Durruti en El Laberinto - M AMOROS
Durruti en El Laberinto - M AMOROS
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Durruti en el laberinto
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ndice
Ttulo:
Durruti en el laberinto
Maquetacin: Virus editorial
Diseo de cubierta: Pilar Snchez Molina
Primera edicin: abril de 2007 (Muturreko Burutazioak)
Prefacio
ISBN-13: 978-84-92559-57-2
Depsito legal: B-22883-2014
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Zaragoza
7
11
II Huesca
47
81
105
V Mosc
137
VI Barcelona
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L a historia de nuestra guerra civil est llena de cuestiones cuya resolucin objetiva es una necesidad para aquellos que luchan contra la destruccin
del conocimiento histrico emprendido desde el poder, porque la liquidacin de la memoria histrica asociada al proletariado significara la eliminacin
de toda perspectiva revolucionaria. La figura de Durruti, en tanto que personificacin de la revolucin proletaria anarquista de 1936, concentr muchas
de esas cuestiones, verdaderas heridas del movimiento libertario, que en su
propio beneficio conviene mantener abiertas para hurgar en ellas. Si duelen,
es signo de que sus ideas perviven. Esas ideas no tienen precio. Quienes trataron de venderlas, se vendieron slo a s mismos. El anarquismo o es radical
o no es nada. Ah est la verdadera ortodoxia. Sin embargo, en los tiempos
del espectculo y la cultura de masas, el pasado vendra a ser una mercanca
moderna, consumible como cualquier otra; un objeto cultural de entrete
nimiento asequible en cuadernos coleccionables, DVD o series televisivas. La
banda de historiadores de la universidad ya no tiene por funcin la falsificacin o la ocultacin del pasado, como hacan los estalinistas, sino su conversin en espectculo. El primer paso de esa preparacin para el consumo ha
sido la museificacin; el segundo, la banalizacin. La historia para la pandilla
universitaria sera un enorme panten de cadveres a los que se puede despedazar y analizar como se hara con las momias de Egipto. La distancia que
nos separa de ellos debera ser tan fabulosa que nada hay que temer. El punto
7
Prefacio
1 Rodolfo Gonzlez Pacheco, Durruti, Carteles II, Editorial Nosotros, Valencia, 1937.
I. Zaragoza
El grupo Nosotros Ascaso, Durruti, Garca Oliver, Jover, Sanz, Aurelio, Ortiz y el Valencia desempe un papel de primera magnitud en la
reorganizacin y orientacin de la CNT en Catalua desde finales de 1935.
Sus miembros se prodigaron en mtines en contra de la pena de muerte y a
favor de la amnista de los trabajadores presos desde el instante en que aqullos pudieron celebrarse. Frente a las elecciones de febrero, el grupo mantuvo
una posicin tctica consistente en no hacer campaa abstencionista, pues
lo principal no era votar, sino salir a la calle por si la derecha trataba de enmendar su previsible derrota con una sublevacin, cuyo foco mayor estaba
en el Protectorado de Marruecos. Una circular del Comit Nacional de la
CNT, fechada en Zaragoza el 14 de febrero de 1936, alertaba de la militarada
en ciernes y aconsejaba que all donde se manifiesten los legionarios de la
tirana en insurreccin armada, se llegue sin vacilar a una inteligencia con los
sectores antifascistas procurando enrgicamente que la prestacin defensiva
de las masas derive por derroteros de verdadera revolucin social bajo los auspicios del Comunismo Libertario. El C.N. de entonces tena claro que, si se
declaraban las hostilidades, la democracia burguesa republicana sucumbira
atrapada entre dos fuegos, el del proletariado y el de la reaccin:
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I. Zaragoza
En la tribuna los oradores anarcosindicalistas indicaban a las masas obreras una y otra vez que votaran si queran pero que la solucin a su estado deplorable no vendra de ningn Parlamento, sino de su propia accin mancomunada en la calle destruyendo la sociedad capitalista. Segn cuenta Garca
Oliver, para el cual votar no infringa ningn principio, Durruti era partidario de llamar a la abstencin pero Ascaso, mejor sintonizado con la posicin
del C.N., le hizo cambiar de idea. La frmula que utiliz fue la siguiente:
Estamos ante la revolucin o la guerra civil. El obrero que vote y se quede
tranquilamente en su casa, ser un contrarrevolucionario. Y el obrero que no
vote y se quede tambin en su casa, ser otro contrarrevolucionario.2 Gan
el Frente Popular y Buenaventura Durruti lleg incluso a decir en el mitin del
Price de primeros de marzo que el triunfo de las izquierdas haba sido obra de
la vigilancia preventiva de la CNT, cosa que molest a algunos anarquistas:
Las palabras de Durruti parecen indicar que la Organizacin de Catalua
habase convertido en aquellos das en escudero de la Esquerra catalana.3 Lo
que preocupaba a la minora ortodoxa era menos la progresin del reformismo
sindical que la tendencia a la bolchevizacin, es decir, la influencia creciente
de Nosotros y en especial de Garca Oliver, quien se haba manifestado por la
toma del poder y el ejercicio de gobierno en una conferencia dada en el Sindicato de la Madera. El asunto vena de lejos; ya cuando el grupo se llamaba
Los Solidarios, Alfonso Miguel, uno de sus miembros, public un folleto
El debate, en vsperas del Congreso de Zaragoza, no poda ser ms oportuno, mxime cuando Garca Oliver y Durruti haban chocado en el Sindicato Textil y Fabril al discutir sobre el punto defensa de la revolucin. Oliver
defenda la formacin de una organizacin militar, mientras que Durruti propugnaba la creacin de guerrillas. Opinaba que el ejemplo del Ejrcito Rojo
haba demostrado la facilidad con que las organizaciones se convierten en un
poder separado de quienes lo engendraron; con la excusa de ganar la guerra,
acabaran como el partido bolchevique, liquidando la revolucin. Durruti
perdi el debate y sus compaeros presentaron en Zaragoza, en nombre del
Sindicato Textil y Fabril de Barcelona, una propuesta sobre el ejrcito revolucionario que hizo saltar del asiento a ms de uno y que provoc el exabrupto
de Mera: Que nos diga el compaero Garca Oliver de qu color quiere los
entorchados!. Las escasas respuestas, con la excepcin de Berneri, fueron
deprimentes: a problemas reales, los encuestados por ejemplo, Federica
Montseny o Fontaura contestaban con tpicos de la ideologa crata. Los
problemas prcticos de la revolucin espaola no parecan preocupar a casi
nadie y por eso los miembros de Nosotros, que seguan prodigndose en mtines de orientacin ideolgica, ganaban influencia en la CNT y la FAI,
frente al conglomerado reformista de anarquistas doctrinarios y sindicalistas
4 Alfonso Miguel, Todo el poder a los sindicatos, Editorial Realidades Revolucionarias, Barce
lona, 1932. Miguel no quiso formar parte de Nosotros por discrepancias con Durruti, segn
Garca Oliver.
5Ms Lejos, n. 1, 9 de abril de 1936.
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I. Zaragoza
Garca Oliver reprochaba a Durruti su apego a las masas obreras, su predisposicin a comunicar con ellas y decirles lo que queran or en lugar de
llevarlas a su terreno. Eso tena su explicacin. Un texto debido seguramente
a la pluma de Alaiz aporta argumentos:
Nada le haca retroceder. Era la sencillez misma. Tena un don que a no
pocos les haca titubear y al que atribuan virtudes casi milagrosas de captacin. No haba tales milagros. Lo esencial de su carcter era que quera con
entero y sincero querer, ser asequible a todos, cordialmente acogedor siempre
para camaradas y afines. No haba milagro sino curiosidad afectiva, anhelo
fraternal, deseo de das y obras vibrantes.7
6Federica Montseny, Mis primeros cuarenta aos, Plaza y Jans, Barcelona, 1987.
7Acracia, rgano diario de la CNT y de la FAI de Lrida, 22 de noviembre de 1936.
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Todos recordamos su expresin vigorosa y punzante. Su voz y su gesto imponan respeto a sus enemigos. Con l no se atrevan. Jams se amilanaba ante
nada ni ante nadie. El tono de su voz era siempre el mismo, vigoroso, retador,
mordaz. Durruti era temido por sus enemigos y por qu no decirlo idolatrado por el pueblo. ste se senta tan seguro y confiado a su sombra, que con
l era capaz de acometer las empresas ms difciles y arriesgadas. Se agrupaba
a su alrededor y le segua, seguro de la victoria. Y uno de los factores principales de la influencia que ejerca sobre las masas, indudablemente, era la valenta y firmeza que daba a su lenguaje cuando a ellas se diriga.8
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I. Zaragoza
desde Madrid un manifiesto Al Pueblo espaol. A los Confederados en general, propugnando, de acuerdo con lo acordado en el Congreso Extraordinario de Zaragoza, la Alianza Sindical Revolucionaria con la UGT para vencer
al fascismo y abolir el capitalismo. Finalizaba as:
Por encima de cuantos adobos pseudo-democrticos quieran hacerse, la
verdad incontrovertible es que por las arterias de la vida espaola corren en
sentido opuesto dos corrientes de lava ardiente. Una representa el crimen, la
noche negra de la historia, el fascismo brutal y despiadado en una palabra. La
otra, la nuestra, la vuestra, obreros sin pan y sin consuelo, es la que ha de liberarnos si empuamos las armas con coraje, de la esclavitud ominosa del salario y del Estado. Viva la accin revolucionaria de todos los trabajadores!
Viva la CNT! Viva el Comunismo Libertario! 10
El manifiesto dejaba entrever un hecho comn en los medios confederales: los militantes llevaban meses preparndose, organizando grupos de defensa y recogiendo armas. Ms o menos por esas fechas, en Catalua el Comit de Defensa Confederal, dirigido por el grupo Nosotros, tom contacto
con militares antifascistas como el capitn de aviacin Servando Meana, jefe
de los Servicios de Informacin y Enlace de Orden Pblico. Durante el mes
de julio, ste se encontraba todos los das en el Sindicato de la Piel con Durruti, Garca Oliver, Ascaso y con Jos Asens, secretario de la Federacin
Local de Sindicatos de la CNT. Meana informaba de las reuniones de jefes
conspiradores en los cuarteles, as como de la participacin de la Falange en
el golpe de Estado. Se discuta sobre la conveniencia de que los Grupos de
Defensa vigilaran los cuarteles para impedir la entrada de falangistas. El
principal problema era que los obreros no tenan ni armas ni municin suficientes para sostener la lucha demasiado tiempo. A fin de paliarlo, Meana
prometi la entrega a la CNT de las armas que hubiera en el Gobierno Civil.
El 15 de julio se celebr una reunin en casa del encargado del basurero del
Prat de Llobregat, a la que tambin asistieron los militares Ponce de Len,
Daz Sandino y Ramn Franco, el aviador. Ya se saba lo que suceda en
12Entrevista de Hans Magnus Enzensberger con Eugenio Valdenebro, para El corto verano de la
10Esfuerzo. Revista de divulgacin sociolgica, ob. cit.
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13Jos Asens, Del sindicato al Comit de Milicias, memorias inditas facilitadas por Phil Casoar.
14El Movimiento en Barcelona, El Sol, Diario Independiente, Madrid, 21 de julio de 1936.
15Jos del Barrio, Memorias polticas y militares, Pasado y Presente, Barcelona, 2013.
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16 Testimonios de Jordi Arquer y Ricardo Sanz recogidos por Ronald Fraser, Recurdalo t
y recurdalo a otros. Historia oral de la guerra civil espaola, Editorial Crtica, Barcelona, 1979.
17 Garca Oliver en el primer balance oficial de la obra de la CNT De julio a julio, Ediciones
Fragua Social, Valencia, julio de 1937.
21 de julio, confeccionado como el anterior casi ntegramente por Alejandro Gilabert y Jaime
Balius. Asimismo, Mariano R. Vzquez, secretario del Comit Regional de la Confederaci
Regional del Treball (CRT) de Catalua, lo afirma en su artculo retrospectivo en la compilacin
De julio a julio. Ortiz tambin menciona el Pleno del da 20 en la entrevista que le hizo Juan
Camp, el 5 de junio de 1995.
20 J. Garca Oliver, El Comit Central de las Milicias Antifascistas, Solidaridad Obrera,
19 de julio de 1937. Casi todos los autores confunden el Pleno del 20 con el del 23. Abel Paz,
por ejemplo.
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21 Carta a Mayor y Dios (Stalin), 30 de julio de 1936, en Ronald Radosh, Mary R. Habeck
y Grigory Sevostianov, Espaa traicionada. Stalin y la guerra civil, Planeta, Barcelona, 2002.
a Vidiella de haber entregado por debilidad a Aurelio Fernndez el control del rden Pblico,
y a Miravitlles, de permitir por el mismo motivo a los hombres de la FAI que campasen a su
gusto en todos los departamentos. Joan Pons Garland, Un republic enmig de faistes, Edicions
62, Barcelona, 2008.
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29 Josep Alemany, Entrevista con Jos Peirats, Jos Peirats Valls. Historia contempornea del
Movimiento Libertario, Revista Anthropos, n. 102, 1989. Tambin en Fundacin Salvador Segu,
Coleccin de Historia Oral: El movimiento libertario en Espaa. Jos Peirats, Madrid, 1989.
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30Joan Sans Sicart, El dia de les sirenes, Pags Editors, Lrida, 2007.
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Las declaraciones eran tan contundentes que Durruti pudo por ellas convertirse en objetivo que abatir por los soviticos.
Por la maana, empez el multitudinario desfile. En cabeza iban, entre
aplausos estruendosos del gento proletario, los camiones de la CNT-FAI,
desde los que colgaban cintas rojas y negras. Al final, el gran coche abierto de
Durruti y su Estado Mayor: Los milicianos tenan que estar apostados en
los estribos del coche para impedir que la masa lo arrollara en su fervoroso
deseo de ver una vez ms a Durruti.33 No todo el mundo parti inmediatamente; solamente unos mil quinientos milicianos y unas cuantas docenas de
milicianas marcharon con Durruti hacia Lrida, dentro de una treintena
de autocares y sesenta camiones, seguidos de una quincena de ambulancias y
varios vehculos cargados con provisiones, agua, combustible, municiones
y piezas de artillera. El grito de A Zaragoza! era general, aunque nadie
conoca la situacin de los pueblos que jalonaban la ruta. Cada cual llevaba la
comida que el pueblo de Barcelona haba llevado al desfile, una manta, menos
de la mitad un fusil y una caja de municin, pero nada ms. La mayora nunca haba tenido un arma en las manos. Los que haban hecho el servicio militar explicaron el manejo del fusil y eso fue todo. Las dems columnas no
disponan del transporte adecuado y debieron que ir en tren. Acompaando
a Durruti iban Yoldi, Esplugas, Ruano, Ballano, Mira, Ros, Ars, Campn, el
sargento Manzana, el capitn Ramos, Libertad Rdenas, su hermano Progreso, Carreo y Pablo Ruiz, y tambin una compaa de guardias civiles bajo el
mando del teniente Pedro Garrido. Durruti haba dicho a uno de los guardias: Si triunfamos nosotros, no habr Guardia Civil ni guardia de Asalto,
sino solamente obreros.34 Al da siguiente tenan que partir unos setecientos
milicianos con Prez Farrs. Testimonia Santilln la espontaneidad creadora
de las masas obreras revolucionarias, puesto que unas horas antes no hu
biramos sabido asegurar de dnde iban a salir los milicianos, ni las armas
ni los medios de transporte; pero las armas, los milicianos y los medios de
33 Traduccin indita de Bakom Barcelonas barrikader (Tras las barricadas de Barcelona),
editada en Suecia por Federativs a finales de 1936. El autor era Axel sterberg, miembro de la
organizacin juvenil libertaria SUF y testigo ocasional de los hechos.
34Jos Colera, La guerre dEspagne vue de Barcelone. Memoires dun garde civil rpublicain 36-39,
ditions du Cygne, 2008.
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I. Zaragoza
t ransporte salieron en direccin Zaragoza el da y la hora fijados por el Comit de Milicias.35 No obstante, todo tiene su contrapartida: la impericia de los
improvisados conductores dej sembrado el camino de vehculos averiados. Y
en cuanto a las armas, demasiadas haban quedado en la retaguardia o se haban repartido entre las restantes fuerzas; Durruti contaba, para una columna
de tres mil milicianos previstos, con doce piezas de artillera, diecisis ametralladoras, nueve morteros y solamente mil fusiles. Por consiguiente, ms de la
mitad de los efectivos iban desarmados. En los das sucesivos salieron las dems columnas con la idea de alcanzar sus respectivos objetivos militares y
confluir con Durruti en Zaragoza. Fue entonces cuando los dirigentes de la
CNT mostraron un mezquino apego a los cargos recin conquistados, sntoma del inicio de la burocratizacin orgnica:
Ya al partir la segunda columna para Aragn [la de Ortiz] chocamos con
la interpretacin de algunos militantes ms destacados de las propias organizaciones libertarias. Mientras nosotros [el Comit Peninsular de la FAI] sostenamos que los compaeros de ms capacidad y popularidad deban partir
para el frente al mando de las centurias, batallones y columnas, se impuso el
criterio de que haba que conservar para la posguerra a los militantes ms
destacados [...] Veamos que primaba el propsito del reparto de la piel del oso,
antes de darle caza.36
Viniendo esta afirmacin de uno de los que participaron en el reparto, lo
ms probable es que se tratase de una maniobra de un sector dirigente, el que
encabezaban Santilln y Federica, contra otro, el de Garca Oliver. ste picara el anzuelo pues el 25 de agosto march hacia el frente con la Columna Los
Aguiluchos, olvidando dimitir de sus cargos en el Comit de Milicias. Nada
ms llegar, dej la columna a Jover, Garca Vivancos y el Valencia, para regresar a retaguardia al recibir un apremiante escrito de Marianet, el secretario del
Comit Regional, indicndole que aquello, con Santilln va al caos.37 En
realidad, la CNT y la FAI batallaron porque los dirigentes permanecieran
35Abad de Santilln, ob. cit.
36Abad de Santilln, Por qu perdimos la guerra, Plaza y Jans, Barcelona, 1977.
37 Juan Garca Oliver, El eco de los pasos, Ruedo Ibrico, Pars, 1978.
30
en retaguardia para organizar la produccin y fortalecer las estructuras orgnicas para conseguir un rendimiento poltico ptimo. se fue el gran argumento que se esgrimi a favor de la movilizacin de quintas primero, y del
ejrcito regular despus.
El primer contingente de la Columna Durruti lleg a Lrida el da 25 de
julio de buena madrugada. All los milicianos fueron informados de que los
fascistas y la Guardia Civil se haban adueado de Caspe, por lo que algunos
se dirigieron a aquella ciudad. A cuatro kilmetros de ella, en el puente de
entrada, tropezaron con los guardias civiles insurrectos de Bujaraloz, que se
desplazaban en el autocar de lnea Bujaraloz-Zaragoza-Villalba que haban
requisado.38 En el mismo puente libraron enrgica batalla, usando los blindados y la artillera. Los guardias y fascistas que les acompaaban se retiraron
al interior de Caspe con muchas bajas.39 El mismo da sali de Lrida para
Caspe la Columna Mixta de soldados y obreros Hilario-Zamora, que reforz
el destacamento durrutista, mientras la aviacin sobrevolaba la ciudad. Los
socorros fascistas se quedaron en Escatrn y, a media maana, se rindieron los
alzados.40 En Lrida se nombraron delegados y se organizaron grupos, centurias y secciones. Tambin se recogieron armas, que no vinieron mal.41 Desde
38Relato del chofer en Crnicas de la lucha antifascista. En el frente aragons, La Vanguardia,
18 de agosto de 1936.
39Aunque en El Frente de Aragn (Zaragoza, 2007) el historiador Jos Mara Moya se empecina
en negar ese dato, nosotros podemos aportar el testimonio de Jos Mira, del Comit de Guerra
de la columna, que seala adems a su compaero Mario, herido en el pulmn, en Guerrilleros
Confederales. Un hombre: Durruti (Servicio de propaganda y prensa de la CNT, Barcelona, 1937).
Tambin contamos con los testimonios de los milicianos Manuel Cruz y Enric Cassanyes, recogidos
en Jordi Camps y Emili Olcina, Les milcies catalanes al Front dArag, Laertes, Barcelona, 2006.
40 Jos Manuel Martnez Bande, La Invasin de Aragn y el desembarco en Mallorca, SHM,
editorial San Martn, Madrid, 1970. La toma de Caspe fue relatada por Alfonso Martnez Rizo
en Solidaridad Obrera, 31 de julio de 1936.
41Lrida nos acogi con cario y alegra. Nuestra presencia bast para acelerar la incgnita de
algunos militares que an permanecan en una posicin borrosa. Durruti, Farrs, Ballano, Carreo, el compaero que ms tarde fue alcalde de Lrida y yo subimos al castillo. Esta visita y la
correspondiente gestin hicieron que el ambiente se normalizara y las cosas quedasen en su verdadero lugar. All recogimos algunos fusiles ametralladores y rpidamente, gracias a las lecciones
de un sargento, aprendimos a manejar; y se reemprendi la marcha hacia al frontera aragonesa.
Joaqun Ascaso, Memorias (1936-1938). Hacia un nuevo Aragn, publicado originalmente en
1938 y reeditado por Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2006.
31
I. Zaragoza
mi consigna. Ahora bien si alguno de vosotros coge miedo que se quede aqu
para marchar a la retaguardia a hacer otros servicios.44 Nadie se movi y acto
seguido procedi a concentrar y organizar sus fuerzas, mientras esperaba a que
Ortiz progresara por el otro lado del Ebro. La Banda Negra, una avanzadilla
de reconocimiento formada por metalrgicos y acompaada por un grupo
de guardias civiles republicanos, tom por sorpresa Pina de Ebro esa misma
tarde. Los guardias civiles sublevados que la custodiaban haban abandonado
el pueblo pocas horas antes. La avanzadilla no se qued en el pueblo, sino que
regres al cruce de Gelsa para encontrarse con la columna, ocasin que utilizaron los facciosos para entrar de nuevo en Pina. Desde Farlete se acerc un
coche con falangistas pero tuvo la desgracia de encontrarse con otro grupo de
reconocimiento de la columna. Por todos estos hechos Vicen Guarner, jefe de
servicios de la Consejera de Orden Pblico de la Generalitat y corresponsable
del departamento de guerra del Comit, propuso en la sesin del Comit de
Milicias del 3 de agosto felicitar a la columna por su disciplina y sentido de
la organizacin.45
Habiendo llegado la Columna Ortiz a Puebla de Hjar, Durruti se puso en
movimiento por la carretera de Zaragoza, trasladando su cuartel general a la
venta del cruce de Gelsa (Venta Monzona) y montando cerca un hospital de
campaa. Para entonces ya era demasiado tarde; el general Gil Yuste haba
entrado en la ciudad con considerables refuerzos para sustituir a Cabanellas.
Al da siguiente, de madrugada, la avanzadilla de milicianos y guardias civiles
volvi otra vez a Pina, seguida de un camin con 36 hombres armados. La
columna sigui por el llano entre Gelsa y Pina con la intencin de ocupar
Osera, defendida por slo treinta guardias de Asalto venidos de Zaragoza. De
pronto cuatro aviones pasaron arrojando bombas de mano sobre camiones y
autocares. Las bajas fueron pocas, una treintena entre muertos y heridos, pero
el pnico que produjeron fue formidable.46 La carretera era estrecha y varios
camiones haban quedado atravesados, bloqueando los movimientos de la
tampoco se llevaba bien con Arquer ni con su asesor militar, un legionario llamado Piquer, fue
relevado del mando de su columna a finales de septiembre. Notas de mi carnet, texto manuscrito
de Grossi de 1972, en el IISG de msterdam, editado en 2009 por Salvador Trallero, Sariena
(Huesca) con el ttulo de Cartas de Grossi.
43 Manuel Nogareda, La gesta de las milicias catalanas en Aragn, Mi Revista, Barcelona,
1 de mayo de 1938.
32
33
VV.AA., Ordre pblic i violncia a Catalunya (1936-1937), Edicions DAU, Barcelona, 2011.
46 Raquel Castro, presente en los hechos, dijo que todo fue culpa de Farrs, que vena como
responsable militar y embriagado. En Acta del Pleno de Columnas Confederales y Anarquistas,
celebrado en Valencia el da 5 de febrero de 1937, Archivos de Salamanca.
I. Zaragoza
c olumna. Los milicianos corran en todas direcciones. Unos le pedan explicaciones a Prez Farrs, que responda que l no era el jefe, que preguntaran
a Durruti, mientras que Durruti contestaba a quienes acudan a l que el
militar era Prez Farrs, y a l tocaba prevenir tales incidentes.47 Los aviones
dieron otra pasada y entonces se produjo tal desbandada que la columna se
dispers completamente, quedando en Bujaraloz tan slo doscientos milicianos. Cuando regresaron los que haban huido, Durruti les reproch su miedo
y les llam cobardes:
A los que han corrido hoy, impidiendo a la Columna avanzar, yo les pido
que tengan el coraje de dejar caer el fusil para que sea empuado por otra
mano ms firme [...] Los que quedemos proseguiremos nuestra marcha. Conquistaremos Zaragoza, libertaremos a los trabajadores de Pamplona y nos
daremos la mano con nuestros compaeros mineros de Asturias y venceremos,
dando a nuestro pas un nuevo mundo. Y a los que vuelvan despus de estos
combates, yo les pido que no digan a nadie lo que ha ocurrido hoy, porque nos
llena de vergenza.48
Ninguno de los presentes solt su arma, pero la memoria de Pablo Ruiz tal
como nos ha sido trasmitida no coincide en este punto con la de Manuel
Lozano, un militante de la CNT acabado de llegar de Bellver del Cinca:
Durruti, ante tal situacin, da orden de que todo aqul que no se viera con
coraje para empuar las armas las dejase en la plaza, dndoles de plazo aquella tarde para que desaparecieran de dicho pueblo; aqul que no lo hiciese
precisamente aquella tarde ya no podra hacerlo. Todos aquellos que tomaron
la guerra como un deporte se precipitan a abandonar sus fusiles y montan en
camiones que salan de Bujaraloz hacia Barcelona. Los fusiles son entregados
a los campesinos que se presentan procedentes de varios puntos de la provincia.49
47Colera, ob. cit.
48Paz, ob. cit.
49Manuel Lozano Guilln, Apuntes incompletos de mi vida, escritos en la crcel de Las Capuchinas
de Barbastro (1941), Centre dEstudis Llibertaris Federica Montseny, Badalona, 2011. Lozano
fue fusilado en 1945.
34
Aquel inesperado contratiempo volvi a Durruti ms cauto. Al da siguiente mand recoger el material abandonado a los que le acompaaban y se
dispuso a estructurar bien la columna basndose en centurias sin jefes, pero
con delegados nombrados en asamblea. Pero entonces recibi una confidencia
de que fuerzas de caballera sublevadas intentaran alcanzar Bujaraloz esa
misma noche. Prez Farrs, a requerimiento de Durruti, plane un dispositivo de defensa formando una media luna alrededor de la carretera con grupos
de ocho fusileros protegidos por haces de mies y, detrs de ellos, en los puntos
dominantes, ametralladoras. Al empezar a disparar el resto de los milicianos
correra por los flancos.50 Pasaran cuatro das sin ms incidente que la llegada
de unos evadidos de Zaragoza, lo cual explica la tardanza de la columna en
recuperar el terreno perdido tras la petardada de la aviacin facciosa.
Farlete haba sido nuevamente ocupado por tropas fascistas el 28 y abandonado el 29 ante una nueva incursin de milicianos de la centuria de Te
rrassa.51 En esos das la columna se preocup de tener bien organizado el
Cuerpo de Tren con el auxilio de obreros del Sindicato del Transporte (seccin
de taxistas), que montaron un taller mecnico en Bujaraloz, y de paso se despleg por los pueblos cercanos de Castejn, Valfarta y La Almolda. En los dos
primeros sus habitantes se haban pronunciado por la Repblica y haban organizado su propia defensa. No as en La Almolda, donde los milicianos tuvieron el primer enfrentamiento serio con un grupo de veinte fascistas. Al
abandonar el pueblo, dejaron constituido un comit. Durruti tambin prest
ayuda a Hilario Esteban, que combata en Sstago. El 5 de agosto por la noche
llegaron numerosos obreros y campesinos de los pueblos de Aragn ocupados
por los fascistas, que haban buscado refugio momentneo en los montes de
Zuera. En total pudo recomponer veinticinco centurias. Al da siguiente, arm
a dos y, con la ayuda de Pablo Ruiz, recuper Pina sin disparar un tiro. Sus
defensores cruzaron el ro y desde el otro lado lanzaron un ataque, pero entonces recibieron fuego de otras centurias que acababan de llegar, terminando
por huir a pie, dejando atrs varios vehculos. Durruti reuni a los milicianos
en la plaza y les exhort a un comportamiento ejemplar: No admitir que se
50Lozano, ob. cit.
51Memorias de Jos Borrs, Del Radical-Socialismo al Socialismo Radical y Libertario, Fundacin
Salvador Segu, Madrid, 1998.
35
I. Zaragoza
abra ninguna puerta de casa que se halle abandonada. El pueblo de Pina est
en nuestro poder. Mantenerlo ahora depender de nosotros.52 Pina qued a
cargo de las centurias 12 y 13. Gelsa fue liberada el da 8 por una centuria y
un grupo de carabineros conducidos por Francisco Carreo y el sargento Manzana. Tanto en Pina como en Gelsa y en la vecina Velilla fueron creados comits revolucionarios tras reunir a los habitantes el mismo da. Tambin se
cre un Comit de Abastos para organizar los trabajos de recoleccin y el
trueque de productos. Un Comit de Vigilancia se haca cargo de la seguridad.
A los pocos das se declarara el comunismo libertario en Gelsa.53 Los fascistas
se refugiaron e hicieron fuertes en Quinto. Osera y la aldea de Aguilar, a 32
kilmetros de Zaragoza, fueron tomadas por otras dos centurias. Por su flanco derecho, las fuerzas del POUM haban llegado hasta Leciena y las del
PSUC, a Tardienta. Por el izquierdo, los milicianos y soldados de la Columna
Hilario-Zamora liberaban La Zaida, Azaila, Cinco Olivas y Alborge, conectando con Velilla y Gelsa, pero se detenan ante Quinto, demasiado bien
protegido, mientras que la Columna Ortiz quedaba frenada en Belchite. El
Comit de Milicias orden a Durruti que no siguiera avanzando hasta que
Quinto y Belchite fueran liberados porque la columna se metera en cua y
quedara en peligro. Ello implicaba renunciar a Zaragoza, bastante mejor defendida y con los puentes de por medio. Felizmente, de Barcelona, de distintos
pueblos de Catalua y Aragn, y del resto de Espaa, llegaban a Bujaraloz
hombres con los que cubrir un frente que ya alcanzaba los treinta kilmetros.
Leemos en la Soli que Casi todos llegan desarmados, sin mantas ni provisiones. Inmediatamente de su llegada son incorporados a las centurias que no
estn completas, y se procede a la formacin de nuevos grupos y centurias.54
El 8 de agosto, el teniente Garrido y varios guardias civiles ms, a disgusto con la indisciplina de los milicianos y mal vistos por ellos, fueron dados
de baja. Pablo Ruiz se encarg del asunto. El 11, una avanzada de la columna
se acerc a Lanaja, en la que todava quedaban guardias civiles facciosos, y
52Alejandro Soteras, Mis Memorias, Casa Libertad, Gurrea de Gllego (Huesca), 2003.
53 P. Bargall, Implantacin del comunismo libertario en Gelsa, Solidaridad Obrera, 16 de
agosto de 1936.
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55Manuel Benito, Orwell en las tierras de Aragn, Salvador Trallero, Sariena, 2009.
56 Jaime Balius, En el Frente de Aragn, la Columna de Durruti, Solidaridad Obrera, 12 de
agosto de 1936.
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61 Testimonio recogido por Eduardo Pons Prades, Realidades de la Guerra Civil, La Esfera de
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pueblo era un guerrillero del estilo legendario de la Guerra de la Independencia, de una ruda nobleza y sentimientos elevados, a la vez que su frreo
carcter y su valor heroico, le rodeaban de una simpata personal espontnea, ejerciendo un dominio sobre la multitud verdaderamente sorprendente
[...] estaba muy indignado porque no se le remitan los elementos de material y comida que la columna necesitaba, pero esta indignacin fue cediendo poco a poco ante los razonamientos que se le expusieron, y como era inteligente y comprensivo, pudo apreciar las dificultades que haba en la
retaguardia para proporcionarle los medios que, reconocamos, eran necesarios para sus fuerzas.62
tan. El corresponsal de Pravda , Mijail Koltsov, el primer espa ruso en visitarle, cont una discusin mantenida a mediados de agosto entre Durruti y Manuel Trueba, el jefe militar de la Columna Carlos Marx (inicialmente llamada
Columna UGT-PSUC). Ante los titubeos del estalinista, Durruti le espet:
63Simone Weil, Journal dEspagne, en crits historiques et politiques. II, Gallimard, Pars, 1991.
de Pravda y agente intoxicador del Kremlin, por lo que sus afirmaciones hay que acogerlas con la
mayor circunspeccin y desecharlas cuando no coincidan con otras fuentes.
65 Koltsov, ob. cit.
66Koltsov, ob. cit. Palabras similares a las que dijo al cnsul ruso Antonov-Ovseenko (acta de la
reunin de los comits el 14 de octubre, en los Archivos de la CNT en msterdam). Si hemos de
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I. Zaragoza
Tema: los xitos de las columnas de la CNT y la FAI que operan con la
mayor disciplina camino de Zaragoza. Al pronunciar este nombre el rostro de
Durruti se ilumina: La ocupar! Vaya si la ocupar!. Ya poda estar adentro si por razones de humanidad no le hubieran frenado. Como ocupar si es
necesario Valladolid, Pamplona... lo que sea, dispuesto a conquistar, con la
creer a Koltsov, Garca Oliver asegur el 10 de agosto que hara todo lo posible por disciplinar
a las masas confederales, actitud por la que le haban acusado en las manifestaciones de haber
pactado y traicionado los principios anarquistas y que los dirigentes libertarios estaban
dispuestos a colaborar con un gobierno burgus antifascista.
67 Documento publicado en Jos Peirats, La CNT y la revolucin espaola, Ruedo Ibrico,
Pars, 1978.
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II. Huesca
Desde el 21 de julio, en Catalua el poder qued en manos del Comit Central de Milicias, conservando el Govern slo algunas apariencias, pero falto
aqul de reglamentacin interna, cada departamento obraba segn la lnea
poltica de su delegado. No era un verdadero organismo ejecutivo y ni siquiera
contaba con las simpatas de muchos dirigentes libertarios, pero bast que el
Govern quisiera remodelarse incorporando a representantes del PSUC y de
la Uni de Rabassaires, para que la CNT reaccionara violentamente, forzndolo a desistir. El Comit Regional de la CNT no quera estar en el Govern
ni que otros lo hicieran. El Comit Central de Milicias era una solucin de
compromiso, una transaccin temporal entre los poderes constituidos y el
poder de la calle. Su autoridad era mnima pues no controlaba ni a los comits
antifascistas de otras localidades ni a sus patrullas; tampoco a los comits de
barriada o de sindicato de Barcelona, ni a las patrullas ferroviarias, de sanidad
o del puerto. No influa mucho en la marcha de la guerra, pues las columnas
gozaban casi de total autonoma y se abastecan directamente. Duraba en la
militancia el mal gusto de la renuncia a desencadenar la revolucin proletaria
y sta no estaba dispuesta a entregar la posicin conquistada. En fin, no era
ningn organismo de la revolucin y eso saltaba a la vista.
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II. Huesca
1 Ni de ste ni de los dos anteriores plenos se conservan actas. La cita es de una circular del
Comit Regional, tomada de Peirats, La CNT en la revolucin espaola, Ruedo Ibrico, Pars,
1978.
2 Primer acuerdo del Pleno, publicado en Solidaridad Obrera y reproducido en La Vanguardia,
28 de julio de 1936.
3 Acta de la reunin del Comit Nacional celebrada el da 29 de julio de 1936 a las 10 de la
maana, IISG, msterdam.
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II. Huesca
Entrevistador. En los primeros das de la guerra, cmo surgi, por ejemplo, el acuerdo de enviar una delegacin de la CNT a discutir con el Presidente
de la Generalidad de Catalua, Companys?
Mera. Lo ignoro, porque no se cont con las regionales. Reunidos en la
regional del Centro para escuchar el informe de dos destacados militantes,
varios compaeros se manifestaron contra ese acuerdo por considerar que era
una flaqueza. Opinbamos que la CNT no tena por qu aceptar la colaboracin, como no tena por qu aceptar la militarizacin.
Entrevistador. Cul fue en esa reunin el sentir mayoritario?
Mera. La actitud mayoritaria fue de asentimiento mudo, resignado y
como fatal ante una realidad que ya dominaba un estado de cosas que no se
haba previsto. No hubo polmica o disconformidad categrica.7
En el informe de la delegacin de la CNT al Congreso Extraordinario de
la AIT se habla de un Pleno Nacional de Regionales celebrado en Madrid el
da 28 de julio donde
... unnimemente se decida no ir a realizaciones totalitarias ni hablar de
comunismo libertario mientras durase la guerra, y tambin se manifestaba el
Pleno por la colaboracin con los dems partidos y organizaciones, muy especialmente con la UGT, colaborando en todos los organismos que se constituyeron en las diferentes localidades.8
Evidentemente, es un error intencionado, tal Pleno jams existi y ta
les afirmaciones se hicieron con el fin de disimular que la decisin de colaborar con las instituciones burguesas y de renunciar a la revolucin social
fueron adoptadas unilateralmente por los comits responsables. Mariano
R. Vzquez en su artculo para la edicin de De julio a julio corrigi la
fecha:
9 Pons, ob. cit. El alcalde de Barcelona Carles Pi i Sunyer dice algo parecido: Amb el nombre
relativament elevat dels seus membres, les sessions del Comit es convertiren en torneigs oratoris
on abundaven el fanatisme i la demaggia, en La guerra 1936-1939. Memries, Editorial Prtic,
Barcelona, 1986. Del Comit se conservan diecisiete actas, de las que catorce son slo resmenes.
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II. Huesca
contra Companys y la FAI, Companys y Comorera contra el Comit de Milicias, Del Barrio contra las Industrias de Guerra, etc. Dentro del movimiento libertario, Santilln, Federica y Marianet formaban un bando contra
Garca Oliver, Aurelio Fernndez, Asens y Alcn. Nadie, sin embargo, hablaba claro, para denunciar ese juego de intereses mezquinos. Fruto de ese
ambiente enrarecido fue la absurda operacin de Mallorca que slo sirvi para
distraer medios y armas del frente de Aragn. Fue una jugada a espaldas del
Comit Central de Milicias promovida por una extraa alianza entre la Generalitat, Estat Catal, el PSUC y el sector mayoritario de la burocracia de la
CNT-FAI. De nuevo, un Pleno Regional fue escenario de la confrontacin
entre las tesis de Abad de Santilln y las de Garca Oliver. Mientras ste
se decantaba por suprimir el Govern, el Pleno acord la disolucin del Comit de Milicias procediendo a la creacin de tantos Consejos como las necesidades polticas de la vida de Catalua exijan.10 En los das que le quedaban
de vida, el Comit Central de las Milicias no podr hacer ni resolver otra
cosa que no sea en concordancia con lo acordado por la Organizacin.11
Cuarenta aos despus, Garca Oliver explic su fallida estrategia:
... la Revolucin la vea venir por el Comit de Milicias y, al efecto, procuraba concentrar todo el poder en el Comit, de manera que el da que la
Organizacin dijera ya!... estuvieran las cosas de tal manera preparadas que
habernos apoderado de todo hubiera sido algo as como poner o no poner una
firma. Pero la Organizacin nunca lo dijo.12
Prescindiendo del hecho de que la revolucin no figurase en los planes de
los dirigentes de la Organizacin, no cabe duda de que stos deseaban an
menos que Garca Oliver concentrase demasiado poder en su persona;
10 Se trata del Pleno de Locales y Comarcales del 17 de agosto, del que solamente se conoce
la ponencia sobre la disolucin del Comit, puesto que figuraba en el acta del Pleno Regional
de la FAI celebrado en Barcelona el 21, en el CDMH de Salamanca. Aurelio Fernndez, que
se encontraba en el Pleno en representacin del grupo Nosotros, de acuerdo con Federica y
Santilln, que llevaban la voz cantante, se limit a sealar las carencias de armamento en el frente
e insistir en que abandonasen la retaguardia los compaeros que no quieran dejar el arma.
11Acta de la reunin de comits celebrada el da 9 de septiembre de 1936, IISG, msterdam.
12Fundacin Salvador Segu, Coleccin de Historia Oral. Juan Garca Oliver, ob. cit.
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Hemos venido a hacer la guerra y no a practicar un deporte, y en una lucha que tiene objetivos tan sublimes como los que perseguimos, el que se ausenta de su puesto falta a los deberes que nos imponen las circunstancias. Est la
libertad amenazada, y el porvenir se est creando y conquistando con el apoyo
de todos, en cada momento del da.
Al venir al frente, el miliciano viene a ofrecer su vida, a sacrificar comodidades, a dar todo su ser por el triunfo de nuestra causa. El que no viene con
estas disposiciones no sirve para el frente.
Hay que desligarse de toda traba que no sea la de conseguir con constancia
y con energa el triunfo.15
Para Durruti, que crea tener la victoria al alcance, era la hora del sacrificio
y haba que elegir entre la familia o la lucha:
El que no est dispuesto a dejar a un lado las conveniencias de la familia
para dar libre curso al sentimiento revolucionario que nos ha de llevar a la
victoria, que entregue sus armas a los que se quedan, y se marchen a sus hogares, donde las familias sin convicciones les esperan.16
Durruti poda hablar duro, pero en su columna las centurias tenan la
palabra final. Como l mismo cont luego a Eduardo de Guzmn: ste no
es un ejrcito como el que habrs visto en otros frentes. Aqu no hay generales,
estrellas ni fajines. Aqu no hay ms que compaeros que luchan por la
revolucin.17 Un atardecer de agosto de relativa calma llegaron unos milicianos molestos con uno de ellos que quera marcharse. Durruti dijo que entregara el fusil y se marchara a pie, tal como estaba acordado:
Miliciano. No es uno que quiere fugarse, Durruti.
Durruti. Pues quin es?
Miliciano. El miliciano tal que tiene un hijo enfermo y querra ausentarse no ms de cuarenta y ocho horas.
15El Frente, Boletn de Guerra de la Columna Durruti, n. 3, 27 de agosto de 1936.
16El Frente, n. 4, 29 de agosto de 1936.
17Reportaje citado en La Libertad, 19 de septiembre de 1936.
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antifascista,20 acuerdo de realizacin ms que difcil. Tambin se sac a colacin la conducta y la moral de los milicianos, la falta de coordinacin entre las
columnas y hasta la rivalidad entre sus jefes, por lo que la conclusin final del
Pleno se desviara como estaba mandado hacia la disciplina y al mando nico.
Ah s que se notara la influencia de Garca Oliver, pues funcionando todava
el Comit de Milicias, sobre l recaa la responsabilidad de nombrar a un jefe
de operaciones para todo el frente. Se veng de Durruti descartndolo porque
era muy escaso de dotes de mando, es decir, porque comparta la direccin
con su Comit de Guerra y se dejaba tratar con familiaridad por sus milicianos, aunque en la reunin de octubre con los jefes de columnas Garca Oliver
dira, sin embargo, que lo haba hecho para no mostrarse partidista frente a
los comunistas. Ensalz las virtudes para el mando de Ortiz, aunque no deba
de ignorar que su jefatura estaba siendo cuestionada por sus compaeros de
direccin, Carod y Castn, por ejemplo, y por varias centurias destacadas en
Zaida, que formularon graves acusaciones ante los comits, los cuales s le
amenazaron con la destitucin. Se le acusaba de trato desptico y conducta militar irresponsable, pues haba ordenado la retirada poco honorable de
Belchite, paralizando el avance hacia Zaragoza por la otra orilla del Ebro.
Garca Oliver justific la retirada por falta de artillera, pero Asens indic en
el Comit de Milicias la conveniencia de investigar su actuacin y ste deleg
en Antoni Soler la confeccin de un informe.21 Finalmente, Garca Oliver
nombr como jefe de operaciones al coronel Villalba, un militar promocionado por Companys, sospechoso de simpatizar con los sublevados y con un
hermano en el otro lado. Era catlico ferviente y llevaba siempre consigo una
maleta con el brazo incorrupto de Santa Teresa, adquirido a unos milicianos.
Su visin estratgica se haba vuelto miope a fuerza de buscar rendimiento
militar. A las primeras de cambio Villalba choc con los milicianos, que terminaron ignorndole. El descarte no pudo ser peor. Villalba ejerci como jefe
del sector comprendido entre los Pirineos y Leciena apoyado solamente por
los comunistas y republicanos. Durruti y Ortiz quedaron como jefes de sus
sectores respectivos a derecha e izquierda del Ebro.
20 Editorial de Solidaridad Obrera, 25 de agosto de 1936.
21 Actas del CCMA del 2, 4 y 8 de septiembre de 1936, en VV. AA., Ordre pblic i violncia
a Catalunya, ob. cit.
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siete mil rifles.24 Se calculaba que en la retaguardia tenan que haber cincuenta mil fusiles y unas cuantas docenas de ametralladoras, pero a pesar de
los llamamientos nadie haca nada prctico porque tema verse en condiciones de inferioridad frente al vecino. Si realmente el comunismo libertario
dependa de la toma de Zaragoza no se comprenda que la CNT no pusiera
todo el empeo en esa misin. Refiere Santilln que Durruti ruga como un
len cada vez que viajaba a la capital y encontraba hombres armados. Manuel Hernndez contaba que en sus visitas a Barcelona:
Nos sac las pistolas del bolsillo, a sus propios compaeros, al fin y al cabo
nosotros tambin tenamos que defendernos, pero nada.
Para qu quieres una pistola en la retaguardia? gritaba, dmela
o ven al frente con nosotros, si no quieres entregarla.
As trat a los anarquistas, a su propia gente.25
Si sa era su conducta con los suyos, cmo sera con los dems. Al enterarse de la existencia de abundantes armas ociosas en un almacn de Sabadell
destinadas a una columna local que nunca lleg a formarse, mand a Carreo
con un puado de milicianos para arrebatrselas, aunque fuera a sangre y
fuego, a los estalinistas de la localidad, mayoritarios en el comit municipal.
Santilln pudo parar el choque a costa de que Carreo se hiciese con las armas, que sirvieron para equipar a las ltimas remesas de voluntarios, la Columna Malatesta, de Matar, y la centuria de Graells.
L a situacin segua siendo estacionaria a principios de septiembre. La escasez de armamento y municin se notaba a pesar de la inactividad, o precisamente a causa de ella. Sin embargo, cuando un periodista del Daily Herald,
diario del Partido Laborista britnico, le fue a entrevistar en Bujaraloz, Durruti alarde de equipo e incluso le asegur la toma de Zaragoza:
24Entrevista hecha a finales de agosto por Langdon Davies, en Detrs de las barricadas espaolas,
ob. cit.
25Enzensberger, ob. cit.
27 Ibd.
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Estamos realizando una transformacin honda. Si es difcil hacer la revolucin en la ciudad, en la retaguardia, es ms difcil hacerla en el frente, de
cara al enemigo, en plena y constante lucha. Y, sin embargo, lo estamos consiguiendo en los dems y en nosotros mismos. Vete por los pueblos cercanos
y vers cmo la revolucin es un hecho; observa la vida que hacemos, cmo
actuamos y te acabars de convencer.32
La capacidad organizativa de los militantes libertarios y su trabajo propagandstico en la retaguardia era algo reconocido hasta por sus vecinos, los
estalinistas de la Columna Carlos Marx segn se desprende del siguiente
informe:
Es imprescindible que nuestro partido y nuestras organizaciones sindicales
empiecen a enviar gentes por estas tierras. Los anarquistas lo hacen con grandes resultados [...] Los anarquistas desarrollan una campaa formidable y
aprovechan todos los procedimientos. Por ejemplo, los cntaros de agua. Hemos tenido una verdadera escasez de ellos. Pues los anarquistas reparten en
todos los frentes cntaros de agua con la consabida inscripcin CNT-FAI. No
hay que hablar, de pauelos, gorros, etc.33
La proliferacin de insignias de la CNT por todo el frente hizo exclamar
a Del Barrio, jefe poltico de la columna estalinista: Quiero que todos nuestros milicianos lleven algo que demuestre a todo el mundo que son de la
UGT!.34 Pero la irritante superioridad libertaria en los detalles cotidianos no
se detena en las gorras o las banderas, sealadas con desdn por Koltsov. A
Del Barrio esas cosas le molestaban muchsimo:
Nuestros milicianos estn escribiendo a sus casas con las tarjetas que enva
la FAI con su bandera. Por qu Europa Amrica no nos edita un milln
32 Eduardo de Guzmn, En el camino de Zaragoza, La Libertad, diario republicano
independiente, Madrid, 19 de septiembre de 1936.
34 Frente de Huesca. Torre de la Colasa. Jefe de Divisin Carlos Marx a Comit Militar
del PSU-UGT, 24 de septiembre de 1936, Fondo Jos del Barrio.
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encontraramos tambin con la falta de cartuchos.40 La manifiesta incapacidad y el escaso dinamismo de Santilln para las cosas de la guerra fueron
compensados de algn modo por Ricardo Sanz, organizador de las milicias
en el cuartel de Pedralbes, rebautizado como cuartel Bakunin. Todos los
responsables de las columnas, siempre que podan, recurran a l en lugar de
a Santilln:
Todos los das a las ocho de la noche reciba la correspondiente llamada de
Durruti.
Eres t? me deca.
S. Qu pasa?
Pues pasa que an no me has enviado aquellas piezas de ametralladora
que te ped ayer.
No te las he mandado porque no hay en el depsito. He encargado un
stock de ellas a la Hispano-Suiza. Pronto estarn hechas.
Bueno. Mndamelas enseguida que estn. Las necesito urgentemente.
Cuntos fusiles tienes disponibles?
Ahora tengo unos doscientos.
Mndamelos todos.
Y las otras columnas? le aada yo.
Las otras ya se arreglarn.
Te mandar, pero no todos.
Y ambulancias?
Hay seis disponibles.
Mndame cuatro.
No, te mandar una. Lo que puedo mandarte son doscientos voluntarios que quieren ir contigo.
No quiero milicianos por ahora. Cada da llegan aqu de los pueblos de
los alrededores centenares de ellos y no s dnde acoplarlos. Fusiles, caones y
mucha municin es lo que necesito.
Est bien, todo se arreglar.41
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El apunte viene al caso por cuanto que las cuestiones ideolgicas se haban
separado igualmente de la guerra y degeneraban en bizantinismos. Durruti,
que no estaba especialmente dotado para la teora, dedic unas palabras al
tema con las que no pretenda negar la revolucin sino ponerla en relacin con
las necesidades de la lucha:
No son estos momentos los ms indicados para buscar en las teoras la solucin al problema que nos han planteado el fascismo y la reaccin. Estamos
ante un hecho de guerra, srdida y cruel, y no podemos caer en disquisiciones
ideolgicas. La nica realidad que hemos de vivir es la guerra y el valor de
nuestros milicianos. Vencern, pues, el valor y la justicia que representamos.
Dejmonos de ensayos y estadsticas y hagamos la guerra, aceptando toda la
responsabilidad del momento histrico. Que ya nos quedar tiempo para desarrollar los planes y tcticas del nuevo orden de cosas social que de s va brotando en los pueblos reconquistados.44
En cierta ocasin, cansado de leer en la Soli a estrategas de pacotilla que
daban lecciones de anarquismo a una muy prudente distancia de la realidad
blica, llam a la redaccin preguntando por Callejas. Se puso al aparato
Fontaura, que recibi el rapapolvo:
Yo soy dijo tan anarquista como vosotros. Pero habis de tener en
cuenta que yo vivo en un ambiente de guerra, y en la guerra existen factores
que se apartan de apreciaciones corrientes dentro de la tica libertaria. Es
preciso tenerlo en cuenta cuando se habla de nuestra lucha. [Para Durruti]
algunas veces la coaccin moral y material eran necesarias a fin de salvar una
situacin, en el combate, que era trascendental para la consecucin de un
imprescindible objetivo sin el cual la derrota era segura y nefastas las consecuencias.45
Durruti recoga el sentir de los milicianos, exigiendo que la retaguardia se
pusiese al servicio de la guerra y distancindose del anarquismo doctrinario,
44El Frente, n. 6, 2 de septiembre de 1936.
45Fontaura, ob. cit.
sin que por ello se aproximara a su camarada Garca Oliver, quien reduca
todo problema a cuestiones militares. Balius, que defendi en la redaccin de
la Soli las ideas durrutistas en su serie de artculos titulada En la guerra como
en la guerra, hablaba de la necesidad de una nueva moral en la retaguardia.
Esa cuestin llevada a primera lnea se converta en el problema de la disciplina y de la unidad de accin, de reciente discusin en el Pleno anterior:
La disciplina es la herramienta del propsito [...] Si estamos unidos en el
propsito que al frente nos trajo voluntariamente, tambin hemos de estarlo
en la accin que habremos de realizar para alcanzar la meta.
Con unidad en el propsito y disciplina en la accin todos nuestros anhelos
sern alcanzados con la menor prdida de energas y en el menor espacio de
tiempo.
Estamos ms que convencidos de que de todas maneras, con disciplina o
sin ella, nuestras milicias, ejrcito de la victoria final del proletariado, alcanzarn todos sus objetivos, coronando las metas propuestas. Pero de lo que se
trata ahora no es de dudar de la victoria y no es por esto por lo que precisamente hablamos, sino de hacerla menos costosa y ms prxima. Y esto, camaradas milicianos, se consigue estando cada uno en su puesto, unidos todos en el
propsito y disciplinados en la accin.46
Para Garca Oliver los milicianos deban ser simples piezas del engranaje
militar, sin ms funcin que la de obedecer a los impulsos de la mquina que
llamaba ejrcito; sin embargo, los que acompaaban a Durruti pensaban
justo lo contrario: en la columna no existan diferencias jerrquicas ni de
ningn otro tipo.
Aqu todo el mundo est libre de hacer toda clase de sugerencias y consideraciones, pero tambin est obligado a escuchar las que puedan hacerle
el resto de los compaeros. Es natural que por este hecho de igualdad mxima
en toda la columna, as como en los grupos destacados y en las avanzadas, el
espritu de perfecta convivencia domina por completo.47
46El Frente, n. 4, 29 de agosto de 1936.
47Pablo Bargall, Un da en el Cuartel General, Solidaridad Obrera, 16 de agosto de 1936.
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Un informe posterior de la Guardia Civil confirmaba la existencia del grupo de Tauste, dedicado a purgar la retaguardia de fascistas. Involuntariamente, un monumento del horror fascista como fue la Causa General, aclaraba que
la muerte del joven Caro fue un caso de venganza, una represalia aadimos nosotros por los asesinatos de antifascistas ocurridos los das pre
vios en Tauste, llevada a cabo en ausencia de Durruti, que haba marchado a
Bujaraloz.51
Ms o menos por esas fechas, Durruti se haba reunido, en el barracn de
madera de las afueras que haca de cuartel general, con Villalba, Reyes y los
jefes de las otras columnas para tratar del mando nico. Segn Ortiz, la iniciativa parta de Del Barrio y otros como l; haba una porrada de jefes de
unidades pequeas del sector oscense, pero no estaba presente ningn representante del Comit Central de Milicias. Ortiz lo ech todo a rodar al reprocharles con qu autoridad se ponan a pedir el Mando nico los de la zona
de Huesca si para cuatro gatos eran 25 jefes y no haban podido resolver las
diferencias entre ellos para entablar una accin de conjunto?. Antes de proponer nada hubieran tenido que ponerse de acuerdo entre ellos: Y si estaban
dispuestos a que todos nos pusiramos bajo un mando y este mando deba ser
uno de nosotros, el ms indicado para ejercerlo era yo, que supe aglutinar y
organizar las fuerzas del Sur del Ebro en una sola unidad.52 Ah se termin
la discusin. El 26 de agosto, en Sariena, los militares y jefes de columna
reunidos, en tanto que Comit de Guerra del frente de acuerdo siempre
con el Comit Superior y Central de Milicias Antifascistas de Barcelona,53
acordaron que los llamados a filas ingresasen en las columnas formadas o que
se dirigiesen a los cuarteles de enganche, lo que aumentaba los problemas de
armamento. Al terminar, Durruti hizo una alocucin a los trabajadores espaoles en nombre de los combatientes de Aragn, sealando el problema central del frente:
51Ibd.
52Carta de Antonio Ortiz a Antonio Tllez, 21 de agosto de 1978, en Mrquez y Gallardo, ob. cit.
53 El acuerdo fue publicado en El Frente, 3 de septiembre de 1936, y reproducido en Lnea
de Fuego.
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aremos ejemplo que seguir en el futuro.57 El consejo era balad pues la cod
lectividad de Angs ya funcionaba, pero Durruti siempre empezaba sus alocuciones con lo mismo.
Durruti volvi a Bujaraloz para una maniobra de distraccin consistente en
un ataque sorpresa a Fuentes de Ebro, al otro lado del ro, frente a Pina. Dos
soldados se haban pasado a la columna proporcionando una informacin preciosa que ayud a planificar el ataque. El cruce se hizo con sigilo, yendo delante
los de la Banda Negra, y fue seguido por un ataque de artillera contra la caseta
donde estaba el cuartel general del sector. Antes de reponerse, los fascistas tenan a los milicianos encima. El escuadrn primero del Regimiento de Caballera de Castillejos, compuesto por ciento veinte soldados y varios falangistas, fue
copado y sufri muchas bajas.58 La operacin fue un xito pero la posicin no
poda mantenerse, aislada como estaba y con la poca municin que se tena. Los
milicianos hicieron algunos prisioneros, recuperaron ametralladoras, cartuchos y caballos, inutilizaron lo que no pudieron cargar y volvieron a Pina con los
fascistas capturados y los campesinos que quisieron acompaarles. Quisieron
culminar su xito construyendo un puente de barcas en Pina, a fin de tomar la
estacin del ferrocarril que estaba al otro lado del ro, pero la artillera y la aviacin fascista lo destruyeron. Los fascistas respondieron atacando Pina y Gelsa.
Los milicianos defendieron Osera de un nuevo ataque y se aproximaron a Perdiguera sin conseguir entrar en el pueblo. El da 30 de agosto, cruzando silenciosamente el Ebro, rebasaron el pueblo siguiente a Osera, Villafranca, y lo atacaron por detrs, sorprendiendo a los defensores. Al da siguiente hubo un
contraataque fascista que los milicianos no pudieron resistir y volvieron a Osera
llevando a la poblacin de Villafranca consigo, porque no quiso quedarse. Por
aquellos das la columna recibi un importante material de artillera y un aporte
de milicianos: llegaron siete centurias que formaban la Columna Solidaridad
Obrera para reforzar el frente de Pina. Tras aquel ingreso, la Columna Durruti
contaba ya con unos cinco mil combatientes. Durruti estaba pletrico. El Frente
se permita anunciar que dentro de breves das demostraremos a la canalla
57 Martn Arnal Mur, Memorias de un anarquista de Angs en la Repblica, la Revolucin y la
Guerrilla, edicin del autor, Zaragoza, 2009.
58 A Fuentes de Ebro ha estat derrotat un esquadr de caballera, Combat, rgano de la
Juventud Comunista Ibrica-POUM, Lrida, 9 de septiembre de 1936.
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II. Huesca
62 Copia del Informe de la reunin de jefes polticos y militares del frente de Aragn,
entregada por el coronel Villalba al historiador Bolloten. Dicho informe, redactado el mes de
octubre, est fechado errneamente en septiembre. En la Hoover War Library, Burnett and
Gladys Bolloten Collection.
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II. Huesca
pero ste le dijo que deba conformarse a las rdenes que llegaban de Madrid,
porque si no haba cohesin y disciplina, no haba guerra posible [...] Yo le vi
llorar ese da en que se vio desautorizado en su proyecto por la organizacin
catalana y por sus amigos.65 El da 22 de septiembre, Durruti se encontraba
de nuevo en Barcelona y no quiso ir a ninguna reunin en la que no se hablase de armas, pese a estar convocado por los comits. La segunda mitad del
mes haba sido aciago para la causa libertaria. A los problemas de armas se
aadieron los de municin y piezas de recambio y, al final, cuando empez la
lluvia y el fro, faltaron capotes y ropa de abrigo. Aunque el cenetista Eugenio
Vallejo haba creado una industria de guerra de la nada, la produccin no
bastaba ni de lejos para mantener un frente de 170 kilmetros, guardado por
treinta mil milicianos. Por otro lado, era evidente que el Gobierno saboteaba
al Govern y de paso a la CNT: Ha preferido detener dos vagones de armas
[en Francia] antes de que pasaran a nuestras manos como corresponda. Se
supone que la orden parti del Ministro de Hacienda.66 Al boicot gubernamental del frente de Aragn se sumaba la formacin a espaldas del Comit
de Milicias de una columna, la Tierra y Libertad, mandada por un burcrata
limitado e inexperto, Germinal de Sousa, y enviada el 12 de septiembre a
Madrid. Pareca que nadie en Catalua tena demasiadas ganas de romper
el frente, puesto que a esas alturas todava no haba habido en Aragn una
accin militar de envergadura fuera de la de Huesca. Ante tanto despropsito, incluso en su propia organizacin, Durruti estaba condenado a no entrar
jams en Zaragoza. Para poder llevar a cabo una ofensiva, aparte del permiso
gubernamental, se necesitaban aviones, tanques y sesenta mil combatientes
bien pertrechados. El Gobierno central, que tema ms el triunfo de la CNT
que el de Franco, no los iba a abastecer, ni iba a facilitar dinero para ello. Sin
embargo Santilln fue a buscarlo a Madrid. Viaj a la capital y habl con
el entonces jefe de Gobierno, Giral, pero no obtuvo ms que palabras. A Giral le sucedi Largo Caballero, que inmediatamente ofreci una cartera a la
CNT. Las relaciones de los libertarios con el Estado empezaron a mejorar y
la CNT y la FAI quisieron mostrarse responsables y dispuestas a colaborar.
65Montseny, ob. cit.
66 Acta de la reunin de comits del da 9 de septiembre de 1936, Archivos de la CNT, IISG,
msterdam.
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II. Huesca
... proponer a todos los partidos polticos y organizaciones obreras que luchan contra el fascismo en Catalua, en Aragn, en Levante, en Castilla,
en Andaluca, en Vasconia y en Asturias, la constitucin de Consejos Regionales de Defensa, que asuman la direccin poltica y la administracin econmica de las regiones, a fin de preparar de manera provisional la estructuracin
federal de Espaa, una vez el fascismo haya sido batido. Estos consejos regionales constituirn a su vez, un Consejo Federal de Defensa situado en Madrid, que establezca la unidad nacional a base del federalismo de todas las
fuerzas que luchan contra la intentona fascista.70
Era un verdadero plan poltico alternativo para la zona republicana, el
primero que elaboraba la CNT a imagen de su actuacin en Catalua, y que
fue adoptado por el Pleno de Regionales, aunque dur justo el tiempo
que emple Largo Caballero en rechazarlo. Entonces, la opcin federalista
sera abandonada por la centralista, aceptando Horacio, ya en octubre, como
secretario del Comit Nacional de la CNT, cuatro carteras ministeriales.
Otro Pleno Regional, que decidi tambin en secreto la disolucin definitiva
del autodisuelto Comit de Milicias, empez el 25 de septiembre y termin al
da siguiente. Garca Oliver fue dejado relativamente al margen, pero la participacin en la Generalitat fue hecha pblica por l mismo en persona: Hoy
70 Acuerdo del Pleno de Locales y Comarcales celebrado el da 12 de septiembre de 1936,
sobre el punto 5. del orden del da del Pleno de Regionales que debe celebrarse en Madrid el
da 15 del corriente, firmado por Mariano R. Vzquez y J. Xena, Archivos de la CNT, IISG
msterdam.
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Pierre Besnard, fundador y secretario de la AIT en 1922, muy conocido en los medios libertarios espaoles por sus escritos, haba contactado con
un consorcio de fabricantes de armas centroeuropeo capaz de abastecer a la
Repblica. Durante los das previos a la disolucin del Comit de Milicias,
Besnard expuso el caso a Santilln y a los nuevos consejeros de la Generalitat;
Garca Oliver no estuvo presente por encontrarse indispuesto debido al exceso
de trabajo, aunque en unas actas un miembro del Comit Regional (Trabal)
dijo que estaba en Madrid.1 El problema era que exigan un adelanto previo
y el compromiso por una compra determinada: Ningn presunto vendedor
firma un contrato si no se deposita previamente el valor de la mercanca. Y
una de dos: o se renuncia a la operacin o hay que hacer el depsito.2 La
Generalitat no dispona de la cantidad exigida y decidi enviar una delegacin a la capital, compuesta por el capitn Jos Guarner, del Estado Mayor
de la delegacin de la Consejera de Defensa en el frente de Aragn; Ortiz,
1 Al irse el compaero Garca a Madrid qued vacante la Secretara de Defensa, la cual es
ocupada interinamente por Santilln. Reunin de comits celebrada el 9 de octubre de 1936,
Archivos de la CNT, IISG, msterdam.
2 Del embajador de Pars [Araquistin] a la Ministro de Sanidad. Informe sobre el origen,
constitucin, funcionamiento y disolucin de la Comisin de compras de Pars. Pars, 12 de
enero de 1937, en Ramn Salas Larrazbal, Historia del Ejrcito Popular de la Repblica, tomo
III, Editora Nacional, Madrid, 1973.
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delegado de la Columna Sur-Ebro; el teniente Valeriano Gordo, asesor de Ortiz; y el capitn Matilla, diplomado del Estado Mayor. Llegaron a Madrid y
hablaron con Largo Caballero sin ningn resultado. Largo no quera armar
a la FAI porque tema un golpe por su parte. A la vuelta, Ortiz inform de
sus gestiones a Durruti y ambos exclamaron: A picar y a hacer trincheras,
que esto va para largo!.3 Santilln crea que era el turno de Durruti. Las condiciones eran ms favorables; el Comit de Milicias se haba disuelto, entre
otras razones, para alejar los temores del Gobierno central sobre el poder de
la FAI y mejorar las posibilidades de ayuda blica exterior. El 28 de septiembre Durruti fue llamado por Garca Oliver para reunirse urgentemente con l,
Santilln, Marianet, Besnard y Tarradellas. Besnard iba acompaado de dos
representantes del consorcio armamentstico. Durruti lleg el sbado da 30
por la noche, y a la maana siguiente habl y convino con todos en que Besnard, l y los dos representantes partiesen hacia Madrid. La discusin fue estrictamente confidencial, tal como lo confirmara un periodista: Al salir del
despacho del Sr. Tarradellas hemos preguntado a Durruti acerca de lo tratado
en la entrevista, pero se ha alejado y no ha contestado a nuestras preguntas.4
El 2 de octubre por la maana llegaron a Madrid en avin y fueron recibidos
por Eduardo Val, a quien Durruti llamaba el Peque, el cual les condujo a la
delegacin de la Soli en la calle de Alcal, en busca del corresponsal Ariel Val,
su hermano. Ariel recordara:
A su llegada a Madrid, Durruti no pidi ni deseaba que se le retratase como otros, en aquellas y parecidas circunstancias, haban pedido. Ni que
se le hiciera ningn gnero de informacin periodstica. No deseaba ninguna
exhibicin de publicidad
[Haba venido a Madrid por sus centurias:]
Ves me dijo, como esta gorra y esta cazadora que llevo estn haciendo para todos los milicianos de mis centurias. All no hay distincin. Todos somos iguales. Una verdadera fraternidad reina entre nosotros.5
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en el mismo lugar. Por ejemplo, hay que levantar una viga. Yo soy el primero
que me pongo a levantarla y todos me ayudan a hacerlo por igual.8
Esa misma tarde, el Consejo de Ministros decidi realizar una importante
compra de material de guerra, un tercio de la cual habra de destinarse a l
frente de Aragn. La prensa se hizo eco de la entrevista: Se sabe que en
la entrevista que tuvieron en Madrid el seor Largo Caballero y el militante
de la CNT, Durruti, se lleg a un completo y absoluto acuerdo en todas las
cuestiones estudiadas.9 Durruti entonces asegur el carcter revolucionario
de la contienda:
Nosotros hacemos la revolucin y la guerra al mismo tiempo. Las medidas
revolucionarias no se toman nicamente en Barcelona sino que llegan hasta la
lnea de fuego. Cada pueblo que conquistamos empieza a desenvolverse revolucionariamente. Una derrota en mi columna sera algo espantoso, porque
nuestra retirada no se parecera a la de ningn ejrcito. Tendramos que llevarnos con nosotros a todos los combatientes de los pueblos por donde hemos
pasado. Desde la lnea de fuego hasta Barcelona, en la ruta que hemos seguido, no hay ms que combatientes. Todo el mundo trabaja para la guerra y
para la revolucin: sta es nuestra fuerza.10
Al final no hubo compra. Los funcionarios responsables no quisieron o no
llegaron a tratar con el consorcio. Besnard afirm que la intervencin del
embajador sovitico Rosenberg haba desbaratado la operacin.
A l Gobierno sovitico le preocupaba la agresividad de Hitler, del que quera protegerse entendindose con las democracias burguesas; por eso el 25 de
agosto se haba adherido al Comit de No Intervencin. El 28, un da despus
de que llegara Rosenberg a Madrid, Stalin haba dado va libre a un decreto
8Ariel, ob. cit.
9 Interesantes manifestaciones del jefe del Gobierno relacionadas con su entrevista con Du
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Besnard no eran de fiar. En esa tesitura se pens en recurrir al oro del Banco de Espaa. Santilln haba sugerido al anterior jefe de Gobierno, Giral, la
idea de poner a salvo ese oro guardndolo en otro pas.18 E incluso haba ido
ms lejos, en una audiencia que solicit al presidente de la Repblica Manuel
Azaa. Cuenta ste que se present en compaa de Daz Sandino:
Santilln [vesta] con un atuendo de cowboy y pistola al cinto. Tomaremos Huesca el da que queramos, respondi a preguntas mas. Me dijo que
cuatro mil hombres de la CNT estaban dispuestos a venir a Madrid para
apoderarse del oro del Banco [de Espaa]. Por cuenta de la Generalidad?,
le pregunt. No. Pero pronuncindose una amenaza seria contra Madrid,
el oro deba depositarse en Barcelona.19
Lo cierto es que ante el eventual fracaso de la operacin Besnard, Santilln
haba ideado una accin paralela, a saber, tomar la cantidad necesaria del
Banco de Espaa, y con esa finalidad arm la Columna Tierra y Libertad, a
quien corresponda dar el golpe. A la hora de la verdad, no tuvo arrestos para
realizar su plan y, ya que lo conocan en la presidencia, lo revel tambin al
Comit Nacional y a varios dirigentes regionales, que lo rechazaron espantados.20 El agente infiltrado X que los rusos tenan en las esferas anarcosindicalistas informara a sus superiores y stos lo trasmitiran a todo el mundo,
proporcionando a la diplomacia de Stalin un inmejorable argumento para el
traslado del oro. Caballero y Negrn, con toda clase de precauciones, llevaran
pocas semanas despus el oro a Cartagena para salvarlo de los anarquistas! y
lo embarcaran rumbo a Odessa, a fin de pagar las armas que Stalin tuviera a
bien enviar. Alguien sugiri un nuevo plan, quizs otro infiltrado, pues el
agregado comercial de la embajada rusa, Stashevsky, hizo correr el rumor de
que la CNT preparaba un golpe para apoderarse del oro del Banco de Espaa
durante el embarco. La Columna Tierra y Libertad fue a Madrid como estaba
18Abad de Santilln, La revolucin y la guerra de Espaa, ob. cit.
19Manuel Azaa, Memorias de Guerra 1936-1939, Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1978.
20 Comunicacin de Santilln y algunos antiguos miembros de la Columna Tierra y Libertad,
en Abel Paz, Durruti, el proletariado en armas, Editorial Bruguera, Barcelona, 1978. Garca Oliver
neg a Abel Paz haber conocido el plan, pero en sus memorias cuenta que Juan Montserrat le
inform del traslado del oro a Cartagena y de la posibilidad de hacerse con l.
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previsto, pero el Estado Mayor o sea, los rusos le asign una posicin en
Talavera batida por la artillera. Cuando se cans de recibir y acumular bajas,
se retir hacia la capital en desorden, siendo blanco de burlas interesadas.
El asunto del armamento no se poda resolver desde Catalua de ningn
modo y no era por culpa de las Industrias de Guerra, capaces de cuadruplicar la produccin en aquel momento. El problema resida en las dificultades
para la compra de materias primas. Haca falta dinero para pagar las facturas
y obtener divisas, dinero que la Generalitat no tena y que solamente poda
conseguir con crditos del Estado. Vallejo se entrevist con Indalecio Prieto a
primeros de octubre para explicarle las dificultades de la produccin y ste le
hizo promesas que nunca se cumplieron. El propio abastecimiento de Madrid,
en vsperas del ataque franquista, no estaba asegurado; el temor a fomentar
una industria clave en manos de la CNT era evidente y las intrigas de los rusos
con el fin de controlar la Repblica mediante la exclusiva del suministro eran
manifiestas. Ni que decir tiene que la situacin no mejor con la entrada de
cuatro ministros cenetistas en el Gobierno. El Comit Regional lleg a proferir amenazas contra el Gobierno si no consegua los 200 millones necesarios.21
Cuando Besnard present a las organizaciones de la AIT su informe moral denunciando el papel del embajador Rosenberg, forz a los representantes de la CNT a solidarizarse con el Gobierno:
Cierto que el Gobierno de Largo Caballero aprob un crdito importantsimo; pero no es menos cierto que la investigacin y la responsabilidad de
realizacin del contrato, la encomend a la Junta de Compras de Material de
Guerra, que el Gobierno tena en Pars y a cuya Junta perteneca por delegacin la CNT. Se demostr que los elementos que rodeaban a Besnard le hicieron vctima de un abuso de confianza, y que las diversas citaciones de la
Junta a los apoderados del consorcium dieron un resultado deplorable, pues no
pudieron demostrar que existan los stocks de material que ofrecan, ni la
solvencia legal de esta entidad fantasma.22
La Comisin de Compras se constituy a mediados de octubre y no empez a funcionar hasta noviembre, mes en que probablemente se incorpor la
CNT, pero como observadora, sin poder alguno. Para entonces, a Besnard ya
le haban dado puerta todos, hasta la misma CNT. Adems, la Comisin de
Compras demostr ser una cueva de incompetentes y ladrones; la CNT denunci repetidas veces las negligencias e inmoralidades de su presidente Alejandro Otero, mdico y diputado socialista por Granada, y de su socio Manuel Escudero, secretario de la legacin de Mxico en Pars. Uno de los
mtodos empleados era el siguiente: ante una oferta de material, sus delegados
indagaban el lugar donde se encontraba, con el fin de sustituir al negociante
por intermediarios cmplices. Si por cautela el traficante se reservaba el dato,
ponan para que no se cumpliese el contrato toda clase de obstculos, hasta
que se agotaba la opcin y entonces, ya en libertad y conocedores de los detalles necesarios, eran esas personas de su intimidad las que hacan el asunto.23
Sabiendo esto, el informe desfavorable de la Comisin de Compras, caso de
haber existido, nunca hubiera bastado como explicacin, pero la CNT apelara a l como excusa ante el Congreso de la AIT para desautorizar a Besnard.
Prueba que la verdad era otra. El suministro de armas era en manos rusas una
herramienta poltica fundamental; en octubre, con los nacionales avanzando
hacia Madrid, los consejeros soviticos ya tenan suficiente poder como
para hacer abortar cualquier operacin que menoscabase su influencia, por lo
que la versin de Besnard era perfectamente plausible. Existan antecedentes:
los ministros del Gobierno Caballero, lvarez del Vayo y Negrn, haban
frustrado por iniciativa de los rusos una compra de armas a Estados Unidos
preparada por el embajador espaol en Mxico24 y podan continuar hacindolo. Besnard acusara a Santilln, Garca Oliver y al Comit Nacional de la
CNT de haberse dejado influenciar por los rusos y no haber querido verificar los datos ofrecidos por el consorcio. Al igual que Largo Caballero, los di
rigentes libertarios cambiaron bruscamente de actitud respecto a ese tema;
mismo. Diciembre 1937, editado por la Seccin de Informacin, Propaganda y Prensa, CNT,
Comit Nacional, sin fecha pero de 1938.
23 De la conducta de las comisiones de compras, Seccin Nacional de Coordinacin Ser
vicio de Informacin Exterior, sin fecha pero posterior a la cada de Bilbao, cedido por Joaqun
Prez Navarro.
24Gordon Ords, ob. cit.
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26 Diego Abad de Santilln, Alfonso XIII, la II Repblica, Francisco Franco, Ediciones Jcar,
1979.
30 Cuando las milicias atacan, el enemigo no sabe ni puede resistir, El Heraldo de Castelln,
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25 de septiembre de 1936.
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dichos pueblos. En total eran unos cuatro mil hombres, apoyados por la aviacin facciosa. El sector fue defendido por las centurias 26 y 27 con ciento
cincuenta balas por cabeza y dos ametralladoras durante varias horas hasta
agotar la municin. Cuando haban retrocedido un kilmetro y empezaban a
evacuar la posicin, llegaron los internacionales con una batera de morteros
y un tanque, el King Kong, conducido por Bonilla. Recuerda un miembro del
Grupo Internacional, Isidro Benet, que durante la lucha pas un avin de
pasajeros sin insignias y tir una sola bomba que hizo estragos en la caballera
mora, hecho que decidi la batalla.32 Despus llegaron ms refuerzos, hasta
que las trincheras fueron reocupadas. A pesar de no haber podido lanzarse
tras el enemigo hasta Zaragoza, el optimismo se apoder del Comit de Guerra. El Frente peda una ofensiva en todos los frentes por razones justificadas:
El tiempo apremia. La guerra no debe ser larga. Hay que aprovechar todas las coyunturas propicias para derrumbar todo ese tinglado de generalotes
traidores y repugnantes falanges de mercenarios [...]
Organicemos la ofensiva. Ataquemos con empuje, sin vacilaciones, en todos los frentes. Que haya unidad de accin. Muy bien. Pero inactividad guerrera, nunca [...]
A la ofensiva de los facciosos en Madrid hay que replicar con otra ofensiva
en la lnea ms susceptible de quebrantamiento del enemigo [...] La guerra
debe ser breve. Lo exige nuestra economa y nuestro inters enorme de que la
revolucin social en marcha no se malogre.33
El da 5, Durruti estaba en Barcelona informando al Comit Regional de
su viaje a Madrid y tratando con el ministro de la Marina. De regreso al frente, al pasar por Lrida, se encontr con una manifestacin conmemorativa del
octubre cataln. Irritado con el recuerdo de la cobarda de los nacionalistas
catalanes, la disolvi con el siguiente discurso:
Camaradas, me interesa recordaros brevemente el significado que tuvo
para el mundo vuestro desgraciado movimiento. He de haceros presente que
32Entrevista de Les Gimnologues a Isidro y su hijo Csar, el 21 de octubre de 2009.
33El Frente, n. 29, 8 de octubre de 1936.
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los hombres revolucionarios de verdad no pueden sumarse a esta manifestacin, la que a juicio de cualquiera fue una cobarda manifiesta, particularmente de sus iniciadores ms caracterizados. Esta fecha histrica, slo les cabe
derecho a conmemorarla a los bravos asturianos que sin regatear esfuerzos
supieron, como hoy, darlo todo antes que rendirse al adversario.34
Ese mismo da 6 se present en Alcaiz en el Pleno Extraordinario de
Sindicatos de Aragn y Columnas que operan en el frente. Era partidario
de constituir un Consejo Regional de Defensa, medida acordada por el
Pleno de Locales y Comarcales catalanas y por el Pleno Nacional de un mes
antes:
Vengo de Madrid, he estado conversando con el ministro de la guerra y le
he expuesto sin ambages ni rodeos la realidad. A l no le ha quedado otro remedio que reconocerla y ha prometido poner remedio, pero esto no es suficiente; no es lo suficiente, porque para llevar las cosas por sus verdaderos caminos
es imprescindible poner en prctica los acuerdos del Pleno de Regionales de la
CNT; si el Consejo Nacional de Defensa no se constituye corremos el peligro
de perderlo todo. Por eso, para ganar la partida al fascismo, para lograr tambin presionar al poder central y que acepte las proposiciones nuestras, debemos construir en Aragn el Consejo que regule todas nuestras actividades.35
Sin embargo, los anarquistas aragoneses, a travs del Consejo, aspiraban a
ir a por el todo, cosa que no se haban atrevido a hacer los catalanes. El
Comit Nacional de la CNT no lo vio con buenos ojos pues obstaculizaba sus
tratos con el Gobierno y el Comit Regional de la CRT de Catalua impuso
que no hubiera Consejera de Guerra y que las operaciones en el frente siguieran dependiendo de la Generalitat. sta era claramente opuesta al Consejo,
pues consideraba Aragn zona de guerra y, por consiguiente, haba de someterse a la autoridad militar. Eso pensaba tambin el coronel Villalba, mando
nico del frente y, en general, las fuerzas hostiles a la revolucin, espe
cialmente la Columna Carlos Marx, autocalificada de divisin, que ya
34Mira, ob. cit.
35Actas, en el Archivo de Salamanca, PS Barcelona.
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haban protagonizado conatos de enfrentamiento con los comits revolucionarios en la retaguardia aragonesa.
El da 8 los fascistas, a fin de romper las lneas republicanas, se concentraron en Perdiguera y atacaron de nuevo con la caballera el pueblo de Farlete,
mientras que con fuerzas ingentes progresaban por la carretera de Villamayor
a travs de la sierra de Alcubierre, precedidas de fuego artillero y de aviacin.
Escribe Antonio de la Villa, enviado especial de la Agencia Febus al frente
aragons:
Como la superioridad del enemigo era manifiesta y el ataque pareca a la
desesperada, hubo de hacer alarde de agilidad y travesura. Durruti, en campo
raso, iba de un lado a otro, ms que para animar que no haca falta
para vigilar todas las defensas.
Hasta las dos de la tarde el combate pareca incierto. Por conveniencias de
tctica hubo que abandonar las trincheras situadas a 2 km de Farlete; pero en
cambio se avanz por Perdiguera hasta cortar el paso que intentaban los pontoneros rebeldes hacia el ro.
Durruti, con un racimo de uvas en las manos el nico alimento
que ingiri durante el da este hombre extrao, que no fuma, ni bebe ms que
agua, se puso a combinar un nuevo plan, sin dejar de lado el telfono,
que utiliza sabiamente.
Por la tarde ya daban sus frutos los planes de Durruti. Como por ensalmo,
se movilizaron las bateras de Pina y Fuentes de Ebro, que emplazadas convenientemente, dejaron sentir su presencia. Al mismo tiempo llegaba de Bujaraloz una columna de refuerzo. Y la escuadrilla de Reyes, con ms metralla,
comenz a castigar en los puntos precisos que mandaba Durruti.
A las cinco el enemigo comenz a replegarse; a las cinco y media hua a la
desbandada; al oscurecer el desconcierto era tan grande, que nuestros milicianos capturaban a 82 falangistas, entre ellos nueve oficiales que Durruti dispuso fueran trasladados al cuartel general.36
La victoria fue completa pero haba ido de un pelo. Hubo 26 muertos por
parte miliciana. Los fascistas dieron la posicin por perdida justo en el momento en que a los defensores se les agotaban los cartuchos. La accin tuvo un
testigo de excepcin, el ex ministro Francisco Barns, que haba subido a
Bujaraloz para visitar a Durruti. Santilln describe sus impresiones:
Haba visto a Durruti multiplicarse para estar en todos los lugares de peligro, animando a los milicianos. Vena conmovido. Haba visto al hroe llorar
de rabia al agotarse las municiones y al disponerse todo el mundo, sin
moverse de su puesto, a emplear las bombas de mano como ltimo recurso
antes de caer. Si el enemigo hubiese conocido la situacin real del municionamiento de la columna, habra podido deshacerla, tomarla prisionera o exterminarla.37
Al volver a Bujaraloz, muerto de cansancio, a los dos barracones de madera que hacan de cuartel general situados en el lado izquierdo de la carretera a
Zaragoza, se encontr con un grupo de maos que se haban despertado en
Leciena, al otro lado de la montaa, con el ruido de fusilera y ametralladoras del ataque fascista a Farlete. Haban acordado con la direccin de la Columna Lenin irse justo ese da a la Columna Durruti, puesto que militaban
en la CNT. Durruti, conocedor del nivel de las fuerzas vecinas, no pudo evitar exclamar: Si este ataque se lo hacen al POUM corren hasta Sariena,38
premonicin que estaba a punto de verificarse.
En aquellas circunstancias tan adversas, el cumplimiento estricto de las
instrucciones poda ser un paliativo de la falta de recursos blicos, por lo que
el tema de la disciplina volvi a ponerse de nuevo sobre el tapete. Durruti
haba declarado en Madrid estar en contra de la disciplina de cuartel pero
tambin, en contra de la libertad mal entendida a la que suelen recurrir los
cobardes para escurrir el bulto.39
36Estamos tocando Zaragoza con las manos, El Mercantil Valenciano, 11 de octubre de 1936.
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Lo mismo dijo a los enviados del diario de Madrid Ahora, Qulez Vicente
y Alcazn, que visitaban el frente de Aragn, aunque precis:
Aqu no se ventilan apetitos de mando, no van a conquistar ni galones, ni
estrellas, ni fajines, ni puestos prominentes. Eso queda para la turba negra
[...] T habrs visto, acaso un poco sorprendido, con qu confianza y con qu
camaradera vienen todos los hombres hacia m; eso en vez de ser un derecho
es una virtud. La disciplina para m no es ms que el respeto a la responsabilidad propia y a la ajena [...] En la guerra los delegados deben ser obedecidos,
de lo contrario no es posible realizar ninguna operacin con xito [...] Quien
miente sabe que tiene doble jornada de azadn y pico. Las cartas desalentadoras ni salen de aqu ni se reciben. Van al cesto. Al que quiere marchar a su
casa alegando que va voluntario, como vino, le hago las consideraciones que se
ajustan a cada caso, y si insiste en abandonarnos le mando a su casa a pie.
Afortunadamente esto ya ha desaparecido. En mi Columna ha quedado borrada la palabra permiso. Tengo hombres tan abnegados, tan obsesionados
por la lucha, que al triunfo lo han sacrificado todo [...] As hago y entiendo yo
la guerra. Pero hace falta algo ms. Es preciso movilizar por entero la retaguardia de Espaa. Que no haya vagos. Que trabaje todo el mundo.40
El portavoz de la columna public el reglamento de las Milicias Confederales elaborado por los milicianos del Centro, breve documento de seis puntos
que resuma las obligaciones del miliciano, pero todava El Frente se vio obligado a insistir:
Hay muchos compaeros que confunden de modo lamentable la disciplina
con la autoridad [...] Libertad y autoridad se repelen, se contraponen, y si la
una priva, la otra muere.
Pero cuando se os hable de disciplina, poned ms atencin en el concepto.
Es preciso darse cuenta de que en todo objetivo, toda meta, para su consecucin feliz, es necesaria la disciplina, o sea, la adaptacin a las normas, reglas,
etc., que requieren los mismos.
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ocenas venan a visitarle. Rechaz igualmente una invitacin a Pars del Cod
mit pour lEspagne Libre y escribi una carta a todos los revolucionarios
franceses para formar un frente antifascista, prolongacin del pacto poltico
y sindical existente en Espaa. La carta fue leda el 24 de octubre por Emilienne Morin en el Vlodrome dHiver de Pars, ante un pblico de sesenta mil
personas. Conviene aclarar que, al menos en un principio, los anarquistas espaoles, incluso los ms reformistas, no entendan el antifascismo como una
alianza interclasista para salvar a la democracia burguesa, sino como un frente
principalmente sindical en pro de una democracia obrera revolucionaria, pero
que traduca poltica e ideolgicamente una situacin de doble poder:
Si odiis al fascismo tan profundamente como nosotros, olvidad todas las
pequeas divergencias de partidos y apuntad a un solo objetivo: la lucha contra el fascismo. La revolucin espaola ha de ser para todos los revolucionarios
la consigna para la unidad de todas las fuerzas proletarias de Francia [...]
Viva la unin obrera! Viva la revolucin social! 46
La constitucin del mando nico en Barbastro, restringido al frente de
Huesca, o sea, sin el apoyo de Durruti y Ortiz, haba sido un completo fracaso.47 Los milicianos libertarios detestaban a Villalba y ste rechazaba el trabajo revolucionario en los pueblos y la democracia de las columnas (el virus
anarquista), coincidiendo con los comunistas. Villalba y el comunista Del
Barrio chocaron por sus maneras autoritarias con las columnas de la CNT y
del POUM que all operaban. Existan sectores del frente que jams haba
visitado, prefiriendo pasar largas temporadas en Barcelona alejado de sus obligaciones. No entenda la psicologa del miliciano, hombre libre que luchaba
por sus ideales, ni su tpica manera de combatir, llevando la iniciativa, pegndose al terreno, desconfiando de los ataques a pecho descubierto, aunque no
rehuyendo el cuerpo a cuerpo. Pero lo peor era su pretensin de imponer su
autoridad en los pueblos, enfrentndose a los comits revolucionarios, bien por
las medidas colectivizadoras, bien en defensa de los elementos reaccionarios
46Le message de Durruti, Le Libertaire, 30 de octubre de 1936.
47 Abel Paz sostiene que hubo una reunin constituyente en Sariena, que cont con
la presencia de Garca Oliver y Daz Sandino. Ortiz niega la existencia de esa reunin.
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perseguidos. El Consejo de Defensa de Aragn hizo un llamamiento denunciando la actitud de los jefes de columna comunistas:
Se insiste [...] en obrar en nuestra Regin como en terreno conquistado a
un enemigo exterior e interior; y siguiendo esta equvoca conducta, se imponen por los citados jefes normas polticas y sociales totalmente en contraposicin con el sentir de nuestro Pueblo, que con el asenso de todos sus cohabitantes
se ha trazado normas de vida superadas[superiores], afirmaramos en concordancia con la transformacin social que la lucha antifascista est creando en
Espaa.
Se destituyen Comits creados por eleccin popular; se amenaza con el
fusilamiento, la crcel y el castigo corporal; y como corolario se imponen nuevos Comits creados a hechura del credo poltico del que comete estos desmanes, dejando tambin sentada la afirmacin de que quien contravenga sus
rdenes sentir todo el peso de la fuerza armada que est bajo su mando.48
Tras el fracaso de las operaciones para la toma de Huesca en septiembre,
el enfrentamiento subi de tono. Durruti tuvo que intervenir para evitar choques entre los comits, los carabineros y las tropas comunistas. Villalba qued
imposibilitado para ejercer el mando. Entonces Garca Oliver quiso corregir
un error con otro, nombrando jefe del Estado Mayor del frente aragons, con
ms poderes, al comandante Reyes, militar mucho peor que Villalba en todos
los sentidos. El 13 de octubre por la maana, Daz Sandino, consejero de
Defensa de la Generalitat, y Garca Oliver, secretario de Defensa, convocaron
una reunin en Sariena de delegados de columnas. Durruti vea que ni la
impaciencia revolucionaria ni el autodesignado mando nico se tomaban
la guerra en serio, al provocar incidentes:
Yo no quiero recibir ms golpes de telfono a la una y a las dos de la madrugada diciendo que aquel pueblo se ha levantado, que aquel otro pueblo
tambin [...] A m me sorprende las pocas veces que salgo del frente, salgo para
Lrida, cuando me dicen: Durruti, esto no puede seguir as. Estamos preparados y vamos a andar a tiros. Qu es esto?Es posible que la retaguardia
vaya a andar a tiros? Que nosotros tengamos que dejar en los pueblos compaeros de confianza para que velen por los intereses [de todos]?
[...] Anoche mismo estbamos preocupados estudiando la forma de ayudar
a los compaeros de Perdiguera y Leciena. Nos llamaron a la una de la maana.
Durruti, aqu un pueblo, Barbastro.
Qu pasa?
Nada. Han venido doscientos aguiluchos y aqu estamos todos dispuestos a armar jaleo.
Qu ocurre?
Pues que han salido de Barbastro guardia civil y carabineros y aqu se
va a armar la de dios.
Les digo: sois unos idiotas; estamos aqu mirando de llevar trescientos
hombres a la sierra a jugarse la vida y vosotros me estis creando dificultades
en la retaguardia.
Les insult y he tenido yo por telfono que arreglar la cuestin. Tiene que
terminar esto; si no, no es posible por ms que nos esforcemos, si no nos ganamos la confianza de la retaguardia.49
Durruti abogaba por un Estado Mayor que contara con la confianza no
slo de la Generalitat o de los delegados de las columnas, sino de toda la retaguardia aragonesa y catalana. Una persona como Villalba no poda figurar
en l pues nadie lo consideraba imparcial. Tampoco el comandante Alfonso
Reyes. El nombramiento de un personaje como Reyes, un pequeo dictador,
obedeca al deseo de agradar a los comunistas y, de forma subrepticia, a
la idea de militarizar el frente, pues en secreto la Consejera estaba elaborando un decreto de militarizacin. Ese mismo da, Marianet, secretario del
Comit Regional, intent parar el nombramiento por no haber pedido
48 Consejo de Defensa Regional de Aragn, Disposicin General para los pueblos de Aragn
rescatados del fascismo. Llamamiento cordial a las columnas que operan en dichos pueblos,
Fraga, octubre de 1936, Cultura y Accin, rgano de la Regional de Aragn, Rioja y Navarra,
CNT-AIT, 7 de noviembre de 1936.
49 Informe de la reunin de jefes polticos y militares del frente de Aragn, que puede
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encontrarse en los papeles de Jos del Barrio, correctamente fechado e indicado el lugar de la
reunin, Fondo Jos del Barrio, Pavell de la Repblica, Barcelona.
Reyes, cercano a los comunistas, auxiliado por los capitanes Guarner y Botet,
mientras que Villalba, Ortiz y Durruti quedaron como jefes de sector. A Del
Barrio esto no le convenci:
... ese Estado Mayor es la FAI en el poder [...] Sandino y Guarner no son
otra cosa que hombres que se mueven al dictado de Garca Oliver y los otros
[...] Es un Estado Mayor que no podemos aceptar. Antes, los anarquistas hacan lo que queran de una forma ilegal desde el punto de vista revolucionario.
Ahora legalizan su actuacin y todas sus actividades.53
Los estalinistas se sentan acosados por los anarquistas, superiores en armamento, que no slo desmontaban sus intrigas, sino que intentaban desarmar a sus milicianos apenas daban un paso en la retaguardia. Las rdenes de
Villalba, su militar preferido, eran constantemente cuestionadas e incluso
cuando todos los delegados las aceptaban, los milicianos rehusaban cum
plirlas. Sin embargo, tras la exigencia de disciplina militar apenas se disi
mulaba la voluntad de acabar con la preponderancia anarquista en el frente, o
sea, con los comits de abastos, comisiones de investigacin, incautaciones,
colectividades y proclamaciones de comunismo libertario. Aparentemente,
Durruti y Ortiz aceptaron el nombramiento del comandante Reyes, no as el
Consejo de Defensa de Aragn, que lo rechaz.54 Al final, los comunistas
acabaron aprobndolo al fin y al cabo Reyes era uno de los suyos, para
proponer agrupar por ideologas las fuerzas que hay en el frente; al menos el
camarada Reyes y el nuevo jefe del Sector creo estn de acuerdo con ello pues
era imposible operar con una masa de maniobra en la que hay marxistas,
anarquistas y trotskistas.55 Su actuacin fue desastrosa y en poco tiempo
Reyes se hizo antiptico a todos. Un bando promulgado por l amenazando
con tratar de facciosos y pasar por las armas a los milicianos que obrasen por
su cuenta sin esperar rdenes o no bajasen desarmados a la retaguardia caus
53 De la Divisin Carlos Marx al Comit Militar del PSU y de la UGT, informe del 15
50Actas de las reuniones de comits del 13 y 16 de octubre de 1936, Archivos de la CNT, IISG,
msterdam.
51Informe de la reunin de jefes polticos y militares del frente de Aragn, ob. cit.
52Informe del Jefe de Divisin Carlos Marx a Comit Militar del PSU-UGT, ob. cit.
54Reunin de los comits del 31 de octubre de 1936, Archivos de la CNT, IISG, msterdam.
55Informe del Cuartel General de la Divisin Carlos Marx al Comit Militar PSU-UGT, 26
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L a llegada del buque Zirianin el 14 de octubre, cargado de alimentos, caus fuerte impacto en Barcelona. Un delegado del Sindicato de Transportes
y el de la Federacin Local informaban a los comits de la CNT que la
acogida ha sido muy cariosa. En todo el muelle y Puerto de Barcelona slo
ondeaba una clase de bandera: la de la FAI, que extra sobremanera a los
rusos.1 El recibimiento orquestado, con el cnsul Antonov-Ovseenko presente gritando: Viva la FAI! y las masas libertarias respondiendo: Viva la
URSS!, fue un espectculo que acomplej a los anarquistas. En una reunin
de comits, un delegado, con despecho y rabia, entreg a Garca Oliver una
lista de los infortunados compaeros que sufren el rigor del despotismo ruso
policromado con el remoquete de Dictadura del Proletario [...] para que
propugne por su liberacin cuando tuviera ocasin de hablar con el capitn
del barco.2 Oliver prometi hacerlo aquella misma noche, pero si lo hizo,
no lo cont jams. Era uno de esos responsables que pretendan ganarse
la confianza de los soviticos para conseguir, al menos, una parte del material blico que enviaban, por lo cual se sentan obligados a tratar al PCE
y al PSUC con circunspeccin y, hasta cierto punto, tambin a bailar con
la poltica frentepopulista de Mosc. El mismo Garca Oliver exigi a los
56Actas de las reuniones de los comits del 16 y 18 de noviembre de 1936, Archivos de la CNT,
IISG, msterdam.
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msterdam.
9Carta de noviembre de 1936, mencionada en D. Nelles, H. Piotrowski, U. Linse y C. Garca,
Antifascistas alemanes en Barcelona. El grupo DAS: sus actividades contra la red nazi y en el frente de
Aragn, Sintra Editorial, Barcelona, 2010.
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no es con sardinas en lata como hemos de ganar la guerra, sino con aviacin y
caones.10
Efectivamente, el insuficiente apoyo del proletariado europeo aislaba a la
revolucin espaola y estaba permitiendo que las tendencias burocrticas estatistas se desarrollaran y se justificaran.
A mediados de octubre, el Comit Regional de Catalua cuyo secretario, Marianet, estaba siendo espoleado por el recin llegado cnsul Antonov-Ovseenko decidi enviar una delegacin con la representacin
catalana que viajaba a Rusia para asistir a los fastos del aniversario de la
Revolucin de Octubre, visita oficial organizada por la Asociacin de Amigos de la URSS. Los motivos del viaje obedecan a clculos estratgicos, tal
como dira Mariano Rodrguez Vzquez en el acto que celebr el retorno de
la delegacin: La lucha que actualmente se est sosteniendo en Espaa es
el motivo por el que la CNT se ha decidido a ir a la URSS.11 En principio,
la Organizacin design para el viaje a Francisco Carreo, como miembro
de la Columna Durruti, a Marcos Alcn y a Eusebio Carb, un estreno en
poltica exterior del anarcosindicalismo hispano.12 Aparentemente, Durruti
no crea en la eficacia del viaje y tena una psima opinin de la URSS,
como hemos podido comprobar. El corresponsal de guerra ruso Ilya Ehrenburg ya haba sido increpado por l en su visita de agosto: Grit que la
Unin Sovitica no era una comuna libre, sino un Estado como todos los
otros, un Estado lleno de burcratas, y que no era casual que a l lo hubiesen proscrito en Mosc.13 Sin embargo, el Comit de Guerra, reunido
en Osera poco despus de los combates en Alcubierre, se declar a favor y
10La Vanguardia, 4 de noviembre de 1936.
11Anoche en el Gran Price, La Noche, 12 de diciembre de 1936.
12Acta de la reunin de comits, 20 de octubre de 1936, Archivos de la CNT, IISG, msterdam.
Joan Llarch afirma que Carreo sustituy a Durruti que es quien haba sido invitado a Rusia, lo
que no parece verosmil (La muerte de Durruti, Ediciones 29, Barcelona, 1983). Un tratamiento
exhaustivo de la visita a Mosc, en Miquel Amors, Francisco Carreo y los arduos caminos de la
anarqua, Asociacin Isaac Puente, Vitoria, 2013.
13Ilya Ehrenburg, autobiografa, citada por Hans Magnus Enzensberger en El corto verano de la
anarqua, Grijalbo, Barcelona, 1977.
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decidi que Carreo fuese en representacin de la columna. Los milicianos continuaban sin ver las armas prometidas y la visita poda ayudar a que
llegase alguna. Durruti, entonces 23 de octubre de 1936, redact un
mensaje a los trabajadores rusos y se lo entreg al enviado. La carta iba dirigida exclusivamente a los obreros, ignorando a sus dirigentes y, a pesar de
las precauciones diplomticas que determinaban su contenido, conclua rotundamente afirmando el ideal anarquista:
Compaeros,
Sirvan estas lneas para mandaros un fraternal saludo desde el frente de
Aragn, donde miles de hermanos vuestros luchan como vosotros luchasteis
hace veinte aos por la emancipacin de una clase ofendida y humillada durante siglos y siglos. Hace veinte aos que los trabajadores rusos izaron en
Oriente la bandera roja, smbolo de la fraternidad entre el proletariado internacional, en el cual depositasteis toda vuestra confianza, para que se os
ayudara en la magna obra que habais emprendido; depsito del que supimos
todos los trabajadores del mundo hacernos cargo, respondiendo abnegadamente con las posibilidades que el proletariado posee.
Hoy tambin es en Occidente donde renace una nueva Revolucin y ondea
tambin una bandera que representa un ideal, el cual triunfante unir con
lazos fraternales a dos pueblos que fueron escarnecidos por el zarismo a un
lado y la desptica monarqua por otro. Hoy, trabajadores rusos, somos nosotros los que depositamos en vuestras manos la defensa de nuestra revolucin;
no confiamos en ningn poltico sedicente demcrata o antifascista; nosotros
confiamos en nuestros hermanos de clase, en los trabajadores; ellos son los que
tienen que defender la Revolucin espaola, lo mismo que hicimos nosotros
hace veinte aos cuando defendimos la Revolucin rusa.
Confiad en nosotros; somos trabajadores autnticos y por nada en el mundo haremos dejacin de nuestros principios y menos humillamos la herramienta smbolo de la clase trabajadora.
Un saludo de todos los trabajadores que luchan contra el fascismo con las
armas en la mano en el frente de Aragn.
B. Durruti
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Casi simultneamente, el mismo ideal anarquista sufra una honda metamorfosis. Jacinto Toryho, en nombre del Comit Peninsular de la FAI, deca
en el Olympia que con los comunistas hemos de ser sinceros, rectos, nobles
y, por encima de todo, leales.14 El 22 de octubre, Vidiella, Ses y Felipe Garca, por UGT-PSU, y Escorza, Eroles y Herrera, por CNT-FAI, firmaron un
pacto de unidad de accin en el cual se comprometan a reforzar el poder
del Consejo de la Generalidad, reconvertir las milicias en ejrcito popular
sometido a una disciplina formal y a un mando nico, liquidar a los grupos
incontrolados y actuar en estrecha relacin con el Gobierno de Madrid.15 En
la plaza de la Monumental de Barcelona, el domingo 25 de octubre, tena
lugar un multitudinario mitin de unidad donde tomaron la palabra Comorera, Ses, Marianet, Federica y el cnsul Antonov-Ovseenko. En una enorme
pancarta poda leerse FAI, PSU Viva la unidad del proletariado!, y la presidencia instalada en el toril estaba cubierta con un gran trapo rojo que llevaba como inscripcin el rastrillo de siglas FAI-UHP-UGT-CNT-PSU. Federica Montseny empez su discurso celebrando el lazo indisoluble que una
a las organizaciones convocantes a partir de aquella fecha memorable y afirm tener la seguridad absoluta de que no habra luchas fraticidas. Sorprende afirmacin tan tajante, pues diez das despus Durruti, en un discurso
pronunciado desde Radio Barcelona que dej lvidos a los dirigentes libertarios, se dirigi con expresiones dursimas a las organizaciones y les pidi que
se dejasen de rencillas y zancadillas so pena de tener que bajar con las milicias a poner orden. El rgano de la CNT de Aragn, Cultura y Accin, lo
public en su integridad y efectivamente sonaba fuerte:
Los milicianos se sonrojan al ver algunos pasquines de propaganda para el
frente. Sabis por qu se sonrojan? Porque los aviones fascistas, cuando arrojan prensa sobre nuestros frentes, ella observa los mismos procedimientos, la
misma propaganda incluso, que los peridicos de la retaguardia, y los partidos
polticos de Catalua hacen en sus pasquines. Arrancad estos pasquines, trabajadores! Son un insulto al sacrificio de los milicianos. No permitis que
tengamos que deciros los hombres que luchamos en las trincheras que no somos
14La Vanguardia, 20 de octubre de 1936.
15Csar M. Lorenzo, Los anarquistas espaoles y el poder, Ruedo Ibrico, Pars, 1972.
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desde haca un mes. Durruti marc la nota discordante entre las figuras anarquistas y advirti a los comits:
Por todo lo expuesto, este Comit, hacindose eco del clamor de la protesta
levantado en la Columna por el Decreto referido, se ve precisado a no admitirlo.25
Compaeros,
Os adjunto una copia de la carta que remitimos hoy al consejo de la Generalitat de Catalunya, al efecto de que os informis de nuestra posicin en el
asunto de la militarizacin de las milicias.
Con saludos.
B. Durruti 24
El documento estaba fechado el 1 de noviembre de 1936 y estaba rubricado, en nombre del Comit, por el propio Durruti. El principio del mencionado discurso radiofnico de Durruti del mircoles 4 por la noche fue una lectura completa del documento en cuestin, con un aviso expreso a los
estalinistas:
Por si cupieran dudas, Durruti fue entrevistado esos mismos das por Andr Prudhommeaux para LEspagne Nouvelle y se pronunci claramente contra el decreto, porque introduca un espritu militarista contrario a la revolucin:
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c onectaban con las masas libertarias empeadas en hacer la revolucin y tomar a los comunistas como agentes de la burguesa. Malos eran los capaces
de dar un golpe de fuerza y enderezar la situacin revolucionaria. Garca Oliver, informado por el comunista Almendros de los temores de Antonov-Ovseenko, presuma en sus memorias de haber sido considerado malo, porque
podamos colocar en las calles de Barcelona a la mitad de las fuerzas anarcosindicalistas de Aragn y aun dejar fuerzas para sujetar a los escasos centenares de combatientes que tenan all la Esquerra y el PSUC.29 Lleg a decir que
su nombramiento como ministro obedeca al deseo del cnsul de tenerlo fuera de Barcelona, pero por qu acept entonces el ministerio?, por vanidad?,
porque no tena mejores planes?, para demostrar a los soviticos su disposicin a colaborar? Un observador sagaz como Pierre Besnard no reconoca a
esas alturas la menor lucidez en ningn dirigente libertario, exceptuando
a Durruti. Escriba en su diario el 18 de septiembre:
La revolucin va marcha atrs, y no es por defecto del pueblo, puesto que
ste se bate con un entusiasmo sin igual, sino de sus dirigentes, que van a remolque de los acontecimientos, dando pruebas con ello de haber perdido la
iniciativa revolucionaria [...] Yo me pregunto si los dirigentes de la CNT hoy
son los mismos hombres del 19 de julio. El nico que me parece escapar a esa
regla es Durruti, tipo de revolucionario original, que en muchos aspectos recuerda al guerrillero Nstor Makhno. Como ste, acta con el pueblo, sin separarse del mismo y en eso se diferencia de los dems dirigentes anarquistas.30
Ese mismo pueblo comprobaba en la reaparicin de la Barcelona burguesa, con sus restaurantes de lujo, cabars, music halls, dancings y casas de lenocinio repletos, los retrocesos revolucionarios. Un miliciano de Sstago escriba
en Acracia:
Barcelona ya no es la Barcelona del 19 de julio, ni mucho menos. Barcelona, para los que salimos los primeros enrolados en las columnas, es completamente desconocida; la Barcelona de hoy nos recuerda aquella Barcelona que
29Garca Oliver, ob. cit.
30Citado por Paz, ob. cit.
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1969).
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Madrid tena una importancia puramente poltica y no estratgica. Esa actitud por parte de Durruti, que goza de una influencia excepcional sobre todos
los catalanes anarcosindicalistas que estn en el frente, deba ser vencida costara lo que costara. Era necesario intervenir con fuerza. Y Durruti cedi,
declarando que poda enviar a Madrid a un millar de combatientes selectos.
Tras un apasionado discurso del anarquista Abad de Santilln, accedi a
enviar dos mil y dict inmediatamente una orden para que su vecino en el
frente, Ortiz, cediera otros dos mil, Ascaso otros mil, y la Divisin K. Marx
otros mil.35
Sin duda se trata de la reunin en la Consejera de Defensa que narra Del
Barrio en sus memorias, aunque equivocadamente la sita a mediados de octubre. Estaban no slo los delegados de las milicias, sino el cnsul sovitico,
Companys, Abad de Santilln, Daz Sandino, Reyes, Guarner y otros jefes
militares. En efecto, en ella Durruti
... expres su extraeza por la convocatoria de aquella reunin, dado que
no vea en qu podan ayudar los jefes de las columnas de milicianos que estaban en el frente de Aragn a los defensores de Madrid. Pidi al coronel Sandino ms claridad respecto a la situacin de los frentes de la capital y que hiciera
propuestas concretas sobre la ayuda que crea que podramos prestar los jefes
all reunidos.36
Antonov-Ovseenko sugiri el envo de un contingente de cuatro o cinco
mil milicianos, a lo que los delegados de las columnas cenetistas, excluidos de
la ayuda sovitica a la Repblica en cuanto a armamento, se opusieron duramente. Garca Oliver, extraamente lcido, aseguraba que aquella reunin
era una maniobra de los comunistas para incrementar sus fuerzas, poltica y
militarmente, pero esta vez, los comunistas se beneficiaron del apoyo del
coronel Sandino, tradicional aliado de Oliver. Los delegados de la CNT tras
35 Sobre cuestiones militares, consulado de la URSS en Barcelona, noviembre de 1936. En
Radosh y otros, ob cit. Ortiz no estuvo presente y pone en duda que Jover, delegado de la
Columna Ascaso, lo hiciera.
36Del Barrio, ob. cit.
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sector era el general Pozas, pero en lo que respecta a Madrid el mando efectivo recaa en Miaja acabado de nombrar por Largo Caballero que, al
mismo tiempo, presida la Junta de Defensa de Madrid, constituida el mismo
da en que el Gobierno abandonaba la capital ante el pnico que provoc el
temido asalto de legionarios y moros. Miaja contaba con el apoyo de los comunistas y con la antipata de Caballero y de los anarquistas, que lo consideraban un hombre sin carcter. Desde la cada de Toledo, a finales de septiembre, los dirigentes cenetistas madrileos se alarmaron ante la infinidad de
comunistas y socialistas que se desplazaban a Madrid para ponerse a las rdenes de Largo Caballero. Con la llegada de Brigadas Internacionales para participar en la inminente batalla por la capital, teman perder su influencia y
verse entre dos fuegos: por una parte los fascistas y, por la otra, los comunistas
y el Lenin espaol. Federica inform de ello en la Casa CNT-FAI de Barcelona.40 Ms adelante cambiaron de opinin en lo relativo a Largo y, ya con
cuatro carteras ministeriales de la CNT, quisieron reforzar su posicin frente
a los comunistas, capitaneando la defensa de Madrid. Pensaban concentrar
all a diez mil combatientes libertarios con las columnas de Mera, Del Rosal,
Tierra y Libertad, Villanueva-Benito y Durruti, que seran coordinadas por el
Comit de Defensa, cuyo responsable era el muy hbil Eduardo Val. Contando aparentemente con la complicidad de Largo Caballero, pretendan sustituir a Miaja por Casado y convertir a Durruti en el lder de la batalla por la
capital. David Antona y Miguel Gonzlez Inestal, en nombre del Comit
Nacional, partieron hacia Bujaraloz
... para verle y convencerle de la necesidad de su presencia aqu [en Madrid]. Ante la competencia que pudiera existir entre Casado y Durruti de
venir ste, estiman todos [que] no habr ninguna cuestin ya que uno es tcnico militar y puede figurar a las rdenes del otro, que ha de ser quien, con su
presencia, levantar la moral de todos los combatientes de este sector.41
acord destacar a dos compaeros para que se pusieran al habla con Durruti y pedirle que viniera
a Madrid. Sin duda, alude a la reunin del da 8.
42 Ariel, Los ltimos das de Buenaventura Durruti, Solidaridad Obrera, 20 de noviembre
de 1938.
43 Su llegada, junto con la de Federica Montseny, fue registrada por el diario de la noche La
Voz, 10 de noviembre de 1936.
44Garca Oliver, ob. cit..
45Ibd.
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El Gobierno haba huido a Valencia. Largo Caballero le prometi el mando de una divisin todava por organizar. Pero, segn cuenta Garca Oliver,
en la reunin del Consejo Superior de Guerra del da 14, ste era partidario
de nombrar a Durruti jefe del Estado Mayor Central en sustitucin de Miaja,
en quien ya era notorio que no confiaba,46 pero a condicin de que pasasen
ocho das durante los cuales Durruti debera darse a conocer en la capital,
periodo en el que la decisin deba permanecer en secreto. Indalecio Prieto
estuvo de acuerdo, lo que hace la historia todava ms inverosmil. A no ser
que desde el propio Gobierno se alentase la maniobra rusa contra Durruti,
pues no hay que olvidar que le enviaban a Madrid para eliminar un obstculo
a la militarizacin en el frente aragons. Le sacaban de Pina y Bujaraloz por
ser un smbolo contra el orden burgus que se pretenda restaurar en Catalua, y el trabajo sucio corra a cargo de sus correligionarios, Santilln, Federica
y Marianet, y parece que tambin Garca Oliver se sumaba a la faena. El tro
confabulaba contra l y sus colaboradores, y usaba a Durruti de ariete con el
fin de imponer una poltica del mal menor en el movimiento libertario,
pero qu otra poltica propugnaba Garca Oliver? ste le adverta del peligro
real que corra viniendo a Madrid, pero Durruti no se consideraba imprescindible ni le tema a la muerte. De creer a Federica Montseny, su postura al
respecto era bastante estoica: Despus de lo que hemos vivido, qu nos importa ya morir? Hemos vivido horas magnficas soadas por todos los
revolucionarios.47 Inconsciente de la conspiracin que se tramaba en torno a
l, Durruti volvi a Barcelona para explicar sus gestiones. El tro no quera
que esperase semanas o meses el prometido nombramiento por Largo Caballero e insista en su presencia inmediata en Madrid, aunque fuera con un
puado de hombres. A Durruti no le qued ms remedio que sacar algunas
fuerzas del frente de Aragn para llevarlas a una ciudad que no conocan y
colocarlas en primera lnea apenas llegar. Un parche en un pequeo sector de
un frente de treinta mil combatientes, sometido a intenso fuego enemigo, o
46 Desconfianza ampliamente atestiguada en Antonio Domnguez Fernndez (capitn y
secretario del general Jos Miaja), Defensa de Madrid. Relato histrico, Editorial A.P. Mrquez
S.A., Mxico D.F., 1945. Hay que contar que tanto a Miaja como a Rojo se les supuso, al
principio de la guerra, ms cerca de los conspiradores que de la Repblica.
47 Ante la muerte de Durruti. Alocucin fnebre de Federica Montseny, La Vanguardia, 22
de noviembre de 1936.
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50Datos del Buzn del miliciano, en Solidaridad Obrera, nmeros de noviembre de 1936.
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la columna para el da 16 en 1550). Haba unas pocas milicianas. En el cuartel Bakunin de Pedralbes dirigi un discurso a los que le iban a acompaar,
directo, sin florituras y emotivo como todos los suyos. De acuerdo con uno de
los presentes, dijo:
... que l estara al lado del peligro, fuese donde fuese y como fuera aunque
para ello fuera necesario sacrificar su vida, y rog a sus compaeros, a sus
hermanos milicianos, si estaban dispuestos a seguirlo en todos los peligros en
aras del ideal que nos es caro. Termin su peroracin con estas palabras: Con
un pulmn, con un brazo, con una pierna, ningn hombre que sea anarquista o simplemente antifascista tiene que dejar de combatir hasta exterminar el
fascismo en todos los frentes y en todas las naciones.51
Durruti aprovech la ocasin para hacerse con una provisin de fusiles
Winchester que deba llegar a Barcelona, verdadera chatarra. En lugar de
mandar a los milicianos directamente a Madrid, los envi desarmados a Barcelona, donde, para pertrecharse, arrebataron dos mil quinientos fusiles destinados la guardia de Asalto y la Guardia Civil. Con esta jugada ponan la Generalitat a sus pies. El periodista belga Corman testifica la presencia de
Durruti en el muelle de Barcelona al frente de sus milicianos, descargando a
la luz de los faroles un navo americano repleto de armas y amontonndolas en
vagones destinados a Madrid.52 Segn Antonov, no pudieron conseguir los
rifles porque todava no haban llegado, pero Ricardo Sanz dijo que la columna haba llegado a Madrid armada con fusiles individuales llamados Winchester, de gran potencia de fuego, pero sin cargador y peligrosos, que si los
que los manejaban no ponan atencin especial en ello eran las primeras vctimas en perspectiva.53 Todava tuvo tiempo Santilln de dar muestras de su
51 Jaime Casella, Durruti!!, Cultura y Accin, nmero extraordinario, 8 de diciembre de
1936.
torpeza. Durruti le propuso cambiar algunos de los fusiles por cinco ametralladoras. Segn Severino Campos, despus de mucho rogar a Santilln [ste
entrega] las ametralladoras. Pero slo nos da ocho mil tiros por ametralladora
y, en cambio, el compaero Ysgleas dijo que tocaba para cada una diez mil
cartuchos.54
La operacin traslado de Durruti a Madrid no cont con la participacin de otros sectores de la burocracia confederal. Era desconocida por la
Regional de Levante, el feudo de los antiguos treintistas, pues cuando lleg
la columna a Valencia, en trenes especiales, los milicianos tuvieron que dormir en la explanada de la estacin y despus seguir hacia Madrid por carretera. El tema fue sacado a colacin en el Congreso Regional que se celebraba
por aquellos das y un miliciano de la columna, presente por azar, se lament
ante los delegados de la falta de facilidades para alojarse adecuadamente,
cuando en los pueblos ms pequeos que hemos conquistado al fascismo
siempre han sido recibidos con toda clase de atenciones. Hubo indignadas
protestas y el responsable de Defensa de la Federacin Local se excus diciendo que la columna se present de improviso y que se crea que partira para
Madrid sin detenerse.55
Durruti al final se convenci de que la batalla que se estaba librando en
Madrid iba a ser decisiva y quera estar presente, contando con una posterior
reconquista, es decir, una nueva ofensiva proletaria. Escribi a Liberto Callejas, director dimisionario de la Soli:
He venido de las tierras de Aragn a ganar la lucha para lo que es un
problema de vida o muerte, no slo para el proletariado espaol, sino del
mundo entero. Todo se ha centrado en Madrid y no te oculto que me gusta
verme cara a cara con el enemigo, siquiera porque se ennoblece ms la lucha.
Antes de marchar de Catalua ped conciencia en los que estn interesados por
54 Reunin de Comits celebrada el da 18 de noviembre de 1936, Archivos de la CNT,
IISG, msterdam. Francisco Pancho Isgleas, destacado militante de la CNT de Sant Feliu de
Guxols, era entonces comisario de Defensa de las costas gerundenses.
55 De nuestro Pleno Regional. Final de la ltima sesin, Fragua Social, 25 de noviembre
de 1936.
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58 Por quin doblan las campanas, Carta del Este, n. 12-13, 16 de septiembre de 1978,
Madrid, publicacin de la disidencia sovitica.
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1936. Garca Oliver cuenta en El eco de los pasos que vena del parque del Oeste acompaado por
el capitn Lpez Tienda, lo que es del todo imposible, ya que ste llevaba muerto dos semanas.
60 Jos Manuel Martnez Bande, Durruti y las Brigadas Internacionales en la defensa
de Madrid, Historia y Vida, ao III, n. 31, octubre de 1970.
61Cipriano Mera, Guerra, exilio y crcel, Ruedo Ibrico, Pars, 1976.
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molesta. Los hroes son los milicianos que forman mi columna [...] Puedes
disponer de mis compaeros [...] pero djame a m entre bastidores.62
Sus fuerzas llegaron el 14 de noviembre por el puente de Vallecas, donde
estaba el cuartel de las milicias de la CNT-FAI, y se instalaron en el Colegio
de Sordomudos de la carretera de Hortaleza, en el cruce del tren a Ciudad
Real. Durruti y sus cercanos se hospedaban en el Hotel Gran Va, hasta que el
Sindicato nico de Espectculos Pblicos les cedi un palacete cerca del Paseo de la Castellana, en la calle Miguel ngel, 27, que hizo de cuartel general.
Inmediatamente envi un saludo a las fuerzas que permanecan en Aragn:
Compaeros, os tengo en el corazn. Esto va bien. Triunfaremos. No tardar en estar con vosotros, trayndoos la ensea rojinegra de nuestro ideal
empapada de victoria. Salud y confianza.63
Al da siguiente, a las dos del medioda, tenan que entrar en combate tal
como haba acordado Durruti en el Estado Mayor y tal como dijo ste despus en el Comit de Defensa de la CNT. Sin embargo, al hablar con su
gente por la tarde cambi de parecer y manifest a Miaja que no poda operar porque su columna estaba cansada y necesitaba reorganizarla. La decisin
caus revuelo en la Junta de Defensa de Madrid y, con el silencio aprobatorio
de los miembros de la CNT, sta acord llamarle esa misma noche y darle
cuenta de la decisin del E.M. que se obedezcan las rdenes que por ste se
le den.64 Durruti se avino a razones y convenci a sus hombres para avanzar
62Armand Guerra, Durruti humano, Umbral, nmero extraordinario de noviembre de 1937
dedicado a Durruti, y, del mismo autor, A travs de la metralla. Escenas vividas en los frentes y la
retaguardia, libro de 1937 reeditado por La Malatesta, Madrid, 2005.
63Un saludo de Durruti, El Frente, n. 49, 20 de noviembre de 1936. Ariel dice en el artculo
de la Soli mencionado que las fuerzas de Aragn llegaron el da 11 y que l mismo hizo el viaje
con Yoldi para verse con Durruti en el palacete de la calle Miguel ngel el da 12. Tambin Acracia
del 12 de noviembre dice taxativamente: Durruti, con sus compaeros de la columna que lleva
su nombre, se bate con firmeza en el frente de Madrid. Ricardo Sanz, por su parte, habla del 13
como da de llegada y Mira, como el de entrada en combate. Esto induce a pensar que algunos
milicianos quiz viajaran a Madrid con antelacin para preparar la llegada del grueso de la columna.
64Acta de la sesin celebrada el da 14 de noviembre por la tarde, reproducida en Julio Arstegui
y Jess Martnez, La Junta de Defensa de Madrid, Comunidad de Madrid, 1984.
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65Entrevista de Hans Magnus Erzensberger con Ricardo Rionda (Rico), para El corto verano de
la anarqua, en los papeles de Helmut Rdiger, IISG, msterdam.
66 La orden de ataque del Estado Mayor hace referencia explcita a las Columnas Durruti,
es decir, a la columna propiamente dicha y a las fuerzas de las columnas Carlos Marx y Lpez
Tienda.
131
A dnde vais, los que os echis para atrs? Sois vosotros los soldados que
defendis Madrid? No os da vergenza ver a Espaa en poder del moro? Al
que retroceda lo mato! A las trincheras, cobardes! Adelante, otra vez y
siempre! 67
El arrebato hizo efecto y, a pesar de que las fuerzas africanas llegaron hasta el paseo Rosales, tuvieron muchas bajas y fueron finalmente contenidas.
No obstante, por la noche se hicieron fuertes en algunos edificios de la Ciudad Universitaria. El sargento Manzana sustituto de Prez Farrs en el
papel de asesor militar de Durruti haba resultado herido en el brazo. El
Estado Mayor (Miaja, Rojo y los rusos) elimin la Columna Carlos Marx
como unidad autnoma y amenaz con hacer lo mismo a la columna durrutista. A la medianoche, la Comandancia Militar de Madrid curs la siguiente
orden de operaciones para el da posterior:
Maana, da 16, al amanecer, la Columna Durruti, partiendo del Asilo
de Santa Cristina, realizar un reconocimiento ofensivo en la Ciudad Universitaria en direccin al Estadium para rechazar al otro lado del ro los elementos enemigos que hayan podido penetrar en dicha zona.
Debern cooperar al citado reconocimiento en la zona de La Moncloa, las
fuerzas de la Columna Lpez Tienda-Libertad que an se mantienen en ella
y la Brigada Internacional que desembocar desde el Puente de Los Franceses
a la carretera, hasta enlazar con la Columna Durruti.
Ocupadas por las referidas unidades las mismas posiciones que defendan
en la maana del da 15, se organizarn en ellas en profundidad y resistirn,
sin idea de repliegue, cualquier ataque enemigo.68
A la Columna Durruti se le design como meta la zona entre el Estadium y el Palacete, que no sera alcanzada, puesto que la Columna Libertad67 Domnguez, ob. cit. Miaja se excus de ir a Valencia, tal como le haba ordenado Largo
Caballero, por este percance con la Brigada Durruti. Conferencia por teletipo con el general
subsecretario Asensio, Archivo General Militar de vila.
68 Orden del Estado Mayor, firmada por Miaja, Archivo General Militar de vila, C.773. La
Columna Libertad-Lpez Tienda contaba con 2112 combatientes.
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fuerzas de la columna del PSUC, adscrita al Quinto Regimiento, abandonaban el Hospital Clnico ante un repentino ataque enemigo, lo que pona en
aprietos a las centurias de Durruti, que se vieron obligadas a dar un gran rodeo
para salir de la Ciudad Universitaria. Un miliciano comunista cont lo sucedido:
los mismos das luchando. Reunido con los miembros del Grupo Internacional les aconsej volver a Aragn, cosa que la mitad hizo ese mismo da. Se
quejaba de que los milicianos eran buenos en la lucha callejera, pero que no
todos valan para soldados.73 El da 19 amaneci lloviendo. Al medioda, haba preparado un ataque para recuperar el Clnico.
72Vicente Rojo, As fue la defensa de Madrid, Era, Mxico D. F., 1967. Rojo seala que la cada
de una parte de la Ciudad Universitaria no tuvo consecuencias importantes, pues el da 19, tras
fuertes prdidas, el enemigo tuvo que dar fin a la ofensiva y fortificarse, quedando reconstituido
el frente: Si en tctica es cierto que se fracasa cuando no se alcanza el objetivo, el esfuerzo de
esas tres jornadas, que pudieron ser decisivas, constituira un fracaso para nuestros enemigos.
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2Al Comit Central del Partido Comunista, camarada Jos Dars, Verdad, portavoz del PCE
y PSOE de Valencia, n. 104, 26 de noviembre de 1936. El recibimiento apotesico del pueblo
ruso tambin fue comentado en El Sol, Madrid, 23 de noviembre de 1936.
3 Second Spanish Delegation Welcomed on Arrival Here, Moscow Daily News, 14 de
noviembre de 1936.
4Jess Hernndez, La Grande Trahison, Fasquelle diteurs, Pars, 1953. Hernndez era tambin
agente de la Komintern.
5F. Carreo, J. Berruezo y M. Gudell, Informe de la Delegacin de la CNT que fue a la URSS
en el mes de noviembre de 1936 al Comit Regional de Catalua, 11 de diciembre de 1936. En
el CDMH de Salamanca, PS Barcelona.
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Los delegados del Comit de Guerra deca Carreo queramos hacerle volver a su casa, pero l dijo que no quera regresar, pues sus padres no le
admitiran; adems, quera luchar con los fascistas. Los milicianos tomaron
cario al muchacho y dejaron que se quedara en el Cuartel General. Pedro
serva de mensajero, llevaba cartas a la retaguardia, nunca le dejaron ir a las
avanzadillas.
Pero un da Pedro desapareci del Cuartel General. Todo el mundo le
buscaba sin poder dar con l. Pasados unos cuantos das, visit un hospital y me
extra muchsimo al encontrar a Pedro encamado. Entonces me explic su
odisea. Un da, dando vueltas por el Cuartel General, oy que los milicianos
preparaban un ataque, y l, que tena muchas ganas de participar en la guerra, sin decir nada a nadie, se march al frente, tomando parte en el ataque.
Pedro, entr al pueblo junto con los dems milicianos, pero luego tuvieron que
abandonarlo; huyendo le hirieron y se encontraba curndose las heridas.
Al despedirme de l, Pedro me dijo:
Cuando me cure ya no vais a considerarme como a un nio, porque ya
soy grande. He tomado parte en una batalla, estoy herido y soy miliciano de
veras.6
La historia gust a los alumnos y todava ms a la prensa sovitica, que la
reprodujo al da siguiente. El da 20 fueron a la sede de la Komintern, la
internacional comunista. El delegado Ercoli (Togliatti) dirigi su discurso,
calculadamente crtico, a la CNT. Carreo le contest:
Dijo que ha venido a la URSS no como un simple visitante, sino para
entablar relaciones con los sindicatos. Dice que tambin ha trado un saludo
al pueblo, a los trabajadores rusos, que han prestado su ayuda al pueblo espaol en estos momentos tan difciles [...] La CNT tiene su disciplina, nunca
hemos estado sin ella. Nuestra disciplina ha estado a la altura de las necesidades y de acuerdo con las mismas. En estos momentos en que necesitamos disciplina de guerra, nuestras columnas son las primeras que la tienen. Adems el
pueblo espaol tiene sus mtodos de lucha, sabe sacrificarse y de la manera que
6Martn Gudell, Lo que o en la URSS, Estudios Sociales, Mxico D.F., 1946.
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En Kiev, las autoridades civiles y militares y los representantes de las universidades y escuelas nos ofrecieron una recepcin en la gran sala del mejor
hotel de la ciudad. All estaba presente la Ucrania oficial. El jefe de la guarnicin de Kiev, un viejo bolchevique, pronunci un discurso de salutacin.
Despus de dar la bienvenida a los huspedes, comunic la noticia de la muerte de Durruti e invit a los presentes a ponerse en pie y guardar un minuto de
silencio en honor al gran guerrillero espaol.10
Ese mismo da se celebraba el entierro en Barcelona, con el cnsul Antonov-Ovseenko, causante indirecto de su muerte, presidiendo la comitiva junto a Companys y Garca Oliver. Cuenta Gudell que vieron a mucha gente por
las calles y a obreros en las fbricas, pero nunca pudieron hablar con ellos.
Incluso el trato con representantes de sindicatos, organizaciones y fbricas
fue escaso y oficial. Por fin, la delegacin catalana regres a Mosc y logr
visitar a algunos obreros anarquistas. En una cabaa, un metalrgico con
numerosa familia les ense un recorte del Pravda con la foto de Durruti y
otro recorte con la de Makhno: Makhno era uno de los ms grandes revolucionarios y ahora nos quieren hacer creer que era un bandido. Tened cuidado, que ahora que [Durruti] est muerto no profanen tambin su memoria.11
La advertencia no era hecha en balde pues Izvestia acababa de publicar unas
palabras atribuidas a Durruti al partir hacia Madrid: S, creo que soy un
bolchevique y estoy dispuesto a tener el retrato de Stalin en la pared de mi
despacho.12
El 27 cambiaron impresiones con el secretario de los sindicatos soviticos,
Abolin, y le criticaron el escaso papel que tenan los sindicatos en el pas, as
como la inmoralidad del estajanovismo. Carreo le entreg una lista de 154
camaradas anarquistas presos en las crceles rusas o desterrados, para que ste
influyera en el Gobierno con el objeto de conseguir su libertad y un pasaje
para Espaa.13 A pesar de la ilegalidad y las persecuciones, todava en los aos
URSS que la delegacin de la CNT, durante su estancia en la misma, ha entregado a los hombres
responsables de los sindicatos pidiendo su inmediata liberacin, documento conservado en los
Archivos de la CNT, IISG, msterdam.
14 Anatoly B. Dubovik y D. I. Rublyov, After Makhno. Hidden histories of Anarchism in the
Ukraine, Kate Sharpley Library, Londres, 2009.
15F. Carreo, J. Berruezo y M. Gudell, Informe de la Delegacin de la CNT que fue a la URSS
en el mes de noviembre de 1936 al Comit Regional de Catalua, ob. cit.
16 Martn Gudell, Lo ms agradable y desagradable de la URSS, Solidaridad Obrera, 15 de
diciembre de 1936. Lo ms agradable fueron los nios: Nadie en la URSS nos ha recibido con
el corazn tan abierto como los nios; ellos nos han dicho las mayores verdades y nadie como
ellos se ha preocupado tanto por las cosas de Espaa. Oh, los nios de la URSS fueron los que
de verdad lloraron al darnos la despedida!.
142
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10Ibd.
11Artculo annimo aparecido en Campo!!, especial del 20 de noviembre de 1937.
Probablemente debido a Carreo.
12Izvestia, 22 de noviembre de 1936, citado por Burnett Bolloten en La Guerra Civil espaola.
Revolucin y contrarrevolucin, Alianza Editorial, Madrid, 1989.
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... se pronunci con bastante dureza contra los comits de control en las
fbricas y pidi disciplina sin ninguna reserva. Casi era el discurso de un comunista. La mejor parte de los anarquistas estn en ese proceso de desplazamiento ideolgico hacia nosotros.21
Peir era el mayor exponente en la CNT de la poltica proestalinista, hasta el extremo de sostener, como ellos, la prioridad de la guerra sobre la revolucin:
... si todos convenimos en que primero es la guerra y despus la Revolucin,
no hablemos de Revolucin y hablemos nicamente de guerra [...] decir ahora
que vamos a socializar en un sentido comunista libertario poda ser tan pernicioso como aquellos que pretenden afirmar que la socializacin tiene que ser
sometida a los preceptos de la socializacin del Estado.
Peir crea que con cuatro carteras ministeriales cualesquiera, y una o dos
sillas en un organismo fantasma como el Consejo Superior de Guerra, bastaba para participar de un modo directo en la direccin de la guerra. Pero el
caso era que para mantenerse en el Estado tambin haban de guardarse los
proyectos revolucionarios en el desvn y hacer todo tipo de concesiones: El
problema fundamental en estos momentos es el saber comprender que transigir es triunfar, no solamente en la guerra, sino en la Revolucin.22 Los informadores rusos decan de Peir que hablaba como un comunista. Pero tambin saban que se no era el lenguaje de los trabajadores anarcosindicalistas,
dndose perfecta cuenta del divorcio entre los dirigentes y las masas, a las que,
cuando les convena, calificaban de honrados trabajadores equivocadamente
convencidos de estar haciendo una revolucin y, cuando no, tildaban de
lumpen, incontrolados y bandidos.
L a delegacin, sin los delegados catalanes, prosigui su camino hasta V
alencia. El da 13 fue homenajeada en el Teatro Principal. Los viajeros
21Carta de Stashevsky a L.Rozengolts, 14 de diciembre de 1936, en Radosh y otros, ob. cit.
22Mitin de clausura del Pleno de la Confederacin Regional Levantina, Fragua Social, 17 de
noviembre de 1936.
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Todava hubo otra expedicin diplomtica a Rusia, esta vez por cuenta del
Consejo Regional de Aragn cuando se remodel desprendindose de radicales como Alberola y Mavilla y dando cabida a todas las fuerzas polticas (los
comunistas obtuvieron dos Consejeras). Predominaba en el Consejo una lnea proclive al entendimiento con el Gobierno central y con su principal adalid, el PCE. Como buenos realistas polticos, Evelio Martnez Servet y Adolfo Arnal, consejeros por la CNT de Abastos y Agricultura, ansiaban, creemos
que con mucha inocencia, conocer el alcance social y econmico de la supuesta revolucin rusa, especialmente respecto a sus logros tcnicos en el campo.
Un da, alguien sugiri en una de sus sesiones la conveniencia del viaje y nadie
puso objeciones. Se form una delegacin con el estalinista Pedro Duque y
dos polticos ms. Por supuesto, la visita fue una desilusin, disimulada a la
vuelta con frases entusiastas para la galera. Los delegados cumplieron el habitual programa de visitas sin hablar con ningn campesino, obrero o tcnico,
ni ver nada de lo que queran, pero una vez en casa no les faltaron palabras
para sealar el desinters de la ayuda rusa y alabar las fbricas, los laboratorios, los centros de investigacin, los museos y, en fin, todo lo que sus hospederos les mostraron.25
L a actitud de la burocracia libertaria en formacin era definitivamente
favorable a la poltica burguesa y a la colaboracin de clases. Se hallaba pues
en el mismo terreno que la poltica comunista. La ayuda sovitica les empujaba a todas las concesiones y a todos los silencios, tanto como su propia
pusilanimidad. Toryho, como responsable de las Oficinas de Propaganda de
la CNT-FAI en Barcelona, haba enviado una circular a los oradores de la
Organizacin prohibindoles mencionar el comunismo libertario.26 La burocracia se permita crticas a la indisciplina y al desorden de los comits de
control o de las colectivizaciones forzadas, lugares comunes de los comunistas. En un informe secreto del agente de la Komintern Andr Marty puede
leerse:
25Jos Zafn Bayo, El Consejo Regional de Aragn, Editorial Planeta, Barcelona, 1979.
26Floreal Ocaa, Carta abierta a un amigo anarquista, Cultura Proletaria, Nueva York, 17 de
agosto de 1940.
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Vergara, Barcelona, 1978. Floreal Ocaa le acusara, en Carta abierta a un amigo anarquista,
de convertir Soli en un paladn republicano que casi cada da era estrujado en el frente en
manos revolucionarias, bayonetado o fusilado con rabia por sus representados, que no se vean
representados en l. En Cultura Proletaria, Nueva York, 17 de agosto de 1940.
29Solidaridad Obrera, 22 de noviembre de 1936.
y jams publicada, Trotsky expona sus razones: La burocracia sovitica quiere granjearse la
confianza de las burguesas inglesa y francesa a costa del pueblo espaol. Por eso, anteriormente,
la ayuda militar sovitica estaba condicionada por el compromiso del Gobierno espaol de
combatir abiertamente a los obreros y campesinos revolucionarios. La GPU trasplant su aparato
al suelo espaol para exterminar a todos los defensores de la revolucin proletaria. El asesinato
del anarquista Durruti, de Andrs Nin y de otros dirigentes del POUM (quienes, digamos al
pasar, no tenan nada que ver con el trotskismo) fue organizado por agentes soviticos dirigidos
por el cnsul Antonov-Ovseenko bajo las instrucciones directas de Mosc. Stalin dice a Londres
y Pars: Podis confiar en m. Escritos de Len Trotsky (1929-1940), tomo 5, Editorial Pluma,
Bogot, 1977.
32En una entrevista que le hizo el periodista Egor Yakovlev en 1968, Mamsurov, ya general del
KGB, reconoca que haba sido consejero militar de Durruti y el primer comunista que entraba
en sus unidades (lo que no era cierto), pero negaba estar relacionado con su muerte, alegando
que l aquel da no se encontraba presente (Carta del Este, 16 de septiembre de 1978). La
idea de infiltracin cal entre los que acompaaron a Durruti. Les Gimnologues recogieron el
testimonio de un combatiente de la columna en Madrid, Milln de Lahoz, quien por la dcada
148
149
En verdad, la confianza de Toryho y de los comits en los comunistas deba de ser plena, por cuanto que stos se dedicaban a denigrar todos los das
los logros revolucionarios de los trabajadores, ya fuesen las colectividades, las
27La cuestin espaola, 7 de marzo de 1937, en Radosh y otros, ob. cit.
28Toryho se vanagloria de su amistosa relacin con los rusos en Del triunfo a la derrota, Argos-
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guerra. Un hombre de confianza de Orlov haba realizado la siguiente confidencia a su secretario particular:
Orlov ha resuelto liquidar a Prieto. Est en relacin con alguien de la escolta personal del ministro. Se pretende simular un accidente desgraciado:
alguno de los acompaantes deja por descuido en la cajuela del automvil
unas bombas de mano que por la trepidacin del coche hacen explosin. Se
proyecta el atentado en el primer viaje que haga por carretera.37
Pues bien, la similitud con el caso Durruti es remarcable. Durruti muri
escoltado por cuatro o seis personas. Alguien le haba sacado de su cuartel
general avisndole de una desbandada de su gente. En aquellos momentos,
Xanti estaba presente. Rionda, muy cercano a l, ms de veinte aos despus
del suceso afirmara que la muerte se haba debido al disparo accidental de su
fusil naranjero, en un lugar resguardado de las balas donde su coche se haba detenido.38 A Enzenberger le cont: Manzana me ha asegurado que fue
as. El cenetista madrileo Rada, alias Ramn Garca, quien le confes haber
ido de escolta, explic la misma historia. Santilln repiti algo parecido, de
acuerdo con lo que le haba contado Manzana, y tambin lo hizo Garca Oliver. Resulta evidente que la historia del naranjero era una patraa destinada
a justificar un disparo a bocajarro. Garca Oliver confes que siempre cre
que debi ser a algn compaero de su escolta a quien se le dispar el naranjero, recibiendo Durruti la descarga.39 Horacio M. Prieto dej constancia de
todos los rumores: Decan que era un paco [un francotirador], uno de los
de 1960, en el exilio francs, deca que hubo muchos traidores en la CNT y que Durruti fue
muerto por los comunistas de acuerdo con algunos compaeros de su crculo.
33Paz, ob. cit.
34 Pavel y Clara Thalmann, Combats pour la libert, La Digitale, Quimperl, 1983. Su
compaera Antonia Stern seal a la NKVD como responsable de su muerte. El socialista Justo
Martnez Amutio trat el caso en Chantaje a un pueblo, Gregorio del Toro, Madrid, 1974. El
sepelio de Beimler tuvo lugar en Barcelona el 6 de diciembre, contando con la asistencia de
delegados de todas las organizaciones antifascistas y de las autoridades, incluido el cnsul ruso.
Con ese motivo los estalinistas organizaron el primer desfile militar que presenci Barcelona.
35Las vctimas del deber, La Vanguardia, 28 de octubre de 1936.
36 La Vanguardia, 3 de noviembre de 1936. A la calle Cerdea, de Barcelona, se le puso su
nombre y, ya en enero, fue colocada en el cuartel Carlos Marx una lpida en su memoria.
Durruti, reeditado en cataln en Pags Editors, Lrida, 1997. Sin embargo, en su momento haba
dicho lo contrario. En el nmero 57 de Va Libre, portavoz de la CNT y la FAI de Badalona (20
de noviembre de 1937), dedicado al recuerdo de Durruti, firm un artculo que afirmaba: Hoy
hace un ao que en Madrid una bala enemiga seg la vida de nuestro Durruti atravesndole el
corazn, cuando descenda del coche en medio de una lluvia de balas para ir a revisar sus fuerzas,
sus compaeros, que, como l, voluntariamente daban sus pechos por la defensa de Madrid
invicto e inexpugnable.
39Garca Oliver, ob. cit. Federica Montseny, deseosa de alejar de s la responsabilidad moral que
tuvo en la muerte, sostuvo siempre la versin oficial de la bala perdida que la burocracia libertaria
invent para disipar los rumores que apuntaban a los comunistas.
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37Jess Hernndez, Yo fui ministro de Stalin, Editorial Amrica, Mxico D.F., 1953.
38 Su testimonio lo dara a conocer en 1972 el cura Jess Arnal en Por qu fui secretario de
V. Mosc
numerosos que operaban por all, quien lo haba matado; tambin decan que
fue su hombre de confianza, Manzana, quien le haba dado un balazo, involuntariamente por supuesto.40 Un miliciano que se encontraba en Quinto
recuerda: A nosotros nos dio tal cosa que fuimos a matar enemigos, hacia
Quinto. Siempre dud sobre su muerte. Crea entonces que lo haba matado
uno de los nuestros, traidor, uno llamado Manzana o Manzano a cuenta de
los fascistas, o bien un fascista escondido.41 Cmo interpretar entonces que
Manzana fuera avalado por la direccin de la CNT y escogido para militarizar la Columna Durruti en lugar de compaeros influyentes como Rionda,
Mira o Yoldi? Cmo explicar que dos aos despus de la muerte de Durruti
siguiera siendo ensalzado como reorganizador de su columna y proclamado
su heredero? Para esclarecer la muerte de Durruti es evidente que no hay que
creer a todo el mundo, pero estemos seguros de una cosa: entre todos lo dicen
todo. Para empezar a averiguar la verdad, Felipe Alaiz haba aconsejado silencio y, sobre todo, prestar odos sordos a los jerarcas:
El detalle de esta muerte se dio oficialmente de manera confusa y con posterioridad se rectific. Es preferible callar a hablar por boca de ganso, oficial;
siempre es la primera en mentir y la ltima que enmudece. Callemos pues,
gravemente convencidos de que la verdad no se ha dicho.42
40Utopistas, manuscrito indito citado por Csar M. Lorenzo en una carta a Les Gimnologues,
28 de agosto de 2004.
152
de 1937.
45Se refiri a Manzana (al que llama Manzano) como su sombra [la de Durruti], su doble por
as decirlo, en el que se encarna su espritu, el que proseguir la obra comenzada por ste. La
Vanguardia, 22 de noviembre de 1936.
153
V. Mosc
Hasta ahora hemos luchado de manera instintiva, a base de milicias populares, casi siempre dirigidas por iniciativa propia, sin coordinacin, sin
planes previstos y combinados. En lo sucesivo hemos de ser eficaces y luchar con
una organizacin completa.46
son un disparo que se supone efectuado desde alguna ventana de algn hotelito de la Moncloa. Durruti cay desplomado y sin pronunciar una sola palabra. La bala asesina le haba atravesado la espalda de parte a parte. La herida era mortal de necesidad.49
La versin entera del discurso precisa que el dolor causado por la muerte
de Durruti solamente se puede comparar al que sinti Rusia cuando muri Lenin. Es significativa la alusin a Rusia, que se repetira en el discurso
de Garca Oliver en el entierro de Barcelona. En cuanto a lo que significaba
eso de la organizacin completa: Necesitamos establecer una lnea de
conducta uniforme, necesitamos hacer de nuestras milicias el ejrcito revolucionario invencible.47 En efecto, en el Pleno Nacional del 12 de diciembre, la CNT acordaba disolver sus columnas en unidades militares. La
prensa comunista nacional reprodujo esta ejecucin pstuma con agrado.
Es ms, el cnsul ruso Antonov-Ovseenko envi una carta de psame a
Companys! en la lnea del discurso de Federica: Con el nombre de Durruti va ligada la creacin y el fortalecimiento del frente antifascista y la creacin del Ejrcito Popular disciplinado.48 La conexin de ideas entre los altos dirigentes libertarios y los estalinistas funcionaba, aunque todava haba
que hacer guios de complicidad a la militancia, recalcando que Durruti
no era ningn jefe, puesto que los anarquistas no tienen jefes. La idea saltaba de discurso en discurso: de Marianet a Garca Oliver, de Ricardo Sanz a
Federica.
La versin oficial de la CNT, la ms inverosmil, ech las culpas de
la muerte de Durruti a una bala perdida disparada desde el lado fas
cista:
48Ibd.
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Una bala cort la vida de nuestro Durruti despus de hablar ste con los
milicianos y de producir en stos el mayor entusiasmo el impulso de las clidas
palabras que siempre brotaban de sus labios.50
El dato de que en el lugar del suceso Durruti se encontraba a cubierto, a
ms de un kilmetro de distancia de la lnea del frente, no pareci importar
a nadie, al menos en ese momento.51 Sin embargo, en un principio se prohibi a los que le recogieron que la noticia trascendiera a nadie.52 Indudablemente haba que forjar una versin oficial, til a los intereses orgnicos, que
resultara mnimamente creble. Sin duda, se tema una reaccin contra el
PCE. Una nota del Comit Nacional recogida ampliamente por la prensa
desmenta los bulos que apuntaban a los comunistas, afirmando con rotundidad que la vida segada en flor del camarada Durruti ha sido producida por
una bala fascista y no por elementos de determinado sector.
Zugazagoitia, director de El Socialista y hombre de Prieto, en el cuartel
general de Miaja por aquellos das, aadi detalles discrepantes en su balance
49Cmo fue muerto, traidoramente, nuestro camarada Durruti, Solidaridad Obrera y Fragua
Social, 22 de noviembre de 1936.
50Acracia, 22 de noviembre de 1936.
51 Un ao despus, la CNT madrilea trat de limar la versin oficial de contradicciones
manipulando o inventado datos: Una seccin de sus fuerzas esperaba el momento del ataque.
Durruti entr con su coche, sin miedo al peligro, por la carretera de la Universitaria que nace en
la Dehesa de la Villa. Se entretuvo con sus muchachos en la Facultad de Ciencias. Habl con los
jefes de la Columna Internacional que haban tomado la Facultad de Filosofa y Letras. Cuando
lleg a la cantina, al unirse con sus muchachos, una bala de las muchas que en tormenta de hierro
cruzaban en todas direcciones, disparadas desde el Clnico por el enemigo, mat al caudillo. En
M. B., Cmo muri Durruti, CNT, Madrid, 20 de noviembre de 1937.
52Ibd.
155
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53Julin Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los espaoles, publicada en Pars en 1940. Reeditada
por Editorial Tusquets, Barcelona, 2001.
156
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pelea y fue muerto por uno de ellos.57 Tambin uno de los doctores que atendi a Durruti, Manuel Bastos, afirm en sus memorias, escritas en un tono
reaccionario edificante, que le dieron a entender que el disparo parti del
bando republicano.58 Los propios comunistas catalanes contaban algo parecido, pero aportando la fantasa suficiente para poder afirmar que a Durruti lo
mataron los suyos. Segn Almendros, secretario militar del PSUC, stos haban abandonado las trincheras ante un duro ataque de moros y legionarios:
Durruti, consciente de su responsabilidad y de la catstrofe que significaba
abandonar el sector, reuni a un grupo de hombres de confianza. Estableci
una especie de barrera de contencin. Estos hombres, con metralleta en mano,
amenazaban con la muerte a todo el que huyera. Ante esa actitud, muchos
resistieron en las trincheras, pero otros perdieron la vida al intentar huir.
Entre los que lograron trasponer la barrera estaba el que, en una reaccin de
solidaridad para con sus compaeros muertos en la retaguardia, le dispar por
la espalda a Durruti.59
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V. Mosc
de arriba que de abajo. Podra explicar que sera casi una lnea horizontal.
Miravitlles, que tuvo en su poder la camisa de Durruti, cont que el agujero
de la bala presentaba quemaduras, propias de un disparo a corta distancia.
Segn l, el entorno de la viuda pensaba en un accidente.62 El doctor Santamara, responsable de sanidad de la columna, que hizo la autopsia al cadver,
afirm que la herida mortal de Durruti haba sido causada por un tiro hecho
a menos de cincuenta centmetros de distancia. Por el joven desconocido, de
la brigada Klber quiz, del Quinto Regimiento, de la columna del PSUC o
de cualquier otra unidad que luchaba en la Ciudad Universitaria? Por Manzana? Por uno de la escolta? 63
Nunca se sabr nada a ciencia cierta. Marianet reuni a todos los testigos
y les conmin a guardar silencio. En la sesin correspondiente de la Junta de
Defensa de Madrid, el comunista Diguez propone que los reunidos expresen
su dolor a las organizaciones libertarias y a toda Catalua. Entonces, el delegado de la CNT, Enrique Garca Prez, manifiesta que est conforme desde
luego pero conviene que se haga con la mayor reserva posible, para que no
trascienda hasta pasados unos das.64 Curiosa la actitud silenciosa y precavida del delegado. A qu obedeca ciertamente? Luego, los comunistas hicieron
su habitual trabajo de intoxicacin a la vez que invadan los despachos de la
CNT con sentidos telegramas de condolencias. Como dijo Andr Prudhommeaux, a Durruti le mat la contrarrevolucin y la contrarrevolucin estaba
dirigida por los comunistas. El secretismo se corresponda con la consolidacin de una burocracia dirigente en las filas libertarias y era efecto directo de
la misma. Dicha burocracia era un sujeto con sus propios intereses y sus finalidades propias. La salvaguarda de sus intereses de los de la Organizacin era lo prioritario y lo que determinaba su posicin ante la verdad, al
margen de cualquier exigencia revolucionaria. Como la verdad sobre la
62Entrevistas de Enzensberger, ob. cit.
63 Jos Gabriel afirma en su libro que Durruti fue asesinado por la Columna Internacional
del general Klber, fuerza especialista en limpieza a retaguardia (como ya se la llama sin
empacho), opinin recogida seguramente en los medios poumistas de Barcelona. Gabriel alude
a una conspiracin desde el Gobierno apoyada por Inglaterra, Francia y Rusia, pases enemigos
de la Revolucin espaola.
64 Acta de la sesin celebrada el da 20 de noviembre a las 19 horas, en Arstegui y Martnez,
ob. cit.
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65 Luis Prez Infante, La Muerte de Durruti, Romancero General de la Guerra Civil, editado
por primera vez en Buenos Aires, 1944. Cito la edicin conjunta de Visor Libros y el Ministerio
de Cultura, Madrid, 2006.
66 Magnficamente recitado en el documental Durruti en la Revolucin espaola, de Abel Paz y
Paco Ros, vdeo de la Fundacin Anselmo Lorenzo, Madrid, 1998, y reproducido ntegramente
al final del libro.
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Pese a saber que los que tuviesen la edad seran movilizados igualmente, la
mayora descontenta de milicianos abandon la columna y march a Barcelona, donde se intent celebrar una asamblea para explicar lo que pensaban de
la muerte de aquel gran luchador proletario. Las actas de las reuniones del 25
de noviembre y del 2 de diciembre, en la Casa CNT-FAI, de los comits de la
Organizacin estn repletas de insultos dedicados a aquellos combatientes
hasta haca poco ensalzados hasta lo indecible como libertadores: traidores,
indeseables, cobardes, desertores, etc., proponiendo medidas severas como
expulsarlos, devolverlos a Madrid, meterlos en compaas disciplinarias, ponerlos en primera lnea con una ametralladora a la espalda, etc.3 Nada de esto
se hizo, quiz porque echar tierra sobre el asunto de la muerte de Durruti
importara ms que echarla sobre el atad que contena su cadver. Pierre Besnard, fiel a lo que representaba su figura, fue quien mejor explic la magnitud
de su prdida:
Durruti no era solamente, para todos nosotros, el vencedor del fascismo en
Barcelona, el admirable organizador del frente de Aragn, el alma de la resistencia al fascismo en el frente. Representaba tambin por su fuerte personalidad, su espritu claro, una de las fuerzas seguras de la revolucin en Espaa;
la garanta firme de que el movimiento en curso caminara a pesar de las vicisitudes hacia los fines que se le haban asignado. Esto lo saba el movimiento
internacional y contaba con l para que la obra gigantesca de la liberacin del
proletariado espaol fuera llevada a buen trmino.4
La impresin que caus la muerte de Durruti tambin repercuti en la
parte de la columna que se qued en Aragn. Por ejemplo, la guarnicin de la
cima de Monte Oscuro tuvo una reunin de centuria para leer un comunicado que vena del cuartel general, que era muy escueto y deca: nuestro compaero Durruti ha sido asesinado por los comunistas en Madrid.5 Desde
luego no se trataba de un comunicado oficial, pero es significativo que circulase libremente por la columna. La sospecha o la conviccin de que a Durruti
lo haban asesinado los comunistas era general entre los milicianos; en el
grupo acantonado en La Ermita, a pocos kilmetros de Pina en direccin a
Bujaraloz, un comunista suizo, Edi Gmr, cansado de discutir con sus compaeros anarquistas, anotaba en su diario:
18 de enero [...] Por la tarde, pregunt a Henrique si era verdad que Durruti haba sido muerto por los nuestros. Seguro. Son los comunistas los que
lo han matado, me respondi. Sac de su bolsillo una foto de Durruti muerto. Se vea claramente en el torso desnudo el orificio de la bala, directa al corazn. Me deprim mucho. Poltica!, exclam Henrique.6
Manzana, llegado a Bujaraloz para disolver el Comit de Guerra y militarizar la columna, inform a los comits de que la muerte del compaero ms
admirado haba provocado que manifestasen el deseo de regresar a Barcelona
y causar baja en la misma unos mil compaeros, entre los cuales figuraban
elementos de verdadero valor sindical.7
Durruti muri la madrugada del viernes 20 de noviembre. El cadver
fue embalsamado y trasladado del hospital al antiguo domicilio del Comit
Nacional de la CNT por Manzana, Luque (del Comit Regional), Jos Lpez, Ariel (del diario CNT ) y algunos ntimos de Durruti. Los milicianos de
su columna desfilaron ante l y le velaron hasta el momento de su partida.
El fretro, cubierto con una bandera rojinegra, sali a las cuatro de la maana en un furgn automvil cerrado acompaado por ms de un centenar
6 Albert Minnig, Pour le bien de la rvolution. Deux volontaires suisses miliciens en Espagne, Edi
Gmr (ed.), CIRA, Lausanne, 2006.
7Informe sobre la Columna Durruti por su responsable Manzana. Pina, enero 1937, Archivos
de la CNT, IISG, msterdam. Al final, slo se fueron seiscientos y su hueco lo cubri un batalln de Estat Catal. Cuando Manzana comenz a militarizar la columna se fueron otros mil,
que fundaron en Barcelona la agrupacin Los Amigos de Durruti. Isidoro Velasco, miembro de
la centuria 43, que fue a Madrid, compuesta en su mayora por habitantes de Binfar, cuenta
que los efectos de la militarizacin fueron graves porque hubo muchos compaeros que
abandonaron la Columna. De mi centuria no quedamos ms que aproximadamente la mitad.
Testimonio escrito en Tarbes, Francia, fechado en octubre de 2004.
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de vehculos, a los que se iban sumando los que procedan de Valencia. Iba
custodiado por Manzana, Garca Oliver y algunos milicianos prximos a Durruti. A las once pas por Utiel y aminor la marcha porque los trabajadores
y campesinos de los pueblos de trnsito se agolpaban en la carretera. A las
dos de la tarde la comitiva lleg a Mislata, en las afueras de Valencia, donde
estaban esperando numerosas comisiones para unirse a la caravana, junto
con los ministros confederales Juan Lpez y Juan Peir, el gobernador civil,
el delegado de la Embajada sovitica y diversos representantes de milicias.
La impresin causada en Valencia fue fuerte, por cuanto la gente, creyendo
que el cadver vena en tren, ocupaba de buena maana las calles alrededor
de la estacin impidiendo el trfico en el centro de la ciudad. Una imponente multitud en silencio contemplaba el desfile por las calles Blanquera y
Pintor Lpez, Torres de Serranos, plaza de Tetun, Glorieta, calle de la Paz
(donde estaban las sedes de la FAI y de las JJ.LL.), avenida Blasco Ibez y
plaza Emilio Castelar, frente al Banco Vitalicio, donde estaban instalados el
nuevo Comit Nacional (con Mariano R. Vzquez, alias Marianet, al frente),
el Comit Regional de la CNT y la Federacin Local de Sindicatos. All, la
comitiva se detuvo un momento y fueron depositados numerosos ramos y
coronas de flores. Los trabajadores exhiban callados sus pancartas de homenaje a lo largo del cortejo que sigui por las calles Jtiva y Guilln de Castro
hacia el Camino de Trnsitos, donde enlaz con la carretera de Barcelona. Al
anochecer, los bares, cafs, casinos y espectculos pblicos cerraron en seal
de duelo. El comercio lo hara al da siguiente por la maana. En Sagunto,
Villarreal y Castelln cerraron fbricas y comercios; la muchedumbre, con
el corazn encogido, se apretujaba al paso de los coches y lanzaba ramos de
flores. En sta ltima poblacin, los partidos, sindicatos y milicias desfilaron
con sus pancartas para ofrendar coronas y tringulos floridos al gran luchador
cado. El silencio solamente era roto cuando desde algn balcn algn personaje pronunciaba palabras de homenaje.
El squito lleg a Tarragona por la noche y, despus de retrasarse en los
pueblos por donde pasaba, alcanz Barcelona a la una y media de la madrugada del da 22. El fretro qued en la planta baja de la Casa CNT-FAI de la
Va Layetana, despus Va Durruti, habilitada como cmara mortuoria. Liberto Callejas explic:
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Salud a Durruti!
Su recuerdo vivir eternamente en el corazn de las multitudes, como una
luminaria potentsima alumbrando el camino por donde ha de caminar el
proletariado en su lucha por la libertad, la cultura y la justicia social, los
grandes ideales del camarada que acabamos de perder y que an lloramos.15
A Durruti le mataron sus compaeros; le mataron al corromper sus ideas.
De los supervivientes del grupo Nosotros, solamente Jos Prez Ibez,
el Valencia, fue contrario a la militarizacin y abandon la Columna Los
Aguiluchos y el frente.16 A Durruti se le atribuyeron opiniones que casualmente coincidan con la lnea oficial colaboracionista del movimiento libertario, y su nombre serva de cua para introducir cualquier tipo de claudicacin. Como mnimo, la muerte de Durruti facilit la militarizacin de las
columnas. Federica Montseny fue la que ms pugn por la abolicin de la
democracia miliciana a favor de un ejrcito de autmatas dirigido por militares controlados por las burocracias obreras:
El problema se circunscribe a estos dos aspectos: aceptar una fuerza militar
organizada, cohesionada, con mando y disciplina, que se acepte la direccin
de esos hombres para el aspecto militar nicamente y haremos as la guerra,
como se hacen las guerras.
El otro aspecto es el ms complicado, porque hemos llegado todos a reconocer que la unidad de mando es imprescindible, por la falta de cohesin en las
operaciones, de la movilidad de nuestras fuerzas, porque cuando apretaba
el enemigo dejbamos las posiciones abandonadas. La iniciativa individual
en la guerra no nos llevaba ms que a desastres. La necesidad de mando, la
necesidad de estructurar un ejrcito militar con elementos tcnicos militares
de confianza absoluta y con el control directo de las organizaciones obreras es
lo que todos hemos ya reconocido.17
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Jos Daz, secretario del PCE, elevar la consigna a factor poltico fundamental en un mitin el 2 de febrero de 1937:
El carcter original de nuestra lucha: no es una guerra civil, sino una
guerra nacional, dirigida por un gobierno nacional. Lo importante hoy es
ganar la guerra! Y maana, ganar la guerra, el propio pueblo resolver la
cuestin del rgimen poltico. Por la independencia de Espaa! 21
A partir de mayo de 1937, la frmula de Daz, el pueblo resolver, se
generaliz entre las filas libertarias hasta devenir oficial. La palma de la ignominia se la llev el sospechoso Fernand Fortin, controvertido miembro de la
Seccin francesa de la CNT, quien, a modo de capitulacin, puso en boca
del fallecido Durruti las siguientes palabras: Actualmente yo no hago la revolucin: yo hago la guerra. Los fascistas rodean Madrid y si no reaccionamos
pronto llegar Franco a bombardearos. Fue la primera vez que el cadver de
Durruti renunciaba explcitamente a la revolucin social. Como deca el telegrama de psame de la comunista Columna Galn: Su muerte debe unirnos
a todos de modo ms fuerte. sta ser la mejor manera de honrar su
memoria.22 Y, efectivamente, nadie podr negar que la muerte de Durruti
acerc un buen trecho a la burocracia dirigente de la CNT y la FAI al estalinismo, el mismo que la distanci de la Revolucin. As honraban su memoria.
Cipriano Mera relata en sus recuerdos que por entonces viaj a Valencia
con Eduardo Val y Mariano Valle, ambos del Consejo de Defensa del Centro, para tratar con el Comit Nacional y los ministros sobre la coordinacin de las milicias confederales y exigir una mejor representacin en la direccin de la guerra. Cuando a Mera se le ocurri proponer a Garca Oliver
como sucesor de Durruti al frente de su columna, se encontr con la enconada r esistencia del Comit Nacional y del propio afectado que, apegndose al cargo, se excusaba con la abundancia de candidatos para desempear
pueblo espaol est resolviendo las tareas de la revolucin democrtico burguesa, en M. Ercoli
(Palmiro Togliatti), The Spanish Revolution, Nueva York, 1936.
21Stpanov, ob. cit.
22Escrito de Fortin y telegrama de Galn en el folleto conmemorativo Buenaventura Durruti,
CNT-FAI, Oficina de Propaganda, sin fecha.
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27 Camillo Berneri, Carta abierta a Federica Montseny, Guerra di classe, n. 12, 14 de abril
de 1937.
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Todas las capitulaciones aproximaban el idioma poltico estalinista al dialecto de los dirigentes libertarios, lo que era motivo de fuertes contradicciones
que desconcertaban a los sindicatos y a las milicias, obligando a los camaradas responsables a retorcer el lenguaje para separar la revolucin de la guerra.
Haba que convencer a los que todava crean en la revolucin de que las medidas contrarrevolucionarias abran el camino a la misma, puesto que con
ellas se derrotara al fascismo. El rgano del POUM, La Batalla, interrumpi
el festejo prenupcial entre la CNT y el PCE cuando desvel que la ayuda de
Stalin obedeca a simples clculos de poltica exterior ajenos a la defensa de la
revolucin espaola:
... lo que interesa realmente a Stalin no es la suerte del proleta
riado espaol e internacional sino la defensa del gobierno sovitico segn la poltica de pactos establecidos por unos Estados frente a otros
Estados.31
Dicho artculo provoc la intervencin directa de Antonov-Ovseenko
ante el Gobierno de la Generalitat, causa de la destitucin de Andrs Nin el
17 de diciembre, con el beneplcito de la CNT. Despus fue el turno de Berneri, que record una advertencia comunista publicada en Le Populaire, diario de la Seccin Francesa de la Internacional Obrera: si el fascismo fuera
vencido, el bloque socialista-comunista se opondra a la realizacin del programa social de la CNT. El Comit Ejecutivo del PCE acababa de declarar
que la lucha actual defenda la propiedad privada y la democracia parlamentaria por lo que:
Flota en el ambiente cierto olor a Noske. Si Madrid no estuviera en llamas
nos veramos de nuevo obligados a recordar a Kronstadt. Pero la poltica de
Madrid est por triunfar. No ha rechazado armar y financiar a la Catalua
revolucionaria y se ha puesto en manos de la URSS, que ha proporcionado
armas y cuadros destinados a controlar estrechamente la lucha antifascista y a
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quiso verlo como una pelea entre marxistas ajena a sus intereses, que pasaban por una buena relacin con los soviticos. En aras de ese objetivo, la
prensa anarquista y confederal silenciaba los vergonzosos Procesos de Mosc
que estaban teniendo lugar y el escandaloso hecho del encarcelamiento de los
luchadores extranjeros de las Brigadas Internacionales que pedan marchar a
unidades anarquistas.36 Por eso son como un caonazo que Alejandro Gilabert publicara en La Noche, dirigida ahora por Balius, ambos antiguos redactores de la Soli revolucionaria, unas lneas contra los excesos de los dirigentes
comunistas:
Con enorme sorpresa hemos tenido que escuchar cmo uno de los elementos
ms destacados de las JSU de Espaa afirmaba que el trotskismo es el mayor
enemigo del pueblo espaol, cuando millares de trotskistas exponen diariamente su vida en los campos de batalla luchando contra el fascismo.
Tampoco puede afirmarse, si quiere hablarse con responsabilidad, que la
economa de Catalua se halla gravemente perjudicada por los ensayos prematuros de socializacin (Santiago Carrillo en el mitin del Price), cuando
los obreros que socializan los medios de produccin son los que han puesto en
marcha las fbricas y las empresas abandonadas por la burguesa complicada
en la rebelin fascista.
Rompe tambin con la disciplina que todos nos debemos imponer, que
digan que los que enjuician al Consejo de la Generalitat son agentes provocadores que remueven los ms bajos fondos sociales (Juan Comorera en el
mitin del Price).37
La carta del Comit Regional de las Juventudes Libertarias de Catalua al
cnsul Antonov-Ovseenko pidindole que hiciese llegar a su Gobierno el deseo de que no se sacrificasen ms vidas con motivo del proceso instruido en
Mosc fue oportunamente silenciada, pero Gilabert y Balius hicieron algo
inaudito en aquellos momentos: denunciar los crmenes de Stalin.
Ninguna persona medianamente sensata puede creer que Trotski actuara de acuerdo con Hitler para derribar la dictadura de Stalin. El hecho real es que las autoridades soviticas han creado una serie de fantasas
para liquidar el movimiento oposicionista en el interior de la URSS y
desprestigiar internacionalmente el movimiento poltico que orienta
Trotski [...]
Yo no he sido nunca trotskista, ni he credo en la eficacia de los diferentes
movimientos sociales derivados del marxismo; pero opino que todas las conciencias libres del mundo deben ponerse al lado de la verdad, la razn y la
justicia, impidiendo que se sigan cometiendo nuevos crmenes por simples discrepancias de carcter poltico.
La ofensiva contra el trotskismo ha repercutido en Espaa, y de una manera violenta en Catalua, en perjuicio de un partido que integra el frente
antifascista [...]
La valiosa y desinteresada ayuda que la URSS est prestando a Espaa no
autoriza a nadie para que polticamente se intente anular a uno de los partidos de oposicin a la democracia burguesa y al reformismo marxista.
El proceso que acaba de verse en Mosc contra varios elementos del viejo
bolchevismo no debe trascender ms all de las fronteras de la URSS, si no es
para impedir que se ejecute a los procesados, restablecer la verdad y devolver a
Trotski el prestigio que quieren arrebatarle los partidarios de Stalin, porque
todo el proceso est amasado con falsedades e infamias. Al margen de todo
inters poltico hay que movilizar las conciencias libres del mundo para evitar
que la pena de muerte se siga aplicando en un pas que lleva cerca de veinte
aos de reconstruccin socialista.38
Antonov-Ovseenko debi de sentir pnico ante las responsabilidades que
le exigiran en Mosc por permitir semejante artculo y se precipit sobre
Balius para que ste publicara un desmentido, pero Balius le invit a marcharse. Entonces protest ante el Comit Regional, el cual, ste s, desautoriz el artculo. El pueblo ruso era aliado del pueblo espaol y por lo tanto
no haba lugar a meterse en los asuntos de la URSS. Es ms, para tipos como
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de enero de 1937.
VI. Barcelona
La frase haba sido aadida al famoso discurso de Radio Bujaraloz por los
brujos de los comits de las Oficinas de Informacin y Propaganda de Barcelona, a cuyo frente estaba mi rival Toryho.42 En el exilio fue la nica voz que
cuestion su autenticidad. En una carta a Gaston Leval deca:
Conociendo bien a Durruti no hay que dudar que si alguna cosa hubiese
puesto por encima de todo eran las conquistas revolucionarias; por su idiosincrasia, por su temperamento, Durruti viva intensamente la revolucin que
llev hasta la misma lnea de fuego. Adems, no olvides que su discurso de
Bujaraloz data del mes de agosto de 1936, o sea en plena euforia revolucionaria, cmo poda renunciar entonces a las conquistas revolucionarias? 43
La frase conjugaba con aquella otra de Federica en Unin Radio que identificaba la figura de Durruti con la burocracia libertaria: Durruti no es un
hombre, Durruti somos nosotros mismos. As pues, esos mismos que facilitaron su muerte al enviarlo a Madrid liquidaban su legado revolucionario
poniendo en su boca palabras de capitulacin de factura sovitica que justificaban sus propios compromisos. El Durruti revolucionario y, por consiguiente, antiestalinista, no interesaba. Precisamente, el proyecto de rodar una pelcula verdica y desmitificadora sobre el personaje y su columna, que Armand
Guerra haba acordado con la Organizacin, fue boicoteado de forma artera;
a lo largo de la contienda Armand jams pudo disponer de negativo.44 Indignado por el comportamiento filoestalinista de los responsables de la CNT,
artculos publicados como libro por primera vez en Londres, en 1937, bajo el ttulo de No pasarn.
41Carta de Peirats a Joan Llarch, en Cipriano Mera. Un anarquista en la guerra de Espaa, Plaza
y Jans, Barcelona, 1977.
42Peirats, De mi paso por la vida, ob. cit. En otro lugar se refiere explcitamente al discurso del 4
de noviembre. Entonces director de Acracia, tom notas y al pasarlas a limpio para el peridico
no encontr nada raro, pero al recibir la Soli al da siguiente nos encontramos con que haba
afirmado aquello de que antes que la revolucin tenemos que ganar la guerra. Yo estaba seguro
de haber odo perfectamente sus palabras y sostuve que dicha versin le haba sido aadida por
los brujos de los comits de las Oficinas de Informacin y Propaganda de Barcelona, a cuyo
frente estaba mi rival Toryho. Sin duda, Peirats se confunde pues en la versin publicada por
la Soli el 6 de noviembre no consta la frase mencionada, ni tampoco en la que reproduca el
discurso de Bujaraloz el 12 de septiembre. La sentencia que, como hemos visto, le fue colgada
como un sambenito en febrero, proviene de Ehrenburg y ni siquiera se inspira en la entrevista
publicada en la Soli el 6 de septiembre, que es en realidad a la que alude Peirats.
43CNT, portavoz de la CNT de Espaa en el exilio, Toulouse, n. 727, 5 de abril de 1959.
44 Francisco Agramunt Lacruz y Jos A. Ros Carratal, Armand Guerra, un sembrador
de rebeldas, Fundacin Municipal de Cine-Mostra de Valncia-Ajuntament de Valncia, 2008.
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A Durruti se le colg aquello de Renunciamos a todo menos a la victoria porque a los burcratas de aquella CNT les interesaba como anzuelo
para pescar unas carteras ministeriales.41
VI. Barcelona
Fritz Benner, obrero textil de larga trayectoria antinazi, en una asamblea del
DAS lleg a decir que Varios compaeros dirigentes eran agentes secretos de
Mosc.45 Se equivocaba slo a medias: tanto los burcratas estalinistas como
los libertarios intentaban acabar con el Durruti real y, en ese sentido, trabajaban objetivamente para Mosc.
No obstante achacar a Durruti consignas rusas, la actitud sovitica para
con la CNT y la FAI cambi radicalmente entre febrero y marzo. Primero
fueron los artculos de Ehrenburg contra los anarquistas. El publicado en
Izvestia el 15 de febrero era francamente duro, con palos a la Soli. El del 28
del mismo mes, firmado zet, presentaba a los libertarios como enemigos de
la disciplina, irresponsables y valedores del POUM, partido que el articulista
tachaba de fascista. La propaganda anticolectivista del PCE y PSUC llegaba
a cotas ms altas que nunca. La poltica de unidad sindical de los dirigentes
cenetistas fue sistemticamente boicoteada. La prensa comunista o afn del
extranjero emprenda campaas antilibertarias. Los anarquistas americanos y
europeos enviaban informes de las patraas difundidas por los comunistas,
como por ejemplo la de la negativa de los anarquistas catalanes a enviar vveres a Madrid, la de su huida cobarde de Mlaga o la del asesinato de un Durruti autoritario porque iba a afiliarse al PCE. Los objetivos perseguidos eran
varios: arrebatar a la CNT el dominio del orden pblico en Catalua y, en
general, el control de la retaguardia; impedir que dominara la economa a
travs de la socializacin; anular su fuerza militar apartndola de la direccin
de la guerra y dispersando sus batallones en brigadas mixtas y divisiones, bajo
mandos hostiles. Tambin, obligarla a secundar la delirante poltica rusa de
aniquilacin de trotskistas; pero, por encima de todo, forzarla a romper su
progresiva alianza con Largo Caballero. Cuando las diferencias entre Rosenberg y Largo llegaron a extremos violentos, los dirigentes libertarios fueron
objeto de constante solicitud por parte del embajador sovitico y del cnsul
Antonov. En vano, pues mediante el sostn dado al jefe del Gobierno la CNT
recuperaba terreno al PCE. Eso cost a ambos la vida. Las relaciones entre los
dirigentes de ambas organizaciones se crisparon. Toryho public un artculo
aparecida por primera vez en ingls durante el otoo de 1937. Edicin en francs de 2006 por
ditions CNT- Rgion Parisienne y en espaol por Melusina, 2009.
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Ntese la habitual distincin entre buenos y malos puesta del revs: las
masas son ahora filocomunistas y los dirigentes, trotskistas. El rostro del estalinismo quedaba demasiado patente para favorecer sus intereses en Espaa,
que aconsejaban manejarse con la CNT, por lo que la diplomacia sovitica
hubo de aclarar lo dicho por sus plumferos, afirmando que no eran escritores oficiales del Gobierno ruso:
Es cierto que el Izvestia del 23 de noviembre insert un comunicado sobre el entierro del camarada Durruti. Este comunicado est lleno de cario
y de dolor hacia este heroico combatiente cado. Terminando, dice que Durruti se acercaba cada vez ms hacia el Partido Comunista. El compaero
T[oryho] no indica por qu esta opinin personal del corresponsal sobre el
acercamiento de Durruti a los comunistas en las cuestiones de la organizacin, del Gobierno y de la estructuracin del Ejrcito, constituye una deslealtad.
Es cierto que en el Pravda del 17 de diciembre ha sido publicado un
comunicado del camarada Koltzov desde Madrid, Viles maniobras de los
trotskistas en Catalua. Pero este comunicado constituye en s una cita tomada de Mundo Obrero y se refiere a la actividad, de todos conocida, de la direccin del POUM en Catalua, sin tocar absolutamente el movimiento proletario dirigido por la CNT.48
La carta del responsable de la Oficina de Prensa del consulado ruso en Barcelona terminaba ofreciendo cuantos informes y noticias sobre la URSS necesitase. Por parte de la CNT hubo una respuesta confraternizadora: Nuestros
brazos estn siempre abiertos para todos los que siendo antifascistas procedan
con honradez y nobleza. Sabemos ser y seremos dctiles, comprensivos y tolerantes para con el amigo, para el hermano.49 A continuacin tuvieron lugar los
hechos de Mayo, la cada del Gobierno de Largo Caballero, la disolucin del
48 Carta de la Oficina de Prensa por encargo del cnsul general de la URSS en Barcelona
al director de Solidaridad Obrera para que la inserte en su prximo nmero. Sin fecha, pero de
finales de marzo de 1937, IISG, msterdam.
49 David Antona, Con toda cordialidad. Si el Partido Comunista quiere vivir en paz con
la CNT, sta le tiende su mano de hermana, Fragua Social, 7 de abril de 1937.
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En la mente de ningn anarquista, ni en el corazn de ningn revolucionario, ni en los sentimientos de ningn antifascista puede caber la simple suposicin de enemistad con Rusia.50
El 11 de agosto tendr lugar el aplastamiento militar del Consejo de Aragn y el atropello a colectividades por la 11. Divisin mandada por Lster; dos
das despus, una orden de Negrn, la del 13 de agosto de 1937, pondr las
crticas a la URSS fuera de la ley; finalmente, el 15 del mismo mes se crear el
Servicio de Informacin Militar (SIM), supuesto servicio secreto del Estado
Mayor del Ejrcito Popular, convertido al poco en una sucursal de la GPU y
un poderoso instrumento en manos del PCE. Pero, a pesar de tanta humillacin, el Comit Nacional no fue ms lejos en las crticas, antes bien las suprimi. El secretario Marianet trabajaba seriamente por un giro de 180 grados de
la poltica de la Organizacin, sopesando las ventajas de una alianza con los
comunistas y Negrn que proporcionara alguna cartera ministerial. Por eso,
no es extrao que la Soli del 9 de septiembre metiera en titulares: El proletariado mundial debe apoyar activamente la posicin de la URSS. Ceguera
suicida? Oportunismo sin freno? Corrupcin y doble juego? Cobarda y
entreguismo? Complicidad? Traicin? De todo hubo, porque todos son aspectos de una misma tctica. La que Santilln expona con pedagoga parda:
Ocurre a menudo que no es la lnea recta la que lleva ms prontamente y
con ms seguridad al objetivo; a veces se llega primero haciendo zigzags. Incluso acontece que se adelanta ms y se llega primero desandando lo andado.51
En menos de un ao de zigzags de la FAI y la CNT, los rusos disponan
de las cosas y de las personas como si Espaa fuera su colonia particular.
Cualquier trato, desde un ministerio a un envo de divisas, pasaba por ellos.
No se poda dar un solo paso sin tener el visto bueno de los representantes
soviticos. Y la insensata burocracia libertaria se pleg a todo, consumando la
venta del proletariado espaol a sus verdugos.
50Solidaridad Obrera, 3 de agosto de 1937.
51 Abad de Santilln, Anarquistas en el gobierno o anarquistas gubernativos?, Tiempos Nue
vos, Barcelona, junio de 1937.
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Sus propias palabras sobre la libertad mal entendida como pretexto para
escurrir el bulto seran invocadas para justificar la supresin de libertades tan
elementales como el derecho a discrepar, criticar y expresarse pblicamente.
Mundo Obrero las caz al vuelo para identificar, sin ms, libertad con desorganizacin y tragedia, sealando a Durruti como el enemigo de esa libertad.56
Para escarnio de la revolucin, ste se haba convertido en un referente de los
comunistas. En adelante, cualquier libertad que no fuera la de obedecer y
cumplir rdenes sera mal entendida, y aquel que rehusara someterse a las
directrices de los comits orgnicos sera acusado de escurrir el bulto como los
cobardes. Se haba convertido en el hombre de todos, de todos los burcratas, claro; y as los comunistas sacaban tajada hacindolo luchar y morir por
la Repblica, con la consiguiente irritacin de la CNT.57 Mientras tanto,
Garca Oliver teorizaba sobre la transformacin al agotarse las posibilidades revolucionarias de nuestra guerra social en guerra de la independencia
frente a la invasin italogermana.58 Las coincidencias con el estalinismo eran
tantas que, en el Pleno del Comit Central del Partido Comunista celebrado
en Valencia en el mes de noviembre de 1937, se acordaba estrechar las relaciones con la CNT y la FAI, recordando que no existe hoy ningn campo en el
que comunistas y anarquistas no podamos trabajar unidos.59
Eduardo de Guzmn, editado por la Seccin de Propaganda del Comit de Defensa Confederal
del Centro en 1938, como respuesta al estalinista Contraataque de Ramn J. Sender, por lo
cual no tiene ningn valor documental en lo que a Durruti se refiere. A tal fin, falsea la llegada
de la columna a Madrid, que fija el 15 por la tarde para no implicarla en la retirada de ese da
y eleva sus efectivos a cuatro mil, para que su papel decisivo resulte creble, cosa que no
se consigue con su muerte al frente de sus hombres, fulminado por una bala perdida. Para
el Peirats viejo, era el destino fatal que sin duda buscaba. En la misma lnea se situaba Los
que fuimos a Madrid, de Ricardo Sanz. Federica Montseny aumentara el nmero de acompaantes
de Durruti a ocho mil en Madrid, leccin de herosmo, publicado en Solidaridad Obrera, el
6 de diciembre de 1938.
56 Nuestros muertos luchadores cayeron juntos, Mundo Obrero, rgano del Comit Central
de Partido Comunista de Espaa, 20 de noviembre de 1937.
57Durruti luch y muri por la Revolucin, Solidaridad Obrera, 27 de noviembre de 1937.
58 Proyecto de creacin de un organismo que organice la descomposicin de la retaguardia
facciosa, probablemente escrito a finales de 1937. Archivos del CP de la FAI, ISSG, msterdam.
59 Documento del Comit Provincial de Madrid del PCE, reproducido en La Vanguardia, 21
de noviembre de 1937.
188
189
VI. Barcelona
Cuando Durruti dijo su famosa consigna que lo supeditaba todo a los fines
de la victoria, entenda, como entendemos nosotros, que el sacrificio de los
intereses particulares de sector o de clase, haba de alcanzar, sin excepcin, a
todos los sectores.65
Ahora casi todos esperaban la derrota de un momento a otro y haba quien
se preguntaba si haba valido la pena tanta concesin. No era el caso de Garca
Oliver, que en el mitin del Olympia de Barcelona dijo lo de que por ah se
habla de claudicaciones pero por encima de todo est ganar la guerra. En el
otro extremo, en el Monumental Cinema de Madrid, el teniente coronel
Mera sumaba o restaba dos y dos: Cuando se habla de Durruti se recuerda su famosa frase renunciamos a todo menos a la victoria. Y para conseguir la victoria hay, en efecto, que renunciar a mucho.66 Nada de lo hecho
se revisaba, como si la fulminacin del ideal fuera la meta de un anarquismo
como dios manda. Esta vez Durruti fue mucho menos glosado por la prensa
republicana que el ao anterior, guardndose los medios libertarios en exclusiva los adjetivos chauvinistas: expresin de la Espaa profunda, espaol,
un tipo especfico de bero, genio de la raza, guerrillero de la independencia, etc.
No se luchaba ya por la anarqua, ni tan slo por conservar las conquistas
revolucionarias, sino por defender la Libertad y la Civilizacin,67 ingenua
manera de atraer la atencin de Francia e Inglaterra, ltima baza de la CNT.
El resultado era una verborrea inaudita, militarista y patriotera, como aqulla
en la que se expresaba un hijo de mineros, chofer de Los Solidarios y compaero de Durruti:
190
Las circunstancias y un deber imperioso me hicieron soldado de la revolucin y de la independencia de nuestra amada patria, sentimiento de soldado
que continuar arraigado en m profundamente. Espaa precisa el sacrificio
de todos sus hijos para limpiar el suelo de invasores y defender su dignidad y
sus libertades, y por encima de todas las ideologas, por extremadas que stas
65Editorial, Solidaridad Obrera, 20 de noviembre de 1938.
66La Vanguardia, 20 de noviembre de 1938.
67Germinal Esgleas en Solidaridad Obrera, 31 de enero de 1939.
191
VI. Barcelona
noviembre de 1938.
192
193
Mujeres Libres
Romance de Durruti
Qu bala te cort el paso
maldicin de aquella hora,
atardecer de noviembre
camino de la victoria?
Las Sierras del Guadarrama
cortaban de luz y sombra
un horizonte mojado
de agua turbia y sangre heroica.
Y a tus espaldas Madrid,
el ojo atento a tu bota,
mordido por los incendios,
con jadeos de leona,
tus pasos iba midiendo
prietas el puo y la boca.
Atardecer de noviembre,
borrn negro de la Historia!
Buenaventura Durruti,
quin conoci otra congoja
ms amarga que tu muerte
sobre la tierra espaola?
194
195
196
197
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202
203
ndice onomstico
ndice onomstico
A
Abad de Santilln, Diego (Sinesio Garca) 17,
20, 23, 30, 52, 63, 87, 90, 95, 120, 180,
186, 193
Abel Paz 21, 28, 77, 87, 99, 118, 162
Abolin, Ans Kristapovien 142
Abs, Miguel 23-4
Alaiz, Felipe 14, 97, 112, 152, 169, 193-94
Alberola, Jos 147
Alberti, Rafael 161
Alcazn (periodista) 96
Alcn, Marcos 52, 72, 108, 137
Aliaga, Serafn 113
Almendros, Joaqun 117, 158
lvarez del Vayo, Julio 89
Antona, David 25, 48, 122, 184
Antonov-Ovseenko, Vladimir 43, 90, 105-6,
108, 110, 117-21, 126, 137, 142, 144, 149,
154, 168, 176-79
Ars, Juan 29
Arnal, Adolfo 147
Arnal, Jess 151
Arquer, Jordi 19, 20, 32, 167
Ascaso, Francisco 19, 27, 167, 170
Ascaso, Joaqun 31
Asens, Jos 16-8
Ayguad, Artemi 167
Azaa, Manuel 87
B
Balduque, Pilar 40
Balius, Jaime 15, 21, 38, 39, 67, 106, 116,
178-79, 198
Ballano, Adolfo 29, 31
Barns, Francisco 95
Bastos, Manuel 158
Beimler, Hans 150
Benet, Isidro 92, 133, 135, 152
Benner, Fritz 182
Bernanos, Georges 69
Berneri, Camillo 13, 106, 175-77
Berruezo, Jos 137, 139, 141, 143-44, 146
Besnard, Pierre 81, 82, 84-90, 117, 164, 178
Bonilla, Antonio 92, 152, 159
Botet (capitn) 103
C
Cabanellas, Miguel 23, 33
Callejas, Liberto (Bartolom Sintes) 65, 1067, 127, 166
Campn, Pedro 29, 125
Carb, Eusebio 12, 108, 137
Caro Andrs, ngel 69
Carod, Saturnino 56
Carreo, Francisco 15, 29, 31, 36, 40, 44,
58, 62, 108-9, 137-44, 198
Carrillo, Santiago 178
Casado, Segismundo 122, 185
Cassanyes, Enric 31
Castn, Victoriano 56
Castro, Raquel 33
Checa, Pedro 128
Chueca, Miguel 23, 193
Codovila (Victorio Codovilla) 22
Combina (Vicente Prez) 17, 57
Comorera, Joan 44, 52, 110, 144, 167, 178
Companys, Llus 17, 19-23, 41, 50, 52-3,
56-7, 86, 120, 142, 144, 154, 167, 169
Corman, Mathieu 69, 126
Cruz, Manuel 31
D
De Guzmn, Eduardo 60
De Lahoz, Milln 149
De la Villa, Antonio 94, 155
del Barrio, Jos 19, 61-2, 74-5, 101, 103
de Sousa, Germinal 76
Daz, Jos 173-74, 185
204
E
Ehrenburg, Ilya 44-5, 85, 108, 118, 137,
153, 180-82
el Valencia (Jos Prez Ibez) 11, 18, 30,
171
Eroles, Dionisio 110, 118, 144
Escobar, Antonio 17
Escofet, Frederic 17
Escorza, Manuel 110
Escudero, Manuel 89
Espaa, Jos Mara 17, 21
Esplugas, Jos 29
Esteban, Hilario 31, 35-6
Estivill, ngel 23
F
Fbregas, Joan Porqueras 78-9, 144, 167
Fernndez, Aurelio 20, 23, 26, 52, 79, 144,
170
Flores, Pedro 172
Fontaura (Vicente Galindo) 13, 57, 66
Fortin, Fernand 173
Franco, Francisco 76-7, 90, 111, 133, 163,
173, 183, 194, 198
Franco, Ramn 16
H
Hernndez, Jess 139, 150-51
Hernndez, Manuel 58, 65
Herrera, Pedro 190
Hitler, Adolf 28, 84, 179
J
Jover, Gregorio 11, 18, 26, 27, 30, 120
Just, Julio 86
G
Gabriel, Jos 40, 62, 160
Galipienzo, Jernimo 144
Garca Birln, Antonio 53, 79
Garca, Emilio 44
Garca, Felipe 110
Garca Oliver, Juan 11-21, 23, 25-7, 30, 41,
43-4, 51-3, 55-6, 67, 72, 75, 77-9, 81-2,
85-7, 89-91, 99-100, 102-5, 113, 117,
119-20, 123-24, 128-29, 142, 151, 153-54,
156, 163, 166-67, 169-70, 173-74, 180,
187-88, 191-93, 200
K
Kalinin, Mijail 139
Kaminski, Hans 149
Karmen, Roman 150
Klber (Manfred Stern) 128, 133, 160
Koltsov, Mijail 43-4, 61, 118
Krivitsky, Walter 90
205
ndice onomstico
N
Negrn, Juan 87, 89, 185-86, 190
Nin, Andrs 149, 157, 176, 185
Nogareda, Manuel 32, 121
Noske, Gustav 176
Nubiola, Joaqun 41
M
Makhno, Nstor 117, 142-43, 170, 199
Manuilski, Dimitri 141
Manzana Viv, Jos 29, 36, 132, 151, 15253, 156-57, 159, 160, 165-66, 167
Marianet (Mariano Rodrguez Vzquez) 256, 30, 52-3, 77, 79, 82, 86, 101, 108, 110,
116, 124, 154, 160, 166, 174, 185-86, 190
Mario 31
Mart Ibez, Flix 144
Martnez Fraile (doctor) 159
Martnez Prieto, Horacio 49, 193
Martnez Rizo, Alfonso 31
Martorell, Alfons 163
Marty, Andr 147
Mas, Valerio 144
Matilla (capitn) 82
Matz, Manuel 62
Mavilla, Jos 147
McNair, John 167
Meana, Servando 16-8
Medrano, Carmelo 72
Mera, Cipriano 13, 49-50, 91, 122, 129,
173-74, 180, 191-92, 201
Miaja, Jos 122, 124, 128-33, 150, 152, 155
Miguel, Alfonso 12, 13
Mira, Jos 31, 83, 125
Miravitlles, Jaime 22-3, 44, 51, 77, 160
Mola, Emilio 111
Montseny, Federica 13-4, 34, 75, 91, 106,
O
Orlov, Alexander 150-51, 177
Ortiz, Antonio 11, 18, 21, 26, 30, 33, 56,
70, 72, 74, 81-2, 99, 103, 120, 201
Otero, Alejandro 89, 122
P
Pascual, Emiliano 146
Paz, Abel (Diego Camacho) 162
Peirats, Jos 26, 44, 48, 60, 180-81, 188,
193, 198, 200
Peir, Juan 125, 144-45, 146, 153, 166, 192
Pret, Benjamin 190
Prez Farrs, Enrique 21-4, 29, 32, 34-5,
132
Prez Rubio, Jos 44
Pintado, Fernando 121
Piquer, Francisco 32
Pi y Margall, Francisco 175
Ponce de Len, Jos 16
Pons, Joan 23, 51
Portero, Pedro Pablo 118
Prieto, Indalecio 86, 88, 124
Prudhommeaux, Andr 115-6, 160
Puig Elas, Joan 144
206
Q
Queipo de Llano, Gonzalo 111
Qulez Vicente, Jos 96
R
Ramos (capitn) 29
Reyes, Alfonso de los 70, 72, 74-5, 94,
100-3, 120
Rico (Ricardo Rionda) 131, 134
Roca, Facundo 44
Rocker, Rudolf 107, 183
Roda, Antonio 172
Rdenas, Libertad 29
Rdenas, Progreso 15
Roig, Eleuterio 15
Rojo, Vicente 134
Rosenberg, Marcel 84-6, 88, 150, 182
Rosquillas Magri, Jaime 168
Rovira, Josep 51
Ruano, Lucio (Rodolfo Prina) 29, 72, 125
Rdiger, Helmut 17, 131, 134, 182
Ruiz, Pablo 15, 29, 34-6
S
Snchez Saornil, Luca 162, 197
Santamara, Jos 24
Sanz, Ricardo 19-20, 64, 119, 126, 130,
153-54, 156, 163, 187-88, 189
Sbert, Antonio Mara 137
Servet (Evelio Martnez) 147
Ses, Antonio 19, 44, 110, 144
Soler, Antoni 56
Souchy, Augustin 137
Stalin (Josip Dujaisvili) 22, 28, 74, 84-5,
87, 90, 138, 142, 149, 151, 161, 174-76,
178-79, 201, 202
Stashevsky, Arthur 87, 144-45
Stein 128
Stepnov (Stoyn Mnev) 138, 172
Stern, Antonia 150
U
Urales, Federico 193
Uritsky, Moisei 85
V
Val, Ariel 82, 131
Val, Eduardo 82, 122, 159, 173
Vallejo, Eugenio 76
Valle, Mariano 173
Van Paassen, Pierre 28
Vidiella, Rafael 22-3, 51, 77, 110
Villalba, Jos 38, 56, 70, 72, 74-5
W
Walter (Karol Waclaw Swierczewski) 128
Weil, Simone 42, 69
X
Xanti (Mamsurov Jadzhi-Umar) 128,
149-51
Xena, Jos 25, 60, 77, 78
Y
Yage, Juan 17
Yoldi, Miguel 29, 72, 125, 130, 152, 172,
193
Ysgleas (o Isgleas), Francisco 77, 91, 127
Z
Zugazagoitia, Julin 155-56
207