Antología Cuentos de La Pérfida Albión-Varios Autores

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NDICE
Introduccin, Thomas Godfrey
La aventura de la Granja Abbey, Sir Arthur Conan Doyle
La maldicin de los Darnaway, G. K. Chesterton
La sombra en el cristal, Agatha Christie
El cuadrado de la reina, Dorothy L. Sayers
Muerte en el aire, Ngaio Marsh
No tiene importancia, Margery Allingham
El ladrn incauto, John Dickson Carr
Un lanzamiento muy largo, Nicholas Blake
Jeeves y la Venus robada, P. G. Wodehouse
Muerte al sol, Michael Innes
Una ventana sin cerrar, Ethel Lina White
Los rboles no dejan ver el bosque, Philip MacDonald
La muerte de Amy Robsart, Cyril Har
Fen Hall, Ruth Rendell
Una residencia muy atractiva, P. D. James
El enigma de Worcester, James Miles

INTRODUCCIN

De todos los placeres civilizados de que puede disfrutar el hombre, qu se puede comparar con un
buen misterio en una casa de campo inglesa?. Despus de un da horroroso lleno de facturas o de
paales, uno se encuentra cansado y agotado. Se retira a un cmodo asiento en un rincn apartado
con un nuevo misterio en una casa de campo. Abre el libro y, de pronto, se halla transportado a una
esplndida finca baronial tomando t con lord y lady Femcliffe, quienes nunca han pagado una
factura o cambiado un paal en su vida. La conversacin entre los cognoscenti ha derivado hacia la
temporada en Monte, cuando sir Percy se desploma hacia adelante en su silln junto a la
chimenea, cargada de ludano su taza de t Earl Grey. Un asunto desagradable. Pero no hay que
preocuparse, las autoridades locales se ocupan del caso. Se rumorea que pronto habr un arresto.
Aquella misma noche, ms tarde, en el baile de disfraces, todo se olvida temporalmente cuando uno
se desliza por la pista de baile con una lista de invitados sacada de Debrett's. En el piso de arriba,
Helena Cavendish se cita en secreto con el coronel Nigel Smythe-Balfour mientras en la biblioteca
su esposa, Felicity, hija de sir Randolph Cross (del que se rumorea que es el segundo en Hacienda),
yace muerto de un golpe mortal en la sien.
Muy complicado. Evidentemente, el hombre local encargado del caso no tiene ni idea de lo que ha
sucedido. Hemos de creer la coartada de Simn Agate de que un pinchazo retras su llegada a
Ferncliffe Hall?.
Y quin era aquella figura en sombras a la que vieron salir del cobertizo del jardinero a primera
hora de la tarde?.
Y ese asunto de que Cecily Fairchild es la campeona de pulsos en la Academia para Chicas de la
seorita Thornhill?.
Hay otro asesinato en perspectiva?. Puede averiguarlo usted todo antes que el gran detective?.
Y as se desarrolla la magia.
Los misterios en casas de campo inglesas, que surgieron de la literatura romntica a finales del siglo
diecinueve, fueron una lgica extensin de sta. A partir de las semillas de Caleb Williams de
Godwin y Bleak House de Dickens, tuvo su primer florecimiento en La piedra lunar de Collins y
produjo su mayor ramillete en los relatos de Sherlock Holmes.
Ms tarde, la tradicin de las casas de campo floreci con profusin con las narraciones estilizadas
de Agatha Christie y su generacin de novelistas de misterio de principios del siglo veinte. Despus
de la segunda guerra mundial, mientras Inglaterra se reconstrua, la realidad econmica traslad las
casas de campo inglesas al National Trust o a las salas de subastas, y a sus moradores a pisos o lejos
del campo.
Con ello, los relatos de misterio ingleses pasaron al estudio ntimo del personaje a una escala ms
modesta. La Era de la Nacionalizacin produjo una nueva variedad de escritores, modernos
estilistas como P. D. James, Ruth Rendell, Margaret Yorke y Celia Fremlin. El alcance y la
extensin de la novela clsica de misterio en casas de campo inglesas disminuyeron, desapareciendo
con los mineros, los cotillones y los chferes que las poblaban, reliquias de una Edad de Oro.
Pero el entusiasmo de los lectores por esta forma no desapareci. Los libros de Agatha Christie se
vendan en mayor cantidad. Las nuevas generaciones disfrutaban redescubriendo a Lord Peter
Wimsey y el padre Brown en la televisin e impresos de nuevo. La popularidad de Sherlock Holmes
y la seorita Marple ayudaron a mantener viva una gran fantasa inglesa, y llev su agradable
atractivo por todo el globo.
Morir?. Dudo que los lectores insaciables lo permitan. Estos pequeos paquetes de tranquilo
placer llevan ms de un siglo satisfaciendo a los lectores. Hoy en da, acompaan a muchos viajeros
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a la playa, al campo, a las montaas, a Oriente, en cruceros que dan la vuelta al mundo o slo por el
pasillo hasta el cuarto de bao. Y su atractivo para el escritor?. Ahora mismo, en algn lugar,
alguien se est preparando para cargarse al pobre sir Percy otra vez con su ordenador domstico.
Cmo definir el misterio en casas de campo inglesas?. Esta pregunta se impuso cuando empec a
reunir la coleccin que tena a mano. Lecturas exhaustivas y muchas horas de pensar revelaron los
siguientes axiomas:

1. Los autnticos misterios en casas de campo inglesas estn escritos por autores ingleses. Los
americanos, incluso los canadienses, pueden estudiar la forma e intentarlo, pero invariablemente se
traicionan como pretendientes de la tradicin.

2. Todo misterio en una casa de campo inglesa que se precie debe incluir un crimen. El asesinato,
desde luego, es el crimen por excelencia, ya que capta la atencin del lector con mayor facilidad. Le
siguen los robos de joyas y las desapariciones inexplicables, por ese orden.

3. Los crmenes mltiples constituyen una historia ms divertida, aunque hay que deplorar los
asesinatos en masa y la violencia sangrienta descritos grficamente. (Lo mismo que disparar a
juerguistas y las torturas retorcidas).

4. El veneno es el medio prescrito para eliminar a las vctimas en los relatos de misterio que se
desarrollan en casas de campo inglesas. La alternativa es un buen golpe en la cabeza. (Encuentro
que la defenestracin est asombrosamente infrautilizada y la recomiendo a los nuevos practicantes
del arte. Es limpio, seguro y momentneamente pintoresco. Puede tratarse con una sola frase, lo que
permite al autor pasar a asuntos ms importantes, como la solucin del caso).

5. La naturaleza del crimen debe ser enigmtica. La identidad del autor debe permanecer
desconocida el mayor tiempo posible. La deduccin de esta identidad debe implicar autntica
capacidad de razonamiento. Deben ser aplicables las reglas del juego limpio con el lector.
Es mucho mejor que la solucin del crimen sea ridculamente efectista, y que se base en el
conocimiento que el autor y el detective tengan de los jeroglficos egipcios o las lluvias anuales
medias en Katmand, que no que sea demasiado sencilla y el lector se lo imagine todo en la pgina
dos.

6. El crimen debe ser resuelto por un detective, ya sea profesional o aficionado. El autor del relato
puede designar a cualquiera como detective, incluso uno de los sospechosos, la vctima o el propio
autor del crimen.

7. Un misterio en una casa de campo inglesa de clase superior tiene al detective presente o en la
escena momentos despus de cometido el crimen.

8. El crimen, tanto si se queda en intento como si se lleva a cabo, debe tener lugar en la casa o en
los jardines. Si los acontecimientos llevan la investigacin a alguna otra parte, lo correcto es volver
a la casa lo antes posible.
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9. La intervencin de la polica en la investigacin no es pertinente a menos que el detective sea


oficial de polica.

10. Hay que intentar atar los cabos sueltos lo ms rpidamente posible una vez efectuada la
deduccin. Se permiten la extensin y la restriccin. (Ah, bien, inspector, saba que poda eliminar
al reverendo Falmouth inmediatamente debido al ojo de cristal, aun cuando era evidente que fue l
quien retras el reloj una hora, permitiendo sin saberlo al asesino que, claro est, tena que medir
menos de un metro y ser un tirador experto con ballesta, as como tener un profundo conocimiento
de las propiedades qumicas del antimonio... etc., etc).

11. La caracterizacin no es importante en el misterio en una casa de campo inglesa, siempre que el
lector pueda tener a todos los personajes en su mente. No es importante que lady Bracknel sea un
personaje creble. Lo importante es que se distinga fcilmente de lady Billows.

12. El rompecabezas, el desafo al lector, es supremo. No hay lgrimas para la vctima, ni angustia
para el acusado falsamente, ni insultos para el autor una vez revelado. Es vital que el lector sea
capaz de cerrar el libro y salir a sacar la basura inmediatamente, sin la carga de ninguna emocin
persistente. (Aunque uno puede seguir preguntndose cmo saba el asesino que la vctima estara
sola en el estudio aquella tarde a las ocho).

13. Puede que el escritor utilice algn tema cultural, pero las injusticias sociales jams tienen que
infiltrarse. Los reformadores y radicales en los misterios en casas de campo inglesas
invariablemente son chiflados o excntricos que aparecen para dar una nota de color. El escritor de
este tipo de relatos que dedique pginas a la situacin de los pensionistas, el fracaso de la Seguridad
Social o a discusiones de los mritos de la pena capital no ha entendido nada, y pronto se encontrar
sin lectores o sin editor.

14. El crimen debe tener lugar en una autntica casa de campo inglesa.

En cuanto a las Reglas de la Casa:

A. El escenario principal debe ser una residencia bien definida separada de la finca que la rodea.

B. Cuanto ms grande sea la casa, mejor. No se confunda con trminos como pequea o
cottage. Lo que en 1900 era descrito como un pequeo cottage quiz podra albergar a la
poblacin entera de las islas Malvinas de la actualidad.

C. La casa debe estar fuera de la ciudad, sino verdaderamente en el campo. Recuerde que lo que en
otro tiempo un autor consideraba alejado de los rigores de la vida en la ciudad ahora podra ser una
estacin de cercanas.

D. Ha de haber unos terrenos circundantes importantes. Una casa de campo inglesa digna de
consideracin incluir unos extensos jardines. Edificios anexos como una casa para invitados, un
invernadero o unos establos son caractersticas aadidas de admirar. Un laberinto ofrece una
encantadora atraccin para los cuerpos muertos.

E. Ha de haber criados presentes, al menos uno que viva en la residencia. (Tiene que haber alguien a
quien despertar para que llame a la polica y confunda las cosas despus. Oh, no, mam, perdona,
sir Charles no se retir a las diez esa noche. Le encontr borracho en la despensa a las dos de la
madrugada, cuando fui a buscar el veneno que me pediste).
Un mayordomo es el criado preferido. Una doncella aade cach a un misterio. Una cocinera a
veces es til, especialmente si sospecha algo y acaba muerta. Las secretarias, los chferes y
propietarios mal definidos siempre son bien recibidos en un misterio en una casa de campo inglesa
que se precie.
Aviso: Los criados no tienen que estar implicados directamente en los crmenes. Slo un mal
constructor intentara vender un misterio en el que el mayordomo fuera el culpable. (A menos, sin
embargo, que el mayordomo estuviera disfrazado como propietario de la casa, el polica local o la
seora Tatcher).

F. Es crucial que la casa tenga carcter. No es necesario que sea un carcter agradable. Baskerville
Hall era bastante horrible. Manderley era decididamente amenazadora.

G. Hay que alabar al autor si a la casa o a sus residentes se unen secretos, maldiciones o profecas.
Un fantasma est permitido. Una historia de antiguos crmenes en la finca es una dicha,
especialmente si no est resuelta.

H. No hay que olvidar la importancia del tiempo. El tiempo tormentoso o imprevisible es divino.
Hay que olvidarse de las casas situadas en un lugar soleado donde nunca llueve o nunca hay niebla
o neblina que lo envuelva todo. Un acantilado que descienda hasta el mar puede ser un sustituto
aceptable del mal (es decir buen) tiempo.

I. El pedigr de un misterio en una casa de campo inglesa se encuentra siempre en su demostracin


de riqueza. Las joyas y los cuadros antiguos han demostrado ser recomendables para exhibir la
riqueza porque se roban muy fcilmente. Adems, su desaparicin siempre es motivo de
inconmensurable preocupacin para los ocupantes de la casa.

J. Un misterio en una casa de campo inglesa se considerar elegante si en la casa tiene lugar una
gran reunin social durante la narracin de la historia.

K. En una casa de campo inglesa caracterstica el sistema telefnico no funciona como debera.
Dos importantes observaciones finales:

En un misterio desarrollado en una casa de campo inglesa siempre hay alguien que miente
respecto a su pasado.
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Jams ha aparecido nadie llamado Lefty en los misterios en casas de campo inglesas.

Por supuesto, hay muchas excepciones a estas reglas (excepto la ltima), as como variantes
aceptadas. Las encontraremos en las pginas que siguen.
Los relatos han sido ordenados en secuencia progresiva, ms o menos cronolgica. Empezamos con
una aparicin de Sherlock Holmes, que sigue siendo el faro por el que se gua todo lo que ocurre en
los misterios en casas de campo inglesas. Siguen algunas variantes importantes, como el misterio
como humor y stira, con el Jeeves de P. G. Wodehouse como el criado pluscuamperfecto atrapado
en el crimen; la novela de misterio terrorfica, en la que lo policiaco queda subordinado a asustar al
pobre lector.
Al final, hay unos misterios en casas inglesas de final de ciclo, donde las realidades de despus de la
guerra mencionadas antes se imponen con bastante fuerza. La casa de campo est presente, el
misterio est presente; pero los personajes son diferentes y su relacin con el escenario se ha
alterado.
Y despus, un dulce para concluir: otra vez Holmes, en una reverencia final a la tradicin.
A los lectores que inevitablemente quedarn decepcionados por mi seleccin de relatos y autores,
mis sinceras disculpas. Las posibilidades eran ilimitadas, y la limitacin de espacio, dolorosa.
En los casos de Christie y Conan Doyle, confieso haber elegido trabajos menos conocidos pero
distinguidos. Habra podido llenar el libro slo con sus historias.
Y ya es hora de comenzar. Paales y facturas a un lado, por favor. Estamos citados con la seora
Agatha y lord Peter para tomar el t. Estarn all todos: sir Pelham, la seora Ngaio, sir John, e
incluso el Poeta Laureado y Maestro del King's Musick. El seor Holmes y el doctor Watson han
prometido pasar por all. Vamos a pasarlo muy bien. All vamos... una buena tetera de Earl Grey
recin preparada para usted.
Eso es.
Pngase cmodo.
Tiene las galletas a mano?.
Todo est en orden?.
Comencemos...

SIR ARTHUR CONAN DOYLE (1859-1930)


LA AVENTURA DE LA GRANJA ABBEY
Ninguna figura de la literatura inglesa es tan reconocida universalmente como Sherlock Holmes.
Descrito a imagen y semejanza de uno de los profesores de medicina del doctor Doyle, Holmes es
un hombre de pensamiento igual que de accin, un observador agudo y preciso con una viva
imaginacin e instinto para la invencin. En resumen, es todo lo que un detective de xito debe ser.
Apareci en uno de los primeros y ms grandes misterios desarrollados en casas de campo
inglesas, ese curioso asunto del perro en la noche en Baskerville Hall. Y ahora nos invita a
reunimos con l en otra aventura.
Qu es lo que atrae de Holmes?.
Su ingenuidad?.
Su independencia?.
Sus valores, fuertemente arraigados?.
Su romntico instinto y sentido de la ocasin?.
Su escenario eduardiano, tan confortable, acogedor y civilizado?.
Su habilidad para efectuar deducciones penetrantes a partir de la simple observacin?.
Los recuerdos de la indeleble interpretacin de Basil Rathbone en la pantalla?.
La razn nos dice que es todas estas cosas y ms, pues Holmes tiene un fuerte atractivo para
muchos lectores diferentes. En conjunto, es una mezcla muy satisfactoria, adecuada para todos los
gustos.

Una fra y helada madrugada de finales del invierno del noventa y siete, me despert alguien que
tiraba de mi hombro. Era Holmes. La vela que sostena iluminaba su rostro impaciente inclinado
sobre m y una mirada me bast para saber que algo iba mal.
Vamos, Watson, vamos! dijo. Muvase. No diga nada!. Vstase y venga!.
Diez minutos ms tarde, nos hallbamos los dos en un taxi, traqueteando a travs de las silenciosas
calles camino de la estacin de Charing Cross. Empezaba el primer dbil amanecer de invierno y
apenas podamos ver la figura ocasional de algn obrero madrugador que se cruzaba con nosotros
confuso e indistinto en la bruma opalescente de Londres. Holmes se arrebuj en silencio en su
grueso abrigo, y yo hice lo mismo con gusto, pues el aire era sumamente cortante y ninguno de los
dos haba desayunado.
Hasta despus de consumir un poco de t caliente en la estacin y ocupar nuestros asientos en el
tren de Kentish no entramos en calor, lo suficiente para hablar l y escuchar yo. Holmes se sac una
nota del bolsillo y ley en voz alta:
Granja Abbey, Marsham, Kent, 3.30 madrugada. Mi querido seor Holmes:
Me complacera mucho su inmediata ayuda en lo que promete ser un caso notable. Es algo que est
en su lnea. Salvo liberar a la seora, me ocupar de que todo permanezca exactamente como lo he
encontrado, pero le ruego no pierda ni un instante, ya que es difcil dejar a sir Eustace donde est.
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Atentamente, Stanley Hopkins


Hopkins me ha llamado siete veces y en cada ocasin sus llamadas han estado enteramente
justificadas dijo Holmes. Imagino que cada uno de sus casos ha ido a parar a la coleccin de
usted, y debo admitir, Watson, que sabe seleccionar, lo cual compensa lo que deploro de sus
narraciones. Su hbito fatal de contemplarlo todo desde el punto de vista literario en lugar de un
ejercicio cientfico ha arruinado lo que habra podido ser una serie de demostraciones instructivas e
incluso clsicas. Omite el trabajo de la mayor delicadeza y finura para explayarse en detalles
sensacionales que quiz excitan, pero no pueden instruir, al lector.
Por qu no las escribe usted mismo? dije, con cierta amargura.
Lo har, mi querido Watson, lo har. De momento, como usted ya sabe, estoy muy ocupado, pero
me propongo dedicar mis aos de decadencia a la composicin de un libro de texto, que se centrar
en el arte de la percepcin. Nuestra actual investigacin al parecer es un caso de asesinato.
Cree que este tal sir Eustace est muerto?.
Eso dira yo. La letra de Hopkins revela una agitacin considerable, y l no es un hombre
emocional. Si, deduzco que ha existido violencia, y que han dejado el cuerpo para que lo
examinemos. Un simple suicidio no le habra hecho acudir a mi. En cuanto a la liberacin de la
dama, dira que la han encerrado en su habitacin durante la tragedia. Nos movemos en la alta
sociedad, Watson, papel grueso, monograma E. B., escudo de armas, lugar pintoresco. Creo que
ese amigo Hopkins estar a la altura de su fama y que tendremos una maana interesante. El crimen
se cometi antes de las doce de la noche.
Cmo lo puede saber?.
Consultando los horarios de los trenes y calculando el tiempo. Se tuvo que avisar a la polica
local, ellos tuvieron que comunicarse con Scodand Yard, Hopkins tuvo que salir y, a su vez, tuvo
que enviar a buscarme. Todo eso requiere una noche. Bien, ya hemos llegado a la estacin de
Chiselhurst, y pronto saldremos de dudas.
Un trayecto en coche de unos cuatro kilmetros por estrechos caminos rurales nos llev hasta la
verja de un parque, que nos fue abierta por un viejo portero cuyo rostro trasnochado reflejaba algn
gran desastre. La avenida discurra a travs de un noble jardn, entre hileras de viejos olmos, y
terminaba en una casa baja y amplia, con pilares en la fachada segn la moda de Palladio. La parte
central era a todas luces muy antigua y estaba cubierta de hiedra, pero las grandes ventanas
demostraban que se haban efectuado cambios modernos, y una ala de la casa pareca enteramente
nueva. La figura juvenil y alerta y el rostro ansioso del inspector Stanley Hopkins nos recibi en el
umbral de la puerta, que se encontraba abierta.
Me alegro mucho de que haya venido, seor Holmes. Y usted tambin, doctor Watson. Pero, en
realidad, si pudiera volver atrs no les habra molestado, pues cuando la seora ha recobrado el
conocimiento, nos ha ofrecido un relato tan claro de lo que ha sucedido, que no nos queda mucho
por hacer. Recuerda usted aquella banda de ladrones de Lewisham? Los tres Randall?.
Exactamente: el padre y dos hijos. Es obra suya. No me cabe duda. Realizaron un trabajo en
Sydenham hace quince das; les vieron y les describieron. Qu sangre fra, dar otro golpe tan pronto
y tan cerca, pero son ellos, sin duda alguna. Esta vez es asunto de horca.
Entonces, sir Eustace est muerto?.
Si, le han golpeado en la cabeza con su propio atizador.
Sir Eustace Brackenstall, me ha dicho el chofer.
Exactamente. Uno de los hombres ms ricos de Kent. Lady Brackenstall est en el saloncito de
las maanas. Pobre seora, ha sufrido una experiencia terrible. Pareca medio muerta cuando he
entrado aqu. Creo que ser mejor que la vea usted y oiga su relato de los hechos. Despus
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examinaremos juntos el comedor.


Lady Brackenstall no era una persona ordinaria. Pocas veces he visto a una figura tan airosa, una
figura tan femenina, un rostro tan hermoso. Tena el cabello rubio y los ojos azules, y sin duda
habra tenido el cutis que acompaa a semejantes rasgos de no haber sido porque su reciente
experiencia la haba dejado ojerosa y desmejorada. Su sufrimiento era mental y fsico, pues sobre
un ojo se vea una horrible hinchazn amoratada que su doncella, una mujer alta y austera, baaba
sin parar con vinagre y agua. La dama estaba recostada en un sof, exhausta, pero su mirada rpida
y observadora, cuando entramos en la estancia, y la expresin alerta de sus bellas facciones,
demostraban que ni su razn ni su valor se haban visto sacudidos por la terrible experiencia sufrida.
Vesta una bata ancha azul y plateada, pero a su lado, sobre el sof, se encontraba un vestido de
noche negro cubierto de lentejuelas.
Ya le he contado todo lo que ha ocurrido, seor Hopkins dijo en tono cansado. No podra
repetirlo usted por m?. Bien, si lo considera necesario, contar a estos caballeros lo que ha
sucedido. Han estado ya en el comedor?.
Me ha parecido mejor que oigan antes su historia, seora.
Me alegrar cuando todo est arreglado. Es horrible para mi pensar que l an yace all.
Se estremeci y ocult el rostro entre las manos. Al hacerlo, las anchas mangas resbalaron hacia
atrs y dejaron sus antebrazos al descubierto. Holmes lanz una exclamacin.
Tiene usted otras heridas, seora!. Qu es esto?.
Dos manchas rojas se destacaban en uno de los plidos brazos. Ella se apresur a cubrirlo.
No es nada. No tiene nada que ver con el espantoso suceso de esta noche. Si usted y su amigo se
sientan, les contar todo lo que pueda.
Soy la esposa de sir Eustace Brackenstall. Hace aproximadamente un ao que me cas. Supongo
que no servir de nada que intente ocultar que nuestro matrimonio no ha sido feliz. Me temo que
nuestros vecinos se lo diran, aunque yo intentara negarlo. Tal vez la culpa sea en parte ma. Fui
criada en el ambiente ms libre, menos convencional, del sur de Australia, y esta vida inglesa, con
sus convenciones sociales y su gazmoera, no es compatible conmigo. Pero la razn principal
radica en el hecho, notorio para todo el mundo, de que sir Eustace era un borracho declarado. Estar
con un hombre as durante una hora es desagradable. Pueden imaginar lo que significa para una
mujer sensible y alegre estar atada a l da y noche?. Es un sacrilegio, un crimen, una villana
sostener que semejante matrimonio es vlido. Yo digo que estas monstruosas leyes de ustedes
acarrearn una maldicin sobre la tierra... Dios no permitir que semejante maldad perdure.
Por un instante, se incorpor, las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes bajo aquella terrible seal
que tena sobre la ceja. Entonces la mano fuerte y tranquilizadora de la austera doncella le hizo
reposar la cabeza sobre el cojn, y la ira desapareci para dar paso a unos apasionados sollozos. Por
fin, prosigui:
Les contar lo que ocurri anoche. Tal vez se hayan dado cuenta de que en esta casa todos los
criados duermen en el ala moderna. Este bloque central lo forma nuestra vivienda, con la cocina
detrs y nuestro dormitorio encima. Mi doncella, Theresa, duerme encima de mi habitacin. No hay
nadie ms, y ningn ruido podra alarmar a los que se encuentran en el ala ms alejada. Los
ladrones deban de conocer este hecho o de lo contrario no habran actuado como lo hicieron.
Sir Eustace se retir hacia las diez y media. Los criados ya se haban ido a sus habitaciones. Slo
quedaba levantada mi doncella, y permaneci en su habitacin, en la parte ms alta de la casa, hasta
que necesit sus servicios. Estuve sentada en esta habitacin hasta las once, absorta en un libro.
Luego, antes de ir arriba, comprob aqu abajo que todo estaba en orden. Era costumbre ma hacer
esto, ya que, como les he dicho, no siempre se poda confiar en sir Eustace. Entr en la cocina, en la
despensa, la sala de armas, la sala de billar, el saln y, finalmente, el comedor. Cuando me acerqu a
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la ventana, la cual est cubierta con cortinas gruesas, sent de repente que el viento me daba en la
cara y me di cuenta de que estaba abierta. Apart la cortina y me encontr cara a cara con un
hombre mayor, de anchos hombros, que acababa de entrar en la habitacin. Esta ventana en realidad
es una puerta vidriera que da al jardn. Yo sostena la vela encendida en la mano y, con su luz, vi a
otros dos hombres detrs del primero, que entraban en aquel momento. Retroced, pero al instante el
hombre se abalanz sobre m. Primero me cogi por la mueca y despus la garganta. Abr la boca
para gritar, pero me asest un salvaje puetazo en el ojo y me tir al suelo. Deb de quedar
inconsciente unos minutos, y cuando recobr el conocimiento, vi que haban partido el cordn de la
campanilla y me haban atado a la silla de roble que se encuentra en la cabecera de la mesa del
comedor. Me haban atado tan fuerte que no poda moverme, y un pauelo que me tapaba la boca
me impeda emitir un solo sonido. En ese instante, mi infortunado esposo entr en la habitacin.
Evidentemente, haba odo ruidos sospechosos y vino preparado para una escena como la que
encontr. Llevaba camisa de dormir y pantalones y su porra de endrino favorita en la mano. Se
abalanz sobre los ladrones, pero uno de ellos, el hombre mayor, se agach, cogi el atizador de la
chimenea y le asest un terrible golpe. l cay al suelo con un gruido y no volvi a moverse. Yo
me desmay otra vez pero supongo que tambin slo durante unos minutos. Cuando abr los ojos,
descubr que haban cogido la plata del aparador y que haban sacado una botella de vino. Los tres
tenan un vaso en la mano. Ya les he dicho, me parece, que uno era mayor y llevaba barba, y los
otros eran unos jvenes lampios. Bien pudieran ser padre e hijos. Se hablaban en susurros. Luego
se acercaron a m y comprobaron que estaba bien atada. Finalmente se marcharon, cerrando la
vidriera tras ellos. Tard como un cuarto de hora en liberarme la boca. Cuando lo hice, mis gritos
hicieron acudir a la doncella en mi ayuda. Los otros criados pronto fueron alertados tambin, y
enviamos a buscar a la polica local, que al instante se comunic con Londres. Esto es lo que puedo
contarles, caballeros, y confo en que no ser necesario que tenga que repetir esta dolorosa historia.
Alguna pregunta, seor Holmes? pregunt Hopkins.
No forzar ms la paciencia y el tiempo de lady Brackenstall dijo Holmes. Antes de ir al
comedor, me gustara or su experiencia se dirigi a la doncella.
Vi a esos hombres antes de que entraran en la casa dijo ella. Estaba sentada junto a la
ventana de mi dormitorio y a la luz de la luna vi a tres hombres cerca de la caseta del guarda, pero
en aquel momento no le di importancia. Ms de una hora despus o gritar a mi seora; baj
corriendo y la encontr, pobrecita, como ella dice, y a l en el suelo, en un charco de sangre. Era
suficiente para estar fuera de si, estar atada de aquella manera, con el vestido manchado de la sangre
de l, pero ella nunca ha carecido de valor, la seorita Mary Fraser de Adelaida, y Lady
Brackenstall de Abbey Grange no ha cambiado. Ahora, caballeros, ya le han hecho suficientes
preguntas y se ir a su habitacin, con su vieja Theresa, para descansar como su cuerpo necesita.
Con maternal ternura, la flaca mujer rode con su brazo a su seora y se la llev de la habitacin.
Ha estado con ella toda su vida dijo Hopkins. La cuid cuando era un beb, y vino con ella a
Inglaterra cuando se marcharon de Australia, hace dieciocho meses. Se llama Theresa Wright, y es
la clase de doncella que hoy en da ya no se encuentra. Por aqu, seor Holmes, por favor!.
La expresin de vivo inters haba desaparecido del rostro de Holmes, y yo saba que, con el
misterio, se haba desvanecido todo el encanto del caso. Quedaba an un arresto por efectuar, pero
quines eran aquellos bribones comunes para que l se manchara las manos con ellos?. Un
especialista impenetrable e instruido que descubre que le han llamado para un caso de sarampin
experimentara parte del disgusto que se reflejaba en los ojos de mi amigo. Con todo, la escena del
comedor de la granja Abbey era suficientemente extraa para llamarle la atencin y recuperar su
inters.
Era una estancia muy amplia y alta, con el techo de roble tallado, artesonado de roble y una buena
coleccin de cabezas de venado y armas antiguas en las paredes. En el lado opuesto de la puerta se
encontraba la vidriera de la que nos haban hablado. Tres ventanas ms pequeas a mano derecha
inundaban el apartamento de fro sol invernal. A la izquierda haba un chimenea grande y profunda,
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con una repisa de roble tambin grande y salida. Al lado de la chimenea haba una silla de roble con
brazos y travesanos en la parte inferior. Una cuerda de color carmes pasaba por los huecos que
quedaban en la madera y estaba atada a ambos lados del travesano de abajo. Al liberar a la dama,
haban quitado la cuerda deslizndola, pero los nudos con los que haba sido asegurada an estaban
all. Estos detalles slo llamaron nuestra atencin despus, ya que nuestros pensamientos estaban
por entero dedicados al terrible objeto que yaca sobre la alfombra de piel de tigre delante del fuego.
Era el cuerpo de un hombre alto y fuerte, de unos cuarenta aos de edad. Yaca de espaldas, con la
cara vuelta hacia arriba, asomando su blanda dentadura entre la barba negra y corta. Tena las dos
manos enlazadas por encima de la cabeza, y entre ellas haba un pesado palo de endrino. Sus
oscuros rasgos aguileos y atractivos estaban contrados en un acceso de odio vengador, que haba
dejado su rostro muerto con una expresin terriblemente diablica. Era evidente que se encontraba
en la cama cuando son la alarma, pues llevaba una elegante camisa de dormir bordada y sus pies
descalzos sobresalan de los pantalones. Su cabeza estaba horriblemente malherida, y toda la
habitacin daba fe de la salvaje ferocidad del golpe que le haba abatido. A su lado se hallaba el
pesado atizador, doblado a causa del golpe. Holmes examin ambas cosas, el objeto y el
indescriptible dao que haba producido.
Debe de ser un hombre fuerte, este Randall, mayor observ.
Si dijo Hopkins. Tengo algunos datos suyos, y es un tipo duro.
No le costar cogerle.
Ni lo ms mnimo. Hemos estado vigilndoles, y tenamos la idea de que se haban marchado a
Amrica. Ahora que sabemos que la banda se encuentra aqu, no veo cmo podrn escapar. Ya
hemos dado aviso a todos los puertos, y se ofrecer una recompensa antes de esta noche. Lo que me
sorprende es cmo han podido hacer una cosa tan salvaje, sabiendo que la seora podra describirles
y que no dejaramos de reconocer la descripcin.
Exactamente. Parece que lo lgico era que silenciaran tambin a lady Brackenstall.
Quiz no se dieron cuenta suger de que haba recobrado el conocimiento.
Es bastante probable. Si pareca estar sin sentido, no le iban a quitar la vida. Y qu me dice de
este pobre tipo, Hopkins?. He odo algunas historias curiosas referentes a l.
Era un buen hombre cuando estaba sobrio, pero un perfecto demonio cuando iba bebido, o ms
bien cuando estaba medio bebido, pues raras veces llegaba hasta el final. En esas ocasiones pareca
que el diablo se apoderaba de l, y era capaz de cualquier cosa. Por lo que he odo, a pesar de toda
su riqueza y su ttulo, estuvo a punto de caer en nuestras manos una o dos veces. Se produjo un gran
escndalo porque empap a un perro con petrleo y le prendi fuego (el perro de la seora, para
empeorar las cosas) y cost un poco silenciar el asunto. Despus arroj una jarra a la doncella,
Theresa Wright; eso acarre problemas. En conjunto, y entre nosotros, sin l esta casa estar ms
alegre. Qu est usted mirando ahora?.
Holmes estaba de rodillas, examinando con gran atencin los nudos con los que haban atado a la
seora. Luego, examin con atencin el extremo roto y deshilachado por donde el ladrn haba
tirado del cordn.
Cuando tir de esto, la campanilla de la cocina debi de sonar fuerte observ.
Nadie poda orla. La cocina est al fondo de la casa.
Cmo saba el ladrn que nadie la oira?. Cmo se atrevi a tirar de un cordn de campanilla
de esa manera tan irreflexiva?.
Exactamente, seor Holmes, exactamente. Es la pregunta que me he estado formulando una y
otra vez. No cabe duda de que este tipo tena que conocer la casa y sus costumbres. Tena que saber
que todos los criados estaran en la cama a una hora relativamente temprana, y que nadie podra or
11

sonar la campana en la cocina. Por lo tanto, deba de estar confabulado con alguno de los criados.
Eso es evidente. Pero hay ocho criados, y todos ellos buenas personas.
En igualdad de condiciones dijo Holmes, se sospechara de aquel al que el amo lanz una
jarra a la cabeza. Y sin embargo eso implicara traicin a la seora a la que esta mujer parece
consagrada. Bien, bien, este punto es secundario, y cuando tengan a Randall, no ser difcil
descubrir a su cmplice. La historia de la seora sin duda parece corroborarse, si es que necesitaba
corroboracin, con todos los detalles que tenemos delante de nosotros. Se acerc a la puerta
vidriera y la abri. Aqu no hay huellas, pero el suelo es duro y no cabe esperar que las hubiera.
Veo que estas velas de la repisa de la chimenea han sido encendidas.
Si, con su luz, y con la de la vela del dormitorio de la seora, los ladrones vean por dnde
andaban.
Y qu se llevaron?.
Bueno, no se llevaron mucho: slo media docena de objetos de la vajilla de plata del aparador.
Lady Brackenstall cree que se quedaron tan trastornados por la muerte de sir Eustace, que no
registraron la casa, como habran hecho si no.
Eso es cierto, sin duda, y sin embargo bebieron un poco de vino, creo.
Para calmar sus nervios.
Exactamente. Estos tres vasos no se han tocado, verdad?.
No, y la botella est tal como la dejaron.
Echmosle un vistazo. Vaya, vaya!. Qu es esto?.
Los tres vasos estaban agrupados juntos, todos ellos manchados de vino y uno de ellos con algunos
sedimentos. La botella se hallaba junto a ellos, llena en sus dos terceras partes, y a su lado se
encontraba un tapn largo e impregnado. Su aspecto y el polvo de la botella demostraban que los
ladrones haban disfrutado de un vino nada comn.
La actitud de Holmes haba experimentado un cambio. Haba perdido su expresin indiferente y
volv a ver un destello de inters en sus ojos penetrantes y hundidos. Levant el corcho y lo
examin minuciosamente.
Cmo lo sacaron? pregunt.
Hopkins seal un cajn medio abierto que contena ropa de mesa y un gran sacacorchos.
Lady Brackenstall ha dicho que se utiliz ese sacacorchos?.
No, recuerde que se encontraba sin sentido cuando abrieron la botella.
Si. En realidad, no se utiliz ese sacacorchos. Esta botella fue abierta con un sacacorchos que
probablemente formaba parte de una navaja, y de no ms de tres o cuatro centmetros de largo. Si
examina la parte superior del corcho, observar que el tornillo fue metido tres veces antes de extraer
el corcho. No lleg a traspasarlo. Ese sacacorchos largo lo habra atravesado y sacado de un solo
tirn. Cuando atrapen a ese tipo, ver usted que tiene uno de esos cuchillos mltiples.
Excelente! exclam Hopkins.
Pero estos vasos me confunden, lo confieso. Lady Brackenstall vio realmente que los tres
hombres beban, no?.
Si; eso lo ha dicho con seguridad.
Entonces eso es todo. Qu ms se puede decir?. Y sin embargo, debe usted admitirlo, estos tres
vasos llaman la atencin, Hopkins. Qu?. No ve nada extrao en ellos?. Bueno, dejmoslo correr.
12

Quiz, cuando un hombre posee un conocimiento especial y poderes especiales como yo, eso le
incita a buscar una explicacin compleja cuando existe otra ms sencilla. Por supuesto, lo de los
vasos debe de ser pura casualidad. Bien, buenos das, Hopkins. Me parece que no puedo serle de
ninguna utilidad, y al parecer tiene el caso muy claro. Hgame saber cundo es arrestado Randall y
cualquier progreso que se produzca. Confo en que pronto tendr que felicitarle por concluir
felizmente el caso. Vamos, Watson, me parece que podemos ocupamos de cosas ms tiles en casa.
Durante nuestro viaje de regreso, me di cuenta por la expresin de Holmes de que algo que haba
observado le tena confundido. De vez en cuando, haciendo un esfuerzo, alejaba de si esta
impresin, y hablaba como si el asunto fuera claro, pero luego le asaltaban las dudas de nuevo y su
ceo fruncido y ojos abstrados demostraban que sus pensamientos haban vuelto otra vez al gran
comedor de la Granja Abbey, donde se haba desarrollado esta tragedia de medianoche. Por fin,
siguiendo un impulso repentino, cuando nuestro tren sala despacio de una estacin, salt al andn y
me arrastr tras de si.
Disclpeme, mi querido amigo dijo, mientras observbamos desaparecer tras una curva los
vagones traseros de nuestro tren. Lamento convertirle en vctima de lo que puede parecer un
simple antojo, pero por mi vida, Watson, no puedo dejar ese caso en el estado en que se encuentra.
Todos los instintos que poseo protestan contra ello. Est mal, todo est mal; juro que est mal. Y sin
embargo, la historia de la seora era completa, la corroboracin de la doncella suficiente, los
detalles exactos. Qu puedo sostener contra eso?. Tres vasos de vino, eso es todo. Pero sino
hubiera dado las cosas por supuestas, si lo hubiera examinado todo con el cuidado que habra
demostrado si hubiramos abordado el caso de novo y no hubiera tenido en la cabeza esa historia ya
hecha, no habra encontrado algo ms definido para seguir adelante?. Claro que si. Sintese en este
banco, Watson, hasta que llegue el tren de Chiselhurst, y permtame que le presente los hechos,
implorndole en primer lugar que aparte de su mente la idea de que cualquier cosa que la doncella o
su ama han dicho ha de ser necesariamente cierta. No debemos permitir que la encantadora
personalidad de esa dama deforme nuestro juicio.
Seguro que hay detalles en su historia que, si la mirramos a sangre fra, levantaran nuestras
sospechas. Esos ladrones obtuvieron un cuantioso botn en Sydenham hace quince das. Los
peridicos publicaron un informe sobre ellos y una descripcin de su aspecto, y cualquiera que
deseara inventar una historia en la que intervinieran ladrones la recordara naturalmente. En
realidad, los ladrones que han dado un buen golpe estn muy contentos, en general, disfrutando en
paz del botn sin embarcarse en otra empresa peligrosa. Tambin es inusual en los ladrones operar a
una hora tan temprana; es inusual tambin que los ladrones ataquen a una mujer para impedir que
grite, ya que parece el modo seguro de hacerla gritar; es inusual que cometan asesinato cuando
estn en nmero suficiente para dominar a un hombre; es inusual que se contenten con un botn
limitado cuando hay tantas cosas a su alcance, y, finalmente, dira yo, es muy inusual que tales
hombres dejen una botella medio vaca. Qu le parecen a usted, Watson, todos estos hechos
inusuales?.
Su efecto acumulativo es, sin duda, considerable, y sin embargo cada uno de ellos es posible en si
mismo. Lo ms inusual de todo, me parece a mi, es que la seora estuviera atada a la silla.
Bueno, eso no lo tengo tan claro, Watson, porque es evidente que tenan que elegir entre matarla
o atarla de manera que no pudiera dar aviso inmediato de su huida. Pero de todos modos, he dicho,
verdad que si?, que existe cierto elemento de improbabilidad en la historia de la seora. Y ahora,
por aadidura, est el incidente de los vasos de vino.
Qu pasa con los vasos de vino?.
Puede verlos mentalmente?.
Los veo con toda claridad.
Nos han dicho que tres hombres bebieron en ellos. Le parece probable eso?.
13

Por qu no?. Haba vino en los tres.


Exactamente, pero haba poso slo en uno. Habr usted observado ese hecho. Qu le sugiere
eso?.
El ltimo vaso que se haya llenado es el que con ms probabilidad contendr poso.
En absoluto. La botella estaba llena de sedimento, y es inconcebible que los dos primeros vasos
estuvieran limpios y el tercero cargado de posos. Existen dos explicaciones posibles, y slo dos.
Una es que despus de llenar el segundo vaso se agitara violentamente la botella, y as el tercer vaso
recibi los posos. No parece probable. No, no, estoy seguro de que tengo razn.
Qu supone, entonces?.
Que slo se utilizaron dos vasos, y que los posos de ambos fueron echados a un tercer vaso, para
dar la falsa impresin de que haban estado all tres personas. De ese modo, todos los posos se
encontraran en el ltimo vaso, no?. Si, estoy convencido de que es as. Pero si he dado con la
explicacin verdadera de este pequeo fenmeno, entonces el caso pasa de lo comn a lo
extremadamente notable pues ello slo puede significar que lady Brackenstall y su doncella nos han
mentido deliberadamente, que no hay que creer ni una palabra de su historia, que tienen alguna
razn muy poderosa para encubrir al autntico criminal, y que debemos construir el caso nosotros
mismos sin ayuda de ellas. sta es la misin que ahora tenemos ante nosotros, y aqu est, Watson,
el tren de Sydenham.
Los moradores de la granja Abbey se sorprendieron mucho ante nuestro regreso, pero Sherlock
Holmes, al ver que Stanley Hopkins se haba marchado para presentarse ante sus superiores, se
instal en el comedor, cerr la puerta por dentro y se entreg, durante dos horas, a una de esas
minuciosas y laboriosas inspecciones que forman la slida base sobre la que se alzan sus brillantes
edificios de la deduccin. Sentado en un rincn como un alumno interesado que observa la
demostracin de su profesor, yo segua cada paso de aquella notable investigacin. La ventana, las
cortinas, la alfombra, la silla, el cordn; cada cosa era examinada minuciosamente y debidamente
ponderada. Haban retirado el cuerpo del infortunado baronet, y todo lo dems estaba tal como lo
habamos visto por la maana. Finalmente, para mi asombro, Holmes se subi a la gran repisa de la
chimenea. Muy por encima de su cabeza colgaban los pocos centmetros de cordn rojo que an
estaba unido al alambre. Durante largo rato estuvo mirando hacia ese cordn, y luego, en un intento
por acercarse, apoy una rodilla en una mnsula de madera que haba en la pared. As, su mano
quedaba a pocos centmetros del extremo roto del cordn, pero esto no pareci llamarle tanto la
atencin como la propia mnsula. Finalmente, baj de un salto con una exclamacin satisfecha.
Est bien, Watson dijo. Ya lo tenemos; uno de los casos ms notables de nuestra coleccin.
Pero, Dios mo, qu lento he sido, y qu cerca he estado de cometer el mayor disparate de mi vida.
Creo que, con unos cuantos eslabones que faltan, mi cadena est casi completa.
Ya tiene a los hombres?.
Al hombre, Watson, al hombre. Slo uno, pero una persona formidable. Fuerte como un len;
fjese en el golpe que ha doblado el atizador!. Un metro ochenta y ocho de estatura, activo como
una ardilla, hbil con los dedos y notablemente perspicaz, pues esta ingeniosa historia es obra suya.
Si, Watson, hemos dado con el trabajo de un individuo sobresaliente. Y, sin embargo, con ese
cordn de la campana, nos ha dado una pista que no deja lugar a dudas.
Dnde est la pista?.
Bueno, si tuviera que tirar de un cordn de campanilla, Watson, por dnde esperara que se
rompiera?. Seguramente por el lugar en que est unido al alambre. Por qu se rompera a siete
centmetros de la parte superior, como es el caso de sta?.
Porque estaba deshilachado en ese punto?.
14

Exactamente. Este extremo, que podemos examinar, est deshilachado. El hombre fue lo bastante
astuto para hacer eso con su cuchillo. Pero el otro extremo no est deshilachado. Desde aqu no
puede verlo, pero si estuviera sobre la repisa de la chimenea vera que est cortado sin ninguna
seal de deshilachado. Puede usted reconstruir lo que ocurri. El hombre necesitaba el cordn. No
iba a tirar de l, por miedo a dar la alarma al sonar la campanilla. Qu hizo?. Se subi a la repisa
de la chimenea y, como no llegaba, apoy la rodilla en la mnsula (se ve la huella en el polvo) y
sac su cuchillo para cortar el cordn. A mi me faltaban al menos siete centmetros para llegar a ese
punto, de lo que deduzco que el hombre es al menos siete centmetros ms alto que yo. Mire esa
marca en el asiento de la silla de roble!. Qu es?.
Sangre.
Indudablemente es sangre. Esto solo ya invalida la historia de la seora. Si ella estaba sentada en
la silla cuando se cometi el crimen, de dnde sale esa mancha?. No, no, ella fue colocada en la
silla despus de la muerte de su esposo. Apuesto a que el vestido negro muestra una mancha que
corresponde a sta. Todava no hemos encontrado nuestro Waterloo, Watson, pero ste es nuestro
Marengo, pues comienza en derrota y termina en victoria. Ahora me gustara tener unas palabras
con la doncella, Theresa. Por el momento debemos ser cautos, si queremos conseguir la
informacin que precisamos.
Era una persona interesante, esta seria australiana; taciturna, recelosa, descorts, cost cierto tiempo
que la actitud agradable de Holmes y su franca aceptacin de todo lo que ella deca la ablandara y le
hiciera mostrarse ms amable. La mujer no trat de ocultar su odio por su ex amo.
Si, seor, es cierto que me arroj la jarra. Le o llamar un nombre a mi ama, y le dije que no se
atrevera a hablar as si el hermano de ella estuviera aqu. Fue entonces cuando me la arroj. Habra
podido lanzarme una docena si las hubiera tenido, pero dej en paz a mi pobrecita. l siempre la
estaba amenazando, y ella era demasiado orgullosa para quejarse. Ni siquiera a mi me contar todo
lo que le ha hecho. Nunca me habl de esas seales en el brazo que ha visto usted esta maana, pero
s muy bien que son consecuencia de clavarle una aguja de sombrero. Ese diablo desalmado... Que
Dios me perdone por hablar as de l, ahora que est muerto. Pero era un demonio, si alguno ha
pisado jams la tierra. Al principio de conocerle, hace slo dieciocho meses, era todo miel, y a las
dos nos parece que han sido dieciocho aos. Ella acababa de llegar a Londres. Si, era su primer
viaje, nunca haba salido de casa hasta entonces. l se la gan con su ttulo y su dinero y sus falsos
modales londinenses. Si cometi un error, ya ha pagado por ello como nadie. En qu mes le
conocimos?. Bien, le dir que fue poco despus de nuestra llegada. Llegamos en junio, y fue en
julio. Se casaron en enero del ao pasado. Si, ahora est otra vez en el saln de las maanas, y no
me cabe duda de que les recibir, pero no deben hacerle muchas preguntas, pues ya ha soportado
todo lo que una persona puede soportar.
Lady Brackenstall se hallaba recostada en el mismo sof, pero pareca ms animada que antes. La
doncella entr con nosotros, y se puso de nuevo a baar la herida de la ceja de su ama.
Espero dijo la dama que no haya vuelto para interrogarme de nuevo.
No respondi Holmes, con la ms amable de sus voces. No le causar ningn problema
innecesario, lady Brackenstall, y mi mayor deseo es hacerle las cosas ms fciles a usted, pues estoy
convencido de que es una mujer que ha sufrido muchas pruebas. Si me trata como amigo y confa
en mi, encontrar justificada su confianza.
Qu quiere que haga?.
Decirme la verdad.
Seor Holmes!.
No, no, lady Brackenstall... no sirve de nada. Puede que haya usted odo hablar de la fama que
poseo. Lo apuesto todo a que su historia es una absoluta invencin.
15

Ama y doncella miraban fijamente a Holmes con el rostro plido y expresin asustada.
Es usted un tipo descarado! exclam Theresa. Insina usted que mi seora ha mentido?.
Holmes se levant de la silla.
No tiene nada que decirme?.
Se lo he dicho todo.
Piense un poco ms, lady Brackenstall. No sera mejor ser sincera?.
Por un instante, la duda asom a su bello rostro. Luego, algn pensamiento ms fuerte hizo que se
quedara inexpresiva como una mscara.
Le he contado todo lo que s.
Holmes cogi su sombrero y se encogi de hombros.
Lo siento dijo, y sin decir una palabra ms salimos de la habitacin y de la casa.
En el jardn haba un estanque, y mi amigo me condujo hasta all. El estanque estaba helado, pero
haban dejado un agujero para un solitario cisne. Holmes lo contempl, y luego fue hasta la verja.
All escribi rpidamente una corta nota para Stanley Hopkins, y se la dej al portero.
Puede que acierte o puede que falle, pero es seguro que haremos algo por el amigo Hopkins, slo
para justificar su segunda visita dijo. Todava no voy a revelarle lo que pienso. Creo que
nuestro prximo escenario de operaciones ha de ser la oficina de la compaa naviera de la lnea
Adelaida-Southampton, que se encuentra al final del Pall Mall, si recuerdo bien. Hay una segunda
lnea de vapores que conectan el sur de Australia con Inglaterra, pero primero iremos a la ms
grande.
Gracias a la tarjeta de Holmes enviada al director nos atendieron inmediatamente, y no tard mucho
en adquirir toda la informacin que necesitaba. En junio del noventa y cinco, slo un barco de su
lnea haba llegado a un puerto ingls. Era el Pen de Gibraltar, su barco ms grande y mejor.
Mirando la lista de pasajeros se vio que la seorita Fraser, de Adelaida, con su doncella, haba
viajado en l. El barco ahora se encontraba al sur del Canal de Suez, camino de Australia. Sus
oficiales eran los mismos que en el ao noventa y cinco, con una excepcin. El primer oficial, el
seor Jack Crocker, haba sido ascendido a capitn e iba a hacerse cargo de su nuevo barco, el Roca
baja, que iba a salir al cabo de dos das de Southampton. Viva en Sydenham, pero era probable que
aquella maana acudiera all para recibir instrucciones, si queramos esperarle.
No, el seor Holmes no deseaba verle, pero le gustara conocer ms cosas de su historial y carcter.
Su historial era magnfico. No haba en la flota oficial que le igualara. En cuanto a su carcter, poda
confiarse en l para el trabajo, pero era un tipo fiero, dispuesto a todo fuera de la cubierta de su
barco; exaltado y excitable, pero leal, honesto y bondadoso. sa era en esencia la informacin con
la que Holmes abandon la oficina de la compaa Adelaida-Southampton. De all fuimos a
Scotland Yard, pero, en lugar de entrar, permaneci sentado en el coche con el ceo fruncido,
absorto en profunda meditacin. Finalmente, fuimos a la oficina de telgrafos de Charing Cross,
envi un mensaje y despus, por fin, nos encaminamos de nuevo a Baker Street.
No, no poda hacerlo, Watson dijo, cuando volvimos a entrar en nuestra habitacin. Una vez
emitido el mandamiento judicial, nada en la tierra le habra salvado. Un par de veces en mi carrera
he sentido que he hecho ms dao con mi descubrimiento del criminal que el que l haba causado
con su crimen. Ahora he aprendido a ser cauto, y prefiero hacer trampas a la ley de Inglaterra que a
mi propia conciencia. Esperemos a saber algunas cosas ms antes de actuar.
Antes del atardecer, recibimos la visita del inspector Stanley Hopkins. Las cosas no le iban muy
bien.
16

Creo que es usted un genio, seor Holmes. Realmente a veces pienso que tiene usted poderes que
no son humanos. Cmo demonios poda saber que la plata robada se encontraba en el fondo de
aquel estanque?.
No lo saba.
Pero me dijo que lo examinara.
Entonces, la ha encontrado?.
Si, la he encontrado.
Me satisface haberle ayudado.
Pero si no me ha ayudado. Ha hecho que el caso sea mucho ms complicado. Qu clase de
ladrones son, que roban plata y despus la arrojan al estanque ms cercano?.
Sin duda fue un comportamiento muy raro. Yo slo part de la idea de que si la plata haba sido
robada por personas que no la queran, que slo la cogieron para despistar, entonces, como es
natural estaran ansiosos por deshacerse de ella.
Pero por qu semejante idea iba a cruzrsele por la cabeza?.
Bueno, pens que era posible. Cuando salieron por la puerta vidriera, vieron el estanque con un
tentador agujero en el hielo justo frente a sus narices. Poda existir un escondrijo mejor?.
Ah, un escondrijo... eso est mejor! exclam Stanley Hopkins. Si, si. Ahora lo entiendo. Era
temprano, haba gente en las calles, tenan miedo de ser vistos con la plata, as que la sumergieron
en el estanque, con intencin de volver por ella cuando no hubiera moros en la costa. Excelente,
seor Holmes...esa idea es mejor que la del pretexto.
As es, tiene usted una teora admirable. No me cabe duda de que mis ideas eran descabelladas,
pero debe usted admitir que han acabado descubriendo la plata.
Si, seor... si. Todo ha sido obra suya. Pero he sufrido un contratiempo.
Un contratiempo?.
Si, seor Holmes. La banda de los Randall ha sido arrestada en Nueva York esta maana.
Dios mo, Hopkins!. Sin duda esto va en contra de su teora de que anoche cometieron un
asesinato en Kent.
Es fatal, seor Holmes... absolutamente fatal. An as, hay otras bandas aparte de los Randall, o
puede que se trate de alguna banda nueva de la que la polica no tiene noticia.
Es posible, perfectamente posible. Vaya, se marcha?.
Si, seor Holmes. No habr descanso para m hasta que haya llegado al fondo de este asunto.
Supongo que no tiene ninguna pista para darme.
Le he dado una.
-Cul?.
Bueno, he sugerido que poda tratarse de algo para despistar.
Pero por qu, seor Holmes, por qu?.
Ah!. sa es la cuestin, desde luego. Pero yo le recomiendo esa idea. Posiblemente podra
descubrir que hay algo en ella. No quiere quedarse a cenar?. Bien, adis, y hganos saber sus
progresos.
17

Habamos terminado de cenar y la mesa estaba despejada, cuando Holmes volvi a hacer mencin
del asunto. Haba encendido su pipa y acercado los pies, calzados con zapatillas, al clido
resplandor del fuego. De pronto, consult su reloj.
Espero acontecimientos, Watson.
Cundo?.
Ahora, dentro de unos minutos. Me atrevera a decir que cree usted que he actuado mal con
Stanley Hopkins.
Confo en su juicio.
Una respuesta muy sensata, Watson. Debe mirarlo de esta manera: lo que se no es oficial, lo que
l sabe, si. Tengo derecho a la opinin particular, pero l no. El debe revelarlo todo, o se le
considera un traidor. En un caso dudoso, no le colocara yo en una situacin tan dolorosa, y por
tanto me reservo la informacin que tengo hasta que yo mismo lo vea claro.
Y cundo ser eso?.
Ha llegado la hora. Estar usted presente en la escena final de un notable pequeo drama.
Se oy un ruido en la escalera, y se abri nuestra puerta para dar paso a un ejemplar de hombre
como ninguno que haba cruzado aquel umbral. Era un hombre joven muy alto, con bigote rubio,
ojos azules, la piel quemada por soles tropicales y un paso ligero, lo que demostraba que aquel
cuerpo enorme era activo al igual que fuerte. Cerr la puerta tras de si, y permaneci de pie con las
manos cruzadas y la respiracin fuerte, ahogando alguna emocin abrumadora.
Sintese, capitn Crocker. Recibi mi telegrama?.
Nuestro visitante se sent en un silln y nos mir a uno y a otro con ojos interrogadores.
Recib su telegrama, y he venido enseguida, como me indicaba. He sabido que ha estado usted en
la oficina. No haba manera de huir de usted. Oigamos lo peor. Qu va a hacer conmigo?.
Arrestarme?. Hable!. No puede permanecer ah sentado jugando conmigo como un gato con un
ratn.
Dele un cigarro dijo Holmes. Muerda ah, capitn Crocker, y no permita que los nervios le
dominen. No estara aqu sentado fumando con usted si creyera que era un delincuente comn,
puede estar seguro de ello. Sea franco conmigo y es posible que lleguemos a algo bueno.
Engeme, y le aplastar.
Qu desea que haga?.
Que me haga un relato autntico de lo que sucedi en la granja Abbey anoche; un relato
autntico, sin aadir ni quitar nada. Se ya tanto, que si se aparta un poco de la verdad utilizar este
silbato de polica en la ventana y el asunto se me escapar de las manos para siempre.
El marinero pens durante un rato. Luego, se dio un golpe en la pierna con la mano, grande y
tostada por el sol.
Me arriesgar dijo. Creo que es usted un hombre de palabra, y un hombre honorable, y le
contar toda la historia. Pero primero dir una cosa. En lo que a mi se refiere, no lamento nada ni
temo nada, y lo hara todo de nuevo y estara orgulloso del trabajo. Maldita bestia, si tuviera tantas
vidas como un gato, me las debera todas a m!. Pero es esa dama, Mary, Mary Fraser; nunca la
llamar por aquel maldito nombre. Cuando pienso que puedo causarle problemas, yo, que dara mi
vida slo para provocar una sonrisa en su rostro muerto, eso es lo que ablanda mi alma. Y sin
embargo... sin embargo, qu menos poda hacer yo?. Les contar mi historia, caballeros, y despus
les preguntar, de hombre a hombre, qu menos poda hacer?.
Tengo que retroceder un poco. Al parecer ustedes lo saben todo, as que espero que sepan que la
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conoc cuando era pasajera y yo primer oficial del Pen de Gibraltar. Desde el primer da que la
vi, fue la nica mujer para m. Con cada da que transcurra ms la amaba, y ms de una vez desde
entonces me he arrodillado en la oscuridad de la noche y he besado la cubierta de ese barco porque
saba que sus pies la haban pisado. Nunca estuvo comprometida conmigo. Me trataba como jams
una mujer ha tratado a un hombre. No tengo ninguna queja. Por mi parte todo era amor, y por la
suya todo era buena camaradera y amistad. Cuando nos separamos, ella era una mujer libre, pero
yo no poda volver a ser jams un hombre libre.
Cuando regres del siguiente viaje, me enter de que se haba casado. Bueno, por qu no iba a
casarse con quien ella quisiera?. Ttulo y dinero...quin podra disfrutarlo mejor que ella?. Haba
nacido para todo lo que es hermoso y delicado. No me entristeci su matrimonio. No era tan
egosta. Simplemente me alegr de que la buena suerte se hubiera cruzado en su camino, y que ella
no se hubiera entregado a un marinero sin un centavo. As es como amaba yo a Mary Fraser.
Bien, nunca pens que volvera a verla, pero en el ltimo viaje fui ascendido, y el nuevo barco an
no estaba botado, asique tuve que esperar un par de meses con mi gente en Sydenham. Un da, en
un sendero rural, me encontr con Theresa Wright, su doncella. Ella me lo cont todo, lo de su ama,
lo de l, todo. Les digo, caballeros, que casi enloquec. Que ese canalla borracho osara levantarle la
mano a ella, cuyas botas l no mereca ni lamer!. Volv a encontrarme con Theresa. Luego, me reun
con la propia Mary...y volv a reunirme con ella. Despus, no quiso volver a verme. Pero el otro da,
recib aviso de que tena que iniciar mi viaje al cabo de una semana, y decid verla antes de partir.
Theresa sigui siendo amiga ma, pues amaba a Mary y odiaba a ese villano casi tanto como yo. De
ella aprend las costumbres de la casa. Mary sola quedarse leyendo en su pequea habitacin del
piso de abajo. Anoche fui hasta all con sigilo y ara la ventana. Al principio no quera abrirme,
pero ahora se que me ama y no poda dejarme fuera, en la helada noche. Me indic en un susurro
que fuera a la puerta vidriera de delante, y la encontr abierta para que pudiera entrar en el comedor.
Nuevamente o de sus propios labios cosas que me hicieron hervir la sangre, y volv a maldecir a
este bruto que maltrataba a la mujer a quien yo amaba. Pues bien, caballeros, me encontraba de pie
con ella junto a la puerta, con toda inocencia, Dios es testigo de ello, cuando l irrumpi como un
loco en la habitacin, la insult llamndola lo peor que un hombre puede utilizar contra una mujer,
y la golpe con el bastn que tena en la mano. Yo salt a coger el atizador, y fue una pelea bastante
igualada. Vean aqu, en mi brazo, la seal de su primer golpe. Entonces me toc a mi y le part el
crneo como si fuera una calabaza podrida. Creen que lo lament?. No!. Era su vida o la ma, pero
mucho ms que eso, era su vida o la de ella, o sea que cmo poda dejarla en poder de este loco?.
As le mat. Me equivoqu?. Bien, entonces, qu habran hecho ustedes, caballeros, si hubieran
estado en mi lugar?.
Ella haba gritado al golpearla l, y eso hizo bajar a la vieja Theresa de la habitacin de arriba. En
el aparador haba una botella de vino, y la abr y le di a beber un poco a Mary, pues estaba medio
muerta a causa de la impresin. Luego yo mismo tom un trago. Theresa se mostraba fra como el
hielo, y el plan fue tanto suyo como mo. Tena que parecer que lo haban hecho unos ladrones.
Theresa no paraba de repetir nuestra historia a su ama, mientras yo me suba para cortar el cordn
de la campanilla. Despus la at a ella en la silla, y deshilach el extremo del cordn para que
pareciera natural, de otro modo se preguntaran cmo era que el ladrn se haba encaramado para
cortarlo. Luego, recog unos objetos de plata, para poner en obra la idea del robo, y all las dej, con
rdenes de dar la alarma un cuarto de hora despus de haberme marchado yo. Arroj la plata en el
estanque y me encamin a Sydenham, sintiendo que por una vez en la vida haba realizado un buen
trabajo en una noche. Y sa es la verdad y toda la verdad, seor Holmes, aunque me cueste la vida.
Holmes fum un rato en silencio. Luego, cruz la habitacin y estrech la mano de nuestro
visitante.
Esto es lo que pienso dijo. S que cada palabra es cierta, pues no ha dicho nada que yo no
supiera. Nadie ms que un acrbata o un marino habra podido cortar el cordn de la campanilla
desde la mnsula, y nadie ms que un marino habra podido hacer los nudos con los que el cordn
fue atado a la silla. Slo en una ocasin haba estado esa dama en contacto con marinos, y fue
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durante su viaje, y se trataba de alguien de su propia clase de vida, pues intentaba por todos los
medios protegerle, demostrando as que le amaba. Ya ve qu fcil me result atraparle una vez que
me encontr en la pista correcta.
Crea que la polica jams habra descubierto nuestro engao.
Y no lo ha hecho, ni lo har, creo yo. Ahora, escuche bien, capitn Crocker, se trata de un asunto
muy serio aunque estoy dispuesto a admitir que actu usted ante la provocacin ms extrema a la
que cualquier hombre podra ser sometido. No estoy seguro de que en defensa de su propia vida su
accin no se considere legtima. Sin embargo, eso es asunto que ha de decidir un jurado britnico.
Entretanto, siento tanta simpata por usted que, si decide desaparecer en el transcurso de las
prximas veinticuatro horas, le prometo que nadie se lo impedir.
Y entonces todo saldr a la luz?.
Sin duda alguna.
El marino enrojeci de ira.
Qu clase de proposicin es sa?. Conozco lo suficiente las leyes para saber que Mary sera
arrestada como cmplice. Cree que la dejara sola mientras yo desapareca?. No, seor, que me
hagan lo peor a mi, pero por el amor de Dios, seor Holmes, encuentre alguna manera de mantener
a mi pobre Mary lejos de los tribunales.
Holmes estrech por segunda vez la mano del marino.
Slo le estaba probando, y tambin esta vez se le ve sincero. Bien, es una gran responsabilidad la
que asumo, pero le he dado a Hopkins una pista excelente, y si no sabe utilizarla yo no puedo hacer
nada ms. Ver, capitn Crocker, lo haremos con la debida forma de la ley. Usted es el prisionero.
Watson, usted es un jurado britnico, y jams he conocido a un hombre ms eminentemente idneo
para representarlo. Yo soy el juez. Ahora, caballeros del jurado, han odo los hechos. Encuentran al
prisionero culpable o inocente?.
Inocente, seor dije.
Vox populi, vox Dei. Est usted absuelto, capitn Crocker. Y mientras la ley no encuentre ninguna
otra vctima, est usted a salvo de mi. Vuelva a esta dama dentro de un ao, y ojal su futuro y el de
usted justifiquen la sentencia que he pronunciado esta noche.

20

G. K. CHESTERTON (1874-1936)

LA MALDICIN DE LOS DARNAWAY


La contrapartida exacta del impersonal y clnico Freeman fue el humanista y observador social
Gilbert Keith Chesterton. Mientras Thorndyke se concentra en el mtodo cientfico, el padre Brown
triunfa a travs del conocimiento de la naturaleza humana y su debilidad. Aunque las entusiastas
explicaciones del padre Brown referentes a la naturaleza humana pueden hacerse pesadas, su buen
corazn contribuye a crear un detective ms afectuoso y ms memorable.
Mientras Freeman apunta hacia un estilo ms limpio, ms moderno de la novela de misterio
contemporneo, Chesterton, especialmente en este relato sacado de La incredulidad del padre
Brown, con sus maldiciones, viejos cuadros, herederos y personaje femenino al estilo de Brontt,
rememora los modelos victorianos.
Chesterton fue una figura destacada de su tiempo, primer presidente del London's Detection Club,
fundado en 1932, que marc las pautas del Arte de las Obras de Misterio Elegantes.

Dos pintores paisajistas se hallaban contemplando el paisaje, que era una marina, y los dos estaban
curiosamente impresionados por sta, aunque sus impresiones no eran exactamente las mismas.
Para uno de ellos, que era un artista prometedor de Londres, era nuevo y extrao. Para el otro,
artista local, pero algo ms que una celebridad local, era ms conocido; pero tal vez ms extrao
an por lo que saba de l.
En trminos de tono y forma, como estos hombres lo vean, era una extensin de arena en contraste
con una puesta de sol, el paisaje entero en franjas de color sombro, verde oscuro y bronce y marrn
y un gris que no era simplemente apagado sino que, en aquel crepsculo, era ms misterioso que el
oro. Lo nico que rompa estas lneas regulares era un largo edificio que sobresala de los campos y
se adentraba en la arena del mar, con lo que su borde de malas hierbas y juncos casi pareca juntarse
con las algas. Pero su caracterstica ms singular era que su parte superior tena el contorno mellado
de una ruina, horadado por tantas ventanas anchas y grandes aberturas, que pareca un simple
esqueleto oscuro en contraste con la luz que mora; por el contrario, la parte inferior del edificio
apenas tena ventanas, y la mayora de ellas estaban tapadas con ladrillos, y sus contornos apenas
podan delinearse a la luz del crepsculo. Pero al menos una ventana segua siendo una ventana; y
lo que pareca ms extrao de todo es que estaba iluminada.
Quin demonios puede vivir en esa vieja cscara? pregunt el londinense, que era un hombre
corpulento y de aspecto bohemio, joven pero con una abundante barba pelirroja que le haca parecer
mayor; Chelsea le conoca familiarmente como Harry Payne.
Fantasmas, se dira respondi su amigo Martin Wood. Bueno, la gente que vive all
realmente son como fantasmas.
Quiz era un poco paradjico que el artista de Londres pareciera casi buclico, con su asombro y su
alegre frescura, mientras que el artista local pareca una persona ms prudente y experimentada y le
miraba con regocijo maduro y amigable; en realidad, el ltimo era una figura ms tranquila y ms
convencional, vesta ropa oscura y tena un rostro cuadrado e impasible bien afeitado.
No es ms que un signo de los tiempos, por supuesto prosigui o del paso de los viejos
tiempos y las viejas familias con ellos. Los ltimos de los grandes Darnaway viven en esa casa; y
no muchos de los nuevos pobres son ms pobres que ellos. Ni siquiera pueden permitirse hacer
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habitable su propio piso superior y tienen que vivir en las habitaciones inferiores de una ruina,
como los murcilagos y las lechuzas. Sin embargo, poseen retratos familiares que se remontan a las
Guerras de las Rosas y a los primeros retratos pintados en Inglaterra, y algunos de ellos son muy
buenos; lo se porque me pidieron consejo profesional para catalogarlos. Especialmente uno de ellos,
uno de los primeros, es tan bueno que produce escalofros.
Todo el lugar produce escalofros, dira yo, por lo que veo dijo Payne.
Si dijo su amigo, a decir verdad, as es.
El silencio que sigui fue perturbado por un dbil susurro entre los juncos junto al foso; y,
comprensiblemente, tuvieron un ligero sobresalto cuando una figura oscura apareci en la orilla,
avanzando rpidamente y casi como un pjaro asustado. Pero no era ms que un hombre que
caminaba deprisa con una bolsa negra en la mano; un hombre con una cara larga y cetrina y unos
ojos penetrantes que miraron al extrao de Londres con recelo.
Es el doctor Barnet dijo Wood con cierto alivio. Buenas tardes, doctor. Va usted a la casa?.
Espero que no est nadie enfermo.
Todo el mundo est siempre enfermo en un lugar como se gru el doctor, slo que a veces
estn demasiado enfermos para saberlo. El aire mismo de ese lugar es todo pestilencia. No envidio
al joven de Australia.
Y quin puede ser pregunt Payne bruscamente y con aire ms bien ausente el joven de
Australia?.
Ah! exclam el doctor. Su amigo no le ha hablado de l?. En realidad, creo que llega hoy.
Es una historia de amor al viejo estilo del melodrama; el heredero regresa de las colonias a su
castillo en ruinas, todo completo, incluso un viejo trato familiar por el que ha de casarse con la
dama que vigila en la torre cubierta de hiedra. Es algo muy viejo, no?; pero realmente a veces
sucede. Incluso tiene un poco de dinero, lo cual es lo nico brillante que jams ha habido en ese
asunto.
Qu piensa la propia seorita Darnaway, en su torre cubierta de hiedra, del asunto? pregunt
con sequedad Martin Wood.
Qu piensa de todo lo dems ahora replic el doctor. No piensan, en esta vieja guarida llena
de maleza y de supersticiones; slo suean y se dejan arrastrar. No creo que ella considere el trato
de la familia y al esposo de las colonias como parte de la maldicin de los Darnaway. En realidad,
creo que si resultase ser un negro jorobado, con un solo ojo y mana homicida, ella slo pensara
que aada un toque final perfecto a ese escenario crepuscular.
No est usted dando a mi amigo de Londres una visin muy alegre de mis amigos del campo
dijo Wood, riendo. Tena intencin de llevarle all de visita; ningn artista debera perderse esos
retratos de los Darnaway si tiene ocasin de verlos. Pero quiz ser mejor que lo aplace, si estn en
plena invasin australiana.
Oh, no, entre a verlos, por el amor de Dios dijo el doctor Barnet calurosamente. Cualquier
cosa que anime sus infortunadas vidas har ms fcil mi tarea. Se necesitarn muchsimos primos
de las colonias para animar las cosas, dira yo; y cuantos ms, mejor. Vamos, entren conmigo.
Cuando se acercaban a la casa, sta se vea aislada como una isla en un foso de agua salobre que
cruzaron mediante un puente. Al otro lado se extenda un terrapln o suelo de piedra bastante
amplio con grandes grietas, en las que haban brotado pequeas matas de hierba. Esta plataforma de
roca pareca grande y desnuda en la gris luz crepuscular; y Payne no habra podido creer que
semejante rincn pudiera contener tanta desolacin. Esta plataforma slo sobresala hacia un lado,
como un umbral gigante, y detrs estaba la puerta; una arcada de estilo Tudor muy baja que
permaneca abierta pero oscura, como una cueva.
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Cuando el activo mdico les hizo entrar sin ceremonia alguna, Payne experiment otra fuerte
impresin. Poda esperar tener que subir a una torre muy ruinosa a travs de una estrecha escalera
de caracol; pero en este caso, los primeros peldaos para entrar en la casa en realidad descendan.
Bajaron varios peldaos cortos y rotos y penetraron en una espaciosa estancia en penumbra que, de
no haber sido por los cuadros oscuros y los polvorientos estantes con libros, podran haber sido las
tradicionales mazmorras bajo el foso del castillo. De vez en cuando una vela colocada en un viejo
candelabro iluminaba algn detalle accidental de una elegancia muerta, lleno de polvo; pero el
visitante no quedaba tan impresionado, o deprimido, por esta luz artificial como por el plido
resplandor de luz natural. Al entrar en la gran estancia vea la nica ventana de aquella pared, una
curiosa ventana baja y oval a la moda de finales del siglo diecisiete. Pero lo extrao en ello era que
no daba directamente a un espacio de cielo sino slo a un reflejo del cielo; una plida franja de luz
diurna se reflejaba en el foso, bajo la sombra colgante de la orilla. Payne record a la seora de
Shalott, que jams vea el mundo exterior ms que a travs de un espejo. Esta dama de Shalott no
slo vea, en cierto sentido, el mundo a travs de un espejo, sino que vea el mundo del revs.
Es como si la casa de los Darnaway se estuviera cayendo literalmente as como metafricamente
dijo Wood en voz baja, como si estuviera hundindose poco a poco en un pantano o en arenas
movedizas; hasta que el mar la cubra como un techo verde.
Incluso el robusto doctor Barnet se sobresalt un poco al acercarse en silencio la figura que fue a
recibirles. En realidad, la habitacin estaba tan silenciosa que todos se sobresaltaron al darse cuenta
de que no se encontraba vaca. Haba tres personas en ella cuando entraron, tres figuras confusas e
inmviles en la penumbrosa habitacin; las tres vestan de negro y parecan oscuras sombras.
Cuando la figura se acerc un poco a la luz griscea de la ventana, mostr un rostro casi tan gris
como su cabello. Se trataba del viejo Vine, el mayordomo, abandonado haca tiempo in loco
parentis desde la muerte de aquel excntrico padre, el ltimo lord Darnaway. Habra sido un viejo
atractivo si no hubiera tenido ningn diente. Pero tena uno, que asomaba de vez en cuando y le
daba un aspecto bastante siniestro. Recibi al mdico y a los amigos de ste con cortesa, y les
acompa hasta donde estaban sentadas las otras dos figuras vestidas de negro. Una de ellas le
pareci a Payne que proporcionaba otro apropiado toque de lbrega antigedad al castillo por el
simple hecho de ser un sacerdote catlico, que pareca salido de un agujero en los viejos tiempos.
Payne poda imaginarle murmurando plegarias o rezando rosarios o efectuando un buen nmero de
cosas indistintas y melanclicas en aquel lugar melanclico. En aquellos momentos, poda
suponerse que haba estado ofreciendo consuelo religioso a la dama; pero era difcil suponer que el
consuelo era muy consolador, o que haba sido muy animado. Por lo dems, el sacerdote,
personalmente, era insignificante y sus facciones eran comentes y bastante inexpresivas; pero la
dama era otra cosa. Su rostro distaba mucho de ser corriente o insignificante; se destacaba de la
oscuridad de su vestido, cabello y fondo con una palidez casi sobrecogedora, pero era de una
belleza casi tremendamente viva. Payne lo mir tanto rato como se atrevi; e iba a mirarlo muchas
veces antes de morir.
Wood se limit a intercambiar con sus amigos frases amables y educadas que le conduciran a su
propsito de volver a examinar los retratos. Se disculp por visitarles el da en que haba odo que
llegaba un miembro de la familia, pero pronto se convenci de que la familia se alegraba de tener
visitas que les distrajeran o rompieran la postracin. No vacil, por tanto, en conducir a Payne a
travs de la sala de recepcin central hasta la biblioteca, donde colgaba el retrato, pues se trataba de
uno que l era especialmente dado a mostrar, no slo como cuadro sino casi como rompecabezas. El
sacerdote fue con ellos; pareca saber algo de cuadros antiguos, as como de viejas plegarias.
Estoy bastante orgulloso de haber localizado esto dijo Wood. Creo que es un Holbein. Sino
lo es, es de alguien que vivi en la poca de Holbein y que era tan grande como Holbein.
Era un retrato a la manera dura pero sincera y viva del perodo, que representaba a un hombre
vestido de negro con adornos de oro y pieles, el rostro grande y redondo, ms bien plido, pero con
ojos atentos.
Qu lstima que el arte no pudiera detenerse para siempre en esa fase de transicin exclam
23

Wood y no evolucionar ms!. No ven que es tan realista que parece real?. No ven que el rostro
comunica ms porque se destaca de un marco bastante ms rgido de cosas menos esenciales?. Y los
ojos son an ms reales que la cara. Caramba, creo que los ojos son demasiado reales para ese
rostro!. Es como si esos astutos globos oculares sobresalieran de una gran mscara plida.
Esa rigidez se extiende un poco a la figura, creo dijo Payne. Cuando termin el
medievalismo no dominaban la anatoma, al menos en el norte. Esa pierna izquierda me parece mal
dibujada.
No estoy tan seguro replic Wood con voz suave. Esos tipos que pintaban cuando el
realismo empezaba a decaer y antes de que decayera del todo a menudo eran ms realistas de lo que
creemos. Convierten detalles reales de los retratos en cosas que se creen meramente
convencionales. Podra decirse que las cejas o las cuencas de los ojos de este hombre estn un poco
desproporcionadas; pero apuesto a que si le conociramos veramos que una de sus cejas realmente
sobresala ms que la otra. Y no me sorprendera que fuera cojo o algo, y que esa pierna negra fuera
para indicar que era torcida.
Qu viejo demonio parece! exclam Payne de repente. Espero que su reverencia excuse mi
lenguaje.
Creo en el demonio, gracias dijo el sacerdote con cara inescrutable. Curiosamente, exista
una leyenda que deca que el diablo era cojo.
Bueno protest Payne, no querr usted decir que este hombre era el diablo; pero quin
diablos era este hombre?.
Era lord Darnaway en tiempos de Enrique VII y Enrique VIII respondi su compaero. Pero
tambin existen curiosas leyendas acerca de l; una de ellas se refiere a esa inscripcin que rodea el
marco, y que est desarrollada en unas notas dejadas por alguien en un libro que encontr aqu.
Ambas son bastante curiosas.
Payne se inclin hacia adelante, estirando el cuello para seguir la arcaica inscripcin del marco. Sin
tener en cuenta la escritura y ortografa antiguas, pareca una especie de verso que ms o menos
deca:
Al sptimo heredero regresar,
A la sptima hora partir,
Nadie a esa hora mi mano detendr,
Y ay de aquella que retenga mi corazn.
Suena horripilante dijo Payne, pero en parte puede ser porque no entiendo una palabra.
Lo es bastante aunque lo entiendas dijo Wood en voz baja. El apunte realizado en fecha
posterior, el que est en el viejo libro que encontr, cuenta que esta belleza se mat deliberadamente
de tal manera que su esposa fue ejecutada por su asesinato. Otra nota conmemora una tragedia
posterior, siete generaciones ms tarde, bajo el mandato de los Jorge, en el que otro Darnaway se
suicid, tras dejar previsoramente veneno en el vino de su esposa. Se dice que ambos suicidios
tuvieron lugar a las siete de la tarde. Supongo que la deduccin lgica es que realmente regresa cada
sptimo heredero y hace las cosas agradables, como sugiere el verso, para cualquier dama lo
bastante insensata para casarse con l.
En ese caso dijo Payne, sera un poco incmodo para el prximo sptimo caballero.
La voz de Wood era an ms baja cuando dijo:
El nuevo heredero ser el sptimo.
Hany Payne irgui su gran cuerpo como un hombre que deja una carga en el suelo.
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De qu locura estamos hablando todos? exclam. Somos hombres cultos en una poca
ilustrada, supongo. Antes de penetrar en este maldito ambiente hmedo y malsano jams habra
credo que hablara de semejantes cosas, excepto para rerme de ellas.
Tienes razn dijo Wood. Si vivieras suficiente tiempo en este palacio subterrneo,
empezaras a sentir de manera diferente respecto a las cosas. Yo he empezado a sentir de un modo
curioso respecto a ese cuadro, despus de haberlo manipulado y colgado. A veces me parece que esa
cara pintada est ms viva que las caras muertas de las personas que viven aqu; que es una especie
de talismn o imn: que gobierna a los elementos y provoca los destinos de hombres y cosas.
Supongo que t lo llamaras fantstico.
Qu es ese ruido? pregunt Payne de pronto.
Todos aguzaron el odo, y pareca no haber ningn ruido excepto el montono estampido del
distante mar; entonces empezaron a tener la sensacin de que algo se mezclaba con l; algo como
una voz que llamaba a travs del sonido de las olas, amortiguado por stas al principio, pero
aproximndose cada vez ms. Luego estuvieron seguros: alguien estaba gritando fuera, en la
oscuridad.
Payne se volvi hacia la ventana baja que se encontraba detrs de l y se inclin para mirar hacia
afuera. Era la ventana desde la que nada poda verse ms que el foso con su reflejo de la orilla y el
cielo. Pero esa visin invertida no era la misma que haba visto antes. De la sombra colgante de la
orilla del agua pendan dos sombras oscuras reflejadas desde los pies y piernas de una figura que se
encontraba de pie arriba, en la orilla. A travs de esa abertura limitada no vean ms que las dos
piernas negras sobre el reflejo de un plido y lvido crepsculo. Pero de alguna manera, el hecho de
que la cabeza fuera invisible, como si estuviera en las nubes, otorg algo temible al sonido que
sigui: la voz de un hombre que gritaba algo que ellos no podan or o comprender. Payne, en
especial, atisbo por la pequea ventana con el semblante alterado, y habl con voz alterada.
Qu manera tan extraa de estar de pie!.
No, no dijo Wood, en una especie de susurro tranquilizador. Las cosas a menudo tienen ese
aspecto al ser reflejadas. Es la fluctuacin del agua lo que produce esa impresin.
Qu impresin? pregunt escueto el sacerdote.
Que su pierna izquierda est torcida dijo Wood.
Payne haba pensado que la ventana oval era como una especie de espejo mstico; y le pareca que
haba en l otras imgenes inescrutables del destino. Al lado de la figura haba algo ms que no
comprenda; tres piernas ms delgadas que resaltaban oscuras sobre la luz, como si alguna araa o
ave de tres patas estuviera sobre el extrao. Entonces se le antoj un trpode como el de los orculos
paganos; y al instante siguiente aquello haba desaparecido y las piernas de la figura humana
tambin desaparecieron de la vista.
Se gir y vio el plido rostro del viejo Vine, el mayordomo, con la boca abierta, ansioso por hablar,
mostrando su nico diente.
Ha llegado dijo. El barco ha llegado de Australia esta maana.
Al salir de la biblioteca y volver al saln central, oyeron los pasos del recin llegado que resonaban
en los escalones de la entrada, arrastrando detrs de ellos diversos artculos de equipaje ligero.
Cuando Payne vio uno de ellos, se ri con alivio. Su trpode no era ms que las patas telescpicas
de una cmara porttil, fcil de montar y desmontar; y el hombre que la acarreaba pareca poseer
cualidades igualmente slidas y normales. Vesta ropa oscura, pero informal; la camisa era de
franela gris, y sus botas reverberaban inflexiblemente en aquellas silenciosas cmaras; mientras
avanzaba para saludar a su nuevo crculo, su paso sugera apenas una cojera. Pero Payne y sus
compaeros le miraban el rostro, y no podan apartar los ojos de l.
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l percibi, evidentemente, que haba algo curioso e incmodo en su recibimiento; pero ellos
habran podido jurar que l mismo no saba la causa de ello. La dama que en cierto modo se supona
ya prometida a l era, sin lugar a dudas, lo bastante bella para atraerle; pero era evidente que
tambin le asustaba. El viejo mayordomo le rindi una especie de homenaje feudal, aunque le
trataba como si fuera el fantasma de la familia. El sacerdote le miraba con semblante indescifrable,
y quiz por ello an ms desconcertante. Una nueva clase de irona, ms como la irona griega,
cruz la mente de Payne. Haba imaginado al extrao como el diablo, pero pareca peor el hecho de
que era un destino inconsciente. Pareca marchar hacia el crimen con la monstruosa inocencia de
Edipo. Se haba acercado a la mansin familiar con un nimo tan ciegamente ilusionado como para
plantar su cmara y fotografiar su primera visin de ella; e incluso la cmara haba tomado la
apariencia del trpode de una pitonisa trgica.
Payne se sorprendi, al despedirse poco despus, por algo que demostraba que el australiano ya era
menos inconsciente de lo que le rodeaba. Dijo con voz baja:
No se vaya...o vuelva pronto. Usted se parece a un ser humano. Este lugar casi me asusta.
Cuando Payne emergi de aquellas cmaras subterrneas y sali al aire nocturno y el olor del mar,
sinti como si hubiera salido de ese submundo de los sueos en el que los sucesos se amontonan
uno encima del otro de una manera inquietante e irreal al mismo tiempo. La llegada del pariente
desconocido haba sido de algn modo insatisfactoria y se dira poco convincente. El duplicado del
mismo rostro en el viejo retrato y el recin llegado le perturb como un monstruo de dos cabezas. Y
sin embargo no era una pesadilla; tampoco era aquel rostro, tal vez, lo que vea ms vivamente.
Ha dicho usted pregunt al doctor mientras caminaban juntos a travs de la arena junto al mar
oscurecido, ha dicho usted que ese joven estaba prometido con la seorita Darnaway por un pacto
familiar o algo as?. Parece una novela.
Pero es una novela histrica respondi el doctor Barnet. Los Darnaway se fueron todos a
dormir hace unos cuantos siglos, cuando se hacan cosas de las que ahora slo leemos en las
novelas. Si, creo que hay una tradicin familiar por la que los primos segundos o terceros siempre
se casan cuando se presenta cierta relacin de edad, con el fin de unir los bienes. Una tradicin
tonta, dira yo; y si se han casado a menudo de esa manera, eso puede explicar por principios
genticos el que se hayan vuelto tan raros.
Yo no dira que todos se han vuelto raros replic Payne un poco tenso.
Bueno respondi el mdico, el joven no lo parece, por supuesto, aunque sin duda es cojo.
El joven! exclam Payne, repentina e irrazonablemente airado. Bueno, si cree usted que la
muchacha tiene aspecto raro, creo que es usted el que tiene el gusto raro.
El semblante del mdico se hizo sombro y amargo.
Me parece que yo se ms de ello que usted dijo con aspereza.
Terminaron su paseo en silencio, pensando cada uno que haba estado irracionalmente rudo y que
haba sido objeto de una rudeza igualmente irracional, y Payne qued solo para reflexionar sobre el
tema, pues su amigo Wood se haba quedado atrs para atender a cierto asunto relacionado con los
cuadros.
Payne aprovech la invitacin ofrecida por el primo de las colonias, que quera a alguien que le
animara. Durante las siguientes semanas visit con frecuencia el oscuro interior del hogar de los
Darnaway, aunque podra decirse que no se limit por entero a alegrar al primo de las colonias. La
melancola de la dama era ms antigua y quiz necesitaba ms aliento; de todos modos, l mostraba
una penosa disposicin a animarla. No careca, sin embargo, de conciencia, y la situacin le llenaba
de dudas y le haca sentirse incmodo. Transcurran las semanas y nadie poda descubrir, por la
conducta del nuevo Darnaway, si se consideraba comprometido por el viejo pacto o no. Pasaba el
tiempo paseando por las oscuras galeras y permaneca contemplando con aire ausente el oscuro y
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siniestro cuadro. Las sombras de aquella prisin sin duda estaban comenzando a encerrarle, y
quedaba poca de su seguridad australiana. Pero Payne no poda descubrir nada del punto que ms le
interesaba. En una ocasin intent confiarse a su amigo Martin Wood, pues pasaba all algn tiempo
con los cuadros; pero ni siquiera de l obtuvo satisfaccin.
Me parece que no puedes intervenir dijo Wood escueto debido al compromiso.
Claro que no intervendr si existe un compromiso replic su amigo, pero lo hay?. A ella no
le he dicho una palabra, desde luego; pero no he visto en ella lo suficiente para estar seguro de que
no cree que lo hay, aun cuando piense que debera haberlo. l no dice que lo hay, o ni siquiera
sugiere que debera haberlo. Me parece que esta vacilacin es bastante injusta para todos.
Especialmente para ti, supongo dijo Wood con cierta aspereza, pero si me preguntas, te dir
lo que pienso. Creo que tiene miedo.
Miedo a ser rechazado? pregunt Payne.
No, miedo a ser aceptado respondi el otro. No te enfades conmigo... No me refiero a que
tenga miedo de la muchacha, sino del cuadro.
Miedo del cuadro! exclam Payne.
Quiero decir miedo de la maldicin dijo Wood. No recuerdas el verso referente a la
maldicin de los Darnaway que les toca a ellos dos?.
Si, pero escucha una cosa dijo Payne. Ni siquiera la maldicin de los Darnaway puede tener
dos sentidos. Primero me dices que no debo hacer lo que quiero debido al pacto, y despus, que el
pacto no debe llevarse a cabo debido a la maldicin. Pero si la maldicin puede destruir el pacto,
por qu ha de estar ella atada a ste?. Si tienen miedo a casarse, ella es libre de casarse con otro, y
asunto concluido. Por qu debo yo sufrir por observar algo que ellos no tienen el propsito de
observar?. Me parece que tu posicin es muy poco razonable.
Claro que todo es un lo dijo Wood bastante malhumorado, y sigui clavando el marco de una
tela.
De repente, una maana, el nuevo heredero rompi su largo y misterioso silencio. Lo hizo de una
manera curiosa, un poco cruda, como su actitud, pero con una evidente ansiedad por hacer lo que
era correcto. Pidi consejo con franqueza, no a este o aquel individuo, como Payne haba hecho,
sino colectivamente, como multitud. Cuando habl, se lanz sobre toda la compaa, como un
estadista que va al campo. l lo llam mostrar las cartas. Afortunadamente, la dama no estaba
incluida en este gesto amplio; y Payne se estremeci al pensar en los sentimientos de ella. Pero el
australiano era muy honrado; pensaba que lo natural era pedir ayuda e informacin; convocar una
especie de consejo familiar en el que pondra sus cartas sobre la mesa. Podra decirse que arroj sus
cartas sobre la mesa. Pues lo hizo con un aire bastante desesperado, como el que se ha visto
abrumado durante das y noches por la creciente presin de un problema. En ese corto espacio de
tiempo las sombras de aquel lugar de ventanas bajas y pavimentos hundidos le haban cambiado
curiosamente y haban aumentado cierto parecido que se infiltr en la memoria de todos.
Los cinco hombres, incluido el mdico, se hallaban sentados en torno a una mesa redonda; y Payne
reflexion ocioso que su cabello rojo y su tweed claro eran los nicos colores de la habitacin;
porque el sacerdote y el mayordomo vestan de negro, y Wood y Darnaway habitualmente llevaban
trajes gris oscuro que parecan casi negros. Quiz esta incongruencia era a lo que se haba referido
el joven al llamarle ser humano. En aquel momento, el hombre joven se volvi bruscamente en su
silla y comenz a hablar. Al poco, el aturdido artista saba que estaba hablando de lo ms tremendo
del mundo.
Hay algo en ello? deca. Esto es lo que me he estado preguntando hasta casi volverme loco.
Jams habra credo que pensara en estas cosas; pero pienso en el retrato y el verso y las
coincidencias o como quieran llamarlo y me estremezco. Hay algo en ello?. Tengo derecho a
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casarme, o har caer del cielo algo poderoso y aciago, algo de lo que no se nada, sobre mi y sobre
alguien ms?.
Su mirada haba dado la vuelta a la mesa y se haba posado en el rostro del sacerdote, a quien
pareca estar hablando ahora. El espritu prctico sumergido de Payne se alz en protesta contra el
hecho de que el problema de la supersticin fuera planteado ante aquel tribunal sumamente
supersticioso. Se sentaba al lado de Darnaway e intervino antes de que el sacerdote pudiera
responder.
Bueno, las coincidencias son curiosas, lo admito dijo, forzando un tono animado, pero
seguramente nosotros... y entonces se detuvo como si le hubiera herido el rayo.
Darnaway haba vuelto la cabeza bruscamente por encima del hombro ante esta interrupcin, y con
el movimiento, su ceja izquierda se alz mucho ms que la otra y, por un instante, el rostro del
retrato le mir con exagerada y horripilante exactitud. Los dems lo vieron; y todos tenan el aire de
haber quedado deslumbrados por un instante de luz. El viejo mayordomo emiti un sordo gruido.
Es intil dijo con aspereza, estamos frente a algo demasiado terrible.
Si coincidi el sacerdote con voz baja, estamos frente a algo terrible; lo ms terrible que
conozco; y se llama tontera.
Qu ha dicho? pregunt Darnaway, que segua mirndole.
He dicho tontera repiti el sacerdote. Hasta ahora no he dicho nada en particular, porque no
era asunto mo; slo me encontraba cumpliendo con mi deber por la vecindad y la seorita
Darnaway ha querido verme. Pero ya que me pregunta personalmente y a quemarropa, vaya, es fcil
de contestar. Por supuesto que no existe ninguna maldicin de los Darnaway que le impida casarse
con nadie con quien tenga usted razones decentes de casarse. El hombre no est predestinado a caer
en el ms leve pecado venial, y mucho menos a cometer crmenes como el suicidio y el asesinato.
No se le puede hacer cometer nada contra su voluntad porque se llame Darnaway, ni a mi porque
me llame Brown. La maldicin de los Brown aadi con entusiasmo, el misterio de los Brown,
sonara mejor an.
Y usted, precisamente dijo el australiano mirndole con fijeza, me dice que piense as.
Le digo que piense en otra cosa replic el sacerdote alegremente. Qu se ha hecho del
prometedor arte de la fotografa?. Cmo le va a la cmara?. Se que abajo est muy oscuro, pero
esos arcos vacos del piso de arriba podran fcilmente convertirse en un estudio fotogrfico de
primera. Unos cuantos operarios podran colocarle un techo de cristal en muy poco tiempo.
Realmente protest Martin Wood, creo que usted debera ser el ltimo hombre en el mundo
en hacer arreglos en esos hermosos arcos gticos, que son casi el mejor trabajo que su religin ha
hecho en el mundo. Imaginaba que tena usted algn sentimiento hacia esa clase de arte; pero no
entiendo por qu es tan infrecuentemente entusiasta de la fotografa.
Soy infrecuentemente entusiasta de la luz del da respondi el padre Brown, en especial en
este sombro asunto; y la fotografa tiene la virtud de depender de la luz del da. Y sino sabe que
convertira en polvo todos los arcos gticos del mundo para salvar la cordura de una sola alma
humana, no conoce usted mi religin tanto como cree.
El joven australiano se haba puesto de pie como un hombre rejuvenecido.
Por el rey Jorge, as se habla exclam. Aunque jams habra pensado que lo oira de esa
fuente. Le dir una cosa, reverendo seor, har algo que demostrar que no he perdido mi valor.
El viejo mayordomo segua mirndole con atencin temblorosa, como si presintiera algo funesto en
el desafo del joven.
Oh exclam. Qu va usted a hacer ahora?.
28

Voy a fotografiar el retrato respondi Darnaway.


No obstante, apenas una semana despus la tormenta de la catstrofe pareci desencadenarse,
oscureciendo aquel sol de cordura al que el sacerdote haba apelado en vano, y sumergiendo la
mansin una vez ms en la oscuridad de la maldicin de los Darnaway. Haba sido fcil instalar el
nuevo estudio; y visto desde dentro se pareca a cualquier otro estudio, vaco excepto por la luz
diurna que lo inundaba. Un hombre que saliera de las lbregas habitaciones de abajo tena la
sensacin, superior a lo normal, de penetrar en una brillantez ms que moderna, en blanco como el
futuro. A sugerencia de Wood, que conoca bien el castillo y haba vencido sus primeras protestas
estticas, una pequea habitacin que permaneca intacta en las ruinas de la parte superior se
convirti fcilmente en un cuarto oscuro, en el que Darnaway se retiraba de la luz del da para ir a
tientas al resplandor carmes de una lmpara roja. Wood deca, riendo, que la lmpara roja le haba
reconciliado con el vandalismo, ya que aquella oscuridad sanguinolenta era romntica como la
cueva de un alquimista.
Darnaway se levant al alba el da que tena intencin de fotografiar el misterioso retrato; y lo haba
hecho transportar desde la biblioteca por la escalera de caracol que conectaba los dos pisos. All lo
haba colocado a la blanca luz del da, sobre una especie de caballete, y haba plantado su trpode
fotogrfico enfrente. Dijo que estaba ansioso por enviar una reproduccin a un gran anticuario que
haba escrito acerca de las antigedades de la casa; pero los otros saban que se trataba de una
excusa que ocultaba cosas mucho ms profundas. Era, sino exactamente un duelo espiritual entre
Darnaway y el cuadro demonaco, si al menos un duelo entre Darnaway y sus propias dudas. Quera
poner la luz del da de la fotografa cara a cara con aquella oscura obra maestra de la pintura; y ver
si el resplandor del sol del nuevo arte no borraba las sombras de lo antiguo.
Quiz por eso prefera hacerlo l mismo, aun cuando algunos de los detalles parecan ocupar ms
tiempo e implicar dilacin mayor de lo normal. De todos modos, rechaz a los pocos que visitaron
su estudio durante el da del experimento y que le encontraron enfocando y ocupado de una manera
muy aislada e impenetrable. El mayordomo le haba dejado comida pues se neg a bajar; el anciano
caballero volvi unas horas ms tarde y encontr que haba consumido la comida; pero cuando se
llev los platos no recibi ms gratitud que un gruido. Payne subi una vez para ver cmo le iba,
pero al ver que el fotgrafo no estaba para conversaciones, volvi a bajar. El padre Brown haba
subido sin entrometerse, para llevar a Darnaway una carta del experto a quien la fotografa iba a
enviarse. Pero dej la carta en una bandeja, y lo que pensaba de aquella gran casa de cristal
inundada de luz del da y dedicada a un entretenimiento, un mundo que l mismo en cierto sentido
haba creado, se lo guard para si y regres abajo. Muy pronto tuvo motivo para recordar que fue el
ltimo en descender la solitaria escalera que conectaba los pisos, dejando a un hombre solo y una
habitacin vaca tras de si. Los otros se hallaban de pie en el saln que conduca a la biblioteca,
justo debajo del gran reloj negro de bano que pareca un atad titnico.
Cmo estaba Darnaway pregunt Payne, poco despus cuando ha subido usted?.
El sacerdote se pas la mano por la frente.
No me diga que me estoy volviendo psicolgico dijo con una triste sonrisa. Creo que la luz
de all arriba me deslumbra y no he podido ver bien las cosas. Sinceramente, por un instante me ha
parecido ver algo extrao en la figura de Darnaway ante aquel retrato.
Oh, es la pierna lisiada dijo Barnet sin vacilar. Lo sabemos todo.
Lo sabe usted dijo Payne bruscamente, pero bajando la voz. No creo que lo sepamos todo o
no sepamos nada. Qu le ocurre a esa pierna?. Qu le ocurra a la pierna de su antepasado?.
Bueno, se deca algo de eso en el libro que le, en los archivos de la familia dijo Wood. Ir a
buscarlo y entr en la biblioteca, que estaba al lado.
-Creo dijo el padre Brown en tono bajo que el seor Payne debe de tener alguna razn concreta
para preguntar eso.
29

Puedo soltarlo ya de una vez por todas dijo Payne, pero en voz an ms baja. Al fin y al
cabo, existe una explicacin racional. Un hombre de cualquier parte habra podido maquillarse para
tener el mismo aspecto que el hombre del cuadro. Qu sabemos de Darnaway?. Se est
comportando de un modo bastante extrao...
Los otros le miraron con expresin sobresaltada; pero el sacerdote pareci tomrselo con mucha
calma.
No creo que el viejo retrato haya sido fotografiado jams dijo. Eso es lo que l quiere hacer.
No me parece que haya nada extrao en ello.
Un estado de cosas bastante corriente, de hecho dijo Wood con una sonrisa; acababa de
regresar con el libro en la mano.
Y mientras hablaba, el mecanismo del gran reloj oscuro que estaba detrs de l se puso en marcha y
sonaron siete campanadas que resonaron en la habitacin. Con la ltima campanada se oy un
estrpito procedente de la puerta de arriba, que sacudi la casa como un trueno; y el padre Brown ya
estaba en el segundo escaln de la escalera de caracol antes de que el sonido hubiera cesado.
Dios mo! exclam Payne involuntariamente. l est solo arriba.
Si dijo el padre Brown sin volverse mientras desapareca escaleras arriba. Le encontraremos
solo.
Cuando los dems se recuperaron de su primera parlisis y subieron atropelladamente la escalera de
piedra hacia el estudio, le hallaron solo, en efecto. Le hallaron tendido en el suelo con la alta cmara
tumbada, con sus largas piernas separadas de modo grotesco en tres ngulos diferentes; y Darnaway
haba cado encima con una pierna negra torcida formando un cuarto ngulo en el suelo. De
momento, el negro montn daba la impresin de que el hombre estuviera enredado con alguna
enorme y horrible araa. Poco ms que un vistazo bast para indicarles que estaba muerto. Slo el
retrato permaneca intacto en el caballete, y uno poda imaginar que los sonrientes ojos brillaban.
Una hora despus, el padre Brown, que ayud a calmar la confusin producida en la casa, se
tropez con el viejo mayordomo que iba murmurando de un modo casi tan mecnico como el reloj
haba dado la hora terrible. Casi sin orlas, supo qu palabras murmuraba.
Al sptimo heredero regresar, A la sptima hora me marchar.
Cuando estaba a punto de decir algo tranquilizador, el viejo pareci despertar de repente y mont en
clera; sus murmullos se transformaron en un feroz grito.
Usted! grit. Usted y su luz del da!. No dir ahora que no existe la maldicin de los
Darnaway.
Mi opinin al respecto sigue siendo la misma dijo el padre Brown con suavidad.
Luego, tras una pausa, aadi.
Espero que cumplir el ltimo deseo del pobre Darnaway, y se ocupar de enviar la fotografa.
La fotografa! exclam el doctor con aspereza. De qu sirve ahora?. En realidad, es
bastante curioso, pero no existe ninguna fotografa. Al parecer no lleg a tomarla, despus de
pasarse el da ocupado all arriba.
El padre Brown gir sobre sus talones.
Entonces, tmenla ustedes mismos dijo. El pobre Darnaway tena toda la razn. Es de suma
importancia que se tome la fotografa.
Igual que todas las visitas, el mdico, el sacerdote y los dos artistas salieron en sombra procesin a
la arena marrn y amarilla, al principio ms o menos silenciosos, como aturdidos. Y ciertamente se
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haba producido algo como un rayo en un cielo claro en lo que se refera al cumplimiento de aquella
olvidada supersticin en el momento en que la tenan ms olvidada: cuando el mdico y el sacerdote
haban llenado sus mentes de racionalismo como el fotgrafo haba llenado sus habitaciones de luz
del da. Podan ser todo lo racionalistas que quisieran; pero a plena luz del da, el sptimo heredero
haba regresado y, a plena luz del da, a la sptima hora haba perecido.
Me temo que ahora todo el mundo creer siempre en la supersticin de los Darnaway dijo
Martin Wood.
Conozco a uno que no dijo el mdico con aspereza. Por qu debo creer en una supersticin
slo porque alguien se suicida?.
Cree usted que el pobre seor Darnaway se ha suicidado? pregunt el sacerdote.
Estoy seguro de que se ha suicidado respondi el doctor.
Es posible coincidi el otro.
Estaba arriba solo, y tena una gran cantidad de venenos en aquel cuarto oscuro. Adems, es una
de las cosas que los Darnaway hacen.
No cree que se haya cumplido la maldicin familiar?.
Si dijo el mdico. Creo en una maldicin familiar y es la constitucin de la familia. Ya le
dije que era cuestin de herencia y todos estn medio locos. Si uno se estanca y se reproduce en el
mismo medio, puede estar seguro de que degenerar, le guste o no. Las leyes de la herencia no
pueden eludirse; las verdades de la ciencia no pueden negarse. La mente de los Darnaway se est
rompiendo igual que sus viejas piedras, carcomidas por el mar y el aire salado. El suicidio... por
supuesto que se ha suicidado; me atrevera a decir que todos los dems se suicidarn. Quiz sea lo
mejor que podran hacer.
Mientras el hombre de ciencia hablaba, el rostro de la hija de los Darnaway acudi de repente y con
sorprendente claridad a la mente de Payne, una plida mscara trgica en una negrura insondable,
pero de una belleza cegadora y ms que mortal. Payne abri la boca para hablar, pero no encontr
palabras para expresarse.
Entiendo dijo el padre Brown al doctor, asique, despus de todo, usted cree en la
supersticin.
Qu quiere decir, que creo en la supersticin?. Creo en el suicidio como asunto de necesidad
cientfica.
Bien dijo el sacerdote, no veo la diferencia entre su supersticin cientfica y la otra
supersticin mgica. Las dos parecen acabar por paralizar a las personas, que no pueden mover sus
piernas o brazos o salvar su vida o su alma. El verso deca que la maldicin de los Darnaway era ser
asesinado y el libro cientfico dice que la maldicin de los Darnaway es matarse a si mismos. En
ambos casos son esclavos.
Pero me pareca que haba dicho usted que crea en las opiniones racionales de estas cosas dijo
el doctor Barnet. No cree en la herencia?.
Dije que crea en la luz del da replic el sacerdote con voz alta y clara, y no elegir entre
dos tneles de supersticin subterrnea que acaban, ambos, en la oscuridad. Y la prueba de ello es
esto: que est usted totalmente en la oscuridad en lo que se refiere a lo que ha sucedido en realidad
en esa casa.
Quiere usted decir el suicidio? pregunt Payne.
Quiero decir el asesinato dijo el padre Brown, y su voz, aunque slo ligeramente ms alta,
pareci resonar en toda la playa. Ha sido un asesinato; pero el asesinato depende de la voluntad,
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la cual Dios hizo libre.


Lo que los otros dijeron en aquel momento como respuesta no lo supo Payne jams. Pues la palabra
tuvo un efecto bastante curioso en l; le despert como un toque de trompeta y no obstante le hizo
detenerse. Se qued inmvil en la arenosa extensin de terreno y dej que los otros siguieran
adelante; sinti la sangre fluir por todas sus venas y la sensacin que se denomina tener los pelos de
punta; y sin embargo, senta una nueva felicidad poco natural. Un proceso psicolgico demasiado
rpido y demasiado complicado para seguirlo ya haba llegado a una conclusin que no poda
analizar; pero la conclusin era un alivio. Despus de permanecer quieto un momento se volvi y
regres lentamente a travs de la arena hacia la casa de los Darnaway.
Cruz el foso con un paso firme que sacuda el puente, descendi la escalera y atraves las largas
habitaciones con resonante paso, hasta que lleg al lugar donde Adelaida Darnaway se hallaba
sentada con el halo de la luz que entraba por la ventana oval, casi como una santa olvidada, dejada
atrs en la tierra de la muerte. Ella levant la vista, y una expresin de asombro hizo ms
maravilloso an su rostro.
Qu ocurre? pregunt. Por qu ha regresado?.
He venido por la Bella Durmiente dijo en un tono que sonaba a risa. Esta vieja casa se fue a
dormir largo tiempo atrs, como dijo el doctor; pero es una tontera que usted finja ser vieja. Salga a
la luz del da y oiga la verdad. Le he trado una palabra; es una palabra terrible, pero rompe el
hechizo de su cautividad.
Ella no comprenda una palabra de lo que l deca, pero algo le hizo levantarse y dejarse conducir
por el largo pasillo y escaleras arriba y al exterior, bajo el cielo del atardecer. Las ruinas de un jardn
muerto se extendan hacia el mar; y una vieja fuente con la figura de un tritn, verde de moho,
segua all, sin derramar nada de un cuerno seco a un estanque vaco. l haba visto con frecuencia
ese desolado contorno delineado sobre el cielo crepuscular al pasar por all, y le haba parecido un
tipo de fortuna perdida en ms de un sentido. Sin duda, no pasara mucho tiempo antes de que
aquellas fuentes fueran llenadas, pero sera con las amargas aguas verde plido del mar y las flores
se ahogaran y se convertiran en algas marinas. O sea, se haba dicho para sus adentros, la hija de
los Darnaway en verdad podra casarse, pero se casara con la muerte y un sino sordo y cruel como
el mar. Pero ahora puso una mano sobre el tritn de bronce, una mano que pareca la de un gigante,
y lo agit como si quisiera arrancarlo igual que un dolo o un dios maligno del jardn.
Qu quiere usted decir? pregunt ella tranquilamente. Cul es esa palabra que nos
liberar?.
La palabra es asesinato dijo, y la libertad que acarrea es fresca como las flores de primavera.
No; no quiero decir que he asesinado a alguien. Pero el hecho de que cualquiera puede ser asesinado
es, en si, una buena noticia, despus de los sueos malignos en los que ha vivido usted. No lo
entiende?. En ese sueo suyo todo lo que suceda proceda de su interior; la maldicin de los
Darnaway estaba guardada en los Darnaway; se desplegaba como una flor horrible. No haba
escapatoria ni mediante un feliz accidente; todo era inevitable, ya fuera Vine y sus viejas historias o
Barnet y su recin inventada herencia. Pero este hombre que ha muerto no ha sido vctima de una
maldicin mgica ni de una locura heredada. Ha sido asesinado; y para nosotros ese asesinato es
simplemente un accidente; si, requiescat in pace, pero un feliz accidente. Es un rayo de luz, porque
proviene del exterior.
Inesperadamente, ella sonri.
Si, me parece que entiendo. Supongo que habla usted como un luntico; pero lo entiendo. Pero
quin le asesin?.
No lo s respondi con calma, pero el padre Brown si. Y como dice el padre Brown, el
asesinato al menos es cometido por la voluntad, que es libre como ese viento que viene del mar.
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El padre Brown es una persona maravillosa dijo ella tras una pausa. l ha sido la nica
persona que ha iluminado mi existencia hasta que...
Hasta que qu? pregunt Payne, e hizo un movimiento casi impetuoso, inclinndose hacia
ella, y empuj el monstruo de bronce de tal manera que pareci balancearse en su pedestal.
Bueno, hasta que lo hizo usted dijo ella, y sonri otra vez.
As fue despertado el palacio durmiente, y no forma parte de esta historia describir las fases de su
despertar, aunque gran parte de ello haba pasado antes de que la oscuridad de la noche hubiera
cado sobre la orilla. Mientras Harry Payne se diriga una vez ms a su casa a travs de aquella
oscura arena que haba cruzado en tantos estados de nimo, se encontraba en el punto ms elevado
de la felicidad que le fue concedida en esta vida mortal, y todo el rojo mar de su interior estaba en la
marea ms alta. No habra tenido ninguna dificultad en pintar todo aquel lugar florido de nuevo y el
tritn de bronce brillante como un dios de oro y la fuente derramando agua o vino. Pero toda esta
luminosidad y ese florecimiento haba sido desplegado ante l por la palabra asesinato, y segua
siendo una palabra que l no comprenda. Lo haba aceptado con los ojos cerrados, y no era
imprudente; pues l era uno de los que poseen un sentido de la verdad.
Ms de un mes ms tarde Payne regres a su casa de Londres para una cita con el padre Brown,
llevando consigo la fotografa requerida. Su romance personal haba prosperado y se iba adaptando
a la sombra de una tragedia como aquella, y la propia sombra, por lo tanto, descansaba ms
ligeramente sobre l; pero era difcil verlo como nada ms que la sombra de la fatalidad de una
familia. Haba estado muy ocupado en muchas cosas y no consigui fotografiar el cuadro hasta que
la casa de los Darnaway hubo reanudado su rutina algo severa y el retrato haca tiempo haba sido
reinstalado en su lugar, en la biblioteca. Pero antes de enviarla al anticuario, como en un principio
haban acordado, se la llev al sacerdote que con tanta insistencia se la haba pedido.
No puedo entender su actitud en todo esto, padre Brown dijo. Acta como si ya hubiera
resuelto el problema usted solo.
El sacerdote mene la cabeza tristemente.
En absoluto dijo. Debo de ser muy estpido y estoy atascado; atascado respecto al punto
ms prctico de todos. Es un asunto extrao; tan sencillo hasta cierto punto, y luego... Djeme echar
una mirada a esa fotografa, quiere?.
Se la acerc un momento a sus ojos cortos de vista y despus dijo:
Tiene una lupa?.
Payne le entreg una, y el sacerdote mir atentamente con ella durante un rato y entonces dijo:
Fjese en el ttulo de ese libro que est en el extremo de la estantera, al lado del marco; es La
historia del Papa Juan. Ahora bien, me pregunto... si, si, por Dios; y el de encima es algo sobre
Islandia. Dios mo!. Qu manera tan extraa de descubrirlo!. Qu tonto fui de no percatarme de
ello cuando estuve all!.
Pero qu es lo que ha descubierto? pregunt Payne impaciente.
El ltimo eslabn respondi el padre Brown. Y ya no estoy atascado. Si, creo que se cmo
fue esa lamentable historia del principio al fin.
Pero por qu? insisti el otro.
Porque dijo el sacerdote con una sonrisa la biblioteca de los Darnaway contena libros
acerca del Papa Juan e Islandia, por no mencionar otro que veo con el ttulo que empieza La
religin de Federico, que no es muy difcil de terminar.
Entonces, al ver la irritacin del otro, su sonrisa desapareci y dijo ms serio:
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En realidad, este ltimo punto, aunque es el ltimo eslabn, no es lo principal. Haba muchas ms
cosas extraas en el caso. Una de ellas es un hecho curioso. Djeme empezar por decirle algo que
quiz le sorprenda. Darnaway no muri a las siete de aquella tarde. Ya llevaba muerto un da entero.
Sorprender es una palabra muy suave dijo Payne, ya que usted y yo le vimos despus.
No, no le vimos replic el padre Brown. Creo que los dos le vimos, o cremos verle,
ocupado enfocando su cmara. No tena la cabeza debajo de aquella capa negra cuando usted cruz
la habitacin?. La tena cuando yo fui. Y por eso me pareci que haba algo extrao en la habitacin
y la figura. No era que la pierna estuviera torcida, sino ms bien que no lo estaba. Iba vestido con la
misma clase de ropa oscura, pero si ve usted lo que cree que es un hombre de pie tal como lo hace
otro hombre, le parecer que es un extrao y que su postura es tensa.
Quiere decir en serio exclam Payne con algo parecido a un escalofro que era un hombre
desconocido?.
Era el asesino dijo el padre Brown. Ya haba matado a Darnaway al amanecer y escondido el
cadver, y l mismo, en el cuarto oscuro; un escondite excelente, porque normalmente nadie entra
all o puede ver muy poco si lo hace. Pero a las siete de la tarde lo dej caer al suelo, claro, para que
todo quedara explicado con la maldicin.
Pero no lo entiendo observ Payne. Por qu no le mat a las siete, en lugar de cargar con
un cadver durante catorce horas?.
Djeme hacerle otra pregunta dijo el sacerdote. Por qu no se tom ninguna fotografa?.
Porque el asesino se asegur de matarle cuando se levantara, y antes de que pudiera tomarla. Era
esencial para el asesino impedir que esa fotografa llegara al experto en antigedades de los
Darnaway.
Por un momento hubo un silencio repentino, y luego el sacerdote prosigui en tono ms bajo:
No ve lo sencillo que es?. Usted mismo ha vislumbrado esa posibilidad; pero es ms sencillo
an de lo que crea. Usted dijo que un hombre podra maquillarse para parecerse a un viejo cuadro.
Seguro que es ms sencillo que un cuadro fuera falsificado para parecerse a un hombre. En otras
palabras, es cierto que no exista ninguna maldicin de los Darnaway. No exista cuadro viejo; no
exista verso antiguo; no exista ninguna leyenda de un hombre que caus la muerte de su esposa.
Pero si exista un hombre muy hbil y muy perverso que estaba dispuesto a causar la muerte de otro
hombre para robarle su prometida esposa.
Inesperadamente, el sacerdote ofreci a Payne una triste sonrisa, como para tranquilizarle.
Creo que piensa que me refiero a usted dijo, pero usted no era la nica persona que
merodeaba por aquella casa por razones sentimentales. Usted conoce al hombre, o ms bien cree
conocerle. Pero haba profundidades en el hombre llamado Martin Wood, artista y anticuario, que
ninguno de sus simples conocidos artsticos poda adivinar. Recuerde que fue llamado a la casa para
comentar y catalogar los cuadros; en un antro aristocrtico de esa clase, eso prcticamente
significaba tan slo decir a los Darnaway qu tesoros artsticos posean. No les sorprendera que
aparecieran cosas que ellos nunca haban observado. Haba que hacerlo bien, y se hizo; quiz tena
razn cuando dijo que sino era de Holbein, era de alguien del mismo genio.
Me siento aturdido dijo Payne y hay veinte cosas que no entiendo todava. Cmo saba qu
aspecto tena Darnaway?. Cmo le mat realmente?. Los mdicos parecen bastante confundidos.
Vi una fotografa que tena la muchacha y que el australiano le envi antes de llegar dijo el
sacerdote, y hay varias maneras en que habra podido saber cosas cuando el nuevo heredero fue
reconocido. Nosotros podemos no conocer esos detalles, pero no haba dificultades. Recuerde que
sola ayudar en el cuarto oscuro; me parece un lugar ideal, digamos que para pinchar a un hombre
con un alfiler envenenado, teniendo tantos venenos a mano. No, no haba dificultades. La dificultad
que ms me desconcertaba era cmo Wood poda estar en dos lugares al mismo tiempo. Cmo pudo
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sacar el cadver del cuarto oscuro y apoyarlo en la cmara para que cayera al cabo de pocos
segundos, sin bajar, cuando se encontraba en la biblioteca buscando un libro. Y fui tan necio que no
mir nunca los libros de la biblioteca; y slo al ver esta fotografa, por una inmerecida buena suerte,
he comprendido el simple hecho de un libro acerca del Papa Juan.
Se ha guardado el mejor enigma para el final dijo Payne con frialdad. Qu demonios puede
tener que ver el Papa Juan con esto?.
No se olvide del libro referente a algo de Islandia aconsej el sacerdote, ni la religin de
alguien llamado Federico. Slo queda preguntar qu clase de hombre era el difunto lord Darnaway.
-Ah, si?.
Era un excntrico culto y divertido, creo prosigui el padre Brown. Como era culto, saba
que no exista ese tal Papa Juan. Como era divertido, es muy probable que se le ocurriera el ttulo de
Las serpientes de Islandia o algo que no existiera. Me atrevo a reconstruir el tercer ttulo como
La religin de Federico el Grande, que tampoco existe. Entonces, no le parece que podran ser
ttulos escritos en lomos de libros inexistentes, o, en otras palabras, de una librera que no es una
librera?.
Ah exclam Payne, ahora entiendo lo que quiere decir. Haba alguna escalera escondida...
Que suba a la habitacin que el propio Wood seleccion como cuarto oscuro dijo el sacerdote
afirmando con la cabeza. Lo siento. No poda evitarse. Es terriblemente vulgar y estpido, tan
estpido como yo he sido en este caso tan vulgar. Pero nos vimos mezclados en una vieja historia
real de la alta sociedad venida a menos y una mansin familiar desmoronada; y era demasiado
esperar que pudiramos escapar a tener un pasadizo secreto. Era un agujero de sacerdote, y yo
merezco ser puesto en l.

AGATHA CHRISTIE (1890-1976)

LA SOMBRA EN EL CRISTAL
de El misterioso seor Quin
Hablar de Agatha Christie es hablar de la escritora de ms xito de la literatura inglesa de todos
los tiempos. Ella cre no uno sino dos de los detectives de ficcin ms celebrados: el excntrico
belga Hrcules Poirot y la simptica seorita Jane Marple de St. Mary's Mead. Tambin cre al
seor Parker Pyne, psiclogo aficionado y al seor Fixit; Tuppence y Tommy Beresford, una pareja
que recuerdan vagamente a Nick y Nora Charles como los imagin Noel Coward; y al seor Harley
Quin, el hroe indefinido de la historia que sigue.
La maestra de Christie para describir escenarios situados en casas de campo inglesas es tan
segura como para sugerir que ella los invent. Su dominio de la trama de misterio es tan completa,
que le hace preguntarse a uno por qu otros se han atrevido a escribir en esa forma despus de
ella. La suya era una pluma sumergida en oro. Una coleccin de antiguas listas de compra suyas
probablemente agotara una primera edicin.

Escuche esto dijo lady Cynthia Drage.


Ley en voz alta el peridico que tena en las manos.
Esta semana, el seor y la seora Unkerton celebran una fiesta en su finca Greenways. Entre los
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invitados se encuentran lady Cynthia Drage, el seor y la seora Richard Scott, el comandante
Porter (O.S.D.), la seora Staverton, el capitn Allenson y el seor Satterthwaite.
Me gustara saber observ lady Cynthia, dejando el peridico para qu estamos aqu. Han
hecho tan mal las cosas!.
Su compaero, el mismo seor Satterthwaite cuyo nombre figuraba al final de la lista de invitados,
la mir con aire interrogativo. Se deca que si el seor Satterthwaite se hallaba en las casas de esos
ricos recin llegados, era seal o de que la cocina era inusualmente buena, o de que all iba a
desarrollarse un drama. Al seor Satterthwaite le interesaban de un modo anormal las comedias y
tragedias de los dems.
Lady Cynthia, que era una mujer de mediana edad, facciones duras y prdiga con el maquillaje, le
dio unos hbiles golpecitos con lo ltimo en parasoles que tena sobre las rodillas.
No finja que no me entiende. Me entiende perfectamente. Es ms, creo que est usted aqu adrede
para ver algo extraordinario.
El seor Satterthwaite protest enrgicamente. No saba de qu hablaba aquella mujer.
Hablo de Richard Scott. Pretende decirme que nunca ha odo hablar de l?.
No, claro que no. Es el hombre que se dedica a la caza mayor, no?.
Eso es: grandes osos y tigres, etc., como dice la cancin. Claro que ahora que l mismo es un
gran len, los Unkerton naturalmente deben de estar locos por cazarle...y su esposa!. Una chiquilla
encantadora... oh, si!, encantadora... pero tan ingenua, slo tiene veinte aos, y l debe de tener al
menos cuarenta y cinco.
La seora Scott me parece encantadora dijo el seor Satterthwaite con calma.
Si, pobrecita.
Por qu pobrecita?.
Lady Cynthia le lanz una mirada de reproche, y sigui abordando el asunto en cuestin a su
manera.
Porter est bien... aunque es un poco aburrido... otro de estos cazadores africanos, quemado por
el sol y silencioso. Inseparable de Richard Scott y siempre han sido... amigos de toda la vida y todo
eso. Ahora que lo pienso, creo que estaban juntos en aquel viaje... Qu viaje?.
El viaje. El viaje de la seora Staverton. Ahora me dir que nunca ha odo hablar de la seora
Staverton.
Si, he odo hablar de la seora Staverton dijo el seor Satterthwaite, casi con desgana.
Y l y lady Cynthia intercambiaron una mirada. Es igual que los Unkerton se lament la
segunda, son del todo imposibles. Socialmente, quiero decir. Invitar a esos dos juntos!. Desde
luego, saben que la seora Staverton es una mujer deportista y viajera y todo eso, y conocen su
libro. La gente como los Unkerton no se dan cuenta de los peligros que existen!. El ao pasado yo
misma me ocup un poco de ellos, y lo que sufr no lo sabe nadie. Constantemente hay que estarles
encima: No haga eso!. No puede hacer aquello!. Gracias a Dios, ya no lo hago. No es que nos
hayamos peleado, oh!, no, yo nunca me peleo; pero otro se ha hecho cargo de esa tarea. Como
siempre he dicho, puedo tolerar la vulgaridad, pero no soporto la mezquindad.
Despus de esta explicacin algo crptica, lady Cynthia permaneci en silencio unos momentos,
reflexionando acerca de la mezquindad de los Unkerton tal como se manifestaba ante ella.
Si an me ocupara de ellos prosigui, les habra dicho firme y claramente: No pueden
invitar a la seora Staverton y a los Scott. Ella y Richard en otro tiempo....
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Hizo una elocuente pausa.


De veras ellos dos...? pregunt el seor Satterthwaite. Mi querido amigo!. Es de sobra
conocido. Aquel viaje al interior!. Me sorprende que esa mujer haya tenido el valor de aceptar la
invitacin. Tal vez no saba que los otros venan sugiri el seor Satterthwaite. O tal vez si.
Es mucho ms probable. Cree usted...
Es lo que yo llamo una mujer peligrosa... de sas que no se detienen ante nada. No me gustara
estar en la piel de Richard Scott este fin de semana!. Y cree usted que su esposa no sabe nada?.
Estoy segura de ello. Pero supongo que algn amigo la instruir tarde o temprano. Ah est
Jimmy Allenson. Qu joven tan agradable. Me salv la vida en Egipto, el invierno pasado... me
aburra tanto... Hola, Jimmy, ven aqu enseguida.
El capitn Allenson obedeci, dejndose caer en el csped, al lado de ella.
Se trataba de un apuesto joven de treinta aos, con una dentadura muy blanca y una sonrisa
contagiosa.
Me alegro de que alguien me quiera dijo. Los Scott estn como dos tortolitos, y cuando hay
tres, sobra uno. Porter est devorando el campo, y yo he corrido el peligro mortal de ser atrapado
por mi anfitriona.
Se ri. Lady Cynthia ri con l. El seor Satterthwaite, que en ciertos aspectos era un poco
anticuado, tanto como para no burlarse de sus anfitriones hasta al menos haber salido de su casa,
permaneci serio.
Pobre Jimmy dijo lady Cynthia.
No pienses por qu, pero escapa veloz. He escapado por los pelos a que me contara la historia
del fantasma de la familia.
Los Unkerton tienen un fantasma? exclam lady Cynthia. Qu horrible.
No es de los Unkerton intervino el seor Satterthwaite. Es un fantasma de Greenways. Lo
compraron con la casa.
Por supuesto dijo lady Cynthia. Ahora lo recuerdo. Pero no arrastra cadenas, verdad?. Slo
tiene algo que ver con una ventana.
Jimmy Allenson levant la vista rpidamente.
Una ventana?.
Pero el seor Satterthwaite no respondi. Miraba por encima de la cabeza de Jimmy las tres figuras
que se acercaban desde la casa: una esbelta muchacha entre dos hombres. Haba cierto parecido
superficial entre los hombres; ambos eran altos y morenos, con el rostro bronceado y los ojos vivos,
pero cuando estuvieron ms cerca, el parecido desapareci.
Richard Scott, cazador y explorador, era un hombre de una personalidad extraordinariamente fuerte.
Tena una actitud que irradiaba magnetismo. John Porter, su amigo y compaero de caza, era un
hombre de complexin ms robusta, con el rostro impasible y ojos grises muy pensativos. Era un
hombre callado, que se contentaba siempre con permanecer a la sombra de su amigo.
Y entre los dos hombres caminaba Moira Scott, quien, hasta tres meses antes, haba sido Moira
O'Connell, una figura esbelta, con ojos castaos grandes y tristes, y cabello rubio que le rodeaba el
menudo rostro como la aureola de una santa.
Esa muchacha no debe resultar lastimada dijo el seor Satterthwaite como para si. Sera
abominable que una chiquilla como ella sufriera algn dao.
Lady Cynthia dio la bienvenida a los recin llegados haciendo ondear lo ltimo en parasoles.
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Sintense y no interrumpan dijo. El seor Satterthwaite nos est contando una historia de
fantasmas.
Me encantan las historias de fantasmas dijo Moira Scott. Se sent en la hierba.
La historia del fantasma de Greenways? pregunt Richard Scott.
Si, la conoce?
Scott asinti con la cabeza.
En los viejos tiempos viv aqu explic. Antes de que los Elliot tuvieran que venderla. El
caballero vigilante, no?.
El caballero vigilante dijo su esposa con voz suave. Me gusta. Suena interesante. Por
favor, contine.
Pero el seor Satterthwaite no pareca predispuesto a hacerlo. Le asegur que en realidad no era
nada interesante.
La acaba de hacer interesante, Satterthwaite dijo Richard sardnicamente. Esa insinuacin
de desgana lo refuerza.
En respuesta al clamor popular, el seor Satterthwaite se vio forzado a hablar.
Realmente es muy poco interesante dijo a modo de disculpa. Cifo que la historia original
gira en torno a un Caballero, antepasado de la familia Elliot. Su esposa tena un amante cabeza
pelada1. El esposo fue muerto por el amante en una habitacin del piso de arriba, y la pareja
culpable huy; pero cuando huan, miraron atrs hacia la casa, y vieron el rostro del marido muerto
en la ventana, que les miraba. sa es la leyenda, pero la historia del fantasma slo tiene que ver con
un cristal de la ventana de esa habitacin concreta, en el que hay una mancha irregular, casi
imperceptible de cerca, pero que de lejos sin duda da la impresin de ser la cara de un hombre que
mira por la ventana.
Qu ventana es? pregunt la seora Scott, levantando los ojos hacia la casa.
Desde aqu no se ve dijo el seor Satterthwaite. Est al otro lado, pero la taparon por dentro
hace unos aos... cuarenta, creo, para ser exactos.
Por qu lo hicieron?. Crea que haba dicho que el fantasma no se mova.
No lo hace la tranquiliz el seor Satterthwaite. Supongo... bueno, supongo que llegaron a
tener una sensacin supersticiosa al respecto, eso es todo.
Entonces, con gran habilidad, consigui desviar la conversacin. Jimmy Allenson estaba dispuesto a
hablar largamente de los adivinadores egipcios.
Un fraude, la mayora de ellos. Siempre te dicen cosas vagas respecto al pasado, pero no se
comprometen respecto al futuro.
Habra dicho que sola ser al revs observ John Porter.
Es ilegal vaticinar el futuro en este pas, verdad? pregunt Richard Scott. Moira persuadi
a una gitana para que le leyera el futuro, pero la mujer le devolvi su cheln, y dijo que no poda
hacer nada, o decir nada, en realidad.
Quiz vio algo tan terrible que no quiso decrmelo intervino Moira.
No exagere, seora Scott dijo Allenson con ligereza. Yo, por lo menos, me niego a creer que
1 Miembros de un partido del Parlamento en la guerra civil inglesa del siglo XVII, llamados as por llevar el pelo muy corto. (N. de
la T.)

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se cierna sobre usted un futuro desgraciado.


Quin sabe dijo el seor Satterthwaite entre dientes. Quin sabe.
Entonces levant la vista con rapidez. Se acercaban dos mujeres procedentes de la casa; una mujer
baja y robusta, con el cabello negro, inapropiadamente vestida en color verde jade, y una figura alta
y delgada vestida en color marfil. La primera mujer era su anfitriona, la seora Unkerton; la
segunda era una mujer de la que l haba odo hablar pero a la que no conoca personalmente.
Aqu est la seora Staverton anunci la seora Unkerton, en tono de gran satisfaccin.
Todos son amigos, me parece.
Esta gente tiene el extrao don de decir las cosas ms horribles que pueden murmur lady
Cynthia, pero el seor Satterthwaite no le escuchaba. Estaba mirando a la seora Staverton.
Muy natural, su desenvuelto:
Hola, Richard, hace siglos que no nos vemos. Siento no haber podido ir a la boda. Es tu esposa?.
Debe de estar harta de conocer a los viejos amigos de su esposo, todos ellos tan curtidos por la
intemperie.
La respuesta de Moira... apropiada, ms bien tmida. La mirada rpida de apreciacin de la mujer
mayor pas pronto a otro viejo amigo.
-Hola, John!.
El mismo tono desenvuelto, pero con una sutil diferencia en l: un matiz caluroso que no haba
existido antes.
Y aquella sonrisa repentina. La transform. Lady Cynthia tena razn. Era una mujer peligrosa!.
Muy rubia, ojos de un azul profundo, no el tono tradicional de las sirenas, un rostro casi
desmejorado en reposo. Una mujer que arrastraba la voz y que posea una inesperada sonrisa
deslumbrante.
Iris Staverton se sent. Se convirti, natural e inevitablemente, en el centro del grupo. Y as,
pareca, sera siempre.
El seor Satterthwaite fue sacado de su ensimismamiento por el comandante Porter, que le sugiri ir
a dar un paseo. El seor Satterthwaite, que por regla general no era muy dado a pasear, accedi. Los
dos hombres se alejaron juntos por el csped.
Muy interesante la historia que acaba de contarnos dijo el comandante Porter.
Le mostrar la ventana dijo el seor Satterthwaite.
Le condujo al lado oeste de la casa. Haba all un pequeo jardn convencional, el Jardn Privado,
como siempre se le haba denominado; este nombre tena su razn de ser, pues el jardn estaba
rodeado de un alto seto de acebo y su entrada discurra en zigzag entre el mismo seto.
Por dentro era encantador, con parterres de flores, senderos enlosados y un banco bajo de piedra,
exquisitamente tallado. Cuando llegaron al centro del jardn, el seor Satterthwaite se volvi y
seal hacia la casa. La casa Greenways iba de norte a sur. En esta estrecha pared del oeste slo
haba una ventana, en el primer piso, casi cubierta de hiedra y con los cristales mugrientos; apenas
si se vea que estaba tapada con tablas por dentro.
Ah est dijo el seor Satterthwaite.
Estirando un poco el cuello, Porter mir hacia all.
Mmm, veo un poco de decoloracin en uno de los cristales, nada ms.
Estamos demasiado cerca dijo el seor Satterthwaite. Ms arriba, en el bosque, hay un claro
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desde donde se ve bien.


Guiando Satterthwaite el camino, salieron del Jardn Privado, torcieron a la izquierda y entraron en
el bosque. Cierto entusiasmo de gua se apoder de l, y no se fij en que el hombre que iba a su
lado se mostraba ausente y apenas le escuchaba.
Por supuesto, tuvieron que hacer otra ventana, cuando taparon sta explic. La nueva est
orientada al sur, y da al csped donde ahora estbamos sentados. Me parece que los Scott tienen esta
habitacin. Por eso no quera seguir con este asunto. La seora Scott podra haberse puesto nerviosa
si se daba cuenta de que dorma en lo que podra llamarse la habitacin encantada.
Si, entiendo dijo Porter.
El seor Satterthwaite le mir abiertamente, y se dio cuenta de que el otro hombre no haba odo ni
una palabra de lo que l deca.
Muy interesante dijo Porter. Golpe con su bastn los altos tallos ate unas flores y, frunciendo
el ceo, dijo: Ella no debera haber venido. No debera haber venido nunca.
La gente a menudo hablaba de esta manera al seor Satterthwaite. A ste pareca importarle muy
poco, tener una personalidad tan negativa.
No, no debera haber venido.
El seor Satterthwaite supo instintivamente que no se refera a la seora Scott.
Cree usted que no? pregunt.
Porter mene la cabeza como si presintiera algo malo.
Yo estaba en ese viaje dijo de pronto. Fuimos los tres. Scott y yo e Iris. Ella es una mujer
maravillosa, y buena tiradora. Hizo una pausa. Qu les hizo invitarla? termin
bruscamente.
El seor Satterthwaite se encogi de hombros.
La ignorancia dijo.
Habr problemas dijo el otro. Debemos mantenernos alerta... y hacer lo que podamos.
Pero seguro que la seora Staverton...
Hablo de Scott. Se interrumpi. Hay que pensar en la seora Scott.
El seor Satterthwaite haba estado pensando en ella todo el rato, pero no le pareci necesario
decirlo, ya que el otro hombre se haba olvidado tan claramente de ella hasta este momento.
Cmo conoci Scott a su esposa? pregunt.
El invierno pasado, en El Cairo. Un asunto rpido. Al cabo de tres semanas estaban
comprometidos, y casados al cabo de seis.
Me parece una mujer encantadora.
Lo es, no cabe duda. Y l la adora; pero eso no cambiar nada. Y el comandante Porter repiti
como para si: Al diablo con todo, no debera haber venido.
En aquel momento salieron a un elevado montculo herboso que se hallaba a cierta distancia de la
casa. Con algo del orgullo del gua, el seor Satterthwaite extendi el brazo.
Mire dijo.
Estaba oscureciendo con rapidez. La ventana an poda divisarse bien, y aparentemente apretada a
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uno de los cristales se vea la cara de un hombre tocado con un sombrero con plumas.
Muy curioso dijo Porter. Realmente muy curioso. Qu ocurrir cuando ese cristal se rompa
algn da?.
El seor Satterthwaite sonri.
Esa es una de las partes ms interesantes de la historia. Ese cristal ha sido sustituido, que yo sepa,
al menos once veces, quiz ms. La ltima vez fue hace doce aos, cuando el nuevo propietario de
la casa decidi destruir el mito. Pero siempre ocurre lo mismo. La mancha reaparece; no enseguida,
la decoloracin se extiende gradualmente. Por regla general tarda uno o dos meses.
Por primera vez, Porter dio seales de autntico inters. Sinti un escalofro.
Son muy extraas, estas cosas. No tienen explicacin. Cul es la verdadera razn de que est
tapada por dentro?.
Bueno, se cre la idea de que la habitacin traa... traa mala suerte. Los Evesham estuvieron en
ella poco antes de su divorcio. Luego, Stanley y su esposa se alojaban aqu, y tenan esa habitacin
cuando l huy con una corista.
Porter alz las cejas.
Entiendo. Peligro, no para la vida, sino para la moral.
Y ahora dijo el seor Satterthwaite como para sus adentros, la tienen los Scott. Me
pregunto...
Dieron media vuelta y regresaron en silencio a la casa. Caminaban casi sin hacer ruido por el suave
csped, absorto cada uno en sus propios pensamientos. Al dar la vuelta a la esquina del seto de
acebo, oyeron la voz de Iris Staverton, que se elevaba fiera y clara desde las profundidades del
Jardn Privado, y escucharon sin querer:
Lo lamentars!. Lamentars esto!.
Respondi la voz de Scott, baja e insegura, y sus palabras no pudieron distinguirse; luego, la voz de
la mujer se elev otra vez, pronunciando unas palabras que seran recordadas ms tarde.
Los celos... conducen al Diablo.... son el Diablo!. Pueden conducir al asesinato. Ten cuidado,
Richard; por el amor de Dios, ten cuidado.
Y dicho esto, sali del Jardn Privado, delante de ellos, y dio la vuelta a la esquina de la casa sin
verles, caminando de prisa, casi corriendo, como una mujer atormentada y perseguida.
El seor Satterthwaite pens de nuevo en las palabras de lady Cynthia. Una mujer peligrosa. Por
primera vez, tuvo una premonicin de tragedia, que se aproximaba veloz e inexorable.
Sin embargo, aquella noche se sinti avergonzado de sus temores. Todo pareca normal y agradable.
La seora Staverton, con su alegre despreocupacin, no daba muestras de tensin. Moira Scott se
mostr encantadora y no pareca afectada. El propio Richard Scott pareca estar de buen humor.
La persona con aspecto ms preocupado era la robusta seora Unkerton. Se confi largamente al
seor Satterthwaite.
Considrelo una tontera, si quiere, pero hay algo que me produce piel de gallina. Y se lo dir con
franqueza, he enviado a buscar al cristalero, sin que lo sepa Ned.
El cristalero?.
Para que ponga un cristal nuevo en aquella ventana. Todo est muy bien. Ned est orgulloso de
ello... dice que le da tono a la casa. A mi no me gusta. Se lo digo claramente. Pondremos un sencillo
cristal moderno, sin ninguna historia horrible.
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Olvida usted dijo el seor Satterthwaite, o quiz no lo sabe, que la mancha reaparece.
Puede que sea as dijo la seora Unkerton. Lo nico que puedo decir es que si lo hace, va
contra la naturaleza.
El seor Satterthwaite alz las cejas, pero no dijo nada.
Y qu, si lo hace? prosigui la seora Unkerton desafiante. No estamos tan arruinados, Ned
y yo, como para que no podamos pagar un nuevo cristal cada mes... o cada semana, si fuera
necesario.
El seor Satterthwaite no respondi al reto. Haba visto demasiadas cosas que se derrumbaban ante
el poder del dinero para creer que un Caballero fantasma pudiera vencer en una lucha con ste. No
obstante, le interesaba la intranquilidad manifiesta de la seora Unkerton. Ni siquiera ella estaba
exenta de la tensin que reinaba en el ambiente; slo que ella lo atribua a una historia de fantasmas
y no al choque de personalidades entre sus invitados.
El seor Satterthwaite estaba predestinado a or an otro fragmento de conversacin que arroj luz
sobre la situacin. Suba la ancha escalera para ir a acostarse. John Porter y la seora Staverton
estaban juntos, sentados en un rincn del gran vestbulo. Ella hablaba con dbil irritacin.
No tena ni idea de que los Scott estaran aqu. Si lo hubiera sabido, no habra venido; pero te
aseguro, mi querido John, que ahora que estoy aqu, no voy a huir.
El seor Satterthwaite pas de largo y no oy ms. Pens para sus adentros: Me pregunto, cunto
de ello es cierto?. Lo saba ella?. Qu pasar?.
Mene la cabeza.
A la luz clara de la maana, le pareci que quiz haba sido un poco melodramtico en sus fantasas
de la noche anterior. Un momento de tensin, si, cierto, inevitable dadas las circunstancias, pero
nada ms. La gente se adapta. Su suposicin de que se cerna alguna gran catstrofe no era ms que
consecuencia de los nervios, puros nervios, o posiblemente el hgado. Si, eso era, el hgado. Tena
que estar en Carlsbad al cabo de quince das.
Al atardecer propuso ir a dar un pequeo paseo cuando empezaba a oscurecer. Sugiri al
comandante Porter subir al claro y ver si la seora Unkerton haba cumplido su palabra y haba
hecho cambiar el cristal de la ventana. Dijo:
Ejercicio, eso es lo que necesito. Ejercicio.
Los dos hombres caminaron lentamente por el bosque. Porter, como de costumbre, se mostraba
taciturno.
No puedo evitar sentir dijo el seor Satterthwaite, locuaz que ayer fuimos un poco alocados
en nuestras figuraciones. Lo de esperar... problemas, ya sabe. Al fin y al cabo, la gente tiene que
comportarse, tragarse sus sentimientos y todo eso.
Tal vez dijo Porter. Al cabo de uno o dos minutos aadi: La gente civilizada.
A quin se refiere?.
La gente que ha vivido fuera de la civilizacin durante mucho tiempo a veces retrocede. Vuelve
atrs, o como lo llamen.
Salieron al montculo de hierba. El seor Satterthwaite respiraba bastante deprisa. Nunca le gustaba
ir colina arriba.
Mir hacia la ventana. El rostro segua all, ms real que nunca.
Nuestra anfitriona se ha arrepentido, por lo que veo.
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Porter slo ech una mirada rpida.


Unkerton se habr enojado, supongo dijo con indiferencia. Es de esos hombres que se
enorgullecen de tener otro fantasma familiar, y no va a correr el riesgo de que se lo lleven despus
de haber pagado por l.
Permaneci en silencio unos minutos, mirando fijamente no la casa, sino la espesa vegetacin que
les rodeaba.
No se le ha ocurrido nunca pensar dijo que la civilizacin es muy peligrosa?.
Peligrosa?.
Esta observacin revolucionaria sorprendi grandemente al seor Satterthwaite.
Si. No hay vlvulas de seguridad.
Se volvi bruscamente, y descendieron por el sendero por el que haban subido.
Realmente no le entiendo dijo el seor Satterthwaite avanzando con pasos ligeros para seguir
las zancadas del otro hombre. La gente razonable...
Porter se ri. Una risa breve y desconcertante. Luego, mir al correcto caballero que iba a su lado.
Cree que son tonteras por mi parte, seor Satterthwaite?. Pero hay gente que puede decir
cundo se avecina una tormenta. Lo perciben en el aire. Y otras personas pueden predecir los
problemas. Ahora se avecinan problemas, seor Satterthwaite, problemas graves. Pueden llegar en
cualquier momento. Puede...
Se detuvo en seco, agarrando el brazo del seor Satterthwaite. Y en aquel instante de silencio se oy
el sonido de dos disparos y, a continuacin, un grito, un grito de mujer.
Dios mo! exclam Porter. Ya estn aqu.
Corri por el sendero, jadeando el seor Satterthwait detrs de l. En un minuto llegaron al csped,
cerca del seto del Jardn Privado. Al mismo tiempo, Richard Scott y el seor Unkerton doblaron la
esquina opuesta de la casa. Se detuvieron frente a frente uno de otro, a derecha e izquierda de la
entrada del Jardn Privado.
Ha... ha venido de aqu dijo Unkerton, sealando con mano floja.
Hemos de verlo dijo Porter.
Fue el primero en entrar en el recinto. Cuando dio la vuelta al ltimo recodo del seto de acebo, se
detuvo en seco. El seor Satterthwaite mir por encima del hombro. Un grito escap de Richard
Scott.
Haba tres personas en el Jardn Privado. Dos de ellas yacan en el csped, cerca del banco de
piedra; eran un hombre y una mujer. La tercera era la seora Staverton. Estaba de pie muy cerca de
ellos, junto al seto de acebo, con ojos aterrorizados y sosteniendo algo en la mano derecha.
Iris exclam Porter. Iris, por el amor de Dios!. Qu tienes en la mano?.
Entonces ella baj la mirada, con una especie de asombro e indiferencia increble.
Es una pistola dijo perpleja. Y luego, despus de lo que pareci un rato interminable pero que
en realidad no fueron ms que unos segundos, aadi: Yo... la he cogido del suelo.
El seor Satterthwaite se haba acercado a Unkerton y Scott, que estaban arrodillados en la hierba.
Un mdico murmur el ltimo. Hemos de avisar a un mdico.
Pero era demasiado tarde para ningn mdico. Jimmy Allenson, que se haba lamentado de que los
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adivinadores no se comprometan con sus predicciones, y Moira Scott, a quien una gitana haba
devuelto un cheln, yacan inmviles para siempre.
Richard Scott efectu un breve reconocimiento. El nervio de acero del hombre se demostr en esos
momentos de crisis. Tras el primer grito de agona, recuper el control de si mismo.
Dej con suavidad a su esposa de nuevo en el suelo.
Un tiro en la espalda dijo escuetamente. La bala la ha atravesado.
Entonces examin a Jimmy Allenson. Tena una herida en el pecho y la bala estaba alojada en el
cuerpo.
John Porter se acerc a ellos.
No hay que tocar nada dijo con seriedad. La polica debe verlo todo exactamente como est
ahora.
La polica dijo Richard Scott.
Sus ojos se iluminaron con un brillo repentino al mirar a la mujer que se hallaba junto al seto de
acebo. El hombre dio un paso en aquella direccin, pero John Porter se movi al mismo tiempo para
impedirle el paso. Por un momento pareci que se produca un duelo de ojos entre los dos amigos.
Porter mene la cabeza muy despacio.
No, Richard dijo. Lo parece... pero ests equivocado.
Richard Scott habl con dificultad, humedecindose los labios.
Entonces, por qu tiene eso en la mano?.
Iris Staverton repiti, en el mismo tono apagado:
Yo... la he cogido del suelo.
La polica dijo Unkerton ponindose de pie. Debemos avisar a la polica enseguida.
Telefonea usted, Scott?. Alguien debera quedarse aqu... si, estoy seguro de que alguien debera
quedarse aqu.
Con su actitud caballerosa de costumbre, el seor Satterthwaite se ofreci a hacerlo. Su anfitrin
acept la oferta con alivio manifiesto.
Las seoras dijo. Tengo que dar la noticia a las seoras, lady Cynthia y mi querida esposa.
El seor Satterthwaite se qued en el Jardn Privado contemplando el cuerpo de Moira Scott.
Pobrecilla dijo para sus adentros, Pobrecilla.
Pens en el dao que los hombres hacen sin querer. Porque no era Richard Scott en cierto modo
responsable de la muerte de su inocente esposa?. Colgaran a Iris Staverton, supona, aunque no le
gustaba pensar en ello, pero no tena l al menos parte de la culpa?. La maldad de los hombres...
Y la muchacha, la muchacha inocente, lo haba pagado.
La mir con profunda lstima. Su rostro menudo, tan plido y melanclico, una media sonrisa en
sus labios inertes. El cabello rubio, despeinado; la delicada oreja. Haba una mancha de sangre en el
lbulo. Con la sensacin interna de ser detective, el seor Satterthwaite dedujo que all haba habido
un pendiente, que haba sido arrancado al caer la muchacha. Estir el cuello hacia adelante. Si, tena
razn, de la otra oreja colgaba una pequea perla.
Pobrecita, pobrecita.
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Y ahora, seor dijo el inspector Winkfield.


Se encontraban en la biblioteca. El inspector, un hombre de cuarenta y tantos aos, enrgico y con
aspecto de ser sagaz, conclua sus investigaciones. Haba interrogado a casi todos los invitados, y
tena ya casi decidido el caso. En aquel momento estaba escuchando lo que el comandante Porter y
el seor Satterthwaite tenan que decir. El seor Unkerton estaba sentado en una silla, mirando con
los ojos muy abiertos la pared de enfrente.
Por lo que entiendo, caballeros dijo el inspector, haban ido a dar un paseo. Regresaban a la
casa por un sendero que discurre por el lado izquierdo de lo que llaman el Jardn Privado. Es
correcto eso?.
Si, inspector.
Oyeron dos disparos y el grito de una mujer?.
-Si.
Entonces corrieron tan de prisa como pudieron, salieron de los bosques y se dirigieron hacia la
entrada del Jardn Privado. Si alguien hubiera salido de ese jardn y torcido a la derecha, se habra
tropezado con el seor Unkerton y el seor Scott. Si hubiera girado a la izquierda, ustedes le
habran visto. Es correcto eso?.
En efecto dijo el comandante Porter. Estaba muy plido.
Bien dijo el inspector. Entonces, el seor y la seora Unkerton y lady Cynthia Drage estaban
sentados en el csped, el seor Scott se encontraba en la sala de billar, que da a ese csped. A las
seis y diez, la seora Staverton ha salido de la casa, ha hablado un poco con los que se encontraban
all, y ha dado la vuelta a la casa para dirigirse hacia el Jardn Privado. Dos minutos ms tarde, se
han odo los disparos. El seor Scott ha salido precipitadamente de la casa y, junto con el seor
Unkerton, ha corrido al Jardn Privado. Al mismo tiempo, usted y el seor... Satterthwaite han
llegado procedentes de la direccin contraria. La seora Staverton estaba en el Jardn Privado con
una pistola en la mano con la que se haban efectuado dos disparos. Tal como yo lo veo, ella ha
disparado primero a la seora desde atrs, mientras sta se encontraba sentada en el banco.
Entonces, el capitn Allenson se ha levantado y ha acudido a ella, y ha recibido un disparo en el
pecho cuando se acercaba. Entiendo que existi un... una relacin previa entre ella y el seor
Richard Scott...
Eso es mentira dijo Porter.
Su voz son spera y desafiante. El inspector no dijo nada, se limit a menear la cabeza.
Qu historia cuenta ella? pregunt el seor Satterthwaite.
Dice que ha ido al Jardn Privado para estar un rato tranquila. Justo antes de dar la vuelta al
ltimo seto ha odo los disparos. Se ha acercado, ha visto la pistola a sus pies y la ha recogido.
Nadie se ha cruzado con ella, y ella no ha visto a nadie en el jardn ms que a las dos vctimas. El
inspector hizo una elocuente pausa. Esto es lo que ella dice... y aunque la he prevenido, ha
insistido en efectuar una declaracin.
Si ella ha dicho eso intervino el comandante Porter, su rostro an tremendamente plido, es
que es verdad. Conozco a Iris Staverton.
Bien, seor dijo el inspector, habr mucho tiempo para hablar de todo ello ms tarde.
Entretanto, tengo que cumplir con mi deber.
Con un movimiento brusco, Porter se volvi al seor Satterthwaite.
Usted!. No puede ayudar?. No puede hacer nada?.
El seor Satterthwaite no pudo evitar sentirse inmensamente halagado. Haban acudido a l, el ms
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insignificante de los hombres, y nada menos que John Porter.


Iba a dar una respuesta pesarosa cuando entr el mayordomo, Thompson, con una tarjeta en una
bandeja que ofreci a su amo con una tos a modo de disculpa. El seor Unkerton segua sentado en
una silla, encogido, sin participar en la escena.
He dicho al caballero que probablemente no podra verle, seor dijo Thompson, pero ha
insistido en que tena una cita y que era sumamente urgente.
Unkerton cogi la tarjeta.
El seor Harley Quin ley. Ya me acuerdo, tena que verme por un asunto de un cuadro. Le
haba citado, pero tal como estn las cosas...
Pero el seor Satterthwaite se haba acercado.
El seor Harley Quin, dice usted? pregunt. Qu extraordinario, qu extraordinario.
Comandante Porter, me ha preguntado si poda ayudar. Creo que puedo. Este tal seor Quin es
amigo mo... o debera decir conocido. Es un hombre de lo ms asombroso.
Uno de estos aficionados a resolver crmenes, supongo observ el inspector con desdn.
No dijo el seor Satterthwaite. No es de esa clase de hombres. Pero tiene un poder, el poder
casi misterioso de mostrar lo que uno ha visto con sus propios ojos, de aclarar lo que uno ha odo
con sus propios odos. Hagmosle un bosquejo del caso, y oigamos lo que tenga que decir, por lo
menos.
El seor Unkerton mir al inspector, quien se limit a soltar un bufido y mirar hacia el techo.
Entonces, el primero hizo un breve gesto afirmativo a Thompson, que sali de la habitacin y
volvi con un extrao, alto y delgado.
El seor Unkerton? El extrao le estrech la mano. Lamento molestarle en este momento.
Dejaremos nuestra pequea charla sobre pintura para otra ocasin. Ah, mi amigo, el seor
Satterthwaite!. Aficionado a los dramas como siempre?.
Una dbil sonrisa asom a los labios del extrao cuando pronunci estas palabras.
Seor Quin dijo el seor Satterthwaite, aqu se ha producido un drama; estamos inmersos en
l. Me gustara, y a mi amigo el comandante Porter tambin le gustara, conocer su opinin al
respecto.
El seor Quin se sent. La lmpara con pantalla roja arrojaba un ancho ngulo de luz de color sobre
su abrigo a cuadros y dejaba su rostro en sombras casi como si llevara una mscara.
Sucintamente, el seor Satterthwaite recit los puntos principales de la tragedia. Luego, hizo una
pausa, jadeante, esperando las palabras del orculo.
Pero el seor Quin se limit a menear la cabeza.
Una triste historia dijo. Una tragedia muy triste y asombrosa. La falta de motivos la hace
muy misteriosa.
Unkerton le miraba fijamente.
No lo entiende dijo. Oyeron a la seora Staverton amenazar a Richard Scott. Estaba
amargamente celosa de su esposa. Los celos...
Estoy de acuerdo interrumpi el seor Quin. Celos o posesin demonaca. Es lo mismo.
Pero me ha interpretado mal. No me refera al asesinato de la seora Scott, sino al del capitn
Allenson.
Tiene razn grit Porter, acercndose. Ah hay algo que no concuerda.
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Si Iris alguna vez hubiera tenido intencin de disparar a la seora Scott, lo habra hecho cuando sta
se encontraba sola. No, esta pista es errnea. Y creo que veo otra solucin. Slo esas tres personas
fueron al Jardn Privado. Eso es indiscutible, y no pretendo discutirlo. Pero reconstruyo la tragedia
de manera diferente. Supongamos que Jimmy Allenson dispara primero a la seora Scott y despus
se dispara a si mismo. Es posible, no?. La pistola le resbala de la mano cuando l cae... la seora
Staverton la encuentra en el csped y la recoge tal como ha dicho. Qu les parece?.
El inspector mene la cabeza.
No sirve, comandante Porter. Si el capitn Allenson hubiera disparado tan cerca de su cuerpo, la
ropa habra estado chamuscada.
Quiz sostena la pistola con el brazo apartado del cuerpo.
Por qu iba a hacerlo?. No tiene sentido. Adems, no hay motivo.
Podra haber perdido la cabeza repentinamente murmur Porter sin gran conviccin. Volvi a
quedar en silencio, levantndose de pronto para decir con aire desafiante: Qu me dice, seor
Quin?.
ste mene la cabeza.
No soy mago. Ni siquiera criminlogo. Pero les dir una cosa: creo en el valor de las
impresiones. En toda crisis, siempre hay un momento que destaca sobre los dems, una imagen que
permanece cuando todo lo dems se ha evaporado. Es probable, creo, que el seor Satterthwaite
haya sido el observador con menos prejuicios de los presentes. Quiere recordar, seor
Satterthwaite, y decimos el momento que le ha producido una impresin ms fuerte?. Ha sido al
or los disparos?. Ha sido al ver los cuerpos muertos?. Ha sido al observar la pistola que tena la
seora Staverton en la mano?. Aleje de su mente cualquier escala de valores preconcebida, y hable.
El seor Satterthwaite fij sus ojos en el rostro del seor Quin, como un escolar que recita una
leccin de la que no est seguro.
No dijo despacio, no ha sido ninguno de ellos. El momento que recordar siempre es cuando
me he quedado solo con los cadveres, despus, contemplando a la seora Scott. Yaca de costado.
Tena el pelo despeinado. Haba una mancha de sangre en su oreja.
Y al instante, mientras lo deca, percibi que haba dicho algo terrible, muy importante.
Sangre en la oreja?. Si, lo recuerdo dijo Unkerton lentamente.
Debi de arrancrsele el pendiente cuando cay explic el seor Satterthwaite.
Pero al decirlo le pareci un poco improbable.
Estaba echada sobre el costado izquierdo dijo Porter. Supongo que era esa oreja, no?.
No respondi el seor Satterthwaite rpidamente. Era la oreja derecha.
El inspector tosi.
He encontrado esto en la hierba dijo. Mostr un aro de oro.
Pero Dios mo exclam Porter, eso no puede haberse arrancado por una simple cada. Parece
ms bien como si lo hubiera arrancado una bala, Eso es dijo el seor Satterthwaite. Ha sido
una bala. Tiene que haber sido una bala.
Slo se han producido dos disparos dijo el inspector. El mismo disparo no puede haberle
herido la oreja y entrado por la espalda. Y si un disparo ha arrancado el pendiente, el segundo la ha
matado, y no puede haber matado tambin al capitn Allenson... A no ser que l estuviera delante de
ella muy cerca, muy cerca... frente a ella. Oh, no!, ni siquiera entonces, a menos que...
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A menos que estuviera en sus brazos, iba usted a decir intervino el seor Quin, con una extraa
sonrisa. Bueno, por qu no?.
Todos se miraron entre si. La idea les resultaba tan extraa... Allenson y la seora Scott. El seor
Unkerton lo manifest en voz alta.
Pero si apenas se conocan dijo.
No s dijo el seor Satterthwaite pensativo. Podra ser que se conocieran mejor de lo que
creamos. Lady Cynthia me dijo que l la salv del aburrimiento en Egipto, el verano pasado, y
usted se volvi a Porter me dijo que Richard Scott conoci a su esposa en El Cairo el pasado
invierno. Tal vez ellos dos se conocieron muy bien all.
No pareca que pasaran mucho tiempo juntos dijo Unkerton.
No, ms bien se evitaban el uno al otro. Casi era antinatural, ahora que lo pienso...
Todos miraban al seor Quin, como un poco asustados por las conclusiones a las que haban llegado
de un modo tan inesperado.
El seor Quin se puso de pie.
Ya ven dijo lo que la impresin del seor Satterthwaite nos ha proporcionado. Se volvi a
Unkerton. Ahora le toca a usted.
Eh?. No le entiendo.
Usted se hallaba muy pensativo cuando he entrado en esta habitacin. Me gustara saber qu idea
le obsesionaba. No importa si no tiene nada que ver con la tragedia. No importa si a usted le
parece... supersticiosa...El seor Unkerton se sobresalt un poco. Cuntenos.
No me importa contrselo dijo Unkerton. Aunque no tiene nada que ver con este asunto, y
probablemente se reirn ustedes. Deseaba que mi esposa hubiera dejado tranquila aquella ventana
encantada y no hubiera hecho cambiar el cristal. Tengo la sensacin de que eso quiz nos ha trado
una maldicin.
No pudo comprender por qu los dos hombres que tena frente a si le miraban tan fijamente.
Pero si todava no lo han cambiado dijo el seor Satterthwaite al fin.
Si, si lo han hecho. Esta maana, a primera hora, ha venido el cristalero.
Dios mo! exclam Porter. Empiezo a entender. Esa habitacin est panelada, supongo, no
empapelada.
Si, pero qu...?.
Porter ya haba salido de la habitacin. Los otros le siguieron. Subi directamente la escalera hasta
el dormitorio de los Scott. Era una habitacin encantadora, revestida de madera clara, sin ninguna
ventana al sur. Porter fue palpando la madera de la pared del oeste.
En algn sitio habr un resorte... tiene que haberlo. Ah! Se oy un dic y una seccin de la
madera se enroll, dejando al descubierto los sucios cristales de la ventana encantada. Un cristal
estaba limpio y nuevo. Porter se agach con gesto rpido y recogi algo. Lo sostuvo sobre la palma
de la mano. Era un fragmento de una pluma de avestruz. Luego mir al seor Quin. ste asinti con
la cabeza.
Cruz la habitacin para ir hasta el armario. All haba varios sombreros; los sombreros de la mujer
muerta. Sac uno de ala ancha que llevaba plumas, un elaborado sombrero de Ascot.
El seor Quin empez a hablar con voz suave y reflexiva.
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Imaginemos dijo el seor Quin a un hombre que por naturaleza es intensamente celoso, un
hombre que en el pasado ha vivido aos aqu y conoce el secreto del resorte en la madera. Para
divertirse, un da lo abre y mira hacia el Jardn Privado. All ve a su esposa con otro hombre,
seguros de que nadie puede verles. La relacin entre ellos no admite dudas. El hombre monta en
clera. Qu har?. Se le ocurre una idea. Va al armario y se pone el sombrero de ala ancha con
plumas. Est oscureciendo, y recuerda la historia de la mancha del cristal. Si alguien mira hacia la
ventana, ver al caballero vigilante. Con esta seguridad les observa, y en el momento en que
estn uno en brazos del otro, dispara. Es buen tirador, muy bueno. Cuando caen, vuelve a disparar;
este disparo es el que arranca el pendiente. Arroja la pistola por la ventana al Jardn Privado, corre
al piso de abajo, cruza la sala de billar y sale al jardn.
Porter se acerc a l.
Pero ha permitido que la acusen a ella dijo. Ha permitido que la acusen a ella!. Por qu?.
Por qu?.
Creo que sabe usted por qu dijo el seor Quin. Adivino... y slo son conjeturas por mi
parte... que Richard Scott estuvo en otro tiempo locamente enamorado de Iris Staverton, tan
locamente que al verla aos despus se aviv en l el rescoldo de los celos. Yo dira que Iris
Staverton crey que podra amarle, que fue con l a un viaje de caza y luego a otro... y que regres
enamorada del que era mejor hombre.
Mejor hombre murmur Porter aturdido. Se refiere...
Si dijo el seor Quin con una dbil sonrisa. Me refiero a usted. Hizo una breve pausa, y
aadi: Yo de usted ira con ella ahora mismo.
Lo har dijo Porter.
Dio media vuelta y sali de la habitacin.

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DOROTHY L. SAYERS (1893-1957)


EL CUADRADO DE LA REINA

Lord Peter Wimsey, el famoso detective de Dorothy L. Sayers, se siente como en casa en compaa
de lord y lady Ferncliffe y otros moradores de las casas de campo inglesas en su Edad de Oro. Es
el hijo menor del quinto duque de Denver, educado en Eton y Balliol College, Oxford, donde
sobresali en cricket. Su bravura en combate durante la primera guerra mundial le vali la Orden
a los Servicios Distinguidos. Volvi a la vida civil como experto aficionado a los libros raros, la
historia, la msica, y, por supuesto, a la criminologa.
En el transcurso de la saga de los Wimsey (1923-1942) se casa, tiene hijos y utiliza sus habilidades
como detective para ayudar a diversos miembros de la familia. Como en la historia que sigue, la
sangre azul fluye como el vino.

Ay, Jack de Diamantes, Jack de Diamantes dijo Mark Sambourne, meneando la cabeza en
gesto de reproche. Te conozco desde hace mucho tiempo. Hurg bajo el blanco satn de su
disfraz, adornado con enormes rectngulos que representaban un juego de domin. Cuelga este
disfraz!. Dnde diablos me puso los bolsillos ese tipo?. Me robas el bolsillo, si, me robas el
bolsillo de plata y la la l. Cunto es?. Extrajo una pluma estilogrfica y un talonario de
cheques.
Cinco libras, diecisiete chelines, seis peniques dijo lord Peter Wimsey. Es eso, no,
compaera?. Sus enormes mangas azul y escarlata crujieron cuando se volvi hacia lady
Hermione Creethorpe, quien, con su disfraz de Reina de Trboles, pareca una virgen temible,
como, en realidad, era.
Est bien dijo la anciana, y lo considero muy barato.
No he jugado mucho rato dijo Wimsey a modo de disculpa.
Habra sido ms, ta observ la seora Wraybum, sino hubieras sido tan codiciosa. No
deberas haber doblado esas cuatro espadas mas.
Lady Hermione solt un bufido, y Wimsey se apresur a intervenir.
Es una pena que hayamos tenido que parar, pero Deverill jams nos perdonar si no bailamos el
sir Roger2. Se lo toma muy en serio. Qu hora es?. La una y veinte. El sir Roger est programado
para la media en punto. Supongo que ser mejor que regresemos al saln de baile.
Supongo que si coincidi la seora Wrayburn. Se puso de pie, exhibiendo su vestido, que
mostraba el atrevido diseo de los puntos blancos y rojos de un tablero de backgammon. Es usted
muy amable aadi, mientras la voluminosa falda de lady Hermione se arrastraba por el pasillo
delante de ellos al abandonar el baile para jugar al bridge con mi ta. A ella le desagrada tanto
perdrselo.
No tiene importancia replic Wimsey. Es un placer. Y en cualquier caso, me ha alegrado
tener un descanso. Estos disfraces dan mucho calor cuando se baila.
Pero resulta usted un Jack de Diamantes esplndido. Qu buena idea tuvo lady Deverill al
hacernos venir a todos disfrazados de juego. Rompe con la monotona de los pierrots y las
2 Sir Roger de Coverley, danza popular. (N. de la T.)
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columbinas.
Rodearon el ngulo sudoeste del saln de baile y salieron al corredor del sur, iluminado por una
gran lmpara de techo de cuatro lados, cada uno de un color diferente. Se detuvieron bajo la arcada
y se quedaron contemplando la pista, donde los invitados de sir Charles Deverill bailaban el fox-trot
siguiendo una alegre meloda interpretada por la banda que tocaba en la galera de los msicos, en
el otro extremo.
Hola, Giles! salud la seora Wrayburn. Parece que tienes calor.
Tengo calor dijo Giles Pomfret. Ojal no hubiera sido tan ingenioso con este disfraz infernal.
Es una bonita mesa de billar, pero con ella no puedo sentarme. Se sec la frente sudorosa,
coronada por una elegante pantalla verde de lmpara. La nica manera de descansar un poco es
apoyar el trasero en un radiador, pero todos estn que arden y no es muy refrescante. Gracias a
Dios, siempre puedo dar la excusa del bocadillo de tablas para dejar de bailar. Se apoy en la
columna que se hallaba ms cerca, con aire de mrtir.
Nina Hartford es la que lo ha hecho mejor dijo la seora Wrayburn. Waterpolo; qu sensata:
slo un traje de bao y una pelota. Aunque debo decir que quedara mucho mejor en una figura
menos estilo restauracin. Los naipes son los ms bonitos, y creo que las piezas de ajedrez les
van a la zaga. Luego viene Gerda Bellingham, que est bailando con su esposo; no est
demasiado maravillosa con esa peluca roja?. Y la animacin y todo... querida, es tan atractivo.
Me alegro de que no hayan venido todos demasiado a lo Lewis Carroll; Charmian Grayle es la
Reina Blanca ms dulce... por cierto, dnde est?.
No me gusta esa joven dijo lady Hermione. Es una fresca.
Querida!.
No me cabe duda de que me consideras anticuada. Bueno, me alegro de serlo. Yo digo que es una
fresca y, ms an, cruel. He estado observndola antes de cenar, y lo siento por Tony Lee. Ha
coqueteado (por no decir un nombre peor) todo lo que ha podido con Harry Vibart, y tambin tiene
a Jim Playfair en un puo. Ni siquiera puede dejar tranquilo a Frank Bellingham, aunque se aloja en
su casa.
Oh, lady Hermione! protest Sambourne, es usted un poco dura con la seorita Grayle.
Quiero decir, es una chiquilla tremendamente juguetona y todo eso.
Detesto esa palabra, juguetona dijo con aspereza lady Hermione. Actualmente slo
significa borrachera e indisciplina. Y tampoco es una chiquilla, joven. Dentro de tres aos estar
como una bruja, si sigue as.
Querida lady Hermione dijo Wimsey-, no todos podemos conservarnos tan bien como usted.
Podran replic la anciana, si vigilaran el estmago y la moral. Ah viene Frank
Bellingham... en busca de una copa, sin duda. Los jvenes de hoy parecen conservarse en ginebra.
El fox-trot haba terminado, y el Rey Rojo se abra paso hacia ellos a travs de un grupo de parejas
que aplaudan.
Hola, Bellingham! dijo Wimsey. Lleva la corona torcida. Permtame. Con dedos hbiles
coloc en su sitio peluca y corona. La culpa no es suya. Qu corona est a salvo en estos das de
bolcheviques?.
Gracias dijo Bellingham. Bueno, quiero un trago.
Qu les he dicho? dijo lady Hermione.
Dese prisa, entonces, amigo dijo Wimsey. Dispone de cinco minutos. Procure llegar a
tiempo para el sir Roger.
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Tiene razn. Voy a bailarlo con Gerda. Por cierto, si la ven, dganle adonde he ido.
Lo haremos. Lady Hermione, me har usted el honor, supongo.
Tonteras!. No esperar que baile, a mi edad. La vieja doncella debera ser la fea del baile.
Nada de eso. Si yo hubiera tenido la suerte de nacer antes, usted y yo habramos aparecido uno al
lado del otro, como Matrimonio. Claro que lo bailar conmigo; a menos que me rechace para bailar
con uno de esos jovenzuelos.
Yo no sirvo para los jvenes dijo lady Hermione. No tienen agallas. Y son patilargos.
Ech una rpida mirada a las piernas de Wimsey. Usted al menos tiene un poco de pantorrillas.
Puedo estar a su lado sin ruborizarme por usted.
Wimsey hizo una profunda reverencia sobre los deformados nudillos que le tenda la mujer.
Me hace usted el ms feliz de los hombres. Les ensearemos cmo se hace. Mano derecha, mano
izquierda, las dos manos al otro lado, espalda con espalda, vuelta entera y al medio. Ah est
Deverill yendo a decir a la banda que empiece. Qu puntual, no?. Slo faltan dos minutos para...
Qu ocurre, seorita Carstairs?. Ha perdido a su pareja?.
Si. Han visto a Tony Lee en alguna parte?.
El Rey Blanco?. Ni rastro. Ni a la Reina Blanca. Supongo que estarn juntos en algn sitio.
Probablemente. El pobre Jimmie Playfair est sentado en el corredor norte, cargado de paciencia.
Ser mejor que vaya usted a consolarle dijo Wimsey, riendo.
Joan Carstairs hizo una mueca y desapareci en direccin al buffet, mientras sir Charles Deverill, el
organizador de la fiesta, se acercaba a Wimsey y sus compaeros, radiante en su disfraz de chino
adornado con dragones rojos y verdes, bambes, crculos y caracteres chinos, y con un pjaro
disecado, con un enorme rabo, sobre el hombro.
Bueno, bueno exclam. Vamos, vamos, vamos!. Todos preparados para el sir Roger. Tiene
a su pareja, Wimsey?. Ah, si, lady Hermione... esplndido. Venga a ponerse al lado de su querida
madre y de mi, Wimsey. No se retrase, no se retrase. Queremos bailarlo hasta el final. El coro
empezar a las dos en punto; espero que lleguen a tiempo. Dios mo!. Dios mo!. Por qu no
estn aqu ya los criados?. Le he dicho a Watson... tengo que ir a hablar con l.
Se alej a toda prisa, y Wimsey, riendo, condujo a su pareja al otro lado de la estancia, donde su
madre, la duquesa viuda de Denver, magnfica como Reina de Espadas, les esperaba.
Ah, estis aqu! dijo la duquesa plcidamente. Nuestro querido sir Charles se estaba
poniendo nervioso. Qu hombre, para la puntualidad... debera pertenecer a la realeza. Una fiesta
deliciosa, Hermione, no le parece?. Sir Roger y el coro... muy medieval; y un tronco de Navidad
en el vestbulo, con los radiadores de vapor y todo... qu agobiante!.
Tarar tararar cant lord Peter cuando la banda inici la vieja tonada. Adoro esta msica.
Ah!. Ah est Gerda Bellingham. Un momento!. Eh, seora Bellingham!. Su real esposo espera a
su real majestad en el buffet. Dele prisa. Slo falta medio minuto.
La Reina Roja le sonri, plido el rostro y sus ojos negros asombrosamente brillantes bajo la peluca
escarlata y la corona.
Le traer a tiempo dijo, y se fue, riendo.
Eso har dijo la viuda. Pronto vern a ese joven en el Gabinete. Una pareja tan hermosa en
una plataforma pblica, y muy bueno, me han dicho, en lo que se refiere a los cerdos, y eso es
importante, siendo como es la mesa del desayuno britnica.
Sir Charles Deverill, con aspecto de tener un poco de calor, regres a toda prisa y ocup su lugar en
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la cabecera de la doble fila de invitados, que ahora se extenda a lo largo de tres cuartas partes del
saln de baile. En el extremo de abajo, justo enfrente de la galera de los msicos, el personal se
haba alineado, para formar un segundo sir Roger, en ngulo recto con el grupo principal. El reloj
dio la media hora. Sir Charles, estirando el cuello con ansia, cont a los que bailaban.
Dieciocho parejas. Nos faltan dos parejas. Qu fastidio!. Quin falta?.
Los Bellingham? apunt Wimsey. No, estn ah. El Rey Blanco y la Reina Blanca,
Bdminton y Dibolo.
Ah est Badminton! exclam la seora Wrayburn, sealando frenticamente al otro lado de la
habitacin. Jim!. Jim!. Date prisa!. Se ha ido otra vez. Est esperando a Charmian Grayle.
Bueno, no podemos esperar ms dijo sir Charles malhumorado. Duquesa, quiere usted
guiar?.
La viuda, obediente, se recogi la cola de terciopelo negro sobre el brazo y se dirigi hacia el
centro, exhibiendo unos tobillos escarlata infrecuentemente atractivos. Las dos hileras de bailarines
realizaron alegres la danza popular. Las lneas cruzadas de blanco y negro y libreas siguieron su
ejemplo con respeto. Sir Charles Deverill, bailando solemnemente con la duquesa, junt las manos
con Nina Hartford desde la parte de atrs de la hilera. La primera pareja gir hacia afuera y gui a
los bailarines. Wimsey cogi la mano de lady Hermione, baj la cabeza para pasar bajo el arco y se
dirigi triunfante hacia el otro lado de la habitacin, con un suntuoso crujido de seda y satn.
Mi amor suspir Wimsey iba vestido de terciopelo negro, y yo de carmes.
La anciana, complacida, le dio unos golpecitos en los nudillos con su cetro dorado. Se oyeron
alegres aplausos.
All vamos otra vez dijo Wimsey, y la Reina de Trboles y el Emperador de la gran dinasta
Mahjongg giraron rpidamente y brincaron en el centro. La Reina de Espadas bail hasta encontrar
a su Jack de Diamantes. Benque dijo Wimsey, doble Bezique mientras daba ambas manos
a la viuda. Volvi a darle la mano a la Reina de Trboles y la gui. Por debajo de sus brazos
levantados pasaron las otras diecisiete parejas. Entonces lady Deverill y su pareja les siguieron... y
despus otras cinco parejas.
Vamos bien de tiempo dijo sir Charles, con un ojo en el reloj. He calculado dos minutos por
pareja. Ah!, aqu est una de las parejas que faltaban. Agit el brazo. Venga al centro, venga,
aqu.
Por el corredor norte haban aparecido un hombre cuya cabeza estaba decorada con una enorme
pelota de badminton, y Joan Carstairs, disfrazada de Dibolo. Sir Charles, como un nervioso pollo
con dos gallinas asustadas, les gui y les meti entre dos parejas que todava no haban realizado su
manos al otro lado, y dej escapar un suspiro de alivio. Le habra preocupado verles perderse su
turno. El reloj dio las dos menos cuarto.
Playfair, ha visto usted a Charmian Grayle y a Tony Lee por alguna parte? pregunt Giles
Pomfret al del disfraz de Badminton. Sir Charles est bastante molesto porque no estamos todos.
No hay ni rastro de ellos. Yo tena que bailar con Charmian, pero ha desaparecido escaleras arriba
y todava no ha bajado. Entonces ha venido Joan, que buscaba a Tony, y nos ha parecido mejor
buscarlos juntos.
Ya llega el coro intervino Joan Carstairs. No son encantadores?. Qu autnticamente
rural!.
Entre las columnas del lado norte del saln de baile poda verse al coro ocupando el corredor, bajo
las rdenes del vicario. Sir Roger bailaba de manera exhaustiva. Manos al otro lado. Al centro y
arriba otra vez. Giles Pomfret, gruendo, pas con su Bocadillo de tablas por debajo del largo arco
de manos por decimoquinta vez. Tam, tatm. La decimonovena pareja hizo su recorrido a travs de
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la danza. Una vez ms, sir Charles y la duquesa viuda, ambos frescos como una rosa, se quedaron
en un extremo de la habitacin. Volvieron a sonar fuertes aplausos; la orquesta qued en silencio;
los invitados formaron grupos; los criados se colocaron en fila en el otro extremo de la habitacin;
el reloj dio las dos; y el vicario, tras recibir una seal de sir Charles, se llev el diapasn al odo y
enton un sonoro La. El coro inici los compases de El buen rey Wenceslao.
Cuando la noche se iba haciendo ms oscura y el viento soplaba ms fuerte, una figura se abri paso
entre las filas de los que cantaban y se dirigi apresurada adonde se encontraba sir Charles. Era
Tony Lee, con el rostro blanco como su traje.
Charmian... en la sala de tapices... muerta... estrangulada...
El comisario Johnson estaba sentado en la biblioteca, tomando declaracin a los invitados a la
fiesta, que le eran presentados uno a uno. Primero, Tony Lee, con ojos desorbitados como oscuros
agujeros en una mscara de papel gris.
La seorita Grayle me haba prometido bailar conmigo el baile anterior al sir Roger; era un foxtrot. La he esperado en el pasillo, bajo la galera de los msicos. No ha acudido. No la he buscado.
No la he visto bailando con nadie ms. Cuando el baile ya casi terminaba, he salido al jardn por la
puerta de servicio que hay debajo de la escalera de los msicos. He permanecido en el jardn hasta
que ha terminado la danza de sir Roger de Coverley...
Haba alguien con usted?.
No, nadie.
Ha permanecido solo en el jardn desde... si, la una y veinte hasta las dos en punto. Bastante
desagradable, con la nieve, no, seor?.
El comisario mir atentamente a Tony desde los zapatos manchados de blanco hasta su cara en
tensin.
No lo he notado. En la habitacin haca calor; quera tomar el aire. He visto llegar al coro a eso
de la una y cuarenta; me atrevera a decir que me han visto. He entrado poco despus, a las dos.
Tambin por la puerta de servicio?.
No; por la puerta del jardn que est al otro lado de la casa, al final de pasillo que discurre al lado
de la sala de tapices. He odo que cantaban en el saln de baile y he visto a dos hombres sentados en
el pequeo hueco que hay al pie de la escalera del lado izquierdo del pasillo. Creo que uno de ellos
era el jardinero. He entrado en la sala de tapices...
Con algn propsito especial?.
No... salvo que no tena ganas de volver a la fiesta. Quera estar tranquilo. Hizo una pausa. El
comisario no dijo nada. Entonces he entrado en la sala de tapices. La luz estaba apagada. La he
encendido y he visto... a la seorita Grayle. Estaba tumbada junto al radiador. He pensado que se
haba desmayado. Me he acercado a ella y he visto que estaba... muerta. Slo he esperado lo
suficiente para estar seguro, y despus he ido al saln de baile a dar la alarma.
Gracias, seor. Ahora, puedo preguntar cules eran sus relaciones con la seorita Grayle?.
Yo... la admiraba mucho.
Estaba comprometido con ella?.
No, no exactamente.
Ninguna pelea, algn malentendido, nada de eso?.
-Oh, no!.
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El comisario Johnson le mir otra vez y tampoco dijo nada, pero su mente experimentada le
inform: Miente.
En voz alta se limit a darle las gracias y a despedir a Tony. El Rey Blanco sali y el Rey Rojo
ocup su lugar.
La seorita Grayle dijo Frank Bellingham es amiga de mi esposa y ma; se alojaba en
nuestra casa. El seor Lee tambin es nuestro invitado. Todos hemos venido juntos. Creo que haba
cierto entendimiento entre la seorita Grayle y el seor Lee, pero no un compromiso autntico. Ella
era una chica muy popular, alegre y brillante. La conoca desde hace seis aos, y mi esposa la
conoce desde que nos casamos. No s de nadie que pudiera guardarle rencor a la seorita Grayle.
He bailado con ella el penltimo baile; era un vals. Despus han tocado un fox-trot y despus el sir
Roger. Ella me ha dejado al terminar el vals; creo que ha dicho que iba arriba a arreglarse. Creo que
ha salido por la puerta del extremo superior del saln. No he vuelto a verla. El tocador de seoras se
encuentra en el segundo piso, al lado de la galera de cuadros. Se llega all mediante la escalera que
asciende desde el pasadizo del jardn. Hay que pasar por delante de la puerta de la sala de tapices.
El otro nico camino para ir al tocador es por la escalera que est en el extremo este del saln de
baile, que sube hasta la galera de cuadros. Entonces habra que cruzar esta galera de cuadros, para
llegar al tocador. Conozco bien esta casa; mi esposa y yo nos hemos alojado aqu con frecuencia.
A continuacin entr lady Hermione, cuyo testimonio, manifestado largamente, se resuma as:
Charmian Grayle era una mujer descarada y no se ha perdido nada. No me sorprende que la
hayan estrangulado. Deberan estrangular a todas las mujeres como ella. Yo misma lo habra hecho
con gusto. Ha convertido la vida de Tony Lee en una carga durante las ltimas seis semanas. Esta
noche la he visto coquetear con el seor Vibart adrede para poner celoso al seor Lee. Ha echado
los tejos al seor Bellingham y al seor Playfair. Lo haca con todo el mundo. Creo que al menos
media docena de personas tenan una muy buena razn para desear su muerte.
El seor Vibart, que lleg vestido con un llamativo disfraz de Polo, y agarrando an un caballo de
juguete, dijo que haba bailado varias veces aquella noche con la seorita Grayle. Era una chica
juguetona, uno se lo pasaba bien con ella. Bueno, quiz era un poco apasionada, pero, maldita sea,
ahora la pobrecilla estaba muerta. Tal vez la haba besado una o dos veces, pero no haba ningn
dao en ello. Bueno, quiz el pobre Lee se lo tomaba un poco a pecho. A la seorita Grayle le
gustaba tomarle el pelo a Tony. A l le gustaba la seorita Grayle y estaba destrozado por todo aquel
brutal asunto.
La seora Bellingham confirm el testimonio de su esposo. La seorita Grayle era su invitada, y
todos ellos se encontraban en buenas relaciones. Estaba segura de que el seor Lee y la seorita
Grayle se gustaban mucho. No haba visto a la seorita Grayle durante los ltimos tres bailes, pero
no le haba dado importancia al hecho. Si hubiera pensado en ello, habra supuesto que la seorita
Grayle estaba sentada con alguien. Ella no haba ido al tocador desde alrededor de medianoche, y
no haba visto a la seorita Grayle ir arriba. Haba echado en falta a la seorita Grayle cuando todos
se haban puesto de pie para bailar el sir Roger.
La seora Wrayburn mencion que haba visto a la seorita Carstairs en el saln de baile, buscando
al seor Lee, precisamente cuando sir Charles Deverill iba a hablar a la banda. La seorita Carstairs
haba mencionado que el seor Playfair estaba en el corredor norte, esperando a la seorita Grayle.
Poda decir con seguridad que era la una y veintiocho. Haba visto al propio seor Playfair a la una
y media. ste haba mirado dentro desde el corredor y se haba ido. Entonces todos se haban puesto
de pie, excepto la seorita Grayle, la seorita Carstairs, el seor Lee y el seor Playfair. Lo saba
porque sir Charles haba contado las parejas.
Luego le toc el turno a Jim Playfair, con un testimonio de lo ms valioso.
La seorita Grayle estaba comprometida conmigo para bailar el sir Roger de Coverley. He ido a
esperarla al corredor norte en cuanto ha terminado el baile anterior. Eso ha sido a la una y
veinticinco. Me he sentado en el canap que hay en la mitad oriental del corredor. He visto a sir
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Charles acercarse a hablar con la banda. Casi inmediatamente despus, he visto a la seorita Grayle
salir del pasadizo, debajo de la galera de los msicos, y subir la escalera del final del corredor. Yo
le he dicho: Dse prisa!, van a comenzar. No creo que me haya odo; no me ha contestado. Estoy
seguro de haberla visto. La barandilla de la escalera es abierta. No hay luz en ese rincn excepto la
de la lmpara del corredor, pero sta es muy fuerte. No he podido confundirme de disfraz. He
esperado a la seorita Grayle hasta que el baile estaba a medio terminar; entonces he abandonado y
he unido mis fuerzas con la seorita Carstairs, que tambin haba extraviado a su pareja.
La doncella encargada del tocador fue la siguiente en ser interrogada. Ella y el jardinero eran los
dos nicos criados que no haban bailado el sir Roger. Ella no haba abandonado el tocador en
ningn momento desde la cena, excepto para ir quiz hasta la puerta, como mximo. La seora
Grayle no haba entrado en el tocador durante la ltima hora del baile.
El vicario, muy preocupado e inquieto, dijo que su grupo haba llegado a la puerta del jardn a la
una y cuarenta. Se haba fijado en que haba un hombre vestido de blanco fumando un cigarrillo en
el jardn. El coro se haba quitado la ropa exterior en el pasadizo del jardn y luego haba ido a
colocarse en el corredor norte. Por all no haba pasado nadie hasta que el seor Lee haba aparecido
con su mala noticia.
El seor Ephraim Dodd, el sacristn, aadi algo importante a este testimonio. Este caballero de
edad no era, como confes, cantante, pero tena la costumbre de acompaar al coro para llevar la
linterna y la caja de la colecta. Haba tomado asiento en el pasadizo del jardn para descansar mis
pobres pies. Haba visto al caballero entrar desde el jardn todo vestido de blanco y con una
corona en la cabeza. El coro estaba cantando entonces Traedme carne y traedme vino. El caballero
haba mirado un poco a su alrededor, haba hecho una mueca y haba entrado en la habitacin que
hay al pie de la escalera. No haca ni un minuto que se haba ido cuando sali ms deprisa de lo
que haba entrado, y se haba precipitado inmediatamente al saln de baile.
Adems de todo esto, estaba, por supuesto, el testimonio del doctor Pattison. Era uno de los
invitados al baile, y se haba apresurado a ver el cuerpo de la seorita Grayle en cuanto se dio la
alarma. Era de la opinin de que haba sido estrangulada brutalmente por alguien de pie delante de
ella. La chica era alta y fuerte, y l crea que habra sido necesaria la potencia de un hombre para
vencer su resistencia. Cuando la vio a las dos y cinco, lleg a la conclusin de que deban de
haberla matado en el intervalo de la ltima hora, pero no en los ltimos cinco minutos
aproximadamente. El cuerpo an estaba caliente, pero, como haba cado cerca del radiador, que
estaba encendido, no podan confiar mucho en esa indicacin.
El comisario Johnson se frot la oreja pensativo y se volvi a lord Peter Wimsey, que haba podido
confirmar gran parte del testimonio previo y, en particular, las horas exactas en las que se haban
producido diversos incidentes. El comisario conoca bien a Wimsey y no tena reparos en confiarse
a l.
Ya ve usted cmo est esto, seor. Si han matado a la pobre joven cuando dice el doctor Pattison,
el margen de tiempo se reduce bastante. La han visto bailando con el seor Bellingham a la,
digamos, una y veinte. A las dos estaba muerta. Eso nos deja cuarenta minutos. Pero si tenemos que
creer al seor Playfair, el tiempo se reduce an ms. l dice que la ha visto viva justo despus de
que sir Charles fuera a hablar con la banda, lo que usted sita a la una y veintiocho. Eso significa
que slo hay cinco personas que podran haberlo hecho, porque el resto se encontraba en el saln de
baile despus de eso, bailando el sir Roger. Est la chica del tocador; entre usted y yo, seor, creo
que a ella podemos descartarla. No es ms que una jovenzuela, y no est claro qu motivo podra
haber tenido. Adems, la conozco desde que era una nia, y no es de las que haran una cosa as.
Despus est el jardinero; todava no le he visto, pero tambin conozco bien a este hombre, y antes
sospechara de mi mismo que de l. Bueno, ahora estn este seor Tony Lee, la seorita Carstairs y
el propio seor Playfair. La chica es la menos probable, por razones fsicas, y adems, estrangular
no es un crimen que suelan cometer las mujeres, no por regla general. Pero el seor Lee... es una
extraa historia, la verdad. Qu ha estado haciendo todo ese tiempo solo en el jardn?.
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A m me parece dijo Wimsey como si la seorita Grayle le hubiera dado la patada y l


hubiera salido al jardn a desahogarse.
Exactamente, seor; y ah es de donde podra provenir su motivo.
Podra ser dijo Wimsey, pero mire aqu. Hay unos cinco centmetros de nieve en el suelo. Si
puede confirmar la hora en que sali, debera poder averiguar, por sus huellas, si entr otra vez
antes de que Ephraim Dodd le viera. Asimismo, adonde fue en ese intervalo y si estaba solo. Es
una buena idea, seor. Enviar a mi sargento a investigar. Despus est el seor Bellingham.
Supongamos que la mat despus de finalizar el vals con ella. Alguien le vio en el intervalo entre
el final del vals y el comienzo del fox-trot?.
Ya haba pensado en ello. Pero eso conduce a otra cosa. Significa que el seor Playfair tena que
estar confabulado con l para hacerlo. Y por lo que hemos odo, no parece probable.
No, no lo parece. De hecho, se que el seor Bellingham y el seor Playfair no estaban en la mejor
de las relaciones. Puede eliminar eso.
Yo tambin lo creo, seor. Y eso nos lleva al seor Playfair. En l es en quien confiamos en lo
que se refiere a la hora. No hemos encontrado a nadie que haya visto a la seorita Grayle durante el
baile anterior al suyo... es decir el fox-trot. Qu le poda impedir hacerlo?. Espere un momento.
Qu dice l?. Dice que ha bailado el fox-trot con la duquesa de Denver. El comisario baj la
cabeza y rebusc entre sus notas otra vez. Ella lo confirma. Dice que ha estado con l durante el
intervalo y que ha bailado todo el baile con l. Bueno, supongo que podemos creer a su alteza.
Creo que si dijo Wimsey sonriendo. Conozco a mi madre prcticamente desde que nac, y
siempre ha sido muy de fiar.
Si, seor. Bueno, eso nos lleva al final del fox-trot. Despus, la seorita Carstairs ha visto al
seor Playfair esperando en el corredor norte. Dice que se ha fijado en l varias veces durante el
intervalo y que ha hablado con l. Y la seora Wrayburn le ha visto all a la una y media ms o
menos. Luego, a la una y cuarenta y cinco, l y la seora Carstairs han venido y se han unido al
resto. Bueno, hay alguien que pueda comprobar todos estos puntos?. Eso es lo que tenemos que
hacer a continuacin.
Al cabo de unos minutos dispona de abundante confirmacin. Mervyn Bunter, el criado personal de
lord Peter, dijo que haba estado ayudando a llevar refrescos al buffet. Durante todo el intervalo
entre el vals y el fox-trot, el seor Lee haba permanecido de pie junto a la puerta de servicio de
debajo de la escalera de los msicos, y en mitad del fox-trot le haba visto salir al jardn a travs de
la puerta de servicio. El sargento de polica haba examinado las huellas en la nieve y descubri que
nadie se haba reunido con el seor Lee, y que slo haba un juego de pisadas, que salan de la casa
por la puerta de los criados y regresaban por la puerta del jardn que haba cerca de la sata de
tapices. Tambin se descubri que varias personas haban visto al seor Bellingham en el intervalo
entre el vals y el fox-trot y pudieron decir que haba bailado el fox-trot hasta el final con la seora
Bellingham. Joan Carstairs tambin haba sido vista continuamente durante el vals y el fox-trot, y
durante el intervalo siguiente y el comienzo del sir Roger. Adems, los criados que haban bailado
en el extremo inferior de la habitacin estaban seguros de que desde la una y veintinueve hasta la
una y cuarenta y cinco, el seor Playfair haba estado sentado continuamente en el canap del
corredor norte, excepto los pocos segundos en que haba echado un vistazo al saln de baile.
Tambin estaban seguros de que durante ese tiempo nadie haba subido la escalera del extremo
inferior del corredor, mientras que el seor Dodd estaba igualmente seguro de que, despus de la
una y cuarenta, nadie, excepto el seor Lee, haba penetrado en el pasadizo del jardn o la sala de
los tapices.
Finalmente, el crculo fue cerrado por William Hoggarty, el jardinero. ste afirm con la ms
evidente sinceridad que desde la una y treinta hasta la una y cuarenta haba estado apostado en el
pasadizo del jardn para recibir al coro y conducirles a sus lugares. Durante ese tiempo, nadie haba
bajado la escalera de la galera de los cuadros ni haba entrado en la sala de tapices. A partir de la
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una y cuarenta, haba permanecido sentado al lado del seor Dodd en el pasadizo y nadie haba
pasado por all excepto el seor Lee.
Establecidos estos puntos, no haba razn para dudar del testimonio de Jim Playfair, ya que sus
compaeros podan probar su paradero durante el vals, el fox-trot y el intervalo entre ambos bailes.
A la una y veintiocho o justo despus, haba visto viva a Charmian Grayle. A las dos y dos minutos,
la haban encontrado muerta en la sala de los tapices. Durante ese intervalo, no se haba visto a
nadie entrar en esa habitacin y todo el mundo haba dado una explicacin.
A las seis en punto, se permiti a los agotados invitados que se retiraran a sus habitaciones, despus
de proporcionar alojamiento en la casa a los que, como los Bellingham, haban venido de lejos, ya
que el comisario haba anunciado su intencin de volver a interrogarles a todos durante el da.
Este nuevo interrogatorio no dio ningn resultado. Lord Peter Wimsey no particip en l. l y
Bunter (que era un fotgrafo experto) se dedicaron a fotografiar el saln de baile y las habitaciones
y corredores contiguos desde todos los puntos imaginables, ya que, como dijo lord Peter: Nunca se
sabe qu puede resultar importante. Ms tarde aquel da, se retiraron juntos al stano, donde con
cubetas, productos qumicos y luz de seguridad conseguidos apresuradamente en la droguera local,
procedieron a revelar las placas.
La suerte est echada observ Bunter, metiendo la placa final en el agua y hundindola en el
hiposulfito sdico. Ahora puede encender la luz, seor.
Wimsey la encendi, parpadeando ante el repentino resplandor blanco.
Cunto trabajo dijo. Vaya!. Qu es ese plato de sangre que tiene ah?.
Es la capa antihalo que ponen en estas placas, seor. Habr observado que la he lavado antes de
insertar la placa en la cubeta de revelado. La halacin, seor, es un fenmeno...
Wimsey no le escuchaba.
Pero cmo es que no lo he observado antes? pregunt. Ese material me ha parecido
exactamente igual que agua clara.
As es, seor, con la luz de seguridad. Se produce la impresin de blancura aadi Bunter
sentencioso, por el reflejo de toda la luz disponible. Cuando toda la luz disponible es roja, el rojo
y el blanco son, de manera natural, indistinguibles. De manera similar, bajo una luz verde...
Dios mo! exclam Wimsey. Espere un momento, Bunter, debo pensar esto... Eso es!.
Malditas placas... djelas. Quiero que vaya arriba.
Le gui a medio galope hasta el saln de baile, ahora a oscuras, con las cortinas de las ventanas del
corredor sur ya corridas y filtrndose slo la penumbra del atardecer de diciembre a travs de las
altas ventanas del triforio sobre la arcada. Primero encendi las tres grandes araas del saln de
baile. Debido al revestimiento de roble oscuro que llegaba hasta el techo en ambos extremos y los
cuatro ngulos de la habitacin, las araas no proyectaban luz sobre la escalera del extremo inferior
del corredor norte. A continuacin, encendi la lmpara del techo de cuatro lados que colgaba en el
corredor norte encima y entre los dos canaps. Un vivo rayo de luz verde inund inmediatamente la
mitad inferior del corredor y la escalera; la parte superior estaba baada en luz de color mbar
fuerte, mientras los lados restantes de la lmpara iluminaban en rojo hacia el saln de baile y azul
hacia la pared del corredor.
Wimsey mene la cabeza.
No queda mucho margen para el error. A menos que... ya se!. Corra, Bunter, y pida a la seorita
Carstairs y al seor Playfair que vengan aqu un momento.
Mientras Bunter estaba fuera, Wimsey pidi prestada una escalera de la cocina y examin con
atencin la fijacin de la lmpara. Era algo provisional, y la lmpara estaba soportada por un
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gancho atornillado a una viga y se encenda mediante un cable que proceda del enchufe de una
instalacin fija que haba a poca distancia.
Ustedes dos dijo cuando llegaron los dos invitados. Quiero efectuar un pequeo
experimento. Sintese en este canap, Playfair, como hizo anoche. Y usted, seorita Carstairs... la he
elegido a usted para ayudarme porque lleva un vestido blanco. Haga el favor de subir la escalera del
final del corredor como la seorita Grayle hizo anoche. Quiero saber si a Playfair le parece lo
mismo que ayer...
Les observ realizar esta maniobra. Playfair pareca perplejo.
No me parece exactamente igual. No s qu diferencia hay, pero hay alguna.
Joan regres y coincidi con l.
Yo estuve sentada en ese otro canap parte del tiempo dijo, y me parece diferente. Creo que
est ms oscuro.
Ms claro dijo Jim.
Bien! exclam Wimsey. Eso es lo que quera que dijeran. Ahora, Bunter, dele a esa lmpara
un cuarto de vuelta a la izquierda.
En cuanto lo hizo, Joan solt un gritito.
Eso es!. Eso es!. La luz azul!. Recuerdo que pens que los del coro parecan tener la cara
helada cuando entraron.
Y usted, Playfair?.
Eso es dijo Jim, satisfecho. Anoche la luz era roja. Recuerdo haber pensado qu clido y
acogedor pareca.
Wimsey se ri.
Ya lo tenemos, Bunter. Cmo es aquella regla del ajedrez?. La Reina se queda en un cuadrado
de su mismo color. Busque a la doncella que se encarg del tocador, y pregntele si la seora
Bellingham fue all anoche entre el fox-trot y el sir Roger.
Bunter regres al cabo de cinco minutos con su informe.
La doncella dice que la seora Bellingham no estuvo en el tocador en ese intervalo de tiempo.
Pero la vio salir de la galera de cuadros y bajar corriendo la escalera hacia la sala de los tapices
cuando la banda iniciaba el sir Roger.
Y eso fue dijo Wimsey a la una y veintinueve.
La seora Bellingham? pregunt Jim. Pero usted dijo que la vio en el saln de baile antes
de la una treinta. No tena tiempo de cometer el asesinato.
No, no poda hacerlo dijo Wimsey. Pero Charmian Grayle ya llevaba un rato muerta. Fue la
Reina Roja, y no la Blanca, a quien usted vio en la escalera. Averige por qu la seora Bellingham
minti acerca de sus movimientos, y sabremos la verdad.
Un asunto muy triste, seor dijo el comisario Johnson unas horas ms tarde. El seor
Bellingham lo ha confesado como un caballero en cuanto le hemos dicho que tenamos pruebas
contra su esposa. Al parecer, esa seorita Grayle conoca ciertos hechos referentes a l que le
habran perjudicado mucho en su carrera poltica. Ella haca aos que le sacaba dinero. Al principio
de la velada, ella le sorprendi con nuevas exigencias. Durante el ltimo vals que bailaron juntos,
fueron a la sala de los tapices y tuvieron una discusin. l perdi los estribos y le puso las manos
encima. l dice que no tena intencin de hacerle dao, pero ella comenz a gritar y l le agarr la
garganta para silenciarla y... ms o menos accidentalmente, la estrangul. Cuando vio lo que haba
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hecho, la dej all y sali, como l dice, aturdido. Bail la siguiente pieza con su esposa. Le cont lo
que haba ocurrido, y entonces descubri que haba olvidado en la habitacin, con el cadver, el
pequeo cetro que llevaba. La seora Bellingham (es una mujer muy valiente) se ofreci a ir a
buscarlo. Se desliz por el oscuro pasadizo de debajo de la galera de los msicos, que estaba vaco,
y subi la escalera hasta la galera de los cuadros. No oy al seor Playfair cuando le habl. Cruz
corriendo la galera y baj por la otra escalera, cogi el cetro y lo escondi debajo de su vestido.
Ms tarde, oy al seor Playfair contar lo que haba visto, y se dio cuenta de que bajo la luz roja la
haba confundido por la Reina Roja. A primera hora de esta maana, ella ha bajado y ha girado la
lmpara. Por supuesto, ella es cmplice, pero es la clase de esposa que todo hombre querra tener.
Espero que no la acusen.
As sea! exclam lord Peter Wimsey.

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NGAIO

MARSH (1899-1983)

MUERTE EN EL AIRE
Edith Ngaio Marsh escribi muchas novelas, pero muy pocas narraciones cortas. Muerte en el
aire es el nico ejemplo de relato desarrollado en una casa de campo inglesa, lo cual explica su
popularidad entre los que realizan antologas.
El otro gran inters de Marsh era el teatro y las producciones de aficionados. Cada ao dejaba
unos meses la literatura para dirigir grupos de teatro hasta llegar a ser una autoridad en
Shakespeare. No es sorprendente, pues, que muchas de sus mejores obras estn ambientadas en el
teatro, como ocurre en otra de sus narraciones cortas, I can find my way out. Tras su xito, dividi
su tiempo entre su Nueva Zelanda nativa e Inglaterra.

El 25 de diciembre a las siete y treinta de la maana, el seor Septimus Tonks fue hallado muerto
junto a su aparato de radio.
Fue Emily Parks, la segunda doncella, quien le descubri. La joven abri la puerta y entr, con el
fregasuelos, el plumero y la barredora de alfombras. En aquel preciso instante tuvo un gran
sobresalto pues oy una voz que hablaba en la oscuridad.
Buenos das a todo el mundo dijo la voz con slabas perfectamente moduladas y feliz
Navidad!.
Emily dio un grito, pero no en voz alta, al darse cuenta inmediatamente de lo que haba sucedido. El
seor Tonks no haba apagado la radio antes de acostarse. La chica corri las cortinas, asomndose
a la plida oscuridad de un amanecer del da de Navidad en Londres, encendi la luz y vio a
Septimus.
Estaba sentado frente a la radio. Era un aparato pequeo pero caro, construido especialmente para
l. Septimus se hallaba sentado en un silln, de espaldas a Emily, con el cuerpo inclinado sobre la
radio.
Tena las manos, cuyos dedos estaban curiosamente juntos, en el reborde de la caja, debajo de los
botones de sintona y volumen. Su pecho descansaba contra el estante inferior, y tena la cabeza
apoyada en el panel frontal.
Pareca como si estuviera escuchando con gran atencin los secretos internos del aparato. Tena la
cabeza inclinada, de manera que Emily le vea la calva con sus cuatro pelos engrasados. No se
mova.
Disculpe, seor se excus Emily.
La muchacha volvi a sobresaltarse grandemente. El entusiasmo del seor Tonks por la radio nunca
le haba inducido a sintonizarla a las siete y treinta de la maana.
Servicio especial de Navidad dijo entonces la voz cultivada.
El seor Tonks permaneca absolutamente inmvil. Emily, igual que los dems criados, senta terror
por su amo. No saba qu hacer, si irse o quedarse. Mir con atencin a Septimus y se fij en que
llevaba esmoquin. Ahora la habitacin se inund con el clamor de un repique de campanas.
Emily abri la boca de par en par y chill, chill y chill...
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Chase, el mayordomo, fue el primero en llegar. Era un hombre plido y gordo, pero autoritario.
Dijo:
Qu significa este escndalo? y entonces vio a Septimus. Se acerc al silln, se inclin y mir
el rostro de su amo. No perdi la cabeza, pero exclam en voz alta:
Dios mo! Y dijo a Emily: No mires.
La manera de decir esta frase revel su agitacin. Cogi a Emily por los hombros y la empuj hacia
la puerta, donde se encontraron con el seor Hislop, el secretario, vestido con batn. El seor Hislop
dijo:
Por Dios, Chase, qu significa...? y su voz fue ahogada por el clamor de las campanas y
nuevos gritos.
Chase tap la boca de Emily con su gorda y blanca mano. Al estudio, por favor, seor. Un
accidente. Ve a tu habitacin y deja de hacer ruido o tendr que darte algo para calmarte. Esto se
lo dijo a Emily, que sali precipitada al pasillo, donde fue recibida por el resto del personal que se
haba congregado all.
Chase regres al estudio con el seor Hislop y cerr la puerta con llave. Los dos hombres miraron el
cuerpo de Septimus Tonks. El secretario fue el primero en hablar.
Pero... pero si est muerto dijo el menudo seor Hislop. Supongo que no puede existir
ninguna duda susurr Chase. Mrele la cara. Ninguna duda!. Dios mo!.
El seor Hislop alarg una delicada mano hacia la cabeza inclinada y enseguida la retir. Chase,
menos remilgado, toc una de las duras muecas, la agarr y la levant. El cuerpo se inclin entero
hacia atrs, como si fuera de madera. Una de las manos golpe la cara del mayordomo. ste dio un
brinco y solt un juramento.
Y all estaba Septimus, con las rodillas y las manos en el aire, su rostro terrible vuelto hacia la luz.
Chase seal la mano derecha. Dos dedos y el pulgar estaban ligeramente ennegrecidos. Ding,
dong, dang, ding.
Por el amor de Dios, haga callar esas campanas exclam el seor Hislop. Chase apag la radio
con el interruptor de la pared. En el repentino silencio se oy que alguien manipulaba el pomo de la
puerta y la voz de Guy Tonks al otro lado de la puerta.
Hislop!. Seor Hislop!. Chase!. Qu ocurre?.
Un momento, seor Guy. Chase mir al secretario. Vaya usted, seor. As que el seor
Hislop fue el encargado de dar la noticia a la familia. sta escuch su balbuceante revelacin en
silencio estupefacto. Hasta que Guy, el mayor de los tres hijos, no estuvo en el estudio no se hizo
ninguna sugerencia prctica.
Qu ha sido lo que le ha matado? pregunt Guy. Es extraordinario dijo Hislop.
Extraordinario. Parece como si se hubiera...
Galvanizado dijo Guy.
Deberamos avisar a un mdico sugiri Hislop tmidamente.
Por supuesto. Lo har, seor Hislop?. El doctor Meadows.
Hislop se acerc al telfono y Guy regres con su familia. El doctor Meadows viva al otro lado de
la calle y lleg al cabo de cinco minutos. Examin el cuerpo sin moverlo. Interrog a Chase y a
Hislop. Chase se mostr muy locuaz respecto a las quemaduras de la mano. Pronunci la palabra
electrocucin una y otra vez.
Tengo un primo, seor, que fue alcanzado por un rayo. En cuanto he visto la mano...
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Si, si dijo el doctor Meadows. Ya me lo ha dicho. Puedo ver yo mismo las quemaduras.
Electrocutado repiti Chase. Deber realizarse una investigacin.
El doctor Meadows le indic con cierta brusquedad que llamara a Emily, y despus vio al resto de la
familia: Guy, Arthur, Phillipa y su madre. Se encontraban en la sala de estar, agrupados en torno a la
chimenea. Phillipa estaba de rodillas, intentando encender el fuego.
Qu ha sido? pregunt Arthur en cuanto entr el mdico.
Parece descarga elctrica. Guy, hablar contigo, si me haces el favor. Phillipa, cuida de tu madre,
s buena chica. Caf con un poco de coac. Dnde estn esas dichosas doncellas?. Vamos, Guy.
Cuando estuvo a solas con Guy, le comunic que tendran que avisar a la polica.
La polica! El moreno rostro de Guy se volvi muy plido. Por qu?. Qu tienen que ver
ellos?.
Nada, probablemente, pero hay que notificrselo. No puedo extender un certificado en estas
circunstancias. Si se trata de electrocucin, cmo ha sucedido?.
Pero la polica! exclam Guy. Es sencillamente horrible. Doctor Meadows, por el amor de
Dios, no podra usted...
No dijo el doctor Meadows. No podra. Lo siento, Guy, pero las cosas son as.
Pero no podemos esperar un momento?. Volver a verle. No le ha examinado usted como es
debido.
Porque no quiero moverle. Clmate, muchacho. Tengo un conocido en el Departamento de
Investigacin Criminal... Alleyn. Es un caballero. Me maldecir como una fiera, pero vendr si se
encuentra en Londres, y l te facilitar las cosas. Vuelve con tu madre. Yo llamar a Alleyn.
As fue cmo el inspector-detective en jefe Roderick Alleyn pas el da de Navidad trabajando. En
realidad estaba de servicio, y, como seal al doctor Meadows, igualmente habra tenido que ir a
visitar a los Tonks. Cuando lleg, lo hizo con su acostumbrado aire de cortesa remota. Iba
acompaado por un oficial alto y de complexin gruesa, el inspector Fox, y por el mdico-polica
de la divisin. El doctor Meadows les llev al estudio. Alleyn mir con horror a Septimus.
Estaba as cuando le han encontrado?.
No. Creo que estaba inclinado hacia adelante, con las manos en el reborde de la caja. Debe de
haberse desplomado hacia adelante y los brazos del silln y la caja de la radio le han sostenido.
Quin le ha movido?.
Chase, el mayordomo. Ha dicho que slo tena intencin de levantarle el brazo. Ya sufra el rigor
mortis.
Alleyn puso la mano detrs del rgido cuello y empuj. El cuerpo cay hacia adelante y se coloc en
su posicin original.
Aqu lo tiene, Curtis dijo Alleyn al mdico de la divisin. Se volvi a Fox: Coja la cmara,
haga el favor, Fox.
El fotgrafo sac cuatro fotos y se march. Alleyn marc con tiza la posicin de las manos y los
pies, hizo un plano cuidadoso de la habitacin y se volvi a los mdicos.
Creen que se trata de electrocucin?.
Lo parece dijo Curtis. Hay que hacer la autopsia, por supuesto.
Desde luego. Aun as, miren las manos. Quemaduras. El pulgar y dos dedos agrupados y
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exactamente la distancia que hay entre los dos botones. Estaba sintonizando su radio.
Caramba! exclam el inspector Fox, hablando por primera vez.
Quiere decir que ha recibido una descarga mortal de esta radio? pregunt el doctor Meadows.
No lo s. Slo saco la conclusin de que tena las manos en los mandos cuando muri.
An funcionaba cuando la doncella le ha encontrado. Chase la ha apagado y no ha recibido
ninguna descarga.
Tu turno, amigo dijo Alleyn, volvindose a Fox. ste se agach para conectar el interruptor de
la pared.
Cuidado advirti Alleyn.
Llevo suelas de goma dijo Fox, y lo conect.
La radio emiti un zumbido, adquiri volumen y son.
No-ol, No-o-el se oy. Fox la apag y la desenchuf.
Me gustara echar un vistazo al interior de este aparato dijo.
Est bien, muchacho coincidi Alleyn. Antes de que empieces, creo que ser mejor que
retiremos el cuerpo. Se ocupar de eso, Meadows?. Fox, vaya a buscar a Bailey. Est en el coche.
Curtis, Hislop y Meadows trasladaron a Septimus Tonks a un dormitorio del piso de abajo. Fue una
tarea difcil y horrible, debido a la postura del cuerpo. El doctor Meadows regres solo, secndose
la frente, y encontr al sargento-detective Bailey, experto en huellas digitales, trabajando en el
aparato de radio.
Qu es todo esto? pregunt el doctor Meadows. Quieren descubrir si haba estado
manipulndole las tripas?.
l dijo Alleyn o... alguna otra persona.
Mmmm. El doctor Meadows mir al inspector. Al parecer est de acuerdo conmigo.
Sospecha usted...?.
Sospechar?. Soy el hombre vivo menos suspicaz. Slo hago las cosas con orden. Bien, Bailey?.
Tengo una buena del brazo del silln. Ser del muerto, no, seor?.
Sin duda. Lo comprobaremos ms tarde. Y la radio?.
Fox, con guantes, sac el botn de control del volumen.
Parece que est bien dijo Bailey. Es un buen trabajo. No est nada mal, seor. Enfoc con
su linterna la parte posterior de la radio, desenrosc un par de tornillos de debajo del aparato, y
levant la caja.
Para qu es ese agujerito de ah? pregunt Alleyn.
Qu agujerito? dijo Fox.
Hay un agujero perforado en el panel, encima del botn. De alrededor de un milmetro de
dimetro. El borde del botn lo oculta. Sera fcil pasarlo por alto. Mueva la linterna, Bailey. Si.
Ah, lo ve?.
Fox se inclin y emiti un gruido. Un rayo de luz fino como una aguja atravesaba la parte
delantera de la radio.
Es extrao, seor dijo Bailey desde el otro lado. No lo entiendo.
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Alleyn sac el botn de sintonizacin.


Aqu hay otro murmur. Si. Unos agujeritos muy bien hechos. Inusual, no?.
Inusual es la palabra, si, seor dijo Fox.
Vayase, Meadows dijo Alleyn.
Por qu demonios? pregunt el doctor Meadows indignado. Qu pretende?. Por qu no
puedo estar aqu?.
Debera estar con los afligidos parientes. Dnde estn sus modales?.
Ya les he tranquilizado. Qu pretende usted?.
Quin es ahora el suspicaz? pregunt Alleyn con suavidad. Puede quedarse un rato.
Hbleme de los Tonks. Quines son?. Qu son?. Qu clase de hombre era Septimus?.
Si ha de saberlo, era un hombre desagradable.
-Hbleme de l.
El doctor Meadows se sent y encendi un cigarrillo.
Era un tipo que se haba hecho a si mismo dijo, duro como el hierro y... bueno, tosco ms
que vulgar.
Tal vez como el doctor Johnson?.
En absoluto. No me interrumpa. Hace cuarenta y cinco aos que le conozco. Su esposa era vecina
nuestra en Dorset. Isabel Foreston. Yo traje a sus hijos a este valle de lgrimas y, por Dios, en
muchos aspectos eso ha sido para ellos. Es una casa extraordinaria. Durante los ltimos diez aos,
el estado de Isabel ha sido de esos que hacen las delicias de los psiquiatras. No soy ms que un
mdico de medicina general anticuado, y dira que se encuentra en una fase avanzada de neurosis
histrica. Aterrorizada de su esposo.
No puedo entender estos agujeros murmur Fox a Bailey.
Adelante, Meadows dijo Alleyn.
Quise hablar de ella con Sep hace dieciocho meses. Le dije que su problema estaba en la mente.
l me mir con una especie de mueca y dijo: Me sorprende saber que mi esposa tiene suficiente
mentalidad para.... Pero bueno, Alleyn, no puedo hablar de mis pacientes de este modo. En qu
diablos estoy pensando?.
Sabe perfectamente bien que no saldr de aqu, a menos que...
A menos que qu?.
A menos que tenga que salir. Adelante.
Pero el doctor Meadows se apresur a retirarse tras su rectitud profesional. Lo nico que dijo fue
que el seor Tonks haba sufrido de tensin sangunea alta y tena el corazn dbil, que Guy
trabajaba en la oficina que su padre posea en la ciudad, que Arthur haba querido estudiar arte y le
haban obligado a ser abogado, y que Phillipa quera ser actriz y le haban ordenado no hacer nada
de ese estilo.
Tiranizaba a los hijos coment Alleyn.
Descbralo usted mismo. Yo me voy.
El doctor Meadows se acerc a la puerta y dio media vuelta.
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Oiga dijo, le dir una cosa. Anoche, aqu hubo una pelea. Le ped a Hislop, que es un tipo
sensible, que me comunicara si suceda algo que pudiera inquietar a la seora Tonks. Que la pudiera
inquietar mucho, ya sabe. Volviendo a ser indiscreto... le dije que me avisara si Sep se pona
violento, porque Isabel y los jvenes ya han soportado todo lo que pueden soportar. l beba mucho.
Hislop me llam anoche a las diez y veinte para decirme que se haba producido una discusin
terrible; Sep haba amenazado a Phips (Phillipa; yo siempre la llamo Phips) en la habitacin de sta.
Me dijo que Isabel se haba acostado. Yo haba tenido un da muy ocupado y no quera salir. Le dije
que me llamara otra vez al cabo de media hora si las cosas no se haban calmado. Le dije que se
mantuviera lejos de Sep y se quedara en su habitacin, que se encuentra al lado de la de Phips, y
que comprobara si ella estaba bien cuando Sep se marchara. Hislop estaba involucrado. No le dir
cmo. Los criados se hallaban todos fuera. Le dije que si no me deca nada en media hora, yo
llamara, y si no obtena respuesta, sabra que todos se encontraban en la cama y estaban tranquilos.
Llam, no obtuve respuesta, y me fui a la cama. Eso es todo. Me marcho. Curtis sabe dnde
encontrarme. Supongo que querr verme para la investigacin. Adis.
Cuando se hubo ido, Alleyn se dedic a merodear de modo sistemtico por la habitacin. Fox y
Bailey seguan profundamente absortos con la radio.
No entiendo cmo ha podido sufrir una descarga de este aparato gru Fox. Estos botones
de control estn bien. Todo est como tiene que estar. Mire aqu, seor.
Conect el interruptor de la pared y sintoniz la radio. Hubo un zumbido prolongado.
... concluye el programa de canciones de Navidad dijo la radio.
Un tono muy agradable dijo Fox.
Aqu hay algo, seor anunci de pronto Bailey.
Has encontrado el serrn? pregunt Alleyn.
En uno lo he encontrado dijo el asombrado Bailey.
Alleyn atisb en el interior del aparato, utilizando la linterna. Recogi dos pequeos restos de serrn
de debajo de los agujeros.
Ventaja nmero uno dijo Alleyn. Se inclin sobre el enchufe de la pared. Vaya!. Un
adaptador doble. Sirve para la radio y el radiador. Crea que eran ilegales. Este asunto es muy
extrao. Echemos otra mirada a esos botones.
Los examin. Eran los accesorios de radio usuales, botones de baquelita que encajaban
perfectamente con los ejes de acero que sobresalan del panel frontal.
Como t dices murmur, todo est en orden. Espera un momento. Sac una lupa de
bolsillo y escudri uno de los ejes, Siii. Alguna vez envuelven estos objetos con papel secante,
Fox?.
Pepel secante! exclam Fox. No.
Alleyn rasc ambos ejes con su cortaplumas, sosteniendo un sobre debajo. Se levant, gruendo, y
se acerc al escritorio.
Aqu hay restos de papel secante dijo despus. No hay huellas en la radio, creo que has
dicho, verdad, Bailey?.
Eso es dijo Bailey malhumorado.
No habr ninguna, o demasiadas, en el secante, pero prubalo, Bailey, prubalo dijo Alleyn.
Se pase por la habitacin, con los ojos fijos en el suelo; lleg hasta la ventana y se detuvo.
Fox! exclam. Una pista. Una pista muy palpable.
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De qu se trata? pregunt Fox.


Nada menos que el pedazo de papel secante. La mirada de Alleyn recorri el lateral de la
cortina de la ventana. Puedo dar crdito a mis ojos?.
Cogi una silla, se subi al asiento y, con las manos enguantadas, arranc los botones de los
extremos de la barra de la cortina.
Mira esto.
Volvi junto a la radio, sac los botones de control y los deposit al lado de los que haba sacado de
la barra de la cortina.
Diez minutos ms tarde, el inspector Fox llamaba a la puerta de la sala de estar y Guy Tonks le hizo
entrar. Phillipa haba encendido la chimenea y la familia se hallaba reunida en torno al fuego.
Tenan aspecto de no haberse movido ni hablado en mucho rato.
Phillipa fue quien primero habl a Fox.
Quiere a alguno de nosotros?.
Si hace el favor, seorita dijo Fox, el inspector Alleyn querra ver al seor Guy Tonks un
momento, si no es molestia.
Ahora voy dijo Guy, y se encamin hacia el estudio. Cuando estaba en la puerta se par.
Est mi padre an...?.
No, no, seor respondi Fox. Todo est en orden otra vez.
Alzando la barbilla, Guy abri la puerta y entr, seguido por Fox. Alleyn se hallaba solo, sentado
ante el escritorio. Se puso en pie.
Quiere hablar conmigo? pregunt Guy.
Si, si es posible. Esto ha sido una gran conmocin para usted, desde luego. No quiere sentarse?.
Guy se sent en la silla que se encontraba ms lejos de la radio.
De qu ha muerto mi padre?. Ha sido un ataque al corazn?.
Los mdicos no estn seguros. Ser necesario efectuar la autopsia.
Bien!. Bien!. Y una investigacin?.
Me temo que si.
Es horrible! dijo Guy con violencia. Qu cree usted que ha pasado?. Por qu diablos esos
curanderos han de ser tan misteriosos?. Qu es lo que le ha matado?.
Creen que ha sido una descarga elctrica.
Cmo se ha producido?.
No lo sabemos. Al parecer la ha recibido de la radio.
Eso es imposible. Crea que eran a prueba de locos.
Creo que lo son, sino se manipulan.
Por un segundo, Guy se sobresalt de un modo evidente. Luego, una expresin de alivio acudi a
sus ojos. Pareci tranquilizarse.
Claro dijo, l siempre estaba jugando con ella. Qu haba hecho?.
-Nada.
67

Pero usted ha dicho... si le mat, deba de haberle hecho algo.


Si alguien hizo algo en el aparato, despus lo volvi a dejar como estaba.
Guy separ los labios pero no dijo nada. Se haba puesto muy plido.
O sea que dijo Alleyn su padre no poda haber hecho nada.
Entonces no ha sido la radio lo que le ha matado.
Eso esperamos que lo determine la autopsia.
Yo no entiendo nada de radios dijo Guy de pronto. No lo entiendo. Esto no parece tener
sentido para mi. Nadie tocaba jams ese aparato ms que mi padre. Era muy especial con esto.
Nadie se acercaba a la radio.
Entiendo. Era un entusiasta?.
Si, era lo nico que le entusiasmaba excepto... excepto su negocio.
Uno de mis hombres es un experto dijo Alleyn. Dice que es un aparato notablemente bueno.
Usted dice que no es experto. Alguien de la casa lo es?.
Hubo un tiempo en que mi hermano menor estuvo interesado. Lo abandon. Mi padre no
permita que hubiera otra radio en casa.
Quiz l pueda sugerir algo.
Pero si ahora todo est en orden...
Tenemos que explorar todas las posibilidades.
Habla usted como si... como si...
Hablo como tengo que hablar antes de que se haya realizado la investigacin dijo Alleyn.
Alguien guardaba rencor a su padre, seor Tonks?.
Guy volvi a alzar la barbilla. Mir a Alleyn directamente a los ojos.
Casi todo el mundo que le conoca dijo Guy.
Exagera?.
No. Usted piensa que le han asesinado, verdad?.
Alleyn seal de repente el escritorio, que se encontraba a su lado.
Haba visto esto antes? pregunt bruscamente.
Guy mir los dos botones negros que estaban uno junto a otro en un cenicero.
Eso? dijo. No. Qu son?.
Creo que son los agentes de la muerte de su padre.
La puerta del estudio se abri y entr Arthur Tonks.
Guy dijo, qu ocurre?. No podemos estar encerrados juntos todo el da. No puedo
soportarlo. Por el amor de Dios, qu le ha sucedido?.
Creen que esas cosas le han matado dijo Guy.
Eso? Por una fraccin de segundo la mirada de Arthur se dirigi hacia la barra de la cortina.
Luego, con un parpadeo caracterstico, mir hacia otro lado. Qu quiere decir? pregunt a
Alleyn.
68

Quiere poner uno de esos botones en el eje del control del volumen?.
Pero dijo Arthur son de metal.
Est desconectada dijo Alleyn.
Arthur cogi uno de los botones del cenicero, se volvi a la radio y encaj el botn en uno de los
ejes descubiertos.
Queda demasiado flojo dijo rpidamente. Se caera.
No si estuviera relleno... de papel secante, por ejemplo.
Dnde ha encontrado esto? pregunt Arthur.
Me parece que los ha reconocido, no?. Le visto mirar la barra de la cortina.
Claro que los he reconocido. Hice un retrato de Phillipa con esas cortinas como fondo cuando...
cuando l estuvo fuera, el ao pasado. Pint esos malditos botones.
Oiga interrumpi Guy, exactamente, adonde quiere ir a parar, seor Alleyn?. Si quiere
sugerir que mi hermano...
Yo! exclam Arthur. Qu tiene que ver conmigo?. Por qu supone usted...
He encontrado restos de papel secante en los ejes y dentro de los botones de metal dijo Alleyn
. Eso me ha sugerido que los botones de baquelita fueron sustituidos por los metlicos. No les
parece asombroso que se parezcan tanto?. Si se examinan de cerca, por supuesto, se ve que no son
idnticos. Aun as, la diferencia es apenas perceptible.
Arthur no respondi a esto. Segua mirando la radio.
Siempre he querido echar una mirada a este aparato dijo, sorprendentemente.
Ahora es libre de hacerlo dijo Alleyn educado. Por ahora hemos terminado con l.
Una cosa dijo Arthur de pronto, aun suponiendo que los botones de baquelita hubieran sido
sustituidos por los de metal, no podan matarle. No se habra electrocutado. Ambos controles tienen
toma de tierra.
Se ha fijado en esos agujeros tan pequeos que hay en el panel? pregunt Alleyn. Cree
usted que deberan estar ah?.
Arthur mir de cerca los pequeos ejes de acero.
Por Dios, Guy, tiene razn dijo. As es como lo han hecho.
El Inspector Fox dijo Alleyn dice que esos agujeros podran haberse utilizado para pasar un
alambre y que poda tomarse un cable conductor del... del transformador, no?, hasta uno de los
botones.
Y conectar el otro en tierra dijo Fox. Es un trabajo de experto. De esa manera podra recibir
trescientos voltios.
No es suficiente dijo Arthur rpidamente; no habra suficiente corriente para producir
ningn dao, slo centsimas de amperio.
No soy ningn experto dijo Alleyn, pero estoy seguro de que tiene razn. Entonces, para
qu estn esos agujeros?. Imagina que alguien quera gastarle una broma pesada a su padre?.
Una broma pesada?. A l? Arthur solt una desagradable carcajada. Lo oyes, Guy?.
Cllate dijo Guy. Al fin y al cabo, est muerto.
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Parece casi demasiado bueno para ser cierto, no?.


No seas imbcil, Arthur. Contrlate. No entiendes lo que esto significa?. Creen que ha sido
asesinado.
Asesinado!. Se equivocan. Ninguno de nosotros tiene nervio para eso, seor inspector. Mreme a
mi. Las manos me tiemblan tanto que me han dicho que jams podr pintar. Eso se remonta a
cuando era nio y l me hizo pasar una noche encerrado en el stano. Mreme. Mire a Guy. l no es
tan vulnerable, pero se rindi como todos nosotros. Estbamos obligados a rendirnos. Sabe...?.
Espere un momento dijo Alleyn con tranquilidad. Su hermano tiene razn. Es mejor que
piense antes de hablar. Esto puede ser un caso de homicidio.
Gracias, seor dijo Guy rpido. Es extraordinariamente decente por su parte. Arthur est un
poco fuera de si. Ha sido la impresin.
El alivio, quieres decir dijo Arthur. No seas tonto. Yo no le he matado y pronto lo
descubrirn. Nadie le ha matado. Tiene que haber alguna explicacin.
Les sugiero que me escuchen dijo Alleyn. Voy a formularles varias preguntas a los dos. No
tienen obligacin de responderlas, pero ser ms sensato hacerlo. Entiendo que nadie ms que su
padre tocaba esta radio. Alguno de ustedes entraba en esta habitacin mientras funcionaba?.
No, a no ser que l quisiera variar el programa discutiendo un poco dijo Arthur.
Alleyn se volvi a Guy, que miraba furioso a su hermano.
Quiero saber exactamente qu ocurri en esta casa anoche. Por lo que los mdicos pueden
decirnos, su padre muri no menos de tres y no ms de ocho horas antes de que le encontraran.
Debemos intentar fijar la hora lo ms exactamente posible.
Yo le vi hacia las nueve menos cuarto empez Guy despacio. Sala para ir a una cena en el
Savoy y haba bajado. l cruzaba el pasillo para ir de la sala de estar a su habitacin.
Le vio usted despus de las nueve menos cuarto, seor Arthur?.
No. Pero le o. l estaba trabajando aqu con Hislop. Hislop le haba pedido irse para Navidad.
Mi padre descubri que tena correspondencia urgente. Realmente, Guy, t lo sabes, era patolgico.
Estoy seguro de que el doctor Meadows lo cree as.
Cundo le oy? pregunt Alleyn.
Poco despus de que Guy se marchara. Yo estaba dibujando en mi habitacin, arriba. Est encima
de la suya. Le o gritar al pobre Hislop. Debi de ser antes de las diez, porque a las diez sal para
asistir a una fiesta. Le o gritar cuando cruzaba el pasillo.
Y cundo regresaron ustedes? pregunt Alleyn.
Yo llegu a casa hacia las doce y veinte respondi Guy al instante. S la hora porque
habamos ido a Chez Cario, y nos fuimos inmediatamente despus del espectculo de medianoche.
Vine a casa en taxi. La radio funcionaba a todo volumen.
No oy voces?.
No. Slo la radio.
Y usted, seor Arthur?.
Dios sabe a qu hora llegu. Despus de la una. La casa estaba a oscuras. No se oa nada.
Tena su llave?.
-Si respondi Guy. Cada uno tiene la suya. Siempre las dejamos colgadas en un gancho del
70

vestbulo. Cuando entr, me fij en que la de Arthur no estaba.


Y las otras?. Cmo saba que era la de Arthur?.
Mam no tiene y Phips perdi la suya hace semanas. De todas maneras, saba que ellas estaban
en casa y que tena que ser Arthur el que haba salido.
Gracias dijo Arthur con irona.
No mir en el estudio, cuando regres? le pregunt Alleyn.
Dios mo, no! exclam Arthur como si la sugerencia fuera fantstica. Dijo repentinamente:
Supongo que l estaba aqu... muerto. Es una idea extraa. Se ri nervioso. Aqu sentado, tras
la puerta, a oscuras.
Cmo sabe que estaba a oscuras?.
Qu quiere decir?. Claro que lo estaba. No se vea luz por debajo de la puerta.
Entiendo. Ahora, les importa volver con su madre?. Quiz su hermana tendr la bondad de venir
un momento. Fox, pdaselo, por favor.
Fox regres a la sala de estar con Guy y Arthur y se qued all, sin fijarse en la turbacin que su
presencia poda causar en los Tonks. Bailey ya se encontraba all, examinando ostensiblemente los
puntos elctricos.
Phillipa fue al estudio enseguida. Su primera observacin era caracterstica.
Puedo ayudar en algo? pregunt.
Es extremadamente amable por su parte expresarlo as dijo Alleyn. No quiero molestarla
mucho rato. Estoy segura de que este descubrimiento le ha causado una fuerte impresin.
Probablemente dijo Phillipa. Alleyn le lanz una mirada rpida. Quiero decir explic ella
que supongo que me ha impresionado pero no puedo sentir gran cosa. Lo nico que quiero es
que todo acabe lo antes posible. Y luego pensar. Por favor, dgame qu ha pasado.
Alleyn le dijo que crean que su padre haba muerto electrocutado y que las circunstancias de ese
hecho eran inusuales y misteriosas. No dijo nada que sugiriera que la polica sospechaba de
asesinato.
No creo que yo pueda ser de gran ayuda dijo Phillipa, pero adelante.
Quiero tratar de descubrir quin fue la ltima persona que vio a su padre o habl con l.
Probablemente fui yo dijo Phillipa sosegada. Tuve una discusin con l antes de acostarme.
Por qu motivo?.
No creo que importe.
Alleyn lo pens. Cuando volvi a hablar, lo hizo con calma.
Oiga dijo, creo que existen pocas dudas respecto a que su padre muri debido a una
descarga elctrica producida por su aparato de radio. Por lo que s, las circunstancias son raras. Las
radios normalmente no pueden producir una descarga mortal para nadie. Hemos examinado la caja
y nos inclinamos a pensar que su interior fue manipulado anoche. Manipulado radicalmente. Cabe
que su padre experimentara con l. Si ocurri algo que le interrumpi o le trastorn, es posible que
con la excitacin del momento efectuara algn reajuste peligroso.
Usted no lo cree, verdad? dijo Phillipa con calma.
Ya que me lo pregunta dijo Alley, no.
71

Entiendo dijo Phillipa. Usted cree que fue asesinado, pero no est seguro. Se haba
quedado muy plida, pero habl con sequedad. Como es natural, quiere conocer los detalles de
mi discusin.
Todo lo que ocurri anoche corrigi Alleyn.
Lo que ocurri fue esto dijo Phillipa: Poco despus de las diez sal al pasillo. Haba odo a
Arthur marcharse y haba mirado el reloj a y cinco. Me tropec con el secretario de mi padre,
Richard Hislop. l se apart, pero no antes de que viera... no lo bastante rpido. Le dije: Est
llorando. Nos miramos. Le pregunt por qu lo toleraba. Ninguno de los otros secretarios haba
podido. Me dijo que l tena que hacerlo. Es viudo y tiene dos hijos. Haba que pagar facturas del
mdico y otras cosas. No es necesario que le cuente su... su maldito servilismo hacia mi padre ni los
refinamientos de crueldad que tena que soportar. Creo que mi padre estaba loco, realmente loco.
Richard me lo cont atropelladamente en una especie de susurro horrorizado. Haca dos aos que
estaba aqu, pero nunca me haba dado cuenta, hasta ese momento, de que nosotros... de que... Un
dbil rubor asom a sus mejillas. Es un hombre tan curioso. No es en absoluto como siempre me
lo haba imaginado... ni guapo ni excitante ni nada.
Se detuvo, con expresin de desconcierto.
Prosiga dijo Alleyn.
Bueno, de repente comprend que estaba enamorada de l. l tambin se dio cuenta. Dijo: Por
supuesto, no hay esperanzas, ya lo sabes. Nosotros, quiero decir. Ridculo, casi. Entonces le rode
el cuello con mis brazos y le bes. Era muy extrao, pero pareci natural. La cuestin es que mi
padre sali de su habitacin y nos vio.
Qu mala suerte coment Alleyn.
Si, lo fue. Mi padre en realidad pareci encantado. Casi se relami. La eficiencia de Richard
haca tiempo que le irritaba. Era difcil encontrar excusas para mostrarse furioso con l. Ahora, por
supuesto... Orden a Richard que fuera al estudio y a mi me mand a mi habitacin. Me sigui al
piso de arriba. Richard intent subir tambin, pero le ped que no lo hiciera. Mi padre... No es
necesario que le cuente lo que dijo. Efectu la peor reconstruccin posible de lo que haba visto.
Estaba absolutamente fuera de si, y me gritaba como un loco. Estaba loco. Quiz era el delirium
tremens. Beba muchsimo. Quiz es una tontera que le cuente todo esto.
No dijo Alleyn.
No puedo sentir nada en absoluto. Ni siquiera alivio. Los chicos estn francamente aliviados. Yo
ni siquiera puedo sentir miedo. Mir con aire meditativo a Alleyn. Las personas inocentes no
han de sentir miedo, verdad?.
Es un axioma de la investigacin policial dijo Alley, y se pregunt si en realidad ella era
inocente.
No puede tratarse de un asesinato dijo Phillipa. Todos tenamos demasiado miedo para
matarle. Creo que l vencera incluso despus de asesinarle. De alguna manera se vengara. Se
llev las manos a los ojos. Estoy muy confundida.
Me parece que est usted ms trastornada de lo que cree. Ir lo ms rpido que pueda. Su padre
mont esta escena en su habitacin. Dice que grit. Alguien le oy?.
Si. Mam le oy. Entr.
Qu ocurri?.
Le dije: Vete, no pasa nada. No quera que ella interviniera. l casi la mat con todo lo que le
hizo. A veces l... nunca sabamos lo que suceda entre ellos. Todo era secreto, como una puerta que
se cierra despacio cuando vas por un pasillo.
72

Ella se fue?.
No enseguida. l le dijo que haba descubierto que Richard y yo ramos amantes. Dijo que...
bueno, no importa. No quiero decrselo. Ella estaba aterrada. De alguna manera que yo no entenda
l le estaba clavando un pual. Luego, inesperadamente, le dijo que se fuera a su habitacin. Ella se
fue enseguida y l la sigui. Cerr mi puerta con llave. Fue la ltima vez que le vi, pero mas tarde le
o bajar la escalera.
Estuvo cerrada con llave toda la noche?.
No. La habitacin de Richard Hislop est al lado de la ma. l se acerc y me habl a travs de la
pared. Quera abrirme, pero le dije que era mejor no hacerlo, por si acaso l volva. Luego, mucho
ms tarde, Guy regres a casa. Cuando pas por delante de mi puerta golpe. La llave estaba en la
cerradura y l me abri.
Le cont lo que haba ocurrido?.
Slo le dije que habamos tenido una pelea. Se qued un momento conmigo nada ms.
Se oye la radio, desde su habitacin?.
La joven pareci sorprendida.
La radio?. Bueno, si. Un poco.
La oy despus de que su padre regresara al estudio?.
No lo recuerdo.
Pinselo. Durante todo ese rato en que permaneci despierta hasta que su hermano volvi a casa.
Lo intentar. Cuando l sali y nos encontr a Richard y a mi, no funcionaba. Haban estado
trabajando. No, no recuerdo haberla odo a menos que... espere un momento. Si. Cuando volvi al
estudio, despus de estar en la habitacin de mi madre, recuerdo que se oy un fuerte ruido de
esttica. Muy fuerte. Despus, creo que qued en silencio durante un rato. Me parece que volv a
orla ms tarde. Oh, recuerdo otra cosa. Despus de or la esttica, el radiador de mi habitacin se
apag. Supongo que pas algo con el suministro elctrico. Eso explicara las dos cosas, no?. El
radiador se puso en marcha otra vez unos diez minutos ms tarde.
Y la radio empez a sonar entonces?.
No lo s. No lo recuerdo con claridad. Se volvi a poner en marcha antes de acostarme.
Muchsimas gracias. Por el momento no volver a molestarla.
Est bien dijo ella con calma, y se march.
Alleyn envi a buscar a Chase y le interrog acerca del resto del personal y del descubrimiento del
cuerpo. Despus llamaron a Emily. Cuando sta se fue, atemorizada pero complaciente, Alleyn se
volvi al mayordomo.
Chase dijo, tena su amo alguna costumbre peculiar?.
Si, seor.
En relacin con la radio?.
Lo siento, seor. Crea que se refera en general.
Bueno, pues, en general.
Si puedo decirlo, seor, tena muchas.
73

Cunto hace que estaba a su servicio?.


Dos meses, seor, y me marcho al finalizar esta semana.
Y por qu se va?.
Chase hizo el comentario clsico de los suyos.
Hay algunas cosas dijo que una persona no puede tolerar, seor. Una de ellas es que le
hablen a uno como el seor Tonks hablaba a su personal.
Ah. Y sus costumbres peculiares?.
En mi opinin, seor, estaba loco. Loco de atar.
Con respecto a la radio, la manipulaba?.
No puedo decir que me fijara en ello, seor. Creo que saba mucho de radios.
Cuando sintonizaba el aparato, tena algn mtodo en particular?. Alguna actitud o gesto
caracterstico?.
No lo creo, seor. Nunca me fij, y sin embargo he entrado con frecuencia en la habitacin
cuando lo haca. Parece que an le veo, seor.
Si, si dijo Alleyn rpido. Eso es lo que queremos. Una imagen mental clara. Cmo era?.
As?.
Cruz la habitacin y se sent en la silla de Septimus, ante el aparato. Levant la mano hacia el
control de sintonizacin.
As?.
No, seor dijo Chase al instante, l no lo haca as en absoluto. Utilizaba las dos manos.
Ah. Alleyn llev la otra mano al control del volumen, As?.
Si, seor dijo Chase despacio. Pero hay algo ms que no puedo recordar qu era. Algo que
siempre haca. Lo tengo en la cabeza. En el borde de la memoria, como si dijramos.
Entiendo.
Es una especie... algo... tiene que ver con la irritacin dijo Chase despacio.
Irritacin?. De l?.
No. No puedo, seor. No lo recuerdo.
Tal vez ms tarde. Ahora, Chase, qu les ocurri a todos ustedes anoche?. A todos los criados,
quiero decir.
Todos estbamos fuera, seor. Era Nochebuena. La seora me envi a buscar ayer por la maana.
Dijo que podamos tomarnos la noche libre en cuanto yo le hubiera llevado el grog al seor Tonks, a
las nueve. Por eso nos fuimos termin Chase simplemente. Cundo? El resto del personal
se fue hacia las nueve. Yo me march a las nueve y diez, seor, y regres hacia las once y veinte.
Los otros ya haban vuelto y estaban acostados. Yo me fui directamente a la cama, seor.
Entr usted por la puerta trasera, supongo.
Si, seor. Lo hemos estado hablando. Ninguno de nosotros observ nada inusual.
Pueden or la radio en la parte de la casa donde estn ustedes?.
No, seor.
74

Bien dijo Alleyn, levantando la vista de sus notas. Es suficiente, gracias.


Antes de que Chase llegara a la puerta entr Fox.
Disculpe, seor dijo Fox. Slo quiero echar un vistazo al Radio Times del escritorio.
Se inclin sobre el peridico, humedeci un gigantesco pulgar y pas una pgina.
Eso es, seor exclam Chase de pronto. Eso es lo que trataba de recordar. Es lo que l
siempre haca.
El qu?.
Humedecerse los dedos, seor. Era una costumbre dijo Chase. Es lo que haca siempre
cuando se sentaba ante la radio. O al seor Hislop decirle al mdico que casi le volva loco, eso de
que su patrn no pudiera tocar nada sin humedecerse antes los dedos.
Est bien dijo Alleyn. Dentro de diez minutos, dgale al seor Hislop que tenga la bondad de
venir un momento. Nada ms, gracias, Chase.
Bien, seor observ Fox cuando Chase se hubo ido, si es as y lo que pienso es correcto, sin
duda empeora las cosas.
Dios mo, Fox, qu comentario tan complicado. Qu significa?.
Si los botones de baquelita fueron sustituidos por los metlicos y se hizo pasar un fino alambre a
travs de esos agujeros para que hicieran contacto, la descarga que recibi fue mayor si los toc con
los dedos mojados.
Si. Y siempre utilizaba las dos manos. Fox!.
Seor.
Vaya con los Tonks otra vez. No les ha dejado solos, verdad?
Bailey est con ellos, fingiendo examinar los interruptores de la luz. Ha encontrado el cuadro de
distribucin principal debajo de la escalera. Hay seales de que se ha cambiado recientemente un
plomo fundido. En un armario, debajo, hay trozos de cable flexible. El mismo tipo que ste de la
radio y el radiador.
Ah, si. El cordn que va del adaptador al radiador podra haberlo producido?.
Caramba! exclam Fox. Tiene razn. As es como se hizo, jefe. Cortaron el cable ms
grueso del radiador y lo hicieron pasar por aqu. Como la chimenea estaba encendida, no querra el
radiador y no se dara cuenta.
Ciertamente pudieron hacerlo as, pero no hay nada que lo pruebe. Vuelva con los desconsolados
Tonks, mi querido Fox, y pregunte si alguno de ellos recuerda alguna peculiaridad de Septimus
cuando sintonizaba su radio. Fox se encontr con el seor Hislop en la puerta y le dej solo con
Alleyn. Phillipa tena razn, reflexion el inspector, cuando dijo que Richard Hislop no era un
hombre que se haca notar. Era mediocre. Ojos grises, cabello tambin gris; bastante plido,
bastante bajo, bastante insignificante; y no obstante, anoche aquellos dos seres haban vislumbrado
el amor. Romntico pero extrao.
Sintese dijo. Quiero que me diga, por favor, qu ocurri entre usted y el seor Tonks
anoche.
Qu ocurri?.
Si. Cenaron todos a las ocho, segn creo. Despus, usted y el seor Tonks vinieron aqu?.
-Si.
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Qu hicieron?.
Me dict varias cartas.
Tuvo lugar alguna cosa fuera de lo corriente?.
Oh, no.
Por qu discutieron?.
Discutir? La voz tranquila subi un tono. No discutimos, seor Alleyn.
Quiz he utilizado mal la palabra. Qu le inquieta?.
Phillipa se lo ha contado?.
Si. Ha sido sensata y lo ha hecho. Qu ocurre, seor Hislop?.
Aparte de... de lo que ella le ha dicho... el seor Tonks era un hombre difcil de complacer. Yo le
irritaba a menudo. Anoche lo hice.
De qu manera?.
De todas las maneras. Me grit. Yo estaba asustado y nervioso, torpe con los papeles, y cometa
errores. No estaba bien. Comet un error muy grave y entonces... me derrumb. Siempre le he
irritado. Mis gestos tpicos...
l no tena ningn gesto tpico irritante?.
l?. Dios mo!.
Cules eran?.
No se me ocurre nada en concreto. No importa, verdad?.
Alguna cosa relacionada con la radio, por ejemplo?.
Hubo un breve silencio.
No dijo Hislop.
Anoche, despus de cenar, la radio estaba puesta?.
Durante un rato si. Pero no despus... despus del incidente en el pasillo. Al menos, eso creo. No
lo recuerdo.
Qu hizo usted cuando la seorita Phillipa y su padre fueron al piso de arriba?.
Les segu y escuch tras la puerta un momento. Se haba puesto muy plido y apartado del
escritorio.
Y despus?.
O que se acercaba alguien. Record que el doctor Meadows me haba dicho que le llamara si se
produca una de estas escenas. Volv aqu y le llam. Me dijo que fuera a mi habitacin y escuchara.
Si las cosas se ponan peor, tena que telefonearle otra vez. Sino, me dijo que me quedara en mi
habitacin. Est al lado de la de ella.
Y usted hizo eso? Asinti con la cabeza. Oy lo que el seor Tonks le dijo?.
Buena parte de ello.
Qu oy?.
La insult. La seora Tonks estaba con ellos. Estaba pensando en ir a llamar al doctor Meadows
76

otra vez cuando ella y el seor Tonks salieron y se fueron por el pasillo. Me qued en mi habitacin.
No intent hablar con la seorita Phillipa?.
Hablamos a travs de la puerta. Me dijo que no llamara al doctor Meadows, sino que
permaneciera en mi habitacin. Al cabo de un rato, quiz fueron veinte minutos, no lo s, le o
volver y bajar. Volv a hablar con Phillipa. Ella me implor que no hiciera nada y dijo que ella
misma hablara con el doctor Meadows esta maana. As que esper un poco ms y despus me
acost.
Y se durmi?.
Por Dios, no!.
Volvi a or la radio?.
Si. Al menos, o la esttica.
Es usted experto en radios?.
No. Slo s las cosas normales. No mucho.
Cmo consigui este empleo, seor Hislop?.
Contest a un anuncio.
Seguro que no recuerda ningn gesto particular del seor Tonks en relacin con la radio?.
No.
Y no puede decirme nada ms respecto a su entrevista en el estudio que condujo a la escena del
pasillo?.
-No.
Me har el favor de pedirle a la seora Tonks que tenga la amabilidad de venir a hablar conmigo
un momento?.
Por supuesto dijo Hislop, y se fue.
Entr la esposa de Septimus; pareca una muerta. Alleyn la hizo sentarse y le pregunt por sus
movimientos la noche anterior. Ella dijo que no se encontraba bien y cen en su habitacin. Se
acost inmediatamente despus. Oy a Septimus gritarle a Phillipa y fue a la habitacin de sta.
Septimus acus al seor Hislop y a su hija de cosas terribles. Al llegar a este punto se derrumb.
Alleyn se mostr muy amable con ella. Al cabo de un rato, se enter de que Septimus haba ido con
ella a su habitacin y haba seguido hablando de cosas terribles.
Qu cosas? pregunt Alleyn.
No era responsable de si mismo dijo Isabel, No saba lo que deca. Creo que haba estado
bebiendo.
Le pareca que haba permanecido con ella durante quiz un cuarto de hora. Posiblemente ms
tiempo. La dej de modo brusco y le oy alejarse por el pasillo. Ella se haba quedado despierta
largo rato. Desde su habitacin la radio no poda orse. Alleyn le mostr los botones de la barra de
la cortina, pero la mujer pareci incapaz de comprender su significado. Alleyn la dej marchar,
llam a Fox y repas el caso.
Qu opinas de todo esto? pregunt cuando hubo terminado.
Bien, seor dijo Fox impasible, a la vista de todo ello los jvenes caballeros tienen coartada.
Tendremos que comprobarlas, por supuesto, y no creo que podamos adelantar mucho hasta que lo
hayamos hecho.
77

Por el momento dijo Alleyn, supongamos que los seores Guy y Arthur tienen coartadas
slidas. Qu hacemos entonces?.
Tenemos a la joven, a la seora mayor, al secretario y a los criados.
Pasemos revista. Pero antes repasemos el asunto de la radio. Tendrs que fijarte. Supongo que la
nica manera en que la radio pudo ser manipulada para producirle la muerte al seor Tonks es como
sigue: sacaron los botones de control. Perforaron los agujeros en el panel frontal con un taladro
fino. Los botones de baquelita fueron sustituidos por los metlicos y se rellenaron con papel secante
para aislarlos del eje metlico y para que no se movieran. Se cort el cable ms grueso del
adaptador al radiador y los extremos de los alambres se pasaron por los agujeros para que hicieran
contacto con los nuevos botones. As tenemos un polo positivo y un polo negativo. El seor Tonks
hace de puente, y recibe la descarga cuando la corriente pasa a travs de l hasta tierra. El fusible
del cuadro de distribucin se funde casi inmediatamente. Todo esto lo prepar el asesino mientras
Sep estaba en el piso de arriba peleando con su esposa e hija. Sep volvi al estudio despus de las
diez y veinte. Todo el asunto se prepar entre las diez, cuando Arthur sali, y la hora en que Sep
volvi, digamos hacia las diez y cuarenta y cinco. El asesino reapareci, conect el radiador con el
cable, sac los alambres, repuso los botones de baquelita y dej el aparato conectado. Supongo que
la esttica que han descrito Phillipa y Hislop estara causada por el cortocircuito que mat a nuestro
Septimus.
Eso es.
Tambin afect a todos los radiadores de la casa. Vase, el radiador de la seorita Tonks.
Si. El asesino lo puso todo en orden otra vez. Sera tarea sencilla para cualquiera que supiera
cmo hacerlo. Slo tendra que arreglar el fusible del cuadro de distribucin principal. Cunto
calculas que se podra tardar en... cul es esa palabra horrible... reacondicionarlo todo?.
Mramm murmur Fox. Calculo, seor, que unos quince minutos. Tendra que ser rpido.
Si coincidi Alleyn, el asesino o la asesina.
No me imagino a una mujer haciendo eso con xito gru Fox, Oiga, jefe, ya sabe lo que
pienso. Por qu el seor Hislop ha mentido acerca de la costumbre del muerto de humedecerse los
pulgares?. Hislop le ha dicho que no recordaba nada y Chase dice que le oy decir que eso casi le
volva loco.
Exactamente dijo Alleyn.
Se qued callado tanto rato que Fox se vio obligado a toser discretamente.
Eh? exclam Alleyn. Si, Fox, si. Habr que hacerlo.
Consult el listn de telfonos y marc un nmero.
Puedo hablar con el doctor Meadows?. Ah, es usted. Recuerda si el seor Hislop le dijo que la
costumbre de Septimus Tonks de humedecerse los dedos casi le volva loco?. Est usted ah?.
No?. Seguro?. Est bien. Est bien. Hislop le telefone a las diez y veinte, me ha dicho, no?. Y
usted le llam a l?. A las once. Est seguro de las horas?. Entiendo. Me gustara que viniera.
Puede?. Bien, hgalo si puede.
Colg el aparato.
Haga venir a Chase otra vez, Fox.
Chase insisti en que el seor Hislop haba hablado de ello con el doctor Meadows.
Fue cuando el seor Hislop tuvo la gripe, seor. Yo sub con el doctor. El seor Hislop tena
mucha temperatura y hablaba con gran excitacin. No paraba de hablar, diciendo que el patrn
haba adivinado lo que haba hecho y eso le volva loco, y que el patrn segua adelante para
78

agravarlo. Dijo que si duraba mucho ms, l... no saba lo que deca, seor.
Qu dijo que hara?.
Bueno, seor, dijo que... que le hara algo desesperado al patrn. Pero desvariaba, seor. Es muy
posible que ya no lo recuerde.
No dijo Alleyn, quiz no. Cuando Chase estuvo fuera, dijo a Fox: Ve y averigua las
coartadas de los chicos. A ver si puedes comprobarlo rpido. Que el seor Guy corrobore la
afirmacin de la seorita Phillipa de que estaba encerrada en su habitacin.
Haca un rato que Fox se haba ido y Alleyn an estaba ocupado con sus notas cuando la puerta del
estudio se abri de pronto y entr el doctor Meadows.
Bueno, mi querido detective grit, qu es todo esto de Hislop?. Quin dice que le
desagradaban las abominables costumbres de Sep?.
Chase. Y no me grite de ese modo. Estoy preocupado.
Yo tambin, maldicin. Qu pretende?. No puede usted imaginar que... que ese pobre
escritorzuelo agotado es capaz de electrocutar a nadie, mucho menos a Sep.
Yo no tengo imaginacin dijo Alleyn cansado.
Ojal no le hubiera llamado. Si la radio mat a Sep, fue porque l la manipul.
Y la volvi a dejar como estaba, despus de morir?.
El doctor Meadows mir fijamente a Alleyn en silencio.
Ahora dijo Alleyn, tiene que darme una respuesta directa, Meadows. Cuando Hislop se
encontraba semidelirante, dijo que ese hbito de Tonks le produca ganas de asesinarle?.
Haba olvidado que Chase estaba all dijo el doctor Meadows.
Si, lo haba olvidado.
Pero aunque hablara claramente, Alleyn, qu?. Maldita sea, no puede arrestar a un hombre por
un comentario efectuado delirando.
No me propongo hacerlo. Ha aparecido otro motivo.
Se refiere a Phips... anoche?.
Le ha hablado de eso?.
Me ha contado algo esta maana. Quiero mucho a Phips. Dios mo, est usted seguro del terreno
que pisa?.
Si dijo Alleyn. Lo siento. Creo que ser mejor que se marche, Meadows.
Va usted a arrestarle?.
Tengo que cumplir con mi deber.
Hubo un largo silencio.
Si dijo al fin el doctor Meadows. Tiene que cumplir con su deber. Adis, Alleyn.
Fox volvi para decir que Guy y Arthur no haban dejado en ningn momento al grupo con el que
se encontraban. Se haba puesto en contacto con dos de sus amigos. Guy y la seora Tonks haban
confirmado la historia de la puerta cerrada con llave.
Es un proceso de eliminacin dijo Fox. Tiene que ser el secretario. Manipul la radio
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mientras el fallecido se encontraba arriba. Debi de apresurarse a subir para hablar a travs de la
puerta de la seorita Tonks. Supongo que esper en algn sitio aqu abajo hasta que oy que el
difunto se electrocutaba y entonces lo puso todo tal como estaba antes, dejando la radio conectada.
Alleyn permaneci en silencio.
Qu hacemos ahora, seor?.
Quiero ver el gancho que hay junto a la puerta principal, donde cuelgan las llaves.
Fox, perplejo, sigui a su superior hasta el pequeo vestbulo de entrada.
Si, ah estn dijo Alleyn. Seal un gancho con dos llaves que colgaban de l. No es fcil
pasarlas por alto. Vamos, Fox.
De nuevo en el estudio, encontraron a Hislop y a Bailey que les esperaban.
Hislop mir a un polica y al otro.
Quiero saber si se trata de asesinato.
Eso creemos djo Alleyn.
Quiero que se d cuenta de que Phillipa, la seorita Tonks, anoche estuvo encerrada con llave en
su habitacin.
Hasta que lleg su hermano y le abri la puerta dijo Alleyn.
Era demasiado tarde. l ya estaba muerto.
Cmo sabe cundo muri?.
Tuvo que ser cuando se oy la esttica.
Seor Hislop dijo Alleyn, por qu no me ha dicho cunto le exasperaba la costumbre del
seor Tonks de humedecerse los dedos?.
Pero cmo lo sabe?. Yo no se lo he dicho!.
Se lo dijo al doctor Meadows cuando estuvo enfermo.
No lo recuerdo. Se detuvo en seco. Le temblaban los labios. Entonces, de repente, se puso a
hablar. Muy bien. Es cierto. Durante dos aos ese hombre me ha estado torturando. Saba algo de
mi. Hace dos aos, cuando mi esposa estaba muriendo, cog dinero de la caja que hay en ese
escritorio. Lo devolv y cre que nadie lo haba advertido. l lo saba. Desde entonces, me ha hecho
hacer lo que ha querido. Sola sentarse ah como una araa. Yo le entregaba un papel. l se
humedeca los pulgares con un chasquido y una especie de mueca complaciente. Chas, chas.
Entonces pasaba las hojas con el pulgar. l saba que eso me pona furioso. Me miraba, y entonces...
chas, chas. Y luego deca algo referente al dinero de la caja. Nunca me acus, slo insinuaba. Y yo
me senta impotente. Pensar usted que estoy loco. No lo estoy. Podra haberle asesinado. Muchas
veces, y con frecuencia he pensado hacerlo. Ahora usted piensa que lo he hecho. Pero no es as. Qu
irona. No tena suficiente valor. Y anoche, cuando Phillipa me demostr que yo le gustaba, fue
como el Paraso... increble. Por primera vez desde que estoy aqu, no senta deseos de matarle. Y
anoche alguien lo hizo!.
Se qued all de pie, temblando y vehemente. Fox y Bailey, que le haban observado con inters y
asombro, se volvieron a Alleyn. ste iba a decir algo cuando entr Chase.
Una nota para usted dijo a Alleyn. La han trado a mano.
Puede irse, seor Hislop. Ahora tengo lo que esperaba... lo que persegua.
Cuando Hislop se hubo ido, leyeron la carta.
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Querido Alleyn:
No arreste a Hislop. Lo hice yo. Djele marchar enseguida si le ha arrestado y no le diga a Phips
que sospechaba de l. Yo estaba enamorado de Isabel antes de que ella conociera a Sep. He
intentado que se divorciara de l, pero ella no quera hacerlo por sus hijos. Maldita tontera, pero
ahora no hay tiempo para discutirlo. Tengo que ser rpido. l sospechaba de nosotros. A ella le
destroz los nervios. Yo tena miedo de que ella se hundiera del todo. Lo tena todo pensado. Unas
semanas atrs, cog las llaves de Phips del gancho que hay al lado de la puerta principal. Tena las
herramientas y el cable y el alambre preparados. Saba dnde estaba el cuadro de distribucin
principal y el armario. Tena intencin de esperar hasta que todos se marcharan en Ao Nuevo, pero
anoche, cuando Hislop me llam me decid. Me dijo que los chicos y los criados haban salido y
que Phips estaba encerrada en su habitacin. Le dije que se quedara en su cuarto y me llamara al
cabo de media hora si las cosas no se haban calmado.
No llam. Yo si lo hice. No obtuve respuesta, as que supe que Sep no se hallaba en su estudio.
Fui a la casa, entr y escuch. Todo estaba en silencio arriba, pero la luz del estudio estaba
encendida, por eso supe que l bajara otra vez. Haba dicho que quera escuchar la emisin de
medianoche de no s dnde.
Me encerr dentro y puse manos a la obra. Cuando Sep estuvo fuera el ao pasado, Arthur pint
uno de sus monstruosos cuadros modernos en el estudio. Habl de que los botones de los extremos
de la barra de la cortina resultaban un buen modelo. Me fij entonces en que se parecan mucho a
los de la radio y, ms tarde, prob uno y vi que encajaba si se rellenaba un poco. Bueno, hice el
trabajo tal como usted ha deducido y slo tard veinte minutos. Despus fui a la sala de estar y
esper.
1 baj de la habitacin de Isabel y, evidentemente, fue directo a la radio. Yo no haba imaginado
que producira tanto estruendo, y casi esper que alguien bajara. Nadie lo hizo. Regres, desconect
la radio, repar el fusible de la caja de distribucin principal, utilizando mi linterna, y despus dej
el estudio en orden otra vez. No tena prisa. Nadie vendra mientras l estuviera all. Puse la radio
en cuanto pude para hacer ver que l la utilizaba. Yo saba que me llamaran cuando le encontraran.
Mi idea era decirles que haba muerto de un ataque al corazn. Haba advertido a Isabel que eso
podra suceder en cualquier momento. En cuanto he visto la mano quemada, he sabido que no
valdra. Habra intentado salir de ello si Chase no hubiera hablado tanto de electrocucin y dedos
quemados. Hislop ha visto la mano. No me he atrevido a hacer nada ms que avisar a la polica,
pero crea que no desmontaran los botones. Uno a cero.
Habra podido salir impune si usted no hubiera sospechado de Hislop. No puedo permitir que
cuelguen a ese sujeto. Incluyo una nota para Isabel, que no me perdonar, y otra, oficial, para que la
utilice usted. Me encontrar en mi habitacin, arriba. Empleo cianuro. Es rpido.
Lo siento, Alleyn. Creo que usted lo saba, no es cierto?. Lo he hecho malsimamente, pero si
usted es un superdetective... Adis.
Henry Meadows.

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MARGERY ALLINGHAM (1904-1966)


NO TIENE IMPORTANCIA
Margery Allingham, la ltima de nuestro cuarteto de Maestras de la Edad de Oro, proceda de una
familia de autores y se inici en la carrera literaria a la edad de diecisiete aos. Su primer misterio
apareci en 1924. The White Cottage Mystery, y su primer libro que presentaba al detective Albert
Campion lo hizo cinco aos despus: The Crime at Black Dudley.
A diferencia de Christie, Marsh y Sayers, Allingham fue inquieta dentro de las convenciones de la
forma de los misterios desarrollados en casas de campo inglesas. Durante la segunda guerra
mundial, prcticamente desterr a Campion de su trabajo y pas del misterio a la historia social.
Poco a poco regres Campion, primero como personaje secundario, algo cambiado. No aparece en
este relato, el cual muestra la inteligencia de Allingham y su impaciencia con el estila.

Fue particularmente lamentable para la seora de Christopher Molesworth tener ladrones la noche
del domingo de lo que fue, quiz, el triunfante fin de semana que coronaba su carrera de anfitriona.
Como anfitriona, la seora Molesworth era una experta. Elega a sus invitados con escrupulosa
discriminacin, desprecindolo todo excepto lo ms raro. La simple notoriedad no era un pasaporte
para acudir a Molesworth Court.
Tampoco la simple amistad consegua muchas migas de la mesa de los Molesworth, aunque la
habilidad para complacer y representar la pieza de uno tendra posibilidades de lograr una cama
cuando la celebridad del momento prometiera ser montona, incmoda y probablemente aburrida.
As fue como el joven Petterboy lleg a estar all en el gran fin de semana. Era diplomtico,
presentable, abstemio casi lo suficiente para ser absolutamente digno de confianza, incluso al final
de la velada, y hablaba un poco de chino.
Esto ltimo apenas le haba servido de nada hasta entonces, salvo con las chicas muy jvenes en las
fiestas, que aliviaban su incomodidad por no tener conversacin persuadindole de que les dijera
cmo se peda que bajaran el equipaje a tierra en Hong Kong, o cmo se peda para ir al cuarto de
bao en un hotel de Pekn.
Sin embargo, en esa ocasin su habilidad le result realmente til, ya que le hizo conseguir una
invitacin a la ms grandiosa fiesta de fin de semana organizada por la seora Molesworth.
Esta fiesta era tan selecta, que slo asistan a ella seis personas. Estaban los propios Molesworth;
Christopher Molesworth era diputado, cazaba a caballo y apoyaba a su esposa igual que un marco
negro decente apoya a un cuadro de colores.
Despus estaba el propio Petterboy, los hermanos Feison, que parecan muy sosegados y slo
hablaban si era necesario, y finalmente el invitado de todos los tiempos, la joya de una magnfica
coleccin, la pieza de la vida: el doctor Koo Fin, el cientfico chino; el doctor Koo Fin, el Einstein
del este, el hombre de la Teora. Despus de abandonar su Pekn natal, slo haba salido de su casa
de Nueva Inglaterra en una ocasin memorable, cuando dio una conferencia en Washington ante un
pblico que era incapaz de comprender una sola palabra. Sus palabras eran traducidas, pero como se
referan a altas matemticas, esa tarea era comparativamente sencilla.
La seora Molesworth tena todas las razones del mundo para felicitarse por su captura. El
Einstein chino, como le apodaban los peridicos, no era una persona sociable. Su timidez era
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proverbial, igual que su desagrado y desconfianza hacia las mujeres. Esta ltima fobia es lo que
explicaba la ausencia de feminidad en la fiesta de la seora Molesworth. Su propia presencia era
inevitable, por supuesto, pero vesta su traje ms serio e hizo el juramento mental de hablar slo lo
necesario. Es muy posible que de haber podido cambiar de sexo, la seora Molesworth lo hubiera
hecho para aquel fin de semana solo.
Haba conocido al sabio en una cena muy selecta despus de la nica conferencia que l dio en
Londres. Era la misma conferencia que haba sumido a Washington en un estado de perplejidad.
Desde que haba llegado, el doctor Koo Fin haba sido fotografiado ms a menudo que cualquier
estrella de cine. Su nombre y su redondo rostro chino eran ms conocidos que los de los
protagonistas de la ltima cause clebre, y los cmicos de televisin ya aludan a su gran teora de
la objetividad en sus programas.
Aparte de esta nica conferencia, sin embargo, y la cena que le ofrecieron despus, no haba sido
visto en ningn otro sitio salvo en su suite, celosamente protegida, del hotel.
Cmo consigui la seora Molesworth ser invitada a esa cena, y cmo, una vez all, persuadi al
sabio de que consintiera en visitar Molesworth Court, es uno de esos pequeos milagros que a veces
se producen. Sus enemigos hicieron muchas conjeturas indignas, pero, como los profesores
universitarios encargados del acto en aquella ocasin no era muy probable que se hubieran dejado
sobornar por dinero o amor, seguramente la seora Molesworth movi la montaa slo mediante la
fe en si misma.
La cmara de invitados preparada para el doctor Koo Fin era la tercera habitacin del ala oeste. Esta
monstruosidad arquitectnica contena cuatro dormitorios, provistos cada uno de ellos con puertas
vidrieras que daban a la misma terraza.
El joven Petterboy ocupaba la habitacin del final del pasillo. Era una de las mejores de la casa, en
realidad, pero no tena cuarto de bao anexo, ya que ste haba sido convertido por la seora
Molesworth, que tena la segunda cmara, en una gigantesca prensa para ropa. Al fin y al cabo,
como dijo ella, era su casa.
El doctor Koo Fin lleg el sbado en tren, como una persona de inferior categora. Estrech la mano
a la seora Molesworth, a Christopher, al joven Petterboy y a los Feison como si compartiera su
inteligencia, y les sonri de ese modo blando, absolutamente demasiado chino.
Desde el principio fue un xito tremendo. Comi poco, bebi menos, no habl sino que asenta
apreciativamente al chino titubeante del joven Petterboy, y gru una o dos veces, de la manera ms
encantadora, cuando alguien sin darse cuenta se dirigi a l en ingls. En conjunto, era la idea que
la seora Molesworth tena de un invitado perfecto.
El domingo por la maana, la seora Molesworth recibi un cumplido de l, y en un breve destello
se vio a si misma como la mujer ms comentada en las fiestas de la semana prxima.
El encantador incidente se produjo poco antes del almuerzo. El sabio se encontraba en el csped y
se levant de pronto de la silla; y, ante la mirada sobrecogida de todo el grupo, ansioso por no
perderse nada del incidente para poder contarlo despus, se dirigi con pasos decididos al macizo de
flores ms cercano, pisoteando violetas y coronas de rey con el desprecio del visionario por los
obstculos fsicos, cort una enorme rosa de la variedad favorita de Christopher, volvi triunfante
sobre sus pasos y la dej sobre el regazo de la seora Molesworth.
Luego, mientras ella permaneca en xtasis, l volvi en silencio a su asiento y se la qued mirando
con aire afable. Por primera vez en su vida, la seora Molesworth estaba realmente emocionada.
Eso dijo despus a numerosas personas.
Sin embargo, el sbado por la noche hubo ladrones. Fue asquerosamente inoportuno. La seora
Molesworth posea un destacado juego de brillantes, dos juegos de pendientes, un brazalete y cinco
anillos, todo montado en platino, que guardaba en una caja de caudales de pared, debajo de un
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cuadro de su dormitorio. El sbado por la noche, despus del incidente de la rosa, abandon el
programa de autoanulacin y baj a cenar con todas sus pinturas de guerra. Los Molesworth
siempre se vestan de gala el domingo, y ella, sin lugar a dudas, tena un aspecto devastadoramente
femenino, toda en azul plido y diamantes.
Fue la velada ms satisfactoria de las dos. El sabio demostr poseer un gran talento para hacer
castillos de naipes, y tambin interpretaba ejercicios de cinco dedos en el piano. La gran sencillez
de aquel hombre jams haba estado mejor exhibida. Finalmente, deslumbrados, honrados y felices,
los miembros del grupo se fueron a la cama.
La seora Molesworth se quit las joyas y las meti en la caja fuerte, pero desgraciadamente no la
cerr enseguida. Descubri que se le haba cado un pendiente, y baj a buscarlo al saln. Cuando
por fin volvi con l, la caja fuerte se hallaba vaca. En verdad fue muy inoportuno, y el ingenioso
Christopher, llamado enseguida a su habitacin del ala principal, confes encontrarse en un apuro.
Los criados, a los que se despert con discrecin, dijeron en susurros que no haban odo nada y
dieron coartadas intachables. Quedaban los invitados. La seora Molesworth lloraba. Que una cosa
semejante ocurriera era ya algo terrible, pero que ocurriera en aquella ocasin era ms de lo que ella
poda soportar. En una cosa coincidieron ella y Christopher: el sabio jams deba adivinar... jams
deba soar...
Quedaban los Feison y el infortunado joven Petterboy. Los Feison fueron eliminados casi
enseguida. Era evidente que el ladrn haba entrado por la ventana, pues el cierre de la ventana de la
habitacin de la seora Molesworth estaba roto; por lo tanto, si alguno de los Feison hubiera salido
de su habitacin, habra tenido que pasar por delante de la del sabio, que dorma con la ventana
abierta de par en par. O sea que slo estaba el joven Petterboy. Pareca muy evidente.
Por fin, tras muchas consultas, Christopher fue a hablar con l de hombre a hombre, y regres al
cabo de quince minutos acalorado y nada comunicativo.
La seora Molesworth se sec los ojos, se puso su bata ms nueva, y, sin hacer caso de sus temores
y las objeciones de su esposo, fue a hablar con el joven Petterboy como una madre. El pobre joven
Petterboy dej de rerse de ella al cabo de diez minutos, se encoleriz de repente y pidi que
tambin se preguntara al sabio si haba odo algo. Luego, se olvid completamente de los buenos
modales y sugiri con toda vulgaridad que avisaran a la polica.
La seora Molesworth casi perdi la cabeza, se recuper a tiempo, se disculp por la insinuacin y
volvi desconsolada a su dormitorio.
La noche transcurri de un modo horrible.
Por la maana, el pobre joven Petterboy acorral a su anfitriona y repiti la peticin de la noche
anterior. Pero el sabio parta hacia las once y doce minutos y la seora Molesworth iba a
acompaarle a la estacin en coche. En aquel momento, los diamantes le parecan relativamente
poco importantes a Elvira Molesworth, que haba heredado la fortuna Cribbage un ao antes. Bes
al pobre joven Petterboy y le dijo que en realidad no importaba, y no haban disfrutado de un
maravilloso fin de semana?. Y que el joven deba volver en otra ocasin, pronto.
Los Feison se despidieron del sabio, y, como la seora Molesworth iba con l, tambin se
despidieron de ella. Una vez cumplidas todas las formalidades, pareca que no tena sentido
quedarse, y Christopher les vio partir en su coche, mientras el pobre joven Petterboy encabezaba la
marcha con el suyo.
Cuando se hallaba an de pie en el csped, saludando con la mano algo someramente a los que se
marchaban, lleg el correo. Una carta para su esposa ostentaba el blasn del hotel del doctor, y
Christopher, con una de esas intuiciones que le hacan ser tan buen esposo, la abri.
Era muy breve, pero dadas las circunstancias, maravillosamente instructiva:
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Distinguida seora:
Al repasar los memorandos del doctor Koo Fin veo con horror que prometi visitarles este fin de
semana. S que perdonarn al doctor Koo Fin cuando sepan que l nunca participa en actos sociales.
Como usted sabe, su arduo trabajo le ocupa el tiempo entero. S que es inexcusable por mi parte no
habrselo comunicado antes, pero hace slo un momento que he descubierto que el doctor se
comprometi.
Espero que su ausencia no le haya puesto a usted en ningn apuro, y que perdonar este atroz desliz.
Con todas mis disculpas, seora, la saludo atentamente,
Lo Pei Fu Secretario
P.D. El doctor habra escrito l mismo, pero, como sabe usted, su ingls no es muy bueno. Me ruega
que le d recuerdos y espera que le perdone.
Cuando Christopher levant los ojos de la nota, su esposa regres. Detuvo el coche en el sendero y
cruz corriendo el csped hacia l.
Querido, qu maravilla! dijo, arrojndose a sus brazos con un abandono que no le mostraba
con frecuencia. Qu hay en el correo? pregunt, soltndose.
Christopher se meti la carta que haba estado leyendo en el bolsillo con discrecin y habilidad.
Nada, cario dijo galante. Nada en absoluto. Era extremadamente afectuoso con su
esposa..
La seora Molesworth frunci su blanca frente.
Querido dijo, respecto a mis joyas... no ha sido odioso que sucediera una cosa as cuando
ese dulce anciano se encontraba aqu?. Qu haremos?.
Christopher la cogi del brazo.
Creo, querida dijo con firmeza que ser mejor que me lo dejes a mi. No debemos armar un
escndalo.
Oh, no! exclam ella, abriendo los ojos alarmada. No, eso lo estropeara todo.
En un compartimiento de primera del tren de Londres, el anciano chino se inclin sobre la variada
coleccin de joyas que se encontraban en un gran pauelo de seda sobre sus rodillas. Sonri como
un nio, con blandura y levemente maravillado. Al cabo de un rato, dobl el pauelo sobre su tesoro
y se meti el paquete en el bolsillo del pecho.
Entonces se recost en el asiento tapizado y mir por la ventanilla. El paisaje verde y ondulante era
agradable. Los campos estaban bien cuidados y labrados. El cielo era azul, la luz del sol, hermosa.
Era una tierra hermosa.
Suspir y se maravill de que pudiera ser el hogar de una raza de brbaros cultos para los que,
mientras la altura, el peso y la edad fueran relativamente los mismos, todos los chinos eran iguales.

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JOHN DICKSON CARR (1905-1977)


EL LADRN INCAUTO
Carr, maestro del misterio, se convirti en uno de los pilares del Detection Club y el nico,
podemos afirmarlo con seguridad, nacido y criado en Uniontown, Pennsylvania. Su literatura
estuvo muy influenciada por G. K. Chesterton, inspirador de su celebrado detective doctor Fell
enorme y sonriente, ataviado con una capa amplia como una tienda [...] sus gafas [quevedos] [...]
colocadas precariamente sobre una nariz sonrosada, la cinta negra ensanchndose con cada
bocanada de aliento (...]).
En 1932 se cas con una mujer inglesa y se estableci en Inglaterra, donde vivi los siguientes
veintisis aos, anglfilo consagrado y defensor de la Gran Tradicin. La aficin de Carr a los
misterios que se desarrollan en una habitacin encaja muy bien con el estilo de casa de campo
que l lleg a dominar.

Dos invitados, que no pasaban la noche en Cranleigh Court, se marcharon poco despus de las once.
Marcus Hunt les acompa a la puerta principal. Luego regres al comedor, donde las fichas de
pquer ahora estaban apiladas en montones bien hechos de fichas blancas, rojas y azules.
Otra partida? sugiri Rolfe.
No dijo Derek Henderson. Su tono, como de costumbre, era cansado. Slo somos tres.
Su anfitrin se qued junto al aparador y les observ. La casa, larga y baja, con vistas a la regin de
Kent, estaba tan silenciosa que sus voces se elevaban con alarmante estridencia. El comedor, grande
y revestido en madera, estaba suavemente iluminado con candelabros elctricos de pared que
resaltaban los colores sombros de los cuadros. No es frecuente ver, en una habitacin de una casa
de campo por lo dems corriente, dos Rembrandt y un Van Dyck. Esos cuadros eran una especie de
desafo.
Para Arthur Rolfe, el tratante en arte, representaban una cantidad de dinero que le haca estremecer.
Para Derek Henderson, el crtico de arte, representaban un problema. Lo que representaban para
Marcus Hunt no era evidente.
Hunt se qued junto al aparador, con los puos a la cadera, sonriendo. Era un hombre de estatura
mediana, rechoncho y con la cara redonda. Provisto de barba, habra parecido un antiguo ciudadano
holands o un cepillo holands. La pechera de la camisa le sobresala con desalio. Contempl con
irnico regocijo a Henderson, que cogi una baraja con sus largos dedos, la cort formando dos
montones y baraj los naipes dando un golpecito rpido con cada pulgar que hizo que las cartas se
mezclaran como en un juego de prestidigitacin.
Henderson bostez.
Chico dijo Hunt, me sorprendes.
Eso es lo que intento hacer respondi Henderson en tono de hasto. Levant la vista. Pero
por qu lo dices, en particular?.
Henderson era joven, era alto, era delgado, era inmaculado; y llevaba barba. Era una barba rojiza, lo
que mova a algunas personas a la hilaridad. Pero l la llevaba con un aire de absoluta naturalidad.
Me sorprende dijo Hunt que disfrutes con algo tan burgus... tan plebeyo... como el pquer.
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Me gusta leer el carcter de las personas dijo Henderson. El pquer es la mejor manera de
hacerlo.
Hunt entrecerr los ojos.
Ah si?. Puedes leer mi carcter, por ejemplo?.
Con mucho gusto dijo Henderson.
Con aire distrado se sirvi una mano de pquer, boca arriba. Contena un par de cincos, y la ltima
carta era el as de espadas. Henderson se qued mirando fijamente las cartas unos segundos antes de
levantar la vista.
Y puedo decirte prosigui que t me sorprendes a mi. Te importa si soy franco?. Siempre te
he considerado el Coloso de los Negocios; el que se arriesga; el del xito; el tipo que se lo juega
todo. Ahora no eres as.
Marcus Hunt se ri. Pero Henderson permaneci impasible.
Eres astuto, pero cauto. Dudo que alguna vez te lo hayas jugado todo. Otra sorpresa se sirvi
otra mano de cartas es el seor Rolfe. Es el hombre que, dadas las circunstancias apropiadas, se
lo jugara todo.
Arthur Rolfe se qued pensativo. Pareca sobresaltado, pero bastante halagado. Aunque en altura y
complexin no era diferente a Hunt, no haba nada de desalio en l. Tena el rostro cuadrado y
moreno, llevaba gafas y su frente mostraba preocupacin.
Lo dudo declar, muy serio. Luego sonri. Una persona que se lo jugara todo en mi negocio
se vera metido en problemas. Recorri la habitacin con la vista. De todos modos, sera
demasiado precavido para tener tres cuadros, con un valor aadido de treinta mil libras, colgados en
una habitacin desprotegida del piso de abajo, con puertas vidrieras que dan a una terraza. Un
matiz casi frentico asom en su voz. Dios mo!. Y si un ladrn...?.
Maldita sea! exclam Henderson inesperadamente.
Incluso Hunt se sobresalt.
Desde la partida de pquer, la atmsfera se haba ido haciendo tensa. Hunt haba cogido una
manzana de un frutero de plata que estaba encima del aparador. Empezaba a pelarla con un cuchillo
de fruta, una hoja fina como una oblea y afilada que reluca a la luz de las lmparas de pared.
Por poco me corto el pulgar dijo, dejando el cuchillo. Qu te pasa?.
Es el as de espadas dijo Henderson, lnguido an. Es la segunda vez que aparece en cinco
minutos.
Arthur Rolfe se hizo el tonto.
Bueno, y qu?.
Creo que nuestro amigo se est haciendo el psiclogo dijo Hunt, nuevamente de buen humor-.
Lees el carcter, o slo predices el futuro?.
Henderson vacil. Sus ojos se dirigieron hacia Hunt, y luego hacia la pared, sobre el aparador,
donde el cuadro de Rembrandt Mujer anciana con gorra le miraba con la inmovilidad y el color de
un piel roja. Entonces, Henderson mir hacia la puerta vidriera que daba a la terraza.
No es asunto mo. Se encogi de hombros. Es tu casa y tu coleccin, y responsabilidad tuya.
Pero este tipo, Butler, qu sabes de l?.
Marcus Hunt pareca muy divertido.
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Butler?. Es amigo de mi sobrina. Harriet le conoci en Londres, y me pidi que le invitara a


venir aqu. Qu tontera!. No pasa nada con l. En qu ests pensando, exactamente?.
Escuchad! dijo Rolfe, levantando la mano.
El ruido que oyeron, procedente de la terraza, no se repiti. No se repiti porque la persona que lo
haba producido, una joven muy perpleja e inquieta, haba corrido ligera y veloz hacia el extremo
ms alejado, donde se apoy en la balaustrada.
Lewis Butler vacil antes de ir tras ella. La luz de la luna era tan clara que se poda ver el mortero
entre los ladrillos que pavimentaban la terraza y reseguir el diseo de las urnas de piedra de la
balaustrada. Harriet Davis llevaba un vestido blanco con una falda larga y difana, que levant del
suelo para correr.
Entonces le hizo una sea a l.
Se encontraba medio sentada y medio apoyada en la barandilla. Sus blancos brazos estaban
extendidos, agarrando los dedos la piedra. Su cabello y sus ojos oscuros se hicieron ms ntidos a la
luz de la luna. El hombre vio que el pecho le suba y bajaba rpidamente; incluso poda ver la
sombra de sus pestaas.
Es mentira dijo.
El qu?.
Lo que mi to Marcus ha dicho. Usted le ha odo. Los dedos de Harriet Davis se apretaron ms
an a la balaustrada. Pero asinti con vehemencia, con fiera acusacin. Lo de que yo le conoca a
usted. Y que le haba invitado. Nunca le haba visto antes de este fin de semana. Incluso el to
Marcus est perdiendo la cabeza, o... me responder a una pregunta?.
Si puedo.
Muy bien. Por casualidad es usted ladrn?.
Lo pregunt con la misma sencillez y naturalidad que si le hubiera preguntado si era mdico o
abogado. Lewis Butler no era tan tonto como para echarse a rer. Ella se encontraba en ese estado en
que, para cualquier mujer, la risa es como sal en una herida abierta; probablemente le habra dado
una bofetada.
Para serle franco dijo, no lo soy. Me dir por qu lo ha preguntado?.
Esta casa dijo Harriet, mirando hacia la luna antes estaba protegida con alarmas contra los
ladrones. Si tocabas una sola ventana, todo el lugar sonaba como un cuartel de bomberos. Mi to
hizo quitar todas las alarmas la semana pasada. La semana pasada. Apart las manos de la
balaustrada y las apret una contra otra. Los cuadros estaban en el piso de arriba, en una
habitacin cerrada con llave contigua a su dormitorio. Los hizo bajar... la semana pasada. Es casi
como si mi to quisiera que le robaran.
Butler saba que aqu tena que ir con mucho tiento.
Quiz se trate de eso. Ella le ech una mirada rpida, pero no hizo ningn comentario. Por
ejemplo prosigui l con calma, supongamos que uno de sus famosos Rembrandt resultara ser
falso. Podra ser un alivio no tener que mostrarlo a sus amigos expertos.
La muchacha neg con la cabeza.
No dijo. Todos son autnticos. Yo tambin pens en eso.
Era el momento de atacar. Para Lewis Butler, en su inocencia, no pareca existir ningn problema en
particular. Sac su pitillera y le dio la vuelta sin abrirla.
Mire, seorita Davis, no le gustar esto. Pero puedo decirle que hay casos en que la gente est
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bastante ansiosa por que les roben sus bienes. Si un cuadro est asegurado por un valor superior
al real, y entonces una noche es robado misteriosamente...
Tambin podra tratarse de eso respondi Harriet con calma. Salvo que ninguno de esos
cuadros est asegurado.
La pitillera, que era de metal pulido, resbal de los dedos de Butler y cay al suelo. Los cigarrillos
se derramaron, igual que derram y confundi las teoras de Butler. Cuando ste se inclin para
recogerla, oy un reloj de iglesia que daba las once y media.
Est segura de ello?.
Perfectamente segura. No ha asegurado ninguno de sus cuadros por un solo penique. Dice que es
una prdida de dinero.
Pero...
Oh, lo s!. Y no s por qu le estoy hablando de esta manera. Usted es un extrao, no? Se
cruz de brazos, alzando los hombros como si tuviera fro. Inseguridad, temor y simples nervios
asomaron a sus ojos. Pero to Marcus tambin es un extrao. Sabe lo que pienso?. Creo que se
est volviendo loco.
No ser tanto.
Si, adelante dijo la chica de pronto. Dgalo: adelante, dgalo. Es fcil. Pero usted no le ve
cuando sus ojos parecen empequeecer, y todo ese aspecto de hombre de campo cordial desaparece
de su rostro. l no es falso; detesta las falsificaciones, y cambia sus costumbres para exponerlos.
Pero si no se ha vuelto loco, qu pretende?. Qu puede perseguir?.
Al cabo de unas tres horas, lo descubrieron.
El ladrn no atac hasta las dos y media de la madrugada. Primero se fum varios cigarrillos en los
arbustos de debajo de la terraza posterior. Cuando oy sonar el reloj de la iglesia, esper unos
minutos ms y subi con sigilo la escalera que conduca a la puerta vidriera del comedor.
Se levant un viento fro al final de la noche, en la hora de los suicidios y las pesadillas, que
allanaba la hierba y los rboles con un dbil susurro. Cuando el hombre mir por encima del
hombro, los ltimos rayos de la luna le deformaron el rostro: mostraron no un rostro sino una
mscara negra de tela, bajo una gorra mugrienta calada sobre las orejas.
Se puso a trabajar en la ventana del centro, con el contenido de un equipo de herramientas plegable
no ms grande que uno de motorista. Peg dos cortas tiras de cinta adhesiva en el cristal, justo al
lado del pestillo. Luego, con el cortador de vidrio cort un pequeo semicrculo dentro de la cinta.
Esto lo hizo no sin ruido: cruji como un taladro de dentista en un diente, y el hombre se par a
escuchar.
No hubo ningn ruido como respuesta. Ningn perro ladr.
Sujetando la cinta adhesiva el cristal para que no cayera y se rompiera, el hombre pas la mano
enguantada a travs de la abertura y abri el pestillo. El peso de su cuerpo amortigu el crujido de
la ventana cuando entr por ella.
Saba exactamente lo que quera. Se meti el equipo de herramientas en el bolsillo y sac una
linterna. Su rayo fue hasta el aparador; roz la reluciente plata, un frutero y un pequeo cuchillo
clavado en una manzana como en el cuerpo de alguien; finalmente, lleg al rostro de bruja de la
Mujer anciana con gorra.
No era un cuadro grande y el ladrn lo sac con facilidad. Arranc el cristal y el marco. Aunque
procur enrollar la tela con gran cuidado, la frgil pintura se resquebraj formando pequeas
estrellas que hirieron el rostro de la bruja. El ladrn estaba tan absorto en ello que no se percat de
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la presencia de otra persona en la habitacin.


Era un ladrn incauto; no posea un sexto sentido que percibiera el asesinato.
En el segundo piso de la casa, Lewis Butler fue despertado por un ruido sordo como el de objetos
metlicos al caer.
En toda la noche no haba podido conciliar un sueo profundo. Saba con certeza qu deba de estar
ocurriendo, aunque no tena idea de por qu, o cmo, o a quin.
Butler estaba fuera de la cama y con las zapatillas puestas en cuanto oy el primer dbil estruendo
procedente del piso de abajo. Como de costumbre cuando tena prisa, su batn se enred y no podra
encontrar los agujeros de las mangas. Pero la pequea linterna estaba ya lista en el bolsillo.
Al parecer aquel ruido no haba despertado a nadie ms. Barajando ciertas posibilidades, jams en
su vida se haba movido tan de prisa una vez consigui salir de su dormitorio. Sin encender la
linterna, baj dos tramos de escalera alfombrada sin hacer ruido. En el vestbulo de abajo not
corriente de aire, lo que significaba que en algn sitio haban abierto una puerta o una ventana. Se
fue directo al comedor.
Pero era tarde.
Una vez recorrida la estancia con la linterna, Butler encendi las luces. El ladrn an estaba all.
Pero yaca inmvil frente al aparador; y, a juzgar por la cantidad de sangre que se vea en su jersey
y pantalones, jams volvera a moverse.
Eso es dijo Butler en voz alta.
Un servicio de plata, incluida una tetera grande, se haba cado del aparador. El hombre muerto
yaca de espaldas entre un montn de naranjas, manzanas y un racimo de uvas aplastado, donde
haba cado el frutero. La mscara an cubra la cara del ladrn; su mugrienta gorra segua calada
hasta las orejas; sus manos enguantadas estaban abiertas.
A su alrededor haba fragmentos del cristal del cuadro, junto con el marco vaco, y la Mujer
anciana con gorra estaba medio plegado bajo su cuerpo. Por la posicin de las manchas de sangre
ms notorias, se poda saber que le haban clavado en el pecho el cuchillo de fruta manchado de
sangre que haba a su lado.
Qu es esto? pregunt una voz casi al odo de Butler.
No se habra asustado tanto si le hubieran apretado el cuchillo de fruta en las costillas. No haba
visto a nadie encender las luces del pasillo ni haba odo acercarse a Harriet Davis. La muchacha se
encontraba justo detrs de l, envuelta en un kimono japons, con el pelo oscuro sobre los hombros.
Pero, cuando le explic lo que haba sucedido, ella no mir en el comedor; retrocedi, sacudiendo la
cabeza violentamente, como un pilluelo a punto de echar a correr.
Ser mejor que despierte a su to dijo Butler enrgico, con una confianza que no senta. Y a
los criados. He de utilizar el telfono. Entonces la mir a los ojos. Si, est usted en lo cierto.
Creo que ya lo ha adivinado. Soy oficial de polica.
Ella asinti.
Si. Lo he adivinado. Quin es usted?. Se llama realmente Butler?.
Soy sargento del Departamento de Investigacin Criminal. Y realmente me llamo Butler. Su to
me hizo venir.
Por qu?.
No lo s. No me lo dijo.
La inteligencia de la muchacha, aun cuando enturbiada por el miedo, era directa y desconcertante.
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Pero sino dijo por qu quera a un oficial de polica, cmo es que le enviaron a usted?. Tendran
que saber por qu, no?.
Butler le hizo caso omiso.
Tengo que ver a su to. Quiere hacer el favor de subir a despertarle?.
No puedo dijo Harriet. To Marcus no est en su habitacin.
No est...?.
No. He llamado a su puerta antes de bajar. No est.
Butler subi los escalones de dos en dos. Harriet haba encendido todas las luces al bajar, pero nada
se mova en los pasillos lgubres y excesivamente decorados.
La habitacin de Marcus Hunt se hallaba vaca. Su esmoquin estaba colgado en el respaldo de una
silla, la camisa se encontraba sobre el asiento con el cuello y la corbata encima. El reloj de Hunt
tictaqueaba fuerte sobre la mesilla de noche. Su dinero y las llaves tambin estaban all. Pero l no
se haba acostado, pues la ropa de la cama estaba intacta.
La sospecha que acudi a la mente de Lewis Butler, al escuchar el dbil e insistente ruido de aquel
reloj poco antes del amanecer, era tan fantstica que no pudo darle crdito.
Baj de nuevo, y por el camino se encontr con Arthur Rolfe que sala de otro dormitorio del
pasillo. El rechoncho cuerpo del tratante en arte estaba envuelto en un batn de franela. No llevaba
las gafas, lo que le daba al rostro una expresin legaosa y hundida. Se plant delante de Butler y se
neg a moverse.
Sidijo Butler. No tiene que preguntarlo. Es un ladrn.
Lo saba dijo Rolfe con calma. Se ha llevado algo?.
No. Le han asesinado.
Por un momento Rolfe no dijo nada, pero se llev la mano al pecho, como si sintiera dolor all.
Asesinado?. Quiere decir que han asesinado al ladrn?.
-Si.
Pero, por qu?. Quiere decir que le ha matado un cmplice?. Quin es el ladrn?.
Eso es lo que intento descubrir dijo Lewis Butler.
En el pasillo de abajo encontr a Harriet Davis, que ahora se hallaba en el umbral de la puerta del
comedor y miraba fijamente el cuerpo que haba junto al aparador. Apenas se movi un msculo de
su cara, pero tena los ojos rebosantes de lgrimas.
Va a sacarle la mscara, no? pregunt sin volverse.
Avanzando con cuidado para evitar la fruta aplastada y los cristales rotos, Butler se inclin sobre el
hombre muerto. Apart la visera de la mugrienta gorra; levant la mscara negra, que estaba
torpemente sujeta con una goma elstica, y descubri lo que esperaba descubrir.
El ladrn era Marcus Hunt, al que haban apualado en el corazn cuando intentaba robar en su
propia casa.
se es el problema, seor explic Butler al doctor Gideon Fell la tarde siguiente. Se mire
como se mire, el caso no tiene sentido.
Repas de nuevo los hechos.
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Por qu ese hombre iba a robar en su propia casa y robar sus propios bienes?. Todos esos
cuadros son valiosos, y ni uno de ellos est asegurado. Entonces, por qu?. Era un simple
luntico?. Qu pretenda?.
El clido sol se derramaba sobre la localidad de Sutton Valence, dispersa como una ciudad italiana
gris y blanca. En el huerto de detrs de la blanca taberna llamada Tabard, el doctor Gideon Fell
estaba sentado ante una mesa de jardn entre avispas, con una jarra de cerveza junto al codo. El
doctor Fell iba vestido con un traje blanco de hilo. Su sonrosado rostro acusaba el calor, y su
cautelosa vigilancia de las avispas daba un lamentable aspecto a sus ojos mientras reflexionaba.
Dijo:
El comisario Hadley me ha sugerido que podra... mirar aqu. Se encarga la polica local, no?.
Si. Yo slo estoy de mirn.
Las palabras exactas de Hadley han sido: Es tan descabellado, que nadie ms que usted lo
entender. La adulacin de ese hombre se hace ms nauseabunda cada da. El doctor Fell
frunci el ceo. Yo pregunto, encuentra usted extraa alguna otra cosa de este asunto?.
Bueno, por qu un hombre iba a robar en su propia casa?.
No, no, no! exclam el doctor Fell. No se obsesione con ese punto. No se deje hipnotizar
por l. Por ejemplo una avispa rondaba cerca de su cerveza y la apart soplando con fuerza,
por ejemplo, la joven parece haber planteado una cuestin interesante. Si Marcus Hunt no quiso
decir para qu quera a un detective en la casa, por qu el Departamento de Investigacin Criminal
consinti en enviarle a usted?.
Butler se encogi de hombros.
Porque el inspector jefe Ames dijo crea que Hunt iba tras algn asunto extrao y quera
impedirlo.
Qu clase de asunto extrao?.
Un falso robo de sus cuadros para cobrar el seguro. Pareca el viejo truco de llamar a la polica
para no levantar sospechas. En otras palabras, seor, exactamente lo que esto pareca ser hasta que
me enter de que ninguno de esos malditos cuadros ha sido asegurado jams ni por un penique, lo
que hoy he comprobado.
Butler vacil.
No puede haberse tratado de una broma pesada prosigui. Fjese en lo elaborado que est!.
Hunt se puso ropa vieja de la que se haban quitado todas las etiquetas del sastre y de la lavandera.
Se puso guantes y mscara. Cogi una linterna y un moderno equipo de herramientas de ladrn.
Sali de la casa por la puerta trasera; ms tarde la encontramos abierta. Fum varios cigarrillos en
los arbustos de debajo de la terraza; hemos encontrado sus huellas en el suelo. Cort un pedazo de
cristal... pero todo esto ya se lo he dicho.
Y despus murmur el doctor Fell, alguien le ha matado.
Si. El ltimo y el peor por qu. Por qu iba nadie a matarle?.
Mmmm. Alguna pista?.
Ninguna. Butler sac su cuaderno de notas. Segn el mdico de la polica, muri de una
herida directa en el corazn con una hoja (presumiblemente ese cuchillo de fruta) tan fina que la
herida ha sido difcil de encontrar. Haba numerosas huellas suyas, pero de nadie ms. Pero hemos
encontrado una cosa extraa. Varias piezas de la vajilla de plata del aparador tenan araazos
extraos. Pareca como si en lugar de haber cado del aparador en una pelea, hubieran sido apiladas
una encima de otra como una torre y despus empujadas...
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Butler hizo una pausa, pues el doctor Fell meneaba la cabeza hacia adelante y hacia atrs con
expresin preocupada.
Vaya, vaya, vaya deca, vaya, vaya, vaya. Y dice usted que no tiene ninguna pista?.
No es as?. Eso no explica por qu un hombre roba en su propia casa.
Mire dijo el doctor con suavidad, me gustara preguntarle una cosa. Cul es el punto ms
importante de este asunto?. Un momento!. No he dicho el ms interesante, he dicho el ms
importante. No cree que es el hecho de que han asesinado a un hombre?.
Si, seor. Naturalmente.
Menciono el hecho dijo el doctor a modo de disculpa porque me parece que corre el riesgo
de ser omitido. Apenas le interesa a usted. Slo le preocupa la mascarada sin sentido de Hunt. No le
importa que hayan cortado la garganta a alguien, pero no soporta que le tomen el pelo. Por qu no
intenta verlo desde el otro lado y se pregunta quin mat a Hunt?.
Butler permaneci en silencio largo rato.
Los criados quedan descartados dijo al fin. Duermen en otra ala en el piso de arriba; y por
alguna razn vacil, alguien les encerr anoche. Sus dudas, incluso sus sueos, comenzaban
a cobrar forma. Se arm un buen revuelo por eso cuando la casa se despert. Por supuesto, el
asesino poda haber sido alguien de fuera.
Sabe usted bien que no lo fue dijo el doctor Fell. Le importara llevarme a Cranleigh
Court?.
Salieron a la terraza a la hora ms calurosa de la tarde.
El doctor Fell se sent en un canap de mimbre con una Harriet abatida a su lado. Derek
Henderson, con pantalones de franela, apoyaba su larga figura en la balaustrada. Arthur Rolfe vesta
un traje oscuro y pareca fuera de lugar. Las tierras de Kent, de color verde plido y marrn, que
raramente adquiran un tono chilln, ahora estaban radiantes. No soplaba nada de aire, no se mova
ni una hoja en aquel calor sofocante; y en el jardn, hacia la izquierda, el agua de la piscina
centelleaba con calidez. Butler senta los prpados pesados.
La barba de Derek Henderson era lnguida y agresiva al mismo tiempo.
Es intil dijo. No sigan preguntndome por qu Hunt quera robar en su propia casa. Pero
les dar una pista.
Cul? pregunt el doctor Fell.
Sea cual fuere la razn dijo Henderson, estirando el cuello, era una buena razn. Hunt era
demasiado cauto y precavido para hacer nada sin una buena razn. Eso le dije anoche.
El doctor Fell habl con aspereza.
Cauto?. Por qu lo dice?.
Bueno, por ejemplo. Saco tres cartas del montn. Hunt coge una. Hago la apuesta; l me ve y
sube. Yo lo cubro, y subo otra vez. Hunt se retira. En otras palabras, est bastante seguro de que
cubre su mano, pero no tan seguro de que yo tenga mucho ms que un par. No obstante Hunt se
retira. As, con mis tres sietes le engao. Anoche jug una docena de manos de esta manera.
Henderson se ri entre dientes. Al ver la expresin del rostro de Harriet, se control y se puso serio.
Pero claro aadi Henderson, anoche tena muchas cosas en la cabeza.
Nadie dej de observar el cambio de tono.
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Ah, si?. Y que tena en la cabeza?.


Desenmascarar a alguien en quien siempre haba confiado respondi Henderson framente.
Por eso no me gust que el as de espadas apareciera tantas veces.
Ser mejor que expliques eso dijo Harriet tras una pausa. No s que insinas, pero ser
mejor que lo expliques. Te dijo que intentaba desenmascarar a alguien en quien siempre haba
confiado?.
No. Como he hecho yo, lo insinu.
Fue el impasible Rolfe quien intervino entonces en la conversacin. Rolfe tena el aire de un
hombre decidido a atenerse a la razn, pero le resultaba difcil.
Escuche dijo Rolfe, he odo, en un momento u otro, que al seor Hunt le gustaba
desenmascarar a la gente. Muy bien!. Se llev una mano al pecho del abrigo, en un gesto
caracterstico. Pero dnde, en nombre de la cordura, nos deja eso?. Quiere desenmascarar a
alguien. Y, para ello, se pone ropa estrafalaria y se hace pasar por ladrn. Es sensato?. Se lo digo,
era un loco!. No existe otra explicacin.
Existen otras cinco explicaciones dijo el doctor Fell.
Derek Henderson se levant despacio de su asiento, pero volvi a sentarse ante un gesto violento de
Rolfe.
Nadie habl.
Sin embargo prosigui el doctor Fell, no les har perder el tiempo con cuatro de ellas. Slo
nos interesa una explicacin: la verdadera.
Y usted sabe cul es la verdadera? pregunt Henderson con aspereza.
Creo que si.
Desde cundo?.
Desde que he tenido oportunidad de verles a todos ustedes respondi el doctor Fell.
Se recost en el canap de mimbre, por lo que el armazn de ste cruji. Alz la barbilla, y asinti
con aire ausente como para dar nfasis a algn punto que tena claro en su mente.
Ya he hablado con el inspector local prosigui de pronto. Llegar dentro de unos minutos. Y,
a sugerencia ma, les pedir una cosa. Espero sinceramente que nadie se niegue.
Nos pedir algo? pregunt Henderson. Qu nos pedir?.
Hoy hace mucho calor dijo el doctor Fell, mirando hacia la piscina. Les sugerir a todos
ustedes que vayan a darse un bao.
Harriet dijo algo entre dientes, y se volvi como apelando a Lewis Butler.
Ser continu el doctor Fell la manera ms educada de dirigir la atencin hacia el asesino.
Entretanto, djenme que les haga resaltar un punto que parece haber sido omitido por todos. Seor
Henderson, sabe usted algo de heridas directas al corazn efectuadas por una hoja de acero fina
como una oblea?.
Como la herida de Hunt?. No. Qu pasa con ellas?.
Prcticamente no hay hemorragia externa respondi el doctor Fell.
Pero...! exclam Harriet, pero Butler la detuvo.
De hecho, el mdico de la polica ha resaltado que la herida resultaba difcil de encontrar. La
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victima muere casi al instante; y los bordes de la herida se comprimen. Pero en ese caso
prosigui el doctor Fell, cmo es que el difunto seor Hunt tena tanta sangre en el jersey e
incluso le haba salpicado los pantalones?.
Bien, qu pas?.
l no lo hizo respondi sencillamente el doctor Fell. La sangre del seor Hunt no le lleg a
la ropa.
No puedo soportarlo dijo Harriet, ponindose de pie. Yo... lo siento, pero se ha vuelto usted
loco?. Nos est diciendo que no le hemos visto tumbado junto a ese aparador, manchado de
sangre?.
Oh, si!. Le han visto.
Prosiga dijo Henderson, que tena bastante plida la zona cerca de las ventanas de la nariz.
Admito que es una cuestin fina dijo el doctor Fell. Pero responde a su pregunta, repetida
hasta la saciedad, en cuanto a por qu el eminentemente sensible seor Hunt decidi disfrazarse de
ladrn y hacer de ladrn. La respuesta es breve y sencilla. No lo hizo. Deba de ser evidente para
todos prosigui el doctor Fell, abriendo los ojos de par en par, que el seor Hunt estaba
tendiendo una trampa para alguien, para el ladrn autntico.
1 crea que cierta persona podra intentar robarle uno o varios de sus cuadros. Probablemente
saba que esta persona haba probado juegos similares con anterioridad, en otras casas; es decir, un
trabajo interno que estaba planeado con gran cuidado para que pareciera un trabajo externo. Asique
le facilit las cosas a este ladrn, para atraparle, con un oficial de polica en la casa.
E1 ladrn, triste necio, pic. Este ladrn, invitado de la casa, esper hasta bien pasadas las dos de
la madrugada. Entonces se puso ropa vieja, una mscara, guantes y el resto. Sali por la puerta
trasera. Hizo todos los movimientos que errneamente hemos atribuido a Marcus Hunt. La trampa
funcion. Cuando estaba enrollando el Rembrandt, oy un ruido. Hizo girar su linterna. Y vio a
Marcus Hunt, en pijama y batn, que le miraba.
Si, hubo una pelea. Hunt se abalanz sobre l. El ladrn cogi el cuchillo de fruta y pele. En esa
lucha, Marcus Hunt forz hacia atrs la mano del ladrn. El cuchillo de fruta hiri al ladrn en el
pecho, producindole una herida superficial pero muy sangrienta. Eso casi volvi loco al ladrn.
Retorci la mueca de Hunt, le cogi el cuchillo y se lo clav a Hunt en el corazn.
Luego, en una casa silenciosa, con un pequeo rayo de luz que emita la linterna sobre el aparador,
el asesino vio algo que le delatara. Vio la sangre de su propia herida que empapaba su ropa.
Cmo se deshar de las ropas?. No puede destruirlas, ni llevrselas de la casa. Inevitablemente,
sta ser registrada, y las encontrarn. Sin las manchas de sangre, pareceran prendas corrientes
colgadas en su armario. Pero con las manchas...
Slo puede hacer una cosa.
Harriet Davis estaba de pie detrs del canap de mimbre, hacindose sombra en los ojos para
protegerlos del resplandor del sol. La mano no le temblaba cuando dijo:
Se cambi de ropa con mi to.
Eso es dijo el doctor Fell. sta es la triste historia. El asesino visti el cadver con su propia
ropa, efectuando un corte con el cuchillo en el jersey, la camisa y la camiseta. Luego se puso el
pijama del seor Hunt y su batn, prendas que en caso necesario poda decir eran suyas. La herida
de Hunt no haba sangrado apenas. Su batn se haba abierto, creo, durante la pelea; o sea que lo
nico que poda preocupar al ladrn era una pequea perforacin en la chaqueta del pijama.
Pero una vez hecho esto, tena que hipnotizarles a todos ustedes para que creyeran que no haba
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habido tiempo para cambiarse de ropa. Tena que parecer que la pelea haba tenido lugar en aquel
momento. Tena que despertar a los de la casa. Asique arm un estruendo volcando una pila de
objetos de plata y se desliz escaleras arriba.
El doctor Fell hizo una pausa.
El ladrn jams habra podido ser Marcus Hunt aadi. Hemos sabido que las huellas de
Hunt estaban por todas partes. Y sin embargo el ladrn llevaba guantes.
Se oy ruido de pisadas en el csped, debajo de la terraza, y de unas botas que suban la escalera de
la terraza. El inspector de polica local, vestido de uniforme, iba acompaado de dos guardias.
El doctor Fell volvi la cabeza, satisfecho.
Ah! exclam, respirando profundamente. Han venido para ver esa fiesta en el agua,
imagino. Es fcil taponar una herida con vendas y algodn, o incluso con un pauelo. Pero esa
herida ser infernalmente notoria en alguien obligado a ponerse baador.
Pero no poda ser... grit Harriet.
Mir a todos. Apret los dedos en el brazo de Lewis Butler en un gesto instintivo que recordara
mucho despus, cuando l la conociera mejor.
Exactamente dijo el doctor, resollando con placer. No poda ser un tipo alto y delgado como
el seor Henderson. Seguro que tampoco poda ser una muchacha menuda y delgada como usted.
Slo hay una persona que, como sabemos, tiene una altura y complexin parecidas a las de Marcus
Hunt, que poda poner su ropa a Hunt sin levantar sospechas. Es la misma persona que, aunque
logr taponar la herida de su pecho, ha estado constantemente llevndose la mano al pecho para
asegurarse de que la venda sigue en su sitio. Tal como est haciendo ahora el seor Rolfe.
Arthur Rolfe estaba sentado muy quieto, con la mano derecha an en el pecho de la chaqueta. Su
rostro haba quedado plido bajo el implacable sol, pero sus ojos, tras aquellas gafas, permanecieron
inescrutables. Slo habl una vez, a travs de unos labios resecos, despus de haberle advertido.
Debera haber tenido en cuenta la advertencia del joven dijo, Al fin y al cabo, me dijo que
me lo jugara todo.

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NICHOLAS BLAKE (1904-1972)

UN LANZAMIENTO MUY LARGO


Nicholas Blake (C. Day Lewis), nacido en Irlanda, escribi una vez: Lenin, ojal vivieras ahora:
Inglaterra te necesita. Este entregado campen del radicalismo estudiantil se convirti en el
Poeta Laureado de Inglaterra y en abanderado de la tradicin de misterios desarrollados en casas
de campo inglesas, y merece aparecer en los libros; en ste, por ejemplo.
El distinguido crtico y escritor H. R. F. Keatng recuerda a Lewis hacia el final de su vida diciendo
que le gustaban las restricciones formales de la poesa y las historias de detectives. Su hroe, Nigel
Strangeways, creado segn W. H. Auden, ha sido educado en Oxford y es aristocrtico, pero est
perfilado de un modo ms delicado y cerebral que Wimsey o Albert Campion. No es sorprendente
que en los argumentos de Blake a menudo aparezca el conocimiento de la literatura y de su
historia.

Su seora anunci Amphlett cuando me recibi en el vestbulo, su seora est en la colonia


de grajos, seor.
Hizo una seal con un dedo a la doncella.
Alice, el equipaje del seor Strangeways. Le hemos alojado en su antigua habitacin, seor,
espero que disfrute de su visita.
Detect una dbil y poco profesional falta de conviccin en el tono del mayordomo?. Por qu no
iba a disfrutar yo de mi visita?. Cualquier persona civilizada tiene que disfrutar de una estancia en
una casa de campo bonita y bien gobernada, donde el dinero no cuenta.
Creo que saldr fuera directamente dije.
Muy bien, seor. Su seora ha esperado su llegada con gran placer.
Observ que Gervase todava no haba conseguido que el viejo y querido Amphlett dejara de utilizar
su ttulo. Veinte aos atrs, cuando era joven, Gervase haba sufrido una especie de conversin
tolstoyana. Hijo mayor del conde de Wessex, haba decidido abandonar su ttulo y ser llamado por
el apellido de la familia, simplemente seor Musbury. Amigos, vecinos, parientes, criados... todos
tuvieron que acatar sus deseos. Fue la poca en que comenz a dirigir su finca como una
cooperativa.
Sin embargo, sus esfuerzos por llegar a ser pobre haban sido singularmente infructuosos. Su
cooperativa prosperaba; la fortuna que le dej en valores su madre americana floreca a pesar de su
negligencia. Y si perdi algn amigo por rechazar su ttulo, puede suponerse que no era merecedor
de ser conservado.
Mientras avanzbamos por el csped, Amphlett se sec la frente con gesto delicado. Sin duda era un
da muy caluroso para el mes de abril. Los graznidos de los grajos en los olmos a los que nos
acercbamos eran frescos como una cascada. Casi envidi a Gervase, que se encontraba all arriba;
pero no me gustaba la idea de subir por la escala de cuerda para llegar hasta l.
Levant la mirada y divis un pequeo objeto, que despus result ser una botella de gaseosa de
jengibre, atado a una cuerda y que descenda errticamente de la copa del olmo ms prximo.
Un joven lacayo la recogi en silencio, cogi una botella fresca de una bandeja de plata, le at la
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cuerda al cuello e hizo una seal para que la izaran. La botella fue subida de nuevo a las alturas,
hacia una estrecha y bien camuflada plataforma montada sobre dos de las ramas ms altas.
Tenis un nuevo lacayo, por lo que veo. Un joven muy apuesto.
Henry es satisfactorio dijo Amphlett sombro, y no con demasiada conviccin, me pareci.
Hace tiempo que est aqu? pregunt.
Unos ocho meses, seor.
Henry tena ese empleo, segn el exigente Amphlett, desde haca ocho meses. Bueno, quiz me
equivocaba. Quiz si era satisfactorio.
Su seora encuentra que all arriba hace mucho calor observ Amphlett.
Percibo que el lector puede estar sintiendo cierta resistencia a mi narrativa. O ese amigo suyo era
luntico, dice, o se lo est inventando todo. Esto es porque no conoce a Gervase Musbury.
Gervase era un excntrico que poda permitirse dar a sus excentricidades un cheque en blanco y
saba como sacarles beneficios. La excentricidad, tal como yo lo veo, no es ms que la parte visible
de la libido que toma un atajo para llegar al objeto deseado. Cuando Amphlett me dijo que su amo
estaba en la colonia de grajos, conociendo como conoca a Gervase no dud de que estaba all con
algn propsito racional.
Asimismo, cuando vi la botella que viajaba hacia lo alto del olmo, lo acept como algo natural; era
mucho ms sencillo que Gervase izara su gaseosa que no que el lacayo subiera la escala de cuerda
cada vez que su amo quisiera beber.
La escala comenz a moverse. Gervase me haba visto y estaba bajando, con gran agilidad para un
hombre que se acercaba a los cincuenta. Salt el ltimo metro y medio, me puso las manos sobre
los hombros con impaciencia y dijo:
No has cambiado, Nigel.
l tampoco. Los ojos azules penetrantes, el bigote cortado como una versin ms espesa del de
Adolfo Menjou y que pareca erizado de electricidad, el contagioso entusiasmo... Gervase era el
mismo de siempre.
Ser mejor que te quedes aqu, Henry dijo al lacayo. Volver dentro de poco. Despus se
dirigi a m, Henry me da las botellas a intervalos regulares. Como el bibern a un beb.
Sus ojos azules se quedaron ensimismados.
A ver, Amphlett, a quin tenemos en casa?. Estoy un poco despistado.
Su hermano y su esposa, seor. El seor Prew. Y la seorita Camelot.
Ah, ya. Me cogi del brazo. Ser mejor que vayamos a saludarles y acabemos con ello.
Despus podremos pasar el resto de la tarde observando a los grajos. Es absorbente, te lo aseguro.
Constru un pequeo escondrijo all arriba antes de la poca de anidamiento. Cabrs perfectamente.
No, Gervase dije con firmeza. No hay sitio para dos en esa asombrosa pequea plataforma.
Y no me interesan tanto los hbitos de los grajos. Desde cundo te dedicas a observar a los
pjaros?.
Slo lo hago para relajarme, querido muchacho, nada ms. Este invierno me qued un poco
rancio, trabajando en un nuevo explosivo. Mac Master me pidi ayuda. Trabajar contra reloj... se
es el problema. Dentro de dos aos estaremos en guerra. O antes.
Salimos de la sombra de los olmos, y fuimos saludados por un hombre bajo y ms bien robusto
cuya fotografa yo haba visto a menudo en los peridicos. Se trataba de Thomas Prew, diputado,
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notable defensor de causas perdidas. Si Gervase estaba en lo cierto, la causa ms reida de la vida
de Prew ahora era tan buena como perdida estaba tambin, pues era un pacifista acrrimo, que haba
ido a prisin por sus convicciones en la ltima guerra y desde entonces las proclamaba por todo el
pas.
Me sorprendi encontrar aqu al pacifista miembro del parlamento, y cuando dejamos a Prew, le
pregunt a Gervase por ello.
Oh, Tom Prew es un hombre honesto dijo. Adems, sirve para educar a mi hermano. Ya
sabes que viejo belicista es Hctor. l y Tom tuvieron una discusin la otra noche, a la hora de la
cena. Tom venci por noqueo tcnico. Hctor y Diana apenas le hablan desde entonces. Vayamos a
buscarles.
Les encontramos por fin en el patio del garaje, ocupados en el motor de su Bentley. Casi haba
olvidado la magnfica pareja que hacan. Altos, guapos, rubios... tenan algo leonino, en su agitacin
y en reposo. Hctor posea toda la superabundancia de energa de su hermano mayor, pero le
faltaban las muchas salidas que Gervase tena para ella: la guerra podra muy bien ser su liberacin
y mtier.
A Diana yo la admiraba sin que me gustara; era demasiado ambiciosa, demasiado arrolladora para
mi gusto. Adems, estaba absorbida por su esposo. Daban la impresin, ms que ninguna otra pareja
que yo conociera, de que eran un equipo, de coordinacin fsica y mental. En aquel momento volv
a percibirlo, al observarles trabajar en una especie de unsono teleptico en el motor del coche al
que hacan funcionar sin descanso por toda Europa.
Mi sensacin era compartida, evidentemente, por la hermosa seorita Anthea Camelot, que haba
estado all presente con una expresin de estar de ms. Se volvi a Gervase con alivio... y algo ms
que alivio, me pareci. Pobre chica, pens: si fueras Circe y Sheba convertidas en una, tus encantos
chocaran contra Gervase; el nombre que lleva escrito en el corazn est marcado con fuego con
demasiada profundidad para que ninguna otra mujer lo pueda borrar.
Aunque era diez aos ms joven que Gervase, yo era desde haca mucho tiempo su confidente. Era
una de las pocas personas fuera de su familia que conocan la tragedia de Rose Borthwick. Ella era
hija de uno de los agricultores arrendatarios de su padre. Gervase, en su juventud, se haba
enamorado apasionadamente de ella. Su padre, sabiendo que Gervase estaba decidido a casarse con
la muchacha, haba conseguido que la mandaran lejos, fuera de su alcance.
Hubo escenas terribles y un distanciamiento final entre Gervase y su padre. Gervase casi se haba
vuelto loco tratando de volver a encontrar a Rose. Pero todas sus pesquisas fueron en vano.
Yo segua pensando en este triste asunto un cuarto de hora ms tarde, mientras nos encontrbamos
todos en el csped. La conversacin giraba en torno a Hitler.
Deberamos haberle descubierto mucho antes la fanfarronada dijo Hctor Musbury. Si
nuestros polticos no hubieran sido reacios...
Vuestros polticos tambin tienen una responsabilidad dijo Thomas Prew, con aquella hermosa
voz profunda que contrastaba de un modo tan extrao con su figura mas bien insignificante.
Mirad a ese hombre joven seal hacia Henry, que estaba a poca distancia, a la sombra de los
olmos. Multiplicadlo por varios millones. Imaginaos a esos millones heridos, mutilados,
pudrindose en la tierra... Podis preguntaros si los polticos han sido reacios?.
Una sombra de ira cruz el rostro de Hctor.
Eso no son ms que argumentos sentimentales. Las alternativas son posible muerte o cierta
esclavitud para nosotros. Es evidente que algunos prefers la idea de ser esclavos.
Diana le lanz una mirada de advertencia, segn me fij. Anthea Camelot intervino:
Pero el seor Prew no hablaba de los polticos. Hablaba de la gente que tendra que morir.
99

Hablaba de Henry. Oigamos lo que piensa l. Henry! llam.


El joven lacayo se acerc unos pasos. Su rostro mostraba una provocativa mezcla de respeto e
irona.
Henry, qu preferiras: que los alemanes te mataran o que te hicieran esclavo suyo.
Henry se lo pens, mirndonos a la cara a todos.
En realidad, seorita Camelot dijo al fin, muchos diran que ya soy esclavo.
Vi que Amphlett daba un respingo. Incluso para el igualitario mnage de Gervase, esto era un poco
demasiado. No era de extraar que el viejo mayordomo no hubiera resultado convincente al hablar
de lo satisfactorio que era Henry. Era evidente que Diana era de la misma opinin.
Tus criados, Gervase exclam, parecen disfrutar de una Satumalia perpetua.
No debes ser dura con Henry dijo Anthea Camelot. Al fin y al cabo, ha pasado casi todo el
da de pie, cuidando de una bandeja con botellas de gaseosa. Si eso no es esclavitud, yo me llamo
Faran.
Yo estaba sentado muy cerca de Gervase, y tuve la sensacin de que las palabras que murmur iban
destinadas solamente a mis odos.
La juventud debe pasar por sus pruebas, sus ordalas o que deca.
Diana intervino:
Oh, querido, me he dejado el pauelo dentro. Henry era de esas mujeres que dan rdenes a los
criados sin molestarse en mirarles, ve a buscrmelo, est en mi tocador.
Tengo rdenes de permanecer aqu, seora.
Tem que se produjera una explosin. Gervase, evidentemente, no tena intencin de ayudar: su
mirada burlona pas de Diana al joven lacayo. Pero Hctor ya se haba puesto de pie y se diriga
hacia la casa, como si el deseo de su esposa le hubiera sido comunicado antes de que ella lo
manifestara.
Ir a buscarlo dijo.
Despus del t, Gervase se retir a su olmo otra vez. Hctor y su esposa colocaron una diana en el
csped e intentaron convencernos al resto de que tirramos con arco. Pero Anthea, conciente sin
duda de que este deporte en particular resaltara sus encantos con desventaja respecto a los de
Diana, indic que no le molestara que yo la llevara a pasear por la rosaleda.
Mientras caminbamos, detrs de Amphlett y Henry, que llevaban las cosas del t a la casa,
observamos a Hctor y a Diana arrastrar a un seor Prew no muy entusiasmado y empezar a
instruirle en el arte de utilizar un arco de un metro ochenta.
Por ah se empieza observ Anthea. Inicia al pacifista con un arco y una flecha, y pronto
correr alegremente con una Tommy cargada.
La rosaleda de Gervase es un lugar encantador aun cuando no hay rosas, con sus pulcros paseos de
csped, sus fuentes y estatuas, y los setos de boj que ofrecen su fragancia al sol. Anthea y yo nos
sentamos en unas tumbonas, preparados para disfrutar cada uno de la compaa del otro. Al menos,
yo lo estaba. Pero pronto fue evidente que ella me haba llevado all con un propsito.
Usted es detective, verdad? pregunt.
Ms o menos. Por qu?.
Sigui con la mirada a una mariposa un momento.
100

Oh, todo parece tan raro esta vez.


Por ejemplo?.
Bueno, Prew vagando por ah como un alma perdida, y Hctor discutiendo con l, y Diana
pinchando a Gervase por ese nuevo lacayo, y Gervase sentado en un rbol sin hacernos caso.
Y sin hacerte caso a ti en particular, pens. Dije:
Es extrao, no cabe duda. Pero esta casa siempre ha sido extraa.
Sin embargo, Gervase trata al joven Henry de una manera extraordinaria, no le parece?. La
mitad del tiempo le mima, y la otra mitad le tiraniza. Esta tarde apenas le ha dejado alejarse de su
vista, por ejemplo.
Quiz es Henry quien est vigilando a Gervase dije yo con indiferencia.
Vigilndole! Anthea me ech una mirada con sus ojos oscuros, clidos. No dira usted eso
si... Escuche. La otra noche baj tarde para coger un libro de la biblioteca, y o a Gervase reir a
alguien en el estudio, que est al lado. Gritaba: No me sacars ms dinero!. Ahora tengo algo
mejor en que emplearlo.
Es interesante. No sabe con quin estaba hablando?.
No. Pero cualquier tonto podra adivinarlo. Slo hay una persona en esta casa que encaja en el
papel de chantajista.
Est juzgando a Henry en base a un hecho muy balad. Por qu no poda ser Hctor?. No ha
estado Hctor viviendo a costa de Gervase casi toda la vida?.
Anthea se levant con impaciencia. No la haba tomado suficientemente en serio. O eso crea ella.
Regresamos paseando al csped, donde los arqueros seguan tirando. Diana pareca una diosa, el
pelo brillante y el arco tensado. Hctor estaba cerca de ella, con las manos en los bolsillos de su
chaqueta de tweed. Thomas Prew pareca una figura nada inspiradora al lado de ellos.
La flecha de Diana sali volando hacia el disco de oro. Luego, ella se volvi a nosotros, el rostro
sonrojado y excitado.
Ahora lanzar la flecha de oro. Solamos hacerlo cuando ramos nios. Mirad todos!. Henry, t
tambin has de mirar!.
Hizo que el lacayo se alejara un poco del olmo y se uniera a nosotros en el csped. Todo el mundo
tena que ver su triunfo.
Cogi una flecha corriente de su carcaj y la coloc en la cuerda del arco.
En el cielo se volver de oro dijo.
Su cuerpo se inclin graciosamente hacia atrs, y dispar hacia arriba. La flecha oscura subi muy
alto, casi invisible por su velocidad. El sol se pona tras la colina baja que estaba a nuestro oeste;
pero, ms arriba, sus rayos an flotaban lateralmente sobre la colina, de manera que la flecha de
repente qued presa en ellos, se hizo dorada y prosigui su curso un rato, brillando como un hilo de
oro sobre el azul profundo del cielo.
Para nosotros fue una vista extraamente fascinante, un momento de pura inocencia. Igual que
nios, todos queramos hacerlo. Pero cuanto ms bajo se encontraba el sol tras la colina, ms alto
tenamos que lanzar la flecha.
Al cabo de un cuarto de hora, slo Hctor y Diana podan hacer llegar la flecha al torrente dorado.
Luego Diana fall. Entonces Hctor realiz un ltimo esfuerzo. Su flecha se volvi de oro un
momento antes de empezar a tambalearse, cambi de direccin y descendi veloz hacia los olmos
de detrs de nosotros.
101

La omos golpear una rama y caer de rama en rama. El sonido de su cada se hizo cada vez ms
fuerte, espantosamente amplificado como si en una pesadilla la flecha se hubiera convertido en un
cuerpo humano cayendo con violencia.
Unos segundos despus, el cuerpo de Gervase Musbury cay al suelo con estrpito, a media docena
de metros de donde nos hallbamos nosotros.
Por un momento, pareci poner palabras a lo que todos pensbamos cuando Anthea Camelot grit
amargamente a Hctor, que estaba inmvil, el arco en la mano an, con aire estpido y asustado
como un nio que ha roto algn adorno muy apreciado:
T le has matado!.
Thomas Prew miraba fijamente el cuerpo, una expresin de horror en el rostro, y mova la boca en
silencio. Deba de haber sufrido alguna fuerte impresin en su infancia, algn espectculo como
ste de sangre y huesos rotos, que cre al pacifista que era ahora.
Henry estaba arrodillado al lado del cuerpo, haciendo como si levantara la cabeza de Gervase para
colocarla en su falda. Luego dijo, con voz apagada:
Creo que se ha roto el cuello.
Siempre le deca que esa plataforma no era segura dijo Anthea, levantando la vista hacia la
copa de los rboles. Los grajos, que haban levantado el vuelo a cientos, graznando, cuando el
cuerpo cay, empezaban a regresar.
Di un paso al frente y puse la mano sobre el hombro de Henry. Not que estaba temblando.
Miramos a Gervase. Su rostro tena un extrao color rosa azulado. El corazn me dio un vuelco.
Esto era demasiado; era grotesco e imposible.
Me agach y le ol la boca. Luego descubr, a pocos metros, en el csped, un objeto cuya cada
haba pasado inadvertida en el trgico momento: los fragmentos de una botella de gaseosa. Recog
uno de ellos. Se desprenda de l el mismo olor a melocotn que haba olido en los labios de
Gervase.
Me volv airado al grupo de gente.
Es posible que la flecha le haya dado dije y sin duda se ha roto el cuello. Pero lo que le ha
matado ha sido un veneno, cido prsico, que se le ha administrado con esa botella de gaseosa.
Una hora ms tarde nos encontrbamos todos reunidos de nuevo, sentados alrededor de la mesa del
comedor. El polica de la localidad haba tomado declaraciones, y ahora estaba a cargo del cuerpo.
Un comisario, un mdico de la polica, y el resto estaban en camino, procedentes de la capital del
condado. Entretanto, yo haba utilizado las llaves de Gervase y examinado su estudio, donde
encontr un par de cosas interesantes.
Mir al grupo. Anthea lloraba en voz baja. El rostro de Thomas Prew segua plido, aturdido,
incrdulo. Hctor, por alguna razn, an sostena una flecha y el arco, como si se le hubieran
pegado a los dedos. Slo Diana pareca relativamente normal.
Creo que podramos aclarar algunas cosas antes de que llegue la polica de Westchester dijo.
El suicidio parece quedar descartado. Gervase no tena ningn motivo para hacerlo, no era de esa
clase de personas, y no hay ningn mensaje de despedida. Asique me temo que le han asesinado.
Los cuatro se agitaron en su asiento, casi como aliviados al conocer lo peor.
De alguna manera introdujeron veneno en esa botella prosegu llanamente. Gervase la iz,
se bebi la gaseosa (el cido prsico tiene un efecto muy rpido), fue abatido en el momento en que
Hctor enviaba su ltima flecha y cay de la plataforma.
Pero cmo ha podido el veneno...? empez Anthea.
102

He hablado con Amphlett. La gaseosa se guardaba en la bodega. Slo l y Gervase tenan llaves
de la bodega. La de Gervase estaba en su bolsillo. Asique es poco probable que alguien que no sea
l o Amphlett pudiera manipular una de las botellas mientras an se encontraban en la bodega.
Amphlett ha abierto la bodega despus del almuerzo, le ha dado media docena de botellas a Henry,
que se las ha llevado en una bandeja, y ha vuelto a cerrar con llave la puerta de la bodega
inmediatamente.
Pero Henry ha estado ah fuera, al lado de la bandeja, toda la tarde dijo el seor Prew.
Si. Lo extrao es que l lo admite. Casi como un centinela de guardia, y jura que no ha dejado su
puesto ni un momento. Jura que nadie ha podido tener acceso a las botellas, excepto durante el par
de minutos, despus del t, cuando l y Amphlett llevaban las cosas a la casa.
Bien dijo Anthea, usted y yo pasebamos por la rosaleda entonces, asique podemos
corroborar nuestras coartadas.
Supongo que el seor Prew, Hctor y yo podemos hacer lo mismo dijo Diana, en tono de cierto
disgusto, como si dar una coartada a la gente fuera algo vulgar y repugnante, como contagiarles la
tina.
En ese caso, nadie ms que Henry o Amphlett pueden haber puesto el veneno en la botella dijo
el seor Prew.
Eso parece. Lgicamente.
Pero Amphlett es muy fiel a Gervase dijo Hctor tras una pausa. Y Henry no lo hara. Quiero
decir, no asesinara a su propio padre, no?.
Anthea ahog un grito de asombro. No fue ninguna sorpresa para mi. Haba encontrado un
testamento en el escritorio de Gervase, por el que dejaba casi toda su fortuna a Henry Borthwick.
No caba duda de que Henry era el hijo de Gervase concebido con su amor de juventud, Rose
Borthwick.
Este parentesco explicaba el tratamiento peculiar que dispensaba al joven. Record que me haba
murmurado: La juventud debe pasar por sus pruebas, sus ordalas. Siempre haba mtodo en la
excentricidad de Gervase. Era bastante propio de su carcter haber probado al joven, como el hroe
de un cuento de hadas, haberle hecho pasar por un perodo de pruebas, imponindole los deberes
domsticos de un sirviente.
Entonces era Henry quien pretenda hacer chantaje a Gervase exclam Anthea. Dijo a los
dems lo que haba odo aquella noche en la biblioteca.
Pero por qu pregunt iba hacer chantaje a Gervase, si ste le dejaba casi toda su fortuna en
un testamento?.
Es eso cierto? pregunt Diana.
Afirm con la cabeza.
Hctor dijo:
La cuestin del chantaje no parece importante ahora. La cuestin es: Henry tena un motivo para
matar a Gervase. Es decir, si saba que Gervase haba hecho testamento en su favor.
Ser mejor que se lo preguntemos. Antes de que nadie tuviera tiempo de poner objeciones,
envi a Amphlett a buscar a Henry. Cuando el joven entr, le pregunt: Sabas que Gervase era
tu padre, y que te dejaba su fortuna?.
Oh, si respondi Henry, mirndonos a todos con desafo. Pero si creen que yo le he
asesinado, estn...
103

Qu otra cosa esperas que creamos?.


Espero que piensen que tengo cerebro. Si hubiera querido matar a mi padre, suponen que sera
tan tonto como para hacerlo ponindole veneno en una botella que me seala como el sospechoso
ms probable?.
Tiene razn en lo que dice observ el seor Prew. Pero quin ms podra tener un motivo
para...?.
Usted mismo le interrump. Usted es militante pacifista. Oy que Gervase estaba
perfeccionando un nuevo explosivo. Quiz ha querido ahorrar a la humanidad el horror de ello.
Pero eso es fantstico!.
Despus estn Diana y Hctor. Diana es una mujer ambiciosa, con un marido no muy rico y un
cuado muy rico. Si se deshace de este ltimo, podr satisfacer todas sus ambiciones... al menos,
sera as en cuanto el padre de Hctor muriera, y es ya un hombre muy anciano.
Creo que quiz sera mejor dejar estos asuntos para la polica dijo Diana con frialdad.
No le hice ningn caso.
Lo que Anthea oy en la biblioteca aquella noche es significativo. Encaja con la teora de que fue
Hctor, y no Henry, quien peda dinero a Gervase, Gervase dijo: No me sacars ms dinero!.
Ahora tengo algo mejor en que emplearlo. Algo mejor en que emplearlo, ahora; porque haba
encontrado a su hijo, Henry. Sin duda Hctor le pregunt entonces a qu se refera con esta ltima
frase, y Gervase le dijo que se propona dejar su dinero a su hijo,
En ese caso, Nigel, de qu me servira matar a Gervase? Hctor estaba sonrojado, aunque
triunfante, como un nio que plantea una cuestin decisiva en un debate escolar.
De nada. A menos que lo hicieras de tal manera que incriminaras a Henry, El sera colgado por tu
crimen, y la fortuna de Gervase pasara a ti. Y, debo decirlo, si Henry no ha cometido el asesinato,
alguien se ha tomado muchas molestias para que parezca que s lo ha hecho. Por qu?.
Todos nos sobresaltamos cuando Anthea estall histrica:
Oh, por el amor de Dios, basta ya!. Yo amaba a Gervase. Por qu no decir que yo lo hice
porque... porque ni me miraba?.
Cllese, Anthea! orden. Todava no he terminado con Hctor y Diana. Han ocurrido dos
cosas bastante extraas que la polica puede pedirles que expliquen.
Cules son? pregunt Diana con indiferencia; pero me di cuenta de que haba despertado su
curiosidad.
Ha sido extrao que vosotros dos, que segn me dijo Gervase apenas os hablabais con el seor
Prew, de repente fuerais tan amigos de l despus del t para insistir en ensearle a disparar con el
arco. Pero no es extrao si querais tener una coartada para entonces, los nicos minutos de la tarde
en que Henry no estaba junto a las botellas de gaseosa. No es extrao si era absolutamente vital para
los dos poder demostrar que no os acercasteis a ellas.
Pero mi querido Nigel, has admitido, hace tan slo unos minutos, que nadie ms que Henry o
Amphlett poda haber manipulado esa botella. Por qu nos acusas a nosotros? dijo Hctor.
He dicho que lgicamente pareca eso. Pero Diana ha hecho otra cosa rara. Tambin se ha vuelto
amable con Henry; Henry, a quien hasta entonces haba estado tratando como a un trapo sucio.
El seor Prew y Anthea se haban puesto tensos. Me miraban fijamente como si se tratara del
Apocalipsis.
Si prosegu, cuando se preparaba para lanzar la flecha dorada, la primera vez, Diana ha
104

llamado a Henry para que fuera a mirarla. Eso ha sido terriblemente impropio de ti, Diana. Pero
supongamos que tuvieras que apartarle de los olmos, hacerle mirar el cielo como todos nosotros,
siguiendo el curso de tu flecha, durante los siete u ocho segundos que Hctor necesitara para
avanzar los pocos metros que nos separaban de la bandeja y sustituir una botella de gaseosa por otra
envenenada. Hctor prosegu rpidamente, dnde est ese pauelo que has ido a buscar para
Diana durante el t?. No has llegado a drselo, verdad?.
Hctor ahora estaba enojado, pero me ofreci una extraa sonrisa de triunfo, se meti la mano en el
bolsillo de la chaqueta de tweed y sac un pauelo.
Ya veo adonde quieres ir a parar, amigo. La idea es que en realidad entr para coger una botella
de gaseosa envenenada. Bien, no lo he hecho. Slo he trado el pauelo. Asique ahora avanz
hacia mi con aire amenazador, hars el favor de pedirle disculpas a mi esposa por...
Le arrebat el pauelo y me lo llev con cuidado a la nariz.
Lo que imaginaba. Desde cundo utilizas perfume de melocotn, Diana? Ahora me
encontraba al otro lado de la mesa. Has ido a buscar el pauelo y la botella envenenada, Hctor.
En ese gran bolsillo que tienes. Necesitabas el pauelo para evitar dejar huellas en la botella, sin
duda. Ha sido mala suerte que se haya derramado en l un poco de la gaseosa envenenada.
Sin duda alguna Hctor y Diana formaban un buen equipo. Apenas haba terminado yo de hablar
cuando ellos ya estaban en la puerta, amenazndonos Hctor con la flecha que haba colocado en la
cuerda del arco.
Si alguien grita, disparar. Diana, ve a buscar el coche.
Diana sali por la puerta como un rayo. Prew, Anthea y el viejo Amphlett miraban fijamente a
Hctor, inmviles por el aturdimiento. Yo me senta como uno de los pretendientes en el comedor
de gala cuando Odiseo volvi su gran arco a ellos. Entonces o un movimiento rpido detrs de mi.
Henry haba cogido la tapa de una fuente de plata del aparador y, protegindose la cara y el pecho
con ella, corra directo hacia Hctor. ste tens el arco y solt la flecha. sta golpe en el borde de
la tapa de la fuente, rebot y se clav en la pared del fondo.
El ataque de Henry hizo caer a Hctor. Casi le mat antes de que pudiramos apartarle. Habra sido
un buen hijo para Gervase, si ste hubiera vivido.
Yo tambin amaba a Gervase. De no haber sido as, no creo que hubiera podido tender esa trampa a
Hctor.
El perfume del pauelo que le haba cogido no era de melocotn, ni la fragancia letal del cido
prsico. El pauelo no ola a nada ms peligroso que a ropa limpia, aunque si lo haba utilizado para
sujetar la botella envenenada.
Si, haba sido una jugada muy arriesgada por mi parte; tan arriesgada como largo haba sido el
ltimo lanzamiento de Hctor, que haba captado el resplandor dorado y luego cado en los rboles
donde Gervase muri.

105

P. G. WODEHOUSE (1881-1975)
JEEVES Y LA VENUS ROBADA

Variante: misterio en casa de campo inglesa con humor.


La historia de Allingham era un misterio en casa de campo inglesa gracioso. Jeeves y la Venus
robada es el misterio en casa de campo inglesa como humor puro. Sir P. G. (Pelham Grenville)
Wodehouse, que cre a Jeeves, l ms famoso de todos los ayudas de cmara, era un gran
aficionado a las historias de detectives, llegando a leer hasta 150 al ao afnales de su vida. Con
motivo del centenario del nacimiento de Conan Doyle public una parodia del Gran Detective en
Punch.
En este relato, siguiendo la Gran Tradicin, ta Dahlia conduce a Bere Wooster y al siempre
eficiente Jeeves a una vida criminal. Para los que deseen leer ms historias de este tipo, hay una
serie jeevesiana en Wodehouse on Crime (New York, Ticknor and Fields, 1981), de la que este
relato no ha sido sacado.

Son el telfono, y o a Jeeves atenderlo en el vestbulo. Despus, entr.


La seora Travers, seor.
Ta Dahlia?. Qu quiere?.
No me lo ha confiado, seor.
Fue un poco extrao, me parece a mi, ahora que lo pienso, que cuando me diriga hacia el aparato
no tuviera una premonicin, si sa es la palabra que quiero, de un destino fatal. No soy perspicaz,
se es mi problema.
Hola, vieja relacin de sangre.
Hola, Bertie, asquerosa oveja negra respondi ella, alegre como siempre. Ests sobrio?.
Como un juez.
Entonces escucha con atencin. Te hablo desde una minscula aldea de Hampshire llamada
Marsham-in-the-Vale. Estoy en Marsham Manor con Cornelia Fothergill, la novelista. Alguna vez
has odo hablar de ella?.
No est en mi lista de la biblioteca.
Lo estara, si fueras mujer. Estoy intentando persuadirla de que me ceda su nueva novela como
serial para el Boudoir.
Lo entend. Esta ta ma es propietaria de un semanario para la mujer imbcil llamado Milady's
Boudoir.
Y cmo te va? pregunt.
Est aqueando. Tengo la sensacin de que bastar otro empujn. Por eso te invito a pasar el fin
de semana aqu.
Yo?. Por qu yo?.
106

Para ayudarme a influir en ella. Ejercers todo tu encanto...


No tengo mucho.
Bueno, ejerce el que tengas.
No soy aficionado a estas citas a ciegas. Y si la vida me ha enseado algo, es que el hombre
prudente se mantiene lejos de las mujeres novelistas.
Habr alguien ms?. Quiero decir, habr algn miembro brillante de la sociedad joven?.
Yo no lo llamara la sociedad joven, pero es muy brillante. Est el esposo de Cornelia, Everard
Fothergill, el artista, y su padre, Edward Fothergill.
Tambin es artista, ms o menos. No te aburrirs ni un momento. Asique dile a Jeeves que te
prepare las cosas.
Sorprende a mucha gente, creo, que Bertram Wooster, que por regla general es un hombre de acero,
sea como la cera en manos de su ta Dahlia. Ellos no saben que esa mujer posee un arma secreta por
la que siempre puede doblegarme a voluntad: la amenaza de que si me niego a lo que me pide, me
excluir de su mesa y me privar de los asados y guisos de su cocinero francs, Anatole, un don de
Dios para los jugos gstricos.
Y as fue como hacia el atardecer del viernes veintids de los corrientes me encontr al volante del
viejo deportivo, con Jeeves a mi lado, el ceo fruncido y el nimo abatido.
La llegada a Marsham Manor sirvi de poco para alisar el primero y levantar el segundo.
Acompaado al saln, me hall en un interior tan acogedor como uno querra encontrar: fuego con
un gran leo, cmodos sillones y una mesa de t de la que se desprenda un vigorizante aroma de
tostadas con mantequilla y pastelillos. Pero una sola mirada al personal me bast para saber que
haba ido a parar a uno de esos grupos en que cualquier perspectiva agrada y slo el hombre es
infame.
Estaban presentes tres almas humanas, cada una de ellas un elemento tan destacado como
Hampshire poda proporcionar. Uno era un ciudadano bajo y delgado, con una barba de esas que
inquietan tanto (mi anfitrin, supuse) y sentado cerca de l otro tipo de complexin parecida pero
modelo anterior, quien supuse sera el padre. Tambin l luca barba. El tercero era una mujer
voluminosa que llevaba gafas con montura de concha, las cuales siempre son un riesgo ocupacional
para las plumferas del sexo ms dbil.
Tras una breve pausa para la identificacin, ella me present al grupo, y despus lleg ta Dahlia y
charlamos de esto y aquello. El contingente Fothergill se retir, y yo me encaminaba en la misma
direccin cuando ta Dahlia detuvo mi avance.
Un segundo nada ms, Bertie me dijo. Me gustara ensearte algo.
Y a mi repliqu me gustara saber qu es lo que quieres que haga por ti.
Te lo contar enseguida. Esto que voy a ensearte est relacionado con ello. Pero antes unas
palabras de nuestro patrocinador. Has observado lo asustadizo que es Edward Fothergill?.
No. No me he fijado. Es asustadizo?.
Es un tipo nervioso. Pregntame por qu.
Por qu?.
Por este cuadro que voy a ensearte. Ven por aqu.
Me condujo al comedor y encendi la luz.
Mira dijo.
107

Lo que quera mostrarme era un gran cuadro al leo. Un cuadro clsico, supongo que se le llamara:
una mujer rolliza con ropa mnima conferenciando con lo que pareca una paloma.
Venus? dije. Suele ser una apuesta segura.
Si. Lo pint el viejo Fothergill. Es de esos hombres que pintara un cuadro de Noche de damas en
un bao turco y lo llamara una Venus. Se lo regal a Everard como regalo de boda.
Me gusta el acabado dije. Otra apuesta segura.
No, no te gusta. Es un asco. El viejo no es ms que un aficionado incompetente. Una noche
Cornelia me lo cont todo. Como digo, l le regal esta monstruosidad a Everard como regalo de
boda y, naturalmente, como aprecia a su padre y no quiere herir sus sentimientos, Everard no puede
bajarlo al stano y colgarlo all. Asique tiene que verlo cada vez que come, y sufre muchsimo.
Everard es un autntico artista. Su produccin es buena. Mira esto dijo, sealando el cuadro de al
lado de la obra del viejo Fothergill. Es una de sus obras.
Mir fijamente el cuadro de Everard. Tambin ste era clsico, y a mi me pareca igual que el otro.
Venus?.
No seas tonto. Es La alegre primavera.
Oh, lo siento. Pero escucha lo que te digo, Sherlock Holmes habra cometido el mismo error.
Dados los hechos, quiero decir.
O sea que ya lo entiendes.
En absoluto.
Te lo dir con palabras sencillas. Si un hombre puede pintar algo tan bueno como esto, le hiere en
lo vivo tener que pegar sus ojos a un pintarrajo como esa Venus cada vez que se pone el morral.
Oh, entiendo, y t le compadeces, por supuesto. Pero no veo que pueda hacerse nada.
Yo si. Pregntame qu.
-Qu?.
Vas a robar esa Venus.
Robarla?.
Esta noche.
Cuando dices robarla, te refieres a robarla?.
Eso es. se es el trabajo que te haba mencionado. Dios mo dijo, siempre ests robando
cascos de polica, no?.
Tuve que corregirla.
No siempre. Slo como placer ocasional, como podra ser la noche de la carrera de remo. Y robar
cuadros es algo muy distinto a birlar el tocado de la polica.
No es nada difcil. Slo tienes que cortar la tela con un cuchillo para sacarla del marco. Sabes
una cosa, Bertie? dijo con entusiasmo, es extraordinario como las cosas encajan. Estas ltimas
semanas ha habido una banda de ladrones de cuadros trabajando por estos alrededores. Guindaron
un Romney en una casa cerca de aqu, y un Gainsborough en otra casa. Cuando esta Venus
desaparezca, no habr ni una posibilidad de que el viejo Fothergill sospeche nada. Estos ladrones
son expertos, se dir, slo quieren lo mejor. Cornelia estuvo de acuerdo conmigo.
Se lo has contado?.
108

Naturalmente. Hablbamos del precio de la prensa. Le dije que si me daba su palabra solemne de
que me dejara publicar en el Boudoir esa tontera que est escribiendo, recortando un poco su
precio usual, t liquidaras la Venus.
Eso hiciste?. Y qu dijo ella?.
Me lo agradeci con palabras entrecortadas, asique hazlo, muchacho, y que el cielo te ayude. Lo
nico que tienes que hacer es abrir una de las ventanas, para que parezca que es un trabajo de
alguien de fuera, coger el cuadro, llevarlo a tu habitacin y quemarlo. Yo me encargar de que
tengas un buen fuego.
Oh, gracias.
Con la cabeza baja y la sensacin de que la maldicin haba cado sobre mi, me encamin a mi
habitacin. All se encontraba Jeeves, abrochando la camisa, y sin tardanza le puse al corriente, si
sa es la expresin.
Jeeves dije, he aqu una bonita situacin. Sabes con qu acaba de sorprenderme ta Dahlia?.
Si, seor. Por casualidad pasaba por delante de la puerta del comedor, y no he podido evitar or
sus observaciones. La seora Travers tiene una voz que se oye de lejos.
Supongo que tendr que hacerlo, Jeeves.
Me temo que si, seor. Teniendo en cuenta la probabilidad de que, en caso de ponerle reparos, la
seora Travers le imponga sanciones en la cuestin de la cocina de Anatole, parece que no tiene
usted otra opcin que ceder a sus deseos. Le duele algo, seor?.
No, slo estoy irritado. Esto me ha impresionado, Jeeves. Forzar a un Wooster a convertirse en
ladrn de cuadros!. No habra credo que se le pudiera ocurrir jams una idea as, y t?.
La hembra de las especies es ms devastadora que el macho, seor. Puedo preguntarle si ya ha
formulado algn plan de accin?.
Bien, ya has odo lo que ella tiene pensado. Abro la ventana...
Disculpe que le interrumpa, seor, pero aqu creo que la seora Travers est en un error. Una
ventana rota dara mayor verosimilitud.
Tambin hara que toda la condenada casa fuera arrancada de sus sueos y viniera a ver lo que
estaba pasando.
No, seor, puede hacerse sin ruido poniendo melaza en una hoja de papel de embalar, pegando el
papel al cristal y golpendolo con el puo.
Pero dnde est el papel de embalar?. Dnde est la melaza?.
Yo puedo conseguirlos, seor, y me complacer efectuar la operacin por usted, si lo desea.
Lo hars?. Es muy decente por tu parte, Jeeves.
En absoluto, seor. Mi objetivo es dar satisfaccin. Disclpeme, creo que alguien llama.
Se acerc a la puerta y la abri, y vislumbr lo que pareca un mayordomo.
Su cuchillo, seor dijo, regresando con este objeto en una bandeja.
Gracias, Jeeves, maldita sea. Contempl el objeto con un estremecimiento. Ojal pudiera
salir de este enredo.
Puedo imaginarlo fcilmente, seor.
Tras algunas deliberaciones, decidimos dar el golpe a la una de la madrugada, cuando se supona
109

que toda la casa estara tomndose sus ocho horas, y a la una en punto Jeeves entr en la habitacin.
Todo est dispuesto, seor.
La melaza?.
Si, seor.
El papel de embalar?.
Si, seor.
Entonces rompe la ventana, quieres?.
Ya lo he hecho, seor.
De veras?. Bien, tenas razn en lo de que no hara ruido. No he odo nada. Entonces, en marcha
hacia el comedor, supongo. No tiene sentido retrasarlo.
No, seor. Si se hace, es mejor hacerlo rpido dijo.
Sera ocioso pretender que, mientras bajaba la escalera, yo era la misma persona calmada y gallarda
de siempre. Tena los pies fros, y si se hubiera odo algn ruido inesperado, habra pegado un
brinco. Mis meditaciones referentes a ta Dahlia, que me haba metido en esto, carecan
notablemente de amor de sobrino.
Sin embargo, en un aspecto haba que felicitarla. Haba dicho que sera tan fcil como saltar un
tronco, y as result ser. No haba sobreestimado en modo alguno lo cortante del cuchillo que me
haba proporcionado. Con cuatro rpidos cortes la tela sali del marco. La enroll y sub de nuevo a
mi habitacin con ella.
Jeeves, en mi ausencia, haba atizado el fuego. Y cuando yo iba a alimentar las llamas con el
deplorable producto de Edward Fothergill, me detuvo.
Sera poco juicioso quemar un objeto tan grande de una sola pieza, seor. Existe el riesgo de que
arda la chimenea.
Ah, si. Entiendo lo que quieres decir. Cortarlo con unas tijeras, te parece?.
Me temo que es inevitable, seor. Me permite sugerirle que le aliviara la monotona de la tarea
si le proporcionara whisky y soda?.
Sabes dnde lo guardan?.
Si, seor.
Entonces trelo, Jeeves.
Muy bien, seor.
Estaba efectuando grandes progresos en mi tarea cuando la puerta se abri sin que yo lo oyera y ta
Dahlia entr de pronto. Habl antes de que yo supiera que se encontraba all, lo que me hizo dar un
salto hasta el techo ahogando un grito.
Todo va bien, Bertie?.
Por qu no has tocado la bocina? dije, regresando a tierra y hablando con no poca amargura-.
Has hecho que me mordiera la lengua. Si, todo va segn el plan. Pero Jeeves insiste en quemar el
corpus delicti trocito a trocito.
Claro. No querrs prender fuego a la chimenea.
Es lo que l ha dicho.
110

Y tena razn, como siempre. He trado mis tijeras. Por cierto, dnde est Jeeves?. Cmo es
que no est a tu lado, prestndote desinteresado servicio?.
Porque est prestando desinteresado servicio en otra parte. Pronto regresar con la botella de
whisky y todo lo dems.
Qu hombre!. No hay nadie como l. Dios mo dijo ta Dahlia unos minutos despus,
cuntos recuerdos me trae de mi querida escuela y nuestras fiestas juveniles con chocolate.
Solamos escabullimos al estudio de la directora y tostbamos pan de trigo sostenindolo en la
punta de las plumas, con la tetera calentndose en el hornillo. Das felices, das felices. Ah, Jeeves,
ven aqu y deja eso a mi alcance. Vamos adelantando, como ves. Qu llevas bajo el brazo?.
Las tijeras de podar, seora. Estoy ansioso por prestar toda la ayuda que est en mi mano.
Pues empieza a prestarla. La obra maestra de Edward Fothergill te espera.
Trabajando los tres, pronto completamos la tarea. Apenas haba terminado mi primer whisky con
soda e iba a comenzar otro, cuando todo lo que quedaba de la Venus, sin contar las cenizas, era el
pequeo pedazo del extremo sudoeste que Jeeves tena en la mano. Lo estaba mirando con lo que a
mi me pareci ojo muy atento.
Disculpe, seora dijo, he entendido que ha dicho que el nombre del seor Fothergill padre
era Edward?.
Eso es. Piensa en l como Eddie, si lo deseas. Por qu?.
Slo es que el cuadro que tenemos con nosotros esta noche est firmado Everard Fothergill,
seora.
Decir que ta y sobrino no se lo tomaron en serio sera faltar a la verdad. Los dos pegamos un
respingo.
Dame ese fragmento, Jeeves. A mi me parece que pone Edward pronunci, despus de
examinarlo.
Ests loco dijo ta Dahlia, arrancndomelo de la mano. Es Everard, verdad, Jeeves?.
sa es sin duda la impresin que me ha dado, seora.
Bertie dijo ta Dahlia, hablando con una voz que creo se llama estrangulada, y dirigindome
esa mirada que en los viejos tiempos en que iba de cacera habra lanzado a un sabueso que
persiguiera a un conejo, si has quemado el cuadro que no debas...
Claro que no repliqu terco. Pero para que te tranquilices, ir a verlo.
Haba hablado, como he dicho, con terquedad, y al orme se habra dicho uno: Todo va bien.
Bertram no se ha inmutado. Pero no era as. Tema lo peor, y ya me estremeca slo de pensar en el
apasionado discurso, refirindose a mis defectos mentales y morales, que ta Dahlia me dara
cuando volviramos a reunirnos.
Yo no estaba de humor para otro susto, y eso es lo que tuve cuando llegu al final de mi recorrido,
pues cuando entr en el comedor alguien que estaba dentro sali y choc conmigo. Los dos salimos
al vestbulo tambalendonos, y cuando encend la luz para no chocar con los muebles, pude verle
bien y entero, como dice Jeeves.
Se trataba del viejo Fothergill, en zapatillas y batn. En la mano derecha llevaba un cuchillo, y a sus
pies haba un paquete que haba dejado caer en el momento del impacto; cuando se lo recog, con
mi cortesa de siempre, y se abri, lo que vi hizo acudir una exclamacin a mis labios. sta sali al
mismo tiempo que un grito de angustia de los suyos. El hombre haba palidecido bajo la barba.
Seor Wooster! dijo con voz temblorosa, creo que es la expresin. Gracias a Dios que no
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es Everard!.
Bien, eso tambin me agrad bastante, claro.
No cabe duda prosigui, temblando an de que le sorprende encontrarme sacando mi cuadro
a escondidas. Pero puedo explicrselo todo.
Bueno, no pasa nada, no?.
Usted no es artista...
No, ms bien literato. Una vez escrib un artculo sobre Qu viste el hombre que viste bien
para el Mady's Boudoir.
No obstante, creo que puedo hacerle comprender lo que este cuadro significa para mi. Tard dos
aos en pintarlo. Era mi hijo. Lo vea crecer. Lo amaba. Y entonces Everard se cas, y en un
momento de locura se lo di como regalo de boda. No puede imaginar usted qu agonas he sufrido.
Vea lo que l valoraba el cuadro. A la hora de las comidas, sus ojos siempre estaban puestos en l.
No poda pedirle que me lo devolviera. Y por otra parte, yo me encontraba perdido sin l.
Y decidi robarlo?.
Exacto. Me dije que Everard jams sospechara. Recientemente se han producido varios robos de
cuadros en la vecindad, y l supondra que era obra de la misma banda. Y ced a la tentacin. Seor
Wooster, usted no me traicionara, verdad?.
Yo no qu?.
No se lo dir a Everard, verdad?.
Ah, entiendo lo que quiere decir. No, claro que no, si usted no quiere que lo haga. Labios
sellados, sugiere usted?.
Exactamente.
De acuerdo.
Gracias, gracias. Saba que no me fallara. Bueno, podramos ir a acostarnos, supongo, asique
buenas noches dijo, y a continuacin subi la escalera como una centella.
Apenas haba desaparecido cuando vi a ta Dahlia y a Jeeves a mi lado.
Ah, estis ah dije.
Si, aqu estamos. Por qu has tardado tanto?.
Habra ido ms de prisa, pero un artista barbudo me ha dificultado los movimientos.
-Quin?.
He estado charlando con Edward Fothergill.
Bertie, ests borracho.
Borracho no, pero si pasmado. Ta Dahlia, tengo que contarte una historia asombrosa.
Cont mi asombrosa historia.
Y as conclu aprendemos una vez ms la leccin de que nunca, por oscuro que sea el
panorama, hay que desesperar. Las nubes de tormenta estaban bajas, los cielos estaban negros, pero
ahora, qu vemos?. El sol brilla y el pjaro azul canta en el viejo quiosco. Fothergill quera que la
Venus desapareciera, y ha desaparecido. Vo! dije, volvindome un poco parisino.
Y cuando ella vea que La alegre primavera de Everard tambin ha desaparecido?.
112

Comprend lo que estaba pensando.


Si, tambin est eso dije en un murmullo.
Ahora no hay ni una posibilidad de que me d ese serial.
No, aqu ganas. No haba pensado en ello.
Ella hinch sus pulmones, y el ojo menos sagaz habra podido percibir que estaba a punto de
comenzar.
Bertie...
Jeeves tosi con esa suave tos suya, la que parece una oveja aclarndose la garganta en una montaa
distante.
Me pregunto si podra sugerir algo, seora.
Si, Jeeves. Recurdame dijo, dirigindose a mi que ms tarde siga con lo que estaba
diciendo.
Slo es que se me ocurre, como una idea pasajera, seora, que existe una solucin a la dificultad
con que nos enfrentamos. Si encontraran al seor Wooster en el suelo, inconsciente, con la ventana
rota, y faltaran los dos cuadros, la seora Fothergill no podra sino suponer que el seor haba sido
atacado, mientras protega los bienes de ella, por unos sinvergenzas que haban entrado a robar.
Ta Dahlia sali como un cohete de las profundidades de la afliccin.
Entiendo lo que quieres decir. Ella estara tan agradecida por su valiente conducta, que, para ser
decente, no podra ms que darme ese serial al precio que yo pidiera.
Exactamente, seora.
Gracias, Jeeves.
De nada, seora.
Un plan colosal, no crees, Bertie?.
Supercolosal afirm, pero con un inconveniente bastante grave. Me refiero al hecho de que
yo no voy a estar inconsciente en el suelo.
Eso se puede arreglar. Yo podra darte un golpecito en la cabeza... con qu, Jeeves?.
El maculo del gong, seora, es evidente.
Est bien, con el maculo del gong. Apenas lo notars.
No voy a notarlo.
Quieres decir que no lo hars?. Pinsalo bien, Bertram Wooster. Reflexiona sobre cul ser la
consecuencia. Pasars meses y meses sin siquiera el olor de la cocina de Anatole. Preparar sus
Sylphides la crme d'Ecrevisses y sus Timbales de ris de veau Toulousiane y que s yo, pero t no
estars all para probarlo. Esto es oficial.
Me ergu todo lo que pude.
No me aterran, ta Dahlia, tus amenazas, porque... cmo es, Jeeves?.
Porque usted est tan armado de honestidad, seor, que pasan de largo como el ocioso viento, al
cual no respeta usted.
Exactamente. He estado pensando mucho, ta Dhalia, en este asunto de la cocina de Anatole. Es
una delicia, por supuesto, degustar sus ofrecimientos, pero y la lnea?. La ltima vez que disfrut
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de tu hospitalidad engord casi tres centmetros en la cintura. Estoy mejor sin la cocina de Anatole.
No quiero parecerme a to George.
Me refera al actual lord Yaxley, destacado hombre de club que de ao en ao se hace ms
prominente, en especial visto de lado.
Por eso prosegu, por mucho que me cueste, estoy preparado para degustar esos Timbales de
los que hablas, y, por lo tanto, acatar tu sugerencia de darme unos golpecitos en la cabeza con un
resuelto nolle prosequl.
Es tu ltima palabra?.
Lo es dije, girando sobre mis talones, y lo fue, porque an hablaba cuando algo me propin un
violento golpe en la parte posterior de la cabeza, y ca como un monarca del bosque bajo el hacha
del leador.
Lo siguiente que recuerdo con claridad es que me encontraba en cama con una especie de ruido
retumbante muy cerca. Una vez disipadas las brumas, pude diagnosticar que se trataba de la voz de
ta Dahlia.
Bertie dijo, quiero que escuches y me prestes atencin. Tengo noticias que te harn bailar
por toda la casa.
Tardar un poco respond con frialdad en poder bailar por cualquier casa. Mi cabeza...
Ests un poco agotado, sin duda. Pero no nos desviemos del tema. Quiero contarte el resultado
final. El trabajo sucio se ha atribuido a la banda, probablemente internacional, que se llev el
Gainsborough y el Romney. Los Fothergill te estn muy agradecidos, como Jeeves predijo, y ella
me ha dado el serial con unas condiciones favorables para mi. Tenas razn respecto al pjaro azul.
Est cantando.
Igual que mi cabeza.
Lo s. Y se me parte el corazn. Pero no puedes hacer una tortilla sin romper un huevo.
Cmo?.
Me lo dijo Jeeves en voz baja mientras contemplbamos los restos.
Eso hizo?. Bueno, confo que en el futuro... Oh, Jeeves dije cuando entr con lo que pareca
una bebida refrescante en las manos.
Seor?.
Este asunto de los huevos y las tortillas...
Si, seor?.
A partir de ahora, si pudieras ver la manera de excluir los huevos y suspender las tortillas, te
estara muy agradecido.
Muy bien, seor. Lo tendr en cuenta.

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MICHAEL INNES (N. 1906)

MUERTE AL SOL
Michael Innes (J. I. M. Stewart), decano de los escritores de misterio ingleses, nos ha
proporcionado una impresionante sucesin de narraciones, demostrando en casi todas ellas un
inters por las cuestiones culturales e intelectuales. Lector de literatura inglesa en la Christ
Church, Oxford, y profesor visitante en Australia y los Estados Unidos, ha tenido un mundo de
experiencias en las que inspirarse.
El inspector John Appleby, el hroe de sus relatos, debut en 1936 en Death in the President's
Lodging, y alcanz el xito de Hamlet, Revenge al ao siguiente. Su promocin en las filas de
Scotland Yard hasta el puesto de Comisario de toda la Polica Metropolitana (Londres), su
nombramiento de caballero y su posterior jubilacin quedan reflejados en estos relatos. Incluso en
estos aos finales permaneci activo, viajando con su esposa, lady Judith, tropezando con
frecuencia con el crimen y los misterios, junto con la posterior aclaracin cultural e intelectual.
Muerte al sol no es ms que una muestra de su arte, una pizca de erudicin con una porcin de
stira en un plato de primer orden.

La casa se ergua en un remoto cabo de Cornualles. Su tejado plano dominaba una vista magnfica,
pero la casa misma no era dominada desde ningn sitio. O sea que era un buen lugar para tomar
baos de sol, o para suicidarse de un modo civilizado y tranquilo. George Elwin al parecer la utiliz
para ambas cosas sucesivamente.
Yaca en el tejado, bronceado y completamente desnudo; o completamente desnudo salvo por un
reloj de pulsera. A su lado se encontraba el arma. Tena el rostro destrozado.
No suelo llevar a mis invitados del fin de semana a contemplar este tipo de cosas. El jefe de
polica haba mirado como disculpndose al comisario Appleby. Pero, al fin y al cabo, usted es un
profesional. Elwin, como ver usted, era un hombre rico con gustos modestos. Seal el reloj,
que era un modelo caro pero llevaba una sencilla correa de cuero. Pobre diablo! aadi con
voz suave. Imagnese, Appleby, cogiendo un revlver y haciendo esto usted.
No es posible que alguien le haya asesinado?. Un ladrn?. Este lugar est muy apartado, y
usted dice que l pasaba semanas seguidas aqu solo, trabajando en sus esquemas financieros.
Cualquiera podra venir y marcharse.
Es cierto. Pero abajo hay cinco mil libras en billetes, en un cajn que no est cerrado con llave. Y
en el arma estn las huellas de Elwin; el tipo a quien he enviado esta maana lo ha dicho. O sea que
no hay misterio, me temo. Y otra cosa: George Elwin tena historial.
Quiere decir que ya intent suicidarse anteriormente?.
Exacto. Era un hipocondraco, y siempre tomaba medicamentos. Y sufra de ataques peridicos
de depresin. El ao pasado tom una dosis enorme de barbitricos; tambin en esa ocasin estaba
desnudo, en una cala solitaria. Al parecer tiene predileccin por morir al sol. Pero el guarda costero
le descubri a tiempo, y le salvaron la vida.
Appleby se arrodill junto al cuerpo. Con suavidaad, gir la mano izquierda y le quit el reloj.
Todava funcionaba. En la parte posterior haba las iniciales G. E. grabadas en el oro. Con la misma
suavidad, Appleby volvi a colocar el reloj en la mueca y le at la correa. Se detuvo un momento,
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con el ceo fruncido.


Me gustara echar una mirada a su dormitorio dijo.
El dormitorio confirm la impresin que le haba dado el reloj. Los muebles eran sencillos, pero de
la sencillez que cuesta dinero. El comisario Appleby abri un armario ropero y mir las prendas.
Extrajo un par de trajes y los examin con atencin. Volvi a colocar uno en su sitio y dej el otro
sobre la cama.
Entonces abri un armario pequeo y lo encontr lleno de botellas de medicinas y cajas de pldoras.
No caba ninguna duda de que era hipocondraco. Appleby inici un examen sistemtico.
Productos de marca dijo. Pero la mayora tambin lleva el nombre farmacutico. Para qu
supone que es la tetraciclina?. Ah, es un antibitico. El pobre tena miedo de las infecciones. Se
podran descubrir todos sus miedos y sus fobias a partir de este armario. Varios antihistamnicos; no
cabe duda de que coleccionaba productos para las alergias. Benzocana, dexanfetamina,
sulfafurazola; vaya bocados. Una preparacin bronceadora. Pero mire, ms barbitricos. Habra
podido marcharse de este mundo as si hubiera querido, hay suficiente para matar a un elefante, y
Elwin no es tan voluminoso. Analgsicos sin fin... seguro que siempre esperaba sufrir algn dolor.
Appleby mir a su alrededor.
Por cierto, cmo se propone que identifiquen el cuerpo en la investigacin?.
Identificar? El jefe de polica le mir fijamente.
Slo es una idea. Su dentista, quiz?.
En realidad, no servira. El mdico de la polica le ha examinado la boca esta maana. Dentadura
perfecta; probablemente Elwin no haba ido al dentista desde que era nio. Pero, por supuesto, es
una cuestin meramente formal, ya que no puede haber ninguna duda respecto a su identidad. No le
conoca bien, pero le reconozco, ms o menos... incluso con la cara as.
Entiendo. Por cierto, cmo se entierra un cuerpo desnudo?. Desnudo?. Me parece una falta de
respeto. Amortajado?. Ya no se lleva. Quiz simplemente con un traje. Appleby se volvi hacia
la cama. Creo que vamos a vestir a George Elwin ahora.
Mi querido Appleby!.
Busque en esos cajones. El comisario se mostr inexorable. Ropa interior y camisa, pero no
se preocupe por los calcetines o la corbata.
Diez minutos ms tarde, el cuerpo, an yacente en el tejado, casi estaba completamente vestido. Los
dos hombres lo miraron sombros.
Si dijo despacio el jefe de polica. S lo que est pensando.
Creo que necesitamos informacin de las relaciones de George Elwin. Y de sus parientes en
particular. Qu sabe de l?.
No gran cosa. El jefe de polica dio una vuelta, inquieto, por el tejado.
Tiene un hermano que se llama Arnold Elwin. Ms bien un mal hermano, o al menos intil; vive
casi siempre en Canad, pero viene de vez en cuando a embolsarse dinero de su hermano George,
que es cada vez ms rico.
Arnold es de la misma edad, ms o menos, que George?.
Tengo esa impresin. Puede que sean gemelos, en realidad. El jefe de polica exclam: Por
el amor del cielo, Appleby, qu le ha metido esa idea en la cabeza?.
Mire esto. Appleby volva a estar arrodillado junto al cuerpo. Volvi a girar la mano izquierda
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del cadver, con lo que qued al descubierto la correa del reloj. Qu ve usted en el cuero, un
centmetro ms abajo de la posicin actual de la hebilla?.
Una depresin. El jefe de polica fue preciso. Una depresin estrecha y decolorada, paralela
a la lnea de la propia hebilla.
Exactamente. Y qu le sugiere eso?.
Que el reloj pertenece en realidad a otro hombre, alguien con una mueca ligeramente ms
gruesa.
Y esa ropa, ahora que se la hemos puesto?.
Bueno, me recuerdan algo de Macbeth, de Shakespeare. El jefe de polica sonri con aire triste
. Algo referente al traje de un gigante puesto en un ladrn enano.
Yo llamara a eso exageracin potica. Pero el cuadro general est claro. Ser interesante
descubrir si tenemos que ir hasta Canad para alcanzar...
Appleby se interrumpi. En el tejado haba aparecido el chfer del jefe de polica. Mir de soslayo
el cadver, y luego habl apresuradamente.
Disculpe, seor, pero hay un caballero que pide por el seor Elwin. Dice que es el hermano del
seor Elwin.
Gracias, Pengelly dijo sin emocin el jefe de polica. Ahora bajamos. Pero cuando el
chfer se haba ido, se volvi a Appleby emitiendo un silbido bajo. Hablando del diablo!
exclam.
O, al menos, del villano de la obra. Appleby ech una breve mirada al cadver. Bien,
vayamos a ver.
Cuando entraron en el pequeo estudio, una figura voluminosa se levant de una silla que haba
junto a la ventana. No caba ninguna duda de que el visitante se pareca notablemente al hombre
muerto.
Me llamo Arnold Elwin dijo. He venido a ver a mi hermano. Puedo preguntar...
Seor Elwin dijo con gravedad el jefe de polica, lamento profundamente informarle de que
su hermano est muerto. Ha sido hallado esta maana en el tejado, con un disparo en la cabeza.
Muerto? El hombre volvi a sentarse en la silla. No puedo creerlo!. Quin es usted?.
Soy el jefe de polica del condado, y ste es mi invitado, sir John Appleby, Comisario de la
Polica Metropolitana. Me est ayudando en mis pesquisas, como usted, caballero, puede hacer.
Vio ayer a su hermano?.
Claro que si. Acababa de llegar de Inglaterra, y vine directo aqu, en cuanto me enter de que
George iba a recluirse como hace peridicamente.
No haba nadie ms por aqu?.
Nadie. George se las arreglaba solo, salvo por una mujer que vena del pueblo a primera hora de
la maana.
Su entrevista con l... fue satisfactoria?.
En absoluto. George y yo no estbamos de acuerdo, por eso me fui.
Su desacuerdo era por asuntos de familia?. Dinero, cosas as?.
No creo que eso sea asunto suyo.
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Hubo un momento de silencio durante el cual el jefe de polica pareci reflexionar. Entonces intent
captar la mirada de Appleby, pero no lo consigui. Finalmente, avanz con firmeza hacia el fornido
hombre.
George Elwin... comenz a decir.
Qu demonios quiere decir?. Me llamo Arnold Elwin, no...
George Elwin, en virtud de mi autoridad le arresto en nombre de la Reina. Comparecer ante el
magistrado y ser acusado del asesinato premeditado de su hermano, Arnold Elwin.
Appleby haba estado paseando por la habitacin, mirando los libros, abriendo y cerrando cajones.
Ahora se detuvo.
Quiz sea algo irregular dijo al jefe de polica. Pero creo que podramos explicarle al seor
Elwin, como podemos llamarle sin temor a equivocarnos, lo que pensamos.
Como quiera, Appleby. El jefe de polica estaba an poco tenso. Pero hgalo usted.
Appleby afirm con la cabeza.
Seor Elwin dijo con gravedad, tenemos conocimiento de que el seor George Elwin, el
propietario de esta casa, sufra, o sufre, fases de depresin aguda. El ao pasado, una de ellas le
condujo a un intento de suicidio. se es nuestro primer hecho.
El segundo es ste: el reloj de pulsera encontrado en la mano del hombre muerto no estaba
abrochado como lo habra estado normalmente en la mueca de su propietario. El hombre muerto
tiene la mueca ms delgada.
El tercer hecho tiene relacin con el segundo. La ropa que hay en est casa es demasiado grande
para el hombre muerto. Pero creo que a usted le ira muy bien.
Est usted loco! El fornido hombre se puso de pie otra vez. No hay ni una palabra de
verdad...
Slo puedo decirle lo que hemos pensado. Y ahora, llegamos al cuarto hecho: George y Arnold
Elwin no eran fciles de distinguir. Est de acuerdo?.
Claro que estoy de acuerdo. George y yo ramos gemelos.
O Arnold y usted eran gemelos. Bien, nuestra hiptesis es la siguiente: usted, George Elwin,
como viva solo en esta casa, fue visitado por su hermano Arnold, que acababa de regresar de
Canad. Le pidi dinero o algo as, quiz con alguna amenaza. Hubo una discusin violenta, y usted
le mat de un disparo... a quemarropa.
Bien, qu poda hacer?. La herida era compatible con un suicidio. Pero quin creera que Arnold
haba llegado aqu, se haba apoderado del revlver de usted y se haba disparado?.
Afortunadamente, haba alguien a quien se atribuira fcilmente un suicidio, puesto que se saba que
lo haba intentado un ao atrs. Ese alguien era usted mismo, George Elwin.
Asique usted, George Elwin, dispuso el cuerpo de su hermano y el arma de manera que sugiriera
algo parecido a aquel intento de suicidio. Coloc su reloj en la mueca del muerto. Las prendas que
hay en la casa le iran grandes, pero le encontraran desnudo, y quin se percatara jams de la
discrepancia de la ropa?.
El cuerpo muerto, aun con la cara destrozada, pasara prcticamente sin que hubiera dudas por el
de George Elwin. Y eso es todo. Usted dej de ser George, y con ello perda lo que probablemente
es una fortuna considerable; pero al menos tena una identidad que adoptar, no le acusaran de
asesinato y no le condenaran por ello.
Eso no es cierto! El hombre pareca experimentar un pnico ciego. Me han acorralado. Es
118

un complot. Puedo demostrar...


Ah! exclam Appleby, sa es la cuestin. Si es usted, de hecho, George, que finge ser
Arnold, tendr que realizar un gran esfuerzo para mantener esa personificacin. Pero si, como usted
sostiene, es en realidad Arnold, la cosa cambia. Tiene usted dentista?.
Claro que tengo dentista... en Montreal. Viajo mucho por todo el mundo, pero siempre voy al
mismo dentista. En un momento u otro me ha hecho algo en casi todos mis dientes.
Me alegro enormemente de saberlo. Appleby mir al jefe de polica. No creo murmur
que debamos retener ms al seor Arnold Elwin. Espero que olvidar un poco lo que... bueno,
digamos lo que se ha propuesto.
Appleby se volvi a Elwin.
Estoy seguro dijo suavemente que perdonar que hayamos explorado el asunto en inters a
la verdad. Ha llegado usted cuando todava no habamos aclarado todas las pistas. Tendr la
bondad de aceptar nuestro psame por el trgico suicidio de su hermano George?.
Quiere decir pregunt el jefe de polica media hora ms tarde que yo tena razn al
principio?. Que no haba ningn misterio?.
Ninguno. La depresin de George Elwin se agrav por la visita de su hermano, y se mat. sa es
la historia.
Pero maldita sea...
Hasta el momento de acusar de asesinato a ese tipo, yo estaba completamente con usted. Y
entonces, de pronto, he recordado algo que no encajaba: esas cinco mil libras que encontr usted en
el cajn que no estaba cerrado con llave. Si George haba matado a Arnold y tena intencin de
convertirse en Arnold (o en cualquier otra persona), sin duda habra cogido ese dinero. Asique por
qu no lo cogi?.
Entiendo la fuerza de este argumento. Pero sin duda...
Y despus ha habido otra cosa... algo cuyo significado debera haber visto enseguida. La
dexanfetamina del armario de las medicinas. Es un inhibidor del apetito muy eficaz, que se utiliza
para hacer rgimen y perder peso. George Elwin estaba adelgazando. Vino aqu, imagino,
principalmente con este fin. Era la ltima expresin de su hipocondra.
Poda perder siete quilos en quince das... lo cual sera suficiente para requerir cambiar de agujero
la correa del reloj para estrecharla. Y en un mes poda perder quince quilos... lo cual producira el
efecto que usted mencionaba de la ropa de un gigante puesta en un ladrn enano. La primera
llamada de George Elwin, de haber seguido vivo, habra sido a su sastre... para que le estrechara los
trajes.
El jefe de polica permaneci en silencio un momento.
Le hemos dado a ese infortunado tipo unos quince minutos muy malos.
Appleby asinti con sobriedad.
Pero demos las gracias dijo porque uno de los jueces de Su Majestad no tiene que soportar la
carga de dar a alguien quince aos malos.

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ETHEL LINA WHITE (1894-1944)

UNA VENTANA SIN CERRAR


Variante: historia de terror en casa de campo inglesa.
La novela de suspenso en casa de campo es ms autntica que ningn descendiente moderno. En
las primeras novelas romnticas a menudo aparecen castillos o fincas con una presencia tan
abrumadora que empequeece a los personajes del libro. Chicas amenazadas eran aterrorizadas,
comprensiblemente, por lo que ocurra en estos lugares, y tambin lo era el lector. Su equivalente
moderno puede ser igualmente efectivo; pinsese en Rebeca, de Daphne du Maurier, una de las
ms grandes novelas de misterio de todos los tiempos.
Ethel Lina White fue una de las maestras de la novela de suspenso inglesa casi olvidadas. Su
novela de 1933, The Wheel Spins, sirvi de base para la pelcula de Hitchcock, de 1938, The Lady
Vanishes. Some Must Watch (1934) tambin se convirti en Spiral Staircase (1945), de igual xito,
gracias al director germano-americano Robert Siodmah.
Recomendamos vivamente este nombre que pocos reconocern.
Encontr este relato en una pequea coleccin mientras lea para realizar esta antologa, y no
poda volver las pginas con suficiente rapidez Era necesario incluirlo, ya que es un ejemplo
excelente de una variante subvalorada de los misterios en casas de campo inglesas.

Lo ha cerrado todo, enfermera Cherry?.


Si, enfermera Silver.
Todas las puertas?. Todas las ventanas?.
-Si, si.
Sin embargo, mientras corra el ltimo cerrojo de la puerta principal, en lo ms remoto de la mente
de la enfermera Cherry haba un vago recelo.
Haba olvidado algo.
Era una mujer joven y bonita, pero su expresin era ansiosa. Aunque posea casi todas las
cualidades que le aseguraban el xito profesional, siempre estaba en guardia contra un serio
obstculo.
Tena mala memoria.
Hasta ahora, slo la haba traicionado en el caso del quemado Benger y en una ocasin en que se le
haba inundado el cuarto de bao. Pero el error de ayer era casi una calamidad.
A ltima hora de aquella tarde haba encontrado el cilindro de oxgeno, que ella haba sido la ltima
en utilizar, vaco; tena la tapa abierta.
Este desastre requera remedio inmediato, pues el paciente, el profesor Glendower Baker, sufra los
efectos de un envenenamiento por gas. Aunque caa la noche, el hombre, Iles, tuvo que enjaezar el
caballo para emprender el largo trayecto por las montaas e ir en busca de un nuevo suministro.
La enfermera Cherry le despidi con una sensacin de prdida, Iles era un ser alegre y un torrente
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de energa.
Haca mal tiempo, y empezaba a caer una lluvia fina que cubra las colinas circundantes. La
carretera del valle sera una espiral llena de barro entre helchos empapados y robles enanos.
Iles mene la cabeza contemplando el salvaje aislamiento del paisaje.
No me gusta dejarlas solas rondando l por aqu. Cierren todas las puertas y ventanas, enfermera,
y no dejen entrar a nadie hasta que yo regrese.
Se march, los faroles del carruaje como lucirnagas en la oscuridad.
Oscuridad y lluvia. Y la maleza empapada pareci temblar y empaarse, y los rboles adoptaron las
formas de hombres agazapados que avanzaban hacia la casa.
La enfermera Cherry se apresur a hacer la ronda para cerrar las ventanas. Mientras iba con la vela
de habitacin en habitacin por los pisos superiores, tena la inquietante sensacin de que era visible
para cualquier observador.
Su mente no paraba de recordar el triste asunto del cilindro olvidado. La haba sumido en un mar de
desconfianza en si misma y de vergenza. Estaba agotada, pues haba cuidado al paciente ella sola
hasta la llegada, tres das atrs, de la segunda enfermera. Pero ese hecho no le restaba culpa.
No sirvo para ser enfermera se autorreproch con amargura.
La aparicin de la enfermera Silver le inspir confianza, pues era de complexin robusta, con las
facciones firmes y el pelo negro muy corto. Sin embargo, a pesar de su aspecto voluminoso, pareca
tener la naturaleza de Job.
Se ha ido? pregunt con voz spera.
-Iles?. Si.
La enfermera Cherry repiti lo que ste le haba advertido.
Regresar lo antes que pueda aadi, pero probablemente no ser hasta el amanecer.
Entonces dijo la enfermera Silver sombra, estamos solas.
La enfermera Cherry se ech a rer.
Solas?. Tres mujeres fuertes, todas capaces de defenderse bien.
Yo no tengo miedo. La enfermera Silver la mir de un modo bastante extrao. Me siento
segura.
Por qu?.
Por usted. l no me har nada si usted est aqu.
La enfermera Cherry trat de quitar importancia a su atractivo aspecto con una carcajada.
En ese caso dijo, todas estamos seguras.
Eso cree?. Una casa solitaria. Ningn hombre. Y dos de nosotras.
La enfermera Cherry se mir el almidonado delantal de enfermera. Las palabras de la enfermera
Silver le hicieron sentirse como un anzuelo especial, una cabra atada con una cuerda en la jungla
para atraer al tigre.
No diga tonteras dijo con aspereza.
ltimamente, en aquella zona, se haba producido una serie de asesinatos. En todos los casos, la
vctima era enfermera. La polica buscaba a un estudiante de medicina: Sylvester Leek. Se supona
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que se haba trastornado, como consecuencia de haber recibido calabazas de una guapa auxiliar de
enfermera. Haba desaparecido del hospital despus de una violenta crisis durante una operacin.
A la maana siguiente, haban descubierto a una enfermera de noche en la lavandera...
estrangulada. Cuatro das ms tarde, una segunda enfermera haba sido brutalmente asesinada en el
jardn de un chalet de las afueras de la pequea ciudad agrcola. Transcurridos quince das, una de
las enfermeras que cuidaban de sir Thomas Jones haba sido hallada en su propio dormitorio...
estrangulada.
El ltimo asesinato haba tenido lugar en una gran mansin en el corazn mismo del campo. El
pnico se apoder de los moradores de todas las granjas y casas de campo aisladas. Las mujeres
atrancaban las puertas y ninguna muchacha se retrasaba por los caminos, sin su amante.
La enfermera Cherry deseaba poder olvidar los detalles que haba ledo en los peridicos. La
ingenuidad con que las pobres vctimas haban sido atradas a su fatal destino y la ferocidad de los
ataques demostraban un cerebro enfermo impulsado por motivos malignos.
La idea de que ella y la enfermera Silver fueran localizadas era inquietante. El profesor Baker haba
sido vctima de un envenenamiento por gas mientras se hallaba trabajando en un asunto de
importancia nacional, y su enfermedad haba salido publicada en la prensa.
De todos modos argument, cmo podra saber el asesino que esta noche estamos solas?.
La enfermera Silver mene la cabeza.
Siempre lo saben.
Tonteras!. Y probablemente ya se ha suicidado. Hace ms de un mes que no ha habido ningn
asesinato.
Exactamente. Es probable que haya otro, pronto.
La enfermera Cherry se imagin la maleza avanzando hacia la casa. Sus nervios cedieron:
Pretende asustarme?.
Si dijo la enfermera Silver. No confo en usted. Se olvida de las cosas.
La enfermera Cherry se sonroj airada.
Podra ayudarme a olvidar ese maldito cilindro.
Pero podra olvidarlo otra vez.
No es probable.
Mientras pronunciaba esas palabras como aceite dispersndose en agua la duda ensombreci su
mente.
Olvidaba algo.
Se estremeci al mirar el hueco de la escalera circular, que estaba poco iluminada por una lmpara
de aceite suspendida de un travesano. Las sombras llenaban las paredes y borraban el techo como
una manada de murcilagos negros como el holln.
Un lugar misterioso. Escondrijos en cada rellano.
La casa era alta y estrecha, con dos o tres habitaciones en cada piso. Era ms bien como una torre.
El semistano estaba ocupado por la cocina y las dependencias domsticas. En la planta baja se
encontraban la sala de estar, el comedor y el estudio del profesor. El primer piso estaba dedicado al
paciente. En el segundo piso se hallaban los dormitorios de las enfermeras y el del matrimonio Iles.
Los pisos superiores estaban destinados al trabajo de laboratorio del profesor.
122

La enfermera Cherry record las slidas contraventanas y los pasadores de seguridad. Haba sido
una satisfaccin convertir la casa en una fortaleza.
Pero ahora, en lugar de sentir seguridad, tena la sensacin de estar enjaulada.
Avanz hacia la escalera.
Mientras estamos aqu charlando, no nos ocupamos del paciente.
La enfermera Silver la llam.
Ahora es mi turno.
La etiqueta profesional prohiba cualquier protesta. Pero la enfermera Cherry mir a su colega con
franca envidia.
Pens con ansia en la fina frente del profesor, sus demacradas facciones bien definidas. Despus de
tres aos de cuidar nios, con alguna ocasional madre o ta, el amor haba entrado en su vida.
Desde el principio, su paciente le haba interesado. Apenas comi o durmi hasta que la crisis hubo
pasado. Tambin se dio cuenta de que sus ojos la seguan por la habitacin y que l apenas poda
soportar tenerla fuera del alcance de su vista.
Ayer, le haba retenido la mano entre sus delgados dedos.
Csate conmigo, Stella le susurr.
No, a menos que te pongas bien respondi ella sin pensar.
Desde entonces, l la llamaba Stella. Este nombre era como msica a los odos de ella hasta que
su xtasis fue roto por el episodio fatal del cilindro. Tena que hacer frente al hecho de que, en caso
de otra recada, la vida de Glendower pendera de un hilo.
Era demasiado sensata para pensar ms, asique se puso a especular acerca del carcter de la
enfermera Silver. Hasta entonces, slo se haban visto a la hora de las comidas, y se mostraba
taciturna y malhumorada.
Esta noche haba demostrado un odio personal contra ella, y la enfermera Cherry crea adivinar su
causa.
La situacin era un semillero para los celos. Dos mujeres en ntimo contacto con un paciente y un
mdico, ambos solteros. Aunque la enfermera Silver era la menos favorecida, era evidente que
posea su parte de vanidad personal. La enfermera Cherry observ, por su andar penoso, que llevaba
zapatos demasiado pequeos. Ms que eso, la haba pillado examinndose el rostro ante el espejo.
Estas breves visiones del oscuro corazn de la fea mujer intranquilizaron a la enfermera Cherry.
La casa estaba silenciosa; echaba de menos los sonidos de la naturaleza como la lluvia o el viento
golpeando los cristales de las ventanas y las alegres voces de los Iles. El silencio podra ser un
fondo para sonidos que ella no deseaba or.
Habl en voz alta, para or su propia voz.
nimo si Silver quiere causar problemas esta noche. Bien, bien!. Ir a dar prisa a la seora Iles
con la cena.
Se anim al abrir la puerta que conduca al stano. El clido olor a especias procedente de la cocina
flotaba en la corta escalera, y la enfermera vio una franja de luz amarilla en la puerta entreabierta.
Cuando entr, no vio seales de la cena. La seora Iles una robusta rubia con mejillas sonrojadas
estaba sentada ante la mesa de la cocina, con la cabeza escondida en sus enormes brazos.
Cuando la enfermera Cherry la zarande ligeramente, levant la cabeza.
123

Qu? dijo con aire estpido.


Dios mo, seora Iles. Est usted enferma?.
Eh?. Estoy hecha un cuero.
Qu demonios quiere decir?.
Lo que se llama borracha. Tengo la cabeza...
La enfermera Cherry mir con recelo el vaso vaco que haba sobre la mesa, cuando la cabeza de la
seora Iles cay como un mazo.
La enfermera Silver la oy subir precipitada la escalera. Se encontraron en el rellano.
Ocurre algo?.
La seora Iles. Creo que est bebida. Venga a ver.
Cuando la enfermera Silver lleg a la cocina, cogi a la seora Iles por las axilas y la puso de pie.
Es evidente dijo. Aydeme a subirla.
No fue tarea fcil arrastrar a la seora Iles, que no paraba de protestar, los tres tramos de escalera.
Se siente como un ciempis, y cada par de pies va en una direccin diferente dijo jadeante la
enfermera Cherry, cuando llegaron a la puerta del dormitorio de los Iles. Ya puedo ocuparme de
ella, gracias.
Dese que la enfermera Silver volviera con el paciente, en lugar de mirarla fijamente a ella con
aquella expresin.
Qu est mirando? pregunt spera.
No le parece extrao?.
-Qu?.
En la penumbra, los ojos de la enfermera Silver parecan dos huecos negros.
-Hoy dijo, ramos cuatro. Primero se marcha Iles. Ahora, la seora Iles. Quedamos slo dos. Si
algo me ocurre a mi o a usted, slo quedar una.
Mientras la enfermera Cherry meta a la seora Iles en la cama, reflexion que la enfermera Silver
decididamente no era una compaera alegre. Haca parecer una conspiracin siniestra lo que no era
ms que una secuencia natural de acontecimientos.
La enfermera Cherry se record a si misma que la ausencia de Iles se deba a su propio descuido,
mientras que la esposa de aqul era adicta a la botella.
Aun as, quedaba una sombra desagradable, como el sedimento de un charco de agua lodosa. Se
encontr imaginando con horror que le suceda alguna calamidad a la enfermera Silver. Si se
quedaba sola, crea que perdera la cabeza de tanto miedo.
Era un cuadro nada agradable. La casa vaca, una oscura concha para sombras indefinibles. Nadie
en quien confiar. Su paciente... una amada carga y responsabilidad.
Era mejor no pensar en ello. Pero ella no dejaba de pensar. La oscuridad del exterior pareca oprimir
las paredes, doblarlas hacia adentro. Mientras sus temores se multiplicaban, la estudiante de
medicina se transform de un ser humano con el cerebro muy turbado a una fuerza, taimada e
insaciable, un salvaje monstruo sangriento.
Las palabras de la enfermera Silver acudieron a ella: Siempre lo saben.
124

Aun as. Las puertas podan atrancarse, pero ellos encontraran la manera de entrar.
Sus nervios zumbaron al or el timbre del telfono, que sonaba muy abajo, en el vestbulo.
La enfermera Cherry no par de mirar hacia atrs mientras corra escaleras abajo. Cogi el receptor
con autntico pnico de ser saludada por la carcajada de un manaco.
Sinti un gran alivio al or el conocido acento gales del doctor Jones.
El hombre tena noticias graves para ella. Mientras escuchaba, el corazn empez a latirle con
fuerza.
Gracias, doctor, por hacermelo saber dijo. Por favor, llmeme si sabe alguna cosa ms.
Alguna cosa ms de qu?.
La enfermera Cherry se sobresalt al or la spera voz de la enfermera Silver. sta haba bajado sin
hacer ruido calzada con sus suaves zapatillas de enfermera.
Es el doctor dijo, tratando de hablar con naturalidad. Est pensando en cambiar la medicina.
Entonces, por qu est tan plida?. Est temblando.
La enfermera Cherry decidi que sera mejor decir la verdad.
Para serle sincera dijo, acaban de darme malas noticias. Algo espantoso. No quera que usted
lo supiera, pues no tiene sentido que las dos estemos asustadas. Pero ahora que lo pienso, se
tranquilizar.
Esboz una sonrisa forzada.
Ha dicho que pronto tendra que haber otro asesinato. Bien, ya se ha producido.
Dnde?. Quin?. Rpido.
La enfermera Cherry comprendi lo que se quiere decir al hablar de la infeccin del miedo cuando
la enfermera Silver le aferr el brazo.
A pesar de su esfuerzo por dominarse, la voz le tembl.
Es... una enfermera de hospital. Estrangulada. Acaban de encontrar el cuerpo en una cantera y
han enviado a buscar al doctor Jones para examinarla. La polica est intentando establecer su
identidad.
La enfermera Silver tena los ojos abiertos de par en par y miraba fijamente.
Otra enfermera de hospital?. Con esta ya son cuatro.
Se volvi a la mujer ms joven con repentino recelo.
Por qu ha telefoneado?.
La enfermera Cherry no quera que le hiciera esa pregunta.
Para decirnos que estemos especialmente en guardia respondi.
Quiere decir... que est cerca?.
Claro que no. El doctor ha dicho que la mujer llevaba tres o cuatro das muerta. Ahora el asesino
debe de estar muy lejos.
O tal vez est ms cerca de lo que cree.
La enfermera Cherry mir involuntariamente la puerta atrancada de la calle. Le pareca que la
cabeza le iba a estallar. Era imposible pensar de manera coherente. Pero... en algn lugar... batiendo
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las alas como un pjaro enjaulado, se encontraba el incesante recordatorio.


Haba olvidado algo.
Al ver los labios crispados de la mujer mayor record que ella tena que estar calmada por dos.
Vuelva con el paciente dijo, mientras yo preparo la cena. Las dos nos sentiremos mejor
despus de comer algo.
A pesar de su valor recin adquirido, necesit efectuar un esfuerzo para descender al stano. Tantas
puertas, que llevaban a la trascocina, a la despensa y a la carbonera, el olor a ratones... tantos
escondrijos...
La cocina result ser un alegre antdoto contra la depresin. El fuego aterronado del fogn abierto
arrojaba un resplandor rojo al aparador gales y los botes con etiquetas que decan Azcar y T.
Un gato dorado dorma sobre la alfombrilla. Todo pareca seguro y hogareo.
Cogi de prisa pan, queso, unas rodajas de buey, una figura blanca de jalea y compota de ciruelas, y
lo coloc todo en una bandeja. Aadi cerveza negra para la enfermera Silver y se prepar cacao
para ella. Mientras contemplaba la leche formar espuma en la oscura mezcla y aspiraba su humeante
olor, sinti que sus temores no tenan fundamento y eran absurdos.
Subi la escalera cantando. Iba a casarse con Glendower.
Las enfermeras utilizaban el dormitorio que se comunicaba con la cmara del enfermo para sus
comidas, para estar cerca del paciente. Cuando entr la enfermera de noche, la enfermera Cherry
aguz los odos para or la voz de Glendower. Ansiaba verle. Una sonrisa le ira muy bien.
Cmo se encuentra el paciente? pregunt.
Bien.
Podra echarle una mirada?.
No. No es su turno.
Cuando las dos mujeres se sentaron, a la enfermera Cherry le divirti advertir que la enfermera
Silver se quitaba los estrechos zapatos.
Al parecer se interesa mucho por el paciente, enfermera Cherry observ con acritud.
Tengo derecho a interesarme. La enfermera Cherry sonri mientras cortaba pan. El doctor
dice que est vivo gracias a mi.
Ah!. Pero el doctor piensa maravillas de usted.
La enfermera Cherry no era engreda, pero si lo bastante humana para saber que haba conquistado
al voluminoso gales.
El brillo de los celos en los ojos de la enfermera Silver le hizo responder con precaucin.
El doctor Jones es amable con todo el mundo.
Pero era una mujer de naturaleza demasiado amistosa e impulsiva para guardar su secreto. Se
record a si misma que haba dos mujeres compartiendo una gran prueba e intent establecer algn
vnculo de amistad.
Tengo la sensacin de que me desprecia dijo. Cree que no tengo control de mi misma. Y no
puede olvidar lo de ese cilindro. Pero realmente, he pasado por una tensin espantosa. Durante
cuatro noches, ni siquiera me he cambiado de ropa.
Por qu no tena una segunda enfermera?.
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Por el gasto que representa. El profesor entrega su vida entera a enriquecer a la nacin y l es
pobre. Tambin me pareci que deba hacerlo todo yo. No quera que usted viniera, pero el doctor
Jones me dijo que sufrira un colapso nervioso.
Se mir la mano izquierda, donde vio el contorno sombreado de un anillo de casada.
No me considere una sentimental, pero he de decrselo a alguien. El profesor y yo vamos a
casarnos.
Si es que l vive.
Ya ha salido de peligro.
No cante victoria todava.
La enfermera Cherry sinti una punzada de temor.
Me oculta algo?. Est... peor?.
No. Est igual. Estaba pensando que el doctor Jones podra interferir. Usted le ha dado
esperanzas. La he visto sonrerle. Las mujeres ligeras como usted son las que causan los problemas
del mundo.
La enfermera Cherry se sorprendi por este ataque injusto. Pero al mirar la cara de la mujer mayor,
vio que estaba consumida por los celos. Una vida permaneca en la sombra, y la otra al sol. El
contraste era demasiado fuerte.
No vamos a discutir esta noche dijo con amabilidad. Estamos pasando unos malos
momentos juntas y slo nos tenemos la una a la otra. Me estoy aferrando a usted. Si le pasara algo,
igual que a la seora Iles, me morira de miedo.
La enfermera Silver permaneci un minuto callada.
No haba pensado en ello dijo despus. Slo estamos nosotras dos. Y todas estas
habitaciones vacas, arriba y abajo. Qu es eso?.
Se oan unos golpes apagados procedentes del vestbulo.
La enfermera Cherry se puso de pie de un salto.
Alguien llama a la puerta delantera.
Los dedos de la enfermera Silver se cerraron en torno a su brazo como aros de hierro.
Sintese. Es l.
Las dos mujeres se miraron fijamente mientras seguan los golpes en la puerta. Eran fuertes e
insistentes. Para la enfermera Cherry, transmitan un mensaje de urgencia.
Voy a bajar dijo. Puede que sea el doctor Jones.
Cmo lo sabr?.
Por la voz.
Estpida. Cualquiera podra imitar su acento.
La enfermera Cherry vio las gotas de sudor alrededor de la boca de la enfermera Silver. El miedo de
sta produjo el efecto de calmar sus propios nervios.
Voy a bajar, para averiguar quin es dijo. Puede ser una noticia importante referente al
asesinato.
La enfermera Silver la apart de la puerta.
127

Qu le he dicho?. Usted es el peligro. Ya lo ha olvidado.


Olvidado... qu?.
No le ha dicho Iles que no abriramos a nadie?. A nadie?.
La enfermera Cherry baj la cabeza. Se sent en silencio, avergonzada.
Los golpes cesaron. Despus, los oyeran en la puerta trasera.
La enfermera Silver se sec el rostro.
Quiere entrar. Puso una mano sobre el brazo de la enfermera Cherry. Ni siquiera tiembla.
Nunca tiene miedo?.
Slo de los fantasmas.
A pesar de su valiente apariencia, la enfermera Cherry estaba temblando interiormente por la
desesperada decisin que haba tomado. La enfermera Silver la haba acusado con justicia de poner
en peligro la casa. Por lo tanto, su obligacin era repetir la ronda de la casa, para ver qu haba
olvidado o para salir de dudas.
Voy arriba dijo. Quiero mirar por la ventana.
Abrir una ventana? dijo excitada la enfermera Silver. No lo har. Es una locura. Piense!.
Una de las enfermeras fue hallada muerta dentro de su dormitorio.
Est bien. No lo har.
Ser mejor que vaya con cuidado. Ha estado tratando de prescindir de mi, pero quiz yo he
tratado de prescindir de usted. Slo dir una cosa: en esta casa est sucediendo algo extrao.
La enfermera Cherry sinti un escalofro en el corazn. Slo que, como era enfermera, saba que en
realidad era la boca del estmago. Algo iba mal?. Si por su mala memoria volva a ser culpable,
deba expiar su crimen protegiendo a los dems, an a riesgo suyo.
Tuvo que obligarse a subir la escalera. La vela, vacilante la llama en la corriente, poblaba las
paredes de formas distorsionadas. Cuando lleg al ltimo rellano de arriba, sin pararse a pensar,
entr decidida en el laboratorio y en la habitacin contigua.
Ambas estaban vacas y las ventanas bien cerradas. Cobrando coraje, entro en la buhardilla. Bajo su
ventana haba un tejado en pendiente sin canaln o tubera del agua a la que asirse. Sabiendo que
sera imposible que nadie entrara, abri el postigo y la ventana.
El aire fro la refresc y le devolvi la calma. Se dio cuenta de que hasta cierto punto haba sufrido
claustrofobia.
La lluvia haba cesado y soplaba viento. Vio una joven luna que flotaba entre las nubes. Las colinas,
oscuros montculos, eran visibles en la oscuridad, pero nada ms.
Permaneci un rato en la ventana, pensando en Glendower. Era un consuelo recordar la felicidad
que le esperaba una vez transcurrida esta noche de terror.
Despus, la necesidad de verle se hizo demasiado fuerte para resistirse. Las palabras de la
enfermera Silver la haban inquietado. Aun cuando quebrantara las leyes de la etiqueta profesional,
estaba decidida a ver por si misma que todo iba bien.
Dej la ventana abierta para que se filtrara un poco de aire en la casa, y baj la escalera sin hacer
ruido. Se detuvo en el segundo piso para visitar su habitacin y la de la enfermera Silver. Todo
estaba en calma y bien cerrado. En su dormitorio, la seora Iles dorma an el sueo de los injustos.
Haba dos puertas que daban a la habitacin del paciente. Una llevaba a la habitacin de las
128

enfermeras, donde la enfermera Silver an coma. La otra se abra al rellano.


La enfermera Cherry entr directamente, saba que su temor haba sido la premonicin del amor.
Algo iba mal. Glendower mova la cabeza inquieto en la almohada. Tena el rostro enrojecido.
Cuando ella le llam por el nombre, l la mir, brillantes sus luminosos ojos grises.
No la reconoci, pues en lugar de Stella la llam Enfermera.
Enfermera. Enfermera.
Murmur algo como hombre y luego qued inconsciente, resbalando en los brazos de la
enfermera Cherry.
La enfermera Silver entr en la habitacin al or el grito de la enfermera Cherry. Cuando le tom el
pulso al paciente, habl con sequedad.
Ahora nos ira bien el oxgeno.
La enfermera Cherry slo pudo mirarla con ojos lastimeros.
Telefoneo al doctor Jones? pregunt sumisa.
-Si.
Cuando no recibi respuesta a su llamada, pareci la continuacin de una pesadilla. Desesperada,
intent una y otra vez galvanizar el instrumento.
Despus, la enfermera Silver apareci en el rellano.
Viene el doctor?.
No... no funciona. La enfermera Cherry contuvo las lgrimas. Oh, qu puede suceder?.
Probablemente una enredadera mojada que se ha enrollado al cable. Pero ahora no importa. El
paciente duerme.
La enfermera Cherry no demostr alivio. Como si los sustos de los ltimos minutos hubieran puesto
en movimiento la maquinaria detenida de su cerebro, record de pronto lo que haba olvidado.
La ventana de la despensa.
Ahora recordaba lo que haba ocurrido. Cuando haba entrado en la despensa, al efectuar su ronda
para cerrarlo todo, una rata le haba pasado por encima de los pies. Ella haba corrido a buscar al
gato, que la persigui hasta que logr meterse en un agujero de la cocina. Con la excitacin
producida por el incidente, haba olvidado volver para cerrar la ventana.
El corazn empez a latirle con violencia al darse cuenta de que, todas aquellas horas, la casa haba
estado abierta a cualquier merodeador. Incluso cuando ella y la enfermera Silver haban escuchado,
temblando, los golpes en la puerta, la casa ya no era una fortaleza, por su culpa.
Qu ocurre? pregunt la enfermera Silver.
-Nada. Nada.
No se atrevi a decrselo a la mujer mayor. No era demasiado tarde para remediar su omisin.
Con la prisa, ya no tuvo miedo al descender al stano. Apenas poda bajar la escalera con suficiente
rapidez. Al entrar en la despensa, la ventana con mosquitera golpeaba movida por la brisa. La cerr
y, cuando entraba en la cocina, sus ojos se fijaron en una mancha oscura del pasillo.
Era la huella de un hombre.
La enfermera Cherry record que Iles estaba bajando carbn al stano cuando fue requerido para
129

salir. No haba tenido tiempo de limpiar y el suelo an estaba sucio de polvo empapado de lluvia.
Cuando levant la vela, la huella reluci dbilmente. Se agach rpida y la toc.
Todava estaba mojada.
Al principio se puso de pie, petrificada, y se qued mirndola estpidamente. Luego, cuando se dio
cuenta de que frente a ella se encontraba una huella recin hecha, sus nervios estallaron por
completo. Con un grito, solt la vela y corri escaleras arriba, llamando a la enfermera Silver.
Fue respondida por una voz extraa. Una voz gruesa, indistinta. Una voz que jams haba odo.
Sin saber qu la esperaba al otro lado de la puerta, aunque impulsada por el coraje del miedo
ltimo, se precipit a la habitacin de las enfermeras.
All no haba nadie ms que la enfermera Silver. sta se recost en la silla, con los ojos
entrecerrados y la boca abierta.
De sus labios brot un segundo grito grosero.
La enfermera Cherry la rode con un brazo.
Qu sucede?. Intente decrmelo.
Era evidente que la enfermera Silver trataba de advertirle de algn peligro. Seal su vaso y se
esforz por hablar.
Drogas. Escuche. Cuando se cierra todo, para que no entre nadie, tampoco puede salir nadie.
Al hablar, sus ojos se pusieron en blanco de un modo horrible, exponiendo los globos oculares con
una mirada ciega.
Casi loca de terror, la enfermera Cherry trat de reanimarla. Misteriosamente, por alguna accin
desconocida, lo que tanto tema haba sucedido.
Estaba sola.
Y en alguna parte, dentro de las paredes de la casa, acechaba un ser, cruel y astuto, que, uno a uno,
haba eliminado todos los obstculos entre l y su objetivo.
Haba sealado a su vctima: ella.
En aquel momento, traspas el lmite del miedo. Sinti que no era ella misma, Stella Cherry, sino
un extrao vestido con el uniforme azul de una enfermera de hospital, que especulaba con calma
respecto a lo que deba hacer.
Era imposible encerrarse con llave en la habitacin del paciente, pues la llave estaba inutilizada a
causa del desuso. Y no tena fuerza para mover el mobiliario que era suficientemente pesado para
impedir que abrieran la puerta.
Descart de inmediato la idea de huir. Para recibir ayuda, tendra que correr quilmetros. No poda
dejar a Glendower y a dos mujeres indefensas a merced del manaco.
No poda hacer nada. Su sitio estaba junto a Glendower. Se sent al lado de su cama y le cogi la
mano.
El tiempo pareca interminable. Su reloj a veces pareca saltarse una hora y despus arrastrar los
minutos lentamente, mientras ella esperaba... escuchando los mil y un sonidos de una casa al caer la
noche. Se oan dbiles crujidos, ruidos de la madera, las carreras de los ratones.
Y cien veces, pareci que alguien suba la escalera y se quedaba justo fuera de la puerta.
Eran casi las tres de la madrugada cuando, de repente, un gong comenz a golpearle las sienes. En
130

la habitacin contigua se oan los pasos inconfundibles de un hombre.


No eran imaginaciones suyas. Dieron la vuelta a la habitacin y luego avanzaron pausados hacia la
puerta de comunicacin.
Vio que el pomo de la puerta giraba lentamente.
De un salto, lleg a la puerta y sali al rellano, corriendo escaleras arriba. Por un segundo se detuvo
ante su propia habitacin. Pero las ventanas de sta estaban atrancadas y la puerta no tena llave. No
podran matarla all, en la oscuridad.
Al detenerse, oy que los pasos suban la escalera. Avanzaban lentamente, acercndose a ella. Loca
de terror, se abalanz escaleras arriba hasta el ltimo piso, buscando instintivamente la ventana
abierta.
No poda ir ms arriba. En la puerta de la buhardilla, esper.
Algo negro apareci en la pared de la escalera. Era la sombra de su perseguidor... un grotesco y
deformado heraldo del crimen.
La enfermera Cherry se agarr a la balaustrada para no caerse. Todo empez a hacerse oscuro.
Saba que estaba a punto de desmayarse, cuando el asombro y la alegra la reanimaron.
Sobre la balaustrada apareci la cabeza de la enfermera Silver.
La enfermera Cherry le grit para advertirle.
Vamos, rpido. Hay un hombre en la casa.
Vio que la enfermera Silver se sobresaltaba y echaba la cabeza hacia atrs, como alarmada. Luego,
se produjo la culminacin del horror de una noche de pnico.
Una rata cruz el pasillo. La enfermera Silver levant su pesado zapato y la pis, haciendo girar el
tacn sobre la cabeza de la pequea criatura.
En aquel momento, la enfermera Cherry supo la verdad. La enfermera Silver era un hombre.
El cerebro le funcion a la velocidad del rayo. Fue como un reflector que horadara las sombras y
aclarara el misterio.
Comprendi que la autntica enfermera Silver haba sido asesinada por Sylvester Leek, cuando se
encontraba de camino. Era el cuerpo estrangulado que acababan de encontrar en la cantera. Y el
asesino haba ocupado su lugar. La descripcin que haba dado la polica era la de un joven de
complexin ligera, con facciones refinadas. Le resultara fcil disfrazarse de mujer. Posea los
conocimientos mdicos necesarios para pasar por enfermera. Adems, como efectuaba el turno de
noche, nadie de la casa haba mantenido contacto ntimo con l, salvo el paciente.
Pero el paciente haba adivinado la verdad.
Para silenciar su lengua, el asesino le haba drogado, igual que se haba deshecho de la presencia de
la seora Iles. Tambin fue l quien vaci el cilindro de oxgeno, para librarse de Iles.
Si, aunque haba estado solo con su vctima durante horas, se haba contenido.
La enfermera Cherry, con la lucidez mental que acababa de adquirir, supo la razn. Existe una
fbula en que la serpiente babea a su vctima antes de tragrsela. De igual manera, el manaco, antes
de la destruccin final, haba querido recubrir a su vctima con la saliva del miedo.
Toda la noche haba procurado aterrorizarla, pulsando cada nervio hasta culminar en su falso
desvanecimiento.
Sin embargo, ella saba que l, a su vez, tena miedo de ver frustrado su crimen. Como el cuerpo de
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su vctima haba sido descubierto en la cantera, cuando establecieran su identidad conoceran dnde
se esconda l. Mientras la enfermera Cherry se encontraba en la ventana de la buhardilla, el asesino
haba cortado el cable del telfono y se haba puesto sus zapatos para ir ms de prisa.
La enfermera Cherry record la emocin que haba demostrado el asesino al or que llamaban a la
puerta. Era probable que se tratara del doctor Jones, que haba ido a la casa para asegurarse de que
todo estaba en orden. De haber sido la polica, habran entrado. El incidente demostraba que no
haban descubierto nada y que era intil contar con ayuda del exterior.
Tena que hacer frente a la situacin... ella sola.
A la dbil luz de la luna, vio que el asesino entraba en la buhardilla. La grotesca parodia de su
disfraz de enfermera se sumaba al terror de la situacin.
Los ojos del hombre estaban fijos en la ventana abierta. Era evidente que finga relacionarla con el
supuesto intruso. Ella, a su vez, le haba engaado sin darse cuenta. Probablemente no saba nada de
la huella que haba dejado en el pasillo del stano.
Cierre la ventana, insensata grit.
Cuando se inclin sobre el bajo antepecho para alcanzar la hoja de la ventana, que se abra hacia
afuera, la enfermera Cherry se abalanz sobre l con la locura instintiva de la autodefensa...
arrojndole por encima del alfizar.
Por un momento un rostro oscuro y deformado tap la luna y unos brazos aletearon, como una
estrella de mar, en un desesperado intento de equilibrarse.
Al instante siguiente, no haba nada.
La enfermera Cherry se dej caer al suelo, tapndose los odos con las manos para amortiguar el
ruido del repugnante deslizamiento del cuerpo por el tejado.
Tard mucho en poder bajar a la habitacin del paciente. Entr directamente, y la paz que en ella
reinaba la alivi como un blsamo. Glendower dorma con placidez, con una media sonrisa en los
labios como si soara con ella.
Dando gracias, la enfermera Cherry fue de habitacin en habitacin abriendo todas las ventanas y
todas las puertas... para que entrara el amanecer.

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PHILIP MACDONALD (1900-1985)


LOS RBOLES NO DEJAN VER EL BOSQUE
Philip MacDonald fue un escritor escocs que se traslad a Hollywood, donde trabaj en varios
guiones, de los que cabe destacar Rebeca (1940) con Hitchcock, varias pelculas de Charlie Chan
y del seor Moto, y una adaptacin de su propia novela de 1959 The List of Adrin Messenger con
John Huston. La ltima presentaba a su detective el coronel Anthony Gethryn, que debut en The
Rasp (1924), y aqu efecta su nica aparicin en un relato corto.
Gethryn entra de lleno en la tradicin de misterios en casas de campo inglesas, e influy
especialmente en el cine. Lo que distingue a MacDonald y a su obra es que produce algunos
escalofros en la investigacin cuando menos se esperan.

En el verano del treinta y seis para ser exactos el cinco de agosto de ese ao la zona aledaa a
la localidad de Friars Wick, en Downshire, en el sudoeste de Inglaterra, fue conmocionada por el
descubrimiento de un asesinato singularmente brutal.
El principal peridico del condado, El correo de Mostyn, inform del hecho extensamente; pero
como la vctima era anciana, pobre, hembra pero fea, y no tena amigos ni parientes, el suceso pas
casi inadvertido por la prensa de Londres, aun cuando el asesino no fue capturado.
Es decir, pas inadvertido hasta que, exactamente veinticuatro horas ms tarde y a una distancia
aproximada de un quilmetro y medio de su escenario, el crimen se repiti; la vctima era otra
mujer que, excepto en la edad, habra podido ser una rplica de la primera.
Era sta una poca, como recordarn, en que haba una pltora de noticias en el mundo. Por
ejemplo, estaba Espaa. Estaban Mussolini y Etiopa. Estaba Herr Hitler. Estaba Japn. Estaba
Rusia. Haba disensin en nuestro pas as como en el extranjero. Haba tantas cosas, de hecho, que
la gente estaba aturdida y finga estar aburrida...
Por eso, indudablemente, el editor del peridico ms importante de lord Otterill, El informe diario,
dio carta blanca a su principal reportero de crmenes y public aquel ingenioso relato titulado
ASESINATOS DE UN MANIACO EN DOWNSHIRE en la primera pgina de la primera edicin del ocho
de agosto.
El escritor se haba explayado. Describa los asesinatos con una prosa sangrienta y horripilante,
omitiendo slo los detalles que no podan imprimirse. Dibujaba cuadros patticos (y de ningn
modo mal escritos) de las dos grises mujeres tal como eran antes de sufrir este sdico y
desagradable fin. Y dedicaba los ltimos prrafos de sus efusiones a una teora que produca mayor
emocin a sus fascinados lectores.
[...] es posible preguntaba bajo el subttulo "Despierta, polica!" que estos dos terribles,
manacos e inenarrables crimenes, sin ningn motivo ms que la lujuria de alguna mente depravada
y distorsionada, sean el principio de una ola de crimenes como la que aterroriz a Londres el siglo
pasado, cuando el desconocido, y no capturado, "Jack el destripador" efectu su sangrienta
matanza?.
Habrn observado la fecha del artculo del Informe: ocho de agosto. Era el da despus de que el
Queen Guinivere zarpara de Nueva York para Inglaterra. Esto explica que Anthony Gethryn,
pasajero del gran trasatlntico, no supiera nada de los desagradables sucesos de Friars Wick. Esto es
extrao, porque aunque no haba estado nunca all y no tena intencin de volver una vez
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cumplida su misin era a Friars Wick adonde deba dirigirse inmediatamente que el barco llegara
a su destino.
Un capricho del destino: una de esas extraas vueltas de la rueda de la fortuna.
No quera interrumpir su viaje a Londres y a casa yendo a Friars Wick, o, en verdad, a ningn otro
lugar. Haba estado fuera en una tarea diplomtica secreta, de gran importancia e ineludible tedio
durante tres meses. Y quera ver a su esposa y a su hijo, y verles con el menor retraso posible.
Pero all estaba; tena a su cargo una carta que un Personaje de Extrema Importancia le haba pedido
que entregara a mano a otro P.D.E.I., aunque de menor importancia. La peticin haba sido
efectuada con cortesa y justo despus de que el primer P.D.E.I. hubiera modificado sus planes para
hacer otro favor a A. R. Gethryn. Ergo, A. R. Gethryn deba entregar la carta; la cual, por cierto, no
tiene en si misma nada que ver con esta historia.
De manera que la tarde del once de agosto, Anthony conduca desde el puerto de Normouth hasta el
pueblecito de Friars Wick y la casa de campo de sir Adrin LeFane.
Haca correr el Voisin a gran velocidad, dando gracias por haber logrado enviarlo a Normouth. Las
alternativas habran sido un coche alquilado o un tren; y en un da sofocante como aquel la idea de
ambas cosas era insoportable.
El barco haba atracado tarde, y ya eran ms de las seis cuando Anthony lleg a las afueras de
Mostyn, redujo la velocidad para circular por las estrechas calles y lleg sudando al otro lado. El
arco bajo y gris del cielo pareca an ms bajo, y la grisura se iba tiendo de negro. Los rboles que
flanqueaban la carretera se erguan inmviles, y por encima de todo haba un silencio ominoso en el
que el ruido de los coches que pasaban e incluso el de sus propios neumticos parecan enmudecer.
Redujo la velocidad cuando lleg cerca del cruce de Bastwick. Hasta all conoca el camino, pero
ahora tena que cruzar territorio desconocido.
Detuvo el coche, y mir el indicador. La cuarta flecha, ms al este, deca: FRIARS WICK - 8.
Sigui la flecha y se encontr encajonado entre unos altos y descuidados setos vivos, conduciendo
por un estrecho sendero que ascenda y cruzaba el lomo de una colina escasamente poblada de
rboles. All no haba coches, ni trfico de ninguna clase; ninguna seal de humanidad. El cielo se
haba puesto ms negro que gris, y la luz tena un tono cobrizo lleno de melancola. El aire era
pesado y respirar resultaba difcil.
El Voisin afront la colina, y la carretera se sacudi y enderez mientras descenda, ahora empinada
y recta, entre parcelas de terreno anchas y ridas.
La aldea de Friars Wick, oculta por otra colina, apareci de repente ante Anthony, despus de doblar
la primera curva del sinuoso valle.
Aunque iba despacio, pues la curva le haba parecido peligrosa, la brusca aparicin de la pequea
ciudad materializada, pareca, de la nada casi le produjo una conmocin fsica. Redujo an ms
la velocidaad, y el gran coche negro rod en silencio por la estrecha calle, entre casas con fachada
de pizarra y ocasionales pequeas tiendas.
Era un lugar gris, hostil y resentido y con algo extrao y familiar al mismo tiempo; tena un aire que
le fascin y repeli a la vez; un aura que roz algn sexto sentido y le produjo un hormigueo
extrao...
Reconoci esa sensacin, pero no estaba seguro de si era autntica; podra haber sido inducida por
la combinacin del tiempo y su irritacin personal por haber tenido que alejarse tanto de su camino
hacia Londres y su hogar.
Lleg al final de la principal y nica calle de Friars Wick, donde la pequea iglesia estaba frente a la
taberna, al otro lado de un tradicional tringulo de csped esmeralda. Aqu detuvo el coche. Saba
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que deba de estar a uno o dos quilmetros de la casa de LeFane, y la manera ms sencilla de
averiguarlo era preguntarlo.
Busc con la mirada alguien a quien preguntar. No haba ningn ser humano a la vista, y por
primera vez, se dio cuenta de que no haba visto a nadie desde que haba iniciado el recorrido de la
colina y entrado en el pueblo.
Algo golpe el cuero del asiento que tena a su lado con un ruido leve. Una sola gota de lluvia del
tamao de un florn.
Alz la vista hacia el cielo. Ahora estaba tan cerca, tan bajo, que casi pareca rozar las copas de los
grandes olmos de detrs de la taberna de blanca fachada. Grandes gotas cayeron en el polvo de la
carretera, separada cada una treinta centmetros de las dems. Anthony se dio cuenta de que
esperaba al trueno.
Pero no lleg ningn trueno... ni alivio. Ahora la luz cobriza era ms verdosa, y el silencio, casi
palpable.
Y entonces vio a un hombre. Un hombre de pie al lado de los edificios anexos de la taberna, a unos
veinte metros.
Era un hombre de apariencia corriente. Encajaba con lo que le rodeaba, aunque pareca destacar de
ello en relieve.
Llevaba un sombrero informe, y un abrigo informe, y tena una escopeta bajo el brazo.
Anthony sinti que el extrao hormigueo aumentaba. Mir atrs, hacia la calle gris, y tampoco vio a
nadie. Volvi a mirar al hombre. Mir al otro lado y vio, por primera vez, el grupo de robles en la
elevacin que haba a su izquierda; tambin vio, sobre los robles, las chimeneas de una gran casa.
Puso el coche en marcha y se alej. Sigui en direccin a lo que vean sus ojos y entr con el coche
en otro sinuoso sendero; despus lleg a una imponente verja de hierro forjado.
La verja estaba abierta, y la cruz con el Voisin; y al instante se encontr en un mundo diferente.
Fuera, la tierra estaba muerta, cansada, era estril, pero aqu era exuberante y estaba bien cuidada.
Tres metros hacia arriba, y an a mas de medio quilmetro de distancia, vea las chimeneas y el
laberntico edificio Tudor debajo.
Cay otra rfaga de enormes gotas de lluvia, y pens parar y cerrar el coche. Redujo velocidad y al
hacerlo le llam la atencin algo junto a la carretera, a la derecha. Una figura debajo de uno de los
rboles, y la mir. Era una figura voluminosa y robusta, potente, que permaneca inmvil como el
hombre del desierto pueblo.
Anthony la mir fijamente y, por alguna razn, detuvo el coche. La figura iba vestida con ropa
inclasificable, y con cierta sorpresa se dio cuenta de que se trataba de una mujer.
Sigui mirando... y la figura se volvi bruscamente y se alej en las sombras de un bosquecillo.
Ya no llova y Anthony prosigui la marcha, hacia los cspedes y jardines y la propia casa...
Cuando la lluvia arreci, cay como una slida lmina de agua, un diluvio. Comenz casi en cuanto
Anthony estuvo en la casa; de hecho, mientras era saludado por su anfitriona, quien era ms bien
rubia y guapa y rayando el aspecto ojeroso. Era ultraelegante y supernerviosa. Rea mucho, pero sus
ojos nunca cambiaban. Al parecer era la seora de Peter Crecy, y tambin era la hija de sir Adrin
LeFane. Alej a Anthony del mayordomo y le llev a una habitacin que era medio biblioteca y
medio saln, y sumamente lujosa. Le dio una bebida y le acribill con rpidas frases a medio
terminar. l supuso que no podra ver todava a su padre El hombre, como de costumbre, parece
que no est en ningn sitio.... Supuso que esperaban que se quedara a pasar la noche Debe
hacerlo, mi padre ha dado rdenes estrictas....
135

Asique murmur una frase educada y se resign, ayudado por la lluvia que vea tras las ventanas
divididas con parteluz.
Al final qued al cuidado de un hombre con chaqueta negra llamado Phillips, quien le condujo
escaleras arriba y a lo largo de corredores hasta una sibartica suite que en nada pareca de estilo
Tudor.
Se ba lujosamente y, cuando hubo terminado, encontr que haban deshecho su equipaje y
preparado su ropa para la cena. En mangas de camisa, se acerc a una ventana, mir afuera y vio la
lluvia que an caa como un fuerte y reluciente velo sobre el semioscuro mundo. Encendi un
cigarrillo, se sent en una silla, estir sus largas piernas y se encontr preguntndose por el pueblo
de Friars Wick y su extrao, siniestro e indescriptible aire. Pero no pudo pensar durante mucho rato
ni muy en serio, porque procedente de algn lugar, en el piso de abajo, se oy el retumbar de un
gong.
Se puso la chaqueta, se meti la carta para LeFane en el bolsillo del pecho, y baj la escalera con
paso pausado.
Esperaba una cena a la que, a lo sumo, asistiran otros dos invitados aparte de l mismo. Pero
cuando fue acompaado al saln, se encontr con un grupo de ocho o diez personas. Se hallaban
agrupadas en medio de la habitacin, y del centro del grupo la voz de la seora de Peter Crecy se
elevaba y caa como un surtidor sincopado.
Bueno, de acuerdo! deca. Ni una palabra de ello; es demasiado macabro!.
Anthony efectu una entrada discreta, pero ella le vio inmediatamente y se acerc a l. Pareca,
paradjicamente, ms guapa y no obstante ms ojerosa vestida con un traje de noche negro y
dorado. Le present a los dems invitados. Anthony conoci, y catalog mentalmente, a lord y lady
Bracksworth (evidente Maestro de Perros Raposeros; su esposa hace punto); al seor y la seora
Shelton-Jones (evidente Ministerio de Asuntos Exteriores; esposa aspirante a embajadora); al
profesor Martel (posiblemente fsico, de centroeuropa, con barba, egocntrico); al seor y la seora
Geoffrey Dale (propietario de peridico, esposa editorialista); y, por fin, un oasis en el desierto, su
vieja amiga Carol Dunning.
sta se hallaba sentada en un enorme silln con orejas, y l no la vio hasta que la seora Crecy le
llev hacia all.
Y... la seorita Dunning dijo la seora Crecy. La novelista, claro... Pero creo que ya se
conocen: Carol Rushworth Dunning...
Hola! dijo la seorita Dunning, alegre.
Una amplia y traviesa sonrisa le arrug el travieso e inconfundible rostro americano, eternamente
joven.
Qu sucedera dijo la seorita Dunning si dijera que hace mucho tiempo que no nos
vemos?.
Nada dijo Anthony. Estoy de acuerdo. Hace demasiado tiempo.
Observ con alivio que la seora Crecy les haba dejado. Vio a un criado con una bandeja de
ccteles y cogi uno para la seorita Dunning y otro para l.
Gracias dijo la seorita Dunning. Salud y dinero! Se bebi media copa de un trago y
mir a Anthony. Si la respuesta no fuera tan evidente, le preguntara qu le ha trado a esta
galre.
Anthony dijo:
Lo mismo digo. Pens en la carta que llevaba en el bolsillo. Y qu es evidente?. O es que
136

el Servicio Diplomtico...?.
Se interrumpi, al ver al otro lado de la habitacin a un hombre que no haba entrado simplemente,
sino que haba efectuado una entrada. Se trataba de una persona alta, delgada y de hombros
encorvados vestida con un esmoquin de terciopelo, con el pelo gris y cierta distincin de la que era
consciente.
Entra el centro derecha dijo Anthony a la seorita Dunning. Pero quin es?. He perdido mi
programa.
Ella le mir con sorpresa.
Es curioso dijo. Asique no conoce a su anfitrin. Es l: sir Adrin LeFane en persona. El
viejo mundo, eh?.
Vaya, vaya dijo Anthony, y se levant cuando LeFane, tras haber permanecido
momentneamente con el grupo central, con una sonrisa corts a modo de saludo general, se
encamin hacia l.
El coronel Gethry? Le tendi una mano blanca y delgada, de bella forma. Confo en que
me perdonar por no haber estado aqu para darle la bienvenida. Pero la mano esboz un gesto
vago y gil en el aire me he visto obligado a estar en otra parte... baj la mano y la ofreci otra
vez, y Anthony se la estrech.
Estaba usted fuera? dijo la seorita Dunning. Le ha pillado la lluvia?.
No... ah... notablemente, querida. LeFane le ofreci una sonrisa amistosa. Me considero
afortunado...
Pero no lleg a decir por qu... pues en aquel momento su hija se uni a ellos, precedindola sus
palabras como el fuego de un lanzallamas. Estaba preocupada, al parecer, por alguien o algo
llamado Marya, quien o que tena que haber aparecido.
Se llev a su padre, y Anthony volvi a sentir alivio. Mir a la seorita Dunning y dijo.
Quin es Marya, o qu es?.
-Dax.
Suena mal. Anthony la escudri, A menos que... oh, Dios mo!. Se refiere a la escultora?.
El grupo Riondetto de Genova?. El Icaro de Hendon?.
Exacto! La seorita Dunning mir hacia la puerta y seal. Y aqu est.
Una mujer gigantesca avanzaba a grandes pasos hacia LeFane, que se acercaba a ella. A pesar de su
tamao deba de medir ms de metro ochenta y su extraordinaria apariencia llevaba un
extrao atuendo como de monje, de un material spero de color verde oscuro era ms
impresionante que ridcula. Su rostro afilado no respondi a la mejor de las sonrisas de LeFane,
pero permiti ser conducida hacia el grupo, alrededor de la seora Crecy, y en un momento pareci
convertirse en su punto central.
Qu opina? pregunt la seorita Dunning.
Notable dijo Anthony. De hecho, hace un par de horas me he fijado en ella. Estaba debajo de
un rbol. Mirando.
Mirando qu? quiso saber la seorita Dunning.
Pero no recibi respuesta. Otras dos personas entraban en aquel momento, un hombre de
complexin fuerte y rostro agradable, de treinta y tantos, con expresin cansada y lo que sola
llamarse aspecto profesional; y una mujer menuda, angulosa y curtida, sin proporciones y con el
rostro como un caballo feliz.
137

Una vez ms Anthony mir a la seorita Dunning, y una vez ms ella le instruy.
Seres humanos dijo la seorita Dunning. Es refrescante, no?. El mdico de aqu y su
esposa. Me gustan. Mir su vaso vaco y se lo dio a Anthony. A ver lo que puede hacer dijo.
Pero no tuvo oportunidad de hacer nada. La seora Crecy se acerc a ellos, y Anthony fue
arrastrado hacia Marya Dax y presentado a ella, y escrutado por unos extraos ojos negros que
parecan ser todo pupila y casi estaban a la misma altura que los suyos.
l murmur una frase educada, y fue pasado por alto. Se volvi y fue requerido otra vez, y se
encontr saludando al doctor y a la seora Carmichael. Al ver el rostro equino y pecoso de la mujer,
su memoria vacil un poco.
Estrech la mano al esposo, pero no se dijeron nada cuando la esposa habl.
No me recuerda, verdad?mir a Anthony con sus pequeos y brillantes ojos.
Eso es lo peor que puedes hacer a nadie, Min! la rega cariosamente su esposo. Deberas
avergonzarte de ti misma.
Si me permite un momento, se lo dir dijo Anthony; y aadi: hace algn tiempo, y recuerdo
unas trenzas... claro!. Es la hija de Henry Martin.
Exacto! La seora Carmichael se agarr al brazo de su esposo. Lo ha hecho!.
Y lo habra hecho antes dijo el seor Carmichael, sonrindole, slo que no poda ver a la
pequea seorita Riquezas como esposa de un matasanos rural. Le dio unas palmaditas en la
mano.
Coronel Gethryn dijo la seora Carmichael, voy a aprovecharme de un viejo conocido. Voy
a hacerle una pregunta... indiscreta. Yo...
Su esposo movi sus anchos hombros, incmodo.
Por favor, Min, modrate... dijo.
No seas tonto, Jim. Tienes que probar... y al coronel Gethryn no le importar.
Mir a Anthony muy seria, con cara de potro.
Verdad que no?.
Anthony mir aquel rostro suplicante.
Claro que no dijo, e iba a aadir: Pngame a prueba cuando anunciaron la cena y el grupo
comenz a dividirse en parejas y descubri, con placer, que l tena a la seorita Dunning como
acompaante.
La comida, aunque pesada y de esplendor ceremonioso, fue excelente y los vinos irreprochables.
Asique Anthony pas un rato agradable hasta que, mientras hablaba con la seorita Dunning, que se
sentaba a su lado, oy su nombre mencionado en lo que pareca ser una acalorada discusin en otra
parte de la mesa.
... Seguramente el coronel Gethryn es quien puede decrnoslo! dijo la ronca voz de la seora
Carmichael. Al fin y al cabo, l es la nica persona aqu presente que sabe algo de esas cosas.
Anthony, como le haban mencionado claramente, volvi la cabeza. Vio muchos ojos puestos en l,
y pregunt a la seora Carmichael:
Qu cosas?. O no debera preguntarlo?.
El crimen, por supuesto! La seora Carmichael pareci levantar las orejas. El crimen en
general y, desde luego, un crimen en particular. O dos, debera decir.
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Anthony contuvo un suspiro. Dijo, esperanzado:


Si son recientes y han ocurrido en Inglaterra, me temo que no podr ayudar. He estado meses
fuera, y he llegado esta tarde. Ni siquiera he visto un peridico ingls durante quince das.
Con una sonrisa alarmante y con determinacin, la seora Crecy interrumpi la conversacin. Dijo:
Qu suerte para usted, seor Gethryn!. Han sido tan terriblemente aburridos!. Y creo que es una
vergenza que esta gente trate de hacerle hablar de su trabajo...
Transmiti una sonrisa feroz a la pequea seora Carmichael, quien se encogi y murmur algo
acerca de que lo senta muchsimo, Jacqueline, y trat de entablar conversacin con lord
Bracksworth hablando de caza.
Pero fue interrumpida a media frase por Marya Dax, que se sentaba a la derecha de Adrin LeFane,
y por lo tanto oblicuamente al otro lado de la mesa frente a Anthony. Durante toda la comida haba
permanecido en silencio, como una Norna meditabunda, pero ahora se inclin hacia adelante,
agarrando el borde de la mesa con enormes manos de dedos embotados, y fijando su mirada oscura
en Anthony dijo, con spera voz de contralto:
Quiz usted no tiene necesidad de leer los peridicos. Quiz puede oler dnde est el mal.
No era ni una pregunta ni una afirmacin, y Anthony, esbozando una sonrisa que poda no significar
nada, se prepar para dejarlo estar.
Pero el Ministerio de Asuntos Exteriores, en la persona del seor Shelton-Jones, vio una
oportunidad de conversacin.
Un pensamiento interesante, seorita Dax dijo el seor Shelton-Jones, volviendo su mirada
hacia ella. Si la mente entrenada llega a estar en armona para apreciar la atmsfera, la
longitud de onda, o quiz debera llamarlo el aura, que podra muy bien emanar de quien
comete el mal.
La Norna ni siquiera mir al seor Shelton-Jones; mantuvo su oscura mirada fija en el rostro de
Anthony.
Pero el seor Shelton-Jones no se inmut y tambin l mir a Anthony.
Qu dice usted, seor Gethryn? pregunt. Existe un aura criminal?. Ha conocido alguna
vez algn caso en el que el investigador fuera ayudado por alguna de estas...emanaciones
metafsicas?.
Anthony suspir interiormente; pero sta era una pregunta demasiado directa para dejarla sin
respuesta. Dijo: Se refiere a lo que los americanos podran llamar una supercorazonada?. No soy
ningn profesional, por supuesto, pero he conocidos cosas de estas.
La prensa ahora se uni a la conversacin, en la forma delgada de la seora Dale.
Qu fascinante! exclam. Podra contarnos...?.
Por favor! Anthony sonri. Iba a decir que la supercorazonada, la emanacin, es
absolutamente indigna de confianza. Por lo tanto, ms que intil... es peligroso. No hay que hacerle
caso.
Cosa sorprendente, pues haba permanecido callado durante toda la comida, ahora fue el barbudo
fsico Martel quien intervino. Alz la cabeza dirigiendo la barba en direccin a Anthony.
Y eso por qu? pregunt en un tono notablemente desprovisto de cortesa.
Anthony le escudri.
Porque dijo framente uno nunca puede estar seguro de que el impacto de la
139

supercorazonada sea autntico. Esa sensacin podra muy bien estar causada por una indigestin.
Hubo sonrisas, pero no por parte del profesor, quien mir con ojos furiosos, gru y volvi a su
plato.
Alguien dijo:
Pero, en serio, coronel Gethryn...
Anthony dijo:
Hablo en serio.
Ahora no poda abandonarse ese tema, asique sera mejor que hablara de ello con propiedad. Dijo:
Incluso puedo darles un ejemplo reciente de lo que quiero decir... Anoche cen con el capitn en
el Guinivere. Beb demasiado. No dorm lo suficiente. Y cuando he bajado a tierra, caa un diluvio.
Resultado: mientras conduca por Friars Wick, donde nunca haba estado, he tenido la mayor de las
supercorazonadas. El campo, el pueblo en si mismo, el hecho de que no haba nadie, el cielo negro,
todo formaba una combinacin que produca una clara sensacin de se encogi de hombros,
bueno, de maldad. Esto evidentemente es absurdo. Y casi con seguridad, si se piensa en la cena del
capitn, tuvo un origen estomacal.
Le sorprendi, mucho y de forma inusual, el silencio absoluto que reinaba cuando termin de
hablar. Mir cada rostro y vio en cada uno de ellos un gran asombro. Excepto en el caso del
profesor Martel, que frunca el ceo con gesto agrio y al mismo tiempo torca la boca en una sonrisa
sardnica de incredulidad.
Alguien dijo:
Es extraordinario, coronel Gethryn!.
Martel dijo, con acento centroeuropeo:
Dice que no ha ledo los peridicos, pero seguramente ha escuchado la radio... Quiz...
Anthony le mir la barba, y despus a los ojos. Dijo:
No s lo que eso significa... Tambin, sin duda.
Marya Dax mir a Martel, examinndole con ojos distantes. Dijo, sin dirigirse a nadie en particular:
Habra que hacer callar a este hombre! Y hubo un momemo de incmoda tensin.
La seora Crecy se mordi los labios como para impedir que le temblaran. Adrin LeFane puso un
codo sobre la mesa y se llev la mano a la cara, medio escondindola.
La seorita Dunning salv la situacin. Se volvi a Anthony, que estaba a su lado, con semicmico
asombro, arrugando su cara de duende. Dijo en el tono exacto:
Y lo extrao es... que no sabe lo que ha hecho. Tal vez sea mejor que lo averige.
La tensin se afloj, y Anthony dijo:
Al parecer he producido una sensacin. Recorri la mesa con la mirada otra vez. Podra
significar que hay algo mir a la Norna que huele mal en Friars Wick.
Entonces se produjo un murmullo de cinco o seis voces, hablando todas a la vez, y a travs de ellas,
con toda claridad, apareci la ronca impaciencia de la voz de la seora Carmichael.
... cosa ms maravillosa que jams he odo!. Coronel Gethryn, se da cuenta de que ha
demostrado lo que deca la seorita Dax?.
140

Anthony mir a la seora Carmichael y sonri.


Eso no es ninguna prueba dijo. Podra ser una coincidencia. La cena del capitn fue...
exuberante.
Pero la seora Carmichael no iba a darse por vencida.
Tiene que orlo dijo. Tiene que hacerlo! Habl a su esposo, que estaba al otro lado de la
mesa. Jim, cuntaselo.
Una expresin preocupada asom al rostro agradable y cansado del doctor Carmichael. Lanz una
mirada hacia su anfitriona, pero ella no dijo nada, y la seora Carmichael dijo:
Adelante, Jim!.
Y la seora Dale dijo: Por favor, doctor!.
Y l capitul. Mir al otro lado de la mesa, a Anthony.
Estoy delegado para esto dijo porque me ocupo del trabajo policial de esta rea de
Downshire. La mayor parte del tiempo el trabajo es una sinecura. Pero ltimamente...
Hinch las mejillas y emiti un pequeo silbido silencioso, y procedi a contar los dos asesinatos de
los que tanto haba hablado la prensa, particularmente El informe diario. Fue preciso y vagamente
oficial. Se limit a sealar, pero no obstante, y aunque no era nuevo para ellos, todos los de la mesa
permanecieron absolutamente callados. En su mayor parte observaban la cara de Anthony Ruthven
Gethryn.
ste dijo, cuando termin el relato:
Mmmm. Una especie de Destripador Revivido.
Su rostro no daba seales de ninguna clase a sus observadores. Mientras escuchaba, haba estado
completamente impasible, como un jugador de pquer, con los prpados entrecerrados sobre los
ojos verdes.
El doctor Carmichael dijo lentamente:
Si, supongo que si. Si hay ms (lo cual, personalmente, temo) aunque el jefe de polica no est de
acuerdo conmigo...
No lo est? ahora Anthony haba abierto los ojos de par en par. Quin es?.
El general de divisin sir Rigby Forsythe. El tono del mdico se haba vuelto acre. l no
considera necesario llamar a Scotland Yard. Considera que el inspector Fennell y yo somos
alarmistas. l... el doctor Carmichael se interrumpi bruscamente con una mueca de impaciencia.
Pero Anthony termin las frases por l.
... se niega a comprender que dos asesinatos brutales, aparentemente perpetrados por un manaco
sexual, podran ser el comienzo de una serie, no es as?.
Exactamente El doctor Carmichael se ilumin al ver que le comprenda con tanta rapidez, Y
se niega a entender, a pesar del hecho de que Fennell ha intentado cientos de veces demostrarle que
la muerte de esas dos pobres mujeres no poda beneficiar a nadie, que los asesinatos han tenido que
ser cometidos por un manaco. Una dbil expresin de disgusto cruz el rostro del doctor
Carmichael. Un manaco peculiarmente repugnante!. Y los manacos que encuentran la manera
de satisfacer su mana... bueno, no paran...
Por Dios intervino la voz spera y sibilante del profesor Martel, yo no pienso que sea un
manaco. Ahora estaba recostado en la silla, la barba inclinada hacia arriba. Yo creo que es un
benefactor pblico.
141

Hizo una pausa y se hizo un silencio de ligera perplejidad que evidentemente esperaba. Dijo:
Esas mujeres!. Esas criaturas!. Yo las vi cuando todava estaban con vida. No servan para nada
y eran espantosas!. El mundo est mejor sin ellas.
Ahora el silencio era de sorpresa. Lo quebr Mary Dax. Volvi a mirar hacia Martel y volvi a
examinarle. Dijo:
Hay aqu, con nosotros, una cosa espantosa. Es su mente. Dej de examinar al hombre y
prosigui. Ningn ser humano dijo est completamente exento de belleza.
Oh, vamos, querida seorita Dax dijo lady Bracksworth sorprendentemente, con una vocecita
suave pero decidida. Aunque no siento ms que simpata lanz una mirada de desagrado hacia
Martel por esas pobres infortunadas mujeres, debo decir que al menos una de ellas, me refiero a
Sarah Paddock, era un objeto verdaderamente deshonroso.
La Norna volvi despacio unos ojos furiosos hacia este descaro.
Esta mujer dijo la Norna, esta tal Paddock, supongo que nunca le mir las manos, verdad?.
Siempre estaban sucias. Siempre estaban speras de tanto trabajar. Pero eran hermosas.
Un pensamiento realmente interesante! dijo el seor Shelton-Jones. Puede considerarse la
belleza en el... en el cuerpo humano, como unidades, o debe ser, antes de que la reconozcamos, la
totalidad de estas unidades?.
La seora Carmichael dijo:
Creo que la seorita Dax tiene razn. Mir a su esposo. T no lo crees as?.
l le sonri, pero no respondi y ella insisti:
No tiene razn, Jim?. Crees que si, verdad?.
Claro que la tiene dijo Carmichael. Mir en torno a la mesa. En mi profesin, veo
muchsimos cuerpos humanos. Y veo muchsimas unidades hermosas mir al seor SheltonJones en especmenes que de otro modo seran feos. Por ejemplo mir a Marya Dax, me
haba fijado particularmente en las manos de la pobre Sarah Paddock.
El seor Shelton-Jones se ajust las gafas sobre la nariz.
Pero, querido caballero, si se me permite apoyar mi argumento original, qu belleza puede
existir en una unidad de belleza si esta unidad es una mera isla, en realidad, en un ocano de
fealdad?.
Evidentemente preparado para el debate, se recost en la silla, fijando su mirada en el doctor
Carmichael. ste dijo:
Mucha. No puede usted negar, por ejemplo, que las manos de Sarah Paddock eran hermosas en si
mismas. Pareca molesto por la actitud parlamentaria del seor Shelton-Jones. Supongamos
que las hubiera modelado la seorita Dax!.
En ese caso observ con suavidad el seor Shelton-Jones, habran estado lejos de su horrible
ambiente.
Euclidiano dijo Anthony. Algunas partes pueden o no ser iguales a su total.
De acuerdo dijo el doctor Carmichael. Supongamos que viera usted unos magnficos
hombros en un...en un caso extremo de lupus vulgaris. El horrible estado de la cara y el cuello
hara repulsivos tambin los hombros?.
Todo el cuadro sera... definitivamente desagradable.
142

El seor Shelton-Jones ahora era todo suavidad, y la Norna volvi a l su oscura y escrutadora
mirada.
El color haba asomado al rostro del doctor Carmichael. Mir con dureza al seor Shelton-Jones y
dijo:
Probmoslo otra vez. Quiere decir que si viera pelo castao rojizo en una tpica cabeza
troglodtica pensara que era fea debido a su entorno?.
Estoy de acuerdo con el doctor dijo la Norna. La otra mujer muerta, he olvidado su nombre,
estaba peor formada que la primera. Pero la forma de su crneo era noble.
Uf! exclam lord Bracksworth. Era la pitonisa, la mujer Stebbins... Estaba yo hablando con
ese inspector esta maana, y me contaba que cuando la encontraron, esta vieja...
A la cabecera de la mesa, Adrin LeFane se irgui de repente. Golpe violentamente la mesa con la
mano abierta, de tal manera que las copas junto a su plato tintinearon.
Por favor! Tena la cara retorcida como si sufriera algn dolor fsico. Acabemos con esta...
esta... intolerable fealdad.
Haba transcurrido aproximadamente una hora despus de la cena la cual, gracias sobre todo al
genio social de la seorita Dunning, haba terminado con una nota suave aunque embarazosa
cuando la seora Carmichael, estando su esposo presente, logr acorralar a Anthony en un rincn
remoto del amplio saln.
Acababa l de entrar despus de una visita al estudio de Adrin LeFane, donde al fin haba
entregado la carta que no tena nada que ver con esta historia. Se dej acorralar, aunque hubiera
preferido mucho ms hablar con la seorita Dunning, porque haba algo desesperadamente
suplicante en la mirada como de potra de la seora Carmichael. sta dijo:
Oh, por favor, coronel Gethryn, podemos hablar con usted?.
Su rostro largo y pecoso mostraba tanta seriedad como su voz.
Anthony dijo:
Por qu no?.
Carmichael dijo:
Oh, Min, por qu insistes en preocupar a este hombre? Mir a Anthony como disculpndose.
Porque te preocupa a ti, cario! La seora Carmichael puso una mano en el brazo de su
esposo, pero sigui mirando al coronel Gethryn. Jim est terriblemente inquieto dijo por ese
viejo y horrible jefe de polica. l cree, quiero decir Jim, que la polica de Downshire no podr
atrapar a este temible asesino sino reciben ayuda de Scotland Yard. Y no pueden recibirla si el jefe
de polica no la pide...
Su esposo le interrumpi.
Por el amor de Dios, querida, Gethryn sabe todo eso.
Ella no le prest atencin. Dijo a Anthony:
Y lo que iba a pedirle es: nos preguntbamos si habra alguna manera de que usted pudiera
utilizar su influencia para...
Dej la frase sin terminar cuando vio que un criado se acercaba a su esposo.
Doctor Carmichael dijo el hombre. Baj la voz, pero sus palabras se oyeron con claridad:
Disculpe, seor, pero hay un mensaje importante para usted. Una mezcla de consternacin
143

horrorizada y placer casandrino asom al rostro impasible del criado. Dijo: Ha telefoneado el
inspector Fennell. Se ha producido otro de esos horribles asesinatos. Quiere que vaya de inmediato,
seor, a Pilligrew Lae, junto a Masham's...
Al doblar la siguiente esquina dijo el doctor Carmichael, y fren. A su lado, Anthony gru;
nunca le haba gustado y nunca le gustara que condujera otro.
El pequeo coche patin un poco al doblar la curva y entrar en un sendero estrecho y oscuro entre
un alto seto y la parte posterior de tres grandes cobertizos.
A travs de la lluvia que caa vieron un grupo de hombres y coches, que impedan el paso
completamente y se destacaban en negro al resplandor de los faros.
Carmichael detuvo el motor y baj del coche. Anthony le sigui y not la lluvia que le caa encima
y el viscoso lodo que se filtraba por las finas suelas de los zapatos. Sigui a Carmichael hacia el
grupo y una figura se volvi, avanzando hacia ellos con una linterna elctrica encendida; era un
hombre con un grueso gabn negro y la gorra plana con visera de un inspector de polica
uniformado.
Carmichael dijo:
Fennell, ste es el coronel Gethryn... y no pudo decir ms porque el hombre, despus de echar
una mirada a Anthony, se volvi a l con asombro.
Pero doctor dijo el inspector Fennell en un susurro ronco y confidencial, sir Rigby ya lo ha
hecho. Lo hizo anoche, sin decirme una sola palabra. Llam a Londres y habl con el comisario, y
ha aparecido, despus de telefonearle yo para comunicarle esto, con un inspector detective que
acababa de llegar de Scotland Yard.
Carmichael le clav la mirada como si no pudiera dar crdito a sus odos, y Anthony pregunt a
Fennell:
A quin han enviado?. A Hobday?.
Fennell respondi:
As es, seor y les condujo hacia el grupo.
Le siguieron, resbalando en el barro, y al cabo de un instante Hobday mir a Anthony y le dijo:
Dios mo, seor, de dnde ha salido usted?.
Y entonces habl unas palabras con sir Rigby Forsythe, quien pareca algo sorprendido por la
presencia de Anthony, y esperaron un momento mientras los fotgrafos terminaban su trabajo con lo
que yaca en la zanja junto al seto.
Anthony dijo:
Esta nueva vctima... supongo que se trata de una mujer, pero de qu clase?. Era otro personaje
local?.
Fennell respondi:
Si, se trata de una mujer, seor. Y es... es horrible, peor que las otras. Mir hacia la zanja y
apart los ojos inmediatamente. Pareci darse cuenta de que, con muy poca profesionalidad, se
haba salido de la cuestin, y se aclar la garganta. No creo que sea... que sea de aqu, seor.
Hasta ahora nadie la ha reconocido. Al parecer era una de esas gitanas que remendaban cestas.
Tena un viejo caballo y un carro; probablemente estaba de paso, camino de Deyning.
Hobday dijo:
Sino hubiera sido por el caballo, todava no lo sabramos. Pero un trabajador de la granja lo ha
144

encontrado perdido y se ha puesto a buscar a su propietario.


Los fotgrafos terminaron su trabajo, y uno de ellos se acerc al jefe de polica y salud.
Hemos terminado, seor dijo, la voz temblorosa e insegura.
Sir Rigby Forsythe mir a Anthony, y luego a Carmichael y los otros. Su rostro curtido estaba
arrugado y plido. Dijo:
Ustedes sigan. Yo ya he visto todo lo que necesito ver. Se qued donde estaba mientras
Fennell, con visible reticencia, abra la marcha con Carmichael, y Hobday y Anthony les seguan.
Los faros de los coches de polica atravesaban la oscuridad inundada de agua. Era como un cuadro
de pesadilla, con el cuerpo que yaca mitad dentro y mitad fuera de la zanja. Anthony murmur:
Dios mo!.
Y Hobday, normalmente impasible, contuvo el aliento. Carmichael, el rostro contrado y serio, se
puso de rodillas en el lodoso suelo. Efectu un examen superficial. Luego, se levant.
Est bien dijo. Ahora podemos moverla y entonces, ayudado por Anthony y Hobday,
levant el cuerpo y lo dej sobre la hierba mojada pero limpia y a la sombra. Le alis la harapienta
ropa que llevaba, y luego, de repente, se puso de rodillas otra vez y pregunt:
Alguien tiene una linterna?.
Hobday le entreg una. Ilumin con ella la cabeza, y con suavidad apart la masa de cabello rojo,
cubierto de barro, de las facciones que cubra.
Me preguntaba si la haba visto alguna vez dijo.
Mantuvo la luz de la linterna en el rostro, y ste les mir fijamente, cada vez ms limpio por la
lluvia que caa. Era un rostro bruto, sub-humano, y aunque estaba deformado por la muerte y el
terror, poda haber sido un poco ms atractivo en vida.
Carmichael mene la cabeza.
No dijo. Tienen razn. No es de por aqu.
Apag la linterna, pero Anthony dijo:
Un momento y se la cogi y se arrodill al lado del cuerpo; encendi la luz otra vez y mir con
atencin la garganta de la mujer, donde, debajo de la barbilla, se vea una zona oscura como un gran
moretn.
Pero al cabo de un momento, tambin l mene la cabeza.
No. Es una marca de nacimiento dijo, y Carmichael la observ y dijo:
Si. O posiblemente una vieja cicatriz.
Se pusieron en pie, y Hobday cogi la linterna y a su vez se arrodill y comenz un lento y
metdico examen.
Anthony dijo:
Se que es una pregunta tonta, pero cunto tiempo lleva muerta?.
Una pequea cascada de agua le cay del ala del sombrero cuando inclin la cabeza para abrocharse
el impermeable.
Carmichael dijo:
Oh... muy por encima, y con posibilidad de error, no ms de cinco horas ni menos de dos.
145

Anthony consult su reloj, cuyas cifras fluorescentes indicaban las once y cuarenta y cinco, e hizo
unos clculos. Pero esto no le llev a ninguna parte, y se alegr cuando, treinta minutos ms tarde,
se encontr conducido de nuevo a casa de LeFane por Carmichael. Por el camino, le dijo a ste:
Definitivamente, no es de las cosas que yo me ocupo. Los asesinatos en masa son malos
asesinatos, y los malos asesinatos, en el sentido corriente de la palabra, no tienen motivo. Esto les
convierte en materia para mtodos poltico-militares de rutina. Para los cuales yo soy absolutamente
intil, mientras que hombres como Hobday son slidos y brillantes al mismo tiempo.
Carmichael sonri.
Me alegro de que los dos estn aqu, Hobday y usted. Esta noche dormir mejor de lo que he
dormido en una semana.
Llegaron a la casa y en cuanto se encontraron en el gran vestbulo se vieron rodeados. Les sirvieron
bebidas y comida, les acosaron a preguntas. De verdad era otro asesinato como los otros?. Dnde
haba sucedido?. Era la vctima la misma clase de persona?. Crean que esta vez atraparan al
asesino?. No haba algo terriblemente equivocado en los mtodos de la polica si se permita que
siguieran sucediendo cosas as?. No sera buena idea efectuar un registro diario de los
movimientos de todos los hombres, mujeres y nios del distrito?.
El seor Shelton-Jones dijo:
Un punto interesante. Hasta dnde pueden limitarse las libertades del individuo, cuando esta
limitacin tiene como propsito proteger a la comunidad?.
La seorita Dunning dijo:
Los seres humanos son aterradores, no? y tuvo un leve estremecimiento.
El profesor Martel dijo:
Me gustara saber... sta tambin era intil y espantosa como las otras?.
La seora Carmichael dijo:
Sir Rigby ya haba pedido ayuda a Scotland Yard?. Oh, gracias a Dios!.
Todos dijeron algo. Excepto Adrin LeFane y Marya Dax. Y no estaban presentes.
Anthony, dejando a un lado la cortesa, por fin pudo subir a su habitacin. Le pareca que l
agradeca an ms que los Carmichael la llegada del inspector detective Hobday.
Se prepar para ir a la cama y despus, fumando un ltimo cigarrillo y preguntndose cmo podra
marcharse por la maana sin faltar a la educacin, se acerc a una ventana.
La lluvia ahora haba cesado, y una plida luna brillaba a travs de las nubes. A la luz acuosa vio
una figura que suba la escalera de una terraza, ms abajo, encaminndose a la casa. Era una figura
alta y fuerte, de anchos hombros e inconfundible a pesar de su informe abrigo y sombrero.
Anthony se fue a la cama, se sent en el borde y se termin el cigarrillo. Reflexion. Apag el
cigarrillo y se meti en la cama. Al fin y al cabo, si a la escultora le gustaba pasear de noche, por
qu no iba a hacerlo?.
Pero saba que al da siguiente, cuando se marchara a casa, se detendra para hablar con Hobday.
Se acost.
Eran las seis de la tarde siguiente. Estaba en casa, en Londres, desde la una. Se hallaba sentado en la
biblioteca, en Stukely Gardens, con su esposa e hijo.
Una violenta tormenta haba sustituido al diluvio del da anterior. Haba bramado intermitentemente
146

sobre Londres y todo el sur de Inglaterra desde primera hora de la maana, y la fuerte lluvia segua
azotando las ventanas, mientras el trueno retumbaba y grandes relmpagos desgarraban la
semioscuridad.
El jovencito Alan Gethryn dio su aprobacin a ese tiempo.
Hace que uno est confortable aqu dentro dijo, levantando la vista del rompecabezas que
estaba desparramado en el suelo.
Anthony dijo:
Se exactamente lo que quieres decir y mir a su esposa, que estaba sentada en el brazo del
silln.
El jovencito Alan Gethryn estaba absorto en el rompecabezas, una intrincada escena boscosa de la
que slo tena hecha una esquina. Suspir y se rasc la cabeza, y luego, de pronto, se ech a rer.
Es como lo que dice siempre el seor Haslam dijo.
Y Lucia mir a Anthony y le explic sotto voce:
Maestro de la nueva escuela y luego dijo a su hijo: A qu te refieres, joven?.
l la mir, sin dejar de sonrer.
Siempre dice: A ustedes, jvenes, los rboles no les dejan ver el bosque. Ahog la risa. Es
como este rompecabezas...
Sin saber el efecto que sus palabras haban producido en su padre, volvi a su tarea.
Pero Lucia, al ver el rostro de su esposo, se preocup. Tuvo que esperar hasta que su hijo se haba
ido a cenar, pero en cuanto la puerta se cerr tras l, se puso de pie y mir a Anthony,
preguntndole:
Qu sucede, cario?. Tienes esa expresin. Qu ha dicho Alan?.
Anthony levant un largo brazo e hizo sentar a su esposa sobre sus rodillas.
Me ha dado una idea; sin querer, claro. La bes. Una maldita e incmoda idea. Me gustara
olvidarlo.
Lucia dijo:
Sabes que no lo hars. Asique ser mejor que me lo cuentes.
Anthony dijo:
Supongamos que quisiera matar a alguien, digamos a tu to Perceval. Y supongamos que su
fallecimiento me beneficiara hasta tal extremo que tuviera miedo de que un asesinato me sealara
inevitablemente. Y supongamos que yo fuera el ms peligroso de los locos, el megalomanaco
secreto, y completamente despiadado. Asique supongamos que comienzo una ola de asesinatos de
hombres de edad madura a los que no conoca en absoluto, y despus mato a to Perceval
exactamente de la misma manera, y luego mato a otros tres hombres de la misma edad y categora
social. La polica buscara a un loco extraordinariamente peculiar. Ni se les ocurrira buscarme a
m!.
Qu ideas tan repugnantes tienes! Lucia volvi la cabeza para mirarle a la cara. Oh,
Anthony, slo es una idea?. O crees que eso es lo que ocurre en Downshire?.
Oh, slo es una idea dijo Anthony despacio. No encaja...
Ella le dio un beso en la frente y se levant. Dijo:
147

Te traer algo de beber. Y despus, amigo mo, te vas a cambiar. Tenemos que estar en casa de los
Dufresnes a las ocho. Corbata blanca.
Se encamin hacia el otro lado de la habitacin, y de pronto se detuvo. Dijo:
Qu demonios ha dicho Alan que te ha inspirado esa idea tan terrible?.
Anthony la mir.
Mi querida muchacha dijo. Los rboles no te dejan ver el bosque...
Lucia se estremeci, sali de la habitacin, regres con la bebida para Anthony y pronto le hizo
subir al piso de arriba.
Cuarenta y cinco minutos ms tarde ella entr en el vestidor de Anthony. l estaba ponindose la
corbata, y la vio en el espejo y dijo:
Sabes una cosa?. Los americanos realmente desarrollan las posibilidades de nuestro lenguaje:
Nena, tienes un aspecto de un milln de dlares!.
Ella dijo:
Te quiero. Pero vamos a llegar tarde y entonces no te querr.
l dio los ltimos toques a la pajarita.
Dame la chaqueta, bella dama dijo, y empez a distribuir llaves, dinero y pitillera en los
bolsillos.
Lucia fue al gran armario ropero. A su lado se encontraba el bal de Anthony, y sobre una silla
cercana, colocada con pulcritud, la ropa con la que haba viajado. Algo en ella llam la atencin de
Lucia, y sta se detuvo y la mir. Dijo:
Qu le ha pasado a este esmoquin?.
La lluvia de anoche dijo Anthony. White se ocupar de ello.
Ella sonri. Cogi con cuidado algo del hombro de la chaqueta negra. Dijo:
Debera haberse ocupado de esto antes de que yo lo viera, no?.
Se acerc a l, con las manos frente a ella, una encima de la otra y bien separadas.
Magnfico! dijo Anthony. Impresionante!. Pero de qu se trata?.
Lucia se aproxim ms. Movi las manos y se vio un reflejo de luz entre ellas.
l vio un largo cabello dorado rojizo.
Dijo:
No soy culpable, seora y volvi a mirar el cabello.
Dijo:
Nadie en casa de LeFane tena el pelo de ese color. O...
Dijo:
Dios mo!.
Cruz la habitacin de un salto y agarr el telfono.
Y dos minutos ms tarde era informado de que, debido a la tormenta, todas las lneas con
Downshire estaban averiadas...
148

Empez a desvestirse.
Dijo:
Que traigan el coche. Rpido!.
La pequea seora Carmichael estaba tumbada en el bastante incmodo sof de la sala de estar de la
bastante incmoda casa del doctor Carmichael. Finga leer, pero en realidad escuchaba la tormenta.
Deseaba que Jim no hubiera tenido que salir a efectuar una visita, especialmente en una noche como
aquella. Pens en Jim y en lo maravilloso que era. Aunque ya llevaban dos aos casados, era ms
feliz ahora que en su luna de miel. Era feliz y estaba orgullosa. Orgullosa de Jim, y tambin
orgullosa de si misma; orgullosa de que no le importaran los sofs incmodos y las tazas
descantilladas y la estufa de gas en el dormitorio. Orgullosa de su habilidad habilidad realmente
inspirada por el cielo para darse cuenta desde el principio, incluso antes de que se casaran, de que
un hombre del calibre de Jim jams podra soportar vivir del dinero de su mujer...
Ahora la tormenta estaba lejos. La pequea seora Carmichael se qued dormida...
La despert el ruido de una llave en la puerta principal; la llave de Jim. Oy que Jim entraba en el
vestbulo y se levant de un salto y fue a la puerta a recibirle; y entonces le sorprendi su aspecto
cuando abri la puerta en el momento en que ella llegaba all. Todava tena el sombrero puesto, y
su impermeable. Ambos estaban oscuros y goteaban. l frunca el ceo, y tena el rostro muy
plido; en sus ojos haba una expresin que ella jams le haba visto.
Dijo:
Jim!. Qu sucede, cario?. Qu ha ocurrido?.
Un accidente dijo. He atropellado a alguien...
Se pas el dorso de la mano por la frente, empujando el sombrero hacia atrs, y ella observ la
pequea lnea roja que el borde le haba dejado en la piel. l dijo:
Ven a ayudarme, por favor. Ponte un abrigo y corre al coche. l est en el asiento trasero. Se
alej por el vestbulo para dirigirse hacia la puerta del consultorio. Estar contigo enseguida
dijo.
Ella corri al armario y sac un impermeable. Abri la puerta de la calle y se alej a toda prisa por
el sendero, resbalando en los irregulares ladrillos.
La verja estaba abierta y a travs de la lluvia vio la forma oscura del coche de Jim. Se acerc a l y
abri la puerta, y la pequea luz del techo se encendi.
En el asiento trasero no haba nada.
Perpleja, se volvi... y all estaba Jim, cerca de ella.
Ella iba a decir algo, y entonces vio la cara de Jim...
Era la cara de Jim, pero casi no la reconoci. Y tena algo brillante en la mano, algo brillante y
afilado y aterrador.
Ella grit... y de repente todo pas muy de prisa frente a sus ojos, como sola suceder en las
pelculas cuando ella era una nia, y se oyeron voces de hombres gritando, y algo pesado como una
piedra vol por el aire y golpe a Jim en la cabeza; l se desplom al suelo y el objeto de acero
brillante se le cay de la mano, y dos hombres corrieron hasta ella y uno de ellos era el coronel
Gethryn y el otro se arrodill junto a Jim, y el coronel Gethryn la rode con sus brazos cuando ella
se tambale, y el mundo mojado y negro empez a girar vertiginosamente cada vez ms de prisa...
Pero no hay nada complejo en ello dijo Anthony. Comenz cuando mi hijo me dio la idea de
que los rboles no dejan ver el bosque. Entonces Lucia encontr ese magnfico cabello rojizo en
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mi esmoquin. Y eso es todo...


Los otros dijeron muchas cosas, juntos y por separado.
l esper a que terminaran, y despus mene la cabeza con tristeza. Dijo:
Mis queridos amigos, ese cabello fue equivalente a una confesin del doctor James Carmichael,
debidamente firmada, atestiguada y registrada en Somerset House. Podra ser que jams me hubiera
dado cuenta, por supuesto, si Alan no me hubiera dado la idea de los rboles que no dejan ver el
bosque. Pero cuando desarroll la idea de ocultar un asesinato con otros muchos, bueno, result
evidente. Carmichael, cuya esposa era rica y fea y excesivamente amorosa, encajaba con todo. l
era mdico. Poda salir de casa. l...
Pero por qu ese cabello le sealaba necesariamente a l?.
Porque tena que proceder del tercer cuerpo. Porque nadie en casa de LeFane tena el cabello ni
remotamente rojo. Por supuesto, estaba lleno de barro y no tena color cuando lleg a mi chaqueta,
pero cuando se sec...
Un momento!. Un momento!. Todava no veo cmo sealaba al doctor!.
Me sorprende usted! Anthony mir a quien dijo esto con autntico asombro. Al fin y al
cabo, usted se encontraba en casa de LeFane. Oy a Carmichael discutir con aquel horrible intelecto
con gafas de concha del Ministerio de Asuntos Exteriores. No recuerda que habl de pelo castao
rojizo en una cabeza troglodtica?.
Si, si... Pero...
No se da cuenta de que habl demasiado pronto?. Dijo que casi dos horas antes haban
encontrado al tercer asesinado. Y el tercer asesinado era una pelirroja con cara de bruta!.

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CYRIL HARE (1900-1958)

LA MUERTE DE AMY ROBSART


Cyril Hare (Aljred Alexander Gordon Clark) fue uno de los muchos juristas ingleses que
escribieron relatos de misterio. Henry Cecil, Michael Gilbert y John Mortimer, el creador de
Rumpole of the Bailey, son otros que acuden enseguida a la mente. Igual que otros escritores que
aparecen en esta coleccin, Hare saba escribir relatos de misterio en casas de campo inglesas al
gran estilo, y lo hizo en An English Murder (1950).
Esta narracin de finales del ciclo no es muy distinta, pero el lector se sorprender porque los
personajes de la casa de campo han cambiado: ahora incluyen extranjeros, estrellas de cine y
empresarios. Estn cambiando los habitantes originales del familiar argumento?. No es
necesario, pues la historia es vieja y conocida: asesinato de lo ms horrible en un escenario de lo
ms hermoso.

Gus Constantinovitch era ingls. Su pasaporte lo deca cuando sala al extranjero. Su nombre, en
realidad, sugera Rusia o Grecia, su tez el levante, y su nariz proclamaba Judea. En cuanto a su
figura, era cosmopolita como las comidas de restaurante que eran responsables de ella. Pero
cualquiera que le viera de pie junto a la puerta de la sala de msica de su casa de Ascot, haciendo
rodar un cigarro de una esquina de la boca a la otra, o le oyera los escuetos monoslabos con los que
despeda a sus invitados, habra tenido motivo para pensar que era americano. De esto era
responsable su profesin. Como Presidente y Director General de Cyclops Films Ltd., la
organizacin que (segn sus propias palabras) iba a vencer a Hollywood en su propio juego, haba
adoptado, de un modo natural, las insignias de su tribu.
El grupo reunido en honor de la exhibicin comercial de Amy Robsart, la pelcula magnfica iba
desapareciendo poco a poco. Gus, desde su puesto junto a la puerta, miraba a los pocos invitados
que quedaban con ojos apagados. Era imposible deducir por su expresin si la fiesta o la pelcula
haban sido de su agrado. La larga habitacin estaba casi vaca, sus ventanas, abiertas a la
bochornosa noche de julio. En el tocadiscos sonaba un vals de Strauss, pero slo una pareja segua
girando en medio del pulido suelo, un hombre joven y delgado en traje de etiqueta y una muchacha
rubia y plida con ojos cansados que llevaba el pesado vestido Tudor de Amy Robsart. En un
rincn, una mujer joven, alta y delgada, con cara de depredador, estaba sentada hablando con un
gigantesco hombre soberbiamente guapo.
Es una cosita muy bonita, verdad? dijo ella sealando a la que bailaba.
A quin se refiere... a Camilla? pregunt l. Si, lady Portia, es adorable.
Lady Portia Fanning abri la boca con una sonrisa feroz.
Si, seor Brancaster, he observado durante la velada que eso era lo que usted pensaba. Qu
opina su esposa de ello?.
Teddy Brancaster mir hacia el otro lado de la habitacin, hacia el bar, donde se hallaban su esposa
y uno o dos hombres.
Podemos dejar a Genevive al margen dijo l, enrojeciendo.
Por supuesto. Adems, ella es francesa, y las francesas se miran las cosas de manera diferente a
los americanos, no?. De otro modo, creo que buscara consuelo en ese joven que ahora est con
151

ella. Cmo se llama...?. Bartram, no?.


No pasa nada con Dick Bartram.
Estoy segura de ello. Pero hablbamos de Camilla Freyne... Ha visto su pelcula?.
No. Esta maana he tenido que trabajar, y esta tarde he estado practicando zambullidas en la
piscina de aqu.
Gus tiene piscina?.
Claro. En el jardn. Y adems muy bonita.
Qu bien!. Demasiado como Hollywood!. Pero un campen como usted necesita practicar?.
Cada da, lady Portia, sino, perder mi buena forma.
Qu maravilla!. Bueno, no se ha perdido gran cosa, me refiero a la pelcula. Su Camilla puede
ser todo lo que quiera, pero como actriz, es la peor del mundo.
Tal vez.
Lady Portia consult su reloj.
Tengo que irme. Puedo llevarle a casa, seor Brancaster?.
No, gracias. Me alojo aqu.
Claro, lo olvidaba. Quiz nos veremos en Londres algn da, si la seora Brancaster lo permite.
Se dirigi hacia su anfitrin.
Buenas noches, seor Constantinovitch. Ha sido una fiesta deliciosa, y estoy segura de que la
pelcula ser un gran xito.
Buenas noches, lady Portia. Me alegro de haberla tenido en mi casa.
El vals termin. La pareja de Camilla se inclin para dar las gracias y se march. En cuanto se hubo
ido, Camilla cruz la habitacin, con un revuelo de faldas largas, hacia donde se encontraba Teddy
Brancaster.
Ahora voy a bailar contigo, Teddy dijo. Pon otro disco, slo para ti y para mi... por favor.
Le mir a la cara como una nia pequea ante el escaparate de una tienda de caramelos.
Como por arte de magia, Genevive, que haba permanecido entre el grupo del bar, satisfecha,
durante el baile, apareci al lado de su esposo.
No debera bailar ms, Teddy declar. Mira lo cansada que est!.
Es cierto coincidi Teddy. Es hora de que las nias pequeas se vayan a la cama, Camilla.
Su voz, cuando se volvi a ella, adquiri un tono afectuoso y tierno.
Oh, para qu sirve ir a la cama si no puedes dormir? protest Camilla. Hace siglos que no
duermo bien. Se pas el dorso de la mano por los ojos con un gesto simple como el de una nia-.
Desde que empec a trabajar en la pelcula.
Gus Constantinovitch se haba unido al grupo.
Y ahora la pelcula se ha terminado dijo. Esta noche dormirs bien, Camilla. Por eso ests en
mi casa, para dormir bien,
Pero yo quiero bailar, Gus. Slo otro baile con Teddy.
Teddy mene la cabeza.
152

Es demasiado tarde para bailar dijo. Me parece que me dar un bao en la piscina antes de
acostarme.
Yo tambin intervino Genevive. Nadar contigo, Teddy.
Seguro que lo hars dijo Teddy sardnicamente. Me seguirs a todas partes, verdad,
Genevive?. Bueno, vamos a ponernos el traje de bao.
Yo tambin voy dijo Camilla. Baarse a la luz de la luna... qu bonito!.
T te vas a la cama dijo Teddy con firmeza. Adems, esta noche no hay luna, ni estrellas.
Est negro como boca de lobo.
Ah, mejor an!. Zambullirse en la oscuridad, cuando no puedes ver nada... Eso es lo que le
ocurra a Amy Robsart, no?. Caer en la oscuridad, y todo terminaba... Arrastr la voz de un
modo incierto.
Camilla! Gus habl con aspereza. Seora Brancaster, llvela a su habitacin. Sabe cul es,
verdad?. La contigua a la suya. Y ocpese de que no vuelva a bajar.
Genevive la cogi del brazo. Por un momento, pareci que la joven iba a resistirse, pero la mujer
francesa tena garra de acero, y se dej llevar mansamente.
Buena chica dijo Gus en tono paternal. Ahora vete a la cama, y to Gus subir y te arropar.
Formaban una extraa pareja cuando se dirigieron juntas hacia la puerta: la frgil muchacha,
lnguida bajo la suntuosidad Tudor, y la mujer activa y musculosa que iba a su lado. Teddy
Brancaster pareci percatarse del contraste y se qued mirndolas.
Ir a cambiarme dijo bruscamente.
Entre el grupo del bar, Dick Bartram tambin las observaba.
Es muy guapa dijo alguien.
Lstima que no sepa actuar.
Actuar?. Estoy seguro de que podra hacerlo si lo intentara.
Eso me gusta!. No lo ha estado probando bastante durante estos ltimos seis meses?.
Dick enrojeci.
Ah, se refiere a Camilla!. Crea que hablaba de...
Hubo un coro de carcajadas, que le hizo enrojecer an ms.
Pobrecito! exclam el hombre que haba hablado primero. No malgaste su joven amor ah.
Genevive es mujer de un solo hombre. No lo ha notado?.
Lstima que su esposo no sea hombre de una sola mujer dijo otro.
Oh, yo no me preocupara. La rubia Genevive sabe protegerse. Una navaja en la liga para las
rivales... es de ese tipo.
Sin decir una palabra, Dick les dej y sali de la habitacin.
Ah va el mejor operador de cmara de Inglaterra fue el comentario desde el bar. Bueno, si
Gus sigue rodando basura como esta ltima obra, pronto estar sin trabajo.
Crees que Amrica la ver?.
No lo creo. Esta maana he visto a Souderberg, despus de la pelcula, y me ha dicho...
153

Esta noche Gus estaba un poco plido, me ha parecido.


Eso no demuestra nada. Le ocurre siempre. Es su sangre britnica que le hierve en las venas.
He odo que ha habido problemas en el estudio. Ha ido un hombre de Scotland Yard.
Ah, no ha sido nada. Un cajero brillante que ha hecho un desfalco.
Adonde ha ido Gus?. Hace un momento estaba aqu.
A contar sus prdidas, supongo. Bueno, aqu est la suerte.
Teddy Brancaster entr a grandes pasos, su magnfico cuerpo bronceado vestido slo con pantaln
de bao, con una toalla sobre el brazo.
Ha bajado ya Genevive? pregunt.
Mi querido Apolo, alguna vez una mujer ha estado a punto cuando la esperabas?. Claro que no.
Teddy sali al vestbulo y llam por la escalera:
Eh, Genevive. Bajas?.
Genevive apareci en el rellano.
Ya vengo, Teddy! grit.
Se abri una puerta justo detrs de ella, y apareci el plido rostro de Camilla.
Por favor, puedo ir yo tambin?. Por favor, Teddy, slo esta vez.
Teddy sonri y mene la cabeza.
T no vendrs! dijo Genevive con decisin, y le cerr la puerta.
Yo ya salgo dijo Teddy. Nos encontraremos en la piscina. Hasta ahora!.
Desde un rincn del vestbulo, sentado en una silla y muerto de envidia, Dick Bartram, le vio
marchar. Despus, se acerc al pie de la escalera.
Genevive! llam con suavidad.
Unos veinte minutos ms tarde, los ltimos invitados decidieron, de mala gana, que era hora de
marcharse. Haban condenado la pelcula Amy Robsart en general y la actuacin de Camilla en
particular, hasta el ltimo detalle. Haban discutido alegremente la posibilidad de un fracaso similar
con la pelcula que Teddy Brancaster estaba rodando, y casi haban agotado el abundante suministro
de bebidas de su anfitrin. Entonces Gus volvi a entrar en la habitacin.
Gus, amigo, es hora de que me vaya. Ha sido una gran fiesta.
Me alegro de que te hayas divertido, Tom.
Buenas noches, Gus. Esta chiquilla Freyne es un verdadero hallazgo. Puedes tener mucho xito
con Amy Robsart. Todos los chicos piensan lo mismo.
Eso espero, Mike, eso espero.
Buenas noches, amigo. Hemos abusado de tu hospitalidad, me temo.
En absoluto, Jimmy. Siempre me alegra verte.
Buenas noches ... Buenas noches ...
Eh, amigos!. Alguien ha visto a mi esposa?.
154

Teddy Brancaster entr por la puerta vidriera, la piel reluciente con gotas de agua; sus pies
desnudos dejaron seales hmedas en el suelo de parquet.
Vaya!. Apolo ha regresado!. Ha faltado a su cita contigo, Teddy?.
No. Llevo un cuarto de hora nadando y ella no ha venido.
Qu pena, Teddy. Es una experiencia nueva para ti, que te den calabazas. Siento no poder
quedarme para ver el final del drama, pero ya nos bamos. Buenas noches.
Teddy sonri alegremente.
Buenas noches, amigos. Supongo que tendr que ir a a buscarla.
Espero que no haya derramamiento de sangre cuando la encuentres.
Los invitados se marcharon ruidosamente. Teddy les sigui hasta el vestbulo y fue al piso de arriba.
Unos momentos despus volvi a bajar. Gus se hallaba de pie en el vestbulo y Teddy le mir con
ojos preocupados.
Gus, no est en su habitacin. Qu crees que le ha pasado?.
Yo no me preocupara, Teddy. Quiz se ha quedado en la habitacin de Camilla para ayudarle a
conciliar el sueo. Ir a verlo, si quieres.
Pero ha dicho que bajaba a nadar objet Teddy.
Ir a ver de todos modos dijo Gus, y subi la escalera.
Teddy se qued indeciso un momento.
Me buscabas, Teddy? dijo una voz detrs de l.
Se gir en redondo como si le hubieran disparado. Genevive y Dick Bartram acababan de salir de
una pequea sala de estar que se encontraba al otro lado del vestbulo.
Lamento no haber bajado contigo, Teddy comenz a decir, pero l le interrumpi. Se haba
quedado plido, echando fuego por los ojos.
T...!. T...! exclam. Pareca incapaz de decir nada ms.
Pero qu ocurre, Teddy?.
Qu ocurre?. No ibas a nadar conmigo?. Dnde has estado?. Qu has estado haciendo?. Y
quin...?. Oh, Dios mo!.
Pero Genevive si poda hablar.
Ah, de manera que es eso, no? exclam. El gran Teddy por una vez siente celos, no es
as?. Y todo porque yo no he acudido a l en el momento en que l lo quera, eh?. Tan a menudo
me quieres, entonces?. Me he quejado yo alguna vez de tu Rosa, tu Kitty, y ahora tu Camilla?.
Ahora sabes lo que es sentir lo que yo he sentido. Eso est bien!.
Pequea zorra!.
Cuidado, Brancaster! exclam Bartram. No hable a su esposa de ese modo. Y si sugiere que
ella y yo...
Cllate, Dick. Esto es asunto mo.
Controlad la lengua, los dos.
Una voz fresca intervino por encima del ruido de la discusin. La voz de Gus, urgente y alarmada.
155

Dejad de hacer tanto ruido, por el amor de Dios!. Aqu pasa algo!.
Los tres se quedaron callados de pronto.
Camilla no est en su habitacin dijo Gus. Y la ventana... est abierta de par en par.
Pas un tiempo considerable hasta que alguien volvi a hablar. Gus baj despacio la escalera. Su
rostro cetrino era inexpresivo como siempre, pero retorca los dedos sin cesar al agarrarse a la
barandilla y sus pies tropezaban a cada paso. Cuando lleg abajo, fue como si se hubiera roto un
hechizo y todos comenzaron a hablar al mismo tiempo.
Camilla! gru Teddy. No, no es posible!.
-Ah, la pauvre filie! exclam Genevive. Elle est somnambule sans dou-te. C'est ,a que j'ai
toujours cru!.
Dick dijo simplemente:
Has mirado en su cuarto de bao, Gus?.
He mirado respondi Gus. Est vaco. Su ropa est en la habitacin, y no se ha metido en la
cama.
De nuevo se hizo el silencio en el pequeo grupo, un silencio opresivo en el que cada uno miraba a
los otros con creciente perplejidad y temor.
Pero a qu esperamos? dijo de repente Genevive. Debemos registrar... la casa, el jardn,
todo.
El jardn! dijo Dick. Tienes alguna linterna, Gus?. Vamos, rpido, por el amor de Dios!.
Pero fue Teddy quien gui al precipitado grupo a travs de la puerta del jardn que haba detrs de la
escalera y que daba a la parte posterior de la casa.
Para los ojos acostumbrados al brillantemente iluminado vestbulo, el jardn se hallaba en absoluta
oscuridad, y el grupo se detuvo un momento, inseguro, en el umbral. Desde la puerta abierta un
ancho rayo de luz iluminaba una parte de la terraza que discurra a lo largo de toda la casa, y un
poco del csped que se extenda ms all. Sus sombras vacilaron sobre el fondo de piedra blanca y
vivo color verde.
A la derecha dijo Dick. All es donde se encuentra su ventana, no?. Rpido, la linterna,
Gus!.
Pero antes de que pudieran encontrar la linterna, y mientras los ojos de todos an se esforzaban por
acostumbrarse a la oscuridad, Teddy vio algo blanco que se destacaba en la oscuridad reinante.
All!. All! grit, y corri en aquella direccin.
Los otros oyeron el ruido de sus pies desnudos cuando se diriga hacia all, y oyeron que contena el
aliento cuando lleg. Entonces, los dedos de Gus encontraron el interruptor de la linterna elctrica y
toda la escena apareci a sus ojos.
Teddy estaba arrodillado junto al cuerpo de Camilla Freyne, un lastimoso montn desplomado sobre
la amplia terraza de piedra. Sus brazos y piernas desnudos relucan blancos como el alabastro en
contraste con el baador azul oscuro que era lo nico que la cubra. Su rostro estaba tan
horriblemente mutilado que apenas se la reconoca. De una herida en la cabeza brotaba la sangre
que haba empapado la toalla sobre la que yaca, manchando la piedra de rojo.
Teddy lloraba sin pudor.
Camilla!. Camilla, cario! solloz. Por qu lo has hecho?. Yo te amaba!. Yo te amaba!.
Habra dado mi vida por ti, Camilla!.
156

Teddy! La voz de Genevive son estridente. Teddy, ponte de pie!. No puedes hacer nada.
Teddy se levant. Su rostro contrado por el dolor desapareci del crculo de luz. En la oscuridad, su
voz son hueca.
Claro, no podemos hacer nada... nada!. Amy Robsart ha cado en la oscuridad, eso es todo; y
ahora supongo que ests contenta.
Cmo te atreves! exclam Dick.
Callaos todos! orden Gus. No tenis respeto?. Dick, por favor, ve a telefonear a un
mdico y a la polica.
Un mdico y un polica! repiti Teddy con amargura, Sern muy tiles!. Me devolvern a
mi Camilla?. Pregntales eso!. Pregntales... prorrumpi en sollozos.
Teddy dijo Gus con aire autoritario, entra en casa. En mi estudio hay coac. Bebe un poco.
Y no vuelvas a salir. Genevive, t qudate aqu conmigo hasta que venga alguna ayuda. No es
bueno que los muertos estn solos.
Era una maana hermosa y brillante. El sol, resplandeciente en un cielo sin nubes, penetraba en la
habitacin donde Gus permaneca en la cama, despierto. Se levant y se acerc a la ventana. La
habitacin ocupaba una ala construida en un extremo de la casa, y desde donde se encontraba poda
ver toda la terraza. Era una escena plcida, risuea, sin nada a primera vista que le recordase los
sucesos de la noche anterior. Slo en un punto de la terraza, una nica losa estaba cubierta con una
arpillera. Gus apart los ojos rpidamente. El pobre cuerpo roto de Camilla haba sido retirado
durante la noche bajo las rdenes de un mdico que haba diagnosticado en un murmullo mltiples
heridas en la cabeza y conmocin, y un sargento de la polica que era un milagro de simpata y
calma. En la casa donde haba sido la invitada de honor unas horas antes no quedaba nada de ella
excepto una fea mancha roja, protegida de la intemperie por un viejo saco.
Mientras Gus miraba por la ventana, dos hombres se acercaron por el otro extremo de la casa. Uno
de ellos era el amable sargento de la noche anterior. El otro era un hombre alto y de anchos
hombros, con pantalones grises y un gran bigote militar. Cuando doblaron la esquina parecan estar
absortos en la conversacin.
... bicon dans! deca el de los pantalones grises. Todo est muy bien, Parkinson, pero
cuando vengo al campo, no espero que me den bicon dans.
Lo s, seor dijo el sargento con simpata, pero actualmente es as en todas partes. Cuando
yo era nio... ya hemos llegado, seor.
Haban llegado a la arpillera. El sargento la apart y juntos miraron lo que haba debajo. Luego,
volvieron a colocar la arpillera donde estaba.
Ya ve dnde est, seor dijo. Si alguien cayera o se arrojara desde aquella ventana, aqu es
donde tendra que caer.
Eso veo respondi el otro. Pero hablando estrictamente, no se puede caer de la ventana.
Habra que subirse a la balaustrada.
Exactamente. Pero eso es fcil.
Sin duda.
Supongo que ha visto el cuerpo, seor.
Si, me he detenido en el depsito cuando vena hacia aqu.
Bueno, seor, a mi me parece un caso muy sencillo. Esta joven, segn todas las declaraciones, se
encontraba en un terrible estado de nervios. Les ocurre a menudo, a estas actrices. Se le meti en la
157

cabeza que quera baarse, anoche, zambullirse en la oscuridad. Le dicen que no, y se va a la cama.
Despus se levanta, camina dormida, se pone el traje de bao y se arroja por la ventana.
Sin duda parece sencillo.
Si, seor, es natural. Y le dir otra cosa. Esta chica ha estado actuando en un papel llamado Amy
Robsart. Amy Robsart, por lo que deduzco, muere de una manera similar, slo que no era una
ventana de donde caa...
Lo s. He ledo el libro.
No es un libro, es una pelcula. Pero me atrevera a decir que es lo mismo. Lo que quiero decir es
que, como no estaba muy bien de los nervios, es muy probable que ya no supiera si era ella o si era
Amy Robsart, y obr segn sta, me sigue?.
Amy Robsart no iba en traje de bao, no es as?.
Es cierto, seor. Pero imagino que la muchacha se haca un lo y lo olvid.
Es muy probable.
Se abri una puerta de la casa, y Teddy Brancaster, vestido o ms bien, desvestido para nadar,
sali a la terraza. Se detuvo cuando vio a los dos hombres.
Buenos das dijo el sargento Parkinson. Se levanta temprano.
Siempre me levanto para tomar un bao antes de desayunar, cuando su clima ingls lo permite
dijo Teddy. Mir con dureza al hombre de los pantalones grises. No le he visto en algn sitio?
pregunt.
Es el inspector Mallett de Scotland Yard explic el sargento. Ha realizado una investigacin
en los estudios Cyclops, y ha tenido la bondad de venir esta maana para ayudarnos.
Encantado de conocerle dijo Teddy. Bueno, si me excusan, caballeros, me voy.
Quiz despus pueda dedicarme unos momentos, cuando haya desayunado dijo Mallett.
Desde luego.
El gigantesco hombre se alej por el csped. Cogi un sendero de piedras que discurra en direccin
a unos pequeos arbustos y, siguindolo, desapareci de la vista. Un momento ms tarde, los
detectives oyeron el ruido de alguien que saltaba del trampoln al agua.
Qu buena figura tiene ese hombre fue el comentario de Parkinson. Es fcil ver que se
mantiene en buena forma. A su lado nos vemos fofos, verdad, seor?.
De todos modos, yo no tengo ojeras negras a esta hora del da dijo Mallett en tono apenado.
Bueno, seor, hemos de ser indulgentes. No creo que esta noche haya dormido mucho. Se
encontraba en un estado terrible cuando yo llegu, llorando y gimiendo.
De veras?. Vamos dentro?.
Entraron en la casa. Una asustada doncella desapareci rpido al verles.
Eso me recuerda una cosa dijo Mallett. Qu me dice de los criados?. Oyeron algo,
anoche?.
Todos se haban acostado explic Parkinson. Duermen en una ala del otro lado de la casa.
Los invitados a la fiesta se ocupaban de todo ellos mismos. Era lo que llaman una fiesta bohemia,
segn me han dicho; significa que se puede beber todo lo que se quiera sin criados que murmuren.
Entiendo. Ahora, por dnde vamos?.
158

El sargento le llev arriba. Se detuvo ante una puerta del rellano del primer piso y la abri con una
llave que se sac del bolsillo.
sta es su habitacin dijo. No se ha tocado nada.
Era una habitacin de tamao medio, iluminada por una gran ventana de guillotina que daba al
jardn. La cama estaba hecha, pero no haba dormido nadie en ella. Sobre la cama y en el silln de
los pies estaba repartida la ropa que Camilla llevaba la noche anterior: el bordado vestido isabelino
y el corpino almidonado que contrastaban con la fina ropa interior de seda del siglo veinte. El
armario ropero estaba abierto. Sobre el tocador se hallaban desparramados un collar de perlas y
varios anillos. Un frasco de polvos abierto impregnaba la habitacin de un dbil aroma. A la
derecha, una puerta abierta daba al cuarto de bao. Aqu, en contraste con el desorden del
dormitorio, todo estaba pulcramente arreglado. Las toallas estaban dobladas; las esponjas, duras y
secas, colocadas en orden; y la alfombrilla del bao, bien centrada, no mostraba seales de haber
sido utilizada desde que la criada la haba puesto en el suelo. La pequea ventana estaba cerrada.
Mallett se fij en todo con unas cuantas miradas rpidas. Luego, volvi al dormitorio y se acerc a
la ventana. Estaba abierta en la parte inferior y se asom unos momentos. Fuera de la ventana haba
una balaustrada, de unos sesenta centmetros de altura, que discurra a lo largo de toda la casa. Entre
sta y la ventana haba un pequeo espacio, suficiente para caber un hombre.
Terminado su examen, Mallett retir la cabeza.
Se ha asomado ah? pregunt a Parkinson.
No, seor. Era oscuro cuando estuve aqu anoche. Eche un vistazo ahora.
El sargento lo hizo.
Y bien? pregunt Mallett. Observa algo?.
Si, seor.
-Si?.
El lugar donde fue encontrado el cuerpo no es bajo esta ventana, seor. Est ms a la derecha.
Qu le sugiere eso?.
Parece como si la joven hubiera caminado por la balaustrada hacia all hasta que cay.
Por qu iba a hacerlo?.
No es lo que hara una persona sonmbula, seor?. Caminar por un lugar peligroso hasta perder
pie?. Estoy seguro de haber odo contar este tipo de cosas ms de una vez.
Sonmbula... Mmmm... Y dnde dorma, sargento?.
Parkinson mir la cama, y enrojeci un poco.
Probablemente se qued dormida en la silla sugiri.
Encima de la ropa?. Bueno, siempre es posible, aunque supongo que estara ms arrugada. Pero
hay algo que usted no ha tenido en cuenta.
De veras, seor?.
Si camin dormida, como sugiere usted, por qu llevaba la cabeza envuelta en una toalla cuando
la encontraron?.
Dios mo, seor!. Cmo no he pensado en eso enseguida?. Claro, eso lo explica. No fue
sonambulismo, sino simple suicidio!.
159

No le sigo.
No ve, seor la psicologa del asunto?.
La qu?.
La psicologa, seor.
Ah... No, no estoy seguro de verla.
Para mi es bastante evidente. Mire, seor. La joven quiere matarse. Se decide a arrojarse por la
ventana. Luego, cuando llega el momento, descubre que no tiene valor para hacerlo. Qu hace
entonces?. Se tapa los ojos con la toalla para no ver lo que se le avecina, me sigue, seor?.
Le sigo, sargento, le sigo.
Y camina por el borde hasta que cae, pillndose a si misma por sorpresa, por decirlo de alguna
manera. Tengo razn?.
Puede que la tenga, sargento. Por cierto, bajo qu ventana la encontraron?.
La del dormitorio del seor y la seora Brancaster, seor. Es la de al lado; entre las dos slo hay
el cuarto de bao.
Entiendo. Bien, me parece que no podemos hacer nada ms aqu arriba. Ser mejor que bajemos
y veamos lo que los de la casa pueden decirnos.
En el comedor, los detectives encontraron a Teddy Brancaster terminando de desayunar. Se haba
puesto un traje de franela gris que favoreca sus magnficas proporciones.
Veo que est usted solo dijo Mallett.
Ya lo ve asinti gravemente el americano.
La seora Brancaster desayuna en la cama?.
Supongo. Esta maana no la he visto.
Y cmo es eso?.
Bien, por si le interesa, anoche dorm en mi vestidor... si es que se le puede llamar dormir
aadi con amargura.
Cundo estuvo por ltima vez en el dormitorio de ella?.
Teddy pareci sorprendido por la pregunta, y reflexion un poco antes de responder.
Supongo que debi de ser anoche, antes de cenar dijo despacio.
Pero no subi a buscarla cuando entr despus de darse un bao?.
Claro. Lo haba olvidado. Ella no estaba.
Puede decirme prosigui el inspector si la ventana estaba abierta o cerrada cuando usted
entr?.
Cerrada.
Est seguro?.
Seguro.
Sabe que fue debajo de esa ventana donde fue encontrado el cuerpo de la seorita Freyne?.
De veras? dijo Teddy despacio. No, no lo saba.
160

Se me ha ocurrido que quiz cay de esa ventana, pero si usted est seguro de recordar que la
ventana estaba cerrada, no parece posible, verdad?.
En efecto, no lo parece.
Y sigue diciendo que la ventana estaba cerrada?.
Insisto, seor.
Cuando subi a cambiarse anoche, no oy nada sospechoso?.
Anoche no sub a cambiarme. Gus me deja utilizar ese guardarropa para cambiarme. Es ms
prctico para la piscina, ya que me paso el da entrando y saliendo.
Gracias. Eso puede ser importante. Ahora debo preguntarle otra cosa: hubo alguna discusin
anoche entre usted y su esposa?.
El semblante de Teddy se ensombreci.
La hubo admiti.
Las cosas no iban muy bien entre ustedes dos?.
Bueno... supongo que habr odo contar que los matrimonios de las estrellas de cine no funcionan
muy bien.
Los matrimonios de las estrellas de cine no suelen durar tanto como el suyo, seor Brancaster.
Djeme pensar cunto hace, seis aos?.
Al parecer sabe muchas cosas de mi, inspector.
Recuerde que he llevado a cabo una investigacin bastante a fondo en los estudios, y me ha
parecido necesario examinar la vida de casi todo el mundo relacionado con ellos.
No cabe duda de que los britnicos hacen las cosas a fondo dijo Teddy con una dbil sonrisa.
Lo intentamos. Y su polica americana no se queda atrs cuando les pedimos ayuda. Ahora
descubro que desde que se cas, su nombre ha estado relacionado, digamos...
Relacionado sirve muy bien.
... con numerosas mujeres. Por ejemplo, Rosa Layton. Muri en un accidente, verdad, seor
Brancaster?.
Se ahog en un accidente de barca, si.
Luego fue Kitty Cardew.
Si. Pobre Kitty, muri de una sobredosis de Veronal.
Su esposa estaba celosa de estas mujeres?.
-De ellas... y de otras. Si.
Estaba celosa de la seorita Freyne?.
Con toda seguridad lo estaba.
No se le ocurri jams, seor, que pudiera haber alguna relacin entre estos varios accidentes?.
Teddy Brancaster permaneci un momento en silencio, mirando su plato. Luego, dijo con los
dientes apretados:
Nunca... hasta ahora.
161

Dick Bartram entr en la habitacin. Teddy le salud con un escueto Buenos das y se puso de
pie.
Tengo que ir a trabajar anunci. Si desean verme otra vez, caballeros, ya saben dnde
encontrarme.
Entretanto, Bartram se haba sentado a la mesa y estaba atacando un pomelo con aire sombro. No
prest atencin a los otros dos hombres hasta que Mallett se dirigi a l.
Sabe quin soy, supongo dijo.
Claro. Es el hombre de Scotland Yard, no?. Cmo va su trabajo en los estudios?.
Bastante bien. Pero hoy no estoy aqu por eso.
-No?.
Estoy investigando las circunstancias de la muerte de Camilla Freyne.
Dick apart su plato y levant la vista con inters.
De verdad cree pregunt que puede haber algo... que investigar, como dice usted?.
Todos los casos de muerte repentina han de ser investigados, naturalmente.
Pero cree usted que este caso es... es algo que necesita investigacin especial?.
Creo que es posible.
Entonces le dar toda la ayuda que est en mi mano, por supuesto. Es decir aadi, si no le
importa que siga con mi desayuno mientras lo hago.
Por favor... Su caf huele de maravilla, si me permite decirlo.
Gus se lo hace importar especialmente de Costa Rica. Le gustara tomar una taza?.
Bueno, ya que insiste... Gracias... Si, es un caf excelente. De Costa Rica, dice?. Tomar nota.
Quiere una taza, sargento?.
No, gracias, seor dijo Parkinson. Yo tomo t.
Bien, seor dijo Mallett, dejando la taza con aire de satisfaccin. Slo quiero formularle
unas preguntas acerca de sus movimientos de anoche.
Fueron movimientos muy limitados, inspector.
Despus que la seorita Freyne se fue arriba, qu hizo usted?.
Me qued en el bar de la sala de msica un rato, y despus sal al vestbulo.
Y qu ms?.
Me qued all hasta que Brancaster se fue a la piscina...
Mientras estuvo en el vestbulo, oy al seor Brancaster hablar con su esposa?.
Si, y la o a ella hablarle a l y a la seorite Freyne.
Oy tambin la voz de la seorita Freyne?.
-Si.
No tiene ninguna duda de ello?.
Ninguna. Durante los ltimos dos o tres meses he realizado la tarea de fotografiar a la seorita
162

Freyne cada da, y no es probable que confunda su cara o su voz o su perfume o nada suyo.
Est bien. Despus, qu hizo?.
En cuanto Brancaster sali de la casa llam a Genevive, que estaba arriba. Baj inmediatamente.
La llev a la sala de fumar, al lado de la sala de msica, y permanecimos all hasta que regres
Brancaster.
Durante ese tiempo no abandonaron la habitacin?.
-No.
Desde donde estaban, podan haber odo a alguien subir o bajar la escalera?.
Creo que no. Omos la voz de Teddy cuando entr, pero hablaba bastante fuerte.
Qu hacan usted y la seora Brancaster en la sala de fumar? pregunt de repente el inspector.
Bartram respondi sin vacilar.
Trataba de persuadir a Genevive de que se fugara conmigo.
Parkinson hinch las mejillas y pareci sorprendido, pero Mallet prosigui, imperturbable:
Lo consigui?.
No respondi Dick con amargura. Nada de lo que yo dijera la inducira a abandonar a ese
bruto que tiene por esposo. No entiendo de qu estn hechas las mujeres. l la ha tratado
vergonzosamente; la ha desatendido por una muequita boba que se cree actriz slo porque tiene
una cara bonita...
Se detuvo bruscamente.
Lo siento murmur. Olvidaba... que est muerta. No debera haber hablado de ella de ese
modo. Tengo que decir que ella no saba lo que haca. Era muy joven, y estaba enamorada de l.
Pero estaba partiendo el corazn de una mujer que vala diez veces ms que ella, y yo no poda
perdonarla.
Hubo una pausa, y luego el inspector dijo en tono prctico:
En resumen, seor Bartram: usted y la seora Brancaster estuvieron juntos, solos, desde el
momento en que la seorita Freyne, que sepamos, fue vista viva por ltima vez hasta el momento en
que se descubri que faltaba.
-Si.
Y nadie, aparte de la seora Brancaster, puede verificarlo... Oh, buenos das, seor
Constantinovitch.
El rostro cetrino de Gus haba aparecido en el umbral de la puerta.
Buenos das dijo. Quera verme, inspector?.
Si me hace el favor. Pero esperar a que haya desayunado.
Yo no desayuno dijo Gus, frotndose pensativo la panza. Antes si, pero hace muchos aos
que... no, no desayuno.
Le acompao en el sentimiento. En ese caso...
Vengan por aqu, por favor.
Los dos hombres le siguieron a su estudio, una habitacin pequesima casi enteramente ocupada
por un escritorio estilo Luis XV atestado de papeles. Gus se sent ante l y suspir pesadamente.
163

Y qu tiene que decirme, inspector? pegunt.


La situacin es grave respondi Mallett. Los desfalcos son de una escala mayor de lo que
creamos al principio. Los han hecho de una manera muy hbil, y los han ocultado muy bien.
Ah...! exclam. Supongo que es ese tal Sneyd.
Eso parece.
Debemos procesarle, claro. Pero, de qu nos servir?. Todo esto es muy lamentable, inspector,
especialmente en este momento. Sita a Cyclops en una posicin muy difcil. Lo digo entre estas
cuatro paredes, pero la posicin es difcil.
Anoche su organizacin sufri una prdida de una clase muy diferente observ Mallett.
Pobre Camilla!. Ciertamente, si!. Una artista dijo Gus sentencioso a quien la industria
britnica del cine no poda permitirse perder.
Su compaa le haba asegurado la vida? pregunt Mallett bruscamente.
Por supuesto. Aseguramos a todas nuestras estrellas mientras estn bajo contrato con nosotros.
Cmo era el contrato de la seorita Freyne?.
Por tres aos, a trescientas libras por semana. Slo estaba empezando aadi, como
disculpndose por la miserable cifra.
Y el seguro?.
Veinte mil libras.
O sea que su muerte no era una prdida absoluta desde el punto de vista de su empresa sugiri
Mallett.
Hay que buscar el lado bueno, incluso de una gran tragedia accedi Gus.
Qu haca usted anoche pregunt a continuacin el inspector entre la hora en que la
seorita Freyne se fue a la cama y la hora en que usted fue a su habitacin y la encontr vaca?.
Despus que ella se fue a la cama fue la respuesta, me qued un rato en la sala de msica y
me ocup de mis invitados, los que quedaban. Todos parecan divertirse sin mi, asique les dej y
vine aqu, donde permanec hasta justo antes de que el seor Brancaster regresara de su bao.
Quera revisar algunas cifras e informes.
Cifras e informes relacionados con Amy Robstar?.
Si. Mi secretaria los haba dejado durante la velada.
No eran muy satisfactorios, verdad?.
Gus hizo un gesto de desaprobacin.
Las reservas preliminares fueron decepcionantes admiti.
Sin embargo, la trgica muerte de la seorita Freyne ayudar a la pelcula, supongo.
Se le dar una publicidad que nos ser muy til, no me cabe duda.
Gracias, seor Constantinovitch. Creo que eso es todo lo que quiero saber.
Mallett y Parkinson salieron de la habitacin.
Sin duda sabe hacerles hablar, seor dijo Parkinson con admiracin. Supongo que ahora le
toca a la seora Brancaster.
164

La seora Brancaster?. No, no creo que sea necesario molestarla todava. Creo que ir a dar un
paseo al jardn. Hasta ahora casi no lo he visto.
El jardn, seor?. Oh, si, el jardn. Puedo ayudarle de alguna manera?.
No creo que sea necesario que se moleste. Estoy seguro de que tiene muchas cosas que hacer en
otra parte.
Ya que lo menciona, seor, las tengo. Buenos das, seor!.
El sargento sali de la casa, y Mallett sali solo al sol.
El jardn no era un paraso del horticultor. Su principal atraccin era el bien cuidado csped que se
extenda ancho y verde en unos ochenta metros desde la terraza. sta estaba flanqueada por unos
feos macizos de antirrinos y fucsias y, en el otro extremo, unas pequeas estatuas de plomo que
pretendan dar un ambiente antiqusimo y que lo conseguan de sobra. Ms all, a la derecha, un
rstico reloj de sol formaba el punto focal de una rosaleda poco exuberante que se hallaba separada
del csped por el sendero que conduca a la piscina.
La piscina no era grande (unos quince metros de largo por seis de ancho) e iba en la misma
direccin que el sendero, pero estaba bien equipada, con un trampoln alto, escaleras y plataforma
para saltar, todo ello en el extremo profundo de la piscina, donde Mallett se encontraba ahora. Se
detuvo, un pie en la plataforma de salto, y contempl pensativo el agua clara, a travs de la cual el
fondo con azulejos azules y blancos fluctuaba y reluca. Al levantar los ojos vio a otro hombre en el
otro extremo de la piscina, al parecer ocupado en lo mismo que l. Por su ropa se poda deducir que
era jardinero, y por su expresin, que no le importaba mucho su trabajo. Mallett se acerc a l.
Buenos das dijo.
El hombre dio muestras de haberse percatado de su presencia mirndole y sorbiendo por la nariz.
Es bonito esto dijo el inspector con cordialidad.
Tiene que serlo, con todo el dinero que cuesta fue la respuesta.
Ah!. Es caro, eh?.
Cuesta un montn hacerlo y cuesta un montn mantenerlo. El dinero no es problema!. Y puedo
disponer de dinero para mis cosas?. Puedo tener un manojo de guisantes sin que primero haya una
discusin con el Dios Todopoderoso?. No, siempre es lo mismo, Jenlns, no puedo permitrmelo.
Jenkins, el jardn cuesta demasiado dinero.. Pero la piscina de su alteza... ah, eso es harina de
otro costal!.
Escupi en el agua con disgusto. El semblante de Mallett debi de mostrar lo que senta, pues el
hombre aadi:
Oh, no se preocupe. Ahora voy a vaciarla.
No parece que lo necesite.
Necesitarlo?. Claro que no lo necesita. Pero eso no importa. Hay que hacerlo dos veces por
semana, cuando su seora est aqu. Es un buen trabajo para un ingls, no?. Limpiar una piscina
para un hatajo de actores de cine extranjeros. Agua de la compaa, se lo advierto!. Una prdida de
dinero y de tiempo, yo lo llamo.
Cunto tarda?.
Dos horas en vaciarse, dos horas en llenarse. Y el tiempo que paso limpindola.
Cmo se vaca?.
Se lo mostrar. Es precisamente por donde est usted. Lo ve?. Ah hay una espita. Se gira as, y
165

empieza a vaciarse. Despus, cuando la quiere llenar, gira esa espita de ah. Eso es todo.
Muchas gracias. Ahora me pregunto si podra hacer algo por mi. Quiz ser mejor que le diga
quin soy...
Mallett sigui hablando con el hombre durante un cuarto de hora, y despus le dej contemplando
con aire triste las aguas que iban bajando de nivel con la intencin evidente de no hacer nada ms
hasta que la piscina estuviera vaca.
Al regresar a la casa, Mallett fue directo al pequeo estudio. Gus estaba ocupado al telfono.
Cuando dej el aparato y se volvi al inspector, mostraba un semblante decididamente ms alegre
que una hora antes.
Tena usted razn, inspector dijo. El valor de la publicidad de este asunto... esta triste
tragedia, debera decir, ser muy grande. Ms de lo que yo imaginaba, y creo que debera saber algo
acerca de la publicidad. Ya he dado tres entrevistas por telfono a representantes de la prensa, y creo
que ahora la industria empezar a descubrir que en Amy Robstar hay ms de lo que esperaban. Se
frot las manos. No tena yo razn cuando he dicho que siempre hay que mirar el lado bueno?
aadi.
La tena admiti el inspector. Seor Constantinovitch, hay una cosa ms que me gustara
que hiciera por mi. Ahora me marcho, y no volver hasta esta noche. Puede ocuparse de que todos
los que dorman anoche en esta casa estn aqu entonces?.
Eso est hecho, inspector. A qu hora desea verles?.
Estar aqu a las diez en punto.
Muy bien. Diga?. Si?. Soy el seor Constantinovitch... Claro que dar un mensaje para sus
lectores. La trgica muerte de la encantadora joven estrella cuando alcanzaba el pinculo de la
fama en una actuacin que los expertos aclaman como....
Mallett dej a Gus al telfono y se encamin a la comisara de polica. El sargento Parkinson le
salud con ansia.
Puedo ayudarle en algo, seor? pregunt.
Si dijo Mallett. Dgame dnde se encuentran las oficinas de la compaa del agua.
Parkinson pareci algo decepcionado.
Yo mismo le llevar dijo. Pero yo me refera a... es decir, esperaba bueno, crea que querra
que hiciera algo, si me entiende.
Me temo que no; de momento, al menos. Pero me gustara que se reuniera conmigo delante de la
casa del seor Constantinovitch esta noche a las diez. Quiz entonces habr algo que hacer.
Mallett no dijo nada ms, y parti hacia la compaa del agua. All se entrevist con un joven e
inteligente ingeniero, quien, a medida que se desarrollaba la entrevista, pas de mostrarse aburrido
y suspicaz a estar cada vez ms interesado y, finalmente, muy ocupado de verdad.
El grupo que esperaba la visita de Mallett en la sala de msica aquella noche estaba inquieto,
despus de una cena que haba transcurrido en su mayor parte en silencio. Gus, que era con mucho
el ms dueo de si mismo de los cuatro, propuso una partida de pquer. Era un buen jugador, y en
esta ocasin los dems no resultaron rivales para l. Genevive pareca aptica y preocupada, Dick
estaba nervioso, Teddy, malhumorado con sus cartas, sus compaeros y l mismo. Fue un gran
alivio para todos ellos, excepto para Gus, que se haba embolsado una buena cantidad de dinero de
sus invitados, que al dar las diez les anunciaran la llegada del inspector Mallett.
Creo que conoce a todos los presentes dijo Gus, salvo a la seora Brancaster.
166

Mallett la salud con una inclinacin. Ella inclin la cabeza lnguidamente y apart la mirada.
Mallett se qued en el medio de la habitacin y se aclar la garganta.
Como saben todos ustedes dijo, estoy indagando las circunstancias de la muerte de la
seorita Camilla Freyne. Habr una investigacin judicial, por supuesto, y ustedes, que fueron las
nicas personas que se encontraban aqu cuando se produjo el suceso, sern testigos esenciales.
Existen razones, que ahora no puedo mencionar, por las que es importante que yo sepa exactamente
los movimientos de todos ustedes entre la hora en que la seorita Freyne abandon esta habitacin y
el momento en que fue hallada fuera de la casa.
Pero si ya se lo hemos contado objet Dick.
Lo s. Pero al mismo tiempo hay algunos puntos que me gustara aclarar, y creo que puedo
hacerlo mejor si ustedes me ayudan, en lo posible, a reconstruir los acontecimientos de anoche, en
lo que se refiere a cada uno de ustedes. Quiero que todos realicen las mismas acciones en el mismo
orden y en el mismo lugar que anoche. De acuerdo?.
Hubo un murmullo de asentimiento.
Muy bien, pues. Empezaremos en el momento en que el seor Constantinovitch le pidi a la
seora Brancaster que llevara a la seorita Freyne a la cama. Dnde se encontraba usted?.
Aqu respondi Gus.
Muy bien. Seora Brancaster, vaya y qudese all tambin, por favor. Estaba usted con ella,
seor Brancaster?. Entonces qudese con ellos tambin. Dnde estaba usted, seor Bartram?.
En el bar, en el otro extremo de la habitacin.
Entonces vaya all, por favor. Ahora, seora Brancaster, qu hizo usted?.
Sal de la habitacin con Camilla.
Usted las sigui, seor Brancaster?.
No enseguida.
Mallett sigui a Genevive hasta la puerta. Ella subi la escalera y se detuvo ante la puerta de la
habitacin de Camilla.
Entr un momento para hablar con ella explic.
Entonces entre dijo Mallett desde el vestbulo.
Que entre?. Ah?. No puedo... no lo har.
Mallett se encogi de hombros.
Muy bien dijo. Entonces qudese junto a la puerta hasta que sea el momento de salir. Seor
Brancaster?.
Teddy sali de la sala de msica.
De aqu fui al guardarropa a ponerme el traje de bao dijo.
Entonces vaya ahora dijo el inspector.
Me cambio de ropa?.
Claro. Quiero ver cunto tarda.
Sirve cualquier baador viejo, o ha de ser el mismo? pregunt Teddy con sarcasmo.
Eso no tiene importancia. Quin es el siguiente?.
167

Yo sal de la habitacin justo detrs de Brancaster dijo Dick, avanzando, y me sent en el


vestbulo, aqu.
Se oy la voz de Genevive procedente de arriba.
Ahora salgo de esta habitacin y voy a la ma.
Muy bien, seora Brancaster.
Gus cruz el vestbulo.
Yo voy a mi estudio a revisar unos papeles dijo.
Sigui una pausa, durante la cual nadie se movi. Mallett subi corriendo la escalera, inspeccion el
vestbulo desde el rellano y baj otra vez. Entonces entr Teddy, en traje de bao.
Aqu estoy, Sherlock anunci, Adonde voy ahora?.
Adonde fue anoche.
Teddy entr en la sala de msica y sali de nuevo.
Estoy buscando a mi esposa explic.
l me llam, y yo sal aqu dijo Genevive desde arriba. Entonces Camilla abri la puerta y
yo se la cerr, as.
Y yo salgo a darme un bao dijo Teddy, entrando otra vez en la sala de msica.
Qudese ah un momento, seor Brancaster. Qu hace usted, seor Bartram?.
Llamo a la seora Brancaster.
Sin subir?.
-Si.
Entonces baje, seora Brancaster.
Genevive baj.
Ahora vamos a la sala de fumar dijo.
Mallett les vio entrar y despus fue a la sala de msica, donde Teddy le esperaba.
Qu hago ahora? pregunt Teddy.
Por dnde sali?.
Por ah dijo, indicando la puerta vidriera.
Entonces, vaya.
Mallett sali con l al jardn. Haba luna y podan ver claramente lo que les rodeaba.
Anoche era completamente oscuro, claro explic Teddy.
Pero usted se conoca el camino, no?.
Claro. Slo hay que seguir el sendero. A partir de aqu es recto.
En ese caso lo seguiremos.
Teddy se encogi de hombros y caminaron juntos. Cuando llegaron al grupo de arbustos, se detuvo.
Esto es todo dijo. Corr hasta aqu y me zambull.
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Entonces, correremos dijo el inspector amablemente.


Llegaron juntos al borde de la piscina.
Zambllase dijo Mallett.
Eh, cul es la gran idea? dijo Teddy con violencia.
Ante ellos, bajo la luna, la piscina reluca vaca.
Anoche se zambull? pregunt Mallett con una nueva voz, terrible. O lo hizo alguien
ms... alguien que no saba, no poda ver, que se lanzaba a una piscina vaca?.
De las sombras de detrs de ellos se acerc en silencio el sargento Parkinson y se qued junto a
Brancaster.
Usted saba que estaba vaca continu Mallett. Usted mismo la haba vaciado. Se las arregl
para que su esposa viniera aqu anoche, para que se matara en la oscuridad. Usted esper aqu, y la
vio, como usted crea, zambullirse all. Baj a la piscina, le envolvi la cabeza con su toalla, para
que las gotas de sangre no le traicionaran, y arrastr el cuerpo hasta debajo de la ventana de su
esposa, volviendo a abrir el grifo del agua de la piscina antes de marcharse. Luego entr en la casa y
empez a preguntar dnde estaba su esposa. Hasta que la encontr no supo la verdad: que no era su
esposa sino Camilla Freyne quien le haba seguido... y que haba matado a la mujer por quien quera
matar a su esposa. No es cierto?.
Teddy temblaba convulsivamente, y respiraba con rpidos jadeos.
Claro que es cierto murmur una y otra vez. Es cierto, es cierto, cierto... Yo la mat... yo la
mat!. La nica chica a la que jams he amado... yo la mat!. Djeme!.
Mallett le haba cogido por el hombro, pero Teddy gir en redondo, le apart con un tremendo
puetazo en la cara, derrib a Parkinson y se precipit al trampoln. Salt en el aire, descendi con
todo su peso y surc el firmamento. A la luz de la luna, su cuerpo bronceado reluci un instante al
efectuar un perfecto salto de carpa, y se estrell de cabeza en el suelo de baldosas.

169

RUTH RENDELL (N. 1930)

FEN HALL
Ruth Rendell es una de varias escritoras que fueron objeto de la especulacin nueva Agatha
Christie tras la muerte de esa dama. Por supuesto, ella no es la nueva Agatha Christie. No habr
ninguna, igual que no habr ninguna nueva Ruth Rendell cuando esta figura desaparezca.
Fen Hall representa un nuevo alejamiento del formato clsico de casa de campo. Los personajes
estn retratados con ms cuidado y disminuye su valor. Su historia se cuenta a la sombra de la
gran casa de campo. La casa es un anacronismo, pero muy poderoso. Lucha con un nuevo estilo de
ficcin de misterio, estilo que Rendell ha dominado igual que Christie domin el tono de su tiempo.
Los lectores de misterios del ao 2025 sentirn tanta nostalgia de las historias del inspector
Wexford como los lectores de hoy por Poirot?. Es muy probable, mientras los grandes relatos de
misterio proporcionen placer.

Cuando los nios pintan un rbol, siempre pintan el tronco marrn. Pero los rboles raras veces
tienen el tronco marrn. Los abedules lo tienen plateado, las hayas, de color del peltre, los pltanos
gris y amarillo, los nogales negro y la corteza de los robles, castaos y sicmoros es verde con
liquen. Pringle no se haba fijado nunca en esto hasta que lleg a Fen Hall. Despus, una vez tuvo
abiertos los ojos y hubo visto cmo son realmente las cosas, habra pintado rboles con la corteza
de diferentes colores, pero el trimestre siguiente dejaba de estudiar arte. Le daba lo mismo, pues
nunca lo haba hecho muy bien y, quiz, entonces no habra tenido ganas de pintar rboles. O ni
siquiera de mirarlos.
El seor Liddon se reuni con ellos en la estacin en una vieja furgoneta Volvo. Cargaron en ella los
pertrechos de acampar, la tienda y los sacos de dormir, y las cacerolas y un hornillo a gas por si
haca demasiado viento para mantener encendida la fogata. ltimamente haba hecho mucho viento,
y era un verano fresco y sin sol. El seor Liddon era amigo del padre de Pringle, y Pringle le haba
visto en otra ocasin anteriormente, aos atrs, cuando l era un nio, pero an le recordaba para
presentarle a los dems. Habl con cauta educacin.
ste es John y ste es Roger. Son hermanos.
Pringle no dijo que a Roger siempre le llamaban Hodge. Le pareci que el seor Liddon no le
llamara Hodge, igual que a l no le llamara Pringle. No se equivocaba.
Tus padres estn bien, Peregrine?.
Pringle respondi que si. Vio un brillo en los ojos de John que le augur que le esperaban bromas.
Hodge, que siempre pensaba en su estmago, dijo:
Podramos parar en el camino, seor Liddon, para comprar un poco de comida?.
El seor Liddon alz la vista. Pringle se dio cuenta de que sera uno de esos adultos. Todos
entraron en el coche con su equipo, y cuando se hallaban a unos dos quilmetros de la ciudad, el
seor Liddon se detuvo en un autoservicio. l no baj con ellos, lo cual estuvo bien. Habra llamado
basura a la comida que compraron.
Fen Hall result estar a unos doce quilmetros. Cruzaron un pueblo llamado Fedgford y, un poquito
ms all, tomaron un sendero que atravesaba un bosque.
170

Acamparis aqu dijo el seor Liddon.


Conduca muy despacio, por necesidad, pues el sendero no era ms que una tosca pista. Seal los
rboles. El bosque tena un aspecto misterioso, como si estuviera lleno de secretos. Entre los
rboles, la luz tena un tono dorado verdoso y estaba empaada. Se oa el gorjeo de los pjaros y el
arrullo de las palomas. Pringle empez a sentirse excitado. Era ms bonito de lo que esperaba. Un
poco ms all, en el bosque, penetraron en una plantacin de altos y rectos rboles con el tronco
verde que crecan en hileras, y los espacios entre ellos estaban cubiertos de una planta erizada que le
daba un curioso aspecto prehistrico.
Son chopos dijo el seor Liddon. Se notaba que era maestro de escuela. Se cultivan como
cosecha.
Esto era nuevo para Pringle.
Qu clase de cosecha?.
Veinticinco aos despus de ser plantados se cortan y se utilizan para hacer cerillas. Si no caen
antes. Los vientos del invierno pasado derribaron dos.
Pringle no le escuchaba. Haba visto la casa. Era como la casa de un sueo, pens, aunque no saba
qu quera decir con ello. Las casas que vea en sus sueos se parecan mucho a su hogar o al de
John y Hodge, casas adosadas de Surrey. Esta casa, cuando todos los rboles quedaron atrs y ni
una rama ni una hoja la tapaban, se elevaba al sol con la confianza de algo vivo, como si estuviera
segura en su propia perfeccin. De color de mora oscuro y pequeos ladrillos Tudor, tena un tejado
con muchos planos irregulares y un grupo de chimeneas como velas. Las ventanas, con el sol que
les daba de lleno, eran como placas de oro entre los parteluces. Debajo de los aleros, las golondrinas
haban construido sus nidos.
Dejad las cosas en el coche. Os llevar de nuevo al bosque dentro de diez minutos. Me ha
parecido que os gustara orientaros, ver dnde estaba todo. All encontraris una pala y un hacha, y
espero que volvis a dejarlas en su sitio.
Iba a ser la casa ms grande en la que Pringle jams haba puesto los pies, sin contar lugares como
Hampton Court y Woburn. Fern Hall. Pareca, y el nombre sonaba a ello, una casa de libro, no real.
La puerta delantera era de roble, adornada con hierro y colocada bajo un porche oscuro y con rosas
talladas. El seor Liddon les llev por la parte de atrs. Les hizo entrar en una cocina que era la idea
exacta que Pringle tena de una chabola de la peor clase.
Le sorprendi. Al principio no vea gran cosa porque fuera haba mucha luz, pero se ola a humedad
y suciedad. Cuando su visin se ajust, descubri que se encontraban en una habitacin o caverna
enorme con dos pequeas ventanas y unos ciento veinte metros cuadrados de sordidez entre ellas.
Como una isla se encontraban un pequeo horno elctrico blanco y una pequea nevera blanca. El
suelo era de ladrillos, muy irregulares, y las paredes, de irregular yeso pintado de verde, que se
desconchaba, con una especie de burbujas que salan de ellas. Pilas de platos sucios llenaban un
fregadero de piedra de los que su madre haba comprado uno en una venta de ocasin y haba
utilizado para crear un pequeo jardn de cactus en l. Todo el lugar estaba muy sucio, con
montones de cosas sucias en todas partes. John y Hodge, despus de haberlo visto todo,
permanecieron con el rostro inexpresivo y la mirada furtiva.
La actitud del seor Liddon haba cambiado ligeramente. Ya no utilizaba aquel tono intimidador.
Mientras les explicaba que all era adonde tenan que ir si necesitaban algo, la puerta de atrs,
comenz una ineficaz tarea de limpieza, metiendo cosas en los viejos armarios de madera,
limpiando migas de la mesa y tirndolas al fregadero. John dijo:
Podemos hacer fuego?.
Siempre que tengis cuidado. Pero no si se vuelve a levantar viento. No tengo que deciros dnde
est la lea, la encontraris por todas partes. El seor Liddon abri una puerta y llam: Flora!.
171

Ms all se vea un pasillo con losas de piedra. Nadie se acerc. Pringle saba que el seor Liddon
tena esposa, aunque no hijos. Sus padres le haban dicho slo que el seor y la seora Liddon
haban comprado una casa maravillosa en el campo, un ao atrs, y que l y un par de amigos
podan ir a acampar en sus terrenos si queran. Toda la dems informacin la haba recogido cuando
ellos no saban que les escuchaba. Tonny Liddon no haba tenido un duro hasta que muri una ta
suya y le dej un poco de dinero. Sin duda no poda haber sido mucho. De todos modos, se lo gast
todo comprando Fen Hall; l siempre haba deseado un lugar antiguo de ese estilo. Mantenerlo iba a
ser su ruina y Dios saba cmo se las arreglara.
A Pringle no le haba interesado mucho todo esto. Ahora lo record. El seor Liddon y su padre
haban asistido juntos a la universidad, pero a la sazn el seor Liddon no tena esposa. Pringle no
haba conocido nunca a su esposa, y tampoco sus padres. De todos modos, era evidente que no iban
a esperarla. Volvieron a subir al coche y partieron para encontrar un lugar adecuado para acampar.
Fue un alivio cuando el seor Liddon se march y les dej. El lugar evidente para acampar se
hallaba en el terreno elevado de un claro, y podan hacer fuego en un hueco que el seor Liddon
dijo que probablemente se trataba de una gravera en desuso. El sol estaba bajo, emitiendo largos
rayos de luz que penetraban en los bosques de abedules y manzanos silvestres. En los robles
colgaba murdago como verdes nidos de pjaros. Era un lugar clido y lleno del murmullo de las
moscas. John era experto en montar la tienda y les daba rdenes.
Peregrine dijo. Como una especie de pjaro loco.
Hodge se puso a corretear, con los pulgares en las orejas y agitando las manos.
Po, po, po, pjaro loco. Su dueo lo encadena como a un perro. Po, po, pajarito!.
Prefiero ser un halcn cazador que Roger el bruto dijo Pringle, y dio un empujn a Hodge y
ambos cayeron y rodaron por el suelo hasta que John les dio una patada y les dijo que pararan y le
echaran una mano, que no poda hacerlo todo l solo.
Aquella noche se estaba bien en el campamento; no soplaba viento sino que haca un tiempo
calmado y apacible despus del mal verano que haban tenido. Hicieron una fogata y cocieron sopa
de tomate y dedos de pescado, y se comieron un paquete entero de unas galletas que se llamaban
osos escarchados. Se encontraban en sus sacos de dormir, en la tienda, John leyendo el Libro del
observador de insectos comunes, Pringle con una novela de misterio situada en un campo de
prisioneros japons que sus padres le habran quitado si lo hubieran sabido, y Hodge escuchando la
radio cuando apareci el seor Liddon con una linterna para ver cmo estaban.
Slo he venido para ver si estabais bien. Todo en orden?.
A Pringle le pareci extrao que dijera eso considerando el desorden que tena en su propia casa. El
seor Liddon se inquiet un poco por las velas que haban encendido y prometieron apagarlas, cosa
que, naturalmente, no hicieron. La noche era muy silenciosa en el bosque, el silencio ms profundo
que Pringle jams haba conocido, una quietud algo pesada como si una gran bestia oscura se
hubiera tumbado en el bosque y hubiera sofocado todos los sonidos bajo su denso y suave pelaje.
No pens mucho en esto porque se qued dormido dos minutos despus de apagar las velas.
A la maana siguiente no haca un tiempo tan agradable. Era un da gris y fro para agosto. John vio
una mariposa Brimstone que le gust porque era una especie cada vez ms rara. Todos fueron a
Fedgford y compraron salchichas, y entonces descubrieron que no tenan sartn. Pringle fue a la
casa solo para ver si le podan prestar una.
A diferencia de la mayora de hombres, el seor Liddon estara en casa porque era poca de
vacaciones escolares. Pringle esperaba verle trabajando en el jardn, que hasta a l le pareca que
estaba muy descuidado. Pero no le encontr en ninguna parte. Pringle llam a la puerta trasera con
el puo, pues no haba ni campana ni aldaba, pero nadie acudi. La puerta no estaba cerrada con
llave. Se pregunt si estara bien entrar, y entr.
172

La confusin en la cocina era peor. Un gato blanco atigrado estaba sobre la mesa comiendo de una
bolsa de papel algo que probablemente no deba comer. Algo le dijo aunque no era nada basado
en la observacin ni en alguna conjetura que el seor Liddon no se hallaba all. Fue al pasillo que
haba visto el da anterior a travs de la puerta abierta. ste conduca a un gran vestbulo con suelo
de losas. El lugar era oscuro y tena gruesas vigas en las paredes y techos, y haca fro. El olor era
como de setas que se han dejado en una bolsa de papel en el fondo del frigorfico y se han olvidado.
Pringle empuj una puerta y la abri, y, siguiendo algn instinto, tosi a modo de aviso.
La habitacin era enorme, con el techo con vigas talladas y telaraas. Pringle se dio cuenta de que
los pocos muebles que haba en ella habran sido ms apropiados para el cuarto de estar de un
bungalow. Junto a la alta ventana con parteluz haba una mujer, sosteniendo algo azul y centelleante
a la luz. Iba vestida de un modo extrao, con falda larga, y el cabello le caa por la espalda; estaba
tan quieta, contemplando el objeto azul con ambos brazos levantados, que Pringle, por un momento,
tuvo la inquietante sensacin de que no se trataba de una mujer sino del fantasma de una mujer.
Entonces, ella se volvi y sonri.
Hola dijo. Eres uno de los que acampan?.
Por lo menos era tan mayor como el seor Liddon, pero llevaba el cabello largo y suelto como una
colegiala. Su rostro era plido y nada bonito, y no obstante, cuando sonrea, era un rostro
maravilloso. Pringle se fij en eso, mientras la miraba fijamente. Era un rostro de una sensibilidad
radiante y bondadosa, aunque tuvieron que transcurrir varios aos antes de que Pringle pudiera
expresar en esos trminos lo que haba sentido.
Soy Pringle dijo, y como percibi que le entendera, aadi: En realidad me llamo
Peregrine, pero todo el mundo me llama Pringle.
No me extraa. Yo hara lo mismo en tu lugar. Tena una voz suave y sin afectacin. Soy
Flora Liddon. Llmame Flora.
Pringle no crey que pudiera hacerlo, y saba que acabara por no llamarla de ninguna manera.
He venido para pedirles si me pueden prestar una sartn.
Claro que si. Aadi: Si puedo encontrar alguna. Le tendi el objeto que tena en las
manos y Pringle vio que se trataba de una pequea botella de cristal. Crees que es bonita?.
l la mir con vacilacin. No era ms que una botella. En el alfizar de la ventana, detrs de ella,
haba ms botellas, casi todas de cristal incoloro, pero entre ellas haba algunas de color verde
oscuro con los lados estriados.
Aqu pueden encontrarse cosas maravillosas. Cavas y encuentras montones de basura que se
remonta a la poca isabelina. Y junto al ro haba una colonia romana. Te gustara ver una moneda
romana?.
Era negra, informe, desigual, con la cabeza de un hombre muy feo en ella. La mujer le mostr una
jarra de grueso cristal verde y le dijo que era la mejor pieza de vidrio que haba encontrado hasta
entonces. Fueron a la cocina. Encontrar una sartn no fue fcil, pero hablarle a ella si lo fue. Cuando
por fin encontr una sartn llena de grasa coagulada y la hubo lavado, l le haba contado todo lo
relativo al campamento y su paseo a Fedgford y lo que el carnicero haba dicho:
Espero que os lavis antes de cocinar mis hermosas y limpias salchichas.
Y ella le cont cuntas cosas haba que hacer en la casa y los terrenos y que tenan que hacerlo todo
ellos solos porque no tenan mucho dinero.
Ella no saba pintar ni coser bien ni nada de jardinera, ni siquiera hacer el trabajo de la casa,
puestos a decir. Lo que a ella le gustaba era no hacer nada de particular y mirar las cosas.
173

Qu vida es esta si, con tanto trabajo, no tienes tiempo de pararte a mirar?.
Pringle saba de dnde haba salido aquello. W. H. Davis, el supervagabundo. Lo haban estudiado
en clase.
Yo habra sido un buen vagabundo dijo ella. Eso me va.
La sonrisa ilumin su feo rostro.
Los jvenes cocinaron las salchichas para el almuerzo y salieron de expedicin para recoger
insectos con John. Las liblulas que les haba prometido junto al ro no se vean, pero encontr lo
que dijo era un frgano, aunque Pringle pens que se pareca a un pedazo de ramita. Hodge se
comi cinco barras Mars durante la tarde. Vieron al gato blanco atigrado con un ratn en la boca.
No se dej intimidar por el pblico y mordi el ratn partindolo en dos, y el pequeo corazn sali
rodando. Hodge dijo dbilmente:
Me parece que voy a vomitar.
Y lo hizo. Aun as decidieron que observaran al gato al da siguiente para ver cuntos ratones
cazaba en un da.
Por entonces el tiempo era mejor. El sol no brillaba pero haca ms calor. Encontraron al gato en la
plantacin de chopos, acechando algo entre las hierbas prehistricas que John dijo se llamaban
colas de caballo. Los chopos tenan el tronco casi tan verde como la hierba y sus copas llenas de
hojas, muy elevadas en el cielo azul plido, susurraban movidas por la brisa. Entonces fue cuando
Pringle se fij en que los troncos de los rboles no eran marrones. Los troncos de los pinos
escoceses eran de un rojo rosado claro, brillantes como flores cuando por un momento luci el sol.
Seal esto a los otros, pero ellos no parecieron interesados.
Pareces nuestra ta dijo Hodge. Hace arreglos florales para la iglesia.
Y vomita cada vez que ve un poco de sangre dijo Pringle. Es cosa de familia.
Hodge se abalanz sobre l pero Pringle le hizo la zancadilla y los dos rodaron pelendose entre las
colas de caballo. Hacia las cuatro de la tarde, el gato haba cazado seis ratones. Flora sali y les dijo
que el gato se llamaba Tigre, lo que por alguna razn agrad a Pringle. Si hubiera dicho que se
llamaba Copo de nieve o Persfone o algn otro nombre bobo de los que la gente llama a los
animales, habra sentido de otra manera respecto a ella, aunque no le era posible decir por qu. Ella
no le habra gustado tanto.
Cuando volvan al campamento, apareci un hombre en un Land Rover. Les dijo que haba estado
en la casa y llamado pero al parecer no haba nadie. Le daran un mensaje de su parte al seor o a
la seora Liddon?. Se llamaba Porter, Michel Porter, y era arquelogo aficionado, el seor Liddon
lo saba, y estaban excavando en la pradera de abajo y haban encontrado un montn de objetos del
siglo diecinueve. Iba a excavar ms, descubrir la siguiente capa, asique si a la seora Liddon le
interesaba la capa de arriba, ahora tena oportunidad de echarle una mirada.
Podemos verlo nosotros tambin? pregunt Pringle.
Porter dijo que seran bien recibidos. Nadie trabajara al da siguiente. Acababa de or el parte
meteorolgico en la radio del coche y se esperaban vendavales. Su campamento era aquel de all?.
Tendran que asegurar la tienda, les dijo, y parti por el sendero.
Pringle verific la tienda. Pareca firme. Entraron en ella y ataron el faldn, pero no se atrevieron a
encender las velas y en cambio encendieron la linterna de tormenta de John. El bosque ya no estaba
silencioso. El viento ululaba como una sirena y se oy un sonido como si se desgarrara lona.
Cuando eso ocurri, la tienda se agit y se hinch como la vela de un barco en alta mar. A veces, el
viento paraba y haba unos segundos de silencio y de calma. Despus volvi, con una rfaga y un
rugido. John lea el Manual completo de mariposas britnicas, de Frohawk, y Hodge intentaba
escuchar su radio. Pero no lo consegua y al cabo de un rato apag la linterna y se tumb en la
174

oscuridad.
Unos cinco minutos despus hubo la rfaga de aire ms fuerte hasta entonces, una de las que
parecan rasgar la lona, pero diez veces ms fiera que la ltima; y luego, de la direccin de la casa
vino un tremendo estruendo.
John dijo:
Creo que tendremos que hacer algo. Su voz era enrgica pero no muy firme, y Pringle supo
que estaba tan asustado como los dems. Tendremos que salir de aqu.
Pringle encendi de nuevo la linterna. No eran ms que las diez.
La tienda se levantar dijo Hodge.
Pringle sali de su saco de dormir y se pregunt qu deberan hacer, si estara bien o mal ir a la
casa, cuando de pronto se abri la tienda y el seor Liddon asom la cabeza dentro.
Vamos, todos vosotros. No podis quedaros aqu. Traed el saco de dormir y os encontraremos
algn sitio en la casa para pasar la noche.
Algo en su tono de voz pareca indicar que la tormenta era culpa de ellos. Pringle encontr sus
zapatos, se los puso y enroll su saco de dormir. John llevaba la linterna. El seor Liddon les
iluminaba el camino con la suya. En el bosque se estaba protegido pero no en el sendero, y el viento
les azotaba mientras caminaban. Todo era ruido, no se vea nada, pero cuando pasaron por la
plantacin, el seor Liddon levant la luz y Pringle vio lo que haba producido el estruendo de
antes. Uno de los chopos haba sido derribado y estaba tumbado con las races al aire.
Por alguna razn, quiz porque era ms o menos en ese lugar donde se haban encontrado con
Michael Porter, John record el mensaje. El seor Liddon dijo que estaba bien y les dio las gracias.
Entraron en la casa por la puerta trasera. Una teja sali volando del tejado y cay en el camino en el
momento en que la puerta se cerraba tras ellos.
En los dormitorios haba camas, pero sin sbanas ni mantas y los colchones estaban hmedos.
Pringle pens que eran dormitorios fantasmales, sucios y adornados con telas de araa, y no le supo
mal no dormir all. Se perciba el mismo olor a setas rancias y tambin a pintura donde el seor
Liddon haba comenzado a pintar el techo.
Al final del pasillo, mirando por la ventana, se hallaba Flora en camisn con un chal por encima.
Pringle, que a veces lea historias de fantasmas, la vio como la Dama Gris de Fen Hall. Estaba a
oscuras, para ver mejor los rayos que surcaban el firmamento en el horizonte, ms all del ro.
Me encanta ver las tormentas dijo, volvindose y sonrindoles. El seor Liddon encendi una
luz. Dnde van a dormir estos chicos?.
Era como si ella no tuviera nada que ver. No era descorts, pero tampoco se preocupaba.
Ah, en el saln, dira yo. Tenemos siete dormitorios.
Flora no dijo nada ms. Un largo trueno sacudi la casa. El seor Liddon les llev abajo y a travs
del saln hasta una especie de estudio donde le ayudaron a preparar camas con cojines colocados en
el suelo. El viento aullaba en torno a la casa y Pringle oy que se soltaba otra teja. Permaneci
acostado en la oscuridad, escuchando la tormenta. Los otros estaban dormidos, lo notaba por sus
respiraciones regulares. Dentro del saco se estaba caliente, y Pringle se sinti cmodo y seguro. Al
cabo de un rato oy discutir al seor Liddon y a Flora al otro lado de la puerta.
Los padres de Pringle discutan mucho, y l lo detestaba, era lo peor del mundo, aunque ahora no
era tan malo como cuando era ms joven. Slo poda or al seor Liddon y a Flora y slo palabras
sueltas, insultantes y enojadas por parte del hombre, e indiferentes y divertidas por parte de la
mujer, hasta que una frase se oy con claridad. La voz de ella fue penetrante aunque era tranquila:
175

Queremos cosas tan diferentes!.


Pringle deseaba que dejaran de pelear. Y de pronto lo hicieron, cuando empez a llover. La lluvia
lleg casi como una explosin, golpeando las ventanas y el viejo tejado mermado. Era extrao que
un ruido como aquel, un rugido alto y constante, pudiera hacer conciliar el sueo...
Ella se encontraba en la cocina cuando Pringle sali por la maana. John y Hodge siguieron
durmiendo, a pesar del brillante sol que entraba a raudales por las sucias ventanas. Fuera, un mundo
limpio, recin lavado. Dentro, el mismo caos, la cocina con el mismo olor a setas y platos sucios, a
pesar de que las ventanas estaban abiertas. Flora estaba sentada a la mesa, sobre la que haba una
confusin de platos, objetos indefinibles, pedazos de pan y mondas de fruta, y una lata abierta de
comida para gatos. Ella beba caf y Tigre estaba en su regazo.
En la cafetera hay mucho, si quieres un poco.
Flora era la primera persona adulta en cuya casa haba pernoctado que no le preguntaba cmo haba
dormido. Tampoco iba a prepararle desayuno. Le dijo dnde estaban los huevos y el pan y la
mantequilla. Pringle record que an no le haba devuelto la sartn, que podra ser la nica que
tenan.
Pringle se prepar un montn de tostadas y encontr un frasco de mermelada. La hierba y los
senderos, como pudo ver por la ventana abierta, estaban llenos de hojas y ramitas rotas. Un faisn
cruz el csped.
La tormenta ha producido muchos daos? pregunt.
No lo s. Tony se ha levantado temprano para ir a verlo. Puede que haya derribado ms chopos.
Pringle se comi una tostada. El gato haba comenzado a ronronear de un modo irregular. Ella le
acariciaba las orejas y el cuello con la mano. Habl, pero quiz no a Pringle o al gato, o para ellos,
si queran escuchar.
Mucha gente es as. Toda la vida es una preparacin para la vida, pero no vivir.
Pringle no supo qu decir. No dijo nada. Ella se levant y se march, con el gato en brazos, y al
cabo de un rato l oy msica procedente, dbilmente, de una parte distante de la casa.
En la plantacin haban cado dos chopos y cada uno haba dejado un crter de un metro o metro y
medio de profundidad. Mientras seguan el sendero para comprobar cmo se encontraba su
campamento, Pringle, John y Hodge les echaron un buen vistazo. Aparte de que todo estaba un poco
revuelto en el campamento y lo que haban dejado fuera estaba empapado, no se haban producido
autnticos daos. El bosque haba protegido su tienda.
Pareca buen momento para devolver la sartn. Despus de hacerlo, caminaran hasta Fedgford para
comprar unas salchichas, a menos que uno de los Liddon se ofreciera a llevarles en coche. Casi con
esa intencin, Pringle tena que admitirlo, iba a devolver la sartn.
Pero el seor Liddon jams perda el tiempo, y ya se encontraba trabajando en la plantacin. Haba
arrastrado hasta all una sierra de cadena y se estaba preparando para cortar los chopos donde
estaban. Cuando les vio en el sendero, se acerc a ellos.
Cmo habis dormido?.
Pringle dijo:
Muy bien, gracias.
Pero Hodge, que estaba resentido porque no les haban ofrecido una bebida caliente o algo que
comer, murmur que l haba estado demasiado hambriento para poder dormir. El seor Liddon no
se dio por aludido. Pareca nervioso. Dijo a Pringle que si iban a la casa dijeran a la seora Liddon
l jams la llamaba Flora ante ellos que haba lo que pareca un vertedero de cristal Victoriano
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en el crter que haba dejado el chopo ms grande.


Debieron de plantar los rboles encima sin saberlo.
Pringle mir el crter y vio fragmentos de cristal de color y un cuello de botella y una asa de un
jarro que sobresalan del suelo. Dej all a los otros, fascinados por la sierra de cadena, y fue a
devolver la sartn. Flora estaba en el saln, poniendo discos de msica de piano. Se levant
excitada cuando l le habl del vertedero de cristal.
Volvieron juntos a la plantacin, seguidos por el gato, que caminaba un poco detrs de ellos como
un perro. Pringle saba que ahora no tena ninguna esperanza de que les llevaran en coche al pueblo.
El seor Liddon ya haba cortado la copa del chopo. En el poco tiempo transcurrido desde la
tormenta, sus plidas hojas verde-plateadas haban comenzado a marchitarse. John pregunt si
podan hacer funcionar una vez la sierra, pero el seor Liddon dijo que no, crean que estaba loco?.
Y si queran ir a la carnicera antes de que cerraran para el almuerzo, sera mejor que se marcharan.
Flora, subida su larga falda, haba bajado al crter. Si se hubiera quedado de pie, quiz de cintura
para arriba habra sobresalido por encima del borde, pues los chopos tienen las races poco
profundas. Pero no se qued de pie. Se agach, y utiliz el desplantador para extraer pequeos
objetos del mantillo. La sierra de cadena gema al cortar el tronco del chopo. Pringle, que observaba
junto con los otros muchachos, tuvo la sensacin de que el seor Liddon lo estaba haciendo mal.
Pero no saba qu era lo que haca mal. Slo se le ocurra una pelcula divertida que haba visto en
una ocasin en la que un hombre, sentado sobre una rama, serraba el trozo que quedaba entre l y el
tronco del rbol y, naturalmente, se caa cuando la rama lo haca. Pero el seor Liddon no estaba
sentado sobre nada. Slo estaba serrando un rbol cado, de arriba abajo.
Daos prisa, muchachos dijo. No querris perder todo el da aqu mirando.
Flora levant la vista e hizo un guio a Pringle, no era un guio descorts, slo conspirativo, y
tambin le sonri, sosteniendo en alto una pequea botella de cristal rojo para que la viera. l, John
y Hodge se marcharon despacio, de mala gana, remoloneando porque el paseo que les esperaba
sera aburrido y largo. Fueron a travs de las colas de caballo, orilla arriba, y miraron atrs cuando
la sierra volvi a gemir.
Pero Pringle no miraba realmente cuando ocurri. Ninguno de ellos miraba. Haban mirado por
ltima vez y echado a andar por el sendero. El ruido les hizo girar, una especie de sacudida con un
crujido y despus un fuerte estrpito de algo que caa. Los tres gritaron, pero nadie ms lo hizo, ni
Flora ni el seor Liddon. Ninguno de ellos emiti ningn sonido.
El seor Liddon estaba de pie con los brazos extendidos, la boca abierta y los ojos desmesurados. El
montn de leos se hallaba a su lado, pero el tronco del rbol haba desaparecido; despus del
ltimo corte con la sierra se haba erguido, pues las races haban hecho la base ms pesada que la
copa y lo haban desequilibrado. Pringle se llev la mano a la boca y la mantuvo all. Hodge, que en
realidad no era ms que un nio gordo, se haba echado a llorar. Temerosos, muy despacio, los
cuatro se acercaron al rbol ahora erguido bajo cuyas races ella yaca.
Lleg la polica y un granjero y su hijo y algunos hombres de por all.
Entre todos sacaron el rbol y lo volvieron a tender en el suelo, pero por entonces Flora estaba
muerta. Quiz muri en cuanto el tronco y la masa de races la golpe. Pringle no haba estado all
para verlo. El seor Liddon les prohibi que se quedaran en la plantacin y les dijo que
permanecieran en el campamento hasta que alguien les llevara en coche hasta la estacin. Fue
Michael Porter quien apareci a ltima hora de la tarde y verific que todo estaba empaquetado y el
lugar de acampada limpio. Les dijo que Flora haba muerto. Llegaron a la estacin en el Land Rover
de Porter a tiempo para coger el tren de Londres de las cinco quince.
Camino de la estacin, Pringle no mencion el vertedero de botellas del que les haba hablado.
Pringle se preguntaba si el seor Liddon le haba dicho algo de ello a Flora. Durante todo el trayecto
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en tren estuvo pensando en una cosa extraa. Estaba seguro de que la primera vez que haba subido
por el sendero hasta el campamento aquella maana, no haba nada de cristal en el crter del rbol.
Lo habra visto brillar y no era as. Pero no dijo nada a John ni a Hodge. De qu habra servido?.
Tres aos ms tarde, los padres de Pringle recibieron una invitacin a la boda del seor Liddon. Se
casaba con la hija de un acaudalado constructor local y la recepcin iba a celebrarse en Fen Hall, la
casa del bosque. Pringle no asisti, pues era ya demasiado mayor para ir pegado a sus padres. De
todas maneras, haba perdido la aficin por los rboles.

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P. D. JAMES (n. 1920)

UNA RESIDENCIA MUY ATRACTIVA


La gran rival de Rendell, si puede decirse que existi alguna rivalidad, ha de ser P. D. James
(Phyllis Dorothy James White), otra escritora introspectiva dedicada al estudio psicolgico.
Esta narracin procede de Winter's Crime (nmero 8), la importante serie anual que presenta los
mejores relatos de misterio. Uno no se hace importante como escritor de crmenes hasta que no le
han publicado un relato en una de estas antologas.
Una residencia muy atractiva puede muy bien ser el relato que cierra la tradicin. Igual que en
Fen Hall, la casa es un recordatorio del pasado. Los personajes, igual que los de Rendell, son
corrientes hasta la depresin. No poseen ni la grandiosidad ni el atractivo de los que en otro
tiempo dominaban la propiedad. Son supervivientes de la Gran Tradicin, pero slo supervivientes.
Cuando se recopilen las grandes narraciones de esta era, podr muy bien hacerse en una coleccin
llamada Grandes misterios en pisos de ciudad ingleses. James sera una piedra angular de
semejante coleccin. Tambin lo sera Rendell, y Fremlin y Yorke y otros que escriben con
contempornea familiaridad.
Aqu no se hallar a lord y lady Ferncliffe, lord Peter y el seor Holmes. stos han desaparecido,
pero no han sido olvidados. Afortunadamente, pueden ser evocados de nuevo simplemente
volviendo una pgina.

En el transcurso y despus del juicio de Harold Vinson, en el que yo era un testigo de la acusacin
relativamente poco importante, hubo las especulaciones desinformadas, intiles y repetitivas de
costumbre en cuanto a si los que le conocamos habramos adivinado jams que era un hombre
capaz de proyectar el asesinato de su esposa. Se supona que yo le conoca mejor que la mayor parte
del personal de la escuela, y a mis colegas les pareca irritantemente farisaico que yo fuera tan
reacio a entrar en las murmuraciones generales referentes a lo que, al fin y al cabo, era el mayor
escndalo de la escuela en veinte aos. T les conocas a los dos. Solas visitar la casa. Les veas
juntos. No lo adivinaste?, insistan, pensando, evidentemente, que haba sido negligente, que
debera haber visto lo que pasaba y haberlo evitado. No, yo no lo adivin; o, si lo hice, lo adivin
mal. Pero tenan toda la razn. Poda haberlo evitado.
Conoc a Harold Vinson cuando acept un puesto de profesor de arte junior en el instituto de
segunda enseanza donde l enseaba matemticas a los mayores. No era un lugar demasiado
deprimente, como son estas fbricas de enseanza. La escuela estaba basada en la vieja escuela
secundaria del siglo dieciocho, con algunas adiciones modernas no demasiado espantosas, situada
en una agradable ciudad junto al ro a unos treinta quilmetros al sudeste de Londres. Era una
comunidad en la que predominaba la clase media, un poco presumida y culturalmente tmida, pero
apenas excitante intelectualmente. Con todo, me satisfaca bastante como primer trabajo. No tengo
nada que objetar a la clase media o a sus habitats; yo tambin pertenezco a ella. Y saba que tena
suerte de haber conseguido el puesto. La ma es la historia usual del artista con suficiente talento
pero sin suficiente respeto por las idioteces de moda del sistema artstico contemporneo para vivir
decentemente. Los hombres ms entregados optan por vivir en habitaciones baratas y seguir
pintando. Soy exigente en cuanto a dnde y cmo vivo, asique eleg un ttulo de enseanza de arte y
el instituto de West Fairing.
Slo necesit una velada en casa de Vinson para darme cuenta de que era un sdico. No me refiero a
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que atormentara a sus discpulos. No le habran permitido seguir, de haberlo intentado.


Actualmente, el equilibrio de poder en las aulas ha cambiado con creces, y si alguien atormenta son
los nios. No, como profesor era sorprendentemente paciente y concienzudo, un hombre con
autntico entusiasmo por su materia disciplina era la palabra que l prefera utilizar, ya que era un
esnob intelectual y dado a utilizar la jerga acadmica, y posea un sorprendente talento para
comunicar ese entusiasmo a los chicos. Era un ordenancista bastante rgido, pero yo nunca he visto
que a los chicos les desagrade la firmeza, siempre que el maestro no caiga en ese sarcasmo pedante
que, aprovechndose de la incapacidad del nio para competir, se siente como injusto. Tambin les
aprobaba los exmenes. Digan lo que quieran, eso es algo que los chavales de clase media y sus
padres aprecian. Lamento haber cado en el uso de la palabra chavales, ese moderno lema que
conlleva una mezcla de superioridad y adulacin. Vinson jams la utilizaba. Su costumbre era
hablar de los alumnos de sexto. Al principio cre que era un intento de humor suavemente
pretencioso, pero ahora lo dudo. En realidad no era un hombre jocoso. Los rgidos msculos de su
rostro raras veces se contraan para sonrer, y cuando lo hacan, formaban una mueca desconcertante
as como dolorosa. Con su figura delgada, ligeramente encorvada, los ojos graves tras las gafas de
concha, y las quejumbrosas arrugas profundas desde la nariz a las comisuras de la boca, pareca
engaosamente lo que todos creamos que era: un pedante de mediana edad, desagradable y no muy
feliz.
No, no era a sus apreciados alumnos a quien intimidaba y tiranizaba. Era a su esposa. La primera
vez que vi a Emily Vinson fue cuando me sent a su lado el da del memorial del fundador, una
arcaica funcin heredada de la vieja escuela y contemplada con tanta reverencia, que incluso las
esposas de los profesores que raras veces asomaban el rostro por la escuela se sentan obligadas a
asistir a ella. Ella era, adivin, casi veinte aos ms joven que su esposo, una mujer delgada y de
aspecto nervioso con el cabello castao rojizo que se haba marchitado pronto, y la piel muy plida
y transparente que a menudo acompaa a ese color de pelo. Iba vestida con elegancia, demasiado
para una mujer inclasificable como ella, de modo que el vestido mal elegido, demasiado moderno,
simplemente resaltaba su frgil normalidad. Pero sus ojos eran notables, de un inslito gris verdoso,
muy grandes y ligeramente exoftlmicos bajo las cejas arqueadas y finas. Pocas veces los volva
hacia m, pero cuando, de vez en cuando, me lanzaba una rpida mirada elptica, era tan asombroso
como volver un leo Victoriano desconocido y descubrir un Corot.
Al final del da del memorial del fundador recib mi primera invitacin para visitarles en su casa.
Me pareci que vivan con cierto estilo. Ella haba heredado de su padre una pequea pero
perfectamente proporcionada casa georgiana que se elevaba sola en unos dos acres de terreno, con
cspedes que descendan hasta el ro. Al parecer, su padre era un constructor que haba comprado la
casa barata a su arruinado propietario con la idea de demolerla y construir un bloque de pisos. Las
autoridades de urbanismo haban emitido una orden de conservacin justo a tiempo y l muri al
cabo de unas semanas, sin duda de pena, dejando la casa y su contenido a su hija. Ni Harold Vinson
ni su esposa parecan apreciar lo que posean. l se quejaba del gasto; ella se quejaba del trabajo
que daba la casa. La fachada perfectamente proporcionada, tan hermosa que quitaba el aliento,
pareca dejarles tan impasibles como si vivieran en una caja de ladrillo. Incluso el mobiliario, que
haba sido comprado junto con la casa, era tratado por ellos con tan poco respeto como si se tratara
de reproducciones baratas. Cuando al finalizar mi primera visita felicit a Vinson por la
espaciosidad y las proporciones del comedor, l respondi:
Una casa no es ms que el espacio entre cuatro paredes. Qu importa si estn separadas o muy
juntas, o de qu estn hechas?. Sigues estando en una jaula.
En ese momento su esposa llevaba los platos a la cocina y no le oy. l habl tan bajo que yo
apenas le o. Ni siquera estoy seguro de que quisiera que le oyera.
El matrimonio es a la vez la ms pblica y la ms secreta de las instituciones, sus miserias tan
irritantemente insistentes como una tos seca, su malestar privado menos fcilmente diagnosticado.
Y nada es tan destructivo como la infelicidad para la vida social. Nadie quiere estar sentado en un
silencio embarazoso mientras sus anfitriones demuestran su incompatibilidad y desagrado mutuos.
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Al parecer, ella no poda abrir la boca sin que l se irritara. Ninguna opinin que ella expresara
mereca ser escuchada. Su conversacin sobre asuntos domsticos que era, al fin y al cabo, lo
nico que ella tena, invariablemente le provocaba por su banalidad, y as l dejaba el cuchillo y el
tenedor con una expresin de aburrimiento paciente y resignado en cuanto, con una nerviosa mirada
preparatoria a l, ella se decida a hablar. Si hubiera sido un animal, al encogerse con aquella
histrinica y esencialmente falsa expresin de lastimosa splica, la tentacin de darle una patada
habra resultado irresistible. Y verbalmente, Vinson le daba una patada.
Tenan pocos amigos, cosa nada sorprendente. Mirando hacia atrs, probablemente sera ms cierto
decir que no tenan autnticos amigos. El nico colega de l que les visitaba, aparte de mi, era Vera
Pelling, la profesora de ciencias junior, y ella, pobre muchacha, era tan poco atractiva que no le
quedaban muchas alternativas. Vera Pelling es la refutacin viva de esa teora tan querida, entiendo
yo, por los periodistas de belleza y moda de las revistas femeninas de que cualquier mujer, si se
toma la molestia, puede sacar partido de su aspecto. Nada poda hacerse con los ojitos como de
cerdo que tena Vera y su barbilla inexistente, y, cosa muy razonable, ella no lo intentaba. Lamento
parecer duro. Vera no era mala persona. Y si crea que formar un cuarteto conmigo en una ocasional
cena con los Vinson era mejor que comer sola en su piso amueblado, supongo que tena sus razones,
igual que yo tena las mas. No recuerdo haber visitado nunca a los Vinson sin Vera, aunque Emily
vino a mi piso en tres ocasiones, con la aprobacin de Harold, a posar para un retrato. No fue un
xito. El resultado pareca un pastiche de un Stanley Spencer primerizo. Fuera lo que fuese lo que
intent captar, esa sensacin de una vida secreta transmitida en el raro destello gris verdoso de
aquellos singulares ojos, no lo consegu. Cuando Vinson vio el retrato, dijo:
Fuiste prudente, muchacho, al optar por la enseanza como medio de ganarte la vida. Aunque
contemplando este esfuerzo, dira que la eleccin no fue voluntaria.
Por una vez, me sent tentado de estar de acuerdo con l.
Vera Pelling y yo llegamos a estar extraamente obsesionados por los Vinson. Al volver a casa a
pie, despus de alguna de sus cenas, solamos reflexionar acerca de los traumas de la velada como
una vieja pareja casada que discute siempre las incapacidades de unos parientes que les desagradan
pero a quienes no pueden soportar no ver. Vera era un buen mimo, e imitaba los tonos secos y
pedantes de Vinson.
Querida, creo que nos contaste ese nada intersante drama domstico la ltima vez que cenamos
juntos.
Y qu has hecho hoy, cario?. Qu fascinante conversacin has mantenido con la estimable
seora Wilcox mientras limpiabais juntas la sala de estar?.
Realmente, confes Vera, cogindome del brazo, se haba hecho tan embarazoso que casi era
suficiente para no volver a visitarles ms. Pero al parecer no fue suficiente. Por eso tambin ella se
encontraba en casa de los Vinson la noche en que aquello sucedi.
La noche del crimen la frase posee un dejo estereotipado pero dramtico que no es inapropiado a
lo que, mrese como se mire, no era una vileza ordinaria Vera y yo tenamos que estar en la
escuela a las siete de la tarde para ayudar en el ensayo con trajes de la obra del colegio. Yo era
responsable del decorado y algunos accesorios, y Vera del maquillaje. Era una hora intempestiva,
demasiado pronto para comer antes y demasiado tarde para quedamos en la escuela sin pensar en
cenar, y cuando Emily Vinson nos invit, a travs de su esposo, a Vera y a mi a tomar caf y
bocadillos a las seis, nos pareci sensato aceptar. Tengo que admitir que Vinson dej claro que la
idea haba sido de su esposa. Pareci un poco sorprendido de que quisiera entretenernos tan
brevemente (entretenemos fue la palabra que utiliz). Vinson no participaba en la obra. l nunca
se negaba a emplear su tiempo libre para dar explicaciones extraordinarias relativas a su materia,
pero para l era una cuestin de rgida poltica no involucrarse jams en lo que describa como
divertimientos de carcter privado que slo atraan al adolescente regresivo. Sin embargo, era un
buen jugador de ajedrez, y los mircoles por la noche pasaba tres horas, de las nueve hasta
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medianoche, en el club de ajedrez local del que era secretario. Era un hombre de hbitos
meticulosos, y cualquier actividad escolar que se desarrollara un mircoles por la noche tena que
desarrollarse sin l.
Cada detalle, cada palabra dicha en aquella breve y poco notable comida bocadillos secos de
jamn cortado demasiado grueso y caf sinttico fue contado por Vera y por mi ante el Tribunal
de la Corona, asique siempre me ha intrigado el hecho de que no puedo visualizar la escena. S
exactamente lo que ocurri, por supuesto. Puedo repetir cada palabra. Slo es que ya no puedo
cerrar mis ojos y ver mentalmente, en color, la mesa de la cena y a nosotros cuatro sentados all.
Vera y yo dijimos en el juicio que los dos Vinson parecan ms inquietos que de costumbre, que
Harold, en particular, nos dio la impresin de que deseaba que no estuviramos all. Pero poda ser
que a la sazn no hubiera sido as.
Este incidente vital, si se puede llamar as, sucedi hacia el final de la comida. En aquel momento
pareci tan corriente, y ahora parece tan crucial... Emily Vinson, como si se hubiera dado cuenta
con inquietud de sus deberes como anfitriona y del silencio inexplicable que se haba hecho en la
mesa, hizo un esfuerzo palpable. Levantando la vista y mirando nerviosa a su esposo, dijo:
Esta maana han venido dos operarios muy agradables y educados...
Vinson se roz los labios con la servilleta de papel que despus arrug convulsivamente. Le
interrumpi con inslita aspereza en la voz.
Emily, querida, crees que esta noche podras ahorrarnos los detalles de tu rutina domstica?. He
tenido un da particularmente cansado. Y estoy intentando concentrarme en el juego de esta noche.
Y eso fue todo.
El ensayo con trajes termin sobre las nueve, como estaba previsto, y dije a Vera que haba olvidado
un libro de la biblioteca en casa de los Vinson y quera recogerlo al volver a casa. Ella no puso
ninguna objecin. Daba la impresin, pobre chica, de que nunca tena prisa por llegar a casa. Slo
haba un cuarto de hora a paso rpido hasta la casa y, cuando llegamos, vimos enseguida que algo
suceda. Haba dos coches, uno de ellos con una luz azul en el techo, y una ambulancia aparcada sin
estorbar al lado de la casa. Vera y yo nos miramos brevemente y corrimos a la puerta principal.
Estaba cerrada. Sin llamar, nos precipitamos al otro lado. La puerta trasera, que conduca a la
cocina, estaba abierta. Vi de inmediato que la casa se hallaba llena de hombres fornidos, dos de
ellos vestidos de uniforme. Haba, recuerdo, una mujer polica inclinada sobre la figura de Emily
Vinson, que estaba tendida boca abajo. Y la mujer de la limpieza, la seora Wilcox, tambin se
encontraba all. O que Vera explicaba a un polica de paisano, evidentemente el hombre de ms
edad presente, que ramos amigos de los Vinson, y que habamos cenado con ellos aquella misma
noche.
Qu ha sucedido? no cesaba de preguntar. Qu ha ocurrido?.
Antes de que la polica pudiera responder, la seora Wilcox lo escupi todo, los ojos brillantes de
excitacin y engreda indignacin. Me di cuenta de que la polica quera deshacerse de ella, pero no
resultaba tan fcil. Y, al fin y al cabo, ella haba sido la primera en llegar. Lo saba todo. Lo o
contar, con una serie de frases entrecortadas:
Golpeada en la cabeza ... terrible herida ... seales en todo el suelo de parquet, por donde la ha
arrastrado ... al venir... demonio humano ... la cabeza descansaba sobre un cojn en la cocina de
gas ... pobrecilla ... he llegado a tiempo, a las nueve y veinte ... siempre vengo a ver la televisin en
color con ella el mircoles por la noche ... la puerta trasera, como siempre ... he encontrado la nota
en la mesa de la cocina.
La figura que se retorca en el suelo, gimiendo y llorando en una serie de speros quejidos como un
animal herido, de pronto se levant y habl con coherencia.
Yo no la he escrito!. Yo no la he escrito!.
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Quiere decir que el seor Vinson ha intentado matarla?.


Vera se mostr incrdula, volviendo la cabeza hacia los rostros atentos e inescrutables de la polica.
El oficial mayor intervino:
Seora Wilcox, creo que es hora de que se vaya a casa. La ambulancia est aqu. Ms tarde ir un
oficial para tomarle declaracin. Nos ocuparemos de la seora Vinson. Usted no puede hacer nada
ms.
Se volvi a Vera y a mi.
Si han estado aqu antes, me gustara hablar con ustedes. Ahora han ido a buscar al seor Vinson
a su club de ajedrez. Pero si hacen el favor, esperen en la sala de estar.
Vera dijo:
Pero si l la ha dejado inconsciente de un golpe y le ha metido la cabeza en el horno, cmo es
que no est muerta?.
Fue la seora Wilcox quien respondi, volvindose triunfante mientras la acompaaban fuera:
El cambio de gas, por eso. Desde esta tarde tenemos gas natural. Ese del mar del Norte. No es
txico. Los dos hombres de la compaa del gas han venido justo despus de las nueve.
Estaban colocando a Emily Vinson en una camilla. Su voz nos lleg como un gemido quejumbroso.
He intentado decrselo. Lo recuerdan?. Le han odo?. He intentado decrselo.
La nota de suicidio fue uno de los documentos mostrados en el juicio de Vinson. Un analista de
documentos del laboratorio de ciencias forenses testific que se trataba de una falsificacin, una
falsificacin muy bien hecha pero no era la letra de la seora Vinson. No poda dar una opinin
respecto a si era obra de su esposo, aunque sin duda estaba escrita en una hoja sacada de un bloc
encontrado en el escritorio de la sala de estar. No se pareca a la escritura normal del acusado. Pero,
en su opinin, no haba sido escrita por la seora Vinson. Dio varias razones tcnicas que apoyaban
su punto de vista y el jurado le escuch respetuosamente. Pero no se sorprendieron. Saban que no
haba sido escrita por la seora Vinson. Ella haba subido al estrado y lo haba dicho. Y ellos tenan
perfectamente claro quin la haba escrito.
Hubo otro dato del forense. Las seales en todo el suelo de parquet que haba dicho la seora
Wilcox se reducan a un solo araazo largo pero poco profundo, justo despus de la puerta de la sala
de estar. Pero era un araazo importante. Lo haban producido los tacones de los zapatos de Emily
Vinson. En los lados de los tacones raspados, no en las suelas, se haban encontrado indicios del
pulimento del suelo que ella utilizaba, y haba diminutos restos del betn de sus zapatos en el
araazo del suelo.
El oficial de las huellas digitales present pruebas. Hasta entonces no me haba dado cuenta de que
los expertos en huellas digitales son en su mayora civiles. Debe de ser un trabajo aburrido, ese
examen constante y meticuloso de superficies. Duro para los ojos, dira yo. En este caso, lo
importante era que no haba encontrado huellas. Los mandos del gas se haban limpiado. Vi que el
jurado se reanimaba fsicamente al or esta noticia. Fue un error, est bien. No era necesario un
juicio para sealar que en los mandos debera haber habido las huellas de la seora Vinson. Al fin y
al cabo, ella haba cocinado la ltima comida. Un asesino ms listo se habra limitado a llevar
guantes, manchando las huellas existentes pero asegurndose de que l no dejaba ninguna. Limpiar
los mandos del gas haba sido una precaucin excesiva.
Emily Vinson, tranquila, afligida pero valiente, evidentemente reacia a testificar en contra de su
esposo, estuvo muy competente en el estrado. Apenas la reconoc. No, no haba dicho a su esposo
que ella y la seora Wilcox haban quedado para mirar la televisin juntas poco despus de las
nueve. La seora Wilcox, que viva cerca, sola ir a pasar un par de horas con ella los mircoles por
la noche, cuando el seor Vinson estaba en su club de ajedrez. No, no le gustaba decrselo al seor
183

Vinson. Al seor Vinson no le gustaba mucho invitar a gente a su casa. El mensaje lleg al jurado
tan claro como si lo hubiera deletreado, el cuadro de una esposa oprimida, no intelectual, que
ansiaba tener la compaa humana que su esposo le negaba, y que miraba un popular programa de
televisin con la mujer de la limpieza a una hora en que estaba segura de que su marido no las
pillara. Mir la mscara orgullosa e inflexible de l, que apretaba las manos en el borde del
banquillo de los acusados, e imagin lo que pensaba, lo que habra dicho:
Ya tienes bastantes insignificancias domsticas y conversacin de la seora Wilcox, poco
excitante dira yo, sin invitarla a pasar a nuestra sala de estar. Esa mujer debera saber cul es su
lugar.
El juicio no dur mucho. Vinson no efectu ninguna defensa salvo reiterar con terquedad, los ojos
fijos al frente, que l no lo haba hecho. Su abogado hizo todo lo que pudo, pero con la obstinada
persistencia de un hombre resignado al fracaso, y el jurado daba la impresin de estar formado por
gente que se alegraba de verse enfrentados, por una vez, con un caso claro que realmente podan
entender. El veredicto fue inevitable. Y el posterior juicio por divorcio fue an ms corto. No es
difcil convencer a un juez de que tu matrimonio est completamente destrozado cuando tu esposo
cumple una condena de prisin por intento de asesinato.
Dos meses despus del fallo nos casamos y tom posesin de la casa georgiana, la vista del ro, el
mobiliario estilo regencia. Con las posesiones fsicas yo saba exactamente lo que obtena. Con mi
esposa, no estaba tan seguro. Haba algo inquietante, incluso temible, en la competencia con que
llev a cabo mis instrucciones. Por supuesto, no haba sido muy difcil. Lo habamos planeado
juntos durante las sesiones en que le pint el retrato. Yo le escrib y entregu la nota del falso
suicidio en el papel que ella me haba dado unos das antes de que maduraran nuestros planes.
Sabamos cundo iban a cambiar el gas. Ella, siguiendo las instrucciones, coloc la nota en la mesa
de la cocina antes de araar el suelo pulido con los tacones de sus zapatos. Incluso haba logrado
con xito la nica parte difcil, golpearse la parte posterior de la cabeza contra la pared de la cocina
lo bastante fuerte para producirse una magulladura impresionante pero no tanto como para
arriesgarse a no poder efectuar los preparativos finales: colocar el cojn en el fondo del horno para
la cabeza, encender el gas y despus limpiar el mando con el pauelo.
Y quin hubiera imaginado que eran tan consumada actriz?. A veces, recordando aquel angustiado
grito animal de Yo intent decrselo. Yo intent decrselo, me pregunto de nuevo que hay tras esos
ojos singulares. Ella sigue actuando, por supuesto. Lo encuentro notablemente irritante, esa
costumbre que tiene, en particular cuando nos encontramos acompaados, de mirarme con esa
expresin mansa, suplicante, de perro apaleado siempre que le hablo. Provoca crueldad. Quiz sa
es la intencin. Me temo que estoy empezando a tener fama de sdico. Parece que la gente ya no
quiere venir a casa.
Existe una solucin, por supuesto, y no puedo hacer ver que no he reflexionado sobre ella. Un
hombre que ha matado a otro simplemente para conseguir su casa no es probable que sea demasiado
quisquilloso respecto a matar a otro. Y fue asesinato; tengo que aceptarlo.
Vinson slo cumpli seis meses de su condena antes de morir en el hospital de la prisin de lo que
debi ser una gripe sin complicaciones. Quiz su trabajo era en realidad su vida y sin sus apreciados
alumnos desapareci la voluntad de vivir. O quiz no quiso vivir con el recuerdo de la gran traicin
de su esposa. Bajo la tirana, la impaciencia, la acritud, quiz haba existido alguna clase de amor.
Pero la solucin ltima me est prohibida. Hace un mes, Emily me explic, mansa, como una nia
que plantea un problema, y con una rpida mirada de soslayo, que haba escrito una confesin y la
haba dejado en manos de su abogado.
Slo por si me sucede algo, cario.
Explic que lo que hicimos al pobre Harold le atormentaba, pero que se senta mejor despus de
haber escrito todos los detalles y poda estar segura de que, despus de su muerte, al fin se conocer
la verdad y el recuerdo de Harold ser limpiado. No poda decirme ms claramente que me interesa
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morir antes que ella.


Mat a Harold Vinson para conseguir la casa; Emily, para conseguirme a m. En conjunto, ella sali
ganando. Dentro de pocas semanas perder la casa. Emily la vende. Al fin y al cabo, no puedo hacer
nada para detenerla; este lugar le pertenece a ella, no a mi.
Despus de casarnos, dej mi puesto de profesor, pues me resultaba embarazoso encontrarme con
mis colegas como esposo de Emily. No es que nadie sospechase. Por qu iban a hacerlo?. Yo tena
una coartada perfecta para la hora del crimen. Pero haba soado que, al vivir en aquella perfeccin,
tal vez pudiera convertirme en pintor. Era sta la mayor ilusin de todas.
Ahora estn retirando del final del sendero la tabla que dice: Esta atractiva residencia est en
venta. Emily consigui un precio muy bueno para la casa y los muebles. Mas que suficiente para
pagar la pequea pero pretenciosa caja de ladrillo en un inmueble de ejecutivos en el norte de
Londres que ser mi jaula a partir de ahora. Lo ha vendido todo. Slo nos llevamos la cocina a gas.
Porque, como seal Emily cuando protest, por qu no?. Est en perfecto estado.

185

JAMES MILES

EL ENIGMA DE WORCESTER
Antes de terminar, una aventura final; un regreso a aquellos das de esperanza y gloria en que el
bienestar de la nacin descansaba a menudo en las seguras manos de Sherlock Holmes.
Esta vez nos enfrentamos con un problema extraordinario, uno de los casos de Holmes menos
conocidos, pero que incluye uno de los misterios ms incomprensibles de Inglaterra.
Las campanadas del Big Ben suenan fuera de la ventana. Se oye el traqueteo de los carruajes en
Baker Street. Se levanta la niebla nocturna. Una figura emerge de las sombras y se acerca a la
puerta del 221B...

Distinguidos seores:
Les adjunto el manuscrito El enigma de Worcester y carta. Fueron hallados recientemente entre
los papeles de la finca de mi abuelo. Debido a su tema, he credo que tal vez pudieran encontrarlo
adecuado para su publicacin en su revista.
Atentamente, James M.
Dr. Thomas M. 3 de mayo, 1936 Sansome Walk Worcester, Inglaterra.
Querido Tom:
Me alegr mucho de volver a verte despus de todos estos aos. Tenas un aspecto magnfico.
Normalmente los asuntos de esa clase me parecen un gran aburrimiento, pero debo decir que
disfrut inmensamente de nuestra charla.
Me preguntaste por los casos de Holmes que incluan Worcester, y el otro da, mientras consultaba
mis archivos, encontr el que te adjunto. Durante algn tiempo tuve intencin de publicar lo del
enigma de Worcester, pero descubr, despus de varios intentos de ponerlo por escrito, que era
demasiado tcnico para el pblico general. Tambin incluye la mencin de cierto fluido corporal
que el pblico nunca ha encontrado aceptable en literatura, por muy buen gusto que se ponga al
presentarlo.
Finalmente, y con toda sinceridad, en este asunto Holmes me avergonz, por decirlo de alguna
manera, en mi propia profesin, vergenza que tengo pocos deseos de hacer circular entre mis
lectores.
Por lo tanto, te envo a ti este manuscrito. Todava est muy en bruto, y le falta el pulido final que
intento dar a mis relatos publicados. Lelo a tu comodidad. No deseo que me lo devuelvas.
Saluda a Kate de mi parte.
Sinceramente, John (Watson).
Era finales de la temporada del ochenta y ocho cuando nos reunimos en la sala de estar del 221B de
Baker Street, despus de asistir a una funcin de tarde de La Traviata en Covent Garden. Holmes se
haba esmerado en sealar los defectos de la Violetta, una tal seorita Maud Palmerston, pariente
lejana de sir Charles Halle.
La seorita Palmerston observ Holmes, aplicando un arco a su violn mientras paseaba por la
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habitacin ha alcanzado la dudosa distincin de hacer parecer que la infortunada herona de Verdi
mora como consecuencia de un ataque de asma de tres horas. En verdad, pareca tan estrangulada y
sin aliento, que casi esperaba que usted se levantara del asiento para prestarle auxilio mdico.
Yo hund los ojos en el peridico de la tarde, tratando de olvidar aquella espantosa experiencia.
Watson prosigui mi amigo, haciendo sonar unas impecables notas de un capricho de Paganini
, se me ocurre que si Inglaterra se convierte en una tierra sin msica, lo ms probable es que sea
porque aqu se trata tan mal a la musa. Conozco su aficin a Parry, y esas abominables mezclas de
Stainer, pero debe admitir que Inglaterra no ha logrado producir una figura musical de primera clase
desde Henry Purcell.
Vamos, Holmes, creo que exagera objet, dejando el peridico-. Qu me dice de las
operetas de Sullivan?. Le he odo comentar con agrado sus mritos.
Si, si dijo l impaciente, pero seguramente no les situara usted junto a las obras de Mozart y
de Verdi... Vaya, qu es eso?.
Holmes se haba detenido en la ventana y miraba hacia la calle. Me acerqu a l a tiempo de
vislumbrar a un hombre de constitucin robusta y porte militar que miraba nuestra casa
inciertamente a travs de la neblina del atardecer.
Holmes volvi al centro de la habitacin y reanud sus reflexiones con el violn. Inici un tema
bastante caracterstico de intervalos descendentes que recordaba haberle odo tocar en anteriores
ocasiones.
Ya ve, Watson, con qu facilidad entra en el odo. Estoy seguro de que es debido a su
correspondencia con ciertas pulsaciones elctricas y circulatorias dentro del cerebro.
La seora Hudson llam a la puerta para anunciarnos que tenamos visita.
Holmes asinti con la cabeza sin inters y comenz a repetir su tema.
Me temo que estas sutilezas de la musicalidad han escapado al odo ingls. Al menos al odo de la
seorita Palmerston, que ha reescrito la msica de Verdi en detrimento suyo. Ah, escuche eso,
Watson. Tan endemoniadamente sencillo, y sin embargo tan agradable al odo. No est de acuerdo,
seor?.
Se volvi de pronto para mirar a nuestro visitante, que apareci en el umbral de la puerta. El pobre
tipo fue pillado por sorpresa, naturalmente.
Observ que nuestro invitado era mucho ms joven de lo que me haba parecido al principio, no
tendra ms de treinta, dira yo. Posea una nariz prominente y cuadrada, un gran bigote que
amenazaba con rodearle la cabeza, y una frente alta sobre unos ojos clidos aunque con una mezcla
de melancola y malicia. Enseguida le tom por un hacendado rural firme y vigoroso, brillante y
buclico, la personificacin de todo lo que distingue mejor a los ingleses.
Holmes dej su instrumento y seal una silla junto al fuego.
Como estbamos inmersos en un serio discurso acerca de la naturaleza de la msica, he pensado
que quiz usted, como msico serio y experto, podra ofrecernos su teora.
Extraordinario exclam el hombre joven, sentndose. Pero cmo lo ha sabido?.
Simple razonamiento deductivo declar Holmes, cogiendo una pipa de la mesita auxiliar.
Por los pequeos restos de tela blanca que tiene sobre el hombro izquierdo de la chaqueta, dira que
tiene la costumbre de colocar all un pauelo. Por lo tanto, he de sacar la conclusin de que toca el
violn. Por las uas de las manos tan cortas, he de suponer que no se trata de algo casual. Por la
forma de las palmas de las manos, tambin deducira que es adepto a un instrumento de teclado. Por
las peculiares seales en la suela de su bota, que se han revelado al cruzar las piernas, supongo que
187

el instrumento de teclado es el rgano. Por lo tanto, las manchas de tinta del puo son consecuencia
de un trabajo escrito, seguramente composicin musical.
Asombroso dijo nuestro invitado, inclinndose hacia adelante. Es usted tan bueno como
Alice me hizo creer.
Bien, pero dudo que haya venido desde Worcestershire slo para que le adivinara su profesin.
Veo que no puedo tener secretos para usted dijo nuestro invitado, complacido.
Holmes, paciente, dio unas chupadas a su pipa y esper a que nuestro invitado hablara.
As es, seor Holmes. Soy msico, profesor de msica de Worcester. Tambin soy compositor de
algunas obras muy modestas. Recientemente me he enamorado de una de mis alumnas, la seorita
Caroline Alice Roberts, hija del general de divisin sir Henry Gee Roberts. Le dira que tenemos
intencin de casamos, pero...
Dej de hablar, y empez a rebuscar en su chaleco, ostensiblemente tabaco.
Hay problemas intervino Holmes, ayudando al tipo en lo que a todas luces era un trance difcil.
Si, eso me temo admiti, abandonando su bsqueda. Ver, tengo poco dinero propio, en su
mayor parte lo que gano con las clases, y unos cuantos chelines de vez en cuando con algn
concierto local. No es mucho, me temo. Los padres de Alice estn muy bien situados y, cosa nada
sorprendente, se oponen a la unin. Preferiran que Alice se casara con el seor Adrin FoxFordyce, hijo del diputado local. Adrin es ms ambicioso, y tiene una base ms slida en
cuestiones que ellos consideran importantes para el bienestar de Alice.
Holmes asinti en gesto de comprensin.
Amo a Alice, seor Holmes. Y ella me ama. Ella ha sido mi inspiracin, me ha hecho ms que yo
mismo. Hace dos noches, instado por Alice, decid pedir su mano en matrimonio. Saba lo que dira
el general Roberts, pero estaba decidido a explicarme.
Lamentablemente, se produjo una escena terrible. Me temo que ambos llegamos a gritar.
Abandon la casa bruscamente. Ms tarde, Alice envi recado de que su padre se haba puesto
enfermo. Al parecer padece de diabetes, y debe de haber perdido el control. Est gravemente
enfermo, y lady Roberts me acusa a m de habrselo provocado.
Holmes asinti, y volvi a encender su pipa.
Un asunto muy lamentable, pero no veo en qu puedo ayudar yo.
Esta maana he vuelto a hablar a Alice, y ella es de la opinin de que puede existir juego sucio.
Segn uno de los criados, el general Roberts regres de Londres el da de ese desafortunado suceso
en un estado de agitacin e inquietud. Mi peticin slo sirvi para alterarle ms. Aquella noche, ms
tarde, el general Roberts y su esposa tenan que cenar con sir Gregory Fox-Fordyce, pero regresaron
a casa temprano porque el general se quej de no encontrarse bien. Alice dice que los Fox-Fordyce
haban estado presionando para que ella se casara con Adrin. Sir Gregory ha sufrido prdidas
financieras recientemente, como consecuencia de unas inversiones poco juiciosas. Ese matrimonio
resultara ventajoso para l.
Holmes se levant y se acerc a la ventana.
Y supongo que Alice piensa que sir Gregory podra tener algo que ver con la repentina
enfermedad de su padre.
A Alice no le cae bien sir Gregory, seor Holmes. Cree que es un hombre cruel que hara
cualquier cosa para ascender. Estando el general Roberts incapacitado, Alice cree que su madre
podra ser presionada para celebrar esa unin. Lady Roberts ha dependido durante aos de su
esposo. Si l no estuviera... bueno, creo que entiende usted a dnde quiero llegar.
188

Indudablemente dijo Holmes. Supongo que algn mdico sigue el caso.


Si, el doctor Harvey. Un destacado hombre del lugar. Muy bien considerado. Se retir de una
consulta en Harley Street por razones de salud. Acudi en cuanto el general se puso enfermo.
Muy bien, Watson. Creo que debemos partir de inmediato. Se volvi de nuevo a su invitado.
Por cierto, con sus prisas, la seora Hudson se ha olvidado de darnos su nombre.
Lo siento, caballeros dijo el hombre, ofreciendo su mano. Me llamo Elgar. Edward Elgar.
Subimos al ltimo tren de la estacin de Paddington, llegamos a Worcester en plena noche, y no
perdimos tiempo en ir directamente al piso de Elgar en las afueras de Malvern, unos trece
quilmetros al sudeste. Yo me encontr dando cabezadas varias veces, pero Holmes se hallaba
estimulado por el reto, y convers largamente con el joven Elgar junto a un fuego preparado a
nuestra llegada.
Finalmente, al amanecer, nos encaminamos a travs del verde campo de Worcestershire hacia la
residencia de los Roberts, Hazeldine House, en Redmarley d'Abiot. Nos anunciaron y presentaron
directamente a la seorita Alice Roberts, una elegante y femenina figura cuyo rostro reflejaba, no
obstante, el sacrificio de sueo que la presente calamidad le haba requerido. Era, supuse, unos aos
mayor que Elgar, aunque su actitud era de lo ms gentil y encantadora. No era, dira yo, una mujer
verdaderamente hermosa, pero haba cierta dosis de fuerza y nimo en su porte que le haca
parecerlo. Nos salud calurosamente, a pesar de lo temprano de la hora.
Me alegro de que hayan venido dijo a modo de saludo. El doctor Harvey est aqu. Pap
sigue igual. Finalmente he convencido a madre de que descanse un poco, pobre. No se ha tomado
esto nada bien. Confo en que Edoo les ha contado la situacin.
Se puso a su lado y le cogi la mano afectuosamente mientras hablaba.
Si dijo Holmes, pero quedan algunas cuestiones. Cul era la naturaleza del viaje de su
padre a Londres el da de su enfermedad?.
No estoy segura. Creo que tena que examinar algunos asuntos de negocios, y reunirse con
algunos amigos en su club.
Vio a su padre despus que regres de la cena con los Fox-Fordyce aquella noche?.
Si, aunque brevemente. l estaba bastante agitado y preocupado. Se quej de dolor de cabeza, y
al principio se neg a que madre enviara a buscar al doctor Harvey. Ms tarde, sin embargo, cambi
de opinin, y l mismo lo mand ir a buscar.
Cundo vio usted a su padre, despus?.
Mucho ms tarde. Padre se retir a su estudio hasta que lleg el doctor Harvey. Su estado se
deterior muy rpidamente. Tuvimos suerte de que el doctor Harvey viniera tan pronto como lo
hizo.
Supongo que su padre se encuentra en buenas relaciones con sir Gregory.
A juzgar por las apariencias, si. Madre dijo que la velada haba sido muy cordial, aunque a padre
le pareci que sir Gregory fue muy poco delicado al plantear el tema de la boda. Supongo que
Edoo le ha contado que mis padres desean que me case con Adrin. Bien, no tengo nada contra
Adrin. De hecho, es una persona dulce e inofensiva. Pero les he dicho que sino me permiten
casarme con Edoo, no me casar con nadie. Y es definitivo.
Sus ojos eran desafiantes, y por la mueca que hizo con la boca supe que era una mujer que haca lo
que se propona.
Nuestra conversacin fue interrumpida por la aparicin de un hombre alto, elegantemente vestido
con un traje oscuro, que llevaba un maletn de mdico. El hombre, quien supuse se trataba del
189

doctor Harvey, se inclin ligeramente ante nuestra presencia. Incluso en el campo de las Midiands
tena la actitud altiva de Harley Street.
Seorita Roberts, puedo hablar con usted? pregunt con toda cortesa. Tengo malas
noticias. Su padre no ha experimentado ningn cambio, a pesar de todos mis esfuerzos. Creo que
debera informar a su madre de que se prepare para lo peor.
La angustia y el dolor asomaron al rostro de la seorita Roberts. Elgar la sostuvo con ternura,
conteniendo las lgrimas.
Debo regresar a mi consulta prosigui el doctor, pero volver a pasar ms tarde esta maana,
en cuanto pueda. Entretanto, he dado instrucciones a la seorita Jenkins. Es una mujer muy
capacitada. Sin embargo, no vacile en enviarme recado en caso de que me necesiten.
Supongo, entonces, que el general Roberts se encuentra en un coma diabtico irreversible
pregunt Holmes, adelantndose.
Me parece que no nos han presentado dijo el doctor, retirndose y mirando a mi amigo como si
se tratara de un repugnante pedazo de sebo.
Permtame que me presente. Soy Sherlock Holmes, amigo del general Roberts.
El semblante del doctor Harvey traicion su sorpresa. Abri ligeramente la boca, y abandon por
completo su actitud tirante.
He odo hablar de usted, seor dijo educado. Debe perdonar mi rudeza. Estoy muy cansado.
La enfermedad del general nos ha puesto en tensin a todos.
No lo dudo. Puede aclararme los detalles de la enfermedad del general?.
Me llamaron a esta casa a las nueve y media con un mensaje que deca que el general Roberts se
quejaba de dolor de cabeza y malestar. Hace aproximadamente un ao, le descubr una leve diabetes
en un examen de rutina. Cuando le vi la otra noche en su estudio, resultaba evidente que la
enfermedad haba avanzado en un grado alarmante. Se volvi letrgico e insensible. Apenas pude
meterle en la cama. He probado todas las medidas que conozco para invertir su estado, pero no han
servido de nada. Me temo que la situacin no tiene esperanzas.
Tiene idea de qu es lo que ha hecho que la enfermedad avance tan implacable?.
No, pero segn mi experiencia es un caso frecuente con la diabetes.
Entiendo dijo Holmes pensativo. Es posible que ingiriera algo, quiz accidentalmente, que
pudiera producir esto?.
No veo adonde quiere ir a parar, seor Holmes.
Me han dicho que su paciente regres temprano de una cena. Me preguntaba si podra haber
tomado all algo que pudiera afectar adversamente a su diabetes.
Ah, entiendo dijo el mdico frotndose la barbilla caviloso. Con toda franqueza, no haba
pensado en esa posibilidad. Supongo que es posible, pero no se me ocurre qu sustancia podra ser.
El general tena mucho cuidado con su dieta.
Me pregunto si podra ver al general Roberts. No me quedara ms que unos minutos.
El doctor Harvey pareci que iba a objetar algo, pero dio su aprobacin.
Da su permiso para que mi amigo, el doctor Watson, nos acompae?. Es un amigo de confianza,
y valorara su presencia.
Havey accedi de inmediato, y le seguimos hacia el vestbulo, subimos una gran escalinata central y
penetramos en una habitacin a oscuras.
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El ambiente era sofocante y ola a enfermedad; unas gruesas cortinas cubran las ventanas, dando un
aspecto de funeral. Una gran cama de caoba, con dosel, dominaba el otro extremo de la habitacin.
La iluminacin proceda de una solitaria lmpara sobre una mesa que haba junto a la cama, donde
una hermana enfermera, con un traje recin almidonado y un reloj de oro clavado en el corpino, lea
un libro sentada en una silla. Se levant rpidamente cuando el doctor Harvey entr y le habl en un
tono discreto.
Yo apenas poda vislumbrar el dbil contorno de un hombre anciano a travs de la cortina
transparente que rodeaba la cama. Su respiracin era lenta y profunda. Su rostro, o lo que vea de l,
estaba plido y exange.
El doctor Harvey meti la mano debajo de la cama y retir un pequeo frasco de muestra que
acerc a nosotros.
Vean esto dijo. Grandes cantidades de azcar a pesar de una dieta estricta sin azcar.
Cogi unas gotas de reactivo Benedict y las ech en la muestra de orina. sta rpidamente se volvi
oscura, confirmando la gravedad de la enfermedad del paciente.
Qu significa esto? pregunt con estridencia una voz de mujer. Doctor Harvey, usted dijo
que no estaban permitidas las visitas a mi esposo, ni siquera la familia, y sin embargo usted
convierte esta habitacin en una sala de recepciones.
Una mujer, que supuse sera lady Roberts, se hallaba de pie en el umbral de la puerta, apoyndose
en una doncella. Tena el rotro contrado y ojeroso, sus facciones graves y exageradas. Interrumpi
todos los intentos de explicacin, ordenndonos que saliramos de la casa. Ni siquiera las splicas
de Alice Roberts sirvieron de nada.
Una vez fuera, Holmes dio las gracias al mdico, estrechndole la mano con toda cordialidad antes
de subir al coche de Elgar. El joven msico estaba claramente inquieto, aunque no dijo nada cuando
cogi las riendas.
Qu lstima, Holmes dije, mientras viajbamos por aquel paisaje rural. Mal asunto, esta
diabetes. Me temo que poco se puede hacer.
Watson, me decepciona. El problema est ante nosotros con bastante claridad. Es un asunto
diablico. Hemos de actuar con rapidez.
Dios mo. Entonces sospecha usted de juego sucio.
En su forma ms escalofriante. No hay tiempo que perder. Seor Elgar, si tiene la bondad,
debemos ir enseguida a la oficina de telgrafos ms prxima. Usted regrese a su piso y espere
noticias de Hazeldine House.
Mi amigo qued callado de nuevo, absorto en sus pensamientos. Una vez durante nuestro trayecto,
le pill llevndose un dedo a los labios, pero me encontraba demasiado cansado para darme cuenta
de su significado.
Aprovech la oportunidad para dormir un poco en el sof en la habitacin delantera del piso de
Elgar, mientras esperbamos a que Holmes regresara. Era un mueble duro e incmodo, hecho que
me pas inadvertido hasta que despert varias horas ms tarde. Elgar estaba sentado ante su piano,
improvisando una pieza que haba escrito para la seorita Roberts llamada Salut d'Amour. La toc
varias veces, y recuerdo que pens que era una encantadora pieza sentimental.
Pasamos la tarde hablando de cuestiones musicales, observando el reloj de la repisa de la chimenea.
Al anochecer, Holmes entr, excitado.
Rpido, hemos de volver a Hazeldine House. Espero que lleguemos a tiempo para evitar la
tragedia.
191

Nos movimos con gran celeridad, realizando el viaje de diecisis quilmetros en la mitad del
tiempo que habamos empleado por la maana. Holmes irrumpi en la casa sin esperar a ser
anunciado, y subi a toda prisa la escalera hasta la habitacin del enfermo. Lady Roberts se enfrent
con l en lo alto de la escalera, en un tono helado y spero.
Quin le ha dado permiso para irrumpir en esta casa como un delincuente comn?.
Lo lamento, lady Roberts, pero si valora la vida de su esposo, me dejar pasar.
Sin esperar, Holmes la apart y entr en la habitacin del enfermo.
No es necesario dijo, cogiendo la jeringa de la mano de la sorprendida seorita Jenkins.
Seor Elgar, quiere ocuparse de esta mujer?.
Se volvi a mi, ansioso.
Ahora, Watson, mire de cerca, qu ve incorrecto?.
Mir al paciente comatoso, e inmediatamente comprend la situacin.
Por supuesto, Holmes. La respiracin. No es rpida y poco profunda, como sera en un coma
diabtico!.
Exactamente dijo l, acercndose a la cabecera de la cama. Si quiere ayudarme...
Se inclin y se puso a examinar la parte posterior del cuero cabelludo del paciente.
Aja exclam, dejando al descubierto una herida que haba bajo el blanco cabello. He aqu la
autntica causa del coma del general Roberts.
Lady Roberts estaba pasmada. Su rostro no habra reflejado mayor sorpresa si Holmes hubiera
sacado la Estrella de la India.
Pero Holmes dije, y el azcar en la orina?. Nosotros mismos lo vimos.
Si, lo puso adrede para nosotros el doctor Harvey, mientras nuestra atencin estaba centrada en el
general Roberts. Fuera, despus de estrecharle la mano, he notado pequeas partculas granulares en
mi mano, partculas dulces al gusto. He comprendido que haba puesto azcar en la orina cuando la
ha sacado de debajo de la cama.
Pero no lo entiendo protest lady Roberts. El doctor Harvey y mi esposo eran buenos
amigos. Se haban embarcado juntos en una aventura financiera.
Holmes contest a lady Roberts, corriendo la cortina de la habitacin.
Si. La misma aventura en la que su vecino, sir Gregory Fox-Fordyce, perdi recientemente sumas
considerables. Me he tomado la libertad de telegrafiar a la Sociedad Mdica de Londres para ver de
lo que poda enterarme del retiro del doctor Harvey de esa sociedad. He sabido que se produjeron
algunas irregularidades en las finanzas de varios de sus pacientes de ms edad. Lamentablemente,
nada que pudiera ser demostrado ante un tribunal de justicia. Las vctimas eran reacias a presentar
cargos. Asique una delegacin de la Sociedad Mdica le puso frente a lo que haban descubierto y le
obligaron a abandonar la prctica mdica.
Su padre prosigui Holmes volvindose a Alice Roberts al parecer se enter de esto en su
viaje a Londres. Por eso regres tan alterado. Cuando hizo venir al doctor Harvey a la casa, fue para
encararle con este hecho, no en busca de atencin mdica. El doctor Harvey se asust, y golpe a su
padre en la cabeza; luego invent todo este asunto de la diabetes, hasta que pudiera decidir qu
hacer.
Saba que al final tendra que acabar con su padre para protegerse a si mismo. Afortunadamente,
no ha podido conseguirlo.
192

Y en buen lo me ha metido a mi se quej la seorita Jenkins, casi olvidada en manos de Elgar.


Si, eso me temo. No me ha dicho cmo la indujo a prolongar el coma con inyecciones de morfina
mientras l contemporizaba.
La seorita Jenkins se encogi de hombros patticamente.
Supongo que siempre he sabido que nunca se casara conmigo. Dnde est ahora?.
Se ha marchado lt Worcester. Eso se lo aseguro. Al menos, el apellido Roberts se ha ahorrado la
notoriedad de un juicio largo y pblico.
La figura que yaca en la cama se movi.
Holmes se volvi a mi:
nimo, amigo!. Creo que el general Roberts requerir los cuidados de un mdico de primera
clase, y yo recomendara calurosamente sus servicios.
Varios aos ms tarde, en la primavera del noventa y nueve, lleg un sobre por correo con dos
entradas de palco para el concierto del diecinueve de junio en St. James Hall. Lo ms destacado del
programa iba a ser una nueva serie de variaciones de un tema original de Edward Elgar. Alice Elgar
aadi una nota indicando que era de suma importancia para su esposo que nosotros asistiramos.
Fue, no es necesario recordarlo, un concierto como ningn otro en la historia de Inglaterra. Las
Variaciones-Enigma fueron aclamadas con gran entusiasmo, y nuestro amigo se vio obligado a
saludar varias veces en el escenario hasta que le permitieron retirarse.
Holmes fue de lo ms efusivo en sus alabanzas de la composicin, y eso coment a los Elgar
cuando nos reunimos con ellos ms tarde, aquella misma noche, en el Belgravia.
Me alegro de que hayan venido dijo el compositor, estrechando la mano de Holmes con gran
entusiasmo. Supongo que comprende la deuda que tengo con usted por el xito de esta noche.
Holmes de pronto se puso a silbar fuerte una meloda, en el vestbulo del Belgravia, gesto
asombroso que me sorprendi enormemente. Nuestro amigo, sin embargo, pareci complacido.
Ah, lo ha captado dijo el msico. He recordado el tema muchas veces desde que le o tocarlo
aquella noche en Baker Street. Era tan agradable al odo, como usted dijo. Decid utilizarlo como
base de mis trece Variaciones-Enigma que representan a mis amigos, aunque dudaba en afirmarlo
abiertamente, ya que no poda alegar que era mo.
Claro que es suyo, con toda seguridad dijo Holmes indulgente. El tema pertenece con todo
derecho a una figura musical de primera clase que ha podido transformarla en una obra genial que
habla la lengua de Inglaterra para que todos puedan apreciarla. Acptela como obsequio agradecido
de su ms devoto admirador, Sherlock Holmes. Pero si me permite una pequea sugerencia, le dira
que dejara que el tema de sus Variaciones-Enigma permaneciera un secreto. He descubierto, mi
querido Elgar, que los ingleses aman, tanto como un buen tema musical, un buen misterio3.

3 Edward (ms tarde sir Edward) Elgar (1857-1934) est considerado en general como el primer compositor ingls importante en
ms de dos siglos, y el ms popular que el pas jams ha producido. En 1889 se cas con Caroline Alice Roberts. El matri monio dur
hasta la muerte de ella en 1920. Aunque es ms conocido por sus Marchas de pompa y solemnidad, fueron las Variaciones-Enigma
(1889) lo que le cre su fama internacional. Las Variaciones, una serie de retratos en msica (incluido un autorretrato), estn
construidas en torno a un tema principal que nunca se manifiesta por si mismo. El origen y el significado de este tema jams fue
revelado por Elgar, y su identidad sigue siendo un misterio que todava intriga a los estudiosos de hoy en da. (N. del E.)

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