antes rbol estrella viento la mano movi compuertas y seal caminos la mano empu el timn y cerr los prpados desvelados la mano abri las tinieblas y tuvo sed de amor: invent signos salud fue serena tuvo reflexiones sensatas consol y acompa el llanto de los otros y la mano sencilla sufriente

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se hizo una sola cosa con todos los desesperados la mano celeste inventora del fuego y la herramienta invasora del aire y de la espera del hombre mano muda mano sin solucin mano nueva y eterna como el camino y las llaves del sueo y del canto mano real hermana agresiva impotente mano donante enamorada mano de luz nocturna imperativa mano del mundo del da del comienzo

*** Mano como imagen del hombre que hace, del hombre en el mundo, del homo faber; camino como figuracin de la vida; isla con la idea de refugio, de paraso y de aislamiento; fuente asociada a las nociones de pureza y de principio son alegoras divulgadas y afianzadas en la comunidad. Por tal motivo, estos poemas son desde el ttulo previsibles y, en consecuencia, el compromiso del sujeto es menor. Mano, isla, fuente y camino poseen un referente y se sitan en el extremos opuesto de la imagen inventada, por principio liberada de representar nada fuera de lo lingstico. Aquel lenguaje opaco y plurivalente se vuelve en estos cuatro poemas transparente y monosemmico. Por este motivo, aquella prdica inicial de no precisar ni razn ni palabra, esto es ni medida, ni causa, ni explicacin, se desvanece frente a esta constante en la heterogeneidad del libro: la presencia de smbolos consagrados en la tradicin y con una significacin absolutamente predeterminada.

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2.b. Ncleo de sentido

Los cuatro poemas que llamamos alegricos no son, por cierto, los ms logrados de este poemario. Pero tienen la particularidad de presentar de manera muy clara y abierta tal vez demasiado, un tanto conceptual- lo que podramos entender como pilares de una cosmovisin. Componen un complejo de sentido que se hace presente a lo largo de Ni razn ni palabra con diversa intensidad y de distintas formas. Antes de explicitarlo, vamos a rastrear su presencia en otros poemas del libro. Hallamos una emergencia de este complejo, v.g., en otros vern el mar, donde el yo se sita respecto de otros que vendrn despus, y, de algn modo, les cede su lugar al otorgarles lo que para l fueron objetos de deseo. Enuncia esos bienes en versos paralelos (otros vern el mar, otros tendrn secretos, otros tendrn la isla, otros vern sin pausas) que encabezan enumeraciones; veamos como ejemplo la primera:
otros vern el mar la soledad del sueo encendern nuevos nombres viajes felices al extremos de la maana [...]

Uno de esos bienes es la isla, que como motivo posee esencialmente el mismo sentido que cifraba en el poema homnimo:
[...] otros tendrn la isla conquistarn la inocencia refundirn la noche la vigilia el amo y el esclavo [...]

Otra vez lo puro originario e inocente, donde los opuestos (ahora, el amo y el esclavo; antes, masculino y femenino) se unen. Unos versos ms abajo queda

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aun ms reforzada la proximidad de motivos, cuando se hace explcito lo amoroso: entonces se amarn de nuevo de verdad/ un hombre una mujer/ al principio al fin del mundo. En oficio de viento y sombra la imagen que subyace es la del camino, es decir que opera como imagen fundante, pero ahora poticamente ms rica. El camino est presente en mltiples sintagmas ligados a l semnticamente: por aqu he marchado, pasajero, viaje, entre otros. El camino emerge a la superficie del texto en las dos ltimas estrofas, donde es mencionado incluso con una metfora explicativa (en bastardilla):
[...] me tiendo a su costado conozco el fluir de este camino esta mezcla de m mismo de mis manos esta ignorancia [...]

En esta composicin se ligan muy especialmente camino y coraje, como una condicin y el requisito para estar en ella, para vivirla:
frente a las pruebas de la noche coraje de prolongar con tu voz el silencio opulento [...] coraje otra vez para ser al mismo tiempo la piedra y el horizonte y descubrir entre los anuncios del desprecio los indicios de sol de un camino abierto reconquista del mar y la intemperie11

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En estos dos ltimos versos camino, expandido en mar y en intemperie se hace eco de la miseria burbujeante del poema inicial en tanto segn habamos sealado- era efecto de empaparse herirse hundirse, esto es, de la experiencia fuerte.

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En Canto reaparecen indirectamente la isla en las imgenes que aluden a un amor paradisaco- y la fuente como lugar anhelado y conectado a una pureza originaria-:
[...] realidad del alba entre el rumor de dos amantes entregados reconquista del ngel victoria en cualquier parte donde el hambre de amor encienda una memoria opaca y llegue por un cuerpo a las vertientes a la pura fluidez deseo rostro palpitacin recomenzada siempre del sol

La mano como motivo figura varias veces en el libro, especialmente cada vez que el tema central es la actividad potica: Para que ninguna lnea/ escrita por tu mano/ [...]/ mereciera la sospecha de un amao (en Un lugar entre los hombres) La fuente con su sentido implcito de origen incontaminado est presente en La isla. Y en todos los poemas que podemos considerar amorosos (que veremos en el captulo siguiente) subyace la nocin central de La isla, la del amor como una refundacin del paraso. ***

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A partir de la deteccin de estos motivos y de su papel simblico en varios poemas, ms all de los cuatro alegricos, podemos ver que en el texto se forma slido un entramado de sentido, solidez que no siempre halla su correlato en la forma, por lo cual hemos dicho que ste no es de los mejores poemarios de Edgar Bayley. Estos elementos revelan a todas luces los pilares de una cosmovisin, bastante universal, donde hay: . un punto de partida: la fuente. . un protagonista: la mano. . una circunstancia: el camino. . un objeto de deseo o destino anhelado: la isla. Tal vez ms que de cosmovisin, debamos hablar de un modo de percibir el mundo. Esta percepcin no es espontnea, sino muy mediada por la cultura. Bastara traducir al cdigo visual las cuatro imgenes en cuestin para generar, muy bsicamente, la misma significacin.

3. Conclusiones

Ni razn ni palabra es una obra donde se est gestando un cambio. En tanto lectores advertimos en ella un desfasaje entre intencin y realizacin, el cual interpretamos como ndice de una bsqueda que, necesariamente, implica avances, retrocesos y tanteos. En el proceso se mezclan elementos afianzados y otros pasajeros. Entre estos ltimos, y con el cometido de identificar algunos rasgos caractersticos, hallamos componente simblicos tradicionales que integran poemas cuya significacin es alegrica.

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En medio del cambio los poemas alegricos y sus smbolos centrales, convertidos adems en motivos poticos diseminados a lo largo del libro, sealan la presencia de un entramado de sentido portador de una cosmovisin muy ordenada (hemos mencionado un punto de partida y un punto de llegada, as como un sujeto actante y una circunstancia). Este entramado, indudablemente, sirve de asidero en la crisis de mudanza. *** Por otra parte, la presencia de estas composiciones es reveladora de algunos aspectos del sujeto. El uso de este tipo de smbolos, tan universales, muestra claramente la propia concepcin del poeta como un everyman, uno ms entre todos los hombres, con lo que seguimos desmintiendo respecto de Bayley la imagen que suele difundirse de clara raz romntica- del poeta de vanguardia que se ve a s mismo como ajeno al comn de los humanos. Por lo menos en el caso de nuestro autor esto no se cumple. A su vez, dicho empleo simblico de mano, fuente, isla y camino implica la insercin en el discurso de lugares comunes, lo cual es propio de un sujeto persuasivo12, que en Edgar Bayley no puede verse sino como didctico 13, ya que no cabe adjudicarle otro tipo de intencin. En este marco la alegora cobra mayor

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No olvidemos cul es la situacin por esos aos (1955-1960). Por alejado del campo de combate que se encontrara, Bayley sin duda asume un compromiso como intelectual, al menos tal como l lo entenda. En 1956 codirige Poesa Buenos Aires con Ral Gustavo Aguirre. All y por entonces, con motivo de la cada del gobierno de Juan Domingo Pern, Bayley escribe notas que estn entre los pocos textos polticos que public la revista. A su vez, en 1955, escribe un ensayo, El arte, fundamento de la libertad, que luego incluir en Realidad interna y funcin de la poesa. En l afirma su confianza en las posibilidades del arte para cambiar la sociedad: El arte, tiende, en efecto, a crear y desarrollar entre los hombres relaciones de comunin por medio de la actividad subjetiva de cada uno. La relacin con los dems podra establecerse por lo tanto en virtud de instancias personalsimas, diversas, y a travs de lo mejor de cada hombre. Todo esto constituye una posibilidad. Es, en todo caso, una esperanza que me animo a calificar de fundada (72). 13 Cuando decimos didctico aludimos, sobre todo, al afn de transmitir un mensaje.

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sentido14. La inclinacin hacia lo clsico15, inslita en su poesa, ya se haba puesto de manifiesto en Bayley cuatro aos antes, en su obra teatral Burla de primavera (estrenada en 1951 y repuesta en 1956 bajo la direccin de Francisco Urondo), que no slo transcurre en el Madrid del siglo XVI, sino que imita en todo el estilo de la poca. Estas alegoras destacan, entonces, la pertenencia del vanguardista Bayley a una tradicin intelectual y literaria que, sabemos, l conoca muy bien y de la que no reniega. *** Los poemas alegricos, que en un principio nos sorprendieron, pueden ser considerados desde otro punto de vista, ya no slo como un aspecto que seala la falta de unidad de Ni razn ni palabra. Con sus dos primeros libros Edgar Bayley haba querido innovar, revolucionar el statu quo de la poesa argentina, al introducir un procedimiento nuevo en nuestras pampas literarias: el enfilamiento de imgenes sin relacin con lo extralingstico y de modo bastante hermtico -sin por ello cederle el comando al inconsciente entronizado por el surrealismo-. Varios aos despus, cuando incorpora alegoras, lo que Bayley hace es cuestionar y abandonar su propio invento, para l perimido ya como herramienta potica absoluta. Completada una etapa, la del Invencionismo ms puro, nuestro autor busca el quiebre para no caer en el congelamiento ni la fosilizacin. Por lo tanto, las disparidades internas de Ni razn ni palabra no son simplemente una falta de culminacin. Si bien es cierto que no es la mejor de sus

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En relacin con este didactismo, nos parece importante sealar que durante 1956 Edgar Bayley comparti con Ral Gustavo Aguirre la direccin de Poesa Buenos Aires, especficamente la de los nmeros 21 (verano de 1956), 22 (otoo), 23 (invierno) y 24 (primavera). Asimismo, que de 1957 es la edicin de su traduccin de El escritor y su sombra. Introduccin a una esttica de la literatura, de Gatan Picon; de 1961, la de su traduccin de Forma y poesa moderna, de Herbert Read. 15 Inclinacin que reaparecer espordicamente despus.

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obras, tambin lo es que posee la virtud de lo inestable que habilita el ingreso de lo nuevo16. Edgar Bayley ha sido un figura fundamental en la poesa del 50 en la Argentina; como tal integra mltiples antologas y es considerado en reiteradas ocasiones. Pero es necesario ver que no se agota all. Encerrarlo en esa clasificacin no slo es incorrecto, sino que significa una prdida en el panorama de nuestra poesa nacional. El hecho de que el vanguardista se permita el trato con lo tradicional habla de un no encasillamiento, de una actitud de apertura, la misma que lo conducir hacia la etapa de Celebraciones ya en la dcada del 70-, donde la voz y la visin del poeta se manifestarn todava ms personales y maduras, donde deseo, sujeto y lenguaje volvern a coincidir ntegramente para producir un efecto de totalidad.

BIBLIOGRAFA AGUIRRE, Ral Gustavo (seleccin, prl. y notas). 1979. Literatura argentina de vanguardia. El movimiento Poesa Buenos Aires (1950-1960). Bs.As., Editorial Fraterna. BAJARLA, Juan-Jacobo. 1966. Literatura de vanguardia. Del Ulyses de Joyce y las escuelas poticas. Bs.As., Editorial Araujo. [Col. Universal]. BAYLEY, Edgar. 1976. Obra potica. Bs.As., Corregidor. [Biblioteca de Poesa].
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En 1976 Bayley publica todos sus libros de poesa hasta el momento y all incluye Celebraciones (1968-1976). Este ltimo es un poemario largo donde desde la apariencia se pueden distinguir dos grupos de composiciones: 1) las doce primeras, que carecen de ttulo y juegan con lo grfico; 2) las treinta y nueve restantes, tituladas todas. En las primeras se pone de manifiesto otro tipo de visin potica, muchas veces cercana a la del haiku. Son poemas ms bien breves, bastante dibujados, concentradsimos. En los otros se destaca como rasgo novedoso y extendido en todos ellos lo que podramos caracterizar como una notable flexibilidad discursiva, anticipada ya en algunos poemas. El modo compositivo imita un fluir otra vez, ahora en otro aspecto- donde hay cortes marcados por la sintaxis o los temas que el discurso omite para presentarse continuo. Dicho de otro modo, los cortes estn asumidos o incorporados. En esta nueva soltura tuvo que haber influido, sin lugar a dudas, Oliverio Girondo y muy especialmente su En la masmdula (publicado en 1956). Sabemos de la amistad que los una y ya hace tiempo Gaspar Po del Corro (1976) ha destacado a Bayley como uno de sus principales continuadores. A propsito de esta relacin, vale la pena leer en El da el Homenaje a Oliverio Girondo. Siguiendo a Greimas en De la imperfeccin diremos que la obra potica de Edgar Bayley ha pasado de una esttica del sujeto (sin ser extrema) a un esttica del objeto, sobre todo en los doce primeros poemas de Celebraciones.

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