El Ultimo Guardian - Jeff Grubb

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En la bruma del pasado, largo

tiempo antes del comienzo de la


historia, estaba el mundo de
Azeroth. Toda clase de seres
mgicos vagaba por la tierra entre
las tribus humanas, y todo estaba
en paz, hasta la llegada de los
demonios y los horrores de la
Legin Ardiente y su prfido seor
Sargeras, el dios oscuro de la magia
catica. Ahora los dragones, los
enanos, los elfos, los trasgos, los
humanos y los orcos luchan por la
supremaca a travs de reinos
dispersos; parte de una grandiosa y
malfica intriga que determinar el

destino del mundo de Los


Guardianes de Tiristal: un linaje de
campeones imbuidos con poderes
casi divinos, cada uno de ellos
encargado de luchar en una guerra
solitaria a lo largo de las eras
contra la Legin Ardiente. Medivh
estaba
destinado
desde
su
nacimiento a convertirse en el ms
grande y el ms poderoso de esta
noble orden. Pero desde el
principio, una oscuridad manch su
alma, corrompiendo su inocencia y
volviendo hacia el mal los poderes
que deberan haber combatido por
el bien. Desgarrado por dos
destinos, la lucha de Medivh contra

su malicia interior se hizo una con


el destino del mismo Azeroth. Y
cambi el mundo para siempre.

Jeff Grubb

El ltimo
guardin
Warcraft 04

ePub r1.0
Titivillus 28.04.15

Ttulo original: The Last Guardian


Jeff Grubb, 2001
Traduccin: Antonio Calvario
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2

Nota editor digital


En el momento de realizar esta
traduccin no se tradujeron algunos
nombres propios, as que nos
encontraremos con los nombres de los
clanes orcos en ingls, tambin el
nombre de algunas ciudades o zonas.
Algunos ejemplo:
Blackrock
Bleeding Hollow
Ironforge
Stormreaver
Stormwind
Twilights Hammer

A Chris Metzen, que mantuvo


la visin.

PRLOGO
La torre solitaria

a mayor de las dos lunas haba


sido la primera en salir ese
anochecer, y ahora colgaba preada y de
un blanco plateado contra un cielo

despejado y punteado de estrellas. Bajo


la luna llena, las cimas de las Montaas
de la Cresta Roja se esforzaban por
llegar al cielo. A la luz del da, el sol
haba resaltado los tonos magentas y
xido entre los grandes picos de granito,
pero a la luz de la luna stos quedaban
reducidos a fantasmas altos y
orgullosos. Al oeste se encontraba el
Bosque de Elwynn, con su densa
cubierta de grandes robles y satines que
corra desde las estribaciones hasta el
mar. Al este se extenda el desolado
pantano del Cenagal Negro, una tierra de
marismas y colinas bajas, cinagas y
riachuelos, asentamientos fallidos y
peligros acechantes. Una sombra cruz

brevemente ante la luna, una sombra del


tamao de un cuervo, rumbo a un
agujero en el corazn de las montaas.
Aqu se haba arrancado un trozo de
la fortaleza que era la cordillera de la
Cresta Roja, dejando un valle circular.
Puede que alguna vez hubiera sido el
lugar de un primitivo impacto celestial o
el recuerdo de una explosin que
sacudi la tierra, pero los eones haban
erosionado el crter con forma de
cuenco hasta convertirlo en una serie de
empinados y redondeados altozanos que
ahora se asentaban entre las abruptas
montaas que los rodeaban. Ninguno de
los antiguos rboles de Elwynn poda
alcanzar esta altitud, y el interior del

anillo de colinas estaba desnudo excepto


por la maleza y los enmaraados
matorrales.
En el centro del anillo de colinas se
alzaba un cerro desnudo, tan calvo como
la coronilla de un maestro mercader de
Kul Tiras. De hecho, la propia forma en
la que se levantaba el cerro, con una
pendiente muy pronunciada que se
suavizaba en su parte superior hasta
hacerse casi llana, era de forma
parecida a un crneo humano. Muchos se
haban dado cuenta de esto a lo largo de
los aos, aunque slo unos pocos haban
sido lo bastante valientes, o poderosos o
sin tacto como para mencionrselo al
propietario.

En la cima aplanada del cerro se


alzaba una antigua torre, una inmensa
protuberancia de piedra blanca y
cemento oscuro, una erupcin levantada
por el hombre que surga sin esfuerzo
hacia el cielo, escalando ms alto que
las colinas que la rodeaban, alumbrada
como un faro por la luz de la luna. Haba
un muro bajo en la base de la torre
rodeando un patio de armas, dentro del
cual se encontraban los restos
desvencijados de un establo y una
herrera, pero era la propia torre la que
dominaba el interior del anillo de
colinas.
Una vez este lugar se llam
Karazhan. Una vez fue el hogar del

ltimo de los misteriosos y secretos


Guardianes de Tirisfal. Una vez fue un
lugar vivo. Ahora estaba sencillamente
abandonado y perdido en el tiempo.
Haba silencio en la torre, pero no
tranquilidad. En el abrazo de la noche
unas siluetas revoloteaban de ventana en
ventana, y formas fantasmagricas
danzaban en balcones y parapetos.
Menos que fantasmas pero ms que
recuerdos, eran nada menos que trozos
del pasado que se haban desprendido
del paso del tiempo. Estas sombras
haban sido arrancadas del pasado por
la locura del propietario de la torre, y
ahora estaban condenadas a interpretar
sus historias una y otra vez en el silencio

de la torre abandonada. Condenadas a


interpretar pero desprovistas de
audiencia alguna que lo apreciase.
Entonces, en el silencio se oy el
suave roce de una bota sobre la piedra,
y luego otra. Un destello de movimiento
bajo la luna llena, una sombra contra la
piedra blanca, el susurro de una
andrajosa capa roja en el fro aire
nocturno. Una silueta caminaba sobre el
parapeto superior, en la espira almenada
ms alta, la cual aos antes haba
servido de observatorio.
La puerta que conduca del parapeto
al observatorio chirri sobre sus
antiguas bisagras, y se detuvo congelada
por la herrumbre y el paso del tiempo.

La figura envuelta en la capa se par un


instante; entonces coloc un dedo en la
bisagra y murmur unas pocas palabras.
La puerta se abri en silencio, como si
las bisagras fueran nuevas. El intruso se
permiti una sonrisa.
Ahora el observatorio estaba vaco,
y los instrumentos que quedaban, rotos y
abandonados. La figura intrusa, casi tan
silenciosa como uno de los fantasmas,
recogi un astrolabio aplastado,
retorcido en algn momento de clera ya
olvidado. Ahora era simplemente un
pesado trozo de oro, inerte e intil en
sus manos.
Hubo otro movimiento en el
observatorio, y el intruso levant la

vista. Ahora cerca de l haba una figura


fantasmal junto a una de las muchas
ventanas. El fantasma/no fantasma era un
hombre ancho de hombros, con pelo y
barba que una vez fueron oscuros pero
ahora encanecan prematuramente en los
bordes. La figura era uno de los
fragmentos del pasado, separado de ste
y ahora repitiendo su tarea, tuviera
pblico o no. Por el momento, el hombre
de pelo oscuro sostena el astrolabio, el
gemelo intacto del que estaba en las
manos del intruso, y trasteaba con una
ruedecilla en uno de sus costados. Un
momento, una comprobacin y un giro
de la ruedecilla. Sus oscuras cejas se
fruncieron sobre unos fantasmagricos

ojos verdes. Un segundo momento, otra


comprobacin y otro giro. Finalmente la
figura alta e imponente suspiro hondo y
dej el astrolabio en una mesa que ya no
estaba all, y luego se desvaneci.
El intruso asinti. Tales apariciones
eran habituales incluso en los tiempos en
que Karazhan estaba habitado, aunque
ahora, arrancadas del control (y de la
locura) de su amo, se haban vuelto ms
osadas. Y a pesar de todo, esos
fragmentos del pasado pertenecan aqu,
mientras que l no. l era el intruso, no
ellos.
El intruso cruz la habitacin hasta
la escalera descendente, mientras tras l
el anciano volva a hacerse visible con

un parpadeo y repeta su accin,


observando con su astrolabio un planeta
que haca mucho que se haba movido a
otra parte del cielo.
El intruso baj por la torre, cruzando
los pisos para llegar a otras escaleras y
otras estancias. Ninguna puerta estaba
bloqueada, ni siquiera las cerradas con
llave y clavadas, ni las selladas por el
xido y el tiempo. Unas pocas palabras,
un toque, un gesto y los remaches se
soltaban, el xido se disolva en
montoncitos rojizos y las bisagras
quedaban restauradas. En uno o dos
sitios seguan brillando las antiguas
protecciones, manteniendo su poder a
pesar del tiempo transcurrido. Se detuvo

ante ellas durante unos instantes,


pensando, reflexionando, buscando en su
memoria la clave adecuada. Dijo la
palabra correcta, realiz el movimiento
indicado con las manos, hizo pedazos la
dbil magia que quedaba, y sigui
adelante.
Mientras avanzaba por la torre, los
fantasmas del pasado se agitaban y se
volvan ms activos. Teniendo ahora una
posible audiencia, pareca que esos
trozos del pasado queran representar su
papel, aunque slo fuera para librarse
de este sitio. Cualquier sonido que
hubieran posedo se haba desvanecido
haca eras, dejando slo las imgenes
movindose por las estancias.

El intruso pas junto a un


mayordomo vestido con una librea
oscura, mientras el frgil anciano
avanzaba lentamente por el pasillo,
llevando una bandeja de plata y unas
anteojeras puestas. Despus cruz la
biblioteca, donde una jovencita de piel
verde estaba de pie leyendo un antiguo
libro, dndole la espalda. Atraves un
saln de banquetes, en cuyo extremo un
grupo de msicos tocaba sin sonido
alguno y unos bailarines danzaban una
gavota. En el otro extremo arda una
gran ciudad, y sus llamas laman
inofensivas las paredes de piedra y los
tapices podridos. El intruso atraves las
silenciosas llamas, aunque su rostro se

volvi macilento y se tens cuando


contempl una vez ms la poderosa
ciudad de Stormwind ardiendo a su
alrededor.
En una habitacin tres hombres
jvenes se sentaban en torno a una mesa
y se contaban mentiras hoy ya olvidadas.
Haba desparramadas jarras de metal en
la superficie de la mesa, al igual que
bajo ella. El intruso se qued
observando la imagen algn tiempo,
hasta que una fantasmal posadera trajo
una nueva ronda. Entonces agit la
cabeza y sigui avanzando.
Casi haba llegado hasta la planta
baja, y sali a un balcn que colgaba
precariamente del muro, como un nido

de avispas sobre la entrada principal.


All, en el amplio espacio que se
extenda ante la torre, entre la entrada
principal y los establos que haba al otro
lado del patio, ahora derrumbados,
haba una sola imagen fantasmagrica,
solitaria y aislada. No se mova como
las dems, sino que permaneca all,
esperando vacilante. Un fragmento del
pasado que no haba sido liberado. Un
fragmento que lo estaba esperando.
La imagen inmvil era de un hombre
joven con una franja blanca recorriendo
su desordenada cabellera oscura. Los
dispersos fragmentos de una barba
reciente podan verse en su rostro. Una
ajada mochila estaba a los pies del

joven, que tena agarrada una carta con


un sello rojo como si le fuera en ello la
vida.
ste s que no era ningn fantasma,
saba el intruso, aunque puede que el
propietario de la imagen hubiera muerto
ya, cado en combate bajo un sol
extranjero. ste era un recuerdo, un
fragmento del pasado, atrapado como un
insecto en mbar, esperando ser
liberado. Esperando su llegada.
El intruso se sent en la balaustrada
de piedra del balcn y mir hacia fuera,
ms all del patio, ms all del cerro y
ms all del anillo de colinas. Haba
silencio bajo la luz de la luna, y las
mismas montaas parecan estar

conteniendo el aliento, esperndolo.


El intruso levant la mano y enton
una serie de cnticos. La primera vez,
las rimas y ritmos llegaron suavemente,
luego ms fuerte, y finalmente con mucha
ms fuerza, haciendo pedazos la calma.
En la distancia los lobos oyeron su
cntico y lo devolvieron con el
contrapunto de sus aullidos.
Y la imagen del joven fantasmal, que
pareca tener los pies atrapados en el
barro, respir hondo, se ech al hombro
su mochila de secretos y avanz a duras
penas hacia la entrada principal de la
torre de Medivh.

CAPTULO
UNO
Karazhan

hadgar se aferraba a la carta de


presentacin con el sello rojo e

intentaba desesperadamente recordar su


propio nombre. Haba cabalgado
durante das, acompaando a varias
caravanas y finalmente haciendo en
solitario el viaje hasta Karazhan tras
atravesar el inmenso y agreste Bosque
de Elwynn. Luego la larga escalada
hasta la cima de las montaas, hasta este
lugar sereno, vaco y solitario. Incluso
el aire pareca fro y distante. Ahora,
deshecho y cansado, el joven de barba
desaliada estaba plantado en el patio
bajo el crepsculo, petrificado ante lo
que tena que hacer.
Presentarse ante el mago ms
poderoso de Azeroth.
Un honor, haban dicho los eruditos

de Kirin Tor. Una oportunidad, haban


insistido,
que
no
haba
que
desaprovechar.
Los
mentores
acadmicos de Khadgar, un cnclave de
influyentes eruditos y hechiceros, le
haban dicho que llevaban aos
intentando introducir un odo amigo en
la torre de Karazhan. Los Kirin Tor
queran aprender los conocimientos que
el mago ms poderoso de la tierra tena
ocultos en su biblioteca. Queran
conocer las investigaciones que
desarrollaba. Y ms que nada queran
que este mago solitario e independiente
empezase a preparar su legado, queran
saber cuando el grande y poderoso
Medivh planeaba entrenar a un heredero.

El gran Medivh y los Kirin Tor


llevaban aos en un tira y afloja por
esos asuntos y por otros, aparentemente,
y slo ahora haba hecho aqul, algunas
concesiones. Slo ahora tomaba un
aprendiz. Fuese por un repentino
arrepentimiento de su reputadamente
duro corazn, una simple concesin
diplomtica o una percepcin del mago
de su propia mortalidad, eso no les
importaba a los maestros de Khadgar. La
nica verdad era que este poderoso (y
para Khadgar, misterioso) mago haba
solicitado un asistente, y los Kirin Tor,
que gobernaban el reino mgico de
Dalaran, estaban ms que felices de
acceder a la peticin.

As que el joven Khadgar fue


seleccionado y enviado con una lista de
instrucciones, rdenes, contrardenes,
peticiones, sugerencias, consejos y otras
solicitudes de sus arcanos maestros.
Pregntale a Medivh por los combates
de su madre contra los demonios, pidi
Guzbah, su primer instructor. Entrate de
todo lo que encuentres en su biblioteca
acerca de la historia de los elfos,
solicit Lady Delth. Busca entre sus
libros si tiene algn bestiario, orden
Alonda, que estaba convencida de que
haba una quinta especie de troll que
todava no estaba registrada en sus
volmenes. S directo, sincero y
honesto, le aconsej el Artfice Jefe

Norlan; parece que el Gran Magus


Medivh valora esos rasgos del carcter.
S diligente y haz lo que te digan. No
haraganees. Que siempre parezca que
ests interesado. Cuando ests de pie,
ponte derecho. Y por encima de todo
mantn los ojos y los odos abiertos.
Las ambiciones de los Kirin Tor no
es que preocuparan horriblemente a
Khadgar; su educacin en Dalaran y su
temprano aprendizaje en el Cnclave le
haban dejado claro que sus mentores
posean una curiosidad insaciable
acerca de la magia en todas sus formas.
Sus continuos catalogados, acumulacin
y definicin de la magia quedaban
impresos en los jvenes estudiantes

desde muy temprana edad, y Khadgar no


era diferente a la mayora.
De hecho, se daba cuenta, puede que
hubiera sido su propia curiosidad la que
haba provocado su difcil situacin. Sus
propios vagabundeos nocturnos por las
estancias de la Ciudadela Violeta de
Dalaran haban descubierto ms de un
secreto que el Cnclave preferira no
revelar. El gusto del Artfice Jefe por el
aguardiente, por ejemplo, o la
predileccin de Lady Delth por los
jvenes donceles de apenas una fraccin
de su edad, o la coleccin secreta de
Korrigan el bibliotecario de panfletos
describiendo (de un modo ms bien
escabroso) las prcticas de los

adoradores de demonios del pasado.


Y haba algo acerca de uno de los
grandes sabios de Dalaran, el venerable
Arrexis, una de las eminencias grises
que incluso los otros respetaban. Haba
desaparecido, o muerto, o le haba
pasado algo terrible, y los dems
decidieron no mencionarlo, incluso
hasta el punto de borrar el nombre de
Arrexis de los libros y no volver a
nombrarlo. Pero a pesar de todo,
Khadgar lo haba descubierto. Khadgar
posea la capacidad de encontrar la
referencia necesaria, hacer la deduccin
correcta o hablar con la persona
adecuada en el momento adecuado. Era
un don que poda llegar a ser una

maldicin.
Cualquiera de estos descubrimientos
poda haber provocado que l
consiguiera esta prestigiosa (y a pesar
de todos los planes y advertencias,
posiblemente fatal) misin. Quiz
pensaron que el joven Khadgar era
demasiado
bueno
descubriendo
secretos; y mejor para el cnclave
mandarlo a donde su curiosidad le
hiciera algn bien a los Kirin Tor. O, al
menos, donde estara lo bastante lejos
para no descubrir secretos acerca de los
dems habitantes de la Ciudadela
Violeta.
Y Khadgar, en su incansable
fisgoneo, tambin haba odo esa teora.

As que Khadgar parti con una


mochila llena de notas, un corazn lleno
de secretos y una cabeza llena de
grandes exigencias y consejos intiles.
En la ltima semana antes de partir de
Dalaran, haba hablado con casi todos
los miembros del Cnclave, cada uno de
los cuales estaba interesado en algo
acerca de Medivh. Para tratarse de un
mago que viva en mitad de ninguna
parte, rodeado de rboles y de picos
ominosos, los miembros de los Kirin
Tor tenan una curiosidad extrema
acerca de l. Ansiosa, incluso.
Respirando hondo (y recordando al
hacerlo que an estaba cerca de los
establos), Khadgar avanz a grandes

zancadas hacia la torre propiamente


dicha, y sinti los pies como si estuviera
arrastrando su pony de carga por los
tobillos.
La entrada principal bostezaba como
la boca de una caverna, sin portn ni
rastrillo. Eso tena sentido. Qu
ejrcito se abrira paso por el bosque de
Elwynn para escalar las paredes del
crter, y todo para luchar contra el
Magus Medivh en persona? No haba
constancia de que nada ni nadie hubiera
intentado alguna vez poner sitio a
Karazhan.
La entrada envuelta en sombras era
lo bastante alta como para dejar pasar a
un elefante con todos sus arreos.

Colgado sobre ella haba un amplio


balcn con la balaustrada de piedra
blanca. Desde all, uno estara a la
misma altura que las colinas
circundantes y tendra a la vista las
montaas que haba al otro lado. Hubo
un destello de movimiento en la
balaustrada, un leve movimiento que
Khadgar sinti ms que vio. Una figura
envuelta en una tnica, quiz, que se
mova por el balcn hacia el interior de
la torre propiamente dicha. Incluso
ahora lo observaban? No haba nadie
para recibirlo o es que esperaban que se
aventurase solo en la torre?
Eres el nuevo joven? dijo una
voz baja, casi sepulcral; y a Khadgar,

que mantena levantada la cabeza, casi


se le sali el corazn por la boca.
Se gir para ver una figura delgada y
encorvada que emerga de las sombras
de la entrada. La cosa encorvada
pareca marginalmente humana, y por un
momento, Khadgar se pregunt si
Medivh estara mutando animales del
bosque para que trabajaran como sus
criados. ste pareca una comadreja sin
pelo, y su alargado rostro estaba
enmarcado por lo que pareca ser un par
de rectngulos negros.
Khadgar no recordaba haber
respondido, pero la persona comadreja
sali ms de las sombras.
Eres el nuevo joven? repiti.

Cada palabra fue pronunciada por


separado, encapsulada en su propia
cajita, articulada y separada de las
dems. Sali por completo a la luz y se
revel como nada ms o menos
amenazador que un anciano delgado
como un fideo vestido con una librea
oscura de estambre. Un sirviente;
humano, pero sirviente. Ello, o mejor
dicho, l, llevaba unos rectngulos
negros a los lados de la cabeza, como si
fueran unas orejeras, que se extendan
hacia delante en direccin a su
prominente nariz. El joven se dio cuenta
de que estaba mirando como un
pasmarote al anciano.
Khadgar dijo, y tras un momento

le entreg la carta de presentacin. De


Dalaran. Khadgar de Dalaran, en el
reino de Lordaeron. Me envan los Kirin
Tor. De la Ciudadela Violeta. De
Dalaran. En Lordaeron.
Se senta como si estuviese tirando
piedras de conversacin a un gran pozo
vaco, con la esperanza de que el
anciano respondiera a alguna de ellas.
Por supuesto que lo eres, Khadgar
dijo el anciano. De los Kirin Tor. De
la Ciudadela Violeta. De Dalaran.
El sirviente cogi la carta como si el
documento fuera un reptil vivo y, tras
alisar sus picos arrugados, se la guard
en el chaleco de la librea sin abrirla.
Tras llevarla y protegerla durante tantos

kilmetros, Khadgar sinti el dolor de la


prdida. La carta de presentacin
representaba su futuro, y no le gustaba
verla desaparecer, ni siquiera un
momento.
Los Kirin Tor me envan a ayudar a
Medivh. A Lord Medivh. Al mago
Medivh. Medivh de Karazhan.
Khadgar se dio cuenta de que estaba
a medio paso de ponerse a farfullar, y
con un esfuerzo titnico cerr la boca
firmemente.
Estoy seguro de que s dijo el
criado. De que te mandaron, quiero
decir.
Palp el sello de la carta y una
delgada mano se sumergi en su levita,

sacando un par de rectngulos negros


unidos por una estrecha banda metlica.
Anteojeras?
Khadgar parpade.
No; quiero decir, no, gracias.
Moroes, dijo el criado.
Khadgar movi la cabeza.
Me llamo Moroes dijo el
criado. Mayordomo de la torre,
senescal de Medivh. Anteojeras?
Volvi a levantar los rectngulos
negros, idnticos a los que enmarcaban
su alargado rostro.
No, gracias, Moroes dijo
Khadgar, con una mueca de curiosidad
en el rostro.
El criado se dio la vuelta y le hizo

un leve gesto con la mano a Khadgar


para que lo siguiera.
Khadgar recogi su mochila y tuvo
que trotar para alcanzar al sirviente. A
pesar de toda su aparente fragilidad, el
mayordomo se mova a buen paso.
Est usted slo en la torre?
aventur Khadgar mientras empezaba a
subir un tramo curvo de escaleras
anchas y bajas. La piedra estaba hundida
en el centro, gastada por el paso de
miles de pies de sirvientes y huspedes.
Eh? respondi el criado.
Est usted solo? repiti
Khadgar, preguntndose si se vera
reducido a hablar como lo haca Moroes
para que lo entendieran. Vive usted

aqu solo?
El Magus est aqu respondi
Moroes con una voz sibilante que
sonaba tan dbil y muerta como el polvo
de una tumba.
S, por supuesto dijo Khadgar.
No tendra mucho sentido que t
estuvieras aqu si l no estuviera
continu el mayordomo. Aqu, quiero
decir.
Khadgar se pregunt si la voz del
anciano sonaba as porque no la usaba
muy a menudo.
Por supuesto asinti Khadgar.
Alguien ms?
Ahora t sigui Moroes. Ms
trabajo cuidar de dos que de uno. Y no

es que se me consultara.
As que normalmente estn solos
usted y el mago? dijo Khadgar,
preguntndose si al mayordomo lo
habran contratado (o creado) con su
naturaleza taciturna en mente.
Y Cocinas dijo Moroes.
Aunque Cocinas no habla demasiado. A
pesar de todo, gracias por preguntar.
Khadgar trat de contenerse para no
levantar la vista al cielo, pero no lo
consigui. Tuvo la esperanza de que las
anteojeras a ambos lados de la cara del
mayordomo hubieran impedido que ste
viera su respuesta.
Llegaron a un descansillo, una
interseccin de pasillos iluminada por

antorchas. Moroes cruz inmediatamente


hasta otro tramo de escaleras
desgastadas que haba justo al frente.
Khadgar se detuvo un momento para
inspeccionar las antorchas. Puso una
mano apenas a unos centmetros de la
titilante llama, pero no sinti calor.
Khadgar se pregunt si el fuego fro
sera comn por toda la torre. En
Dalaran usaban cristales fosforescentes,
que relucan con un brillo estable y
constante, aunque sus investigaciones
hablaban de espejos reflectantes,
espritus elementales vinculados a
lmparas y, en un caso, enormes
lucirnagas cautivas. Y, sin embargo,
estas llamas parecan estar congeladas

en su sitio.
Moroes, que haba subido la
siguiente escalera hasta la mitad, se dio
la vuelta y carraspe. Khadgar corri
para alcanzarlo. Aparentemente las
anteojeras no limitaban tanto al viejo
mayordomo.
Por qu las anteojeras? pregunt
Khadgar.
Eh? replic Moroes.
Khadgar se toc el lado de la
cabeza.
Las anteojeras. Para qu?
Moroes contrajo su rostro en lo que
Khadgar slo pudo suponer que era una
sonrisa.
La magia es fuerte aqu. Fuerte, y a

veces no est bien. Se ven cosas


por aqu. A menos que tengas cuidado.
Yo tengo cuidado. Los otros visitantes,
los que vinieron antes que t, ellos
tuvieron menos cuidado. Ahora se han
ido.
Khadgar pens en el fantasma que
poda o no poda haber visto en el
balcn y asinti.
Cocinas tiene unas gafas de cuarzo
rosa aadi Moroes. Dice que son lo
mejor. Hizo una pausa durante un
instante y aadi. Cocinas es un poco
tonta.
Khadgar tena la esperanza de que
Moroes fuera algo ms comunicativo
una vez que tuviera ms confianza.

Lleva mucho tiempo al servicio


del mago?
Eh? volvi a decir Moroes.
Lleva mucho tiempo con l?
repiti Khadgar, esperando mantener
la impaciencia fuera de su voz.
S dijo el mayordomo. Lo
suficiente. Demasiado. Parecen aos. El
tiempo aqu es as. El ajado
mayordomo dej inacabada la frase y
los dos subieron las escaleras en
silencio.
Qu sabe acerca de l? pregunt
finalmente Khadgar. Del Magus,
quiero decir.
La cuestin es dijo Moroes
mientras abra una puerta para revelar

otro tramo de escaleras: qu sabes


t?
Las investigaciones de Khadgar
acerca del asunto haban sido
sorprendentemente improductivas, y los
resultados frustrantemente escasos. A
pesar del acceso a la Gran Biblioteca de
la Ciudadela Violeta (y el acceso
subrepticio a unas cuantas bibliotecas
privadas y colecciones secretas) haba
bastante poco acerca de este grande y
poderoso Medivh. Y esto era
doblemente raro, puesto que los magos
ms antiguos de Dalaran parecan sentir
un temor reverencial hacia ese Medivh,
y queran una cosa u otra de l. Algn
favor, algn servicio, algo de

informacin.
Medivh pareca ser un hombre
joven, para lo que era normal entre los
magos. Slo tena unos cuarenta y tantos
aos, y durante gran parte de este tiempo
pareca no haber tenido ningn impacto
en su entorno. Esto sorprenda a
Khadgar. La mayora de las historias que
haba odo y ledo decan que los magos
independientes solan ser bastante
escandalosos, imprudentes a la hora de
entrometerse en secretos que el hombre
no debera conocer, y solan morir,
quedar mutilados o malditos por
mezclarse con poderes y energas ms
all de su control. La mayora de las
lecciones que haba aprendido de nio

sobre los magos que no eran de Dalaran


siempre acababan igual: sin lmites,
autocontrol ni reflexin, los magos
espontneos, autodidactas, sin el
entrenamiento
adecuado,
siempre
acababan mal; a veces, aunque no a
menudo, destruyendo gran cantidad de
las tierras circundantes.
El hecho de que Medivh no hubiera
llegado a derrumbar sobre su cabeza un
castillo, o a dispersar sus tomos por
todo el Averno Astral, o a invocar un
dragn sin saber controlarlo, indicaba o
bien un gran autocontrol o un gran poder.
Por todo el jaleo que los eruditos haban
organizado con su nombramiento, y la
lista de instrucciones que haba

recibido, Khadgar se inclinaba por lo


ltimo.
Y a pesar de todas sus
investigaciones, no haba logrado
averiguar el porqu. No haba indicios
de ninguna investigacin de importancia
de este Medivh, ningn descubrimiento
significativo, ningn logro determinante
que explicase la evidente reverencia que
los Kirin Tor sentan por este mago
independiente. No se le conocan
grandes guerras, grandes conquistas ni
poderosas batallas. Los bardos eran
notablemente lacnicos cuando se
trataba de Medivh, y heraldos que por lo
dems eran diligentes se encogan de
hombros a la hora de discutir sus logros.

Y aun as, se daba cuenta Khadgar,


aqu haba algo importante, algo que
creaba en los estudiosos una mezcla de
miedo, respeto y envidia. Los Kirin Tor
no consideraban sus iguales en
conocimiento mgico a ningn otro
mago, y de hecho solan tratar de
obstaculizar a los magos que no estaban
afiliados a la Ciudadela Violeta. Y sin
embargo inclinaban la cabeza ante
Medivh, por qu?
Khadgar slo tena unos mnimos
indicios: algo acerca de sus padres
(Guzbah
estaba
especialmente
interesado en la madre de Medivh);
algunas notas marginales en un grimorio
mencionando su nombre y referencias a

sus ocasionales visitas a Dalaran. Todas


estas visitas haban sido en los ltimos
cinco aos, y aparentemente Medivh
slo se haba entrevistado con los magos
ms ancianos, como el desaparecido
Arrexis.
En suma, Khadgar saba bien poco
de este presunto gran mago para el que
le haban encargado que trabajase. Y
puesto que l pensaba que el
conocimiento era su armadura y su
espada, se senta terriblemente mal
preparado para el encuentro que se
avecinaba.
No mucho dijo en voz alta.
Eh?
respondi
Moroes
girndose en las escaleras.

He dicho que no s mucho dijo


Khadgar levantando la voz ms de lo
que hubiera deseado.
Su voz reverber en las paredes
desnudas de la escalera. sta se
curvaba, y Khadgar se pregunt si la
torre era realmente tan alta como
pareca. Le dolan las pantorrillas de la
subida.
Por supuesto que no dijo
Moroes. Que no sabes, quiero decir.
La gente joven nunca sabe mucho. Eso
es lo que los hace jvenes, supongo.
Quiero decir dijo Khadgar
irritado. Hizo una pausa para tomar
aliento. Quiero decir que no s mucho
acerca de Medivh. Usted pregunt.

Moroes se detuvo un instante, con el


pie apoyado en el siguiente peldao.
Supongo que pregunt dijo al fin.
Cmo es? pregunt Khadgar con
gesto suplicante.
Como todo el mundo, supongo
dijo Moroes. Tiene sus cosas, tiene
sus das. Buenos y malos. Como todo el
mundo.
Se pone los pantalones por los
pies dijo Khadgar con un suspiro.
No, se los pone levitando dijo
Moroes. El viejo criado mir a Khadgar,
y el joven pudo distinguir el leve indicio
de una sonrisa cruzando el rostro del
anciano. Una escalera ms.
La ltima escalera era de caracol, y

Khadgar supuso que estaran llegando a


la espira ms alta de la torre. El viejo
criado abra la marcha.
La escalera se abra a una pequea
habitacin circular, rodeada por un
amplio parapeto. Como haba supuesto
Khadgar, estaban en la cima de la torre,
que tena un gran observatorio. Las
paredes y el techo estaban atravesados
por ventanas de cristal, limpias y sin
empaar. En el tiempo que les haba
llevado la subida haba cado la noche,
y el cielo estaba oscuro y salpicado de
estrellas.
El observatorio en s estaba oscuro,
iluminado por unas pocas antorchas de
la misma luz fija que haba en los dems

sitios. Pero stas estaban cubiertas, ya


que haban sido tapadas para poder
observar el cielo nocturno. En el centro
de la habitacin reposaba un brasero
apagado listo para ser usado ms tarde,
puesto que la temperatura bajara a
medida que se acercara la maana.
Haba varias grandes mesas
ovaladas repartidas junto a las paredes
del observatorio, cubiertas con todo tipo
de aparatos. Niveles de plata y
astrolabios de oro servan de
pisapapeles para mantener antiguos
textos abiertos por ciertas pginas. En
una mesa haba una maqueta a medio
montar que mostraba el movimiento de
los planetas por la bveda celestial,

junto con los finos alambres, las bolas y


unas delicadas herramientas. Haba
cuadernos de notas apilados contra una
pared, y ms en cajas atestadas que
haba bajo las mesas. Un mapa
enmarcado del continente mostraba las
tierras meridionales de Azeroth y
Lordaeron, la patria de Khadgar, junto
con los reinos enano y lfico de Khaz
Modan y QuelThalas, tan dados a
aislarse. En el mapa haba clavadas
multitud de chinchetas, constelaciones
que slo Medivh poda descifrar.
Y Medivh estaba all, porque para
Khadgar no poda ser otro. Era un
hombre de edad mediana, con el pelo
largo y recogido en una cola de caballo.

En su juventud su pelo seguramente


habra sido negro como el azabache,
pero ahora ya estaba encaneciendo en
las sienes y la barba. Khadgar saba que
esto les pasaba a muchos magos, por la
tensin de las energas mgicas que
manipulaban.
Medivh iba vestido con ropas
sencillas para un mago, bien
confeccionadas y ajustadas a su recia
osamenta. Un corto tabardo, no
adornado por decoracin alguna,
colgaba hasta su cintura, sobre unos
pantalones remetidos en unas botas
excesivamente grandes. Una voluminosa
capa marrn colgaba de sus anchos
hombros, y tena la capucha echada

hacia atrs.
Cuando los ojos de Khadgar se
acostumbraron a la oscuridad, se dio
cuenta de que estaba equivocado acerca
de que la ropa del mago no estaba
decorada. De hecho estaba entretejida
con filigrana de plata, de una factura tan
delicada que era invisible a primera
vista. Observando la espalda del mago,
Khadgar se dio cuenta que estaba
mirando al rostro estilizado de un
antiguo demonio legendario. Parpade, y
en ese instante la tracera se transform
en un dragn enroscado, y luego en el
cielo nocturno.
Medivh les daba la espalda al viejo
criado y al joven, ignorndolos por

completo. Estaba de pie junto a una de


las mesas, con un astrolabio dorado en
una mano y un cuaderno de notas en la
otra.
Pareca
perdido
en sus
pensamientos, y Khadgar se pregunt si
sta sera una de las cosas acerca de
las que le haba prevenido Moroes.
Khadgar se aclar la garganta y dio
un paso al frente, pero Moroes levant
una mano. Khadgar se qued inmvil,
como si hubiera quedado paralizado por
un conjuro mgico.
En su lugar el viejo sirviente camin
en silencio hasta un lado del maestro
hechicero, esperando que Medivh
advirtiera su presencia. Pas un minuto.
Un segundo minuto. Y luego un periodo

que Khadgar jur que era una eternidad.


Finalmente, la figura de la capa dej
el astrolabio e hizo tres rpidas
anotaciones en el cuaderno de notas.
Cerr en seco el libro y dirigi la vista
hacia Moroes.
Al ver su rostro por primera vez,
Khadgar pens que Medivh era mucho
ms viejo de los cuarenta y tantos aos
que se le suponan. El rostro estaba
arrugado y envejecido. Se pregunt qu
magias blandira Medivh que haban
escrito una historia tan profunda en su
rostro.
Moroes se meti la mano en el
chaleco y sac la arrugada carta de
presentacin, cuyo sello escarlata

pareca ahora rojo como la sangre bajo


la uniforme luz de aquellas antorchas
que no parpadeaban. Medivh se dio la
vuelta y observ al joven.
Los ojos del mago estaban hundidos
bajo unas pobladas cejas oscuras, pero
Khadgar se dio cuenta enseguida del
poder que yaca bajo ellos. Algo
danzaba y parpadeaba bajo esos ojos de
color verde oscuro, algo poderoso y
quiz incontrolado. Algo peligroso. El
maestro mago le ech una ojeada, y en
un momento Khadgar sinti que el mago
haba examinado el total de su existencia
y no la haba encontrado ms interesante
que la de un escarabajo o una pulga.
Medivh apart la vista de Khadgar y

mir la carta de presentacin, que segua


lacrada. Khadgar se sinti relajado casi
de inmediato, como si un depredador
grande y hambriento hubiera pasado de
largo sin hacerle caso.
Su alivio dur poco. Medivh no
abri la carta. En vez de eso frunci
ligeramente el ceo y el pergamino
estall en llamas con una explosiva
rfaga de aire. Las llamas se agolparon
en el extremo opuesto al que l sostena
el documento, y temblaron con una
tonalidad intensa y azulada.
Cuando Medivh habl, su voz fue a
la vez grave y divertida:
Bueno dijo, ignorando el hecho
de que sostena el futuro de Khadgar

ardiendo en su mano. Parece que por


fin ha llegado nuestro joven espa.

CAPTULO
DOS
Entrevista con el Magus

lgn problema? pregunt


Medivh, y Khadgar volvi

a sentirse sbitamente bajo la


mirada del archimago.
De nuevo se senta como un escarabajo,
pero esta vez como uno que
inadvertidamente hubiera atravesado la
mesa de trabajo de un coleccionista de
insectos. Las llamas ya haban
consumido media carta de presentacin,
y el sello de lacre se estaba derritiendo,
goteando sobre las losas del suelo del
observatorio.
Khadgar era consciente de que tena
los ojos desorbitados, el rostro
demacrado y plido y la boca abierta
con la mandbula colgando. Intent
obligar al aire a salir de su cuerpo, pero
lo nico que pudo conseguir fue un siseo

estrangulado. Las pobladas cejas


oscuras se arquearon en una mirada
divertida.
Ests enfermo? Moroes, el
chaval est enfermo?
Cansado, quiz dijo Moroes en
un tono neutro. Ha sido una larga
subida.
Finalmente, Khadgar logr recuperar
la suficiente compostura para gritar.
La carta!
Ah dijo Medivh. S, gracias,
casi me olvidaba.
Anduvo hasta el brasero y dej caer
el pergamino ardiendo sobre los
carbones. La llamarada azul se alz
espectacularmente hasta la altura ms o

menos del hombro, y luego disminuy


hasta convertirse en una llama normal,
que llenaba la habitacin con un brillo
clido y rojizo. De la carta de
presentacin, con su pergamino y su
sello escarlata inscrito con el smbolo
de los Kirin Tor, no quedaba ni rastro.
Pero si ni la ha ledo! dijo
Khadgar. Entonces se dio cuenta.
Quiero decir, seor, con todo respeto
El archimago solt una risita y se
sent en una gran silla hecha de lienzo y
madera oscura tallada. El brasero
iluminaba su rostro, resaltando las
arrugas que formaba su sonrisa. A pesar
de
esto,
Khadgar
no
lograba
tranquilizarse.

Medivh se inclin hacia delante en


la silla.
Oh Grande y Respetado Magus
Medivh dijo,
Archimago
de
Karazhan: os traigo saludos de los Kirin
Tor, la ms letrada y poderosa de todas
las academias, gremios y asociaciones
mgicas; consejeros de reyes, maestros
de los eruditos, reveladores de secretos.
Y siguen as un buen rato, dndose ms
aires con cada frase. Cmo voy hasta
ahora?
No sabra decir respondi
Khadgar. Me dieron instrucciones
De no abrir la carta acab
Medivh. Pero lo hiciste de todos
modos.

El archimago levant la vista para


mirar al joven, y a Khadgar se le hizo un
nudo en la garganta. Algo parpade en
los ojos de Medivh, y Khadgar se
pregunt si el archimago tendra el
poder de lanzar conjuros sin que nadie
se diera cuenta.
Khadgar
asinti
lentamente,
preparndose para la respuesta.
Medivh solt una carcajada.
Cundo?
En el en el viaje desde
Lordaeron hasta Kul Tiras dijo
Khadgar, inseguro de si lo que dira iba
a divertir o a irritar a su posible
mentor. Tuvimos calma chicha un par
de das y

La curiosidad pudo contigo


Medivh volvi a acabar la frase por
l. Sonri, y fue una limpia sonrisa
blanca bajo una barba entrecana. Yo
probablemente la habra abierto en el
mismo momento en el que hubiera
perdido de vista la Ciudadela Violeta.
Khadgar respir hondo.
Lo pens, pero supuse que tendran
activado algn conjuro de adivinacin,
al menos a ese alcance dijo.
Y queras estar lejos de cualquier
conjuro o mensaje que te llamara de
vuelta si abras la carta. Y la volviste a
cerrar lo bastante bien para burlar una
inspeccin superficial, seguro de que yo
rompera el sello enseguida y no notara

la manipulacin. Medivh se permiti


una risita, pero su rostro adquiri un
gesto de concentracin. Cmo lo he
hecho? pregunt.
Khadgar parpade.
Hacer qu, seor?
Saber lo que pona en la carta
dijo Medivh, mientras bajaban las
comisuras de su boca. La carta que
acabo de quemar dice que encontrar al
joven Khadgar muy impresionante por su
capacidad deductiva y su inteligencia.
Impresiname.
Khadgar mir a Medivh, y la sonrisa
jovial de unos segundos antes se haba
evaporado. El rostro sonriente era ahora
el de algn dios primigenio labrado en

piedra, crtico e implacable. Los ojos


que antes haban chispeado de diversin
ahora parecan ocultar a duras penas una
furia contenida. Las cejas estaban
fruncidas juntas como los nubarrones de
una tormenta en formacin.
Khadgar tartamude unos instantes
antes de empezar a hablar.
Ha ledo mi mente.
Posible dijo Medivh. Pero
incorrecto. Ahora mismo eres un manojo
de nervios, y eso dificulta la lectura de
mentes. Una mal.
Ya ha recibido usted antes este tipo
de cartas dijo Khadgar. De los Kirin
Tor. Usted sabe el tipo de cartas que
escriben.

Tambin es posible dijo el


archimago. Puesto que he recibido
tales cartas, y s que suelen ser
abrumadoras
en
su
tono
de
autocomplacencia. Pero t conoces las
palabras exactas igual que yo. Un buen
intento, el ms obvio, pero tampoco es
correcto. Dos mal.
La boca de Khadgar form una
delgada lnea. Tuvo una intuicin y el
corazn empez a latirle con fuerza en el
pecho.
Simpata dijo al fin.
Los ojos de Medivh siguieron
inescrutables, y su voz se mantuvo
monocorde.
Explcate.

Khadgar respir hondo.


Una de las leyes de la magia.
Cuando alguien manipula un objeto deja
en l mismo una parte de su propia aura
o vibracin mgica. Como las auras
varan segn el individuo, es posible
establecer una conexin con alguien a
travs de su aura. De esta forma un
mechn de pelo puede convertirse en un
talismn de amor o se puede rastrear una
moneda hasta su propietario original.
Los ojos de Medivh se entrecerraron
y se pas un dedo por su barbuda
mejilla.
Contina.
Khadgar se detuvo unos instantes,
sintiendo sobre s el peso de los ojos de

Medivh. Eso era lo que haba aprendido


en las clases. Estaba a medio camino,
pero cmo la haba usado l para
averiguar?
Cuanto ms usa alguien un objeto,
ms fuerte es la resonancia dijo
rpidamente Khadgar. As que por lo
tanto un objeto que experimente mucha
manipulacin o reciba mucha atencin
tendr una simpata ms fuerte. Ahora
le salan ms palabras y ms rpido.
As que un documento que alguien ha
escrito tiene ms aura que un pergamino
en blanco; y la persona se concentra en
lo que escribe, as que Khadgar hizo
una pausa para reorganizarse las ideas.
Usted ha ledo una mente, pero no la

ma, sino la del escribano que redact la


carta en el momento en que la estaba
escribiendo;
ha
captado
sus
pensamientos reforzando las palabras.
Sin tener que abrir el documento
dijo Medivh, y la luz volvi a danzar
en sus ojos. Y cmo le sera til este
truco a un estudioso?
Khadgar parpade un instante y
apart la vista del archimago, tratando
de evitar su penetrante mirada.
Se podran leer libros sin tener que
leerlos.
Algo muy til para un investigador
dijo Medivh. Perteneces a una
comunidad de estudiosos, por qu no lo
hacis?

Porque porque Khadgar


pens en el viejo Korrigan, que poda
encontrar cualquier cosa en la
biblioteca, incluso la mnima nota
marginal. Creo que lo hacemos, pero
slo los miembros ms ancianos del
cnclave.
Medivh asinti.
Y eso es porque
Khadgar pens durante un momento
y luego neg con la cabeza.
Quin escribira si todo el
conocimiento pudiera extraerse con una
orden mental y una rfaga de magia?
sugiri Medivh. Luego sonri, y
Khadgar se dio cuenta de que haba
estado conteniendo la respiracin. No

eres malo, nada malo. Sabes de


contraconjuros?
Hasta el quinto repertorio.
Tienes poder para un rayo
mstico? pregunt enseguida Medivh.
Uno o dos, pero es agotador
respondi el joven, sintiendo de
repente que la conversacin volva a
ponerse seria.
Y tus elementos primarios?
Soy ms fuerte con el fuego, pero
los conozco todos.
Y la magia de la naturaleza?
pregunt
Medivh.
Madurar,
seleccionar, recolectar? Puedes coger
una semilla y extraerle la juventud hasta
convertirla en una flor?

No, seor. Fui entrenado en una


ciudad.
Puedes hacer un homnculo?
Las doctrinas no lo ven con buenos
ojos, pero conozco los principios
implicados dijo Khadgar. Si siente
usted curiosidad
Los ojos de Medivh se iluminaron un
momento.
Has navegado hasta aqu desde
Lordaeron? dijo. En qu tipo de
barco?
Khadgar qued fuera de juego un
momento por el repentino cambio de
tema.
S, esto una goleta tirassiana, la
Brisa Majestuosa contest.

Desde
Kul
Tiras
acab
Medivh. Tripulacin humana?
S.
Hablaste con alguno de la
tripulacin?
De nuevo Khadgar se sinti pasar de
la charla al interrogatorio.
Un poco dijo. Creo que mi
acento les pareca divertido.
Las tripulaciones de los barcos de
Kul Tiras se divierten con poco dijo
Medivh. Algn no humano en la
tripulacin?
No, seor respondi Khadgar.
Los tirassianos contaron historias de
unos hombres-pez. Los llamaron
murlocs. Son reales?

Lo son dijo el Magus. Con qu


otras razas has tenido tratos? Sin contar
las variaciones de la humana.
Una vez llegaron a Dalaran varios
gnomos dijo Khadgar. Y he conocido
artfices enanos en la Ciudadela Violeta.
Conozco los dragones a travs de las
leyendas; en una de las academias vi una
vez el crneo de un dragn.
Y qu hay de los trolls o los
trasgos? dijo Medivh.
Trolls dijo Khadgar. Cuatro
variedades conocidas de trolls; puede
que haya una quinta.
Eso son las paparruchas que
ensea Alonda murmur Medivh, pero
le hizo un gesto a Khadgar para que

siguiera.
Los trolls son salvajes, ms
grandes que los humanos. Muy altos y
fibrosos, con rasgos alargados. Esto
medit unos instantes, organizacin
tribal. Casi completamente apartados de
las tierras civilizadas, casi extintos en
Lordaeron.
Trasgos?
Mucho ms pequeos, de tamao
ms parecido a los enanos, con la misma
inventiva pero con un cariz destructivo.
Temerarios. He odo que como raza
estn locos.
Slo los inteligentes dijo
Medivh. Sabes algo acerca de los
demonios?

Por supuesto, seor dijo


rpidamente Khadgar. Quiero decir de
las leyendas, seor. Y conozco las
abjuraciones y protecciones apropiadas.
Se las ensean a todos los magos de
Dalaran desde el primer da de
entrenamiento.
Pero nunca has invocado uno
dijo Medivh. Ni has estado presente
cuando otro lo ha hecho.
Khadgar parpade, preguntndose si
sera una pregunta trampa.
No, seor, ni se me ocurrira.
No lo dudo dijo el mago, con la
ms fina irona en su voz. Que no se te
ocurrira. Sabes lo que es un Guardin?
Un Guardin? Khadgar percibi

un nuevo giro en la conversacin. Un


viga? Un guardia? Quiz otra raza?
Es algn tipo de monstruo? Quiz un
protector contra los monstruos?
Ahora Medivh sonri y neg con la
cabeza.
No te preocupes. Se supone que no
debes saberlo, es parte del truco.
Entonces levant la vista. Bueno
qu sabes de m?
Khadgar busc por el rabillo del ojo
a Moroes el senescal, y de repente se
dio cuenta de que el sirviente se haba
desvanecido, despareciendo entre las
sombras. El joven tartamude por unos
instantes.
Los magos de los Kirin Tor tienen

un alto concepto de usted logr decir


al final, diplomticamente.
Obviamente dijo Medivh con
brusquedad.
Es usted un poderoso mago
independiente, supuestamente consejero
del rey Llane de Azeroth.
De vuelta a lo mismo dijo
Medivh asintindole al joven.
Aparte de eso Khadgar dud,
preguntndose si realmente el mago
poda leerle la mente.
S?
Nada concreto que justifique la
alta estima dijo Khadgar.
Y el miedo terci Medivh.
Y la envidia acab Khadgar,

sintindose repentinamente molesto por


las preguntas, inseguro acerca de cmo
responder. Nada en concreto que
explique directamente el gran respeto
que le profesan los Kirin Tor.
Se supone que ha de ser as le
espet Medivh malhumorado, frotndose
las manos sobre el brasero. Se supone
que ha de ser as.
Khadgar no poda creer que el mago
tuviera fro. l mismo poda sentir el
sudor nervioso correrle por la espalda.
Por fin, Medivh levant la mirada, y
la tormenta volvi a cernirse en sus
ojos.
Pero qu sabes acerca de m?
Nada, seor dijo Khadgar.

Nada? Medivh levant la voz,


que pareci retumbar por todo el
observatorio. Nada? Has recorrido
todo este camino por nada? Ni siquiera
te has molestado en investigar? Quiz yo
no sea ms que una excusa para que tus
maestros te quiten de en medio, con la
esperanza de que mueras en el trayecto.
No sera la primera vez que alguien lo
intenta.
No haba tanto que investigar. No
es que usted haya hecho mucho
respondi Khadgar un tanto irritado;
luego respir hondo, dndose cuenta de
con quin estaba hablando y lo que
estaba diciendo. Quiero decir, no
mucho que yo haya podido encontrar,

quiero decir
Esper un estallido de furia del
mago, pero Medivh se limit a emitir
una risita.
Y qu
pudiste
encontrar?
pregunt.
Khadgar suspir.
Usted proviene de un linaje de
hechiceros. Su padre era un mago de
Azeroth, un tal Nielas Aran. Su madre
era Aegwynn, que puede ser un ttulo en
vez de un nombre, uno que se remonta al
menos ochocientos aos en el pasado.
Creci usted en Azeroth y conoce desde
la infancia al rey Llane y a Lord Lothar.
Aparte de eso Khadgar dej la frase
inacabada. Nada.

Medivh mir al interior del brasero


y asinti.
Bueno, eso es algo, ms de lo que
sola encontrar la mayora de la gente.
Y su nombre significa guardin de
los secretos en alto lfico aadi
Khadgar. Tambin encontr eso.
Demasiado cierto dijo Medivh,
quien repentinamente pareca cansado.
Mir fijamente al brasero durante un
rato. Aegwynn no es un ttulo dijo al
fin. Simplemente es el nombre de mi
madre.
Entonces es que ha habido varias
Aegwynn, quiz sea un apellido
sugiri Khadgar.
Slo una dijo sombro Medivh.

Khadgar emiti una risita nerviosa.


Pero eso significara que tena
Algo ms de setecientos cincuenta
aos cuando yo nac dijo Medivh con
un sorprendente resoplido. Era
bastante mayor. Fui un hijo tardo en su
vida. Lo que puede ser una de las
razones por las que los Kirin Tor estn
interesados en lo que guardo en mi
biblioteca. Que es el motivo de que te
hayan mandado aqu.
Seor dijo Khadgar tan serio
como pudo. Para ser sincero, todos los
magos excepto los de posicin ms
elevada de los Kirin Tor quieren que
averige algo de usted. Lo har lo mejor
que pueda, pero si hay algn material

que usted desee mantener restringido u


oculto, lo comprendo perfectamente
Si yo hubiera pensado eso, nunca
hubieras atravesado el bosque para
llegar hasta aqu dijo Medivh con
repentina seriedad. Necesito alguien
para ordenar y clasificar la biblioteca,
para empezar, y luego trabajaremos en
los laboratorios alqumicos. S, lo hars
bien. Vers, yo conozco el significado
de tu nombre igual que t el mo.
Moroes!
Aqu, seor dijo el sirviente,
manifestndose repentinamente entre las
sombras. Muy a su pesar, Khadgar dio
un salto.
Lleva al chaval abajo a su

habitacin y asegrate de que coma


algo. Ha sido un da largo para l.
Por supuesto, seor dijo Moroes.
Una pregunta, maestro dijo
Khadgar, sobreponindose. Quiero
decir Lord Magus, seor.
Por ahora llmame Medivh.
Tambin respondo a Guardin de los
Secretos y a algunos nombres ms, no
todos ellos conocidos.
Qu ha querido decir con eso de
que conoce mi nombre?
Medivh sonri, y repentinamente la
habitacin volvi a parecer clida y
acogedora.
No hablas enano observ.
Khadgar neg con la cabeza.

Mi nombre significa guardin de


los secretos en alto lfico. Tu nombre
significa confianza en la antigua
lengua enana. As que espero que hagas
honor a tu nombre, joven Khadgar, Joven
Confianza.
Moroes condujo al joven hasta sus
habitaciones, en el tramo central de la
torre, dndole explicaciones con esa voz
fantasmal
y
definitiva
mientras
descendan por las escaleras. Las
comidas en la torre de Medivh eran
sencillas: gachas y salchichas para
desayunar, un almuerzo fro y una cena
copiosa y abundante, normalmente un
estofado o un asado servido con
vegetales. Cocinas se retiraba tras la

cena, pero siempre quedaban sobras en


la cmara de fro. El horario de Medivh
poda ser descrito, de forma caritativa,
como errtico, y Moroes y Cocinas
haca ya mucho que haban aprendido a
acomodarse a l con un mnimo de
molestias por su parte.
Moroes inform al joven Khadgar de
que, como asistente en vez de criado, l
no tendra el mismo lujo. Se esperaba
que estuviese disponible para ayudar al
archimago en cualquier momento en que
ste lo considerara necesario.
Como aprendiz ya me esperaba eso
dijo Khadgar.
Moroes se volvi en mitad de un
paso (estaban andando por una tribuna

elevada que dominaba lo que pareca


ser un saln de recepciones o de baile).
An no eres aprendiz, chaval
dijo Moroes casi sin voz. Ni por
asomo.
Pero Medivh ha dicho
Que podas ordenar la biblioteca
dijo Moroes. Trabajo para un
asistente, no para un aprendiz. Otros han
sido asistentes, ninguno ha llegado a ser
aprendiz.
Khadgar frunci el ceo y sinti en
el rostro la calidez del azoramiento. No
se haba esperado que hubiera un nivel
inferior al de aprendiz en la jerarqua de
los magos.
Cunto hace desde?

Realmente no sabra decirlo dijo


a duras penas el sirviente. Nadie ha
llegado tan lejos.
A Khadgar se le ocurrieron dos
preguntas al mismo tiempo. Dud, y
luego pregunt.
Cuntos asistentes ms ha habido?
Moroes mir abajo por la barandilla
de la tribuna, y su mirada pareci
desenfocarse. Khadgar se pregunt si el
sirviente estaba pensando o si lo habra
cogido fuera de juego. La habitacin que
haba ms abajo estaba escasamente
amueblada con una pesada mesa central
con sillas. Estaba sorprendentemente
desnuda, y Khadgar supuso que Medivh
no celebrara muchos banquetes.

Decenas dijo por fin Moroes.


Por lo menos. La mayora de ellos de
Azeroth. Un elfo. No, dos elfos. Eres el
primero de los Kirin Tor.
Decenas repiti Khadgar, y el
alma se le cay a los pies mientras
pensaba
cuntas
veces
habra
bienvenido Medivh a un joven aprendiz
a su servicio. Entonces hizo la segunda
pregunta.
Cunto duraron?
Esta vez, Moroes gru.
Das. A veces horas. Un elfo ni
siquiera lleg hasta las escaleras de la
torre. Dio unos toquecitos a las
anteojeras que llevaba a ambos lados de
su anciana cabeza. Ven cosas, sabes?

Khadgar pens en la figura de la


puerta principal y se limit a asentir.
Al fin llegaron al alojamiento de
Khadgar, en un pasillo lateral no muy
lejos del saln de banquetes.
Ponte cmodo dijo Moroes
entregndole a Khadgar la lmpara. El
bao est al fondo del pasillo. Hay un
orinal debajo de la cama. Baja a la
cocina. Cocinas te tendr preparado
algo caliente.
La habitacin de Khadgar era una
estrecha cua de la torre, ms apropiada
como alojamiento de un monje cenobita
que de un mago. Una estrecha cama junto
a una pared, y una mesa igualmente
estrecha junto a la otra con una

estantera vaca sobre ella. Un armario


para la ropa. Khadgar arroj su petate al
interior del armario sin abrirlo, y
anduvo hasta la tambin estrecha
ventana.
sta era una delgada lmina de
cristal
emplomado,
montada
verticalmente en un vstago central.
Khadgar empuj una mitad, y la ventana
se abri lentamente, mientras rebosaba
el casi solidificado aceite de la bisagra
inferior.
La vista segua siendo desde un
punto bastante alto en el costado de la
torre, y las colinas que la rodeaban se
vean grises y desnudas bajo la luz de
las lunas gemelas. Desde esta altura, a

Khadgar le resultaba evidente que las


colinas haban sido alguna vez un crter,
gastado y erosionado por el paso de los
aos. Haba sido arrancada alguna
montaa de este lugar como un diente
podrido? O quiz es que el anillo de
colinas no se haba elevado, y el resto
de las montaas circundantes haban
subido ms rpido, dejando slo este
lugar de poder clavado en el sitio?
Khadgar se pregunt si la madre de
Medivh habra estado aqu cuando la
tierra se alz o se hundi, o fue
golpeada por un trozo del cielo.
Ochocientos aos era mucho incluso
para la medida de los magos. Tras
doscientos aos, segn enseaban las

viejas lecciones, la mayora de los


magos humanos estaban mortalmente
delgados y frgiles. Tener setecientos
aos y dar a luz un hijo! Khadgar agit
la cabeza y se pregunt si le estara
tomando el pelo.
Khadgar se quit la capa de viaje e
hizo una visita a las instalaciones del
fondo del pasillo. Eran espartanas, pero
incluan un aguamanil de agua fra, una
palangana y un buen espejo que no haba
perdido el lustre. Khadgar pens en usar
un sencillo conjuro para calentar el
agua, pero decidi limitarse a aguantar.
El agua result vigorizante, y
Khadgar se sinti mejor mientras se
cambiaba a una ropa menos polvorienta:

una cmoda camisa que le llegaba casi


hasta las rodillas y unos resistentes
pantalones. Su ropa de trabajo. Sac un
estrecho cuchillo de comer del macuto y,
tras pensarlo unos instantes, se lo meti
en la caa de una bota.
Volvi a salir al pasillo, y se dio
cuenta de que no tena una idea clara de
dnde estaba la cocina. No haba visto
ningn cobertizo para cocinar junto a los
establos, as que seguramente estara
dentro de la misma torre. Posiblemente
en la planta baja o en una prxima, con
una bomba de agua para traer agua
desde el pozo. Con el camino expedito
hasta el saln de banquetes, se usara
ste o no.

Khadgar encontr con facilidad la


galera sobre el saln de banquetes,
pero tuvo que buscar para encontrar la
escalera, estrecha y retorcida, que
conduca hasta el saln. Desde el saln
de banquetes propiamente dicho poda
elegir entre varias salidas. Khadgar
escogi la ms probable y acab en un
pasillo sin salida con habitaciones
vacas a ambos lados, parecidas a la
suya. Una segunda eleccin tuvo un
resultado parecido.
La tercera condujo al joven al fragor
de una batalla.
No se lo esperaba. En un momento
estaba caminando sobre unos bajos
escalones de losas de piedra,

preguntndose si iba a necesitar un


mapa, una campana o un cuerno de caza
para recorrer la torre. Al momento
siguiente el techo sobre l se haba
abierto a un brillante cielo del color de
la sangre fresca, y estaba rodeado de
hombres con armadura, aprestados para
la batalla.
Khadgar dio un paso atrs, pero el
pasillo se haba desvanecido tras l,
dejando slo un paisaje agreste y
desolado muy diferente de cualquiera de
los que conoca. Los hombres estaban
gritando y sealando, pero sus voces, a
pesar del hecho de que estaban junto a
Khadgar, sonaban ininteligibles y
apagadas, como si le estuvieran

hablando desde debajo del agua.


Un sueo?, pens Khadgar. Quiz
se haba echado un rato y se haba
quedado dormido, y todo esto era un
terror nocturno provocado por sus
propias preocupaciones. Pero no, casi
poda sentir el calor de los moribundos,
el sol en su piel y la brisa, y los
hombres gritando se movan a su
alrededor.
Era como si se hubiera separado del
resto del mundo, ocupando su propia
isla diminuta, con slo el ms dbil
contacto con la realidad que lo rodeaba.
Como si se hubiera convertido en un
fantasma.
Y de hecho los soldados lo

ignoraban como si fuera un espritu.


Khadgar alarg la mano para agarrar a
uno por el hombro, y para su propio
alivio la mano no atraves la abollada
hombrera. Hubo resistencia, pero slo la
mnima; poda sentir la solidez de la
armadura y, si se concentraba, percibir
las aristas del metal abollado.
Khadgar se dio cuenta de que estos
hombres haban luchado, dura y
recientemente. Slo un hombre de cada
tres no llevaba algn tipo de tosco
vendaje, enseas de guerra manchadas
de sangre que sobresalan por debajo de
sucias armaduras y yelmos abollados.
Sus armas tambin estaban melladas y
salpicadas de escarlata seco. Haba

cado en un campo de batalla.


Khadgar examin su posicin.
Estaban en la cima de un pequeo cerro,
un mero pliegue en las llanuras
ondulantes que parecan rodearlos. La
vegetacin que haba existido la haban
cortado y formado con ella toscas
fortificaciones, defendidas ahora por
hombres de rostro lgubre. Esto no era
un reducto seguro, ni un castillo ni un
fuerte. Haban elegido este punto para
luchar slo porque no haba otro.
Los soldados se apartaron cuando el
que pareca ser su jefe, un hombre
grande de barba blanca y anchos
hombros, se abri paso a empujones. Su
armadura estaba tan baqueteada como

las dems, pero consista en una coraza


pectoral sobre una tnica escarlata de
estudioso, de un tipo que no habra
estado fuera de lugar en las estancias de
los Kirin Tor. El dobladillo, las mangas
y el chaleco de la tnica estaban
inscritos con runas de poder, algunas de
las cuales reconoci Khadgar, pero otras
le resultaron completamente ajenas. La
nvea barba del lder le llegaba casi
hasta la cintura, tapando la armadura que
quedaba bajo ella, y llevaba un bacinete
rojo con una sola gema dorada en el
ceo. En una mano empuaba un bastn
rematado por una gema, y una espada de
color rojo oscuro en la otra. El lder
estaba gritndoles a los soldados con

una voz que a Khadgar le sonaba como


el rugido del mismo mar. Sin embargo,
los guerreros parecan saber lo que
estaba diciendo, puesto que formaron
ordenadamente a lo largo de las
barricadas, mientras que otros llenaban
los huecos que haba entre stas.
El comandante de barba nevada pas
pegado a Khadgar, y muy a su pesar el
joven
trastabill
hacia
atrs,
apartndose del camino. El comandante
no debera haberlo notado, no ms de lo
que lo haban hecho los ensangrentados
guerreros.
Pero el comandante lo not. Su voz
se entrecort un instante, tartamude,
apoy mal el pie en el desigual suelo del

cerro rocoso y casi se cay. Y sin


embargo se dio la vuelta y mir a
Khadgar.
S, mir a Khadgar, y el futuro
aprendiz tuvo claro que el anciano
mago-guerrero lo vea y lo vea con
claridad. Los ojos del comandante
miraron profundamente a los de Khadgar
y por un momento ste se sinti como se
haba sentido bajo la fulminante mirada
de Medivh. Y, si acaso, sta era ms
intensa. Khadgar mir al comandante a
los ojos.
Y lo que all vio lo hizo gemir. Muy
a su pesar se dio la vuelta, rompiendo el
contacto ocular con el mago-guerrero.
Cuando Khadgar volvi la mirada de

nuevo, el comandante estaba asintiendo.


Fue una inclinacin de cabeza breve,
casi despectiva, y el anciano tena los
labios apretados. Entonces el lder de
barba nevada parti, gritando a los
guerreros, exhortndolos a defenderse.
Khadgar quiso ir tras l, perseguirlo
y descubrir cmo poda verlo cuando
los dems no podan, y qu poda
decirle, pero a su alrededor surgi un
grito, el grito amortiguado de unos
hombres cansados llamados a cumplir
con su deber una ltima vez. Espadas y
lanzas se alzaron hacia un cielo del
color de la sangre coagulada, y los
brazos sealaron hacia las ondulaciones
cercanas, donde la escorrenta haba

dejado parches de prpura que


resaltaban contra el suelo de color
xido.
Khadgar mir hacia donde sealaban
los hombres, y una ola de verde y negro
remont la ondulacin ms prxima.
Khadgar pens que se trataba de algn
ro, o de un arcano y colorido
corrimiento de tierras, pero se dio
cuenta de que la ola era un ejrcito que
avanzaba. El negro era el color de sus
armaduras, y el verde era el color de su
piel.
Eran criaturas de pesadilla, burlas
de la forma humana. Sus rostros de color
de jade estaban dominados por grandes
mandbulas inferiores coronadas de

dientes puntiagudos; sus narices eran


chatas y olfateaban como el hocico de un
perro, y sus ojos eran pequeos,
inyectados en sangre y llenos de odio.
Sus armas de azabache y sus
ornamentadas armaduras brillaban bajo
el sol eternamente moribundo de este
mundo, y cuando remontaron la cresta
emitieron un aullido que sacudi el
suelo bajo ellos.
Los soldados que haba a su
alrededor emitieron su propio grito, y
mientras las criaturas verdes cubran la
distancia hasta la colina, lanzaron
descarga tras descarga de flechas con
penachos rojos. La primera lnea de las
monstruosas criaturas trastabill y cay,

y fue inmediatamente pisoteada por los


que venan detrs. Otra descarga y cay
otra de las filas de monstruos
inhumanos, pero su cada fue ignorada
por la marea que vena detrs.
A la derecha de Khadgar hubo unos
estallidos cuando el rayo danz sobre la
superficie de la tierra, y las
monstruosidades gritaron cuando la
carne se evapor sobre sus huesos.
Khadgar pens en el comandante magoguerrero, pero tambin se dio cuenta de
que dichos rayos slo mermaban
mnimamente a la horda que embesta.
Y entonces las monstruosidades de
piel verde estaban sobre ellos, una ola
de azabache y jade embistiendo contra

la tosca empalizada. Los troncos


derribados no fueron ms que ramitas en
el camino de esta tempestad, y Khadgar
pudo sentir cmo la lnea se doblaba.
Uno de los soldados que estaba junto a
l cay empalado por una gran lanza
oscura. En el sitio del guerrero haba
una pesadilla de carne verde y armadura
negra, aullando mientras pasaba a su
lado como una exhalacin.
Muy a su pesar, Khadgar retrocedi
dos pasos, se dio la vuelta y sali
corriendo.
Y casi arroll a Moroes, que estaba
de pie en la puerta. Moroes habl
tranquilamente.
Te retrasabas, quiz te habas

perdido.
Khadgar se gir de nuevo, y vio que
tras l no haba un mundo de cielos
escarlatas y monstruosidades verdes,
sino una salita abandonada, con la
chimenea vaca y las sillas tapadas con
unas sbanas. El aire ola a polvo recin
removido.
Estaba gimi Khadgar. Vi
estaba
En el sitio equivocado? sugiri
Moroes.
Khadgar trag saliva, mir a su
alrededor y luego asinti en silencio.
La cena est lista gru
Moroes. No vuelvas a ir al sitio
equivocado, estamos?

Y el sirviente vestido de negro se


dio la vuelta y flot en silencio fuera de
la habitacin.
Khadgar mir por ltima vez el
pasillo sin salida en el que haba
entrado. No haba puertas misteriosas ni
portales mgicos. La visin (si haba
sido una visin) haba acabado de una
forma repentina slo igualada por su
inicio.
No haba soldados. Ni criaturas de
piel verde. Ningn ejrcito a punto de
desmoronarse. Slo haba un recuerdo
que asustaba a Khadgar hasta el fondo
de su alma. Era real. Haba parecido
real. Haba parecido verdad.
No eran los monstruos, ni el

derramamiento de sangre los que lo


haban asustado. Era el mago-guerrero,
el comandante de pelo nevado que haba
parecido ser capaz de verlo. Que haba
parecido mirar en su corazn, y
encontrarlo indigno.
Y lo peor de todo, la figura de la
barba blanca vestida con la armadura y
la tnica tena los ojos de Khadgar. El
rostro estaba envejecido, el pelo blanco
como la nieve, la actitud imponente,
pero el comandante tena los mismos
ojos que Khadgar haba visto en el
pulido espejo haca slo unos momentos
(o unas vidas?).
Khadgar sali de la salita, y se
pregunt si no sera demasiado tarde

para buscarse unas anteojeras.

CAPTULO
TRES
Instalndose

mpezaremos contigo poco a


poco dijo el mago de ms

edad desde el otro lado de la mesa.


Vete acostumbrando a la biblioteca. Ve
pensando cmo vas a organizarla.
Khadgar asinti mientras coma gachas y
salchichas. El grueso de la conversacin
del desayuno haba sido acerca de
Dalaran en general. Qu era popular en
Dalaran y cules eran las modas en
Lordaeron. Qu se debata en las
estancias de los Kirin Tor. Khadgar
mencion que la duda filosfica que
circulaba cuando l se haba ido era si
cuando se creaba una llama mediante la
magia se la traa a la existencia o si se
la invocaba desde una existencia
paralela.
Medivh resopl sobre su desayuno.

Imbciles. No reconoceran una


dimensin paralela aunque fuera a por
ellos y les mordiera en el Y t, qu
crees?
Yo creo Khadgar se dio cuenta
de que volva a estar bajo la lupa. Yo
creo que puede ser otra cosa
completamente diferente.
Excelente
dijo
Medivh
sonriendo. Cuando te den a elegir entre
dos posibilidades, escoge siempre la
tercera. Por supuesto queras decir que
cuando se crea fuego, lo que se hace es
concentrar en un punto la naturaleza
inherente del fuego que hay contenida en
el rea circundante, trayndolo a la
existencia.

Oh, s dijo Khadgar. Lo haba


pensado. Durante algn tiempo, como
algunos aos.
Bueno dijo Medivh mientras se
limpiaba la barba con una servilleta.
Tienes una mente gil y una honesta
valoracin de ti mismo. Veamos qu tal
te va con la biblioteca. Moroes te
ensear el camino.
La biblioteca ocupaba dos pisos, y
estaba situada en el tramo central de la
torre. La escalera que recorra esta parte
de la torre iba pegada a la pared,
dejando una gran cmara de dos pisos
de alto. Una plataforma de hierro
forjado creaba una galera elevada en el
segundo nivel. Las estrechas ventanas de

la habitacin estaban cubiertas de


barrotes de hierro entrelazados, lo que
reduca la luz natural que entraba en la
habitacin a poco ms que la de una
linterna sorda. En las grandes mesas de
roble del primer nivel haba unos globos
cristalinos, cubiertos con una gruesa
ptina de polvo, que brillaban con un
resplandor azul grisceo.
La habitacin en s era zona
catastrfica. Haba libros desperdigados
abiertos
al
azar,
pergaminos
desenrollados sobre las sillas, y una
delgada capa de folios polvorientos lo
cubra todo como las hojas en el suelo
del bosque. Los volmenes ms
antiguos, que seguan encadenados a las

estanteras, haban sido sacados y


colgaban de sus grilletes como los
prisioneros de una mazmorra.
Khadgar contempl los daos y dej
escapar un hondo suspiro.
Empecemos poco a poco dijo.
Puedo tener tu equipaje listo en
una hora dijo Moroes desde el pasillo.
El criado no iba a entrar en la
biblioteca.
Khadgar recogi un trozo de
pergamino que estaba a sus pies. Una de
las caras era una solicitud de los Kirin
Tor para que el maestro mago
respondiera a su carta ms reciente. La
otra cara estaba marcada con una
mancha de color escarlata oscuro que

Khadgar supuso al principio que sera


sangre, pero se dio cuenta de que no era
ms que el sello de lacre derretido.
No dijo Khadgar dando unas
palmaditas a su saquito de tiles de
escribano. Lo nico que pasa es que
va a ser un reto ms grande de lo que
haba supuesto al principio.
Ya he odo eso antes dijo
Moroes.
Khadgar se dio la vuelta para
preguntarle acerca de ese comentario,
pero el criado ya se haba ido de la
puerta.
Con el cuidado de un ladrn,
Khadgar se abri paso entre el desastre.
Era como si hubiera estallado una

batalla en la biblioteca. Haba lomos


rotos, cubiertas medio arrancadas,
pginas dobladas, libros a los que les
haban arrancado por completo las
tapas Y esto era en los libros que
seguan estando ms o menos enteros.
Muchos
volmenes
haban sido
desencuadernados, y el polvo de las
mesas cubra una capa de papeles y
cartas. Algunas de stas estaban
abiertas,
pero
otras
seguan
evidentemente cerradas, manteniendo
oculta su informacin tras los sellos de
lacre.
El Magus no necesita un asistente
murmur Khadgar, mientras limpiaba
un espacio en el extremo de una mesa y

sacaba una silla. Necesita una seora


de la limpieza.
Y ech una rpida ojeada a la puerta
para asegurarse de que el senescal se
haba ido realmente.
Khadgar se sent y la silla se
balance peligrosamente. Se levant, y
vio que las patas desiguales de la silla
haban estado apoyadas en un grueso
tomo con tapas metlicas. La portada
estaba decorada, y el canto de las
pginas haba sido teido en plata.
Khadgar abri el libro, y al hacerlo
sinti que algo se mova dentro del
mismo, como una pesa descendiendo por
una varilla de metal o una gota de
mercurio bajando por una pipeta. Algo

metlico se desenrosc dentro del lomo


del libro.
El tomo empez a emitir un tic-tac.
Khadgar cerr la tapa a toda prisa, y
el libro se call con un chirrido agudo y
un chasquido, al rearmarse el
mecanismo. El joven dej con cuidado
el libro en la mesa.
Entonces fue cuando not las marcas
de deflagracin en la silla que estaba
usando y en el suelo bajo ella.
Ya veo por qu vienen y van tantos
asistentes dijo Khadgar vagando
lentamente por la habitacin.
La situacin no mejoraba. Haba
libros abiertos colgando de los brazos
de las sillas y de la barandilla metlica.

La correspondencia se haca ms
profunda a medida que avanzaba por la
habitacin. Algo haba hecho un nido en
el rincn de una estantera, y cuando
Khadgar lo sacaba de all, el pequeo
crneo de una musaraa cay al suelo y
se hizo aicos. El nivel superior era
poco ms que un almacn, y los libros ni
siquiera estaban en las estanteras; eran
pilas cada vez ms altas, colinas que
llevaban a montaas que llevaban a
cimas inalcanzables.
Y haba un lugar vaco, en el que
pareca que alguien haba iniciado un
fuego en un intento desesperado de
reducir la cantidad de papel presente.
Khadgar examin el rea y neg con la

cabeza; aqu haba ardido algo ms,


puesto que haba restos de tela,
posiblemente de la tnica de un
estudioso.
Khadgar agit la cabeza y volvi
hasta donde haba dejado sus tiles de
escritura. Sac un delgado palillero de
madera con un puado de plumillas
metlicas, una piedra para afilar y dar
forma a las plumillas, un cuchillo de
hoja flexible para raspar el pergamino,
un bloque de tinta de calamar, un platito
para derretir la tinta, una coleccin de
llaves delgadas y planas, una lupa y lo
que a simple vista pareca un grillo
metlico.
Cogi el grillo, lo puso boca arriba

y le dio cuerda usando una plumilla


especial. Era un regalo de Guzbah
cuando Khadgar hubo completado su
entrenamiento bsico como escribano, y
haba demostrado no tener precio en los
vagabundeos del joven por las estancias
de los Kirin Tor. En su interior contena
un conjuro sencillo pero efectivo, que
avisaba cuando estaba a punto de saltar
alguna trampa.
Tan pronto como le hubo dado una
vuelta completa a la manecilla, el grillo
metlico emiti un agudo chirrido.
Khadgar, sorprendido, casi dej caer al
suelo el insecto detector. Entonces se
dio cuenta de que el aparato se limitaba
a avisar de la intensidad del peligro

potencial.
Khadgar mir los volmenes que
estaban apilados a su alrededor, y
murmur una maldicin. Se retir hasta
la puerta y sigui dndole cuerda al
grillo. Luego llev hasta la puerta el
primer libro que haba cogido, el que
haca tic-tac.
El grillo gorje levemente. Khadgar
dej el libro con trampa a un lado de la
puerta. Recogi otro y lo acarre. El
grillo se mantuvo en silencio.
Khadgar contuvo la respiracin,
abrig la esperanza de que los hechizos
del grillo le permitieran hacer frente a
toda clase de trampas, mgicas o no, y
abri el libro. Era un tratado escrito con

una suave mano femenina acerca de la


poltica de los elfos haca trescientos
aos.
Khadgar dej el volumen manuscrito
al otro lado de la puerta y volvi a por
otro libro.
Yo a ti te conozco dijo Medivh la
maana siguiente, mientras coman
salchichas y gachas.
Khadgar, seor dijo el joven.
El nuevo asistente dijo el mago
de ms edad. Por supuesto. Perdona,
pero mi memoria ya no es lo que era.
Tengo demasiado entre manos, me temo.
Hay algo en lo que necesite
ayuda, seor?
El hombre pareci sopesarlo un

momento.
La biblioteca, Joven Confianza,
cmo van las cosas en la biblioteca?
Bien dijo Khadgar. Muy bien.
Estoy ocupado ordenando los libros y
los papeles.
Ah. Por temas? Por autores?
pregunt el archimago.
En letales y no letales, pens
Khadgar.
Estoy pensando en hacerlo por
temas, porque muchos son annimos.
Hmmmf dijo Medivh. Nunca
confes en nada en lo que un hombre no
empee su nombre y su reputacin.
Sigue entonces. Dime. Qu opinin
tienen los magos de Kirin Tor acerca del

rey Llane? Lo mencionan alguna vez?


El trabajo avanzaba con una lentitud
glacial, pero Medivh pareca no darse
cuenta del tiempo transcurrido. De
hecho, pareca empezar cada da
quedando leve y agradablemente
sorprendido de que Khadgar siguiera
con ellos y, tras un corto resumen de los
progresos, la conversacin cambiaba de
tema.
Hablando de bibliotecas deca,
por ejemplo. En qu est metido
ahora Korrigan, el bibliotecario de los
Kirin Tor?
Qu opina la gente de Lordaeron
acerca de los elfos? Hay recuerdos de
haber visto alguno all?

Circulan leyendas acerca de


hombres con cabeza de toro por las
estancias de la Ciudadela Violeta?
Y una maana, cuando Khadgar
llevaba all aproximadamente una
semana, Medivh no estuvo presente.
Se ha ido se limit a responder
Moroes cuando le pregunt.
Ido?
Adnde?
pregunt
Khadgar.
El viejo senescal se encogi de
hombros, y Khadgar casi pudo sentir el
crujir de los huesos de su cuerpo.
No suele decirlo.
Qu estar haciendo?
No suele decirlo.
Cundo volver?

No suele decirlo.
Me deja slo en la torre?
pregunt Khadgar. Sin vigilancia
con todos estos textos msticos?
Yo podra ir a vigilarte se
ofreci Moroes. Si es lo que quieres.
Khadgar neg con la cabeza.
Moroes?
Sip, joven seor?
Esas visiones empez el
joven.
Anteojeras? sugiri el sirviente.
Khadgar volvi a negar con la
cabeza.
Muestran el futuro o el pasado?
Ambos, que yo me haya dado
cuenta, aunque normalmente no dijo

Moroes. Que no me doy cuenta, quiero


decir.
Y las del futuro se hacen
ciertas?
Moroes dej escapar lo que Khadgar
slo pudo suponer que era un hondo
suspiro, una exhalacin que le hizo
sacudirse hasta los huesos.
En mi experiencia, s, joven seor.
En una visin Cocinas me vio romper
una pieza de cristal, as que la escondi.
Pasaron meses, y finalmente el amo
pidi esa pieza de cristal. Cocinas la
sac de su escondite y en menos de dos
minutos yo la haba roto. De forma
totalmente fortuita. Volvi a suspirar.
As que ella se busc las gafas de

cuarzo rosa al da siguiente. Hay algo


ms?
Khadgar dijo que no, pero subi
preocupado la escalera hasta el piso
donde estaba la biblioteca, Haba
avanzado tanto como se haba atrevido
en la organizacin, y la repentina
desaparicin de Medivh lo dejaba a
oscuras, necesitado de orientacin.
El joven candidato a aprendiz entr
en la biblioteca. A un lado de la
habitacin estaban los volmenes (y los
restos de volmenes) que el grillo haba
determinado que eran seguros,
mientras que la otra mirad de la
habitacin estaba llena con los
volmenes
(generalmente
ms

completos) en los que haba detectado


trampas.
Las grandes mesas estaban cubiertas
de pginas sueltas y correspondencia sin
abrir, dispuestas en dos pilas casi
iguales.
Las
estanteras
estaban
completamente vacas, y las cadenas
colgaban
desprovistas
de
sus
prisioneros.
Khadgar poda ojear los papeles,
pero le pareci mejor volver a rellenar
las estanteras con los libros. El
problema era que casi todos los
volmenes no tenan ttulo o, si lo
tenan, sus tapas estaban tan gastadas,
rayadas
y araadas
que
eran
ininteligibles. La nica forma de

determinar los contenidos iba a ser


abrirlos.
Lo cual hara saltar los que tuvieran
trampas. Khadgar mir la marca de
deflagracin en el suelo y movi la
cabeza.
Y entonces se puso a buscar, primero
entre los libros con trampas y luego
entre los que no tenan, hasta que
encontr lo que estaba buscando. Un
tomo marcado con el smbolo de la
llave.
Estaba cerrado con llave; una gruesa
banda metlica con una cerradura lo
mantena as. Khadgar no haba
encontrado llave alguna en ningn
momento de su bsqueda, aunque eso no

lo sorprenda, dado el orden de la


habitacin. La encuadernacin era
resistente, y las cubiertas eran placas de
metal envueltas en cuero rojo.
Khadgar sac las llaves planas de su
bolsita, pero todas eran insuficientes
para el gran tamao de la cerradura.
Finalmente acudi a la punta de su
cuchillo de raspar, que logr insertar en
el mecanismo metlico de la cerradura,
el cual emiti un satisfactorio chasquido
cuando Khadgar dio en el clavo.
Observ el grillo que tena en la
mesa, y ste permaneca en silencio.
Conteniendo la respiracin, el joven
mago abri el voluminoso tomo. El olor
rancio del papel podrido lleg hasta sus

fosas nasales.
Dee Traampas y Cerraduuras
dijo en voz alta, envolviendo con su
boca la arcaica escritura y las palabras
con exceso de vocales. Sieendo un
Trataado Soobre la Naturaleza de los
Dispositiivos de Seguridad.
Khadgar cogi una silla (algo ms
baja, ya que haba aserrado las tres
patas ms largas para equilibrarla) y
empez a leer.
Medivh estuvo fuera dos semanas
completas, y para entonces Khadgar se
haba adueado de la biblioteca. Cada
maana se levantaba para desayunar, le
haca a Moroes un somero resumen de
sus progresos (ante el cual el senescal,

al igual que Cocinas, nunca daba


muestra alguna de curiosidad) y luego se
sepultaba en la bveda. Le llevaban el
almuerzo y la cena, y a menudo se
quedaba trabajando por la noche bajo la
suave luz azulada de las esferas
brillantes.
Tambin se acostumbr a la
naturaleza de la torre. A menudo
perciba imgenes por el rabillo del ojo,
slo el parpadeo de una figura ataviada
con una capa andrajosa que se
evaporaba en cuanto l se volva para
mirarla. Una palabra a medio acabar que
flotaba en el aire. Un fro repentino
como si una puerta o una ventana
hubieran quedado abiertas, o un brusco

cambio de presin, como si de repente


hubiera aparecido una nueva entrada. A
veces la torre grua al viento, como si
los antiguos sillares se rozaran unos con
otros, siglos despus de su construccin.
Poco a poco fue aprendiendo la
naturaleza, si no los contenidos exactos,
de los libros de la biblioteca, frustrando
las trampas que haba colocadas en los
volmenes
ms
valiosos.
Sus
investigaciones le fueron muy tiles en
estos casos. Pronto se hizo tan experto
en superar los mecanismos mgicos y
las trampas de contrapeso como lo haba
sido con las puertas cerradas y los
secretos ocultos de Dalaran. El truco
con la mayora era convencer al

mecanismo de la cerradura (fuese de


naturaleza mgica o mecnica) de que no
haba sido manipulado, cuando en
realidad s lo haba sido. Descubrir lo
que hacia saltar la trampa, si era un
contrapeso o un resorte metlico o
incluso la exposicin al sol o al aire
fresco, era media batalla para
derrotarla.
Haba libros que lo superaban, cuyas
cerraduras frustraban incuso sus ganzas
modificadas y su diestro cuchillo. sos
los puso en el piso superior, hacia el
fondo, y tom la resolucin de descubrir
lo que haba en su interior, por si mismo
o sacndole la informacin a Medivh.
Dudaba de esto ltimo, y se

preguntaba si el archimago habra usado


alguna vez la biblioteca como algo ms
que un vertedero para los textos
heredados y las cartas viejas. La
mayora de los magos de los Kirin Tor
tenan al menos alguna apariencia de
orden en sus archivos, y sus libros ms
valiosos los tenan ocultos. Pero Medivh
lo tena todo tirado por ah, como si no
le hiciera falta.
Excepto como prueba, pensaba
Khadgar. Una prueba para librarse de
los candidatos a aprendiz.
Ahora los libros estaban en las
estanteras, los ms valiosos (e
ilegibles) asegurados con cadenas en el
piso superior, mientras que los ms

comunes
(historias
militares,
almanaques y diarios) estaban en el piso
bajo. Aqu tambin se encontraban los
pergaminos, que iban desde mundanas
listas de cosas compradas y vendidas en
Stormwind hasta ejemplares de poemas
picos.
Estos
ltimos
eran
especialmente interesantes, ya que
algunos de ellos se centraban en
Aegwynn, la supuesta madre de Medivh.
Si vivi ms de ochocientos aos,
debi de haber sido una maga muy
poderosa, pensaba Khadgar. Cualquier
informacin ms que hubiera acerca de
ella estara en los libros protegidos que
haba al fondo. Hasta el momento dichos
ejemplares haban resistido todas las

aproximaciones habituales e intentos


fsicos de superar sus cerraduras y sus
trampas,
y
el
grillo
detector
prcticamente haba maullado de horror
cuando haba tratado de abrir las
cerraduras.
Con todo, haba cosas ms que de
sobra por hacer: clasificar los
fragmentos sueltos, restaurar los
ejemplares que el tiempo casi haba
destruido y ordenar (o como mnimo
leer) la mayora de la correspondencia.
Una parte de sta estaba en lengua
lfica, y un gran porcentaje del total, de
varias fuentes, estaba en algn tipo de
clave. Esta ltima categora llegaba con
una variedad de sellos, desde Azeroth,

Kaz Modan y Lordaeron, junto con sitios


que Khadgar no poda ni localizar en el
atlas. Un gran grupo se comunicaba entre
s, y con el propio Medivh, en clave.
Haba varios grimorios antiguos
acerca de cdigos, la mayora de los
cuales se basaban en la sustitucin de
letras y en las jergas. Nada comparado
con el cdigo usado en esas claves.
Quiz haban usado una combinacin de
mtodos para crear el suyo propio. Por
esto, Khadgar tena los grimorios sobre
cdigos, junto con los libros acerca del
lfico y el enano, abiertos en la mesa la
misma tarde en la que Medivh volvi
sbitamente a la torre.
Khadgar no lo escuch, ms bien

sinti su presencia, del mismo modo que


cambia el aire a medida que el frente de
una tormenta se acerca sobre la tierra
cultivada. El joven mago se dio la vuelta
en la silla y all estaba Medivh, sus
anchos hombros llenando el umbral de
la puerta, su tnica ondeando tras l
como si tuviera voluntad propia.
Seor, he empez a decir
Khadgar, sonriendo y levantndose de la
silla.
Entonces se dio cuenta de que el
pelo del archimago estaba revuelto, y
sus ojos verdes: desorbitados e
iracundos.
Ladrn! grito Medivh sealando
a Khadgar. Intruso!

El mago mayor seal al ms joven


y empez a entonar una retahla de
slabas aliengenas, palabras que no
estaban hechas para la garganta humana.
Muy a su pesar, Khadgar levant una
mano y dibuj un signo de proteccin
ante s en el aire, pero para el efecto que
tuvo en el conjuro de Medivh, igual le
poda haber estado haciendo un gesto
obsceno con la mano. Una pared de aire
solidificado
golpe
al
joven,
derribndolos a l y la silla sobre la que
se sentaba. Los grimorios y manuales
resbalaron por la mesa como botes
atrapados en una repentina tempestad, y
las anotaciones se alejaron en un
remolino.

Sorprendido, Khadgar fue obligado


a retroceder, empujado contra una de las
estanteras que haba tras l. La
estantera se tambale por la fuerza del
impacto y el joven temi que se volcara,
echando a perder su duro trabajo. La
estantera se mantuvo en el sitio, pero la
presin sobre el pecho de Khadgar se
hizo ms intensa.
Quin eres? tron Medivh.
Qu haces aqu?
El joven mago luch contra el peso
que tena sobre el pecho y logr hablar.
Khadgar exhal. Asistente
Limpiando
la
biblioteca
Sus
rdenes
Una parte de su mente se pregunt si

ste sera el motivo de que Moroes


hablase de forma tan escueta.
Medivh parpade ante las palabras
de Khadgar, y se irgui como un hombre
que acabara de despertarse de un
profundo sueo. Gir un poco la mano, y
al instante la ola de aire solidificado se
evapor. Khadgar cay de rodillas,
tratando de coger aire.
Medivh fue hasta l y lo ayud a
levantarse.
Lo siento chaval empez.
Haba olvidado que estabas aqu.
Supuse que eras un ladrn.
Un ladrn empeado en dejar la
habitacin ms ordenada que cuando se
la encontr dijo Khadgar. Le dola un

poco al hablar.
S dijo Medivh recorriendo la
habitacin con la mirada y asintiendo, a
pesar de la destruccin causada por su
ataque. S. No creo que nadie haya
llegado nunca tan lejos.
Los he ordenado por temas dijo
Khadgar, que an estaba inclinado y
aferrndose a las rodillas. La historia,
incluyendo los poemas picos, a la
derecha. Las ciencias naturales a la
izquierda. Los de contenido legendario
en el centro, con los de idiomas y los
libros de referencia. El material ms
poderoso, las notas alqumicas, y las
descripciones y teora de conjuros van
en la galera, junto con algunos libros

que no he podido identificar que parecen


bastante poderosos. sos va a tener que
mirarlos usted mismo.
S dijo Medivh, ignorando al
joven y mirando la habitacin.
Excelente, un trabajo excelente. Muy
bien. Mir a su alrededor, con la
apariencia de un hombre que acababa de
recuperar el sentido. Realmente muy
bien. Lo has hecho bien. Ahora, ven.
El archimago se dirigi como un
rayo hacia la puerta, se detuvo antes de
llegar y se volvi.
Vienes?
Khadgar sinti como si le hubiera
impactado otro rayo mstico.
Ir? Adnde vamos?

Arriba dijo Medivh secamente.


Ahora ven, o ser demasiado tarde. El
tiempo es esencial!
Para ser un hombre mayor, Medivh
suba con rapidez las escaleras,
subiendo los escalones de dos en dos a
buen paso.
Qu hay arriba? jade Khadgar,
logrando finalmente alcanzarlo en un
descansillo cerca de la cima de la torre.
Transporte contest secamente
Medivh, y luego dud por un instante. Se
dio la vuelta en el sitio y hundi los
hombros. Por un momento pareci que el
fuego de sus ojos se haba apagado.
Tengo que disculparme. Por lo de ah
abajo.

Seor?
dijo
Khadgar,
confundido
por
esta
nueva
transformacin.
Mi memoria ya no es lo que era,
Joven Confianza dijo el Magus.
Debera haber recordado que estabas en
la torre. Con lo que est pasando, supuse
que eras un
Seor? interrumpi Khadgar.
El tiempo no era esencial?
El tiempo dijo Medivh, y luego
asinti y la intensidad volvi a su
rostro. S, lo es. Vamos, no
remolonees! Y tras decir eso, el
hombre volvi a subir los escalones de
dos en dos.
Khadgar se dio cuenta de que la

torre encantada y la biblioteca


desordenada no eran las nicas razones
por las que la gente abandonaba el
servicio de Medivh, y corri tras l.
El anciano senescal los esperaba en
el observatorio de la torre.
Moroes tron Medivh mientras
llegaba a la cima de la torre. El silbato
dorado, por favor.
Sip dijo el sirviente mientras
sacaba un fino cilindro. Haba runas
enanas talladas a lo largo del costado
del cilindro, que reflejaban la luz de las
lmparas de la habitacin. Me he
tomado la libertad, seor, ya estn aqu.
Estn? empez a decir Khadgar.
Arriba se escuch un susurro de alas.

Medivh se dirigi hacia el parapeto y


Khadgar levant la vista.
Unos grandes pjaros descendan del
cielo, con las alas reluciendo a la luz de
la luna. No, no eran pjaros, se dio
cuenta Khadgar; eran grifos. Tenan el
cuerpo de grandes felinos, pero sus
cabezas y las garras delanteras eran de
guila marina, y sus alas eran doradas.
Medivh le entreg un bocado y unas
riendas.
Prepara el tuyo y nos vamos.
Khadgar oje a la gran bestia. El
grifo ms cercano emiti un penetrante
chillido y ara el suelo de losas con
las garras de sus patas delanteras.
Yo nunca he empez a decir el

joven. No s
Medivh frunci el ceo.
Es que los Kirin Tor no ensean
nada? No tengo tiempo para esto.
Levant un dedo y murmur unas
pocas palabras, mientras tocaba la frente
de Khadgar. ste retrocedi, gritando
sorprendido. El toque del mago lo haba
sentido como si le estuviera clavando un
hierro al rojo en el cerebro.
Ahora s que sabes. Colcale el
bocado y las riendas, venga.
Khadgar se toc la frente y dej
escapar un gemido de sorpresa. Lo
saba, cmo enjaezar adecuadamente un
grifo, y tambin cmo cabalgarlo, tanto
con silla como al estilo enano, sin ella.

Saba cmo hacer una deriva lateral,


cmo hacerlo flotar parado en el aire y,
lo principal de todo, cmo prepararse
para un aterrizaje brusco.
Khadgar le puso los arreos a su
grifo, mientras perciba cmo la cabeza
estaba a punto de estallarle del dolor,
como si los conocimientos que le haban
metido tuvieran que hacerse un hueco a
codazos entre los que ya estaban en su
crneo.
Listo? Sgueme! dijo Medivh,
sin esperar la respuesta.
La pareja se lanz a volar, y las
grandes bestias se esforzaron y batieron
las alas al aire para poder elevarse. Las
grandes criaturas podan llevar enanos

con armadura, pero un humano con una


tnica se aproximaba a sus lmites.
Khadgar hizo virar expertamente a
su grifo mientras ste descenda, y
sigui a Medivh mientras el mago
picaba hasta ponerse sobre las oscuras
copas de los rboles. El dolor se iba
extendiendo por su cabeza a partir del
punto donde Medivh lo haba tocado, y
ahora senta una pesadez en la frente y
los pensamientos confusos. Aun as, se
concentraba e imitaba con exactitud los
movimientos del archimago, como si
llevara toda la vida volando en grifo.
El joven mago trat de ponerse a la
altura de Medivh, para preguntarle hacia
dnde iban y cul era su objetivo, pero

no pudo alcanzarlo. Incluso si lo hubiera


logrado, se dio cuenta Khadgar, el
viento lo hubiera ahogado todo excepto
los gritos ms fuertes. As que lo sigui,
con las montaas cernindose sobre
ellos, mientras volaban hacia el este.
Khadgar no poda decir cunto
tiempo haban volado. Puede que
hubiera dado algunas cabezadas a lomos
del grifo, pero sus manos se haban
aferrado con firmeza a las riendas y el
grifo haba mantenido el ritmo de su
hermano. Slo cuando Medivh hizo girar
bruscamente a su grifo a la derecha sali
Khadgar de su duermevela (si es que era
una duermevela) y sigui al archimago
mientras su ruta se desviaba al sur. El

dolor de cabeza de Khadgar, muy


posible consecuencia del conjuro, casi
se haba disipado por completo, dejando
slo una cierta molestia como
recordatorio.
Haban dejado atrs la cordillera y
Khadgar se dio cuenta de que volaban
sobre terreno abierto. Bajo ellos la luz
de la luna se haca pedazos y era
reflejada por una mirada de estanques.
Una gran marisma o un pantano, pens
Khadgar. Tena que ser por la maana
temprano, puesto que a su derecha el
horizonte estaba empezando a iluminarse
con la promesa de un nuevo da.
Medivh descendi y levant ambas
manos por encima de su cabeza.

Khadgar se dio cuenta de que estaba


efectuando un conjuro a lomos de un
grifo, y aunque su mente le asegur que
l saba hacerlo, guiando a la gran bestia
con las rodillas, sinti en el fondo de su
corazn que nunca se sentira cmodo en
esa clase de maniobras.
Las criaturas descendieron ms y
repentinamente Medivh qued baado
por una bola de luz, que lo iluminaba
claramente y converta al grifo de
Khadgar en una sombra que le pisaba
los talones. Bajo ellos, el joven vio un
campamento de gente armada en un
terreno ligeramente elevado que
sobresala del resto del pantano.
Hicieron una pasada rasante sobre el

campamento y Khadgar pudo or abajo


gritos y el estruendo de armas y
armaduras a las que se echaba mano a
toda prisa. Qu estaba haciendo
Medivh?
Pasaron sobre el campamento y
Medivh dio la vuelta con un alto giro
lateral, mientras Khadgar imitaba cada
uno de sus movimientos. Volvieron a
sobrevolar el campamento, y ahora
haba ms luz; las hogueras que antes
haban estado casi apagadas haban sido
reavivadas y resplandecan en la
oscuridad. Khadgar vio que se trataba
de una patrulla de gran tamao, quiz
incluso una compaa. La tienda del
comandante era grande y estaba

ricamente decorada, y reconoci el


estandarte de Azeroth ondeando sobre
ella.
Aliados, pues, ya que se supona que
Medivh era allegado del rey Llane de
Azeroth y de Lothar, el Caballero
Campen del reino. Khadgar esperaba
que Medivh aterrizara, pero en vez de
eso el mago dio con los tacones en los
costados de su montura, a la vez que
levantaba la cabeza del grifo. Las
grandes alas de la bestia batieron el
oscuro cielo y ambos volvieron a
ascender, esta vez a toda velocidad en
direccin norte. Khadgar no tuvo ms
eleccin que seguirlo, mientras la luz de
Medivh se apagaba y ste volva a tomar

las riendas.
De nuevo sobrevolaron el pantano, y
Khadgar vio abajo una delgada lnea;
demasiado recta para ser un ro y
demasiado ancha para ser un canal de
irrigacin. Luego era una carretera,
tendida a travs del pantano, conectando
los trozos de tierra seca que sobresalan
de la cinaga.
Entonces la tierra se elev en otra
cresta, otra zona seca y otro
campamento. En este campamento
tambin haba llamas, pero no era el
fuego brillante y contenido del ejrcito.
stas estaban dispersas por todo el
claro, y cuando se acercaron, Khadgar
se dio cuenta de que eran carromatos

ardiendo,
con
sus
contenidos
desperdigados entre las oscuras siluetas
humanas que estaban tiradas como los
muecos de una nia en el suelo de
tierra del campamento.
Como antes, Medivh hizo una pasada
sobre el campamento, luego gir en lo
alto e hizo una segunda pasada. Khadgar
lo sigui, y el joven mago se inclin
hacia un lado sobre su montura para ver
mejor. Pareca una caravana saqueada e
incendiada, pero los bienes estaban
desparramados por el suelo. No se
haban llevado el botn los bandidos?
Haba supervivientes?
La respuesta a esta ltima pregunta
lleg con un grito y una salva de flechas

que surgi de entre los arbustos que


rodeaban el lugar.
El grifo que iba delante emiti un
chillido cuando Medivh tir sin
problemas de las riendas y apart con un
giro a la criatura de la trayectoria de las
flechas. Khadgar intent la misma
maniobra, mientras el clido, falso y
reconfortante recuerdo en su mente le
deca que sta era la forma correcta de
virar. Pero a diferencia de Medivh,
Khadgar montaba demasiado adelantado
en su montura, y no pudo tirar de las
riendas con suficiente fuerza.
El grifo gir, pero no lo bastante
para evitar todas las saetas. Una de
punta dentada atraves las plumas del

ala derecha, y la gran bestia dej


escapar un grito de dolor, sacudindose
en vuelo e intentando desesperadamente
batir las alas para evitar los dardos.
Khadgar estaba desequilibrado, y no
logr recuperar el control. En el espacio
de un latido, sus manos se soltaron de
las riendas y las rodillas se le
resbalaron de los costados del grifo. Al
no estar ya bajo su mando, el grifo se
encabrit, derribando a Khadgar de su
lomo.
El joven alarg la mano tratando de
agarrar las riendas. Las tiras de cuero
rozaron la punta de sus dedos y luego
desaparecieron en la noche, junto con su
montura.

Y Khadgar cay hacia la oscuridad


armada que aguardaba debajo.

CAPTULO
CUATRO
Batalla y consecuencias

l aire se le escap a Khadgar de


los pulmones cuando golpe el

suelo. La tierra estaba suelta bajo sus


dedos, y se dio cuenta de que haba
cado en una duna baja de sedimentos
arenosos depositados en uno de los
bordes de la loma.
El joven mago se puso en pie
trabajosamente. Desde el aire la loma
pareca un incendio forestal. Desde el
suelo pareca una puerta al mismo
infierno.
Los carromatos ya estaban casi
consumidos por el fuego, y sus
contenidos desparramados y ardiendo
por toda la elevacin. Los rollos de tela
haban sido desenrollados sobre la
tierra, los barriles haban sido
agujereados y se estaban vaciando, y la

comida haba sido saqueada y tirada por


el suelo. A su alrededor tambin haba
cuerpos, siluetas humanas vestidas con
armaduras ligeras. Se vea el brillo
ocasional de un casco o una espada.
sos seran los guardias de la caravana,
que haban fracasado en su misin.
Khadgar encogi un hombro
dolorido, pero lo not magullado en vez
de roto. Incluso a pesar de la arena,
debera haber cado ms fuerte. Agit la
cabeza, con fuerza. El dolor que le
quedaba del conjuro de Medivh pesaba
menos que los mltiples padecimientos
por el resto del cuerpo.
Hubo movimiento entre el desastre,
y Khadgar se agach. Unas voces se

comunicaban a ladridos en una lengua


desconocida, un lenguaje que a Khadgar
le resultaba gutural y blasfemo. Lo
estaban buscando. Lo haban visto
caerse de su montura y ahora lo estaban
buscando. Mientras observaba, unas
figuras
encorvadas
avanzaron
arrastrando los pies por entre los restos,
dejando ver siluetas jorobadas cuando
pasaban ante las llamas.
Algo se le vino a la cabeza a
Khadgar, pero no lograba situarlo.
Empez a retroceder desde el claro, con
la esperanza de que la oscuridad lo
mantuviera oculto de las criaturas.
Pero no fue as. Tras l se parti una
rama, o una bota pis un montn de

hojas, o una armadura de cuero se


enred brevemente en un arbusto. En
cualquier caso, Khadgar supo que no
estaba solo y se dio la vuelta para ver
A una monstruosidad proveniente de
su visin. Una burla de la humanidad en
verde y negro.
No era tan grande como las criaturas
de su ensoacin, ni tan corpulento, pero
segua siendo una criatura de pesadilla.
Su recia mandbula inferior estaba
dominada por unos colmillos que salan
hacia arriba, y sus dems rasgos eran
pequeos y siniestros. Por primera vez,
Khadgar se dio cuenta de que tena las
orejas
grandes
y
puntiagudas.
Posiblemente lo habra odo ante de

verlo.
Su armadura era negra, pero de
cuero, no de metal como en su sueo. En
la mano la criatura llevaba una antorcha
que resaltaba sus marcados rasgos
faciales,
hacindolo
an
ms
monstruoso. En la otra mano la criatura
empuaba una lanza decorada con una
hilera de pequeos objetos blancos. Con
un sobresalto, Khadgar se dio cuenta de
que los objetos eran orejas humanas,
trofeos de la masacre que los rodeaba.
Todo esto le vino a Khadgar en un
instante, en el encuentro repentino entre
hombre y monstruo. La bestia apunt al
joven con la lanza grotescamente
decorada y emiti un pavoroso

desafo
Desafo que qued interrumpido
cuando el joven mago pronunci una
palabra de poder, levant una mano y
desencaden un pequeo rayo de energa
contra el vientre de la criatura. La bestia
cay hecha un ovillo, y el aullido se
interrumpi.
Una parte de su mente estaba
aturdida por lo que acababa de hacer, la
otra saba que haba visto de lo que
estas criaturas eran capaces, en la visin
en Karazhan.
La criatura haba avisado a otros
miembros de su tropa, y ahora se
escuchaban aullidos de guerra en torno
al campamento. Dos, cuatro, una docena

de esas parodias de hombre, todas


convergiendo sobre su posicin. Y peor
an, del propio pantano salan ms
aullidos.
Khadgar saba que no tena poder
para repelerlos a todos. Invocar un rayo
mstico era suficiente para debilitarlo.
Otro ms lo pondra en serio peligro de
desmayarse. Quiz debera intentar
huir?
Pero estos monstruos probablemente
conocan la oscura cinaga que los
rodeaba mejor que l. Si se quedaba en
la loma de arena, lo encontraran. Si
hua al pantano, ni siquiera Medivh sera
capaz de localizarlo.
Khadgar levant la vista al cielo,

pero no haba ni rastro del mago ni de


los grifos. Haba aterrizado Medivh en
algn lugar y se acercaba sigilosamente
a los monstruos? O haba vuelto con el
contingente humano del sur para traerlo
aqu?
O, pens lgubremente Khadgar,
haba
cambiado
el
voltil
temperamento de Medivh y se haba
olvidado de que llevaba a alguien
consigo en el vuelo?
Khadgar mir rpidamente a la
oscuridad y luego otra vez al lugar de la
emboscada. Haba ms sombras
movindose alrededor del fuego, y ms
aullidos.
Khadgar recogi la grotesca lanza

con trofeos y anduvo con determinacin


hacia el fuego. Puede que no fuera capaz
de disparar ms de uno o dos rayos
msticos, pero los monstruos no lo
saban.
Quiz fueran tan tontos como
parecan. Y tuvieran tan poca
experiencia con los magos como l con
ellos.
Y los sorprendi, vaya si lo hizo. La
ltima cosa que esperaban era que su
vctima, la vctima que haban derribado
de su montura voladora, apareciese de
repente al filo de la luz de las hogueras,
empuando la lanza-trofeo de uno de sus
centinelas.
Khadgar arroj la lanza al fuego, y

sta chisporrote al aterrizar.


El joven mago invoc un poco de
llama, una pequea bola, y la sostuvo en
la mano. Abrig la esperanza de que
iluminara
sus
rasgos
tan
amenazadoramente como la antorcha
haba iluminado los del guardia. Ms le
vala.
Abandonad este lugar grit
Khadgar, rezando para que su cansada
voz no se quebrara. Abandonad este
lugar o moriris.
Uno de los brutos ms grandes dio
dos pasos al frente y Khadgar murmur
una palabra de poder. Las energas
msticas se condensaron en torno a la
mano que sostena la llama y golpearon

con el verde inhumano de lleno en la


cara. El bruto tuvo el tiempo justo de
llevarse una mano dotada de garras al
rostro destrozado antes de caer.
Huid! grit Khadgar, tratando de
dar a su voz el tono ms grave posible.
Huid o enfrentaris el mismo destino.
Tena el estmago helado, e intentaba
no mirar fijamente a la criatura que
arda.
Una lanza vol desde la oscuridad, y
con sus ltimas energas Khadgar invoc
un poco de aire, el justo para desviarla a
un lado. Cuando lo hizo se sinti dbil.
Eso era lo ltimo que poda hacer. Sus
energas
estaban
completamente
agotadas. Iba siendo un buen momento

para que funcionase su farol.


Las criaturas que lo rodeaban, sobre
una docena visible, dieron un paso atrs,
y luego otro. Un grito ms, se dio cuenta
Khadgar, y huiran de vuelta al pantano,
dndole el tiempo suficiente para
escapar. Ya haba decidido huir hacia el
sur, hacia el campamento del ejrcito.
En vez de eso se oy una risa sonora
y carcajeante que le hel la sangre. Los
guerreros verdes se apartaron y otra
figura avanz arrastrando los pies. Era
ms delgado y ms jorobado que los
dems, y vesta una tnica del color de
la sangre coagulada. El color del cielo
en la visin de Khadgar. Sus rasgos eran
tan verdes y tan deformes como los de

los dems, pero ste tena un brillo de


inteligencia salvaje en los ojos.
Extendi la mano con la palma hacia
arriba, sac una daga y se pinch en la
palma con la punta. La sangre rojiza se
acumul en el hueco de la palma.
La bestia de la tnica pronunci una
palabra que haca dao a los odos, y la
sangre estall en llamas.
Humano quiere jugar? dijo el
monstruo de la tnica en un rudimentario
lenguaje humano. Quiere jugar a los
conjuros? Nothgrin puede jugar!
Idos ahora intent Khadgar.
Idos ahora o morid.
Pero la voz del joven mago se
quebr en ese momento y el espantajo de

la tnica se limit a rerse. Khadgar


recorri con la mirada la zona que los
rodeaba, buscando el mejor sitio para
huir, preguntndose si podra hacerse
con una de las espadas de los guardias
que haba en el suelo. Se pregunt si
este Nothgrin jugaba de farol como l.
Nothgrin dio un paso hacia Khadgar
y dos de las bestias que estaban a la
derecha del hechicero gritaron de
repente y estallaron en llamas. Sucedi
con una rapidez que los conmocion a
todos, Khadgar incluido. Nothgrin se
gir hacia las criaturas que ardan, para
ver a dos ms unirse a ellas, estallando
en llamas como ramitas secas. stas
tambin gritaron y doblaron las rodillas,

cayendo al suelo.
Ahora, en el sitio que haban
ocupado las criaturas se encontraba
Medivh. Pareca resplandecer por s
mismo, eclipsando a la hoguera
principal, los carromatos que se
quemaban y los cadveres que ardan en
el suelo, absorbiendo la luz. Pareca
radiante y relajado. Sonri a las
criaturas reunidas y fue una sonrisa
salvaje y brutal.
Mi aprendiz os orden que os
largarais dijo Medivh. Deberais
haber cumplido sus rdenes.
Una de las bestias emiti un bramido
y el Magus lo silenci con un gesto de la
mano. Algo duro e invisible golpe a la

bestia de lleno en la cara, y hubo un


crujido de ruptura cuando la cabeza se
le separ del cuerpo y rod hacia atrs,
golpeando el suelo slo momentos antes
de que el cuerpo del ser cayera a la
arena.
El
resto
de
las
criaturas
retrocedieron un paso titubeando, y
luego salieron huyendo hacia la noche.
Slo el cabecilla, el entunicado
Nothgrin, se mantuvo firme, y su
sobredimensionada mandbula se abri
por la sorpresa.
Nothgrin te conoce, humano
sise. T eres el que
El resto de lo que iba a decir la
criatura desapareci en un alarido

cuando Medivh hizo un gesto con la


mano y la bestia comenz a flotar en una
rfaga de viento y fuego. Fue levantada
en el aire, gritando, hasta que al fin sus
pulmones reventaron por la tensin y los
restos de su cuerpo calcinado cayeron
como copos de nieve negra.
Khadgar mir a Medivh, y el mago
sonrea enseando los dientes de pura
satisfaccin. La sonrisa se desvaneci
cuando vio el rostro ceniciento de
Khadgar.
Ests bien, chico? pregunt.
Bien dijo Khadgar, sintiendo
cmo el cansancio lo abrumaba. Trat
de sentarse pero acab desplomndose
de rodillas, con la mente agotada y

vaca.
Medivh estuvo a su lado enseguida,
ponindole la mano en la frente.
Khadgar trat de apartarlo, pero
comprob que no le quedaban fuerzas.
Descansa le dijo Medivh.
Recupera la energa. Lo peor ya ha
pasado.
Khadgar asinti parpadeando. Mir
los cuerpos alrededor del fuego. Medivh
poda haberlo matado con la misma
facilidad en la biblioteca. Entonces,
qu haba detenido su mano? Algn
asomo de reconocimiento a Khadgar?
Algn recuerdo o algo de humanidad?
Esas cosas logr articular el
joven mago, casi farfullando. Qu

eran?
Orcos dijo el Magus. Eso eran
orcos. Ahora basta de preguntas por el
momento.
Al este el cielo empezaba a
iluminarse. Al sur se oa el resonar de
cantarines cuernos y poderosos cascos
de caballo.
La caballera al fin dijo Medivh
con un suspiro. Demasiado ruidosa y
demasiado tarde, pero no se te vaya a
ocurrir decrselo. Pueden encargarse de
los rezagados. Ahora descansa.
La patrulla hizo un barrido por el
campamento y luego la mitad desmont y
el resto sigui avanzando por el camino.
Los jinetes empezaron a inspeccionar

los
cadveres.
Se
asign
un
destacamento para enterrar a los
miembros de la caravana. Los pocos
orcos muertos a los que Medivh no
haba hecho arder fueron recogidos y
arrojados a la hoguera principal, y sus
cuerpos se carbonizaron mientras su
carne se haca cenizas.
Khadgar no recordaba que Medivh
lo hubiera dejado, pero ste volvi con
el comandante de la patrulla. El
comandante era un hombre mayor,
robusto, con el rostro curtido por el
combate y las campaas. Su barba negra
tiraba ms a canosa, y el pelo le haba
retrocedido hasta ms all de la
coronilla. Era un hombre enorme, de

aspecto an ms imponente por su


armadura de placas y su voluminosa
capa. Sobre uno de los hombros,
Khadgar pudo ver la empuadura de un
espadn, con enormes gavilanes
enjoyados.
Khadgar, ste es Lord Anduin
Lothar dijo Medivh. Lothar, ste es
mi aprendiz, Khadgar, de los Kirin Tor.
La cabeza de Khadgar le daba
vueltas, y lo primero en que cay fue en
el nombre. Lord Lothar. El Campen
Real, compaero de la infancia del rey
Llane y de Medivh. La espada que
llevaba a la espalda deba de ser el
Mandoble Real, dedicado a la defensa
de Azeroth y acababa Medivh de

decir que Khadgar era su aprendiz?


Lothar se inclin para ponerse a la
altura del joven y lo mir sonriendo.
As que al fin conseguiste un
aprendiz. Tuviste que ir hasta la
Ciudadela Violeta para encontrar uno,
eh, Med?
Para encontrar uno con los
suficientes mritos, s.
Y si los brujos locales se
molestan, mejor que mejor, eh? Oh,
venga, no me mires as Medivh. Qu ha
hecho ste para impresionarte?
Psche, lo de siempre respondi
Medivh, enseando los dientes con una
sonrisa feroz. Me orden la biblioteca,
dom un grifo a la primera. Se fue l

solo contra estos orcos, brujo incluido.


Lothar dej escapar un silbido.
Organiz tu biblioteca. Estoy
impresionado. Una sonrisa destell
bajo su canoso mostacho.
Lord Lothar logr decir al fin
Khadgar. Vuestra destreza es conocida
incluso en Dalaran.
Descansa, zagal dijo Lothar
apoyando un pesado guantelete en el
hombro del joven mago. Cogeremos al
resto de esas criaturas.
Khadgar neg con la cabeza.
No, no si os mantenis sobre la
carretera.
El
Campen
Real
pareci
sorprendido, y Khadgar no estuvo

seguro de si fue por su presuncin o por


sus palabras.
Me temo que el chaval tiene razn
dijo Medivh. Los orcos se han
metido en el pantano. Parecen conocer
el Cenagal Negro mejor que nosotros, y
eso es lo que los hace tan efectivos aqu.
Nosotros nos mantenemos junto a los
caminos y ellos se mueven por donde
quieren.
Lothar se rasc la nuca con el
guantelete.
A lo mejor podramos coger
prestados algunos de esos grifos tuyos
para explorar.
Los enanos que los entrenaron
puede que tengan su propia opinin

acerca de prestar sus grifos dijo


Medivh. Pero quiz deberas hablar
con ellos, y tambin con los gnomos.
Tienen algunos aparatejos e ingenios
voladores que podran ser ms
apropiados para explorar.
Lothar asinti y se frot la mejilla.
Cmo sabas que estaban aqu?
Encontr uno de sus exploradores
de avanzadilla cerca de mis dominios
dijo Medivh, con la misma
tranquilidad que si estuviera hablando
del tiempo. Logr sacarle que haba
una partida grande con intencin de
hacer incursiones a lo largo de la
Carretera del Cenagal. Tena la
esperanza de llegar a tiempo de

avisarlos. Contempl la devastacin


que los rodeaba.
La luz del sol haca poco por
mejorar la apariencia de la zona. Los
fuegos ms pequeos se haban
extinguido, y el aire ola a carne de orco
quemada. Una plida neblina flotaba
sobre el lugar de la emboscada.
Un joven soldado, poco mayor que
Khadgar, lleg corriendo hasta ellos.
Haban encontrado un superviviente, uno
que estaba en un estado bastante
lastimoso, pero vivo. Poda el Magus
venir enseguida?
Qudate con el chaval dijo
Medivh. Sigue un poco aturdido por
todo lo que ha pasado.

Y con eso el archimago atraves a


grandes zancadas el suelo calcinado y
ensangrentado, con sus largas vestiduras
ondeando tras l como una bandera.
Khadgar trat de levantarse y
seguirlo, pero el Campen Real le puso
el pesado guantelete en el hombro y lo
retuvo. Khadgar slo se resisti un
instante, y luego volvi a sentarse.
Lothar lo observ con una sonrisa.
As que el viejo grajo tiene por fin
un asistente.
Aprendiz
dijo
dbilmente
Khadgar, aunque senta el orgullo crecer
en su pecho. El sentimiento le trajo
nuevas fuerzas a su mente y a sus
miembros.
Ha
tenido
muchos

asistentes. No duraron. O eso he odo.


Oh-oh dijo
Lothar.
Yo
recomend unos cuantos de esos
asistentes, y volvieron con historias de
una torre encantada y de un mago loco y
exigente. Qu opinas de l?
Khadgar parpade un instante. En las
doce ltimas horas Medivh lo haba
atacado, le haba metido conocimientos
en la cabeza, lo haba arrastrado a
travs del pas a lomos de un grifo y lo
haba dejado enfrentarse a un puado de
orcos antes de bajar a rescatarlo. Por
otro lado, lo haba convertido en su
aprendiz. Su estudiante. Carraspe.
Es ms de lo que me esperaba.
Lothar volvi a sonrer, y haba una

genuina calidez en su sonrisa.


Es ms de lo que nadie se espera.
sa es una de sus cosas buenas. Lothar
pens unos instantes. sa es una
respuesta muy poltica y muy corts.
Khadgar logr sonrer dbilmente.
Lordaeron es una tierra muy
poltica y muy corts.
Ya me he dado cuenta en el
consejo real. Los embajadores de
Dalaran pueden decir s y no al mismo
tiempo, a la vez que no dicen nada. Sin
nimo de insultar.
No es insulto, mi seor dijo
Khadgar.
Lothar mir al muchacho.
Cuntos aos tienes, chaval?

Khadgar lo mir.
Diecisiete, por qu?
Lothar movi la cabeza y gru.
Eso podra tener sentido.
Tener sentido cmo?
Med, quiero decir el Lord Magus
Medivh, era joven, varios aos ms
joven que t, cuando cay enfermo.
Como resultado, nunca tuvo mucho trato
con gente de tu edad.
Enfermo? dijo Khadgar. El
Magus estuvo enfermo?
Gravemente respondi Lothar.
Cay en un profundo sueo, un coma lo
llamaron. Llane y yo lo dejamos en la
Abada de Northshire, y los santos
hermanos lo alimentaron con caldo para

impedir que se consumiera hasta morir.


Estuvo as durante aos y entonces,
pang, se despert. Fresco como una
rosa. O casi.
Casi? pregunt Khadgar.
Bueno, se haba perdido la mayor
parte de la adolescencia, y unas cuantas
dcadas ms. Cay en sopor siendo
adolescente y se despert como hombre
adulto. Siempre me ha preocupado que
lo afectase.
Khadgar pens acerca del voltil
temperamento del archimago, sus
bruscos cambios de humor y el deleite
casi infantil con el que se haba
enfrentado al combate contra los orcos.
Si Medivh fuera un hombre ms joven

tendran sentido sus actos?


Su coma dijo Lothar moviendo la
cabeza al recordar, no fue natural.
Med lo llama siesta, como si fuera
perfectamente normal. Pero nunca
descubrimos por qu pas. Puede que el
Magus lo haya descifrado, pero no
muestra inters por el tema, ni siquiera
cuando le he preguntado.
Soy el aprendiz de Medivh se
limit a decir Khadgar. Por qu me
contis esto?
Lothar suspir hondamente y mir
hacia el horizonte, sobre la loma
desgarrada por la batalla. Khadgar se
dio cuenta de que el Campen Real era
un individuo bsicamente honesto que no

durara ni da y medio en Dalaran. Sus


emociones se reflejaban con claridad en
su rostro curtido y franco.
Lothar chasque la lengua.
Para ser honesto, me preocupa
dijo. As solo en su torre
Tiene un senescal. Y est Cocinas
terci Khadgar.
con toda su magia sigui
Lothar. Parece tan solo Recluido
all, en las montaas. Me preocupa.
Khadgar asinti y pens para s: Y
por eso intentaste meter all aprendices
de Azeroth. Para espiar a tu amigo. Te
preocupas por l, pero tambin por su
poder.
Os preocupa que est bien dijo

Khadgar en voz alta.


Lothar se encogi de hombros,
demostrando lo preocupado que estaba y
lo dispuesto que estaba a fingir lo
contrario.
Qu podra hacer para ayudaros?
pregunt Khadgar. Ayudarlo a l y
ayudaros a vos.
chale un ojo dijo Lothar. Si
eres su aprendiz, debera pasar ms
tiempo contigo. No quiero que
Caiga en otro coma? sugiri
Khadgar. En un momento en que de
repente hay orcos por todas partes. Por
su lado, Lothar lo recompens
volviendo a encogerse de hombros.
Khadgar le dedic su mejor sonrisa.

Me sentira honrado de ayudaros a


ambos, Lord Lothar. Sabed que mi
lealtad pertenece primero al archimago,
pero si hay cualquier cosa que un amigo
debera saber, os la comunicar.
Otra palmada con el pesado
guantelete. Khadgar estaba maravillado
ante lo mal que ocultaba Lothar sus
preocupaciones. Eran todos los nativos
de Azeroth tan abiertos e ingenuos?
Incluso ahora, Khadgar poda ver que
haba algo ms de lo que Lothar quera
hablar.
Hay algo ms dijo el hombre;
Khadgar se limit a asentir cortsmente.
Te ha hablado el Lord Magus del
Guardin? pregunt.

Khadgar pens en fingir que saba


ms de lo que en realidad saba, para
sacarle ms informacin a este hombre
mayor y sincero. Pero a medida que el
pensamiento le pasaba por la cabeza, lo
fue desechando. Mejor limitarse a la
verdad.
He odo el nombre de labios de
Medivh dijo Khadgar, pero no s
ningn detalle.
Ah dijo Lothar. Entonces
dejmoslo como si yo no te hubiera
dicho nada.
Estoy seguro de que ya lo
hablaremos cuando sea el momento
aadi Khadgar.
Sin duda dijo Lothar. Pareces

de confianza.
Despus de todo slo llevo unos
das como su aprendiz dijo Khadgar
sin mucho nfasis.
Lothar levant las cejas.
Unos das? Exactamente cunto
llevas como aprendiz de Medivh?
Contando hasta el amanecer de
maana? dijo Khadgar, y se permiti
una sonrisa. Un da.
Medivh escogi ese momento para
volver, con un aspecto ms demacrado
que el de antes. Lothar levant la mirada
con una expectante interrogacin, pero
el Magus se limit a negar con la
cabeza. Lothar frunci el ceo, y tras
intercambiar unas cuantas cortesas se

fue para supervisar lo que quedaba de la


recogida de restos y la limpieza. La
mitad de la patrulla que se haba
adelantado por la carretera haba vuelto,
sin encontrar nada.
Listo para viajar? pregunt
Medivh.
Khadgar se levant, y la loma
arenosa en medio del Cenagal Negro
pareci un barco cabeceando en el mar
embravecido.
Lo suficiente dijo. Aunque no
s si podr manejar un grifo, incluso
con dej inacabada la frase, pero se
toc la frente.
No importa dijo Medivh. Tu
montura se asust con las flechas y se

dirigi hacia las tierras altas. Tendremos


que ir los dos en la ma.
Se llev a los labios un silbato
tallado con runas y emiti una serie de
pitidos cortos y secos. Lejos en lo alto
se oy el graznido de un grifo que
volaba en crculos sobre ellos. Khadgar
levant la vista.
As que soy su aprendiz dijo.
S dijo Medivh, su rostro una
mscara de serenidad.
Pas sus pruebas dijo el joven.
S dijo Medivh.
Me siento honrado dijo Khadgar.
Me alegro de que sea as dijo
Medivh, y el espectro de una sonrisa
cruz su cara. Porque ahora empieza la

parte difcil.

CAPTULO
CINCO
Grano de arena en el reloj

os he visto antes dijo


Khadgar.

Haca siete das de la batalla en el


pantano. Tras su vuelta a la torre (y un
da de descanso por parte de Khadgar),
el aprendizaje del joven mago haba
empezado en serio. La primera hora del
da, antes del desayuno, Khadgar
practicaba sus conjuros bajo la tutela de
Medivh. Desde el desayuno hasta el
almuerzo, y desde el almuerzo hasta
ltima hora de la tarde, Khadgar
ayudaba al mago en diversas tareas.
stas consistan en tomar notas mientras
Medivh lea nmeros, en correr a la
biblioteca para coger ste o aquel libro,
o simplemente en sostener una serie de
herramientas mientras el Magus
trabajaba.

Que era lo que estaba haciendo en


este preciso instante, cuando finalmente
Khadgar se sinti lo bastante cmodo
con el mago como para contarle lo que
saba de la emboscada.
Visto antes a quienes? replic
su mentor mientras observaba su actual
experimento a travs de una gran lente.
El archimago llevaba en los dedos unos
pequeos dedales puntiagudos que
acababan en unas agujas imposiblemente
finas. Estaba ajustando algo que pareca
ser un abejorro mecnico, el cual mova
las pesadas alas cuando las agujas lo
tocaban.
A los orcos dijo Khadgar. Ya
haba visto antes a los orcos contra los

que combatimos.
No lo mencionaste al llegar dijo
Medivh abstradamente, mientras sus
dedos bailaban con una extraa
precisin, sacando y metiendo las agujas
en el aparato. Recuerdo haberte
preguntado acerca de otras razas. No lo
dijiste. Dnde los has visto?
En una visin, poco despus de
llegar aqu dijo Khadgar.
Ah, tuviste una visin. Bueno, aqu
las tiene mucha gente, ya sabes.
Probablemente te lo haya dicho Moroes,
es un poco charlatn.
He tenido una, o puede que dos.
De la que estoy seguro es de una de un
campo de batalla, y estas criaturas, estos

orcos, estaban all, atacndonos. Quiero


decir, atacando a los humanos con los
que yo estaba.
Hmmm dijo Medivh, y la punta
de su lengua apareci bajo su bigote
mientras mova con delicadeza las
agujas por el trax de cobre del
abejorro.
Y yo no estaba aqu sigui
Khadgar. No en Azeroth, ni en
Lordaeron. El cielo era rojo como la
sangre.
Medivh se puso rgido como si
hubiera recibido una descarga elctrica.
El intrincado ingenio que haba bajo sus
herramientas destell brillante cuando
se accionaron las piezas equivocadas,

luego grit y muri.


Cielos rojos? dijo, dejando a un
lado el trabajo y mirando con severidad
a Khadgar. Una energa intensa e
implacable pareca bailar en el ceo del
hombre, y los ojos de Magus eran del
verde del mar azotado por la tormenta.
Rojo. Como la sangre dijo
Khadgar. El joven haba pensado que se
estaba acostumbrando al temperamento
brusco y voltil de Medivh, pero esto lo
golpe como un puetazo.
El mago mayor dej escapar un
siseo.
Hblame de ello. El mundo, los
orcos, el cielo orden Medivh, su voz
fra como el acero. Dmelo todo.

Khadgar narr la visin de su


primera noche all, mencionando todo lo
que poda recordar. Medivh lo
interrumpa
constantemente;
cmo
vestan los orcos, cmo era el mundo.
Qu haba en el cielo, en el horizonte. Si
haba algn estandarte entre los orcos
Khadgar senta que sus pensamientos
eran diseccionados y examinados.
Medivh le sacaba la informacin sin
esfuerzo. Khadgar se lo dijo todo.
Todo excepto los extraos y
familiares ojos del comandante magoguerrero. No le pareca bien
mencionarlo, y las preguntas de Medivh
parecan centrase ms en el mundo de
cielos rojos y en los orcos que en los

defensores humanos. Mientras describa


la visin, el Magus pareci calmarse,
pero el mar encrespado permaneci bajo
sus pobladas cejas. Khadgar no vea
necesidad alguna de molestarlo ms.
Curioso dijo Medivh, lenta y
pensativamente, despus de que Khadgar
hubiera acabado. El archimago se
recost en la silla y tamborile en sus
labios con un dedo rematado en una
aguja. El silencio colgaba en la
habitacin como una mortaja. Esa es
una nueva. De hecho, una muy nueva
dijo al fin.
Seor, empez a decir Khadgar.
Medivh le record el archimago.
Medivh,
seor
volvi
a

comenzar Khadgar. De dnde vienen


esas visiones? Son ecos de algn
pasado o presagios del futuro?
Las dos cosas dijo Medivh
recostndose en la silla. Y ninguna de
ellas. Ve a por una jarra de vino a la
cocina. Por hoy he acabado con el
trabajo, me temo. Es casi la hora de
cenar y puede que esto requiera de
algunas explicaciones.
Cuando Khadgar volvi, Medivh
haba hecho un fuego en la chimenea y se
estaba acomodando en uno de los sofs.
Sostena dos tazas. Khadgar sirvi, y el
dulce aroma del vino tinto se mezcl con
el humo del cedro.
Bebes? pregunt Medivh en una

ocurrencia un poco tarda.


Un poco dijo Khadgar. En la
Ciudadela Violeta es costumbre servir
vino en la cena.
S dijo Medivh. No os hara
falta si os librarais de las tuberas de
plomo de vuestro acueducto. Pero,
bueno, habas preguntado por las
visiones.
S, vi lo que te he descrito, y
Moroes Khadgar dud por unos
instantes, preocupado por echar ms
lea al fuego de la reputacin de
correveidile de Moroes, pero decidi
seguir, Moroes dijo que no era el
nico. Que la gente vea cosas todo el
tiempo.

Moroes tiene razn dijo Medivh


tomando un largo sorbo del vino y
chasqueando la lengua. Una cosecha
tarda, nada mala desde luego. Que esta
torre sea un lugar de poder no debera
sorprenderte. Los magos se sienten
atrados por estos sitios. Estos lugares
suelen ser donde el universo se debilita,
lo que hace que se doble sobre s
mismo, o quiz incluso permitiendo el
paso hacia el Averno Astral, o hasta
otros mundos completamente distintos.
Entonces qu fue lo que vi? lo
interrumpi Khadgar. Otro mundo?
Medivh levant una mano para hacer
que el joven se callara.
Slo estoy diciendo que hay sitios

de poder, que por una razn u otra se


convierten en fuentes de gran poder. Uno
de tales lugares se encuentra aqu, en las
Montaas de la Cresta Roja. Una vez
hace mucho explot aqu algo poderoso,
que excav el valle y debilit la
realidad a su alrededor.
Y por eso la buscaste terci
Khadgar.
Medivh neg con la cabeza.
Eso es una teora dijo.
Dices que hubo una explosin hace
mucho que cre este sitio, y lo convirti
en un centro de poder mgico. Entonces
viniste
S dijo Medivh. Eso es
totalmente cierto, si lo miras de forma

lineal. Pero qu sucedera si la


explosin sucedi porque en algn
momento yo vendra aqu y el sitio tena
que estar preparado para m?
El rostro de Khadgar se encogi.
Pero las cosas no pasan as.
En el mundo normal no, no son as
dijo Medivh. Pero la magia es el arte
de circunvalar lo normal. Por eso los
debates filosficos en las estancias de
los Kirin Tor son tan inservibles.
Intentan imponer la racionalidad al
mundo, y regular sus movimientos. Las
estrellas se mueven ordenadamente por
el cielo, las estaciones van una tras otra
con la regularidad del reloj y los
hombres viven y mueren. Si eso no

sucede, es magia, la primera distorsin


del universo, unas tablas torcidas que
estn esperando unas manos laboriosas
que las enderecen.
Pero para que pasase eso para que
la zona estuviera preparada para ti
empez Khadgar.
El mundo tendra que ser muy
diferente de lo que parece respondi
Medivh. Y a fin de cuentas lo es en
verdad. Cmo funciona el tiempo?
A Khadgar no lo dej demasiado
descolocado el aparente cambio de tema
de Medivh.
El tiempo?
Lo usamos, confiamos en l, lo
medimos, pero qu es? Medivh

sonrea sobre el borde de su taza.


El tiempo es una progresin
regular de instantes. Como los granos de
un reloj de arena dijo Khadgar.
Una analoga excelente dijo
Medivh. Una que iba a usar yo mismo,
y luego comparar el reloj de arena con
el reloj mecnico. Ves las diferencias
entre ambos?
Khadgar neg con la cabeza
lentamente mientras Medivh sorba el
vino. Finalmente el mago habl.
No, no es que seas tonto, chico. Es
que es un concepto algo duro de
asimilar. El reloj es una simulacin
mecnica del tiempo, y cada instante
est controlado por un giro de los

engranajes. Puedes mirar a un reloj y


saber que todo avanza con una pulsacin
del muelle, un giro de los engranajes. Se
sabe lo que viene, porque el relojero lo
ha construido as.
Vale dijo Khadgar. El tiempo
es como un reloj mecnico.
Ah, pero tambin es como un reloj
de arena dijo el mago alargando la
mano hasta uno que haba en la repisa y
dndole la vuelta. Khadgar mir el reloj
e intent recordar si estaba all antes de
que l trajera el vino, o siquiera antes de
que Medivh hubiera alargado la mano
para cogerlo.
El reloj de arena tambin mide el
tiempo verdad? dijo Medivh. Y sin

embargo nunca sabes qu partcula de


arena se mover de la mitad superior a
la mitad inferior en un momento dado. Si
pudieras numerar los granos de arena, el
orden sera algo diferente cada vez.
Pero el resultado final siempre es el
mismo; toda la arena ha pasado de
arriba abajo. El orden en el que pasa es
lo de menos. Los ojos del hombre
mayor se iluminaron por un instante.
Y? pregunt.
Y. dijo Khadgar. Ests diciendo
que puede que no importe si estableciste
aqu la torre porque una explosin cre
este valle y retorci la naturaleza de la
realidad a su alrededor, o si la
explosin sucedi porque en un

momento dado vendras aqu, y la


naturaleza del universo necesitaba darte
las herramientas que queras para
quedarte.
Lo bastante cerca dijo Medivh.
As que esas visiones son granos
de arena dijo Khadgar. Medivh frunci
ligeramente el ceo pero el joven
sigui. Si la torre es un reloj de arena,
y no un reloj mecnico, entonces hay
granos de arena, del tiempo mismo,
movindose por ella constantemente.
Estn sueltos o se solapan unos con
otros, as que podemos verlos, pero no
con claridad. Algunos son parte del
pasado y otros son parte del futuro.
Puede que algunos sean de otros

mundos?
Medivh ahora estaba sumido en sus
pensamientos.
Es posible. Buena nota. Bien
pensado. Lo que hay que tener en mente
es que esas visiones son slo eso.
Visiones. Van y vienen. Si la torre fuera
un reloj mecnico se moveran con
regularidad y sera fcil explicarlas.
Pero como la torre es un reloj de arena,
esto no es as. Se mueven a su propio
ritmo, y nos desafan a que
desentraemos su catica naturaleza.
Medivh se recost en su asiento.
Algo con lo que yo estoy muy cmodo,
por cierto. No me gustara un universo
ordenado y bien planeado.

Pero has buscado alguna vez una


visin concreta? Habra alguna forma
de descubrir un futuro concreto y
asegurarse de que sucediera? aadi
Khadgar.
La actitud de Medivh se volvi
hosca.
O asegurarse de que nunca llegara
a suceder dijo. No, hay cosas que
incluso un archimago respeta y de las
que procura mantenerse alejado. sta es
una de ellas.
Pero
Nada de peros dijo Medivh,
levantndose y dejando su taza vaca en
la repisa. Ahora que has bebido algo
de vino, veamos cmo afecta a tu control

mgico. Haz levitar mi taza.


Khadgar frunci el ceo y se dio
cuenta de que la voz se le haba ido
haciendo cada vez ms confusa.
Pero si hemos estado bebiendo.
Exactamente dijo el archimago.
Nunca sabrs qu granos de arena te
tirar a la cara el universo. Puedes
decidir estar siempre vigilante y
preparado, despreciando la vida como
la conocemos, o estar dispuesto a
disfrutar de ella y pagar el precio.
Ahora intenta hacer levitar la taza.
Khadgar no se dio cuenta hasta ese
mismo instante de cunto haba bebido,
e intent aclarar la niebla de su mente y
levantar de la repisa la pesada taza de

cermica.
Unos momentos despus se diriga
hacia la cocina, en busca de una escoba
y un recogedor.
A ltima hora de la tarde, Khadgar
tena el tiempo libre para practicar e
investigar, mientras Medivh se ocupaba
de otros asuntos. Khadgar se preguntaba
qu seran esos otros asuntos, pero
supona que incluan la correspondencia,
puesto que dos veces por semana
llegaba un enano montado en un grifo
hasta la cima de la torre con una saca, y
se iba con otra saca ms grande.
Medivh dio permiso al joven para
usar a su antojo la biblioteca en sus
investigaciones, incluyendo la mirada

de preguntas que sus antiguos maestros


de la Ciudadela Violeta le haban
solicitado.
Mi nica exigencia le dijo
Medivh con una sonrisa, es que me
ensees lo que escribas antes de
enviarlo. Khadgar debi demostrar
azoramiento ante esto, ya que Medivh
aadi: No es que tema que me ocultes
algo, Joven Confianza, es que odiara
que ellos supieran algo que a m se me
hubiera olvidado.
As que Khadgar se zambull en los
libros. Para Guzbah encontr un antiguo
pergamino en buenas condiciones con un
poema pico; sus estrofas numeradas
detallaban con precisin una batalla

entre la madre de Medivh, Aegwynn, y


un demonio annimo. A Lady Delth le
hizo un listado de los mohosos
volmenes lficos de la biblioteca. Y
por encargo de Alonda buce en todos
los bestiarios que pudo leer, aunque no
logr hacer que las especies conocidas
de troll pasaran de cuatro.
Khadgar tambin pasaba su tiempo
libre con sus ganzas y sus conjuros de
apertura particulares. Seguan intentando
dominar aquellos libros que haban
frustrado sus intentos iniciales de
abrirlos. Esos volmenes tenan sobre
ellos poderosas magias, y poda pasar
horas entre conjuros de adivinacin
antes de conseguir siquiera la primera

pista de la clase de conjuros que


protegan su contenido.
Y, por ltimo, estaba el asunto del
Guardin. Medivh lo haba mencionado,
y Lord Lothar haba supuesto que el
Magus se lo haba confiado al joven, y
el Campen Real se haba echado atrs
enseguida cuando haba descubierto que
no era el caso.
El Guardin, al parecer, era un
fantasma, ni ms ni menos que las
visiones temporales que parecan
moverse por la torre. Haba una breve
mencin de un Guardin (siempre con
mayscula) en este libro lfico; alguna
referencia en las crnicas reales de
Azeroth acerca de un Guardin

asistiendo a esta boda o aquel funeral, o


estando en la vanguardia de algn
ataque. Siempre presente pero nunca
identificado. Este Guardin, era un
ttulo? O, como la supuestamente casi
inmortal madre de Medivh, un solo ser?
Tambin haba otros fantasmas
vinculados a este Guardin. Una orden
de alguna clase, una organizacin.
Sera el Guardin un guerrero sagrado?
Y la palabra Tirisfal haba sido escrita
en el margen de un grimorio y luego
borrada, de forma que slo la habilidad
perceptiva de Khadgar le pudo indicar
lo que una vez hubo escrito all por el
rastro que la pluma haba dejado sobre
el pergamino. El nombre de un

Guardin
concreto?
De
la
organizacin? De otra cosa?
Fue la noche en la que Khadgar
encontr esta palabra, cuatro das tras el
incidente de la taza, cuando el joven
mago tuvo una nueva visin. O, ms
bien, la visin lo tuvo a l y lo rode,
tragndoselo.
Lo primero que le lleg fue el olor,
una suave calidez vegetal entre los
mohosos textos, una fragancia que se
esparci poco a poco por la habitacin.
La temperatura subi, pero no hasta el
punto de ser incmoda, ms bien como
una manta caliente y hmeda. Las
paredes se oscurecieron y se volvieron
verdes, y las enredaderas treparon por

los costados de las estanteras,


atravesando
y
sustituyendo
los
volmenes que haba all y extendiendo
hojas anchas y gruesas. Entre las pilas
de pergaminos brotaron grandes y
plidas damas de noche y orqudeas de
color carmes.
Khadgar respir hondo, pero ms
por ansiedad que por miedo. ste no era
el mundo de tierra inhspita y ejrcitos
orcos que haba visto la vez anterior.
Esto era algo diferente. Era una jungla,
pero era una jungla de este mundo. El
pensamiento lo reconfort.
Y la mesa desapareci, y el libro, y
Khadgar se qued sentado junto a un
fuego de campamento con otros tres

jvenes. Parecan ser ms o menos de su


edad, y se encontraban en algn tipo de
expedicin. Haban extendido sus sacos
de dormir, y la olla, vaca y ya limpia,
se secaba junto al fuego. Los tres
llevaban ropa de montar, pero stas eran
de buen corte y excelente calidad.
Los tres hombres estaban riendo y
bromeando aunque, igual que antes,
Khadgar no poda distinguir las palabras
exactas. El rubio del centro estaba en
mitad de contar una historia, y por como
gesticulaba con las manos, una que
implicaba a una jovencita bien
proporcionada.
El que estaba a su derecha rea y se
palmeaba una rodilla mientras el rubio

segua con su relato. Se pas la mano


por el pelo, y Khadgar se dio cuenta de
que su cabello oscuro ya tena entradas.
Entonces fue cuando Khadgar se dio
cuenta de que estaba mirando a Lord
Lothar. Los ojos y la nariz eran los
suyos, igual que la sonrisa, pero la piel
an no estaba curtida, y su barba an no
era canosa. Pero era l.
Khadgar mir al tercer hombre, y
supo enseguida que tena que ser
Medivh. ste iba vestido con un atuendo
de cazador de color verde oscuro, y
llevaba la capucha echada hacia atrs
revelando un rostro joven y alegre. A la
luz de la hoguera sus ojos eran del color
del jade bruido, y corresponda a la

historia del rubio con una sonrisa de


azoramiento.
El rubio del centro dijo algo y le
hizo un gesto al joven Medivh, que se
encogi de hombros claramente
avergonzado. Aparentemente la historia
del rubio tambin implicaba al futuro
Magus.
El rubio tena que ser Llane, ahora el
rey Llane de Azeroth. S, las primeras
historias de los tres haban llegado
incluso hasta los archivos de la
Ciudadela Violeta. Los tres solan vagar
por las fronteras del reino, explorando y
eliminando a toda clase de saqueadores
y monstruos.
Llane acab su relato y Lothar casi

se cay de espaldas del tronco en el que


estaba sentado, rugiendo de risa.
Medivh disfraz su risa tras una mano,
haciendo como que se aclaraba la
garganta.
La risa de Lothar fue apagndose, y
Medivh dijo algo, levantando las manos
para dar ms nfasis. Ahora Lothar si
que se cay, y Llane se cubri el rostro
con las manos, mientras su cuerpo se
sacuda de risa. Aparentemente, lo que
Medivh haba dicho remataba a la
perfeccin la historia de Llane.
Entonces, algo se movi en la jungla
que los rodeaba. Los tres dejaron la
fiesta al instante; lo haban odo.
Khadgar, el fantasma de este encuentro

ms que nada lo sinti; algo malvolo


acechando en los mrgenes del fuego de
campamento.
Lothar se levant lentamente y ech
mano de una enorme espada de hoja
ancha que yaca enfundada a sus pies.
Llane se levant, alargando la mano tras
su tronco para sacar un hacha de doble
hoja, e hizo un gesto para que Lothar
fuera en una direccin y Medivh en otra.
Medivh tambin se haba levantado y,
aunque sus manos estaban vacas, era el
ms poderoso de los tres, incluso a esa
edad.
Llane se dirigi hacia un extremo del
campamento con su hacha de guerra.
Puede que se imaginara a s mismo

como alguien sigiloso, pero Khadgar lo


vio moverse con deliberacin y firmeza.
Quera que lo que hubiera al borde del
campamento se descubriera a s mismo.
La cosa lo complaci, saliendo en
tromba de su escondite. Era medio
cuerpo ms alto que cualquiera de los
jvenes, y por un instante pens que era
un orco gigantesco.
Entonces lo reconoci de los
bestiarios que Alonda le haba hecho
consultar. Era un troll, de la variedad
selvtica, con su piel azulada
palideciendo a la luz de la luna y su
largo pelo gris erizado en una cresta que
iba desde su frente hasta la base del
cuello. Igual que los orcos, le

sobresalan los colmillos de la


mandbula inferior, pero eran chatos y
redondeados, ms gruesos que los
afilados dientes de los orcos. Sus orejas
y su nariz eran alargadas, parodias de la
carne humana. Iba vestido con pieles, y
sobre su pecho bailaban unas cadenas
hechas con falanges de dedos humanos.
El troll emiti un aullido de guerra,
enseando los dientes e hinchando el
pecho en su furia, e hizo una finta con su
lanza. Llane atac al arma, pero fall el
golpe por mucho. Lothar embisti desde
un flanco, y tambin lleg Medivh con la
energa arcana danzando en las puntas
de sus dedos.
El troll esquiv el espadn de

Lothar y retrocedi otro paso cuando


Llane desgarr el aire con su enorme
hacha. Cada uno de sus pasos cubra
ms de un metro, y los dos guerreros
presionaban al troll cada vez que
retroceda. Usaba la lanza ms como
escudo que como arma, empundola a
dos manos y desviando los golpes.
Khadgar se dio cuenta de que la
criatura no estaba luchando para matar a
los humanos, an no. Estaba intentando
ponerlos en posicin.
En la visin, el joven Medivh
pareci darse cuenta de la misma cosa,
porque grit algo a los otros.
Pero para entonces era demasiado
tarde, puesto que otros dos trolls

eligieron ese momento para saltar de sus


escondites a ambos lados del combate.
Llane, a pesar de todos sus planes,
fue el sorprendido, y la lanza le atraves
el brazo derecho. La hoja del hacha de
guerra se clav en el suelo mientras el
futuro rey maldeca.
Los otros dos se concentraron en
Lothar, y ahora el guerrero se vea
obligado a retroceder, usando su ancho
espadn con consumada destreza,
frustrando primero un ataque, luego otro.
Aun as, los trolls mostraron su
estrategia; estaban alejando a los dos
guerreros, separando a Llane de Lothar
para obligar a Medivh a elegir.
Medivh eligi a Llane. Desde su

punto de vista de fantasma, Khadgar


supuso que sera porque Llane ya estaba
herido. Medivh embisti, con llamas en
las manos
Y recibi en la cara el extremo romo
de la lanza del troll, cuando ste lo
golpe con la pesada asta en la
mandbula, para luego volverse y, con un
movimiento fluido, propinar un puetazo
a Llane. Medivh fue derribado, al igual
que Llane, y el hacha cay de la mano
del futuro soberano.
El troll dud unos instantes, tratando
de decidir a quin matar primero.
Escogi a Medivh, despatarrado en el
suelo a sus pies, el que estaba ms
cerca. El troll levant la lanza y la punta

de obsidiana despidi un brillo maligno


a la luz de la luna.
El
joven Medivh pronunci
entrecortadamente una serie de slabas.
Un pequeo tornado de polvo se alz
del suelo y se lanz contra el rostro del
troll, cegndolo. El troll dud unos
instantes y se frot el polvo de los ojos
con una mano.
Ese momento de duda fue todo lo
que necesitaba Medivh, que se lanz
hacia delante, no con un conjuro sino
con un simple cuchillo, clavndoselo en
el dorso del muslo. El troll chill en la
noche, y pinch a ciegas con la lanza.
sta se hundi donde haba estado
Medivh, puesto que el joven haba

rodado a un lado y ahora se estaba


levantando, con un chisporroteo en los
dedos.
Murmur una palabra y se form una
bola de relmpago entre sus dedos, que
se lanz hacia delante. El troll sufri una
sacudida por el impacto y se qued
colgado en el aire por unos momentos,
atrapado en una descarga azul. La
criatura cay de rodillas, y ni siquiera
entonces estuvo acabada, puesto que
trat de levantarse, con los ojos rojos
ardiendo de odio contra el mago.
El troll nunca tuvo su oportunidad,
ya que tras l se cerni una sombra, y la
recuperada hacha de Llane brill
brevemente bajo la luz de la luna antes

de caer sobre su cabeza, partindola por


la mitad hasta el cuello. La criatura cay
despatarrada hacia el frente y ambos
jvenes, al igual que Khadgar, se
volvieron hacia los trolls que combatan
contra Lothar.
El futuro Campen aguantaba, pero a
duras penas, y ya casi haba atravesado
todo el campamento retrocediendo. Los
trolls haban odo el alarido de muerte
de su hermano, y uno sigui atacando
mientras el otro se volvi para
encargarse de los dos humanos. Emiti
un bramido inarticulado mientras
cruzaba el campamento, con la lanza
adelantada como si fuera un caballero
cargando a caballo.

Llane respondi con otra carga, pero


en el ltimo momento se ech a un lado,
esquivando la punta de la lanza. El troll
dio dos pasos ms al frente, que lo
llevaron junto al fuego, donde esperaba
Medivh.
Ahora el mago pareca lleno de
energa e, iluminado por los tizones que
haba ante l, tena un aspecto casi
demonaco. Tena los brazos abiertos y
estaba salmodiando algo brusco y
rtmico.
Y el mismo fuego salt, tomando por
un breve instante la forma animada de un
gigantesco len, y cay sobre el troll
atacante. El troll de la selva grit
cuando los tizones, leos y cenizas lo

envolvieron como una mortaja y se


negaron a desprenderse. El troll se tir
al suelo y rod primero para un lado y
luego para otro, intentando apagar las
llamas, pero no sirvi de nada. Al fin
dej de moverse, y las hambrientas
llamas lo consumieron.
Por su parte, Llane continu su
embestida y enterr su hacha en el
costado del troll superviviente. La
bestia aull, y ese momento de duda fue
suficiente para Lothar. El campen
apart la lanza con un revs, y con un
preciso
corte
lateral
decapit
limpiamente al ser. La cabeza rebot
entre los matorrales y se perdi.
Llane, aunque sangraba por su

propia herida, palme a Lothar en la


espalda, aparentemente provocndolo
por tardar tanto con su troll. Entonces
Lothar le puso una mano en el pecho
para tranquilizarlo y seal a Medivh.
El joven mago segua de pie junto al
fuego, con las manos abiertas pero los
dedos curvados como si fueran garras.
Sus ojos se vean vidriosos a la luz del
fuego que quedaba, y tena la mandbula
apretada. Mientras los dos hombres (y el
fantasma de Khadgar) corran hacia l,
el joven cay hacia atrs.
Para cuando la pareja hubo llegado
junto a Medivh, ste respiraba de forma
entrecortada y se le vean las pupilas
dilatadas bajo la luz de la luna. Los

guerreros y el visitante de la visin se


inclinaron sobre l, mientras el joven
mago se esforzaba por distinguir las
palabras que salan de su boca.
Ten cuidado conmigo dijo, no
mirando a Llane ni a Lothar, sino a
Khadgar. Entonces los ojos del joven
Medivh se cerraron y se qued muy
quieto.
Lothar y Llane intentaban reanimar a
su amigo, pero Khadgar retrocedi un
paso. Lo haba visto Medivh igual que
lo haba hecho el otro mago, el que tena
sus ojos en las llanuras asoladas por la
guerra? Y l lo haba odo, palabras
claras que casi le haban llegado al
alma.

Khadgar se dio la vuelta y la visin


cay tan rpido como la cortina de un
prestidigitador. De nuevo estaba en la
biblioteca, y casi choc contra Medivh.
Joven Confianza dijo el Magus,
la versin mayor de la que haba yacido
en el suelo de la visin que se haba
desvanecido. Ests bien? Te he
llamado, pero no respondas.
Lo siento, Med seor dijo
Khadgar, y suspir hondamente. Fue
una visin. Me temo que estaba perdido
en ella.
Medivh frunci sus cejas oscuras.
No ms orcos y cielos rojos?
pregunt, serio, y Khadgar vio un
matiz de tormenta en esos ojos verdes.

Khadgar neg con la cabeza y eligi


con cuidado sus palabras.
Trolls. Trolls azules, y era una
jungla. Creo que era en este mundo. El
cielo era igual.
La preocupacin de Medivh pareci
remitir.
Trolls de la jungla. Una vez me
encontr con varios, al sur, en el Valle
de Stranglethorn Los rasgos del
mago se suavizaron y pareci perderse
en su propia visin. Entonces agit la
cabeza. Pero esta vez nada de orcos
no? Ests seguro.
No, seor dijo Khadgar. No
quiso mencionar que sa era la batalla
de la que haba sido testigo. Era un mal

recuerdo para Medivh? Fue entonces


cuando cay en coma?
Mirando al mago de ms edad,
Khadgar poda ver mucho del joven de
la visin. Era ms alto, pero ligeramente
encorvado por los aos y los estudios, y
sin embargo all estaba el joven
envuelto en la forma adulta.
Tienes La Cancin de Aegwynn?
dijo Medivh por su parte.
Khadgar se sacudi de su
ensoacin.
La cancin?
De mi madre dijo Medivh.
Tiene que ser un pergamino viejo. Te
juro que desde que has ordenado esto no
puedo encontrar nada!

Est con el resto de la poesa


pica, seor dijo Khadgar. Debera
hablarle de la visin, pens. Era un
acontecimiento aleatorio o haba sido
motivado por su encuentro con Lothar?
Buscar informacin acerca de las cosas
provocaba las visiones?
Medivh cruz hasta la estantera,
pas un dedo por los pergaminos y sac
la versin que quera, vieja y gastada.
La desenroll parcialmente, la contrast
con un trozo de papel que sac del
bolsillo, y luego volvi a enrollarla y la
dej en su sitio.
Tengo que irme dijo de repente.
Esta noche, me temo.
Adnde
vamos?
pregunt

Khadgar.
Esta vez voy solo dijo el mago,
que ya se diriga hacia la puerta a
grandes
Zancadas.
Dejar
instrucciones para tus estudios con
Moroes.
Cundo volvers? grit Khadgar
tras la silueta que se alejaba.
Cuando vuelva! bram Medivh,
quien ya suba los peldaos de dos en
dos. Khadgar se imagin al senescal ya
en la cima de la torre, con su silbato
rnico y el grifo domado dispuesto.
Bien dijo Khadgar mirando a los
libros. Yo me quedar y averiguar
cmo domar un reloj de arena.

CAPTULO
SEIS
Aegwynn y Sargeras

edivh estuvo fuera una semana,


ms o menos, y fue una semana

que Khadgar aprovech bien. Se instal


en la biblioteca e hizo que Moroes le
llevara all las comidas. En ms de una
ocasin, ni siquiera volvi a su
habitacin por la noche, y en vez de eso
pas el tiempo durmiendo en las grandes
mesas de la biblioteca. Definitivamente,
estaba buscando visiones.
Dej sin responder su propia
correspondencia mientras rastreaba los
antiguos volmenes y grimorios en
busca de respuestas acerca del tiempo,
la luz y la magia. Sus primeros informes
haban provocado rpidas respuestas de
los magos de la Ciudadela Violeta.
Guzbah quera una trascripcin del
poema pico de Aegwynn. Lady Delth

afirm que no reconoca ninguno de los


ttulos que le haba mandado; poda
mandrselos de nuevo, esta vez con el
primer prrafo de cada uno para que ella
supiera qu eran? Y Alonda se mantena
en sus trece de que tena que haber una
quinta especie de troll, y que Khadgar
obviamente no haba encontrado los
bestiarios apropiados. El joven mago
disfrut dejando sus peticiones sin
responder mientras buscaba una manera
de controlar las visiones.
La clave para el encantamiento, o
eso pareca, sera un sencillo conjuro de
clarividencia, una magia adivinatoria
que permita ver objetos distantes y
lugares lejanos. Un libro de magia

sacerdotal lo haba descrito como un


encantamiento de visin sagrada, aunque
a Khadgar le haba funcionado tan bien
como a los sacerdotes. Aunque este
conjuro sacerdotal funcionaba en el
espacio,
quiz
con
algunas
modificaciones podra funcionar en el
tiempo.
Khadgar
razon
que
normalmente esto sera imposible dado
el flujo del tiempo en un universo
determinante y organizado como un reloj
mecnico.
Pero pareca que dentro de los
muros de Karazhan, al menos, el tiempo
era un reloj de arena, e identificar los
fragmentos desprendidos del tiempo era
ms posible. Y una vez que pescase un

grano de tiempo, sera ms fcil


moverse de ese grano a otro.
Si alguien ms haba intentado esto
dentro de los muros de la torre de
Medivh, no haba ninguna pista en la
biblioteca, a menos que eso estuviera en
los ejemplares ms protegidos o
ilegibles ubicados en la pasarela
metlica. Curiosamente, las notas en
letra de Medivh no demostraban inters
alguno por las visiones, algo que
pareca dominar las notas de otros
visitantes. Guardaba Medivh esa
informacin en otro sitio? O es que en
verdad estaba ms interesado en lo que
pasaba ms all de los muros de la torre
que en lo que pasaba dentro?

Modificar un conjuro para una nueva


funcin no era tan sencillo como
cambiar una salmodia aqu y alterar un
gesto all. Requera una comprensin
profunda y precisa de cmo funcionaba
la magia de adivinacin, de lo que
revelaba y de cmo lo revelaba. Cuando
se cambia un movimiento de la mano o
se modifica el tipo de incienso usado, el
resultado ms posible es un completo
fracaso, donde las energas se disipan
de forma inofensiva. Ocasionalmente
puede que las energas se desaten y se
descontrolen, pero normalmente el nico
resultado de un conjuro fallido es un
mago frustrado.
En sus estudios, Khadgar descubri

que, si un conjuro falla de forma


espectacular, eso indica que el conjuro
fallido estaba muy cerca del que se
pretenda conseguir. Las magias intentan
llenar el hueco, hacer que las cosas
sucedan, aunque no siempre con los
resultados deseados por el mago. Por
supuesto, a veces esos magos fallidos no
sobrevivan a la experiencia.
Durante el proceso, Khadgar tema
que Medivh volviera en cualquier
momento, entrando sin avisar en la
biblioteca en busca del reledo poema
pico
o
de
cualquier
otra
insignificancia. Le dira a su maestro lo
que estaba intentando? Y si lo haca, lo
animara Medivh o le prohibira

continuar?
Tras cinco das, Khadgar crey tener
listo el conjuro. El armazn era el del
conjuro de clarividencia, pero ahora
estaba potenciado por un factor
aleatorio que le permita alcanzar y
rastrear las discontinuidades que
parecan existir en la torre. Estos
fragmentos de tiempo fuera de sitio
seran un poco ms brillantes, un poco
ms calientes o sencillamente un poco
ms raros que su entorno inmediato, y
por lo tanto atraeran toda la fuerza del
conjuro.
Adems el conjuro, si funcionaba,
debera sintonizar mejor la visin. Esto
debera afinar los sonidos y eliminar la

distorsin, concentrndolos del mismo


modo que hace una persona mayor
cuando se lleva la mano a la oreja para
or mejor. No funcionara tan bien con
los sonidos alejados del punto central,
pero debera aclarar lo que hablaban los
individuos adems de lo que vea el
mago.
Al anochecer del quinto da,
Khadgar haba completado sus clculos,
y tena los ordenados renglones de
rdenes de poder y de conjuracin
dispuestos en un sencillo escrito. Si algo
saliera horriblemente mal, al menos
Medivh averiguara lo que haba
pasado.
Medivh, por supuesto, tena una

despensa perfectamente abastecida de


componentes para los conjuros,
incluyendo una alacena de hierbas
aromticas y taumatrgicas y un
lapidario de piedras semipreciosas
molidas. De stas, Khadgar escogi la
amatista para disponer su crculo
mgico en la propia biblioteca,
entrelazndolo con runas de cuarzo rosa
pulverizado. Revis las palabras de
poder (la mayora de las cuales le
resultaban conocidas al joven mago
antes de abandonar Dalaran) y ensay
los movimientos (casi todos ellos
originales). Vestido con las ropas de
conjuracin (ms para que le dieran
suerte que por su efecto real), entr en el

crculo mgico.
Khadgar dej que su mente se
asentara y se tranquilizase. ste no era
un conjuro de batalla que hubiera que
lanzar a toda velocidad, ni un truco
apresurado. Esto era un conjuro
complejo y poderoso, uno que si lo
lanzase dentro de la Ciudadela Violeta
hara saltar las abjuraciones de aviso de
otros magos, quienes acudiran a l
volando.
Respir hondo y comenz la
conjuracin.
Dentro de su mente, el conjuro
empez a formar una caliente bola de
energa. Poda sentirla condensndose
en su interior, mientras ondas irisadas

recorran su superficie. ste era el


ncleo del conjuro, que normalmente
sola despacharse enseguida para alterar
el mundo real a capricho del lanzador.
Khadgar otorg a la esfera los
atributos que deseaba, para buscar los
fragmentos de tiempo que parecan
vagar por la torre, revisarlos y
componer una sola visin, una de la que
pudiera ser testigo, que l pudiera ver
extenderse ante s. Las ideas parecieron
hundirse en la esfera imaginaria de su
mente, y en respuesta la esfera pareci
zumbar en un tono ms agudo, esperando
slo que la soltara y le marcara el
rumbo.
Treme una visin dijo el joven

mago. Treme una visin del joven


Medivh.
La magia abandon su mente con el
sonido de un huevo que implotase,
fluyendo hacia el mundo real para
cumplir su voluntad. Hubo un soplo de
aire y, mientras Khadgar miraba a su
alrededor, la biblioteca empez a
transformarse como haba hecho antes, a
medida que la visin se mova
lentamente a este espacio y este tiempo.
Slo cuando de repente empez a
hacer ms fro se dio cuenta Khadgar de
que haba llamado a la visin
equivocada.
Una corriente helada recorri la
biblioteca, como si alguien se hubiera

dejado una ventana abierta. La brisa


pas de corriente a viento glido y luego
a ventisca rtica, y a pesar de que saba
que esto era slo una ilusin, tirit.
Las paredes de la biblioteca cayeron
cuando la visin ocup su lugar con una
extensin blanca. El viento helado se
arremolinaba alrededor de libros y
manuscritos, y dejaba un manto de nieve
a su paso, grueso y duro. Las mesas, las
estanteras y las sillas quedaron primero
ocultas y luego desaparecieron por los
remolinos de gruesos copos.
Y Khadgar estaba en la ladera de
una colina, con las piernas hundidas
hasta las rodillas en la nieve pero sin
dejar marca. Era un fantasma dentro de

la visin.
Sin embargo su aliento se
condensaba y ascenda hecho vapor
mientras l miraba a su alrededor. A su
derecha haba una pequea arboleda,
oscuros rboles de hoja perenne
cargados de nieve por la reciente
tormenta. Lejos a su izquierda haba un
gran acantilado blanco. Khadgar pens
que era alguna sustancia caliza, y luego
se dio cuenta de que era hielo, como si
alguien hubiera sacado de su lecho un
ro congelado y lo hubiera dejado all.
El ro de hielo era tan alto como algunas
montaas de Dalaran, y pequeas formas
oscuras se movan sobre l. Halcones o
guilas, aunque tenan que ser de un

tamao inmenso si realmente estaban


cerca de los acantilados de hielo.
Ante l se extenda un valle, y
avanzando por el valle vena un ejrcito.
El ejrcito derreta la nieve a su
paso, dejando tras de s una mancha de
fango negro como el rastro de una
babosa. Los miembros del ejrcito iban
vestidos de rojo, equipados con grandes
yelmos con cuernos y largas capas
negras con cuello alto almidonado. Eran
cazadores, porque llevaban toda clase
de armas.
A la cabeza del ejrcito, su lder
portaba un estandarte, y clavada en la
punta del mstil del estandarte, una
cabeza cortada chorreando sangre.

Khadgar pens que perteneca a alguna


gran bestia con escamas verdes, pero se
detuvo cuando vio que era la cabeza de
un dragn.
Haba visto el crneo de una de
dichas criaturas en la Ciudadela Violeta,
pero nunca pens ver una que
recientemente hubiera estado viva.
Hasta cundo lo haba hecho retroceder
la visin?
El ejrcito de cosas gigantescas
estaba bramando lo que poda haber
sido una cancin de marcha, aunque
igual poda ser una retahla de insultos o
un grito de desafo. Las voces sonaban
amortiguadas, como si estuvieran en el
fondo de un pozo gigantesco: pero al

menos Khadgar poda orlas.


Cuando se acercaron, se dio cuenta
de lo que eran. Sus ornamentados
yelmos no eran yelmos, sino cuernos que
salan de su propia carne. Sus capas no
eran ropas, sino grandes alas
membranosas que salan de sus
espaldas. Sus armaduras salpicadas de
rojo eran su propia carne, brillando
desde dentro y derritiendo la nieve.
Eran demonios, criaturas de las
leyendas de Guzbah y de los panfletos
ocultos de Korrigan. Seres monstruosos
que superaban incluso a los orcos en sed
de sangre y sadismo. Los grandes
espadones de hoja ancha estaban
claramente baados de escarlata, y

ahora Khadgar pudo ver que sus cuerpos


tambin estaban manchados de sangre.
Estaban aqu, dondequiera y
cuandoquiera que fuese aqu, y estaban
cazando dragones.
Tras l son un ruido suave y
distorsionado, no ms que una pisada en
una alfombra mullida. Khadgar se dio la
vuelta y descubri que no estaba solo en
el cerro desde el que se dominaba la
demonaca partida de caza.
Ella haba llegado tras l sin que
Khadgar se diera cuenta, y si lo vio no
le hizo ningn caso. Igual que los
demonios parecan una plaga encarnada
en la tierra, ella tambin irradiaba su
propia sensacin de poder. ste era un

poder radiante que pareca doblarse e


intensificarse mientras casi flotaba
sobre la superficie de la nieve misma.
Era real, pero sus botas blancas de
cuero slo dejaban las ms leves marcas
en la nieve.
Era alta y poderosa y no tema a las
abominaciones que haba en el valle
inferior. Su atuendo era tan blanco y
puro como la nieve que los rodeaba, y
vesta un chaleco hecho de pequeas
escamas de plata. Una voluminosa capa
de piel con capucha y el forro de seda
verde ondeaba tras ella, abrochada en su
garganta por una gran gema verde que
iba a juego con sus ojos. Llevaba el pelo
rubio con un sencillo peinado, recogido

con una diadema de plata, y pareca


menos afectada por el fro que el
fantasmal Khadgar.
Pero fueron sus ojos los que le
llamaron la atencin; verdes como un
bosque en verano, verdes como el jade
bruido, verdes como el ocano tras la
tormenta. Khadgar reconoci aquellos
ojos, porque haba sentido la penetrante
mirada de unos similares: los de su hijo.
Era Aegwynn. La madre de Medivh,
la poderosa y casi inmortal maga que
haba vivido tanto como para
convertirse en leyenda.
Khadgar tambin se dio cuenta de
dnde deba estar; sta tena que ser la
batalla de Aegwynn contra las hordas

demonacas, una leyenda de la que slo


se conservaban fragmentos en las
estrofas de un poema pico que haba en
una de las estanteras de la biblioteca.
De repente, Khadgar supo dnde
haba fallado su conjuro. Medivh le
haba pedido ese pergamino antes de
irse la ltima vez que Khadgar lo haba
visto. Haba fallado el conjuro
atravesando una visin reciente del
propio Medivh hasta la leyenda que
haba consultado?
Aegwynn frunci el ceo al mirar
hacia la partida de caza demonaca, y la
nica arruga que separ sus cejas
mostr su desagrado. Sus ojos de jade
destellaron, y Khadgar pudo intuir que

en su interior se estaba formando una


tormenta de poder.
Su clera no tard mucho en
desencadenarse. Extendi un brazo,
pronunci una frase corta y seca, y el
relmpago brot desde la punta de sus
dedos.
ste no era un simple rayo mgico,
ni siquiera el ms potente de los rayos
de una tormenta de verano. Era una
chispa del relmpago primordial,
avanzando por el aire hasta llegar al
suelo a travs de los sorprendidos
demonios. El aire se dividi en sus
elementos bsicos cuando el rayo lo
atraves, y se llen de un olor fuerte y
acre. Tron al desplazarse para rellenar

el espacio que brevemente haba


ocupado el rayo. A pesar de s mismo, a
pesar de saber que l era un fantasma, a
pesar de saber que esto era una visin, a
pesar de todo ello y del hecho de que el
ruido quedaba amortiguado por su
estado fantasmal, Khadgar hizo una
mueca y retrocedi ante el destello y el
repicar metlico del ataque mstico.
El rayo golpe al portaestandarte, el
que llevaba la cabeza decapitada del
dragn verde. El demonio fue inmolado
en el sitio, y los que lo rodeaban
cayeron al suelo por la explosin, como
tizones ardiendo sobre la nieve. Algunos
no volvieron a levantarse.
Pero la mayora de la partida de

caza qued fuera de los efectos del


conjuro, bien por accidente, bien de
forma intencionada. Los demonios, cada
uno de los cuales era ms grande que
diez
hombres,
retrocedieron
conmocionados, pero eso slo dur un
momento. El ms grande bram algo en
un idioma que sonaba como el taido de
campanas agrietadas, y la mitad de los
demonios emprendieron el vuelo,
embistiendo contra la posicin de
Aegwynn (y Khadgar). La otra mitad
sac pesados arcos de roble negro y
flechas de hierro. Cuando dispararon las
flechas, stas estallaron en llamas, y una
lluvia de fuego cay sobre ellos.
Aegwynn no retrocedi, sino que se

limit a hacer un movimiento de barrido


con la mano. El cielo entero entre ella y
la lluvia de fuego estall en un muro de
llamas azuladas, que engull las flechas
como si hubieran cado al ro.
Pero las flechas eran simplemente
una cobertura para los atacantes, los
cuales irrumpieron a travs del muro de
fuego azul mientras ste se desvaneca, y
cayeron sobre Aegwynn. Tena que
haber al menos veinte, cada uno de ellos
un gigante que oscureca el cielo con sus
alas.
Khadgar mir a Aegwynn y vio que
estaba sonriendo. Era una sonrisa de
complicidad, confiada, una que el joven
mago haba visto en el rostro de Medivh

cuando haban combatido contra los


orcos. Estaba ms que tranquila.
Khadgar mir al otro extremo del
valle, donde haban estado los arqueros.
stos haban abandonado sus intiles
proyectiles y se haban reunido a
salmodiar en un tono bajo, como un
zumbido. El aire se retorci a su
alrededor y apareci un agujero en la
realidad, una malignidad oscura sobre la
blancura prstina. Y del agujero cayeron
ms demonios; criaturas de toda ndole,
con cabezas de animales, con ojos de
fuego, con alas de murcilago, insecto o
pjaro carroero. Estos demonios se
unieron al coro y la fractura se abri an
ms, absorbiendo ms y ms engendros

del Averno Astral hacia el fro aire del


norte.
Aegwynn no prest atencin a los
que cantaban ni a los refuerzos, sino que
se concentr framente en los que caan
sobre ella desde arriba.
Hizo un pase con la mano, con la
palma levantada. La mitad de los que
volaban fueron convertidos en cristal, y
todos fueron derribados del cielo. Los
que haban sido transformados en cristal
se hicieron aicos donde cayeron, con
sonidos discordantes. Los que an
vivan aterrizaron con un sonoro golpe y
volvieron a levantarse, desenvainadas
las armas manchadas de sangre.
Quedaban diez.

Aegwynn coloc su mano izquierda


cerrada en un puo contra la palma de la
mano derecha levantada, y cuatro de los
supervivientes se derritieron; su carne
rojiza se fundi sobre sus huesos
mientras caan en la nieve. Gritaron
hasta
que
sus
gargantas
en
descomposicin se atascaron con su
propia carne desecada. Quedaban seis.
Aegwynn hizo un gesto de agarrar el
aire y otros tres demonios explotaron
cuando sus entraas se convirtieron en
insectos y los destrozaron desde dentro.
Ni siquiera tuvieron tiempo de gritar
mientras sus cuerpos eran reemplazados
por enjambres de mosquitos, abejas y
avispas, que se fueron hacia los

bosques. Quedaban tres.


Aegwynn separ las manos, y una
fuerza invisible le arranc a un demonio
los brazos y las piernas del torso.
Quedaban dos. Aegwynn levant dos
dedos y un demonio se convirti en
arena; su aullido de muerte se perdi en
la brisa glida. Quedaba uno. Era el ms
grande, el lder, el que bramaba las
rdenes. A corta distancia, Khadgar
pudo ver que su pecho desnudo era un
dibujo de cicatrices y que una de sus
cuencas oculares estaba vaca. En la
otra arda el odio.
No atac, y Aegwynn tampoco. En
vez de eso se detuvieron, congelados
por un instante, mientras el valle bajo

ellos se llenaba de demonios.


Finalmente el gigantesco ser gru.
A odos de Khadgar su voz son clara
pero distante.
Eres una tonta, Guardiana de
Tirisfal dijo, adaptando sus labios en
torno al incmodo lenguaje humano.
Aegwynn emiti una risa, tan
cortante y fina como una daga de cristal.
De veras, abominable engendro?
He venido a fastidiar vuestra cacera de
dragones. Parece que lo he logrado.
Eres una imbcil con exceso de
confianza farfull el demonio.
Mientras t combatas con unos pocos,
mis hermanos en la hechicera han trado
ms. Una legin. Cada ncubo y cada

demonio menor, cada pesadilla y cada


mastn de las sombras, cada seor
oscuro y cada capitn de la Legin
Ardiente. Todos han venido mientras t
combatas contra unos pocos.
Lo s dijo tranquilamente
Aegwynn.
Lo sabes? bram el demonio
con una ronca carcajada. Sabes que
ests sola en las tierras salvajes con
todos los demonios alzados contra ti?
Lo sabes?
Lo s dijo Aegwynn, y haba una
sonrisa en su voz. Saba que traeras
tantos de tus aliados como pudieras. Un
Guardin sera un objetivo demasiado
bueno para que lo ignorases.

Lo sabes? Y viniste de todos


modos a este lugar abandonado?
Lo s dijo Aegwynn. Pero
nunca he dicho que estuviese sola.
Aegwynn chasque los dedos y el
cielo se oscureci de repente, como si
una gran bandada de pjaros hubiera
levantado el vuelo y tapado el sol.
Slo que no eran pjaros. Eran
dragones, ms dragones de los que
Khadgar hubiera imaginado que existan.
Se mantenan estticos en vuelo,
soportados por sus grandes alas,
esperando la seal de Aegwynn.
Abominable engendro de la Legin
Ardiente dijo Aegwynn. T eres el
tonto.

El lder demonaco dej escapar un


grito y levant su espada manchada de
sangre. Aegwynn fue demasiado rpida
para l, y levant una mano con tres
dedos extendidos. El pecho del
abominable engendro se evapor,
dejando slo una nube de motitas de
sangre. Sus robustos brazos cayeron a
ambos lados, sus piernas abandonadas
se doblaron y se derrumbaron, y su
cabeza, en la que quedaba patente una
mirada de sorpresa, cay en la nieve y
se perdi.
sa fue la seal para los dragones,
que como uno solo se precipitaron sobre
la horda agolpada de demonios
invocados. Las grandes criaturas

voladoras descendieron desde todos los


flancos, y de sus bocas abiertas brot el
fuego. Las primeras filas de demonios
fueron inmoladas, reducidas a cenizas en
un instante, mientras que otros luchaban
por desenvainar sus armas, preparar sus
conjuros o huir.
En el centro del ejrcito se elev un
cntico, a la vez una intensa splica y un
grito vehemente. Eran los ms
poderosos conjuradores demonacos,
quienes concentraban sus energas
mientras los que estaban al borde del
grupo repelan a los dragones a un coste
mortal.
Los demonios se reagruparon y
respondieron, y empezaron a caer

dragones del cielo con el cuerpo


acribillado por flechas de hierro y
virotes de fuego, por venenos msticos y
visiones enloquecedoras. Y aun as, el
crculo que rodeaba el centro de los
demonios se estrechaba a medida que
ms y ms dragones se tomaban
cumplida venganza contra los demonios
por la cacera, y los gritos del centro se
hicieron
ms
desesperados
e
ininteligibles.
Khadgar mir a Aegwynn, que
estaba de pie en la nieve, rgida, con los
puos cerrados, los ojos verdes
refulgiendo de poder y los dientes
apretados en una horrible sonrisa. Ella
tambin estaba salmodiando, algo

oscuro e inhumano ms all incluso de


la capacidad de identificacin de
Khadgar. Estaba combatiendo el conjuro
que haban construido los demonios,
pero tambin estaba extrayendo energa
de l, doblando sobre s mismas las
energas msticas que contena, como se
hace con las capas de acero de la hoja
de una espada para hacerla ms fuerte y
poderosa.
Los gritos de los demonios del
centro alcanzaron un tono febril, y ahora
la misma Aegwynn estaba gritando, con
un nimbo de energa condensado a su
alrededor. Su pelo ondeaba suelto,
levant ambos brazos y descarg las
ltimas palabras de su conjuracin.

Hubo un estallido en el centro de la


horda demonaca, en el centro donde los
magos salmodiaban y chillaban y
rezaban. Fue un desgarramiento en el
universo, esta vez un desgarramiento
brillante, como si se hubiera abierto un
portal al mismo sol. La energa se
desat hacia fuera y los demonios no
tuvieron tiempo ni de gritar cuando los
alcanz, incinerndolos y dejando sus
siluetas carbonizadas como nico
testamento.
Todos
los
demonios
fueron
atrapados, y tambin algunos dragones
que se haban acercado demasiado al
centro de la horda demonaca. Quedaron
apresados como polillas en una llama, e

igualmente consumidos.
Aegwynn dej escapar un aliento
entrecortado y sonri. Era la sonrisa del
lobo, del depredador, del vencedor.
Donde antes haba estado la horda
demonaca ahora haba una columna de
humo que ascenda hasta los cielos en
una gran nube.
Pero mientras Khadgar observaba, la
nube se aplan y se comprimi,
hacindose ms oscura y ms intensa,
como los nubarrones de tormenta. Y al
intensificarse se hizo ms fuerte, y su
corazn se hizo ms negro, bordeando
matices del prpura y el azabache.
Y, de la nube oscurecida, Khadgar
vio emerger a un dios.

Era una figura titnica, ms grande


que cualquier gigante de leyenda, ms
grande que cualquier dragn. Su piel
pareca estar fundida en bronce, y vesta
una armadura negra de obsidiana
incandescente. Su luenga barba y el pelo
enmaraado estaban hechos de llama
viva, y unos enormes cuernos emergan
de su ceo. Sus ojos eran del color del
abismo infinito. Sali a grandes
zancadas de la nube, y la tierra temblaba
all donde posaba sus pies. Empuaba
una enorme lanza tallada con runas que
goteaban sangre ardiente, y tena una
larga cola rematada por una bola de
fuego.
Los dragones que quedaban salieron

huyendo, en direccin al bosque oscuro


y los distantes acantilados. Khadgar no
poda culparlos. Por mucho poder que
Medivh tuviera en su interior, por
muchos y grandes poderes que su madre
hubiera demostrado, eran como dos
velitas comparados con el puro poder de
este seor de los demonios.
Sargeras sise Aegwynn.
Guardin tron el gran demonio
con una voz tan profunda como el
ocano. En lontananza, los acantilados
de hielo se derrumbaron antes que dar
eco a esta voz infernal.
La Guardiana se irgui tan alta como
era y se apart un mechn de pelo rubio
de la cara.

He roto tus juguetes. Aqu ya no


tienes nada que hacer. Huye mientras
conservas la vida.
Khadgar mir a la Guardiana como
si hubiera perdido la cabeza. Incluso
ante sus ojos estaba exhausta por la
experiencia, casi tan vaca como
Khadgar haba quedado ante los orcos.
Seguramente este titnico demonio era
capaz de ver a travs de su engao. El
poema pico hablaba de la victoria de
Aegwynn. Iba l a presenciar su muerte
en su lugar?
Sargeras no se ri, pero su voz
retumb en la tierra, empujando a
Khadgar a pesar de todo.
El tiempo de Tirisfal llega a su fin

dijo el demonio. Este mundo pronto


se inclinar ante la ofensiva de la
Legin.
No mientras haya un Guardin
dijo Aegwynn. No mientras yo viva,
o vivan los que vengan tras de m.
Sus dedos se doblaron ligeramente,
y Khadgar pudo ver que estaba
reuniendo el poder que le quedaba en su
interior, reuniendo su intelecto, su
voluntad y su energa en un ltimo gran
asalto. Muy a su pesar, Khadgar dio un
paso atrs, luego otro y luego un tercero.
Si su yo anciano pudo verlo en la visin,
si el joven Medivh pudo verlo No
podran verlo tambin estos dos
poderes, maga y monstruo? O es que

quiz era demasiado insignificante para


que lo notaran?
Rndete ahora dijo Sargeras. Tu
poder me ser muy til.
No dijo Aegwynn con los puos
apretados.
Entonces muere, Guardin, y que tu
mundo muera contigo dijo el titnico
demonio, y alz su ensangrentada lanza
rnica.
Aegwynn levant las dos manos y
lanz un grito, mitad maldicin y mitad
oracin. Un refulgente arco iris de
colores nunca vistos en este mundo
brot de las palmas de sus manos, y
serpente hacia arriba como un rayo
dotado de vida propia. Se clav como

una pualada en el pecho de Sargeras.


A Khadgar le pareci un flechazo
disparado contra un barco, tan pequeo
e ineficaz. Pero Sargeras flaque tras el
impacto, retrocediendo medio paso y
dejando caer la enorme lanza. sta cay
al suelo como un meteorito cae sobre la
tierra, y la nieve se ondul bajo los pies
de Khadgar. ste hinc una rodilla, pero
levant la vista hasta el seor de los
demonios.
Desde donde haba impactado el
conjuro de Aegwynn se extenda una
oscuridad. No, no era una oscuridad,
sino un fro, a medida que la caliente
carne de bronce del titn demonaco
mora y era sustituida por una masa

inerte y fra. Irradiaba desde el centro


de su pecho como un incendio desatado,
dejando tras de s carne consumida.
Sargeras contempl la creciente
devastacin con sorpresa, luego alarma
y luego miedo. Levant una mano para
tocarla, y se propag tambin a ese
miembro, dejando a su paso una masa de
tosco metal negro. Ahora Sargeras
empez a salmodiar reuniendo las
energas que tena para revertir el
proceso, detener el flujo, apagar el
fuego que lo consuma. Sus palabras se
hicieron ms frenticas y vehementes, y
la piel que le quedaba reluca con
renovada intensidad. Brillaba como un
sol, gritando maldiciones mientras la

oscura frialdad llegaba hasta donde


debera haber estado su corazn.
Y entonces hubo otro resplandor, tan
intenso como el que haba consumido a
la horda demonaca, centrado en
Sargeras. Khadgar apart la mirada y la
dirigi hacia Aegwynn, que observaba
cmo el fuego y la oscuridad consuman
a su enemigo. El resplandor de la luz
empequeeca al del mismo da, y largas
sombras se proyectaban tras la maga.
Y entonces se acab. Khadgar
parpade cuando sus ojos recuperaron
la vista. Se volvi hacia el valle y all
estaba el titnico Sargeras, inerte como
una cosa hecha de hierro forjado, su
poder consumido. Bajo su peso, el suelo

rtico recalentado empez a ceder, y


lentamente su forma muerta cay hacia
delante, permaneciendo entera cuando
golpe el suelo. El aire alrededor de
ellos estaba inmvil.
Aegwynn se ri. Khadgar la mir y
pareca agotada, tanto por el cansancio
como por la locura. Se frotaba las
manos y se carcajeaba, y empez a
descender hacia el titn cado. Khadgar
se dio cuenta de que ya no se posaba
delicadamente sobre la nieve, sino que
descenda a duras penas, hundida en
ella.
A medida que se alejaba, la
biblioteca empez a volver. La nieve
comenz a sublimarse en densas nubes

de vapor, y las borrosas formas de las


estanteras, el piso superior y las sillas
se fueron haciendo visibles poco a poco.
Khadgar se gir un poco en
direccin hacia donde debera haber
estado la mesa, y todo volvi a ser
normal. La biblioteca reafirm su
realidad con una firme inmediatez.
Khadgar exhal un aliento fro y se
frot la piel. Fresco, pero no fro. El
conjuro haba funcionado ms o menos
bien en trminos generales, pero no en
los detalles. Haba trado una visin,
pero no la deseada. Las cuestiones eran
qu haba salido mal y cul sera la
mejor forma de arreglarlo.
El joven mago cogi su bolsita de

escribano y sac de ella un pergamino


en blanco y tiles. Coloc una plumilla
metlica en el extremo del palillero,
derriti parte de la tinta de calamar en
un cuenco y empez a anotar enseguida
todo lo que haba pasado, desde que
lanz el conjuro inicial hasta que
Aegwynn empez a hundirse ms y ms
en la nieve a medida que se alejaba.
Segua trabajando una hora despus
cuando son un cadavrico carraspeo en
la puerta. Khadgar estaba tan absorto en
sus pensamientos que no lo not hasta
que Moroes carraspe por segunda vez.
Khadgar levant la vista, algo
irritado. Estaba a punto de escribir algo
importante, pero el asunto lo eluda. Era

algo que perciba por el rabillo del ojo


de su mente.
El Magus ha vuelto dijo
Moroes. Quiere verte arriba en el
observatorio.
Khadgar mir a Moroes sin entender
durante unos instantes, hasta que las
palabras se abrieron paso poco apoco
en su mente.
Medivh ha vuelto? pudo decir al
fin.
Eso es lo que he dicho gru
Moroes, pronunciando cada palabra de
mala gana. Tienes que volar hasta
Stormwind con l.
Stormwind? Yo? Por qu?
logr articular el joven mago.

Porque eres el aprendiz, se es el


porqu dijo Moroes con el ceo
fruncido. Observatorio. Piso superior.
Ya he llamado a los grifos.
Khadgar mir su trabajo; rengln
tras rengln de buena caligrafa,
ocupndose de cada detalle. Haba algo
ms que estaba pensando.
S, s. Djame recoger mis cosas.
Acabar esto dijo.
Tmate tu tiempo dijo el
senescal. Lo nico que pasa es que el
Magus quiere que vueles con l hasta el
castillo de Stormwind. Nada importante.
Y Moroes se desvaneci en el
pasillo. Piso superior lleg su voz
incorprea, casi como una ocurrencia de

ltima hora.
Stormwind,! pens Khadgar, el
castillo del rey Llane. Qu sera tan
importante como para hacerlo ir all?
Quiz un informe acerca de los orcos?
Khadgar mir sus notas. Con la
noticia de que Medivh haba vuelto y de
que pronto partiran, sus pensamientos
haban quedado interrumpidos, y ahora
su mente se dedicaba a la nueva tarea.
Mir las ltimas palabras que haba
escrito en el pergamino.
Aegwynn tiene dos sombras, decan.
Khadgar agit la cabeza. Cualquiera
que fuese el curso de sus pensamientos
se haba perdido. Sec cuidadosamente
el exceso de tinta para que no se

corriera, y dej las pginas a un lado.


Entonces recogi sus tiles y se dirigi
rpidamente hacia su habitacin. Tendra
que ponerse ropa de viaje si iba a ir a
lomos de grifo, y necesitara empacar su
capa de conjuracin buena si iba a ver a
la realeza.

CAPTULO
SIETE
Stormwind

asta entonces, el edificio ms


grande que Khadgar haba visto

en su vida era la Ciudadela Violeta, en


la Isla Cruz, a las afueras de la ciudad
de Dalaran. Las majestuosas agujas y
grandiosas estancias de los Kirin Tor,
techadas con gruesa pizarra del color
del lapislzuli que daba su nombre a la
ciudadela, haban sido motivo de
orgullo para Khadgar. En todos sus
viajes por Lordaeron y Azeroth, nada, ni
siquiera la torre de Medivh, se acercaba
a la ancestral grandeza de la ciudadela
de los Kirin Tor.
Hasta que lleg a Stormwind.
Volaron de noche, como la vez
anterior, y en esta ocasin el joven mago
estaba convencido de haber dormido
mientras guiaba al grifo a travs del

relente nocturno. Cualquiera que fuese el


conocimiento que Medivh haba puesto
en su mente, segua funcionando, porque
estaba seguro de su habilidad para guiar
al depredador alado con las rodillas, y
se senta muy a gusto. La parte de su
cerebro donde resida el conocimiento
no le dola en este momento, sino que
senta una cierta vibracin, como si el
tejido mental hubiera sanado dejando
una cicatriz, admitiendo el conocimiento
pero todava reconocindolo como algo
ajeno.
Se despert mientras el sol sala por
el horizonte tras l y se sobresalt
momentneamente, haciendo que la gran
criatura
voladora
se
ladease

ligeramente, apartndose de la ruta que


segua Medivh. Ante l, repentina y
reluciente al sol de la maana, estaba
Stormwind.
Era una ciudadela de oro y plata.
Bajo la luz de la maana los muros
parecan brillar con su propia luz,
pulidos como un cliz bajo los cuidados
de
un
sirviente.
Los
techos
resplandecan como hechos de plata, y
por un momento Khadgar pens que
tenan engastadas innumerables gemitas.
El joven mago parpade y agit la
cabeza. Las paredes de oro se volvieron
simple piedra, aunque pulida hasta un
fino lustre en algunos sitios e
intrincadamente esculpida en otros. Los

techos de plata eran sencillamente de


pizarra oscura, y lo que haba pensado
que eran gemas no era ms que el roco
de la maana reflejando la luz del sol.
Y aun as, Khadgar sigui
asombrado por el tamao de la ciudad.
Tan grande como cualquiera de las de
Lordaeron, si no ms, y vista desde esta
altura se extenda ante l. Cont hasta
tres anillos de murallas concntricos
alrededor del castillo central, y barreras
menores que separaban diferentes
barrios. Dondequiera que miraba, haba
ms ciudad bajo l.
Incluso ahora, en las horas del
amanecer, haba actividad. El humo se
alzaba desde fuegos maaneros, y ya

circulaba gente por las calles y


mercados. Grandes carros se agolpaban
al exterior de las puertas principales,
cargados de granjeros que se dirigan a
los limpios y ordenados campos que se
extendan desde los muros de la ciudad
como una falda, alcanzando casi el
horizonte.
Khadgar no poda identificar la
mitad de los edificios. Unas grandes
torres podan ser universidades o silos
de grano, por lo que a l respectaba. En
una cascada haban colocado unas
ruedas de molino. Por qu, ni se lo
imaginaba. De repente surgi una
llamarada a su derecha, aunque si
provena de una fundicin, de un dragn

cautivo o de algn gran accidente, era un


misterio.
Era la ciudad ms grandiosa que
haba visto, y en su corazn se
encontraba el castillo de Llane.
No poda ser otro. Aqu las paredes
s que parecan estar hechas de oro, con
incrustaciones de plata alrededor de las
ventanas. El techo real estaba recubierto
de pizarra azul, tan intensa y rica como
el zafiro, y en su mirada de torres
Khadgar poda ver estandartes con la
cabeza de len de Azeroth, el escudo de
armas de la casa del rey Llane y smbolo
de la tierra.
El complejo del castillo pareca ser
una pequea ciudad en s mismo, con

innumerables edificios laterales, torres y


pabellones. Puentes colgantes iban entre
los edificios, a distancias que Khadgar
pens imposibles sin ayuda mgica.
Quiz una estructura de este tipo
slo poda construirse con magia, pens,
y se dio cuenta de que quiz sta era una
de las razones por las que Medivh era
tan apreciado aqu.
El mago levant una mano y pas
sobre una torre en particular, cuya parte
superior era un parapeto plano. Medivh
seal hacia abajo; una vez, dos veces,
una tercera. Quera que Khadgar
aterrizase primero.
Echando mano de sus recuerdos
artificiales, Khadgar hizo aterrizar

limpiamente al grifo. La gran bestia con


cabeza de guila ech las alas hacia
atrs como una gran vela, reduciendo la
velocidad hasta aterrizar delicadamente.
Ya
haba
una
delegacin
esperndolo. Un grupo de pajes con
librea azul se adelant para coger las
riendas del grifo y ponerle en la cabeza
una pesada capucha. Los recuerdos
ajenos le dijeron a Khadgar que era
similar a las que usaban los cetreros
para restringir la vista de sus pjaros de
presa. Otro tena un cubo de vsceras
frescas de vaca, que puso con cautela
frente al pico del grifo, que morda al
aire.
Khadgar desmont de lomos del

grifo y fue clidamente saludado por el


propio Lord Lothar. El hombretn
pareca an ms grande vestido con una
tnica ornamentada y una capa,
rematadas por una coraza pectoral
labrada y un manto de filigrana que
colgaba de su hombro.
Aprendiz!
dijo
Lothar,
engullendo la mano de Khadgar en su
enorme zarpa carnosa. Me alegro de
ver que conservas el empleo!
Mi seor dijo Khadgar, tratando
de no hacer una mueca de dolor ante la
fuerza del apretn del hombre. Hemos
volado toda la noche para llegar hasta
aqu. Yo no
El resto de la frase de Khadgar fue

barrido por un vendaval de alas y el


graznido de miedo de un grifo. La
montura de Medivh baj del cielo dando
tumbos, y el Magus aterriz con menos
gracilidad an. La enorme bestia
voladora resbal por toda la anchura de
la torre y casi se cay por el parapeto;
Medivh tir con fuerza de las riendas.
Como estaban las cosas, las grandes
garras delanteras del grifo se aferraron a
los merlones, y casi tir al mago hacia
fuera.
Khadgar no esper los comentarios
de Lord Lothar, sino que salt hacia
delante, seguido por la hueste de pajes
vestidos de azul y con Lord Lothar
avanzando pesadamente tras ellos.

Para cuando llegaron junto a l,


Medivh ya haba desmontado y le
entregaba las riendas al primer paje.
Maldito viento cruzado! dijo
irritado el mago. Os dije que ste era
justo el lugar equivocado para un
aviario, pero aqu nadie le hace caso al
mago. Buen aterrizaje, chaval aadi
como ocurrencia de ltima hora,
mientras los sirvientes se arremolinaban
alrededor de su grifo, tratando de
calmarlo.
Med dijo Lothar, extendiendo una
mano como saludo. Me alegro de que
hayas podido venir.
Medivh se limit a fruncir el ceo.
He venido tan pronto como he

podido espet el mago secamente,


respondiendo a alguna ofensa que
Khadgar no haba percibido. Tenis
que aparoslas sin m de vez en
cuando, ya sabes.
Si a Lothar lo sorprendi la actitud
de Medivh, no dijo nada.
Me alegro de verte de todas
formas. Su majestad
Tendr
que
esperar
dijo
Medivh. Llvame a la cmara en
cuestin, ahora. No, yo s el camino.
Dijiste que fueron Huglar y Hugarin. Por
aqu, entonces.
Y con eso parti el mago, hacia las
escaleras laterales que se adentraban en
la torre.

Cinco pisos hacia abajo, luego un


puente que cruza y luego tres pisos hacia
arriba! Un sitio horrible para un
aviario!
Khadgar mir a Lothar. El
hombretn se frotaba la calva con una
manaza y mova la cabeza. Entonces
parti tras el hombre, con Khadgar
pisndole los talones.
Para cuando llegaron a la parte baja
de la escalera de caracol, Medivh ya se
haba ido, aunque ms adelante poda
orse una retahla de quejas y la
ocasional palabrota, alejndose rpido.
Est de buen humor dijo
Lothar. Deja que te acompae a las
habitaciones de los magos. Lo

encontraremos all.
La noche pasada estaba muy
alterado dijo Khadgar a modo de
disculpa. Se haba ido, y parece ser
que vuestra llamada lleg a Karazhan
poco despus de su vuelta.
Te ha dicho de qu va esto,
aprendiz? pregunt Lothar.
Khadgar tuvo que negar con la
cabeza.
El Campen Anduin Lothar frunci
el ceo.
Dos de los grandes hechiceros de
Azeroth estn muertos, con sus cuerpos
quemados ms all de toda posibilidad
de identificacin y los corazones
arrancados del pecho. Muertos en sus

habitaciones. Y hay pruebas Lord


Lothar dud un momento, como si
intentara
elegir
las
palabras
adecuadas. Hay pruebas de actividad
demonaca. Por eso mand al mensajero
ms rpido por el Magus. Quiz l
pueda decirnos lo que pas.
Dnde estn los cuerpos?
gritaba Medivh cuando Lothar y
Khadgar lo alcanzaron por fin. Estaban
cerca de la cima de otra de las espiras
del castillo, con la ciudad extendindose
ante ellos en un gran ventanal que se
abra frente a la puerta.
La habitacin estaba destrozada, y
pareca haber sido registrada por orcos,
y orcos torpes. Todos los libros haban

sido sacados de las estanteras, y cada


pergamino haba sido desenrollado y
muchos de ellos hechos jirones. Los
aparatos alqumicos haban sido
destrozados, los polvos y emplastos
estaban desparramados, e incluso haban
roto los muebles.
En el centro de la habitacin haba
un anillo de poder, una inscripcin
labrada en el suelo. El anillo se
compona de dos crculos concntricos,
con palabras arcanas labradas entre
ellos. Las incisiones en el suelo eran
profundas y estaban llenas de un lquido
oscuro y pegajoso. Haba dos marcas de
quemadura en el suelo, cada una de ellas
del tamao de un hombre, situadas entre

el crculo y la ventana.
Dichos crculos tallados slo tenan
un propsito, por lo que saba Khadgar.
El bibliotecario de la Ciudadela Violeta
siempre avisaba acerca de ellos.
Dnde estn los cuerpos?
repiti Medivh, y Khadgar se alegr
de no ser el quien tuviera que
responder. Dnde estn los restos de
Huglar y Hugarin?
Los retiramos poco despus de
encontrarlos
dijo
tranquilamente
Lothar, Era indigno dejarlos aqu. No
sabamos cundo llegaras.
Quieres decir que no sabas si
llegara le espet Medivh. Vale,
vale. Todava podemos aprovechar algo.

Quin ha entrado en esta habitacin?


Los Lores Conjuradores Huglar y
Hugarin empez Lothar.
Hombre, por supuesto. dijo de
forma cortante Medivh. Tenan que
estar aqu si murieron aqu. Quin ms?
Uno de sus criados los encontr
sigui Lothar. Y me mandaron
llamar. Y traje algunos guardias para
retirar los cuerpos. Todava no han sido
enterrados, si deseas examinarlos.
Medivh ya estaba sumido en sus
pensamientos.
Hmmm. A los cuerpos o a los
guardias? No importa, ya nos
ocuparemos luego de eso. As que en
total un criado, t y como otros cuatro

guardias, no? Y ahora yo y mi aprendiz.


Nadie ms?
No que yo sepa dijo Lothar.
El Magus cerr los ojos y murmur
unas pocas palabras en voz baja. Tanto
podra haber sido un juramento como un
conjuro. Sus ojos se abrieron de par en
par.
Interesante, Joven Confianza!
Khadgar respir hondo.
Lord Magus.
Necesito tu juventud y tu
inexperiencia. Puede que mis ojos
cansados vean lo que yo quiero ver.
Necesito ojos frescos. No temas hacer
preguntas, vamos. Ven aqu y ponte en el
centro de la habitacin. No, no entres en

el crculo. No sabemos si queda algn


encantamiento residual en l. Ponte aqu.
Ahora, qu sientes?
Veo la habitacin destrozada
empez Khadgar.
No he dicho ver lo cort
Medivh. He dicho sentir.
Khadgar tom aliento y lanz un
conjuro menor, uno que acentuaba los
sentidos y ayudaba a encontrar objetos
perdidos. Era un conjuro sencillo de
adivinacin, uno que haba usado
cientos de veces en la Ciudadela
Violeta. Era especialmente bueno para
encontrar cosas que otros queran
mantener ocultas.
Pero nada ms entonar las primeras

palabras, Khadgar pudo sentir que era


diferente. Haba cierta pesadez en la
magia de esta habitacin. La magia sola
tener una sensacin de ligereza y
energa, pero sta pareca ms viscosa,
casi lquida. Khadgar nunca la haba
notado antes, y se pregunt si sera
debida a los crculos de poder o a
poderes y conjuros de los difuntos
magos.
Era una sensacin pegajosa, como el
aire estancado en una habitacin que
hubiera estado cerrada durante aos.
Khadgar intent reunir las energas, pero
stas parecieron resistirse, seguir sus
deseos con la mayor de las reluctancias.
El rostro de Khadgar se volvi serio

mientras trataba de extraer ms poder de


la habitacin, de las energas, hasta s.
Era un conjuro sencillo, si acaso debera
ser ms fcil en esta sala de
conjuracin, donde el lanzamiento de los
mismos
era
cosa
habitual.
Repentinamente el joven mago se vio
desbordado por la densa y ftida
sensacin de la magia. Bruscamente
cay sobre l, envolvindolo, como si
hubiese quitado un ladrillo de la parte
de abajo y se hubiera tirado una pared
encima. La fuerza de la oscura y pesada
magia cay sobre l como una manta,
aplastando el conjuro y obligndolo
fsicamente a arrodillarse. Muy a su
pesar, grit.

Medivh estuvo a su lado enseguida,


ayudando al joven mago a levantarse.
Venga, venga dijo. No esperaba
que lo hicieras tan bien. Buen intento.
Excelente trabajo.
Qu
es?
logr
articular
Khadgar, que de repente poda volver a
respirar. No se parece a nada que haya
sentido antes. Pesado. Resistente.
Asfixiante.
Entonces eso son buenas noticias
para ti dijo Medivh. Est muy bien
que lo hayas sentido, y est muy bien
que lo hayas aguantado. Aqu la magia
ha sido corrompida, como resultado de
lo que pas antes.
Quieres decir que la habitacin

est encantada? dijo Khadgar. Ni


siquiera en Karazhan he
No, no es eso dijo Medivh. Es
algo mucho peor. Los dos magos
muertos de aqu estaban invocando
demonios. Es esa mancha la que has
sentido, esa pesadez en la magia. Aqu
estuvo un demonio. Eso fue lo que mat
a Huglar y Hugarin, los pobres y
poderosos idiotas.
Se hizo el silencio durante unos
instantes, luego habl Lothar.
Demonios? En las torres del rey?
No puedo creer
Oh, creencia dijo Medivh. No
importa lo culto y lo erudito, lo sabio y
lo maravilloso, lo poderoso y lo hbil

que se sea, siempre hay un fragmento


ms de poder, un pedazo ms de saber,
un poderoso secreto ms por aprender
para cualquier mago. Creo que estos dos
cayeron en esa trampa, e invocaron
fuerzas del otro lado de la Gran
Oscuridad del Ms All, y pagaron el
precio por ello. Idiotas. Eran amigos y
colegas, y eran idiotas.
Pero cmo? dijo Lothar.
Seguramente
tena
que
haber
protecciones. Defensas. Eso es un
crculo mstico de poder.
Fcil de abrir brecha, fcil de
romper dijo Medivh mientras se
inclinaba sobre el crculo, donde la
sangre seca de los magos lanzaba

reflejos. Se agach y cogi una delgada


hebra de paja que estaba cada sobre las
piedras, que an se estaban enfriando.
Aj! Una simple paja de escoba. Si esto
estaba aqu cuando comenzaron la
invocacin, todas las abjuraciones y
filacterias del mundo no pudieron
protegerlos. El demonio considerara
que el crculo no era ms que un arco, un
portal hacia este mundo. Saldra
disparando fuego infernal y atacara a
los pobres tontos que lo haban trado a
este mundo. Lo he visto antes.
Khadgar movi la cabeza. La densa
oscuridad que pareca aprisionarlo por
todos lados pareci levantarse un poco,
y recuper la compostura. Recorri la

habitacin con la mirada. Ya era una


zona catastrfica. El demonio lo haba
destrozado todo en su ataque. Si haba
una hebra de paja de una escoba
rompiendo el crculo, debera haberse
desplazado durante el ataque.
Cmo
se
encontraron los
cuerpos? pregunt Khadgar.
Qu? dijo Medivh con una
brusquedad que sobresalt a Khadgar.
Lo siento respondi enseguida
Khadgar. Dijiste que poda hacer
preguntas.
S, s, por supuesto dijo Medivh,
calmando su tono seco slo un pice. Se
dirigi al Campen Real. Bien, Anduin
Lothar. Cmo se encontraron los

cuerpos?
Cuando yo llegu estaban en el
suelo, el criado no los haba movido
respondi Lothar.
Boca arriba o boca abajo, seor?
dijo Khadgar, con tanta tranquilidad
como pudo. Poda sentir la glida
mirada del mago mayor. Las cabezas
apuntaban hacia el crculo o hacia la
ventana?
Lothar qued absorto mientras
recordaba.
Hacia el crculo, y boca abajo. S,
definitivamente. Estaban totalmente
calcinados, y tuvimos que darles la
vuelta para asegurarnos de que eran
Huglar y Hugarin.

Adnde quieres llegar, Joven


Confianza? dijo el Magus, quien ahora
estaba sentado en la ventana abierta,
atusndose la barba.
Khadgar mir las dos marcas de
quemadura entre el crculo defensivo
que no haba funcionado y la ventana, y
trat de pensar en ellos como cuerpos y
no como magos que una vez haban
estado vivos.
Si golpeas a alguien desde delante,
se cae hacia atrs. Si golpeas a alguien
por detrs, cae hacia delante. Estaba la
ventana abierta cuando vos llegasteis?
Lothar mir al ventanal abierto,
olvidndose por un momento de la gran
ciudad que haba al otro lado.

S. No. S, creo que s. Pero puede


que la abriera el criado. Haba un hedor
espantoso; de hecho eso fue lo que
atrajo la atencin en un principio. Puedo
preguntar.
No hace falta dijo Medivh. La
ventana estaba seguramente abierta
cuando entr el criado. El Magus se
levant y anduvo hasta las marcas de
quemadura. As que t crees, Joven
Confianza, que Huglar y Hugarin estaban
aqu de pie, observando el crculo
mgico, y algo lleg por la ventana y los
atac por la espalda. Para dar ms
nfasis se dio una palmada en la nuca.
Cayeron hacia delante y ardieron en esa
posicin.

S, seor dijo Khadgar. O sea,


es una teora.
Una buena teora dijo Medivh,
pero equivocada, me temo. Para
empezar, los dos magos habran tenido
que estar ah de pie sin mirar nada en
particular, salvo que hubieran estado
mirando el crculo mgico. Por lo tanto
estaban invocando un demonio. Un
crculo de este tipo no sirve para otra
cosa.
Pero empez a decir Khadgar,
y el Magus congel sus palabras en la
garganta con una dura mirada.
Y sigui Medivh, aunque eso
encajara con un solo atacante con una
cachiporra o un garrote, no encaja tan

bien con las energas oscuras de los


demonios. Si la bestia exhal fuego,
pudo haber cogido de pie a los dos
hombres, haberlos matado y luego los
cuerpos caer ardiendo hacia delante.
Dijiste que los cuerpos estaban
calcinados por delante y por detrs?
dirigi la pregunta a Lothar.
S dijo el Campen Real.
Medivh levant la palma de la mano.
El demonio exhala fuego. Quema
la parte delantera. Huglar (o Hugarin)
cae hacia delante. Las llamas se
extienden a la espalda. A menos que el
demonio atacase a Hugarin (o Huglar)
por la espalda, les diera la vuelta para
asegurarse de que tambin se quemaba

la parte delantera, y luego les diera la


vuelta de nuevo. Poco probable; los
demonios no son tan metdicos.
Khadgar sinti cmo el rostro se le
acaloraba por el azoramiento.
Lo siento, slo era una teora.
Y una buena teora dijo
rpidamente Medivh. Slo que estaba
equivocada, nada ms. Pero tienes razn
en que la ventana estara abierta, porque
as fue como el demonio sali de la
torre. Ahora anda suelto por la ciudad.
Lothar maldijo.
Ests seguro?
Completamente asinti Medivh.
Pero probablemente por el momento no
quiera llamar la atencin. Incluso matar

por sorpresa a dos tontos como Huglar y


Hugarin llevara al lmite las
habilidades de cualquier criatura
excepto la ms poderosa.
En una hora puedo tener
organizados grupos de bsqueda dijo
Lothar.
No replic Medivh. Quiero
hacer esto yo mismo. No tiene sentido
desperdiciar vidas. Por supuesto, quiero
ver los restos. Eso me dir a qu nos
enfrentamos.
Los llevamos a una cmara fra en
la bodega dijo Lothar. Puedo llevarte
all.
Enseguida
urgi
Medivh.
Quiero echar un vistazo por aqu durante

un momento. Nos dejaras solos a mi


aprendiz y a m unos minutos?
Por supuesto dijo Lothar tras
dudar un momento. Estar justo afuera.
Mientras
deca
esto
miraba
severamente a Khadgar, luego se fue.
El picaporte se cerr y en la
habitacin se hizo el silencio. Medivh se
mova de mesa en mesa, trasteando entre
los libros destrozados y los papeles
hechos jirones. Sostuvo el trozo de una
carta con un sello prpura, y neg con la
cabeza. Lentamente, arrug el trozo de
papel que sostena en la mano.
En los pases civilizados dijo
con voz algo tensa, los aprendices no
discuten a sus maestros. Al menos en

pblico. Se volvi hacia Khadgar y el


joven vio que el rostro de su maestro era
una masa de nubarrones de tormenta.
Lo siento dijo Khadgar. Dijiste
que deba hacer preguntas, y la postura
de los cuerpos no me pareci la normal
en ese momento, pero ahora que has
mencionado cmo ardieron esos
cuerpos
Medivh levant una mano y Khadgar
se cay. Hizo una pausa y luego expuls
aire lentamente.
Ya basta. Hiciste lo correcto, ni
ms ni menos de lo que yo te haba
pedido. Y si no hubieras hablado yo no
me habra dado cuenta de que el
demonio posiblemente baj escalando la

torre y habra perdido el tiempo


rastreando el castillo. Pero preguntaste
porque no sabes mucho acerca de
demonios, y eso es ignorancia. Y yo la
ignorancia no la tolero.
El Magus mir a Khadgar, pero
haba una sonrisa en las comisuras de
sus labios. Khadgar, seguro de que la
tormenta haba pasado, se sent en un
taburete.
Lothar
Esperar
dijo
Medivh
asintiendo. Ese Anduin Lothar espera
bien. Veamos. Qu aprendiste sobre los
demonios durante tu estancia en la
Ciudadela Violeta?
He odo las leyendas dijo

Khadgar. En los Primeros Das haba


demonios en la tierra, y se alzaron
grandes hroes para expulsarlos.
Pens en la imagen de la madre de
Medivh haciendo pedazos a los
demonios y enfrentndose a su seor,
pero no dijo nada. No vea la necesidad
de enfadar a Medivh ahora que se haba
calmado.
Eso es lo bsico dijo Medivh.
Lo que nosotros llamamos cuentos de
viejas. Qu ms sabes?
Khadgar respir hondo.
Las enseanzas oficiales en la
Ciudadela Violeta, en Kirin Tor, dicen
que la demonologa debe ser rechazada,
evitada y abjurada. Cualquier intento de

invocar un demonio debe ser localizado


e impedido, y los implicados han de ser
expulsados. O algo peor. Circulaban
historias entre los estudiantes jvenes,
mientras yo creca.
Historias con base real dijo
Medivh. Pero eres un chaval curioso.
Sabrs ms, supongo.
Khadgar inclin la cabeza pensativo,
mientras escoga las palabras con
cuidado.
Korrigan, el bibliotecario de la
academia, tena una extensa coleccin
de material a su disposicin.
Y necesitaba alguien que le
ayudara a ordenarlo dijo secamente
Medivh. Khadgar debi de ponerse

tenso, porque Medivh aadi: No es


ms que una suposicin, Joven
Confianza.
El
material
consista
principalmente en leyendas populares e
informes de autoridades locales acerca
de actividades demonacas. La mayor
parte
versaba
sobre
individuos
cometiendo actos execrables en nombre
de algn antiguo demonio legendario.
Nada acerca del acto de invocar
realmente a un demonio. Nada de
conjuros ni de escritos arcanos.
Khadgar seal el crculo de
proteccin. Nada de ceremonias.
Por
supuesto
respondi
Medivh. Ni siquiera Korrigan dejara

eso en manos de un estudiante. Si tiene


cosas de sas las tendr por separado.
A partir de eso, la creencia general
es que cuando los demonios fueron
derrotados,
fueron
expulsados
completamente. Los echaron de este
mundo de luz y seres vivos a su propio
dominio.
La Gran Oscuridad del Ms All
dijo Medivh, entonando la frase como
una plegaria.
Siguen all, o eso dice la leyenda
sigui Khadgar. Y quieren volver.
Algunos dicen que acuden en sueos a
las personas de voluntad dbil y las
animan a buscar viejos conjuros y a
hacer sacrificios. A veces para abrirles

el camino de vuelta. Otros dicen que


quieren adoradores y sacrificios para
hacer que este mundo sea como antes,
sanguinario y violento, y que slo
entonces volvern.
Medivh se mantuvo en silencio un
momento, atusndose la barba.
Algo ms?
Hay ms. Detalles e historias
individuales. He visto tallas de
demonios, dibujos, diagramas. De
nuevo Khadgar sinti la necesidad de
hablarle a Medivh de la visin, del
ejrcito demonaco. Y est ese viejo
poema pico, el que habla de Aegwynn
dijo en vez de lo otro, luchando
contra una horda de demonios en una

tierra remota.
La mencin trajo una amable sonrisa
de complicidad al rostro de Medivh.
Ah, s. La Cancin de Aegwynn.
Encontrars ese poema en las
habitaciones
de
muchos
magos
poderosos, ya sabes.
Mi profesor, Lord Guzbah, estaba
interesado en l.
S? dijo Medivh con una
sonrisa. Con el debido respeto, no s
si Guzbah est preparado para el poema.
Al menos en su forma verdadera.
Levant las cejas. Lo que sabes es
bsicamente cierto. Mucha gente lo
esconde en forma de leyendas y cuentos
de hadas, pero creo que t sabes tan

bien como yo que los demonios son


reales y estn ah afuera, y s, son una
amenaza para todos los que caminamos
por este mundo iluminado por el sol, al
igual que para otros mundos. Creo,
definitivamente creo, que tu mundo del
sol rojo era otro sitio, un mundo
diferente al otro lado de la Gran
Oscuridad del Ms All. El Ms All es
una prisin para los demonios, un sitio
sin luz ni abrigo, y ellos estn muy, muy
envidiosos y tienen muchas, muchas
ganas de volver. Khadgar asinti y
Medivh continu. Pero tu suposicin
de que sus vctimas son gente de
voluntad dbil es un error, aunque de
nuevo un error bienintencionado. Hay

ms que suficientes granjeros corruptos


que invocan una fuerza demonaca para
vengarse de un antiguo amor, o
mercaderes estpidos que queman la
factura de un acreedor con una vela
negra mientras farfullan malamente el
nombre de algn antiguo poder
demonaco. Pero tambin hay aquellos
que se adentran en el abismo por propia
voluntad, que se sienten seguros y a
salvo y creen estar por encima de
cualquier lisonja o amenaza; que creen
ser lo bastante poderosos para dominar
las energas demonacas que fluyen ms
all de las paredes del mundo. stos son
incluso ms peligrosos que la chusma
comn, puesto que como sabes, un fallo

por poco en la conjuracin es ms


mortfero que un fallo por completo.
Khadgar slo pudo asentir, y se
pregunt si Khadgar tena el poder de la
mente.
Pero stos eran magos poderosos;
quiero decir, Huglar y Hugarin.
Los ms poderosos de Azeroth
dijo Medivh. Los mejores y ms
sabios magos, consejeros mgicos del
mismsimo rey Llane. De confianza,
sabios y sinecuras!
Seguramente deberan saber lo que
hacan.
As debera haber sido dijo
Medivh. Y sin embargo aqu estamos,
en los restos de sus habitaciones, y sus

cuerpos calcinados yacen en la bodega.


Entonces por qu lo haran?
Khadgar frunci el ceo, tratando de
no ofender. Si saban tanto. Por qu
tratar de invocar un demonio?
Por muchas razones dijo Medivh
con un suspiro. La soberbia, ese falso
orgullo que precede a la cada. Exceso
de confianza, en sus habilidades
individuales y duplicado por trabajar en
equipo. Y supongo que, sobre todo, el
miedo.
Miedo? Khadgar mir intrigado
a Medivh.
Miedo a lo desconocido dijo
Medivh. Miedo a lo conocido. Miedo
a las cosas ms poderosas que ellos.

Khadgar movi la cabeza.


Qu podra ser ms poderoso que
dos de los magos ms avezados y cultos
de Azeroth?
Ah dijo Medivh, y una dbil
sonrisa floreci bajo su barba. Ese soy
yo. Se mataron invocando un demonio,
jugando con fuerzas que es mejor dejar
en paz, porque me teman.
A ti? dijo Khadgar, y su voz
son ms sorprendida de lo que haba
pretendido. Por un momento temi
volver a ofender al Magus.
Pero Medivh se limit a respirar
hondo y expulsar el aire lentamente.
Yo dijo luego. Eran tontos,
pero yo tambin tengo la culpa. Ven,

chaval, Lothar puede esperar. Es hora de


que te cuente la historia de los
Guardianes y de la Orden de Tirisfal,
que es lo nico que se interpone entre
nosotros y la oscuridad.

CAPTULO
OCHO
Lecciones

ara comprender la Orden


dijo
Medivh,
debes

comprender a los demonios. Tambin


debes comprender la magia. Se sent
cmodamente en una de las sillas que
seguan intactas. La silla tambin tena
encima uno de los pocos cojines que no
haban sido desgarrados.
Lord Medivh Magus dijo
Khadgar. Si hay un demonio suelto en
Stormwind deberamos concentrarnos en
eso, y no en lecciones de historia que
pueden esperar a ms tarde.
Medivh baj la vista para mirarse el
pecho, y Khadgar temi haberse
arriesgado a otro estallido de furia del
mago. Pero el archimago se limit a
negar con la cabeza y sonrer.
Tus preocupaciones seran vlidas

si el demonio en cuestin fuera una


amenaza para los que los rodean. Hazme
caso, no lo es. El demonio. Incluso
aunque fuera uno de los oficiales ms
poderosos de la Legin Ardiente, habra
gastado casi todas sus energas
personales encargndose de los dos
poderosos magos que lo invocaron. No
hay que preocuparse, al menos por el
momento. Lo que es importante es que
comprendas lo que es la Orden, lo que
yo soy y porque hay otros tan
interesados en ello.
Pero Magus empez Khadgar.
Y cuanto antes pueda acabar, antes
sabr que puedo confiarte la
informacin y antes podr ir a

encargarme de este demonio, as que si


de verdad quieres que vaya deberas
dejarme acabar, vale? Medivh dedic
al joven mago una spera sonrisa de
complicidad.
Khadgar abri la boca para
protestar, pero cambi de idea. Se sent
en el amplio alfeizar del ventanal
abierto. A pesar de los esfuerzos de los
sirvientes por retirar los cuerpos de la
torre, el hedor de su muerte, un vaho
corrosivo, segua pesando en el aire.
Bueno, qu es la magia?
pregunt Medivh a la manera de un
profesor de magia.
Un campo ambiental de energa
que impregna el mundo dijo Khadgar

casi sin pensar. Era un catecismo, una


respuesta sencilla para una pregunta
sencilla. Es ms fuerte en algunos
sitios que en otros, pero es
omnipresente.
S, as es dijo el mago de ms
edad, al menos ahora. Pero imagina un
tiempo en el que no lo fue.
La magia es universal dijo
Khadgar, sabiendo tan pronto como lo
dijo que le iban a demostrar que no era
as. Como el aire o el agua.
S, como el agua dijo Medivh.
Ahora imagina un tiempo al inicio de las
cosas, cuando toda el agua del mundo
estaba en un sitio. Toda la lluvia, los
ros, los mares y los arroyos, las

cataratas, los torrentes y las lgrimas,


todo en un mismo sitio, un pozo.
Khadgar asinti lentamente.
Pero, en vez del agua estamos
hablando de la magia dijo Medivh.
Un pozo de magia, la fuente, una
apertura a otra dimensin, un brillante
portal a las tierras al otro lado de la
Gran Oscuridad, ms all de las paredes
del mundo. Las primeras gentes en hacer
conjuros acamparon alrededor del pozo
y destilaron su poder puro en forma de
magia. Entonces se llamaban los
kaldorei. Cmo se llaman ahora, no lo
s. Medivh mir a Khadgar, pero el
joven mago se mantuvo en silencio, as
que continu. Los kaldorei se hicieron

poderosos con su uso de la magia, pero


no comprendan su naturaleza. No
comprendan que haba otras fuerzas en
la Gran Oscuridad del Ms All,
movindose
entre
los
mundos,
hambrientas de magia y muy interesadas
en cualquiera que la domara y la
refinase para servirse de ella. Estas
fuerzas malignas eran abominaciones,
monstruosidades y pesadillas de cientos
de mundos, pero nosotros los llamamos
simplemente
demonios.
Buscaban
invadir cualquier mundo donde la magia
creciera y fuese dominada, y destruirlo
para quedarse las energas para ellos
solos. Y el ms grande de todos, el amo
de la Legin Ardiente, era un demonio

llamado Sargeras.
Khadgar pens en la visin de
Aegwynn y suprimi un escalofro. Si
Medivh not la reaccin del joven
mago, no dijo nada.
El seor de la Legin Ardiente era
poderoso y sutil, y trabaj para
corromper a los primeros magos, los
kaldorei. Tuvo xito, porque una oscura
sombra cay sobre sus corazones y
esclavizaron a otras razas, los nacientes
humanos y otras ms, para construir un
imperio Medivh suspir. Pero
incluso en esos tiempos de esclavismo
kaldorei haba aqullos con ms visin
que sus hermanos, aquellos que estaban
dispuestos a hablar en contra de los

kaldorei y pagar el precio de su visin.


Estos valientes individuos, tanto
kaldorei como de otras razas, vean
cmo los corazones de los kaldorei
gobernantes se hacan fros y oscuros, y
el poder demonaco creca. As sucedi
que los kaldorei fueron corrompidos por
Sargeras tanto que casi condenaron este
mundo en su nacimiento. Los kaldorei
ignoraron a los que hablaban contra
ellos, y abrieron el camino para que los
demonios ms poderosos, Sargeras y los
suyos, invadieran el mundo. Slo con las
heroicas acciones de unos pocos se
pudo cerrar el portal resplandeciente a
travs de la Gran Oscuridad, exiliando a
Sargeras y a sus seguidores. Pero la

victoria tuvo un alto coste. El Pozo de la


Eternidad explot cuando se cerr el
portal, y la explosin resultante le
arranc el corazn al mundo,
destruyendo las tierras kaldorei y el
continente en el que se asentaban. Los
que cerraron el puente nunca volvieron a
ser vistos por los ojos de los vivos.
Kalimdor!
dijo
Khadgar,
interrumpiendo muy a su pesan.
Medivh lo mir, y Khadgar continu.
Es una vieja leyenda de
Lordaeron! Una vez hubo una raza
maligna que jug estpidamente con un
gran poder. Como castigo por sus
pecados, sus tierras fueron destruidas y
hundidas bajo las olas. Se llama la

Cada del Mundo. Sus tierras se


llamaban Kalimdor.
Kalimdor repiti Medivh.
Conoces la versin infantil del relato, el
trozo que les contamos a los candidatos
a mago para enfatizar los peligros de
aquello con lo que juegan. Los kaldorei
fueron estpidos y se destruyeron a s
mismos, y casi a nuestro mundo. Y
cuando el Pozo de la Eternidad explot,
las energas mgicas que haba en su
interior se dispersaron hasta los cuatro
confines de la tierra, en una eterna lluvia
de magia. Y por eso la magia es
universal; es el poder de la muerte del
pozo.
Pero, Magus dijo Khadgar.

Eso pas hace milenios.


Diez mil aos respondi
Medivh. Ao ms, ao menos.
Y cmo ha llegado la leyenda
hasta nosotros? Las propias historias de
Dalaran slo se remontan hasta unos dos
mil aos, y de sas las primeras estn
completamente envueltas en la leyenda.
Medivh asinti y retom el relato.
Muchos
perecieron
en
el
hundimiento de Kalimdor, pero algunos
sobrevivieron y se llevaron su saber con
ellos. Algunos de esos kaldorei
supervivientes fundaron la Orden de
Tirisfal. Si Tirisfal fue una persona, un
sitio, una cosa o un concepto, ni yo
puedo
decirlo.
Recogieron
el

conocimiento de lo que haba sucedido y


juraron impedir que volviera a suceder,
y sos son los cimientos de la orden. La
raza humana tambin sobrevivi a esos
das oscuros, y prosper, y pronto, con
la energa mgica entrelazada con el
tejido el mundo, ellos tambin
estuvieron llamando a las puertas de la
realidad, empezando a invocar criaturas
de la Gran Oscuridad, fisgando en las
puertas cerradas de la prisin de
Sargeras. Entonces fue cuando los
kaldorei que haban sobrevivido y
cambiado aparecieron con la historia de
cmo sus ancestros casi haban
destruido el mundo. Los primeros magos
humanos consideraron lo que los

kaldorei supervivientes haba dicho, y


se dieron cuenta de que aunque ellos
renunciaran a sus varitas, grimorios y
cdigos, siempre habra otros que,
inocentemente o no, buscaran formas
para permitir a los demonios acceder de
nuevo a nuestras verdes tierras. As que
ellos continuaron la Orden, ahora como
una sociedad secreta entre los magos
ms poderosos. Esta Orden de Tirisfal
escogera a uno de sus miembros, que
servira como Guardin del Tirisfalen.
A este Guardin se le otorgaran los ms
grandes poderes, y sera el guardin de
las puertas de la realidad. Pero ahora la
puerta no era un solo gran pozo de
energa, sino una lluvia infinita que

sigue cayendo an hoy. No es nada


menos
que
la
ms
pesada
responsabilidad del mundo.
Medivh se call y sus ojos se
desenfocaron brevemente, como si
hubiera sido sbitamente arrastrado al
pasado. Entonces agit la cabeza y
volvi en s, pero no habl.
T eres el Guardin se limit a
decir Khadgar.
S dijo Medivh. Soy el hijo de
la ms grande Guardiana de todos los
tiempos, y su poder me fue otorgado
poco despus de mi nacimiento. Fue
demasiado para m, y pagu por ello con
un buen pedazo de mi juventud.
Pero has dicho que los magos

elegan entre ellos dijo Khadgar.


No poda Magna Aegwynn haber
elegido a un candidato mayor? Por qu
elegir a un nio, y en concreto su hijo?
Medivh respir hondo.
Los primeros Guardianes, durante
el primer milenio, fueron elegidos entre
un grupo selecto. La propia existencia
de la Orden se mantena en secreto,
siguiendo los deseos de los fundadores
originales. Sin embargo, con el paso del
tiempo
fueron
apareciendo
los
politiqueos y los intereses personales, y
el Guardin pronto se convirti en poco
ms que un criado, un recadero mgico.
Algunos de los magos ms poderosos
crean que el trabajo del Guardin era

mantener apartados a los dems del


poder que ellos mismos disfrutaban.
Igual que con los kaldorei que nos
haban precedido, una sombra de poder
corruptor se cerna sobre los miembros
de la Orden. Cada vez pasaban ms
demonios, e incluso el mismsimo
Sargeras haba manifestado pequeos
fragmentos de su esencia. Una mera
fraccin de su poder, pero suficiente
para masacrar ejrcitos y destruir
naciones.
Khadgar pens en la imagen de
Sargeras con la que haba combatido
Aegwynn en la visin. Era posible que
eso fuera una simple fraccin del poder
del gran demonio?

Magna Aegwynn Medivh


pronunci las palabras y luego se
detuvo. Era como si no estuviera
acostumbrado a pronunciarlas. La que
me engendr haba nacido hace casi un
millar de aos, Estaba muy dotada, y los
dems miembros de la orden la eligieron
como Guardin. Creo que los miembros
ms ancianos de los ancianos pensaron
que podan controlarla, y al hacerlo
seguir usando al Guardin como pen en
sus juegos de poltica. Ella los
sorprendi y ante esto Medivh
sonri. Se neg a ser manipulada, y de
hecho combati contra algunos de los
magos ms grandes de su poca cuando
cayeron en la demonologa, Algunos

pensaron que su independencia sera


algo pasajero, que cuando llegara su
hora, tendra que pasar el testigo a un
miembro ms maleable. Y de nuevo
volvi a sorprenderlos, usando la magia
de su interior para vivir mil aos,
inalterada, y para blandir su poder con
sabidura y gracia. As que la Orden y el
Guardin se separaron. La Orden puede
asesorar al Guardin, pero ste ltimo
debe ser libre de enfrentarse a ella, para
evitar lo que les sucedi a los kaldorei.
Durante mil aos, ella combati contra
la
Gran
Oscuridad,
incluso
enfrentndose a la forma fsica de
Sargeras, que haba logrado filtrarse a
este plano e intentaba destruir a los

dragones mticos para aadir el poder


de stos al suyo propio. Magna
Aegwynn se enfrent a l y lo venci,
encerrando su cuerpo en un lugar
desconocido, dejndolo aislado de la
Gran Oscuridad que es la fuente de su
poder. Eso est en el poema pico La
Cancin de Aegwynn, el que quiere
Guzbah. Pero ella no poda hacerlo por
siempre, y siempre debe haber un
Guardin. Y entonces y de nuevo a
Medivh le fall la voz, Todava le
quedaba un as en la manga. Era
poderosa, pero segua siendo de carne
mortal. Se esperaba que transmitiese su
poder. En vez de eso concibi un
heredero con un conjurador de la propia

corte de Azeroth, y escogi a ese nio


como su sucesor. Amenaz a la orden,
diciendo que si su eleccin no era
respetada, nunca renunciara y se
llevara el poder del Guardin a la
tumba antes que permitir que otro lo
tuviera. Creyeron que podran manipular
mejor al nio a m as que la
dejaron. Pero el poder fue demasiado
dijo Medivh. Cuando yo era joven,
ms joven que t, se despert en mi
interior y dorm durante veinte aos.
Magna Aegwynn tuvo tanta vida y yo
me la he perdido casi toda. Su voz se
quebr de nuevo. Magna Aegwynn
mi madre empez, pero se dio
cuenta de que no tena ms que decir.

Khadgar se qued sentado all un


momento. Entonces Medivh se levant y
se ech hacia atrs la melena.
Y mientras yo dorma dijo, el
mal volvi a insinuarse en el mundo.
Hay ms demonios, y tambin ms de
esos orcos. Y ahora los miembros de mi
propia Orden vuelven a jugar con la
senda de la oscuridad. S, Huglar y
Hugarin eran miembros de la Orden,
como lo han sido otros, como el anciano
Arrexis de los Kirin Tor. S, algo
parecido le sucedi, y aunque lo han
encubierto bien, posiblemente hayas
odo algo acerca de eso. Teman el
poder de mi madre y me temen a m, y
tengo que impedir que su miedo los

destruya. sa es la carga que soporta el


Guardin de Tirisfal. El hombre se
puso repentinamente en movimiento.
Debo partir!
Partir?
dijo
Khadgar,
sorprendido por la sbita energa de la
larguirucha figura.
Como
has
indicado
tan
acertadamente, hay un demonio suelto
dijo Medivh con una sonrisa
renovada. Que suene el cuerno del
cazador. Debo encontrarlo antes de que
recupere las fuerzas y mate a otros!
Khadgar se levant.
Por dnde empezamos?
Medivh se detuvo y se dio la vuelta,
mirando algo avergonzado al joven.

Esto no empezamos por ningn


sitio. Yo voy. T tienes talento, pero
todava no ests a la altura de los
demonios. Esta batalla es ma, Joven
Aprendiz Confianza.
Magus, estoy seguro de que
puedo
Tambin necesito que te quedes
aqu y mantengas los odos abiertos
dijo Medivh en voz ms baja. No
dudo que el viejo Lothar ha pasado los
ltimos diez minutos con la oreja pegada
a la puerta, de forma que ahora tendr
una marca con forma de cerradura
estampada en un lado de la cara. Medivh
sonri. Sabe mucho, pero no lo sabe
todo. Por eso tengo que decrtelo, para

que no te lo sonsaque. Necesito que


alguien guarde al Guardin.
Khadgar mir a Medivh y el mago
mayor gui un ojo. Luego el Magus
avanz a grandes zancadas hacia la
puerta y la abri con un rpido
movimiento. Lothar no cay dentro de la
habitacin, pero estaba all, justo al otro
lado. Poda haber estado escuchando. O
simplemente montando guardia.
Med dijo Lothar con una sonrisa
coja. Su majestad
Su
majestad
entender
perfectamente dijo Medivh pasando
como una exhalacin junto al
hombretn, que prefiera encontrarme
con un demonio suelto que con el lder

de una nacin. Prioridades, y tal.


Mientras tanto me cuidaras al
aprendiz?
Lo dijo todo sin respirar, y se fue,
atravesando el pasillo y bajando las
escaleras, dejando a Lothar a media
frase.
El viejo guerrero se frot la calva
con una manaza, y dej escapar un
suspiro exagerado. Entonces mir a
Khadgar y emiti otro, an ms
profundo.
Siempre ha sido as, ya sabes
dijo Lothar, como si Khadgar
realmente lo supiera. Supongo que por
lo menos tendrs hambre. Veamos si
podemos conseguir algo para almorzar.

El almuerzo consisti de un faisn


fro sacado de la cmara fra bajo el
brazo de Lothar, y dos tazas de cerveza
del tamao de aguamaniles, una en cada
mano rolliza. El Campen Real estaba
sorprendentemente relajado, a pesar de
la situacin, y condujo a Khadgar hasta
un elevado balcn desde el que se
dominaba la ciudad.
Mi seor dijo Khadgar, a pesar
de la peticin de Magus, me doy cuenta
de que tenis cosas que hacer.
S dijo Lothar. Y la mayora de
ellas las he hecho mientras hablabas con
Medivh. Su majestad el rey Llane se
encuentra en sus habitaciones, como la
mayora de los cortesanos, bajo

vigilancia por si el demonio hubiera


decidido esconderse en el castillo.
Tambin tengo agentes recorriendo la
ciudad, con rdenes de informar si ven
algo sospechoso y de evitar parecer
sospechosos ellos mismos. La ltima
cosa que necesitamos es una ola de
pnico por el demonio. Ya he echado
todos mis anzuelos, ahora slo me queda
esperar. Mir al joven. Y mis
lugartenientes saben que estar en este
balcn, porque de todas formas yo
siempre almuerzo tarde.
Khadgar reflexion sobre las
palabras de Lothar, y pens que el
Campen Real se pareca mucho a
Medivh; no slo iba siempre unos pasos

por delante sino que se deleitaba en


explicar a los dems cmo haba
planeado las cosas. El aprendiz cogi
una tajada de pechuga mientras Lothar se
lanz por un muslo.
La pareja comi en silencio durante
bastante tiempo. El faisn no es que
estuviera malo, precisamente, porque lo
haban adobado con una mezcla de
romero, panceta y sebo de cordero bajo
la piel antes de asarlo. Incluso fro se
deshaca en la boca. Por su lado la
cerveza era de sabor fuerte, con un rico
poso.
Bajo ellos se desplegaba la ciudad.
La ciudadela en s se alzaba sobre un
promontorio rocoso que ya separaba al

rey de sus sbditos y, con la altura


aadida de la torre, los ciudadanos de
Stormwind
parecan
pequeos
muequitos que iban y venan por calles
atestadas. Bajo ellos se representaba
una especie de da de mercado, con
puestos con toldos de vivos colores
ocupados por vendedores que bramaban
(en voz muy baja, le pareca a Khadgar
desde esta altura) las virtudes de sus
productos.
Durante unos momentos, Khadgar se
olvid de donde estaba, y lo que haba
visto, y del motivo por el que para
empezar estaba all. Era una ciudad
preciosa. Slo un grave gruido de
Lothar lo trajo de vuelta al mundo.

Y cmo es? dijo el Campen


Real con su particular introspeccin.
Khadgar pens por unos instantes
antes de contestar.
Tiene buena salud. Vos mismo lo
habis visto, mi seor.
Bah escupi Lothar, y por un
momento Khadgar pens que el
caballero se estaba ahogando con un
trozo de carne. Puedo ver, y s que
Medivh puede engaar a cualquiera. Lo
que quiero decir es: cmo es?
Khadgar volvi a mirar a la ciudad,
preguntndose si l tendra el talento de
Medivh para manejarse con el hombre,
para negar respuestas sin ofender.
No, decidi. Medivh se vala de

lealtades y amistades que eran ms


viejas que Khadgar. Tena que encontrar
otra forma de responder. Suspir.
Es exigente. Muy exigente. E
inteligente. Y sorprendente. A veces
creo que soy el aprendiz de un
torbellino. Mir a Lothar con las cejas
levantadas, en la esperanza de que esto
fuera suficiente.
Lothar asinti.
Un torbellino, s. Y una tormenta,
sospecho.
Khadgar se encogi de hombros
torpemente.
Tiene sus das, como todo el
mundo.
Hmmmf dijo el Campen Real.

Un mozo de cuadra tiene el da y patea


al perro. Un mago tiene el da y una
ciudad desaparece. Sin nimo de
ofender.
No hay ofensa, mi seor dijo
Khadgar pensando en los magos muertos
de la habitacin de la torre. Habis
preguntado cmo es. Es todas esas
cosas.
Hmmmf volvi a decir Lothar.
Es una persona muy poderosa.
Y te preocupa, igual que preocupa a
los dems magos, pens Khadgar, pero
en vez de eso dijo otra cosa.
Habla bien de vos.
Qu dice? pregunt Lothar,
posiblemente ms rpido de lo que

haba pretendido.
Slo Khadgar escogi sus
palabras con cuidado, que lo
cuidasteis bien cuando estuvo enfermo.
Bastante cierto gru el guerrero,
empezando con el otro muslo.
Y que sois extremadamente
cumplidor aadi Khadgar, creyendo
que esto era un adecuado resumen de la
opinin que Medivh tena del guerrero.
Me alegro de que se de cuenta
dijo Lothar con la boca llena. Hubo
una pausa entre los dos, y Lothar
mastic y trag. Ha mencionado al
Guardin?
Hemos hablado dijo Khadgar,
con la sensacin de estar al borde de un

acantilado verbal. Medivh no le haba


dicho cunto saba Lothar. Decidi que
el silencio sera la mejor respuesta, y
dej la frase colgada en el aire unos
instantes.
Y no es tarea del aprendiz discutir
los asuntos del maestro, eh? dijo
Lothar con una sonrisa que pareca un
pice demasiado forzada. Vamos, eres
de Dalaran. Ese nido de vboras
mgicas tiene ms secretos por metro
cuadrado que cualquier otro lugar del
continente. Sin nimo de ofender, otra
vez.
Khadgar no le dio importancia al
comentario.
He
notado
dijo

diplomticamente, que hay una


rivalidad menos obvia entre los magos
de aqu que entre los de Lordaeron.
Y me vas a decir que tus maestros
te mandaron sin una lista de la compra
de cosas que tenas que sacarle al gran
Magus. La sonrisa de Lothar se
agrand, y pareci casi comprensiva.
Khadgar sinti el rostro algo
acalorado. Los disparos del guerrero se
acercaban cada vez ms al blanco.
Todas las peticiones de la
Ciudadela Violeta fueron dejadas a la
discrecin de Medivh. Fue muy
comprensivo.
Hmmmf resopl Lothar. Eso
quiere decir que no le han pedido lo

bueno. S que los magos de por aqu,


incluyendo a Huglar y Hugarin, que los
santos se apiaden de sus almas, siempre
lo estaban incordiando, pidindole esto
o aquello, y quejndose ante su majestad
o ante m si no lo conseguan. Cmo si
nosotros tuviramos algn control sobre
l!
No creo que nadie lo tenga
respondi Khadgar, ahogando en la
cerveza cualquier comentario adicional
que se le hubiera ocurrido.
Ni siquiera su madre, por lo que s
dijo Lothar. Fue un leve comentario,
pero se clav como una pualada.
Khadgar
se
encontr
deseando
preguntarle a Lothar ms acerca de ella,

pero se contuvo.
Me temo que soy demasiado joven
para saberlo dijo. He ledo algo
acerca de ella. Parece que era una maga
muy poderosa.
Y ese poder est ahora en l dijo
Lothar. Ella lo engendr de un
conjurador de esta misma corte, y lo
amamant con magia pura, e hizo fluir su
poder hacia l. S, lo s todo, reun las
piezas mientras estuvo en coma.
Demasiado poder, demasiado joven.
Incluso ahora estoy preocupado.
Creis que es demasiado poderoso
dijo Khadgar, y Lothar lo dej
congelado con una penetrante mirada. El
joven mago se reproch haber dicho lo

que pensaba, prcticamente acusando a


su anfitrin.
Lothar sonri y neg con la cabeza.
Al contrario, chaval, me preocupa
que no sea lo bastante poderoso. Hay
cosas horribles vagando por el reino.
Esos orcos que viste hace un mes se
estn multiplicando como conejos tras la
lluvia. Y los trolls, que estaban casi
extinguidos, se estn viendo cada vez
ms. Y Medivh est por ah cazando un
demonio mientras hablamos. Llegan
malos tiempos y espero, no, rezo para
que est a la altura. Estuvimos
veintitantos aos sin un Guardin,
mientras l estuvo en coma. No quiero
pasar otros veinte, especialmente en un

momento como ste.


Ahora Khadgar se senta azorado.
As que cuando preguntis cmo
es, queris decir
Que qu tal le va acab Lothar.
No quiero que se debilite en un momento
como ste. Orcos, trolls, demonios y
luego est lo de Lothar dej la frase
inacabada y mir a Khadgar. Ahora ya
sabes lo del Guardin, supongo.
Podis suponer dijo Khadgar.
Y lo de la orden tambin? dijo
Lothar, y luego sonri. No necesitas
decir nada, jovencito, tus ojos te han
traicionado. Nunca juegues a las cartas
conmigo.
Khadgar se sinti al borde del

abismo. Medivh le haba dicho que no le


contara demasiado al Campen, pero
Lothar pareca saber tanto como
Khadgar. Incluso ms. Lothar habl
tranquilamente.
No mandaramos buscar a Medivh
por un sencillo asunto de una
conjuracin fallida. Ni por dos
conjuradores cualquiera que fuesen
atrapados por sus propios conjuros.
Huglar y Hugarin eran dos de los
mejores, dos de los ms poderosos.
Haba otra, incluso ms poderosa, pero
tuvo un accidente hace dos meses. Los
tres, creo, eran miembros de la orden.
Khadgar sinti que un escalofro le
recorra la espalda.

No me siento cmodo hablando de


esto logr decir.
Entonces no hables dijo Lothar
arrugando el ceo como si fuera una
estribacin de alguna antigua cadena
montaosa. Tres magos poderosos, los
ms poderosos de Azeroth. Ni por
asomo a la altura de Medivh y su madre,
entindeme, pero grandes y poderosos
magos a pesar de todo. Todos muertos.
Puedo creerme que un mago tenga mala
suerte, o que lo pillen desprevenido
pero tres? Un guerrero no cree en tantas
coincidencias. Y hay ms. Tengo mis
propios medios para descubrir las
cosas. Los mercaderes de las caravanas,
mercenarios y aventureros que llegan a

la ciudad suelen encontrar un odo


dispuesto en el viejo Lothar. Llegan
noticias de Ironforge y Alterac, e incluso
del mismo Lordaeron. Ha habido una
plaga de estos accidentes, uno detrs de
otro. Creo que alguien, o peor, algo est
cazando a los grandes magos de esta
Orden secreta. Tanto aqu como en
Dalaran. No lo dudo.
Khadgar se dio cuenta de que el
hombre estaba estudiando su rostro
mientras hablaba, y con un respingo se
dio cuenta de que esto encajaba con los
rumores que haba odo antes de
abandonar la Ciudadela Violeta.
Ancianos magos desaparecidos de
repente, y el escalafn superior tratando

de taparlo sigilosamente. El gran secreto


de los Kirin Tor, parte de un problema
mayor.
Muy a su pesar, Khadgar apart la
mirada, desvindola hacia la ciudad.
S, tambin en Dalaran, segn
parece dijo Lothar. No llegan
muchas noticias de all, pero estoy
dispuesto a apostar que las que circulan
por all son parecidas, eh?
Creis que el Lord Magus est en
peligro? pregunt Khadgar. Los deseos
de no decirle nada a Lothar estaban
siendo erosionados por la obvia
preocupacin del viejo guerrero.
Yo creo que Medivh es la
encarnacin del peligro dijo Lothar.

Y admiro a cualquiera dispuesto a


compartir techo con l. Sonaba como
una broma, pero el Campen Real no
sonri. Pero s, hay algo ah afuera, y
puede que est relacionado con los
demonios, los orcos o con algo mucho
peor. Y no me gustara que perdiramos
nuestra arma ms poderosa en un
momento como ste.
Khadgar mir a Lothar, intentando
leer las arrugas del rostro del hombre.
Estaba el viejo guerrero preocupado
por su amigo o por la prdida de una
defensa mgica? Se preocupaba por la
seguridad de Medivh, slo en las tierras
salvajes, o porque hubiera algo
cazndolos? Su rostro pareca una

mscara, y sus ojos azul marino no


daban ninguna pista de lo que Lothar
estaba pensando realmente.
Khadgar se haba esperado un
sencillo espadachn, un caballero
dedicado a su deber, pero el Campen
Real era algo ms. Estaba presionando a
Khadgar,
buscando
debilidades,
buscando informacin, pero con qu
fin?
Necesito a alguien que guarde al
Guardin, haba dicho Medivh.
Est bien dijo Khadgar. Os
preocupis por l, y yo comparto vuestra
preocupacin. Pero est bien, y dudo de
que algo o alguien pueda herirlo.
Los insondables ojos de Lothar

parecieron deshincharse por un instante,


pero slo por un instante fugaz. Iba a
decir algo, a reemprender el entrometido
y amistoso interrogatorio, pero un
escndalo dentro de la torre alej la
atencin de ambos de la discusin, de
las jarras ahora vacas y de los huesos
limpios del faisn.
Medivh apareci pavonendose,
seguido por una hueste de sirvientes y
guardias. Todos se quejaban de su
presencia, pero ninguno (sabiamente) se
atreva a ponerle una mano encima, y
como resultado lo seguan como la cola
viviente y quejumbrosa de un cometa. El
mago entr a grandes zancadas en el
parapeto.

Saba que eres hombre de


costumbres, Lothar dijo Medivh.
Saba que estaras aqu tomando el t
de la tarde! El Magus les regal una
sonrisa clida, pero Khadgar not que
haba cierto balanceo, casi de borracho,
en su forma de andar. Medivh mantena
un brazo a la espalda, ocultando algo.
Lothar se levant, con voz
preocupada.
Ests
bien,
Medivh?
El
demonio?
Ah, s, el demonio dijo
alegremente Medivh y sac el
ensangrentado premio que llevaba
escondido a la espalda. Lo tir hacia
Lothar y Khadgar con un movimiento

lnguido, sin levantar el brazo.


La bola roja gir mientras volaba,
salpicando los ltimos restos de sangre
y cerebro que le quedaban antes de
aterrizar a los pies de Lothar. Era el
crneo de un demonio con la carne an
adherida a l. Tena un gran pincho,
como el de una gran hacha, clavado en
el centro, entre los dos cuernos. La
expresin del demonio, pens Khadgar,
era a la vez de pavor e indignacin.
Puede que quieras que te lo
disequen dijo Medivh irguindose tan
alto como era. Tuve que quemar el
resto, por supuesto. Ni pensar en lo que
podran hacer los inexpertos con algo de
sangre de demonio.

Khadgar vio que el rostro de Medivh


estaba ms demacrado que antes, y que
las arrugas que tena alrededor de los
ojos eran ms prominentes. Puede que
Lothar tambin se diera cuenta.
Lo has atrapado muy rpido
remarc.
Juego de nios! dijo Medivh.
Una vez que Joven Confianza aqu
presente seal cmo haba huido, fue
muy sencillo seguirle el rastro desde la
base de la torre hasta una pequea
escarpadura. Acab antes de que me
diera cuenta. Y tambin de que se diera
cuenta l. El Magus se balance
ligeramente.
Entonces, ven dijo Lothar con

una clida sonrisa. Deberamos


decrselo al rey. Habr celebraciones
en tu honor por esto, Med!
Medivh levant una mano.
Podis celebrarlo sin nosotros, me
temo. Deberamos volver. Hemos de
recorrer kilmetros antes de poder
descansar. No es cierto, aprendiz?
Lothar mir a Khadgar, de nuevo con
una mirada interrogativa y suplicante.
Medivh pareca tranquilo pero cansado.
Tambin pareca esperar que Khadgar lo
apoyase esta vez. El joven mago
carraspe.
Por supuesto. Nos hemos dejado
un experimento en el fuego.
Pues s! dijo Medivh, siguiendo

la corriente de forma inmediata. Con


las prisas por venir me haba olvidado.
Deberamos apresurarnos. El Magus
se dio la vuelta y le grit a la reunin de
cortesanos.
Preparad
nuestras
monturas! Partimos enseguida. Los
sirvientes se dispersaron como una
bandada de codornices. Medivh se
volvi hacia Lothar. Por supuesto,
presentars mis disculpas a Su
Majestad.
Lothar mir a Medivh, luego a
Khadgar y luego a Medivh de nuevo. Al
fin, suspir.
Por supuesto. Al menos dejadme
que os conduzca hasta la torre.
Condcenos dijo Medivh. Y no

te olvides de tu crneo. Yo me lo
quedara, pero es que ya tengo uno.
Lothar cogi el crneo con cuernos
de carnero en una mano y pas junto a
Medivh, conducindolos hacia la torre.
Cuando lo adelant, el Magus pareci
deshincharse, como si se le escapara el
aire. Pareca ms cansado que antes,
ms gris que momentos antes. Dej
escapar un pesado suspiro y se dirigi
hacia la puerta.
Khadgar corri tras l y lo cogi por
el codo. Fue un leve toque, pero el mago
de ms edad se irgui sbitamente,
retrocediendo como si reaccionara ante
un puetazo. Se gir hacia Khadgar, y
sus ojos parecieron cubrirse de niebla

durante un momento mientras miraba al


joven mago.
Magus dijo Khadgar.
Qu pasa ahora? dijo Medivh en
un murmullo sibilante.
Khadgar pens en lo que iba a decir,
para no enfadarlo.
No ests bien dijo simplemente.
Era justo lo que haba que decir.
Medivh asinti envejecido.
He
estado
mejor.
Lothar
probablemente lo sabe, pero no me va a
llevar la contraria en esto. Sin embargo
prefiero estar en casa antes que aqu.
Hizo una pausa momentnea, y frunci
los labios bajo la barba. Estuve
enfermo mucho tiempo en este lugar. No

quiero repetir la experiencia. Khadgar


no dijo nada, limitndose a asentir.
Lothar estaba de pie junto a la puerta,
esperando.
T vas a tener que encabezar la
marcha hacia Karazhan le dijo Medivh
a Khadgar, lo bastante alto para que lo
oyeran todos los que estaban cerca.
La vida en la gran ciudad es agotadora,
y ahora me vendra bien una siesta!

CAPTULO
NUEVE
El sueo del mago

sto es muy importante dijo


Medivh,
tambalendose

ligeramente mientras desmontaba de


lomos del grifo. Tena un aspecto
macilento, y Khadgar supuso que el
combate con el demonio haba sido peor
de lo que haba dado a entender. Voy a
estar no disponible durante algunos
das. Si llega algn mensajero durante
ese tiempo, quiero que te encargues de
la correspondencia.
Puedo hacerlo dijo Khadgar,
fcilmente.
No, no puedes dijo Medivh
mientras empezaba a bajar los escalones
a duras penas. Y por eso necesito
decirte cmo leer las cartas con sello
prpura. El sello prpura siempre
significa asuntos de la Orden.

Khadgar no dijo nada esta vez, slo


asinti.
Medivh se resbal al borde de un
escaln y tropez, cayendo de cabeza
hacia delante. Khadgar se apresur a
adelantarse para agarrar al hombre, pero
el Magus ya se haba aguantado a la
pared y se estaba enderezando. No
interrumpi su discurso ni un segundo.
En la biblioteca hay un pergamino.
La Cancin de Aegwynn. Cuenta la
batalla de mi madre con Sargeras.
El pergamino del que Guzbah
quera una copia dijo Khadgar, que
ahora observaba con atencin al mago
mientras
bajaba
las
escaleras
trabajosamente ante l.

El mismo dijo Medivh. Y el


motivo de que no pueda tenerlo es que
lo usamos como clave para las
comunicaciones de la Orden. Si coges el
alfabeto normal y desplazas las letras,
de forma que la primera quede
representada por la cuarta, o la dcima,
o la vigsima, es un cdigo sencillo. Lo
entiendes?
Khadgar empez a decir que lo
entenda, pero Medivh segua adelante a
toda velocidad, como si su necesidad de
explicarlo fuera muy urgente.
El pergamino es la clave
repiti. Al principio del mensaje
vers lo que parece ser la fecha. No lo
es. Es una referencia a la estrofa, verso

y palabra por la que se empieza. La


primera letra de esa palabra representa
a la primera letra del alfabeto en el
cdigo, y de ah se sigue hacia delante
normalmente; la siguiente letra en la
progresin alfabtica representara la
segunda letra del alfabeto, etc.
Comprendo.
No, no comprendes dijo Medivh,
que ahora pareca bajo presin y
cansado. sa es la clave slo para la
primera frase. Cuando llegas a un punto,
tienes que ir a la segunda letra de la
palabra. sa se convierte en la
equivalente de la primera letra del
alfabeto para la clave de esa frase. Los
signos de puntuacin van normalmente, y

los nmeros tambin, pero se supone


que han de escribirlos con letra y no
usar las cifras. Hay algo ms, pero no
caigo.
Ya estaban justo fuera de las
habitaciones personales de Medivh.
Moroes ya estaba presente, con una
tnica colgada del brazo y un cuenco
tapado descansando en una mesa
ornamentada. Desde la puerta, Khadgar
poda oler el delicioso aroma a caldo
que sala del cuenco.
Qu debo hacer una vez que
descifre el
mensaje? pregunt
Khadgar.
Eso es! dijo Medivh, como si
una conexin vital se hubiera

establecido de repente en su cerebro.


Pierde tiempo. Primero pierde tiempo.
Un da o dos, puede que para entonces
ya pueda encargarme yo. Luego pon
excusas. He salido por algn asunto,
volver en cualquier momento. Usa la
misma clave del mensaje recibido, pero
asegrate de indicarla en la fecha. Si
todo lo dems falla, delega. Dile al
quien sea que use su propio criterio, que
yo prestar la ayuda que pueda tan
pronto como me sea posible. Siempre
les encanta eso. No les digas que estoy
indispuesto; la ltima vez que lo
mencion, una horda de presuntos
clrigos lleg para atender mis
necesidades. Todava faltan cubiertos de

plata de aquella pequea visita.


El viejo mago respir hondo y
pareci deshincharse, sostenindose en
el marco de la puerta. Moroes no se
movi, pero Khadgar dio un paso al
frente.
El combate con el demonio dijo
Khadgar. Fue malo no?
Los he tenido peores. Demonios!
Bestias de hombros cados y cabezas de
carnero. Sombra y llama a partes
iguales. Ms bestias que humanos, ms
bilis que los dos juntos. Garras
desagradables. Con eso es con lo que
hay que tener cuidado, con las garras.
Khadgar asinti.
Cmo lo derrotaste?

Los traumatismos masivos suelen


expulsar la esencia vital dijo
Medivh. En este caso, le arranqu la
cabeza.
Khadgar parpade.
Pero no llevabas espada.
Medivh sonri cansado.
He dicho que necesitara una
espada? Ya es suficiente. Ms preguntas
cuando est preparado para ellas. Y
con eso entr en la habitacin y el
siempre fiel Moroes cerr la puerta ante
Khadgar.
El ltimo sonido que oy el joven
fue el gruido exhausto de un anciano
que al fin haba encontrado donde
descansar.

Pas una semana, y Medivh no haba


emergido de sus habitaciones. Moroes
suba diariamente con un cuenco de
caldo. Finalmente, Khadgar logr reunir
el suficiente valor para mirar. El
senescal no hizo intento alguno de
protestar, ms all de un monosilbico
reconocimiento de su presencia all.
Descansando,
Medivh
pareca
fantasmagrico; la luz haba abandonado
sus ojos cerrados, la tensin de la vida
haba huido de su rostro. Estaba vestido
con un largo camisn, apoyado contra la
cabecera y sostenido por cojines, con la
boca abierta, el rostro plido y su forma,
normalmente animada, delgada y
demacrada.
Moroes
le
daba

cuidadosamente el caldo con una


cuchara, y se lo tragaba, pero por lo
dems no despertaba. El senescal
cambiaba entonces las sbanas y se
retiraba por el da.
Khadgar sinti un escalofro de
recuerdo, y se pregunt si sta era la
misma escena que se haba repetido
durante la juventud de Medivh, cuando
sus poderes salieron por primera vez a
la superficie, cuando Lothar lo cuid. Se
pregunt cunto tiempo estara ausente
el mago, cunta energa habra gastado
en el combate contra el demonio.
Empez a llegar la correspondencia
normal, escrita en letra comn y en
idioma claro. Una parte fue entregada

por jinete de grifo, otra lleg a caballo,


y ms de unas pocas llegaron con los
carromatos de los mercaderes que
regularmente venan a llenar la despensa
de Moroes. En su mayor parte eran
mundanas: movimientos de barcos y
maniobras de tropas. Informes de
disposiciones.
El
ocasional
descubrimiento de una antigua tumba o
un artefacto olvidado, o la recuperacin
de una leyenda gastada por el tiempo. El
avistamiento de una tromba marina, una
tortuga gigante o una marea roja.
Bocetos de fauna que para el observador
seran nuevos, pero que estaban mejor
representados en los bestiarios de la
biblioteca.

Y referencias a los orcos, en nmero


creciente, especialmente del este.
Crecientes
avistamientos
en las
inmediaciones del Cenagal Negro.
Aumento de guardias en las caravanas;
ubicacin de campamentos temporales;
informes de incursiones, robos y
desapariciones misteriosas. Un aumento
de los refugiados que se dirigan hacia
la proteccin de las ciudades
amuralladas ms grandes. Y bocetos de
los supervivientes y de las criaturas de
frente inclinada y ancha mandbula,
incluyendo una detallada descripcin
del potente sistema muscular que,
Khadgar se dio cuenta con un sobresalto,
slo poda venir de haber diseccionado

al sujeto.
Khadgar empez a leerle las cartas
al mago mientras ste dorma, recitando
en voz alta los fragmentos ms
interesantes o graciosos. El Magus no
dio repuesta alguna de aprobacin, pero
tampoco se lo prohibi.
Lleg la primera carta con sello
prpura, y Khadgar se sinti perdido
inmediatamente. Algunas de las palabras
tenan sentido, pero otras caan
enseguida en el galimatas. Al principio
al joven mago le entr pnico, seguro de
que no haba comprendido alguna de las
instrucciones bsicas. Tras un da
apilando en su habitacin notas e
intentos fallidos, se dio cuenta de su

error: los espacios entre palabras eran


considerados una letra en la clave de la
Orden, lo que haca que hubiera que
correr una letra ms el alfabeto. Una vez
que se dio cuenta, la misiva fue fcil de
descifrar.
Era menos impresionante de lo que
haba parecido antes, cuando era un
galimatas. Se trataba de una nota del
lejano sur, de la pennsula de Ulmat
Thondr, indicando que todo estaba
tranquilo, que no se haban visto orcos
(aunque s haba crecido ltimamente el
nmero de trolls de la jungla) y que un
nuevo cometa era visible en el horizonte
sur, con notas detalladas (escritas con
palabras, no con cifras). No se

solicitaba respuesta, y Khadgar la dej a


un lado junto con la trascripcin.
Khadgar se preguntaba por qu la
Orden no usaba un cdigo mgico o una
escritura basada en los conjuros. Quiz
no todos los miembros de la Orden de
Tirisfal eran magos. O sera que trataban
de ocultarlo de otros magos, como
Guzbah, y usar una escritura mgica
atraera su curiosidad como a las abejas
al nctar. Lo ms probable, decidi
Khadgar, era que fuese por la terquedad
de Medivh en forzar a los dems
miembros de la Orden a que usaran
como clave un poema que alababa a su
madre.
Lleg un gran paquete de parte de

Lothar, detallando los avistamientos y


ataques de orcos de los que se haba
informado antes y pasndolos a un gran
mapa. De hecho, pareca como si
ejrcitos de orcos estuvieran manando
del pantanoso territorio del Cenagal
Negro. De nuevo, no se solicitaba
respuesta. Khadgar pens en mandar a
Lothar una nota informndolo del estado
de Medivh, pero decidi no hacerlo.
Qu podra hacer el Campen aparte de
preocuparse? Mand una nota, firmada
por l mismo, agradeciendo la
informacin y solicitando que se le
mantuviera al da.
Pas una segunda semana y entraron
en la tercera, el maestro comatoso y el

estudiante buscando. Armado ahora con


la llave apropiada, Khadgar empez a
revisar el correo atrasado, parte del cual
an estaba cerrado por pegotes de lacre
violeta. Revisando los documentos
antiguos, Khadgar empez a comprender
los sentimientos a menudo ambivalentes
de Medivh hacia la Orden. Muchas
veces las cartas eran poco ms que
peticiones: este encantamiento, aquella
informacin, una solicitud para que
acudiera enseguida porque las vacas no
coman o daban leche amarga. Las ms
lisonjeras solan tener algn tipo de
coletilla, una peticin de algn conjuro
deseado o un libro perdido, envuelta en
sus floridas adulaciones. Muchas no

tenan ms que consejos pedantes,


indicando de forma detallada cmo tal o
cual candidato sera el aprendiz perfecto
(la mayora de sas estaban sin abrir, se
dio cuenta Khadgar). Y haba continuos
informes de que no haba novedades, ni
cambios, ni nada fuera de lo ordinario.
Esto ltimo cambiaba en los
mensajes ms recientes (no tenan fecha,
pero Khadgar empez a determinar el
momento al que correspondan por el
amarilleo del pergamino y la progresiva
subida de tono de las peticiones y los
consejos). El tono se hizo ms amable
con la repentina aparicin de los orcos,
en especial cuando empezaron a atacar
caravanas, pero el flujo de demandas a

Medivh se mantuvo, e incluso aument.


Khadgar mir al anciano que yaca
en la cama y se pregunt qu mosca le
habra picado para ayudar a aquella
gente, y hacerlo regularmente.
Y estaban las cartas misteriosas: el
agradecimiento
ocasional,
las
referencias a algn texto arcano, la
respuesta
a
alguna
pregunta
desconocida, s, no y el em, por
supuesto. Durante su vigilia junto al
lecho de Medivh lleg una carta
misteriosa sin firma. Deca: Prepare
habitaciones. El Emisario llegar en
poco tiempo.
A fines de la tercera semana llegaron
dos cartas una tarde con un mercader

ambulante, una con el sello prpura y la


otra con el sello rojo y dirigida al
propio Khadgar. Las dos venan de la
Ciudadela Violeta de los Kirin Tor.
La carta de Khadgar deca, escrita
con mano temblorosa:
Lamentamos informarle de la
repentina e inesperada muerte del mago
instructor Guzbah. Tenemos entendido
que ha mantenido usted correspondencia
con el difunto mago y le acompaamos
en el sentimiento en estos instantes. Si
tiene usted alguna correspondencia,
dinero o informacin perteneciente a
Guzbah, o tiene en su poder algo de su
propiedad (en especial cualquiera de
sus libros que le hubiera prestado), la

devolucin de dicha correspondencia,


dinero, informacin o libros le sera
muy agradecida. Srvase mandarlo a la
direccin abajo indicada. Una serie de
nmeros y un garabato perezoso y casi
ilegible marcaban el fin de la carta.
Khadgar sinti como si le hubieran
dado un puetazo en el vientre. Guzbah,
muerto? Reley la carta, pero no pudo
sacar ms informacin. Aturdido, cogi
la carta del sello prpura. sta estaba
escrita con la misma mano temblorosa,
pero una vez que la descifr, contena
ms informacin.
Guzbah haba sido encontrado
asesinado en la biblioteca la vspera de
la Fiesta de los Escribas, mientras

consultaba el Tratado de Denbrawn


sobre La Cancin de Aegwynn.
(Khadgar sinti una punzada de
remordimiento por no haberle mandado
el pergamino a su antiguo maestro).
Aparentemente haba sido sorprendido
por una bestia (supuestamente invocada)
que lo haba destrozado. La muerte
haba sido rpida pero dolorosa, y la
descripcin de cmo haba sido
encontrado el cuerpo rayaba en lo
excesivo. Por la descripcin del cuerpo
y de los destrozos en la biblioteca,
Khadgar slo pudo suponer que la
bestia invocada haba sido un
demonio del tipo que Medivh haba
combatido en Stormwind.

La carta segua, y las palabras


mantenan un tono fro y analtico que a
Khadgar le pareci excesivo. El que la
haba escrito haca notar que sta era la
sptima muerte de un mago en la
Ciudadela Violeta durante el ltimo ao,
incluyendo la del archimago Arrexis. Y
segua haciendo hincapi en que sta era
la primera muerte de este tipo en la cual
la vctima no era miembro de la orden.
El que la haba escrito quera saber si
Medivh haba estado en contacto con
Guzbah, fuera directamente o a travs de
su aprendiz (Khadgar tuvo un momento
de dj vu cuando vio su nombre
escrito). El autor desconocido se
aventuraba a especular que puesto que

no era miembro de la Orden, Guzbah


poda ser el responsable de la
invocacin de la bestia por algn otro
motivo, y que, si ste era el caso,
Medivh debera estar al tanto de que
Khadgar haba sido aprendiz de Guzbah
durante algn tiempo.
Khadgar sinti el punzante dolor de
la ira. Cmo se atreva este autor
misterioso (tena que ser alguien bien
situado en la jerarqua de los Kirin Tor,
pero Khadgar no tena ni idea de quin)
a acusarlos a Guzbah y a l! Si Khadgar
no estaba siquiera presente cuando
haban matado a Guzbah! Quiz el que lo
haba escrito era el responsable, o
alguien como Korrigan; el bibliotecario

siempre estaba investigando a los


adoradores
demonacos.
Hacer
acusaciones as por qu s!
Khadgar neg con la cabeza y
respir hondo. No, esas especulaciones
eran intiles y slo estaban motivadas
por su propia indignacin, como tantos
de los politiqueos de los Kirin Tor. La
ira se desvaneci en tristeza cuando se
dio cuenta de que los poderosos magos
de la Ciudadela Violeta eran incapaces
de detener esto, que siete magos (seis de
ellos miembros de sta supuestamente
secreta y poderosa Orden) haban
muerto, y todo lo que poda hacer el
autor era dar palos de ciego con la
esperanza de que no hubiera ms

muertes. Khadgar pens en la actuacin


rpida y decidida de Medivh en el
castillo de Stormwind, y se pregunt por
qu no habra otro con la misma astucia,
voluntad e inteligencia dentro de su
propia comunidad.
El joven mago recogi la carta
cifrada y la volvi a examinar a la tenue
luz de las velas. La Fiesta de los
Escribas
haba
sido
haca
aproximadamente un mes y medio. Esto
era lo que haba tardado el mensaje en
atravesar el mar y llegarles por tierra.
Un mes y medio. Antes de que Huglar y
Hugarin
fueran
asesinados
en
Stormwind. Si el mismo demonio estaba
implicado, o incluso el mismo

invocador, tendra que moverse entre


ambos puntos muy, muy rpido. Algunos
de los demonios de la visin tenan alas.
Era posible que una de dichas bestias
se moviera entre los sitios sin que nadie
la viera?
Una brisa errante e inesperada pas
por all. Los pelos de la nuca de
Khadgar empezaron a erizarse, y levant
la mirada justo a tiempo de ver a la
figura manifestarse en la habitacin.
Primero hubo humo, rojo como la
sangre, brotando burbujeante de algn
agujero en el universo. Se retorca y
arremolinaba
como
la
leche
mezclndose con el agua, formando
rpidamente una masa convulsa, de la

que sali la amenazadora silueta de un


gran demonio.
Su forma era ms pequea que
cuando Khadgar lo haba visto antes, en
los campos nevados de una visin
perdida en el tiempo. Se haba reducido
para caber en los confines de la
habitacin. Su carne segua siendo de
bronce, su armadura de hierro negro
como el azabache, y su barba y su pelo
de fuego vivo, enormes cuernos que
surgan de una inmensa frente. Estaba
desarmado, pero no pareca necesitar
armas, puesto que se mova con la
cmoda gracilidad de un depredador
que no teme a nada.
Sargeras.

Khadgar qued aturdido, callado e


inmvil. Seguramente, las defensas
mgicas
que
preparara
Medivh
mantendran fuera a la bestia. Y sin
embargo aqu estaba, entrando en la
torre, entrando en la mismsima
habitacin del Magus con la misma
facilidad que un noble irrumpe en la
choza de un plebeyo.
El seor de la Legin Ardiente no
mir a su alrededor, en vez de eso flot
hasta los pies de la cama. Se qued all
un buen rato, mientras las llamas de su
barba y su pelo titilaban en silencio,
mientras
observaba
la
forma
inconsciente que tena ante s. El
demonio estaba observando al mago que

dorma.
Khadgar contuvo la respiracin y
recorri la mesa de trabajo con la
mirada. Unos cuantos libros, la vela
encendida con un espejo para reflejar la
luz. Un abrecartas que usaba para los
sellos prpuras. El joven mago alarg la
mano lentamente para cogerlo, tratando
de moverse sin atraer la atencin del
gran demonio. Sus dedos se aferraron a
l, y los nudillos se le pusieron en
blanco.
Y Sargeras segua a los pies de la
cama. Pas un largo rato, y Khadgar
trat de forzarse a moverse, ya fuera
para huir o para atacar. Sinti los
msculos agarrotados.

Medivh se dio la vuelta en la cama,


murmurando algo inaudible. El seor
demonio levant una mano lentamente,
como si fuera a bendecir la forma inerte
del Magus.
Khadgar dej escapar un grito
estrangulado y salt de la silla,
aferrando con la mano el abrecartas.
Slo entonces se dio cuenta de que
empuaba el arma en la mano
equivocada.
El demonio levant la vista, y fue un
gesto lento, perezoso, como si el propio
ser estuviese dormido, o sumergido en
aguas profundas. Observ al joven que
le embesta, con la mano extendida en un
torpe ataque con una daga corta pero

afilada.
El demonio sonri. Medivh se dio la
vuelta y murmur en sueos. Khadgar
clav el abrecartas en el pecho del
demonio.
Y atraves por completo el cuerpo
de la criatura. El impulso de su golpe lo
hizo seguir avanzando, a travs de la
forma de Sargeras y contra la pared.
Incapaz de detenerse, se golpe contra
sta y el abrecartas se le cay al suelo
de piedra.
Medivh abri los ojos sbitamente y
el Guardin se incorpor.
Moroes? Khadgar? Estis ah?
Khadgar se puso en pie, mirando a
su alrededor. El demonio se haba

desvanecido, explotando como una


pompa de jabn al primer contacto del
acero. Estaba solo en la habitacin con
Medivh.
Qu haces en el suelo, chaval?
dijo Medivh. Moroes podra haberte
trado un catre.
Maestro, tus defensas! dijo
Khadgar. Han fallado. Haba dud
un instante, inseguro de si debera
revelar que conoca el aspecto de
Sargeras. Medivh cogera algo como eso
y lo estara incordiando hasta que le
dijera cmo lo saba. Un demonio
logr decir. Haba un demonio aqu.
Medivh sonri; tena el aspecto
descansado y el color le haba vuelto a

la cara.
Un demonio? No creo. Espera.
El Magus cerr los ojos y asinti.
No, las defensas siguen en su sitio.
Hara falta ms que una siesta para que
se quedasen sin energa. Qu viste?
Khadgar cont rpidamente la
aparicin del demonio a partir de la
nube de leche roja hirviendo, cmo se
qued all de pie y cmo levant la
mano. El Magus neg con la cabeza.
Creo que ha sido otra de tus
visiones dijo al fin. Un fragmento de
tiempo desprendido y desplazado que ha
cado en la torre, pero se ha
desvanecido enseguida.
Pero el demonio empez a

decir Khadgar.
El demonio que has descrito ya no
existe, al menos no en este mundo dijo
Medivh. Muri antes de que yo
naciera, enterrado muy por debajo del
mar. Tu visin ha sido de Sargeras, de
La Cancin de Aegwynn. Tienes aqu
los pergaminos. Descifrando mensajes?
S. Quiz eso fue lo que llam a ese
espectro perdido en el tiempo a mis
habitaciones. No deberas estar
trabajando aqu mientras duermo.
Frunci levemente el ceo, como si
estuviera tratando de decidir si tena que
estar ms enfadado o no.
Lo siento, pens pens que
sera mejor no dejarte solo? Khadgar

lo dijo como una pregunta, y acab


sonando como un tonto.
Medivh emiti una risita y dej que
una sonrisa se aposentara en sus curtidos
rasgos.
Bueno, no te dije que no pudieras y
no creo que Moroes te hubiera detenido,
ya que eso reduca su necesidad de
quedarse aqu. Se pas el ndice y el
pulgar por los labios y luego por la
barba. Creo que ya he tomado caldo
suficiente para toda una vida. Y slo
para que ests tranquilo voy a revisar
las defensas msticas de la torre. Y te
ensear a hacerlo a ti tambin. Ahora,
visiones demonacas aparte, ha pasado
algo mientras he estado ausente?

Khadgar resumi los mensajes que


haba recibido. La creciente oleada de
incidentes con los orcos. El mapa de
Lothar. El misterioso mensaje del
emisario. Las noticias de la muerte de
Guzbah.
Medivh gru ante la descripcin
del fallecimiento del mago.
As que van a echarle las culpas a
Guzbah hasta que destripen al prximo
pobre estpido. Agit la cabeza. La
Fiesta de los Escribas. Eso fue antes de
que murieran Huglar y Hugarin.
Como una semana y media antes
dijo Khadgar. Tiempo suficiente para
que un demonio volara de Dalaran hasta
el castillo de Stormwind.

O un hombre a lomos de grifo


reflexion Medivh. No todo son
demonios y magia en este mundo. A
veces una respuesta sencilla es
suficiente. Algo ms?
Parece que esos orcos se estn
volviendo mucho ms numerosos y
peligrosos dijo Khadgar. Lothar dice
que estn pasando de los saqueos de
caravanas a atacar asentamientos.
Asentamientos
pequeos,
pero
constantemente hay ms gente que va a
Stormwind y a las otras ciudades como
resultado de esto.
Lothar se preocupa demasiado
dijo Medivh con una mueca.
Est
preocupado
replic

Khadgar en un tono neutro. No sabe


cmo pueden ir las cosas.
Al contrario dijo Medivh,
dejando escapar un largo y triste
suspiro. Si todo lo que me has dicho es
cierto, me temo que las cosas van a ir
justo como yo me espero.

CAPTULO
DIEZ
El emisario

on la recuperacin de Medivh
las cosas volvieron a la

normalidad, al menos tan normales como


podan ser las cosas en presencia del
Magus. Cuando ste se ausentaba,
Khadgar se quedaba con instrucciones
para practicar sus habilidades mgicas,
y cuando Medivh resida en la torre se
esperaba que el joven mago demostrara
dichas habilidades en cuanto se lo
pidieran.
Khadgar se adapt bien y se senta
como si su poder fuera un traje dos
tallas ms grande, y ahora l estuviera
creciendo para que le quedara bien.
Ahora poda controlar el fuego a
voluntad, invocar al rayo sin que el
cielo estuviera nublado y hacer que
objetos pequeos se movieran por la

mesa con una orden mental. Tambin


aprendi otros conjuros: los que
permitan saber cmo y cundo haba
muerto un hombre a partir de un solo
hueso de sus restos, cmo hacer brotar
la niebla del suelo y cmo dejar
mensajes mgicos para que otros los
encontraran. Aprendi a restaurar los
estragos del tiempo en los objetos
inanimados, reforzando las sillas viejas,
y su reverso, extraer la juventud de una
rama recin cortada hasta dejarla
polvorienta y frgil. Aprendi la
naturaleza de las defensas mgicas, y se
le confi el mantenerlas intactas.
Estudi los libros sobre demonios,
aunque Medivh no permita que se

invocaran en su torre. Esta ltima orden


Khadgar no senta deseos de romperla.
Medivh estaba ausente durante
breves periodos del da aqu, o unos
pocos das all. Siempre dejaba
instrucciones,
pero
nunca
daba
explicaciones. A su regreso, el Guardin
pareca macilento y agotado, y pona a
prueba a Khadgar para comprobar el
dominio del joven sobre su arte y le
haca detallar las noticias que haban
llegado durante su ausencia. Pero su
descanso comatoso no volvi a
repetirse, as que Khadgar supuso que,
fuera lo que fuese que estaba haciendo
el maestro, no implicaba demonios.
Una tarde, en la biblioteca, Khadgar

oy ruidos provenientes de abajo, del


patio y los establos. Gritos, llamadas y
respuestas en un tono bajo e
ininteligible. Para cuando lleg a una
ventana desde la que se dominaba esa
parte de la torre, un grupo de jinetes
abandonaba el recinto amurallado del
castillo.
Khadgar frunci el ceo. Eran ms
suplicantes expulsados por Moroes o
mensajeros que traan malas noticias
para su maestro? Khadgar baj para
enterarse.
Slo pudo echar un breve vistazo al
recin llegado; el destello de una capa
negra entrando en una habitacin de
huspedes en uno de los pisos bajos de

la torre. Moroes estaba all, vela en


mano, anteojeras en posicin, y mientras
Khadgar descenda los ltimos peldaos
pudo or al senescal:
otros visitantes, ellos fueron
menos cuidadosos. Ahora se han ido.
Cualquier respuesta que hiciera el
recin llegado se perdi, y Moroes
cerr la puerta mientras llegaba
Khadgar.
Un husped? pregunt el joven
mientas intentaba ver si haba alguna
pista del recin llegado. Slo una puerta
cerrada lo salud.
Sip contest el senescal.
Mago o mercader? pregunt el
joven mago.

No sabra decirlo dijo el


senescal, quien ya se iba por el
pasillo. No lo pregunt y el Emisario
no lo dijo.
El Emisario repiti Khadgar,
pensando en una de las cartas
misteriosas de cuando el letargo de
Medivh. As que entonces es algo
poltico. Para el Magus.
Supongo dijo Moroes. No he
preguntado, no es asunto mo.
As que es para el Magus.
Supongo dijo Moroes con el
mismo tono somnoliento. Nos lo dirn
cuando tengamos que saberlo. Y con
eso se fue, dejando a Khadgar mirando
la puerta cerrada.

Durante el da siguiente, hubo la


extraa sensacin de otra presencia en
la torre, un nuevo cuerpo planetario cuya
gravedad alteraba las rbitas de todos
los dems. Este nuevo planeta hizo que
Cocinas cambiara a un juego de
cacerolas ms grandes, y que Moroes se
moviera por los pasillos a intervalos
ms aleatorios de lo habitual. E incluso
Medivh mandaba a Khadgar a cualquier
recado por la torre, y mientras el joven
mago se iba, oa el susurro de una
pesada capa en el suelo de piedra tras
l.
Medivh no soltaba prenda y Khadgar
esper a que se lo contara. Dej caer
indirectas. Esper pacientemente. Pero

lo mandaron a la biblioteca a seguir sus


estudios y practicar sus conjuros.
Khadgar baj un tramo de escaleras, se
detuvo y luego subi lentamente, slo
para ver la espalda de una capa negra
entrando en el laboratorio del Guardin.
Khadgar
baj
las
escaleras
enfurruado, considerando diferentes
opciones acerca de quin poda ser el
Emisario. Un espa de Lothar? Algn
misterioso miembro de la Orden? Quiz
uno de los miembros de los Kirin Tor, el
de la escritura temblorosa y las teoras
viperinas. O quiz era por algo
completamente diferente? No saberlo
era frustrante, y la desconfianza del
Magus slo empeoraba las cosas.

Nos lo dir cuando tengamos que


saberlo murmur Khadgar mientras
entraba en la biblioteca. Sus notas e
historias estaban esparcidas por las
mesas, donde las haba dejado por
ltima vez. Las mir, y tambin el
proyecto de su conjuro para invocar
visiones. Haba hecho algunos arreglos
desde el ltimo intento, con la esperanza
de refinar temporalmente los resultados.
Khadgar hoje las notas y sonri.
Luego cogi los viales de gemas
pulverizadas y se dirigi hacia abajo,
poniendo pisos de por medio entre l y
la cmara de audiencias de Medivh,
hacia
uno
de
los
comedores
abandonados.

Dos pisos ms abajo era perfecto.


Una habitacin de forma elptica con
chimeneas a ambos extremos, la mesa
sacada para ser usada en alguna otra
parte y las sillas apoyadas en la pared
frente a la puerta. El suelo era de
mrmol blanco viejo y agrietado, pero
limpio por el incansable trabajo y la
energa de Moroes.
Khadgar dispuso un crculo mgico
de amatista y cuarzo rosa, sonriendo
mientras trazaba las lneas. Ahora se
senta confiado en su capacidad de
conjuracin y no necesitaba sus
vestiduras ceremoniales para que le
dieran suerte. Mientras dispona los
caracteres de proteccin y abjuracin

volvi a sonrer. Ya estaba moldeando


la energa en su mente, llamando las
tonalidades y tipos de magia deseados,
hacindolos que adquirieran la forma
deseada, reteniendo la frtil energa
hasta que fuera necesaria.
Entr en el crculo, pronunci las
palabras que se deban pronunciar, hizo
los movimientos manuales en perfecta
armona y desencaden la energa de su
mente. Sinti esa liberacin como algo
vinculado a su mente y a su alma, y
llam a la magia.
Mustrame lo que est sucediendo
en las habitaciones de Medivh dijo
algo nervioso, con la esperanza de que
las defensas del Guardin no se

aplicaran a su aprendiz.
Inmediatamente supo que el conjuro
haba ido mal. No demasiado, ya que las
matrices mgicas no se haban
colapsado, sino un pequeo fallo. Quiz
las defensas funcionaban contra l y
haban desviado su visin a otro lugar, a
otra escena.
Varias pistas le indicaron que no
haba dado en el clavo. Primero, ahora
era de da. Segundo, haca calor. Y, por
ltimo, el sitio le resultaba familiar.
No es que hubiera estado aqu antes,
al menos no en esta aguja en particular,
pero estaba claro que se encontraba en
el castillo de Stormwind, desde donde
se dominaba la ciudad. Era una de las

agujas ms altas, y la habitacin era


similar en diseo general al lugar donde
los miembros de la Orden haban
encontrado su fin meses antes. Pero aqu
las ventanas eran ms grandes y daban a
unos grandiosos parapetos blancos, y
una brisa perfumada meca unas difanas
cortinas. Pjaros multicolores se
posaban en columpios de oro alrededor
de toda la habitacin.
Ante Khadgar haba puesta una
pequea mesa con platos de porcelana
blanca decorados en oro, y cuchillos y
tenedores del mismo metal precioso.
Unos cuencos de cristal contenan frutas
frescas e inmaculadas, y el roco de la
maana an se aferraba a los hoyuelos

de las fresas. Khadgar sinti cmo el


estmago le grua ante la visin.
Alrededor de la mesa se mova un
hombre delgado desconocido para
Khadgar, de rostro afilado y frente
amplia, con un fino bigote y perilla de
chivo. Iba envuelto en un ornamentado
edredn rojo que Khadgar se dio cuenta
que deba ser una bata, ceida a la
cintura con un cinturn dorado. Toc uno
de los tenedores, movindolo a un lado
la longitud de una molcula, y luego
asinti satisfecho. Levant la mirada
hacia Khadgar y sonri.
Ah, ests despierta dijo en una
voz que a Khadgar le son familiar.
Por un instante, Khadgar pens que

esta visin poda verlo, pero no. El


hombre se diriga a alguien que haba
tras l. Se dio la vuelta y vio a
Aegwynn, tan juvenil y bella como haba
sido en el campo nevado. (Era antes de
esa fecha? Despus? Por su aspecto no
poda decirlo). Llevaba una capa blanca
con el forro verde, pero ahora hecha de
seda y no de piel, y sus pies no estaban
cubiertos por botas sino por sencillas
sandalias blancas. Llevaba el pelo rubio
recogido por una diadema de plata.
Pareces haberte tomado muchas
molestias dijo, y su rostro le result
inescrutable a Khadgar.
Con suficiente magia y deseo, nada
es imposible respondi el hombre, y

volvi la mano dejando la palma hacia


arriba. Flotando sobre sta, floreci una
orqudea.
Aegwynn cogi la flor, se la llev a
la nariz con indiferencia y luego la dej
sobre la mesa.
Nielas empez.
Primero el desayuno dijo el
mago Nielas. Mira lo que un
conjurador de la corte puede tener listo
a primera hora de la maana. Estas
fresas fueron recogidas de los jardines
reales hace no ms de una hora.
Nielas volvi de decir Aegwynn.
Seguidas de lonchas de jamn
asado con mantequilla y sirope sugiri
el mago.

Nielas repiti Aegwynn.


Entonces, quiz algunos huevos de
vrocka escalfados en su propia cscara
por un sencillo conjuro que aprend en
las islas dijo el mago.
Me voy se limit a decir
Aegwynn.
Una nube pas frente al rostro del
mago.
Te vas? Tan pronto? Antes del
desayuno? Quiero decir, pens que
tendramos ocasin de charlas algo ms.
Me voy dijo Aegwynn. Tengo
cosas que hacer, y poco tiempo para las
cortesas de la maana despus.
El conjurador de la corte mantena
un aspecto confundido.

Pens que despus de esta noche


querras quedarte algn tiempo en el
castillo, en Stormwind. Parpade
hacia la mujer. No?
No dijo Aegwynn. De hecho,
despus de esta noche no hace ninguna
falta que me quede. Ya he conseguido
aquello por lo que he venido. No hace
falta que me quede ni un instante ms.
En el presente, Khadgar hizo una
mueca mientras las piezas encajaban en
su sitio. Por supuesto que la voz del
mago le resultaba familiar.
Pero pens tartamude el mago
Nielas, pero Aegwynn neg con la
cabeza.
T, Nielas Aran, eres un idiota

se limit a decir Aegwynn. Eres uno


de los hechiceros ms poderosos de la
Orden de Tirisfal, y aun as sigues
siendo un idiota. Eso dice algo acerca
del resto de la Orden.
Nielas Aran se ofendi. Intent
parecer encolerizado, pero slo pareci
sufrir una pataleta.
Espera un momento!
Seguramente no pensaste que
fueron tus encantos naturales los que me
trajeron hasta tu dormitorio, ni que tu
ingenio y sentido del humor me
distrajeron de nuestra conversacin
sobre los ritos de conjuracin.
Seguramente te das cuenta de que no
puedes impresionarme con tu posicin

de conjurador de la corte como a una


pastora de cualquier aldea. Y
seguramente te das cuenta de que la
seduccin funciona en ambos sentidos.
No eres tan idiota. O s, Nielas Aran?
Por supuesto que no dijo el
conjurador de la corte, claramente
insultado por sus palabras pero
negndose a admitirlo. Slo pens que
podamos compartir el desayuno como
personas civilizadas.
Aegwynn sonri, y Khadgar vio que
era una sonrisa cruel.
Soy tan vieja como muchas
dinastas, y super mis indulgencias
juveniles a principios de mi primer
siglo. Saba perfectamente lo que haca

cuando vine a tu habitacin esta noche.


Yo pensaba dijo Nielas. Yo
slo pensaba luchaba por encontrar
las palabras adecuadas.
Que t, de toda la Orden, seras el
que encandilara y domara a la grande e
indmita Guardiana? dijo Aegwynn
mientras su sonrisa se ensanchaba.
Que t la doblegaras a tu voluntad,
donde todos los dems haban fallado,
con tu encanto, tu ingenio y tus trucos de
feria? Que canalizaras el poder del
Tirisfalen en tu propio beneficio?
Vamos,
Nielas
Aran.
Ya
has
desperdiciado mucho de tu potencial, no
me digas que la vida en la corte real te
ha corrompido por completo. Djame

algo de respeto por ti.


Pero si no estabas impresionada
dijo Nielas, mientras su mente iba
asumiendo lo que Aegwynn le deca.
Si no me queras, entonces, por qu?
Aegwynn le
proporcion
la
respuesta.
Vine a Stormwind por una cosa
que yo no puedo proporcionarme a m
misma, un padre apropiado para mi
heredero. S, Nielas Aran, puedes
contarle a tus compaeros magos de la
Orden que lograste acostarte con la
grande y poderosa Guardiana. Pero
tambin tendrs que decirles que me
proporcionaste un medio de traspasar mi
poder sin que la Orden tuviera nada que

decir en ello.
Lo he hecho? Comenz a
comprender las consecuencias de sus
acciones. Supongo que s. Pero a la
Orden no le gustar
Ser manipulada? Ser frustrada?
Ser engaada? dijo Aegwynn. No,
la verdad es que no. Pero no actuarn
contra ti, por miedo a que yo tenga algn
inters romntico real en ti. Y consulate
con esto: de todos los magos, brujos,
conjuradores y hechiceros, t eras el que
tena ms potencial. Tu semilla
fortalecer y proteger a mi hijo y lo
convertir en el recipiente de mi poder.
Y cuando haya nacido y ya haya sido
destetado, t incluso lo criars, aqu,

porque yo s que seguir mi camino, y


que la orden no querr dejar pasar esa
oportunidad de influenciarlo.
Nielas Aran agit la cabeza.
Pero yo Se detuvo un
instante. Pero t? Volvi a
detenerse. Cuando volvi a hablar, por
fin haba algo de fuego en sus ojos y
acero en su voz.
Adis, Magna Aegwynn.
Adis, Nielas Aran dijo
Aegwynn. Ha estado bien. Y con
eso se dio la vuelta y sali de la
habitacin.
Nielas Aran, el principal conjurador
del trono de Azeroth, conspirador de la
Orden de Tirisfal y ahora padre del

futuro Guardin Medivh, se sent junto a


la mesa perfectamente dispuesta. Cogi
un tenedor de oro y le dio vueltas entre
los dedos. Entonces suspir y lo dej
caer al suelo.
La visin se desvaneci antes de que
el tenedor golpeara el suelo de mrmol,
pero Khadgar percibi otro sonido, ste
detrs de l. El sonido del roce de una
bota contra la fra piedra. El suave roce
de una capa. No estaba solo.
Khadgar se gir de repente, pero
todo lo que pudo vislumbrar fue la
provocadora espalda de una capa negra.
El Emisario lo estaba espiando. Ya era
bastante malo que lo mandasen lejos
cada vez que Medivh se encontraba con

el extrao, y ahora al Emisario se le


permita moverse por el castillo y lo
estaba espiando!
Enseguida, Khadgar sali a la
carrera hacia la entrada. Para cuando
lleg a la puerta, su presa se haba
esfumado, pero pudo or el roce de la
tela con la piedra escaleras abajo. En
direccin a las habitaciones de los
huspedes.
Khadgar tambin se lanz escaleras
abajo. La curva de las escaleras de
caracol obligara al extrao a ir pegado
a la pared, donde los peldaos eran ms
anchos y ms seguros. El joven mago
haba subido y bajado corriendo estos
escalones tantas veces que poda

permitirse ir junto a la columna central,


bajando los escalones de dos en dos o
de tres en tres.
A medio camino de las habitaciones
de los huspedes Khadgar pudo ver la
sombra de su presa junto a la pared.
Cuando alcanzaron los cuartos de
huspedes propiamente dichos, pudo ver
la figura embutida en la capa, saliendo
velozmente al pasillo y dirigindose
hacia su puerta. Una vez que el Emisario
alcanzase su habitacin, lo perdera.
Khadgar baj los ltimos cuatro
escalones de una vez, y salt hacia
delante para agarrar a la figura
embozada por el brazo.
Su mano se cerr sobre tela y

msculos firmes, y lanz a su presa


contra la pared.
El Magus querr saber qu ests
espiando empez a decir, pero las
palabras murieron en su boca cuando la
capa se abri y descubri al Emisario.
Iba vestida con ropas de viaje de
cuero, con unas botas altas, pantalones
negros y una blusa de seda negra. Era
musculosa, y a Khadgar no le qued
duda alguna de que haba cabalgado el
camino entero hasta aqu. Pero su piel
era verde y, cuando la capucha cay,
revel un rostro orco de mandbula
ancha y colmillos prominentes. Unas
altas orejas verdes surgan de una masa
de pelo azabache.

Orco!
grit
Khadgar,
y
reaccion instintivamente. Levant una
mano mientras murmuraba una palabra
de poder, invocando las fuerzas para
atravesarla con un rayo de poder
mstico.
Nunca tuvo la posibilidad de acabar.
Nada ms abrir la boca, la mujer orca le
lanz una patada circular, levantando la
pierna hasta la altura del pecho. Su
rodilla apart la mano de Khadgar,
desviando su puntera. Su bota le dio en
el lado de la cara, hacindolo
retroceder.
Khadgar retrocedi trastabillando y
sinti el sabor de la sangre; se habra
mordido
en
la
mejilla
como

consecuencia del golpe. De nuevo


levant la mano para disparar un rayo,
pero la orca era demasiado rpida, ms
rpida que los guerreros con armadura
contra los que haba luchado antes. Ya
haba cubierto la distancia que los
separaba y le haba propinado un fuerte
puetazo en el estmago, sacndole el
aire de los pulmones y la concentracin
de la mente.
El joven mago gru, abandonando
por el momento la magia en favor de una
aproximacin ms
directa.
An
resentido del golpe, se ech a un lado,
agarrando el brazo de la mujer y
desequilibrndola. Una mirada de
asombro se pos en el rostro de jade de

la mujer, pero slo durante unos


instantes. Plant los pies firmemente en
el suelo, atrajo a Khadgar hacia ella y
rompi y revirti la llave sin problemas.
Khadgar percibi un leve aroma a
especias cuando la orca lo atrajo, y
entonces lo arroj pasillo adelante.
Resbal por el suelo de piedra, se
golpe contra la pared y se detuvo a los
pies de alguien.
Al levantar la vista, Khadgar vio al
senescal que lo miraba, con un gesto
vagamente preocupado.
Moroes! grit Khadgar. Vete!
Trae al Magus! Tenemos un orco en la
torre!
Moroes no se movi, en su lugar

mir a la mujer orca con sus ojos


afables enmarcados por las anteojeras.
Est usted bien, Emisario?
La mujer sonri, sus labios verdosos
se curvaron y se envolvi en la capa.
Nunca haba estado mejor.
Necesitaba un poco de ejercicio. El
cachorrito ha sido tan amable de
complacerme.
Moroes! escupi el joven
mago. Esta mujer es
El Emisario. Un husped del
Magus dijo Moroes. Vena por ti. El
Magus quiere verte aadi afable.
Khadgar se puso de pie y mir
severamente al emisario.
Cuando veas al Magus, le vas a

decir que has estado fisgando?


No quiere verla a ella corrigi
Moroes. Quiere verte a ti, aprendiz.

Es una orca! dijo Khadgar, en un


tono ms alto y ms brusco de lo que
haba pretendido.
De hecho una semiorca dijo
Medivh. Estaba inclinado sobre su
banco de trabajo, trasteando un aparato
dorado, un astrolabio. Supongo que su
tierra natal tiene humanos, o casi
humanos, o al menos los tuvo hasta no
hace mucho. Psame el calibre,
aprendiz.
Trataron de matarte! grit

Khadgar.
Te refieres a los orcos? Algunos
s, eso es cierto dijo Medivh
tranquilamente. Y a ti tambin. Garona
no estaba en ese grupo. No creo que
estuviera, de cualquier modo. Est aqu
como representante de su gente. O al
menos de parte de su gente.
Garona, as que la bruja tiene
nombre, pens Khadgar, pero no fue lo
que dijo.
Fuimos atacados por los orcos. Yo
tuve una visin de un ataque de los
orcos. He estado leyendo comunicados
de todo Azeroth que hablan de
incursiones y de ataques orcos. Cada
una de las menciones de los orcos habla

de su crueldad y su violencia. Parece


haber ms de ellos cada da. Son una
raza salvaje y peligrosa.
Y ella te despach con facilidad,
supongo dijo Medivh, levantando la
mirada de su trabajo.
Muy a su pesar Khadgar se toc la
comisura de la boca, donde la sangre ya
se haba secado.
Eso no viene a cuento del asunto.
No viene dijo Medivh. Y el
asunto es?
Es una orca. Es peligrosa. Y le has
dado libertad de movimiento por la
torre.
Medivh gru y hubo acero en su
voz.

Es una semiorca. Dada la situacin


y sus inclinaciones es ms o menos tan
peligrosa como t. Y es mi husped y se
le debera otorgar todo el respeto de un
husped. Espero esto de ti por lo que
respecta a mis huspedes, Joven
Confianza.
Khadgar se mantuvo en silencio unos
instantes, y luego intent una nueva va
de aproximacin.
Ella es el Emisario.
S.
De quin es Emisario?
De uno o ms de los clanes que
actualmente habitan el Cenagal Negro
dijo Medivh. Todava no estoy
seguro de cules. No hemos llegado tan

lejos.
Khadgar parpade sorprendido.
La has dejado entrar en nuestra
torre y no tiene posicin oficial?
Medivh dej el calibre y emiti un
suspiro de cansancio.
Se
ha
presentado
como
representante de algunos de los clanes
orcos que estn realizando incursiones
por Azeroth en la actualidad. Si este
asunto va a resolverse de algn modo
que no sea mediante el fuego y la
espada, entonces alguien tiene que
empezar a parlamentar. Y aqu es un
sitio tan bueno como cualquier otro. Y,
por cierto, sta es mi torre, no la
nuestra. Aqu eres mi estudiante, mi

aprendiz, y ests aqu por capricho mo.


Y como mi estudiante y mi aprendiz
espero que mantengas una mente abierta.
Se hizo el silencio mientras Khadgar
intentaba digerir sto.
Pero a quin representa? A
algunos, a ninguno o a todos los orcos?
Por el momento se representa a s
misma dijo Medivh con un suspiro de
irritacin. No todos los humanos creen
en las mismas cosas. Y no hay razones
para suponer que los orcos sean
diferentes. Mi pregunta es, dada tu
curiosidad natural, por qu no ests
tratando de sacarle toda la informacin
que puedas a ella, en vez de decirme a
m que no debera hacerlo? A menos que

dudes que yo y mis habilidades podamos


manejar a una sola semiorca.
Khadgar se qued en silencio,
doblemente avergonzado por sus actos y
por no haber visto la otra opcin.
Dudaba de Medivh? Haba alguna
posibilidad de que el mago actuase en
contra de su Orden? Los pensamientos
se agolpaban en su interior, alimentados
por las palabras de Lothar, la visin del
demonio y los politiqueos de la Orden.
Quera avisar al anciano, pero pareca
que no le salan las palabras.
A veces me preocupo por ti dijo
al fin.
Y yo tambin me preocupo por ti
dijo distrado el mago mayor. Parece

que ltimamente me preocupo por


muchas cosas.
Khadgar tuvo que hacer un ltimo
intento.
Seor, creo que esta Garona es una
espa dijo. Creo que est aqu para
aprender todo lo que pueda, para que
puedan usarlo contra ti ms tarde.
Medivh se recost en su asiento y le
dedic al joven una sonrisa perversa.
Habl la vaca y dijo Mu, joven
mago. O es que has olvidado la lista de
cosas que tus maestros de los Kirin Tor
queran que me sacaras cuando llegaste
a Karazhan?
El rostro de Khadgar estaba rojo
como un tomate cuando sali de la

habitacin.

CAPTULO
ONCE
Garona

olvi a su biblioteca (bueno, a


la de Medivh) y se la encontr

fisgando entre sus notas. Inmediatamente


sinti crecer la furia en su interior, pero
el dolor de sus golpes y de la
reprimenda de Medivh mantuvieron
controlada su ira.
Qu haces? dijo secamente.
Los dedos de la Emisaria Garona se
levantaron de los papeles.
Fisgar, creo que lo llamabas as.
O era espiar? Levant la vista y lo
mir con el ceo fruncido. De hecho,
estoy intentando comprender lo que
haces aqu. Como las notas estaban por
ah encima espero que no te importe.
Claro que S me importa, pens
Khadgar, pero dijo otra cosa.
Lord Medivh me ha ordenado que

te trate con la mxima cortesa. Sin


embargo, podra molestarse si al hacerlo
permito que revientes al lanzar un
conjuro mal preparado.
El rostro de Garona se mantuvo
imperturbable, pero Khadgar se dio
cuenta de que levantaba los dedos de los
papeles.
No me interesa la magia.
ltimas palabras clebres dijo
Khadgar. Hay algo aqu con lo que
pueda ayudarte, o slo estas fisgando en
general a ver lo que sacas?
Me han dicho que tienes un libro
acerca de los reyes de Azeroth dijo
ella. Me gustara consultarlo.
Sabes leer? pregunt Khadgar.

Son ms spero de lo que pretenda.


Lo siento, quera decir
S, sorprendentemente s leer
respondi
Garona
rpida
e
irnicamente. A lo largo de los aos
he adquirido numerosos talentos.
Khadgar frunci el ceo.
Segundo pasillo, cuarta estantera
empezando por arriba. Es un libro
encuadernado en rojo con filigrana
dorada.
Garona desapareci entre los
estantes, y Khadgar aprovech para
recoger sus notas de encima de la mesa.
Tendra que guardarlas en otro sitio si la
orca tena libertad de movimientos por
la torre. Menos mal que no era

correspondencia de la Orden; incluso a


Medivh le dara un ataque si ella se
hiciera con La Cancin de Aegwynn.
Sus ojos fueron hasta la estantera
donde se guardaba el pergamino que se
usaba como clave. Desde donde l
estaba, pareca que no lo haban tocado.
Ahora mismo no haca falta montar una
escena, pero tambin tendra que
trasladarlo.
Garona volvi con un inmenso
volumen en la mano, y levant una
poblada ceja en seal de interrogacin.
S, se es dijo el aprendiz.
Los idiomas humanos tienen
muchas palabras dijo ella, mientras
dejaba el tomo en el espacio vaco que

anteriormente haban ocupado las notas


de Khadgar.
Eso es porque siempre tenemos
algo que decir respondi Khadgar
tratando de sonrer. Tendran libros los
orcos?, se preguntaba. Leeran? Por
supuesto,
tenan
magos.
Pero
significaba
eso
que
tuvieran
conocimientos reales?
Espero no haber sido demasiado
dura contigo antes, en el pasillo. Su
tono no era muy sincero, y Khadgar
estaba seguro de que habra preferido
verlo
escupir
algn
diente.
Probablemente esto era lo que pasaba
por una disculpa entre los orcos.
Nunca haba estado mejor dijo

Khadgar. Necesitaba el ejercicio.


Garona se sent y empez a hojear
el texto. Khadgar se dio cuenta de que
mova los labios al leer, y de que
inmediatamente se haba dirigido hacia
el final del libro, hasta los aadidos ms
recientes acerca del reinado del rey
Llane.
Ahora, lejos del calor de la lucha,
poda ver que Garona no era un orco
normal como los que haba combatido
antes. Era esbelta y de musculatura
proporcionada, a diferencia de los
toscos y deformes brutos con los que
haba luchado donde la caravana. Su
piel era ms suave, casi humana, y de
una tonalidad de verde ms clara que el

jade de los orcos. Sus colmillos eran un


poco ms pequeos, y sus ojos algo ms
grandes, ms expresivos que las duras
bolas escarlatas de los guerreros orcos.
Se pregunt cunto de esto vendra por
su herencia humana y cunto por ser
hembra. Se pregunt si alguno de los
orcos con los que haba combatido antes
era hembra. No era obvio, y en aquellos
momentos no haba sentido deseo alguno
de comprobarlo.
De hecho, sin la carne verde, el
rostro desfigurado y colmilludo y la
hostil actitud de superioridad casi
podra ser atractiva. Pero estaba en su
biblioteca fisgoneando en sus libros
(bueno, la biblioteca de Medivh y los

libros de Medivh, pero el Magus se los


haba confiado a l).
As que eres una emisaria dijo
por fin. Intentaba mantener sus palabras
en un tono desenfadado e informal. Me
hablaron de tu llegada.
La semiorca asinti, pero se
concentr en las palabras que tena ante
ella.
De
quin
eres
emisario
exactamente?
Garona levant la mirada y Khadgar
vio un destello de irritacin bajo sus
pobladas cejas. A Khadgar le agradaba
molestarla, pero al mismo tiempo se
preguntaba dnde pondra el lmite a su
paciencia la mujer. No quera

presionarla demasiado ni demasiado


rpido, para no ganarse otra tunda ni
otra reprimenda del Magus.
Al menos esta vez conseguira algo
de informacin antes del combate.
Es decir dijo. Si eres El
Emisario, eso quiere decir que alguien
te da las rdenes, que alguien tira de tus
hilos, alguien ante quien debes
responder. A quin representas?
Estoy segura de que tu maestro, el
Viejo, te lo dir si se lo preguntas dijo
Garona amablemente, pero sus ojos se
mantuvieron duros.
Estoy seguro de que lo hara
minti Khadgar, si yo tuviera el
atrevimiento de preguntarle. As que te

lo pregunto a ti. A quin representas?


Qu poderes te han otorgado? Ests
aqu para negociar, exigir o qu?
Garona cerr el libro (Khadgar
sinti una pequea victoria al haberla
distrado de su tarea).
Piensan igual todos los humanos?
Sera muy aburrido si todos lo
hiciramos dijo Khadgar.
Quiero decir, todo el mundo est
de acuerdo en todo? Est la gente
siempre de acuerdo con lo que quieren
sus amos o sus superiores? dijo
Garona. La dureza de sus ojos se
desvaneci slo un poco.
Apenas respondi Khadgar.
Una de las razones para que haya tantos

libros es que cada uno tiene su opinin,


y eso los que saben leer y escribir.
Pues comprende que tambin hay
diferencias de opinin entre los orcos
dijo Garona. La Horda est
compuesta de varios clanes, todos los
cuales tienen sus propios jefes y
caudillos. Todos los orcos pertenecen a
un clan. La mayora de los orcos son
leales a su clan y a sus caudillos.
Qu son los clanes? pregunt
Khadgar. Cmo se llaman?
Uno de ellos es el Stormreaver
dijo la semiorca. Blackrock.
Twilights Hammer. Bleeding Hollow.
sos son los principales.
Parecen una gente belicosa dijo

Khadgar.
La tierra natal de los orcos es un
sitio duro dijo Garona, y slo
sobreviven los ms fuertes y los mejor
organizados. No son ms que lo que su
tierra ha hecho de ellos.
Khadgar pens en la desolada tierra
de cielos rojos que haba visto en la
visin. Entonces, era la patria de los
orcos. Un territorio baldo en otra
dimensin. Pero cmo haban llegado
hasta aqu? En vez de eso pregunt:
Y cul es tu clan?
Garona dej escapar un resoplido
similar al estornudo de un bulldog.
Yo no tengo clan.
Pero has dicho que toda tu gente

pertenece a un clan dijo Khadgar.


He dicho todos los orcos dijo
Garona. Cuando Khadgar la mir sin
entender, ella levant la mano. Mira
aqu. Qu ves?
Tu mano dijo Khadgar.
Humana u orca?
Orca dijo Khadgar. Le pareca
obvio. Piel verde, uas afiladas y
amarillentas,
nudillos
un
pice
demasiado grandes para ser humanos.
Un orco dira que es una mano
humana; demasiado delgada para ser
realmente til. Sin el suficiente msculo
para sostener un hacha o aplastar un
crneo como hay que hacerlo.
Demasiado plida, demasiado dbil y

demasiado fea. Garona baj la mano y


mir al joven mago con el entrecejo
fruncido. T ves las partes de m que
son orcas. Mis superiores orcos, y todos
los dems orcos, ven las partes de m
que son humanas. Soy ambas cosas y
ninguna, y ambas partes me consideran
inferior.
Khadgar abri la boca para
rebatirla, pero se lo pens dos veces y
se mantuvo callado. Su primera reaccin
haba sido atacar al orco que se haba
encontrado en el pasillo, no ver el
humano que era husped de Medivh.
Asinti.
Tiene que ser difcil. Sin
pertenecer a ningn clan.

Me aprovecho de ello dijo


Garona. Puedo moverme entre los
clanes con ms facilidad. Como soy una
criatura inferior, se supone que no estoy
buscando siempre una ventaja para mi
clan. Como no le gusto a nadie, no
discrimino entre unos y otros. Algunos
caudillos encuentran eso tranquilizador.
Me convierte en mejor negociadora y,
antes de que lo digas, en mejor espa.
Pero es mejor no tener lealtades que
tener lealtades enfrentadas.
Khadgar pens en el discursito de
Medivh sobre sus lealtades hacia los
Kirin Tor.
Y a qu clan representas en estos
momentos?

Garona le dedic una sonrisa irnica


y colmilluda.
Si dijera que a Gizbah el
Poderoso, qu diras? O quiz estoy en
una misin para Morgax el Gris o
Hikapik el Desangrador. Significara
eso algo para ti?
Quiz dijo Khadgar.
No dijo Garona, porque acabo
de inventarme todos esos nombres. Y el
nombre de la faccin que me ha enviado
tampoco tendra sentido para ti, no por
ahora. Del mismo modo, la presunta
amistad del Viejo con el rey Llane no
significa nada para nuestros caudillos, y
el nombre Lothar no es nada ms que
una maldicin que invocan los

campesinos
humanos
que
nos
encontramos. Antes de que pueda haber
paz, antes siguiera de que podamos
empezar a negociar, tenemos que
aprender ms acerca de vosotros.
Que es para lo que ests t aqu.
Garona dej escapar un hondo
suspiro.
Que es el motivo por el cual yo
estoy rezando porque me dejes en paz el
tiempo suficiente para poder enterarme
de lo que dice el Viejo en nuestras
discusiones.
Khadgar se mantuvo en silencio unos
instantes. Garona abri de nuevo el libro
y pas las pginas hasta donde lo haba
dejado.

Por supuesto, eso funciona en


ambos sentidos dijo Khadgar, y
Garona cerr el libro con un suspiro de
exasperacin. Quiero decir, que
nosotros tambin tenemos que saber ms
acerca de los orcos si vamos a hacer
otra cosa que no sea combatirlos. Si
hablas en serio de la paz.
Garona mir fijamente a Khadgar, y
por un momento el joven se pregunt si
la semiorca iba a saltar la mesa y darle
una zurra. Pero en vez de eso, las orejas
de ella se pusieron tiesas.
Espera. Qu es eso?
Khadgar lo sinti antes de orlo. Un
repentino cambio en el aire, como si en
alguna otra parte de la torre se hubiera

abierto una ventana. Un soplo de viento


agitando el polvo del pasillo.
Una ola de calidez atravesando la
torre.
Hay algo dijo Khadgar.
He odo dijo Garona.
Entonces Khadgar tambin lo oy, el
sonido de unas garras de hierro
rascando contra la piedra, y la calidez
del aire aument mientras se le erizaban
los pelos de la nuca.
Y la gran bestia entr agazapndose
en la biblioteca.
Estaba hecha de fuego y sombra, y su
piel era oscura y contena en su interior
el titilar de las llamas. Su rostro lobuno
estaba enmarcado por un par de cuernos

de carnero que brillaban como el bano


pulido.
Pareca
bpedo,
aunque
caminaba a cuatro patas y sus garras
delanteras araaban el suelo de piedra.
Qu es? sise Garona.
Un demonio dijo Khadgar con
voz estrangulada, mientras se levantaba
y se alejaba de la mesa.
Vuestro criado dijo que aqu haba
visiones. Fantasmas. Esto es una de
ellas? Garona tambin se levant.
Khadgar quiso decir que no, que las
visiones solan abarcar toda una zona,
transportndote a un nuevo lugar, pero
en vez de eso se limit a negar con la
cabeza.
La bestia estaba aferrada a la puerta,

olfateando el aire. Los ojos de la


criatura resplandecan con llamaradas.
Era ciega esta bestia y slo poda
detectar mediante el olfato? O es que
estaba detectando algo nuevo en el aire,
un perfume inesperado?
Khadgar trat de conducir las
energas hasta su mente, pero al
principio su corazn flaque y su mente
se vaci. La bestia continu olfateando,
girando en el sitio hasta que se encar
con la pareja.
Sube a lo alto de la torre dijo
Khadgar en voz baja. Tenemos que
avisar a Medivh. Por el rabillo del ojo
pudo ver que Garona le asenta, pero
que sus ojos no se apartaban de la

bestia. Una gota de sudor recorra su


largo cuello. Se ech un paso al lado.
El movimiento fue suficiente, y todo
sucedi al instante. La bestia se agach
y atraves la habitacin de un salto. La
mente de Khadgar se aclar y con rpida
eficiencia atrajo hacia s las energas
mgicas, levant la mano y clav un
rayo de energa mstica en el pecho de la
criatura. La energa atraves el pecho de
la bestia y sali por su espalda,
haciendo saltar trozos de carne en
llamas en todas direcciones, pero no la
detuvo lo mnimo.
Aterriz sobre la robusta mesa, sus
garras se clavaron en la madera y volvi
a saltar, esta vez contra Khadgar. La

mente del joven mago se qued en


blanco durante un segundo, pero un
segundo fue todo lo que necesit el
demonio encorvado para cubrir la
distancia que los separaba.
Otra cosa lo agarr y tir de l para
apartarlo del camino. Oli un almizcle
de canela y oy una maldicin gutural
mientras lo arrancaban de la trayectoria
del demonio que vena saltando. La
bestia atraves el espacio que hasta
haca unos momentos haba ocupado el
aprendiz, y emiti su propio grito. Un
largo desgarrn haba aparecido a lo
largo del costado izquierdo de la
criatura, y estaba supurando sangre
ardiente.

Garona solt a Khadgar de su abrazo


(un abrazo dbil y humano, pero
suficiente para sacarle el aire de los
pulmones). El aprendiz se dio cuenta de
que en la otra mano Garona sostena un
cuchillo de hoja larga, manchado de
escarlata por el primer golpe, y Khadgar
se pregunt dnde lo habra escondido
mientras discutan.
La criatura aterriz, gir sobre s
misma y trat de hacer un torpe segundo
ataque, con las garras de hierro
extendidas y la boca y los ojos
refulgiendo con llamaradas. Khadgar se
agach y se levant con el pesado
volumen rojo de El Linaje de los Reyes
de Azeroth. Estamp el inmenso tomo en

la cara de la criatura y luego volvi a


agacharse. La bestia pas sobre l,
aterrizando junto a la puerta. Emiti un
gorgoteo de asfixia y agit su cabeza
cornuda, tratando de desencajarse de la
boca el pesado grimorio. Khadgar vio
que haba una lnea de sangre ardiente a
lo largo del costado derecho de la
criatura. Garona haba golpeado por
segunda vez.
Ve a por Medivh! grit
Khadgar. Yo lo apartar de la puerta.
Y que pasa si me quiere a m?
respondi Garona, y por primera vez
Khadgar oy un matiz de miedo en su
voz.
No te quiere a ti dijo

lgubremente Khadgar. Mata magos.


Pero t
T vete dijo Khadgar.
Khadgar corri hacia la izquierda y,
como tema, el demonio fue tras l. En
vez de ir hacia la puerta, Garona corri
hacia la derecha y empez a escalar la
estantera ms alejada.
Trae a Medivh! grit Khadgar
corriendo entre las estanteras.
No hay tiempo respondi Garona
mientras segua trepando. Mira a ver si
lo puedes entretener en uno de esos
pasillos.
Khadgar dio la vuelta al final del
largo pasillo de estanteras. El demonio
ya haba cruzado de un salto la mesa de

estudio y ahora avanzaba encorvado por


el pasillo que haba entre historia y
geografa. En la sombra que haba entre
las estanteras, resaltaban la boca y los
ojos flamgeros de la criatura, y de sus
costados heridos sala ahora un humo
acre.
Khadgar aclar su mente, se trag su
miedo y dispar un rayo mstico. Un
globo de fuego o una chispa de rayo
podran ser ms efectivos, pero la bestia
estaba rodeada por sus libros.
El rayo golpe el rostro de la
criatura, hacindola tambalearse un paso
atrs. Gru y volvi a seguir adelante.
Repiti el proceso como un ritual;
aclarar la mente, combatir el miedo,

levantar la mano e invocar la palabra.


Otro rayo rebot hacia arriba en los
cuernos de azabache. La bestia se
detuvo, pero slo un instante. Ahora sus
fauces parecan una sonrisa retorcida y
llena de llamas.
Por tercera vez invoc el poder del
rayo mstico. Ahora la criatura estaba
cerca y le estall en la cara, pero aparte
de iluminar su expresin divertida no le
hizo nada. Khadgar oli su fuerte olor a
quemado, y oy un grave chasquido en
la garganta de la bestia. Risa?
Preprate para correr! grit
Garona, desde algn lugar a su derecha
y arriba.
Qu ests? dijo Khadgar

mientras empezaba a retroceder.


Corre! grit ella, y empuj con
los pies. La semiorca se haba
encaramado a la parte superior de las
estanteras, y ahora las estaba tirando,
hacindolas caer como gigantescas
fichas de domin. Retumb el trueno
cuando cada estantera cay sobre su
vecina, derramando volmenes y
aplastndolo todo a su paso.
La ltima estantera golpe contra la
pared y se hizo astillas por la fuerza del
impacto que la haba tirado al suelo.
Garona se baj de su posicin elevada,
que ahora se tambaleaba, con el cuchillo
de hoja larga desenvainado. Trat de ver
a travs de la polvareda que se haba

levantado.
Khadgar? dijo.
Aqu dijo el aprendiz, estampado
contra la pared del fondo, donde se
levantaban los pilares metlicos que
soportaban la galera del piso superior.
Su rostro estaba plido incluso para un
humano.
Lo logramos? pregunt ella en
un tono imperioso, an agazapada,
esperando un nuevo ataque en cualquier
momento.
Khadgar seal hasta el borde de lo
que slo segundos antes haba sido el fin
de la fila de estanteras. Ahora el piso
inferior al completo era una ruina de
estanteras destrozadas y volmenes

arruinados. Saliendo de entre los restos


del desastre haba un brazo musculoso y
retorcido hecho de llamas mortecinas y
sombras. Sus garras de hierro ya estaban
enrojecidas del xido y la sangre
caliente encharcaba el suelo. Su mano
extendida estaba apenas a treinta
centmetros de donde se encontraba
Khadgar.
Cay dijo Garona, volviendo a
enfundar el cuchillo en una vaina que
llevaba bajo la blusa.
Deberas haberme hecho caso
dijo Khadgar tosiendo por el polvo.
Deberas haber ido por Medivh.
Te hubiera hecho trizas antes de
que hubiera subido dos tramos de la

escalera protest la semiorca. Y


quien hubiera tenido entonces que darle
explicaciones al Viejo?
Khadgar asinti, y entonces un
pensamiento le hizo fruncir el ceo.
El Magus Habr odo esto?
Garona asinti mostrando que estaba
de acuerdo.
Debera haber bajado. Hemos
hecho bastante ruido como para levantar
a los muertos.
Oh, no dijo Khadgar dirigindose
hacia la entrada de la biblioteca. Y si
haba ms de un demonio? Vamos!
Sin pensar, Garona desenvain el
cuchillo y sigui al humano fuera de la
habitacin.

Encontraron a Medivh sentado en su


laboratorio, en el mismo banco de
trabajo donde Khadgar lo haba dejado
no haca ms de una hora. Ahora el
instrumento en el que haba estado
trabajando estaba hecho pedazos
retorcidos, y a un lado de la mesa
descansaba un martillo de hierro.
Medivh dio un respingo cuando
Khadgar irrumpi en la habitacin,
seguido de cerca por Garona. El
Aprendiz se pregunt si Medivh habra
estado amodorrado todo este tiempo.
Maestro! Hay un demonio en la
torre! exclam Khadgar.
Otra vez un demonio? dijo
Medivh cansado, frotndose un ojo con

la palma de la mano. La primera vez


fue un demonio. La ltima vez fue un
orco.
Su estudiante tiene razn dijo
Garona. Yo estaba con l en la
biblioteca cuando atac. Era una
criatura grande, bestial, pero astuta.
Hecha de fuego y sombras, y sus heridas
ardan y humeaban.
Posiblemente no fue ms que otra
visin dijo Medivh, volviendo a su
trabajo. Recogi una de las retorcidas
piezas del aparato y la mir, como si la
viera por primera vez. Suceden aqu,
las visiones. Creo que Moroes ya os ha
avisado sobre ellas.
No ha sido una visin, maestro

dijo Khadgar. Era un demonio, del


tipo con el que combatiste en el castillo
de Stormwind. Algo ha traspasado las
defensas y nos ha atacado.
Las cejas grises de Medivh se
arquearon en seal de sospecha.
Otra vez que algo ha atravesado
mis defensas? Ridculo. Cerr los ojos
y traz un smbolo en el aire. No, no
falta nada y ninguna de las defensas ha
saltado. T ests aqu, Cocinas est en
la cocina y Moroes est en el pasillo
fuera de la biblioteca ahora mismo.
Khadgar y Garona intercambiaron
una mirada.
Entonces deberas venir enseguida,
maestro dijo Khadgar.

Debera? pregunt Medivh.


Tengo otras cosas de las que
preocuparme, de eso estoy seguro.
Ven y vers dijo Khadgar.
Creemos que la bestia est muerta
intervino Garona. Pero no queremos
arriesgar la vida de sus sirvientes por
nuestra creencia.
Medivh mir el aparato destrozado,
neg con la cabeza y lo dej en la mesa.
Pareca irritado.
Como queris. Se supone que los
aprendices no deben causar tantos
problemas.
Sin embargo, cuando llegaron a la
biblioteca Moroes estaba all de pie,
escoba y recogedor en mano,

observando los daos. Levant la


mirada, algo desorientado, cuando
entraron los dos magos y la semiorca.
Felicidades
dijo
Medivh
arrugando el rostro. Ahora es un
desastre mayor incluso que cuando
llegaste. Al menos entonces tena
estanteras. Dnde est ese supuesto
demonio?
Khadgar anduvo hasta el sitio de
donde haba sobresalido la mano del
demonio, pero ahora todo lo que
quedaba era una de las estanteras
aplastada contra el suelo. No haba ni
sangre.
Estaba aqu dijo Garona, tan
sorprendida como Khadgar. Entr y

nos atac. Agarr un borde de la


estantera y trat de levantarla, pero el
inmenso mueble de roble era demasiado
pesado para ella. Los dos lo vimos
dijo tras un momento de forcejeo.
Visteis una visin dijo severo
Medivh. Es que no os lo advirti
Moroes?
Sip confirm Moroes. Se lo
avis. Y dio unos golpecitos en sus
anteojeras para dar ms nfasis.
Maestro,
nos
atac
dijo
Khadgar. Lo her con mis propios
conjuros. El emisario lo hiri, dos
veces.
Hmmmf gru el Magus. Lo
ms probable es que la cosa se os fuera

de las manos, e hicisteis casi todo el


dao vosotros mismos. Hay marcas
frescas en la mesa. Del demonio?
Tena garras de hierro dijo
Khadgar.
O quiz de tus propios rayos
msticos, lanzados por ah como si
estuvieras jugando a las canicas en las
calles de Stormwind. Medivh neg con
la cabeza.
Mi cuchillo se clav en algo duro
y correoso dijo Garona.
Sin duda algunos libros dijo el
mago. No, si hubiera habido un
demonio, su cuerpo an seguira aqu. A
menos que alguien lo haya limpiado.
Moroes, tienes por casualidad un

demonio en el recogedor?
No creo dijo el senescal.
Podra comprobarlo.
No te preocupes, pero djales tus
herramientas a estos dos. Se dirigi
hacia el joven mago y la semiorca.
Espero que os llevis bien. Ante esto, os
ha tocado arreglar la biblioteca. Joven
Confianza, has traicionado tu nombre,
as que ahora debes dar una
compensacin.
Pero yo vi Garona no se daba
por vencida.
Viste un fantasma la interrumpi
Medivh, con tono autoritario y el
entrecejo fruncido. Viste un fragmento
de otro lugar. No os hubiera hecho dao.

Nunca lo hacen. Tu amigo aqu presente


seal a Khadgar tiene tendencia a
ver demonios donde no los hay. Eso me
preocupa un poco. Quiz podis intentar
no ver ninguno mientras limpiis. Hasta
que no acabis, no quiero que se me
moleste!
Y con eso, se fue. Moroes dej la
escoba y el recogedor en el suelo y lo
sigui.
Khadgar recorri con la mirada el
desastre que haba a su alrededor. All
haca falta algo ms que una escoba. Las
estanteras estaban cadas y en un par de
sitios se haban hecho pedazos, y los
libros estaban desparramados, algunos
con los lomos rotos y con las cubiertas

desgarradas. Poda haber sido una


visin perdida en el tiempo?
Lo que nos ha atacado no ha sido
una ilusin dijo Garona malhumorada.
Lo s respondi Khadgar.
Y por qu l no lo ve? pregunt
la semiorca.
Eso no lo s dijo el aprendiz. Y
me preocupa cul pueda ser la
respuesta.

CAPTULO
DOCE
La vida en tiempos de guerra

lo llev varios das poner de


nuevo la biblioteca en orden.

Casi todos los libros desperdigados


estaban al menos cerca de donde tenan
que estar, y los ejemplares ms raros,
ms mgicos y con trampas estaban en la
balconada superior y no haban sido
afectados por el jaleo. No obstante,
reconstruir algunas de las estanteras
llev su tiempo, y Garona y Khadgar
convirtieron los establos abandonados
en un improvisado taller de carpintera,
e intentaron restaurar (y en algunos
casos
sustituir)
las
estanteras
destrozadas.
Del demonio no haba quedado ni
rastro, excepto los daos. Las marcas de
garras seguan en la mesa, y las pginas
de El Linaje de los Reyes de Azeroth

estaban muy daadas y desgarradas,


como por unas enormes mandbulas. Y
sin embargo no haba ningn cuerpo,
ninguna sangre, ningn resto que dejar a
los pies de Medivh.
Quiz lo rescataron sugiri
Garona.
Estaba bastante muerto cuando lo
dejamos respondi Khadgar, que en
ese instante trataba de recordar si haba
puesto la posea pica en la estantera
de encima o en la de debajo de la poesa
romntica.
Algo rescat el cuerpo dijo
Garona. La misma persona que lo hizo
entrar lo hizo salir.
Y la sangre tambin le record

Khadgar.
Y la sangre tambin repiti la
semiorca. Quiz era un demonio
limpio.
La magia no funciona as dijo
Khadgar.
Quiz tu magia no, la magia que
has aprendido dijo Garona. Otra
gente puede tener otra magia. Los viejos
chamanes de los orcos tienen una forma
de hacer magia, los brujos que lanzan
conjuros tienen otra. Quiz es un conjuro
del que nunca has odo hablar.
No se limit a decir Khadgar.
Habra dejado alguna clase de rastro. Un
poco del conjurador tras de s. Alguna
energa residual que yo hubiera podido

sentir, incluso aunque no pudiera


identificarla. Los nicos conjuradores
que han actuado en la torre hemos sido
yo y el Magus. Eso lo s por mis
propios conjuros. Y comprob las
defensas. Medivh estaba en lo cierto,
todas estaban funcionando. Nadie
debera haber podido colarse en la
torre, ni mgicamente ni de otra forma.
Garona se encogi de hombros.
Pero en esta torre pasan cosas
raras, cierto? Podra ser que esas
reglas no se aplicaran aqu?
Esta vez le toc a Khadgar
encogerse de hombros.
Si es as, tenemos muchos ms
problemas de los que yo imaginaba.

La relacin de Khadgar con la


semiorca pareci ir mejorando a medida
que reparaban la biblioteca, y cuando le
daba la espalda o la tapaban las
estanteras, su voz sonaba casi humana.
Aun as, mantena el silencio sobre
quin la haba enviado, y Khadgar por
su parte se mantena atento. Llevaba la
cuenta de las referencias que usaba y las
preguntas que haca.
Tambin intent llevar el control de
cualquier comunicacin que ella hiciera,
hasta el punto de envolver las
habitaciones de los huspedes con su
propia telaraa de conjuros de deteccin
para que le informaran si sala de su
habitacin o mandaba algn mensaje. Si

lo haba hecho, sus mtodos haban


frustrado incluso los conjuros de
Khadgar, lo que en vez de tranquilizarlo
lo puso an ms nervioso. Si ella estaba
haciendo algo con el conocimiento que
haba adquirido, se lo callaba.
Y fiel a su palabra, Garona empez a
compartir sus conocimientos acerca de
los orcos. Khadgar empez a hacerse
una idea de su forma de gobierno
(basada en la fuerza y la habilidad
guerrera), al igual que de los diferentes
clanes. Una vez que se fue explayando,
la emisaria dej bien clara su opinin
acerca de varios clanes, a cuyos lderes
sola considerar unos necios zoquetes
que slo pensaban de dnde vendra su

prxima batalla. Mientras ella describa


la fragmentada nacin orca, la Horda,
Khadgar comprendi que all las
relaciones eran rpidamente mudables y
fluidas como mnimo.
Un gran bloque de la Horda era el
conservador clan Bleeding Hollow. Un
grupo poderoso con una larga historia de
conquistas, el clan haba perdido algo
de poder porque su viejo lder Kilrogg
Deadeye estaba cada vez menos
dispuesto a desperdiciar vidas en
combate. Garona explic que en la
poltica orca, los orcos que se van
haciendo mayores se van volviendo ms
pragmticos, lo que a menudo suele ser
confundido con cobarda por las

generaciones ms jvenes. Kilrogg ya


haba matado a tres de sus hijos y a dos
nietos que haban pensado que
gobernaran mejor el clan.
El clan conocido como Blackrock
pareca englobar otro buen trozo de la
Horda, y su jefe era Blackhand, quien
como principal argumento para ostentar
el liderazgo esgrima su capacidad para
aplastar a cualquier otro que quisiera el
ttulo. Un grupo del clan Blackrock se
haba escindido, se haban arrancado
todos un diente, y se hacan llamar Black
Tooth Grin. Qu gente tan encantadora.
Haba ms clanes: el Twilights
Hammer, que se regodeaba en la
destruccin, y el Burning Blade, que

pareca no tener lder y era una


agrupacin anrquica en el caos de la
Horda. Y clanes ms pequeos, como
los
Stormreavers,
que
estaban
encabezados por un brujo. Khadgar
sospechaba que Garona trabajaba para
alguien de los Stormreavers, aunque
slo fuera porque se quejaba de ellos
menos que de los dems.
Khadgar tom las notas que pudo y
las reuni en un informe para Lothar.
Cada vez llegaba un volumen ms
elevado de comunicados de todo
Azeroth, y ahora pareca que la Horda
se estaba expandiendo en todas
direcciones desde el Cenagal Negro.
Los orcos que hace un ao haban sido

considerados simples rumores ahora


eran omnipresentes, y el castillo de
Stormwind se estaba movilizando para
enfrentarse a la amenaza. Khadgar le
ocult a Garona las noticias que iban de
mal en peor, pero le comunic a Lothar
hasta el ltimo detalle que pudo
averiguar, incluso las rivalidades entre
los clanes y sus colores favoritos (el
clan Blackrock, por ejemplo, prefera el
rojo por algn motivo).
Khadgar tambin intent comunicar
lo que haba descubierto a Medivh, pero
el Magus se mostr sorprendentemente
desinteresado.
De
hecho,
las
conversaciones del Magus con Garona
ya no eran tan frecuentes como solan, y

en varias ocasiones Khadgar descubri


que Medivh haba abandonado la torre
sin avisarlo. Incluso cuando estaba
presente, Medivh pareca ms distante.
Ms de una vez Khadgar se lo haba
encontrado sentado en una de las sillas
del observatorio con la mirada perdida
en la noche de Azeroth. Ahora pareca
ms malhumorado, ms dispuesto a estar
en desacuerdo y menos a escuchar.
Su comportamiento hosco tambin
afectaba a los dems. Moroes lanzaba
largas y doloridas miradas a Khadgar
cuando sala de las habitaciones del
maestro. Y la propia Garona sac el
tema a colacin mientras revisaban los
mapas del mundo conocidos (que

estaban hechos en Stormwind, y por lo


tanto eran penosamente incompletos
incluso cuando se referan a Lordaeron).
Siempre es as? pregunt ella.
Tiene sus das respondi
Khadgar estoicamente.
S, pero cuando lo vi por primera
vez, pareca vivo, comprometido y
positivo. Ahora parece ms
Distrado?
Embotado dijo Garona con una
mueca de disgusto.
Khadgar no poda estar en
desacuerdo. Luego, por la tarde, le llev
al Magus una nueva tanda de mensajes
descifrados, todos con el sello prpura,
todos pidiendo ayuda contra los orcos.

Los orcos no son demonios dijo


Medivh. Son de carne y hueso, y por
ello deben ser preocupacin para los
guerreros, no para los magos.
Los mensajes son bastante
desesperados dijo Khadgar. Parece
que las tierras circundantes al Cenagal
Negro estn siendo abandonadas, y los
refugiados fluyen hacia Stormwind y
otras ciudades de Azeroth. Lo estn
pasando mal.
As que dependen de que el
Guardin cabalgue a su rescate. Ya es
bastante malo tener que dedicarme a
vigilar desde las atalayas del Averno
Astral en busca de demonios, y a cazar
los errores de esos aficionados. Ahora

tengo que rescatarlos de otras naciones?


Tendr luego que apoyar a Azeroth en
alguna
disputa
comercial
con
Lordaeron? Esas cuestiones no son
asunto nuestro.
Puede que no quede ningn
Azeroth sin tu ayuda. Lothar est
Lothar es un tonto murmur
Medivh. Una vieja gallina clueca que
ve amenazas por todas partes. Y Llane
es poco mejor, porque cree que nada
puede romper sus murallas. Y la Orden,
todos los poderosos magos, han luchado
y discutido y se han escupido
mutuamente tanto que ahora carecen del
poder para repeler a un nuevo invasor.
No, Joven Confianza, esto son minucias.

Incluso si los orcos triunfaran en


Azeroth, necesitaran un Guardin, y yo
estara aqu para ellos.
Maestro, eso es
Sacrilegio?
Blasfemia?
Traicin? El Magus suspir y se
pellizc el puente de la nariz. Quiz,
pero soy un hombre envejecido antes de
mi hora, y he pagado un alto precio por
un poder no deseado. Permteme
desvariar en contra de los relojes que
gobiernan mi vida. Vete. Ya volver a
tus historias trgicas por la maana.
Mientras cerraba la puerta, Khadgar
oy a Medivh que continuaba:
Estoy tan cansado de preocuparme
por todo Cundo podr preocuparme

por m mismo?
Los orcos han atacado Stormwind
dijo Khadgar. Haban pasado tres
semanas. Dej la carta en la mesa, entre
l y Garona.
La semiorca mir fijamente el sobre
con el sello rojo como si fuera una
serpiente venenosa.
Lo siento dijo por fin. Nunca
hacen prisioneros.
Esta vez los orcos fueron
rechazados dijo Khadgar. Hechos
retroceder por las tropas de Llane antes
de que llegaran a las puertas. Por las
descripciones parece que fueron los
clanes Bleeding Hollow de Kilrogg y
Twilighs Hammer. Aparentemente hubo

una descoordinacin entre las fuerzas


principales.
Garona solt un gruido como el
estornudo de un bulldog.
El Twilights Hammer nunca
debera haber sido usado para asaltar
una plaza fuerte. Lo ms posible es que
Kilrogg estuviera intentando diezmar a
un rival, y usara Stormwind como su
yunque.
As que incluso en mitad de un
ataque siguen luchando y traicionndose
ente ellos dijo Khadgar. Se preguntaba
si sus informes a Lothar le habran
proporcionado la informacin necesaria
para romper el asalto.
Garona se encogi de hombros.

Como los humanos hizo un gesto


a la pila de libros que haba en la mesa
de estudio. En tus historias hay
continuas justificaciones para todo tipo
de actos infernales. Pretensiones de
nobleza, herencia y honor para encubrir
el genocidio, el asesinato y la masacre.
Al menos la Horda es sincera en su
ambicin de poder. Creo que no hubiera
podido ayudarlos.
A los orcos o a Stormwind?
pegunt Khadgar.
A ninguno dijo Garona. No
saba nada de ningn ataque sobre
Stormwind, si es eso a lo que te refieres,
aunque cualquiera con dos dedos de
frente sabra que la Horda iba a atacar

el objetivo ms grande tan pronto como


fuera posible. Eso lo sabes por nuestras
charlas.
Tambin
sabes
que
retrocedern, se reagruparn, matarn a
algunos lderes y volvern con ms
gente.
Supongo que s dijo Khadgar.
Y ya le has mandado una carta al
campen en Stormwind a tal efecto
aadi Garona.
Khadgar pens que mantena el
rostro impasible, pero la emisaria de los
orcos sonri ampliamente.
S, lo has hecho.
Khadgar sinti cmo se le sonrojaba
el rostro, pero insisti.
Realmente la pregunta es: por qu

no has informado t a tus jefes?


La mujer de piel verde se recost en
el asiento.
Quin dice que no lo he hecho?
Yo dijo Khadgar. A menos que
seas mejor maga que yo.
Un pequeo temblor en la comisura
de la boca de Garona la traicion.
No has estado informando,
verdad? pregunt Khadgar.
Garona se mantuvo en silencio por
unos instantes, y Khadgar dej que el
silencio llenara la biblioteca.
Digamos que he tenido un
problema de lealtades enfrentadas dijo
ella al fin.
Pens que no tenas lealtades.

Garona lo ignor.
El que me mand aqu, quien me
orden que viniera, es un brujo llamado
Guldan. Conjurador. El lder de los
Stormreavers. Muy influyente en la
Horda. Muy interesado en los magos de
tu mundo.
Y los orcos tienen la tendencia a
atacar primero los objetivos ms
grandes dijo Khadgar.
Guldan dijo que Medivh era
especial. Qu conjuro secreto o qu
meditacin alimentada por hierbas us
para llegar a esa conclusin, lo ignoro.
Garona evit la mirada de Khadgar.
Me encontr varias veces con Medivh
ah fuera, y luego acordamos que

vendra aqu a la torre como emisario.


Se supona que deba intercambiar
informacin bsica e informar a Guldan
de todo lo que pudiera acerca de las
habilidades de Medivh. As que
estuviste en lo cierto desde el principio.
Yo estaba aqu como espa.
Khadgar se sent frente a ella.
No hubieras sido la primera
dijo. Y por qu no has informado?
Garona se mantuvo en silencio unos
instantes.
Medivh empez, pero se
detuvo. El Viejo otra pausa. Lo
descubri todo enseguida, por supuesto,
y aun as me dijo todo lo que yo quera
saber. Casi todo, al menos.

Lo s dijo Khadgar. Tuvo el


mismo efecto en m.
Garona asinti.
Al principio pens que estaba
siendo pomposo, seguro de su poder,
como algunos caudillos orcos que he
conocido. Pero hay algo ms. Es como
si l hubiera sentido que al darme la
informacin, eso me cambiara, y yo no
traicionara su confianza.
Confianza dijo Khadgar. Eso es
una cosa importante para Medivh.
Parece irradiarla. Cuando ests a su
lado, sientes que sabe lo que est
haciendo.
Exacto dijo Garona. Y los
orcos se sienten atrados de forma

natural hacia el poder. Supuse que


podra decirle a Guldan que me haba
hecho prisionera y no haba podido
informar, as que segu investigando y
lleg el momento
En que no queras verlo herido
acab Khadgar.
Como dira Moroes, sip dijo
Garona. Ha confiado mucho en m, y
tambin confa mucho en ti. Tras ver eso
tuyo de las visiones, se lo cont. Supuse
que era eso lo que haba atrado al
demonio contra nosotros. l me dijo que
lo saba y que no le preocupaba. Que
tenas una curiosidad natural y que eso
era bueno. Apoya a su gente.
Y no puedes hacerle dao a

alguien as dijo Khadgar.


Sip. Me hizo sentir humana. Y
llevaba mucho, mucho tiempo sin
sentirme humana. El Viejo, el Magus
Medivh, parece tener un sueo de algo
ms que una fuerza combatiendo a otra
por el dominio. Con su poder nos poda
haber destruido a todos, pero no lo ha
hecho. Pienso que cree en algo mejor. Y
yo tambin quiero creer en su sueo.
Los dos permanecieron un rato
sentados en silencio. En algn lugar en
la distancia, Moroes o Cocinas se
movan por el pasillo.
Y ltimamente dijo Garona,
ha estado antes as?
Sonaba como Lothar, intentando

preguntar sin parecer demasiado


preocupada. Khadgar neg con la
cabeza.
Siempre
ha
sido
errtico,
excntrico. Pero nunca lo he visto tan
deprimido.
Melanclico aadi Garona.
Indiferente. Hasta ahora siempre haba
supuesto que se pondra del lado del
reino de Azeroth. Pero si el mismo
Stormwind es atacado y sigue sin hacer
nada
Puede deberse a su entrenamiento
dijo Khadgar, escogiendo las palabras
con cuidado. No quera descubrirle la
Orden a Garona, independientemente de
los actuales sentimientos de ella. Tiene

que ver las cosas con perspectiva a


largo plazo, y a veces eso lo asla de los
dems.
Y supongo que se es el motivo de
que acoja descarriados dijo Garona.
Otro silencio. No lamento que
Stormwind repeliera a los invasores.
Uno no destruye algo como eso desde
fuera. Primero hay que hacer algo desde
dentro para debilitar las murallas.
Me alegro de que no ests all
como general dijo Khadgar.
Caudillo dijo Garona. Como
que me iban a dar la oportunidad
Hay algo dijo Khadgar, pero
se detuvo. Garona inclin su cabeza de
ancha mandbula hacia l.

Pareces alguien que est pidiendo


un favor dijo ella.
Nunca te he preguntado acerca de
nmeros de tropas, posiciones
Acerca de asuntos obvios de
espionaje.
Pero dijo Khadgar estaban
asombrados por la inmensa cantidad de
guerreros orcos que haba en el campo
de batalla. Los hicieron retroceder, pero
estaban sorprendidos de que los
pantanos del Cenagal Negro pudieran
contener tantos soldados. Incluso ahora
les preocupan las fuerzas que pudiera
haber ocultas en el pantano.
No s nada de los despliegues de
tropas dijo Garona. He estado aqu,

espindote. Te acuerdas?
Cierto. Pero tambin s que has
hablado de vuestro mundo de origen.
Cmo habis llegado aqu desde all?
Fue algn conjuro?
Garona se qued sentada en silencio
durante un momento, como si intentara
resolver algo en su mente. Khadgar
esper un comentario frvolo, o que
cambiase de tema, o que le respondiera
con otra pregunta.
Nuestro mundo se llama Draenor.
Es un mundo salvaje, lleno de tierras
baldas, riscos y maleza reseca.
Inhspito y tormentoso
Y tiene el cielo rojo.
Garona mir al joven mago.

Has hablado con otros orcos?


Prisioneros quiz? No saba que los
humanos tomaran prisioneros orcos.
No, una visin dijo Khadgar. El
recuerdo pareca tener media vida.
Como la que viste cuando nos
encontramos por primera vez. Fue la
primera vez que vi orcos. Recuerdo que
haba un nmero ingente de ellos.
Garona emiti un resoplido de
bulldog.
Tus visiones posiblemente revelan
ms de lo que t dices, pero te haces una
idea. Los orcos son fecundos, y son
normales las camadas grandes porque
muchos mueren antes de alcanzar la
edad de guerrero. Es una vida dura, y

slo los fuertes, los poderosos y los


listos sobreviven. Yo estaba en el tercer
grupo, pero segua siendo casi una
marginada, sobreviviendo lo mejor que
poda en la periferia del clan. En ese
momento los Stormreavers, al menos
cuando lleg la orden.
La orden?
Tenamos que ponernos en marcha,
cada guerrero y cada mano capaz.
Trabajadores y espaderos, a todos se les
ordenaba empaquetar sus armas,
herramientas y pertenencias y dirigirse
hacia la Pennsula del Fuego Infernal.
All, Guldan y otros poderosos brujos
haban erigido un portal. Un portal que
atravesaba el espacio entre los mundos.

Garona se chup un colmillo,


recordando. Era un dolmen, de piedras
que haban sido acarreadas all para
enmarcar una grieta en el espacio
mismo. Dentro de la grieta estaban los
colores de la oscuridad, un remolino
como aceite sobre un estanque
contaminado. Tuve la sensacin de que
la grieta haba sido abierta por unas
manos ms grandes, y de que los brujos
se haban limitado a contenerla. Muchos
de los guerreros ms endurecidos teman
el espacio que haba entre los pilares,
pero los caudillos y sus lugartenientes
hicieron vehementes discursos sobre lo
que se poda encontrar al otro lado. Un
mundo de riqueza, un mundo de

abundancia. Un mundo de criaturas


blandas
que
seran
fcilmente
dominadas. Todo esto prometieron.
Algunos siguieron resistindose. A unos
los mataron y a otros los obligaron a
cruzar con hachas apoyadas en la
espalda. A m me cogieron con un gran
grupo de trabajadores y me hicieron
atravesar el espacio entre los pilares.
Garona se call un instante. Se llama
el Averno Astral y, a la vez fue
instantneo y eterno. Parec caer para
siempre, y cuando sal a la extraa luz,
estaba en un enloquecido nuevo mundo.
Tras la promesa del paraso, el
Cenagal Negro tuvo que ser todo un
desengao aadi Khadgar.

Garona neg con la cabeza.


Fue una conmocin. Recuerdo que
se me encogi el corazn nada ms ver
este hostil cielo azul. Y la tierra,
cubierta de vegetacin hasta donde
abarcaba la vista. Algunos no pudieron
soportarlo y enloquecieron. Muchos se
unieron a los Burning Blade, los orcos
del caos que se agolpan bajo su
estandarte de color naranja chilln.
Garona se frot la mejilla. Tem,
pero sobreviv. Y descubr que mi
naturaleza mestiza me daba cierta
percepcin acerca de los humanos.
Formaba parte de un grupo que le tendi
una emboscada a Medivh. Mat a todos
los dems, pero a m me dej viva y me

mand de vuelta con un mensaje para el


brujo Guldan. Y tras algn tiempo,
Guldan me envi como espa, pero
descubr que tena dificultades para
traicionar los secretos del Viejo.
Lealtades divididas coment
Khadgar.
Pero para responder a tu pregunta
dijo Garona, no, no s cuntos clanes
han atravesado el oscuro portal desde
Draenor. Y no s cunto tardarn en
recuperarse. Y no s desde dnde vino
el portal. Pero t, Khadgar, puedes
descubrirlo.
Khadgar parpade.
Yo?
Tus visiones dijo Garona.

Pareces ser capaz de invocar a los


fantasmas del pasado, incluso de lugares
muy lejanos. Cuando te vi por primera
vez invocaste una visin de la madre de
Medivh. Era Stormwind donde
estbamos?
S dijo Khadgar. Y por eso sigo
creyendo que el demonio de la
biblioteca era real: no haba fondo en la
visin.
Garona desestim el comentario con
un gesto de la mano.
Pero puedes llamar esas visiones.
Puedes invocar el momento cuando se
cre la grieta. Puedes descubrir quin
trajo los orcos a Azeroth.
S dijo Khadgar. Y me apuesto

a que es el mismo mago o brujo que ha


estado desencadenando los demonios.
Tiene sentido que los dos estn
relacionados. Mir a Garona.
Sabes? No es una pregunta que yo me
hubiera hecho.
Yo te proporcionar las preguntas
dijo Garona muy complacida consigo
misma si t me proporcionas las
respuestas.

De nuevo el comedor vaco. El


siempre diligente Moroes haba barrido
el anterior crculo de conjuracin, y
Khadgar tuvo que volver a dibujarlo con
trazos de cuarzo rosa y amatista en

polvo. Garona coloc antorchas


encendidas en los soportes de las
paredes, y luego se puso de pie en el
centro del dibujo, junto a l.
Te aviso dijo el mago a la
semiorca: puede que no funcione.
Lo hars bien dijo Garona. Te
he visto hacerlo antes.
Posiblemente conseguir algo.
Slo que no s el qu. Khadgar hizo
los movimientos con las manos y enton
las palabras. Con Garona observndolo,
quera que todo le saliera bien. Al fin
liber la energa mstica de la jaula de
su mente. Mustrame el origen de la
grieta entre Draenor y Azeroth! grit.
Hubo un cambio de presin, en el

peso mismo del aire que los envolva.


Haca calor y era de noche, pero el cielo
nocturno al otro lado de la ventana
(porque ahora haba una ventana en la
habitacin) era rojo oscuro, del color de
la sangre vieja, coagulada, y slo unas
pocas y dbiles estrellas perforaban el
velo.
Era la habitacin de alguien,
posiblemente un jefe orco. Haba
alfombras de piel en el suelo y una gran
plataforma que serva de cama. Un
brasero bajo arda en el centro de la
habitacin. De las paredes de piedra
colgaban armas, y tambin haba una
pltora de armaritos. Uno estaba abierto
y mostraba una hilera de cosas en

conserva, algunas de las cuales puede


que hubieran pertenecido a seres
humanos o humanoides.
La figura de la cama se agit, se dio
la vuelta y se sent erguida de forma
sbita, como si se despertara de un mal
sueo. Mir fijamente la oscuridad, y su
rostro curtido y desgarrado por la guerra
se hizo visible. Incluso para lo normal
entre los orcos, era un feo representante
de la raza.
Garona dej escapar un gemido
entrecortado.
Guldan.
Khadgar asinti.
No debera verte dijo. As que
ste era el brujo que haba mandado a

Garona a espiar. Pareca tan de fiar


como una moneda de oro doblada. Por
el momento, se envolvi en sus pieles y
habl.
Sigo pudiendo verte dijo.
Aunque creo estar despierto. Quiz
estoy soando que estoy despierto. Ven,
criatura de los sueos.
Garona se aferr al hombro de
Khadgar, y ste pudo sentir cmo sus
afiladas uas se le clavaban en la carne.
Pero Guldan no les hablaba a ellos. Un
nuevo espectro apareci a la vista.
Era alto y ancho de hombros, ms
alto que cualquiera de los otros tres. Era
translcido,
como
si
tampoco
perteneciera aqu. Iba encapuchado y su

voz sonaba aflautada y distante. Aunque


la nica fuente de luz era el brasero, la
figura proyectaba dos sombras: una en
direccin opuesta a las llamas y la otra a
un lado, como si le diera la luz de una
fuente diferente.
Guldan dijo la figura. Quiero a
tu gente. Quiero tus ejrcitos. Quiero
que tu poder me ayude.
He llamado a mis espritus
protectores,
criatura
respondi
Guldan, y Khadgar pudo or temblar la
voz del orco. He llamado a mis brujos
y han retrocedido ante ti. He llamado a
mi gua mstico y no ha logrado
detenerte. Te apareces en mis sueos, y
ahora vienes como criatura de los

sueos a mi mundo. Quin y qu eres en


verdad?
Me temes dijo la alta figura, y
ante el sonido de su voz Khadgar sinti
cmo un escalofro le recorra la
espalda, porque no me comprendes.
Contempla mi mundo y comprende tu
miedo. Entonces no temers ms.
Y con eso la alta figura molde una
bola a partir del aire, tan ligera y
transparente como una pompa de jabn.
Flotaba, meda unos treinta centmetros
de dimetro y en su interior mostraba
una meseta de una tierra con el cielo
azul y campos verdes.
La figura de la capa le estaba
enseando Azeroth.

Luego vino otra burbuja, luego otra,


y luego una cuarta. Los campos de
cereal baados por el sol en verano. Los
pantanos del Cenagal Negro. Los
campos nevados del norte. Las brillantes
torres del castillo de Stormwind.
Y una burbuja que contena una torre
solitaria asentada en el interior de un
anillo de colinas, iluminada por la clara
luz de la luna. Le estaba enseando
Karazhan al hechicero orco.
Y hubo otra burbuja, una efmera,
que mostr una oscura escena muy por
debajo de las olas. Pareci ser un
pensamiento pasajero, uno que fue
rpidamente descartado. Pero Khadgar
capt la sensacin de poder. Haba una

tumba bajo las olas, una cripta, una que


bulla con poder como el latido de un
corazn. Estuvo ah por un instante, y
luego se fue.
Rene tus fuerzas dijo la figura
de la capa. Rene tus ejrcitos, tus
guerreros, tus trabajadores y tus aliados,
y prepralos para un viaje a travs del
Averno Astral. Prepralos bien, porque
todo esto ser tuyo cuando triunfes.
Khadgar movi la cabeza. La voz le
pic como un mosquito. Entonces se dio
cuenta de quin era y se vino abajo.
Guldan estaba de rodillas, con las
manos unidas ante s.
Lo har, porque tu poder es
supremo. Pero quin eres en realidad y

cmo llegaremos a este mundo?


La figura se llev la mano a la
capucha y Khadgar neg con la cabeza.
No quera verlo. Lo saba pero no
quera verlo.
Un rostro con profundas arrugas.
Cejas encanecidas. Ojos verdes que
resplandecan con saberes ocultos y con
algo peligroso. A su lado, a Garona se le
escap un grito ahogado.
Yo soy el Guardin le dijo
Medivh al brujo orco. Yo te abrir el
camino. Har pedazos el ciclo y ser
libre.

CAPTULO
TRECE
La segunda sombra

o! grit Khadgar, y la
visin se evapor al

instante. De nuevo estaban solos en


el comedor, en el centro de una
compleja matriz trazada con gata y
cuarzo rosa pulverizados.
Le temblaban las orejas y su campo
visual pareca cerrarse. Haba hincado
una rodilla, pero no se haba dado
cuenta de que se haba movido. Sobre
l, y a su izquierda, la voz de Garona
son muy baja, casi abogada.
Medivh susurr. El Viejo. No
puede ser.
Puede ser dijo Khadgar. Senta el
estmago como si fuera una serpiente
anudada que se estuviera desenroscando
bajo su piel. Su mente ya estaba
elucubrando,
y
aunque
deseaba

fervientemente negarlo, ya conoca el


resultado.
No dijo Garona lgubre. Debe
de ser un fallo. Una visin falsa. Fuimos
a buscar una cosa y encontramos otra.
Dijiste que ya ha pasado antes.
No as dijo Khadgar. Puede
que no se nos muestre lo que queremos,
pero siempre se nos muestra la verdad.
Quiz sea slo un aviso dijo la
semiorca.
Pero tiene sentido respondi
Khadgar, y en su voz estaba presente el
eco del pesar. Piensa en ello. se es el
motivo de que las defensas siguieran
intactas despus de que nos atacaran. l
ya estaba dentro de las defensas, e

invoc al demonio desde all.


No pareca l dijo Garona.
Quiz era una ilusin, alguna
falsificacin mgica. No pareca l.
Era l dijo el aprendiz mientras
se levantaba. Conozco la voz del
maestro. Conozco el rostro del maestro.
Con todos sus gestos y peculiaridades.
Pero era como si otra persona
vistiera esa cara dijo Garona. Algo
falso. Como si fuera un traje o una
armadura que alguien llevara puesta.
Khadgar mir a la semiorca. Le
temblaba la voz y las lgrimas se
empezaban a acumular en sus grandes
ojos. Ella quera creer. Realmente
quera creer.

Khadgar tambin quera creer.


Asinti lentamente.
Puede que fuera un truco. Puede
que fuera l. Poda estar engaando a
ese orco, convencindolo para que
viniera aqu. Podra ser una visin del
futuro?
Ahora fue el turno de Garona de
negar con la cabeza.
No. se era Guldan. Ya est aqu.
l nos hizo cruzar el portal. Eso era el
pasado, su primer encuentro. Pero para
qu querra Medivh traer los orcos a
Azeroth?
Eso explicara por qu no ha hecho
demasiado por oponerse a ellos dijo
Khadgar. Agit la cabeza, tratando de

desatascar los pensamientos que tena


alojados all. De repente haba muchas
cosas que empezaban a tener sentido.
Extraas desapariciones. Poco inters
en el creciente nmero de orcos. Incluso
haber trado un semiorco al castillo.
Observ a Garona y se pregunt
hasta dnde estara implicada en el plan.
Pareca completamente desconcertada
por las noticias, pero era una
conspiradora o un simple pen en el
juego de sombras chinescas que estaba
desarrollando Medivh?
Tenemos que descubrirlo se
limit a decir. Tenemos que descubrir
por qu estaba all. Qu estaba
haciendo. Es el Guardin, no

deberamos condenarlo por una sola


visin.
Garona asinti lentamente.
Vamos ahora a preguntarle?
Khadgar abri la boca para
responder, pero otra voz reson en el
pasillo.
Qu es todo este barullo? dijo
Medivh torciendo la esquina que daba a
la entrada del comedor.
A Khadgar se le hizo un nudo en la
garganta y se le sec.
El Magus estaba en el umbral de la
puerta, y Khadgar lo mir, buscando
algo en su forma de andar, en su aspecto,
en su voz. Algo que traicionara su
presencia. No haba nada. ste era

Medivh.
Qu
estis
organizando,
chiquillos? dijo el Magus, frunciendo
su canoso ceo.
Khadgar luch por encontrar una
respuesta, pero fue Garona la que habl.
El aprendiz me estaba mostrando
un conjuro en el que est trabajando.
Le tembl la voz.
Otra de tus visiones, Joven
Confianza? gru Medivh. Ya son
bastante malas por aqu sin necesidad de
que vengas t a invocar el pasado. Sal
de ah enseguida, tenemos trabajo que
hacer. Y t tambin, emisaria.
Su voz era comedida y comprensiva,
pero firme. La voz severa del sabio

mentor. Khadgar dio un paso al frente,


pero Garona lo agarr por el brazo.
Sombras sise.
Khadgar parpade y volvi a mirar
al Magus. Su rostro mostraba ahora
impaciencia, y desaprobacin. Sus
hombros seguan siendo anchos y se
mantena erguido a pesar de las
presiones que soportaba. Iba vestido con
una tnica que Khadgar le haba visto
llevar muchas veces antes.
Y tras l se proyectaban dos
sombras. Una directamente opuesta a la
antorcha y la otra, igualmente oscura, en
un ngulo extrao.
Khadgar dud y la desaprobacin de
Medivh se intensific, mientras una

tormenta se formaba en su rostro.


Qu pasa, Joven Confianza?
Deberamos limpiar todo esto
dijo Khadgar tratando de aparentar
buen humor. No quiero hacer que
Moroes trabaje demasiado. Ya te
alcanzaremos.
Discutir no forma parte de las
funciones de un aprendiz replic
Medivh. Ahora ven enseguida.
Nadie se movi.
Por qu no entra en la habitacin?
dijo Garona.
Eso digo yo, pens Khadgar.
Una pregunta, maestro.
Ahora qu? gru el archimago.
Por qu visitaste en sueos al

orco Guldan? dijo Khadgar sintiendo


cmo se le haca un nudo en la
garganta. Por qu mostraste a los
orcos cmo venir a este mundo?
La mirada de Medivh se pos en
Garona.
No saba que Guldan te hubiera
hablado de m. No me pareci que fuera
tan poco inteligente, ni un bocazas.
Garona dio un paso atrs, y esta vez
fue Khadgar quien la retuvo.
No lo saba, hasta ahora dijo
ella.
Eso no importa. Ahora venid aqu.
Los dos resopl Medivh.
Por qu mostraste a los orcos
cmo venir aqu? repiti Khadgar.

No discutas a tus superiores!


espet el mago.
Por qu trajiste a los orcos a
Azeroth? insisti Khadgar, ahora
suplicando.
Eso no es asunto tuyo, nio.
Vendrs aqu! Ahora! El rostro del
Magus estaba lvido y desencajado.
Con todo respeto, seor dijo
Khadgar, y sinti sus propias palabras
como si fueran pualadas, no, no ir.
Nio, te voy a tron Medivh
encolerizado, y mientras hablaba entr
en la habitacin.
En ese instante se desencaden una
lluvia de chispas que envolvi al
anciano mago en una lluvia de luz. El

brujo trastabill un paso hacia atrs, y


luego levant las manos y maldijo.
Qu? empez Garona.
Crculo de proteccin terci
Khadgar. Para mantener alejados a los
demonios invocados. El Magus no puede
cruzarlo.
Pero por qu si slo afecta a los
demonios? A menos Garona mir a
Khadgar.
No
dijo.
Podr
contenerlo el crculo?
Khadgar pens en una hebra de paja
sobre las defensas en la torre de
Stormwind, y en la energa que se estaba
liberando en la puerta. Neg con la
cabeza.
Es esto lo que le hiciste a Huglar

y Hugarin? le grit al Magus. Y a


Guzbah? Y a los otros? Descubrieron
la verdad?
Estaban ms lejos de la verdad que
t, hijo dijo el mago baado en luz con
los dientes apretados. Pero tena que
ser cuidadoso. Perdon tu curiosidad
por tu juventud, y pens que la lealtad
gru cuando las defensas mgicas se
le resistieron, que la lealtad an
importaba en este mundo.
Las
defensas
mgicas
resplandecieron cuando Medivh entr en
ellas, y Khadgar pudo ver cmo los
campos se distorsionaban alrededor de
las manos extendidas del Magus. El
parpadeo de las chispas pareci

prenderle fuego a la barba de Medivh, y


el humo se arremolinaba como si fueran
cuernos que le salan de la frente.
Y entonces a Khadgar se le cay el
alma a los pies, porque se dio cuenta de
que lo que estaba viendo era otra imagen
superpuesta a la del querido mago. La
imagen que perteneca a la segunda
sombra.
Va a pasar dijo Garona.
Khadgar apret los dientes.
S. Est dedicando una enorme
cantidad de energa a romper el crculo.
Puede hacerlo? pregunt la
semiorca.
Es el Guardin de Tirisfal dijo
Khadgar. Puede hacer lo que quiera.

Slo necesita tiempo.


Bueno. Podemos salir de aqu?
Ahora Garona estaba asustada.
Nuestro nico camino es a travs
de l dijo Khadgar.
Garona mir a su alrededor.
Entonces haz un agujero en una
pared. Una nueva salida.
Khadgar mir las paredes de piedra
de la torre, y neg con la cabeza.
Intenta algo!
Intentar esto dijo Khadgar.
Ante ellos entre el humo se cerna la
figura de Medivh, ahora ms alto y
envuelto en las chispas. Calmndose,
atrajo las energas mgicas hacia s.
Repiti los movimientos que haba

hecho slo minutos antes, y enton las


palabras ajenas a los hombres mortales,
y cuando hubo comprimido las energas
en una sola bola de luz, la liber.
Treme
una
visin dijo
Khadgar de alguien que haya
combatido antes a esta bestia!
Hubo un pequeo periodo de
desorientacin, y por un momento
Khadgar pens que el conjuro haba
fallado y los haba transportado al
observatorio, sobre la torre. Pero no,
ahora los rodeaba la noche y una
imperiosa y enfadada voz femenina
henda el aire.
Te atreves a pegarle a tu propia
madre? grit Aegwynn, con el rostro

lvido de ira.
Aegwynn estaba de pie en un
extremo de la plataforma del
observatorio, y Medivh en el otro. Era
Medivh como l lo conoca: alto,
orgulloso y aparentemente preocupado.
Ni ella ni el Medivh del pasado
prestaron atencin alguna a Khadgar o
Garona. Con un sobresalto, Khadgar se
dio cuenta de que la encarnacin
presente de Medivh tambin estaba all,
chisporroteando junto a una pared. La
pareja del pasado tambin lo ignoraba,
pero el Medivh del presente observaba
el espectculo que se desarrollaba ante
sus ojos.
Madre, pens que estabas histrica

dijo el Medivh del pasado.


Y que un rayo mstico me
devolvera la cordura? le espet la
anterior Guardiana. Khadgar vio que
ahora ella era mucho mayor. Su pelo
rubio era ya blanco, y tena patas de
gallo y pequeas arrugas en las
comisuras de los ojos. Aun as, mantena
la presencia de las encarnaciones
anteriores que l haba visto. Ahora
dijo ella responde a mi pregunta.
Madre, no ves bien las cosas se
defendi el Medivh del pasado.
Responde le espet Aegwynn
severamente. Por qu has trado a los
orcos a Azeroth?
No es raro que se picase tanto

cuando le preguntaste eso dijo Garona.


Khadgar la hizo callar y sigui
observando al Medivh del presente.
Haba dejado de presionar contra las
paredes de la defensa mgica, y su
rostro pareca haber perdido toda
emocin.
Madre? dijo el Medivh real. Su
rostro pareca crdulo.
No TIENES respuesta, no? dijo
Aegwynn. Ests jugando a algn
jueguecito. Algn reto para que Llane y
Lothar se entretengan con l? El poder
del Tirisfalen no es ningn juego, hijo.
Cada vez vienen ms orcos, y ya he odo
que han asaltado caravanas cerca del
Cenagal Negro. Un novato podra

rastrear tu portal, pero slo tu madre


podra reconocer el poder que lo
envolva. De nuevo, hijo, qu
explicaciones tienes que darme?
Khadgar se encogi bajo la
invectiva de la mujer, y casi esperaba
que el Medivh del pasado saliera
corriendo de la habitacin. Pero Medivh
lo sorprendi rindose a mandbula
batiente.
Te divierte la desaprobacin de tu
madre, hijo? dijo Aegwynn con
severidad.
No
respondi
Medivh
dedicndole una amplia sonrisa de
depredador. Pero la estupidez de mi
madre s que lo hace.

Khadgar mir al fondo de la


habitacin y vio cmo el Medivh del
presente flaqueaba ante el sonido de las
palabras de su encarnacin pretrita
Cmo te atreves? tron
Aegwynn levantando la mano.
Una esfera de resplandeciente luz
blanca brot de su palma y se dispar
contra el Medivh del pasado. El Magus
levant una mano y la desvi hacia un
lado con facilidad.
Me atrevo, madre dijo el
fantasma. Y tengo el poder para
hacerlo. El poder que t me otorgaste en
el momento de mi concepcin, un poder
que ni quera ni ped. Medivh hizo un
gesto y el piso superior se ilumin con

un rayo refulgente.
Aegwynn contuvo la energa, pero
Khadgar se dio cuenta de que haba
tenido que levantar ambas manos y haba
reculado un poco.
Pero por qu has trado los orcos
a Azeroth? sise la anciana. No
haba necesidad. Ests poniendo
poblaciones enteras en peligro. Y para
qu?
Para romper el ciclo, por supuesto
dijo el Medivh del pasado. Para
romper el universo mecnico que has
construido para m. Cada cosa en su
sitio, tu hijo incluido. Si t no podas
seguir como Guardin, lo hara tu
sucesor designado, concebido y criado,

pero quedara tan preso de este guin


como el resto de tus peones.
El Medivh del presente cay de
rodillas, con la mirada fija en la imagen
que haba ante l. Pronunciaba las
palabras que haba dicho su antiguo yo.
Garona tir a Khadgar de la manga,
y ste asinti. La pareja abandon el
corazn de las defensas y empez a
rodear la habitacin, tratando de
escabullirse de la presente encarnacin
del Magus.
Pero el riesgo, hijo dijo
Aegwynn.
Riesgo?
aull
Medivh.
Riesgo para quin? Para m no, no con
el poder del Tirisfalen a mi servicio.

Para el resto de la Orden? Se


preocupan ms por sus politiqueos
internos que por los demonios. Para las
naciones humanas? Gordas y felices,
protegidas de peligros que ni siquiera
conocen? Hay riesgo para alguien
realmente importante?
Ests jugando con fuerzas ms
grandes que t, hijo mo dijo
Aegwynn. Khadgar y Garona ya estaban
casi en la puerta, pero el Medivh del
presente estaba absorto en la visin.
Oh, por supuesto replic
gruendo el Magus del pasado. Pensar
que yo podra manejar poderes como
sos sera un pecado de soberbia. Como
pensar que podras enfrentarte a un

seor de los demonios y prevalecer.


Ya estaban detrs de Medivh, y
Garona fue a echar mano del cuchillo
que llevaba debajo de la blusa. Khadgar
detuvo su mano y le dijo que no con la
cabeza. Se escurrieron tras Medivh. En
los ojos del anciano empezaban a
formarse lgrimas.
Qu pasar si estos orcos
triunfan? dijo Aegwynn. Adoran a
dioses oscuros y sombras. Por qu les
entregas Azeroth?
Cuando triunfen dijo el Medivh
del pasado, me convertirn en su lder.
Ellos respetan la fuerza, madre, a
diferencia de ti y del resto de este
pattico mundo. Y gracias a ti yo soy la

cosa ms fuerte de este mundo. Y


romper los grilletes que t y otros ms
me habis puesto, y gobernar.
En la visin se hizo el silencio, y
Khadgar y Garona se quedaron quietos,
conteniendo la respiracin. Los
descubrira el Medivh del presente en el
silencio?
Pero Aegwynn, hablando desde el
pasado, tena captada toda su atencin.
T no eres mi hijo.
El Medivh del presente se cubri la
cara con las manos.
No dijo su versin del pasado.
Nunca he sido tu hijo. Al menos nunca
he sido verdaderamente tuyo.
Y el Magus del pasado ri. Fue una

risa grave y tronante que Khadgar haba


odo antes, en las estepas heladas la
ltima vez que estos dos haban
combatido.
Aegwynn pareca conmocionada.
Sargeras?
escupi,
al
reconocerlo finalmente. Yo te mat.
Mataste un cuerpo, bruja. Slo
mataste mi forma fsica! gru el
Medivh pretrito, y Khadgar ya poda
ver sobrepuesta la imagen del segundo
ser, la sombra alternativa que lo
consuma. Una criatura de sombra y
llama, con una barba de fuego y grandes
cuernos de azabache. La mataste y la
escondiste en una tumba bajo el mar.
Pero yo estaba dispuesto a sacrificarla

para obtener un premio mayor.


Muy a su pesar, Aegwynn se llev la
mano al estmago.
S, madre querida dijo el Medivh
del pasado, mientras las llamas laman
su barba y el humo formaba cuernos en
su frente. Era Medivh, pero tambin
Sargeras. Me escond en tu vientre y
pas a las durmientes clulas de tu hijo
nonato. Un cncer, una afliccin, un
defecto de nacimiento que t nunca
sospecharas. Matarte era imposible;
seducirte; poco probable. As que me
convert en tu heredero.
Aegwynn grit una maldicin y
levant las manos, moldeando su ira en
palabras que no estaban hechas para la

voz humana. Un rayo de centelleante


energa irisada golpe de lleno en el
pecho de la criatura que era
Medivh/Sargeras.
El fantasma del pasado recul un
paso, luego otro y luego levant una
mano y atrap la energa dirigida contra
l. La habitacin apest a carne
quemada y Sargeras/Medivh gru y
escupi. Invoc uno de sus propios
conjuros y Aegwynn sali despedida a
travs de la habitacin.
No puedo matarte, madre le
espet la forma demonaca. Una parte
de m me impide hacerlo. Pero te
quebrar. Te quebrar y te desterrar, y
para cuando te hayas recuperado, para

cuando hayas vuelto de donde voy a


mandarte, esta tierra ser ma. Esta
tierra y el poder de la Orden de Tirisfal!
En el presente, Medivh aull como
un alma en pena, gritando a los cielos,
pidiendo un perdn que no iba a llegar
nunca.
sta es la nuestra dijo Garona
tirndole de la tnica a Khadgar.
Largumonos mientras podamos.
Khadgar dud un momento, y luego
la sigui por las escaleras.
Bajaron los escalones de tres en
tres, y casi chocaron con Moroes.
Excitados
observ
tranquilamente. Problemas?
Garona pas como una exhalacin

junto al senescal, pero Khadgar agarr


al anciano.
El maestro se ha vuelto loco le
dijo.
Ms de lo normal? replic
Moroes.
No es ninguna broma dijo
Khadgar, y entonces se le iluminaron los
ojos. Tienes el silbato de invocar
grifos?
El criado mostr un trozo de metal
tallado.
Quieres que invoque?
Yo lo har dijo Khadgar
cogiendo el objeto de sus manos y
partiendo a toda prisa tras Garona.
Vendr por nosotros, pero ms vale que

t corras tambin. Coge a Cocinas y


huid tan lejos como podis.
Y con esto Khadgar se perdi de
vista.
Huir? dijo Moroes a la figura
del aprendiz que se alejaba; luego
resopl. Y a dnde iba a ir?

CAPTULO
CATORCE
Huida

levaban
recorridos
varios
kilmetros cuando el grifo

empez a descontrolarse. Slo una


bestia haba respondido a la llamada de
Khadgar, y se haba encabritado cuando
Garona se le acerc. Slo por pura
fuerza de voluntad haba conseguido el
joven mago que el grifo aceptase la
presencia de la semiorca. Pudieron or a
Medivh gritando y maldiciendo hasta
mucho despus de dejar el anillo de
colinas. Dirigieron al grifo hacia
Stormwind, y Khadgar hundi los
talones con fuerza en los flancos del
mismo.
Haban ido a buena velocidad, pero
ahora el grifo empezaba a rebelarse,
tratando de zafarse de las riendas,
tratando de volver a las montaas.

Khadgar intent dominar a la bestia,


mantenerla en el rumbo, pero cada vez
estaba ms agitada.
Qu pasa? le pregunt Garona
desde detrs.
Medivh lo est llamando de vuelta
dijo Khadgar. Quiere volver a
Karazhan.
Khadgar luch con las riendas,
incluso prob el silbato, pero al final
tuvo que admitir su derrota. Hizo
descender al grifo sobre un cerro bajo y
pelado y desmont despus que Garona.
Tan pronto como l hubo tocado el
suelo, el grifo volvi a levantarse,
batiendo las alas contra el cielo que se
oscureca, volando para responder a la

llamada de su amo.
Crees que nos seguir? pregunt
Garona.
No lo s dijo Khadgar. Pero no
quiero estar aqu si lo hace. Iremos
hacia Stormwind.
Avanzaron a duras penas durante la
mayor parte de la tarde y de la noche,
hasta que encontraron un camino de
tierra, y se pusieron a seguirlo en la
direccin aproximada de Stormwind. No
hubo una persecucin inmediata ni luces
extraas en el cielo, y antes del
amanecer
la
pareja
descans
brevemente, acurrucada bajo un gran
cedro.
No vieron a nadie vivo en todo el

da siguiente. Haba casas quemadas


hasta los cimientos, y montones de tierra
removida que marcaban familias
completas enterradas. Los carromatos
volcados y destrozados eran comunes, al
igual que grandes pilas de cenizas.
Garona indic que as era como se
ocupaban los orcos de sus muertos,
despus de saquear los cadveres.
Los nicos animales que vieron
estaban
muertos:
unos
cerdos
destripados junto a una granja saqueada
y los restos esquelticos de un caballo,
devorado excepto por la cabeza
horrorizada y retorcida. Avanzaban en
silencio de una granja arrasada a otra.
Tu gente ha sido concienzuda

dijo por fin Khadgar.


Es una fuente de orgullo para ellos
respondi Garona lgubremente.
Orgullo? dijo Khadgar mirando
a su alrededor. Orgullo en la
destruccin? En el saqueo? Ningn
ejrcito humano, ninguna nacin humana
lo quemara todo a su paso o matara a
los animales as porque s.
sa es la costumbre orca asinti
Garona. No dejan nada en pie que sus
enemigos puedan usar contra ellos. Si no
le encuentran un uso inmediato, como
comida, alojamiento o botn, entonces le
prenden fuego. Las fronteras de los
clanes orcos suelen ser lugares baldos,
puesto que los clanes tratan de negarles

recursos a los dems.


Khadgar neg con la cabeza.
Esto no son recursos dijo
enfadado, son vidas. Esta tierra fue
una vez verde y frondosa, con campos y
bosques. Ahora es una desolacin. Mira
esto! Puede haber alguna paz entre
humanos y orcos?
Garona no dijo nada. Ese da
continuaron en silencio, y acamparon en
las ruinas de una posada. Durmieron en
habitaciones separadas, l en los restos
del saln principal y ella ms atrs, en
la cocina. l no sugiri que se quedaran
juntos, ni ella tampoco.
A Khadgar lo despertaron los
gruidos de su propio estmago. Haban

huido de la torre con poco ms que lo


puesto, y excepto por algunas bayas y
nueces que haban recogido, llevaban un
da sin comer.
El joven mago se extrajo de la pila
de paja hmeda por la lluvia que le
haba servido de cama, y sus
articulaciones protestaron. No haba
acampado a cielo abierto desde su
llegada a Karazhan, y se senta bajo de
forma. El miedo del da anterior haba
desaparecido por completo, y dudaba
acerca de su prximo movimiento.
Se supona que su destino era
Stormwind, pero cmo introducira a
alguien como Garona en la ciudad?
Quiz pudiera encontrar algo para

disfrazarla. Ni siquiera saba si ella


quera venir. Ahora que estaba libre de
la torre, quiz sera mejor para ella
volver con Guldan y el clan
Stormreaver.
Algo se movi junto al lado
derrumbado del edificio. Posiblemente
Garona. Tena que tener tanta hambre
como l. No se haba quejado, pero l
supuso por los restos que dejaban tras
ellos que los orcos necesitaban mucha
comida para mantenerse en forma.
Khadgar se levant, se quit las
telaraas de la mente y se asom por los
restos de una ventana para preguntarle si
quedaba algo en la cocina.
Y se encontr de frente con el filo de

una enorme hacha de doble hoja,


apoyada contra su cuello.
Al otro extremo del hacha se hallaba
el rostro verde jade de un orco. Un orco
de verdad. Khadgar no se haba dado
cuenta hasta ahora de lo acostumbrado
que estaba a la cara de Garona, tanto
que la ancha mandbula y la frente
inclinada lo impresionaron.
Qpaza? gru el orco.
Khadgar levant poco a poco las dos
manos, mientras llamaba mentalmente a
las energas mgicas. Un conjuro
sencillo, lo suficiente para apartar a la
criatura, coger a Garona y salir
corriendo.
A menos que Garona los hubiera

trado hasta all, se le ocurri


sbitamente.
Dud, y eso fue suficiente. Oy algo
tras l, pero no logr darse la vuelta
antes de que algo grande y pesado
cayera sobre su nuca.
No debi de estar inconsciente
mucho tiempo, el justo para que se
colaran en la habitacin media docena
de orcos y empezaran a rebuscar entre
los restos con sus hachas. Llevaban
brazaletes verdes. El clan Bleeding
Hollow, le dijo su memoria. Se movi
un poco, y el primer orco, el del hacha
de doble hoja, se volvi hacia l.
Ndestnlazcozaz? dijo el orco.
Ndelazcondo?

Qu? pregunt Khadgar, sin


saber si era la voz del orco o sus
propios
odos
lo
que
estaba
distorsionando el idioma.
Tuz czaz dijo el orco ms
lentamente. Tuz czaz. No llvaz nada.
Dnde laz haz meto?
No hay cosas. Las perd antes. No
cosas dijo Khadgar sin pensar.
Entnzez muerez gru el orco, y
levant el hacha.
No grit Garona desde las ruinas
de la puerta. Pareca haber pasado una
mala noche, pero llevaba un par de
conejos colgando de una tira de cuero en
el cinturn. Haba salido a cazar.
Khadgar se sinti avergonzado por sus

anteriores pensamientos.
Largo, meztiza resopl el orco.
No ez azunto tuyo.
Vas a matar mi propiedad, eso
hace que sea asunto mo dijo Garona.
Propiedad?, pens Khadgar, pero
contuvo la lengua.
Propdaz? cece el orco. Y
t quin rez pa tener propdaz?
Soy Garona Semiorcen gru la
mujer, contorsionando su rostro en una
mscara de furia. Sirvo a Guldan,
brujo del clan Stormreaver. Daad mi
propiedad y tendris que enfrentaros a
l!
El orco volvi a resoplar.
Stormreaver? Bah! He odo que

zon un clan de debilchoz que ze dejan


avazallar por zu brujo.
Garona le dirigi una mirada
acerada.
Lo que yo he odo es que el clan
Bleeding Hollow no logr apoyar al
clan Twilight Hammer en el reciente
ataque a Stormwind, y que los dos
clanes fueron rechazados. He odo que
los humanos os apalearon en una pelea
justa. Es eso cierto?
Ezo no viene al cazo dijo el orco
del Bleeding Hollow. Tenan caballoz.
Quiz yo pueda dijo Khadgar,
tratando de incorporarse.
Al suelo, esclavo! grit Garona
abofetendolo y lanzndolo hacia

atrs. Habla cuando se te hable, no


antes!
El cabecilla orco aprovech la
oportunidad para dar un paso adelante,
pero tan pronto como Garona hubo
acabado se gir de nuevo y apunt con
una daga de hoja larga al vientre del
orco. Los otros se apartaron de la pelea
que se estaba fraguando.
Me disputas la propiedad?
gru Garona, con fuego en los ojos y
los msculos tensos para atravesar la
armadura de cuero con su hoja.
Por unos momentos se hizo el
silencio. El orco del clan Bleeding
Hollow mir a Garona, mir a Khadgar
y volvi a mirar a Garona. Resopl.

Primero ve a buzcar algo por lo


que valga la pena luchar, meztiza!
Y con esto el cabecilla orco
retrocedi. Los otros se relajaron y
empezaron a salir del saln en ruinas.
Para qu querr un ezclavo
humano? le pregunt uno de sus
subordinados mientras salan del
edificio.
El jefe orco dijo algo que Khadgar
no pudo or.
Ezo ez azquerozo! grit el
subordinado desde fuera.
Khadgar trat de levantarse, pero
Garona le hizo un gesto con la mano
para que permaneciera en el suelo. Muy
a su pesar, Khadgar retrocedi.

Garona fue hasta la ventana vaca,


observ por ella unos instantes y luego
volvi hasta donde estaba Khadgar
apoyado contra la pared.
Creo que se han ido dijo por
fin. Tema que volvieran para ajustar
las cuentas. Posiblemente el jefe sea
desafiado esta noche por sus
subordinados.
Khadgar se toc el lado inflamado
de la cara.
Estoy bien, gracias por preguntar.
Paliducho idiota! Garona movi
la cabeza. Si no te hubiera pegado, el
cabecilla orco te habra matado y luego
habra venido por m por no haberte
sabido controlar.

Khadgar dej escapar un hondo


suspiro.
Lo siento, tienes razn.
Tienes razn en que tengo razn
dijo Garona. Te mantuvieron vivo el
tiempo justo para que yo llegara porque
pensaron que tendras algo escondido en
la posada. Que no seras tan estpido
como para estar en mitad de una zona de
guerra sin equipo.
Tenas que pegarme tan fuerte?
pregunt Khadgar.
Para convencerlo? S. Y no es que
lo haya disfrutado. Le lanz ambos
conejos. Aqu tienes. Despelljalos y
pon el agua a hervir. An quedan ollas y
algunos tubrculos en la cocina.

A pesar de lo que les hayas dicho a


tus amigos dijo Khadgar, no soy tu
esclavo.
Garona solt una risita.
Por supuesto. Pero yo he cogido el
desayuno. A ti te toca guisarlo!
El desayuno consisti en un sabroso
estofado de liebre con patatas sazonado
con especias, que Khadgar haba
encontrado en lo que quedaba del jardn
de la cocina, y setas que Garona haba
recogido en el bosque. Khadgar
comprob las setas para ver si alguna de
ellas era venenosa. Ninguna lo era.
Los orcos usan a sus nios como
catadores
dijo
Garona.
Si
sobreviven, saben que es bueno para el

grupo.
Se pusieron de nuevo en marcha, en
direccin a Stormwind. De nuevo, los
bosques estaban sobrecogedoramente
silenciosos, y todo lo que encontraron
fueron restos de la guerra.
En torno a medioda, volvieron a
encontrarse a los orcos del clan
Bleeding Hollow. Estaban en un amplio
claro alrededor de una atalaya en ruinas,
todos bocabajo. Algo grande, pesado y
afilado haba atravesado por detrs sus
armaduras, y a varios les faltaba la
cabeza.
Garona se movi rpidamente de
cuerpo en cuerpo, recuperando equipo
til. Khadgar observaba el horizonte.

Vas a ayudar? le grit Garona.


Enseguida
dijo
Khadgar.
Quiero asegurarme de que lo que sea
que mat a nuestros amigos no sigue por
aqu.
Garona observ el permetro del
claro, y luego mir al cielo. Arriba no
haba ms que unas nubes bajas
moteadas de negro.
Y bien? dijo ella. No oigo
nada.
Ni los orcos tampoco, hasta que
fue demasiado tarde respondi
Khadgar unindose a ella junto al cuerpo
del cabecilla orco. Les alcanzaron por
detrs, mientras corran, y fue un
atacante ms alto que ellos. Seal

unas huellas de cascos que haba en el


suelo. Eran de caballos pesados, con
herraduras de hierro. Caballera.
Caballera humana.
Garona asinti.
As que al menos nos estamos
acercando. Coge lo que puedas.
Podemos usar sus raciones; son
espantosas pero nutritivas. Y coge un
arma, al menos un cuchillo.
Khadgar mir a Garona.
He estado pensando
Garona se ri.
Me pregunto cuntos desastres
humanos han comenzado por esa frase.
Estamos dentro del alcance de las
patrullas
de
Stormwind
dijo

Khadgar. No creo que Medivh nos est


siguiendo, al menos directamente. As
que quiz deberamos separarnos.
Ya lo he pensado dijo Garona
mientras registraba la mochila de uno de
los orcos, y sac primero una capa y
luego un paquetito envuelto en tela.
Abri el paquete y extrajo yesca,
pedernal y un vial de un lquido
aceitoso. Un equipo para prender
fuego explic. Los orcos adoran el
fuego, y esto sirve para que las cosas
ardan rpido.
As que crees que deberamos
separarnos dijo Khadgar.
No dijo Garona. Dije que lo
haba pensado. El problema es que

nadie controla esta zona, ni los humanos


ni los orcos. Podras avanzar cincuenta
metros y cruzarte con otra patrulla del
clan Bleeding Hollow, y yo podra caer
en una emboscada de tus amiguitos de la
caballera. Si los dos estamos juntos
tendremos ms posibilidades de
sobrevivir. Uno ser el esclavo del otro.
Prisionero dijo Khadgar. Los
humanos no tienen esclavos.
S que los tenis dijo Garona.
Slo que los llamis de otra forma. As
que deberamos permanecer juntos.
Y eso es todo?
Casi todo dijo Garona. Adems
est el pequeo detalle de que llevo
algn tiempo sin informar a Guldan.

Cuando me lo cruce, le explicar que


estuve prisionera en Karazhan, y que
debera haber sido ms listo y no haber
mandado a uno de sus seguidores a una
trampa.
Se lo creer? dijo Khadgar.
No estoy segura de que lo haga
dijo Garona. Y sa es otra razn para
quedarme contigo.
Podras comprar mucha influencia
con lo que has descubierto dijo
Khadgar.
Garona asinti.
S, si no me parten la cabeza con
un hacha antes de que pueda decir nada.
No, por el momento me arriesgar con
los paliduchos. Ahora, necesito una

cosa.
Qu?
Necesito reunir los cuerpos, y
apilar arbustos y ramas sobre ellos.
Podemos dejar lo que no queramos, pero
debemos quemar los cuerpos. Es lo
menos que podemos hacer.
Khadgar frunci el ceo.
Si la caballera pesada sigue en la
zona, la columna de humo los atraer
enseguida.
Lo s dijo Garona recorriendo
con la mirada los restos de la patrulla.
Pero debemos hacerlo. Si encontrramos
soldados humanos muertos en una
emboscada, no querras enterrarlos?
Khadgar apret los labios en una

expresin sombra, pero no dijo nada.


En su lugar, fue a coger al orco que
estaba ms alejado y lo arrastr hasta
los restos de la atalaya. En menos de una
hora, haban despojado los cuerpos y les
haban prendido fuego.
Ahora deberamos irnos dijo
Khadgar mientras Garona vea ascender
el humo.
No atraer esto a los jinetes?
dijo Garona.
S dijo Khadgar. Y tambin
mandar un mensaje; que aqu hay orcos.
Orcos que se sienten lo bastante seguros
para quemar los cuerpos de sus
camaradas.
Preferira
tener
una
oportunidad para explicarme de cerca

antes que enfrentarme a un caballo de


guerra a la carga, gracias.
Garona asinti, y con las capas
robadas
ondeando
tras
ellos,
abandonaron la atalaya en llamas.
Garona haba dicho la verdad en
cuanto a que la versin orca de las
raciones de campaa eran un espantoso
mejunje de sirope endurecido, frutos
secos y lo que Khadgar juraba que era
rata hervida. Aun as, les permitan
seguir adelante y avanzaban a buen
ritmo.
Pasaron dos das y el paisaje se
abri a anchos campos donde ondulaba
el cereal. No obstante, la tierra estaba
igual de desolada, los establos vacos y

las casas en ruinas. Encontraron varias


marcas de hogueras de funerales orcos,
y un creciente nmero de sitios donde la
tierra haba sido removida, marcando el
fallecimiento de familias y patrullas de
humanos.
De todas formas, avanzaban pegados
a los setos y las vallas siempre que
podan. El terreno ms abierto les
facilitaba ver cualquier tropa, pero los
dejaba ms expuestos. Se ocultaron
dentro de una granja casi intacta
mientras un pequeo ejrcito orco
avanzaba por las inmediaciones.
Khadgar observ cmo avanzaba la
columna de unidades. Guerreros, jinetes
montados en grandes lobos y catapultas

adornadas
con
imaginativas
decoraciones de calaveras y dragones. A
su lado, Garona vea avanzar la
procesin.
Idiotas dijo.
Khadgar le dirigi una mirada
interrogativa.
No pueden ir ms expuestos
explic ella. Nosotros podemos
verlos, y los paliduchos tambin. Esta
panda
no
tiene
un
objetivo,
sencillamente estn recorriendo el
campo en busca de pelea. En busca de
una muerte honorable en combate.
Mene la cabeza.
No tienes muy buena opinin de tu
gente dijo Khadgar.

Ahora mismo no tengo muy buena


opinin de ninguna gente. Los orcos me
han desheredado, los humanos me
matarn y el nico humano en el que
confiaba ha resultado ser un demonio.
Bueno, estoy yo dijo Khadgar,
tratando de no parecer ofendido.
Garona hizo una mueca.
S, ests t. Eres humano y confo
en ti. Pero pens, realmente pens, que
Medivh iba a marcar la diferencia.
Poderoso, importante y dispuesto a
parlamentar. Sin prejuicios. Pero me
enga a m misma. No es ms que otro
loco. Quiz se sea mi lugar, trabajar
para los locos. Quiz no soy ms que
otro pen en el juego. Cmo lo llamaba

Medivh? Los implacables engranajes


del universo?
Tu papel dijo Khadgar, es el
que t elijas. Medivh tambin quiso eso
siempre.
Crees que estaba cuerdo cuando
lo dijo? pregunt la semiorca.
Khadgar se encogi de hombros.
Tan cuerdo como poda estar. Creo
que lo estaba, y parece que t tambin
quieres creerlo.
Sip dijo Garona. Todo era tan
sencillo cuando trabajaba para Guldan
Sus ojos y odos. Ahora no s quin
tiene la razn y quin no. Qu pueblo es
mi pueblo? Ambos? Al menos t no
tienes que preocuparte por las lealtades

divididas.
Khadgar no dijo nada y volvi la
mirada hacia el crepsculo. En algn
punto del horizonte, el ejrcito orco se
haba encontrado con algo. En el filo del
mundo en esa direccin poda verse el
tenue fulgor del falso amanecer,
marcado por los reflejos de repentinos
destellos en las nubes, y los ecos de los
tambores de guerra y de la muerte
retumbaban como el trueno distante.
Pasaron dos das. Ahora avanzaban
por ciudades y mercados abandonados.
Los edificios estaban ms enteros, pero
tambin desiertos. Haba seales de
habitacin reciente, tanto por soldados
humanos como orcos, pero ahora los

nicos moradores eran fantasmas y


recuerdos.
Khadgar se col en una tienda que
pareca prometedora y, aunque los
estantes haban sido vaciados por
completo, todava quedaba madera para
la chimenea y haba patatas y cebollas
en un cubo en el stano. Cualquier cosa
sera mejor que las raciones de viaje de
los orcos.
Khadgar prepar el fuego y Garona
se llev un cubo hasta un pozo cercano.
Khadgar pensaba acerca del siguiente
paso.
Medivh era un peligro, quiz un
peligro ms grande que los orcos. Se
podra razonar con l ahora?

Convencerlo para cerrar el portal? O


era demasiado tarde?
Slo la informacin de que haba un
portal ya era una buena noticia. Si los
humanos podan localizarlo, o incluso
cerrarlo, dejaran a los orcos aislados
en este mundo. Les impediran recibir
refuerzos de Draenor.
Al aprendiz lo sac de sus
pensamientos un jaleo afuera. El choque
de metal contra metal. Voces humanas,
gritando.
Garona susurr Khadgar, y se
dirigi hacia la puerta.
Se los encontr junto al pozo. Una
patrulla de unos diez soldados de
infantera, vestidos con la librea azul de

Azeroth y las espadas desenvainadas.


Uno de ellos se agarraba un brazo que le
sangraba, pero otra pareja retena a
Garona, cogindola uno por cada brazo.
Su daga de hoja larga estaba en el suelo.
Mientras Khadgar torca la esquina, el
sargento la abofeteaba con un guantelete
de cota de mallas.
Dnde estn los dems? gru.
De la boca de la semiorca sala un
hilillo de sangre morada negruzca.
Dejadla en paz! grit Khadgar.
Sin pensar, atrajo las energas hacia su
mente y lanz un rpido conjuro.
Una luz brillante brot de la cabeza
de Garona, un sol en miniatura que cogi
desprevenidos a los humanos. Los dos

infantes que la tenan la soltaron, y la


mujer cay al suelo. El sargento levant
la mano para protegerse los ojos, y el
resto de la patrulla qued lo bastante
sorprendido como para que Khadgar
estuviera entre ellos y junto a Garona en
cuestin de segundos.
Msorprdieron murmur Garona
a travs de un labio roto. Deja que
recupere el aliento.
Qudate en el suelo le dijo
Khadgar en voz baja. Est usted a
cargo de esta chusma? le ladr al
sargento que an parpadeaba.
La mayora de los infantes ya se
haba recuperado, y tenan las espadas
dispuestas. Los dos que estaban cerca de

Garona haban retrocedido un paso, pero


la observaban a ella, no a Khadgar.
Quin eres para interferir con el
ejrcito? escupi el sargento.
Sacadlo de aqu, chicos!
Alto! avis Khadgar, y los
soldados, que ya haban experimentado
sus conjuros una vez, slo avanzaron un
paso. Soy Khadgar, aprendiz del
Magus Medivh, amigo y aliado de
vuestro rey Llane. Tengo asuntos que
tratar con l. Conducidnos enseguida a
Stormwind.
El sargento se carcaje.
Seguro que s, y yo soy Lord
Lothar. Medivh no tiene aprendices.
Incluso yo lo s. Y quin es tu cariito

aqu presente?
Es Khadgar dud unos
instantes. Mi prisionera. La llevo a
Stormwind para interrogarla.
Vaya gru el sargento. Pues
mira, chico, hemos encontrado a tu
prisionera aqu fuera, armada, y t no
estabas a la vista. Dira que tu
prisionera se escap. Qu pena que la
orca prefiriera morir a rendirse.
No la toquis! dijo Khadgar
levantando la mano. El fuego danz
entre sus dedos doblados.
Ests tonteando con tu propia
muerte gru el sargento. En la
distancia, Khadgar pudo or las pesadas
pisadas de caballos. Refuerzos. Pero

estaran ms dispuestos a escuchar a


una semiorca y a un mago que esta
panda?
Comete usted un grave error, seor
dijo Khadgar, manteniendo la voz
serena.
Mantente fuera de esto, chico le
orden el sargento. Coged a la orca.
Matadla si se resiste!
Los infantes dieron otro paso al
frente, y los que estaban ms cerca de
Garona se agacharon para volver a
agarrarla. Ella intent escurrirse y uno
la pate con una pesada bota.
Khadgar contuvo las lgrimas y
lanz el conjuro contra el sargento. Una
bola de fuego lo golpe en una rodilla.

El sargento aull y cay al suelo.


Ahora parad esto sise Khadgar.
Matadlos! grit el sargento con
los ojos desencajados de dolor.
Matadlos a los dos!
Alto! lleg otra voz ms grave y
profunda, amortiguada por un gran
yelmo. Los jinetes haban llegado a la
plaza del pueblo. Eran unos veinte, y a
Khadgar se le vino el alma a los pies.
Eran ms de los que poda encargarse
Garona. Su lder iba ataviado con una
armadura completa y una celada.
Khadgar no poda verle el rostro.
El joven aprendiz se adelant a toda
prisa.
Seor dijo. Detened a esos

hombres. Soy el aprendiz del Magus


Medivh.
S
quien eres
dijo
el
comandante. Deponed las armas!
orden. Mantened vigilada a la orca
pero soltadla!
Khadgar trag saliva.
Tengo una prisionera e informacin
importante para el rey Llane. Necesito
ver a Lord Lothar enseguida!
El comandante se levant el visor de
la celada.
Y lo vers, chaval dijo Lothar.
Y lo vers.

CAPTULO
QUINCE
Bajo Karazhan

a discusin en el castillo de
Stormwind no haba ido bien, y

ahora se encontraban volando en


crculos a lomos de un grifo alrededor
de la torre de Medivh. Bajo ellos, a la
luz del crepsculo, Karazhan se ergua
grande y vaca. No brillaban luces en
ninguna de sus ventanas, y el
observatorio que haba en la parte
superior de la estructura estaba oscuro.
Bajo el cielo sin luna, incluso los
plidos sillares de la torre tenan un
aspecto oscuro y siniestro.
La tarde anterior haba habido una
acalorada discusin en la Cmara del
Consejo real. Khadgar y Garona
estuvieron all, aunque a la semiorca se
le pidi que entregara su cuchillo a Lord
Lothar en presencia de su majestad. El

Campen Real tambin estaba all, y una


pandilla de consejeros y cortesanos
rondando al rey Llane. Khadgar no pudo
detectar ningn mago en el grupo, y
supuso que los que hubieran sobrevivido
a la cacera de Medivh estaran en el
campo de batalla u ocultos por su
seguridad.
Por lo que respectaba al rey, el
joven de las primeras visiones haba
crecido. Tena los hombros anchos y los
rasgos afilados de su juventud, que slo
ahora empezaban a rendirse ante la
madurez. De todos los presentes l
resplandeca, y su tnica azul destacaba
sobre todos los dems. Tena un casco a
un lado de su asiento, un gran yelmo con

alas blancas, como si esperase ser


llamado al combate en cualquier
momento.
Khadgar se pregunt si esa llamada
no sera exactamente lo que Llane
deseaba, recordando al decidido joven
de la visin de los trolls. Un
enfrentamiento directo en un campo
abierto y equilibrado, y sin que el
triunfo de sus tropas estuviese en ningn
momento en duda. Se pregunt cunta de
esta seguridad provena de su fe en la
ayuda del Magus. De hecho, pareca que
una cosa condujese naturalmente a la
otra; que el Magus siempre apoyara a
Stormwind, y Stormwind siempre
resistira como resultado del apoyo del

Magus.
Los curanderos haban atendido el
labio roto de Garona, pero no haban
podido hacer nada por su carcter.
Varias veces Khadgar haba hecho una
mueca mientras ella describa de manera
terminante la opinin de los orcos
acerca de la cordura del mago, de los
paliduchos en general y de las tropas de
Llane en particular.
Los orcos son implacables dijo
ella. Y nunca se dan por vencidos.
Volvern.
No llegaron a menos de un tiro de
arco de las murallas le contest Llane.
En opinin de Khadgar, su majestad
pareca ms divertido que alarmado por

la actitud directa de Garona y sus


brutalmente francas advertencias.
No llegaron a menos de un tiro de
arco de las murallas repiti
Garona esta vez. La prxima lo
lograrn. Y la siguiente escalarn las
murallas. No creo que os tomis a los
orcos lo suficientemente en serio, sire.
Te aseguro que me tomo esto muy
en serio dijo Llane. Pero tambin soy
consciente de la fuerza de Stormwind.
De sus murallas, de sus ejrcitos, de sus
aliados y de su corazn. Quiz si t
pudieras verlo, tambin tendras menos
confianza en el poder de los orcos.
Llane se mostr igual de firme por lo
que respectaba al Magus. Khadgar lo

expuso todo frente al Consejo Real, con


confirmaciones y aadidos de Garona.
Las
visiones
del
pasado,
el
comportamiento errtico, las visiones
que no eran visiones sino verdaderas
demostraciones de la presencia de
Sargeras en Karazhan. De la
culpabilidad de Medivh en el presente
ataque contra Azeroth.
Si me dieran una moneda de plata
por cada hombre que me ha dicho que
Medivh est loco, sera ms rico de lo
que soy ahora dijo Llane. Tiene un
plan, joven seor. Es tan simple como
eso. Ms veces de las que puedo
recordar ha salido en alguna loca
misin, y Lothar aqu presente casi se ha

arrancado la barba de la preocupacin.


Y en cada ocasin ha demostrado tener
razn. Acaso la ltima vez que estuvo
aqu no tuvo que cazar un demonio y lo
trajo en pocas horas? No creo que
decapitar a uno de los suyos sea el acto
de un posedo.
Pero podra ser el acto de alguien
que tratara de ocultar su culpabilidad
terci Garona. Nadie le vio matar a
ese demonio en el corazn de vuestra
ciudad. No podra haberlo invocado,
matado y presentado como el
responsable?
Suposiciones gru el rey. No.
Con todo mi respeto para ambos. No
niego que vierais lo que visteis. Ni

siquiera esas visiones del pasado.


Pero creo que el Magus es astuto como
un zorro, y todo esto es parte de algn
plan suyo de gran envergadura. Siempre
habla de planes ms grandes y ciclos
ms grandes.
Con todo el debido respeto dijo
Khadgar. Puede que el Magus tenga un
plan de mayor envergadura, pero la
pregunta es: qu papel ocupan Azeroth
y Stormwind en ese plan?
As pas la mayor parte de la tarde.
El rey Llane se mantuvo firme en todos
los puntos: que Azeroth, con la ayuda de
sus aliados, poda destruir a las hordas
orcas o expulsarlas de vuelta a su
mundo; que Medivh estaba trabajando en

algn plan que nadie ms poda


comprender y que Stormwind poda
resistir cualquier asalto mientras
hubiera hombres de corazn firme en sus
murallas y en su trono.
Por su parte Lothar estuvo casi todo
el tiempo en silencio, que slo rompi
para hacer alguna pregunta relevante,
para luego negar con la cabeza cuando
Khadgar o Garona le daban una
respuesta sincera. Finalmente, habl.
Llane, no dejes que tu seguridad te
ciegue! dijo. Si no podemos contar
con el Magus Medivh como aliado
quedamos debilitados. Si no nos
tomamos en serio la capacidad de los
orcos, estamos perdidos. Escucha lo

que dicen!
Estoy escuchando dijo el rey.
Pero no oigo slo con mi cabeza sino
tambin con mi corazn. Pasamos
muchos aos junto al joven Medivh,
antes y despus de su largo sueo. l se
acuerda de sus amigos. Y estoy seguro
de que una vez revele lo que tiene en
mente incluso t apreciars lo buen
amigo que es el Magus.
Por fin el rey se levant y los
despidi a todos, prometiendo tomar el
tema en cuenta en su justa medida.
Garona protestaba por lo bajo, y Lothar
les dio habitaciones sin ventanas y con
guardias en la puerta, por si acaso.
Khadgar intent dormir, pero la

frustracin lo tuvo recorriendo la


habitacin de arriba a abajo durante la
mayor parte de la noche. Finalmente,
cuando el cansancio ya lo haba hecho
caer, aporrearon su puerta.
Era Lothar, con la armadura
completa y un uniforme colgado del
brazo.
Tienes el sueo pesado, eh?
dijo, entregndole la librea con una
sonrisa. Ponte esto y renete con
nosotros en la cima de la torre dentro de
quince minutos. Y apresrate, chaval.
Khadgar se puso a duras penas la
indumentaria,
que
inclua
unos
pantalones, unas pesadas botas, una
librea azul blasonada con el len de

Azeroth, y una espada de hoja pesada.


Se pens dos veces lo de la espada,
pero se la colg a la espalda. Podra ser
til.
No haba menos de seis grifos
agrupados en la torre, moviendo
agitados sus grandes alas. Lothar estaba
all, y tambin Garona. Ella iba vestida
de forma parecida a Khadgar, con un
tabardo azul blasonado con el len de
Azeroth y una pesada espada.
No digas ni una palabra le gru
ella.
Tienes muy buen aspecto dijo
Khadgar. Va a juego con tus ojos.
Garona resopl.
Lothar dijo lo mismo. Trat de

convencerme diciendo que t tambin lo


llevaras. Y que quera asegurarse de
que ninguno de los dems me disparara
creyendo que era alguien ms.
Los dems? pregunt Khadgar, y
mir a su alrededor. A la luz de la
maana estaba claro que haba otros
grupos de grifos en otras torres. Unos
seis, incluyendo los suyos, y sus alas
adquiran una tonalidad rosada con el
sol naciente. No saba que hubiera tantos
grifos entrenados en el mundo, y mucho
menos en Stormwind. Lothar tena que
haber ido a hablar con los enanos. El
aire era fro y cortante como una
cuchillada.
Lothar
se
les
acerc

apresuradamente, y ajust la espada de


Khadgar para que pudiera montar en el
grifo con ella.
Su majestad se quej Lothar
tiene una fe inamovible en la fuerza de
la gente de Azeroth y en el grosor de las
murallas de Stormwind. No viene mal
que tambin tenga buena gente que se
ocupe de las cosas cuando l se
equivoca.
Como nosotros dijo Khadgar
sombro.
Como nosotros repiti Lothar.
Mir severamente al joven. Te
pregunt cmo era, recuerdas?
S dijo Khadgar. Y os dije la
verdad, o al menos tanto de ella como

entend necesario. Y senta lealtad hacia


l.
Lo comprendo afirm Lothar.
Yo tambin siento lealtad hacia l.
Quiero asegurarme de que lo que dices
es cierto. Pero tambin quiero que seas
capaz de hacer lo que sea necesario, si
tenemos que hacerlo.
Khadgar asinti.
Me creis, no?
Lothar asinti lgubremente.
Hace mucho, cuando tena tu edad,
estaba cuidando de Medivh. Entonces
permaneca en coma, ese largo sueo
que lo priv de gran parte de su
juventud. Pensaba que haba sido un
sueo, pero jurara que haba otro

hombre frente a m, tambin observando


al Magus. Pareca estar hecho de
hojalata bruida, y tena grandes cuernos
en la frente y una barba de llamas.
Sargeras dijo Khadgar.
Lothar respir hondo.
Pens que me haba dormido, que
era un sueo, que no poda ser lo que
pens que era. Ya ves, yo tambin senta
lealtad hacia l. Pero nunca olvid lo
que vi. Y a medida que pasaban los aos
me fui dando cuenta de que haba visto
un trozo de la verdad, y que se poda
llegar a esto. Quiz todava podamos
salvar a Medivh, pero podramos
descubrir que la oscuridad est
demasiado
enraizada.
Entonces

tendremos que hacer algo rpido,


horrible y absolutamente necesario. La
pregunta es: ests dispuesto?
Khadgar pens durante un momento,
y luego asinti. Tena un nudo en el
estmago. Lothar levant la mano. A su
seal, los otros grupos de grifos
emprendieron el vuelo, ponindose en
marcha a medida que los primeros rayos
del sol salan por el horizonte oriental;
la luz del nuevo da se reflej en sus
alas y las volvi doradas.
El nudo en el estmago de Khadgar
no se desat en el largo vuelo hasta
Karazhan. Garona montaba tras l, pero
ninguno de ellos habl mientras la tierra
pasaba bajo sus alas.

El paisaje haba cambiado bajo


ellos. Los grandes campos eran poco
ms que desechos ennegrecidos,
salpicados por los restos de estructuras
derribadas. Los bosques haban sido
talados para alimentar la maquinaria de
guerra, creando enormes cicatrices en el
paisaje. Agujeros abiertos parecan
bostezar en el suelo, donde la tierra
haba sido herida y despojada para
alcanzar los metales que haba bajo ella.
A lo largo del horizonte se alzaban
columnas de humo, aunque Khadgar no
poda decir si provenan de campos de
batalla o de fraguas. Volaron todo el da
y ya el sol se ocultaba en el horizonte.
Karazhan se alzaba como una

sombra de azabache en el centro de su


crter,
absorbiendo
los
ltimos
mortecinos rayos de sol sin devolver
nada. Ninguna luz brillaba en la torre ni
en ninguna de sus huecas ventanas. Las
antorchas que ardan sin consumir su
fuente haban sido apagadas. Khadgar se
pregunt si Medivh habra huido.
Lothar hizo descender a su grifo y
Khadgar
lo
sigui,
aterrizando
rpidamente y bajando de lomos de la
bestia alada. Tan pronto como toc el
suelo, el grifo se elev sbitamente,
emitiendo un chillido y dirigindose al
norte.
El campen de Azeroth ya estaba en
las escaleras, con los enormes hombros

en tensin, su recia osamenta


movindose con la silenciosa y gil
gracilidad de un gato y la espada
desenvainada. Garona tambin se
escabull hacia delante, metiendo la
mano en el tabardo y sacando su daga de
hoja larga. La pesada hoja de
Stormwind golpeaba contra la cadera de
Khadgar, quien se senta como una torpe
criatura de piedra comparado con los
otros dos. Tras l aterrizaron ms grifos,
descargando a sus guerreros.
El parapeto del observatorio estaba
vaco, y el nivel superior del estudio del
archimago desierto pero no vaco.
Todava
quedaban
herramientas
desperdigadas, y los restos aplastados

del aparato de oro, un astrolabio,


estaban sobre la estantera. As que, si
haba abandonado la torre, lo haba
hecho rpido.
O quiz no la haba abandonado.
Se encendieron antorchas y el grupo
baj la mirada de escaleras encabezado
por Lothar, Garona y Khadgar. Una vez
esas paredes haban sido familiares,
haban sido un hogar y las muchas
escaleras un desafo diario. Ahora, las
antorchas montadas en las paredes, con
su llama fra e inmvil, haban sido
apagadas, y las temblorosas teas de los
visitantes proyectaban una pltora de
sombras armadas contra las paredes,
dando a las estancias un aspecto

extrao, casi de pesadilla. Las mismas


paredes parecan amenazadoras, y
Khadgar esperaba que cualquier puerta a
oscuras ocultara una emboscada
mortfera.
No haba nada. Los pasillos estaban
vacos, los salones de banquetes
desnudos, las salas de reuniones tan
desprovistas de vida y de mobiliario
como siempre. Las habitaciones de los
huspedes seguan amuebladas pero
desocupadas. Khadgar revis su propia
habitacin; no haba cambiado nada.
Ahora la luz de las antorchas
proyectaba extraas sombras en las
paredes de la biblioteca, retorciendo los
marcos de hierro y convirtiendo las

estanteras en murallas. Los libros


estaban intactos, e incluso las notas ms
recientes de Khadgar se hallaban sobre
la mesa. Tan poco le importaba la
biblioteca a Medivh que no haba
cogido ninguno de sus libros?
Unos jirones de papel llamaron la
atencin de Khadgar, y cruz hasta la
estantera que contena la poesa pica.
Esto era nuevo. Fragmentos de un
pergamino destrozado y desgarrado.
Khadgar cogi un trozo grande, ley
algunas palabras y asinti.
Qu es? pregunt Lothar, que
pareca esperar que los libros cobraran
vida y atacasen en cualquier momento.
La Cancin de Aegwynn dijo

Khadgar. Un poema pico acerca de su


madre.
Lothar gru indicando que lo
comprenda, pero Khadgar se haca
preguntas. Medivh haba estado all
despus de que ellos se fueran. Y slo
para destruir el pergamino? Por el mal
recuerdo de su enfrentamiento con su
madre? Para vengarse de la decisiva
derrota de Sargeras contra Aegwynn?
O acaso el acto de destruir el
pergamino, la clave usada por los
Guardianes de Tirisfal, simbolizaba su
renuncia y su traicin al grupo?
Khadgar se arriesg a un conjuro
sencillo, uno empleado para detectar
presencias mgicas, pero no logr nada

ms que la respuesta normal cuando se


est rodeado de libros mgicos. Si
Medivh haba lanzado algn conjuro
aqu, haba enmascarado su presencia lo
bastante bien como para superar
cualquier cosa de la que Khadgar fuera
capaz.
Lothar se dio cuenta de que el joven
mago trazaba smbolos en el aire.
Ms vale que guardes tus fuerzas
para cuando nos lo encontremos le
dijo al acabar.
Khadgar neg con la cabeza y se
pregunt si encontraran al Magus.
Pero en vez de a ste encontraron a
Moroes, en la planta baja junto a la
entrada de la cocina y la despensa. Su

forma cada estaba tirada en el pasillo,


abierta de pies y manos, y haba un arco
iris de sangre en el suelo a su lado.
Tena los ojos abiertos como platos,
pero el rostro estaba sorprendentemente
sereno. Ni siquiera la muerte pareca
haber tomado por sorpresa al senescal.
Garona lo esquiv para entrar en la
cocina, y volvi un momento despus.
Su rostro se haba vuelto de una
tonalidad ms clara de verde, y le
entreg algo a Khadgar para que lo
viera.
Unas gafas de color rosa, aplastadas.
Cocinas. Khadgar asinti.
Los cuerpos hicieron que las tropas
se pusieran ms alerta; fueron hacia la

gran entrada abovedada y salieron al


patio. No haba habido ni rastro de
Medivh, y slo algunas pistas rotas de
su paso.
Podra tener otra guarida?
pregunt Lothar. Otro lugar donde
esconderse?
Se iba a menudo dijo Khadgar.
A veces estaba fuera durante das, y
volva sin avisar.
Algo se movi por el balcn que
dominaba la entrada principal, no ms
que un temblor en el aire. Khadgar dio
un respingo y mir al sitio, pero pareca
normal.
Quiz se ha ido con los orcos, para
liderarlos sugiri el Campen.

Garona neg con la cabeza.


Nunca aceptaran un lder humano.
No ha podido desvanecerse en el
aire! tron Lothar. A formar! Vamos
a volver!
Garona ignor al Campen.
No se ha desvanecido dijo.
Volvamos a la torre. Apart a los
soldados como un bote atravesando la
mar picada. Desapareci una vez ms
entre las fauces abiertas de la torre.
Lothar mir a Khadgar, que se encogi
de hombros y sigui a la semiorca.
Moroes no se haba movido, y su
sangre estaba derramada en el suelo
formando un cuarto de crculo que se
alejaba de la pared. Garona toc esa

pared, como si tratara de sentir algo en


ella. Frunci el ceo, maldijo y golpe
el muro, que dio una respuesta muy
firme.
Debera estar aqu dijo ella.
Qu debera estar? pregunt
Khadgar.
Una puerta dijo la semiorca.
Aqu nunca ha habido ninguna
puerta dijo Khadgar.
Probablemente
siempre
haya
habido una puerta insisti Garona.
Slo que nunca la has visto. Mira.
Moroes muri aqu. Dio un pisotn
con el pie junto a la pared. Y luego su
cuerpo fue desplazado, creando esta
mancha de sangre con forma de cuarto

de crculo, hasta donde lo hemos


encontrado.
Lothar gru y asinti, y tambin
empez a pasar las manos por la pared.
Khadgar mir el muro aparentemente
desnudo. Haba pasado junto a l cinco
o seis veces al da. Al otro lado no
debera haber ms que arena y piedra. Y
aun as
Apartaos dijo el joven mago.
Dejadme probar algo.
El Campen y la semiorca
retrocedieron, y Khadgar reuni las
energas para un conjuro. Lo haba
usado antes, en puertas reales y en libros
cerrados con llave, pero sta era la
primera vez que intentaba usarlo sobre

una puerta que no poda ver. Trat de


visualizar la abertura, de deducir su
tamao a partir de cmo haba movido
el cuerpo de Moroes, dnde estaran las
bisagras, dnde estara el marco y, si l
quisiera mantenerla segura, dnde
colocara las cerraduras.
Visualiz su objetivo y lanz un
poco de magia contra su marco invisible
para abrir esas cerraduras ocultas. Casi
sorprendentemente, la pared se movi y
apareci una grieta en un lado. No
mucho, pero s lo bastante para definir
el contorno de una puerta que no haba
estado all un instante antes.
Usad las espadas y abridla gru
Lothar, y el escuadrn se lanz hacia

delante. La losa de piedra resisti sus


intentos por unos instantes, hasta que
algn
mecanismo
interno
salt
ruidosamente y la hoja se abri hacia
fuera, rozando el cuerpo de Moroes al
hacerlo y mostrando una escalera que
descenda hacia las profundidades.
No se ha desvanecido en el aire
dijo Garona lgubremente. Se ha
quedado aqu, pero ha ido a un lugar que
nadie ms conoca.
Khadgar mir la forma cada de
Moroes.
Casi nadie, pero me pregunto qu
ms tiene oculto.
Bajaron por las escaleras y una
sensacin creci dentro de Khadgar.

Mientras que los pisos superiores


transmitan una sensacin espeluznante
de abandono, las profundidades
inferiores de la torre tenan un aura
papable de amenaza inmediata y malos
presagios. Las paredes y el suelo
toscamente labrados estaban hmedos, y
a la luz de las antorchas parecan
ondular como carne viva.
A Khadgar le llev un momento
darse cuenta de que las escaleras
seguan descendiendo pero en la
direccin opuesta a las de la torre de
arriba, como si este descenso fuera un
espejo de la subida.
De hecho, donde en la torre debera
haber una sala de reuniones vaca, aqu

haba una mazmorra engalanada con


grilletes desocupados. Donde en la
superficie haba un saln para banquetes
en desuso, haba una habitacin llena de
basura y marcada con crculos msticos.
El aire tena una sensacin pesada y
opresiva, igual que en la torre de
Stormwind
donde
haban
sido
asesinados Huglar y Hugarin. Aqu era
donde se haba sido invocado el
demonio que los haba atacado.
Cuando llegaron al nivel que se
corresponda con la biblioteca, se
encontraron con una serie de puertas
reforzadas con hierro. Las escaleras
seguan adentrndose en la tierra en
espiral, pero la compaa se detuvo

aqu, contemplando los smbolos


msticos tallados profundamente en la
madera y humedecidos con sangre casi
marrn. Pareca como si la propia
madera estuviera sangrando. Dos
enormes anillos de hierro colgaban de
las puertas heridas.
Esto sera la biblioteca dijo
Khadgar.
Lothar asinti. l tambin haba
notado las similitudes entre la torre y
esta madriguera.
Veamos qu guarda aqu, si todos
los libros los tiene arriba.
Su estudio est en la cima de la
torre dijo Garona, con su
observatorio; as que si est aqu

debera estar en el mismo fondo.


Deberamos seguir avanzando.
Pero era demasiado tarde. Cuando
Khadgar tocaba las puertas reforzadas
con hierro, salt una chispa de la palma
de su mano, una seal, una trampa
mgica. Tuvo tiempo de maldecir
cuando las puertas se abrieron
bruscamente hacia la oscuridad de la
biblioteca.
Una perrera. Sargeras no necesitaba
el conocimiento, as que haba dejado la
habitacin para sus mascotas. Las
criaturas vivan en una oscuridad de su
propia fabricacin, y un humo acre flot
hacia el pasillo.
Haba ojos en su interior. Ojos y

fauces flamgeras, y cuerpos hechos de


fuego y sombra. Avanzaron acechantes,
gruendo.
Khadgar traz unas runas en el aire,
reuniendo las energas en su mente para
cerrar la puerta mientras los soldados
luchaban con los grandes anillos de
hierro. Ni la magia ni el msculo
lograron mover las hojas.
Las bestias emitieron una risa spera
y cortante y se agazaparon para saltar.
Khadgar levant las manos para
lanzar otro conjuro pero Lothar se las
hizo bajar con un golpe.
Esto es para que desperdicies tu
tiempo y tus energas dijo Lothar. Es
para retrasarnos. Id abajo y encontrad a

Medivh.
Pero son empez a decir
Khadgar, y la bestia demonaca que
estaba ms adelantada salt contra ellos.
Lothar dio dos pasos al frente y
levant la espada para encontrarse con
la bestia. Mientras alzaba la espada, las
runas que haba talladas profundamente
en el metal resplandecieron con una
brillante luz amarilla. Durante medio
segundo, Khadgar vio miedo en los ojos
del ser demonaco.
Y entonces el arco del tajo de Lothar
se cruz con la trayectoria de la criatura
y la hoja se clav profundamente en la
carne. El acero de Lothar sali por la
espalda del animal, y casi cort por la

mitad la parte delantera de su torso. La


bestia slo tuvo un momento para gemir
de dolor mientras la hoja avanzaba hasta
llegarle a la cabeza, completando el
arco. Los restos ardientes del demonio,
llorando fuego y sangrando sombra,
cayeron a los pies de Lothar.
Id! tron el campen. Nosotros
nos encargaremos de esto y luego os
alcanzaremos.
Garona agarr a Khadgar y lo
arrastr escaleras abajo. Tras ellos, los
soldados tambin haban desenvainado
sus espadas y las runas danzaban en
brillantes llamas mientras beban de las
sombras. El joven mago y la semiorca
torcieron por la escalera, y tras ellos

oyeron los gritos de los moribundos,


provenientes tanto de gargantas humanas
como inhumanas.
Siguieron descendiendo en espiral
hacia la oscuridad. Garona llevaba una
antorcha en una mano y la daga en la
otra. Ahora Khadgar se dio cuenta de
que las paredes brillaban con su propia
fosforescencia, un tono rojizo como el
de algunas setas nocturnas de las
profundidades del bosque. Tambin iba
haciendo ms calor, y el sudor le
perlaba la frente.
Cuando llegaron a uno de los
comedores, a Khadgar se le revolvi de
repente el estmago y se encontraron en
otro sitio. Cay sbitamente sobre ellos,

como el frente de una tormenta


veraniega.
Se hallaban en la cima de una de las
torres ms altas de Stormwind, y a su
alrededor la ciudad estaba en llamas.
Por todos lados se elevaban columnas
de humo que formaban una manta negra
que atrapaba al sol. Un manto similar de
negrura rodeaba las murallas de la
ciudad, pero ste estaba compuesto por
tropas orcas. Desde su punto de vista
Khadgar y Garona podan ver los
ejrcitos extenderse como abejas por el
verde cadver que una vez haba sido la
tierra de labor de Stormwind. Ahora
slo haba torres de asedio e infantera
orca, y los colores de sus estandartes

formaban un arco iris repulsivo.


Los bosques tambin haban
desaparecido,
transformados
en
catapultas que ahora hacan llover fuego
sobre la misma fortaleza. La mayor parte
de la ciudad baja arda y, mientras
Khadgar observaba, se derrumb una
seccin de la muralla exterior, y
pequeos muecos vestidos de verde y
azul lucharon entre los escombros.
Cmo
hemos
llegado?
empez Garona.
Una visin dijo Khadgar
secamente, pero dudaba si esto era un
acontecimiento fortuito de la torre u otra
accin dilatoria del Magus.
Se lo dije al rey. Se lo dije, pero

no quiso escuchar murmuraba ella.


Entonces esto es una visin del futuro?
pregunt a Khadgar. Cmo salimos
de ella?
El joven mago neg con la cabeza.
No podemos, al menos de
momento. En el pasado iban y venan. A
veces una conmocin fuerte las rompe.
Una bola de material ardiendo, el
proyectil gneo de una catapulta, pas a
un tiro de arco de la torre. Khadgar pudo
sentir el calor cuando cay al suelo.
Garona mir a su alrededor.
Al menos son slo ejrcitos orcos
dijo sombra.
Y eso son buenas noticias?
pregunt Khadgar, al que le picaban

los ojos por una columna de humo que el


viento haba llevado contra la torre.
No hay demonios con ellos le
hizo notar la semiorca. Si Medivh
estuviera con sus ejrcitos veramos
algo mucho peor. Quiz lo convencimos
para que ayudara.
Tampoco veo a Medivh entre
nuestras
tropas
dijo
Khadgar
olvidando con quin hablaba por el
momento. Habr muerto? Habr
huido?
Cunto nos hemos adelantado en
el futuro? pregunt Garona.
Tras ellos se elevaron unas voces
que discutan. La pareja se dio la vuelta
en el balcn y vieron que estaban fuera

de una de las cmaras de audiencias,


que ahora haba sido convertida en un
centro de coordinacin contra el asalto.
En una mesa haban dispuesto una
pequea maqueta de la ciudad, y por
ella haba dispersos soldaditos de
juguete con forma de hombres y orcos.
Haba un constante trasiego de informes
mientras el rey Llane y sus consejeros
permanecan inclinados sobre la mesa.
Brecha en la muralla del Distrito
de los Mercaderes!
Ms fuegos en la ciudad baja!
Se est reuniendo una gran fuerza
frente a la puerta principal! Parecen
magos!
Khadgar se apercibi de que ninguno

de los cortesanos de antes estaba


presente. Haban sido sustituidos por
hombres de gesto torvo ataviados con
uniformes militares similares a los
suyos, No haba rastro de Lothar
alrededor de la mesa, y Khadgar tuvo la
esperanza de que estuviera en primera
lnea, llevando la batalla al enemigo.
Llane se mova con serenidad, como
si la ciudad fuera asaltada a diario.
Traed la cuarta y la quinta
compaas para reforzar la brecha. Que
la milicia organice brigadas de
incendios con cubos; que cojan el agua
de los baos pblicos. Y mandad dos
escuadrones de lanceros a la puerta
principal. Cuando los orcos estn a

punto de atacar, que hagan una salida.


Eso romper el asalto. Traed dos magos
de la calle de los orfebres. Han
acabado all?
Ese asalto ha sido rechazado
lleg el informe. Los magos estn
exhaustos.
Que descansen entonces asinti
Llane. Tienen una hora. En vez de
ellos, traed magos jvenes de la
academia. Enviad el doble pero
decidles
que
tengan
cuidado.
Comandante Borton, quiero sus fuerzas
en la Muralla Este. Ah es donde yo
atacara ahora si fuera ellos.
Llane encarg una misin a cada
comandante, de uno en uno. No hubo

protestas, discusiones ni sugerencias.


Cada guerrero asinti cuando le lleg el
turno y se fue. Al final slo quedaron el
rey Llane y su pequea maqueta de una
ciudad que ahora arda al otro lado de
su ventana.
El rey se inclin hacia delante y
descans los nudillos en la mesa. Su
rostro tena un aspecto ajado y viejo.
Levant la vista.
Ahora puedes presentar tu informe
le dijo al aire vaco.
Las cortinas del fondo sisearon
contra el suelo cuando Garona sali de
detrs. La semiorca que haba junto a
Khadgar dej escapar un jadeo de
sorpresa.

La Garona del futuro iba vestida con


sus habituales pantalones negros y la
blusa de seda negra, pero llevaba una
capa marcada con la cabeza de len de
Azeroth. Tena una mirada feroz. La
Garona del presente se aferr al brazo
de Khadgar, y este pudo sentir sus uas
clavndosele en el brazo.
Malas noticias, sire dijo Garona,
acercndose al lado de la mesa donde
estaba el rey. Los diversos clanes se
han unido para este asalto, unificados
bajo Blackhand el Destructor. Ninguno
de ellos traicionar a los dems hasta
que Stormwind haya cado. Guldan
traer sus brujos al anochecer. Hasta
entonces, el clan Blackrock intentar

apoderarse de la Muralla Este.


Khadgar oy un temblor en la voz de
la semiorca.
Llane emiti un hondo suspiro.
Esperado y neutralizado dijo.
Rechazaremos ste igual que los dems.
Y aguantaremos hasta que lleguen los
refuerzos. Mientras haya hombres de
corazn firme en las murallas y el trono,
Stormwind resistir.
La Garona del futuro asinti, y
Khadgar pudo ver que se estaban
acumulando grandes lgrimas en sus
ojos.
Los lderes orcos estn de acuerdo
con esa evaluacin dijo, y meti la
mano en su blusa negra.

Khadgar y la Garona de verdad


gritaron como uno solo cuando la
Garona del futuro sac su daga de hoja
larga y la clav con un movimiento de
abajo arriba en el lado izquierdo del
pecho del monarca. Se movi con una
rapidez y una agilidad que dejaron al rey
Llane con una expresin sorprendida en
el rostro. Sus ojos estaban abiertos
como platos, y por un momento se qued
colgado all, suspendido por la hoja.
Los lderes orcos estn de acuerdo
con esa evaluacin volvi a decir, y
las lgrimas corran por las mejillas de
su ancho rostro. Y han reclutado a un
asesino para que elimine ese corazn
firme que hay sobre el trono. Alguien a

quien dejarais acercarse. Alguien con


quien os encontrarais a solas.
Llane, Rey de Azeroth, Seor de
Stormwind, aliado de magos y
guerreros, cay al suelo.
Lo siento dijo Garona.
No! grit Garona, la Garona del
presente, mientras ella misma caa al
suelo. De repente estaban de vuelta en el
falso comedor. El colapso de Stormwind
haba desaparecido, y el cadver del rey
con l. Las lgrimas de la semiorca
permanecieron, ahora en los ojos de la
Garona real.
Voy a matarlo dijo en voz baja.
Voy a matarlo. Me trat bien y me
escuch cuando habl, y voy a matarlo.

No
Khadgar se arrodill a su lado.
Est bien. Puede no ser cierto.
Puede que no pase. Es una visin.
Es cierto dijo ella. Lo vi y supe
que era cierto.
Khadgar se qued callado por un
momento, reviviendo su propia visin
del futuro, combatiendo a la gente de
Garona bajo un cielo rojo. Lo vio y supo
que tambin era cierto.
Tenemos que seguir dijo, pero
Garona neg con la cabeza.
Despus de todo esto, pens que
haba encontrado un sitio mejor que los
orcos. Pero ahora s que voy a
destruirlo todo.

Khadgar mir arriba y abajo por las


escaleras. No tena ni idea de cmo les
iba a los hombres de Lothar con los
demonios, ni tampoco de lo que haba en
la base de la torre subterrnea.
Su rostro se puso serio y respir
hondo.
Y le propin a la mujer una fuerte
bofetada en el rostro.
Su propia mano le sangr porque dio
contra un colmillo, pero la respuesta de
Garona fue inmediata. Sus ojos llorosos
se abrieron y una mscara de clera
endureci su expresin.
Idiota! grit, y salt sobre
Khadgar hacindolo caer de espaldas.
Nunca hagas eso! Me oyes! Hazlo otra

vez y te mato!
Khadgar estaba tirado de espaldas
con la semiorca encima. Ni siquiera la
haba visto desenvainar la daga, pero
ahora tena la hoja apoyada contra un
lado del cuello.
No puedes logr decir con una
sonrisa feroz. Tuve una visin de mi
propio futuro, y creo que tambin es
cierta. Si lo es, entonces no puedes
matarme ahora. Y lo mismo se aplica ti.
Garona parpade y se ech hacia
detrs, habiendo recuperado el control
sbitamente.
As que si voy a matar al rey
Es que vas a salir viva de aqu
dijo Khadgar. Como yo.

Pero qu pasa si estamos


equivocados? Qu pasa si la visin es
falsa?
Khadgar se levant.
Entonces morirs sabiendo que
nunca vas a matar al rey de Azeroth.
Garona permaneci sentada durante
un momento, mientras su mente
consideraba todas las posibilidades.
Aydame a levantarme dijo al
fin. Tenemos que seguir.
Y siguieron descendiendo en espiral,
atravesando falsas rplicas de la torre
de arriba. Finalmente llegaron al nivel
correspondiente al piso superior, el
observatorio y la guarida de Medivh. En
vez de eso, las escaleras se abran a una

llanura rojiza. sta pareca fluir de una


obsidiana que se estaba enfriando, unas
piezas de rompecabezas reflectantes que
flotaban en fuego bajo sus pies. Khadgar
retrocedi de un salto instintivamente,
pero el suelo pareca firme y el calor,
aunque sofocante, no era opresivo.
En el centro de la gran caverna haba
una sencilla coleccin de mobiliario de
hierro. Un banco de trabajo con un
taburete, unas pocas sillas y algunos
armarios. Por un momento pareci
extraamente familiar, y entonces
Khadgar se dio cuenta que estaba
dispuesto en un duplicado exacto de la
habitacin de Medivh en la torre.
De pie entre el mobiliario de hierro

se ergua la silueta de anchos hombros


del Magus. Khadgar se esforz en ver
algo en su actitud, en su porte, que lo
traicionara, que demostrase que esta
figura no era el Medivh que haba
llegado a conocer y apreciar, el anciano
que le haba demostrado su confianza y
le haba apoyado en su trabajo. Algo que
dijera que ste era un impostor.
No haba nada. ste era el nico
Medivh que haba conocido.
Hola, Joven Confianza dijo el
Magus, y su barba empez arder
mientras sonrea. Hola, Emisario. Os
esperaba a ambos.

CAPTULO
DIECISIS
La ruptura de un mago

ue inspirado, tengo que


admitirlo dijo el Medivh que

era y no era Medivh. Inspirado el


invocar la sombra de mi pasado, un
fragmento que me distrajera de vuestra
persecucin. Por supuesto, mientras
vosotros estabais reuniendo vuestras
fuerzas, yo estaba reuniendo las mas.
Khadgar mir a Garona y asinti. La
semiorca se movi algunos pasos a la
derecha. Rodearan al archimago si era
necesario.
Maestro, qu te ha pasado? dijo
Khadgar dando un paso al frente,
tratando de atraer hacia l la atencin
del mago.
El viejo brujo se ri.
Pasarme? No me ha pasado nada.
Esto es lo que soy. Estoy manchado

desde mi nacimiento, contaminado desde


antes de mi concepcin, una mala
semilla que ha crecido para dar un fruto
amargo. Nunca has visto al verdadero
Medivh.
Magus, sea lo que sea que te ha
pasado, estoy seguro de que puede
arreglarse dijo Khadgar caminado
lentamente hacia l. Garona segua
movindose hacia la derecha y su daga
de hoja larga haba vuelto a
desaparecer; sus manos estaban
aparentemente vacas.
Por qu debera arreglarlo? dijo
Medivh con una sonrisa malfica.
Todo marcha segn lo planeado. Los
orcos matarn a los humanos y yo los

controlar a travs de caudillos brujos


como Guldan. Conducir a esas
deformes creaciones hasta la tumba
perdida donde se encuentra el cuerpo de
Sargeras, protegido contra humanos y
demonios pero no contra orcos, y mi
forma ser libre. Y entonces podr
abandonar este torpe cuerpo y este
espritu debilitado, y quemar este mundo
como tanto se merece.
Khadgar se ech hacia la izquierda
mientras hablaba.
T eres Sargeras.
S y no dijo el Magus. Lo soy,
porque cuando Aegwynn mat mi cuerpo
fsico me ocult dentro de su vientre e
imbu sus propias clulas con mi oscura

esencia. Cuando ella finalmente decidi


emparejarse con un mago humano, yo ya
estaba all. El gemelo oscuro de
Medivh, completamente subsumido
dentro de su forma.
Monstruoso dijo Khadgar.
Medivh sonri de oreja a oreja.
Muy poco diferente de lo que
Aegwynn haba planeado, puesto que
ella coloc el poder del Tirisfalen
dentro del nio. No es de extraar que
hubiera tan poco espacio para el joven
Medivh propiamente dicho, con el
demonio y la luz luchando por su misma
alma. As que cuando el poder se
manifest en l, lo desconect algn
tiempo hasta que pude poner mis

propios planes en funcionamiento.


Khadgar segua avanzando hacia la
izquierda, tratando de no mirar mientras
Garona se escurra detrs del mago
mayor.
Hay algo del verdadero Medivh
en tu interior? dijo.
Un poco dijo el Magus. Lo
suficiente para tratar con vosotros, las
criaturas inferiores. Lo suficiente para
engaar a los reyes y los magos sobre
mis intenciones. Medivh es una mscara;
he dejado lo suficiente de l en la
superficie para mostrrselo a los dems.
Y si en mis manejos parezco raro o
incluso loco, lo achacan a mi posicin y
mi responsabilidad, y al poder que me

otorg mi querida madre. Medivh le


dedic una sonrisa de depredador. Fui
forjado primero por la poltica de
Magna
Aegwynn para
ser
su
herramienta, y luego moldeado por
manos demonacas para ser la
herramienta de ellas. Incluso los dems
me vean como poco ms que un arma
para ser usada contra los demonios. As
que no es sorprendente que yo no sea
ms que la suma de mis partes.
Ahora Garona estaba tras el mago
con la hoja desenfundada, andando de la
forma ms sigilosa sobre el suelo de
obsidiana. No haba lgrimas en sus
ojos, sino una acerada determinacin.
Khadgar se mantena concentrado en

Medivh, para no traicionarla con una


mirada.
Ya ves sigui el mago loco. No
soy sino un componente ms en una gran
mquina, una que ha estado en marcha
desde que el Pozo de la Eternidad se
hizo pedazos. La nica cosa en la que
los trocitos originales de Medivh y yo
estamos de acuerdo es en que hay que
romper este ciclo. En esto, te aseguro,
somos una sola mente.
Garona estaba ahora slo a un paso,
con la daga levantada.
Disculpa dijo Medivh, y extendi
un puo hacia atrs. Las energas
msticas danzaron por sus nudillos y le
dieron de lleno en la cara a la semiorca,

que retrocedi ante el golpe.


Khadgar dej escapar una maldicin
y levant las manos para lanzar un
conjuro. Algo para desequilibrar al
Magus. Algo sencillo. Algo rpido.
Medivh fue ms rpido, volvindose
hacia l y alzando una mano como una
garra. Al momento, Khadgar sinti que
el aire que lo rodeaba se comprima,
formando un manto inmovilizante,
atrapando sus brazos y sus piernas y
hacindole imposible moverse. Grit,
pero su voz son amortiguada y como si
viniera de una gran distancia.
Medivh levant la otra mano y el
dolor sacudi el cuerpo de Khadgar. Las
articulaciones
de
su
esqueleto

parecieron hervir con clavos al rojo


vivo que rpidamente disminuyeron
hasta un dolor sordo y pulsante. El
pecho se le comprimi y la carne
pareci secrsele y pegrsele al
esqueleto. Sinti como si le estuvieran
extrayendo los fluidos corporales,
dejando atrs un cascarn reseco. Y con
ellos pareca que tambin le estaban
arrancando la magia, que le estaban
drenando el cuerpo de su habilidad para
lanzar conjuros, para invocar las
energas necesarias. Se senta como un
recipiente que estuvieran vaciando.
Y tan repentinamente como el ataque
haba cado sobre l, ces, y Khadgar
cay al suelo sin aliento. Le dola el

pecho al respirar.
Garona ya se haba recuperado para
entonces, y esta vez atac gritando,
lanzando una estocada de abajo hacia
arriba con la daga, tratando de alcanzar
a Medivh en el lado izquierdo del
pecho. En vez de retroceder, Medivh fue
hacia la semiorca en embestida, dentro
de su ngulo de ataque, levant una
mano y le cogi la frente. Garona qued
inmovilizada a media carga.
Una energa mstica de una tonalidad
amarilla enfermiza palpit bajo la mano
de Medivh, y la semiorca qued
suspendida all, con el cuerpo
sacudindose indefenso, mientras el
mago la sostena por la frente.

Pobre, pobre Garona dijo el


Magus. Pens que con tus herencias
opuestas, t entre toda la gente
comprenderas por lo que estoy
pasando. Que comprenderas la
importancia de forjar tu propio camino.
Pero eres como los dems, no?
La semiorca de ojos desorbitados
slo pudo responder con un gorgoteo
encharcado de saliva.
Deja que te muestre mi mundo,
Garona dijo Medivh. Deja que te d
mis propias divisiones y dudas. Nunca
sabrs a quin sirves ni por qu. Nunca
encontrars la paz.
Garona trat de gritar, pero el grito
muri en su garganta cuando su rostro

qued baado en un estallido de luz


radiante que surgi de la palma de la
mano de Medivh.
ste se ri y dej que la semiorca se
derrumbara sollozando. Garona trat de
levantarse, pero volvi a caerse. Tena
los ojos desorbitados y la mirada
enloquecida, el aliento trabajoso y
entrecortado, desgarrado por el llanto.
Khadgar poda respirar ahora, pero
le faltaba el resuello. Le ardan las
articulaciones y le dolan los msculos.
Vio su reflejo en el suelo de
obsidiana
Y era el anciano de la visin
devolvindole
la
mirada.
Ojos
pesarosos y cansados rodeados de

arrugas y de pelo gris. Incluso su barba


haba encanecido.
Y Khadgar se hundi. Privado de su
juventud, de su magia, ya no crea que
fuera a sobrevivir a este combate.
Eso ha sido instructivo dijo
Medivh, volvindose hacia l. Una de
las cosas negativas acerca de esta celda
de carne en la que estoy atrapado es que
la parte humana sigue saliendo a la
superficie. Haciendo amigos. Ayudando
a la gente. Y eso hace que sea tan difcil
destruirlos luego. Casi llor cuando
mat a Moroes y a Cocinas. Lo sabas?
Por eso tuve que bajar aqu. Pero es
como cualquier otra cosa. Una vez que
te acostumbras, puedes matar a tus

amigos con tanta facilidad como a


cualquier otro.
Ahora estaba slo a unos pasos de
Khadgar, con los hombros erguidos, los
ojos vitales. Con ms aspecto de
Medivh que cualquiera de las veces en
las que lo haba visto Khadgar. Con un
aspecto seguro. Con un aspecto relajado.
Con un aspecto
terrorfica
y
condenadamente cuerdo.
Y ahora te toca morir, Joven
Confianza dijo el Magus. Parece que
despus de todo confiaste en la persona
equivocada. Medivh levant una mano
baada en energa mgica.
Hubo un grito ronco a la derecha.
Medivh!
bram
Lothar,

Campen de Azeroth. Medivh levant la


vista, y su rostro pareci suavizarse por
unos instantes, aunque en su mano segua
ardiendo el poder mstico.
Anduin Lothar? dijo. Viejo
amigo, por qu estas aqu?
Detente, Med dijo Lothar, y
Khadgar pudo percibir el dolor en la
voz del campen. Detente antes de que
sea demasiado tarde. No quiero luchar
contigo.
Yo tampoco quiero luchar contigo,
viejo amigo dijo Medivh levantando la
mano. No tienes ni idea de lo que se
siente haciendo las cosas que yo he
hecho. Cosas duras. Cosas necesarias.
No quiero luchar contigo. As que baja

tu arma y acabemos con esto.


Medivh abri la mano y los trocitos
de magia zumbaron hacia el campen,
bandolo de estrellas.
Quieres ayudarme, no, viejo
amigo? dijo Medivh, la cruel sonrisa
de nuevo en su rostro. Quieres ser mi
criado. Ven y aydame a encargarme de
este chiquillo. Entonces podremos
volver a ser amigos.
Las destellantes estrellas que
envolvan a Lothar se desvanecieron, y
el campen dio un lento pero firme paso
al frente, luego otro y luego un tercero, y
entonces Lothar embisti hacia delante.
Mientras cargaba, el campen alz su
espada labrada con runas. Embisti

contra Medivh, no contra Khadgar. De


sus labios brot una maldicin, una
maldicin con un fondo de pena y
lgrimas.
Medivh qued sorprendido, pero
slo por un momento. Esquiv
echndose hacia detrs y el primer tajo
de Lothar pas inofensivamente por el
espacio que el Magus haba ocupado
medio segundo antes. El Campen
detuvo el ataque y lanz un fuerte revs,
haciendo retroceder al mago otro paso.
Luego un molinete por encima de la
cabeza y otro paso ms hacia atrs.
Medivh se recuper, y el siguiente
tajo dio de lleno en un escudo de energa
azulada, donde los fuegos amarillos de

la espada se estrellaron inofensivamente


con un chisporroteo. Lothar intent
cortar de abajo hacia arriba, luego una
estocada y luego un nuevo tajo. Cada
ataque fue detenido por el escudo.
Medivh gru y levant una mano
como una garra, con la energa mstica
bailando sobre su palma. Lothar grit
cuando sus ropas estallaron de repente
en llamas. Medivh sonri ante su obra e
hizo un gesto con la mano, lanzando a un
lado la forma ardiente de Lothar como
un mueco de trapo.
Cada vez ms fcil dijo Medivh
recalcando las palabras y volvindose
hacia donde estaba arrodillado Khadgar.
Slo que Khadgar se haba movido.

Medivh se dio la vuelta para encontrarse


al que ya no era un joven mago justo tras
l, con la espada que Lothar le haba
proporcionado desenvainada y apoyada
contra el lado izquierdo del pecho del
Magus. Las runas que recorran la hoja
brillaban como soles en miniatura.
Ni parpadees dijo Khadgar.
Pas un momento, y una gota de
sudor recorri la mejilla de Medivh.
As que llegamos a esto dijo el
Magus. No creo que tengas la
habilidad ni la voluntad para usar eso
apropiadamente, Joven Confianza.
Yo creo dijo Khadgar, y pareca
que la voz le zumbaba y le borboteaba al
hablar que tu parte humana, Medivh,

mantena otras personas a tu alrededor a


pesar de tus propios planes. Como una
medida de seguridad. Como un plan para
cuando finalmente enloquecieras. Para
que tus amigos pudieran detenerte. Para
que nosotros pudiramos romper el
ciclo donde t no puedes.
Medivh logr suspirar dbilmente, y
sus rasgos se suavizaron.
Realmente nunca he querido
hacerle dao a nadie dijo. Yo slo
quera tener mi propia vida. Mientras
hablaba, levant la mano y su palma
brill con energa mstica, buscando
distorsionar la mente de Khadgar como
haba hecho con la de Garona.
Medivh nunca tuvo la oportunidad.

Al primer movimiento, Khadgar se dej


caer hacia delante, introduciendo la
delgada hoja de la espada rnica entre
las costillas de Medivh hasta su
corazn.
Medivh
pareci
sorprendido,
incluso conmocionado, pero su boca
segua movindose. Estaba tratando de
decir algo.
Khadgar clav la espada hasta la
empuadura, y la punta atraves la
espalda de la tnica de Medivh. El mago
cay de rodillas y Khadgar cay con l,
aferrando firmemente la hoja. El viejo
mago gimi y se esforz por decir algo.
Gracias logr decir por fin.
Luch contra esto tanto como pude.

Entonces el rostro del archimago


empez a transformarse. La barba se
volvi completamente de fuego, los
cuernos brotaron de su frente. Con la
muerte de Medivh, Sargeras por fin sala
completamente a la superficie, Khadgar
sinti que la empuadura de la espada
rnica se calentaba, mientras las llamas
danzaban sobre la piel de Medivh,
transformndolo en una cosa de sombra
y llama.
Tras el mago, herido y arrodillado,
Khadgar pudo ver la chamuscada forma
de Lothar alzarse una vez ms. El
Campen trastabill hacia delante, con
su carne y su armadura an humeando.
Alz su espada rnica una vez ms y la

descarg con un fuerte golpe lateral.


El filo de la espada explot como un
sol cuando golpe el cuello de Medivh,
separando la cabeza del archimago del
cuerpo con un movimiento experto.
Fue como destapar una botella,
puesto que todo lo que haba en el
interior de Medivh sali de una vez por
los desgarrados restos de su cuello. Un
gran torrente de luz y energa, sombra y
fuego, humo y rabia, brotando hacia
arriba como una fuente, salpicando
contra el techo de la bveda subterrnea
y disipndose. Dentro del hirviente
caldero de energas, Khadgar crey
haber visto un rostro cornudo, gritando
de rabia y desesperacin.

Y cuando hubo acabado, todo lo que


qued fue la piel y las ropas del mago.
Todo lo que haba en su interior haba
sido devorado, y ahora que su envoltura
humana haba sido destruida no haba
habido forma de contenerlo.
Lothar us la punta de su espada
para echar a un lado los andrajos y la
piel que haba sido Medivh.
Tenemos que irnos dijo.
Khadgar mir a su alrededor. No
haba seales de Garona. La cabeza del
Magus haba hervido hasta quedarse sin
carne, dejando slo una reluciente
calavera blanca.
El antiguo aprendiz neg con la
cabeza.

Tengo que quedarme aqu. Atender


algunas cosas.
Puede que el peligro ms grande
haya pasado, pero el obvio sigue aqu.
Tenemos que expulsar a los orcos y
cerrar el portal gru Lothar.
Khadgar pens en la visin, en
Stormwind ardiendo y en la muerte de
Llane. Pens en su propia visin, en su
forma ahora envejecida en una batalla
final contra los orcos. Pero dijo otra
cosa.
Debo enterrar lo que queda de
Medivh. Debera buscar a Garona. No
puede haber ido muy lejos.
Lothar gru en asentimiento y
avanz a duras penas hacia la entrada.

Al fin, se volvi y dijo:


No se poda hacer nada. Tratamos
de alterarlo, pero todo era parte de un
plan superior.
Lo
s
asinti
Khadgar
lentamente. Todo era parte de un ciclo
mayor. Un ciclo que ahora por fin puede
romperse.
Lothar dej al antiguo aprendiz
debajo de la torre, y Khadgar reuni lo
que quedaba de los restos fsicos del
Magus. Encontr una pala y una caja de
madera en el establo. Puso la calavera y
los trozos de piel en la caja, junto con
los fragmentos destrozados de La
Cancin de Aegwynn, y lo enterr todo
bien profundo en el patio junto a la

torre. Quiz ms tarde levantara un


monumento, pero por ahora sera mejor
no dejar que nadie supiera dnde
estaban los resto del archimago. Cuando
acab de enterrar al Magus, cav dos
tumbas ms, de tamao humano, y puso a
descansar a Moroes y a Cocinas a un
lado de Medivh.
Se le escap un hondo suspiro y
levant la mirada hacia la torre.
Karazhan, la de los sillares blancos,
hogar del mago ms poderoso de
Azeroth, el ltimo Guardin de la Orden
de Tirisfal, se cerna sobre l. A su
espalda, el cielo empezaba a iluminarse
y el sol amenazaba con tocar el punto
ms alto de la torre.

Algo ms le llam la atencin, sobre


la entrada vaca, en el balcn desde el
que se dominaba la entrada principal.
Algo de movimiento, un fragmento de un
sueo. Khadgar suspir an ms fuerte e
inclin la cabeza en direccin al intruso
que observaba cada uno de sus actos.
Ahora puedo verte, lo sabes?
dijo en voz alta.

EPLOGO
Crculo cerrado

l intruso del futuro mir desde el


balcn al que ya no era un joven
del pasado.
Cunto hace que eres capaz de

verme? pregunt.
He sentido fragmentos de ti todo el
tiempo que he estado aqu dijo
Khadgar. Desde el primer da. Cunto
llevas ah?
Casi toda una noche dijo el
intruso de la tnica ajada. Aqu est a
punto de amanecer.
Aqu tambin dijo el antiguo
aprendiz. Quiz por eso podemos
hablar. Eres una visin, pero diferente
de cualquiera de las que yo haya visto
antes. Podemos vernos y conversar.
Eres pasado o futuro?
Futuro dijo el intruso. Sabes
quin soy?
Tu forma es diferente de cuando te

vi por ltima vez, eres ms joven y ms


sereno, pero s, te conozco dijo
Khadgar. Hizo un gesto hacia los tres
montones de tierra removida, dos
grandes y uno pequeo. Pensaba que
acababa de enterrarte.
Y lo has hecho dijo el intruso.
Al menos has enterrado gran parte de lo
que era peor en m.
Y ahora has vuelto. O volvers
dijo Khadgar. Diferente, pero igual.
El intruso asinti.
En muchos sentidos no estuve aqu
la primera vez.
Una pena dijo Khadgar. Y qu
eres en el futuro? Magus? Guardin?
Demonio?

Ten la seguridad de que soy mejor


de lo que era dijo el intruso. Estoy
libre de la mancha de Sargeras gracias a
tus actos de este da. Ahora puedo
encargarme directamente del seor de la
Legin Ardiente. Gracias. No puede
haber xito sin sacrificio.
Sacrificio dijo Khadgar, y la
palabra supo amarga en su boca. Dime
esto entonces, fantasma del futuro. Es
cierto todo lo que hemos visto? Caer
realmente Stormwind? Matar Garona
al rey Llane? Debo morir, en esta carne
avejentada, en alguna tierra engendrada
por el averno?
El ser del balcn hizo una larga
pausa, y Khadgar temi que se

desvaneciera. Pero habl.


Mientras haya Guardianes habr
orden. Y mientras haya orden los
papeles estn ah para ser interpretados.
Unas decisiones tomadas hace milenios
marcaron tu camino y el mo. Es parte de
un ciclo mayor, uno que nos mantiene
bajo su control.
Khadgar levant la cabeza. El sol
tocaba ahora la mitad superior de la
torre.
Quiz no debera haber Guardianes
si se ha sido el precio.
De acuerdo dijo el intruso, y a
medida que empez a crecer la luz del
sol, empez a disiparse. Pero por el
momento, por tu momento, todos

debemos interpretar nuestro papel.


Todos debemos pagar este precio. Y
luego, cuando tengamos la oportunidad,
empezaremos de nuevo.
Y con esto se fue el intruso, los
ltimos fragmentos de su ser arrastrados
al futuro por un viento mgico errante.
Khadgar agit su envejecida cabeza
y mir las tres tumbas recin excavadas.
Los hombres supervivientes de Lothar
recogieron a sus muertos y heridos y
volvieron a Stormwind. No haba rastro
de Garona, y aunque Khadgar iba a
registrar la torre una vez ms, dudaba de
que estuviera dentro. Cogera los libros
que considerara ms valiosos, los
materiales que pudiera, y dejara

custodias mgicas sobre el resto.


Entonces tambin se ira, y seguira a
Lothar a la batalla.
Levantando la pala, volvi a entrar
en el ahora abandonado castillo de
Karazhan, y se pregunt si regresara
alguna vez.
Mientras el intruso hablaba se
levant una leve brisa, lo justo para
agitar las hojas de los rboles, pero fue
suficiente para disipar la visin. El
hombre que ya no era joven se rompi y
se desvaneci como la niebla que
desparece, y el hombre que ya no era
viejo lo vio irse.
Una sola lgrima corri por la
mejilla del rostro de Medivh. Tanto

sacrificio, tanto dolor Todo para


mantener en su lugar el plan de los
Guardianes, y luego tanto sacrificio para
romper ese plan, para liberar al mundo
del crculo vicioso. Para traer la
verdadera paz.
Y ahora, incluso eso estaba en
peligro. Ahora se hara un sacrificio
ms. Tendra que extraer el poder de
este lugar si quera tener xito en lo que
estaba por venir. En el conflicto final
contra la Legin Ardiente.
El sol haba ascendido ms, y ya
casi llegaba al nivel del balcn. Ahora
tendra que trabajar rpido.
Levant una mano y las nubes
empezaron a arremolinarse sobre la

cima de la torre. Lentamente al


principio, luego ms rpido, hasta que la
coronacin qued envuelta por un
huracn.
Entonces acudi a lo ms profundo
de su interior y liber las palabras,
palabras hechas a partes iguales de
arrepentimiento
e
ira,
palabras
atrapadas en su interior desde el da en
que su vida acab por primera vez.
Palabras que reclamaban esa vida
previa al completo, para bien o para
mal. Aceptando su poder y, al hacerlo,
aceptando la responsabilidad por lo que
haba hecho la ltima vez que fue de
carne.
El huracn que rodeaba la torre

aull, y la misma torre se resisti a su


reclamacin. l volvi a pronunciarla, y
luego por tercera vez, gritando para
hacerse or por encima de los vientos
que l mismo haba invocado.
Lentamente, casi de mala gana, la torre
entreg sus secretos.
El poder ardi desde el interior de
los sillares y el mortero, y salt hacia
fuera, canalizado por la fuerza de los
vientos hacia la base, hacia Medivh.
Todas las visiones empezaron a
desprenderse de su tejido y a fluir hacia
abajo. La cada de Sargeras, con sus
centenares de demonios gritando, cay
en l, al igual que el conflicto final con
Aegwynn y la batalla de Khadgar bajo el

apagado sol rojo. La aparicin de


Medivh ante Guldan, las infantiles
batallas de tres jvenes nobles y Moroes
rompiendo la pieza de cristal favorita de
Cocinas, todas fueron absorbidas en su
interior. Y con esas visiones llegaron
recuerdos, y con esos recuerdos
responsabilidades. Esto debe evitarse.
Esto nunca debe volver a suceder. Esto
debe corregirse.
Y tambin saltaron hacia arriba
imgenes y poder desde la torre oculta,
desde los pozos que haba bajo la misma
fortaleza. La cada de Stormwind ardi
hacia l, y la muerte de Llane, y la
mirada de demonios invocados en
mitad de la noche y lanzados contra

aquellos de la Orden que estaban


demasiado cerca de la verdad. Todas
ellas surgieron hacia arriba y fueron
consumidas por la silueta del mago que
estaba en el balcn.
Todos los fragmentos, todos los
retazos de historia, conocidos y
desconocidos, cayeron en cascada de la
torre o ascendieron de sus mazmorras y
fluyeron al interior del hombre que
haba sido el ltimo Guardin de
Tirisfal. El dolor era grande, pero
Medivh hizo una mueca y lo acept,
tomando la energa y los agridulces
recuerdos con ecuanimidad.
La ltima imagen en desvanecerse
fue la que haba debajo del balcn

propiamente dicho, la imagen de un


hombre joven con un petate a sus pies,
una carta sellada con el sello rojo de los
Kirin Tor, esperanza en el corazn y
mariposas en su estmago. Ese joven fue
el ltimo en desvanecerse, mientras
avanzaba lentamente hacia la entrada. La
magia que rodeaba esta visin, este
fragmento del pasado, fluy hacia
arriba, deshacindose y dejando que la
energa pasara al antiguo Magus.
Cuando el ltimo fragmento de Khadgar
cay en su interior, una lgrima apareci
en el ojo de Medivh.
Se abraz fuertemente el pecho,
conteniendo todo lo que acababa de
recuperar. La torre de Karazhan no era

ya ms que una torre, una pila de piedras


en tierras remotas, lejos de los caminos
transitados. Ahora el poder del lugar
estaba en su interior. Y la
responsabilidad de usarlo mejor esta
vez.
Y as volvemos a empezar dijo.
Y con eso, se transform en cuervo y
se fue.

JEFF GRUBB (Pittsburgh, Penssylvania,


Estados Unidos, 27 de agosto de 1957).
Escritor y diseador de videojuegos, ha
centrado gran parte de su produccin
artstica en estos mbitos en el mundo de
la Dragonlance, aunque ha publicado
tambin otras novelas, relatos y un total

de 25 cmics de Reinos Olvidados.


En colaboracin con su mujer, Kate
Novak, escribi The Finder's Stone
Trilogy, The Harpers y The Lost Gods,
las tres ambientadas en el mundo de
Reinos Olvidados. Adems es autor de
los sets de campaa Spelljammer y
Jakandor y videojuegos como Guild
Wars Nightfall.
En sus novelas ha escrito para las sagas
de Dragonlance, Lord Toede, Reinos
Olvidados, Magic: The Gathering,
Warcraft, Starcraft y Guild Wars.

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