Jelin, Elizabeth - Exclusion, Memorias y Luchas Politicas PDF
Jelin, Elizabeth - Exclusion, Memorias y Luchas Politicas PDF
Jelin, Elizabeth - Exclusion, Memorias y Luchas Politicas PDF
c Elizabeth Jelin *
El dilema de la exclusin
V
ivimos en una era de cambio rpido y permanente, donde la innovacin
tecnolgica trae aparejadas obsolescencias instantneas y sensaciones
de evanescencia. Al mismo tiempo, las estructuras polticas y econmi-
cas, as como los patrones culturales, muestran fuertes continuidades, que a ve-
ces se manifiestan como rigideces y cristalizaciones. O sea, coexisten e interac-
tan el cambio rpido y la inercia.
Para los seres humanos que viven estos procesos, el cambio rpido puede
provocar situaciones de desarraigo, producidas ya sea por desplazamientos y mi-
graciones (a veces impuestos por situaciones de violencia poltica o de carencia
econmica) o por disrupciones ligadas a transformaciones econmicas y polticas
que se dan en un mismo lugar en el que se ha nacido y crecido. Estos procesos
de desarraigo, paradjicamente, llevan tambin a una bsqueda renovada de ra-
ces, de un sentido de pertenencia, de comunidad. Pertenecer a una comunidad es
una necesidad humana, es un derecho humano. Para citar a una autora ya clsica,
La privacin fundamental de los derechos humanos se manifiesta por so-
bre todo en la privacin de un lugar en el mundo, (un espacio poltico) que
torna significativas las opiniones y efectivas las acciones. (...) Tomamos
conciencia del derecho a tener derechos (...) y del derecho a pertenecer a
*
Doctora en Sociologa, Universidad de Texas. Investigadora Principal del CONICET. Coordinadora acadmica del
Programa de investigacin y formacin de investigadores jvenes sobre Memoria colectiva y represin: Perspec -
tivas comparativas sobre el proceso de democratizacin en el Cono Sur.
91
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
92
Elizabeth Jelin
so a imgenes de los patrones culturales del mundo en los cuales se sienten, si-
multneamente, incluidos y excluidos.
Aunque relacionada con la pobreza, la exclusin es un fenmeno diferente. Se re-
fiere a la ausencia de reconocimiento social y poltico como parte de una comunidad1.
En la situacin lmite, implica un proceso de negacin de la condicin humana a un
grupo o categora de poblacin, justificando as la aniquilacin y el genocidio.
Tanto la pobreza como la exclusin plantean un desafo a los ideales de la
ciudadana, los derechos humanos y la participacin en la sociedad y en el esta-
do. Dada la situacin actual del mundo y especialmente de nuestra regin, com-
prender las cuestiones de la exclusin es, sin ninguna duda, urgente y prioritario.
93
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
94
Elizabeth Jelin
95
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
96
Elizabeth Jelin
97
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
98
Elizabeth Jelin
99
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
las luchas sobre qu recordar y cmo caracterizar el pasado por parte de las institu-
ciones y polticas pblicas en las nuevas democracias? Cules son las implicacio-
nes de estas luchas en el proceso de legitimar el derecho a disentir, en sociedades
que han estado plagadas de niveles muy bajos de respeto a otros diferentes?
En cualquier momento y lugar, es imposible encontrar una memoria, una vi-
sin y una interpretacin nicas del pasado, compartidas por toda una sociedad.
Pueden encontrarse momentos o perodos histricos en los que el consenso es
mayor, en los que un libreto nico de la memoria es ms aceptado o hegemni-
co. Normalmente, ese libreto es lo que cuentan los vencedores de conflictos y ba-
tallas histricas. Siempre habr otras historias, otras memorias e interpretaciones
alternativas5. Lo que hay es una lucha poltica activa acerca del sentido de lo ocu-
rrido, pero tambin acerca del sentido de la memoria misma.
Por ejemplo, muchos actores sociales en Argentina no cuestionan la necesidad
de recordar. Para ellos el mandato de la memoria es normalmente una premisa, una
consigna basada en el recordar para no repetir, en la lucha contra el olvido y en
la necesidad de saber acerca de lo ocurrido como parte de la bsqueda de una socie-
dad que ha compartido, ha sufrido y desea seguir conociendo. Las consignas pueden
en este punto ser algo tramposas. La memoria contra el olvido o contra el silen-
cio esconde lo que en realidad es una oposicin entre distintas memorias rivales,
cada una de ellas incorporando sus propios olvidos. Es en verdad, memoria contra
memoria. Sabemos que la memoria siempre es selectiva, que la memoria total es
imposible y paralizadora, como el Funes de Borges tan vvidamente nos revela.
Estas cuestiones requieren atencin, ya que a pesar de (y en parte tambin a
raz de) la persistencia del debate y el desacuerdo acerca de estos temas, que in-
cluye sin duda una produccin escrita considerable, hay una preocupante ausen-
cia de investigacin sistemtica sobre la naturaleza de la memoria y sobre las ra-
mificaciones culturales de los silencios. Creemos que las conceptualizaciones
culturales sobre la memoria debieran estar en la primera pgina de una agenda in-
telectual comprometida. Adems de su contribucin acadmica, esto podra con-
tribuir al enriquecimiento de la calidad de los debates locales sobre el presente y
sobre el pasado. Tambin llevara a promover nuevos medios creativos de expre-
sin de las memorias de experiencias traumticas vividas por grupos oprimidos,
aprovechando toda la gama de tecnologas disponibles desde la entrevista testi-
monial ntima hasta la creacin artstica, desde el cyber-espacio hasta los lugares
comunitarios con significados especficos y localizados.
100
Elizabeth Jelin
101
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
colectivo y pblico. Estas marcas territorializadas son actos polticos en, por lo
menos, dos sentidos: porque la instalacin de las marcas es siempre el resultado
de luchas y conflictos polticos, y porque su existencia es un recordatorio fsico
de un pasado poltico conflictivo, que puede actuar como chispa para reavivar el
conflicto sobre su significado en cada nuevo perodo histrico o para cada nueva
generacin.
Las luchas por los monumentos y recordatorios se despliega abiertamente en
el escenario poltico actual del pas y de la regin. Se trata de iniciativas genera-
das desde los organismos de derechos humanos, con el apoyo de organizaciones
sociales diversas (sindicatos, cooperadoras escolares, asociaciones profesionales,
organizaciones estudiantiles). Se promueve todo tipo de actividades: los familia-
res y amigos publican avisos recordatorios en los diarios, se publican libros, se
proponen nombres recordatorios para plazas o calles. Las organizaciones de la so-
ciedad empujan, promueven, piden. Por supuesto, hay variaciones importantes en
la intensidad y la constancia de estas propuestas, entre pases, entre regiones, en-
tre grupos sociales. Pero cuando se llega al nivel del estado sea el gobierno lo-
cal y mucho ms en el plano del gobierno nacional por lo general se pone en evi-
dencia una relativa ausencia de voluntad poltica o de una poltica activa de la
memoria. De hecho, hay muy pocos casos en los que las iniciativas para preser-
var lugares de la represin, para rememorar de manera pblica y colectiva el su-
frimiento, contaron con el apoyo o el patrocinio gubernamental. Sin embargo, los
actores sociales siguen insistiendo.
Tomemos un par de ejemplos del destino de lugares y espacios donde ocurri
la represin, de los campos y crceles de las dictaduras. En algunos casos, el me-
morial fsico est all, como el Parque de la Paz en Santiago, en el predio que ha-
ba sido el campo de detencin y tortura de la Villa Grimaldi durante la dictadu-
ra. La iniciativa fue de vecinos y activistas de los derechos humanos, que logra-
ron detener la destruccin de la edificacin y el proyecto de cambiar su sentido
(iba a ser un condominio, pequeo barrio privado). Tambin est lo contrario,
los intentos de borrar las marcas, destruir los edificios para no permitir la mate-
rializacin de la memoria, como la crcel de Montevideo convertida en un mo-
derno centro de compras, quizs el caso ms ilustrativo. De hecho, muchos inten-
tos de transformar sitios de represin en sitios de memoria enfrentan oposicin y
destruccin, como las placas y recordatorios que se intentaron poner en el sitio
donde funcion el campo de detencin El Atltico, en el centro de Buenos Aires
(Jelin y Kaufman, 2000).
Estos lugares son los espacios fsicos donde ocurri la represin dictatorial.
Testigos innegables. Se puede intentar borrarlos, destruir edificios, pero quedan
las marcas en la memoria personalizada de la gente, con sus mltiples sentidos.
Qu pasa cuando se malogra la iniciativa de ubicar fsicamente el acto del re-
cuerdo en un monumento? Cuando la memoria no puede materializarse en un lu-
102
Elizabeth Jelin
gar especfico? La fuerza o las medidas administrativas no pueden borrar las me-
morias personalizadas. Los sujetos tienen que buscar entonces canales alternati-
vos de expresin. Cuando se encuentran bloqueados por otras fuerzas sociales, la
subjetividad, el deseo y la voluntad de las mujeres y hombres que estn luchan-
do por materializar su memoria, se ponen claramente de manifiesto de manera p-
blica, y se renueva su fuerza o potencia. No hay pausa, no hay descanso, porque
la memoria no ha sido depositada en ningn lugar; tiene que quedar en las ca-
bezas y corazones de la gente. La cuestin de transformar los sentimientos perso-
nales, nicos e intransferibles, en significados colectivos y pblicos, queda abier-
ta y activa. La pregunta que cabe aqu es si es posible destruir lo que la gente
intenta recordar o perpetuar. No ser que el olvido que se quiere imponer con la
oposicin/represin policial 6 tiene el efecto paradjico de multiplicar las memo-
rias, y de actualizar las preguntas y el debate de lo vivido en el pasado reciente?
103
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
104
Elizabeth Jelin
Para terminar
Hemos hablado de exclusiones econmicas y exclusiones polticas, de proce-
sos culturales de inclusin a travs de la memoria. En estas cuestiones, el eje es-
t en la ampliacin de distintos sentidos de nosotros/as, de pertenencias e iden-
tificaciones, a travs de las memorias. Dnde y cmo ubicar los vehculos para
estas tareas? Dnde ubicar los espacios liminares de expansin de la comunidad
de sentido del pasado? Cmo incorporar, adems de la dimensin de la identifi-
cacin y la pertenencia, las cuestiones ligadas a la responsabilidad institucional,
tanto por las exclusiones del presente como por el pasado? (Booth, 1999).
Se puede partir de sujetos colectivos de diferente amplitud: desde un indivi-
duo o grupo hasta en el lmite una humanidad que se concibe a s misma como
partcipe y responsable de todo lo humano. En el medio, y de manera ms con-
creta, las prcticas de actores sociales especficos y las maneras en que dan sen-
tido al pasado y logran transmitir sus preocupaciones a otros sectores sociales.
Hay otro plano especialmente significativo en las dos caras del tema planteado.
Se trata de las instituciones estatales. El debate sobre el lugar del estado en las
polticas de exclusin y pobreza es lgido, y supera este artculo. La pregunta de
cmo el estado y sus instituciones incorporan interpretaciones del pasado en los
procesos de democratizacin es, por contraste, parte de la poltica del silencio. El
sistema educativo, el mbito cultural, el aparato judicial, son algunos de los m-
bitos que pueden llevar adelante una estrategia de incorporacin de ese pasado.
Que lo hagan, de qu manera y con qu resultados, es siempre parte de los pro-
cesos de lucha social y poltica.
Llevar adelante una tarea de investigacin crtica en estos temas no es una
labor sencilla, por varias razones. En primer lugar, se trata de investigar temas y
procesos en curso, y esto siempre produce incertidumbres, en la vida cotidiana y
en las tareas analticas ligadas a la investigacin. Hay ambigedades y tensiones,
tendencias nunca claras y categoras nunca ntidas. En segundo lugar, se trata de
investigaciones que se hacen desde adentro, en las cuales los/as investigado-
res/as combinamos una doble (o triple) insercin: la de promover el estudio rigu-
roso de procesos histricos y sociales por un lado; la del compromiso cvico-ciu-
dadano y el compromiso emocional por el otro. La primera requiere tomar distan-
cia analtica, pero los procesos estudiados no estn elegidos al azar sino sobre la
base de un compromiso tico, poltico y, las ms de las veces, emocional. Lo cual
resulta en que las/os investigadores/as resultamos ser protagonistas del proceso,
105
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
106
Elizabeth Jelin
instituciones incorporan las memorias del pasado en sus prcticas. El nfasis es-
t puesto en prcticas y en disputas en la esfera pblica, con el convencimiento
de que las emociones y la subjetividad de los actores tambin estn presentes en
este mbito.
Otros programas de este y otro tipo estn en curso en la regin. Lo que cree-
mos importante sealar y destacar es la necesidad de incorporar a la investigacin
una visin comparativa y relacional, que simultneamente permita analizar fen-
menos sociales socialmente urgentes en distintas escalas.
107
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
Bibliografa
Arendt, Hannah 1949 The rights of man: what are they?, en Modern Re -
view Vol. 3, N 1.
Booth, W. James 1999 Communities of memory: on identity, memory, and
debt, en American Political Science Review Vol. 93, N 2, Junio.
Filc, Judith 1997 Entre el parentesco y la poltica. Familia y dictadura, 1976-
1983 (Buenos Aires: Editorial Biblos).
Huyssen, Andreas 1995 Twilight memories: marking time in a culture of am -
nesia (Londres: Routledge).
Jelin, Elizabeth y Susana G. Kaufman 2000 Layers of memories. Twenty
years after in Argentina, en T.G. Ashplant, G. Dawson and M. Roper, eds.
The politics of war. Memory and commemoration. (Londres: Routledge).
Scott, James C. 1992 Domination and the arts of resistance: Hidden trans -
cripts (New Haven: Yale University Press).
Young-Bruehl, Elisabeth 1982 Hannah Arendt. For love of the world (New
Haven: Yale University Press).
Wieviorka, Michel 1992 El espacio del racismo (Barcelona: Paids).
108
Elizabeth Jelin
Notas
1 La definicin del alcance de la comunidad o sociedad no es un asunto me-
nor. Dada la creciente interdependencia y los procesos de mundializacin, ca-
be la pregunta sobre cul es la unidad de anlisis apropiada. En realidad, la
cuestin es que la distribucin y la exclusin pueden ser analizadas en distin-
tas escalas, desde la familia hasta el mundo global.
2 En este mismo rubro entran los llamados a invertir en las mujeres justifi-
cados en trminos de los beneficios que se obtienen, especialmente la menor
mortalidad infantil. Estas argumentaciones tienen ms eco que aquellas que se
justifican en trminos de corregir injusticias sociales o ampliar derechos.
3 Es importante aqu no caer en la contraposicin entre las memorias colec-
tivas comunitarias y la memoria pblica meditica, como si las primeras fue-
ran lo bueno y puro contrapuesto a lo exgeno y manipulador. Nuestra vi-
da contempornea est traspasada por pertenencias mltiples, inclusive las
relacionadas con comunidades virtuales, que son tan endgenas o exgenas
como el barrio o la plaza comunitaria.
4 El Nunca ms alude a las consignas utilizadas por los movimientos de dere-
chos humanos en el Cono Sur. Debe recordarse que los informes recopilando
informacin y listados de violaciones a los derechos humanos, elaborados por
organizaciones de derechos humanos en Uruguay y en Brasil, y por una comi-
sin oficial (la CONADEP) en Argentina, llevan como ttulo Nunca ms.
5 Las interpretaciones del pasado son tema de controversias sociales aun
cuando haya pasado mucho tiempo desde los acontecimientos que se deba-
ten. Esto se hizo claramente evidente cuando se conmemoraron los 500 aos
de 1492. Era el descubrimiento de Amrica o su conquista? Era el en-
cuentro de diferentes culturas o el comienzo del genocidio de los pueblos
indgenas? En esa ocasin, diferentes actores dieron sentidos e interpretacio-
nes, e inclusive nombres diversos, a lo que se estaba recordando. No hubo
ninguna posibilidad de tener una conmemoracin unvoca.
6 Esto ocurri con algunos intentos de marcar lugares de detencin en Bue-
nos Aires, a travs de placas recordatorias o pinturas murales en ocasin del
20 aniversario del golpe militar de 1976. En un caso, el del centro de deten-
cin conocido como El Olimpo, la polica impidi el intento colectivo de pin-
tar un mural; en otro, en el predio donde haba estado el centro clandestino
El Atltico, los recordatorios instalados un da haban sido destruidos por ma-
nos annimas durante la noche siguiente.
7 Los smbolos del sufrimiento personal tienden a estar corporizados en las
mujeres las Madres y las Abuelas en el caso de Argentina mientras que los
mecanismos institucionales parecen pertenecer ms a menudo al mundo de
109
Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalizacin
los hombres. El significado de esta dimensin de gnero del tema, y las difi-
cultades de quebrar los estereotipos de gnero con relacin a los recursos del
poder, requieren sin duda mucha ms atencin analtica. La investigacin fu-
tura tambin deber estudiar el impacto que la imagen prevaleciente en el
movimiento de derechos humanos y en la sociedad en su conjunto de de-
mandas de verdad basadas en el sufrimiento y de las imgenes de la familia
y los vnculos de parentesco (Filc, 1997) tiene en el proceso de construccin
de una cultura de la ciudadana y la igualdad. Una cuestin importante es pre-
guntarse en qu medida este familismo obtur el planteo de los derechos
humanos y la memoria del pasado dictatorial como parte de una historia y
una lucha en el espacio propiamente poltico en el pas.
8 Se puede obtener ms informacin sobre este Programa en:
http://www.ssrc.org/latinamer/LAmemp.htm
110