Unicef & Sec DDHH - Derechos - de - Ninos
Unicef & Sec DDHH - Derechos - de - Ninos
Unicef & Sec DDHH - Derechos - de - Ninos
Esta publicación fue realizada por la Dirección Nacional de Asistencia Directa a Personas y
Grupos Vulnerables de la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y De-
rechos Humanos de la Nación con la colaboración del Fondo de las Naciones Unidas para
la Infancia (UNICEF).
Equipo Técnico:
Dra. Daniela Vetere, asesora jurídica
Dra. María Lucila Passini, asesora jurídica
Dra. Constanza Argentieri, asesora jurídica
Dra. Natalia Dasso, asesora jurídica
Dra. Valeria Monópoli, asesora jurídica
Colaboración en la edición:
Lic. Nuria Bril, socióloga
Lic. Alberto Celesia, sociólogo
ÍNDICE
Presentación........................................................................................................... 5
Marco normativo.................................................................................................... 9
I. Constitución Nacional.......................................................................................... 11
II. Normas jurídicas que surgen del Derecho Internacional de los Derechos Humanos: ...... 11
III. Normas del derecho interno ............................................................................. 16
III.I. Efectos de la Sanción de la Ley 26.061 en el fuero penal de menores......... 24
Sanciones................................................................................................................ 81
I. El principio educativo en el derecho penal juvenil................................................ 83
II.Sanciones no privativas de libertad............................................................................... 85
III. Sanciones no privativas de libertad. Conceptos. Enumeración. Características... 88
IV. Sanciones restrictivas de libertad ambulatoria. Excepcionalidad de su apli-
cación......................................................................................................... 90
/ Estándares de Derechos Humanos
Jurisprudencia ............................................................................................ 97
I. Sistema Universal...................................................................................... 99
II. Sistema Interamericano............................................................................. 102
III. Jurisprudencia Nacional........................................................................... 112
IV. Jurisprudencia Provincial......................................................................... 122
Anexos.................................................................................................................... 129
• Observación General N°10 ( 2007) del Comité de los Derechos del Niño al
Estado Argentino “Los Derechos del Niño en la Justicia de menores”................ 131
• Plazos máximos de detención preventiva aplicada a personas menores de 18
años. Tabla comparativa de 15 países de América Latina .............................. 159
• Topes de pena de prisión aplicada a personas menores de 18 años. Tabla compa- 161
rativa de 15 países de América Latina..............................................................
• Recomendaciones y Observaciones al Estado Argentino por parte de los orga- 162
nismos internacionales de protección de derechos humanos..........................
Estándares de Derechos Humanos /
PRESENTACIÓN
La primera edición del documento que aquí se presenta, se realizó en el año 2004,
y se denominó “Estándares Mínimos de Derechos Humanos para una nueva ley de
Justicia Penal Juvenil”, mediante el mismo se buscó elaborar un insumo de trabajo que
brinde herramientas a juristas, legisladores y otros actores con responsabilidad en la
reforma legal y la modificación de las prácticas respecto de la infancia y juventud.
Sin embargo, y a pesar de estos importantes avances, existe un debate todavía difícil
de saldar. En tal sentido, se percibe que todavía existe un temor fundado que, una vez
modificada la ley, no se logre instalar un nuevo sistema y que las viejas prácticas tiñan
nuevamente de intervenciones punitivas la vida de los jóvenes.
Por otro lado, hay quienes sostienen la necesidad de comprender que el nuevo
régimen - donde la sanción de la ley es sólo el primer paso - debe ser un límite a la
intervención penal del Estado.
Para ello, el nuevo sistema deberá caracterizarse por ser de intervención mínima,
respetuoso de garantías procesales y sustantivas, e implementarse prioritariamente me-
didas que no impliquen restricción a la libertad cuando se apliquen sanciones, recu-
rriendo a dispositivos diversos entre los que se encuentren la reparación del daño, la
prestación de servicios a la comunidad, la libertad vigilada, etc.
Además, cuando se aplique una medida de privación de libertad, sólo debiera utili-
zarse de manera excepcional, para los delitos más graves, taxativamente enumerados,
y por tiempo determinado, cuando no resulte posible aplicar otras medidas.
Por otra parte, esta transformación está siendo acompañada de importante juris-
prudencia a nivel nacional e internacional que también se analiza en el texto de esta
publicación. Debe reconocerse que la jurisprudencia ha efectuado avances en materia
de justicia penal juvenil y ha dictado contundentes fallos brindando criterios para la
aplicación directa de los estándares de la Constitución Nacional, de la Convención
sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos de derechos humanos.
Entre otros, corresponde destacar: Incidente de Incompetencia en autos: Maldonado, Daniel Enrique y otro s/ robo
agravado por el uso de armas en concurso real con homicidio calificado - causa Nº 1174C - CSJN - 07/12/2005”
G.F.D. y O. s/ expediente tutelar - 06/12/06 Cámara Nacional Criminal y Correccional Federal, sala 1ª.
Estándares de Derechos Humanos /
Por tanto, en esta edición además de enunciar las normas internacionales que de-
ben tenerse presente para estructurar el nuevo régimen, pretendemos desarrollar algu-
nos nuevos institutos que surgen del derecho comparado y de los proyectos con estado
parlamentario, así como también observar los avances jurisprudenciales en materia de
justicia penal juvenil.
De esta manera, se espera que esta publicación resulte un aporte más, que contri-
buya a que Argentina continúe avanzando en el camino ya emprendido, dando cum-
plimiento y haciendo realmente efectivos los derechos humanos de niños, niñas y
jóvenes.
MARCO NORMATIVO
10 / Estándares de Derechos Humanos
Estándares de Derechos Humanos / 11
Asimismo, es necesario especificar que esta descripción se realiza desde una mira-
da crítica, en donde se considerará que la Constitución y los instrumentos sobre dere-
chos humanos marcan el estándar mínimo que el Estado debe respetar cuando efectúa
intervenciones en la vida de las personas sujetas a su jurisdicción, y especialmente al
momento de legislar sobre asuntos penales. Estos estándares deben ser aplicados por
todos los operadores del sistema, jueces, fiscales, defensores, o cualquier otro agente
del Estado, sin perjuicio de la reforma normativa que deba efectuarse, ya que surgen de
aquellas normas con máxima jerarquía en el ordenamiento jurídico argentino.
I. LA CONSTITUCIÓN NACIONAL
En el caso de justicia penal juvenil podemos destacar las Reglas Mínimas de las
Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores (Reglas de Beijing),
las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Liber-
tad, Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las Medidas no Privativas de la
Libertad (Reglas de Tokio) y las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención
de la Delincuencia Juvenil (Directrices de Riad).
Caso Villagrán Morales y Otros. Sentencia del 19 de noviembre de 1999. Serie C. N° 63, párrafo 188 Corte inte-
ramericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC 17/2002 de 28 de agosto de 2002, Condición Jurídica y
Derechos del Niño, párrafo 23 y 24; Sentencia “Instituto de Reeducación del Menor” vs. Paraguay. Sentencia del 2
de septiembre de 2004, párrafo 148.
“Giroldi, Horacio David y otro s/ recurso de casación- causa 32/93” - CSJN - 07/04/1995.
Comité de los Derechos del Niño, Informe sobre el décimo período de sesiones, octubre/noviembre de 1995,
CRC/C/46, para. 214.
Estándares de Derechos Humanos / 13
Este instrumento internacional fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones
Unidas el 20 de noviembre de 1989, Argentina lo ratificó en 1990 y le otorgó rango
constitucional en el año 1994 en virtud del art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional.
A partir de la Convención, Argentina asumió el compromiso de respetar y hacer res-
petar los derechos allí reconocidos, adecuando además su legislación interna, como
sus instituciones a los estándares internacionales en materia de infancia que fija este
documento de derechos humanos.
En este sentido, la Convención sienta las bases de una relación jurídica entre el
Estado y la sociedad con las personas menores de 18 años de edad, fortaleciendo el
reconocimiento del niño como sujeto de derecho y dejando de lado su anterior consi-
deración como objeto de tutela.
En lo que refiere a la temática de justicia penal juvenil, los artículos específicos que
establecen las bases al respecto son el 12, 25, 37 y 40.
En primer lugar, el artículo 12 en tanto reconoce el derecho del niño a ser escu-
chado en todo procedimiento judicial o administrativo que lo afecte y el derecho a
expresar su opinión libremente en todos los asuntos, materializando de esta forma su
derecho a la defensa material.
Los artículos 37 y 40, por su parte, establecen los estándares mínimos de derechos
humanos aplicables en el sistema penal para las personas menores de 18 años. Estos
artículos reconocen todas las garantías sustantivas y procesales del debido proceso,
la excepcionalidad de la privación de libertad, así como también el derecho a no ser
sometido a torturas, tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva OC 17/2002 de 28 de agosto de 2002, Condición
Jurídica y Derechos del Niño, párrafo 54.
14 / Estándares de Derechos Humanos
b) Reglas y Directrices
Reglas de Beijing:
Allí se formularon varios principios básicos que sirven como modelo para el trata-
miento de jóvenes que cometan acciones tipificadas como delitos en el ámbito local.
Las reglas se deben aplicar con imparcialidad, sin distinción alguna por motivos de
raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, posición económica, o cualquier otra condición, promoviendo el
bienestar del niño, a fin de reducir al mínimo los perjuicios que ocasiona cualquier
tipo de intervención estatal.
En todas las etapas del proceso penal, las Reglas fijan estándares de garantías pro-
cesales que deben respetarse asegurando el debido proceso.
Las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de
Libertad fueron aprobadas por la Asamblea General el 14 de diciembre de 1990 bajo
resolución 45/113.
El objeto de las presentes Reglas es establecer las normas mínimas que deben ser
aceptadas y respetadas por los Estados Partes para la protección de los jóvenes a los
cuales se les haya aplicado una sanción privativa de la libertad.
Dichas reglas tienen por finalidad contrarrestar los efectos perjudiciales de la deten-
ción en todas sus formas y fomentar la integración social.
Cabe destacar la importancia que este instrumento reviste, en tanto define la priva-
ción de libertad. En tal sentido, la Regla 11.b expresa:
Resolución 40/33 adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 29 de noviembre de 1985.
Estándares de Derechos Humanos / 15
Reglas de Tokio:
Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las Medidas no Privativas de la
Libertad sientan los principios básicos para la promoción de la aplicación de medidas
que no impliquen la privación de la libertad o que sean sustitutivas de la prisión.
El objeto de las Reglas es proporcionar a los Estados opciones para introducir en sus
ordenamientos jurídicos medidas no privativas de la libertad a fin de reducir la aplica-
ción de las penas de prisión y racionalizar las políticas de justicia penal.
Estas Reglas establecen que cada Estado Parte deberá fijar en su legislación interna
una amplia serie de medidas, desde la fase anterior al juicio hasta la fase posterior a la
sentencia, siguiendo las bases del principio de mínima intervención estatal.
Este instrumento resulta de gran utilidad a fin de garantizar que la privación de li-
berad se aplique como una medida de último recurso, en cumplimiento con lo exigido
por la CDN.
Directrices de Riad:
Las políticas de prevención que cada país adopte deben favorecer la socialización
e integración eficaz de los niños y jóvenes, en particular en su familia y en la comu-
nidad.
Resolución 45/110 adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 14 de diciembre de 1990.
Resolución 45/112 adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 14 de diciembre de 1990.
16 / Estándares de Derechos Humanos
La Ley de “Patronato de Menores” disponía que ante el hecho de que una persona
menor de 18 años de edad (llamada directamente “menor” en el texto) se encontrara en
un supuesto “peligro material o moral”, se daría intervención al Juez de la jurisdicción
criminal y correccional (artículo 14).
Es decir, las situaciones en las que el Juez puede intervenir, bajo este encuadre nor-
mativo, incluyen tanto aquellas situaciones en las que un “menor” era víctima de algún
delito o violación a sus derechos económicos y sociales; como aquellas situaciones en
las que éste resulta imputado de un delito.
Frente a los “menores de edad” en tales situaciones, la ley establecía para el Estado
la función de tutelar a través del Juez de Menores (perteneciente al fuero penal), quien
cumpliría su rol, no desde el plano estrictamente jurídico, sino desde un plano moral
y social, asimilable en un aspecto informal a “un buen padre de familia” que, sin em-
bargo, se encontraba indisolublemente unido, en el sentido formal, al poder coercitivo
del Estado.
Entre sus decisiones respecto de “los menores de edad” podía incluso aplicar la
privación de libertad, eufemísticamente llamada “internación” o “medidas tutelares”,
entre otros.
Este modelo de intervención discrecional del Estado actuaba a través de sus órganos
(judicial y/o administrativo) bajo el argumento de la protección. Es así que mediante
mecanismos de “tutela” que se estimaban de “reeducación” o “resocialización”, la
persona menor de edad seleccionada por la agencia judicial era separada en muchos
casos de su medio familiar y comunitario porque éste era considerado un factor de su
“desviada formación”. De esta manera se evitaba - según este argumento - que se con-
virtiera en un futuro delincuente adulto.
Sin embargo, esta práctica solo logró aquello que pretendía evitar: la separación
de los niños y niñas de sus familias y su consecuente institucionalización que, lejos
de evitar problemas, fue una profecía auto-cumplida. Incluso las prácticas en algunos
institutos o “reformatorios” han contribuido a generar en los niños y adolescentes con-
ductas delictivas.
En este contexto, la justicia actuó en cada caso como ejecutora de política asisten-
cial, lo que resulta incompatible con las funciones jurisdiccionales y con la lógica de
una política pública. Intervenciones discrecionales de este tipo son incompatibles con
los derechos y garantías fundamentales que todo ser humano posee en un Estado de
Derecho.
a) hasta los 16 años: la norma establece que los niños, niñas y adolescentes son
“no punibles” . La no punibilidad - es decir, la imposibilidad jurídica, aunque
no fáctica, de aplicar pena - se establece para aquellos niños, niñas y adolescen-
tes que no hubieran cumplido los 16 años, con la posibilidad de disponer del
“niño” hasta los 21 años si se encuentra en “peligro material o moral” según la
impresión personal del juez, y no como reproche estatal derivado del presunto
hecho ilícito cometido.
Sin embargo, la segunda parte de este artículo habilita a los jueces de menores a
intervenir discrecionalmente, adoptando medidas que pueden resultar restrictivas de
derechos. Además, y pese a tratarse de medidas supuestamente proteccionistas, no
se respetan las garantías que toda persona posee, lo cual viola lo establecido en los
artículos 16, 18 y 19 de la Constitución de la Nación, los artículos 12, 37 y 40 de la
Y hasta los 18 años de edad en el caso de delitos de acción privada y con pena menor a dos años de prisión.
18 / Estándares de Derechos Humanos
Convención sobre los Derechos del Niño, los artículos 8 y 25 de la Convención Ame-
ricana sobre Derechos Humanos, y los artículos 9, 14 y 16 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, entre otros.
En general, esta disposición tutelar puede ser dictada por tiempo indeterminado e
incluso consistir en privación de libertad, en los términos de lo establecido en la Regla
11.b. de las Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los menores privados
de la libertad. 10
10 La Regla 11.b de las Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los menores privados de libertad ex-
presa: “Por privación de libertad se entiende toda forma de detención o encarcelamiento, así como el internamiento
en un establecimiento público o privado del que no se permita salir al menor por su propia voluntad, por orden de
cualquier autoridad judicial, administrativa u otra autoridad pública”.
11 El Código Procesal Penal de la Nación establece en el artículo 315: “Las disposiciones sobre la prisión preven-
tiva no regirán con respecto a los menores de dieciocho (18) años, siéndoles aplicables las correspondientes normas
de su legislación específica”.
12 Beloff, Mary, “Los adolescentes y el sistema penal. Elementos para una discusión necesaria en la Argentina
actual”; en Revista Jurídica de la Universidad de Palermo Año 6, Nº 1 octubre de 2005; pág. 102.
Estándares de Derechos Humanos / 19
“En el curso del siglo XX, se configuró un derecho del menor (en sen-
tido objetivo) de discutible autonomía científica, pero que ha cua-
jado en varios cuerpos. La ideología tutelar que lo generó cumplió la
función de ocultar la carencia de políticas sociales respecto de la infan-
cia y la juventud, mediante los conceptos de situación irregular y aban-
dono material y moral, que habilitaron una indiscriminada interven-
ción judicial o sólo administrativa. […] Las medidas impuestas a adoles
centes y a niños, cuando configuran institucionalizaciones, tienen los efec-
tos deteriorantes de las instituciones totales considerablemente agravados,
porque son mucho peores en sujeto en edad evolutiva que en un adulto.
La prisionización de niños y adolescentes llevada a cabo con el nombre
que sea, provoca deterioros irreversibles, pues no tiene un efecto regresi-
vo como en el adulto, sino directamente impeditivo de la evolución más o
menos común de la persona. […] En la Argentina, la legislación de niños y
adolescentes no está codificada sino dispersa en la ley civil, laboral, pro-
visional, en la ley de facto 22.278, etc. Los aspectos penales que lindan
el derecho penal se hallan regulados por la ley de facto 22.278, que mo-
dificó la ley 14.394 y que, a su vez, fue modificada por las leyes 22.803,
23.264 y 23.742, caracterizadas todas por su fuerte ideología tutelar, en
abierta contradicción con las disposiciones del derecho internacional y,
además, de la Constitución (inc. 22 del art. 75). Por consiguiente, muchas
de sus normas son inconstitucionales. 13”
Cabe destacar que por ello han sido efectuadas diferentes recomendaciones y observa-
ciones a la Argentina respecto de la legislación y prácticas vigentes en esta materia, ya sea
en el ámbito del sistema universal, como también del sistema interamericano de pro-
tección de derechos humanos.
13 Eugenio R. Zaffaroni, Alejandro Alagia y Alejandro Slokar, Derecho Penal. Parte General, 2da. Edición, Ed.
Ediar, Buenos Aires, 2002, ps. 186/188.
14 Actualmente derogada por la Ley 26.061.
20 / Estándares de Derechos Humanos
Por otra parte, el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de Naciones Uni-
das manifestó en ocasión de la visita realizada a la Argentina en 2003 que:
15 Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño: Argentina, CRC/C/15/Add.187, párrafos 62 y 63..
16 Informe del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones
Unidas. Resumen de su visita a la Argentina, 23 de diciembre de 2003. E/CN.4/2004/3/Add.3.
Estándares de Derechos Humanos / 21
“5. el Estado debe garantizar que no se repitan hechos como los del pre-
sente caso, adoptando las medidas legislativas y de cualquier otra índole
que sean necesarias para adecuar el ordenamiento jurídico interno a las
normas internacionales de derechos humanos, y darles plena efectividad,
de acuerdo con el artículo 2 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.17”
A esto se debe agregar que existen algunas instancias de solución amistosa actual-
mente en el ámbito de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por la apli-
cación de sentencias de prisión y reclusión perpetua a personas por delitos cometidos
antes de cumplir 18 años de edad, en las cuales la Argentina se encuentra trabajando
a fin de lograr una solución viable a este conflicto.
Con el correr de los años, la jurisprudencia ha ido recogiendo esas numerosas crí-
ticas que se le efectuaron al sistema. En el año 2005, la Corte Suprema de Justicia de
la Nación se pronunció sobre la aplicación de penas de prisión y reclusión perpetua a
personas por delitos cometidos antes de los 18 años de edad. En tal sentido dijo:
“25) Que, una característica distintiva y criticable que ha tenido este sistema judi-
cial de menores es que históricamente no ha establecido una línea divisoria clara
entre el niño imputado de un delito de aquel otro niño desamparado o incluso del
que fue víctima, en efecto, para esos casos el juez tiene respuestas similares, entre
ellas disponer de ellos, que en muchos casos ha implicado internación. Esto surge
claramente no sólo del art. 2 de la ley mencionada sino también de la hermeneútica
de la ley de Patronato de Menores nº 10.903, conocida como “Ley Agote” (art. 21).-
17 Bulacio, Walter, Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Bulacio vs. Argentina. Sentencia 18 de
septiembre de 2003
22 / Estándares de Derechos Humanos
Por todo lo expuesto, se concluye este apartado expresando que, para adjudicar
consecuencias jurídicas a los adolescentes por actos que sean declarados en la ley
como delitos, debe seguirse un proceso que contemple el pleno respeto de las garan-
tías constitucionales del debido proceso, dentro de un régimen diferenciado del de los
adultos, donde la privación de libertad sea una sanción excepcional. Antes de ésta, se
debe contemplar la aplicación de un abanico de sanciones, tales como reparación del
daño, órdenes de orientación, prestación de servicios a la comunidad, entre otras. En
este sentido, se ha expresado que:
18 Maldonado, Daniel Enrique y otro s/ robo agravado por el uso de armas en concurso real con homicidio calificado
causa Nº 1174C - CSJN - 07/12/2005”...
19 Maier, Julio B. J “Los niños, como titulares del derecho al debido proceso”, en Justicia y Derechos del Niño N° 2, ,
UNICEF, Buenos Aires, octubre de 2001, págs. 9 y 10.
Estándares de Derechos Humanos / 23
La nueva ley otorga el marco normativo necesario para realizar las reformas pro-
fundas que deben emprenderse, para empezar a poner al país a la altura de lo que las
nuevas generaciones demandan y para dar cumplimiento a las obligaciones internacio-
nales contraídas al ratificar los instrumentos de derechos humanos, en especial la Con-
vención sobre los Derechos del Niño. Cabe destacar entre sus aspectos fundamentales:
• Se establece que tiene por finalidad la protección de los derechos de los niños,
niñas y adolescentes (artículo 1).
• Se desarrolla el principio rector del interés superior del niño, entendido éste
como la máxima satisfacción integral y simultánea de los derechos y garantías re-
conocidos (artículo 3). Este punto reviste vital importancia, ya que en reiteradas
ocasiones el concepto de interés superior ha sido muy criticado por su carácter
ambiguo, indeterminado e impreciso.
Para darle un verdadero carácter federal, se crea el Consejo Federal de Niñez, Ado-
lescencia y Familia, que estará presidido por quien ejerza la titularidad de la Secretaría
Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, e integrado por los representantes de los
órganos de Protección de Derechos de Niñez, Adolescencia y Familia existentes o a
crearse en cada una de las provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
24 / Estándares de Derechos Humanos
Asimismo, se crea, en el ámbito del Poder Legislativo, la figura del Defensor de los
Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes.
La ley 26.061 deroga la Ley 10.903 de manera expresa a través del art. 76, y por lo
tanto, la facultad judicial de “disponer” de un niño, niña o adolescente por los motivos
antes señalados. Es decir, el Estado actúa como garante de los derechos que niños,
niñas y adolescentes pudiesen tener vulnerados o amenazados, y abandona la intromi-
sión arbitraria en la vida de ellos.
Es así que la ley 26.061 se ocupa específicamente de establecer qué órganos esta-
tales son competentes para abocarse a la llamada “protección integral de los derechos
de los niños, niñas y adolescentes”, y prescribe qué medidas, y con qué límites, podrá
tomar el Estado para garantizar la restitución de los derechos de niños, niñas y adoles-
centes ante una situación de vulneración.
Por otra parte, la ley 26.061 no sólo deroga la facultad de disposición sino que
incluso establece en el art. 19 –con el fin de terminar con los eufemismos utilizados
hasta ese momento-, la definición de privación de libertad en un sentido amplio con-
forme la Regla 11 b de las Reglas de Naciones Unidas para los Menores Privados de
Libertad, ya comentada. Asimismo, debe destacarse el artículo 27 en tanto establece
las garantías mínimas en cualquier procedimiento judicial o administrativo que afecte
a un niño, niña o adolescente.
condiciones de su vigencia -cfr. art. 75, inc. 22, C.N.- (Fallos 318:514), su
inconstitucionalidad debe ser declarada de oficio. Este proceder significa
privar de validez a lo actuado en base a aquel régimen tutelar e impone
la necesidad de dar intervención inmediata al organismo específico que
prevé la ley 26.061, tal como con acierto propicia la Sra. Fiscal General
Adjunta, Dra. Eugenia Anzorreguy 20.
En síntesis, el espíritu de la ley resulta acorde a los principios generales del derecho
internacional de los derechos humanos. Por lo tanto, resulta evidente que se ha dado
un gran paso en todo aquello que se refiere a la condición jurídica de la infancia.
Finalmente, la sanción de la nueva Ley 26.061 debe ser el inicio de otras reformas
pendientes, entre las que se encuentra la sanción de un sistema de justicia penal juve-
nil que derogue al Régimen Penal de la Minoridad.
DERECHOS Y GARANTÍAS
SUSTANTIVAS Y PROCESALES
28 / Estándares de Derechos Humanos
Estándares de Derechos Humanos / 29
En este capítulo se intentan esbozar algunos conceptos básicos en relación a los dere-
chos y garantías en el proceso penal. Para ello, debe tenerse presente que la Constitución
Nacional determina cómo debe ser el accionar y la respuesta del Estado, y cuáles serán
sus límites frente a la afectación de bienes jurídicos protegidos legalmente.
El derecho penal es la herramienta máxima con la que se puede contar ante una
conducta calificada como disvaliosa –previamente descripta en la ley- que afecta de-
rechos de terceros. Es por tal motivo, que su utilización deberá ser restrictiva y respe-
tuosa de derechos individuales reconocidos. La facultad de aplicar sanciones penales,
además, solo podrá efectuarse luego de la tramitación de un proceso acorde a las
pautas y principios que la Constitución establece.
En tal sentido, la doctrina expresa que los derechos “son facultades o prerrogati-
vas reconocidas fundamentalmente a los hombres” 21, mientras que las garantías “son
instituciones o procedimientos de seguridad creados a favor de las personas, para que
dispongan de los medios que hacen efectivo el goce de sus derechos subjetivos.” 22
Las garantías constitucionales tienen como finalidad proteger, asegurar o hacer va-
ler la titularidad o el ejercicio de un derecho, son “vínculos normativos idóneos para
asegurar efectividad a los derechos subjetivos” 23. En otras palabras, son definidas
como los medios o instrumentos que la Constitución Nacional pone a disposición de
los habitantes para sostener y defender sus derechos frente a las autoridades, indivi-
duos o grupos sociales 24.
Las llamadas garantías penales, por su parte, se constituyen como los límites que
la Constitución Nacional establece frente al poder punitivo del Estado. Conforme ello,
es el derecho procesal penal el encargado de aplicar y poner en práctica las aludidas
garantías.
21 Bidart Campos, Germán “Manual de Derecho Constitucional Argentino” Segunda Edición Actualizada,
Ed.Ediar, Buenos Aires, 1974, pág.,185.
22 Oo. Cit. Pág. 185.
23 Ferrajoli, Luigi, Derecho y Razón.Teoría del Garantismo Penal, Trotta, Madrid, 1995.
24 Valcarce, Arondin “El derecho a la jurisdicción y el acceso a la justicia”, JA, 1996 - I, p. 737.
25 Conf. Bidart Campos, Germán, “Manual de derecho constitucional argentino”, p. 195 citado EDWARS,
Carlos Enrique “Garantías constitucionales en el proceso penal”, ob. cit., p. 4.
30 / Estándares de Derechos Humanos
Al niño, como a toda persona, le corresponden todos los derechos y las garantías
que tanto nuestra Constitución, especialmente en los artículos 16, 18 y 19, como los
instrumentos internacionales de derechos humanos le reconocen.
Así lo ha expresado la Corte Suprema al establecer que “(…) los niños poseen los
derechos que corresponden a todos los seres humanos, menores y adultos, y tienen
además derechos especiales derivados de su condición (…)” 26.
En este marco, una ley de justicia penal juvenil deberá respetar estrictamente los
estándares que surgen del ordenamiento jurídico, y además deberá crear un sistema de
justicia con algunas características especiales, que sucintamente se intentarán enun-
ciar en esta publicación. No obstante ello, resulta fundamental destacar, que si bien la
reforma legal en materia penal juvenil se encuentra pendiente, esta situación en modo
alguno habilita a los operadores a aplicar medidas coactivas respecto de niñas, niños y
adolescentes incumpliendo las garantías vigentes en nuestro ordenamiento jurídico.
26 Maldonado, Daniel Enrique y otro s/ robo agravado por el uso de armas en concurso real con homicidio
calificado causa Nº 1174C - CSJN - 07/12/2005.
27 Ver entre otros, Maier, Julio B.J, op. cit, pág. 9; Bidart Campos, Germán, “Manual de Derecho Constitu-
cional argentino”, Ed. Ediar, Buenos Aires 1972.
Estándares de Derechos Humanos / 31
b) Principio de igualdad ante la ley (Art. 16 CN): Durante la tramitación del pro-
ceso se debe garantizar a la persona menor de dieciocho años el derecho a la
igualdad ante la ley sin discriminación. Esto significa que deben respetarse todos
los derechos y garantías de las personas sometidas a la jurisdicción del Estado,
independientemente de la raza, color, sexo idioma, religión, opinión política o de
otra índole, origen nacional, étnico o social, condición económica, discapacidad o
cualquier otra condición del niño o de su familia.
28 Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño, Opinión Consultiva OC-17/2002 del 28 de agosto de 2002.
29 Comité de los Derechos del Niño, Observación General N° 10, 2 de febrero de 2007, CRC/C/GC/10, Pág. 14
32 / Estándares de Derechos Humanos
Ninguna persona menor de 18 años puede ser sancionada conforme las previsiones
de la ley penal juvenil si no se comprueba que su conducta daña o pone en peligro
un bien jurídico protegido.
33 Alagia, Alejandro, Slokar, Alejandro y Zaffaroni, Eugenio Raúl, Tratado de Derecho Penal, Ed. Ediar,
segunda edición, Buenos Aires, 2002, pag. 494/9.
34 / Estándares de Derechos Humanos
“El Comité reitera que las penas de castigos corporales son contrarias a estos
principios y al artículo 37, en el que se prohiben toda forma de tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes (véase también la Observación general Nº
8 (2006) del Comité -El derecho del niño a la protección contra los castigos
corporales y otras formas de castigo crueles o degradantes). Cuando un menor
cometa un delito grave, se podrá considerar la aplicación de medidas propor-
cionales a las circunstancias del delincuente y a la gravedad del hecho, y se
tomarán en consideración las necesidades del orden público y las sanciones.
En el caso de los menores, siempre prevalecerá sobre estas consideraciones
la necesidad de salvaguardar el bienestar y el interés superior del niño y de
fomentar su reintegración social”. 35
34 Comité de los Derechos del Niño, Observación General N° 10, 2 de febrero de 2007, CRC/C/GC/10, Pág. 21.
35 Comité de los Derechos del Niño, Observación General N° 10, 2 de febrero de 2007, CRC/C/GC/10, Pág. 21.
36 Maier, Julio B., “Los niños como titulares del derecho al debido proceso”, en Justicia y Derechos del Niño, N°
2, UNICEF, Buenos Aires, octubre de 2001.
Estándares de Derechos Humanos / 35
Los artículos 16, 18, 19 de la Constitución Nacional, los artículos 12, 25, 37 y 40
de la Convención sobre los Derechos del Niño, los artículos 8 y 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, y los artículos 9, 14 y 16 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, entre otros, establecen las bases del sistema en el cual
se garantizan los principios rectores de todo proceso penal, incluido el nuevo proceso
penal juvenil.
En lo que refiere a los derechos del niño la Corte Interamericana ha expresado que:
“116 Por lo que toca a la materia que ahora interesa, las reglas del debido
proceso se hallan establecidas, principal pero no exclusivamente, en la
Convención sobre los Derechos del Niño, las Reglas de Beijing, las Reglas
de Tokio y las Directrices de Riad, que sirven al propósito de salvaguardar
los derechos de los niños sometidos a diferentes actuaciones por parte del
Estado, la sociedad o la familia.
117.Las reglas del debido proceso y las garantías judiciales deben apli-
carse no sólo a los procesos judiciales, sino a cualesquiera otros procesos
que siga el Estado, o bien, que estén bajo la supervisión del mismo (supra
103)”.38
Los adolescentes, que infrinjan la ley penal como se mencionara, gozan de todas
las garantías que rigen para el proceso de adultos, así como también de un aquellas
garantías procesales específicas por ser personas menores de 18 años de edad.
Consecuentemente, esta garantía exige que la imposición de una pena esté precedi-
da por una sentencia de condena (artículo 40 inciso 2.b.I. de la CDN).
Es de destacar que este principio es uno de los más vulnerados en el sistema actual.
En tal sentido, las medidas coactivas aplicables a los adolescentes, llamadas tutelares,
se determinan sin la existencia de una declaración de responsabilidad de la comisión
o participación en el delito.
39 Se ha observado que en varios de los proyectos de creación de un sistema penal juvenil, se prevé respecto
de niños y niñas no punibles la remisión de su situación de manera “casi automática” al organismo adminis-
trativo local a fin de que éste aplique las medidas de protección que considere.
40 CRC/C/GC/10 página 15.
Estándares de Derechos Humanos / 37
e) Derecho a ser oído (Art. 18 CN, 12 CDN): El derecho a ser oído de niños y adolescen-
tes, es el aspecto material del derecho de defensa, exige el conocimiento previo por parte del
niño de los hechos que se le imputan para poder ejercerlo adecuadamente. La CDN lo regula
en el artículo 12, estableciendo que “… se dará en particular al niño oportunidad de ser escu-
chado, en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño…”. Así, el Art. 12
de la normativa internacional mencionada no “obliga” al niño a manifestar sus opiniones.
Este derecho implica que el niño además de expresar sus opiniones tendrá derecho a partici-
par del proceso activamente, presentar pruebas, impugnar las decisiones que lo afecten, etc.
Así, el derecho de todo imputado a que el proceso penal al que se haya sometido finalice
definitivamente dentro de un plazo razonable se halla consagrado en diversos instrumentos
internacionales de derechos humanos con jerarquía constitucional en la República Argentina.
“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro
de un plazo razonable por un juez o tribunal competente, independiente
e imparcial, establecido con anterioridad a la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella…” 43
A esta situación de excesiva duración del procedimiento penal debe prestársele especial
atención cuando el imputado resulta ser un adolescente. Así lo han reconocido diversos
instrumentos internacionales de derechos humanos, particularmente aquellos que regulan
específicamente los derechos los niños, niñas y adolescentes.
“Que a todo niño del que se alegue que ha infringido las leyes penales o
a quien se le acuse de haber infringido esas leyes se le garantice, por lo
menos, lo siguiente: (…) iii) Que la causa será dirimida sin demora por una
autoridad u órgano judicial competente, independiente e imparcial en una
audiencia equitativa conforme a la ley…”
En este sentido, las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración
de la Justicia de Menores (Reglas de Beijing) expresan en la Regla: “Prevención de de-
moras innecesarias.20.1. Todos los casos se tramitarán desde el comienzo de manera
expedita y sin demoras innecesarias.”
Los jueces competentes deben garantizar que la información que brinden sobre
estadísticas judiciales no contravenga el principio de confidencialidad ni el derecho a
la privacidad (artículo 40 inciso 2.b.VII de la CDN y 22 de la Ley 26.061).
La Regla 11 B de las Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los meno-
res privados de libertad 46 establece el concepto de “privación de libertad”, habiéndose
recogido dicho concepto por el Decreto 415/06 que reglamenta la Ley 26.061. El art.
37 inc. b CDN establece que los Estados velarán por que “ningún niño sea privado de
su libertad ilegal o arbitrariamente. La detención, el encarcelamiento o la prisión de un
niño se llevará a cabo de conformidad con la ley y se utilizará tan sólo como medida
de último recurso y durante el período más breve que proceda.”
Por su parte, las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las medidas no pri-
vativas de la libertad (Reglas de Tokio) establecen su Regla N° 6. La prisión preventiva
como último recurso, cuyo punto 6.1 señala que en el procedimiento penal sólo se
recurrirá a la prisión preventiva como último recurso, teniendo debidamente en cuenta
la investigación del supuesto delito y la protección de la sociedad y de la víctima.
pondrá en peligro los fines del proceso; y prueba de que dichos fines no
pueden ser resguardados mediante una medida menos restrictiva. Es decir
que, una vez probado el peligro procesal en el caso concreto, es necesario
advertir que la privación de la libertad de una persona debe decretarse
sólo como ultima ratio, cuando hayan fracasado otras medidas asegurati-
vas del proceso y quede demostrado que los fines perseguidos no pueden
ser alcanzados mediante una medida menos lesiva de los derechos de las
personas”. 47
A su vez y, atento al carácter del adolescente como persona en una etapa de desa-
rrollo y el efecto negativo que esta medida por su naturaleza, y por su permanencia
tiene sobre su crecimiento y personalidad es que, las leyes provinciales deberían es-
tablecer su absoluta excepcionalidad, (para los delitos más graves y cuando exista un
peligro real de fuga o entorpecimiento de la investigación) y por un plazo determinado
lo más breve posible.
Por todo lo dicho entendemos que la privación provisional de libertad como me-
dida cautelar al ser de carácter excepcional y medida de ultima ratio sólo procedería
cuando el delito fuera grave y pudiera ser sancionado con pena privativa de libertad
en centro especializado siempre que exista peligro de fuga o entorpecimiento de la
investigación por parte del adolescente imputado.
SOLUCIÓN ALTERNATIVA DE
CONFLICTOS. LA LLAMADA
”JUSTICIA RESTAURATIVA”
42 / Estándares de Derechos Humanos
Estándares de Derechos Humanos / 43
I. ANÁLISIS Y FUNDAMENTOS
Así fue que surgieron nuevas formas de solución de conflictos que no siguen las
estructuras tradicionales de los procedimientos en materia penal. Es allí donde encuen-
tran mayor desarrollo las prácticas de “justicia restaurativa” o “justicia reparadora”.
49 Solar, María de los Ángeles, “Seminario, Justicia Restaurativa con Adolescentes infractores de Ley Pe-
nal en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño”, en Revista de Derechos del Niño, Número
dos/2003. Programa de Derechos del Niño del Centro de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Diego
Portales, pág. 254.
50 Pedro R. David, Justicia Reparadora, restitutiva, restaurativa; mediación penal y probation, comentario
corresponde al Prólogo del Libro Publicado por la Ed. LexisNexis, Bs. As. 31/10/2005).
51 Resolución 2002/12 del Consejo Económico y Social. E/2000/INF/2/Add.2, Pág. 35.
44 / Estándares de Derechos Humanos
Por ello, se considera que dentro de las características especiales que debe tener el
sistema de justicia penal juvenil, los procesos de justicia restaurativa han pasado a ser
importantes alternativas a los procesos tradicionales de enjuiciamiento y adquirieron
un rol protagónico en la complementariedad de los procesos más formales en el dere-
cho comparado.
La Convención sobre los Derechos del Niño no hace mención expresa al término
“justicia restaurativa”, concepto que como tal, es posterior a ella y procedente del
derecho anglosajón. Sin embargo, el artículo 40 3 b) expresa que “Siempre que sea
apropiado y deseable, la adopción de medidas para tratar a esos niños sin recurrir a
procedimientos judiciales, en el entendimiento de que se respetarán plenamente los
derechos humanos y las garantías legales.”
Es así que, del juego armónico de sus disposiciones, especialmente los artículos 12,
37 y 40, y su interpretación a la luz de las reglas y directrices de las Naciones Unidas
en materia de niñez y adolescencia, cabe coincidir en la obligatoriedad de su regula-
ción en la legislación interna en los casos de adolescentes acusados de la comisión de
un delito.
El contenido de los mecanismos de justicia restaurativa, así como los momentos pro-
cesales para su aplicación, las consecuencias o efectos que se derivan de las decisiones
y cumplimiento de los acuerdos arribados, son cuestiones relativamente novedosas.
Por ello, el mayor desafío que se presenta radica en velar porque en la implementación
de los programas no se afecten garantías constitucionales, tales como la presunción de
inocencia, la inviolabilidad de la defensa, etc.
Sin embargo, existen puntos comunes que caracterizan estos procesos de solución
de conflictos. Ejemplo de ello es el claro posicionamiento respecto de los efectos nega-
tivos y estigmatizantes que producen el paso por instancias formales de control social
y la aplicación de una sanción o pena, en particular la privación de libertad.
Estas prácticas intentan dar respuesta al delito de un modo más constructivo que
las respuestas brindadas por el sistema punitivo tradicional y contribuyen a lo que se
conoce como prevención terciaria, planes diseñados para evitar que los adolescentes
entren innecesariamente en contacto con el sistema de justicia, y cometan nuevos
delitos.
Desde el punto de vista procesal penal, estas prácticas pueden aplicarse a través
del principio de oportunidad procesal, que podrá ser o no reglado. En tal sentido, la
remisión o la mediación podrán solicitarse por medio del pedido del Ministerio Pú-
blico, desistiendo de continuar la acción penal o suspendiéndola y como corolario del
principio de intervención mínima.
Los funcionarios del Ministerio Público Fiscal son titulares de la acción penal públi-
ca de oficio en los casos en los que sea procedente conforme al sistema procesal penal
de cada jurisdicción. Sin embargo, la introducción de este principio de intervención
propone que en ciertos casos y bajo ciertas condiciones, los representantes del Minis-
terio Público Fiscal, titulares de la acción, soliciten a la autoridad judicial que pres-
cinda, total o parcialmente, de la acción penal (antes o luego de haber sido ejercida),
la limite a una o varias infracciones o a alguna de las personas que hayan participado
en el hecho.
En términos generales, se entiende que debería proceder esta solicitud para aque-
llos hechos que, por su insignificancia no afecten el interés público. A su vez, procede
para delitos cuya pena máxima no sea elevada, siendo necesario el consentimiento del
ofendido.
53 Muzio, Mariano Ezequiel, “La experiencia en la Provincia de Buenos Aires” en “Conceptos, Debates y
Experiencias en Justicia Penal Juvenil”, Secretaría de Derechos Humanos, Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación, Buenos Aires, junio 2007.
46 / Estándares de Derechos Humanos
Como se expresara, la Convención sobre los Derechos del Niño, procura el estable-
cimiento de este tipo de institutos de acuerdo al sentido que le brinda al proceso penal
juvenil para la vida del adolescente. 54
11.3 Toda remisión que signifique poner al menor a disposición de las institu-
ciones pertinentes de la comunidad o de otro tipo estará supeditada al consenti-
miento del menor o al de sus padres o su tutor; sin embargo, la decisión relativa
a la remisión del caso se someterá al examen de una autoridad competente,
cuando así se solicite.
54 Artículo 40 inc.3 b CDN.
Estándares de Derechos Humanos / 47
Cabe destacar que esta Regla es anterior a la sanción de la Convención sobre los
Derechos del Niño, por ello se deben precisar algunos puntos.
55 Maxera, Rita, “Mecanismos Restaurativos en las nuevas legislaciones penales juveniles: Latinoamericana
y España”, Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente - ILANUD -, en www.ilanud.org.cr.
48 / Estándares de Derechos Humanos
respuesta penal, pero aún así puede resultar posible experimentarla y de-
sarrollarla en los contextos adecuados. Los tipos de pedagogía e interven-
ciones sociales que pueden implementarse en el marco de la diversion
son muy ricos, porque no están contaminados por la lógica penal o, por
lo menos, no deberían estarlo. Los mejores ejemplos de diversion a nivel
mundial son los que presenta Nueva Zelanda bajo las formas de asam-
bleas, grupos o círculos familiares. En estos casos, la ingeniería institu-
cional sobre la cual se montan esos procedimientos no penales está alta-
mente desarrollada, es adecuada a los fines que se persiguen y encarga a
los servicios sociales (no a la policía) la tarea de concretar las soluciones
alternativas”. 56
Estos mecanismos de salida anticipada del proceso penal sirve para mitigar los efec-
tos negativos de la continuación del procedimiento en la administración de justicia de
adolescentes.
Como requisito fundamental para que opere la remisión será necesario el consenti-
miento del adolescente, en tanto, los programas a donde se deriva el caso son instan-
cias que se caracterizan por no ser de aplicación coactiva.
56 Beloff, Mary, ¿Son posibles mejores prácticas en la justicia juvenil?, en “Conceptos, debates y experien-
cias en justicia penal juvenil”, Secretaría de Derechos Humanos, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
de la Nación, Buenos Aires, junio de 2007, op cit. pág 37.
Estándares de Derechos Humanos / 49
b) Mediación
La mediación ha sido definida como “un proceso, la mayor de las veces formal, en
el cual un tercero neutral intenta, facilitando el intercambio de las partes, que aquellas
confronten sus propios puntos de vista y, con su ayuda, encuentren una solución al
conflicto que los opone”. 57
Cabe destacar que los procesos de mediación tienen ciertas ventajas comparativas
en tanto, la víctima tiene un rol más activo y una participación más protagónica en
la resolución del conflicto. Pero además también resulta un modo de fortalecer los
57 Bonafe-Schmidt, La médiation pénale en France et aux Étas-Unis cit. En Justicia Restaurativa, Posible
Respuesta para el Delito Cometido por Adolescentes, Kemelmajer de Carlucci, Aída, Ed. Rubinzal Kulzoni
2004 pág. 277.
58 “Mediación Penal con Jóvenes Imputables “, Dr. Arsenio F. Mendoza, disertación realizada en las VII
Jornadas Nacionales de Mediación, organizadas por el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal,
agosto de 2005.
50 / Estándares de Derechos Humanos
Para el joven, también puede ser un proceso constructivo, en tanto puede visualizar
el daño que causó y tener la oportunidad de repararlo. En tal sentido, muchas veces,
por no decir mayoritariamente, quien sufre la aplicación de una pena, no la percibe
como una oportunidad de “resocialización”, sino más bien como un castigo que le es
impuesto por la infracción. Esto no les permite tomar conciencia de que sus acciones
afectaron derechos de terceros, o visualizar a quien sufre el daño como un sujeto.
Voluntariedad en la mediación
• Debe existir el libre consentimiento de las partes, tanto para iniciar como para
abandonar la mediación en cualquier momento.
59 Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Justicia Restaurativa. Posible respuesta para el Delito cometido por
Personas Menores de Edad”. Ed. Rubinzal Kulzoni 2004 pág. 292.
Estándares de Derechos Humanos / 51
Confidencialidad en el procedimiento
• Cabe destacar que el facilitador no resuelve el conflicto, sino que debe acercar
a las partes, buscando conciliar las posiciones de ambas, fomentando el diálogo,
pero sin interferir en la decisión final, puesto que los resultados deben ser cons-
truidos entre las partes.
• El mediador deberá realizar un trabajo con las partes de manera separada, poten-
ciando el encuentro entre víctima y victimario una vez que se obtienen las garantías
mínimas de que el encuentro pueda funcionar, impidiendo de esta forma que la
víctima se encuentre nuevamente re-victimizada, o que al adolescente se lo haga
enfrentar a una situación realmente irreparable.
• En relación con los acuerdos a los que se arribe como resultado de la media-
ción, los mismos podrán orientarse a la reparación o compensación del daño,
pedido de disculpas o acciones en beneficio de la víctima o de la comunidad.
Este contenido debe ser preciso y concreto, quedando determinado de manera
explícita el tipo de actividad, el tiempo y la forma de llevarla a cabo, impidiendo
que se genere en el adolescente una situación de incertidumbre procesal. Esta
52 / Estándares de Derechos Humanos
• Una dificultad que se observa respecto del resultado de los acuerdos, radica
en que los mismos no pueden ser idénticos a los establecidos en la legislación
como sanciones. En tal sentido se ha expresado:
“15. ¿Cuál tiene que ser el contenido de la reparación (sea introducida por
la vía procesal, sea introducida como pena)? Esta pregunta es muy impor-
tante ya que si el contenido de la salida reparatoria sin juicio (por aplica-
ción del principio de oportunidad, por ejemplo) es similar a la que acon-
tecería luego de un juicio donde se debata y pruebe la responsabilidad del
adolescente en los hechos, el modelo tiene un problema, por lo menos
en términos pedagógicos, que es una finalidad propia de todo proceso
penal juvenil (como los maestros italianos enseñan). El modelo tendría así
una seria dificultad en términos de su justificación. En consecuencia, las
sanciones reparatorias no pueden tener el mismo contenido que aquellas
medidas reparatorias ordenadas antes del juicio de responsabilidad. Las
dificultades prácticas son evidentes, pero es preciso tener claras las dife-
rencias teóricas para introducir reformas”. 60
• Estos procesos no debieran preverse para delitos que quedarían archivados sin más
trámite, como es el caso de los delitos de menor gravedad (bagatela/insignificancia).
c) Conciliación
60 Beloff, Mary, ¿Son posibles mejores prácticas en la justicia juvenil?, en Conceptos, debates y experien-
cias en justicia penal juvenil, Secretaría de Derechos Humanos, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
de la Nación, Buenos Aires, junio de 2007, op cit. pág 38.
Estándares de Derechos Humanos / 53
Dicho instituto tiene una doble finalidad, en primer lugar limitar los efectos estig-
matizantes de la reacción penal y la carga del proceso generan en los adolescentes.
61 Prof. Carlos Tiffer Sotomayor, “De un derecho tutelar a un derecho penal mínimo/garantista: nueva ley
de justifica penal juvenil” en http://www.cinterfor.org.uy.
62 Causa Nº 8364 “CH.M. J. y C. G. N. M. p/robo agravado por su comisión en poblado y en banda”, T.O.M.
Nº3 Suspensión del Juicio a Prueba, Buenos Aires, febrero 17 de 2006.
54 / Estándares de Derechos Humanos
Cabe manifestar que este instituto fue introducido al ordenamiento jurídico nacio-
nal mediante Ley N° 24.316 y se encuentra previsto en los artículos 27 bis, 76 bis, ter
y quáter del Código Penal de la Nación y en el artículo 293 del Código Procesal Penal
de la Nación. La ley no limita la aplicación del instituto a las personas mayores de
edad, podría ser una herramienta útil a fin de adecuar las prácticas a los postulados de
la CDN en materia de justicia penal. A pesar de ello, se observa que su utilización es
muy escasa. Esta diferencia en la aplicación de este instituto a los procesos de adultos y
de adolescentes, en desmedro de los adolescentes, implica una violación a la garantía
de no discriminación e igualdad ante la ley.
El funcionamiento y límites que estos equipos deberían tener en esta instancia, han
sido muy claramente resueltos por la Ley Orgánica 5/2000 de España, que regula la
responsabilidad penal de los adolescentes y establece la incorporación de equipos in-
terdisciplinarios en la instancia de mediación con las siguientes características:
-En primer lugar, estos equipos brindan un informe a pedido del fiscal sobre la “si-
tuación psicológica, educativa y familiar del menor, así como su entorno social” y,
en general, sobre cualquier otra circunstancia relevante a los efectos de la adopción
de alguna de las medidas previstas en ley.
Estándares de Derechos Humanos / 55
Otro punto atractivo de la ley es que posibilita que la instancia de mediación sea
sugerida por estos equipos justificando de manera específica su contenido y finalidad,
lo que conlleva a que en caso de ser aceptada, no se realice informe alguno sobre el
adolescente.
Por otra parte se impide, al no poder desempeñarse los mediadores como “realiza-
dores de informes” ni viceversa, que se vulnere el derecho de defensa del adolescente
y el deber de imparcialidad con el que deben contar los mediadores.
56 / Estándares de Derechos Humanos
Estándares de Derechos Humanos / 57
CARACTERÍSTICAS DE UN NUEVO
RÉGIMEN PENAL JUVENIL
58 / Estándares de Derechos Humanos
Estándares de Derechos Humanos / 59
Para iniciar este apartado, y a fin de enunciar las principales características que
deberá tener el nuevo régimen de justicia penal juvenil, cabe recordar que el marco
constitucional exige la separación entre las causas penales y aquellas cuestiones rela-
tivas a la protección y asistencia de niñas, niños y adolescentes.
En tal sentido, el Comité de Derechos del Niño (en adelante CRC) ha expresado
que se debe efectuar “una clara distinción, en cuanto a procedimiento y trato, entre los
niños que tienen conflictos con la justicia y los niños que necesitan protección”. 64
Para aquellos niños, niñas y adolescentes que vean amenazados o vulnerados sus
derechos se aplican las disposiciones de la Ley N° 26.061 (y sus Decretos Reglamen-
tarios N° 415/06 y 416/06) que regulan exhaustivamente las medidas aplicables para
resguardar tales derechos conforme la respuesta que deba ser dada. Además, se deberá
aplicar la normativa de cada jurisdicción provincial referida a la protección de la infan-
cia y adolescencia acorde a los principios de la mencionada ley nacional.
El principio rector en esta materia es que ninguna persona debe ser alcanzada por
el sistema penal, en tanto no se le impute un hecho tipificado como delito. 65
Por lo tanto, los destinatarios del sistema de Justicia Penal Juvenil sólo deberán ser
las personas menores de 18 años de edad al momento del hecho investigado respecto
de las cuales se acuse o declare culpables de haber cometido hechos considerados
como delitos por el ordenamiento jurídico. La existencia de un conflicto con la ley
penal es lo que debe marcar la posibilidad del aparato estatal punitivo de tomar inter-
vención en el caso.
II. EDAD MÍNIMA DE RESPONSABILIDAD PENAL
Por otra parte, es necesario aclarar que la imposibilidad de aplicar medidas coacti-
vas penales por debajo de la edad penal no implica propiciar la exclusión de los niños
del sistema de protección de derechos, sino que no se debe considerar que todo niño
al que se acuse o impute la comisión de un delito se encuentra necesariamente vulne-
rado en sus derechos y por tanto debe aplicársele una medida de protección por parte
de la autoridad administrativa.
En principio, pareciera que tal lógica no resulta acorde a los principios de la CDN.
Establecer que por debajo de la edad mínima se remitirá el caso automáticamente al
sistema de protección de derechos haría incurrir nuevamente al Estado en las prácticas
del sistema que se pretende derogar.
En tal sentido, se ha expresado que “si el Estado renuncia a toda intervención coac-
tiva, excepto en los casos en que se ha cometido delito, lo único que podría habilitarlo
Estándares de Derechos Humanos / 61
Por tal motivo, no es posible en este marco la automática derivación del caso a
instancias administrativas de protección de la infancia. Así también, se ha considera-
do que “… como mínimo, habría que invertir la regla. En lugar de funcionar con esta
derivación automática, habría que verificar la supuesta situación de amenaza y, recién
entonces, efectuar la derivación”. 69
Por otra parte, por encima de esa edad mínima y hasta cumplir los 18 años, los
jóvenes acusados de cometer un delito deberán ser tratados conforme a su edad, esto
significa la prohibición absoluta de tratarlos, juzgarlos y sancionarlos como personas
adultas. Argentina, también en esto, presenta una deuda pendiente, ya que no sólo se
prevé la prisión como casi la única pena aplicable y recibir condena en igual forma
que un adulto por un delito que cometió antes de los 18 años, sino que además existen
casos donde se han aplicado condenas de prisión elevadas, y hasta de prisión perpetua
a jóvenes por delitos cometidos antes de cumplir los 18 años, existiendo un conflicto
con lo establecido en la CDN. Al respecto la Corte Suprema de Justicia de la Nación
ha expresado:
68 Beloff, Mary: “Algunas confusiones en torno a las consecuencias jurídicas de la conducta transgresora
de la ley penal en los nuevos sistemas de Justicia Latinoamericanos”, Justicia y Derechos del Niño N° 3,
UNICEF, Buenos Aires, diciembre 2001, pág. 25.
69 Beloff, Mary “Responsabilidad Penal Juvenil y Derechos Humanos”, Justicia y Derechos del Niño Nº 2,
UNICEF, Buenos Aires, 2001, pág. 83,.
70 Corte Suprema de Justicia de la Nación, M. 1022. XXXIX, causa Nº 1174C ‘Maldonado, Daniel Enrique
y otro s/robo agravado por el uso de armas en concurso real con homicidio calificado”, considerando 40,
del 07/12/2005.
62 / Estándares de Derechos Humanos
En esta inteligencia, el Comité de los Derechos del Niño recomienda que todos los
funcionarios que tengan contactos con niños en el ámbito del sistema de justicia de
menores reciban una formación adecuada. 72
“...los Estados parte tomarán todas las medidas apropiadas para promover
el establecimiento de leyes, procedimientos, autoridades e instituciones
específicos para los niños de quienes se alegue que han infringido las
leyes penales o a quienes se acuse o declare culpable de haber infringido
esas leyes...”. 73
71 Art. 40.3 d) CDN; Regla 22 de las Reglas de Beijing; Unión inter-parlamentaria y UNICEF, Child pro-
tection, Handbook for Parliamentarians No 7, SRO-Kundig, Suiza, 2004, p. 136.
72 Manual de Aplicación, Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño: Argentina, CRC/
C/15/Add.35, para. 18, 15 de febrero de 1995.
73 Cf. Artículo 40 inc. 3 de la CDN.
Estándares de Derechos Humanos / 63
74 En este sentido, la idea que guía este ordenamiento de competencias se relaciona con que en casos de im-
putación conjunta los jóvenes no siempre sean llevados a audiencias de juicio, sino que ese conflicto penal
pueda ser resuelto por vías alternativas.
75 Cf. Corte Interamericana de Derechos Humanos, Opinión Consultiva N° 17/2002, párrafo 109.
64 / Estándares de Derechos Humanos
“....el artículo 40, inciso 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño
refiere que los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para
promover el establecimiento de leyes, procedimientos, autoridades e insti-
tuciones “específicos” para los niños de quienes se alegue que han infrin-
gido las leyes penales o a quienes se acuse o declara culpable de haber
infringido esas leyes; y en forma concordante con esa disposición, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha observado que los menores de
18 años a quienes se atribuya la comisión de una conducta delictuosa de-
ben quedar sujetos a órganos jurisdiccionales, distintos de los correspon-
dientes a los mayores de edad (O.C. nº 17/2002) (...) En consecuencia, es
desacertado supeditar la efectivización del principio de que los menores
de edad sean juzgados por tribunales especializados a una eventual mo-
dificación de las reglas de distribución de competencia que contiene la
ley procesal, toda vez que corresponde también a los tribunales locales el
76 Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Recurso de hecho deducido por el defensor oficial de Daniel
Enrique Maldonado en la causa Maldonado, Daniel Enrique y otros s/robo agravado por el uso de armas en
concurso real con homicidio calificado Causa Nº 1174C”, sentencia del 7 de diciembre de 2005.
Estándares de Derechos Humanos / 65
deber de adoptar las medidas necesarias para evitar que el Estado incurra
en responsabilidad internacional por incumplimiento de un tratado.” 77
a) El juez
En primer término, el juez debe hacer cumplir la ley penal juvenil, debiendo abs-
tenerse de tomar intervención en cuestiones ajenas al hecho motivo del proceso. Es
decir, debe ceñirse a investigar estrictamente si el hecho tipificado como delito se ha
cometido o no y, si el adolescente imputado del mismo es penalmente responsable.
Esto implica que todas aquellas cuestiones relativas a la vida privada del joven, de
su familia, de la comunidad, o las medidas de protección que sean necesarias aplicar
ante la violación de sus derechos, no deben ser competencia del juez penal juvenil (en
virtud de los artículos 16, 18, 19 CN y 40 1y 2 a) de la CDN). 79
77 Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, Sala II, causa n°
22.821, “Incidente de incompetencia de L.Y.A.”, del 28/12/2005.
78 Tribunal Oral de Menores Nº 3 de la Capital Federal, causa n° 3995, “Incidente de incompetencia promo-
vido por el Defensor en la causa 3995 seguida a N. Q.”, del 8/6/2006.
79 Art. 18 CN: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al
hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes
del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de
orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos
(…)” Art. 19 CN: ”Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistra-
dos. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella
no prohíbe.” Art. 16 CDN: Ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada,
su familia, su domicilio o su correspondencia ni de ataques ilegales a su honra y a su reputación. 2. El niño
tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o ataques. Art. 40 inc. 1 y 2 a) Los Estados
Partes reconocen el derecho de todo niño de quien se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se
66 / Estándares de Derechos Humanos
En relación a este punto, que será desarrollado en mayor profundidad más adelante,
se estima que el juez podrá tomar conocimiento de ciertos aspectos de la vida personal
del joven imputado, a raíz de la evaluación que realicen los equipos interdisciplina-
rios, pero luego de declarada la responsabilidad del adolescente y al sólo efecto de es-
tablecer una sanción proporcionada, acorde a las reales posibilidades de cumplimiento
por parte del joven. Debe destacarse además que el contenido del informe sobre el
adolescente y su medio no podrá jamás agravar su situación posibilitando la aplicación
de una sanción más gravosa.
Por otra parte, es necesaria la utilización de un lenguaje comprensible para los ado-
lescentes durante la tramitación del proceso (audiencias, resoluciones, etc.), evitando
excesivos formalismos que hagan imposible para ellos la comprensión de lo que se
resuelve en las causas en las que se encuentran involucrados.
Las “Reglas de Beijing” expresan así: “El procedimiento favorecerá los intereses del
menor y se sustentará en un ambiente de comprensión que permita que el menor par-
ticipe en él y se exprese libremente” (Regla 14.2).
acuse o declare culpable de haber infringido esas leyes a ser tratado de manera acorde con el fomento de su
sentido de la dignidad y el valor, que fortalezca el respeto del niño por los derechos humanos y las libertades
fundamentales de terceros y en la que se tengan en cuenta la edad del niño y la importancia de promover la
reintegración del niño y de que éste asuma una función constructiva en la sociedad. Que no se alegue que
ningún niño ha infringido las leyes penales, ni se acuse o declare culpable a ningún niño de haber infringido
esas leyes, por actos u omisiones que no estaban prohibidos por las leyes nacionales o internacionales en el
momento en que se cometieron; b) Que a todo niño del que se alegue que ha infringido las leyes penales o
a quien se acuse de haber infringido esas leyes se le garantice, por lo menos, lo siguiente: i) Que se lo pre-
sumirá inocente mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley; ii) Que será informado sin demora
y directamente o, cuando sea procedente, por intermedio de sus padres o sus representantes legales, de los
cargos que pesan contra él y que dispondrá de asistencia jurídica u otra asistencia apropiada en la prepara-
ción y presentación de su defensa.
80 Así, el Art. 40 inc. 1 de la CDN
81 Binder, A., Introducción al Derecho Procesal Penal, Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1993.
Estándares de Derechos Humanos / 67
En otro orden de cosas, el nuevo rol del juez debe diferenciarse claramente del
que le era asignado en el sistema tutelar. La justicia penal juvenil no puede ser un
fuero “menor” - es decir, regido por principios no jurídicos - dentro del sistema de
justicia penal 82. El sistema tutelar ha sido criticado fuertemente porque se asignaba a
los magistrados un alto grado de discrecionalidad, que podría dar lugar a situaciones
arbitrarias en tanto se alegaba que ejercían una función proteccional o tuitiva. Por el
contrario, en un sistema de justicia penal juvenil, el juez se encarga exclusivamente
de la resolución de conflictos jurídicos en el marco de un proceso contradictorio. Así,
el reconocimiento de los derechos de los niños como límite a la acción del Estado es
muy dispar, habilitándose la disposición tutelar de los menores “desviados” o con con-
ductas antisociales (estas medidas, además, restringen o privan de distintos derechos,
entre ellos la libertad).
En igual sentido se ha dicho que “el imaginario que orienta a muchos operadores
del derecho (…) es que el juez de la justicia de la niñez y la juventud no está dentro de
la “nobleza del mundo jurídico”, pues considera que trata cuestiones no jurídicas, no
científicas, en la línea de que esta jurisdicción es una jurisdicción subalterna” 83 .
El desafío del nuevo paradigma reside entonces en que todos los agentes del Estado
-judiciales o administrativos- y la propia sociedad comprendan que “el juez” actúa con
pleno ejercicio de la jurisdicción, cumpliendo el papel de juzgador de conflictos en la
órbita penal. 84
82 De hecho, esta visión de la actual justicia juvenil se refleja en los apartados o limitados espacios físicos
que ocupa en las oficinas de justicia y la inadecuada estructura edilicia para atención al público, situación
que debe ser modificada.
83 Costa Saraiva, Joao, Justicia y Derechos del Niño, UNICEF, Buenos Aires, año 2000, pág. 44.
84 Costa Saraiva, Joao, Justicia y Derechos del Niño, UNICEF, Buenos Aires, año 2000, pág. 44.
68 / Estándares de Derechos Humanos
Así por ejemplo lo expresa Ferrajoli: “es indispensable para que se garantice la
ajenidad del juez a los dos intereses contrapuestos (...) esta imparcialidad del juez res-
pecto de los fines perseguidos por las partes debe ser tanto personal como institucional”.86
85 CSJN, Llerena Horacio Luis s/ abuso de armas y lesiones - arts. 104 y 89 del Código Penal” sentencia
del 17 de mayo de 2005.
86 Ferrajoli, Luigi; Derecho y Razón, trad. Ibáñez, Prefecto Andrés, Trotta, Madrid, 1995, pág. 581.
87 Aprobadas por el Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente, celebrado en La Habana (Cuba) del 27 de agosto al 7 de septiembre de 1990.
Estándares de Derechos Humanos / 69
19. En los países donde los fiscales están investidos de facultades discre-
cionales para pronunciarse sobre el enjuiciamiento de un menor, deberá
tenerse especialmente en cuenta el carácter y la gravedad del delito, la
protección de la sociedad y la personalidad y los antecedentes del menor.
Cuando se pronuncien, los fiscales tendrán especialmente en cuenta las
posibles alternativas del enjuiciamiento de conformidad con las leyes y
procedimientos pertinentes en materia de justicia de menores. Los fiscales
harán todo lo posible por emprender acciones contra menores únicamente
en los casos que sea estrictamente necesario.”
c) El abogado defensor
Quienes ejerzan la defensa de los adolescentes en conflicto con la ley penal, debe-
rán ajustarse a las normas y a principios básicos que rigen el ejercicio de la profesión
88 Garrido de Paula, Paulo Alfonso, El Ministerio Público y los Derechos del Niño y del Adolescente en el
Brasil, Justicia y Derechos del Niño Nº 2, UNICEF, año 2000 pág. 70.
70 / Estándares de Derechos Humanos
Los principios básicos sobre la función de los abogados surgen del Octavo Congre-
so de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente,
celebrado en La Habana, Cuba, del 27 de agosto al 7 de septiembre de 1990. En lo que
a esta materia respecta interesa remarcar dos de los principios allí enunciados:
Este primer punto garantiza necesariamente que el adolescente cuente con una de-
fensa letrada y la posibilidad de que la misma sea elegida por él de forma voluntaria.
Finalmente, sancionada la nueva ley que recoja los principios de la CDN y de los
instrumentos complementarios, 90 regulando de manera eficaz los derechos de los ado-
lescentes sometidos a proceso penal, la función del defensor será entonces la de velar
por la aplicación y el cumplimiento de los derechos de su defendido en el marco del
proceso penal juvenil.
89 Ley N° 26.061. Artículo 27.: Los Organismos del Estado deberán garantizar a las niñas, niños y adoles-
centes en cualquier procedimiento judicial o administrativo que los afecte, además de todos aquellos dere-
chos contemplados en la Constitución Nacional, la Convención sobre los Derechos del Niño, en los tratados
internacionales ratificados por la Nación Argentina y en las leyes que en su consecuencia se dicten, los si-
guientes derechos y garantías: a) A ser oído ante la autoridad competente cada vez que así lo solicite la niña,
niño o adolescente; b) A que su opinión sea tomada primordialmente en cuenta al momento de arribar a una
decisión que lo afecte; c) A ser asistido por un letrado preferentemente especializado en niñez y adolescencia
desde el inicio del procedimiento judicial o administrativo que lo incluya. En caso de carecer de recursos
económicos el Estado deberá asignarle de oficio un letrado que lo patrocine; d) A participar activamente en
todo el procedimiento; e) A recurrir ante el superior frente a cualquier decisión que lo afecte.
90 Directrices de Riad, Nº 58 “(…) Se deberían establecer también servicios de defensa jurídica del niño”.
Estándares de Derechos Humanos / 71
Es necesario distinguir entre las funciones del equipo, aquellas que apuntan a la
elaboración de informes que permiten adoptar al juez “una decisión justa”, de aquellas
que se desempeñan en las instancias de ejecución de una pena.
91 Cabe recordar que la Corte ha definido el concepto “corpus iuris”: “El corpus iuris del Derecho Interna-
cional de los Derechos Humanos está formado por un conjunto de instrumentos internacionales de contenido
y efectos jurídicos variados (tratados, convenios, resoluciones y declaraciones). (CIDH, Opinión Consultiva
OC-16/1999, Pág. 115). En este sentido reitera la existencia del “corpus iuris” en el caso Villagrán Morales
y otros y hace referencia a las Directrices de Riad y Reglas de Beijing no como fuente de obligaciones para
el Estado, pero sí se refiere al contenido de ciertas reglas y directrices como descriptivas de deberes que
incumben al Estado.
92 16.1 Para facilitar la adopción de una decisión justa por parte de la autoridad competente, y a menos que
se trate de delitos leves, antes de que esa autoridad dicte una nueva resolución definitiva se efectuará una
investigación completa sobre el medio social y las condiciones en que se desarrolla la vida del menor y sobre
las circunstancias en las que se hubiere cometido el delito.
72 / Estándares de Derechos Humanos
Con el fin de que la información que conozca el juez o tribunal no vulnere las ga-
rantías del adolescente imputado, debería tenerse presente lo siguiente:
• Sólo podría utilizarse respecto del joven para mejorar su situación, como
correctivo de la culpabilidad.
93 Beloff, Mary, “Responsabilidad Penal Juvenil y Derechos Humanos”, Justicia y Derechos del Niño, N°
4, UNICEF, Buenos Aires, 2002, pág. 50
Estándares de Derechos Humanos / 73
Cabe recordar que el principio de presunción de inocencia expresa que toda per-
sona debe ser tratada como tal hasta tanto sea declarada penalmente responsable del
hecho que se le imputa.
Es necesario aclararar que lo referido a las medidas cautelares es una cuestión pro-
cesal que debe ser regulada por las provincias en sus códigos procesales, respetando
los estándares de derechos humanos que surgen de la Constitución Nacional, de los
instrumentos internacionales sobre derechos humanos.
En lo que refiere a niños, niñas y adolescentes, el artículo 315 del Código Procesal
Penal de la Nación (CPPN) para el ámbito nacional y federal dispone que no rigen las
disposiciones sobre prisión preventiva con respecto a los menores de 18 años.
Considerando las prescripciones del código, resulta que éste no prevé expresamen-
te la prisión preventiva para los adolescentes imputados de delitos. Sin embargo, sí
establece la privación de libertad durante el proceso, estableciendo como requisitos
tres supuestos:
mismos presupuestos que rigen para adultos. En este sentido se expresó el Comité de Dere-
chos Humanos de Naciones Unidas en su Comentario General Nº 13 en el que sostuvo que
los adolescentes deben gozar al menos de las mismas garantías y protección que le son acor-
dados a los adultos en los términos del art. 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, por tanto un adolescente no puede estar nunca en una situación más perjudicial
que un adulto en iguales circunstancias en el marco de un proceso.
Es necesario destacar que las disposiciones del CPPN mencionadas y de la CDN han
sido escasamente utilizadas por los jueces nacionales de menores, quienes justificaban
la privación de libertad de los niños, niñas y adolescentes mediante la utilización de
eufemismos tales como la denominada “internación” o “tratamiento tutelar” aplicando
la Ley 22.278/22.803, sobre la cual ya se ha formulado una amplia crítica en capítulos
anteriores.
Esto ha traído como corolario una incipiente jurisprudencia por parte de algunos
tribunales, los cuales han aplicado el art. 411 del CPPN 94. Cabe destacar, en este sen-
tido, el reciente Fallo Plenario N° 12 de la Cámara Nacional de Casación Penal en el
que se asimila la “internación” a privación de libertad.
Teniendo en cuenta la situación actual, la nueva norma deberá regular este punto y
establecer si se podrán aplicar medidas cautelares a personas menores de 18 años por
la imputación de un delito. Debe tenerse en cuenta que la regulación de las medidas
aplicables será materia de competencia del derecho procesal local, la cual no ha sido
derivada a la Nación. Por ello, y teniendo presente el núcleo federal de garantías que
se encuentran reconocidas en la Constitución Nacional, una ley de justicia penal ju-
venil podrá establecer ciertas pautas y lineamientos generales en lo que se refiere a la
aplicación de medidas durante el proceso.
Este objetivo procesal de evitar poner en peligro los fines del proceso es el único
legítimo para la aplicación de una medida cautelar, máxime cuando normativamente
las mismas no poseen un carácter socioeducativo. Si estos requisitos no se respetan,
la medida cautelar se convertirá en una pena anticipada en violación al principio de
estado de inocencia.
La Regla 17 continúa diciendo que “En la medida de lo posible, deberá evitarse y li-
mitarse a circunstancias excepcionales la detención antes del juicio. En consecuencia,
deberá hacerse todo lo posible por aplicar medidas sustitutorias”.
Debiera además, siempre tenerse en cuenta los fundamentos que habilitan la apli-
cación de una medida cautelar y la importancia de delimitar su aplicación a un plazo
determinado.
Cabe recordar que también el art. 37 inc. b) de la CDN establece que la privación
de la libertad debe ser dispuesta como último recurso y durante el período más breve
posible. Siendo este principio aplicable a la privación de libertad cuando se establece
78 / Estándares de Derechos Humanos
como sanción, en mayor medida debe velarse por su cumplimiento cuando es estable-
cida como medida cautelar y no existe aun declaración de responsabilidad. 96
Debe preverse, también, un plazo máximo de duración para las medidas cautelares
privativas de libertad, tales como el arresto domiciliario o la internación provisoria.
Así, en el supuesto de haber transcurrido el plazo previsto sin que se hubiere dictado
sentencia, debe dejarse sin efecto la medida, recuperando el adolescente su libertad
inmediata de pleno derecho. Los proyectos con estado parlamentario prevén plazos
que van desde los 2 a los 3 meses.
• Que sea por el plazo más breve posible y como último recurso ; 99
• Que se realice en un lugar especializado para adolescentes: separándose a
jóvenes de adultos, a hombres de mujeres y a procesados de condenados;
96 Palummo Lantes, Javier: El proceso penal juvenil en el Uruguay a partir del código de la niñez y la
adolescencia, el segmento judicial del sistema penal juvenil, en Justicia y Derechos del Niño, número 8,
UNICEF, Buenos Aires, 2006.
97 Unión inter-parlamentaria y UNICEF, Child protection, Handbook for Parliamentarians No 7, SRO-Kun-
dig, Suiza, 2004, p. 130 - 131.
98 La ya citada Regla 17 de las Reglas para la Protección de los Menores Privados de Libertad expresa que
“Cuando (…) se recurra a la detención preventiva, los tribunales de menores y los órganos de investigación
deberán atribuir máxima prioridad a la más rápida tramitación posible de esos casos a fin de que la deten-
ción sea lo más breve posible. Los menores detenidos en espera de juicio deberán estar separados de los
declarados culpables.”
99 Ver en ANEXO II, cuadro comparativo de legislación en América Latina.
Estándares de Derechos Humanos / 79
Asimismo se debe:
100 Llamada “violencia institucional” contra niños en comisarías argentinas criticada por el Comité de los
Derechos del Niño en sus Observaciones Finales: Argentina, CRC/C/15/Add.187, para. 36-37.
101 Resolución 663 CI [XXIV], 31 julio 1957.
80 / Estándares de Derechos Humanos
Estándares de Derechos Humanos / 81
SANCIONES
82 / Estándares de Derechos Humanos
Estándares de Derechos Humanos / 83
La piedra angular que diferencia un sistema de justicia juvenil del sistema tutelar es que:
Dado que los menores de 18 años son personas que se encuentran atravesando una
etapa de crecimiento y desarrollo, las consecuencias jurídicas que devienen de la res-
ponsabilidad de sus actos siempre deberán tener un fin socioeducativo. Esto significa
que su objetivo será promover la capacidad de responsabilización del adolescente,
incorporando mecanismos que le permitan el manejo cognitivo y emocional de los
factores que inciden en su conducta y la previsión de las consecuencias de la misma.
También se ha expresado“¿Cuál es la naturaleza de esa medida socio-educativa? Esta
debe responder a dos órdenes de exigencias, o sea, debe ser una reacción punitiva de
la sociedad al delito cometido por el adolescente y, al mismo tiempo, debe contribuir
a su desarrollo como persona y como ciudadano”. 103
En tal sentido, el Instituto Interamericano del Niño ha señalado que resulta necesario
establecer programas con énfasis en la responsabilización, que propongan un proceso
en el cual se promueva la asunción por parte del adolescente de la responsabilidad y
de las consecuencias de la infracción, en particular de las vinculadas al daño generado
a la víctima. Por ejemplo: servicio comunitario, reparación a la víctima 104, etc.
102 Gómez Da Costa, Antonio Carlos, “Pedagogía y Justicia”, en “Infancia, Ley y Democracia”, Emilio Gar-
cía Méndez - Mary Beloff, Compiladores, Ed. Depalma, Santa Fé de Bogotá - Buenos Aires, 1999, pág, 65.
103 Gómez Da Costa, Antonio Carlos, ob. cit. pág.63.
104 Instituto Interamericano del Niño, Prototipo Base: Sistema Nacional de Infancia y Adolescencia, marzo
2003.
84 / Estándares de Derechos Humanos
Asimismo, respecto del abordaje del adolescente que cometió una infracción a la
ley penal se ha dicho que:
Teniendo en cuenta ello, cabe realizar algunas reflexiones sobre la finalidad del
proceso penal juvenil ya que se ha discutido ampliamente sobre sus fines y el de las
sanciones penales.
Ahora bien, cabe aclarar que la pena o sanción dará como resultado el aprendizaje
de los jóvenes de ciertos principios, especialmente se pretenderá fomentar el respeto
del joven por los derechos y libertades de terceros (art. 40 CDN). Debe dejarse en
claro que esta finalidad educativa difiere del concepto tal como es entendido por las
ciencias de la educación y la pedagogía.
105 Gómez Da Costa, Antonio Carlos ob. cit., pág.66.
106 Beloff, Mary “Los Derechos del Niño en el Sistema Interamericano de Protección de Derechos Huma-
nos” en Justicia y Derechos del Niño Nº 3, UNICEF, Buenos Aires, 2001, páginas 37 y 38.
Estándares de Derechos Humanos / 85
Por su parte la Regla 18.1 de las Reglas de Beijing establece la necesidad de implementar
una pluralidad de medidas resolutorias. En tal sentido expresa:
107 Couso, Jaime “Principio educativo y (re)socialización en el derecho penal juvenil, página 51, en Justicia
y Derechos del Niño Nº 8, UNICEF, Buenos Aires, 2006.
86 / Estándares de Derechos Humanos
En tercer lugar, cabe agregar que el artículo 8 de las Reglas Mínimas de las Nacio-
nes Unidas sobre las Medidas no Privativas de la Libertad o Reglas de Tokio expresa:
Asimismo, el Comité de los Derechos del Niño en sus últimas Observaciones Fi-
nales para la Argentina recomendó aplicar medidas alternativas a la privación de la
libertad, siempre que ello sea posible. 108
108 Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño: Argentina, CRC/C/15/Add.187, para. 63
e). Año 2002.
Estándares de Derechos Humanos / 87
Derechos del Niño, se adopta una decisión sobre las medidas que se ha-
brán de imponer al menor al que se haya declarado culpable de un delito.
Las leyes deben ofrecer al tribunal / juez, o a cualquier otra autoridad u ór-
gano judicial competente, independiente e imparcial, una amplia variedad
de alternativas posibles a la internación en instituciones y la privación de
libertad, algunas de las cuales se enumeran en el párrafo 4 del artículo 40
de la Convención sobre los Derechos del Niño, a fin de que la privación
de libertad se utilice tan sólo como medida de último recurso y durante el
período más breve que sea posible (artículo 37 b) de la Convención). 109
Desde esta concepción, será necesario establecer una diferencia clara entre las
medidas aplicables como consecuencia de la declaración de responsabilidad penal y
aquellas otras que se deriven de la terminación anticipada del proceso. Ello, en tanto,
las primeras son sanciones y por tanto más gravosas que las segundas.
Asimismo, debe efectuarse una aclaración que también se ha señalado 111 . Deberá
tenerse especial cuidado respecto de la aplicación de las sanciones no privativas de
libertad, en tanto pueden no reflejar el propósito despenalizador buscado, sino que a
veces, se pueden presentar como nuevas formas “encubiertas” de intervención por par-
te del sistema judicial y de control social. Para lograr diferenciar ambas intenciones, se
debe valorar la finalidad con la que se decide la aplicación de la medida; es decir, si lo
que se busca es evitar la internación del joven en centros de reclusión, o si el objetivo
es la actividad judicial por encima de la tarea que le compete a la familia, a la escuela
o a los servicios sociales.
109 Comité de Derechos del Niño, Observación General Nº 10 (2007), Los derechos del niño en la justicia
de menores. CRC/C/GC/10 25 de abril de 2007, párrafo 70.
110 Comentario oficial a la Regla 18.1 de las Reglas de Beijing.
111 Couso, Jaime, ob.cit, pág 51.
88 / Estándares de Derechos Humanos
Por estas razones resulta importante detectar cuál es el delito que está en juego y
cuál es el contexto en el que se desarrolla la aplicación de la sanción.
Conforme surge de los diversos proyectos con estado parlamentario, se esbozan algunas
definiciones conceptuales a modo de ejemplo, y sin perjuicio de la aplicación de otras me-
didas, es necesario resaltar que todas deber ser por tiempo determinado a fin de evitar violar
derechos constitucionalmente reconocidos:
a) Amonestación:
La amonestación es una llamada de atención realizada por el juez al adolescente, diri-
gida a hacerle comprender la gravedad de los hechos cometidos y las consecuencias
que los mismos han tenido o podrían haber tenido, tanto para la víctima como para
el propio adolescente, instándole a cambiar de comportamiento y formulándole reco-
mendaciones para el futuro.
Sin perjuicio de ello, el juez deberá tomar contacto con los padres, tutores o guarda-
dores a efectos que ejerciten las obligaciones derivadas de su calidad de tales.
g) Inhabilitación:
La inhabilitación consistirá en la prohibición de asistir a determinados lugares o fre-
cuentar determinadas personas, así como la de conducir vehículos si el hecho se
hubiere cometido por utilización de los mismos.
h) Órdenes de tratamiento:
Consiste en la obligación de someterse a un tratamiento médico o psicológico. Si el
juez considera necesario imponer un tratamiento médico o psicológico, solicitará pre-
viamente un informe pericial. Si el informe lo aconseja, el juez instruirá al profesional
o centro especializado que asuma la tarea, sobre el deber de informar periódicamente
los resultados de la misma.
a) Libertad asistida:
La libertad asistida es la disposición judicial aplicable a un adolescente autor de
un ilícito penal que le permite permanecer en su núcleo de origen; posibilitando,
mediante la amplia tarea de un operador social, la revisión de sus condiciones
de inserción en el medio comunitario y fortaleciéndolas con el objeto de disua-
dirlo de la futura comisión de conductas sancionadas. Consiste en cumplir pro-
gramas educativos y recibir orientación y seguimiento por parte del Juez intervi-
niente o, a su requerimiento, de la autoridad administrativa con competencia en
materia de protección de la niñez y de la adolescencia o de organizaciones no
gubernamentales habilitadas, con la asistencia de especialistas. Podrán incluirse
en dicho plan medidas como la prohibición de asistir a determinadas reuniones,
recintos o espectáculos públicos, de visitar determinados lugares o aproximarse
a la víctima, a sus familiares o a otras personas, u otras condiciones similares.
Debe ser, en suma, una medida judicial eficaz para insertar al adolescente en
un proyecto de vida enmarcado en principios de convivencia social que debe
desarrollarse a partir de acciones acordadas con el joven, tendientes a promover
la recuperación de su capacidad para desarrollarse como persona. Debe quedar
claro que cuando se dice que la libertad asistida es una medida aplicable por
una autoridad judicial y por tiempo determinado, se está haciendo mención a
que ella se origina en un proceso legal, y por ello tiene el carácter de decisión
judicial. No se trata de un contrato terapéutico en el que un paciente decide
buscar un tratamiento y tiene la libertad de abandonarlo cuando quiera. Por el
contrario, su cumplimiento es compulsivo.
c) Libertad vigilada:
La libertad vigilada es aquella que se otorga al adolescente que ha cumplido par-
cialmente la sanción privativa de libertad. Consiste en la imposición de reglas de
conducta cuyo efectivo cumplimiento será responsabilidad del órgano técnico
descentralizado a través de operadores especializados en la materia.
Estándares de Derechos Humanos / 91
El art. 37 inc. b de la Convención sobre los Derechos del Niño prevé que la de-
tención, el encarcelamiento o la prisión de un niño se utilizará como medida de
último recurso y durante el período más breve posible.
Es necesario fijar como estándar mínimo para la aplicación de una sanción que
implique privación de la libertad, ya sea en el domicilio, durante los fines de
semana o en centros especializados, la necesidad de que sea un imperativo para
el juez el fundamentar de manera precisa los motivos que llevaron a la no im-
plementación de una sanción menos gravosa.
La resolución 4 del Sexto Congreso de las Naciones Unidas ha fijado como lími-
te a la pena privativa de la libertad la no existencia de otra respuesta adecuada,
restringiendo el aislamiento en establecimientos penitenciarios en dos aspectos:
en cantidad (último recurso) y en tiempo (el más breve plazo posible).
Para finalizar este apartado, es necesario recordar que la aplicación de una pena
restrictiva de la libertad ambulatoria no implica la restricción de otros derechos
de los jóvenes.
• El Art. 37 CDN
• Art. 25 CDN
• Las Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los menores
privados de libertad y Reglas de Beijing. (El Comité de Derechos del Niño
en sus observaciones finales efectuadas al Estado argentino, expresamente
recomendó a la Argentina incorporar esas Reglas en sus leyes nacionales
y en las prácticas ) 114.
• Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos
o Degradantes, A.G. res. 39/46, anexo, 39 U.N.GAOR Supp. (No. 51) p.
97, ONU Doc. A/39/51 (1984) y su Protocolo Facultativo recientemente
ratificado por la República Argentina.
• Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos (aprobadas por el Pri-
mer Congreso de las Naciones Unidas sobre la prevención del delito y
tratamiento del delincuente). En tal sentido, en la Regla 27 de las Reglas
de Beijing se prevé explícitamente la aplicación de las Reglas Mínimas
para el Tratamiento de Reclusos . 115
• Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier
forma de detención o prisión (GA Res 43/179, 9.12.1988).
114 Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño: Argentina, CRC/C/15/Add.187, para. 63 f).
115 En particular, el comentario oficial correspondiente reconoce que algunos principios fundamentales
relativos a los menores delincuentes en establecimientos penitenciarios están recogidos ya en las Reglas mí-
nimas para el tratamiento de los reclusos (cuartos destinados al alojamiento, características arquitectónicas
de los locales, camas, ropas, quejas y peticiones, contactos con el mundo exterior, alimentación, atención
médica, servicios religiosos, separación por edades, personal, trabajo, etc.), así como los relativos a las me-
didas punitivas, disciplinarias y de coerción aplicables a los delincuentes peligrosos.
Estándares de Derechos Humanos / 93
Continúa diciendo:
El Sexto Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamien-
to del Delincuente, en su resolución Nº 4, sobre la elaboración de normas de justicia
de menores, especifica que no debe mantenerse a ningún niño en una institución don-
de sea vulnerable a las influencias negativas de reclusos adultos.
116 Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso “Instituto de Reeducación del Menor de Paraguay”,
sentencia de 2 de septiembre de 2004.
94 / Estándares de Derechos Humanos
En lo que a este punto se refiere, debe aclararse que no es la naturaleza misma del acto
sino el impacto en la víctima lo que determinará si un acto es considerado como tortura.
Las características de la víctima, como su edad, son fundamentales para este análisis.
Así, por ejemplo, se ha establecido que el confinamiento solitario constituye un trato
cruel, inhumano o degradante cuando se aplica a jóvenes.
“Todo niño tendrá derecho a dirigir, sin censura en cuanto al fondo, pe-
ticiones o quejas a la administración central, a la autoridad judicial o a
cualquier otra autoridad competente e independiente, y a ser informado
sin demora de la respuesta; los niños deben tener conocimiento de estos
mecanismos y poder acceder a ellos fácilmente. Deberá facultarse a ins-
pectores calificados e independientes para efectuar visitas periódicas y
para hacerlas sin previo aviso por propia iniciativa; deberán hacer especial
hincapié en mantener conversaciones con los menores en condiciones de
confidencialidad”. 120
Prohibición absoluta del castigo corporal (Art. 37 y 19 CDN; Regla 17.3 Reglas de
Beijing; Regla 67 Reglas para la protección de los menores privados de libertad; Art.
54 Directrices de Riad.):
También existe una observación explícita del Comité en este punto que recomienda a la
Argentina que prohíba expresamente los castigos corporales en todas las instituciones 121
117 Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Observación General Nº 9 sobre el Artículo 10,
HRI/GEN/1/Rev.2, para.2.
118 Comité de los Derechos del Niño, Orientaciones Generales para los informes periódicos, para. 61; Ma-
nual de Aplicación de la Convención, p. 515.
119 Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño: Argentina, CRC/C/15/Add.187, para. 37 f).
120 Op. Cit. Párrafo 89.
121 Observaciones Finales del Comité de los Derechos del Niño: Argentina, CRC/C/15/Add.187, para 38 - 39.
Estándares de Derechos Humanos / 95
Los adolescentes alojados deben tener un trato justo y adecuado a su edad y condi-
ciones dignas de detención.
Acceso a servicios educativos, los que no pueden ser suspendidos en ningún caso:
122 Comité de Derechos del Niño, Observación General Nº 10 (2007), Los derechos del niño en la justicia
de menores. CRC/C/GC/10 25 de abril de 2007, párrafo 87.
123 Comité de Derechos del Niño, Observación General Nº 10 (2007), Los derechos del niño en la justicia
de menores. CRC/C/GC/10 25 de abril de 2007, párrafo 89.
96 / Estándares de Derechos Humanos
Es indispensable que la sustitución de una sanción que se le aplica al niño no sea por
una medida más gravosa. Dejar abierta la posibilidad de la aplicación de una medida más
gravosa por el incumplimiento o cumplimiento retardado de las sanciones socioedu-
cativas, llegando incluso a la privación de la libertad, implica la pérdida de ésta de
su carácter excepcional y una palmaria vulneración del principio de prohibición de
agravamiento de la situación procesal del niño.
124 Comité de Derechos del Niño, Observación General Nº 10 (2007), Los derechos del niño en la justicia
de menores. CRC/C/GC/10 25 de abril de 2007, párrafo 89.
Estándares de Derechos Humanos / 97
JURISPRUDENCIA
98 / Estándares de Derechos Humanos
Estándares de Derechos Humanos / 99
La Convención sobre los Derechos del Niño produjo un gran impacto que permitió
dar mayor visibilidad a la temática de niñez y adolescencia. Esto en parte ha generado
e impulsado la defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes tanto a nivel
internacional como nacional.
I. SISTEMA UNIVERSAL
Sostiene la Recomendación que no sólo deberán tenerse en cuenta las garantías que
surgen de los artículos 37 y 40, sino que es de suma importancia el respeto de los de-
rechos y garantías que surgen de los arts. 2, 3, 6 y 12 de la CDN y de los instrumentos
complementarios (Reglas de Beijing, Directrices de Riad, Reglas de La Habana).
Por otra parte, menciona los aspectos a tener en cuenta al momento de regular el
nuevo sistema de justicia penal juvenil:
La pauta está fijada por el Art. 40 apartado 3 inciso a de la CDN que significa que
por debajo de la edad mínima el niño no puede ser declarado responsable en un pro-
ceso penal, pudiendo, de ser necesario, aplicarse medidas de protección para su inte-
rés superior. Sobre dicha edad, los adolescentes pueden ser formalmente sometidos a
proceso penal.
Los Estados Partes que hayan fijado una edad por debajo de los 12 años deben
elevarla a dicho mínimo, debiendo continuar este incremento de edad a un nivel más
elevado y, el Comité solicita a los Estados Partes que tengan edades más elevadas, no
disminuirla a 12 años.
La edad máxima para la aplicación de leyes penales juveniles está fijada hasta los
18 años al momento de la comisión del delito motivo por el cual, es recomendación
del Comité que los Estados Partes que consideran a los niños de entre 16 y 17 años
como jóvenes adultos aplicándoles la normativa de adultos, modifiquen esta práctica.
Garantías durante el proceso: Las garantías para un proceso justo están contenidas
principalmente en el art. 40 inciso 2 de la CDN. Este artículo enumera una lista de
garantías que los Estados Partes deben respetar y garantizar para que los niños a los
cuales se les impute que hayan cometido algún delito tengan un proceso justo.
El Comité destaca que es condición clave para una efectiva implementación de las
garantías la calidad de las personas involucradas en la administración de la justicia
juvenil. Consecuentemente es importante el entrenamiento y capacitación de los pro-
fesionales que intervienen en todo el proceso penal de niños.
a) Presunción de inocencia,
b) Información de los cargos: el Comité opina que proveer la información del niño
a sus padres o representantes legales no es una alternativa para comunicarse con
el niño. La información debe ser suministrada de manera directa al niño. El Comité
recomienda que los Estados Partes fijen plazos límites para los períodos entre la
comisión del acto y la finalización de la etapa de investigación policial, la decisión
del fiscal de imponer cargos contra el niño y la decisión final de tribunal.
c) Defensa técnica u otra asistencia,
d) Decisiones sin dilaciones y en presencia de sus padres: estos plazos deben ser
más cortos que los de los adultos y los niños deben contar en todas las etapas del
proceso, empezando por el interrogatorio en sede policial, con una defensa técnica
u otra asistencia adecuada,
e) Libertad para declararse culpable: el Comité recomienda que cuando haya con-
fesión voluntaria de parte del niño se tome en cuenta su edad, la duración del in-
terrogatorio y la presencia del abogado o asistencia, de los padres o representantes
legales. Asimismo, el Comité recomienda el entrenamiento y capacitación de las
autoridades policiales u otra autoridad de investigación para evitar prácticas que
conlleven a los testimonios o confesiones inducidas,
f) El derecho de apelar,
g) Asistencia gratuita de un intérprete y
h) El Respeto a su vida privada.
En dichos procesos alternativos deben aplicarse las mismas garantías que las previstas
en el art. 40 de la CDN para los procesos penales.
Leyes y procedimientos: El Comité considera que queda librado a los Estados Parte
decidir si las leyes de niños deben incluirse en un capítulo separado a la ley general
penal y procesal penal o si sancionan una ley específica de justicia penal juvenil.
El Comité recomienda a los Estados Partes incluir a las ONGs en el proceso activo
de desenvolvimiento e implementación de la política de justicia juvenil y de proveer-
los de los recursos necesarios para ello.
En primer lugar interesa a los efectos de este apartado hacer una mención respecto de
las resoluciones emanadas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos que son de trascendental importancia a fin de
establecer los estándares de derechos humanos que deben ser aplicados por los Estados.
En su petición ante la CIDH los peticionantes alegaron que los Estados Unidos
violaron el derecho a la vida, derecho especial de protección a la infancia y la prohibi-
ción contra penas crueles, infamantes o inusitadas de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre al ejecutar a personas por crímenes cometidos antes
de la edad de dieciocho años.
Recomendación de la Comisión
La CIDH manifiesta en primer lugar que “Los Estados Unidos son Estado Miembro
de la Organización de Estados Americanos, pero no son un Estado Parte de la Conven-
Estándares de Derechos Humanos / 103
ción Americana sobre Derechos Humanos y, por lo tanto, no puede opinarse que esté
en contravención del Artículo 4 (5) de la Convención.” (párr. 47)
Al fundar la decisión la Corte analizó que al haber Estados en los Estados Unidos
que penan con la muerte a los niños y otros que no, el Estado federal no garantiza, y
por lo tanto viola, el derecho a la vida en condiciones de igualdad en todos los Estados
de la federación.
Así concluyó: “El hecho de que el Gobierno de los Estados Unidos deje a discreción
de cada Estado de la Unión la aplicación de la pena de muerte al menor de edad ha pro-
ducido un mosaico de leyes que sujetan la severidad del castigo no a la naturaleza del
crimen sino al lugar donde éste se cometió. El ceder a las legislaturas estatales la decisión
de si un menor de edad puede ser o no ejecutado no es equivalente a dejar a discreción
de cada Estado de la Unión la determinación de la mayoría de edad para adquirir bebidas
alcohólicas o para contraer matrimonio. La falla del gobierno federal consiste en no ha-
berse adueñado de la legislación del más fundamental de todos los derechos, el derecho
a la vida. De ahí que los Estados Unidos tengan un muestrario de legislación arbitraria
que trae como consecuencia la aplicación arbitraria de la privación de los derechos a la
vida y a la igualdad ante la Ley, lo cual es contrario a los artículos I y II de la Declaración
Americana de los Deberes y Derechos del Hombre, respectivamente”. (párr. 63)
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso “Villagrán Morales y Otros”,
19 de noviembre de 1999
El hecho que origina dicha presentación, se refiere a dos jóvenes y tres niños que
vivían en la calle de un barrio carenciado de Guatemala que fueron secuestrados, tor-
turados y asesinados por personal de las fuerzas policiales nacionales. A su vez, todos
los procesados por el hecho fueron absueltos por los Tribunales que componen el Po-
der Judicial de dicho Estado al considerar que no existían pruebas suficientes.
Desarrollo
La Corte dio por probado los hechos denunciados y resolvió que el Estado Guate-
104 / Estándares de Derechos Humanos
malteco había violado los arts.1.1, 4, 5.1, 5.2, 7 19, 8.1, 25 de la Convención Ameri-
cana sobre Derechos Humanos y arts. 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura, para lo cual sostuvo:
En relación a los instrumentos jurídicos que deben ser utilizados para la protección
de los derechos de niñas, niños y adolescentes, la Corte sostuvo:
“(…) Tal como se señalara en las discusiones de la Convención sobre los De-
Estándares de Derechos Humanos / 105
rechos del Niño, es importante destacar que los niños poseen los derechos
que corresponden a todos los seres humanos – menores y adultos - y tienen
además derechos especiales derivados de su condición, a los que correspon-
den deberes específicos de la familia, la sociedad y el Estado.” (párr. 54)
En materia penal juvenil y respecto de los temas que han sido expuestos, la Corte
ha establecido lo siguiente:
“(…) la conducta que motive la intervención del Estado (…) debe hallarse
descrita en la ley penal (…) otros casos, como son los de abandono, desva-
limiento, riesgo o enfermedad, deben ser atendidos en forma diferente, a
la que corresponde a los procedimientos aplicables a quienes incurren en
conductas típicas.” (pto. 12 del decisorio)
“110. Esta Corte ha señalado en diversas ocasiones que el Estado parte de la Con-
vención Americana tiene el deber de investigar las violaciones de los derechos
humanos y sancionar a las autores y a quienes encubran dichas violaciones. Y toda
persona que se considere víctima de éstas o bien sus familiares tienen derecho de
acceder a la justicia para conseguir que se cumpla, en su beneficio y en el del con-
junto de la sociedad, ese deber del Estado. 125
111. La protección activa del derecho a la vida y de los demás derechos consagrados
en la Convención Americana, se enmarca en el deber estatal de garantizar el libre
y pleno ejercicio de los derechos de todas las personas bajo la jurisdicción de un
Estado, y requiere que éste adopte las medidas necesarias para castigar la privación
de la vida y otras violaciones a los derechos humanos, así como para prevenir que
se vulnere alguno de estos derechos por parte de sus propias fuerzas de seguridad
o de terceros que actúen con su aquiescencia. 126
115. El derecho a la tutela judicial efectiva exige entonces a los jueces que dirijan
el proceso de modo de evitar que dilaciones y entorpecimientos indebidos, con-
duzcan a la impunidad, frustrando así la debida protección judicial de los derechos
humanos.
118. De conformidad con los principios generales del derecho y tal como se des-
prende del artículo 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados
de 1969, las decisiones de los órganos de protección internacional de derechos hu-
manos no pueden encontrar obstáculo alguno en las reglas o institutos de derecho
interno para su plena aplicación.
125 Cfr., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 4, párr. 184; Caso del Caracazo, Reparaciones, supra nota
5, párr. 115; Caso Las Palmeras, Reparaciones, supra nota 5, párr. 66; Caso Trujillo Oroza, Reparaciones,
supra nota 30, párr. 99; Caso Bámaca Velásquez, Reparaciones, supra nota 30, párrs. 76 y 77; y Caso Can-
toral Benavides, Reparaciones, supra nota 30, párrs. 69 y 70.
126 Cfr., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 4, párr. 110; Caso Bámaca Velásquez, supra nota 30,
párr. 172; y Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de
1999. Serie C No. 63, párrs. 144-145. En igual sentido, Comentario General No. 6 (Décimo sexta sesión,
1982), párr. 3, supra nota 123; María Fanny Suárez de Guerrero v. Colombia. Comunicación No. R.11/45 (5
de febrero de 1979), U.N.Doc. Supp. No. 40 (A/37/40) en 137 (1982), pág. 137.
127 Cfr., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 4, párr. 144; Caso Bámaca Velásquez, supra nota 30,
párr. 212; y Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros), supra nota 69, párr. 226.
128 Cfr., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 4, párr. 144; Caso Bámaca Velásquez, supra nota 30,
párr. 212; y Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros), supra nota 69, párr. 226.
108 / Estándares de Derechos Humanos
Convención Americana, que consagran los derechos a las garantías judiciales y a la pro-
tección judicial, respectivamente, en perjuicio de Walter David Bulacio y sus familiares
(supra 31-38). Asimismo, esta Corte ha tenido como probado (supra 69.C.6) que
a pesar de haberse iniciado varios procesos judiciales, hasta la fecha más de doce
años después de los hechos nadie ha sido sancionado como responsable de éstos.
En consecuencia, se ha configurado una situación de grave impunidad.
130. Por otra parte, el detenido tiene también el derecho a notificar a una tercera
persona que está bajo custodia del Estado. Esta notificación se hará, por ejemplo,
a un familiar, a un abogado y/o a su cónsul, según corresponda. El derecho de
establecer contacto con un familiar cobra especial importancia cuando se trate de
detenciones de menores de edad. En esta hipótesis la autoridad que practica la de-
tención y la que se halla a cargo del lugar en el que se encuentra el menor, debe
inmediatamente notificar a los familiares, o en su defecto, a sus representantes para
que el menor pueda recibir oportunamente la asistencia de la persona notificada.
129 Cfr., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 4, párrs. 143 y 185; Caso Las Palmeras, Reparaciones,
supra nota 5, párr. 53.a); y Caso del Caracazo, Reparaciones, supra nota 5, párrs. 116 y 117.
130 Cfr., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 4, párr. 86; Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros,
supra nota 5, párr. 101; y Caso Bámaca Velásquez, supra nota 30, párr. 174; y Caso Durand y Ugarte, supra
nota 30, párr. 69. Vid., en un sentido parecido, Caso del Caracazo, supra nota 3, párr. 127.
Estándares de Derechos Humanos / 109
135. En este sentido, se han formulado diversas consideraciones específicas sobre la de-
tención de niños, que, como lo ha señalado esta Corte y se reconoce en diversos ins-
trumentos internacionales, debe ser excepcional y por el período más breve posible.134
136. Para salvaguardar los derechos de los niños detenidos, especialmente su derecho
a la integridad personal, es indispensable que se les separe de los detenidos adultos.
Y, como lo estableciera este Tribunal, las personas encargadas de los centros de de-
tención de niños infractores o procesados deben estar debidamente capacitadas para
el desempeño de su cometido135. Finalmente, el derecho de los detenidos de estable-
cer comunicación con terceros, que les brindan o brindarán asistencia y defensa, se
corresponde con la obligación de los agentes estatales de comunicar inmediatamente
la detención del menor a esas personas, aún cuando éste no lo haya solicitado. 136
137. La Corte considera probado que en la época de los hechos se llevaban a cabo
en la Argentina prácticas policiales que incluían las denominadas razzias, detencio-
nes por averiguaciones de identidad y detenciones por edictos contravencionales
de policía. El Memorandum 40 facultaba a los policías para decidir si se notificaba
o no al juez de menores respecto de los niños o adolescentes detenidos (supra
69.A.1). Las razzias son incompatibles con el respeto a los derechos fundamenta-
les, entre otros, de la presunción de inocencia, de la existencia de orden judicial
para detener - salvo en hipótesis de flagrancia - y de la obligación de notificar a los
encargados de los menores de edad.
131 Cfr., Eur. Court HR, Dougoz v. Greece Judgment of 6 March 2001, Reports of Judgments and Decisions
2001-II, parrs. 46 and 48. Council of Europe. Committee on the Prevention of Torture, European Union. 9th
General Report [CPT/Inf (99), 12], paras. 33 - 34.
132 Cfr., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 4, párr. 189; y Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua
Morales y otros), Reparaciones, supra nota 30, párr. 203.
133 Cfr., Condición jurídica y derechos humanos del niño, supra nota 4, párr. 56.
134 Cfr., Artículo 37.b de la Convención sobre los Derechos del Niño; y reglas 13 y 19 de las Reglas Míni-
mas de Naciones Unidas para la Administración de Justicia de Menores (Reglas de Beijing) (1985).
135 Cfr., Condición jurídica y derechos humanos del niño, supra nota 4, párr. 78.
136 Cfr., Council of Europe. Committee on the Prevention of Torture, 9th General Report [CPT/Inf (99)
12], para. 21.
110 / Estándares de Derechos Humanos
5. El Estado debe garantizar que no se repitan hechos como los del presente caso,
adoptando las medidas legislativas y de cualquier otra índole que sean necesa-
rias para adecuar el ordenamiento jurídico interno a las normas internacionales
de derechos humanos, y darles plena efectividad, de acuerdo con el artículo 2
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en los términos de los
párrafos 122 a 144 de la presente Sentencia.”
lares y debiendo tomar diversas iniciativas especiales para garantizar a los reclusos las
condiciones necesarias para desarrollar una vida digna y contribuir al goce efectivo
de aquellos derechos que bajo ninguna circunstancia pueden restringirse, como el de-
recho a la vida, la integridad personal, la libertad religiosa y el debido proceso “… el
derecho a la vida y el derecho a la integridad personal no sólo implican que el Estado
debe respetarlos (obligación negativa), sino que, además, requiere que el Estado adopte
todas las medidas apropiadas para garantizarlos (obligación positiva), en cumplimiento
de su deber general establecido en el artículo 1.1 de la Convención Americana…”
La Corte comienza remarcando que “…el contenido del derecho a la libertad perso-
nal de los niños no puede deslindarse del interés superior del niño, razón por la cual
requiere de la adopción de medidas especiales para su protección, en atención a su
condición de vulnerabilidad.”
Se estima que como punto de inicio que marcó un importante cambio en la juris-
prudencia nacional, es relevante mencionar los considerandos más importantes brin-
dados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo Ekmekdjián c/ Sofovich
dictado en el año 1992 antes de la reforma constitucional argentina que data del año
1994. Este fallo fue de trascendental importancia pues fija el valor que instrumentos
del sistema interamericano tienen en nuestro derecho interno.
Los hechos:
Daniel E. Maldonado fue juzgado por los delitos cometidos cuando contaba con
dieciséis años y diez meses de edad, declarado coautor penalmente responsable el
5/5/2000, a los diecinueve años cuando se hallaba bajo tratamiento tutelar, y condena-
do por el Tribunal Oral de Menores el 5/11/2002 a la pena de catorce años de prisión
cuando ya había cumplido veintiún años.
La cuestión versa sobre si el régimen penal de menores vigente, al que confluyen las
mencionadas normas de derecho internacional y de derecho interno, permite la aplica-
ción de la prisión perpetua o si su reducción según la escala de la tentativa, conforme
al artículo 4 de la ley N° 22.278, resulta un imperativo constitucional.
Los puntos esenciales que el fallo toma en consideración son: la edad del infractor como
un factor determinante, el respeto al principio de culpabilidad, el respeto a las garantías
básicas procesales más el plus de garantías correspondientes a las personas en desarrollo,
el derecho a ser oído, la proporcionalidad de la pena y el fin resocializador de la pena.
114 / Estándares de Derechos Humanos
“Es decir, que cuando se trata de hechos cometidos por menores, la si-
tuación es diferente a la de los adultos, ya no es suficiente con la mera
enunciación de la tipicidad de la conducta para resolver cuál es la pena
aplicable. Un hecho ya no es igual a otro, sino que es necesario graduar
el ilícito y la culpabilidad correspondiente. En el caso de los menores de
dieciocho años cualquier elemento que pudiera afectar la culpabilidad
adquiere una significación distinta, que no puede dejar de ser examinada
al momento de determinar la pena, la que debe ser proporcional a la cul-
pabilidad del autor”.
Atendiendo a los artículos 41, inc. 2, in fine (el juez deberá tomar conocimiento
directo y de visu del condenado) y 4 de la ley N° 22.278, la Corte concluye que una
pena dictada sin escuchar lo que tiene que decir al respecto el condenado no puede
considerarse bien determinada. Así entiende que la impresión directa que se lleve el
juez de la entrevista con el procesado es un imperativo del ordenamiento argentino,
reforzado por la CDN en su art. 12. Agrega que se trata de un derecho fundamental al
tratarse de menores porque se encuentra en juego la posibilidad de que en virtud de
esa entrevista se atenúe la pena.
Sanción aplicable:
“La exégesis de las leyes 10.903, 22.278 y el artículo 412 del Código Pro-
cesal Penal de la Nación revela que la doctrina de la situación irregular
encierra un grave defecto: no logra distinguir entre la atención de situa-
ciones de desprotección, desamparo o abandono y la persecución y juzga-
miento de hechos calificados como delitos por la ley penal. La confusión
en la que incurre es la responsable de que se vulneren las garantías de las
que goza, sin importar la edad, toda persona sujeta a proceso penal.”
“(…) El rol del Estado, es entonces, el de ser garante de los derechos del
niño, ya que en materia de Derecho Internacional de los Derechos Hu-
manos, el Estado no sólo debe reconocer sino, sobretodo, garantizar los
derechos de los individuos bajo su protección.”
Estándares de Derechos Humanos / 117
Tema: Especialidad y Especificidad del proceso penal seguido contra personas me-
nores de edad (Art. 40 inc.3 CDN)
La Cámara Nacional Criminal y Correccional Federal analiza los art. 3 inc. 1 y art. 40 inc.
3 y la Opinión Consultiva N° 17 explicando la responsabilidad internacional asumida por
el Estado Argentino al comprometerse, de acuerdo a estas disposiciones a promover la crea-
ción de leyes, procedimientos e institucionales “específicas” para los niños, brindándoles
un trato diferenciado del que reciben los adultos también comprometidos con la ley penal.
Para resolver haciendo lugar al recurso y remitir la causa al Juzgado de Menores en turno,
sostuvo:
“(…), es desacertado supeditar la efectivización del principio de que los me-
nores de edad sean juzgados por tribunales especializados a una eventual
modificación de las reglas de distribución de competencia que contiene la
ley procesal, toda vez que corresponde también a los tribunales locales el
deber de adoptar las medidas necesarias para evitar que el Estado incurra en
responsabilidad internacional por incumplimiento de un tratado (ver en ese
sentido. CSJN, Fallos 318:514, y causa E. 224.XXXIX. Espósito, Miguel An-
gel s/incidente de prescripción de la acción penal promovido por su defensa
- Bulacio, Walter David- 23/12/04, voto del Dr. Antonio Boggiano.”
La defensa oficial del joven imputado, ante la resolución judicial por la cual se
dispone la internación del joven, interpuso un recurso de apelación fundado principal-
mente en que la medida adoptada estaba fundamentada sobre la base de apreciaciones
118 / Estándares de Derechos Humanos
Ante esta situación, la Cámara de Apelaciones hizo lugar al recurso y sostuvo que:
“(…) Sin embargo, dicho derecho - libertad ambulatoria - puede ser res-
tringido excepcionalmente en el marco de un proceso penal cuando se re-
únan ciertas circunstancias, a saber: sospecha fundada de que el imputado
ha participado en un hecho reprimido con pena privativa de la libertad de
efectivo cumplimiento; prueba de que en caso de que el imputado per-
manezca en libertad se pondrá en peligro los fines del proceso; y prueba
de que dichos fines no pueden ser resguardados mediante una medida
menos restrictiva. Es decir que, una vez probado el peligro procesal en el
caso concreto, es necesario advertir que la privación de la libertad de una
persona debe decretarse sólo como ultima ratio, cuando hayan fracasado
otras medidas asegurativas del proceso y quede demostrado que los fines
perseguidos no pueden ser alcanzados mediante una medida menos lesiva
de los derechos de las personas.”
“En este sentido cabe señalar que el argumento según el cual las dispo-
siciones referentes a la prisión preventiva no se aplican a los menores
de edad y que por lo tanto no rigen respecto de una medida tutelar -por
ejemplo, el internamiento- los límites impuestos a aquélla son insosteni-
Estándares de Derechos Humanos / 119
Del conflicto que se plantea entre la Constitución Nacional y las normas de jerar-
quía inferior a ésta, surge que
“Si del auto que rechaza la propuesta efectuada por el padre del menor,
no surge fundamento jurídico que habilite al juez para realizarlo, máxime
si se tiene en cuenta que, pese a tratarse de dos legajos materialmente
distintos, tanto el tutelar como el principal versan sobre una persona úni-
ca, el derecho de defensa en juicio del imputado ha sido vulnerado. La
Convención sobre los Derechos del Niño garantiza a los niños imputados
de delitos la asistencia jurídica u otra que sea apropiada para su defensa
(art. 40.2, b, ii), sin que ello implique la imposición de cierto tipo de
asistencia por parte del Estado. Las garantías constitucionales deben jugar
en favor del menor en el expediente tutelar, ya que es ahí donde puede
verse afectada su libertad. Es en ese trámite donde deben otorgársele, por
intermedio de quien corresponda, el ejercicio de sus derechos constitucio-
nales, como ser, entre otros, el derecho de ser oído, nombrar un abogado
defensor, e interponer los recursos pertinentes.
Estándares de Derechos Humanos / 121
Lo trascendente del fallo es que si bien se deniega el pedido de libertad, éste se hace
en consideración al “riesgo procesal” es decir, a lo establecido en el art. 411 CPPN 137 que
los supuestos por los cuales los adolescentes pueden ser privados de su libertad, norma
que hasta ese momento, había sido dejada de lado por los magistrados quienes dispo-
nían y privaban de libertad a los jóvenes por cuestiones tutelares en base al art. 2° del
decreto ley N° 22.278.
Tema: Especialidad y Especificidad del proceso penal seguido contra personas me-
nores de edad (Art. 40 inc.3 CDN)
137 Art. 411 CPPN primer párrafo: La detención de un menor sólo procederá cuando hubiera motivos para presumir que
no cumplirá la orden de citación, o intentará destruir los rastros del hecho, o se pondrá de acuerdo con sus cómplices, o
inducirá a falsas declaraciones.
122 / Estándares de Derechos Humanos
“Es decir, que las garantías vigentes para enjuiciar a los mayores son un um-
bral mínimo que debe tomarse como punto de partida para, de ser necesario,
138 Es importante destacar que en la Provincia de Buenos Aires si bien con anterioridad al fallo comentado
se sancionaron las leyes 13.298 y 13.634 que incluyen la figura del Ministerio Público y se le encomienda
al agente Fiscal la persecución penal, el decreto 10.067/1983 mantiene su vigencia hasta el 1° de diciembre
de 2007.
124 / Estándares de Derechos Humanos
“la ley 22278 de aplicación al fuero minoril, con acento tutelar y pedagó-
gico, aplica para la disposición provisoria de los jóvenes en conflicto con
la ley penal, aspectos asistenciales y de índole penal a la vez, de acuerdo
a la doctrina sentada por el fallo “Famoso, Elizabeth y otros” entiendo con-
siderando a los jóvenes como objeto y no como sujeto de derecho, como
marca la CDN, por ende por aplicación de los arts. 2 y 3 de la ley 22278
puede quedar sometido a una medida tutelar sin ningún tipo de limitación
teniendo como tope la mayoría de edad.”
“(…) El mismo tribunal ha dicho que “cualquier actuación que afecte los
derechos materiales y procesales de un niño tiene que estar motivada y
conforme a ley de lo que se desprende que cualquier medida que se adop-
te durante el proceso respecto de un joven imputado de la comisión de
un hecho sancionado con la ley penal debe estar motivada, conforme a la
ley, ser razonable y pertinente en el fondo y el la forma, atender al interés
superior del niño y sujetarse a procedimientos y garantías que permitan
verificar en todo momento su idoneidad y legitimidad, de lo que se des-
prende que cualquier medida que “se adopte durante el proceso respecto
de un joven imputado de la comisión de un hecho sancionado por la ley
penal como delito INCLUIDA LA INTERNACION , sólo puede justificarse
por motivos cautelares, particularmente los de :asegurar la presencia del
imputado en el procedimiento penal, garantizar la investigación en debi-
da forma por los órganos de la investigación penal y asegurar la ejecución
penal (Voto del Dr. Donna en la causa Barbará, Rodrigo Ruy s/ exención
de prisión” - CNCRIM Y CORREC DE LA CAPITAL FEDERAL - Sala I -
10/11/2003 )”
El fallo fue dictado con motivo del proceso en el que se investigaba la interven-
ción de un adolescente de trece (13) años de edad en un delito contra la propiedad.
126 / Estándares de Derechos Humanos
“La ley 26.061 viene entonces a cumplir con este mandato constitucional y
en buena medida con la recomendación del Comité, pues como regla general
aparta los procedimientos judiciales para los casos de niños presuntamente
protagonistas de una conducta penalmente ilícita que no tienen capacidad
para infringir las leyes penales -entre otras situaciones- y ubica en su lugar
procedimientos y medidas administrativas revisables judicialmente pero aje-
nas a la atmósfera punitiva propia de la justicia penal de Menores, satisfacien-
do de esta manera el principio del interés superior del niño (…).”
ANEXOS
130 / Estándares de Derechos Humanos
Estándares de Derechos Humanos / 131
I. Introducción
1. En los informes que presentan al Comité sobre los Derechos del Niño (en adelan-
te, el Comité), los Estados Partes a menudo proporcionan información muy detalla-
da sobre los derechos de los niños de quienes se alega que han infringido las leyes
penales o a quienes se acusa o declara culpables de haber infringido esas leyes, a
los cuales también se denominan “niños que tienen conflictos con la justicia”. De
conformidad con las orientaciones generales del Comité relativas a la presentación
de informes periódicos, la información facilitada por los Estados Partes se concentra
principalmente en la aplicación de los artículos 37 y 40 de la Convención sobre
los Derechos del Niño (en lo sucesivo la Convención). El Comité observa con reco-
nocimiento todos los esfuerzos desplegados para establecer una administración de
justicia de menores conforme a la Convención. Sin embargo, muchos Estados Partes
distan mucho de cumplir cabalmente la Convención, por ejemplo en materia de
derechos procesales, elaboración y aplicación de medidas con respecto a los niños
que tienen conflictos con la justicia sin recurrir a los procedimientos judiciales, y
privación de libertad únicamente como medida de último recurso.
2. También preocupa al Comité la falta de información sobre las medidas que los
Estados Partes han adoptado para evitar que los niños entren en conflicto con la jus-
ticia. Ello puede deberse a la falta de una política general en la esfera de la justicia
de menores, o tal vez pueda explicarse también porque muchos Estados Partes sólo
proporcionan información estadística muy limitada sobre el trato que se da a los
niños que tienen conflictos con la justicia.
- Alentar a los Estados Partes a elaborar y aplicar una política general de justi-
cia de menores a fin prevenir y luchar contra la delincuencia juvenil sobre la
base de la Convención y de conformidad con ella, y recabar a este respecto el
asesoramiento y apoyo del Grupo interinstitucional de coordinación sobre la
justicia de menores, que está integrado por representantes de la Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH),
el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Oficina de las
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y organizaciones no
gubernamentales (ONG), y fue establecido por el Consejo Económico y Social
en su resolución 1997/30;
No discriminación (artículo 2)
6. Los Estados Partes deben adoptar todas las medidas necesarias para garantizar
la igualdad de trato de todos los niños que tengan conflictos con la justicia. Debe
prestarse atención especial a la discriminación y las disparidades existentes de he-
Estándares de Derechos Humanos / 133
cho, que pueden deberse a la falta de una política coherente y afectar a grupos vul-
nerables de niños, en particular los niños de la calle, los pertenecientes a minorías
raciales, étnicas, religiosas o lingüísticas, los niños indígenas, las niñas, los niños
con discapacidad y los niños que tienen constantes conflictos con la justicia (rein-
cidentes). A este respecto, es importante, por una parte, impartir formación a todo
el personal profesional de la administración de justicia de menores (véase párr. 97
infra) y, por la otra, establecer normas, reglamentos o protocolos para garantizar la
igualdad de trato de los menores delincuentes y propiciar el desagravio, la repara-
ción y la indemnización.
7. Muchos niños que tienen conflictos con la justicia también son víctimas de dis-
criminación, por ejemplo cuando tratan de acceder a la educación o al mercado de
trabajo. Es necesario adoptar medidas para prevenir esa discriminación, entre otras
cosas, prestando a los menores ex delincuentes apoyo y asistencia apropiados a
efectos de su reintegración en la sociedad y organizando campañas públicas en las
que se destaque su derecho a desempeñar una función constructiva en la sociedad
(art. 40 1).
8. Es muy corriente que los códigos penales contengan disposiciones en los que
se tipifique como delito determinados problemas de comportamiento de los niños,
por ejemplo el vagabundeo, el absentismo escolar, las escapadas del hogar y otros
actos que a menudo son consecuencia de problemas psicológicos o socioeconó-
micos. Es motivo de especial preocupación que las niñas y los niños de la calle
frecuentemente sean víctimas de esta forma de criminalización. Esos actos, también
conocidos como delitos en razón de la condición, no se consideran tales si son
cometidos por adultos. El Comité recomienda la abrogación por los Estados Partes
de las disposiciones relativas a esos delitos para garantizar la igualdad de trato de
los niños y los adultos ante la ley. A este respecto, el Comité también se remite al
artículo 56 de las Directrices de Riad, que dice lo siguiente: “A fin de impedir que
prosiga la estigmatización, la victimización y la criminalización de los jóvenes,
deberán promulgarse leyes que garanticen que ningún acto que no sea considerado
delito ni sea sancionado cuando lo comete un adulto se considere delito ni sea
objeto de sanción cuando es cometido por un joven”.
tección del interés superior del niño significa, por ejemplo, que los tradicionales
objetivos de la justicia penal, a saber, represión/castigo, deben ser sustituidos por
los de rehabilitación y justicia restitutiva cuando se trate de menores delincuentes.
Esto puede realizarse al mismo tiempo que se presta atención a una efectiva segu-
ridad pública.
11. Este derecho intrínseco a todo niño debe servir de guía e inspirar a los Estados
Partes para elaborar políticas y programas nacionales eficaces de prevención de la
delincuencia juvenil, pues huelga decir que la delincuencia tiene un efecto muy
negativo en el desarrollo del niño. Además, este derecho básico debe traducirse en
una política que afronte la delincuencia juvenil de manera que propicie el desarro-
llo del niño. La pena capital y la prisión perpetua sin posibilidad de excarcelación
están expresamente prohibidas en virtud del apartado a) del artículo 37 de la Con-
vención (véanse párrafos 75 a 77 infra). El recurso a la privación de libertad tiene
consecuencias muy negativas en el desarrollo armonioso del niño y dificulta grave-
mente su reintegración en la sociedad. A este respecto, el apartado b) del artículo
37 estipula expresamente que la privación de libertad, incluidas la detención, el
encarcelamiento o la prisión, se utilizará tan sólo como medida de último recurso y
durante el período más breve que proceda, a fin de garantizar y respetar plenamen-
te el derecho del niño al desarrollo (véanse párrs. 78 a 88 infra). *
12. El derecho del niño a expresar su opinión libremente sobre todos los asuntos
que le afecten se respetará y hará efectivo plenamente en cada etapa del proceso
de la justicia de menores (véanse párrafos 43 a 45 infra). El Comité observa que las
opiniones de los niños involucrados en el sistema de justicia de menores se está
convirtiendo cada vez más en una fuerza poderosa de mejora y reforma y para el
disfrute de sus derechos.
- Un trato acorde con el sentido de la dignidad y el valor del niño. Este principio
se inspira en el derecho humano fundamental proclamado en el artículo 1 de
la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el sentido de que todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Este derecho inhe-
rente a la dignidad y el valor, al que se hace referencia expresa en el preámbulo
de la Convención, debe respetarse y protegerse durante todo el proceso de la justi-
cia de menores, desde el primer contacto con los organismos encargados de hacer
cumplir la ley hasta la ejecución de todas las medidas en relación con el niño.
* Obsérvese que los derechos de un niño privado de libertad se aplican, de conformidad con la Convención,
a los niños que tienen conflictos con la justicia y a los niños internados en instituciones para su cuidado,
protección o tratamiento, incluidas instituciones de salud mental, educativas, de desintoxicación, de protec-
ción de la infancia o de inmigración.
Estándares de Derechos Humanos / 135
- Un trato que fortalezca el respeto del niño por los derechos humanos y las
libertades de terceros. Este principio está en armonía con la consideración que
figura en el preámbulo de que el niño debe ser educado en el espíritu de los
ideales proclamados en la Carta de las Naciones Unidas. También significa que,
dentro del sistema de la justicia de menores, el trato y la educación de los niños
debe orientarse a fomentar el respeto por los derechos humanos y las libertades
(artículo 29 1 b) de la Convención y Observación general Nº 1 sobre los objeti-
vos de la educación). Es indudable que este principio requiere el pleno respeto
y la aplicación de las garantías de un juicio justo, según se reconoce en el párrafo 2
del artículo 40 (véanse párrafos 40 a 67 infra). Si los principales agentes de la justicia
de menores, a saber los policías, los fiscales, los jueces y los funcionarios encarga-
dos de la libertad vigilada, no respetan plenamente y protegen esas garantías, ¿cómo
pueden esperar que con ese mal ejemplo el niño respete los derechos humanos y las
libertades fundamentales de terceros?
15. Una política general de justicia de menores debe abarcar las siguientes cuestio-
nes básicas: prevención de la delincuencia juvenil; intervenciones que no supongan
el recurso a procedimientos judiciales e intervenciones en el contexto de las actua-
ciones judiciales; edad mínima a efectos de responsabilidad penal y límites de edad
136 / Estándares de Derechos Humanos
17. Como se ha señalado más arriba, una política de justicia de menores que no vaya
acompañada de un conjunto de medidas destinadas a prevenir la delincuencia juvenil
comporta graves limitaciones. Los Estados Partes deben incorporar en su política na-
cional general de justicia de menores las Directrices de las Naciones Unidas para la
prevención de la delincuencia juvenil (Directrices de Riad), aprobadas por la Asamblea
General en su resolución 45/112, de 14 de diciembre de 1990.
18. El Comité apoya plenamente las Directrices de Riad y conviene en que debe pres-
tarse especial atención a las políticas de prevención que favorezcan la socialización e
integración de todos los niños, en particular en el marco de la familia, la comunidad,
los grupos de jóvenes que se encuentran en condiciones similares, la escuela, la for-
mación profesional y el medio laboral, así como mediante la acción de organizaciones
voluntarias. Esto significa, entre otras cosas, que en los programas de prevención debe
otorgarse atención prioritaria a la prestación de apoyo a las familias más vulnerables,
a la enseñanza de los valores básicos en las escuelas (en particular, la facilitación de
información sobre los derechos y los deberes de los niños y los padres reconocidos por
la ley) y la prestación de un cuidado y atención especiales a los jóvenes que están en
situación de riesgo. A este respecto, también debe concederse atención especial a los
niños que abandonan los estudios o que no completan su educación. Se recomienda
utilizar el apoyo de grupos de jóvenes que se encuentren en condiciones similares y
una activa participación de los padres. Los Estados Partes también deberán establecer
servicios y programas de carácter comunitario que respondan a las necesidades, pro-
blemas, intereses e inquietudes especiales de los niños, en particular de los que tienen
continuos conflictos con la justicia, y que ofrezcan asesoramiento y orientación ade-
cuados a sus familias.
Estándares de Derechos Humanos / 137
20. Los Estados Partes deben promover y apoyar firmemente la participación tanto de
los niños, de acuerdo con el artículo 12 de la Convención, como de los padres, los di-
rigentes de la comunidad y otros agentes importantes (por ejemplo, los representantes
de ONG, los servicios de libertad vigilada y los asistentes sociales) en la elaboración
y ejecución de programas de prevención. La calidad de esa participación es un factor
decisivo para el éxito de los programas.
21. El Comité recomienda que los Estados Partes recaben el apoyo y el asesoramiento
del Grupo interinstitucional de coordinación sobre la justicia de menores para elaborar
programas de prevención eficaces.
22. Las autoridades estatales pueden adoptar dos tipos de medidas en relación con los
niños de quienes se alegue que han infringido las leyes penales o a quienes se acuse o
declare culpables de haber infringido esas leyes: medidas que no supongan el recurso
a procedimientos judiciales y medidas en el contexto de un proceso judicial. El Comité
recuerda a los Estados Partes que deben tener sumo cuidado en velar por que se respe-
ten plenamente y protejan los derechos humanos del niño y las garantías legales.
23. Los niños que tienen conflictos con la justicia, incluidos los reincidentes, tienen
derecho a recibir un trato que promueva su reintegración y el desempeño de una fun-
ción constructiva en la sociedad (artículos 40 1 de la Convención). La detención, el
encarcelamiento o la prisión de un niño se utilizará tan sólo como medida de último
recurso (art. 37 b)). Por tanto, es necesario desarrollar y aplicar, en el marco de una
política general de justicia de menores, diversas medidas que aseguren que los niños
sean tratados de manera apropiada para su bienestar y que guarde proporción tanto
con sus circunstancias como con la infracción cometida. Tales medidas comprenden el
cuidado, la orientación y supervisión, el asesoramiento, la libertad vigilada, la coloca-
ción en hogares de guarda, los programas de enseñanza y formación profesional y otras
posibilidades alternativas a la internación en instituciones (art. 40 4).
138 / Estándares de Derechos Humanos
25. El Comité opina que es obligación de los Estados Partes promover la adopción
de medidas en relación con los niños que tienen conflictos con la justicia que no
supongan el recurso a procedimientos judiciales, si bien esa obligación no se limita
a los niños que cometan delitos leves, como el hurto en negocios u otros delitos
contra la propiedad de menor cuantía, o a los menores que cometan un delito por
primera vez. Las estadísticas provenientes de muchos Estados Partes indican que
una gran proporción, y a menudo la mayoría, de los delitos cometidos por niños
entran dentro de esas categorías. De acuerdo con los principios enunciados en el
párrafo 1 del artículo 40 de la Convención, es preciso tratar todos esos casos sin
recurrir a los procedimientos judiciales de la legislación penal. Además de evitar la
estigmatización, este criterio es positivo tanto para los niños como para la seguridad
pública, y resulta más económico.
26. Los Estados Partes deben adoptar medidas en relación con los niños que tienen
conflictos con la justicia sin recurrir a procedimientos judiciales en el marco de su
sistema de justicia de menores, velando por que se respeten plenamente y protejan
los derechos humanos de los niños y las garantías legales (art. 40 3 b)).
- La remisión de casos (es decir, medidas para trata a los niños de quie-
nes se alegue que han infringido las leyes penales o a quienes se acuse
o declare culpables de haber infringido esas leyes sin recurrir a procedi-
mientos judiciales) sólo deberá utilizarse cuando se disponga de pruebas
fehacientes de que el niño ha cometido el delito del que se le acusa, de
Estándares de Derechos Humanos / 139
29. El Comité recuerda a los Estados Partes que, de conformidad con lo establecido
en el párrafo 1 del artículo 40 de la Convención, la reintegración requiere que no
se adopten medidas que puedan dificultar la plena participación del niño en su
comunidad, por ejemplo la estigmatización, el aislamiento social o una publicidad
negativa. Para que el trato de un niño que tenga conflictos con la justicia promueva
su reintegración se requiere que todas las medidas propicien que el niño se convier-
ta en un miembro de pleno derecho de la sociedad a la que pertenece y desempeñe
una función constructiva en ella.
30. Los informes presentados por los Estados Partes ponen de manifiesto la existencia
de un amplio margen de edades mínimas a efectos de responsabilidad penal. Varían
desde un nivel muy bajo de 7 u 8 años hasta un encomiable máximo de 14 ó 16 años.
En un número bastante considerable de Estados Partes hay dos edades mínimas a
efectos de responsabilidad penal. Se considerará que los niños que tienen conflictos
con la justicia que en el momento de la comisión del delito tuvieran una edad igual
o superior a la edad mínima menor, pero inferior a la edad mínima mayor, incurren
en responsabilidad penal únicamente si han alcanzado la madurez requerida a ese
respecto. La evaluación de la madurez incumbe al tribunal/magistrado, a menudo sin
necesidad de recabar la opinión de un psicólogo, y en la práctica suele resultar en
la aplicación de la edad mínima inferior en caso de delito grave. El sistema de dos
edades mínimas a menudo no sólo crea confusión, sino que deja amplias facultades
discrecionales al tribunal/juez, que pueden comportar prácticas discriminatorias. Te-
niendo en cuenta este amplio margen de edades mínimas a efectos de responsabilidad
penal, el Comité considera que es necesario ofrecer a los Estados Partes orientación y
recomendaciones claras con respecto a la mayoría de edad penal.
31. En el párrafo 3 del artículo 40 de la Convención se dispone que los Estados Par-
tes deberán tratar de promover, entre otras cosas, el establecimiento de una edad
mínima antes de la cual se presumirá que los niños no tienen capacidad para infrin-
gir las leyes penales, pero no menciona una edad mínima concreta a ese respecto.
El Comité entiende que esa disposición crea la obligación para los Estados Partes de
establecer una edad mínima a efectos de responsabilidad penal (EMRP). Esa edad
mínima significa lo siguiente:
- Los niños que cometen un delito cuando todavía no han cumplido esa edad míni-
ma no podrán considerarse responsables en un procedimiento penal. Incluso niños
(muy) jóvenes tienen la capacidad de infringir la ley penal, pero si cometen un de-
lito antes de la EMRP el presupuesto irrefutable es que no pueden ser formalmente
acusados ni considerárseles responsables en un procedimiento penal. Si es nece-
sario, podrán adoptarse medidas especiales de protección en el interés superior de
esos niños.
33. Al mismo tiempo, el Comité insta a los Estados Partes a no reducir la EMRP a los
12 años. La fijación de la mayoría de edad penal a un nivel más alto, por ejemplo
14 ó 16 años, contribuye a que el sistema de la justicia de menores, de conformidad
con el apartado b) del párrafo 3 del artículo 40 de la Convención, trate a los niños
que tienen conflictos con la justicia sin recurrir a procedimientos judiciales, en el
entendimiento de que se respetan plenamente los derechos humanos y las garantías
legales. A este respecto, los Estados Partes deben incluir en sus informes informa-
ción detallada sobre el trato que se da a los niños que no han alcanzado todavía la
EMRP fijada por la ley cuando se alegue que han infringido las leyes penales o se les
acuse o declare culpables de haber infringido esas leyes, y qué tipo de salvaguar-
dias legales existen para asegurar que reciban un trato tan equitativo y justo como
el de los niños que han alcanzado la mayoría de edad penal.
36. El Comité también desea señalar a la atención de los Estados Partes el límite
de edad superior para la aplicación de las normas de la justicia de menores. Esas
normas, que son especiales tanto por lo que respecta al procedimiento como a la
remisión de casos y la adopción de medidas especiales, deberán aplicarse, a partir
de la EMRP establecida en el país, a todos los niños que, en el momento de la pre-
sunta comisión de un delito (o acto punible de acuerdo con la legislación penal),
no hayan cumplido aún 18 años.
142 / Estándares de Derechos Humanos
37. El Comité desea recordar a los Estados Partes que han reconocido el derecho
de todo niño de quien se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se
acuse o declare culpable de haber infringido esas leyes a ser tratado de acuerdo con
las disposiciones del artículo 40 de la Convención. Esto significa que toda persona
menor de 18 años en el momento de la presunta comisión de un delito debe recibir
un trato conforme a las normas de la justicia de menores.
38. Por lo tanto, el Comité recomienda a los Estados Partes que limitan la aplicabili-
dad de las normas de la justicia de menores a los niños menores de 16 años, o que
permiten, a título de excepción, que los niños de 16 ó 17 años sean tratados como
delincuentes adultos, que modifiquen sus leyes con miras a lograr la plena aplica-
ción, sin discriminación alguna, de sus normas de justicia de menores a todas las
personas menores de 18 años. El Comité observa con reconocimiento que algunos
Estados Partes permiten la aplicación de las normas y los reglamentos de la justicia
de menores a personas que tienen 18 años o más, por lo general hasta los 21 años,
bien sea como norma general o como excepción.
39. Por último, el Comité desea subrayar la importancia decisiva de una plena apli-
cación del artículo 7 de la Convención, en el que se exige, entre otras cosas, que
todo niño sea inscrito inmediatamente después de su nacimiento con el fin de fijar
límites de edad de una u otra manera, que es el caso de todos los Estados Partes.
Un niño que no tenga una fecha de nacimiento demostrable es sumamente vulne-
rable a todo tipo de abusos e injusticias en relación con la familia, la educación y
el trabajo, especialmente en el marco del sistema de la justicia de menores. Deberá
proporcionarse gratuitamente a todo niño un certificado de nacimiento cuando lo
necesite para demostrar su edad. Si no hay prueba de edad, el niño tiene derecho a
que se le haga un examen médico o social que permita establecer de manera fide-
digna su edad y, en caso de conflicto o prueba no fehaciente el niño tendrá derecho
a la aplicación de la norma del beneficio de la duda.
del adolescente, así como de las necesidades especiales de los niños más vulnera-
bles, a saber, los niños con discapacidad, los desplazados, los niños de la calle, los
refugiados y solicitantes de asilo, y los niños que pertenecen a minorías raciales,
étnicas, religiosas, lingüísticas y de otro tipo (véanse párrafos 6 a 9 supra). Teniendo
en cuenta que probablemente se hará caso omiso de las niñas en el sistema de la
justicia de menores porque sólo representan un pequeño grupo, debe prestarse parti-
cular atención a sus necesidades específicas, por ejemplo, en relación con malos tratos
anteriores y sus necesidades especiales en materia de salud. Los profesionales y demás
personal deberán actuar, en toda circunstancia, de manera acorde con el fomento del
sentido de la dignidad y el valor del niño y que fortalezca su respeto por los derechos
humanos y las libertades fundamentales de terceros y promueva la reintegración del
niño y su asunción de una función constructiva en la sociedad (art. 40 1). Todas las ga-
rantías reconocidas en el párrafo 2 del artículo 40, que se examinarán a continuación,
constituyen normas mínimas, es decir, que los Estados Partes pueden y deben tratar de
establecer y observar normas más exigentes, por ejemplo en materia de asistencia jurí-
dica y con respecto a la participación del niño y sus padres en el proceso judicial.
de prejuzgar el resultado del juicio. Los Estados Partes deben proporcionar informa-
ción sobre el desarrollo del niño para garantizar que se respete en la práctica esa
presunción de inocencia. Debido a falta de comprensión del proceso, inmadurez,
temor u otras razones, el niño puede comportarse de manera sospechosa, pero las
autoridades no deben presumir por ello que sea culpable, si carecen de pruebas de
su culpabilidad más allá de toda duda razonable.
44. No hay duda de que el derecho de un niño de quien se alegue que ha infringi-
do las leyes penales o a quien se acuse o declare culpable de haber infringido esas
leyes a ser escuchado es fundamental para un juicio imparcial. También es evidente
que el niño tiene derecho a ser escuchado directamente y no sólo por medio de un
representante o de un órgano apropiado, si es en el interés superior del niño. Este
derecho debe respetarse plenamente en todas las etapas del proceso, desde la fase
instructora, cuando el niño tiene derecho tanto a permanecer en silencio como a ser
escuchado por la policía, el fiscal y el juez de instrucción, hasta las fases resolutoria
y de ejecución de las medidas impuestas. En otras palabras, debe darse al niño la
oportunidad de expresar su opinión libremente, y ésta deberá tenerse debidamente
en cuenta, en función de la edad y la madurez del niño (art. 12 1), durante todo el
proceso de la justicia de menores. Esto significa que el niño, para poder participar
efectivamente en el procedimiento, debe ser informado no sólo de los cargos que
pesan sobre él (véanse párrafos 47 y 48 infra), sino también del propio proceso de
la justicia de menores y de las medidas que podrían adoptarse.
45. Se debe dar al niño la oportunidad de expresar su opinión sobre las medidas
(sustitutivas) que podrían imponerse, y deberán tenerse debidamente en cuenta
los deseos o preferencias que el niño pueda tener al respecto. Afirmar que el niño
es responsable con arreglo a la ley penal supone que tiene la capacidad y está en
condiciones de participar efectivamente en las decisiones relativas a la respuesta
más apropiada que debe darse a las alegaciones de que ha infringido la ley penal
(véase párrafo 46 infra). Huelga decir que incumbe a los jueces adoptar las deci-
siones. Pero el hecho de tratar al niño como objeto pasivo supone no reconocer
sus derechos y no contribuye a dar una respuesta eficaz a su comportamiento. Esta
afirmación también es aplicable a la ejecución de la medida impuesta. Las inves-
tigaciones demuestran que la participación activa del niño en la ejecución de las
medidas contribuirá, la mayoría de las veces, a un resultado positivo.
46. Para que un juicio sea imparcial es preciso que el niño de quien se alega que ha
infringido las leyes penales o a quien se acusa de haber infringido esas leyes pueda
participar efectivamente en el juicio y para ello necesita comprender las acusacio-
Estándares de Derechos Humanos / 145
nes y las posibles consecuencias y penas, a fin de que su representante legal pueda
impugnar testigos, hacer una exposición de los hechos y adoptar decisiones apro-
piadas con respecto a las pruebas, los testimonios y las medidas que se impongan.
El artículo 14 de las Reglas de Beijing estipula que el procedimiento se sustanciará
en un ambiente de comprensión, que permita que el menor participe en él y se
exprese libremente. La edad y el grado de madurez del niño también pueden hacer
necesario modificar los procedimientos y las prácticas judiciales.
47. Todo niño del que se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se
acuse de haber infringido esas leyes tiene derecho a ser informado sin demora y di-
rectamente de los cargos que pesan contra él. Sin demora y directamente significan
lo antes posible, es decir, cuando el fiscal o el juez inicien las actuaciones judicia-
les contra el niño. Sin embargo, cuando las autoridades deciden ocuparse del caso
sin recurrir a procedimientos judiciales, el niño también debe ser informado de los
cargos que puedan justificar este criterio. Esta exigencia forma parte de la dispo-
sición contenida en el apartado b) del párrafo 3 del artículo 40 de la Convención
en el sentido de que se deberán respetar plenamente las garantías legales. El niño
deberá ser informado en unos términos que pueda comprender. Para ello podrá re-
querirse que la información se presente en un idioma extranjero, pero también una
“traducción” de la jerga jurídica oficial que a menudo se usa en las imputaciones
penales contra menores en un lenguaje que el niño pueda comprender.
48. A menudo no basta con proporcionar al niño un documento oficial, sino que
puede requerirse una explicación oral. Las autoridades no deben dejar esta tarea a
cargo de los padres o los representantes legales o de quien preste asistencia jurídica
o de otro tipo al niño. Incumbe a las autoridades (es decir, policía, fiscal, juez) ase-
gurarse de que el niño comprende cada cargo que pesa contra él. El Comité opina
que la facilitación de esa información a los padres o los representantes legales no
debe excluir su comunicación al niño. Lo más apropiado es que tanto el niño como
los padres o los representantes legales reciban la información de manera que pue-
dan comprender los cargos y las posibles consecuencias.
51. Hay consenso internacional en el sentido de que, para los niños que tengan
conflictos con la justicia, el tiempo transcurrido entre la comisión de un delito y la
respuesta definitiva a ese acto debe ser lo más breve posible. Cuanto más tiempo
pase, tanto más probable será que la respuesta pierda su efecto positivo y pedagógi-
co y que el niño resulte estigmatizado. A ese respecto, el Comité también se refiere
al apartado d) del artículo 37 de la Convención, a tenor del cual todo niño privado
de su libertad tendrá derecho a una pronta decisión sobre su acción para poder im-
pugnar la legalidad de la privación de su libertad. El término “pronta” es más fuerte
-lo que se justifica dada la gravedad de la privación de libertad- que el término “sin
demora” (artículo 40 2 b) iii) de la Convención), que a su vez es más fuerte que la
expresión “sin dilaciones indebidas”, que figura en el apartado c) del párrafo 3 del
artículo 14 del Pacto.
52. El Comité recomienda que los Estados Partes fijen y respeten plazos con res-
pecto al tiempo que puede transcurrir desde que se comete un delito y concluye la
investigación policial, el fiscal (u otro órgano competente) decide presentar cargos
contra el menor y el tribunal u otro órgano judicial competente dicta sentencia de-
finitiva. Estos plazos deben ser más cortos que los establecidos para adultos. Pero
al mismo tiempo, las decisiones que se adoptan sin demora deben ser el resultado
de un proceso en el que se respeten plenamente los derechos humanos del niño
y las garantías legales. En este proceso de pronta adopción de decisiones, deben
estar presentes quienes presten asistencia jurídica u otra asistencia apropiada. Esta
presencia no se limitará al juicio ante un tribunal u otro órgano judicial, sino que
se aplica también a todas las demás fases del proceso, a partir del interrogatorio del
niño por la policía.
53. Los padres u otros representantes legales también deberán estar presentes en el
proceso porque pueden prestar asistencia psicológica y emotiva general al niño. La
presencia de los padres no significa que éstos puedan actuar en defensa del niño o
participar en el proceso de adopción de decisiones. Sin embargo, el juez o la au-
toridad competente puede resolver, a petición del niño o de su representante legal
u otra representación apropiada, o porque no vaya en el interés superior del niño
(artículo 3 de la Convención), limitar, restringir o excluir la presencia de los padres
en el procedimiento.
Estándares de Derechos Humanos / 147
54. El Comité recomienda que los Estados Partes dispongan expresamente por ley
la mayor participación posible de los padres o los representantes legales en el pro-
cedimiento incoado contra el niño. Esta participación generalmente contribuirá a
que se dé una respuesta eficaz a la infracción de la legislación penal por el niño. A
fin de promover la participación de los padres, se notificará a éstos la detención del
niño lo antes posible.
56. En armonía con lo establecido en el apartado g) del párrafo 3 del artículo 14 del
Pacto, la Convención dispone que no se obligará a un niño a prestar testimonio o
a confesarse o declararse culpable. Estos significa, en primer lugar -y desde luego-
que la tortura, o el trato cruel, inhumano o degradante para extraer una admisión o
una confesión constituye una grave violación de los derechos del niño (artículo 37
a) de la Convención) y totalmente inaceptable.
Ninguna admisión o confesión de ese tipo podrá ser invocada como prueba (artícu-
lo 15 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos
o Degradantes).
57. Hay muchos otros medios menos violentos de obligar o inducir al niño a una
confesión o a un testimonio autoinculpatorio. El término “obligado” debe interpre-
tarse de manera amplia y no limitarlo a la fuerza física u otra vulneración clara de
los derechos humanos. La edad o el grado de desarrollo del niño, la duración del
interrogatorio, la falta de comprensión por parte del niño, el temor a consecuencias
desconocidas o a una presunta posibilidad de prisión pueden inducirle a confesar
lo que no es cierto. Esa actitud puede ser aún más probable si se le promete una
recompensa como “podrás irte a casa en cuanto nos digas la verdad”, o cuando se
le prometen sanciones más leves o la puesta en libertad.
59. La garantía reconocida en el inciso iv) del apartado b) del párrafo 2 del artículo
40 de la Convención pone de relieve que debe observarse el principio de igualdad
entre las partes (es decir, condiciones de igualdad o paridad entre la defensa y la
acusación) en la administración de la justicia de menores. La expresión “interrogar
o hacer que se interrogue” hace referencia a la existencia de distinciones en los
sistemas jurídicos, especialmente entre los juicios acusatorios y los juicios inquisi-
torios. En estos últimos, el acusado a menudo puede interrogar a los testigos, si bien
rara vez se hace uso de ese derecho, quedando esa tarea a cargo del abogado o, en
el caso de los niños, de otro órgano apropiado. Sin embargo, sigue siendo impor-
tante que el abogado u otro representante informe al niño acerca de la posibilidad
de interrogar a los testigos y de que puede expresar sus opiniones a este respecto,
las cuales se tendrán debidamente en cuenta en función de la edad y madurez del
niño (art.12).
60. El niño tiene derecho a apelar contra la decisión por la que se le declare culpa-
ble de los cargos formulados contra él y las medidas impuestas como consecuencia
del veredicto de culpabilidad. Compete resolver esta apelación a una autoridad u
órgano judicial superior competente, independiente e imparcial, en otras palabras,
un órgano que satisfaga las mismas normas y requisitos que el que conoció del caso
en primera instancia. Esta garantía es análoga a la formulada en el párrafo 5 del artí-
culo 14 del Pacto. El derecho de apelación no se limita a los delitos más graves.
61. Ésta parece ser la razón por la que bastantes Estados Partes han formulado re-
servas con respecto a esta disposición a fin de limitar el derecho de apelación del
niño a los delitos más graves y a las sentencias de prisión. El Comité recuerda a
los Estados Partes en el Pacto que el párrafo 5 del artículo 14 de éste contiene una
disposición análoga. En relación con el artículo 41 de la Convención, a tenor de
ese artículo se deberá reconocer a todo niño procesado el derecho de apelar contra
la sentencia. El Comité recomienda que los Estados Partes retiren sus reservas a la
disposición contenida en el inciso v) del apartado b) del párrafo 2 del artículo 40
de la Convención.
63. El Comité también desea señalar a la atención de los Estados Partes los niños
que tienen problemas del habla y otras discapacidades. De acuerdo con el espíritu
del inciso vi) del párrafo 2 del artículo 40, y de conformidad con las medidas de
protección especial previstas en el artículo 23 para los niños con discapacidades,
el Comité recomienda que los Estados Partes proporcionen a los niños con pro-
blemas del habla u otras discapacidades asistencia adecuada y efectiva por medio
de profesionales especializados, por ejemplo en el lenguaje de los signos, cuando
sean objeto de un proceso de justicia de menores (a este respecto, véase también la
Observación general Nº 9 (Los derechos de los niños con discapacidad) del Comité
de los Derechos del Niño).
64. El derecho de un niño a que se respete plenamente su vida privada en todas las
fases del procedimiento se inspira en el derecho a la protección de la vida privada
proclamado en el artículo 16 de la Convención. “Todas las fases del procedimiento”
comprenden desde el primer contacto con los agentes de la ley (por ejemplo, peti-
ción de información e identificación) hasta la adopción de una decisión definitiva
por una autoridad competente o el término de la supervisión, la libertad vigilada o
la privación de libertad. En este contexto, el objetivo es evitar que la publicidad in-
debida o el proceso de difamación causen daño. No se publicará ninguna informa-
ción que permita identificar a un niño delincuente, por la estigmatización que ello
comporta y su posible efecto en la capacidad del niño para acceder a la educación,
el trabajo o la vivienda o conservar su seguridad. Por tanto, las autoridades públicas
deben ser muy reacias a emitir comunicados de prensa sobre los delitos presunta-
mente cometidos por niños y limitar esos comunicados a casos muy excepcionales.
Deben adoptar medidas para que los niños no puedan ser identificados por medio
de esos comunicados de prensa. Los periodistas que vulneren el derecho a la vida
privada de un niño que tenga conflictos con la justicia deberán ser sancionados con
medidas disciplinarias y, cuando sea necesario (por ejemplo en caso de reinciden-
cia), con sanciones penales.
65. Con el fin de proteger la vida privada del niño, rige en la mayoría de los Estados
Partes la norma -algunas veces con posibles excepciones- de que la vista de una causa
contra un niño acusado de haber infringido las leyes penales debe tener lugar a puerta
cerrada. De acuerdo con esa norma, pueden estar presentes expertos u otros profe-
sionales que hayan recibido un permiso especial de la corte. El juicio público en la
justicia de menores sólo debe ser posible en casos muy precisos y previa autorización
por escrito del tribunal. Esa decisión deberá poder ser apelada por el niño.
66. El Comité recomienda que todos los Estados Partes establezcan la regla de que
el juicio ante un tribunal y otras actuaciones judiciales contra un niño que tenga
conflictos con la justicia se celebren a puerta cerrada. Las excepciones a esta regla
deben ser muy limitadas y estar claramente definidas por la ley. El veredicto/senten-
cia deberá dictarse en audiencia pública sin revelar la identidad del niño. El dere-
cho a la vida privada (art. 16) exige que todos los profesionales que intervengan en
150 / Estándares de Derechos Humanos
67. El Comité también recomienda que los Estados Partes adopten normas que per-
mitan la supresión automática en los registros de antecedentes penales del nombre
de los niños delincuentes cuando éstos cumplan 18 años, o, en un número limitado
de ciertos delitos graves, que permitan la supresión del nombre del niño, a petición
de éste, si es necesario en determinadas condiciones (por ejemplo, que no haya
cometido un delito en los dos años posteriores a la última condena).
70. Tras la celebración de un juicio imparcial y con las debidas garantías legales,
de conformidad con el artículo 40 de la Convención sobre los Derechos del Niño
(véase capítulo IV, sec. D supra), se adopta una decisión sobre las medidas que se
habrán de imponer al menor al que se haya declarado culpable de un delito. Las
leyes deben ofrecer al tribunal/juez, o a cualquier otra autoridad u órgano judicial
Estándares de Derechos Humanos / 151
71. El Comité desea subrayar que la respuesta que se dé al delito debe ser siempre
proporcionada, no sólo a las circunstancias y la gravedad del delito, sino también
a la edad, la menor culpabilidad, las circunstancias y las necesidades del menor,
así como a las diversas necesidades de la sociedad, en particular a largo plazo. La
aplicación de un método estrictamente punitivo no está en armonía con los prin-
cipios básicos de la justicia de menores enunciados en el párrafo 1 del artículo 40
de la Convención (véanse párrafos 5 a 14 supra). El Comité reitera que las penas
de castigos corporales son contrarias a estos principios y al artículo 37, en el que
se prohíben toda forma de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (véase
también la Observación general Nº 8 (2006) del Comité -El derecho del niño a la
protección contra los castigos corporales y otras formas de castigo crueles o degra-
dantes). Cuando un menor cometa un delito grave, se podrá considerar la aplica-
ción de medidas proporcionales a las circunstancias del delincuente y a la gravedad
del hecho, y se tomarán en consideración las necesidades del orden público y las
sanciones. En el caso de los menores, siempre prevalecerá sobre estas considera-
ciones la necesidad de salvaguardar el bienestar y el interés superior del niño y de
fomentar su reintegración social.
74. Tras estas observaciones generales, el Comité desea señalar a la atención las
medidas prohibidas en virtud del apartado a) del artículo 37 de la Convención, y la
privación de libertad.
lito, lo que significa que no se impondrá la pena capital por delitos cometidos por
menores de 18 años, independientemente de cuál sea su edad cuando se celebre el
juicio, se dicte sentencia o se ejecute la pena.
Principios básicos
79. Los principios fundamentales relativos a la privación de libertad son los siguientes: a)
la detención, el encarcelamiento o la prisión de un niño se llevará a cabo de conformidad
con la ley y se utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el período más
Estándares de Derechos Humanos / 153
breve que proceda; y b) ningún niño será privado de su libertad ilegal o arbitrariamente.
80. El Comité observa con preocupación que, en muchos países, hay menores que
languidecen durante meses o incluso años en prisión preventiva, lo que constituye
una grave vulneración del apartado b) del artículo 37 de la Convención. Los Estados
Partes deben contemplar un conjunto de alternativas eficaces (véase capítulo IV,
sec. B supra) para dar cumplimiento a la obligación que les incumbe en virtud de
esa disposición de utilizar la privación de libertad tan sólo como medida de último
recurso. La adopción de las mencionadas alternativas deberá estructurarse cuida-
dosamente para reducir también el recurso a la prisión preventiva, y no “ampliar
la red” de menores condenados. Además, los Estados Partes deberán adoptar las
medidas legislativas y de otro tipo que sean necesarias para limitar la utilización de
la prisión preventiva. El hecho de utilizar esta medida como castigo atenta contra la
presunción de inocencia. La legislación debe establecer claramente las condiciones
requeridas para determinar si el menor debe ingresar o permanecer en prisión pre-
ventiva, especialmente con el fin de garantizar su comparecencia ante el tribunal,
y si el menor constituye un peligro inmediato para sí mismo o para los demás. La
duración de la prisión preventiva debe estar limitada por ley y ser objeto de examen
periódico.
81. El Comité recomienda que los Estados Partes velen por que se ponga en liber-
tad, lo antes posible, a los menores que se encuentren en prisión preventiva, a
reserva de ciertas condiciones si fuera necesario. Toda decisión relativa a la prisión
preventiva, en particular sobre su duración, incumbe a una autoridad u órgano
judicial competente, independiente e imparcial, y el niño deberá contar con asis-
tencia jurídica u otra asistencia adecuada.
82. Todo niño privado de su libertad tendrá derecho a un pronto acceso a la asisten-
cia jurídica y otra asistencia adecuada, así como derecho a impugnar la legalidad de
la privación de su libertad ante un tribunal u otra autoridad competente, indepen-
diente e imparcial y a una pronta decisión sobre dicha acción.
83. Todo menor detenido y privado de libertad deberá ser puesto a disposición de
una autoridad competente en un plazo de 24 horas para que se examine la lega-
lidad de su privación de libertad o de la continuación de ésta. El Comité también
recomienda que los Estados Partes adopten disposiciones jurídicas estrictas para
garantizar que sea objeto de examen periódico la legalidad de la prisión preventi-
va, preferentemente cada dos semanas. Si no es posible la libertad provisional del
menor, por ejemplo mediante la aplicación de medidas alternativas, deberá presen-
tarse una imputación formal de los presuntos delitos y poner al menor a disposición
de un tribunal u otra autoridad u órgano judicial competente, independiente e im-
parcial en el plazo de 30 días a partir del ingreso del menor en prisión preventiva.
El Comité, teniendo en cuenta la práctica de aplazar la vista de las causas ante los
tribunales, a menudo en más de una ocasión, insta a los Estado Partes a que adopten
las disposiciones jurídicas necesarias para que el tribunal o juez de menores, u otro
órgano competente, tome una decisión definitiva en relación con los cargos en un
plazo de seis meses a partir de su presentación.
154 / Estándares de Derechos Humanos
85. Todo niño privado de libertad estará separado de los adultos. No se privará a un
menor de libertad en una prisión u otro centro de adultos. Hay muchas pruebas de
que el internamiento de niños en prisiones u otros centro de detención de adultos
pone en peligro tanto su seguridad básica y bienestar como su capacidad futura de
no reincidencia y de reintegración social. La excepción contemplada en el párra-
fo c) del artículo 37 de la Convención, en el sentido de que la separación deberá
efectuarse “a menos que ello se considere contrario al interés superior del niño”,
debe interpretarse de manera restrictiva; la alusión al interés superior del niño no se
refiere a lo que sea conveniente para los Estados Partes. Éstos deberán crear centros
separados para los menores privados de libertad, dotados de personal especializado
y en los que se apliquen políticas y prácticas especiales en favor de los menores.
86. Esta norma no significa que un niño internado en un centro para menores deba
ser trasladado a una institución para adultos inmediatamente después de cumplir
los 18 años. Debería poder permanecer en el centro de menores si ello coincide
con el interés superior del niño y no atenta contra el interés superior de los niños
de menor edad internados en el centro.
87. Todo niño privado de libertad tiene derecho a mantener contacto con su familia
por medio de correspondencia y visitas. Para facilitar las visitas, se internará al niño
en un centro situado lo más cerca posible del lugar de residencia de su familia. Las
circunstancias excepcionales en que pueda limitarse ese contacto deberán estar
claramente establecidas en la ley y no quedar a la discreción de las autoridades
competentes.
88. El Comité señala a la atención de los Estados Partes las Reglas de las Naciones
Unidas para la protección de los menores privados de libertad, aprobadas por la
Asamblea General en su resolución 45/113, de 14 de diciembre de 1990. El Comité
insta a los Estados Partes a aplicar plenamente esas reglas, teniendo en cuenta al
mismo tiempo, cuando proceda, las Reglas mínimas para el tratamiento de los re-
clusos (véase también la regla 9 de las Reglas de Beijing). A este respecto, el Comité
recomienda que los Estados Partes incorporen esas reglas en sus leyes y reglamentos
nacionales y las difundan en los idiomas nacionales o regionales correspondientes,
entre todos los profesionales, ONG y voluntarios que participen en la administración
de la justicia de menores.
89. El Comité quiere destacar que, en todos los casos de privación de libertad, son
aplicables, entre otros, los siguientes principios y normas:
Estándares de Derechos Humanos / 155
- Todo niño tendrá derecho a dirigir, sin censura en cuanto al fondo, pe-
ticiones o quejas a la administración central, a la autoridad judicial o a
cualquier otra autoridad competente e independiente, y a ser informado
sin demora de la respuesta; los niños deben tener conocimiento de estos
mecanismos y poder acceder a ellos fácilmente.
91. En la presente observación general se han expuesto las características que deberían
reunir las disposiciones básicas de esas leyes y procedimientos. Queda a la discreción
de los Estados Partes las demás disposiciones, lo cual también se aplica a la forma de
esas leyes y procedimientos. Podrán establecerse en capítulos especiales de los instru-
mentos generales del derecho penal y procesal, o reunirse en una ley independiente
sobre la justicia de menores.
93. El Comité recomienda que los Estados Partes establezcan tribunales de menores
como entidades separadas o como parte de los tribunales regionales o de distrito exis-
tentes. Cuando no pueda hacerse de manera inmediata por motivos prácticos, los Es-
tados Partes velarán por que se nombre a jueces o magistrados especializados de
menores.
95. De muchos informes de los Estados Partes se desprende claramente que las
ONG pueden desempeñar, y de hecho desempeñan, un importante papel no sólo
de prevención de la delincuencia juvenil, sino también en la administración de la
justicia de menores. Por consiguiente, el Comité recomienda que los Estados Partes
traten de que esas organizaciones participen activamente en la elaboración y apli-
cación de sus políticas generales de justicia de menores y les faciliten los recursos
necesarios para ello.
Estándares de Derechos Humanos / 157
96. Los medios de comunicación suelen transmitir una imagen negativa de los niños
que delinquen, lo cual contribuye a que se forme un estereotipo discriminatorio y
negativo de ellos, y a menudo de los niños en general. Esta representación negativa
o criminalización de los menores delincuentes suele basarse en una distorsión y/o
deficiente comprensión de las causas de la delincuencia juvenil, con las consiguien-
tes peticiones periódicas de medidas más estrictas (por ejemplo, tolerancia cero,
cadena perpetua al tercer delito de tipo violento, sentencias obligatorias, juicios en
tribunales para adultos y otras medidas esencialmente punitivas). Para crear un am-
biente más propicio a una mejor comprensión de las causas básicas de la delincuen-
cia juvenil y a un planteamiento de este problema social basado en los derechos,
los Estados Partes deben llevar a cabo, promover y/o apoyar campañas educativas y
de otro tipo para que se tomen conciencia de la necesidad y la obligación de tratar
al menor del que se alegue que ha cometido un delito con arreglo al espíritu y la
letra de la Convención. En este sentido, los Estados Partes deben recabar la colabo-
ración activa y positiva de los parlamentarios, las ONG y los medios de comunica-
ción y respaldar sus esfuerzos encaminados a lograr una mejor comprensión de la
necesidad de dispensar un trato a los niños que tienen o han tenido conflictos con
la justicia basado en los derechos. Es fundamental que los niños, sobre todo los que
ya han pasado por el sistema de la justicia de menores, participen en esta labor de
concienciación.
99. El Comité recomienda que los Estados Partes evalúen periódicamente, preferen-
temente por medio de instituciones académicas independientes, el funcionamiento
práctico de su justicia de menores, en particular la eficacia de las medidas adop-
tadas, incluidas las relativas a la discriminación, la reintegración social y la reinci-
dencia. La investigación de cuestiones como las disparidades en la administración
de la justicia de menores que comporten discriminación, y las novedades en ese
ámbito, por ejemplo programas efectivos de remisión de casos o nuevas actividades
de delincuencia juvenil, indicará en qué aspectos clave se han logrado resultados
positivos y en cuáles la situación es preocupante. Es importante que los menores
participen en esa labor de evaluación e investigación, en particular los que han
estado en contacto con partes del sistema de justicia de menores. Debe respetarse
y protegerse plenamente la intimidad de esos menores y la confidencialidad de su
cooperación. A ese respecto el Comité señala a la atención de los Estados Partes
las actuales directrices internacionales sobre la participación de niños en la inves-
tigación.
Estándares de Derechos Humanos / 159
Perú Art. 209-211 del Código de los Niño y No prevé plazo. La dura-
Adolescente, Ley 27.337 ción del proceso no puede
exceder de 34 días
16 a 18 años 10 años
Entre los primeros se puede señalar a la Comisión de Derechos Humanos (hoy Con-
sejo de Derechos Humanos), que bajo la denominación “Procedimientos Especiales”
ha creado los mecanismos extraconvencionales como los Grupos de Trabajo temáticos
o por país, formados por expertos independientes.
Entre los segundos, se puede mencionar al Comité de los Derechos del Niño, al
Comité contra la Tortura o al Comité de Derechos Humanos, que cuentan entre los
mecanismos previstos para cumplir su mandato, con el sistema de informes.
Entre los mecanismos que posee la Comisión para desarrollar su trabajo existe el
sistema de peticiones individuales alegando violaciones de los derechos humanos,
mientras que la Corte ejerce su jurisdicción respecto de un reclamo que ya tramitó por
el sistema de peticiones.
En el presente anexo, se consideró que era de utilidad poder recopilar las recomen-
daciones más recientes realizadas por estos órganos al Estado argentino con el objeto
de propiciar la adecuación al Derecho Internacional de los Derechos Humanos de la
normativa interna y, también, de las prácticas vinculadas a la justicia penal juvenil.
http://www.ohchr.org/spanish/bodies/chr/special/index.htm
Pinto Mónica, Temas de derechos humanos, pág. 125, Editores del Puerto, 1997, Buenos Aires, Argentina.
Estándares de Derechos Humanos / 163
la duración del período previsto por la ley, y garanticen que los niños
siempre estén separados de los adultos;
“g) Garantice, como fue asegurado por la delegación del Estado Parte para
el caso de la provincia de Buenos Aires, lo siguiente: la prohibición in-
mediata de retención de menores en dependencias policiales; el traslado
a centros especiales de los menores que actualmente se encuentran en
dependencias policiales; y la prohibición del personal policial de realizar
detenciones de menores por “motivos asistenciales” en todo el territorio
nacional;”
ámbito juvenil, a continuación se transcriben las mismas por entender que, como el
nombre lo indica, el sistema de justicia penal juvenil es una parte del sistema de justi-
cia penal argentino y por lo tanto, no está exento de las críticas generales.
Una vez escuchadas las partes, la CIDH exhortó al Estado a tomar medidas por la
situación de adolescentes alojados en comisarías y solicitó información sobre las medi-
das preventivas que se estaban adoptando para prevenir situaciones como las ocurridas
en Salta o Mendoza.
La CIDH cerró la audiencia señalando la importancia que para ella revestía el tema
y solicitando al Gobierno la mantuviera informada sobre el avance en las políticas
adoptadas para revertir el estado actual de la cuestión. También prometió dar segui-
miento y realizar visitas para monitorear los avances realizados en la materia.
El Estado debe garantizar que no se repitan hechos como los del pre-
sente caso, adoptando las medidas legislativas y de cualquier otra ín-
dole que sean necesarias para adecuar el ordenamiento jurídico inter-
no a las normas internacionales de derechos humanos, y darles plena
efectividad, de acuerdo con el artículo 2 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en los términos de los párrafos 122 a 144 de
la presente Sentencia.”
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Bulacio c/Argentina, parte XV, Puntos resolutivos, parrafo
162 en adelante.