Yoshikawaeiji Mushashi5 Elcaminodelavidaydelamuerte 130424185937 Phpapp02
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MUSASHI
5. El camino de la vida
y de la muerte
Resumen de los volmenes anteriores
Musashi ha comprendido que las tcnicas de esgrima no
son su objetivo. Busca un Camino de la Espada que lo abarque
todo. La espada tiene que ser mucho ms que una simple arma,
ha de ser una respuesta al interrogante de la vida.
Toma como alumno al joven lori, decidiendo dedicarse con
l al cuidado de la tierra. Las inundaciones peridicas que se
producen en la regin hacen su tarea aparentemente imposible,
hasta que deja de intentar someter la tierra ! en ve" de ello des#
cubre cmo adaptarse a sus caracter$sticas. %urante este
per$odo organi"a tambin a los habitantes de la localidad para
repeler el pillaje de un grupo de bandidos. Este hecho ! sus lo#
gros en el cultivo de la tierra le convierten en una celebridad
local, llegando a llamar la atencin de Tadatoshi, se&or de Edo.
La vieja 'sugi, que ha jurado vengarse de Musashi por
creerle responsable de la rotura del compromiso matrimonial
de su hijo Matahachi con la joven 'ts(, enamorada de Mu#
sashi, ha sido acogida en casa de )ajibei, un poderoso capata"
local que lidera a un grupo de ru*ianes en Edo.
+asa,i -ojir, joven ! ambicioso samurai, se ha instalado
tambin en Edo ! ha atra$do asimismo la atencin de Tada#
toshi. Mientras maniobra para conseguir entrar al servicio de
ste, se une al grupo de )ajibei como instructor, buscando de#
sa*iar a Musashi cuando sabe de su presencia en la ciudad.
La ambicin de -ojir le lleva a enemistarse !, *inalmente,
a destruir la escuela 'bata de estrategia militar. .no de sus
estudiantes, +hin", es a!udado por Musashi en un altercado
con los hombres de )ajibei, con gran coste para su reputacin,
!a que es tildado p/blicamente de cobarde por stos.
+in embargo, su personalidad cada ve" ms re*le0iva ! su
entrega al Camino de la Espada le granjean la amistad de di#
versos personajes relevantes, inclu!endo al se&or .ji,atsu de
12a, padre de +hin"o !, a su ve", renombrado estratega mi#
litar, ! a Munenori, samurai al servicio del propio shogun.
1l conocer su situacin, ! deseosos de que pueda asentarse
! casarse con 'ts(, deciden recomendarle para el puesto de
instructor del shogun.
3ersonajes ! lugares
1-EM4, la hija de ',o
%1456, un ladrn
)'+748' %1)9, una hermosa cortesana
E%', la capital del shogunado
:.81+74M1, una isla, lugar de la batalla de*initiva entre Mu#
sashi ! -ojir
;'88'+.-E, campesino ! aspirante a samurai
;.%', un sacerdote 5en
T'-.;1<1 7=%ET1%1, hijo de To,uga2a 4e!asu, a quien su#
cedi en >?@A
)1;)B 7)ogo, nieto de )ag!( +e,ish(sai
T'-.;1<1 4E)1+., el shogun, dirigente de Capn
+188'+.-E 4'D4, muchacho campesino ! seguidor de Musashi
C6T1D6, joven seguidor de Musashi
4<1M1 -1-.BE4, vasallo de la Casa de 7oso,a2a
7'8E1M4 -6ET+., artesano
+1+1-4 -'C4D6, samurai ! principal rival de Musashi, conocido
tambin como ;anr!(
7'8E4%E8 M1T171C74, amigo de in*ancia de Musashi
M4M1+1-1, provincia natal de Musashi
)1;)B M.8E8'D4, hijo de )ag!( +e,ish(sai ! samurai del
shogun
M4)1M'T' M.+1+74, espadach$n de *ama creciente
7'8E1M4 M)6+7B, la madre de 7onEami -etsu
'-', mujer lasciva
'M4T+., sobrina de 'no Tadaa,i
7'8E4%E8 '+.;4, la madre de Matahachi ! enemiga acrrima
de Musashi 'T+B, joven enamorada de Musashi
81;1'-1 +1%', a!udante de 7oso,a2a Tadatoshi
)1;)B +E-4+7B+14, anciano maestro del estilo )ag!( de
esgrima
7AC' +74856, samurai e hijo del se&or 7ojo .ji,atsu
T1-.18 +676, un monje e0cntrico
-4M.D1 +.-E-.D6, espadach$n de la Casa de )ag!(
'8' T1%11-4, tutor de artes marciales del shogun
7'+'-1<1 T1%1T'+74, hijo ma!or del se&or 7oso,a2a
Tadoa,i, patrn de -ojir
+EF'D 7'+'-1<1 T1%'1-4, poderoso daim!o o dirigente re#
gional
+74MME8 T1-E56, nombre anterior de Musashi
1'-4 T1851EM'8, un soldado, padre de Cotar
;4'8 T6C4, samurai de la escuela )oshio,a ! marido de ',o
T')'T'M, *amilia rival de los To,uga2a ! gobernantes del
castillo de 'sa,a
+EF'D 7jo .C4-1T+., se&or de 12a ! renombrado
estratega
militar
.+748'+.-E, un muchacho
campesino
>@
3rlogo
3odemos decir sin temor a equivocarnos que este libro viene a
ser el equivalente japons de Lo que el viento se llev. Escrito por
Eiji )oshi,a2a G>HIJ#>I?JK, uno de los escritores populares ms
prol$*ico ! estimado de Capn, es una larga novela histrica que
apareci primero se&ali"ada, entre >ILA ! >ILI, en el 1sahi
+himbun, el peridico japons de ma!or tirada ! ms prestigioso.
En *orma de libro se ha publicado no menos de catorce veces, la
ms reciente en cuatro vol/menes de las obras completas en AL
tomos editadas por -odansha. 7a sido llevada al cine unas siete
veces, se ha representado numerosas veces en los escenarios ! con
*recuencia ha sido presentada en seriales televisivos.
Mi!amoto Musashi *ue un personaje histrico, pero gracias a la
novela de )oshi,a2a tanto l como los dems principales
personajes del libro han pasado a *ormar parte del *ol,lore vivo
japons. El p/blico est tan *amiliari"ado con ellos que a menudo
sirven como modelos con los que se compara a alguien, pues son
personalidades que todo el mundo conoce. Este hecho proporciona
a la novela un inters adicional para el lector e0tranjero. 8o slo
o*rece un per$odo de la historia japonesa novelada, sino que
tambin muestra cmo ven los japoneses su pasado ! a s$ mismos.
3ero el lector dis*rutar sobre todo de un brioso rela#
>>
to de aventuras protagoni"adas por espadachines ! una discreta
historia de amor, al estilo japons.
Las comparaciones con la novela +hogun, de Cames Clavell,
parecen inevitables, porque ho!, para la ma!or$a de los occiden#
tales, tanto el libro como la serie de televisin +hogun compiten
con las pel$culas de samurais como su principal *uente de conoci#
miento sobre el pasado de Capn. 1mbas novelas se ocupan del
mismo periodo histrico. +hogun, cu!a accin tiene lugar en el
a&o >?@@, *inali"a cuando Toranaga, que corresponde al To,u#
ga2a le!asu histrico ! pronto va a ser el shogun o dictador militar
del pa$s, parte hacia la decisiva batalla de +e,igahara. El relato de
)oshi,a2a comien"a cuando el joven Ta,e", que ms adelante
tomar el nombre de Mi!amoto Musashi, !ace herido entre los
cadveres del ejrcito derrotado en ese campo de batalla.
Con la /nica e0cepcin de Blac,thorne, el histrico <ill
1dams, +hogun trata sobre todo de los grandes se&ores ! damas de
Capn, que aparecen levemente velados bajo nombres que Clavell
ha ideado para ellos. 1unque en Musashi se mencionan muchas
grandes *iguras histricas con sus nombres verdaderos, el autor se
ocupa de una gama ms amplia de japoneses, en especial el grupo
bastante e0tenso que viv$a en la *rontera mal de*inida entre la
aristocracia militar hereditaria ! la gente corriente, los campesinos,
comerciantes ! artesanos. Clavell distorsiona libremente los
hechos histricos para que encajen en su relato e inserta una
historia de amor a la occidental que no slo se mo*a
*lagrantemente de la historia, sino que es del todo inimaginable en
el Capn de aquella poca. )oshi,a2a permanece *iel a la historia,
o por lo menos a la tradicin histrica, ! su historia de amor, que
es como un tema de *ondo a escala menor a lo largo del libro, es
autnticamente japonesa.
3or supuesto, )oshi,a2a ha enriquecido su relato con muchos
detalles imaginarios. 7a! su*icientes coincidencias e0tra&as e
intrpidas proe"as para satis*acer a todo amante de los relatos de
aventuras, pero el autor se mantiene *iel a los hechos histricos tal
como se conocen. 8o slo el mismo Musashi sino tambin
muchos de los dems personajes que tienen papeles destacados en
el relato son individuos que han e0istido histricamente. 3or
ejemplo, Ta,uan, que act/a como lu" orientadora
>J
! mentor del joven Musashi, *ue un *amoso monje "en, cal$gra*o,
pintor, poeta ! maestro de la ceremonia del t en aquella poca,
que lleg a ser el abad ms joven del templo %aito,uji de -!oto,
en >?@I, ! ms adelante *und un monasterio principal en Edo,
pero a quien ho! se recuerda ms por haber dado su nombre a un
popular encurtido japons.
El Mi!amoto Musashi histrico, quien pudo haber nacido en
>AHM ! muerto en >?MA, *ue un maestro de la esgrima, como su
padre, ! se hi"o *amoso porque usaba dos espadas. Era un ardiente
cultivador de la autodisciplina como la clave de las artes marciales
! escribi una clebre obra sobre esgrima, el ;orin no sho.
3robablemente particip de joven en la batalla de +e,i#gahara, !
sus en*rentamientos con la escuela de esgrima )oshio#,a de -!oto,
los monjes guerreros del templo 7"in de 8ara ! el a*amado
espadach$n +asa,i -ojir, todos los cuales ocupan un lugar
destacado en esta obra, ocurrieron realmente. El relato de
)oshi,a2a *inali"a en >?>J, cuando Musashi era todav$a un joven
de unos veintiocho a&os, pero es posible que posteriormente
luchara con el bando perdedor en el asedio del castillo de 'sa,a en
>?>M ! que en los a&os >?LN ! >?LH participara en la aniquilacin
del campesinado cristiano de +himabara en la isla occidental de
-!ushu, acontecimiento que se&al la e0tirpacin del cristianismo
en Capn durante los dos siglos siguientes ! contribu! al
aislamiento de Capn del resto del mundo.
Desulta irnico que en >?M@ Musashi se hiciera servidor de los
se&ores 7oso,a2a de -umamoto, los cuales, cuando eran los
se&ores de -umamoto, hab$an sido protectores de su principal
rival, +asa,i -ojir. Los 7oso,a2a nos hacen volver a +ho#gun,
porque es el 7oso,a2a ma!or, Tadao,i, quien *igura de una
manera totalmente injusti*icable como uno de los principales
villanos de esa novela, ! es la ejemplar esposa cristiana de
Tadao,i, ;racia, la que aparece plasmada, sin un pice de vero#
similitud, como Mari,o, el gran amor de Blac,thorne.
La poca en que vivi Musashi *ue un periodo de gran tran#
sicin en Capn. Tras un siglo de guerra incesante entre peque&os
daim!os, o se&ores *eudales, tres l$deres sucesivos hab$an
reuni*icado *inalmente el pa$s por medio de la conquista. 'da
8obunaga hab$a iniciado el proceso pero, antes de completarlo,
>L
muri a manos de un vasallo traidor, en >AHJ. +u general ms
capacitado, 7ide!oshi, que se hab$a elevado desde simple soldado
de in*anter$a, complet la uni*icacin del pa$s pero muri en >AIH,
antes de que pudiera consolidar el dominio de la nacin a *avor de
su heredero. El vasallo ms *uerte de 7ide!oshi, To,u#ga2a
4e!asu, un gran daim!o que gobernaba en gran parte del Capn
oriental desde su castillo en Edo, la moderna To,!o, consigui
entonces la supremac$a al derrotar a una coalicin de dai#m!os
occidentales en +e,igahara. Esto ocurri en >?@@, ! tres a&os
despus 4e!asu adopt el t$tulo tradicional de shogun, que
signi*icaba su dictadura militar sobre todo el territorio, terica#
mente en nombre de la antigua pero impotente l$nea imperial de
-!oto. En >?@A, 4e!asu trans*iri la posicin de shogun a su hijo,
7idetada, pero sigui sujetando l mismo las riendas del poder
hasta que hubo destruido a los seguidores del heredero de
7ide!oshi en los sitios del castillo de 'sa,a, que tuvieron lugar en
>?>M ! >?>A.
Los tres primeros dirigentes To,uga2a establecieron un
control tan *irme de Capn que su dominio se prolong durante
ms de dos siglos ! medio, hasta que *inalmente se hundi en
>H?H, tras los tumultos que siguieron a la reapertura de Capn al
contacto con 'ccidente, una dcada ! media atrs. Los To,uga2a
gobernaron por medio de daim!os hereditarios semiautno#mos,
cu!o n/mero era de unos J?A al *inal del periodo, ! los daim!os, a
su ve", controlaban sus *eudos por medio de sus servidores
samurai hereditarios. La transicin desde la guerra constante a una
pa" estrechamente regulada provoc la aparicin de *uertes
di*erencias de claseEentre los samurais, que ten$an el privilegio de
llevar dos espadas ! tener apellido, ! los plebe!os, a los cuales,
aunque *iguraban entre ellos ricos comerciantes ! terratenientes, se
les negaba en teor$a el derecho a todo tipo de armas ! el honor de
usar apellidos.
+in embargo, durante los a&os sobre los que )oshi,a2a es#
cribe, esas di*erencias de clase a/n no estaban n$tidamente de*i#
nidas. Todas las localidades contaban con un remanente de
campesinos luchadores, ! el pa$s estaba lleno de rnin, o samurais
sin amo, en su ma!or parte restos de los ejrcitos de daim!os que
hab$an perdido sus dominios tras la batalla de +e,i#
>M
gahara o en guerras anteriores. :ue necesaria una generacin, o tal
ve" dos, antes de que la sociedad quedara totalmente clasi*icada
en las r$gidas divisiones de clase del sistema To,uga2a, !
entretanto hubo considerables *ermento ! movilidad sociales.
'tra gran transicin en los inicios del Capn del siglo 0vu *ue
la naturale"a del lidera"go. Destaurada la pa" ! con el *in de las
grandes guerras, la clase guerrera dominante descubri que la
pericia militar era menos esencial para dominar con 0ito que el
talento administrativo. La clase samurai inici una lenta
trans*ormacinO de guerreros con armas de *uego ! espadas pa#
saron a ser burcratas con pincel de escribir ! papel. El dominio
de s$ mismo ! la disciplina en una sociedad en pa" iban siendo
ms importantes que la habilidad guerrera. El lector occidental
qui" se sorprenda al constatar lo e0tendida que estaba la al#
*abeti"acin !a a principios del siglo 0vn ! las constantes re*e#
rencias que los japoneses hac$an a la historia ! la literatura chinas,
al modo como los europeos nrdicos de la misma poca se re*er$an
continuamente a las tradiciones de ;recia ! Doma antiguas.
.na tercera transicin importante en la poca de Musashi *ue
la del armamento. En la segunda mitad del siglo PQ4, los
mosquetes de mecha, introducidos recientemente por los portu#
gueses, se hab$an convertido en las armas decisivas en el campo de
batalla, pero cuando reinaba la pa" en el pa$s los samurais pod$an
dar la espalda a las desagradables armas de *uego ! reanudar su
tradicional relacin amorosa con la espada. :lorecieron las
escuelas de esgrima. +in embargo, como hab$an disminuido las
probabilidades de usar las espadas en combates verdaderos, las
habilidades marciales *ueron convirtindose gradualmente en artes
marciales, ! stas recalcaron cada ve" ms la importancia del
dominio de uno mismo ! las cualidades de la esgrima para la
*ormacin del carcter, ms que una e*icacia militar que no se
hab$a puesto a prueba.
El relato que hace )oshi,a2a de la poca juvenil de Musashi
ilustra todos estos cambios que ten$an lugar en Capn. Rl mismo
era un ronin t$pico de un pueblo de monta&a, ! slo lleg a ser un
samurai al servicio de un se&or en su madure". :ue el *undador de
una escuela de esgrima. Lo ms importante de todo
>A
es que, gradualmente, se trans*orm ! pas de ser un luchador
instintivo a un hombre que persegu$a *anticamente los objetivos
de la autodisciplina similar a la del "en, un completo dominio
interior de s$ mismo ! el sentido de la unin con la naturale"a
circundante. 1unque en sus a&os mo"os todav$a pod$an darse
justas a muerte, parecidas a los torneos de la Europa medieval, el
Musashi que retrata )oshi,a2a da un giro consciente a sus artes
marciales, las cuales dejan de estar al servicio de la guerra para
convertirse en un medio de *ormacin del carcter en tiempo de
pa". Las artes marciales, la autodisciplina espiritual ! la
sensibilidad esttica se *undieron en un todo indistinguible. Es
posible que esta imagen de Musashi no est mu! lejos de la verdad
histrica. +e sabe que Musashi *ue un hbil pintor ! notable
escultor adems de espadach$n.
El Capn de principios del siglo 0vn que encarna Musashi ha
permanecido mu! vivo en la conciencia de los japoneses. El largo
! relativamente esttico dominio del per$odo To,uga2a preserv
gran parte de sus *ormas ! su esp$ritu, aunque de una manera un
tanto convencional, hasta mediados del siglo P4P, no hace mucho
ms de un siglo. El mismo )oshi,a2a era hijo de un e0 samurai
que, como la ma!or$a de los miembros de su clase, no logr
e*ectuar con 0ito la transicin econmica a la nueva era. 1unque
en el nuevo Capn los samurais se di*uminaron en el anonimato, la
ma!or$a de los nuevos dirigentes proced$an de esa clase *eudal, !
su carcter distintivo *ue populari"ado por el nuevo sistema
educativo obligatorio ! lleg a convertirse en el *ondo espiritual !
la tica de toda la nacin japonesa. Las novelas como Musashi !
las pel$culas ! obras teatrales derivadas de ellas contribu!eron a
este proceso.
La poca de Musashi est tan cercana ! es tan real para los
modernos japoneses como la guerra de +ecesin para los nor#
teamericanos. 1s$ pues, la comparacin con Lo que el viento se
llev no es en modo alguno e0agerada. La era de los samurais est
a/n mu! viva en las mentes japonesas. Contrariamente a la
imagen de los japoneses actuales como Sanimales econmicosT
orientados hacia el grupo, muchos japoneses pre*ieren verse como
Musashis de nuestro tiempo, ardientemente individualistas, de
elevados principios, auto disciplinados ! con sentido
>?
esttico. 1mbas imgenes tienen cierta valide", e ilustran la
complejidad del alma japonesa bajo el e0terior en apariencia
imperturbable ! uni*orme.
Musashi es mu! di*erente de las novelas altamente psicolgi#
cas ! a menudo neurticas que han sido sostn principal de las
traducciones de literatura japonesa moderna. +in embargo, per#
tenece de pleno a la gran corriente de la narrativa tradicional ! el
pensamiento popular japoneses. +u presentacin en episodios
no obedece slo a su publicacin original como un *ollet$n de
peridico, sino que es una tcnica pre*erida que se remonta a los
inicios de la narrativa nipona. +u visin ideali"ada del espada#
ch$n noble es un estereotipo del pasado *eudal conservado en
cientos de otros relatos ! pel$culas de samurais. +u hincapi en el
cultivo del dominio de uno mismo ! la *uer"a interior personal
por medio de la austera disciplina similar a la del "en es una
caracter$stica principal de la personalidad japonesa de ho!,
como tambin lo es el omnipresente amor a la naturale"a ! el
sentido de pro0imidad a ella. Musashi no es slo un gran relato
de aventuras, sino que va ms all ! nos o*rece un atisbo de la
historia japonesa ! una visin de la imagen ideali"ada que tie#
nen de s$ mismos los japoneses contemporneos.
E%<48 '. DE4+C71.ED
>
Enero de >IH>
i. 8acido en Capn en >I>@, desde >IM? *ue pro*esor de ia .niversidad de
7arvard, la cual le nombr posteriormente pro*esor emrito. Entre >I?> !
>I?? dej la universidad para ocupar el cargo de embajador norteamericano
en Capn, ! es uno de los ms clebres conocedores a *ondo de ese pa$s. Entre
sus numerosas obras destacan CapanO The +tor! o* a 8ation ! The Uap&ese.
>N
> El
algarrobo
Matahachi abri los ojos ! mir a su alrededor, se levant !
asom la cabe"a por la puerta trasera.
VU1,emiW Vgrit.
8o obtuvo respuesta.
1lgo le impuls a abrir el armario. Decientemente 1,emi
hab$a terminado de con*eccionar un nuevo ,imono. La prenda
no estaba all$.
3rimero *ue a la casa vecina, la de .mpei, ! luego recorri el
pasadi"o entre las casas hasta salir a la calle, donde *ue pregun#
tando ansiosamente a todo el mundo si hab$an visto a la joven.
VLa he visto esta ma&ana Vdijo la mujer del carbonero.
VX%e verasY X%ndeY
VQest$a mu! bien. Le pregunt adonde iba ! me contest
que a visitar a unos parientes en +hinaga2a.
VX+hinaga2aY
VX8o tiene parientes all$Y Vinquiri la mujer escptica#
mente.
Rl empe" a decir que no, pero se contuvo.
V1h, s$, claro. 7a ido all$.
XCorrer$a tras ellaY En realidad, no le ten$a demasiado ape#
go, ! estaba ms irritado que otra cosa. +u desaparicin le ha#
b$a dejado un sabor agridulce.
>I
Escupi, solt uno o dos juramentos ! se encamin a la
pla!a, que estaba al otro lado de la carretera de +hibaura. 1
cierta distancia de la orilla se api&aban varias casas de pescado#
res. Matahachi ten$a la costumbre de ir all$ cada ma&ana mien#
tras 1,emi cocinaba el arro", en busca de pescado. Casi siem#
pre cinco o seis ejemplares hab$an ca$do de las redes, ! l
regresaba justo a tiempo para que ella los inclu!era en el desa#
!uno. 1quel d$a hi"o caso omiso del pescado.
VXZu te ocurre, MatahachiY Vle pregunt el prestamista
de la calle principal al tiempo que le daba unas palmaditas en el
hombro.
V7ace una buena ma&ana Vreplic el interpelado.
VEs agradable salir de casa temprano, XverdadY Me alegra
verte salir cada ma&ana para dar un paseo. UEs e0celente para
tu saludW
V%ebes de estar de broma. Tal ve" si *uese rico como t/,
pasear$a para hacer salud. 3ara m$, el paseo es trabajo.
V8o tienes mu! buen aspecto. XTe ha pasado algoY
Matahachi cogi un pu&ado de arena ! la lan" poco a poco
al viento. Tanto l como 1,emi conoc$an bien al prestamista,
el cual les hab$a a!udado a salir de varios apuros.
El hombre sigui hablando sin inmutarseO
VX+abesY Zuer$a hablar contigo de cierto asunto, pero
nunca ten$a ocasin de hacerlo. X7o! vas a trabajarY
VX3ara qu iba a molestarmeY 8o gano gran cosa vendien#
do sand$as.
VQente a pescar conmigo.
Matahachi se rasc la cabe"a ! le mir con una e0presin
apenada.
VTe lo agrade"co, pero la verdad es que no me gusta pescar.
V7ombre, no tienes que pescar si no quieres, pero ven
conmigo de todos modos. 1s$ te sentirs mejor. 1h$ est mi
barca. +abes remar con espadilla, XnoY
V+upongo que s$.
V1nda, vamos. Te contar cmo puedes ganar un montn
de dinero..., tal ve" mil pie"as de oro. XZu te pareceY
%e repente, Matahachi tuvo un gran inters en ir a pescar.
1 unas mil varas mar adentro, el agua a/n era lo bastante
20
somera para tocar el *ondo con la espadilla. Matahachi dej
que la barca notara a la deriva ! preguntO
V%ime, Xqu he de hacer para ganar ese dineroY
VTe lo dir en seguida. VEl corpulento prestamista se
acomod en el asiento central de la embarcacinV. Te ruego
que sostengas una ca&a de pescar sobre el agua.
VX3or quY
VEs mejor que la gente crea que estamos pescando. %os
personas que remaran hasta tan lejos slo para hablar parece#
r$an sospechosas.
VXTe parece bien as$Y
V3er*ecto. VEl hombre sac una pipa con ca"oleta de ce#
rmica, la llen de caro tabaco ! la encendiV. 1ntes de decir#
te lo que he pensado, perm$teme que te haga una pregunta.
XZu dicen los vecinos de m$Y
VX%e tiY
V+$, de %ai"o de 8arai.
VBueno, se supone que los prestamistas son unos cicate#
ros, pero todo el mundo dice que eres mu! generoso al prestar
dinero. %icen que eres un hombre que comprende la vida.
V8o me re*iero a las prcticas comerciales. Zuiero saber
qu opinan de m$ personalmente.
VCreen que eres un buen hombre, un hombre con sen#
timientos. 8o te esto! halagando, eso es realmente lo que
opinan.
VX8o comentan nunca lo religioso que so!Y
V'h, s$, claro. Todo el mundo est asombrado de lo carita#
tivo que eres.
VX8unca han venido por aqu$ hombres de la magistratura
preguntando por m$Y
V8o. X3or qu habr$an de hacerloY
%ai"o solt una risita.
V+upongo que mis preguntas te parecen absurdas, pero la
verdad es que no so! un autntico prestamista.
VXZuY
VEscucha, Matahachi, es mu! posible que nunca se te
vuelva a presentar la oportunidad de ganar tanto dinero de una
sola ve".
J>
V3robablemente tengas ra"n.
VXZuieres agarrarteY
VX%e dndeY
V%e la parra del dinero.
VXZu..., qu debo hacerY
V3rometerme hacer una cosa ! llevarla a cabo.
VXEso es todoY
VEso es todo, pero si luego cambias de idea, puedes darte
por muerto. + que el dinero te interesa, pero pinsalo bien
antes de dar tu respuesta de*initiva.
VXZu debo hacer e0actamenteY Vpregunt Matahachi
con suspicacia.
VTendrs que convertirte en un cavador de po"os. Eso no
tiene nada de raro.
VXEn el castillo de EdoY
%ai"o mir a travs de la bah$a. Los barcos de carga llenos
de materiales de construccin ! con los estandartes de varios
grandes clanes, Todo, 1rima, -at, %ate, 7oso,a2a, se ali#
neaban casi proa contra popa.
VComprendes con rapide", Matahachi. VEl prestamista
llen de nuevo su pipaV. 3recisamente pensaba en el castillo
de Edo. +i no me equivoco, .mpei ha tratado de convencerte
de que caves po"os para l. 8ada ms natural que decidieras
aceptar la o*erta.
VXEso es todo lo que he de hacerY... X%e qu modo con#
vertirme en cavador de po"os me har ganar tanto dineroY
VTen paciencia. Te lo contar todo.
1l regresar a la orilla, Matahachi estaba eu*rico. Cuando
se separaron le hab$a hecho una promesa al prestamista. 1que#
lla noche saldr$a sigilosamente e ir$a a casa de %ai" para reci#
bir un anticipo de treinta monedas de oro.
Qolvi a su casa, hi"o la siesta ! se despert al cabo de unas
horas con la imagen de la vasta suma que pronto ser$a su!a
ante los ojos.
Era una *antstica suma de dinero, su*iciente para compen#
sar la mala suerte que hab$a tenido hasta entonces, su*iciente
22
para que le durase el resto de su vida. Ms e0citante a/n era la
perspectiva de poder mostrar a la gente que se equivocaban,
que, al *in ! al cabo, l ten$a todo lo que hac$a *alta tener.
La *iebre del dinero le dominaba ! no pod$a serenarse. To#
dav$a notaba la boca seca, incluso un poco insensible. +ali al
pasadi"o desierto *rente al bosque de bamb/es, detrs de la
casa, ! pensO SXZuin ser ese hombre ! qu se proponeYT.
Entonces empe" a rememorar la conversacin sostenida con
%ai".
En aquellos d$as los cavadores de po"os estaban trabajando
en el ;oshinj, el nuevo castillo que se al"aba en el recinto
occidental. %ai" le hab$a dichoO STendrs que esperar hasta
que se presente la ocasin, ! entonces disparars contra el nue#
vo shogun con un mosqueteT. El arma ! la municin estar$an
en los terrenos del castillo, bajo un enorme algarrobo cu!a
edad se contaba en siglos, cerca del portal trasero al pie de la
colina Momiji.
8i que decir tiene, los trabajadores estaban sometidos a
una intensa vigilancia, pero a 7idetada le gustaba despla"arse
con sus a!udantes para inspeccionar las obras. Conseguir el ob#
jetivo ser$a bastante *cil. En medio de la con*usin producida,
Matahachi podr$a huir saltando al *oso e0terno, de donde le
rescatar$an los cmplices de %ai"o. Rste le hab$a asegurado
que estar$an all$ sin *alta.
Matahachi regres a su habitacin ! se qued mirando el
techo. Le parec$a o$r la vo" de %ai" susurrando ciertas pa#
labras una ! otra ve", ! record cmo le hab$an temblado los
labios cuando dijoO S+$, lo harT. +e puso en pie de un salto, con
carne de gallina. SUEsto es horribleW 4r ah$ ahora mismo ! le
dir que no quiero saber nada del asunto.T Entonces record
algo ms que %ai"o le hab$a dichoO S1hora que te he contado
todo esto, ests comprometido. Lamentar$a mucho que te ocu#
rriese algo, pero si intentas echarte atrs, mis amigos te corta#
rn la cabe"a..., digamos antes de tres d$asT. La penetrante mi#
rada de %ai" mientras dec$a esto destell ante los ojos de
Matahachi.
Matahachi recorri la corta distancia por el callejn de 8i#
shi,ubo hasta la esquina con la carretera de Ta,ana2a, donde
23
estaba la casa de empe&os. La bah$a, sumida en la oscuridad, se
abr$a en el e0tremo de una calle lateral. Matahachi entr en el
pasadi"o a lo largo del almacn, se dirigi a la disimulada puer#
ta trasera ! llam suavemente.
V8o est cerrado Vdijeron en seguida desde dentro.
VX%ai"Y
V+$. Me alegro de que ha!as venido. Entremos en el al#
macn.
7ab$an dejado abierto un postigo contra la lluvia. Mataha#
chi entr en el corredor e0terior ! sigui al prestamista.
V+intate Vle dijo %ai", depositando una vela sobre un
largo ba/l ropero de madera. El prestamista tom asiento a su
ve", se cru" de bra"os ! le preguntVO X7as visto a .mpeiY
VXCundo te llevar al castilloY
V3asado ma&ana, cuando lleve a die" nuevos trabajadores.
7a dicho que me incluir$a.
VEntonces Xtodo est arregladoY
VBueno, a/n es necesario que el je*e del distrito ! los cinco
hombres de la asociacin del vecindario sellen los documentos.
VEso no ser ning/n problema, pues so! miembro de la
asociacin.
VX%e verasY XT/Y
VX3or qu te sorprendes tantoY +o! uno de los hombres de
negocios ms in*lu!entes del vecindario. La primavera pasada
el je*e del distrito insisti en que participara.
V'h, no estaba sorprendido, !o... no lo sab$a, eso es todo.
VCa, ja. + e0actamente lo que has pensado, que es escan#
daloso que un hombre como !o *orme parte del comit que se
ocupa de los asuntos del vecindario. 3ues bien, perm$teme de#
cirte que, si tienes dinero, todo el mundo dir de ti que eres un
hombre e0celente !, por mucho que lo intentes, no podrs evi#
tar convertirte en un dirigente local. 3iensa, Matahachi. 8o
tardars mucho en tener tambin montones de dinero.
V+ss... s$Vtartamude Matahachi, incapa" de reprimir un
estremecimientoV. XMmm... me dars ahora un anticipoY
VEspera un momento.
El prestamista cogi la vela ! se dirigi al *ondo del alma#
24
cn. %e un co*re que estaba en un estante e0trajo ! cont trein#
ta monedas de oro. Qolvi al lado de Matahachi ! le preguntO
VXTienes algo para envolverlasY
V8o.
V3ues usa esto.VCogi del suelo un trapo de algodn ! se
lo arroj a MatahachiV. +er mejor que lo guardes en el envol#
torio abdominal ! te asegures de que est bien atado.
VXTengo que darte un reciboY
VX.n reciboY Vrepiti %ai"o, riendo sin quererV. UQa!a,
qu honrado eresW 3ero no, gracias, no lo necesito. +i cometes
un error, con*iscar tu cabe"a.
Matahachi parpade ! dijoO
V+upongo que ahora ser mejor que me marche.
V8o tan rpido. 1l recibir ese dinero incurres en ciertas
obligaciones. XDecuerdas todo lo que te he dicho esta ma#
&anaY
V+$. 3or cierto, tengo una sola duda. 7as dicho que el mos#
quete estar$a debajo del algarrobo. XZuin lo dejar ah$Y
7abida cuenta de lo di*$cil que era para los trabajadores
ordinarios entrar en los terrenos del castillo, se preguntaba
cmo podr$a penetrar alguien subrepticiamente con un mos#
quete ! municin. X) cmo podr$a alguien sin poderes sobre#
naturales enterrarlos de modo que estuvieran a la espera ! dis#
puestos al cabo de quince d$asY
VEso no es asunto tu!o. +lo tienes que hacer lo que he#
mos convenido. 1hora ests nervioso porque no te has acos#
tumbrado a la idea. 3ero cuando lleves ah$ un par de semanas,
todo ir bien.
V1s$ lo espero.
V3rimero tienes que convencerte de que lo vas a hacer.
Entonces tendrs que acechar el momento adecuado.
VComprendo.
VEscucha, no quiero ning/n desli". Esconde ese dinero
donde nadie pueda encontrarlo, ! djalo ah$ hasta despus de
que ha!as llevado a cabo tu misin. Cuando *allan esta clase
de pro!ectos, siempre se debe al dinero.
V8o te preocupes. )a he pensado en eso. 3ero perm$teme
que te pregunte una cosa. XCmo puedo estar seguro de que
JA
despus de que ha!a hecho el trabajo no te negars a pagarme
el restoY
VUBahW Tal ve" d una impresin de jactancia, pero el di#
nero es la /ltima de mis preocupaciones. Decrea la vista en esas
cajas. V1l" la vela para que Matahachi pudiera ver mejor.
Toda la habitacin estaba llena de cajas, para bandejas lacadas,
para armaduras, para muchas otras cosasV. Cada una de ellas
contiene mil pie"as de oro.
+in mirar con demasiado detenimiento, Matahachi dijo en
tono de disculpaO
V8o dudo de tu palabra, por supuesto.
La conversacin secreta continu apro0imadamente du#
rante otra hora. +intindose algo ms con*iado, Matahachi se
march por el camino de atrs.
%ai" se asom a la puerta de una habitacin contigua.
VXEsts ah$, 1,emiY Creo que ir directamente a escon#
der el dinero. +er mejor que le sigas.
Tras hacer varias visitas a la casa de empe&os, 1,emi, em#
belesada con la personalidad de %ai"o, le hab$a con*iado sus
pesares, quejndose de sus circunstancias actuales ! e0presan#
do el deseo de buscar algo mejor. .n par de d$as atrs, %ai"o
hab$a observado que necesitaba una mujer para que cuidara de
su casa, ! 1,emi se present ante su puerta por la ma&ana, a
hora mu! temprana. El prestamista le *ranque la entrada ! le
dijo que no se preocupara, que l Sse encargar$aT de Mata#
hachi.
El asesino en potencia, ajeno por completo a que le se#
gu$an, regres a su casa. Cogi una ho", se intern en el oscuro
bosquecillo detrs de la casa, ascendiendo hasta lo alto de la
colina de 8ishi,ubo, ! all$ enterr su tesoro.
Tras haber observado todo esto, 1,emi in*orm a %ai"o, el
cual parti de inmediato hacia la colina de 8ishi,ubo. Era casi
de d$a cuando volvi al almacn ! cont las pie"as de oro que
hab$a desenterrado. Las cont una segunda ve" ! una tercera,
pero no hab$a ning/n errorO eran slo veintiocho.
%ai"o lade la cabe"a ! *runci el ce&o. Le disgustaba pro#
*undamente la gente que le robaba su dinero.
J?
J La locura
de Tadaa,i
'sugi no era una persona a quien desesperasen las penas !
las amargas decepciones del a*ecto maternal no correspondi#
do, pero en aquel lugar, donde los insectos chirriaban entre el
trbol ! las plantas de eulalia, ante el gran r$o que se desli"aba
lentamente, no la conmov$an sentimientos de nostalgia ! la im#
permanencia de la vida.
VX7as vuelto a casaY
La vo" son spera en el inmvil aire nocturno.
VXZuin eresY Vpregunt ella.
V+o! de 7anga2ara. 7a llegado mucha verdura *resca de
-atsushi,a ! el je*e me ha dicho que te traiga una parte.
V)ajibei siempre es tan considerado.
La anciana estaba sentada a una mesa baja, con una vela al
lado ! un pincel de escritura en la mano, copiando el +utra del
gran amor de los padres. +e hab$a mudado a una peque&a casa
alquilada en el distrito de 7amach, escasamente poblado, ! se
ganaba la vida de una manera ra"onable tratando con mo0a las
en*ermedades ! achaques de otras personas. Ella misma no pa#
dec$a ning/n trastorno *$sico digno de mencin. %esde comien#
"os del oto&o hab$a vuelto a sentirse bastante joven.
V%ime, abuela, Xesta tarde ha venido a verte un hombre
jovenY
27
VXTe re*ieres a un paciente para que le tratara con mo0al
V8o, no. Ese hombre se present en casa de )ajibei, !
parec$a tener algo importante entre manos. 8os pregunt dn#
de vives ahora ! se lo dijimos.
VXZu edad le pondr$asY
V+upongo que unos veintisiete u ocho.
VXZu aspecto ten$aY
VMs bien carirredondo ! no mu! alto.
V7umm, qui"...
VTen$a un acento como el tu!o ! pens que proced$a del
mismo lugar. Bien, me marcho. Buenas noches.
Mientras las pisadas se desvanec$an, los chirridos de los in#
sectos se al"aron de nuevo como el sonido montono de la llu#
via. 'sugi dej a un lado el pincel ! se qued mirando la llama
de la vela, pensando en los d$as de su juventud, cuando la gente
le$a portentos en el halo luminoso. 8o ten$an manera de saber
cmo les iba a los maridos, hijos ! hermanos que hab$an parti#
do a la guerra, o qu podr$a esperarles a ellos mismos en su
propio destino incierto. .n halo brillante se tomaba como se#
&al de buena suerte, mientras que las sombras violceas eran
una indicacin de que alguien hab$a muerto. Cuando la llama
crepitaba como pina"a, pod$an tener la seguridad de que es#
taba en camino una persona a la que esperaban.
'sugi hab$a olvidado la manera de interpretar los presa#
gios, pero aquella noche el alegre halo, tan bello en su colorido
como un arco iris, suger$a la inminencia de algo esplndido.
X3odr$a tratarse de MatahachiY Tendi la mano hacia el
pincel pero la retir. Como si estuviera e0tasiada, se olvid de
s$ misma ! de su entorno, ! durante una o dos horas slo pens
en el rostro de su hijo, que parec$a *lotar en la oscuridad de la
habitacin.
.n ligero ruido en la entrada trasera la hi"o salir de su en#
so&acin. Temerosa de que una comadreja estuviera causando
estragos en su cocina, cogi la vela ! *ue a investigar.
El saco de verduras estaba al lado de la *regadera, ! encima
del saco hab$a un objeto blanco. 1l cogerlo not que era pe#
sado..., tan pesado como dos pie"as de oro. En el envoltorio de
papel blanco Matahachi hab$a escritoO STodav$a no tengo el
28
valor de darte la cara. 3or *avor, perdname si te abandono
durante otros seis meses. +lo dejar esta nota, sin entrarT.
.n samurai de e0presin asesina se abr$a paso a grandes
"ancadas entre la alta hierba, en direccin a dos hombres que
estaban de pie en la orilla del r$o.
VXEra l, 7amadaY Vgrit entre jadeos.
V8o Vreplic 7amada con vo" quejumbrosaV. Era otro
hombre.
1 pesar del tono contrito, sus ojos centelleaban mientras
segu$a escudri&ando el entorno.
VEsto! seguro de que era l.
V8o era l, sino un barquero.
VXEsts seguroY
VCuando corr$ tras l, subi a ese bote de ah$.
VRsa no es ra"n para considerarle un barquero.
VLo he comprobado.
V7e de reconocer que tiene los pies ligeros.
1partndose del r$o, emprendieron el regreso a travs de
los campos de 7amacho.
VUMatahachi..., MatahachiW
1l principio el sonido apenas se elevaba por encima del
murmullo del r$o, pero su repeticin lo hi"o inequ$voco ! los
hombres se detuvieron e intercambiaron miradas de asombro.
VU1lguien le est llamandoW XCmo es posibleY
V3arece la vo" de una anciana.
Con 7amada en cabe"a, el grupo sigui rpidamente la di#
reccin del sonido hasta su *uente, ! cuando 'sugi o! sus pa#
sos corri hacia ellos.
VXMatahachiY XEs una de tus...Y
Los hombres la rodearon ! le inmovili"aron los bra"os a la
espalda.
VXZu me estis haciendoY VCon la cara congestionada,
como un pe" globo irritado, les gritVO 1 ver, Xquines sois
vosotrosY
V+omos alumnos de la escuela 'no.
V8o cono"co a nadie llamado 'no.
JI
VX8unca has o$do hablar de 'no Tadaa,i, el tutor del sho#
gunY
VCams.
VXCmo es posible, vieja...Y
VEspera. Qeamos qu sabe de Matahachi.
V+o! su madre.
VXEres t/ la madre de Matahachi, el vendedor de sand$asY
VXZu quieres decir, cerdoY UQendedor de sand$asW Ma#
tahachi es descendiente de la Casa de 7onEiden, ! sa es una
*amilia importante de la provincia de Mimasa,a. 's hago sa#
ber que los 7onEiden son ilustres servidores de +himmen Mu#
netsura, se&or del castillo de Ta,e!ama, en )oshino.
VBueno, !a est bien Vdijo uno de los hombres.
VXZu hacemosY
VCogerla ! llevrnosla.
VXComo rehnY XCrees que servir de algoY
V+i es su madre, tendr que venir a por ella.
'sugi tens su *laco cuerpo ! se debati como una tigresa
acosada, pero *ue en vano.
-ojiro, que llevaba varias semanas aburrido e insatis*echo,
hab$a adquirido el hbito de dormir mucho, tanto de d$a como
de noche. En aquellos momentos estaba tendido boca arriba,
*ar*ullando ! acariciando la espada colocada sobre su pecho.
VBasta de hacer llorar a 3alo de +ecar. .na espada como
sta, un espadach$n como !o mismo... Upudrindose en la casa
de otro hombreW
+e o! un chasquido ! algo emiti un destello metlico.
VU8ecio est/pidoW
Tra"ando un gran arco por encima de l, el arma se desli"
en el interior de su vaina como una criatura viva.
VUEsplndidoW Ve0clam un sirviente desde el borde de la
terra"aV. XEsts practicando la tcnica para atacar desde una
posicin supinaY
V8o seas tonto Vreplic desde&osamente -ojiro. +e puso
boca abajo, recogi dos *ragmentos de algo ! los lan" hacia la
terra"aV. +e estaba poniendo pesado.
30
El sirviente mir con los ojos desmesuradamente abiertos.
El insecto, parecido a una gran polilla, presentaba las tenues
alas ! el cuerpo cortados limpiamente en dos.
VX7as venido a prepararme la camaY Vle pregunt -o#
jiro.
VU'h, noW U3erdonaW Te he tra$do una carta.
-ojir desdobl la carta sin apresurarse ! se puso a leerla.
Mientras lo hac$a, la e0citacin *ue a*lorando a su semblante.
+eg/n )ajibei, 'sugi hab$a desaparecido la noche anterior. 3e#
d$a a -ojir que acudiera en seguida para hablar de lo que
deb$an hacer.
La carta e0plicaba con alg/n detalle cmo se hab$an en#
terado de dnde estaba la anciana. Los hombres de )ajibei la
hab$an buscado durante todo el d$a, pero el meollo del asunto
era el mensaje que -ojir dejara en el %onji,i, el cual hab$a
sido tachado ! al lado alguien hab$a escritoO S1 +asa,i -ojirO
La persona que tiene en custodia a la madre de Matahachi es
7amada Toranosu,e, de la Casa de 'noT.
V3or *in Vdijo -ojir con vo" pro*unda. Cuando rescat a
Matahachi, sospech que los dos samurais a los que hab$a de#
rribado ten$an alguna relacin con la escuela de 'no. +olt
una risita ! a&adiVO 3recisamente lo que estaba esperando.
%e pie en la terra"a, al" la vista hacia el cielo nocturno.
7ab$a nubes, pero no parec$a que *uese a llover.
Mu! poco tiempo despus, se le vio cabalgando por la ca#
rretera de Ta,ana2a en un caballo de carga alquilado. Era !a
tarde cuando lleg a la casa de 7anga2ara. Tras interrogar con
detalle a )ajibei, decidi pasar la noche all$ ! ponerse en ac#
cin a la ma&ana siguiente.
'no Tadaa,i recibi su nuevo nombre no mucho despus
de la batalla de +e,igahara. +e llamaba Mi,ogami Ten"en
cuando *ue llamado al campamento de 7idetada para que die#
ra lecciones de esgrima, actividad en la que se distingui. Cunto
con su nuevo nombre recibi el nombramiento de vasallo di#
recto de los To,uga2a ! la concesin de una residencia en la
colina -anda de Edo.
L>
3uesto que desde la colina se ten$a una vista e0celente del
monte :uji, el shogunado la design como distrito residencial
para sus servidores procedentes de +uruga, la provincia donde
estaba situada la emblemtica monta&a.
VMe han dicho que la casa est en la cuesta de +ai,achi
Vdijo -ojir.
Estaba con uno de los hombres de 7anga2ara en lo alto de
la colina. En el pro*undo valle por debajo de ellos ve$an 'cha#
nomi"u, una parte del r$o de la que se dec$a que e0tra$an el
agua para el t del shogun.
VEspera aqu$ Vdijo el gu$a de -ojirV. Qer si est ah$.
Degres poco despus con la in*ormacin de que !a hab$an
dejado atrs la casa.
V8o recuerdo haber visto ninguna casa que pareciera la
mansin del tutor del shogun.
V8i !o tampoco. Cre$a que tendr$a una gran mansin,
como la de )ag!( Munenori, pero lo cierto es que su casa es
esa antigua que hemos visto a la derecha. %icen que antes lo
ocupaba el guardin de los establos del shogun.
V+upongo que no es nada sorprendente. 'no slo vale mil
quinientas *anegas, mientras que la ma!or parte de la *ortuna
de Munenori la amasaron sus antepasados.
V1qu$ es Vdijo el gu$a, se&alando la casa.
-ojir se detuvo ! e0amin la disposicin general de los
edi*icios. El viejo muro de tierra se e0tend$a desde la mitad de
la cuesta hasta un bosquecillo que cubr$a una peque&a eleva#
cin. El recinto parec$a ser mu! grande. %esde la entrada sin
puerta se ve$a, ms all de la casa principal, un edi*icio que
parec$a el djd ! un ane0o, al parecer de construccin ms re#
ciente.
-ojir dijo a su acompa&anteO
V1hora regresa ! dile a )ajibei que si esta noche no esto!
de vuelta con la anciana, deber suponer que me han dado
muerte.
V+$, se&or.
El hombre ech a correr por la cuesta de +ai,achi abajo,
detenindose varias veces para mirar atrs.
-ojir no hab$a perdido tiempo para tratar de acercarse a
32
)ag!u Munenori. 8o hab$a manera de derrotarle ! de ese
modo tomar para s$ la gloria del otro hombre, pues el estilo
)ag!( era el /nico realmente empleado por los To,uga2a.
Rsa era su*iciente e0cusa para que Munenori se negara a en#
*rentarse con rnin ambiciosos. Tadaa,i, en cambio, se inclina#
ba a medirse con todos los que acud$an a l.
Comparado con el estilo )ag!(, el de 'no era ms prcti#
co, pues su objetivo no consist$a en hacer una gran e0hibicin
de destre"a sino en matar. -ojir no hab$a o$do hablar de na#
die que hubiera conseguido atacar a la Casa de 'no ! avergon#
"arla. Mientras Munenori era, en general, el ms respetado,
Tadaa,i era considerado el ms *uerte.
%esde que lleg a Edo ! se enter de esa situacin, -ojir
se hab$a dicho a s$ mismo que uno de aquellos d$as llamar$a a la
puerta de 'no.
8umata -ajuro ech un vista"o por la ventana del vestua#
rio del ddj. Deaccion tard$amente ! sus ojos recorrieron la
sala, en busca de Toranosu,e. 1l verle en medio de la estancia,
aleccionando a un joven alumno, corri a su lado ! *ar*ull en
vo" bajaO
VUEst aqu$W U1h$ a*uera, en el jard$n delanteroW
Toranosu,e, con la espada de madera e0tendida ante l,
grit al alumnoO SUEn guardiaWT, ! entonces avan", sus pisadas
resonando *uertemente en el suelo. Cuando los dos llegaron al
ngulo norte, el estudiante dio una voltereta ! su espada de
madera sali volando.
Toranosu,e se volvi a -aj(r.
VX%e quin estabas hablandoY X%e -ojirY
V+$, est en el jard$n. Le tendremos aqu$ de un momento a
otro.
VMucho ms pronto de lo que esperaba. Tomar a la ancia#
na como rehn ha sido una buena idea.
VXZu piensas hacer ahoraY XZuin ir a recibirleY %ebe#
r$a ser alguien que est preparado para cualquier cosa. +i tiene
el valor de venir aqu$ solo, puede intentar alguna maniobra por
sorpresa.
33
VTrele al dojo. Le recibir !o mismo. Los dems quedaos
en segundo trmino ! guardad silencio.
V3or lo menos somos muchos Vdijo -aj(ro.
Mir a su alrededor ! le recon*ort ver las caras de tipos
*ornidos como -amei 7!su,e, 8egoro 7achi,ur e 4to Ma#
gobei, entre una veintena ms. 8o ten$an la menor idea de lo
que pensaba -ojir, pero todos ellos sab$an por qu Toranosu#
,e le quer$a all$.
.no de los dos hombres a los que -ojiro hab$a matado cer#
ca del %onji,i era el hermano ma!or de Toranosu,e. 1unque
hab$a sido un in/til ! en la escuela le ten$an en baja estima, de
todos modos era preciso vengar su muerte debido al parentesco.
1 pesar de su juventud ! sus ingresos modestos, Toranosu#
,e era un samurai de valor reconocido en Edo. 1l igual que los
To,uga2a, era originario de la provincia de Mi,a2a, ! su *ami#
lia una de las ms antiguas entre los vasallos hereditarios del
shogun. Era tambin uno de los Scuatro generales de la cuesta
de +ai,achiT, siendo los tres restantes -amei, 8egoro e 4t.
La noche anterior, cuando Toranosu,e lleg a casa con
'sugi, todos convinieron en que hab$a dado un golpe notable.
1hora le resultar$a di*$cil a -ojiro no dar la cara. Los hombres
juraron que si se presentaba le dar$an una pali"a hasta dejarlo
casi muerto, le cortar$an la nari" ! le colgar$an de un rbol junto
al r$o -anda para que todos le vieran. 3ero no estaban en modo
alguno seguros de que se presentara. %e hecho, hab$an hecho
apuestas al respecto, ! la ma!or$a apost a que no acudir$a.
+e reunieron en la sala principal del dj, dejaron libre el
espacio central ! aguardaron ansiosamente.
1l cabo de un rato, uno de los hombres pregunt a -aj(roO
VXEsts seguro de que el hombre que has visto era -ojirY
VCompletamente seguro.
Estaban sentados en un orden imponente. +us rostros, al
principio ine0presivos, mostraban ahora signos de la tensin.
1lgunos tem$an que si la espera se prolongaba mucho ms,
caer$an v$ctimas de su propia ansiedad. Cuando el l$mite de su
aguante parec$a pr0imo, o!eron un rpido golpeteo de sanda#
lias que se detuvieron ante el vestuario, ! la cara de otro alum#
no, que se hab$a puesto de puntillas, apareci en la ventana.
34
VU'$dW 8o tiene ning/n sentido que esperemos aqu$. -oji#
ro no viene.
VXZu quieres decirY -aj(ro acaba de verle.
V+$, pero *ue directamente a la casa. 8o s cmo le han
*ranqueado el paso, pero est en la sala de invitados hablando
con el maestro.
VXEl maestroY Vrepitieron al un$sono los presentes.
VXEsts diciendo la verdadY Vpregunt Toranosu,e, con
semblante consternado.
Ten$a *uertes sospechas de que, si se investigaban las cir#
cunstancias de la muerte de su hermano, quedar$a al descubier#
to que no se hab$a propuesto nada bueno, pero l hab$a dorado
la pildora al relatar el incidente a Tadaa,i. ) si su maestro sa#
b$a que hab$a secuestrado a 'sugi, no era porque l mismo se
lo hubiera dicho.
V+i no me crees, ve a verlo.
VUZu l$oW Ve0clam preocupado Toranosu,e.
Lejos de simpati"ar con l, los alumnos estaban irritados
por su *alta de decisin.
Tras aconsejar a los dems que estuvieran tranquilos mien#
tras ellos iban a ver cul era la situacin, -amei ! 8egoro se
estaban cal"ando las "ri cuando una atractiva muchacha de
blanco cutis sali corriendo de la casa. 1l reconocer a 'mitsu,
los dos hombres se quedaron donde estaban ! los dems co#
rrieron a la puerta.
VUTodos vosotrosW Vgrit la joven con vo" aguda, e0cita#
daV. UQenid en seguidaW Mi t$o ! el invitado han desenvainado
las espadas. UEstn luchando en el jard$nW
1unque 'mitsu estaba considerada o*icialmente como la
sobrina de Tadaa,i, corr$an rumores de que era realmente la
hija que hab$a tenido 4t 4ttsai con una querida, ! como 4ttsai
era el maestro de Tadaa,i, ste deb$a de haber accedido a criar
a la ni&a.
La e0presin de pavor de sus ojos era inslita en ella.
V7e o$do hablar a mi t$o ! el invitado..., sus voces iban
subiendo de tono..., ! de repente... 8o creo que mi t$o corra
peligro, pero...
Los cuatro generales gritaron al un$sono ! corrieron al jar#
LA
din, que estaba separado del recinto e0terior por una valla de
arbustos. Los otros llegaron a su altura junto a la puerta de
bamb/ tren"ado.
VLa puerta est cerrada.
VX8o es posible *or"arlaY
Eso *ue innecesario, pues la puerta cedi bajo el peso de los
samurais que la presionaban. Cuando ca!, apareci a la vista
una "ona espaciosa con un cerro al *ondo. Tadaa,i, con su *iel
espada )u,ihira al nivel de los ojos, estaba en el centro. Ms
all, a buena distancia, se hallaba -ojir, con la gran 3alo de
+ecar por encima de su cabe"a, la mirada ardiente.
La atms*era cargada parec$a crear una barrera invisible.
3ara los hombres *ormados en la tradicin estricta de la clase
samurai, la solemnidad imponente que rodeaba a los comba#
tientes, la dignidad de las mort$*eras espadas desenvainadas,
eran inviolables. 1 pesar de su agitacin, el espectculo priv
momentneamente a los alumnos tanto de su movilidad como
de sus emociones.
3ero entonces dos o tres de ellos empe"aron a avan"ar con
la intencin de situarse detrs de -ojir.
VUQolved atrsW Vgrit airadamente Tadaa,i.
+u vo", dura ! escalo*riante, en absoluto la vo" paternal a la
que estaban acostumbrados, inmovili" por completo a sus
alumnos.
La gente sol$a suponer que Tadaa,i ten$a hasta die" a&os
menos de sus cincuenta ! cuatro o cinco ! que su estatura era
media, aunque en realidad estaba un poco por debajo. Conser#
vaba el cabello negro ! su cuerpo era menudo pero maci"o. 8o
hab$a el menor atisbo de rigide" o torpe"a en los movimientos
de sus largos miembros.
-ojir a/n no hab$a asestado un solo golpe. Lo cierto era
que no hab$a podido hacerlo.
8o obstante, Tadaa,i hab$a tenido que en*rentarse de in#
mediato a un hecho insosla!ableO estaba luchando contra un
espadach$n e0traordinario. SUEs otro 5en,(T, se dijo, con un
estremecimiento imperceptible.
5en,i era el /ltimo luchador que hab$a conocido de seme#
jante envergadura ! ambicin. El encuentro tuvo lugar mucho
L?
tiempo atrs, en su juventud, cuando viajaba con 4ttosai, lle#
vando la vida de un shug!sha. 5en,i, hijo de un barquero de
la provincia de -u2ana, hab$a sido el disc$pulo veterano de
4ttosai. Cuando ste envejeci, 5en,i empe" a desde&arle e
incluso a proclamar que el estilo de 4tt era de su propia inven#
cin.
5en,i hab$a causado mucha a*liccin a 4ttosai, pues cuanto
ma!or era su e0periencia con la espada, tanto ms da&o causa#
ba a otras personas. 4ttosai se hab$a lamentado as$O S5en,i es el
ma!or error de mi vida. Cuando le miro, veo un monstruo que
encarna todas las malas cualidades que he tenido. 'bservarle
hace que me odie a m$ mismoT.
4rnicamente, 5en,i, como mal ejemplo, *ue mu! /til para
el joven Tadaa,i, estimulndole a obtener logros ma!ores de
los que habr$a sido posible de otra manera. :inalmente, Tadaa#
,i se en*rent con el maligno prodigio en -oganegahara, +hi#
msa, ! le mat, tras lo cual 4ttosai le concedi su certi*icado en
el estilo 4tt ! le dio el libro de instrucciones secretas.
El /nico de*ecto de 5en,i *ue que su capacidad tcnica es#
taba des*igurada por la *alta de buena crian"a. 8o le ocurr$a lo
mismo a -ojir, cu!a inteligencia ! educacin eran evidentes
en su manejo de la espada.
S8o puedo ganar esta peleaT, pens Tadaa,i, quien no se
sent$a en modo alguno in*erior a Munenori. %e hecho, su valo#
racin de la habilidad de Munenori no era demasiado elevada.
Mientras observaba a su *ormidable adversario, otra verdad
cru" por su mente. SEl tiempo parece haber pasado por mi
ladoT, se dijo tristemente.
3ermanec$an inmviles ! no era evidente el ms ligero
cambio, pero tanto Tadaa,i como -ojir estaban gastando
energ$a vital a una velocidad temible. El coste *isiolgico adop#
taba la *orma de sudor que brotaba copiosamente de sus *ren#
tes, el aire que sal$a de sus *osas nasales ensanchadas, la piel
que palideci primero ! luego adquiri una leve tonalidad a"u#
lada. 1unque un movimiento parec$a inminente, las espadas
segu$an e0tendidas ! quietas.
V1bandono Vdijo Tadaa,i, retrocediendo bruscamente
varios pasos.
37
7ab$an convenido que no ser$a una lucha hasta el *inal.
Cada uno podr$a retirarse reconociendo la derrota.
+altando como un animal de presa, -ojir puso en accin el
3alo de +ecar con un golpe hacia abajo cu!a *uer"a ! velocidad
*ueron como las de un torbellino. 1unque Tadaa,i se agach
justo a tiempo, el peque&o mo&o superior de su cabe"a sali
volando, limpiamente cortado. 3or su parte Tadaa,i, mientras
esquivaba, ejecut una brillante represalia, desgarrando unas
seis pulgadas de la manga de -ojir.
VUCobardeW Vgritaron los encoleri"ados alumnos.
1l tomar la capitulacin de su contrario por la apertura para
un ataque, -ojir hab$a violado el cdigo tico del samurai.
Todos los alumnos se abalan"aron hacia -ojir. Rste reac#
cion corriendo con la velocidad de un cormorn a un gran
a"u*ai*o que se al"aba en un e0tremo del jard$n. +us ojos se
mov$an con una rapide" intimidante.
VXLo has vistoY VgritV. X7as visto quin ha ganadoY
VEllos lo han visto Vdijo Tadaa,iV. UManteneos a distan#
ciaW Vdijo a sus hombres.
Entonces en*und la espada ! regres a la terra"a de su
estudio.
Llam a 'mitsu ! le pidi que le recogiera ! atara el ca#
bello. Mientras la muchacha lo estaba haciendo, l conten$a la
respiracin. Diachuelos de sudor brillaban en su pecho.
.n antiguo proverbio cru" por su menteO es *cil sobrepa#
sar a un predecesor, pero di*$cil evitar que un sucesor le sobre#
pase a uno. 7ab$a go"ado de los *rutos del duro adiestramiento
en su juventud, satis*echo con el conocimiento de que su estilo
4tt no era menos *loreciente que el estilo )ag!(. Entretanto
la sociedad estaba dando nacimiento a nuevos genios como
-ojir. 3or mu! desagradable que *uese esta realidad, l no la
ignorar$a altivamente.
Cuando 'mitsu termin de hacerle el mo&o, Tadaa,i dijo a
los demsO
V%ad a nuestro joven invitado agua para que se enjuague
la boca ! llevadle de nuevo a la habitacin de invitados.
Los alumnos que le rodeaban palidecieron. 1lgunos conte#
n$an las lgrimas. 'tros miraban en*urecidos a su maestro.
38
V8os reuniremos en el dojo ahora mismo Vles dijo, ! l
les precedi.
Tadaa,i ocup su lugar en el asiento elevado ! contempl
en silencio las tres hileras de sus seguidores sentados ante l.
:inalmente, baj los ojos ! dijoO
VMe temo que tambin !o me he hecho viejo. 1l mirar
atrs, me parece que mi mejor poca de espadach$n *ue cuando
derrot a aquel diablo de 5en,i. Cuando esta escuela *ue inau#
gurada ! la gente empe" a hablar del grupo de 'no en la cues#
ta de +ai,achi, considerando invencible el estilo de 4tto, !a ha#
b$a quedado atrs mi apogeo como espadach$n.
El signi*icado de las palabras era tan e0tra&o a su acostum#
brada manera de pensar, que los estudiantes no pod$an dar cr#
dito a sus o$dos.
+u vo" se hi"o ms *irme, ! les mir directamente a las ca#
ras. Todos ten$an semblantes dubitativos ! descontentos.
VEn mi opinin, esto es algo que les ocurre a todos los
hombres. La edad avan"a sigilosamente en nuestro interior
cuando no estamos mirando. Los tiempos cambian, los segui#
dores sobrepasan a sus l$deres, una generacin ms joven abre
un nuevo camino... 1s$ es como debe ser, pues el mundo slo
avan"a mediante el cambio. +in embargo, esto es algo inad#
misible en el campo de la esgrima. El camino de la espada debe
ser un camino que no permita a un hombre envejecer.
T4ttsai..., no s si sigue con vida, no he tenido noticias de
mi maestro desde hace a&os. %espus de -oganegahara, se
tonsur ! se retir a las monta&as. %ijo que su objetivo era el
estudio de la espada, la prctica del 5en, la b/squeda del Ca#
mino de la Qida ! la Muerte, escalar el gran pico de la per*ecta
iluminacin. 1hora me toca el turno. 1 partir de ho!, !a no
podr$a mantener la cabe"a erguida ante mi maestro... +iento no
haber vivido una vida mejor.
VUMaestroW Vle interrumpi 8egoro 7achi,uroV. %ices
que has perdido, pero no creemos que perder$as con un hom#
bre como -ojir en circunstancias normales, aunque sea joven.
7o! tiene que haber habido alg/n error.
VX1lg/n errorY VTadaa,i sacudi la cabe"a ! ri queda#
menteV. 8o ha habido error alguno. -ojiro es joven, pero no
LI
he perdido por eso, sino porque los tiempos han cambiado.
VXZu quieres decirY
VEscuchad ! ved. V%esvi la mirada de 7achi,uro a los
dems rostros silenciososV. 3rocurar ser breve, porque -oji#
r me est esperando. Zuiero que escuchis atentamente mis
pensamientos ! esperan"as para el *uturo.
Entonces les in*orm de que a partir de aquel d$a se retira#
ba del dj. +u intencin no era retirarse en el sentido ordina#
rio de la palabra, sino seguir las huellas de 4ttosai ! partir en
busca de una gran iluminacin.
VRsa es mi primera gran esperan"a Vles dijo.
1 continuacin pidi a 4t Magobei, su sobrino, que cuida#
ra de su /nico hijo, Tadanari. Magobei tambin recibi el en#
cargo de in*ormar de los acontecimientos de la jornada al sho#
gunado ! e0plicar que Tadaa,i hab$a decidido convertirse en
sacerdote budista.
V8o lamento demasiado que me ha!a vencido un hombre
ms joven Va&adiV. Lo que me turba ! averg(en"a es otra cosa,
que nuevos luchadores como +asa,i estn apareciendo en otros
lugares, pero ni un solo espadach$n de su calibre ha salido de la
escuela de 'no. Creo saber el motivoO muchos de vosotros sois
vasallos hereditarios del shogun ! habis permitido que vuestra
categor$a se os subiera a la cabe"a. Tras un poco de entrenamien#
to, empe"is a *elicitaros por ser maestros en el Sestilo invencible
de 4ttT. Estis demasiado satis*echos de vosotros mismos.
V1guarda, se&or Vprotest 7!osu,e con vo" tembloro#
saV. Lo que dices no es justo. 8o todos nosotros somos pere#
"osos ! arrogantes. 8o todos descuidamos nuestros estudios.
VUCallaW Ve0clam Tadaa,i, mirndole *ero"menteV[. La
negligencia por parte de los disc$pulos es un re*lejo de la negli#
gencia por parte del maestro. 1hora esto! con*esando mi pro#
pia verg(en"a, ju"gndome a m$ mismo.
TLa tarea que tenis por delante es la de eliminar la negli#
gencia, la de convertir la escuela de 'no en un centro donde el
talento juvenil pueda desarrollarse correctamente. %ebe llegar
a ser un campo de adiestramiento para el *uturo. 7asta que as$
sea, el hecho de que me marche ! haga sitio para una re*orma
no servir de nada.
40
3or *in la sinceridad de sus palabras empe" a surtir e*ecto.
Los estudiantes inclinaron la cabe"a ! re*le0ionaron en las pala#
bras del maestro, cada uno pensando en sus propias de*iciencias.
VDamada Vdijo Tadaa,i.
V+$, se&or Vrespondi Toranosu,e, pero era evidente que
le hab$a cogido por sorpresa.
Bajo la *r$a mirada de Tadaa,i, sus ojos contemplaron el suelo.
VLevntate.
V+$, se&or Vdijo, pero no se movi.
VULevntate ahora mismoW
Toranosu,e se puso en pie. Los dems siguieron mirando
en silencio.
VTe e0pulso de la escuela. V7i"o una pausa, para dejar
que sus palabras surtieran e*ectoV. 3ero lo hago con la espe#
ran"a de que llegue un d$a en que te ha!as enmendado, ha!as
aprendido la disciplina ! comprendido el signi*icado del 1rte
de la ;uerra. Tal ve" en ese d$a podamos estar juntos de nuevo
como maestro ! disc$pulo.
VX3p... por qu, maestroY 8o recuerdo haber hecho nada
para merecer esto.
V8o lo recuerdas porque no comprendes el 1rte de la
;uerra. +i lo piensas larga ! detenidamente, lo comprenders.
V%$melo, por *avor Vrog Toranosu,e, en cu!a *rente abul#
taban las venasV. 8o puedo marcharme hasta que me lo digas.
V%e acuerdo. La cobard$a es la debilidad ms vergon"osa
de la que se puede acusar a un samurai. El 1rte de la ;uerra
previene estrictamente contra ella. En esta escuela tenemos la
regla rigurosa de que todo hombre culpable de un acto de co#
bard$a debe ser e0pulsado.
T+in embargo, t/, 7amada Toranosu,e, dejaste transcurrir
varias semanas despus de la muerte de tu hermano antes de
desa*iar a +asa,i -ojiro. XZu hiciste entretantoY Correr por ah$
tratando de vengarte en un insigni*icante vendedor de sand$as. )
a!er raptaste a la anciana madre de ese hombre ! la trajiste aqu$.
XConsideras que esa conducta es digna de un samuraiY
V3ero, se&or, no comprendes. Lo hice para atraer a -ojiro.
Estaba a punto de embarcarse en una vigorosa de*ensa,
pero Tadaa,i le cort en seco.
M>
V1 eso precisamente me re*iero al hablar de cobard$a. +i
quer$as pelear con -ojiro, Xpor qu no *uiste directamente a su
casaY X3or qu no le enviaste un mensaje desa*ilndoleY X3or
qu no declaraste tu nombre ! tu propsitoY
VBueno, pens en todo eso, pero...
VX3ensasteY 8o hab$a nada que te impidiera hacerlo, pero
usaste la treta cobarde de hacer que otros te a!udaran a atraer
aqu$ a -ojiro de modo que pudierais atacarle en masa. En
comparacin, la actitud de -ojird ha sido admirable. VTadaa#
,i hi"o una pausaV. 7a venido solo, para verme personalmen#
te. Decha"ando todo contacto con un cobarde, me ha desa*ia#
do a m$, basndose en que la mala conducta de un disc$pulo
equivale a la mala conducta de su maestro. El resultado de la
con*rontacin entre su espada ! la m$a ha revelado un delito
vergon"oso. 1hora con*ieso humildemente ese delito.
En la sala reinaba un silencio absoluto.
V1hora, Toranosu,e, despus de re*le0ionar, Xtodav$a
crees ser un samurai sin manchaY
V3erdname.
VQete.
Con la cabe"a gacha, Toranosu,e camin die" pasos hacia
atrs ! se arrodill en el suelo con los bra"os e0tendidos antes
de inclinarse en una pro*unda reverencia.
VTe deseo la mejor salud, se&or Vdijo en tono sombr$oV.
) lo mismo a los dems.
+e levant ! sali cabi"bajo del doj.
Tadaa,i se puso en pie.
VTambin !o debo despedirme del mundo. VEn su vo"
eran audibles los sollo"os contenidos. +us /ltimas palabras *ue#
ron severas, pero llenas de a*ectoV. X3or qu a*ligirosY Ques#
tro d$a ha llegado. %e vosotros depende que esta escuela entre
con honor en una nueva era. Empe"ad ahora mismo, sed hu#
mildes, trabajad con ah$nco ! procurad con todas vuestras *uer#
"as cultivar el esp$ritu.
Cuando regres a la sala de los invitados, tom asiento ! se
dirigi a -ojiro, Tadaa,i parec$a impertrrito.
Tras disculparse por haberle hecho esperar, le dijoO
V1cabo de e0pulsar a 7amada. Le he aconsejado que
42
cambie su manera de ser ! trate de comprender el verdadero
signi*icado de la disciplina del samurai. 3or supuesto, me pro#
pongo liberar a la anciana. XZuieres llevrtela contigo o dis#
pongo las cosas para que se va!a ms tardeY
VEsto! satis*echo con lo que has hecho. La mujer puede
venir conmigo.
-ojir se movi como si *uera a levantarse. El encuentro de
esgrima le hab$a despojado de toda su energ$a, ! la espera pos#
terior le hab$a parecido interminablemente larga.
V8o te va!as todav$a Vle dijo Tadaa,iV. 1hora que todo
ha terminado, tomemos un trago juntos. Lo pasado pasado
est. VBati palmas ! gritVO U'mitsuW Trae sa,e.
V;racias, eres mu! amable al invitarme. V+onri ! dijo
hipcritamenteVO 1hora s por qu 'no Tadaa,i ! el estilo
4tto son tan *amosos. V8o sent$a respeto alguno por Tadaa,i.
S+i su talento natural se desarrolla de la manera apropiada,
el mundo se inclinar a sus piesT, pens Tadaa,i. S3ero si se
desv$a por el mal camino, va a ser otro 5en,i.T Estuvo a punto
de decirleO S+i *ueras disc$pulo m$o...T, pero en ve" de hacerlo
se ech a re$r ! replic con modestia al halago de -ojir.
En el transcurso de su conversacin sali a relucir el nom#
bre de Musashi, ! -ojir se enter de que era uno de los can#
didatos al grupo selecto de hombres que daban lecciones al
shogun.
VX1h, s$Y Vse limit a decir -ojir, pero su e0presin re#
velaba el desagrado que le produc$a la noticia.
Qolvi los ojos rpidamente hacia el sol poniente e insisti
en que era hora de irse.
3ocos d$as despus de esa entrevista, Tadaa,i desapareci
de Edo. Ten$a la reputacin de ser un guerrero sencillo ! *ran#
co, encarnacin de la honrade" ! la abnegacin, pero un hom#
bre que carec$a de las dotes pol$ticas de Munenori. La gente, al
no entender por qu un hombre que aparentemente pod$a lo#
grar cualquier cosa que se propusiera hu$a del mundo, sent$a
una viva curiosidad ! daba a su desaparicin toda clase de in#
terpretaciones.
+e dec$a que, como resultado de su *racaso, Tadaa,i hab$a
perdido el juicio.
43
El aspecto conmovedor
de las cosas
Musashi dijo que era la peor tormenta que hab$a visto.
4ori mir *ijamente las pginas de su te0to, h/medas ! des#
garradas, esparcidas por la estancia, ! pens entristecidoO S+e
acab el estudioT.
%os d$as de oto&o, los d$as doscientos die" ! doscientos
veinte del a&o, eran los que ms tem$an los campesinos, pues
en esos dos d$as era ms probable que los ti*ones destru!eran
la cosecha de arro". 4ori, ms ave"ado a los peligros de los ele#
mentos que su maestro, hab$a tenido la precaucin de atar el
tejado ! ponerle grandes piedras encima. +in embargo, durante
la noche el viento lo hab$a arrancado, ! cuando hubo lu" su*i#
ciente para inspeccionar los da&os, result evidente que ser$a
imposible reparar la cabana.
Decordando su e0periencia de 7tengahara, Musashi se
puso en camino poco despus del amanecer. 1l verle alejarse,
4ori pensO SX%e qu le servir mirar los arro"ales de los veci#
nosY Claro que estn inundados. XEs que su propia casa no
signi*ica nada para lYT.
Encendi una *ogata, usando tro"os de madera de las pa#
redes ! el suelo, ! as unas casta&as ! varios pjaros abatidos
por la tormenta para desa!unar. Los ojos le escoc$an a causa
del humo.
44
Musashi regres poco despus del mediod$a. 1pro0imada#
mente al cabo de una hora, un grupo de granjeros en*undados
en gruesas capas de paja contra la lluvia llegaron para darle las
gracias... por haber a!udado a una persona en*erma, por echar
una mano para eliminar el agua de la inundacin, por otros
servicios diversos. .no de los vecinos, un anciano, admitiO
SEn estas ocasiones siempre nos peleamos, pues todo el mun#
do tiene prisa por ocuparse primero de sus propios problemas.
3ero ho!, siguiendo tu consejo, hemos trabajado juntosT.
Tambin trajeron alimentos, dulces, encurtidos !, para deli#
cia de lori, pastelillos de arro". 4ori re*le0ion ! lleg a la con#
clusin de que aquel d$a hab$a recibido una leccinO si uno se
olvidaba de s$ mismo ! trabajaba para el grupo, el alimento le
llegar$a de una manera natural.
V's construiremos una nueva casa Vprometi un campe#
sinoV. .na que sea capa" de resistir los embates del viento.
%e momento, les invit a alojarse en su casa, la ms antigua
de la aldea. Cuando llegaron all$, la esposa del campesino ten#
di sus ropas para que se secaran, ! cuando se dispusieron a
acostarse les mostraron habitaciones independientes.
1ntes de quedarse dormido, 4ori percibi un sonido que
despert su inters. Qolvi la cara hacia la habitacin de Mu#
sashi ! susurr a travs de la shojiO
VX'!es eso, se&orY
VX7ummY
VEscucha. El sonido llega hasta aqu$..., son los tambores
de las dan"as del templo. X8o es e0tra&o que celebren dan"as
religiosas la noche despus de un ti*nY
8o tuvo ms respuesta que el sonido de una respiracin
pro*unda.
1 la ma&ana siguiente, 4ori se levant temprano ! pregunt
al campesino por los tambores. Luego *ue a la habitacin de
Musashi !, con una e0presin radiante, le dijoO
VEl santuario de Mitsumine, en Chichibu, no est mu! le#
jos de aqu$, XverdadY
V+upongo que no.
V%esear$a que me llevaras all$, para presentar mis respetos.
3erplejo, Musashi le pregunt a qu obedec$a aquel s/bito
MA
inters, ! el muchacho le dijo que los tambores hab$an sido
m/sicos en un pueblo vecino, donde practicaban para la dan"a
sagrada de 1saga!a, en la que su casa se hab$a especiali"ado
desde tiempos inmemoriales. Todos los meses iban a actuar en
el *estival del santuario de Mitsumine.
4ori slo conoc$a la belle"a de la m/sica ! la dan"a a travs
de aquellas dan"as shinto$stas. Era a*icionado a ellas en e0#
tremo, ! al enterarse de que las dan"as de Mitsumine eran una
de las tres grandes clases de esa tradicin, ard$a en deseos de
verlas.
VXMe llevarsY Vle suplicV. 3asarn cinco o seis d$as,
como m$nimo, antes de que la casa est lista.
El ardor de 4ori hi"o que Musashi recordara a Ctaro, quien
tan a menudo le daba la lata, gimiendo, haciendo pucheros,
ronroneando para conseguir lo que quer$a. 4ori, tan adulto e
independiente para su edad, no sol$a recurrir a tales tcticas.
Musashi no pensaba especialmente en ello, pero un observa#
dor podr$a haber notado los e*ectos de su in*luencia. +e hab$a
es*or"ado por ense&arle a 4ori a e*ectuar una distincin estricta
entre l ! su maestro.
1l principio respondi con evasivas, pero tras pensarlo un
poco le dijoO
V%e acuerdo, te llevar.
4ori se puso a brincar.
VU) adems hace mu! buen tiempoW Ve0clam.
1l cabo de cinco minutos in*orm de su buena suerte a su
an*itrin, le pidi cajas de comida ! se procur unas nuevas
sandalias de paja. Entonces se reuni de nuevo con su maestro.
VX8os vamos !aY Vle pregunt.
El granjero les despidi con la promesa de que cuando re#
gresaran su casa estar$a terminada.
3asaron por lugares donde el ti*n hab$a dejado estanques
que eran casi lagunas, pero por lo dems resultaba di*$cil creer
que los cielos hubieran descargado su *uria slo dos d$as antes.
Los alcaudones volaban bajos en el cielo a"ul claro.
La primera noche eligieron una posada econmica en la al#
dea de Tanashi ! se acostaron temprano. 1l d$a siguiente, la
carretera les adentr ms en la gran llanura de Musashino.
1l llegar al r$o 4ruma su viaje qued interrumpido durante
varias horas. El r$o estaba mu! crecido, con un caudal tres ve#
ces superior al normal. +lo permanec$a en pie una peque&a
seccin del puente de tierra, in/til, en medio de la corriente.
Mientras Musashi observaba a un grupo de campesinos que
acarreaban nuevos pilotes por ambos lados, para construir una
pasarela temporal, 4ori repar en unas viejas puntas de *lecha
que estaban en el suelo ! llam la atencin de su maestro, a&a#
diendoO
VTambin ha! cimeras de cascos. 1qu$ debi de librarse
una batalla.
El muchacho se entretuvo a lo largo de la orilla, desente#
rrando puntas de *lecha, o0idados *ragmentos de espadas rotas
! diversas pie"as de un metal viejo e inidenti*icable.
%e repente apart bruscamente la mano de un objeto blan#
co que hab$a estado a punto de recoger.
VUEs un hueso humanoW Ve0clam.
VTrelo aqu$ Vle pidi Musashi.
4ori no se atrev$a a tocarlo de nuevo.
VXZu vas a hacer con lY
VEnterrarlo en un sitio donde no sea pisoteado.
V8o se trata slo de un par de huesos. 7a! montones de
ellos.
VEstupendo, as$ tendremos algo que hacer. Trae todos los
que encuentres. VQolvindose de espaldas al r$o, a&adiVO
3uedes enterrarlos todos ah$, donde *lorecen esas gencianas.
V8o tengo una pala.
V3uedes usar una espada rota.
Cuando el ho!o *ue lo bastante pro*undo, 4ori ech los hue#
sos ! luego recogi la coleccin de puntas de *lecha ! *ragmen#
tos de metal ! los enterr con los huesos.
VXEst bien as$Y Vpregunt.
V3on unas piedras encima, que quede un monumento *u#
nerario adecuado.
VXCundo se libr aqu$ una batallaY
VXLo has olvidadoY Tienes que haberlo le$do. El Taihei,i
nos habla de dos *eroces batallas, en >LLL ! >LAJ, en un lugar
llamado -otesashigahara, ms o menos donde nos encontra#
47
mos ahora. .no de los bandos era la *amilia 8itta, que apo!a#
ba a la corte meridional, ! el otro un ejrcito enorme dirigido
por 1shi,aga Ta,auji.
V1h, las batallas de -otesashigahara, 1hora me acuerdo.
V1 instancias de Musashi, 4ori sigui diciendoVO El libro nos
cuenta que el pr$ncipe Munenaga vivi durante largo tiempo
en la regin oriental ! estudi el Camino del +amurai, pero se
qued asombrado cuando el emperador le nombr shogun.
VXCmo dec$a el poema que compuso en esa ocasinY
Vle pregunt Musashi.
4ori al" la vista hacia un ave que se elevaba hacia el inten#
so a"ul del cielo ! recitO
XCmo podr$a haber sabido que
llegar$a a ser el due&o del arco de
catalpaY X8o habr$a pasado por la
vida sin tocarloY
VX) el poema del cap$tulo en que nos cuenta cmo pe#
netr en la provincia de Musashi ! luch en -otesashigaharaY
El muchacho titube, se mordi el labio e, inventando en
buena parte sobre la marcha, respondiO
X3or qu, entonces, deber$a a*errarme a
una vida que se reali"a plenamente
cuando se entrega con noble"a por el
bien de nuestro gran se&or, por el bien
del puebloY
VX) cul es su signi*icadoY
VLo comprendo mu! bien.
VXEsts seguroY
VTodo aquel que no pueda comprenderlo sin necesidad de
que se lo e0pliquen no es un autntico japons, aunque sea un
samurai. X8o es ciertoY
V+$, pero dime, 4ori, si tal es el caso, Xpor qu te comportas
como si tocar esos huesos te ensuciara las manosY
48
VX1caso te sentir$as a gusto manipulando los huesos de
unos muertosY
VLos hombres que murieron aqu$ eran soldados. Lucha#
ron ! perecieron por los sentimientos e0presados en el poema
del pr$ncipe Munenaga. El n/mero de samurais con ese esp$ri#
tu es incontable, ! sus huesos, enterrados en la tierra, son los
cimientos sobre los que se ha construido este pa$s. %e no ser
por ellos, todav$a seguir$amos sin pa" ! sin perspectivas de
prosperidad.
TLas guerras, como el ti*n que acabamos de su*rir, pasan.
La tierra, en su conjunto, no var$a, pero nunca debemos ol#
vidar la deuda que tenemos con los huesos blancos bajo el
suelo.
4ori asent$a a casi cada una de las palabras de su maestro.
V1hora lo comprendo. X7ago una o*renda de *lores ! me
inclino ante los huesos enterradosY
Musashi se ech a re$r.
V8o es necesario que te inclines si mantienes vivo el re#
cuerdo en tu cora"n.
V3ero...
8o del todo satis*echo, el muchacho recogi algunas *lores
! las deposit ante el montn de piedras. Estaba a punto de
batir palmas ! re"ar una plegaria cuando cru" por su mente
otro pensamiento turbador.
V+e&or, hemos hecho mu! bien si estos huesos pertenecie#
ron realmente a samurais que *ueron leales al emperador. 3ero
X! si se trata de los restos del ejrcito de 1shi,aga Ta,aujiY 8o
quisiera presentarles mis respetos.
4ori le miraba *ijamente, aguardando una respuesta. Mu#
sashi *ij sus ojos en la delgada porcin de luna diurna, pero no
se le ocurri ninguna respuesta satis*actoria.
:inalmente dijoO
VEn el budismo ha! salvacin incluso para los que son cul#
pables de los die" males ! los cinco pecados mortales. Los sen#
timientos son en s$ mismos iluminacin. El Buda perdona a los
malvados con slo que ellos abran los ojos a su sabidur$a.
VX+igni*ica eso que los guerreros leales ! los rebeldes ma#
lignos son lo mismo despus de muertosY
MI
VU8oW Ve0clam MusashiV. .n samurai considera su
nombre sagrado. +i lo ensucia, no ha! posibilidad de repara#
cin a lo largo de todas las generaciones.
VEntonces, Xpor qu el Buda trata por igual a los servido#
res leales ! a los malosY
V3orque todas las personas son iguales en lo *undamental.
1lgunas estn tan cegadas por el ego$smo ! el deseo que se
convierten en rebeldes o bandoleros. El Buda est dispuesto a
hacer la vista gorda. 4nsta a todos por igual a que acepten la
iluminacin, abran los ojos a la verdadera sabidur$a. Ese es el
mensaje de un millar de escrituras. 3or supuesto, cuando uno
muere, no ha! ms que el vac$o.
V)a veo Vdijo 4ori, sin ver nada realmente. De*le0ion en
el asunto durante varios minutos ! entonces preguntVO 3ero
eso no le ocurre al verdadero samurai, XverdadY 8o ha! un
vac$o total cuando un samurai muere.
VX3or qu dices esoY
V+u nombre sigue viviendo, Xno es ciertoY
V1s$ es.
V+i es un mal nombre, sigue siendo malo. +i es un buen
nombre, sigue siendo bueno, aun cuando el samurai ha!a que#
dado reducido a unos huesos. X8o ocurre as$Y
V+$, pero en realidad no es tan sencillo Vdijo Musashi,
preguntndose de qu manera podr$a orientar la curiosidad de
su disc$puloV. Mira, el samurai sabe apreciar el aspecto con#
movedor de las cosas, la belle"a pro*unda de lo e0istente unida
al patetismo de su naturale"a e*$mera. .n guerrero que care"#
ca de esa sensibilidad es como un arbusto en el desierto. +er un
luchador *uerte ! nada ms es como ser un ti*n. Lo mismo les
sucede a los espadachines que no tienen en la cabe"a ms que
la espada, la espada, la espada. .n verdadero samurai, un es#
padach$n autntico, tiene sentimientos compasivos, compren#
de el patetismo de la vida.
+ilenciosamente, 4ori coloc bien las *lores ! uni las ma#
nos para orar.
A@
M %os
palillos de tambor
En la mitad de la ladera, las *iguras humanas que ascend$an
como una procesin ininterrumpida de hormigas eran engulli#
das por un anillo de espesas nubes del que emerg$an cerca de la
cima, donde estaba situado el santuario de Mitsumine, ! all$ les
saludaba el cielo impoluto.
Los tres picos de la monta&a, -umotori, +hirai2a ! M!o#
hgata,e, se al"aban a horcajadas sobre cuatro provincias
orientales. El recinto shinto$sta conten$a templos budistas, pa#
godas, varios otros edi*icios ! portales. En el e0terior hab$a un
pueblecito *loreciente, con casas de t ! tiendas de recuerdos,
las o*icinas de los altos sacerdotes ! las casas de unos setenta
agricultores cu!as verduras estaban reservadas para el consu#
mo del santuario.
VUEscuchaW Vdijo 4ori e0citado, mientras engull$a el arro"
! las jud$as rojasV. 7an empe"ado a tocar los grandes tam#
bores.
Musashi estaba sentado *rente a l, dis*rutando lentamente
de su comida. 4ori solt los palillos.
VLa m/sica ha empe"ado. Qa!amos a verlo.
V1noche tuve su*iciente. Qe t/ solo.
V3ero anoche slo hubo dos dan"as. X8o quieres ver las
demsY
A>
V8o si para ello tengo que apresurarme.
1l ver que el cuenco de madera de su maestro todav$a es#
taba mediado, 4ori le dijo en un tono ms serenoO
V%esde a!er han llegado miles de personas. +er$a una ls#
tima que se pusiera a llover.
VX1h, s$Y
Cuando Musashi por *in estuvo dispuesto a partir, 4ori co#
rri a la puerta principal como un perro sin correa, tom pres#
tadas unas sandalias de paja ! las coloc en el umbral para su
maestro.
%elante del -annonEin, el templo secundario donde se alo#
jaban, ! a ambos lados del portal principal del santuario ard$an
grandes hogueras. Cada casa ten$a una antorcha encendida en
la *achada, ! toda la "ona, a varios miles de pies por encima del
nivel del mar, estaba brillante como si *uese de d$a. En lo alto,
en un *irmamento con el color de un lago pro*undo, el D$o del
Cielo destellaba como humo mgico, mientras que en la calle
una multitud de hombres ! mujeres, sin pensar en el glido aire
de la monta&a, avan"aba hacia el escenario donde ten$an lugar
las dan"as sagradas. Las *lautas ! los grandes tambores resona#
ban con la brisa. El escenario estaba vac$o, con e0cepcin de
los estandartes agitados suavemente por el viento que pronto
servir$an como teln de *ondo.
Empujado por la multitud, 4ori se vio separado de Musashi,
pero rpidamente se abri paso entre el gent$o hasta que vio a
su maestro cerca de un edi*icio, le!endo unas placas con una
lista de donantes. 4ori le llam, corri a su lado ! le tir de la
manga, pero la atencin de Musashi estaba concentrada en una
de las placas, ms grande que las dems, entre las que desta#
caba por el volumen de la contribucin e*ectuada por S%ai"
de 8arai, pueblo de +hibaura, provincia de MusashiT.
El sonido de los tambores lleg a un crescendo.
V7a comen"ado la dan"a Vchill 4ori, deseoso de ir vo#
lando al pabelln de la dan"a sagradaV. XZu ests mirando,
senseil
Musashi sali de su enso&acin ! dijoO
V'h, nada especial..., es que he recordado algo que debo
hacer. T/ qudate a ver las dan"as. Ms tarde nos reuniremos.
52
Musashi busc la o*icina de los sacerdotes shinto$stas, don#
de le recibi un anciano.
VZuisiera in*ormarme acerca de un donante Vle dijo Mu#
sashi.
VLo siento, pero aqu$ no tenemos nada que ver con eso.
Tendrs que ir a la residencia del prior budista. Te mostrar el
camino.
1unque el santuario de Mitsumine era shinto$sta, la super#
visin general de todo el establecimiento estaba en manos de
un prelado budista. La placa sobre el portal dec$aO S'*icina del
1lto +acerdote DesponsableT en unos caracteres conveniente#
mente grandes.
En el vest$bulo, el anciano habl durante buen rato con el
sacerdote de turno. Cuando terminaron, el sacerdote invit a
Musashi a pasar ! le condujo mu! cortsmente a una habita#
cin interior. Le sirvi t junto con una bandeja de esplndidos
pastelillos. Luego le present una segunda bandeja, seguida
poco despus por un joven ! guapo aclito que tra$a sa,e. :i#
nalmente apareci un personaje que era nada menos que un
obispo provisional.
VBienvenido a nuestra monta&a Vle dijoV. Me temo que
slo tenemos para o*recerte nuestros sencillos productos cam#
pesinos. Espero que nos perdones. 3or *avor, ponte cmodo.
Musashi no lograba comprender la ra"n de un tratamiento
tan sol$cito. +in tocar el sa,e, e0plicO
V7e venido para in*ormarme sobre uno de vuestros do#
nantes.
VXCmoY VEl benigno semblante del sacerdote, un hom#
bre regordete de unos cincuenta a&os, su*ri una sutil altera#
cinV. X4n*ormarteY Vpregunt con suspicacia.
Musashi le pregunt en rpida sucesin cundo %ai" ha#
b$a acudido al templo por /ltima ve", si lo hac$a con *recuencia,
si alguna ve" iba acompa&ado !, en ese caso, por qu clase de
persona.
1 cada interrogante el desagrado del sacerdote iba en au#
mento, hasta que *inalmente le dijoO
VEntonces Xno has venido aqu$ para e*ectuar una contri#
bucin sino simplemente para preguntar por alguien que lo ha
53
hechoY V+u semblante evidenciaba la e0asperacin que sen#
t$a.
VEl anciano debe de haberme entendido mal. 8o he veni#
do para hacer ninguna donacin, sino tan slo para preguntar
por %ai"o.
V3odr$as haberlo aclarado per*ectamente en la entrada
Vdijo con altive" el sacerdoteV. 3or lo que veo, eres un rnin.
%ebes comprender que no puedo dar in*ormacin sobre n/es#
tros donantes a cualquiera que la solicite.
VTe aseguro que no suceder nada.
VBien, para esta clase de asuntos tendrs que ver al sacer#
dote encargado.
El alto sacerdote, sintindose al parecer como si le hubie#
ran robado, despidi a Musashi.
El registro de donantes no result ms /til, pues en l slo
constaba que %ai"o hab$a estado all$ en varias ocasiones. Mu#
sashi dio las gracias al sacerdote ! se march.
Cerca del pabelln de dan"a, mir a su alrededor en busca
de 4ori, pero no le vio. %e haber al"ado la vista le habr$a lo#
cali"ado, pues el muchacho se encontraba casi directamente
encima de su cabe"a. 7ab$a trepado a un rbol para ver mejor.
Mientras contemplaba la dan"a que se desarrollaba en el
escenario, Musashi se sinti transportado a la poca de su in#
*ancia, a los *estivales nocturnos en el santuario de +anumo, en
Mi!amoto. Qe$a imgenes espectrales de las multitudes, del
blanco rostro de 'ts( entre la gente, de Matahachi, siempre
mascando algo, del t$o ;on, que iba de un lado a otro dndose
aires. 3ercibi vagamente el rostro de su madre que, preocupa#
da por lo tarde que era, hab$a salido a buscarle.
Los m/sicos, vestidos con sus curiosos atuendos que pre#
tend$an simular la elegancia de los guardias imperiales de anta#
&o, ocuparon sus lugares en el escenario. 1 la lu" de las hogue#
ras, sus galas chillonas, en las que destellaban *ragmentos de
brocado de oro, suger$an las t/nicas m$ticas de la era de los
dioses. El ritmo de los tambores, cu!os parches estaban ligera#
mente la0os, reverberaron en el bosque de cedros, ! entonces
las *lautas ! las tablas de madera bien curada, golpeadas r$t#
micamente con unos peque&os tacos, tocaron el preludio. El
54
maestro de la dan"a se adelant, el rostro cubierto por la mscara
de un anciano. 1quel rostro ultraterreno, de cu!as mejillas !
barbilla se hab$an desprendido muchos tro"os de laca, se movi
lentamente mientras cantaba la letra de la -amiasobi, la dan"a de
los dioses.
En el sagrado monte Mimuro
con su valla divina,
ante la gran deidad,
las hojas del rbol de sa,a,i
crecen en pro*usa abundancia,
crecen en pro*usa abundancia.
El ritmo de los tambores se hi"o ms rpido e intervinieron los
dems instrumentos. 3ronto la cancin ! la dan"a se *usionaron en
un ritmo vivo ! sincopado.
X%e dnde ha salido esta lan"aY
es la lan"a de la sagrada morada
de la princesa To!oo,a que est en el cielo...
la lan"a de la sagrada morada.
Musashi conoc$a algunas de las canciones, pues de ni&o las
hab$a cantado !, provisto de una mscara, hab$a participado en las
dan"as del santuario de +anumo.
La espada que protege a la gente, la gente de
todas las tierras. Colgumosla *estivamente
ante la deidad, colgumosla *estivamente ante
la deidad.
La revelacin le alcan" como un ra!o. Musashi hab$a estado
mirando las manos de uno de los tambores, que bland$an dos
palillos cortos, en *orma de porra. 1spir hondo ! e0clam en vo"
alta, casi gritandoO SUEso esW U%os espadasWT.
+obresaltado por la vo", 4ori desvi la vista del escenario el
tiempo su*iciente para mirar abajo ! decirO
V1h, ests ah$.
AA
Musashi ni siquiera al" los ojos. Miraba adelante, no sumi#
do en una embelesada enso&acin como los dems, sino con
una mirada tan penetrante que habr$a asustado a cualquiera
que la viese.
V%os espadas VrepitiV. Es el mismo principio. %os pa#
lillos de tambor, pero un solo sonido. V+e cru" de bra"os !
escrut cada movimiento del tambor.
%esde cierto punto de vista, aquello era la quintaesencia de
la sencille". El ser humano nace con dos manos\ Xpor qu no
usarlas ambasY 3ero los espadachines luchaban con una sola
espada !, a menudo, con una sola mano. Esto ten$a sentido
siempre que todo el mundo siguiera la misma prctica, pero si
uno de los combatientes empleara dos espadas a la ve", Xqu
posibilidades de vencer tendr$a un adversario que usara una
solaY
Cuando se en*rent a la Escuela )oshio,a en 4chijji, Mu#
sashi descubri el juego que daban la espada larga en la mano
derecha ! la corta en la i"quierda. Blandi ambas armas instin#
tivamente, de una manera inconsciente, cada bra"o aplicado al
m0imo a la *uncin protectora. En una lucha a vida o muerte,
hab$a reaccionado de una manera heterodo0a. 1hora, de s/bi#
to, la base lgica le parec$a natural, si no inevitable.
+i dos ejrcitos se en*rentaran en una batalla] bajo las re#
glas del 1rte de la ;uerra ser$a impensable que cualquiera de
ellos utili"ara un solo *lanco mientras permit$a al otro perma#
necer ocioso. X8o encerraba esto un principio cu!a ignorancia
no pod$a permitirse el espadach$n individualY %esde el en#
cuentro de 4chijji, a Musashi le hab$a parecido que el uso de
ambas manos ! de las dos espadas era el sistema normal ! hu#
mano. +olamente la costumbre, seguida incondicionalmente
durante siglos, era la causante de que pareciera anormal. Ten$a
la sensacin de haber llegado a una verdad innegableO la cos#
tumbre hab$a hecho que lo antinatural pareciera natural ! vice#
versa.
+i bien la costumbre estaba alimentada por la e0periencia
cotidiana, hallarse en el l$mite entre la vida ! la muerte era algo
que slo ocurr$a en contadas ocasiones a lo largo de la vida. +in
embargo, el objetivo *inal del Camino de la Espada era el de
A?
ser capa" de permanecer al borde de la muerte en cualquier
momentoO en*rentarse a la muerte de *rente, impvidamente,
deber$a ser algo tan *amiliar como todas las dems e0perien#
cias cotidianas. ) el proceso ten$a que ser consciente, aunque
el movimiento deber$a ser tan libre como si *uese puramente
re*lejo.
El estilo de esgrima con dos espadas deb$a tener esa natura#
le"aO consciente pero, al mismo tiempo, tan automtico como
un re*lejo, completamente libre de las restricciones inherentes
a la accin consciente. %urante cierto tiempo, Musashi hab$a
tratado de unir en un principio vlido lo que sab$a instintiva#
mente con lo que hab$a aprendido por medios intelectuales.
1hora estaba cercano a su *ormulacin verbal, ! ello le har$a
*amoso en todo el pa$s ! a travs de las generaciones venideras.
%os palillos de tambor, un solo sonido. El tambor era cons#
ciente de la i"quierda ! la derecha, la derecha ! la i"quierda,
pero al mismo tiempo inconsciente de ellas. 1ll$, ante sus ojos,
estaba la es*era budista de la interpretacin libre. Musashi se
sent$a iluminado, reali"ado.
Las cinco dan"as sagradas, que hab$an comen"ado con la
cancin del maestro de dan"as, continuaron con las represen#
taciones de los dan"arines, los cuales llevaron a cabo la dan"a
de 42ato, de amplios movimientos, ! luego la dan"a de 1ra
Mi,oto no 7o,o. El ritmo de las melod$as que tocaban las
*lautas se hi"o ms rpido, las campanas sonaban animada#
mente.
Musashi al" la vista ! le dijo a 4oriO
VX8os vamos !aY
VTodav$a no Vrespondi distra$damente el muchacho.
El esp$ritu de 4ori hab$a pasado a *ormar parte de la dan"a.
Rl mismo se sent$a como uno de los dan"arines.
V8o tardes demasiado en volver a casa. Ma&ana subire#
mos el pico hasta el santuario interior.
57
A El a!udante del
demonio
Los perros de Mitsumine eran una ra"a salvaje, resultado,
seg/n se dec$a, del cruce de perros tra$dos por los inmigrantes
coreanos ms de mil a&os atrs con los perros salvajes de las
monta&as de Chichibu. 1 slo un paso del estado salvaje, me#
rodeaban por las monta&as ! se alimentaban como lobos, sien#
do sus presas los dems animales silvestres de la regin. 3ero
puesto que se les consideraba como mensajeros de la deidad !
la gente se re*er$a a ellos como sus Sa!udantesT, los *$eles so#
l$an llevarse a casa imgenes impresas o esculpidas de los pe#
rros, a modo de amuletos de la buena suerte.
El perro negro del hombre que segu$a a Musashi ten$a el
tama&o de una ternera.
Cuando Musashi entr en el -annonEin, el hombre se volvi,
dijoO S3or aqu$T, e indic el camino al animal con la mano .bre.
El perro gru&, tir de su trailla, una cuerda gruesa, ! em#
pe" a husmear.
VChiss, -uro, estte quieto.
El hombre ten$a unos cincuenta a&os, era de comple0in re#
cia pero *le0ible !, al igual que su perro, no parec$a del todo do#
mado. +in embargo, iba bien vestido. +obre el ,imono, que
parec$a la t/nica de un sacerdote o el atuendo *ormal de un sa#
murai, llevaba un obi estrecho ! aplanado ! un ha,ama de c&a#
58
mo. +us sandalias de paja, de la clase que los hombres se pon$an
para asistir a los *estivales, estaban provistas de cordones nuevos.
VXEres t/, Bai,enY
La mujer que hab$a hablado retrocedi, para mantenerse a
distancia del perro.
V1l suelo Vorden Bai,en, dando al animal un *uerte
coscorrn.
VMe alegro de que le ha!as descubierto, ',A.
VEntonces Xera lY
V+in duda alguna.
3ermanecieron un rato en silencio, mirando las estrellas a
travs de una brecha en las nubes ! o!endo, pero sin escuchar
de veras, la m/sica de la dan"a sagrada.
VXZu haremosY Vpregunt la mujer.
V)a se me ocurrir algo.
V8o podemos desperdiciar esta oportunidad.
',o miraba e0pectante a Bai,en.
VXEst Tji en casaY Vpregunt l.
V+$, se emborrach en el *estival ! se ha dormido.
V%espirtale.
VX) t/ qu vas a hacerY
VTengo trabajo. %espus de hacer la ronda, ir a tu casa.
.na ve" *uera de la entrada principal del santuario, ',o
ech a correr. La ma!or parte de las veinte o treinta casas eran
tiendas de recuerdos o casas de t. 7ab$a tambin algunos pe#
que&os establecimientos de comidas, de los que surg$a el alegre
vocer$o de los juerguistas. %el alero de la cho"a en la que entr
',A, colgaba un letrero que dec$a S:ondaT. En la sala delante#
ra, cu!o suelo era de tierra, una joven sirvienta estaba sentada
en un taburete, dormitando.
VXTodav$a durmiendoY Vpregunt ',o.
La muchacha, esperando una reprimenda, sacudi vigoro#
samente la cabe"a.
V8o me re*iero a ti sino a mi marido.
V1h, s$, todav$a est durmiendo.
Chascando la lengua desaprobadoramente, ',o gru&O
VEn pleno *estival ! est durmiendo. Rste es el /nico es#
tablecimiento que no est lleno de clientes.
AI
Cerca de la puerta, un hombre ! una anciana cocinaban
arro" ! jud$as al vapor en un *ogn de tierra. Las llamas pon$an
la /nica nota de color en el interior por lo dems sombr$o.
', se acerc a un hombre que dorm$a en un banco a lo
largo de la pared, le dio unos golpecitos en el hombro ! le dijoO
VUT/, levntateW 1bre los ojos para variar.
VXEnY Vmusit l, incorporndose ligeramente.
.VUCspitaW Ve0clam la mujer al tiempo que retroced$a.
Entonces se ech a re$r ! dijoVO 3erdona. 7e cre$do que eras
mi marido.
.n tro"o de estera se hab$a desli"ado al suelo. El hombre,
un joven de cara redondeada con unos ojos grandes de mirada
inquisitiva, lo recogi, se cubri con l la cara ! se tendi de
nuevo. +u cabe"a descansaba sobre una almohada de madera !
sus sandalias estaban manchadas de barro. 1 su lado, sobre la
mesa, hab$a una bandeja ! un cuenco de arro" vac$o\ junto a la
pared, un saco de viaje, un sombrero de juncos ! un bastn.
', se volvi a la muchacha ! le dijoO
VEs un cliente, XnoY
V+$, ha dicho que se propone subir al santuario interior a
primera hora de la ma&ana ! ha preguntado si podr$a echar
una siesta aqu$.
VX%nde est TAjiY
VEsto! aqu$, est/pida. V+u vo" surgi por detrs de una
shoji desgarrada. Estaba recostado en la habitacin contigua,
un pie colgndole en la sala destinada al p/blicoV. XConque
despotricas contra m$ porque me he tumbado un ratoY X%nde
has estado t/ todo este tiempo, cuando deber$as haber atendi#
do el negocioY
En muchos aspectos, los a&os hab$an sido menos amables
con ', que con Tji. 8o slo hab$a desaparecido por completo
el encanto que tuvo en otro tiempo, sino que dirigir la casa de
t 'inu le e0ig$a el trabajo de un hombre para compensar la
inactividad de su in/til cn!uge, puesto que Tji ganaba un
jornal de hambre ca"ando en invierno pero hac$a poco ms.
%espus de que Musashi incendiara su escondrijo con la habi#
tacin que era realmente una trampa en el paso de <ada, to#
dos sus secuaces les hab$an abandonado.
?@
Los ojos turbios ! roji"os de TAji en*ocaron gradualmente
un barril de agua. +e puso en pie, *ue al barril ! engull el con#
tenido de un ca"o.
',o se recost en un banco ! le mir por encima del hombro.
V8o me importa que ha!a un *estival. )a es hora de que
aprendas a saber cundo debes parar. 7as tenido suerte de que
no te atravesara una espada ah$ a*uera.
VXCmoY
VTe digo que deber$as tener ms cuidado.
V8o s de qu me ests hablando.
VX+ab$as que Musashi est aqu$, en el *estivalY
VXMusashiY XMi!amoto... MusashiY VEl sobresalto le
despert del todoV. XLo dices en serioY '!e, ser mejor que
te escondas en la parte trasera.
VXEso es todo lo que se te ocurreY XEsconderteY
V8o quiero que vuelva a ocurrir lo del paso de <ada.
VCobarde. X8o ests deseoso de desquitarte, no slo por
eso sino tambin por lo que hi"o a la Escuela )oshio,aY )o s$
lo esto!, ! no so! ms que una mujer.
V+$, pero no olvides que entonces ten$amos muchos hom#
bres a nuestro lado. 1hora slo estamos t/ ! !o.
Toji no estuvo en 4chijji, pero hab$a o$do contar cmo lu#
ch Musashi ! no se hac$a ilusiones sobre cul de los dos perde#
r$a la vida si volv$an a encontrarse.
',o se acerc cautelosamente a su marido ! le dijoO
VEn eso te equivocas. 1qu$ ha! otro hombre, Xno es cier#
toY .n hombre que odia a Musashi tanto como t/.
Toji sab$a que se estaba re*iriendo a Bai,en, con quien ha#
b$an trabado conocimiento cuando sus vagabundeos les lleva#
ron a Mitsumine.
3uesto que !a no hab$a ms batallas, la actividad de sa#
queador !a no era provechosa, por lo que Bai,en abri una
herrer$a en 4ga, pero *ue e0pulsado de all$ cuando el se&or
Todo hi"o ms severo su dominio de la provincia. %eseoso de
probar *ortuna en Edo, desorgani" su banda, ! entonces, gra#
cias a la recomendacin de un amigo, *ue nombrado vigilante
del edi*icio que conten$a el tesoro del templo.
3or entonces todav$a las monta&as entre las provincias de
?>
Musashi ! -ai estaban in*estadas de bandidos. 1l contratar a
Bai,en para que custodiara la casa del tesoro, con sus objetos
religiosos de gran valor ! las donaciones en metlico, los ancia#
nos dirigentes del templo combat$an el *uego con *uego. Bai#
,en ten$a la ventaja de conocer a *ondo los mtodos de los ban#
didos, ! tambin era un e0perto reconocido en el arma llamada
ho" de cadena ! bola. Como creador del estilo )aega,i, qui"s
podr$a haber atra$do la atencin de un daim!o, de no mediar el
hecho de que su hermano *ue Tsuji,a"e Temma. Muchos a&os
atrs los dos hermanos hab$an aterrori"ado a la regin que se
e0tend$a entre el monte 4bu,i ! el distrito de )asuga2a. El
cambio de los tiempos no signi*icaba nada para Bai,en. 1 su
modo de ver, la muerte de Temma a manos de Ta,e" hab$a
sido la causa *undamental de todas sus di*icultades posteriores.
Largo tiempo atrs ',o hab$a contado a Bai,en sus moti#
vos de queja contra Musashi, e0agerando su rencor a *in de
cimentar la amistad con l. Bai,en le hab$a respondido con el
ce&o *runcidoO S.no de estos d$as...T.
',A acababa de contarle a Tji que hab$a visto a Musashi
desde la casa de t ! que luego le hab$a perdido entre la multi#
tud. Ms tarde, obedeciendo a una cora"onada, hab$a ido al
-annonEin, donde lleg justo cuando Musashi e lori sal$an para
ir al santuario e0terior. La mujer se apresur a comunicar esta
in*ormacin a Bai,en.
V%e modo que as$ estn las cosas Vdijo Toji, cobrando
nimo al saber que !a contaban con un aliado digno de con#
*ian"a. +ab$a que Bai,en, utili"ando su arma *avorita, hab$a de#
rrotado a todos los espadachines en el reciente torneo del san#
tuario. +i atacaba a Musashi, ten$a una buena oportunidad de
vencerleV. XCmo ha reaccionado cuando se lo has dichoY
VQendr cuando termine su ronda de inspeccin.
VMusashi no es ning/n necio. +i no tenemos cuidado...
VTji se estremeci ! emiti un sonido ronco e ininteligible.
',o sigui su mirada hasta que se pos en el hombre dor#
mido en el banco.
VXZuin es seY Vinquiri TAji.
V8o es ms que un cliente Vrespondi ',o.
V%espirtale ! chale de aqu$.
?J
',o deleg la tarea en la sirvienta, la cual *ue al e0tremo de
la estancia ! sacudi al durmiente hasta que ste se irgui.
VQete Vle dijo rudamenteV. Qamos a cerrar.
El hombre se puso en pie, se estir ! dijoO
V7e echado una siesta mu! agradable.
Con una sonrisa en los labios ! un parpadeo de sus grandes
ojos, se movi con rapide" pero tranquilamenteO se puso el tro#
"o de estera sobre los hombros, se cal el sombrero de juncos,
se ech el saco de viaje a la espalda ! coloc el bastn bajo sus
bra"os.
V's esto! mu! agradecido Vdijo al tiempo que hac$a una
reverencia, ! se apresur a cru"ar la puerta.
1 ju"gar por su indumentaria ! su acento, ', se dijo que
no era ninguno de los campesinos locales, pero parec$a bastan#
te ino*ensivo.
V.n hombre de aspecto curioso VcomentV. X7abr pa#
gado la cuentaY
', ! Tji todav$a estaban cerrando los postigos ! orde#
nando el local cuando entr Bai,en con su perro -uro.
VMe alegro de verte Vle dijo TjiV. 3asemos a la habita#
cin del *ondo.
+in decir nada, Bai,en se quit las sandalias ! les sigui,
mientras el perro husmeaba a su alrededor en busca de restos
de comida. La habitacin del *ondo era slo un coberti"o con
una primera mano de spero !eso en las paredes. Zuedaba
*uera del alcance de los o$dos de cuantos se hallaran en el local
delantero. Encendieron un candil ! Bai,en tom la palabra.
VEsta noche, delante del escenario de las dan"as, he acer#
tado a o$r lo que Musashi le dec$a al muchacho, que ma&ana
por la ma&ana subirn el santuario interior. Ms tarde he ido al
-annonEin para comprobarlo.
Tanto ', como Tji tragaron saliva ! miraron a travs de
la ventana. La cima en la que se al"aba el santuario interior
destacaba levemente contra el cielo estrellado.
3uesto que conoc$a bien los recursos de su adversario, Bai#
,en hab$a tra"ado un plan de ataque ! movili"ado re*uer"os.
%os sacerdotes, guardianes de la casa del tesoro, !a hab$an ac#
cedido a echar una mano ! se hab$an adelantado con sus lan#
?L
"as. 7ab$a tambin un hombre de la Escuela )oshio,a, el cual
dirig$a un peque&o dojo en el santuario. Bai,en calculaba que
podr$a movili"ar a unos die" saqueadores, hombres a los que
conoci en 4ga ! que ahora trabajaban en la vecindad. Toji lle#
var$a un mosquete, mientras que Bai,en ir$a armado con su
ho" de cadena ! bola.
VX8o es la primera ve" que haces estoY Vle pregunt Tji,
incrdulo.
Bai,en sonri pero no dijo nada ms.
.na min/scula porcin de luna se cern$a sobre el valle,
oculto por una espesa niebla. El gran pico todav$a dorm$a, sin
ms sonidos en las inmediaciones que el gorgoteo ! el *ragor
del r$o, los cuales acentuaban el silencio. .n grupo de oscuras
*iguras se aga"apaba en el puente de -osaru"a2a.
VXTojiY Vsusurr speramente Bai,en.
VEsto! aqu$.
V1seg/rate de que la mecha est seca.
Entre la variopinta cuadrilla destacaban los dos sacerdotes
lanceros, los cuales se hab$an al"ado ! sujetado los *aldones de
sus t/nicas, a *in de estar preparados para entrar en accin. Los
dems vest$an una variedad de atav$os, pero todos de manera
que pudieran moverse gilmente.
VXEstamos todosY
V+$.
VXCuntos en totalY
Contaron las cabe"asO eran trece.
VMu! bien Vdijo Bai,en, ! les repiti las instrucciones.
Ellos le escucharon en silencio, asintiendo de ve" en cuan#
do. Entonces, a una se&al, se escabulleron en la niebla para
tomar posiciones a lo largo de la carretera. En el e0tremo del
puente pasaron ante una piedra miliar que dec$aO S+eis mil va#
ras hasta el +antuario 4nteriorT.
Cuando el puente volvi a quedar desierto, un nutrido grupo
de monos salieron de sus escondrijos, saltaron de las ramas, ba#
jaron por las enredaderas ! convergieron en la carretera. Corrie#
ron al puente, se metieron debajo ! arrojaron piedras al barran#
?M
co. La niebla jugaba con ellos, como estimulando su jolgorio. +i
un inmortal tao$sta hubiera aparecido hacindoles una se&a, qui#
" se habr$an trans*ormado en nubes ! volado con l al cielo.
Los ladridos de un perro resonaron en las monta&as. Los
monos desaparecieron como hojas de "umaque barridas por el
viento oto&al.
-uro avan"aba por la carretera ! ', se apresuraba tras l.
El perro hab$a logrado soltarse, ! aunque ',o por *in hab$a
podido coger la trailla, no hab$a manera de que el animal diese
la vuelta. +ab$a que Tji no quer$a que el perro estuviera all$ e
hiciera ruido, ! pens que qui" podr$a apartarle de en medio
dejndole subir al santuario interior.
Cuando la niebla, que se desli"aba sin cesar, empe" a po#
sarse en los valles como si *uese nieve, los tres picos del Mit#
sumine ! las monta&as menos elevadas entre Musashino ! -ai
se recortaron contra el cielo en todo su esplendor. La cinta
blanca ! serpenteante de la carretera resaltaba en la oscuridad,
! las aves empe"aron a encrespar sus plumas ! saludar al ama#
necer con sus cantos.
VX3or qu ocurre esoY Vinquiri 4ori, como si hablara
consigo mismo.
VX1 qu te re*ieresY Vle pregunt Musashi.
V+e est haciendo de d$a, pero no veo el sol.
VEn primer lugar, ests mirando hacia el oeste.
V1h. V4ori dirigi una breve mirada a la luna, que se su#
m$a detrs de los picos lejanos.
VMira, 4ori, parece ser que muchos de tus amigos viven
aqu$, en las monta&as.
VX%ndeY
V1ll$.
Musashi se ech a re$r e indic unos monos agrupados al#
rededor de su madre.
VMe gustar$a ser uno de ellos.
VX3or quY
V3or lo menos tienen madre.
Decorrieron en silencio un trecho empinado del camino !
?A
llegaron a una e0tensin relativamente llana. Musashi observ
que la hierba hab$a sido pisoteada por un gran n/mero de pies.
%espus de serpentear un poco ms alrededor de la monta#
&a, llegaron a una "ona llana donde estaban de cara al este.
VUMiraW Vgrit 4ori, mirando a Musashi por encima del
hombroV. El sol est saliendo.
V1s$ es.
%el mar de nubes por debajo de ellos, las monta&as de -ai
! -"u,e sobresal$an como islas. 4ori se detuvo ! permaneci
inmvil, con los pies juntos ! los bra"os a los costados, los la#
bios *uertemente apretados. Contempl arrobado la gran es#
*era dorada, imaginndose que l era un hijo del sol. %e repen#
te e0clam en vo" mu! altaO
VUEs 1materasu 'mi,amiW X8o es ciertoY VMir a Mu#
sashi en busca de con*irmacin.
VEn e*ecto.
El muchacho al" los bra"os por encima de su cabe"a ! *il#
tr la brillante lu" a travs de los dedos.
VUMi sangreW VgritV. Es del mismo color que la sangre
del sol.
Batiendo palmas, como lo har$a en un santuario para lla#
mar a la deidad, inclin la#cabe"a en silencioso homenaje !
pensO SLos monos tienen madre ! !o no, pero tengo esta diosa
! ellos no tienen ningunaT.
La revelacin le llen de alegr$a, ! al tiempo que las lgri#
mas corr$an por su rostro le parec$a o$r desde ms all de las
nubes la m/sica de las dan"as del santuario. Los tambores re#
sonaban en sus o$dos, mientras el contrapunto de las *lautas
esparc$a a los cuatro vientos la melod$a de la dan"a de 42ato.
Los pies del muchacho siguieron el ritmo, balance garbosa#
mente los bra"os ! de sus labios brotaron las palabras que ha#
b$a memori"ado la noche anteriorO
El arco de catalpa...
cada ve" que llega la primavera,
con*$o en ver la dan"a
de la mir$ada de dioses,
oh, cmo con*$o en ver su dan"a...
??
%e repente, al darse cuenta de que Musashi hab$a seguido
adelante, puso *in a la dan"a ! corri para darle alcance.
La lu" matinal apenas llegaba al bosque en el que penetra#
ron. 1ll$, en las pro0imidades del santuario interior, los troncos
de los cedros ten$an una circun*erencia enorme ! todos ms o
menos la misma altura. En las espesas e0tensiones de musgo
que se a*erraba a los rboles crec$an *lorecillas blancas. 4ori
supon$a que aquellos rboles eran antiguos, que tendr$an qui#
nientos, qui" mil a&os, ! e0perimentaba el impulso de hacer#
les una reverencia. 1qu$ ! all ve$a las rojas enramadas de los
arces. Las ca&as de bamb/ bajas ! desnudas invad$an el camino
reducindolo a un sendero.
%e repente la tierra pareci temblar bajo sus pies. 3oco
despus del atronador estampido, se o! un grito desconcer#
tante ! una cascada de ecos estridentes. 4ori se tap los o$dos
con las manos ! se puso a cubierto lan"ndose entre los bam#
b/es.
VUZudate agachado, 4oriW Vle orden Musashi desde la
sombra de un gran rbolV. U8o te muevas aunque te pisoteenW
La semipenumbra parec$a in*estada de lan"as ! espadas.
%ebido al grito, los atacantes cre!eron al principio que la bala
hab$a encontrado su blanco, pero no hab$a nadie a la vista.
Como no estaban seguros de lo que hab$a ocurrido, permane#
c$an inmviles.
4ori se encontraba en el centro de un c$rculo de ojos ! espa#
das desenvainadas. En el pro*undo silencio que sigui, la curio#
sidad pudo ms que su prudencia ! al" lentamente la cabe"a
por encima de los bamb/es. 1 pocos pies de distancia, una hoja
de espada, e0tendida desde detrs de un rbol, destell a la lu"
del sol.
4ori perdi el dominio de s$ mismo ! grit a vo" en cuelloO
V+enseiW U7a! alguien ah$ escondidoW
1l tiempo que gritaba, se puso en pie de un salto ! corri
para ponerse a salvo.
La espada salt desde las sombras ! se cerni como un de#
monio por encima de su cabe"a. 3ero slo *ue un instante, pues
la daga de Musashi vol directamente hacia la cabe"a del espa#
dach$n ! se aloj en su sien.
?N
VU)aaahW
.no de los sacerdotes carg contra Musashi con su lan"a.
Rl cogi el asta con una mano ! la sujet *irmemente.
+e o! otro grito de muerte, como si el hombre tuviera la
boca llena de piedras. 3reguntndose si sus atacantes estar$an
luchando entre ellos mismos, Musashi agu" la mirada. El otro
sacerdote apunt cuidadosamente ! le arroj la lan"a. Musashi
la a*err tambin ! se la puso bajo el bra"o.
VU1tcale ahoraW Vgrit uno de los sacerdotes al ver que
Musashi ten$a ambas manos ocupadas.
Musashi grit con vo" estentreaO
VXZuines soisY 4denti*icaos o supondr que todos sois
enemigos. Es vergon"oso derramar sangre en este lugar sagra#
do, pero puede que no tenga eleccin.
7i"o remolinear las lan"as ! envi a los dos sacerdotes en
distintas tangentes. Entonces desenvain velo"mente su espa#
da ! acab con uno de ellos antes de que hubiera terminado de
caer. ;ir sobre sus talones ! se vio *rente a otras tres hojas,
alineadas en el estrecho sendero. +in detenerse, se movi hacia
ellas en actitud amena"ante ! paso a paso. +alieron otros dos
hombres ! ocuparon sus lugares hombro con hombro junto a
los tres primeros.
Mientras Musashi avan"aba ! sus adversarios retroced$an,
tuvo un atisbo del otro sacerdote lancero, que hab$a recupera#
do su arma ! persegu$a a 4ori. SU%etente, asesinoWT, grit. 3ero
en el momento en que Musashi se volv$a para acudir en a!uda
de 4ori, los cinco hombres soltaron un aullido ! le atacaron.
Musashi se lan" de cabe"a contra ellos. :ue como el choque
de dos olas *uriosas, pero el roc$o *ue de sangre, no de agua
salada. Musashi sigui girando de un adversario a otro con la
velocidad de un ti*n. +e o!eron dos gritos espelu"nantes, lue#
go un tercero. Ca!eron como rboles muertos, cada uno con un
tajo en el centro del torso. Musashi bland$a en la mano derecha
su espada larga, ! en la i"quierda la corta.
Lan"ando gritos de terror, los /ltimos dos hombres dieron
la vuelta ! echaron a correr, perseguidos por Musashi.
VX1donde creis que vais a irY Vles grit, golpeando la
cabe"a de uno de ellos con la espada corta.
?H
El negro chorro de sangre alcan" a Musashi en un ojo. %e
un modo re*lejo se llev la mano i"quierda a la cara, ! en ese
instante o! un e0tra&o sonido metlico a sus espaldas.
%io un golpe lateral con la espada larga para desviar el ob#
jeto, pero el e*ecto de la accin *ue mu! di*erente de la inten#
cin. 1l ver la bola ! la cadena enrolladas alrededor de la hoja
cerca de la guarda, se sinti alarmado. El atacante le hab$a co#
gido desprevenido.
VUMusashiW Vgrit Bai,en, ! tir de la cadena hasta ten#
sarlaV. XMe hab$as olvidadoY
Musashi le mir *ijamente un momento antes de e0clamarO
VU+hishido Bai,en, del monte +u"u,aW
VEl mismo. Mi hermano Temma te est llamando desde el
valle del in*ierno. U)o me encargar de que llegues all$ cuanto
antesW
Musashi no pod$a liberar su espada. 3oco a poco, Bai,en
iba recogiendo la cadena ! acercndose, para hacer uso de la
ho" a*ilada como una navaja de a*eitar. Mientras Musashi bus#
caba una apertura para emplear su espada corta, comprendi
sobresaltado que si hubiera luchado slo con la espada larga,
ahora estar$a completamente inde*enso.
El cuello de Bai,en estaba tan hinchado que era casi tan
grueso como la cabe"a. Con un grito ahogado, tir *uertemente
de la cadena.
Musashi hab$a cometido un error ! lo sab$a. La ho" de cade#
na ! bola era un arma *uera de lo corriente, pero no le resultaba
desconocida. 1&os atrs se admir al ver por primera ve" el dia#
blico arte*acto en manos de la esposa de Bai,en. 3ero haberlo
visto era una cosa ! saber la manera de combatirlo otra.
Bai,en e0ultaba malignamente, con una ancha ! pr*ida
sonrisa en el rostro. Musashi sab$a que slo pod$a hacer una
cosaO soltar la espada larga. Buscaba el momento adecuado
para hacerlo.
Lan"ando un aullido *ero", Bai,en dio un salto ! dirigi la
ho" a la cabe"a de Musashi..., no la alcan" slo por el espesor
de un cabello. Musashi solt la espada con un *uerte gru&ido.
1penas la ho" hab$a sido retirada cuando la bola lleg "um#
bando por el aire. Luego la ho", la bola, la ho"...
?I
Esquivar la ho" colocaba a Musashi directamente en el ca#
mino de la bola. 4ncapa" de acercarse lo su*iciente para gol#
pear, se pregunt *renticamente durante cunto tiempo po#
dr$a mantener aquella situacin. SXEs ste su estiloYT, se
plante, pero a medida que aumentaba la tensin le resultaba
ms di*$cil dominar su cuerpo ! sus reacciones eran puramente
*isiolgicas. 8o slo sus m/sculos sino su misma piel se deba#
t$an de un modo instintivo. La concentracin lleg a ser tan
intensa que ces el *lujo de sudor oleoso. Ten$a eri"ado hasta el
/ltimo pelo de su cuerpo.
Era demasiado tarde para esconderse detrs de un rbol. +i
ahora corr$a a uno de ellos, probablemente trope"ar$a con otro
enemigo.
'! un grito claro, quejumbroso, ! pens si ser$a 4ori. Zue#
r$a mirar, pero en su cora"n daba al muchacho por perdido.
VUMuere, hijo de perraW
El grito son a sus espaldas, pero entonces o! otroO
VMusashi, Xpor qu tardas tantoY Me esto! ocupando de
las sabandijas detrs de ti.
Musashi no reconoci la vo" pero decidi que pod$a con#
centrar su atencin slo en Bai,en.
El *actor ms importante para Bai,en era la distancia entre
l ! su adversario. +u e*icacia depend$a del acierto en manipu#
lar la longitud de la cadena. +i Musashi pod$a avan"ar un pie
ms all del alcance de la cadena o acercarse un pie ms, Bai#
,en estar$a en apuros. Ten$a que asegurarse de que Musashi no
hiciera ninguna de las dos cosas.
La tcnica secreta de aquel hombre maravillaba a Musashi,
! de repente comprendi que all$ estaba el principio de las dos
espadas. La cadena era un solo tramo, la bola *uncionaba como
la espada derecha ! la ho" como la i"quierda.
VU8aturalmenteW Vgrit e0ultanteV. Es esto..., el estilo
)aega,i.
)a con*iado en su victoria, salt atrs, dejando una distan#
cia de cinco pies entre los dos. 3as la espada a la mano dere#
cha ! la arroj recta como una *lecha.
Bai,en hurt el cuerpo ! la espada pas ro"ndole ! se cla#
v en las ra$ces de un rbol cercano. 3ero al e*ectuar el movi#
70
miento de torsin, la cadena se envolvi alrededor de su torso.
1ntes de que pudiera emitir un grito, Musashi carg todo su
peso contra l. La mano de Bai,en lleg hasta la empu&adura
de su espada, pero Musashi le hi"o soltarla con un *uerte golpe
en la mu&eca. En una continuacin del mismo movimiento, e0#
trajo el arma ! descarg un tajo sobre Bai,en. :ue como un
ra!o al partir el tronco de un rbol. 1l bajar la hoja, torci el
cuerpo mu! ligeramente.
SZu lstimaT, se dijo Musashi. Ms tarde, quienes re*irie#
ron los hechos dijeron que incluso e0hal un suspiro de miseri#
cordia mientras el creador del estilo )aega,i abandonaba este
mundo.
VEl golpe ,arata,e Vdijo una vo" con admiracinV. %i#
rectamente desde lo alto del tronco hacia abajo. 8o es di*eren#
te de partir una ca&a de bamb/. Es la primera ve" que lo veo.
Musashi se volvi hacia la persona que hab$a hablado.
VXZuin si no... ;onnosu,e de -isoY XZu ests haciendo
aqu$Y
V7a pasado mucho tiempo, XverdadY El dios de Mitsumi#
ne debe de haberlo dispuesto, tal ve" con la a!uda de mi ma#
dre, quien me ense& tanto antes de morir.
+iguieron charlando, pero Musashi se interrumpi de re#
pente ! e0clamO
VU4oriW
VEl muchacho est bien. Le rescat de las garras de ese
asqueroso sacerdote ! le hice trepar a un rbol.
4ori, que les observaba desde una rama alta, empe" a ha#
blar, pero se detuvo, se puso una mano sobre los ojos a modo
de visera ! mir hacia una peque&a "ona llana ms all del
l$mite del bosque. -uro, que estaba atado a un rbol, hab$a
atrapado con los dientes el ,imono de ',o, ! sta tiraba con
desesperacin de la manga. La prenda se rasg en un abrir !
cerrar de ojos, ! la mujer hu!.
El /nico superviviente, que era el otro sacerdote, se alejaba
cojeando, apo!ado en su lan"a, la sangre brotndole de la heri#
da en la cabe"a. El perro, qui" trastornado por el olor de la
sangre, se puso a armar un terrible alboroto. El sonido reson
durante un rato, pero al *inal la cuerda cedi ! el perro ech a
N>
correr en pos de ',o. Cuando el sacerdote le vio, al" su lan"a
! apunt a la cabe"a del perro. 7erido en el cuello, el animal
corri al bosque.
VUEsa mujer se escapaW Vgrit 4ori.
V8o importa. )a puedes bajar de ah$.
VQeo un sacerdote herido. X8o deber$as cogerleY
V'lv$dalo. )a no importa.
VCreo que la mujer era la de la casa de t 'inu Vdijo
;onnosu,e, ! a continuacin le e0plic su presencia all$, la
coincidencia dispuesta por el cielo que le hab$a permitido acu#
dir en a!uda de Musashi.
3ro*undamente agradecido, Musashi le dijoO
VX7as matado al hombre que dispar un arma de *uegoY
V8o. V;onnosu,e sonriV. 8o he sido !o sino mi bas#
tn. +ab$a que normalmente podr$as ocuparte de hombres de
esa clase, pero pens que si iban a usar un arma de *uego ser$a
mejor que hiciera algo. 3or eso me adelant ! me deslic por
detrs del hombre cuando a/n estaba oscuro.
E0aminaron los cadveres. +iete hab$an sido v$ctimas del
bastn ! slo cinco de la espada.
V8o he hecho nada salvo de*enderme Vdijo MusashiV,
pero esta "ona pertenece al santuario. Creo que deber$a e0pli#
car las cosas al *uncionario del gobierno que est al *rente, de
modo que pueda hacer los interrogatorios oportunos para acla#
rar el incidente.
Cuando bajaban por la ladera de la monta&a, trope"aron
con un contingente de guardias armados en el puente de -osa#
ru"a2a ! Musashi cont lo ocurrido. El capitn le escuch, al
parecer perplejo, pero de todos modos orden que detuvieran
a Musashi ! lo ataran.
Conmocionado, Musashi quiso saber por qu, !a que, en
primer lugar, hab$a tenido la intencin de in*ormar a las au#
toridades.
VEn marcha Vorden el capitn.
Musashi estaba encoleri"ado al verse tratado como un cri#
minal, pero a/n le esperaba otra sorpresa. Ms abajo de la la#
dera hab$a ms guardias. Cuando llegaron al pueblo, el n/me#
ro de sus guardianes sobrepasaba el centenar.
72
? %isc$pulos
*raternos
VQamos, vamos, no llores ms. V;onnosu,e abra" a 4o#
ri contra su pechoV. Eres un hombre, XnoY
V3or eso precisamente lloro, porque so! un hombre. V
1l" la cabe"a al cielo ! grit hasta desga&itarse.
V8o han detenido a Musashi, sino que l mismo se ha en#
tregado. VLas suaves palabras de ;onnosu,e enmascaraban
su honda preocupacinV. 1nda, vamonos !a.
VU8oW 8o quiero irme hasta que lo traigan de regreso.
V8o tardarn en soltarle, tendrn que hacerlo. XZuieres
que te deje aqu$ soloY V;onnosu,e se alej unos pasos.
4ori no se movi. En aquel momento el perro de Bai,en
sali corriendo del bosque, con el hocico te&ido de sangre
color rojo oscuro.
VU+ocorroW Vgrit 4ori, corriendo al lado de ;onnosu,e.
VEsts mu! cansado, XverdadY XZuieres que te lleve a
cuestasY
4ori, complacido, le dio las gracias, trep a la espalda o*reci#
da ! rode con sus bra"os los anchos hombros de ;onnosu,e.
La noche anterior hab$a *inali"ado el *estival ! los visitantes
se hab$an ido. .na brisa suave acarreaba *ragmentos de envol#
torios de bamb/ ! tro"os de papel por las calles desiertas.
1l llegar a la casa de t 'inu, ;onnosu,e ech un vista"o al
73
interior ! sigui adelante, procurando pasar desapercibido.
3ero 4ori e0clamO
VU1h$ est la mujer que hu!W
V4magino que es aqu$ donde deber$a estar Vreplic su
compa&ero, el cual se detuvo entonces ! se pregunt en vo"
altaVO +i los guardias se han llevado a Musashi, Xpor qu no la
han detenido a ella tambinY
Cuando ', vio a ;onnosu,e, sus ojos ardieron de ira.
1l ver que estaba recogiendo apresuradamente sus perte#
nencias, ;onnosu,e se ech a re$r.
VXTe vas de viajeY Vle pregunt.
V8o es asunto tu!o. 8o creas que no te cono"co, bribn
entrometido. U7as matado a mi maridoW
VQosotros mismos os lo habis buscado.
V.no de estos d$as me desquitar.
VUMujer del diabloW Vgrit 4ori por encima de la cabe"a
de ;onnosu,e.
', se retir a la habitacin del *ondo, riendo desde&osa#
mente.
V)a podis ir diciendo cosas malas de m$ cuando sois los
ladrones que han desvalijado la casa del tesoro.
VXZu dicesY V;onnosu,e e 4ori se desli"aron al suelo !
entraron en la casa de tV. X3or qu nos llamas ladronesY
V8o podis enga&arme.
VDepite eso !...
VULadronesW
;onnosu,e la cogi del bra"o ! en aquel momento ella se
volvi e intent atacarle con una daga. El joven no se molest
en usar su bastn, le arrebat la daga de la mano ! dio a la
mujer un empujn que la hi"o salir por la puerta ! quedar espa#
tarrada en el suelo.
',o se puso en pie ! gritO
VU+ocorroW ULadronesW Me estn atacando.
;onnosu,e apunt ! lan" la daga. El arma alcan" a la
mujer en la espalda ! la punta le sali por el pecho. ',o ca!
de bruces al suelo.
Como salido de la nada, -uro salt sobre el cuerpo, lami
vidamente la sangre ! luego al" la cabe"a ! se puso a aullar.
74
VUM$rale los ojosW Ve0clam 4ori horrori"ado.
El grito de SUladronesWT pro*erido por ',o lleg a o$dos de
los e0citados habitantes del pueblo. 3oco antes del amanecer,
alguien hab$a penetrado en la casa del tesoro del templo. Era
claramente obra de *orasteros, pues los tesoros religiosos, es#
padas antiguas, espejos ! objetos similares, no hab$an sido to#
cados, pero hab$a desaparecido una *ortuna en polvo ! lingotes
de oro, as$ como en metlico, acumulada durante muchos a&os.
La noticia se hab$a e0tendido lentamente ! a/n no hab$a sido
con*irmada. El e*ecto del grito de ',o, la prueba ms tangible
hasta entonces, *ue electri"ante.
VUEstn ah$W
VU%entro de la 'inuW
Los gritos atrajeron a una muchedumbre todav$a ma!or,
provista de lan"as de bamb/, armas de *uego para ca"ar jaba#
l$es, palos ! piedras. 1l cabo de un momento pareci como si el
pueblo entero hubiera rodeado la casa de t, todos sedientos
de sangre.
;onnosu,e e 4ori se escabulleron por la parte trasera ! du#
rante varias horas tuvieron que ir de un escondite a otro. 3ero
ahora ten$an una e0plicacinO Musashi no hab$a sido detenido
por el SdelitoT que estaba a punto de con*esar sino por ladrn.
+lo cuando los dos jvenes llegaron al paso de +homaru deja#
ron atrs a sus /ltimos perseguidores.
V%esde aqu$ se ve la llanura de Musashino Vdijo 4oriV.
XEstar bien mi maestroY
V7umm. +upongo que !a le estarn interrogando en la
prisin.
VX8o ha! ninguna manera de salvarleY
VTiene que haberla.
V3or *avor, ha" algo. Te lo ruego.
V8o tienes que rogrmelo, porque l tambin es como un
maestro para m$. 3ero no es mucho lo que puedes hacer aqu$,
4ori. X3odrs volver a casa soloY
V+i es necesario, supongo que s$.
VMu! bien.
VX) t/ que vas a hacerY
VDegresar a Chichibu. +i se niegan a soltar a Musashi, le
NA
liberar de alguna manera, aunque tenga que derribar la pri#
sin. VDecalc sus palabras golpeando el suelo una sola ve"
con su bastn. 4on, que hab$a visto la potencia del arma, se
apresur a asentirV. Eres un chico como es debido. Degresa !
cuida de todo hasta que !o traiga a Musashi sano ! salvo.
3onindose el bastn debajo del bra"o, se volvi ! ech a
andar hacia Chichibu.
4on no se sent$a solo ni atemori"ado, ! tampoco le preocu#
paba la posibilidad de e0traviarse, pero ten$a mucho sue&o !
mientras caminaba bajo el clido sol apenas pod$a mantener
los ojos abiertos. En +a,amoto vio una estatua de Buda al lado
del camino ! se tendi a su sombra.
La lu" del crep/sculo se estaba desvaneciendo cuando des#
pert ! o! las voces de algunas personas que conversaban al
otro lado de la estatua. +intindose bastante culpable por escu#
charles *urtivamente, *ingi que segu$a dormido.
Eran dos hombres, uno sentado en un tocn ! el otro en una
roca. 1tados a un rbol, a corta distancia, hab$a dos caballos con
cajas lacadas suspendidas a ambos lados de las sillas. .na eti#
queta de madera *ijada a una de las cajas dec$aO S%e la provincia
de +himotsu,e. 3ara usarlo en la construccin del recinto occi#
dental. 3roveedor de art$culos lacados para el shogunT.
1 4ori, que ahora miraba por el lado de la estatua, no le
parecieron un par de *uncionarios normales ! bien alimentados
del castillo. +us ojos eran demasiado penetrantes, sus cuerpos
demasiado musculosos. El ma!or era un hombre de aspecto
vigoroso que tendr$a ms de cincuenta a&os. Los /ltimos ra!os
del sol se re*lejaban en su gorro, que le cubr$a ambas orejas !
se pro!ectaba por delante, ocultndole las *acciones.
+u compa&ero era un joven delgado pero membrudo, con
un *lequillo apropiado a su rostro juvenil. +e cubr$a la cabe"a
con una toalla de manos te&ida, al estilo de +u, ! atada bajo el
mentn.
VX) qu me dices de las cajas de lacaY Vpregunt el jo#
venV. Eso ha estado mu! bien, XverdadY
V+$, ha sido una jugada inteligente. 7acer creer a la gente
que estamos relacionados con las obras del castillo... 8o se me
habr$a ocurrido una cosa as$.
N?
VTendr que ense&arte estas cosas poco a poco.
VTen cuidado. 8o empieces a burlarte de tus ma!ores.
3ero Xquin sabeY Tal ve" dentro de cuatro o cinco a&os el
viejo %ai" obedecer tus rdenes.
VBueno, los jvenes crecen ! se hacen adultos mientras
que los viejos se hacen ms viejos, por mucho que procuren
mantenerse jvenes.
VXCrees que eso es lo que esto! haciendoY
VEs evidente, XnoY +iempre ests pensando en tu edad, !
por eso tienes tanto empe&o en ver tu misin cumplida.
V+upongo que me conoces bastante bien.
VX8o deber$amos ponernos en caminoY
V+$, la noche se nos est echando encima.
V3ues no me hace gracia la idea de que nadie se me eche
encima.
VCa, ja. +i te asustas *cilmente, no puedes tener mucha
con*ian"a en lo que haces.
VTodav$a so! novato en este negocio. 4ncluso el sonido del
viento a veces me pone nervioso.
VEso es porque todav$a te consideras un ladrn ordinario.
+i pensaras siempre que lo ests haciendo por el bien del pa$s,
no te espantar$as tanto.
V+iempre dices eso ! te creo, pero no puedo evitar la sen#
sacin de que no esto! haciendo algo correcto.
V7as de tener el valor de tus convicciones Vreplic %ai#
"o, pero el consejo sonaba poco convincente, como si el hom#
bre se tranquili"ara a s$ mismo.
El joven salt gilmente a la silla de montar ! parti antes
que el hombre ma!or.
V8o me pierdas de vista Vdijo por encima del hombroV.
+i veo algo, te har una se&al.
El camino se e0tend$a por una larga pendiente hacia el sur.
4ori observ desde detrs de la estatua de Buda durante un
minuto, ! entonces decidi seguirles. Ten$a la impresin de
que aqullos eran los ladrones de la casa del tesoro.
En una o dos ocasiones los dos jinetes miraron atrs con
cautela, pero, al no ver nada alarmante, al cabo de un rato de#
jaron de hacerlo. 3oco despus la lu" del crep/sculo hab$a
77
desaparecido por completo ! estaba demasiado oscuro para
ver a ms de unos pocos metros por delante.
Los dos jinetes estaban casi en el borde de la llanura de
Musashino cuando el joven se&al ! dijoO
V1ll$, je*e. +e ven las luces de 'gimachi!a.
El camino empe"aba a ser llano. 1 poca distancia por de#
lante de ellos, el r$o 4ruma, serpenteante como un obi desecha#
do, ten$a un brillo plateado bajo la lu" de la luna.
4ori pon$a ahora mucho cuidado en mantenerse oculto. +u
idea de que aquellos hombres eran los ladrones se hab$a con#
vertido en una conviccin, ! por su e0periencia en 7Aten#
gahara sab$a cmo actuaban los bandidos, hombres malignos
capaces de las ma!ores atrocidades por un solo huevo o un pu#
&ado de jud$as rojas. 1sesinar sin la menor provocacin no era
nada para ellos.
1van"aron lentamente hasta entrar en el pueblo de 'gima#
chi!a. %ai" al" el bra"o ! dijoO
VCota, pararemos aqu$ ! tomaremos un bocado. 7a! que
alimentar a los caballos, ! me gustar$a *umar un poco.
1taron los caballos delante de un local tenuemente ilumi#
nado ! entraron. CAta se situ al lado de la puerta, vigilando las
cajas mientras com$a. Cuando termin, sali ! dio de comer a
los caballos.
4ori entr en una *onda al otro lado de la calle, ! cuando los
dos hombres montaron de nuevo, cogi el /ltimo pu&ado de
arro" ! lo comi mientras caminaba.
1hora cabalgaban en silencio. El camino estaba oscuro
pero era llano.
VCota, Xenviaste un correo a -isoY
V+$, me ocup de eso.
VX1 qu hora les dijisteY
V1 medianoche. Llegaremos a tiempo.
En la noche silenciosa, 4ori capt bastantes reta"os de su
conversacin para saber que %ai" llamaba a su compa&ero
por un nombre de muchacho ! que Cota se dirig$a al hombre
ma!or como Sje*eT. Esto qui" signi*icaba simplemente que
era el je*e de una banda, pero de alguna manera 4ori ten$a la
impresin de que eran padre e hijo. En tal caso no eran simples
78
bandidos, sino bandidos hereditarios, hombres mu! peligrosos
a los que jams ser$a capa" de capturar por s$ mismo. 3ero si
lograba mantenerse cerca de ellos el tiempo su*iciente, podr$a
comunicar su paradero a los guardias.
Los habitantes de -a2agoe dorm$an pro*undamente ! el
pueblo estaba tan silencioso como un pantano en plena noche.
Tras pasar ante hileras de casas oscuras, los dos jinetes se des#
viaron de la carretera ! empe"aron a subir una cuesta. .n hito
de piedra al pie dec$aO SBosque del Mont$culo de las Cabe"as
Enterradas. 1rribaT.
4ori trep a travs de los arbustos a lo largo del sendero !
lleg primero a lo alto. 1ll$ se al"aba un pino solitario de gran
tama&o, a cu!o tronco estaba atado un caballo. En la base se
acuclillaban tres hombres vestidos como rnin, con los bra"os
cru"ados sobre las rodillas, que miraban e0pectantes hacia el
sendero.
1penas hab$a encontrado 4ori un lugar donde ocultarse
cuando uno de los hombres se levant ! dijoO
VEs %ai"o, en e*ecto.
Los tres hombres echaron a correr e intercambiaron jovia#
les saludos. %ai"o ! sus cmplices no se hab$an reunido en casi
cuatro a&os.
3oco despus se pusieron a trabajar. Bajo la direccin de
%ai"o, hicieron rodar una gran piedra a un lado ! empe"aron a
cavar. 1montonaron la tierra a un lado ! una gran cantidad de
oro ! plata en el otro. Cota descarg las cajas de los caballos !
volc en el suelo su contenido, el cual, como 4ori hab$a sospe#
chado, era el tesoro desaparecido del santuario de Mitsumine.
+umado a los objetos de valor !a e0istentes, el total del bot$n
deb$a de ascender a muchos millares de r!.
Metieron los metales preciosos en sacos de paja corrientes
! los cargaron en los tres caballos. Luego echaron al ho!o las
cajas lacadas junto con los dems objetos que hab$an utili"ado.
Tras alisar el suelo, colocaron de nuevo la roca en su posicin
original.
V1s$ est bien Vdijo %ai"V. Es hora de *umar un poco.
+e sent al lado del pino ! sac la pipa. Los dems sacudie#
ron el polvo de sus ropas ! se reunieron con l.
NI
%urante los cuatro a&os de lo que llamaba su peregrinaje,
%ai" hab$a recorrido de cabo a rabo la planicie de -antd, en
la que hab$a pocos templos o santuarios sin una placa que ates#
tiguara su generosidad, la amplitud de la cual no era ning/n
secreto. 3ero por e0tra&o que pareciera, a nadie se le hab$a
ocurrido preguntar por el origen de su *ortuna.
%ai", Cotaro ! los tres hombres de -iso se sentaron en
corro durante casi una hora para hablar de *uturos planes. 8o
hab$a duda de que regresar ahora a Edo entra&aba un riesgo
para %ai", pero uno de ellos ten$a que ir. En el almacn de
+hibaura hab$a oro pendiente de recogida ! documentos que
deb$an ser quemados. ) era preciso hacer algo con respecto a
1,emi.
3oco antes de que se levantara el sol, %ai" ! los tres hom#
bres emprendieron el viaje por la carretera de -sh( en di #
reccin a -iso. Cotaro parti a pie en la direccin contraria.
Las estrellas a las que miraba 4ori no le dieron respuesta a
su preguntaO SX1 quin sigoYT
Bajo el transparente cielo a"ul oto&al, el *uerte sol de la
tarde parec$a atravesar la piel de Cotaro. 3ensando en el papel
que l tendr$a en la nueva e inminente era, caminaba por la
llanura de Musashino como si *uese su propietario.
Mir atrs con cierta aprensin ! se dijoO STodav$a est
ah$T. Cre!endo que qui" el muchacho quer$a hablar con l, !a
se hab$a detenido un par de veces, pero el chico no hab$a inten#
tado darle alcance.
:inalmente Ctar decidi averiguar por qu le segu$a ! se
ocult en un maci"o de espesa vegetacin. Cuando 4ori lleg al
trecho del camino donde hab$a visto a Ctar por /ltima ve",
mir a su alrededor con e0presin preocupada.
Ctar se levant bruscamente ! gritO
VUEsts ah$, enanoW
4ori ahog un grito, pero se recuper en seguida. +ab$a que
no ten$a escapatoria, por lo que sigui andando !, al pasar por
delante del otro, le preguntO
VXZu quieresY
80
V7as estado siguindome, Xno es ciertoY
VZu va. V4ori sacudi la cabe"a con semblante inocen#
teV. Me dirijo a C(nis 8a,ano.
VUMientesW Me estabas siguiendo.
V8o s de qu me ests hablando. V4ori intent echar a
correr, pero el otro le cogi por la espalda del ,imono.
VUQamos, desembuchaW
V3ero... !o... no s nada.
VUEmbusteroW Vle dijo Cotaro, a*errndole con ms *uer#
"aV. 1lguien te ha enviado en pos de m$. UEres un esp$aW
V) t/... Ueres un ladrn despreciableW
VXCmoY Vgrit Cotaro, su cara casi tocando la de 4ori.
4ori se agach casi hasta el suelo, se "a* de la presa del otro
! ech a correr.
Ctar vacil un instante, ! entonces corri tras l.
1 un lado del camino hab$a casas con tejado de paja, como
nidos de avispas. Corri a travs de un campo de roji"a hierba
oto&al, derribando a su paso varias toperas polvorientas.
VU+ocoroW U+ocorroW U.n ladrnW
Entr en un pueblecito habitado por *amilias encargadas
de combatir los incendios en la llanura. El ruido del martillo !
el !unque de un herrero lleg a o$dos de 4ori. La gente sal$a
corriendo de los oscuros establos ! las casas donde colgaban
caquis puestos a secar. 4ori agit los bra"os ! dijo jadeanteO
VEl hombre del pa&uelo en la cabe"a... me persigue..., es
un ladrn. U3rendedle, por *avorW U1h, ahW 1h$ viene.
Los aldeanos parec$an aturdidos ! algunos miraban teme#
rosos a los dos jvenes, mas, para consternacin de 4ori, ningu#
no hac$a el menor intento de prender a Ctar.
VUEs un ladrnW U7a robado en el temploW
+e detuvo en medio del pueblo, consciente de que lo /nico
que turbaba la apacible atms*era eran sus propios gritos. En#
tonces ech a correr de nuevo ! encontr un lugar donde es#
conderse ! recobrar el aliento.
Cotaro avan" lenta ! cautamente, con paso digno. Los al#
deanos le miraban en silencio. %esde luego no parec$a ni un
ladrn ni un rnin con malas intenciones. 3or el contrario, su
H>
aspecto era el de un joven elegante incapa" de cometer delito
alguno.
%isgustado porque los aldeanos, adultos al *in ! al cabo, no
se en*rentaban a un ladrn, 4ori decidi regresar en seguida a
8a,ano, donde por lo menos podr$a e0plicar la situacin a per#
sonas conocidas.
1bandon la carretera ! avan" a travs de la llanura.
Cuando avist el bosque de cedros detrs de la casa, slo es#
taba a una milla de distancia. Lleno de alivio, ech a correr tan
rpido como pod$a.
%e repente vio un hombre con los bra"os e0tendidos que le
cortaba el paso.
8o ten$a tiempo de preguntarse cmo Ctar hab$a podido
adelantarle, pero ahora se encontraba en terreno *amiliar. %io
un salto hacia atrs ! desenvain su espada.
VUBastardoW Vgrit.
Ctar avan" prestamente con las manos vac$as ! cogi
a 4ori por el cuello, pero el muchacho se "a* ! dio un salto
lateral de die" pies.
V7ijo de perra Vmusit Ctar, notando que la sangre le
corr$a por el bra"o derecho, donde ten$a un corte de dos pul#
gadas.
4ori adopt una postura de combate ! record la leccin
que Musashi le hab$a inculcado. Los ojos..., los ojos..., los ojos...
Concentr su *uer"a en las pupilas brillantes ! todo su ser pa#
reci canali"ado en un par de ojos de mirada ardiente.
1l ver la determinacin del muchacho, que le miraba sin
pesta&ear, Ctar desenvain su espada.
VQo! a tener que matarte Vgru&.
4ori, envalentonado por el corte que le hab$a hecho a su
contrario, atac como lo hac$a siempre que practicaba con Mu#
sashi.
Ctar estaba cambiando de idea. 8o hab$a cre$do que 4ori
*uese capa" de usar una espada, ! ahora se entreg de lleno a la
pelea. 3or el bien de sus camaradas, ten$a que quitar de en
medio al chiquillo entrometido. Como si hiciera caso omiso del
ataque de 4ori, se abalan" dando tajos tremendos pero in/#
tiles.
HJ
1l cabo de dos o tres paradas, 4ori dio media vuelta, corri,
se detuvo ! atac de nuevo. Cuando Ctar contraatac, volvi
a retirarse, alentado al ver que su estrategia surt$a e*ecto, pues
estaba atra!endo al adversario hacia su propio territorio.
Cotaro se detuvo para cobrar aliento, mir a su alrededor
en el oscuro bosque ! gritO
VX%nde ests, est/pido bastardoY
La respuesta *ue una lluvia de *ragmentos de corte"a ! ho#
jas. Ctar al" la cabe"a ! gritO SU)a te veoWT, aunque todo lo
que ve$a a travs del *ollaje era un par de estrellas.
Cotaro empe" a trepar hacia el sonido susurrante que pro#
duc$a 4ori al moverse sobre una rama. 3or desgracia, desde all$
no pod$a ir a ning/n sitio.
V)a te tengo. 1 menos que te salgan alas, ser mejor que
te rindas. %e lo contrario date por muerto.
4ori retrocedi silenciosamente hasta la horquilla de dos ra#
mas. Cotaro trep lenta ! cuidadosamente. Cuando Ctar e0#
tendi una mano para agarrarle, 4ori volvi a moverse sobre
una de las ramas. +oltando un gru&ido, Ctar se cogi con am#
bas manos de una rama ! empe" a i"arse, dando as$ a 4ori la
oportunidad que estaba esperando. Con un golpe rpido ! re#
sonante, su espada rompi la rama sobre la que estaba Ctar,
! ste ca! al suelo.
VXZu te ha parecido eso, ladrnY Vle dijo 4ori, e0ul#
tante.
Las ramas ms bajas *renaron la ca$da de Ctar ! no resul#
t gravemente da&ado, salvo en su orgullo. Lan" una maldi#
cin ! trep de nuevo por el tronco, esta ve" con la rapide" de
un leopardo. Cuando volvi a estar bajo los pies de 4ori, el chi#
quillo la emprendi a tajos con su espada, para impedir que se
le acercara ms.
Mientras estaban trabados en un punto muerto, llegaron a
sus o$dos las notas quejumbrosas de un sha,uhachi. 1mbos se
detuvieron un instante ! escucharon. Entonces Ctar decidi
que tratar$a de ra"onar con su adversario.
V%e acuerdo Vle dijoV. 7as luchado mejor de lo que ha#
b$a esperado ! te admiro por eso. +i me dices quin eres !
quin te ha pedido que me sigas, te dejar marchar.
83
VU1dmite que te he vencidoW
VXEsts locoY
V3uede que no sea mu! grande, pero so! Misa2a 4ori, el
/nico disc$pulo de Mi!amoto Musashi. Dogar misericordia se#
r$a un insulto a la reputacin de mi maestro. UD$ndeteW
VXZq... qu has dichoY Vreplic Ctar, sin poder dar cr#
dito a sus o$dosV. Dep$telo. V+u vo" era aguda e insegura.
VEscucha atentamente Vle dijo 4ori con orgulloV. +o!
Misa2a 4ori, el /nico disc$pulo de Mi!amoto Musashi. XTe sor#
prende esoY
Ctar estaba dispuesto a admitir su derrota. Con una me"#
cla de duda ! curiosidad, le preguntO
VXZu tal est mi maestroY X%nde se encuentraY
1sombrado, pero mantenindose a distancia segura de C#
tar, que se le estaba acercando, 4ori respondiO
VUCaW Mi sensei nunca tendr$a a un ladrn por disc$pulo.
V8o me llames as$. X8unca te ha mencionado Musashi a
CtarY
VXCtarY
V+i eres realmente el disc$pulo de Musashi, debes haberle
o$do mencionar mi nombre en una u otra ocasin. )o ten$a
entonces ms o menos tu edad.
VEso es mentira.
V8o, es la verdad.
Embargado de nostalgia, Ctar tendi la mano a 4ori e in#
tent e0plicarle que deb$an ser amigos porque eran disc$pulos
del mismo maestro. Todav$a receloso, 4ori le asest un golpe
en las costillas.
Ctar, metido precariamente entre dos ramas, estuvo a
punto de coger la mu&eca de 4ori. 3or alguna ra"n, el chiqui#
llo se solt de la rama de la que se sujetaba. Cuando ca!eron, lo
hicieron juntos, aterri"ando uno sobre el otro, ! ambos queda#
ron en el suelo sin sentido.
La lu" en la nueva casa de Musashi era visible desde todas
las direcciones, pues, aunque el tejado estaba !a en su sitio, las
paredes a/n no hab$an sido construidas.
84
Ta,uan, que hab$a llegado el d$a anterior para visitarle des#
pus de la tormenta, hab$a decidido esperar el regreso de Mu#
sashi. 1quel d$a, poco despus de que oscureciera, su goce del
solitario entorno hab$a sido interrumpido por un sacerdote
mendicante que le pidi agua caliente para su cena.
%espus de la parca comida a base de bolas de arro", el
sacerdote entrado en a&os se dedic a tocar el sha,uhachi para
Ta,uan, manejando el instrumento de una manera vacilante,
de a*icionado. +in embargo, mientras escuchaba la m/sica le
pareci a Ta,uan que ten$a verdadero sentimiento, aunque de
la tosca clase e0presada a menudo en los poemas escritos por
quienes no son poetas. Cre! tambin reconocer la emocin
que el m/sico trataba de e0traer de su instrumento. Era re#
mordimiento, de la primera nota desa*inada a la /ltima..., una
quejumbrosa e0presin de arrepentimiento.
La melod$a parec$a ser la historia de la vida de aquel hom#
bre, pero en ese caso, re*le0ion Ta,uan, no pod$a haber sido
mu! distinta de la su!a propia. Tanto si uno era grande como si
no, no hab$a mucha variedad en la e0periencia interior de la
vida de cada cual. Las di*erencias radicaban meramente en la
manera de en*rentarse cada uno a las debilidades comunes del
ser humano. 3ara Ta,uan, tanto l como el otro eran bsica#
mente un manojo de ilusiones envueltas en piel humana.
VTengo la impresin de que te he visto antes en alguna
parte Vmusit el pensativo Ta,uan.
El sacerdote parpade. +us ojos apenas ve$an.
V1hora que lo mencionas, creo que he reconocido tu vo".
X8o eres Ta,uan +oho de TajimaY
La memoria de Ta,uan se aviv. 1cerc el candil al rostro
del hombre ! le dijoO
VX8o eres 1o,i Tan"aemonY
VEntonces eres realmente Ta,uan. U1h, ojal pudiera
arrastrarme a un agujero ! ocultar esta m$sera carne m$aW
VCuan e0tra&o es que nos encontremos en un lugar como
ste. 7an pasado casi die" a&os desde aquella ocasin en el
+hippji, Xno es ciertoY
V3ensar en aquellos tiempos me produce escalo*r$os V
respondi el sacerdote mendicante. Entonces a&adi con la
HA
vo" quebradaVO 1hora que me veo reducido a vagabundear
en la oscuridad, lo /nico que sostiene a este desdichado saco de
huesos es pensar en mi hijo.
VXTienes un hijoY
VMe han dicho que est con aquel hombre al que ataron
en el viejo roble. Ta,e" era su nombre, Xno es ciertoY 7e o$do
decir que ahora se llama Mi!amoto Musashi. 3arece ser que
los dos han venido al este.
VXZuieres decir que tu hijo es disc$pulo de MusashiY
VEso es lo que dicen. Estaba tan avergon"ado... 8o pod$a
mirar a Musashi a la cara, as$ que resolv$ apartar al muchacho
de mi mente. 3ero ahora... Este a&o cumple diecisiete. +i pu#
diera encontrarle una sola ve" ! ver en qu clase de hombre se
est convirtiendo, estar$a preparado ! dispuesto a morir.
V1s$ que Cotaro es tu hijo Vdijo Ta,uanV. 8o lo sab$a.
Tan"aemon asinti. 8o hab$a en su cuerpo arrugado el me#
nor rastro del orgulloso capitn rebosante de lujuria hacia 't#
s(. Ta,uan le mir compasivamente, dolorido al ver a Tan"ae#
mon tan atormentado por el sentimiento de culpa.
1l ver que a pesar de su hbito sacerdotal carec$a incluso
de *e religiosa, Ta,uan decidi que lo primero que deb$a hacer
era ponerle *rente al Buda 1mida, cu!a in*inita misericordia
salva incluso a los culpables de los die" males ! los cinco pe#
cados mortales. %espus de que hubiera superado su desespe#
racin tendr$a tiempo su*iciente para buscar a Ctar.
Ta,uan le dio el nombre de un templo 5en en Edo.
V+i les dices que te env$o !o, permitirn que te alojes ah$
tanto tiempo como desees. En cuanto me sea posible, ir a verte
! tendremos una larga charla. Creo que s dnde podr$a estar
tu hijo, ! har cuanto est en mi mano para que le veas en un
*uturo no demasiado lejano. Entretanto, deja de cavilar
amargamente. 4ncluso despus de los cincuenta o los sesenta
a&os, un hombre todav$a puede conocer la *elicidad, puede ha#
cer un trabajo /til. 3odr$as vivir muchos a&os ms. 7abla de tu
situacin con los sacerdotes cuando ests en el templo.
Ta,uan despidi bruscamente a Tan"aemon, sin ceremo#
nias ! sin mostrarle la menor simpat$a, pero Tan"aemon pa#
reci apreciar una actitud tan poco sentimental. Tras numero#
H?
sas reverencias de gratitud, recogi su sombrero de juncos ! el
sha,uhachi ! se march.
3or temor a resbalar, Tan"aemon decidi ir a travs del
bosque, donde la cuesta del camino era ms suave. 1l cabo de
un rato su bastn trope" con un obstculo. 3alpando a su al#
rededor, se sorprendi al descubrir dos cuerpos tendidos e in#
mviles en el terreno h/medo. Degres a toda prisa a la ca#
bana.
VUTa,uanW X3uedes a!udarmeY 7e encontrado a dos mu#
chachos inconscientes en el bosque. VTa,uan se levant ! sa#
li. Tan"aemon sigui diciendoVO 8o tengo ninguna medicina
! no veo lo su*iciente para darles agua.
Ta,uan se puso sus sandalias ! grit hacia el pie de la coli#
na. +u vo" reverber en el silencio. .n campesino le respondi,
preguntndole qu quer$a. Ta,uan le dijo que trajera una an#
torcha, algunos hombres ! agua. Mientras aguardaba, sugiri a
Tan"aemon que har$a mejor en no desviarse del camino, se lo
describi con detalle ! le despidi. 1 mitad de la colina, Tan#
"aemon pas junto a los hombres que sub$an.
Cuando Ta,uan lleg con los campesinos, Ctaro hab$a re#
cobrado el sentido ! estaba sentado bajo el rbol, al parecer
aturdido. Ten$a una mano sobre el bra"o de 4ori, ! se debat$a
entre la posibilidad de hacerle volver en s$ ! descubrir lo que
quer$a saber o la de marcharse de all$. Deaccion a la lu" de la
antorcha como un animal nocturno, tensando los m/sculos,
dispuesto a correr.
VXZu ocurre aqu$Y Vpregunt Ta,uan.
1l acercarse ms, su inters inquisitivo se trans*orm en
sorpresa, una sorpresa similar a la de Ctaro. El joven era mu#
cho ms alto que el muchacho al que hab$a conocido Ta,uan, !
su rostro hab$a cambiado notablemente.
VEres Ctar, XverdadY
El joven aplic ambas manos al suelo e hi"o una reverencia.
V+$, lo so! Vrespondi con la vo" entrecortada, casi te#
meroso. 7ab$a reconocido a Ta,uan de inmediato.
VBueno, desde luego te has hecho un joven agraciado.
87
%irigi su atencin a 4ori, le rode con un bra"o ! compro#
b que estaba vivo.
4ori volvi en s$ !, tras mirar con curiosidad a su alrededor
durante unos segundos, rompi a llorar.
VXZu te pasaY Vle pregunt Ta,uan en tono consola#
dorV. XTe has hecho da&oY
4ori sacudi la cabe"a ! balbuciO
V8o me he hecho da&o, pero se han llevado a mi maestro.
Est en la prisin de Chichibu.
Como hablaba entre sollo"os, Ta,uan no le entend$a con
*acilidad, pero los datos esenciales de lo ocurrido no tardaron
en estar claros. 1l darse cuenta de lo grave que era la situacin,
Ta,uan se sinti casi tan a*ligido como 4ori.
Tambin Cotaro estaba mu! agitado.
VTengo algo que decirte, Ta,uan Vdijo bruscamente con
vo" temblorosaV. X3odr$amos ir a alg/n sitio discreto para ha#
blarY
VEs uno de los ladrones Vdijo 4oriV. 8o puedes con*iar
en l. Todo lo que diga ser mentira. V+e&alaba a Cotaro con
una e0presin acusadora, mirndole tan *ero"mente como el
joven le miraba a l.
VCallaos los dos ! dejadme decidir quin tiene ra"n !
quin est equivocado.
Ta,uan les llev a la casa ! les orden que encendieran una
*ogata en el e0terior. Tras sentarse ante el *uego, les orden
que hicieran lo mismo. 4ori titube, ! por su e0presin era evi#
dente que no estaba dispuesto a hacerse amigo de un ladrn.
3ero al ver que Ta,uan ! Ctar hablaban amistosamente de
los viejos tiempos, sinti una pun"ada de celos !, a rega&adien#
tes, se sent junto a ellos.
Cotaro baj la vo", ! como una mujer que con*iesa sus pe#
cados a Buda, habl con la ma!or seriedad.
V%esde hace cuatro a&os me adiestra un hombre llamado
%ai", natural de 8arai, en -iso. + cules son sus aspiraciones
! lo que quiere hacer por el mundo, ! estar$a dispuesto a morir
por l si *uese necesario. 3or eso he intentado a!udarle en su
trabajo... %esde luego, es doloroso que le llamen a uno ladrn,
pero sigo siendo el disc$pulo de Musashi. 1un cuando est se#
HH
parado de l, nunca me he alejado en mi esp$ritu, ni un solo d$a.
Como no quer$a que le hicieran preguntas, sigui hablando
apresuradamente.
V%ai"o ! !o hemos jurado por los dioses del cielo ! de la
tierra no revelar a nadie nuestro objetivo en la vida. 8i siquiera
puedo dec$roslo a vosotros. +in embargo, no puedo soportar la
idea de que Musashi est encerrado en una prisin. Ma&ana ir
a Chichibu ! con*esar.
V#Entonces habis sido t/ ! %ai"o los desvalijadores de la
casa del tesoro Vdijo Ta,uan.
^V+$ #replic Cotaro sin la menor se&al de arrepentimiento.
#1s$ pues eres en e*ecto un ladrn.
Cotaro baj la cabe"a para evitar la mirada de Ta,uan. #8o,
no #murmur sin conviccin#. 8o somos ladrones corrientes.
_ #8o sab$a que e0istieran distintas categor$as de ladrones.
VBueno, lo que intento decir es que no hacemos esas cosas
en nuestro propio bene*icio, sino por el pueblo. +e trata de
trasladar la propiedad p/blica por el bien de la gente.
#8o entiendo ese ra"onamiento. XMe ests diciendo que
vuestros robos son delitos justosY XZue sois como los hroes
bandidos de las novelas chinasY En ese caso, lo vuestro es una
mala imitacin.
#8o puedo responder a eso sin revelar mi acuerdo secreto
con %ai"
#Ca, ja. 8o vas a dejarte embaucar, XverdadY
#8o me importa lo que digas. Con*esar tan slo para sal#
var a Musashi. Con*$o en que luego interceders por m$ ante l.
#8o se me ocurrir$a qu decirle en tu *avor. Musashi es
inocente. Tanto si con*iesas como si no, acabarn por dejarle
en libertad. Me parece mucho ms importante que con*ieses
tus pecados al Buda. Tmame como intermediario ! cuntase#
lo todo.
VX1l BudaY
#Eso he dicho. +eg/n he entendido, haces algo grandioso
por el bien del prjimo 3ero en realidad te ests poniendo por
delante de los dems. X8o se te ha ocurrido pensar que causas
la desdicha de muchas personasY
HI
#.no no puede pensar en s$ mismo cuando trabaja por el
bien de la sociedad.
#UEst/pidoW #e0clam Ta,uan, al tiempo que golpeaba la
mejilla de Cotaro con el pu&o#. El !o es la base de todo. Cada
accin es una mani*estacin del !o. .na persona que no se co#
noce a s$ misma no puede hacer nada por los dems.
#Lo que quiero decir es que no actuaba para satis*acer mis
propios deseos.
#UCallaW X8o te das cuenta de que apenas eres un adultoY
8o e0iste nada ms aterrador que un bienhechor a medio hacer
que no sabe nada del mundo pero se cree capacitado para decir#
le al mundo lo que a ste le conviene. 8o es preciso que digas
nada ms acerca de las actividades de %ai"o, pues !a me he
hecho una idea mu! precisa... X3or qu llorasY +unate la nari".
Ta,uan orden al muchacho que se acostara, ! Cotaro se
tendi obedientemente, pero no pudo dormir pensando en
Musashi. Cunt las manos sobre el pecho !, en silencio, rog
que le perdonara. Las lgrimas se desli"aban hasta sus orejas.
+e volvi de lado ! empe" a pensar en 'ts(. Le dol$a la meji#
lla golpeada por el monje, pero las lgrimas de 'ts( le doler$an
ms. 8o obstante, revelar la promesa secreta que le hab$a he#
cho a %ai" era inconcebible aunque Ta,uan intentara sonsa#
crsela por la ma&ana, pues estaba seguro de que as$ lo har$a.
+e levant sin hacer el menor ruido, sali de la cabana !
contempl las estrellas. Tendr$a que apresurarse, pues la noche
estaba a punto de terminar.
#U%etenteW
La vo" inmovili" a Cotaro. Ta,uan era una sombra enorme
a sus espaldas.
El religioso se le acerc ! le rode los hombros con un bra"o.
VXEsts decidido a con*esarY
Cotaro asinti.
#Eso no es mu! inteligente #le dijo Ta,uan cari&osamente#.
+i lo haces, morirs como un perro 1l parecer, crees que si te
entregas, Musashi quedar libre, pero las cosas no son tan senci#
llas. Las autoridades mantendrn a Musashi encarcelado hasta
que les digas todo lo que te has negado a decirme... Te torturarn
hasta que hables, tanto si eso les lleva un a&o como dos, o ms.
I@
Cotaro inclin la cabe"a.
VXEso es lo que deseas, morir como un perroY 3ero ahora
no tienes eleccinO o bien lo con*iesas todo bajo tortura o bien
me lo cuentas todo. Como disc$pulo que so! de B(da, no har
ning/n juicio ! me limitar a transmitir tu con*esin a 1mida.
Cotaro no dijo nada.
#E0iste una sola alternativa. 3or pura casualidad, anoche
me encontr con tu padre, que ahora viste el hbito de un
sacerdote mendicante 3or supuesto, no habr$a imaginado ja#
ms que t/ tambin estabas aqu$. Le he enviado a un templo de
Edo +i has decidido morir, te ir$a bien verle primero. ) cuan#
do le veas, puedes preguntarle si no tengo ra"n. +e abren tres
caminos ante ti, Cotaro. %ebes decidir cul de ellos vas a seguir.
Ta,uan dio media vuelta ! se encamin a la casa.
Cotaro comprendi que el sha,uhachi cu!as notas o! por
la noche deb$a de ser el de su padre. 8o ten$a necesidad de que
se lo dijeran para imaginar el aspecto que tendr$a su padre,
dedicado ahora a errar de un lugar a otro.
#UEspera, Ta,uanW 7ablar, se lo contar todo al Buda,
incluida mi promesa a %ai"o.
Cogi la manga del sacerdote, ! los dos entraron en el bos#
que.
La con*esin de Cotaro *ue un largo monlogo en el que no
omiti nada. Mientras le escuchaba, Ta,uan no movi un solo
m/sculo ni dijo palabra.
#Eso es todo #conclu! Cotaro.
VX+eguroY
V8o te he ocultado nada.
#Mu! bien.
Ta,uan permaneci en silencio durante toda una hora.
1maneci ! los cuervos empe"aron a gra"nar. Las gotas de ro#
c$o brillaban por doquier. Ta,uan se sent en las ra$ces de un
cedro. Cotaro se apo! en otro rbol, con la cabe"a gacha, espe#
rando la reprensin que le parec$a inevitable.
Cuando Ta,uan por *in habl, parec$a no tener !a ninguna
duda.
#La verdad es que te has me"clado con una banda de cui#
dado. Zue el cielo les ampare. 8o comprenden de qu manera
I>
est cambiando el mundo. Menos mal que me lo has contado
antes de que las cosas empeoren. #Entonces meti una mano
en el interior de su ,imono !, sorprendentemente, sac dos
monedas de oro ! se las entreg a Ctaro#. +er mejor que te
marches lo ms rpido que puedas, pues el menor retraso po#
dr$a ser desastroso no slo para ti sino tambin para tu padre !
tu maestro. 1ljate lo antes posible, pero no te acerques a la
carretera de -osh( o el 8a,asend. Este mediod$a van a e*ec#
tuar un severo control de todos los viajeros.
VXZu le ocurrir al senseil 8o puedo marcharme ! dejar#
le donde est.
#)o me encargar de eso. %entro de uno o dos a&os,
cuando los nimos se ha!an calmado, podrs ir a verle ! pedirle
disculpas. Entonces s$ que hablar en tu *avor.
#1dis.
#Espera un momento.
#X+$Y
#Qe primero a Edo. En 1"abu ha! un templo 5en llamado
+hojuan. Tu padre !a debe de estar ah$. Toma este sello que
recib$ del %aito,uji. Ellos sabrn que es m$o. %iles que os pro#
porcionen a ti ! a tu padre sombreros ! t/nicas de sacerdote,
as$ como las credenciales necesarias. 1s$ podris viajar dis*ra#
"ados.
VX3or qu he de *ingir que so! un sacerdoteY
VXEs que tu ingenuidad no tiene l$mitesY T/, mi est/pido !
joven amigo, eres un agente de un grupo que planea asesinar al
shogun, incendiar el castillo de 4e!asu en +uruga, crear con*u#
sin en todo el distrito de -ant ! hacerse con el poder. En una
palabra, eres un traidor. +i te prenden, el castigo obligatorio
ser la muerte en la horca.
Ctaro se qued boquiabierto.
#1hora vete.
VX3uedo hacerte una sola preguntaY X3or qu deben ser
considerados como traidores unos hombres que quieren derro#
car a los To,uga2aY X3or qu no son traidores los que derriba#
ron a los To!otomi ! dominaron el pa$sY
#1 m$ no me lo preguntes #respondi Ta,uan con una *r$a
mirada.
IJ
N La
granada
1quel mismo d$a, unas horas ms tarde, Ta,uan e 4ori lle#
garon a la mansin del se&or 7oj .ji,atsu en .shigome. .n
joven servidor que montaba guardia en la puerta entr para
anunciar a Ta,uan, ! unos minutos despus sali +hin"
#Mi padre est en el castillo de Edo #le dijo +hin"V.
XZuieres entrar ! esperarleY
VXEn el castilloY #dijo Ta,uan#. Entonces seguir mi
camino, puesto que de todos modos iba hacia all. XTe impor#
tar$a que dejara a 4ori aqu$ contigoY
#En absoluto #respondi +hin"o con una sonrisa, mirando
de sosla!o a 4oriV. X3ido un palanqu$n para tiY
#+i eres tan amable...
El palanqu$n lacado apenas se hab$a perdido de vista cuan#
do 4ori estaba !a en los establos, e0aminando los bien alimen#
tados caballos, de colores casta&o ! gris moteado, uno tras
otro. 1dmiraba en especial sus caras, que le parec$an mucho
ms aristocrticas que las de los caballos de trabajo que l co#
noc$a. +in embargo, aquello planteaba un enigmaO Xcmo era
posible que la clase guerrera pudiera permitirse el manteni#
miento de un gran n/mero de caballos ociosos, en ve" de po#
nerlos a trabajar en los camposY
7ab$a empe"ado a imaginar a sus jinetes montndolos en la
IL
batalla cuando o! a +hin"o que hablaba a gritos. Mir hacia la
casa, esperando una reprimenda, pero vio que el objeto de la
ira de +hin"o era una anciana delgada ! de e0presin testa#
ruda con un bastn.
#U:ingir que est ausenteW #grit +hin"o# j 3or qu habr$a
de *ingir tal cosa mi padre ante una vieja bru a a la que ni
siquiera conoceY
#Qa!a, cmo te has en*adado #dijo sarcsticamente 'su#
gi# +upongo que eres el hijo de su se&or$a. X+abes cuntas
V es he venido aqu$ con la intencin de ver a tu padreY 3uedes
estar seguro de que no han sido pocas, ! en cada ocasin me
han dicho que estaba ausente.
.n poco desconcertado, +hin"o replicO
#8o tiene nada que ver con las veces que ha!as venido. 1
mi padre no le gusta recibir visitas. +i no quiere verte, Xpor qu
insistes en venir una ! otra ve"Y
'sugi, sin inmutarse, se ech a re$r.
#U8o le gusta ver a la genteW Entonces Xpor qu vive entre
personasY #Le mir ense&ando los dientes
La idea de insultarla ! hacerle o$r el sonido metlico de su
espada al empe"ar a desen*undarla pas por la mente de +hin#
"A pero no quer$a hacer una indecorosa demostracin de mal
temple ni estaba seguro de que, si la hac$a, surtiera e*ecto.
#Mi padre no est aqu$ #dijo en un tono de vo" ordina#
rio#. X3or qu no te sientas ! me dices de qu se trataY
#Bueno creo que aceptar tu amable o*erta. La caminata
ha sido larga ! mis piernas estn cansadas. #+e sent en el
borde del escaln ! empe" a restregarse las rodillas#. Cuan#
do me hablas suavemente, joven, me siento avergon"ada por
haber al"ado la vo". Bien quiero que transmitas a tu padre lo
que vo! a decirte cuando vuelva a casa.
#Lo har con mucho gusto.
#7e venido para hablarle de Mi!amoto Musashi.
3erplejo, +hin"o le preguntO
VXLe ha ocurrido algo a MusashiY
#8o, nada, slo quiero que tu padre sepa la clase de hom#
bre que es. Cuando Musashi ten$a diecisiete a&os, *ue a +e,i#
gahara ! luch contra los To,uga2a, s$, contra los To,uga2a,
IM
como lo o!es. ) lo que es ms, han sido tantas sus malignas
ha"a&as en Mimasa,a que nadie de all$ te dir nada bueno de
l. Mat a mucha gente ! me ha rehuido durante a&os porque
intento vengarme justamente de l. UMusashi es un vagabundo
in/til, ! es peligrosoW
#1 ver espera...
#U8o, escuchaW Musashi empe" a tontear con la mujer
que estaba prometida a mi hijo. Lleg a robrsela ! hu! con
ella.
#Espera un momento #dijo +hin", al"ando la mano en un
gesto de protesta#. X3or qu cuentas esas cosas de Mu#sashiY
#Lo hago por el bien del pa$s #dijo 'sugi con a*ectacin.
VXZu bien puede hacerle al pa$s di*amar a MusashiY
'sugi se irgui en su asiento ! dijoO
#Tengo entendido que ese bribn embaucador va a ser
nombrado pronto instructor en la casa del shogun.
VX%nde has o$do esoY
#Lo dijo un hombre que estaba en el dj de 'no. Lo o$
con mis propios o$dos.
VX1h, s$Y
#1 un cerdo como Musashi no deber$an permitirle estar
en presencia del shogun, ! no digamos nombrarle tutor. .n
maestro de la Casa de To,uga2a es un maestro de la nacin.
+lo pensar en ello me pone en*erma. 7e venido aqu$ para
advertir al se&or 7ojo, porque s que recomend a Musashi.
XLo entiendes ahoraY #1spir la saliva en las comisuras de su
boca ! sigui diciendo#O Esto! segura de que advertir a tu pa#
dre redunda en bene*icio del pa$s. ) djame que te advierta a ti
tambinO no te dejes embaucar por las palabras persuasivas de
Musashi.
Temiendo que la anciana siguiera hablndole de esta guisa
durante horas +hin"o hi"o acopio de paciencia, trag saliva !
le dijoO
#Te do! las gracias. Entiendo tu postura ! comunicar a
mi padre lo que acabas de decirme.
#U+$, te ruego que lo hagasW
Con el semblante de quien por *in ha logrado una meta so#
IA
nada, 'sugi se puso en pie ! se encamin al portal, sus sanda#
lias golpeando ruidosamente el sendero.
#UBruja asquerosaW #le grit una vo" in*antil.
VXCmoY #gru& 'sugi, sobresaltada#. XZuin...Y
Mir a su alrededor hasta que descubri a 4ori entre los
rboles, mostrndole los dientes como un caballo.
#UCmete estoW #le grit el muchacho, lan"ndole una
granada.
La *ruta golpe a la anciana con tal *uer"a que se rompi.
#U1aaa!W #e0clam 'sugi, a*errndose el pecho.
+e agach para recoger algo del suelo ! arrojrselo, pero el
chiquillo ech a correr ! desapareci de su vista. La mujer co#
rri al establo, ! estaba inspeccionando el interior cuando un
blando montn de estircol de caballo la alcan" de lleno en el
rostro.
:ar*ullando ! escupiendo, 'sugi se limpi la cara con dedos,
! las lgrimas empe"aron a brotarle de los ojos. U3en que viajar
por el pa$s en bene*icio de su hijo le hab$a conducid a semejante
situacin indignaW
4ori la observaba a distancia segura, desde detrs de un r#
bol. 1l verla llorar como una ni&a, de improviso se sinti mu!
avergon"ado de s$ mismo. En parte` deseaba acercarse ! pedirle
disculpas antes de que ella cru"ara la puerta, pero su *uria al
o$rla denostar a Musashi persist$a. 1trapado entre la conmise#
racin ! el odio, permaneci inmvil durante un rato, mordin#
dose las u&as.
#Qen aqu$, 4ori, que vers el monte :uji de color rojo.
La vo" de +hin" proced$a de una habitacin en lo alto de la
casa.
+intiendo un pro*undo alivio, 4ori ech a correr.
VXEl monte :ujiY
La visin de la monta&a te&ida de color carmes$ bajo la lu"
crepuscular vaci su mente de todos los dems pensamientos.
Tambin +hin" parec$a haber olvidado su conversacin
con 'sugi.
I?
H La tierra de
los sue&os
En >?@A 4e!asu cedi el cargo de shogun a 7idetada, pero
sigui gobernando desde su castillo de +uruga. 1hora que casi
se hab$a completado la tarea de poner los cimientos del nuevo
rgimen, 4e!asu empe"aba a permitir que 7idetada se hiciera
cargo de sus leg$timos deberes.
Cuando le transmiti su autoridad, 4e!asu pregunt a su
hijo qu se propon$a hacer.
+e dice que la respuesta de 7idetada, SQo! a construirT,
complaci inmensamente al shogun.
En contraste con Edo, en 'sa,a reali"aban todav$a los pre#
parativos para la batalla *inal. 4lustres generales tramaban in#
trigas, los correos llevaban mensajes a ciertos *eudos, a los diri#
gentes militares despla"ados ! los rnin se les procuraba sola"
! compensacin. +e almacenaban municiones, se pul$an las lan#
"as, se ahondaban los *osos.
Cada ve" era ma!or el n/mero de ciudadanos que abando#
naban las ciudades occidentales para trasladarse a la *lorecien#
te ciudad del este, cambiando a menudo de lealtad, pues segu$a
e0istiendo el temor de que una victoria de To!otomi pudiera
signi*icar la vuelta a la lucha crnica.
3ara el daim!o ! los vasallos de alto rango que a/n deb$an
decidir si con*iaban su destino ! el de sus hijos ! nietos a Edo
IN
u 'sa,a, el impresionante programa de construcciones en Edo
era un argumento a *avor de los To,uga2a.
1quel d$a, como tantos otros, 7idetada se dedicaba a uno
de sus pasatiempos pre*eridos. Qestido como para salir al cam#
po, abandon el recinto principal ! se dirigi a la colina de :u#
,iage para inspeccionar los trabajos de construccin.
Ms o menos a la hora en que el shogun ! su squito de
ministros, a!udantes personales ! sacerdotes budistas se detu#
vieron a descansar, se produjo una conmocin en la colina Mo#
miji.
VU%etened a ese hijo de perraW
VU3rendedleW
.n cavador de po"os daba vueltas a todo correr, tratando
de librarse de unos carpinteros que le persegu$an. Corri como
una liebre entre dos rimeros de tablas ! se escondi un mo#
mento tras la cabana de los !eseros. Entonces se lan" hacia el
andamio junto al muro e0terior ! empe" a trepar.
.n par de carpinteros treparon tras l, soltando sonoros
juramentos, ! le agarraron de los pies. El cavador de po"os agi#
t *renticamente los bra"os ! ca! hacia atrs en un montn
de virutas.
Los carpinteros se abalan"aron sobre l ! la emprendieron
a golpes ! puntapis desde todos los lados. 3or alguna e0tra&a
ra"n, el hombre ni llor ni intent resistirse, sino que se a*err
tan *uerte como pudo al suelo, como si sa *uese su /nica espe#
ran"a.
El samurai encargado de los carpinteros ! el inspector de
los obreros llegaron corriendo.
VXZu ocurre aqu$Y Vpregunt el samurai.
VUEste cerdo asqueroso ha pisado mi escuadraW Vse quej
uno de los trabajadoresV. ULa escuadra es el alma del carpin#
teroW
V%om$nate.
VXZu har$as si hubiera pisado tu espadaY Vle pregunt
el carpintero.
VBueno, basta !a. El shogun est descansando en la colina.
1l o$r la mencin del shogun, el primer carpintero se tran#
quili", pero otro hombre dijoO
IH
VTiene que ir a lavarse. U) luego r`de inclinarse ante la
escuadra ! pedirle perdnW
V8osotros nos encargaremos del castigo Vdijo el inspec#
torV. Qolved al trabajo.
1garr al hombre postrado por el cuello del ,imono ! le
dijoO
VLevanta la cara.
V+$, se&or.
VEres uno de los cavadores de po"os, Xno es ciertoY
V+$, se&or.
VXZu hac$as aqu$Y Rste no es tu lugar de trabajo.
V1!er tambin andaba por aqu$ Vdijo el carpintero.
VX1h, s$Y Vdijo el inspector, mirando *ijamente el rostro
plido de Matahachi.
'bserv que, para ser un cavador de po"os, era demasiado
delicado, ten$a un e0ceso de re*inamiento.
El inspector habl con el samurai durante un minuto ! lue#
go se lo llevaron de all$.
Matahachi *ue encerrado en un coberti"o para le&a, detrs
de la o*icina del inspector de obreros, ! durante varios d$as no
hi"o ms que contemplar la le&a, uno o dos sacos de carbn !
los barriles para preparar encurtidos. Tem$a que descubrieran
el complot ! estaba aterrori"ado.
.na ve" en el castillo, lo hab$a pensado a *ondo ! llegado a
la conclusin de que, aunque tuviera que ser un cavador de
po"os durante toda su vida, no iba a convertirse en un asesino.
7ab$a visto al shogun ! su squito en varias ocasiones, pero las
hab$a dejado pasar todas sin llevar a cabo el atentado.
Lo que le llevaba al pie de la colina Momiji cada ve" que
pod$a despla"arse durante los per$odos de descanso era una
complicacin imprevista. 4ban a construir una biblioteca, !
cuando lo hicieran ser$a preciso trasladar el algarrobo. +intin#
dose culpable, Matahachi supon$a que entonces descubrir$an el
mosquete ! que le relacionar$an directamente con el complot.
3ero no hab$a podido encontrar un momento en que nadie es#
tuviera presente para desenterrar el mosquete ! hacerlo desa#
parecer.
4ncluso mientras dorm$a sudaba pro*usamente. .na ve"
II
so& que estaba en la tierra de los muertos, ! all$ hab$a algarro#
bos en todos los lugares en los que miraba. .nas noches antes
de que le con*inaran en el coberti"o so& con su madre, ! *ue
una visin clara como el d$a. En ve" de apiadarse de l, 'sugi
le grit airada ! le arroj un cesto de capullos de seda. Cuando
los capullos llovieron sobre su cabe"a intentp correr ! su ma#
dre, con el cabello misteriosamente trans*ormado en capullos
blancos, le persigui. 3or mucho que corriera, ella siempre le
pisaba los talones. Empapado en sudor, salt desde lo alto de
un risco ! empe" a caer a travs de la oscuridad del in*ierno,
una ca$da interminable en la negrura.
VU3erdname, madreW Ve0clam como un ni&o herido, !
el mismo sonido de su vo" le despert.
Entonces se en*rent a una realidad, la perspectiva de la
muerte, ms aterradora que el sue&o.
Empuj la puerta, aunque !a sab$a que estaba cerrada.
%esesperado, subi a un barril de encurtidos, rompi un venta#
nuco cerca del tejado ! sali poco a poco por la abertura. :ue
ponindose a cubierto tras los montones de le&a ! piedras, as$
como los mont$culos de tierra e0cavada, ! avan" sigilosamen#
te hasta las pro0imidades del portal occidental trasero. 1l ver
que el algarrobo segu$a en su sitio, suspir aliviado.
Encontr una ho" ! empe" a cavar como si esperase des#
cubrir su propia vida. 4nquieto por el ruido que estaba hacien#
do, se detuvo ! mir a su alrededor. 1l no ver a nadie, empe"
de nuevo.
Mov$a la ho" con *renes$, temeroso de que alguien hubiera
encontrado !a el mosquete. +u respiracin se hi"o rpida ! des#
igual. El sudor ! la suciedad que cubr$an su cuerpo se me"#
claban, ! parec$a como si acabara de salir de un ba&o de barro.
Empe"aba a sentirse mareado, pero no pod$a detenerse.
La hoja golpe algo alargado. Matahachi arroj la ho" a un
lado ! meti la mano en el ho!o para coger el objeto, dicindo#
seO S!a lo tengoT.
+u alivio dur poco. El objeto no estaba envuelto en papel
encerado, no hab$a ninguna caja ! no estaba *r$o como el me#
tal. Lo cogi, lo al" ! lo dej caer. Era un hueso blanco ! del#
gado, un radio o un peron.
>@@
Matahachi no se atrevi a empu&ar de nuevo la ho". 1que#
llo parec$a otra pesadilla, pero sab$a que estaba despierto, in#
cluso pod$a contar cada hoja del algarrobo.
Mientras rodeaba el rbol, dando puntapis a la tierra, se
pregunt qu podr$a ganar %ai" al mentirle.
1/n estaba rodeando el rbol cuando un hombre se le acer#
c silenciosamente por detrs ! le dio unos ligeros golpes en
la espalda. Entonces solt una risotada ! dijo al o$do de Mata#
hachiO
V8o lo encontrars.
Matahachi se qued parali"ado, casi estuvo a punto de
caerse en el ho!o. Qolvi la cabe"a hacia la vo" ! permaneci
mudo unos instantes antes de ahogar un grito de asombro.
VQen conmigo Vle dijo Ta,uan, cogindole de la mano.
Matahachi no pod$a moverse. +us dedos se volvieron insen#
sibles, a*errados a la mano del sacerdote. .n estremecimiento
de horror ab!ecto se e0tendi por su cuerpo desde los talones.
VX8o me has o$doY Qen conmigo Vrepiti con *irme"a
Ta,uan.
La lengua de Matahachi era casi tan in/til como la de un
mudo.
VTe#tengo que..., la tierra...
V%jala Vle dijo Ta,uan en un tono implacableV. Es una
prdida de tiempo. Las cosas que la gente hace en esta tierra,
buenas o malas, son como tinta en un papel poroso. 8o es posi#
ble borrarlas ni en mil a&os. Crees que echar un poco de tierra
alrededor del rbol arreglar lo que has hecho. 3or pensar as$
tu vida es tan desordenada. 1hora ven conmigo. Eres un delin#
cuente, ! tu delito es atro". Qo! a cortarte la cabe"a con una
sierra de bamb/ ! te arrojar al Charco de la +angre in*ernal.
V1garr a Matahachi por el lbulo de la oreja ! tir de l.
Ta,uan llam a la puerta de la barraca donde dorm$an los
a!udantes de la cocina.
VEh, chicos, que salga uno de vosotros Vles dijo.
1pareci un muchacho en el umbral, restregndose los
ojos. Cuando reconoci al sacerdote a quien hab$a visto ha#
blando con el shogun, se espabil del todo ! dijoO
V+$, se&or. X3uedo servirte en algoY
>@>
VZuiero que abras ese coberti"o de le&a.
V7a! un cavador de po"os encerrado ah$.
V8o, no est ah$ sino aqu$. 8o tiene sentido hacerle entrar
de nuevo a travs de una ventana, as$ que abre la puerta.
El muchacho corri en busca del inspector, el cual se apre#
sur a salir, pidi disculpas ! rog a Ta,uan que no in*ormara
del incidente.
Ta,uan empuj a 4Qlatahachi al interior del coberti"o, entr
tras l ! cerr la puerta. 1l cabo de unos minutos, asom la
cabe"a al e0terior ! dijoO
V+upongo que tienes una navaja de a*eitar en alguna par#
te. Tremela despus de a*ilarla.
El inspector ! el pinche de cocina intercambiaron miradas,
! ninguno de los dos se atrevi a preguntar al sacerdote para
qu quer$a la navaja de a*eitar. La a*ilaron como les hab$a pe#
dido ! se la entregaron.
V;racias Vdijo Ta,uanV. )a podis volver a la cama.
El interior del coberti"o estaba totalmente a oscuras ! slo
un atisbo de lu" estelar era visible a travs de la ventana rota.
Ta,uan se sent en un montn de le&a. Matahachi se dej caer
sobre una estera de juncos, la cabe"a gacha, avergon"ado. El
silencio se prolong durante largo rato. Como no pod$a ver la
navaja, Matahachi se pregunt nervioso si Ta,uan la sosten$a
en la mano.
3or *in Ta,uan habl.
VXZu has e0cavado al pie del algarrobo, MatahachiY Vle
pregunt.
El joven no dijo nada.
V)o podr$a ense&arte a e0cavar algo. +igni*icar$a e0traer
algo de la nada, recuperar el mundo real sacndolo de una tie#
rra de sue&os.
V+$, se&or.
V8o tienes la menor idea de qu es la realidad de la que te
esto! hablando. +in duda ests a/n en tu mundo de *antas$a.
Bueno, puesto que eres tan ingenuo como un ni&o, supongo
que deber masticar primero tu alimento intelectual... XZu
edad tienesY
VQeintiocho.
>@J
VLa misma edad que Musashi.
Matahachi se cubri el rostro con las manos ! llor.
Ta,uan dej que se desahogara antes de continuar.
VX8o resulta espantoso pensar que el algarrobo ha estado
a punto de convertirse en la lpida de un necioY Estabas ca#
vando tu propia tumba, realmente en un tris de caer en ella.
Matahachi rode con sus bra"os las piernas de Ta,uan ! le
suplicO
V+lvame, por *avor, slvame. Mis ojos..., ahora mis ojos
se han abierto. %ai"o de 8arai me embauc.
V8o, tus ojos no se han abierto ni tampoco %ai"o te ha
enga&ado. +encillamente ha intentado utili"ar al idiota ms
grande de este mundo..., un mastuer"o codicioso, burdo ! corto
de miras que, sin embargo, ha tenido la temeridad de aceptar
una tarea que cualquier hombre juicioso habr$a recha"ado.
V+$..., s$..., he sido un est/pido.
VXZuin cre$as que era %ai"oY
V8o lo s.
V+u verdadero nombre es Mi"oguchi +hinano. :ue servi#
dor de 'tani )oshitsugu, un amigo $ntimo de 4shida Mitsunari.
+in duda recuerdas que Mitsunari *ue uno de los derrotados en
+e,igahara.
V8o..., no Vdijo Matahachi con vo" entrecortadaV. XEs
uno de los guerreros que el shogunado est tratando de loca#
li"arY
VXZu otra cosa ser$a un hombre dispuesto a asesinar al
shogunY Tu estupide" es pasmosa.
V8o me ha dicho eso, sino slo que odiaba a los Ta,uga2a.
Cre$a que ser$a mejor para el pa$s que los To!otomi detentaran
el poder. 7ablaba de trabajar por el bien de todo el mundo.
V8o te molestaste en preguntarte quin era realmente,
XverdadY +in usar ni una sola ve" la cabe"a, te dedicaste auda"#
mente a cavar tu propia tumba. Tu clase de valor da miedo,
Matahachi.
VXZu debo hacerY
VX7acerY
VU3or *avor, Ta,uan, te lo ruego, a!/dameW
V+ultame.
>@L
V3ero... no he llegado a usar el arma. U8i siquiera la he
encontradoW
VClaro que no la has encontrado, porque no lleg a tiem#
po. +i Cotar, a quien %ai"o enga& para que *ormara parte de
este espantoso complot, hubiera llegado a Edo como planeaba,
el mosquete mu! bien podr$a haber estado enterrado al pie del
rbol.
VXCtarY XTe re*ieres al muchacho...Y
V8o importa. Eso no es asunto tu!o. Lo que te concierne
es el delito de traicin, que has cometido ! que no puede ser
perdonado. Tampoco pueden tolerarlo los dioses ni el Buda.
+er mejor que abandones toda esperan"a de salvacin.
VX8o ha! ninguna manera...Y
VU3or supuesto que noW
VTen piedad Vsollo" Matahachi, a*errndose a las rodi#
llas de Ta,uan.
Ta,uan se levant ! le apart de un puntapi.
VU4diotaW Vgrit con tal potencia que amena"aba con le#
vantar el tejado del coberti"o.
La *erocidad de su mirada era indescriptibleO un Buda que
recha"aba a quien quer$a abra"arle, un Buda aterrador que ni
siquiera estaba dispuesto a perdonar al arrepentido.
3or un momento Matahachi le mir con resentimiento. En#
tonces inclin la cabe"a, resignado, ! los sollo"os estremecie#
ron su cuerpo.
Ta,uan cogi la navaja que descansaba sobre el montn de
le&a ! toc con ella ligeramente la cabe"a de Matahachi.
V3uesto que vas a morir, ser mejor que lo hagas con el
aspecto de un disc$pulo del Buda. Qo! a a!udarte a ello, por la
amistad que tenemos. Cierra los ojos ! permanece sentado
mu! quieto ! con las piernas cru"adas. La l$nea entre la vida !
la muerte no tiene ms espesura que un prpado. 8o ha! nada
aterrador en la muerte, nada que justi*ique las lgrimas. 8o
llores, criatura, no llores. Ta,uan te preparar para el *inal.
La sala donde se reun$a el Consejo de 1ncianos para hablar
de los asuntos de estado estaba aislada de las dems estancias
>@M
del castillo de Edo. 1quella cmara secreta estaba completa#
mente rodeada por otras habitaciones ! pasillos. Cada ve" que
era necesario recibir una decisin del shogun, los ministros o
bien iban a la cmara de audiencias o bien enviaban una peti#
cin en una caja lacada. 8otas ! respuestas se hab$an sucedido
con una *recuencia desacostumbrada. Ta,uan ! el se&or 7j
hab$an sido admitidos a la sala en varias ocasiones, ! a menudo
hab$an permanecido all$ para deliberar durante un d$a entero.
1quel d$a, en otra habitacin, menos aislada pero no me#
nos bien guardada, los ministros hab$an o$do el in*orme del
mensajero enviado a -iso.
El mensajero hab$a dicho que, una ve" dada la orden de
detencin en 8arai, se hab$a intentado cumplirla de inmediato,
pero que %ai" hab$a escapado tras cerrar su establecimiento
de 8arai, llevndose consigo a todos sus moradores. El registro
hab$a revelado una considerable cantidad de armas ! municio#
nes, junto con algunos documentos que no hab$an podido ser
destruidos. Entre los papeles *iguraban cartas dirigidas a ! re#
mitidas por los seguidores de To!otomi en 'sa,a. El mensaje#
ro hab$a dispuesto el env$o de las pruebas a la capital del sho#
gun, tras lo cual regres a Edo utili"ando un servicio de caballos
rpidos. Los ministros se sent$an como pescadores que hubie#
ran echado al agua una gran red para sacar un solo alev$n.
1l d$a siguiente, un servidor del se&or +a,ai, que era miem#
bro del Consejo de 1ncianos, present un in*orme de una clase
distintaO S%e acuerdo con las instrucciones de vuestra se&or$a,
Mi!amoto Musashi ha sido liberado de la prisin ! entregado a
un hombre llamado Muso ;onnosu,e, a quien hemos e0plica#
do con detalle cmo se produjo el malentendidoT.
El se&or +a,ai se apresur a in*ormar a Ta,uan, el cual dijo
alegrementeO
V7as hecho mu! bien.
V3or *avor, dile a tu amigo Musashi que no piense dema#
siado mal de nosotros Vle pidi el se&or +a,ai en tono de dis#
culpa, pues estaba in*ormado del incmodo error cometido en
el territorio bajo su jurisdiccin.
.no de los problemas resueltos con ms rapide" *ue el de la
base de operaciones de %ai" en Edo. Los guardias al mando
>@A
del comisario de Edo se dirigieron a la casa de empe&os de
+hibaura ! en una rpida maniobra lo con*iscaron todo, tanto
sus propiedades como sus documentos secretos. Tambin to#
maron bajo custodia a la desdichada 1,emi, aunque no ten$a
la menor idea de los planes traidores de su patrn.
.na noche, recibido en audiencia por el shogun, Ta,uan
relat los acontecimientos tal como l los conoc$a ! le cont el
resultado de lo ocurrido. Termin diciendoO
V3or *avor, no olvides por un momento que ha! en este
mundo muchos ms %ai"os de 8arai.
7idetada acept la advertencia con un vigoroso gesto de
asentimiento. Ta,uan sigui dicindoleO
V+i intentas perseguir a todos esos hombres ! someterlos a
la justicia, consumirs todo tu tiempo ! es*uer"o en hacer *ren#
te a los insurgentes. 8o sers capa" de llevar a cabo la gran
obra que se espera de ti como sucesor de tu padre.
El shogun percibi la verdad en las palabras de Ta,uan !
las tom mu! en serio.
VZue el castigo sea ligero Vle ordenV. 3uesto que t/
has in*ormado de la conspiracin, te encargo a ti de decidir los
castigos.
Ta,uan e0pres su ms pro*undo agradecimiento ! dijoO
V8o ten$a intencin de quedarme tanto tiempo, pero veo
que he pasado ms de un mes en el castillo ! !a es hora de que
me marche. 4r a -o!ag!(, en )amata, para visitar al se&or
+e,ish(sai. Entonces regresar al %aito,uji, viajando por el
distrito de +hensh(.
La mencin de +e,ish(sai pareci evocar en 7idetada un
agradable recuerdo.
VXCmo est de salud el viejo )ag!(Y Vinquiri.
V3or desgracia, me han dicho que el se&or Munenori cree
estar cerca del *inal.
7idetada record la poca en la que estuvo en el campa#
mento de +h,o,uji ! +e,ish(sai *ue recibido por 4e!asu. 3or
entonces 7idetada hab$a sido un ni&o, ! el porte viril de +e#
,ish(sai le hab$a causado una pro*unda impresin.
Ta,uan rompi el silencio.
VLuego est el otro asunto Vle dijoV. Tras consultar con
>@?
el Consejo de 1ncianos ! obtener su autori"acin, el se&or
7ojo de 12a ! !o hemos recomendado a un samurai de nom#
bre Mi!amoto Musashi para que sea tutor en la residencia de
vuestra e0celencia. Con*$o en que consideris de una manera
*avorable la recomendacin.
V7e sido in*ormado de ello. %icen que la Casa de 7oso#
,a2a se interesa por l, lo cual le *avorece mucho. 7e decidido
que ser$a conveniente nombrar un tutor ms.
.no o dos d$as despus Ta,uan abandon el castillo, ! en
ese tiempo adquiri un nuevo disc$pulo. :ue al coberti"o de#
trs de la o*icina del inspector ! pidi a uno de los pinches de
cocina que mantuviera la puerta abierta, de modo que la lu"
incidiera en una cabe"a recin a*eitada.
Temporalmente cegado, el novicio, que se consideraba un
hombre condenado, al" lentamente los ojos.
VU1hW Ve0clam.
VQen conmigo Vle dijo Ta,uan.
Qestido con la t/nica sacerdotal que Ta,uan le hab$a envia#
do, Matahachi se levant, inseguro, con la sensacin de que sus
piernas !a hab$an empe"ado a corromperse. Ta,uan le sujet
amablemente con un bra"o ! le .a!ud a salir del coberti"o.
7ab$a llegado el d$a del castigo. %etrs de los prpados ce#
rrados, el resignado Matahachi ve$a la estera de juncos sobre la
que le obligar$an a arrodillarse antes de que el verdugo al"ara
la espada. 1l parecer se hab$a olvidado de que los traidores se
en*rentaban a una muerte ignominiosa en la horca. Las lgri#
mas se desli"aban por sus mejillas recin a*eitadas.
VX3uedes andarY Vle pregunt Ta,uan.
Matahachi cre! que le contestaba, pero en realidad no sa#
l$a sonido alguno de sus labios. Casi inconsciente cru" las
puertas del castillo ! los puentes tendidos sobre los muros inte#
rior ! e0terior. 1van"ando lastimosamente al lado de Ta,uan,
era la imagen per*ecta de la proverbial oveja llevada al mata#
dero. S+alve Buda 1mida, salve Buda 1mida...T +ilenciosa#
mente repet$a la invocacin al Buda de la Lu" Eterna.
Matahachi entrecerr los ojos ! mir ms all del *oso e0#
>@N
terno, a las majestuosas mansiones de los daim!o. Ms al este
se encontraba el pueblo de 7ibi!a, ! ms all eran visibles las
calles del distrito central de la ciudad.
El mundo *lotante le llamaba de nuevo, ! las lgrimas que
acud$an a sus ojos subra!aban el anhelo que sent$a por l. Ce#
rr los ojos ! repiti rpidamenteO S+alve Buda 1mida, +alve
Buda 1mida...T. La s/plica primero se hi"o audible, luego cada
ve" ms intensa ! rpida.
V%ate prisa Vle dijo Ta,uan severamente.
%esde el *oso giraron hacia 'temachi ! cru"aron en diago#
nal hacia un gran solar vac$o. Matahachi ten$a la sensacin de
que !a hab$a recorrido mil millas. X+eguir$a el camino de aque#
lla manera hasta el in*ierno, mientras la lu" diurna iba cedien#
do el paso gradualmente a la oscuridadY
VEspera aqu$ Vle orden Ta,uan.
Estaban en medio de un amplio terreno llano. 1 la i"quierda,
un agua turbia se desli"aba por el *oso bajo el puente To,i2a.
%irectamente delante de la calle hab$a un muro de tierra,
slo recientemente revestido de !eso blanco. %etrs se encon#
traba la empali"ada de la nueva prisin ! un grupo de edi*icios
negros, que parec$an casas del pueblo ordinarias, pero que en
realidad eran la residencia o*icial del comisario de Edo.
1 Matahachi le temblaban las piernas ! !a no pod$a soste#
nerse. +e dej caer al suelo. En alg/n lugar entre la hierba, el
grito de una codorni" suger$a el camino hacia la tierra de los
muertos.
Conmovido hasta el tutano, llor en silencio por su madre,
que en aquellos momentos le parec$a mu! querida. +i hubiera
permanecido a su lado ahora no se encontrar$a en semejante
situacin. Decord tambin a otras mujeresO ',, 1,emi, 't#
s(, otras a las que hab$a conocido o con las que hab$a coquetea#
do. 3ero su madre era la /nica mujer a la que deseaba ver real#
mente. +i tuviera la posibilidad de seguir viviendo, estaba
seguro de que nunca volver$a a oponerse a su voluntad, nunca
volver$a a ser un hijo ingrato.
8ot un escalo*r$o en la espina dorsal. 1l" la vista, vio tres
gansos salvajes que bat$an sus alas en direccin a la bah$a, ! los
envidi.
>@H
El impulso de echar a correr era como una come"n. X)
por qu noY 8o ten$a nada que perder. +i le capturaban no
estar$a peor de lo que estaba ahora. Con una e0presin de#
sesperada, mir hacia el portal al otro lado de la calle. Ta,uan
no estaba a la vista.
+e puso en pie de un salto ! ech a correr.
VU%etenteW
Bast el vo"arrn para quebrantar su nimo. Mir a su al#
rededor ! vio a uno de los verdugos del comisario. El hombre
dio un paso ! descarg su largo bastn sobre el hombro de
Matahachi, derribndole de un solo golpe e inmovili"ndole
con el bastn, como un ni&o podr$a parali"ar una rana apretn#
dola con un palo.
Cuando Ta,uan sali de la residencia del comisario, le
acompa&aban varios guardianes, al *rente de un capitn. Con#
duc$an a otro prisionero, atado a una cuerda.
El capitn seleccion el lugar donde tendr$a lugar el cas#
tigo, ! tendieron en el suelo dos esteras de juncos recin te#
jidas.
VX%amos comien"oY Vpregunt el capitn a Ta,uan, el
cual dio su asentimiento.
Mientras el capitn ! el verdugo se sentaban en taburetes
para mirar, el verdugo gritO SUEn pieWT, ! al" el bastn. Ma#
tahachi hi"o un es*uer"o para levantarse, pero estaba demasia#
do *atigado para caminar. El verdugo le agarr bruscamente
por la espalda de su t/nica !, medio a rastras, le llev a una de
las esteras.
+e sent all$ con la cabe"a gacha. )a no o$a a la codorni".
1unque le llegaba un rumor de voces, le sonaban indistintas,
como si un muro le separase de ellas.
'! que susurraban su nombre ! se volvi asombrado.
VU1,emiW Vdijo ahogando un gritoV. XZu ests hacien#
do aqu$Y
La muchacha estaba arrodillada en la otra estera.
VU3rohibido hablarW
%os de los guardianes hicieron uso de sus bastones para
separarles.
El capitn se levant ! empe" a leer los juicios ! las sen#
>@I
tencias o*iciales en tono severo ! digno. 1,emi conten$a las
lgrimas, pero Matahachi lloraba sin el menor recato. El capi#
tn termin su parlamento, tom asiento ! gritO
VU1"otadlesW
V.no, dos, tres Vcontaron los hombres.
Matahachi gem$a. 1,emi, con la cabe"a gacha ! el rostro
plido como la cera, apretaba los dientes, es*or"ndose por so#
portar el dolor.
V+iete, ocho, nueve.
Las varas de bamb/ se resquebrajaban, ! de sus puntas pa#
rec$a salir humo.
1lgunos transe/ntes que pasaban cerca del grupo se detu#
vieron a mirar.
VXZu ocurreY
V3arecen dos prisioneros que estn siendo castigados.
VCien a"otes, probablemente.
VTodav$a no han llegado ni siquiera a cincuenta.
V%ebe de ser doloroso.
.n guardin se apro0im ! les asust al golpear el suelo
*uertemente con su bastn.
V%ispersaos. 8o est permitido que os quedis aqu$.
Los mirones se trasladaron a una distancia segura !, al mi#
rar atrs, vieron que el castigo hab$a terminado. Los guardias
arrojaron las varas de bamb/, que ahora slo eran manojos de
*loja paja, ! se limpiaron el sudor de los rostros sudorosos.
Ta,uan se levant. El capitn !a lo hab$a hecho. 4ntercam#
biaron unas palabras ! el capitn llev a sus hombres de regre#
so hacia el recinto del comisario. Ta,uan permaneci silencio#
so durante varios minutos, contemplando las *iguras inclinadas
sobre las esterillas. 8o dijo nada antes de marcharse.
El shogun le hab$a otorgado una serie de regalos, que l
hab$a transmitido a diversos templos 5en de la ciudad. +in em#
bargo, los rumores no tardaron en reanudarse en Edo. +eg/n
los rumores que uno o$a, era un sacerdote ambicioso que se
met$a en pol$tica, o bien uno de los To,uga2a le hab$a persua#
dido para que espiara en *avor de la *accin de 'sa,a. 1lgunos
le consideraban un conspirador con St/nica negraT.
Los rumores no signi*icaban nada para Ta,uan. 1unque le
>>@
preocupaba mucho el bienestar da la nacin, le importaba mu!
poco que las vistosas *lores de la poca, los castillos de Edo !
'sa,a, *lorecieran o ca!eran.
:inalmente, 1,emi musitO
VMatahachi, mira..., agua.
1nte ellos hab$a dos cubos de agua, cada uno con un ca"o,
colocados all$ como prueba de que la '*icina del Comisario no
carec$a por completo de buenos sentimientos.
Tras tomar varios tragos, 1,emi le o*reci el ca"o a Ma#
tahachi. Rl no le hi"o caso, ! la muchacha le preguntO
VXZu te pasaY XEs que no quieres beberY
Rl tendi la mano lentamente ! cogi el ca"o. Cuando se lo
llev a los labios, bebi vidamente.
VMatahachi, Xte has convertido en sacerdoteY
VXCmoY XEso es todoY
VXZu quieres decirY
VX7a terminado el castigoY 1/n no nos han cortado la
cabe"a.
V8o ten$an que hacerlo. XEs que no has escuchado la lec#
tura de las sentenciasY
VXZu ha dichoY
V7a dicho que nos van a desterrar de Edo.
VUEsto! vivoW Vgrit Matahachi.
Casi enloquecido de alegr$a, se puso a brincar ! se alej sin
volver una sola ve" la cabe"a atrs para mirar a 1,emi.
Ella se llev las manos a la cabe"a ! empe" a arreglarse el
cabello. Luego se ajust el ,imono ! se at bien el obi. S8o
tiene verg(en"aT, musit entre los labios ladeados. Matahachi
era slo una mota en el hori"onte.
>>>
I El
desa*$o
Cuando llevaba varios d$as en la residencia de 7ojo, 4ori se
sent$a aburrido. Lo /nico que pod$a hacer era jugar.
VXCundo regresar Ta,uanY Vle pregunt a +hin" una
ma&ana, aunque en realidad quer$a saber qu le hab$a ocurrido
a Musashi.
VMi padre sigue en el castillo, por lo que supongo que Ta#
,uan tambin est. X3or qu no te diviertes con los caballosY
4ori corri al establo ! ensill su caballo pre*erido con una
silla de laca ! taracea de madreperla. 7ab$a montado el caballo
los dos d$as anteriores sin conocimiento de +hin". 1l recibir
permiso para hacerlo se sinti orgulloso. Mont ! sali por la
puerta trasera a todo galope.
Las casas de los daim!o, los senderos entre los campos, los
arro"ales, los bosques..., todo se acercaba en rpida sucesin !
quedaba atrs con la misma rapide". Las grandes calaba"as ro#
jas ! el color bermejo de la hierba proclamaban que el oto&o
estaba en su apogeo. La cadena monta&osa de Chichibu se ele#
vaba ms all de la llanura de Musashino. SEst en alguna parte
de esas monta&asT, se dijo. 4magin a su maestro en la crcel,
! las lgrimas que corrieron por sus mejillas le calmaron al
en*riarse con el viento.
X3or qu no iba en busca de MusashiY +in pensarlo dos ve#
>>J
ees golpe con la *usta al caballo, ! jinete ! montura avan"aron
por el mar plateado de esponjosas plantas de eulalia.
Tras recorrer una milla a todo galope, tir de las riendas !
se dijo que qui" su maestro no hab$a regresado a casa.
Encontr la nueva casa terminada pero deshabitada. En el
arro"al ms pr0imo, llam a los campesinos que estaban reco#
giendo la cosecha de arro".
VX1lguno de vosotros ha visto a mi maestroY
Ellos sacudieron la cabe"a, entristecidos.
Entonces ten$a que estar en Chichibu. 1 lomo de caballo,
podr$a e*ectuar el recorrido en un d$a.
1l cabo de un rato lleg al pueblo de 8obidome, cu!a en#
trada estaba prcticamente bloqueada por monturas de samu#
rais, caballos de carga, ba/les de viaje, palanquines ! hasta cua#
renta ! cincuenta samurais que en aquellos momentos estaban
comiendo. Mir a su alrededor, buscando un camino alrededor
del pueblo.
Tres o cuatro de los samurais que aguardaban se le acerca#
ron corriendo.
VEn, t/, bellaco, UaguardaW
VUBaja del caballoW V1hora estaban a cada lado de l.
VX3or quY 8i siquiera os cono"co.
V1nda, cierra la boca ! sig/enos.
VU8oW U8o podis llevarme a ninguna parteW
1ntes de que el muchacho supiera lo que estaba sucedien#
do, uno de los hombres al" la pierna derecha de 4ori en el aire
! le hi"o caer por el otro lado del caballo.
V1lguien quiere verte, as$ que ven conmigo.
El hombre cogi el cuello del ,imono de 4ori ! tir de l
hacia una casa de t al lado de la carretera.
'sugi estaba en el e0terior, con un bastn en la mano. 1gi#
t la otra mano, despidiendo a sus a!udantes. Qest$a un atuen#
do de viaje ! acompa&aba a todos aquellos samurais. 4ori no
entend$a su propsito, pero tampoco tuvo demasiado tiempo
para re*le0ionar en ello.
VUMalcriadoW Vgrit 'sugi, ! entonces le golpe en el
hombro con la ca&a. El muchacho adopt una postura de com#
bate, aunque sab$a que el n/mero de sus adversarios ser$a in#
>>L
vencibleV. Musashi slo tiene los mejores disc$pulos. UCaW Ten#
go entendido que eres uno de ellos.
V)o... )o no dir$a esas cosas si estuviera en tu lugar.
V1h, no las dir$as, XenY #)o... no tengo nada
que ver con vcjsotros.
V'h, s$, claro que tienes algo que ver con nosotros. Qas a
decirnos algunas cosas. XZuin te ha encargado que nos siguie#
rasY
VX+eguiros a vosotrosY Vinquiri 4ori con un bu*ido de
desdn.
VXCmo te atreves a hablar as$Y Vchill la ancianaV.
X1caso Musashi no te ha ense&ado modalesY
V8o necesito que me des lecciones. Me marcho.
VU8o, no te marchasW Vgrit 'sugi, al tiempo que le cog$a
con su bastn por la espinilla.
VU'hhW V4ori ca! al suelo.
Los a!udantes cogieron al chico ! lo llevaron al molino jun#
to a la puerta principal del pueblo, donde estaba sentado un
samurai de evidente alto rango. 7ab$a terminado de comer !
estaba tomando agua caliente.
Cuando los ojos del muchacho se encontraron con los de
-ojiro, 4ori pens que aquel hombre era peligroso.
Con una e0presin de triun*o, 'sugi al" el mentn ! dijoO
VUMiraW Tal como pensaba, era 4ori. XZu se guarda ahora
Musashi bajo la mangaY X1 quin ms enviar a seguirnosY
V7umm Vmusit -ojiro, asintiendo, al tiempo que des#
ped$a a sus a!udantes, uno de los cuales le pregunt si deseaba
que atara al chico.
-ojird sonri ! sacudi la cabe"a. Detenido por la mirada
de -ojiro, 4ori era incapa" de mantenerse derecho, ! no diga#
mos de huir.
V7as o$do lo que ha dicho la se&ora. XEs ciertoY Vle pre#
gunt -ojiro.
V8o, slo he salido a pasear a caballo. 8o os segu$a, ni a
vosotros ni a nadie ms.
V7umm, es posible. +i Musashi *uese de veras un samurai
no recurrir$a a esta clase de trucos baratos. VEntonces re*le#
0ion en vo" altaVO 3or otro lado, si se ha enterado de que
>>M
hemos partido repentinamente con un contingente de samurais
de 7oso,a2a, podr$a entrar en sospechas ! enviar a alguien
para que investigue nuestros movimientos. +er$a mu! natural.
-ojir presentaba unos cambios asombrosos. En ve" del
*lequillo, llevaba la cabe"a a*eitada a la manera propia de los
samurai, ! en lugar de las pesadas prendas que sol$a vestir, lle#
vaba un recio ,imono negro que, unido a su ha,ama r/stico
daban una impresin de lo ms conservadora. 1hora, la espa#
da 3alo de +ecar pend$a de su costado. +u esperan"a de llegar a
ser vasallo de la Casa de 7oso,a2a se hab$a reali"ado..., no
por las cinco mil *anegas que hab$a pedido sino por la mitad
apro0imada de ese estipendio.
El squito actual, al mando de -a,ubei, era un grupo de
avan"ada en el camino de Bu"en, a *in de preparar las cosas
para el regreso de 7oso,a2a Tadatoshi. 3ensando en la edad
de su padre, tiempo atrs hab$a presentado una solicitud al
shogunado ! *inalmente le hab$a sido concedida autori"acin,
lo cual indicaba que el shogunado no ten$a ninguna duda sobre
la lealtad de los 7oso,a2a.
'sugi le hab$a pedido que le dejara acompa&arle porque
consideraba imperativo el regreso a casa. 8o hab$a renunciado
a su posicin como je*e de la *amilia, pero hab$a estado ausente
de la misma durante casi die" a&os. %e estar todav$a vivo, el t$o
;on podr$a haberse hecho cargo de todo en su ausencia. Tal
como estaban las cosas, sospechaba que hab$a una serie de
asuntos *amiliares esperando su atencin.
3asar$an por 'sa,a, donde ella hab$a dejado las ceni"as del
t$o ;on, las recoger$a, se las llevar$a a Mimasa,a ! all$ celebra#
r$an un *uneral adecuado. Tambin hab$a transcurrido mucho
tiempo desde el /ltimo servicio *unerario que reali" en honor
de sus antepasados, a los cuales hab$a dejado de lado. Tras re#
solver estos asuntos domsticos, reanudar$a su persecucin.
Decientemente se hab$a sentido satis*echa de s$ misma,
cre!endo que hab$a vuelto a descargar un *uerte golpe contra
Musashi. Cuando se enter por -ojiro de cmo hab$a sido re#
comendado, la anciana ca! en un estado de pro*unda depre#
sin. +i Musashi recib$a el nombramiento, ser$a mucho ms di#
*$cil llegar hasta l.
>>A
7ab$a decidido encargarse ella misma de evitar tal desastre
al shogunado ! la nacin. 8o hab$a visto a Ta,uan, pero s$ visi#
tado la Casa de )ag!( as$ como la Casa de 7j, donde denun#
ci a Musashi ! a*irm que ahora ser$a una locura peligrosa
elevarle a un cargo de alta categor$a. 8o satis*echa con eso,
reiter sus calumnias en las casas de todos los ministros cu!os
sirvientes le *ranquearon la entrada.
3or supuesto, -ojir no hac$a el menor es*uer"o por dete#
nerla, pero tampoco le o*rec$a un est$mulo especial, pues sab$a
que la anciana no descansar$a hasta que hubiera llevado a cabo
un trabajo completo. ) era completo, desde luegoO incluso es#
cribi cartas in*amantes sobre el pasado de Musashi ! las arroj
a los recintos del comisario de Edo ! los miembros del Consejo
de 1ncianos. 1ntes de que hubiera terminado, incluso -ojir
se pregunt si no habr$a ido demasiado lejos.
-ojir alent a 'sugi para que emprendiera el viaje, cre#
!endo que a l le conven$a ms que la mujer regresara al cam#
po, donde har$a un m$nimo de da&o. +i 'sugi lamentaba algo,
era slo que Matahachi no la acompa&aba, pues estaba con#
vencida de que alg/n d$a su hijo ver$a la lu" ! regresar$a a ella.
4ori no pod$a conocer las circunstancias. 4ncapa" de huir,
renuente a llorar por temor a que eso pudiera desacreditar a
Musashi, se sent$a atrapado entre enemigos.
-ojir mir e0presamente los ojos del muchacho ! se sor#
prendi al ver que ste le devolv$a la mirada. 8o parpade ni
una sola ve".
VXTienes pincel ! tintaY Vle pregunt -ojir a 'sugi.
V+$, pero la tinta est completamente seca. X3or quY
VZuiero escribir una carta. Los letreros *ijados por los
hombres de )ajibei no han atra$do a Musashi, ! no s dnde se
encuentra. 4ori es el mejor mensajero que podr$amos pedir.
Creo que debo enviar a Musashi una nota in*ormndole de mi
partida de Edo.
VXZu vas a escribirleY
V8ada complicado. Le dir que practique la esgrima ! me
visite en Bu"en uno de estos d$as. Le har saber que esto! dis#
puesto a esperar el resto de mi vida. 3uede venir a mi encuen#
tro cuando tenga la con*ian"a necesaria.
>>?
'sugi al" las manos horrori"ada.
VXCmo puedes hablar as$Y UEl resto de tu vida, nada me#
nosW 8o puedo esperar tanto tiempo. %ebo ver a Musashi
muerto dentro de los tres o cuatro pr0imos a&os como m#
0imo.
V%jalo de mi cuenta. Me ocupar de tu problema al mis#
mo tiempo que me encargo del m$o.
VX8o comprendes que me esto! haciendo viejaY Es preci#
so hacerlo mientras viva para verlo.
V+i cuidas bien de ti misma, estars presente cuando mi
espada invencible haga un trabajo de*initivo.
-ojir tom la barra de tinta de escritura ! se dirigi a un
arro!o cercano, donde meti un dedo en el agua para humede#
cerla. Todav$a de pie, se sac unas hojas de papel del ,imono !
escribi con rapide", pero tanto su caligra*$a como la composi#
cin eran las de un e0perto.
V3uedes usar esto como pasta Vle dijo 'sugi, cogiendo
unos granos de arro" hervido ! ponindolos sobre una hoja.
-ojir los aplast entre los dedos, e0tendi la pasta a lo
largo del borde de la carta ! la sell. En el anverso escribiO
S%e +asa,i ;anr!(, servidor de la Casa de 7oso,a2aT.
VEh, t/, ven aqu$. 8o temas, no vo! a hacerte da&o. Zuie#
ro que entregues esta carta a Musashi. 1seg/rate de que la
recibe, porque es importante.
4ori se mostr un momento remiso, pero *inalmente asinti
con un gru&ido ! arrebat la carta de la mano de -ojir.
VXZu has escrito en ellaY
V+lo lo que le he dicho a la abuela.
VX3uedo echarle un vista"oY
V3ara eso tendr$as que romper el sello.
V+i has escrito algo insultante, no se la llevar.
V8o contiene ninguna groser$a. Le pido que recuerde
nuestra promesa para el *uturo ! le digo que espero ilusionado
la ocasin en que volvamos a vernos, tal ve" en Bu"en, si l est
por all$.
VXZu quiere decir eso de que Svolvamos a vernosTY
VMe re*iero a encontrarnos en el l$mite entre la vida ! la
muerte. VLas mejillas de -ojir enrojecieron ligeramente.
>>N
4ori se guard la carta en el interior del ,imono ! dijoO
V%e acuerdo, la entregar V! ech a correr. 1 unas treinta
varas de distancia, se detuvo, se volvi ! le sac la lengua a
'sugiV. UBruja locaW Vle grit.
VXC..., cmoY
La anciana estaba dispuesta a correr tras l, pero -ojir la
cogi del bra"o e hi"o que volviera a sentarse.
V8o hagas caso Vle dijo con una sonrisa tristeV. 8o es
ms que un chiquillo. VEntonces grit a 4oriVO X8o tienes
nada mejor que decirY
V8o... VLgrimas de clera corr$an por su pechoV. 3ero
lo lamentars. Es imposible que un tipo como t/ derrote a Mu#
sashi.
VEres como l, XehY 8unca te rindes. 3ero me agrada tu
*idelidad hacia l. +i tu maestro llegase a morir, vente conmigo.
Te dar trabajo como jardinero o algo por el estilo.
4ori no se dio cuenta de que -ojir slo estaba bromeando,
! se tom aquellas palabras como un brutal insulto. Cogi una
piedra del suelo. Cuando al" el bra"o para arrojarla, -ojir le
mir *ijamente.
V8o hagas eso Vle orden en un tono sereno pero conmi#
natorio.
4ori sinti aquellos ojos sobre l como dos balas, dej caer
la piedra al suelo ! ech a correr. Corri sin detenerse hasta
que, completamente e0hausto, se derrumb en medio de la lla#
nura de Musashino.
3ermaneci all$ sentado un par de horas, pensando en el
hombre al que llamaba su maestro. 1unque sab$a que Musashi
ten$a muchos enemigos, le consideraba un gran hombre ! que#
r$a llegar a emularle. Cre$a que deb$a hacer algo para cumplir
con las obligaciones hacia su maestro ! asegurar su seguridad,
! por ello resolvi estudiar ! practicar su propia *uer"a lo antes
posible.
Entonces el recuerdo de la lu" aterradora en los ojos de
-ojir acudi para acosarle. +e pregunt si Musashi ser$a ca#
pa" de derrotar a un hombre tan *uerte ! cedi al pesimismo,
>>H
dicindose que su maestro tendr$a que estudiar ! practicar con
ah$nco. +e puso en pie.
La blanca niebla que descend$a ondulante desde las monta#
&as se e0tend$a sobre la llanura. Tras decidir que deb$a prose#
guir su camino a Chichibu ! entregar la carta de -ojiro, de
repente se acord del caballo. Temiendo que los bandidos pu#
dieran haberse apoderado del animal, lo busc minuciosamen#
te, llamndole ! silbando a cada dos pasos.
Le pareci o$r un sonido de cascos procedente de la direc#
cin de algo que parec$a un estanque. Corri hacia all$, pero no
hab$a caballo ni estanque. La niebla trmula retroced$a a lo
lejos.
Qio un objeto negro en movimiento ! se apro0im. .n ja#
bal$ salvaje dej de buscar comida ! se le acerc peligrosamen#
te. El jabal$ qued oculto por los juncos ! tras l la niebla *or#
m una l$nea blanca, dando la impresin de que lo hab$a
*ormado la varita de un mago. Mientras miraba aquel *enme#
no tuvo conciencia de un gorgoteo. +e acerc ms ! vio el re*lejo
de la luna en un arro!uelo entre rocas.
+iempre hab$a sido sensible a los misterios de la llanura.
Cre$a con *irme"a en que la mariquita ms min/scula pose$a la
*uer"a espiritual de los dioses. 1 su modo de ver, nada carec$a
de alma, ni las hojas agitadas por la brisa ni el agua que llama#
ba con su rumor, ni el viento violento. 1hora, rodeado por la
naturale"a, e0perimentaba la trmula soledad del oto&o !a casi
*inali"ado, la triste"a que deb$an sentir las hierbas, los insectos
! el agua.
+ollo" con tanta *uer"a que se le estremec$an los hombros,
pero eran las su!as lgrimas dulces, no amargas. +i alg/n otro
ser no humano, una estrella qui"s, o el esp$ritu de la planicie,
le hubiera preguntado por qu lloraba, no habr$a podido decir#
lo. ) de haber insistido en que hablara, consolndole ! hala#
gndole, l *inalmente podr$a haber dichoO SLloro a menudo
porque esto! al aire libre. +iempre tengo la sensacin de que la
casa de 7tengahara est cercaT.
Llorar era un alivio para su alma. Tras haberse desahogado
por completo, el cielo ! la tierra le consolaban. .na ve" secas
las lgrimas, su esp$ritu regresaba de las nubes limpio ! *resco.
>>I
VRse es 4ori, XverdadY
VCreo que s$.
4ori se volvi hacia las voces ! las dos *iguras humanas que
se recortaban oscuras contra el cielo nocturno.
V+enseiW Ve0clam 4ori, corriendo a trompicones hacia el
hombre a caballoV. UEres t/W
Debosante de alegr$a se a*err al estribo ! al" la vista para
asegurarse de que no estaba so&ando.
VXZu ha ocurridoY Vle pregunt MusashiV. XZu ests
haciendo aqu$ a solasY
El rostro de Musashi parec$a mu! delgado, Xser$a a causa
de la lu" lunarY, pero su clida vo" era lo que 4ori hab$a an#
helado o$r durante semanas.
V3ens que ir$a a Chichibu... V4ori repar en la silla de
montarV. U3ero, pero si ste es el caballo que !o montabaW
;onnosu,e se ech a re$r.
VXEs tu!oY
V+$.
V8o sab$amos a quin pertenec$a. Erraba alrededor del
r$o 4ruma, as$ que lo consider un regalo del cielo para Mu#
sashi.
VEl dios de la llanura debe de haber enviado el caballo a tu
encuentro Vdijo 4ori con absoluta sinceridad.
VX%ices que es tu caballoY Esa silla no podr$a pertenecer
ms que a un samurai con unos ingresos de cinco mil *anegas
por lo menos.
VBueno, la verdad es que es un caballo de +hin".
Musashi desmont.
VEntonces has estado en su casa Vle dijo al muchacho.
V+$, Ta,uan me llev all$.
VX) qu me dices de nuestra nueva casaY
VEst terminada.
VEstupendo. 3odremos regresar.
V+ensei..,
V+$.
VEsts mu! delgado. X1 qu se debeY
V7e pasado mucho tiempo dedicado a la meditacin.
VXCmo saliste de la crcelY
>J@
VMs tarde te lo contar ;onnosu,e. %e momento, diga#
mos que los dioses estuvieron de mi parte.
V8o tienes que preocuparte ms, 4ori Vdijo ;onnosu,e
V. 8i uno solo duda !a de su inocencia.
1liviado, 4ori se volvi mu! locua" ! les cont su encuentro
con Ctar ! la marcha de ste a Edo. Cuando mencion a la
Svieja repulsivaT que se hab$a presentado en la mansin de
7jo, record la carta de -ojir.
V1h, me olvidaba de algo importante Ve0clam, ! entre#
g la carta a Musashi.
VX.na carta de -ojirY V+orprendido, la sostuvo un mo#
mento en la mano, como si *uese una misiva de un amigo perdi#
do mucho tiempo atrsV. X%nde le has vistoY Vle pregunt.
VEn el pueblo de 8obidome. Esa vieja odiosa estaba con
l. %ijo que se dirig$a a Bu"en.
VX1h, s$Y
VEstaba con muchos samurais de 7oso,a2a... +ensei, ser
mejor que ests alerta ! no corras ning/n riesgo.
Musashi se meti la carta sin abrir en el interior del ,imono
! asinti.
4ori no estaba seguro de que su maestro hubiera entendido
e0actamente lo que quer$a decir.
VEse -ojir es mu! *uerte, XverdadY X1caso tiene algo
contra tiY
El muchacho relat a Musashi todos los detalles de su en#
cuentro con el enemigo.
Cuando llegaron a la cabana, 4ori baj al pie de la colina en
busca de comida, ! ;onnosu,e recogi le&a ! *ue a por agua.
+e sentaron alrededor del *uego que crepitaba en el hogar !
saborearon el placer de estar de nuevo juntos, sanos ! salvos.
:ue entonces cuando 4ori observ las cicatrices ! moratones
recientes en los bra"os ! el cuello de Musashi.
VXCmo te has hecho todas esas marcasY Vle preguntV.
Ests lleno de ellas.
V8o tiene importancia. X7as alimentado al caballoY
V+$, se&or.
VMa&ana debes devolverlo.
1 primera hora de la ma&ana, 4ori mont el caballo ! ga#
>J>
lop un corto trecho antes de desa!unar. Cuando el sol estaba
por encima del hori"onte, detuvo el caballo ! se qued inmvil,
boquiabierto.
Degres corriendo a la cabana ! gritO
VULevntate, senseiW U%eprisaW Es como cuando lo vimos
desde la monta&a en Chichibu. El sol... es enorme ! parece
como si *uese a rodar por la llanura. Levntate, ;onnosu,e.
VBuenos d$as Vdijo Musashi desde el bosque, donde es#
taba dando un paseo.
%emasiado e0citado para pensar en el desa!uno, 4ori le
dijoO
VMe vo! ahora mismo. V) parti al galope.
Musashi contempl al muchacho ! el caballo que adopta#
ban la *igura de un cuervo en el mismo centro del sol. La man#
cha negra se *ue empeque&eciendo, hasta que *inalmente que#
d absorbida por el gran disco llameante.
>JJ
>@ El prtico
de la gloria
1ntes de sentarse a desa!unar, el portero rastrill el jard$n,
quem las hojas ! abri la puerta. +hin" tambin llevaba cier#
to tiempo levantado. Comen" su jornada como de costumbre,
le!endo una seleccin de los clsicos chinos, a lo que sigui la
prctica con la espada.
%esde el po"o, adonde hab$a ido a lavarse, se dirigi al es#
tablo para echar un vista"o a los caballos.
VCaballeri"o Vllam.
V+$, se&or.
VX8o ha vuelto todav$a el ruano casta&oY
V8o, pero el caballo no me preocupa tanto como el mu#
chacho.
V8o te preocupes por 4ori, pues se ha criado en el campo !
puede cuidar de s$ mismo.
El anciano portero se acerc a +hin" ! le in*orm de que
hab$an venido a verle unos hombres que le esperaban en el
jard$n.
+hin" se encamin a la casa ! salud a los recin llegados
agitando la mano.
VCunto tiempo ha pasado Vcoment uno de los hom#
bres.
VMe alegro de veros a todos de nuevo Vdijo +hin".
>JL
VXCmo ests de saludY
VEsplndidamente, como podis ver.
V7emos sabido que te hirieron.
V8o *ue gran cosa. XZu os trae por aqu$ a una hora tan
tempranaY
V7a! un peque&o asunto que nos gustar$a tratar contigo.
Los cinco antiguos estudiantes de 'bata -agenori, todos
ellos apuestos hijos de portaestandartes o eruditos con*ucia#
nos, intercambiaron miradas signi*icativas.
VQa!amos all$ Vdijo +hin", indicando un mont$culo cu#
bierto de arces en un rincn del jard$n.
1l llegar a la *ogata del portero, se detuvieron ! permane#
cieron a su alrededor.
+hin" se llev una mano al cuello, ! entonces, al ver que
los dems le estaban mirando, dijoO
VCuando hace *r$o me duele un poco.
Los dems se turnaron para e0aminar la cicatri".
VTenemos entendido que ha sido obra de +asa,i -ojir.
+e hi"o una pausa de silencio breve ! tensa.
V3recisamente hemos venido ho! para hablar de -ojir.
1!er nos enteramos de que ha sido l quien mat a )ogor.
VLo sospechaba. XTenis alguna pruebaY
VCircunstancial, pero convincente. Encontraron el cuerpo
de )ogor al pie de la colina de 4sarago, detrs del templo. La
casa de -a,ubei est hacia la mitad de la colina, ! -ojir se
alojaba ah$.
V7umm. 8o me e0tra&ar$a que )ogor hubiera ido l solo
a ver a -ojir.
VEstamos bastante seguros de que eso es lo que ocurri.
Tres o cuatro noches antes de que encontraran el cuerpo, un
*lorista vio a un hombre que respond$a a la descripcin de -o#
jir trepando por la colina. -ojir debi de matarle ! luego
baj el cuerpo al pie de la colina.
Los seis hombres intercambiaron solemnes miradas. ;uar#
daban silencio, pero la clera que sent$an se re*lejaba en sus
ojos.
+hin", su rostro enrojecido por el *uego, les preguntO
VXEs eso todoY
>JM
V8o. Zuer$amos hablar sobre el *uturo de la Casa de 'ba#ta !
cmo vamos a ocuparnos de -ojir.
+hin" estaba sumido en sus pensamientos. El hombre que
hab$a hablado en primer lugar dijoO
V1 lo mejor !a lo sabis, pero -ojiro se ha convertido en
vasallo del se&or 7oso,a2a Tadatoshi. 1hora viaja camino de
Bu"en, ! no ha pagado lo que deb$a... por la ruina de la reputacin
de nuestro maestro, la muerte de su /nico hijo ! heredero ! la
matan"a de nuestros camaradas.
V+hin"o Vle inst un tercer hombreV, como disc$pulos de
'bata -agenori, tenemos que hacer algo.
Motas de blanca ceni"a se al"aban del *uego. .no de los
hombres trag humo ! tosi.
Tras escucharles durante varios minutos, mientras ellos e0#
presaban su enconada indignacin, +hin"o dijoO
V+o! una de las v$ctimas, por supuesto, ! tengo un plan
propio. 3ero decidme qu habis pensado hacer vosotros.
V3resentar una protesta al se&or 7oso,a2a, contarle todo lo
ocurrido ! pedirle que nos entregue a -ojir.
VX) luego quY
VE0pondremos su cabe"a en una pica ante las tumbas de
nuestro maestro ! su hijo.
V3odr$ais hacer tal cosa si os lo entregaran atado, pero los
7oso,a2a probablemente no harn tal cosa. 1unque le ha!an
reclutado hace mu! poco, es su vasallo ! lo que les interesa es su
habilidad. Questra queja slo ser$a una prueba ms de esa
habilidad. XZu daim!o entregar uno de sus vasallos a otro sin
motivos imperiososY
VEntonces deberemos tomar medidas e0tremas.
VX3or ejemploY
VEl grupo con el que viaja es bastante grande. 3odr$amos
darles alcance con *acilidad. Encabe"ados por ti, nosotros seis !
otros disc$pulos leales...
VXEsts sugiriendo que le ataquemosY
V+$. Qen con nosotros, +hin"o.
V8o me gusta.
VX8o eres t/ el elegido para llevar el nombre de 'bataY
VDesulta di*$cil admitir que un enemigo es mejor que no#
>JA
sotros Vdijo +hin"o con semblante pensativoV. +in embargo,
objetivamente, -ojir es el mejor espadach$n. Me temo que,
incluso con docenas de hombres, no haremos ms que aumen#
tar nuestra verg(en"a.
VX) vas a quedarte al margen sin hacer nadaY Vpregunt
indignado uno de ellos.
V8o. %etesto tanto como vosotros que -ojir ha!a salido
indemne de lo que hi"o, pero esto! dispuesto a esperar el tiem#
po que sea necesario.
VTienes una paciencia enorme Vdijo uno de los hombres
en tono sarcstico.
VX8o ests evadiendo tu responsabilidadY Vle pregunt otro.
Como +hin" no respond$a, los cinco hombres conclu!eron
que era in/til seguir hablando ! se alejaron a toda prisa.
3or el camino se cru"aron con 4ori, el cual hab$a desmonta#
do en el portal ! dirig$a su montura al establo. Tras atar el ca#
ballo, vio a +hin"o junto al *uego ! *ue a reunirse con l.
VQa!a Vdijo el muchachoV. X's habis peleadoY
VX3or qu lo preguntasY
V1l llegar me he cru"ado con unos samurais ! parec$an
en*adados. %ec$an cosas e0tra&as, como Sle hab$a evaluado en
e0cesoT ! Ses un dbilT.
VEso no signi*ica nada Vdijo +hin"o con una risitaV.
1crcate ms ! calintate.
VXZuin necesita *uegoY 7e venido cabalgando sin parar
desde Musashino.
V3areces mu! animado. X%nde estuviste anocheY
VEn casa. UEl sensei ha vueltoW
V7ab$a o$do decir que estaba de vuelta o que no tardar$a
en llegar.
VXLo sab$as !aY
VMe lo dijo Ta,uan. X7as o$do la noticia, 4oriY
VXZu noticiaY
VTu maestro va a ser un gran hombre. 7a tenido una suer#
te e0traordinaria, pues va a ser uno de los maestros del shogun.
+er el *undador de su propia escuela de esgrima.
VXLo dices en serioY
VXTe satis*aceY
>J?
V8aturalmente. 8ada podr$a hacerme ms *eli". XMe
prestas el caballoY
VX1horaY +i acabas de llegar.
V4r a dec$rselo.
V8o es necesario que lo hagas. 1ntes de que *inalice la
jornada, el Consejo de 1ncianos le convocar *ormalmente.
En cuanto nos avisen, !o mismo ir a dec$rselo a Musashi.
VXQendr l aqu$Y
V+$ Vle asegur +hin".
Mirando por /ltima ve" el *uego moribundo, ech a andar
hacia la casa, un poco animado por 4ori, pero preocupado por
el destino de sus airados amigos.
La convocatoria tuvo lugar sin tardan"a. %os horas despus
lleg un mensajero con una carta para Ta,uan ! una orden
para que Musashi se presentara al d$a siguiente en el 3abelln
de Decepciones, ante el portal de <ada,ura. Tras haber con#
*irmado su cita, se le in*ormaba de que ser$a recibido en au#
diencia por elshogun,
Cuando +hin", con un a!udante, lleg a la casa en la llanu#
ra de Musashino, encontr a Musashi sentado al sol con un
gatito en el rega"o, charlando con ;onnosu,e.
Las palabras *ueron breves. +hin" se limit a decirO S7e
venido en tu buscaT.
V;racias Vdijo MusashiV. Estaba a punto de llamarte
para agradecerte que ha!as cuidado de 4ori.
+in decir nada ms, mont el caballo que +hin" le hab$a
tra$do ! regresaron a .shigome.
1quella noche, cuando estaba sentado con Ta,uan ! el se#
&or .ji,atsu, se sinti inmensamente a*ortunado porque pod$a
considerar a aquellos hombres, as$ como a +hin", como verda#
deros amigos.
1l levantarse por la ma&ana, Musashi descubri que !a ha#
b$an dejado en su habitacin ropas apropiadas, junto con un
abanico ! papel de seda.
V7o! es un gran d$a Vle dijo el se&or .ji,atsu durante el
desa!unoV. %ebes regocijarte.
>JN
El desa!uno consist$a en arro" con jud$as rojas, un pescado
de agua dulce entero para cada uno ! otros platos que slo se
serv$an en las ocasiones *estivas. El men/ era mu! parecido al
que se serv$a durante la ceremonia de la ma!or$a de edad en la
*amilia 7j.
Musashi deseaba recha"ar la cita. En Chichibu hab$a pen#
sado a *ondo en los dos a&os vividos en 7tengahara ! su am#
bicin de poner su habilidad con la espada al servicio del buen
gobierno. 1hora la creencia de que Edo, por no hablar del res#
to del pa$s, estaba preparado para la clase de gobierno ideal
que imaginaba parec$a menos sostenible. La santidad del Ca#
mino ! la aplicacin de los principios de la esgrima a la causa
de la pa" slo parec$an ideales elevados, por lo menos hasta
que Edo u 'sa,a lograran consolidar su dominio sobre todo el
pa$s. ) a/n no hab$a tomado una decisin sobre otro aspecto
crucialO si la batalla de*initiva se librara ma&ana, Xdeber$a
apo!ar al ejrcito del este o al del oesteY X' qui" deber$a
abandonar el mundo ! sobrevivir en las monta&as alimentn#
dose de ra$ces hasta que se restaurase la pa"Y
8i siquiera aquella ma&ana pod$a librarse de la sensacin
de que si se contentaba con un alto cargo su b/squeda del Ca#
mino quedar$a interrumpida. 3ero no pod$a negarse. Lo que
*inalmente le decidi *ue la con*ian"a en l que le demostraban
sus seguidores. Era imposible darles una negativa\ no enga&a#
r$a a Ta,uan, su viejo amigo ! severo mentor, ni al se&or .ji#
,atsu, que ahora se revelaba como un conocido valioso.
Qestido con atuendo *ormal ! montado en un esplndido
caballo con una hermosa silla, se encamin al castillo por la
carretera soleada. Cada paso que daba le acercaba supuesta#
mente al prtico de la gloria.
%elante del 3abelln de Decepcin hab$a un patio de grava
!, en un alto poste, un letrero que dec$aO S%esmontarT. Cuando
Musashi baj del caballo, un o*icial ! un mo"o de establo se
apro0imaron.
VMe llamo Mi!amoto Musashi Vanunci en un tono de
vo" *ormalV. Qengo de acuerdo con la convocatoria que e*ec#
tu a!er el Consejo de 1ncianos. X3uedo pediros que me lle#
vis al o*icial encargado de la sala de esperaY
>JH
+e hab$a presentado solo, como se esperaba de l. Lleg
otro o*icial ! le escolt a la sala de espera, donde le dijeron que
aguardase hasta que Sllegara aviso del interiorT.
Era una sala grande, de ms de veinte esteras, conocida
como la S7abitacin de las orqu$deasT debido a las pinturas de
aves ! orqu$deas primaverales en las paredes ! los paneles de
las puertas. 3oco despus entr un sirviente con t ! pasteles,
pero se *ue el /nico ser humano que Musashi vio durante casi
media jornada. Los pajarillos de las pinturas no cantaban, las
orqu$deas no ten$an *ragancia. Musashi empe" a boste"ar.
+upuso que el hombre de rostro rubicundo ! cabello blanco
que por *in se present era uno de los ministros. Tal ve" en su
juventud *ue un guerrero distinguido.
VEres Musashi, XverdadY Vle dijo el se&or +a,ai Tada,at#
su mientras tomaba asientoV. %isculpa por la larga espera.
1unque era se&or de -a2agoe ! un daim!o mu! conocido,
en el castillo del shogun no era ms que otro *uncionario a
quien serv$a un solo samurai. 1l parecer, le importaba mu!
poco la pompa ! el protocolo.
Musashi hi"o una reverencia hasta tocar el suelo con la
*rente ! permaneci en esa posicin mientras anunciaba en un
lenguaje r$gidamente *ormalO
VMe llamo Mi!amoto Musashi, rnin de Mimasa,a e hijo
de Munisai, descendiente de la *amilia +himmen. 7e venido a
las puertas del castillo cumpliendo con la voluntad del shogun,
e0presada en la citacin que me envi.
Tada,atsu asinti varias veces, sacudiendo su papada.
VMuchas gracias por las molestias que te has tomado Vle
dijo, ! entonces adopt un tono de disculpaVO Con respecto a
tu nombramiento para un cargo o*icial, para el que *uiste reco#
mendado por el sacerdote Ta,uan ! el se&or 7j de 12a,
anoche se produjo un s/bito cambio en los planes del shogun !,
como resultado, no sers contratado. 3uesto que varios de no#
sotros no estbamos de acuerdo con esta decisin, el Consejo
de 1ncianos ha revisado ho! el asunto. %e hecho, hemos es#
tado discutiendo hasta ahora. 3lanteamos la cuestin nueva#
mente al shogun, pero lamento decirte que no hemos podido
alterar la decisin que tom.
>JI
El *uncionario miraba a Musashi con simpat$a ! por un ins#
tante pareci buscar palabras de consuelo.
VEn nuestro mundo huidi"o Vsigui diciendoV, esta clase
de cosas suceden continuamente. 8o debes irritarte por lo que
la gente diga de ti. En el terreno de los nombramientos o*icia#
les, a menudo es di*$cil saber si uno ha sido a*ortunado o no.
Musashi, todav$a inclinado, respondiO
V+$, se&or.
Las palabras de Tada,atsu eran como m/sica en sus o$dos.
La gratitud brotaba del *ondo de su cora"n, llenando todo su
cuerpo.
VComprendo la decisin, se&or, ! te esto! agradecido.
3ronunci estas palabras con toda naturalidad. 1 Musashi
le ten$a sin cuidado el prestigio ! no hab$a la menor iron$a en su
actitud. Ten$a la sensacin de que un ser ms grande que el
shogun acababa de concederle un nombramiento mucho ms
importante que el tutor o*icial. Le hab$a sido dispensada la pa#
labra de los dioses.
SLo ha encajado bienT, pens Tada,atsu, mirando sutil#
mente a Musashi. Entonces dijo en vo" altaO
VZui" sea presuntuoso por mi parte, pero me han dicho
que tienes unos intereses art$sticos del todo inslitos en un sa#
murai. Zuisiera presentar una muestra de tu obra al shogun.
Desponder a los chismorreos maliciosos de la gente ordinaria
no es importante. Creo que ser$a ms adecuado para un noble
samurai al"arse por encima de la chachara de la gente ! dejar
tras de s$ un mudo testimonio de la pure"a de su cora"n. .na
obra de arte ser$a apropiada, Xno creesY
Mientras Musashi todav$a re*le0ionaba en el signi*icado de
estas palabras, Tada,atsu a&adiO
VEspero que nos volvamos a ver.
%icho esto abandon la estancia.
Musashi al" la cabe"a ! se sent erguido. Tard un par de
minutos en comprender el signi*icado de las palabras de Tada#
,atsu, esto es, que no hab$a necesidad de responder a los chismo#
rreos maliciosos, pero ten$a que dar una prueba de su carcter.
+i as$ lo hac$a, su honor quedar$a limpio, ! los hombres que le
hab$an recomendado no su*rir$an ninguna prdida de prestigio.
>L@
Musashi pens en lo curioso que era que la ma!or$a de los
ni&os supieran dibujar, as$ como cantar, pero que olvidaran la
manera de hacerlo a medida que crec$an. Tal ve" la poca sabi#
dur$a que aprend$an con la edad era inhibitoria. Rl mismo no
era ninguna e0cepcin. %e ni&o a menudo se dedicaba a dibu#
jar, ! era sta una de sus maneras *avoritas de superar la sole#
dad. 3ero desde los trece o catorce hasta pasados los veinte,
hab$a abandonado el dibujo casi por completo. En el curso de
sus viajes, a menudo se hab$a detenido en templos o casas de
personajes acaudalados, donde hab$a tenido la oportunidad de
ver buenas pinturas, murales o pergaminos colgados en los lu#
gares de honor, lo cual le hab$a producido un vivo inters por
el arte.
La sencille" aristocrtica ! la sutil pro*undidad de la pintu#
ra de unos casta&os de Liang#,Eai le hab$a producido una im#
presin especialmente pro*unda. Tras ver esa obra en la casa
de -etsu, hab$a aprovechado todas las oportunidades a su al#
cance para ver las e0cepcionales pinturas chinas de la dinast$a
+ung, las obras de los maestros japoneses 5en del siglo 0v ! las
pinturas de maestros contemporneos de la escuela -ano, en
especial -an +anra,u ! -aih )(sh. 8aturalmente, ten$a
sus pre*erencias. El tra"o auda" ! viril de Liang#,Eai, desde el
punto de vista de un espadach$n, le revelaba la prodigiosa *uer#
"a de un gigante. -aiho )(sh, posiblemente porque era de
origen samurai, hab$a alcan"ado en su ancianidad semejante
grado de pure"a que Musashi lo consideraba un hombre digno
de tomarlo como modelo. Tambin le atra$an los e*ectos de lu"
espontneos en las obras del sacerdote ermita&o ! esteta +ho#
,ad +hj, el cual le gustaba tanto ms cuanto que ten$a la
reputacin de ser amigo de Ta,uan.
La pintura, que parec$a un arte mu! alejado del camino que
l hab$a elegido, di*$cilmente era apropiada para una persona
que no sol$a pasarse un mes entero en un solo lugar. +in embar#
go, de ve" en cuando Musashi se dedicaba a la pintura.
Como en el caso de otros adultos que se han olvidado de
dibujar, su mente trabajaba, pero no su esp$ritu. Concentrado
en dibujar con habilidad, era incapa" de e0presarse natural#
mente. Muchas eran las ocasiones en las que hab$a abandona#
>L>
do, sintindose desalentado. Luego, ms tarde o ms tempra#
no, invariablemente alg/n impulso le mov$a a empu&ar el
pincel de nuevo, en secreto. Como sus pinturas le avergon"a#
ban, nunca las ense&aba a los dems, aunque dejaba que ins#
peccionaran sus esculturas.
.na actitud a la que puso *in en aquel momento. 3ara con#
memorar aquel d$a decisivo, decidi pintar una obra que pu#
diera ser mostrada al shogun o a cualquier otra persona.
Trabaj rpidamente ! sin interrupcin hasta que termin.
Entonces introdujo el pincel en un jarro de agua ! se march,
sin volver una sola ve" la cabe"a atrs para ver su obra.
En el patio se volvi para echar un /ltimo vista"o al impo#
nente portal, ! un interrogante llen su menteO Xdnde estaba
la gloria, dentro o *uera del prticoY
+a,ai Tada,atsu regres a la sala de espera ! se sent du#
rante alg/n tiempo, contemplando la pintura todav$a h/meda.
Era una representacin de la planicie de Musashino. En el cen#
tro, mu! grande, el sol naciente, el cual, simboli"ando la con#
*ian"a de Musashi en su propia integridad, era bermelln. El
resto de la obra hab$a sido ejecutado en tinta para captar la
sensacin oto&al de la planicie.
S7emos perdido un tigre que ha vuelto a la naturale"aT, se
dijo Tada,atsu.
>LJ
>> El sonido
del cielo
VX)a ests de vueltaY Vle pregunt ;onnosu,e, parpa#
deando al ver el traje *ormal r$gidamente almidonado de Mu#
sashi.
Musashi entr en la casa ! tom asiento. ;onnosu,e se
arrodill en el borde de la esterilla de juncos e hi"o una reve#
rencia.
V:elicidades Vle dijo e*usivamenteV. XTendrs que em#
pe"ar a trabajar en seguidaY
VEl nombramiento ha sido cancelado Vdijo Musashi,
riendo.
VXCanceladoY XEsts de bromaY
V8o, ! a decir verdad me satis*ace que ha!a sido as$.
V8o te comprendo. X+abes qu ha salido malY
V8o encontr motivos para preguntarlo. %o! gracias a los
cielos por el giro que han tomado las cosas.
V3ero parece una pena.
VX4ncluso t/ opinas que slo puedo hallar la gloria dentro
de los muros del castillo de EdoY
;onnosu,e no le respondi.
V%urante cierto tiempo abrigu esa ambicin. +o&aba en
aplicar mi conocimiento de la esgrima al problema de aportar
pa" ! *elicidad al pueblo, en hacer del Camino de la Espada el
>LL
Camino del ;obierno. 3ens que ser *uncionario del shogun
me dar$a ocasin de poner a prueba mi idea.
V1lguien te ha di*amado, Xno es ciertoY
VEs posible, pero no pienses ms en ello. ) no me inter#
pretes mal. 7e llegado a saber, sobre todo ho!, que mis ideas
son poco ms que sue&os.
VEso no es cierto. )o he tenido la misma ideaO el Camino
de la Espada ! el esp$ritu del buen gobierno deber$an ser una !
la misma cosa.
VMe alegro de que estemos de acuerdo. 3ero lo cierto es
que la verdad del sabio, a solas en su estudio, no siempre coin#
cide con lo que el mundo en general considera cierto.
VEntonces crees que la verdad que t/ ! !o buscamos no
tiene utilidad en el mundo real.
V8o, no se trata de eso Vdijo Musashi con impacienciaV.
Mientras este pa$s e0ista, por mucho que cambien las cosas, el
Camino del Esp$ritu del hombre valiente nunca dejar de ser
/til... +i piensas un poco en el asunto, te dars cuenta de que el
Camino del ;obierno no depende slo del 1rte de la ;uerra.
.n sistema pol$tico impecable debe basarse en una me"cla per#
*ecta de las artes militar ! literaria. 7acer que el mundo viva en
pa" es el objetivo /ltimo del Camino de la Espada. 3or eso he
llegado a la conclusin de que mis pensamientos son slo sue#
&os, ! sue&os in*antiles por cierto. %ebo aprender a ser un hu#
milde servidor de dos dioses, uno de la espada ! otro de la plu#
ma. 1ntes de que intente gobernar la nacin, he de aprender lo
que la nacin tiene que ense&arme.
Conclu! con una risa, pero se interrumpi bruscamente ! pre#
gunt a ;onnosu,e si ten$a un tintero o un equipo de escritura.
Cuando termin de escribir, dobl la carta ! dijo a ;onno#
su,eO
VLamento molestarte, pero quisiera pedirte que entregues
este mensaje en mi nombre.
VXEn la residencia 7jY
V+$. 7e escrito acerca de mis sentimientos. +aluda e*usiva#
mente de mi parte a Ta,uan ! al se&or .ji,atsu... 1h, una cosa
ms. 7e guardado algo que pertenece a 4ori. Te ruego que se lo
devuelvas.
>LM
+ac la bolsa que le diera el padre de 4ori ! la deposit al
lado de la carta.
;onnosu,e, sin poder ocultar una e0presin de inquietud
en su semblante, se le acerc movindose sobre las rodillas ! le
preguntO
VX3or qu devuelves ahora esto a 4oriY
VMe vo! a las monta&as.
V)a sea las monta&as o la ciudad, adondequiera que
va!as, 4ori ! !o queremos acompa&arte como tus disc$pulos.
V8o me vo! para siempre. Mientras est ausente, quisiera
que cuides de 4ori, digamos durante los pr0imos dos o tres
a&os.
VXCmoY XQas a retirarteY
Musashi se ri, descru" las piernas ! se inclin hacia atrs,
apo!ndose en los bra"os.
V+o! demasiado joven para eso. 8o abandono mi gran es#
peran"a. Todo sigue delante de m$O deseos, ilusiones, todo...
E0iste una cancin..., no s quin la escribi, pero dice as$O
Mientras anhelo llegar
a la espesura de las monta&as,
me veo arrastrado contra mi voluntad
a los lugares
donde la gente reside.
;onnosu,e inclin la cabe"a ! escuch. Entonces se puso
en pie ! se guard la carta ! la bolsa en el interior del ,imono.
V+er mejor que me va!a Vdijo en vo" bajaV. Est oscu#
reciendo.
V%e acuerdo. 3or *avor, devuelve el caballo ! dile al se&or
.ji,atsu que, como las ropas se han ensuciado durante el viaje,
me las quedar.
V+$, desde luego.
V8o creo que *uese discreto por mi parte regresar a la casa
del se&or .ji,atsu. La cancelacin del nombramiento debe sig#
ni*icar que el shogunado me considera como indigno de con#
*ian"a o sospechoso. +i el se&or .ji,atsu se relacionara ms
estrechamente conmigo, podr$a verse en di*icultades. 8o le es#
>LA
cribo eso en la carta, por lo que quiero que se lo e0pliques t/.
%ile que con*$o en que no se o*enda.
VComprendo. Estar de regreso antes de la ma&ana.
El sol se pon$a rpidamente. ;onnosu,e cogi el caballo
por el bocado ! condujo al animal a lo largo del sendero. 3ues#
to que hab$a sido prestado a Musashi, la idea de montarlo no le
pas por la cabe"a.
Cerca de dos horas despus lleg a .shigome. Los hombres
estaban sentados sin hacer nada, preguntndose qu le hab$a
ocurrido a Musashi. ;onnosu,e se reuni con ellos ! entreg
la carta a Ta,uan.
.n o*icial !a les hab$a visitado para in*ormarles sobre los
aspectos des*avorables del carcter de Musashi ! sus pasadas
actividades. Entre todos los puntos en su contra, el peor era
que ten$a un enemigo que le hab$a jurado vengan"a. +eg/n los
rumores, Musashi no ten$a ra"n.
Tras la marcha del o*icial, +hin" habl con su padre ! Ta#
,uan de la visita de 'sugi.
V4ncluso intent vender aqu$ su mercanc$a Vcoment el
joven, re*irindose a las di*amaciones que la anciana e0tend$a
sobre Musashi.
.na cosa que no ten$a e0plicacin era por qu la gente
aceptaba lo que les dec$an sin ponerlo en tela de juicio. 8o slo
las personas ordinarias Vmujeres que chismorreaban alrede#
dor del po"o o trabajadores que beb$an en humildes casas de
sa,eV sino hombres lo bastante inteligentes para separar los
hechos de las invenciones. Los ministros del shogun hab$an dis#
cutido el asunto durante largas horas, pero incluso ellos hab$an
terminado por dar crdito a las calumnias de 'sugi.
Ta,uan ! los dems hab$an esperado hasta cierto punto
que la carta de Musashi e0presara su descontento, pero lo cier#
to era que dec$a mu! poco ms all de e0poner sus motivos
para marcharse. Empe"aba diciendo que hab$a pedido a ;on#
nosu,e que les dijera cmo se sent$a. +egu$a la cancin que le
hab$a cantado a ;onnosu,e. La breve misiva terminaba di#
ciendoO SCediendo a mi crnica pasin de viajar, emprendo
otro viaje sin rumbo. En esta ocasin os o*re"co el siguiente
poema, que qui" os diviertaO
>L?
+i el universo es realmente mi
jard$n, cuando lo miro, esto!
en la salida de la casa llamada
el Mundo :lotanteT.
1unque .ji,atsu ! +hin" se sent$an pro*undamente con#
movidos por la consideracin de Musashi, el primero dijoO
VEs demasiado modesto. Zuisiera verle una sola ve" ms
antes de que se va!a. Ta,uan, dudo de que venga si enviamos a
buscarle, as$ que va!amos nosotros en su busca. V+e puso en
pie, dispuesto a partir de inmediato.
VX3uedes esperar un momento, se&orY Vinquiri ;onno#
su,eV. Me gustar$a ir contigo, pero Musashi me pidi que le
diera algo a 4ori. XTe importar$a pedir que le hagan venirY
Cuando entr 4ori, preguntO
VXMe llamabasY V+u mirada se *ij de inmediato en la
bolsa que sosten$a ;onnosu,e.
VMusashi me ha dicho que cuides bien de esto, !a que es la
/nica reliquia que tienes de tu padre. VEntonces le e0plic
que los dos estar$an juntos hasta el regreso de Musashi.
4ori no pod$a ocultar su decepcin, pero no quer$a parecer
dbil ! asinti sin entusiasmo.
4nterrogado por Ta,uan, 4ori cont todo lo que sab$a de sus
padres. Cuando *inali"aron las preguntas, comentO
V.na cosa que no sabr jams es lo que ha sido de mi
hermana. Mi padre no hablaba mucho de ella, ! mi madre mu#
ri sin decirme nada que recuerde. %escono"co su paradero,
as$ como si est viva o muerta.
Ta,uan se puso la bolsa sobre la rodilla ! sac un arrugado
tro"o de papel. Mientras le$a el cr$ptico mensaje que hab$a es#
crito el padre de 4ori, enarc las cejas, sorprendido. Mir *ija#
mente a 4ori ! dijoO
VEsto nos dice algo acerca de tu hermana. V+e salt la
primera parte ! le! en vo" altaVO S3uesto que hab$a decidido
morir de hambre antes que servir a un segundo se&or, mi espo#
sa ! !o viajamos errantes durante muchos a&os, viviendo en las
>LN
circunstancias ms humildes. .n a&o tuvimos que abandonar a
nuestra hija en un templo de las provincias centrales. 3usimos
bun sonido del cielob entre sus ropas in*antiles ! con*iamos su
*uturo al umbral de la misericordia. Entonces proseguimos
nuestro camino hacia otra provincia.
TMs adelante adquir$ mi casa con tejado de paja en los
campos de +himsa. 3ens en aquella poca anterior, pero el
lugar estaba mu! lejos ! no hab$amos tenido noticia alguna,
por lo que tem$ que tal ve" tratar de encontrarla no *uese lo
mejor para la ni&a. 1s$ pues, dej las cosas como estaban.
TUZu crueles pueden ser los padresW Las palabras de Mi#
namoto no +anetomo son una reprobacin de mis actosO
Tb4ncluso los animales, que no pueden
e0presar sus sentimientos no carecen del
amor tierno ! generoso de los padres hacia
sus vastagosb.
T'jal mis antepasados se apiaden de m$ por negarme a
ensuciar mi honor de samurai ponindome al servicio de un
segundo se&or. T/ eres mi hijo. U3or mucho que anheles el 0i#
to, no comas un mijo deshonrosoWT
Ta,uan guard de nuevo el papel en la bolsa.
V3odrs ver a tu hermana Vle dijo al muchachoV. La co#
no"co desde que era una jovencita, ! Musashi tambin la co#
noce. Qen con nosotros, 4ori.
8o e0plic por qu hablaba as$ ni tampoco mencion a
'ts( ni el Ssonido del cieloT, que evidentemente era su *lauta.
Todos salieron juntos ! regresaron apresuradamente a la
cabana, donde llegaron poco despus de que los primeros
ra!os del sol naciente la iluminaran. Estaba vac$a. En el e0#
tremo de la llanura hab$a una sola nube blanca.
>LH
>J El bue!
desbocado
La sombra de la rama de ciruelo sobre la pared de !eso
blanco, pro!ectada por el plido sol, era de una belle"a come#
dida que evocaba una pintura monocroma a tinta. Deinaba la
tranquilidad en la primavera temprana de -o!ag!(, ! las ra#
mas de los ciruelos parec$an se&alar el sur a los ruise&ores que
pronto volar$an en bandadas hacia el valle.
1l contrario que los pjaros, los shug!sha que se presenta#
ron a las puertas del castillo no ten$an en cuenta las estaciones.
Llegaban en un torrente continuo, con la intencin !a de recibir
instruccin de +e,ish(sai, !a de probar su habilidad en*rentn#
dose a l. La letan$a ten$a pocas variacionesO S3or *avor, un solo
encuentroT\ STe lo ruego, djame verleT\ S+o! el /nico disc$pulo
verdadero de :ulano que ense&a en tal ! cual lugarT. %urante
los die" /ltimos a&os, los guardianes hab$an dado siempre la
misma respuestaO debido a lo avan"ado de su edad, su se&or no
pod$a recibir a nadie. 3ocos espadachines, o aspirantes a serlo,
se con*ormaban con eso. 1lgunos lan"aban diatribas sobre el
signi*icado del verdadero Camino ! dec$an que no deber$a e0is#
tir ninguna discriminacin entre jvenes ! viejos, ricos ! pobres,
principiantes ! e0pertos. 'tros se limitaban a suplicar, mientras
que algunos ten$an la audacia de o*recer sobornos. Muchos eran
los que se marchaban mascullando agrias imprecaciones.
>LI
+i la verdad hubiera sido de dominio p/blico, a saber, que
+e,ish(sai hab$a *allecido el a&o anterior, las cosas podr$an ha#
berse simpli*icado mucho, pero se decidi que, como Muneno#
ri no pod$a marcharse de Edo hasta el cuarto mes, la muerte
deber$a mantenerse en secreto hasta que se hubiera celebrado
el servicio */nebre. .na de las pocas personas de *uera del cas#
tillo que conoc$an las circunstancias estaba sentada ahora en
una sala de invitados ! ped$a ver a 7!dgo con bastante insis#
tencia.
Era 4nshun, el abad !a entrado en a&os del 7o"in, quien
durante el per$odo de senilidad de 4nEei ! tras la muerte de ste
hab$a mantenido la reputacin del templo como un centro de
artes marciales. Muchos cre$an incluso que la hab$a mejorado.
7ab$a hecho todo lo posible para conservar los estrechos
v$nculos entre el templo ! -o!ag!( que hab$an e0istido desde
los tiempos de 4nEei ! +e,ish(sai. %ec$a que quer$a ver a
7!go para hablar de las artes marciales, pero +u,e,uro co#
noc$a su verdadero propsitoO en*rentarse en combate al hom#
bre a quien su abuelo hab$a considerado en privado como un
espadach$n mejor que l mismo o Munenori. 3or supuesto,
7!go no estaba dispuesto a participar en semejante encuen#
tro, pues no cre$a que bene*iciara a nadie !, en consecuencia,
era insensato.
+u,e,uro asegur a 4nshun que hab$a dado aviso.
VEsto! seguro de que 7!go saldr$a a saludarte si se en#
contrara mejor.
VXZuieres decir que todav$a est res*riadoY
V1s$ es, no puede quitrselo de encima.
V8o sab$a que su salud *uese tan *rgil.
V'h, no lo es, pero ha estado en Edo alg/n tiempo, Xsa#
besY, ! no puede acostumbrarse del todo a los *r$os inviernos
de estas monta&as.
Mientras los dos hombres hablaban, un sirviente llamaba a
'ts( en el jard$n del recinto ms interior. +e abri una shoji !
la muchacha sali de una de las casas, seguida por una espiral
de humo de incienso. +egu$a de luto ms de doscientos d$as
despus del *allecimiento de +e,ish(sai, ! su rostro estaba tan
blanco como una *lor de peral.
>M@
VX%nde estabasY Vle pregunt el muchachoV. Te he
buscado por todas partes.
VEstaba en la capilla budista.
V7!+go pregunta por ti.
Cuando entr en la habitacin de 7!go, ste le dijoO
V1h, 'ts(, gracias por venir. Zuisiera que saludaras a un
visitante de mi parte.
V+$, desde luego.
VLleva aqu$ bastante rato. +u,e,uro ha ido a hacerle com#
pa&$a, pero el pobre !a debe de estar harto despus de o$r ha#
blar tanto del 1rte de la ;uerra.
VXEl abad del 7"inY
VEl mismo.
'ts( sonri levemente, inclin la cabe"a ! sali de la es#
tancia.
Entretanto, 4nshun sonsacaba a +u,e,uro sin demasiada
sutile"a detalles del pasado ! el carcter de 7!go.
VMe han dicho que cuando -at -i!omasa le o*reci una
posicin, +e,ish(sai se neg a dar su consentimiento a menos
que -i!omasa aceptara una condicin inslita.
VX%e verasY 8o recuerdo haber o$do jams semejante cosa.
V+eg/n 4nEei, +e,ish(sai le dijo a -i!omasa que, puesto
que 7!go ten$a mu! mal genio, su se&or$a deb$a prometerle
por anticipado que si 7!go comet$a *altas graves, le perdona#
r$a las tres primeras. +e sabe que +e,ish(sai jams toleraba la
irre*le0in. %eb$a de tener unos sentimientos mu! especiales
hacia 7!go.
Esta revelacin era tan sorprendente que +u,e,uro a/n no
sab$a qu decir cuando entr 'ts(. La muchacha sonri al
abad ! le dijoO
VMe alegro mucho de verte. Lamentablemente, 7!go
est mu! ocupado preparando un in*orme que debe enviar a
Edo de inmediato, pero me ha pedido que te presente sus e0cu#
sas por no poder verte en esta ocasin.
'ts( se atare sirviendo t ! pastelillos a 4nshun ! los dos
jvenes sacerdotes que le acompa&aban.
>M>
El abad pareci decepcionado, aunque ignor cortsmente
la discrepancia entre la e0cusa que le hab$a dado +u,e,ur ! la
de 'ts(.
VEs una lstima, pues ten$a una importante in*ormacin
que darle.
V+e la transmitir con mucho gusto Vdijo +u,e,urV,
! puedes tener la seguridad de que slo llegar a o$dos de
7!go.
VEsto! seguro de ello Vdijo el viejo sacerdoteV. +lo
quer$a advertir personalmente a 7!go.
Entonces 4nshun repiti un rumor que hab$a o$do sobre
cierto samurai del castillo de .eno en la provincia de 4ga. La
l$nea divisoria entre -o!ag!( ! el castillo se hallaba en una
"ona escasamente poblada, unas dos millas al este, ! desde que
4e!asu la con*isc al daim!o cristiano Tsutsui +adatsugu para
entregarla a Todo Ta,atora se hab$an producido muchos cam#
bios. %esde que *ij all$ su residencia el a&o anterior, Ta,atora
hab$a reparado el castillo, revisado el sistema de impuestos,
mejorado las instalaciones de riego ! llevado a cabo otras me#
didas para consolidar su posesin del territorio. Todo esto era
de dominio p/blico. 3ero 4nshun se hab$a enterado de algo
msO Ta,atora se dispon$a a e0pandir sus tierras haciendo re#
troceder la l$nea lim$tro*e.
+eg/n los in*ormes, Ta,atora hab$a enviado un cuerpo de
samurais a Tsu,$gase, donde estaban constru!endo casas, ta#
lando ciruelos, desviando a los viajeros e invadiendo abierta#
mente la propiedad del se&or )ag!(.
V3udiera ser que el se&or Ta,atora se est aprovechando
de que estis de luto Vobserv 4nshunV. 3odis considerarme
un alarmista, pero parece como si se propusiera retirar el l$mite
n esta direccin ! tender una nueva valla. %e ser as$, ser$a
mucho ms *cil aclarar las cosas ahora que cuando ha!a termi#
nado. Me temo que si os quedis sentados sin hacer nada, ms
tarde lo lamentaris.
+u,e,ur, hablando como uno de los servidores de alto
rango de su se&or, agradeci la in*ormacin a 4nshun.
V7ar que se investigue la situacin !, si es necesario, e0#
pondr una queja.
>MJ
+u,e,ur e0pres su agradecimiento en nombre de 7!ogo e
hi"o una reverencia mientras el abad se marchaba.
Cuando +u,e,ur in*orm de los rumores a 7!ogo, ste se
ech a re$r.
V8o hagas caso VdijoV. Cuando regrese mi t$o se ocupar
del asunto.
+u,e,ur, que sab$a lo importante que era proteger cada
palmo de terreno, no qued nada satis*echo con la actitud de
7!ogo. 7abl con los otros samurais de alto rango ! convinieron
en que, aunque era necesaria una gran discrecin, deb$an hacer
algo. Todo Ta,atora era uno de los daim!o ms poderosos del
pa$s.
1 la ma&ana siguiente, cuando +u,e,ur sal$a del dojo situado
encima del +hin,agedo tras la prctica de esgrima, trope" con un
chico de trece o catorce a&os.
El muchacho hi"o una reverencia a +u,e,ur, el cual le dijo
jovialmenteO
V1h, hola, .shinosu,e. X:isgando otra ve" en el ddjdi XMe
has tra$do un regaloY Qeamos..., Xpatatas silvestresY
+lo bromeaba a medias, puesto que las patatas de .shino#
su,e eran siempre mejores que las de cualquier otro.
El muchacho viv$a con su madre en la aislada aldea monta&esa
de 1ra,i, ! a menudo acud$a al castillo para vender carbn, carne
de jabal$ ! otros productos.
V7o! no tengo patatas, pero le he tra$do esto a 'ts( Vdijo,
al tiempo que mostraba un paquete envuelto en paja.
V1 ver, Xqu es esto..., ruibarboY
VU8o, est vivoW 1 veces oigo cantar a los ruise&ores en
Tsu,igase. U7e atrapado unoW
V7umm, siempre vienes aqu$ por el camino de Tsu,igase,
Xno es ciertoY
V+$, es el /nico camino.
V3erm$teme que te haga una pregunta. X7as visto muchos
samurais en esa "ona /ltimamenteY
V1lgunos.
VXZu estn haciendo ah$Y
>ML
VConstru!en cabanas...
VX7as visto si levantan vallas o algo parecidoY
V8o.
VX7an estado talando ciruelosY
VBueno, aparte de las cabanas han arreglado los puentes,
! para eso han cortado toda clase de rboles. Tambin necesi#
taban le&a.
VX3aran a la gente en el caminoY
V8o lo creo. 8o les he visto hacer eso.
+u,e,ur lade la cabe"a.
VTengo entendido que esos samurais son del *eudo del se#
&or Todo, pero no s qu estn haciendo en Tsu,igase. XZu
dice la gente de la aldeaY
V%icen que son rnin e0pulsados de 8ara ! .ji. 8o tienen
donde vivir, as$ que han ido a las monta&as.
1 pesar de lo que 4nshun le hab$a dicho, +u,e,ur se dijo
que esa e0plicacin era ra"onable. 6,ubo 8aga!asu, el magis#
trado de 8ara, se es*or"aba por mantener su jurisdiccin libre
de rn$n indigentes.
VX%nde est 'ts(Y Vpregunt .shinosu,eV. Zuiero
darle su regalo.
El chiquillo siempre deseaba verla, pero no slo porque
ella le daba dulces ! era amable con l. +u belle"a ten$a algo
misterioso, sobrenatural. 1 veces, .shinosu,e se preguntaba
si era humana o una diosa.
V+upongo que est en el castillo Vdijo +u,e,ur. Enton#
ces, mirando hacia el jard$n, a&adiVO Qa!a, parece que tienes
suerte. X8o es sa de ah$Y
VU'ts(W Vgrit .shinosu,e.
Ella se volvi ! le sonri. El muchacho corri a su lado ! le
o*reci el paquete.
VUMiraW 7e cogido un ruise&or. Es para ti.
VX.n ruise&orY V'ts(, con el ce&o *runcido, manten$a
los bra"os a los costados.
.shinosu,e pareci decepcionado.
VCanta mu! bien. X8o te gustar$a o$rloY
V+$, pero slo si es libre para volar adonde le pla"ca. En#
tonces nos cantar bonitas canciones.
>MM
V+upongo que tienes ra"n Vdijo l, haciendo puche#
rosV. XZuieres que lo suelteY
VTe agrade"co que quieras hacerme un regalo, pero s$, sol#
tarlo me har$a ms *eli" que quedrmelo.
En silencio, .shinosu,e abri el paquete de paja !, como
una *lecha, el pjaro vol por encima de la muralla del castillo.
VXQes qu contento est de verse libreY Vdijo 'ts(.
V%icen que los ruise&ores son los mensajeros de la prima#
vera. Tal ve" alguien te traer buenas noticias.
VX.n mensajero con noticias tan buenas como la llegada
de la primaveraY Ciertamente, ha! algo que esto! deseando
o$r.
'ts( ech a andar hacia el bosque detrs del castillo, !
.shinosu,e se puso a su lado.
VX1donde vasY Vle pregunt el chiquillo.
V9ltimamente he salido mu! poco. 7e pensado subir a la
colina ! contemplar las *lores de ciruelo para variar.
VX:lores de cirueloY Las de ah$ arriba no valen gran cosa.
Tendr$as que ir a Tsu,igase.
VMe encantar$a ir all. XEst mu! lejosY
V1 un par de millas ms o menos. X3or qu no vasY 7o!
he tra$do le&a, as$ que tengo conmigo el bue!.
'ts( se decidi en seguida, pues apenas hab$a salido del
castillo durante todo el invierno. La joven no dijo a nadie
adonde iba, ! los dos salieron por el portal trasero, el utili"ado
por los mercaderes ! otras personas que ten$an gestiones que
hacer en el castillo. La puerta estaba custodiada por un samu#
rai armado con una lan"a, el cual hi"o un gesto de asentimiento
! sonri a 'ts(. Tambin .shinosu,e era una *igura *amiliar, !
el centinela les dej pasar sin pedir al chiquillo el permiso por
escrito para estar en los terrenos del castillo.
La gente con la que se cru"aban en los campos ! el camino
saludaban amigablemente a 'ts(, tanto si la conoc$an como
si no.
Cuando las viviendas empe"aron a escasear, la joven mir
atrs, hacia el blanco castillo anidado en la *alda de la monta&a.
VX3odr volver a casa todav$a con lu"Y Vpregunt al mu#
chacho.
>MA
VClaro, pero de todos modos te acompa&ar.
VLa aldea de 1ra,i est ms all de Tsu,igase, Xno es
ciertoY
V8o importa.
Charlando animadamente, pasaron ante una tienda de sal,
donde un hombre estaba trocando carne de jabal$ por un saco
de sal. Termin la transaccin, sali de la tienda ! avan" por
el camino tras ellos. La nieve se estaba *undiendo ! el camino
era cada ve" peor. Transitaban pocos viajeros.
V%ime, .shinosu,e Vpregunt 'ts(V, siempre vienes a
-o!ag!(,XverdadY
V+$.
VX8o est el castillo de .eno ms cerca de la aldea de
1ra,iY
V1s$ es, pero en el castillo de .eno no ha! ning/n gran
espadach$n como el se&or )ag!(.
VXTe gustan las espadasY
VMucho.
El muchacho detuvo al bue!, solt la cuerda ! corri a la
orilla del arro!o. 1ll$ lo cru"aba un puente del que se hab$a
desprendido un tronco. .shinosu,e lo coloc de nuevo en su
lugar ! esper a que el hombre que iba detrs de ellos lo cru"a#
ra primero.
El hombre parec$a un ronin. 1l pasar por el lado de 'ts(,
la mir descaradamente, ! entonces mir atrs varias veces
desde el puente ! desde el otro lado, antes de desaparecer en
un pliegue de la monta&a.
VXZuin crees que es seY Vpregunt 'ts( con nervio#
sismo.
VXTe ha asustadoY
V8o, pero...
V7a! muchos rnin en estas monta&as.
VX%e verasY Vdijo ella con inquietud.
.shinosu,e le habl por encima del hombroO
V'ts(, Xquerr$as a!udarmeY XCrees que podr$as pedir al
maestro -imura que me contrateY )a sabes, para barrer el jar#
d$n, sacar agua del po"o..., esa clase de cosas.
+lo en *echa reciente el muchacho hab$a recibido un per#
>M?
miso especial de +u,e,uro para entrar en el dojo ! observar
cmo practicaban los hombres, pero !a ten$a una sola ambi#
cin. +us antepasados se apellidaron -i,umura, ! el je*e de la
*amilia durante varias generaciones hab$a recibido el nombre
de Mataemon. .shinosu,e hab$a decidido que cuando llegara
a ser samurai adoptar$a el nombre Mataemon, pero ninguno de
los -i,umura hab$a hecho nada de especial relieve. El chico
cambiar$a su apellido por el nombre de su aldea, ! si su sue&o
se hac$a realidad, ser$a *amoso en el pa$s como 1ra,i Ma#
taemon.
Mientras 'ts( le escuchaba, pens en Cotar ! se apoder
de ella una sensacin de soledad. Ten$a veintinueve a&os, ! Co#
taro andar$a por los diecinueve o veinte. 1l mirar las *lores de
ciruelo que la rodeaban, a/n no *lorecidas del todo, no pod$a
evitar la sensacin de que la primavera !a hab$a pasado para
ella.
VDegresemos, .shinosu,e Vdijo de s/bito.
El muchacho le dirigi una mirada inquisitiva, pero obede#
ci ! dio la vuelta al bue!.
VU1ltoW Vgrit una *uerte vo" masculina.
'tros dos rnin se hab$an juntado con el de la tienda de sal.
Los tres se acercaron ! rodearon al bue! con los bra"os cru"a
dos. ,
VXZu querisY Vpregunt .shinosu,e.
Los hombres ten$an los ojos *ijos en 'ts(.
V)a veo lo que quieres decir Vdijo uno.
VEs una belle"a, XverdadY
VLa he visto antes en alguna parte Vdijo el tercer hom#
breV. Creo que en -!oto.
V%ebe ser de -!oto. %esde luego, no es de ninguno de los
pueblos de estos alrededores.
V8o s si *ue en la escuela )oshio,a o en alguna otra par#
te, pero s que la he visto.
VXEstuviste en la escuela )oshio,aY
V%urante tres a&os, despus de +e,igahara.
VU+i queris algo de nosotros, decidnos qu esW Vdijo
.shinosu,e encoleri"adoV[. Zueremos regresar antes de que
oscure"ca.
>MN
.no de los ronin le lan" una mirada *ero", como si le viera
por primera ve".
VEres de 1ra,i, XverdadY X.no de los carbonerosY
V+$, X! quY
V8o te necesitamos. 3uedes largarte a casa corriendo.
VEso es precisamente lo que vo! a hacer.
Tir de la cuerda que sujetaba al bue!, ! uno de los hom#
bres le dirigi una mirada que habr$a metido el miedo en el
cuerpo a la ma!or$a de los chicos de su edad.
V+alid de en medio Vles dijo .shinosu,e.
VEsta dama se viene con nosotros.
VX1dondeY
VX1 ti qu te importaY %ame esa cuerda.
VU8oW
VQa!a, al parecer no cree que hablo en serio.
Los otros dos hombres, endere"ando los hombros ! echan#
do chispas por los ojos, se acercaron a .shinosu,e. .no de
ellos puso ante su barbilla un pu&o tan grande como un nudo
de pino.
'ts( se a*err al lomo del bue!. La inclinacin de las cejas
de .shinosu,e indicaba mu! claramente que algo iba a suce#
der.
VU8o, no, bastaW Ve0clam ella, tratando de evitar que el
chiquillo hiciera alguna temeridad.
3ero la nota quejumbrosa de su vo" no hi"o ms que espo#
learle para entrar en accin. Lan" una rpida ! violenta pa#
tada que alcan" al hombre delante de l, haciendo que se tam#
balease hacia atrs. 1penas el pie de .shinosu,e hab$a vuelto
a establecer contacto con el suelo, cuando dio un cabe"a"o
contra el vientre del hombre situado a su i"quierda. +imult#
neamente agarr la empu&adura de la espada del mismo hom#
bre ! desenvain el arma. Entonces empe" a repartir tajos.
El muchacho se mov$a con la rapide" del ra!o. ;iraba so#
bre sus talones ! parec$a atacar desde todas las direcciones a la
ve" ! contra todos sus adversarios, con igual *uer"a. Tanto si
actuaba brillantemente por puro instinto o por temeridad in#
*antil, lo cierto era que su tctica heterodo0a cogi a los rnin
por sorpresa.
>MH
El golpe hacia atrs de la espada alcan" de lleno el pecho
de uno de los hombres. 'ts( grit, pero su vo" qued ahogada
por el alarido del herido. Rste ca! hacia el bue! ! un chorro
de sangre ti& la cara del animal. 1terrado, el bue! solt un
mugido indescriptible. En aquel mismo momento, la espada de
.shinosu,e le hi"o un pro*undo corte en la grupa. Lan"ando
otro terrible mugido, el bue! parti casi al galope.
Los otros dos rnin corrieron en pos de .shinosu,e, el cual
saltaba gilmente de una roca a otra en el lecho del arro!o.
VU8o he hecho nada maloW VgritV. U7abis sido voso#
trosW
1l darse cuenta de que estaba *uera de su alcance, los dos
rnin corrieron tras el bue!.
.shinosu,e salt de nuevo al camino ! les persigui, gri#
tandoO
VX's queris escapar, ehY U+eris gallinasW
.no de los hombres se detuvo ! se volvi a medias.
VU3eque&o bastardoW
VU%jale para luegoW Vle grit el otro hombre.
El bue!, ciego de temor, abandon el camino del valle !
subi por una peque&a elevacin, recorri una breve distancia
a lo largo de la cima ! baj por el otro lado. En mu! poco
tiempo cubri una distancia considerable, llegando a un punto
bastante cercano al *eudo de )ag!(.
'ts(, con los ojos cerrados, resignada, lograba mantenerse
montada sujetndose a las al*orjas. '$a las voces de la gente
ante la que pasaba, pero estaba demasiado aturdida para pedir
socorro a gritos. Claro que eso no le habr$a servido de nada,
pues ninguna de las personas que comentaban el espectculo
ten$a el valor necesario para detener a la bestia enloquecida.
Cuando !a casi estaban en la planicie de 7ann!a, un hom#
bre sali de un camino lateral ! lleg al centro de la carretera
principal, la cual, aunque mu! estrecha, era la carretera de -a#
sagi. %el hombro le colgaba un estuche de cartas, ! parec$a ser
alguna clase de criado.
VUCuidadoW Vgritaba la genteV. U1prtate del caminoW
3ero l sigui caminando en la direccin por la que ven$a el
bue!.
>MI
Entonces se o! un tremendo sonido crujiente.
VULo ha destro"adoW
VUEl mu! idiotaW
3ero no era lo que los espectadores hab$an cre$do al princi#
pio. El sonido que acababan de o$r no era el del bue! al chocar
con el hombre, sino el del *uerte golpe que ste hab$a propina#
do a un lado de la cabe"a del animal. El bue! al" su pesado
cuello de costado, dio media vuelta ! avan" en la direccin
contraria. 1penas hab$a recorrido die" pies cuando se detuvo
en seco, la saliva ca!ndole de la boca, todo su cuerpo temblo#
roso.
V%esmonta en seguida Vle dijo el hombre a 'ts(.
Los espectadores se agruparon a su alrededor e0citados,
mirando el pie del hombre, que pisaba con *irme"a la cuerda.
.na ve" desmontada ! a salvo, 'ts( hi"o una reverencia a
su salvador, aunque a/n estaba demasiado aturdida para saber
dnde estaba o qu estaba haciendo all$.
VX3or qu un animal tan tranquilo como ste se ha en*ure#
cido tantoY Vpregunt el hombre, mientras conduc$a el bue!
al lado de la carretera ! lo ataba a un rbol. 1l ver la sangre en
las patas del bue!, dijoVO Qa!a, Xqu es estoY 3ero si le han
hecho un corte... Ucon una espadaW
Mientras e0aminaba la herida ! *ar*ullaba, -imura +u,e#
,uro se abri paso entre el corro de gente ! les pidi que se
dispersaran.
VX8o eres t/ el a!udante del abad 4nshunY Vle pregunt,
incluso antes de que hubiera podido recobrar el aliento.
VZu suerte la m$a al encontrarte aqu$, se&or. 3recisa#
mente te traigo una carta del abad. +i no te importa, quisiera
pedirte que la leas de inmediato.
+ac la carta del estuche ! se la tendi a +u,e,uro.
VX3ara m$Y Vdijo el otro, sorprendido. Tras cerciorarse
de que no se trataba de ning/n error, la abri ! le!VO SCon
respecto a los samurais de Tsu,igase, desde nuestra conversa#
cin de a!er he comprobado que no son hombres del se&or
Todo, sino gentu"a, rnin e0pulsados de las ciudades, que se
han instalado ah$ para pasar el invierno. Me apresuro a in*or#
marte de este desdichado error por mi parteT.
>A@
V;racias Vdijo +u,e,uroV. Esto coincide con lo que he
sabido por otro conducto. %ile al abad que me siento mu! ali#
viado ! con*$o en que l lo est tambin.
V3erdname por entregar la carta en medio del camino.
Transmitir tu mensaje al abad. 1dis.
VEspera un momento. XCunto tiempo llevas en el 7"inY
V8o mucho.
VXCmo te llamasY
VTora".
VMe pregunto... Vmusit +u,e,uro, escrutando el rostro
del hombreV. X8o eres por casualidad 7amada Toranosu,eY
V8o.
V8o cono"co a 7amada, pero ha! un hombre en el castillo
el cual insiste en que 7amada sirve ahora como a!udante de
4nshun.
V+$, se&or.
VXEs un caso de identidad errneaY
Tora", rubori"ado, baj la vo".
VEn realidad, se&or, so! 7amada. 7e acudido al 7"in
por ra"ones personales. 1 *in de evitar ms deshonra a mi
maestro ! ma!or verg(en"a a m$ mismo, quisiera mantener mi
identidad secreta, si no te importa...
V8o te preocupes. 8o ten$a intencin de *isgar en tus
asuntos.
VEsto! seguro de que conoces lo ocurrido a Tadaa,i. El
hecho de que abandonara su escuela ! se retirase a las monta#
&as se debi a un error m$o. 7e renunciado a mi categor$a.
7acer trabajos secundarios en el templo ser una buena disci#
plina. 8o he dicho a los sacerdotes mi verdadero nombre.
Todo es mu! embara"oso.
VEl resultado de la pelea de Tadaa,i con -ojir no es nin#
g/n secreto. -ojir se lo cont a toda la gente con que se en#
contr entre Edo ! Bu"en. Entiendo que has resuelto limpiar
el nombre de tu maestro.
V.no de estos d$as... Qolver a verte, se&or.
Tora" se apresur a marcharse, como si no pudiera sopor#
tar un instante ms de conversacin.
>A>
>L La semilla
de c&amo
7!ogo estaba cada ve" ms preocupado. 3rimero hab$a ido
a la habitacin de 'ts( con una carta de Ta,uan en la mano, !
al no encontrarla all$ la hab$a buscado a *ondo por los terrenos
del castillo, con una inquietud creciente a medida que transcu#
rr$an las horas.
La carta, *echada el dcimo mes del a&o anterior pero reci#
bida con un retraso ine0plicable, mencionaba el inminente
nombramiento de Musashi como instructor del shogun. Ta#
,uan ped$a a 'ts( que acudiera a la capital lo antes posible,
puesto que Musashi pronto necesitar$a una casa as$ como Sal#
guien que cuide de ellaT. 7!ogo estaba ansioso por ver la e0#
presin del rostro de 'ts( cuando lo le!era.
1l no dar con ella, *inalmente *ue al portal para interrogar
al centinela, el cual le dijo que hab$an salido unos hombres a
buscarla. 7!ogo aspir hondo, alarmado, pues 'ts( no era una
persona que causara preocupaciones ! era mu! improbable
que se ausentara sin avisar. 8o sol$a actuar por impulso, ni si#
quiera en las cuestiones ms nimias.
8o obstante, antes de que empe"ara a imaginar lo peor,
recibi la noticia de que estaban de regreso, 'ts( con +u#
,e,ur ! .shinosu,e con los hombres enviados a Tsu,iga#
se. El muchacho pidi disculpas a todo el mundo, aunque na#
>AJ
die sab$a de qu se disculpaba, ! se apresur a marcharse,
V'!e, Xadonde crees que vasY Vle pregunt uno de los
servidores.
VTengo que regresar a 1ra,i. Mi madre se inquietar si no
vuelvo.
+u,e,uro intervino entoncesO
V+i intentas regresar ahora, esos rnin te apresarn ! no es
probable que te dejen con vida. Zudate aqu$ esta noche ! re#
gresa a casa por la ma&ana.
.shinosu,e musit una vaga aceptacin ! le dijeron que
*uese a un almacn de le&a en el recinto e0terior, donde dor#
m$an los aprendices de samurai.
7!go hi"o una se&a a 'ts(, la llev aparte ! le mostr lo
que Ta,uan hab$a escrito. 8o se sorprendi cuando ella dijoO
SMe marchar por la ma&anaT. .n pro*undo rubor revelaba
sus sentimientos.
Entonces 7!go le record la pr0ima visita de Munenori
! le sugiri que regresara a Edo con l, aunque sab$a mu! bien
qu responder$a la joven. 'ts( no estaba dispuesta a esperar
dos d$as ms, ! mucho menos otros dos meses. 7!ogo lo intent
de nuevo, dicindole que si aguardaba hasta despus del ser#
vicio */nebre podr$a viajar con l hasta 8ago!a, puesto que le
hab$an invitado a convertirse en vasallo del se&or To,uga2a
de '2ari. Cuando 'ts( volvi a declinar la o*erta, l le dijo
cunto le inquietaba la idea de que hiciera sola el largo viaje,
pues en todas las poblaciones ! posadas a lo largo del camino
se encontrar$a con inconvenientes, si no con autnticos peli#
gros.
Ella le sonri.
V3areces olvidar que esto! acostumbrada a viajar. 8o tie#
nes por qu preocuparte.
1quella noche, durante una modesta *iesta de despedida,
todos e0presaron el a*ecto que sent$an por 'ts(, ! a la ma&ana
siguiente, que era clara ! brillante, la *amilia ! los servidores se
congregaron en el portal principal para decirle adis.
+u,e,uro envi a un hombre en busca de .shinosu,e, pen#
sando que 'ts( podr$a montar en su bue! hasta .ji. Cuando el
hombre regres dicindole que, al *in ! al cabo, el muchacho
>AL
hab$a regresado a su aldea por la noche, +u,e,ur orden que
trajeran un caballo.
'ts( se consideraba de categor$a demasiado baja para reci#
bir tales *avores ! recha" la o*erta, pero 7!go insisti. El
caballo era gris moteado, ! lo trajo un aprendi" de samurai por
la suave pendiente hasta el portal e0terior.
7!go recorri un trecho ! se detuvo. 8o pod$a negarloO a
veces envidiaba a Musashi, como habr$a envidiado a cualquier
hombre al que 'ts( amara. Zue el cora"n de la joven perte#
neciera a otro no disminu$a el a*ecto que sent$a por ella. 7ab$a
sido una encantadora compa&era durante el viaje desde Edo, !
en las semanas ! meses posteriores le maravill la entrega con
que cuidaba de su abuelo. 1unque ms pro*undo que nunca, su
amor por ella era abnegado. +e,ish(sai le hab$a encargado que
la entregara sana ! salva a Musashi, ! 7!og se propon$a ha#
cerlo as$. 8o estaba en su naturale"a codiciar la buena suerte
de otro hombre ni pensar en privarle de ella. 8o pasaba por su
mente ning/n acto que estuviera al margen del Camino del +a#
murai. Cumplir con el deseo de su abuelo habr$a sido una e0#
presin de su amor.
Estaba sumido en su enso&acin cuando 'ts( se volvi e,
inclinando la cabe"a, repiti su agradecimiento a aquellas per#
sonas a*ectuosas. 1l proseguir su camino, ro" con unas *lores
de ciruelo. Mientras 7!go ve$a caer los ptalos, de una mane#
ra inconsciente, casi pod$a percibir su *ragancia. Ten$a la sensa#
cin de que estaba viendo a 'ts( por /ltima ve" ! hallaba con#
suelo en una plegaria silenciosa por la vida *utura de la joven.
3ermaneci all$ mirndola hasta que ella desapareci de su
vista.
V+e&or.
7!ogo se volvi ! una sonrisa apareci lentamente en su
rostro.
V1h, ests aqu$, .shinosu,e. Bien, bien. Tengo enten#
dido que anoche volviste a casa aunque te dijimos que no lo
hicieras.
V+$, se&or. Mi madre... VEstaba todav$a en una edad en
que pensar en separarse de su madre le pon$a al borde de las
lgrimas.
>AM
VEst bien. Es bueno que un chico cuide de su madre. 3ero,
dime, Xcmo lograste pasar entre esos rnin en Tsu,i#gaseY
V:ue mu! *cil.
VX1h, s$Y
El muchacho sonri.
V8o estaban all$. +e enteraron de que 'ts( pertenec$a al
castillo ! temieron que les atacaran. +upongo que se han ido al
otro lado de la monta&a.
VCa, ja. 8o tenemos que preocuparnos ms por ellos, Xver#
dadY X7as desa!unadoY
V8o Vdijo .shinosu,e, un poco a"oradoV. Me he levantado
temprano para coger patatas silvestres ! trarselas al maestro
-imura. +i te gustan, te traer tambin algunas.
V;racias.
VX+abes dnde est 'ts(Y
V1caba de marcharse hacia Edo.
VXEdoY Vrepiti el muchacho, ! a&adi vacilanteVO 8o s si
te habr dicho, o al maestro -imura, lo que le ped$.
VX) qu era elloY
VEsperaba que me permitieras ser a!udante de samurai.
VTodav$a eres demasiado joven para eso. Zui" cuando
cre"cas un poco ms.
V3ero quiero aprender esgrima. Ens&ame, por *avor. Tengo
que aprender mientras mi madre vive todav$a.
VX7as estudiado con alguienY
V8o, pero he practicado con mi espada de madera utili"ando
rboles ! animales.
VRsa es una buena manera de empe"ar. Cuando seas un poco
ma!or, puedes ir a 8ago!a ! reunirte conmigo. 3ronto ir a vivir
all$.
VEso est lejos, en '2ari, XverdadY 8o puedo ir tan lejos
mientras mi madre viva.
7!ogo, sintindose conmovido, le dijoO
VQen conmigo. V.shinosu,e le sigui en silencioV. 4remos
al ddjd ! comprobar si tienes la habilidad natural para convertirte
en un espadach$n.
VXEl djol
>AA
.shinosu,e se pregunt si estaba so&ando. %esde su pri#
mera in*ancia consideraba el dj del anciano )ag!( como un
s$mbolo de todas sus aspiraciones en el mundo. 1unque +u,e#
,uro le hab$a dicho que podr$a entrar en aquella sala, a/n no lo
hab$a hecho. U3ero ahora le invitaba un miembro de la *amiliaW
VLvate los pies.
V+$, se&or.
.shinosu,e *ue a un peque&o estanque cerca de la entrada
! se lav los pies con sumo cuidado, sin olvidar quitarse la su#
ciedad debajo de las u&as.
.na ve" en el interior de la sala, se sinti peque&o e insigni#
*icante. Las vigas ! el techo eran antiguos ! maci"os, el suelo
estaba pulimentado hasta darle un brillo en el que uno pod$a
ver su re*lejo como en un espejo. 4ncluso la vo" de 7!ogo
cuando le dijoO SCoge una espadaT, sonaba de un modo distinto.
.shinosu,e seleccion una espada de roble negro de entre
las armas colgadas en una pared. 7!ogo tom otra !, con la
punta dirigida hacia el suelo, se situ en el centro de la sala.
VXEsts preparadoY Vpregunt *r$amente.
V+$ Vdijo .shinosu,e, al"ando el arma al nivel del pecho.
7!ogo modi*ic ligeramente su posicin en diagonal. .shi#
nosu,e estaba eri"ado como un puerco esp$n. Ten$a las cejas
levantadas, con un *iero surco entre ambas, ! el pulso le lat$a
con *uer"a. Cuando 7!go indic con un movimiento de los
ojos que estaba a punto de atacar, .shinosu,e solt un gru&i#
do. %ando *uertes pisadas en el suelo, 7!go avan" con rapi#
de" ! golpe lateralmente la cintura de .shinosu,e.
VUTodav$a noW Vgrit el muchacho.
Como si alejara el suelo de una patada, salt en el aire ! su
pie rebas el hombro de 7!go. Rste e0tendi la mano i"#
quierda ! con un ligero movimiento impuls el pie del chiquillo
hacia arriba. .shinosu,e dio una voltereta ! aterri" detrs de
7!go. +e levant en un instante ! corri a recoger su espada.
VEs su*iciente Vdijo 7!go.
VU8o, una ve" msW
.shinosu,e tom su espada, la sostuvo alta por encima de la
cabe"a con ambas manos ! vol como un guila hacia 7!go.
El arma de ste, apuntada directamente al atacante, le detuvo
>A?
en seco. Qio la e0presin en los ojos de 7!ogo ! los su!os se
llenaron de lgrimas.
SEste chico tiene esp$rituT, pens 7!go, pero *ingi que
estaba en*adado.
VEsts jugando sucio Vle gritV. 7as saltado por encima
de mi hombro.
.shinosu,e no supo qu responderle.
V8o comprendes cul es tu categor$a..., Utomarte liberta#
des con tus superioresW +intate ah$.
El chico se arrodill ! e0tendi las manos delante de l, en
un gesto de disculpa. Cuando se le apro0im, 7!ogo solt el
arma de madera ! desenvain su propia espada.
V1hora te matar. 8o te molestes en gritar.
VXMa... matarmeY
VEstira el cuello. 3ara un samurai, nada es ms importante
que regirse por las reglas de la conducta apropiada. 1unque
slo seas un campesino, lo que has hecho es imperdonable.
VXQas a matarme slo por haber cometido una *altaY
V1s$ es.
Tras mirar al samurai un momento, .shinosu,e adopt una
e0presin resignada, al" las manos en direccin a su aldea ! dijoO
VMadre, vo! a *ormar parte del suelo, aqu$, en el castillo.
+ que te sientes mu! triste. 3erdname por no haber sido un
buen hijo.
Entonces, obedientemente, e0tendi el cuello.
7!go se ech a re$r ! envain de nuevo la espada.
V8o creers que realmente matar$a a un chico como t/,
XverdadY Vle dijo, al tiempo que le daba unas palmadas en el
hombro.
VX8o lo dec$as en serioY
V8o.
V7as dicho que la conducta apropiada es importante. XEs
correcto que un samurai haga esa clase de bromasY
V8o era ninguna broma. +i vas a adiestrarte para ser un
samurai, he de saber de qu madera ests hecho.
VCre$ que hablabas en serio Vdijo .shinosu,e, cu!a res#
piracin hab$a vuelto a la normalidad.
VMe has dicho que no has recibido lecciones Vdijo 7!#
>AN
goV. 3ero cuando te obligu a ir al e0tremo de la sala, saltaste
sobre mi hombro. 8o muchos alumnos, ni siquiera con tres o cua#
tro a&os de adiestramiento, podr$an ejecutar esa clase de treta.
V3ero nunca he estudiado con nadie.
V8o tienes por qu ocultarlo. %ebes de haber tenido un
maestro, ! bueno por cierto. XZuin eraY
El muchacho se qued un momento pensativo ! entonces
dijoO
V1h, !a recuerdo cmo aprend$ eso.
VXZuin te lo ense&Y
V8o *ue un ser humano.
VX.n duende tal ve"Y
V8o, una semilla de c&amo.
#XZuY
V.na semilla de c&amo.
VXCmo podr$as aprender de una semilla de c&amoY
VBueno, all arriba, en las monta&as, ha! algunos lucha#
dores de sos..., !a sabes, los que parecen es*umarse delante de
tus mismos ojos. 7e visto cmo se adiestraban en un par de
ocasiones.
VTe re*ieres a los ninja, XverdadY Los que has visto deben
de pertenecer al grupo de 4ga. 3ero Xqu tiene eso que ver con
una semilla de c&amoY
VQers, despus de plantar el c&amo, en primavera, no
pasa mucho tiempo antes de que salga el brote.
VX) quY
V+altas por encima. Cada d$a practicas saltando adelante !
atrs. Cuando aumenta el calor, el brote crece ms rpido, no
ha! ninguna otra planta que cre"ca con tanta rapide", as$ que
cada d$a tienes que saltar ms alto. +i no practicas a diario,
pronto el c&amo es tan alto que no puedes saltar por encima.
VComprendo.
VLo he hecho en los dos /ltimos a&os, desde la primavera
hasta el oto&o.
En aquel momento +u,e,ur entr en el dj ! dijoO
V7!go, ha llegado otra carta de Edo.
Tras leer la misiva, 7!go inquiriO
V'ts( no puede haber ido mu! lejos, XverdadY
>AH
V3robablemente no ms de cinco millas. X7a ocurrido
algoY
V+$. Ta,uan dice que el nombramiento de Musashi ha sido
cancelado. 1l parecer, tienen dudas sobre su carcter. 8o creo
que debamos permitir que 'ts( prosiga el viaje a Edo sin ad#
vertirla.
V4r !o.
V8o. 4r !o mismo.
7aciendo una inclinacin de cabe"a a .shinosu,e, 7!ogo
sali del djo ! *ue directamente al establo.
Estaba a medio camino de .ji cuando empe" a cambiar de
idea. El hecho de que Musashi no hubiera recibido el nombra#
miento no le importar$a a 'ts(, pues ella pensaba slo en el
hombre ! no en su categor$a. 1un cuando 7!go lograra per#
suadirla para que se quedase un poco ms en -o!ag!(, sin du#
da ella querr$a proseguir su camino a Edo. X3or qu amargarle
el viaje dndole la mala noticiaY
%io media vuelta hacia -o!ag!( ! avan" ms despacio, al
trote. 1unque parec$a estar en pa" con el mundo, en realidad
una *ero" batalla se libraba en su cora"n. U'jal pudiera ver a
'ts( una ve" msW Ten$a que admitir que sa era la /nica ra"n
para ir en pos de ella, pero era una admisin secreta que no
revelar$a a nadie.
7!go procuraba re*renar sus emociones. Los guerreros
ten$an momentos de debilidad, momentos absurdos, como
todo el mundo. 8o obstante, su deber, como el de todo samu#
rai, estaba claroO perseverar hasta que llegase a un estado de
equilibrio estoico. .na ve" hubiera cru"ado la barrera de la
ilusin, su alma ser$a ligera ! libre, abrir$a los ojos a los verdes
sauces que le rodeaban, a cada bri"na de hierba. El amor no
era la /nica emocin capa" de encender el cora"n de un samu#
rai. El su!o era otro mundo. En una poca vida de jvenes
con talento, uno no ten$a tiempo para distraerse contemplando
una *lor al lado del camino. Lo importante, tal como 7!ogo lo
ve$a, era hallarse en el lugar apropiado para montar en la ola
de los tiempos.
>AI
VToda una muchedumbre, XehY Vobserv 7!ogo jovial#
mente.
V+$, en 8ara no ha! muchos d$as tan buenos como ste
Vreplic +u,e,ur.
VEs como una e0cursin al aire libre.
1 pocos pasos detrs de ellos estaba .shinosu,e, a quien
7!ogo hab$a cobrado gran a*ecto. 1hora el muchacho acud$a
al castillo ms a menudo e iba camino de convertirse en un
a!udante permanente. Llevaba las cajas de comida a la espalda
!, atadas al obi, unas sandalias de repuesto para 7!ogo.
+e hallaban en un campo abierto en medio de la ciudad. 1
un lado, la pagoda de cinco pisos del -o*u,uji se al"aba por
encima de los rboles cincundantes. 1l otro lado del campo se
ve$an las casas de los sacerdotes budistas ! shinto$stas. 1unque
el d$a era brillante ! la atms*era primaveral, una leve bruma
se cern$a sobre las "onas ms bajas, donde viv$an los habitantes
de la ciudad. La multitud, entre cuatrocientas ! quinientas per#
sonas, no parec$a tan grande debido a la vastedad del campo.
1lgunos de los ciervos, por los que 8ara era *amosa, se abr$an
paso empujando con el morro entre los espectadores, hus#
meando sabrosos tro"os de comida aqu$ ! all.
V1/n no han terminado, XverdadY Vpregunt 7!ogo.
V8o Vdijo +u,e,urV. 3arece que se han tomado tiem#
po libre para comer.
VU1s$ que hasta los sacerdotes tienen que comerW
+u,e,ur se ech a re$r.
4ba a celebrarse alguna clase de espectculo. Las ciudades
ms grandes ten$an teatros, pero en 8ara ! las ciudades ms
peque&as los espectculos ten$an lugar al aire libre. Magos,
dan"arines, titiriteros, as$ como arqueros ! espadachines, to#
dos actuaban bajo el cielo. 3ero la atraccin de aquel d$a era
algo ms que un simple entretenimiento. Cada a&o los sacer#
dotes lanceros del 7"in celebraban un torneo, en el cual
decid$an el orden para sentarse en el templo. Como actuaban
en p/blico, los competidores luchaban con denuedo, ! los
encuentros sol$an ser violentos ! espectaculares. %elante del
-o*u,uji hab$a un letrero seg/n el cual el torneo estaba abier#
to a todos los seguidores de las artes marciales, pero eran
>?@
mu! pocos los que se atrev$an a medirse con los sacerdotes
lanceros.
VX3or qu no nos sentamos en alg/n sitio a comerY Vdijo
7!goV. 3arece ser que ha! mucho tiempo por delante.
VX%nde habr un buen lugarY Vpregunt +u,e,ur, mi#
rando a su alrededor.
V1ll$ Vdijo .shinosu,eV. +intate encima de esto.
+e&al un tro"o de estera de juncos que hab$a cogido en
alguna parte ! lo e0tendi en un mont$culo de suave contorno.
7!go admiraba la inventiva del muchacho !, en general, le
satis*ac$a que cuidara de sus necesidades, aunque no conside#
raba la solicitud como una cualidad ideal para un *uturo sa#
murai.
%espus de acomodarse, .shinosu,e reparti su sencillo
condumioO bolas de arro" sin re*inar, cidos encurtidos de ci#
ruela ! pasta de jud$as dul"ona, todo ello envuelto en hojas de
bamb/ secas para *acilitar su transporte.
V.shinosu,e Vdijo +u,e,urV, corre a esos sacerdotes
de ah$ ! p$deles t, pero no les digas para quin es.
V+er$a un *astidio que vinieran a presentar sus respetos
Va&adi 7!go, que se hab$a bajado sobre el rostro el som#
brero de juncos.
Los rasgos de +u,e,ur estaban bastante ocultos por un
pa&uelo grande del tipo que usaban los sacerdotes.
Cuando .shinosu,e se levant, otro muchacho, a unos cin#
cuenta pies de distancia, dec$aO
V8o lo entiendo. La esterilla estaba aqu$.
V'lv$dalo, 4ori Vdijo ;onnosu,eV. 8o es una gran pr#
dida.
V1lguien debe de haberla robado. X3or qu crees que ha#
r$a semejante cosaY
V8o te preocupes por eso.
;onnosu,e se sent en la hierba, sac su pincel ! tinta !
empe" a anotar sus gastos en un cuadernillo, un hbito que
hab$a adquirido recientemente de 4ori.
En determinados aspectos, 4ori era demasiado serio para su
edad. 3restaba mucha atencin a sus *inan"as personales, nunca
desperdiciaba nada, era meticulosamente pulcro ! se sent$a agra#
>?>
decido por cada cuenco de arro" ! cada d$a soleado. En una
palabra, era e0igente, ! miraba con desdn a quienes no lo eran.
7acia cualquiera que birlara la propiedad de otra persona,
aunque no *uese ms que un barato tro"o de estera, no sent$a
ms que desprecio.
V1h, !a lo veo VgritV. Esos hombres de ah$ lo han co#
gido. UEh, vosotrosW
Corri hacia ellos, pero se detuvo a unos die" pasos para
pensar qu iba a decirles, ! entonces se encontr *rente a .shi#
nosu,e.
VXZu quieresY Vle pregunt ste en tono desabrido.
VXCmo que qu quieroY Vreplic 4ori en el mismo tono.
Mirndole con la *rialdad que los campesinos reservan para
los *orasteros, .shinosu,e le dijoO
VUEres t/ el que nos ha llamadoW
VUZuien coge una cosa de otro ! se larga es un ladrnW
VXLadrnY UZu dices, hijo de perraW
VEsa esterilla es nuestra.
VXEsterillaY 7e encontrado ese andrajo tirado en el suelo.
XTe has molestado slo por esoY
V.na estera es importante para un viajero Vreplic 4ori
en un tono bastante pomposoV. Le protege de la lluvia, le sir#
ve para dormir, es mu! /til. U%evulvemelaW
VU3uedes quedrtela, pero primero retira eso de que so!
un ladrnW
V8o tengo que pedir disculpas por recuperar lo que nos
pertenece. U+i no me la devuelves, la coger !o mismoW
V4ntntalo. +o! .shinosu,e de 1ra,i ! no esto! dispuesto
a dejarme avasallar por un enano como t/. +o! el disc$pulo de
un samurai.
V1puesto a que s$ Vdijo 4ori, irguindose un poco msV.
7ablas mucho con toda esta gente alrededor, pero no te atre#
ver$as a luchar conmigo si estuviramos solos.
VU8o olvidar esoW
VQe all$ ms tarde.
VX%ndeY
V1l lado de la pagoda. Qe solo.
Los dos muchachos se separaron. .shinosu,e *ue en busca
>?J
del t, ! cuando regres con un recipiente de barro los encuen#
tros se hab$an reanudado. .shinosu,e, de pie en el gran c$rculo
de espectadores, miraba morda"mente a 4ori, desa*indole con
los ojos. La mirada de 4ori le respond$a. 1mbos cre$an que ga#
nar era lo /nico que importaba.
La ruidosa multitud se mov$a a uno ! otro lado, al"ando
nubes de polvo amarillo. En el centro del c$rculo hab$a un
sacerdote con una lan"a tan larga como una prtiga para ca"ar
aves. .no tras otro, los rivales se adelantaron ! le desa*iaron.
El sacerdote lancero los venci a todos, derribando a unos, ha#
ciendo volar a otros.
VUQamos, adelanteW Vgrit, pero *inalmente no sali nin#
g/n otro contrincanteV. +i no ha! nadie ms, vo! a marchar#
me. X7a! alguna objecin a que !o, 8an,obo, sea declarado el
ganadorY
Tras estudiar con 4nEei, hab$a creado un estilo propio ! aho#
ra era el principal rival de 4nshun, quien aquel d$a estaba au#
sente, prete0tando una en*ermedad. 8adie sab$a si tem$a a
8an,obo o pre*er$a evitar un con*licto.
Como nadie se adelantaba, el *ornido sacerdote baj la lan#
"a, sostenindola hori"ontalmente, ! anunciO
V8o ha! ning/n retador.
VEspera Vdijo un sacerdote, corriendo hasta llegar *rente
a 8an,oboV. +o! %aun, un disc$pulo de 4nshun. Te desa*$o.
V3reprate.
Tras hacer mutuas reverencias, los dos hombres se separa#
ron de un salto. +us dos lan"as se miraron como seres vivos
durante tanto rato que la multitud, aburrida, empe" a gritar
para que entraran en accin. El griter$o ces de repente. La
lan"a de 8an,obo golpe la cabe"a de %aun con un ruido sor#
do !, como un espantapjaros derribado por el viento, el hom#
bre se inclin lentamente a un lado ! luego ca! bruscamente
al suelo. Tres o cuatro lanceros echaron a correr, pero no para
vengarse sino tan slo para retirar el cuerpo a rastras.
Con gesto arrogante, 8an,obo ech atrs los hombros !
e0amin a la muchedumbre.
V3arece ser que quedan unos pocos hombres valientes. +i
en verdad los ha!, que salgan.
>?L
.n sacerdote de la monta&a sali por detrs de una tienda
de campa&a, descarg el arca de viaje que llevaba a la espalda !
preguntO
VXEl torneo est slo abierto a los lanceros del 7"inY
V8o Vcorearon los sacerdotes del templo.
El sacerdote hi"o una reverencia.
VEn ese caso, me gustar$a intentarlo. X1lguien puede
prestarme una espada de maderaY
7!go mir de sosla!o a +u,e,ur ! comentO
VEsto se est poniendo interesante.
V1s$ es.
VEl resultado es evidente.
V8o creo que e0ista la menor posibilidad de que 8an,b
pierda.
V8o me re*iero a eso. 8o creo que 8an,b acceda a lu#
char. +i lo hace, perder.
+u,e,ur pareci perplejo, pero no pidi una e0plicacin.
1lguien dio una espada de madera al sacerdote vagabundo.
Rste se acerc a 8an,b, hi"o una reverencia ! *ormul su
desa*$o. Era un hombre de unos cuarenta a&os, pero su cuerpo,
como un muelle de acero, no parec$a haberse adiestrado a la
manera asctica de los sacerdotes de monta&a, sino en el cam#
po de batalla. %eb$a de haberse en*rentado a la muerte muchas
veces ! estar$a dispuesto a aceptarla *ilos*icamente. 7ablaba
con suavidad ! la e0presin de sus ojos era serena.
1 pesar de su arrogancia, 8an,ob no era un necio.
VXEres *orasteroY Vle pregunt sin motivo aparente.
V+$ Vrespondi el retador, haciendo otra reverencia.
VEspera un momento. V8an,ob ve$a dos cosas con cla#
ridadO su tcnica qui" era mejor que la del sacerdote, pero a la
larga no podr$a ganarle. 8o eran pocos los guerreros clebres,
derrotados en +e,igahara, que a/n viv$an dis*ra"ados de sacer#
dotes errantes. ) l no pod$a saber quin era aquel hombreV.
8o puedo luchar con un *orastero Vdijo por *in, sacudiendo la
cabe"a.
V1cabo de preguntar por las reglas ! me han dicho que no
ha! inconveniente alguno.
V3uede que sea as$ con los dems, pero !o no lucho con
>?M
*orasteros. Cuando peleo no lo hago con el objetivo de derro#
tar a mi contrario. Es una actividad religiosa, en la que discipli#
no mi alma por medio de la lan"a.
VComprendo Vdijo el sacerdote con una risita.
3arec$a a punto de decir algo ms, pero titube. Tras re*le#
0ionar un momento, se retir del c$rculo, devolvi la espada de
madera ! desapareci.
8an,ob eligi aquel momento para marcharse, haciendo
caso omiso de los comentarios que susurraba la gente, pues
consideraban su retirada como una cobard$a. +eguido de dos o
tres disc$pulos, se alej con paso majestuoso, como un general
conquistador.
VXZu te he dichoY Vdijo 7!go.
VEstabas totalmente en lo cierto.
V+in duda ese hombre es uno de los que se ocultan en el
monte -udo. Cambia su t/nica blanca ! su pa&uelo por un cas#
co ! una armadura ! te encontrars ante uno de los grandes
espadachines de hace pocos a&os.
Cuando la multitud se dispers, +u,e,ur empe" a mirar
a su alrededor, en busca de .shinosu,e, pero no le encontr. 1
una se&al de 4ori, el muchacho hab$a ido a la pagoda, donde
ahora los dos se miraban *ieramente.
V8o me culpes si te mato Vle dijo 4ori.
VEres un boca"as Vreplic .shinosu,e, cogiendo un palo
para usarlo como arma.
+osteniendo la espada en alto, 4ori se lan" al ataque. .shi#
nosu,e retrocedi de un salto. Cre!endo que le ten$a miedo,
4ori corri directamente hacia l. .shinosu,e dio un gran sal#
to, alcan"ndole con el pie en un lado de la cabe"a. 4ori se llev
la mano a la cabe"a ! ca! al suelo. +e recuper en seguida ! en
un instante volvi a estar en pie. Los dos muchachos se en*ren#
taron con sus armas al"adas.
'lvidando lo que Musashi ! ;onnosu,e le hab$an ense&a#
do, 4ori atac con los ojos cerrados. .shinosu,e se movi lige#
ramente a un lado ! le golpe con el palo.
4ori qued tendido boca abajo, gimiendo, a*errando toda#
v$a la espada.
VUCaW 7e ganado Vgrit .shinosu,e. Entonces, al ver que
>?A
4ori no se mov$a en absoluto, sinti miedo ! ech a correr.
VU8o, no hu!asW Vrugi ;onnosu,e.
+u bastn de cuatro pies de longitud alcan" al muchacho
en la cadera.
.shinosu,e ca! lan"ando un grito de dolor, pero tras mi#
rar un instante a ;onnosu,e, se levant ! corri como un cone#
jo, hasta que trope" con +u,e,uro.
VU.shinosu,eW XZu ocurre aqu$Y
.shinosu,e se apresur a esconderse detrs de +u,e,uro, de#
jando al samurai cara a cara con ;onnosu,e. 3or un momento
pareci que el con*licto ser$a inevitable. +u,e,ur cerr la mano
en la empu&adura de su espada\ ;onnosu,e apret su bastn.
VXTe importar$a decirme por qu persigues a un chiquillo
como si quisieras matarleY Vle pregunt +u,e,ur.
V1ntes de responder, perm$teme que te haga una pregun#
ta. XLe has visto derribar a ese muchachoY
VXEst contigoY
V+$. XEs ste uno de tus a!udantesY
V8o lo es o*icialmente. VMirando con severidad a .shi#
nosu,e, le preguntVO X3or qu has golpeado a ese chico !
luego has huidoY %i la verdad ahora mismo.
1ntes de que .shinosu,e pudiera abrir la boca, 4ori al" la
cabe"a ! gritO
V7a sido un combate. V4rguindose dolorosamente hasta
quedar sentado, a&adiVO Libramos un combate ! he perdido.
VX's habis desa*iado mutuamente de la manera apropia#
da ! habis convenido en lucharY Vpregunt ;onnosu,e. La
e0presin de sus ojos, que miraban alternativamente a los dos
adolescentes, era un tanto risue&a.
.shinosu,e, pro*undamente a"orado, respondiO
V8o sab$a que la esterilla era su!a cuando la cog$.
Los dos hombres se sonrieron, ambos conscientes de que si
no hubieran actuado con prudencia, un asunto trivial, in*antil,
podr$a haber terminado en derramamiento de sangre.
VLo lamento mucho Vdijo +u,e,ur.
V)o tambin. Espero que me perdones.
V1sunto "anjado. Mi maestro nos est esperando, ser
mejor que nos marchemos.
>??
+alieron del portal riendo. ;onnosu,e e 4ori *ueron por la
i"quierda, +u,e,ur ! .shinosu,e por la derecha.
Entonces ;onnosu,e se volvi ! dijoO
VX3odr$a preguntarte algoY +i seguimos este camino todo
derecho, Xnos llevar al castillo de -o!ag!(Y
+u,e,ur se acerc a ;onnosu,e ! poco despus, cuando
7!ogo se reuni con ellos, le dijo quines eran los viajeros !
por qu estaban all$.
7!ogo suspir, apenado.
VEs una lstima. 'jal hubieras venido hace tres semanas,
antes de que 'ts( partiera para reunirse con Musashi en Edo.
VRl no est en Edo Vdijo ;onnosu,eV. 8adie sabe dn#
de se encuentra, ni siquiera sus amigos.
VXZu har 'ts( ahoraY Vinquiri 7!ogo, lamentando
no haber tra$do a la joven de regreso a -o!ag!(.
1unque reten$a las lgrimas, 4ori deseaba irse a alguna par#
te donde pudiera estar a solas ! llorar hasta hartarse. 1ntes,
durante el tra!ecto desde el castillo, el chico hab$a hablado sin
cesar de un encuentro con 'ts(, o as$ le hab$a parecido a ;on#
nosu,e. Cuando la conversacin de los hombres se centr en
los acontecimientos que ten$an lugar en Edo, el muchacho em#
pe" a quedarse re"agado. 7!ogo pidi a ;onnosu,e ms in#
*ormacin sobre Musashi, nuevas acerca de su t$o, detalles de
la desaparicin de 'no Tadaa,i. 8i sus preguntas ni el caudal
de noticias de ;onnosu,e parec$an tener *inal.
VX1donde vasY Vle pregunt .shinosu,e a 4ori. +e le ha#
b$a acercado por detrs ! le puso una mano, amigablemente,
en el hombroV. XEsts llorandoY
VClaro que no Vdijo 4ori, pero las lgrimas se desli"aban
por su rostro mientras sacud$a la cabe"a.
V7ummm... X+abes desenterrar patatas silvestresY
V8aturalmente.
VMira, all$ ha! unas cuantas patatas. XQamos a ver quin
las saca ms rpidoY
4ori acept el desa*$o, ! se pusieron a cavar.
Empe"aba a oscurecer, ! como todav$a quedaba mucho de que
hablar, 7!go inst a ;onnosu,e para que pasara unos d$as en el
castillo. +in embargo, ;onnosu,e pre*iri continuar su viaje.
>?N
Cuando se estaban despidiendo, observaron que los chicos
*altaban de nuevo. 1l cabo de un momento, +u,e,uro les se#
&al ! dijoO
VMira, all$ estn. 3arece que estn cavando.
4ori ! .shinosu,e estaban absortos en la tarea, la cual, de#
bido al carcter quebradi"o de las ra$ces, requer$a cavar cuida#
dosamente a gran pro*undidad. Los hombres, divertidos ante
tanta concentracin, se acercaron silenciosamente por detrs
de ellos ! les observaron durante varios minutos antes de que
.shinosu,e al"ara la cabe"a ! les viera. 1hog un grito de sor#
presa, e 4ori se volvi ! sonri. Entonces redoblaron sus es*uer#
"os.
V)a la tengo Vdijo .shinosu,e.
E0trajo una larga patata ! la deposit en el suelo.
1l ver el bra"o de 4ori metido en el agujero hasta el hom#
bro, ;onnosu,e le dijo con impacienciaO
V+i no terminas pronto, me marchar solo.
4ori se llev la mano a la cadera, como un anciano campesi#
no, ! se endere" con di*icultad.
V8o puedo hacerlo VdijoV. Me llevar$a el resto del d$a.
Con una e0presin resignada en su semblante, se sacudi la
tierra del ,imono.
VX8o puedes sacar la patata despus de haber cavado tan#
toY Vle pregunt .shinosu,eV. Bueno, la sacar por ti.
V8o Vdijo 4ori, retirando la mano de .shinosu,eV. +e
romper. VEntonces volvi a llenar el agujero de tierra ! gol#
pe la super*icie hasta alisarla.
V1dis Vdijo .shinosu,e.
Con ademn orgulloso, se ech al hombro aquella patata
grande ! larga, revelando inadvertidamente que la punta es#
taba rota.
1l ver esto, 7!go comentO
V7as perdido. 3uede que ha!as ganado la pelea, pero es#
ts descali*icado en el concurso de recogedores de patatas sil#
vestres.
>?H
>M Barrenderos !
vendedores
Las *lores de cere"o, pasada !a su poca de esplendor, es#
taban plidas ! las *lores de cardo se marchitaban, una deca#
dencia que hac$a pensar en la poca, siglos atrs, cuando 8ara
era la capital del pa$s. El calor era un poco *uerte para andar,
pero ni ;onnosu,e ni 4ori se cansaban del camino.
4ori tir de la manga de ;onnosu,e ! le dijo preocupadoO
VEse hombre todav$a nos sigue.
;onnosu,e mantuvo la vista adelante ! replicO
V7a" como si no le vieras.
VLo tenemos detrs desde que salimos del -*u,uji.
V7umm.
V) estaba en la posada donde nos alojbamos, Xno es ciertoY
V8o te preocupes por eso. 8o tenemos nada que mere"ca
la pena robar.
VUTenemos nuestras vidasW 8o puedes decir que eso no es
nada.
VCa, ja. )o guardo mi vida cerrada bajo llave. X) t/Y
V3uedo cuidar de m$ mismo Vdijo 4ori, cerrando la mano
i"quierda sobre la empu&adura de su espada envainada.
;onnosu,e sab$a que el hombre era el sacerdote de monta#
&a que hab$a desa*iado a 8an,obo el d$a anterior, pero no po#
d$a imaginar por qu les estaba siguiendo.
>?I
4ori mir de nuevo atrs.
V)a no est ah$.
;onnosu,e mir tambin.
V3robablemente se ha cansado. V1spir hondo ! a&a#
diVO 3ero as$ me siento mejor.
1quella noche pernoctaron en una casa de campo, ! a la
ma&ana siguiente, temprano, llegaron a 1mano, en -a2achi.
Era un pueblecito de casas de aleros bajos, detrs de las cuales
corr$a un arro!o de agua cristalina de monta&a. ;onnosu,e
hab$a ido all$ para pedir que colocaran la tablilla *uneraria de
su madre en el -ongoji, el llamado monte -o!a de las mujeres,
pero antes quer$a buscar a una mujer llamada 'an, a quien
conoc$a desde su in*ancia, para pedirle que se encargara de
quemar incienso ante la tabula de ve" en cuando. +i no la en#
contraba, se propon$a ir al monte -o!a, el lugar de enterra#
miento de los ricos ! poderosos. Con*iaba en no tener que ha#
cerlo, pues all$ se sentir$a como un pordiosero.
3regunt a la esposa de un tendero ! se enter de que 'an
era la esposa de un *abricante de sa,e llamado Toro,u, ! su
casa la cuarta a la derecha pasado el portal del templo.
1l cru"ar el portal, ;onnosu,e dud de que la mujer supie#
ra de qu hablaba, pues hab$a un letrero seg/n el cual no se
pod$a entrar con sa,e ! puerros en el sagrado recinto. XCmo
pod$a haber all$ una manu*actura de sa,eY
El mismo Toro,u aclar este peque&o misterio aquella no#
che. El hombre les hab$a dado una clida acogida ! en seguida
convino en que hablar$a con el abad acerca de la tablilla *une#
raria. Toro,u dijo que en cierta ocasin To!otomi 7ide!oshi
hab$a saboreado el sa,e *abricado para uso del templo ! e0pre#
s su admiracin por el brebaje. Entonces los sacerdotes es#
tablecieron la peque&a *brica de sa,e con destino a 7ide!oshi
! los dems daim!o que contribu$an al mantenimiento del tem#
plo. La produccin baj un poco despus de la muerte de 7i#
de!oshi, pero el templo segu$a suministrando su sa,e a varios
bene*actores especiales.
1 la ma&ana siguiente, cuando ;onnosu,e e 4ori se des#
pertaron, Toro,u !a se hab$a ido. Degres poco despus del
mediod$a ! dijo que todo estaba arreglado.
>N@
El -ongoji se hallaba en el valle del r$o 1mano, entre picos
color de jade. ;onnosu,e, 4ori ! Tro,u se detuvieron un mo#
mento en el puente que conduc$a a la entrada principal. En el
agua, debajo del puente, *lotaban *lores de cere"o. ;onnosu,e
endere" los hombros ! pareci adoptar una actitud de reve#
rencia. 4ori se alis el cuello del ,imono.
1l apro0imarse al pabelln principal, sali a recibirles el
abad, un hombre alto ! bastante robusto vestido con una t/ni#
ca de sacerdote ordinario. 8o habr$a parecido sorprendente
que completara su atuendo un sombrero de juncos desgarrado
! un largo bastn.
VXEs ste el hombre que quiere que se celebre un servicio
por su madreY Vpregunt en tono amistoso.
V+$, se&or Vreplic Toro,u, postrndose en el suelo.
;onnosu,e hab$a esperado encontrarse con un religioso de
semblante severo vestido con brocado de oro, ! salud al abad
un tanto con*uso. 7i"o una reverencia ! vio que el sacerdote
bajaba del porche, se cal"aba los grandes pies con unas sucias
sandalias de paja ! se acercaba hasta detenerse ante l. Con el
rosario en la mano, el abad les indic que le siguieran, ! un
joven sacerdote se coloc detrs de ellos.
3asaron por delante del pabelln de )a,ushi, el re*ectorio,
la pagoda del tesoro, de un solo piso, ! los aposentos de los
sacerdotes. Cuando llegaron al pabelln de %ainichi, el joven
sacerdote se adelant ! habl con el abad. Rste asinti ! el
sacerdote abri la puerta con una llave enorme.
;onnosu,e e 4ori entraron juntos en la gran sala ! se arro#
dillaron ante el estrado de los sacerdotes. 1 die" pies por enci#
ma del estrado se al"aba una enorme estatua dorada de %aini#
chi, el Buda universal de las sectas esotricas. 3oco despus el
abad sali por detrs del altar, vestido con el hbito ceremo#
nial, ! se acomod en el estrado. Comen" el cntico de los
sutras, ! pareci trans*ormarse sutilmente en un digno sumo
sacerdote. +u postura erguida, la cuadratura de los hombros,
evidenciaban su autoridad.
;onnosu,e junt las manos. .na nubcula pareci pasar
ante sus ojos ! de ella emergi una imagen del puerto de mon#
ta&a de +hiojiri, donde l ! Musashi se en*rentaron. +u madre
>N>
estaba sentada a un lado, recta como una tabla ! con semblante
preocupado, e0actamente tal como estaba cuando pronunci
la palabra que salv a ;onnosu,e en aquella pelea.
SMadre VpensV, no tienes que preocuparte por mi *utu#
ro. Musashi ha consentido en ser mi maestro. 8o est lejos el
d$a en que podr establecer mi propia escuela. 3or mu! revuel#
to que est el mundo, no me desviar del Camino ni tampoco
descuidar mis deberes *iliales...T
Cuando ;onnosu,e sali de su enso&acin, el cntico ha#
b$a cesado ! el abad se hab$a ido. 1 su lado, 4ori estaba senta#
do, inmvil, la mirada *ija en la cara de %ainichi, un milagro
de sensibilidad escultrica tallado por el gran .n,ei en el si#
glo P444.
VX3or qu miras as$, 4oriY
+in mover los ojos, el muchacho respondiO
VEs mi hermana. Ese Buda se parece a mi hermana.
;onnosu,e se ech a re$r.
VX%e qu ests hablandoY 8unca la has visto. 1dems,
ning/n ser humano podr$a tener nunca la piedad ! la serenidad
de %ainichi.
4ori sacudi la cabe"a vigorosamente.
VLa he visto, cerca de la residencia del se&or )ag!( en
Edo, ! he hablado con ella. Entonces no sab$a que era mi her#
mana, pero ahora, mientras el abad cantaba, la cara del Buda
se ha trans*ormado en la su!a. 3arec$a decirme algo.
+alieron ! se sentaron en el porche, reacios a romper el he#
chi"o de las visiones que hab$an e0perimentado.
VEl servicio */nebre era por mi madre Vdijo ;onnosu,e
pensativamenteV. 3ero tambin ha sido un buen d$a para los
vivos. 1qu$ sentados, en medio de esta pa", resulta di*$cil creer
que e0istan luchas ! derramamiento de sangre.
La aguja metlica de la pagoda del tesoro brillaba como
una espada enjo!ada bajo los ra!os del sol poniente. Todos los
dems edi*icios estaban sumidos en sombras pro*undas. 1 lo
largo del oscuro sendero que, por una cuesta empinada, condu#
c$a a una casa de t de estilo Muromachi ! un peque&o mauso#
leo, se alineaban *aroles de piedra.
Cerca de la casa de t, una monja anciana con la cabe"a
>NJ
cubierta por un pa&uelo blanco de seda ! un hombre rolli"o de
unos cincuenta a&os estaban barriendo las hojas ca$das con es#
cobas de paja.
V+upongo que est mejor que antes Vdijo la monja, suspi#
rando.
3ocas personas iban a aquella parte del templo, ni siquiera para
limpiar la acumulacin de hojas ! esqueletos de aves durante el
invierno.
V%ebes de estar *atigada, madre Vdijo el hombreV. X3or
qu no te sientas ! descansasY )o terminar la limpie"a.
Qest$a un sencillo ,imono de algodn, manto sin mangas,
sandalias de paja ! calcetines de cuero con un dibujo de *lores de
cere"o. Llevaba al cinto una espada corta con la empu&adura sin
adornar, hecha de piel de tiburn.
V8o esto! *atigada Vreplic ella con una risitaV. 3ero X! t/Y
8o ests acostumbrado a esto. X+e te han agrietado las manosY
V8o, no estn agrietadas, slo llenas de ampollas.
La mujer volvi a re$rse ! dijoO
VEs un buen recordatorio para llevrtelo a casa, Xno te
pareceY
V8o me importa. +iento que mi cora"n est puri*icado.
Espero que eso signi*ique que nuestra peque&a o*renda de trabajo
ha satis*echo a los dioses.
VBueno, !a est mu! oscuro. %ejemos el resto para ma&ana
por la ma&ana.
3or entonces ;onnosu,e e 4ori estaban en pie al lado del
porche. -oetsu ! M!sh( bajaron lentamente por el sendero,
cogidos de la mano. Cuando se apro0imaban al pabelln de
%ainichi, ambos se sobresaltaron ! e0clamaron al un$sonoO
SXZuin est ah$YT.
Entonces M!osh( se dirigi a los desconocidos.
V7a hecho un d$a encantador, XverdadY X7abis venido de
e0cursinY
;onnosu,e hi"o una reverencia ! dijoO
V8o, he venido a escuchar la lectura de unos sutras por mi
madre.
VEs agradable encontrarte con jvenes que se muestran
agradecidos hacia sus padres. V%io a 4ori una palmada ma#
>NL
ternal en la cabe"aV. -oetsu, Xte queda alguno de esos pasteli#
llos de trigoY
-oetsu sac un peque&o paquete de su amplia manga ! lo
o*reci a 4ori.
V3erdname por o*recerte sobras Vle dijo.
VX3uedo aceptarlo, ;onnosu,eY Vpregunt 4ori.
V+$ Vdijo ;onnosu,e, ! dio las gracias a -oetsu en nom#
bre de 4ori.
V3or vuestra manera de hablar, parece que procedis del
este Vdijo M!sh(V. X3uedo preguntaros adonde vaisY
VEs como si hiciramos un viaje interminable por un cami#
no sin *inal. Este muchacho ! !o somos disc$pulos del Camino
de la Espada.
V7abis elegido un arduo camino. XZuin es vuestro
maestroY
V+e llama Mi!amoto Musashi.
VXMusashiY U8o me digasW
M!osh( mir a lo lejos, como si evocase un grato recuerdo.
VX%nde est Musashi ahoraY Vpregunt -oetsuV. 7a
pasado largo tiempo desde la /ltima ve" que le vimos.
;onnosu,e les cont las andan"as de Musashi durante los
dos /ltimos a&os. Mientras le escuchaba, -oetsu asent$a son#
riente, como si dijeraO SEso es lo que habr$a esperado de lT\
Cuando termin su relato, ;onnosu,e les pregunt ama#
blemente quines eran ellos.
V'h, perdname por no habrtelo dicho antes. V-oetsu
hi"o las presentacionesV. 7ace unos a&os Musashi se aloj al#
g/n tiempo en nuestra casa. Le cobramos mucho a*ecto, e in#
cluso ahora a menudo hablamos de l.
Entonces cont a ;onnosu,e los dos o tres incidentes que
ocurrieron cuando Musashi estuvo en -!oto.
;onnosu,e conoc$a desde hac$a mucho tiempo la reputa#
cin de -oetsu como pulimentador de espadas, ! ms reciente#
mente se hab$a enterado de la relacin de Musashi con l. 3ero
nunca habr$a esperado trope"arse con aquel rico ciudadano
limpiando los descuidados terrenos de un templo.
VXTenis aqu$ la tumba de alg/n *amiliarY VinquiriV.
X' qui" habis venido de e0cursinY
>NM
V8o, nada tan *rivolo como una e0cursin Vreplic -det#
suV. 8o a un lugar sagrado como ste... XTe han contado los
sacerdotes la historia del -ongjiY
V8o.
VEn ese caso perm$teme que, en nombre de los sacerdo#
tes, te hable un poco de ella. V-oetsu hi"o una pausa ! mir
lentamente a su alrededor. Entonces dijoVO 7o! tenemos la
luna apropiada.
:ue se&alando uno tras otro los lugares destacados. 3or en#
cima de ellos estaba el mausoleo, el Mieid ! el -angetsutei\
por debajo el Taishid, el santuario shinto$sta, la pagoda del
tesoro, el re*ectorio ! el portal de dos pisos.
VMira cuidadosamente Vle dijo, al parecer bajo el hechi#
"o del entorno solitarioV. 1quel pino, esas rocas, cada rbol,
cada bri"na de hierba participan de la constancia invisible, de
la elegante tradicin de nuestro pa$s.
+igui hablando de esta guisa, ! cont en tono solemne que
en el siglo 0rv, durante un con*licto entre las cortes del norte !
del sur, la monta&a *ue un reducto de la corte meridional. El
pr$ncipe Morinaga, conocido tambin como %aito no Mi!a, ce#
lebr con*erencias secretas para planear el derrocamiento de
los regentes 7?jA. -usuno,i Masashige ! otros leales lucharon
contra los ejrcitos de la corte septentrional. Ms adelante los
1shi,aga llegaron al poder, ! el emperador ;o#Mura,ami, e0#
pulsado del monte Zto,o, se vio obligado a huir de un sitio a
otro. :inalmente se re*ugi en el templo ! durante muchos
a&os llev la misma clase de vida que los sacerdotes de monta#
&a ! su*ri las mismas privaciones. .tili" el re*ectorio como
sede del gobierno ! trabaj incansablemente por recuperar las
prerrogativas imperiales arrebatadas por los militares.
En una poca anterior, cuando samurais ! cortesanos se
reunieron alrededor de los e0 emperadores -gon, -m! !
+u,, el monje 5enEe escribi patticamenteO SLos aposentos
de los sacerdotes ! los templos de la monta&a *ueron arrasa#
dos. La prdida es indescriptibleT.
;onnosu,e le escuchaba humilde ! respetuosamente. 4ori,
impresionado por la gravedad de la vo" de -oetsu, no pod$a
apartar los ojos del rostro de aquel hombre.
>NA
-oetsu aspir hondo ! sigui diciendoO
VTodo lo que ha! aqu$ es una reliquia de aquella era. El
mausoleo es el /ltimo lugar de descanso del emperador -ogon.
%esde el declive de los 1shi,aga, nadie ha cuidado como es
debido del recinto ! las dependencias. 3or eso mi madre ! !o
hemos decidido limpiar un poco, como un gesto de reverencia.
+atis*echo por la atencin que le prestaban, -oetsu se es#
*or"aba por e0presar con la ma!or *idelidad las emociones que
le embargaban.
VMientras barr$amos, hemos encontrado una piedra con
un poema tallado en ella, tal ve" obra de un sacerdote guerrero
de aquel tiempo. %ec$a as$O
1unque la guerra se prolongue
incluso durante cien a&os,
regresar la primavera.
Qivid con una cancin en vuestros cora"ones,
vosotros, el pueblo del emperador.
T3ensad en la valent$a ! la generosidad que deb$a tener un
simple soldado, tras luchar durante a&os, tal ve" dcadas, pro#
tegiendo al emperador, para regocijarse ! cantar. Esto! seguro
de que pudo hacerlo porque el esp$ritu de Masashige se comu#
nic con l. 1unque han transcurrido cien a&os de lucha, este
lugar sigue siendo un monumento a la dignidad imperial. X8o
es algo por lo cual debemos estar mu! agradecidosY
V8o sab$a que aqu$ se libr una batalla sagrada Vdijo
;onnosu,eV. Espero que perdones mi ignorancia.
VMe alegro de haber tenido la oportunidad de compartir
con vosotros algunos de mis pensamientos sobre la historia de
nuestro pa$s.
Los cuatro bajaron juntos por la vertiente de la colina. 1 la
lu" de la luna, sus sombras parec$an etreas.
1l pasar ante el re*ectorio, -oetsu dijoO
V7emos pasado aqu$ siete d$as. Ma&ana partiremos. +i ves
a Musashi, te ruego que le digas que vuelva a visitarnos.
;onnosu,e le asegur que as$ lo har$a.
>N?
El arro!o de corriente somera ! rpida que corr$a a lo largo
del muro e0terior del templo era como un *oso natural, cru"a#
do por un puente con suelo de tierra.
1penas ;onnosu,e e 4ori hab$an puesto pie en el puente
cuando una corpulenta *igura blanca armada con un bastn sa#
li de las sombras ! se abalan" contra la espalda de ;onnosu#
,e. Rste esquiv al atacante desli"ndose a un lado, pero 4ori
ca! del puente al arro!o.
El hombre cru" corriendo ante ;onnosu,e hasta el cami#
no, al otro lado del puente, se volvi ! adopt una postura *ir#
me. +us piernas parec$an peque&os troncos de rbol. ;onnosu#
,e vio que era el sacerdote que les hab$a estado siguiendo el
d$a anterior.
VXZuin eresY Vle grit ;onnosu,e.
El sacerdote no dijo nada.
;onnosu,e coloc su bastn en posicin de ataque ! repi#
tiO
VXZuin eresY XZu motivos tienes para atacar a Muso
;onnosu,eY
El sacerdote actu como si no le hubiera o$do. +us ojos des#
ped$an *uego mientras los dedos de sus pies, que sobresal$an de
unas pesadas sandalias de paja, avan"aban lentamente con el
movimiento de un ciempis.
;onnosu,e gru& ! solt una maldicin entre dientes. La
voluntad de luchar hinchaba sus miembros cortos ! *uertes, !
tambin l avan"aba poco a poco.
El bastn del sacerdote se parti por la mitad con un chas#
quido resonante. .na parte sali volando\ el sacerdote arroj
la otra parte con todas sus *uer"as a la cara de ;onnosu,e.
:all, pero mientras ste recuperaba el equilibrio, su adversa#
rio desenvain la espada ! volvi corriendo al puente.
VUBastardoW Vgrit 4ori.
El sacerdote ahog un grito ! se llev una mano a la cara.
Las piedrecillas arrojadas por el muchacho hab$an dado en el
blanco, ! una de ellas le alcan" en un ojo. ;ir sobre sus ta#
lones ! ech a correr camino abajo.
VU%etenteW Vle grit 4ori, mientras sal$a del arro!o con un
pu&ado de piedras.
>NN
V%jale [Vle orden ;onnosu,e, tocndole el bra"o.
V+upongo que esto le ense&ar Vdijo el muchacho, e0ul#
tante, ! arroj las piedras hacia la luna.
3oco despus de que hubieran regresado a la casa de T?#
ro,u, cuando !a estaban acostados, estall una tormenta. El
viento rug$a entre los rboles, amena"ando con arrancar el te#
jado de la casa, pero no *ue eso lo /nico que les impidi dor#
mirse en seguida.
;onnosu,e permaneci despierto, pensando en el pasado !
el presente, preguntndose si el mundo era realmente mejor
ahora que en pocas pretritas. 8obunaga, 7ide!oshi e le!asu
se hab$an ganado los cora"ones del pueblo, as$ como autoridad
para gobernar, pero Xno hab$a sido prcticamente olvidado el
verdadero soberano ! se hab$a incitado al pueblo para que
adorase a *alsos diosesY La era de los 7ojo ! los 1shi,aga *ue
detestable ! contradijo *lagrantemente el mismo principio en
el que se basaba el pa$s. 8o obstante, incluso entonces, grandes
guerreros, como Masashige ! su hijo, as$ como leales de nume#
rosas provincias, hab$an seguido el verdadero cdigo del gue#
rrero. ;onnosu,e se pregunt en qu se hab$a convertido el
Camino del +amurai. Como el Camino del Ciudadano ! el Ca#
mino del Campesino, ahora slo parec$an e0istir en bene*icio
del dirigente militar.
Los pensamientos de ;onnosu,e caldearon todo su cuer#
po. Las cumbres de -a2achi, los bosques alrededor del -on#
goji, la *uriosa tormenta, parec$an convertirse en seres vivos
que le llamaban en un sue&o.
4ori no pod$a apartar de su mente al sacerdote desconocido.
Mucho ms tarde, cuando la tormenta se intensi*ic, todav$a
pensaba en la espectral *igura blanca. +e cubri con la manta
hasta los ojos ! se durmi pro*undamente, sin sue&os.
1l d$a siguiente, cuando se pusieron en marcha, las nubes
por encima de las monta&as ten$an los colores del arco iris. En
las a*ueras del pueblo se encontraron con un mercader viajero,
que sali repentinamente de la bruma matinal ! les salud con
jovialidad.
>NH
;onnosu,e respondi al saludo de una manera maquinal.
4ori, absorto en los pensamientos que le hab$an mantenido des#
pierto la noche anterior, no se mostr ms comunicativo. El
hombre intent trabar conversacin.
V1noche habis dormido en casa de Tro,u, Xno es cier#
toY Le cono"co desde hace a&os. +on buena gente, tanto l
como su mujer.
Este comentario no obtuvo ms que un leve gru&ido por
parte de ;onnosu,e.
VTambin !o visito el castillo de -o!ag!( de ve" en cuan#
do Vdijo el mercaderV. -imura +u,e,ur me ha hecho mu#
chos *avores.
La respuesta a esta revelacin no *ue ms que otro gru&ido.
VQeo que habis estado en el Smonte -!a de las muje#
resT. +upongo que ahora os dirig$s al autntico monte -o!a. Es
la poca del a&o ms adecuada. La nieve ha desaparecido !
todos los caminos han sido reparados. 3odis cru"ar tranquila#
mente los puertos de 1mami ! -iimi, pasar la noche en 7ashi#
moto o -amuro...
El sondeo del hombre acerca de su itinerario despert las
sospechas de ;onnosu,e.
VXCul es el ramo de tu negocioY Vle pregunt.
VQendo cuerda tren"ada Vrespondi el hombre, se&alan#
do el peque&o bulto que llevaba a la espaldaV. Es una cuerda
hecha de algodn estirado ! tren"ado. +e ha inventado hace
poco, pero se est haciendo rpidamente popular.
VComprendo Vdijo ;onnosu,e.
VToro,u me ha a!udado mucho, hablando de mi cuerda a
los *ieles del -ongoji. La verdad es que pensaba quedarme
anoche en su casa, pero me dijo que !a ten$a dos invitados. 8o
puedo ocultar que me decepcion un poco. Cuando me alojo
en su casa siempre me llena de buen sa,e Vconclu! riendo.
1lgo tranquili"ado, ;onnosu,e empe" a hacerle pregun#
tas sobre lugares a lo largo del camino, pues el vendedor estaba
mu! *amiliari"ado con aquel entorno rural. Cuando llegaron a
la altiplanicie de 1mami, la conversacin se hab$a vuelto bas#
tante amistosa.
VUEh, +ugi"W
>NI
.n hombre corri por el camino hasta darles alcance.
VX3or qu te has ido sin m$Y Estaba esperando en el pue#
blo de 1mano. %ijiste que pasar$as a buscarme.
VLo siento, ;ensu,e Vdijo +ugi"oV. Me encontr con es#
tas dos personas ! nos pusimos a hablar. Me olvid por comple#
to de ti. V+e ech a re$r al tiempo que se rascaba la cabe"a.
;ensu,e, que vest$a igual que +ugi"o, result ser tambin
un vendedor de cuerda. Mientras caminaban, los dos vendedo#
res se pusieron a hablar de su negocio.
1l llegar a un barranco de unos veinte pies de pro*undidad,
+ugi"o se call de repente ! se&al.
VQa!a, eso es peligrosoVdijo.
;onnosu,e se detuvo ! mir el barranco, que pod$a ser una
brecha abierta por un terremoto, tal ve" ocurrido mucho tiem#
po atrs.
VXCul es el problemaY Vpregunt.
VEsos troncos para cru"ar no estn seguros. Mira all$... al#
gunas de las piedras en que se apo!aban han sido arrastradas
por el agua de lluvia. Lo arreglaremos para que los troncos
estn *irmes. VEntonces a&adiVO %ebemos hacerlo por la
seguridad de otros viajeros.
;onnosu,e les observ mientras ellos, agachados en el
borde del barranco, amontonaban piedras ! tierra bajo los
troncos. 3ens que aquellos dos mercaderes viajaban mucho !
por ello conoc$an como el que ms las di*icultades del viaje,
pero estaba un poco sorprendido, pues resultaba inslito que
unos hombres como ellos se preocuparan por el prjimo hasta
el e0tremo de que se tomaban la molestia de reparar un
puente.
4ori no pens en ello lo ms m$nimo. 4mpresionado por
aquella demostracin de buenas intenciones, colabor reco#
giendo piedras para ellos.
V1s$ estar bien Vdijo ;ensu,e. %io un paso en el puen#
te, decidi que era seguro ! se dirigi a ;onnosu,eVO )o ir
primero.
E0tendiendo los bra"os para mantener el equilibrio, cru"
rpidamente al otro lado e hi"o una se&a a los dems para que
le siguieran.
>H@
1nimado por +ugi"o, ;onnosu,e cru" a continuacin, se#
guido por 4ori. Todav$a no estaban en el centro cuando lan#
"aron un grito de sorpresa. %elante de ellos, ;ensu,e les apun#
taba con una lan"a. ;onnosu,e mir atrs ! vio que +ugi"o
tambin sujetaba una lan"a.
;onnosu,e se pregunt de dnde hab$an salido las armas.
+olt un juramento, se mordi el labio airadamente ! conside#
r la precariedad de su posicin.
V;onnosu,e, ;onnosu,e...
Cogido por sorpresa, 4ori se a*erraba a la cintura de ;on#
nosu,e, mientras ste, rodeando al muchacho con el bra"o, ce#
rr los ojos un instante ! con*i su vida a la voluntad del cielo.
VUBastardosW
VUCallaW Vgrit el sacerdote, que se encontraba arriba, en
el camino, detrs de ;ensu,e, con el ojo i"quierdo hinchado !
negro.
V8o pierdas la calma Vle dijo ;onnosu,e a 4ori en un
tono tranquili"ador. Entonces gritVO U%e modo que ests de#
trs de estoW UBien, tened cuidado, bastardos ladronesW UEsta
ve" os habis equivocado de hombreW
El sacerdote mir *r$amente a ;onnosu,e.
V)a sabemos que no vale la pena robarte. +i ah$ se acaba
tu ingenio, Xpara qu intentas ser un esp$aY
VXMe ests llamando esp$aY
VU3erro de To,uga2aW Tira ese bastn, pon las manos a la
espalda ! no intentes ninguna jugarreta.
VU1hW Vsuspir ;onnosu,e, como si le abandonara la vo#
luntad de lucharV. Mirad, estis cometiendo un error. Qengo
de Edo, en e*ecto, pero no so! un esp$a. Me llamo Muso ;on#
nosu,e ! so! un sh(g!osha.
VBasta de mentiras.
VX3or qu creis que so! un esp$aY
VLos amigos que tenemos en el este nos dijeron hace tiem#
po que estuviramos a la e0pectativa de un hombre que viaja
con un muchacho. Te ha enviado aqu$ el se&or 7j de 12a,
Xno es ciertoY
V8o.
VTira el palo ! ven con nosotros pac$*icamente.
>H>
V8o vo! a ninguna parte con vosotros.
VEntonces morirs aqu$ mismo.
;ensu,e ! +ugi"o empe"aron a apro0imarse por delante !
detrs, las lan"as preparadas para entrar en accin.
1 *in de proteger a 4ori, ;onnosu,e le dio una palmada en
la espalda. Lan"ando un *uerte chillido, el muchacho se arroj
a los arbustos que cubr$an el *ondo del barranco.
VU)aaahW Vgrit ;onnosu,e, mientras acomet$a a +ugi"o.
La lan"a requiere cierto espacio ! su manejo en el momen#
to oportuno para que sea e*ica". +ugi"o e0tendi el bra"o para
embestir con su arma, pero no lo hi"o en el momento e0acto.
.n spero gru&ido sali de su garganta cuando la hoja cort el
aire. ;onnosu,e se abalan" contra l ! los dos ca!eron. Cuan#
do +ugi"o intent levantarse, ;onnosu,e le golpe con el pu&o
derecho en la cara. +ugi"o mostr los dientes, pero el e*ecto
*ue rid$culo, pues su cara !a estaba cubierta de sangre. ;onno#
su,e se puso en pie, us la cabe"a de +ugi"o como trampol$n !
cubri la distancia hasta el e0tremo del puente.
Blandiendo el bastn, gritO
VU1qu$ os espero, cobardesW
1/n no hab$a terminado de gritar cuando tres cuerdas so#
brevolaron la hierba, una de ellas con el sobrepeso de una
guarda de espada ! otra con una espada corta en*undada. .na
cuerda se enroll en el bra"o de ;onnosu,e, otra alrededor de
sus piernas ! la tercera alrededor del cuello. 1l cabo de un
momento, otra cuerda se enroll a su bastn.
;onnosu,e se debati como un insecto atrapado por una
telara&a, pero no por mucho tiempo. Media docena de hom#
bres salieron del bosque detrs de l. Cuando terminaron, que#
d impotente en el suelo, atado ms *uertemente que una bala
de paja. Con la e0cepcin del malhumorado sacerdote, todos
sus captores vest$an como vendedores de cuerda.
VX8o tenis caballosY Vpregunt el sacerdoteV. 8o
quiero llevarle a pie hasta el monte -udo.
V3robablemente podremos alquilar un caballo en el pue#
blo de 1mami.
>HJ
>A .na *lor de
peral
En el oscuro ! solemne bosque de cedros, los cantos de los
humildes alcaudones, me"clados con los del celestial bulbul,
sonaban como los tonos enjo!ados de la m$tica ave -alavin,a.
%os hombres, que bajaban desde la cima del monte -!a,
donde hab$an visitado los pabellones ! pagodas del -ongobuji
! presentado sus respetos en el santuario interior, se detuvie#
ron en un peque&o puente con arcos entre los recintos interior
! e0terior del templo.
V8uinosu,e Vdijo pensativamente el hombre de ms
edadV, el mundo es en verdad *rgil e impermanente, Xno
creesY
3or su pesado manto de con*eccin casera ! su ha,ama uti#
litario, podr$a haber pasado por un samurai rural, a no ser por
sus espadas, que eran de calidad sobresaliente, ! el hecho de
que su compa&ero era demasiado *ino ! atildado para ser el
a!udante de un samurai provinciano.
VLas has visto, XehY Vsigui diciendoV. Las tumbas de
'da 8obunaga, 1,echi Mitsuhide, 4shida Mitsunari, -oba!a#
,a2a -ingo..., todos ellos generales brillantes ! *amosos hace
tan slo unos pocos a&os. ) esas piedras recubiertas de musgo
que ves all se&alan los lugares donde estn enterrados miem#
bros *amosos de los clanes Minamoto v Taira.
>HL
V1migos ! enemigos..., todos juntos aqu$, Xno es ciertoY
V) todos ellos reducidos a meras piedras solitarias. X:ue#
ron los nombres como .esugi ! Ta,eda realmente grandes o
tan slo los so&amosY
VEso me produce una sensacin e0tra&a. %e alguna mane#
ra me parece como si el mundo en que vivimos *uese irreal.
VXEs as$Y X' acaso lo irreal es este lugarY
V7umm. XZuin sabeY
VX1 quin se le ocurrir$a llamar a ste el 3uente de las
4lusionesY
VEs un nombre bien elegido, XverdadY
VCreo que la ilusin es verdad, de la misma manera que la
iluminacin es realidad. +i la ilusin *uese irreal, el mundo no
podr$a e0istir. .n samurai que dedica su vida a su maestro no
puede, ni por un instante, permitirse el nihilismo. 3or ello el 5en
que practico es un 5en vivo, es el 5en del mundo de*ectuoso, el
5en del in*ierno. .n samurai que tiembla ante la idea de la im#
permanencia o desprecia el mundo no puede cumplir con sus
deberes... 3ero basta de este lugar. Degresemos al otro mundo.
El hombre camin con paso rpido, notablemente brioso
para su edad.
1l ver a los sacerdotes del +eiganji, *runci el ce&o ! *ar*u#
llO SX3or qu tienen que hacer esoYT. La noche anterior se
hab$a quedado en el templo. 1hora una veintena de jvenes
sacerdotes se alineaban a lo largo del camino, esperando para
decirle adis, aunque se hab$a despedido de ellos por la ma&a#
na con la intencin de evitar una e0hibicin como aqulla.
3as entre ellos dicindoles corteses adioses, ! se apresur
por el camino a cu!o lado se abr$a el centn de valles conocido
como -uj(,utani. +lo cuando lleg al mundo ordinario se
tranquili". 3or consciente que *uese de su propio cora"n hu#
mano *alible, el olor de este mundo era un alivio.
V7ola, Xquin eresY
La pregunta le sorprendi como un disparo cuando dobla#
ron una curva de la carretera.
VXZuin eres t/Y Vpregunt 8uinosu,e.
El samurai *ornido ! de te" clara que estaba en medio del
camino dijo cortsmenteO
>HM
V3erdona si me equivoco, pero Xno eres 8agao,a +ado,
uno de los principales servidores del se&or 7oso,a2a Tada#
toshiY
V+o! 8agao,a, en e*ecto. XZuin eres t/ ! cmo has sabi#
do que me hallaba en la vecindadY
VMe llamo %aisu,e ! so! el /nico hijo de ;ess, que vive
retirado en el monte -udo. V1l ver que su nombre no dec$a
nada al otro, %aisu,e a&adiVO Mi padre prescindi hace mu#
cho tiempo de su nombre anterior, pero hasta la batalla de +e#
,igahara *ue conocido como +anada +aemonnosu,e.
VXTe re*ieres a +anada )u,imuraY
V+$, se&or. VCon una timide" que parec$a re&ida con su
aspecto, %aisu,e le dijoVO Esta ma&ana un sacerdote del +ei#
ganji ha ido a la casa de mi padre para in*ormarle de que es#
tabas haciendo una breve visita al monte -o!a. 1unque nos
han dicho que viajas de incgnito, mi padre ha pensado que
ser$a una pena no invitarte a tomar una ta"a de t con l.
VMu! amable por su parte Vreplic +ado. Entrecerr un
momento los ojos ! entonces dijo a 8uinosu,eVO Creo que
deber$amos aceptar, Xno te pareceY
V+$, se&or Vrespondi 8uinosu,e sin entusiasmo.
V1unque *alta bastante para que termine el d$a, mi padre
se sentir$a mu! honrado si pasaras la noche con nosotros Vdijo
%aisu,e.
+ado titube un momento, preguntndose si era juicioso
aceptar la hospitalidad de un hombre considerado como un
enemigo de los To,uga2a, pero hi"o un gesto de asentimiento.
V)a decidiremos eso ms tarde, pero ser un placer tomar
una ta"a de t con tu padre. XEsts de acuerdo, 8uinosu,eY
V+$, se&or.
8uinosu,e parec$a un poco impaciente, pero cuando echa#
ron a andar por el camino detrs de %aisu,e, maestro ! a!u#
dante intercambiaron miradas de complicidad.
%esde la aldea del monte -udo subieron un poco ms por
la ladera de la monta&a hasta una residencia separada de las
dems casas. El recinto, rodeado por un muro de piedra bajo,
estaba coronado por una valla de hierba entretejida ! parec$a
la casa *orti*icada a medias de un se&or de la guerra provincia#
>HA
no de segunda categor$a, pero, en conjunto, daba ms una im#
presin de re*inamiento que de e*icacia militar.
VMi padre est all$, junto a ese edi*icio con tejado de paja
Vdijo %aisu,e cuando cru"aron el portal.
7ab$a un peque&o huerto, su*iciente para aportar las ce#
bollas ! otras verduras de las sopas consumidas en el desa!uno
! la cena. La casa principal se al"aba *rente a un pe&asco. Cerca
de la terra"a hab$a un bosquecillo de bamb/es, ms all del
cual se ve$an otras dos casas.
8ainosu,e se arrodill en la terra"a ante la habitacin en la
que hi"o entrar a +ado.
VZu quietud ha! aqu$ Vobserv +ado al tomar asiento.
3oco despus, una mujer joven que parec$a ser la esposa de
%aisu,e, sirvi silenciosamente el t ! se march.
Mientras +ado aguardaba a su an*itrin, contempl el pai#
saje del jard$n ! el valle. %ebajo estaba la aldea, ! a lo lejos la
poblacin de -amuro, con sus numerosas posadas. +obre el
musgo a*errado al tejado de paja voladi"o crec$an unas *lores
diminutas, ! se percib$a en el aire la agradable *ragancia de un
incienso peculiar. 1unque no lo ve$a, llegaba a sus o$dos el ru#
mor del arro!o que atravesaba el bosquecillo de bamb/es.
La misma estancia produc$a una sensacin de serena ele#
gancia, comedido recordatorio de que el due&o de aquella vi#
vienda sin pretensiones era el segundo hijo de +anada Masa!u#
,i, se&or del castillo de .eda ! receptor de unos ingresos de
ciento noventa mil *anegas.
Los postes ! las vigas eran delgados, el techo bajo. La pared
detrs del peque&o ! r/stico to,onoma era de arcilla roja ! te#
n$a un acabado rudo. El arreglo *loral en el lugar de honor con#
sist$a en una sola ramita con *lores de peral en un esbelto *lore#
ro de cermica amarillo ! verde claro. +ado pens en la
solitaria *lor de peral de 3o Ch(#i, regada por la lluvia primave#
ral, ! en el amor que un$a al emperador chino ! )ang -uei#*ei,
descrito en el Chang 7e -e. Le parec$a o$r quedos sollo"os.
Contempl el pergamino colgado de la pared, por encima
del arreglo *loral. Los caracteres escritos en l, de gran tama&o
! tra"ado ingenuo, dec$an S7o,o,u %aim!ojinT, el nombre
dado a 7ide!oshi cuando *ue elevado a la categor$a de un dios
>H?
despus de su muerte. 1 un lado, una nota en caracteres ms
peque&os in*ormaba de que la caligra*$a era obra de 7ide!ori,
el hijo de 7ide!oshi, cuando contaba ocho a&os de edad. +ado
pens que era una descortes$a a la memoria de 7ide!oshi dar
la espalda al rollo de papel, por lo que se movi ligeramente a
un lado. 1l hacerlo, comprendi de improviso que el agradable
aroma no proven$a de un incienso que ardiera en aquel mo#
mento, sino de las paredes ! las shoji, las cuales deb$an de ha#
ber absorbido la *ragancia cuando el incienso era quemado all$
por la ma&ana ! la noche para puri*icar la habitacin en honor
de 7ide!oshi. Era de suponer que tambin habr$a a diario una
o*renda de sa,e, como era preceptivo para las deidades shin#
to$stas establecidas.
+ado pens que )u,imura era en verdad tan devoto de 7i#
de!oshi como dec$an. Lo que no pod$a entender era por qu
)u,imura no ocultaba aquel pergamino. Ten$a la reputacin
de ser un hombre impredecible, un hombre de las sombras, que
acechaba en espera de un momento propicio para volver al
centro de la pol$tica nacional. 8o hac$a *alta ser mu! saga" para
imaginar que ciertos visitantes in*ormar$an ms tarde al go#
bierno To,uga2a sobre los sentimientos del due&o de la casa.
'! ruido de pisadas que se apro0imaban por el pasillo e0#
terior. El hombre menudo ! delgado que entr en la estancia
llevaba un manto sin mangas ! slo una espada corta en la par#
te delantera del obi. +i algo distingu$a su porte era la modestia.
)u,imura se arrodill e hi"o una reverencia hasta tocar el
suelo con la *rente.
V3erdname por enviar a mi hijo a buscarte e interrumpir
tu viaje.
Esta muestra de humildad hi"o que +ado se sintiera inc#
modo. %esde el punto de vista legal, )u,imura hab$a renun#
ciado a su rango, ! ahora no era ms que un rnin que hab$a
adoptado el nombre budista %enshin ;ess. 8o obstante, era
hijo de +anada Masa!u,i, ! su hermano ma!or, 8obu!u,i, era
un daim!o mu! relacionado con los To,uga2a. +ado, tan slo
miembro del servicio de su se&or, ten$a un rango mu! in*erior
al de su an*itrin.
V8o deber$as inclinarte ante m$ de esa manera Vle dijo,
>HN
devolvindole el saludoV. Qerte de nuevo es un honor inespe#
rado ! un placer. Me alegra que goces de buena salud.
VTambin t/ pareces saludable Vreplic )u,imura, ! re#
laj su postura mientras +ado todav$a estaba inclinadoV. Me
satis*ace saber que el se&or Todatoshi ha regresado a Bu"en
sin ning/n percance.
V;racias. Rste es el tercer a&o desde el *allecimiento del
se&or )(sai, por lo que mi se&or pens que !a era el momento
de hacerlo.
VXTanto tiempo ha pasadoY
V+$. Tambin !o he estado en Bu"en, aunque no s de qu
podr$a servir una reliquia como !o al se&or Tadatoshi. Como
sabes, tambin he servido a su padre ! su abuelo.
:inali"adas las *ormalidades, cuando se pusieron a hablar
de asuntos diversos, )u,imura le preguntO
VX7as visto recientemente a nuestro maestro de 5enY
V8o, hace tiempo que no veo a ;ud ni s nada de l. Esto
me recuerda que te vi por primera ve" en su sala de medita#
cin. Entonces slo eras un muchacho ! estabas con tu padre.
+ado sonri *eli" al recordar la poca en que le encargaron
de la construccin del +humpoin, un edi*icio que los 7oso,a2a
hab$an donado al M!shinji.
VMuchos bribones acud$an a ;udo para que les limara las
aspere"as ^Vdijo )u,imura#. Rl los aceptaba a todos, sin que
le importara que *uesen viejos o jvenes daim!o o rnin.
#1 decir verdad, creo que le gustaban en especial los rnin
jvenes #dijo +ado en tono meditativo#. +ol$a decir que un
autntico rnin no buscaba *ama ni bene*icio, ni se congracia#
ba con los poderosos, ni trataba de usar el poder pol$tico para
sus propios *ines, ni se sustra$a a los juicios morales. +u magna#
nimidad era tan e0tensa como unas nubes *lotantes, actuaba
con la rapide" de la lluvia ! se contentaba con vivir en medio de
la pobre"a. 8unca se marcaba objetivos ! jams guardaba ren#
cores.
VXTe acuerdas de todo eso al cabo de tantos a&osY #le
pregunt )u,imura.
+ado hi"o un ligero gesto de asentimiento.
#Tambin sosten$a que un verdadero samurai era tan di*$#
>HH
cil de encontrar como una perla en el vasto mar a"ul. Compara#
ba los huesos enterrados de los innumerables ronin que sacri*i#
caron sus vidas por el bien del pa$s con unas columnas en las
que se apo!aba la nacin.
+ado miraba directamente a los ojos de )u,imura mientras
hablaba as$, pero el otro no pareci reparar en la alusin a
hombres de la categor$a que l mismo hab$a adoptado.
#1hora que lo recuerdo #a&adi#. .no de los ronin que se
sentaba a los pies de ;ud en aquel tiempo era un joven de
Mimasa,a llamado Mi!amoto...
VXMi!amoto MusashiY
#Eso es, Musashi. Me impresion como un hombre de
gran sagacidad, aunque por entonces slo tendr$a unos veinte
a&os ! su ,imono siempre estaba sucio.
#%ebe de ser el mismo hombre.
VXLe recuerdas entoncesY
#8o. 7e o$do hablar de l hace poco, cuando estaba en
Edo.
#Es un hombre merecedor de atencin. ;ud me dijo que
su en*oque del 5en era prometedor, as$ que no le quit el ojo
de encima, hasta que desapareci de repente. 1l cabo de uno o
dos a&os me enter de que hab$a obtenido una brillante victo#
ria contra la Casa de )oshio,a. Decuerdo haber pensado en#
tonces que ;udo deb$a de tener mu! buen ojo para seleccionar
a la gente.
STropec con l por pura casualidad. Estaba en +himsa !
dio a unos aldeanos una leccin sobre la manera de protegerse
de los bandidos. Ms tarde les a!ud a convertir un terreno
!ermo en un arro"al.
#Creo que qui" sea cierto lo que pensaba ;ud..., la per#
la en el vasto mar a"ul.
VXLo crees as$ de verasY Le recomend al se&or Tadato#
shi, pero me temo que encontrarle es tan di*$cil como descubrir
una perla. %e una cosa puedes estar seguro. +i un samurai
como l aceptara una posicin o*icial, no ser$a por los ingresos,
sino que le interesar$a si el trabajo se elevaba a la altura de sus
ideales. Es posible que Musashi pre*iriese el monte -udo a la
Casa de 7oso,a2a
>HI
!d ZuY
+acto rest importancia a su observacin con una breve risa,
como si hubiera sido un lapsus.
#+in duda ests de broma #dijo )u,imuraV. En mis cir#
cunstancias actuales no puedo permitirme contratar un servi#
dor, ! no digamos un rnin bien conocido. %udo incluso de que
Musashi viniera aunque le invitara.
#8o ha! necesidad de negarlo #dijo +adoV. 8o es nin#
g/n secreto que los 7oso,a2a estn a *avor de los To,uga2a,
! todo el mundo sabe que t/ eres la persona en la que ms se
apo!a 7ide!ori. 1l ver esa obra caligr*ica en el to,onoma, me
he sentido impresionado por tu lealtad.#
#Ese pergamino me lo dio cierta persona en el castillo de
'sa,a, en ve" de un retrato conmemorativo de 7ide!oshi
#replic )u,imura, como si se hubiera o*endido#. 3rocuro
cuidarlo bien. 3ero 7ide!oshi est muerto. #7i"o una pausa,
trag saliva ! sigui diciendo#O Los tiempos cambian, desde
luego. 8o hace *alta ser un e0perto para ver que 'sa,a pasa
por una mala poca, mientras que el poder de los To,uga2a va
en aumento. +in embargo, mi naturale"a me impide cambiar
de lealtad ! servir a un segundo se&or.
#Me pregunto si la gente creer que es tan sencillo. +i pue#
do hablarte con *ranque"a, todo el mundo comenta que 7i#
de!ori ! su madre te *acilitan grandes sumas de dinero ! que
con un simple gesto de la mano podr$as reunir a cinco o seis mil
rnin.
1 esto, )u,imura respondi con una risa desaprobadora.
#8o ha! ni una palabra de verdad en ello. Creme, +ado,
no e0iste cosa peor que ser considerado mucho ms de lo que
eres.
#8o puedes culparles por pensar as$. Te pusiste al servicio
de 7ide!oshi cuando eras joven ! l te tom ms aprecio que a
cualquier otro. Tengo entendido que tu padre ha dicho de ti
que eres el -usuno,i Masashige o el -Eung#ming de nuestra
poca.
#8o me averg(ences e lo ruego.
#3ero es as$, Xno es ciertoY # #Zuiero pasar el resto de
mis d$as aqu$, apaciblemente, en
>I@
la sombra de la monta&a donde se preserva la le! de Buda. Eso
es todo. 8o so! un hombre re*inado. Me basta con la posibili#
dad de ampliar un poco mis campos, vivir para ver al hijo de mi
hijo, disponer de *ideos de al*orjn recin hecho en oto&o !
comer verduras *rescas en primavera. 1parte de eso, quisiera
vivir una larga vida, mu! alejado de las guerras o los rumores
de guerra.
#XEso es realmente todo lo que deseasY #inquiri suave#
mente +ado.
#D$ete si quieres, pero he dedicado mi tiempo libre a leer
a Lao#tsu ! Chuang#tsu ! he llegado a la conclusin de que la
vida es goce. +i *alta el goce, Xqu sentido tiene vivirY
#Bien, bien #replic +ado, *ingiendo sorpresa.
7ablaron durante otra hora ms o menos, mientras toma#
ban nuevas ta"as de t servidas por la esposa de %aisu,e.
#Creo que he prolongado demasiado mi visita, hacindote
perder el tiempo con mi charla #dijo *inalmente +ado#. X8os
vamos, 8uinosu,eY
#8o te apresures #dijo )u,imuraV. Mi hijo ! su esposa
han preparado unos *ideos Es una humilde comida rural, pero
deseo que la compartas con nosotros. +i tienes intencin de
hacer un alto en -amuro, dispones de mucho tiempo.
%aisu,e apareci en aquel momento para preguntar a su
padre si pod$an servir la comida. )u,imura se levant ! prece#
di a su invitado por un corredor hasta la parte trasera de la
casa.
.na ve" sentados, %aisu,e o*reci a +ado unos palillos, al
tiempo que dec$aO
#Me temo que la comida no es demasiado buena, pero
prubala de todos modos.
+u esposa, que no estaba acostumbrada a tener desconoci#
dos en casa, al" con gesto t$mido una ta"a de sa,e, que +ado
recha" cortsmente. %aisu,e ! su esposa se quedaron un mo#
mento ms#antes de e0cusarse
VXZu es ese ruido que oigoY #pregunt +ado.
3arec$a el sonido de un telar, aunque ms *uerte ! de una
calidad ligeramente distinta.
#1h XesoY Es una rueda de madera para hacer cuerda.
>I>
Lamento decirlo, pero he puesto a la *amilia ! los criados a
trabajar tren"ando cuerda, la cual vendemos para a!udarnos
en las *inan"as. #Entonces a&adi#O Todos estamos acostum#
brados, pero supongo que puede ser irritante para quien no lo
est. 'rdenar que la paren.
#8o te preocupes, pues no me molesta. +entir$a much$si#
mo impediros vuesto trabajo.
Cuando empe"aron a comer, +ado pens en el alimento,
que a veces o*rece atisbos de la condicin de un hombre, pero
no descubri nada revelador. )u,imura no se parec$a en abso#
luto al joven samurai a quien conociera a&os antes, pero pa#
rec$a haber envuelto en ambig(edad sus circunstancias actua#
les.
+ado pens entonces en los sonidos que hab$a o$doO ruidos
de cocina gente que iba ! ven$a !, en un par de ocasiones, el
tintineo de monedas al ser contadas. Los daim!o despose$dos
no estaban acostumbrados al trabajo *$sico, ! ms tarde o ms
temprano se les terminaban los tesoros que pod$an vender. Era
concebible que el castillo de 'sa,a hubiera dejado de aportar
*ondos. Con todo, la idea de que )u,imura se hallaba en apu#
ros econmicos era e0tra&amente inquietante.
+ab$a que su an*itrin podr$a haber tratado de ensamblar
*ragmentos de la conversacin para hacerse una idea de cmo
estaban las cosas en la Casa de 7oso,a2a, pero no hab$a nin#
guna indicacin de que as$ *uese. En sus recuerdos del encuen#
tro destacar$a que )u,imura no le hab$a preguntado por su
visita al monte -o!a. %e haberlo hecho, +ado le habr$a respon#
dido sin vacilar, pues no hab$a nada misterioso en ello. Muchos
a&os atrs, 7ide!oshi envi a 7oso,a2a )(sai al +eiganji,
donde permaneci bastante tiempo. 1l marcharse dej all$ li#
bros, algunos escritos ! e*ectos personales que se hab$an con#
vertido en recuerdos importantes. +ado los hab$a e0aminado,
seleccionado ! ordenado para que el templo los devolviera a
Tadatoshi.
8uinosu,e, que no se hab$a movido de la terra"a, ech una
mirada inquieta hacia el *ondo de la casa. Lo menos que se
pod$a decir de las relaciones entre 'sa,a ! Edo es que eran
tensas, m$nimo. X3or qu corr$a +ado semejante riesgoY 8o
>IJ
imaginaba que e0istiera ning/n peligro inmediato, pero hab$a
o$do decir que el se&or de la provincia de -ii, 1sano 8agaa,i#
ra, ten$a instrucciones de vigilar estrictamente el monte -udo.
+i uno de los hombres de 1sano in*ormaba de que +ado hab$a
e*ectuado una visita secreta a )u,imura, el shogunado sospe#
char$a de la casa de 7oso,a2a.
S1hora es mi oportunidadT, se dijo, mientras el viento so#
plaba de s/bito entre las *lores de *orsitia ! ,erria del jard$n. +e
estaban *ormando con rapide" negros nubarrones ! empe"aba
a llovi"nar. Decorri a toda prisa el pasillo ! anunciO
#Empie"a a llover, se&or. +i hemos de irnos, creo que ahora
es el momento.
1gradecido por la ocasin de escaparse, +ado se puso en
pie de inmediato
#;racias, 8uinosu,e. 8o nos demoremos ni un instante
ms.
)u,imura se abstuvo de instar a +ado para que se quedara
a pasar la noche. Llam a %aisu,e ! su esposa ! les dijoO
#%ad a nuestros invitados unas capas de paja, ! t/, %aisu#
,e, acomp&ales a -amuro.
En el portal, tras agradecer la hospitalidad de )u,imura,
+ado le dijoO
#Esto! seguro de que volveremos a vernos uno de estos
d$as. Zui" sea otro d$a de lluvia, o tal ve" sople un *uerte vien#
to. 7asta entonces, te deseo que sigas bien.
)u,imura asinti sonriente. +$, uno de aquellos d$as... 3or un
instante, cada hombre vio al otro en su mente, montado a caballo
! empu&ando una lan"a. 3ero de momento el an*itrin hac$a re#
verencias entre ptalos de *lor de albaricoquero ca$dos, ! el invi#
tado se alejaba con la capa de paja !a mojada por la lluvia.
#8o llover mucho #dijo %aisu,e, mientras andaban
despacio por el camino#. En esta poca del a&o, tenemos uno
de estos aguaceros a diario.
8o obstante, las nubes sobre el valle de +enjo ! las cumbres
de -!a parec$an amena"antes, ! los caminantes apretaron el
paso de una manera inconsciente
1l entrar en -amuro, vieron a un hombre que compart$a el
lomo de un caballo con unos haces de le&a, ! atado de tal ma#
>IL
&era que no pod$a moverse. Conduc$a el caballo un sacerdote
de t/nica blanca, el cual llam a %aisu,e por su nombre ! co#
rri hacia l. %aisu,e *ingi no haberse enterado.
#1lguien te llama #dijo +ado, intercambiando miradas
con 8uinosu,e.
%aisu,e, obligado a reparar en el sacerdote, le dijoO
#1h, Dinshb. 3erdona, no te hab$a visto
#Qengo directamente del paso de -iimi #dijo el sacerdote
en vo" alta ! e0citada#. El hombre de Edo, el que nos pidieron
que locali"ramos... Le vi en 8ara. Tuvimos que pelear de lo
lindo, pero le hemos capturado vivo. 1hora, si le llevamos a
;ess ! le obligamos a hablar, descubriremos...
VX%e qu me ests hablandoY #le interrumpi %aisu,e.
#El hombre en el caballo. Es un esp$a de Edo.
VX8o puedes callarte, est/pidoY #dijo %aisu,e entre
dientes#. X+abes quin es el hombre que me acompa&aY 8a#
gao,a +ado de la Casa de 7oso,a2a. 3ocas veces tenemos el
privilegio de verle, ! no permitir que nos molestes con tu bro#
ma idiota.
Los ojos de Dinshb, al volverse hacia los dos viajeros,
re*lejaron su sorpresa, ! apenas pudo contenerse antes de sol#
tar abruptamente SXLa Casa de 7oso,a2aYT.
+ado ! 8uinosu,e intentaban parecer serenos e indi*erentes,
pero el viento sacud$a sus capas pluviales, hacindolas aletear
como las alas de una grulla ! dando al traste con sus es*uer"os.
VX3or quY #pregunt Dinshb en vo" baja.
%aisu,e le apart un poco a un lado ! le habl en susurros.
Cuando regres +ado le dijoO
VX3or qu no te vuelves !aY 8o quisiera crearte ms in#
convenientes.
Tras observar a los viajeros hasta que se perdieron de vista,
%aisu,e se dirigi al sacerdote.
VXCmo has podido ser tan est/pidoY X8o sabes abrir bas#
tante los ojos antes de abrir la bocaY Mi padre no estar com#
placido cuando se entere de esto.
#+$, se&or. Lo siento, no lo sab$a.
1 pesar de su t/nica, el hombre no era un sacerdote, sino
Toriumi Ben", uno de los principales servidores de )u,imura.
>IM
>? El
puerto
#U;onnosu,eW... U;onnosu,eW... U;onnosu,eW
4ori parec$a incapa" de detenerse Llam a su compa&ero
una ! otra ve", desesperado. 1l encontrar algunas pertenencias
de ;onnosu,e en el suelo, se hab$a convencido de que el otro
estaba muerto.
.n d$a ! una noche se hab$an desli"ado !a, ! durante ese
tiempo el muchacho hab$a caminado en un estado de aturdi#
miento, sin darse cuenta de su cansancio. Ten$a manchadas de
sangre las piernas, las manos ! la cabe"a, ! su ,imono estaba
hecho jirones.
%e ve" en cuando le agarrotaba un espasmo, ! entonces
al"aba la vista al cielo ! gritabaO SEsto! dispuestoT o miraba el
suelo ! maldec$a.
%e s/bito sinti *r$o ! se pregunt si se estaba volviendo
loco. +e contempl en un charco !, al reconocer su propia ima#
gen re*lejada en el agua, se sinti aliviado. 3ero estaba solo, sin
nadie a quien dirigirse, slo convencido a medias de que a/n
estaba vivo. Cuando recobr el sentido, en el *ondo del barran#
co, no recordaba dnde hab$a estado en los /ltimos d$as, ni se
le ocurri tratar de regresar al -ongji o a -o!ag!(.
.n objeto que brillaba con los colores del arco iris le llam
la atencin. Era un *aisn. 8ot la *ragancia de las glicinas sil#
>IA
vestres en el aire ! se sent. Mientras trataba de recordar su
situacin, pens en el sol, imagin que el astro estaba en todas
partes, ms all de las nubes, entre las cumbres, en los valles.
+e puso de rodillas, junt las manos, cerr los ojos ! empe" a
orar. Cuando abri los ojos, unos minutos despus, lo primero
que vio *ue un atisbo del ocano, a"ul ! nebuloso, entre dos
monta&as.
#3eque&o #le dijo una vo" maternal#. XEsts bienY
VXEnY #+obresaltado, 4ori dirigi sus ojos hundidos hacia
las dos mujeres, que le miraban con curiosidad.
VXZu crees que le ocurre, madreY #pregunt la ms jo#
ven, mirando a 4ori con repugnancia.
La mujer, con la perplejidad re*lejada en su semblante, se
acerc a 4ori !, al ver sus ropas ensangrentadas, *runci el ce&o.
VX8o te duelen esos cortesY #le pregunt. 4ori sacudi la
cabe"a. La mujer se volvi hacia su hija ! le dijo#O 3arece en#
tender lo que le digo.
Le preguntaron su nombre, su procedencia, de dnde era
natural qu estaba haciendo all$ ! a quin hab$a estado re"an#
do. 3oco a poco, mientras el chiquillo miraba a su alrededor en
busca de alguna respuesta, *ue recuperando la memoria.
La repugnancia inicial de la hija que se llamaba 'tsuru,
hab$a cedido el paso a la compasin
#Llevmosle a +a,ai con nosotras #dijo a su madre#.
3uede que nos sea /til en el almacn. Tiene la edad apropiada.
VRsa podr$a ser una buena idea #replic 'sei, la madre#.
3ero Xquerr venirY
#Qendr , Xno es cierto que vendrs con nosotrasY
#+$, s$ #asinti 4ori.
#Entonces en marcha, pero tendrs que llevar nuestro
equipaje.
#1h.
4ori respondi a las observaciones de las mujeres con meros
gru&idos, pero por lo dems no dijo nada durante el tra!ecto
monta&a abajo, por un camino rural que les llev a -ishi2ada.
.na ve" se vio de nuevo entre la gente, se volvi comunicativo.
VX%nde viv$sY #les pregunt.
VEn +a,ai.
>I?
VXEst cerca de aqu$Y
#8o, cerca de 'sa,a.
VX%nde est 'sa,aY
#1qu$ subiremos a un barco que nos llevar a +a,ai. En#
tonces lo sabrs.
VX%e verasY X.n barcoY
E0citado por la perspectiva de navegar, habl por los codos
durante varios minutos Les cont que hab$a embarcado en
muchos transbordadores en el camino de Edo a )amato, pero
aunque el ocano no estaba lejos de su pueblo natal en +hi#
mosa, nunca hab$a navegado por el mar en un barco.
#Entonces ests contento, XehY #le dijo 'tsuruV. 3ero no
debes llamar a mi madre St$aT. Cuando te dirijas a ella dile
Sse&oraT.
#1h.
#) nunca debes responder SahT. %i Ss$, se&oraT.
#+$, se&ora.
#1s$ est mejor. Bueno, si te quedas con nosotras ! traba#
jas con ah$nco, me encargar de que te nombren dependiente
del almacn.
VXA qu se dedica tu *amiliaY
#Mi padre es un agente naviero.
-Y eso qu esY
#Es un mercader. Tiene muchos barcos ! todos navegan
por la parte occidental de Capn.
#1h, slo es un mercader #dijo 4ori desde&osamente.
#US+lo un mercaderTW #e0clam la muchacha#. 3ero
Xqu dicesY
La madre se inclinaba a pasar por alto la rude"a de 4ori,
pero la hija estaba indignada. Entonces, tras alg/n titubeo
a&adiO
#+upongo que los /nicos mercaderes que ha visto son los
vendedores de dulces o de ropa.
4mpulsada por el pro*undo orgullo de los comerciantes de
la regin de -ansai, in*orm a 4ori que su padre pose$a tres
almacenes, todos ellos grandes, en +a,ai, ! varias decenas de
navios. Le hi"o saber que ten$an sucursales en +himonose,i,
Maru,ame ! +hi,ama ! que los servicios e*ectuados para la
>IN
Casa de 7oso,a2a en -o,ura eran de tal envergadura que los
barcos de su padre ten$an la categor$a de naves o*iciales.
#) est autori"ado a tener apellido ! usar dos espadas,
como un samurai #sigui diciendo#. Todo el mundo al oeste
de 7onshu ! en -!ushu conoce el nombre de -oba!ashi Ta#
r"aemon de +himonose,i. En tiempos de guerra, daim!os
como +hima"u ! 7oso,a2a nunca tienen su*icientes barcos,
as$ que mi padre es tan importante como un general.
#8o ten$a intencin de hacerte en*adar #le dijo 4ori.
Las dos mujeres se rieron.
#8o estamos en*adadas #replic 'tsuruV. 3ero Xqu
sabe del mundo un chiquillo como t/Y
#Lo siento.
1l doblar una esquina les lleg el olor salobre del mar. 't#
suru se&al un barco amarrado al embarcadero de -ishi2ada.
Ten$a una capacidad de carga de quinientas *anegas ! estaba
cargado con productos hort$colas locales.
#En ese barco iremos a casa #dijo la muchacha orgullosa#
mente.
El capitn del barco ! un par de agentes de -oba!ashi sa#
lieron de una casa de t en un muelle para recibirlas
!. 7a sido agradable la caminataY #les pregunt el capi#
tn#Lamento deciros que vamos mu! cargados, por lo que
no he podido reservaros mucho espacio X+ubimos a bordoY
Las precedi hasta la popa del barco, donde hab$a un espa#
cio resguardado con cortinas. 7ab$an e0tendido una al*ombra
roja, ! elegantes recipientes lacados de estilo Momo!ama con#
ten$an alimentos ! sa,e en abundancia. 4ori tuvo la sensacin
de que entraba en una peque&a sala mu! bien dispuesta en la
mansin de un daim!o
El barco lleg a +a,ai por la noche, tras una traves$a sin
incidentes por la bah$a de 'sa,a. Los viajeros se encaminaron
directamente al establecimiento de -oba!ashi, *rente al mue#
lle, donde *ueron recibidos por el administrador, un hombre
llamado +ahei, ! un nutrido grupo de dependientes que se ha#
b$an reunido en la espaciosa entrada.
1ntes de internarse en la casa, 'sei se volvi ! dijoO
#+ahei, Xquieres ocuparte del chico, por *avorY
>IH
VXTe re*ieres al sucio p$llete que ha desembarcadoY
#+$. 8o parece *altarle el ingenio, as$ que podrs ponerle a
trabajar... ) encrgate de vestirle. Es posible que tenga piojos.
Qigila que se lave bien ! dale un ,imono nuevo. Luego puede
acostarse.
%urante los d$as siguientes, 4ori no vio a la se&ora de la casa
ni a su hija. .na de esas cortinas cortas llamadas noren separaba
la o*icina de la vivienda, al *ondo, ! hac$a las veces de tabique.
+in un permiso especial, nadie, ni siquiera +ahei, pod$a cru"arla.
El encargado destin un rincn de la StiendaT, como llama#
ba a la o*icina, para que 4ori durmiera all$. 1unque agradec$a
que le hubieran rescatado, el muchacho no tard en sentirse
insatis*echo por su nueva manera de vivir.
La atms*era cosmopolita a la que hab$a ido a parar ejerc$a
sobre l cierta *ascinacin. Contempl boquiabierto las inno#
vacjones e0tranjeras que ve$a en las calles, los barcos en el
puerto ! los signos de prosperidad que eran evidentes por el
estilo de vida de la gente. 3ero continuamente le dec$anO SUEh,
chicoW U7a" esto...W U7a" aquelloWT. %esde el /ltimo mono del
almacn hasta el administrador, le obligaban a ir de un lado a
otro como un perro, ! su actitud hacia l era totalmente distinta
a la que adoptaban cuando hablaban con un miembro de la
*amilia o con un cliente. Entonces se convert$an en serviles pe#
lotilleros. ), desde la ma&ana a la noche, no hac$an ms que
hablar de dinero ! ms dinero, ! cuando no hablaban de eso lo
hac$an de trabajo ! ms traba o
SU) se consideran seres humanosWT, pensaba 4ori. 1nhela#
ba el cielo a"ul ! el olor de la hierba clida bajo el sol, ! no eran
pocas las veces que hab$a decidido huir de all$. La nostalgia era
ms intensa cuando recordaba a Musashi, en aquellos momen#
tos en que le hablaba de las maneras de nutrir al esp$ritu. Qe$a
con nitide" la imagen de Musashi ! el rostro del desaparecido
;onnosu,e..., ! a 'ts(.
.n d$a la situacin lleg a un punto insostenible.
#UloW #le llam +aheiV. X%nde ests, loY
1l no obtener respuesta, el hombre se levant ! *ue hasta el
travesano lacado de negro, el llamado ,e!a,i, que *ormaba
el umbral de la o*icina.
>II
#Qa!a, chico nuevo, as$ que ests aqu$ #le grit#. X3or qu
no acudes cuando te llamanY
4ori estaba barriendo el pasillo entre la o*icina ! el almacn.
1l" la vista ! preguntO
!U Me llamabas a m$Y
#Me llamabas a m$, se&orc
#Entiendo.
#UEntiendo, se&orl
#+$, se&or.
VXEs que no tienes o$dosY X3or qu no me has respon#
didoY
#Te he o$do decir SloT, ! no pod$a tratarse de m$. Me lla#
mo 4ori..., se&or.
#lo es su*iciente. ) una cosa ms. El otro d$a te dije que
dejaras de llevar esa espada.
#+$, se&or.
#%mela.
4ori titube un momento ! entonces replicO
#Es un recuerdo de mi padre. 8o puedo desprenderme de
ella.
#UMocoso descaradoW Te he dicho que me la des.
#%e todas maneras no quiero ser mercader.
#+i no *uese por ios mercaderes, la gente no podr$a vivir
#dijo +ahei enrgicamente#. XZuin traer$a mercanc$as de
pa$ses e0tranjerosY 8obunaga ! 7ide!oshi son grandes hom#
bres, pero no podr$an haber levantado todos esos castillos...
1"uchi, Cura,udai, :ushimi, sin la a!uda de los mercaderes.
+lo tienes que ver a los hombres que trabajan aqu$, en +a,ai,
8amban, Du"on, :u,ien, 1moi. Todos ellos comercian a gran
escala.
#Eso !a lo s.
VXCmo podr$as saberloY
#Cualquiera puede ver sus grandes casas en 1!amachi,
-inumachi ! 8ishi,imachi, ! all arriba, en lo alto de la colina
el establecimiento de Du"onE!a parece un castillo. 7a! hileras
! ms hileras de mansiones que pertenecen a ricos mercaderes.
Este lugar..., bueno, s que la se&ora ! 'tsuru estn orgullosas
de l, pero no puede compararse con ninguna de esas casase
200
VUZu dices, peque&o hijo de perraW
+ahei apenas hab$a cru"ado la puerta antes de que 4ori de#
jara caer la escoba ! echara a correr. +ahei llam a unos obre#
ros portuarios ! les orden que le atraparan.
Cuando trajeron a 4ori a rastras, +ahei estaba *uera de s$.
VXZu se puede hacer con un chico como steY Es respon#
dn ! se burla de todos nosotros. 7o! le vamos a dar un buen
castigo. V1l entrar de nuevo en la o*icina, a&adiVO Zuitadle
esa espada.
Le despojaron del arma o*ensiva ! le ataron las manos a la
espalda. Cuando anudaron la cuerda a una gran caja de carga,
4ori parec$a un mono sujeto por una trailla.
VZue se quede ah$ un buen rato Vdijo uno de los hom#
bres, sonrienteV. %ejemos que la gente se burle de l.
Los dems regresaron al trabajo entre risotadas.
8o hab$a nada que 4ori odiara ms que aquello. UCuan a
menudo Musashi ! ;onnosu,e le hab$an advertido que no hi#
ciera cosas de las que pudiera avergon"arseW
3rimero intent suplicar, luego prometi que se corregir$a.
Como todo esto *ue en vano, recurri a las invectivas.
VUEl administrador es un idiota, un viejo chocho que est
locoW U%esatadme ! devolvedme mi espadaW U8o vo! a quedar#
me en una casa como staW
+ahei se acerc ! le orden que se callara. Entonces intent
amorda"ar a 4ori, pero el muchacho le mordi un dedo, por lo
que el hombre desisti ! pidi a los obreros portuarios que lo
hicieran.
4ori tir de sus ataduras a uno ! otro lado. El hecho de estar
e0puesto a las miradas de los transe/ntes le produc$a !a una
enorme tensin, ! se ech a llorar cuando un caballo orin ! el
l$quido espumoso corri hacia sus pies.
Cuando se estaba tranquili"ando, vio algo que casi le hi"o
desma!arse. 1l otro lado de un caballo hab$a una mujer joven,
su cabe"a protegida del sol ardiente por un sombrero lacado de
ala ancha. Llevaba atado, para ma!or comodidad al viajar, su
,imono de c&amo, ! sujetaba una delgada ca&a de bamb/.
4ori trat en vano de llamarla. Estir el cuello hasta que
casi se as*i0i a causa del es*uer"o. Ten$a los ojos secos, pero
J@>
los sollo"os estremec$an sus hombros. El hecho de que 'tsu
estuviera tan cerca le enloquec$a. X1donde ibaY X3or qu se
hab$a marchado de EdoY
Ms tarde, cuando un barco atrac en el embarcadero,
hubo mucho ms movimiento en la "ona.
V+ahei, Xqu est haciendo aqu$ este chico, atado como un
oso adiestrado para su e0hibicinY Es una crueldad dejarle as$,
! tambin es negativo para el negocio.
El hombre que as$ hab$a hablado en el umbral de la o*icina
era un primo de Taro"aemon, a quien generalmente llamaban
8ambanE!a, el nombre del establecimiento donde trabajaba.
.nas negru"cas marcas de viruela a&ad$an cierto mati" sinies#
tro a su semblante airado. 1 pesar de su aspecto, era un hom#
bre amable que con *recuencia daba dulces a 4ori.
V8o me importa que le ests castigando Vsigui dicien#
doV. 8o es correcto hacerlo en medio de la calle. Eso es malo
para el nombre de -oba!ashi. %estale.
V+$, se&or.
+ahei obedeci de inmediato, mientras divert$a a 8amba#
nE!a con una detallada e0plicacin de lo in/til que era 4ori.
V+i no sabes qu hacer con l Vdijo 8ambanE!aV, le lle#
var a casa conmigo. 7o! hablar de ello con 'sei.
El administrador, temiendo las consecuencias cuando la
due&a de la casa se enterase de lo sucedido, sinti de improviso
la necesidad de suavi"ar los sentimientos de 4ori. Rste, por su
parte, no dirigi la palabra a aquel hombre durante el resto del
d$a.
1quella noche, cuando se dispon$a a marcharse, 8am#
banE!a se detuvo en el rincn de la tienda ocupado por 4ori.
Estaba algo bebido, pero de buen humor, ! le dijoO
VBueno, al *inal no vas a venirte conmigo. Las mujeres no
han estado dispuestas a consentirlo. UCaW
+in embargo, su conversacin con 'sei ! 'tsuru hab$a teni#
do un e*ecto saludable. 1l d$a siguiente 4ori ingres en la es#
cuela de un templo vecino. +e le permiti llevar su espada a la
escuela, ! ni +ahei ni los dems volvieron a molestarle.
3ero aun as$, el muchacho segu$a sin poder adaptarse.
Cuando estaba dentro de la casa, su mirada se dirig$a con *re#
202
cuencia al e0terior. Cada ve" que una mujer joven parecida,
incluso remotamente, a 'ts( pasaba por la calle, el color de su
rostro cambiaba. En ocasiones sal$a para verla mejor.
.na ma&ana, hacia comien"os del noveno mes, empe" a
llegar por barco *luvial una prodigiosa cantidad de equipaje
procedente de -!oto. Mediado el d$a, ba/les ! cestos se amon#
tonaban ante la o*icina. Las etiquetas identi*icaban aquella
propiedad como perteneciente a samurais de la Casa de 7oso#
,a2a, los cuales hab$an reali"ado en -!oto unas actividades
similares a las que llevaron a +ado al monte -!a, para ocupar#
se de los asuntos postumos de 7oso,a2a )(sai. 1hora esta#
ban sentados, tomando t de cebada ! abanicndose, algunos
en la o*icina ! otros en el e0terior, bajo los aleros.
1l regresar de la escuela, 4ori se detuvo en la calle ! palide#
ci.
-ojiro, sentado sobre un gran cesto, estaba hablando con
+ahei.
V1qu$ hace demasiado calor Vle dec$aV. X1/n no ha
atracado nuestro barcoY
+ahei al" la vista del conocimiento de embarque que ten$a
en las manos ! se&al hacia el embarcadero.
VTu barco es el Tatsumimaru. El que est all$. Como pue#
des ver, todav$a no han terminado de cargarlo ! vuestras pla"as
a bordo a/n no estn preparadas. Lo siento mucho.
V3ues pre*erir$a esperar a bordo. 1ll$ debe de hacer algo
de *resco.
V+$, se&or. 4r ahora mismo a ver cmo van las cosas.
%emasiado apresurado para enjugarse el sudor de la *ren#
te, se encamin calle abajo, ! entonces vio a 4ori.
VXZu haces aqu$ parado, como si te hubieras tragado una
baquetaY Qe ! atiende a los pasajeros. T de cebada, agua *res#
ca, agua caliente... %ales lo que quieran.
4ori se dirigi a un coberti"o en la entrada del callejn, al
lado del almacn, donde manten$an una gran tetera de agua
hirviendo. 3ero en ve" de hacer lo que le hab$an ordenado, se
qued mirando *uribundo a -ojiro.
1hora era conocido en general como ;anr!(, el nombre de
cultas resonancias que parec$a ms apropiado a su edad ! ca#
203
tegor$a actuales. 7ab$a ganado peso ! era ms robusto. La cara
se le hab$a llenado. +us ojos, que en el pasado parec$an atrave#
sar a quien miraban, eran serenos ! tranquilos. )a no usaba a
menudo su lengua como si *uese un estilete, cosa que en el pa#
sado hiciera tanto da&o. %e alguna manera, la dignidad de su
espada hab$a pasado a *ormar parte de su personalidad.
.na de las consecuencias era que hab$a sido gradualmente
aceptado por sus camaradas samurais, los cuales no slo habla#
ban de l en trminos elogiosos sino que le respetaban de ve#
ras.
Empapado en sudor, +ahei regres del barco, volvi a pedir
disculpas por la larga espera ! anunciO
VLos asientos en medio del barco a/n no estn prepara#
dos, pero los de la proa s$ que lo estn.
Eso signi*icaba que los soldados de in*anter$a ! los samu#
rais ms jvenes pod$an subir a bordo. Decogieron sus perte#
nencias ! partieron en grupo.
+lo permanecieron donde estaban -ojir ! seis o siete
hombres ma!ores, todos ellos *uncionarios de cierta importan#
cia en el *eudo.
V+ado a/n no ha llegado, XverdadY Vpregunt -ojiro.
V8o, pero no creo que tarde mucho.
V3ronto tendremos el sol en el oeste Vle dijo +ahei a -o#
jiroV. +i entras, har ms *resco.
VLas moscas son terribles Vse quej -ojirV. ) esto! se#
diento. X8o podr$a tomar otra ta"a de tY
VEn seguida, se&or. V+in levantarse, +ahei grit en direc#
cin al coberti"o donde herv$a el aguaVO lo, Xqu ests hacien#
doY Trae el t a nuestros invitados.
El administrador volvi a en*rascarse en el conocimiento
de embarque, pero al darse cuenta de que lori no le hab$a res#
pondido, empe" a repetir su orden. Entonces vio que el mu#
chacho s apro0imaba lentamente con una bandeja sobre la
que reposaban varias ta"as de t.
lori o*reci t a cada uno de los samurais, haciendo en cada
ocasin una corts reverencia. 1l llegar ante -ojiro con las dos
/ltimas ta"as, le dijoO
V3or *avor, toma un t.
204
-ojiro e0tendi la mano distra$damente, pero la retir con
brusquedad cuando sus ojos se encontraron con los de 4ori.
+orprendido, e0clamO
VU3ero si eres...W
4ori sonri ! le dijoO
VLa /ltima ve" que tuve la mala suerte de trope"ar contigo
*ue en Musashino.
VXZu signi*ica estoY Vdijo -ojiro con la vo" ronca, en un
tono mu! poco adecuado a su categor$a actual.
Estaba a punto de decir algo ms cuando 4ori gritO
V1h, Xde modo que me recuerdasY V) le arroj la bande#
ja a la cara.
VU'hW Vgrit -ojiro, cogiendo a 4ori por la mu&eca.
1unque la bandeja no le hab$a alcan"ado, un poco de t
caliente le hab$a ca$do en el ojo i"quierdo. El resto del t se
derram sobre su pecho ! rega"o. La bandeja se estrell contra
un poste en un ngulo del edi*icio.
VU3eque&o bastardoW Vgrit -ojiro. 1rroj a 4ori al suelo
! le puso un pie encima. U1dministradorW Ve0clam airadoV.
Este mocoso es uno de tus empleados, XnoY Qen aqu$ ! su#
jtale. 1unque slo sea un ni&o, no vo! a tolerar semejante
o*ensa.
Enloquecido de pavor, +ahei se apresur a hacer lo que le
hab$an ordenado, pero de alguna manera 4ori logr desenvai#
nar su espada ! dirigir una estocada al bra"o de -ojiro. Rste le
lan" de un puntapi al centro de la estancia ! retrocedi un
paso.
+ahei se volvi ! ech a correr hacia 4ori, gritando como un
poseso. Lleg al lado del muchacho cuando ste acababa de
ponerse en pie.
VU8o te metas en estoW Vle grit 4ori, ! entonces, mirando
a -ojiro directamente a la cara, le espetVO UTe lo ten$as mere#
cidoW
Tras decir estas palabras, sali corriendo al e0terior.
-ojiro cogi una vara, de las utili"adas para transportar re#
cipientes, que estaba a mano ! la arroj al muchacho. %io per#
*ectamente en el blanco, alcan"ndole en una pierna, detrs de
la rodilla. 4ori ca! de bruces al suelo.
J@A
'bedeciendo una orden de +ahei, varios hombres se aba#
lan"aron sobre 4ori ! le llevaron a rastras hasta el coberti"o
donde herv$a el agua. 1ll$ un sirviente estaba limpiando el ,i#
mono ! el ha,ama de -ojir.
V3or *avor, perdona esta o*ensa Vle suplic +ahei.
V8o sabemos cmo disculparnos Vdijo uno de los depen#
dientes.
+in dignarse mirarles, -ojir cogi una toalla h/meda del
sirviente ! se limpi la cara.
4ori hab$a sido inmovili"ado en el suelo, con los bra"os
*uertemente doblados a sus espaldas.
V+oltadme Vsuplicaba, contorsionndose de dolorV. 8o
huir. +o! hijo de un samurai. Lo que he hecho ha sido a pro#
psito ! aceptar mi castigo como un hombre.
-ojir termin de arreglar sus ropas ! se alis el cabello.
V%ejadle Vdijo en tono sereno.
4ncapa" de interpretar la plcida e0presin del samurai,
+ahei tartamudeO
VXEsts..., ests seguro de que es convenienteY
V+$, pero... Vla palabra son como un clavo al ser clavado
en una tablaV, aunque no tengo la menor intencin de pe#
learme con un simple chiquillo, si crees que debe ser castigado,
puedo sugerirte un mtodo. Rchale un ca"o de agua hirviendo
sobre la cabe"a. Eso no le matar.
VX1gua hirviendoY V+ahei se estremeci ante la sugeren#
cia.
V+$, pero si quieres dejar que se marche, tambin puedes
hacerlo per*ectamente.
+ahei ! sus hombres intercambiaron miradas de incerti#
dumbre.
V8o podemos permitir que semejante comportamiento
quede impune.
V+iempre ha hecho trastadas.
V7a tenido suerte de haber salido con vida.
VTraed una soga.
Cuando empe"aron a atarle, 4ori "a* las manos.
VXZu estis haciendoY Vgrit. +entndose en el suelo,
a&adiVO 's he dicho que no huir$a. 1ceptar mi castigo. Te#
J@?
n$a una ra"n para hacer lo que he hecho. .n mercader puede
pedir disculpas, !o no. El hijo de un samurai no va a llorar
porque le echen encima un poco de agua hirviendo.
V%e acuerdo Vdijo +aheiV. T/ mismo lo has pedido.
El administrador se arremang, llen un ca"o de agua hir#
viendo ! se dirigi lentamente hacia 4ori.
VCierra los ojos, 4ori. +i no lo haces, te quedars ciego.
La vo" que hab$a dicho estas /ltimas palabras, proced$a de
la calle.
4ori, sin atreverse a mirar quin le hab$a aconsejado as$, ce#
rr los ojos con *uer"a. Decord una ancdota que Musashi le
cont una ve" en la llanura de Musashino. Era sobre -aisen,
un sacerdote 5en mu! reverenciado por los guerreros de la
provincia de -ai. Cuando 8obunaga e 4e!asu atacaron el tem#
plo de -aisen ! lo incendiaron, el sacerdote se sent calmosa#
mente en el piso superior del portal !, mientras las llamas le
consum$an, pronunci las palabrasO S+i tus sentimientos han
sido borrados por la iluminacin, el *uego es *r$oT.
S8o es ms que un ca"o de agua hirviendo Vse dijo 4oriV.
8o debo pensar as$.T 4ntent desesperadamente convertirse en
un vac$o sin !o, libre de enga&os, sin penas. Tal ve" si hubiera
sido ms joven, o mucho ma!or..., pero a su edad *ormaba par#
te del mundo en que viv$a en un grado superlativo.
XCundo ocurrir$aY 3or un instante, presa de vrtigo, pens
que el sudor que se desli"aba por su *rente era agua hirviente.
.n minuto le parec$a un siglo.
VQa!a, si es +ado Vdijo -ojiro.
+ahei ! todos los dems se volvieron ! miraron al viejo sa#
murai.
VXZu ocurre aqu$Y Vpregunt +ado, mientras cru"aba la
calle con 8uinosu,e a su lado.
-ojiro se ech a re$r ! dijo en tono ligeroO
V8os has sorprendido en un momento singular. Estn cas#
tigando a este muchacho.
+ado mir *ijamente a 4ori.
VXLe estn castigandoY Bien, si ha hecho algo malo debe
ser castigado. 1delante. +er testigo del castigo.
+ahei mir por el rabillo del ojo a -ojiro, el cual compren#
207
dio la situacin de inmediato ! supo que l era el /nico respon#
sable de la severidad del castigo.
VEs su*iciente Vdijo.
lori abri los ojos. 1l principio le cost un poco centrar la
mirada, pero al reconocer a +ado, sinti un acceso de alegr$a.
VTe cono"co Vle dijoV. Eres el samurai que visit el To#
,uganji en 7otengahara.
VXMe recuerdasY
V+$, se&or.
VXZu ha sido de tu maestro, MusashiY
lori sorbi aire por la nari" ! se cubri los ojos con las ma#
nos.
El hecho de que +ado conociera al muchacho *ue un golpe
para -ojiro. De*le0ion un momento ! decidi que era preciso
hacer algo con respecto a la b/squeda de Musashi por parte de
+ado. 3ero, desde luego, no quer$a que el nombre de Musashi
saliera a relucir en una conversacin entre l ! un servidor de
alto rango de su se&or. +ab$a que uno de aquellos d$as tendr$a
que en*rentarse a Musashi, pero eso !a no era un asunto estric#
tamente privado.
En realidad, se hab$a abierto una brecha entre la l$nea prin#
cipal ! las ramas de la Casa de 7oso,a2a, una *accin de la
cual ten$a a Musashi en gran estima, mientras que la otra se
decantaba por el e0 rnin que ahora era el instructor de es#
grima del je*e del clan. 1lgunos dec$an que la verdadera ra"n
de que el en*rentamiento *uese inevitable era la rivalidad entre
bastidores de +ado ! -a,ubei.
3ara alivio de -ojiro, el contramaestre del Tatsumimaru
lleg en aquel preciso momento ! les dijo que la nave estaba
preparada.
+ado no se movi de donde estaba e inquiriO
VEl barco no "arpar hasta la puesta del sol, Xno es ciertoY
V1s$ es Vrespondi +ahei, que recorr$a la o*icina de un
lado a otro, preocupado por las consecuencias que tendr$a lo
sucedido.
VEntonces Xdispongo de alg/n tiempo para descansarY
VMucho tiempo. 3or *avor, toma un poco de t.
'tsuru apareci en la puerta interior e hi"o se&as al ad#
208
ministrador. Rste, tras escucharla durante un par de minutos,
volvi al lado de +ado ! le dijoO
VLa o*icina no es el lugar ms apropiado para recibirte.
+lo ha! un paso a travs del jard$n a la casa. X+er$as tan ama#
ble de ir ah$Y
VEso es mu! amable Vreplic +adoV. XCon quin esto!
en deudaY XCon la se&ora de la casaY
V+$. 7a dicho que quisiera e0presarte su agradecimiento.
VX3or quY
+ahei se rasc la cabe"a.
V3ues... imagino que por evitar con tu intervencin que
4ori saliera lastimado. Como el due&o de la casa no est...
V)a que has mencionado a 4ori, quisiera hablar con l.
XTe importar$a llamarleY
El jard$n era e0actamente como +ado habr$a esperado que
lo *uese en la casa de un rico mercader de +a,ai. 1unque unido
por un lado a un almacn, era un mundo di*erente al de la o*ici#
na calurosa ! ruidosa. 3iedras ! plantas acababan de ser rega#
das, ! corr$a un arro!uelo.
'sei ! 'tsuru estaban arrodilladas en una peque&a ! ele#
gante habitacin ante el jard$n. +obre el tatami hab$a una es#
tera de lana, con bandejas de dulces ! tabaco. +ado repar en la
intensa *ragancia de una me"cla de incienso.
El anciano se sent ante la puerta de la estancia.
V8o vo! a entrar VdijoV. Tengo los pies sucios.
Mientras le serv$a t, 'sei le pidi disculpas por el compor#
tamiento de sus empleados ! le dio las gracias por haber salva#
do a 4ori.
V7ace alg/n tiempo tuve ocasin de conocer a ese chico
Vdijo +adoV. Me alegro de haberle encontrado de nuevo.
XCmo es que est en vuestra casaY
Tras escuchar la e0plicacin de la mujer, +ado le habl de
su larga b/squeda de Musashi. Charlaron amigablemente un
rato, ! *inalmente +ado le dijoO
V7e observado a 4ori desde el otro lado de la calle durante
varios minutos, ! he admirado su capacidad de conservar la
calma. +e ha comportado mu! bien. %e hecho, considero un
error criar a un muchacho tan valeroso en un establecimiento
J@I
de mercaderes. XZu te parecer$a si !o me hiciera cargo de lY
En -o,ura podr$a ser educado como un samurai.
'sei acept sin titubear.
VEso ser$a sin duda alguna lo mejor que podr$a ocurrirle a
ese muchacho Vrespondi.
'tsuru se levant para ir en busca de 4ori, pero en aquel
mismo momento el chico sali de detrs de un rbol, desde
donde hab$a o$do toda la conversacin.
VXTienes algo que objetar a venirte conmigoY Vle pre#
gunt +ado.
Debosante de *elicidad, 4ori rog al anciano que le llevara a
-o,ura.
Mientras +ado tomaba su t, 'tsuru prepar a 4ori para el
viajeO ,imono, ha,ama, polainas, sombrero de juncos..., todas
las prendas nuevas. Era la primera ve" en su vida que el chico
se pon$a un ha,ama.
1quella noche, cuando el Tatsumimaru e0tendi sus negras
velas ! "arp bajo las nubes doradas por el sol poniente, 4ori
volvi la vista hacia el mar de rostrosO los de 'tsuru, su madre,
+ahei ! un nutrido grupo de personas que le desped$an, el ros#
tro colectivo de la ciudad de +a,ai.
Con una ancha sonrisa en el rostro, 4ori se quit el sombre#
ro de juncos ! lo agit, devolvindoles el saludo.
J>@
>N El maestro
de escritura
El letrero en la entrada de un estrecho callejn en el distri#
to de los pescateros de ',a"a,i dec$aO S4luminacin para los
jvenes. Lecciones de lectura ! escrituraT, ! ostentaba el nom#
bre Mu,a, el cual, seg/n todas las apariencias, era uno de los
muchos ronin empobrecidos pero honestos que se ganaban la
vida compartiendo su educacin de la clase guerrera con los
hijos del pueblo llano.
La caligra*$a era curiosa, como de a*icionado, ! hac$a que
a*lorase una sonrisa a los labios de los transe/ntes, pero Mu,a
aseguraba que eso no le avergon"aba. Cada ve" que se lo men#
cionaban, siempre contestaba lo mismoO
VEn el *ondo todav$a so! un ni&o, as$ que esto! practican#
do con los ni&os.
El callejn desembocaba en un bosquecillo de bamb/es, ms
all del cual se hallaba el terreno de equitacin de la Casa de
7onda. Cuando hac$a buen tiempo, aquel paraje siempre estaba
cubierto por una nube de polvo, pues los caballeros a menudo
practicaban desde el alba hasta que oscurec$a. El linaje militar
del que estaban tan orgullosos era el de los *amosos guerreros
Mi,a2a, la tradicin de la que hab$an salido los To,uga2a.
Mu,a se despere" tras la siesta del mediod$a, *ue al po"o !
sac agua. +u ,imono gris sin *orro ! su capucha del mismo
J>>
color mu! bien podr$an haber sido el atuendo de un hombre de
cuarenta a&os, aunque en realidad a/n no hab$a cumplido los
treinta. Tras lavarse la cara, entr en el bosquecillo !, de un
solo tajo de espada, cort una gruesa ca&a de bamb/.
%espus de lavar el bamb/ en el po"o, entr en la casa. Las
persianas que colgaban a un lado manten$an a ra!a el polvo del
terreno de equitacin, pero como aqulla era la direccin por
la que llegaba la lu", la /nica pie"a parec$a ms peque&a ! os#
cura de lo que realmente era. En un rincn hab$a una tabla,
sobre la cual colgaba un retrato annimo de un sacerdote 5en.
Mu,a coloc el tro"o de bamb/ sobre la tabla ! puso en el
interior hueco una *lor de correhuela.
S8o est malT, se dijo, mientras retroced$a para e0aminar
su obra.
Tom asiento ante su mesa, empu& el pincel ! empe" a
practicar, utili"ando como modelo un manual de *ormales ca#
racteres de tipo cuadrado, del que era autor ChEu +ui#liang ! un
calco de la caligra*$a del sacerdote -obo %aishi. Era evidente
que hab$a progresado sin cesar durante el a&o que llevaba vi#
viendo all$, pues los caracteres que escrib$a ahora eran mu!
superiores a los que *iguraban en el letrero de la entrada.
V3erdona que te moleste Vle dijo la mujer que viv$a al
lado, esposa de un vendedor de pinceles para escritura.
VEntra, por *avor Vrespondi Mu,a.
VEs slo un momento. Me estaba preguntando... 7ace un
rato he o$do un *uerte ruido, como si algo se rompiera. X8o lo
has o$doY
Mu,a se ech a re$r.
V8o te preocupes. 7e sido !o al cortar un tro"o de bamb/.
V1h, estaba inquieta. 3ens que qui" te hab$a ocurrido
algo. Mi marido dice que los samurais que merodean por aqu$
tienen intencin de matarte.
V+i lo hacen, poco importar. %e todos modos, mi vida no
vale tres monedas de cobre.
V8o deber$as ser tan despreocupado. 1 mucha gente la
matan por cosas que ni siquiera recordaban haber hecho. 3ien#
sa en lo tristes que estar$an todas las muchachas si su*rieras
alg/n da&o.
J>J
La mujer se march, sin preguntarle esta ve", como sol$a
hacerO SX3or qu no te casasY X1caso no te gustan las muje#
resYT. Mu,a nunca le daba una respuesta clara, aunque l mis#
mo hab$a sido el causante de aquel inters al revelar lo su*i#
ciente para sugerir que ser$a un buen partido. +us vecinos
sab$an que era un rnin de Mimasa,a, a*icionado al estudio, !
que hab$a vivido durante alg/n tiempo en -!oto ! en los al#
rededores de Edo. 1seguraba que quer$a establecerse en ',a#
"a,i ! dirigir una buena escuela. Como su juventud, diligencia
! honestidad estaban *uera de toda duda, no era sorprendente
que varias muchachas se mostraran interesadas por l como
pretendiente, as$ como varios padres con hijas casaderas.
1quel peque&o sector de la sociedad sent$a una cierta *asci#
nacin por Mu,a. El vendedor de pinceles ! su esposa le trata#
ban amablemente, la mujer le hab$a ense&ado a cocinar !, en
ocasiones, le lavaba la ropa ! cos$a sus prendas. En conjunto, el
joven dis*rutaba viviendo en aquella vecindad, donde todo el
mundo se conoc$a ! todos buscaban nuevas maneras de apor#
tar inters a sus vidas. +iempre hab$a algo en marcha, si no un
*estival o dan"as callejeras o una celebracin religiosa, un *une#
ral o un en*ermo del que cuidar.
1quella noche pas ante la casa del vendedor de pinceles !
su esposa cuando stos estaban cenando. La mujer chasque la
lengua ! comentO
VX1donde irY 3or la ma&ana ense&a a los ni&os, despus
de comer echa la siesta o estudia ! por la noche sale. Es como
un murcilago.
+u marido se ri entre dientes.
VX) eso qu tiene de maloY 8o deber$as envidiarle sus
e0cursiones nocturnas.
En las calles de ',a"a,i, los sonidos de una *lauta de bam#
b/ se me"claban con los "umbidos de los insectos cautivos en
jaulitas de madera, el lamento r$tmico de los cantantes calleje#
ros ciegos, los gritos de vendedores de melones ! sushi. 8o ha#
b$a nada all$ que recordara el *rentico ajetreo que caracteri"a#
ba a Edo. Las llamas de los *aroles oscilaban, la gente paseaba
en*undada en sus ,imonos veraniegos. En el calor persistente
de la jornada de verano, todo parec$a relajado ! en su sitio.
J>L
Cuando Mu,a pas, las muchachas susurraron.
V1h$ va de nuevo.
V7umm..., no presta atencin a nadie, como de costumbre.
1lgunas jvenes le saludaban con una inclinacin de ca#
be"a ! luego se volv$an hacia sus amigas ! especulaban sobre el
destino de Mu,a.
Rste camin en l$nea recta, pas de largo ante las callejas
donde podr$a haber comprado los *avores de las prostitutas de
',a"a,i, consideradas por muchos como una de las principales
atracciones locales a lo largo de la carretera To,aido. En el
l$mite occidental de la ciudad, se detuvo ! se estir, dejando
que el calor abandonara sus holgadas mangas. %elante de l
corr$an las rpidas aguas del r$o )ahagi ! estaba el puente del
mismo nombre, con sus J@H tramos, el ms largo de la ruta
T,aid. Camin hacia el delgado personaje que le aguardaba
junto al primer poste.
VXMusashiY
Musashi sonri a Matahachi, el cual vest$a su t/nica de
sacerdote.
VX7a regresado el maestroY Vle pregunt.
V8o.
Cru"aron el puente hombro contra hombro. En una colina
cubierta de pinos que se al"aba en la orilla opuesta hab$a un
antiguo templo 5en. Como la colina se llamaba 7achij, el
templo hab$a recibido el nombre de 7achijoji. +ubieron por la
oscura cuesta ante el portal.
VXCmo te van las cosasY Vle pregunt MusashiV. 3rac#
ticar el 5en debe de ser di*$cil.
VLo es Vreplic Matahachi, inclinando con desaliento su
cabe"a rapada que, desprovista de cabello, ten$a un tono a"u#
ladoV. 1 menudo he pensado en huir. +i he de pasar por la
tortura mental para convertirme en un ser humano decente,
pre*erir$a echarme un la"o corredi"o alrededor del cuello ! ol#
vidarme de ello.
V8o permitas que te ven"a el desnimo. Todav$a slo es#
ts en los comien"os. Tu verdadero adiestramiento no comen#
"ar hasta que ha!as suplicado al maestro ! persuadido de que
te tome como disc$pulo.
J>M
^#Eso no siempre es posible. 7e aprendido a disciplinarme
un poco. ) cada ve" que me siento en baja *orma, pienso en ti.
+i t/ eres capa" de superar tus di*icultades, !o tambin deber$a
poder superar las m$as.
#1s$ es como deber$a ser. 8o ha! ninguna ra"n para que
no puedas hacer nada de lo que !o hago.
#Decordar a Ta,uan es una a!uda. %e no haber sido por
l, me habr$an ejecutado.
#+i puedes resistir las penalidades, e0perimentars un pla#
cer ma!or que el dolor #le dijo Musashi seriamenteV. %$a !
noche, hora tras hora, la gente es asaltada por oleadas de
dolor ! placer, una ! otra ve". +i slo intentan e0perimentar el
placer, dejan de estar realmente vivos. Entonces el placer se
evapora.
#Empie"o a comprender.
#3iensa en un simple boste"o. El boste"o de una persona
que est trabajando con ah$nco es di*erente del boste"o de un
hombre pere"oso. Mucha gente se muere sin conocer el placer
que puede aportar un boste"o.
#7umm. En el templo me hablan de un modo parecido.
#Con*$o en que pronto llegue el d$a en que pueda presen#
tarte al maestro. Tambin !o deseo pedirle orientacin 8ece#
sito saber ms sobre el Camino.
VXCundo crees que regresarY
#8o es *cil saberlo, pues los maestros 5en a veces deam#
bulan por el pa$s como una nube durante dos o tres a&os a la
ve". 1hora que ests aqu$, deber$as decidirte a esperarle hasta
cuatro o cinco a&os, si es necesario.
VXT/ tambinY
#+$. Qivir en ese callejn, entre gentes pobres ! honestas,
es un buen entrenamiento,E*orma parte de mi educacin. 8o es
un tiempo perdido.
Tras abandonar Edo, Musashi hab$a pasado por 1tsugi.
Entonces, inducido por las dudas sobre su *uturo, se intern en
las monta&as de Tan"a2a, de las que sali al cabo de dos meses
ms preocupado ! ojeroso que nunca. Desolver un problema
J>A
slo le conduc$a a otro. 1 veces se sent$a tan torturado que su
espada parec$a un arma dirigida contra s$ mismo.
Entre las posibilidades que hab$a considerado estaba la de
elegir la v$a *cil. +i acced$a a vivir de una manera cmoda !
ordinaria con 'ts(, la vida ser$a sencilla. Casi cualquier *eudo
estar$a dispuesto a pagarle lo su*iciente para mantenerse, qui"
entre quinientas ! mil *anegas. 3ero cuando se lo planteaba, la
respuesta era siempre negativa. .na e0istencia cmoda impo#
n$a restricciones ! l no pod$a someterse a ellas.
En otras ocasiones, se sent$a como perdido en unas ilusio#
nes bajas ! pusilnimes, como los demonios hambrientos en el
in*ierno. Entonces, durante alg/n tiempo, su mente se aclaraba
! pod$a entregarse al placer de su orgulloso aislamiento. En su
cora"n ten$a lugar una lucha continua entre la lu" ! la oscuri#
dad. 8oche ! d$a, oscilaba entre la e0uberancia ! la melancol$a.
3ensaba en su dominio de la espada ! se sent$a insatis*echo. 1l
re*le0ionar en lo largo que era el Camino, en lo lejos que es#
taba l todav$a de la madure", la angustia atena"aba su cora#
"n. En otras ocasiones, la vida en la monta&a le animaba ! sus
pensamientos se centraban en 'ts(.
1l bajar de las monta&as, *ue a pasar unos d$as en el )ug!ji,
#en :ujisa2a, ! luego se dirigi a -ama,ura. :ue all$ donde
se encontr con Matahachi. Rste hab$a tomado la *irme
resolucin de no recaer en la indolencia, ! se hallaba en
-ama,ura debido a que all$ hab$a muchos templos 5en, pero
le atena"aba una desa"n todav$a ms intensa que la de
Musashi.
+u amigo de la in*ancia le tranquili".
#8o es demasiado tarde. +i logras autodisciplinarte, po#
drs comen"ar de nuevo. Lo peor que puedes hacer es decirte
que todo ha terminado, que no sirves para nada. #Entonces se
sinti obligado a a&adirV^O 1 decir verdad, !o mismo he trope#
"ado contra un muro. 7a! ocasiones en las que me pregunto si
tengo *uturo, pues me siento completamente vac$o Es como
estar con*inado dentro de una cascara. Me odio a m$ mismo,
me digo que no sirvo para nada. 3ero al recriminarme ! obli#
garme a seguir adelante, logro romper esa cascara a patadas, !
entonces un nuevo camino se abre ante m$.
TCreme, esta ve" se trata de una autntica lucha. :orcejeo
J>?
dentro de la cascara, incapa" de hacer nada. 7e bajado de las
monta&as porque he recordado a una persona de la que esto!
seguro que podr$a a!udarme.
La persona en cuestin era el sacerdote ;ud.
VRl es quien te a!ud al principio de tu b/squeda del Ca#
mino, Xno es ciertoY X8o podr$as presentrmelo ! pedirle que
me acepte como disc$puloY
1l principio, Musashi dud de la sinceridad de Matahachi,
pero tras enterarse de los in*ortunios que hab$a su*rido en Edo
lleg a la conclusin de que hablaba en serio. Los dos pregun#
taron por ;udo en varios templos 5en, pero no lograron en#
terarse de su paradero. Musashi sab$a que el sacerdote !a no
estaba en el M!shinji de -!oto. +e hab$a marchado varios
a&os antes ! hab$a viajado durante alg/n tiempo por el este ! el
nordeste. Tambin sab$a que era un hombre mu! errante, el
cual podr$a estar en -!oto dando lecciones de 5en al empera#
dor un d$a ! al d$a siguiente deambulando por el campo +e
sab$a que ;udo se hab$a detenido varias veces en el 7achijji
de ',a"a,i, ! un sacerdote sugiri que aqul podr$a ser el me#
jor lugar para esperarle.
Musashi ! Matahachi estaban sentados en la peque&a ca#
bana donde dorm$a el segundo. Musashi le visitaba all$ con *re#
cuencia ! conversaban hasta mu! entrada la noche. Matahachi
no estaba autori"ado a utili"ar el dormitorio deK templo, el
cual, como los dems edi*icios del 7achijji, era una depen#
dencia r/stica, con tejado de paja, puesto que no hab$a sido
aceptado o*icialmente como sacerdote.
#U1h, estos mosquitosW #e0clam Matahachi, aventando
el humo del repelente de insectos ! restregndose a continua#
cin los ojos irritadosV. +algamos de aqu$.
+e dirigieron al pabelln principal ! se sentaron en el por#
che. El entorno estaba desierto ! soplaba una *resca brisa
#Esto me recuerda el +hippji #dijo Matahachi, en un
tono apenas audible.
#Tienes ra"n #convino Musashi.
;uardaron silencio, como siempre hac$an en ocasiones
J>N
como aqulla, pues los pensamientos de su hogar les tra$an in#
variablemente recuerdos de 'ts( u 'sugi o acontecimientos
de los que ninguno de ellos deseaba hablar por temor a pertur#
bar su relacin actual.
3ero al cabo de unos momentos, Matahachi dijoO
#La colina en la que se al"a el +hippdji es ms alta, Xver#
dadY 3ero aqu$ no ha! ning/n cedro antiguo. #7i"o una pau#
sa, mir un instante el per*il de Musashi ! a&adi t$midamen#
te#O 7a! algo que quisiera pedirte, pero ..
VXZu es elloY
#+e trata de 'ts(... #empe" a decir Matahachi, pero se
interrumpi en seguida. Cuando le pareci que la emocin no
le impedir$a continuar, sigui diciendo#O Me pregunto qu es#
tar haciendo ahora 'ts( qu habr sido de ella. 9ltimamente
pienso en ella a menudo, ! le pido disculpas en mi cora"n por lo
que le hice. Me averg(en"a admitirlo, pero en Edo la obligu a
vivir conmigo. +in embargo, no sucedi nada, pues ella se neg a
permitir que la tocara. +upongo que despus de que partiera a
+e,igahara, 'ts( debi de ser como una *lor ca$da. 1hora es
una *lor que *lorece en un rbol distinto, en otro suelo.
La seriedad con que hablaba se re*lejaba en su semblante !
su vo" era pro*unda
#Ta,e"o... no, MusashiO csate con 'ts(, te lo ruego. Eres
la /nica persona que puede salvarla. 8unca hab$a sido capa" de
decir tal cosa, pero ahora que he decidido convertirme en un
disc$pulo de ;ud, esto! resignado al hecho de que 'ts( no es
m$a. 1un as$, esto! preocupado por ella. X8o la buscars ! le
dars la *elicidad que ella anhelaY
Eran casi las tres de la madrugada cuando Musashi ech a
andar por el oscuro sendero de monta&a. Ten$a los bra"os cru#
"ados ! la cabe"a gacha. Las palabras de Matahachi resonaban
en sus o$dos. La angustia parec$a tirar de sus piernas. +e pre#
gunt cuntas noches de tormento Matahachi habr$a soporta#
do haciendo acopio del valor necesario para hablarle as$. 8o
obstante, a Musashi le parec$a que su propio dilema era ms
complicado ! doloroso.
J>H
3ens que Matahachi con*iaba en huir de las llamas del pa#
sado para entrar en la *rescura salvadora de la iluminacin, tra#
tando de encontrar, como un ni&o que nace, en el doble !
misterioso dolor de triste"a ! 0tasis una vida digna de ser
vivida.
Musashi no hab$a sido capa" de decirleO S8o puedo hacer
esoT, ! mucho menos S8o quiero casarme con 'ts(. Es tu pro#
metida. 1rrepintete, puri*ica tu cora"n ! ha" que te acepte
de nuevoT. 1l *inal se hab$a callado, pues cualquier cosa que
hubiera dicho habr$a sido una mentira
Matahachi le hab$a suplicado *ervientementeO S1 menos
que tenga la seguridad de que 'ts( estar bien cuidada, no me
servir de nada convertirme en un disc$pulo. T/ eres quien me
inst a adiestrarme ! disciplinarme. +i eres amigo m$o, salva a
'ts(. Rsa es la /nica manera de salvarme a m$ tambinT.
Musashi se sorprendi cuando Matahachi perdi el domi#
nio de sus emociones ! se ech a llorar. 8o le hab$a cre$do
capa" de semejante hondura de sentimiento. ) cuando se le#
vant para marcharse, Matahachi le cogi de la manga ! le im#
plor una respuesta. S%jame pensar en elloT, *ue todo lo que
Musashi pudo decirle. 1hora se maldec$a a s$ mismo por ha#
ber sido un cobarde ! lamentaba la incapacidad de superar su
inercia.
Musashi pens entristecido que quienes no han su*rido esa
dolencia del esp$ritu no pueden conocer la angustia que ocasio#
na. 8o se trataba simplemente de permanecer ocioso, que a
menudo es un estado agradable, sino de querer con desespera#
cin hacer algo ! ser incapa" de hacerlo +u mente ! sus ojos
parec$an nublados ! vac$os 7ab$a ido tan lejos como pod$a en
una direccin, ! ahora se sent$a impotente tanto para retroce#
der como para emprender un nuevo camino. Era como estar
prisionero en un lugar ine0istente. +u *rustracin engendraba
dudas sobre s$ mismo, recriminaciones ! lgrimas.
+entirse airado consigo mismo ! recordar todo cuanto ha#
b$a hecho mal no le a!udaba lo ms m$nimo. Los primeros s$n#
tomas de su dolencia *ueron lo que le hi"o separarse de lori !
;onnosu,e ! cortar sus la"os con sus amigos de Edo. 3ero su
intencin de romper la cascara antes de que estuviera bien *or#
J>I
mada hab$a *racasado. La cascara segu$a all$, encerrando su !o
vac$o como la piel abandonada de una cigarra.
+igui caminando, indeciso. El ancho cauce del r$o )ahagi
apareci ante su vista ! not en el rostro el *resco viento pro#
cedente del r$o.
%e repente, advertido por un silbido penetrante, salt a un
lado. El pro!ectil pas a cinco pies de l, ! la detonacin de un
mosquete reverber en el r$o. Musashi, contando dos segundos
entre el paso de la bala ! el sonido, calcul que el arma hab$a
sido disparada desde bastante distancia. +alt bajo el puente !
se a*err a un poste como un murcilago.
Transcurrieron varios minutos antes de que tres hombres
bajaran corriendo por la colina 7achij, como pinas que roda#
ran impulsadas por el viento. Cerca del e0tremo del puente, se
detuvieron ! empe"aron a buscar el cuerpo. Convencido de
que hab$a dado en el blanco, el mosquetero arroj la mecha.
Qest$a ropas ms oscuras que los otros dos e iba enmascarado,
de modo que slo sus ojos eran visibles.
El cielo se hab$a aclarado un poco ! los adornos de latn en
la culata del arma brillaban tenuemente.
Musashi no pod$a imaginar quines, entre las gentes de
',a"a,i, querr$an su muerte. Cierto era que no *altaban los
candidatos pues en el transcurso de sus combates hab$a derro#
tado a muchos hombres en quien a/n pod$a arder el deseo de
vengan"a. 7ab$a matado a muchos otros cu!as *amilias o ami#
gos tal ve" quer$an desquitarse.
Toda persona que siguiera el Camino de la Espada corr$a
constantemente el peligro de que le mataran. +i escapaba por un
pelo, lo ms probable era que, por eso mismo, aumentaran sus
enemigos o se creara un nuevo peligro. El peligro era la piedra
de amolar con la que el espadach$n a*ilaba su esp$ritu. Los ene#
migos eran maestros en el arte de la simulacin ! el dis*ra".
La ense&an"a del peligro a permanecer alerta incluso dur#
miendo, aprender de los enemigos en todo momento, usar la
espada como un medio para dejar vivir a la gente, gobernar el
reino, alcan"ar la iluminacin, compartir los propios goces en
la vida con los dems..., todo ello era inherente al Camino de la
Espada.
220
Mientras Musashi permanec$a aga"apado bajo el puente, la
*r$a realidad de la situacin le estimul, ! su languide" se eva#
por. Despirando mu! someramente, sin hacer el menor ruido,
dej que sus atacantes se apro0imaran. 1l no encontrar el ca#
dver, registraron el camino desierto ! el espacio bajo el e0#
tremo del puente.
Musashi abri mucho los ojos. 1unque vest$an de negro,
los hombres estaban provistos de espadas de samurai ! cal"a#
ban bien. Los /nicos samurais en el distrito eran los servidores
de la casa de 7onda en ',a"a,i ! la Casa '2ari de To,uga2a
en 8ago!a. Zue l supiera, no ten$a enemigos en ninguno de
los dos *eudos.
.no de los hombres se agach en las sombras ! recuper la
mecha, la encendi ! la agit. Tales acciones hicieron pensar a
Musashi que hab$a ms hombres al otro lado del puente. 8o
pod$a moverse, por lo menos de momento. +i se mostraba, se#
r$a una invitacin a recibir ms disparos de mosquete. 1un
cuando ganara la orilla opuesta, el peligro, tal ve" un peligro
ma!or, le aguardaba all$. 3ero tampoco pod$a permanecer
donde estaba durante mucho ms tiempo. +abedores de que no
hab$a cru"ado el puente, se le ir$an apro0imando ! lo ms pro#
bable era que descubrieran su escondite.
El plan que deb$a poner en prctica cru" por su mente
como un relmpago. +u ra"onamiento no depend$a de las teo#
r$as del 1rte de la ;uerra, que constitu$an la *ibra de la intui#
cin del guerrero adiestrado. Da"onar una *orma de ataque era
un proceso dilatorio, que a menudo ten$a como resultado la
derrota en situaciones en las que la velocidad era esencial. El
instinto del guerrero no deb$a con*undirse con el instinto ani#
mal. Como una reaccin visceral, proced$a de una combinacin
de sabidur$a ! disciplina. Era un ra"onamiento *undamental
que iba ms all de la ra"n, la capacidad de e*ectuar el movi#
miento correcto en una *raccin de segundo sin necesidad de
pasar por el proceso del pensamiento.
VUEs in/til que intentis esconderosW VgritV. U+i me es#
tis buscando, aqu$ esto!W
El viento era ahora bastante *uerte, ! no estaba seguro de si
sus atacantes oir$an su vo" o no.
JJ>
La respuesta *ue otro disparo. 3or supuesto, Musashi !a no
estaba all$. Mientras la bala todav$a volaba, l salt nueve pies
ms cerca del e0tremo del puente.
+e precipit en medio de ellos. Los hombres se separaron
ligeramente, en*rentndose a l desde tres direcciones, pero
totalmente *altos de coordinacin. Musashi golpe hacia abajo
al hombre del centro con su espada larga, al tiempo que daba
un tajo lateral con la espada corta al hombre situado a su i"#
quierda. El tercer hombre hu! a travs del puente, corri, tro#
pe" ! salt por encima del pretil.
Musashi sigui caminando, mantenindose a un lado ! de#
tenindose de ve" en cuando para escuchar. 1l ver que no su#
ced$a nada ms, regres a casa ! se acost.
1 la ma&ana siguiente dos samurais se presentaron en su
casa. La entrada estaba llena de sandalias in*antiles, por lo que
dieron la vuelta hasta la puerta trasera.
VXEres el sensei Mu,aY Vle pregunt uno de ellosV. 3er#
tenecemos a la Casa de 7onda.
Musashi al" la vista de lo que estaba escribiendo ! respon#
dioO
V+$, so! Mu,a.
VXEs tu verdadero nombre Mi!amoto MusashiY En caso
a*irmativo, no intentes ocultarlo.
V+o! Musashi.
VCreo que conoces a <atari +hima.
VMe temo que no.
V%ice que ha asistido a dos o tres certmenes de poemas
hai,u en los que estabas presente.
V1hora que lo mencionas, s$, en e*ecto, le recuerdo. 8os
conocimos en casa de un amigo mutuo.
V+hima quisiera saber si te placer$a ir a pasar una velada
con l.
V+i busca a alguien con quien componer hai,us, no so! la
persona adecuada. +i bien es cierto que he sido invitado a tales
certmenes, so! un hombre sencillo con mu! poca e0periencia
en ese arte.
222
VCreo que est interesado en hablar contigo de artes mar#
ciales.
Los disc$pulos de Musashi miraban preocupados a los dos
samurais. %urante unos instantes, Musashi tambin los mir
*ijamente, ! *inalmente respondiO
VEn ese caso, ser un placer visitarle. XCundo he de irY
VX3odr$a ser esta nocheY
V%e acuerdo.
VEnviar un palanqu$n para que te lleve a su casa.
VEs mu! amable por su parte. Estar esperando.
.na ve" los samurais se hubieron marchado, el maestro se
volvi hacia sus alumnos.
VBueno, muchachos, no debis ceder a la tentacin de dis#
traeros. Qolved al trabajo. Miradme. Tambin !o esto! practi#
cando. Tenis que concentraros tan completamente que ni si#
quiera oigis hablar a la gente o el chirrido de las cigarras. +i
sois pere"osos de jvenes, os volveris como !o ! tendris que
practicar cuando seis adultos.
+e ech a re$r ! mir a su alrededor las caras ! manos man#
chadas de tinta de los chiquillos.
Cuando lleg el crep/sculo, se puso un ha,ama ! se prepa#
r para partir. En el momento en que estaba tranquili"ando a
la esposa del vendedor de pinceles, asegurndole que no le
ocurrir$a nada, lleg el palanqu$n, no el sencillo, un simple ces#
to, que abundaba en la ciudad, sino una silla de manos lacada, a
la que acompa&aban dos samurais ! tres servidores.
Los vecinos, asombrados ante aquella escena, se api&aron
alrededor ! susurraron entre ellos. Los ni&os llamaron a sus
amigos ! charlaron e0citados.
V+lo los grandes personajes viajan en palanquines como
se.
V8uestro maestro debe de ser alguien.
VX1donde vaY
VXCrees que volverY
Los samurais cerraron la porte"uela del palanqu$n, aparta#
ron a la gente del camino ! se pusieron en marcha.
1unque no sab$a qu le esperaba, Musashi sospechaba que
e0ist$a una relacin entre la invitacin ! el incidente en el
223
puente de )ahagi. Tal ve" +hima iba a reconvenirle por haber
matado a dos samurais de 7onda. Tambin era posible que
+hima *uese la persona que estuvo detrs del espionaje ! el
ataque por sorpresa ! que ahora estuviera dispuesto a en*ren#
tarse abiertamente a Musashi. Como no cre$a que nada bueno
pudiera salir de la reunin de aquella noche, Musashi se resig#
n a encararse a una situacin di*$cil. Las especulaciones no le
llevar$an mu! lejos. El 1rte de la ;uerra e0ig$a que descubriera
cul era su posicin ! actuara en consonancia.
El palanqu$n oscilaba suavemente, como un barco en el
mar. Musashi o! el sonido del viento entre los pinos ! pens
que deb$an de encontrarse en el bosque, cerca del muro norte
del castillo. 8o parec$a un hombre preparado para un ataque
impredecible. Con los ojos semicerrados, aparentaba dormitar.
Cuando se abri la puerta enrejada del castillo, los portea#
dores avan"aron ms despacio ! los samurais hablaron en to#
nos ms bajos. 3asaron junto a *aroles de llamas oscilantes !
llegaron a las dependencias del castillo. Cuando Musashi baj
del palanqu$n, los sirvientes le acompa&aron en silencio pero
cortsmente a un pabelln abierto. %ado que las persianas es#
taban enrolladas en los cuatro costados, la brisa penetraba en
agradables oleadas. Las llamas de los *aroles se empeque&e#
c$an ! agrandaban al capricho del viento. La noche veraniega
era mu! calurosa, pero all$ no se ten$a la menor sensacin de
bochorno.
V+o! <atari +hima Vle dijo su an*itrin, un t$pico samu#
rai Mi,a2a, robusto, viril, alerta pero no de un modo ostensi#
ble, sin revelar el menor signo de debilidad.
V)o so! Mi!amoto Musashi. V.na inclinacin de cabe"a
acompa& a la respuesta igualmente sencilla.
+hima devolvi la reverencia ! dijoO
V1comdate, por *avor. VEntonces, sin la menor *ormali#
dad, *ue directamente al granoVO Me han dicho que anoche
mataste a dos de nuestros samurais. XEs eso ciertoY
V+$, lo es. VMusashi mir directamente a los ojos de
+hima.
VTe debo una disculpa Vdijo +hima seriamenteV. 7o!
me he enterado del incidente, cuando me han in*ormado de las
224
muertes. 7a habido una investigacin, por supuesto. 1unque
conoc$a tu nombre desde hace largo tiempo, ignoraba que vi#
vieras en ',a"a,i.
TEn cuanto al ataque, me han dicho que te dispar un gru#
po de hombres, uno de los cuales es disc$pulo de Mi!a,e ;um#
bei, e0perto en artes marciales del estilo Tgun.
Musashi no percibi subter*ugio alguno, acept las pala#
bras de +hima en su sentido literal ! el relato *ue desgranndo#
se gradualmente. El disc$pulo de ;umbei era uno de varios
samurais de 7onda que hab$an estudiado en la escuela )oshio#
,a. Los agitadores que hab$a entre ellos se reunieron ! decidie#
ron matar al hombre que hab$a puesto *in a la gloria de la es#
cuela )oshio,a.
Musashi sab$a que el nombre de )oshio,a -empo era to#
dav$a reverenciado en todo el pa$s. En el oeste de Capn, sobre
todo, habr$a sido di*$cil encontrar un *eudo donde no hubiera
alg/n samurai que no hubiera estudiado en su escuela. Musashi
le dijo a +hima que comprend$a su odio hacia l, pero que lo
consideraba como una animosidad personal ms que una ra"n
leg$tima para vengarse, de acuerdo con el 1rte de la ;uerra.
+hima pareci estar de acuerdo.
V7e convocado a los supervivientes ! les he amonestado.
Con*$o en que nos perdones ! olvides el incidente. Tambin
;umbei est mu! disgustado. +i no te importa, me gustar$a
presentrtelo. Est deseoso de disculparse ante ti.
VEso no es necesario. Lo sucedido ha sido un incidente
normal para cualquier hombre entregado a las artes marciales.
V1un as$...
VBien, dejemos de lado las e0cusas. 3ero si desea que ha#
blemos del Camino, ser un placer para m$ conocerle. +u nom#
bre me resulta *amiliar.
Enviaron a un hombre en busca de ;umbei, !, una ve"
e*ectuadas las presentaciones, la conversacin gir sobre las
espadas ! el arte de la esgrima.
VMe gustar$a que me hablaras del estilo Togun Vle dijo
MusashiV. XEs una creacin tu!aY
V8o Vreplic ;umbeiV. Lo aprend$ de mi maestro, -a#
2asa,i -aginosu,e, de la provincia de Echi"en. +eg/n el ma#
JJA
nual que me dio, lo desarroll cuando viv$a como un ermita&o
en el monte 7a,uun, en -o"u,e. 3arece haber aprendido mu#
chas de sus tcnicas de un monje de la secta Tendai llamado
Togumbo... 3ero hab$ame de ti. 7e o$do mencionar tu nombre
in*inidad de veces, ! ten$a la impresin de que eras ma!or. )a
que ests aqu$, me pregunto si me *avorecer$as con una leccin.
VEl tono era amistoso. +in embargo, aquello era una invita#
cin a combatir.
VEn alguna otra ocasin Vreplic Musashi en tono lige#
roV. 1hora !a debo marcharme. La verdad es que no cono"co
el camino de regreso a casa.
VCuando te marches, enviar a alguien contigo Vdijo +hi#
ma.
V1l enterarme de que hab$an derribado a dos hombres,
*ui all$ a echar un vista"o Vdijo ;umbeiV. 'bserv que no
pod$a relacionar las posiciones de los cuerpos con sus heridas,
por lo que interrogu al hombre que escap. La impresin de
ste *ue que hab$as usado dos espadas al mismo tiempo. XEs
posible que eso sea ciertoY
Musashi sonri ! dijo que nunca hab$a hecho tal cosa de
una manera consciente. Consideraba lo que hac$a como luchar
con un cuerpo ! una espada.
V8o deber$as ser tan modesto Vdijo ;umbeiV. 7ab$anos
de ello. XCmo practicasY XCules deben ser los pesos para
que uses dos espadas librementeY
Musashi comprendi que no podr$a marcharse antes de que
diera alguna clase de e0plicacin, ! mir a su alrededor. +us
ojos se posaron en dos mosquetes situados en el receso de la
pared, ! pidi que se los prestaran. +hima le dio permiso ! Mu#
sashi se coloc en el centro de la sala sujetando las dos armas
por los ca&ones, una en cada mano. 1l" una rodilla ! dijoO
V%os espadas son como una espada. .na espada es como
dos espadas. 8uestros bra"os estn separados, pero ambos per#
tenecen al mismo cuerpo. En todas las cosas, el ra"onamiento
*undamental no es dual sino singular. Todos los estilos ! todas
las *acciones son iguales en este aspecto. 's lo mostrar.
3ronunci estas palabras espontneamente, ! cuando ter#
min al" un bra"o ! dijoO SCon vuestro permisoT. Entonces
JJ?
empe" a hacer girar los mosquetes. Las armas giraron como
devanaderas, produciendo un peque&o torbellino. Los dos
hombres que lo contemplaban palidecieron. Musashi se detuvo
! se llev los codos a los costados. :ue al receso de la pared !
dej all$ los mosquetes. +e ri quedamente ! dijoO
VTal ve" eso os a!udar a comprender.
+in o*recer ms e0plicaciones, hi"o una reverencia a su an#
*itrin ! se despidi. +hima estaba tan pasmado que se olvid
de pedir a alguien que acompa&ara a Musashi a su casa.
.na ve" *uera del portal, Musashi se volvi para echar un
/ltimo vista"o, aliviado por haberse librado de <atari +hima.
1/n desconoc$a las verdaderas intenciones de aquel hombre,
pero una cosa estaba clara. 8o slo conoc$a su identidad, sino
que se hab$a visto envuelto en un incidente. Lo ms sensato
ser$a abandonar ',a"a,i aquella misma noche.
Estaba pensando en la promesa que le hab$a hecho a Ma#
tahachi de esperar el regreso de ;ud, cuando avist las luces
de ',a"a,i ! una vo" le llam desde un peque&o santuario a
un lado del camino.
VMusashi, so! !o, Matahachi. Estbamos preocupados
por ti, as$ que hemos venido aqu$ a esperarte.
VX3reocupadosY Vinquiri Musashi.
V7emos ido a tu casa. Tu vecina nos ha dicho que ciertos
hombres te han estado espiando recientemente.
VX3or qu hablas en pluralY
VEl maestro ha regresado ho!.
;ud estaba sentado en la terra"a del santuario. Era un
hombre de semblante *uera de lo corriente, su piel tan negra
como la de una cigarra gigante, sus ojos hundidos brillantes
bajo las altas cejas. 3arec$a tener entre cuarenta ! cincuenta
a&os, pero ser$a imposible adivinar con cierta precisin la edad
de semejante hombre. %elgado pero membrudo, ten$a una vo"
resonante.
Musashi *ue a su encuentro, se arrodill ! aplic la cabe"a
al suelo. ;ud le contempl en silencio durante uno o dos mi#
nutos.
V7a pasado mucho tiempo Vle dijo.
Musashi al" la cabe"a ! dijo quedamenteO
227
VMuch$simo tiempo.
;ud o Ta,uan... %esde hac$a mucho, Musashi estaba con#
vencido de que slo uno u otro de aquellos dos hombres podr$a
sacarle del callejn sin salida en que se encontraba actualmen#
te. 3or *in, tras esperar todo un a&o, all$ estaba ;ud. Contem#
pl el rostro del sacerdote como podr$a contemplar la luna en
una noche oscura.
VU+enseiW Vgrit de s/bito vigorosamente.
VXZu es elloY
;ud no ten$a necesidad de preguntarlo. +ab$a lo que Mu#
sashi deseaba, previndolo como una madre adivina las necesi#
dades de su hijo.
Musashi volvi a aplicar la cabe"a en el suelo ! dijoO
V7an pasado casi die" a&os desde que estudi contigo.
VXTanto tiempo ha pasadoY
V+$, pero incluso despus de todos esos a&os, dudo de que
mi avance por el Camino sea mensurable.
VTodav$a hablas como un chiquillo, XehY 8o podr$as ha#
ber llegado mu! lejos.
VEsto! lleno de remordimientos.
VX%e verasY
VMi adiestramiento ! mi autodisciplina han logrado mu!
poco.
V+iempre hablas de esas cosas. Mientras lo hagas, ser */til.
VUZu ocurrir$a si abandonaraY
VQolver$as a estar enmara&ado. +er$as una basura huma#
na, peor incluso que antes, cuando no eras ms que un necio
ignorante.
V+i abandono el Camino, caer en un abismo. +in embar#
go, cuando intento avan"ar hacia la cumbre, descubro que no
esto! a la altura de la tarea. 1 medio camino oscilo con el vien#
to, ! no so! ni el espadach$n ni el ser humano que quiero ser.
VEso parece resumirlo todo.
V8o puedes saber hasta qu punto me he sentido desespe#
rado. XZu debo hacerY U%$meloW XCmo puedo liberarme de
la inaccin ! la con*usinY
VX3or qu me lo preguntasY +lo puedes con*iar en ti
mismo.
228
V3erm$teme que me siente de nuevo a tus pies ! reciba tu
reconvencin. )o ! Matahachi. ' dame un golpe con tu bastn
para despertarme de este oscuro vac$o. Te lo ruego, sensei,
a!/dame. VMusashi no hab$a al"ado la cabe"a. 8o vert$a l#
grimas, pero ten$a la vo" ahogada.
;ud, sin conmoverse lo ms m$nimo, dijoO
VQen, Matahachi.
) juntos se alejaron del santuario.
Musashi corri en pos del sacerdote, le agarr de la manga,
le suplic ! rog.
El sacerdote sacudi la cabe"a en silencio. 1l ver que Mu#
sashi insist$a, le dijoO
VU%e ninguna maneraW V) entonces a&adi, airadoVO
XZu puedo decirteY XZu ms puedo darteY +olamente un
pu&eta"o en la cabe"a.
1git el pu&o en el aire, pero no lo descarg.
Musashi le solt la manga ! se dispuso a decir algo ms,
pero el sacerdote se alej rpidamente, sin detenerse para mi#
rar atrs.
Matahachi, al lado de Musashi, le dijoO
VCuando le vi en el templo ! le e0pliqu nuestros senti#
mientos ! por qu quer$amos convertirnos en sus disc$pulos,
apenas me escuch. Cuando termin, respondiO SX1h, s$YT, !
me dijo que !o pod$a seguir ! servirle. Tal ve" si nos sigues,
cuando pare"ca estar de buen humor, podrs pedirle lo que
quieres.
;udo se volvi ! llam a Matahachi.
V)a vo! Vdijo steV. 7a" lo que te digo Vaconsej a
Musashi, antes de correr para alcan"ar al sacerdote.
Musashi, pensando que perder nuevamente de vista a ;u#
do ser$a *atal, decidi seguir el consejo de Matahachi. En el
*lujo del tiempo universal, una vida humana de sesenta o setenta
a&os ten$a slo la duracin de un relmpago. En ese breve
periodo de tiempo l hab$a tenido el privilegio de conocer a un
hombre como ;ud, ! ser$a una necedad dejar pasar la oca#
sin.
SEs una oportunidad sagradaT, se dijo. Clidas lgrimas se
agolparon en las comisuras de sus ojos. Ten$a que seguir a ;u#
JJI
do hasta el *in del mundo si *uese necesario, perseguirle hasta
que escuchara de sus labios la palabra que anhelaba.
;udo se alej de la colina 7achij, aparentemente como si
!a no le interesara el templo que se al"aba all$. +u cora"n !a
hab$a empe"ado a *luir con el agua ! las nubes. Cuando lleg al
T,aid, gir al oeste, en direccin a -!oto.
230
>H El
c$rculo
El maestro 5en en*ocaba el viaje de una manera capricho#
samente e0cntrica. .n d$a lluvioso permaneci la jornada en#
tera en la posada, ! Matahachi le aplic un tratamiento de mo#
0a. En la provincia de Mino se detuvieron siete d$as en el
%aisenji, ! luego pasaron unos d$as ms en un templo 5en de
7i,one. 1s$ pues, se acercaron con mucha lentitud a -!oto.
Musashi dorm$a all$ donde encontraba un lugar para ha#
cerlo. Cuando ;ud pernoctaba en una posada, l pasaba la
noche al aire libre o en otra posada. +i el sacerdote ! Mataha#
chi hac$an un alto en un templo, Musashi se re*ugiaba bajo un
rbol. Las privaciones no eran nada comparadas con su necesi#
dad de escuchar una palabra de ;ud.
.na noche, en el e0terior de un templo junto al lago Bi2a,
de repente se dio cuenta de que hab$a llegado el oto&o, se mir
a s$ mismo ! vio que parec$a un mendigo. +u cabello, por su#
puesto, semejaba un nido de ratas, puesto que hab$a resuelto
no peinarse hasta que el sacerdote se ablandara. 7ac$a sema#
nas que no se lavaba ni a*eitaba. +us ropas se hab$an converti#
do rpidamente en jirones ! parec$an corte"a de pino que res#
tregara su piel.
Ten$a la sensacin de que las estrellas estaban a punto de
caer del cielo. Mir su estera de juncos ! se dijoO SUZu necio
JL>
so!WT. %e repente, su actitud le pareci demencial, ! se ech a
re$r amargamente. +e hab$a dedicado a su objetivo tercamente
! en silencio, pero Xqu buscaba en el maestro 5enY XEra im#
posible ir por la vida sin torturarse de aquella maneraY 4ncluso
empe" a apiadarse de los piojos que habitaban su cuerpo.
;ud hab$a declarado de manera inequ$voca que no ten$a
nada que o*recerle. 8o era ra"onable que le presionara para
obtener algo que el hombre no pose$a, era errneo guardarle
rencor, aun cuando le mostrara menos consideracin de la que
podr$a haber mostrado por un perro e0traviado en el camino.
Musashi mir el cielo a travs de las gre&as que le colgaban
sobre los ojos. 8o hab$a duda algunaO era una luna oto&al. 3ero
los mosquitos... +u piel, !a salpicada de ronchas roji"as, hab$a
perdido la sensibilidad a las picaduras de los insectos.
Estaba totalmente dispuesto a admitir que algo escapaba a
su comprensin, pero ten$a la seguridad de que se trataba de
una sola cosa. +i pudiera averiguar qu era, su espada quedar$a
liberada de sus ataduras. Todo lo dems se resolver$a en un
instante. 3ero siempre, cuando estaba a punto de comprender
qu era, *inalmente se le escapaba.
+i su b/squeda del Camino ten$a que terminar all$, pre*er$a
morir, pues no ve$a nada ms por lo que mereciera la pena
vivir. +e estir bajo el tejado del portal. 8o pudo conciliar el
sue&o ! se pregunt de nuevo qu podr$a ser lo que necesitaba.
X.na tcnica de esgrimaY 8o, no slo eso. X.n secreto para
progresar en el mundoY 8o, algo ms que eso. X.na solucin
al problema de 'ts(Y 8o, pues ning/n hombre podr$a sentirse
tan desdichado por el amor de una mujer. Ten$a que ser una
sola respuesta que lo abarcara todo ! que, no obstante, a pesar
de su magnitud, no *uese ma!or que una semilla de amapola.
Envuelto en su estera, parec$a una oruga. +e pregunt si
Matahachi dormir$a bien. 1l compararse con su amigo, sent$a
envidia de l. Los problemas de Matahachi no parec$an incapa#
citarle, mientras que Musashi siempre parec$a buscarse nuevos
problemas con los que torturarse.
+u mirada se pos en una placa que colgaba de un poste de
portal. +e levant ! se acerc para verla mejor. 1 la lu" de la
luna, le!O
232
Intenta, te lo ruego, hallar la fuente fundamental. A
Pai-yn le conmovieron los mritos de Pai-ch'ang;
u-ch'iu sus!ir" !or las ense#an$as %ue de&" Pai-yn.
'omo nuestros grandes !redecesores, no nos limitemos
a se!arar las ho&as ni nos !reocu!emos s"lo !or las
ramas.
El te0to parec$a ser una cita del Testamento de %aito -o#
,ushi, el *undador del %aito,uji.
Musashi rele! los dos /ltimos versos. 7ojas ! ramas...
XCunta gente se desviaba de su rumbo por cosas irrelevantesY
X8o era l mismo un ejemploY 1unque ese pensamiento pa#
rec$a aligerar su carga, sus dudas no desaparec$an. X3or qu no
le obedec$a su espadaY X3or qu sus ojos se apartaban del ob#
jetivo *ijadoY XZu le imped$a alcan"ar la serenidadY
%e alguna manera, todo parec$a absolutamente innecesa#
rio. +ab$a que cuando uno hab$a seguido el Camino hasta tan
lejos como le era posible, la vacilacin se apoderaba de l ! era
atacado por la inquietud..., hojas ! ramas. XCmo ser$a posible
salir de ese cicloY XCmo llegaba uno a su n/cleo ! lo destru$aY
Me r$o de mis die" a&os de peregrinaje#la t/nica
andrajosa, el sombrero roto, llamando a las puertas
de los templos 5en. En realidad, la Le!
de Buda es sencillaO Come tu arro", bebe tu
t, viste tus ropas.
Musashi record estos versos escritos por ;ud en cierta
ocasin en que se burlaba de s$ mismo. ;udo ten$a ms o me#
nos la misma edad que Musashi ten$a ahora cuando los com#
puso.
Cuando Musashi visit el M!shinji por primera ve", el
sacerdote casi le ech por la puerta a patadas. SXZu e0tra&a
manera de pensar te ha tra$do a mi casaYT, le pregunt a gritos.
3ero Musashi insisti ! ms adelante, cuando logr su admi#
sin, ;ud le obsequi con sus irnicos versos. ) se ri de l,
dicindole lo mismo que le hab$a dicho unas semanas atrsO
S+iempre ests hablando... Es */tilT.
233
1bsolutamente desalentado, Musashi abandon la idea de
dormir ! camin alrededor del portal. En aquel momento vio
que dos hombres sal$an del templo.
;ud ! Matahachi caminaban con una rapide" inusitada.
Tal ve" les hab$an llamado con urgencia desde el M!shinji, el
templo central de la secta de ;udo. En cualquier caso, pas
ante los monjes reunidos para despedirle ! se encamin direc#
tamente al puente -ara, en +eta.
Musashi le sigui, a travs de la poblacin de +a,amoto,
que estaba dormida. Los talleres de impresin de grabados en
madera, las verduler$as, incluso las bulliciosas posadas, todo
estaba hermticamente cerrado. La /nica presencia era la de la
luna espectral.
1l salir de la ciudad, subieron al monte 7iei, pasaron ante
el Miidera ! el +e,iji, envueltos en velos de niebla. Casi no se
encontraron con nadie a lo largo del camino. Cuando llegaron
al puerto de monta&a, ;udo se detuvo ! le dijo algo a Mataha#
chi. 3or debajo de ellos se e0tend$a -!oto, ! en la otra direc#
cin la tranquila e0tensin del lago Bi2a. 1parte de la luna,
todo ten$a una calidad de mica, era un mar de suave bruma
plateada.
Cuando Musashi lleg al puerto, pocos minutos despus, se
sorprendi al encontrarse a slo unos pocos pies del maestro.
+us miradas se cru"aron por primera ve" en varias semanas.
;ud no dijo nada. Musashi tampoco.
S1hora..., tiene que ser ahoraT, pens Musashi. +i el sacer#
dote iba a un lugar tan lejano como el M!oshinji, deber$a espe#
rar muchas semanas para tener la oportunidad de volver a verle.
V3or *avor, se&or Vle dijo.
Con el pecho agitado, torciendo el cuello, su vo" sonaba
como la de un ni&o asustado que intenta decirle a su madre
algo que en realidad no quiere decir. 1van" t$midamente.
El sacerdote no se dign preguntarle qu quer$a. +u rostro
podr$a haber sido el de una estatua de laca. +lo resaltaba el
blanco de los ojos, que miraban airadamente a Musashi.
V3or *avor, se&or... VMusashi, ajeno a todo salvo al
ardiente impulso que le hac$a avan"ar, se arrodill e inclin
la cabe"aV. .na palabra de sabidur$a. +lo una palabra...
234
Esper durante tan largo rato que le parecieron horas.
Cuando no pudo retenerse ms, empe" a renovar su s/plica.
V7e o$do todo eso Vle interrumpi ;udoV. Matahachi
habla de ti cada noche. + todo cuanto ha! que saber, incluso
acerca de la mujer.
+us palabras eran como esquirlas de hielo. Musashi no ha#
br$a podido levantar la cabe"a aunque lo hubiese querido.
VUMatahachi, dame un paloW
Musashi cerr los ojos con *uer"a, preparndose para reci#
bir el golpe, pero en ve" de golpearle, ;udo tra" un c$rculo a
su alrededor. +in decir otra palabra, arroj el palo ! dijoO SQa#
monos, MatahachiT. Los dos se alejaron rpidamente.
Musashi estaba en*urecido. Tras las semanas de cruel mor#
ti*icacin que hab$a soportado, en un sincero es*uer"o por reci#
bir una ense&an"a, la negativa de ;udo era mucho ms que
una *alta de compasin. Era un hombre brutal, sin cora"n.
Estaba jugando con la vida de un hombre.
^VU3uerco sacerdoteW
Contempl *ero"mente a la pareja que se alejaba, apretan#
do con *uer"a los labios, el ce&o *runcido.
S8i una sola cosa.T De*le0ion en estas palabras de ;udo !
lleg a la conclusin de que eran enga&osas. +uger$an que el
hombre ten$a algo que o*recer cuando, en realidad, no hab$a
Suna sola cosaT en su est/pida cabe"a.
SEspera ! vers #pens Musashi#. U8o te necesitoWT 8o
con*iar$a en nadie. En /ltima instancia no hab$a nadie en
quien pudiera con*iar salvo en s$ mismo. Era un hombre, de la
misma manera que ;udo era un hombre ! como lo hab$an sido
todos los maestros anteriores.
+e levant, impulsado a medias por su clera. Contempl la
luna durante varios minutos, pero cuando la clera remiti, su
mirada se pos en el c$rculo. Todav$a dentro de l, recorri su
per$metro. Mientras lo hac$a, record el palo que no le hab$a
golpeado.
(.n c$rculoY . Zu podr$a signi*icarYT %ej que sus pen#
samientos *lu!eran
.na l$nea per*ectamente redonda, sin principio ni *in, sin
ninguna desviacin. +i se e0pandiera in*initamente, se conver#
235
tir$a en el universo. +i se contra$a, ser$a igual al punto in*initesi#
mal en el que resid$a su alma. +u alma era redonda. El universo
era redondo. 8o eran dos, sino uno. .na entidad..., l mismo !
el universo.
%esenvain su espada, con un ruido metlico, ! la sostuvo
en diagonal. +u sombra parec$a el s$mbolo del sonido SoT en el
silabario ,ata,ana dtc. El c$rculo universal segu$a siendo el
mismo. ) por idntica ra"n, l mismo no hab$a cambiado. Lo
/nico que hab$a cambiado era la sombra.
S+lo una sombra VpensV. La sombra no es mi !o real.T
El muro contra el que hab$a estado golpendose la cabe"a era
una mera sombra, la sombra de su mente con*usa.
1l" la cabe"a ! un grito tremendo sali de sus labios.
%esenvain la espada corta con la mano i"quierda. La som#
bra cambi de nuevo, pero la imagen del universo no vari ni
una pi"ca. Las dos espadas eran una sola, ! *ormaban parte del
c$rculo.
E0hal un hondo suspiro. +us ojos se hab$an abierto. Mir
de nuevo la luna ! vio que pod$a considerar su gran c$rculo
idntico a la espada o el alma de alguien que pisa la tierra.
V+enseiW Ve0clam, echando a correr en pos de ;ud.
8o quer$a nada ms del sacerdote, pero le deb$a una discul#
pa por haberle detestado con tanta vehemencia.
Tras una docena de pasos, se detuvo. S+on slo hojas ! ra#
masT, pens.
JL?
>I El a"ul de
+hi,ama
VXEst 'tsu aqu$Y
V+$, aqu$ esto!.
.n rostro apareci por encima del seto.
VEres el comerciante de c&amo Mambei, Xno es ciertoY
Vle pregunt 'ts(.
V1s$ es. +iento molestarte cuando ests tan ocupada, pero
he o$do ciertas noticias que podr$an interesarte.
VEntra Vle dijo ella, haciendo un gesto hacia la puerta de
madera en la valla.
Como era evidente por los pa&os colgados de ramas ! pa#
los, la casa pertenec$a a uno de los tintoreros que *abricaban el
recio tejido conocido en todo el pa$s como Sa"ul de +hi,amaT.
El procedimiento consist$a en sumergir el pa&o en tinte a&il
varias veces ! golpearlo en un gran mortero despus de cada
inmersin. El hilo se saturaba de tinte hasta tal punto que la
tela se desgastaba antes de que el color se hubiera desva$do.
'ts( a/n no estaba acostumbrada a manejar el ma"o, pero
trabajaba con ah$nco ! ten$a los dedos manchados de a"ul. En
Edo, tras enterarse de que Musashi se hab$a ido, visit las resi#
dencias de 7j ! )ag!(, ! luego parti de inmediato nueva#
mente en su busca. El verano anterior, en +a,ai, hab$a subido a
bordo de uno de los barcos de -oba!ashi Taro"aemon ! lleg
237
hasta +hi,ama, un pueblo de pescadores situado en el estua#
rio triangular donde el r$o +hi,ama desemboca en el Mar 4n#
terior.
'ts( record que su nodri"a se hab$a casado con un tinto#
rero de +hi,ama, la busc ! ahora viv$a con ella. Como la *ami#
lia era pobre, 'ts( se sinti obligada a echarles una mano en
los trabajos de tinte, que eran el cometido de las jvenes solte#
ras. Rstas sol$an cantar mientras trabajaban, ! los aldeanos de#
c$an que, por el sonido de la vo" de una chica, pod$an saber si
estaba enamorada de uno de los jvenes pescadores.
Tras lavarse las manos ! enjugarse el sudor de la *rente,
'ts( invit a Mambei a sentarse ! descansar en la terra"a.
Rl declin el o*recimiento con un gesto de la mano ! le pre#
guntO
VEres del pueblo de Mi!amoto, XverdadY
V+$.
V+uelo ir por all por negocios, para comprar c&amo, ! el
otro d$a o$ un rumor...
#X+$Y
V1cerca de ti.
VX%e m$Y
VTambin o$ algo sobre un hombre llamado Musashi.
VXMusashiY V'ts( sinti que el cora"n le daba un vuel#
co ! se sonroj.
Mambei solt una risita. 1unque !a era oto&o, el calor del
sol segu$a siendo intenso. El hombre dobl una toalla de mano,
se la puso sobre la cabe"a ! se acuclill.
VXConoces a una mujer llamada 'ginY Vle pregunt.
VXTe re*ieres a la hermana de MusashiY
Mambei asinti vigorosamente.
VTropec con ella en el pueblo de Mi,a"u,i, en +a!o, !
mencion tu nombre. 3areci mu! sorprendida.
VXLe dijiste dnde esto!Y
V+$, no vi ning/n da&o en ello.
VX%nde vive ahoraY
VQive con un samurai llamado 7irata, creo que es pariente
su!o. %ijo que le gustar$a mucho verte, ! repiti varias veces
cunto te echaba de menos ! lo mucho que tiene que contarte.
238
1&adi que parte de ello es secreto. Cre$ que iba a echarse a
llorar.
Los ojos de 'ts( se enrojecieron.
VEn medio del camino no ha! ning/n sitio para escribir
una carta, claro, as$ que me pidi que viniera a decirte que
va!as a Mi,a"u,i. 1 ella le gustar$a venir aqu$, pero ahora no
puede viajar. VMambei hi"o una pausa antes de proseguirV.
8o entr en detalles, pero dijo que hab$a recibido noticias de
Musashi.
El hombre a&adi que viajar$a a Mi,a"u,i al d$a siguiente !
le sugiri que *uese con l.
1unque 'ts( tom una decisin de inmediato, pens que
deb$a consultar con la esposa del tintorero.
VTe lo har saber esta noche Vle dijo.
VMu! bien. +i decides ir, deberemos partir temprano.
Con el murmullo del mar al *ondo, la vo" del hombre sona#
ba especialmente *uerte, e incluso la suave respuesta de 'ts(
pareci ms bien chillona.
Cuando Mambei cru" el portal, un joven samurai que ha#
b$a estado sentado en la pla!a, restregando un pu&ado de are#
na, se levant ! observ al hombre que se alejaba con mirada
penetrante, como para veri*icar lo que pensaba de l. Bien ves#
tido ! tocado con un sombrero de paja que ten$a la *orma de
una hoja de gingco, parec$a tener unos dieciocho o diecinueve
a&os. Cuando perdi de vista al comerciante de c&amo, se vol#
vi ! contempl la casa del tintorero.
1 pesar de la e0citacin causada por la noticia de Mambei,
'ts( cogi el ma"o ! reanud su *aena. Los sonidos de otros
ma"os, acompa&ados por canciones, *lotaban en el aire. 8in#
g/n sonido sal$a de los labios de 'ts( mientras trabajaba, pero
en su cora"n hab$a una cancin de amor para Musashi. En#
tonces recit en silencio un poema de una antolog$a antiguaO
%esde nuestro primer encuentro, mi
amor ha sido ms pro*undo que el de
los dems, aunque no iguales las
tonalidades del pa&o de +hi,ama.
JLI
Estaba segura de que si visitaba a 'gin, sabr$a dnde se
encontraba Musashi. ) 'gin tambin era una mujer. Le ser$a
*cil e0presarle sus sentimientos.
Los golpes de su ma"o se hicieron lentos hasta reducirse a
un ritmo casi lnguido. 'ts( se sent$a ms *eli" de lo que hab$a
estado en mucho tiempo. Comprend$a los sentimientos del
poeta. 1 menudo el mar parec$a melanclico ! e0tra&o, pero
aquel d$a era deslumbrante, ! las olas, aunque suaves, parec$an
rebosantes de esperan"a.
Colg el pa&o en un alto palo de secar !, con el cora"n
todav$a risue&o, cru" el portal abierto. 3or el rabillo del ojo
vio al joven samurai que paseaba despacio por la orilla del mar.
'ts( no sab$a quin era, pero por alg/n motivo llam su aten#
cin, ! no repar en nada ms, ni siquiera en un pjaro que
aprovechaba para su vuelo la brisa salobre.
+u destino no estaba mu! lejano. 4ncluso una mujer pod$a
recorrer la distancia sin demasiada di*icultad, haciendo un solo
alto en el camino. Era casi mediod$a.
VMe sabe mal haberte causado tantas molestias Vdijo 'ts(.
V8o te preocupes Vreplic MambeiV. 3arece que tienes
una buena andadura.
VEsto! acostumbrada a viajar.
VTengo entendido que has estado en Edo. Eso est mu!
lejos para una mujer que viaja sola.
VXTe lo ha dicho la mujer del tintoreroY
V+$. Me he enterado de todo. La gente de Mi!amoto tam#
bin habla de ello.
VQa!a Vdijo 'ts(, *runciendo levemente el ce&oV. Es
embara"oso.
V8o tienes por qu a"orarte. +i amas tanto a una persona,
nadie puede decir si eres digna de *elicitacin o de lstima.
3ero me parece que ese Musashi es un tanto *r$o de cora"n.
VZu va, no lo es en absoluto.
VX8o le guardas rencor por su manera de comportarseY
V+o! !o la culpable. +u adiestramiento ! disciplina son sus
/nicos intereses en la vida, ! no puedo resignarme a eso.
240
V8o veo nada malo en tus sentimientos.
V3ero me parece que le he causado demasiados problemas.
V7umm. Mi mujer deber$a o$rte decir eso. 1s$ es como
deber$an ser las mujeres.
VXEst casada 'ginY Vinquiri 'ts(.
VX'ginY 3ues no esto! del todo seguro Vdijo Mambei, !
cambi de temaV. 1ll$ ha! una casa de t. %escansemos un
poco.
Entraron en el establecimiento ! pidieron t para acompa#
&ar sus cajas de comida. Cuando estaban terminando, unos
mo"os de caballos ! porteadores que pasaban por all$ se diri#
gieron a Mambei con *amiliaridad.
VEh, t/, Xpor qu no te dejas caer ho! en la timba de 7an#
daY Todo el mundo se queja..., el otro d$a te largaste con todo
nuestro dinero.
.n tanto con*uso, el hombre les respondi a gritos, como si
no les hubiera entendidoO
V7o! no necesito para nada vuestros caballos. VEntonces
se dirigi a 'ts( ! le dijo rpidamenteVO X8os vamos !aY
Cuando sal$an precipitadamente del local, uno de los mo#
"os de caballos dijoO
V8o es de e0tra&ar que se nos quite de encima. UEchad un
vista"o a la chicaW
VQo! a dec$rselo a tu vieja, Mambei.
'!eron ms comentarios de esta clase mientras prosegu$an
apresuradamente su camino. El negocio de 1sa!a Mambei en
+hi,ama no *iguraba, ciertamente, entre los negocios ms im#
portantes de la localidad. Compraba c&amo en los pueblos de
las inmediaciones ! lo distribu$a entre las esposas e hijas de los
pescadores para que hicieran velas, redes ! otros trebejos. 3ero
era el propietario de su propia empresa, ! a 'ts( le pareci
e0tra&o que tuviera una relacin tan $ntima con porteadores
vulgares ! corrientes.
Como si quisiera disipar sus dudas ine0presadas, Mambei
le dijoO
VXZu se puede hacer con esa clase de gentu"aY U+lo por#
JM>
que les hago el *avor de pedirles que me traigan material de las
monta&as, eso no es ra"n para que se tomen conmigo esas
*amiliaridadesW
3asaron la noche en Tatsuno !, a la ma&ana siguiente,
cuando reanudaron su camino, Mambei se mostr tan amable
! sol$cito como de costumbre. 1l llegar a Mi,a"u,i, las laderas
de las colinas estaban a oscuras.
VMambei Vle dijo 'ts( inquietaV. X8o es esto Mi,a"u#
,iY +i cru"amos la monta&a estaremos en Mi!amoto.
7ab$a llegado a sus o$dos la noticia de que 'sugi volv$a a
encontrarse en Mi!amoto.
Mambei se detuvo.
V3ues s$, es cierto, est justo al otro lado. X1caso sientes
a&oran"a de tu puebloY
'ts( al" los ojos hacia la negras ! ondulantes cimas de las
monta&as ! el cielo nocturno. La "ona parec$a mu! desolada,
como si, de alguna manera, *altaran las personas que deber$an
estar all$.
V)a *alta poco Vdijo Mambei, que caminaba por delante
de ellaV. XEsts cansadaY
V8o, no, X! t/Y
V8o, esto! acostumbrado a este camino. Qengo por aqu$
continuamente.
V%ime, Xdnde est la casa de 'ginY
V3or all$ Vrespondi el hombre, se&alandoV. +in duda
nos est esperando.
1pretaron un poco el paso. Cuando llegaron al lugar donde
la cuesta era ms empinada, se encontraron con varias casas
desperdigadas. Era una parada en la carretera de Tatsuno. 8o
ten$a la su*iciente e0tensin para considerarla un pueblo, pero
dispon$a de un local de comidas econmicas, donde hac$an un
alto los mo"os de caballos, ! algunas posadas baratas a ambos
lados de la cal"ada.
Cuando el caser$o qued atrs, Mambei in*orm a su acom#
pa&anteO
V1hora tenemos que trepar un poco.
+e desvi de la carretera ! emprendi la subida de unas
empinadas escaleras que conduc$an al santuario local.
242
Como un pajarillo que gorjeara debido a un descenso re#
pentino de la temperatura, 'ts( percibi algo *uera de lo ordi#
nario.
VXEsts seguro de que no nos hemos equivocado de cami#
noY Vpregunt a su acompa&anteV. En estos alrededores no
ha! casas.
V8o te preocupes. Es un lugar solitario, pero puedes sen#
tarte en el porche del santuario mientras !o vo! en busca de
'gin.
VX3or qu has de hacer tal cosaY
VXLo has olvidadoY Esto! seguro de que te lo dije. 'gin
dijo que tal ve" tendr$a invitados en casa ! ser$a inconveniente
que trope"aras con ellos. +u casa est en el otro lado de este
bosquecillo. Qolver en seguida.
Ech a correr por un estrecho sendero a travs del oscuro
bosque de cedros.
1 medida que el cielo crepuscular se oscurec$a ms, 'ts(
empe" a sentirse claramente inquieta. 7ojas muertas arras#
tradas por el viento se depositaban en su rega"o. Cogi ociosa#
mente una de ellas ! le dio vueltas entre los dedos. 1lgo, la
imprudencia o la pure"a, hac$an de ella el arquetipo de la virgi#
nidad.
%e improviso o! una risa entrecortada procedente de la
parte trasera del santuario. 'ts( se puso en pie de un salto.
VU8o te muevas, 'ts(W Vle orden una vo" ronca ! ame#
drentadora.
La joven ahog un grito ! se llev las manos a los o$dos.
Qarias *ormas oscuras salieron de detrs del santuario ! ro#
dearon su cuerpo tembloroso. 1unque ten$a los ojos cerrados,
pudo ver claramente una de ellas, ms aterradora !, al parecer,
ma!or que las otras, la bruja de blanca cabellera a la que tantas
veces hab$a visto en sus pesadillas.
V;racias, Mambei Vdijo 'sugiV. 1hora amorda"adla
antes de que empiece a gritar ! llevadla a +himonosh. U%aos
prisaW
La anciana habl con la autoridad temible del De! del 4n#
*ierno que condena a un pecador a las llamas.
Los cuatro o cinco hombres parec$an ser matones de pue#
243
blo que ten$an alguna relacin con el clan de 'sugi. 1sintieron
a gritos ! se abalan"aron sobre 'ts( como lobos que lucharan
por una presa. La ataron de manera que slo le quedaron libres
las piernas.
VCoged el atajo.
VUMuveteW
'sugi se re"ag para arreglar las cuentas con Mambei.
Cuando la anciana sacaba el dinero del interior de su obi, dijo
al comercianteO
VTe *elicito por haberla tra$do. Tem$a que no *ueses capa"
de conseguirlo. VEntonces a&adiVO 8o se te ocurra decir
una palabra de esto a nadie.
Mambei, con e0presin satis*echa, se guard el dinero en
un bolsillo de la manga.
VLa verdad es que no ha sido tan di*$cil VcomentV. Tu
plan ha *uncionado a la per*eccin.
VU1hW 7a sido algo digno de verse. Est asustada, XehY
V8i siquiera ha podido correr. +e ha quedado ah$ pasma#
da. UCa, jaW 3ero qui"... lo que hemos hecho est bastante mal.
VX3or qu est malY U+i supieras cunto he tenido que su#
*rirW
V+$, s$, !a me lo contaste.
VBueno, no puedo perder el tiempo aqu$. Qolver a verte
uno de estos d$as. Qen a visitarnos en +himonosh.
VTen cuidado con el camino, es bastante escabroso Vle
grit por encima del hombro mientras empe"aba a bajar la lar#
ga ! oscura escalera.
1l cabo de un instante, 'sugi o! un grito ahogado. ;ir
sobre sus talones ! gritO
VX7as sido t/, MambeiY XZu ocurreY
8o obtuvo respuesta.
'sugi corri a lo alto de las escaleras. Emiti un leve grito
! entonces retuvo el aliento mientras miraba, *or"ando la
vista, la sombra erguida junto al cuerpo ca$do ! la espada, go#
teante de sangre, inclinada hacia abajo desde la mano de la
sombra.
VXZui..., quin est ah$Y
8o le respondieron.
244
VXZuin eresY Vpregunt con la vo" seca ! tensa, pero los
a&os no hab$an disminuido su jactancia.
La risa sacudi ligeramente los hombros del desconocido.
V+o! !o, vieja bruja.
VXZuin eres t/Y
VX8o me reconocesY
VCams hab$a o$do antes tu vo". +upongo que eres un la#
drn.
V8ing/n ladrn se molestar$a en robar a una vieja tan po#
bre como t/.
V3ero me has estado vigilando, Xno es ciertoY
VEn e*ecto.
VX1 m$Y
VX3or qu lo preguntas dos vecesY 8o habr$a recorrido
todo el camino hasta Mi,a"u,i para matar a Mambei. 7e veni#
do para darte una leccin.
VU 1aagW VEl sonido *ue como si a 'sugi le hubiera reven#
tado la trqueaV. Te has equivocado de persona. XZuin eres,
a *in de cuentasY Me llamo 'sugi ! so! la viuda de la *amilia
7onEiden.
VU1h, cunto me alegro de o$rte decir esoW 1s$ recobro
todo mi odio. UBrujaW XTe has olvidado de CtarY
VXC... j... tarY
VEn tres a&os, un recin nacido deja de ser un beb ! se
convierte en un ni&o de tres a&os. T/ eres un rbol viejo, !o so!
un arbolillo. +iento dec$rtelo, pero !a no puedes seguir tratn#
dome como a un mocoso.
V3ero eso no puede ser cierto. XEres de veras CtarY
V%eber$as pagar por toda la a*liccin que has causado a mi
maestro a lo largo de los a&os. Rl te evit slo porque eres vieja
! no quer$a hacerte da&o. Te aprovechaste de eso, viajando por
todas partes, !endo incluso a Edo, donde esparciste rumores
malignos sobre su persona ! actuaste como si tuvieras una ra#
"n leg$tima para vengarte de l. 4ncluso llegaste a impedir su
nombramiento para un buen puesto.
'sugi le escuchaba en silencio.
V3ero tu despecho no termin ah$. 1cosaste a 'ts( e in#
tentaste lastimarla. Cre$a que por *in hab$as cejado en tus ma#
JMA
lignos empe&os, retirndote a Mi!amoto. 3ero sigues en ello,
utili"ando a ese Mambei para llevar a cabo alguna estratagema
contra 'ts(.
'sugi segu$a sin decir nada.
VXEs que no te cansas nunca de odiarY Me ser$a mu! *cil
partirte de un tajo en dos mitades, pero por suerte para ti !a no
so! el hijo de un samurai errante. Mi padre, 1o,i Tan"aemon,
ha regresado a 7imeji !, desde la pasada primavera, est sir#
viendo en la Casa de 4,eda. 3ara evitar que el deshonor caiga
sobre l, me abstendr de matarte.
Ctar dio un par de pasos hacia ella. 'sugi, incapa" de de#
cidir si deb$a creerle o no, retrocedi ! mir a su alrededor en
busca de una escapatoria. Cre!endo ver una, corri hacia el
sendero que los hombres hab$an tomado. Ctar dio un salto !
la agarr por el cuello.
Ella abri mucho la boca ! gritO
VXZu crees que ests haciendoY
;ir sobre sus talones !, desenvainando su espada en el
mismo movimiento, intent asestarle un golpe ! *all.
Mientras esquivaba el golpe, Ctar la empuj con vio#
lencia hacia adelante. La cabe"a de la mujer golpe contra el
suelo.
V1s$ que has aprendido una o dos cosas, XehY Vle dijo
gimiendo, con el rostro semioculto en la hierba.
3arec$a incapa" de apartar de su mente la idea de que Ctar
#!a no era un ni&o.
Ctar solt un gru&ido ! aplic un pie a la espina dorsal de
la anciana, que parec$a mu! *rgil, al tiempo que le retorc$a sin
piedad un bra"o alrededor de la espalda.
La arrastr hasta la parte delantera del santuario ! la in#
movili" con un pie, pero no pudo decidir qu iba a hacer con
ella.
Ten$a que pensar en 'ts(. X%nde estabaY +e hab$a en#
terado de su presencia en +hi,ama casi por accidente, aunque
bien pudiera ser que sus ,armas respectivos estuvieran entrela#
"ados. Cunto con la rehabilitacin de su padre, Ctar hab$a
recibido un nombramiento. Cuando estaba reali"ando una de
las gestiones de su cargo, tuvo un atisbo, a travs de una brecha
JM?
en una valla, de una mujer que se parec$a a 'tsu. %os d$as
despus regres a la pla!a ! comprob que su impresin hab$a
sido correcta.
+i bien agradec$a a los dioses que le hubieran conducido a
'ts(, su odio hacia 'sugi, latente desde hac$a mucho tiempo,
por su manera de tratar a 'ts(, hab$a despertado. +i no elimi#
naba a la anciana, ser$a imposible que 'ts( viviera en pa". La
tentacin era *uerte, pero matarla habr$a me"clado a su padre
en una disputa con una *amilia de samurais rurales. Eran gen#
tes *astidiosas incluso cuando no ten$an ning/n contencioso\ si
les o*end$a un vasallo directo de un daim!o, no hab$a duda de
que causar$an perturbaciones.
:inalmente, decidi que lo mejor ser$a castigar a 'sugi r#
pidamente ! luego dirigir sus es*uer"os a rescatar a 'ts(.
VCono"co el lugar apropiado para ti Vle dijoV. Qen con#
migo.
'sugi se a*err con todas sus *uer"as al suelo, a pesar de los
intentos de Ctaro de arrastrarla. Cogindola por la cintura, la
llev bajo el bra"o a la parte trasera del templo. La ladera de la
colina hab$a sido de*orestada cuando se constru! el santuario,
! hab$a all$ una peque&a cueva, cu!a entrada era lo bastante
grande para que una persona pudiera entrar arrastrndose.
'tsu ve$a una lu" solitaria a lo lejos. 3or lo dems, todo
estaba sumido en una negrura intensa, monta&as, campos,
arro!os, el puerto de Mi,a,u"i, que acababan de cru"ar por un
sendero rocoso. Los dos hombres que iban en cabe"a tiraban
de la cuerda con la que hab$an atado a la joven, como si *uese
una criminal.
Cuando se apro0imaban al r$o +a!o, el hombre que iba de#
trs de ella dijoO
VEsperad un momento. XZu le habr ocurrido a la viejaY
%ijo que vendr$a con nosotros.
V+$, !a deber$a habernos dado alcance.
V3odr$amos hacer un alto aqu$ durante unos minutos, o
seguir hasta +a!o ! esperar en la casa de t. 3robablemente
todos estarn durmiendo, pero podemos despertarles.
247
VQa!amos all$ ! esperemos. Tomaremos una o dos ta"as
de sa,e.
Buscaron a lo largo del r$o un lugar somero para vadearlo.
1penas hab$an empe"ado a cru"arlo cuando o!eron una vo"
que les llamaba a lo lejos. La llamada se repiti uno o dos mi#
nutos despus, desde mucho ms cerca.
VXLa ancianaY
V8o, parece una vo" masculina.
VEntonces no puede tener nada que ver con nosotros.
El agua estaba tan *r$a como una hoja de espada, sobre
todo para 'ts(. Cuando o!eron el sonido de apresuradas pi#
sadas, su perseguidor estaba casi encima de ellos. Chapotean#
do bruscamente, les empuj a la otra orilla ! all$ les hi"o *rente.
VX'ts(Y Vllam Ctar.
Temblando por la rociada de agua *r$a que hab$a ca$do so#
bre ellos, los tres hombres rodearon a 'ts( ! se mantuvieron
donde estaban.
V8o os movis Vgrit Ctar, con los bra"os e0tendidos.
VXZuin eresY
V8o importa. U+oltad a 'ts(W
VXEsts locoY X8o sabes que meterte donde no te llaman
puede costarte la vidaY
V'sugi acaba de decirme que me entreguis a 'ts(.
VUMientes como un bellacoW
Los tres hombres se rieron al un$sono.
V's equivocis. Mirad esto.
Les tendi un papel de seda con unos caracteres de pu&o !
letra de 'sugi. El mensaje era breveO SLas cosas han salido
mal. 8o podis hacer nada. Entregad 'ts( a Ctar ! luego
venid a buscarmeT.
Los hombres, cejijuntos, miraron a Cotaro ! avan"aron por
la orilla.
VXEs que no sabis leerY Vles pregunt Ctar en tono
burln.
VCalla. +upongo que eres Ctaro.
VEn e*ecto, se es mi nombre, 1o,i Ctar.
'ts( le hab$a estado mirando *ijamente, temblando ligera#
mente a causa del temor ! la duda. Entonces, sin saber apenas lo
248
que hac$a, se ech a gritar, se atragant ! ca! hacia adelante.
El hombre que estaba ms pr0imo a Cotaro gritO
VU+e le ha a*lojado la morda"aW U1tdsela bienW VEnton#
ces se dirigi a Cotaro en tono amena"anteVO Rsta es la ca#
ligra*$a de la anciana, no ha! duda de ello, pero Xqu le ha
sucedidoY XZu signi*ica eso de que va!amos en su buscaY
VEs mi rehn Vreplic Cotaro altivamenteV. Entregadme
a 'ts( ! os dir dnde est.
Los tres hombres intercambiaron miradas.
VX1caso intentas tomarnos el peloY Vle pregunt uno de
ellosV. X+abes quines somosY Cualquier samurai de 7imeji,
si es de ah$ de donde procedes, conoce la casa 7onEiden de
+himonosho.
V+$ o no... UDespondedW +i no me entregis a 'ts(, dejar a
la anciana donde est hasta que se muera de hambre.
VUBastardo asquerosoW
.no de los hombres cogi a Cotaro ! otro desenvain su
espada ! se coloc en posicin de combate. El primero gru&O
V+igue diciendo esa clase de idioteces ! te rompo el cuello.
X%nde est 'sugiY
VXMe entregaris a 'ts(Y
V8o.
VEntonces no la encontraris. Entregadme a 'ts( ! po#
dremos "anjar este asunto sin que nadie reciba da&o alguno.
El hombre que hab$a cogido a Cotaro le empuj adelante e
intent hacerle la "ancadilla.
.tili"ando la *uer"a de su adversario, Cotaro le lan" por
encima de su hombro. 3ero un instante despus, estaba senta#
do en el suelo, agarrndose el muslo derecho. El hombre hab$a
desenvainado su espada ! golpeado con un movimiento como
de siega. 3or suerte, la herida no era pro*unda. Cotaro se puso
en pie al mismo tiempo que su atacante. Los otros dos hombres
avan"aron hacia l.
V8o le matis. Lo necesitamos vivo para poder rescatar a
'sugi.
Ctar perdi con rapide" su renuencia a verse implicado
en un derramamiento de sangre. En un momento determinado
de la re*riega que sigui, los tres hombres lograron derribarle
JMI
al suelo. Ctar lan" un rugido ! recurri a la misma tctica
que momentos antes sus adversarios hab$an usado contra l.
+acando velo"mente su espada corta, atraves el vientre del
hombre que estaba a punto de caer sobre l. La mano ! el bra#
"o de Ctar, casi hasta el hombro, se volvieron tan rojos como
si lo hubiera sumergido en un barril de vinagre de ciruelas,
pero su mente estaba libre de todo pensamiento ! ocupada tan
slo por el instinto de conservacin.
%e nuevo en pie, grit ! golpe hacia abajo al hombre que
ten$a delante. La hoja le alcan" en la clav$cula !, desvindose
al lado, cort un tro"o de carne del tama&o de un *ilete de pes#
cado. El hombre lan" un grito ! agarr la empu&adura de su
espada, pero era demasiado tarde.
VU7ijos de perraW U7ijos de perraW
;ritando con cada tajo ! estocada, Ctar mantuvo a ra!a a
los otros dos, ! entonces logr herir gravemente a uno de ellos.
Los hombres hab$an dado por sentada su superioridad,
pero ahora perdieron el dominio de s$ mismos ! empe"aron a
agitar los bra"os sin coordinacin.
'ts(, *uera de s$, corr$a en c$rculos, retorciendo *rentica#
mente las ligaduras de sus manos.
VUZue venga alguienW U+alvadleW
3ero sus palabras pronto se perd$an, ahogadas por el soni#
do del r$o ! la vo" del viento.
%e repente comprendi que, en ve" de pedir a!uda, deb$a
con*iar en sus propias *uer"as. Lan"ando un dbil grito de de#
sesperacin, se dej caer al suelo ! restreg la soga contra el
a*ilado ngulo de una roca. La cuerda slo era de paja tren"ada
recogida al lado del camino, ! se rompi *cilmente.
'ts(, libre por *in, cogi unas piedras ! corri al lugar de la
pelea.
VUCtarW Vgrit, mientras arrojaba una piedra a la cara
de un hombreV. Tambin esto! aqu$. UToda ir bienW VLan"
otra piedraV. U1guanta, por *avorW VLan" una piedra ms,
pero, al igual que las anteriores, no dio en el blanco. Corri en
busca de ms pro!ectiles.
VUEsa "orraW
.no de los hombres se "a* de Ctar !, en dos saltos, lle#
JA@
g detrs de 'tsu. Estaba a punto de descargar el romo borde
de su espada en la espalda de la mujer, cuando Ctar le dio
alcance ! hundi tanto su espada en la parte in*erior de la espal#
da del atacante que la punta de la hoja le sali por el ombligo.
El otro hombre, herido ! aturdido, empe" a escabullirse, !
luego ech a correr, tambalendose.
Ctar apo! con *irme"a un pie a cada lado del cadver,
e0trajo la espada ! gritO
VU%etenteW
Cuando empe"aba a perseguirle, 'ts( se abalan" sobre l
!, cogindole con *uer"a, le dijoO
VU8o lo hagasW 8o debes atacar a un hombre malherido
cuando hu!e.
El ardor de su s/plica sorprendi a Ctar, el cual no pod$a
imaginar qu capricho psicolgico le hac$a simpati"ar con un
hombre que hac$a tan poco tiempo la hab$a atormentado.
VZuiero saber qu has hecho durante todos estos a&os
Vle dijo 'ts(V. Tambin !o tengo cosas que contarte, ! tene#
mos que marcharnos de aqu$ tan rpido como podamos.
Ctar accedi en seguida, pues sab$a que si la noticia del
incidente llegaba a +himonosh, los miembros de la *amilia
7onEiden rodear$an el pueblo para buscarles.
VX3uedes correr, 'ts(Y
V+$, no te preocupes por m$.
) corrieron, en e*ecto, corrieron sin parar en la oscuridad,
hasta que se quedaron sin aliento. 1mbos ten$an la sensacin
de revivir los viejos tiempos, cuando eran tan slo una ni&a !
un ni&o que recorr$an juntos su camino.
Las /nicas luces visibles en Mi,a"u,i eran las de la posada.
.na brillaba en el edi*icio principal, donde slo un poco antes
un grupo de viajeros Vun mercader de metales cu!o negocio le
llevaba a las minas locales, un vendedor de hilo procedente de
Tajima, un sacerdote itineranteV hab$an estado sentados, ha#
blando ! riendo. Todos se hab$an acostado !a.
Ctar ! 'ts( se sentaron a conversar junto a la otra lu", en
una peque&a habitacin independiente donde viv$a la madre
JA>
del posadero, entre su rueca ! los recipientes donde herv$a los
gusanos de seda. El posadero sospechaba que la pareja a la que
acababa de conceder alojamiento eran amantes *ugados, pero
de todos modos adere" la estancia para ellos.
V1s$ que no volviste a ver a Musashi en Edo Vdec$a 'ts(,
la cual le hab$a relatado sus andan"as en los /ltimos a&os.
Entristecido al saber que ella no hab$a visto a Musashi des#
de aquel d$a en la carretera de -iso, a Ctaro le resultaba di*$cil
hablar. 8o obstante, pens que pod$a o*recerle un ra!o de es#
peran"a.
V8o es mucho para seguir adelante Vle dijoV, pero en
7imeji o$ el rumor de que Musashi ir$a pronto all$.
VX1 7imejiY XEs posible que sea ciertoY Vdijo ella, ansio#
sa de a*errarse incluso a un clavo ardiendo.
V8o es ms que lo que dice la gente, pero los hombres de
nuestro *eudo hablan como si !a estuviera decidido. %icen que
pasar por all$ camino de -o,ura, donde ha prometido aceptar
un desa*$o de +asa,i -ojir. Es uno de los servidores del se&or
7oso,a2a.
VTambin !o he o$do algo parecido, pero no encontraba a
nadie que tuviera noticias de Musashi o que supiera por lo me#
nos dnde estaba.
VBueno, el rumor que corre en los alrededores del castillo
de 7imeji probablemente es cierto. 3arece ser que 7ana"ono
M!shinji, de -!oto, que tiene estrechas relaciones con la
Casa de 7oso,a2a, in*orm al se&or 7oso,a2a sobre el pa#
radero de Musashi, ! 8agao,a +ado, un servidor de alto rango,
entreg a Musashi la carta de desa*$o.
VXCrees que suceder prontoY
V8o lo s. La verdad es que nadie parece saberlo con e0ac#
titud. 3ero si ha de ser en -o,ura ! si Musashi est en -!oto,
pasar por 7imeji durante su viaje.
V3odr$a ir en barco.
Ctar sacudi la cabe"a.
V8o lo creo. Los daim!o de 7imeji, ',a!ama ! otros *eu#
dos a lo largo del Mar 4nterior le pedirn que pase en sus casti#
l$os una noche o ms tiempo. Zuieren ver qu clase de hombre
es realmente ! sondearle para ver si est interesado en una po#
252
sicin. El se&or 4,eda escribi a Ta,uan. Luego hi"o gestiones
en el M!oshinji ! dio instrucciones a los ma!oristas de su "ona
para que le in*ormen si ven a alguien que responda a la des#
cripcin de Musashi.
TTodo ello hace pensar a/n ms en que no viajar en barco.
8o ha! nada que Musashi deteste ms que un e0ceso de al#
haracas. +i se entera, har cuanto pueda por evitarlo.
'ts( parec$a deprimida, como si de improviso hubiera per#
dido toda esperan"a.
VXZu te parece, CotaroY Vle pregunt en tono suplican#
teV. +i !o *uese al M!oshinji, Xcrees que podr$a averiguar
algoY
VBueno, es posible, pero no debes olvidar que se trata slo
de chismorreos.
V3ero debe de haber algo de verdad en ello, Xno creesY
VXTienes deseos de ir a -!otoY
VClaro que s$, me gustar$a partir ahora mismo... bueno,
ma&ana.
V8o te apresures tanto. 3or ese motivo siempre pierdes a
Musashi. En cuanto o!es un rumor, lo aceptas como si *uese un
hecho *idedigno ! partes al instante. +i quieres locali"ar un rui#
se&or, tienes que mirar hacia un punto delante del lugar de
donde procede su canto. Me parece que siempre vas en pos
de Musashi, en lugar de prever dnde podr$a estar a conti#
nuacin.
V+$, es posible, pero el amor carece de lgica. V8o se ha#
b$a detenido a pensar lo que estaba diciendo, ! se sorprendi al
ver que el rostro del joven se volv$a carmes$ al o$r la palabra
SamorT. Decobrndose en seguida, le dijoVO ;racias por el
consejo. Lo pensar detenidamente.
V+$, ha"lo, pero entretanto regresa a 7imeji conmigo.
V%e acuerdo.
VZuiero que vengas a nuestra casa.
'ts( no le dijo nada.
V3or lo que dice mi padre, supongo que te conoci bastante
bien hasta que abandonaste el +hippji... 8o s qu tiene
pensado, pero me ha dicho que le gustar$a verte una ve" ms !
hablar contigo.
JAL
La llama de la vela amena"aba con e0tinguirse. 'tsu se vol#
vi ! contempl el cielo bajo los estropeados aleros.
VQa a llover Vdijo.
VX1 lloverY ) ma&ana tenemos que ir a 7imeji.
VXZu es un aguacero oto&alY 8os pondremos sombreros
para la lluvia.
V7abr$a pre*erido que hiciera buen tiempo.
Cerraron los postigos contra la lluvia ! la atms*era de la
habitacin pronto se volvi calurosa ! h/meda. Cotaro era agu#
damente consciente de la *ragancia *emenina de 'ts(.
VQe a acostarte Vle dijoV. )o dormir aqu$.
Coloc un madero a guisa de almohada bajo la ventana ! se
tendi de costado, de cara a la pared.
VXTodav$a no te duermesY Vre"ong CotaroV. %eber$as
hacerlo.
+e cubri la cabe"a con la *ina estera, pero dio muchas vuel#
tas antes de que ca!era en un pro*undo sue&o.
JAM
J@ La
misericordia de -annon
'tsu permanec$a sentada, escuchando el sonido del agua
que ca$a desde una gotera en el techo. 4mpulsada por el viento,
la lluvia a"otaba bajo los aleros ! contra los postigos. 3ero era
una lluvia de oto&o !, por lo tanto, impredecibleO qui" la ma#
&ana ser$a brillante ! clara.
Entonces el pensamiento de 'sugi cru" por su mente.
SMe pregunto si estar a la intemperie bajo esta tormenta,
empapada ! *r$a. Es vieja ! qui" no dure hasta ma&ana. 1un#
que sobreviva, podr$an transcurrir d$as antes de que la encuen#
tren. 3odr$a morir de hambre.T
VCtar Vllam en vo" quedaV. %espierta.
Tem$a que el joven hubiera cometido una crueldad, pues
hab$a o$do decirles a los sicarios de la anciana que la hab$a
castigado, ! hab$a hecho de pasada una observacin similar ca#
mino de la posada.
SEn el *ondo no es mala Vse dijoV. +i me sincero con ella,
uno de estos d$as me comprender... %ebo ir a buscarla.T
3ensando que si Ctar se en*adaba, ser$a inevitable, abri
un postigo. La lluvia, contra la negrura del cielo, ten$a una to#
nalidad blanca. Tras arremangarse las *aldas, cogi de la pared
un sombrero de corte"a de bamb/, se lo puso ! lo at bajo la
barbilla. Entonces se ech una abultada capa pluvial sobre los
JAA
hombros, se puso unas sandalias de paja ! atraves la cortina
de lluvia que ca$a por la pendiente del tejado.
1l apro0imarse al santuario donde Mambei la hab$a dejado
a merced de sus raptores, vio que los escalones de piedra que
conduc$an al lugar sagrado se hab$an convertido en una casca#
da. En lo alto, el viento era mucho ms intenso, aullaba entre
los cedros como una jaur$a de perros airados.
SX%nde puede estarYT, se pregunt, mientras escudri&aba
el santuario. Llam en el espacio oscuro debajo del edi*icio,
pero no le lleg ninguna respuesta.
:ue a la parte trasera del edi*icio ! permaneci all$ unos
minutos. El viento gimiente la a"otaba como las olas en un mar
tempestuoso. 3oco a poco tuvo conciencia de otro sonido, casi
indistinguible del *ragor de la tormenta. +e detuvo un momen#
to ! empe" de nuevo.
V1hhh. '$dme, alguien... X7a! alguien ah$ a*ueraY...
1aaah.
VU1buelaW Vgrit 'ts(V. X%nde ests, abuelaY
Como gritaba literalmente al viento, el sonido de su vo" no
llegaba mu! lejos.
3ero, de alguna manera, su sentimiento logr entrar en
comunicacin con quien estaba en una situacin tan apu#
rada.
VU1hW 7a! alguien ah$. Lo s... +lvame. U1qu$W U+lvameW
En las r*agas intermitentes de sonido que llegaban a sus
o$dos, 'ts( o! el grito de la desesperacin.
VX%nde estsY Vgrit con vo" roncaV. X%nde ests,
abuelaY
Corri alrededor del santuario, se detuvo un momento !
luego corri de nuevo. Casi por accidente, repar en lo que
parec$a una cueva de osos, a unos veinte pasos de distancia,
cerca del pie del empinado sendero que conduc$a al santuario
interior.
1l acercarse ms, tuvo la certe"a de que la vo" de la ancia#
na proced$a de all$. Lleg a la entrada, se detuvo ! contempl
las grandes piedras que la cerraban.
VXZuin esY XZuin eres t/Y XEres una mani*estacin
de -annonY Le rindo culto a diario. 1pidate de m$. +alva a
JA?
una pobre anciana que ha sido encerrada aqu$ por un desal#
mado.
Las s/plicas de 'sugi adquirieron un tono histrico. Llo#
rando a medias ! a medias rogando, en el oscuro intervalo en#
tre la vida ! la muerte, en su mente se *orm una visin de la
misericordiosa diosa -annon ! dirigi a ella su *ervorosa ple#
garia para que le permitiera seguir viviendo.
VUZu *eli" so!W Ve0clam deliranteV. -annon, la mise#
ricordiosa, ha visto la bondad de mi cora"n ! se ha apiadado
de m$. U7a venido a rescatarmeW U;ran compasin la su!aW
U;ran misericordiaW +alve la Bodhisattva -annon, salve la
Bodhisattva -annon, salve...
+u vo" se interrumpi bruscamente. Tal ve" pens que !a
estaba bien, pues era natural que en su situacin l$mite -annon
se presentara de una u otra *orma en su a!uda. Ella era la ca#
be"a de una buena *amilia, una buena madre, ! se consideraba
un ser humano recto ! sin tacha. ) lo que hab$a hecho, *uera lo
que *uese, era, por supuesto, moralmente justo.
3ero entonces, al percibir que quienquiera que *uese la per#
sona que estaba al otro lado de la cueva no era una aparicin
sino un ser autntico, vivo, se relaj !, al hacerlo, perdi el
conocimiento.
'ts(, al no saber qu signi*icaba el cese repentino de los
gritos de 'sugi, estaba *uera de s$. Era preciso abrir de alguna
manera la entrada de la cueva. Dedobl sus es*uer"os, ! la cinta
que sujetaba su sombrero se a*loj. El viento agit *uriosa#
mente tanto el sombrero como sus negras tren"as.
Le intrigaba cmo Ctaro hab$a sido capa" de colocar all$
aquellas autnticas rocas. Empuj ! tir con toda la *uer"a de
su cuerpo, pero ni una sola se mov$a. E0tenuada por el es*uer#
"o, sinti una pun"ada de odio hacia CAtard, ! el alivio inicial
que hab$a e0perimentado al encontrar a 'sugi se trans*orm
en una inquietud que la consum$a.
V1guanta, abuela, slo un poco ms. Te sacar de aqu$.
1unque hab$a aplicado los labios a una grieta entre las
grandes piedras, no obtuvo ninguna respuesta.
3oco a poco, lleg hasta sus o$dos un dbil cntico en vo"
bajaO
JAN
' si, al encontrar diablos comedores de hombres,
dragones venenosos ! demonios,
piensa en el poder de -annon,
al instante nadie se atrever a da&arle.
+i, rodeado de bestias malignas,
con agudos colmillos ! garras aterradoras,
piensa en el poder de -annon...
'sugi estaba recitando el +utra sobre -annon. +lo la vo"
de la bodhisattva era perceptible para ella. Con las manos jun#
tas, ahora estaba en pa", mientras las lgrimas se desli"aban
por sus mejillas ! los labios temblaban al tiempo que las pa#
labras sagradas brotaban de sus labios.
3resa de una e0tra&a sensacin, 'sugi interrumpi su cn#
tico ! aplic un ojo a una grieta entre las piedras.
VXZuin est ah$Y VgritV. 7e preguntado quin est
ah$.
El viento hab$a arrebatado a 'ts( la capa pluvial. 1turdi#
da, e0hausta ! cubierta de barro, se agach ! gritO
VXEsts bien, abuelaY +o! 'ts(.
VXZuin has dichoY Vpregunt la anciana con suspicacia.
V7e dicho que so! 'ts(.
V)a veo. V7ubo una larga pausa de silencio antes de que
la anciana hiciera la segunda pregunta incrdulaV. XZu quie#
res decir con eso de que eres 'ts(Y
En aquel instante, la primera oleada de la conmocin al#
can" a 'sugi, diseminando bruscamente sus pensamientos re#
ligiosos.
VX3or..., por qu has venido aqu$Y 1h, !a lo s. UEsts bus#
cando a ese demonio de CtarW
V8o. 7e venido a rescatarte, abuela. 3or *avor, olvida el
pasado. Decuerdo lo buena que eras conmigo en mi in*ancia.
Luego te volviste contra m$ ! trataste de hacerme da&o. 8o te
lo reprocho. 1dmito que he sido mu! obstinada.
VQa!a, de modo que has abierto los ojos ! te das cuenta de
tu mal proceder. X8o es esoY XMe ests diciendo que te gusta#
r$a volver a la *amilia 7onEiden como la esposa de MatahachiY
V'h, no, eso no Vse apresur a decir 'ts(.
JAH
VBien, Xentonces por qu ests aqu$Y
V+ent$a tanta pena por ti que no pod$a soportarlo.
V) ahora quieres que me sienta obligada contigo. Eso es
lo que te propones, XnoY
'ts( se qued tan sorprendida ante esta reaccin que no
pudo articular palabra.
VXZuin te ha pedido que vinieras a rescatarmeY U8o he
sido !oW ) ahora no necesito tu a!uda. +i crees que hacindo#
me un *avor podrs impedir que siga odindote, te equivocas.
8o me importa lo precaria que sea mi situacin. 3re*iero morir
a perder mi orgullo.
V3ero abuela, Xcmo puedes esperar que deje a una perso#
na de tu edad abandonada en un sitio tan terribleY
V)a estamos, la abnegada ! dulce 'ts( ! sus amables pa#
labras. XCrees que no s lo que t/ ! Cotaro os proponisY 7a#
bis tramado encerrarme en esta cueva para re$ros de m$, !
cuando salga de aqu$ vo! a desquitarme. Qa!a si lo har, no te
quepa duda.
VEsto! segura de que pronto llegar el d$a en que com#
prenders lo que siento realmente. En cualquier caso, no pue#
des quedarte ah$. En*ermars.
V.*, esto! harta de esta tonter$a.
'ts( se puso en pie, ! el obstculo que hab$a sido incapa"
de mover por la *uer"a *ue desalojado, como si sus lgrimas
hubieran tenido el poder de hacerlo. %espus de que la piedra
superior rodara al suelo, tuvo una *acilidad sorprendente para
despla"ar al lado la que estaba debajo.
3ero no eran slo las lgrimas de 'ts( las que hab$an abierto
la cueva. 'sugi hab$a empujado desde el interior, ! sali con el
rostro congestionado, de un rojo intenso.
'ts(, todav$a tambalendose a causa del es*uer"o, emiti
un grito de j/bilo, pero apenas 'sugi se vio en libertad cuando
agarr a la joven por el cuello. La *erocidad del ataque habr$a
hecho pensar que su /nico propsito al querer mantenerse viva
hab$a sido atacar a su bene*actora.
VU'hW 3ero Xqu hacesY U1aaghW
VUCallaW
VX3or qu..., por qu...Y
JAI
VXZu esperabasY Vrespondi 'sugi a gritos, derribando
a 'ts( al suelo con una *uer"a salvaje.
'ts( estaba horrori"ada, incapa" de dar crdito a lo que le
ocurr$a.
V1hora vamonos Vgru& 'sugi, ! empe" a arrastrar a la
joven por el suelo empapado.
'ts( junt las manos ! dijoO
V3or *avor, te lo ruego. Cast$game si quieres, pero no de#
bes quedarte bajo esta lluvia.
VUZu idiote"W XEs que no tienes verg(en"aY XCrees que
puedes conmoverme para que me apiade de tiY
V8o huir, no lo har... U'hW UMe haces da&oW
V3ues claro que te hago da&o.
V%jame... VCon un s/bito acceso de energ$a, 'ts( se li#
ber de la anciana ! se puso en pie.
VU1h, no, de ninguna maneraW V'sugi renov al instante
su ataque, agarrando el cabello de la joven. Rsta dirigi al cielo
su blanco rostro, ! la lluvia ca! sobre sus *acciones. Cerr los
ojosV. U+ucia rameraW UCmo he su*rido todos estos a&os por
tu culpaW
Cada ve" que 'ts( abr$a la boca para hablar o hac$a un
es*uer"o para liberarse, la anciana le tiraba del pelo con todas
sus *uer"as. +in soltrselo, la arroj al suelo, la pisote ! la em#
prendi a puntapis con ella.
Entonces una e0presin de sobresalto apareci en el rostro
de 'sugi ! solt el cabello de la joven.
V3ero Xqu he hechoY Vmusit consternadaV. X'ts(Y
Vla llam con inquietud, mientras contemplaba el cuerpo
inerte tendido a sus piesV. U'ts(W
La anciana se agach ! escrut el rostro empapado por la
lluvia, *r$o al tacto como un pescado. Le pareci que la mucha#
cha no respiraba.
VEst..., est muerta.
'sugi se sent$a llena de espanto. 1unque no estaba dis#
puesta a perdonar a 'ts(, no hab$a tenido intencin de matar#
la. +e endere", gimiendo, ! retrocedi.
:ue serenndose gradualmente, ! no pas mucho tiempo
antes de que se dijeraO SBueno, supongo que no puedo hacer
J?@
nada ms que ir en busca de a!udaT. Ech a andar, titube, dio
media vuelta ! regres al lado del cuerpo. Cogi el *r$o cuerpo
de 'ts( entre sus bra"os ! lo arrastr a la cueva.
3ese a la angostura de la entrada, el interior era espacioso.
Cerca de una pared hab$a un lugar donde, en el pasado lejano,
los peregrinos religiosos que buscaban el Camino pasaban lar#
gas horas sentados, sumidos en la meditacin.
Cuando remiti la lluvia, la anciana se acerc a la entrada, !
estaba a punto de salir cuando las nubes se abrieron de nuevo.
%esde el arro!uelo que se desli"aba por encima de la entrada,
el agua penetraba casi hasta el *ondo de la cueva.
'sugi pens que no *altaba mucho para que amaneciera.
4mperturbable, se acuclill ! esper a que la tormenta cediera
de nuevo.
El hecho de hallarse en una total oscuridad con el cuerpo
de 'ts( empe" a a*ectar poco a poco su mente. Ten$a la sen#
sacin de que su rostro *r$o ! plido la miraba acusadoramente.
1l principio se tranquili", dicindoseO STodo cuanto sucede
est destinado a suceder. 'cupa tu lugar en el para$so como un
Buda renacido. 8o me guardes rencorT. 3ero no pas mucho
tiempo antes de que el temor ! la conciencia de su tremenda
responsabilidad la impulsaran a buscar re*ugio en la piedad.
Cerr los ojos ! empe" a entonar un sutra. Transcurrieron
varias horas.
Cuando por *in sus labios guardaron silencio ! abri los
ojos, o! el piar de los pjaros. El aire estaba inmvil, la lluvia
hab$a cesado. 1 travs de la boca de la cueva se *iltraba un sol
dorado, que iluminaba el spero interior.
VXZu es esoY Vse pregunt en vo" alta, mientras se in#
corporaba, la mirada *ija en una inscripcin grabada por algu#
na mano annima en el muro de la cueva.
'sugi se acerc a la inscripcin ! le!O
SEn el a&o >AMM, envi a mi hijo de diecisis a&os, que se
llamaba Mori -insa,u, a luchar en la batalla del castillo de
Tenjin"an, en el bando del se&or .ragami. 8o he vuelto a verle
desde entonces. 1 causa de mi a*liccin, peregrino a diversos
lugares consagrados al Buda. 1hora esto! colocando en esta
cueva una imagen de la Bodhisattva -annon. Duego que esto,
J?>
! las lgrimas de una madre, protejan a -insa,u en su vida
*utura. +i en tiempos *uturos alguien pasa por aqu$, le ruego
que invoque el nombre de Buda. Rste es el vigsimo primer
a&o desde la muerte de -insa,u. %onanteO la madre de -insa#
,u, aldea de 1itaT.
Los caracteres erosionados resultaban di*$ciles de leer en
algunos lugares. 7ab$an pasado casi setenta a&os desde que las
aldeas vecinas, +anumo, 1ita, -atsuta, *ueron atacadas por la
*amilia 1ma,o ! el se&or .ragami e0pulsado de su castillo. .n
recuerdo in*antil que jams desaparecer$a de la memoria de
'sugi era el incendio de aquella *ortale"a. 1/n pod$a ver el
negro humo elevndose oscilante en el cielo, los cadveres de
hombres ! caballos cubriendo los campos ! los caminos aparta#
dos durante d$as despus de la batalla. La lucha lleg casi hasta
las casas de los campesinos.
3ensando en la madre del muchacho, en su a*liccin, en su
vida errante, sus plegarias ! o*rendas, 'sugi sinti una pun#
"ada de dolor. S%ebe de haber sido terrible para ellaT, se dijo.
+e arrodill ! junt las manos.
V+alve Buda 1mida, salve Buda 1mida#+ollo"aba ! las
lgrimas ca$an en sus manos, pero hasta que se hubo
desahogado por completo no pens de nuevo en el rostro de
'ts(, *r$o e insensible bajo la lu" matinal, al lado de su rodilla.
V3erdname, 'ts(. U7e cometido un acto maligno, terri#
bleW U3or *avor, perdname, te lo suplicoW VCon el remordi#
miento re*lejado en su semblante, al" el cuerpo de 'ts( ! lo
abra" tiernamenteV. Es aterrador..., aterrador. Cegada por
el amor maternal, por la entrega a mi propio hijo, me convert$
en una diablesa para la hija de otra mujer. Tambin t/ tuviste
madre. +i me hubiera conocido, me habr$a visto como..., como
un demonio repugnante... Estaba segura de que ten$a ra"n,
mas para los dems so! un monstruo maligno.
Las palabras parec$an llenar la cueva ! reverberar en sus
o$dos. 1ll$ no hab$a nadie, no hab$a ojos que mirasen, o$dos
que escucharan. La oscuridad de la noche se hab$a convertido
en la lu" de la sabidur$a del Buda.
VZu buena has sido, 'ts(. +er atormentada durante tan#
J?J
tos largos a&os por esta horrible vieja loca, !, sin embargo, nun#
ca me lo has pagado con tu odio. 7as venido a pesar de todo
para salvarme... 1hora lo veo todo claro. +u*r$ un malentendi#
do. La inmensa bondad de tu cora"n la ve$a como un mal. Mi
mente estaba torcida, distorsionada. 'h, perdname, 'ts(.
1pret su rostro h/medo contra el de la muchacha.
V'jal mi hijo *uese tan cari&oso ! bueno como t/... 1bre
los ojos de nuevo, ve que te esto! rogando tu perdn. 1bre la
boca, ins/ltame. Me lo mere"co. 'ts(..., perdname.
Mientras contemplaba el rostro inmvil ! vert$a amargas
lgrimas, pas ante sus ojos una visin de s$ misma tal como
debi de verla 'ts( en todos aquellos atroces encuentros con
ella. Comprendi lo malvada que hab$a sido ! sinti que se le
encog$a el cora"n. .na ! otra ve" murmurO
V3erdname..., perdname.
4ncluso se pregunt si no ser$a lo correcto que se quedara
all$ sentada hasta unirse a la muchacha en la muerte.
VU8oW Ve0clam con decisinV. Basta de lloros ! gemi#
dos. Zui"..., qui" no est muerta. +i lo intento, es posible que
pueda hacerla volver a la vida. Todav$a es joven. 1/n tiene su
vida por delante.
+uavemente, volvi a depositar a 'ts( en el suelo ! sali de
la cueva a la cegadora lu" del sol. Cerr los ojos ! se puso las
manos alrededor de la boca, para ampli*icar el sonido.
VX%nde est todo el mundoY UEh, gentes del pueblo, ve#
nid aqu$W U+ocorroW
1bri los ojos ! corri unos pocos pasos, todav$a gritando.
7ubo cierto movimiento en el bosquecillo de cedros, ! lue#
go se o! un gritoO
VUEst ah$W U+ana ! salva, despus de todoW
.nos die" miembros del clan 7onEiden salieron del bos#
quecillo. Tras escuchar el relato contado por el ensangrentado
superviviente de la pelea con Cotar la noche anterior, hab$an
organi"ado un grupo de b/squeda ! salido de inmediato, a pe#
sar de la intensa lluvia. Todav$a en*undados en sus capas plu#
viales, ten$an un aspecto de suciedad.
V1h, ests a salvo Vdijo e0ultante el primer hombre que
lleg al lado de 'sugi.
J?L
+e reunieron en torno a ella, ! en sus rostros se re*lej un
gran alivio.
V8o os preocupis por rn$ Vles orden 'sugiV. Dpido,
ir a ver si podis hacer algo por esa muchacha que est en la
cueva. Lleva horas inconsciente. +i no le damos alguna medici#
na en seguida...
Ten$a la vo" apagada. Casi en trance, se&al hacia la cueva.
Zui" desde la muerte del t$o ;on, eran aqullas las primeras
lgrimas de a*liccin que vert$a.
J?M
J> El curso de
la vida
3asaron el oto&o ! el invierno.
.n d$a, a principios del cuarto mes de >?>J, los pasajeros se
acomodaban en la cubierta del barco que cubr$a la ruta regular
entre +a,ai, en la provincia de 4"umi, ! +himonose,i, en 8a#
gato.
4n*ormado de que el barco estaba a punto de "arpar, Mu#
sashi se levant de un banco en la tienda de -oba!ashi Ta#
r"aemon e hi"o una reverencia a las personas que hab$an acu#
dido a despedirle.
VZue no decaiga vuestro nimo Vles pidi cuando se reu#
nieron con l para acompa&arle durante el corto trecho hasta
el embarcadero.
7onEami -oetsu estaba entre los presentes. +u buen amigo
7ai!a +h!( no hab$a podido acudir por hallarse en*ermo,
pero le representaba su hijo +he,i. 1compa&aba a ste su es#
posa, una mujer cu!a deslumbrante belle"a hac$a volver las ca#
be"as a los transe/ntes.
VRsa es )oshino, XverdadY Vsusurr un hombre, tirando
de la manga de su compa&ero.
VX%e )anagimachiY
V7umm. )oshino %a!(, de la 'gi!a.
+hoe,i la hab$a presentado a Musashi sin mencionar su
J?A
nombre anterior. 3or supuesto su rostro le era desconocido a
Musashi, pues aqulla era la segunda )oshino %a!(. 8adie sa#
b$a qu le hab$a sucedido a la primera, dnde se encontraba
ahora, si estaba casada o soltera. 7ac$a tiempo que la gente
hab$a dejado de hablar de su gran belle"a. Las *lores *lorecen,
las *lores decaen. En el mundo *lotante del barrio licencioso, el
tiempo pasaba rpidamente.
)oshino %a!(, un nombre que evocaba recuerdos de no#
ches con nieve, de un *uego alimentado con madera de peon$a,
de un la/d roto.
V7an pasado ocho a&os desde la primera ve" que nos vi#
mos Vobserv -oetsu.
V+$, ocho a&os Vrepiti Musashi, preguntndose adonde
habr$an ido a parar los a&os. 1l embarcar ten$a la sensacin de
que aquel d$a se&alaba el *inal de una etapa de su vida.
Matahachi se hallaba entre los que hab$an ido a despedirle,
as$ como varios samurais de la residencia de 7oso,a2a en
-!oto. 'tros samurais le transmitieron los buenos deseos del
se&or -arasumaru Mitsuhiro, ! hab$a un grupo de entre veinte
! treinta espadachines que, a pesar de la protesta de Musashi,
hab$an ido all$ porque le conocieron en -!oto ! se considera#
ban como sus seguidores.
Musashi se dirig$a a -o,ura, en la provincia de Bu"en, don#
de se en*rentar$a a +asa,i -ojiro en una prueba de habilidad !
madure". %ebido a los es*uer"os de 8agao,a +ado, la *at$dica
con*rontacin, que llevaba tanto tiempo preparndose, *inal#
mente iba a tener lugar. Las negociaciones hab$an sido largas !
di*$ciles, ! *ue necesario despachar muchos correos ! cartas.
4ncluso despus de que +ado hubiera corroborado el oto&o
anterior que Musashi se alojaba en casa de 7onEami -oetsu, la
conclusin de las gestiones hab$a requerido otro medio a&o.
1unque sab$a que se apro0imaba, Musashi no hab$a podi#
do imaginar, ni siquiera en sus sue&os ms disparatados, lo que
ser$a partir como el palad$n de un n/mero enorme de seguido#
res ! admiradores. El tama&o de la multitud le a"oraba !, ade#
ms, le imped$a hablar como le habr$a gustado hacerlo con de#
terminadas personas.
Lo que ms le sorprend$a de aquella gran despedida era
J??
su absurdo. Rl no hab$a deseado ser el $dolo de nadie. 1un as$,
hab$an acudido all$ para e0presarle su buena voluntad. 8o ha#
b$a manera de imped$rselo.
Ten$a la sensacin de que algunos le comprend$an, ! agra#
dec$a sus buenos deseos. La admiracin que le pro*esaban le
creaba una sensacin de reverencia hacia ellos. 1l mismo tiem#
po, le invad$a una oleada de ese *rivolo sentimiento llamado
popularidad. +u reaccin era casi de temor, de que la adulacin
se le subiera a la cabe"a. 1l *in ! al cabo, slo era un hombre
ordinario.
'tra cosa que le molestaba era el largo preludio. +i pod$a
decirse que tanto l como -ojir ve$an adonde les conduc$a su
relacin, no era menos cierto que el mundo los hab$a en*renta#
do ! decretado que deb$an decidir de una ve" por todas quin
era el mejor de los dos.
Todo hab$a comen"ado con los comentarios de la genteO
S7e o$do decir que van a hacerloT, luegoO S+$, de*initivamente
van a en*rentarseT, ! todav$a ms tardeO SXCundo es el en#
cuentroYT. :inalmente, se hab$a divulgado incluso el d$a ! la
hora antes de que los mismos protagonistas los hubieran deci#
dido *ormalmente.
Musashi detestaba ser un hroe p/blico. 1 la vista de sus
ha"a&as, era inevitable que lo *uese, pero no era algo que l se
hubiera propuesto. Lo que realmente quer$a era ms tiempo
para dedicarse a la meditacin. 8ecesitaba desarrollar la armo#
n$a, asegurarse de que sus ideas no iban a un ritmo distinto del
de su capacidad de actuar. ;racias a su tan reciente e0perien#
cia con ;udo, hab$a avan"ado un paso en el camino hacia la
iluminacin. ) hab$a llegado a percibir ms agudamente la di#
*icultad de seguir el Camino..., el largo Camino a travs de la
vida.
S) sin embargo...T, pens. X%nde estar$a si no *uese por la
bondad de las personas que le apo!abanY X+eguir$a vivoY XLle#
var$a su hatillo de ropa a la espaldaY Qest$a un ,imono negro
de mangas cortas que le hab$a con*eccionado la madre de
-etsu. +us sandalias nuevas, el sombrero de juncos tambin
nuevo que llevaba en la mano, todas las pertenencias que aho#
ra ten$a consigo, eran donaciones de alguien que le valoraba.
J?N
El arro" que com$a hab$a sido cultivado por otros. Qiv$a de los
*rutos de un trabajo que no era el su!o propio. XCmo podr$a
recompensar a la gente por todo lo que hab$an hecho por lY
Cuando sus pensamientos tomaban ese sesgo, disminu$a su
irritacin por las e0igencias que le planteaba aquella legin de
seguidores. 8o obstante, persist$a el temor a decepcionarles.
Era hora de "arpar. +e re" para que la traves$a *uese segu#
ra, se dijeron palabras *inales de despedida, el tiempo invisible
*lu$a !a entre los hombres ! las mujeres en el embarcadero ! el
hroe que part$a.
Zuitaron las amarras, el barco se desli" hacia el mar abier#
to, ! la gran vela se despleg como un ala contra el cielo a"ul
intenso.
.n hombre corri hasta el e0tremo del embarcadero, se de#
tuvo ! pate el suelo, disgustado.
VU%emasiado tardeW Vre"ongV. 8o deber$a haber he#
cho la siesta.
-etsu se le apro0im ! le dijoO
VX8o eres t/ Muso ;onnosu,eY
V+$ Vreplic el interpelado, ponindose el bastn bajo el
bra"o.
VTe vi cierta ve" en el -ongji de -a2achi.
V+$, claro. Eres 7onEami -oetsu.
VMe alegro de que ests bien. 3or lo que hab$a o$do decir,
no estaba seguro de que siguieras vivo.
VXZuin te ha dicho tal cosaY
VMusashi.
VXMusashiY
V+$. +e aloj en mi casa hasta a!er mismo. Ten$a varias
cartas de -o,ura. En una de ellas, 8agao,a +ado dec$a que te
hab$an hecho prisionero en el monte -udo. Tem$a que pudie#
ras haber sido herido o incluso muerto.
VEso se debi a un error.
VTambin hemos sabido que 4ori vive en casa de +ado.
VUEntonces est a salvoW Ve0clam, con un pro*undo
alivio.
V+$. +entmonos a charlar en alguna parte.
-oetsu condujo al *ornido e0perto en el manejo del bastn
J?H
a un local cercano. Mientras tomaban t, ;onnosu,e le cont
cuanto le hab$a sucedido. 3or suerte para l, tras una sola mi#
rada +anada )u,imura hab$a llegado a la conclusin de que no
era un esp$a. ;onnosu,e *ue liberado ! los dos hombres se hi#
cieron amigos. )u,imura no slo le pidi disculpas por el error
de sus subordinados, sino que envi a un grupo de nombres en
busca de 4ori.
Como no encontraron el cuerpo por ninguna parte, ;onno#
su,e supuso que el muchacho segu$a con vida. %esde entonces
se hab$a dedicado a buscarle en las provincias vecinas. Cuando
se enter de que Musashi estaba en -!oto ! era inminente un
encuentro entre l ! -ojir, intensi*ic sus es*uer"os. El d$a
anterior hab$a regresado al monte -udo, donde )u,imura le
in*orm de que Musashi "arpar$a ho! hacia -o,ura. 7ab$a te#
mido ver a Musashi sin 4ori a su lado ni tener ninguna noticia
que darle sobre el muchacho, pero como ignoraba si volver$a a
ver vivo a su maestro, acudi al embarcadero de todos modos.
3idi disculpas a -oetsu como si ste *uese v$ctima de su negli#
gencia.
V8o permitas que eso te preocupe Vle dijo -oetsuV.
%entro de unos d$as "arpar otro barco.
VLa verdad es que deseaba viajar con Musashi. V7i"o
una pausa ! luego a&adi con vehemenciaVO 3ens que este
viaje podr$a ser el punto decisivo en la vida de Musashi. Rl se
disciplina constantemente, ! no es probable que sea derrotado
por -ojir. 8o obstante, en una pelea de esas caracter$sticas,
nunca se sabe, pues interviene un elemento sobrehumano. To#
dos los guerreros tienen que en*rentarse a l. ;anar o perder
depende, en parte, de la suerte.
VLa verdad es que no creo que debas preocuparte. La se#
renidad de Musashi era per*ecta. 3arec$a tener una absoluta
con*ian"a en s$ mismo.
VEsto! seguro de que es as$, pero -ojir tambin tiene
una gran reputacin. ), desde que entr al servicio del se&or
Tadatoshi, ha estado practicando ! mantenindose en *orma.
V+er una prueba de *uer"a entre un hombre que es un
genio, pero, desde luego, un tanto engre$do, ! un hombre ordi#
nario que ha pulimentado al m0imo su talento, Xno creesY
J?I
V)o no llamar$a a Musashi ordinario.
V3ero lo es, ! eso es precisamente lo ms e0traordinario
de l. 8o se limita a con*iar en los dones naturales que pueda
tener. +abe que es ordinario ! siempre trata de mejorarse. 8a#
die aprecia el tremendo es*uer"o que ha tenido que hacer.
1hora que sus a&os de adiestramiento han producido un resul#
tado tan espectacular, todo el mundo habla de un Stalento con#
cedido por los diosesT. 1s$ es como se consuelan los hombres
que no se es*uer"an demasiado.
VTe agrade"co esas palabras Vreplic ;onnosu,e.
Ten$a la sensacin de que -oetsu podr$a re*erirse a l mismo
tanto como a Musashi. Mientras miraba el ancho ! plcido per*il
del hombre ma!or, pensO S1 l tambin le ocurre lo mismoT.
-oetsu parec$a lo que era, un hombre acomodado que se
hab$a apartado e0 pro*eso del resto del mundo. En aquel mo#
ment sus ojos carec$an del brillo que ten$an cuando se concen#
traba en una creacin art$stica. 1hora eran como un mar sua#
ve, en calma, sereno, bajo un cielo claro ! brillante.
.n joven asom la cabe"a a la puerta ! pregunt a -oetsuO
VX8os vamosY
V1h, Matahachi Vrespondi a*ablemente -oetsu. Qol#
vindose a ;onnosu,e, le dijoVO Me temo que debo dejarte.
Mis compa&eros me estn esperando.
VXDegresas por la ruta de 'sa,aY
V1s$ es. +i llegamos all$ a tiempo, quisiera abordar el bar#
co nocturno hacia -!oto.
VBien, en tal caso, recorrer esa distancia contigo. VEn
ve" de aguardar al pr0imo barco, ;onnosu,e hab$a decidido
viajar por tierra.
Los tres hombres caminaban uno al lado del otro, ! su con#
versacin apenas se desviaba de Musashi, de su condicin ac#
tual ! sus ha"a&as pasadas. En un momento determinado, Ma#
tahachi e0pres preocupacin.
VCon*$o en que Musashi ven"a VdijoV, pero -ojir es
mu! listo. +u tcnica es incre$ble, XsabisY V3ero su vo" care#
c$a de entusiasmo. El recuerdo de su propio encuentro con -o#
jiro estaba demasiado vivido en su memoria.
Era la hora del crep/sculo cuando se encontraron en las
270
atestadas calles de 'sa,a. %e repente, -oetsu ! ;onnosu,e se
dieron cuenta de que Matahachi !a no estaba con ellos.
VX1donde puede haber idoY Vinquiri -oetsu.
%esandaron sus pasos ! le encontraron en el e0tremo del
puente. Estaba mirando, como hechi"ado, la orilla del r$o, don#
de las mujeres de las casas vecinas, una hilera de cabanas des#
tartaladas cubiertas por un tejado /nico, lavaban utensilios de
cocina, descascarillaban arro" ! pelaban verduras.
VTiene una e0presin rara en el rostro Vobserv ;onno#
su,e.
Rste ! -oetsu permanecieron un poco apartados ! le obser#
varon.
VEs ella Vgrit MatahachiV. U1,emiW
En cuanto reconoci a la mujer, el capricho del destino le
caus una sorpresa indecible. 3ero en seguida la situacin pa#
reci tomar un cari" distinto. El destino no hac$a jugarretas,
sino que se limitaba a en*rentarle con su pasado. 1,emi hab$a
sido su esposa legal. Tambin sus ,armas respectivos estaban
entrela"ados. Mientras habitaran la misma tierra, estaban des#
tinados a reunirse de nuevo, ms tarde o ms temprano.
Le hab$a costado reconocerla. El encanto ! la coqueter$a que
la joven hab$a tenido hasta hac$a solamente un par de a&os, se
hab$an desvanecido. La delgade" de su rostro era e0trema, ten$a
el cabello sin lavar ! recogido en un mo&o. Qest$a un ,imono de
algodn de mangas tubulares que le llegaba un poco por debajo
de las rodillas, la prenda utilitaria de todas las amas de casa urba#
nas de clase baja. 8ada ms alejado de las sedas policromas con
que se ataviaba cuando se dedicaba a la prostitucin.
Estaba acuclillada, en la postura t$pica de los buhoneros, !
ten$a en sus bra"os un cesto de aspecto pesado, que conten$a
almejas, abalones ! algas. La mercanc$a a/n sin vender suger$a
que el negocio no era mu! bo!ante.
.n ni&o como de un a&o de edad estaba atado a su espalda
por medio de una sucia *aja de tela.
Ms que cualquier otra cosa, *ue el ni&o lo que hi"o latir
con ms *uer"a el cora"n de Matahachi. Llevndose las pal#
mas a las mejillas, cont los meses. +i el ni&o estaba en su se#
gundo a&o, hab$a sido concebido cuando viv$an juntos en
JN>
Edo... ! 1,emi estaba embara"ada cuando los a"otaron a los
dos p/blicamente.
La lu" del sol poniente, re*lejndose en el r$o, dan"aba en el
rostro de Matahachi, dndole el aspecto de estar ba&ado en
lgrimas. Era sordo al ruido ! el movimiento del tr*ago calle#
jero. 1,emi caminaba lentamente r$o abajo. Matahachi ech a
correr tras ella, agitando los bra"os ! gritando. -etsu ! ;on#
nosu,e le siguieron.
VX1donde vas, MatahachiY
+e hab$a olvidado por completo de los dos hombres. +e de#
tuvo ! esper a que le dieran alcance.
VLo siento VmusitV. 1 decir verdad...
XQerdadY XCmo pod$a e0plicarles lo que iba a hacer cuan#
do ni siquiera pod$a e0plicrselo a s$ mismoY En aquel momen#
to era incapa" de aclarar sus emociones, pero *inalmente logr
balbucirO
V7e decidido no convertirme en sacerdote..., regresar a la
vida ordinaria. 1/n no he sido ordenado.
VXQolver a la vida ordinariaY Ve0clam -etsuV. X1s$,
tan de repenteY 7umm. Ests raro.
V1hora no puedo e0plicarlo. 1unque lo hiciera, probable#
mente os parecer$a una locura. 1cabo de ver a la mujer con la
que viv$, ! lleva un ni&o a la espalda. Creo que debe de ser m$o.
VXEsts seguroY
V+$, bueno...
VQamos, hombre, clmate ! piensa. XEs realmente tu
hijoY
VU+$W U+o! padreW Lo siento, no sab$a... Esto! avergon"ado.
8o puedo permitir que ella siga viviendo as$, vendiendo el con#
tenido de un cesto como una vagabunda. Tengo que trabajar !
a!udar a mi hijo.
-etsu ! ;onnosu,e intercambiaron miradas consterna#
das. 1unque no estaba del todo seguro de que Matahachi estu#
viera en su sano juicio, -etsu le dijoO
V+upongo que sabes lo que ests haciendo.
Matahachi se quit la t/nica sacerdotal que cubr$a su ,imo#
no ordinario ! se la entreg a -etsu, junto con su rosario de
oraciones.
272
V+iento molestarte, pero Xquerrs dar esto a ;udo, en el
M!shinjiY Te agradecer$a que le dijeras que me quedar aqu$,
en 'sa,a, conseguir trabajo ! ser un buen padre.
VXEsts seguro de que quieres hacer esoY X1bandonar el
sacerdocio as$ como as$Y
V+$. %e todas maneras, el maestro me dijo que pod$a re#
gresar a la vida ordinaria en cualquier momento que lo de#
seara.
V7umm.
VMe dijo que no es necesario estar en un templo para
practicar la disciplina religiosa. Es ms di*$cil, pero, seg/n l, es
ms digno de alaban"a ser capa" de dominarse uno mismo !
mantener la *e en medio de las mentiras, la suciedad ! los con#
*lictos..., todas las cosas desagradables del mundo e0terior...,
que en el entorno limpio ! puro de un templo.
VEsto! seguro de que tiene ra"n.
V7e pasado con l ms de un a&o, pero no me ha impuesto
un nombre de sacerdote. +iempre me llama simplemente Ma#
tahachi. Tal ve" me suceda algo en el *uturo que sea incapa" de
comprender, ! entonces acudir a l de inmediato. %ec$dselo
por m$, XquerisY
Tras hablarles as$, Matahachi se alej.
273
JJ El barco
nocturno
.na sola nube roja, que parec$a un gran gallardete, se cer#
n$a a baja altura en el hori"onte. Cerca del *ondo del mar sin
oleaje, terso como una lmina de cristal, hab$a un pulpo.
1lrededor del mediod$a una peque&a embarcacin estaba
amarrada en el estuario del r$o +hi,ama, discretamente *uera de
la vista. Cuando aument la oscuridad del crep/sculo, una del#
gada columna de humo se elev de un brasero de arcilla en la
cubierta. .na anciana romp$a ramitas ! alimentaba el *uego.
VXTienes *r$oY Vpregunt.
V8o Vrespondi la muchacha, tendida en el *ondo de la
embarcacin, detrs de unas esteras de juncos. +acudi dbil#
mente la cabe"a, ! entonces la levant ! mir a la ancianaV.
8o te preocupes por m$, abuela. %ebes cuidar de ti misma. Tie#
nes la vo" un poco ronca.
'sugl puso un recipiente de arro" sobre el brasero para
preparar unas gachas.
VLo m$o no tiene importancia Vle dijoV, pero t/ ests
en*erma. Tienes que comer como es debido, o de lo contrario
no tendrs *uer"as cuando llegue el barco.
'ts( retuvo una lgrima ! contempl el mar. 7ab$a algunas
barcas de pescadores de pulpos ! un par de buques de carga. El
barco de +a,ai no se ve$a por ninguna parte.
274
V+e est haciendo tarde Vdijo 'sugiV. %ijeron que el
barco llegar$a antes del anochecer. V+u vo" ten$a un dejo que#
jumbroso.
La noticia de la partida del barco de Musashi se hab$a e0#
tendido rpidamente. Cuando lleg a o$dos de Cotaro, que es#
taba en 7imeji, ste envi un mensajero para dec$rselo a 'su#
gi. La anciana, a su ve", se apresur a ir al +hippoji, donde 'ts(
estaba postrada, en*erma a causa de la pali"a que le hab$a
dado.
%esde aquella noche terrible, 'sugi le hab$a suplicado su
perdn tan a menudo ! con lgrimas en los ojos, que escucharla
hab$a llegado a ser una carga pesada para 'ts(. Rsta no la con#
sideraba responsable de su en*ermedad, ! cre$a que se trataba
de una reca$da de la dolencia que la tuvo con*inada durante
varios meses en la casa del se&or -arasumaru en -!oto. 3or las
ma&anas ! las tardes tos$a mucho ! ten$a una *iebre ligera. 7a#
b$a perdido peso, lo cual hac$a su rostro ms hermoso que nun#
ca, pero era una belle"a delicada en e0ceso que entristec$a a
quienes la ve$an ! hablaban con ella.
8o obstante, le brillaban los ojos. En primer lugar, se sent$a
*eli" por el cambio operado en 'sugi. La viuda 7onEiden *i#
nalmente hab$a comprendido que se hab$a equivocado con res#
pecto a 'ts( ! Musashi, ! era como una mujer renacida. ) 't#
s( ten$a una esperan"a surgida de la certidumbre de que el d$a
en que ver$a de nuevo a Musashi estaba cercano.
'sugi hab$a declaradoO S3ara compensar toda la desdicha
que os he causado, me hincar de hinojos ! rogar a Musashi
que hagamos las paces. Me inclinar ante l, me disculpar, le
persuadirT. Tras anunciar a su propia *amilia ! a todo el pue#
blo que el compromiso matrimonial de Matahachi con 'ts(
hab$a quedado anulado, destru! el documento que conten$a
la promesa de esponsales. 1 partir de entonces, se empe& en
decir a todo el mundo que la /nica persona apropiada como
marido para 'ts( era Musashi.
Como el pueblo hab$a e0perimentado cambios a travs del
tiempo, la /nica persona a la que 'ts( conoc$a mejor en Mi!a#
moto era 'sugi, la cual se ocup de cuidar a la muchacha, tra#
tando de devolverle la salud. Cada ma&ana ! cada noche la
275
visitaba en el +hippoji para hacerle las mismas sol$citas pregun#
tasO SX7as comidoYT SX7as tomado la medicinaYT SXCmo te
sientesYT.
.n d$a le dijo con lgrimas en los ojosO
V+i no hubieras vuelto a la vida aquella noche en la cueva,
!o tambin habr$a querido morir all$.
7asta entonces la anciana nunca hab$a vacilado antes de
tergiversar la verdad o decir *lagrantes mentiras. .na de las
/ltimas hab$a sido la de que 'gin, la hermana de Musashi, se
encontraba en +a!o. %e hecho, nadie hab$a visto a 'gin ni sa#
b$a nada de ella desde hac$a a&os. Lo /nico que se sab$a era
que estaba casada ! viv$a en otra provincia.
1s$ pues, al principio las protestas de 'sugi le parecieron a
'ts( incre$bles. 1un cuando *uese sincera, le parec$a probable
que su remordimiento desapareciera al cabo de un tiempo.
3ero a medida que los d$as se convert$an en semanas, la mujer
mostraba ms dedicacin ! atenciones a 'ts(.
SCams imagin que en el *ondo *uese tan buena personaT,
se dijo 'ts(. ) como el a*ecto ! la amabilidad recin adquiri#
dos de 'sugi se hicieron e0tensivos a cuantos la rodeaban, este
sentimiento era ampliamente compartido tanto por la *amilia
como por los aldeanos, aunque muchos e0presaron su asombro
con menos delicade"a, diciendo, por ejemploO SXZu creis
que le ha pasado a la vieja brujaYT.
4ncluso 'sugi se maravillaba de lo amable que todo el mun#
do era ahora con ella. 1ntes, incluso las personas ms pr0i#
mas a ella sol$an encogerse de temor nada ms verla. 1hora,
todos le sonre$an ! le hablaban cordialmente. :inalmente, en
una poca en que el simple hecho de estar vivo era algo por lo
que uno deb$a estar agradecido, la anciana aprend$a por prime#
ra ve" lo que era ser amada ! respetada por el prjimo.
.no de sus conocidos le pregunt con *ranque"aO
VXZu te ha pasadoY Tu cara parece ms atractiva cada
ve" que te veo.
Ms tarde, aquel mismo d$a, 'sugi se mir en el espejo !
pens que tal ve" as$ era. El pasado hab$a dejado sus huellas.
Cuando se march del pueblo, su cabello todav$a era negro
entreverado de gris. 1hora era completamente blanco. 8o le
JN?
importaba, pues cre$a que su cora"n, por lo menos, ahora es#
taba libre de negrura.
El barco en el que viajaba Musashi lleg a +hi,ama !, como
de costumbre, atrac para descargar, cargar nuevas mercanc$as
! pasar all$ la noche.
El d$a anterior, despus de que 'ts( le in*ormara de ello,
'sugi le hab$a preguntadoO
VXZu vas a hacerY
V4r all$, por supuesto.
VEn ese caso, te acompa&ar.
'ts( se levant de su lecho de en*erma, ! antes de una hora
estaban en camino. 8o llegaron a 7imeji hasta el atardecer.
%urante todo el tra!ecto, 'sugi vigil a 'ts( como si sta *ue#
se una ni&a.
1quella noche, en la casa de 1o,i Tan"aemon, se hicieron
planes para celebrar una cena en honor de Musashi en el casti#
llo de 7imeji. +upon$an que, gracias a su e0periencia anterior
en el castillo, ahora considerar$a un honor que le agasajaran de
esa manera. 4ncluso Ctar lo cre$a as$.
Tras consultar con los camaradas samurais de Tan"aemon,
tambin se decidi que no ser$a conveniente que 'ts( ! Mu#
sashi *uesen vistos juntos, pues la gente pod$a concebir la idea
de que ella era su amante secreta. Tan"aemon e0plic el quid
de la cuestin a 'ts( ! 'sugi, ! sugiri que aguardar en la em#
barcacin era una manera discreta de que 'ts( estuviera pre#
sente !, al mismo tiempo, no diera pbulo a embara"osos chis#
morreos.
El mar se oscureci ! el color desapareci del cielo. Las
estrellas empe"aron a titilar. Cerca de la casa del tintorero
donde viv$a 'ts(, un contingente de unos veinte samurais de
7imeji llevaban esperando desde media tarde para recibir a
Musashi.
VZui" ste no es el d$a indicado Vobserv uno de ellos.
V8o, no te preocupes por eso Vdijo otroV. 7e enviado
un hombre al agente local de -oba!ashi para asegurarme.
VEh, se es, XverdadY
277
V1s$ lo parece, a ju"gar por la vela.
Duidosamente se acercaron al borde del agua.
Cotaro les dej ! ech a correr hacia el bote amarrado en el
estuario.
VU'ts(W U1buelaW El barco est a la vista... UEl barco de
MusashiW Vgrit a las e0citadas mujeres.
VXLo has visto de verasY X%ndeY Vle pregunt 'ts(, la
cual estuvo a punto de caer por la borda al ponerse en pie.
VTen cuidado Vle advirti 'ts(, cogindola por detrs.
3ermanecieron una al lado de la otra, sus ojos escudri&an#
do la oscuridad. ;radualmente un min/sculo punto distante se
convirti en una gran vela, negra a la lu" de las estrellas ! que
parec$a desli"arse directamente hacia ellos.
VURse esW Ve0clam Cotaro.
VDpido, coge la espadilla Vdijo 'ts(V. Llvanos al barco.
V8o ha! necesidad de apresurarse. .no de los samurais
que estn en la pla!a ir remando en busca de Musashi.
VUEntonces tenemos que ir ahoraW .na ve" est con ese
pu&ado de hombres, 'ts( no tendr ninguna oportunidad de
hablar con l.
V8o podemos hacer eso. +e vern luego.
V%edicas demasiado tiempo a preocuparte por lo que
pensarn los dems samurais. ) sa es la ra"n de que estemos
inmovili"adas en esta barquichuela. +i he de serte sincera, creo
que deber$amos haber esperado en la casa del tintorero.
V8o, te equivocas. 8o te das cuenta de las habladur$as de
la gente. Tranquil$"ate. Mi padre ! !o encontraremos alguna
manera de traerle aqu$. V+e detuvo a pensar un instanteV.
Cuando baje a la orilla, ir a casa del tintorero para descansar
un poco. Entonces ir a verle ! me encargar de que venga.
Qosotras esperad aqu$. 3ronto estar de vuelta.
%icho esto, ech a correr hacia la pla!a.
V3rocura descansar un poco Vdijo 'sugi.
1unque 'ts( se tendi obedientemente, parec$a tener di*i#
cultades para respirar.
VX'tra ve" te molesta esa tosY Vle pregunt 'sugi dulce#
mente. +e arrodill ! restreg la espalda de la muchachaV. 8o
te preocupes. Musashi estar aqu$ antes de lo que crees.
278
V;racias. 1hora esto! bien.
.na ve" remiti el acceso de tos, se arregl ! alis el ca#
bello, procurando parecer un poco ms presentable.
1 medida que transcurr$a el tiempo ! Musashi no se pre#
sentaba, 'sugi empe" a ponerse cada ve" ms nerviosa. %e#
jando a 'ts( en el bote, salt a la orilla.
Cuando la anciana estuvo *uera de su vista, 'ts( empuj el
jergn ! la almohada detrs de unas esteras, se at de nuevo el
obi ! se alis el ,imono. Las palpitaciones de su cora"n no
parec$an en modo alguno di*erentes de las que e0perimentara
cuando era una chica de diecisiete o dieciocho a&os. La lu" roja
del *uego en el peque&o *anal, suspendido cerca de la proa,
parec$a atravesarle el cora"n con su calor. E0tendiendo su de#
licado ! blanco bra"o por encima de la borda, humedeci el
peine ! volvi a desri"arlo por sus cabellos. Entonces se aplic
unos polvos a las mejillas, pero tan ligeramente que casi no se
notaban. 1l *in ! al cabo, pens, incluso los samurais, cuando
los despiertan bruscamente de un sue&o pro*undo para que
acudan a presencia de su se&or$a, a veces se ponen una bata !
disimulan su palide" con un poco de colorete.
Lo que realmente le preocupaba era saber qu iba a decir#
le. 3ens con temor en quedarse sin palabras, como le sucedie#
ra cuando se encontraron en otras ocasiones. 8o quer$a decirle
nada que le irritara, por lo que tendr$a que andarse con pies de
plomo. Rl iba camino de un combate. Todo el pa$s hablaba de
ello.
En aquel importante momento de su vida, 'ts( no pensaba
que -ojiro podr$a vencer a Musashi, !, sin embargo, no e0ist$a
la certe"a absoluta de que su amado vencer$a. 3od$an ocurrir
accidentes. +i aquel d$a comet$a alg/n error, ! si Musashi mor$a
luego, ella lo lamentar$a durante el resto de su vida. 8o le que#
dar$a ms que llorar hasta la muerte, con*iando, como el an#
tiguo emperador chino, en que se reunir$a con l en la pr0ima
vida.
Ten$a algo que decirle, era imprescindible, al margen de lo
que l pudiera decir o hacer. Ella hab$a hecho acopio de las
*uer"as necesarias para llegar hasta all$. 1hora el encuentro
estaba cercano ! el pulso le lat$a con violencia. Ten$a tantas
JNI
cosas en su mente que las palabras que deseaba decir no to#
maban *orma.
'sugi carec$a de ese problema. Eleg$a las palabras que iba
a emplear para pedir disculpas por su malentendido ! su odio,
para desahogar su cora"n ! pedir perdn. Como prueba de su
sinceridad, se encargar$a de que la vida de 'ts( le *uese con*ia#
da a Musashi.
+lo romp$a la oscuridad un ocasional re*lejo del agua. La
quietud rein hasta que las pisadas de Ctar, que llegaba co#
rriendo, se hicieron audibles.
V3or *in has venido, XehY Vle dijo 'sugi, que todav$a es#
taba en pie en la orillaV. X%nde est MusashiY
VLo lamento, abuela.
VXZue lo lamentasY XZu signi*ica esoY
VEsc/chame, te lo e0plicar todo.
V8o quiero ninguna e0plicacin. XQiene o no viene Mu#
sashiY
V8o viene.
VX8o vieneY Vrepiti la anciana, con la vo" hueca, llena
de decepcin.
Ctar, que parec$a mu! a*ectado, relat lo que hab$a suce#
dido, a saber, que cuando un samurai rem hasta el barco, le
dijeron que ste no atracar$a all$, pues no hab$a ning/n pasaje#
ro que quisiera desembarcar en +hi,ama. La carga hab$a sido
trans*erida a una chalana. El samurai hab$a solicitado ver a
Musashi, el cual se acerc a la borda ! habl con el hombre,
pero le dijo que no iba a desembarcar. Tanto l como el capitn
quer$an llegar a -o,ura lo ms rpidamente posible.
Cuando el samurai regres a la pla!a con ese mensaje, el
barco !a se dirig$a de nuevo al mar abierto.
V)a ni siquiera puedes verlo Vdijo Ctar, abatidoV. 7a
rodeado el pinar en el otro e0tremo de la pla!a. Lo lamento.
8adie ha tenido la culpa.
VX3or qu no *uiste en el bote con el samuraiY
V8o pens... %e todos modos, !a no ha! nada que hacer,
es in/til hablar de ello ahora.
V+upongo que tienes ra"n, pero Uqu verg(en"aW XZu
vamos a decirle a 'ts(Y Tendrs que dec$rselo t/, Ctar, !o no
280
tengo valor para hacerlo. 3uedes decirle e0actamente lo que ha
sucedido..., pero primero intenta calmarla, o su en*ermedad se
agravar.
+in embargo, Cotaro no tuvo ninguna necesidad de dar e0#
plicaciones. 'ts(, sentada tras un tro"o de estera, lo hab$a o$do
todo. El golpeteo del agua contra el costado de la embarcacin
parec$a resignar su cora"n al su*rimiento.
S+i ho! no puedo verle, lo har otro d$a, en otra pla!aT, se
dijo.
Cre$a comprender por qu Musashi no hab$a querido des#
embarcar. En todo 7onshu occidental ! en -!ushu, +asa,i -o#
jiro era reconocido como el ms grande de todos los espadachi#
nes. 1l desa*iar su supremac$a, Musashi estar$a ardiendo con la
determinacin de vencer. +u mente estar$a concentrada en eso
! slo en eso.
S3ensar que ha estado tan cercaT, se dijo con un suspiro.
Las lgrimas se desli"aban por sus mejillas mientras contem#
plaba la vela invisible que se alejaba lentamente hacia el oeste.
+e apo! desconsolada en la borda del bote.
Entonces, por primera ve", tuvo conciencia de una *uer"a
enorme que crec$a con sus lgrimas. 1 pesar de su *ragilidad,
algo en lo ms pro*undo de su ser generaba una *uer"a so#
brehumana. 1unque no lo hab$a comprendido hasta entonces,
su *uer"a de voluntad era indomable ! le hab$a permitido per#
severar a travs de los largos a&os de en*ermedad ! angustia.
+u sangre agitada le coloreaba las mejillas, dndoles nueva
vida.
VU1buelaW UCotaroW
Los dos caminaron lentamente por la orilla.
VXZu ocurre, 'ts(Y Vle pregunt el joven.
V's he o$do hablar.
#XEhY
V+$, pero !a no vo! a llorar por ello. 4r a -o,ura. Estar
presente en el combate de esgrima... 3odemos dar por sentado
que Musashi vencer. En caso contrario, quiero recibir sus ce#
ni"as ! llevrmelas conmigo.
V3ero ests en*erma.
VXEn*ermaY V1part esa idea de su mente. 3arec$a rebo#
JH>
sante de una vitalidad que trascend$a la debilidad de su cuer#
poV. 8o pensis en eso. Esto! per*ectamente bien. Bueno, tal
ve" me encuentro algo pachucha, pero hasta que vea el resulta#
do del combate...
3or poco escaparon de sus labios las palabras Sesto! decidi#
da a no morirT. Las retuvo a tiempo ! se atare haciendo los
preparativos para el viaje. Cuando estuvo dispuesta, baj del
bote sin a!uda, aunque para ello tuvo que sujetarse *uertemen#
te a la borda.
JHJ
JL .n halcn
! una mujer
En la poca de la batalla de +e,igahara, -o,ura era el em#
pla"amiento de una *ortale"a al mando del se&or Mri -atsu#
nobu de 4,i. %esde entonces el castillo hab$a sido reconstruido
! ampliado, ! ahora ten$a un nuevo se&or. +us torres ! sus des#
lumbrantes muros blancos revelaban el poder$o ! la dignidad
de la Casa de 7oso,a2a, dirigida ahora por Tadatoshi, quien
hab$a sucedido a su padre, Tadao,i.
En el breve tiempo transcurrido desde la llegada de -ojir,
el estilo ;anr!(, desarrollado sobre la base que hab$a aprendi#
do de Toda +eigen ! -anema,i Cisai, se hab$a e0tendido por
toda la isla meridional de -!ushu. 4ncluso llegaban hombres
de la isla de +hi,o,u para estudiar bajo su direccin, con la
esperan"a de que, al cabo de uno o dos a&os de adiestramiento,
les conceder$an un certi*icado ! recibir$an la autori"acin para
regresar a sus casas convertidos en maestros del nuevo estilo.
-ojiro go"aba de la estima de quienes le rodeaban, incluido
Tadatoshi, a quien hab$an o$do observar con satis*accinO SMe
considero un espadach$n mu! buenoT. En todas las dependen#
cias de la e0tensa residencia 7oso,a2a, se conven$a en que
-ojir era una persona de Scarcter sobresalienteT. ) cuando
viajaba entre su casa ! el castillo, lo hac$a lujosamente, con el
acompa&amiento de siete lanceros. La gente abandonaba sus
283
ocupaciones para acercarse a l ! presentarle sus respetos.
7asta su llegada, .jiie Magoshir, practicante del estilo
+hin,age, hab$a sido el instructor je*e de esgrima del clan, pero
su estrella palideci rpidamente a medida que la de -ojir se
abrillantaba. -ojir le trataba de un modo grandilocuente. 7a#
b$a dicho al se&or TadatoshiO S8o debes permitir que se mar#
che. 1unque su estilo no es vistoso, tiene cierta madure" de la
que carecemos los jvenesT. +ugiri que l ! Magoshir dieran
lecciones en el dj del castillo en d$as alternos, cosa que se
llev a la prctica.
En un momento determinado, Tadatoshi observO
V-ojir dice que el mtodo de Magoshir no es vistoso,
sino maduro. Magoshir a*irma que -ojir es un genio de la
espada con el que no puede medirse. XZuin est en lo ciertoY
Me gustar$a ver una demostracin.
En consecuencia, los dos hombres accedieron a en*rentarse
con espadas de madera en presencia de su se&or$a. 1 la primera
oportunidad, -ojir dej su arma !, sentndose a los pies de su
contrario, le dijoO
V8o esto! a tu altura. 3erdona mi presuncin.
V8o seas modesto Vreplic MagoshirV. +o! !o quien
no es un digno adversario tu!o.
Las opiniones de los testigos estaban divididasO unos cre$an
que -ojir actuaba as$ por compasin, mientras que otros con#
sideraban que lo hac$a por inters propio. En cualquier caso, su
reputacin aument todav$a ms.
La actitud de -ojir hacia Magoshir sigui siendo caritati#
va, pero cada ve" que alguien mencionaba en trminos *avora#
bles la creciente *ama de Musashi en Edo ! -!oto, se apresura#
ba a poner las cosas claras.
VXMusashiY Vdec$a en tono desde&osoV. 1h, desde lue#
go ha sido lo bastante ma&oso para hacerse un nombre. 7abla
de su estilo con dos espadas, seg/n me han dicho. +iempre ha
tenido cierta capacidad natural. %udo de que ha!a nadie en
-!oto u 'sa,a capa" de derrotarle. V+iempre daba la impre#
sin de que se absten$a de decir ms.
Cierto d$a, un guerrero e0perimentado que visitaba la casa
de -ojir, le dijoO
284
V8unca he visto a ese hombre, pero la gente de Mi!amoto
dice que Musashi es el espadach$n ms grande desde -i"umi !
Tsu,ahara, con la e0cepcin de )ag!( +e,ish(sai, naturalmen#
te. Todo el mundo parece pensar que, si no es el espadach$n
ms grande, por lo menos ha alcan"ado el nivel de un maestro.
-ojir se ech a re$r ! sus mejillas se colorearon.
V#Bueno, es que la gente est ciega Vreplic morda"men#
teV. 3or eso supongo que alguno podr$a considerarle un gran
hombre o un espadach$n e0perto. Eso te demuestra hasta dnde
ha llegado el declive del 1rte de la ;uerra, con respecto tanto al
estilo como a la conducta personal. Qivimos en una poca en la
que un buscador inteligente de publicidad puede dirigir el galli#
nero, al menos en lo que respecta a la gente ordinaria.
T8i que decir tiene, !o miro las cosas de un modo di*erente.
Qi a Musashi cuando intentaba ganar *ama en -!oto hace unos
a&os. 7i"o una e0hibicin de su brutalidad ! cobard$a en su
combate con la escuela )oshio,a en 4chijji. La palabra cobar#
d$a no es un insulto para los de su especie. %e acuerdo, el n/me#
ro de sus adversarios era superior, pero Xqu se le ocurri ha#
cerY 3uso pies en polvorosa en cuanto tuvo ocasin de hacerlo.
Considerando su pasado ! su petulante ambicin, me parece
que se trata de un hombre que ni siquiera merece que le escupan
encima... UCa, jaW +i un hombre que se pasa la vida tratando de
aprender el 1rte de la ;uerra es un e0perto, entonces supongo
que Musashi lo es. 3ero un maestro de la espada..., no, eso no.
Era evidente que, al cantar de tal guisa las alaban"as de
Musashi, lo hac$a motivado por una a*renta personal, pero su
insistencia en imponer este criterio a todo el mundo era tan
vehemente que incluso sus admiradores ms incondicionales
empe"aron a sentirse intrigados. :inalmente corri la noticia
de que e0ist$a una larga enemistad entre Musashi ! -ojir.
3oco despus, volaban los rumores de un combate entre los
dos hombres.
1l *inal -ojir present el desa*$o obedeciendo las rdenes
del se&or Tadatoshi. %urante los meses transcurridos desde
entonces, todo el *eudo 7oso,a2a estaba en vilo ! se especula#
ba sobre la *echa del encuentro ! cul ser$a el resultado.
42ama -a,ubei, !a mu! entrado en a&os, visitaba a -ojir
JHA
por la ma&ana ! la noche, siempre que encontraba la menor
e0cusa para hacerlo. .na noche, a principios del cuarto mes,
cuando incluso las *lores de cere"o rosadas de doble ptalo ha#
b$an ca$do, -a,ubei cru" el jard$n delantero de la casa de -o#
jir, pasando junto a las a"aleas de un rojo brillante que *lore#
c$an en las sombras de unas rocas ornamentales. Le hicieron
pasar a una habitacin interior iluminada tan slo por la escasa
lu" del sol poniente.
V1h, maestro 42ama, me alegro de verte Vle dijo -ojir,
quien se encontraba en el e0terior, alimentando a un halcn
posado en su pu&o.
VTe traigo noticias Vle dijo -a,ubei, todav$a en pieV. El
consejo del clan ha discutido ho! el lugar del encuentro en pre#
sencia de su se&or$a ! han llegado a una decisin.
VToma asiento Vle dijo un sirviente desde la habitacin
contigua.
Con un mero gru&ido a modo de agradecimiento, -a,ubei
se sent ! sigui diciendoO
V+e ha sugerido una serie de lugares, entre ellos -i,uno#
nagahama ! la orilla del r$o Murasa,i, pero los han recha"ado
todos porque o bien eran demasiado peque&os o bien demasia#
do accesibles al p/blico. 8aturalmente, podr$amos levantar
una valla de bamb/, pero ni siquiera eso impedir$a que la orilla
del r$o se llenara de gente deseosa de emociones.
VComprendo Vreplic -ojir, todav$a mirando atenta#
mente los ojos ! el pico del halcn.
-a,ubei hab$a esperado que el otro recibiera su in*orma#
cin con el aliento un tanto entrecortado, ! se qued cabi"bajo.
8ormalmente un invitado no har$a semejante cosa, pero -a,u#
bei dijoO
VQamos adentro. 8o es cuestin de tratar este asunto
mientras ests aqu$ a*uera.
V%entro de un momento Vreplic -ojir con indi*eren#
ciaV. Zuiero terminar de dar su comida al ave.
VXEs ste el halcn que el se&or Tadatoshi te regal des#
pus de que ca"arais juntos el oto&o pasadoY
V+$. +e llama 1ma!umi. Cuanto ms me acostumbro a l,
ms me gusta.
JH?
1rroj el resto de la comida !, enrollando el cordn con
borlas rojas atado alrededor del cuello del pjaro, llam al jo#
ven asistente que estaba detrs de l.
VTen, Tatsunosu,e, devulvelo a su jaula.
El ave pas de un pu&o a otro, ! Tatsunosu,e ech a andar
por el espacioso jard$n. Ms all del t$pico mont$culo arti*icial
hab$a un pinar, limitado al otro lado por una valla. El recinto se
e0tend$a a lo largo del r$o 4tatsu. Muchos otros vasallos de 7o#
so,a2a viv$an en la vecindad.
V3erdname por haberte hecho esperar Vdijo -ojird.
V8o tiene importancia. 8o es como si *uese un e0tra&o.
Cuando vengo aqu$, casi me siento como si estuviera en casa de
mi hijo.
.na doncella de unos veinte a&os entr en aquel momento
! sirvi el t con grciles movimientos. %irigiendo una mirada
al recin llegado, le invit a tomar una ta"a.
-a,ubei movi la cabe"a con admiracin.
VMe alegro de verte, 'mitsu. Ests tan bonita como siem#
pre.
Ella se rubori" hasta el cuello de su ,imono.
V) t/ siempre te r$es de m$ Vreplic antes de salir rpida#
mente de la estancia.
V%ices que cuanto ms te acostumbras a tu halcn, ms te
gusta Vcoment -a,ubeiV. X) qu me dices de 'mitsuY X8o
ser$a mejor tenerla a tu lado en ve" de un ave de presaY 7ace
alg/n tiempo que deseaba preguntarte acerca de tus intencio#
nes respecto a ella.
VX3or casualidad ha visitado ella tu casa en una u otra oca#
sinY
V1dmito que ha venido a hablarme.
VU+er est/pidaW 8o me ha dicho una sola palabra de ello.
V-ojird lan" una mirada airada a la blanca shoji.
V8o te irrites por eso. 8o ha! ninguna ra"n por la que no
hubiera de visitarme. V1guard hasta que la e0presin de -o#
jir se suavi" un poco, ! entonces sigui diciendoVO Zue una
mujer est preocupada es lo ms natural. 8o creo que dude de
tu a*ecto por ella, pero cualquiera en su posicin se preocupa#
r$a por el *uturo. XZu ser de ellaY
287
V+upongo que te lo contar$a todo.
VX3or qu no habr$a de hacerloY Lo ms ordinario del
mundo es que eso suceda entre un hombre ! una mujer. .no
de estos d$as querrs casarte. Tienes esta gran casa ! muchos
servidores. X3or qu noY
VX8o puedes imaginar lo que dir$a la gente si me casara
con una muchacha a la que he tenido previamente en mi casa
como doncellaY
VXZu importancia tiene esoY %esde luego, ahora no pue#
des abandonarla. +i no *uese una novia apropiada para ti, la
situacin podr$a ser incmoda, pero esa chica es de buena *a#
milia, XnoY Me han dicho que es la sobrina de 'no Tadaa,i.
V+$, eso es cierto.
V) la conociste cuando *uiste al ddj de Tadaa,i ! le hicis#
te ver el lamentable estado en que se encontraba su escuela de
esgrima.
V+$. 8o me enorgulle"co de ello, pero no puedo ocultarlo a
alguien tan $ntimo como t/. 7ab$a pensado contarte todo lo
sucedido ms tarde o ms temprano... Como has dicho, sucedi
tras mi encuentro con Tadaa,i. )a estaba oscuro cuando part$
hacia mi casa, ! 'mitsu, que por entonces viv$a con su t$o, co#
gi un *arolillo ! me acompa& por la cuesta de +ai,achi. +in
pensarlo dos veces, coquete un poco con ella por el camino,
pero ella lo tom en serio. Cuando Tadaa,i desapareci vino a
verme !...
1hora le toc a -a,ubei el turno de sentirse a"orado.
7i"o un gesto con la mano para hacer saber a su protegido
que !a hab$a o$do lo su*iciente. En realidad, slo se hab$a en#
terado mu! recientemente de que -ojir hab$a aceptado a la
muchacha en su casa antes de trasladarse de Edo a -o,ura.
Le sorprend$a no slo su propia ingenuidad, sino tambin la
capacidad de -ojir para atraer a una mujer, tener una re#
lacin sentimental con ella ! mantener en secreto todo el
asunto.
V%jalo todo de mi cuenta Vle dijoV. 3or el momento,
ser$a bastante inadecuado que anunciaras tu matrimonio. Lo
primero es lo primero. 3uede hacerse despus del combate.
Como muchos otros, con*iaba plenamente en que la justi*i#
JHH
cacin de*initiva de la *ama ! la posicin de -ojiro tendr$a lu#
gar al cabo de unos d$as.
Decord lo que le hab$a llevado all$ ! prosiguiO
VComo te he dicho, el consejo ha decidido el lugar del en#
cuentro. 3uesto que uno de los requisitos era que est situado
dentro de los dominios del se&or Tadatoshi, pero donde las
multitudes no tengan *cil acceso, se ha convenido que lo ideal
ser$a una isla. La isla elegida es una de peque&a e0tensin lla#
mada :unashima, entre +himonose,i ! Moji.
+e qued unos instantes pensativo antes de continuar.
VTal ve" ser$a conveniente e0aminar el terreno antes de
que llegue Musashi. Eso podr$a darte cierta ventaja.
+u ra"onamiento consist$a en que, al conocer la disposi#
cin del terreno, un espadach$n pod$a hacerse una idea de
cmo proceder$a la lucha, sabr$a hasta qu punto deb$a atarse
*uertemente las sandalias, cmo utili"ar el terreno ! la posi#
cin del sol. Como m$nimo, -ojir tendr$a una sensacin de
seguridad, cosa que ser$a imposible si llegaba al lugar por pri#
mera ve".
-a,ubei sugiri que alquilaran un bote de pesca !, al d$a
siguiente, *uesen a ver la isla de :unashima. 3ero -ojir mos#
tr su desacuerdo.
VLo *undamental del 1rte de la ;uerra consiste en la rapi#
de" con que uno consigue una apertura. 4ncluso cuando un
hombre toma precauciones, a menudo sucede que su contrario
las ha previsto ! ha ideado *ormas de contrarrestarlas. Es mu#
cho mejor abordar la situacin de una manera imparcial ! mo#
verse con per*ecta libertad.
1l ver la lgica de este argumento, -a,ubei no volvi a
mencionar la idea de ir a :unashima.
-ojiro llam a 'mitsu, la cual les sirvi sa,e, ! los dos hom#
bres bebieron ! charlaron hasta bien entrada la noche. 1 ju"#
gar por la relajacin con que -a,ubei tomaba su sa,e, era evi#
dente que estaba satis*echo de la vida ! sent$a que sus
es*uer"os por a!udar a -ojiro hab$an sido recompensados.
Entonces le habl como har$a un padre orgulloso.
VCreo que ser$a correcto dec$rselo a 'mitsu. Cuando esto
ha!a terminado, podemos invitar a sus parientes ! amigos aqu$
JHI
para la ceremonia matrimonial. Est mu! bien que te entre#
gues con ah$nco a la espada, pero tambin debes tener una *a#
milia para que tu nombre se perpet/e. Cuando te ha!as casado,
sentir que he cumplido con mi deber hacia ti.
1l contrario que el viejo ! alegre servidor del se&or dal, con
muchos a&os de servicio a sus espaldas, -ojird mostraba
ning/n signo de embriague". 3ero de todos mod /ltimamente
tend$a al silencio. .na ve" se decidieron los menores del
combate, -a,ubei sugiri ! Tadatoshi ace que liberasen a
-ojir de sus deberes. 1l principio hab$a *rutado de un ocio
desacostumbrado, pero a medida que apro0imaba el d$a
se&alado ! acud$an ms visitantes, se obligado a agasajarles.
9ltimamente eran pocas las ocasio en que pod$a descansar. 8o
obstante, era reacio a encerra ! hacer que los sirvientes
recha"aran a la gente en la pue +i hiciera tal cosa, la gente
pensar$a que hab$a perdido compostura.
M
La idea que se le ocurri *ue la de ir al campo a diario, con
el halcn sobre el pu&o enguantado. Cuando el tiempo era
bueno, caminar por campos ! monta&as con el ave por /nica
compa&$a era bene*icioso para su esp$ritu.
Cuando los ojos a"ul intenso del halcn, siempre alertas,
locali"aban una presa en el cielo, -ojir lo soltaba. Entonces
sus propios ojos, igualmente alerta, lo segu$an mientras remon#
taba el vuelo ! se lan"aba sobre su v$ctima. 7asta que las plu#
mas empe"aban a caer al suelo, reten$a el aliento, inmvil,
como si l mismo *uese el halcn.
VUEstupendoW U1s$ se haceW Ve0clamaba cuando el halcn
mataba a su presa.
7ab$a aprendido mucho del ave rapa", ! como resultado de
aquellas e0cursiones de ca"a, su semblante mostraba ms con#
*ian"a a cada d$a que pasaba.
1l regresar a casa por la noche, se encontraba con 'mitsu,
cu!os ojos estaban hinchados de tanto llorar. 1 -ojir le do#
l$an los es*uer"os que hac$a la muchacha para disimular su llan#
to. 1 l le parec$a inconcebible que Musashi pudiera derrotar#
le. 8o obstante, la cuestin de qu ser$a de 'mitsu si l mor$a
en la pelea, cru"aba por su mente.
Tambin ve$a la imagen de su madre *allecida, a la que ape#
nas hab$a dedicado un pensamiento en muchos a&os. ) cada
noche, cuando se dorm$a, una visin de los ojos a"ules del hal#
cn ! los hinchados ojos de 'mitsu acud$a a visitarle, me"cla#
da, de una manera e0tra&a, con el recuerdo huidi"o del rostro
de su madre.
JI>
JM 1ntes del
decimotercer d$a
+himonose,i, Moj$, la ciudad *orti*icada de -o,ura... %u#
rante los /ltimos d$as muchos viajeros hab$an acudido a esos
lugares, pero pocos se hab$an marchado. Las posadas estaban
al completo ! los caballos se alineaban unos al lado de los otros
en los postes a los que estaban atados.
El bando promulgado por las autoridades del castillo dec$a
as$O
El decimotercer d$a del presente mes, a las ocho en pun#
to de la ma&ana, en la isla de :unashima, situada en el estre#
cho de Bu"en, en 8agato, +asa,i -ojir ;anr!(, samurai de
este *eudo, por orden de su se&or$a, combatir con Mi!amo#
to Musashi Masana, rdnin de la provincia de Mimasa,a.
Zueda rigurosamente prohibido que los seguidores de
cualquiera de los dos contendientes acudan en su a!uda !
naveguen hasta :unashima. 7asta las die" de la ma&ana del
decimotercer d$a no se permitir la entrada en el estrecho a
barcos de recreo, de pasajeros ! de pesca. Cuarto mes d>?>Jc.
El bando *ue colocado de manera bien visible en los tablo#
nes de anuncios situados en todos los cruces principales, em#
barcaderos ! lugares de reunin.
JIJ
VXEl decimotercer d$aY Es pasado ma&ana, XverdadY
V;entes de todas partes vendrn a presenciar el encuen#
tro, para poder hablar de l al regresar a sus casas.
VClaro que vendrn, pero Xquin ir a presenciar un com#
bate que tendr lugar en una isla a dos millas de la costaY
VBueno, si subes a lo alto del monte, puedes ver los pina#
res de :unashima. La gente vendr de todos modos, aunque
slo sea para contemplar embobados los barcos ! las multitu#
des en Bu"en ! 8agato.
VEspero que siga haciendo buen tiempo.
%ebido a las restricciones de las actividades mar$timas, los
barqueros que, en otras circunstancias, habr$an obtenido unos
buenos bene*icios, no pod$an trabajar. +in embargo, los viaje#
ros ! los habitantes de las poblaciones vecinas vencieron los
obstculos, a*anndose por encontrar lugares adecuados desde
donde pudieran tener un atisbo de la e0citacin reinante en
:unashima.
7acia mediod$a del undcimo d$a, una mujer que amaman#
taba a un beb deambulaba arriba ! abajo delante de una casa
de comidas econmicas, en el lugar donde la carretera de Moji
entraba en -o,ura.
La criatura, *atigada por el viaje, no cesaba de llorar.
VXTienes sue&oY 1nda, echa una siestecita. Qamos, va#
mos, durmete, cari&o.
1,emi golpeaba r$tmicamente el suelo con un pie. 8o lle#
vaba maquillaje alguno. Con un ni&o al que alimentar, el cam#
bio operado en su vida era considerable, pero no hab$a nada en
sus circunstancias actuales que lamentara.
Matahachi sali del local, vestido con un ,imono sin man#
gas de color discreto. El /nico atisbo de la poca en que aspira#
ba a convertirse en sacerdote era el pMuelo anudado con que
se cubr$a la cabe"a, en otro tiempo rasurada.
VQa!a, Xqu es estoY VdijoV. XTodav$a llorandoY %ebe#
r$as estar dormido. Entra, 1,emi. )o lo coger en bra"os
mientras comes. ) come mucho, para que tengas leche abun#
dante. VTom al ni&o en bra"os ! empe" a tararearle una
nana.
VUQa!a, qu sorpresaW Ve0clam alguien detrs de l.
JIL
VXEhY VMatahachi mir al hombre, incapa" de recono#
cerle.
V+o! 4chinomi!a ;empachi. 8os conocimos hace varios
a&os en el pinar cerca de la avenida ;ojo de -!oto. +upongo
que no me recuerdas. VMatahachi sigui mirndole ine0presi#
vamente, ! ;empachi a&adiVO 4bas por ah$ diciendo que te
llamabas +asa,i -ojir.
VU1hW Ve0clam MatahachiV. El monje del bastn...
VEl mismo. Me alegro de volver a verte.
Matahachi se apresur a hacer una reverencia, lo cual des#
pert al beb.
VQamos, no empieces a llorar de nuevo Vle dijo en tono
suplicante.
VTal ve" sabr$as decirme dnde est la casa de -jiro
Vdijo ;empachiV. Tengo entendido que vive aqu$, en -o,ura.
VLo siento, pero no tengo la menor idea. )o mismo so! un
recin llegado.
%os a!udantes de samurai salieron entonces del local, !
uno de ellos se dirigi a ;empachi.
V+i buscas la casa de -ojir, est al lado del r$o 4tatsu. +i
quieres, te mostraremos el camino.
VEres mu! amable. 1dis, Matahachi. Qolveremos a ver#
nos.
Los a!udantes de samurai se alejaron ! ;empachi se apre#
sur para darles alcance.
Matahachi, al reparar en el polvo ! la suciedad de las ropas
del hombre, pensO S1 lo mejor ha venido hasta aqu$ caminan#
do desde -o"u,eT. Le impresionaba mucho que la noticia del
combate se hubiera e0tendido hasta lugares tan lejanos. En#
tonces acudi a su mente el recuerdo de su encuentro con
;empachi, ! se estremeci. UZu in/til, qu trivial, qu sinver#
g(en"a hab$a sido en aquellos d$asW 3ensar que hab$a tenido
incluso la audacia de hacer pasar como propio el certi*icado de
la escuela Ch(j, de asumir la personalidad de... 8o obstante,
el hecho de que pudiera darse cuenta de lo grosero que hab$a
sido era una se&al esperan"adora. 3or lo menos hab$a cambia#
do desde entonces, ! se dijoO S+upongo que incluso un est/pido
como !o puede mejorar si permanece despierto ! lo intentaT.
JIM
1,emi, al o$r de nuevo el llanto de la criatura, abandon su
comida ! sali precipitadamente del local.
V3erdona Vle dijoV. Lo coger ahora mismo.
.na mujer entrada en a&os ! de aspecto amable se les acer#
c ! dijoO
VUZu encantadora criaturaW XZu edad tieneY 'h, mira,
se est riendo.
Como si hubiera recibido una orden, el criado que la acom#
pa&aba se agach ! contempl el rostro del beb.
Caminaron juntos durante un trecho. Luego, cuando Ma#
tahachi ! 1,emi se desviaron hacia una calle lateral para bus#
car una posada, la mujer se detuvo.
V1h, Xvais por ah$Y VEntonces se despidi de ellos !, casi
como si acabara de ocurr$rsele, les dijoVO Tambin parecis
viajeros, pero Xsabis por casualidad dnde est la casa de +a#
sa,i -ojirY
Matahachi le dio la in*ormacin que acababa de o$r a los
dos a!udantes de samurai. Mientras la ve$a alejarse, musit
sombr$amenteO
VMe gustar$a saber qu estar haciendo mi madre en estos
momentos.
1hora que ten$a un hijo propio, hab$a comen"ado a apre#
ciar los sentimientos de su madre.
V1nda, sigamos Vle dijo 1,emi.
Matahachi se levant ! mir ine0presivamente a la anciana.
Rsta tendr$a ms o menos la misma edad de 'sugi.
La casa de -ojiro estaba llena de invitados.
VEs una gran oportunidad para l.
V+$, as$ se establecer su reputacin de una ve" por todas.
VLe conocern en todas partes.
VEso es cierto, pero no debemos olvidar quin es su ad#
versario. ;anr!( deber tener mucho cuidado.
Muchos hab$an llegado la noche anterior, ! los visitantes no
cab$an en el gran vest$bulo, las entradas laterales, los pasillos
interiores. 1lgunos proced$an de -!oto u 'sa,a, otros de
7onshu occidental, incluso uno hab$a venido desde el pueblo
JIA
de Co,!oji, en la lejana Echi"en. 3uesto que la casa no contaba
con su*icientes servidores, -a,ubei hab$a enviado algunos de
los su!os para que echaran una mano. +amurais que hab$an
estudiado bajo la direccin de -ojir iban ! ven$an, impacien#
tes ! e0pectantes.
Todos estos amigos ! disc$pulos ten$an una sola cosa en co#
m/nO tanto si conoc$an a Musashi como si no, ste era el enemi#
go. El odio ms virulento hacia l era el de los samurais provin#
ciales que en alguna ocasin hab$an estudiado los mtodos de
la escuela )oshio,a. La humillacin de la derrota en 4chijoji
ro$a sus mentes ! cora"ones. 1dems, la perseverante determi#
nacin con la que Musashi hab$a avan"ado en su carrera era tal
que se hab$a creado muchos enemigos. 3or supuesto, los disc$#
pulos de -ojir le despreciaban.
.n joven samurai condujo a un recin llegado desde el ves#
t$bulo hasta el saln atestado ! anunciO
VEste hombre ha viajado desde -"u,e.
El hombre se present.
VMe llamo 4chinomi!a ;empachi Vles dijo, ! ocup mo#
destamente su lugar entre ellos.
.n murmullo de admiracin recorri la sala, pues -o"u,e
se encontraba a mil millas al nordeste. ;empachi dijo que ha#
b$a depositado un talismn tra$do desde el monte 7a,uun en el
altar de la casa, ! hubo ms murmullos de admiracin. VEl
decimotercer d$a har buen tiempo Vobserv el hombre,
echando un vista"o bajo los aleros al rojo sol ponienteV.
7o! es el undcimo, ma&ana el duodcimo, pasado ma&ana#
.no de los invitados se dirigi a ;empachi.
VCreo que haber venido desde tan lejos para decir una
oracin por el 0ito de -ojir es mu! notable. XTienes alguna
relacin con lY
V+o! un servidor de la casa de -usanagi en +himonida. Mi
di*unto maestro, -usanagi Ten,i, era el sobrino de -anema,i
Cisai. Ten,i conoci a -ojir cuando ste era todav$a un chi#
quillo.
VTen$a entendido que -ojiro estudi bajo la direccin de
Cisai.
JI?
VEso es cierto. -ojiro proced$a de la misma escuela que
4t 4ttsai. 7e o$do decir que 4ttsai dijo muchas veces que
-ojiro era un luchador brillante.
Entonces les cont cmo -ojiro hab$a pre*erido recha"ar el
certi*icado de Cisai ! crear un estilo propio. Tambin les habl
de lo tena" que hab$a sido -ojiro, incluso de ni&o. ;empachi
sigui hablando por los codos, respondiendo a las ansiosas pre#
guntas que le hac$an con detalladas respuestas.
VX8o est aqu$ el sensei ;anr!(Y Vpregunt un joven
a!udante, abrindose paso entre la muchedumbre.
1l no verle all$, *ue de una habitacin a otra. Estaba re#
"ongando para sus adentros cuando trope" con 'mitsu, la
cual estaba limpiando la habitacin de -ojiro.
V+i ests buscando al maestro, le encontrars en la jaula
del halcn Vle in*orm.
-ojiro estaba dentro de la jaula, mirando atentamente los
ojos de 1ma!umi. 7ab$a alimentado al ave, le hab$a quitado
las plumas sueltas ! retenido alg/n tiempo sobre su pu&o, !
ahora le acariciaba a*ectuosamente.
V+ensei.
#X+$Y
V7a! una mujer que dice haber venido de 42a,uni para
visitarte. 7a dicho que la conocers en cuanto la veas.
V7umm. 3odr$a ser la hermana ms joven de mi madre.
VX1 qu habitacin la llevoY
V8o quiero verla. 8o quiero ver a nadie... En *in, supongo
que debo hacerlo. Es mi t$a. Llvala a mi habitacin.
El hombre sali ! -ojiro llam desde la puertaO
VTatsunosu,e.
V+$, se&or.
Tatsunosu,e entr en la jaula ! se arrodill sobre una sola
rodilla detrs de -ojiro. Era un disc$pulo que viv$a en la casa !
nunca se alejaba demasiado de su maestro.
V8o queda mucho que esperar, XverdadY Vle dijo -ojiro.
V8o, se&or.
VMa&ana ir al castillo ! presentar mis respetos al se&or
Tadatoshi, a quien no he visto recientemente. Luego, quiero
pasar la noche tranquilo.
JIN
VEstn todos esos invitados. X3or qu no te niegas a verlos
a *in de que puedas descansar bienY
VEso es lo que pienso hacer.
V7a! tanta gente aqu$ que podr$as ser derrotado por los
mismos que te apo!an.
V8o pienses as$. 7an venido desde cerca ! lejos... Zue
gane o pierda depende de lo que ocurra en la hora se&alada.
8o es del todo una cuestin del destino, pero de todos modos...
1s$ les sucede a los guerreros, una veces ganan ! otras pierden.
+i ;anr!( muere, encontrars dos testamentos en mi escrito#
rio. %ars uno de ellos a -a,ubei ! el otro a 'mitsu.
VX7as hecho testamentoY
V+$. Es conveniente que un samurai tome esa precaucin.
) una cosa ms. El d$a de la pelea, esto! autori"ado a tener un
a!udante. Zuiero que seas t/. XQendrs conmigoY
VEs un honor que no mere"co.
V1ma!umi tambin Vdijo, mirando al halcnV. +er un
consuelo tenerle a mi lado durante la traves$a en barco.
VLo comprendo per*ectamente.
VMu! bien. 1hora ver a mi t$a.
Encontr a la mujer sentada en la sala de estar. En el e0#
terior, las nubes nocturnas se hab$an ennegrecido, como acero
recin *orjado que acaba de ser en*riado. La blanca lu" de una
vela iluminaba la habitacin.
V;racias por venir Vle dijo mientras tomaba asiento con
una gran demostracin de reverencia.
Tras la muerte de su madre, su t$a le hab$a criado. 1l con#
trario que la madre, su t$a no le hab$a mimado lo ms m$nimo.
Consciente del deber que ten$a hacia su hermana ma!or, se
hab$a es*or"ado resueltamente por convertirle en un digno su#
cesor del apellido +asa,i ! un hombre sobresaliente por dere#
cho propio. %e todos sus *amiliares, ella era la /nica que pres#
taba la ma!or atencin a su carrera ! su *uturo.
V-ojiro Vempe" a decirle en tono solemneV. Compren#
do que ests a punto de en*rentarte a uno de los momentos
decisivos de tu vida. En casa todo el mundo habla de ello, !
pens que deb$a verte, por lo menos una ve" ms. +o! *eli" al
ver que has llegado tan lejos. VMientras le hablaba com#
JIH
paraba al digno ! acomodado samurai que ten$a ante ella con
el joven que se march de casa sin nada ms que una espada.
Con la cabe"a todav$a inclinada, -ojir replicO
V7an pasado die" a&os. Espero que me perdones por no
haberme puesto en contacto contigo. 8o s si la gente me con#
sidera un hombre de 0ito o no, pero la verdad es que no he
conseguido, ni mucho menos, todo cuanto esto! decidido a
conseguir. 3or eso no te he escrito.
V8o importa. Continuamente han llegado a mis o$dos no#
ticias sobre ti.
VX4ncluso en 42a,uniY
V+$, desde luego. 1ll$ todo el mundo est de tu parte. +i
Musashi te derrotara, toda la *amilia +asa,i, la provincia en#
tera, se sentir$a deshonrada. El se&or -ata!ama 7isa!asu de
7A,i, que se aloja como husped en el *eudo de -i,,a2a, se
propone traer un grupo considerable de samurais de 42a,uni
para presenciar el combate.
VX%e verasY
V+$. +upongo que se llevar una terrible decepcin, puesto
que no se permitir la navegacin de ning/n barco... 1h, se me
olvidaba. Toma, te he tra$do esto.
1bri un peque&o hatillo ! sac una t/nica interior dobla#
da. Era de algodn blanco con los nombres estampados del
dios de la guerra ! una diosa protectora a quien los guerreros
rend$an culto. .n amuleto de buena suerte en snscrito hab$a
sido bordado en ambas mangas por un centenar de admirado#
ras de -ojir.
Rl le agradeci reverentemente la prenda, llevndosela a la
altura de la *rente. Entonces le dijoO
V%ebes de estar mu! cansada del viaje. 3uedes quedarte
en esta habitacin ! acostarte cuando lo desees. 1hora, te rue#
go que me disculpes.
%ej all$ a la mujer ! *ue a sentarse en otra habitacin, a la
que pronto llegaron invitados o*recindole una variedad de re#
galosO un amuleto sagrado del santuario de 7achiman en el
monte 'to,o, una cota de mallas, un pescado enorme, un ba#
rril de sa,e. 8o pas mucho tiempo antes de que apenas que#
dara espacio para tomar asiento.
JII
+i bien todas aquellas personas llenas de buenos deseos
eran sinceras al orar por su victoria, no era menos cierto que
ocho o nueve de ellas, aunque no dudaban de que vencer$a,
buscaban servilmente *avores, con la esperan"a de progresar
ms tarde en la reali"acin de sus propias ambiciones.
SX) si !o *uese un roninYT, se pregunt -ojir. 1unque el
servilismo le deprim$a, no dejaba de causarle satis*accin el he#
cho de que sus seguidores con*iaran ! cre!eran en l.
S%ebo vencer. 7e de superar a mi adversario.T 3ensar en la
victoria le ocasionaba una carga psicolgica. 1unque se daba
cuenta de ello, no pod$a evitarlo. SQencer, vencer, vencer.T
Como una ola impulsada por el viento, la palabra segu$a repi#
tindose sin cesar en alg/n lugar de su mente. 8i siquiera l
pod$a comprender por qu el impulso primitivo de conquistar
asaltaba su cerebro con semejante persistencia.
La noche *ue e0tinguindose, pero un buen n/mero de invi#
tados se quedaron para beber ! hablar. Era !a mu! tarde cuan#
do lleg la noticia.
VMusashi ha llegado ho!. Le han visto desembarcar en
Moji ! luego caminar por una calle de -o,ura.
La reaccin *ue electri"ante, aunque e0teriori"ada con dis#
crecin, en susurros e0citados.
VEs ra"onable.
VX8o deber$amos ir algunos de nosotros all$ ! echar un
vista"oY
300
JA
1l
alba
Musashi hab$a llegado a +himonose,i varios d$as antes.
3uesto que no conoc$a a nadie all$, como tampoco nadie le co#
noc$a a l, pas el tiempo tranquilamente, sin que le molesta#
ran los aduladores ! los chismosos.
En la ma&ana del undcimo d$a, cru" el estrecho de -am#
mon hasta Moji para visitar a 8agao,a +ado ! con*irmar su
aceptacin de la hora ! el lugar del combate.
.n samurai le recibi en el vest$bulo, mirndole con des#
caro, como si pensaraO SU1s$ que ste es el *amoso Mi!amoto
MusashiWT. 3ero el joven se limit a decirleO
VMi maestro se encuentra todav$a en el castillo, pero no
tardar en regresar. 3or *avor, pasa ! esprale.
V8o, gracias. 8o tengo nada ms que tratar con l. +i *ue#
ras tan amable de darle mi mensaje...
V3ero vienes desde mu! lejos. +e sentir decepcionado si
no te ve. +i realmente has de irte, te ruego que por lo menos me
permitas decir a los dems dnde te encuentras.
1penas hab$a entrado en la casa, cuando 4ori apareci co#
rriendo ! se arroj en bra"os de Musashi.
V+enseiW
Musashi le dio unas palmaditas en la cabe"a.
VX7as estudiado como un buen chicoY
L@>
V+$, se&or.
VUCmo has crecidoW
VX+ab$as que estaba aqu$Y
V+$, +ado me lo dijo en una carta. Tambin he o$do hablar
de ti en casa de -oba!ashi Taro"aemon, en +a,ai. Me alegro
de que ests aqu$. Qivir en una casa como sta ser bueno
para ti.
4ori no le respondi, pero la decepcin se re*lejaba en su
semblante.
VXZu te ocurreY Vle pregunt MusashiV. 8o debes ol#
vidar que +ado ha sido mu! bueno contigo.
V+$, se&or.
V) no caigas en la trampa de sentir lstima de ti mismo.
Muchos chicos como t/, que han perdido a su padre o su ma#
dre, hacen eso. 8o puedes corresponder al cari&o de los dems
a menos que seas a tu ve" cari&oso ! amable.
V+$, se&or.
VEres un chico listo, 4ori, pero debes tener cuidado. 8o
dejes que se imponga la rude"a de tu educacin. %om$nate,
sujeta bien las riendas para controlar tus impulsos. Todav$a
eres un ni&o ! tienes una larga vida por delante. 3rotgela cui#
dadosamente, consrvala hasta que puedas entregarla por una
causa realmente buena, por tu pa$s, por tu honor, por el Cami#
no del +amurai. 1*rrate a tu vida ! ha" que sea honesta !
valerosa.
4ori tuvo la abrumadora sensacin de que aquellas palabras
eran una despedida. +u intuicin probablemente se lo habr$a
dicho as$ aun cuando Musashi no hubiera hablado de cuestio#
nes tan serias, pero la mencin de la palabra SvidaT no dejaba
duda alguna. 1penas Musashi la hab$a pronunciado cuando
4ori apret la cabe"a contra su pecho. El chico sollo"aba sin
poder contenerse.
Musashi observ que 4ori estaba mu! acicaladoO llevaba el
cabello mu! bien peinado ! atado detrs de la cabe"a ! sus
calcetines eran de un blanco inmaculado. Lament haberle
sermoneado.
V8o llores Vle dijo.
V3ero ! si t/...
302
V%eja de lloriquear. La gente va a verte.
VX4rs..., irs a :unashima pasado ma&anaY
V+$, debo hacerlo.
VQence, por *avor, vence. 8o puedo soportar la idea de no
volver a verte.
VUCa, jaW XLloras por esoY
V1lgunos dicen que no puedes derrotar a -ojir..., que no
deber$as haber accedido a batirte con l en primer lugar.
V8o me sorprende. La gente siempre dice cosas as$.
V3ero puedes vencerle, Xno es cierto, senseil
VLa verdad es que no perder$a mi tiempo pensando en
eso.
VXZuieres decir que ests seguro de que no vas a perderY
V1unque pierda, te prometo que ser luchando valiente#
mente.
V3ero si crees que podr$as perder, Xpor qu no te vas a
alguna parte durante un tiempoY
V+iempre ha! un germen de verdad en los peores chismo#
rreos, 4ori. Es posible que cometa un error, pero ahora que las
cosas han llegado tan lejos, huir ser$a abandonar el Camino del
+amurai, ! eso no slo me deshonrar$a a m$, sino tambin a
muchos otros.
V3ero Xno has dicho que debo a*errarme a mi vida ! con#
servarla cuidadosamenteY
V+$, lo he dicho, pero si muero en :unashima, que eso te
sirva de leccin ! evites meterte en peleas que puedan terminar
con la prdida de tu vida. V1l darse cuenta de que se estaba
e0cediendo, cambi de temaVO )a he pedido que transmitan
mis saludos a 8agao,a +ado. %eseo que t/ tambin lo hagas !
le digas que le ver en :unashima.
Musashi apart suavemente al muchacho, que segu$a a*e#
rrado a l. Cuando se encaminaba al portal, 4ori apret con
*uer"a el sombrero de juncos que ten$a en una mano.
V8o..., espera... V*ue todo lo que pudo decir.
+e llev la otra mano a la cara. Los sollo"os sacud$an sus
hombros.
8uinosu,e sali por una puertecilla al lado del portal ! se
present a Musashi.
303
V4ori parece reacio a dejarte marchar, ! !o me inclino a
simpati"ar con l. Esto! seguro de que tienes otras cosas que
hacer, pero Xno podr$as pasar aqu$ una sola nocheY
Musashi le devolvi la reverencia.
VTe agrade"co el o*recimiento Vle dijoV, pero creo que
no debo aceptarlo. %entro de un par de d$as es posible que est
durmiendo para siempre. 8o creo que sea correcto por mi par#
te agobiar a los dems en estos momentos. Ms tarde podr$a
resultar embara"oso para ellos.
VEres mu! considerado, pero me temo que el maestro
se en*urecer con nosotros por haber permitido que te mar#
charas.
VLe enviar una nota e0plicndoselo todo. 7o! slo he
venido a presentarle mis respetos. Creo que !a debo mar#
charme.
1l salir del portal, se volvi para encaminarse a la pla!a,
pero antes de que hubiera recorrido medio camino o! voces a
sus espaldas que le llamaban. Mir atrs ! vio a un pu&ado de
samurais de la Casa 7oso,a2a, por su aspecto !a bastante
ma!ores, dos de los cuales ten$an el cabello gris. Como no re#
conoci a ninguno de ellos, supuso que llamaban a otra perso#
na ! sigui andando.
Cuando lleg a la orilla se detuvo ! contempl el mar. 7a#
b$a varias barcas d pesca ancladas mar a*uera, sus velas reco#
gidas ! cenicientas a la lu" brumosa del crep/sculo. Ms all de
la masa ma!or de 7i,ojima, el contorno de :unashima apenas
era visible.
VUMusashiW
VEres Mi!amoto Musashi, Xno es ciertoY
Musashi se volvi hacia ellos, preguntndose que querr$an
de l aquellos viejos guerreros.
V8o nos recuerdas, XverdadY Es natural, ha pasado mucho
tiempo. Me llamo .tsumi Magobeinoj, ! los seis somos de
Mimasa,a. Estuvimos al servicio de la casa de +himmen, en el
castillo de Ta,e!ama.
V) !o so! -o!ama 7anda!(. Magobeinoj ! !o *uimos
amigos $ntimos de tu padre.
.na ancha sonrisa a*lor al rostro de Musashi.
304
VUQa!a, esto s$ que es una sorpresaW
+u acento, inequ$vocamente el de su pueblo natal, le evoca#
ba muchos recuerdos in*antiles. Tras hacer una reverencia a
cada uno de ellos, les dijoO
VMe alegro de veros. 3ero decidme, Xcmo es que estis
aqu$ todos juntos, tan lejos de casaY
VBueno, como sabes, la Casa de +himmen *ue desmantela#
da despus de la batalla de +e,igahara. 8os convertimos en
rnin ! huimos a -!ushu, instalndonos aqu$, en la provincia
de Bu"en. %urante alg/n tiempo pudimos mantenernos ven#
diendo protecciones de paja para las patas de los caballos. Ms
adelante tuvimos una racha de buena suerte.
VX%e verasY Bueno, debo decir que no esperaba encon#
trarme con amigos de mi padre nada menos que en -o,ura.
VTambin es un inesperado placer para nosotros. Eres un
samurai de buena planta, Musashi. Zu pena que tu padre no
est aqu$ para verte ahora.
%urante unos minutos los viejos samurais comentaron en#
tre ellos la prestancia de Musashi. %e repente, Magobeinoj
les interrumpi.
VEst/pido de m$. Me olvidaba de por qu hemos venido
en tu busca. Te hemos echado a *altar en casa de +ado. Ten$a#
mos la intencin de pasar una noche contigo. +ado ha tomado
todas las disposiciones.
VEs cierto Vintervino 7anda!(V. 7a sido mu! rudo por
tu parte llegar a la misma puerta principal ! marcharte sin ver
a +ado. Eres el hijo de +himmen Munisai, ! deber$as saber
que ese comportamiento no es digno de ti. 1nda, vente con
nosotros.
1l parecer, el viejo samurai cre$a que haber sido amigo del
padre de Musashi le autori"aba a impartir rdenes al hijo. +in
esperar respuesta, ech a andar, esperando que Musashi le si#
guiera.
Musashi estuvo a punto de acompa&arles, pero no lo hi"o.
VLo lamento, pero creo que no debo ir Vles dijoV. 3ido
disculpas por mi rude"a, pero creo que cometer$a un error !en#
do con vosotros.
Todos se detuvieron, ! Magobeinoj dijoO
L@A
VX.n errorY XZu tiene eso de maloY Zueremos darte
una bienvenida como es debido. En *in, somos del mismo pue#
blo, !a sabes.
V+ado tambin lo espera con ilusin. 8o querrs o*ender#
le, XverdadY
Magobeinojo, sintindose al parecer agraviado, a&adiO
VXZu te ocurreY XEsts en*adado por algoY
VZuisiera ir Vrespondi Musashi cortsmenteV, pero
ha! que tomar otras cosas en consideracin. 1unque probable#
mente slo se trata de un rumor, he o$do decir que mi combate
con -ojiro es un motivo de *riccin entre los dos servidores
ms veteranos de la casa de 7oso,a2a, 8agao,a +ado e 42a#
ma -a,ubei. %icen que el bando de 42ama tiene la aprobacin
del se&or Tadatoshi, ! que 8agao,a trata de re*or"ar su propia
*accin oponindose a -ojiro.
Los samurais emitieron murmullos de sorpresa. Musashi si#
gui diciendoO
VEsto! seguro de que eso no es ms que pura especulacin
ociosa, pero aun as$, las habladur$as de la gente son peligrosas.
Lo que le suceda a un rnin no tiene demasiada importancia,
pero no quisiera hacer nada que d pbulo a los rumores !
levante sospechas contra +ado o -a,ubei. 1mbos son hom#
bres valiosos en el *eudo.
VComprendo Vdijo Magobeinojo.
Musashi sonri.
VBueno, por lo menos sa es mi e0cusa. 1 decir verdad,
so! un hombre del campo ! se me hace cuesta arriba sentarme
entre varios reunidos ! hacer gala de cortes$a durante toda la
velada. Tan slo quisiera descansar.
4mpresionados por la consideracin de Musashi hacia los
dems, pero todav$a reacios a separarse de l, juntaron las ca#
be"as ! discutieron la situacin.
V7o! es el d$a undcimo del cuarto mes Vdijo 7an#
da!(V. %urante los /ltimos die" a&os, nosotros seis nos hemos
reunido en esta *echa. Tenemos una regla estricta contra la ad#
misin de personas ajenas al grupo, pero t/ eres del mismo
pueblo, eres el hijo de Munisai, as$ que quisiramos pedirte
que vengas con nosotros. Zui" no sea la clase de distraccin
L@?
que deber$amos o*recerte, pero no tendrs que preocuparte
por ser corts ni por que te vean o hablen de ti.
V+i me lo planteis as$, me temo que no puedo negarme.
+u aceptacin satis*i"o enormemente a los viejos samurais.
Tras otro breve concilibulo, convinieron que Musashi se reu#
nir$a con uno de ellos, un hombre llamado -inami -agashir,
al cabo de un par de horas delante de una casa de t, ! que ir$an
por distintas direcciones.
1 la hora se&alada, Musashi se encontr con -agashir,
! caminaron cerca de una milla ! media desde el centro del
pueblo hasta un lugar cercano al puente de 4tatsu. Musashi
no vio ninguna casa de samurai ni restaurantes, nada ms
que las luces de una taberna solitaria ! una humilde posada,
ambas a cierta distancia. Como siempre estaba alerta, empe#
" a barajar en su mente las distintas posibilidades. 8o hab$a
nada sospechoso en lo que los veteranos samurais le hab$an
contado. +u edad era la apropiada, as$ como su dialecto.
3ero Xpor qu le llevaban a un lugar tan apartado como
aqulY
-agashir le dej ! se encamin a la orilla del r$o. Entonces
llam a Musashi.
VTodos estn aqu$ Vle dijoV. 3uedes bajar.
El hombre le precedi a lo largo del estrecho sendero sobre
el terrapln.
STal ve" la *iesta tiene lugar en una embarcacinT, pens
Musashi, sonriendo por su cautela e0cesiva. 3ero all$ no hab$a
ning/n barco. Los encontr sentados sobre esteras de juncos,
en postura *ormal.
V3erdnanos por traerte a semejante lugar Vle dijo Ma#
gobeinojV. 1qu$ es donde celebramos nuestra reunin. Te#
nemos la sensacin de que una suerte especial te ha tra$do a
nosotros. +intate ! descansa un rato.
+us modales eran lo bastante solemnes como para recibir a
un invitado de honor en un elegante saln con shoji cubierto de
plata. Empuj un tro"o de estera hacia Musashi.
Rste se pregunt si aqulla era la idea que ten$an de la mo#
deracin elegante o si habr$a alg/n motivo particular para no
reunirse en un lugar ms p/blico. 3ero era un invitado ! se
307
sinti obligado a comportarse como tal. 7i"o una reverencia, !
se sent *ormalmente en la estera.
V3onte cmodo Vle inst MagobeinojoV. Ms tarde ce#
lebraremos una peque&a *iesta, pero primero hemos de llevar a
cabo nuestra ceremonia. 8o tardaremos mucho.
Los seis hombres volvieron a colocarse de una manera me#
nos in*ormal, ! cada uno cogi una gavilla de paja que hab$an
tra$do consigo ! procedieron a tejer protecciones para las patas
de los caballos. 1pretaban los labios, sin apartar los ojos de su
labor, ! ten$an un aspecto solemne, incluso piadoso. Musashi
les observ respetuosamente, percibiendo la *uer"a ! el *ervor
en sus movimientos mientras se escup$an en las palmas, des#
li"aban la paja por sus dedos ! la tren"aban.
V+upongo que as$ estar bien Vdijo 7anda!(, depositan#
do en el suelo un par terminado de protecciones equinas, al
tiempo que miraba a los dems.
VTambin !o he terminado.
Colocaron las protecciones de paja delante de 7anda!(, !
entonces se sacudieron ! alisaron sus ropas. 7anda!( amonto#
n los objetos sobre una mesita en medio del c$rculo de samu#
rais, ! Magobeinojo, el ms viejo, se puso en pie.
V7o! se cumple el duodcimo a&o desde la batalla de +e#
,igahara Vempe" a decirV, desde aquel d$a de derrota que
jams se borrar de nuestras memorias. Todos nosotros hemos
vivido ms de lo que ten$amos derecho a esperar, ! se lo debe#
mos a la proteccin ! la generosidad del se&or 7oso,a2a. %e#
bemos procurar que nuestros hijos ! nietos recuerden la bon#
dad de su se&or$a hacia nosotros.
El grupo prorrumpi en murmullos de asentimiento. 3er#
manecieron sentados en actitud reverente, los ojos bajos.
VTambin debemos recordar la liberalidad de los je*es su#
cesivos de la casa de +himmen, aunque esa gran casa !a no
e0ista, como tampoco debemos olvidar la desgracia ! la des#
esperan"a que nos embargaban cuando llegamos aqu$. 1 *in de
recordar tales cosas, celebramos anualmente esta reunin.
1hora recemos como un solo hombre por la salud ! el bienes#
tar de todos nosotros.
Los hombres replicaron a coroO
308
VLa bondad del se&or 7oso,a2a, la liberalidad de la Casa
de +himmen, la merced del cielo que nos ha librado de la a*lic#
cin. 8o olvidaremos nada de esto durante un d$a.
V1hora llevemos a cabo el homenaje Vdijo Magobei#
noj.
+e volvieron hacia los blancos muros del castillo de -o,u#
ra, que se recortaba dbilmente contra el cielo oscuro, e hicie#
ron una reverencia hasta tocar el suelo con la *rente. Luego se
volvieron en la direccin de la provincia de Mimasa,a e hicie#
ron otra reverencia. :inalmente, se colocaron ante las protec#
ciones equinas e hicieron una tercera reverencia. Deali"aron
cada uno de estos movimientos con la m0ima seriedad ! since#
ridad.
Magobeinoj se dirigi a MusashiO
V1hora iremos al santuario de ah$ arriba ! o*receremos
estas protecciones de paja. Entonces empe"aremos la *iesta. +i
quieres, puedes esperarnos aqu$.
El hombre que iba en cabe"a transportaba la mesita con los
objetos de paja tren"ada a la altura de la *rente, ! los dems le
segu$an en *ila india. 1taron su obra a las ramas de un rbol
junto a la entrada del santuario. Entonces, tras batir palmas
una sola ve" ante la deidad, regresaron al lado de Musashi.
La comida *ue sencillaO cocido con taros, tiernos brotes de
bamb/ con pasta de jud$as ! pescado seco, la clase de comida
que serv$an en las granjas de la "ona. 3ero el sa,e, las risas ! la
charla *ueron abundantes.
Cuando la atms*era se hi"o jovial, Musashi comentO
VEs un gran honor para m$ que me ha!is invitado, pero
vuestra peque&a ceremonia me ha dejado un tanto intrigado.
+in duda tiene alg/n signi*icado especial para vosotros.
VEn e*ecto Vdijo MagobeinojV. Cuando llegamos aqu$
como guerreros derrotados, no ten$amos a nadie a quien diri#
girnos. 7abr$amos pre*erido la muerte a robar, pero ten$amos
que comer. :inalmente se nos ocurri la idea de montar una
tienda all$, junto al puente, ! hacer protecciones de paja para
los caballos. 8uestras manos estaban callosas a causa del adies#
tramiento con la lan"a, por lo que requiri cierto es*uer"o lo#
grar que se acostumbraran a tren"ar la paja. 8os dedicamos a
L@I
eso durante tres a&os, vendiendo nuestro producto a los mo"os
de caballos que pasaban, ! as$ conseguimos mantenernos.
TLos mo"os de caballos llegaron a sospechar que el tren#
"ado de paja no era nuestra ocupacin habitual, ! *inalmente
alguien habl de nosotros al se&or 7oso,a2a +ansai, el cual, al
enterarse de que ramos antiguos vasallos del se&or +himmen,
nos envi a un hombre con una proposicin de empleos.
Cont que el se&or +ansai les hab$a o*recido un estipendio
colectivo de cinco mil *anegas, pero ellos lo recha"aron. Es#
taban dispuestos a servirle de buena *e, pero consideraban que
la relacin entre se&or ! vasallo deber$a ser de hombre a hom#
bre. +ansai comprendi sus sentimientos ! les hi"o una o*erta
de estipendios individuales. Tambin se hi"o cargo de la apren#
sin de sus servidores cuando stos le dijeron que los seis rAnin
no podr$an vestirse de una manera adecuada para ser presenta#
dos a su se&or$a. 3ero cuando le sugirieron una subvencin es#
pecial para prendas de vestir, +ansai se neg, aduciendo que
eso no har$a ms que turbarles. En realidad, sus temores eran
in*undados, pues aunque hab$an ca$do mu! bajo, todav$a eran
capaces de vestir prendas almidonadas ! llevar dos espadas
cuando acudieron a recibir sus nombramientos.
V8o nos habr$a costado olvidar lo duro que hab$a sido
nuestro humilde trabajo. %e no haber permanecido juntos, no
habr$amos vivido lo su*iciente para llegar al momento en que
el se&or +ansai nos contrat. Cams dejaremos de tener presen#
te que la providencia cuid de nosotros en esos a&os di*$ciles.
1l concluir su relato, el viejo samurai al" una ta"a en di#
reccin a Musashi ! le dijoO
V3erdname por hablar tanto de nosotros mismos. +lo
quer$a hacerte saber que somos hombres de buena voluntad,
aun cuando nuestro sa,e no sea de primera calidad ni la co#
mida mu! abundante. Zueremos que pasado ma&ana luches
con denuedo. +i eres derrotado, no te preocupes, pues nosotros
nos ocuparemos de enterrar tus restos.
Musashi acept la ta"a ! replicO
VMe honra hallarme entre vosotros. Es mejor que beber el
sa,e ms e0quisito en la mansin ms elegante. +lo espero
tener tanta suerte como vosotros habis tenido.
L>@
VU8o esperes semejante cosaW Tendrs que aprender a ha#
cer protecciones de paja para las patas de los caballos.
.n sonido de tierra al desli"arse interrumpi sus risas. To#
dos miraron hacia el terrapln, donde vieron, semejante a un
murcilago, la *igura de un hombre aga"apado.
VXZuin anda ah$Y Vgrit -agashir, levantndose en el
acto.
'tro de los hombres se puso en pie, al tiempo que desen#
vainaba su espada, ! ambos subieron al terrapln ! escudri&a#
ron a travs de la niebla.
-agashir les llam, riendo.
V3arece ser que era uno de los seguidores de -ojir. 3ro#
bablemente cree que somos los a!udantes de Musashi ! tene#
mos una sesin de estrategia secreta. +e ha escabullido antes
de que pudisemos verle bien.
VComprendo que los seguidores de -ojir hagan tal cosa
Vobserv uno de los hombres.
El ambiente segu$a siendo alegre, pero Musashi decidi no
quedarse ms tiempo. Lo /ltimo que quer$a era hacer algo que
ms tarde pudiera causar da&o a aquellos hombres. Les agra#
deci e0presivamente su amabilidad ! abandon la reunin,
caminando con despreocupacin en la oscuridad.
3or lo menos parec$a despreocupado.
La *r$a clera de 8agao,a por haber permitido que Mu#
sashi abandonara su casa reca! sobre varias personas, pero
esper hasta la ma&ana del duodcimo d$a para enviar a unos
hombres en su busca.
Cuando los hombres le in*ormaron de que no hab$an podi#
do encontrar a Musashi ni ten$an idea de dnde estaba, +ado
enarc sus blancas cejas en un gesto de inquietud.
VXZu puede haberle ocurridoY X+er posible...Y V8o
quiso concluir su pensamiento.
Tambin el duodcimo d$a, -ojir visit el castillo ! *ue
recibido a*ectuosamente por el se&or Tadatoshi. Tomaron sa#
,e juntos ! -ojir se march mu! alegre, montado en su ca#
ballo *avorito.
L>>
1l anochecer el pueblo herv$a de rumores.
V3robablemente Musashi se ha asustado ! ha huido.
V8o ha! ninguna duda. +e ha marchado.
1quella noche, +ado no pudo conciliar el sue&o. 4ntent
convencerse a s$ mismo de que no era posible, que Musashi no
era hombre que hu!era... 8o obstante, se hab$an dado casos de
personas en apariencia dignas de con*ian"a que, sometidas a
una *uerte tensin, perd$an su aplomo. Temiendo lo peor, +ado
previo que habr$a de hacerse el seppu,u, la /nica solucin ho#
norable si Musashi, a quien l hab$a recomendado, no se pre#
sentaba.
1l alba brillante ! clara del decimotercer d$a, estaba pa#
seando por el jard$n, en compa&$a de 4ori, preguntndose una !
otra ve"O
VXMe habr equivocadoY X7e ju"gado mal a ese hombreY
VBuenos d$as, se&or. VEl rostro *atigado de 8uinosu,e
apareci en la puerta lateral.
VXLe has encontradoY
V8o, se&or. 8ing/n posadero ha visto a nadie que se le
pare"ca.
VX7as preguntado en los templosY
VLos templos, el djo ! todos los dems lugares *recuenta#
dos por los estudiantes de artes marciales. Magobeinoj ! su
grupo han estado *uera toda la noche !...
V1/n no han regresado Vdijo +ado, *runciendo el ce&oV.
1 travs de las tiernas hojas de los ciruelos, pod$a ver el mar
a"ul. Las olas parec$an golpear contra su mismo pechoV. 8o lo
entiendo.
.no tras otro *ueron regresando los hombres que hab$an
salido en busca de Musashi, cansados ! decepcionados. +e reu#
nieron cerca de la terra"a ! comentaron la situacin en un es#
tado de nimo rebosante de ira ! desesperacin.
+eg/n -inami -agashiro, que hab$a pasado por la casa de
+asa,i -ojir, varios centenares de seguidores se hab$an con#
gregado ante el portal. La entrada estaba adornada con bande#
rolas que ostentaban como blasn una alegre genciana, ! ha#
b$an colocado un biombo dorado directamente delante de la
puerta por donde iba a salir -ojir. 1l amanecer, contingentes
L>J
de sus seguidores hab$an ido a los tres santuarios principales
para rogar por su victoria.
La atms*era sombr$a segu$a presente en casa de +ado, ! la
responsabilidad era especialmente dura para los hombres que
hab$an conocido al padre de Musashi, los cuales se sent$an trai#
cionados. +i Musashi *altaba a su palabra, les ser$a imposible
dar la cara a sus camaradas samurais ! a todo el mundo.
Cuando +ado los despidi, hi"o una promesa solemneO
VEncontraremos a ese bastardo, si no es ho!, ser otro d$a.
) cuando demos con l, lo mataremos.
+ado regres a su habitacin ! encendi el incienso en el
pebetero, como hac$a a diario, pero 8uinosu,e percibi una
gravedad especial en la lentitud de sus movimientos. S+e est
preparandoT, pens, a*ligido al pensar que las cosas hab$an lle#
gado a semejante e0tremo.
En aquel momento, 4ori, que estaba en el e0tremo del jar#
d$n, contemplando el mar, se volvi ! preguntO
VX7abis probado en la casa de -oba!ashi Tar"aemonY
8uinosu,e comprendi instintivamente que a 4ori se le ha#
b$a ocurrido algo importante. 8adie hab$a pensado en ir al es#
tablecimiento del agente mar$timo, pero era e0actamente la
clase de lugar que Musashi elegir$a para no estar a la vista.
VUEl chico tiene ra"nW Ve0clam +ado, con los ojos bri#
llantesV. UZu est/pidos hemos sidoW UQamos all en seguidaW
V)o tambin vo! Vdijo 4ori.
VX3uede venir con nosotrosY
V+$, que venga. 1hora mismo, date prisa... 8o, espera un
momento.
Escribi rpidamente una nota e in*orm a 8uinosu,e de
su contenidoO S+asa,i -ojiro navegar a :unashima en una
embarcacin proporcionada por el se&or Tadatoshi. Llegar a
las ocho de la ma&ana. 1/n tienes tiempo para llegar a esa
hora. Te sugiero que vengas aqu$ ! hagas tus preparativos. Te
*acilitar un barco para que te lleve a tu gloriosa victoriaT.
En nombre de +ado, 8uinosu,e e 4ori obtuvieron del en#
cargado naval del *eudo una embarcacin rpida. Llegaron a
+himonose,i en un tiempo mu! breve, ! se dirigieron directa#
mente al local de Tar"aemon.
L>L
3reguntaron a un empleado, el cual les dijoO
V%escono"co por completo los detalles, pero parece que
ha! un joven samurai alojado en la casa del maestro.
VUEso esW Le hemos encontrado.
8uinosu,e e 4ori se sonrieron mutuamente ! recorrieron
rpidamente la corta distancia entre el establecimiento ! la
casa.
8uinosu,e se encar directamente con Tar"aemon.
VEsto es un asunto del *eudo ! mu! urgente. XEst aqu$
Mi!amoto MusashiY
V+$.
V1labado sea el cielo. La preocupacin por su paradero
consume a mi maestro. Qamos, rpido, dile a Musashi que he
venido.
Tar"aemon entr en la casa ! sali poco despus.
V1/n est en su habitacin, durmiendo.
VX%urmiendoY Vrepiti 8uinosu,e, aterrado.
V1noche estuvo levantado hasta mu! tarde, charlando
conmigo mientras tombamos sa,e.
VRste no es momento de dormir. %espirtale. U1hora mis#
moW
El agente mar$timo no se dej intimidar por tanto apresu#
ramiento, ! acompa& a 8uinosu,e e 4ori a una habitacin
para invitados antes de despertar a Musashi.
Cuando Musashi se reuni con ellos, parec$a bien descansa#
do, sus ojos l$mpidos como los de una criatura de meses.
VBuenos d$as Vles dijo jovialmente mientras tomaba
asientoV. XEn qu puedo servirosY
El despreocupado saludo de Musashi quit los humos a
8uinosu,e, el cual le entreg en silencio la carta de +ado.
VZu amable ha sido al escribirme Vdijo Musashi, llevn#
dose la carta a la *rente antes de romper el sello ! abrirla.
4ori per*oraba con la mirada a Musashi, el cual actuaba
como si el chico ni siquiera estuviera presente. Tras leer la car#
ta, la enroll ! dijoO
VEsto! agradecido por la solicitud de +ado.
+lo entonces mir a 4ori, haciendo que el muchacho ba#
jara la cabe"a para ocultar sus lgrimas.
L>M
Musashi escribi su respuesta ! se la entreg a 8uinosu,e.
V+e lo he e0plicado todo en esta carta Vle dijoV, pero de
todos modos no dejes de transmitirle mi agradecimiento ! mis
mejores deseos.
1&adi que no ten$an que preocuparse, pues l ir$a a :u#
nashima en el momento oportuno.
8o hab$a nada que pudieran hacer, por lo que se marcha#
ron. 4ori no le hab$a dicho una sola palabra a Musashi, ni ste a
l. 8o obstante, los dos se hab$an comunicado con la mutua
lealtad del maestro ! el disc$pulo.
Cuando +ado le! la respuesta de Musashi, una e0presin
de alivio apareci en su rostro. La carta dec$aO
Te agrade"co pro*undamente tu o*recimiento de una
embarcacin para ir a :unashima. 8o me considero digno
de semejante honor. 1dems, no creo que deba aceptarlo.
3or *avor, considera que -ojir ! !o nos en*rentamos como
adversarios ! que l utili"a un barco proporcionado por el
se&or Tadatoshi. +i !o navegara en el tu!o, parecer$a como
si te opusieras a su se&or$a. 8o creo que debas hacer nada
por m$.
1unque deber$a habrtelo dicho antes, no lo he hecho
porque sab$a que insistir$as en a!udarme. 1ntes que impli#
carte, he pre*erido alojarme en casa de Taro"aemon, el cual
me prestar tambin una de sus embarcaciones para ir a
:unashima, a la hora que considere apropiada. %e eso pue#
des estar seguro.
3ro*undamente impresionado, +ado contempl en silencio
la misiva durante un rato. Era una carta modlica, modesta,
atenta, considerada, ! ahora el hombre se sent$a avergon"ado
de su agitacin del d$a anterior.
V8uinosu,e.
V+$, se&or.
VToma esta carta ! llvasela a Magobeinoj+ ! sus camara#
das, as$ como a los dems concernidos.
L>A
1penas hab$a salido 8uinosu,e, cuando entr un sirviente.
V+i has terminado con tu asunto, se&or, deber$as preparar#
te para partir Vle dijo.
V+$, claro, pero todav$a ha! mucho tiempo por delante
Vrespondi +ado tranquilamente.
V8o es pronto. -a,ubei !a se ha ido.
VEso es asunto su!o. 4ori, ven un momento.
V+$, se&or.
VXEres un hombre, 4oriY
VCreo que s$.
VXCrees que podrs contener las lgrimas pase lo que
paseY
V+$, se&or.
VBien, entonces puedes ir a :unashima conmigo, como mi
a!udante. 3ero recuerda una cosaO es posible que tengamos
que recoger el cadver de Musashi ! traerlo con nosotros. X+e#
rs entonces capa" de reprimir el llantoY
V+$, se&or. Lo har, juro que lo har.
1penas 8uinosu,e hab$a cru"ado apresuradamente la
puerta cuando se le acerc una mujer desharrapada.
V3erdona, se&or, pero Xeres un servidor de esta casaY
8uinosu,e se detuvo ! la mir con suspicacia.
VXZu quieresY
V%isc/lpame. Con este aspecto no deber$a estar delante
de tu portal.
V) bien, Xentonces por qu lo hacesY
VZuer$a preguntar..., es sobre el combate de ho!. La gente
dice que Musashi ha huido. XEs eso ciertoY
VUEst/pida *ulanaW XCmo te atrevesY Ests hablando de
Mi!amoto Musashi. XCrees que har$a semejante cosaY Espera
hasta las ocho de la ma&ana ! vers. 1cabo de ver a Musashi.
VXLe has vistoY
V%ime, Xquin eresY
Ella baj la vista.
V+o! una conocida de Musashi.
V7umm. 3ero Xsiguen preocupndote esos rumores sin
*undamentoY Mu! bien... Tengo prisa, pero te ense&ar una
carta de Musashi. V+e la le! en vo" alta, sin reparar en el
L>?
hombre de ojos llorosos que miraba por encima de su hombro.
1l darse cuenta, 8uinosu,e volvi bruscamente la cabe"a !
preguntVO X) t/ quin eresY XZu ests haciendo aqu$Y
Enjugndose las lgrimas, el hombre hi"o una t$mida reve#
rencia ! respondiO
V3erdona. 1compa&o a esta mujer.
VXEres su maridoY
V+$, se&or. ;racias por mostrarnos la carta. Me siento
como si hubiera visto a Musashi en persona. X8o te ocurre lo
mismo, 1,emiY
V+$, me siento mucho mejor. Qamos a buscar un sitio des#
de donde podamos observar.
La clera de 8uinosu,e se evapor.
V+i sub$s a esa elevacin, junto a la orilla, podris ver :u#
nashima. En un d$a tan claro como ho!, tal ve" veis incluso el
banco de arena.
V+entimos mucho haberte entretenido cuando tienes tan#
ta prisa. %isc/lpanos, por *avor.
Cuando empe"aban a marcharse, 8uinosu,e les dijoO
VEsperad un momento. XCmo os llamisY +i no os impor#
ta, quisiera saberlo.
Ellos se volvieron e hicieron sendas reverencias.
VMe llamo Matahachi. +o! natural del mismo pueblo de
Musashi.
VMi nombre es 1,emi.
8uinosu,e hi"o un gesto de asentimiento ! se march rpi#
damente.
La pareja se qued mirndole unos instantes, luego inter#
cambiaron miradas ! se encaminaron a vivo paso a la elevacin
en la pla!a. %esde arriba distinguieron :unashima, que sobre#
sal$a entre otras peque&as islas, ! ms all, a lo lejos, las monta#
&as de 8agato. Tendieron unas esteras de juncos en el suelo !
se sentaron. '$an por debajo de ellos el rumor de las aguas en
las que *lotaban algunas agujas de pina"a. 1,emi tom el ni&o
que llevaba a la espalda ! empe" a alimentarle. Matahachi,
con las manos en las rodillas, ten$a la mirada *ija en la distancia,
por encima de las aguas.
L>N
J? El
matrimonio
8uinosu,e *ue primero a casa de Magobeinojo, le mostr la
carta ! le e0plic las circunstancias, tras lo cual se march sin
quedarse siquiera a tomar una ta"a de t, ! reali" breves visi#
tas a otras cinco casas.
1l salir de la o*icina del alguacil, situada junto a la pla!a,
se encamin al l$mite de sta !, colocndose detrs de un r#
bol, contempl el ajetreo que no cesaba desde primera hora
de la ma&ana. Qarios equipos de samurais !a hab$an salido
hacia :unashima, los limpiadores del terreno, los testigos ! los
guardias, cada grupo en una embarcacin di*erente. En la
pla!a, otro peque&o barco estaba !a aparejado en espera de
-ojir. Tadatoshi lo hab$a mandado construir especialmente
para aquella ocasin, con madera ! cordajes de c&amo
nuevos.
.nas cien personas hab$an acudido para despedir a -ojir.
8uinosu,e reconoci a algunos amigos del espadach$n. 1 mu#
chos otros no los conoc$a.
-ojir apur el t ! sali de la o*icina del alguacil, acompa#
&ado por los guardianes. 7ab$a con*iado a unos amigos su
caballo *avorito ! camin a travs de la arena hacia el barco.
Tatsunosu,e le sigui de cerca. La multitud se dispuso silencio#
samente en dos hileras, abriendo paso a su palad$n. 1l ver la
L>H
indumentaria de -ojiro muchos imaginaron que ellos mismos
estaban a punto de ir al combate.
Qest$a un ,imono de seda de mangas estrechas, blanco !
con unos bordados\ encima, un manto sin mangas de color rojo
brillante. +u ha,ama de cuero, de una tonalidad violeta, era del
tipo que se recoge justo por debajo de las rodillas ! queda *uer#
temente sujeto, como unas polainas, a las pantorrillas. 3arec$a
que sus sandalias de paja hab$an sido ligeramente humedecidas
para evitar que resbalaran. 1dems de la espada corta que
siempre llevaba al cinto, iba provisto de su 3alo de +ecar, que
no hab$a usado desde que entr al servicio de la Casa de 7oso#
,a2a. La serenidad de su cara plida, de mejillas llenas, con#
trastaba con el rojo intenso del manto. 1quel d$a, -ojiro ten$a
un aire inde*inible de magni*icencia, casi de belle"a.
8uinosu,e observ que la sonrisa de -ojiro era tranquila !
con*iada. La mostraba a cuantos le rodeaban, ! parec$a satis#
*echo ! per*ectamente sereno.
-ojiro subi a bordo del barco. Tatsunosu,e lo hi"o des#
pus de l. 7ab$a dos tripulantes, uno en la proa, mientras que
el otro manejaba la espadilla. 1ma!umi estaba posado en el
pu&o de Tatsunosu,e.
.na ve" se apartaron de la orilla, el remero movi los bra#
"os con movimientos amplios ! lnguidos, ! la peque&a embar#
cacin se desli" suavemente.
+obresaltado por los gritos de la multitud que se desped$a
de l clamorosamente, el halcn alete.
La multitud se dividi en peque&os grupos que se dispersa#
ron lentamente, maravillndose del porte sereno de -ojiro !
rogando para que venciera en aquel combate supremo.
S%ebo regresarT, se dijo 8uinosu,e, recordando su respon#
sabilidad para que +ado partiera a tiempo. 1l volverse, vio a
una muchacha. 'mitsu estaba apo!ada en el tronco de un r#
bol ! lloraba. 1 8uinosu,e le pareci indecoroso quedarse all$
mirndola, por lo que desvi los ojos ! se alej sin hacer ruido.
%e nuevo en la calle, ech un /ltimo vista"o a la embarcacin
de -ojiro ! luego mir a 'mitsu. STodo el mundo tiene una
vida p/blica ! otra privada Vse dijoV. %etrs de toda esa *an#
*arria, ha! una mujer que llora desconsolada.T
L>I
1 bordo de la embarcacin, -ojiro pidi a Tatsunosu,e
que le diera el halcn ! e0tendi su bra"o i"quierdo. Tatsu#
nosu,e trans*iri a 1ma!umi a su pu&o ! se apart respetuosa#
mente.
El oleaje era rpido, el d$a per*ecto, con el cielo claro, ! el
agua cristalina, pero la altura de las olas era e0cesiva. Cada ve"
que el agua salpicaba por encima de la borda, el halcn, con
evidente nimo de lucha, encrespaba las plumas.
Cuando hab$an recorrido apro0imadamente la mitad de la
distancia hasta la isla, -ojiro le quit la cinta de la pata ! lan"
el ave al aire, dicindoleO
VQamos, regresa al castillo.
Como si se estuvieran dedicando a la ca"a acostumbrada,
1ma!umi atac a un ave marina en vuelo, enviando abajo una
lluvia de plumas blancas. 3ero al no o$r la llamada de su due&o,
se lan" sobre las islas ! entonces remont el vuelo ! desapa#
reci.
Tras liberar al halcn, -ojiro empe" a desprenderse de los
amuletos de buena suerte budistas ! shinto$stas, as$ como de
los escritos con que le hab$an abrumado sus seguidores, ! *ue
echndolos por la borda uno tras otro, incluso la t/nica interior
de algodn con el amuleto en snscrito bordado que le hab$a
regalado su t$a.
V1hora puedo relajarme Vdijo en vo" baja.
En*rentado a una situacin en la que se jugaba la vida, no
quer$a que le molestaran recuerdos ni personalidades. El re#
cordatorio de todas aquellas personas que estaban re"ando por
su victoria le resultaba una carga. +us buenos deseos, por mu!
sinceros que *uesen, eran ahora ms un obstculo que una a!u#
da. Lo /nico que importaba en aquellos momentos era l mis#
mo, su ser desnudo.
La brisa salobre le acariciaba el rostro. ;uardaba silencio.
+us ojos estaban *ijos en los verdes pinares de :unashima.
En +himonose,i, Taro"aemon pas ante una hilera de ba#
rracas en la pla!a ! entr en su establecimiento.
VU+asu,eW Ve0clamV. X8o ha visto nadie a +asu,eY
320
+asu,e era uno de sus empleados ms jvenes, pero tam#
bin uno de los ms espabilados. Era mu! apreciado como sir#
viente de la casa, pero tambin a!udaba en el negocio de ve"
en cuando.
VBuenos d$as Vdijo el administrador de Tar"aemon,
abandonando su puesto en el despacho de contabilidadV. +a#
su,e ha estado aqu$ hasta hace unos momentosV. +e volvi a
su a!udante ! le ordenVO Qete en busca de +asu,e, deprisa.
El administrador empe" a in*ormar a su je*e de asuntos
comerciales, pero ste le interrumpi, sacudiendo la cabe"a
como si le persiguiera un mosquito.
VLo que quiero saber es si alguien ha venido preguntando
por Musashi.
V1 decir verdad, !a estuvo aqu$ alguien esta ma&ana.
VXEl mensajero de 8agao,a +adoY Eso !a lo s. X1lguien
msY
El administrador se restreg el mentn.
VBueno, no lo he visto personalmente, pero me han dicho
que un hombre de aspecto desaseado ! mirada penetrante se
present anoche. Llevaba un largo bastn de roble ! pidi ver
al Ssensei MusashiT. Tuvieron di*icultades para librarse de l.
V1lguien habl ms de la cuenta, a pesar de que les dije lo
importante que era mantener en secreto la presencia de Musashi.
VLo s. Tambin !o se lo dije con toda claridad, pero no
ha! nada que hacer con los jvenes. El hecho de que Musashi
est aqu$ les hace sentirse importantes.
VXCmo te libraste del hombreY
V+bei le dijo que estaba equivocado, que Musashi nunca
ha venido aqu$. 1l *inal se march, tanto si le cre$a como si no.
+bei observ que hab$a dos o tres personas esperndole *ue#
ra, entre ellas una mujer.
+asu,e lleg corriendo desde el embarcadero.
VX%eseabas verme, se&orY
V+$, quer$a asegurarme de que ests preparado. Es mu!
importante, XsabesY
VLo comprendo, se&or. Esto! en pie desde antes del ama#
necer. Me he lavado con agua *r$a ! me he puesto un taparra#
bos nuevo de algodn blanco.
LJ>
VMu! bien. XEst el bote a punto, tal como te encargu
anocheY
V+$, la verdad es que me ha dado poco trabajo. Eleg$ el
bote ms rpido ! limpio, lo roci con sal para puri*icarlo ! lo
restregu por dentro ! por *uera. Esto! preparado para ir
adondequiera que se encuentre Musashi.
VX%nde estY
VEn la orilla, con las dems embarcaciones.
Tras re*le0ionar un momento, Tar"aemon dijoO
V+er mejor que nos pongamos en marcha. %emasiadas
personas se percatarn de la partida de Musashi ! l no desea
verse rodeado de gente. Llvalo junto al gran pino, se al que
llaman 3ino de 7ei,e. 3or all$ apenas va nadie.
V+$, se&or.
El establecimiento, generalmente lleno de actividad, estaba
casi vac$o. Tar"aemon, en un estado de *uerte nerviosismo,
sali a la calle. 1ll$ ! en Moji, en la orilla contraria, la gente se
hab$a tomado el d$a libreO hombres que parec$an samurais de
los *eudos vecinos, rnin, sabios con*ucianos, herreros, arme#
ros, artesanos de la laca, sacerdotes, ciudadanos de todas las
clases ! algunos agricultores de los campos circundantes. 7a#
b$a mujeres per*umadas, cubiertas con velos ! tocadas con an#
chos sombreros de viaje, ! esposas de pescadores con ni&os a la
espalda o cogidos de la mano. Todos se mov$an en la misma
direccin general, tratando en vano de apro0imarse a la isla,
aunque no hab$a ning/n lugar estratgico desde donde pudiera
verse algo ms peque&o que un rbol.
S+ lo que se propone MusashiT, pens Tar"aemon. +er
abordado por aquella muchedumbre de espectadores, para
quienes la pelea no era ms que un espectculo, ser$a insopor#
table.
1l volver a su casa, la encontr limpia como los chorros del
oro. En la habitacin que daba a la pla!a, el re*lejo del agua
oscilaba en el techo.
VX%nde has estado, padreY Vle pregunt 'tsuru al en#
trar con la bandeja del tV. Te he estado buscando.
VEn ninguna parte en particular Vrespondi l.
1l" la ta"a ! la mir pensativamente.
322
'tsuru hab$a ido a pasar una temporada con su amado pa#
dre. Casualmente, cuando viajaba desde +a,ai en el mismo
barco con Musashi, descubri que ambos ten$an v$nculos con
4ori. Cuando Musashi acudi a presentar sus respetos a Ta#
r"aemon ! agradecerle que cuidara del muchacho, el agente
mar$timo insisti en que Musashi se alojara en su casa ! dio
instrucciones a 'tsuru para que le atendiera.
La noche anterior, mientras Musashi hablaba con su an*i#
trin, 'tsuru hab$a permanecido sentada en la habitacin con#
tigua, cosiendo el nuevo taparrabos ! la *aja abdominal cu!os
deseos de ponrselos el d$a del combate l hab$a mani*estado.
La muchacha !a le hab$a preparado un nuevo ,imono negro,
del que se pod$an desprender en un instante los hilvanes que
serv$an para mantener las mangas ! la *alda dobladas adecua#
damente hasta el momento de su uso.
VX%nde est Musashi, 'tsuruY XLe has servido el desa#
!unoY
V'h, s$, hace !a bastante rato. Luego cerr la puerta de su
habitacin.
V+upongo que se est preparando.
V8o, todav$a no.
V3ues Xqu est haciendoY
V1l parecer, est pintando.
VX1horaY
V+$.
V7umm. Estuvimos hablando de pintura ! le pregunt si
pintar$a algo para m$. +upongo que debe de haberse dedicado
a eso.
V7a dicho que lo dejar$a terminado antes de marcharse.
Tambin est haciendo una pintura para +asu,e.
VX+asu,eY Vrepiti Taro"aemon, incrdulo. +u nerviosismo
aumentaba con rapide"V. XEs que no sabe que se est haciendo
tardeY Tendr$as que ver a toda esa gente que pulula por las calles.
V3or la e0presin de su semblante, se dir$a que se ha olvi#
dado del combate.
VEn cualquier caso, ste no es momento de ponerse a pin#
tar. Qe a dec$rselo as$. 7a"lo con cortes$a, pero que quede bien
claro que eso puede esperar hasta ms tarde.
323
VX3or qu !oY 8o podr$a...
VX) por qu noY V+u sospecha de que la muchacha es#
taba enamorada se con*irm. 3adre e hija se comunicaron si#
lenciosa pero per*ectamenteV. X3or qu lloras, bobaliconaY
Vre"ong en tono bonachn. Entonces se levant ! *ue a la
habitacin de Musashi.
Rste se hallaba arrodillado en silencio, como si meditara, el
pincel, la caja de tinta ! el recipiente para pinceles a su lado. )a
hab$a terminado una de las pinturasO una gar"a debajo de un
sauce. El papel que ten$a delante a/n estaba en blanco. 3ensa#
ba en el tema de su pr0ima composicin, o, ms e0actamente,
intentaba adoptar la actitud mental correcta, pues eso era ne#
cesario antes de que pudiera visuali"ar la pintura o conocer la
tcnica que emplear$a.
Qe$a el papel blanco como el gran universo de la ine0isten#
cia. .na sola pincelada dar$a lugar a la e0istencia. 3od$a evocar
el viento o la lluvia a voluntad, pero, al margen de lo que tra"a#
ra, su cora"n permanecer$a en la pintura para siempre. +i su
cora"n estaba corrompido, la pintura tambin lo estar$a\ si es#
taba lnguido, lo mismo le ocurrir$a a la pintura. +i intentaba
alardear de su habilidad, no podr$a ocultarlo. Los cuerpos hu#
manos se desvanecen, pero la tinta sigue e0istiendo. La imagen
de su cora"n seguir$a alentando despus de que l mismo hu#
biera desaparecido.
+e dio cuenta de que sus pensamientos le re*rescaban. Es#
taba a punto de entrar en el mundo de la ine0istencia, de dejar
que su cora"n hablara por s$ mismo, independiente de su ego,
libre del toque personal de su mano. 4ntent vaciarse de todo,
en espera de ese estado sublime en el que su cora"n podr$a
hablar al un$sono con el universo, desprendido de su !o ! sin
estorbos de ninguna clase.
Los sonidos de la calle no llegaban a su habitacin. El comba#
te de ho! le parec$a totalmente ajeno a l. Tan slo era conscien#
te de los trmulos movimientos del bamb/ en el jard$n interior.
VXTe molestoY
La shoji a sus espaldas se desli" silenciosamente, ! Tar#
"aemon se asom. 3arec$a errneo, casi malvado, entrometer#
se, pero *ortaleci su nimo ! le dijoO
324
V+iento molestarte cuando tanto pareces dis*rutar de tu
arte.
V1h, entra, por *avor.
VEs casi la hora de partir.
VLo s.
VTodo est dispuesto. Cuanto necesitas lo encontrars en
la habitacin contigua.
VEres mu! amable.
V3or *avor, no te preocupes por la pintura. 3uedes termi#
narla cuando regreses de :unashima.
V'h, esto no tiene nada de especial. Esta ma&ana me sen#
t$a mu! despejado, ! era un buen momento para pintar.
V3ero tienes que pensar en la hora.
V+$, lo s.
VCuando quieras hacer tus preparativos, llmame. Te es#
taremos esperando.
VMuch$simas gracias. VTar"aemon se dispuso a mar#
charse, pero Musashi le preguntVO X1 qu hora sube la mareaY
VEn esta poca, la marea est ms baja entre las seis ! las
ocho de la ma&ana. Ms o menos en estos momentos volver a
subir.
V;racias Vle dijo Musashi distra$damente, dirigiendo de
nuevo su atencin al papel en blanco.
Tar"aemon cerr silenciosamente la shoji ! regres a la
sala. Ten$a la intencin de sentarse ! aguardar en silencio, pero
no transcurri mucho tiempo antes de que los nervios se apo#
derasen de l. +e puso en pie ! camin a la terra"a, desde don#
de se ve$a la corriente que se desli"aba a travs del estrecho. El
agua !a se adentraba en la pla!a.
V3adre.
V%ime.
VEs hora de que parta. 7e dejado sus sandalias en la en#
trada del jard$n.
V1/n no est preparado.
VXTodav$a pintaY
V+$.
VCre$ que ibas a lograr que dejara de hacer eso ! se prepa#
rase.
325
V+abe la hora que es.
.na peque&a embarcacin se detuvo en la pla!a cercana, !
Tar"aemon o! que le llamaban por su nombre. Era 8uino#
su,e.
VXTodav$a no ha salido MusashiY Vpregunt. Cuando Ta#
ro"aemon le respondi negativamente, 8uinosu,e se apresur
a decirVO 3or *avor, dile que se prepare ! salga lo antes posi#
ble. -ojir !a ha partido, as$ como el se&or 7oso,a2a. Mi
maestro saldr de -o,ura ahora mismo.
V7ar lo que pueda.
VU3or *avorW Zui" pare"co una vieja gru&ona, pero que#
remos asegurarnos de que no llegue tarde. +er$a una verg(en"a`
que hiciera algo indecoroso a estas alturas.
+e alej remando apresuradamente, ! el agente mar$timo !
su hija se quedaron, llenos de inquietud, en la terra"a. %esde
all$ contaron los segundos, mirando de ve" en cuando hacia
la peque&a habitacin del *ondo, de la que no sal$a el menor
sonido.
3ronto lleg una segunda embarcacin con un mensajero
procedente de :unashima, enviado para que apresurase a Mu#
sashi.
Musashi abri los ojos cuando o! el sonido de la shoji al
desli"arse. 'tsuru no ten$a necesidad de anunciar su presencia.
Cuando ella le habl sobre la embarcacin de :unashima, l
asinti ! le sonri a*ablemente.
V)a veo Vle dijo, ! sali de la habitacin.
'tsuru contempl el suelo donde l se hab$a sentado. La
hoja de papel estaba ahora llena de borrones de tinta. 1l prin#
cipio la tinta parec$a una l$nea amor*a, pero ella pronto vio que
se trataba de un paisaje de la variedad en Stinta rotaT. 1/n
estaba h/meda.
V3or *avor, dale esta pintura a tu padre Vle dijo Musashi,
al"ando la vo" por encima de un chapoteo de aguaV. ) la otra
es para +asu,e.
V;racias, no tendr$as que haberlo hecho.
VLamento no tener nada mejor que o*receros, despus de
las molestias que os he causado, pero con*$o en que tu padre lo
acepte como un recuerdo.
LJ?
'tsuru replic sol$citamenteO
VDegresa esta noche sin *alta ! sintate junto al *uego con
mi padre, como hiciste anoche.
1l o$r el crujido de tela en la habitacin contigua, 'tsuru se
sinti complacida. 3or *in Musashi se estaba vistiendo. Enton#
ces volvi a hacerse el silencio, ! poco despus le vio hablando
con su padre. La conversacin *ue mu! breve, tan slo el inter#
cambio de unas pocas palabras. Cuando pas a la habitacin
contigua, la muchacha observ que el samurai hab$a doblado
pulcramente sus ropas viejas, dejndolas en una caja que es#
taba en el rincn. .na sensacin de indescriptible soledad se
apoder de ella. +e inclin ! apo! la mejilla en el ,imono to#
dav$a clido.
VU'tsuruW Vla llam su padreV. XZu ests haciendoY
U)a se marchaW
V+$, padre.
'tsuru se pas las !emas de los dedos por las mejillas ! los
prpados, ! corri a reunirse con l.
Musashi se encontraba !a en la puerta del jard$n, que hab$a
elegido para evitar que le vieran. 3adre, hija ! otras cuatro o
cinco personas de la casa ! el negocio llegaron hasta la puerta !
se detuvieron all$. 'tsuru estaba demasiado sobree0citada !
era incapa" de articular palabra. Cuando Musashi la mir, ella
le hi"o una reverencia, como todos los dems.
V1dis Vdijo Musashi. Cru" la puerta baja de hierba
tren"ada, la cerr tras l ! a&adiVO Cuidaos.
Cuando los otros al"aron las cabe"as, l !a se marchaba
rpidamente.
Estuvieron contemplndole un buen rato mientras se aleja#
ba, pero Musashi no volvi la cabe"a.
V+upongo que sa es la manera de ser de un samurai V
musit alguienV. +e marcha as$, sin ms ni ms, nada de
discursos ni despedidas solemnes, nada en absoluto.
'tsuru desapareci de inmediato. 1l cabo de unos segun#
dos, su padre entr en la casa.
El 3ino de 7ei,e se al"aba solitario a unas doscientas varas
de la pla!a. Musashi se encamin a l con la mente totalmente
despejada. 7ab$a depositado todos sus pensamientos en la tin#
327
ta negra de la pintura paisaj$stica. 3intar le hab$a hecho bien, !
consideraba que su es*uer"o hab$a sido un 0ito.
1hora navegar$a hacia :unashima, 1van"aba con calma,
como si aqul *uese un viaje ms. 8o pod$a saber si regresar$a
vivo, pero hab$a dejado de pensar en ello. 1&os atrs, a la edad
de veintids, cuando se apro0imaba al pino de ancha copa en
4chijoji, estaba mu! emocionado, ensombrecido por una sensa#
cin de tragedia inminente, ! a*erraba su espada solitaria con
intensa determinacin. 1hora no sent$a nada.
8o se trataba, ni mucho menos, de que su enemigo de ho!
*uese menos temible que el centenar de hombres a los que se
hab$a en*rentado. Luchando solo, -ojiro era un adversario ms
*ormidable que cualquier ejrcito que la escuela )oshio,a pu#
diese haber organi"ado contra l. Musashi no abrigaba la menor
duda de que aqulla iba a ser la pelea *undamental de su vida.
V+enseiW
VUMusashiW
En la serena mente de Musashi se produjo una ligera con#
mocin al o$r las voces ! ver a las dos personas que corr$an
hacia l. 3or un instante se sinti aturdido.
VU;onnosu,eW Ve0clamV. U) la abuelaW XCmo habis
llegado hasta aqu$Y
Los dos, mugrientos a causa del largo viaje, se arrodillaron
en la arena ante l.
VTen$amos que venir Vdijo ;onnosu,e.
V7emos venido a despedirte Vdijo 'sugiV. ) !o a pe#
dirte disculpas.
VX%isculpasY X1 m$Y
V+$, por todo. %ebo pedirte que me perdones.
Rl la mir a los ojos con una e0presin inquisitiva.
VX3or qu dices eso, abuelaY X7a ocurrido algoY
Ella permanec$a en pie, las manos juntas en un gesto de
s/plica.
VXZu puedo decirY 7e cometido tantas maldades que no
puedo esperar tu perdn por todas ellas. Todo ha sido... un
error horrible. Estaba cegada por el amor a mi hijo, pero ahora
cono"co la verdad. 3or *avor, perdname.
Rl se qued un momento mirndola, ! entonces se arrodill
LJH
! le cogi la mano. 8o se atrevi a al"ar los ojos, por temor a
que estuvieran humedecidos por las lgrimas. Qer a la anciana
tan contrita le hac$a sentirse culpable, pero tambin e0peri#
mentaba gratitud. La mano de la anciana estaba trmula\ inclu#
so la su!a le temblaba ligeramente.
Musashi slo tard un momento en recobrar su compostura.
VTe creo, abuela, ! te agrade"co que ha!as venido. 1hora
puedo en*rentarme a la muerte sin remordimientos, ir al comba#
te con el esp$ritu libre ! el cora"n tranquilo.
VEntonces Xme perdonarsY
VClaro que s$, siempre que t/ me perdones por todas las
di*icultades que te he causado desde que era un chiquillo.
V3or supuesto, pero no sigamos hablando de m$. 7a! otra
persona que necesita tu a!uda. 1lguien a quien consume la tris#
te"a.
La anciana volvi la cabe"a, invitndole a mirar.
Bajo el 3ino de 7ei,e, observndolo t$midamente, con el
rostro plido ! humedecido por la emocin, estaba 'ts(.
VU'ts(W Ve0clam.
En un instante estuvo ante ella, sin darse cuenta siquiera de
que sus pies le hab$an transportado all$.
;onnosu,e ! 'sugi se quedaron inmviles donde estaban,
deseosos de es*umarse en el aire ! dejar la orilla slo para la
pareja.
V7as venido, 'ts(.
8o e0ist$an palabras para salvar un abismo de a&os, para
transmitir el caudal de sentimientos que rebosaba en el interior
de Musashi.
V8o tienes buen aspecto. XEsts en*ermaY VMusit estas
palabras como un verso aislado de un largo poema.
V.n poco.
Con los ojos bajos, ella se es*or"aba por conservar su aplo#
mo, por no perder el dominio de s$ misma. 1quel momento, tal
ve" el /ltimo, no deb$a ser desperdiciado.
VXEs slo un res*riadoY Vinquiri lV. X' se trata de algo
graveY XZu te ocurreY X%nde has estado en los /ltimos me#
sesY
VEl oto&o pasado regres al +hippdji.
LJI
VXQolviste a casaY
V+$. VLe mir *ijamente, sus ojos l$mpidos como las pro#
*undidades del ocano, es*or"ndose por reprimir las lgri#
masV. 3ero no e0iste un verdadero hogar para una hur*ana
como !o. +lo el hogar que est dentro de m$.
V8o hables as$. Mira, incluso 'sugi parece haberte abierto
su cora"n, ! eso me alegra much$simo. Tienes que recobrar la
salud ! aprender a ser *eli"... para m$.
V1hora so! *eli".
VXEs cierto esoY +i es as$, tambin !o so! *eli"..., 'ts(...
+e inclin hacia ella. La joven permanec$a erguida ! r$gida,
consciente de la presencia de 'sugi ! ;onnosu,e. Musashi,
que se hab$a olvidado de ellos, la rode con sus bra"os ! le
acarici la mejilla con la su!a.
VEsts tan delgada..., tan delgada. V3ercib$a emocionado
la agitada respiracin de la jovenV. Te suplico que me perdo#
nes, 'ts(. Zui" te pare"ca que no tengo cora"n, pero no es
cierto, no por lo que a ti respecta.
V)o..., eso !a lo s.
VXLo sabesY X%e verasY
V+$, pero te ruego que me digas una palabra, una sola pa#
labra. %ime que so! tu mujer.
V+i te dijera lo que !a sabes, lo echar$a a perder.
V3ero..., pero... VElla sollo"aba con todo su cuerpo, pero
en un acceso de energ$a, le cogi la mano ! e0clamVO U%iloW
U%i que so! tu mujer para toda esta vidaW
Rl asinti, lentamente, en silencio. Entonces separ uno
tras otro los dedos delicados de la muchacha a*errados a su
bra"o ! permaneci erguido.
VLa esposa de un samurai no debe llorar ! desconsolarse
cuando l parte a la guerra. D$e para m$, 'ts(. %esp$deme con
una sonrisa. 3uede que sta sea la /ltima partida de tu esposo.
1mbos sab$an que hab$a llegado el momento. 3or un breve
instante, l la mir sonriente. Entonces le dijoO
V7asta luego.
V+$, hasta luego.
Ella quer$a devolverle la sonrisa, pero slo consigui re#
tener sus lgrimas.
330
V1dis.
Musashi se volvi ! camin con *irmes "ancadas hasta la
orilla. .na palabra de despedida a*lor a los labios de 'ts(,
pero se neg a pronunciarla. Las lgrimas se agolpaban en sus
ojos, irreprimibles, ! !a no pod$a verle.
El *uerte viento salobre agitaba la cabellera de Musashi. +u
,imono aleteaba briosamente.
VU+asu,eW 1cerca un poco ms la barca.
1unque llevaba esperando ms de dos horas ! sab$a que
Musashi estaba en la pla!a, +asu,e hab$a desviado cuidadosa#
mente la mirada. 1hora mir a Musashi ! le dijoO
VEn seguida, se&or.
Con un *uerte ! rpido movimiento, hundi el palo en el
agua e impuls la embarcacin. Cuando toc la orilla, Musashi
salt a la proa, ! avan"aron mar adentro.
VU'ts(W U%etenteW Vgrit Ctar.
'ts( corr$a hacia el agua. El muchacho corri tras ella. ;on#
nosu,e ! 'sugi, sobresaltados, intervinieron en la persecucin.
VU%etente, 'ts(W XZu hacesY
VU8o seas neciaW
Le dieron alcance simultneamente ! la retuvieron.
V8o, no Vprotest ella, sacudiendo la cabe"a lentamen#
teV. 8o me comprendis.
VXZu..., qu intentas hacerY
V%ejadme que me siente Vles dijo con vo" serena.
Ellos la soltaron, ! la joven camin con dignidad hasta un
lugar a pocas varas de distancia, donde se arrodill en la arena,
al parecer e0hausta. 3ero hab$a recuperado su *uer"a. Endere#
" el cuello de su ,imono, se alis el cabello e hi"o una reve#
rencia en direccin a la barca de Musashi.
VQe sin ning/n pesar Vsusurr.
'sugi se arrodill ! tambin hi"o una reverencia. Entonces
la imit ;onnosu,e ! luego Ctar. Tras haber e*ectuado el
largo viaje desde 7imeji, Ctar hab$a perdido su oportunidad
de hablar con Musashi, a pesar de su intenso anhelo de decirle
una palabra de despedida. +u decepcin *ue suavi"ada por el
conocimiento de que hab$a cedido a 'ts( el tiempo que l ha#
br$a estado con Musashi.
LL>
JN El alma de la
pro*undidad
Cuando la marea lleg a su altura m0ima, el agua corr$a
por el estrecho como un torrente en crecida al pasar por un
angosto des*iladero. Ten$an el viento de popa, ! la embarca#
cin avan" con rapide" a travs del oleaje. +asu,e parec$a or#
gulloso. %eseaba que aquel d$a le alabaran por su habilidad en
el remo con espadilla.
Musashi estaba sentado en medio de la embarcacin, con
las rodillas mu! separadas.
VX+e tarda mucho en llegar all$Y Vinquiri.
VCon esta marea no mucho, pero vamos retrasados.
V7umm.
V)a hace rato que pasaron las ocho.
V+$, lo s. X1 qu hora crees que llegaremosY
V3robablemente a las die" o poco despus.
VEs una hora mu! adecuada.
El cielo que Musashi contemplaba aquel d$a, el mismo cielo
que miraba ;anr!(, era de un a"ul pro*undo. La nieve que cu#
br$a las monta&as de la sierra de 8agato parec$a un gallardete
blanco que *lotara en un cielo sin nubes. Las casas de Mojigasa#
,i ! los repliegues ! hendiduras del monte -a"ashi eran clara#
mente visibles. En las laderas de las monta&as hab$a multitudes
que *or"aban la vista, tratando de ver las islas lo mejor posible.
332
VX3uedo usar esto, +asu,eY
VXZu esY
VEste remo roto en el *ondo de la barca.
V8o lo necesito. X3ara qu lo quieresY
VTiene ms o menos el tama&o adecuado Vrespondi
Musashi cr$pticamente.
Con una mano e0tendi hacia *uera el remo algo mojado !
cerr un ojo para comprobar si estaba recto. .n borde de la
pala estaba partido.
+e coloc el remo sobre una rodilla !, totalmente absorto,
empe" a tallarlo con su espada corta. %e ve" en cuando +asu,e
miraba atrs, hacia +himonose,i, pero Musashi parec$a haberse
olvidado de quienes hab$an quedado atrs. XEra sa la manera
que ten$a un samurai de encarar un combate a vida o muerteY 1
un ciudadano como +asu,e, le parec$a algo *r$o e inhumano.
Musashi termin la talla ! sacudi las virutas de su ha,ama.
VXTienes algo con que cubrirmeY Vpregunt.
VX+ientes *r$oY
V8o, pero el agua me salpica.
V%ebe de haber un chaquetn acolchado debajo del asiento.
Musashi cogi la prenda ! se la puso sobre los hombros.
Entonces sac unas hojas de papel de su ,imono ! empe" a
enrollarlas ! retorcerlas una tras otra, *ormando una tira.
Cuando hab$a unido as$ ms de veinte hojas, las uni por los
e0tremos *ormando dos cordones, los cuales tren" entonces
para hacer un tasu,i, el bra"alete usado para atar las mangas
detrs durante la lucha. +asu,e hab$a o$do decir que hacer ta#
su,i de papel era un arte secreto que se transmit$a de genera#
cin en generacin, pero Musashi llev a cabo el tren"ado de
tal manera que parec$a algo mu! sencillo. +asu,e observ con
admiracin la destre"a de sus dedos ! la elegancia con que se
desli" los tasu,i sobre los bra"os.
VXEs eso :unashimaY Vpregunt Musashi, se&alando.
V8o, es 7i,ojima. :orma parte del grupo de islas 7ahaji#
ma. :unashima est a unas mil varas al nordeste. Desulta *cil
reconocerla porque es llana ! parece un largo banco de arena.
Entre 7i,ojima e 4"a,i est el estrecho de 'ndo. 3robable#
mente habrs o$do hablar de l.
333
VEntonces ah$, al oeste, debe de estar %airinoura, en la
provincia de Bu"en.
VE0actamente.
V1hora lo recuerdo. Las ensenadas e islas de estos alrede#
dores son los parajes donde )oshitsune gan la /ltima batalla
contra los 7ei,e.
+asu,e se iba poniendo ms nervioso a cada golpe de espa#
dilla. .n sudor *r$o le perlaba la *rente, el cora"n le palpitaba.
7ablar de cosas sin relacin con el combate inminente le pro#
duc$a una sensacin mu! e0tra&a. XCmo pod$a un hombre di#
rigirse a la lucha con semejante tranquilidadY
+er$a un combate a vida o muerte, eso era indudable. XL/e#
go regresar$a l a tierra *irme llevando un pasajero o un cad#
ver cruelmente mutiladoY Era imposible saberlo. +asu,e pens
que Musashi era como una nube blanca que *lotase en el cielo.
La actitud de Musashi no se deb$a a ninguna pose, pues lo
cierto era que no pensaba absolutamente en nada. En todo
caso, estaba un tanto aburrido.
Mir por encima de la borda las agitadas aguas a"ules. 1ll$
eran pro*undas, in*initamente pro*undas, ! dotadas de lo que
parec$a ser la vida eterna. 3ero el agua no ten$a una *orma *ija,
determinada. X8o se deb$a al hecho de que el hombre pose$a
una *orma *ija ! determinada su imposibilidad de tener una
vida eternaY X8o empie"a la verdadera vida slo cuando se ha
perdido la *orma tangibleY
%esde el punto de vista de Musashi, la vida ! la muerte eran
similares a la espuma. +inti que se le pon$a la piel de gallina,
no a causa de la *rialdad del agua sino porque su cuerpo e0peri#
mentaba una premonicin. 1unque su mente se hab$a elevado
por encima de la vida ! la muerte, su cuerpo ! su mente no
estaban en armon$a. Cuando se olvidaba de cada poro de su
cuerpo, as$ como de su mente, no quedaba dentro de su ser ms
que el agua ! las nubes.
Estaban navegando ante la ensenada de Teshimachi, en 7i#
,ojima. %esde donde se hallaban no pod$an ver que hab$a unos
cuarenta samurais en la orilla, observndoles. Todos ellos eran
seguidores de ;anr!(, ! la ma!or$a estaban al servicio de la
Casa de 7oso,a2a. Qiolando las rdenes de 7oso,a2a, ha#
334
b$an navegado a :unashima dos d$as antes. En la eventualidad
de que ;anr!( *uese derrotado, estaban dispuestos a vengarse.
1quella ma&ana, cuando 8agao,a +ado, 42ama -a,ubei !
los hombres asignados para que montaran guardia llegaron a
:unashima, descubrieron a aquel grupo de samurais, les recon#
vinieron severamente ! les ordenaron retirarse a 7i,ojima.
3ero como la ma!or$a de los o*iciales simpati"aban con ellos,
no les castigaron. .na ve" hubieran abandonado :unashima,
los o*iciales no eran responsables de lo que hicieran.
VXEstis seguros de que es MusashiY Vpregunt uno de
ellos.
VTiene que serlo.
VXQa soloY
VEso parece. Lleva un manto o algo parecido sobre los
hombros.
V3robablemente lleva puesta una armadura ligera ! quie#
re ocultarla.
VQamos.
1nsiosos por entrar en combate, se amontonaron en sus
botes ! permanecieron dispuestos. Todos estaban armados con
espadas, pero en el *ondo de cada barca hab$a una lan"a.
VULlega MusashiW
El grito se o! alrededor de :unashima slo unos instantes
despus.
El rumor del oleaje, el sonido del viento entre los pinos !
los bamb/es armoni"aban suavemente. %esde primeras horas
de la ma&ana la islita hab$a tenido un aspecto solitario, pese a
la presencia de los o*iciales. .na nube blanca que se elevaba
desde la direccin de 8agato se desli" ante el sol, oscurecien#
do las hojas de los rboles ! los bamb/es. La nube pas ! apa#
reci de nuevo la luminosidad.
Era una isla mu! peque&a. En el norte se al"aba una peque#
&a colina cubierta de pinos. 1l sur el terreno era llano a una
altura de apro0imadamente la mitad de la colina, hasta que se
precipitaba en los baj$os.
7ab$an instalado un dosel entre unos rboles, a considerable
LLA
distancia de la orilla. Los o*iciales ! sus a!udantes aguardaban
silenciosa ! discretamente, pues no quer$an dar a Musashi la
impresin de que intentaban real"ar la dignidad del palad$n
local.
1hora, dos horas despus de la se&alada, empe"aron a e0#
teriori"ar su ansiedad ! su enojo. En dos ocasiones hab$an en#
viado barcas rpidas para avisar a Musashi que se apresurase.
El vig$a situado en un arreci*e corri hacia los o*iciales ! les
dijoO
VUEs lW U8o ha! ninguna dudaW
VX%e veras ha venidoY Vpregunt -a,ubei, levantndose
sin darse cuenta, lo cual constitu! una grave *alta de etiqueta.
Como testigo o*icial, se esperaba de l que mantuviera una
*r$a reserva. +in embargo, su e0citacin era mu! natural ! los
dems, que la compart$an, se levantaron tambin.
1l darse cuenta de su metedura de pata, -a,ubei se domi#
n e hi"o un gesto a los dems para que se sentaran de nuevo.
Era esencial que no demostraran en sus acciones o decisiones
su pre*erencia personal por ;anr!(. -a,ubei mir hacia la
"ona de espera de ;anr!(. Tatsunosu,e hab$a colgado de va#
rios melocotoneros silvestres una cortina con el blasn de la
genciana. 1l lado de la cortina hab$a un cubo de madera nuevo
! un ca"o con mango de bamb/. ;anr!(, impaciente tras la
larga espera, hab$a pedido agua para beber ! ahora descansaba
a la sombra de la cortina.
La posicin de 8agao,a +ado estaba ms all de la de ;an#
r!(, ! ligeramente ms alta. 4ori estaba a su lado, ! les rodea#
ban guardianes ! servidores. Cuando el vig$a lleg con la noti#
cia, el rostro del muchacho, incluso sus labios, palidecieron.
+ado estaba sentado a la manera *ormal, recto e inmvil. Ten$a
el !elmo algo inclinado a la derecha, como si mirase la manga
de su ,imono. Llam a 4ori en vo" baja.
V+$, se&or.
4ori se inclin hasta tocar el suelo antes de al"ar la vista al
!elmo de +ado. 4ncapa" de dominar su e0citacin, temblaba de
la cabe"a a los pies.
V4ori Vle dijo +ado, mirando *ijamente al muchachoV.
'bserva todo lo que ocurre, no te pierdas un solo detalle. 3ien#
LL?
sa que Musashi va a jugarse la vida para ense&arte lo que ests
a punto de ver.
4ori asinti. +u mirada, *ija en el arreci*e, era ardiente. La
blanca espuma de las rompientes le deslumhraba. El arreci*e
estaba a unas doscientas varas de distancia, por lo que le ser$a
imposible ver los peque&os movimientos ! la respiracin de los
luchadores, pero lo que +ado quer$a ense&arle no eran los as#
pectos tcnicos, sino el momento dramtico en el que un samu#
rai entabla una lucha a vida o muerte. Esto era lo que perma#
necer$a en su mente ! le in*luir$a a lo largo de su vida.
El oleaje de la hierba sub$a ! bajaba. Qerdes insectos salta#
ban de un lado a otro. .na mariposa peque&a ! delicada se
traslad de una bri"na de hierba a otra ! luego desapareci de
la vista.
VEst cerca de aqu$ Vdijo 4ori con vo" entrecortada.
La embarcacin de Musashi se apro0imaba lentamente al
arreci*e. Eran casi las die" de la ma&ana.
;anr!( se puso en pie ! baj despacio el mont$culo entre
las "onas de espera. 7i"o una reverencia a los o*iciales que es#
taban a derecha e i"quierda ! camin sin apresurarse por la
hierba hacia la orilla.
El lugar de acceso a la isla era una especie de cala donde el
oleaje menguaba hasta reducirse a meras ondulaciones. Mu#
sashi ve$a el *ondo a travs del agua clara ! a"ul.
VX%nde debo desembarcarY Vpregunt +asu,e, el cual
mov$a ahora la espadilla con mucha lentitud mientras escudri#
&aba la costa.
V+igue recto Vle dijo Musashi, al tiempo que se despojaba
del chaquetn acolchado.
La proa avan" poco a poco, pues +asu,e no se atrev$a a
remar con vigor. +lo mov$a ligeramente los bra"os, haciendo
mu! poca *uer"a. +e o$an en el aire los cantos de los ruise&ores.
V+asu,e.
V+$, se&or.
V1qu$ el agua es bastante somera. 8o es necesario que te
apro0imes ms, pues no quisiera que tu barca su*ra da&o algu#
no. 1dems, en seguida va a cambiar la marea.
+asu,e, en silencio, contempl un pino alto ! delgado que
337
se al"aba solitario. %ebajo de l, el viento jugaba con un bri#
llante manto rojo.
+asu,e empe" a se&alar hacia all$, pero se dio cuenta de
que Musashi !a hab$a visto a su adversario. +in desviar la mi#
rada de ;anr!(, Musashi se sac del obi una toalla de manos
de color roji"o, la dobl a lo largo en cuatro tramos ! se at con
ella el cabello agitado por el viento. Entonces se coloc la espa#
da corta en la parte delantera del obi. %esenvain la espada
larga, ! la deposit en el *ondo de la barca, cubrindola con
una estera de juncos. En la mano derecha bland$a la espada de
madera que hab$a hecho con el remo roto.
V)a est bien aqu$ Vle dijo a +asu,e.
%elante de ellos hab$a una e0tensin de casi doscientos
pies de agua. +asu,e dio un par de largas remadas con la espa#
dilla. La embarcacin avan" hasta embarrancar en un baj$o, la
quilla vibrando al al"arse.
En aquel momento, Musashi, con su ha,ama subido a am#
bos lados, salt al agua, con tal ligere"a que apenas produjo un
chapoteo. 1van" con rapide" hacia la orilla. +u espada de ma#
dera cortaba la espuma.
Cinco pasos. %ie" pasos. +asu,e abandon la espadilla ! le
contempl maravillado, olvidando dnde se hallaba ! qu es#
taba haciendo all$.
Mientras ;anr!( se alejaba del pino, su manto semejante a
un gallardete rojo, la pulimentada vaina de su espada destell
al sol.
1 +asu,e le record la cola de un "orro plateado. SU%epri#
saWT, pens, pero ;anr!( !a se hallaba en la orilla. +asu,e, se#
guro de que Musashi estaba sentenciado, no pudo seguir mi#
rando. +e tendi de bruces en la barca, presa de temblores,
ocultndose el rostro, como si *uese l quien, de un momento a
otro, pudiera ser partido por la mitad de un tajo. [
VUMusashiW
;anr!( se plant con resolucin en la arena, dispuesto a no
ceder una pulgada.
Musashi se detuvo ! permaneci inmvil, e0puesto al agua
! el viento. Esbo" una sonrisa.
V-ojiro Vdijo en vo" baja.
338
7ab$a una *erocidad sobrenatural en sus ojos, una *uer"a
que tiraba de un modo tan irresistible que amena"aba con
atraer ine0orablemente a -ojiro al riesgo ! la destruccin. Las
olas ba&aban su espada de madera.
Los ojos de ;anr!( parec$an despedir *uego. La sed de san#
gre ard$a en sus pupilas, como arco iris de llameante intensidad
que trataban de aterrar ! debilitar.
VUMusashiW
8o recibi respuesta.
VUMusashiW
El mar retumbaba amena"ador a lo lejos\ el oleaje romp$a !
murmuraba a los pies de ambos hombres.
V'tra ve" llegas tarde, XehY XEs sa tu estrategiaY 1 mi
modo de ver es una treta cobarde. 7an pasado dos horas desde
la hora se&alada. 7e venido aqu$ a las ocho, como promet$. Te
he estado esperando.
Musashi no le replic.
W
V)a hiciste esto en 4chijoji !, anteriormente, en el Den#
geoin. 1l parecer, tu mtodo consiste en desconcertar a tu ad#
versario hacindole esperar a propsito. Ese truco no te llevar
a ninguna parte con ;anr!(. 1hora prepara tu esp$ritu ! avan#
"a valientemente, para que las generaciones *uturas no se r$an
de ti. U1delante ! lucha, MusashiW
El e0tremo de la vaina se al" detrs de l al desenvainar su
gran espada 3alo de +ecar. Con la mano i"quierda, desprendi
la vaina del cinto ! la arroj al agua.
Musashi esper el tiempo su*iciente a que una ola rompiera
en el arreci*e ! se retirase. Entonces dijo de repente, en vo" bajaO
V7as perdido, -ojiro.
VXZuY V;anr!( se estremeci hasta el tutano.
VLa pelea ha terminado. %igo que has sido derrotado.
VX%e qu me ests hablandoY
V+i *ueras a ganar, no habr$as arrojado tu vaina. 1s$ has
lan"ado tu *uturo, tu vida.
VU3alabrasW UTonter$asW
VEs una lstima, -ojiro. XEsts preparado para caerY
XZuieres que esto termine rpidoY
VUQen..., ven aqu$, bastardoW
LLI
VU7oooW
El grito de Musashi ! el sonido del agua ascendieron al un$#
sono en un crescendo.
;anr!( entr en el agua, con la espada alta por encima de la
cabe"a, ! se en*rent directamente a Musashi. .na l$nea de blan#
ca espuma se desli" sobre la super*icie mientras Musashi corr$a
hacia la orilla, por la i"quierda de ;anr!(. Rste le persigui.
Los pies de Musashi abandonaron el agua ! tocaron la are#
na casi en el mismo instante que la espada, que todo el cuerpo
el ;anr!(, se lan"aba hacia l como un pe" volador. Cuando
Musashi not que 3alo de +ecar se le acercaba, su cuerpo es#
taba todav$a en el *inal del movimiento que le hab$a sacado del
agua, inclinado ligeramente adelante.
+ujet la espada de madera con ambas manos, e0tendida a
la derecha por detrs de l ! parcialmente oculta. +atis*echo de
su posicin, emiti un leve gru&ido, un sonido casi impercepti#
ble que el aire llev al rostro de ;anr!(. 3alo de +ecar parec$a
haber estado a punto de descargar un tajo hacia abajo, pero
oscil un poco ! se detuvo. 1 nueve pies de Musashi, ;anr!(
cambi de direccin saltando gilmente a la derecha.
Los dos hombres se miraron *ijamente. Musashi, a dos o
tres pasos del agua, ten$a el mar a su espalda. En*rente estaba
;anr!(, sujetando en alto la espada con ambas manos.
+e hallaban totalmente absortos en el combate letal, ! am#
bos estaban libres de cualquier pensamiento consciente.
El escenario del combate era un vac$o per*ecto. 3ero en los
puestos de espera ! ms all del sonido de las olas, eran innu#
merables las personas que reten$an el aliento.
3or encima de ;anr!( se cern$an las plegarias ! las espe#
ran"as de quienes cre$an en l ! quer$an que viviese\ por enci#
ma de Musashi las plegarias ! esperan"as de los otros.
%e +ado e 4ori, en la isla.
%e 'ts(, 'sugi ! ;onnosu,e, en la pla!a de +himonose,i,
%e 1,emi ! Matahachi, en la colina de -o,ura.
Todas sus plegarias se dirig$an al cielo.
1bajo, esperan"as, plegarias ! dioses no serv$an de a!uda,
como tampoco la suerte. 7ab$a slo un vac$o, impersonal !
per*ectamente imparcial.
340
XEs ese vac$o, tan di*$cil de lograr por el ser viviente, la e0#
presin per*ecta de la mente que se ha elevado por encima del
pensamiento ! las ideas trascendentesY
Los dos hombres hablaron sin pronunciar palabra. Enton#
ces lleg a cada uno, inconscientemente, la comprensin del
poder$o del otro. Los poros de sus cuerpos sobresal$an como
agujas dirigidas contra el adversario.
M/sculos, carne, u&as, pelo, incluso las cejas, todos los ele#
mentos corporales que comparten la vida estaban unidos en
una *uer"a /nica contra el enemigo, de*endiendo al organismo
viviente del que *ormaban parte. +lo la mente se *usionaba
con el universo, clara ! serena, como el re*lejo de la luna en un
estanque en medio de la violencia de un ti*n. 1lcan"ar esa
sublime inmovilidad es el logro supremo.
3areci transcurrir una eternidad, pero en realidad el inter#
valo *ue breve, el tiempo requerido para que las olas llegaran !
retrocedieran una docena de veces.
Entonces un gran grito que proced$a, ms que de la gargan#
ta, de las pro*undidades del ser, destru! aquel instante. Lo
hab$a pro*erido ;anr!(, ! le sigui de inmediato el grito de
Musashi.
Los dos gritos, como olas airadas rompiendo en una orilla
rocosa, enviaron sus esp$ritus hacia el cielo. La espada del de#
sa*iador, elevada tan alto que parec$a amena"ar al sol, vete el
aire como un arco iris.
Musashi adelant su hombro i"quierdo, movi el pie dere#
cho atrs ! vari la posicin de la parte superior de su cuerpo,
en*rentado a medias a su contrario. +u espada de madera, que
sosten$a con ambas manos, cort el aire en el mismo momento
en que la punta de 3alo de +ecar llegaba directamente debajo
de su nari".
La respiracin de los dos combatientes se hi"o ms intensa
que el sonido del oleaje. 1hora la espada de madera estaba
e0tendida al nivel de los ojos, ! 3alo de +ecar mu! por encima
de la cabe"a de su portador. ;anr!( hab$a retrocedido unos
die" pasos, donde ten$a el mar a un lado. 1unque en su primer
ataque no hab$a podido herir a Musashi, se hab$a colocado en
una posicin mucho mejor. %e haber permanecido donde es#
LM>
taba, con el sol re*lejndose desde el agua en sus ojos, pronto le
habr$a *allado la vista !, acto seguido, su esp$ritu, ! habr$a que#
dado a merced de Musashi.
Con renovada con*ian"a, ;anr!( empe" a avan"ar poco a
poco, ojo avi"or, en busca de alg/n peque&o de*ecto en la de#
*ensa de Musashi ! *ortaleciendo su propio esp$ritu para llevar
a cabo un movimiento decisivo.
Musashi hi"o lo inesperado. En ve" de proceder con lenti#
tud ! cautela, se dirigi temerariamente hacia ;anr!(, la espa#
da pro!ectada por delante de l, dispuesto a hundirla en los
ojos de ;anr!(. La desma&a de su movimiento hi"o detenerse
a ;anr!(, el cual casi perdi de vista a Musashi.
La espada de madera se al" recta en el aire. 4mpulsndose
con todas las *uer"as de sus piernas, Musashi dio un gran salto
!, doblando las piernas, redujo su estatura de seis pies a cuatro
o qui" menos.
VU)aaaaW
La espada de ;anr!( silb en el espacio por encima de l.
El golpe *all, pero la punta de 3alo de +ecar cort la peque&a
toalla enrollada que Musashi se hab$a atado alrededor de la
cabe"a, hacindola volar.
;anr!( se con*undi, tomndola por la cabe"a d su ad#
versario, ! en su rostro se esbo" brevemente una sonrisa. 1l
instante siguiente su crneo se rompi como grava bajo el gol#
pe de la espada de Musashi.
Mientras ;anr!( !ac$a donde la arena se encontraba con la
hierba, su semblante no e0presaba la conciencia de una derro#
ta. La sangre le brotaba de la boca, pero sus labios esbo"aban
una sonrisa de triun*o.
VU'h, noW
VU;anr!(W
'lvidando la rigurosa etiqueta, 42ama -a,ubei se puso en
pie de un salto, ! con l todo su squito, sus rostros distorsiona#
e] dos por la conmocin. Entonces vieron a 8agao,a +ado e 4ori,
sentados serenamente en sus bancos. 1vergon"ados, hicieron
un es*uer"o para reprimir el deseo de correr hacia su palad$n
ca$do. 4ntentaron recuperar cierto grado de compostura, pero
no pod$an ocultar su pesar ! su desolacin. 1lgunos tragaban
342
saliva, negndose a creer lo que acababan de ver, ! sus mentes
estaban en blanco.
En un instante, la isla qued tan silenciosa ! tranquila como
lo hab$a estado siempre. +lo el rumor del viento entre los pi#
nos ! la hierba agitada se burlaban de la *ragilidad ! la imper#
manencia del gnero humano.
Musashi contemplaba una peque&a nube en el cielo. Mien#
tras lo hac$a, su alma regres a su cuerpo, ! le *ue posible dis#
tinguir entre la nube ! s$ mismo, entre su cuerpo ! el universo.
+asa,i -ojir ;anr!( no regres al mundo de los vivos.
Tendido de bruces, todav$a a*erraba su espada. +u tenacidad
era a/n visible. +u rostro no mostraba el menor signo de angus#
tia. 8o revelaba ms que la satis*accin por haber librado un
buen combate, ! no lo ensombrec$a la menor se&al de arrepen#
timiento.
1l ver en el suelo la peque&a toalla que hab$a llevado enro#
llada alrededor de la cabe"a, un escalo*r$o recorri la espina
dorsal de Musashi. 3ens que jams en esta vida encontrar$a a
otro adversario como aqul. Le invadi una oleada de admi#
racin ! respeto. Estaba agradecido a -ojiro por lo que ste le
hab$a dado. En *ortale"a ! en esp$ritu de lucha hab$a estado a
ms altura que Musashi, ! sa *ue precisamente la ra"n de que
ste hubiera sido capa" de superarse a s$ mismo.
XZu era lo que hab$a permitido a Musashi derrotar a -oji#
roY XLa habilidadY XLa a!uda de los diosesY 1unque sab$a que
no era nada de eso, Musashi jams *ue capa" de e0presar ver#
balmente el motivo. %esde luego, era algo ms importante que
la *uer"a o la providencia divina.
-ojiro hab$a puesto su con*ian"a en la espada de la *uer"a !
la habilidad. Musashi hab$a con*iado en la espada del esp$ritu.
Rsa hab$a sido la /nica di*erencia entre ellos.
En silencio, Musashi camin die" pasos hasta -ojir ! se
arrodill a su lado. 1cerc la mano i"quierda a las *osas nasales
del ca$do ! observ que a/n alentaba mu! dbilmente. SCon
un tratamiento adecuado, podr$a recuperarseT, se dijo Musa#
shi, ! quer$a creerlo, quer$a creer que el ms valiente de todos
sus adversarios no perecer$a.
3ero el combate hab$a terminado. Era hora de irse.
343
V1dis Vdijo a -ojiro primero ! luego a las autoridades
sentadas en sus bancos.
Tras hacer una sola reverencia hasta tocar el suelo, corri al
arreci*e ! salt a bordo de la embarcacin. En su espada de
madera no hab$a una sola gota de sangre.
La peque&a barca se hi"o a la mar. XZuin puede decir con
qu rumboY 8o se tienen noticias de si los seguidores de ;an#
r!( que estaban en 7i,ojima intentaron vengarse.
La gente no abandona sus amores ! sus odios mientras vive.
Las oleadas de sentimiento van ! vienen con el paso del tiem#
po. %urante toda la vida de Musashi hubo quienes le tuvieron
inquina por su victoria ! criticaron su conducta en aquella oca#
sin. %ec$an que se hab$a marchado a toda prisa porque tem$a
represalias, que estaba aturdido, que incluso descuid ejecutar
el golpe de gracia.
El mundo est siempre lleno del resonar de las olas.
Los pececillos, abandonndose a las olas, bailan, cantan !
juegan, pero Xquin conoce el cora"n del mar a cien pies de la
super*icieY XZuin conoce su pro*undidadY
344
$ndice
Desumen de los vol/menes anteriores......................... N
3ersonajes ! lugares.................................................... I
3rlogo, por Ed2in '. Deischauer.............................. >>
>. El algarrobo.......................................................... >I
J. La locura de Tadaa,i............................................. JN
L. El aspecto conmovedor de las cosas....................... MM
M. %os palillos de tambor.......................................... A>
A. El a!udante del demonio....................................... AH
?. %isc$pulos *raternos............................................... NL
N. La granada............................................................ IL
H. La tierra de los sue&os.......................................... IN
I. El desa*$o.............................................................. >>J
>@.El prtico de la gloria............................................ >JL
>>.El sonido del cielo................................................. >LL
>J.El bue! desbocado................................................ >LI
>L.La semilla de c&amo............................................. >AJ
>M.Barrenderos ! vendedores...................................... >?I
>A..na *lor de peral................................................... >HL
>?.El puerto................................................................ >IA
>N.El maestro de escritura.......................................... J>>
>H.El c$rculo............................................................... JL>
>I.El a"ul de +hi,ama................................................ JLN
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J@. La misericordia de -annon................................... JAA
J>. El curso de la vida................................................ J?A
JJ. El barco nocturno................................................. JNM
JL. .n halcn ! una mujer......................................... JHL
JM. 1ntes del decimotercer d$a................................... JIJ
JA. 1l alba.................................................................. L@>
J?. El matrimonio........................................................ L>H
JN. El alma de la pro*undidad...................................... LLJ
LM?