CASTRO, Lola Aniyar De. Rasgando El Velo de La Politica Criminal en America Latina, o El Rescate de Cesare Beccaria para La Nueva Criminologia
CASTRO, Lola Aniyar De. Rasgando El Velo de La Politica Criminal en America Latina, o El Rescate de Cesare Beccaria para La Nueva Criminologia
CASTRO, Lola Aniyar De. Rasgando El Velo de La Politica Criminal en America Latina, o El Rescate de Cesare Beccaria para La Nueva Criminologia
La Criminologa Crtica redescubre y acenta que los problemas comnmente asignados al rubro de la llamada Poltica Criminal son, en
realidad, problemas profundamente atinentes a la construccin de un
concepto de democracia. No slo, por supuesto, de la democracia entendida formalmente, o de manera meramente procesal, sino tambin, y ms
especficamente, de la democracia sustancial.
El apelativo de "politizacin", con el que se ha querido deslegitimar esta criminologa, que no desestim la honestidad de autodenominarse una "politologa del crimen", no significa, en realidad, sino la mayor de sus virtudes. Mientras otras criminologas proclamaban su neutralidad, y hacan poltica no hacindola, sta, la crtica, descubri la realidad poltica de la definicin y de la manipulacin de la etiqueta
"crimen" y, sobre todo, la esencia poltica del control social.
El gran quid de la criminologa a travs de su historia, pues, aunque
no siempre fue reconocido as, ha sido el de sus relaciones, explcitas o
implcitas, con un determinado concepto de democracia. Y como toda escuela criminolgica de alguna manera es una instancia de poltica
,ctordiamesunlgcrpesntaumdcoprenla
democracia.
1 As lo sostiene abiertamente ZAFFARONI, Eugenio Ral, en su Criminologa,
Bogot, Ed.Temis, 1988.
Reproduccin autorizada por la autora.
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A travs de la historia hemos visto los movimientos que han definidos nuevas formas de relacionarse el hombre con el poder -poder que
nunca se ve ms claramente representado que en las instancias del control
penal-, y cmo eso ha generado el desarrollo y la evolucin progresivos
del pensamiento poltico. Esa tensin entre hombre y poder, la encontramos hoy, prioritariamente, en el debate internacional, filosfico y jurdico, sobre los Derechos Humanos. Por eso, enfrentar las escuelas criminolgicas con la reflexin universal de los Derechos Humanos, tiene
tambin fuertes implicaciones frente a un concepto de democracia, ya que
el tema de los Derechos Humanos es, esencialmente, el tema general de
la democracia. Se trata, por supuesto, de un concepto muy lbil, que ha
variado en el tiempo, ya que las necesidades polticas, internas y externas, de los pases que conforman los bloques dominantes en el seno de la
Asamblea de las Naciones Unidas, y sus respectivas, coyunturales o histricas cuotas de poder, han ido definiendo conceptos de democracia que
podran parecer antagnicos, al proteger simultnenamente, en una presumible aspiracin de sntesis, derechos inherentes a sistemas sociopolticos enfrentados.
El tema de los Derechos Humanos, y el de su complemento, el de los
Derechos de los Pueblos, producen tambin contradicciones entre los intereses de los pases industrializados y aquellos de reciente protagonismo
internacional, como los del llamado Tercer Mundo; contradicciones que
ponen de manifiesto concepciones alternativas de democracia. Porque de
la misma manera como hay un concepto de democracia interna, hay un
concepto de democracia internacional, que no es ajeno a construcciones de
poltica criminal. Es un defecto que esta Poltica Criminal generalmente
se entienda referida solamente a las actividades de control del Estado
frente a los individuos, y no a las relaciones entre Estados, en las cuales
hay igualmente zonas de negatividad social que deben controlarse.
Estas contradicciones, fundamentadas generalmente en intereses
antagnicos, y sustentadas por los diferentes Estados en un afn de mantener, al menos en el nivel institucionalmente definido, una imagen de
legitimidad frente al conjunto de las otras Naciones, confinan el tema de
los Derechos Humanos a un terreno riqusimo de afirmaciones y negaciones, en el que, aparentemente, todo "lo bueno" aparece protegido y todo
lo malo" no; pero en el que hay, justamente por eso mismo, dificultades
enormes para su efectiva concrecin.
Para que pueda construirse un concepto de democracia vlido, debe
estar implicada en l la totalidad de los fenmenos polticos y sociales
que conforman realidades diferenciadas en los diversos espacios, internos
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y externos, de la geografa internacional. Por eso, un concepto de democracia de validez axiolgica para un contexto definido, puede no serlo en
un contexto sociopoltico diferente.
As, pues, el pensamiento poltico, la concepcin que se tenga sobre
el hombre, las definiciones acumulativas y progresivas de los Derechos
Humanos (incluido lo que se considere protegible a travs de la tutela
penal); tanto como las formas en que se activa, a travs de las instituciones, esa tutela penal, es decir, el ejercicio concreto cotidiano del poder,
son en su conjunto facetas del mismo discurso: el discurso sobre la democracia.
Por eso, los ms importantes instrumentos de la Poltica Criminal
han sido, talvez, las declaraciones de Derechos Humanos, que, en el caso
de Amrica Latina, se concretaron en la llamada Convencin Americana
o Pacto de San Jos, suscrito por todos los pases del continente. En efecto,
es significativo que el acento mayor de esa Convencin se encuentra en las
garantas que ofrece al individuo frente al aparato del poder penal. Con
ello se ha reconocido que Poltica Criminal y Derechos Humanos son espacios cuyas superficies se recubren en gran parte, y por lo tanto, que la
criminologa, en s misma, es esencialmente poltica.
Poltica Criminal y democracia son trminos poco menos que sinnimos, porque la Poltica Criminal pone los lmites de las libertades, a la
vez que los lmites del respeto del Estado hacia los hombres; reconoce su
valor ontolgico, econmico y polftico.Y define su proteccin al garantizar su participacin, o los lmites de su participacion en la vida cotidiana y en decisiones o actividades ciudadanas que les son atinentes, tanto
en el plano personal e interpersonal, como en el de su insercin activa en
el ejercicio de la soberana popular.
As, pues un Congreso sobre Cessare Beccaria, arquitecto, tal vez el
ms ilustre, del primero y ms sofisticado conjunto de reglas de Poltica
Criminal diseado por una escuela criminolgica que surgi, precisamente, de un primer intento de definir la democracia, no puede hacer abstraccin de su significacin para esa democracia, ni de cmo ella puede -o
no- hacerse efectiva, a travs de la prctica concreta de la Poltica
Criminal. Porque su no efectividad en la prctica, es la negacin de la
democracia, cualquiera que sea el parmetro desde el cual ese concepto
haya sido construido.
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3.
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5.
6. BECCARIA,
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La tesis de Melossi, 9 segn la cual es menos segura la hiptesis mantenida por la vieja asercin positivista de que la crisis causa ms delitos,
que la tesis que sostiene que la crisis causa una escalada de represividad,
parece aseverarse en la realidad latinoamericana. La hiptesis, ya manejada por Francisco Delgado Rosales, en su investigacin sobre las
ejecuciones extrajudiciales (o "muertes en enfrentamiento con la polica,"
para usar el vocabulario periodstico), en un pas donde no existe la pena
de muerte, como es Venezuela, es la de que la fuerza pblica, inclusive
militar, deben ser evidentes a la poblacin como una forma de terrorismo
preventivo -no de la delincuencia- sino de la explosin de los conflictos
sociales latentes. De hecho, la publicacin que se hace de esas muertes, y
de los gigantescos operativos policiales, demuestra que la finalidad es,
por una parte, paralizadora de los conflictos. Por la otra, no cabe duda,
la escalada del castigo legal y extralegal obedece tambin a la bsqueda
de legitimacin de gobiernos que no pueden demostrar ms eficacia que la
supuesta de la fuerza pblica, frente a incapacidades fiscales emergentes. Para ello se hace uso de la manipulacin del sentimiento de inseguridad ciudadana, frente a un aumento de la delincuencia, que posiblemente sea cierto, pero cuya desproporcin con el sentimiento de inseguridad es, sin lugar a dudas - y demostrado tambin por medio de investigaciones-, enorme.
No se trata solamente de una escalada del castigo "ilegal". Tambin la represividad se ha visto acentuada en la desaplicacin progresiva, en la prctica, de medidas alternativas a la pena privativa de libertad."
As, resulta que la Poltica Criminal no formalizada se convierte en
un discurso meramente simblico y legitimador, que tiene como nico
efecto el de dar la ilusin de un sistema cuasi perfecto y protector de los
ciudadanos, que es til para presentar la imagen de un pas ante las otras
9.
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en busca de la realidad posible. Que ambos pensamientos son profundamente normativos en relacin al "deber ser" de la sociedad actual. De
ambos puede decirse que desconfan del Derecho, 14 aunque ambos acepten
finalmente la legalidad como nica posibilidad garantista. 5 El respeto
de la legalidad, para Beccaria, era el respeto a la libertad. Para algunos crticos, ella representa la contencin de la violencia punitiva del
Estado, necesaria porque se expresa preferentemente contra las clases sumergidas. Para otros, el respeto a la legalidad es slo una actitud estratgica tendente a la abolicin progresiva del Derecho Penal, y su sustitucin por controles no estigmatizantes y realmente reparadores.
Beccaria,
16.
17.
18.
BECCARIA, Ob. cit. p. 30: "Feliz la Nacin en que las Leyes no constituyan
una ciencia".
Vd. FERRAIOLO, Luigi: "El Derecho Penal Mnimo", en Poder y Control N 9 O,
Barcelona, 1986. pp. 26-48. Vd. tambin BARATTA, Ob. cit., El movimiento
garantista es fundamentalmente italiano, Pavarini entre otros, y opone su
teora a las avanzadas abolicionistas: aun cuando en el caso de Baratta, la
posicin actual es estratgica y tendente a una abolicin radical del sistema
penal.
Cfr. FERRAIOLI y BARRATTA ,Ob. Cit. La fundamentacin de los fines de la
pena que Ferraioli hace, que es la evitacin de la violencia injusta, parece
calcada de Beccaria, quien nos dice: "Para que una pena cualquiera no sea
una violencia de uno o de muchos contra un ciudadano particular, debe
ser...la mnima de las posibles". p. 248.
BECCARIA, Ob. cit. pp. 98-149.
Vd HULSMAN, Louk: "La Dcriminalisation", papel presentado en el Coloquio de Bellagio en mayo de 1973. ANIYAR DE C., Lola: La Realidad Contra
los Mitos. Reflexiones Crticas en Criminologa, Maracaibo, publicaciones
del Instituto de Criminologa de la Universidad del Zulia, 198. pp. 210-233.
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e impune: "las ocasiones (son) tan fciles, las consecuencias tan equvo-
cas, que ms al alcance del legislador est el prevenirlo que el corregirlo"... "Regla general: en todo delito que por su naturaleza debe quedar la
ms de las veces impune, la pena se convierte en un incentivo"... "no se
puede llamar precisamente justa la pena de un delito, mientras la ley no
haya empleado el mejor medio posible, en las circunstancias dadas de
una nacin, para prevenirlo".19
El modelo de Estado: Consenso o conflicto?
19.
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21.
22.
BECCARIA, Ob. cit p. 92. Por supuesto, aqu hay bsicamente una referencia iusnaturalista al contrato social.
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Curiosamente, Beccaria parece avanzar tambin el concepto marxista posterior de alienacin como cosificacin, 24 cuando dice que "no
hay libertad all donde las leyes permiten que, en determinadas circunstancias, el hombre cese de ser persona y se convierta en cosa". Es claro, no obstante, que su particular concepcin del mundo era iusnaturalista,
por lo cual, ciertamente, esa concepcin de "hombre como cosa", es, como
algunos lo califican, de ese mismo corte. Que los principios morales, segn
l, deriven de tres fuentes: "la revelacin, la ley natural y las convenciones que forman la sociedad", define el concepto de persona sobre bases
distintas a las de la fetichizacin de la mercanca que utilizaba Marx.25
Por otra parte, hay tal sentimiento de la injusticia social en Beccaria, derivado de su conocimiento cotidiano de las cosas, y una capacidad
tan fina de aproximarse a la realidad, que algunas otras de sus afirmaciones parecieran tener algn prematuro perfume del concepto de "lucha
de clases" -casi no encontrado abiertamente en la criminologa radical
contempornea, a excepcin tal vez de los Schwendinger-, 26 y adelantarse en el tiempo a algn planteamiento de la nueva criminologa, re23. BECCARIA, Ob. cit. p. 98.
24. "Reificacin" lo denomina LUCAKS, G. Geschiste und Klassenbewustsein,
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muestra que el conocimiento es prctico. 2- La criminologa crtica, convenientemente equipada por todas las discusiones epistemolgicas que se
han generado sobre la criminologa, retorna lo existente, lo integra en una
visin conflictiva de la historia, y lo utiliza, generalmente en forma estratgica, sin esclerosarse en posturas definitivas.
Los sealamientos que se han hecho de la funcin poltica que tienen
las teoras, de legitimacin o de liberacin, segn los casos," pecaran de
voluntaristas si no reconocen en el pensamiento de clsicos como Beccaria,
el origen de una reflexin humanista y racional que tena que desarrollarse abiertamente con el paso de la misma historia. La funcin poltica
de las teoras no fue, en los casos de quienes las elaboraron, de ninguna
manera programada. Ella tiene que ver ms con su utilizacin que con su
elaboracin.
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