La Esencia Del Yoga - Jose Manuel Martinez Sanchez
La Esencia Del Yoga - Jose Manuel Martinez Sanchez
La Esencia Del Yoga - Jose Manuel Martinez Sanchez
En el Libro I (Samâdhi Pâda) se lee que “yoga es el estado en que cesa la identificación
con la actividad mental” (I.2). Esta consideración primera es de vital importancia e
incluso puede entenderse como una excelente síntesis de lo que significa el yoga.
Sencillamente, yoga es el cese de la mente. A primera vista esta observación puede
parecernos ilógica, incluso absurda, ya que la mente está en continuo movimiento y su
cese se nos vislumbra como imposible, al menos que uno esté muerto.
Para llegar a experimentar la realidad tal cual, la meditación reconoce que los objetos
mentales dificultan el proceso y, para ello, se trabaja en ejercicios que fomentan la
calma mental, la atención verdadera en uno mismo, sin distracciones. A continuación,
leemos: “entonces, en el estado de yoga, se produce el establecimiento de ‘lo-que-
observa’ en su propia naturaleza” (I.3). Lo que observa (drastu), como espectador,
como sí mismo esencial (purusa), es la condición o naturaleza propia (svarupe). En otra
versión del texto leemos este aforismo de forma mucho más simplificada: “Entonces el
testigo se asienta en sí mismo” 2. Asentarse en sí mismo abarca una capacidad de
interiorización extraordinaria, aunque no es más que estar presente, consciente de sí
mismo, sabemos que lograrlo requiere entrenamiento para efectuar tal acto de una forma
sencilla y natural, sin resistencia alguna. Cualquier otro estado comprende lo que se
llama “las modificaciones de la mente”, “actividades mentales”, “cambios” (vrttayah),
1
Patañjali. Yoga Sûtras. Aforismos sobre Yoga de Patâñjali. Consultado el 10 de Mayo de 2009 en
Yogadarshana. Yoga y Meditación: http://www.abserver.es/yogadarshana/indiceYS.htm
2
Osho. (2007). El sendero del yoga. La ciencia del espíritu. Barcelona: Planeta DeAgostini.
2
ordinarios, que se alejan del estado de yoga. Éstos son cinco: “los medios para conocer
con certeza, el conocimiento erróneo, la construcción mental, el sueño profundo sin
ensueños y la retentiva” (I.6). Nos interesa investigar en el primer punto, esto es, “los
medios para conocer con certeza” (pramana), que son tres: “percepción directa,
inferencia lógica y referencia a autoridades dignas de confianza” (I.7).
El conocimiento correcto
La práctica (abhyasa), sin lugar a dudas, es un punto fundamental. El éxito del yoga
consiste, sobre todo, en su capacidad para concretar lo abstracto, esto es, en poder
ofrecernos un método práctico con el cual llevar a cabo la realización espiritual. La
filosofía del yoga es, por tanto, empírica, se habla de lo que se sabe, de lo que se ha
experimentado en primera persona y se han conocido sus resultados. No es apropiado
aceptar ciertas doctrinas del yoga porque sí, sino más bien comprender que tales
doctrinas son la causa y el efecto de la experiencia, por lo que viene a ser una doctrina
natural fruto de la observación interior.
He ahí que la práctica nos abra las puertas del autoconocimiento. Cuanto más
practicamos, más sentido tiene lo que hacemos, mejor entendemos lo que exteriormente
se nos dice qué es el yoga o la espiritualidad. No hay nada mejor que ser nosotros
mismos el objeto que servirá de experimentación para el entendimiento y vivencia del
yoga.
3
Sivananda, S. (2009). La felicidad está en el interior. Yoga Letter (4).
3
Paz mental y no ilusión nos abren las puertas a la práctica del desapego. Ambos concep-
tos viven interrelacionados, retroalimentados, en definitiva, son sinónimos. El desapego,
nos dice Patañjali, equivale a entendimiento, a “la conciencia de dominio” 4 (samjña) so-
bre uno mismo.
La práctica del yoga, y en consecuencia, la del desapego, se establece mediante tres pre-
misas: largo tiempo de práctica, en la forma correcta y con regular frecuencia. Este
compromiso de ejercicio nos conduce a un estado de gradual desapego “a raíz de la vi-
sión del si-mismo-esencial5” (I.16).
Sin duda, en todo camino hay obstáculos que vencer, piedras con las podemos tropezar
y que, de alguna manera, es bueno que así sea, ya que el error asimilado avanza un paso
exponencial hacia el conocimiento de lo verdadero.
Patañjali observa los siguientes obstáculos: “Enfermedad, apatía, indecisión, falta de
entusiasmo, pereza, deseo obsesivo, confusión, incapacidad para alcanzar un cierto
nivel de evolución e incapacidad para mantenerlo.” (I.30).
4
puede influir y, por tanto, se disipa. Sin conflicto alguno. Sin censura. Dijo
Krishnamurti: “El conflicto aparece tan sólo cuando me veo ‘a mí mismo’ enfrentado
con una acción frustrada8”. Se trata pues, de comprender la naturaleza del ‘yo’ para
advertir la realidad tal cual, sin interferencias, en un estado de liberación: que no es sino
otro sinónimo más de alegría, dicha o felicidad.
1.- “Proyectando amistad, compasión, alegría y ecuanimidad hacia todas las cosas y
situaciones”.
2.- “Mediante la retención y expulsión del aliento”.
3.- Mediante una “percepción excepcional del objeto”.
4.- “Con cualquier percepción excepcional luminosa y sin dolor”.
5.- La mente que usa como objeto de concentración “un ser que ha logrado la liberación
del deseo10”.
6.- Mediante el “conocimiento intuitivo” que procede del sueño profundo.
7.- En general, meditando con lo que le es agradable a la mente.
5
sonido, una imagen mental, etc. En definitiva, aquello que agrade al yogui y le permita
avanzar y profundizar en su experiencia meditativa. Si antes vimos que el om era un
objeto primordial de meditación, atisbamos, sin embargo, esa apertura a la libre elección
en el último punto que nos especifica Patañjali. Uno puede conectar con la fuente del si-
mismo, de este modo, a partir de su propia observación de aquello que le resulta
agradable. Queda, por tanto, esa invitación a la espontánea búsqueda interior del
practicante de yoga en su individual búsqueda de purusa o del ser ‘supramental’12.
Los resultados, como cabe esperar, son de un valor inmenso. Se llega al cese completo
de identificación con los contenidos mentales (sarva-nirodhat), y por tanto, al samadhih
o interiorización completa. No hay semilla, no hay origen (nirbijah). Se llega al
conocimiento intuitivo (prajña), a la interiorización completa sin reflexión (nirvitarka
samapatti), donde el conocer, el proceso de conocer y lo conocido se funden en una sola
cosa, se disuelve la separación, estableciéndose en una naturaleza no manifestada, no
provista de contenido alguno. La memoria y memoria profunda (subconsciente) quedan
purificadas, limpias. (smrti-parisuddhau).
***
12
Empleando la terminología de S. Aurobindo, con ‘supramental’ nos referimos a la mente cósmica,
divina o total.
13
Recordemos el mito de la caverna de Platón (República, VII).