Estudios Sobre La Filosofia de Wittgenstein
Estudios Sobre La Filosofia de Wittgenstein
Estudios Sobre La Filosofia de Wittgenstein
HID ISHIGURo
RUSH RHEES
D.
S. SHWAYDER
JOHN
L R.
W.
COOK
REINHARDT
ANTHONY MANSER
FRANK CIOFFI
Estudios sobre la
filosofa de Wittgenstein
nMAS DE EUD!.BA/FILOSOFIA
tNDICE
n.
"ONTOLOGA" E IDENTIDAD EN EL TRACTATUS: A PROPSITO DEL COl\IPANION DE BLACK .. ,' ...................... "
IX
Traducida por
LEN MIRLAS
1lI.
La revisin tcnica
,~stuvo
EL PENSAMIENTO DE WITTGENSTEIN SOBRE LAS MATEMTICAS ..................................... , ' ... , ....... , , . , , ... .
Algunos antecedentes. 53; Conclusin, 85.
4f)
9~
IV.
V,
133
14
1ti:>
ALBERTO MORENO
VI.
EN EL AfilO DEL SESQUICENTENARIO
DE LA FUNDACl6N
DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
IfJi!
ARGEl\TI~A
VIl
PETER WINCH
Todos los ensayos de este volumen son nuevos. Los colaboradores fueron elegidos con vistas a proporcionar una esfera bastante
representativa de los intereses filosficos de Wittgenstein, pero, una
vez elegidos, se los dej en plena libertad de escribir sobre lo que
ms les interesara. No se puede, pues, afirmar que haya habido
ningn tratamiento sistemtico de lo fundamental, inevitablemente,
algunas de las preocupaciones ms centrales de Wittgenstein son
analizadas en forma independiente por diversos colaboradores individualmente. Esto est, a mi parecer, en el espritu del mtodo de
Wittgenstein, sobre todo en sus ltimas obras, que 10 lleva a pasar
por el mismo punto repetidas veces desde distintas direcciones,
construyendo as una imagen de sus complejas relaciones con otros
puntos de inters filosfico.
En esta introduccin, tratar de explicar cmo evolucion la
manera de tratar ciertos temas centrales de Wittgenstein, vinculando
esos problemas, cuando pueda, a los puntos estudiados por los
dems colaboradores. Uno de mis objetivos principales ser combatir la difundida opinin, que me parece desastrosamente errnea,
de que estamos tratando dos filsofos distintos, "el primer Wittgens
tein" y "el ltimo Wittgenstein"; de ah mi subttulo "la unidad
de la filosofa de Wittgenstein". Desde luego, cuando hablo aqu
de '~unidad" no quiero sugerir con ello. en modo alguno, que tenemos que vrnoslas con un sistema nico de filosofa (como el de
Spinoza, por ejemplo), que se extiende desde el Tractatus hasta las
Investigaciones filosficas y ms lejos an. Por una parte, el ideal
de semejante sistema filosfico fue siempre blanco de las crticas de
'Wittgenstein hasta en los tiempos del Tractatus, pero, ms explci
tamente, y por razones diferentes pero relacionadas, en sus escritos
posteriores. Y, por otra parte, seria completamente absurdo negar
que la filosofa de, digamos, las Invest~e:aciones filosficas, est en
evidente y fundamental conflicto con la del Tractatus. En realidad,
las primeras secciones, por lo menos, de las Investigaciones filos
IX
su obra anterior. Adems, a medida que desarrolla su argumentacin, Wittgenstein se ocupa con creciente detalle, de temas de
epistemologa y filosofa de 10 mental que no son tratados en absoluto en el Tractatus o, a lo sumo, se mencionan de paso en l.
Pero si este ltimo hecho nos causa una impresin errnea,
corremos el peligro mayor an de que las ramas no nos dejen ver
el bosque. Muchos filsofos contemporneos, a mi entender, aceptan implcitamente la opinin de Russell de que Wittgenstein
abandon simplemente su inters inicial por la naturaleza de la
lgica para concentrarse en (lo que Russell considera ser) la tarea
ms fcil: describir el uso de ciertas expresiones del lenguaje cortiente.1 Esta opinin interpreta en forma totalmente equivocada
el punto y la naturaleza de esas "descripciones", destinadas a constituir aportes al anlisis de los mismos problemas que dilucidara
\Vittgenstein en el Tractatus: problemas sobre la naturaleza de la
lgica, la relacin de la lgica con el lenguaje y la aplicacin de
la lgica del lenguaje a la realidad. Fue precisamente la percepcin
por Wittgenstein de las deficiencias de su tratamiento de esos problemas en el Tractalus lo que lo indujo a advertir que los problemas
nnculados a la lgica exigen para su comprensin un tratamiento
de problemas filosficos aparentemente muy diversos. Esto trastorna
totalmente su punto de vista del Tractatus de que, cuando se hayan
'clucionado 1011 problemas centrales, el desvanecimiento de las dems dificultacies filosficas se realizara en principio de un solo
glpe, de modo que slo restara hacer una suerte de operacin
dt. limpieza. En contraste con esta opinin, el problema mismo de
la naturaleza de la lgica aparece como un incesante tratamiento
PD desarrollo, en todas las discusiones filosficas posteriores. Esto
SI" aplica hasta a la manera como trat Wittgenstein cuestiones tan
aparentemente diversas como la naturaleza del aporte de Freml a
la psicologa y la de Frazer a la antropologa social.
Permtaseme tratar de bosquejar en qu forma se le plantearon
a Wittgenstein en el Tractatus estos problemas sobre la lgica, el
lenguaje y la realidad, problemas tratados en las colaboraciones de
la seorita Ishiguro, el seor Rhees y el profesor Shwayder. Todos
tIlos estn contenidos en la interrogante central "Qu es una proposicin?", interrogante que es estudiada a la luz de numerosas
perplejidades aisladas, siendo algunas de las ms importantes las
siguientes. Hay, en primer trmino, perplejidad acerca de la relacin que existe entre una proposicin v un hecho, en virtud de la
trl
!llo;nflca
la uni~
v.rrRODlICC/l'(
m!'RODuoorm
WJSM:lD.I..Llld
!la
XII
le
..\'\ \
XIII
XIV
INTRODUCCIN.
comn las proposiciones sobre los tonos con cualquier otra proposicin, sino ms bien 10 que hace que ellas sean proposiciones sobre
los tonos. La dificultad puede ser expresada bajo la forma de la
siguiente interrogante. Cmo, con respecto a las relaciones con la
lgica, se vincula lo que hace de algo una proposicin con lo que
hace de eso una proposicin sobre una categora determinada de
objeto? La dificultad tiene analogas con lo que pensaba Kant
sobre la aPlicacin de las categoras y que l trat de superar con
su doctrina del esquematismo.
De acuerdo con el Tractatus, la estructura de las proposiciones es revelada por el anlisis. Las proposiciones no elementales
sern analizadas aclarando sus estructuras funcionales de verdad.
Si el anlisis es "completo" nos quedaremos con cierto nmero de
proposiciones elementales, no susceptibles en s de un posterior
anlisis funcional de verdad. Esas proposiciones elementales constarn de nombres "concatenados" en forma inmediata entre sI. La
propia concatenacin de nombres exhibir una estructura, aunque
no una estructura funcional de verdad. Una cosa comn a la es
tructura funcional de verdad de las proposiciones no elementales
y a la estructura no funcional de verdad de las proposiciones elementales es que, en ninguno de los casos podremos decir qu es
esa estructura. Con respecto a las proposiciones no-elementales se
seala este punto en 5.13 y 5.131, citados ms arriba. Con respecto a las proposiciones elementales, el punto est involucrado en
la doctrina fundamental del Tmctatus -"slo en el nexo de una
proposicin tiene significado un nombre" (3.3) -, que la seorita
Ishiguro, con todo acierto, distingue netamente del atomismo lgico de Russell. Lo importante. aqu, es que no se puede se~uir
analizando una proposicin elemental dividind0la en los nombres que la componen.
Como lo he estado arguyendo, lo que perturba prima jade la
unidad coherente de esta doctrina es justamente la ambigedad
de la palabra "estructura", tal como se aplica a las proposiciones
elementales y a las no elementales, respectivamente. Y la seria
dificultad radica, precisamente, en que la estructura de las proposiciones elementales debe ser tina estructura lgica. Esto resulta
claro, en general, del hecho de que la idea de estructura se introduce en este contexto para sealar la distincin entre los grupos
de nombres que dicen algo. que expresan proposiciones significativas y los que no lo hacen. Sera intolerable, por cierto, excluir
de la lgica un sector tan vitalmente importante como el de la
distincin entre el sentido y el sin-sentido. Pero tambin reslllta
daro que esta idea de la estructura de las proposiciones elementales invade el terreno de la lgica funcional de verdad. Afecta
nuestra comprensin de la cuantificacin, por ejemplo, en cuanto
xv
debemos comprender cules son y cules no son los valores posibles de "x" en funciones tales como "x es rojo", si hemos de comprender el sentido de proposiciones como "( 3 x) (x es rojo) ".
Esto es pertinente tambin a las "paradojas de la implicacin material", que se plantean porque, si pensamos en trminos exclusivamente funcionales de verdad, no podemos distinguir expresiones
de la forma "P :> q" que tengan sentido de las que no lo tengan.
El rol central que desempea la idea de un juego de lenguaje,
o forma de vida, en los ltimos escritos de Wittgenstein, le permite superar esta dificultad. As como los signos usados en los
clculos matemticos tienen un "status civil cotidiano", tambin
las relaciones funcionales de verdad entre las proposiciones no son
exhibidas solamente en las cosas que hacemos con marcas sobre
trozos de papel. Son exhibidas en los diversos tipos de la actividad
humana que, dado el contexto social adecuado, se consideran como
"aceptar una proposicin como verdadera", "inferir una proposicin de otra", "suponer", "elegir entre alternativas", etctera. En
este sentido, podemos recordar la opinin de Russell (en la Investigacin del significado y la verdad) de que ''o'' representa un
sentimiento de indecisin. Aunque esto es inexacto, tal como se pre
senta, sugiere 10 que es exacto: que la palabra "o" no significara
lo que significa fuera de actos como decidir entre alternativas, elegir, ofrecer alternativas, etctera. Lo que distingue esas nociones
funcionales de verdad y justifica que les asignemos un lugar central en la lgica, es su carcter omni-impregnante. No son peculiares de ningn juego de lenguaje especial, sino que entran prcticamente en todos los sectores de la actividad humana. Tiene
sentido alguna vez, por ejemplo, hablar de un juego de lenguaje
que no implique una concepcin de la negacin? Aparte de otras
consideraciones ... , qu sera de la distincin entre una jugada
correcta y otra incorrecta en el juego a menos que haya posibilidad
de rectificar los errores? "No, no es as como se hace eso. Se hace
as". Debemos recordar, por cierto, que las manifestaciones de esas
operaciones lgicas fundamentales sern diversas. Comprese, por
ejemplo, la eleccin entre dos pedazos de torta ~on la eleccin
entre casarse y hacerse monje. Pero es ms importante an recordar que estas operaciones ("funcionales de verdad") no podran
existir con independencia de aquellas operaciones con las cuales,
por ejemplo, identificamos las clases de objetos de que hablamos;
porque, si no se puede decir que estamos hablando de cosas de una
clase definida, tampoco se puede decir, por ejemplo, que elegimos
entre, consideramos juntos o rechazamos cosas de una clase definida. y aqu, tratamos uno de los problemas que le hicieron hablar a Wittgenstein en el Tractatus de la "estructura" de las pro-
QCVI
lJX'TRODUCCION
XVII
ltima frase expresan, se supone, que nos interesan aqu las relaciones indisolubles, internas. Todo. aqu, es "fijo". "" En Zettel,
297, Wittgenstein se refiere, evidentemente, a este punto de vista
del Tractatus cuando supone que alguien dice: "Cmo consigo
siempre usar una palabra correctamente, es decir, significativamente? Consulto sin cesar una gramtica? No; el hecho de que
significa algo, la cosa que significo, me impide decir disparates".
Veamos el asunto desde una direccin algo distinta. Qu sucede
cuando A le dice algo a B, donde A se propone decir realmente
lo que dice y B comprende lo que se propone decir A? Pues bien:
en apariencia, A profiere ciertos sonidos y hace ciertos gestos y B
responde con otros sonidos y gestos y ejecuta ciertos actos. Pero,
desde luego, todo esto habra podido suceder y sin embargo A podra no haber querido decir 10 que dijo ni B haberlo comprendido. Supongamos ahora que mencionamos el hecho de que los
sonidos proferidos por A son usados por l y comprendidos por B
tal como los usa A, de acuerdo con ciertas reglas. Desde luego, ya
hemos cometido peticin de principio en muchsimas de las cuestiones ms importantes al decir esto, puesto que necesitamos aclarar lo que est implicado al seguir una regla, y, al hacerlo, nos
veremos enfrentados con todas las dificultades debidas a la infinita
multiplicidad de las interpretaciones posibles a que hemos aludido ya. Pero supongamos que estamos convencidos de que todas
esas dificultades han sido superadas, quizs sobre las lneas de los
anlisis de Los libros azul y marrn y las primeras partes de las
Investigaciones filosficas. No quedar con todo algn motivo
de inquietud? Porque ... , no parece que decimos, ahora, que la
comunicacin entre las personas consiste simplemente en que nos
atengamos a ciertas convenciones, al tratarnos mutuamente? Y, siendo as. .. , qu ha sido de la idea de que decir algo es estar en
relacin con alguna realidad independiente? Al parecer, nos hallamos en una posicin que no se diferencia, esencialmente, de la
de un Protgoras o un Gorgias. No hay una realidad; y, si la hubiese, ningn hombre podra llegar a conocerla; y, aun en el caso
de que pudiese conocerla, no podra comunicar lo que supiera.
He insistido en esas dificultade5 a fin de poner de manifiesto
claramente por qu la idea de un "proceso interno", en conexin
con nociones tales como pensar, comprender, significar y proponerse, subsiste en forma tan obsesiva a 10 largo de todos los ltimos escritos de Wittgenstein. Nos sentimos tentados, constantemente, a pensar de que debe haber un proceso semejante si se quie Fest, en alemn, firme. (N. del T.)
~I
~2
\ti
~l
:,
,;
01
01
o)
~ '----v----'
XVIII
XIX
D{TRODUCcrN
ESTVDlOS SOBRE LA FlLOSOFtA DE WITTGENSTEIN
OJO~
.,~
XXI
xx
INTRODUCCI6N
XXII
t'S,
que las "dimensiones" dentro de las cuales Freud trata de localizar ciertos fenmenos mentales no agotan, por lo menos, las
dimensiones en que existen esos fenmenos. Desde luego, no hay
seguridad de que cualquiera que sea sometido a ese gnero de
"hechizo" deje de considerar "hechizan te" esa perspectiva de
Freud y no creo que Wittgenstein haya querido llamar equivocado a un hombre que no deje de considerarlo as. Pero esto
no significa que no existan pautas intelectuales que no deban
observarse en este tipo de discusin. Si, por ejemplo, alguien insistiera en que las opiniones de Freud son simplemente correctas
(o tal vez incorrecta) , estara expuesto, a mi entender, a la acusacin
de haber cometido un error intelectual definido, de haber confundido
la naturaleza del problema. Y las explicaciones de Wittgenstein de
lo que est involucrado en el hecho de que tenga sentido una proposicin proyecta luz sobre la especie de confusin involucrada aqu.
Quiero volver ahora a las razones de Wittgenstein para 1legar a pensar que la alusin del Tractatus a los "objetos" era innecesaria y desorientadora. Al exponer este tema, he usado intencionalmente una frase tomada de la clebre crtica "el escarabajo
en la caja" a la idea de que el dolor es un "objeto privado" ("el
objeto queda fuera de consideracin como no pertinente").7 Me
parece sugestiva la pertinencia de esta observacin en el contexto
de un anlisis muy general acerca de si necesitamos "objetos"
para caracterizar la distincin entre el sentido y el sin-sentido es
sugestiva. 8 Por una parte, sirve para subrayar la continuidad entre
las investigaciones lgicas del Tractatus y los anlisis de temas de
filosofa de 10 mental en las Investigaciones filosficas y escritos
ulteriores. Pero, por otra parte, esta yuxtaposicin particular sugiere una posible crtica del modo como trata Wittgenstein las
sensaciones.
Permtaseme abordar esto considerando dos formas alternativas en que podramos expresar la relacin entre el Tractatus
y las lnvestie:acione'S filosficas. En muchsimos pasajes, pareciera
que la opinin posterior de Wittgenstein sobre 10 errneo en el
Tractatus es Q1Ie el error r"dica en toda la tentativa de explicar
el len~llaie en base a las relaciones ent!'e la proposicin v el hecho.
entre el nombre v el objeto. Esta opinin es anoyada nor el nfasis
existente a 10 lC!rgo de Tnvesthrariones mosficas sobre 10 innumerable de los distintos usos del lenguaje y la obstinacin en tratar de describirlos en base a un modelo nico. Ciertamente, no
Investigaciones filosficas, I, 293.
Tambin el sefior Manser, en su articulo, sefiala la relacin entre el
anlisis de las expresiones de dolor por Wittgenstein y su primitiva concepcin
de las proposiciones elementales.
T
XXIII
;XXIV
INTRODUCCIN.
de las expresiones es suficientemente clara. Lo que debemos comprender es el contexto de las prcticas e intereses que le da a la
concepcin puramente formal de un "objeto", algn sentido definido en casos particulares.
Por esa razn, me parece que podra ser un sntoma de confusin insistir con demasiada vehemencia y harto largamente en
que "dolor" no es el nombre de un objeto. Desde luego, sera
igualmente confuso insistir con demasiada vehemencia y harto
largamente en que "dolor" es el nombre de un objeto.
Lo que debemos reconocer es que no hay un "juego de lenguaje" cuyos aspectos filosficamente desconcertantes se veran iluminados diciendo simplemente que involucra el uso de un nombre
para referirlo a un objeto.
Tanto el profesor Cook como el seor Reinhardt analizan
en sus colaboraciones las confusiones que implica creer que Wittgenstein es una especie de "behaviourista". Si el punto que acabo
de sealar es slido, creo que proporciona una manera de establecer una diferencia importante entre Wittgenstein y Ryle. Me
parece que hay fundamentos mucho ms poderosos para llamar
"behaviourista" a El concepto de lo mental que los existentes
para decir esto de cualquiera de los escritos de Wittgenstein. Una
diferencia imnortante es iustamente el hecho de que la nocin
de un "mtodo de proveccin" sigue desemneando un rol tan
importante en el pensamiento de Wittgenstein y le brinda a sus
escritos sobre la filosofa de lo mental una dimensin que le falta
a los de Ryle. Sin negar ninguna de las importantes pretensiones
de Wittgenstein sobre la gramtica de las palabras de sensacin,
podemos seguir teniendo, me narece, la libertad de decir, si queremos: desde luego, cuando hablamos del dolor, estamos hablando
de algo muv distinto de cualquier conducta; slo que, si he de
ser claro en lo que estov diciendo, no servir de nada que concentre
mi atencin sobre el fenmeno especial que llamo "dolor", porque son precisamente las caractersticas de la situacin que me
permiten hacerlo, lo que me deja perplejo. Lo que necesito hacer,
ms bien, es exponer claramente el mtodo de proyeccin en relacin con el cual slo la palabra "aolor" tiene el sentido que tiene.
y esto es lo que hago cuando describo los "juegos de lenguaje"
en que participa esta palabra.
Seguir hablando en trminos de "mtodo de proyeccin" tiene
aqu el mrito siguiente. Sirve para destacar la relacin ntima
-podramos decir la identidad- existente entre la cuestin de
qu clase de objeto es, por ejemplo, el dolor, y la cuestin de qu
clase de relacin existe entre la palabra "dolor" y aquello a lo cual
ella se refiere. En el Tractatus "lo que debe ser aceptado, lo
xxv
11
CAPTULO 1
uso y
Hm
ISHIGURO
La gente ha comparado a menudo la teora pictrica del significado del Tractatus con la teora del significado basado en el
uso de Investigaciones filo'Sfias. Muchos han argumentado tambin que la teora pictrica del significado se basa en el concepto
de "nombrar". ya que en ella el lenguaje capta la realidad mediante nombres que representan obJetos. Esto ha llevado a hablar
como si la teora del uso del significado fuese una expresin del
ulterior abandono por 'W"ittgenstein de su teora del Tractatus.
Creo que hablar de este contraste es algo muy desorientador y
proviene de un malentendido de la opinin del Tractatus acerca
de lo que es para un nombre referirse a (bedeuten) un objeto.
Este error de comprensin es tambin causante de la falsa y difundida creencia de que la teora del significado y del lenguaje de
'\Vittgenstein hace imposible el cambio conceptual e imposibilita
el criticismo social. Me parece una perogrullada el hecho de que
una palabra o un smbolo no puedan tener el rol de referirse a un
objeto fijo sin tener un uso fijo. Cmo podra haber una doctrina
filosfica de expresiones y los objetos a que se refieren que no
fuese al propio tiempo una teora sobre el uso de esas expresiones?
Ninguna cuestin filosfica interesante sobre el significado de esas
expresiones puede basarse en un contra~te entre "nombrar" y
"usar". La pregunta interesante, me parece, es si el significado de
un nombre se puede obtener con independencia de su uso en
proposiciones mediante algn mtodo que lo vincule a un objeto,
como lo han pensado muchos, inclusive Russell, o si la identidad
del objeto referido slo se establece con el uso del nombre en
un grupo de proposiciones. Si sucede esto ltimo, el problema del
objeto que indica un nombre es el problema del uso del nombre.
XXVI
........
Contrariamente a una difundida creencia,1 Wittgenstein rechaz la opinin enunciada en primer trmino en todos sus escritos y trat de elaborar varias versiones de la segunda. En cuanto
a esta cuestin se refiere, la diferencia principal entre el Tractatus
y las Investigaciones filosficas no es la presencia o ausencia del
concepto "uso", sino que el concepto de "uso" del Tractatus es
mucho menos amplio que en las Investigaciones. Es decir que, en
el Tractatus, Wittgenstein se interesa por el problema del rol
que desempean las expresiones en un lenguaje, que l slo considera en relacin con la finalidad de establecer la verdad que
tiene el lenguaje. No le interesan las otras cosas que puede hacer
la gente usando esas expresiones... tales como suplicar, prometer, etctera.
El objeto de este artculo es doble. El primero consiste en
xaminar y valuar la opinin de que slo determinando el uso
.te un nombre se puede determinar su referencia y hacer lo mediante una investigacin de las razones dadas en el Tractatus para
esta tesis. El segundo es proponer una nueva manera de comprender la teora del Tractatus sobre los nombres, los objetos y la relacin de referencia existente entre ellos. Esta propuesta deriva de
la primera investigacin. Tratar de mostrar que la opinin de la
independencia lgica de las proposiciones elementales del Tractatus hace imposible que los "objetos" tengan el criterio de identidad
que les atribuimos normalmente a las cosas individuales. El concepto de un objeto simple en el Tractatus es el de la ejemplificacin de un predicado irreductible donde la cuestin de la individualizacin de distintas ejemplificaciones del mismo predicado no
puede plantearse. Los "objetos" del Tractatus no son entidades
especiales en ningn sentido normal, sino entes invocados para
amoldarse a una teora semntica, de modo que, cuando Wittgenstein rechaz ms tarde la independencia de las proposiciones elementales, pudo liberarse de esta nocin peculiar de los objetos,
asimismo, sin modificar la teora de los nombres o la referencia
en ninguna forma fundamental.
Qu es, pues, la teora de los nombres de Wittgenstein? La
clave de la opinin del Tractatus sobre la relacin de los objetos
1 Como ejemplo de esta opinin, que creo engaosa, ver Max Black.,
companion to Wittgenstein's Tractatus, pp. 114-15, "Wittgenstein examina la
cuestin de cmo puede comunicarse el significado de los nombres. Su perturbadora respuesta es que resulta imposible explicar en forma explcita el
lignificado de un nombre; la nica forma de transmitir su significado es usar
el nombre en una proposicin, presuponiendo con ello que el significado
el ya comprendido. Con respecto a esta opinin, el logro de una referencia
COID.Il por el que habla y el que oye se hace miaterioaa."
~
le
presenta en la proposicin en el
uso
"1", "g", "h", como signos, es decir, que las referencias de las distintas clases de smbolos caen bajo distintos conceptos.
5.02, donde Wittgenstein critica la teora de Frege sobre la Bedeutung de
las proposiciones; es evidente que habla de la opinin de Frege de
que las proposiciones se refieren a los valores de verdad y no a la
opinin de Frege sobre el sentido de las proposiciones.
Asimismo, no \eremos la finalidad de una de !~s tesis importantes dd
Tracwtus de que las constantes lgicas no representan nada (y no tienen
referencia) a menos que hagamos distingo "Sinn-Bedeutung". Desde luego, las
constantes lgicas tienen sentido en cuanto tienen un uso y se convierten
en signos constitutivos de proposiciones compuestas, que tienen un sentido ...
pero Wittgemtein quiere decir que, a diferencia de los nombres o predicados.
(hast.. predicados relativos) no se refieren a algo ... nada corresponde en la
realidad al signo ",...," (4.0621).
5-
...
uso
5.4732.
10
7
&,
~OMBRI!S
9
'8
--~
, 10
11
12
13
Cuando surge esa discrepancia,... cmo solucionan la cuestin de si divergen sobre lo que es verdadero del mismo objeto o
hablan de objetos distintos? Y cmo decidirn si estn hablando
de distintas clases de objetos o de distintos detalles de la misma
cIase? El asunto no es claro. Pero parece que debe de haber alg-n grupo de proposiciones sobre cualquier objeto cuya verdad ha
de ser aceptada por alguien que habla de un objeto de esa clase,
o por lo menos un conjunto de actitudes o reacciones coherentes
ante el objeto que son compartidas por quienquiera se refiera a l,
10 cual podra ser expresado por los dems como una creencia en
la verdad de determinado grupo de proposiciones. Por ejemplo,
si se usa la "m" para referirse a un nmero natural, una persona
debe saber cmo seguir contando y cmo manejar nmeros en
ciertas formas. Debe tener, en cierto modo, un criterio para reidentificar el mismo nlmero cuando lo vuelva a encontrar y saber
cmo los nlmeros difieren de otras clases de objetos aunque no
pueda formular verbalmente la afirmacin de que la "m" es o bien
O o un sucesor de otro nlmero. Si la "aH se usa como nombre de
un punto geomtrico, la persona debe ser capaz de trabaiar con
puntos en toda cIase de formas sin dejarse eng-aar por las caractersticas fsicas del punto, aunque esa persona no conozca la primera definicin de Euclides. De modo semeiante ron cualquier
obieto emprico. Si la "a" es usada como nombre de una clula
"islada, la persona necesitara haber captado cieTta red de teoras
lue le permita rastrear o reidentificar las clulas a travs de sus
cambios.
Sospecho que las dilucidaciones del Traciatus son un gruno
de pronosiciones de esta clase. Las dilllcidacione, nos permiten
ver qu es el obieto mostrando sus propiehdes internas. 18 Hacindonos cantar la clase de objeto en cuestin, nos hacen ver en
qu estado de cosas podrrt presentarse el mismo. La cbse de nroposiciones que son depende de la naturaleza del obieto en rllestir'm.
Sea cual fuere la clase de pronosicione<; que son las dilnric1acionf's
si slo podemos comprender de QU/> objetos J,;;hlamos captando la
verdad de aflulIas. no podemos saber que "a" v "h" se refieren
al mismo objeto antes de poner decidir sobre C1wlQlIier "el> a" v
"cf> b" que tienen el mismo "alar de verdad. La obj"cin suscitada
contra la opinin del Tractatus de que las expresiones tienen la
misma referencia si las tratamos como teniendo el mismo uso se
desmorona. Por eso, si tomamos en serio la opinin del TractatllS
de que los Nombres no pueden seguir siendo analizados entonces,
como dice 'Wittgenstein, una afirmacin de identidad no puede
18 2.01231 "Si he de conocer un objeto, aunque no necesito conocer sus
propiedades externas, debo conocer todas sus propiedades internas".
14
,.
20
21
Ir,
3.24.
"Filosofa del atomismo lgico", en Lgica y conocimiento, p. 201.
3.203.
17
19
,t
uso y
23
22
.,
'.
uso "(
28 P. F. Strawson, "Singular Terms and Predication", Joumal 01 Philosophy, t. 58, n Q 15, 1961. Reproducido en Philosophical Logic, O.U.P., p. 77.
25
24
.... ~ "o,
26
27
28
29
IVIT'TGE~S'TEIN
concepto de un objeto simple se parece ms al de la ejemplificacin de una propiedad irreductible. Este concepto era un requisito lgico de la teora del Tractalus y derivaba de la combinacin
de una teora bsicamente correcta de los nombres, de una asimilacin errnea de cosas complejas y hechos exactos y de una pretensin errnea e innecesaria sobre la independencia de las proposiciones elementales. La teora de los Nombres del Tractatlls, qur:
afirma que el problema de la identidad de la referencia de los
nombres y el problema del uso de los Nombres en bs proposiciones
son inseparables, est vinculado estrechamente a la teora pictrica
del significado y contiene muchos elementos exactos y esclarecedores hasta para aquellos que no quieren hablar de los objetos
simples y de las proposiciones elementales mutuamente independientes ... como lo hizo el propio \Vittgenstein en sus ltimos aos.
31
CAPTULO 11
RtlSH
RHEES
pp. 4, 7 Y 8.
~3
sola". En otros trminos, no tendra sentido hablar de proposiciones lgicas a menos que haya proposiciones empricas.
Las matemticas no se escriben con tautologas: se escriben
con ecuaciones_ Pero las ecuaciones pueden carecer de sentido a
menos que sean clculo: obtienen su realidad de la forma general
de la operacin lgica y por lo tanto de las relaciones internas
de las formas proposicionales. As, no podramos tratar las mateniticas como un mtodo lgico -no podramos ver que las pruebas matemticas son pruebas le;icas- a menos que los enunciados empricos tengan sentido y puedan ser las bases de operaciones
lgicas.
Esto est resumido en 4.0312. que expresa el "Grundgedanke"
(pensamiento fundamental) del libro:
Die Moglichkeit des Saltes berullt auf dem Prinzip der Vertretung
von Gegenstiinden durch Zeicizen.
Mein Grundgedanke ist, dan die ulogischen Konstanten" n ich ts
vertreten. Dass sich die Logik der Tatsachen nicht vertreten liisst.'J.
"ONTOLOGIA" E IDEJ'.{TIDAD
35
"OJ.!TOLOGtA" ! IDEJ.!'TIDAD
36
37
_"OJ{TOLOGtA" E IDENTIDAD
cosas en un lenguaje. Separada (le un lenguaje no sera una proposicin. En Tractatus 5: "Una proposicin es una funcin-verdad
de proposiciones elementales". As, la combinacin de signos en
una proposicin no es arbitraria. 4 Estoy comprometido con los
signos que uso y con los modos como los combino. .. por la regla
general, la sintaxis del lenguaje. Por intermedio de esto, las marcas y los sonidos se truecan en smbolos.
"Podra haber una correlacin distinta (de signos y cosas).
Las alternativas son posibles en un lenguaje. Pero un caos de sonidos o rayas no sera una alternativa; llamarla as, no significara nada.
"Pero la asignacin de nombres es arbitraria... las definiciones son arbitraria." Qu la convierten en definicin? Si le doy un
nombre a un color o una forma, debo haberlos distinguido como
distingo las expresiones de un lenguaje. y dentro del lenguaje, mi
definicin me compromete con ciertos caminos, no con otros. Lo
que establece la definicin -la lelacin del nombre con lo que
representa- no es una relacin externa.
Podramos decir que las reglas de multiplicar son fijadas por
definicin: en ciertas lgebras, esas reglas no significan nada. O
podramos decir que 4 es el resultado de 2 X 2 por definicin:
yeso no hara contingente la relacin del resultado y la multiplicacin. Las palabras estn relacionadas con lo que dicen como
un resultado lo est con su clculo.
El Tractatus apenas distingue entre nombrar y llamar algo
por su nombre. Y 3.3 indica que esto no es una adycrtencia. "Nur
im Zusammenhange des Satzes hat ein Namc Bedel/tung." 5 As,
podemos pensar que lo que significa la palabra "rojo" es expresado por la sentencia Ha es rojo".
Alguien podra decir: "El nombre debe corresponder a alguna realidad. No puede describir algo si no hay nada que signifique". O supongamos que yo le diga al lector: "Llamo roja a
cada una de esas rosas porque cada una de ellas es roja. La palabra
que uso corresponde al color de la flor." Pero lo que corresponde
es la sentencia. El Tractatus supona que "rojo" determina cmo
la uso.
""er
5.47: " ... Wo Zusamme/lgesctz.heit 51, da ist Argument und Funklion, und uo diese sind, sind bereits alle logiKhen Konstanten." O 4.0141:
"Dass es eine allgemeine Regel gibt. .. darin besteht eben die innere Ahnlichkeit
dieser scheinbar ganz verschiedenen Cebilde. Und jene Regel ist das Casetz
deT Projektion . .. " ("Donde hay composicin, hay argumento y funcin y donde
el}ts est<in, estn ya todas las constantes lgicas. Hay una regla generaL ..
Eso es lo que constituye la semejanza ntima entre las cosas que parecen
estar construidas en formas totalm"nte distintas. Y esa regla es la ley de
proyeccin") .
5 "S[o en el uexo de una proposicin tiene significado un nombre".
La identidad
Qu muestra que un nombre significa ahora lo que signific
otra vez? Qu muestra que este enunciado hable de lo mismo
que aqul?
4.243: "Podemos comprender dos nombres sin comprender
si significan la misma cosa o dos cosas distintas? Podemos como
prender una proposicin en que aparecen dos nombres sin saber
si su significado es el mismo o distinto? .. "
5 . 53: "Lo que se quiere significar es lo mismo que yo expreso
usando el mismo signo y no usando un signo para la identidad
(und nicht mit Hilfe eines Gleichheitszeichens) (y no con ayuda de
un signo de igualdad) ".
Wittgenstein no pregunta "Qu indica que ste es el mlsmo
39
38
'\" -
40
indica que lo que quieren expresar los PrinciPia Mathematica puede escribirse sin el ambiguo z
x. v . z
y. Aqu parece estar
usando el simbolismo de PM. Pero !<Js variables aparentes son
signos distintos de los lIue escribe en la misma forma PrinciPia
Mathematica; porque ah las variables aparentes parecen tener la
generalidad de un concepto. La critica de la identidad es tambin una crtica del uso de los cuantificadores por los PrinciPia
Mathematica ... que el Tmctatus acaba de analizar.
Parecera que los Principia Mathematica explican qu decimos sobre x e y cuando los llamamos idnticos. As como parece
decir de las cosas que forman un par que estn en esta (cul?)
relacin entre s. Quiz Russell pensara que. a menos que tratase
a x = y como una funcin, no podra escribir las proposiciones
de la aritmtica en notacin lgica.
Ramsey pareci aceptar la crtica de la definicin de identidad de RusseIl. Pero quera conservar x = y como funcin: as,
parece a primera vista como si hubiese conservado la substancia
Y es una funcin en extensin de dos
de la teora de Russell. ",'(
variables. Su valor es una tautologa cuando x e y tienen el
mismo valor y una contradiccin cuando x, y, tienen valores distintos." 6 Pero no hay fundone; en el sentido de Russell o de
Frege; as, cuando Ramsey habh de "una variable aparente <f1;".
por ejemplo, no sabemos qu di~e. Lo que comparta con Russell
era una confusin en la aplicacin de las matemticas y la referencia a las co.'las.
Dijo (p. 49) que
Aparentemente, Ramsey rechaza las formulaciones del TraetattlS 5.321 basndose en que una proposicin semejante podra
ser falsa; no podemos estar seguros de que los hechos la justificaran: "todas las cosas pueden descomponerse en triadas". y la
ventaja de las funciones en extensin (de Ramsey) sera que la
correlacin aqu es arbitraria; la afirmacin de esas funciones no
depende de si los individuos concuerdan a discrepan en cuanto
a sus propiedades.
l!
41
Wittgenstein dira entonces, como dijo despus: "La aplicacin de las matemticas en nuestro lenguaje no dice qu es
verdadero y qu es falso, sino qu es sentido y qu es sin sentido".
La aTitmtica
Ramsey y RusselI queran expresar la aritmtica -las matemticas- en trminos lgicos; en trminos de relaciones entre
funciones. El Tracta/us sostiene que las proposiciones de las matemticas son ecuaciones y que stas muestran la lgica del mundo
como lo hacen las tautologas: pero no son tautologas. ("La 1gjca del mundo": aproximadamente, hablamos en la misma forma
de la necesidad y la imposibilidad aqu como en lgica.)
La notacin de Russell para las expresiones numricas no
indica su interconexin con operaciones tales como la suma y la
multiplicacin. El Tractatus sostiene que comprendemos los nmeros cuando los vemos como rasgos de un sistema formal
o clculo. "Die Zahlen treten mit dem Kalkl in die Logik ein"
(los nmeros entran con el clculo en la lgica).7 Una correlacin
entre signos a ambos lados de una implicacin no proporcionara
e~to; as como no brinda una concepcin de una serie formal.
Supongamos que indicramos que es la expresin de una identidad. Qu hay de matemtico en esto? Cmo interviene en el,
asunto la concepcin de "y as sucesivamente"? Cmo se expresa
una regla?"
Esto es una crtica de la concepcin de Russell de la generalidad de las matemticas y la lgica.
Supongamos que afirmemos que el resultado de un clculo
tiene validez universal. Esto es de la misma forma que si dij;'amos que el desarrollo de un' decimal dado es peridico. Es lo
que expres \Vittgenstein en el Tractatus al hablar de '''el trmino
general de una serie formal" o "la forma general del nmero".
Y, como lo observ ms adelante, la "generalidad" de (1, x, x
1)
no puede expresarse con" (x). (1, x, x
1)". (Hablaba de la in
duccin y de la idea de "tener validez para todos los nmeros".)
Nos sentiramos dispuestos a decir que la forma general de.
la operacin es la misma que el concepto general de una serie
formal. .. salvo que no hay en realidad tal concepto; es una
forma. Y necesitamos mantener especialmente esta distincin cuando hablamos de una generalidad. El signo para una operacin es
42
43
"Oj\{TOLOGIA" E lDEN:'TIDAD
el signo para la repeticin de la misma operaclOn ser un exponente escrito en primer lugar como una sucesin de "+ 1". Pero
esto es el "+" de la suma aritmtica. Y sean cuales fueren las difi
cultades que eso pueda aportar aqu, no es la suma lgica.
pvp=p
l+l~1
9 "El concepto de las aplicaciones sucesivas de una operacin es equivalente al concepto y as sucesivamen:e".
,44
"+
45
"O]{TOLOGfA" E IDEl'{TIDAD
+ + +
+ + + +
+ +
comprender ninguna operaclOn. No comprenderamos la instruccin "elabore el clculo". El "as" en "y as sucesivamente" carecera de significacin. Si es esto lo que significa "Hay una forma
general de operacin", no se sigue de ello que podamos pedir que
se escriba la forma general de operacin. Wittgenstein abandon
toda esa manera de hablar cuando (en 1929) dej de referirse a
la forma general de proposicin. Pero la distincin de operaciones y funciones de verdad fue importante para estudiar la notacin lgica de RusseIl para la aritmtica. Fue, quizs, un paso
adelante para reconocer que las operaciones matemticas y las
lgicas no pueden marchar juntas.
+ +
+ +
.46
+ +
47
CAPiTULO III
D.
S. SHWAYDER
LAS MATEMTICAS
ESTUDIOS SOBRE LA FILOSOFtA DE WI'TTGE}XSTEI}X
50
es ms evidente esto que en el desarrollo de la teora de los conjuntos desde los tiempos de Cantor.
En este artculo, quiero presentar la filosofa de las matemticas de Wittgenstein, tal como la he ledo, con la intencin primaria de establecer indirectamente el hecho de un saldo considerableque pasa de T a R, una continuidad que tambin creo tpica
de toda su filosofa. Sostengo que Wittgenstein consider siempre
a las matem,ticas un mtodo o un acopio de mtodos que se propone demostrar conexiones conceptuales latentes o impuestas a
nuestro uso ordinario y cientfico del lenguaje. Lo que les da a las
matemticas su significacin y justifica sus necesidades civiles, cotidianas, son los roles no matemticos, de los conceptos investigados. Wittgenstein, lo cual nada tiene de sorprendente, puso nfasisen el clculo y en lo que Hilbert-Cohn-Vossen llamaron
"Matemticas intuitivas", en esa clase de pensamiento no sistemtico bien ilustrado por experimentos del pensamiento conducidos tpicamente fuera de la teora matemtica por mtodos que,
sanen .realidad, de demostracin y no de derivacin lgica. Wittgenstein,como caba esperarlo igualmente, desaprueba las teoras muy
estructuradas, pero estructuradas de una manera artificial, de las
"matemticas puras", que se dirigen ms que nada hacia otras
_partes de la propia matemtica.
'.' - ,Tratar de descomponer la posicin de Wittgenstein en mu{;hQS "temas" conectados, que desarrollar y elaborar con observadones y referencias a T, B Y R. Mi argumerito -indirecto para la
conclusin indicada son precisamente las referencias que, con
todo, han sido reunidas bastante al azar y estn destinadas a ser
slo- ilustrativas y son por cierto incompletas. A veces, la cita de
una -refetencia constituir tambin una interpretacin impIeita.s
'Mi propsito accesorio es ofrecer una alternativa a la bien
conocida interpretacin de R por el seor Dummett, que con todo,
,suscita una amplia incredulidad. 4 Convengo, con Dummett, en
que las matemticas no pueden tolerar ningn supuesto privilegio
de estipular cundo una afirmacin se justifica, pero esto no implica criticar a Wittgenstein. Mis colegas Chihara y Stroud tienen
-'1 Me limito en gran parte a los tres libros mencionados. Al redactar
este estudio, yo no tena las Notas sobre matemticas, que circularon amplia,~ente en la dcada 1950-60, aunque me alegr hallar tiles citas de ellas
en mi tesis sobre T. Creo que esas notas han sido desalojadas por R. Asimismo,
por no estar disponibles, no hice un uso sistemtico de las Notas sobre lgica,
de los Cuadernos de Moore y los diarios de Wittgenstein. En cuanto concierne
a las Investigaciones filosficas, he confiado en la impresin general que me
ha quedado, confirmada ocasionalmente por las notas sobre mi tesis. Las
,referencias a B y R se darn simplemente con esas iniciales, seguidas por 108
nmeros de pginas.
4 "Wittgenstein's Philosophy of Mathematics", Phil. Rev., 1959, pp. 824-48.
51
LAS MATEMTICAS
Rev., 1963. pp. 1734; B. Stroud, "Wittgenstein and LogicaI Necessity", Phil. Rev.,
1965, pp. 504-18.
52
nada a lo que Kreisel distingui como interrogantes en la "filosofa general" en contraste con los interrogantes en la "filosofa de
las matemticas", a saber, las concernientes a la relacin oe las
matemticas con la "vida" en contraste con las planteadas por
investigaciones matemticas especficas, para las cuales mi incompetencia es enorme. Mi plan concuerda con la resistencia de
Wittgenstein a negarlo todo y con su declarado deseo de dejar
los resultados matemticos tales como son (R: 104, 157, 174; ver
tambin Dummett, ob. cit., p. 325), y no con sus conclusiones
sobre la naturaleza de las matemticas, que segn 10 he sugerido
ya, indican una semejanza con la metafsica. A pesar de todo, el
tf'mprano uso de las tablas de verdad por Wittgenstein fue un
aporte pequeo pero histricamente importante para la propia
lgica matemtica y por cierto pareci Wittgemtein a menudo
negar cosas. Acato gustosamente la autoridad de los matemticos
que dicen que Wittgenstein no captab~; la significacin matemtica
de los resultados que interpretaba y que sus observaciones espedficas son tiles solamente para quienes, en su inocencia matemtica, son capaces de incurrir en terribles malentendidos. Mi
opinin es que la parte ltil de lo que tiene que decir 'Vittgenstein
sobre las nroposiciones verdaderas pero que no se pueden probar
de R (p. 50 Y ss.) ha sido mejor expresada despus por otros, y por
cierto que l no muestra muchl sensibilidad ante las sutilezas de
las interrogantes matemticas en juego. Con todo, dir algo sobre
las opiniones de Wittgenstein con respecto a m'lmeros reales y la
consistencia.
El grueso de lo que sigue ser una revisin de temas que reaparecen en la filosofa de las matemticas de Wittgenstein. Comienzo con algunas observaciones histricas generales y termino
con una valuacin de mera frmula v con una tentativa de darle
un carcter verosmil a las ideas de Wittgenstein.
A 19unos antecedentes
Quizs el rasgo ms distintivo y revolucionario de los programas logsticos de Frege y Russell para las matemticas puras haya
sido la finalidad declarada de hacer anclar a las matemticas en
el lecho del pensamiento y el lenguaje no matemticos. La lgica
y las matemticas son, segn este punto de vista, responsables ante
las familiares actividades de inferir, contar, medir y en ltima
instancia son teoras de las proposiciones que formulan hechos
cotidianos. Ambos pensadores consideraron necesario establecer
cierto nmero de teoras originales y aun de influencia acerca del
lenguaje, con las cuales garantizar sus teoras lgicas. Frege sub-
5-'
54
55
LAS MATEMTICAS
(Ms discnsin)
Los peldaos, a veces, sern
56
(Referencias)
~alteados.
A LA GEOMETRA,
que l asemeja al clculo (T: 2.0131,3.032,6.35; B: 152, 216 s.;
R: 16 ss., 77) ;
A LA TOPOLOGA (R: 174 s.; ver tambin el ejemplo de desatar
un nudo, B: 184).
A LA CINEMTICA,
A Wittgenstein, lo fascinaban los engranajes y mecanismos simples.
stos figuran entre sus ejemPlos favoritos de pruebas con diagramas, donde la pintura define las conexiones y trasmite la sensacin
de rigidez y compulsin (R: 35-9, 119 S., 127 s.) , y tambin excelentes ejemplos, de la forma en que puede interpretarse un movimiento real como "demostracin de lo. que es esencial" (R: 25 s.,
139, 195 s.) ;
5.4731, 6.233]. La forma en que son reflejadas demostrativamente las propiedades lgicas del lenguaje es bien ilustrada
por el uso del anlisis funcional de verdad por Wittgenstein,
tomado de Frege [T: 4.43lJ y que sugiere 10 que se lleg a
llamar desde entonces "semntica".
La PTueba as concebida sirve para Tevelar las proPiedades "in_
ternas" esenciales y las relaciones de conceptos, verbigracia las
relaciones de consecuencia lgica o la dependencia de la medida
al contar. La empTesa supone ciertamente convenciones y acaso
tambin otros hechos, pero hav hechos Que capacitan nuestras
; maneras corrientes, no matemticas, de hablar,
La necesidad de convencionf'S y la dependencia de las matpmticas de las "formas de vida" es nn tema insistente en R
rpor eiemnlo, 94 y SS. l. pero fue anticipada va en T r3. 342,
4.1121]. el empleo del "pens3mipnto" insina ampliamente
O'le la lgica sunonf' hechos psouiros.
de lo cual las matemtticas son un derirJado: fas matemliras snn
"hoslularfas" con el lenguaje y no a la invena. [T: 6: 1233;, R:
. 43 s.. 1591.
,_;
Aqu fue donde se <tnart Wittgenstein de Freg-e v' RllS~eII.
Aunque estaba de <lcuerdo con ellos al imistir en el hechO: de
una rebcin entre las matemticas y el 1>ngl1aie' vulgar y en
la idea nI" QUe la aplicacin es Jo nne les da a las matemMiras
su siqnificado. pen<lha que no h"ban IOP'1"ano cant;r p<t; denennf'ncia con sllficiente chridad o ronst,mcia m: B7 R:
41.78) ..<'IPnniendo qlJ" la ]0O' ir a nocHa propcWrinn;l'Tes lf'ves
de verd"d al lenO'll"ie (T: 1J.1.W. l).4n~ ver FreP'p. r..runr1(]'eset:lI~ v. J XVI: asimismo, en "nn ,le sus ';ltimm "rfrllln< "ner
Gedanke"- tr;dnridn v renmduriilo e'1 l'vfind 19!'fi. DD. ?Rq-!'\11
('<o. n. 2R9) ,.l" dnnr!p rl"1"i""l1. confusiones sobre la verdad y el
sig-nifirado rT: 4.431. fi.11I).
(En realidad. la {ltima v desnrden:lcla forma d~ hablar de
Witt!:!'enstein ~obre el camhio de [nnrentos Dor las nruebas
matemtica~ [para lo cual vase pp. 64 y s., abaiol suele parecerse sosnechosamen tI" <1 1n prontJPsto nor Frege.)
Sirruiendo el in'opio 1/S0 rip WiUcren ~tei71. /lrmese a esas actividades concehtuares "7IUlfJ'flres" ,r "abliracinn" de las mat"'mticas;
reNtmosl0, fa aPlicarinn es lo {17 J e lp~ da "sentido" a las matemticas. rB: 201: R: 118, 147 , .. 172, 1861.
(Asimismo rB: 229]. donde dice que la aplicacin es el criterio de la realidad en las matemticas. Slo aqu la "aplicacin"
puede sig-nificar alg-o as como "efectivamente computable" e
ilustrar la ocasional disposicin de Wittgenstein a contar las
"aplicaciones internas" dentro de las propias matemticas. Es
59
LAS MATEMTICAS
61
60
LAS MA'rEM,\TICAS
63
\)-
liiIIiiIIi&,
"saber cmo seguir", presagiados en la idea de T de una "operacin" [T de 5.51; B: 191, 199; R: 3, 7, 1I7 S., 123, 176, 179}.
Encuentro particularmente vigoroso su ejemplo de desatar
nudos [B: IS2, lS4 s.].
Wittgenstein 5uele expre.sar esto en forma exagerada hablando
de "invencin" [B: 186; R: 47. 59, 140]. Cuando abandon su
concepcin "esttica" del lenguaje como un sistema unificado
gobernado por el "postulado de la determinatividad del sentido"
con una nica forma general de proposicin cuya lgica toda
pudiera ser captada a un tiempo [T: 2.0124, 3.23, 4.5, 4.53, 5.47,
5.476,5.55,5.557; B: 177, 187J, cuando la unidad del lenguaje le
cedi el paso a la variedad de los juegos de lenguaje, una lgica
monoltica a la "mescolanza de las matemticas" [R: S4, 194].
(Las semillas fueron sembradas ya en el anlisis de T de la
mecnica [esp. 6.34-6.35]. Wittgenstein trat de acallar la
incoherencia en 6.3431. Su uso de la "Forderung" en el sentido de la "exigencia" en 3.23 y 6.1223 anticip tambin el
futuro. Asimismo en B (170), donde se preocupa acerca de
cmo es posible la prueba si sta depende solamente del sentido que debe ser captado antes de que pueda ser intentada
la prueba: esto, lleva naturalmente a la idea de que la prueba modifica tambin o crea sentido.)
y la demostracin matemdtica se volvi en sus aplicaciones relativamente inestable, como una mesa de cUlltro patas [R: lIS,IS0}.
se enfrent con el problema de decir hasta qu punto cambia
tambin y crea conceptos la demostracin de las conexiones conceptuales.
Wittgenstein no se senta cmodo con esa manera de hablar de
la modificacin e innovacin de! concepto a la cual algunos
de sus comentaristas han asignado tanta importancia [R: 126,
154] . El antiguo concepto, en todo caso, siempre est en el
trasfondo [R: 121]. El hecho es que Wittgenstein tenia en
vista muchas COsas aceptables, ms o menos distintas. Lo ms
importante era establecer nuevas conexiones t:ntre los (viejos)
conceptos y crear con ello el concepto de una conexin [R: 79,
154, lSS, 195].
(Pero, pregunta ... , es el aparato conceptual un concepto,
es un "camino conceptual un concepto" [154, lSS]? A ese
respecto, vale la pena observar que los conceptos matemticos en cuestin, por ejemplo, el nmero p1'imo, tpicamente
no tienen un uso vulgar.)
Pero tambin: Dando vuelta a las cosas para que parezcan distintas [R: lS, 122, 192]: ampliando viejos p:l:adigmas y reglas
para abarcar casos nuevos [R: 47, 193]; cambiando reglas y
64
LAS MATEMTiCAS
trayendo otras nuevas [R: 124]; introduciendo nuevos paradigmas [R: 7S, S2]; introduciendo nuevos paradigmas para una
aplicacin interna dentro de las propias matemticas, verbigracia remode!ando la aritmtica en un molde algebraico [B:
2028];
(La manera de hablar de Wittgenstein sobre la creacin de
conceptos es, por razones obvias, ms adecuada para las aplicaciones "internas"; la filosofa general de Wittgenstein est
calculada para darles poca importancia a stas y pasarlas por
alto. Uno podra reescribir el tema del lenguaje corriente
para decir que la matemtica es creada "esencialmente" para
aumentar nuestra comprensin reflexiva de los conceptos
vulgares no registrados que deben estar "ah" adelantndose
a las matemticas.)
estableciendo criterios de identidad, por ejemplo, haciendo explcito que un nmero cardinal no se ve afectado por la direccin desde la cual se cuenta un conjunto.
Nuestra descripcin de lo abigarrado de las matemticas debera
captar, en cualquier caso, el orden conceptual natural de las distintas tcnicas, un orden que duplica las relaciones de dependencia dentro del lenguaje [8: 244 s.: R: 7]. Esto es un instrumento
importante en la critica de Wittgenstein a las tentativas de reducir una parte de las matemticas a otra, por ejemPlo, la teora de
los nmeros a la lgica. [Para e! desarrollo, ver tema 7, ms
abajo.]
65
LAS MATEMTICAS
chas de Wittgenstein sobre las teoras deductivas de las matemticas que recurran a paradigmas tan empricos como la
coordinacin de los objetos y usualmente trataba las posibilidades como realidades [B: 140, 164 s., 212], Y en las cuales la
demostracin era asimilada a una pauta de deduccin de enunciados empricos desde otros enunciados empricos que condujeron de regreso finalmente a axiomas que. simplemente, son
evidentes por si mismos u obVIOS rT: 5.4731. 6.1232, 6.127l.
Una necesidad, de acuerdo con el Wittgenstein de los primeros
tiempos. es alg:o C1lyo contrario no tmede ser concebido en forma
coh,erente 'V que. flor lo tanto. no 1Juede ser puesto en duda significativamente rT: 3. O!J3. 0321, .1) 47311. Los are:umen tos trascrmdentales dpben establecer necesidades oue son, 1Jor a, decirlo,
el otro lado de la paradoja. La verdad de esas 1Jroposiciones es
determinada con su sentido rT: 3.04~ ~.05: B: 1441, 'V no tienen
fustificacilm ah,una salvo 7a comprensin en s. Ms tarde, dira
que esns flroposciones no son tan ciertas como -brobadas por el
11050 rR: 41. Son WI :l priori y conocidas antes del hpcho. por el
lenguaie solamente rT: 3.04: B: 1431. La exil!encia de necesidad
/lar([ los resultados matemticos es concomitante con la idea de
Wittl!errstein en lns primernc "'empos de mle las realidades de [as
matemticas 050'7 las -hnsihiTirJades rle 111 vida cotidiann. irnfllll a 10
nue hademos decir rT: 2.0121: B: 1%. 140, 153. 11)1, 164.253:
R: 1161. cu'Va existencia no puede ser Puesta en duda sil!nificati1/amente. -bar ser flrohada por su esencia R: 1241 'V fJ'arant7.ada
por el lenl!1I.aie rT: 5.525. 3.041. A unqtle WiUl!enstein se liber
ms trrrdp de esta manera de hablar. jams dei de pensar que la
necesidad es una eshecie de dePendencia en el 1/S0 del len.e:uaie
rB: 135: R: 4. ?O, J 531, aunque lo filoso del axioma fue embotado
por s enmienda de que a veces Planteamos necesidades para fi';nr l1n sentido antes indetprminado rR: 113 V ss .. 1211. En T,
TVittl!enstein sostuvo con fiTmeza que lo que es necesariamente
as carece en absoluto dp conserllenr:ias confinfJ'pntes 'V d~ 71inO'1n
modo puede depender d(~ los hechos rT: 2.0211, 5.55], 5.552,
5.5542. 5.634, 6.12221. Esta tesis. aunque an bastan te en boga,
es probablemente incoherente y el proPio Wittgenstein la abandon en sus escritos posteriores.
66
~.].
Las necesidades no versan, de ningn modo, "sobre" sus presupuestos contingentes [R: 159ss., 170 y ss., 187]. Y, aunque multiformes [R: 125] funcionan an fiscalizando los paradigmas, las
reglas, etctera y de ah que no sean afirmaciones empricas de
hechos [R: 32,46 s., 81, 159, 174]. Aunque, en realidad, habramos podido pensar de otro modo, el pensar tal como lo hacemos
limita lo que es pensable y determzna qu debe ser. Lo que se
reconoce como proposiciones necesarias sera simplemente indecible en otro mundo. Si el mundo fue'i'a muy distinto de lo que
es, nuestros conceptos reales no podran hacerse accesibles y algo
de lo que podemos captar ahora no sera inteligible: a la inversa,
no podemos ahora concebir inteligentemente todo lo que tendra
sentido entonces. Wittgenstein exclama "Cmo podemos describir los fundamentos de nuest'i'O lenguaje con proposiciones emP-
ricas?". [R: 120; ver tambin 4 s., 14, 96 Y ss. 120 y el desarrollo del
tema por Stroud, obra citada.] Esos presupuestos fundamentales
son los contingentes "lmites del emPirismo" [R: 96, 171, 176],
implicado por lo que no podemos poner en tela de juicio significativamente.
Tema 5. LOS RESULTADOS MATEMTICOS NO SON CONCLUSIONES GENERALES SINO PRUEBAS VISIBLES.
(Desde el principio, a Wittgenstein le preocup la aparente
generalidad de las proposiciones de la lgica. En cartas a
RusselI y en las Notas sobre Lgica, propuso que las proposiciones de la lgica fuer:m conclusiones completas. [Ver
Cuadernos de Wittgenstein, 1914-16, pp. 119, 103, 126.] Se
alej ya de stos en los Cuadernos de Moore [ibd., p. 1071,
y, en T, su axioma La selal de las proposiciones lgicas no
es su validez general [6.1231,6.1232], se convirti en uno
de los focos de su crtica a Frege y Russell. Su sensacin de
la importancia dd pensamiento de que la verdad matemtica
67
LAS MATEMTICAS
LAS MATEMTICAS
ESTUDIOS SOBRE LA FlLOSOfL'I. DE \\'ITTCE,\:STEl;X
o
cos, diagramas cinemticos, conversiones de unidades... y
casi ningn detalle.)
La prueba de claridad puede usar aparentemente casi todo lo
que no es discutido l R: 451, por ser ilustrativa de lo que es esencial, [65], de ah que sobre todo la contingencia y [124], sobre
lo cual la comprensin no puede ser engaada L75, l:l1, YO s.].
La exigencia de claridad fue usada vigorosamente por Wittgenstein en su crtica del "reduccionismo" en las matemticas: a las supuestas pruebas alternativas (verbigracia la prueba
logstica de las identidades aritmticas) les falta la claridad
necesaria .. , lo que se prueba ms bien, y en forma clara, es
una correspondencia general entre dos sistemas l R: 5 y ss.;
para el desarrollo, ver tema 7, abajo J.
Wittgenstein ha sido calificado de "finltlsta" [Kreisel, [1], p. 148,
Y Bernays, ob. cit., p. 11; pero ntense las propias negaclOnes implcitas de Wittgenstein en R: 63, 150]. Creo que parte de lo
que se quiere decir tiene algo que ver con su exigencia de claridad. Una prueba debe exhibir o demostrar conexiones esenciales. Eso puede lograrse haciendo una "construccin" [por ejemplo, B: 132], o exhibiendo una representacin aparentemente
concreta o aejando que la mquina simbolice su proPio movimiento pOSible [por ejemplo, R: 37 s.]. Esas representaciones
se consideran autoaplicables y de ah que tengan una incontrovertible capacidad de persuasin geometrica [ver B: 132 s.].
Vase la siguiente demostracin de una respuesta negativa a
la pregunta de si uno puede, con siete mosaicos de 2 X 1, revestir el piso de un cuarto de bao que ya tiene mosaicos de
1 X 1 en dos rincones opuestos:
10
11
12
16
15
14
13
impar
1~
par
--
71
70
.. ' - '
LAS MA'TEM'TICAS
[R: 571.
Al atribuir la infinitud en este sentido, uno revela confian%ll en
que ha captado visiblemente la ilimitada amplitud total de aplicacin de fin (solo) concepto (regla, forma, etctera) [T: 2.0131:
B!: 153, 157, 313 s.].
La afirmaci6n de que un hecho seguro ocurrir en algn momento de la infinitud del tiempo es algo asi como una tautologa rB: 153,3111.
Pero se puede juzf!ar mal una reda formulada finitamente, como
fin enunciado universal no verificable, sobre un gran conjunfo
de cosas. considerar cada aPlicaci6n posible de una regM nico
romo 1m rral objeto matemdtico [B.o 314; para "inverificabili
dad", ver 1491.
VilO considera las posibilidades singulares latentes en nues
Iras formas de pensar como realidades plurales. Pero una
pmibilidad infinita no es la posibilidad de un infinito real
rn: 164 S., 159, 219, 312s.].
(Suponiendo, por ejemplo, que las posibilidades de poner
las cosas por pares -los nmeros naturales- puedan a su
wz ser puestas en pares como las manzanas y las peras..
rB.o 140, 1621-)
El en-or es en parte el resultado de mezclar el material, el
"recipiente" temporal de la capacidad y la oportunidad, con
el "recipiente" intemporal "adverbial" de la posibilidad lgica. rB: 161 s.. 219, 311 ss.; tambin R: 38 s.] Esto es una con
fllSin de den F:lementen der Erkennstnis (de los elementos
del ronocimiento) con las cuestiones fsicas B: 1681.
(Esto es 1111 ejemplo del tema familiar de las asimilaciones
gramaticales errneas.)
Las posibilidades son singulares y sus supuestas extensiones no
pueden tener una existencia independiente.
(La existencia de una extensin infinita es probada por la
esencia fR: 124, 221 s.]. por ejemplo, el lenguaje tiene tm
nmero ilimitado de nombres r T : 5.5351.)
Los grupos infinitos supuestos presuponen siempre conceplo'l(lgico.s) y dehen ser "construidos" rB : 155, 221, 2441.
El espurio resultante mundo de los "conjuntos" puede presentarse como el Irma proPiamente dicho y autnomo de las matemticas para reclamar los titulos de las desacreditadas filosofla.f;
del empirismo y el psicologismo.
(Hay precedentes de este tipo de "platonismo" en la anti-
72
.: r.
~"
... ;.
;';""t.....
73
La teora del conjunto, cuyo uso general dara slo por resultado cubrir los rasgos distintivos de las diferentes partes de las
matemticas con una estructura formal uniforme, no podra ser,
menos que nada, un fundamento para las matemticas [B: 206;
R: ISO: para el desarrollo, ver tema 7, ms abajo]. La teora
del conjunto (cuyas credenciales, como una parte de la mezcla,
no estn en discusin) slo puede ser "edimida filosficamente
destruyendo la teologa de la "matemtica pura", con su panten de objetos que flotan libremente [R: 142] y sus caprichosas
imgenes [R: 60s., 180s.] y cuestiones escolsticas [B: 149;
R: 59], haciendo volver al sujeto a sus aplicaciones y ejemPlos
concretos [R: 62 s., 133 ss., 146, 152 s.], desvindose de las absfracciones gratuitas (ver Kre1sel [2]). Los matemticos en general y los tericos del conjunto en particular, no proporcionan
descripciones generales de conjuntos amorfos, sino que brindan
esquemas generales para tratar los casos particulares. Esas aPlicaciones a los casos son esenciales y debemos siempre prestar
atencin a las funciones vulgares y matemticas de los conceptos matemticos en su orden de dependencia.
Con respecto a la dependencia, los nmeros reales presuponen
los naturales y deben ser comparables con los racionales
[B: 231 s. 236 ss.; ver tema 7 y tema 10, ms abajo]. Nuestra
comprensin de la continuidad y de otras nociones semejalltes est edificada sobre nuestra familiaridad con los nmeros
[B: 207 s.] y tiene importantes conexiones con la geometra
[R: 148, 151]. La teora del conjunto no debe tratar de invertir las dependencias o suponer que puede hacerlas desaparecer [B: 211], ni tratar de ocultar la distintividad de las diversas partes de las matemticas con una dilucidacin amorfa,
uniforme [E: 206, 209; R: 146; para un desarrollo mejor, ver
tema 7, ms abajo]. Las funciones vulgares deben dominar
las matemticas, consideraba Wittgenstein, pero es significativo que los conceptos tericos del conjunto se aplican casi
exclusivamente dentro de las propias matemticas [R: 186].
Escribiendo sobre la densidad de los racionales, dice:
"Las fracciones no pueden ser dispuestas por orden de magnitud." Antes que nada, esto parece muy interesante y destacable.
"Parece interesarse en forma muy distinta de, digamos, una
proposicin del clculo diferencial. La diferencia, me parece,
radica en el hecho de que semejante proposicin es asociada
finalmente a una aplicacin a la fsica, mientras que sta proposicin pertenece simple y exclusivamente a las matemticas,
LAS MATEMA'TICAS
74
7,1
~
BS'I'vmos
LAS MATEMTICAS
En primer lugar, porque la 1'educcin destruira la claridad eseucial de la prueba [B: 125 S.; R: 62 s., 68, 70, 81" 83, 91 J. En
segundo lugar, no nos conseguira lo que tenamos y queramus
conservar, por ejemPlo, una reduccin logstica no nos enseari(J
a calcular o Tesolver ecuaciones diferenciales [B: 127; R: 66, 71,
89J. Tercero, el resultado justifica la reduccin intentada y 110
viceversa; la prueba ms corta, original, nos dice cmo debera
surgir la ms larga. [B: 127; R: 73 s., 81. 83, 91, 171]. Y, finalmente, el reduccionismo confunde sistemticamente una rep1'esentacin de una teora por otra mediante la identificacin [R:
66, 72, N-, 89 s., 91].
I Vittgenstein submya en furma exagerada pero interesante la
diferencia y la autonoma.
Por ejemplo, las diferencias existentes en las matemticas entre
los enunciados existenciales aparentes _y entre los enunciados
existenciales y las funciones de verdad [B: 149; R: 141, 1441,
nmeros pequeos)' grandes R: 67, 74, ecuaciones e inecuaciones [B: ~49; R: 1].
~us criterios para la independencia mutua de las teoriaS y la
autonoma matemtica pareceran ser los siguien tes:
(1) Podra aprenderse ulla leuT/a (tcnica, etctera) con independencia de otra! [R: 86. J
(2) Tiene el sujetu sus proPias tcnicas caracteristicas [R.: 1:15
SS.,
145];
(3) su proPia aPliwcin caracterstica, por ejemPlo, en la agrimensura! lR: 81:1, 190].
(4) ,UtiLiza o prempone de otro lIludo la reduccin implicada
los cunwjJtus analizados? [B: 125 ss.; R: 66 s., 71 s., 83, 85].
(5) Finalmente... son aplicables inmediatamente por si mismos lus conceptos en cuestin, por ejemplo, cuando contamos los
nmeros o usamos una construccin geomtrica para ilustrar una
prueba? [B: 132 s.].
La autoaplicacin garantiza la claridad e independencia de la
contingencia. Si la prueba es un ejemplo de cmo es, uno no
puede negar que eso es como es, del mismo modo que quien
grita sinceramente no puede dejar de saber que eso es dolor
[B: 130, 132J.
La altemativa de Wittgenstein al reduccionismo de cualquier da:le -sea a los nmeros, la geometra, la lgica o los grupos- era
atender a las variedades del lenguaje elegible para la dilucidacin
matemtica y a la consiguiente mezcla de las matemticas.
(Aunque la "mezcla" no es un tema en T, donde \Vittgenstein
pareci exigir un solo lenguaje unificado, la idea se preanuncia
en sus observaciones interesantes pero insastifactorias sobre la
77
76
.......
LAS MATEMTICAS
podra ser afirmada o negada, sino slo exhibida [B: 192, 198 s.].
En T, la interdiccin de Wittgenstein fue codificada en el
exagerado axioma de que lo que se poda mostrar as no se
poda decir. Se aferr a esto en E, donde continu considerando
el lenguaje una unidad intrascendible en que todas las proposiciones tienen un sentido perfectamente determinado [E: 123,
139, 143 s., 152, 168, 178, 198, 203, 208, 234].
(En [208], rechaza el principio de que ciertos grupos slo
pueden ser descriptos y no presentados honradamente sobre
su base.)
La tesis de que los resultados, de, por lo menos, algunas partes
de las matemticas, no pueden ser formulados adicional e incoherentemente fue apoyada proposicionalmente usando el principio de la verificacin fE: 172, 174 s., 190, 336, 3381. Un dbil
eco de "mostracin" se oye an a lo lejos en R [791, aunque
entonces Wittgenstein se haba evadido de esta posicin, indefendiblemente hermtica.
Wittgenstein se mostr siempre cauteloso con la concepcin de
una proposicin matemtica porque, arga,
(1) no tienen un lema proPio rT: 6.11 J; 6.211; ver tema 61,
(2) no trasmiten informacin [T: 2.225, 5.142, 6.11, 6.122,
6.2321,6.2323; R: 31, 53 s.l:
(3) no admiten alternatirJas sirsnifirativas rT: 4.463, 6.1222);
(4) premponen Sil proPia exactitud [T: 6. 123, 6.1261, 6. 1264,
6.1265,6.23,6.232-6. 2322 1.
Su sentido presupone su verdad r B: H41 " no son ms afirmahles que sus contrapartes entre las pandoias auto-referenciales.
TViU,l!enstein, como raba esperarlo, tuvo duras balabras para IflS
llamadas conjeturas e hiptesis de las mI/temticas, por ejemfJlo
la Hiptesis Riemann rB: 190 s., 3381. Una consecuencia interesante y relativamente PlaUlible de S1l oPinin es que las proposi<iones aparentes de las matemticas no tienen nee:aci011e.s; 0, ms
bien. que las nee:aciones aparentes (por ejemhlo las inecuaciones)
son determinaciones independientes B: 247-2511. En B V en R
Wittp:enstein pudo clasificar las no proposiciones como rdenes,
. reglas l' aplicaciones esquemticas de rerdas B: l43. 194, 322 s.;
R: 47,77, 118, 1201, definiciones rB: 1981 o simPlemente tcnicas
R: 431. Seal la posibilidad de impartir tcnicas matemticas
sin el beneficio de protJOsiciones formuladas o aparentes; por
ejemPlo, le ensdamos a Ilna {ersona a contar o a integrar sin
molestarse en comunicar "hechos" tales como los teoremas fundamentales de Za aritmetica y el clculo rR: 49, 1181. La tesis de
, Wittgenstein de que los resultados matemticos no son proposi-
79
78
~
r
LAS MA'TEM'TICAS
184] .
(Pero eso no es una proposicin.)
Las llamadas proposiciones maternaticas, son esencialmente condusioncs de prueba [B: 192; tambin Dummett, obra citada, p.
327].
Si se puede creer en las proposiciones matemticas, eso implica
creer que uno tiene una prueba [B: 204; R: 32].
(Creo que ese pemamiento sera cierto si dijera" ... que har
una prueba.").
Conocer una proposicin matemtica es saber cmo se la puede
probar y saber esto es haberla probado [B: 199].
No pueden ser comprendidas cuando se las separa de la prueba
11: 183; R: 26 s., 52, 77).
(Como la superficie de un cuerpo [B: 192].)
Con referencia al ejemplo favorito de clculo de Wittgenstein.
no existe una distincin clara entre la prueba y la conclusin
[T: 6.126-6.1265; n: 130; R: 26, 32 s.; y ver Kreisel [1], p.
140] .
(Analizando el Teorema de la Incompletitud de Goedel y
la manera usual de hablar de l como si se dijera algo de
s mismo, dice "En este sentido, la proposicin "625 = 25
X 25" afirma tambin algo sobre si misma: es decir que el
nmero de la izquierda se obtiene multiplicando los nmeros
de la derecha" [R: 176].)
IVittgenstein pretende que la conclusin alegada es en s misma
81
80
l ...."
F81.
,V~-'
...
saber, la distincin entre las secuencias generalmente recursivas y las secuencias enumerables simplemente recursivas.
Vase esp. R [133 ss.], donde Wittgenstein hace la observacin de apoyo de que la negacin de "Existe una ley de que
p" no es "Existe una ley de que "'p" [R: 141; tambin
B: 228 s.].)
Hizo objeciones, en particular, a la idea de "secuencia de libre
eleccin" arbitrarias, consideradas especiosamente como gene radas por algn proceso mecnico temporario, tal como arrojar
una moneda [B: 165 ss., 218 ss., 233 J.
Wittgenstein tenia tambin dudas sobre el "Argumento Diagonal"
de Ca.ntor,
Presuponiendo aparentemente familiaridad con un nmero real
no definido an, la prueba parece exigirnos que obremos en
ignorancia y sin una comprensin concreta [B: 226 J. La prueba
asimila la introduccin de un nuevo concepto en un descubrimiento profundo y misterioso. Pero la profundidad es una ilusin y el misterio se debe al hecho de que, hasta despus de
haberse comprendido el argumento, no resulta claro dnde y
; cmo se aplica el concepto y tratamos de establecer su sentido
en trminos en otras partes adecuados, por ejemplo, en trminos
de comparaciones de magnitud [R: 54 y ss.].
y sobre el teorema de Dedekind de que el conjunto de los nmeros
r{:ales est cerrado para todo cMte construido sobre ellos [B: 224 s.,
148 ss.].
" Objet, sobre todo, a la imagen de "insertar" reales entre los
'-racionales B: 223, 339; R: 151.
Aparentemente, Wittgenstein no hizo objeciones a la concepcin
Cllsica de un nmero real como lmite de una secuencia de sumas
parciales, representadas quizs por la asignacin de un argumento
a Un desarrollo bien definido de series de potencia. Aqu podemos
an distinguir la relacin de los nmeros reales con la institucin
VUlgar de la medicin [B: 230, 235; mi interpretacin quizs
incorrecta de "messen"], y son menos adecuados que con la concPcin ms abstracta para borrar las lneas claras de dependencia
de los reales de las otras teoras matemticas y sobre todo del
sistema de los nmeros racionales [B: 228; R: 148J.
Un tema particularmente insistente en B fue la exigencia de
Wittgenstein de que determinados nmeros reales fuesen com.. parables, efectiva y uniformemente, a los racionales de que
dependen [B: 227, 236 y ss.].
. (La regla de desarrollo de uno real es el mtodo de comparacin con los racionales B: 236-44 J.)
La introduccin o definkin de un nmero real debe indicar
Tema 10. EN SUS PERODOS MEDIO Y LTIMO. WITTGENSTEIN MOSTR UN NACIENTE INTERS POR LA
APLICACIN DE LOS CONCEPTOS MATEMTICOS DENTRO DE LAS PROPIAS MATEMTICAS, SOBRE TODO EN
CONEXIN CON EL PROBLEMA DE LA CONSISTENCIA
(OUE FXAMINAREMOS MS ABATO) y EN INTERPRETACIONES TERICAS POR CON1UNTOS DE LA REPRESENTACTN CLSICA DE LOS NMEROS REALES POR DECIMALES PERIDICOS. rPara estos ltimos. ver B en toda su
extensin, pero ms que nada las partes XII. XV-XVII Y el primer
Anhang;; R: Apndice 111
Wi1trz:enstein sospechaba positivamente que la idea de nmeros
reales poda ser considerada como con 1untos infinitos arbitrarios de intervalos enrafados de racionales o como arbitrarias
"cortaduras" Dedekind. conr:ebidas como existentes fllera de nuestras concePciones sin necesidad de reda () esflecificacin. <;ta es
ln peor forma del "extensionalismo". donde slo f>areremos saber
de qu estamos hablando. basados en iml!enes caprichoms 'v nenas de toda clase de problemas aparentes y aplicaciones errneas
[ver ms arriba temas 2 y 61
Pensamos en un nmero real como en unl sucesin de cosas
definida pero infinitamente larra que podemos sistemticamente desechar v, despus de un tiempo infinito el:orar como un
trabaio hecho, un estado en el que podramos h,!Ilarnos va si
hubiramos vivido desde tiempos inmemori'es rB: 149, 1fl4 v
ss., 236 s.l. Podemos pensar en esta forma sobre sucesiones infinitas y procesos infinitos porque confundimos v proYectamos
rasQ"os accidentales d~ la representacin cnm0 ('lementos esenciales de la concepcin rB: 231 s.; R: 2511.
(La vigorosa dialctica dirigida nor Witto:ens!ein contra la
fcil suposicin de que la representacin de un nmero real
contiene simplemente o no contien~ cierto cuadro de dgitos
encierra el germen de un autntico punto matemtico, a
'82
LAS MATEMTICAS
83
~,
,.
fT
Tena la misma escasa paciencia con la preocupacin metamalemtica conexa por las cuestiones de independencia y carcter
completo [B: 189 s., 319, 324, 335 ss.].
Sosten{a que el temOl' a una contradiccin no revelada hasta entonces era una ficcin o algo neurtico [B: 318 s., 323, 325, 332, 338,
!H5 S.; R: 181], en plimer lugar, porque la aparicin de una con.
tradiccin no es lo nico que puede resultar mal en las matemtica.s
[B: lJ25; R: 105, UO, 196]; en segundo lugar, p01'que la demostracin de una contradiccin en si slo sera un resultado matemtico
ms, aunque estuviera en otro sistema que aquel en que encontrramos la supuesta inconsistencia; [B: 189, 320, 328, 330, 335, 341;
R: 167 s.];
Arga que slo las matemticas formalizadas, derivacionales,
podan pretender considerar un desastre a una contradiccin.
Pero en realidad una contradiccin formal slo sera interesante si fuera tambin una inconsistencia, presuponiendo as
que el sislema tuviese verdad, significado y aplicaci6n [B:
321 SS., 333, 337, 339; R: 104, 166].
(Una contradiccin es slo una pieza ms en el juego imaginado de la matemtica formal [B: 318 s., 326, 331 s.].)
lVittgenslein crea que sus opiniones sobre el significado y la
aplicacin de las matemticas no dejaban sitio a cuestiones
filosMicas significativas sobre demostrabilidad y consistencia
B: 189, 322, 329 s., 339; R: 104, 109, 166 ss., 178, 181].
(Esla pretensin fue apoyada a veces en forma poco satis.
factoria con el uso de principios tractarianos sobre lo que
slo puede ser mostrado y no dicho y sobre la imposibilidad
de franquear significativamente los lmites del lenguaje [B:
!~26, 330, 336.],)
tercero, las contradicciones pueden ser tomadas siempre con bene.
ficio de inventario rR: 51, 101, 141: 150 s., 166, 168, 170, 181 s.] y
hasta usadas [R: 150 S., 166, 171, 183]. Los sistemas con contradicciones pueden siempre, en el peor de los casos, ser remendados
con reparariones mds o menos ad hoc. [B: 319, 333, 345; R: 102,
181 J. En todo caso, una prueba de consistencia no nos darla los
medios de fiscalizacin que necesitaramos y la confianza que nos
faltarla si las matemticas nos inspimran realmente escepticismo
lB: 330, 3'15; R: 104, 106 s., 109 s., 181].
Tema 11. LA MDULA DE L\.S OBJECIONES DE WITTGENSTEIN AL PROBLEMA DE LA CONSISTENCIA PARECE HABER SIDO QUE ESTA SLO ES UNA ESPECIE DE CUESTIN
MATEMTICA A LA CUAL LE HAN DADO UNA EXAGERADA IMPORTANCIA L\S MODAS DE LAS TEORAS CONTEl\IPORANEAS SOBRE LOS FUNDAMENTOS DE LAS MATEl\ITICAS [R: 52, 107],
El primer examen extenso del asunto por Wittgenstein del cual
tengamos una constancia impresa es la transcripcin de las conversaciones con Sdllick )' \Vaismann incorporadas como segundo
Allhang en B, aunque hay una clara anticipacin del mismo
en B: 189 ss. Volvi al tema de la consistencia y las pruebas de
la consistencia a menudo en R, sobre todo en las partes II y V.
Resulta evidente, con lodo, que el pensamiento de 'Vittgenstein al respecto fue condicionado en gran parte por la preocupacin existente a principios del siglo por las paradojas lgicas,
que l consideraba simplemente confusiones que deban resolver
los anlisis y no las pruebas [B: 320].
(Pero advirtase su sugestin de que la demostracin matemtica nunca es otra cosa que "anlisis" [B: 192]. Usual
mente, Wittgenstein ilustraba sus observaciones con paradojas
heterolgicas y conexas [R: 5], 102, 104 s" 150 S., 166, 170,
175, 182]. Esto podra explicar por qu interpret en forma
tan acabadamente errnea los objetivos y resultados de las
matemticas.)
La polmica de Wittgenstein concordaba en todos los puntos con
su actitud negativa con respecto a los "fundamentos" y las teorlas
matemticas sobre las m'otemticas [B: 320, 327, 330, 336; R:
109].
Conclllsin
Confo en haber creado una convincente sensacin de constancia )'
continuidad en el pensamiento de Wittgenstein sobre las matem-
84
85
l """"
~.
i
ticas, una constancia en lo bsico que aumenta bajo una continuidad de cambios de superficie en nfasis e intereses y ocasionalmente
en doctrina. Ciertamente, las lneas duras de T fueron suavizadas
en das posteriores, pero sobrevivi una doctrina reconocible para
que le dieran una ms ancha y libre aplicacin.
Constructivamente, los dos temas que continan dominando en
el pensamiento de "\Vittgenstein son que las matemticas constituyen
un equipo ordenado de instrumentos para la fiscalizacin conceptual del lenguaje vulgar y la vida en general y la concepcin de
la prueba matemtica como demostracin visible de elementos esenciales, a saber, necesidades. La doctrina era ilustrada en su mayor
parte con ejemplos de simples clculos aritmticos y el clculo de
tautologas, concedindole cierta atencin ocasionalmente a otras
partes de las "matemticas intuitivas". Desde un punto de vista
crtico, encontramos un persistente escepticismo acerca del paradigma deductivo de la demostracin matemtica, una obstinada
resistencia a concebir las matemticas como una materia autnoma
que se codifica mejor en un cuerpo creciente de proposiciones sobre
los objetos matemticos; Wittgenstein nunca se reconcili realmente
con las proposiciones matemticas ni acept la tesis, que reaparece
peridicamente en la historia, de que las matemticas pueden
unificarse en una teora nica. Su desconfianza ante las pretensiones de las "matemticas puras" era apuntalada por una seria
desatencin ante la verdadera conducta contempornea de la teora
matemtica, slo compensada parcialmente por sus preocupaciones,
tan pronto crecientes como menguantes, por la idea de un nmero
real y la concepcin del infinito matemtico y su todava posterior
reaccin crtica ante las metamatemticas (Wittgenstein, aparentemente, ignoraba por completo los trabajos recientes en lgebra.
anlisis y geometra, de los cuales habra podido recibir cierto
apoyo moral). Este tardo y perezoso inters a regaadientes por
b5 -matemticas puras no tuvo consecuencias totalmente felices, porque parece haber excitado la ocasional indiferencia de 'tVittgenstein
ante la distincin entre las aplicaciones vulgares y matemticas de
los conceptos m:ltemticos, que provectan una sombra de sospecha
cada vez ms intensa sobre toda su filosofa de las matemticas.
Algo a un tiempo ms interesante y compulsivo podra haber surgido de una investigacin de cmo las aplicaciones internas (por
ejemplo, desde los conceptos de la probabilidad hasta la teora de
los nmeros), penetran finalmente en la "vida". Wittgenstein habra hecho muy bien en tomar en serio la tesis de que la no numerabilidad es una implicacin ineludible de las aplicaciones fsicas
y tecnolgicas del anlisis matemtico. [Ver Bernays, ob. ct., p. 14.]
El cambio superficial ms obvio fue que el lenguaje unificado
LAS MA'l'EM.'nCAS
de T estaba fragmentado en un caos de juegos de lenguaje considerados como forinas de conducta, y las matemticas en la enseanza se tornaban dependientes de las convenciones y de los acuenlos
entre los hombres, de nuestras maneras de obrar y formas de vida.
Wittgenstein se volvi ms capaz an de formular sus pensamientos en el vocabulario de las "reglas", los "caminos", los "paradigmas" y las "normas" y de prestarles quizs una exagerada atencin
a las transformaciones conceptuales causadas por las demostraciones
matemticas. La tesis original de que la lgica formal y la~ mat~
r.1ticas son mtodos lgicos distintos fue atenuada en la "mezcla";
la concepcin aparentemente cristalina de "y as sucesivamentemente"
qued diluida en la nocin general de la claridad. 'Wittgenstein
se mostr preocupado por la, lneas netas [ver R.- 155, 168, 186]
e imput una teora superrgida del lenguaje a su propio yo de
los primeros tiempos [R.- 182].
A esto, desde luego, lo acompari una actitud generalmente
ms relajada con respecto al lenguaje en general. Lo que es ms
destacado, vVittgenstein, despus de una firme resistencia, abandon
~inalmente la idea de !Jllt' hasta el leng-uaje proposicional era un
sistema unificado resoluble analticamente en una "totalidad" de
juicios element;11es, anclados ellos mismos a la "totalidad" de los
objetos a que se hace referencia en ltima instancia, una opinin
que nace de lo que he llamado en o:ra pClrte "El Principio Absoluto
del SPielraum" (Tnquiry, 1961, pp. 411 s.). La rgida distincin
entre el dcrir y el mostrar se wmpe, y luego es d:cstruida la "metaffsica trascendental" del otro "mundo" ms all de los limites, el
inundo de las "posibilidades" que debe hab"r tenido la estructura
perfecta de un "ideal" para m;mtcner al lenguaje inflexible por
7
dentro. Me parece que el cambio ms importante, ms profundo
y menos visible que los dem{ls, radicaba en su opinin sobre la
necesidad. Lo propuesto retricamente en la pregunta de T "qu
debe acaecer a fin de que algo pueda acaecer?" (5-5542), cedi el
paso finalmente en la concesin de que "Corresponden a nuestras
leyes de la lgica hechos muy generales de la experiencia cotidiana'~
[R.- 36J. Por lo dems, el mundo ideal de la lgica del cual hahla
VVittgenstein con tanta elocuencia en las Invc~tgaciol1es filosficas
habra quedado totalmente separado de la contingencia del hecho.
Pero ahora los mojones de la contingencia, los "lmite5 del empirismo", son ubicados en otros hechos contingentes.
7 La primera ruptura tuvo lugar con su abandono de la exigencia de
qUe los juicios elementales fuesen independientes entre s. Esto es documen.
tado en el artculo de 1929 sobre h forma lgica y en B, partes VIII y XXI
Y en p. 317, donde reescribe T: :2 .1512 para decir que no se aplican a la
realidad sentencias aisladas (como t' crea antes) sino todo el sistema, rgido
an, del lenguaje.
B6
....
87
LAS MATEMTICAS
Valuacin. Hemos observado ya numerosos defectos en la presentacin de Wittgenstein y problemas no resueltos para su teorb
de las matemticas.
Wittgenstein, simplemente, no saba qu hacer con respecto a
las matemticas puras, donde la "aplicacin vulgar" es ya matemtica. Importa aqu ver lo que el propio Wittgenstein sola no notar:
que los conceptos matemticos no son, en s. conceptos vulgares,
Los nmeros naturales no son los m'lmeros de "cuntos?" o "cul?",
sino, simplemente, aqullos con que podemos calcular y sobre 105
cuales podemos demostrar teoremas, a menudo, sin duda, par:l los
fines corrientes de regularizar nue~tras ideas de "cuntos?", etctera.
El nmero 6 es simplemente una nocin tan matemtica como e1
nmero perfecto o No. Quizs Wittgenstein chocara ya inconscientemente con la dificultad en B al aplicar a menudo el principio
de la verificacin a las proposiciones supuestas de la teora del
nmero. La aplicacin es, me parece, enteramente razonable considerada en s misma, pero apenas coherente con la proscripcin de
las proposiciones matemticas por Wittgenstein. El problema 10
sigui persiguiendo en R, por ejemplo, donde se sinti incapaz de
hallar una tcnica vulgar para que 2 No fuese una propiedad de
rR: 186]. Parece haberlo decepcionado la doble faz de las matemticas, que mira afuera hacia su aplicacin vulgar y, adentro, h"c1a
su propia teora. [Ver R: 117 ss.l. sta se una forma rle tomar el
"carcter doble de la proposicin matemtica como ley y como
regla". fR: 1201. Como no quera neg-ar nada, Wittp:enstein deba
hallar cierta adaptacin al hecho de que las matemticas trabajan
entre sus propias paredes y establecen toda clase de cosas interesantes como la irracionalidad de '.12 y la trascendencia de :re. Esto
embota el aguijn de la crtica de W'ittg-enstein a las metamatemticas que, en sus operaciones, no difieren tanto de la teora oe
89
88
.a...
,.,;.
-",.;.,'
'
/
Otro problema de magnitud que el propio 'Wittgenstein reconoci es explicar cmo son posibles los errores en el clculo especficamente y en la demostracin generalmente. O se sabe o no se
sabe calcular; pero, si se sabe, el clculo arroja el resultado exacto.
Hasta aqu, el problema se parece un poco a la justificacin de los
errores de ortografa. Pero le da especial importancia el axioma
de Wittgenstein de que el proceso y el resultado son 10 mismo en
las matemticas y lo hace lamentable la consideracin de que si la
prueba fuese (como 10 sostena Wittgenstein) la revelacin del
sentido, resultara difcil explicar cmo podemos, con la compren
sin, proponernos probar algo, si no conocemos el resultado por
adelantado [ver B: 170]. Podemos aceptar hasta cierto punto la
declaracin confesional de Wittgenstein "No he hecho an claro el
rol del clculo errneo. El rol de la proposicin: 'Debo de haber
cometido cn error de clculo'. Esto es. realmente. la clave de una
comprensin de los 'fundamentos de las matemticas'." [R: 111;
ver tambin 33, 95, 120.]
Hay muchos otros problemas menores, no resueltos. Wittgenstein estaba mal preparado para afrontar la distincin, obvia, aunque slo ocasionalmente pertinente, entre los axiomas y los teoremas
[ver R: 79]. Por qu, por ejemplo, eran tan cautelosos los antiguos
con el axioma de las paralelas... se le consideraba generalmente
verdadero? (Y ver las propias observaciones de Wittgenstein en R:
113 s.) Asimismo ... , cmo explica Wittgenstein el hecho de que
los matemticos no "descubren" pruebas, sino teorema~? )Dndf' encajan en su plan los mtodos de ensayo y de error? Aunque puedo creer
que algo que no veo llev a Euler a su calculada desaprobacin de
n
+l
LAS MATEMTICAS
90
91
LAS MATEMTICAS
92
9~
LAS MATEMTICAS
94
95
.l;. .
LAS MA'TI!MTICAS
las que he mencionado no son de esa clase. Digo que la prueba nOI
hace ver la construccin en cierta forma que puede aparecer de vez
en cuando y, en realidad, podemos tener algo ms parecido a una
~ituacin hbrida que a un derivado. lO
He ledo en alguna parte que los banqueros genoveses inventaron en el siglo XV el inters compuesto. Me imagino que pueden
haber apoyado su introduccin de esta nueva forma de comerciar
en la siguiente demostracin: si la liquidez tiene su precio, en una
economa ideal sin friccin el inters debe ser compuesto en forma continua, ya que un inversor perfectamente racional podra sin
cesar retirar y reinvertir su capital con un inters acrecentado_
Este gnero de "prueba" debe parecerse, a mi entender, al temprano e importante descubrimiento por los babilonios de una expli-(acin de por qu los campos de igual permetro no producen igual
rendimiento y la explicacin de por qu el diario de navegacin
de El Cano tenia un da de error cuando el navegante recal
en un puerto portugus del frica a fines del primer viaje alrede
dor del mundo. Creo que son esas las demostraciones que tenia en
vista Wittgenstein. No provienen deductivamente de axiomas; toman su sentido de sus conexiones directas con una aplicacin que
es inmediata y palpable. Al mismo tiempo, es evidente que la natu
raleza no se comporta siempre como parece exigirlo la demostracin. La economa no carece de friccin; es demasiado dificultoso
ser "perfectamente racional": la "fertilidad", como el rea, puede
afectar la cosecha. Pero asimismo la prueba nos pone en condiciones de localizar los dems factores y por eso se la puede usar como
instrumento de fiscalizacin conceptual.
En el uso cotidiano, las palabras com "demostracin", "prueba" e "inferencia", en compaa de otras como "explicacin", "dilllcidacin", etctera, abarcan actividades que, aunque esencialmente lingsticas, llegan ms all del uso del lenguaje, hasta lo que
puede ganarse en cuanto a crear conviccin y organizar conocimiento. La concepcin formal moderna de la prueba como derivacin lgica, como la concepcin de explicacin corrientemente po
pular de la "ley abarcan te" , cercenara los factores no lingsticos
como algo extraamente psicolgico y reducira las nociones de demostracin y explicacin a sus componentes puramente lingfsti<:os_ En realidad, una de las hazaas de Goedel fue mostrar cmo
las pruebas formales podan ser consideradas estructuras puramente lingsticas. Con todo, la inclusin no resulta fcil de ex-
'oc
96
~~
97
Ir
I!S'TVDlOS SOBRE LA I'ILOSOI'lA DB WI'T'TGEl'{S'TBI1'{
3_
JOHN
W.
COOK
3_
98
CAPiTULO IV
99
1
En su Primera Meditacin, Descartes pone en claro las siguientes caractersticas del escepticismo filosfico: el escptico debe desechar dudas sobre casos especiales ("Han sacado al gato?" "Est
cargada la escopeta?") y una vez de ello, debe buscar bases para
discutir toda una clase de juicios. Esto debe realizarse socavando
en alguna forma el gnero usual de justificaciones que damos para
juzgar la clase de cuestin. Ahora bien. el escepticismo as entendido ha provocado un conjunto de exigencias que los filsofos han
tratado por lo general de honrar en las respuestas que le han dado
al escptico. En primer lugar, al responderle al escptico nos privamos de apelar simplemente a las justificaciones de tipo corriente
("Yo mir") ya que son precisamente sas las que l da a entender
que ha socavado. (Esto es lo que Moore pareca pasar por alto tan
a menudo.) En segundo lugar, si se le ha de contestar al escptico
en sus propios trminos y hemos de progresar de una certeza simplemente moral hasta una certeza metafsica, como lo habra expresado Descartes, tenemos que empezar por premisas que no
contienen en s presuposiciones discutibles de ninguna clase. Debemos encontrar alguna manera de fundar nuestros juicios usuale~
en lo que se ha llamado "enunciados protocolares". (Para mayor
sencillez de exposicin, conservar esta frase, recurriendo a la significacin etimolgica de "proto".) En tercer lugar, esta fundamentacin de nuestros juicios corrientes debe ser realizada sea (1)
por una justificacin de alguna clase extraordinaria para hacer
inferencias a partir de enunciados protocolales, por ejemplo, la
apelacin de Descartes a la veracidad de Dios, o (2) una construccin (en la letra, si no en espritu) de nuestros juicio", ordinarios
con sentencias protocolares usando medios puramente formales.
(Llamar a stas las exigencias del escepticismo.) Los filsofos.
como dije, han honrado usualmente esas preguntas. Ha habido ex
c.epciones, como Moore y Thomas Reid, pero sus respuestas al esrptico han sido ms desconcertantes que tiles. De acuerdo con
ello. la filosofa moderna ha sido ms que nada una lucha para
haJIar medios adecuados de satisfacer la tercera exigencia del escptico. Por eso, hemos sido testigos de una sucesin de reduccio
nistas, por un lado, y de los que ellos llaman metafsicos, por otro.
tstas son las lneas. pues, en tre las wales se libr;m las escaramuzas.
Con cierta frecuencia. un filsofo trata de hallar un terreno inter
medio, pero los dems gritan "necio" y la lucha prosigue con su,ilezas adicionales.
Tal es, en lneas generales, el medio en el cual interpretamos
a Wittgenstein. Convendr pasar revista, pues, al contenido de
las exigencias del escptico en cuanto concierne a los problemas de
100
~l.
otras mentes. La primera exigencia requiere que desechemos nuestras justificaciones usuales de nuestros enunciados sobre los pro
ceso s, sucesos y estados mentales de los dems, tales como: "S que
est preocupada; he estado hablando con ella". "Not que l estaba
dolorido; haca muecas y se agarraba el codo", etctera. (Esto debe
ser excluido, si no por otro motivo, porque "Ella me dijo" y "l
haca muecas" parecen ser, por lo menos implcitamente, enuncia
dos de sos que el escptico se propone poner en duda.) La segun
d;J exigencia es ahora que los enunciados protocolares en que fundamos cualquier enunciado sobre los procesos, ,>ucesos y estados
mentales de los dems, deb~n ser enunciados sobre cuerpos huma
nos. (Los behavioristas suelen hahlar de descripciones de "movi
mientos incoloros".) Podramos formular ms grficamente esta
exigencia diciendo que los enunciados protocolares deben estar libres de toda su~erencia de que los sujetos a que se aplican son
esencialmente distintos de los autmatas. A la tercera exigencia, se
la satisface ms usualmente sea (1) con el argumento por analo
f{a que, se admite, es menos Que Jo que acePtar el escptico, pero
lo mejor que podemos hacer si somos cartesianos, o (2) con cierta
forma de behaviorismo. Ahora. permtaseme preg-untlr cul. se presume, es la posicin de vVittgenstein en respuesta al escptico. Pa
recen existir tres interpretaciones: o bien Wittgenstein trata de
satisfacer la tercera exigencia con su nocin del criterio y es por
eso. a ne-sar de los Que lo niegan. un sUlil behaviorjsta: o continlla.
en forma refinada, la tradicin de Moore de neP.:arse a acceder a la
primera exigencia, v es por eso lo que podra llamarse "cartesiano
de lenguaje corriente"; o trata de combinar de algn modo estos
enfoques aparentemente antitticm y es as. quizs, el primer "criptocartaviorista". Lo que nadie parece haber tenido en menta en todo
esto, es 10 que tiene que decir 'Wittgenstein con respecto a la segunda exigencia y en particular sobre la idea del "cuerpo" o 1m
"movimientos corporales" de los cuales nace todo el problema. Si.
en realidad, Wittgenstein adel<lnt consideraciones substanciales
contra esta verdadera raz del problema, hizo algo muy distinto de
lo que han sugerido interpretaciones corrientes. En este ensayo,
afirmar que Wittgenstein dio con la raz.
A fin de aclarar qu implicara semejante enfoque del problema, conviene pasar revista al status de la segunda exigencia en el
problema sobre el mundo externo. Ah, la exi!!,encia es que empece
mas por enunciados protoclares sobre los datos de los sentidos o,
con ms lenidad, sobre las apariencias. Creo que ahora se admitir
ampliamente que en la nocin de los datos de los sentidos reina
una confusin irremediable y tambin que, aunque comprendamos
y usualmente hagamos observaciones sobre las apariencias de la~
]01
secciones 288-316 con un atague a la idea de una identificacin interna o privada del dolor o el pensamiento. 1
Lo que quiero poner de manifiesto, es la relacin entre esos dos
grupos de pasajes. A fin de hacerlo, con todo, habr que empezar
por reelaborar el problema en s, ya que gran parte del anlisis
publicado de las opiniones de Wittgenstein es, simplemente, el resultado de haber planteado muy fuera de foco el problema de las
otras mentes. Empezar, pues, por preguntar en qu consiste ese
problema.
103
':'
, Al
;.'
cepto ser humano (o persona o nio). De un modo u otro, debemos apartarlo oponindole algn otro concepto. Descartes procur
suscitar una duda sobre el equipo del mundo suponiendo que so..
aba y en esa forma no slo poda hablar de barcos y zapatos y
cera de abejas, sino tambin de los sueos con stos. Es precis<lmente un paso as el requerido ~i hemos de plantear el problema
de otras mentes. Pero tambin este paso debera ser hallado en la~
Meditaciones, va que ... , no fue acaso el propio Descartes {juien
plante el problema? Sum res cogitans. Cmo afront esto Descartes?
Comenz con esta advertencia sobre s mismo: "Como si "O
110 [uera un hombre que duerme habitualmente de noche v t iene la~
mismas impresiones (o an ms descabelladas) al dormir que 1m
locos cuando estn despiertos!" La advertenria es que Desr;1ft~ ~('
duerme y suea. Pero, luego, contina diciendo: "Cuando rdlrxiono ms cuidadosamente wbre esto, me siento desconcertado: y
ese mismo desconcierto confirma la idea de que estoy dormido"_
Esto le proporciona a Descartes el desafo a sus opiniones primitivas qne buscaba: quizs slo est soando que ve v ove. Pero ('~ la
frase siguiente la que se acerca a nuestro nroblema actual: "RII('no,
supongamos Que estoy soando, y esos det;!lles de que abro lo~
ojos. muevo la cabeza, tiendo la mano, son inexactos; supong;am m .
inclusive, que no tengo esa mano ni ese cuerpo ... " 8
Aqu tenemos el comienzo de una respuesta a nuestra 1" "
gunta: al suponer que est wando, Descartes ve un sitio adonde
hace penetrar una cua entre l y su cuerpo, una cua que se introduce ms en las Meditaciones restantes. Pero aqu hay una ,liricultad. Descartes empieza por recordarse a s mismo que es "11 rl
hombre que habitualmente duerme de noche" y suea y agrega
que esos sueos se presentan mientras: "Estoy desvestido y tendido
en la cama". ste es el punto de partida de Descartes y el sil ir)
donde debemos captar qu dice. No resulta difcil, desde luego,
comprender por lo menos una parte de esto. La gente se acuesta.
usualmente desvestida: duerme, tranquilamente o con desasosiego. y
slIea. Los sueos. desde luego, son lo que cuenta la gente cuando
se despierta o que quizs escribe en \111 diario o se reserva. Por eso
un soador, aqu (y esto incluye a Descartes), es un ser humano:
se viste y desviste, duerme sobre Ul1l cama o un jergn, cuenta sueos mientras se desayuna, etctera. Si esto es 10 que hemos de comprender en la observacin inicial de Descartes, no debemos ofrcccr
resistencia an. Pero luego viene la cua: "Supongamos, inc1usiw,
que no tengo tal mano ni tal cuerpo".
8 Descartes: escritos filosficos. Edimburgo, ediciones G. E. M. Anscombc '!
P. T. Gcach. 19!J4_
104
105
entre '''yo'' y "mi cuerpo", pero, por otra parte, no parece haber
sitio para su cua a menos que su uso de la palabra "cuerpo" est
presupuesto en s y esas exjgencias sean incompatibles. (Si alguien
cavilara sobre la expresin "mi cuerpo" y se preguntara a qu
pertenece el cuerpo pero no la mente, le bastara con recordarse
a s mismo la expresin "mi mente".) 4
Empezamos por tratar de formnlar el problema de otras mentes y nos cost descubrir qu se podra oponer a un ser humano en
tal forma que permitiera la aparicin de un problema. Volviendo
a Descartes, confibamos en hallar el contraste requerido, en su
uso de la palabra "cuerpo", pero ahora parece que esto slo ha
sealado ms an la dificultad. De modo que el caso no tiene
remedio? Para responder a esto, hay que reparar en una respuestz.
que se les pueda dar a los argumentos anteriores. La respuesta es
la siguiente. Los nombres de los procesos, sucesos y estados mentales, inclusive la palabra "soar", obtienen su significacin en
privadas definiciones ostensivas. De ello, no se sigue que si Descartes comienza con la advertencia de que suea, deba admitir
siempre despus que es un hombre que se acuesta y duerme. El
hablar de sueos no comporta una implicacin semejante, porque
el estado que llamamos "saa:!"" es algo que conocemos mediante
la introspeccin o el sentido interno y la introspeccin no revela
nada de naturaleza corporaL!;
Es hasta e5ta explicacin de palabras taks como "sueo" y
"dolor" y "pensamiento" hasta donde debemos rastrear el problema de otras mentes. Planteando el asunto en desell'.'ue1ta metfora,
es la idea de q'le, como el sentido interno que revela nuestros estados mentales no descubre nada corporal, debe ser posib:e rozar
conceptualmente un lado mental de nuestra naturaleza dejando un
sobrante fsico llamado "el cuerpo".;) Es esta idea de un sobrante
fsico, el "cuerpo insensib~e", qu-e puede "tener" alguna mente. lo
4 Frank Ebersole observ una vez, en otro contexto, que los filsr,fos
hablan a menudo ,le la gente como si hablaran de zombies, a los cuales el
diccionario llama cadveres que, hajo el influjo de la hechicera, deben mo'Verse y obrar corno si estuvieran vivos_ En esa poca, no apreci plenamente
el significado de esta observacin, pero muy prohah1em('nte contri huy a poner
en foco mis pensamientos para este ensayo, (Ver tamhin el excelente captulo
sobre los actos humanos en el libro de Ebersole, Things we Imow, Oregn,
F:ugcne. 1957, pp. 282-304.)
5 Ver Pl"incp:os. de D('~r~"rtcs, J, xlvi, xviii. donde sostiene que lo percibido cIara y distintamente como una sensacin es algo que "sucrrle dentro de
nosotros" y no implica narla de naturaleza corporal.
(j Esta idea rara vez fue expuesta tan explcitamente como por C. J. DuGase, quien escribi: "Todos podemos observar directamente mediante la introspeccin qu son el pensamiento, el deseo, la sensacin y otros estados
mentales; y lo que revela la introspeccin, es que no se parecen en lo ms
nnimo a la contraccin muscular o a la secrecin glandular o a cualquier
107
106
sJ!f;.
\
"
109
108
iiIi.
Ahora bien: como esos autores no advierten que el escepticisJI1oproviene de una nocin discutible de "cuerpo", s6lopueden
comprender que Wittgenstein afronta resueltamente al escptico.
"La manera de habrselas de 'Vittgenstein con el escptico -no~
jicen- es atacar su premisa. tratando de mostrar que existen relaciones conceptuales entre lo~ enunciadm sobre la conducta V los
enunciados sobre hechos. procesos v estados mentales_" 10 Nos dicen
tambin que en la opinin d~ 'Vittg-emtein h;JV una "relacin lgica ... entre la conducta en el do lar vel dolor" v que Wittgenstein
usaba el trmino "criterio" para indicar esa relacin especial. l l La
III
La opinin que quiero analizar es que Wittgenstein vino a
hablar de los criterios como medio de solucionar el problema de
otras mentes, donde se lo interpreta habitualmente como un problema de nuestro conocimiento de otras mentes. Esta interpretacin ha sido expuesta en detalle en un artculo reciente por C. S.
C:hihara y J. A. Fodor,8 y sera til examinar cuidadosamente qu
dicen. En primer lugar, nos informan sobre los objetivos de Wittgenstein en el siguiente pasaje:
p. 281.
p. 282.
11 bid., p. 283. Chihara y Fodor no pueden, me parece, presentar esto
exactamente en la forma que desean, porque sera una simple redundancia decir
que hay una relaci6n lgica entre la conducta en el dolor y el dolor. Supongo
que quieren decir en realidad que Wittgenstein pensaba que hay una relacin
lgica entre tales y LUales "movimientos corporales" y el dolor.
9 [bid.,
10 [bid.,
111
IlO
Ji
".
wrno la opinin de que, al aprender los predicados mentales, aprendemos "conexiones de criterio que ubican individualmente esos
trminos en pautas de conducta caractersticas".14 En la seccin
segunda de su ensayo, afirman que Wittgenstein sostena "una opinin operacionalista del significado de ciertas clases de predicados", incluyendo palabras tales como "dolor", "motivo" y "sueo".
Ya que sta es una interpretacin muy poco plausible de Wittgenstein. dadas sus observaciones generales sobre el lenguaje, resulta importante observar que su nica razn para pensar que
Wittgenstein sostuvo semejante teora del lenguaje es la creencia
de esos autores de que su intencin era replicarle al escepticismo
en los propios trminos del escptico ("movimientos corporales")
y que introdujo su concepto de los criterios para lograrlo. Lo~
criterios de Wittgenstein, en opinin de ambos, son pautas muy
particulares de conducta vinculadas, en alguna forma, al significado de una palabra tal como "dolor", donde "conducta", una vez
ms, se considera como "movimientos corporales".
Ahora quiero mostrar que esta interpretacin es errnea en
ambos aspectos. Probaremos que Wittgenstein no introdujo su
concepto de los criterios a fin de responderle al escptico y expondremos con claridad el muy distinto problema para el cual lo
introdujo. Abordar esto inmediatamente. En cuanto a la otra
parte de la interpretacin, ya hemos tenido motivo para rechazar
la idea de que Wittgenstein se propona responderle al escptico en
tiUS propio~ trminos y consideraba por eso la conducta como "movimientos corporales". En realidad. Wittgenstein socava todo el
problema rechazando la nocin misma de "cuerpo" y el "movimiento corporal". Es verdad que suele hablar de cierta conducta
como criterio de algo, pero debemos ver si lo que considera conducta es algo que el escptico estara dispuesto a admitir. En su
anlisis de "decirse algo a s mismo en la imaginacin", Wittgenstein habla de los criterios en el pasaje siguiente: "Nuestro criterio
para algo que se dice alguien a s mismo, es lo que nos dice y el
testo de su conducta; y slo decimos que alguien se habla a sf
mismo si. en el sentido ordinario de las palabras, puede hablar. y
no decimos esto de un loro; ni de un gramfono" (344). Aqu, lo
que Wittgenstein llama "nuestro criterio" incluye a alguien que
nos dice algo y es evidente por la comparacin hecha con los loros
y los gramfonos, que considera esto un acto humano y no simplemente ciertos sonidos que emanan de algn "cuerpo insensible"
(sea de (orma humana o de otra clase). Tambin lo que nos dice
la persona podra ser: "Cuando lo vi entrar en la habitacin, me
dije ... ", y, sin duda, el escptico no quiere admitir al principio
112
12
bid., p. 282.
13
,r~.
;.
..
1943, p. 292,
113
,
,,;;:
,1
que las "personas" (o los "cuerpos") ven. Adems, la especifieacin de "\Vittgenstein incluye aqu que la persona en cuestin habla un lenguaje y esto significa que hace cosas tales como responder
a preguntas, dar rdenes, decir chistes, dar instrucciones, pedir
consejo, exponer sus asuntos, dar conferencias, confesar su ignorancia, quejarse de dolores, etctera. En suma, antes de que se
ru~rla comnrender algo como un criterio para el hecho de que
algo se diga alguien a s mismo, se debe saber ya sobre l toda
c1a~~ de cosas que el escptico se propone discutir. Por eso, poi
"conducta" "\Vittgenstein no puede haber significado algo como
]0 que debe dar a entender el escptico. Pero en ese caso la referencia de los criterios no puede ser pertinente para el escepticismo.
Esto SI" had ms chro al'm si notamos nue. en algunos casos, Wittp-!'71stein hasta cuenta como criterios 1:15 sensaciones y los perisamientas. En un pasaie (160), presenta dos casos sobre los cuales
pregunta: "Hemos de admitir aqu que sus sensaciones valgan
como criterio para que lea o no?". En el primero de esos casos. es
evidente que las sensaciones del hombre no seran pertinentes, pero
en el segundo no es as. En otra parte, Wittgenstein da un eiemph
en que el hecho de Que un hombre haya "pensado en la frmula"
es tanto su iustificacin (criterio) como la nuestra para decir que
saba ,mo continllar el desarrollo de llna ~erie. Lueg-o. se ag-rega
psta exp!i,arin.: "Las palabras 'Ahora s rmo seguir' fueron usarlas correctamente cuando pens en la frmula: es decir. dacl.;s
cirnmstanci:15 tales como que habia aprendido lgebra. hab;l us;do
'e,O;, frmulas antes" (179). Ahora bien. si los pensamientos v las
sensaciones est;\n entre las cosas que "\Vittg-enstein considera criterios, no sMo los criterios son las cosas que sera pertinente mel).cionar al replicarle al escptico. sino que tambin los criterios no
son en cada caso conducta, aun en el sentido usual de la palabra.
Aqu, no parece haber fundamento para considerar a 'Vittgenstein
behaviorista.
.
Ahora, ha de ser claro que debi de ser un problema totalmente
distinto del de otras mentes el que llev a Wittgenstein a introducir
su concepto de los criterios. Y, en realidad, no resulta difcil descubrir qu problema es se. Como gran parte del malentendido
ha sllrg-ido del pasaje de El libro azul (pp. 24-5) , en que Wittgenstein introduj'J por primera vez los trminos "sntoma" y "criterio"~
convendr empezar por mirar ah. N os dice que introduce esos
trminos "a fin de evitar ciertas confusiones elementales" y del
contexto de las pocas pginas que preceden y siguen inmediatamen,
te a esta observ;.Jcin resu1ta claro Que son confusiones Qlle provie~
nen de preguntar ":Qu es esperar?", o ";Qu es el conoc;miento?"
o "Qu es el tiempo?" y as sucesivamente, confiando en "hallar
algn, elemento comn" en todas las aplicaciones del trmino genelal. He,aqu la explicacin que da Wittgenstein de la dificultad:
Dijimos que era una manera de <!xaminar la gramtica (el uso) de la
palabra "conocer" el preguntamos qu, en el caso particular que esta.
mos examinando, debiramos llamar "llegar a conocer". Hay una tentacin de pensar que esta pn'gunta slo es vagamente pertinente, si es
que lo es a la pregunta: "Qu significa la palabra 'conocer'?". Parecemos estar en un desvo cuando formulamos la pregunta: "Qu aparenta
ser en este caso 'llegar a conocer'?". Pero esta pregunta es en realidad
una interrogante relativa a la gramtica del "conocer" ...
i
i.
. Cuando, varios prraf03 despus. Wittgenstein explica las palabras "criterio" y "sntoma", es evidente' que tiene en, vista dos
propsitos. El primero, es usar ese par de trminos para caracterizar la idea de que debe de haber un elemento comn en todos los
casos de aplicacin de un trmino general: el segundo, es caractenzai su propia objecin a t'sta idea. La primera se reduce a esto:
tenemos la idea de que hay una '"ley en la forma en que se usa
un' palabra" (p. 27), un test nico para decidir la aplicabilidad
de(trmino general a los casos particulares. Podemos llamar a esto
"el."criterio definidor". Si ese criterio definidor existiera, cualquier
otrilf=osa que pudiera ser verdadera de los diversos casos particulares
so, sera indirectamente pertinente para decidir si es aplicable el
trmino general. Una prueba semejante se llamara "un sntoma".
La idea. filosfica de que debe de haber siempre un elemento
comn en. virtud del cual se aplica un trmino general puede descrihirse como la idea de que, para palabras tales como "esperar" !
"conocimiento", debe existir un criterio definidor. Es porque tenemos esta idea que nos sentimos tentados a decir, cuando se plan.
tean casos especiales, que los variables detalIes de esos casos nada
tienen que ver con la pregunta "Qu es esperar?". Creemos ,que
los detalles, ya que no son comunes a todos los casos, slo son sn.
tOlnasy no influyen sobre la gramtica del "esperar". Y ahora, creo
que ya podemos ver cul es la razn para introducir ese par de
trminos. En primer lugar, la afirmacin de que en los diversos
casos especiales del esperar slo podemos descubrir sntomas es contradictoria, porque ... cmo podramos buscar, mediante esos casos,
ese elemento comn, que lamentamos no encontrar, si no supiramos que son casos de esperar? Si debe de haber un criterio definidor
y admitamos que no 10 hemos descubierto (sino slo los "sntomas") ,
deberamos admitir tambin que ni siquiera sabemos si hemos estado
considerando casos de esperar. Pero esto es absurdo. Segn ello,
como
ca"" de "pem,
114
115
u
la idea de un criterio definidor es una expresin de confusin. ,
Nuestra exigencia de que encontremos al "elemento comn" es
una forma muy unilateral de mirar el lenguaje. En la prctica, usamo&
muy rara vez el lenguaje en semejante clculo ... Nosotros (al filosofar) somos evidentemente incapaces de limitar los conceptos que usamos; no porque no conozcamos su definicin rea), sino porque no l'xistr
una "definicin" real de ellos. Suponer que debe de haberla sera COIDOsuponer que, cuando los nios juegan con una pelota, su juego obffi('Ce
a reglas estrictas. (p. 25) .
"'1
fQ,[i'i'"
111 El argumento precedente no queda explcito en El libro azul. aunque
la conclusin est expuesta en diferentes formas en la p. 25. El hecho de que el
argumento no haya !ido bien aclarado puede ser explicado porque estas notas
fueron destinadas "slo a personas que escucharon las clases (p. v.)" donde
Wittgenstein puede haberse servido rxplcitamente del argumento. En las Investigaciones filosficas tecurre a este argumento en seccin 153, que concluye as:
"Y si yo digo que est oculto, cmo s lo que dl:bo buscar? Me siento confuso".
116
1.-
117
~
'
'~"
<
....
119
Y "'
,'
",/.'!
IV
.i
121
122
;.J.
ii
l1li
.'
.;J.24
v
Si se considera que un ser humano consta de un "cuerpo insensible", con el agregado de entidades mentales (o con el agregado
<le una mente con estados mentales), la categora lgica de los estados mentales se vera representada de una manera muy errnea.
stos no pueden, de acuerdo con esa opinin, ser estados de un
organismo viviente y debe pensarse en ellos de una manera totalmente distinta. Hay que exponer claramente qu es esta diferencia
Jli se quiere que comprendamos el rechazo por Wittgenstein de la
idea de que las sensaciones son objetos privados. El punto importante, aqu, es que si no se quiere considerar a las sensaciones como
estados de un organismo viviente, ser imposible pensar que se
expresan naturalmente en la conducta de los organismos vivos. En
cambio, consideraremos a las sensaciones, como lo han hecho la
mayora de los filsofos desde Descartes, objetos percibidos mediante
un "sentido interno". De acuerdo con ello, las palabras tales como
"dolor" y "aturdimiento" no se considerarn ligadas a las expresiones naturales de la sensacin: se las considerar como nombres de
objetos que slo el que habla puede percibir. Este paso del "estado
de un organismo viviente" al "objeto de la percepcin interna" es
el tema del conocido pasaje de Wittgenstein sobre el escarabajo en
la caja (293), que concluye con la observacin de que "si construimos la gramtica de la expresin de la sensacin sobre el modelo
del 'objeto y nombre', el objeto no se considera por no pertinente'.,
Este pasaje ha sido mal interpretado por gente que no ha apreciado
la insistencia de Wittgenstein en que las sensaciones son estados de
organismos vivos; a su entender esa gente entenda que deca que
las sensaciones quedan al margen del juego del lenguaje como no
20
pertinentes.
Sin embargo, Wittgenstein aclara su significado
<'lIando dice que una sensacin "no es un algo, pero tampoco es una
nada" y lo explica diciendo que "slo ha rechazado la gramtica
-<lue trata de imponrsenos aqu" (304). Se supone a menudo que
20
sobre las
ge Pitcher, p, 347 .
-'.'.
~
125
,
LOS SERES HUMANOS
esos pasajes significan que una palabra tal como "dolor" puede
usarse pblicamente a pesar del carcter privado de las sensaciones.
Pero esa observacin es errnea: Wittgenstein rechaza una explicacin metafsica de las sensaciones. Cuando observa que est rechazando "la gramtica que trata de imponrsenos aqu", deberamos
vincular esto a su observacin ulterior de que "la gramtica nos
dice qu clase de objeto alguna cosa es" (373). Cuando dice que
l'na sensacin no es un alf!o , afirma qne una sensacin no es un
objeto del "sentido interno", no es algo que tiene sus caractersticas esenciales con independencia de un organismo vivo.
Lo que est en discusin aqu, puede verse ms claramente recordando la explicacin dada por Hume de los estados y hecho~
mentales, en que se hace exolcita la transformacin gramatical que
est rechazando Wittgenstein. Hume observ que "si alguien dijera ... que la definicin de una substanci,,- es alrzo que puede existir
por s misma, . .. yo observara que esta definirin concuerda con
todo lo que puede ser concebido. 21 El hecho ele que Hume considerara los estados y hechos mentales (que llamaba "percepciones")
como siendo substancias en este sentido, es revelado por su observacin. de que "como toda percepcin es distinguible la una deJa
.otra y puede considerarse como existe'ntf' por senarado, de ello ~e
sigue. evidentemente, que no es absurdo ,C1'arar de la mente a toda
percepcin particular: es decir. que no lo es romper todas 'ms relaciones con esa masa conectada de percenciones que constituve un
ser pens"nte. 22 Los pensamientos. las imgenes. los deseos, las sensaciones. etctera. "no neces;t"n ninguna otra cosa para apoyar su
existenria".23 Esto induce a Hume a slIgerir el sig-uiente experimento del pensamiento como un medio de descubrir qu es un "ser
pensante" o "yo"
sed lo aparta de todos los dems asuntos. En cualquier caso, debemos pensar aqu en un ser humano viviente, un ser que puede neceitar comida y bebida y puede tratar de conseguirlos. Entonces,
sera evidente qu es este "yo" o "ser pensante". Pero si entendiramos as el pasaje de Hume, no habramos comprendido su experimiento del pensamiento propuesto. El experimento debe empezar
cuando examinamos una impresin: la impresin conOcida con e1
nombre de hambre o la impresin conocida con el nombre de sed;
y hemos de considerar entonces si podemos descubrir alguna "conexin real" de esa impresin con alguna otra cosa. La diferencia
crtica entre esas maneras de interpretar el pasaje radic:'t en la idea
de Hume de que el hambre y la sed son sustancias y por lo tanto
se las puede considerar a un ser que puede comer o beber. El
fwmbre y la sed deben ser pensados como "'existencias distintas"
ms bien que como estados de organismos "ivos. Deben ser considerados, en otrm trminos, en la categora gramatical de "objeto V
nombre". Es precisamente esta manera de pensar en los estacios
mentales, inclusive las sensaciones, lo que involucra la idea de un
knguaje privado contra el cual arguye \Vittgenstein. Para Hume,
los significados de palabras tales como "hambre", "vrtigo" y "dolor" deben ser especificados sin mencionar a seres humanos y lo que
se parece ms o menos a ellos (se comporta como ellos). Es decir,
que aprender esas palabras no implicar aprender a usarlas en frases tales co'mo stas: "Yo crea que l tena hambre, pero no comi
el alimento que le traje", "Si me mareo, haga el favor de sostenerme", "No puedo caminar sobre este pie; duele demasiado", "Dej
caer la cacerola porque estaba demasiado caliente." Desde el punto
de vista de Hume, si alguien jams dijo cosas semejantes
comprendi que otros las dijesen, ello no sera vlido contra el
hecho de que ste supiera qu significan palabras tales como "hambre" y "'mareo". La pregunta, pues, es: "Qu v.aldra contra su
comprensin de esas palabras? O valdra a favor de ellas? Si contestamos que l comprende 'mareo' si la usa y slo si la usa siempre
como nombre de la misma sensacin, habremos cometido una peticin de principio, porque no podemos suponer que 'la misma sensacin' podra, dada la opinin de Hume, tener un uso cuando lo
que se discute es si, de acuerdo con esa opinin, 'mareo' y 'dolor'
podran tener un uso. Y, por la misma razn, no servir decir que
esa persona podra recordar que haba llamado antes 'dolor' a esa
sensacin: la expresin 'esa sensacin' no parIra usarse si no pudieran usarse palabras tales como 'dolor' y 'mareo'. Pero toeb
esto, en cierto modo, no viene al caso, porque estamos ya en un
error si nuestra explicacin de lo que son las sensaciones implica
la consecuencia de que las sensaciones slo podran tener nombres
y no
22 lbid, p. 207.
28 lbid.,
24 [bid.,
p. 23il.
pp. 634-5.
1~6
1~7
con significados privados". Si rechazamos la idea de que las sensaciones son, como piensa Hume, substancias individuales, es decir,
objetos de "sentido interno" y reconocemos que son estados de organismos vivos, podemos admitir que las palabras que representan
sensaciones estn ligadas a la expresin natural de las mismas.
Hay, pues, una relacin esencial de las sensaciones con los organismos vivos. Pero admitir esto no es aceptar cierta (orma de
behaviorismo. Podemos evitar el behaviorismo aunque reconozcamos la relacin esencial si reconocemos tambin cierta complejidad
en los seres a los cuales se aplican las palabras de sensaciones y otros
conceptos psicolgicos. Podemos ver esto claramente tomando el
ejemplo del hambre de Hume. Parece absolutamente claro que el
concepto hambre, (usado esencialmente en la (arma adjetival "hambriento"), slo se aplica a un ser que come. Pero no hay necesidad
de identificar al hambre con el comer y ni siquiera con el tratar de
conseguir alimento, porque los seres humanos son tambin seres que
pueden someterse a dieta y ayunar y por eso puede decirse con
propiedad que tienen hambre hasta cuando rechazan buena comida.
Sin duda, aqu no hay paradoja. Puede haber tanto la relacin
esencial como las circunstancias excepcionales y esto es justamente
porque los seres humanos son los seres complejos que son. Se puede
\:echazar la comida por una variedad muy amplia e indefinida de
razones, por ejemplo, porque no se la puede pagar, porque se sospecha que est contaminada, porque se est tratando de adelgazar,
porque aceptarla privara de ella a alguien que la necesita ms,
porque un mandamiento divino prohbe la comida, porque el hecho
de quedarse a comer le hara perder a uno un tren, etctera. En
esos casos, se puede tener hambre sin ingerir la comida disponible.
Pero esos casos no destruyen la relacin esencial del hambre con la
comida, porque en circunstancias tales uno estara dispuesto a decir
(o a pensar) que comera si no fuera por talo cual motivo o que
habra comido si no tuviera talo cual razn. Adems, si alguien
no ingiere la comida que est a su disposicin, llegaremos a la conclusin de que no tiene hambre, a menos que sospechemos que
pudo tener una razn categrica para no comer en esa oportunidad
1.<1 relacin esencial, pues, admite ciertas excepciones y con segu
ridad no equivale a una identificacin del hambre con el comer o
el tratar de conseguir alimento. Las mismas consideraciones son
,,;J idas para una palabra de sensacin. Ha v expresiones naturales
de dolor, tales como apartarse de la causa que provoca dolor, llorar.
avudarle a la parte lastimada (por ejemplo, cojeando), buscar ali"io del dolor, etctera, pero tambin hay muchas razones que puede
temer la gente para limitar la expresin natural del dolor. Un nio
puede reprimir sus ligrimas para demostrar que es valiente; un
128
,
-;.
Vl
129
130
nos parecer extrao que se diga que esos seres piensan o que les
duele algo.
Volver a reunir esos dos juegos de lenguaje -yen la forma
correcta- no es, desde luego. cosa fcil. El problema se parece ms
bien al de conseguir que la substancia y la cualidad vuelvan a yacer
juntas: la separacin ha sido tan prolongada que parece ya estar
virtualmente en la naturaleza de las cosas. En cada caso, la dificultad parece ser que nos hemos recargado con un par de entidades
falsas. En este ltimo caso, es el "simple detalle" y las cualidades
destinadas a "vestirlo": en el primero, es el "cuerpo" y los "objetos
privados". Slo si abandonamos stos, podremos hallar las "conexiones reales" que buscaba Hume. Sin embargo, es inevitable aquf
la ingerencia de otros puntos. Uno de ellos es el que menciona
\Vittgenstein cuando observa que "la religin ensea que el alma
puede existir cuando el cuerpo se ha desintegrado" (p. 178). Vista
en el contexto del problema filosfico que hemos estado considerando, es natural pensar que esta enseanza requiere una interpretacin de acuerdo con lneas que ahora parecen imposibles. Es
natural, por ello, pensar que esta enseanza exige una ontologa
cartesiana. Sin embargo, sera una torpeza insistir en esto, ya que,
como sigue observando Wittgenstein, la enseanza tiene, despus de
todo, una intencin. Es una manera de anunciar la promesa de
una vida eterna. Y esa promesa no especifica por s misma una
ontologa cartesiana. Si no vemos inmediatamente cmo es posible
una explicacin no cartesiana de la cuestin, slo podemos confesar
ignorancia. 26 De todos modos, sera presuncin en un creyente in
sistir en que la promesa ser cumplida en la forma en que l est
habituado a concebirla. En cualquier caso, sera igualmente pre
suntuoso en un no creyente retroceder ante este coloquio del alma
y el cuerpo. A fin de cuentas, todos decimos an que el sol sale y
se pone y nadie lo pasa mal por esa. En realidad, parece improbable que algn da hablemos de otro modo.
131
CAPITULO V
I~
L.
R. REINHARDT
r"
i.
1:
!.
~
-i'
t:
1:
f:
1M
:~.
':,'
mir" son predicados Mo P. Strawson los clasificara como predicados P. Pero entonces ellos, aparentemente, necesitan criterios;
y'no se advierte cules han de ser esos criterio~.
Nos sentimos tentados a suponer que debemos llegar eventualmente a que los predicados-M sean verdaderos, as como al criterio
para que los predicados-P lo sean. Quiero explorar esta tentacin.
Pero corresponden antes unas palabras de excusa con Strawson.
Esa tentacin es en s, me parece, un sntoma de la resistencia a
aceptar predicados-P cual ~i fueran tan bien fundados y bsicos
como los predicados-M. Como formamos parte de cierta tradicin
en filosofa, estamos sujetos a esa tentacin. Se trata, muy probablemente, de un prejuicio profundamente arraigado que se vincula
a la idolatra por las ciencias fsicas. Como creo que Strawson ha
contribuido mucho a destfl1ir ese prejuicio, sera injusto que yo
afirmase que el cuadro que me dispongo a presentar es una representacin exacta de sus opiniones. Pero Strawson no hace lo suficiente para mostrarnos qu tiene de malo el cuadro; y la fuerza de
Wittgenstein relativa a este problema, :radica en el hecho de que
puede liberarnos de la presin del cuadro, Creo, asimismo, que el
hecho de considerar que Strawson afirma que la verdad de los pre~
dicados-M es la base de la verdad de los predicados-P es una interpretacin muy difundida de Strawson.
Supongamos, pues, que tomamos en serio la sugerencia implcita en la tentacin, la tentacin de sostener que las propiedades-M
constituyen los criterios para las propiedades-P. Para hacer esto,
imaginemos un modo de descripcin de una etapa en la vida de
un ser humano que consta exclusivamente de predicados qumicos,
espacio-temporales, topolgicos y fisiolgicos. r.Jecesitamos que la
topologa trate las modificaciones en la configuracin de lo que
llamamos usualmente un rostro humano, modificaciones que llamamos por lo general muecas, fruncimiento de cejas, sonrisas, visajes burlones, etctera. Por razones de comodidad, llamemos a este
modo de descripcin modo cartesiano, aludiendo a la geometra
coordinada cartesiana. Inmediatamente, podemos ver que se nos
impide usar trminos tales como "retorcerse", "gemir" o cualquiera
de los ya mencionados. Adems, como nuestros predicados en el
modo cartesiano son todos predicados-M strawsonianos, no podemos especificar actos, sino slo movimientos corporales. De ah
que no podamos justificar una afirmacin de que el objeto que se
describe est "levantando un brazo"; slo podemos decir que cierto
apndice est cambiando de posicin espacial relativa al resto de
Cierto cuerpo.
El modo cartesia"Jo est disponible para nosotros si, para ciertos fines, optamos por adoptarlo. Como lo he sugerido ya, Des-
H5
I~
ESTUDIOS SOBRE LA l'ILOSOFlA DE WI'T'TGENS'TfIN.
cartes tuvo en vista algo que se hallaba dentro de esos lineamientos cuando dijo que la relacin entre el cuerpo y el alma era "misteriosa". Y se advierte por que pensaba eso. Porque una "'el
hechas las cosas as, nos resultar imposible construir un puente
para nuestras formas usuales de hablar de los seres humanos. Hay
varias cosas que podda creerse aqu que sugiero y que no sugiero,
o que, por lo menos, no derivan de lo que digo; y vale la pena de
mencionarlas sucintamente. En primer lugar, no afirmo, a priori,
que seria imposible establecer correlaciones entre los actos, los retorcimientos, los gemidos, las sonrisas y los elementos dC'Scrito~
a la manera cartesiana. Creo que un proyecto semejante estara
predestinado a causar enormes dificultades. Pero, aun cuando una
indagacin conceptual adicional indica que el proyecto es incoherente y no s;mplemente improbable Que sobrevenga, lo CJlle he
dicho no establece esto, ni hace imposible al determinismo el punto
que afirmo. Nada de 10 que he dicho excluye la posibilidad de
hallar el tipo de correlacin que nos permitira exhibir la contraparte a la manera cartesiana de cualquier acto o estado mental
como producindose cuando -y slo cuando (o s{}o cuando) - S!'
presenta algn grupo antecedente de estados. a la manera cartcsiana. Mientras aceptemos que algn movimiento o cambio corporal se presenta en conexin con actos y estados mentales, no
podremos excluir, sin mucha argumentacin ms, la posibilidad
de que esos movimientos y estados estn determinados por las con
diciones antecedentes. Si es posible el programa encarado, pare(1razonable .sostener que todo determinista debiera estar feliz. De
ah que la teora de la identidad de las sensaciones y los estado~
mentales con e! cerebro o los estados corporales, aunque quiz~
tenga cierto inters por derecho propio, no sea una exigencia parll
ei determinismo. 1
1 Debo confesar que escribo aqul ron cierta irona. No cr,.o que el
proyecto contl'mplado sea incoherente. S'pongamos que un determinista dijera
que, sobre la has" de los estados corporales de un grupo de personas en un
tiempo dado, podra vaticinar los moyimielltos corporales de las mismas duranU
un ,ao, Ha(;e esto s'n referencia alguna a conceptos psicolgicos o mentalell,
dejando a nuestro cargo pl'Oporcionar la~ descripciones del acto. Aparte de
las objeciones de rutina en cuanto a informar a los sujetos sobre el asunto,
pennitindoles as camhiar de idea, cabe hacer notar lo dificil que es no 10maT
en, cuenta una enorme pon'in del universo. Por ejemplo, un meteorito caldo
en Australia podra causarle la muerte a un pariente de uno de los sujetoS)
obligarlo a estar en un sitio distinto del pronosticado. Evidentemente, el mismo
punto se aplica a la prediccin de los movimientos de los objetos inanimado.
IObre la Tierra. Simplemente, obtenemos la vieja imagen de La place, que exige;;
una mirada de Dios, una simple afirmacin de que eso poda hacerse. Con todo.
el punto dbil de que, dcsjlU/< del hecho, lo que sucediera puede ser exhibidO'
en fonna determinista, me parece todo aquello en que debe insistir realmente
un detenninista.
. - :.
1.36
137
. Lo. que sugiere aqu, es que llegamos a dominar todo el sistema de los predicados-P al comprender qu son las personas. y quizas se sugiera tambin en Strawson que aprendemos simplemente
a aplicar ese sistema sin que el mismo tenga un fundamento en
otra cosa. Me gustara argir, y creo que tal es la opinin de Wittgenstein, que estamos empezando a dominar ese sistema. Es hasta
desorientador decir que nos lo ensean, aunque puedan decirnos
qe lo aprendamos. El sistema de los predicados-P contrasta netamente con el modo cartesiano en que este ltimo implica ensear
y aprender en el sentido ms vulgar de esas palabras.
Suger que usramos simplemente el sistema de los predicados
humanos sin tener que hallarle un fundamento. Creo que sta es
la importancia de muchas observaciones de Wittgenstein, de las
cuales slo citar unas pocas. En primer lugar, vase lo que escribe
en la pgina 223 de las Investigaciones filosficas:
"Si veo que alguien se retuerce de dolor 'con evidente causa no pienso: de
todos modos, sus sentimientos me estn ocultos."
Y, en la pgina siguiente:
"Pero, si ests seguro .. , no ser que cierras los ojos ante la duda?
Estn cerrados."
a Individuals, Strawson, P. F., Londres, 1959, p. 110.
138
.'; I.a
pp.
139
140
141
142
,
,.
'144
,.
',,
'ft'.
145
-
1
:~~~<
,,,,'~
vocabulario que podemos optar por usar o no usar, sino que integranuestra naturaleza humana. Naturalmente, podemos, en muchas
circunstancias, no optar realmente por decir algo en ese lenguaje.
Pero la opinin de Wittgenstein, tal como yo la entiendo, es queno tenemos otra alternativa que tomar las cosas as, en la forma
como 10 logra el vocabulario. Las rplicas que obtenemos y las
actitudes vinculadas a ellas slo pueden comprenderse examinando
el lenguaje en que se expresan, junto con las maneras de obrar qU;
con el vocabulario, constituyen una forma de vida.
"<':~'
CAPiTULO VI
l'
'.
ANTHONY MANSER
"
:i- -
146
2
8
147
I
ES'TUDlOS SOBRl! LA PlLOSOPIA DE WI'T'TGIDXS'TElN
148
149
'l
150
I.F., 257.
IJI., 257.
1:5;
152
!I.26.
350.
302.
224.
.155
Qoctrina de que las sensaciones son privadas suscita una nocin algo
distinta del "lenguaje privado", una nocin que surge en medio de
:(luestro lenguaje pblico normal. W'ittgenstein arguye en las Inves~
tigaciones que la insistencia en tratar de explicar todo lenguaje
sobre el modelo "objeto y nombre" es la causa de la dificultad,
aunque es una manera muy natural de proceder. "Ahora, alguien
me dice que l sabe qu es un dolor slo por su propio casol':
Supongamos que cada persona tiene una caja con algo en ella:
llamamos a ese algo un "escarabajo". Nadie puede mirar adentrQ
de la caja de otro y todos dicen que slo saben qu es un escarabajo
mirando su escarabajo. Aqu, sera perfectamente posible que cada
uno tuviese algo distinto en su caja. Hasta se podra imaginar que
una cosa as cambiara sin cesar. Pero supongamos que la palabra
"escarabajo" tuviese un uso en el lenguaje de esa gente. De ser as,
no se usara como nombre de una cosa. La cosa de la caja no tiene
un lugar en el juego de lenguaje; ni siquiera como un .algo, porque
la caja hasta podra estar vaca. No, uno puede "dividir al travs"
la cosa de la caja; eso la elimina, sea cual fuere. Es decir: si cons
truimos la gramtica de la expresin de la sensacin sobre el modelo
de "el objeto y el nombre", el objeto queda al margen de toda con
sideracin, como no pertinente."15 Si slo aprendiramos el uso de
la palabra "dolor" en nuestn experiencia privada, no habra garanta de que esa palabra fuese utilizada en el mismo sentido por gente
distinta. Como el objeto destinado a recibir un nombre es puramente privado, no hay una manera de verificar su identidad en los
distintos casos. La tendencia a decir "Pero s que estoy sintiendo
esto!" debe ser rechazada, ya que el "esto" en cuestin, estando
tacado en teora, no puede recibir un significado pblico. Podra
aiiadirse que todo el que crea que puede haber un lenguaje privado
en este sentido, sera incapaz de explicar cmo podramos zafarnos
de esa situacin para pasar a la de nuestro uso normal del vocabu~"rio del dolor.
Pero el problema slo se plantea en la suposicin hecha por
esta teora; la divisin al travs slo puede ocurrir donde el "objeto"
puede ser nombrado y no descrito, donde se introduce en el lenguaje
toda una manera de hablar, no simplemente una palabra aislada.
'''Slo yo puedo ver mi imagen accidental" es, evidentemente, una
verdad gramatical. Pero yo puedo decirle a alguien cmo lograr
una imagen accidental y comprobar que lo ha consegui,do en real~
dad interrogndolo sobre detalles de su experiencia. Aqu, el resto
del lenguaje, en particular el lenguaje usado para describir objetos
fsicos, viene a nuestra ayuda. Las imgenes accidentales pueden ser
descritas; no hay necesidad de darles un nombre, de modo que no
DOLOR
LE:N:GUAJE PRIVADO
18 1.F.,
15
1M
I.F" 293.
11
J.
155
las muelas, etctera?"18 El segundo grupo de dificultades est vinculado al tipo de explicacin gentica que da Wittgenstein de este
y otros conceptos mentales, una explicacin que, si se endurece en
dogma, parece restringir indebidamente las posibilidades del lenguaje.
Volvamos al primero de esos problemas. Para muchos de sus
lectores, Wittgenstein parece llevarse algo, negar la existencia de las
sensaciones internas reducindolas a sus expresiones externas: "V
ahora, parece como si hubisemos negado los procesos mentales. Y,
naturalmente, no queremos negarlos."ll1 El resultado de su tratamiento parecera ser una especie de teora del dolor James-Lange
en que la expresin del dolor sustituye a la sensacin. Hay que tener
en cuenta inmediatamente esta advertencia: al mtodo de Wittgenstein, le es por completo ajeno tratar de provocar una justificacin
final, una solucin definida de cualquier problema filosfico. Subraya en el prefacio de Investigaciones filosficas que "Las observaciones filosficas de este libro son, por as decirlo, muchos bocetos
de paisajes que se hicieron en el curso de esos largos y complicados
vlajes."20 Le preocupa destruir la influencia que ejercen sobre nuestro pensamiento ciertas pinturas que nos han tenido cautivos, no crear
un mapa detallado del territorio atravesado. De ah que sea siempre
peligroso hablar de "la explicacin de 'Vittgenstein sobre ... ", como
si hubiese dicho todo lo necesario. A menudo, cuando se hace esta
afirmacin, es el resultado de la aglutinacin de una serie de alusiones en una doctrina cabal. 'Villiam James expres muy exnlcitamente que planteaba una nueva teora de las emociones, que correg;a
las explicaciones dadas previamente. Wittgenstein dice siempre "Trate de mirarlo as" para obtener una perspectiva diferente. aunque
no por fuerza final y completa, de algo que nos desconcierta. Mis
observaciones, aqu, no se hacen con el fin de confirmar o rd"tar
semejante manera de mirar las cosas, sino ms bien un'! tentativa
de hacer lo mismo que vVittgenstein, reuniendo una sucesin de
seales que nos ayuden a hallar nuestro camino a travs de un territorio que induce a confusin.
Buck est de acuerdo con Wittgenstein, o con su interpretacin
de 'Vittgenstein, en que una expresin verbal de dolor es tan vlida
como otra preverbal al establecer que alguien siente un dolor, pero
parece necesitar algo ms que esto. Cito las ltimas frases de su
artculo: "El hecho de que mi conducta lingstica, <11 decir 'Me
duele h pierna', funciona como lln criterio cen+ral rara mi d')lor
de pierna, indica que el que yo lo diga desempea un papel tal
como el de gemir, cojear, etctera. Pero no indica que la circunstancia de que yo diga "Me duele la pierna' no desempea el otro rol
normal de un sincero informe autobiogrfico."21 En cierto sentido,
"Me duele la pierna" es un ejemplo corriente de un "informe autobiogrfico"; lo peculiar, aqu, es la distincin entre ste y la funcin
de la afirmacin como criterio de que siento dolor. Parece, casi.
como si Buck no hubiese conseguido ver la in,ucin de toda la
argumentacin y el motivo de ello quizs sea su lli:Jsis en la nocin
del "criterio", que est fuera de lugar en este anlisis especial.
Ciertamente, una afirmacin de que se siente dolor es, normalmente,
un criterio para nosotros de que debemos admitir que al que lo
afirma le duele algo, pero el punto importante para este anlisis
es por qu ha de ser as y la respuesta que da VY'ittgenstein es que
"la expresin verbal del dolor sustituye al llanto y no lo describe".
En ese sentido, la nocin de un "informe" est fuera de lugar;
puedo informar sobre el dolor que siente usted, pero slo puedo
expresar o revelar el mo, aunque, dado el funcionamiento del resto
del lenguaje, es perfectamente natural que hablemos de que alguien
"informa sobre su dolor" y describamos "Siento un dolor en la
pierna" como afirmacin. La palabra "criterio" es responsable, en
parte, de esa dificultad; Malcolm la llama "una regin muy difcil
en su filosofa (la de Wittgenstein) ". Pero esto slo es as si se
supone que Wittgenstein tena una doctrina de los criterios elaborada a fondo que hay que descubrir entre las obsen'aciones dispersas
de sus Investigaciones. Si, en cambio, se le trata simplemente como
una manera til de expresar ciertos atisbos, corremos menos peligro
de sentirnos perplejos.
Este ltimo punto est vinculado a un excesivo nfasis sobre la
forma de las palabras '''S que siento dolor", sobre la incorregibilidad de las expresiones de dolor en general. Ello puede llevar a
extraas afirmaciones; por ejemplo, Feyerabend dice de la certeza
de las declaraciones sobre procesos mentales: "Es su falta de contenido lo que constituye la fuente de su certeza".22 Compara esta
falta de contenido con el comenido de las afirmaciones sobre objetos
fsicos. Parece extrao que el decir "Hay tina mesa en la habitacin"
tenga ms contenido que "Me duele la pierna". Esto ltimo es a
menudo una exigencia de accin inmediata y, en un contexto donde
la duda es posible, por ejemplo el consultorio de un oficial mdico
del ejrcito, mucho ms difcil de comprobar. Porque una de las
razones de la "incorregibilidad" de las expresione~ de dolor en su
forma verbal, como lo seala Buck, es que estamos habituados a
21 T.F.,
lB Ob.
19 I.F.,
20 I.F.,
dt, p. 187.
308.
p. ix.
P 210.
157
156
158
DOLOR "f
Llrn:GUAJ~ PRIVADv
lenguaje a otro. Aferrar un miembro lastimado puede ser una reaccin bsica, pero cuando un hombre agarra su rodilla herida esto
puede tanto indicar a los dems la causa o la severidad del dolor
como un gesto "instintivo". Mentir o fingir es. en este sector, tanto
una cuestin de conducta como de decir falsedades. Konrad Lorenz
afirma que hasta los animales pueden simular dolor. En Man Meets
Do{!., tiene un captulo titulado "Animales que mienten", donde
dice: "No considero que esta incapacidad de engaar sea un signo
de la superioridad del gato: en realidad. considero un si~no de la
intelip"enria mucho maVOr del perro el Ol1e <ea cap;z de hacerlo. No
cabe duda de que los perros pueden fing-ir h;sta cierto punto ... " 23
Fsto parecerla contr;Jdecir h~ observ:1 rionp< elp 'iVittrron<tpin: .. ;Por
au no puerle fino-ir lln nP1"ro' /F< ,1"TYl;J<i;cl" <inrpro' ;Se le nuede
ensear a un perro a siml1hr dolor?".24 Contina diciendo: "nuizs
se le pueda ensear a aullar en ciertas ocasiones como si le doliera
a!g-o, aunque no le duela. Pero falta el ambiente neres:1rio para que
esta conducta sea una real simularin. En ms descrinciones. Lorenz
suministra el "ambiente" que hara plausible describir as la conducta del perro. darle un contexto f"J1 que cueste decir algo que no
sea '"El perro simulaha al cojear". Cuando Lorenz iba en bicicleta
hacia los cuarteles. donde el can habra de quedarse todo el da, el
animal cojeaba. pero si Lorenz se volva hacia el campo, el perro
se olvidaba de cojear v corrh normalmente. Desde luego, al animal
no le ensearon a simular dolor, pero tampoco se lo ensean. en la
mayora de los casos, al nio; ambos se aferran, espontneamente,
a las ventajas conquistadas en otros tiempos con los dolores autnticos. "Mentir es un juego de lenp;uaie que debe ser aprendido como
cualquier otro."25 Pero es improbable que se lo ensee como cualquier otro juego de lenguaje.
Parecera que esta explicacin "gentica" de cmo se adquiere
este vocabulario del dolor le deja la puerta abierta, con todo, al
problema de la "supremaca", que al nio se le ensea a sustituir
sus expresiones primitivas de dolor por palabras y por lo tanto las
palabras "significan" o nombran su dolor. Parece posible que lo
que los adultos consideraban conducta en el dolor fuese, en realidad, una expresin de placer, de modo que al nio se le enseaba
el lenguaje 'al revs". Para decirlo de otro modo, tenemos que
asegurarnos de que sta es la conducta en el dolor a fin de que'
todo el procedimiento funcione. El nio debe comprender las palabras por las cuales ha de sustituir "Siento un dolor". Podra interpretarlo mal? Si alguien cuestionara mi afirmacin de que siento
23
24
[.P., 250.
25 [.P., 249.
]59
284.
162
,
1F.,
28~.
81 1.F ..
384.
161
l.
CAPITULO VII
EL FREUD DE WITTGENSTEIN
FRANK CIOFFI
Introduccin
Las observaciones de Wittgenstein sobre Freud no forman parte
de una exposicin continua. En su mayora. no e~taban destinadas
a la publicacin. Algunas, son tan incompletas que resultan incomprensibles, otras son aparentemente, y an quizs en ltima instanda, contradictorias. Con todo, creo que ofrecen una descripcin
ms ilustrativa de Freud que ninguna otra y una de las pocas que
pueden ser cotejadas con su sujeto sin provocar intensas sensaciones
de incongruencia.
Hay tres hbitos mentales que son naturales al referirse a Freud.
Uno de ellos es la tendencia a contemplar un gran segmento de la
vida humana como incluyendo prosecucin de fines ignorados por
el agente, hasta el punto de ver ejemplos de la actividad deliberada
en lo que se habra considerado antes sucesos y de volver a trazar
la frontera usual entre lo que emprendemos y lo que soportamos.
Otro, la prosecucin de sentidos ocultos, la propensin a ver un
amplio radio de fenmenos, desde los sueos, los errores y los sntomas de neurosis hasta las obras de arte y las producciones annimas
de la cultura -como la leyenda y el mito- como una manifestacin
deformada o una complacencia simblica de impulsos inconscientes.
(Todo es lo que es y otra cosa.) Tercero, la tendencia a remontar
las personalidades de los adultos. sus intereses. sus actitudes. sus
propensiones sexuales y su susceptibilidad a enfermedades neurti
caso a la influencia de las vicisitudes sexuales infantiles.
A continuacin, trato de suscitar y valuar la respuesta de
Wittgenstein a la pregunta de cmo se ha de explicar el valor usual
e esos hbitos. examinando dos preguntas ms definidas: qu se
propone en realidad Freud cuando propone interpretaciones de
J6S,
EL FREUD DE WITTGE7I(STE1N
~6
"',
..
167
EL FREUD DE WITTGENSTEIJ\
"
J
,
i,
169
EL FREUD DE WITTGENSTEIN
'1
1
170
Poclemos explicar tanto esta conviccin ele Freud como nuestra disposicin a dejarnos COI1\'encer variando un poco su juicio
sobre Adler: '''No hay nada que la humanidad no est dispuesta a
aceptar cuando se le brinda como cebo el influjo sobre la materia".
II
;.,
Freud respalda c:\'plcitamcnte lo feliz dd tmino "misteriosa" de \Vittgcnstein, En su explicacin de la "cualidad peculiar. _. que suscita en nosotros
la sensacin del misterio" (Collected PalJers, IV, pp, 368-9), Freud invoca pre.
cisamente los rasgos que hemos visto mmo cara.ctersticos de su nocin del
inconsciente. Yer tambin e! ensayo "Animismo, magia y omnipotencia del peno
samiento" en Totnn " fa/n (Nota al pie 2!, traduccin de Strachey) , " ... investimos de una sensaCIn de misterio las iIllpn~sioncs que brindan apoyo a una
creencia en la omnipotencia de! pensamiento", Es como si construyera sus
explicaciones dando una frmula,
171
EL FREUD DE WITTGENSTEIN
172
>
173
EL I'REUD DE WI'TTGE'l'{S'TlID{
ESTUDIOS SOBRE LA FILOSOFIA DE \\'ITTGEJiSTEIN
21 Ludwig Wittgenstein, The Blue and the Brown Books> Oxford, 1958,
p. 23,
22
19
174
175
EL PRllVD DE WIT'TGEJ'{STEIJ'{
un mtodo especializado de introspeccin? Lo que ha sido considerado audacia conceptual, era, en realidad, prudencia.
El hacer de la referencia de sus afirmaciones un proceso imperceptible, simultneo con el acto que presuntamente explica, le
permite a Freud combinar la compatibilidad con el sincero repudio que efecta un agente de una hiptesi, sobre las causas de
su conducta con la invulnerabilidad a un contraejemplo de reconstrucciones tipo Collingwood, de los motivos de un agente
histrico para su accin. Se objeta que hablar en este sentido del
"detestable enredo" causado por los discpulos de Freud al confundir la causa con la razn,26 es representar la situacin como un
estado de impotente confusin y se pasa por alto la forma en que
se explota ingeniosamente la confusin en provecho de la teora.
En la nocin de las razones que son causas, hay ms intuicin grama tical que caos grama tical.
Al embutir el pensamiento en la cabeza del agente, Freud
queda en condiciones de prescindir del medio y al hacerlo inconsciente, de prescindir tambin del asentimiento del agente. Cuando
captamos que no es la hiptesis de la existencia de los deseos inconscientes lo que da a la teora de Freud su carcter distintivo,
sino el supuesto de que el mtodo psicoanaltico brinda un acceso
nico a ellos, muchas de las perplejidades que rodean las afirmaciones psicoanalticas quedan eliminados.
III
Wittgenstein cree que las explicaciones psicoanaHticas son como las estticas: pero no nos ayuda saber esto, a menos que sepamos
cmo cree que son las explicaciones estticas. Lo nico seguro es
que Wittgenstein piensa que no se trata de explicaciones en trminos de mecanismos cerebrales. Pero, con todo, cuando dice que
dar una causa no puede solucionar nuestra perplejidad con respecto a una impresin esttica, suele significar que dar el substrato
f&ico de la impresin no puede responder a nuestra pregunta (por
ejemplo, una explicacin del estado del nervio olfativo cuando
olemos una rosa no proyecta luz sobre la pregunta esttica de por
qu su olor es agradable) .27 Pero no siempre quiere decir solamente esto.
En sus observaciones sobre Frazer en la misma serie de disertaciones, aparece otra cosa. Segn Moore, "l dijo que era un
error suponer que, por ejemplo, el relato del festival Beltane 'nos
26 Moore,
27
176
'J'~\.
'
'
177
Por ejemplo, pensamos a menudo que nos interesa el pasado cuando, en realidad, lo que nos fascina es la experiencia del pasado.
Olvidamos que la impresin peculiar que nos causan las ruinas no
e explica descubriendo cmo llegaron a serlo. Alguien que se
embarc en un curso de estudios de astronoma con la vaga esperanza de aclarar la naturaleza de la impresin que le causaba el
cielo nocturno cuando las estrellas haban desaparecido, comete,
tambin, un error de esa clase. Asimismo, la impresin peculiar que
nos causan los movimientos distintivos de los acondroplsicos
("haba en el ambiente una cordialidad como de enanos que se
e~trechan la mano") no queda aclarada explicando la endocrinologa de ese estado. Y, con todo, cuando Wittgenstein habla del
"tipo de explicacin que uno anhela cuando se refiere a una expresin esttica", no se siente que lo que quiere es el anlisis de
una impresin: eso, se parece an demasiado a una hiptesis.
Una clave de lo que tiene en vista es proporcionada por una
comparacin que hace en su segunda disertacin sobre esttica,
entre las observaciones estticas y las expresiones tales como "Qu
quera yo decir?" y "Lo que quiere realmente decir la gente es
sto y aqullo".28 En Investigaciones filosficas, 334, Wittgenstein dice sobre la expresin "De modo que usted quera decir, en
realidad ... ": "Usamos esta frase a fin de llevar a alguien de una
forma de expresin a otra". Esto me sugiere que el tipo de obser
vacin que, cree Wittgenstein, reclama la perplejidad esttica, es
una observacin que, aunque parezca describir o explicar cierto
estado de nimo del pasado, prolonga en realidad una experiencia
eu determinada direccin; como el trisector de ngulo que, cuando
se le mostr la prueba de que intentaba hacer lo imposible, dijo
que "Eso era precisamente lo que procuraba, aunque lo que haba
estado intentando hacer era en realidad distinto", o el buen constructor de pentgono que, en circunstancias anlogas, dijo: "Eso
es lo que yo trataba en realidad de hacer" porque su idea se haba
trasladado a un riel sobre el cual l estaba dispuesto a trasladarla." 29 Quizs las observaciones del seor Ballard sobre William
James sean otro ejemplo de esto. Los intelectuales egipcios de la
dcada 1920-30, quienes declararon que sus compatriotas eran
rabes, constituyen un ejemplo conexo, como el matrimonio distanciado que dice que nunca se am: afirmaciones que, a pesar de
,ser aparentemente descriptivas del pasado, sirven en realidad para
orientar a los que las dicen hacia un futuro proyectado; y como
algunas interpretaciones del analista, "les hacen ms fcil seguir
28 Barrett, Lectures and Conversations, p. !l7.
29 "MOOi'e,
178
EL PREUD DE WI'TTGEN.S'TI!D(
179
lL PREVD DE WI'T'TGEj\{S'TE1J.{
IV
En la exposicin de Moore sobre las disertaciones de 1933, se
expresa que Wittgenstein "dijo que Freud no encontr, en realidad, ningn mtodo de analizar sueos que sea anlogo a las
reglas que nos dirn cules son las causas del dolor de estmago."S1
Pero ... no son acaso los pensamientos reprimidos las manzanas
verdes de la psicopatologa freudiana? Podramos preguntar cmo
~ogra Freud descubrir alusiones a la castracin, la desfloracin,
el nacimiento, la relacin sexual, la menstruacin, la masturbacin.
etctera, etctera, en tantas ocasiones, si no ha descubierto reglas
anlogas a aquellas "que le dirn a uno cules son las causas del
dolor de estmago". Y en la segunda conversacin, comparando
e; verdadero carcter de las interpretaciones psicoanalticas con el
aparente, Wittgenstein describe lo que "podra llamarse un tratamiento cientfico del sueo ... se podra formular una hiptesis.
Al leer el relato sobre el sueo, se puede vaticinar que al soador
se le puede hacer evocar tales y cuales recuerdos. y esa hiptesis
podra o no ser verificada".38 Pero ... , no es esto lo que hace
Freud? No presenta acaso ejemplos en que la interpretacin est
ligada a algn hecho independientemente autenticable? Pero, antes
de aceptar este argumento, debemos examinar ms detenidamente
las realizaciones reconstructivas de Freud. Al hacerlo, descubriremos que son casi invariablemente poco concluyentes, en una de
las formas siguientes: o bien el hecho inferido es ubicuo, o ha sido
conocido con independencia del procedimiento que ostensiblemente
te infera. En cualquiera de esos casos, la realidad del hecho inferido, en s misma, no mostrara la validez de los medios con lo,
cuales se lleg a l.
Si dudamos de esto y consultamos las historias de los casos
para asegurarnos al respecto, descubrimos que o bien los hechos
o las escenas reconstruidos tienen una probabilidad independiente
harto grande de apoyar la validez de la tcnica interpretativa
31 Moore, Mind, t. 64, p. 20.
ss Barrett, Lectures and Conversatio1J5, p. 46.
181
IJI, p. 508.
40
41
42
182
'~,
44
183
184
I
f;
EL FREUD DE WI'T'TGEl'{S'TErn
i
"'!;;:;~',;
f2/
~~i\
EL FRllUD DE WI'T'TGllNS'rBm
186
\
,
1
1
\.
53
54
M
un
puede captar psquicamente en esa poca",57 si hemos de "considerar lo poco capaz que es el nio de darles expresin a sus deseos
sexuales y cun poco puede comunicarlos",58 ... , no estamos justificados si tratamos el asentimiento del paciente como trata Wittgenstein la reminiscencia de Ballard del perodo anterior a su
conocimiento del lenguaje? "Est usted seguro -querra preguntar
uno- que sta es la traduccin correcta de sus pensamientos sin
palabras, a palabras? ... Esos recuerdos son un extrao fenmeno
de la memoria y no s qu conclusiones pueden extraerse de ellos
sobre el pasado del hombre que las cuenta."59
Cuando Freud afirma de la influencia de los temores infantiles a la castracin que la "experiencia psicoanaltica" los ha puesto
"fuera del alcance de la duda",6o esto no es una hiprbole. Habla
en serio. Lo que le permite hablar en serio es su intermitente conviccin de que su hazaa consiste en haber derrotado a la malicia
de la naturaleza obligando a los hombres a observarse mutuamente
las mentes a travs de un medio tan opaco como lo es un crneo
humano proporcionando acceso a la cosa misma. 6l Wittgenstein
nos ha hecho sentir que esto es una ambicin que ni siquiera Dios
podra albergar razonablemente.
La conducta de los pacientes analizados, que comenz como
una prueba de las vicisitudes por las cuales haban pasado, se convrti gradualmente en el criterio para atribuir esas vicisitudes.
Decir de un paciente que ha albergado tales y cuales deseos o ha
reprimido tales y cuales fantasas, es decir que se comporta ahora
con el analista en tal y cual forma, responde a las interpretaciones
que se dan, de talo cual manera. La interpretacin ha sido deshistorizada. La nocin de veracidad ha sustituido a la de verdad. La
narracin de las reminiscencias infantiles ha sido asimilada (en
forma incoherente) a la narracin de los sueos.
Conclusin
Cuando, en las notas de Moore, Wittgenstein dice que Freud
ha dado explicaciones que parecen cientficas cuando, en realidad,
slo son "una maravillosa representacin",62 quizs quiera decir
hasta qu punto el mundo, concebido psicoanalticamente, es slo
51
EL FREUD DE WI'T'TGE}{S'TEIN,
~.
11
el mundo cotidiano tomado nuevamente con una expresin modificada. Un ejemplo: en las fantasas gramaticales que constituyen
la teora de la lbido podemos ver que se produce un motivo tpicamente metafsico en la forma como desaparecee de la vista el mundo cotidiano detrs de las permutaciones de la libido, por ejemplo,
la explicacin metapsicolgica de por qu lloramos a nuestros
muertos; de por qu, como lo explica Freud, "el yo nunca abandona de buena gana una posicin-lbido". Si este hecho induce
a perplejidad... por referencia a qu ha de hacerse inteligible "_ .. la adhesividad de la lbido"; la "'fidelidad cattica"; "las
condiciones econmicas del dolor mental?" Parece que una persona -Freud, no tendra dificultad " sentir dolor- "esa trama
en la urdimbre de nuestras vidas" durante un segundo, o, si lo sintiera, ello sera por las mismas causas que hacen difcil vaciar una
baera o una botella de engrudo en un segundo. Pero Freud suele
e$tar en la posicin del pintor impresionista de Investigaciones filosficas, 368: "Le describo un cuarto a alguien, y luego hago que
me pinte un cuadro impresionista con esa descripcin, para mostrar que la ha comprendido. Ahora, pinta las sillas que he descrito
como verdes, de un rojo oscuro; donde dije amarillo, pinta azul. ..
tal es la impresin que obtuvo de esa habitacin. Y, ahora, digo:
'Perfectamente! As es eso'''.
Creo que Wittgenstein ~e refera a esas cosas cuando dijo que
Freud tena genio y por lo tanto pudo "descubrir la razn de un
sueo",63 aunque "si a usted lo induce el psicoanlisis a decir que,
en realidad, usted lo crea as, o que su motivo era en realidad
tal y cual, aqu no se trata de descubrimiento sino de persuacin",64
y que "no hay manera de mostrar que todo el resultado del anlisis quizs no sea una 'ilusin' ".65
Freud, ciertamente, hizo afirmaciones a las cuales muchsima
gente ha respondido "s", pero hay buenas razones para asimilar
su realizacin a la de los genios annimos a los cuales se les ocurri
antes que nadie que el martes es flaco y el mircoles gordo, las
notas bajas del piano oscuras y las altas daras. Salvo que, en vez
de palabras, notas y tonos, tenemos escenas de la vida humana.
En este estudio, he prcurado demostrar la imposibilidad de
explicar las preocupaciones de Freud o nuestra preocupacin por
Freud, sin invocar lo que Wittgenstein llamaba "hechizo". Tuvimos que volver a soar nuestra vida en un medio tal que su aspecto
cambi ... y fue el hechizo lo que nos oblig a hacerlo.
60
81
188
1
84
8/1
189