Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 363
Departamento de Filologa Clsica y rabe
Autor: Gonzlez Galvn, Mara Gloria
Director: Angel Martnez Fernndez UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA Estudio sobre la mujer en la poesa helenstica
each refuge fails us: each danger becomes a heaven
Margaret Atwood, Los diarios de Susanna Moodie
A mis padres PRLOGO
La literatura, ese mundo apasionante, inagotable, sorprendente y absolutamente inabarcable, me interes desde que me lo descubrieron a temprana edad. Ms que interesarme, dira que me hechiz con esa magia que la tinta negra y el papel transmiten de forma incomprensible. Ese feliz descubrimiento me guiara en mi camino hacia otras disciplinas, siempre relacionadas con las letras, que me condujeron finalmente hasta la filologa griega. La profundizacin en el tema de la mujer en la literatura griega en general, y en la poesa helenstica en particular, es una opcin que le debo al profesor Martnez Fernndez, que me supo transmitir, hace ya algunos aos, su pasin e inters por los estudios acerca del tema de la mujer en la Grecia antigua. La observacin de sus investigaciones y comentarios acerca de distintos aspectos sobre la figura femenina en la literatura e inscripciones, supuso un acicate a la hora de emprender mi propio trabajo. Y su enseanza y tesn constantes a lo largo de los aos de trabajo han supuesto la fuerza para seguir adelante y para renovar la ilusin en los momentos de flaqueza. Fue un apoyo fundamental para el desarrollo de mi trabajo la estancia en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Creta, en colaboracin con el profesor Nasos Vayens, durante el mes de enero de 1992, donde se me facilit el acceso a toda la bibliografa especfica sobre
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 8 mi tema de investigacin. En dicha labor tambin ha sido esencial la colaboracin del Centro de Humanidades del CSIC, por su desinteresada disposicin en todo momento para facilitar el acceso a todo el material bibliogrfico. Tambin tengo que agradecer encarecidamente a los profesores Luigi Belloni (Universit degli Studi di Trento), Eva Cantarella (Universidad de Miln), Valerie French (American University, Washington), Edward V. George (Texas Tech University), Carolyn Fluehr Lobban (RI Collage, Providence), W. G. Arnott (University of Leeds) y Mariano Valverde Snchez (Universidad de Murcia) su colaboracin al facilitarme su apoyo y sus trabajos relativos al tema objeto de investigacin. No puedo dejar de rendir un homenaje sincero a la memoria del profesor Gaspar Morocho Gayo, que generosa y entraablemente me trat y me ofreci su apoyo hace unos aos, cuando tuve la fortuna de conocerle. Sin el constante apoyo de las personas que me rodean, y muy especialmente de Paco, hubiese sido una tarea imposible la realizacin de este trabajo. Por ello, mi mayor gratitud para ellos.
INTRODUCCIN
Nuestra investigacin pretende, ante todo, proporcionar una visin de conjunto acerca de la presencia femenina en los textos de la poesa helenstica, intentado llenar de esta manera una laguna existente en los estudios de la mujer en esta poca de la civilizacin griega. Existen trabajos parciales sobre distintos aspectos relacionados con la mujer en los textos poticos helensticos, pero no ocurre as en lo que respecta a una investigacin de conjunto sobre este tema. La bibliografa sobre los poetas de poca helenstica es abundante, especialmente en lo que se refiere a los tres grandes alejandrinos, pero no as la relativa al tema de la mujer en los poetas helensticos, que es escasa, y especialmente si la comparamos con la existente en investigaciones sobre la mujer en la poca clsica griega. Por ello nos hemos propuesto tratar de realizar un anlisis acerca de cmo aparece reflejada la figura femenina en la obra de los poetas helensticos, dentro de la cual se conserva la obra fragmentaria de alguna autora, pero en un porcentaje mnimo respecto a la mayoritaria autora masculina. Debido a esto, al igual que en el resto de la literatura griega, el punto de vista de los textos tratados es fundamentalmente masculino. El mtodo que hemos usado para nuestro estudio parte de un enfoque filolgico y literario. Se ha pretendido realizar un estudio en profundidad
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 10 de los textos desde un punto de vista intrnseco, en el que se valorar lo que se transmite a travs de la redaccin y construccin textual, y se ha querido tambin tener en cuenta la tradicin literaria a la que pertenecen y a la que dan origen en alguna ocasin, como ocurre con la poesa buclica. Las ediciones utilizadas para los textos han sido las que enumeramos a continuacin. Para Apolonio se ha utilizado la edicin de H. Frnkel de las Argonuticas, para Calmaco se ha utilizado la edicin de R. Pfeiffer. La edicin utilizada para los textos de Tecrito y los dems buclicos es la de Hermann Beckby. Para Herodas se ha seguido la edicin de W. Headlam y A. D. Knox. Para los epigramas helensticos se ha utilizado fundamentalmente la edicin de Gow-Page. Para los textos de poesa helenstica menor se han utilizado las ediciones de Powell y la de H. Lloyd- Jones y P. Parsons. stas han sido las ediciones que hemos manejado principalmente, lo cual no quiere decir que no se hayan consultado otras en ocasiones especficas que as lo requeran, como en el caso de aquellos pasajes que presentaban variantes sustanciales en las distintas ediciones, para lo cual tambin se ha tenido en cuenta la tradicin manuscrita. Nuestro trabajo est precedido por un captulo en el que se recogen las ms recientes aportaciones al estudio de la mujer en la antigedad, junto con otras anteriores, pero que han supuesto avances importantes en la investigacin sobre la mujer en la antigedad. Desde los manuales de historia antigua, en los cuales la historia de la mujer ha brillado frecuentemente por su ausencia hasta hace unos pocos aos en que la mujer ha empezado, tmidamente, a tenerse en cuenta, e incluso a ser protagonista de historias de la humanidad contadas desde un punto de vista femenino. La investigacin sobre la mujer, que ahora atraviesa un momento muy importante, no descoll hasta el ltimo cuarto del siglo pasado. En este despegue tuvo mucho que ver el movimiento feminista, especialmente
INTRODUCCIN 11 presente en Norteamrica y algunos pases de Europa como Francia. Esta vinculacin al movimiento feminista sigue estando presente en el enfoque de algunos investigadores, pero la tendencia general es la de lograr una investigacin decididamente objetiva, tendencia dentro de la cual pretendemos encuadrarnos. Esta referencia a las ltimas aportaciones realizadas dentro de los estudios dedicados a la mujer en la antigedad pretende dar una idea de cul es la situacin existente en estos estudios en los ltimos aos y cules son los enfoques que se han seguido a la hora de realizar las investigaciones. Cuando lo consideramos necesario, se hace referencia a trabajos que tienen una especial importancia aunque sean ya relativamente antiguos. Y es evidente, tras la observacin de ese panorama, que las investigaciones sobre la presencia de la mujer dentro de la poesa helenstica han sido escasas, lo cual ha representado un acicate a la hora de realizar nuestro trabajo. En cuanto a la estructuracin del trabajo se ha optado por una divisin en captulos que permita hacer un recorrido diferenciado por distintos mbitos de actuacin femenina que aparecen reflejados en mayor o menor medida en los textos poticos helensticos. Se ha preferido una agrupacin temtica a otra, como por ejemplo por autores, debido a que nos ha parecido que pudiera ser ms clarificadora, al mismo tiempo que se prestara menos a posibles reiteraciones. La temtica de estos captulos se ha elegido en funcin de la importancia que esos aspectos tienen en la existencia femenina, de modo que se podran aplicar no slo a la mujer griega, sino a la mujer de cualquier lugar o poca. Hay captulos, como trabajo y prostitucin, que a veces se conciben unidos. A nosotros, a pesar de que la prostitucin era una actividad generalmente remunerada, nos ha parecido mejor separarla del trabajo debido a que sta implica, pese a la
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 12 diversidad de circunstancias que la pueden rodear, toda una forma de vida plenamente asumida por la sociedad griega. En el captulo acerca del arte est muy presente la educacin, puesto que el estar formado intelectualmente era un requisito previo, casi siempre, para desarrollar una actividad artstica, principalmente la literaria. Sin embargo, nos ha parecido que el arte recoge una mayor variedad de opciones de vida escogidas por la mujer de los textos helensticos, que un captulo limitado al concepto de educacin de la mujer segn los poetas del helenismo. Est claro que la mujer a la que se ha otorgado especial atencin en este trabajo no ha sido la mujer mtica, a la que se dedica, no obstante, un captulo, puesto que tambin es determinante para acercarnos a la mujer sencilla, sino sta ltima. Se ha tratado de obtener una imagen de cmo poda ser una mujer contempornea a los poetas helensticos, teniendo en cuenta que las vidas podan variar mucho de una mujer a otra, segn multitud de circunstancias, pero intentando ofrecer lo que poda haber sido un trmino medio. Para ello tambin es de gran importancia la mujer mtica que aparece descrita en los textos, puesto que sta refleja, de un modo u otro, las circunstancias de la mujer de la calle. Nos hemos basado en la mujer literaria para acercarnos, dentro de lo posible, a la mujer de carne y hueso de la Grecia helenstica. Se han aadido dos anexos correspondientes a dos textos, uno de ellos una parte del libro 1 de las Argonuticas de Apolonio Rodio, y el otro un idilio de Tecrito, el 18, en los cuales la presencia de la mujer es un asunto primordial, pero a la vez ofrecen una aproximacin singular en el tratamiento de la figura femenina. En el de Apolonio se trata del reflejo mtico de una sociedad sin varones. En el anexo sobre un texto de Tecrito, se trata de un canto de bodas para una Helena que no guarda, en principio, muchas semejanzas con la famosa mujer que sera el detonante de la guerra de Troya. Ambos textos, a su manera, abordan una situacin singular. El
INTRODUCCIN 13 primero, la posibilidad de la construccin de una sociedad de la que los varones estuviesen excluidos. El segundo, recoge un momento de la vida de Helena de Troya, el epitalamio de su boda con Menelao, infrecuente, o poco tratado y conocido, debido quizs a la gran repercusin de la guerra de Troya, y a la supuesta implicacin en ella de Helena. Se trata en ambos casos de mujeres mticas que suponen, como se ha dicho, un reflejo de actuacin para la mujer terrenal. Finalmente se aade una bibliografa selectiva que se ha dividido en distintos apartados, para hacer ms accesible su consulta por temas o autores. Tambin con el fin de facilitar la consulta del material estudiado segn diferentes puntos de vista, se han aadido unos ndices, de nombres antiguos, de nombres modernos y de pasajes citados. Con ello se pretende que se pueda acceder al material estudiado desde distintas perspectivas.
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
1. La presencia de la mujer en la historia es un tema que no empez a tratarse con verdadero inters hasta hace dos siglos 1 . Los albores del siglo XIX supusieron el despertar del tratamiento de la figura femenina como parte integrante de la historia del mundo, conformada y descrita hasta entonces desde un punto de vista fundamentalmente masculino. El auge del movimiento feminista, especialmente de las sufragistas, que apostaban por la igualdad de derechos entre los sexos, supuso el inicio de una valoracin de la figura femenina en todos los aspectos. Esto se tradujo en un inters por indagar, entre otras cosas, en la repercusin que la mujer haba tenido, a travs de las escasas huellas que se pudieran encontrar, en la historia. Los estudios sobre el mundo clsico no fueron una excepcin. Los inicios de las investigaciones sobre la presencia e intervencin de la mujer en la civilizacin del mundo antiguo fueron tmidos, como era de esperar. sta es tratada de forma tangencial por la historia hasta fines del siglo XIX, cuando se produce un cambio en la concepcin histrica, que contribuye a otorgar un efectivo protagonismo histrico a la mujer. La
1 Cf., por ejemplo, DEZ CELAYA, La mujer en el mundo, p. 7.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 16 persistencia de estudiosos que hacen caso omiso a la presencia de la figura femenina en la historia 2 , evidencia la pervivencia de una actitud de cierta parcialidad que tiende a desaparecer en la actualidad. A la vez, la coexistencia de historiadores que se preocupan por reflejar el papel femenino en los acontecimientos que tratan, indica el avance de las nuevas posturas. En la actualidad se generaliza la tendencia a reflejar en cualquier tratado histrico, con mayor o menor profundidad, la situacin de la mujer en el mundo antiguo. Hoy tambin es posible lo que no hace tanto tiempo hubiera parecido utpico: la existencia de historias del mundo centradas en las mujeres 3 . Los movimientos en defensa de la mujer en Estados Unidos, donde feminismo y filologa clsica han estado muy unidos 4 , y Francia en los aos setenta supusieron un estmulo fundamental que trajo consigo un auge enorme en todo lo relativo a la investigacin sobre la mujer y que conllev la realizacin de numerosos trabajos dedicados al estudio del universo femenino 5 , que se ha mantenido posteriormente.
2 Cf. POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, p. 12, donde indica la falta absoluta de referencias a la mujer en los trabajos histricos que se ocupan de la poca antigua, de lo que pone como ejemplo algunas obras de ROSTOVTZEFF.
3 Entre los abundantes ejemplos que pueden ser citados aqu, destacaremos a GRIMAL, que con su Histoire mondiale de la femme (1965) es uno de los pioneros en este campo. Otros trabajos en este sentido son el de ANDERSON y ZINSSER, Historia de las mujeres: una historia propia (1988); o el de DUBY y PERROT, Historia de las mujeres en Occidente (1990).
4 Cf. AGUILAR, Faventia 12-13, 1992, p. 307.
5 Cf., por ejemplo, IRIARTE, Las redes del enigma, p. 18; MOSS, Mujer Grecia clsica, p. 9; LARDINOIS-McCLURE (eds.), Making Silence Speak, p. 3.
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
17 2. Los estudios generales referidos a la historia del mundo antiguo, o ms concretamente a la historia de Grecia, editados durante la primera mitad del siglo XX no suelen dedicar, por muy completos que pretendan ser, ningn apartado especfico a recoger los resultados de investigaciones recientes sobre la presencia femenina en los avatares histricos 6 . Pero tampoco en las obras sobre la historia del mundo clsico realizadas en los ltimos treinta aos se suelen encontrar referencias explcitas a la cuestin de la figura femenina en Grecia 7 . En las pocas ocasiones en que se encuentra alguna alusin al tema, stas suelen ser breves y muy generales, como es el caso de E. Nack y W. Wgner (Grecia. El pas y el pueblo de los antiguos helenos, 1960), que dedican un breve apartado a la condicin de la mujer en la Grecia antigua. Los autores M. Austin y P. Vidal-Naquet (Economa y sociedad en la antigua Grecia, 1972) seleccionan en su obra algunos textos clsicos que hacen referencia a la situacin de la mujer en el mundo griego. Por su parte, J. M. Blzquez, R. Lpez Melero y J. J. Sayas (Historia de la antigua Grecia, 1989) dedican en su obra un apndice a la situacin de la mujer en Grecia. El reciente trabajo de R. Osborne (La formacin de Grecia, 1200-479 a.C., 1998) destina un pequeo apartado a las mujeres dentro del captulo
6 As ocurre, entre otras muchas, en la obra de J.B. Bury y Rusell Meiggs (A History of Greece to the death of Alexander the Great, 1900), M. Cary (A history of the greek world from 323 to 146 b.C., 1932), J. Burckhardt (Historia de la cultura griega, 1935), M. Rostovtzeff (Historia social y econmica del mundo helenstico, 1949), M. I. Finley (La Grecia antigua: economa y sociedad, 1953), N.G.L. Hammond (A History of Greece to 322 b.c., 1959), o M. S. Ruiprez y A. Tovar (Historia de Grecia, 1960).
7 As, a ttulo ilustrativo, en J. Delorme (Le monde hellenistique (323-133 avant J.C.) Evnements et institutions 1975), O. Murray (Grecia antigua 1980), F. Gschnitzer (Historia social de Grecia desde el perodo micnico hasta el final de la poca clsica 1981), J. Boardman, J. Griffin y O. Murray (Historia Oxford del Mundo Clsico. 1. Grecia 1986), T. Boatswain y C. Nicolson (Un viaje por la historia de Grecia 1989), o A. Lozano Velilla (El mundo helenstico 1992).
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 18 dedicado al mundo griego en el 600 a.C. Los autores A. J. Domnguez Monedero y J. P. Gonzlez (Esparta y Atenas en el siglo V a.C., 1999) se ocupan de las mujeres atenienses dentro del captulo dedicado a la poblacin y sociedad de Atenas antes de la guerra del Peloponeso. En fin, se aprecia que el inters de los historiadores del mundo antiguo por la situacin de la mujer no es significativo, aunque se pueden observar indicios de una mayor presencia de este tema en algunos trabajos de los ltimos aos, como ocurre en el caso de la reciente obra de P. Cartledge (The Greeks. Crucible of Civilization, 2000), quien subraya su intencin de intentar otorgar una paridad a la mujer y al varn dentro de su recorrido por la historia de la civilizacin griega, haciendo frente a las inmensas dificultades que ello implica 8 .
3. Los estudios acerca de la situacin de la mujer en la antigedad, aunque han aumentado vertiginosamente en los ltimos treinta aos 9 , tienen precedentes anteriores, como es el caso del de Charles Seltman (Women in Antiquity, 1956), quien ya en la dcada de los cincuenta se interesa por hacer un recorrido por la tragicmica existencia de la mujer, segn sus propias palabras, en el mundo antiguo, en lo que se refiere principalmente a las civilizaciones del Mediterrneo, o el trabajo de Burck (Die Frau in der
8 La dificultad que entraa esta empresa es reconocida, por ejemplo, por IRIARTE GOI, De amazonas a ciudadanos, p. 9, pues la historia ha sido contada mayoritariamente por hombres que han hecho, con frecuencia, poco caso a la actuacin femenina en sta.
9 De este hecho dan cuenta los numerosos y abultados repertorios bibliogrficos dedicados al tema. Entre stos, GOODWATER (Women in Antiquity: An Annotated Bibliography, 1975); VRILHAC y VIAL (La femme dans le monde mditerranen. II. La femme grecque et romaine. Bibliographie, 1990) ; MIRN PREZ (Las mujeres en la antigedad, I, 1992).
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
19 griechisch-rmischen Antike, 1969) que ya se sita muy cerca de los aos en que despega el inters por la investigacin de los estudios de la mujer. Entre los numerosos estudios pioneros que ofrecen una visin general acerca de la situacin de la mujer en la antigedad greco-romana, conviene destacar el realizado por Sarah Pomeroy (Goddesses, Whores, Wives and Slaves. Women in Classical Antiquity, 1975), estudiosa fundamental dentro de este campo gracias a este trabajo, en el que intenta indagar a travs de las fuentes antiguas disponibles, escritas o no, cul fue el papel de la mujer en sociedades que en su vida poltica y econmica eran tan excluyentes para ella como la sociedad griega y la sociedad romana. Defiende Pomeroy el estudio de la significacin social de la mujer en la antigedad, que, incluso, puede constituirse en referente a tener en cuenta para analizar las actuales divergencias en las relaciones entre hombres y mujeres. En otro trabajo con gran repercusin en los estudios que nos ocupan, Eva Cantarella (Lambiguo malanno. Condizione e immagine della donna nellantichit greca e romana, 1981), hace hincapi en temas tan intrnsecamente unidos a la discusin sobre la situacin de la mujer en la antigedad como el matriarcado 10 , la misoginia o la exclusin de sta de la vida ciudadana, y se ha convertido en un punto de referencia para los investigadores que se adentran en los estudios referentes a la mujer en la antigedad. Las distintos puntos de vista con que se enfocan los estudios de la mujer en la antigedad reflejan, en parte, los mltiples aspectos que implica la figura femenina. Tambin se puede observar el distinto grado de avance
10 Cuestin sta bastante polmica, dentro de la cual hay que hacer siempre referencia al trabajo de J.J. BACHOFEN, Das Mutterrecht, publicado por primera vez en Stuttgart en 1861.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 20 que se ha conseguido en cada uno de ellos, en diversos perodos y reas del mundo antiguo. As se refleja en el libro editado por A. Cameron y A. Kuhrt (Images of Women in Antiquity, 1983), en el que se recogen diversas contribuciones de distintos estudiosos que proporcionan una descripcin de la situacin femenina de diversas sociedades en la antigedad, mediante el anlisis de temas que afectaban a la mujer, como el poder, el ambiente domstico, la religin, la economa o su propio cuerpo, y que pretenden contribuir a un estudio comparativo sobre la situacin de la mujer en diferentes sociedades antiguas. Peradotto y Sullivan (Women in the Ancient World. The Arethusa Papers, 1984), a su vez, parten en la edicin de este trabajo del razonamiento de que el prejuicio contra la mujer, explcito o encubierto, institucional o personal, se remonta a los orgenes de la civilizacin occidental, que releg a la mujer, y tambin al esclavo, a posiciones marginales, justificadas por las sociedades de la poca a travs de la literatura y otros medios a su alcance. Estos estudiosos defienden tambin que una de las razones esgrimida ms frecuentemente para defender el estudio de los clsicos, su eterna relevancia, no se puede defender ms abiertamente en ningn rea que en la investigacin de la condicin femenina en Grecia y Roma, en contra de lo que creen otros investigadores, puesto que las actitudes bsicas acerca de los sexos fueron moldeadas no slo por el sistema legal y social, sino tambin por los filsofos y poetas desde entonces. Con frecuencia, como se acaba de ver, la situacin de la mujer se ha relacionado con la del esclavo, por la similitud en la consideracin de ambos. Esto se ha reflejado en estudios conjuntos sobre su situacin en la antigedad como el editado hace pocos aos por
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
21 Sandra R. Joshel y S. Murnaghan (Women and slaves in Graeco-roman culture. Differential Equations, 1998), donde se incide en el carcter patriarcal y esclavista de la sociedad greco-romana, que ha ocasionado un proceso continuo de comparacin y diferenciacin entre estas dos constantes. La mujer y el esclavo fueron distinguidos del hombre libre por su subordinacin social y su imaginada alteridad, pero, por otra parte, esclavitud y feminidad, a pesar de que ambos aspectos podan coincidir en la figura de la esclava, implicaban clases muy distintas de sujecin. La estudiosa H. P. Foley en la introduccin de la obra que edita (Reflections of Women in Antiquity, 1986 3 ) insiste en que la evidencia documental acerca de la vida de la mujer en la antigedad es fragmentaria y difcil de interpretar, y divide la investigacin sobre el tema hasta la fecha de realizacin de este trabajo en dos grandes lneas. Una, dentro de la cual se inserta ella misma y algn otro colaborador en su libro, que ha recalcado los problemas metodolgicos que emanan del estudio de la mujer en los textos literarios, como la contradiccin entre el aparente confinamiento de la mujer y su frecuente relevancia en papeles pblicos manifiesta en la tragedia tica. Otra lnea de investigacin, seguida por la mayora de los restantes estudiosos que colaboran en este trabajo, es la que explora aspectos tales como la posicin social, econmica o legal de la mujer en su poca correspondiente, ya sea la Grecia micnica, la Italia etrusca, el Egipto romano, etc. Elisa Garrido (La mujer en el mundo antiguo, 1986) considera a la mujer de la antigedad como un grupo marginal, carente de intereses propios, que se manifiesta en actuaciones histricas slo a ttulo personal y en escasas ocasiones. Su objetivo fundamental en el trabajo que
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 22 coordina y edita es determinar cul es el lugar que ocupa la mujer en las sociedades antiguas, as como la funcin que desempea. Schmitt Pantel (Historia de las mujeres. 1. La Antigedad, 1990), dirige una obra que aspira a mostrar en qu y por qu una historia de las relaciones entre las mujeres y los hombres es parte integrante de la historia del mundo. Considera muy importante el adentrarse en los modelos antiguos, femeninos en este caso, que han obsesionado y obsesionan a la imaginacin occidental. La profundizacin de este trabajo en los aspectos histricos de la mujer de la antigedad es concienzuda y eficaz a travs de las contribuciones de distintos especialistas en diferentes campos de investigacin relacionados con el tema en cuestin. Los profesores A. Lpez, C. Martnez y A. Pocia (La mujer en el mundo mediterrneo antiguo, 1990) editan un meritorio libro que seala el auge que los estudios en torno a la mujer empiezan a tener en Espaa a partir del segundo quinquenio de los ochenta, algo a la zaga de la investigacin mundial. La investigadora norteamericana S. B. Pomeroy (Womens History and Ancient History, 1991) destaca, como tema predominante en su estudio, la relacin entre lo pblico y lo privado en las vidas de las mujeres en la antigedad, en las que lo privado precede a lo pblico, y es, por tanto, todo lo pblico consecuencia del acontecer privado de la vida femenina. La autora hace una llamada de atencin a la circunstancia de cmo el mbito privado femenino influye decisivamente en su proyeccin pblica, cosa generalmente denegada. Pomeroy seala la guerra como un factor determinante en la proyeccin pblica femenina,
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
23 pues implica una ocasin para que la mujer acceda a situaciones de poder reservadas al hombre en circunstancias normales. En un trabajo conjunto las investigadoras americanas Fantham, Foley, Boymel Kampen, Pomeroy y Shapiro (Women in the classical world. Image and text, 1994) pretenden conciliar las fuentes para la investigacin escritas y visuales, fundamentales para conocer la vida de la mujer antigua, y presentarlas en su contexto histrico y cultural, dando igual peso a la representacin artstica y al texto escrito, lo cual concede a esta obra un carcter pionero. Un instrumento de trabajo necesario para acercarse a la mujer en la antigedad es el diccionario sobre figuras femeninas, destacadas por un motivo u otro, llevado a cabo por B. Kytzler (Frauen der Antike. Von Aspasia bis Zenobia, 1994), ya que proporciona una gua informativa acerca de todas las mujeres relevantes del mundo antiguo. Iniciativa sta seguida por otros estudiosos del tema de la mujer, y que demuestra el auge que estos estudios estn alcanzando. En esta lnea se encuentra el diccionario biogrfico acerca de importantes mujeres, tanto griegas como romanas, realizado por Marjorie y Benjamin Lightman (Biographical Dictionary of Ancient Greek and Roman Women. Notable Women from Sappho to Helena, 2000). Este til instrumento de trabajo, adems de proporcionarnos informacin sobre distintas mujeres, tambin nos remite a fuentes antiguas sobre stas o a algn estudioso moderno que ha investigado a la figura correspondiente. Los investigadores ingleses R. Hawley y B. Levick editan un libro (Women in Antiquity. New Assessments, 1995) en el que subrayan dos aspectos de los estudios acerca de la mujer en la antigedad. Por un lado,
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 24 los cambios lgicos que el tema ha ido experimentando en su tratamiento a lo largo de los ltimos aos, y por otro, la constatacin de que los estudios acerca de la mujer en la historia antigua han ido cambiando de enfoque desde el inters hacia sta en s misma hasta un estudio de gnero. Las lneas generales de investigacin acerca del tema de la mujer en la antigedad presentes entre 1975 y 1995 se recogen en el libro que editan I. McAuslan y P. Walcot (Women in Antiquity, 1996). Se traza aqu una historia de estos estudios, desde las primeras contribuciones, todava tmidas, con perspectiva feminista hasta los trabajos realizados en el ao 1995, que marca un cambio en el enfoque de la investigacin de la historia de la mujer y de su representacin en el arte y en la literatura, puesto que se pasa a la investigacin de gnero, de masculinidad y de feminidad, y de sus mutuas relaciones en un contexto social que determina lo masculino y lo femenino. Esto comporta una consideracin de la historia de la mujer y de la historia del hombre ms integrada que separada. Un completo estudio acerca de la imagen que el arte y la arqueologa clsica ofrecen de la mujer es el editado por A. O. Koloski-Ostrow y C. Lyons (Naked Truths. Women, sexuality and gender in classical art and archaelogy, 1997) en el cual distintos autores tratan en profundidad desde las representaciones en vasos pintados de una poetisa como Safo, o de una figura femenina central de la tragedia como Clitemnestra, hasta la imagen que el friso del Partenn ofrece en cuanto a representacin de gnero y sexualidad. La autora C. Montepaone (Lo spazio del margine. Prospettive sul femminile nella comunit antica, 1999), quien se confiesa deudora de la escuela francesa en sus mtodos de investigacin, realiza un trabajo de acercamiento a la figura
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
25 femenina del mundo antiguo en el que tiene muy en cuenta los aspectos mticos y del rito, sobre todo en lo que se refiere a la diosa rtemis. Queda patente desde el ttulo de esta obra la concepcin que tiene su autora acerca del lugar secundario que la mujer ocupaba en la sociedad antigua. Recientemente ha sido publicado un libro que, a travs de las contribuciones de distintos estudiosos del tema de la violacin en el mundo greco-romano, pretende abrir un tema de investigacin hasta ahora un poco olvidado. Son las editoras de esta obra Susan Deacy y Karen F. Pierce (Rape in Antiquity. Sexual Violence in the Greek and Roman Worlds, 2002), quienes creen que el valor del trabajo reside precisamente en la variedad de perspectivas de los distintos colaboradores. Aportacin fundamental de esta obra es la delimitacin de actos que puedan ser considerados como violacin, y la exposicin de lo que puede definirse como tal, asunto tan controvertido en el mundo antiguo como en la historia reciente. Los autores hacen un recorrido por la Atenas clsica, por el mundo del mito, por lo que los textos literarios, tragedia, comedia o historia, pueden ofrecer acerca de este tema. En fin, se destaca que el tema de la violacin es un terreno que ofrece muchas posibilidades de estudio, no aprovechadas hasta ahora, puesto que hay muchos aspectos por desarrollar en su investigacin.
4. Despus de haber realizado un breve recorrido a travs de trabajos dedicados en general a la figura femenina en la antigedad, pasamos a ocuparnos de otros estudios que se han centrado en la mujer de la Grecia antigua como protagonista de sus investigaciones. Estos estudios se cien
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 26 ya slo a lo que a la mujer helnica se refiere, sin tener en cuenta otras civilizaciones antiguas. El mundo griego es diverso y complejo, como se podr observar, y vara bastante segn los factores que se tengan en cuenta, pues las distintas pocas, o ciudades, o situaciones sociales, marcan pautas de actuacin diferentes para la mujer que se ve afectada por ellas. Entre los trabajos sacados a la luz en los ltimos aos, se encuentra el realizado por A. Giallongo (Limmagine della donna nella cultura greca, 1981), que centra su estudio, tras un resumen de las circunstancias socio- histricas del momento, en analizar la diferente concepcin que de la mujer haban propuesto ya Platn y Aristteles. Esta autora cree que el nacimiento de la investigacin en torno a la mujer no se debe situar en el siglo XIX, sino que lo remonta mucho ms atrs en el tiempo. La investigadora francesa Claude Moss (La femme dans la Grce antique, 1983), es la autora de una obra de obligada consulta para adentrarse en la situacin de la mujer en la antigedad griega. En ella advierte del peligro que supone para los estudiosos de este tema estar al servicio de las teoras feministas, tanto ms cuanto este movimiento tuvo un decisivo papel en el inicio de los estudios acerca de la mujer. Este peligro lo considera mayor en lo que se refiere a la antigedad clsica debido a que la posicin de la mujer en sta era realmente secundaria, comparable en muchos sentidos a la de la esclava, apartada de las dos actividades fundamentales de la vida del hombre grecorromano: la guerra y la poltica. Expone Moss que el estudio acerca de la mujer es mucho ms complejo de lo que una interpretacin simplista y superficial podra hacer parecer, y la aparicin constante de figuras femeninas en los textos literarios induce a un detenido
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
27 anlisis, sin olvidar que las fuentes con las que se trabaja son casi en su totalidad de procedencia masculina. En un trabajo seero W. Blake Tyrrell (Amazons. A Study in Athenian Mythmaking, 1984) estudia el mito de las Amazonas, a veces consideradas como referentes de algn momento de superioridad femenina en la historia, y afirma, desde el comienzo, la imposibilidad de saber si stas fueron slo parte del mito o realmente tuvieron algn fundamento en la realidad. Su trabajo se centra en el significado del mito para la Atenas clsica. Tambin se centra en una figura mtica, Casandra, el trabajo de Sabina Mazzoldi (Cassandra, la vergine e l indovina. Identit di un personaggio da Omero all Ellenismo, 2001). En este caso, la autora divide su estudio entre el aspecto proftico y el virginal del personaje. A travs de fuentes figurativas y textuales se estudia la evolucin de esta figura mtica desde la poca homrica hasta la helenstica. Un recorrido similar de una mujer mtica, pero ms prolongado en el tiempo, es el realizado para la figura de Medea, por los editores A. Lpez y A. Pocia (Medeas. Versiones de un mito desde Grecia hasta hoy, 2002). Aqu los editores recogen un numeroso grupo de estudios que se han ocupado de la evolucin a lo largo de los siglos del mito de Medea, de los cuales algunos se han escrito para este trabajo, y otros son aqu recopilados y nuevamente publicados. Sue Blundell (Women in ancient Greece, 1995) hace un recorrido a travs de la situacin de la mujer en la antigua Grecia detenindose primordialmente en las pocas arcaica y clsica. Seala esta autora las limitaciones espaciales y de identidad a las que hay que someterse al abordar este estudio. Espaciales debido a que la mujer ateniense es sobre la
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 28 que se rene mayor documentacin, y de identidad debido a las limitaciones para acceder a determinados grupos femeninos como la mujer de clase social inferior. Como grupo y como ser individual, considera a la mujer de la antigua Grecia como una criatura de gran proyeccin que ha sido inventada por el varn. Blundell pretende con este estudio conocer la realidad social de la mujer griega, hasta el punto que esto sea posible, y aproximarse a su lugar en la literatura y en las representaciones visuales, sin olvidarse de la mujer que aparece retratada en el mito. Precisamente Wulff Alonso (La fortaleza asediada. Diosas, hroes y mujeres poderosas en el mito griego, 1997) ha realizado un anlisis de la figura femenina del mito, contrapuesta a la masculina, pues cree que la mitologa tiende a articular perspectivas en el campo del gnero, entre otros muchos. Ellen Reeder (Pandora. Women in classical Greece, 1995) edita un estudio muy completo en el que se conjuga la informacin textual con otra visual. Desde un enfoque multidisciplinar, se rastrea la presencia femenina en la antigua Grecia, indagando en las pistas que las distintas fuentes han dejado a lo largo del tiempo. En cambio, Sue Blundell (Women in Classical Athens, 1998) acota geogrficamente su trabajo ms reciente y slo se ocupa de la Atenas clsica, en la cual encuentra una serie de contradicciones que presenta la nocin ateniense de feminidad, reflejada en el hecho de que una diosa virgen presidiera desde su templo una ciudad en que los nicos papeles dignos de una mujer respetable son el matrimonio y la maternidad. El propsito de su trabajo es examinar estas contradicciones y explorar el significado de ser mujer en aquella ciudad. Ms recientemente, Pierre Brul (Las femmes grecques lpoque classique,
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
29 2001) se ha ocupado de revisar el papel de la mujer griega durante la poca clsica sin perder de vista los antecedentes que aportan los textos homricos y hesidicos. El autor expone y analiza los distintos modelos de comportamiento femeninos de la poca en cuestin, dedicando especial atencin al papel de la esposa y al de la prostituta, con sus mltiples variantes. Un interesante estudio acerca de la evolucin de la figura femenina en Grecia es el de la profesora Iriarte Goi (De Amazonas a Ciudadanos. Pretexto ginecocrtico y patriarcado en la antigua Grecia, 2002). Enmarcado dentro del personal y sugestivo estilo de su autora, este trabajo hace un recorrido por la representacin de la mujer en mbitos varios, como la magia o la guerra, en los cuales se la contrapone a distintas figuras masculinas. La dificultad de esa tarea desde una perspectiva femenina queda recogida por la autora desde las primeras pginas de su obra, debido a la escasa objetividad que se encuentra en el tratamiento de la mujer en los textos griegos, y universales, escritos fundamentalmente por hombres. Recientemente la investigadora Sarah B. Pomeroy (Spartan Women, 2002) ha publicado un trabajo centrado en la situacin de la mujer espartana, siendo ste el primer estudio de conjunto realizado sobre este tema. Considera Pomeroy que Jenofonte y Plutarco, autores que son las fuentes ms importantes para el conocimiento de la mujer espartana, han condicionado los puntos de vista actuales sobre aqulla. Los temas relacionados con la mujer espartana sobre los que hay ms informacin son la educacin, la reproduccin y la religin, que son los que desarrolla fundamentalmente Pomeroy en su libro. La autora de este trabajo seala la
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 30 dificultad de un estudio de este tipo debido a la escasez de fuentes de informacin sobre Esparta, en comparacin con otras ciudades griegas, como Atenas.
5. Los estudios monogrficos acerca de los distintos asuntos relacionados con la mujer griega en la antigedad han proliferado en los ltimos aos, lo que est relacionado con la progresiva profundizacin de las investigaciones relativas a este tema. La perspectiva con que se abordan estos trabajos vara mucho. Existen algunas obras centradas nicamente en la figura femenina y otras que cubren un espectro ms amplio, dentro del cual no se olvida a la mujer. Los trabajos dedicados al amor 11 tienen siempre presente, en mayor o menor medida, a la mujer. Es frecuente, por otra parte, la imbricacin con otros temas como el sexo o el matrimonio. La profesora Eva Cantarella (Secondo natura, 1988) entiende la homosexualidad en el mundo antiguo como una parte de la experiencia vital que el hombre griego alternaba a lo largo de su vida con el amor heterosexual. Tambin esta autora hace alguna mencin a la homosexualidad femenina, bastante desconocida. La bisexualidad imperante en Grecia es un hecho que pudo marcar profundamente su cultura, por lo cual la considera un factor determinante a la hora de estudiarla. J. J. Winkler (The Constraints of Desire. The anthropology of sex and gender in ancient Greece, 1990) menciona una serie de normas y prcticas que delimitaban el control sexual masculino sobre la mujer en la Grecia antigua, del cual l rastrea vestigios en la
11 En este tema, se ha de destacar la repercusin del trabajo de R. FLACELIRE, LAmour en Grce, 1960.
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
31 Grecia actual. Se centra este autor en estudiar las limitaciones preceptivas concernientes al sexo y al gnero, donde las mujeres ocupan un lugar crucial. En su trabajo usa mtodos inspirados en la observacin casual del comportamiento de la sociedad griega moderna y en sus estudios de antropologa cultural y social. Los autores Halperin, Winkler y Zeitlin editan un libro (Before sexuality. The construction of erotic experience in the ancient greek world, 1990) en el que los diversos estudios que lo conforman no pretenden separar el sexo en la antigedad griega y estudiarlo como un hecho aislado, sino que se proponen seguir las mltiples ramificaciones de ste, segn los mtodos tericos y metodolgicos de la escuela francesa y los procedimientos interpretativos y descriptivos de la tradicin anglo-americana de la antropologa cultural. Rodrguez Adrados (Sociedad, amor y poesa en la Grecia antigua, 1995) realiza un estudio de conjunto sobre el amor en la poesa y en la literatura griega en general. Indica la conveniencia de distinguir entre el concepto de amor en Grecia y el concepto actual, exponiendo, adems, una evolucin de este concepto a lo largo de la historia griega, y subraya la relacin existente entre sociedad, mito y amor. Prez Jimnez y Cruz Andreotti (Hijas de Afrodita: la sexualidad femenina en los pueblos mediterrneos, 1996) editan uno de los escasos estudios que tienen como tema central la sexualidad femenina, y que cubre un amplio marco temporal y espacial, en el cual diversos expertos desarrollan la sexualidad vivida por las mujeres de cada uno de estos entornos, en unas ocasiones ligada al amor y en otras no. Martos Montiel (Desde Lesbos con amor. Homosexualidad femenina en la Antigedad, 1996) lleva a cabo un estudio
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 32 acerca de un tema tan poco investigado anteriormente como la homosexualidad femenina en el mundo antiguo. A sta la sita siempre a remolque de la masculina, entre otras cosas, por la menor cantidad de testimonios y tambin por el papel secundario de la mujer en la sociedad antigua. Con criterios cronolgicos y temticos, el autor recoge los testimonios de todo tipo rastreados entre las fuentes griegas y romanas. Eslava Galn (Amor y sexo en la antigua Grecia, 1997) hace un recorrido por los distintos aspectos de la vida de la Atenas clsica que se relacionan con el amor y el sexo. Vrissimtzis (Love, sex, marriage in ancient Greece, 1997) subraya las grandes diferencias que existan en los distintos lugares y pocas de la antigua Grecia en torno al amor, el sexo y el matrimonio. Considera este autor a Eros, al amor, como estmulo principal de la mayor parte de las acciones de los griegos. El tema del amor tambin guarda estrecha relacin con el del simposio y el de la prostitucin. As, J. Davidson (Courtesains and fishcakes. The consuming passions of Classical Athens, 1998) desde un original enfoque lleva adelante con este trabajo una investigacin sobre los placeres que el banquete antiguo proporcionaba a sus participantes: comida, bebida y sexo, centrndose en la Atenas clsica. La prostitucin, exclusivamente, ha sido el tema de investigacin para V. Vanoyeke (La prostitution en Grce et Rome, 1990), quien hace un completo recorrido por las distintas clases y lugares de prostitucin en la antigedad, analizando motivos y repercusin social de esta prctica. El matrimonio, y sus ramificaciones sociales y polticas en la Atenas de los siglos VI y V a.C. es el tema del trabajo de C. A. M. Cox (The social
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
33 and political ramifications of Athenian marriages ca. 600-400 b.C., 1983). Un nuevo enfoque de la ceremonia de la boda en Atenas, desde los preparativos hasta el da siguiente a la noche de bodas, lo proporcionan J. H. Oakley y R. Sinos (The Wedding in Ancient Athens, 1993). Estos autores utilizan una combinacin de fuentes literarias y pictricas, a travs de los distintos vasos pintados que se utilizaban para la ceremonia, para reconstruir todo el proceso. Las costumbres relativas al matrimonio pero centradas en Esparta constituyen parte del trabajo de M. Lupi (Lordine delle generazioni. Classi di et e costumi matrimoniali nell antica Sparta, 2000), quien relaciona estas costumbres con la edad, debido a la importancia que tena en la sociedad espartana la organizacin genera- cional. El tema de la ley y la mujer ha sido objeto de estudios tan destacados como el de Roger Just (Women in athenian law and life, 1989), quien se propuso con este trabajo llenar un vaco existente entre las numerosas obras dedicadas en general a la mujer ateniense y los estudios especficos dedicados a aspectos parciales relacionados con aqulla. El espacio de su investigacin es la ciudad-Estado ms conocida y mejor documentada de la antigua Grecia, la Atenas clsica. R. Sealey (Women and Law in Classical Greece, 1990) ofrece una visin general de la presencia femenina en las leyes de distintas ciudades y momentos de la civilizacin griega. D. Cohen (Law, Sexuality and Society. The Enforcement of Morals in Classical Athens, 1991), en cambio, se dedica a profundizar slo en la situacin de la Atenas clsica, en donde analiza las relaciones entre sexo, sociedad y ley, partiendo desde un punto de vista tradicional al sugerir que la normativa
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 34 legal no puede forzar una determinada moralidad. Considera su trabajo como un ejercicio de sociologa legal histrica. Entre los trabajos centrados en la relacin entre la ley y la figura femenina, se encuentra el de A. Arjava (Women and law in late antiquity, 1996). Entre los estudios centrados en la religin y la presencia de la mujer en los asuntos con ella relacionados, est el de Shepard Kraemer (Her Share of the Blessings. Womens Religions among Pagans, Jews, and Christians in the Graeco-Roman World, 1992), quien dedica su libro a la investigacin de las religiones de mujeres, que ella, en desacuerdo con otras tendencias que las consideran como ritos de fertilidad secretos, entiende como aquello que las mujeres hacan y pensaban reunidas en un contexto religioso. Su investigacin abarca unos ocho siglos que van desde fines de la poca clsica hasta acabar la poca imperial. Blundell y Williamson (The Sacred and the Feminine in Ancient Greece, 1998) editan un libro en el que se estudia la relacin entre la mujer y la religin, considerada como el nico campo que permita en la antigua Grecia una participacin femenina. Marco ste en el que poda equipararse al hombre, y que le ofreca la posibilidad de desempear un cargo pblico. La conexin entre lo femenino y las esferas divinas de la vida y el pensamiento era considerada particularmente destacada, como si la mujer tuviese un vnculo con la divinidad ajeno al varn. El propsito del libro es examinar alguno de los mltiples enlaces involucrados en esta relacin. Investigar el papel que la religin ha jugado en la definicin de gnero en la antigedad tarda es el propsito de D. F. Sawyer (Women and religion in the first christian centuries, 1998). Este anlisis no lo hace la autora
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
35 aislando el gnero femenino del masculino, puesto que ambos se construyen en una mutua interrelacin, sino viendo la imbricacin de uno y otro. Un particular examen sobre las conexiones entre sexo, misterio y religin es el realizado por P. Veyne, F. Lissarrague y F. Frontisi-Ducroux (Les Mystres du Gynce, 1998). El estudio de los frescos de la Villa de Los Misterios de Pompeya permite recrear a Veyne la religiosidad, con muchas connotaciones dionisacas, del tipo de vida all representado. Lissarrague se centra en las imgenes del gineceo y Frontisi-Ducroux en el erotismo de la mirada. En su trabajo M. T. Gonzlez Corts (Eleusis, los secretos de Occidente. Historia agraria y blica de la sexualidad, 2000) considera fundamental la relacin entre la sexualidad y la religin, y no slo en cuanto a la cultura griega se refiere, para entender la conexin entre el sexo y los misterios eleusinos, al mismo tiempo impregnados del carcter agrario que Demeter y Persfone les otorgaban. Partiendo de esa dicotoma entre la guerra y lo agrario, que utiliza como dos puntos de acercamiento a su tema de estudio, la autora se sumerge en las profundidades de unos misterios religiosos famosos por su opacidad. El estudio de M. Dillon (Girls and women in classical greek religion, 2002) tiene como uno de sus principales objetivos ofrecer documentos iconogrficos representativos del papel de la mujer griega en la religin de poca clsica. Tambin pretende establecer la relacin de esta iconografa con las evidencias literarias y epigrficas acerca de las actividades de muchachas y mujeres griegas relacionadas con la religin. Dillon examina varios aspectos del papel femenino, mostrando la faceta pblica y privada de los rituales y cultos de la muchacha y la mujer griega en honor de las
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 36 distintas divinidades. Se evita el tratamiento de diosas y heronas, centrndose el autor en mujeres a las que se intenta individualizar lo ms posible. Un interesante estudio basado en los rituales dionisacos es el realizado por C. Acker (Dionysos en transe: la voix des femmes, 2002). La consideracin de estos rituales como iniciacin o la representacin trgica de los mismos son algunos de los asuntos que desarrolla la autora en su obra. El trabajo y la economa de las mujeres es otro de los temas que ha suscitado no poco inters 12 . Citemos, por ejemplo, la obra de D. M. Schaps (Economic Rights of Women in Ancient Greece, 1979), quien parte de la idea de que la mujer ha sido un ser relegado de la historia, invencin masculina, y por lo mismo, relegada de la literatura. Por ello, considera ms fcil determinar lo que no hacan que lo que hacan, pero en su obra pretende, a pesar de la dificultad que entraa adentrarse en un mundo en el que se ha pretendido borrar la presencia femenina, investigar la relacin que la mujer tena con las propiedades y posesiones en poca griega, restringiendo su marco de investigacin a la Grecia continental y las islas del Egeo, y excluyendo a prostitutas y esclavas por considerar que tenan un estatus econmico muy distinto al de la mujer griega respetable, si se toman como base las evidencias literarias y epigramticas. En cambio, Calero Secall (Consejeras, confidentes, complices: la servidumbre femenina en la literatura griega antigua, 1999) s tiene en cuenta a las esclavas para realizar su estudio, con el cual pretende, desde una perspectiva fundamentalmente literaria, investigar sobre las mujeres
12 Entre los estudios primeros acerca de este tema, no se puede olvidar el trabajo de HERFST (Le Travail de la femme dans la Grce ancienne, 1922).
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
37 dedicadas a los trabajos domsticos. Destaca la confidencialidad generalmente existente entre esclava y seora, pero examinndola desde el punto de vista de la primera, lo que supone una novedad. La esclavitud femenina en sus mltiples aspectos es el tema de la obra editada por F. Reduzzi Merola y A. Storchi Marino (Femmes-Esclaves. Modles dinterprtation antropologique, conomique, juridique, 1999), en la cual distintos estudiosos abordan la situacin de la mujer esclava en muy diferentes espacios y circunstancias de la antigedad clsica. El cuerpo femenino, y todo lo relacionado con ste, es otro de los temas que han despertado inters entre los estudiosos de la mujer. Aline Rousselle (Porneia. De la matrese du corps la privation sensorielle, 1983) realiza uno de los primeros trabajos dedicados a esta cuestin. En este estudio, la autora trata las circunstancias que rodeaban el cuerpo humano y que incidan en su comportamiento, y de cmo estos condicionantes tambin influan en las relaciones amorosas y sexuales en la antigedad tarda. La concepcin del cuerpo femenino en la antigua Grecia es el objeto de estudio de Giulia Sissa (Le Corps Virginal, 1987) en su trabajo. Inicialmente se ocupa de la Pitia y los misterios que la rodean, entre los que se cuenta la relacin entre su virginidad y su funcin oracular, mientras que al final se centra en las Danaides y su leyenda. En medio de estos dos temas, se refiere a la cuestin de la virginidad en su sentido fsico. La autora se cuestiona si el himen era conocido por los antiguos griegos y si se le relacionaba con el concepto de virginidad. Page du Bois (Sowing the Body. Psychoanalysis and Ancient Representations of Women, 1988) realiza con su libro una crtica al psicoanlisis, que ve el cuerpo
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 38 femenino como un cuerpo masculino simblicamente castrado, y tambin critica sus afirmaciones universales sobre el gnero. Propone la autora una posible lectura de las relaciones entre ciertas disciplinas y la representacin del cuerpo femenino en el psicoanlisis y en la literatura griega antigua. Dean-Jones (Womens bodies in Classical Greek Science, 1994) despus de un pormenorizado anlisis de las fuentes en que se basa para realizar su estudio, hace un completo recorrido por la anatoma, fisiologa y patologa femeninas, dedicando especial atencin al papel de la mujer en la reproduccin. Helen King (HippocratesWoman. Reading the Female Body in Ancient Greece, 1998) pretende con su libro exponer las ideas sobre el cuerpo femenino que se encuentran en la ginecologa griega, cuyo origen localiza en el mito de Pandora. Su obra abarca el perodo ms antiguo del que se tienen detalles escritos sobre el tema, la Grecia clsica de los siglos V y IV a.C., fecha en que estn datados muchos de los textos que conocemos como corpus hipocrtico, del cual aproximadamente una cuarta parte se refiere a enfermedades femeninas. Se intenta responder a preguntas como qu eran las mujeres en la antigua ginecologa?, qu era el cuerpo? y qu era un cuerpo femenino? Se trata de la creencia en la existencia de un solo cuerpo, que segn tenga una u otras caractersticas pasa a ser femenino o masculino, lo cual no concuerda con la imagen del cuerpo femenino que aparece en el texto hipocrtico sobre enfermedades de este sexo. Tambin pretende la autora con este trabajo examinar las distintas formas en que escritores posteriores a los griegos han acudido al antiguo material mdico como soporte para sus propias teoras, elaboradas en contextos sociales ya muy diferentes del mundo clsico griego.
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
39 La educacin femenina es otro de los temas que ha suscitado el inters de los investigadores. As J. McIntosh Snyder (The Woman and the Lyre. Women Writers in Classical Greece and Rome, 1989) se ocupa del tema de la educacin femenina a travs de los fragmentos escritos por mujeres en la antigedad greco-latina que han pervivido hasta nosotros. La escasez de estos testimonios hace imposible una valoracin del trabajo femenino. Snyder rechaza cierta tendencia de los estudiosos del mundo antiguo a considerar trivial lo escrito por mujeres, o a creer que la intensidad en la expresin de sentimientos en una escritora es signo de desequilibrio neurtico. Tambin R. Frasca (LAgonale nelleducazione della donna greca. Iaia e le altre, 1991) se ocupa de este tema debido a que lo considera uno de los pocos puntos oscuros entre los numerosos estudios de los ltimos aos dedicados a la mujer en la antigedad, preguntndose si el concepto de competicin, presente en la formacin del varn, estara tambin presente en la esfera privada y social femenina. Resea la autora la dificultad de llegar a conclusiones firmes y definitivas en este tema, pero cree que la competicin fundamental en la formacin del varn y decisiva para su vida, apenas est presente en la mentalidad femenina, puesto que no est educada en ella. Las investigaciones acerca de la antigedad griega, como es bien conocido, tienen en los textos literarios una de sus principales fuentes, y los distintos autores y gneros son tambin, a menudo, el objeto de estudio de muchos trabajos bajo la perspectiva de la mujer 13 . Un libro reciente acerca
13 Entre los antecedentes de estos trabajos, influenciado por las teoras feministas, se encuentra WRIGHT (Feminism in Greek Literature. From Homer to Aristotle, 1923), quien seala una separacin absoluta de los sexos en Grecia, una lucha entre ellos, una de cuyas manifestaciones ms importantes es la literaria. La autora indica que la situacin no era la misma en todos sitios. As Esparta o la Grecia del
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 40 de la presencia femenina a lo largo de la literatura griega es el editado por Lardinois y McClure (Making Silence Speak. Womens Voices in Greek Literature and Society, 2001). En l se hace un recorrido a travs de la presencia femenina en la literatura y la sociedad griega de poca arcaica, clsica y helenstica, a travs de artculos de distintos estudiosos sobre el tema, y se pretende realizar un estudio profundo que permita una perspectiva clara acerca de la variedad de fuentes literarias de los distintos perodos histricos sobre el tema en cuestin. En lo que se refiere a la lrica arcaica hay que mencionar el original e interesante trabajo de Lloyd-Jones (Females of the Species. Semonides on Women, 1975) acerca del Catlogo de Mujeres de Semnides, en el cual el anlisis del texto se completa con las fotografas de algunas propuestas escultricas modernas inspiradas en dicho catlogo. Homero es uno de los autores ms estudiados. Helen Monsacr (Les larmes dAchille. Le hros, la femme et la souffrance dans la posie dHomre, 1984) destaca la contradiccin entre el sistema de valores de la Grecia clsica, que prohibe las lgrimas en los varones y la moral homrica que retrata a los hroes de la Ilada experimentando su dolor con gran violencia. Descubrir cmo se reparten los papeles, cmo se delimitan los dominios de lo masculino y de lo femenino, es uno de los propsitos de la autora. Insiste sta acerca del riesgo que supone el anacronismo de pretender entender la sensibilidad griega desde un punto de vista actual. B. Cohen (The distaff side. Representing the Female in Homers Odyssey,
Norte no viven un conflicto tan grande, ni una subordinacin tal de la mujer, pero stas no tienen una representacin directa en la literatura. Intenta rastrear ciertas tendencias feministas en los autores griegos.
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
41 1995) edita un volumen colectivo que es pionero en examinar la representacin de las figuras femeninas de la Odisea desde la perspectiva de distintas disciplinas, como historia del arte, estudios clsicos o historia. Fraga Iribarne (De Criseida a Penlope. Un largo camino hacia el patriarcado clsico, 1998) se propone en su trabajo desvelar hasta qu punto las figuras femeninas de la Ilada y de la Odisea, tomadas frecuentemente como prototipos ideales de mujer, representan slo la voluntad del autor de los poemas, que dibuja de esa manera distintos caracteres, o verdaderamente representan adems distintas sociedades en las que la relacin entre los gneros responde a pautas diferentes. La autora intenta rastrear a travs de este estudio, como indica el ttulo de su libro, el camino que condujo al patriarcado clsico. M. Garca Snchez (Las mujeres de Homero, 1999) seala la continua presencia en los poemas homricos de temas asociados con la mujer, destacando la relevancia que la poca homrica pudiera tener en la historia de la mujer en la antigedad. Los poemas proporcionan un gran caudal de informacin que permite observar la construccin de una tradicin sobre la figura femenina que ser fundamental para el pensamiento griego y occidental. El retrato femenino que ofrece Homero no es considerado favorable a la mujer por Garca Snchez, despus de haber estudiado las distintas dimensiones femeninas halladas en los textos homricos. A. Martnez Fernndez (La imagen de la mujer en la antigua literatura griega. Homero y el epigrama de poca helenstica e imperial, 2000), en un trabajo escrito en griego moderno, estudia la representacin de la mujer en Homero y su pervivencia en el epigrama griego helenstico e imperial. Segn este autor, en la Ilada y la
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 42 Odisea aparece bien definido un modelo de mujer ideal que se refleja en un conjunto de virtudes o cualidades de la mujer y en ciertas reglas de comportamiento propias de la condicin femenina. Esta idea homrica de lo que debe ser la mujer, segn A. Martnez, se transmite en lneas generales en la poesa griega posthomrica debido al fuerte influjo que Homero ejerce a lo largo de la antigedad en la cultura, la educacin y la vida de los griegos. Tambin recientemente E. Cantarella (Itaca. Eroi, donne, potere tra vendetta e diritto, 2002) se ha ocupado del universo de la obra homrica en sus investigaciones, y ms concretamente de las relaciones que se establecen entre los hroes, las mujeres y el poder en el territorio de taca. Dalton Palomo (Mujeres, Diosas y Musas: Tejedoras de la Memoria, 1996) pretende con su obra determinar los elementos que constituyen las bases para la construccin del discurso de lo femenino y la relacin de stos con la elaboracin de los contenidos ideolgicos del mismo. Este discurso de lo femenino encierra en s mismo las relaciones entre los seres humanos que lo producen. Su estudio se basa en la obra de cuatro autores griegos: Homero, Hesodo, Platn y Aristteles, donde pretende encontrar los contenidos primordiales que sirven de base para la construccin de lo femenino, as como las similitudes o diferencias que presenta sta en cada uno de los cuatro autores. Enfoca su trabajo desde un punto de vista feminista Simone des Bouvrie (Women in Greek Tragedy. An anthropological Approach, 1990), quien toma como punto de partida para su estudio la contradiccin de que existan en la tragedia griega caracteres femeninos dominantes y
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
43 emprendedores mientras que las mujeres contemporneas estaban prcticamente ausentes de la vida pblica. Tambin se centra en el gnero clsico dramtico L. McClure (Spoken like a Woman. Speech and Gender in Athenian Drama, 1999) para estudiar cmo caracteriza a la mujer. Los gneros trgico y cmico de la poca son la fuente para la investigacin de la autora, que llega a la conclusin de que stos han sido usados por sus autores para afianzar los usos sociales y polticos imperantes, y tambin la segregacin social de los sexos. La reciente publicacin de una tesis doctoral leda en 1997 ha contribuido a un mayor conocimiento de la mujer esclava representada en los textos trgicos. Esta obra de S. Georgopoulou- Goulette (La femme esclave dans la tragdie grecque. Fminin et dpendance dans limagination potique, 2003) constituye un estudio muy completo en el que se descubre un amplio abanico de formas de esclavitud femenina registrado en la tragedia griega. Despus de un exhaustivo estudio sobre cmo aparece reflejada la dependencia femenina en los trgicos, termina la autora con unas tablas acerca de la tipologa de esclavitud femenina presente en dichos textos, en las que se especifica, por ejemplo, el tipo de eslcavitud experimentado por distintos personajes femeninos de la tragedia. A. Powell (Euripides, Women and Sexuality, 1990) edita un volumen colectivo en torno a uno de los grandes trgicos griegos, Eurpides, del que se ha discutido insistentemente su posible carcter misgino, tema central en este trabajo. Por ello se analiza detenidamente la presencia de la mujer y de la sexualidad en su obra. E. Cavallini (Donne e amore da Saffo ai Tragici, 1982), preocupada por la ausencia de voz femenina en la Atenas clsica, se propone en este trabajo
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 44 investigar la posible influencia sfica, a nivel literario, en los tres grandes trgicos atenienses. Un recorrido a travs del ritual matrimonial y fnebre en la tragedia griega realiza R. Rehm (The Conflation of Wedding and Funeral Rituals in Greek Tragedy, 1994). Este autor analiza la confusin que puede existir entre eventos, en principio, tan antitticos como la boda y el funeral, ya que los ritos preliminares del matrimonio guardan semejanzas con los preparativos fnebres, donde la mujer ocupa un lugar primordial. L. K. Taaffe (Aristophanes and Women, 1993) enumera brevemente los condicionantes de la comedia en la Grecia antigua, para luego analizar la situacin de la mujer en la comedia aristofnica. No cree que la imagen femenina reflejada en ella corresponda a mujeres reales, aunque s puedan representar modelos de conducta vigentes en la sociedad de la poca. Su estudio est influenciado por ciertas tendencias en teora literaria y por el pensamiento feminista. E. Ruiz (La mujer y el amor en Menandro. Instituciones griegas de Derecho Privado en el s. IV a.C., 1981) realiza uno de los escasos estudios monogrficos sobre la mujer y el amor, centrado en este caso en un autor concreto, Menandro, cuyo corpus examina detenidamente. David Konstan (Sexual Simmetry. Love in the Ancient Novel and Related Genres, 1994) realiza un recorrido exhaustivo por el tema del amor en la novela griega. Plutarco tambin ha sido un autor estudiado desde el punto de vista de la presencia femenina en su obra por F. le Corsu (Plutarque et les Femmes dans les Vies parallles, 1981). Indudablemente lo relacionado con la muerte y sus ritos fue un campo en el cual la presencia femenina era importante. No es de extraar, por tanto, que se haya estudiado con detenimiento el papel femenino en
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
45 relacin con este tema. S. C. Humphreys (The Family, Women and Death. Comparative Studies, 1983) realiza un estudio de la sociedad de la Atenas clsica desde distintos puntos de vista. Desde la perspectiva femenina, desde un enfoque social, dentro de la cual separa entre lo pblico y lo privado, y finalmente desde un punto de vista que se refiere a lo relacionado con la muerte. M. Alexiou (The ritual lament in Greek tradition, 1974) se ha ocupado de todo lo relativo al lamento relacionado con el rito fnebre y ha destacado la participacin femenina en ste. Holst- Warhaft (Dangerous Voices. Womens lament and Greek literature, 1992) hace un recorrido a travs de la literatura griega para mostrar la importancia que el lamento femenino mantiene en toda ella. La autora reconoce varios tipos de lamentaciones, pero destaca sobre todas el lamento fnebre, que es en el que centra su inters. Es unnime la opinin entre los investigadores del mundo antiguo que sostiene la existencia de misoginia en la literatura griega. Existen discrepancias en cuanto al grado atribuido a los distintos autores, generalmente reconocida en Hesodo y Semnides, pero discutida en autores como Eurpides, y en cuanto a la explicacin que da cada estudioso acerca de este tratamiento de la mujer. Existe una corriente investigadora orientada desde la psicologa y la sociologa freudiana. Dentro de la misma se encuentra la obra de P. Slater (The Glory of Hera: Greek Mythology and the Greek Family, 1968), que, aunque ha sido objeto de numerosas crticas debido a la deficiencia de su metodologa de anlisis, ha sido punto de referencia para todos los trabajos posteriores que han abordado las relaciones entre los sexos reflejadas en la
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 46 literatura griega desde la misma perspectiva. Slater defiende el origen de la misoginia griega en los conflictos psicolgicos que los varones vivan en su niez, que les llevaban a reflejar el temor y la fascinacin que ejerca sobre ellos la imagen de una madre emocionalmente poderosa. Era sta una madre dominante y resentida contra los hombres a causa de la marginacin social a la que era sometida. N. Loraux (Les enfants dAthne. Ides athniennes sur le citoyennte et la division des sexes, 1984) afirma que la generalizada utilizacin en la literatura griega de la expresin gevno" gunaikw'n, desde su acuacin por Hesodo, transmite los temores masculinos a la solidaridad femenina y facilita el vituperio al agrupar a las mujeres como a un grupo tnico. En otro de sus trabajos (Les mres en deuil, 1990), Loraux insiste en el tema del temor a las mujeres y sus razones, a travs de un anlisis de los miedos que suscitaba en la polis ateniense el dolor de las madres. Esta estudiosa (Les expriences de Tirsias. Le feminin et lhomme grec, 1989) ha calificado el concepto de misoginia como confuso, y, aunque admite la existencia de una tradicin de vituperio femenino, afirma que determinados rasgos de la feminidad fueron muy deseados por los varones griegos. En este sentido, considera a Heracles como paradigma de esta apropiacin por parte del varn de una parte de lo femenino. En nuestro pas es reciente el trabajo de Mercedes Madrid Navarro (La Misoginia en Grecia, 1999), quien hace un estudio pormenorizado de la misoginia dentro de la Grecia arcaica y clsica. Ella defiende la articulacin del discurso misgino en torno a dos elementos bsicos: los peligros asociados al mito del matriarcado y la categorizacin de lo
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
47 femenino como sede de todo lo primitivo y catico que se opone a la vida civilizada creada por la polis. Estos dos factores determinan, segn esta autora, la actitud masculina ante la mujer de la antigua Grecia.
6. La poca helenstica y, ms concretamente, la poesa de este momento es el punto de referencia para nuestro estudio acerca de la mujer griega. Nos detendremos especialmente, pues, en los estudios relacionados con el mundo femenino que sobre esta etapa de la civilizacin griega se han realizado hasta el momento presente, sin dejar de precisar que esta poca no ha sido tan estudiada como otras etapas de la civilizacin griega como la clsica o la arcaica. Entre los escasos trabajos monogrficos dedicados a aspectos relacionados con la figura femenina de esta poca, se encuentra el realizado por Claude Vatin (Recherches sur le mariage et la condition de la femme marie a lpoque hellnistique, 1970), quien lleva a cabo un pormenorizado anlisis de la institucin matrimonial y de la condicin de esposa durante la poca helenstica. S. Pomeroy (Women in hellenistic Egypt. From Alexander to Cleopatra, 1984) se ha ocupado de la dificultad de establecer el estatus de las mujeres griegas en Egipto, y ha especificado que sus criterios para evaluarlo no se pueden aplicar de forma generalizada a los estudios sobre la mujer. La razn principal, segn la autora, para el alto estatus de la mujer en el Egipto ptolemaico es la reduccin de la polaridad entre los sexos, que se refleja en la vida y en la literatura. Esa situacin est, en gran parte, determinada por la monarqua, que sita a las reinas en esferas, tradicionalmente masculinas, de gobierno y de guerra. Pomeroy dedica una parte importante de su libro a establecer la
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 48 participacin femenina en la economa domstica y pblica, y tambin en la religin, actividad que conoce un importante auge en el perodo helenstico. Otro autor que se ha ocupado de estudiar a la mujer de la poca helenstica, adems de la de poca romana, es R. van Bremen (The limits of participation. Women and civic life in the Greek East in the Hellenistic and Roman periods, 1996), quien hace un estudio pormenorizado de la vida femenina y sus lmites, que son bastante diferentes de las que haban sido anteriormente. Seala el incremento e importancia de las actividades femeninas en la vida poltica, que las convierte en parte integrante de la identidad pblica de la ciudad. Esta apertura de posibilidades de actuacin para la mujer griega a partir de la poca helenstica ha sido interpretada de diferentes maneras por los estudiosos. El por qu y el cmo lleg a ser aceptable e incluso importante incluir a la mujer como integrante de la entidad pblica de la ciudad es el objetivo de este estudio. J. Rowlandson (Women & Society in Greek & Roman Egypt, 1998) edita un interesante trabajo, cuyo fin principal es el de ser un instrumento de trabajo, puesto que lo que se hace es una recopilacin de textos pertenecientes a la poca tratada agrupados bajo distintos epgrafes relacionados con la mujer y la sociedad de los siglos tratados. El tema de la educacin griega, centrado en el Egipto helenstico y romano, es el objeto de investigacin de R. Cribiore (Gymnastics of the Mind. Greek Education in Hellenistic and Roman Egypt, 2001). En este trabajo en el que se investigan todos los factores relacionados con la formacin intelectual, desde los profesores hasta los padres, pasando por los materiales de instruccin, la relacin de la mujer con la educacin tambin est presente. Esta educacin femenina, acerca de
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
49 la cual los investigadores discrepan en cuanto al grado de acceso, cree Cribiore que estaba determinada por la asimetra que caracterizaba el estatus social femenino respecto al del varn, por lo cual las posibilidades de formacin de las mujeres eran bastante menores que las de aqul. Recientemente A. Bielman (Femmes en public dans le monde hellnistique IV e I er s. av. J.-C., 2002) ha publicado un trabajo enteramente dedicado al estudio de la actividad pblica de la mujer del helenismo. Ha tomado esta autora como fuente la documentacin epigrfica, tratada a menudo superficialmente, segn Bielman, en las obras de investigacin y los artculos especializados. Las inscripciones constituyen una fuente menor, pero privilegiada, para adentrarse en la actividad pblica femenina. Adems los textos epigrficos en el helenismo son abundantes y provienen de todas las regiones de Grecia, con lo cual muestran el papel pblico de la mujer griega en toda su diversidad y complejidad. Entre los artculos pioneros que se han ocupado de estudiar aspectos generales acerca de la mujer en la poca helenstica, ha de destacarse el trabajo de C. Praux 14 , quien lleva a cabo un estudio acerca del estatus de la mujer en esta poca, centrndose fundamentalmente en Egipto. Se ocupa de cuestiones tales como el estatus poltico y fiscal de la mujer, el matrimonio, el divorcio, la herencia, su papel en la justicia y en la sociedad. Tambin se ocupa de ofrecer una visin general de la mujer, aunque, en este caso, centrada en la Atenas helenstica de la comedia nueva, un artculo de E. Fantham 15 , quien, basndose en la comedia menandrea, realiza un recorrido
14 Recueils de la socit Jean Bodin 11, 1959, pp. 127-175.
15 Phoenix 29, 1975, pp. 44-74.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 50 por el mundo cotidiano de las distintas mujeres contemporneas, segn su realidad social. El tema de la educacin femenina en este momento lo ha abordado S. B. Pomeroy 16 , quien destaca los cambios en la sociedad helenstica, respecto a la poca clsica, como factor esencial en la evolucin que se produce en la educacin y en otras manifestaciones de la vida femenina. Estrecha relacin con este tema de la formacin intelectual femenina guarda la investigacin acerca de algunas de las pocas mujeres escritoras de la antigua Grecia de las que se tiene noticia y que pertenecieron a la poca helenstica 17 . Aspectos puntuales en relacin al universo femenino reflejado en la poesa helenstica han sido objeto de estudio en muchos artculos por parte de numerosos autores. Trataremos de ofrecer una visin general de stos a travs de distintos gneros y autores de la poesa helenstica. Apolonio, junto con los otros dos grandes alejandrinos, Calmaco y Tecrito, es un autor ampliamente estudiado. La figura de Medea presente en Las Argonuticas es uno de los caracteres femeninos helensticos ms estudiados 18 , pero tambin la figura femenina en general en la obra de este poeta alejandrino ha sido objeto de estudio. As, en S. A. Natzel (Kleva gunaikw'n: Frauen in der Argonautika des Apollonios Rhodios, 1992), donde la autora lleva a cabo un detenido anlisis sobre la mujer
16 AJAH 2, 1977, pp. 51-68.
17 Entre los trabajos dedicados a este tema, se encuentra BARNARD, CJ 73, 1978, 208-210; W.J. HENDERSON, AClass 38, 1995, 29-42; SKINNER, AHB 1, 1987, 39-42; M.L.WEST, CQ 29, 1970, 277-287.
18 A ttulo ilustrativo, citaremos, por ejemplo, a ARDIZZONI, GIF 28, 1976, pp. 233-240, y en StColonna, pp. 7-9; GARCA GUAL, Habis 2, 1971, pp. 85-107; HUNTER, CQ 37, 1987, pp. 129-139; CLACK, CJ 68.1, 1972, pp. 310-315; BARKHUIZEN, AClass 22, 1979, pp. 33-48; MICHELLAZO, Pf 1, 1975, pp. 38-48; BORNMANN, en AttiMedea, pp. 46-68; DYCK, Hermes 117, 1989, pp. 455-470.
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
51 retratada por Apolonio en su obra, tanto mortal como divina, dedicando una especial atencin a Medea. Se realiza adems un exhaustivo repaso por las investigaciones que sobre el tema han precedido a este trabajo. Tambin han sido objeto de estudio otros temas de la obra de Apolonio relacionados con la figura femenina, como el amor o el matrimonio 19 . El estudio, en algunos de los idilios teocriteos, de la repercusin de la peregrinacin en la vida cultural y social, el papel del gnero en las relaciones de poder, la funcin de la experiencia esttica en la vida y la influencia del mecenazgo en la imaginacin potica es el motivo del trabajo de J. B. Burton (Theocrituss Urban Mimes: Mobility, Gender, and Patronage, 1995). Este poeta helenstico, junto con los tambin buclicos Mosco y Bin, ha sido objeto de numerosos artculos relacionados con la mujer 20 . Calmaco es otro autor ampliamente estudiado, y los temas relacionados con el mundo femenino no han sido una excepcin 21 .
19 Por ejemplo, GIANGRANDE, en LPEZ FREZ (ed.), La pica griega, pp. 213-233; BREMER, CQ 37, 1987, pp. 423-426; ZANKER, WS 13, 1979, pp. 52-75; PHINNEY, TAPhA 98, 1967, pp. 327-341; BEYE, GRBS 10, 1969, pp. 31-55; GONZLEZ GALVN, Fortunatae 4, 1992, pp. 53-59, y en AVIIICSEEC, vol. II, 1994, pp. 221-226.
20 As, a ttulo ilustrativo, BURTON, GRBS 33, 1992, pp. 227-245; DAVIES, G&R 42.2, 1995, pp. 152- 158; WHITEHORNE, Hermes 123.4, 1995, pp. 63ss; PLASTIRA-VALKANOU, Habis 30, 1999, pp. 127-134; PARRY, ICS 12, 1987, pp. 7-21; GONZLEZ GALVN, Fortunatae 11, 1999, pp. 31-37.
21 A ttulo ilustrativo, WHITE, Orpheus 2, 1981, pp. 374-370; REED STUART, CPh 6, 1911, pp. 302- 314; BONNER, CPh 6, 1911, pp. 402-409; GIANGRANDE, Eranos 67, 1969, pp. 33-42; BARIGAZZI, Hermes 86, 1958, pp. 453-471; SNCHEZ ORTIZ DE LANDALUCE, Habis 22, 1991, pp. 143-150; PAPANGHELIS, Mnemosyne 44. 3-4, 1991, pp. 372-386; GONZLEZ GALVN, Fortunatae 8, 1996, pp. 27-30, y en AIXCSEEC, vol. 6, 1998, pp. 109-112.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 52 Herodas, debido a la naturaleza de su obra, proporciona una interesante perspectiva para el estudio del mundo femenino, pues su acercamiento a las situaciones cotidianas es notable 22 . El epigrama, y los autores que lo cultivaron durante la poca helenstica, han sido objeto de abundantes estudios. Adems, el gnero epigramtico nos proporciona alguno de las infrecuentes autoras feme- ninas de la literatura griega, lo cual aade riqueza a la investigacin sobre el mundo femenino del momento. El tratamiento que recibe la figura femenina en estos epigramas no ha sido una excepcin dentro de las investigaciones 23 . La ausencia de un estudio de conjunto sobre la mujer en la poesa helenstica es el estmulo que ha propiciado la investigacin que hemos llevado a cabo, con el objetivo de proporcionar una visin general acerca de su presencia en los textos poticos tanto de los ms renombrados autores como de los menos conocidos. La bibliografa existente sobre la mujer en el helenismo es escasa y parcial en el tratamiento de sta, puesto que, como se ha visto, suele tratar la presencia femenina en un lugar geogrfico determinado, como es el caso de los trabajos de Rowlandson, Pomeroy, Cribiore, o van Bremen, o suele dedicarse al estudio de un tipo de mujer en concreto, como ocurre con la mujer casada en el trabajo de Vatin. En el caso del reciente trabajo de
22 As, por ejemplo, GIL, Emerita 22, 1954, pp. 211-214; KEHOE, en Classical Texts, pp. 89-106; GMEZ, Itaca 6-8, 1990-1992, pp. 71-80.
23 As, por ejemplo, MARTNEZ FERNNDEZ, I Eikona tis ginaikas stin archaia ellinik logotechna, passim, Fortunatae 4, 1992, pp. 119-150, y 8, 1996, pp. 71-77, y AXIISCatSEEC, 1997, pp. 219-222; PREZ CABRERA, Fortunatae 7, 1995, pp. 143-157; CAIRNS, Eikasmos 9, 1998, pp. 165-193; POMEROY, ZPE 32, 1978, pp. 17-22.
ESTUDIOS SOBRE LA MUJER EN LA ANTIGUA GRECIA
53 Bielman el estudio sobre la figura femenina se hace apoyndose en textos epigrficos. Por lo dems, el tratamiento de la mujer est enfocado predominantemente desde un punto de vista social o histrico. Los trabajos que estudian la figura femenina en la literatura helenstica, como el de Natzel en las Argonuticas, son aun ms escasos. Por lo tanto, parece necesario un estudio de conjunto sobre la figura femenina que los textos de la poesa helenstica muestran. El anlisis de estos textos desde un punto de vista filolgico y literario proporciona matices de la mujer de la poca que ayudan a vislumbrar cmo era, cmo era vista por sus contemporneos, y tambin cmo era su relacin con el sexo opuesto.
LA MUJER EN LA POESA HELENSTICA 1. EL AMOR
1.1. El amor tiene su particular tratamiento en poca helenstica, lo que implica variaciones respecto a cmo era entendido anteriormente 1 . Al igual que otros muchos aspectos de la vida griega, el concepto del amor est influenciado por las condiciones sociales y polticas que caracterizan cada momento histrico. En la literatura helenstica el amor adquiere una relevancia de la que no haba gozado anteriormente, pasa a ser, frecuen- temente, eje central de la accin, de lo cual se puede poner como ejemplo la comedia y la novela, vehculos constantes del sentimiento amoroso. La comedia, tras Aristfanes, no tiene el acentuado carcter poltico de antao, sino que pasa a ocuparse ms de asuntos amorosos. En sta, la mujer adquiere un papel paritario al del varn 2 . Tambin en el incipiente gnero
1 En relacin al amor, son numerosos los trabajos que existen. Entre ellos, FLACELIRE, Amour, VERNANT, Lindividu, CALAME, LEros, RUDHARDT, Le Rle dEros; HOFFMANN, Chtiment des amants; CALAME, LAmore; VRISSIMZIS, Love, sex, marriage; LICHT, Sexual Life; KONSTAN, Sexual Simmetry, FERNNDEZ GALIANO et al., Descubrimiento del amor.
2 Cf. CANTARELLA, Calamidad ambigua, p. 159.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 58 novelstico se aborda primordialmente la relacin amorosa de una pareja que pasa por distintos avatares hasta el reencuentro final. Este tratamiento de primer orden que recibe el amor y en el que se persigue el matrimonio de la pareja de enamorados como recompensa final, es considerado tpicamente helenstico 3 . Se observa una preeminencia de los asuntos erticos heterosexuales que no se daba en pocas precedentes. Al hablar del amor en Grecia, se ha de precisar que la concepcin de l que all tenan difiere fundamentalmente de la nuestra en la ausencia del factor de comunin espiritual, adems de fsica, que casi siempre subyace en la relacin amorosa 4 . En Homero, el amor es fundamentalmente una atraccin fsica 5 . Una atraccin, inspirada por una locura divina, hacia la belleza del ser deseado es la concepcin que aparece en Safo 6 y Teognis del amor. Esta identificacin del amor con locura hace que los que sucumben a l puedan llegar a romper con el orden social. Para mitigar ese efecto de ruptura se concibe al matrimonio que supone la reconciliacin con dicho orden social 7 . Esta visin de la pasin amorosa como locura implica tambin que el varn griego no se entregara a los delirios amorosos casi nunca. Es la mujer quien suele enamorarse. El enamoramiento por parte de
3 As, RODRGUEZ ADRADOS lo define como amor feliz, que se registra fundamentalmente en la literatura helenstica, en Sociedad, amor y poesa, p. 281.
4 Cf. CALAME, LEros, p. 4. El amor se experimenta no desde el sentimiento personal, sino desde la percepcin de una serie de aspectos fisiolgicos del organismo humano.
5 Cf. ESLAVA GALN, Amor y sexo, p. 49.
6 Esta idea la recoge Safo en su fr. 66 (V 96), donde dice No es fcil igualarse a las diosas con la belleza que inspira amor....
7 Cf. RODRGUEZ ADRADOS, Amor, sociedad y poesa, p. 20.
EL AMOR 59 la mujer es lo ms frecuente hasta el helenismo, cuando ya se encuentran parejas de enamorados que participan por igual del amor 8 .
1.2. Es bien conocido que el matrimonio era una forma de lograr que el amor no interfiriera en el orden social establecido o, dicho de otra manera, era una forma de reconducir unos sentimientos que podan llegar a ser transgresores con la moral imperante. El matrimonio era una institucin social al servicio de la familia, en la cual el amor, en su sentido ms pasional era, a menudo, sustituido por una relacin de comunidad y aprecio entre los cnyuges cuando su relacin era duradera. El matrimonio era una especie de contrato 9 en el que el amor entre las partes no era un factor determinante para su existencia. As pues, no es de extraar que las manifestaciones de amor pasional estn ausentes en los textos que hacen referencia a este tema dentro del matrimonio. Generalmente, se mencionan sentimientos de aprecio y cario. Tecrito incluso deja traslucir un sentimiento de hasto de la mujer hacia el marido en su idilio Las Siracusanas a travs de los comentarios de las dos amigas protagonistas, que se quejan continuamente de las decisiones y actuaciones de sus maridos, quienes las obligan a dejar las celebraciones de la fiesta de Adonis rpidamente para cumplir con sus obligaciones para con ellos 10 . El motivo ms comn que se encuentra en los textos para hacer referencia al sentimiento amoroso que la mujer senta por el esposo se da
8 Cf. ESLAVA GALN, Amor y sexo, p. 49.
9 Cf. RODRGUEZ ADRADOS, Amor, sociedad y poesa, p. 70; FLACELIRE, Amour, p. 111.
10 Para este idilio teocriteo, vase, entre otros estudios, a M. DAVIES, G&R 42, 1995, pp. 152- 158.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 60 cuando acontece la muerte de aqul. Una gran tristeza es la que refleja Bin 11 , en un fragmento de su Canto fnebre por Adonis, cuando Afrodita sufre la muerte de Adonis. Una desolacin tal que la hace perder su hermosura:
Esta prdida de la belleza de la diosa una vez que muere Adonis es muy significativa, puesto que este hecho la hace a ella incapaz de volver a ser amada, ya que el amor se comprenda principalmente como una veneracin hacia el aspecto exterior del ser amado. Su esposo se lleva, con su muerte, toda posibilidad de que Cipris pueda participar del amor, su aspecto externo se ha tornado en absoluto inspirador del sentimiento amoroso. La reciprocidad del amor se constata aqu, puesto que la diosa recupera su capacidad para participar del amor slo en tanto en cuanto su pareja est junto a ella. Este amor entre los esposos Afrodita y Adonis es un motivo importante del idilio Las Siracusanas de Tecrito. Esa pasin romntica que la muerte no puede romper es contrapuesta por el poeta con el prosaico matrimonio de las dos mujeres protagonistas, que se quejan de sus maridos
11 MONTES CALA, Habis 25, 1994, p. 89, a propsito del fr. 10 GOW, defiende la presencia constante en la poesa de Bin del tema amoroso.
12 Ha perdido al hermoso varn, con l perdi su divina imagen. Cipris estaba adornada con la belleza cuando Adonis viva, ha perecido su hermosura con Adonis.
EL AMOR 61 y de su forma de vida 13 . El poeta explicita la diferencia existente entre mito y realidad a travs de las diferentes experiencias del matrimonio que deja traslucir entre Cipris y las dos amigas siracusanas. An ms dramtica es la reaccin de algunas esposas ante el bito del esposo. Esta reaccin es tan tremenda que las empuja tambin a ellas a la muerte, en ocasiones por una tristeza profunda, otras veces por una decisin trgica de acabar con la propia vida. El primer caso se trata en un epigrama de Diotimo (AP 7.475) en el que una tal Esclide muere tras haber estado dos meses sumida en la ms insondable de las penas despus del fallecimiento de su esposo:
Esta consuncin del alma guarda semejanzas con la manifestacin del amor como enfermedad en muchos amantes 15 , a pesar de que aqu la situacin haga referencia a un hecho extremo y definitivo en una relacin amorosa que es la prdida del amado.
13 Cf. M. DAVIES, G&R 42.2, 1995, p. 153.
14 En el tercer mes fue consumida, infeliz, por una funesta y adversa extenuacin del alma.
15 As, por ejemplo, en lo que se refiere a la poesa helenstica, se considera que los sntomas de enamoramiento de Simeta por Delfis en el idilio La Hechicera de Tecrito son los de una enfermedad, cf. SEGAL, ClAnt 4.1, 1985, p. 108, que ella intenta remediar.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 62 Apolonio trata en el libro 1 de las Argonuticas el caso de Clite, una mujer joven, que tras conocer la noticia de la muerte de su esposo Ccico en combate, no duda en ahorcarse 16 :
En estos dos ltimos casos, se observa que la muerte del marido es el desencadenante de una situacin igualmente trgica. La descripcin que los autores nos proporcionan de los hechos es somera y, por ello, no se puede concluir tajantemente que sea nicamente el hecho de la prdida de la pareja lo que conduzca al final de las dos mujeres en ambos casos. Lo que s se puede deducir es que la desaparicin de la figura masculina transformaba por completo el mundo de la mujer afectada por ello, lo cual le poda crear un desequilibrio tal que la arrastrara, ya poco a poco, ya fulminantemente, a su propio fin. Podra aventurarse que en el primer caso la imposibilidad de satisfacer la manifestacin de amor por el difunto lleva a la tumba a su amante, y que en el segundo caso se podra tratar del temor a hacer frente a una situacin de vida difcil tras la muerte del esposo. En la literatura de poca clsica, Eurpides en su Alcestis se ocupa del caso de una mujer que no muere tras su marido, sino en lugar de l.
16 JACKSON, SIFC 15.1, 1997, expone la hiptesis de que Apolonio al narrar esta historia tenga en cuenta su paralelismo con el suicidio de la joven Biblis en Mileto, y escoja por ello una versin de la historia que le sirve para hacer propaganda indirecta de Ptolomeo.
17 Y no abandon su esposa Clite al marido que haba muerto antes, sino a un mal procur otro peor, al anudarse una cuerda a su cuello.
EL AMOR 63 Esta decisin, que no asume ningn otro de los seres sentimentalmente ligados al marido, es un exponente claro de los especiales y fuertes vnculos sentimentales que se establecan dentro del ncleo social formado por marido y esposa. Una declaracin absoluta de amor entre esposos es la que Tecrito narra en el Idilio 17. Ptolomeo Soter y Berenice se aman como no se ama ningn otro matrimonio:
. uv. ..c c.. c:... c. c.:,. ,u.c.-.., cc. v., l`.c., .j. ..`jc.. c-.... j c. c...`.. v`u v`... (vv. 38-40) 18
Este gran amor del faran por su esposa ha sido delicadamente expuesto al recordar el poeta las numerosas virtudes que acompaan a la esposa y que la hacen digna depositaria del amor del esposo. Evidentemente en una pareja de tan alta alcurnia el sentimiento amoroso tambin tena que ser superior al del resto de los mortales. En el mimo 1 de Herodas se encuentra una particular manifestacin de amor conyugal: la esposa cuyo marido est ausente y que no sucumbe a las tentaciones carnales que viene a proponerle la anciana alcahueta 19 . La ausencia prolongada del esposo poda crear conflictos a la persona
18 Se dice que ninguna mujer agrad tanto a un hombre como Ptolomeo am a su esposa. Ella lo am a su vez mucho ms.
19 Cf. FERNNDEZ GALIANO, El amor helenstico, en FERNNDEZ GALIANO y otros, Descubrimiento del amor, p. 215, quien expone la idea de que Herodas transmite escenas de la vida conyugal slo referidas a la soledad de la esposa cuyo marido est ausente. Cf. tambin BRIOSO SNCHEZ, El amor, de la comedia nueva a la novela, en BRIOSO SNCHEZ Y VILLARRUBIA MEDINA (eds.), Consideraciones en torno al amor, p. 179.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 64 encargada de custodiar a la esposa mientras durara esa situacin 20 , de lo cual la situacin anterior es un perfecto ejemplo. El hecho de que la esposa se mantenga firme en el mimo 1 es una prueba de la fortaleza del vnculo matrimonial. En algn otro epigrama se encuentran algunas rpidas alusiones a la pena del esposo por la prdida de su esposa (Calmaco, AP 7. 522), o a la felicidad de una mujer por la vida pasada en compaa de su marido (Tecrito, AP 6. 340), que tambin se pueden considerar como ejemplos de la fuerte vinculacin que el matrimonio sola implicar entre sus contrayentes. El amor era tambin, con frecuencia, para los griegos una actividad sin ms connotaciones que las puramente fsicas. Ello se refleja en algunos textos en los cuales se aborda este tema slo desde esta perspectiva. Un curioso ejemplo acerca de cmo resolver las necesidades amatorias con una esposa embarazada es un epigrama de Dioscrides (AP 5. 54), en el cual el autor aconseja imitar las tcnicas amatorias entre varones para resolver las dificultades que la situacin puede presentar. Adems se encuentra en el mimo 6 de Herodas otro texto en el que pasa a tener un lugar preponderante una discusin femenina acerca de artilugios sexualmente satisfactorios para las mujeres.
1.3. Los textos poticos helensticos que se ocupan de las manifestaciones amorosas entre amantes, sea cual sea su condicin social y personal, son numerosos. Recogen todas las etapas por las que suele
20 Cf. COHN-HAFT, JHS 115, 1995, p. 7.
EL AMOR 65 atravesar el sentimiento amoroso: la plenitud de sentimientos correspondidos, los celos por las acciones de la pareja, el desencanto por la no correspondencia del ser amado, etc. En ocasiones, la pasin amorosa desatada entre dos personas se desea que acabe en matrimonio, como en el caso de Jasn y Medea, pero muchas veces las peripecias amorosas tienen como protagonista femenina a alguna hetera, con lo que la boda no aparece en el horizonte de la relacin que se entabla o se desea entablar. Meleagro tuvo una agitada vida sentimental si sta se refleja con cierta fidelidad en las vicisitudes narradas en sus epigramas. En stos se mencionan varias amantes femeninas cuyos nombres son Demo, Heliodora, Fanin y Zenfila. Los epigramas dedicados a Fanin (AP 12.53, 12.82, 12.83) se caracterizan por la descripcin de un amor ilusionado, que lo arrastra impaciente a visitarla en Cos. Sobre la amada slo se insiste en el dato de que es pequea y en el calificativo de amorosa. Este epteto y el hecho de que la mujer lo espere en Cos parecen implicar que el amor es correspondido. Eros es una divinidad traviesa y peligrosa de la que Meleagro se intenta desembarazar tras alguna desilusin amorosa, pero sin conseguirlo. El poeta se refugia junto a otra de sus amantes, Zenfila (AP 5.177, 5.178), y no puede librarse de la influencia del hijo de Afrodita, que le inspira un sentimiento difcil de controlar. El poeta no escatima alabanzas a su amada (AP 5.139, 5.195, 5.140, 5.149), a la cual las divinidades han concedido los ms maravillosos dones, que se traducen en una piel y unas formas armoniosas y provocadoras de pasin, y que se compaginan con dotes
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 66 excepcionales para la elocuencia y la msica. Todo ello explica suficientemente que el poeta arda en autntica pasin por Zenfila. Es notorio que la charlatanera, que se rechaza en las mujeres, se torne en el caso de Zenfila en elocuencia agradable a los ojos del poeta. Se observa que esta mujer es una .c.,c (AP 5. 49.1), lo que no es un impedimento para que sea depositaria de los ms tiernos sentimientos por parte del poeta. Las alabanzas a la amada, a la que se compara con una flor (AP 5.144) 21 , o de la que se desea la taza rozada un momento por sus labios (AP 5.171), estn directamente relacionadas con los celos que provoca incluso el Sueo que la consigue en otros epigramas (AP 5.174). Los mosquitos son motivo de otros dos epigramas sobre Zenfila, en uno de los cuales (AP 5.151) son amenazados por los celos del poeta que no permite que se acerquen a la tibia piel de la amada ni le alteren el sueo. Mientras en el otro (AP 5.152), el mosquito es utilizado como mensajero del poeta para que anuncie a su amada, acostada con otro, que la espera impaciente. La naturalidad con que el poeta acepta al compaero de cama de su amada, pretendiendo incluso no despertar sus celos, llama la atencin teniendo en cuenta que se ha mostrado celoso del Sueo y de unos mosquitos:
21 Cf. GIANGRANDE, GIF 50.1, 1998, p. 66, para una interpretacin acerca del adjetivo u,.c..c que se utiliza en este epigrama y que ha sido motivo de controversia.
22 Hblale con dulzura, no despiertes a su compaero de lecho para no remover por mi causa sufrimientos de celos.
EL AMOR 67 Se observa una rendida pleitesa de Meleagro hacia Zenfila, que lo lleva a compararla con las sustancias ms delicadas y a tener celos de los hechos ms inverosmiles, sin dejar de entender que es una hetera y como tal comparte su lecho con otros hombres, como queda claro en el ltimo texto sealado (AP 5.152). Los epigramas de Meleagro consagrados a Demo se caracterizan por la carnalidad. La noche es un soplo cuando goza del amor de su amada, pero se convierte en una eternidad cuando sabe que ella yace con otro (AP 5.172, 5.173). El poeta proporciona un dato fsico sobre su amada cuando habla sobre sus blancas mejillas (`.u-vc,...) en otro epigrama (AP 5. 160, 1), donde vuelve a aceptar con naturalidad el hecho de que ella comparta el lecho con otros, debido a su condicin de hetera. Las sensaciones amorosas que Heliodora inspira a Meleagro son muy variadas. En los mejores momentos de su relacin, los epigramas de alabanza a la mujer (AP 5.215, 5.143, 5.141) la convierten en un ser superior a los dioses. La adoracin que siente por ella queda innegablemente reflejada en un epigrama (AP 5.137), en el cual la convierte en la nica diosa en quien cree: cuc ,c, . .. ,,c.c. -.,. (v. 3) 23
No es sorprendente despus de tal manifestacin que el poeta trate en otro epigrama el sobresalto que le produce la posible desaparicin de Heliodora (AP 12.147). El poeta se siente como un juguete en manos de Eros en su relacin con esta mujer. Su corazn es una pelota en manos del
23 Pues sta es la nica considerada diosa por m. Acerca del valor que adquiere aqu el verbo ,,c., vid. DGE s.v. B 1.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 68 travieso dios (AP 5.215), y adems es herido por Heliodora que lo araa (AP 5. 57) y que le clava el aguijn de Eros (AP 5.163). Los celos hacen acto de presencia cuando Meleagro duda si su amada se encuentra en brazos ajenos (AP 5.166 y 5.165), y pasan a convertirse en desesperanzada tristeza cuando tiene la certeza de que es as (AP 5.136). La complejidad y profundidad del amor del poeta hacia Heliodora queda magnficamente expuesta en el epigrama (AP 5.24) en el que su alma le advierte que escape de la mujer que le ha ocasionado llanto y celos, cuando aqulla misma, su alma, no puede escapar porque contina amando:
Y tambin lo queda en el epitafio que el poeta le dedica a su amada cuando muere (AP 7.476), en el que le manifiesta abiertamente su amor, a pesar de lo tormentosa que haba sido su relacin:
En este epigrama Meleagro utiliza un trmino (c,,j) que llama la atencin, puesto que generalmente aparece utilizado para referirse al afecto
24 Me lo dice, pero no tengo fuerzas para huir, pues la descarada no slo ordena sino ordenando ama.
25 Te ofrezco lgrimas a travs de la tierra, Heliodora, restos de mi amor, hasta el Hades.
EL AMOR 69 familiar y al amor conyugal en los epigramas fnebres y otros textos 26 , trminos stos en los que no se encuadrara la relacin entre Heliodora y Meleagro, pero a la que quiz conscientemente el poeta quiera dar una cierta dimensin de legitimidad precisamente con la utilizacin de ese sustantivo. El tema del amante ante la puerta cerrada de la amada es bien conocido en los textos poticos helensticos 27 . Entre los epigramatistas suele ser la mujer quien cierra la puerta al amante masculino, a pesar de haber prometido lo contrario. Tanto en Dioscrides (AP 5.52) como en Asclepades 28 (AP 5.164) la amada es acusada de mentirosa al no cumplir con las promesas de amor que haba pactado. Se le desea lo mismo a ella, que quede plantada ante una puerta cerrada. Sin embargo, es una mujer la que se lamenta ante la puerta cerrada de su amante en un texto annimo de poesa helenstica menor (Lyr. Adesp. fr. 1 Powell). La expresividad de este paraklausithyron es grande y la abandonada se muestra capaz de cualquier cosa por volver a gozar del favor de su amado:
26 Cf. VRILHAC, Limage de la femme dans les epigrammes funraires grecques, en A. M. VERILHAC Y C. VIAL (eds.), La Femme dans le monde mditerranen.I. Antiquit, p. 99.
27 Cf. YARDLEY, Eranos 76, 1978, p. 20.
28 Destaca el tono legalista de este epigrama CAIRNS, Eikasmos 9, 1998, pp. 178-80, en el anlisis que realiza acerca de esta composicin de Asclepades.
29 Seor, no me abandones ante la puerta cerrada, acptame. Estoy resuelta, anhelo servirte.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 70 Este texto potico es una declaracin de amor absoluto, de prdida de la propia identidad para reconocerse slo en la del amado. Lo nico que puede devolver la cordura a la amante es el regreso del amado:
c..c. / .. .-.jc.. (vv. 34-35) 30
La solucin para el sufrimiento de amor que Tecrito defiende, a travs de Polifemo (Idilio 11, vv. 1-3), es la poesa. El canto potico se presenta como alivio y distraccin de las cuitas que ocasiona el amor no correspondido. Esta idea ha sido recogida a lo largo de la literatura clsica por muchos otros autores 31 . La herida causada por este sufrimiento amoroso la considera Tecrito superficial al proponer remedios de aplicacin externa, lo cual muestra una concepcin del dolor por amor que no hace mella en la profundidad del ser. Este poeta alejandrino defiende este mismo remedio en otros de sus textos, como el idilio La hechicera 32 . Un hombre ebrio se presenta de noche ante la puerta de la hetera Pitade. Guado por el sentimiento inspirado por Eros, no teme a los ladrones. Slo desea llegar hasta Pitade, si no duerme sola. Posidipo en este epigrama (AP 5. 213) trata el motivo de la puerta cerrada, pero desde una perspectiva diferente. El amante no ha pactado ninguna cita, slo obedece a un impulso amoroso, acrecentado quiz por la bebida.
30 Me vuelvo loca si tengo que dormir sola.
31 Cf. GOW, Theocritus, vol. II, comentario ad locum.
32 Cf. GRIFFITHS, en BOWERSOCK, BURKERT Y PUTNAM (eds.), Arktouros 1979, pp. 81-88.
EL AMOR 71 El juramento de amor roto es otro motivo frecuente entre los epigramatistas. Meleagro (AP 5.8) y Asclepades (AP 5.7) proporcionan un ejemplo de incumplimiento para cada sexo. En el primero es un hombre quien rompe con la amante y en el segundo es una mujer quien abandona al amante. Ambos coinciden en la presencia del candil, motivo frecuente en los epigramas, que representara el doble aspecto de luz y sombra atribuible a Eros 33 . Calmaco (AP 5.6) refiere otro caso de juramento de amor roto, pero en el cual el amado abandona a su amada para acudir a los brazos de otro hombre. Este tpico del juramento amoroso aparece ya en Hesodo (fr. 187 M-W). En contraste con el desencanto que produce el juramento roto o el abandono ante la puerta cerrada del ser amado, existen textos acerca de la plenitud amorosa, como un epigrama de Dioscrides (AP 5.55). La plenitud amorosa total es un tema escasamente tratado en los poetas helensticos y en la literatura en general 34 . Quizs porque al ser el final perseguido para los distintos sinsabores que pueden ocasionar los devaneos amorosos, como ocurre frecuentemente en el cine, es algo que no suele aparecer en la composicin literaria en s. Quizs porque es un estado infrecuente, que, en el caso de lograrse, es efmero. En cualquier caso, el sufrimiento ha sido generalmente considerado ms estimulante en la creacin artstica que la felicidad. Existen distintos testimonios de que los griegos preferan las rubias a las morenas, aunque no faltan excepciones. Asclepades en un epigrama
33 Cf. PAZ, La llama doble, p. 27.
34 Cf. PAZ, La llama doble, p. 75.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 72 (AP 5.210) justifica su amor por Ddima a pesar de que sta es morena 35 . Idntico motivo aparece recogido en el idilio 10 de Tecrito:
Los versos de la cancin del pastor enamorado parecen querer justificar la pasin que una mujer de tales caractersticas ha despertado en l. As se observa que la existencia de unos cnones que rijan el tipo de mujer u hombre preferidos en una sociedad no es un hallazgo de nuestros das. En la sociedad griega ya circulaban unas preferencias generalizadas en la valoracin de la figura femenina. As ocurre cuando se indica que la piel blanca y la mujer rubia son especialmente atractivas para el varn griego 37 . Siguiendo esta tendencia, Polifemo ensalza la blancura de Galatea en el idilio 11 de Tecrito (vv. 19-20). Las mujeres tambin muestran en los textos helensticos el tipo de hombre que ms les gusta. Los bajos y barbudos no gozan de general
35 Esta defensa de la piel oscura es aceptada como propsito de este poema, aunque la identidad de Ddima y el que sea un amor del autor del poema no est tan claro, segn CAMERON, GRBS 31, 1989- 1990, p. 291.
36 Agradable Bombica, a ti todos te llaman siria, flaca, quemada por el sol, yo solo te digo igual a la miel. Tambin la violeta es oscura y el pintado jacinto, sin embargo en las guirnaldas son escogidos como principales.
37 La blancura como sinnimo de belleza es una caracterstica presente en otros idilios de Tecrito como recoge GIANGRANDE, AC 61, 1992, pp. 215 y 220.
EL AMOR 73 aceptacin, segn se desprende del idilio 3 de Tecrito (vv. 8-9), mientras que los de barba rubia constituyen una debilidad para el sexo contrario como aparece en el idilio 2 del mismo autor (v. 78). Un curioso punto de vista en el terreno amoroso se refleja en La cancin de Marisa, dentro de la poesa menor helenstica de carcter annimo (Lyr. Adesp. fr. 5 Powell), en el cual una mujer, una hetera casi con toda seguridad, comenta cmo el gran amor que siente por un determinado hombre no le impide buscar otros abrazos. La confesin del enamoramiento parece implicar desde una perspectiva actual la monogamia. Sorprende entonces que una mujer que se confiesa enamorada acepte amantes varios en su cama. La condicin de hetera podra justificar la necesidad de compartir el lecho con otros hombres. Resulta ms difcil de entender que no se perciba en el texto un asomo de desagrado o malestar por este hecho, dejando as patente el amor que se deseara compartir slo con el hombre amado. La literatura refleja tambin el tema amoroso en la descripcin de objetos artsticos. Tecrito en el idilio 1 nos describe un relieve que representa a una mujer cortejada por dos pretendientes, a los que no hace caso. Esta actitud femenina de hacer caso omiso a dos pretendientes puede entenderse como una forma de coquetera, lo cual redundara en una imagen tpica de la mujer, o, ms arriesgadamente, podra interpretarse como una voluntad femenina de alejarse de la galantera masculina, que podra acabar adocenndola en las funciones tpicamente femeninas de esposa y madre.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 74 El amor como inductor de conductas no apropiadas para la mujer aparece tambin en la poesa. As en un epigrama de Asclepades (AP 5. 153), donde una mujer se asoma una y otra vez a una ventana para ver a su amado que est a la puerta, contraviniendo la reclusin femenina 38 . La asociacin entre ventana y prostituta, en definitiva mujer no respetable, es una constante en la literatura grecorromana 39 , sin duda porque era una conducta inapropiada para la mujer de buena posicin la de asomarse a la ventana 40 . El amor como sentimiento incontrolable es vivido en Grecia especialmente por la mujer, como se ha visto. Ello induce a sta a olvidar las normas de comportamiento y llevar a cabo acciones absolutamente contrarias a las debidas. Es especialmente significativo el abandono de los deberes para con los padres que Medea realiza al traicionarlos y abandonarlos empujada por su amor hacia Jasn, pero hay ejemplos ms corrientes de la vida diaria que se reflejan en los textos. Un caso especialmente grave de contravencin de las normas sociales es el de la hechicera Simeta en el idilio 2 de Tecrito, considerado por algunos el primer gran poema de amor de la literatura 41 , en el cual la reclusin femenina en el interior de la casa es incumplida cuando la mujer sale en busca de su amado. Ella misma manifiesta cmo el amor por Delfis la ha
38 Este es uno de tantos tpicos helensticos, segn el cual las personas enamoradas faltan a sus deberes, como recoge GIANGRANDE, La concepcin del amor en Apolonio Rodio, en LPEZ FREZ (ed.), pica griega, p. 224.
39 Cf. GRAHAM, JHS 118, 1998, p. 23.
40 Acerca de la relacin entre las ventanas y el mundo femenino gira el trabajo de CRIBIORE, Windows on a Womans World: Some Letters from Roman Egypt, en LARDINOIS y McCLURE (eds.), Making Silence Speak, pp. 223-239.
41 Cf. PAZ, La llama doble, p. 51.
EL AMOR 75 convertido en una mujer deshonrada, puesto que Delfis no la ha desposado, otorgndole as una posicin absolutamente marginal en la sociedad. El poema refleja el poder que los comportamientos socialmente impuestos para cada uno de los sexos, en lo que a su modo de relacionarse entre s se refiere, ejerce en un personaje femenino relativamente independiente como Simeta 42 . Tambin refleja el idilio el control que el sexo masculino impone sobre la sexualidad femenina aunque, a la vez, se pueden observar en l signos de nuevas concepciones acerca de la mujer 43 . El caso de una muchacha que piropea a un pastor, reflejado en el idilio 8 de Tecrito, habra que encuadrarlo en esta dinmica de mujeres que, impulsadas por instintos amorosos, se salen del lugar que deberan desempear en la sociedad, a pesar de que se trate de una chica de modales rsticos. Si se habla del amor en la poesa helenstica, hemos de referirnos inexcusablemente a Apolonio de Rodas, a su Medea y al tratamiento que el autor confiere a esta figura femenina y al amor, no slo en el libro 3 de sus Argonaticas sino en toda la obra. En efecto, este tema ha sido objeto de numerosos estudios 44 que coinciden en sealar la importancia del tema del amor en la obra de Apolonio y particularmente del tratamiento que se otorga a la pasin que Jasn despierta en Medea.
42 Cf. SEGAL, ClAnt 4.1, 1985, p. 114.
43 Cf. SEGAL, ClAnt 4.1, 1985, pp. 118-119.
44 Sirvan como ejemplo los siguientes: PHINNEY, TAPhA 98, 1967, pp. 327-341; MICHELAZZO, Pf 1, 1975, pp. 38-48; GIANGRANDE, en LPEZ FREZ (ed.), pica griega, pp. 213-233; BARKHUIZEN, AClass 22, 1979, pp. 33-48; PAPADOPOULOU, Mnemosyne 50.6, 1997, p. 654.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 76 Los versos iniciales del libro 3, con su invocacin a la musa Erato, indican claramente ya el protagonismo absoluto que el amor de Medea 45 va a tener en la historia del Vellocino 46 . La descripcin de cmo se despierta el amor de Jasn en Medea, tras haber sido herida por la flecha de Eros (3. 270-295) es considerado un logro dentro de la literatura 47 . Esta descripcin del amor como algo instantneo y no como un sentimiento gradual es una convencin potica. Para sustentar firmemente el enamoramiento se describe a Jasn tan hermoso como una estrella, lo cual explica el enamoramiento absoluto de Medea (3. 283 ss.), pues para los poetas erticos griegos el amor es fundamentalmente deseo de belleza 48 , como ya se ha visto. Apolonio tambin sigue la convencin al describir los sntomas que el amor provoca en Medea. Sntomas provocados por la enfermedad del amor sufrido en solitario, que embota los sentidos y la razn 49 . El amor es ,`u-uv.-,, (3. 290), motivo que se remonta a Safo (fr. 137 Diehl - 130 L.-P.) y a Teognis (II 1353) y que tambin recoge Meleagro en sus
45 Protagonismo lgico dentro de la literatura helenstica que introduce el tema del amor romntico, cf. WALCOT, AncSoc 18, 1987, p. 8.
46 Esta invocacin a la musa es considerada por ZANKER una de las indicaciones del autor de la obra para dar a conocer su intencin de dar un gran protagonismo al tema amoroso, lo cual constituye, a juicio de ste, la demostracin de la clara conciencia del poeta alejandrino acerca de la innovacin que estaba llevando a cabo al dar tanta importancia al tema del amor en el gnero pico. Cf. ZANKER, WS 13, 1979, pp. 70 ss. Cf., tambin en este sentido, HOLMBERG, TAPhA 128, 1998, p. 142.
47 Cf. ZANKER, WS 13, 1979, p. 58, donde adems se indica que la descripcin de los sntomas que el amor provoca en Medea, tienen como modelo el pasaje de Nauscaa en La Odisea.
48 Cf. GIANGRANDE, en LPEZ FREZ (ed.), pica griega, pp. 216-217.
49 Cf. GIGANTE LANZARA, PP 51, 1996, p. 360.
EL AMOR 77 epigramas 50 . El amor que provoca sntomas similares a los de la enfermedad es un tpico frecuente en la poesa helenstica. Especialmente representativos son los casos de Medea en el libro 3 de las Argonuticas y el de Simeta en el idilio 2 de Tecrito. Medea se debate en un mar de sensaciones y sufrimientos encontrados provocados por su pasin amorosa hacia Jasn; Simeta, perdidamente enamorada de Delfis, no encuentra alivio a sus numerosos sinsabores hasta que no hace venir a su amado y sucumbe a los dictados del amor 51 . Tecrito muestra cmo no slo la mujer enferma de amor mediante el ejemplo, en otras de sus obras, de personajes masculinos que tambin sufren por sus amadas. En el idilio 1, el pastor Dafnis se consume de amor por su amada con sntomas que se manifiestan fsicamente. Tambin Polifemo, en el idilio 11, se consume de amor por Galatea y descuida el ejercicio de sus obligaciones dedicndose a componer versos como nica salida a su terrible situacin. Herodas insiste en esto cuando, en el mimo 1, dice que el enamorado de la honesta mujer casada padece inflamacin en las entraas causada por la pasin que lo enardece. El sueo es el nico alivio de las penas de amor, y Medea duerme y suea en el libro 3 (vv. 616 ss.), pero no descansa de sus tribulaciones 52 . Se considera una aguda pieza de observacin psicolgica este sueo, en el cual se representan los verdaderos sentimientos de la doncella, manteniendo a la
50 Cf. GIANGRANDE, en LPEZ FREZ (ed.), pica griega, pp. 217-218.
51 Cf. GIGANTE LANZARA, PP 51, 1996, pp. 360-366, quien analiza la presencia del mal de amor en la obra teocritea y especialmente en su idilio La Hechicera.
52 Cf. PERUTELLI, MD 33, 1994, pp. 33-51, quien estudia la significacin del sueo de Medea en Apolonio y Valerio Flaco.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 78 vez la vaguedad e inconsecuencia de cualquier elaboracin onrica 53 . En este tratamiento del sueo se cree que Apolonio est influenciado por las teoras sobre el mismo que propugnaban los autores contemporneos, que a diferencia de lo que se crea desde Homero hasta inicios de la poca alejandrina sobre que eran mensajes enviados por los dioses a los seres humanos, se decantaban por la creencia de que los sueos eran producto del alma de la persona que dorma y, por tanto, una manifestacin de sus deseos subconscientes 54 . Los monlogos son utilizados por el autor para reflejar la lucha interna a que se ve sometido el personaje de Medea para decidir cmo hacer frente a su pasin, y tambin son una forma de ofrecer una imagen positiva de la herona 55 . En el libro 3, Medea, a lo largo de tres soliloquios, reflexiona y se debate entre amor y deber, decidiendo al fin sucumbir a la pasin y ceder a la traicin 56 , cumplindose as el tpico helenstico de que los enamorados faltan a sus deberes. Entre todos los monlogos de mujeres de la poesa helenstica, los de Medea son notables por el conflicto interior en el que se debate, debiendo elegir entre la razn o el deber que supone la fidelidad a su padre y la transgresin a sta que implica ceder al amor por Jasn. En el libro 4, cuando Medea huye junto con Jasn se plantea la duda
53 Cf. ZANKER, WS 13, 1979, p. 60. En el sueo, Medea proyecta sus deseos y lo que ella quiere ver realizado, cf. PAPADOPOULOU, Mnemosyne 50.6, 1997, p. 663. Apolonio hace gala de una gran originalidad e innovacin en la elaboracin del sueo de Medea, cf. FUSILLO, Revista de Occidente 158- 159, 1994, pp. 92- 102.
54 Cf. ZANKER, WS 13, 1979, p. 60, y GIANGRANDE, en LPEZ FREZ (ed.), pica griega, pp. 219- 220.
55 Cf. PAPADOPOULOU, Mnemosyne 50.6, 1997, p. 659.
56 Estos monlogos son especialmente clebres en Meleagro, cf. GIANGRANDE, en LPEZ FREZ (ed.), pica griega, pp. 222-223.
EL AMOR 79 de si esta accin la lleva a cabo por miedo a las consecuencias de su traicin o por amor al hroe griego. El enamoramiento descrito en el libro 3 parece indicar que el motivo sera el segundo de los expuestos 57 , aunque no es unnime la opinin de los estudiosos a este respecto 58 . La importancia del tema del amor y de la figura de Medea repercute directamente en Jasn, que es un hroe que no tiene nada que ver con los hroes homricos. La centralidad que asume la figura de la maga ayuda a perfilar las caractersticas de este hroe singular 59 . Es un hroe permanentemente arropado por diosas y princesas 60 , verdaderamente es un hroe del amor. El amor es un tema principal tambin en la poesa teocritea, donde son frecuentes los conflictos amorosos. El amor que Tecrito refleja en su obra ha sido descrito como pathos 61 , siguiendo la tradicin sfica.
57 Cf. VALGIGLIO, RSC 18, 1970, p. 330.
58 As DYCK, Hermes 117, 1989, p. 457, interpreta que el amor por Jasn que Medea siente brotar en el libro 3 se convierte en el libro 4 en la aspiracin de contraer un matrimonio de conveniencia.
59 Vid., por ejemplo, BEYE, GRBS 10, 1969, pp. 31-55, quien estudia la funcin de esta figura en el poema pico de Apolonio, al que considera una distorsin del gnero pico que implica a su vez un hroe diferente al tradicional. Beye defiende el carcter de Jasn como hroe de la sexualidad, que l cree que se constata plenamente en el episodio de Lemnos del libro 1. Esta condicin lo convierte en contrario a figuras como la de Heracles, que es su contrapunto. Defiende BEYE que a pesar del papel central de Medea en el desarrollo de los acontecimientos del libro 3, es Jasn el que usa y Medea la usada, manteniendo de esta forma siempre el personaje masculino el control de los acontecimientos. La extrema pasividad de Jasn la explica este autor defendiendo la idea de que la tradicin pica no poda acomodarse al tema de un hombre que exhiba fuertes sentimientos de amor y afecto por una mujer.
60 Cf. GARCA GUAL, Habis 2, 1971, p. 105.
61 Cf. GIGANTE LANZARA, PP 51, 1996, p. 360.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 80 Especialmente significativo es el Idilio 2, en el cual la maga Simeta intenta hacer regresar al amante perdido mediante encantamientos 62 . La historia de amor entre Acontio y Cidipa, que es objeto de la atencin de Calmaco en su obra Aitia (frs. 67 al 75 Pfeiffer), se encuentra entre las ms destacadas de la poesa helenstica 63 . Su argumento ha sido comparado con la trama romntica de la novela griega 64 . Sirvi de inspiracin, como tantas otras obras de la literatura griega, a autores latinos como Ovidio 65 . La manzana inscrita, que Acontio hace llegar a Cidipa, se convierte en el elemento vinculador para esta pareja 66 . La inscripcin se convierte en la manifestacin del poder de Acontio sobre su enamorada, quien no tiene otra opcin que casarse con l una vez que ha ledo el mensaje 67 . Esta historia, de la cual se conservan pocos versos en los Aitia de Calmaco, supone una muestra de amor romntico en el helenismo. La implacable sombra de Acontio gravita sobre Cidipa inexorablemente hasta que sta finalmente se convierte en su esposa. El juramento que lee en la manzana la convierte en prisionera de los deseos de l, aun antes de haber reparado en ste, puesto que todas las tentativas de matrimonio con otros pretendientes resultan fallidas, adems de nocivas para la salud de Cidipa.
62 Son numerosos los estudios que se han centrado en este idilio. Para una aproximacin a esta bibliografa, cf. A. KHNKEN, Lustrum 37, 1998, pp. 203-307; y 41, 1999, pp. 9-63 y 65-73.
63 Ha sido considerada esta narracin como una de las piezas de la poesa ertica helenstica ms sobresalientes, cf. SNCHEZ ORTIZ DE LANDALUCE, Habis 22, 1991, p. 149.
64 Cf. ROSENMEYER, MD 36, 1996, p. 9.
65 Cf. VIARRE, Latomus 47, 1988, pp. 772-784.
66 Acerca de esta inscripcin y los detalles que la rodean gira el trabajo de GIGANTE, SIFC 84, 1991, pp. 208-216.
67 Cf. ROSENMEYER, MD 36, 1996, p. 16.
EL AMOR 81 Esta historia de amor romntico se convierte bajo este punto de vista en un ejemplo ms de supeditacin femenina ante la voluntad decisoria masculina 68 .
1.4. La homosexualidad femenina en la antigua Grecia es una opcin amorosa de la que se sabe muy poco 69 . Adems de por la escasez de datos sobre el tema, se ha de indicar que la escabrosidad que implica, al ser una opcin no siempre entendida por la mayora de las diferentes sociedades, ha significado que en muchos casos no se quisiera profundizar en esta cuestin 70 . El referente obligado al tratar este tema es Safo y su poesa, cuya motivacin, generalmente reconocida, es la pasin amorosa de su autora hacia otras mujeres 71 . Las escasas referencias de la poca helenstica hacia el tema lsbico coinciden en valorar negativamente esa postura personal. En esta lnea, un epigrama de Asclepades 72 (AP 5. 207) critica negativamente a dos samias que no rinden culto a Afrodita:
A. c.c. 3.. -c. `c.... .., A,:.j,
68 Cf. BRIOSO SNCHEZ, El amor, de la comedia nueva a la novela, en Brioso Snchez y Villarrubia Medina (eds.), Consideraciones en torno al amor, pp. 178-179.
69 Alan CAMERON, GRBS 39, 1998, p. 137, defiende que no son tan escasas las evidencias sobre el tema como se ha pretendido, pero s reconoce que las alusiones al lesbianismo son mayoritariamente negativas.
70 As ha ocurrido, por ejemplo, con la crtica que analiz las composiciones sficas durante los ltimos dos siglos, como seala MARTOS MONTIEL, Lesbos, p. 15.
71 Sin embargo, la probable relacin de la poetisa con la homosexualidad femenina se ha intentado minimizar a lo largo de la historia con distintos pretextos, cf. IRIARTE, Safo, pp. 34-48.
72 Este epigrama, junto con otros textos, ha sido utilizado por MARTOS MONTIEL, Lesbos, p. 45, para justificar la extensin de las prcticas homosexuales femeninas ms all de Lesbos. En la misma idea coincide CANTARELLA, Calamidad ambigua, p. 146.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 82 .c. ., cuj, u- .-.`uc. ..,, .., : .., cu`uc.., c j -c`c. :.cv. |uv,., .c.. c, -.j, j, vc,c c. u,c:c,. 73
Se observa en el epigrama que la alusin a las prcticas amatorias es velada, sin especificarse nada sobre ellas. Lo que indica es una desviacin de las convenciones amatorias que Afrodita impone, hacia otras no apreciadas 74 . Este desprecio se hace patente tambin en el comentario del escoliasta a estos versos 75 , puesto que l ataca la inclinacin amorosa de las dos mujeres protagonistas del epigrama. Esta es la misma visin que tambin aparece en la prosa imperial cuando se trata el tema. As ocurre en los Dilogos de las cortesanas de Luciano, concretamente en el 5 entre Clonarion y Leana 76 . La tendencia a valorar negativamente la homosexualidad femenina que se refleja en la literatura es para algunos consecuencia de que se la vea como una amenaza para la sociedad tal y como estaba concebida, al suponer una especie de contracultura 77 . Aunque el trmino, de reciente
73 Las samias Bito y Nanion no quieren frecuentar a Afrodita segn sus ritos, y desertan a otros, que no son buenos. Seora Cipris, odia a las renegadas de tu lecho.
74 En este sentido se manifiesta, en su anlisis de este epigrama, CAIRNS, Eikasmos 9, 1998, pp. 182- 183.
75 Este escoliasta considerado antiguo por algunos estudiosos, es identificado como un humanista cretense por otros. Cf. Alan CAMERON, GRBS 39, 1998, p. 149, n. 37.
76 En este dilogo, una de las cortesanas que se declara amante de mujeres, le proporciona informacin a la otra sobre ello, no sin declararse avergonzada de sus tendencias: A`j-j, . |`..c,.. c.cu.c. :., c``-. ,c, . .c. (lneas 6-7).
77 Esta posibilidad es mencionada por CANTARELLA, Calamidad ambigua, p. 151.
EL AMOR 83 acuacin, pueda considerarse inadecuado, los pocos datos que se conocen acerca de este asunto parecen insistir en la idea de que realmente la homosexualidad femenina poda significar un enfrentamiento a las normas sociales imperantes, lo que la converta en una opcin marginal, aunque ello no significa que no existiera efectivamente en la sociedad del momento 78 . 1.5. El travestismo, que no tiene una amplia representacin en los textos poticos helensticos, aparece mencionado en algunos pasajes de modo diverso. Esta escasa representacin no supone que sea un tema desconocido en la literatura anterior a esta poca. Su presencia, a semejanza de lo que ocurre en el helenismo, se da en contextos varios 79 . As, el tema aparece en el Banquete (189e-193a) de Platn, al exponer ste el mito del andrgino, como origen de la raza humana 80 . En Aristfanes, sin embargo, el punto de vista, como corresponde al gnero cmico, es ms ligero y popular, cuando en varias de sus comedias (Lisstrata, Asamblestas y Tesmoforias) aborda el travestismo tanto de mujeres en hombres, el caso de las dos primeras comedias mencionadas, como de hombres en mujeres, en Tesmoforias 81 .
78 En este sentido, defiende la existencia de parejas de mujeres en la sociedad ptolemaica Alan CAMERON, GRBS 39, 1998, p. 156.
79 Acerca de la posible presencia de travestismo en los vasos pintados griegos, vase SMITH, Transvestism or travesty? Dance, dress and gender in greek vase-paintings, en LLEWELLYN-JONES (ed.), Womens dress, pp. 33-53.
80 La androginia como fuente cosmognica aparece reseada en el trabajo de M. ELIADE, Mefistfeles y el andrgino, pp. 136 ss. Un interesante y singular estudio acerca del tema de la androginia es el realizado por DELCOURT, Hermaphrodite.
81 El travestismo en esta comedia es estudiado por ZEITLIN, Travesties of Gender and Genre in Aristophanes Thesmophoriazousae, en FOLEY (ed.), Reflections of women, pp. 169-217, quien
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 84 Los textos que se han recogido relativos al travestismo son de muy diferente cariz. En Bin (Epitalamio de Aquiles y Deidama) aparece el famoso disfraz de Aquiles 82 en doncella para no combatir en Troya. En un epigrama de Antpatro (AP 7.413) se menciona el caso de Hiparquia, la mujer que quiso vivir con el estilo de vida de los cnicos, y en Asclepades (AP 12.161) se cuenta el caso de una prostituta que se viste al modo de un muchacho para atraer clientes. Aquiles, a instancias de su madre Tetis, se traviste 83 y consigue, a juzgar por el texto de Bin, un alto grado de imbricacin en el mundo femenino, pero no puede evitar sentir como un hombre y se ve arrastrado amorosamente hacia Deidama. Esta contradiccin entre apariencia femenina perfectamente conseguida y sentimiento interior deudor de su condicin masculina aparece perfectamente clara en Bin. El epigrama de Antpatro (AP 7.413) se ocupa de la figura de Hiparquia, mujer bella, rica y noble que pasa a vivir una vida de pobreza con la filosofa como ocupacin preferente 84 . Abandona de este modo la forma de vida tradicional femenina y se integra en el modo de vida cnico, como compaera de Crates, valorando por encima de todas las cosas el
examina el travestismo de la misma como ejemplo de una de tantas mmesis que se pueden encontrar a lo largo de la obra.
82 El travestismo de hombre en mujer es ms difcil de encontrar que el caso contrario, puesto que el comportamiento de las mujeres no es digno de ser imitado por los hombres, mientras que el modelo masculino s puede ser imitado por las mujeres. Cf. DALTON PALOMO, Mujeres, diosas y musas, p. 270.
83 El motivo de Aquiles para travestirse, poco heroico, en contradiccin con su condicin, se debe al deseo de su madre de que no combata en Troya porque sabe que perder la vida. Ms difcil de explicar es el travestismo de Heracles durante su esclavitud con la reina nfala, que aparece recogido, a partir de poca imperial, en bastantes textos latinos, pero muy pocos griegos.
84 Cf. FLACELIRE, CRAI , 1971, p. 701.
EL AMOR 85 saber 85 . El travestismo de Hiparquia 86 es profundo y perenne. En el epigrama, Antpatro la compara a otra figura femenina, Atalanta, con una forma de vida alejada del modelo femenino, cuya principal dedicacin es la caza. Hiparquia resulta destacada en esa comparacin debido al afn de conocimiento de esta ltima. El epigrama de Asclepades (AP 12.161) acerca del travestismo de una cortesana en muchacho, es un ejemplo opuesto al caso de Hiparquia. Aqu la apariencia masculina no conlleva un cambio profundo de la forma de vida, sino algo mucho ms superfluo: es una manera de obtener clientes. Se trata de adoptar algunas prendas masculinas para crear confusin y deseo. Esta prctica amatoria estaba considerada una aberracin de la vida sexual griega 87 .
1.6. El amor indudablemente es un tema seero de la literatura helenstica, como se ha observado en los textos poticos tratados. Este hecho que se refleja en un auge del amor heterosexual se considera relacionado con el ascenso que registra el papel de la mujer en la sociedad 88 , pues no hay amor sin autonoma femenina 89 . El amor romntico se convierte en inspirador literario, aunque su existencia se constata desde
85 Cf. CANTARELLA, Calamidad ambigua, pp. 96-97; MEEKS, HR 13, 1973, p. 172.
86 Las posibles explicaciones para este travestismo las plantea FINNEGAN, Classics Ireland 2, 1995, pp. 67-81.
87 Cf. LICHT, Sexual Life, p. 500.
88 Cf. BRIOSO SNCHEZ, El amor, de la comedia nueva a la novela, en Brioso Snchez y Villarrubia Medina (eds.), Consideraciones en torno al amor, p. 145.
89 Cf. PAZ, La llama doble, p. 73.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 86 la tragedia clsica 90 . La mujer enamorada es un personaje destacado de la poesa helenstica. Las variantes son muy numerosas y van desde la apasionada Medea descrita por Apolonio hasta los fugaces retratos de diversas mujeres que nos ofrecen los epigramas. El amor se afianza como tema literario en el helenismo 91 . Las situaciones y clases de amor que se recogen en los textos helensticos son muy amplias. Es importante el auge que consigue el amor romntico, aunque la mujer no obtenga una paridad con la posicin del varn, puesto que sigue siendo ste el personaje central en la historia de amor, el que dicta las pautas de actuacin en la relacin, el que lleva la iniciativa en casi todas las situaciones. Hay numerosos ejemplos en que ocurre as: Jasn es quien propone el matrimonio a Medea en agradecimiento por la ayuda prestada por ella, aunque la princesa de la Clquide viera esta unin como la nica salida digna a su traicin durante mucho tiempo; Delfis es perseguido por Simeta para que le restituya el amor perdido; Acontio persigue a Cidipa hasta conseguir casarse con sta, sin intervencin de aqulla; numerosas heteras se travisten como muchachos para agradar a clientes para los que sigue siendo atractivo el amor homosexual. En todos estos casos el varn sigue mostrndose como una figura preponderante por una u otra causa. El amor es indiscutiblemente un tema importante para todos los autores helensticos, desde los epigramatistas hasta los grandes poetas alejandrinos.
90 Cf. WALCOT, AncSoc 18, 1987, p. 11.
91 Cf. CALERO SECALL, Consejeras, confidentes, cmplices, p. 70. 2. EL MATRIMONIO
2.1. El matrimonio era una institucin bsica en la sociedad griega 1 , el cual presentaba algunas variantes, segn se tratase de una u otra poca de su civilizacin 2 . Representaba una meta primordial en la vida de la mujer 3 . sta estaba destinada, en la mayora de los casos, a pasar de la tutela paterna a la tutela del marido. Era un proceso impuesto por la sociedad del que la mujer, debido a la temprana edad con la que sola contraer
1 La institucin matrimonial griega, y sus variantes, ha sido objeto de numerosos estudios, entre los que se encuentran los siguientes: AGUILAR, Faventia 12-13, 1992; ARRIGONI, QUCC n.s. 15. 3, 1983; VERNANT, PP 28, 1973; REDFIELD, Arethusa 15, 1982; MAGNIEN, AC 5.1, 1936; TOUTAIN, REA 42, 1940; DAUVILLIER, RIDA 7, 1960; DICKINSON, EMC 18.1, 1974; D. COHEN, RIDA 31, 1984; ASHERI, Annales (ESC) 1, 1977; VATIN, Mariage; WALCOT, AncSoc 18, 1987; BICKERMAN, BIDR 17, 1975; CANTARELLA, RIL 98, 1964; RAEPSAET, AC 50, 1981; LACEY, AULLA 1970; HANNICH, AC 45, 1976; WOLFF, Traditio 2, 1944; LUPI, Lordine delle generazioni.
2 Vid. MODRZEJEWSKI, ScrittiMontevecchi, pp. 231-268, donde ste defiende que la estructura del matrimonio se mantiene desde poca clsica hasta poca imperial experimentando slo algunas erosiones en alguno de sus componentes.
3 Entre otros muchos, recogen la importancia de ste en la vida femenina, REDFIELD, Arethusa 15, 1982, p. 190, y TOUTAIN, REA 42, 1940, p. 349.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 88 matrimonio 4 , apenas se aperciba. La licencia de liberarse del matrimonio, y conservar la virginidad slo le era concedida por el padre a alguna hija en el mundo de los dioses, nunca a la mujer de carne y hueso, puesto que perdera casi cualquier opcin a sobrevivir 5 . El matrimonio constitua una forma de afianzar alianzas, de crear vnculos entre familias distintas, y la mujer se converta tambin en un eslabn dentro de la cadena de las herencias 6 a travs del vnculo matrimonial. Los intereses que confluan en la concertacin del matrimonio contribuyeron en gran manera a que se procurara mantener el patrimonio dentro de las mismas familias, es decir, a la endogamia 7 .
2.2. El matrimonio constitua una especie de contrato establecido entre los padres, o representantes, de los novios, frecuentemente cuando an stos eran nios. En este acuerdo intervenan distintos factores, entre los que no se encontraba el amor que pudiera existir entre los contrayentes 8 . Cuando el enlace comportaba intereses beneficiosos para el padre, de carcter poltico o econmico por ejemplo, ste poda entregar a su hija sin
4 Cf., por ejemplo, POMEROY, Families Greece, p. 23; ARKINS, Classics Ireland 1, 1994, pp. 18-34.
5 Cf. REDFIELD, Arethusa 15, 1982, p. 187, donde se indica la nula posibilidad de subsistir para la mujer que no se casara a partir del momento de la prdida del padre.
6 As se distingua entre la hija excluida de la herencia (piproikos) y la que se converta en transmisora de sta (piklros). Cf. FINE-LEDUC, en CN Femmes, Fminismi et Recherches, p. 172. Por otro lado, GERNET, REG 34, 1921, pp. 337-379, estudia en profundidad la condicin de piklros.
7 As se registr durante la poca clsica una tendencia generalizada hacia el matrimonio endogmico. Cf. FINE-LEDUC, en CN Femmes, Fminismi et Recherches, p. 170. Esta tendencia est tambin ampliamente estudiada, entre otros, por SISSA, en Parent et Stratgies familials, pp. 199-223.
8 Cf., por ejemplo, Alan CAMERON, GRBS 39, 1998, p. 154, y BRIOSO SNCHEZ, El amor de la comedia nueva a la novela, en BRIOSO SNCHEZ Y VILLARRUBIA MEDINA (eds.), El descubrimiento del amor, pp. 150-151.
EL MATRIMONIO
89 la correspondiente dote por parte del novio. As ocurre cuando Eetes concede a su hija Calcope a Frixo (Argonuticas 2):
Esta circunstancia era frecuente en poca arcaica 10 , cuando los beneficios que la familia de la novia consegua, compensaban la ausencia de la dote que el novio debiera aportar. Pero lo habitual es la entrega por parte del futuro marido de una dote al padre de la novia. De este modo consigue Fineo a su esposa Cleopatra (Argonuticas 2. 238-239) y Ccico a su esposa Clite (Argonuticas 1. 976-977). Veamos, pues, este ltimo ejemplo, en el que Apolonio especifica la entrega de unos regalos al padre de la novia, a cambio de la concertacin del matrimonio de su hija:
j. .. ... ... vc,, -.cv.c.., .:..c.. c.j,c,.. c..v.,j-... 11
Entre las diferentes acciones que conformaban el matrimonio, la .,,uj es precisamente el acto que le concede legitimidad 12 . Este pacto no
9 Y Eetes lo acogi en su palacio y le entreg con alegra a su hija Calcope an sin regalos de boda.
10 Cf., entre otros, VERNANT, PP 28, 1973, p. 56.
11 A sta, haca poco, desde la casa paterna del otro lado, la haba trado a cambio de regalos maravillosos.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 90 se sola romper, aunque pudiera ocurrir en alguna ocasin que no fuese respetado 13 . La concertacin del matrimonio era establecida por representantes masculinos, padre o tutor, en representacin de los novios 14 , pero existen casos en los que incluso mujeres, como la madre, pueden pactar la unin matrimonial 15 . Esta circunstancia es ms frecuente durante la poca helenstica que en tiempos anteriores 16 . Un ejemplo de ello aparece en Calmaco (Aitia fr. 67 Pfeiffer):
La competicin de varias madres por conseguir la mano de la nia Cidipa para sus hijos, que se refleja en el fragmento anterior, era algo frecuente en el mundo griego, en el que se anhelaba conseguir una novia digna para la familia 18 . La mujer persigue lo mismo que el varn en la
12 Vase CANTARELLA, Calamidad Ambigua, pp. 72-73. VERNANT, PP 148, 1973, p. 51, tambin insiste en la funcin esencial de la .,,uj en el matrimonio de poca arcaica, pero seala que lo que da efectiva validez a ste es la cohabitacin, cu..-..., de los esposos (p. 53).
13 Cf. CANTARELLA , RIL 98, 1964, pp. 128-129.
14 Cf. BRUL, Les femmes classiques, pp. 154-180.
15 Esto poda ocurrir cuando el padre haba fallecido, cf. CALVO MARTNEZ, La mujer en poca helenstica, en PREZ JIMNEZ y CRUZ ANDREOTTI (eds.), Hijas de Afrodita, p. 98, y MODRZEJEWSKI, en ScrittiMontevecchi, p. 245. Tambin RODRGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 78, constata el hecho de que la mujer poda intervenir en el matrimonio de sus hijos.
16 Cf. MODRZEJEWSKI, en ScrittiMontevecchi, pp. 264-265, donde se seala la participacin frecuente de la madre en la .-:c.,.
17 Muchas madres, aun Cidipa en la niez, la haban pedido como esposa para sus hijos a cambio de bueyes cornamentados.'
18 Cf. REDFIELD, Arethusa 15, 1982, p. 184.
EL MATRIMONIO
91 concertacin del matrimonio, que es la consecucin del mayor honor posible para la familia. En condiciones extremas, el matrimonio puede ser concertado sin la intervencin de representante alguno por parte de los novios. Ocurre as en el caso de Jasn y Medea, que contraen un matrimonio apresurado por las circunstancias que rodean su precipitada huida de la Clquide (Argonuticas 4) 19 :
La necesidad obliga a esta pareja a unirse en matrimonio sin sus padres, puesto que Jasn est lejos de su patria y Medea, aunque cerca de la tierra a la que pertenece, se ha enfrentado a su padre, lo que la coloca en una situacin en la que no cuenta con la debida proteccin paterna 21 . Esto no impide que la muchacha persiga lo que le han enseado acerca de cul debe ser su actuacin en las circunstancias que la rodean: debe casarse con Jasn 22 .
19 Cf. HUNTER, Literary Studies, p. 67, donde se seala lo transgresivo de esta accin. Hecho que podramos comparar con la curiosa circunstancia de que las mujeres lidias se otorgasen solas en matrimonio, segn CANTARELLA, RIL 98, 1964, p. 126, y MODRZEJEWSKI, en ScrittiMontevecchi, p. 252.
20 A sta, si quiere, yo la llevar a mi casa como legtima esposa.
21 Aunque, segn COHN-HAFT, JHS 115, 1995, p. 1, este matrimonio no fuese considerado una unin legal entre los griegos precisamente por las circunstancias en las que se llev a cabo.
22 En contra del carcter romntico de esta boda sostenido por algunos estudiosos, se manifiesta DYCK, Hermes 117, 1989, p. 467, quien cree que esta unin supone una mezcla de miedo y alegra.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 92 A la hora de contraer matrimonio se consideraba lgica y natural la unin de parejas de similares condiciones socioeconmicas. Acerca de este tema gira un epigrama de Calmaco (AP 7.89), en el cual un joven al que le gustan dos muchachas, una de clase superior a la suya y otra de su mismo nivel, pregunta a un anciano a cul de ellas debe elegir para convertirla en su esposa 23 :
La respuesta proporcionada por el anciano le indica que no debe elegir a una novia de condicin superior a la suya 25 . Esto es un requisito que apoya el sistema patriarcal, puesto que una mujer de clase social superior, ms rica o incluso de ms edad detentara cierto grado de superioridad frente al varn. An as hay casos en que se registra la existencia de uniones matrimoniales entre jvenes pertenecientes a familias de distinta extraccin social 26 . Ha sido objeto de estudio el curioso contenido de este epigrama,
23 En este sentido, SLATER, The Glory of Hera, p. 8, expone que la mujer de clase social superior podra dominar al varn. Por ello tampoco es conveniente que sea mayor en edad, ni que tenga un cargo superior al del marido, ni, en general, que le sobrepase en ningn aspecto.
24 Anciano, se me presenta un doble matrimonio. Una novia es semejante a m en riqueza y en linaje, y la otra me sobrepasa. Qu ser mejor?
25 En este sentido, se haba pronunciado ya Ptaco a travs de alguna sentencia, como seala WALCOT, AncSoc 18, 1987, p. 7. An as, AGUILAR, Faventia 12-13, 1992, p. 309, seala una disposicin positiva en Plutarco hacia el matrimonio con una mujer ms rica y de ms edad.
26 En este sentido se manifiesta COX, CQ 52.1, 2002, pp. 391-394, al defender que tal prctica se refleja en la obra de Menandro, y que ello sera un reflejo de una tendencia existente en la sociedad. Para profundizar en este estudio de uniones matrimoniales entre personas de distinta clase social en Menandro,
EL MATRIMONIO
93 que no se ajusta a lo habitual en estas composiciones al tratar el tema de la eleccin de la esposa adecuada. As se ha interpretado que todo l sera una alusin velada al matrimonio incestuoso de Ptolomeo II Filadelfo y Arsnoe, que Calmaco justificara a travs de la enseanza, que se transmite en este epigrama 27 , acerca de la eleccin que se debe hacer de una esposa que se corresponda en linaje y riqueza con el esposo. Esta defensa era necesaria teniendo en cuenta que los griegos no tenan en buena consideracin al matrimonio entre hermanos, siendo ste incluso una razn que poda justificar el divorcio 28 . En cambio, era una costumbre de la familia real egipcia 29 . Dentro del ritual matrimonial eran especialmente importantes los cantos de boda o epitalamios, que menciona en sus textos Calmaco (Aitia fr. 75 Pfeiffer):
vase tambin ROSIVACH, CQ 51.1, 2001, pp. 127-134. El inters del varn rico por la mujer pobre que aparece en la obra del cmico griego es posiblemente un signo de la prolongacin del sistema patriarcal.
27 Cf. BLEISCH, AJPh 117, 1996, pp. 453-472.
28 Cf. COHN-HAFT, JHS 115, 1995, p. 3. Tambin ha sido objeto de numerosas discusiones el parentesco existente entre Arete y Alcnoo, as por ejemplo, J. A. SCOTT, CPh 34, 1939, p. 374, o FRAGA IRIBARNE, De Criseida a Penlope, pp. 59-61.
29 Cf. POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, p. 144. Tambin POMEROY, Families Greece, p. 194, seala que los Ptolomeos fueron los primeros en practicar con regularidad el matrimonio entre hermanos, y SHIPLEY, El mundo griego despus de Alejandro (323-30 a.C.), Barcelona 2001, p. 97, quien menciona entre las ventajas de esta costumbre la de que evitaba la divisin del reino.
30 Y pronto las amigas de su edad le entonaban himeneos no preludiados.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 94 En ellos se ensalza a los novios, normalmente por parte de coros de jvenes muchachas amigas de la contrayente, como se refleja en el texto calimaqueo. Tecrito nos ha transmitido un epitalamio (Idilio 18), en el cual se elogia la figura de Helena, la contrayente. Tambin el epitalamio est presente en la boda de Medea y Jasn, a pesar de las circunstancias en que se lleva a cabo (Argonuticas 4. 1159-1160). Eran, a su vez, habituales los regalos para la novia (Argonuticas 4), que tambin estn presentes en la boda de Jasn y Medea:
Por otro lado, las ofrendas a rtemis por parte de las novias eran frecuentes. En ellas les encomendaban los objetos propios de su doncellez, que dejaban atrs una vez casadas: tamboril, pelota, red para el pelo y otros (AP 6.280):
1.c,.c v, ,c. c uvc.c c. ` .,c...c. cc.,c. . . -c, ,u,c -.-,uc`. (vv. 1-2) 32
Al encomendar la red para el pelo se hace una alusin al cambio de peinado que acompaa el pasar de doncella a esposa 33 . As lo indican otros
31 Ellas, como mujeres, le llevaban vestidos muy trabajados, obsequios de oro y los restantes adornos que suelen prepararse a las recin casadas.
32 Timreta, antes de casarse, (ofrend) el tamboril, la agradable pelota y la redecilla protectora del pelo.
EL MATRIMONIO
95 epigramas como uno de Antpatro (AP 6.276). Tambin se habla de los perfumes como de otro elemento diferenciador entre esposas y doncellas, por ejemplo en la obra de Calmaco (Aitia fr. 110 Pfeiffer). En otros epigramas votivos se hace alusin a la corta edad de las novias cuando se nos habla de una nia a la que an le gustan las tabas y que sin embargo se dispone a casarse. Algunas prcticas singulares en relacin al matrimonio son transmitidas por Calmaco 34 en sus Aitia, donde al referirnos la historia de Acontio y Cidipa (fr. 75.1-3, Pfeiffer) 35 , nos cuenta que exista la costumbre en Naxos de que la novia durmiese la noche previa al enlace con un muchacho 36 :
33 Tambin era frecuente antes de la boda cortar algn mechn del pelo de la novia como smbolo de la vida que se dejaba atrs para iniciar otra nueva. Cf., por ejemplo, REDFIELD, Arethusa 15, 1982, p. 190. Tambin Medea deja a su madre un mechn de pelo como recuerdo de su virginidad ante la inminencia del inicio de otro nuevo tipo de existencia (Argonuticas 4. 27-29).
34 Vid. SWIDEREK, EOS 46.1, 1952, pp. 41-58, donde la autora estudia el tratamiento que Calmaco otorga en sus Aitia a la tradicin popular que refleja en stos.
35 La transmisin de esta historia desde poca alejandrina hasta el latino Ovidio aparece estudiada en el artculo de VIARRE, Latomus 47, 1988, pp. 772-784.
36 Esta interesante noticia ha sido objeto de diferentes estudios entre los que se encuentra el de REED STUART, CPh 6, 1911, pp. 302-314, quien comenta la dificultad de la interpretacin del fragmento y de la identificacin del muchacho con quien duerme Cidipa, para concluir defendiendo que no es Acontio ni ningn pretendiente rival, sino un muchacho de Naxos que cumple con un ritual propio del lugar para la noche anterior a la boda; BONNER, CPh 6, 1911, pp. 402-409, por su parte, se muestra en desacuerdo con la interpretacin del anterior, aduciendo que la hiptesis de ste acerca del rito de la isla de Naxos no es la correcta.
37 Ya tambin la doncella se haba acostado con un muchacho, segn estaba establecido, de modo que la novia durmiese la noche anterior a la boda con un joven varn cuyos padres vivieran.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 96
Ya se ha mencionado que el matrimonio es un hecho fundamental en la vida femenina y se supone que proporciona una cierta satisfaccin siempre que una mujer lograse contraerlo 38 , pero los textos proporcionan tambin algn ejemplo de afliccin en la joven desposada (Tecrito, Idilio 8) 39 . Esto se observa al dejarse entrever en estas lneas la sensacin de desazn, entre otras cosas, que podra provocar el absoluto cambio de entorno que implicaba el matrimonio para la mujer, que dejaba atrs el mundo en el que haba vivido para introducirse en uno que le era totalmente ajeno 40 :
Una vez que la mujer se ha casado, debe llevar adelante las funciones propias de su nuevo rango, entre las que destaca la direccin de las tareas domsticas. As, esta funcin es mencionada en varios epigramas como digna de alabanza de la esposa cuando es llevada a cabo con eficacia (Antpatro, AP 7. 425 y 424). Se destaca tambin la labor de la rueca como propia de la esposa laboriosa. Otra buena cualidad en sta es el silencio. La
38 Una mujer de condicin servil o que no fuese ateniense, en el caso de Atenas, era prcticamente imposible que se convirtiera en esposa legtima. Cf., por ejemplo, WALCOT, AncSoc 18, 1987, p. 14.
39 Cf. GIANGRANDE, MPhL 4 1981, pp. 71 ss.
40 Cf. IRIARTE GOI, De Amazonas a ciudadanos, p. 94.
41 Como el otro sufri y se desol su corazn con la pena, as tambin se afligira una doncella recin casada.
EL MATRIMONIO
97 mujer debe pasar desapercibida y actuar discretamente 42 . Sin embargo, se conservan testimonios acerca de mujeres que no encajaban en el esquema anterior y, sin embargo, eran apreciadas por sus maridos (AP 6. 243). En casos como ste, entra en juego un factor del que se ha dicho que no era determinante para el matrimonio, pero que poda, no obstante, darse. Este factor es el amor. As se deduce de la pena que un marido puede sentir ante la prdida de la esposa (Calmaco, AP 7. 522) o ante la pena de una esposa que, tras perder al marido, muere de tristeza (Diotimo, AP 7. 475). An as, la muerte de una mujer, tras la defuncin del marido, no se considera un testimonio de amor romntico, sino de amor conyugal 43 .
2.4. El matrimonio era, pues, el fin al que deba aspirar la mujer griega. Supona que sta pasaba a dedicarse al cuidado de su casa 44 y a la procreacin. Si bien estas circunstancias podan variar si la condicin social de la mujer no era desahogada 45 . El matrimonio al que la mujer acceda a edad muy temprana, a diferencia del varn que lo haca en la madurez, implicaba casi con total seguridad la virginidad de la joven desposada. Esto era considerado un honor para la muchacha, pero fundamentalmente para
42 Cf. FINNEGAN, Classics Ireland 2, 1995, pp. 67-81, donde se seala como el nombre de una mujer respetable no debe ser mencionado en pblico. Adems de no ser objeto de comentarios, tambin se consideraba una caracterstica deseable en la mujer la de guardar silencio, cf. GRIFFITH, Antigone and Her Sister(s): Embodying women in greek tragedy, en LARDINOIS y McCLURE (eds.), Making silence speak, p. 123.
43 Cf. WALCOT, AncSoc 18, 1987, p. 19.
44 Cf. REDFIELD, Arethusa 15, 1982, p. 195. La casa es el dominio femenino y, por tanto, el lugar donde la mujer tiene autoridad.
45 Cf. WALCOT, AncSoc 18, 1987, p. 14, donde seala que las normas sociales del matrimonio no eran las mismas para las mujeres pobres, ni para las que no eran atenienses.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 98 su familia, encabezada por el padre. Este honor que la doncella confera a su familia a travs de su virginidad deba mantenerse en la familia de su marido a travs de no consentir en un adulterio. ste era considerado un delito muy grave entre los griegos debido a que supona una ofensa contra el honor del marido 46 . Este estado de cosas indica que la importancia de las acciones femeninas no se meda tanto en cuanto el dao que stas podan ejercer en las propias mujeres, sino en tanto daaban la imagen poderosa del varn 47 . El matrimonio se muestra como la opcin de vida ms digna que el hombre griego destina a la mujer, sin que le conceda a sta posibilidad alguna de elegir, puesto que la edad a la que contrae matrimonio y el hecho de que este sea concertado, incluso desde la niez, le impide un planteamiento serio de la situacin a la que se ve abocada 48 . El helenismo supone la apertura de ciertas reglas, anteriormente ms rgidas, pero mantiene el matrimonio como el estado ideal para la mujer respetable. Es en este momento histrico cuando se reconoce una igualdad a la esposa en el contrato matrimonial, que hasta entonces se le haba negado 49 . El matrimonio se muestra como una institucin estable 50 .
46 Cf. ARKINS, Classics Ireland 1, 1994, pp. 18-34.
47 Hay quien defiende tambin que el matrimonio implicaba, adems de un control del varn sobre la mujer, una supeditacin de ste a ella. As, por ejemplo, REDFIELD, Arethusa 15, 1982, p. 186.
48 Cf. BRUL, Las femmes grecques, pp. 154-180, donde expone la unin matrimonial en poca clsica como el resultado de un acuerdo entre dos varones. Tambin en el mismo sentido, vase, por ejemplo, BRIOSO SNCHEZ, El amor, de la Comedia Nueva a la Novela, en Brioso Snchez y Villarrubia Medina (eds.), Consideraciones en torno al amor, p. 151.
49 Cf. FLACELIRE, CRAI 1971, p. 705.
50 Cf. COHN-HAFT, JHS 115, 1995, p. 14, quien sostiene que la relativa escasez de divorcios entre los griegos es una clara muestra de la estabilidad de la institucin matrimonial entre stos.
Novia con nio, que representa al que ella espera tener en el futuro. Cermica tica de figuras rojas del Washing Painter (Mnchen, Staatliche Antikensammlungen und Glypothek 7578) 3. LA MATERNIDAD
3.1. La maternidad tiene en la vida de la mujer griega un lugar tan o ms importante que el matrimonio, ya que es sta el principal e inexcusable propsito de aquel 1 . Y ambos, matrimonio y procreacin, constituyen el ncleo esencial alrededor del cual gira la vida de cualquier mujer. La ausencia de maternidad en la vida femenina estaba desaconsejada incluso mdicamente 2 . La sociedad griega otorgaba un lugar preponderante a la descendencia 3 . Era fundamental, entre otras cosas, la transmisin de la herencia familiar a travs de hijos legtimos 4 . Adems de esta herencia material, los hijos eran transmisores tambin de la herencia de valores
1 Cf., por ejemplo, POMEROY, Families Greece, p. 33; WALCOT, AncSoc 18, 1987, p. 6.
2 Cf. GARLAND, HT 36, 1986, p. 40. El embarazo era considerado un remedio para toda clase de enfermedades, cf. ROUSSELLE, Porneia, p. 43.
3 Vid. RAEPSAET, AC 40.1, 1971, pp. 80-110, quien enumera los distintos motivos que impulsaban a la sociedad ateniense de poca clsica a defender la natalidad.
4 Cf. RAEPSAET, AC 40. 1, 1971, p. 84.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 102 sociales que sus padres les inculcaban, con lo cual eran decisivos para la perpetuacin de la sociedad de la que formaban parte.
3.2. El logro de la maternidad como fin deseado del matrimonio tiene abundantes exponentes literarios en la poca helenstica. Entre stos, se encuentra Fnice de Colofn (La cancin de la corneja):
El deseo de un buen matrimonio para una joven, o sea con un hombre de posicin desahogada, debe estar completado por los hijos que, en este caso, siguiendo una distribucin paritaria entre los sexos, vendran a alegrar respectivamente a cada uno de los abuelos 6 . Apolonio (Argonuticas 1) menciona la ausencia de suerte que supone no tener descendencia tras el matrimonio:
5 Dioses, que la muchacha sea completamente excelente y que encuentre un marido rico y renombrado y que un nio coloque en brazos del anciano padre y una nia sobre las rodillas de su madre.
6 Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 101, donde se seala como nmero ideal de hijos el de un varn y una hembra.
LA MATERNIDAD 103 .:..... (vv. 973-975) 7
El hecho de ensalzar la maternidad y destacar la tristeza de la ausencia de hijos estaba en consonancia con las aspiraciones de la sociedad griega, que necesitaba a los hijos para perpetuarse. As, episodios mticos como el de la isla de Lemnos, que relata Apolonio (Argonuticas 1. 609-909), estn abocados al fracaso precisamente por la imposibilidad para mujeres solas de tener hijos.
3.3. El hecho de que a travs de la gestacin femenina el proceso reproductivo culminase con el ansiado nacimiento no implicaba una valoracin positiva de la mujer 8 . La intervencin masculina en el proceso reproductivo sola ser considerada ms valiosa que la femenina 9 . Esta minusvaloracin que la mujer sufra en este aspecto, y en otros de su vida, es considerada por algunos estudiosos subyacente en su comportamiento posterior con el hijo, cuando al ser madre adquiere gran poder sobre ste 10 , y por tanto sobre el sexo opuesto. La mujer utilizara, segn esta teora, su
7 Y todava no haba sido obsequiado con el orgullo de la descendencia, sino que an su esposa permaneca en su casa ignorante de los dolores de parto.
8 La consideracin generalizada entre los griegos era la de que la mujer era un mero vehculo en el proceso reproductivo. En este sentido vase, por ejemplo, CAMPESE / MANULI / SISSA, Madre materia, p. 16; CANTARELLA, Calamidad ambigua, pp. 91 ss. A pesar de ello, los mdicos, en contra de las teoras de Aristteles, crean en la existencia de una especie de esperma femenino que intervena en la reproduccin, cf. BRUL, Les femmes grecques, pp. 109-113.
9 Cf. GARLAND, HT 36, 1986, p. 40; GIALLONGO, C&S 81, 1982, p. 98.
10 Vid. BALTER, PsQ 38, 1969, pp. 217-274.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 104 gran influencia en los primeros aos de vida de sus hijos para moldearlos segn sus deseos 11 . Es muy frecuente la utilizacin, como referencia al momento previo al alumbramiento, de la imagen literaria de desatarse el cinturn 12
(Calmaco, Himnos 1. 20). A continuacin, la parturienta adopta la posicin, que algunos consideran adecuada para dar a luz 13 , muy distinta de la generalmente aceptada. Esta postura consiste en permanecer de pie, preferiblemente con la espalda apoyada en algo, como un tronco de rbol, tal y como aparece en Calmaco. Todo ello, unido al estado emocional de la mujer en esas circunstancias, aparece en Calmaco (Himno 4. 55-61) cuando, en circunstancias adversas debido a la persecucin de Hera, Leto se prepara para dar a luz sin otras mujeres que la ayuden 14 . Los hechos y emociones previos al parto los describe Calmaco del modo que sigue (Himno 4):
11 En contra de esta teora, propugnada sobre todo por SLATER en su libro The Glory of Hera, se manifiesta, entre otros muchos, FRENCH, Helios 4, 1976, pp. 54-56, quien manifiesta que los posibles narcisismo, homosexualidad y misoginia de algunos varones griegos no se pueden achacar nicamente a sus madres.
12 Imagen que tambin se utiliza para hacer referencia a la prdida de la doncellez (Calmaco, Aitia fr. 75. 45 Pfeiffer, entre los numerosos ejemplos existentes).
13 Vid. GOUREVITCH, DHisAr 123, 1988, p. 47.
14 La matrona era una ayuda fundamental a la hora del parto, quien adems contaba con la participacin de otras mujeres, cf. GOUREVITCH, DHisAr 123, 1988, p. 45; FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 104. Acerca del papel de las matronas y el cuidado maternal en el mundo grecorromano, vid. tambin FRENCH, Helios 13, 1986, pp. 69-84.
LA MATERNIDAD 105 ..,..j (vv. 209-211) 15
La angustia por la incertidumbre sobre el desarrollo del parto se suma a la presin de la persecucin en el caso de Leto. El temor al desarrollo del alumbramiento no es extrao en una sociedad donde existen numerosos ejemplos de parturientas que fallecen en dicho trance 16 , aunque ciertamente en las ms avanzadas sociedades actuales sigue siendo un temor ancestral que se intenta racionalizar, pero que suele surgir en la mayor parte de las parturientas. La Antologa Palatina es fiel reflejo de la alta mortalidad que el parto ocasionaba en el mundo griego (AP 7. 465; 7. 730; 7. 528; 7. 167 y un largo etctera). Uno de estos ejemplos nos da la idea de la frecuencia de este hecho cuando un epitafio de Lenidas se refiere a cuatro hermanas muertas en el parto (AP 7. 463):
15 Desat su cinturn y se apoy de espaldas en el tronco de una palmera, afligida por una triste incertidumbre.
16 La mortalidad por parto era muy alta, como sealan GOUREVITCH, en La mort, les morts, p. 192, y tambin GARLAND, HT 36, 1986, p. 43, y FRENCH, Helios 13, 1986, p. 69. Sin embargo, segn WELLS, BNYAM 51. 11, 1975, pp. 1235-1249, la menor esperanza de vida femenina, frente al varn, en este momento no se debe, como se ha defendido, a los frecuentes problemas que sta sufra en el embarazo y parto, sino a una malnutricin que la mujer sola padecer desde la infancia, puesto que se la alimentaba con menor cuidado que al varn.
17 sta es Timoclea, sta Filo, sta Aristo y sta Timeto, hijas de Aristdico y todas muertas por los dolores del parto
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 106 El temor a posibles contratiempos provoca la existencia de numerosas ofrendas a Ilita y rtemis 18 , las diosas generalmente consideradas benefactoras de los nacimientos, para agradecer, o pedir, un buen parto (AP 6. 272; 274; 200; 271, entre otros). Ambas podan convertirse en enemigas para las parturientas si no se les renda el culto conveniente 19 . Esta proteccin del parto por parte de la diosa rtemis la recogen en sus textos Tecrito (Idilio 17. 56-64) y tambin Calmaco (Himno 3), cuando menciona el alejamiento por parte de la diosa de la vida agreste slo cuando es reclamada por las parturientas:
La clera de rtemis constituye, segn Calmaco (Himno a rtemis), una explicacin de origen mitolgico para las muertes de parturientas o las anormalidades que puedan presentar, en ocasiones, los nefitos:
c. :. ,u.c.-., j `jc. -.jc-uc. `...:., j. u,ucc. .-uc.. .. u:.. .v. cu,. ,-. c..cj. (vv. 126-128) 21
18 Cf. GARLAND, HT 36, 1986, p. 42.
19 Cf. GONZLEZ TERRIZA, CFC (G) 6, 1996, p. 283.
20 Habitar en las montaas, slo me internar en las ciudades de los hombres cuando las mujeres, atormentadas por los agudos dolores del parto me pidan ayuda.
21 Las parturientas mueren repentinamente o, si sobreviven, dan a luz criaturas incapaces de sostenerse en pie sobre sus tobillos.
LA MATERNIDAD 107 El infanticidio generalizado de los recin nacidos que presentaban deformidades es una cuestin que algunos estudiosos creen que no era tan habitual como suele creerse. Hay muchos factores que podan favorecer la supervivencia de estos nios sin que se llegara a un final dramtico 22 . El alumbramiento implica impureza para la mujer 23 . La purificacin tras el parto se consigue mediante el bao ritual, que frecuentemente se realiza con el agua de fuentes o ros, como se recoge en varios textos de Calmaco ( Aitia fr. 65 Pfeiffer; Himno 1. 14-16; Himno 4. 122-124). En Apolonio (Argonuticas 2), se atestigua una singular costumbre de los Tibarenes 24 , la covada, segn la cual despus del parto, eran las mujeres quienes atendan a los maridos que simulaban convalecer en el lecho 25 :
23 Sobre la impureza de la parturienta y de quienes se relacionan con ella, vid., por ejemplo, BRUIT ZAIDMAN, Las hijas de Pandora. Mujeres y rituales en las ciudades, en SCHMITT PANTEL (ed.), Historia de las mujeres. Antigedad 1, pp. 407-408; GARLAND, HT 36, 1986, p. 43; FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 104; DILLON, Classical Greek Religion, p. 252.
24 Menciones de este pueblo se hallan en Jenofonte (Anbasis 5. 5) y en Herdoto (Historias 3. 94; 7. 78). En Estrabn (Geografa 3. 17) existe la descripcin de la misma costumbre, pero entre los beros.
25 CANTARELLA, Calamidad ambigua, p. 180, defiende que este uso era una forma para el varn de participar en un acontecimiento de gran importancia para la colectividad, mostrndose en desacuerdo con otros autores, como BACHOFEN, que consideran la covada como un vestigio de un antiguo matriarcado.
La descripcin de este hbito ha sido interpretada como una manera de reflejar el extrao mundo en que los argonautas se van introduciendo, a medida que se acercan a la Clquide, pues se puede apreciar en la covada una inversin de los valores establecidos 27 . La madre debe velar por el cuidado de su prole, como Alcmena hace con su pequeo hijo Heracles (Tecrito, Idilio 24. 1-11), o como debe hacer cualquier otra figura materna (Hcale fr. 238. 18-21 Pfeiffer). No slo en la alimentacin o el vestuario es obligada la presencia materna, sino tambin en aspectos como la educacin. As tenemos en el mimo 3 de Herodas a una madre que conversa con el maestro de su hijo sobre la desgana para el aprendizaje que muestra aqul. La madre pide al educador que castigue con dureza a su descendiente para hacerle cambiar de actitud. sta se muestra de esta forma como una figura absolutamente implicada en el proceso de formacin del hijo, como lo estar generalmente a lo largo de todos las situaciones de la vida de ste. As se observa cmo Jasn es despedido con inmensa tristeza por su madre al disponerse a iniciar la expedicin que lo llevar hasta inciertos parajes y sucesos. Aunque su padre est presente en la escena, es su madre, Alcmeda, quien asume todo el protagonismo. sta lamenta la posibilidad de que no pueda ser Jasn, hijo nico, quien presida
26 All cuando las mujeres tienen descendencia de sus maridos, son ellos los que cayendo en el lecho se quejan, tras vendarse las cabezas. stas cuidan a sus hombres con alimentos y adems les preparan el bao del parto.
27 Cf. HUNTER, Literary Studies, p. 95; tambin LEVIN, Argonautica Re-examined, p. 198.
LA MATERNIDAD 109 sus honras fnebres 28 , llegado el caso del luctuoso acontecimiento (Argonuticas 1. 278-291).
3.4. La maternidad es a todas luces esencial para la continuidad de la comunidad, lo cual convierte a la mujer tambin en esencial 29 , o quiz mejor en figura de presencia obligada, a pesar de no serle suficientemente reconocida su participacin en el proceso reproductivo de la especie humana. Esta funcin proporciona una posicin de privilegio a la mujer en la medida en que su contacto permanente, especialmente durante la primera etapa de la vida, con los futuros ciudadanos puede determinar la actuacin de stos 30 . El amor maternal puede trastocarse, en raras ocasiones, en sentimiento destructivo, como Eurpides ha sabido reflejar magistralmente en su Medea. La contundencia de hechos semejantes suple su escasez, puesto que quedan retenidos en la mente de quien los conoce. El mundo helenstico no es ajeno a acciones maternas de este tipo, como algunos epigramas se encargan de recoger (AP 7. 433; 9. 390). Suponen stos el reflejo de un lado oscuro en la funcin maternal que surge, posiblemente, por estmulos de diferente procedencia en algn momento crucial de la existencia.
28 Segn RAEPSAET, AC 40.1, 1971, p. 109, ste es otro de los motivos que impulsaban la natalidad en la Atenas clsica, preferentemente de varones, puesto que las hijas no tenan obligaciones legales hacia la madre, cf., tambin, POMEROY, Families Greece, p. 126.
29 Cf. BUXTON, Imaginario, p. 119.
30 En este sentido se entiende la influencia de la madre poderosa de la que habla SLATER, The Glory of Hera, p. 7.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 110 La maternidad marcaba de tal manera la vida femenina que cuando ya no le era posible tener hijos terminaba su funcin social, de forma que el final de su etapa reproductiva, con la llegada de la menopausia, y el trmino de su funcin social estaban directamente relacionados 31 .
31 Cf. POMEROY, Families Greece, p. 205.
4. EL TRABAJO
4.1. La mujer, como es conocido, estaba apenas integrada en el mundo del trabajo 1 . Esto no quiere decir que no hayan existido mujeres trabajadoras desde los albores de la civilizacin griega 2 . Las tareas de la casa eran dirigidas y realizadas fundamentalmente por la mujer 3 , y, en general, las actividades laborales que llevaba a cabo estaban relacionadas con el mundo domstico 4 , mbito que deja mayor espacio en el helenismo
1 Se ha de precisar que el trabajo, acaparado por el varn, tena entre los griegos una consideracin, que no tiene mucho en comn con la contempornea. Cf., por ej., MOSS en El trabajo en Grecia y Roma, pp. 63-71.
2 Cf., por ej., BILLIGMEIER y TURNER, The Socio-Economic Roles of Women in Mycenaean Greece: A Brief Survey from Evidence of the Linear B Tables, en FOLEY (ed.), Reflections of Women, pp. 1-18.
3 Cf., entre otros muchos, FIDIO, DWF 12-13, 1979, pp. 188-217; ARKINS, Classics Ireland 1, 1994, pp. 18-34.
4 Acerca de las actividades femeninas y su relacin con el mundo domstico, vase, entre otros, FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 161; MARTNEZ LPEZ, Las mujeres en el mundo antiguo. Una nueva perspectiva para reinventar las sociedades antiguas, en RODRGUEZ MAMPASO y otros (eds.), Roles sexuales, p. 51; POMEROY, Families in Greece, p. 142; BLUNDELL, Women in Athens, pp. 60- 62; HIBLER, Life and learning, p. 47; LICHT, Sexual Life, p. 18; BROCK, CQ 44. 2, 1994, p. 334; POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, p. 89; REDFIELD, Arethusa 15, 1982, p. 195;
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 112 respecto a pocas precedentes 5 a otros espacios de actuacin, debido a que la mujer goza de una mayor autonoma 6 . Los beneficios que la mujer poda obtener eran frecuentemente escasos. Las humildes ocupaciones a duras penas le permitan subsistir, puesto que sta no poda aspirar a realizar actividades en las cuales se movieran cantidades significativas de dinero. El mundo femenino se caracterizaba por la prctica ausencia de manejo pecuniario 7 . La dedicacin laboral de la mujer estaba determinada por la necesidad ms imperiosa en la mayora de los casos 8 , debido a que en circunstancias normales era el varn quien sostena la economa familiar. Diferentes motivos empujaban a la mujer al trabajo, entre stos se encuentran acontecimientos polticos, como las guerras 9 , que tambin empujaban a las mujeres a ocuparse de la direccin de los asuntos familiares 10 , o situaciones personales adversas, como la viudedad 11 .
PLCIDO, La mujer en el okos y en la plis: formas de dependencia econmica y de esclavizacin, en REDUZZI y STORCHI (eds.), Femmes-esclaves, p. 13; GONZLEZ CORTS, Eleusis, p. 139.
5 Vase, a modo de ejemplo, SEALEY, Women and Law, pp. 89-95.
6 Cf. FANTAM y otros, The hellenistic period: women in a cosmopolitan world, en FANTAM y otros (eds.), Women in the classical world, pp. 155 ss., donde se hace hincapi en la nueva situacin de la mujer en la vida pblica, respecto a pocas precedentes.
7 Cf. POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, p. 90.
8 Cf. CALERO-SECALL, Consejeras, confidentes, cmplices, p. 13.
9 As lo recoge, en lo que se refiere a la guerra del Peloponeso, BROCK, CQ 44. 2, 1994, p. 338, quien seala las guerras como un factor que determinaba la ocupacin en determinados trabajos de la mujer. Cf. tambin SCHAPS, Le donne greche in tempo di guerra, en ARRIGONI (ed.), Le donne, pp. 422-423. Sealan tambin esta incidencia de la guerra en un mayor nmero de mujeres en busca de trabajo BLUNDELL, Women, p. 145, y REEDER, Women and men in Classical Greece, en REEDER (ed.), Pandora, p. 30.
10 Cf. FLACELIRE, Amour, pp. 120 ss., quien seala que as ocurri durante la guerra del Peloponeso.
EL TRABAJO 113 La esclavitud, a la que se poda llegar por distintas vas 12 , contribua en gran manera a proporcionar la mano de obra femenina necesaria para el trabajo 13 . Es evidente, pues, que la esclava es una figura central dentro de las distintas mujeres que se integran en el mundo del trabajo en Grecia, ya que esa condicin implica siempre un sometimiento en muchos sentidos, entre los cuales el laboral es fundamental 14 . Ms lejos llegan algunos estudiosos afirmando que los griegos consideraban que exista una afinidad entre la condicin femenina y la servil, fuera cual fuera el origen de la mujer en cuestin 15 .
4.2. Cuando se habla de ocupaciones femeninas en Grecia, el tejido es una dedicacin primordial 16 . ste formaba parte de la formacin bsica que reciba cualquier muchacha 17 , y la habilidad para bordar, hilar o tejer constitua un valor positivo para la mujer, recogido ya desde los textos
11 Esta era frecuente, teniendo en cuenta que la mayor parte de las veces la novia era mucho ms joven que el novio, cf. POMEROY, Families Greece, p. 223, donde indica esta situacin.
12 Cf. CALERO-SECALL, Consejeras, confidentes, cmplices, pp. 18-22, donde la autora enumera las diversas vas por las cuales la mujer llegaba a convertirse en esclava.
13 Cf. MOSS, El trabajo en Grecia y Roma, p. 153, quien indica la participacin de las criadas de las casas pudientes, mediante su labor tejedora, en la industria textil griega.
14 Para un detallado estudio de la mujer esclava en el mundo antiguo, vase, a modo ilustrativo, REDUZZI & STORCHI (eds.), Femmes-esclaves.
15 Cf. FIDIO, DWF 12-13, 1979, p. 212.
16 Cf., por ejemplo, POUNDS, Vida cotidiana, pp. 121-122. As desde Homero se considera el tejido como una de las principales ocupaciones de la mujer, cf. McINTOSH SNYDER, CJ 76.1, 1980, p. 193.
17 Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 78.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 114 homricos 18 . Esta actividad tena una presencia cotidiana en la vida de las mujeres griegas, quienes solan dedicar a esta prctica, segn Tecrito (Idilio 24. 75-78), la cada de la tarde. Una ocupacin sta digna de las ms nobles mujeres, pero tambin de las ms pobres 19 , como se constata siguiendo las referencias encontradas en la poesa helenstica. En los tres grandes alejandrinos existe alguna mencin a mujeres que llevan a cabo esta labor, si bien las circunstancias de cada ejemplo difieren. Tecrito (Idilio 15. 80-81) describe la admiracin que suscitan entre las dos siracusanas protagonistas de su idilio las artfices de un tapiz 20 , y utiliza para designar a estas mujeres un sustantivo, e[riqoi 21 , que en principio tena una significacin ms amplia 22 : povtni j jAqanaiva, poi'aiv sf j ejpovnasan e[riqoi (v.80) 23
Calmaco trata en un texto parte del ritual que siguen las muchachas elegidas para el alto honor de tejer los ropajes de Hera (Aitia fr. 66. 2-6 Pfeiffer). Tecrito y Calmaco hacen alusin, en sus respectivos fragmentos, a la admiracin por la labor bien terminada y al honor que
18 As lo recoge, DALTON PALOMO, Mujeres, diosas y musas, pp. 95-99. Es inevitable tener en cuenta la referencia a personajes femeninos de la Odisea tan emblemticos como Penlope, en quien la labor de tejer adquiere tambin una dimensin trascendente fuera de lo habitual, o Arete, por ejemplo.
19 Cf. BETALLI, Opus 1, 1982, p. 261.
20 Este idilio, segn la interpretacin de WHITEHORNE, Hermes 123.4, 1995, pp. 63-75, reflejara la importancia que la labor del tejido seguira teniendo en la sociedad griega en el helenismo, a travs de su presencia preponderante en la vida de las dos mujeres protagonistas.
21 Un compuesto de este sustantivo es el adjetivo filevriqo" que aparece en Tecrito (Id. 28.1) para calificar a una rueca. Aparece tambin como epteto de una muchacha en la Antologa Palatina (6.247.7).
22 Este trmino significa originariamente jornalero (Hom.). Posteriormente debido a su parentesco por etimologa popular con e[rion presenta el significado de tejedora (S., Theoc., papiros). Cf. LSJ s.v. e[riqo" I.
23 Seora Atenea, qu tejedoras las que lo llevaron a cabo!.
EL TRABAJO 115 supone confeccionar la ropa de una diosa, y Apolonio se centra, en otro texto (Argonuticas 3), en el aspecto ms msero del oficio y usa una perfrasis para referirse a una tejedora, talashvia e[rga mevmhlen (v. 292), a la que previamente ha designado tambin con un sustantivo dedicado a este fin, cernh'ti" (v. 292) 24 , que incide especialmente en las duras condiciones de trabajo que rodeaban a numerosas mujeres dedicadas a tejer 25 . Esta dureza se aprecia en los versos siguientes:
Este smil en el que se hace mencin de los sacrificios de las tejedoras, como el tener que estar tejiendo desde muy temprano, lo utiliza Apolonio para indicar la situacin anmica de Medea cuando se debate en un mar de dudas ante la terrible disyuntiva de ayudar a Jasn, del que se ha enamorado, o ser leal a su padre. La difcil disquisicin mental que sufre Medea se asimila a la fatiga y la dureza fsicas que soportan las tejedoras de ms baja condicin. La relacin se establece entre el sufrimiento psquico de la princesa y el fsico de la mujer humilde. Este ambiente de miseria y sacrificio es el predominante tambin en un epigrama de Lenidas (AP 7.726), que hace un hermoso retrato de una
24 Cf. HERFST, Travail de femme, pp. 20-21.
25 Cf. HERFST, Travail de femme, p. 21, donde establece la relacin entre el fragmento que aqu se comenta y un pasaje de Homero (Il.12.433), sealando que en ambos se indican las duras condiciones de trabajo de estas mujeres.
26 Como una trabajadora a la que ocupan los trabajos de la lana, despierta desde muy temprano.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 116 anciana que muere tras haber dedicado su vida al duro trabajo del tejido, quitando horas al sueo, para poder escapar a la pobreza. As habla del canto con que se acompaaba en su labor 27 durante su ancianidad:
Ms adelante en el mismo epigrama se hace mencin de alguno de los achaques fsicos que esta anciana soportaba, que seguramente estaban relacionados con el trabajo que la haba ocupado durante toda su vida:
La acuciante necesidad de tejer para poder obtener algn beneficio queda reflejada de forma inequvoca en Crates de Tebas, en el cual se encuentra a un marido que acompaa, desempeando una labor, a su esposa en la realizacin del trabajo 30 :
kai; mh;n Mivkulon eijsei'don
27 As desde Homero se recoga la relacin entre el canto y el tejido, vid. McINTOSH SNYDER, CJ 76.1, 1980, p. 194.
28 Y con la rueca y el huso como compaeros, entonaba cantos cercana ya a la canosa vejez.
29 Con una mano deformada en torno a su encorvada rodilla, sta devanaba, no sin gracia, el ovillo de lana que deba bastar para la trama.
30 Esta colaboracin masculina no es tan rara como podra parecer. As, cf. HERFST, Travail de femme, p. 20, donde seala que el peinado y cardado de la lana eran trabajos principalmente masculinos.
EL TRABAJO 117 tw'n ejrivwn xaivnonta gunai'kav te sugxaivnousan, to;n limo;n feuvgonta" ejn aijnh'/ timiovthti. (fr. 349 Loyd-Jones - Parsons) 31
Como es frecuente en los epigramas votivos, Atenea, diosa protectora de las labores de tejido, recibe como ofrenda los utensilios de este trabajo por distintas razones. Una de ellas es el abandono de esta actividad. As lo recoge Lenidas en un epigrama (AP 6.289) en el que varias tejedoras ofrendan algunos de sus instrumentos de trabajo al retirarse sin que se sepa con claridad la causa. En concepto de ofrenda a la diosa, otras tejedoras (Lenidas AP 6.288) entregan a Atenea algunos de sus utensilios para tejer:
En el mismo epigrama de Lenidas se menciona la difcil situacin de estas mujeres obligadas por la miseria a trabajar, al destacar el sacrificio que supone para ellas la ofrenda de sus utensilios. Se ruega a la diosa un
31 Y vi a Micilo cardando la lana y a su mujer cardando tambin, para escapar del hambre con un alto mrito.
32 Este trmino slo aparece aqu, y se ha conjeturado que Lenidas lo use como antnimo de ajpoquvmio", piteto homrico. Cf. GOW- PAGE, Greek Anthology, vol. II, p. 350.
33 Las muy hacendosas, ofrecemos como diezmo de nuestro trabajo lo que ms nos agrada.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 118 aumento de ganancias, que se aprecia difcil cuando han tenido que entregar las herramientas de su trabajo a la diosa 34 . Tambin tres bordadoras ofrecen a Atenea el producto de su actividad, como recoge Lenidas (AP 6.286). La delicadeza de la labor que han realizado se describe como el producto de una ardua dedicacin y rivalidad que las tres mujeres mostraron durante su ejecucin. Este empeo en el trabajo bien hecho est directamente relacionado con la alta consideracin que se le otorgaba socialmente. Generalmente se asocian con esta actividad honestidad y laboriosidad. Por ello, es obvio que en algunos epigramas (Lenidas AP 6. 288 y Antpatro AP 6.160) se encuentre el mismo adjetivo, filoergo;", como calificativo de la trabajadora de la lana, a la que en el epigrama de Antpatro se le designa con el trmino eijrokovmo" (v. 8), slo aqu atestiguado como sustantivo 35 . Antpatro (AP 6.174) insiste tambin en la honradez de estas trabajadoras mediante un epigrama votivo, en el que unas tejedoras escogen explcitamente vivir mseramente, pero con una reputacin intachable:
34 Cf. FERNNDEZ-GALIANO, Antologa Palatina, p. 92 ad locum, quien menciona que quizs la ofrenda sea una pintura alusiva, lo cual implicara la posibilidad de seguir trabajando para las oferentes. La misma idea acerca de que seguramente no son los propios utensilios, sino una representacin de stos, sostiene GOW-PAGE, Greek Anthology, vol. II, p. 350.
35 Cf. LSJ s.v. eijrokovmo".
36 Pues cada una prefiere vivir sin ningn reproche, extranjero, ganndose la vida con las manos.
EL TRABAJO 119 La alabanza absoluta de la mujer que se dedica al tejido aparece en el idilio de Tecrito titulado La Rueca, donde el poeta alaba el tejer como la actividad por excelencia de la mujer laboriosa 37 en la persona de la esposa de un amigo, a la que precisamente regala una rueca, objeto que sirve para dar ttulo al idilio y para otorgar a Tugenis el epteto de eujalavkato" (v. 22). La habilidad para tejer suele ser una caracterstica de las principales heronas griegas 38 , lo cual remarca la valoracin positiva que la dedicacin a esta labor tena en el mundo griego. La respetabilidad que otorgaba el oficio de tejedora no compensaba, segn algunas mujeres, sin embargo, las penurias que acarreaba. Numerosas mujeres, incapaces de soportar la situacin, optaban por cambiar de oficio y dedicarse al que poda llegar a ser ms lucrativo para su sexo, la prostitucin. En un epigrama de Antpatro (AP 6.47) es una mujer entrada en aos, una viuda, quien opta por el cambio, que no la asusta, porque confa en su capacidad de esfuerzo para superar la situacin adversa a la que se enfrenta:
Redundan en este tema otros epigramas (AP 6.285 y 6.48). Se insiste en ellos en las pocas ganancias y muchos sacrificios que ocasiona el trabajo de
37 Cf. MOSS, Mujer Grecia clsica, p. 28.
38 Cf. IRIARTE, Las redes del enigma, p. 31.
39 De tus dones reniego y, al contrario, me atengo a las obras de Cipris, pues creo que la edad puede menos que la voluntad.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 120 las tejedoras, lo que se convierte en motivo para que mujeres ya entradas en aos, como en el caso anterior, decidan entregarse a la prostitucin. La situacin contraria la encontramos en otro epigrama (AP 6.283), en el cual se menciona cmo una prostituta se ve abocada al oficio de Atenea, cuando ya no est en condiciones de vender su cuerpo, puesto que ste ha perdido su atractivo. Esto indica que no era absolutamente segura la consecucin de una posicin materialmente desahogada a travs de la prostitucin, a la que factores diversos podan convertir en una actividad poco lucrativa.
4.3. Otro oficio que se recoge en los poetas helensticos es el de molinera. En Calmaco aparece en varias ocasiones. En una ocasin en los Himnos (4. 240-243) y en otra en Hcale (fr. 334 Pfeiffer). En ambos casos se utiliza el sustantivo ajletriv" (v. 242 y v. 1, respectivamente), para hacer referencia a la mujer encargada de moler, que no aparece atestiguado en los restantes alejandrinos 40 . El fragmento de Hcale es puramente descriptivo del trabajo de la molinera:
El texto del Himno 4 es ms completo que el anterior y deja entrever las difciles circunstancias que acompaaban a este oficio 42 , habitualmente
40 S aparece, en cambio, en autores de pocas anteriores, como Aristfanes (Lys., 643-644) y Homero (Od., 20. 105).
41 Harina basta de la que la molinera no ha separado el salvado.
42 Cf. HERFST, Travail de femme, pp. 27-28.
EL TRABAJO 121 desempeado por esclavas 43 , como aparece tambin en Tecrito (Idilio 24. 50-51). En Apolonio, se narra un hecho (Argonuticas 4. 1092-1095) en el que se insiste en este aspecto, y en el cual el trabajo de moler es el terrible castigo impuesto a la hija de un rey por su padre. Se condena a esta muchacha a una labor que por estirpe no le corresponde, siendo castigada fsicamente, por el trabajo que desempea, y psquicamente, por la afrenta social que conlleva. Herodas tambin hace referencia a la ocupacin femenina de moler en su mimo 6, cuando en el dilogo entre las mujeres protagonistas 44 stas hacen mencin en varias ocasiones a esta actividad llevada a cabo por mujeres.
4.4. La nodriza 45 , como es bien conocido, constituye otra dedicacin fundamental de la mujer griega que aparece recogida en los textos helensticos. La esclavitud y la pobreza se encuentran entre las principales causas que abocan a las mujeres a esta ocupacin. Entre los epigramas helensticos se encuentran, entre otros, dos epigramas laudatorios que tratan esta figura. Uno es de Calmaco (AP 7.458) y el otro de Tecrito (AP 7.663) y en ellos se sigue una corriente generalizada de ponderacin de esta labor 46 , de la que tambin existe una cierta visin negativa, poco extendida,
43 Cf. GARCA TEIJEIRO y MOLINOS TEJADA, Buclicos griegos, p. 211.
44 Para un estudio sobre una de estas mujeres, vid. KUTZKO, ZPE 133, 2000, pp. 35-41.
45 La influencia de la figura de la nodriza desde Homero hasta Eurpides ha sido estudiada por POURNARA-KARYDAS en The trophos from Homer to Euripides as a figure of authority, Washington 1992.
46 Acerca de esta valoracin positiva, cf., por ej., MARTNEZ FERNNDEZ, Fortunatae 8, 1996, pp. 71-77.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 122 que registran algunos autores 47 . Entre stos se cuenta Dioscrides (AP 7. 456), quien describe a una nodriza amante de la bebida 48 . Por otro lado, en cada uno de los epigramas laudatorios anteriormente mencionados se hace referencia a dos labores distintas que poda llevar a cabo la nodriza. En el de Calmaco se alaba la labor nutricia de una tal Escra 49 , mientras que en el epigrama de Tecrito se ofrece una visin ms amplia de las funciones de la nodriza al referirse a una consideracin ms completa de la crianza, que no se limitara al amamantamiento, que se ha ofrecido a un nio 50 . Una coincidencia entre ambos epigramas es que el supuesto autor de la alabanza se autodenomina con el mismo sobrenombre infantil, Mivkko", probablemente en recuerdo de la poca en que la nodriza tena a su cargo a los entonces nios. Queda patente tambin la importancia concedida a la mujer que desempeaba esta funcin por el hecho de que en ambos epigramas se alude a la misma por su nombre 51 . Tampoco se deja de mencionar el origen de cada una de ellas, una frigia y otra tracia, insistiendo as en su habitual carcter forneo. Por ltimo, conviene
47 Vase BROCK, CQ 44.2, 1994, pp. 336-337, donde menciona la distinta valoracin que pueden recibir las nodrizas. FINLEY, Esclavitud, p. 139, muestra tambin su desacuerdo con la idea generalizada existente acerca de la afectividad que se considera que suele unir a nodrizas y amos.
48 Esta consideracin negativa de la nodriza tiene antecedentes en la comedia antigua, as en Aristfanes, Eq., 716-718, entre otros.
49 Esto, segn la distincin establecida por HERFST, Travail de femme, pp. 57-58, sera funcin de la tivtqh, que ejercera la labor propiamente dicha de nodriza.
50 Funcin que sera desempeada por la trofov", segn HERFST, Travail de femme, p. 57. CALERO- SECALL, Consejeras, confidentes, cmplices, pp. 31-32, difiere de la terminologa aqu expuesta y que sigue a Herfst.
51 El mismo sentido se reconoce en la Odisea cuando se nombra a Euriclea y Eurnome, segn MOSS, Mujer Grecia clsica, pp. 31-32.
EL TRABAJO 123 destacar que si bien el sentimiento es de agradecimiento en ambos textos 52 , se da las gracias en ellos por las cualidades tiles de cada una. En el caso de Escra se menciona su labor nutricia, ajgaqo;n gavla (AP 7.458,1) y hJ grh'u" mastw'n wJ" ajpevcei cavrita" (AP 7.458,4); en el caso de Clita, se agradecen los aos de la crianza, e[xei ta;n cavrin aJ guna; ajnti; thvnwn / w|n to;n kw'ron e[qreye (AP 7.663,3-4). En el caso de la ciudad de Trecn (AP 12.58), Riano utiliza un adjetivo de larga tradicin desde Homero, kourotrovfo" (v. 1), para hacer referencia a una labor de completa dedicacin a sus muchachos, usando de este modo un smil en el que la ciudad pasa a ser nodriza de los jvenes nacidos en ella:
Se encuentran otras huellas de la labor de la nodriza en la poesa helenstica. As, conocemos su papel como acompaante de otra mujer en una salida a la calle, tal y como recoge Tecrito (Idilio 2. 70) 54 . Apolonio retrata a la nodriza Polixo en el episodio de Lemnos en el papel de arengadora para las restantes mujeres. La ancianidad y la labor nutricia de sta a lo largo de su vida la convierten en una voz digna de atencin para las mujeres lemnias, enfrentadas a la amenaza de la llegada de Jasn y sus
52 Cf. CALERO-SECALL, Consejeras, confidentes, cmplices, p. 33.
53 Trecn es buena criadora y no te equivocaras al otorgar alabanzas ni al ltimo de sus muchachos.
54 Cf. CALERO-SECALL, Consejeras, confidentes, cmplices, p. 36.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 124 compaeros (Argonuticas 1. 675-696). Herodas describe, de forma ms ambigua, en su mimo 1 a una alcahueta, Glide, que podra ser a la vez nodriza 55 .
4.5. Entre los oficios de vendedoras, existe una referencia a una perfumista en Asclepades (AP 5.181). Esta profesin 56 pertenecera al grupo de vendedoras de objetos de lujo y sacrificio 57 . Estas mujeres eran primordialmente tenidas en cuenta a la hora de organizar una fiesta, como se recoge en Asclepades:
La perfumista es un trabajo con tradicin tambin en pocas anteriores de la civilizacin griega 59 . Tambin en inscripciones se encuentran referencias a esta actividad femenina 60 .
4.6. No son frecuentes las menciones de mujeres poseedoras de tierras 61 , por ello mencionamos el caso de un epigrama de Nicneto (AP
55 Cf. CALERO-SECALL, Consejeras, confidentes, cmplices, pp. 77-78.
56 Actividad sta relacionada con la alquimia, segn ALIC, El legado de Hipatia, p. 51.
57 Cf. HERFST, Travail de femme, p. 50.
58 Ahora, ve a casa de Escra la perfumista y le coges perfume por valor de cinco monedas de plata.
59 As, en poca clsica eran tambin requeridas para preparar los banquetes como se aprecia en Aristfanes (Ec., 841), entre otros.
60 As en SEG 1. 31 y 1. 34, en inscripciones correspondientes al tica.
EL TRABAJO 125 6.225) en el que una supuesta propietaria de tierras realiza ofrendas a unas ninfas libias 62 . Es evidente que no eran numerosas las mujeres que estaban en esa situacin 63 , pero existan 64 . Los cambios sociales que el helenismo trajo consigo lo permitieron 65 . As las inscripciones han dejado huella, en las ciudades helensticas, de transacciones en temas de propiedad realizadas por mujeres 66 . Tambin las mujeres podan poseer esclavos como recoge Herodas (Mimo 5) 67 . Esta posesin poda implicar, como en el caso inverso, tambin la posesin sexual, como se refleja en el mimo de este autor, y este hecho era considerado una razn para que se procurara que las mujeres poseyeran nicamente esclavas 68 . Evitar una posible promiscuidad sexual de la mujer, que pudiera poner en entredicho la legitimidad de los hijos, podra ser una causa posible de su ausencia de los banquetes, en los cuales
61 Cf. SCHAPS, Economic rights women, pp. 4-7.
62 El nombre que aparece en el texto, Filhvtido" (v. 3), en genitivo, es comnmente interpretado como un nombre femenino, Filtide, pero tambin podra tratarse de un varn llamado Filetis. Vase, por ejemplo, FERNNDEZ GALIANO, Antologa Palatina, p. 249; GOW-PAGE, Greek Anthology, vol. II, p. 418.
63 Cf. POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, p. 91. El derecho de la mujer a la herencia era dudoso, cf. SCHAPS, Economic rights women, pp. 25-47. Sobre la posible capacidad de la mujer griega para realizar distintas transacciones vase BREMEN, Limits of participation, pp. 205-235.
64 Sobre mujeres poseedoras de tierras en Esparta, vase PIPER, Opus 3, 1984, pp. 5-8.
65 Cf. CANTARELLA, Calamidad ambigua, p. 156, y STE. CROIX, CR 20 1980, p. 273, donde, adems, el autor defiende la dificultad para la mujer ateniense de poca clsica de llegar a ser propietaria, a diferencia de lo que ocurra en otras ciudades.
66 Cf. SEALEY, Women and Law, p. 89.
67 Cf. PLCIDO, La mujer en el okos y en la plis: formas de dependencia econmica y de esclavizacin, en REDUZZI y STORCHI (eds.), Femmes-esclaves, p. 17.
68 Cf. POMEROY, Women in hellenistic Egypt, p. 128.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 126 los juegos erticos tenan un lugar importante 69 , a pesar de que en el helenismo el simposio se hiciera ms asequible para la mujer respetable 70 .
4.7. La presencia de la figura femenina en el mundo del trabajo, aunque se pueda considerar escasa, queda patente tras las referencias, que se han citado anteriormente, encontradas en los textos de los poetas hele- nsticos. La mujer que trabaja con frecuencia lo hace empujada por diversas circunstancias adversas, aunque en el helenismo, al haber conseguido una cierta autonoma respecto a su dependencia del varn 71 , puede incluso llegar a ser una opcin libre. La participacin de la mujer en el mundo de las finanzas se afianza 72 . Esta presencia femenina en el mundo del trabajo contribuye a apoyar la idea de que la reclusin femenina no era tan hermtica ni generalizada como defienden algunos estudiosos 73 , aunque se considere desde otros sectores de opinin que la mujer tena problemas para salir a la calle con el fin de aprender un oficio, puesto que esto no estaba generalmente bien visto 74 .
69 Cf. IRIARTE, Las redes del enigma, p. 23.
70 Cf. BURTON, GRBS 33.3, 1992, pp. 234-235.
71 Cf. GRIFFITHS, Home before Lunch: the Emancipated Woman in Theocritus, en FOLEY (ed.), Reflections of women, pp. 247-273. La visin de este autor del idilio 15 no es compartida por WHITEHORNE, Hermes 123.4, 1995, p. 73, que la considera influenciada por un cierto enfoque feminista.
72 Cf. BREMEN, Limits of participation, p. 40.
73 Cf. D. COHEN, Seclusion, Separation, and the Status of Women in Classical Athens, en McAUSLAN/WALCOT (eds.), Women in Antiquity, pp. 134-145. No cree en una reclusin tampoco RICHTER, CJ 67, 1971, pp. 1-8.
74 Cf. MINNEN, ZPE 123, 1998, pp. 201-203.
EL TRABAJO 127 Las figuras femeninas a las que se hace un mayor nmero de referencias en los poetas helensticos son la tejedora y la nodriza 75 . El tejido, aunque en ocasiones era forzado por la pobreza, gozaba de un prestigio tal, que era practicado por las ms relevantes figuras femeninas 76 , y se consideraba intrnsecamente unido a la naturaleza femenina 77 . Tambin la nodriza era una figura con una especial trascendencia y significacin para los griegos. Junto a estas tradicionales ocupaciones femeninas, presentes en toda la literatura griega precedente, se hallan referencias a actividades ms novedosas e infrecuentes como la mujer propietaria de tierras o esclavos, que eran el resultado de una mayor integracin de la mujer en el mbito pblico 78 , fiel reflejo de los cambios que el helenismo introduce en la sociedad griega.
75 Otra ocupacin femenina desempeada generalmente por esclavas o mujeres de clase baja y que est directamente relacionada con el universo femenino es la de la comadrona, cf. FRENCH, Helios 13, 1986, p. 80.
76 Cf. IRIARTE, Las redes del enigma, p. 21.
77 Hasta tal punto se consideraba esta labor ligada a la mujer que en la antigedad se atribua su invencin a sta misma. Cf. ALIC, El legado de Hipatia, p. 30.
78 Cf. POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, p. 147. 5. EL ARTE
5.1. El acceso de la mujer a las disciplinas artsticas era difcil 1
puesto que no estaba contemplado dentro del papel tradicional a ella asignado 2 . No obstante, desde poca arcaica, con Safo, se constata la existencia de alguna figura femenina que hizo caso omiso de las convenciones impuestas a su sexo 3 , ya que el mundo de la educacin y todo lo relativo a ella en la civilizacin griega estaba dirigido principalmente al
1 Existen estudiosos que no creen que el alejamiento entre mujer y cultura haya sido tan relevante en el mundo griego. Cf. DURN LPEZ, Mujer y modalidades del saber en la Grecia antigua, en Saber y vivir, pp. 43-66. En la misma lnea se encuentra BECK, Classicum 9, 1978, pp. 1-9, quien haciendo un recorrido por los estudios acerca de la relacin entre mujer y educacin sostiene que la separacin entre ambos no es tan grande como algunos eruditos sostienen.
2 Cf. FRASCA, Agonale nelleducazione, p. 57, quien comenta que la educacin femenina estaba encaminada a dos fines: el matrimonio o el mundo de las heteras.
3 En el terreno literario, vid. BERNAB PAJARES Y RODRGUEZ SOMOLINOS (eds.), Poetisas griegas, para un acercamiento a la obra que se conserva de las mujeres que en Grecia cultivaron el arte potico.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 130 varn 4 . Slo existen evidencias de escolarizacin de nias griegas a partir de los siglos IV y III a.C. 5 En poca helenstica, cuando la educacin femenina vuelve a adquirir cierta relevancia 6 , emergieron algunas mujeres que, favorecidas por las circunstancias de este momento 7 , cultivaron distintas actividades artsticas e intelectuales 8 , como se constata a travs de las aportaciones de los poetas helensticos. La literatura es la dedicacin de la que se encuentra un mayor nmero de referencias a mujeres que cultivaron las letras 9 , aunque existan otras que hacen alusin a figuras femeninas relacionadas con otras artes como la msica. Es difcil, en ocasiones, establecer la frontera entre la hetera, formada desde antiguo en actividades intelectuales y artsticas para entretenimiento del varn, y la mujer que persigue una formacin intelectual por inquietud personal 10 .
4 Cf. FRASCA, Agonale nelleducazione, p. 17, donde indica que frente a la abundancia de referencias en los textos a educadores masculinos, no se encuentran alusiones a educadoras famosas.
5 Cf. FINNEGAN, Classics Ireland 2, 1995, pp. 67-81, y BECK, Classicum 9, 1978, quien defiende la existencia de colegios para nias desde poca arcaica y clsica, manifestndose as en contra de una tendencia dominante que negara el acceso de la mujer a la educacin en esa etapa de la civilizacin griega.
6 Cf. FLACELIRE, Amour, p. 130, y del mismo autor, CRAI 1971, p. 705.
7 Cf. POMEROY, AJAH 2, 1977, p. 51, quien mantiene que una nueva actitud que favoreca la educacin de la mujer, contribuy a que sta tuviera acceso ms libre a disciplinas hasta entonces fundamentalmente masculinas.
8 Cf. PANAYOTATOU, Neuburger, 1948, pp. 363-365, quien ofrece un listado de distintas mujeres que realizaron actividades intelectuales en el helenismo.
9 Cf. BERNAB PAJARES y RODRGUEZ SOMOLINOS (eds.), Poetisas griegas, p. 161, donde se seala que en el helenismo surgen unas tendencias literarias que favorecen la incorporacin de la mujer a este campo artstico como, por ejemplo, el predominio de la emotividad y de los temas cotidianos en las composiciones.
10 El acceso de la mujer griega a la educacin es un tema que ha despertado el inters de los estudiosos desde hace mucho tiempo. As vid. MARTHA, Revue contemporaine et Athenaeum Franais 33, 1857, pp. 260-282.
EL ARTE 131 5.2. Las menciones de autores masculinos a la mujer escritora encontradas dentro de la poesa helenstica, tanto a la de pocas anteriores, como a la contempornea, indican un reconocimiento a la labor llevada a cabo por stas, con lo cual se demuestra que la mujer va adquiriendo un lugar que no haba obtenido antes en los crculos literarios 11 donde empieza a contar como un miembro ms 12 . Sin embargo, a la vez, se encuentran indicios de la difcil batalla que la figura femenina tena que librar para abrirse paso en un mundo restringido al varn 13 , en otras referencias a ciertas escritoras. El respeto y veneracin que la obra de Safo infunda a los autores helensticos se percibe a travs de distintos epigramas. As se manifiesta en uno de Dioscrides (AP 7. 407):
En este epigrama se destaca la inmortalidad alcanzada por Safo a travs de su obra, la cual se asimila a los hijos que toda mujer deba aspirar a tener como fin principal en su vida, slo que en el caso de Safo su descendencia, transmutada en palabras, la prolonga en el tiempo hasta una dimensin muy
11 Cf. McINTOSH SNYDER, Woman and the lyre, p. 64.
12 POMEROY, AJAH 2, 1977, pp. 5 ss., seala varias razones probables para esta penetracin femenina en terrenos artstico e intelectuales.
13 La inexistencia de alfabetizacin femenina queda patente, segn FINNEGAN, Classics Ireland 2, 1995, pp. 67-81, en la muy escasa produccin literaria atribuida a mujeres.
14 De cualquier manera, salve, seora, semejante a los dioses, pues tus cantos, como hijas inmortales, an conservamos.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 132 difcil de alcanzar por descendientes fsicos. Esta humanizacin de la obra de Safo es, segn Dioscrides, de sexo femenino, posiblemente como prolongacin del propio sexo de su autora. Quiz sea tambin sta una manera de considerar su produccin como la obra que se podra esperar de una mujer, y as contraponerla a la produccin masculina. Tambin Antpatro le dedica alguna de sus composiciones (AP 7. 14 y 9. 66):
Sapfwv toi keuvqei", cqw;n Aijoli;, ta;n meta; Mouvsai" ajqanavtai" qnata;n Mou'san ajeidomevnan. (AP 7.14, vv. 1- 2) 15
En este epigrama se considera a la poetisa como la dcima Musa, coincidiendo en ello con Dioscrides. Queda patente, pues, en estos textos una admiracin absoluta hacia la poetisa de Lesbos, por parte de estos autores, pero tambin entre las cultivadoras del gnero potico se encuentra una mujer, Nside, que exalta su relacin con las Musas, como declara en uno de sus epigramas (AP 7. 718):
eijpei'n wJ" Mouvsaisi fivla t j h\n a{ te Lokri;" ga' tivktei, i[sai" d j o{ti moi tou[noma Nossi;" i[qi. (vv. 3-4) 16
15 Tierra elide, guardas ciertamente a Safo, reconocida por las musas inmortales como musa mortal.
16 Di que era grata a las Musas y que me engendr la tierra locria, y tras conocer que es Nside mi nombre, sigue tu camino. En el texto se han aceptado las variantes a{ te (Boissinade), Lokriv" ga' (Brunck) y tivktei (Hecker), seguidas por Stadmeller y Waltz. Esta interpretacin de texto tambin ha sido adoptada por Dbner, a excepcin de tivktei que escribi tivkten.
EL ARTE 133 Los versos de este epigrama suponen una afirmacin absoluta de la vocacin literaria de la autora helenstica al exponer abiertamente su dedicacin y admiracin por tal disciplina protegida por las Musas. En los distintos epigramas en los que se hace mencin a la figura de Erina, es frecuente la repeticin de algunos temas. As, es unnime la admiracin que recibe, como se refleja en Antpatro (AP 7. 713), en Asclepades (AP 7. 11), en Lenidas (AP 7. 13) y en otros autores annimos (AP 7. 12 y 9. 190). Tambin todos ellos coinciden en lamentar la muy temprana desaparicin de la joven promesa y en reconocerla como miembro de pleno derecho de su gremio literario 17 , dentro del cual tambin se inclua a Safo, con la que incluso se establece una comparacin crtica (AP 9. 190, 7-8). La temprana desaparicin de Erina aparece registrada de una forma que constituye un motivo sepulcral por Lenidas (AP 7. 13), quien en sus versos indica que la muchacha es raptada por Hades como esposa: {Aida" eij" uJmevnaion ajnavrpasen. (v. 3) 18
Este rapto parece querer corregir el curso lgico de lo que debiera haber sido la vida de Erina, que quiz su aficin literaria haba desviado. Podra ser una manera, ya que es un tpico literario referido fundamentalmente a la mujer, de que el matrimonio est presente en la vida femenina an en estas circunstancias. Antpatro dedica un reconocimiento a la labor de esta autora que se hace evidente cuando se insiste en el hecho de que sus
17 En AP 7.13 se la incluye claramente entre stos a travs de la perfrasis ejn uJpnopovloisi (v. 1).
18 Hades la rapt para el himeneo.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 134 composiciones perdurarn en el tiempo, aspiracin ltima de cualquier artista:
Pero el reconocimiento unnime a su labor potica no es bice para que, a la vez, se le alaben ocupaciones tpicamente femeninas como el tejido (AP 9.190):
Ocupacin sta que la madre de Erina, segn se desprende de estos versos annimos, parece empeada en imponerle 21 . Esta consideracin parece informar de que Erina hubo de continuar unida al telar y la rueca, presionada por el entorno social, para que no fuera denostada por dedicarse a una labor que no era habitual en su sexo 22 .
19 Por eso no se ver privada de la memoria ni ser alejada por el ala oscura de la negra noche.
20 Pues permaneca junto a la rueca, por respeto a su madre, o junto al telar, como servidora al servicio de las Musas.
21 Precisamente una aportacin esencial acerca de la profundizacin en la relacin de madre e hija se considera uno de las obras de esta poetisa helenstica, que ha llegado hasta nosotros fragmentariamente. Cf. STEHLE, The Good Daughter: Mothers Tutelage in Erinnas Distaff and Fourth-Century Epitaphs, en LARDINOIS y McCLURE (eds.), Making Silence Speak, pp. 179-200.
22 Cf. PREZ CABRERA, en AVIIICSEEC, vol. II, p. 302.
EL ARTE 135 Meleagro en su famosa guirnalda (AP 4. 1) no obvia tampoco la mencin de las poetisas femeninas ms renombradas. Safo, Mero, nite, Nside y Erina comparten un lugar en esta cuidada guirnalda con los autores del sexo opuesto, lo cual es una muestra ms del apoyo que se ofrece a la figura de la mujer literata. Este aparente apoyo, no obstante, no es total, puesto que existe una corriente de denuesto hacia la labor literaria femenina, que se puede encontrar desde la comedia aristofnica 23 y que persiste en el helenismo 24 . Las menciones que se encuentran acerca de la escritora Filnide coinciden ambas (AP 7. 345 y 7. 450), una de Escrin y otra de Dioscrides, en la preocupacin que aqulla debi sentir por la atribucin que le hicieron de una obra de contenido, al parecer, ofensivo para las mujeres 25 . Esta obra deba pertenecer a una corriente existente, aunque de la que casi no se conserva nada, de cierto tipo de literatura ertica. El cultivo de este tipo de literatura pareca no estar excluido para las mujeres 26 . Tanta trascendencia adquiri el asunto que no deja de obviarse en estas dos composiciones a pesar de tratarse de epitafios de esta mujer. Esto hace traslucir la existencia de una acotacin, seguramente tcita, en cuanto a los temas que una mujer honesta poda tratar. La preocupacin central en los dos epigramas es la de
23 Cf. FINNEGAN, Classics Ireland 2, 1995, pp. 67-81.
24 El origen de esta relacin entre la mujer literata y una moralidad personal dudosa se pierde en el origen de los tiempos, cf. BERNAB PAJARES y RODRGUEZ SOMOLINOS (eds.), Poetisas griegas, p. 2.
25 WRIGHT, FortRv 113 n.s., 1923, p. 333, atribuye ciertamente la autora de dicha obra a Filnide. Esta obra pudo ser un manual de sexo, del que se conserva algn fragmento en un papiro, cf. Alan CAMERON, GRBS 39, 1998, p.146.
26 Cf. BRIOSO SNCHEZ, El amor, de la comedia nueva a la novela, en BRIOSO SNCHEZ Y VILLARRUBIA MEDINA (eds.), Consideraciones en torno al amor, p. 170.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 136 mantener la buena reputacin de esta figura femenina negando la autora del texto que se le atribua. En defensa de esta mujer se dice expresamente que no contravino en su vida las normas de moralidad convenientes a su sexo 27 : oujk h\n ej" a[ndra" mavclo" oujde; dhmwvdh". (AP 7. 345, 6) 28
Es ste tambin un ejemplo de la misoginia existente hacia la mujer lujuriosa, puesto que era una actitud despreciada en el sexo femenino. No obstante, es de destacar que compaeros del sexo contrario aclaren el malentendido que sufri esta escritora, porque esta accin demuestra una intencin de reconocimiento hacia ella.
5.3. En el terreno musical se aprecia tambin la presencia femenina 29 . Una compositora llamada Glauce es mencionada varias veces en distintos textos tanto de Tecrito (Idilio 4. 30-31; AP 7. 262) como de Hdilo (Aten. 4. 176c). Se alude a piezas musicales compuestas por sta y tambin queda patente, en el sucinto epitafio atribuido a Tecrito (AP 7. 262), la extensin de su renombre (Glauvkh" eijmi; tavfo" th'" ojnomazomevnh", v. 2). Tambin se encuentra el rastro de una cantante (Tecrito, Idilio 15) 30
27 Respetabilidad que tambin se atac al acusar a esta mujer adems de ejercer la prostitucin, cf. VANOYEKE, Prostitucin, p. 78. Esta mala reputacin de mujer licenciosa la tena tambin Nside, segn GIANGRANDE, AC 61, 1992, p. 220.
28 No fue impdica con los hombres ni licenciosa.
29 Sobre la importancia de las mujeres msicas, cf. LISSARRAGUE, Una mirada ateniense, en SCHMITT PANTEL (ed.), Historia de las mujeres. La Antigedad, p. 225.
30 Un estudio acerca de la funcin que la larga cancin de esta mujer tiene en este idilio teocriteo es el realizado por HELMBOLD, CPh 46, 1951, pp. 17-24. Tambin ha estudiado este tema WHITE, MPhL 4, 1981, pp. 191-206, quien intenta en este artculo dar una interpretacin acerca de esta cancin que solucione las lagunas persistentes en las anteriores.
Esta mujer goza de la admiracin de las dos siracusanas protagonistas de esta pieza teocritea (vv. 145 ss.), pues le reconocen maestra en el canto, y esto supone para ellas un contrapunto de lo que es su vida, dedicada a las tareas domsticas y a la atencin de su familia. Esta actitud que Tecrito refleja parece mostrar la existencia de una cierta inquietud sociolgica de la mujer griega. Una citarista es mencionada por Herodas en uno de sus mimiambos:
Este fragmento introduce a la citarista dentro de la cotidianidad de la vida diaria, al ser nombrada con naturalidad en la conversacin del zapatero con sus clientas. Adems la capacidad adquisitiva de la mujer msico a la que se hace referencia en el fragmento est en consonancia con la consideracin
31 Los festivales religiosos constituan uno de los acontecimientos que requeran la presencia de mujeres artistas, cf. POMEROY, Women Hellenistic Egypt, p. 59.
32 Silencio, Praxinoa. Va a cantar a Adonis la hija de la argiva, hbil cantante, que el ao pasado destac con un melanclico canto.
33 La citarista Evetride suele venir todos los das, por los dioses, pidindome que acepte cinco estateras.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 138 de que, a pesar de que las habilidades musicales eran frecuentes entre las heteras, tambin en el helenismo pasan a convertirse en una profesin para algunas mujeres que hacan de sta su forma de vida 34 .
5.4. Antiodmide es una contorsionista o actriz, a juzgar por la descripcin que de ella se hace en un epigrama de Antpatro (AP 9. 567). Ella, debido al xito que obtiene con sus habilidades, viaja a Roma para llevar distraccin a sus habitantes. Parece existir un cierto componente ertico en su trabajo que puede hacer pensar con casi total seguridad que se trata de una hetera. Podra representar la coexistencia de los valores de pocas precedentes, la hetera como entretenimiento en el simposio, con los renovadores a los que se ha hecho referencia, al haber conseguido un xito que la haga trasladarse a Roma para exponer all tambin sus capacidades de expresin. Este xito le confiere una cierta independencia y poder ante el varn, que eran bastante difciles de conseguir en pocas anteriores. An as ha de tenerse claro que el ambiente en el que desarrolla su actividad es un ambiente marginal, reservado para este tipo de mujer desde mucho tiempo atrs.
5.5. La relacin de la mujer en el helenismo con el arte se manifiesta en los textos tambin en la faceta de observadora de objetos artsticos. En este sentido, existen ejemplos claros en el mimiambo cuatro de Herodas, cuando dos mujeres se detienen en la observacin de las obras que contiene
34 Cf. POMEROY, AJAH 2, 1977, pp. 54 ss. Tambin BECK, Classicum 9, 1978, p. 6, indica que la formacin en el terreno de danza y msica eran esenciales en la educacin de chicos y chicas en Grecia.
EL ARTE 139 el templo de Asclepio mientras se proponen hacer una ofrenda, y en el Idilio Las Siracusanas de Tecrito, cuando las amigas que acuden a las Adonias comentan uno de los tapices del templo 35 . La mujer artista fue una figura ms de la sociedad helenstica como se desprende de los textos que se han comentado a lo largo de este captulo. A ello contribuy, en gran medida, un nmero creciente de oportunidades para la mujer en el terreno educativo 36 . Su presencia en la sociedad cont con mayor apoyo que en tiempos anteriores, pero no dej de estar sujeta a ciertas normas de actuacin atribuidas a su sexo. En este sentido, son significativas algunas imgenes utilizadas por los poetas para connotar algunos acontecimientos de la vida de las poetisas. As la identificacin de la muerte de Erina con un matrimonio con Hades, a pesar de tratarse de un motivo usual en la poesa funeraria no deja de tener cierta connotacin que remite a lo que deba ser la vida de una mujer, o la definicin de la obra de Safo como si de un hijo suyo se tratase, motivos literarios frecuentes en los textos. An as es importante resear la apertura que se le brinda a la mujer de ciertos campos sociales de ms difcil acceso en pocas anteriores, y que pueden llegar a constituir incluso una alternativa al matrimonio 37 .
35 Cf. SKINNER, Ladies Day at the Art Institute: Theocritus, Herodas and the Gendered Gaze, en LARDINOIS y McCLURE (eds.), Making Silence Speak, pp. 201-222.
36 Cf., por ejemplo, POMEROY, Diosas, rameras, esposas y heteras, pp. 157-160, o BRIOSO SNCHEZ, El amor, de la comedia nueva a la novela, en BRIOSO SNCHEZ Y VILLARRUBIA MEDINA (eds.), Consideraciones en torno al amor, p. 168.
37 Cf. POMEROY, AJAH 2, 1977, p. 51.
Figura de terracota, de Myrina (Turqua), que representa a una mujer coronando a Dioniso (Museo Britnico, G&R, C528. Foto del museo)
6. LA PROSTITUCIN
6.1. La prostitucin era una prctica comn en el mundo antiguo 1 . En Grecia 2 representaba una forma de vida para muchas mujeres, a las que permita subsistir e incluso alcanzar la riqueza, segn los casos 3 . Era quiz la nica ocupacin que poda proporcionar a la mujer por s misma una situacin econmica desahogada 4 . Constitua no slo un trabajo, sino tambin un estilo de vida, en el caso de las heteras fundamentalmente,
1 Cf., por ejemplo, CORSU, Plutarque et femmes, p. 149.
2 Sobre el mundo de la prostitucin en la antigua Grecia vase, entre otros, VANOYEKE, Prostitucin; DAVIDSON, Courtesans and fishcakes; ESLAVA GALN, Amor y sexo; LICHT, Sexual Life; FLACELIRE, Love Greece.
3 A pesar de que la remuneracin que la prostituta reciba a cambio de sus servicios no era un gasto bien visto por la sociedad griega, que consideraba el placer sexual comprado con dinero, junto con la glotonera y la embriaguez, un vicio vergonzoso. Cf. DOVER, Classical Greek Attitudes to Sexual Behaviour, en PERADOTTO & SULLIVAN (eds.), Women Ancient World, pp. 147-148
4 Cf., por ejemplo, POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, pp. 109 y 162, y BLUNDELL, Women, p. 148. La ascensin de una prostituta esclava hasta llegar a ser esposa de un ciudadano ya se recoge en Contra Neera, atribuido a Demstenes, cf. CALAME, LEros, p. 83. Para un estudio de la imagen de la mujer en los oradores, vese, por ejemplo, GAGARIN, Womens voices in attic oratory, en LARDINOIS y McCLURE (eds.), Making silence speak, pp. 161-176.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 142 porque poda conllevar una formacin y una familiaridad con el mundo masculino imposibles para el resto de las mujeres 5 . La prostitucin era una actividad en la que se iniciaba a las nias desde la infancia 6 , sobre todo teniendo en cuenta que muchas de ellas haban sido expuestas 7 y recogidas por dueos de burdeles para formarlas en el oficio. La esclavitud conduca frecuentemente a la prostitucin 8 . Suele distinguirse entre la prostituta de ms baja condicin, prne, y la compaera de los hombres ms poderosos, hetara 9 .
6.2. La presencia constante de las prostitutas en la sociedad griega se refleja en los textos literarios donde suele ser un punto de referencia inevitable. La diversidad de situaciones que puede rodearla va desde la miseria de la calle o los burdeles hasta los ambientes ms selectos 10 . Pero, aunque podan llegar a disfrutar de una situacin de gran influencia, su
5 MOSS, Courtisanes et/ou femmes maries, en LPEZ/MARTNEZ/POCIA (eds.), Mujer Mediterrneo antiguo, pp. 27-34, se ocupa del tema del enfrentamiento existente en la sociedad griega clsica entre la cortesana y la esposa legtima.
6 Cf. GONZLEZ TERRIZA, CFC (G) 6, 1996, p. 274.
7 Existe la evidencia acerca de la exposicin de un mayor nmero de nias que de nios en Grecia. Cf. BOLKESTEIN, CPh 17, 1922, p. 238. Para una hiptesis acerca de los motivos que podan conducir a la exposicin de las nias en Atenas, vid. GOLDEN, Phoenix 35. 4, 1981, pp. 316-331.
8 Cf. CHUECA RAMN, Aret y Plxena, esclavas, en ALFARO GINER y TIRADO PASCUAL (eds.), AIISEMA, pp. 155-158.
9 Cf. DAVIDSON, Courtesans and fishcakes, p. 76, donde seala que esta distincin es obsoleta en lo que se refiere a la Atenas clsica. Sobre la abundantsima terminologa utilizada por los griegos para referirse a las prostitutas, vase LICHT, Sexual Life, pp. 330-332.
10 Cf., entre otros, RODRGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 97; GONZLEZ SUREZ, Aspasia, p. 26; VRISSIMTZIS, Love, sex, marriage, pp. 60-70; DAVIDSON, Courtesains and fishcakes, pp. 76-77; ESLAVA GALN, Amor y sexo, p. 237; BLUNDELL, Women in Athens, p. 96.
LA PROSTITUCIN 143 consideracin social sola ser negativa 11 . As se observa en un epigrama de Dioscrides (AP 11.363), en el que se expresa la alarma social que se despierta porque el hijo de una hetera ha participado y vencido en una prueba de antorchas 12 :
vu :. c j,, c.c.c vc.:ju .,,cc.c. .,.,; (vv. 3-4) 13
Dioscrides hace referencia a las prostitutas de ms baja condicin al utilizar el sustantivo v,.c. (v. 5). Sarcsticamente, las anima a tener hijos 14 pues pueden alcanzar todos los honores en la ciudad, a pesar de su origen marginal. Esta imagen desfavorable aparece tambin en Calmaco (Hcale, fr. 288 Pfeiffer), cuando se denomina -cc-ccc (v. 1) a una hija del rey de Mgara debido a la traicin de que hace objeto a su padre 15 , semejante a la traicin de Medea a su padre Eetes por amor a un extranjero.
11 Un caso famoso es el de Aspasia, quien a pesar de convivir con Pericles no dejaba de ser mal vista por el resto de la sociedad ateniense debido a su fama de hetera, cf., por ejemplo, GONZLEZ SUREZ, Aspasia, pp. 25-29; RODRGUEZ ADRADOS, Amor, sociedad y poesa, p. 98; MOSS, Mujer Grecia clsica, pp. 69-70; BLUNDELL, Women, p. 148; DILLON, Classical Greek Religion, pp. 186-189.
12 El hijo de una prostituta deba ser un bastardo. Acerca del estatus social de ste en Atenas, vid. RHODES, CQ 28, 1978, pp. 89-92.
13 Dnde estn las vergonzosas acciones de su madre y los trabajos de su pblica alcoba?.
14 La leccin de no quedar embarazada era una de las primeras que se imparta a las futuras prostitutas, cf. VANOYEKE, Prostitucin, pp. 52-55. Su preocupacin por evitar los hijos las instaba a recurrir a mtodos anticonceptivos e incluso al infanticidio, cuando el nacimiento no haba podido evitarse, cf. ESLAVA GALN, Amor y sexo, p. 237 y POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, p. 110. Sobre la anticoncepcin en la antigedad clsica, vid. BLZQUEZ MARTNEZ, Los anticonceptivos en la Antigedad clsica, en ALFARO GINER y TIRADO PASCUAL (eds.), AIISEMA, pp. 135-146.
15 Cf. CUENCA Y PRADO, y BRIOSO SNCHEZ, Himnos,epigramas y fragmentos, p. 271, n. 78; TRYPANIS, Callimachus. Aetia, Iambi, Hecale and other Fragments, p. 208, n.a.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 144 Es poco probable que esta mujer se dedicara a la prostitucin, pero se convierte en algo ms bajo que la ms miserable de las prostitutas por su accin: -u``c ,u.j -cc-ccc -c. u 1u-, u. .ucc (v. 1) 16
Las cortesanas ofrendaban a su diosa protectora, Afrodita 17 , objetos de todo tipo relacionados con sus actividades, como se aprecia en un epigrama de Calmaco (AP 13.24), en el que se menciona a una cortesana a la que se caracteriza con el epteto v.,.., (v. 2) 18 . Los motivos que propiciaban estas ofrendas eran diversos. Podan ser ruegos que permitieran a estas mujeres seguir seduciendo a los clientes que les proporcionaban su medio de vida 19 o muestras de agradecimiento por los logros conseguidos. Es frecuente la enumeracin en estos epigramas de distintos objetos de adorno personal muy frecuentes entre las heteras 20 (AP 6.210). En un epigrama de Lenidas (AP 6.211) se hace mencin, entre otras cosas, de una diadema y un peine de boj, ambos objetos para el arreglo del pelo 21 . Una de las oferentes es lesbia, segn se indica en el epigrama de Lenidas, siguiendo la tradicin de que este oficio era generalmente desempeado por
16 Escila, una cortesana, y sin mentira en su nombre. Nombre que tambin nos remite al renombrado monstruo Escila, que junto con Caribdis era famoso por sus terribles amenazas a la navegacin. Acerca de la consideracin de Escila como un verum nomen, vid. CAIRNS, CQ 52. 2, 2002, p. 472.
17 Cf., por ejemplo, GARCA VZQUEZ, en AVIICSEEC, vol. III, p. 117.
18 En Calmaco adquiere la significacin especfica de errante en sentido sexual, tanto aqu como, por ejemplo, en su epigrama de la AP 12.43.3, en relacin en este caso a un joven.
19 Cf. VANOYEKE, Prostitucin, p. 59.
20 Estos objetos eran ms frecuentes entre las heteras que entre las mujeres libres, cf., por ejemplo, FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 188. Vase tambin ESLAVA GALN, Amor y sexo, p. 237.
21 Las prostitutas solan llevar el pelo largo, lo que no era habitual en las esclavas, cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 187.
LA PROSTITUCIN 145 mujeres de procedencia extranjera 22 . El mantenimiento de un aspecto seductor era indispensable para conseguir un buen rendimiento. As se aprecia en estas mujeres una concienciacin constante por todo lo concerniente al cuidado personal 23 , como Nside constata (AP 9. 332):
En Meleagro (AP 5.204) se seala cmo el declive fsico de una prostituta conlleva frecuentemente el final de su profesin, por lo cual era aconsejable un cuidado permanente del aspecto personal, al menos hasta que la edad ya fuera imposible de disimular. Tambin se mencionan con frecuencia, entre las ofrendas, objetos de trabajo (AP 6. 210), que en ocasiones denotan refinamiento y lujo 25 , como la espuela ofrecida por una hetera en un texto de Asclepades (AP 5. 203) 26 :
Auc.:.-j c., |uv,., . .vvccj,c u.vc,
22 Cf., a modo de ejemplo, RICHLIN, Pornography, p. 54.
23 El vestir ropas de colores estaba bien visto slo entre las mujeres ricas y las cortesanas, cf. BREMEN, Limits of participation, p. 143. Tambin era frecuente en stas el uso de cosmticos, cf. LICHT, Sexual Life, p. 356, destinados a la seduccin, cf. GONZLEZ TERRIZA, CFC (G) 6, 1996, p. 269. El uso de todo tipo de artificios para seducir era tpico de las cortesanas, cf. FLACELIRE, Love Greece, p. 153.
24 Polirquide, la cual obtuvo una fortuna muy grande gracias al esplendor de su propio cuerpo.
25 Acerca del cuidado que deba tener la hetera en el vestir, lo que implicaba que invirtiera mucho en todo lo relacionado con el refinamiento y el lujo en su aspecto personal, cf. DALBY, Levels of concealment: the dress of hetairai and pornai in Greek texts, en LLEWELLYN-JONES (ed.), Womens Dress, pp. 111-124.
26 Acerca del tono de este epigrama cf. Alan CAMERON, GRBS 31, 1989-1990, pp. 295-296.
La edad a la cual estas mujeres abandonaban el oficio poda ser bastante avanzada 28 . As Filitas (AP 6.210) menciona a una mujer que se retira alrededor de los cincuenta aos 29 . El epteto utilizado para definirla, .`.,cc, (v. 1), puede darnos una idea de por qu ocurre as, puesto que las dos acepciones que se recogen para el trmino, amoroso o agradable para los amantes 30 , hacen comprensible su apego a la profesin, ya que teniendo en cuenta el promedio de vida de los griegos, la cincuentena es una edad bastante avanzada para seguir ejerciendo su profesin. Meleagro seala los cabellos encanecidos como el fin de la vida profesional de una prostituta (AP 5. 204). Inevitablemente la vejez indicaba el momento del declive 31 . Prapo tambin es una divinidad reverenciada por las prostitutas 32 . A ste se le ofrendan guirnaldas en recuerdo de una noche de fiesta (AP 5. 200), y otros regalos en agradecimiento por el triunfo en un concurso de belleza (AP 6.292). Una hetera bebedora no ofrenda a Afrodita o Prapo, sino a Dioniso un lujoso quitn en un epigrama de Faleco (Aten. 10. 440d).
27 Lisdice te ofreci, Cipris, una espuela, aguijn de oro de su bello pie.
28 Cf. RODRGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 100, que hace referencia a ciertos vasos que muestran a heteras envejecidas.
29 La juventud de la prostituta como elemento esencial de atraccin para el varn no impide que, en algunos casos, la edad del retiro sea avanzada, cf. HALPERIN, Homosexuality, p. 90.
30 Cf. LIDDELL- SCOTT, s.v.
31 Cf. ESLAVA GALN, Amor y sexo, p. 241; VANOYEKE, Prostitucin, p. 70.
32 Cf. RODRIGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 99. A esta divinidad se la consideraba el dios del amor sensual, cf. LICHT, Sexual Life, p. 356.
LA PROSTITUCIN 147 La bebida, al parecer, no ha disminuido ni entorpecido su rendimiento, sino que la ha ayudado en uno de los ambientes destinados a este tipo de mujer: el simposio 33 , que, por otro lado, es un lugar donde el vino adquiere tambin gran protagonismo. La organizacin de un banquete, dentro de la cual no pueden faltar las heteras, es el objeto de un epigrama de Posidipo (AP 5. 183). La ofrenda de un abanico, por parte de una hetera, a Urania 34 , que aparece en un epigrama de Dioscrides (AP 6. 290), hace referencia a una Afrodita infrecuente en los epigramas votivos de heteras, puesto que esta divinidad era invocada generalmente por la mujer casada. Las heteras tenan, cuando su situacin era buena 35 , la potestad de decidir si aceptaban o no a sus clientes 36 . Tecrito recoge, en alguno de sus Idilios, algunas reacciones masculinas ante la actitud reticente de alguna hetera: .. : c c,..ccc |u..c-c / u,.c:.. (Id. 14. 8-9) 37
33 Cf. RODRGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 99; VANOYEKE, Prostitucin, pp. 63-66; JOHNS, Sex or symbol?, p. 119. Tambin insiste en la importante relacin entre hetera y simposio CALAME, LEros, p. 86.
34 Cf. D. COHEN, Law, sexuality, society, p. 175, donde esta Afrodita se contrapone a la Afrodita Pandemos. Esta Afrodita Urania estaba asociada generalmente en Atenas con el matrimonio, cf. DILLON, Classical greek religin, p. 217, por lo cual es curiosa su invocacin por parte de una prostituta. GOW- PAGE, Greek Anthology, vol. II, p. 245, sugieren la posibilidad de que la hetera desee la llegada a su vida de un marido.
35 La prostituta que se poda permitir pedir grandes sumas por sus servicios sola encontrarse en contextos religiosos, debido a que la religin mova mucho dinero, cf. DILLON, Classical Greek Religion, p. 183.
36 Cf. RODRGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 101; ESLAVA GALN, Amor y sexo, p. 239.
37 A m me ultraja la agradable Cinisca.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 148 Este rechazo provocaba reacciones diversas. En Tecrito 38 se encuentra una reaccin violenta cuando el amante en cuestin golpea a la hetera 39 , tras lo cual ella huye:
c, .,., . .cc., u, u...., vu .v. -,,c, j`ccc, -c``c. cu-.,. (Id. 14. 34-35) 40
El despecho, a pesar de tratarse de una hetera, se apodera del amante herido, al cual atormentan los celos despus del abandono. Este tratamiento violento contra la mujer 41 en el simposio era habitual, pues supona una reafirmacin de la hegemona sexual masculina 42 . Aunque esto no significaba que las prostitutas no estuvieran protegidas por la ley. As, en el mimo 2 de Herodas, autor que trata en su obra el amor de burdel 43 , se encuentra un ejemplo de ello referido al rapto 44 de una prostituta 45 . La
38 Vid. BURTON, GRBS 33.3, 1992, pp. 227-245, quien dedica este trabajo al estudio del tema del simposio en el Idilio 14 de Tecrito, defendiendo la teora de que el simposio, en contra de otras hiptesis, sirve al poeta para aproximarse a los problemas contemporneos.
39 Cf. RODRGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 101.
40 Entonces yo, Tinico, t me conoces, la golpe con el puo en la sien una vez, y despus otra.
41 Para un acercamiento a este tema de la violencia, predominantemente de carcter sexual, ejercida contra la mujer en la antigedad vid. S. DEACY y K. F. PIERCE (eds.), Rape in Antiquity. Sexual Violence in the Greek and Roman Worlds.
42 Cf. BURTON, GRBS 33.3, 1992, p. 230.
43 Cf. FERNNDEZ GALIANO, El amor helenstico, en FERNNDEZ GALIANO y otros (eds.), Descubrimiento del amor, p. 215.
44 En contra de la extendida idea de que entre los griegos la seduccin era considerada peor crimen que el rapto, vid., entre otros, HARRIS, CQ 40, 1990, pp. 370-377, y McC. BROWN, CQ, 41.2, 1991, pp. 533- 534.
LA PROSTITUCIN 149 defensa no corre a cargo de ella misma, sino de su protector 46 , quien pide que se tenga en cuenta una ley de defensa frente a los malos tratos que una persona libre pudiera infligir a una esclava:
La soberbia es otra de las reacciones que puede tener el amante desdeado. Se trata, al fin y al cabo, de ser despreciado por una mujer que adems ejerce un trabajo propio de esclavas. La sensacin de haber sido rechazado por un ser servil, la prostituta, se aduea del posible cliente, como se aprecia en Tecrito cuando un pastor sufre esta situacin 48 :
45 Eran muy frecuentes los problemas en torno a las prostitutas y sus clientes, que, con frecuencia, acababan en manos de la justicia, cf. VANOYEKE, Prostitucin, pp. 61 ss.; HOFFMANN, Le chtiment des amants, p. 15.
46 Las prostitutas solan depender de un proxeneta. Eran muy pocas las que eran libres. Cf. VANOYEKE, Prostitucin, p. 59.
47 Si una persona libre maltrata a una esclava o la empuja adrede, que pague el doble del importe de la pena.
48 El rechazo puede deberse a no considerar al pastor como el cliente ms apropiado y con ms dinero para satisfacer las ambiciones de esta prostituta. Cf. VANOYEKE, Prostitucin, p. 69.
49 Y ella se march abandonndome, y sufro una profunda indignacin, porque una hetera viciosa haya burlado a uno tan elegante como yo.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 150 En este sentido, Asclepades 50 (AP 5. 162) refleja una reaccin de absoluto dolor en el amante ofendido por la inconstancia e infidelidad de las heteras 51 : | `cu,j .,.c. 1.`c...., .. :. ,cuc j cc.,, c`` v., :u.c. .., .uc. (vv. 1-2) 52
El dolor del desahuciado amante se describe de tal manera que casi parece que se pudiera sentir al utilizar el poeta una imagen de gran carnalidad. Este mismo autor insiste en la volubilidad de las prostitutas en otro epigrama (AP 5. 150). En este tema coincide con otros epigramatistas como Meleagro (AP 5. 184), que narra la traicin de una prostituta. Esta inconsistencia del sentimiento femenino es una caracterstica atribuida por los griegos a la mujer en general, por lo cual no es una caracterstica propia slo de la prostituta. Esta situacin permite ver cmo la hetera gozaba de cierta independencia que haca que pudiese escoger a sus amantes 53 , aunque los motivos para aceptarlos o rechazarlos generalmente estaban relacionados con las ganancias que pudiese obtener 54 . Este hecho se refleja claramente
50 La discusin acerca de si todas las mujeres que retrata Asclepades en sus epigramas son heteras o no, es el centro del trabajo de CAIRNS, Eikasmos 9, 1998, pp. 165-193, quien se muestra en desacuerdo con Cameron que defiende que efectivamente todas son heteras.
51 Cf. LICHT, Sexual Life, p. 354.
52 La descarada Filenin me hizo dao y, aunque la herida no es visible, el sufrimiento alcanza hasta las uas.
53 Cf., por ejemplo, RODRGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 101.
54 La ganancia pecuniaria es un objetivo principal en la mente de la prostituta, cf. LEFKOWITZ y FANT, Womens Life, p. 27.
LA PROSTITUCIN 151 en un epigrama de Antpatro (AP 7. 218), en el cual se seala una frase relativa a ello en el epitafio de una cortesana: .. : u vc,-... :u`j. -. -.,:., .u.j. (v. 13) 55
El inters de las prostitutas por el dinero y la importancia de stas en la sociedad griega de fines de poca clsica y comienzos de la helenstica ha sido interpretado como un abandono de los valores tradicionales y la asuncin del dinero como smbolo de libertad y poder 56 . Tambin es considerado un motivo recurrente de la literatura ertica desde que el amor empez a ser pagado con oro 57 . La importancia que adquieren las heteras en este momento se refleja, adems, en el hecho de que aparecen frecuentemente denominadas por su nombre en todos los lugares en los que se las menciona. Esta notoriedad contrasta con el anonimato que envuelve a la esposa 58 . Los nombres que utilizan, casi nunca el verdadero 59 , suelen hacer alusin a alguna destreza o caracterstica personal a la hora de realizar su trabajo. As el de Cinisca (Tecrito, Idilio 14) o Dorcin (AP 12. 161) 60 , ambos nombres que hacen referencia a animales, perrilla en el primer caso, y gacelilla en el
55 Comunal hizo siempre su lecho y esclavo del lucro.
56 Cf. MOSS, Mujer Grecia clsica, p. 81. Esta posible relacin sera absolutamente moderna, como muchas de las ideas griegas, si se relaciona, por ejemplo, con la defensa que a principios de siglo haca la escritora Virginia Woolf entre una situacin material desahogada y la libertad intelectual para la mujer.
57 Cf. LICHT, Sexual Life, p. 354.
58 Cf. BRUL, Les femmes grecques, pp. 227-228.
59 Sobre la utilizacin de apodos para nombrar a las prostitutas, vase, entre otros, DAVIDSON, Courtesains and fishcakes, p. 78.
60 Cf. VANOYEKE, Prostitucin, p. 57. Sobre la tremenda cantidad de nombres de heteras que han llegado hasta nosotros vase ESLAVA GALN, Amor y sexo, pp. 253-261.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 152 segundo. Dorcin est especializada en caracterizarse como un muchacho para atraer de esta forma a posibles clientes, pues no se puede olvidar la importancia, fundamentalmente en poca clsica, de la tendencia homosexual dentro del amor entre los griegos. Este hecho guarda muchas similitudes con el travestimiento habitual en la mujer para la ceremonia de boda espartana, con lo cual la mujer persegua parecerse a un muchacho y no a un varn adulto 61 .
6.3. Las heteras solan ser educadas 62 en disciplinas que pudieran contribuir al entretenimiento de sus clientes en el banquete 63 , puesto que stas ejercan, en su relacin con el varn, una funcin de entretenimiento que no cumplan la esposa y ni la prostituta de ms baja condicin 64 . Se puede asegurar que existieron incluso manuales para la formacin de las heteras 65 . Entre las habilidades ms frecuentes estaban las relacionadas con la msica. As son numerosas las flautistas 66 . En un epigrama de
61 Cf. LUPI, Lordine delle generazioni, p. 74. Acerca de la frecuente presencia del travestismo en un contexto ritual en Grecia, vid. DILLON, Classical greek religin, p. 220. Para un mayor acercamiento a la situacin de la mujer en Esparta, vid. POMEROY, Spartan Women.
62 La educacin era un factor de distincin de la hetera frente a la prostituta de burdel, cf. LICHT, Sexual Life, p. 339. La hetera dispensaba una atencin intelectual y emocional, adems de sensual, al varn, cf. HIBLER, Life and Learning, p. 52. Esta formacin era un factor que tambin haca que la hetera pudiera ser temida, cf. GONZLEZ TERRIZA, CFC (G) 6, 1996, p. 275.
63 Cf. ESLAVA GALN, Amor y sexo, p. 240. Tambin DALBY, Levels of concealment: the dress of hetairai and pornai in Greek texts, en LLEWELLYN-JONES (ed.), Womens Dress, pp. 111-112, comenta alguna de las variedades, segn el tipo de entretenimiento que ejercieran, de las prostitutas griegas.
64 Cf., entre otros, CANTARELLA, Calamidad ambigua, pp. 70-80.
65 Cf. LICHT, Sexual Life, p. 358.
66 Las auletrides son consideradas una clase de prostitucin intermedia entre las pornai y las hetairai. Cf. HIBLER, Life and Learning, p. 51. La flautista realiza un oficio que comporta un esfuerzo y una
LA PROSTITUCIN 153 Asclepades (AP 5. 185) se reclama la presencia en un banquete de una flautista que contribuir a la diversin en el mismo 67 . En otro epigrama de autor incierto (AP 5. 159), dos heteras, una de las cuales se declara flautista, ofrendan a Afrodita objetos personales conseguidos con el salario que su trabajo les ha proporcionado:
.v,. -c. ,j,., c. c``c... .:.. -c. v-.. c. ..c. -c. v-.. . v..c-.,. (vv. 3-4) 68
Adems del mantenimiento de la belleza personal, las heteras podan recibir una formacin en ciertas disciplinas, como la msica, que contribuyeran al entretenimiento de sus amantes. As tocaban instrumentos como el brbiton que luego ofrendaban (AP 5. 201) 69 :
deformacin fsica, lo cual hace que este instrumento sea comn entre las prostitutas, pero no entre las mujeres honestas para las cuales se considera ms apropiada la lira, cf. OLMOS ROMERA, Anotaciones sobre la representacin de la mujer en Grecia, en GARRIDO (ed.), Mundo antiguo, p. 128. Sobre esta deformacin fsica que ocasionaba el tocar la flauta y su relacin con que fuera menos frecuente en la poca clsica, cf. HIBLER, Life and learning, p. 66.
67 Cf. HERFST, Travail de femme, p. 72.
68 Viajero y mozo de cuerda, tu bolsa sabr de dnde provienen estos ceidores, de dnde estas pinturas.
69 Cf. LICHT, Sexual Life, p. 356.
70 A Cipris ofrece ahora este brbiton que junto con las Musas toc en aquella fiesta nocturna.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 154 Se encuentran tambin en la poesa helenstica referencias a ciertas competiciones entre heteras, como la que recoge Asclepades entre Plangn y Filnide (AP 5. 202), y, tras la cual, ofrenda la ganadora algunos regalos a Afrodita 71 . Competiciones que indican unas circunstancias sociales de cierta decadencia, que, por otra parte, era un ingrediente habitual de los banquetes en los cuales los vasos podran estar decorados con escenas que invitaban a desmanes de este tipo 72 . Se ha mencionado ya la importancia que el dinero tena para las prostitutas, que vara segn la situacin individual de cada una, que oscilaba entre dos extremos, riqueza y miseria. En cualquiera de los dos casos estas mujeres tendan a intentar conseguir las ganancias ms provechosas, pero la situacin ms dramtica de las que vivan en condiciones difciles las poda convertir en autnticos rapaces, como describe Asclepades (AP 5. 161):
La descripcin que se hace en el epigrama es autnticamente despiadada, no tanto en lo referente al tratamiento del que hacen objeto a sus clientes, sino sobre todo en cuanto a la imagen que de ellas mismas se proporciona.
71 Para un estudio ms detallado de este epigrama, cf. Alan CAMERON, GRBS 31, 1989-1990, pp. 295 ss.
72 As lo sugiere SHAPIRO, Eros in love: pederasty and pornography in Greece, en RICHLIN (ed.), Pornography and Representation, p. 53.
73 Rehuid con vuestras naves a las piratas de Afrodita, pues stas son ms temibles que las Sirenas.
LA PROSTITUCIN 155 La codicia como motor de su conducta es frecuente entre stas 74 . La transaccin econmica ms prosaica previa al acuerdo por conseguir los servicios de una prostituta aparece reflejada tambin en la poesa helenstica (AP 5.101), cuando un viandante interpela a una esclava que camina con su seora. La muchacha no queda satisfecha con la cantidad que se le ofrece a cambio de sus servicios y los deniega tranquilamente, lo que puede denotar que los clientes no le escasean. Resulta evidente tambin en este epigrama la relacin importante entre esclavitud y prostitucin en el mundo griego 75 , al ser una esclava que camina con su duea la requerida como prostituta. A pesar de las desagradables situaciones a que la relacin con una hetera poda conducir, como se ha visto en alguno de los textos anteriormente mencionados, Meleagro (AP 5. 197) expresa magnficamente el sentimiento de rendicin incondicional que el hombre griego senta generalmente ante esta figura femenina, o, visto de otra manera, ante lo que sta representaba, amor y diversin:
74 Cf. ESLAVA GALN, Amor y sexo, pp. 250-254. Tambin aparece la codicia como el smbolo distintivo de la cortesana en la comedia nueva, cf. MOSS, Mujer Grecia clsica, p. 82.
75 Cf., entre otros, VANOYEKE, Prostitucin, pp. 45 ss., CANTARELLA, Calamidad ambigua, p. 80 y FLACELIRE, Love Greece, p. 148.
76 Es dbil el aliento que me queda en mis labios, Eros, pero si quieres ste tambin, dmelo, y lo exhalar.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 156 Este aprecio por el mundo de las heteras, que se hace mayor en el helenismo 77 , coexiste con la ridiculizacin de stas cuando ya no estn en su momento de esplendor, como el mismo Meleagro (AP 5. 204) constata en un epigrama en el que compara a una ajada hetera con una nave estropeada, smil literario frecuente 78 .
6.4. La prostituta, igual que las dems figuras femeninas relacionadas con la sexualidad, debe su existencia a la necesidad masculina de crear una sociedad pensada para su propia satisfaccin 79 , puesto que adems coexistan, junto con la figura de la esposa legtima, la de la concubina y tambin la de la esclava que frecuentemente tambin ejerca un servicio sexual para el amo 80 . Esta actividad era necesaria y la ciudad de Atenas, donde la mayor parte de las prostitutas no eran atenienses 81 , exiga pagos en relacin con la prostitucin, aunque tal actividad no fuera legal. La
77 Los cambios sociales que se producen en este momento favorecen el establecimiento de ambientes de placer y disipacin, donde las prostitutas tienen un importante papel. Cf. FLACELIRE, Love Greece, pp. 154-155. As se afirma que a partir del s. IV a.C. se asiste a una crisis de la institucin matrimonial y al establecimiento del dominio de las cortesanas, cf. GIALLONGO, Immagine donna greca, p. 92.
78 Cf. comentario ad locum en FERNNDEZ GALIANO, Antologa Palatina, p. 423, y GOW-PAGE, Greek Anthology, vol. II, p. 639, donde se seala que la comparacin entre prostituta y nave es antigua.
79 Cf. ARKINS, Classics Ireland 1, 1994, pp. 18-34; GIALLONGO, C&S 81, 1982, p. 100, donde sta afirma que la institucionalizacin de la prostitucin por parte de Soln se debi al reconocimiento de esta actividad como una necesidad masculina.
80 Cf. entre otros, VANOYEKE, Prostitucin, pp. 45 ss.; CANTARELLA, Calamidad,ambigua p. 80; FLACELIRE, Love Greece, p. 148.
81 Cf. SHAPIRO, Eros in love: pederasty and pornography in Greece, en RICHLIN (ed.), Pornography and Representation, p. 54. Tambin precisa esta extraccin fornea de las prostitutas, que solan ser esclavas y vivir marginadas, ms que otras mujeres, DILLON, Classical Greek Religion, p. 183.
LA PROSTITUCIN 157 figura de la hetera se crea en poca arcaica para responder a nuevas necesidades del varn del momento 82 . En el helenismo la prostituta era una figura de incuestionable presencia social en todas sus variantes 83 . Los cambios que se registraron en ese momento, respecto a la situacin social de la mujer, no llegaron al grado de menoscabar en profundidad la sociedad patriarcal heredada de pocas anteriores.
82 Cf. KURKE, Classical Antiquity 16.1, 1997, pp. 106-151, donde la autora trata de responder a la cuestin de cules son las circunstancias que propician el surgimiento de esta nueva figura femenina.
83 Cf. BRIOSO SNCHEZ, El amor, de la comedia nueva a la novela, en BRIOSO SNCHEZ Y VILLARRUBIA MEDINA (eds.), Consideraciones en torno al amor, p. 170. para la apreciacin tanto de admiracin como de escarnio que la sociedad senta hacia las prostitutas. 7. LA RELIGIN
7.1. La religin, que en el helenismo goza de numerosas variantes 1 , constituye uno de los escasos mbitos de la vida de la ciudad en el que la mujer desempea un papel activo e importante 2 . El papel fundamental de la figura femenina para mantener la cohesin y estabilidad familiar la haca necesaria en los ritos religiosos, que se llevaban a cabo tanto en el ambiente familiar, dentro de rituales privados, como dentro de la comunidad, en festividades pblicas o grandes ocasiones 3 . La mujer griega estaba implicada a todos los niveles en los cultos religiosos, desde las funciones ms sencillas hasta las ms significativas 4 . La mujer atenda estas actividades que le
1 Cf., entre otros, SAWYER, Women and religion, p. 51.
2 As se desprende del reciente estudio de DILLON, Classical Greek Religion, en el que realiza un pormenorizado recorrido a travs de la presencia femenina en los distintos rituales y cultos de la Grecia clsica, intentando apoyar con pruebas grficas todas sus afirmaciones.
3 Cf.,por ejemplo, BLUNDELL, Women, p. 160; o tambin POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, p. 92.
4 Cf. SAWYER, Women and religion, p. 52.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 160 proporcionaban un escape de su generalmente cerrado entorno, pues le permita acceder, en ocasiones, al exterior 5 , y tambin le proporcionaban un cierto equilibrio social con respecto al varn 6 .
7.2. CULTO En la poesa helenstica, se encuentran ejemplos varios de la presencia de la mujer en los diferentes cultos, los cuales se pueden dividir, a su vez, en oraciones, sacrificios y purificaciones 7 . La asistencia a las Adonias de dos mujeres es el tema del idilio 15 de Tecrito 8 . Dos amigas acuden juntas a estas fiestas en honor de Adonis, celebradas en el palacio de Ptolomeo II Filadelfo bajo la direccin de su esposa. Las dos amigas, tras vestirse para la ocasin, caminan por la calle hasta llegar al lugar de la celebracin, lo cual no constituye una tarea fcil debido al gento que llena las calles. All, entre otros actos, escuchan el canto que narra los hechos acerca de Adonis que se conmemoran en la fiesta. Se marchan apresuradamente ya que temen al marido que debe estar esperando la comida en casa. Entre los numerosos detalles que confieren un toque realista a este poema se ha sealado el lenguaje que usan estas mujeres 9 . Se ha subrayado, en este idilio, que Tecrito establece un
5 Cf. M. DAVIES, G&R 42, 1995, p. 152.
6 Cf. IRIARTE GOI, De Amazonas a ciudadanos, p. 17.
7 Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 240.
8 Es ste uno de los idilios teocriteos que ms ha atrado la atencin de los estudiosos, segn GOW, JHS 1938, pp. 180-209, quien realiza un detallado anlisis de Las Siracusanas en este trabajo. Entre los estudios sobre este idilio, se puede mencionar a M. DAVIES, G&R 42.2, 1995, pp. 152-158.
9 Cf. YOUNG, CPh 87.2, 1992, pp. 134-137.
LA RELIGIN 161 contraste claro entre los maridos, que podemos adivinar a travs de la charla de las mujeres, y la descripcin de Adonis, que se hace durante la fiesta, exclusivamente como un amante maravilloso para su esposa, Afrodita 10 . Tambin se encuentran alusiones a las Adonias en un epigrama de Dioscrides (AP 5. 53), en el cual se describe la seduccin de un hombre por parte de una de las mujeres participantes en estas fiestas, que a diferencia de las restantes festividades femeninas, como Tesmoforias o Haloa, no estaban dedicadas a propiciar la fertilidad de la mujer, sino a exaltar una sexualidad agradable, y no precisamente dentro de la institucin matrimonial sino, ms bien, explorando la posibilidad de una liberacin de tal situacin 11 . Dentro de la purificacin, se encuadrara el gesto de escupir que las mujeres realizan en honor de una diosa en un fragmento calimaqueo de localizacin incierta (fr. 687 Pfeiffer). Sabemos que este acto era frecuente, incluso para purificarse despus de la pronunciacin de palabras consideradas impas 12 . Entre otros ejemplos, se repite este gesto por parte de las mujeres en otro texto calimaqueo (Himno 6.6), o en el idilio 7 de Tecrito (vv. 126-127), donde una anciana escupe para apartar lo indeseable.
10 En este sentido, vid. SHEPARD KRAEMER, Her share of the blessings, p. 32. Tambin destaca este contraste M. DAVIES, G&R 42.2, 1995, p. 153.
11 As lo recoge SHEPARD KRAEMER, Her Share of the blessings, p. 33. En el mismo sentido, se pronuncia SAWYER, Women and religion, p. 61, cuando argumenta que la participacin femenina en el culto de Adonis o Dioniso sugiere una cierta insatisfaccin de la mujer con su estatus social.
12 Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 243.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 162 En el mimo 4 de Herodas se describe a dos mujeres que hacen ofrendas y sacrificios en honor de Asclepio 13 , dios que es considerado, junto con el orculo de Apolo, como una de las escasas divinidades masculinas de procedencia no extranjera venerada por la mayor parte de las mujeres griegas 14 . Estas le sacrifican un gallo 15 puesto que no tienen posibilidades de ofrecer otro animal en agradecimiento por el restablecimiento de sus enfermedades 16 . Las mujeres presentes en las Tesmoforias, las fiestas en honor a Demter, aparecen recogidas por Calmaco en su himno en honor de dicha diosa 17 . En un texto correspondiente a este himno (Himno 6. 1-6), se indica lo que las mujeres deben exclamar ante el paso del Cesto que contiene los objetos rituales y cmo ste no poda ser mirado desde arriba por las no iniciadas, bevbaloi (v. 3). Se seala la presencia de nios y doncellas 18 , lo cual indica que las fiestas no estaban restringidas a las mujeres casadas 19 . La fertilidad de los campos, uno de los fines de estas festividades, aparece
13 Acerca de la importancia del culto de este dios en poca helenstica, cf. GIL, CFC: egi 11, 2001, p. 188.
14 Vid. SHEPARD KRAEMER, Her Share of the blessings, p. 30.
15 Acerca de la parte del animal que se queda en el templo y la que se lleva a casa para ser consumida, vid. DILLON, Classical greek religin, pp. 244-245.
16 Sin embargo, tenemos noticias de que precisamente el gallo, o gallina, era el animal que habitualmente se sacrificaba a este dios. Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 242.
17 Estas fiestas suponen un reconocimiento pblico, segn IRIARTE GOI, De Amazonas a ciudadanos, p. 16, para la mujer ateniense de su actividad cultual.
18 mh; pai'" mhde; guna; mhd j a} kateceuvato caivtan (Himno 6. 5). Ni nio ni doncella que an lleve suelto el pelo. Ntese que con la frase a} kateceuvato caivtan se indica a la joven soltera. Cf. schol. mhd j h{ti" a[gamov" ejsti.
19 Esto contrasta con lo que ocurra en poca clsica, cuando eran slo las mujeres casadas quienes tenan acceso a estas fiestas, cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 247.
LA RELIGIN 163 claramente aludida en los dos eptetos polutrovfe y poulumevdimne (v. 2), con que se alude a Demter, protectora de las actividades agrcolas. En otro texto calimaqueo (Himno 6. 124-133), se describe que las mujeres deban asistir descalzas y sin diadema en el pelo, ajpedivlwtoi kai; ajnavmpuke" (v. 124), a la procesin en honor de la diosa, distinguiendo entre el recorrido que les es permitido realizar a las no iniciadas, concepto para el que se usa el trmino ajtelevstw" (v. 128), y el recorrido que pueden hacer las iniciadas, telesforeva" (v. 129). Adems de las mujeres que participaban en los distintos cultos de forma annima, existan otras, que eran seleccionadas entre la poblacin femenina, que se encargaban de distintas tareas en relacin con alguna divinidad, sin ser sacerdotisas. A algunas de estas mujeres hace mencin Calmaco. En un texto (Himno 5. 1-2) nombra a las mujeres encargadas de preparar el bao de Palas 20 , lwtrocovoi 21 (v. 1). En otro texto (Himno 5. 137-139), tambin se refiere a otras muchachas encargadas de recibir a la diosa Atenea, ajlla; devcsqe / ta;n qeovn, w\ kw'rai tw\rgon o{sai" mevletai (vv. 137-138), en un acto enmarcado dentro de los cultos que se le dispensaban con ocasin de la festividad a ella dedicada. Las mujeres elegidas para las funciones de mayor relevancia solan ser las procedentes de familias aristocrticas 22 . En un entorno que se encuadrara fuera de la festividad en s, tambin Euforin de Calcis (Euph. fr. 53 Powell)
20 Este bao tena valor purificador para toda la ciudad de Atenas y se enmarcaba precisamente dentro de unas fiestas dedicadas al bao de Palas Atenea, las Plinteria. Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, pp. 251- 252.
21 Este trmino goza de larga tradicin, pues ya aparece en Homero (Od. 20. 297).
22 As, por ejemplo, ser kanephros era considerado el ms alto honor para una muchacha aristcrata ateniense antes del matrimonio. Cf. DILLON, Classical greek religin, p. 211.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 164 menciona a unas mujeres que eran destinadas a la limpieza y cuidado del altar de esta diosa hasta la vejez. Mujeres que deban permanecer descalzas, sin manto y despojadas de velos. Con un aspecto absolutamente contrapuesto a esta austeridad, se habla en un fragmento annimo (Lyr. Adesp. fr. 9 Powell) de un grupo de nueve doncellas que llegan junto a Demter con sus mejores galas, por lo cual se podra pensar que estaban destinadas a participar en algn ritual relacionado con la diosa. Los coros de doncellas eran frecuentes, especialmente los bquicos 23 , que aparecen recogidos en otro fragmento annimo (Lyr. Adesp. fr. 22 Powell) de carcter ditirmbico. En ste se describe a las tiernas componentes de estos coros:
Inmediatamente se aprecia el contraste entre estas jvenes dulces y delicadas con el desenfreno y violencia que sola caracterizar estos coros 25 , pero que no implicaba nunca la satisfaccin de instintos sexuales. Esta ltima observacin puede proporcionar la clave acerca de este aparente contrasentido que no es tal, puesto que a pesar de la irracionalidad que
23 Acerca del culto dionisiaco vase el reciente estudio de ACKER, Dionysos en transe.
24 All inmortales praderas de flores delicadas, junto a un umbroso bosque sagrado, acogen en sus regazos a coros bquicos de tiernas doncellas.
25 Cf. OTTO, Mito y culto, p. 127.
LA RELIGIN 165 llevaba aparejada en algunos momentos la participacin en estos ritos, no era ste su componente esencial. Dionisio, acompaado generalmente por mujeres, era considerado como un dios al que se le atribuan con frecuencia caractersticas femeninas 26 . Tecrito dedica uno de sus idilios, el 26, a las Bacantes 27 . Tanto aqu como en el fragmento annimo anteriormente aludido los coros de mujeres se localizan fuera de la ciudad. En los versos iniciales de la composicin teocritea (1-9), un grupo de mujeres hacen los preparativos correspondientes a sus ritos. Unos versos ms adelante del idilio (20-26), asistimos al castigo que las Bacantes infligen a Penteo por espiar estos actos. El desmembramiento del hombre es descrito con una crudeza absoluta. Esto ha dado pie para pensar que el idilio podra ser una defensa implcita del poeta para los asesinatos rituales que algunos creen que podran formar parte del culto a Dioniso. Sin embargo, esta hiptesis no parece probable 28 . Esta referencia, aunque se refiera a un universo mtico, sirve para observar la exclusin total del varn de estas celebraciones. La participacin en estos ritos, en honor de Dioniso, lo mismo que los celebrados en honor de Adonis, representa, segn algunos estudiosos, un escape de la frustracin y opresin que la vida en la comunidad representaba generalmente para la mujer 29 .
26 Cf. OTTO, Mito y culto, p. 129.
27 Cf. LAUCIANI, QUCC 48, 1994, p. 115, donde este autor se muestra contrario a la teora de que este idilio sea una obra de juventud del poeta.
28 Este idilio, considerado uno de los ms polmicos de su autor, se torna especialmente oscuro en sus versos finales, y no est claro el motivo que podra haber impulsado a Tecrito a escribirlo, cf. MOLINOS TEJADA, Kernos 5, 1992, pp. 109-117.
29 Cf. SHEPARD KRAEMER, Her Share of the blessings, p. 30.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 166 7.3. SACERDOTISAS Y PROFETISAS La presencia de sacerdotisas en algunos de los rituales religiosos que se llevaban a cabo, pareca deberse a que stos eran realizados en honor de divinidades femeninas 30 . Es cierto que hay excepciones importantes a esta afirmacin, as los santuarios de Dodona y Delfos contaban con la presencia de sacerdotisas a pesar de estar dedicados a divinidades masculinas. Las sacerdotisas tenan limitada su capacidad de actuacin puesto que no tomaban parte en sacrificios cruentos, pues stos, que por otra parte eran los ms importantes 31 , solan ser realizados por sacerdotes 32 . Este cargo pblico sola proporcionar a la mujer que lo ostentaba un estatus poltico privilegiado 33 . Entre las sacerdotisas retratadas por la poesa helenstica, se encuentra la descrita por Calmaco (Himno 6. 42-44) con los atributos que solan acompaarla, cintas, adormidera y llave. Tambin se menciona en el texto el hecho de que sta haba sido elegida por la ciudad, pues ste es uno de los conductos para llegar a ejercer una ocupacin de este tipo. Esta eleccin pblica sola implicar que el cargo fuese temporal, teniendo que rendir cuentas a la ciudad al final del mismo 34 . En poca de los Ptolomeos el cargo de sacerdotisa pareca estar generalmente reservado a mujeres de
30 Acerca del sacerdocio femenino, vid. GUERRA GMEZ, El sacerdocio femenino.
31 Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 241.
32 Cf. BLUNDELL, Women, p. 160.
33 Cf. IRIARTE GOI, De Amazonas a ciudadanos, p. 17.
34 Cf. BRUIT ZAIDMAN, Las hijas de Pandora. Mujeres y rituales en las ciudades, en SCHMITT PANTEL (ed.), Historia de las mujeres. Antigedad, p. 415.
LA RELIGIN 167 destacadas familias de Macedonia o de otras familias inmigrantes 35 . Un ejemplo de sacerdotisa de avanzada edad se encuentra en Apolonio (Argonuticas 1. 311-316) cuando retrata a Ifade, la anciana que sale al encuentro de Jasn en la calle cuando se dispone a partir con su expedicin. Tambin Medea realiza labores de sacerdotisa, de la diosa Hcate, en la Clquide, lo cual la obliga a pasar mucho tiempo fuera de su casa (Argonuticas 3. 250-252). Para designar la ocupacin que realizan Medea e Ifade se utiliza el mismo trmino, ajrhvteira (v. 252), aunque Calmaco utiliza otro vocablo, iJerevh, en uno de sus epigramas (AP 7.728, 1). Es ste un epitafio en que se resume, a grandes trazos, la vida de una anciana que ha sido sacerdotisa de varias divinidades y que muere en brazos de sus hijos 36 . Otra denominacin, qalamhpovlo" 37 (v. 1), es la utilizada por Riano (AP 6.173) para referirse a una sacerdotisa de Cbele, que ofrenda su melena a la diosa cuando cesa en el desempeo de su actividad. En lo que se refiere al apartado de profetisas, se encuentra en Tecrito (Idilio 3. 31-33) una escueta mencin a una adivina del cedazo, koskinovmanti" (v. 31), mtodo de adivinacin poco conocido 38 , aunque hay estudiosos que defienden que este mtodo aparece descrito en poca moderna en una obra de Kazantzakis 39 . Esta actividad no puede separarse
35 Cf. ROWLANDSON (ed.), Women & society, p. 55.
36 Efectivamente, las sacerdotisas podan, en numerosas ocasiones, contraer matrimonio y tener hijos. As lo recoge POMEROY, Diosas, rameras, esposas y esclavas, p. 94.
37 As en LSJ s.v. I. 2.
38 Vid., por ejemplo, GARCA TEIJEIRO - MOLINOS TEJADA, Buclicos griegos, p. 77, n.3, quienes sealan que este mtodo de adivinacin es nicamente mencionado por autores tardos.
39 Cf. ARNOTT, Mnemosyne 31. 1, 1978, pp. 27-32.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 168 estrictamente de la magia, al menos en este caso, ya que segn cuenta Tecrito esta mujer recoga hierbas del campo, lo que constituye una actividad primordial para que las hechiceras puedan realizar sus conjuros.
7.4. LA MUJER EN LA MAGIA La magia 40 adquiere especial importancia en la poca helenstica 41 . La mujer aparece con no escasa frecuencia relacionada con el mundo de la magia. La diosa protectora de la magia, Hcate, es fundamentalmente venerada por las mujeres. Esta misma diosa 42 sirve de hilo conductor hacia una de las figuras seeras de la magia, Medea, la cual, como se ha comentado anteriormente, era sacerdotisa de esta divinidad. Medea aparece retratada en las Argonuticas con gran detenimiento. Apolonio la describe claramente como maga en los inicios del libro tercero (vv. 26-29), cuando la caracteriza como polufavrmako" (v. 27) y las diosas Hera y Atenea quieren recurrir a sta y sus conocimientos mgicos para solucionar los problemas de su protegido Jasn. No dudan en recurrir a la ayuda de Cipris para que convenza a su hijo Eros de infundir amor por Jasn en la maga, convencidas de que la astucia de aqulla lo librar de los peligros. La consideran dolovessa (Arg. 3. 89), cualidad de astucia e ingenio que parece
40 Para un acercamiento al mundo de la magia en el mundo clsico, vase, por ej., FLINT y otros, Magic in Europe.
41 Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 273 ss.
42 Hcate representara la edad ms madura de la mujer, en un aspecto negativo como una harpa demoniaca, en uno positivo como una diosa protectora, segn SAWYER, Women and religion, p. 61. Acerca de la importante relacin de Hcate con la magia vase tambin GONZLEZ CORTS, Eleusis, p. 161.
LA RELIGIN 169 caracterizar a las figuras mgicas femeninas, pues con este mismo adjetivo aparecen definidas Calipso y Circe por Homero (Od. 7. 245 y 9. 32). Argos coincide con las diosas en su confianza en la intercesin de Medea para superar el trance en que se encuentran y, por ello, no duda en recurrir a su madre Calcope para que consiga la ayuda de Medea y sus conocimientos en pcimas, que Argos atribuye a la diosa de la cual es sacerdotisa (Arg. 3. 477-480). As, ste no duda en convencer a sus compaeros de esto hablando de las increbles acciones que Medea puede llevar a cabo gracias a su magia, que se debe a las pcimas que puede elaborar partiendo de materias tan primarias como el agua y la tierra (Arg. 3. 528-533). Esta concepcin de Medea como maga de pcimas es la que la diferencia de su ta Circe, hermana de su padre Eetes, que es otra de las grandes magas de la literatura griega, pero que basa su magia en frmulas ms alejadas de lo real 43 . La figura de Circe tambin es tratada por Apolonio en las Argonuticas, concretamente en el libro cuarto, cuando Zeus ordena que la expedicin no regrese sana y salva a su tierra hasta que Jasn y Medea no se purifiquen del asesinato de Apsirto gracias a Circe. La magia no slo est relacionada con figuras mticas como Medea, sino tambin con las mujeres reales, que no practican la magia de forma profesional 44 , como la hechicera Simeta del idilio 2 de Tecrito 45 . Tecrito
43 Esta distincin la establece SCHMIDT, Sorceresses, en REEDER (ed.), Pandora, pp. 57-61, donde afirma que la magia de Medea no est lejos de la medicina y los remedios de hierbas, en contraposicin a la de Circe, que es de una naturaleza mucho ms abstracta.
44 Cf. FLINT/GORDON/LUCK/OGDEN, Witchcraft and Magic, p. 120. Segn GONZLEZ CORTS, Eleusis, p. 159, era habitual para las mujeres la prctica de la magia en Grecia.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 170 convierte en protagonista de su idilio La hechicera a una mujer, que despechada por el abandono de su amante, realiza un encantamiento 46 para intentar recuperarlo 47 . Para algunos, este intento de hacer volver al amante, de capturarlo, acaba convirtindose en una liberacin para la propia Simeta 48 . Esta utilizacin de la magia es una alternativa femenina de solucin o compensacin por las penas de amor 49 , ya que no tiene los mismos cauces que el hombre para solucionar estos problemas. El encantamiento posee un poder teraputico que alivia el sufrimiento de la hechicera 50 . Dolor que tambin se refiere a la situacin social de sta convertida en una mujer sin honor, una mujer expuesta a la vergenza pblica 51 . Esta desgraciada situacin de Simeta, convertida en una mujer que ha dejado de ser virgen sin seguir los cauces socialmente impuestos para ello, se convierte en un refuerzo de las tradicionales propuestas para el
45 Tambin se ha defendido la presencia de magia con fines amorosos en Tecrito, en el idilio 7 (vv. 103- 114), en una plegaria irreverente a Pan para que sea propicio en un asunto de amor, cf. FANTUZZI- MALTOMINI, ZPE 114, 1996, pp. 27-29.
46 Acerca de las diferentes teoras sobre las tradiciones manuscritas de este encantamiento vid., por ejemplo, RIST, Maia 27, 1975, pp. 103-111.
47 GARCA TEIJEIRO, QUCC 61, 1999, pp. 71-86, ha realizado un completo estudio de este idilio, en el cual afirma que Simeta adopta un papel activo en el idilio, en contra de la pasividad femenina habitual, p. 78.
48 As lo defiende GRIFFITHS, en Arktouros, p. 88.
49 Para una aproximacin al tema de la magia griega de amor, vid. FARAONE, Ancient Greek Love Magic.
50 Cf. PARRY, ICS 13.1, 1988, p. 43. En este artculo, el autor expone que la cualidad teraputica del encantamiento no es la misma exactamente que la que Polifemo encuentra en el canto en el idilio 11. Otro trabajo sobre la poesa como cura para el sufrimiento amoroso en este idilio, es el realizado por GRIFFITHS, en Arktouros, pp. 81-88.
51 Cf. MEILLER, Eos 78, 1990, p. 275.
LA RELIGIN 171 desarrollo sexual de la mujer a travs del matrimonio 52 . Simeta alterna a lo largo del texto teocriteo el relato de su historia con Delfis con el propio encantamiento que lleva a cabo para conseguir hacerlo regresar a su lado. Tecrito es uno de los primeros autores en ofrecer un detallado retrato literario de un procedimiento mgico 53 . De gran importancia en el idilio han sido considerados los versos que siguen:
hjnivde sigh'/ me;n povnto", sigw'nti d j ajh'tai: aJ d j ejma; ouj sigh'/ stevrnwn e[ntosqen ajniva, ajll j ejpi; thvnw/ pa'sa kataivqomai, o{" me tavlainan ajnti; gunaiko;" e[qhke kaka;n kai; ajpavrqenon h\men. (33-36) 54
En estos versos Simeta expresa la gran contradiccin que vive debido a los sentimientos que Delfis le hace sentir. El fin del encantamiento es el de recuperar el amor perdido del amante, pero ms soterradamente se intenta a travs de este sortilegio que el amante perdido sufra la misma locura de amor que ha trastornado a la amada abandonada 55 . La estructura de las estrofas de este encantamiento ha sido objeto de controversia entre los
52 Cf. SEGAL, ClAnt 4.1, 1985, p. 106.
53 Cf. HORDERN, CQ 52.1, 2002, p. 171.
54 He aqu el mar en silencio, los vientos en calma, pero mi afliccin no se silencia en mi corazn, sino que me inflamo toda por aqul que a m, desdichada, en lugar de esposa me ha convertido en indecente y desflorada.
55 Cf. MEILLER, Eos 78, 1990, p. 277.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 172 distintos estudiosos del idilio 56 . Los encantamientos para atraer amantes eran parte importante de la magia griega 57 , y de todas las pocas. Las mujeres tambin nos han transmitido textos mgicos 58 , as Sira de Gdara y Filina la Tesalia (Papiro Berlins Inv. 7504) constituyen un ejemplo de ello con dos encantamientos que hemos conservado sobre dolor de cabeza y quemaduras respectivamente 59 .
7.5. Los motivos religiosos suponan uno de los escasos motivos por los cuales la mujer poda participar de la vida pblica, lo que le daba una especial significacin a esta actividad 60 . Los poetas helensticos registran con frecuencia las salidas a procesiones de las mujeres, que suponen el acceso a otras personas. As, la Simeta del idilio 2 de Tecrito se enamora de Delfis tras verlo durante una procesin, o la esposa honesta del mimo 1 de Herodas, cuyo marido ha partido para el combate, es observada por un pretendiente durante su participacin en otro culto religioso. La religin se convierte, a lo largo de la vida femenina, no slo en una manera de expresar la experiencia emocional y fsica de la mujer, sino
56 Cf. LAWALL, TAPhA 92, 1961, pp. 283-294.
57 Vid. FARAONE, Love Magic. Tambin insiste en la abundancia de encantamientos para atraer amantes HORDERN, CQ 52.1, 2002, p. 172, n. 49, en contraposicin a los escasos ejemplos de hechizos para prevenir o curar el enamoramiento.
58 Cf. GIL, Therapeia, p. 188, donde nos habla de unas mujeres, Lais y Salpe, que se ocuparon de recoger el legado del saber mgico y transmitirlo.
59 Es un hecho destacable de estos encantamientos conservados el que estn escritos en hexmetro y tambin el que pertenezcan a dos magas. Cf. CALVO MARTNEZ y SNCHEZ ROMERO, Textos de magia en papiros griegos, p. 324, n. ad locum; GARCA TEIJEIRO, Sobre la lengua de los documentos mgicos griegos, en AGUD y otros (eds.), Las lenguas de corpus, p. 152.
60 Cf. SAWYER, Women and religion, p. 61.
LA RELIGIN 173 tambin en un referente para esas experiencias 61 . La vida femenina est inextricablemente unida a los asuntos religiosos, que suponen obligaciones, pero le conceden tambin la posibilidad de escapar a la reclusin que predomina en su existencia 62 . La magia mantiene lazos de unin con lo religioso 63 . Esto ltimo, como aqulla, escapa a lo racional, y por ello no es extrao que ambos sean terrenos en los que la mujer tenga un papel importante. El territorio de la magia es uno inaprensible y misterioso. No se puede definir o racionalizar el sentimiento religioso, del mismo modo que tampoco el mundo de la magia, por muy distintas que sean las razones o motivos que los originen. La mujer helenstica hace acto de presencia en ambos, como era de esperar, incluso existen datos acerca de mujeres que escribieron sus conjuros, como se ha visto. La presencia femenina en estos campos no es una novedad 64 , lo que supone que no se innova en los textos poticos helensticos al reflejarla. S es novedoso que se dedique un espacio y una atencin particular a personajes femeninos como el de la maga Medea, protagonista del captulo 3 de Las Argonuticas, o el de la hechicera Simeta, protagonista del idilio 2 de Tecrito.
61 Cf. SAWYER, Women and religion, p. 72.
62 Vid. M. DAVIES, G&R 42.2, 1995, p. 152.
63 Cf. GIL, CFC: egi 11, 2001, p. 182, donde precisa que mientras la religin se proyecta en la sociedad, la magia lo hace en el individuo.
64 Acerca de una supuesta bruja, Teoris de Lemnos, y el proceso que tuvo que afrontar durante la poca clsica gira el trabajo de COLLINS, CQ 51.2, 2001, pp. 477-493. 8. LA MUERTE
8.1. El fenmeno de la muerte, en las antpodas de la vida, marca, sin embargo, gran parte de la existencia humana. La incomprensin de la experiencia de la muerte no impide la certeza absoluta de su presencia e inminencia para todos. Los griegos no son una excepcin en este aspecto, y la muerte es para ellos tambin una parte importante de la vida 1 , que determina muchas normas sociales de actuacin. Los funerales y, en general, todo lo relacionado con la muerte es uno de los campos de la sociedad griega en el que la mujer siempre est presente, aunque su presencia est limitada 2 . La legislacin relativa a la asistencia femenina a los ritos fnebres se ocup de factores tan especficos
1 Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 243.
2 Cf. FLACELIRE, Vida cotidiana, p. 106, donde el autor seala la limitacin del nmero de mujeres que poda asistir a un funeral, mientras no ocurra lo mismo con los hombres.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 176 como la vestimenta que la mujer deba usar al asistir a stos 3 , o la forma en que deba lamentar la prdida del difunto 4 . La muerte comporta impureza, lo mismo que el nacimiento, y la mujer se relaciona estrechamente con los dos acontecimientos que definen los lmites de la vida humana 5 . En cierta manera el misterio preside ambos extremos, de la misma manera que la religin, que es otro de los mbitos de la vida en que la mujer interviene de una forma destacada, comporta misterio. En los textos poticos helensticos, la presencia femenina se seala desde diversos puntos de vista en lo que se refiere a la muerte. Por una parte son fundamentales los textos en que sta participa de los rituales fnebres, pero tambin se observa su relacin con la muerte desde otras perspectivas como la muerte de ella misma, o la figura femenina que mata y ocasiona la muerte de otra persona 6 .
8.2. La mujer que mata no es una figura femenina frecuente en los textos, pero produce un efecto de absoluta contundencia cuando aparece, especialmente si mata a sus hijos. Esta figura no se corresponde con las caractersticas habitualmente atribuidas a la mujer que tiene hijos. As, Medea, que es el referente bien conocido de madre que asesina a sus hijos en la literatura de poca clsica, es una figura que suscita una gran
3 Cf. KURTZ, La donna nei riti funebri, en ARRIGONI (ed.), Le Donne, p. 227.
4 Cf. HOLST-WARHAFT, Dangerous voices, p. 3.
5 Cf. DILLON, Classical greek religin, p. 267, donde indica estos dos hechos como las principales causas de polucin en la mujer.
6 Incluso entre los dioses inmortales, son las diosas quienes sufren ms por la muerte que aqullos, cf. VERMEULE, La muerte en Grecia, p. 292.
LA MUERTE 177 controversia por su accin. Esta forma de actuacin puede suponer una consideracin de la maternidad como un instrumento de poder de la mujer frente al varn, ya que sta se erige en destructora del fin claro del matrimonio: la descendencia 7 . En los epigramas helensticos aparecen dos mujeres que acometen la terrible accin por motivos absolutamente diferentes. En el de Timnes (AP 7. 433) una madre espartana mata a su hijo porque no ha tenido un comportamiento adecuado hacia las leyes de la patria:
La madre de este desafortunado muchacho espartano prefiere asumir el terrible papel de parricida, que sufrir el deshonor entre sus conciudadanos de haber proporcionado un individuo socialmente inadecuado al grupo 9 . Entran en conflicto en este caso sentimientos contrapuestos: el afecto hacia el hijo y el compromiso con las normas de la sociedad. En una sociedad como la espartana, la madre, formada para proporcionar hombres que luchen por la patria 10 , ha optado por la solucin ms apropiada para el grupo, aunque desde una perspectiva actual pueda resultar incomprensible esta prioridad.
7 Cf. BLUNDELL, Women, pp. 52-53.
8 Su madre mat a Demetrio por transgredir las leyes. Lacedemonia ella, lacedemonio l.
9 Un individuo que no asume la muerte gloriosa del combatiente, cf. VERNANT, Lindividu, la mort, lamour, p. 42.
10 Cf. CASILLAS, La antigua Esparta, p. 74.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 178 Otro cariz presenta el epigrama de Mencrates (AP 9. 390) en el que una madre, completamente vencida por el hecho de haber visto morir a tres hijos, decida ella misma matar al cuarto cuando nace:
El comportamiento de esta madre, con la crueldad que comporta la forma elegida para dar muerte a su retoo, es bastante difcil de entender quiz porque su situacin y circunstancias, muy inslitas, hacen difcil una aproximacin. El sufrimiento de la prdida de hijos anteriores 12 no parece justificar el sacrificio de este ltimo, a no ser que esta mujer hubiese acabado por padecer una cierta enajenacin mental a raz de los tristes acontecimientos precedentes. La accin de la madre que mata a sus hijos remite a algunas trgicas actuaciones de las bacantes. El ritual dionisiaco, que comporta sensaciones maravillosas y positivas, implica tambin las ms terribles y destructivas reacciones humanas. La madre como inmoladora del propio descendiente no es extraa en esos cultos bien conocidos 13 . En los textos helensticos no slo la figura de la madre mata a su progenie, sino que tambin otras figuras femeninas terminan con la vida de
11 Dio a luz un cuarto sufrimiento y no soport esperanzas inciertas, sino que lanz al fuego al recin nacido vivo.
12 Cf. GOW-PAGE, Greek Anthology, vol. II, p. 399.
13 Cf. OTTO, Dioniso, p. 132.
LA MUERTE 179 otros seres de su entorno. Medea no mata directamente a su hermano Apsirto, pero idea y prepara su asesinato 14 . Este hecho, que Apolonio narra en las Argonuticas (4. 419-420), lo lleva a cabo Medea de una forma despiadada y fra, como un estratega que elabora las lneas de actuacin para el combate 15 . La necesidad es el pretexto de la maga para planear semejante accin, puesto que desde el momento en que opt por ayudar a Jasn asumi la realizacin de cualquier accin por causa del beneficio de aqul, que ha pasado a ser el suyo propio tambin. Es bien conocido en toda la literatura el motivo del asesinato por despecho, y la helenstica no es una excepcin 16 . En un fragmento de Alejandro el Etolo (fr. 3 Powell) una amante despreciada se venga llevando a la muerte al hombre amado, suicidndose a continuacin:
Resulta interesante el hecho de que la mujer que mata u ocasiona la muerte por amor despechado, se vea abocada al posterior suicidio, como Fedra en un ejemplo bien conocido 18 , mientras que la mujer que causa la
14 La participacin de Medea, y del mismo Jasn, en el asesinato de Apsirto, su grado de implicacin y el estudio de la situacin psicolgica que los arrastra hacia ese cruento hecho, es el centro del estudio de BYRE, Phoenix 50. 1, 1996, pp. 3-16.
15 Cf. HOLMBERG, TAPhA 128, 1998, p. 153.
16 Es inevitable la referencia al asesinato de sus maridos por parte de las mujeres lemnias, aparentemente por despecho, en las Argonuticas (1. 606-906).
17 La mujer encolerizada lanzar contra l con ambas manos una piedra de moler.
18 Eurpides, Hiplito, 723-731.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 180 muerte de sus hijos o de parientes cercanos, como Medea, no concluya su accin con un suicidio.
8.3. La mujer que muere aparece reflejada en los textos helensticos segn las distintas muertes que sufre, pero destaca, entre ellas, la muerte ocasionada por problemas en el embarazo o parto. Los epigramas son prdigos en ejemplos. As, Dioscrides (AP 7. 166 y 7. 167) trata el tema de dos muchachas muy jvenes, de 18 y 20 aos, que mueren al dar a luz, explicando las circunstancias concretas que rodean la muerte de ellas y sus bebs. En los casos de epitafios de parturientas, los datos identificativos suelen incluir la patria y el nombre del esposo. Herclito (AP 7. 465) traza el retrato de una mujer que muere en el parto junto con uno de los gemelos a los que haba dado a luz. Lenidas (AP 7. 463) trata el tema de cuatro hijas muertas durante el parto y enterradas por su padre, y el de otra parturienta que muere a los veintids aos, de la que tambin menciona al padre. Este grupo de epigramas se caracteriza por una cierta frialdad en lo que parece una enumeracin de datos y contrastan, por ello, con uno de Teodridas (AP 7. 528) y otro de Antpatro (AP 7. 464) en los que se evidencia una mayor emocin al reflejar la muerte de otras tantas parturientas. En el de Teodridas, la emocin se transmite especialmente a travs del grupo de muchachas que se corta el pelo alrededor del tmulo de la difunta 19 . Tambin consigue gran dramatismo Antpatro en su epigrama, a pesar de tratarse de una imitacin de Herclito, al retratar a la difunta con
19 Gesto frecuente para manifestar el dolor ante la muerte entre los griegos, cf., por ej., KURTZ, La donna nei riti funebri, en ARRIGONI (ed.), Le donne, p. 225.
LA MUERTE 181 las mejillas baadas en lgrimas que da la noticia de su propia muerte y la de uno de sus hijos gemelos. Una curiosa explicacin de la muerte en el parto la expone Timnes (AP 7. 729) cuando la atribuye al hecho de que se engendr bajo malos auspicios 20 . La importancia de ser enterrado en la tierra natal se desprende de un epigrama de Timnes (AP 7. 477) y otro de Dioniso (AP 7. 462), en los que se lamenta la circunstancia de yacer lejos del lugar de nacimiento 21 . El dolor por la prdida de un ser cercano, esposo o hijo con frecuencia, puede provocar en alguna mujer un dolor tal que lleve a la muerte por tristeza o al suicidio. As, ocurre con Clite tras morir su esposo (Argonuticas 1. 1063-1065), que se suicida. Un epigrama de Calmaco (AP 7. 517) trata sobre una nia que se suicida tras morir su hermano, otro de Tecrito (AP 7. 662) habla de otra nia que muere de pena al perder a su hermano. Ms extraordinario es el caso de dos mujeres que se ahorcan al conocer la noticia sobre la muerte de un danzante, que transmite un epigrama de Aristdico (AP 7. 473).
8.4. La mujer, principalmente la figura de la madre, presente en los rituales fnebres es un tema frecuente en los textos poticos helensticos 22 . Esta presencia se manifiesta de diversas maneras.
20 Lo cual no es sorprendente en una sociedad que atribua la esterilidad y los nacimientos de nios deformes o anormales a designios divinos, cf. DELCOURT, Strilits mystrieuses & naissances malfiques, p. 10.
21 Cf. KURTZ, La donna nei riti funebri, en ARRIGONI (ed.), Le donne, p. 224.
22 Esta presencia de la mujer en los epigramas funerarios ha sido estudiada, entre otros, por MARTNEZ FERNNDEZ, en AXIISCatSEEC, pp. 219-222, y en Fortunatae 8, 1996, pp. 71-77, y por PREZ CABRERA, Fortunatae 4, 1992, pp. 183-191.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 182 La participacin de los padres en la labor de encender la pira fnebre de un hijo la recoge en un epigrama Teodridas (AP 7. 527), en el cual tras la mencin al sufrimiento de los parientes destaca especialmente el dolor de la madre, exponiendo como contrapunto del luctuoso hecho el matrimonio que podra haber tenido lugar. Este lamento materno en el que se menciona la herencia de afliccin que recibe la madre tras la muerte del hijo, se considera la exposicin de una anttesis entre oracin y reproche frecuente en los textos de carcter fnebre 23 . Esta consternacin pasa a ser algo tan determinante en la existencia de algunos padres que se convierte, a su vez, en motivo fnebre de la propia estela funeraria de stos, como recoge, en un epigrama Perses (AP 7. 730), en el cual la madre, que porta una imagen de su hija muerta, aparece retratada por el poeta en una imagen muy hermosa de cario filial con gran tradicin literaria 24 :
En los epigramas anteriores, aunque se haca especial hincapi en la madre del finado, se mencionaba a ambos padres; pero, no es el caso del epigrama de Lenidas (AP 7.466), en el cual se une al dolor materno por la prdida de un hijo el lamento por una vejez solitaria. En este caso, la madre que no parece conservar ningn familiar cercano, esposo o hijo por
23 Cf. ALEXIOU, Ritual lament, p. 183, donde se seala la frecuente utilizacin del verbo `..v. en estos lamentos, como ocurre en el texto que nos ocupa.
24 Esta imagen, caracterstica de Homero, es recogida tambin por otros poetas helensticos como Apolonio (Arg. 4. 1525).
25 Ella yace en los brazos de su querida madre, mientras una niebla tenebrosa parece esparcirse sobre sus prpados.
LA MUERTE 183 ejemplo, ve ante s un futuro tan poco halageo, que desea la prdida de su propia vida, al imaginar una vida solitaria para una mujer mayor que no tiene en quien apoyarse. Este lamento materno recuerda el de Alcmeda ante la partida de Jasn en su expedicin, en las Argonuticas de Apolonio. El tema de la iconografa en el rito fnebre, que se ha visto anteriormente en un epigrama de Perses, vuelve a aparecer en un epigrama de nite (AP 7. 649) cuando se habla de una madre, que en lugar de acompaar a su hija en la ceremonia de su boda, coloca una imagen suya encima de su sepulcro. Una imagen tal que dirase que la joven pervive 26 :
En otro epigrama de nite (AP 7. 486), se menciona el cruce de las aguas del Aqueronte para indicar el paso al ms all de la difunta: `.,. uv., vcu .u A.,., .c. (v. 4) 28
El tema de la lamentacin ante la tumba, como se ha visto ya en los textos que se han citado, es frecuente 29 y se repite en un epigrama de
26 Sobre imgenes del muerto vase, por ejemplo, DEZ DE VELASCO, Los caminos de la muerte, p. 73 o VERMEULE, La muerte en Grecia, pp. 245- 293.
27 Tu madre coloc sobre tu tumba marmrea una talla de doncella con tu medida y belleza, Tersis, as al saludar existes an muerta.
28 Atraves la verde corriente del ro Aqueronte.
29 Cf. ALEXIOU, Ritual lament, p. 8. El mismo tema es bien conocido en las inscripciones mtricas de poca helenstica. Vid., por ej., MARTNEZ FERNNDEZ, Fortunatae 8, 1996, pp. 71-77.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 184 Antpatro (AP 7.467), en el cual una madre se dirige de una forma especialmente emotiva a su hijo muerto, del que se menciona el agrado que supona para la madre la compaa del hijo: .`. : c v-..c .,1., c.-... (v. 5) 30
Se lamentan los esfuerzos que ha supuesto ese hijo, del que no resta sino polvo, en lo que se observa tambin la contraposicin entre oracin y reproche. Esa lamentacin de la madre ante el sepulcro se repite incluso en el caso de una tumba vaca, como se recoge en un epigrama de Faleco (AP 13. 27), en el que el hijo, al haber muerto en el mar, no ha dejado siquiera su cadver 31 , lo cual no impide que se le erija un monumento fnebre que sirva de homenaje a su memoria. En el caso de un epigrama de Diotimo (AP 7. 261) se describe a una madre que erige un monumento fnebre a su hijo, sealndose lo extrao de tal situacin y considerndose intil la maternidad si ha de servir para ello. Esta reflexin supone un replanteamiento de la conveniencia de la maternidad cuando el destino depara un pesar tan grande como el de la prdida del hijo. Por ltimo, se insiste en la lamentacin ante la tumba en un epigrama de Mnasalces (AP 7. 488), donde una madre aparece postrada ante la tumba de su hija. Las seales de duelo fsico, consideradas parte importante del ritual de lamentacin 32 , son variadas en sus manifestaciones en los textos. Se menciona, por ejemplo, la laceracin de las mejillas en un epigrama de
30 Termin tu encantadora alegra para m . Se sigue para el texto la conjetura de KAIBEL adoptada por GOW-PAGE.
31 Acerca del temor a quedar insepulto, vid. VERMEULE, La muerte en Grecia, p. 40.
32 Cf. ALEXIOU, Ritual lament, p. 6.
LA MUERTE 185 Perses (AP 7.487), como muestra de dolor de una madre por la prdida de su hija: c`` .`....c -c,c:,u1ccc vc,..c, (v. 3) 33
El maltrato del cabello, como seal de luto, aparece recogido por el epigramatista Antpatro (AP 7.241), en una imagen en la que Egipto llora a Ptolomeo Eupator 34 : ..,..c -c`.,u, j-.cc v`-cu, (v. 2) 35
La participacin femenina en la labor de lavar y vestir al difunto es una tradicin antigua 36 , que se mantiene tambin en el helenismo, como recoge un epigrama de Meleagro (AP 7.468), en el cual una madre es la encargada de vestir a su hijo muerto:
Coinciden los epigramas mencionados en que contina la madre siendo la protagonista de los diferentes actos relacionados con el ritual fnebre; sin embargo, en los que siguen son otras figuras femeninas relacionadas con el difunto quienes participan en dichos actos. As en un epigrama de Antpatro (AP 7. 711), son unas amigas de la difunta quienes se golpean el pecho en seal de dolor por la prdida sufrida:
33 Digna de compasin al desgarrarse las mejillas.
34 Este tipo de manifestaciones de dolor de las mujeres en los rituales fnebres son bien conocidas en la literatura griega. Baste sealar, a ttulo ilustrativo, por ej., Eurpides, Troyanas, 563-566; 793-795.
35 Atormentada laceraba sus jvenes trenzas.
36 Cf. entre otros, VERMEULE, La muerte en Grecia, p. 41 ss.; ALEXIOU, Ritual lament, p. 5.
37 Tu madre, Carxeno, te visti con la clmide a los dieciocho aos como regalo muy triste para Hades.
La joven, que muere cuando est a punto de casarse, no se sabe si tiene familia cercana, pues en el texto slo se menciona a sus suegros cuando se habla de la prxima boda de sta. No es el caso de la joven que muere al ir a dar a luz de la que nos habla Teodridas (AP 7. 528), por lo cual causa honda consternacin a sus padres, pero son sus amigas quienes aparecen cortndose el pelo en seal de luto en el texto:
Uno de los pocos casos en que se menciona a la esposa formando parte de los rituales fnebres se da en Hegesipo (AP 7. 446), cuando el marido muere en tierra extranjera, pero su esposa e hijos le tributan los ltimos honores. Los ritos fnebres registraron muy pocas transformaciones a lo largo de la historia griega 40 . Las costumbres fnebres variaron poco de una a otra
38 Las dolientes compaeras de la misma edad en vez de llamar a la puerta de su cmara nupcial golpeaban sus pechos en honor de Hades. Se han aceptado para el texto las conjeturas de Saumaise, .-c. y vcc,., que difieren de lo propuesto en el Palatinus.
39 Alrededor de la ancha tumba de Fenreta, las muchachas tesalias se cortaron las rubias trenzas.
40 Cf. KURTZ, La donna nei riti funebri, en ARRIGONI (ed.), Le donne, p. 223.
LA MUERTE 187 poca, as en el helenismo se encuentra una situacin que no presenta grandes diferencias respecto a pocas anteriores 41 .
8.5. La relacin entre rituales fnebres y la mujer en Grecia era algo consustancial. Adems de este aspecto se ha intentado revisar la vivencia que la mujer poda tener de este acontecimiento natural, e incluso de las motivaciones que podan subyacer a su decisin de provocar la muerte a otros. La mujer puede conducir a la muerte a seres muy cercanos de su entorno, empujada generalmente por sentimientos irracionales. A stos le unen lazos fraternales o amorosos. En este ltimo caso, el despecho puede conducir frecuentemente a una venganza desmesurada que puede proyectarse ms all de la muerte, y que puede conducir tambin a su propio fin 42 . Las causas por las que muere la mujer, que se reflejan en los textos, se refieren, en numerosas ocasiones, al embarazo y al parto. Esta frecuencia puede explicar la ligera frialdad con que a veces se registran estas muertes. La tristeza por la prdida de un ser cercano, o la imposibilidad de afrontar la vida sin esa presencia, conducen tambin a la mujer al suicidio o hacia una muerte que no se explica por otro motivo que el propio estado anmico que la ausencia del ser amado provoca en sta.
41 Cf. KURTZ y BOARDMAN, Greek Burial Customs, pp. 162-169.
42 Esta relacin de la mujer con la muerte de seres queridos, de la que se han visto algunos ejemplos en los textos de este captulo, no es tan extraa ya que la mujer griega deba convivir con la exposicin e infanticidio de sus propios hijos en determinadas situaciones. Sobre este tema vid., por ejemplo, ENGELS, CPh 75, 1980, pp. 112-120, o HARRIS, CQ 32.1, 1982, pp. 114-116. 9. MISOGINIA
9.1. La existencia de puntos de vista misginos es reconocida a lo largo de toda la literatura griega 1 . Estos rasgos misginos se acentan o se relajan segn nos refiramos a una u otra etapa de la literatura, pero persisten en toda ella. Este generalizado punto de vista sobre la mujer griega era el reflejo del tratamiento social que reciba. Por ello, segn ste variase en las distintas pocas, las consideraciones misginas se referan a distintas actitudes femeninas. La mujer era considerada un ser carac- terizado por su irracionalidad, que contrastaba abiertamente con el talante
1 As aparece recogido en varios trabajos de distintos estudiosos que se han ocupado del tema. Citemos, entre ellos, a RODRGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 80; ESLAVA GALN, Amor y sexo, pp. 125 ss. o JUST, Law and life, 1989, pp. 153 ss.; CANTARELLA, Calamidad. Ambigua, pp. 159 ss.; MADRID NAVARRO, Misoginia, pp. 15-30; BRUL, Les femmes grecques, pp. 45-57.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 190 decididamente racional que se preconizaba para el varn 2 . En esa irracionalidad se apoyan prcticamente todos los tpicos misginos, pues la debilidad y volubilidad que conlleva, arrastran a la mujer a ser presa fcil de los distintos apetitos terrenales: vino, comida, lujuria, etc. Esta forma de ser la haca dependiente del varn, quien continuamente deba velar para que no sucumbiera a sus flaquezas 3 . Estas actitudes hacia la mujer griega han sido consideradas por algunos estudiosos incluso como el origen de las actitudes misginas del mundo occidental 4 . Durante el helenismo se puede apreciar la huella de la tradicin misgina, a travs de las variadas crticas hechas a la mujer y a los distintos aspectos negativos que se le atribuan. La misoginia de esta poca es considerada, por algunos autores 5 , distinta a la existente en poca arcaica y clsica 6 .
2 Especialmente claro en su estudio de los atributos de gnero concedido a cada uno de los sexos, insistiendo en la idea que se comenta, es JUST, Law and life, pp. 153-193. RODRGUEZ ADRADOS recoge la misma idea en Sociedad, amor y poesa, p. 80.
3 Este consideracin otorgada a la mujer por el hombre ha hecho pensar en si sta la reciba sumisamente o en algn momento expres su desacuerdo. Tanto RODRGUEZ ADRADOS, Sociedad, amor y poesa, p. 81, como ESLAVA GALN, Amor y sexo, p. 135, creen que la mujer expres su desacuerdo en alguna de las escasas ocasiones en que poda. As, por ejemplo, en los coros de mujeres en las fiestas de primavera.
4 Cf. ARTHUR, Early Greece: the origins of the western attitude toward women, en PERADOTTO & SULLIVAN (eds.), Women in the Ancient World, pp. 7-58. En este artculo, la autora profundiza en las principales obras literarias de la Grecia de poca arcaica, entresacando las actitudes misginas que se manifiestan en ellas.
5 Vid., por ejemplo, CANTARELLA, Calamidad Ambigua, p. 165.
6 Para un estudio detallado de la misoginia existente en estas dos pocas de la civilizacin griega, vase MADRID NAVARRO, Misoginia.
LA MISOGINIA 191 9.2. Entre los aspectos negativos observados en la mujer se encuentran numerosas referencias a la bebida. La alusin a la mujer borracha aparece con frecuencia, fundamentalmente, en la Antologa Palatina. Distintos epigramatistas coinciden en describir a mujeres seducidas por el vino. Para definirlas se utilizan, con frecuencia, adjetivos como .`c-,j, .`..,. La desmesura de esta aficin la reflejan los autores al describir cmo, una vez muertas, estas mujeres no echan en falta a esposos o hijos, sino slo la copa de vino. As aparece en un epigrama de Lenidas (AP 7.455):
La absoluta desvinculacin de esta mujer de su papel habitual en la sociedad se manifiesta claramente en la afirmacin de que no se lamenta por el marido ni, lo que es ms importante, por los hijos, que deben ser la ocupacin primordial de la mujer griega. La representacin sobre el monumento fnebre de una copa, parece un estigma que marque a esta mujer incluso en la muerte. Se aprecia tambin cmo no slo no se echa de
7 La vieja Marnide, amante del vino, la escoria de los toneles, yace aqu con una copa tica colocada sobre su tumba, conocida para todos. Gime bajo tierra, no por sus hijos o por su marido, a los que sumi en la escasez, sino por una sola cosa entre todas, la copa vaca.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 192 menos a la familia, sino que se ha dejado al marido en la indigencia. Este motivo se repite en otros epigramas, como uno de Antpatro (AP 7. 353). En otro texto de Aristn, la referida aficin lleva a una mujer anciana que pretende acceder al vino a ahogarse en vino puro (AP 7. 457). La situacin se describe en este epigrama de manera esperpntica, puesto que la vacilante anciana, ayudada de un bastn y sosteniendo una copa de desproporcionadas dimensiones, pretende, a escondidas, aprovecharse de la cosecha de vino. No es sta la nica alusin que se encuentra a la aficin de la mujer a beber vino puro. Tambin existe una referencia a una nodriza que lo bebe en un epigrama de Dioscrides (AP 7. 456) 8 . sta yace enterrada junto al mosto para que no lo echase en falta. Esta inhumacin junto a los lugares relacionados con la bebida, frecuente para estas bebedoras, quiz podra interpretarse como una manera de sealarlas an en la muerte, de la misma manera que el hecho de colocar una copa sobre su tumba, o, en cambio, podra ser una muestra de afectuosa comprensin hacia su debilidad. Hasta aqu, nos hemos referido a ancianas bebedoras y a una nodriza, siendo todas ellas retratadas en epitafios. De otro cariz es el epigrama votivo de Hdilo (Aten. 11. 486 a), en el que una mujer, al parecer hetera, ofrenda un vaso a Afrodita con el que ha superado una especie de apuesta:
| :.cv....j |c``.c.. c.:,cc., -cuc
8 Esta aficin al vino puro, que no era la forma usual de beberlo, es considerada por algunos como una muestra fehaciente de la desmedida manera en que la mujer sucumbe a sus apetitos.
En este epigrama, la mujer bebe de forma semejante al hombre y ello la conduce a realizar una proeza impensable para ella, pues el propio Hdilo califica de extraordinaria su capacidad para beber. Existe la referencia de Faleco (Aten. 10. 440 d) a otra mujer que beba de tal manera que ningn hombre poda competir con ella:
Estos dos ltimos epigramas mencionados, de carcter votivo, hablan de mujeres fuertes, probablemente heteras, con una gran capacidad para la bebida, que se contraponen abiertamente con las figuras femeninas aludidas en los epitafios anteriores. La forma en la que la bebida incide en unas y otras puede tener mucho que ver con sus diferentes lugares en la sociedad, puesto que la hetera es una mujer integrada hasta cierto punto dentro del sistema de vida masculino, mientras que no ocurre lo mismo con las otras mujeres. Las cortesanas pueden acceder a la bebida como a una de tantas actividades que pueden compartir con los hombres, mientras que los motivos que pueden llevar a las dems mujeres a la aficin al vino deben ser ms complejos. La forma en que beben stas ltimas es tambin ms incontrolada, pues las arrastra a una dependencia absoluta.
9 Calistion, porfiando a los hombres en la bebida, hecho admirable pero no falso, bebi tres coes en ayunas.
10 Porque sobresali en los banquetes, y ningn hombre estuvo a su altura en el beber en modo alguno.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 194 El testimonio acerca del vicio femenino de la bebida se encuentra tambin en la comedia. As, en Las Tesmoforias de Aristfanes, en un pasaje el infiltrado en la asamblea de mujeres, que ha cogido como rehn a la hija de una de stas, se encuentra con la sorpresa, al desnudarla, de que es un odre de vino:
As mismo tambin en varios pasajes del Dscolo de Menandro. Entre ellos, uno donde las esclavas, que preparan un banquete, se emborrachan causando estragos entre los organizadores de ste:
9.3. La aficin al vino no es la nica cualidad negativa que se le atribua a la mujer. La charlatanera es otra, que adems aparece unida en ocasiones a la anterior. As ocurre en un epigrama de Antpatro (AP 7. 353):
11 Oh calentsimas mujeres, las muy dadas a la bebida, que a todo ardid recurrs con tal de beber.
12 Se ha olvidado el caldero, dices? Estis completamente borrachas.
13 La amante del vino, la charlatana que no para, no se preocupa por sus hijos.
LA MISOGINIA 195
No obstante, la charlatanera poda convivir con otros vicios, como el vino, e incluso con facetas positivas de la misma mujer. Esto parece deducirse de un epitafio de Antpatro (AP 7.423). Est dedicado a una mujer a la que se describe como bebedora, y adems como charlatana:
1c. .. c.. v`uu-., c.. `c`., . ..., -.ccc cc.., c. :. .-c, cu.,. c:. -u`., c. |,jccc. :. c c, c : ..,.c c. .`.,,. (vv. 1-3) 14
Esta mujer, esposa honesta y hacendosa desde el punto de vista del marido, y al mismo tiempo bebedora y charlatana, es un caso aparte puesto que no solan atribuirse las virtudes de honestidad y laboriosidad a las mujeres aficionadas al vino y al cotilleo. Se podra pensar, a partir de los datos que nos proporciona el epigrama, que esta mujer posea un dominio de s misma que no la llev a la misma situacin que a otras; pero tambin que su marido Timeas era comprensivo para con las debilidades de su esposa, que contrapona a sus virtudes. La charlatanera femenina se ve perfectamente reflejada en el mimo 6 de Herodas, en el cual conversan unas amigas. En la animada charla, que se ocupa de algunos objetos que pueden proporcionarles placer sexual, ellas se reconocen a s mismas como parlanchinas:
14 El arrendajo por una parte, extranjero, hablar sobre la eterna contadora de historias, la eterna habladora, por otra parte esta copa sobre la que vive en la embriaguez, el arco a su vez del origen creso, la lana de la amante del trabajo.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 196 j :j, |,.., j. `j. .v. ,.., . .u-u,, j. . ,jc j c. v.u-j. ,u.c.-, .c. -,j,uj, .,... vc.c. .,. :. u.. c..j `c`.uc ... <c>v``c j. .u ,`.ccc. .-.... :..c.. (vv. 37-41) 15
La mujer gira de habladura en habladura con una necesidad imperiosa de transmitir cualquier comentario reciente que llegue a sus odos. Esta circunstancia es considerada por Metr, una de las mujeres en animada charla, inherente a su condicin femenina. Por lo dems, la charlatanera entre mujeres es un rasgo que no abandona los mimos de Herodas, puesto que en muchos de ellos las situaciones que se nos describen representan a mujeres que acuden juntas a cumplir con tareas religiosas o a comprar o que, simplemente, charlan en su casa. La charlatanera caracterstica del gnero femenino es el punto de partida para otro rasgo negativo de ese sexo: la maledicencia. Es un hecho temido tambin por las mujeres, puesto que es muy importante salvaguardar el honor de cara a la sociedad. Esta caracterstica es tratada en varios fragmentos del poema pico de Apolonio en el cual Medea, inflamada de amor por Jasn, teme la reaccin que sus actos en contra de su padre puedan provocar y, especialmente, se refiere a la maledicencia femenina de que ser objeto en cuanto trascienda la verdad:
15 Corito, que no se te suba la bilis a la nariz tan pronto te enteres de algn rumor. Es propio de la buena mujer soportarlo todo. Yo siendo una charlatana soy la causa de la mayor parte de las cosas, se debera cortar mi lengua.
Medea est segura de que la murmuracin persistir aunque ella decida acabar con su vida para no llevar adelante los terribles actos de traicin a los que se ve arrastrada por amor. Es conocido, debido a la controversia suscitada en torno a ste 17 , el smil utilizado por Apolonio para reflejar la situacin anmica de Medea, en el cual no dejan de aparecer las burlas femeninas como terrible prueba a superar:
u. : c.ucc -cccc.., j .. -.,.ucc. .v.c..c. ,u.c.-.,. (Arg. 3. 659 y 663) 18
La charlatanera femenina est atestiguada tambin en la tragedia clsica. As, en la Andrmaca de Eurpides, Hermone se escuda en los comentarios insidiosos de las mujeres que la visitaban para justificar sus acciones perversas en contra de la otra mujer de su marido, Andrmaca, y de su hijo:
-c,. -`uucc uc:. ..,j... `,u,,
16 Y las clquides, al tenerme de boca en boca, murmuraran cosas indignas por doquier.
17 ARDIZZONI ha dedicado varios artculos al estudio de este smil. En el primero de ellos, GIF 28, 1976, pp. 233-240, muestra su desacuerdo con las interpretaciones ofrecidas por WILAMOWITZ (Hellenistische Dichtung II, Berln 1924, p. 210) o FRNKEL (Noten zu den Argonautika des Apollonios, Munich 1968, p. 364), entre otros. Tambin muestra su desacuerdo, en StColonna, pp. 7-9, con la consideracin de la joven viuda como virgen que preconizan FRNKEL (op. cit., p. 364), VIAN (Apollonios de Rhodes. Argonautiques. Chant III, Paris 1961, p. 91) o PADUANO (Studi su Apollonio Rodio, Roma 1972, pp. 164 ss.), en favor de la carencia de virginidad en la joven.
18 Permaneca sentada afligida en su interior, no fuera que las mujeres burlndose la hirieran.
9.4. Otro valor no apreciado en la mujer era la glotonera. Hdilo nos suministra una prueba de ello en un epigrama (Aten. 8. 345 A). En ste, Clo, quiz una hetera, deja de piedra a todos los que asisten al espectculo de verla comer:
En este epigrama se pide a la mujer que deje alguna prenda para hacer frente a los gastos que supone su apetito, e incluso se prefiere dejarla comer sola porque no agrada a nadie la contemplacin de su gula. La descripcin de la situacin no deja ningn lugar a dudas sobre el sentimiento que inspira en los presentes la actitud de la glotona. Este rasgo misgino goza de gran tradicin literaria. Aparece atestiguado en el Yambo de Semnides, en el cual, entre otras cualidades, se destaca la aficin a la comida, y a la gordura consecuente, en varias de las distintas especies de mujeres que establece su autor. As, a la descendiente de la cerda le gusta engordar en medio del estircol: .. -v,.jc.. j..j v.c...c. (v. 6) 21
19 Y yo oyendo estas palabras de Sirenas, sabias artfices, llenas de recursos y habladoras, fui llevada por el viento de la locura.
20 Clo, come. Cerramos los ojos. Si quieres, come sola, que el congrio entero cuesta un dracma.
LA MISOGINIA 199 Tambin la descendiente del barro goza nicamente del comer: .,,. :. u.. .c-.... .v.ccc. (v. 24) 22
La glotonera caracteriza tambin a la descendiente del asno (vv. 46-47). Tambin Arquloco, en un fragmento, caracteriza a la mujer, entre otras cosas, como gorda, utilizando el adjetivo vc..c (fr. 184 Bergk). As mismo, este rasgo aparece recogido en la comedia aristofnica. Por ejemplo, se menciona en un pasaje de Las nubes, donde Estrepsades enumera este rasgo como uno de los caractersticos de su esposa:
Tambin en el Dscolo de Menandro, en uno de cuyos pasajes, el esclavo Getas se lamenta de que probablemente no va a poder probar nada en el banquete que se va a celebrar despus de un sacrificio, debido a que las mujeres se van a interponer entre l y la comida:
c``c c ,u.c.c cuc . - ... ,c, cc..., - .c:.j , c. ..,; u: c., c j. Ajj, , c`, v.-,u. (vv. 568-570) 24
21 Sentada entre montones de estircol se engorda.
22 El nico trabajo que le es conocido es el comer.
23 Ella, la esencia perfumada, el azafrn, las caricias con lengua, el gasto, la glotonera, Afrodita Colas y la diosa que preside el nacimiento.
24 Pero, este mujero, con cortesa, me ofrecer algo? Nada, por Demter, ni una pizca de sal.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 200 9.5. Una referencia indirecta a la misoginia existente en la lrica arcaica, la encontramos en un epigrama de Meleagro (AP 7.352), en el cual unas muchachas se defienden de la acusacin hecha por el yambgrafo Arquloco, a travs de alguna de sus composiciones, acerca de conservar la virginidad, asunto de capital importancia para el buen nombre de una mujer, con lo cual el poeta se adentra en una especie de batalla de sexos:
Por un lado, se observa la acusacin, al parecer causada por despecho amoroso, que Arquloco vierte contra unas muchachas aprovechndose de su condicin de autor literario. Por otro, observamos que la defensa de stas se hace por el mismo medio, en las palabras de otro autor literario de poca posterior. En ambos casos son varones quienes escriben sobre el asunto objeto de discusin. La mujer, principal afectada, no puede defenderse por s misma. El rechazo amoroso es considerado como una de las grandes fuentes de las que se nutre la misoginia 26 , por ello no es de extraar que adems del ejemplo comentado existan otros en la literatura helenstica.
25 Utilizando su hermoso verso no para buenas acciones, sino para una guerra mujeril.
26 Vid. PUIG RODRGUEZ-ESCALONA, Poesa misgina en la Edad Media latina (ss. XI-XIII), p. 14. La autora distribuye la misoginia de la poca que trata en dos grandes grupos, uno de los cuales viene conformado por el amante rechazado. Por otro lado, es digno de mencin que los motivos misginos recogidos, an perteneciendo a otra poca y a otra literatura que la que aqu nos ocupa, sean mayori- tariamente coincidentes.
LA MISOGINIA 201 9.6. Otro de los vicios atribuidos a la mujer en la poesa helenstica es la lascivia 27 . Por ejemplo, Meleagro seala este rasgo en varias de sus composiciones. As en un epigrama dedicado a una de sus amadas: c,c ,. j. .`cc.. . .. -.c.c.. c-,jc. (AP 5.191, 3) 28
Tambin en otro epigrama en el que arremete contra una amante que lo traiciona: .,,., -c-. -.j, -j,.., .,,. c, (AP 5.184, 6) 29
No hay lugar a dudas de la consideracin de la mujer como un animal lascivo a travs de estos versos. Los griegos pensaban que las mujeres eran instintivamente ms propensas a las relaciones sexuales que los hombres, lo cual las haca diferentes e inferiores, pues se subordinaban a ese apetito; en cambio, los varones podan controlar los instintos sexuales 30 . Junto a la lujuria, aparece la bebida en otro texto de Meleagro, en el cual se describe a una mujer que ha participado en una orga:
27 En este sentido LUPI, Lordine delle generazioni, p. 78, seala la existencia de una tradicin literaria que consideraba a la mujer espartana licenciosa.
28 Acaso ver aun a la pervertida en el lecho!
29 Corre, mala fiera lasciva, corre rpido.
30 Cf. JUST, Law and life, pp. 159 ss.
31 Y el reciente desorden de tus bucles licenciosamente enmaraados, y todos tus miembros que se tambalean a causa del vino puro. Vete, mujer pblica.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 202 Herodas tambin trata este rasgo misgino en sus mimos. As en el mimo 6 donde la conversacin de las mujeres gira en torno a objetos que pueden proporcionarles placer 32 . Tambin el mimo 5 gira recoge este tema al tratar acerca de una seora que tiene sexualmente sometido a un esclavo 33 . Los testimonios sobre el vicio femenino de la lujuria son frecuentes a lo largo de la literatura griega. Aparecen ya en los lricos griegos. As en varios fragmentos de Teognis. En uno de ellos, se aconseja al hombre mayor no casarse con una mujer joven puesto que sta siempre buscar algn amante:
En el conocido Yambo de Semnides aparece tambin recogido este vicio. Se le atribuye a la mujer descendiente del asno: ., :. -c. v,, .,,. c,:.c.. .`-. .c.,. ..... .:.c. (vv. 48-49) 35
32 Esta asociacin de las palabras de la mujer con el placer sexual era frecuente, cf. MOSSMAN, CQ 51.2, 2001, p. 374.
33 Cf. CANTARELLA, Calamidad. ambigua, p. 163.
34 Una mujer joven no es ciertamente ventajosa para un anciano, pues no obedece al timn como una nave, ni las anclas la sujetan, sino que a menudo, soltando las amarras de noche busca otro puerto.
35 Sin embargo, admite a cualquier compaero que busque el placer de Afrodita.
LA MISOGINIA 203 Y tambin se considera lujuriosa a la descendiente de la comadreja (v. 53). Este rasgo tambin est atestiguado en la tragedia. Eurpides lo recoge en varias de sus obras. As, en el Hiplito (vv. 966-967) o en Andrmaca (vv. 218-219). Pero tampoco falta en la comedia. As en el Dscolo de Menandro (vv. 461-462) y en Aristfanes, que nos transmite la dificultad que para las mujeres supona el negar sus favores a sus maridos para conseguir la paz en la Lisstrata, 124-142.
9.7. Los tpicos atribuidos a la mujer suelen contraponerse a los atribuidos al varn. La debilidad femenina se opone a la c.:,..c masculina. Por ello, no resulta extrao que existan ejemplos en los que para resaltar la fuerza masculina se la contraponga a la debilidad femenina As ocurre en un Idilio de Tecrito, donde se dice de un hombre: u ,u..., ... -.-`jc- vu-j, (Idilio 22. 69) 36
Evidentemente aqu se trata de subrayar la ausencia absoluta de debilidad en el pgil mencionado, que en ningn momento recuerda al sexo femenino, que aparece definido aqu con un trmino ciertamente despectivo. La identificacin entre femenino y debilidad es bien conocida en la literatura griega. Aparece ya en Homero (Ilada 2. 288 ss.; 7. 95 ss.) 37 . Tambin Platn en La Repblica insiste en la debilidad de la mujer (5. 456a). La educacin confera a hombre y mujer distintas pautas de conducta. El comportamiento ms modoso mayoritariamente atribuido a la
36 Al no ser una mujercilla ha sido llamado el pgil. Se acepta aqu la lectura del cdice Parisinus.
37 Vid. DALTON PALOMO, Mujeres, diosas y musas, pp. 54-55.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 204 mujer aparece reflejado en un texto de Herodas en el que un profesor amenaza a un alumno rebelde con dejarlo tan derecho, tan obediente, como a una nia: .,. c. -jc. -c...,. -u,j, (Mimo 3. 66) 38
Se observa a travs de este verso de Herodas como la figura femenina se asocia a lo esttico, a la formalidad y la correccin, mientras que la masculina se asocia al dinamismo, en este caso relacionado con las travesuras que se intentan corregir. La quietud y la estabilidad deben caracterizar la vida femenina, mientras el movimiento y la libertad de accin son caractersticos del hombre 39 . Se insiste en las limitaciones de actuacin femenina en otro texto de Herodas, en el cual una mujer que observa una obra de arte, que la asombra por su realismo, se reprime de gritar porque piensa que esta accin sera excesiva para su condicin femenina: .. j .:-.u. . .. j ,u.j v,jcc..., c.j`c`c c.. (Mimo 4. 69-70) 40
Las Argonuticas de Apolonio nos ofrecen un texto en el que, junto a la confrontacin entre debilidad femenina y fuerza masculina habitual en el pensamiento griego, se trazan los rasgos de una figura femenina de fuerza y poder singulares, que en un determinado momento tiene en sus manos el xito o fracaso de la expedicin conformada por los ms valientes
38 Te pondr ms derecho que una muchacha.
39 Cf. IRIARTE GOI, De Amazonas a ciudadanos, p. 93.
40 Si no pareciera que hago algo excesivo para una mujer, gritara.
LA MISOGINIA 205 guerreros griegos. Esta situacin provoca un conflicto en stos que se manifiesta en las pginas de la obra:
Estas palabras de Jasn reflejan claramente el sentir de los expedicionarios 42 . No obstante, Idas se encarga de precisar este sentimiento con otras palabras de significado similar (Arg. 3. 558-563), en las cuales contrapone masculinidad y feminidad. La contraposicin entre Ares y Afrodita est en concordancia con ello. La inactividad de la expedicin, tras su llegada a la Clquide, no entra dentro de los esquemas de valor y coraje masculinos, por lo cual Idas se inquieta. Esa actitud conviene a dbiles doncellas, pero no a aguerridos guerreros 43 .
9.8. La mentira es otro de los tpicos misginos. Personajes femeninos de las Argonuticas, como Hipspila o Medea, se caracterizan por este defecto. La reina de Lemnos, en connivencia con toda la poblacin femenina de la isla, miente a Jasn cuando arriban a su tierra sobre el motivo por el cual no hay ningn varn en su territorio. La reina miente afirmando que va a decir la verdad, lo cual resulta an ms denigrante:
41 Intil es para nosotros la esperanza cuando confiamos la vuelta a mujeres.
42 Recordemos que la expedicin era absolutamente masculina, puesto que Atalanta, aceptada en otras versiones, no es admitida por Apolonio, debido precisamente al peligro que una mujer poda representar, como motivo de conflicto, para el resto de sus camaradas de sexo opuesto.
Medea destaca tambin por su actitud engaosa 45 . Miente a su hermana Calcope al hablarle del motivo de su situacin anmica (3. 686- 687). Miente a sus esclavas acerca del motivo que la impulsa a reunirse con Jasn (3. 891-911). Miente a su hermano Apsirto acerca de los motivos que la arrastran a reunirse con l cuando es perseguida por ste, tras su huida con Jasn:
La mujer como ser engaoso es un tpico que nace junto con el mito de Pandora, personaje por excelencia de doble fondo para la raza mas- culina.
9.9. Adems de los distintos vicios femeninos que se atribuan a la mujer, se puede percibir tambin una actitud general en contra de sta. As en un epigrama de Lenidas (AP 7. 648) en el cual su protagonista se
44 Explicar verazmente toda la desventura para que vosotros mismos la conozcis bien. Se observa la irona que Apolonio nos transmite a travs de las palabras utilizadas por Hipspila para remarcar la supuesta verdad de su relato.
45 Cf. HOLMBERG, TAPhA 128, 1998, pp. 145-146. Esta caracterstica sera uno de los varios componentes de la j., de la maga, segn este autor.
46 Diciendo tales cosas (mentiras), salpicaba drogas encantadas por el aire y el viento.
LA MISOGINIA 207 lamenta de no haberse casado y tenido hijos, pese a lo aconsejable de dicho acto 47 , debido a la aversin insuperable que le inspiran las mujeres:
Est bien atestiguado a lo largo de toda la literatura griega este rechazo absoluto de la mujer. Particularmente clara en este sentido se muestra la tragedia euripidea. As, en Medea, donde la mujer se considera fuente de todas las desgracias:
47 La perpetuacin de la sociedad, a travs del matrimonio y los hijos, supona soportar la presencia de la mujer en la vida del ciudadano. Cf. IRIARTE GOI, De Amazonas a ciudadanos, p. 130.
48 Aristcrates saba la verdad, pero, amigo, detestaba la perversidad de las mujeres.
49 Las mujeres hemos sido engendradas las ms incapaces para el bien, pero las ms astutas creadoras de todos los males.
50 Pues sera necesario que los mortales engendrasen los hijos de otra forma distinta, y que no existiese el linaje femenino, de modo que no hubiese mal alguno para los hombres.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 208
En el Hiplito se sigue insistiendo en el rechazo absoluto de la figura femenina en varios pasajes, entre los cuales destaca el extenso parlamento del protagonista (vv. 616-668), del cual se puede destacar, a modo de ejemplo, el siguiente fragmento:
Ciertamente son muy numerosos a lo largo de toda la obra de Eurpides los ejemplos de esta misoginia general (El Cclope, 179-187; Andrmaca, 271-273; 353-354, etc.), por lo cual la figura del gran trgico ha sido objeto de continuo estudio en este sentido 52 . No obstante, las referencias misginas absolutas estn presentes tambin en la comedia. As en el Dscolo de Menandro, se alaba la figura de una muchacha porque no ha crecido rodeada de mujeres que la malearan con su prfida influencia, sino que ha sido criada slo por su padre:
51 Oh Zeus, por qu sacaste a la luz del sol ese mal engaoso para los hombres, las mujeres?
52 Sirva como ejemplo, a ttulo ilustrativo, el trabajo editado por POWELL, Euripides, women and sexuality, donde no falta, entre los diversos estudios que lo componen, el debate acerca de su discutida condicin de misgino.
9.10. Se observa que los rasgos misginos presentes en la poesa helenstica estn atestiguados, en mayor o menor medida, en la literatura precedente. La mujer, aunque no sea objeto de un rechazo de las dimensiones del sufrido en poca clsica, sigue siendo un ser no equiparable al varn. Las caractersticas que la conforman no difieren mucho de las que se le haban atribuido a lo largo de la tradicin literaria griega. Sin embargo, el tratamiento que se le otorga ha variado respecto a pocas precedentes, como han sealado algunos estudiosos 54 . La figura femenina recibe un tratamiento diferente. En algunas obras, como las Argonuticas de Apolonio Rodio, una mujer adquiere un protagonismo absoluto desde el momento en el que toma parte en la accin descrita. En otras, como Hcale de Calmaco, una mujer es la figura central. En este caso, una anciana que vive en la soledad y en la miseria, y en una obra donde la aparicin de un hroe como Teseo es secundaria. Los mimos de Herodas tambin se ocupan ampliamente del mundo femenino cotidiano, de la mujer de la calle. Sobre la misoginia en el mundo griego se han ofrecido distintas interpretaciones. No se niega nunca, pero existen estudiosos que junto con la marginalizacin de la mujer creen que hay tambin una corriente de apoyo hacia la mujer, a la que incluso se atreven a denominar como
53 Pues si la joven no ha sido educada entre mujeres no conoce los males en esta vida ni el ser intimidada por ninguna ta o abuela, sino libremente (educada) por su padre que odia lo perverso por su carcter.
54 Cf. CANTARELLA, Calamidad ambigua, pp. 164-165.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 210 feminismo 55 . Para algunos el origen de la misoginia griega hay que buscarlo en los prejuicios masculinos contra las mujeres 56 . Este motivo seguramente se encuentra en el origen de muchos odios, aunque las razones para el sentimiento misgino posiblemente sean ms complejas.
55 En este sentido, por ejemplo, cf. FLACELIRE, REA 64, 1962, pp. 109-116, y CRAI 1971, pp. 698- 706, quien describe una cierta corriente feminista en la literatura griega desde Homero hasta Menandro.
56 Cf. JUST, Law and Life, p. 155. 10. EL MITO
10.1. Los poetas helensticos presentan diferencias en lo que se refiere al tratamiento que cada uno realiza de la mujer mtica. sta es inevitable en su mencin puesto que la precede una larga tradicin que los helensticos no obvian. Su aparicin vara segn muchos factores: desde el poeta de que se trate hasta la profundizacin diversa que cada uno haga en las distintas figuras segn sus variados intereses. Autores, como Herodas, apenas realizan menciones a las mujeres mticas, puesto que sus intereses literarios se centran ms en un mundo cotidiano que en posibles mundos mticos. En cambio, son frecuentes las apariciones de mujeres mticas en la obra de Apolonio, quien avanza en su epopeya a travs de frecuentes mitolgicos parajes.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 212 10. 2. Figuras mticas femeninas.
gave
Es una figura presente en textos literarios fundamentalmente tardos, como los de Apolodoro (3. 4. 2; 3. 5. 2) y algunos autores latinos, aunque ya Eurpides la retrataba en Las Bacantes. Tecrito, Idilio 26, la retrata en el momento en que se convierte en autora de la muerte de su propio hijo, Penteo. Este crimen terrible, en el que colaboran sus hermanas Autnoe e Ino, es realizado, segn Tecrito, al ponerse stas fuera de s cuando descubren que Penteo espa sus ritos dionisacos. Esto difiere de la versin eurpidea que cuenta que Penteo es confundido con un len, pero coincide con la de Apolodoro que habla tambin de un momento de locura:
c... .. cuc, c... : c, .u-u -c. c``c.. (26. 15) 1
El terrible desmembramiento del que hacen objeto a Penteo es justificado por Tocrito por la incitacin de Dioniso, lo que lo convierte en un acto sobre el que no hay que realizar ningn tipo de reflexin. La locura que Dioniso inspir en estas mujeres obedece a motivos divinos que los mortales no deben juzgar, por ello gave 2 no se puede considerar como una madre que acaba con su hijo, sino como una mortal que acta bajo designios divinos, con lo cual Tecrito sigue la tradicin que le precede en torno a esta figura mtica. Sigue respetando el carcter mtico del relato y
1 Enloquece sta misma, enloquecen tambin enseguida las dems.
2 gave podra considerarse una madre excesiva. Cf. BONNEFOY (ed.), Mitologas, p. 159.
EL MITO 213 de esta mujer que pasa a ostentar un cariz ms all de lo real debido a su relacin con los dioses.
Alcmeda
La madre de Jasn es una figura que despierta inters tardamente. No hay apenas noticias sobre ella en los autores anteriores a Apolonio 3 . Las referencias se sitan fundamentalmente desde el helenismo en adelante 4 . Apolonio utiliza la figura de Alcmeda para reflejar la impresin que la partida del hijo a tan incierta expedicin ocasiona en la madre. sta, ya anciana, es compadecida por las dems mujeres:
La anciana madre se enfrenta en el ltimo tramo de su vida al alejamiento del hijo de su lado, lo que la sume en una situacin de desamparo que Apolonio compara con el de una joven que vive bajo una madrastra cruel. La descripcin que el poeta realiza es la de una madre abandonada y
3 La poca presencia de esta figura femenina en los textos literarios est directamente relacionada con la escasez de estudios sobre ella. An as, se puede mencionar el trabajo de FRANCHET DESPREY, Une trange descente aux eufers. Le suicide dson et Alcimde (Valerius Flaccus, Arg. 1. 730-851), en PORTE & NRADAU (eds.), Hommages Henry LE BONNIEC. Res Sacrae, Bruxelles, 1988, pp. 193-197, que se centra en el estudio de un episodio que concierne a los padres de Jasn en las Argonuticas de Valerio Flaco. Es de destacar tambin el apartado que le dedica NATZEL, Frauen in den Argonautica, pp. 166-167.
4 La escasa relevancia de esta figura ocasiona que incluso no aparezca mencin alguna a ella en algunos diccionarios mitolgicos como, por ejemplo, el de GRIMAL.
5 Infortunada Alcmeda!, tambin a ti, aunque tarde, despus de todo te alcanz la desgracia, y no acabaste tu vida en medio de la alegra.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 214 preocupada porque el hijo, probablemente, no podr cumplir las obligaciones funerarias para con ella:
Alcmeda no se angustia por la incierta suerte de su hijo, sino por la situacin propia. La respuesta de Jasn es contundente. Refrena el llanto de su madre y le recuerda su deber de permanecer en la casa con las sirvientas, rogndole que no se convierta con su actitud en un mal presagio para la expedicin 7 . Alcmeda es descrita por Apolonio como una madre que pretende infligir tristeza y culpa en el hijo que parte hacia un destino incierto 8 , pero que es rebatida por ste. La contraposicin de influencias entre madre e hijo es una preocupacin del poeta alejandrino, que dedica largos versos a exponer la despedida, y las reacciones que comporta en ambos personajes,
6 Con prontitud me hubiese desprendido del alma y olvidado de las cosas estimadas, para que t mismo, hijo mo, me hubieses enterrado con tus amadas manos. Tal era el deseo que an me restaba de ti, pues hace tiempo que gozo todos los dems cuidados propios de los hijos.
7 Esta misma situacin y comportamiento de la mujer se refleja en otros textos de la literatura griega. As en la Ilada, en la despedida de Andrmaca por parte de Hctor, donde ste le dice Vete a casa y ocpate de tus asuntos, el telar y la rueca, y ordena a las sirvientas dedicarse al trabajo. La guerra compete a todos los hombres que han nacido en Ilio y a m el que ms. (Il. 6. 490-493). Aqu aparece la clara diferenciacin de los roles masculino y femenino, esto es, el de la mujer en el mbito del hogar, y el del varn en el mbito de la guerra y de la accin pblica. Por otra parte aqu se manifiesta tambin, de un modo evidente, el comportamiento ideal propio de una mujer de clase social alta.
8 Estara esta madre en consonancia con la figura reflejada por SLATER, The Glory of Hera, p. 165.
EL MITO 215 detenindose en la figura materna que en pocas anteriores no hubiese sido objeto de semejante preocupacin.
Alcmena
La madre de Heracles es una figura mtica de gran tradicin en la literatura griega, desde Homero y Hesodo, pasando por Pndaro o los trgicos, de entre los cuales Eurpides incluso le dedic una tragedia que no nos ha sido conservada, hasta el helenismo 9 . Se caracteriza adems por ser tratada con reverencia por los literatos en funcin, frecuentemente, de su famoso hijo. Sin embargo, Heracles agradece su valor y gloria a Hera, no a su madre mortal 10 . La hostilidad del hroe hacia Hera sera, segn algunos estudiosos, una modificacin reciente del mito, mientras que anteriormente el cumplimiento de sus tareas sera una forma de conseguir honor para l mismo y para la diosa 11 . Tecrito, sin contravenir la tradicin, retrata la faceta maternal de Alcmena, la condicin que la hace motivo frecuente de referencia, en sus Idilios. En uno de ellos (13. 20), slo se la menciona, pero en el Idilio 24 (Heracles nio) la trata con mayor detenimiento. Tecrito describe a Alcmena en la realizacin de las labores domsticas propias de una madre cariosa que baa, alimenta y acuna a sus
9 Entre los artculos que tratan esta figura femenina, o temas relacionados con ella, se encuentran: VOELKE, EL 1, 1992, pp. 5-22; PTSCHER, Emerita 39, 1971, pp. 169-184; GILG-LUDWIG, Helikon 2, 1962, pp. 57-71; QUESTA, RCCM 2, 1960, p. 95; GAG, RevHist 8, 1954, pp. 17-27; PLASTIRA- VALKANOU, Habis 30, 1999, pp. 127-134.
10 Cf. BONNEFOY (ed.), Mitologas, p. 393.
11 Cf. PTSCHER, Emerita 39, 1971, pp. 169-184.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 216 hijos pequeos en el inicio del idilio. Es tpicamente maternal tambin el hecho de que ante una situacin de peligro en medio de la noche que parece afectar a sus hijos, despierte primero que el padre y lo haga ir a ver qu ocurre:
En medio de la tensin y el miedo, la fortaleza interior de la madre, que la mantiene alerta y la hace despabilar del sueo, la hace capaz de despertar a Anfitrin y de darle prisa evitando que se calce. Tambin se manifiesta su preocupacin maternal cuando, una vez solucionado felizmente el extrao incidente nocturno, hace venir a Tiresias para que intente explicarle lo acontecido. Se observa a lo largo de todo el idilio la presencia constante de la madre en la formacin y educacin de sus hijos:
.:. .. |,c-`jc .`c vc.:.ucc cj,. (24. 134) 13
La madre que Tecrito retrata es una madre preocupada en todos los aspectos por sus hijos. PseudoMosco insiste en el aspecto de madre entregada a sus hijos an cuando los hijos han llegado a edad adulta. Amante de sus hijos y tambin de su nuera Mgara, a la cual manifiesta su inquietud acerca de
12 Oy Alcmena el grito y despert primero: Levntate, Anfitrin, que a m me paraliza el miedo; levntate, no te pongas las sandalias.
13 As educ a Heracles su madre querida.
EL MITO 217 Heracles debido a un sueo que la ha intranquilizado 14 . En contraste, con la Alcmeda de Apolonio, la Alcmena de PseudoMosco llora la desventura de su hijo, no la suya propia:
Alcmena se lamenta, junto a su nuera, por los infortunios que han acosado a Heracles a causa de Euristeo. La existencia de Alcmena est marcada por la amargura que le suponen los continuos padecimientos de su hijo, desde que perdiera el reino que le corresponda al haber nacido despus que Euristeo 16 . sta no lamenta que el hijo no pueda devolverle los sufrimientos que ella ha pasado por l, sino no saber si lo volver a ver o no:
Una referencia que se aleja de las anteriores es la que se encuentra entre los epigramas de Meleagro, y que trata de la noche de amor entre Zeus y Alcmena, durante la cual sera concebido su hijo Heracles. El
14 Para un estudio detallado de este sueo de Alcmena, vid. PLASTIRA-VALKANOU, Habis 30, 1999, pp. 127-134.
15 Pues nada censurable hay para una madre en afligirse por un hijo que sufre.
16 Cf. WULFF ALONSO, La fortaleza asediada, p. 163.
17 Y yo, desgraciada, no s si de nuevo lo acoger a l cuando regrese, o ya no lo har.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 218 epigrama que se centra en el tpico de la brevedad de la noche de amor, hace alusin al enfrentamiento de Zeus con la Aurora, mientras yaca con Alcmena 18 :
j:j ,c, -c. v,c-.. .v A`-j.j. A., j`-., c.., u- c:cj, .cc. vc`c..:,.j,. (AP 5. 172, 5-6) 19
Arete
La reina de los feacios, esposa de Alcnoo, goza de gran tradicin en la literatura griega, pues ya desde la Odisea de Homero hace acto de presencia en ella 20 . En esta obra, Arete ha sido objeto de controversia entre los estudiosos al intentar desvelar stos la causa del particular protagonismo que sta obtiene en el episodio que se desarrolla en Esqueria 21 . La madre de Nauscaa, jugar tambin un papel fundamental en
18 Cf. WULFF ALONSO, La fortaleza asediada, p. 162, donde hace referencia a la prolongacin de la noche de amor entre Zeus y Alcmena.
19 Pues ya en una ocasin anterior llegaste a la casa de Alcmena como contrario de Zeus. No ignoras la retirada.
20 Es muy abundante la bibliografa que se ha ocupado de Arete, especialmente de su aparicin en la obra homrica, entre sta cabe mencionar la siguiente: GARCA SNCHEZ, Las mujeres de Homero; SCOTT, CPh 34, 1939, p. 374; DOUGLAS OLSON, EMC 36, 1991, pp. 1-6; HIRVONEN, Matriarchal Survivals; DOHERTY, AJPh 113, 1992, pp. 161-177; NATZEL, Frauen in der Argonautica; ARTHUR, Early Greece: The Origins of the Western Attitude toward Women, en PERADOTTO & SULLIVAN (eds.), Women in the Ancient World, pp. 7-58; FRAGA IRIBARNE, De Criseida a Penlope; MOSS, Mujer Grecia clsica; B. COHEN (ed.), The distaff side.
21 Entre los estudios que han desarrollado este tema se encuentran GARCA SNCHEZ, Mujeres de Homero; DOUGLAS OLSON, EMC 36, 1991, pp. 1-6, profundiza en la importancia de los nombres femeninos de la obra homrica y en la significacin que de su uso se hace a lo largo de la misma; DOHERTY, AJPh 113, 1992, pp. 161-177, en contra de la teora que da valor matriarcal al tratamiento de Arete, defiende que la actitud de sta, al contrario, refuerza la sociedad patriarcal, lo mismo que defiende GARCA SNCHEZ, p. 49, en la obra anteriormente citada; HIRVONEN, Matriarchal survivals, pp. 105ss., por el contrario sostiene que el poder de Arete, y otros personajes femeninos de la Odisea es de
EL MITO 219 la obra pica de Apolonio en el helenismo 22 , al influir decisivamente para que Medea pueda continuar su huida con Jasn de la tierra paterna 23 . Arete, a la que se dirige especialmente la splica de Medea 24 , cuando es reclamada al rey Alcnoo por sus perseguidores, lucha sutilmente para salvar a la muchacha del castigo paterno:
Esta defensa de la hija frente al poder abusivo del padre, que quiz en el caso de Medea, pudiera ser entendido hasta cierto punto, podra considerarse un amago de rebelin femenina frente a las imposiciones paternas que siempre deben ser cumplidas, an en contra de la voluntad propia. Alcnoo, queriendo respetar el deseo de su esposa pero tambin deseando evitar el posible enfrentamiento con el rey Eetes, llega a una decisin salomnica que beneficiar a Medea, al hacrsela conocer la reina
signo matriarcal; NATZEL, Frauen in der Argonautica; SCOTT, CPh 34,1939, p. 374, se centra en la discusin acerca del parentesco entre Arete y Alcnoo, que al parecer eran hermanos, tema frecuentemente abordado por otros estudiosos, como FRAGA IRIBARNE, De Criseida a Penlope, pp. 59-61.
22 Un papel fundamental que no llega a jugar en la obra homrica segn DYCK, Hermes 117, 1989, p. 466.
23 Cf. NATZEL, Frauen in den Argonautica, pp. 163-166, que estudia en profundidad la actuacin de Arete en este episodio.
24 Lo cual recuerda inevitablemente la indicacin de Nauscaa a Ulises para que sea a su madre a quien suplique una vez que llegue a la corte (Od. 6. 310-315).
25 Y que ni un padre con el nimo alterado hiera insoportablemente a su hija por tu causa.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 220 Arete enseguida a aqulla en medio de la noche, en cuanto su marido se la comunica:
Una vez celebrado el matrimonio que permite continuar la huida de Medea con Jasn, y tras ser aceptado ste por Alcnoo 27 , Arete, como colofn de la ayuda brindada a la pareja, regala a Medea, entre otras cosas, doce esclavas 28 :
La hija de Minos es una figura mtica bien conocida desde Homero, pero que despierta gran inters a partir del helenismo 30 . Apolonio y Tecrito la mencionan en su obra.
26 Habiendo hecho llamar a su heraldo silenciosamente para decirle al esnida que apremiado por su prudencia se uniera a la joven.
27 La autoridad real de Alcnoo proclama como verdadera la unin matrimonial de Jasn y Medea, al ser sta una prerrogativa de su autoridad. Cf. SISSA, Greek virginity, p. 118.
28 Tambin se despeda Arete de Odiseo en la obra homrica con algunos regalos, que han sido objeto de estudio, entre otros, por FRAGA IRIBARNE, De Criseida a Penlope, p. 75.
29 Despus aun regal doce esclavas feacias del palacio para que sirvieran a Medea.
EL MITO 221 En las Argonuticas, la mencin parte de Jasn que establece as un paralelismo entre ella y Medea, pues ambas ayudan a un extranjero, del que se enamoran, en contra de la voluntad paterna. El hroe habla acerca de Ariadna a Medea, quien no conoce la historia, para intentar convencerla de la necesidad de su ayuda. Esta sutil mencin de una muchacha que ha vivido unas circunstancias semejantes a las de Medea se encuadra dentro del estudio psicolgico que acerca de sta realiza Apolonio en el libro tercero de su obra 31 . Por supuesto la descripcin de Jasn de Ariadana no incluye el abandono de la doncella durante el viaje de regreso con Teseo:
La recompensa divina de dar su nombre a una constelacin se torna como una magnfica y hermosa recompensa a las acciones de la muchacha 33 .
30 Entre los numerosos trabajos que se han dedicado al estudio de temas relacionados con esta figura se encuentran los siguientes: ABEL, CB 38, 1962, pp. 57-61; HOORN, Mnemosyne 12, 1959, pp. 193-197; THOMPSON, CJ 51, 1956, pp. 259-264; CLAUSEN, ICS 2, 1977, pp. 219-223; RUTLEDGE, Maia 28, 1976, pp. 125-126; EISNER, CW 71, 1977, pp. 175-177; WEBSTER, G&R 13, 1966, pp. 22-31; McNALLY, ClAnt 4, 1985, pp. 152-192; KLEIN, Helios 8.1, 1981, pp. 55-62; SNCHEZ JIMNEZ, Baetica 13, 1991, p. 177-189; HERTER, RhM 1942, pp. 226-239.
31 Cf. SNCHEZ JIMNEZ, Baetica 13, 1991, p. 186, donde seala el inters de los autores helensticos por la profundizacin psicolgica en el comportamiento individual.
32 A ella tambin los propios dioses inmortales la trataron con amor y para ella como prenda, en medio del cielo, una corona tachonada de estrellas, que llaman de Ariadna, toda la noche da vueltas entre figuras celestes.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 222 Apolonio, a travs de Jasn, al evitar las alusiones al abandono de Ariadna pretende conseguir que Medea contine adelante con su ayuda y posterior fuga con el hroe. ste utiliza el relato sobre Ariadna para vencer las posibles reticencias de Medea 34 . En cambio, Tecrito s seala el olvido de sta por parte de Teseo en la isla de Da 35 . Luego sera desposada por Dioniso, segn Hesodo (Teogona, 947-949). Versin que se diferencia de la Homero (Od., 11. 324), que hace perecer a Ariadna a manos de Artemisa durante el regreso de Teseo. Las dos variantes, una como novia de Dioniso, y la otra como personaje que encuentra la muerte en Naxos 36 , pervivieron como dos partes de un mismo festival en la isla de Creta 37 .
Atalanta
33 Ovidio trata este tema en su obra, y acerca de los motivos que esgrime para que se origine la corona de Ariadna, vase RUTLEDGE, Maia 28, 1976, pp. 125-126.
34 Este tratamiento particular de Apolonio del mito de Ariadna servir como referencia a Catulo (64. 116- 120), segn CLAUSEN, ICS 2 1977, pp. 219 ss, quien llega a denominar perversin el tratamiento de Apolonio de la historia de Ariadna. Tambin consideran como parte de una estrategia de persuasin de Jasn a Medea este episodio DYCK, Hermes 117, 1989, p. 460 y HOLMBERG, TAPhA 128, 1998, p. 150.
35 La isla de Da se identifica en frecuentes ocasiones con Naxos. Esta equiparacin entre las dos islas aparece por primera vez en Calmaco, fr. 163 Pfeiffer, segn SNCHEZ JIMNEZ, Baetica 13, 1991, p. 184, n. 41.
36 Sobre la muerte de Ariadna son muy numerosas las variantes en las versiones. Cf. WILLETS, Cretan cults and festivals, p. 194, n. 395.
37 Cf. WILLETS, Cretan cults and festivals, p. 194. Una cierta duplicidad en la historia de Ariadna sera un aadido tardo para explicar los dos aspectos principales y antitticos de su carcter, segn EISNER, CW 71, 1977, p. 176.
EL MITO 223 Esta figura mtica ha estado presente frecuentemente en los textos literarios clsicos, y tambin en vasos y esculturas 38 , especialmente a partir del helenismo, por todo ello ha sido objeto de numerosos estudios 39 . La mujer cazadora 40 que rechazaba el matrimonio es un exponente de un modo de vida inapropiado para el sexo femenino 41 . Habituada a un mundo salvaje, el de los bosques 42 , en el que las convenciones sociales desaparecen, es rechazada por Jasn para formar parte de su expedicin:
Atalanta no es aceptada en la versin de Apolonio en la expedicin de los Argonautas, debido a que sera la nica mujer presente y ello
38 Cf. BARRINGER, ClAnt 15.1, 1996, p. 48.
39 Entre ellos, cabe citar a modo de ejemplo los siguientes: ARRIGONI, ScrPhil 1, 1977, pp. 9-47, y 3, 1982, pp. 7-69; FARAONE, Phoenix 44, 1990, pp. 219-243; MARANGONI, MusPat 5, 1987, pp. 129- 133; M. ROSSI, Prometheus 8, 1982, pp. 177-186.
40 La mujer que caza no es habitual en la vida cotidiana, pero s lo es en la mitologa. Cf. BUXTON, Imaginario, p. 97.
41 Este modo de vida, frecuente en las heronas mticas, tiene su punto y final con el matrimonio, que siempre suele tener lugar, como ocurre en el caso de Atalanta. Cf., BUXTON, Imaginario, p. 123.
42 Cf. BONNEFOY (ed.), Mitologas, p. 338. Es conveniente tambin saber que el origen de esta vida salvaje se encuentra en una exposicin de la nia cuando naci, lo que la llev a ser criada por un animal, cf. WULFF ALONSO, La fortaleza asediada, pp. 174-175.
43 Cogi con su diestra la lanza que dispara lejos, la cual Atalanta le haba entregado en cierta ocasin en el Mnalo como prenda de hospitalidad, al salirle al encuentro amistosamente, ya que deseaba ardientemente seguirlo en el viaje, pero l mismo obrando espontneamente, contuvo a la muchacha pues temi penosos enfrentamientos a causa de su amor.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 224 supondra un motivo de conflicto entre los varones 44 . Esta figura femenina entendida as por Apolonio como fuente de discordia, en directa relacin con la visin de mujer entrometida en asuntos masculinos, por ejemplo la caza, es la misma que ofrecen otros autores. As Apolodoro, quien menciona como otros cazadores la rechazan como compaera de cacera (1. 8. 2). Atalanta, como centro de conflictos, aparece tambin en Calmaco (Himno a rtemis), que la retrata dedicada a la caza, como servidora de rtemis, y al ser objeto de amor por parte de Meleagro, se convierte en origen de un conflicto entre ste y sus tos:
Apolonio y Calmaco coinciden en retratar una figura mtica que se convierte en motivo de disputas masculinas. El intento de lograr el amor de Atalanta se manifiesta en ambos casos, aunque ella no desarrolle el ideal de vida femenina que los griegos atribuan a la mujer 46 . El logro de su amor
44 Cf. LEVIN, Argonautica Re-examined, p. 68.
45 Y la ejercitaste en la caza con perros y en la eficacia en el tiro. Los cazadores convocados a la cacera del jabal Calidonio no la deben censurar, pues los emblemas de la victoria fueron a Arcadia, donde an estn los dientes de la fiera.
46 La competicin por conseguir en matrimonio a Atalanta, que ella misma establece, es un signo de su poder debido a las caractersticas especiales de su condicin, cf. WULFF ALONSO, La fortaleza asediada, p. 174.
EL MITO 225 supondra, por otra parte, el fin de su marginalidad pues significara su integracin dentro del orden de cosas convencional 47 . Tecrito (Idilio 3. 40-42) hace una breve mencin al episodio en el que por fin la muchacha sucumbe al amor, gracias a la estratagema de las manzanas 48 lanzadas por Hipmenes 49 durante la carrera que los enfrenta, y que supone el fin de la vida montaraz de la muchacha. La vida en parajes salvajes de Atalanta es comparada en cierta manera con el singular estilo de vida que lleva la cnica Hiparquia por Antpatro en un epigrama (AP 7.413). Ambos representan un alejamiento de la forma de vida habitualmente destinada a la mujer. Al final se concluye, no obstante, con la defensa de una vida dedicada al conocimiento:
48 Vase, FARAONE, Phoenix 44, 1990, pp. 219-243, para un estudio acerca de la relacin entre el episodio de las manzanas en el mito de Atalanta y los afrodisiacos en el mito y en el ritual griegos tempranos.
49 En Jenofonte, De la caza, 1.7, es Melanin el nombre del varn que consigue en matrimonio a Atalanta. Esta divergencia de nombres est explicada por M. ROSSI, Prometheus 8, 1982, pp. 178-180, quien seala la existencia de dos versiones principales de la leyenda acerca de Atalanta, una beocia y otra arcadia, con pocas variantes a lo largo de la literatura grecolatina, y segn el cual Calmaco seguira una de las tendencias y Tecrito la otra.
50 Digo ser mejor que la menalia Atalanta, en tanto en cuanto la sabidura sobrepasa a la vida agreste.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 226 Hermana de Medea, que no goza de gran tradicin en la literatura griega 51 . Ha sido tratada principalmente por autores tardos o latinos, como Apolodoro (1. 9. 1), Pausanias (9. 34. 5), Higino (Fbulas 3. 14), Valerio Flaco (Arg. 5. 115). Apolonio la describe anteponiendo sus hijos a su padre 52 , en una lnea de enfrentamiento con la figura patriarcal que tambin sigue su hermana Medea, aunque Calcope intente pasar desapercibida en su actuacin, algo del todo imposible para su hermana 53 . Sus hijos regresan a la Clquide con Jasn, que los ha ayudado, y se enfrentan a la ira de Eetes por ello:
Calcope tratar que Medea intervenga, mediante la utilizacin de sus conocimientos mgicos, en favor de sus hijos y los expedicionarios. As lo manifiesta Apolonio, cuando su hijo Argos trata de recabar la ayuda de su madre:
51 No se han encontrado prcticamente trabajos dedicados a esta mujer mtica, entre los pocos autores que la han tratado se encuentra NATZEL, Frauen in den Argonautica, pp. 161-163.
52 En esta intervencin ante Medea a favor de sus hijos (Arg. 3. 701 ss.), en la cual Calcope podra identificarse con las Erinias, se encontrara uno de los numerosos ejemplos de la peculiaridad de la prosa potica de Apolonio que une tradicin e innovacin segn VAGNONE, QUCC 46, 1994, pp. 75-78.
53 Eetes no sospecha que pueda ser traicionado por dos de sus hijas en su conflicto con los extranjeros que arriban a la Clquide, cf. HOLMBERG, TAPhA 128, 1998, pp. 144-145.
54 Calcope, evitando el enojo de Eetes, rpidamente se dirigi a sus aposentos con sus hijos.
La figura de la madre protectora se sobrepone a la de hija en el caso de Calcope. El temor y el respeto a su padre el rey no la detiene en su intento de proteger a su prole. Este estallido de rebelda contra la figura paterna, adems de por una eleccin propiamente materna de luchar por la subsistencia de los hijos, podra estar relacionado con el descontento ante las imposiciones paternas para con ella, especialmente cuando la otorg en matrimonio a Frixo en contra de su voluntad 56 , resentimiento reprimido durante largo tiempo, pero que aflora en cuanto observa el enfrentamiento entre su padre y sus hijos. Calcope se convierte, segn Apolonio, en cmplice de Medea en su traicin a Eetes.
Circe
Esta maga goza de gran tradicin en la literatura griega 57 . Su presencia en la Odisea homrica ya es relevante 58 . Otros autores no dejan
55 Argos la exhortaba con palabras de todo tipo para que rogara a Medea que los ayudara. Ella misma tambin antes lo haba estado pensando, pero la contena el temor de que vanamente intentara seducir ms all de lo debido a su hermana asustada por la clera funesta de su padre, o de que sus acciones fueran pblicas y evidentes aunque aqulla accediera a sus splicas.
56 Cf. NATZEL, Frauen in den Argonautica, p. 162.
57 Entre los estudios a ella consagrados, se pueden citar los que siguen: MARCONI, RIL 74, 1940-1941, pp. 533-573, y SMSR 18, 1942, pp. 36-59; STANFORD, Hermathena 66, 1945, pp. 69-71; HATZANTONIS, Latomus 30, 1971, pp. 3-22; SEGAL, TAPhA 99, 1968, pp. 419-442; LAMBERTERIE, LALIES 6, 1987, pp. 129-138; WULFF ALONSO, Baetica 8, 1986, pp. 269-279.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 228 de mencionarla, entre ellos Hesodo (Teogona, 957-1011). Entre los autores helensticos, Tecrito y Apolonio la tienen presente en sus textos. Tecrito la menciona en sus Idilios segundo y noveno, haciendo mencin en ambos casos a la actividad mgica de sta. En el Idilio La Hechicera (vv. 14-16), la protagonista del mismo intenta que sus bebedizos tengan la capacidad poderosa de los de otras famosas magas como Medea o la propia Circe. En el Idilio Los cantores buclicos (9. 35-36), la alusin forma parte del canto de uno de los pastores, quien asegura que no pueden caer bajo las redes mgicas de Circe quienes aman a las Musas 59 , que pasaran a convertirse as en remedio contra los sortilegios de las magas. Apolonio trata la figura de Circe fundamentalmente en el libro cuatro de sus Argonuticas, cuando la hermana de Eetes debe purificar a Medea y a Jasn por el crimen de Apsirto, a instancias de Zeus:
Circe, haciendo honor a su condicin de maga, no necesita que Jasn y Medea le revelen el motivo de su visita, sino que adivina que llegan para expiar un crimen, aunque no conoce las circunstancias de ste:
58 En la Odisea, existe, por otra parte, un gran nmero de personajes femeninos de importancia, como el de Circe. Cf. WULFF ALONSO, Baetica 8, 1985, p. 269.
59 Para un detallado estudio de esta alusin teocritea a Circe, vase PARRY, ICS 12, 1987, pp. 7-21.
60 Hasta que Circe no los purificara de la inmisericordiosa muerte de Apsirto.
EL MITO 229 Circe indaga posteriormente en la identidad y la situacin en que se hallan Jasn y Medea, a quien reconoce como miembro de su propia estirpe, que desciende de Helios. No acta la Circe hostil a los extraos que recoge Homero en la Odisea, cuando convierte en cerdos a los compaeros de Ulises, aunque s tiene sta en principio intenciones insidiosas para con los forasteros que arriban a su isla. A pesar de que no lleva adelante ninguna accin contraria a los recin llegados, en lo cual puede influir el reconocimiento de Medea como una rival difcil, no se muestra tampoco a gusto con ellos, echndolos en cuanto puede 62 .
Cirene
Cirene 63 apacienta rebaos de ovejas, feliz de su doncellez. Apolo la rapta, al prendarse de ella, y la deposita en Libia, en donde posteriormente le da un hijo. Apolonio obvia en este relato (Arg., 2. 500 ss.) detalles acerca de esta figura mtica. An as el esquema es suficientemente claro acerca de la conversin de Cirene en esposa y madre, debido a la intervencin de Apolo, lo que la aleja definitivamente de la vida salvaje que haba llevado
61 En seguida Circe adivin su infortunio de fugitivos y la maldad de su crimen.
62 Esta actitud de Circe estara motivada, segn DYCK, Hermes 117, 1989, pp. 463-464, porque Circe ms que ta de Medea se siente hermana de Eetes, al cual sta ha traicionado.
63 Entre los estudios acerca de esta figura mtica se pueden citar los siguientes: RADICI COLACE, GIF 27, 1975, pp. 45-49; STEFOS, Platon 27, 1975, pp. 162-181; LEVIN, Hermes 97, 1969, pp. 498-501; SUREZ DE LA TORRE, ECls 26, 1984, pp. 199-208; CARSON, GRBS 23, 1982, pp. 121-128; WOODBURY, TAPhA 112, 1982, pp. 245-258; BARIGAZZI, Prometheus 7, 1981, pp. 97-107; ROBBINS, Phoenix 32, 1978, pp. 91-104.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 230 anteriormente, lo cual suele ser el fin de las vivencias alejadas del orden establecido que tenan figuras femeninas como sta 64 :
Calmaco (Himno a Apolo, 88-95) ofrece algn detalle ms acerca de Cirene al mencionar su hazaa de matar a un len, lo que segn algunas versiones contribuira al enamoramiento de Apolo, que se caracteriza sustancialmente por sus relaciones efbicas. Algunos estudiosos defienden que tras Apolo y Cirene, se esconden las figuras, en el texto calimaqueo, de Ptolomeo Evergetes y Berenice 66 . Apolonio y Calmaco disienten de la tradicin anterior del mito de Cirene, principalmente de la interpretacin pindrica, que le dedica su Ptica novena, aunque tambin en Hesodo existe alguna referencia a esta figura 67 . Esta mujer mtica tiene algunas constantes en su leyenda, como su nacimiento en Tesalia y su transferencia a Libia, y otros elementos variables, como su acompaamiento a Libia por Apolo.
64 Cf. SUREZ DE LA TORRE, ECls 26, 1984, p. 201.
65 Se dice que Cirene apacentaba su rebao junto al pantano del Peneo, en tiempos de los hombres ms antiguos, pues le agradaba su doncellez y su lecho puro.
66 Cf. RADICI COLACE, GIT 27, 1975, p. 47.
67 Precisamente la versin hesidica sirve de inspiracin a Pndaro a la hora de tratar la historia de amor entre Cirene y Apolo en su Ptica novena. Cf. STEFOS, Platon 27, 1975, p. 167.
EL MITO 231 Clite
Esposa de Ccico, rey de los dolones, es protagonista de una historia trgica en las Argonuticas de Apolonio. Ha sido poco frecuente su presencia en los textos literarios, aunque se puede mencionar su tratamiento por Conn (Narraciones 41). Clite est recin casada con Ccico, pero ste abandona a su esposa, para atender a los Argonautas, que acaban de arribar a su pas:
Esta decisin entraa un cdigo de hombres en que la hospitalidad y el intercambio de noticias entre varones suponen un mayor compromiso que la relacin con la esposa. Sin embargo, el grado de compromiso de sta con el marido es tan grande que se suicida tras conocer la noticia de su muerte. La esposa espera sumisa al marido que cumple con sus obligaciones sociales, pero ella, una vez que l perece, se encuentra sin una base sobre la que sustentar su modo de vida. La muerte la llama como primera y ms fcil solucin para su recin adquirida inestabilidad. El llanto que provoca entre las ninfas la muerte de Clite, es el origen de una fuente, segn Apolonio, mientras que en otra versin son las propias lgrimas de la mujer las que dan origen al manantial.
68 Aun as, tras abandonar el tlamo y el lecho de su reciente esposa, se dedic a preparar el banquete con stos y alej la angustia de su nimo.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 232 Cornide
Esta figura femenina no se ha prodigado en los textos literarios, aunque desde Hesodo (frs. 60. 3 y 291. 2 Prez Jimnez y Martnez Dez) se encuentren referencias a ella. Pndaro (Pticas, 3. 14) tambin la menciona. Entre los poetas helensticos, Apolonio y Calmaco la nombran en sus textos. El primero hace una muy breve referencia al mito de Cornide, la cual sindole infiel a Apolo provoca un castigo de ste, que a su vez le lleva a un enfrentamiento con Zeus. En las Argonuticas (4. 620) el poeta seala el dolor que eso provoca en el flechador. Calmaco tambin hace referencia a la infidelidad de Cornide, y seala que es una corneja quien informa al dios del hecho:
Es en Hcale (fr. 260 Pfeiffer) donde se recoge esta mencin, que se revela interesante por tratar un tema infrecuente en los textos: la infidelidad femenina. Infidelidad a un dios, que Pndaro justifica por una prdida de los sentidos de Cornide, que la hace desear un segundo matrimonio cuando est embarazada del dios, sin que su padre lo sepa 70 . La clera es terrorfica en Apolo, quien slo siente compasin por su hijo, pero no por Cornide. La muerte de la muchacha, vctima de la venganza divina, no
69 Cuando acerca de la hija de Flegias, de Cornide, que sigue al hbil jinete Isquis sepa la impura actuacin.
70 Cf. SISSA, Greek Virginity, p. 103.
EL MITO 233 necesita justificacin. A diferencia del texto calimaqueo, en Pndaro el dios presiente la infidelidad, sin que tenga que ser informado por nadie de ella. sta accin no merece ningn tipo de reflexin, sino el ms cruel castigo para Cornide.
Europa
Esta figura femenina que ya apareca en textos hesidicos (Teogona, 357 y fr. 141. 8-10 Prez Jimnez y Martnez Dez) ha sido tratada literariamente con frecuencia 71 . Tambin Herdoto menciona a Europa en su obra 72 . En el helenismo se ocuparon de ella, entre otros autores, Tecrito, Calmaco y Mosco. La referencia de Tecrito pertenece a su poema-figura titulado La siringa. Es una mencin crptica en la lnea de esta composicin potica 73 . Tambin las menciones de Calmaco son breves y poco homogneas al pertenecer a las obras de las que slo se conservan fragmentos como los Aitia (fr. 43. 49 Pfeiffer). Mosco dedica una composicin entera a esta figura mtica, cuyo nombre tambin le da ttulo, en la que el poeta narra el rapto de la joven por
71 Entre otros muchos, han tratado temas relacionados con esta figura mtica, ROSE, CQ 34, 1940, pp. 78- 84; WILLETS, Eirene 1, 1960, pp. 5-21; BUEHLER, RLAC 6, 1965, pp. 980-985; ANDREWS, G&R 16, 1969, pp. 60-66; SOYEZ, AC 41, 1972, pp. 600-604; BALDWIN, AClass 23, 1980, pp. 115-119; SCHMIEL, CPh 76, 1981, pp. 261-272; COSI DARIO, CISA 12, 1986, pp. 27-36; PRANDI, CISA 12, 1986, pp. 37-48; HARRISON, Hermes 116, 1988, pp. 427-434; MIGNONA, Maia 45, 1993, pp. 171-183; BEEKES, Mnemosyne 48, 1995, pp. 579-581.
72 La mencin del mito de Europa es una de las ocasiones en que se aprecia el intento racionalizador de este historiador. Cf. ROSE, CQ 34, 1940, p. 79.
73 Para un estudio detallado de esta referencia, vase SOYEZ, AC 41, 1972, pp. 600-604.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 234 parte de Zeus, convertido en toro. Esta composicin potica ha gozado de gran trascendencia en autores posteriores, tanto griegos como latinos, que la tuvieron en cuenta a la hora de abordar este mito 74 . Mosco, tras un extrao sueo en el que Europa se ve disputada por dos mujeres que adems parecen amarla, describe a una joven feliz que sale a pasear con sus amigas y se entretienen cogiendo flores en un prado. En ese momento el autor avanza lo que va a ocurrir:
Se anticipan dos hechos fundamentales que van a transformar la vida de la joven: la prdida de un modo de vida, del deleite intrascendente compartido con las amigas, y la prdida de la doncellez, que implicar tambin un modo de vida diferente desde ese momento en adelante. Las intenciones de Zeus son descritas con claridad por Mosco. l quiere engaar a la ingenua muchacha:
74 Prueba de ellos son, entre otros, los siguientes artculos que sealan la influencia de la composicin de Mosco en autores que van desde Luciano o Aquiles Tacio hasta Horacio. As ocurre en BALDWIN, AClass 23, 1980; HARRISON, Hermes 116, 1988, y MIGNONA, Maia 45, 1993.
75 No iba a alegrar el nimo largamente con las flores, ni a mantener intacto el cinturn de doncella.
76 Queriendo engaar absolutamente la pueril mente de la doncella, ocult su divinidad, transform su aspecto y se convirti en toro.
EL MITO 235 No se mitiga en ningn momento que el dios, encaprichado con la joven, desea conseguirla y satisfacer sus instintos, aprovechndose de la candidez de una doncella que ha vivido hasta el momento en un mundo absolutamente simplista. La consideracin que hace el dios acerca de la ingenuidad mental de la muchacha, se hace evidente cuando, acariciando sin temor alguno al toro junto con sus amigas, se deja encandilar tontamente por la aparente mansedumbre del animal al que llega a comparar con una persona:
Esta benvola consideracin hacia la mente del toro por parte de Europa la pierde puesto que hace que confe en el dios metamorfoseado en animal. Slo ms tarde es cuando se lamenta, ya a lomos del toro, del extrao destino que la ha abocado a una situacin tan lejana de la prevista para una doncella como ella:
77 Ni un poco se parece a los dems toros, bulle en l un pensamiento sensato, como de ser humano, y slo carece de habla.
78 Ay de m, gran infortunada, habiendo abandonado lejos la casa paterna y unido a este toro, me aparto sola del camino recto!
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 236 La culpabilidad de Europa en este fragmento produce la impresin de que no ha sido objeto de un rapto, sino de que ella misma ha decidido su situacin. En unos versos finales abruptos se condensa el futuro de la joven:
La muchacha, depositada en Creta por Zeus, recibe un guardin, Talo, que vigila la isla, como regalo del dios. Esto lo recoge Apolonio en las Argonuticas (4. 1641-1644). Este autor tambin realiza alguna breve referencia a la expedicin en busca de Europa organizada por los hermanos en la misma obra (3. 1179-1181).
Hiplita
La reina de las Amazonas aparece mencionada por Apolonio en su obra pica. La versin que el poeta helenstico relata acerca de la consecucin del cinturn 80 , regalo de Ares, de la amazona por parte del hroe difiere bastante de otras 81 :
..-c v. v,`ucc. A,j.c:c M.`c..vvj.
79 La anteriormente doncella se convirti pronto en esposa de Zeus y proporcion hijos al Crnida y enseguida fue madre.
80 Para un estudio ms detallado acerca de la historia del cinturn de Hiplita, vid., por ejemplo, SCHAUENBURG, Philologus 104, 1960, pp. 1-13.
81 El tema ha sido tratado, por ejemplo, por Pausanias (1. 41. 7, y 5. 10. 9), Apolodoro (2. 5. 9), Higino (Fb. XXX).
La consecucin del cinturn de Hiplita por Heracles es, en la obra de Apolonio, no cruenta, mientras que en otras versiones implica un enfrentamiento que acaba incluso con la vida de la amazona, como ocurre, por ejemplo, en la versin de Apolodoro. Figura tratada fundamentalmente por autores tardos, aunque algn autor clsico como Eurpides haga alguna breve referencia a ella en tragedias como Hiplito o Heracles. Apolonio la retrata a Hiplita intercambiando su famoso cinturn, regalo de Ares, por su hermana Melanipa, previamente apresada por Heracles, lo cual tambin constituye un elemento original frente a la mayor parte de las versiones acerca de la consecucin del cinturn por parte del hroe. La serenidad que preside el intercambio, del cual todo el mundo sale indemne, contrasta con la violencia generalmente atribuida a Hiplita y a sus Amazonas, que manifiestan en este mismo episodio otros autores al tratar el tema.
Hipspila
La reina de las mujeres lemnias es un personaje destacado de Las Argonuticas de Apolonio Rodio 83 . Es una figura tratada desde Homero y
82 All una vez el hroe Heracles tendi una emboscada a Melanipa, hija de Ares, que se haba adelantado, e Hiplita le entreg como rescate por su hermana su abigarrado cinturn, y ste la solt sana y salva despus.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 238 que fue centro de atencin tambin de los trgicos de poca clsica. Hipspila, la reina de Lemnos, tuvo gran trascendencia desde el punto de vista de los tres trgicos clsicos, puesto que cada uno le dedic una tragedia, a la que el nombre propio de la reina daba ttulo, con excepcin de la obra de Sfocles que se titulaba Lemnias. Desafortunadamente las tragedias de ste ltimo y de Esquilo se han perdido, mientras que de la obra de Eurpides slo se conservan algunos fragmentos 84 . Su presencia seguira siendo constante en el helenismo y en autores tardos. Apolonio refleja a una mujer que se diferencia del resto de sus congneres de Lemnos porque salva a su padre 85 , y hereda de l el deber de reinar 86 . Rodeada por un ambiente en el que se respira un constante deseo femenino por encontrar pareja 87 , aparece como una mujer que se siente atrada por el jefe de los expedicionarios que arriban a su isla ya en su primer encuentro:
j : .,-`.:. cc. c`ucc
83 Entre los estudios que tienen como referencia a esta figura mtica se pueden citar, por ejemplo, los siguientes: LEHNUS, ZPE 112, 1996, p. 18; KYTZLER, JAC 11, 1996, pp. 43-51; NUGENT, Scholia 5, 1995, pp. 46-71; LENS TUERO-MIGUEL JOVER, EFG 1, 1985, 111-148; DELARUE, Latomus 29, 1970, pp. 442- 450; OIKONOMIDES, VTu 4, 1965, pp. 75-78.
84 Precisamente a partir de estos fragmentos, realizaron LENS TUERO y MIGUEL JOVER un intento de reconstruccin en EFG 1, 1985, pp. 111-148.
85 Es casi generalizada, entre los autores que han relatado el mito, la versin que narra la salvacin de Toante a manos de Hipspila, vid., por ej., NUGENT, Scholia 5, 1995, p. 56.
86 El hecho de que Hipspila conserve la dignidad y la sangre fra en medio de la situacin tremenda que se produce en Lemnos es caracterstica de una de las versiones de la leyenda, segn DELARUE, Latomus 29, 1970, p. 450, quien tambin seala las versiones que defienden la inocencia de la reina, frente a otras que la consideran tambin culpable de la situacin, para ello vase la n. 1 de la misma pgina.
87 Cf. LEVIN, Argonautica Re-examined, pp. 69-71.
EL MITO 239 vc,-...-j .,u-j.. vc,j.:c, (1. 790-791) 88
El arrobamiento de la reina cuando Jasn accede a su presencia indica la impresin que ste causa en ella, y que se ver confirmada con el desarrollo de los acontecimientos 89 . As, cuando la partida no puede posponerse por ms tiempo, pues Heracles ha levantado una voz de protesta a causa de lo que parece una distraccin del verdadero fin de la expedicin, Hipspila llora por la partida de su hroe:
En el duro momento de la despedida slo pide a Jasn que no la relegue al olvido y que le deje instrucciones para el caso de que tuviera descendencia suya 91 :
88 sta, inclinando su mirada, se enrojeci en sus mejillas virginales.
89 Se ha sealado el paralelismo existente entre este pasaje y el encuentro de Medea y Jason en el libro 3 de las Argonuticas (vv. 1008-1010).
90 Y de este modo Hipspila rogaba, cogiendo las manos del Esnida, y le fluan las lgrimas por la falta del que se iba.
91 Esto, segn Homero (Il. 7. 468-469), efectivamente ocurre, y tambin segn otras muchas versiones, cf. NUGENT, Scholia 5, 1995, p. 51.
92 Ten presente a Hipspila, no slo en la lejana sino tambin cuando regreses a la patria. Djanos alguna palabra, que con gusto tratar de cumplir, si los dioses me otorgaran tener un hijo.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 240
Esta descendencia supone para Hipspila, y por tanto para las dems mujeres de la isla, la restauracin del orden perdido, por lo cual junto con la tristeza por la partida se percibe una cierta satisfaccin. El amor que los haba unido se rememora de nuevo en el libro 3 de las Argonuticas, cuando Jasn se cubre con el manto que Hipspila le haba regalado 93 :
Es una de las grandes figuras mticas de la literatura griega, atractiva en gran medida debido a su complejo carcter 95 . Se encuentra su rastro desde los primeros autores griegos y no se perder a lo largo de toda la historia literaria. Hesodo (Teogona, 992-1002), Pndaro (Ptica 4) o Eurpides, con su tragedia Medea, se encuentran entre los autores que la tuvieron en cuenta, de forma sealada, en sus composiciones literarias. En el helenismo, aunque sirve de punto de referencia para autores varios, como
93 Acerca de la trascendencia del manto, vid. WULFF ALONSO, Fortaleza asediada, pp. 195-196. Este manto, smbolo de amor, se convierte tambin en instrumento de muerte cuando Medea lo utiliza en el libro 4 en la trampa que tiende a su hermano, segn DYCK, Hermes 117, 1989, p. 460.
94 El que en otro tiempo le entregara la lemnia Hipspila como recuerdo de su lecho ardiente.
95 Entre los numerosos trabajos que se ocupan de Medea, se pueden citar, a modo de ejemplo, los siguientes: DUGAS, REA 48, 1945, pp. 5-11, y CRAI 1943, pp. 462-463; JEFFERS, Medea, New York 1946; FOREHAND, CJ 67, 1972, pp. 293-298; NORMA, CB 45, 1968, pp. 17-20; FRIEDRICH, A&A 12, 1966, pp. 3-28; HANSON, G&R 12, 1965, pp. 54-61; CAPOVILLA, RIL 91, 1957, pp. 739-802; HAAS, UF 7, 1975, pp. 227-233; KNOX, YClS 25, 1977, pp. 193-225; BELLONI, CCC 2, 1981, pp. 117-133; COWHERD, CW 76, 1983, pp. 129-135. Para una visin del mito desde Grecia hasta hoy, vid. el reciente libro editado por A. LPEZ y A. POCIA, Medeas, 2002.
EL MITO 241 Apolodoro (1.9.23-28) o Pausanias (2.3.6,7,11), destaca, entre los poetas, Apolonio quien le dedica una atencin especial en su obra, donde se preocupa de describir con detalle la situacin a la que la herona se enfrenta cuando Jasn arriba a su pas. Teniendo en cuenta esta riqusima tradicin griega del personaje no es de extraar la repercusin que tendra tambin en los autores latinos, como por ejemplo Ovidio (Tristia 3.9, Metamorfosis 7. 9, 296, Heroidas 6.103). La Medea 96 retratada por Apolonio refleja la gran complejidad interna de esta figura mtica 97 . Sus grandes dudas e incertidumbres acerca de los acontecimientos que ocurren en la Clquide a partir de la llegada de Jasn, que la empujan hacia situaciones anteriormente insospechadas, estn magnficamente reflejadas por el poeta helenstico, quien tendra como influencia destacada el detallado estudio de carcter de la gran tragedia eurpidea dedicada a esta mujer del mito 98 . Medea vive en la Clquide como miembro de la familia real, y sobre todo, como sacerdotisa de Hcate. Esta funcin constituye parte importante de su forma de vida, y relacionados con ella se encuentran los conocimientos mgicos de la princesa, sobrina adems de Circe, otra gran maga de la literatura. A todas ellas, adems de a otra maga griega llamada
96 En el captulo dedicado a la mujer y al amor se hace un anlisis de la complejidad y gran profundidad que refleja Apolonio en sta figura, por lo cual este aspecto ser tratado en este apartado de una forma general.
97 Acerca de las influencias que la Medea apoloniana recibe de la tradicin anterior vid., por ejemplo, VALGIGLIO, RSC 18, 1970, pp. 325-331.
98 As DYCK, Hermes 117, 1989, pp. 455-470, defiende que el poeta helenstico pretende a travs del tratamiento del texto en el libro 4 de su obra anticipar la tragedia que sobrevendr a su herona en Corinto, ms que integrar los contrapuestos componentes de la personalidad de Medea.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 242 Perimede 99 , hace referencia la hechicera del idilio La Hechicera de Tecrito:
c., , |-cc :ccv`j., -c. ., .`, c.. vc:.., c,c-c cu .,:.cc .,...c j. . |.,-c, j. . Mj:..c, j. c.-c, l.,.j:c,. (vv. 14-16) 100
La relacin de Medea con la magia ser determinante para su ayuda a Jasn, pues sin sus pociones mgicas hubiera sido imposible la victoria del hroe en la pruebas impuestas por Eetes. Son, por ello, apropiados eptetos, que frecuentemente se le atribuyen, como v`uc,c-, 101 (Arg. 3. 27 y 4. 1677), que ya haban utilizado Homero (Od. 10. 276) y Hesodo (fr. 302. 15 Prez Jimnez y Martnez Dez) para referirse a Circe, o v`u-.,:., (Arg. 3. 1364). La ambivalencia de la magia practicada por la maga la explicita Apolonio en su obra:
|, -c. .,.c. ..-.c-.. j ... v``c c,c-c . c .. .c-`c c :. ,c.cj,. .-... (3. 802-803) 102
Esta actividad, apartada del mundo terrenal, podra otorgar a Medea cierta ventaja para hacer frente a los reveses de la vida, pero no ocurre as y las
99 Acerca de sta, vid. MOREAU y GHIRON-BISTAGNE (eds.), Femmes Fatales, p. 173.
100 Salve, Hcate horrenda, acompanos hasta el final en la realizacin de estos hechizos de modo que no sean peores que los de Circe, los de Medea o los de la rubia Perimede.
101 Epteto que engloba la naturaleza diversa de la ayuda que Medea proporciona a Jasn, cf. HOLMBERG, TAPhA 128, 1998, p. 157.
102 Y sigui hacia el arca en la que guardaba sus numerosos frmacos, unos buenos y otros mortales.
EL MITO 243 decisiones que se ve obligada a tomar cuando los Argonautas llegan a la Clquide constituyen todo un drama para la herona. Sus cavilaciones en uno u otro sentido ocupan gran parte de los libros 3 y 4 de la obra pica de Apolonio. En el libro 3 (vv. 750-800) se debate entre la lealtad o la traicin a la familia, por el amor de Jasn, y hasta el suicidio se convierte en una posibilidad para salvar la tremenda situacin que afronta. Sin embargo, la atemoriza la muerte, y esto la retiene: c``c . c.. :.. `. cu,.,. -cc ,..c, j`- A.:c, .c. : ccc.j :j,. ,... (3. 809-811) 103
Manifestacin clara del temor a la muerte en Medea, personaje que, como es bien conocido, no siente el mismo reparo a la hora de intervenir directamente en la muerte de algunos seres de su entorno, como su hermano Apsirto. Este asesinato difiere en la forma de ser llevado a cabo por Medea en la obra de Apolonio de otras versiones como la de Apolodoro (1. 9. 23-28), que est influenciado por Eurpides. La muchacha capaz de participar en el asesinato de su hermano, en el libro 4, difiere mucho de la acongojada y atribulada joven que se nos presenta en el libro 3 104 . Esta dicotoma de la personalidad de Medea es una constante en su carcter, que tambin refleja Ovidio en su tratamiento del tema 105 .
103 Pero, de pronto, le sobrevino al corazn un terror espantoso del terrible Hades y la domin el estupor durante largo tiempo.
104 Cf. BYRE, Phenix 50, 1996, p. 3. El autor que manifiesta las diferencias existentes entre la Medea del libro 3 y la del libro 4, se muestra en desacuerdo con aquellos autores que llevan esta diferencia hasta el punto de hablar de dos Medeas.
105 Cf. ROSNER-SIEGEL, CJ 77, 1982, p. 234.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 244 Medea sufre una evolucin que la lleva desde el tratamiento que hace Hesodo de ella hasta la degradacin progresiva que van suponiendo los aadidos posteriores de cada uno de los que tratan su historia y que la van arrastrando hacia el mal y la socavacin de los valores familiares 106 .
Mgara
Esposa de Heracles que aparece tratada en la literatura griega desde Homero (Od. 11. 269), Pndaro o Eurpides 107 , quien destaca por el detallado retrato que realiza de la Mgara esposa y madre. En el helenismo, Pseudo Mosco 108 le dedica una pequea composicin a la que titula con su nombre 109 . Esta obra muestra a un hroe, Heracles, quien desde un segundo plano, sirve de estmulo para las reflexiones principales de su esposa y de su madre 110 . El reflejo del alma femenina en la literatura griega no es una novedad, pero s lo es que adquiera primaca sobre los eventos heroicos 111 .
106 Cf. MOREAU y GHIRON-BISTAGNE (eds.), Femmes Fatales, p. 175.
107 Precisamente su tragedia Heracles se cuenta entre las principales influencias de esta composicin, cf. BROSO SNCHEZ (ed.), Buclicos griegos, p. 350.
108 La autora de Mosco para esta obra est hoy prcticamente descartada, cf., entre otros, PREZ LPEZ, Minerva 9, 1995, p. 58; GARCA TEJEIRO y MOLINOS TEJADA, Buclicos Griegos, p. 283; LEGRAND, Bucoliques Grecs.II, pp. 167-168.
109 Este epilio atribuido a Mosco ha sido objeto de numerosos estudios. Conviene destacar entre stos los siguientes: BREITENSTEIN, Recherches sur le pome Megara, Copenhague 1966; VAUGHN, The Megara (Moschus IV), text, translation and commentary, Berna-Stuttgart 1976; GIANGRANDE, AC 66, 1997, pp. 261-269; PREZ LPEZ, en AVIIICSEEC, vol. II, 1994, pp. 315-321, y Minerva 9, 1995, pp. 57-69; PLASTIRA-VALKANOU, Habis 30, 1999, pp. 127-134.
110 Esta forma de dar protagonismo a personajes secundarios, femeninos, relacionados con la vida del hroe griego por antonomasia es tpicamente helenstica, cf. PREZ LPEZ, Minerva 9, 1995, p. 58.
111 Cf. LEGRAND, Bucoliques grecs, pp. 166-167.
EL MITO 245 En la obra de Pseudo Mosco, la esposa de Heracles, Mgara, se lamenta grandemente de la suerte corrida por sus hijos, muertos a manos de su propio padre:
El dolor que el poeta refleja aqu en el personaje de la esposa de Heracles, se ha relacionado con el sentido por Tetis cuando acude a la llamada de su hijo en la Ilada (1. 414) 113 . Mgara llora infortunios ocurridos tiempo atrs, pero que la siguen afectando en grado sumo, lo que le reprocha su suegra 114 . Pero, an as se confiesa todava enamorada de su marido:
Existe alguna versin en la que tambin Mgara resulta muerta por Heracles, como por ejemplo la de Eurpides en su tragedia Heracles, pero la mayor parte de los autores que han tratado el tema no consideran que
112 Como yo, madre desgraciada, llorando a mi amada descendencia, erraba con pies enloquecidos por el palacio.
113 Cf. PREZ LPEZ, Minerva 9, 1995, pp. 59 ss., en las que el autor establece la relacin entre los dos pasajes teniendo como base el adjetivo c..-..c que aparece en el texto reseado, que tambin le sirve para establecer relaciones entre Mosco y Tecrito (Id. 24).
114 Cf. GIANGRANDE, AC 66, 1997, p. 264.
115 Infortunada, al alcanzar el lecho de un varn irreprochable, al que estimaba como a la luz de mis ojos, y an ahora venero y respeto en mi nimo.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 246 sta fuera vctima tambin de la locura de ste, como Apolodoro (2. 4. 12) o Pausanias (10. 29. 7). La muerte de los hijos de Mgara a manos de su padre, aunque trgica, parece ser sobrellevada por su madre en cierta manera, puesto que tamaa desgracia no la ha hecho renegar del esposo, aunque mitigue el rencor el hecho de que un acto tan terrible pareciera deberse a una extraa enajenacin.
Sinope
Apolonio recoge, respecto a esta figura mtica la versin de su doncellez intacta, tras prometerle Zeus, prendado de ella, que le concedera cualquier deseo, lo cual se repite en una escena muy similar entre el dios y su hija rtemis que Calmaco narra en su Himno (vv. 4-7) dedicado a esta diosa. El texto de las Argonuticas es el que sigue:
Zeus enredado en su propia trampa es una situacin poco frecuente en la mitologa, pues lo habitual es que el dios consiga lo que quiere mediante sus distintos subterfugios. La virginidad de Sinope se mantuvo intacta no slo para los dioses, sino tambin para los hombres, como precisa Apolonio:
116 Y le otorg la virginidad el mismo Zeus, al haber sido atrapado en sus promesas.
Esta versin de Apolonio se contradice con aquella que la hace madre de un tal Siro. Dos variantes para el mito de una figura femenina poco frecuente en los textos literarios. Diodoro Sculo (4. 72), se encuentra entre los escasos autores que la han mencionado en su obra. La virginidad 118 es un regalo divino que Sinope no puede otorgarse a s misma, sino que tiene que recibir de la magnanimidad de Zeus, que en este caso pretenda todo lo contrario. Ella, como mujer, no puede elegir el celibato para s misma, pues el papel social que debe desempear, al incluir matrimonio y maternidad, no lo implica, pero el dios omnipotente que lo preside todo s puede ofrecrselo, lo cual se revela como una paradoja.
10. 3. Las mujeres del mito que se han tratado, y tienen una mayor o menor presencia en los textos poticos del helenismo, son una pequea representacin del amplio espectro de figuras mticas femeninas de la mitologa griega. Algunas gozan de una amplia tradicin literaria, mientras que otras son figuras que adquieren una cierta entidad a partir de este momento y que se ver reforzada por el tratamiento que luego les dispensarn los autores latinos. La madre, la hermana o la esposa de los distintos hroes o personajes masculinos del mito, a menudo adquieren una preponderancia que no
117 Y ningn hombre la cautiv con deseables abrazos.
118 Acerca del concepto griego de la virginidad, vid., por ejemplo, SISSA, Annales (ESC) 39, 1984, pp. 1119-1139; COOPER, Virgin and Bride; SISSA, Greek Virginity.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 248 haban tenido anteriormente, como ocurre con Alcmeda, Alcmena, Mgara o Calcope. Los poetas superponen estas figuras, en ocasiones, por encima de hroes como Heracles o Teseo, como hace Calmaco en su obra Hcale. El protagonismo femenino no es extrao en los textos de este momento, entre los cuales se cuenta aqul en que Medea se convierte en figura central frente a un hroe como Jasn. La relevancia del personaje femenino en otras ocasiones simplemente se aumenta frente al tratamiento recibido en pocas anteriores, como es el caso de Alcmeda o Calcope, personajes conocidos en la literatura precedente, pero que no haban sido objeto de semejante atencin. Atalanta, Cirene o Sinope son figuras que viven en los bosques ajenas al comportamiento tipcamente femenino, pero que sucumben en algn momento a la presin del entorno. Atalanta, rechazada de la expedicin en la versin de Apolonio, para no crear problemas de amor en un viaje caracterizado por las historias de amor de su gua, abandonar la vida agreste cuando sucumba al amor. Cirene tambin deja la vida montaraz para pasar a formar parte del grupo de mujeres destinadas a ser madres de hijos de dioses. Sinope representa uno de los escasos ejemplos de mujeres que consigue lo que quiere, al conservar su doncellez por concedrsela Zeus. Consigue vivir al margen de los imperativos sociales al no acceder al matrimonio ni la maternidad, pero slo porque el dios, en una actuacin egosta, le concede su deseo cuando pretenda lo contrario. Tambin la divinidad provoca la cruenta actuacin de gave, quien junto con su hermana Ino y otras mujeres, acaba con la vida de su hijo Penteo. Ella no es consciente de su acto y, por ello, no se condena su parricidio.
EL MITO 249 Arete es una esposa con ciertas prerrogativas que no eran frecuentes en stas, pero que debe aparentar siempre una actitud de inferioridad frente al poder del marido. Hipspila supone el primer conflicto amoroso de Jasn durante su expedicin. Cornide es el ejemplo palpable de la soberbia divina y masculina frente a la infidelidad femenina. Amada por Apolo, del que espera un hijo, comete la osada de serle infiel. La respuesta del dios no se hace esperar y es absolutamente contundente. Slo su hijo le inspira compasin en el ltimo momento y lo rescata del cadver de su madre. La mujer no debe asumir jams la eleccin de sus amantes. En el mundo mtico se observa que la mujer, como en lo que parece desprenderse del mundo humano, adquiere un cierto protagonismo que antes no tena, o concerna a aspectos ms generales o externos de su personalidad. Los poetas intentan adentrarse en los sentimientos y sensaciones femeninas, otorgan una mayor riqueza a estos personajes. Esto no significa que se haya producido un gran avance en cuanto a la consideracin de la mujer como ser inferior, no digno de igualarse en actitudes y capacidades con el varn.
Medea con Pelias o Egeo. Kylix tica de figuras rojas (Vaticano, Museo Gregoriano Etrusco Inv. 16538. Foto Museo)
ANEXOS I. LEMNOS: LA ISLA SIN VARONES
I.1. La extincin del linaje masculino de la isla de Lemnos a manos de las mujeres ocupa una amplia extensin en el libro 1 de las Argonuticas de Apolonio Rodio. Su importancia es grande puesto que se empieza a vislumbrar en la obra, con este episodio, la diferencia entre los hroes picos homricos y Jasn, que es generalmente considerado un hroe diferente, incluso un antihroe 1 . Esta historia a primera vista refleja una rebelin femenina frente al sexo opuesto, y parece indicar una supremaca de aquel sexo frente al masculino. Sin embargo, la lectura detenida proporciona una visn diferente. La imposibilidad de perpetuarse para una sociedad sin varones
1 Cf., entre otros, BEYE, GRBS 10, 1969, pp. 31-55; LAWALL, YClS 19, 1966, pp. 119-169; HOLMBERG, TAPhA 128, 1998, pp. 139-140.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 254 queda patente 2 . En los primeros versos que Apolonio dedica al suceso ya expone su opinin sobre la actuacin femenina en ste, a la que califica de sin piedad (.j`...,, v. 610), continuando as la tradicin literaria precedente. Afrodita desencadena la accin criminal de las mujeres lemnias en venganza por la falta de tributo recibida. Apolonio obvia la mencin a la dysosmia que sufran las lemnias 3 , recogida en otras versiones. Es tan difcil de comprender que la venganza femenina hacia unos maridos que las abandonaban se extienda a todo el linaje masculino de la isla, como que no haya manifestacin de remordimiento en las mujeres por la accin cometida. El nico temor se encuentra en el hecho de que la noticia de su crimen se pueda conocer y propagar.
I.2. El episodio de la isla de Lemnos, al que Apolonio dedica un amplio espacio en las Argonuticas (1. 606-909), goza de gran tradicin entre los autores grecolatinos. Ya existan en Homero algunas referencias a personajes relacionados con este mito (Il. 7. 468; 23. 747). Pndaro tambin se ocup de este episodio (Ptica 4. 251-254), utilizando un adjetivo de tradicin homrica, para calificar a las lemnias: c.:,.. (v. 251), cambindole el sentido al pasar de ser un epteto laudatorio del varonil espritu combativo, a ser el adjetivo definidor de la terrible accin de las
2 Apolonio recoge a lo largo del episodio la necesidad de perpetuarse de la especie para que la sociedad tenga un futuro, lo cual es manifiestamente imposible sin la intervencin masculina. Otros autores que se han ocupado del episodio lemnio insisten en ello, como Higino.
3 Cf. DUMZIL, Lemniennes, p. 47; y DELARUE, Latomus 29, 1970, p. 443, quien indica que la dysosmia est ausente en las versiones tardas de la leyenda.
LEMNOS: LA ISLA SIN VARONES 255 lemnias. Este calificativo pasara a ser una carga eterna para estas mujeres, como castigo a su rechazo del matrimonio 4 . Pndaro, que proporciona el tratamiento de asesinas a las lemnias coincidiendo con una tradicin literaria generalizada, sin embargo difiere de la mayora de las versiones en situar el encuentro de los argonautas y las lemnias durante el regreso de la expedicin en lugar de localizarlo durante el viaje de ida. La tragedia y la comedia clsica tampoco pasaron por alto las referencias al episodio que se encuentra, por ejemplo, en Esquilo (Coforas, 631-637), Eurpides (Hcuba, 887) o Aristfanes (Lisstrata, 299). En unos casos las menciones, que son breves, tienen como objeto sealar la fuerza que puede tener el sexo femenino, como en Hcuba, pero en general se hace referencia al episodio como a un acto de absoluta barbarie. La tremenda accin de las mujeres se considera un paradigma del mal, especialmente en poca clsica 5 . Entre los numerosos autores que hicieron mencin de este episodio estn autores tardos latinos como Valerio Flaco (Argonuticas), Higino (Fab. XV) o Estacio (Tebaida). La alusin de Apolonio a la Lemnos de los sintios (v. 608) a la que arriban los Argonautas no es casual, sino intencionada, y tiene la funcin de prevenir desde el comienzo acerca de la isla salvaje a la que llegan los expedicionarios 6 . Esta consideracin de agrestes para los pobladores de la isla es una observacin generalizada entre los autores que han abordado el
4 Cf. BUXTON, Imaginario, p. 122.
5 Cf. DUMZIL, Lemniennes, pp. 41 ss., toma el ejemplo de dos autores clsicos de gran peso literario, Esquilo y Herdoto, que pone como paradigma de la consideracin atribuida a los crmenes de las lemnias: `j..c -c-c.
6 Cf. LEVIN, Argonautica re-examined, p. 59, donde insiste en el conocimiento que tena Apolonio de pasajes de Homero y Helnico en los cuales estos autores aludan a la crueldad sintia.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 256 tema 7 . A este prembulo sigue la narracin, por parte de Apolonio, de la ominosa accin llevada a cabo por las mujeres de este isla: el asesinato de toda la poblacin masculina, con la nica excepcin de Toante, el padre de Hipspila 8 . La salvacin de Toante, considerada crucial en el episodio, se interpreta tambin de modo diverso. Su figura se considera, en algn caso, como representante de una sociedad patriarcal 9 , y tambin se le considera como hijo de Dioniso. El mito ha pasado por varias fases en su interpretacin. Desde una supuesta base histrica 10 , hasta una interpretacin psicolgica, segn la cual el origen de figuras mticas como las lemnias habra que situarlo en la influencia de una madre poderosa y resentida contra los hombres por su marginacin social 11 . Es evidente, sea cual sea la interpretacin del mito, el horror que la historia produca entre los griegos, como se refleja tambin en Apolonio:
7 Cf. DUMZIL, Lemniennes, quien trata el tema de la procedencia de las lemnias en la pp. 37 ss.
8 Hay versiones, las menos, en que no ocurre as. Cf. DUMZIL, Lemniennes, pp. 76 ss.
9 Por ello BURKERT, Homo necans, pp. 191-192, considera que es salvado, y adems aade que el mar es el elemento que hace desaparecer la sociedad patriarcal representada por Toante, y el elemento que la reinstaura a travs de los Argonautas.
10 Cf. BURKERT, CQ n.s. 20, 1970, p. 15, donde seala los intentos por parte de Wilamowitz o Bachofen de proporcionar una base histrica al episodio de Lemnos.
11 Cf. SLATER, The Glory of Hera, p. 165.
12 All al mismo tiempo toda la poblacin haba sido asesinada sin piedad el ao anterior mediante una transgresin de las mujeres.
LEMNOS: LA ISLA SIN VARONES 257 Apolonio cuenta que los varones de la isla haban repudiado a sus esposas en favor de cautivas tracias, instados por la clera de Cipris, sin hacer mencin a la dysosmia 13 que contribuy en gran manera al rechazo de los maridos, segn otras versiones. Algunos justifican la ausencia de mencin al hedor desprendido por las mujeres por la dificultad posterior que implica para explicar cmo desaparece ste en el momento en que los argonautas arriban a la isla 14 . La interpretacin que Apolonio ofrece para explicar la aniquilacin de todos los varones de Lemnos, es la de que ningn superviviente del gnero masculino tratara de hacer pagar su crimen a las mujeres:
Las lemnias han dado rienda suelta a su irracionalidad. Esta irracionalidad femenina que las lleva a la incompetencia, por lo cual para el poeta ms que en culpables pasan a convertirse en infelices 16 . An as, el exterminio
13 Este desagradable olor tena diferentes procedencias, segn los distintos autores que lo mencionan, cf. DUMZIL, Lemniennes, p. 47. Tambin se asocia frecuentemente el hedor con la ginecocracia, cf. GONZLEZ TERRIZA, CFC (G) 6, 1996, p. 277.
14 Cf. DUMZIL, Lemniennes, p. 99.
15 Oh infortunadas e insaciables de celos, lamentablemente no slo aniquilaron a sus esposos con ellas junto al lecho, sino a la vez a toda estirpe viril, de modo que en el porvenir no tuvieran que pagar pena alguna por su miserable crimen.
16 Cf. GEORGE, Hermes 100, 1972, p. 53.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 258 de todos los varones de la isla para que en ningn momento pueda germinar el brote de una venganza posterior, sin reparar en ningn tipo de afecto filial, resulta difcil de entender 17 , cuando es un problema de afectos el que las arrastra al paroxismo. Por otra parte, la atribucin que Apolonio hace a los celos como motivo de las lemnias para acometer su accin resulta difcil de creer cuando en la sociedad griega la mujer estaba acostumbrada a que fueran varias las figuras femeninas que podan girar, de una forma u otra, en torno al varn. La intervencin de la clera divina se torna entonces en una causa ms comprensible para el desencadenamiento de los distintos hechos que se suceden. Durante el perodo de transicin entre el asesinato y la llegada de los argonautas 18 , se observa en la descripcin de Apolonio a unas mujeres que se adaptan perfectamente a la realizacin de tareas tpicamente masculinas:
17 En este sentido, la teora de BACHOFEN, Matriarcado, pp. 219-243, de considerarlas una especie de amazonas que tratan de instaurar un mundo sin varones, hace ms comprensible el crimen.
18 Cf. BURKERT, Homo necans, p. 191, quien considera una transicin el perodo de gobierno de las mujeres. CANTARELLA, Calamidad ambigua, p. 24, lo considera un perodo patolgico de dominio de las lemnias, destinado a desaparecer.
19 Para todas stas, los rebaos de bueyes y el cubrirse con armadura de bronce y el surcar campos frtiles era ms fcil que los trabajos de Atenea, a los que antes siempre se haban dedicado.
LEMNOS: LA ISLA SIN VARONES 259 Esta adaptacin de unos trabajos que generalmente estaban realizados por varones slo se ve empaada por la manifestacin de un temor tradicionalmente atribuido al sexo femenino 20 , a una posible invasin tracia 21 : c``c ,c, .vj, j -cc :j vcvc... .v. v`cu. cc. v.. :..c. `.u,c`.. v. ,j.-., .cc. (vv. 630-632) 22
El modelo social instaurado tras el asesinato en el cual algunos han pretendido ver un matriarcado o ginecocracia 23 , no es considerado como tal por otros, debido a la ausencia de varones, a los que poder someter, en la sociedad creada 24 . El hecho de que sea una mujer quien reine no pasa inadvertido a los argonautas, por lo inhabitual, y Apolonio repara en ello, hacindoles reflexionar sobre este hecho. La mensajera de Hipspila, Ifade, debe
20 Cf. LEVIN, Argonautica Re-examined, p. 61.
21 En la versin de Estacio, las lemnias llegan incluso a trabar combate con los Argonautas. Para un estudio de la versin de Estacio, vid. NUGENT, Scholia 5, 1995, pp. 46-71. Apolonio, no obstante, en este aspecto ofrece una imagen realista al contrastar el entusiasmo por la nueva distribucin social y, a la vez, el temor por un posible ataque tracio. En la obra de Apolonio prima la solucin diplomtica, confiada a Etlides, como mensajero de los Argonautas, como aparece en LEVIN, Argonautica Re-examined, p. 63.
22 Pero, sin embargo, a menudo miraban vidamente hacia el extenso mar con miedo digno de lstima, por si venan los tracios.
23 Cf. BACHOFEN, Matriarcado, p. 220.
24 Cf. CANTARELLA, Calamidad ambigua, p. 24. Se comprende mejor, teniendo en cuenta, por ejemplo, la repercusin del mito, el que Cantarella crea que se trata ms bien de una especie de exorcismo del poder femenino.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 260 tranquilizarles al respecto, mintiendo acerca de la muerte del rey Toante, que implica la subida al trono de su heredera. La asamblea es el momento de reflexin en que las mujeres discuten su situacin. La intervencin de Hipspila revela la conciencia clara de la accin acometida, pero la existencia de temor se da slo en tanto en cuanto se pueda llegar a saber lo ocurrido. No existe otro tipo de concienciacin 25 . Por ello, Hipspila en su intervencin en la asamblea, propone alejar a los argonautas para que no pueda llegar hasta ellos noticia alguna de su terrible accin:
El planteamiento que Polixo hace de la situacin en la misma asamblea difiere del de Hipspila fundamentalmente en que la experiencia que la edad le ha otorgado le hace enfocar la situacin desde otro punto de vista. La condena a la desaparicin absoluta de su alternativo modelo social es lo que ella cree que debe empujarlas a acoger a los argonautas, como posibles salvadores de la extincin hacia la que se ven abocadas. Tras una muy detallada descripcin del manto que Jasn se pone para adentrarse en la ciudad (vv. 721-767) 27 y encontrarse con la reina, se
25 Cf. GEORGE, Hermes 100, 1972, p. 55.
26 Y no sea que persiguindonos por necesidad, lleguen a enterarse con exactitud, y se expanda la terrible noticia por muchos sitios, pues hemos llevado a cabo una accin tremenda.
27 Descripcin a la que GEORGE, Hermes 100, 1972, pp. 49 ss., otorga gran importancia dentro del episodio, puesto que supone un punto de contacto entre el poeta y el lector.
LEMNOS: LA ISLA SIN VARONES 261 menciona el por qu de la no admisin de Atalanta en la expedicin (vv. 772-773). En el cruce de estos dos pequeos enclaves sociales: uno femenino en Lemnos, y otro masculino en la Argo, se explica por qu no est Atalanta en la expedicin, ocasionando as que slo est formada por varones. La justificacin que Apolonio proporciona acerca de los conflictos que una mujer podra provocar en una nave tripulada slo por varones, se sostiene por este mismo episodio de intercambio entre los marinos y las mujeres de tierra, que acabar convirtindose en un obstculo para la continuacin de la expedicin. El fin de la sociedad exclusivamente femenina y la recepcin de los expedicionarios llena las calles de la isla de mujeres alborozadas y felices que dan su bienvenida a varones, que, en cierta forma, van a sustituir a los desaparecidos. Es un triunfo del modelo social patriarcal. Hipspila, al enfrentarse por vez primera a Jasn, combina su virginal presencia con la ms refinada seduccin, extremos opuestos, si no se considerase la seduccin una caracterstica innata de la mujer:
28 sta, bajando la vista al inclinarse, hizo enrojecer sus virginales mejillas, sin embargo, a pesar de haberse ruborizado, se dirigi a ste con palabras zalameras.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 262 Las palabras engaosas de Hipspila a Jasn, ocultando lo realmente acaecido en Lemnos, son tambin una caracterstica intrnseca en la mujer, segn la tradicin misgina griega. Palabras que son aceptadas sin ningn resquicio de duda por Jasn, quien, con casi todos los argonautas, pasa a participar de la fiesta que se organiza en la ciudad por la aceptacin de la hospitalidad, muy amplia, de las mujeres. El dulce deseo que Cipris inspira en stas para que Lemnos pase a estar de nuevo habitada por hombres resulta extrao, cuando fue la misma diosa quien quiso castigarlas. Heracles monta en clera ante la situacin e ironiza sobre la celebridad que alcanzar Jasn como repoblador de la isla, decidido a partir si la situacin se prolonga. Sus duras palabras en las que pone en duda la c.:,..c de los expedicionarios entregados a la molicie, surten efecto. Nadie se atreve a replicarle, ni siquiera Jasn, y todos embarcan para continuar con la expedicin. Se produce la despedida de las mujeres. El abrupto final en modo alguno es propiciado por Jasn. Las mujeres sencillamente se despiden y lloran sin ningn tipo de rebelin. Hipspila lamenta la partida de Jasn y slo le pide instrucciones en caso de que tenga un hijo suyo. La accin precedente de estas mujeres se ha olvidado. Han recuperado el trato con el linaje masculino que se haban propuesto aniquilar y estn agradecidas por ello. Ya no quieren ms. Slo ofrecen su espera. Es la vuelta del orden establecido.
I. 3. Todo este episodio que se desarrolla en Lemnos ha sido consi- derado un avance de lo que ser el periplo de los Argonautas tras el
LEMNOS: LA ISLA SIN VARONES 263 Vellocino 29 . El comportamiento de Jasn y el de los Argonautas es un adelanto de lo que ser su actitud a lo largo de la expedicin. La historia de amor entre Jasn e Hipspila tambin se considera un preludio de lo que ser la pasin amorosa entre Medea y aqul. El intento de segregacin femenina, para conseguir libertad 30 , que las mujeres llevaron a cabo es absolutamente desmantelado por la experiencia que otorgan los aos, personificada en el episodio por la anciana nodriza, que es la primera en constatar que un mundo sin varones es imposible. El poder de las mujeres se torna utpico una vez ms en el mito 31 , que, al final, viene a sustentar el modelo patriarcal, al expresar un temor del hombre griego que se resuelve positivamente para l 32 . Slo se permite una cierta estructura institucional de mujeres en eventos como las Tesmoforias 33 , que suponan para la mujer una va de escape a la situacin de sometimiento que cotidianamente viva.
29 Cf., entre otros, GEORGE, Hermes 100, 1972, pp. 47-63 y HOLMBERG, TAPhA 128, 1998, pp. 140- 142.
30 Cf. WALCOT, AncSoc 18, 1987, p. 29.
31 Cf. GONZLEZ TERRIZA, CFC (G) 6, 1996, p. 294.
32 El mito deviene una forma de expresin de los miedos profundos, entre otros sentimientos, de los griegos, cf. SHAPIRO, Eros in love: pederasty and pornography, en RICHLIN (ed.), Pornography and Representation, p. 58.
33 Cf. WALCOT, AncSoc 18, 1987, p. 31. II. EPITALAMIO PARA HELENA
II. 1. Se desconoce el motivo y la ocasin para la que se compuso este epitalamio de Tecrito 1 , aunque se han barajado diversas hiptesis sobre ello 2 . La figura principal del epitalamio, Helena, es generalmente el centro de inters de las investigaciones. La imagen que se ofrece de esta figura femenina se dice que sigue una cierta tradicin anterior 3 , que la aleja de la Helena que se retrata en la Ilada. Hay quien defiende la idea de que aqu es, cuando menos, ambigua 4 . En este sentido, se indica la existencia de una dimensin implcita en el idilio, que es fundamental para el efecto final
1 Cf. GOW, Theocritus, p. 348, quien llama la atencin sobre el extrao inicio del idilio con la partcula conectiva a[ra, que parece presuponer algn texto anterior.
2 La hiptesis etiolgica propuesta por KAIBEL, Hermes 27, 1892, pp. 249-259, no goza de aceptacin en la actualidad. PANTELIA, Hermes 123.1, 1995, p. 77, defiende la idea de que este idilio, junto con el 15, 17, 26 y 24, fue compuestos por Tecrito con los Ptolomeos en mente. Existe tambin una discusin acerca de si realmente se cant en una boda real o no, STERN, RBPh 56, 1978, p. 29.
3 Cf. PANTELIA, Hermes 123.1, 1995, p. 76, donde seala que Tecrito trata de sumarse a los intentos de autores anteriores, como Eurpides, Gorgias e Iscrates, de defender la reputacin de Helena.
4 Cf. STERN, RBPh 56, 1978, p. 37.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 266 del poema en la mente del lector u oyente 5 , y que pretendera la presencia continua, aunque no explcita de la Helena ms negativa en este epitalamio 6 . Las influencias literarias que se han registrado en el texto son numerosas, destacando fundamentalmente la de Safo 7 .
II. 2. El idilio se inicia con una introduccin al epitalamio (vv. 1-8) 8 , en la cual se describe a las doncellas nobles que se disponen a cantar y bailar en honor de Helena y Menelao, mientras stos estn en la alcoba. Se trata de una pareja ilustre por su procedencia social, por lo cual es digna de los ms altos honores, lo cual est relacionado con la hiptesis de que los dos protagonistas del epitalamio sean un trasunto de Ptolomeo y su esposa 9 . Se describe, entre el adorno que para la ocasin portan las muchachas, el jacinto que llevan en el pelo, que se ha relacionado con el culto silvestre de Helena al que se alude ms adelante. El baile que las muchachas realizan en honor de los novios es designado con el adjetivo perivplekto" (v. 8),
5 Cf. STERN, RBPh 56, 1978, pp. 30 ss., quien dice que se tratara de una irona dramtica implcita en la mente del lector u oyente.
6 Hay quien sostiene que la Helena adltera de ms adelante no tiene relevancia en este poema, donde aparece reflejada la joven y hermosa princesa espartana, que se va a casar con Menelao, y que recibe culto en Esparta como divinidad silvestre. Cf. DILLON, Classical greek religin, p. 212.
7 Cf. KAIBEL, Hermes 27, 1892, pp. 249-259, quien cree que Tecrito imita a Safo, mientras que DAGNINI, QUCC 53, 1986, p. 42, destaca la influencia de Alcmn, y cree que se trata ms bien de una reutilizacin del material sfico. STERN, RBPh 56, 1978, p. 30, seala la influencia de la Palinodia de Estescoro. LUCCIONI, REG 110.2, 1972, pp. 623-626, indica que es difcil rastrear esta influencia de Estescoro, y defiende que Tecrito conoca la Helena de Gorgias y, por tanto, sta debi influir la composicin del epitalamio.
8 Cf. STERN, RBPh 56, 1978, p. 32.
9 Cf. PANTELIA, Hermes 123.1., 1995, p. 77.
EPITALAMIO PARA HELENA 267 que intensifica la imagen de unas doncellas que tejen, al entrecruzarse los pies, un baile en honor de la pareja recin desposada. El inicio en s del epitalamio lo conforman una serie de invectivas contra Menelao 10 (vv. 9-15). Se le tacha de dormiln, de bebedor, y se le insta a dejar a Helena que juegue por ltima vez con sus amigas hasta tarde, bajo la atenta vigilancia materna. Es una ltima referencia a la vida que la desposada deja atrs y que no se repetir en su nueva condicin, lo cual constituye un tpico del gnero desde Safo 11 . Se subraya en este comienzo la transicin desde la doncellez hacia la funcin de esposa. El poeta contina con una alabanza de la novia (vv. 16-37). La Helena de la que se ponderan grandes cualidades no recuerda a la figura femenina que se suele colocar en el centro de la guerra de Troya. Parece, ms bien, que la Helena que sirve a Tecrito como referencia para la mujer que se dibuja en su idilio es la Helena que aparece en la Odisea de Homero 12 . Se consideran estos versos teocriteos compuestos con una gran dosis de irona. As por ejemplo cuando se habla de la gran fortuna de Menelao al convertirse en esposo de sta y en yerno de Zeus 13 . A Helena se la considera superior a todas las aqueas y a todas las espartanas, con las
10 Cf. DAGNINI, QUCC 53, 1986, p. 39, quien destaca la chanza del esposo como uno de los motivos del epitalamio.
11 Cf. DAGNINI, QUCC 53, 1986, pp. 39-46, acerca de la presencia de tpicos en este epitalamio, y tambin acerca de la influencia de Safo.
12 Cf. MONTES CALA, Habis 26, 1995, p. 102, n. 11, donde seala que la Helena que Tecrito toma como referente es la que aparece en Od. 4. 120-136, y PANTELIA, Hermes 123.1, 1995, pp. 76-81, quien dedica su artculo a defender el mismo punto de referencia para la Helena del epitalamio teocriteo.
13 Esta afirmacin inevitablemente hace pensar en los acontecimientos venideros en la relacin de la pareja. As, STERN, RBPh 56, 1978, p. 34, indica que la insistencia en el futuro, tradicional en el epitalamio, llega a ser ominosa en el caso de Helena.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 268 cuales comparti la participacin en pruebas atlticas como las carreras 14 , que no practicaban las dems griegas:
a[mme" d j aiJ pa'sai sunomavlike", ai|" drovmo" wuJtov" crisamevnai" ajndristi; par j Eujrwvtao loetroi'". (vv. 22-23) 15
La prctica de estas actividades, habitualmente llevadas a cabo slo por los hombres, en el resto de Grecia, la subraya el poeta cuando habla del ungimiento que, como varones, utilizan las muchachas para estas competiciones. Esto ha supuesto que la Helena retratada en estos versos sea una figura femenina con cualidades masculinas 16 . La relacin de este pasaje con otro del Himno 5 de Calmaco ha sido objeto frecuente de estudio 17 , para intentar desentraar cul de los dos poetas influy en el otro. La alabanza a Helena contina cuando se la compara con la Aurora y con la primavera tras el invierno, cuando se la considera un adorno para Esparta como ciprs enhiesto o como caballo tesalio.
14 Cf. MONTES CALA, Habis 26, 1995, pp. 100-101, quien seala la literatura filolaconia, y en concreto a Jenofonte, como fuente teocritea para describir las actividades atlticas de las muchachas espartanas. Estas carreras se celebraban en ocasiones puntuales y como rito prenupcial, cf. IRIARTE GOI, De Amazonas a ciudadanos, p. 95.
15 Nosotras, todas de la misma edad, quienes, tras ungirnos de forma masculina, nos ejercitamos en la misma carrera junto a los baos del Eurotas
16 Cf. TALIERCIO, BollClass 10, 1989, p. 123.
17 As, por ejemplo, MONTES CALA, Habis 26, 1995, pp. 97-111, quien seala la dificultad de las interpretaciones intertextuales sin elementos seguros externos al texto, y se muestra en desacuerdo con la interpretacin, en ese estilo, hecha por BULLOCH de los dos textos de Calmaco y Tecrito; cf. tambin TALIERCIO, BollClass 10, 1989, pp. 122-136.
EPITALAMIO PARA HELENA 269 Es curiosa la ponderacin de su labor como tejedora, que se considera insuperable 18 . Tambin es digno de mencin que se considere que tae maravillosamente la lira en honor de rtemis y Atenea, diosas generalmente no vinculadas con ella 19 . Concluye esta enumeracin de virtudes un verso que puede considerarse enigmtico: wJ" JElevna, ta'" pavnte" ejp j o[mmasin i{meroi ejntiv. (v. 37) 20
Este verso ha sido interpretado como la forma tcita de que la diosa Afrodita aparezca relacionada con Helena 21 en este epitalamio, donde curiosamente no se hace ninguna mencin a la diosa del amor. Los versos que siguen se dedican a una especie de culto de Helena como divinidad silvestre (vv. 38-48), lo cual no es un tema del que se tenga gran informacin 22 . El primer verso de este grupo es significativo porque se insiste explcitamente en la entrada de Helena, tras la boda, en la categora de esposa: w\ kalav, w\ carivessa kovra, tu; me;n oijkevti" h[dh. (v. 38) 23
18 El contraste entre una Helena varonil y otra exquisitamente femenina es lgico en este idilio, teniendo en cuenta la mxima homrica: belleza de Afrodita y laboriosidad de Atenea, deseable en la esposa. Vid. MONTES CALA, Habis 26, 1995, pp. 102-103.
19 Cf. PANTELIA, Hermes 123.1, 1995, p. 78, afirma que se evita la mencin a Afrodita para no recordar los aspectos negativos de la figura de Helena.
20 Como Helena, en los ojos de la cual se encuentran todos los deseos.
21 Cf. DAGNINI, QUCC 53, 1986, pp. 43 ss., quien subraya que este verso hace referencia a una imagen ertica de la poesa sfica. KONSTAN, CPh 74, 1979, p. 234, tambin repara en la ambigedad de este verso, y seala que podra hacer referencia a las pasiones de Helena
22 PANTELIA, Hermes 123.1, 1995, p. 76, declara que la interpretacin de Helena como divinidad silvestre es desconocida en otras fuentes.
23 Hermosa joven, muchacha encantadora, t eres ya ama de casa.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 270 A continuacin, se desean parabienes a los novios (vv. 49-53): buena descendencia, mutuo amor por igual y dicha sin fin. Los tres deseos, aunque habituales en el epitalamio, adquieren un cariz irnico negativo en el contexto de ste 24 , al tener siempre presente el referente de la historia de la Ilada. Finalmente (vv. 54-58), se insta al sueo y a la mutua atraccin ertica y se prepara el regreso del coro para el alba, cerrando el epitalamio un verso formulario.
II. 3. Tecrito traza una descripcin de Helena que contrasta mucho con la imagen mtica de seductora. Esta descripcin, que podra querer ofrecer otra dimensin de esta figura, convierte al poema en un texto ineludiblemente unido a la leyenda de su personaje central, otorgndole a la hora de la lectura un referente constante. La amable figura femenina que podra desprenderse de este epitalamio, si no se llamara Helena, queda desdibujada por la amenazante sombra de una mujer con una proyeccin negativa en la historia de los que la rodean, empezando precisamente por su marido. La eleccin de Helena como protagonista del epitalamio debi ser bien pensada por Tecrito, conocedor de todas las connotaciones del personaje, lo cual puede hacer pensar en la posibilidad de convertir el epitalamio, gnero en el que era habitual la alabanza a la novia, en un texto portador tambin de posibles sombras en la habitualmente alabada muchacha. Podra tratarse de una inversin del gnero literario.
1. A travs de su presencia en los textos de la poesa helenstica hemos visto desplegarse ante nosotros a una mujer que se manifiesta de muy diversas maneras ante hechos distintos de su vida. Esta mujer casi siempre se ha mantenido dentro de los mrgenes para ella acotados por la sociedad del momento, pero, a veces, ha intentado escapar de esos restringidos lmites. Estos intentos han sido tmidos, pero tambin significativos porque dejan ver a una mujer que de alguna forma se cuestiona su papel social. Esto no impide que pensemos que la posicin de la mujer, aunque con evidentes transformaciones en el helenismo, siguiera estando en un segundo plano respecto al varn. El que existiesen figuras femeninas capaces de desafiar las normas de actuacin establecidas no supone que el control masculino sobre la mujer dejase de ejercerse. Slo supone, desde nuestro punto de vista, que existan personalidades suficientemente tenaces como para imponer sus verdaderos anhelos.
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 272 Los aspectos de la vida en que se desenvuelve preferentemente la mujer del helenismo, segn hemos observado en los textos poticos, siguen siendo mayoritariamente los mismos que en tiempos anteriores. As la religin, la muerte, el matrimonio o la maternidad, en los cuales la actitud femenina presenta escasas variaciones de comportamiento. En otros aspectos, como el amor, existe una mayor evidencia de cambios debido fundamentalmente a la evolucin experimentada por el sentimiento amoroso. El amor, el homosexual, con un lugar destacado en la sociedad griega hasta el helenismo, se repliega empujado por el auge de un amor romntico entre hombre y mujer, casi inexistente hasta entonces, que concede a la mujer un papel ms destacado. En cuanto al trabajo, la mujer sigue desempeando principalmente las labores relacionadas con el mbito domstico. Es en el terreno del arte, ya tratado desde Safo, donde se observa a una mujer que trata de despegarse del molde de vida impuesto por la sociedad para dedicarse a actividades como la literatura, para las que generalmente no se la formaba. La prostitucin sigue siendo una forma de vida que rene a gran nmero de mujeres, abocadas a sta por distintas razones y que viven circunstancias muy diferentes. Esta actividad supone una alternativa opuesta a la de la mujer decente y, aunque goza de un contacto con las actividades masculinas impensable en aqulla, se desenvuelve dentro de unos parmetros dispuestos para ella por el varn griego. Teniendo en cuenta lo dicho, no sorprende que el sentimiento misgino siga plenamente vigente en el helenismo. Se ha visto que, en lneas generales, la mujer sigue considerndose un ser marginal al que, no
CONSIDERACIONES GENERALES 273 obstante, se debe controlar y, para esto, la ayuda del mito es decisiva. As, por ejemplo, el episodio de las mujeres lemnias narrado por Apolonio en las Argonuticas muestra cmo las mujeres son incapaces de funcionar socialmente en soledad. El carcter realista de los mimos de Herodas, la poesa pica de Apolonio, la funcionalidad de los epigramas, la personal concepcin potica de Tecrito, el tono etiolgico y didctico de algunas obras calimaqueas, etc. Todo ello supone una amplitud de miras que ha contribuido en gran manera a dibujar una figura femenina compleja y rica. Una mujer que destaca por su capacidad de apropiarse un cierto espacio propio desvinculado de la direccin masculina, por una tmida apuesta por su propia capacidad de accin. La mujer que perfilan los distintos textos poticos del helenismo vara bastante de un autor a otro. La de la obra de Herodas es quiz la que ms y mejor se acerca a la mujer sencilla y a su mundo de actividades cotidianas. Tecrito traza un perfil en el que esta mujer tambin tiene cabida, pero a la que no deja de aadir personajes mticos femeninos de la talla de Helena de Troya. Calmaco alterna su retrato de mujeres mticas con la preocupacin por mujeres reales como la anciana Hcale. En Apolonio, que revisa un mundo mtico previamente contado por Homero, la mujer del mito resurge con fuerza humanizadora. Se puede concluir que la convivencia de la mujer mtica, o divina, con la mujer real, o la humanizacin de la primera que se registra en estos textos poticos, conduce a un mayor acercamiento a la figura femenina de carne y hueso, a una mayor preocupacin por la interiorizacin de sensaciones de sta, pero
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 274 aun no a un inters por escuchar la propia voz femenina que se intenta sofocar cuando intenta expresarse.
2. El matrimonio supone una de las metas primordiales para la mujer de poca helenstica. Esta institucin es un pilar fundamental del sistema social y ofrece a la figura femenina uno de sus objetivos primarios en la vida. La mujer helenstica no siempre es entregada por un padre o tutor a su marido, a veces la madre puede realizar esta funcin, reafirmando ella misma un hbito patriarcal, y en ocasiones especiales la unin matrimonial se lleva a cabo sin ninguna intervencin externa a la propia pareja. La posibilidad de eludir la cita matrimonial es casi inexistente, pues las alternativas al matrimonio estn muy limitadas, especialmente si se ha nacido en una buena familia. La posibilidad de rebelarse a tal destino no se recoge en los textos, pero s se aborda, aunque de forma apenas representativa, la afliccin que el matrimonio poda suponer para algunas mujeres, lo cual no deja de parecer como una pequea fisura en el bien construido y sustentado entramado de la institucin matrimonial, tal y como era concebida en aquel momento. La ansiada culminacin del matrimonio la constituyen los hijos. La maternidad se convierte, tras ste, en un fin primordial para la mujer. Adems de ser un logro social, pues supone la posibilidad de continuidad para la sociedad, implica tambin la integracin absoluta de la mujer dentro de ese orden social. La capacidad de proporcionar hijos es valorada positivamente en la mujer, pero no significa eso que se le conceda un lugar determinante en el proceso reproductivo. Su intervencin se considera
CONSIDERACIONES GENERALES 275 secundaria. La madre es, junto con el de esposa, el papel por antonomasia concedido a la mujer en la sociedad helenstica. No obstante, algunas sombras se ciernen sobre la maternidad cuando se recogen casos de madres que matan a sus hijos, lo cual se podra entender si se desvincula el instinto filial y se entiende la maternidad como un deber social. Matrimonio y maternidad, fines principales de la vida femenina, son recogidos en los textos helensticos de una forma discreta. No tienen generalmente un papel principal en las obras literarias, ya que el afianzamiento del que gozan hace que no necesiten defensa. Sin embargo, ello no impide que, en algn momento, surjan tmidos intentos de cuestionar la posicin tan preeminente de ambas instituciones, ya sea por el desconsuelo que representa el matrimonio para algunas mujeres, ya sea por la dificultad que representa a veces la maternidad para las mismas. Las mujeres, aunque los textos estn escritos mayoritariamente por hombres, muestran, a travs de las obras, algunas de sus angustias existenciales. El trabajo presente en la vida de la mujer helenstica est principalmente relacionado con el mbito domstico. Las tareas relacionadas con el hilado de la lana ocupan un lugar preferente, entre las diversas labores que la mujer debe realizar al dirigir las actividades domsticas. La necesidad obliga a algunas a salir fuera de la casa para realizar trabajos que puedan proporcionarles un sustento. stos, en su mayora, estn tambin relacionados con las numerosas actividades que requiere el mantenimiento de una casa. Estos trabajos no proporcionan generalmente ningn tipo de riqueza a las mujeres que los ejercen, simplemente un humilde modo de vida. Los hombres son quienes mueven
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 276 el grueso de los bienes materiales, que comportan el poder. La mujer helenstica tiene un acceso muy restringido a las riquezas, y el trabajo que puedan ejercer raramente se las proporciona. La mujer sigue en una posicin que no le permite salir de sus ambientes habituales, relacionados fundamentalmente con la casa y todo lo que gira en torno a sta. Los testimonios acerca de actividades que poco tengan que ver con esto son prcticamente inexistentes. La prostitucin supone para la mujer helenstica una de las muy escasas actividades que puede llegar a proporcionarle riqueza y relevancia. Le otorga una familiaridad con temas y actividades del mundo masculino, vedada para la esposa. Estos privilegios son la contrapartida por el hecho de realizar una funcin que responde a una necesidad, o un capricho, de la sociedad patriarcal. La satisfaccin de necesidades masculinas muy personales le ofrece la posibilidad de tener un acceso tambin muy directo a ciertas actividades del varn. Los posibles beneficios que pueda obtener de esta dedicacin no la salvan nunca de gozar de una escasa consideracin social, cuando no de un desprecio absoluto. Ms difcil lo tiene an si no alcanza a ganar ni riqueza ni poder y tiene que vivir mseramente, contentndose con cualquier amante, sin la opcin de elegirlo como cuando goza de una posicin desahogada. El varn la aprecia cuando est en su mximo esplendor y la ridiculiza cuando entra en decadencia. Sigue siendo, a pesar de que en algn momento pueda sentirse independiente, un engranaje ms de la sociedad patriarcal que le ha creado un hueco para la satisfaccin del varn.
CONSIDERACIONES GENERALES 277 La mujer acceda al matrimonio muy joven, mientras que el hombre se casaba con ms edad que aqulla y dedicaba ms aos a su formacin. La mujer escribe, pero lo hace una minora poco representativa que se encuentra con la incomprensin de los varones y tambin con el deber de procurar satisfacer al entorno familiar intentando adecuar su vida lo ms posible a las normas de conducta socialmente impuestas. El reconocimiento de que es objeto, en ocasiones, la labor artstica llevada a cabo por mujeres no supera los obstculos que debe vencer para desenvolverse en actividades que le son habitualmente ajenas. Es ms, en un intento de invalidar la dedicacin femenina a actividades intelectuales, se suele relacionar a estas mujeres con el mundo de la prostitucin. Esto es una forma de restar dignidad a las figuras femeninas cultivadas, ya que la hetera fue un personaje que poda tener influencia, pero sin ser generalmente respetado. Ya se ha visto que esta maledicencia la han sufrido desde Safo hasta figuras femeninas de cierta relevancia del helenismo, como Filnide. Otro de los mbitos con importante participacin femenina lo constituye el mundo de la religin. La mujer era considerada un ser bsicamente sensitivo, tendente a lo irracional, en contraste con el pensamiento racional que deba presidir el comportamiento masculino, por tanto indicada para tomar parte en los asuntos religiosos. La servidumbre a alguna divinidad o el simple hecho de participar en procesiones u otras actividades proporcionaba a la mujer otra de las vas para salir ocasionalmente del crculo domstico. Estas actividades podan incluso propiciar algn tipo de protagonismo femenino, cuando, por ejemplo, las convertan en transmisoras o intrpretes de los designios divinos. En
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 278 estrecho contacto con la religin est el universo mgico, donde la mujer del helenismo ocupaba una importante parcela. As la maga es una figura femenina que est presente en los textos de los poetas. Este terreno, el de la magia, nada tiene que ver con lo racional, por lo cual la presencia de figuras femeninas en l no sorprende, sino incluso es de esperar. Son, la religin y la magia, submundos en los que la mujer parece diluirse de la realidad atenazadora creada para ella, pero que en ningn momento la hacen escapar realmente. Suponen nicamente una evasin. Una anhelada aspiracin, incluso para las magas, del mismo modo que para muchas mujeres, es el amor del hombre deseado. La mujer del helenismo no tiene en el amor homosexual un competidor tan fuerte como en poca clsica. El amor de pareja que culmina con el matrimonio adquiere mayor relevancia. Ello no implica que vare en gran manera la institucin matrimonial, donde son muy raras las evidencias de amor entre los esposos. Las mltiples manifestaciones que el amor provoca en sus vctimas se dan predominantemente en situaciones que escapan a lo ordinario: el encuentro de Jasn y Medea en unas circunstancias que no propician su emparejamiento, los anhelos amorosos de algunos epigramatistas por ciertas prostitutas, el amor desdeado de una hechicera, la persecucin de Cidipa emprendida por Acontio, etc. La mujer, a veces, es deseada por el varn que lucha por conseguirla, pero en otras ocasiones, es sta la que anhela la correspondencia amorosa, la que incluso exige una reparacin a su desvivir por el amado, como en el caso de Medea, aunque sta suponga la readaptacin de ella a las normas convencionales. La abundancia de referencias al amor, tema literario por excelencia, evidencia
CONSIDERACIONES GENERALES 279 la preocupacin helenstica por una humanidad cercana, que se aleja de los grandes temas aristocrticos de Homero o de la tragedia, para acercarse ms al individuo despojado, en muchas ocasiones, de cualquier atributo que no sea su propia existencia. La muerte congrega a su alrededor muchas figuras femeninas. Los rituales fnebres constituyen una obligada esfera de actuacin para la mujer. La conformacin sensitiva que se le atribua la convierte en medio de expresin adecuado de la angustia existencial que supone el enfrentarse con la realidad mortal. Las relaciones femeninas con la muerte son ms amplias. Su propia muerte es una realidad que hay que asumir, que en los textos es descrita, pero de la que son muy escasas las referencias que indiquen una reflexin sobre ello. La capacidad de dar muerte, accin infrecuente pero que los poetas helensticos recogen, supone otra forma de relacin con el misterio de la muerte. Esta accin sorprende en un ser que no est concebido para el combate, lugar de muerte por excelencia. Quiz el tan subrayado componente irracional de la naturaleza femenina tiene bastante que ver con las acciones desbordadas de sta. En la sociedad helenstica, eminentemente patriarcal, es inevitable la existencia de sentimientos misginos. Una consideracin negativa de las caractersticas asociadas con la naturaleza femenina hace acto de presencia con cierta frecuencia en los textos. Las actividades ms anodinas hacen a la mujer vctima de estos ataques, acciones triviales que van desde el hablar hasta el comer, estn mal vistos si se hacen en demasa. Por supuesto, la intromisin femenina en territorios como la literatura tambin merecen el
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 280 detenido anlisis misgino de los varones. La mujer tiene pocas vas de escape para expresarse. Es otra manera en que sufre el dominio masculino. La misoginia poda ser una manera de combatir el temor que provocaba un posible ascenso de la figura femenina. Otra manera de hacer frente a esta posibilidad, en la que destaca su fracaso de antemano, se puede observar en ciertos relatos mitolgicos, como el de la aventura de las mujeres de Lemnos. La existencia de una sociedad nicamente femenina es imposible, ya que el varn es necesario para su estabilidad. La barrera que se seala para separar a la mujer de la autosuficiencia es biolgica, puramente fsica: la imposibilidad de la reproduccin. La mujer es menospreciada por su incapacidad para desenvolverse en solitario, pero no deja de ser un peligro para el sistema patriarcal obligado a crear barreras que sta no se atreva a traspasar. Claro, que la misma imposibilidad exista para el varn. Quiz una situacin de cierta seguridad en su posicin social le impeda pararse a pensar en semejante idea. La mujer del mito proporciona otro punto de vista desde el cual hacer un intento de aproximacin a la mujer que se refleja en los textos helensticos. La proyeccin que de la mujer se hace en el mito proporciona muchas pistas sobre la consideracin que se poda tener del mundo femenino. En el helenismo, existe un inters por el individuo y por temas anteriormente considerados marginales que tambin supone un intento de acercamiento a los sentimientos y pensamientos de la mujer. Las mujeres del mito adquieren mayor entidad y protagonismo que antes. El papel que pueda desempear la mujer en el mito se vuelve decisivo en algunas
CONSIDERACIONES GENERALES 281 ocasiones. Ella tambin adquiere protagonismo en el desarrollo del relato, como ocurre con Medea en las Argonuticas.
3. La mujer del helenismo, an cercada por una sociedad que tiene acotadas sus funciones, logra romper algunas imposiciones y expresar anhelos propios, aunque sea a travs de voces masculinas. La mujer menudea en los textos poticos, incluso, se convierte en el personaje relevante de stos. As ocurre con Hcale de Calmaco, o La Hechicera de Tecrito, o algunos de los mimos de Herodas, o la obra Mgara de Pseudo- Mosco, por citar algunos ejemplos. A pesar de la existencia, por todos conocida, de obras en la literatura anterior en las que la mujer era una figura principal, la tragedia es un claro ejemplo, la introspeccin en el personaje femenino del pueblo llano a la que se llega en el helenismo no se encontraba en aquella literatura. La mujer sigue, de todas formas, constreida por las normas masculinas, que controlan la situacin social en todo momento. Incluso las transgresiones que stas puedan acometer estn contempladas dentro del orden patriarcal. La mujer, vista por el varn, es un ser que no controla sus actos plenamente, por lo cual no sorprende que en ocasiones acte de forma imprevista. El papel predominante o determinante sigue siendo el masculino. El intento, por parte de algunas mujeres, de escapar de los imperativos sociales a ellas destinados, son frecuentemente criticados por los hombres. No est bien visto que intenten introducirse en los crculos artsticos o destacar en las actividades que no les son propias. Se alaban, por el contrario, las actitudes y actividades tpicamente femeninas, como el
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 282 hilado o el gobierno de la casa. En definitiva, se ensalza a la mujer que sabe llevar adelante con dignidad su papel de esposa y madre. Observamos, pues, que la mujer de pocas anteriores a la helenstica ejerce un gran peso sobre la de esa poca quien, a pesar de las variaciones sociales que se registran hacia un mayor aperturismo, sigue sometida por unas rgidas normas de actuacin. S aparece ms humanizada al haber sido retratada con mayor profundidad debido al inters surgido en este momento por lo marginal. As la anciana Hcale protagonista de la obra de Calmaco, la Medea de Apolonio, en la cual ste hace un gran ejercicio de introspeccin, o los pequeos pero numerosos retazos de distintos sentimientos femeninos descritos a lo largo de toda la poesa epigramtica. Se puede atestiguar en este momento a una mujer que, en cuanto a las formas, sigue conformndose de una manera muy parecida a la de poca clsica o arcaica, pero que, en cuanto al fondo, en cuanto a hondura, quiz por el simple hecho de que antes no se tuviera en cuenta esta dimensin femenina, empieza a mostrarse como un ser que comienza a adquirir conciencia propia e intenta aduearse, tmidamente, de una identidad.
4. La figura femenina en la poca helenstica ha sido poco estudiada, lo cual contrasta con la abundante presencia femenina en las obras de la poca, que, como se ha visto, llega a ser protagonista en muchas ocasiones. Esta investigacin, cuando se ha producido, ha sido parcial en casi todos los casos puesto que los trabajos de conjunto son muy escasos. Estn frecuentemente enfocados desde un punto de vista histrico. La investigacin filolgica ha sido minoritaria. As autores como Vatin,
CONSIDERACIONES GENERALES 283 Pomeroy o Cantarella han estudiado parcelas relacionadas con la mujer helenstica desde un punto de vista predominantemente histrico o social. Los estudios acerca de la preeminencia de la mujer en las dinastas helensticas, a travs de varias figuras seeras pertenecientes a stas, estn enfocados desde ese punto de vista. La presencia de la mujer en los textos helensticos, desde un punto de vista fillogico, ha sido estudiada parcialmente por autores como Natzel, que se ha centrado en la mujer que se perfila en la obra de Apolonio, o Martnez Fernndez que ha investigado la presencia femenina en el epigrama, pero estos son ejemplos aislados, puesto que la investigacin se ha dedicado preferentemente al estudio de alguna figura femenina particular o a la de algn aspecto en concreto relacionado con la mujer que se recoja en los textos helensticos. La mujer ha sido parte tambin de otras investigaciones que la ataen tangencialmente, de lo cual hay numerosos ejemplos. Los cambios que el helenismo supone para la situacin de la mujer son aceptados unnimemente, y nuestro trabajo a travs de los textos poticos refrenda esa idea. Sin embargo, no compartimos la idea defendida por algunos estudiosos, como Robert Flacelire, que llegan incluso a hablar de la existencia de una corriente feminista en algunos autores griegos, ya incluso desde Homero, y que llegara hasta el helenismo. Pensamos que el movimiento feminista se caracteriza por partir precisamente de la mujer, cosa que estaba muy lejos de ocurrir en la civilizacin griega, por lo cual nos parece muy osado hablar de algn rastro de presencia feminista en la literatura griega. Tampoco compartimos la
M. GLORIA GONZLEZ GALVN 284 tendencia, de la que son precursores los investigadores britnicos Gomme y Kitto, que afirma que no era tan estricto el grado de reclusin de la mujer griega y por tanto tampoco era tan marginal la posicin de sta en la sociedad. Creemos que teniendo en cuenta todas las variantes que podan rodear la vida de la mujer griega, segn factores como lugar geogrfico o clase social a la que perteneciera, y que podan hacer variar su situacin, en general la mujer estaba en un segundo lugar respecto al varn, y constreida a unas normas de comportamiento impuestas por ste, por lo cual s creemos que la mujer viva recluida, apartada de casi todo lo que fuera externo al ambiente domstico. En el helenismo se observa a travs de los textos poticos un mayor inters por la figura femenina, pero se sigue considerando a sta como una figura secundaria dentro de la sociedad. ABREVIATURAS UTILIZADAS
1. Actas y Homenajes
AIISEMA C. Alfaro Giner y M. Tirado Pascual (eds), Actas del Segundo Seminario de Estudios sobre la Mujer en la Antigedad (Valencia, 26-28 de marzo, 1998), Valencia 2000.
AVIICSEEC Actas del VII Congreso Nacional de la SEEC (Madrid, 20-24 de abril, 1987), 3 vols., Madrid 1989.
AVIIICSEEC Actas del VIII Congreso Nacional de la SEEC (Madrid, 23-28 de septiembre, 1991), 3 vols., Madrid 1994.
AIXCSEEC F. Gonzlez Castro (ed.), Actas del IX Congreso Espaol de Estudios Clsicos (Madrid, 27-30 de septiembre, 1995), 6 vols., Madrid 1998.
AIXSCatSEEC L. Ferreres (ed.), Traballs en honor de Virgilio Bejarano. Actes del IX Simposi de la Secci Catalana de la SEEC (St. Feliu de Guxols, 13-16 de abril, 1998), Barcelona 1991.
AXSCatSEEC Homenatge a Joseph Alsina. Actes del X Simposi de la Secci Catalana de la SEEC (Tarragona, 28 al 30 de noviembre, 1990). Vol. I, J. Zaragoza y A. Gonzlez Senmart (eds.), Tarragona 1992. Vol. II, E. Artigas (ed.), Tarragona 1992.
AXIISCatSEEC M. C. Bosch y M. A. Forns (eds.), Actes del XII Simposi de la Secci Balear de la SEEC (Palma, 1-4 de febrero, 1996), Palma de Ma- llorca 1997.
Arktouros G. W. Bowersock, W. Burkert & C. J. Putnam (eds.), Arktouros. Hellenic Studies presented to Bernard M. W. Knox on occasion of his 65 th birthday, Berlin- New York 1979.
AttiMedea R. Uglione (ed.), Atti delle giornate di studio su Medea (Torino, 23-24 de octubre, 1995), Torino 1997.
Classical Texts D. F. Bright & E. S. Ramage (eds.), Classical Texts and their Tradition. Studies in Honor of C. R. Trahman, Chico (California) 1984.
ABREVIATURAS UTILIZADAS 286 CN Femmes, Fminisme et Recherches Actes du Colloque National Femmes, Fmi- nisme et Recherches (Tolouse, 17-19 de diciembre, 1982), Tolouse 1984.
Crux P. A. Cartledge & F. D. Harvey (eds.), Crux. Essays in Greek History presented to G. E. M. de Ste. Croix on his 75 th birthday, London 1985.
La mort, les morts F. Hinard (ed.), La mort, les morts et laudel dans le monde romain. Actes du Colloque de Caen 1985, Caen 1987.
Mdesrousseaux M. Lacroix (ed.), Mlanges offerts a A.-M. Desrousseaux par ses amis et ses lves en lhonneur de sa cinquantime anne denseignement suprieur (1887-1937), Paris 1937.
Mpetropoulou A. Biscardi, J. Mlze-Modrzejewski, H. J. Wolff & P. D. Dimakis (eds.), Mnhvmh Georgivou Petropovulou, 1867-1964, Atenas 1984.
Mythos Mythos. Scripta in honorem M. Untersteiner, Genova 1970.
Roman Life and Art J. Munby & M. Henig (eds.), Roman Life and Art in Britain. A celebration in honour of the eightieth birthday of J. Toynbee, Oxford 1977.
ScrittiMontevecchi E. Bresciani, G. Geraci, S. Pernigotti & G. Susini (eds.), Scritti in onore di Orsolina Montevecchi, Bologna 1981.
StBiscardi F. Pastori y otros (eds.), Studi in onore di Arnaldo Biscardi, 5 vols., Milano 1982-1985.
StColonna Studi in onore di Aristide Colonna, Perugia 1982.
StFunaioli A. Signorelli (ed.), Studi in onore di G. Fu- naioli, Roma 1955.
2. Estudios colectivos
Classical influences R. R. Bolgar (ed.), Classical influences on western thought a.d. 1650-1870, Cambridge 1979.
ABREVIATURAS UTILIZADAS 287 pica griega J. A. Lpez Frez (ed.), La pica griega y su influencia en la literatura espaola (Aspectos literarios, sociales y educativos), Madrid 1994.
Histoire de la famille A. Burguire y otros (eds.), Histoire de la famille. Mondes lontains, mondes anciens, Paris 1986.
La mort G. Gnoli y J.-P. Vernant (eds.), La mort, les morts dans les socits anciennes, Paris 1982.
Las lenguas de corpus A. Agud, J. A. Fernndez y A. Ramos (eds.), Las lenguas de corpus y sus problemas lingsticos, Madrid-Salamanca 1996.
Law, Politics and Society B. Halpern & D. W. Hobson (eds.), Law, Politics and Society in the Ancient Mediterranean World, Sheffield 1993.
Parent et Stratgies Familials J. Andreau y H. Bruhns (eds.), Parent et Strat-gies Familiales dans lAntiquit Romaine, Roma 1990.
Rescuing Creusa M. Skinner (ed.), Rescuing Creusa. New Methodological Approaches to Women in Antiquity, Lubbock (Texas) 1986.
Tearing the Veil S. Lipshitz (ed.), Tearing the Veil. Essays on Feminity, London 1978.
3. Publicaciones Peridicas
Para los ttulos de revista se han seguido las abreviaturas de la APh. Para las publicaciones que no aparecen recogidas en sta, se han utilizado las siguientes abreviaturas:
AestF Anuario de Estudios Filolgicos. Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones. Cceres.
HB Human Biology. Journal of the Society for the Study of Human Biology, Wayne State University Press, Detroit (Michigan).
HT History Today, History Today Ltd. Editorial, London.
PsQ The Psychoanalytic Quarterly, New York.
UrH: NYAM Journal of the Urban Health: Bulletin of the New York Academy of Medicine, Oxford University Press, New York. BIBLIOGRAFA
I.POESA HELENSTICA
I.0. Estudios generales:
FANTUZZI (M.) / HUNTER (R.), Muse e Modelli. La poesia ellenistica da Alessandro Magno ad Augusto, Roma-Bari 2002.
GIANGRANDE (G.), Carcter de la poesa helenstica, en AestF 7, 1984, pp. 155-171.
GIANGRANDE (G.), Hellenistic Poetry and Homer, AC 39, 1970, pp. 46-77.
HUTCHINSON (G. O.), Hellenistic poetry, New York 1988.
KRTE (A.) / HNDEL (P.), La poesa helenstica, trad. esp., Barcelona 1973. (Die hellenistische Dichtung, Stuttgart 1961).
LEGRAND (Ph.E.), La posie alexandrine, Paris 1924.
WEBSTER (T.B.L.), Hellenistic Poetry and Art, London 1964.
WHITE (H.), Essays in Hellenistic Poetry, Amsterdam-Hithoorn 1980.
ZANKER (G.), The Nature and Origin of Realism in Alexandrian Poetry, AuA 29, 1983, pp. 125-145.
ZANKER (G.), Realism in Alexandrian Poetry: a Literature and its Audience, London, Sydney, Wolfeboro, New Hampshire 1987.
BIBLIOGRAFA 290
I.1. Apolonio de Rodas
I.1.1. Ediciones, traducciones y comentarios:
ARDIZZONI (A.), Apollonio Rodio. Le Argonautiche. Libro I, ed., trad. y com., Roma 1967.
ARDIZZONI (A.), Apollonio Rodio. Le Argonautiche. Libro III, ed., trad. y com., Bari 1958.
BRIOSO SNCHEZ (M.), Apolonio de Rodas. Las Argonuticas, traduccin esp., Madrid 1986.
CAMPBELL (M.), Studies in the Third Book of Apollonius RhodiusArgonautica, Hildesheim, Zrich, New York 1983.
GARCA GUAL (C.), Apolonio de Rodas. El viaje de los Argonautas, trad. esp., introduccin y notas, Madrid 1975.
FRNKEL (H.), Noten zu den Argonautika des Apollonios, Mnchen 1968.
GILLIES (M.), The Argonautica of Apollonius Rhodius. Book III, edited with Introduction & Commentary, Cambridge 1928, reprint. New York 1979.
HUNTER (R.), Apollonius of Rhodes. Argonautica Book III, ed. y com., Cambridge 1989.
HUNTER (R.), Apollonius of Rhodes. Jason and The Golden Fleece (The Argonautica), translated with introduction and explanatory notes, Oxford 1993.
LEVIN (D.N.), Argonautica Re-examined = Apollonius Argonautica Re-examined. I. The neglected first and second books, Leiden 1971.
BIBLIOGRAFA 291 LIVREA (E.), Apolonii Rhodii Argonautikon Liber IV, ed. y com., Firenze 1973.
MOONEY (G.W.), The Argonautica of Apollonius Rhodius, edited with introduction and commentary, Dublin 1912, reprint. Amsterdam 1987.
PADUANO (G.) y FUSILLO (M.), Apollonio Rodio. Le Argonautiche, trad. y anots., Milano 1986.
PREZ LPEZ (M.), Apolonio de Rodas. Las Argonuticas, trad. esp., Madrid 1991.
SEATON (R. C.), Apollonius Rhodius. The Argonautica, edicin con trad. inglesa, London 1912.
VIAN (F.), Apollonios de Rhodes, Argonautiques, Chant 3, ed. y com., Paris 1961.
VIAN (F.)/DELAGE (E.), Apollonios de Rhodes. Argonautiques. Tome I. Chants I- II , Paris 1974; Tome II. Chant III, Paris 1980; Tome III, Chant IV, Paris 1981.
WENDEL (C.), Scholia in Apollonium Rhodium vetera, Weidmann 1974.
I.1.2. Lxicos e ndices:
CAMPBELL (M.), Index verborum in Apollonium Rhodium, Hildesheim, Zrich & New York 1983.
ERBSE (H.), Homerscholien und hellenistiche Glossare bei Apollonios Rhodios, H 81, 1953, pp. 163-196.
WELLAUER (A.), Apollonii Rhodii Argonautica. Index verborum, Leipzig 1828, reimpr. Hildesheim-New York 1970.
I.1.3. Estudios:
BARKHUIZEN (J.H.), The psychological characterization of Medea in Apollonius of Rhodes, Argonautica 3, 744-824, AClass 22, 1979, pp. 33-48.
BIBLIOGRAFA 292 BEYE (C.R.), Jason as love-hero in Apollonios Argonautica, GRBS 10, 1969, pp. 31-55.
BEYE (C.R.), Epic and romance in the Argonautica of Apollonius. Literary Structures, Illinois 1982.
BREMER (J.M.), Full moon and marriage in Apollonius Argonautica, CQ 37, 1987, pp. 423-426.
BRIOSO SNCHEZ (M.), Las Musas y el poeta: su problemtica relacin en Apolonio de Rodas, Fortunatae 7, 1995, pp. 51-62.
BRIOSO SNCHEZ (M.), Los proemios de Apolonio de Rodas, Habis 28, 1997, pp. 29-47.
BYRE (C.S.), The killing of Apsyrtus in Apollonius RhodiusArgonautica, Phoenix 50. 1, 1996, pp. 3- 16.
CAMPBELL (M.), Echoes and imitations of early epic in Apollonius Rhodius, Leiden 1981.
CARSPECKEN (J.F.), Apollonios Rhodius and the Homeric epic, YClS 13, 1952, pp. 35-143.
DELAGE (E.), Biographie dApollonios de Rhodes, Bordeaux 1930.
DELAGE (E.), La gographie dans les Argonautiques d Apollonios de Rhodes, Tesis Doct., Paris 1930.
DELARUE (F.), La haine de Vnus, Latomus 29, 1970, pp. 442- 450.
FITCH (E.), Apollonius Rhodius and Cyzycus (Argon. 1. 936- 1152), AJPh 33, 1912, pp. 43-56.
GARRIGA i SANTS (C.), Apolloni de Rodes, Argonutiques IV, 1089- 1095, AIXSCatSEEC, Barcelona 1991, pp. 617- 620.
GARSON (R.W.), Homeric echoes in Apollonius Rhodius Argonautica, CPh 67, 1972, pp. 1-9.
BIBLIOGRAFA 293 GEORGE (E.V.), Poet and characters in Apollonius Rhodius lemnian episode, Hermes 100, 1972, pp. 47-63.
GIANGRANDE (G), La concepcin del amor en Apolonio Rodio, en pica griega, Madrid 1994, pp. 213-233.
GRIFFITHS (F.T.), Murder, Purification and Cultural Formation in Aeschylus and Apollonius Rhodius, Helios 17, 1990, pp. 25-39.
HATZANTONIS (E.), I geniali rimaneggiameni dellepisodio omerico di Circe in Apollonio Rodio e Plutarco, RBPh 54, 1976, pp. 5-24.
HENRICHS (A.), Apollonios Rhodios 1. 669-719 (P. Mil. 6 und P. Colon. inv. 522, ZPE 5, 1970, pp. 49-56.
HOLMBERG (C.), Metis and Gender in Apollonius Rhodius Argonautica, TAPhA 128, 1997, pp. 33-45.
HUNTER (R.), The Argonautica of Apollonius. Literary Studies, Cambridge 1993.
JACKSON (S.), Apollonius of Rhodes: The Cleite and Byblis Suicides, SIFC 15. 1, 1997, pp. 48-54.
KLEIN (T.), Apollonius Rhodius, vatens ludens: Erosgolden ball (Arg. 3, 113-150), CW 74, 1980-81, pp. 225- 227.
LAWALL (G.), ApolloniusArgonautica: Jason as anti-hero, YClS 19, 1966, pp. 119-169.
LIVREA (E.), Un eco saffica in Apollonio Rodio, Helikon 8, 1968, p. 447.
MERRIAM (C.U.), An Examination of Jasons Cloak (Apollonius Rhodius, Argonautica 1. 730-768), Scholia 2, 1993, pp. 69-80.
PADUANO (G.), Studi su Apoll. Rod.= Studi su Apollonio Rodio, Roma 1972.
BIBLIOGRAFA 294 TALIERCIO (A.), A proposito di Theocr. 18. 22-31e Call. Hymn 5. 23-30, BollClass 10, 1989, pp. 122-136.
THIEL (K.), Erzhlung und Beschreibung in den Argonautika des Apollonios Rhodios. Ein Beitrag zur Poetik des hellenistischen Epos, Stuttgart 1993.
VAGNONE (G.), Omerismi e non in Apollonio Rodio (Arg. 3, 701sgg.): il desiderio di morte, QUCC 46, 1994, pp. 75-78.
VALGIGLIO (E.), Motivi arcaici ed euripidei nelle figure di Giasone e di Medea nella Argonautiche di Apollonio Rodio, RSC 18, 1970, pp. 325-331.
VALVERDE SNCHEZ (M.), El aition en las Argonuticas de Apolonio de Rodas, Madrid 1989.
WILLIAMS (M.F.), Landscape in the Argonautica of Apollonius Rhodius, Frankfurt am Main 1991.
ZANKER (G.), The love theme in Apollonius Rhodius Argonautica, WS 13, 1979, pp. 52-75.
I.2. Calmaco
I.2.1.Ediciones, traducciones y comentarios:
BORNMANN (F.), Callimachi Hymnus in Dianam, Firenze 1968.
BULLOCH (A.), Callimachus. The Fifth Hymn, edited with introduction and commentary, Cambridge 1985, reprinted 1988.
CAHEN (E.), Callimaque. pigrammes. Hymnes, texte tabli et traduit, Paris 1925, reimpresin 1972.
CLAYMAN (D.L), Callimachus Iambi, Leiden 1980.
CUENCA Y PRADO (L.A. de) / BRIOSO SNCHEZ (M.), Calmaco. Himnos, epigramas y fragmentos, introducciones, traduccin y notas, Madrid 1980.
BIBLIOGRAFA 295
GALLAVOTTI (C.), Callimaco. Il libro dei Giambi, Npoli 1946.
HOPKINSON (N.), Callimachus. Hymn to Demeter, edited with an introduction and commentary, Cambridge 1986 2 .
HOWALD (E.) Y STAIGER (E.), Die Dichtungen des Kallimachos, Zurich 1955.
MAIR (A.W.), Callimachus. Hymns and Epigrams, english translation, London 1921, reprinted 1989.
McLENNAN (G.R.), Callimachus, Hymn to Zeus, Roma 1977.
MINEUR (W.H), Callimachus. Hymn to Delos, introduction and commentary, Leiden 1984.
MONTES CALA (J.G.), Calmaco. Hcale, trad. y notas, Cdiz 1989.
PFEIFFER (R.), Callimachus. Vol. I : Fragmenta. Vol. II : Hymni et epigrammata, Oxford 1949-1953.
REDONDO (J.), Calmaco. Himnos y Epigramas, Madrid 1999.
TRYPANIS (C.A.), Callimachus. Aetia, Iambi, Hecale and other fragments, edited and translated, London 1958, reprinted. 1989.
WILLIAMS (F.), Callimachus. Hymn to Apollo, a commentary, Oxford 1978.
I.2.2. Lxicos e ndices:
FERNNDEZ-GALIANO (E.), Lxico de los Himnos de Calmaco. I-IV, Madrid 1976-1980. I.2.3.Estudios:
ANGI (F.), Callimaco, Apollonio Rodio e il canto delle Sirene, Rudiae 7, 1995, pp. 5-11.
BARIGAZZI (A.), SullEcale di Callimaco, Hermes 82, 1954, pp. 308-330.
BIBLIOGRAFA 296
BING (P.)/ UHRMEISTER (V.), The unity of CallimachusHymn to Artemis, JHS 114, 1994, pp. 19-34.
BONNER (C.), The prenuptial rite in the Aetia of Callimachus, CPh 6, 1911, pp. 402-409.
BRIOSO SNCHEZ (M.), Un supuesto enigma en Calmaco, Himno III 170- 182, Habis 17, 1987, pp. 63-71.
BULLOCH (A.), The Future of a Hellenistic Illusion. Some observations on Callimachus and religion, MH 41, 1984, pp. 209-230.
CAIRNS (F.), Acontius and his ou[ noma kouriv dion: Callimachus Aetia fr. 67. 1-4 Pf., CQ 52.2, 2002, pp. 471-477.
CRANE (G.), Bees whitout honey, and callimachean taste, AJPh 108, 1987, pp. 399-403.
DEPEW (M.), POxy and CallimachusLavacrum Palladis: aijgiovcoio Dio;" kouvrh megavloio, CQ 44. 2, 1994, pp. 410-426.
GIANGRANDE (G.), Callimachus, Poetry and Love, Eranos 67, 1969, pp. 33-42.
GIANGRANDE (G.), Callimachus, Poetry , Love and Irony, QUCC 19, 1975, pp. 111-125.
GIANGRANDE (G.), Callimachus, Hymn. II, 72, MPhL 4, 1981, p. 69.
GIANGRANDE (G.), A metaphor in Callimachus MPhL 4, 1981, p. 67.
GIANGRANDE (G.), Due epigrammi dellAnthologia Palatine (Call. 7. 318; Meleagr. 5. 144), GIF 50, 1998, pp. 63-66.
GIANNINI (A.), Callimaco e la Tragedia, Dioniso 37, 1963, pp. 48-73.
GIGANTE (M.), Callimaco Aet. III fr. 67, 3 Pfeiffer, SIFC 84, 1991, pp. 208-216.
BIBLIOGRAFA 297
GIGANTE LANZARA (V), La conchiglia de Selenea (Call. EP. V Pf. = XIV G.-P.), SIFC 13. 1, 1995, pp. 23-28.
GUILLN SELF (L.), Calmaco, una poesa de porcelana, ECls 12, 1968, pp. 385-406.
GUTZWILLER (K.J.), Callimachus Lock of Berenice: Fantasy, Romance and Propaganda, AJPh 113, 1992, pp. 359-385.
HOLLIS (A.S.), The Nuptial Rite in Catullus 66 and Callimachus Poetry for Berenice, ZPE 91, 1992, pp. 21-28.
HOPKINSON (N.), CallimachusHymn to Zeus, CQ n.s. 34, 1984, pp. 139-148.
IPIENS LLORCA (C.), Estudio literario sobre la obra de Calmaco, Tesis Doctoral, Madrid 1959.
LIVREA (E.), Contributi a Callimaco, Hecale, SIFC 11, 1993, pp. 129-156.
LIVREA (E.), Callimaco e la Beozia (SH fr. 257. 18; Lav. Pall. 61), ZPE 67, 1987, pp. 31-36.
LUCK (G.), Kids and wolves (An interpretation of Callimachus, fr. 202, 69-70 Pf.), CQ 9, 1959, pp. 34-37.
Mc KAY (K.J.), The poet at play. Kallimachos, The bath of Pallas, Leiden 1962.
Mc KAY (K.J.), Erysichthon. A callimachean comedy, Leiden 1962.
PIROVANO (F.), Momenti magici in un rituale religioso (Callim. Hymn VI, vv. 1-21 e 116-138), Acme 31, 1978, pp. 157-166.
PUELMA (M.), Gli Aitia di Callimaco come modello dellelegia romana damore, A&R 28, 1983, pp. 113-132.
REED STUART (D.), The prenuptial rite in the new Callimachus, CPh 6, 1911, pp. 302-314.
BIBLIOGRAFA 298
REDONDO (J.), Calmaco A.P. VII 453 y 523: un apunte sobre el epigrama sepulcral, Habis 18-19, 1987-1988, pp. 87-91.
SNCHEZ ORTIZ DE LANDALUCE (M.), Acontio y Cidipa y los Aitia de Calmaco: la tipologa literaria del aition, Habis 22, 1991, pp. 143-150.
SNCHEZ ORTIZ DE LANDALUCE (M.), Acontio y Cidipa y la novela griega: un nuevo anlisis de motivos literarios recurrentes AVIIICSEEC, vol. II, Madrid 1994, pp. 423-428.
SWIDEREK (A.), La conception de la tradition populaire dans les Aitia de Callimaque, Eos 46, 1952, pp. 4-58.
WHITE (H.), The daughters of Proteus in Callimachus Hymn to Artemis, Orpheus 2, 1981, pp. 374-379.
ZANKER (G.), Callimachus Hecale. A new kind of epic hero?, Antichton 11, 1977, pp. 68-77.
I.3. Buclicos
I.3.1.Ediciones, Traducciones y Comentarios:
ALSINA CLOTA (J.), Teocrito. Idyllia, Barcelona 1963.
BECKBY (H.), Die griechischen Bukoliker: Theokrit, Moschos, Bion, Meisenheim am Glan 1975.
BRIOSO SNCHEZ (M.), Buclicos griegos, introduccin y traduccin, Madrid 1986.
CHAMBRY (E.), Les bucoliques grecs: Thocrite, Moschos, Bion, Paris 1931.
MAAS (P.), Bion, Lament for Adonis, 1. 93, CR 4, 1954, p. 11.
MARZO RAMINELLA (L.), Mosco attraverso i secoli, Maia 2, 1949, pp. 14- 29.
MELERO BELLIDO (A.), Tecrito y la tradicin. Notas para la lectura de los Idilios VI y XI, en J. A. Lpez Frez (ed.), Desde los poemas homricos hasta la prosa del s. IV d.C. Veintisis estudios filolgicos, Madrid 2000, pp. 297-311.
MOLINOS TEJADA (M.T.), La grafa <sd> en la transmisin de los lricos y de los buclicos, Fortunatae 1, 1991, pp. 103-112.
MOLINOS TEJADA (M.T.), Sur Les Bacchantes de Thocrite, Kernos 5, 1992, pp. 109-117.
MOLINOS TEJADA (M. T.), Lengua y estilo en el idilio XIII de Tecrito, en L. Gil, M. Martnez Pastor, R. M. Aguilar (eds.), Corolla Complutensis in memoriam Josephi S. Lasso de la Vega, Madrid 1998, pp. 329-333.
MOLINOS TEJADA (M. T.), Observaciones sobre la lengua de los idilios XVI y XVII de Tecrito, en E. Crespo y M J. Barrios Castro (eds.), AXCSEEC. Vol 1, Madrid 2000, pp. 219-225.
MONTES CALA (J.G.), Bin y la potica de Eros (a propsito del Fr. 10 Gow), Habis 25, 1994, pp. 87-90.
MONTES CALA (J.G.), Un problema de intertextualidad en poesa helenstica, Habis 26, 1995, pp. 97-111.
BIBLIOGRAFA 302 MONTES CALA (J. G.), El epitalamio de Helena y la tipologa del idilio teocriteo, en J. A. Lpez Frez (ed.), Desde los poemas homricos hasta la prosa del s. IV d.C. Veintisis estudios filolgicos, Madrid 2000, pp. 313-328.
PANTELIA (M.C.), Theocritus at Sparta: homeric allusions in Theocritus Idyll 18, Hermes 123.1, 1995, pp. 76- 81.
PARRY (H.), Magic and the Songstress: Theocritus Idyll II, ICS 13, 1988, pp. 43-55.
PARRY (H.), Circe and the Poets: Theocritus IX. 35-36, ICS 12, 1987, pp. 7-21.
PASCHALIS (M.), Glukeron stoma: Erotic Homer in the Lament for Bion, MD 34, 1995, pp. 179-185.
PEARCE (T.E.V.), The function of the locus amoenus in Theocritus seventh poem RhM 131. 3-4, 1988, pp 276-304.
PREZ LPEZ (M.), [M.] IV Mgara y Theoc. XXIV. Algunas notas lxicas, Minerva 9, 1995, pp. 57-69.
PERROTTA (G.), Bione, Lamento per la morte di Adoni, A&R 10, 1965, pp. 22-24.
PLASTIRA-VALKANOU (M.), Alcmenas dream in MoschusMegara: an interpretation in the light of ancient ONEI ROKRISIA, Habis 30, 1999, pp. 127-134.
PLAZENET (L.), Thocrite: idylle 7, AC 63, 1994, pp. 77-108.
PORRO (A.), LAdonis Epitaphium di Bione e il Modello teocriteo, Aevum(ant) 1, 1988, pp. 211-221.
RIST (A.T.), The Incantatory Sequence in Theocritus Pharmaceutria, Maia 27, 1975, pp. 103-111.
ROSSI (M.A.), A textual Problem in Theocritus, Idyll XVII.90 kai; na;soi" Kuklavdessin, ejpeiv oiJ na'e" a{ristoi (a{ristoi ms. a{ristai Steph.), MPhL 6, 1984, pp. 89-91.
BIBLIOGRAFA 303
ROSSI (L.E.), Mondo pastorale e poesia bucolica di maniera: l idillio ottavo del corpus teocriteo, SFIC 43. 1, 1971, pp. 6-25.
RUIJGH (C.J.), Le dorien de Thocrite: dialecte cyrnien dAlexandrie et dgypte, Mnemosyne 37. 1-2, 1984, pp. 56-88.
SCHMIEL (R.), Structure and Meaning in Theocritus 11, Mnemosyne 46. 2, 1993, pp. 229-234.
SCHMIEL (R.), Moschus Europa, CPh 76, 1981, pp. 261-272.
SEGAL (C.P.), Simaetha and the Iunx (Theocritus, Idyll II), QUCC 15, 1973, pp. 32-43.
SEGAL (C.P.), Underreading and Intertextuality: Sappho, Simaetha and Odysseus in Theocritus Second Idyll, Arethusa 17, 1984, pp. 201-209.
SEGAL (C.P.), Space, Time and Imagination in TheocritusSecond Idyll, ClAnt 4, 1985, pp. 103-119.
SICHERL (M.), El paraclausithyron en Tecrito, BIEH 6, 1972, pp. 57-62.
STERN (J.), Theocritus Epithalamium for Helen, RBPh 56, 1978, pp. 29-37.
TALIERCIO (A.), A proposito di Theocr. 18, 22-31 e Call. Hymn. 5, 23-30, BollClass 10, 1989, pp. 122-136.
VALPUESTA BERMDEZ (M.), El papiro Rainer (Vindobonensis 29.801) y su relacin con Bin de Esmirna, Habis 21, 1990, pp. 41-47.
GROENEBOON (P.), Les Mimiambes dHrodas. I-VI, avec notes critiques et commentaire explicatif, Groningen 1922 (reimpr. Roma 1973).
HEADLAM (W.) / KNOX (A.D.), Herodas. The Mimes and Fragments, notes by W. Headlam, edited by A.D. Knox, Cambridge 1922; reissued 1966, 2001.
BIBLIOGRAFA 305 NAVARRO GONZLEZ (J.L.) / MELERO (A.), Herodas.Mimiambos. Fragmentos mmicos. Partenio de Nicea. Sufrimientos de Amor, introduccin, traduccin y notas, Madrid 1981.
I.4.2. Estudios:
ARNOTT (W. G.), The Women in Herondas, mimiamb 4, CL 4, 1984, pp. 10-12.
BARIGAZZI (A.), Note ad Eroda, Athenaeum 32, 1954, pp. 410- 421.
CUNNINGHAM (I.C.), Herondas 6 and 7, CQ 14, 1964, pp. 32-35.
CUNNINGHAM (I.C.), Herondas I, 26 ff., CR 15, 1965, pp. 7-9.
CUNNINGHAM (I.C.), Herondas IV, CQ 16, 1966, pp. 113-125.
FERNNDEZ GALIANO (M.) / GIL (L.), Una vez ms sobre Herodas, StFunaioli, Roma 1955, pp. 67-82.
GIL (L.), LEIAI, un calzado femenino (Herodas VII, 57), Emerita 22, 1954, pp. 211-214.
GMEZ (P.), El frigi del mimiamb V dHerodes, Itaca 6-8, 1990-1992, pp. 71-80.
KEHOE (P.H.), The adultery mime reconsidered, en Classical Texts, Chico (California) 1984, pp. 89-106.
KUTZKO (D.), Koritto in Herodas 6, ZPE 133, 2000, pp. 35-41.
LAWALL (G.), Herodas 6 and 7 reconsidered, CPh 71, 1976, pp. 165-169.
LLERA FUEYO (L.A.), Humor alejandrino en el mimiambo 5 de Herodas, Emerita 61. 1, 1993, pp. 55-59.
LLERA FUEYO (L.A.), Sobre el posible origen siciliano de Herodas, en AVIIICSEEC, vol II, Madrid 1994, pp. 263-268.
MARZULLO (B.), Herodas I, 26-35, Maia 6, 1954, pp. 52-67.
BIBLIOGRAFA 306
MASTROMARCO (G.), The public of Herondas, Amsterdam 1984.
MELERO (A.), Consideraciones en torno a los mimiambos de Herodas, CFC 7, 1974, pp. 303-316.
MELERO (A.), El mimo griego, ECls 86, 1981-1983, pp. 11- 37.
MIRALLES (C.), Consideraciones acerca de la cronologa y de la posible localizacin geogrfica de algunos mimiambos de Herodas, Emerita 37, 1969, pp. 353-365.
REDONDO MOYANO (E.), Estudio sintctico de las partculas en el perodo helenstico: Herodas, Amsterdam 1995.
VENERONI (B.), Divagazioni sul quinto mimiambo di Eroda, REG 85, 1973, pp. 319-330.
DUEBNER (F.), Anthologia Palatina, Paris 1864-1872.
FERNNDEZ GALIANO (M.), Antologa Palatina (Epigramas Helensticos), traduccin e introducciones de M. Fernndez Galiano, Madrid 1978.
GALN VIOQUE (G.) y MRQUEZ GUERRERO (M. A.), Epigramas erticos griegos. Antologa Palatina (Libros V y XII), introd., trad. y notas, Madrid 2001.
BIBLIOGRAFA 307 GONZLEZ GONZLEZ (M.) y RODRGUEZ ALONSO (C.), Poemas de amor y muerte en la Antologa Palatina. Libro V y seleccin del libro VII, Madrid 1999.
GUIDORIZZI (G.) (ed.), Meleagro. Epigrammi, Milano 1992.
HAKKERT (A.M.) (ed.), An Index to the Anthologia Graeca. Anthologia Palatina and Planudea, 4 vols., Amsterdam 1985- 1990.
PATON (W.R.), The Greek Anthology, 5 vols., London 1916-1918.
QUASIMODO (S.)/VASSALINI (C.)/FINZI (G.), Antologia Palatina, scelta e traduzione di S. Quasimodo, introduzione e note di C. Vassalini, postfazione di G. Finzi, Milano 1968.
ARTHUR (M.B.), The tortoise and the mirror: Erinna PSI 1090, CW 74, 1980-1981, pp. 53-65.
BAALE (M.J.), Studia in Anytes poetriae vitam et carminum reliquias, Haarlem 1903.
BARIGAZZI (A.), Amore e poetica in Callimaco (ep. 28 e 6), RFIC 101, 1973, pp. 186-194.
BARRIO VEGA (M. L. del), Funcin y elementos constitutivos de los epigramas funerarios griegos, ECls 95, 1989, pp. 7-20.
BRIOSO SNCHEZ (M.), A.P. V 211 (Posidipo), Habis 20, 1989, pp. 23- 24.
CATAUDELLA (Q.), Tre epigrammi di Callimaco, Maia 19, 1967, pp. 356-362.
BIBLIOGRAFA 308 DAZ DE CERIO (M.), La evolucin de un gnero: elementos estructurales de los epigramas dedicados a animales de nite de Tegea, Emerita 66, 1998, pp. 119-149.
GENTILI (B.), Eros custode: Ibico fr. 286 P. e Meleagro, Anth. P. 12, 157, ECls 26, 1984, pp. 191-197.
HENDERSON (W.J.), Corinna of Tanagra on Poetry, AClass 38, 1995, pp. 29-42.
LIDA TARN (S.), The art of variation in the hellenistic epigram, Leiden 1979.
PAGE (D.L.), Five Hellenistic Epitaphs in Mixed Meters, WS 10, 1976, pp. 165-176.
PREZ CABRERA (J.), Preferencias amorosas en el epigrama helenstico, Fortunatae 7, 1995, pp. 143-157.
POMEROY (S.), Supplementary Notes on Erinna, ZPE 32, 1978, pp. 17-22.
SEGAL (C.P.), Pebbles in Golden Urns. The Date and Style of Corinna, Eranos 73, 1975, pp. 1-8.
SKINNER (M.B.), Greek Women and the Metronymic: A Note on an Epigram by Nossis, AHB 1, 1987, pp. 39-42.
VARA (J.), Notas sobre Erinna, ECls 16, 1972, pp. 67-86.
VARA (J.), Obra de Erinna y algunas reconstrucciones textuales, Habis 4, 1973, pp. 41-79.
VARA (J.), Cronologa de Erinna, Emerita 41, 1973, pp. 349-376.
WEST (M.L.), Erinna, ZPE 25, 1977, pp. 95-119.
WEST (M.L.), Corinna, CQ 29, 1970, pp. 277-287.
WHITE (H.), Two Hellenistic Epigrams, ECls 26, 1984, pp. 371-376.
WHITE (H.), Two erotic epigrams by Asclepiades, Veleia 14, 1997, pp. 369-371.
BIBLIOGRAFA 309
I.5.B. Otra poesa helenstica menor
I.5. B. 1. Ediciones, traducciones y comentarios:
LLOYD-JONES (H.) / PARSONS (P.), Supplementum Hellenisticum, ediderunt H. Lloyd-Jones y P. Parsons, Berlin-New York 1983.
MARTN GARCA (J.A.), Poesa helenstica menor (Poesa fragmentaria), introduccin, traduccin y notas, Madrid 1994.
MARTN GARCA (J.A.), Fenice de Colofn, Tesis Doctoral, Madrid 1981.
MARTNEZ FERNNDEZ (A.), Los poemas-figura de Simias, Veleia 4, 1987, pp. 195-227.
II. LA MUJER EN LA ANTIGEDAD CLSICA
II.1. Repertorios bibliogrficos:
FANTHAM (E.), Women in Antiquity: a selective (and subjective) survey 1979-84, EMC 30, 1986, pp. 1-24.
GARRIDO (E.), Problemtica del estudio de la mujer en el mundo antiguo. Aportacin bibliogrfica, en E. Garrido (ed.), Mundo antiguo, Madrid 1986, pp. 29-65.
BIBLIOGRAFA 310 GOODWATER (L.), Women in Antiquity: an annotated bibliography, New Jersey 1975.
POMEROY (S.), Selected bibliography on women in Antiquity, en Ancient world, Albany 1984, pp. 315-377.
POMEROY (S.), Classical Antiquity, en History of the Family, pp. 159-167.
VERILHAC (A.-M.)/ VIAL (C.)/ DARMEZIN (L.), La femme dans le monde mediterranen. II. La femme grecque et romaine. Bibliographie, Lyon-Paris 1990.
I.2. Estudios:
ABEL (D.H.), Medea in Dido, CB 34, 1958, pp. 51-56.
ACKER (C.), Dionysos en transe = Dionyisos en transe: la voix des femmes, Paris 2002.
ADAM (S.N.), Lavortement dans lantiquit grecque, en M. Petropoulou, Atenas 1984, pp. 141-153.
AGUILAR (R.M.), La mujer, el amor y el matrimonio en la obra de Plutarco, Faventia 12-13, 1992, pp. 307-325.
AGUIRRE CASTRO (M.), El tema de la mujer fatal en la Odisea, CFC (G) n.s. 4, 1994, pp. 301-317.
AMUNDSEN (D.W.)/DIERS (C.J), The age of menarche in classical Greece and Rome, HB 41, 1969, pp. 125-132.
AMUNDSEN (D.W.)/DIERS (C.J.), The age of menopause in classical Greece and Rome, HB 42, 1970, pp. 79-86.
ANTONIU (A.F.), Official Professions-Functions of a Woman in Ancient Athens, Archaiologia 21, 1986, pp. 23-25.
ARDIZZONI (A.), Il pianto di Medea e la similitudine della giovane vedova, GIF 28, 1976, pp. 233-240.
BIBLIOGRAFA 311 ARDIZZONI (A.), Vergine vedova o solo giovane vedova? Intorno ad una similitudine di Apolonio Rodio, en StColonna, Perugia 1982, pp. 7-9.
ARDIZZONI (A.), Cleite, ovvero la Fonte delle Lacrima, en Mythos, Gnova 1970, pp. 37-42.
ARKINS (B.), Sexuality in Fifth-Century Athens, Classics Ireland 1, 1994, pp. 18-34.
ARRIGONI (G.) (ed.), Le donne = Le donne in Grecia, Roma-Bari 1985.
ARRIGONI (G.), Amore sotto il manto e iniziazione nuziale (Tavv. I-IV), QUCC n. s. 15, 1983, pp. 7-56.
ARTHUR (M.B.), Politics and pomegranates: an interpretation of the homeric himn to Demeter, Arethusa 10, 1977, pp. 7-48.
ARTHUR (M.B.), From Matriarchy to Oriental Seclusion, Signs 2, 1976, pp. 383-403.
ASHERI (D.), Tyrannie et mariage forc. Essai dhistoire sociale grecque, Annales (ESC) 32, 1977, pp. 21-48.
AVAGIANOU (A.), Sacred marriage in the rituals of greek religion, Bern-Berlin-Frankfurt a.M.- New York-Paris-Wien 1991.
AVEZZ (E.), Societ e instituzione. In margine ad alcune recenti pubblicazioni sulla condizione femmenile in Grecia, Mus Pat 1, 1983, pp. 107-113.
BACHOFEN (J.), Matriarcado = El matriarcado. Una investigacin sobre la ginecocracia en el mundo antiguo segn su naturaleza religiosa y jurdica, trad. esp., Madrid 1987 (Stuttgart 1861).
BARIGAZZI (A.), Il dolore materno di Ecale (P. Oxy. 2376 e 2377), Hermes 86, 1958, pp. 453-471.
BARKER (A.W.), Domestic costumes of the athenian woman in the fifth and fourth centuries B.C., AJA 26, 1922, pp. 410-425.
BIBLIOGRAFA 312
BARNARD (S.), Hellenistic women poets, CJ 73, 1978, pp. 204- 213.
BEAUCAMP (J.), Le statut de la femme Byzance (4 e - 7 e sicle). I. Le droit imprial, Paris 1990.
BECK (F.A.), The Schooling of Girls in Ancient Greece, Classicum 9, 1978, pp. 1-9.
BELL (R.E.), Women of Classical Mythology. A biographical dictionary, Oxford 1991.
BELLONI (L.), Medea polupharmakos, CCC 2, 1981, pp. 117- 133.
BERNAB PAJARES (J.A) y RODRGUEZ SOMOLINOS (H.), Poetisas griegas, Madrid 1994.
BETALLI (M.), Note sulla produzione tessile ad Atene in et classica, Opus 1, 1982, pp. 261-270.
BICKERMAN (E.J.) La conception du mariage Athnes, BIDR 78, 1975, pp. 1-28.
BIELMAN (A.), Femmes en public dans le monde hellnistique IV e
I er s. av. J.-C., Sedes 2002.
BLEISCH (P.R.), On choosing a spouse: Aeneid 7. 378-84 and CallimachusEpigram 1, AJPh 117, 1996, pp. 453- 472.
BLUNDELL (S.), Women = Women in Ancient Greece, Cambridge (Massachussets)-London 1995.
BLUNDELL (S.) / WILLIAMSON (M.), Sacred and Feminine = The Sacred and the Feminine in Ancient Greece, London-New York 1998.
BOIS (P. du), Sowing the body = Sowing the body. Psychoanalysis and ancient representations of women, London- Chicago 1988.
BIBLIOGRAFA 313 BOIS (P. du), On horse/men, amazons and endogamy, Arethusa 12, 1979, pp. 35-49.
BONNER (C.), The prenuptial rite in the Aeitia of Callimachus, CPh 6, 1911, pp. 402-409.
BORNMANN (F.), Il parto di Rea nellinno a Zeus di Callimaco, A&R 33, 1988, pp. 113-122.
BORNMANN (F.), La Medea di Apollonio: interpretazione psicologica e interpretazione testuale, en AttiMedea, Torino 1997, pp. 47-68.
BOUVRIE (S. des), Women in Tragedy = Women in greek tragedy. An anthropological approach, Oslo 1990.
BOZZA (F.), Il matrimonio nel diritto attico, Annali del Seminario Giuridico della R. Universit di Catania 12, 1934, pp. 352-383.
BREMEN (R. van), Limits of participation = The limits of participation. Women and civic life in Greek East in the Hellenistic and Roman periods, Amsterdam 1996.
BROCK (R.), The labour of women in classical Athens, CQ 44. 2, 1994, pp. 336-346.
BRUL (P.), Les Femmes Grecques = Les Femmes Grecques lpoque classique, Paris 2001.
BURCK (E.), Die Frau in der griechisch-rmischen Antike, Munich 1969.
CAIRNS (F.), Asclepiades and the Hetairai, Eikasmos 9, 1998, pp. 165-193.
CALAME (C.) (ed.), Lamore = Lamore in Grecia, Roma-Bari 1988.
CALAME (C.), LEros = I Greci e l Eros. Simboli, pratiche e luoghi, Roma-Bari 1992.
CALAME (C.), Eros en la Antigua Grecia, trad. esp., Madrid 2002.
BIBLIOGRAFA 314 CALAME (C.), Sexual love in Ancient Greece: Social Schemes, Archaiologia 10, 1984, pp. 10-15.
CALERO SECALL (I.), La mujer en las Posthomricas de Quinto de Esmirna, en AXSCatSEEC, vol. I, Tarragona 1992, pp. 163 -168.
CALERO SECALL (I.), Consejeras, confidentes, cmplices = Consejeras, confidentes, cmplices: La servidumbre femenina en la literatura griega antigua, Madrid 1999.
CALERO SECALL (I.) y FRANCIA SOMALO (R.) (coords.), Saber y vivir: mujer, antigedad y medievo, Mlaga 1996.
CAMERON (A.), Two Mistresses of Ptolomy Philadelphus, GRBS 31, 1989-1990, pp. 287-311.
CAMERON (A.)/ KUHRT (A.) (eds.), Images of women = Images of women in Antiquity, London-Sydney 1984.
CAMPESE (S.)/ MANULI (P.)/ SISSA (G.), Madre materia = Madre materia. Sociologia e biologia della donna greca, Torino 1983.
CANTARELLA (E.), Calamidad ambigua = La calamidad ambigua. Condicin e imagen de la mujer en la antigedad griega y romana, trad. esp., Madrid 1991 (Milano 1985).
CANTARELLA (E.), La mujer romana, Santiago de Compostela 1991.
CANTARELLA (E.), Segn natura= Segn natura. La bisexualidad en el mundo antiguo, trad. esp., Madrid 1991.
CANTARELLA (E.), La ejgguvh prima e dopo la legislazione di Solone nel diritto matrimoniale attico, RIL 98, 1964, pp. 121-161.
CANTARELLA (E.), Ragione damore. Preistoria di un diffeto femminile, Memoria 1, 1981, pp. 67-74.
CANTARELLA (E.), Le Siracusane ovvero le donne alla festa di Adoni, Dioniso 16, 1953, pp. 183-187.
BIBLIOGRAFA 315 CAREY (C.), Apollodorosmother: the wives of enfranchised aliens in Athens, CQ 41. 1, 1991, pp. 84-89.
CARTLEDGE (P.), Spartan wives: liberation or licence?, CQ 31, 1981, pp. 84-105.
CASTILLO (A.), La emancipacin de la mujer romana en el s. I d.C., Granada 1976.
CAVALLINI (E.), Donne e amore da Saffo ai Tragici, Venezia 1982.
CHANTRAINE (P.), Les noms du mari et de la femme du pre et de la mre en grec , REG 59-60, 1946-1947, pp. 219- 250.
CLACK (J.), The Medea similes of Apollonius Rhodius, CJ 68.1, 1972, pp. 310-315.
CLARK (G.), A note on Medeas Plant and the Mandrake, Folklore 79, 1968, pp. 227-231.
CLARK (G.), Women in Late Antiquity. Pagan and Christian Life- styles, Oxford 1993.
CLAUSS (J.J.), Hellenistic Imitations of Hesiod Calalogue of Women fr. 1. 6-7 M&W, QUCC 36, 1990, pp. 129-140.
COHEN (D.), Law, sexuality and society = Law, sexuality and society. The enforcement of morals in classical Athens, Cambridge 1991.
COHEN (D.), The Athenian Law of Adultery, RIDA 31, 1984, pp. 147-165.
COHEN (B.) (ed.), The Distaff Side = The Distaff Side. Representing the Female in Homers Odissey, New York-Oxford 1995.
COHN-HAFT (L.), Divorce in Classical Athens, JHS 115, 1995, pp. 1-14.
COLLARD (C.), Medea and Dido, Pf 1, 1975, pp. 131-151.
BIBLIOGRAFA 316
COLLINS (D.), Theoris of Lemnos and the criminalization of magic in fourth-century Athens, CQ 51.2, 2001, pp. 477-493.
COOPER (K.), Virgin and the Bride = The Virgin and the Bride. Idealized Womanhood in Late Antiquity, Cambridge (Massachussets)-London 1996.
CORSU (F. le), Plutarque et les femmes dans les Vies Parallles, Paris 1981.
COX (Ch. A.), The social and political ramifications of athenian marriages CA 600-400 B.C., Tesis Doctoral, Durham 1983.
COX (Ch.A.), Crossing boundaries through marriage in Menanders Dyskolos, CQ 52. 1, 2002, pp. 391- 394.
CRIBIORE (R.), Gymnastics of the mind. Greek Education in Helle- nistic and Roman Egypt, Princeton (New Jersey) 2001.
DALTON PALOMO (M.), Mujeres, diosas y musas = Mujeres, Diosas y Musas. Tejedoras de la memoria, Mxico D.F. 1996.
DAUVILLIER (J.), Le droit du mariage dans les cits grecques et hellnistiques daprs les crits de saint Paul, RIDA 7, 1960, pp. 149-164.
DAVIDSON (J.), Courtesans and Fishcakes = Courtesans and Fishcakes: the consuming passions of Classical Athens, London 1998.
DAVIES (M.), TheocritusAdoniazusae, G&R 42. 2, 1995, pp. 152-158.
DEACY (S.) & PIERCE (K.F.) (eds.), Rape in Antiquity. Sexual Violence in the Greek and Roman Worlds, London 2002.
DELCOURT (M.), Strilities & naissances = Strilits mystrieuses & naissances malfiques dans lantiquit classique, Paris 1986.
DEVEREUX (G.), Mujer y mito, trad. esp., Mxico D.F. 1989.
DICKISON (S.K.), The insubordinate wife in greek literature, EMC 18, 1974, pp. 81-88.
DILLON (M.), Classical Greek Religion = Girls and Women in Classical Greek Religion, London and New York 2002.
DICKINSON (S. K.), Abortion in antiquity, Arethusa 6, 1973, pp. 159- 166.
DOHERTY (L. E.), Gender and Internal Audiences in the Odyssey, AJPh 113, 1992, pp. 161-177.
DONIGER (W.), Women, androgynes and other mythical beasts, Chicago - London 1980.
DONZELLI (G. B.), Arsinoe simile ad Elena (Theocritus Id. 15. 110), Hermes 112, 1984, pp. 306-316.
DOUGLAS OLSON (S.), Womens Names and the Reception of Odysseus on Scheria, ECM 36, 1992, pp. 1-6.
DOWDEN (K.), Death and the maiden = Death and the maiden. Girls Initiation Rites in Greek Mithology, London- New York 1989.
DUMZIL (G.), Lemniennes = Le Crime des Lemniennes, Paris 1924; ed. revisada de B. Leclercq - Neveu, Paris 1998.
DYCK (A. R.), On the Way from Colchis to Corinth: Medea in Book 4 of the Argonautica, Hermes 117, 1989, pp. 455-470.
EGGER (B. M.), Women in the greek novel: constructing the feminine, Tesis Doctoral, Irving-California 1990.
BIBLIOGRAFA 318 ENGELS (D.), The problem of female infanticide in the graeco- roman world, CPh 75, 1980, pp. 112-120.
ESLAVA GALN (J.), Amor y sexo = Amor y sexo en la antigua Grecia, Madrid 1997.
ESPEJO MURIEL (C.), Una variante sexual en el rito de hospitalidad griego, Florentia Iliberritana 1, 1990, pp. 115-124.
FANTHAM (E.), Sex, status and survival in hellenistic Athens: a study of women in New Comedy, Phoenix 29, 1975, pp. 44-74.
FANTHAM (E.) y otros (eds.), Women in the Classical world = Women in the Classical World. Image and Text, New York- Oxford 1994.
FARNELL (L.R.), Sociological hypotheses concerning the position of women in ancient religion, ARW 7, 1904, pp. 70- 94.
FAU RAMOS (M.T.), Sobre la ceremonia nupcial ateniense, VIIICSEEC, vol. III, Madrid 1994, pp. 141-144.
FIDIO (P. de), La donna e il lavoro nella Grecia arcaica, DWF 12/13, 1979, pp. 188-217.
FINE (A.)/LEDUC (C.), La dot de la marie, en CN Femmes, Fminismi et Recherches, Toulouse 1982, pp. 168-175.
FINLEY (M.I.), Marriage, Sale and Gift in the Homeric World, RIDA 2, 1955, pp. 167-194.
FINNEGAN (R.), The Proffesional Careers: Women Pioneers and the Male Image Seduction, Classics Ireland 2, 1995, pp. 67-81.
FLACELIRE (R.), Amour = Lamour en Grce, Paris 1971.
FLACELIRE (R.), Dun certain fminisme grec, REA 44, 1962, pp. 109-116.
FLACELIRE (R.), Le feminisme dans lancienne Athnes, CRAI 1971, pp. 698-706.
BIBLIOGRAFA 319
FLUEHR-LOBBAN (C.), A Marxist Reappraisal of the Matriarchate, Current Anthropology 20, 1979, pp. 341-360.
FOLEY (H.), The female intruder reconsidered: women in Aristophanes Lysistrata and Ecclesiazusae, CPh 77, 1982, pp. 1-21.
FOLEY (H.) (ed.), Reflections of women= Reflections of women in Antiquity, New York Paris London Montreux - Tokyo 1981.
FOLEY (H.), Female acts in greek tragedy, Princeton-Oxford 2001.
FRAGA IRIBARNE (A.), De Criseida a Penlope = De Criseida a Penlope. Un largo camino hacia el patriarcado clsico, Madrid 1998.
FRAGA IRIBARNE (A.), De Electra a Helena. La creacin de los valores patriarcales en la Atenas clsica, Madrid 2001.
FRENCH (V.), Sons and mothers, Helios 4, 1976, pp. 54-56.
FRENCH (V.), Midwives and maternity care in the graeco-roman world, Helios 13, 1986, pp. 69-84.
FUSILLO (M.), El sueo de Medea, Revista de Occidente 158- 159, 1994, pp. 92-102.
GALLO (L.), La donna greca e la marginalit, QUCC 47, 1984, pp. 7 - 51.
GANGUTIA (E.), Cantos de mujeres en Grecia, Madrid 1994.
GARCA GUAL (C.), El argonauta Jasn y Medea. Anlisis de un mito y su tradicin literaria, Habis 2, 1971, pp. 85-107.
GARCA IGLESIAS (L.), La menor edad en los poemas homricos, Emerita 56, 1988, pp. 185-206.
GARCA VZQUEZ (S.), Las Afrodisias: una fiesta de heteras, AVIICSEEC, vol. III, Madrid 1989, pp. 117-123.
BIBLIOGRAFA 320 GARDNER (J.), Women in Roman law & society, London-Sydney 1986.
GARLAND (R.), The greek way of life from conception to old age, London 1990.
GARLAND (R.), Mother and child in the greek world, HT 36, 1986, pp. 40-46.
GARNER (R.), Law and society = Law and society in classical Athens, London-Sydney 1987.
GARRIDO GONZLEZ (E.) (ed.), Mundo antiguo = La mujer en el mundo antiguo. Actas de las V Jornadas de investigacin interdisciplinaria, Madrid 1986.
GATTI (C.), Alcuni aspetti della posizione giuridica della donna ateniese nel V e IV secolo A.C., Acme 10, 1957, pp. 57- 65.
GELLIE (G.), The character of Medea, BICS 35, 1988, pp. 15- 22.
GENTILI (B.) / PERUSINO (F.) (eds.), Medea nella letteratura e nell arte, Venezia 2000.
GEORGOPOULOU-GOULETTE, S., La femme esclave dans la tragdie grecque. Fminin et dpendance dans limagination potique, Paris 2003.
GERNET (L.), Sur lepiclrat, REG 34, 1921, pp. 338-379.
GIALLONGO (A.), Immagine donne cultura greca= Limmagine della donna nella cultura greca, Rimini 1981.
GIALLONGO (A.), Sulla questione femminile nella Grecia classica, C&S 81, 1982, pp. 96-107.
GIANGRANDE (G.), Deux passages controverss: Thocrite Id. XXIII, vv. 26-32 et Nossis AP V, 170, AC 61, 1992, pp. 213-225.
BIBLIOGRAFA 321 GILABERT BARBER (P.), Mujer, matrimonio e hijos en el Estoicismo antiguo bajo el amparo de Eros?, Emerita 53, 1985, pp. 315-345.
GOLDEN (M.), Demography and the exposure of girls at Athens, Phoenix 35, 1981, pp. 316-331.
GOLDEN (M.), Names and naming at Athens: three studies, EMC n.s. 5, 1986, pp. 245-269.
GOMME (A.W.), The position of women in Athens in the fifth and fourth centuries, CPh 20, 1925, pp. 1-25.
GONZLEZ CORTS (M. T.), Eleusis = Eleusis, los secretos de Occidente. Histo- ria agraria y blica de la sexualidad, Madrid 2000.
GONZLEZ GALVN (M. G.), Observaciones sobre el papel de la mujer en el libro 1 de las Argonuticas de Apolonio Rodio en AVIIICSEEC, vol. II, Madrid 1994, pp. 221-226.
GONZLEZ GALVN (M. G.), La mujer en Las Argonuticas de Apolonio Rodio, Fortunatae 4, 1992, pp. 53-59.
GONZLEZ GALVN (M. G.),La figura femenina en Hcale de Calmaco, Fortunatae 8, 1996, pp. 27-30.
GONZLEZ GALVN (M. G.), La mujer en Calmaco, en AIXCSEEC, vol. 6, Madrid 1998, pp. 109-112.
GONZLEZ GALVN (M. G.), Tecrito y la mujer, Fortunatae 11, 1999, pp. 31- 37.
GONZLEZ TERRIZA (A.A.), Los rostros de la Empusa. Monstruos, heteras, nieras y brujas: aportacin a una nueva lectura de Aristfanes Ec. 877-1111, CFC (G) 6, 1996, pp. 261-300.
GOULD (J.), Law, custom and myth: aspects of the social position of women in classical Athens, JHS 100, 1980, pp. 38-59.
GOUREVITCH (D.), Le mal dtre femme. La femme et la mdecine dans la Rome antique, Paris 1984.
BIBLIOGRAFA 322 GOUREVITCH (D.), Grossesse et accouchement dans liconographie antique, DHisAr 123, 1988, pp. 42-48.
GOUREVITCH (D.), La mort de la femme en couches et dans les suites de couches, en La mort, les morts, Caen 1987, pp. 187-193.
GRILLET (B.), Femmes et fardes = Les femmes et les fards dans l Antiquite Grecque, Lyon 1975.
GRIMAL (P.) (ed.), Histoire mondiale de la femme.I. Prhistoire et Antiquit, Paris 1965.
GUERRA GMEZ (M.), El Sacerdocio Femenino = El Sacerdocio Femenino (en las religiones greco-romanas y en el cristianismo de los primeros siglos), Toledo 1987.
GUETTEL COLE (S.), Greek sanctions against sexual assault, CPh 79, 1984, pp. 97-113.
GUIDORIZZI (E.), Il mito della donna e la nascita della poesia, Napoli-Roma 1989.
GUIDUCCI (A.), Perdute nella storia. Storia delle donne dal I al VII secolo d.C., Firenze 1989.
GUIRAUD (H.), La vie quotidienne des femmes a Athnes: a propos de vases attiques du V e sicle, Pallas 32, 1985, pp. 41-57.
GUMMERT (P.), Medea in den Argonautika des Apollonios Rhodius, Der altsprachliche Unterricht 40, 1997, pp. 5-16.
HALLET (J.), Fathers and daughters in Roman society. Women and the Elite Family, New Jersey 1984.
HALPERIN (D.)/ WINKLER (J.)/ ZEITLIN (F.) (eds.), Before sexuality = Before sexuality. The construction of erotic experience in the ancient greek world, New Jersey 1990.
HANNICH (J.M.), Droit de cit et mariages mixtes dans la Grce classique, AC 45, 1976, pp. 133-148.
BIBLIOGRAFA 323 HANSON (A.E.), Hippocrates: diseases of women 1, Signs 1, 1975, pp. 567-584.
HARVEY (D.), Women in ancient Greece, HT 34, 1984, pp. 45- 47.
HAWLEY (R.) / LEVICK (B.) (eds.), Women in Antiquity = Women in Antiquity. New Assessments, London- New York 1997.
HENIG (M.), Death and the maiden: funerary symbolism in daily life, en Roman Life and Art, vol. II, Oxford 1977, pp. 347-366.
HENRY (R.M.), Medea and Dido, CR 44, 1930, pp. 97-108.
HERFST (P.), Travail de femme = Le travail de la femme dans la Grce ancienne, Utrecht 1922, reimpr. New York 1979.
HEUZEY (J.), Le costume fminin en Grce a lpoque archaique, GBA 19, 1938, pp. 126-148.
HEYOB (S.K.), The cult of Isis among women in the graeco-roman world , Leiden 1975.
HIRVONEN (K.), Matriarchal survivals = Matriarchal survivals and certain trends in Homers female characters, Helsinki 1968.
HOFFMANN (G.), Chtiment des amants = Le chtiment des amants dans la Grce classique, Paris 1990.
HOLST-WARHAFT (G.), Dangerous Voices = Dangerous Voices. Womens laments and Greek literature, London-New York, 1992.
HUMPHREYS (S.C.), The family, women and death. Comparative studies, London- Boston-Melbourne and Henley 1983.
HUNTER (R.), Medeas flight: the fourth book of Argonautica, CQ 37, 1987, pp. 129-139.
HUNTER (V.), Agnatic kinship in athenian law and athenian family practice: its implications for women, en
BIBLIOGRAFA 324 Law, Politics and Society, Sheffield 1993, pp. 100- 121.
IRIARTE (A.), Las redes del enigma = Las redes del enigma. Voces femeninas del pensamiento griego, Madrid 1990.
IRIARTE GOI (A.), De Amazonas a ciudadanos = De amazonas a ciudadanos. Pretextos ginecocrticos y patriarcado en la Grecia antigua, Madrid 2002.
JOHNS (C.), Sex or symbol? = Sex or symbol? Erotic Images of Greece and Rome, London 1995 3 . . JONG (I..J.F. de), Gynaikeion ethos: Misogyny in the Homeric Scholia, Eranos 89, 1991, pp. 13-24.
JOSHEL (S.R.) / MURNAGHAN (S.) (eds.) , Women and slaves = Women and slaves in Graeco-Roman Culture. Differential Equations, London-New York 1998.
JUST (R.), Law and life = Women in Athenian Law and Life, London-New York 1989.
JUST (R.), Conceptions of Women in Classical Athens, Journal of the Anthropological Society of Oxford 6.1, 1975, pp. 153-170.
KAHN (L.), La mort visage de femme, en La mort, Paris 1982, pp. 133-142.
KARABELIAS (E.), Lepiclerat a Sparte, en StBiscardi, vol. II, Milano 1982, pp. 469-480.
KEULS (E.), The Reign of the Phallus. Sexual Politics in Ancient Athens, Berkeley 1985.
KING (H.), Hippocrates Woman = Hippocrates Woman. Reading the Female Body in Ancient Greece, London-New York 1998.
BIBLIOGRAFA 325 KING WHYTE (M.), The status of women in preindustrial societes, New Jersey 1978.
KOLOSKI-OSTROW (A.O.) / LYONS (C.L.) (eds.), Naked Truths = Naked Truths. Women, sexuality and gender in classical art and Parchaelogy, London - New York 1997.
KOMORNICKA (A.M.), Hlne de Troie et son double dans la littrature grecque (Homre et Euripide), Euphrosyne 19, 1991, pp. 9-26.
KUENEN-JANSSENS (L.J.TH.), Some notes upon the competence of the athenian woman to conduct a transaction, Mnemosyne 3, 1941, pp. 199-214.
KUNSTLER (B.), Family dynamics and female power in ancient Sparta, en Rescuing Creusa, Lubbock (Texas) 1986, pp. 31-56.
KYTZLER (B.), Frauen der Antike. Von Aspasia bis Zenobia, Dsseldorf Zrich 1994.
LACEY (W.K.), Aspects of greek marriage, en Ellis, J.R. (ed.), AULLA. Proceedings and Papers of the thirteenth congress (Monash University, 12-18 August 1970), 1970, pp. 58-77.
LAMBROPOULOU (S.), The condition of women in Ancient Greece, Parousiva 1, 1982, pp. 444-460.
LARDINOIS (A.) Y McCLURE (L.), (eds.), Making Silence Speak = Making Silence Speak. Womens Voices in Greek Literature and Society, Princeton 2001.
LARSSON LOVN (L.) & STRMBERG (A.) (eds.), Aspects of Women in Antiquity. Proceedings of the First Nordic Symposium on Womens lives in Antiquity, Jonsered 1998.
LAWALL (G.), Simaethas Incantation: Structure and Imagery, TAPhA 92, 1961, pp. 283-294.
LEFKOWITZ (M.), Heroines and Hysterics, London 1981.
BIBLIOGRAFA 326 LEFKOWITZ (M.)/ FANT (M.), Womens life= Womens life in Greece and Rome, Baltimore - London 1982 2 .
LEFKOWITZ (M.), Women in Greek Myth, London 1986.
LEFKOWITZ (M.), The Heroic Women of Greek Epic, American Scholar 56. 4, 1987, pp. 503-518.
LEHNUS (L.), Ecale e la lana, ZPE 95, 1993, p. 6.
LEON BALTER (M.D.), The mother as source of power. A Psychoanalytic study of three greek myths, PsQ 38, 1969, pp. 217- 274.
LICHT (H.), Sexual Life = Sexual Life in Ancient Greece, London 1931 (trad. esp. Madrid 1976).
LIGHTMAN (M.) / LIGHTMAN (B.), Biographical Dictionary of Ancient Greek and Roman Women. Notable Women from Sappho to Helena, New York 2000.
LOPEZ SALVA (M.), Dreckapotheke en los tratados ginecolgicos del Corpus Hippocraticum, en AXSCatSEEC, vol. I, Tarragona 1992, pp. 225-230.
LPEZ (A.)/ MARTNEZ (C.)/ POCIA (A.), (eds.), Mujer mediterrneo antiguo = La mujer en el mundo mediterrneo antiguo, Granada 1990.
LPEZ (A.)/POCIA (A.), (eds.) Medeas = Medeas. Versiones de un mito desde Grecia hasta hoy, 2 vols., Granada 2002.
LORAUX (N.), Les enfants dAthna = Les enfants dAthna. Ides athniennes sur la citoyennet et la division des sexes, Paris 1981.
LORAUX (N.), Maneras trgicas de matar = Maneras trgicas de matar a una mujer, trad. esp., Madrid 1989 (Paris 1985).
LORAUX (N.), Les mres en deuil, Paris-Seuil 1990.
LORAUX (N.), Les expriences de Tirsias = Les expriences de Tirsias. Le fminin et lhomme grec, Paris 1989.
BIBLIOGRAFA 327
LORAUX (N.), La cit, lhistorien, les femmes, Pallas 32, 1985, pp. 7-39.
LORAUX (N.), Le lit, la guerre, LHomme 21, 1981, pp. 37-67.
LUCCIONI (P.), Un loge dHelene? (Thocrite, Id. XVIII, v. 29- 31, Gorgias et Stsichore), REG 110. 2, 1997, pp. 622-626.
LUPI (M.), Lordine delle generazioni. Classi di et e costumi matrimoniali nell antica Sparta, Bari 2000.
LLEWELLYN-JONES (Ll.) (ed.), Womens Dress in the Ancient Greek World, London 2002.
LLOYD-JONES (H.), Females of the species. Semonides on women, London 1975.
MADRID NAVARRO (M.), Misoginia = La misoginia en Grecia, Madrid 1999.
MAGNIEN (V.), Le mariage chez les grecs anciens. Linitiation nuptiale, AC 5, 1936, pp. 115-138.
MAGNIEN (V.), Vocabulaire grec refltant les rites du mariage, en MDesrousseaux, Paris 1937, pp. 293-299.
MARTHA (C.), Lducation des femmes dans la Grce Ancienne, Revue Contemporaine et Athenaeum Franais 33, 1857, pp. 260-282.
MARTNEZ FERNNDEZ (A.), La mujer en los epigramas funerarios de la Antologa Palatina, en AXIISCatSEEC, Palma de Mallorca 1997, pp. 219-222.
MARTNEZ FERNNDEZ (A.), Notas sobre la imagen de la mujer en el epigrama funerario de la Antologa Palatina, Fortunatae 8, 1996, pp. 71-77.
MARTNEZ FERNNDEZ (A.), La mujer en los epitafios mtricos de Creta de poca helenstica, Fortunatae 4, 1992, pp. 119- 150.
BIBLIOGRAFA 328 MARTNEZ FERNNDEZ (A.), Notas sobre la imagen de la mujer en los epigramas griegos de poca helenstica, Revista de Filologa 19, 2001, pp. 219-222.
MARTNEZ FERNNDEZ (A.), La mujer en los epigramas cretenses de poca imperial, en AIXCSEEC, vol. 6, Madrid 1998, pp. 171-175.
MARTNEZ FERNNDEZ (A.), H eikovna th" gunaivka" sthn arcaiva ellhnikhv logotecniv a. O Omhro" kai to epiv gramma th" ellhnistikhv" kai autokratorikhv" epochv", Pirgos- Atenas 2000.
MARTOS MONTIEL (J.F.), Lesbos = Desde Lesbos con amor: homosexualidad femenina en la Antigedad, Madrid 1996.
MASSEY (M.), Women in ancient Greece and Rome, Cambridge 1988.
MAZZOLDI (S.), Cassandra, la vergine e lindovina. Identit di un personaggio da Omero allEllenismo, Pisa-Roma 2001.
McAUSLAN (I.) / WALCOT (P.) (eds.), Women in Antiquity, Oxford 1996.
McC. BROWN (P.G.), Athenian Attitudes to Rape and Seduction: The Evidence of Menander, Dyskolos 289-293, CQ 41.2, 1991, pp. 533-534.
McCLEES (H.), A study of women in attic inscriptions, New York 1920.
McCLURE (L.), Spoken like a Woman = Spoken like a Woman. Speech and Gender in Athenian Drama, Princeton 1999.
McINTOSH SNYDER (J.), Woman and Lyre = The Woman and the Lyre. Women Writers in Classical Greece and Rome, Bristol 1989.
MEILLER (C.), Thocrite, Les Magiciennes, Idylle II, vers. 17-63, Eos 78, 1990, pp. 273-279.
BIBLIOGRAFA 329 MERCK (M.), The citys Achievements: Patriotic Amazona- machy and Ancient Athens, en Tearing the Veil, London 1978, pp. 95-115.
MICHELAZZO (F.), Il ruolo di Medea in Apollonio Rodio e un frammento di Eumelo, Pf 1, 1975, pp. 38-48.
MINNEN (P. Van), Did Ancient Women Learn a Trade Outside the Home?, ZPE 123, 1998, pp. 201-203.
MODRZEJEWSKI (J.), La Structure juridique du mariage grec, en Scritti Montevecchi, Bologna 1981, pp. 231-268.
MOLINOS TEJADA (M. T.), Las nodrizas en la escena clsica, en F. de Martino y C. Morenilla (eds.), El fil d Ariadna, Bari 2001, pp. 299-316.
MONSACRE (H.), Les larmes dAchille = Les larmes dAchille. Le hros, la femme et la souffrance dans la posie dHomre, Paris 1984.
MONTEPAONE (C.), Lo spazio del margine = Lo spazio del margine. Prospettive sul femminile nella comunit antica, Roma 1999.
MOREAU (A.), Le mythe de Jason et Mde. Le va-un-pied et la sorcire, Paris 1994.
MOSS (C.), Splendeur et misre de la courtesaine grecque, Lhistoire 56, 1983, pp. 32-40.
MOSS (C.), Mujer Grecia clsica = La mujer en la Grecia clsica, trad. esp., Madrid 1990 (Paris 1983).
NAGY (B.), The naming of Athenian girls: a case in point, CJ 74, 1978, pp. 360-364.
NATZEL (S.A.), Klea gunaikn: Frauen in der Argonautika des Apollonios Rhodios, Trier 1992.
NELIS (D. P.), Iphias: Apollonius Rhodius, Argonautica 1.311- 16, CQ 41. 1, 1991, pp. 96-105.
BIBLIOGRAFA 330 OAKLEY (J.H.) / SINOS (R.H.), Wedding = The Wedding in Ancient Athens, London 1993.
OLMO LETE (G. del) y otros, La dona en lantiguitat, Sabadell 1987.
PANAYOTATOU (A.), Sur quelques femmes intellectuelles de la priode hellenistique, en Festschr. fr M. Neuburger, Wien Mandach 1948, pp. 363-365.
PAOLI (V.E.), La donna greca nellantichit, Firenze 1955.
PAPADOPOULOU (T.), The presentation of the inner self: Euripides Medea 1021-55 and Apollonius Rhodius Argonautica 3. 772-801, Mnemosyne 50. 6, 1997, pp. 641-664.
PAPANGHELIS (T.D.), Hoary Ladies: Catullus 64 and Apollonius Rhodius, SO 69, 1994, pp. 41-46.
PAPANGHELIS (T.D.), Catullus and Callimachus on large women (A reconsideration of c.86), Mnemosyne 44. 3-4, 1991, pp. 372-386.
PEMBROKE (S.), Last of the matriarchs: a study in the inscriptions of Lycia, JESHO 8, 1965, pp. 217-247.
PEMBROKE (S.), Women in charge: the function of alternatives in early greek tradition and the ancient idea of matriarchy, JWI 30, 1967, pp. 1-35.
PEMBROKE (S.), The early human family: some views 1770-1870, en Classical influences, Cambridge 1979, pp. 275- 291.
PERADOTTO (J.)/ SULLIVAN (J.P.) (eds.), Women in the Ancient World, Albany 1984.
PREZ CABRERA (J.), Consideraciones sobre la mujer en el epigrama funerario helenstico de la Antologa Palatina, Fortunatae 4, 1992, pp. 183-191.
BIBLIOGRAFA 331 PREZ CABRERA (J.), Mujeres escritoras de epigramas en el Helenismo, AVIIICSEEC, vol. II, Madrid 1994, pp. 299-305.
PREZ JIMNEZ (A.) / CRUZ ANDREOTTI (G.) (eds.), Hijas de Afrodita = Hijas de Afrodita: la sexualidad femenina en los pueblos mediterrneos, Madrid 1995.
PERUTELLI (A.), Il sogno di Medea da Apollonio Rodio a Valerio Flacco, MD 33, 1994, pp. 33-51.
PHINNEY (E.), Narrative unity in the Argonautica, the Medea- Jason romance, TAPhA 98, 1967, pp. 327-341.
PICKLESIMER (M.L.), Hipodamia: el derecho a enamorarse de la mujer mtica, Flor. Il. 4-5, 1993-1994, pp. 417-435.
PIPER (L.J.), Wealthy Spartan Women, CB 56, 1979, pp. 5-8.
PIRCHER (J.), Das Lob der Frau im vorchristlichen Grabepigramm der Griechen, Innsbruck 1979.
POMEROY (S.), Diosas, rameras, esposas y esclavas = Diosas, rameras, esposas y esclavas. Mujeres en la antigedad clsica, trad. esp., Madrid 1990 (London 1976).
POMEROY (S.), Andromaque: un exemple mconnu de matriarcat, REG 88, 1975, pp. 16-19.
POMEROY (S.), Charities for greek women, Mnemosyne 35, 1982, pp. 115- 135.
POMEROY (S.), Women in hellenistic Egypt = Women in hellenistic Egypt from Alexander to Cleopatra, New York 1984.
POMEROY (S.), Technikai kai mousikai. The education of women in the fourth century and in the hellenistic period, AJAH 2, 1977, pp. 51-68.
POMEROY (S.) (ed.), Womens history and ancient history, Chapell Hill- London 1991.
BIBLIOGRAFA 332 POMEROY (S.B.), Plato and the female physician (Republic 454 d2), AJP 99, 1978, pp. 496-500.
POMEROY (S.B.), Spartan women, Oxford- New York 2002.
POWELL (A.) (ed.), Euripides, women and sexuality, London-New York 1990.
PREAUX (C.), Le statut de la femme a lepoque hellenistique, principalement en Egypt, en La femme 11, 1959, pp. 127-175.
RAEPSAET (G.), Les motivations de la natalit Athnes aux V et IV sicles avant notre re, AC 40, 1971, pp. 80- 110.
REDFIELD (J.), Notes on the greek wedding, Arethusa 15, 1982, pp. 181- 201.
REDFIELD (J.), The women of Sparta, CJ 73, 1977-1978, pp. 146- 161.
REDUZZI (F.) y STORCHI (A.) (eds.), Femmes-esclaves = Femmes-esclaves. Modles dinterpretation anthropologique, conomique, juridique, Napoli 1999.
REEDER (E.D.) (ed.), Pandora = Pandora. Women in classical Greece, Princeton 1995.
REHM (R.), Marriage to death = Marriage to death. The conflation of wedding and funeral rituals in Greek tragedy, Princeton 1994.
RICHLIN (A.) (ed.), Pornography and Representation = Pornography and Representation in Greece and Rome, New York-Oxford 1992.
RICHTER (D.), The position of women in classical Athens, CJ 67, 1971, pp. 1-8.
RODRGUEZ MAMPASO (M. J.) y otros (eds.), Roles sexuales. La mujer en la historia y la cultura, Madrid 1994.
BIBLIOGRAFA 333 ROSELLINI (M.) / SAD (S.), Usages de femmes et autres nomoi chez les sauvages dHrodote: essai de lecture structurale, ASNP 8, 1978, pp. 949-1005.
ROSENMEYER (P. A.), Love letters in Callimachus, Ovid and Aristaenetus, or the Sad Fate of a Mailorder Bride, MD 36, 1996, pp. 9-31.
ROSIVACH (V.J.), Young Man Falls in Love = When a Young Man Falls in Love. The Sexual Exploitation of Women in New Comedy, London-New York 1998.
ROUG (J.), La colonisation grecque et les femmes, CH 15, 1970, pp. 307-317.
ROUSSELLE (A.), Observation fminine et idologie masculine: le corps de la femme daprs les mdecins grecs, Annales 35, 1980, pp. 1089-1115.
ROUSSELLE (A.), Concubinat et adultre, Opus 3, 1984, pp. 75-84.
ROWLANDSON (J.) (ed.) Women & Society in Greek and Roman Egypt. A sourcebook, Cambridge 1998.
RUDHART (J.), Le rle dEros = Le rle dEros et dAphrodite dans les cosmogonies grecques, Paris 1986.
RUDHART (J.), Pandora: Hsiodo et les femmes, MH 43, 1986, pp. 231- 246.
RUIZ (E.), La mujer y el amor en Menandro, Barcelona 1981.
SALEMME (C.), Medea e il contagio damore, BstudLat 22, 1992, pp. 3-21.
SNCHEZ GARCA (M.P.), Sexo y matrimonio en la obra homrica, en AXSCatSEEC, vol. I, Tarragona 1992, pp. 297-300.
SANCHIS LLOPIS (J.L.), Un catlogo de mujeres mitolgicas en la Comedia Media (a propsito de Eubulo fr. 115 Kassel- Austin, AIXSCatSEEC, vol. II, Barcelona 1991, pp. 725-731.
BIBLIOGRAFA 334 SAVALLI (I.), Donna nella societ = La donna nella societ della Grecia antica , Bologna 1983.
SAWYER (D.F.), Women and Religion = Women and Religion in the first christian centuries, London 1996.
SCHAPS (D.), Economic rights women = Economic rights of women in Ancient Greece, Edinburgh 1979.
SCHAPS (D.), The women of Greece in wartime, CPh 77, 1987, pp. 193- 213.
SCHAPS (D.), Women in greek inheritance law, CQ 25, 1975, pp. 53-57.
SCHAPS (D.), The woman least mentioned: etiquette and womens names, CQ 27, 1977, pp. 323-330.
SCHEID (E.), Il matrimonio omerico, DArch n.s. 1, 1979, pp. 60-73.
SCHMITT PANTEL (P.) (ed.), Historia de la mujer = Historia de las mujeres en Occidente. I. La Antigedad, trad. esp., Madrid 1991.
SCHULLER (W.), Frauen in der griechischen Geschichte, Konstanz 1985.
SCOTT (J.A.), Assumed contradiction in the parentage of Arete, CPh 1939, p. 374.
SCOTT (M.), The character of Deianeira in Sophocles Trachiniae, AC 40, 1997, pp. 33-48.
SEALEY (R.), Women and law = Women and law in classical Greece, Chapell Hill-London 1990.
SEALEY (R.), On Lawful Concubinage in Athens, ClAnt 3, 1984, pp. 111-133.
SECHAN (L.), Les Magiciennes et lamour chez Thocrite, AFLA 39, 1965, pp. 67-100.
BIBLIOGRAFA 335 SEGAL (Ch.), Mariage et sacrifice dans les Trachiniennes de Sophocle, AC 44, 1975, pp. 30-53.
SELTMAN (Ch.), Women in Antiquity, London 1956, reprint. Westport-Connecticut 1993.
SELTMAN (Ch.), The status of women in Athens, G&R 2, 1955, pp. 119-124.
SERGENT (B.), La homosexualidad en la mitologa griega, trad. esp., Barcelona 1986.
SHEPARD KRAEMER (R.), Her Share of Blessings = Her Share of the Blessings. Womens Religions among Pagans, Jews, and Christians in the Graeco-Roman World, New York-Oxford 1992.
SIMMS (R.), Mourning and Community at the Athenian Adonia, CJ 93, 1997-1998, pp. 121-141.
SISSA (G.), Une virginit sans hymen: le corps fminin en Grce ancienne, Annales 39, 1984, pp. 1119-1139.
SISSA (G.), La famille dans la cit grecque (V-IV e sicle avant J.- C.), en Histoire de la famille, I, Paris 1986, pp. 163-193.
SISSA (G.), Epigamia. Se marier entre proches Athnes, en Parent et Stratgies familials, Roma 1990, pp. 199-223.
SLATER (P.E.), Glory of Hera = The Glory of Hera. Greek Mythology and the Greek Family, Boston 1968, reprint. Princeton 1992.
SOURVINOU-INWOOD (C.), A series of erotic pursuits: images and meanings, JHS 107, 1987, pp. 131-153.
STE. CROIX (G.E.M. de), Some observations on the property rights of the Athenian Women, CR 20, 1980, pp. 273-278.
BIBLIOGRAFA 336 TAAFFE (L.K.), Aristophanes and women, London-New York 1993.
TANDOI (V.), Le donne ateniesi che non devono piangere (a proposito di Licurgo, In Leocr. 40), STFC 42, 1970, pp. 154-178.
THOMAS (C.G.), Matriarchy in early Greece: the bronze and dark ages, Arethusa 6. 2, 1973, pp. 173-195.
THOMPSON (W.E.), Athenian Marriage Patterns: Remarriage, CSCA 5, 1972, pp. 211-225.
TOUTAIN (J.), Le rite nuptiale de lanakalipterion, REA 42, 1940, pp. 345- 353.
TUDOR (D.), Donne celebri del mondo antico, trad. ital., Milano 1985.
VANOYEKE (V.), Prostitucin = La prostitucin en Grecia y Roma, trad. esp., Madrid 1991 (Pars 1990).
VATIN (C.), Mariage = Recherches sur le mariage et la condition de la femme marie a lpoque hellnistique, Paris 1970.
VERNANT (J.-P.), Le mariage en Grce archaique, PP 28, 1973, pp. 51-74.
VEYNE (P.) et al., Les mystres du gynce, Paris 1998.
VILCHEZ (M.), Sobre el enfrentamiento hombre/mujer de los rituales a la literatura, Emerita 42, 1974, pp. 375- 408.
VINCENT DOUCET-BON (L.), Mariage dans anciennes = Le mariage dans les civilisations anciennes, Paris 1975.
WALCOT (P.), Romantic love and true love: greek attitudes to marriage, AncSoc 18, 1987, pp. 5-33.
WELLS (C.), Ancient Obstetric Hazards and Female Mortality, UrH:NYAM 51, 1975, pp. 1235-1249.
BIBLIOGRAFA 337 WENDER (D.), Plato: misogynist, paedophile, and feminist, Arethusa 6, 1973, pp. 75-90.
WHITEHORNE (J.), Womens work in TheocritusIdyll 15, Hermes 123.4, 1995, 63-75.
WIERSMA (S.), Women in Sophocles, Mnemosyne 37, 1984, pp. 25-55.
WILHELM (M. P.), The Medeas of Euripides, Apollonius and Ovid, AugAge 10, 1990, pp. 43-57.
WINKLER (J.), The Constrains of Desire. The Anthropology of Sex and Gender in Ancient Greece, London-New York 1990.
WOLFF (H. J.), Marriage law and family organization in ancient Athens. A study on the interrelation of public and private law in the greek city, Traditio 2, 1944, pp. 43-95.
WRIGHT (F. A.), The Women Poets of Greece, FortRv N.S. 113, 1923, pp. 323-333.
WRIGHT (F. A.), Feminism in greek literature. From Homer to Aristotle, 1923; reiussed New York-London 1969.
WULFF ALONSO (F.), La fortaleza asediada = La fortaleza asediada. Diosas, hroes y mujeres poderosas en el mito griego, Salamanca 1997.
ZEITLIN (F.), The dynamics of misogyny: myth and mythmaking in the Oresteia, Arethusa 11, 1978, pp. 149-181.
III. OTRAS OBRAS
ALEXANDRIAN, Historia de la literatura ertica, trad. esp., Barcelona 1990.
ALEXIOU (M.), Ritual lament = The ritual lament in Greek tradition, Cambridge 1974.
BIBLIOGRAFA 338 ALFAGEME (I.), Higiene, cosmtica y diettica en la comedia tica, CFC (G) 9, 1975, pp. 241-271.
ALIC (M.), El legado de Hipatia = El legado de Hipatia. Historia de las mujeres en la ciencia desde la Antigedad hasta fines del siglo XIX, trad. esp., Mxico D.F. 1991.
ANDERSON (B. S.)/ZINSSER (J. P.), Historia de las mujeres: una historia propia, trad. esp., Barcelona 1991.
ANGEL (J. L.), The lenght of life in ancient Athens, Journal of Gerontology 2, 1947, pp. 18-24.
ANNEQUIN (J.), Recherches sur laction magique et ses representations (Ier et IIme sicles aprs J.C.), Paris 1973.
BASLEZ (M.), LEtranger dans la Grce Antique, Paris 1984.
BERTMAN (S.) (ed.), Conflict of generations = The conflict of generations in ancient Greece and Rome, Amsterdam 1976.
BEAUCHET (L.), Le Droit de famille = Histoire du Droit Priv de la Rpublique Athnienne. Le droit de famile.I, Paris 1897, reimpr. Amsterdam 1969.
BICKERMAN (E. J.), Love story in the homeric hymn to Aphrodite, Athenaeum n.s. 54, 1976, pp. 229-254.
BLAKE TYRRELL (W.), A view of the Amazons, CB 57,1980, pp. 1-5.
BLAKE TYRRELL (W.), Amazons. A Study in Athenian Mythmaking, Baltimore-London 1984 (trad. esp. Mxico D.F. 1989).
BOARDMAN (J.)/GRIFFIN (J.)/MURRAY (O.) (eds.), Greece and the hellenistic world, Oxford 1986.
BODEUS (R.), Socite athnienne, sagesse grecque et idal indo- europen, AC 41, 1972, pp. 455-486.
BIBLIOGRAFA 339 BONANNO (A.) (ed.), Archaeology and the fertility cult in the ancient mediterranean, Malta 1986.
BRIOSO SNCHEZ (M.) y VILLARRUBIA MEDINA (A.) (eds.), Consideraciones en torno al amor = Consideraciones en torno al amor en la literatura de la Grecia antigua, Sevilla 2000.
BURKERT (W.), Homo necans = Homo necans. Antropologia del sacrificio cruento nella Grecia antica, trad. ital., Torino 1982.
BUXTON (R.), Imaginario = El imaginario griego. Los contextos de la mitologa, trad. esp., Madrid 2000.
CANTARELLA (E.), Los suplicios capitales en Grecia y Roma. Orgenes y funciones de la pena de muerte en la Antigedad clsica, trad. esp., Madrid 1996.
CASILLAS, (J. M.), La antigua Esparta, Madrid 1997.
CHARLIER (M.-Th.)/ RAEPSAET (G.), Etude dun comportement social: les relations entre parents et enfants dans la societ athnienne lpoque classique, AC 40, 1971, pp. 589- 606.
COZZO (A.), Kerdos = Kerdos. Semantica, ideologie e societ nella Grecia antica, Roma 1988.
DAVERIO-ROCCHI (G.), Considerazioni a proposito della schiavit come pena nellAtene del V e IV secolo, Acme 28. 3, 1975, pp. 257-279.
DAVERIO-ROCCHI (G.), Politica di famiglia e politica di trib nella polis ateniese (V secolo), Acme 24, 1971, pp. 13-44.
DAVIDSON (T.), The education of the greek people and its influence on civilization, New York 1897; reimpr. 1969.
DAVIES (J.K.), Athenian citizenship: the descent group and the alternatives, CJ 73, 1977-78, pp. 105-121.
DEIGHTON (H. J.), A Day in the Life of Ancient Athens, London 1995.
DELCOURT (M.), Hermaphrodite, Paris 1958, 2 d. revisada 1992.
BIBLIOGRAFA 340 DE LEY (H.), Empedoclessexual theory: a note on fragment B 63, AC 47, 1978, pp. 153-162.
DETIENNE (M.), Jardines de Adonis = Los jardines de Adonis. La mitologa griega de los aromas, trad. esp., Madrid 1983.
DETIENNE (M.), La invencin de la Mitologa, trad. esp., Barcelona 1985.
DEZ CELAYA (R.), La mujer en el mundo, Madrid 1997.
DEZ DE VELASCO (F.), Caminos de la muerte = Los caminos de la muerte. Religin, rito e imgenes del paso al ms all en la Grecia antigua, Madrid 1995.
DEZ DE VELASCO (F.), Lenguajes de la religin = Lenguajes de la religin. Mitos, smbolos e imgenes de la Grecia antigua, Madrid 1998.
DONNAY (G.), LAmazonomachie du mausolee dHalicarnasse, AC 26, 1957, pp. 383-403.
DOVER (J. K.), Greek popular morality in the time of Plato and Aristotle, Oxford 1974.
DUFOUR (P.), La prostitucin en la Antigedad. En las primeras civilizaciones, en Babilonia, en Fenicia, en el Antiguo Egipto, en el Antiguo Testamento y en la Grecia clsica, trad. esp., San Sebastin 1999.
EDWARDS (M. L.), The Cultural Context of Deformity in the Ancient Greek World, AHB 10. 3-4, 1996, pp. 79-92.
EITREM (S.), La magie comme motiff littraire chez les grecs et les romains, SO 21, 1941, pp. 39-83.
ELIADE (M.), Mefistfeles y el andrgino, trad. esp. Barcelona 2001 (Paris 1962).
ESPEJO MURIEL (C.), Grecia: sobre los ritos y las fiestas, Granada 1995 2 .
FALKNER (T. M.)/LUCE (J. De), Old age in greek and latin literature, Albany 1989.
BIBLIOGRAFA 341 FARAONE (C. A.), Ancient Greek Love Magic, Cambridge (Massachusetts) - London 1999.
FARAONE (C. A.)/OBBINK (D.) (eds.), Magika Hiera = Magika Hiera. Ancient greek magic and religion, New York 1991.
FERNNDEZ GALIANO (M.)/LASSO DE LA VEGA (J.)/RODRGUEZ ADRADOS (F.), Descubrimiento del amor = El descubrimiento del amor en Grecia, Madrid 1985.
FESTUGIERE (A.-J.), La vie spirituelle en Grce lpoque hellnistique. Les besoins de lesprit dans un monde raffin, Paris 1977.
FLACELIRE (R.), Vida cotidiana = La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Pericles, trad. esp., Madrid 1993.
FLINT (V.) Y OTROS Witchcraft and Magic = Witchcraft and Magic in Europe.Vol. 2: Ancient Greece and Rome, London 1999.
FU (O.), La dignit dellanziano negli scrittori greci fino al IV secolo a.C., AIV 138, 1979-80, pp. 397-414.
GARCA TEIJEIRO (M.), Sobre la lengua de los documentos mgicos griegos, en A. Agud y otros (eds.), Las lenguas de corpus, Madrid-Salamanca 1996, pp. 151-163.
GARLAN (Y.), Les esclaves en Grce ancienne, Paris 1984.
GARLAND (R. S. J.), Religious authority in archaic and classical Athens, ABSA 79, 1984, pp. 75-123.
GIL (L.), Medicina, religin y magia en el mundo griego, CFC: egi 11, 2001, pp. 179-198.
GOLDEN (M.), Pais, child and slave, AC 54, 1985, pp. 91-104.
GRAF (F.), La magie dans lantiquit grco-romaine. Idologie et pratique, Paris 1994.
HARDING (M. E.), Womans Mysteries. A Psychological Interpretation of the Feminine Principle as portrayed in Myth, Story and Dreams, London 1991.
BIBLIOGRAFA 342
HALPERIN (D.), One hundred of homosexuality, London-New York 1990.
HARRIS (W.), The theoretical possibility of extensive infanticide in the graeco-roman world, CQ 32. 1, 1982, pp. 114-116.
HIBLER (R. W.), Life and learning = Life and learning in ancient Athens, Lanham- London 1988.
HUGHES (D.), Human sacrifice in Ancient Greece, London-New York 1991.
HUMPHREYS (S. C.), Family tombs and tomb cult in ancient Athens: tradition or traditionalism?, JHS 100, 1980, pp. 96- 126.
KOMORNICKA (A. M.), Sur le langage rotique de lancienne comdie attique, QUCC n.s. 9, 1981, pp. 55-83.
KONSTAN (D.), Sexual Simmetry = Sexual Symmetry. Love in the ancient novel and related genres, Princeton 1994.
KURTZ (D. C.) / BOARDMAN (J.), Greek burial customs, London 1971.
LANE FOX (R.), Aspects of inheritance in the greek world, en Crux, London 1985, pp. 208-232.
LENS TUERO (J.) y MIGUEL JOVER (J.L.), La Hipspila de Eurpides: reconstruccin, EFG 1, 1985, pp. 111-148.
LIVENTHAL (V.), What Goes On among the Women? The Settinf of Some Attic Vase Paintings of the Fifth Century B.C., ARID 14, 1985, pp. 37-52.
MARROU (H. I.), Historia de la educacin en la antigedad, trad. esp., Buenos Aires 1976.
MARROU (H. I.), Le droit a leducation dans lantiquit greco- romaine, Recueils de la socit Jean Bodin pour lhistoire comparative des Institutions. LEnfant 39, 1975, pp. 79-93.
BIBLIOGRAFA 343 MAZEL (J.), Mtamorphoses dEros = Les mtamorphoses dEros. Lamour dans la Grce antique, Paris 1984.
McINTOSH SNYDER (J.), The web of song : weaving imagery in Homer and the lyric poets , CJ 76.1, 1980, pp. 193-196.
MINOIS (G.), Historia de la vejez. De la Antigedad al Renacimiento, trad. esp., Madrid 1989.
MIREAUX (E.), La vida cotidiana en tiempos de Homero, trad. esp., Buenos Aires 1962.
OMATOS (O.), Misoginia en la tradicin literaria neohelnica, Fortunatae 4, 1992, pp. 163-181.
OTTO (W. F.), Dioniso = Dioniso. Mito y culto, Madrid 1997.
PAVLOCK (B.), Eros, imitation and the epic tradition, London-New York 1990.
POMEROY (S. B.), Families Greece = Families in Classical and Hellenistic Greece. Representations and Realities, Oxford 1998.
POUNDS (N. J. G.), Vida cotidiana = La vida cotidiana: historia de la cultura material, (trad. esp.), Barcelona 1992.
PRICE (A. W.), Love and Frienship in Plato and Aristotle, Oxford 1997.
RAEPSAET (G.), A propos de lutilisation de statistiques en dmographie grecque. Le nombre deenfants par famille, AC 42, 1973, pp. 536-543.
RAWSON (B.) (ed.), The family in ancient Rome, London-Sydney 1986.
RHODES (P. J.), Bastards as athenian citizens, CQ 28, 1978, pp. 89-92.
RODRGUEZ ADRADOS (F.), Sociedad, amor y poesa = Sociedad, amor y poesa en la Grecia antigua, Madrid 1995.
ROMILLY (J. de), La douceur dans la pense grecque, Paris 1979.
BIBLIOGRAFA 344 ROMILLY (J. de), Patience, mon coeur! Lessor de la psychologie dans la littrature grecque classique, Paris 1991.
ROSCHER (W.H.) (ed.), Lexicon der griechischen und rmischen Mythologie, Leipzig 1886-90.
ROUSSELLE (A.), Porneia = Porneia. Del dominio del cuerpo a la privacin sensorial, trad. esp., Barcelona 1989.
SCHULTZ ENGLE (B.), The Amazons in Ancient Greece, PsQ 11, 1942, pp. 512-553.
SERS (G.), La transformacin de los amantes. Imgenes del amor de la Antigedad al Siglo de Oro, Barcelona 1996.
TOD (M. N.), Laudatory Epithets in Greek Epitaphs, ABSA 46, 1951, pp. 182-190.
VERMEULE (E.), La muerte en la poesa = La muerte en la poesa y en el arte de Grecia, trad. esp., Mxico D.F. 1984.
VERNANT (J. P.), Lindividu = Lindividu, la mort, lamour soi-mme et lautre en Grce ancienne, Paris 1989 (trad. esp. El individuo, la muerte y el amor en la antigua Grecia, Barcelona 2001).
VERNANT (J. P.), La muerte en los ojos = La muerte en los ojos. Figuras del Otro en la antigua Grecia, trad. esp., Barcelona 1996.
VIDAL-NAQUET (P.), El cazador negro = Formas de pensamiento y formas de sociedad en el mundo griego. El cazador negro, trad. esp., Barcelona 1983.
VRIES (G.J. de), Swfrosuvnh en grec classique, Mnemosyne 11, 1943, pp. 81- 101.
VRISSIMTZIS (N. A.), Love, Sex, Marriage = Love, Sex, Marriage in Ancient Greece. A guide to the private life of the ancient Greeks, Agia Paraskevi 1995.
BIBLIOGRAFA 345 WAYLAND BARBER (E.), Womens Work. The First 20,000 Years. Women, Cloth, and Society in Early Times, New York- London 1994.
WILLETS (R. F.), Everyday Life in Ancient Crete, London 1969; reimpr. Amsterdam 1988.
WOODFORD (S.), Images of Myths in Classical Antiquity, Cambridge 2003.
NDICE DE PASAJES CITADOS
ALEJANDRO EL ETOLO Alex. Aet. fr. 3 Powell, 30-31: 179
Abel, D. H.: 221 n. 30 Acker, C.: 36, 164 n. 23 Aguilar, R. M.: 16 n. 4, 87 n. 1, 92 n. 25, 97 n. 43 Alexiou, M.: 45, 182 n. 23, 184 n. 29, 185 n. 32 y n. 36 Alic, M.: 124 n. 56, 127 n. 77 Anderson, B. S.: 16 n. 3 Andrews, P. B. S.: 233 n. 71 Ardizzoni, A.: 50 n. 18, 197 n. 17 Arjava, A.: 34 Arkins, B.: 88 n. 4, 98 n. 47, 111 n. 3, 156 n. 79 Arnott, G.: 167 n. 39 Arrigoni, G.: 87 n. 1, 223 n. 39 Arthur, M.: 190 n. 4, 218 n. 20 Asheri, D.: 87 n. 1 Austin, M.: 17 Bachofen, J.J.: 19 n. 10, 107 n. 25, 258 n. 17, 259 n. 23 Baldwin, B.: 233 n. 71 y n. 74 Balter, L.: 103 n. 10 Barigazzi, A.: 51 n. 21, 229 n. 63 Barkhuizen, J. H.: 50 n. 18, 75 n. 44 Barnard, S.: 50 n.17 Barringer, J. M.: 222 n. 38 Beck, F. A.: 129 n. 1, 130 n. 5, 138 n. 34 Beekes, R. S. P.: 233 n. 71 Belloni, L.: 240 n. 95 Bernab Pajares, A.: 129 n. 3, 130 n. 9, 135 n. 24 Betalli, M.: 114 n. 19 Beye, C. R.: 51 n. 19, 79 n. 59, 253 n. 1 Bickerman, E. J.: 87 n. 1 Bielman, A.: 49, 53 Billigmeier, J. C.: 111 n. 2 Blake Tyrrell, W.: 27 Blzquez, J.M.: 17 Blzquez Martnez, J. M.: 143 n. 14 Bleisch, P. R.: 93 n. 27 Blundell, S.: 27, 28, 34, 111 n. 4, 112 n. 9, 141 n. 4, 142 n. 10, 143 n. 11, 159 n. 3, 166 n. 32, 177 n. 7, 187 n. 41 Boardman, J.: 17 n. 7 Boatswain, T.: 17 n. 7 Bois, P., du: 37 Bolkestein, H.: 142 n. 7 Bonnefoy, Y.: 212 n. 2, 215 n. 10, 223 n. 42 Bonner, C.: 51 n. 21, 95 n. 36 Bornmann, F.: 50 n. 18 Bouvrie, S. des: 42 Boymel Kampen, N.: 23 Breitenstein, T.: 244 n. 109 Bremen, R. van: 48, 52, 125 n. 63, 126 n. 72, 145 n. 23 Bremer, J. M.: 51 n. 19 Brioso Snchez, M.: 63 n. 19, 81 n. 68, 85 n. 88, 88 n. 8, 98 n. 49, 135 n. 26, 139 n. 36, 143 n. 15, 157 n. 83, 244 n. 107 Brock, R.: 111 n. 4, 112 n. 9, 122 n. 47 Bruit Zaidman, L.: 107 n. 23, 166 n. 34 Brul, P.: 28, 90 n. 14, 98 n. 49, 103 n. 8, 151 n. 58, 189 n. 1 Buehler, W.: 233 n. 71 Burck, E.: 18 Burckhardt: 17 n. 6 Burkert, W.: 256 n. 9 y n. 10, 258 n. 18 Burton, J. B.: 51 y n. 20, 126 n. 70, 148 n. 38 y n. 42 Bury, J. B., 17 n. 6 Buxton, R.: 109 n. 29, 223 n. 40 y n. 41, 255 n. 4 Byre, C. S.: 179 n. 14, 243 n. 104 Cairns, F., 52 n. 23, 69 n. 28, 82 n. 74, 144 n. 16, 149 n. 50 Calame, C.: 57 n. 1, 58 n. 4, 141 n. 4, 147 n. 33 Calero Secall, I.: 36, 86 n. 91, 111 n. 8, 113 n. 12, 122 n. 50, 123 n. 52 y n. 54, 124 n. 55 Calvo Martnez, J. L.: 90 n. 15, 172 n. 59 Cameron, A.: 20, 72 n. 35 Cameron, Alan: 81 n. 69, 82 n. 75, 83 n. 78, 88 n. 8, 135 n. 25, 145 n. 26, 153 n. 71 Campese, S.: 103 n. 8 Cantarella, E., 19, 30, 42, 57 n. 2, 81 n. 72, 82 n. 77, 85 n. 85, 87 n. 1, 89 n. 12, 90 n. 13, 91 n. 19, 103 n. 8, 107 n. 25, 125 n. 65, 152 n. 64, 155 n. 75, 156 n. 80, 189 n. 1, 190 n. 5, 202 n. 33, 209 n. 54, 258 n. 18, 259 n. 24, 283 Capovilla, G.: 240 n. 95 Carson, A.: 229 n. 63 Cartledge, P.: 18 Cary, M.: 17 n. 6 Casillas, J. M.: 177 n. 10 Cavallini, E.: 43 Clack, J.: 50 n. 18 Claussen, W.: 221 n. 30, 222 n. 34 Cohen, B.: 40, 218 n. 20 Cohen, D.: 33, 87 n. 1, 126 n. 73, 147 n. 34 Cohn Haft, L.: 64 n. 22, 91 n. 21, 93 n. 28, 99 n. 51 Collins, D.: 173 n. 64 Cooper, K.: 247 n. 118 Corsu, F. le: 44, 141 n. 1 Cosi Dario, M.: 233 n. 71 Cowherd, L. E.: 240 n. 95 Cox, Ch. A. M., 32, 92 n. 26 Cribiore, R.: 48, 52, 74 n. 40 Cruz Andreotti, G.: 31 Cuenca y Prado, L. A.: 143 n. 15 Chueca Ramn, A.: 142 n. 8 Dagnini, I.: 266 n. 7, 267 n. 10 y n. 11, 269 n. 21 Dalby, A.: 145 n. 25, 152 n. 63 Dalton Palomo, D.: 42, 84 n. 82, 114 n. 18, 204 n. 37
NDICE DE NOMBRES MODERNOS 358 Dauvillier, J.: 87 n. 1 Davidson, J.: 32, 141 n. 2, 142 n. 9 y n. 10, 151 n. 59 Davies, M.: 51 n. 20, 59 n. 10, 61 n. 13, 160 n. 5 y n. 8, 161 n. 10, 173 n. 62 Deacy, S.: 25, 148 n. 41 Dean Jones, L. : 38 Delarue, F.: 237 n. 83, 238 n. 86, 254 n. 3 Delcourt, M. : 83 n. 80, 181 n. 20 Delorme, J. : 17 n. 7 Dickinson, S. K. : 87 n. 1 Dez Celaya, R.: 15, n. 1 Dez de Velasco, F.: 183 n. 26 Dillon, M.: 35, 107 n. 23, 143 n. 11, 147 n. 34 y n. 35, 152 n. 61, 156 n. 81, 159 n. 2, 163 n. 22, 176 n. 5, 266 n. 6 Dohery, L. E.: 218 n. 20 y n. 21 Domnguez Monedero, A. J.: 18 Douglas Olson, S.: 218 n. 20 y n. 21 Dover, J. K.: 141 n. 3 Duby, G.: 16, n. 3 Dugas, C.: 240 n. 95 Dumzil, G.: 254 n. 3, 255 n. 5, 256 n. 7 y n. 8, 257 n. 13 y n. 14 Durn Lpez, M. A.: 129 n. 1 Dyck, A. R.: 50 n. 18, 79 n. 58, 91 n. 22, 219 n. 22, 222 n. 34, 229 n. 62, 240 n. 93, 241 n. 98 Edwards, M. L.: 107 n. 22 Eisner, R. J.: 221 n. 30, 222 n. 37 Eliade, M.: 83 n. 80 Engels, D.: 187 n. 42 Eslava Galn, J.: 32, 58 n. 5, 59 n. 8, 141 n. 2, 142 n. 10, 143 n. 14, 144 n. 20, 146 n. 31, 147 n. 36, 151 n. 60, 152 n. 63, 154 n. 74, 189 n. 1, 190 n. 3 Fant, M.: 150 n. 54 Fantham, E.: 23, 49, 112 n. 6 Fantuzzi, M.: 170 n. 45 Faraone, C. A.: 170 n. 49, 172 n. 57, 223 n. 39, 225 n. 48 Fernndez Galiano, M.: 57 n. 1 y n. 2, 63 n. 19, 118 n. 34, 125 n. 62, 148 n. 43, 156 n. 78 Fidio, P. de: 111 n.3, 113 n. 15 Fine, A.: 88 n. 6 y n. 7 Finley, M. I.: 17 n. 6, 122 n. 47 Finnegan, R.: 85 n. 86, 97 n. 42, 130 n. 5, 131 n. 13, 135 n. 23 Flacelire, R.: 30 n. 11, 57 n. 1, 59 n. 9, 84 n. 84, 99 n. 50, 102 n. 6, 104 n. 14, 107 n. 23, 111 n. 4, 112 n. 10, 113 n. 17, 130 n. 6, 141 n. 2, 144 n. 20 y n. 21, 145 n. 23, 155 n. 75 y n. 77, 156 n. 80, 160 n. 7, 161 n. 12, 162 n. 16 y n. 19, 163 n. 20, 166 n. 31, 168 n. 41, 175 n. 1 y n. 2, 210 n. 55, 283 Flint, V.: 168 n. 40, 169 n. 44 Foley, H. P.: 21, 23 Forehand, W. E.: 240 n. 95 Fraga Iribarne, A.: 41, 93 n. 28, 218 n. 20 y n. 21, 220 n. 28 Franche dEsprey, S.: 213 n. 3 Frnkel, H.: 197 n. 17 Frasca, R.: 39, 129 n. 2, 130 n. 4 French, V.: 104 n. 11 y n. 14, 105 n. 16, 127 n. 75 Friedrich W. H.: 240 n. 95 Frontisi Ducroux, F.: 35 Fusillo, M. : 78 n. 53 Gagarin, M.: 141 n. 4 Gag, J.: 215 n. 9 Garca Gual, C.: 50 n. 18, 79 n. 60 Garca Snchez, M.: 41, 218 n. 20 y n. 21 Garca Teijeiro, M.: 121 n. 43, 167 n. 38, 170 n. 47, 172 n. 59, 244 n. 108 Garca Vzquez, S.: 144 n. 17 Garland, R. : 101 n. 2, 103 n. 9, 105 n. 16, 106 n. 18, 107 n. 23 Garrido Gonzlez, E.: 21 George, E. V.: 257 n. 16, 260 n. 25, 261 n. 27, 263 n. 29 Georgopoulou-Goulette, S.: 43 Gernet, L.: 88 n. 6 Ghiron-Bistagne, P.: 241 n. 99, 244 n. 106 Giallongo, A.: 26, 103 n. 9, 155 n. 77, 156 n. 79 Giangrande, G.: 51 n. 19 y n. 21, 66 n. 21, 72 n. 37, 74 n. 38, 75 n. 44, 76 n. 48, 77 n. 50, 78 n. 54 y n. 56, 96 n. 39, 136 n. 27, 244 n. 109, 245 n. 114 Gigante Lanzara, V.: 76 n. 49, 77 n. 51, 79 n. 61 Gigante, M.: 80 n. 66 Gil, L.: 52 n. 22, 162 n. 13, 172 n. 58, 173 n. 63 Gilg-Ludwig, R.: 215 n. 9 Golden, M.: 142 n. 7 Gomme, A. W.: 284 Gmez, P.: 52 n. 22 Gonzlez, J. P.: 18 Gonzlez Corts, M. T.: 35, 112 n. 4, 168 n. 42, 169 n. 44 Gonzlez Galvn, M. G.: 51 n. 19, n. 20 y n. 21 Gonzlez Surez, A.: 142 n. 10, 143 n. 11 Gonzlez Terriza, A. A.: 106 n. 19, 142 n. 6, 145 n. 23, 152 n. 62, 257 n. 13, 263 n. 31 Goodwater, L.: 18 n. 8 Gordon, R.: 169 n. 44 Gourevitch, D.: 104 n. 13 y n. 14, 105 n. 16 Gow, A. S. F.: 60 n. 11, 70 n. 31, 117 n. 32, 118 n. 34, 125 n. 62, 147 n. 34, 156 n. 78, 160 n. 8, 178 n. 12, 265 n. 1 Graham, A. J.: 74 n. 39 Griffin, J.: 17 n. 7 Griffiths, F. T.: 70 n. 32, 97 n. 42, 126 n. 71, 170 n. 48 y n. 50 Grimal, P.: 16 n. 3, 213 n. 4 Gschnitzer, F.: 17 n. 7 Guerra Gmez, M.: 166 n. 30 Haas, V.: 240 n. 95 Halperin, D.: 31, 146 n. 29 Hammond, N. G. L.: 16 n. 6 Hannich, J. M.: 87 n. 1 Hanson, J. O.: 240 n. 95 Harris, W. V.: 187 n. 42
NDICE DE NOMBRES MODERNOS 359 Harris, E. : 148 n. 44 Harrison, S. J.: 233 n. 71 y n. 74 Hatzantonis, E.: 227 n. 57 Hawley, R.: 23 Hembold, W. C.: 136 n. 30 Henderson, W. J.: 50 n. 17 Herfst, P.: 36 n. 12, 115 n. 24 y n. 25, 116 n. 30, 121 n. 42, 122 n. 49 y n. 50, 124 n. 57, 153 n. 67 Herter, H.: 221 n. 30 Hibler, R. W.: 111 n. 4, 152 n. 62 y n. 66 Hirvonen, K.: 218 n. 21 Hoffmann, G.: 57 n. 1, 148 n. 45 Holmberg, C.: 76 n. 46, 179 n. 15, 205 n. 43, 206 n. 45, 222 n. 34, 226 n. 53, 242 n. 101, 253 n. 1, 263 n. 29 Holst-Warhaft, G.: 45, 176 n. 4 Hoorn, G. van: 221 n. 30 Hordern, J. H.: 171 n. 53, 172 n. 57 Humphreys, S. C.: 45 Hunter, R.: 50 n. 18, 91 n. 19, 108 n. 27 Iriarte Goi, A.: 16 n. 5, 18 n. 8, 29, 81 n. 71, 96 n. 40, 119 n. 38, 126 n. 69, 127 n. 76, 160 n. 6, 162 n. 17, 166 n. 33, 204 n. 39, 207 n. 47, 268 n. 14 Jackson, S.: 62 n. 16 Jeffers, R.: 240 n. 95 Johns, C.: 147 n. 33 Joshel, S. R.: 21 Just, R.: 33, 189 n. 1, 190 n. 2, 201 n. 30, 210 n. 56 Kaibel, G.: 265 n. 2, 266 n. 7 Kehoe, P. H.: 52 n. 22 King, H.: 38 Kitto, H. D. F.: 284 Klein, T. M.: 221 n. 30 Knox, B. M. W.: 240 n. 95 Khnken, A.: 80 n. 62 Koloski-Ostrow, A. O.: 24 Konstan, D.: 44, 57 n. 1, 269 n. 21 Kuhrt, A.: 20 Kurke, L.: 156 n. 82 Kurtz, D. C.: 176 n. 3, 181 n. 19 y n. 21, 187 n. 40 y n. 41 Kutzko, D.: 121 n. 44 Kytzler, B. : 23, 237 n. 83 Lacey, W. K. : 87 n. 1 Lamberterie, C. de : 227 n. 57 Lardinois, A.: 16 n. 5, 40 Lauciani, P.: 165 n. 27 Lawall, W. G.: 79 n. 64, 172 n. 56, 253 n. 1 Leduc, C.: 88 n. 6 y n. 7 Lefkowitz, M.: 150 n. 54 Legrand, E.: 244 n. 108 y n. 111 Lehnus, L.: 237 n. 83 Lens Tuero, J.: 237 n. 83, 238 n. 84 Levick, B.: 23 Levin, D. N.: 108 n. 27, 223 n. 44, 229 n. 63, 238 n. 87, 255 n. 6, 259 n. 20 y n. 21 Licht, H.: 57 n. 1, 85 n. 87, 111 n. 4, 141 n. 2, 142 n. 9, 145 n. 23, 146 n. 32, 150 n. 51, 151 n. 57, 152 n. 62 y n. 65, 153 n. 69 Lightman, M.: 23 Lightman, B.: 23 Lissarrague, F.: 35, 136 n. 29 Lloyd-Jones, H.: 40 Lpez Frez, J. A.: 51 n. 19 Lpez Melero, R.: 17 Lpez, A.: 22, 27, 240 n. 95 Loraux, N.: 46 Lozano Velilla, A.: 17 n.7 Luccioni, P.: 266 n. 7 Luck, G.: 169 n. 44 Lupi, M.: 33, 87 n. 1, 152 n. 61, 201 n. 27 Lyons, C.: 24 Madrid Navarro, M.: 46, 189 n. 1, 190 n. 6 Magnien, V.: 87 n. 1 Maltomini, F.: 170 n. 45 Manuli, P.: 103 n. 8 Marangoni, C.: 223 n. 39 Marconi, M.: 227 n. 57 Martha, C.: 130 n. 10 Martnez Fernndez, A.: 41, 42, 52 n. 23, 122 n. 46, 182 n. 22, 184 n. 29, 283 Martnez Lpez, C.: 111 n. 4 Martnez, C.: 22 Martos Montiel, J. F.: 31, 81 n. 70 y n. 72 Mazzoldi, S.: 27 McAuslan, I.: 24 McC. Brown, P. G.: 148 n. 44 McClure, L.: 16 n. 5, 40, 43 McIntosh Snyder, J.: 39, 113 n. 16, 116 n. 27, 131 n. 11 McNally, S.: 221 n. 30 Meeks, W. A.: 85 n. 85 Meigss, R.: 17 n.6 Meiller, C.: 170 n. 51, 171 n. 55 Michelazzo, F.: 50 n. 18, 75 n. 44 Mignoga, E.: 233 n. 71 y n. 74 Miguel Jover, J. L.: 237 n. 83, 238 n. 84 Minnen, P. van: 126 n. 74 Mirn Prez, D.: 18 n. 8 Modrzejewski, J.: 87 n. 2, 90 n. 15 y n. 16, 91 n. 19 Molinos Tejada, M. T.: 121 n. 43, 165 n. 28, 167 n. 38, 244 n. 108 Monsacr, H.: 40 Montepaone, C.: 24 Montes Cala, J. G. : 60 n. 11, 267 n. 12, 268 n. 14 y n. 17, 269 n. 18 Moreau, A. : 241 n. 99, 244 n. 106 Moss, C.: 16 n. 5, 26, 111 n. 1, 113 n. 13, 119 n. 37, 123 n. 51, 142 n. 5, 143 n. 11, 151 n. 56, 154 n. 74, 218 n. 20 Mossman, J. : 202 n. 32 Murnaghan, S.: 21 Murray, O.: 17 n. 7 Nack, E.: 17 Natzel, S. A.: 50, 53, 213 n. 3, 218 n. 20 y n. 21, 219 n. 23, 225 n. 51, 227 n. 56, 283
NDICE DE NOMBRES MODERNOS 360 Nicolson, C.: 17 n. 7 Norma, M.: 240 n. 95 Nugent, S. G. : 237 n. 83, 238 n. 85, 239 n. 91, 259 n. 21 Oakley, J. H. : 33 Ogden, D.: 169 n. 44 Oikonomides, A. N. : 237 n. 83 Olmos Romera, R.: 152 n. 66 Osborne, R.: 17 Otto, W. F.: 164 n. 25, 165 n. 26, 178 n. 13 Paduano, G.: 197 n. 17 Page, D. L. : 117 n. 32, 118 n. 34, 125 n. 62, 147 n. 34, 156 n. 78, 178 n. 12 Panayotatou, A.: 130 n. 8 Pantelia, M. C.: 265 n. 2 y n. 3, 267 n. 12, 269 n. 19 y n. 22 Papadopoulou, T.: 75 n. 44, 78 n. 53 y n. 55 Papanghelis, T. D.: 51 n. 21 Parry, H.: 51n. 20, 170 n. 50, 228 n. 59 Paz, O.: 58 n. 5, 71 n. 33 y 34, 74 n. 41, 85 n.89 Peradotto, J.: 20 Prez Cabrera, J.: 52 n. 23, 134 n. 22, 182 n. 22 Prez Jimnez, A.: 31 Prez Lpez, M.: 244 n. 108 y n. 109, 245 n. 113 Perrot, M.: 16 n. 3 Perutelli, A.: 77 n. 52 Phinney, E.: 51 n. 19, 75 n. 44 Pierce, K. F.: 25, 148 n. 41 Piper, L. J.: 125 n. 64 Plcido, D.: 112 n. 4, 125 n. 67 Plastira-Valkanou, M.: 51 n. 20, 215 n. 9, 217 n. 14, 244 n. 109 Pocia, A.: 22, 27, 240 n. 95 Pomeroy, S. B.: 16 n.2, 19, 22, 23, 29, 47, 50, 52 n. 23, 88 n. 4, 93 n. 29, 100 n. 1, 109 n. 28, 110 n. 31, 111 n. 4, 112 n. 7, 113 n. 11, 125 n. 63 y n. 68, 127 n. 78, 130 n. 7, 131 n. 12, 137 n. 31, 138 n. 34, 139 n. 36 y n. 37, 141 n. 4, 143 n. 14, 152 n. 61, 159 n. 3, 167 n. 36, 283 Ptscher, W.: 215 n. 9 y n. 11 Pounds, N. J. G.: 113 n. 16 Pournara-Karydas, H.: 121 n. 45 Powell, A.: 43, 208 n. 52 Prandi, L.: 233 n. 71 Praux, C.: 49 Puig Rodrguez- Escalona, M.: 200 n. 26 Questa, C.: 215 n. 9 Radici Colace, P.: 229 n. 63, 230 n. 66 Raepsaet, G.: 87 n. 1, 100 n. 3 y n. 4, 109 n. 28 Redfield, J.: 87 n. 1 y n. 3, 88 n. 5, 90 n. 18, 95 n. 33, 97 n. 45, 98 n. 48, 111 n. 4 Reduzzi Merola, F.: 37, 113 n. 14 Reed Stuart, D.: 51 n. 21, 95 n. 36 Reeder, E.: 28, 112 n. 9 Rehm, R.: 44 Rhodes, P. J.: 143 n. 12 Richlin, A.: 145 n. 22 Richter, D.: 126 n. 73 Rist, A. T.: 170 n. 46 Robbins, E.: 229 n. 63 Rodrguez Adrados, F.: 31, 58 n. 3 y n. 7, 59 n. 9, 90 n. 15, 142 n. 10, 143 n. 11, 146 n. 28 y n. 32, 147 n. 33 y n. 36, 148 n. 39, 150 n. 53, 189 n. 1, 190 n. 2 y n. 3, Rodrguez Somolinos, H.: 129 n. 3, 130 n. 9, 135 n. 24 Rose, H. J.: 233 n. 71 y n. 72 Rosenmeyer, P. A.: 80 n. 64 y n. 67 Rosivach, V. J.: 93 n. 26 Rosner-Siegel, J. A.: 243 n. 105 Rossi, M. A.: 223 n. 39, 225 n. 49 Rostovtzeff, M.: 16 n. 2, 17 n. 6 Rousselle, A. : 37, 101 n. 2 Rowlandson, J.: 48, 52 Rudhardt, J.: 57 n. 1 Ruiprez, M. S.: 17 n. 6 Ruiz, E.: 44 Rutledge, E. S.: 221 n. 30 y n. 33 Snchez Jimnez, F.: 221 n. 30 y n. 31, 222 n. 35, 224 n. 47 Snchez Ortiz de Landaluce, M.: 51 n. 21, 80 n. 63 Snchez Romero, M. D.: 172 n. 59 Sawyer, D. F.: 34, 159 n. 1 y n. 4, 161 n. 11, 168 n. 42, 172 n. 60, 173 n. 61 Sayas, J. J.: 17 Schaps, D. M.: 36, 112 n. 9, 125 n. 61 y n. 63 Schauenburg, K.: 236 n. 80 Schmidt, M.: 169 n. 43 Schmiel, R.: 233 n. 71 Schmitt Pantel, P.: 22 Scott, J. A.: 93 n. 28, 218 n. 20 y n. 21 Sealey, R.: 33, 112 n. 5, 125 n. 66 Segal, C.: 61 n. 15, 75 n. 42 y n. 43, 171 n. 52, 227 n. 57 Seltman, C.: 18 Shapiro, H. A.: 23, 154 n. 72, 156 n. 81, 263 n. 32 Shepard Kraemer, R.: 34, 161 n. 10 y n. 11, 162 n. 14, 165 n. 29 Shipley, G.: 93 n. 29 Sinos, R. H.: 33 Sissa, G.: 37, 88 n. 7, 103 n. 8, 220 n. 27, 232 n. 70, 247 n. 118 Skinner, M. B.: 50 n. 17, 139 n. 35 Slater, P.: 45, 46, 92 n. 23, 104 n. 11, 109 n. 30, 214 n. 8, 256 n. 11 Smith, T. J.: 83 n. 79 Soyez, B.: 233 n. 71 y n. 73 Stanford, W. B.: 227 n. 57 Ste. Croix, G. E. M. de : 125 n. 65 Stefos, A. A. : 229 n. 63, 230 n. 67 Stehle, E.: 134 n. 21 Stern, J. : 265 n. 2 y n. 4, 266 n. 5, n. 7 y n. 8, 267 n. 13, 270 n. 24 Storchi Marino, A.: 37, 113 n. 14 Surez de la Torre, E.: 229 n. 63 y n. 64 Sullivan, J. P.: 20 Swiderek, A.: 95 n. 34
NDICE DE NOMBRES MODERNOS 361 Taaffe, L. K.: 44 Taliercio, A.: 268 n. 16 y n. 17 Thompson, W. E.: 221 n. 30 Toutain, J. : 87 n. 1 y n. 3 Tovar, A., 17 n. 6 Turner, J. A.: 111 n. 2 Vagnonge, G.: 226 n. 52 Valgiglio, E.: 79 n. 55, 241 n. 97 Vanoyeke, V.: 32, 136 n. 27, 141 n. 2, 143 n. 14, 144 n. 19, 146 n. 31, 147 n. 33, 148 n. 45 y n. 46, 149 n. 48, 151 n. 60, 155 n. 75, 156 n. 80 Vatin, C.: 47, 52, 87 n. 1, 282 Vaughn, J. W. : 244 n. 109 Vrilhac, A. M.: 18 n. 8, 69 n. 26 Vermeule, E.: 176 n. 6, 183 n. 26, 184 n. 31, 185 n. 36 Vernant, J. P. : 57 n. 1, 87 n. 1, 89 n. 10 y n. 12, 177 n. 9 Veyne, P. : 35 Vial, C. : 18 n. 8 Viarre, S.: 80 n. 65, 95 n. 35 Vidal- Naquet, P.: 17 Voelke, P.: 215 n. 9 Vrissimtzis, N. A.: 32, 57 n. 1, 142 n. 10 Wgner, W.: 17 Walcot, P.: 24, 76 n. 45, 86 n. 90, 87 n. 1, 92 n. 25, 96 n. 38, 97 n. 44, 98 n. 46, 101 n. 1, 263 n. 30 y n. 33 Webster, T. B. L.: 221 n. 30 Wells, C.: 105 n. 16 West, M. L.: 50 n. 17 White, H.: 51 n. 21, 136 n. 30 Whitehorne, J.: 51 n. 20, 114 n. 20, 126 n. 71 Wilamowitz, U.: 197 n. 17 Willets, R. F.: 222 n. 36 y n. 37, 233 n. 71 Williamson, M.: 34 Winkler, J. J.: 30, 31 Wolff, H. J.: 87 n. 1 Woodbury. L.: 229 n. 63 Wright, F. A.: 39 n. 13, 135 n. 25 Wulff Alonso, F.: 28, 217 n. 16, 218 n. 18, 223 n. 42, 224 n. 46, 227 n. 57 y n. 58, 240 n. 93 Yardley, B. J.: 69 n. 25 Young, D. C.: 160 n. 9 Zanker, G.: 51 n. 19, 76 n. 46 y n. 47, 78 n. 53 y n. 54 Zeitlin, F.: 31, 83 n. 81 Zinsser, J. P.: 16 n. 3 363 NDICE
"El Control Interno y Su Influencia en La Eficiencia de Los Procesos Contables Del Estudio Contable Tributario Vidal, Del Distrito de Lurin, en El Año 2015" PDF