VS126 A Crespo La Mirada Del Otro

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Los otros animales: vida o mercanca

La mirada del otro: lo que nos dicen


los animales
Antonio Crespo Massieu
Las diversas formas de explotacin y destruccin de la vida animal (y no slo
animal) en las sociedades industrializadas del capitalismo tardo ponen de
manifiesto los fundamentos mismos de un sistema para el que todo lo vivo es
reducible a mercanca. La destruccin medioambiental, la hecatombe de la
biodiversidad, la experimentacin con animales, el horror de la actual ganadera industrialcualquier mirada que dirijamos al lugar que se reserva a los
otros animales en nuestras sociedades nos lleva a una conclusin: su consideracin como objeto, mercanca, til tan slo en la medida en que proporciona
beneficio. Y, sin embargo, esta realidad est llamativamente ausente. Tanto de
la reflexin terica y poltica como de la percepcin cotidiana de la mayora
de la gente. As, en el pensamiento filosfico espaol la reflexin sobre los
animales no humanos ha sido marginal frente a la relevancia del mismo en el
mbito anglosajn/1. Podra pensarse que los planteamientos que abogan por
los derechos de los animales o que propugnan, con mayor o menor radicalidad, el bienestar animal ocuparan el lugar central que les corresponde dentro
del movimiento ecologista; sin embargo no siempre es as y uno tiene la
impresin de que, en muchas ocasiones, se olvidan al enumerar los retos y
tareas urgentes del movimiento. Si esto ocurre en el ecologismo, al menos para
mi mirada sin duda suspicaz, en lo que respecta a los partidos de izquierda,
incluida la ms alternativa, la ausencia es clamorosa. Se dira un asunto tericamente enojoso para el pensamiento marxista y de difcil encaje en la lucha
poltica/2. Se tiene la impresin de que las tesis animalistas son, en el mejor de
los casos, un alib simptico y pintoresco que puede, a ltima hora, ser incluido
en un programa electoral o al que dedicar una pequea nota a pie de pgina en
un texto que hable de cosas realmente importantes. Y aqu, creo, est una de las
claves: es este un problema que no pertenece a la realidad/3. El sufrimiento animal no existe, forma parte de la materia oscura sobre la que se sustentan los
1/ Las excepciones van desde los trabajos pioneros de Ferrater Mora a los ya clsicos de Jess Mostern (1998)
o Jorge Riechmann (Mostern y Riechmann, 1995). Por fortuna las aportaciones recientes son numerosas.
2/ La ausencia en las ltimas elecciones generales de esta cuestin en el programa de Izquierda Unida o de
otras candidaturas de izquierda es significativa.
3/ Jorge Riechmann seala la contradiccin: sociedades en que las que ha desparecido casi nuestra relacin
con el animal y en las que su exterminio y consumo adquiere proporciones desmesuradas (Riechmann,
2003, p. 228).

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fenmenos ms sangrantes e inadmisibles de la explotacin capitalista (y en


general de cualquier sociedad productivista que, hasta el momento, han sido
todas las existentes; y por supuesto las llamadas de socialismo real).
Pienso que a la reflexin sobre los animales no humanos se aplica la misma
mirada que tena que soportar no hace mucho tiempo el movimiento ecologista y la que, al menos durante casi un siglo, soport el movimiento feminista:
algo residual con respecto al ncleo duro del pensamiento revolucionario y
que un marxismo de manual consideraba ajeno a la lucha de clases. Que las
primeras reflexiones sobre los derechos humanos, los de la mujer y los de los
animales hayan surgido simultneamente no parece casual. Recordemos: en
1791 Thomas Paine publica su Rights of Man, al ao siguiente Mary Wollstonecraft su Vindication of the Rights of Women y el mismo ao, y tambin en
Londres, la que sera la primera obra que aborda los derechos de los animales:
Vindication of the Rights of Brutes. Obra annima atribuida a Thomas Taylor
y escrita en clave pardica, pues si alguien se atreva a reivindicar algo tan
absurdo como los derechos de las mujeres por qu no hacer lo mismo con los
animales? Habr que esperar a que Henry S. Salt publique en 1892 su Animals Right que, si bien con antecedentes tan ilustres como Betham o Darwin,
ser el primer libro sistemtico sobre la cuestin (Salt, 1994)/4. Hoy en da
tanto el feminismo como el ecologismo ocupan un lugar central en cualquier
visin transformadora de la sociedad; que no suceda lo mismo con los planteamientos que reivindican los derechos de los animales es el primer motivo de
estupor. A intentar entenderlo responden estas reflexiones.

El animal nos mira y estamos desnudos ante l


(Jacques Derrida)
Y empecemos con lo ms difcil que, como suele suceder, es lo ms evidente.
Una mirada. Frente a frente con el animal. Y una escucha: lo que, desde su
silencio, nos dicen los animales. La responsabilidad que nace de este encuentro. Solo despus de este ejercicio de modestia ser posible buscar respuestas.
Encuentro con el otro que funda la subjetividad y, a la vez, nos liga en una
responsabilidad de la que no hay escapatoria, de la que yo no podra librarme. Y esa deuda impagable se expresa en la mirada: Lo que se expresa en la
desnudez- el rostro- es alguien hasta el punto de apelar a mi, de colocarse
bajo mi responsabilidad; desde ese momento, yo tengo que responder por l
(Lvinas, 1994, pp. 31 y 23) Si esto es as en nuestra relacin interpersonal

4/ Traduccin en castellano con una excelente introduccin de Jess Mostern. El libro est escrito en la
excelente prosa de ese linaje de reformadores sociales entre los que, junto a Salt, se encuentran Bernard
Shaw, Chesterton o, en Estados Unidos, Thoureau. El libro ejerci una influencia decisiva en Gandhi y hoy
en da su lectura es de una lacerante actualidad.

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sucede tambin, de una manera ms radical, en nuestro mirar a los animales


no humanos. Pues el extraamiento (la salida de uno mismo) y la conmocin
de sentir la llamada del otro es an mayor. Estamos ante un enigma, desnudos
de lenguaje y de certezas. El dilogo que nace de este encuentro carece de
palabras (Crespo Massieu, 2004). Vemos, tal vez, una forma de estar en el
mundo que pudo ser la nuestra (un puro estar sin conciencia, sin historia, sin
tiempo) y que puede ser aoranza y tensin de futuro. Y lo que se siente entonces es una distancia que se dira insalvable y a la vez la posibilidad (y la necesidad) de salvarla. Lo que Rilke nos dej en la VIII de sus Elegas de Duino:
la mirada del animal como lo Abierto, ausente de historia, ajeno a la distincin
vida-muerte; el mundo de las meras relaciones, un vivir en el mundo frente al
humano vivir frente al mundo/5. Lo que Heidegger considera una pobreza de
mundo en la lectura que hace de Rilke y a la que caracteriza como una monstruosa antropomorfizacin del animal y una correspondiente animalizacin
del hombre (Agamben, 2005, p.76)/6.
Hablar de el hiato que separa-en el hombre- al hombre y al animal
(Agamben, 2005, p.114) no supone recurrir a la tesis tradicional de la barrera
entre especies, ese abismo ontolgico que ha sustentado durante siglos la reflexin filosfica occidental. Si hoy en da se abre paso la idea de un continuo evolutivo en la que no sera posible hablar de un corte radical entre el mundo animal y el humano (Riechmman, 2003), si hablamos de la necesidad de extender
la comunidad moral incluyendo en ella a los animales, es porque creemos que
este hiato puede y debe ser salvado a la vez que permanece como herida (la huella o cicatriz que nos deja este esfuerzo). Pues se trata de aventurarse en este
vaco (Agamben, 2005, p.114), llegar al animal y aceptar su misterio (lo que
nunca nos dir) a la vez que un gesto mnimo (una caricia en el lomo, un rabo
tieso) es capaz de salvar esta distancia. Acontecimientos de lo cotidiano (grandes o pequeos) por los que somos apelados. Lo que Martin Buber formul
as:
Un mundo concreto, nuevamente creado, del que respondemos nos es puesto en los
brazos. Un perro te ha visto y t respondes a su mirada, un nio te ha agarrado la mano
y t respondes a su contacto, una multitud de hombres se mueve en torno a ti y tu respondes a su necesidad (Buber, 1997, p. 37).

Un mundo concreto, un dilogo real y una responsabilidad.

5/ Mejor que este apresurado resumen ser la lectura de esta elega y si es posible en la excelente traduccin y notas de Eustaquio Barjau que cito en la bibliografa.
6/ Desde nuestra perspectiva actual el reproche que se puede hacer a Heidegger es el inverso: un exceso de
antropocentrismo. No obstante su planteamiento est lleno de matices; afirma que la vida de los animales
no est en un nivel inferior de la humana y que en ellos la vida es antes bien un mbito que tiene una riqueza de apertura como quiz no conoce el mundo humano (Agamben, 2005, p.79).

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La materia oscura: un espacio para el olvido


Cul es nuestra respuesta? Cul nuestro hacer- o no hacer- frente al dolor y
el sufrimiento de los animales no humanos? Lo vemos acaso? Existen para
nosotros o han entrado ya en el inexistente reino de la mercanca? Han entrado ya en la fantasmagora propia del capital: la conversin de vida (y muerte)
en algo irreal? Han sido convertidos en producto, hermtica bolsa de plstico, cajita con cdigo de barras? Han sido ya procesados? Pues todo ello
sucede dentro de una realidad paralela, siempre invisible y se dira que, a efectos prcticos, inexistente.
El sufrimiento de los animales, en la dimensin gigantesca y pavorosa que
ha adquirido con la ganadera industrial, forma parte de lo que podemos llamar la materia oscura de las actuales sociedades industrializadas. En astrofsica se denomina materia oscura a la materia de composicin desconocida
que no emite o refleja suficiente radiacin para ser observada directamente
materia que constituye el 25% del universo frente al 5% ocupado por la materia comn. Al igual que esta materia oscura parece formar el andamiaje oculto que apuntala los lugares de construccin de estrellas y galaxias/7; as los
procesos invisibles de explotacin son cada vez ms el andamiaje que apuntala los mecanismos esenciales de nuestras sociedades capitalistas. La opacidad absoluta de los mecanismos financieros, el bienestar sustentado sobre la
explotacin de los pases del sur, los procesos de expoliacin de la naturaleza,
el sufrimiento infantil, la emigracin se nos aparecen, cada vez ms, como
materia oscura: con la asombrosa pero invisible densidad de un agujero negro.
Tal vez siempre haya sido as, y de ah la dificultad de desvelar los procesos de
la explotacin capitalista, de hacer real lo que el capital convierte en fantasmagora; lo que se expone en ese minucioso desmontaje de los mecanismos internos de la explotacin que es El Capital, esa bsqueda de la verdad llevada a sus
ltimas consecuencias (de ah la sugerencia de leerlo como una novela policaca). Por eso es necesario desenmascarar las nuevas formas de invisibilidad, nuevos espacios de lo no existente, la topografa del ocultamiento: por ejemplo
los CIE, lugar donde los sin papeles desaparecen tras los muros que definitivamente los convierten en inexistentes/8. El sufrimiento de los animales pertenece tambin a esta categora. As lo expresa Jacques Derrida:
Nadie puede negar en serio, o durante mucho tiempo, que los hombres hacemos lo que
podemos con el fin de disimular esta crueldad o de ocultarla ante nosotros mismos, con
el fin de organizar el olvido de esta violencia a escala global (Safran Foer, 2011, p.
138).

7/ Las citas pertenecen al prlogo del poemario de Laura Giordani Materia oscura que utiliza esta poderosa imagen para referirse al sufrimiento y explotacin de la infancia.
8/ La pelcula The Visitor- E l visitante- de Thomas McCarthy (USA, 2008) desvela esta realidad.

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Las formas y los espacios de organizar el olvido de la violencia son ahora


un Centro de Internamiento de Extranjeros, una granja industrial o un matadero como antes lo fueron el manicomio o la reclusin de los diferentes/9. Esta
densa y mayoritaria materia oscura parece ser el indispensable andamiaje de
la explotacin capitalista.

Ensamblar un coche es como trocear una vaca,


pero al revs
Pero exactamente de qu estamos hablando? Cuando nos referimos al sufrimiento animal cul es hoy en da la causa principal del mismo? Hablamos, en
primer lugar, de la llamada ganadera industrial eufemismo bajo el que se
esconde una realidad que apenas nada tiene que ver con las formas tradicionales de la ganadera extensiva; hablamos de lo que sucede en las granjas industriales expresin que oculta inmensas naves donde se producen y almacenan animales que luego sern procesados y convertidos en la carne que, en
su casi totalidad, llega al mercado. En la ganadera industrial e intensiva los
animales, alojados por decenas o cientos de miles, son criados genticamente
/10 (producidos), estn dramticamente restringidos en su movilidad (son
almacenados) y son alimentados con dietas antinaturales (hormonas, piensos
transgnicos; en algunos casos, estos piensos han incluido carne que, consumida por animales herbvoros, ha dado lugar a graves problemas de salud),
que incluyen frmacos (antibiticos, antimicrobianos) que se les suministran preventivamente (dando por descontado que enfermarn). Es en estas
granjas industriales donde se produce el 99% de los animales terrestres que se
comen o usan para producir leche y huevos en Estados Unidos (Safran Foer,
2011, p. 47); este dato significa que la ganadera extensiva de tipo tradicional,
respetuosa con el medio ambiente (la ganadera industrial contribuye al calentamiento global un 40% ms que todo el sector del transporte, siendo el principal responsable del cambio climtico/11), con una relacin totalmente distinta con los animales es no ya residual sino casi inexistente. Hoy en da

9/ La otra cara de la invisibilidad del sufrimiento de los animales es la exhibicin del mismo en rituales que
amparan su crueldad bajo la coartada de la tradicin e incluso la cultura. Ocultacin y exhibicionismo, opacidad absoluta de lo relevante y total transparencia de lo intrascendente (o, en el caso de los animales, trivializacin del sufrimiento y la muerte), invisibilidad de lo pblico y exhibicin del mbito privado parecen
caracterizar a la actual sociedad del espectculo. Para entender los espacios de invisibilidad de lo diferente
es aconsejable la relectura de Foucault, v. bibliografa.
10/ Mr. MacDonald es el nombre de una raza de pollos que fue diseada para satisfacer las necesidades de
las empresas de comida rpida; en 1946 la industria avcola y el Departamento de Agricultura de EE UU
lanz el concurso Pollo del Maana para crear un ave que pudiera producir ms carne de pechuga con
menos comida; actualmente dos empresas poseen las tres cuartas partes de la estructura gentica de todos
los pollos y gallinas del planeta; estas aves modificadas genticamente son incapaces de vivir en libertad.
(Safran Foer, 2011, pp. 125, 137, 358).
11/ Datos en Safran Foer, 2011 y Vivas, 2012.

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el animal no es
animal, es cosa,
los seres humanos
son considerados
como animales, por
tanto son mercanca.
Este vaco de
sentido configura un
espacio opaco,
invisible, donde el
horror se
manifiesta

comer carne es hablar de las granjas industriales.


Ms que un conjunto de prcticas la granja
industrial es un concepto basado en reducir los
costes de produccin casi al mnimo e ignorar
sistemticamente, o externalizar, costes como
la degradacin ambiental, las enfermedades
humanas y el sufrimiento animal (Safran Foer,
2011, p. 47).
La realidad invisible (en sentido estricto,
pues la industria crnica impide el acceso a estos
complejos) de estas fbricas de produccin de
carne (o de seres vivos que ms tarde sern procesados y consumidos) es hoy en da la mayor
causa de sufrimiento animal y contribuye de una
manera decisiva al calentamiento global, la contaminacin medioambiental, la
desforestacin, el monocultivo y es una de las grandes amenazas que pesan
sobre la salud de los seres humanos/12.
El origen de este proceso es revelador. A finales de la dcada de 1820 se
construyen en Cincinnati y Chicago los primeros mataderos industriales. Henry
Ford se inspir en el modelo de estas cadenas de trabajadores, se dio cuenta de
que ensamblar un coche es como trocear una vaca, pero al revs (Safran Foer,
2011, p.133). La eficacia de los mataderos mejor con las innovaciones en el
transporte ferroviario y la invencin en 1879 del vagn refrigerado. En 1908 se
introducen las cintas transbordadoras en los mataderos, los supervisores sustituyen a los obreros y la velocidad de las cadenas ir aumentando.
En 1923 se pone en marcha la primera granja industrial, en Delaware; a
principios de la dcada de 1930 grandes arquitectos mejoran las emergentes
granjas industriales, se llevan a cabo importantes innovaciones alrededor de la
Segunda Guerra Mundial. A partir de los aos 40 hay ya un crecimiento exponencial del sector; en la actualidad, en EE UU, las granjas industriales producen el 99,9% de los pollos, 97% de las gallinas, 99% de pavos, 95% de cerdos
y el 78% del ganado (Safran Foer, 2011, p. 22)/13.
La cronologa es reveladora y el cambio producido es de una intensidad
difcilmente imaginable. Nos dibuja la lnea exacta del Progreso: lo que el
capitalismo har realidad con el fordismo. La muerte (y la no vida) como un
proceso en cadena. En una reciente vieta del El Roto una vaca subiendo por
la rampa de un camin de transporte afirma: Progreso es llegar al matadero
12/ No puedo abordar el dramtico impacto de la pesca industrial en los ecosistemas de los ocanos y en el
calenta miento global. Una aproximacin en Safran Foer, 2011.
13/ Sobre la ganadera industrial es muy recomendable el documental Love meatender, Manu Coeman, Blgica, 2011, AT Production, RTBF. Emitido en Documentales TV de la 2 el 29/05/12 con el ttulo mame
enCARNEcidamente.

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en camin en vez de andando (El Pas, 23/06/12). Lo que la generalizacin


de la ganadera industrial hace realidad a partir de los aos 30 si bien ser
el tren el medio de transporte que est en el origen del proceso.

Un tren en marcha (hacia el abismo) sin frenos de


emergencia
La relacin del tren con el desarrollo y expansin del capitalismo y con la destruccin de formas tradicionales de vida es reveladora. La asociacin del tren y el
transporte de animales y humanos hacia la muerte tambin. Adis Cordera de Clarn (1893) lo ejemplifica con una intensidad y belleza conmovedoras. La infancia
compartida de Rosa y Pinn con la vaca Cordera, la venta del animal, su partida al
matadero. Cuando ven el tren en el que en un furgn cerrado, en unas estrechas
ventanas altas o respiraderos, vislumbraron los hermanos gemelos cabezas de
vacas que, pasmadas, miraban por aquellos tragaluces y gritan su despedida,
Pinn hace estallar la feroz crtica social que late en el cuento de Clarn: La lleva
al mataderoCarne de vaca para comer los seores, los curaslos indianos.
Esto bastara para hacer del relato una de las ms demoledoras denuncias de la
injusticia social de la prosa realista, pero Clarn va ms lejos y, en la breve seccin
final, el cuento se convierte en un vibrante alegato antibelicista. Pinn se hace
mozo y con otros quintos se lo lleva el Rey, arda la guerra carlista; parte en el
tren y desde la distancia se despiden los hermanos. Rosa piensa:
All iba, como la otra, como la vaca abuela. Se lo llevaba el mundo. Carne de vaca para
los glotones, para los indianos; carne de su alma, carne de can para las locuras del
mundo, para las ambiciones ajenas (Clarn, 2004).

En la despedida final se funden los nombres de la vaca y del hermano y el


rechazo del telgrafo y el ferrocarril que son smbolos de un Progreso que se
identifica con la muerte y la injusticia de clase.
Las incipientes tcnicas de los mataderos y granjas de animales, que inspiraron las cadenas de montaje de H. Ford, sern aplicadas a seres humanos
cerrando as esta infernal analoga. Leemos en Vida y destino, la novela de
Vasili Grossman:
Antes del sacrificio del ganado infectado deben adoptarse varias medidas preventivas:
el transporte, la concentracin en puntos adecuados, la instruccin de personal cualificado, la excavacin de fosas y zanjas. La poblacin que colabora con las autoridades
para llevar el ganado infectado a los mataderos o para capturar los animales dispersos
no lo hace por un odio cerval hacia los terneros y las vacas, sino por instinto de conservacin. Asimismo, en los casos de exterminios masivos de personas la poblacin
local no profesa un odio sanguinario contra las mujeres, los ancianos y los nios que
van a ser aniquilados. (Grossman, 2007, p. 260).

La analoga se refuerza pues esta secuencia narrativa la vemos a travs del pequeVIENTO SUR

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o David que experimenta el horror del sufrimiento de los animales: David fue a
la estacin de mercancas dos veces y vio como cargaban en los vagones a toros,
carneros y cerdos. Un toro muga potente como si sufriera o implorara piedad. Al
nio le atenaz un miedo pavoroso (Gossman, 2007, p. 258). l que, al asistir
al degello de una gallina, sinti la muerte con una claridad y una profundidad
que slo son capaces de alcanzar los nios y los grandes filsofos (Gossman,
2007, p. 255) ser transportado como ganado y morir como otros seis millones
de seres humanos procesados en los campos de exterminio.
J.M. Coetzee extrema el razonamiento por medio del personaje de Elisabeth Costello: Necesitamos fbricas de muerte. Necesitamos animales de
fbrica. Chicago nos mostr la forma. Los nazis aprendieron a procesar cuerpos de los mataderos de Chicago (Coetzee, 2004, p.105). La analoga est
tambin en los recuerdos de Marc Chagall; durante la ocupacin nazi se aventura una noche de progrom por las calles de Vitebsk:
Tengo miedo, sobre todo delante de los escaparates de las carniceras. En ellas se ven terneras todava vivas, que yacen cerca de la pequea hacha y de los cuchillos del carnicero. Encerradas en su ltima noche, sus mugidos inspiran piedad. (Chagall, 2012, p.161)

Asistimos a un proceso paralelo, lo cual no quiere decir que sea idntico, por
el que se cosifica a un ser vivo, el animal, reducido a pieza de un engranaje
productivo; recordemos: el montaje de un coche es como trocear a una vaca
pero al revs. Y de eso se trata: es un mecanismo de inversin por el que se
considera objeto, pieza, lo que es vida. Este modelo sirve para una ms pavorosa (decimos paralela y comparable en el mtodo, pero tambin no equiparable en trminos morales/14) inversin. La reduccin de lo humano a lo animal
supone, por tanto, su consideracin como cosa. Entonces, cuando se anula la
diferencia, los dos trminos entran en una relacin de vaciamiento recproco (Agamben, 2005, p. 36). Vaciamiento recproco: el animal no es animal es
cosa, los seres humanos son considerados como animales, por tanto son mercanca. Este vaco de sentido configura un espacio opaco, invisible, donde el
horror se manifiesta: el reino perfecto de la mercanca donde todo es muerte
(diseo del espacio, utensilios, tcnica, trabajadores) y todo sirve a la muerte: a la nada, a ese vaco de vida que all se hace espacio. Esto ha sido Auschwitz, esa ruptura de civilizacin, esa cesura histrica, en palabras de
Enzo Traverso, que parte en dos el siglo XX y cuyo horror no pretendo comparar con ningn otro acontecimiento.
Y esto, quiero decir este espacio vaco, diseado slo para la muerte (no
quiero decir ahora los campos de exterminio; digo lo que le precedi y lo que
an contina, algo que no es lo mismo pero que sin duda es muerte industria14/ Aqu puede estar la discrepancia o, al menos, la discusin de algunas de las afirmaciones de Elisabeth
Costello.

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lizada de seres vivos) es tambin el matadero. Aqu: Debajo de las multiplicaciones /hay una gota de sangre de pato./ Debajo de las divisiones/ hay una
gota de sangre de marinero/15.
Ante esta inversin de sentido hay gestos o palabras que restauran la dignidad doblemente daada. Cuando Emmanuel Lvinas y sus compaeros,
recluidos en un campo de internamiento, encuentran a ese perro vagabundo al
que califica de ltimo kantiano de Alemania; nos dice: para l -era innegable- fuimos hombres pues les devuelve a ellos, que eran seres sin lenguaje,
el poder de nombrar (Lvinas, 1998, p. 20). En este encuentro la menesterosa
dignidad del animal y del humano ha sido restituida y la meticulosa ciencia del
verdugo anulada. La misma devolucin de sentido opera en el poema de Juan
Carlos Mestre: Me llamaron judo,/ perro judo,/ comunista judo hijo de
perro.// Para alguien que ha tenido un perro/ la palabra perro es fiel como la
palabra amigo,/hermosa como la palabra estrella,/ necesaria como la palabra
martillo.(Mestre, 2004, p. 44)
Ante el sufrimiento inflingido a los animales hay diversas posturas: indiferencia sin duda; pero tambin la vergenza. El estremecedor poema de Antonio Gamoneda, Malos recuerdos/16, se abre con una cita de Marx: La vergenza es un sentimiento revolucionario; y ante el imborrable recuerdo del
sufrimiento gratuito causado a una perra en la infancia y un compromiso no
cumplido concluye: Mi vergenza es tan grande como mi cuerpo,/ pero aunque tuviese el tamao de la tierra/ no podra volver y despegar/ el cable de
aquel vientre ni enviar/ la carta del soldado. (Gamoneda, p. 103)/17.
Y la piedad. Nuestra capacidad de con-movernos, de ir al encuentro de ese
otro que nos interpela con su mirada sin palabra. Jacques Derrida ha escrito
hablando de los animales: la guerra se libra sobre el tema de la piedad
(Safran Foer, 2011, p. 52). La defensa del derecho de los otros animales a su
buen vivir ocupa un lugar central en el ecologismo (impacto mediambiental, destruccin de vida), pero tambin en cualquier proyecto emancipatorio.
Aqu todo confluye: la ternura, la piedad, la vergenza/18; lo personal y lo
colectivo, lo ms ntimo (los afectos que nos constituyen) y lo poltico. Una
15/ En Poeta en Nueva York (Garca Lorca, 1997) Una descripcin de los mataderos industriales se encuentra en Safran Foer. Los aficionados a la buena novela policaca tienen otra aproximacin en la ltima obra
de Donna Leon (Leon, 2012, cap. 18 y 19).
16/ V. los poemas de Crespo Massieu, Mestre y Gamoneda en la seccin Voces del n 125.
17/ Por problemas de espacio no abordo otras formas de maltrato animal que remiten al sadismo y a un desprecio por la vida propio del fascismo. Salvajadas como el toro de la Vega en Tordesillas, correbous, toros de
fuego, el destino de miles de galgos Las instituciones protegen esta barbarie. La Junta de Castilla la Mancha
ha puesto en marcha un programa para difundir la caza en las escuelas y quiere introducir el lanceo de jabal a
caballo, extinguida prctica que se remonta a tiempos de Alfonso X y Felipe II (El Pas, 9/07/2012, p. 30).
18/ De la vergenza hablaba un artculo reciente de Rafael Snchez Ferlosio. Y de la cultura como instrumento de control social y de su tendencia a conservar y perpetuar lo ms gregario, lo ms enajenante, lo
ms homogeneizador. La rplica de Vargas Llosa pone de manifiesto la distancia insalvable, de lenguaje y
concepcin del mundo, entre ambas lgicas. V. bibliografa.

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sociedad distinta donde, como quera Garca Lorca, la tierra d sus frutos
para todos no es concebible sin una relacin radicalmente distinta con la naturaleza y todos los seres vivos. Tal vez algn da sea posible esa noche salvada de
la que hablaba Walter Benjamn, ese momento en que los humanos aceptemos una
naturaleza restituida a s misma, instante de la reconciliacin y la compasin. Y
que este cumplimiento sea un momento profano. Y si alguna esperanza hay de que
esto suceda, por remota que ahora parezca, slo ser posible si atendemos a la piedad. Tendremos que escuchar lo que nos dicen los otros animales, ir a su encuentro, sentir como intolerable su sufrimiento.
Antonio Crespo Massieu es poeta. Forma parte de la redaccin de VIENTO SUR
[Nota de la Redaccin: En los crditos del articulo de Paula Casal publicado en el Plural del
n 125 debera haber constado que la autora es profesora ICREA en la Universitat Pompeu
Fabra de Barcelona, editora asociada de PPE (Politics, Philosophy and Economics), co-directorade ASAP (Academics Stand Against Poverty) y presidente de PGS-E (ProyectoGran
Simio-Espaa). Ha publicado numerosos ensayos sobre tica y filosofa poltica.]

Bibliografa citada:
Agamben, G. (2005) Lo abierto. El hombre y el animal. Valencia: Pre-Textos.
Alas Clarn, L. (2004) Adis, Cordera! y otros relatos breves. Madrid: Castalia.
Buber, M. (1997) Dilogo y otros escritos. Barcelona: Riopiedras.
Chagall, M. (2012) Mi vida. Barcelona: Acantilado.
Coetzee, J. M. (2004) Elizabeth Costello. Barcelona: Mondadori.
Crespo Massieu, A. (2004) Estar ah: la responsabilidad de la mirada (para leer a Jorge Riechmann). Riff-Raff, Zaragoza, 25.
Foucault, M. (1997) Historia de la locura en la poca clsica. Madrid: FCE.
Gamoneda, A. (2004) Esta luz Poesa Reunida (1947-2004). Barcelona: Galaxia Gutemberg.
Garca Lorca, F. (1997) Poeta en Nueva York. Madrid: Espasa Calpe.
Grossman, V. (2007) Vida y destino. Barcelona: Galaxia Gutemberg.
Leon, D. (2012) La palabra se hizo carne. Barcelona: Seix Barral.
Lvinas, E. (1994) Dios, la muerte y el tiempo. Madrid: Ctedra.
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VIENTO SUR

Nmero 126/Enero 2013

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