Africanissimo PDF
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ENSAYO
AFRICANSSIMO:
UNA APROXIMACIN MULTIDISCIPLINAR A LAS
CULTURAS NEGROAFRICANAS
Verbum
ENSAYO
Directores de la coleccin:
JOS MANUEL LPEZ DE ABIADA
PO E. SERRANO
OLGA BARRIOS
(Editora)
Africanssimo:
Una aproximacin multidisciplinar
a las culturas negroafricanas
Casa frica
c/ Alfonso XIII, 5
35003 Las Palmas de Gran Canaria
www.casafrica.es
NDICE
AGRADECIMIENTOS.........................................................................................
INTRODUCCIN, Olga Barrios.......................................................................
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OBRA DE TEATRO
RITA SIRIAKA
La nia que no era invisible ..................................................................
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AGRADECIMIENTOS
El hecho de que un libro llegue a ver la luz se debe a la contribucin de muchas personas, ya sea porque han servido de ejemplo y/o estmulo, porque las respetamos o admiramos, porque nos han asesorado, o simplemente porque han credo en nosotros. Por este motivo,
mi ms sincero agradecimiento a Arcadi Oliveres aunque no hayamos
podido contar con su colaboracin para el libro enorme fuente de inspiracin y estmulo en esta empresa, cuyo compromiso me hace creer
que todava es posible luchar por una igualdad social entre culturas y
sus habitantes y encontrar otras personas como l. Gracias tambin a
todas las autoras y autores que pusieron su confianza en este proyecto y
nos entregaron su contribucin sin la cual este libro no hubiera sido posible, y muy especialmente a Jos Luis Corts quien generosamente ha
cedido imgenes de su coleccin particular de arte africano para incluir
en esta publicacin. Y, por ltimo, gracias tambin al artista senegals
de diseo textil Dickson Isowa que nos ha permitido contar con una de
sus creaciones artstica para la cubierta del libro.
Introduccin
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para llegar a los sectores ms marginados y necesitados. Este tipo de teatro cada vez ms extendido por el frica subsahariana tiene como objetivo informar al tiempo que concienciar a sus espectadores sobre la situacin en que viven y buscar con ellos posibles soluciones que puedan
ir introduciendo para mejorar la calidad de sus vidas. Por tanto, y a
pesar de los daos causados por el colonialismo poltico y cultural llevado a cabo por Occidente, estos artistas afortunadamente siguen luchando contra el legado del materialismo e individualismo que el colonialismo dej tras de s para mantener valores tan esenciales como la
solidaridad y el respeto del individuo hacia todos los miembros de su comunidad principios bsicos de las sociedades africanas precoloniales.
A medida que sigo investigando, leyendo y disfrutando del conocimiento que me ofrecen estas culturas soy ms consciente de lo que
mucho que an me queda por aprender. Su literatura y teatro, no slo
han ampliado mis conocimientos, sino que me ha ayudado a abrir los
ojos un poco ms y a prestar atencin a cuestiones que de otra forma no
hubiera tenido ocasin de conocer. A travs de estas lecturas en las que
habra que incluir adems de literatura y teatro otras obras de pensadores, crticos, filsofos negroafricanos y de la dispora africana se me
han permitido conocer otras perspectivas y puntos de vista que, a su vez,
me han ayudado a adoptar nuevas posturas o planteamientos en mi vida
personal y profesional. Nunca me cansar de repetir lo afortunada que
me siento al haber elegido dedicarme a los estudios africanos y de la
dispora africana por el constante estmulo, inspiracin, fuerza y riqueza que he obtenido en los aos que llevo dedicada a ellos. Como le
dira Ramatoulaye protagonista de la novela La carta ms larga de la escritora senegalesa Mariama B a su amiga Assatou (quien tras decidir
separarse de su marido comienza estudiar hasta conseguir un ttulo universitario): Los libros fueron los que te salvaron; se convirtieron en tu
refugio y te apoyaron2. No s si me han salvado, pero desde luego esas
lecturas se han convertido siempre en mi refugio y apoyo, adems de
abrirme la puerta a nuevos horizontes para mostrarme la belleza y riqueza de esa amplia gama cultural que tenemos a nuestro alrededor y a
menudo desconocemos.
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B, Mariama. Mi carta ms larga. Traduccin de Sonia Martn Prez. Madrid: Ediciones Zanzbar, 2003 (1982). p. 52.
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Al igual que yo me siento tan privilegiada por haber tenido la fortuna de llegar a conocer un poco mejor y ms de cerca las culturas
negroafricanas a travs de los libros, me gustara que este libro pudiera
brindar la misma oportunidad a otros habitantes de este pas. Por un
lado, me gustara que este libro contribuyera a estrechar lazos y destruir
los cada vez ms altos muros erigidos por Europa que dificultan las posibilidades de entrada en esta regin a inmigrantes o solicitantes de asilo.
Irene Claro Quintns en su ensayo (Captulo III) define estas dificultades cada vez mayores para solicitantes de asilo como una carrera de
obstculos3 algo que debera hacernos reflexionar sobre nuestra propia historia, recordar que nuestros antepasados no muy lejanos pasaron
igualmente por momentos histricos muy duros y difciles en los que se
vieron obligados a emigrar por necesidades econmicas o exiliarse por
cuestiones polticas que ponan en riesgo sus vidas. Por otro lado, me
gustara que este libro pudiera servir de estmulo a otras investigadoras
e investigadores y as contribuir a la ampliacin de nuestros conocimientos acadmicos con un mayor nmero de publicaciones sobre los
mltiples aspectos y vertientes de las culturas negroafricanas.
Y, por ltimo, deseara que este libro pudiera servir de reflexin
sobre la carencia de asignaturas de historia, arte, sociologa, filosofa, y
otras disciplinas relativas al continente africano que puebla nuestras
aulas, y contribuyera a que se ampliara la oferta de las mismas en escuelas, institutos y universidades. Slo algunas personas tenemos la opcin
de impartir cursos de literatura y/o teatro postcolonial como asignaturas optativas; y de vez en cuando se nos conceden ayudas para la organizacin de de algn congreso, simposio o encuentro internacional sobre
culturas africanas y de la dispora4. Pero estas pequeas aportaciones no
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Irene Claro Quintns (una de las autoras incluidas en este volumen), al referirse
a las solicitudes de asilo que realizan personas de otros pases que se sienten amenazados o corren peligro de muerte en su pas de origen, se refiere a las leyes de nuestro pas
y a los mltiples trmites que tienen que realizarse para conseguir el asilo solicitado,
todo ello una carrera de obstculos que en lugar de ayudar dificulta enormemente y
no sirve de ayuda a las personas que solicitan asilo.
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En la universidad de Salamanca se han organizado varios congresos, cursos y
simposios a travs del Departamento de Filologa Inglesa desde 1996, ao en que se celebr el I International Symposium on Contemporary Literature of the African Diaspora; en el ao 2002, Family in Africa and the African Diaspora; entre 1998 y 2000 se
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de manera general y sistemtica, no existen persecucin, tortura o tratos o penas inhumanos o degradantes, ni tampoco amenazas de violencia indiscriminada en situaciones de conflicto, concluyendo que estas
consideraciones para determinar si un pas es o no seguro se ha demostrado que estaban basadas en unas premisas al menos parcialmente falsas, ya que las medidas adoptadas para recabar informacin antes de tal
decisin no resultan fiables. La autora, por tanto, deja claro que la normativa sobre el pas de origen seguro necesita ser revisada o bien el Estado
al que se solicita asilo debera considerar slo de modo orientativo las
caractersticas del pas de huida.
Esta seccin la cierra Mbuyi Kabunda Badi con su artculo Sistemas normativos de derechos humanos en frica: balances y perspectivas, trabajo que resulta realmente esclarecedor para comprender cmo
y por qu se siguen violando los derechos humanos en frica. Su anlisis
es altamente interesante al contraponer la concepcin africana tradicional de derechos humanos y la occidental. Kabunda Badi considera que
para analizar estas violaciones es necesario hacerlo desde una teorizacin
africana del tema, volviendo a siglos atrs para comprender los valores de
las sociedades africanas precoloniales de tendencia comunitarista que
aboga por los derechos colectivos, derecho al desarrollo y a la autodeterminacin) y que contrasta con la tendencia individualista de Occidente que subraya los derechos civiles y polticos, siendo la tendencia
comunitarista la que se adopt en la Carta Africana. Esto, segn el autor,
tuvo como consecuencia que los dirigentes utilizaran la excusa de
los derechos colectivos para ponerlos al servicio de sus propios intereses y
privilegios. Por tanto a menudo la concepcin africana de derechos
humanos es utilizada como tapadera para violar dichos derechos, no
aplicando las normas internacionales reconocidas y ofreciendo a los dirigentes un documento destinado a instaurar un colonialismo interno.
Kabunda Badi analiza los puntos fuertes y los dbiles de la Carta Africana, considerando que otorga un papel preponderante a los dirigentes
para respetar los derechos humanos y excluye las comunicaciones individuales. Para paliar las deficiencias y ambigedades de la Carta Africana se elabor el Protocolo del Tribunal Africano de Derechos Humanos y de los Pueblos que entr en vigor en enero de 2004.
La siguiente seccin, LITERATURAS NEGROAFRICANAS Y ESTUDIOS
DE TRADUCCIN abre con el ensayo de Inmaculada Daz Narbona, Del
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feminismo occidental y los mujerismos africanos. Otros temas repetidos son sus relaciones con los hombres (la poligamia y los matrimonios
concertados) y el tema de la maternidad y su doble significado por un
lado, la maternidad ofrece poder a la mujer en la sociedad y, por otro,
estas mujeres cuestionan la maternidad obligatoria o el privilegio que
se otorga a los hijos varones. La autora finaliza su ensayo afirmando
que es en las escritoras ms jvenes donde se percibe una mayor conciencia feminista al tratar cuestiones que ataen directamente a la
mujer. Son estas escritoras denominadas por la autora como emergentes las que parecen estar desvelando los silencios de las madres y de las
abuelas con la intencin de mejorar la situacin de la mujer en las sociedades contemporneas africanas.
En relacin a las literaturas africanas escritas en lengua inglesa,
Irene Pagola Montoya, plantea una reflexin necesaria y fundamental
en su ensayo El comprometido papel del traductor como intermediario entre culturas puestas en contacto por la colonizacin: frica anglfona y Europa. A menudo el papel del traductor es menospreciado y no
se le concede a esta persona la importancia que merece, por ello la
autora se centra en las dificultades a las que el traductor tiene que enfrentarse a la hora de realizar su trabajo. Segn Pagola Montoya, el traductor no slo transfiere un texto sino que al traducir se convierte, de
alguna manera, tambin en creador. La propuesta de la autora es que
los traductores trabajen en la lnea de resistencia propuesta por
Lawrence Venuti cuidando de no fomentar la propagacin de estereotipos; de ah que los traductores sean conscientes de su gran responsabilidad y adopten el compromiso de llevar a cabo un trabajo multidisciplinar (lingstico y cultural especialmente) que se aleje de cualquier
posible prejuicio que pueda albergar su mente. Continuando con la trayectoria de literaturas africanas en lenguas europeas, se incluye el ensayo de Eduardo Javier Alonso Romo, Literatura africana de lengua
portuguesa: Una panormica. El autor destaca que por fin en Espaa
se le comienza a dar cierta importancia a esta literatura como reflejan
las ltimas traducciones que han aparecido en nuestro pas, tras lo cual
hace una breve referencia histrica hasta la literatura postcolonial para
ir examinando pas a pas los tres gneros literarios (novela, poesa y
teatro) en Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique, y Santo
Tom y Prncipe. Los cinco estados se crean a partir de 1974 con el por-
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tugus como lengua oficial, aunque el portugus coexiste con las lenguas nativas de cada pas y con el criollo con base portuguesa. Alonso
Romo recuerda que sas son literaturas jvenes surgidas del mestizaje
y que comienzan ahora a tener una mayor visibilidad en Espaa. En el
recorrido que el autor realiza por estos pases y sus literaturas incluye caractersticas particulares como hace en el caso de Cabo Verde, recordndonos que es una tierra asolada por la sequa y la hambruna, algo que
ha obligado a sus habitantes a una emigracin constante hacia Europa y
Amrica, por lo que sus escritores han hecho de la ausencia y de la
despedida de la tierra natal un tema constante. Otro dato importante a
destacar ha sido el desarrollo del criollo en esta isla, siendo Manuel Veiga
el primer escritor que escribi una novela (Oju dagu)en criollo, publicada en 1987. Por otro lado, parece ser que el pequeo pas de GuineaBissau es en el que menos produccin literaria se ha desarrollado. Si la literatura africana de expresin portuguesa comienza lentamente a ver la
luz en las tmidas traducciones al castellano que han comenzado a tener
lugar recientemente en nuestro pas, en el ltimo ensayo de esta seccin
titulado La literatura africana de expresin castellana en la posindependencia: Nuevos derroteros culturales Mbare Ngom afirma que ha
sido slo a partir de los aos 90, a finales del siglo XX, cuando la literatura africana de expresin castellana ha comenzado a obtener ms atencin en el mbito universitario y en el mercado editorial. Ngom asegura adems que en estos ltimos aos hay cada vez un mayor nmero
de escritores procedentes de Guinea Ecuatorial que escriben en castellano y lo estn haciendo con gran fuerza. Este ensayo hace un recorrido
histrico y literario desde los aos 60 a la actualidad trazando el origen
de la literatura africana de expresin castellana tras un pasado colonial
y subrayando como dos de su rasgos caractersticos importantes la hibridez y el hecho de que gran parte de estas expresiones literarias se han
producido desde el exilio como es el caso del Donato Ndongo Bidyogo
que reside en Espaa desde hace ya algunos aos. En su ensayo Mbare
recorre fundamentalmente los gneros de ficcin y poesa, gneros en
los que han destacado especialmente estos escritores. Por otro lado, el
autor incide en la ausencia de voces femeninas (aunque menciona algunos nombres como el de Mara Nsue Angue, la autora ms conocida),
pero asegura que el hecho de que en la actualidad coexistan tres generaciones de escritores, aunque la mayora contine escribiendo desde el
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considerados vanguardistas, cuyo arte refleja la enorme impresin e influencia que sobre ellos ejerci el arte negroafricano, entre ellos se
puede nombra a los fauvistas, expresionistas, cubistas, y otros artistas
que pretendan mantener su propia autonoma. Y, curiosamente, aunque el arte negroafricano era especialmente escultrico, la mayor influencia que ejerci en el arte occidental fue en la pintura.
El libro lo cierra una OBRA DE TEATRO escrita por la actriz, periodista y dramaturga Rita Siriaka, La nia que no era invisible. A travs de
esta obra de teatro infantil y tras la interpretacin de 42 personajes diferente en la obra La mujer invisible de la dramaturga inglesa Kay Adhead
que interpretaba en solitario, Rita Siriaka pretende romper los trazos de
dolor y desgarro de los inmigrantes y refugiados reflejados en esa obra, y
crea una historia ms desenfadada (pero no por ello de menor denuncia) de una nia inmigrante que no cesa en su empeo para que las personas del nuevo pas sean capaces de verla a ella, ms all del color de su
piel y la reconozcan como ser humano. En tono humorstico, Siriaka denuncia la situacin de discriminacin e invisibilidad que sufren las y los
inmigrantes o refugiados africanos ilegales que viven en Europa (aunque la obra no determina un lugar concreto). El carcter de invisibilidad
lo confiere especialmente el hecho de no tener unos papeles que muestren la existencia real de esas personas en el pas de origen. Al estar indocumentados y no estar realmente registrados en el pas, estas personas se
ven continuamente expuestas a todo tipo de abusos y explotacin para
poder sobrevivir. La obra seala el trato preferente que reciben los turistas en relacin a los inmigrantes a quienes se les contina viendo como
una amenaza. Esta obra teatral, como en muchos de los cuentos africanos, ofrece la opcin al pblico de buscarle un final, lo cual requiere la
participacin activa de esos espectadores7 en este caso, la participacin
de los ms pequeos al obligarles a reflexionar sobre el/los tema/s tra7
Este final recuerda a la obra rase una vez unos ladrones (1978) del dramaturgo
nigeriano contemporneo Femi Osofisan en la que tambin se le pregunta al pblico
cul debe ser el destino de los ladrones protagonistas; o a la obra Anowa (1970) de la
ghanesa Ama Ata Aidoo, quien tambin utiliza la estructura del cuento dilema al ofrecer
dos puntos de vista, lo cual invita a la reflexin de los espectadores para que cada uno
decida cul es el punto de vista ms acertado, o para que vean lo ms acertado de cada
uno de los dos puntos de vista, mostrando el conflicto que refleja la vida misma en la
constante toma de decisiones que el ser humano se ve obligado a realizar diariamente.
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I
PERSPECTIVA HISTRICA Y
FILOSFICA DE FRICA
LA CUNA DE LA HUMANIDAD
frica es la cuna de la humanidad porque en ella se han encontrado los fsiles ms antiguos de nuestros antepasados. La separacin
entre homnidos y pngidos se llev a cabo en un perodo cuya antigedad vara entre doce y cinco millones de aos. El homnido ms antiguo
descubierto es el Australopiteco, encontrado en la parte oriental y austral
de frica; su antigedad oscila entre los 3,5 y 1,5 millones de aos. Conviviendo con l durante un milln y medio de aos estuvo el Homo habilis, cuya vida se remonta a los 2,6 millones de aos. Su capacidad craneal
de 810 centmetros cbicos y su disposicin general eran las de un verdadero Homo, aunque tena caractersticas cercanas al Australopiteco. Se
agrup en pequeos campamentos, dedicado a la caza y a la pesca, y
quizs tuvo una rudimentaria organizacin social.
El hallazgo de dos fsiles de hace 160.000 y 145.000 aos respectivamente en Etiopa, pertenecientes al Homo sapiens antiguo, nos ratifica
que fue en frica donde se culmin el proceso evolutivo del hombre.
Hace unos 50.000 aos el Homo sapiens africano emigr hacia Asia y Europa. En todas las etapas de la hominizacin, nuestros antepasados desarrollaron diversas industrias lticas cuya perfeccin est de acuerdo
con el grado de humanidad alcanzado.
Los yacimientos neolticos ms antiguos se encuentran en el valle del
Nilo, entre los aos 5000 y 3000; de aqu se extendi al Sahara donde
abundaba el agua. El hombre sahariano busc determinadas especies
gramneas para su alimentacin e inici un protocultivo en pendientes y
laderas. El examen de algunas semillas han arrojado una antigedad que
va del ao 4000 (Hoggar) al 3000 (Tassili). En esta zona la ganadera
super a la agricultura y el hombre pas de pescador, cazador y recolector a ganadero, no dndose de forma continua la agricultura.
En frica occidental se han encontrado ncleos agrcolas en el
Sahel, en los bordes de Futa Djalon y en las cuencas superiores de los
ros Senegal, Nger y Gambia; a partir de estos puntos, cultivos de arroz,
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ciones con los pases del norte, en virtud de la misma fe. Y la propia religin se fortaleci, porque en las ciudades importantes se levantaron escuelas cornicas de alto nivel y universidades.
La dispersin de pueblos de habla bant y las causas que la motivaron es un problema an no resuelto. Sus desplazamientos se sucedieron
hasta el siglo XIX. Uno de los primeros logros de los Bant fue dominar
la selva, que comenzaron a degradarla por la prctica de rozas. Los poblados bant fueron relativamente grandes y permanentes. En el siglo
VII algunos pueblos ya haban alcanzado el Zambeze, y en los albores del
XII estaban presentes en la mayor parte de frica subecuatorial. En estos
nuevos lugares los pueblos se fragmentaban a medida que se diluan sus
lazos comunes.
En Nubia la unin de Nobacia y Makuria abri un perodo de bienestar y de poder poltico, que se reflej en un gran auge cultural y en algunos enfrentamientos con los egipcios. Un largo perodo de paz se extendi durante el siglo X y muchos cristianos coptos emigraron a Nubia,
donde contribuyeron a generar y mantener un esplendor artstico que
se prolong casi hasta finales del siglo XII. La cultura tuvo una de sus expresiones ms importantes en el desarrollo de un alfabeto copto, basado en el antiguo nubio con algunos caracteres meroticos.
A partir del siglo VII Axum entr en declive por su aislamiento a
causa de la expansin musulmana; esta decadencia se acentu cuando
el puerto de Adulis fue destruido, y los axumitas buscaron refugio en
zonas ms meridionales. A finales del siglo XI una nueva dinasta, la
Zage, se instal en la zona montaosa de Lasta. Volvi a resurgir la vida
monstica por la cantidad de cristianos llegados de Egipto y de Nubia;
ellos contribuyeron de forma decisiva a la construccin de monasterios,
a la excavacin de iglesias rupestres y, sobre todo, a su decoracin.
En la costa oriental, mercaderes y gentes de Arabia penetraron en la
depresin del Awash (este de Etiopa) y se instalaron de forma permanente en ncleos de poblacin; se hicieron con el poder y sometieron al
resto de la poblacin. Cuando estos ncleos crecieron y adquirieron
cierta prosperidad se transformaron en sultanatos: Shoa, Dawaro,
Sharka, Bali, Damut, etc. Otros comerciantes rabes, principalmente
persas de la ciudad de Shiraz, prefirieron recorrer la costa ndica y llegaron hasta la regin de Sofala, pero para su residencia habitual escogieron las islas.
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del siglo XIII: Bono Manso (660-1085), Begho (965-1125), etc, en Ghana.
En el suroeste de Nigeria se han descubierto vestigios de reinos antiguos
con culturas bastante desarrolladas. El primero fue el de If, reino
donde los Yoruba adquirieron una identidad tnica y desde donde fueron a ocupar otros lugares. El reino de Benn apareci alrededor del
siglo X bajo la tutela de un rey que aglutin a diferentes clanes; algunos
tramos de las murallas son del siglo XI, lo que implica la existencia de un
gobierno centralizado y el desarrollo del ncleo urbano. En Igbo-Ukwu
se descubri un gran nmero de bronces del siglo IX en varias cmaras;
se cree que corresponden al enterramiento de un Eze Nri, personaje que
desde el siglo IX logr reunir en torno a su persona a grupos dispersos.
En la regin del lago Chad aparecieron las primeras sociedades negras
jerarquizadas, que se impusieron al hostigamiento de los saharianos y crearon una cultura propia. La sociedad ms conocida es la de los Sao, entre
el ao 700 y el 1050, que vivieron al sur del lago en poblados defensivos
sobre pequeos promontorios. Desde el siglo X se conoce la existencia
del reino de Kanem, cuyo rey fue tenido por el ms grande de aquella
zona. El comercio con el norte fue adquiriendo importancia desde la segunda mitad del siglo X, y la influencia del islam se hizo ms fuerte.
En frica oriental hubo una continua afluencia de rabes y persas
que se acomodaron entre los pueblos africanos. La mezcla de inmigrantes y autctonos origin una sociedad diferenciada y caracterizada
por el tipo de economa: los autctonos siguieron con su actividad agropecuaria y los asiticos se dieron al comercio. El incremento de la inmigracin y la intensificacin del comercio durante los siglos IX y X propiciaron el despegue de centros como Mogadiscio, Marca, Brava, Pat,
Shanga, Mombasa, Manda, Unguja Ukuu, Pemba, etc. En la relacin
entre ambas comunidades la lengua bant se impregn de palabras y
expresiones rabes y naci el protokiswahili.
El interior estaba poblado por una mayora bant en constante aumento. Entre los siglos VII y XI esta expansin foment tambin su separacin lingstica y tnica, y asimilaron a poblaciones cuchitas. Los Nilticos tambin conocieron este doble proceso de diferenciacin y de
integracin de grupos cuchitas. Las poblaciones dedicadas a la caza y a
la recoleccin disminuyeron y muchas adoptaron la agricultura, se sedentarizaron y asumieron otras premisas culturales. Por este tiempo hay
que situar la formacin del pueblo somal, formado por el mestizaje
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entre grupos rabes y africanos. Muchos emigraron a regiones nororientales y se especializaron en la cra del camello, y otros siguieron dedicados al vacuno y ovino.
Antes del siglo XI, la poblacin dominante en la zona de los Grandes Lagos proceda de Sudn y estaba fragmentada en muchos grupos organizados en clanes totmicos y dedicados a la agricultura. En este siglo
comenzaron a desplazarse hacia el sur pueblos nilticos de las llanuras
de Bahr el-Ghazal, cuyo principal contingente eran los Luo. Al introducirse en medio de otros pueblos formaron aristocracias y monarquas
dominantes que fundaron diversos reinos.
En frica centromeridional siguieron afluyendo migraciones bant y
su modelo de organizacin era la aldea, compuesta por familias extensas dirigidas por un jefe hereditario con poderes religiosos y polticos.
Aqu, la ganadera para los Bant fue ms importante que en el resto de
frica, y en bastantes pueblos fue la principal actividad que regul en
parte las relaciones sociales. Al final del siglo XI se dio un nuevo flujo de
migratorio y los grupos se instalaron al sur del Zambeze; sus aldeas eran
ms pequeas, pero los rebaos aumentaron, lo mismo que los objetos
importados.
Los orgenes de la poblacin de Madagascar son an un enigma. Se
sabe que los primeros habitantes vinieron de fuera y conocan el hierro.
Estas poblaciones, la mayora de ellas dedicadas a la pesca, ya tena contactos comerciales con poblaciones de origen rabo-persa. Otros emplazamientos hallados en el extremo sur pertenecen a distintos grupos del
siglo XI que practicaban ritos funerarios. Estos primeros inmigrantes procedan de Indonesia y de frica. La fertilidad de la isla favoreci un poblamiento continuo, y a su explotacin agrcola y ganadera se aadi la exportacin de madera, goma de calafatear, plantas aromticas y especias.
LOS SIGLOS XII-XVI: FORMACIN DE GRANDES ENTIDADES POLTICAS
Una economa comercial, un refuerzo material y mstico de la figura del rey y, en algunos casos, el Islam como elemento aglutinador
fueron los tres factores fundamentales sobre los que se sustentaron estos
grandes estados.
Las relaciones entre Egipto y Nubia empezaron a deteriorarse, y la
continua penetracin de nmadas rabes en Makuria y Alodia fortaleca
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la presencia del islam. En 1276 los egipcios hicieron de Makuria un estado vasallo, y esta situacin provoc levantamientos de la poblacin y
represalias egipcias, ocasionando el debilitamiento progresivo del estado; la ltima referencia a un rey de Makuria data del ao 1397. Las
alusiones a Alodia son escasas, pero en la segunda mitad del siglo XV se
constata una degradacin general, y una confederacin de kabilas arabizadas se hicieron con el control del pas. Aunque el cristianismo no desapareci, la conversin al islam supona una promocin social y algunas
ventajas materiales.
En la regin del Cuerno se afianzan los sultanatos ya existentes y se
crearon otros nuevos. En el siglo XIII las islas Dahlak se convirtieron en
un centro importante de mercaderes cuya accin se diriga especialmente a frica. La ciudad-estado de Mogadiscio fue la ms importante
de toda aquella zona y el puerto con ms actividad. Otros puntos importantes fueron Merca, Brava, Damot, Shoa, Adal, Harar, etc. Los Somal
se extendieron por toda la regin del Cuerno y se encaminaron hacia
las mesetas etopes, establecindose en la regin de Harar.
El rey ms relevante de la dinasta zage en Etiopa fue Lalibela, a
quien se le atribuye la construccin de las once iglesias rupestres en la
regin de Lasta; su tcnica constructiva es original, y sus pinturas murales son del ms puro estilo copto-bizantino. En 1270 los Zage fueron
arrojados del poder y volvieron los Salomnidas, que manifestaron un
gran celo por el resurgir poltico y cultural de Etiopa; mediante una poltica de conquistas ampliaron el imperio e impusieron el cristianismo.
La organizacin era feudal; el emperador diriga una corte itinerante,
era el propietario de las tierras y el dispensador de la justicia. Los reinos
vasallos o tributarios eran controlados por l mismo.
En 1529 el emir de Adal, Gra (el Zurdo) declar la guerra santa
y deshizo al ejrcito etope; desde entonces lanz incursiones anuales
sobre diversas provincias arrasando cosechas y poblados. El emperador
llam en su ayuda a los portugueses, quienes enviaron una un destacamento en 1540. Vencieron a Gra dos veces, pero en un tercer encuentro ste logr la victoria y ejecut a gran parte de ellos. Con la reorganizacin del ejrcito etope y la ayuda de los supervivientes lusos, la batalla
final se libr cerca del lago Tana con derrota y muerte de Gra. Apenas
pasado el peligro musulmn, comenz la expansin de los Oromo
(Galla) a partir de 1560; desde el sur penetraron en zonas del centro,
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este y oeste hasta ocupar casi un tercio del territorio etope; a finales de
siglo se fren su avance.
A partir del siglo XII, las comunidades rabo-persas de frica oriental fueron dotndose de estructuras administrativas y de un poder centralizado; la autoridad fue acaparada por la familia ms fuerte que se
transform en una dinasta hereditaria. Unos cuarenta centros importantes se ubicaron desde Mogadiscio a Kilwa. La riqueza estuvo garantizada por el comercio, y la prosperidad hizo subir el nivel de vida y reforz la cultura swahili, cuyos elementos bsicos fueron el islam y el
kiswahili, y una de las manifestaciones ms originales la construccin en
piedra. La llegada de los portugueses al final del siglo XV caus la ruina
de la zona, y desde Mombasa quisieron controlar todo el movimiento de
la costa.
En las regiones interiores cercanas a la costa la presencia bant se
consolid y dio origen a nuevos grupos; practicaban una agricultura
adaptada al clima y tenan por vecinos a pueblos pastores, que cohabitaban con grupos de cazadores y recolectores. Desde las estribaciones del
Kilimandjaro hasta Tanzania central predominaban las poblaciones cuchitas; practicaban una economa mixta basada en el cultivo de cereal y
en la ganadera. Todos los pueblos del interior se organizaron en pequeas unidades locales basadas en el clan o en el linaje.
En la regin de los Grandes Lagos se haban formado pequeos estados agrcolas que fueron asimilados por pueblos bant. Hacia el siglo
XII llegaron otros grupos tambin bant y se impusieron a los anteriores, creando jefaturas ms potentes. A principios del siglo XIV la dinasta
Bachuezi fund el reino de Kitara, que se extendi por Uganda centrooccidental y Ruanda septentrional. Ms tarde se impuso la dinasta
Babito. En regiones ms meridionales haba otras comunidades bant
organizadas en familias extensas que, al crecer demogrficamente, desembocaron en un sistema de clanes. Hacia mitad del siglo XV se desarrollaron nuevos estados y algunos tenan dinastas bant bien establecidas.
Pueblos pastores se instalaron por el sur de Uganda y se organizaron segn sus clanes. Tambin llegaron los Hinda huyendo de Kitara y
extendieron su poder en toda la zona formando pequeos estados. En
gran parte de Ruanda, las poblaciones bant se organizaron desde el
siglo XII en linajes autnomos, dirigidos por un jefe con poderes administrativos y rituales, o en grupos ms extensos con una especie de pa-
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cial recorra toda frica occidental. Tombuct y Gao eran los dos focos
ms importantes de recepcin, expedicin y distribucin de mercancas. La sociedad se compona de nobleza, mercaderes, letrados, artesanos, agricultores y esclavos, empleados en el ejrcito, en tareas domsticas y en grandes fincas agrcolas.
El alto nivel cultural tuvo su foco principal en Tombuct, que, en
el siglo XVI, contaba con unas ciento ochenta escuelas cornicas y estudios superiores en las facultades de la mezquita de Sankor. Se estudiaban las mismas materias que en las universidades y se contrataba a los
maestros ms eximios del mundo islmico. Se venden muchos libros
manuscritos que vienen de Berbera y se saca ms beneficio de esta
venta que de todo el resto de mercancas3. La cada del imperio empez cuando las salinas de Teghaza fueron controladas por Marruecos
en 1557. En 1590 el sultn marroqu envi una expedicin bajo mando
del hispanomusulmn El Yaudar, que venci al ejrcito songhay al ao
siguiente.
Los Mossi llegaron entre los siglos VIII y XII desde el nordeste al
Nger y formaron un reino que, al final del siglo XII, desapareci; cruzaron entonces el ro y se establecieron al sur de Niamey, donde crearon
otro reino en el siglo XIII con el mismo nombre. Extendi sus fronteras
hacia el oeste y se enfrentaron a los imperios de Mal y Songhay. Los
Mossi del Volta fundaron numerosos reinos de distinta consideracin:
Gurma, Dagomba, Mamprusi, Yatenga y, sobre todo, Uagadug, cuyo
rey tom el ttulo de Moro Naba y se consider el jefe de todos los Mossi.
En la zona fronteriza entre Nger y Nigeria viven los Hausa, un
pueblo nacido del mestizaje de gentes llegadas del norte y del este con
poblaciones autctonas. Se organizaron en ciudades-estado y con frecuencia surgieron conflictos entre ellos que causaron desajustes territoriales. Al frente de los estados se levantaba una ciudad amurallada
donde resida el rey con su Consejo, los ministros y la administracin
central. El resto del territorio estaba ocupado por comunidades agrcolas agrupadas en aldeas; varias de ellas formaban una especie de distrito
a cuya cabeza se encontraban los gobernadores. El comercio la actividad
preferida de los Hausa. Los estados principales fueron: Kano, Katsena,
Zaria, Gobir, Daura, Rano y Biran.
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Ibd., p. 467.
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La cohesin sociocultural de la mayora de estos pueblos, estaba asegurada por poderosas sociedades secretas que mantenan el orden y la tradicin.
Desde Costa de Marfil hasta Benn se extenda la baja Guinea, y la
zona se caracterizaba este perodo por una serie de migraciones que
llev muchos pueblos del interior a dirigirse a lugares cercanos a la
costa o hasta el mar. En las lagunas litorales se concentraron los llamados pueblos lagunares (Abidji, Adjukru, Ebri, Abur, Atti, Abb, etc.),
que vivan principalmente de la pesca y tenan una organizacin basada
en la familia extensa; nunca formaron agrupaciones que sobrepasaran
el marco del clan.
Los Akan ocupan grandes espacios en la parte occidental de Costa
de Marfil y en la centro-meridional de Ghana, a donde llegaron desde
regiones septentrionales durante los siglos XI y XII. All sometieron a las
poblaciones autctonas y fundaron comunidades y reinos cuyos recursos econmicos provenan de las actividades agropecuarias y del comercio del oro y de la cola. Otras formaciones de menor entidad aparecieron a los largo del siglo XVI y formaron la Confederacin de Estados
Adansi. Los que no se integraron en ella emigraron y se establecieron
entre los ros Tano y Volta, agrupndose en pequeas comunidades, ciudades-estado o simples jefaturas.
Durante este perodo llegaron a frica central nuevas poblaciones
bant que se instalaron sobre todo en el sureste de la Repblica Democrtica del Congo y nordeste de Zambia. Los que descendieron por la
parte occidental colonizaron las tierras entre los ros Sanaga y el Ogou,
imponiendo su lengua a los autctonos. El reino mejor organizado fue
el formado en el estuario del ro Gabn. Los Bubi ya estaban en la isla de
Bioko en el siglo XVI. La llegada de los portugueses en 1473 propici la
aparicin de un comercio que se propag tambin hacia el interior.
Para penetrar en la selva se utiliz la red hidrogrfica del Ubangui y algunos tramos del Congo.
Todos estos pueblos eran agricultores, pero la agricultura se diversific introduciendo cultivos nuevos de Amrica. La organizacin sociopoltica se basaba en el linaje y tena en la aldea su unidad territorial; a
veces, unos cuantos poblados formaban una especie de cantn gobernado por un jefe con atribuciones polticas y religiosas; le asista un Consejo de ancianos y, en ocasiones, un jefe militar.
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dinasta proceda de los Luba que lleg a estas regiones hacia principios
del siglo XVI. En el ltimo cuarto de este siglo comenzaron a expandirse
por toda la regin y enviaron jefes de su clan real a gobernar sobre otros
pueblos o se los colocaba en las fronteras para colonizar grandes extensiones de terreno.
A finales del siglo XII y principios del XIII poblaciones shona se instalaron entre las cuencas del Zambeze y del Limpopo e impusieron su
modo de vida. Uno de sus rasgos ms peculiares fue la construccin en
piedra, con ms de cien muestras repartidas entre los valles de dichos
ros: Ingombe Ilede, Naletali, Dhlo Dhlo, Regina, Mapungubue, Khami,
etc. La construccin por excelencia fue el complejo del Gran Zimbabwe,
que fue el centro de un estado poderoso que se gest desde el siglo XIV y
en el XV control toda la zona desde el Kalahari hasta Sofala. El rey, de
nombre Mutapa, tena el ttulo de mwene; los portugueses lo unieron hablando del reino de Monomotapa.
Las primeras edificaciones comenzaran a levantarse hacia el siglo
XI, pero en los siglos posteriores se fueron haciendo retoques y aadiduras que se prolongaron hasta bien entrado el siglo XVII. La intensidad
constructiva adquiri su mximo apogeo en los siglos XIV y XVI. Los artfices de esta cultura son poblaciones agrcolas y ganaderas que complementaba estas actividades con la bsqueda ocasional de oro. Las fronteras de este reino estuvieron mal definidas y los portugueses, desde la
segunda mitad del siglo XVI, trataron de someterlo de diversas formas.
En el siglo XII las regiones ms meridionales de frica Austral estaban ocupadas por los San (Bosquimanos) y Khoi Khoi (Hotentotes),
pueblos que vivan de la caza y de la recoleccin. Los primeros se organizaban en grupos autnomos, pero la llegada de los Bant los recluy
cada vez ms en las estepas del Kalahari, donde han permanecido fiel a
su modo de vida. Los Khoi Khoi, al contacto con grupos bant que criaban ganado, se convirtieron en ganaderos y emigraron hacia el sur en
busca de pastos. Estaban organizados en clanes y, a medida que el ganado se haca ms abundante, la sociedad se estratific y surgieron los
primeros jefes hereditarios.
El complejo Nguni estaba compuesto por bastantes tribus bant
que se haban establecido en el valle del Zambeze entre los siglos VIII y
XII. Durante el XV se pusieron de nuevo en movimiento en direccin sureste, liberaron a varios pueblos sometidos al imperio Monomotapa y se
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El sultanato Funj de Sennar, en Sudn, consolid su posicin a principios del siglo XVII y se extendi gracias a un ejrcito que no slo conquist tierras, sino que tambin propag el islam. Los esclavos constituan su principal recurso econmico. A partir de 1762 los militares se
hicieron con el poder y los sultanes fueron simples figuras decorativas.
El sultanato de Darfur se form a finales del siglo XVI con la colaboracin de grupos rabes nmadas; ampli sus fronteras e impuso el islam
en todos sus dominios; a finales del siglo XVII invadi el reino de Wadai e
hizo incursiones contra Kordofn.
En la regin de Kordofn pueblos arabizados se unieron y consiguieron formar un reino que se opuso a los intentos anexionistas de
Sennar y Darfur. En las regiones meridionales, el reino de los Shilluk se
hizo ms consistente; estaba regido por una realeza de carcter sagrado,
dispona de una administracin centralizada y viva de una economa
mixta agropecuaria: ganadera bovina y cultivo de cereales. Las reas recorridas por el Bahr el Arab y el Bahr el Ghazal fueron ocupadas por poblaciones procedentes del valle del Ubangui; formaban grupos independientes dedicados exclusivamente a la agricultura cerealstica, y sus
poblados fueron asaltados con frecuencia por comerciantes y traficantes
en busca de esclavos.
En 1622 el emperador de Etiopa se convirti al catolicismo y una
sangrienta guerra civil estall en 1632. Tras ella se desterr todo vestigio
catlico y se instal la capital en Gondar. En la nueva residencia real se
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territorio. El principal recurso econmico fue la venta de eunucos y esclavos. Uadai preserv su independencia pagando tributo a Darfur y a
Bornu. En 1635 se liber de la tutela de Darfur, y en el XVIII ampli su
espacio conquistando territorios de Kanem y de Baguirmi.
En el reino adja de Alada, en el golfo de Guinea, una disputa dinstica a principios del siglo XVII provoc la huida de los dos contendientes
vencidos: uno fund el reino de Portonovo, y otro el de Abomey, cuyos
fundadores tomaron el nombre de Fon. El principal recurso de estos reinos fue la trata de esclavos, de forma que la caza al hombre se extendi
hasta las regiones ms septentrionales.
Los Yoruba de Oyo conquistaron territorios en la costa, buscando
una salida al mar donde realizar la trata de esclavos; al final del siglo
XVIII entr en decadencia. Benn logr mantener cierto esplendor durante el siglo XVII, pero la agitacin y las disensiones dinsticas introdujeron la anarqua y decadencia desde el principio del siglo XVIII. El contacto con los europeos influy en la evolucin de las sociedades del
interior, y de una organizacin tradicional igualitaria se pas a la formacin de pequeas aristocracias. stas obtuvieron sus recursos del comercio esclavista, y su estabilidad se bas en las buenas relaciones con los
traficantes blancos. Los Efik se desplazaron durante el siglo XVII al bajo
Cross, donde se organizaron en pequeos reinos y se dedicaron intensamente a la trata esclavista. Uno de ellos, Calabar, sobresali en la segunda mitad del siglo XVIII y fue uno de los puertos ms visitados por los
europeos.
En la costa septentrional de Camern, a principios del XVII los
Duala integraron a otros grupos bant y formaron un reino, rechazando
hacia el interior a los que rehusaron unirse a ellos. Al norte se implantaron durante el siglo XVII los Tikar, que se organizaron en distritos autnomos y cuya sociedad estaba dividida en tres capas fundamentales:
monarqua, nobleza cortesana o administrativa y pueblo llano. La estructura social y poltica de los Bamilike descansaba en la jefatura, gobernada por un rey absoluto y hereditario, que posea su propio palacio y
corte. Los Bamun desarrollaron una civilizacin urbana alrededor de
Fumban, la capital de un reino fundado en el siglo XVII.
En los reinos wolof de la costa occidental llegaron al poder durante el
siglo XVI aristocracias militares (ceddo), que impusieron regmenes autoritarios y opresores para las clases ms bajas. stas encontraron en el
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islam una esperanza de escapar a la tirana, y se adhirieron al movimiento marabtico en la segunda mitad del siglo XVII. La concepcin
de un islam igualitario le atrajo el apoyo entusiasta de gran parte de la
poblacin, que se adhiri a la guerra santa. Desde 1667 a 1674 el movimiento se extendi rpidamente y barri las aristocracias reinantes, que
fueron sustituidas por jefes religiosos; se impuso la shara e hicieron de
los pases teocracias islmicas. Esta efmera revolucin desapareci rpidamente, y las aristocracias militares volvieron al poder con la ayuda de
los franceses instalados en San Luis. El trfico esclavista tom nuevo
auge y alcanz su apogeo en el ltimo tercio del siglo XVIII.
En las regiones del alto Senegal, las comunidades musulmanas se
fortalecan cada vez ms gracias al movimiento marabtico, y establecan
entre ellas vnculos consistentes que permitieron la formacin de pequeos reinos, como el de Bundu. En todas las formaciones musulmanes surgidas por aquella poca en esta zona, la unin y estabilidad estaban garantizadas por una buena estructura militar, y su prosperidad econmica
se debi a la intensa actividad comercial proporcionada por el trfico de
mercancas desde el valle del Nger a los enclaves europeos de la costa.
La presencia Peul en Futa Toro aument durante el siglo XVII con
la llegada de nuevos grupos. Debido a la expansin del comercio atlntico, en el que traficaban con pieles y cueros, llegaron a convertirse en la
clase social ms rica y potente. Organizaron una Confederacin y se hicieron con el control de todo el Futa. La sociedad se articul de modo
feudal; en la cumbre estaba la aristocracia y por debajo de ella los hombres libres, que eran todos los Peul ms otras poblaciones musulmanas
que los ayudaron en sus conquistas. Los esclavos podan ser de propiedad pblica o pertenecer a los particulares, y se los empleaba en diversos trabajos o para la venta. Desde 1791 aparecieron las luchas por el
poder y comenz un perodo de decadencia.
La ruta Nger-Atlntico se revitaliz con el aumento de la presencia europea; aparecieron nuevos centros comerciales y la red se perfeccion con la utilizacin de las vas fluviales de las cuencas del Gambia y
del Casamance. Esto facilit la organizacin sistemtica de intercambios, donde los esclavos tuvieron cada vez mayor importancia, y el que se
diera en Europa una concurrencia para hacerse con bases en frica.
Hubo africanos que se hicieron intermediarios de los europeos, y stos
se apoyaron en los lanados, mezcla de comerciantes y aventureros, que
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posean sus propias redes de abastecimiento. El reino de Gaabu continu durante el siglo XVII dominando el comercio de toda la cuenca del
Gambia, en especial el trfico esclavista y afirm su autoridad en los enclaves costeros; a principios del siglo XVIII comenz a decaer.
En Sierra Leona, los Mende siguieron avanzando en la segunda
mitad del siglo XVII gracias la construccin de pequeas fortalezas-reinos. Los Temne sufrieron continuos ataques de parte de grupos mand,
pero se hicieron con el gran centro comercial de Port Loko en 1818. En
su marcha hacia la costa al final del siglo XVII, dividieron a los Bulom
(Sherbro) en dos partes, asimilando a los que se quedaron en el norte.
En 1787 los ingleses les compraron un territorio en el que desembarcaron 411 esclavos emancipados en Amrica. El lugar se llam Freetown; el
hambre y la enfermedad diezmaron esta poblacin, y los que sobrevivieron fueron aniquilados dos aos ms tarde por los Temne.
En la Guinea inferior, durante todo el siglo XVII y primeros decenios del XVIII los Akan acentuaron su dispersin y los diversos grupos
emigraron hasta ocupar los territorios en los que se asientan hoy da.
Los pequeos reinos formados en el XVI se consolidaron en este
perodo y nacieron otros nuevos ms potentes entre 1630 y 1670. La administracin comprenda dos regiones diferentes: el rea metropolitana
y la periferia. En la primera encontraba la capital con la corte del rey, la
nobleza y los grandes dignatarios. El ejrcito era una pieza clave para
mantener la conquista del territorio. La periferia se compona de las
zonas rurales y de los reinos sometidos, dirigidos por sus jefes y regidos
segn sus costumbres.
A finales del siglo XVII comenz a formarse el reino akan ms importante y poderoso: el de los Ashanti, fundado por el jefe de Kumasi.
ste logr atraerse la adhesin de otros jefes y, juntos, hicieron una Confederacin que comenz a extender sus conquistas entre los otros estados akan. Hacia 1730 el reino ashanti adquiri su mxima extensin y
controlaba las tierras entre el Comoe y el Volta. Con la muerte de su fundador, en 1731, se resquebraj la unin y varios grupos intentaron separarse. Uno de ellos, los Baul, se marcharon a las zonas centroorientales
de Costa de Marfil y formaron un reino que se ampli con anexiones de
los pueblos vecinos. Los Ashanti se recuperaron al final del siglo XVIII, se
reorganiz el estado, se reconquistaron los territorios perdidos y se revitaliz la confederacin.
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Congo. Entre 1780 y 1810 entr en un perodo de luchas sucesorias y comenz la decadencia. Los Lunda llevaron a cabo una gran expansin territorial en la segunda mitad del siglo XVII, sometiendo gran parte de las
tierras del alto Zambeze y regiones de Katanga; en el XVIII se sigui
agrandando y lleg hasta las comarcas orientales de los lagos Moero y
Bangueolo. Muchos prncipes de estirpe lunda marcharon a territorios
an ms lejanos y all fundaron reinos de su misma cultura. Los Kuba llegaron a su enclave actual a finales del siglo XVI, y hacia 1630 lograron
formar un reino centralizado; a finales del siglo XVIII una serie de guerras civiles tuvo como consecuencia el debilitamiento de la realeza y las
jefaturas volvieron a gozar de su autonoma.
Los Maravi del norte del Zambeze formaron una amplia confederacin a principios del XVII. Eran poblaciones agrcolas que comerciaban
tambin con la sal, hierro, tejidos de algodn y marfil; sus clientes eran
los extranjeros de las costas ndicas y los nobles de Monomotapa. Los
Lozi del curso medio fundaron un reino por la misma poca y se desplazaron hacia el sur para aprovechar mejor los recursos de este ro.
Practicaron una agricultura intensiva, pero parte de la poblacin se dedic al comercio con los portugueses. En el curso bajo, los Changamire
lograron hacerse con el control de la mayor parte de Monomotapa al
final de este siglo.
La desmembracin de Monomotapa favoreci la extensin de los
prazos en el curso bajo del Zambeze durante los siglos XVII y el XVIII.
Eran explotaciones agrcolas en las que el dueo o concesionario ejerci un poder completo. Con el aumento de la trata de negros desde
mitad del siglo XVIII, los prazos entraron en decadencia, porque los dueos vendan a la gente que trabajaba sus tierras. El aumento de los intercambios facilit la aparicin de las feiras, pero a finales del siglo XVIII el
comercio decay mucho y se redujo casi exclusivamente a los esclavos.
Durante el siglo XVII la ganadera aument de forma espectacular
en frica austral, sobre todo entre los pueblos que haban pasado de una
economa agrcola y cazadora a la cra de ganado. La extensin de los
rebaos y la necesidad de buscar pastos hicieron que estos pueblos empujaran hacia zonas ms desrticas del oeste a los San, mientras que los
Khoi Khoi se desplazaron hacia El Cabo. Los Tsuana se fijaron en las tierras surorientales de Botsuana, y se fragmentaron en grupos diferentes.
Algunas jefaturas nguni pasaron al valle del ro Pongolo y sometieron a
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las comunidades all instaladas; a finales del siglo XVII formaron la confederacin de Ndwandwe.
En 1602 se cre la Compaa Holandesa de las Indias Orientales;
en uno de los viajes naufrag un barco y los supervivientes alcanzaron
las costas de El Cabo. Propusieron a la Compaa levantar en este lugar
una factora donde hacer escala y procurarse aprovisionamiento. En
1652 se levant un establecimiento para tales fines y la Compaa facilit la llegada de colonos holandeses (los Boers), aunque no puso
mucho cuidado en mejorar su vida y stos emprendieron la marcha
hacia el este. Los choques entre africanos y colonos comenzaron desde
el siglo XVIII y alcanzaron su mxima intensidad en el ltimo cuarto. Los
Boers fundaron en 1795 las repblicas de Graaf Reinet y de Swellendam, y este mismo ao Inglaterra se apoder de El Cabo.
En Madagascar, algunos pequeos reinos se reforzaron y extendieron sometiendo a otros durante el siglo XVII. En la parte occidental, al
sur del ro Mangoky, aparecieron los clanes Maroserana, que proporcion la familia dinstica ms importante de la isla. Ella estuvo a la base
de los reinos de: Sakalava (Menabe y Boina), Antankarana, Mahafali,
Bara, etc. repartidos por diversos puntos de la isla. Los Merina de las
zonas centrales se reorganizaron en la primera mitad del siglo XVII: hicieron las primeras fortificaciones, formaron un gran ejrcito, crearon
instituciones polticas y ampliaron su territorio sometiendo a otros pueblos. Los Betsileo formaron a mitad del siglo XVII cuatro reinos diferentes
y fueron grandes expertos en el cultivo de arroz. Sin embargo, otros
pueblos como los Tanala, Antanosy, Betsimisaraka, Bezanomano, etc. no
formaron unidades polticas y se organizaron en grupos autnomos.
Los europeos visitaron la isla asiduamente, pero fueron los franceses quienes mostraron una voluntad de quedarse. En 1643 un grupo se
estableci en Port Dauphin, y muchos se casaron con mujeres malgaches; en 1665 nuevos colonos reforzaron la presencia francesa y, dos
aos ms tarde, llegaba otro contingente de 2.000 soldados para apuntalar su permanencia. Sin embargo, esta primera experiencia no tuvo futuro, y en 1674 Port Dauphin estaba ya casi abandonado.
En el siglo XVII la competencia europea aument, y la guerra de intereses suscit una rivalidad violenta que llev a la ocupacin de lugares
estratgicos. Tambin se cambi el modo de comerciar: a los armadores
y personas privadas de antes siguieron las Compaas, algunas de las
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de Nigeria. El reino de Benn ahond su crisis, pero sus instituciones resistieron hasta la ocupacin colonial.
En todos los pueblos de la costa y del delta las intervenciones de
los europeos, sobre todo las de los britnicos, eran cada vez ms frecuentes. Inglaterra nombr una serie de cnsules que interferan en las
actuaciones de los gobiernos locales, procurando eliminar a las autoridades que se mostraban ms reticentes con los intereses ingleses. La intervencin europea entre los Duala de Camern caus la escisin del
reino, ya que una de las familias, enriquecida por el comercio de esclavos, se opuso a la dinasta tradicional y ocasion en 1814 la divisin del
pueblo en dos bandos. A principios del siglo XIX el reino bamum fue reorganizado, pero fue el rey Njoya quien le dio su configuracin definitiva y le elev a su esplendor desde 1833; introdujo una serie de avances
tcnicos, promovi reformas estructurales y protegi el arte y la cultura.
En toda la zona de Senegambia, en la costa occidental, hubo un descenso del comercio esclavista. Los reinos Wolof tuvieron que oponerse a
dos frentes, sin lograr eliminar ninguno: la ocupacin francesa y la amenaza integrista islmica. Al sur del ro Gambia, ingleses y franceses reforzaron su presencia. La zona desde Gambia a Sierra Leona estaba dominada por el estado peul de Futa Djaln, que control gran parte del
comercio costero y se dedic a la captura de esclavos para venderlos de
forma clandestina. En 1867 los Peul saquearon Gabu, ocuparon sus estados vasallos y destruyeron toda su infraestructura comercial. El expansionismo peul oblig a los pueblos instalados entre ellos y el mar, como
los Landuman, Nalu, Baga y Sosso, a desplazarse an ms hacia la costa.
Los Mende asimilaron a grupos Sherbro (Bulom), y durante la primera mitad del siglo XIX se dedicaron especialmente a la trata clandestina de esclavos. En 1800 el enclave de Freetown recibi nuevos libertos, y,
en los aos siguientes, fueron enviados otros grupos a distintos puntos
costeros. El gobierno britnico declar a toda la zona Colonia de la Corona en 1808. Ms al sur, la Sociedad americana de Colonizacin fund en
1821 Monrovia, donde coloc emancipados americanos; la misma operacin se hizo en otros lugares, y, en 1834, varias comunidades se unieron y fundaron Liberia, cuya independencia fue reconocida en 1865.
Desde Monrovia hasta el ro Bandama, en Costa de Marfil, el litoral y una franja del interior estn ocupadas por poblaciones organizadas
en jefaturas autnomas, a las que se las conoce con el nombre genrico
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de Kru. Muchos de los que vivan en la costa tuvieron relaciones estrechas con los europeos, proporcionndoles alimentos y tripulacin.
Entre los reinos akan de Costa de Marfil y de Ghana, fueron los Ashanti
quienes se impusieron a los dems. En el primer cuarto de siglo el reino
estaba en su apogeo, haba sometido a vasallaje a pueblos del norte y su
influencia era cada vez ms fuerte por el sur. Los Fanti en 1871 fundaron
la Confederacin de Mankessim, pero los britnicos vieron en ella un
intento de autonoma e hicieron lo posible para anularla.
En frica central se mantuvieron los mismos ritmos de vida que en
pocas anteriores, pero incidencias de varios tipos condicionaron la
evolucin de los pueblos: crisis polticas, aparicin de nuevas comunidades, explosin comercial, introduccin de nuevos cultivos, final de la
trata de esclavos, aumento de la presencia europea, etc. Aunque el aumento demogrfico fue lento y los espacios naturales estaban habitados
de forma desigual, hubo un desarrollo econmico facilitado por la regeneracin agrcola y el impulso comercial.
A tierras de Guinea Ecuatorial y Gabn llegaron grupos Fang procedentes de Camern; en sus desplazamientos asimilaron a otros pueblos de los que tomaron algunos rasgos culturales. Los Zande de la
cuenca del Ubangui continuaron su expansin y consiguieron su apogeo a mitad del mismo. De los grandes reinos surgidos en el valle bajo
del ro Congo slo quedaban en el XIX jefaturas que se dedicaban a traficar con los europeos de la costa. Los reinos de los valles altos del
Congo y del Kasai, Luba, y Kuba, entraron en decadencia por disputas
dinsticas. Los Lunda conocieron un gran esplendor en la primera
parte de este siglo, pero un grupo de Tchokue, que vino a instalarse a
sus tierras, comenz a desestabilizar la situacin.
Esta confusin permiti a jefes emprendedores hacerse con territorios donde fundaron estados ocasionales ayudados por las ventajas del
comercio, como en los casos de los aventureros Msiri y Tippu Tib, mercaderes que se establecieron en las tierras del alto Congo para continuar
sus negocios.
La cuenca del Zambeze conoci desde principios de siglo un incremento comercial cuyos productos ms representativos fueron el marfil y
los esclavos. Las consecuencias de la trata de esclavos fueron inmediatas:
desorganizacin social, quiebra del orden tradicional, merma de la autoridad de los jefes, marasmo econmico, desplazamientos e interin-
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fluencias culturales. La crisis poltica en la zona fue obra de las invasiones nguni, que destruyeron los estados existentes y originaron otros de
corta existencia. El reino Lozi conoci un gran esplendor en el primer
tercio del siglo XIX, y luego fue invadido por los Kololo. En 1864 los
Lozi, aprovechando una disputa dinstica entre los prncipes kololo, lograron recuperar el poder.
El aumento demogrfico y una serie de sequas y hambrunas provocaron en frica austral tensiones sociales y conflictos que originaron la
dispersin de los grupos de forma precipitada; se conoce este movimiento como mfecane, o convulsin violenta, y todo fue consecuencia de la
disolucin de la Confederacin nduandue y de las invasiones militares
de Chaca. Cuando ste muri aparecieron nuevos grupos, como los
Suazi, Zulu, Ndebel, etc. Los Xhosa ocupaban reas orientales de la colonia de El Cabo; no haban formado una unidad poltica ni tenan ejrcito, y vivan del cuidado de los rebaos en sus propiedades, formando
una especie de tapn entre de El Cabo y los estados negros.
En 1820 lleg a la Colonia un gran contingente de europeos, la
agricultura tom nuevo impulso y se abri un perodo de prosperidad
que permiti la apertura de mercados. En 1833 la esclavitud fue abolida,
lo que reduca al mnimo la mano de obra para los Boers. stos decidieron abandonar la Colonia y marchar hacia el este (Gran Trek): Unos
grupos se instalaron en el alto Veld, a la otra parte del Orange, y otros
continuaron hasta el Natal. Luego se dirigieron hacia las tierras del Vaal
(Tansvaal) y, junto a los dems grupos, formaron cuatro repblicas autnomas. A partir de 1849 estas repblicas comenzaron el camino hacia la
unin, y en 1852 Inglaterra reconoci la independencia de todo el
Transvaal.
En 1871 Inglaterra propuso la creacin de una federacin entre
los estados y colonias, y, ante el fracaso de esta propuesta, pas a la accin y anexion Transvaal en 1877. Los Boers no lo aceptaron, y, en diciembre de 1880, estall la guerra. Tras los primeros xitos boers, se impuso la voluntad de Inglaterra, que prosegua su poltica expansionista.
En 1910 se cre la Unin Surafricana, formada por los estados Boers de
Transvaal y de Orange y las colonias inglesas de El Cabo y de Natal.
En Madagascar prosigui durante el siglo XIX la poltica de expansin del reino merina; para conservar los sitios conquistados, se fijaban
colonias merinas en fortalezas y se facilitaban matrimonios con los au-
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tctonos. La poltica de cierre al exterior no fue del agrado ni de las potencias europeas.
LA OCUPACIN COLONIAL
La usurpacin de tierras sigui varios cauces que a menudo se
complementaron. El ms corriente fue firmar tratados con los jefes africanos, quienes, presionados o engaados, se sometan o solicitaban proteccin a la potencia de turno; esta zona de influencia pronto pasaba a ser
ocupada, si no era impugnada por otro poder europeo. Cuando los africanos se oponan a toda tentativa de concesin, se recurra a las armas y
se haca una conquista militar.
La curiosidad cientfica hizo que sociedades geogrficas y otras
asociaciones escogieran el objetivo de desvelar el misterio territorial
africano. Luego fueron los gobiernos quienes enviaron a sus emisarios
para fijar sus objetivos de conquista. Para ocupar territorios se convoc
la Conferencia de Berln (1884-1885), que determin el modo de llevarlo a
la prctica: para alegar propiedad sobre un territorio haba que ocuparlo de modo efectivo y comunicarlo a las dems naciones. Se preserv
la libertad de comercio y navegacin en los ros Congo y Nger y se suprimi la trata de esclavos.
En 1895 Francia uni a los territorios de Senegal, Mal, Burkina
Faso, Guinea, Benn, Mauritania, Nger y Costa de Marfil, y form con
ellos el frica Occidental Francesa (A.O.F.). Lo mismo hizo con el Congo,
Repblica Centroafricana, Chad y Gabn en 1900 y cre el frica Ecuatorial Francesa. Tambin ocup Yibuti. Inglaterra aprovech sus enclaves en
Africa occidental para apoderarse de Gambia, Sierra Leona, Ghana y Nigeria. En frica austral se mantuvo en Lesotho, Suazilandia, Zambia,
Zimbabwe y Botsuana, y en frica oriental se aduearon de la mayor
parte de Somalia, y de Kenia, Uganda y Malawi.
Blgica se hizo con el Congo y Alemania con Togo, Camern, Namibia y Tanzania. Portugal se qued en los mismos lugares que ya ocupaba:
Cabo Verde, Guinea-Bissau, Santo Tom y Prncipe, Angola y Mozambique. Espaa recibi de Portugal, a finales del siglo XVIII, la isla de Fernando Poo (Bioko) y Guinea Ecuatorial, a cambio de un arreglo fronterizo entre las colonias de Brasil y Argentina. Italia declar suyo el puerto
de Asab y se apropi del puerto de Massawa, desde donde se hizo con
Eritrea y extendi su dominio desde el Golfo de Adn hasta el ro Juba.
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En Etiopa los italianos pretendieron controlar sus relaciones internacionales en 1889, a lo que se opuso el Emperador, y la guerra estall en
1893 con victoria etope. En 1913 fue designado como regente y heredero Tafari Makonnen, que, en 1930, fue coronado emperador y tom el
nombre de Haile Selassie. En 1935 los italianos se lanzaron a la conquista
de Etiopa y en mayo del ao siguiente ocuparon Addis Abeba.
La conquista de Madagascar se inici en 1882, cuando Francia rompi relaciones diplomticas y, al ao siguiente, tom Tamatave, exigiendo la cesin del norte y el reconocimiento de poseer tierras. La guerra termin con un acuerdo impuesto por Francia: sta reconoca la
soberana de la reina en toda la isla, pero deba someterse a la tutela
francesa en las relaciones exteriores. Este tratado fue tomado por Francia como una base de derecho para ejercer un protectorado sobre Madagascar. En 1897 se abolieron la monarqua y los privilegios de la aristocracia. Desde 1904 Madagascar fue administrada de la misma forma
que las dems colonias francesas.
Los pueblos africanos no aceptaron ni la conquista fsica de sus territorios ni la imposicin de una ideologa extraa; de aqu que la resistencia revistiera dos vertientes diferentes, pero complementarias: una
lucha armada contra los invasores y una oposicin activa a los nuevos
modos de vida. El primer aspecto coincide bsicamente con los inicios
de la ocupacin, aunque a lo largo del perodo colonial hubo protestas
contra las medidas arbitrarias: trabajo forzado, impuestos abusivos, cultivos obligatorios, prestaciones, etc. Una vez que los territorios fueron
pacificados, la resistencia se hizo rechazando la imposicin de un nuevo
orden social.
Durante la Primera Guerra mundial ms de un milln de africanos,
entre soldados y auxiliares, intervinieron directamente en los conflictos,
de los que ms de 150.000 perdieron la vida y muchos quedaron invlidos. Otro contingente numeroso, incluidos mujeres y nios, particip
en el esfuerzo de la guerra, atendiendo en la retaguardia a diversas funciones logsticas. La derrota alemana permiti a los vencedores repartirse
sus colonias: Togo y Camern pasaron a Francia, excepto algunos territorios que fueron incorporados a Ghana y Nigeria respectivamente; la
administracin de Namibia se otorg a Sudfrica, e Inglaterra se qued
con Tanzania. Para la economa africana la guerra tuvo resultados negativos: bajada del precio de las materias primas, retroceso del comercio,
72
73
La Guerra dio un giro importante a la mentalidad colonial; a ello contribuy el que las grandes potencias, Estados Unidos y la Unin Sovitica, se
opusieran al colonialismo por motivos distintos. En la Conferencia de San
Francisco (1945), que concluy con la firma de la Carta de las Naciones
Unidas, se cre un comit encargado del rgimen colonial y se pidi a las
metrpolis que favorecieran el desarrollo poltico, econmico, social y cultural de los habitantes de los territorios bajo tutela, y su evolucin progresiva hacia un gobierno autnomo o hacia la independencia.
LA INDEPENDENCIA
Corrientes culturales como el Panafricanismo, que propona frica
para los africanos, y otros movimientos anticolonialistas incidieron de
forma desigual en la marcha hacia la independencia. Del mismo modo,
congresos, conferencias y otras reuniones favorecieron este camino. As,
en la de Bandoeng (Indonesia) de 1955 se proclam que el derecho a
disponer de s mismos debe ser otorgado a todos los pueblos, y la libertad y la independencia deben ser concedidas a los que todava estn sometidos. Los estados africanos independientes organizaron encuentros para prestar su colaboracin a los que an estaban sometidos.
En las colonias francesas, la constitucin que creaba la Unin Francesa (1946), deca que Francia entiende conducir a los pueblos que ha
tomado a su cargo a la libertad de administrarse ellos mismos. Las fuerzas polticas africanas se opusieron a sta y a otras pretensiones metropolitanas para seguir con su dominio sobre frica, como la Ley Marco
(1956) o la Comunidad (1958).
Las colonias inglesas accedieron a la independencia por la progresiva africanizacin de sus Consejos legislativo y ejecutivo. El sufragio universal trasform esos Consejos en Gabinetes ministeriales, que pasaron
a ser gobiernos autnomos previos a la independencia. Un caso especial
ocurri con Zimbabwe (Rhodesia del Sur) cuya minora blanca impuso
un rgimen de discriminacin racial que dio origen a una continua espiral de violencia. En 1965 proclam unilateralmente la independencia,
pero no fue reconocida por nadie: Londres suspendi las funciones de
este gobierno y la ONU decret sanciones econmicas totales. Habiendo fracasado en todos sus intentos, el gobierno blanco desisti de
su empeo y particip en el proceso hacia la independencia legal.
74
En las colonias portuguesas se haba cerrado el camino a la independencia favoreciendo la llegada de colonos; los movimientos de liberacin desataron una lucha armada de larga duracin. En 1974 tuvo lugar
la Revolucin de los Claveles, que cambi el rgimen en Portugal; el
nuevo gobierno negoci la independencia de sus colonias con esos movimientos de liberacin4.
LAS INDEPENDENCIAS
Angola
Benn
Botsuana
Burkina Faso
Burundi
Cabo Verde
Camern
R. Centroafricana
Comores
Congo
R. D. de Congo
Costa de Marfil
Chad
Eritrea
Gabn
Gambia
Ghana
Guinea
Guinea Bissau
Guinea Ecuatorial
Kenia
Lesotho
Liberia
Libia
Madagascar
11-XI-1975
1-VIII-1960
30-IX-1966
5-V-1960
1-VII-1962
5-VII-1975
1-I-1960
13-VIII-1960
6-VII-1965
15-VIII-1960
30-VI-1960
7-VIII-1960
11-VIII-1960
24-V-1993
17-VIII-1960
18-II-1965
6-III-1957
2-X-1958
24-IX-1973
12-X-1968
12-XII-1963
4-X-1966
26-VII-1847
24-XII-1951
26-VI-1960
Malawi
Mal
Marruecos
Mauricio
Mauritania
Namibia
Nger
Nigeria
Ruanda
S. Tom y Prncipe
Senegal
Seychelles
Sierra Leona
Somalia
Suazilandia
Sudn
Sudfrica
Tanzania
Togo
Tnez
Uganda
Yibuti
Zambia
Zimbabwe
6-VII-1964
20-VI-1960
2-III-1956
12-III-1968
28-XI-1960
21-III-1990
3-VIII-1960
1-X-1960
1-VII-1962
12-VII- 1975
20-VI-1960
28-VI-1976
27-IV-1961
1-VII-1960
6-IX-1968
1-I-1956
31-V-1910
9-XII-1961
27-IV-1960
20-III-1956
9-X-1962
27-VI-1977
24-X-1964
11-XI-1965
76
EL TIEMPO MTICO
Todas las filosofas en sus inicios, y a veces tambin en su madurez,
se han desarrollado siempre en estrecha conexin con el mito, aunque
algunas de sus corrientes han evolucionado en fuerte oposicin al mito,
como en el caso de la filosofa griega (occidental). Otras han seguido cimentndose sobre las bases de la mitologa, otorgando a cada una de
ellas y sin conflicto el valor que le corresponde dentro del conocimiento
humano. En este caso, el mito se comprende y se acepta como una afirmacin autoritativa, garantizada por la tradicin. Trata del devenir del
mundo, de la historia de las actuaciones de los dioses, de los espritus de
los muertos, de los demonios, Narra, desde un trasfondo cultural concreto, las ocurrencias tpicas acaecidas en el inicio cronolgico del universo. Por lo general, el mito no argumenta, slo representa. No es solamente el producto del intelecto abstracto, es tambin y, sobre todo,
fruto de una imaginacin creadora y, generalmente, sostenida por la colectividad. Dentro de la filosofa africana tradicional5, y ya no tanto en la
5
Nos referimos a la sabidura tradicional, destilada desde las diversas casas iniciticas tribales. De ella emanar lo que llamamos hoy Pensamientos y creencias africanas.
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fundo de este rito reside, por la tanto, en la verdadera renovacin o revitalizacin del hombre y de la sociedad a la que pertenece. Se trata, bsicamente, de reafirmar el fundamento de la etnia, el arraigo de la sociedad en la continuidad del tiempo y en el tiempo de origen, que no es
abolido jams. La muerte de un individuo, y con mayor razn si se trata
de una persona muy querida, se convierte en un pretexto para que la sociedad actual se autentifique una vez ms y acreciente su vigor, a fin de
alcanzar mayor perdurabilidad.
Todos estos ritos de paso que marcan los tiempos del transcurso de
una existencia en el mundo, pueden ser individuales o colectivos. Los
ritos de paso son actos de la colectividad, que toma conciencia de su
temporalidad y refuerza su vitalidad. Son un decreto humano, el orden, la
costumbre.
EL TIEMPO FENOMENOLGICO
Como una araa secreta el hilo por el que se escurre para bajar,
as segregamos el tiempo que necesitamos para nuestros menesteres y
caminamos sobre este hilo que es visible slo detrs de nosotros y utilizable slo delante de nosotros.
Esta acotacin nos remite a un aviso tradicional a los circuncidados, al finalizar los ritos de iniciacin. Es una imagen que simboliza
con nitidez y acierto la simbiosis existente entre el tiempo y el ser en el
universo simblico africano. De hecho nuestro propio existir es slo
visible detrs de nosotros (los aos pasados, esfumados de una vez para
siempre, nuestras historias personales o colectivas, transcurridas slo
una vez) y programable slo delante de nosotros (los aos por venir, esperanzadores o sombros, segn la naturaleza armoniosa o conflictiva
del pasado y del presente; los proyectos del futuro, elaborados en base
82
83
En el frica tradicional no se habla de vida eterna ni de resurreccin de los muertos tal como se entendera en la tradicin occidentalcristiana. En ciertos pueblos del continente, la idea de resurreccin
llega incluso hasta desencadenar atemorizadoras inquietudes entre los
hombres, que creen que un muerto que ha resucitado es, con toda seguridad, una quimera que busca, como ave de rapia, a quin agarrar en
su desesperado vagabundeo10. Tampoco existe la idea de la parusa,
dado que todo es espera-cumplimiento; vida-muerte; continuo nacimientomuerte continua. Por eso dira John Mbiti que la muerte es un proceso
que desplaza gradualmente al hombre desde el presente hacia el pasado (32-36). Lo que no detecta Mbiti es, precisamente, el hecho de
que ese pasado constituye el objetivo futuro de los vivos, de modo que
no es su pasado, sino un presente tenso (intenso) del futuro. El tiempo
africano es helicoidal y eviterno.
EL TIEMPO Y LO SAGRADO
El culto de los antepasados es un indicador importante para entender el gran inters de muchas comunidades africanas por el tiempo pa10
Los muertos que no consiguen entrar en el pueblo de los antepasados (futuro) a
causa de una indigna una vida terrenal, pasan su existencia del ms all vagabundeando
en los ambientes que circundan a los vivos, buscando hacerles dao con la primera ocasin que se les presente. Constituyen una de las causas del mal en el mundo. Por eso, el
rito que sigue inmediatamente al de invocacin de los antepasados (buenos espritus) es
el de ahuyentar a esos malos espritus perdidos en la oscuridad de los tiempos e invisibles en las reas sospechosas del poblado.
84
Chidiebere Okeke ha sealado: The Africans believe that death lies in the future. Why Mbiti needs to think that at death the deceased enters the melting pot of time,
the backward looking Zamani, rather than the future? (299).
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TEMPORALIDAD Y PROGENITURA
En el frica de los poblados, suele concederse una gran importancia a la procreacin con el objetivo de superar la angustia que provoca el
paso del tiempo. El hecho de tener hijos ocupa as un rango privilegiado en la escala de valores y en las preocupaciones cotidianas. Se llega
hasta pensar, a veces, que sin los hijos el matrimonio es incompleto. En
efecto, sin los hijos en un matrimonio, resulta difcil recuperar, al
menos en parte, el don perdido de la inmortalidad. Los hijos constituyen
en este sentido el punto de encuentro entre todos los miembros de una
comunidad: una interseccin entre los difuntos, los vivos y los an no
nacidos. Por la descendencia se hacen presentes los que ya murieron en
el pasado y se echan las bases para prolongar en el futuro la existencia
de los que an viven.
La descendencia tiene tambin otro fin en un futuro ms inmediato: la custodia de los progenitores en la vejez o en la tribulacin.
Tener muchos hijos era antes y lo sigue siendo en gran medida seguro
de vida para una vejez satisfactoria y de honra, siempre que la procreacin haya sido acompaada de una adecuada educacin. Es obvio que
esa manera de enfocar el futuro a corto plazo tropieza hoy seriamente
con una crtica y con una especie de desgaste personal que desasosiega a
todos los africanos. Hoy en da los propios hijos se encuentran obligados a superar tambin muchas dificultades, en un mundo que exige
cada vez ms esfuerzos para vencer la cruel competitividad de la supuesta globalizacin. El tiempo (presente) talonea a todo y cada uno
convirtiendo a menudo la descendencia en un autntico contratiempo
de la felicidad.
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INTERPRETACIN CONCLUSIVA
El tiempo africano es un tiempo helicoidal y eviterno, provisto de
un principio en el plano mundano y carente de un fin. Innumerables
anillos forman el conjunto de su hlice. Desde que se dispar, al principio
de los tiempos, avanza retornando siempre sobre l mismo, incorporando
nuevos elementos y perdiendo otros durante la vuelta. As, ese tiempo es
siempre el mismo, cuantitativa y cualitativamente, no se crea ni se desgasta, slo se enriquece, en su trayectoria helicoidal, con nuevas incorporaciones en la misma proporcin que se empobrece con la prdida
de otros elementos. La plenitud del tiempo es, en todo ello, la suma de
los tiempos que el individuo asume y reorganiza minuto a minuto, a lo
87
II
DEL SIGLO XVI AL SIGLO XX:
LA PRESENCIA AFRICANA
EN LA HISTORIA DE ESPAA
91
92
Cuando los portugueses, desde el primer tercio del siglo XV, abrieron la ruta atlntica hacia las Indias y los castellanos siguieron su rastro,
vieron cmo la gente de Berbera se haca con esclavos negros para sus
menesteres, y decidieron hacer lo mismo. Como quiera que no se encontraba por ninguna parte el oro y las especias que se iban buscando,
capturaron esclavos africanos con objeto de pagar el gasto de las expediciones. En este contexto es fundamental la expedicin de Anto Gonalves, en 1441, que comenz a orientar los viajes hacia la captura y trata
de esclavos. Haba sido enviado a buscar pieles y aceite de lobos marinos, pero esto le pareca muy poco y as se lo expuso a sus compaeros:
Ca me parece que serya vergonha tornarnos assy ante a ssua presena
com t pequeno seruiio Oo que fremoso aqueecimento serya nos
que viemos a esta terra por leuar os primeiros catiuos te a presena de
nosso principe3.
JUSTIFICACIN
La esclavitud se ha considerado desde los tiempos clsicos como
una institucin. Algunos autores, siguiendo a Aristteles, pensaban que
la esclavitud emanaba de la propia naturaleza y su fin era eminentemente utilitario. Desde la Edad Media se fue imponiendo la opinin de
que tal estado jurdico no obedeca a una exigencia natural, sino que era
fruto de un desorden posterior y consecuencia de la rotura del ordenamiento moral. Este pensamiento, suscrito por Santo Toms de Aquino,
ser el que se imponga con carcter oficial dentro de la Iglesia: Servitus
est contra primam intentionem naturae, sed non est contra secundam,
quia naturalis ratio ad hoc inclinat et hoc appetit natura ut quilibet sit
bonus. Sed ex quo aliquis peccat, natura etiam inclinat ut ex peccato poenam reportet; et sic servitus in poenam peccati introducta est4.
En Las Partidas, el origen de la esclavitud se debe al derecho de gentes,
o sea, a la ley positiva:
[] Servidumbre es postura y establecimiento que hicieron antiguamente las
gentes por la cual los hombres, que eran naturalmente libres, se hacen siervos y
3
Zurara, G.E. de: Crnica dos feitos notveis que se passaram na conquista de
Guin por mandado do Infante D. Henrique. Cap. XII).
4
Summa Theologica. Q. 52, art. 1.
93
Y se sealan los ttulos por los que una persona puede hacerse esclava: La primera es de los que cautivan en tiempo de guerra, siendo
enemigos de la fe. La segunda es de los que nacen de los siervos. La tercera es cuando alguno es libre y se deja vender6.
Francisco de Vitoria sostiene que la esclavitud pertenece al derecho positivo, y sostiene que Aristteles nunca dijo que pudieran existir
esclavos por naturaleza. Domingo de Soto fue el telogo representante
de Carlos I en el Concilio de Trento y su confesor particular. En su tratado De iustitia et iure mantiene que: Homo t iure naturae quam iure
gti potest esse alterius hominis dominus. El moralista Toms de Mercado se adhiere a la doctrina comn: .[] Digo que cautivar o vender
negros u otra cualquier gente es negocio lcito y de jure gentium, que
dicen los telogos [] y hay bastantes razones y causas por donde
puede ser uno justamente cautivo y vendido7.
El maestro Rojas, al ser consultado en 1528 sobre la moralidad de
herrar (esclavizar) a los indios, sealaba que hay cinco maneras a las
cuales se reducen todos los que pueden ser esclavos La primera
cuando se contrae la tal servidumbre de su nacimiento La segunda se
contrae de la guerra hecha por autoridad La tercera se contrae por
delito La cuarta se contrae por propia voluntad La quinta se contrae por necesidad de hambre8. La justificacin de la esclavitud por
delito permita aplicar un abanico muy amplio de posibilidades, segn
la interpretacin que se diera a esta palabra y la gravedad de la situacin. Para Vitoria, delito se equipara a costumbres brbaras, como sacrificios humanos, pecados contra natura, etc., mientras que Molina la
hace coincidir con falta grave y Mercado la homologa a transgresiones pblicas.
94
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por tener los alvares de aquella tierra muchos esclavos negros, y otros que
dems de los que se les pueden tomar dan otros para sus rescates y con la
misma saltan en tierra y los cautivan ] en lo qual, dems del beneficio que la
dicha ysla reive en traerse a ella los dichos moros y esclavos negros, por rescate
de alguno de ellos, debemos dar lizenia para que puedan yr a la dicha Berbera
[]10.
Otro nmero importante de esclavos proceda de frica mediterrnea, fruto de las guerras que el Emperador llev a cabo para el control de algunos enclaves. En una carta escrita en 1535 desde la Alcazaba
de Tnez al obispo de Orense por don Luis de Avila, dndole cuenta de
su toma, le dice cmo los arcabuzeros se apoderaron del castillo y, por
abreviar, S. M. se vino a el y dio la cibdad a saco, la qual se a saqueado y
se an tomado hartos esclavos y esclavas y mucha ropa y poco dinero[].
Fray Prudencio de Sandoval precisa la cantidad de forma abultada
y su incidencia en el mercado esclavista: Los que se cautivaron en
Tnez pasaron de diez y ocho mil personas de toda suerte; valan tan baratos que daban diez ducados un esclavo11. El corso y la piratera, mtodos practicado por marinos de algunos puertos del sur peninsular durante la segunda mitad del siglo XV, fueron otra fuente de esclavos al ser
robados de las naves portuguesas que venan de Guinea junto con otras
mercancas. Cuando los Reyes Catlicos reprimieron estas acciones y
exigieron lo pactado en Alcaovas y Tordesillas (1494), estas acciones se
orientaron contra turcos y moros, y su prctica no fue exclusiva de los
puertos del sur, sino de todo el litoral mediterrneo.
Otros esclavos llegaron a nuestro pas a bordo de embarcaciones
que haban participado en alguna expedicin, y se los traa o bien para
probar que haban conseguido los objetivos o porque se necesitaba su
concurso para la realizacin de algunos trabajos a bordo. Finalmente,
habra que hablar de la presencia circunstancial de algn esclavo indio
o canario diluido entre los dems.
10
11
Cap. 39.
96
Haba quienes llevaban una vida semilibre, alojndose donde podan porque sus amos se desentendan de su vida y manutencin. Vemos
en algunos documentos cmo los esclavos compraban bienes, se endeudaban e, incluso, prestaban dinero a personas libres. Hay tambin circunstancias tan sorprendentes como la de la esclava Ins, que dej
como heredero de sus bienes (todo lo que tena eran 15.000 maraveds) a su propio amo. Los casos de arrendamiento de viviendas entre esclavos son bastante abundantes, lo mismo que la prestacin de otros
bienes.
Sobre la forma de presentarse y de vestirse no haba ninguna disposicin, como quizs la hubo en algn tiempo anterior; todo lo ms
que encontramos son algunos detalles que nos llevan a concluir que los
esclavos se vestiran con tejidos pobres. Pedro Portocarrero, seor de
Moguer, manda hacer un hospital en esta ciudad y, adems de dotarlo
convenientemente, deja dos esclavos para su servicio, ordenando que
se les d de comer [] y su pan y su vestuario de frisa y sayal [].
EL TRATO DISPENSADO
La legislacin oficial exiga un trato no demasiado violento para el
esclavo, aunque, como cosa que perteneca a su seor, estaba a su merced, y, en la prctica, reciba castigos y sanciones segn el carcter de
ste. Cuando el dueo se exceda en la correccin, a lo ms que se poda
97
llegar era a la venta del esclavo a una persona ajena; pero el importe de
la transaccin iba ntegro al propietario. Slo en los casos en los que
ste haba causado heridas mortales a sus siervos de forma intencionada, se le sancionaba con determinadas penas.
Si algn hombre fuese tan cruel con sus siervos que los matare de hambre, o los hiriese, o les diese tan grandes azotes que no lo pudiesen sufrir, que
entonces se puedan quejar los siervos al juez. Y l, de su oficio, debe averiguar la
verdad, si es as: y si lo hallare por verdad, dbelos vender y dar el precio a su
seor. Y esto debe hacer de manera que nunca puedan volver a poder y seoro
de aquel por cuya culpa fueron vendidos12.
En los Fueros valencianos encontramos esta misma idea, prohibiendo mutilaciones y agresiones fsicas de cierta crueldad: [] que
ningun senyor ni maestre no puxen fer justicia corporal de son servent
ne de son dexeble, ne de son catiu, o es a saber de tolre alcu de sos
membres axi com es ma, o peu, o nas, o orelles, o ulls, ne altres coses
semblants13.
El maltrato fsico, como producto del mal humor momentneo o
como resultado de un menosprecio continuo, aparece continuamente
en la literatura, y la expresin tratar como a negra pas al lenguaje comn
para explicar una situacin de continua privacin material, de dureza
laboral y de represin. Fray Luis de Len, hablando de que las mujeres
sean apacibles y de condicin suave, alude al mal humor que se descarga sobre los esclavos: Y es as que en estas bravas, si se apuran bien
todas las causas de esta su desenfrenada clera, todas ellas son razones
de disparate. La una, porque le parece que cuando rie es seora; la
otra, porque la desgraci el marido, y halo de pagar la hija o la esclava
[]. (La perfecta casada. Cap. 15).
Pero hay veces que se desea la suerte de la negra, bien tratada y
mejor cuidada por sus amos. En esta cita de Guzmn de Alfarache se
alude a las mujeres que se casan con la idea de mejorar de vida y acaban
deseando la suerte de una negra: Negra y a Dios pluguiera que me trataran como a la de N, que por aqu pasa cada da como una reina, con
una saya hoy, otra maana; yo sola estoy con estos trapos desde que me
cas (II parte, Lib. III. Cap. 3).
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poner una L a los ladrones menores de veinte aos, peticin que no fue
admitida por el Rey.
Ahora bien, por qu se herr en Espaa? Los testimonios literarios
indican dos circunstancias concretas: distinguirlos de las personas libres
o castigar a los fugitivos. En el primer caso slo se practicara a los esclavos blancos y, de hecho, en la mayora de las ocasiones en que hemos encontrado esta situacin est relacionada con esclavos de este tipo. As,
Cervantes en El celoso extremeo escribe: [] compr asimismo cuatro esclavas blancas y herrlas en el rostro y otras dos negras bozales []
Sin embargo, son ms abundantes los testimonios que relacionan el
herrar con la huida, y el mal trato fue una de las causas que ms incit a la
fuga de los esclavos. El herraje sera un castigo impuesto a los que la hubieran intentado, ya fuera como escarmiento de su accin o como medida
para prevenir otras huidas. Fray Luis de Len, comentando unas palabras
de San Clemente en La perfecta casada, hace suya esta afirmacin: []
porque como el hierro en la cara del esclavo muestra que es fugitivo, as
las floridas pinturas del rostro son seal y pregn de rameras []. Lope
de Vega tambin acepta esta interpretacin del herraje, como vemos en
este ejemplo perteneciente a su comedia Los melindres de Belisa:
Hoy has de mandar herralle.
Dcenme que es fugitivo:
Herrar, Belisa, aquel talle?
[]
Tengo lstima a la cara,
no merece hierro en ella.
Junto a un trato deficiente, hay tambin constancia de buen trato.
Los testamentos y actas notariales de liberacin suelen ser los lugares
donde mejor podemos apreciar esa relacin paternalista que, a veces,
une al dueo con sus subordinados, y de la que no estn exentos los esclavos. En estos documentos podemos constatar que, adems de la liberacin, les otorgan otras prebendas materiales. Cuando estos esclavos se
reparten entre los herederos, se pide con frecuencia para ellos un buen
trato y la satisfaccin de sus necesidades, ordenando que los liberen en
caso contrario. El seor de Moguer, a quien ya hemos citado, exige a los
que reciban sus esclavos quitaion a cada uno dellos, demas de mante-
100
1574.
101
mismo, se prohibi cualquier trato con ellos o comprarles sus mercancas. El cardenal Cisneros prohibi la entrada de esclavos negros en
Amrica por considerarlos hombres sin honor y sin fe y, por lo tanto,
capaces de traiciones y confusiones.
Toms de Mercado, que tanto fustig el mtodo del comercio esclavista y tan duramente atac a los traficantes, utiliz las palabras ms
duras al analizar el ambiente de donde procedan los esclavos: un medio
que nunca conoci y que, sin embargo, se atrevi a valorar sin ms argumentos que una opinin sin datos objetivos:
Y como son viciosos y brbaros cometen enormes y detestables delitos
[]. No se mueven por razn, sino por pasin, ni examinan ni ponen en consulta el derecho que tienen []. Y no se espante nadie que esta gente se trate
tan mal y se vendan unos a otros, porque es gente brbara y salvaje y silvestre, y
esto tiene anexo la barbaridad, bajeza y rusticidad cuando es grande, que unos a
otros se tratan como bestias []17.
Dando por hecho que el esclavo ocupa el puesto ms bajo de la sociedad, y si es negro el ltimo escaln, servir siempre de punto de referencia para poner de relieve la bajeza de una accin. Las relaciones
libre-esclavo, aunque las hubo legalmente reconocidas, eran la mayora
de ellas de carcter clandestino y annimo.
La animadversin contra ellos repercuta, a veces, en agresiones.
Esto queda bien patente en el siguiente episodio en el que unos Comuneros no slo se burlaron de dos negros, sino que llegaron a matar a
uno de ellos por el simple hecho de responder a un insulto o agravio:
[] El primer escndalo que sucedi fue que, pasando dos esclavos de don
Ramn de Cardona, seor de Castalla, por la calle de nuestra seora de Gracia,
cuartel de la ciudad donde ms comuneros haba, los oficiales que estaban trabajando a las puertas se burlaron, como suelen, de ellos. Porque los esclavos les
respondieron, tomaron las armas y los acuchillaron, matando uno de los negros
y queriendo matar al otro que se defenda18.
Cuando el esclavo no suscitaba odio o indiferencia, poda despertar curiosidad, motivo por el cual su presencia no pas desapercibida en
ciertos momentos:
17
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102
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ron la navegacin del rey D. Sebastin, cuando pas en frica este verano, y an me ha certificado que es hija de una mora manceba del rey
Muley de Tnez, que con sus hechizos alborot la mar que destruy la
armada del Emperador Carlos Quinto, de gloriosa memoria, en la jornada desgraciada de Argel []20.
EL TRABAJO Y EL VALOR DE SU PERSONA
El esclavo es, a veces, smbolo y manifestacin de la riqueza de su
dueo, pero tambin puede ser utilizado para generar riqueza, utilizndolo como trabajador y rentabilizando su prestacin laboral. Llama la
atencin que la escasez de mano de obra que se constata en Castilla
entre 1540 y 1590 no fuera remediada con la aportacin de los esclavos,
sino que se intent recurrir al reclutamiento forzoso de vagabundos y al
de los libertos; nunca se propuso una introduccin masiva de esclavos,
como se haba hecho en Amrica. En las Cortes celebradas en Crdoba
y en Madrid en 1570, los Procuradores pidieron que los que tuvieren
carta de libertad siruan o vsen de oficios mecanicos o del campo en las
ciudades, villas y lugares donde consiguieron su libertad, y se les dio, y
que no puedan salir dellos sin que lleuen fee y testimonio del dicho escribano de donde van []21.
En el terreno econmico, el esclavo tuvo un carcter subsidiario de
acuerdo con las posibilidades econmicas de cada zona. Ahora bien, de
forma general podemos sealar que la domesticidad y los trabajos relacionados con la misma fueron la ocupacin preferente de los esclavos:
cocinero, camarero, doncella, ama de llaves, sirviente, calefactor, etc. El
poseer un esclavo poda resultar en ocasiones un signo externo de ostentacin y riqueza, que proporcionaba cierto exotismo a las familias de
clase alta, y un signo distintivo de su posicin. Sin embargo, al observar
su presencia entre sectores ms humildes, como artesanos, campesinos,
menestrales, etc., hemos de pensar que no slo su figura representaba
un gesto suntuario, sino que tambin deba contribuir de alguna manera a su propia subsistencia y a la de la familia que le acoga.
Entre los propietarios de esclavos observamos representantes de
20
21
104
casi todos los oficios, lo que nos puede dar una idea de su contribucin
a la economa domstica y comarcal. En Andaluca abundaron los esclavos entre los panaderos, albailes, cordeleros, cordoneros, esparteros,
herreros, hiladores de seda, olleros, plateros, sastres, sederos, traperos y
zapateros. Entre estos dos ltimos gremios fueron particularmente
abundantes los esclavos moros. El acceso a la maestra estaba prohibido
para el esclavo, y, en la prctica, tambin para el liberto. Sin embargo,
hemos encontrado varios esclavos con ttulo de oficial que, en ocasiones,
son objeto de compraventa.
En las labores del campo tambin aparece frecuentemente la presencia esclava; fruteros, hortelanos y labradores en general se sirvieron
de ellos en beneficio propio. Un tratadista agrario, Alonso de Herrera,
no se mostraba muy satisfecho del trabajo desempeado por ellos en la
tierra: Mas como agora ande tratada la tierra de obreros alquiladizos,
que no curan de mas de su jornal, o de criados sin cuydado, o de viles esclavos, enemigos de su seor []22. La literatura nos presenta con frecuencia a esclavos negros empleados como muleros o cuidadores de las
caballeras. Deba ser una ocupacin muy generalizada y bastante tradicional, pues ya en el Conde Lucanor (ejemplo XXXII) encontramos a un
negro encargado de cuidar del caballo del rey. El propio Lazarillo de
Tormes dice de su padre que era un hombre moreno de aqullos que
las bestias curaban. Relacionado con esta profesin est el oficio de
pastor y guardin de todo tipo de ganado; esta actividad tuvo especial relevancia en las islas Canarias. Entre los acuerdos del Cabildo de Tenerife, de principios del siglo XVI, encontramos esta recomendacin: []
que los seores de los esclavos manden a sus esclavos que fagan todo lo
que les mandaren los fieles para el pro del ganado [].
Tambin ejerci, a veces, de verdugo, cuando no se encontr a
ninguna persona libre para realizar tal menester. En ocasioneses el municipio el que compra un esclavo para que ejecute directamente este cometido, mientras que, en otras, slo se le contrata circunstancialmente
o se le alquila. En Tenerife, por ejemplo, se alquil, en 1519, un negro a
un tal Francisco Daz, por haber verificado ya cierta ejecucin. En
Amrica fue muy corriente el desempeo de esta funcin por parte de
los esclavos. Con mucha frecuencia le encontramos acompaando a su
22
105
106
testimonio del embajador polaco Juan Dantisco, se pagaron a los alemanes que intervinieron en el aplastamiento de los sublevados en Espadn
en 1526: En la sierra se hall copioso y rico botn con el que, y con la
venta de cautivos, los alemanes, que haca un ao no reciban soldada,
pudieron embarcarse con abundante riqueza.
La concesin de licencias para llevar esclavos a Amrica fue un mtodo utilizado no pocas veces por la Corona para pagar ciertos servicios
o para recompensar favores. Otra de las funciones que el esclavo ejerca
era la de ser signo de riqueza y de ostentacin de sus propietarios. Nobles y gente principal gustaban de rodearse de esclavos y de criados
como manifestacin de su situacin econmica y de la autoridad que
podan ejercer. Pareca impensable que una persona rica no fuera
acompaada siempre de un squito ms o menos numeroso segn las
circunstancias: Vend los muebles [] y del dinero que hice con ellos
compr dos esclavas blancas para mi servicio, mujeres en quien conoc
habilidad para cualquier embuste Con ellas y un escudero que me serva [] sal de Sevilla y as llegamos a Toledo23.
Una mujer se traslada a la Corte y, para embaucar a la gente, se
hace pasar por rica; para parecerlo, tiene que contar necesariamente
con esclavos: Vindose rica, subi de persona comn a persona de
cuenta, con estrado, silla de manos, esclavos y esclavas, mona y papagayo, criado, gracioso, escudero y portero y otra gente semejante
[]24. El esclavo era tambin el acompaante ideal para evitar que
damas y seoritas anduviesen solas por las calles, circunstancia que era
mal vista por los imperativos sociales de la poca. Cuando la Lozana Andaluza se extraa de ver a dos mujeres solas pregunta la explicacin de
este modo de proceder, y se le responde: Porque ans lo usan; cuando
van ellas fuera, unas a otras se acompaan, salvo cuando va una sola,
que lleva una sierva, mas no hombres ni ms mujeres [].
23
Castillo Solrzano, A.: La nia de los embustes Teresa de Manzanares, natural de Madrid. Cap. 18.
24
Lin Y Verdugo, A.: Gua y avisos de forasteros que vienen a la Corte. Novela y escarmiento doce.
107
LIBERACIN
Para conseguirla se recurra a mtodos legales e ilegales, como la
huida. Cuando as suceda, el fugitivo vagaba por lugares solitarios, descaminado o alzado, segn terminologa de la poca. En algn momento
el recurso a la huida debi estar muy extendido, como se desprende de
una de las peticiones que los Procuradores hicieron al Rey en las Cortes
de Toledo de 1559: Otrosi, dezimos que por todos estos reynos andan
muchos esclavos fugitivos y cada da se incitan unos a otros a yrse a robar
a sus amos, a lo qual da mucha causa no castigar a los tales esclavos de
manera que aya escarmiento, antes la huyda es a costa y pena de los
amos []. El propietario sola dar seas para su identificacin, proporcionando caractersticas de su constitucin e indicando algunos defectos fsicos, si los tena. En ciertos momentos debieron emplearse perros,
costumbre que tambin pas a Amrica para perseguir a los cimarrones:
Si alguno hiciese cosa que no debe, que le prendan en su casa como
cristiano y no le busquen con perros en la sierra como a moro25.
Los Procuradores en las Cortes de Madrid de 1551 propusieron
comprometer a los libertos en este menester mediante una respetable
recompensa, y as establecieron que el negro horro que tomare esclavo
fugitivo lleve de premio en prenderle mill maravedis, y ansi escusaran
los esclavos de ser fugitivos. Pero los libertos tambin prestaban sus cartas de liberacin a los negros para ayudarlos a huir. Los castigos que se
imponan fueron diferentes segn los momentos y la reincidencia en la
fuga. A los azotes, como correctivo genrico, se aadan el destierro
temporal o perpetuo de las costas y, a veces, las galeras. En textos literarios encontramos el lardear o pringar, poner grilletes u otros hierros en
los pies y el herrar.
La liberacin legal obligatoria estaba recogida en Las Partidas, que
sealaban algunos casos concretos de manumisin automtica: los siervos que descubran al asesino de su seor o a los traidores del rey y del
reino, los esclavos que haban sido corrompidos por sus dueos, los que
eran designados tutores de los hijos de un testador, cuando un esclavo
se casaba con una persona libre o entraba en religin con permiso expreso de su dueo. Si un esclavo perteneca a varios dueos y uno de
ellos decida emanciparlo, los dems estaban obligados a ceder sus dere25
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de una sociedad que antes los haba tenido recluidos en los escalones
ms bajos. Uno de los ejemplos que ms llam la atencin fue el de Juan
Latino, que lleg a ser catedrtico de latn en Granada y considerado
una de las personalidades ms importantes de la poca por su saber y
por su produccin literaria.
La participacin afroamericana
en la guerra civil espaola
DANIEL PASTOR GARCA
La guerra civil espaola fue un hecho crucial de la historia contempornea que impact profundamente a la opinin pblica mundial,
convirtindose casi desde el principio en el ejemplo ms literal y simblico de la lucha entre el fascismo y la democracia. Para muchos fue la ltima gran causa de la dcada de los aos treinta por la que vala la pena
combatir y prueba de ello fue la destacada participacin de miles de voluntarios extranjeros que sirvieron como brigadistas en las filas republicanas. A pesar de que el inters que han despertado no ha cesado en
ningn momento, hay un aspecto, sin embargo, que apenas ha atrado
la atencin. Me refiero al estudio dedicado a las minoras tnicas que
formaron parte del contingente de tropas internacionales privndolas
as del reconocimiento que se merece la labor que llevaron a cabo durante el conflicto. Mi propsito es dar a conocer las experiencias de un
grupo reducido de voluntarios afroamericanoss que durante el perodo
que va desde enero de 1937 hasta septiembre de 1938 combatieron en
defensa del legtimo gobierno de la Repblica espaola. Con ello no
pretendo ms que sacar a la luz las razones que les llevaron en un momento de sus vidas a abandonar todo para venir a Espaa a luchar por
unos ideales de justicia e igualdad. Aunque su nmero fue proporcionalmente muy reducido27, su contribucin, sin embargo, adquiri una
significacin especial. La gran mayora buscaba dar una respuesta frontal a las aspiraciones anexionistas italianas en frica y en su experiencia
blica en Espaa dieron expresin a un radicalismo que se haba estado
27
112
gestando dentro de un movimiento ms complejo que combinaba posiciones nacionalistas, panafricanistas y marxistas.
Si bien es cierto que la guerra civil comenz como un asunto interno, en seguida adquiri un carcter internacional. Ambos bandos reclamaron inmediatamente la ayuda de otras potencias extranjeras, y as,
mientras los rebeldes contaron desde el primer momento con el apoyo
de Alemania, Italia y Portugal, los pases democrticos encabezados por
Gran Bretaa y Francia prefirieron abstenerse de intervenir. Sus representantes firmaron en Londres en septiembre de 1936 un acuerdo internacional de no intervencin que prohiba la venta de armas a las partes contendientes y a dicho acuerdo se adhirieron casi todos los pases
de Europa. Estados Unidos aprob por su parte la Ley de Embargo que
impidi la exportacin de material blico. Pero la poltica de no-intervencin y la Sociedad de Naciones, que tericamente se encargaba de
garantizar la paz mundial, demostraron su ms absoluta ineficacia, permitiendo que la contienda espaola tuviese una clara participacin extranjera. No deja de ser irnico el hecho de que en la misma comisin
de control del cumplimiento del acuerdo participaran tambin Alemania e Italia a pesar de que entonces como a lo largo de toda la contienda
proveyeron abiertamente a los sublevados de armas modernas, soldados
y logstica28.
Es en ese momento y tras un primer perodo de incertidumbre
cuando la Unin Sovitica decide posibilitar la resistencia de la Repblica mediante la formacin de las Brigadas Internacionales. En septiembre de 1936 la Internacional Comunista, la Komintern (el rgano
comunista encargado de propagar la revolucin bolchevique por todo
el mundo), propone reclutar y enviar grupos de voluntarios no espaoles que por sus ideales estuviesen dispuestos a luchar contra el fascismo.
La campaa tuvo un xito inmediato. La cuestin del nmero exacto de
extranjeros que formaron parte de las Brigadas Internacionales ha sido
una de las ms debatidas. Las ltimas estimaciones, realizadas por Skoutelsky (168), hablan de que hubo entre 35.000 o 40.000 voluntarios procedentes de ms de 50 pases de todos los continentes. La mayor parte
28
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ches que le hacen los suyos de haberse alistado en una guerra en el extranjero, explica al poco de llegar:
Puesto que se trata de una guerra entre los blancos que durante siglos nos
han mantenido en la esclavitud [] por qu yo, un negro que he combatido
durante aos por los derechos de mi pueblo, estoy hoy aqu en Espaa? Porque
ya no somos un grupo minoritario aislado, luchando sin esperanza contra un gigante inmenso. Porque nos hemos convertido en parte activa de una gran
fuerza en cuyos hombros descansa la responsabilidad de salvar la civilizacin humana de la destruccin planificada por parte de un grupo de degenerados que
han enloquecido en su afn de poder. Porque si aplastamos al fascismo aqu salvaremos a nuestra gente en los Estados Unidos y en otras partes del mundo []
podremos construir una nueva sociedad, una sociedad de paz y de abundancia.
No habr entonces distincin por el color, ni trenes segregacionistas, ni linchamientos. Por esta razn, querido amigo, estoy aqu en Espaa (Nelson 33-34).
115
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tuales y estudiantes, descontentos con las soluciones polticas convencionales para aliviar la miseria de la depresin, llegando a multiplicar en
unos pocos aos el nmero de afiliados29, sino que adems se convirti
en la primera organizacin blanca radical en la historia estadounidense
que tena un verdadero inters por los problemas de lo que se empezaba a denominar como la cuestin negra. Prueba de ello es que en el
Sexto Congreso de la Internacional Comunista en 1928 se habl de que
los afroamericanos constituan una nacin oprimida y por tanto tenan
derecho a la autodeterminacin. La idea subyacente una vez ms era reforzar la unidad de la clase trabajadora blanca y negra.
Uno de los resultados de esta nueva tesis fue la campaa reformista
en defensa de la igualdad de derechos y de salarios y la oposicin abierta
a toda forma de violencia. No slo las figuras ms famosas de las letras
afroamericanas como Richard Wright, Langston Hughes o el artista
Paul Robeson se afiliaron al partido comunista sino tambin trabajadores esperanzados de encontrar un trato ms igualitario ante la ley y en
ltimo trmino un sentimiento de fraternidad. Sin duda, uno de los hechos que ms contribuy a la militancia comunista fue la firme defensa
que estableci de los chicos de Scottsboro. Se trataba de un ejemplo ms
de injusticia social en 1931 cuando 9 jvenes negros fueron acusados de
violar a dos mujeres blancas sin pruebas determinantes. La sentencia les
condenaba a todos ellos, menos a uno, a pena de muerte, pero durante
aos el caso fue apelado al tribunal supremo hasta que por fin sentencio
a favor de los chicos. El caso Scottsboro fue hbilmente presentado
como un smbolo internacional de la lucha contra la persecucin racial.
Es muy significativo que la gran mayora de los voluntarios afroamericanos de las Brigadas Internacionales formaran parte de esa minscula izquierda que se estaba gestando a toda marcha. En concreto de la
totalidad de 100 el 69% perteneca al partido comunista o a la rama juvenil conocida como la Young Communist League. Harry Haywood, que
se form en la Escuela Lenin de Mosc, se convirti en uno de los idelogos ms destacados llegando a ocupar puestos de relevancia en el partido; en sus distintas publicaciones defini la condicin de la comuni29
117
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Pero el motivo que acab definitivamente de empujar a la lucha armada fue la invasin de Mussolini de Etiopa en septiembre de 1935, un
brutal acontecimiento que indign a los afroamericanos y fue inmediatamente interpretado como una seria amenaza a la paz mundial. Desde
principios de siglo Etiopa era un smbolo de la igualdad racial cuando
no de la superioridad negra sobre los blancos, y se haba convertido en
el referente obligado del movimiento panafricanista del que sentirse orgulloso; era, junto con Liberia, el nico territorio africano libre de la dominacin europea. Para los seguidores del movimiento de la Universal
Negro Improvement Association, etiopianismo y anticolonialismo iban emparejados, una idea que, por otra parte, se fomentaba tambin desde diversas instituciones como la influyente Abyssinian Baptist Church de
Harlem. Se produjeron numerosas manifestaciones de protesta en
todas las grandes ciudades y tanto en Nueva York como en Chicago se
organizaron campaas de recogida de material mdico y comida y la
Pan-African Reconstruction Association se dedic al reclutamiento de
voluntarios dispuestos a acudir en ayuda del pueblo etope. Muchos sintieron que era su propia patria la que haba sido invadida por las tropas
fascistas, y en algunos sectores se lleg incluso a hablar expresamente de
que se trataba del primer paso de una guerra entre razas. Cuando la Sociedad de Naciones se vio impotente de arbitrar medidas que frenaran
el expansionismo italiano, el partido comunista estadounidense encontr el medio de convertir los sentimientos antirracistas en un movimiento antifascista de ms envergadura que sera utilizado poco despus a favor de la Repblica espaola. Para la totalidad de la comunidad
afroamericana la rebelin franquista no era ms que una extensin de
la agresin de Mussolini en frica y una prolongacin tambin de la
lucha contra las leyes segregacionistas y los innumerables atropellos que
tenan que soportar en Estados Unidos. De hecho el lema del partido
El destino de Etiopa se juega en los campos de batalla de Espaa fue
muy popular, y desde las pginas del Daily Worker, rgano comunista, se
afirmaba: El pueblo negro, que desea honestamente la derrota del fas-
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dos: En Espaa y por primera vez en mi vida fui tratado como una persona [] Era un hombre! Una persona! Siempre se me trat con
respeto, como a un ser humano (Bessie and Prago 54-55). Crawford
Morgan, un sureo acostumbrado a vivir rodeado de gente hostil y violenta, exclam gozoso: En Espaa me sent como un ser humano,
como un hombre. La gente no me miraba con odio en sus ojos porque
fuera negro, y no se me negaba esto o aquello porque fuera negro
(Collum 175). Salaria Kee descubre que las divisiones de raza, credo,
religin y nacionalidad perdieron sentido cuando los voluntarios afroamericanos se reunieron en Espaa en un esfuerzo conjunto de hacer
este pas la tumba del fascismo []. Vi que mi destino, el destino de la
raza negra, estaba inseparablemente unido a su destino. [] Por primera vez he logrado trabajar sin sentir ningn tipo de discriminacin o
limitacin racial. (Collum 129). Si bien todos estos testimonios son reveladores del respeto que los espaoles les transmitan, particularmente
debido al hecho de que eran voluntarios extranjeros que luchaban por
una causa comn, en ocasiones era inevitable que se convirtieran en el
centro de atraccin o sirvieran de motivo de curiosidad como la ancdota protagonizada por Vaughn Love (Collum 85).
Uno de los hechos que ms confusin y estupor caus a los brigadistas afroamericanos era saber que un buen contingente de soldados
de color, las tropas coloniales marroques provenientes de distintas facciones subsaharianas, estuvieran luchando al lado de Franco y fueran
sus enemigos. No acababan de comprender por qu los mismos soldados republicanos sentan un profundo odio hacia esas tropas e igualmente les resultaba desconcertante que de manera invariable les advirtieran a propsito de su crueldad en el combate. Ciertamente el
gobierno de la Repblica no acert a mantener una poltica progresista
hacia el protectorado marroqu e incluso la propaganda oficial sola representar en los carteles a los temibles moros como figuras de labios
finos, piel muy oscura, con turbante y atacando a mujeres blancas indefensas mientras mataban a sus hijos con bayonetas. Todo ello llev a
algn intelectual30 a oponerse al apoyo que se estaba prestando al ejr30
Este es el caso de Thyra Edwards que en Moors and the Spanish War, Opportunity, XVI, March 1938, pp. 84-85, censur al gobierno espaol por difundir una imagen
racista y estereotipada de los marroques.
124
cito republicano. En ms de una ocasin los mismos brigadistas afroamericanos pudieron comprobar en el transcurso de la guerra que eran
confundidos, y para riesgo de sus vidas, con los odiados marroques. A
Langston Hughes, que posiblemente fuera el que ms tiempo y energa
dedic a analizar el fenmeno, no se le escap durante su larga estancia
en Espaa como corresponsal para el Baltimore Afroamerican la paradoja
que representaba el que un ejrcito tan catlico como el de Franco, empeado en llevar a cabo una verdadera cruzada, reclutase a tropas musulmanas para luchar al lado de cristianos y los enfrentase, sin embargo,
a los republicanos que en principio trataban de adoptar una posicin
ms liberal o comprensiva para sus ansias independentistas. En Franco
and the Moors deja claro su posicin:
Yo saba que Espaa haba pertenecido antao a los moros, un pueblo de
color que muestra una gama desde el moreno claro al blanco moreno. Ahora
los moros han vuelto a Espaa con el ejrcito fascista como carne de can para
Franco. Pero en el lado republicano hay mucha gente de color de varias nacionalidades en las Brigadas Internacionales. Yo quiero escribir tanto sobre los
moros como sobre la gente de color. [] Como suele ocurrir con las tropas de
color al servicio de los imperialistas blancos, los moros han sido colocados en las
primeras lneas de las ofensivas de Franco en Espaa, y han cado como moscas
[] (Berry 100-101).
Es obvio que le impresionase de manera especial ese ejrcito africano que luchaba contra los soldados voluntarios negros que haban llegado a Espaa con las Brigadas Internacionales, pero no dud en denunciar la manipulacin descarada que se haca de ellos como mano de
obra barata y en Negroes in Spain, tras una visita a heridos marroques
presos, escribi:
Aqu en Madrid, la ms valiente y heroica de las ciudades [] a este Madrid han venido negros de todas partes a ofrecer su ayuda. Al otro lado de las
trincheras, con Franco, acompaando a los soldados profesionales alemanes y a
las analfabetas tropas italianas, se encuentran los ilusos y engaados moros del
norte de frica, unos oprimidos hombres de color pertenecientes al protectorado espaol y utilizados despiadadamente por el fascismo para convertir Espaa
en una gran colonia. Jvenes, hombres del desierto, ancianos e incluso mujeres
componen las hordas moras tradas por los reaccionarios desde frica a Europa
con la intencin de aplastar a los espaoles [] los moros mueren en Espaa,
hombres, mujeres y nios, vctimas del fascismo, luchando no por la libertad
125
sino contra la libertad bajo una bandera que slo guarda terror y segregacin
para todos los pueblos de tez oscura de la tierra. Muchsimos negros lo han
aprendido. Algn da los moros tambin lo aprendern. Ni todos los Francos del
mundo podrn extinguir la luz de la libertad humana (Collum 104-105).
La experiencia espaola de Hughes qued patente en otros artculos que escribi dedicados a Madrid y sus gentes, o en poemas sobre las
Brigadas Internacionales, Hero-International Brigade; la experiencia
de los bombardeos como Air Raid: Barcelona; Madrid-1937, o
Moonlight in Valencia: Civil War, entre otros; pero la confusin que
sintieron muchos voluntarios afroamericanos ante las tropas africanas
combatiendo al lado de Franco fue motivo de inspiracin no slo para
el famoso poema Letter from Spain, donde sita la lucha entre la democracia y el fascismo que se lleva a cabo en Espaa en un contexto ms
amplio de racismo internacional e imperialismo, sino tambin en Dear
Folks at Home, Love Letter from Spain y Dear Brother at Home.
Tras la guerra la mayora de los afroamericanos retornaron hermanados con sus compaeros blancos pero todos ellos saban que regresaban a un pas que no haba cambiado sus leyes. Muchos encontraron numerosos problemas a su vuelta. En algunos casos se les quiso
procesar, en otros se les hostig y fueron objetivo preferente del Comit de Actividades Anti-norteamericanas. A todos se les hizo la vida
imposible, negndoles el trabajo y considerndoles como agitadores peligrosos. El calificativo que les dio el gobierno era el de antifascistas prematuros y tuvieron serias dificultades incluso para poder entrar en su ejrcito durante la Segunda Guerra Mundial. Algunos abandonaron la
militancia comunista por discrepancias ideolgicas y por su vocacin
democrtica aunque siguieron desempeando un destacado papel en
los movimientos de lucha durante varias dcadas. La participacin afroamericana en la guerra civil espaola constituy sin duda uno de los
momentos ms importantes aunque menos conocidos en la historia de
la solidaridad internacional.
126
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III
CONFLICTOS ARMADOS Y
DERECHOS HUMANOS
130
OLGA BARRIOS
131
nistn, Irak, Sierra Leona, Ruanda, Angola y Libera, por citar unos
ejemplos. La Repblica Democrtica del Congo, a su vez, ha recibido
armas de Blgica, China, Francia, Alemania, Israel, Reino Unido, Estados Unidos, y tambin de Espaa. Por otro lado, Ruanda, Uganda y
Zimbabwe han utilizado armas ligeras y equipamiento militar procedente de pases como Egipto, Israel, Albania, China, Rumania, Sudfrica y Eslovaquia, entre otros.
Con estos datos en mente, se deben analizar las causas de los conflictos armados. En primer lugar, los conflictos armados causan y aumentan las situaciones de pobreza. Segn datos presentados por Amnista Internacional e Intemn Oxfam, tras un conflicto armado un pas es
al menos un 15% ms pobre de lo que lo hubiera sido si no hubiera estallado esa guerra, y un 30% de la poblacin se acaba encontrando en la
pobreza ms absoluta. Estos conflictos, adems, favorecen la creacin
de una situacin de vulnerabilidad constante y, segn se ha estudiado, la
mitad de los pases que consiguen una pacificacin vuelven a sufrir otra
guerra en la dcada siguiente (www.controlarms.org).
Por otro lado, las situaciones de pobreza, inseguridad e inestabilidad poltica que viven algunos pases favorecen un mayor riesgo a sufrir
una guerra civil. Segn el director del Centro de Estudios de Economa
Africana de la Universidad de Oxford y asesor del Banco Mundial, Paul
Collier, [en] la medida en que se doblan los ingresos per cpita, el
riesgo de guerra civil prcticamente se reduce a la mitad (Gonzlez
Gmez, 28). Entre las causas que enumera el Informe de Amnista Internacional e Intermn Oxfam para que los pases pobres sean ms vulnerables a los conflictos armados, se encuentran las siguientes:
1. Una persona pobre encuentra una buena razn para luchar
2. La pobreza es a veces sntoma de un gobierno corrupto o incompetente que
suscita ms fcilmente descontento y rebelin
3. En numerosas ocasiones, el control de los recursos naturales del pas agrava
una situacin ya de por s inestable (www.controlarms.org)
En resumen, la pobreza es una de las mayores causas e, igualmente, inevitables consecuencias de los conflictos armados.
Aparte de que la pobreza contribuya a que se produzcan conflictos
armados, en los ltimos diez aos los conflictos ms graves se han producido por el control de los recursos naturales: diamantes y oro (en An-
132
OLGA BARRIOS
gola y Sierra Leona)2, petrleo (en Angola y Sudn), cobre (en PapaNueva Guinea), madera (en Camboya y Liberia), y coltn (tambin oro
y otros minerales, en la Repblica Democrtica del Congo). Tanto gobiernos como grupos rebeldes trafican con estos recursos para la obtencin de armas y otros suministros militares que ayuden a financiar sus
tropas y tambin para su enriquecimiento personal3. Gobiernos en guerra no tienen escrpulos en hipotecar futuras reservas de sus recursos
naturales para adquirir armamento militar. As, por ejemplo, antes del
genocidio, en Ruanda se hipotecaron plantaciones de t para comprar
armas a Egipto; antes de las matanzas de Brazzaville de 1997, en Congo
se vendieron producciones futuras de petrleo con el propsito de con2
Juan Jos Mills en Viaje al horror de Sierra Leona, artculo que escribi tras
viajar a Sierra Leona, critica la actitud de superioridad adoptada por los pases occidentales, su implicacin directa y falta de conciencia por los crmenes que se estn cometiendo en frica para obtener sus diamantes, y ms concretamente durante los 10 aos
de guerra civil en Sierra Leona:
No haba dos bandos claramente diferenciados por unas ideas, pero
haba, en cambio, minas de diamantes en cuya trastienda jugaban a las cartas y
beban whisky europeos y americanos y libaneses y ucranianos. Por eso tambin
haba armas y drogas en abundancia, y rebeldes, y gobiernos corruptos, y golpes
de estado. Diez aos durante los que se mutil y se mat y se aboli el futuro
al alimentar da a da un conflicto en el que, como se ha dicho tantas veces, los
muertos eran negros y las armas eran blancas (40).
3
ltimamente cada vez se realizan ms pelculas y documentales sobre cmo
unos y otros pases intentan hacerse con el control de los recursos naturales o cmo se
trafica con ellos para conseguir armas, especialmente dentro del continente africano.
Los diamantes fueron un recurso natural importante durante los aos de guerra civil en
Sierra Leona, traficando ilegalmente con ellos para comprar ms armas, como queda
manifiesto en la ltima pelcula protagonizada por Leonardo Di Caprio, Diamante de
sangre (2007). Segn informes recientes de Amnista Internacional, 3,7 millones de personas han muerto en conflictos mantenidos en parte debido al trfico de diamantes en
pases como Angola, Repblica Democrtica del Congo, Liberia y Sierra Leona. En 2003
se puso en marcha un sistema internacional de certificacin de diamantes denominado
Proceso Kimberley, que obliga a ofrecer garantas de que los diamantes proceden de lugares libres de conflictos. Ms de 70 pases, incluyendo todos los Estados miembros de la
Unin Europea, forman parte de este proceso que el ao pasado presidi la Comisin
Europea. A pesar de este paso importante, se estn pasando diamantes de zonas en conflicto de Costa de Marfil a travs de Ghana por valor de ms de 23 millones de dlares
(www.es.amnesty.org/actua/acciones/diamantes-ensangrentados).
133
Aunque la mayora de los transportistas de armas, saben lo que llevan, se niegan a aceptar su responsabilidad en este comercio y declaran
que tratan el cargamento como si fuera cualquier otra mercanca. Esto
se puede ver en las declaraciones de alguno de los pilotos que han transportado armas a pases africanos en el documental La pesadilla de Darwin
(2005).
4
La pelcula protagonizada por Nicolas Cage y estrenada en 2006, El seor de la
guerra, dirigida por Andrew Niccol, es un ejemplo que ilustra claramente la realidad y acciones ejecutadas por los traficantes de armas. La pelcula denuncia cmo la violencia y
el trfico descontrolado de armas destroza la vida de las personas. Cada minuto muere
una persona en el mundo vctima de ese descontrol, y el cine es un arma poderosa para
luchar contra esas otras armas con las que se trafica, en palabras de Ricardo Magn, responsable del festival temtico que se celebr en el Crculo de Bellas Artes de Madrid con
motivo del preestreno de esta pelcula en apoyo de la campaa contra las armas llevada
por Amnista Internacional, Intermn Oxfam y AINSA. La pelcula muestra cmo estos
traficantes violan los embargos internacionales y las suministran a pases africanos completamente desgarrados por la guerra (www.controlarms.org/es).
134
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135
La accin llevada a cabo por algunas Organizaciones No Gubernamentales (NGO) ha conseguido atraer la atencin de la poblacin en el
mundo y sus campaas siguen obteniendo importantes resultados.
Desde 1995, Amnista Internacional, Greenpeace, Intermn Oxfam y
Mdicos sin Fronteras han colaborado conjuntamente en la campaa
Hay secretos que matan: Adis a las armas por la transparencia y el
control del comercio de armas. Gracias a esta campaa se han ido observando algunos logros (www.amnesty.org/actua/acciones):
En Espaa, en marzo de 1997, el Congreso aprueba por unanimidad una Proposicin No de Ley que insta al gobierno a hacer pblicos los datos esenciales de
las exportaciones realizadas. Desde entonces el gobierno espaol emite informes semestrales.
En mayo de 1997 un grupo de 18 Premios Nbel de la Paz, encabezados por
scar Arias, alzan la voz para exigir una regulacin efectiva del comercio de
armas en el mundo.
En diciembre de 1997 se firma el Tratado de Ottawa sobre la prohibicin de
Minas Antipersona (gracias al impulso de la Campaa Internacional para la
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Prohibicin de las Minas, de la que forman parte, y por el que se recibe el Premio Nbel de la Paz en 1997). Espaa firma el tratado, lo ratifica y aprueba
una ley de Prohibicin de las Minas Antiperona en 1998; adems finaliza la
destruccin de su arsenal en el ao 2000. El Tratado de Ottawa fue ratificado
por 141 pases.
En mayo de 1998 se crea el Cdigo de Conducta sobre exportacin de armas
de la Unin Europea. La UE adopta un cdigo impulsado por las ONG europeas, que establece los criterios comunes a seguir para autorizar o denegar las
exportaciones de armas. Con este instrumento se pueden denunciar las exportaciones si el destino es un pas altamente militarizado, en conflicto o que viola
los derechos humanos.
Tambin en 1998, los pases de frica Occidental pertenecientes a la Comunidad Econmica de los Pases del frica Occidental (DEDEAO) firman la primera moratoria regional del mundo sobre importacin, exportacin y fabricacin de armas pequeas y ligeras. La importacin de nuevas armas est
prohibida sin la autorizacin previa de los otros Estados miembros. A pesar de
ello, esta moratoria ha sido violada por varios pases, entre ellos Liberia y Costa
de Marfil.
En el ao 2000, los pases de los Grandes Lagos y el Cuerno de frica firman la
Declaracin de Nairobi, con el fin de frenar la proliferacin de armas pequeas y ligeras ilcitas. Tambin este compromiso ha sido violado en numerosas
ocasiones.
En julio de 2001 se celebra la Primera Conferencia de las Naciones Unidas
sobre la Transparencia de Armas Ligeras, para su transparencia y control. Se
establece un plan de accin para avanzar en la transparencia y el control a
nivel internacional. Espaa y la UE se comprometen con este avance.
En diciembre de 2001 se aprueba una nueva Proposicin No de Ley (PNdL)
que insta al Gobierno espaol a mejorar los informes semestrales y a cumplir
estrictamente con el Cdigo de Conducta. Esta PNdL es un avance con respecto a las de 1997, puesto que exige informacin detallada sobre los pases de
destino y el tipo de armamento y el material de defensa que se exporta a cada
pas.
La iniciativa ms ambiciosa de la Campaa de Amnista e Intermn Oxfam es
el Tratado sobre Comercio de Armas que se propuso para firmar en el pasado
ao 2006, coincidiendo con la Conferencia de Revisin de Armas Ligeras de
las Naciones Unidas. Con fecha 27 de octubre de 2006, Amnista anunciaba en
un comunicado que el da anterior en la sede de las Naciones Unidas (New
York), la mayora de los gobiernos del mundo dieron el primer paso hacia un
Tratado global sobre el Comercio de Armas que impida las transferencias internacionales de armas que alimentan los conflictos, la pobreza y graves violaciones de los derechos humanos. La votacin se ha producido tres aos despus del lanzamiento de la campaa Armas bajo Control. Ms de un milln de
personas en 170 pases han estado reclamando este Tratado. Los trabajos
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Las cifras que aparecen en la informacin incluida a continuacin han sido obtenidas del informe Vidas destrozadas.
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Habra que preguntarse por qu se siguen manteniendo las guerras en el mundo cuando, aparte de las consecuencias ya mencionadas y
del elevado nmero de muertos y heridos, se han demostrado los efectos y traumas igualmente irreparables que stas acarrean para toda la
vida en las mentes de los militares que han participado en ella. El filsofo Jos Antonio Marina recoge en su libro Anatoma del miedo los efectos que tienen sobre los propios marines estadounidenses tanto los entrenamientos que reciben como sus futuras acciones. Marina recoge el
testimonio de un marine estadounidense sacado del libro Cowboys del infierno de Jimmy Massey, quien, refirindose a su entrenamiento declara:
Primero te agotan fsicamente y despus empiezan los abusos verbales:
te insultan, te escupen, te empujan, se te mean encima hasta que anulan tu personalidad y comienza la reprogramacin (216. Cursivas mas).
Aparte de esta robotizacin de la personas, Marina hace referencia a
otros factores como sentimientos de poder, de orgullo y de compaerismo, y vuelve a citar a Massey para conocer lo que se les ensea a los
marines sobre los civiles y el placer que acaban sintiendo cada vez que
matan a alguien:
Los civiles son una manada de ovejas, unos dbiles mentales, y nosotros
[marines] somos guerreros, podemos morir en cualquier momento, por eso el
libertinaje est permitido y volarle a alguien la cabeza a quinientos metros es
una machada, lo he hecho muchas veces. Tu primer muerto se celebra, es un
acto litrgico, un bautismo de sangre. A partir de ah, matar se convierte en un
gozo casi sexual, llegas al nirvana, te sientes poderoso (216).
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Los ejemplos de humillacin entre compaeros y sobre los enemigos tambin son continuos, algo que relata el propio Sargento cuando
recuerda el caso de un soldado que orin sobre la cabeza de un rabe
simplemente porque el hombre haba tenido la osada de sonrer al soldado; o el caso de un soldado que se acerc a un rabe y le peg una
patada en el estmago. El rabe se doblo en dos y resopl, y nosotros estallamos en carcajadas. Era divertido. [] Lo golpe con fuerza en el
culo y sali volado como haba calculado. Mis compaeros me gritaron
que estaba loco y se echaron a rer y yo me senta feliz. Nuestro rabe
era un deficiente mental de 16 aos (Ibd.).
Este tipo de conductas aberrantes se convierten en conductas
aceptadas como normales, al igual que se desarrollan los juegos de
poder mediante el uso de violencia fsica: La violencia fsica se convirti tambin en algo normativo. Nos sentamos en libertad para castigar
a cualquier palestino que no siguiera el cdigo de conducta correcto.
Se trataba de un acoso deliberado realizado bajo los pretextos ms triviales, confiesa el Sargento israel. Segn l, a los reclutas se les ofrece
la oportunidad de ser los amos que poseen el uso de la fuerza y, por
tanto, la violencia se convierte en algo legtimo, y en el instante en que al
empleo de la fuerza bruta se le otorga legitimidad, o incluso recompensa, la tendencia es llevar esa prctica tan lejos como sea posible. El mismo Sargento
Furer, tras abandonar Gaza y dejar atrs esta experiencia, condena la
conducta que los militares israeles mantuvieron con l: Me retuvisteis
en esa inmunda Gaza y antes de eso me lavasteis el coco con vuestros
fusiles y vuestras marchas militares, me convertisteis en un guiapo incapaz de pensar (Ibd. Cursivas mas). El desarrollo e incremento del brutal comportamiento que se desarrolla en estos campos de entrenamiento y en el campo de batalla, a la hora de enfrentarse al enemigo o
tratar con los prisioneros, queda claramente probado con estas declaraciones de este Sargento israel, quien a pesar del tiempo que ha pasado
ya sigue sufriendo an las consecuencias del sndrome de Checkpoint.
CONSECUENCIAS SOBRE NIAS Y NIOS SOLDADOS
Un nio o nia soldado es cualquier persona menor de 18 aos
que forma parte de cualquier tipo de fuerza o movimiento armado, ya
sea regular o irregular, cumpliendo tareas que incluyen, pero no estn
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Una vez finalizada la guerra, se suele crear una Comisin Nacional de Conciliacin que tiene representacin en todos los distritos. A travs de estas comisiones se llevan a cabo ceremonias de conciliacin por las que nios y nias soldados, ahora adolescentes o jvenes, piden perdn a su comunidad y solicitan de nuevo ser aceptados en
ella.
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horror por el que pasan las personas que viven en situaciones de guerra, Mills ofrece varios testimonios concretos sin escatimar todo tipo
de detalles.
El caso de SAFFAR AMARA, 15 aos (secuestrado para nio soldado). Saffar tena 11 aos cuando los rebeldes asaltaron su aldea y lo
secuestraron como portador de fardos que pesaban mucho ms de lo
que l poda soportar. Si se caa mientras transportaba estos fardos, era
golpeado con la culata de los fusiles o pateado. Con el tiempo le ensearon a disparar. Antes de obligarle a asaltar una aldea en compaa de
otros nios como l, le abran el cuero cabelludo para introducirle
droga en polvo (normalmente, coca). Saffar rob, mat y quem vivas a
personas a las que an sigue escuchando en su cabeza. No puede recordar cundo las rdenes ya no eran necesarias para que l siguiera cometiendo atrocidades. Al acabar la guerra, vivi en un campo de desplazados con su hermana, un ao mayor que l, pudiendo sobrevivir gracias a
la lea que iban a buscar al bosque y luego vendan entre los ocupantes
del campamento (Mills 34).
A partir de estos datos, Juan Jos Mills se dirige a los lectores y
aade ms detalles a esta historia para que, si an no lo habamos
hecho, podamos comprender ms claramente el horror que viven estos
nios y nias:
Suponga, por ejemplo, que le sucede a su hijo, a su sobrino o a su nieto lo
que le sucedi a Saffar cuando tena 11 aos. Usted sabe que el miedo en los
nios (aunque tambin en los adultos) suele concentrarse en los intestinos.
Imagine a su hijo presenciando en primera fila el espectculo de la ejecucin de
sus padres. Ni Saffar Amara, ni ningn otro nio de los que entrevist en Sierra
Leona me cont que se cag y se me de miedo al volar por el aire los globos
oculares de su padre o al abrirse como una fruta rara el crneo de su madre, y
no por vergenza Pero usted aada esta bagatela escatolgica a los datos de la
ficha si quiere hacerse una plida idea de lo que sufri el pequeo Saffar. Aada
tambin que en esas situaciones extremas de pnico, adems de vaciarse el
cuerpo, el pelo se cae, la boca se queda sin saliva y la mandbula inferior se dispara hacia arriba y hacia abajo sin control ninguno. A veces, las bolsas lacrimales
se secan de golpe sin que el nio haya llegado a llorar. [] Ahora imagnese a
Saffar Amara, o a su nieto de usted, enloquecido por la dosis de droga que acaba
de entrar en el torrente sanguneo a travs de la herida practicada en su cuero
cabelludo, y que ha llegado al cerebro como una locomotora sin frenos y entra
en una estacin de cristal. Imagnese a la vctima convertida en verdugo, repitiendo lo
que hicieron con l, pero con ms rabia si cabe, con ms placer (35-36. Cursivas mas).
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Algunos de estos chicos les preguntaban a sus vctimas antes de cortarle el brazo por el codo o por la mueca, manga larga o manga
corta?, y contina Millas, dirigindose al lector/a: Espntese un poco
ante la visin de la mano sobre el suelo. Piense que las manos caan por
cientos y por miles, como las hojas de los rboles al llegar al otoo, y que
se pisoteaban con la indiferencia con la que usted pisa en el parque las
manos secas de los castaos de Indias, de los chopos, de los lamos de las
acacias. [] [Los] pormenores tienen la capacidad de transmitir el horror mejor
que las descripciones generales (36. Cursivas mas). Tras esta reflexin, Mills nos lleva a imaginarnos lo que significa ser un desplazado, como el
caso de Saffar y su hermana Lucy en un campamento donde no tienen
para comer, donde pueden pasarse ms de dos das sin comer. Para que
lo comprendamos an mejor ofrece una analoga de dicha situacin con
una dieta que el mdico le haba recomendado seguir a l. Esta dieta
consista en comer exclusivamente fruta un da entero para limpiar el organismo y bajar colesterol y peso, pero Mills confiesa que fue incapaz de
seguirla porque a media tarde se senta desfallecer (37).
Los derechos del nio: Convenios y acuerdos
A pesar de la existencia de algunos convenios y acuerdos internacionales que protegen al menor en conflictos armados, muchos de ellos
son sistemticamente incumplidos. Para defender los derechos de los
nios a no ser reclutados como soldados, existe la Convencin sobre los
Derechos del Nio de las Naciones Unidas que prohbe dicho reclutamiento de nios menores de 15 aos. A esta Convencin se ha sumado
el Protocolo Facultativo de la Convencin sobre los Derechos del Nio,
relativo a la participacin de nios en los conflictos armados que eleva
la edad mnima para la participacin de nios en las hostilidades de 15 a
18 aos, tanto en lo que respecta a las fuerzas gubernamentales como a
los grupos polticos armados. El Protocolo fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 25 de mayo de 2000 y entr en
vigor el 12 de febrero de 2002. Este Protocolo fue ratificado por los gobiernos de Ruanda, Uganda y Repblica Democrtica del Congo, habiendo firmado declaraciones vinculantes en las que fijan la edad mnima de reclutamiento voluntario en 18 aos. Por ltimo, la Carta
Africana sobre los Derechos y Bienestar del Nio en vigor desde el 29
de noviembre de 1999 es un instrumento regional que prohbe espec-
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Una pelcula reciente que ha acercado a los espectadores al problema de mujeres violadas y embarazadas durante el perodo de conflictos armados ha sido Grbavica: El
secreto de Esma, de Jasmila Zbanic. La pelcula narra la historia de Esma y su hija de 12
aos, Sara (fruto de una violacin), que viven en el barrio Grbvica de Sarajevo, en el que
la vida an no ha vuelto a la normalidad tras la Guerra de los Balcanes.
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tivo o en el recto; incontinencia urinaria o fecal; fractura de pelvis; infertilidad; trauma psicolgicos y dificultades para mantener relaciones
sexuales normales; dificultades en el embarazo y el parto; y perodos
menstruales prolongados acompaados de dolores severos (60).
La lista de estas innumerables atrocidades cometidas contra las
mujeres pareci por fin recibir cierta atencin a partir de los aos 90 ya
que la violencia sufrida por las mujeres en situaciones de conflicto comenz a ocupar cierto espacio en el derecho internacional. En 1993, la
Asamblea General de la ONU aprob la Declaracin sobre la Eliminacin de la Violencia contra la Mujer y la Comisin de Derechos Humanos nombr una relatora especial sobre la violencia contra la mujer (AI,
Vidas rotas 74). La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Pekn en 1995 tambin elabor un programa de accin bastante detallado con un nmero de medidas para prevenir la violencia
contra la mujer (Ibd. 75). Por ltimo, se han conseguido importantes
progresos en la creacin de la Corte Penal Internacional (para procesar
a las personas acusadas de genocidio, crmenes de lesa humanidad y crmenes de guerra) desde la entrada en vigor del Estatuto de Roma el 1
de julio de 2002. Noventa y siete estados, casi la mitad de la comunidad
internacional, han ratificado este Estatuto (Ibd. 80). El 23 de junio de
2004 el fiscal de la Corte Penal Internacional anunci la apertura de la
primera investigacin del tribunal sobre graves crmenes cometidos en
al Repblica Democrtica del Congo, crmenes de guerra que incluan
entre otros, la violacin y la tortura (Ibd. 81).
Las mujeres de Kenia rompen el silencio
El artculo de Natasha Walters (2003) narra la historia del poblado
de mujeres masai8 de la ciudad de Dol Dol de Kenia quienes, tras sufrir
mltiples violaciones por parte de los soldados del ejrcito britnico, y a
pesar de los tabes y dificultades a las que tuvieron que enfrentarse en
su poblado, fueron capaces de romper el silencio y denunciar este suceso tan terrible. Durante los ltimos 20 aos, los soldados britnicos
acuartelados en Kenia para realizar ejercicios de entrenamiento estuvie8
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El reclutamiento de nios y nias soldados y las continuas violaciones sufridas por las mujeres durante las guerras, son dos de los temas
que ms recurrentes en los relatos literarios de escritores y escritoras
africanos, quienes irrevocablemente utilizan su escritura para denunciar los conflictos armados y las terribles e irreparables consecuencias
que sembrarn las mentes y los corazones de quienes los han sufrido
pero han podido sobrevivir.
Entre algunas de estas obras literarias, destaca la novela Destination
Briafra10 (1982) de la nigeriana Buchi Emecheta, obra que se centra en
concreto en un grupo de mujeres y nios que deben cruzar un pas en
guerra dirigidos por una joven oficial del ejrcito (Oritsha Debbie) en
misin de paz a la Biafra secesionista. La novela refleja el trauma y violencia sufridos especialmente por las mujeres y nios de un pas en guerra, dejando claro que mientras no se haga justicia con sus mujeres Nigeria continuar sumida en el caos (Ogunyemi 263). Debbie, la mujer
oficial del ejrcito, es violada por un grupo de soldados del ejrcito nigeriano, sus propios compaeros de armas. Segn la escritora y crtica literaria Ogunyemi, la violacin de Debbie es una metfora de la violacin de las mujeres, de los dbiles, los pobres, los analfabetos, y las
minoras de Nigeria a manos de los ms fuertes, especialmente los que
han recibido una educacin y los militares. Cuando Debbie cambia su
rifle y uniforme por la pluma y un beb, recupera su dignidad. La batalla de Debbie desde ese momento ser documentar su historia como
mujer que participa en una guerra, quedando destinada a revisar la novela de guerra y dejar expuestos sus secretos: violaciones, nacimientos, muertes, supervivencia, cuidado de nios y heridos, El manuscrito que escribe Debbie est escrito para curar las emociones; por tanto, el poder
reuniones clave (AI, Los efectos de las armas 59). Otras asociaciones de mujeres por la paz
existen en Bougainville (Papa Nueva-Ginea), Irlanda del Norte (Reino Unido), Serbia,
Islas Salomn, Sri Lanka y los tres pases de la Unin del Ro Mano: Guinea, Liberia y
Sierra Leona (AI, Vidas rotas 89-90).
10
Biafra recibe el nombre que tom la regin oriental de Nigeria en 1967, al proclamar unilateralmente su independencia. Tras una sangrienta guerra civil (1967-1970),
Biafra fue derrotada e incorporada a Nigeria.
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Por otro lado, hay dos escritores africanos que se han centrado especialmente en el tema de los nios soldados vctimas y verdugos, en
perodos de conflictos armados. El marfileo Amadou Kourouma y su
novela Al no est obligado (2001), y el congoleo Emmanuel Dongala y
su desgarradora, poderosa e inolvidable novela Johny Perro Malo (2003).
La novela de Kourouma, que obtuvo el premio Renaudot y Goncourt de
los estudiantes de 2000, est dedicada a los nios de Djibuti, y en la dedicatoria recuerda que el libro fue escrito a peticin de ellos. Al no est
obligado tiene como narrador al protagonista Birahima, quien comienza
su historia diciendo:
Quiero disculparme de hablaros as, de igual a igual. Porque no soy ms
que un nio. Tengo diez o doce aos y hablo demasiado. Un nio educado escucha, no toma la palabra sa es la costumbre en el pueblo. Pero yo paso de
las costumbres del pueblo desde hace tiempo, sobre todo teniendo en cuenta
que estuve en Liberia, que mat a mucha gente con kalachnikov y me puse hasta
arriba de hachs y de otras drogas (8).
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chas veces para sobrevivir, estos nios matan a los habitantes y se llevan
todo lo que es bueno para coger. [] Ellos aniquilan a los habitantes y
se guardan todo lo que es bueno para guardarse. Los soldados, nios o
no, para alimentarse y satisfacer sus necesidades naturales, venden a
precio de regalo lo que han cogido y guardado (41). Tras varios aos
como nio soldado, nuestro protagonista y sus compaeros se convirtieron en oficiales superiores en el ejrcito de El Hadji Koroma (184).
Esta novela es el relato de un nio soldado, vctima convertida en verdugo, que representa la historia de muchos otros nios soldados, unos
reclutados a la fuerza y otros alistados voluntariamente para salir de la
pobreza en que estn sumidos creyendo que al tener un arma en las
manos estarn por encima de los dems y podrn conseguir lo que necesitan. Lgicamente estos nios no son conscientes de que los crmenes que han sido obligados a cometer les perseguirn siempre.
Por otro lado, la novela de Dongala Johny Perro Malo tiene dos narradores, y, por tanto, dos perspectivas diferentes de una guerra en el
Congo actual: Johny, un joven soldado de 16 aos, vestido con pantaln
de camuflaje y su camiseta incrustada con pedazos de cristal, armado
hasta los dientes y, posedo por el ideal de perro malo en el que quiere
convertirse, para lo que roba, viola, desvalija y derriba todo lo que se encuentra en su camino; y, otra narradora, Laokol (Lao), ms o menos de
la edad de Johny, pero sta en condicin de vctima de una guerra como
desplazada, quien, huyendo de las milicias de nios soldados, tiene que
cargar en un carretillo con su madre mutilada de las dos piernas y su
hermano de 11 aos en busca de asilo.
En la novela, Johny (vctima/verdugo) cuenta cmo se fue convirtiendo en un animal, haciendo partcipe al lector de sus ultrajes, asesinatos, violaciones, pillajes, etc., siempre recordando que l saba leer,
mientras otros soldados no saban, y que l tena parte de intelectual, o
se crea ms inteligente que el resto. Por otro lado, simultneamente,
vemos a la joven Lao, cargando con su madre mutilada y su hermano
Fof de 11 aos en condicin de desplazados, como ejemplo de las
miles de vctimas que quedan en manos de soldados del gobierno o de
las milicias rebeldes. A su padre lo haban matado por intentar salvar a
la madre; a la madre con unos culetazos de fusil le haban destrozado las
piernas y no pudieron salvrselas; y su hermano Fof de 11 aos tuvo
que presenciar todo esta barbarie (Lao no fue testigo del terrible suceso
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porque se encontraba en la escuela). Tras mltiples penurias, tras perder a su madre y hermano, Lao por fin llega a un campamento de refugiados del ACNUR que tambin ser atacado por las milicias. Sin embargo, en el campamento, Lao improvisa una escuela en la que ensea
entre otras cosas las historias que le contaban a ella sus abuelos y sus padres. Y es tambin en este campamento donde algunas mujeres comienzan a romper el silencio, como hicieron las mujeres masai del pueblo
Dol Dol de Kenia. Entre ellas se encuentra una mujer que tras ver cmo
mataron a su marido fue violada primero ella y, a continuacin, su hija
de 12 aos, y ante la sugerencia de Lao, se dirige a la cmara de una periodista extranjera para contar su historia:
No fui violada en el anonimato, la cosa ocurri en pblico; siete soldados me
violentaron brutalmente ante otros cincuenta y ante mi hija. Ya no puedo ocultar
eso. Mire a mi hija, tiene doce aos, qu hombre la querr despus de esto?
Qu enfermedades le transmitieron? Quin puede decirme que no la prearon tambin puesto que estamos abandonadas a nosotras mismas, sin mdico alguno ni nadie que nos ayude, nos hable, nos cuide? El mundo exterior debe saber lo
que ocurre aqu. Dgale al mundo entero que las autoridades de nuestro pas son
criminales, pues son responsables de esos soldados. [] A fuerza de callar, nos
hemos hecho invisibles. Ahora ya no me oculto, descubro mi rostro y grito mi nombre: me
llamo Lea Malanda! (305-307. Cursivas mas).
Segn habla Lea, otras mujeres van acercndose hasta ella, dando
la impresin de que parecan liberadas por lo que acababa de decir
Lea, parecan descubrir que la verdadera vergenza era seguir callando
lo que haban sufrido y que su liberacin comenzaba al tomar la palabra. As, animadas por el la valenta de Lea, otras mujeres pierden el
miedo y comienzan tambin a contar en pblico sus historias:
Yo no he sido violada, pero quiero hablaros de otra vergenza. Me vend,
s, [] vend mi cuerpo por cuatro comprimidos de cloroquina para salvar la
vida de mi hijo que iba a morir de una crisis de paludismo. El nio est vivo hoy
porque entregu mis nalgas []. Incluso en este campamento de refugiados hay an
personas que nos obligan a pagar con nuestro sexo un bote de leche, un trozo de tienda de
plstico, un bol de arroz. [] Y como no tena dinero, acept acostarme dos veces
con un tipo para [que me extendiera un documento de refugiada] (306-107.
Cursivas mas).
Quizs son todos estos testimonios de mujeres rompiendo el silencio los que le dan la fuerza necesaria a Lao cuando por fin se encuentra
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Tras acabar con Johny, Lao ha cogido a la nia que haba salvado
antes de las manos de ste y que la miraba sin decir palabra, ha salido a
la calle y ha sentido que la invada la alegra, la alegra de estar viva, de
haber sobrevivido, de seguir viviendo (322). En la novela de Dongala,
ante las puertas de las embajadas, de las ONG, del ACNUR, y ante las televisiones occidentales, vemos cmo unos adolescentes/nios soldados,
alimentados con imgenes hollywoodienses e informacin manipulada,
creen que juegan a la guerra y se matan entre s por una simple radio,
un comentario sin importancia o una pieza de fruta. El autor muestra
cmo, en medio de unas guerras absurdas que asolan un pas, su poblacin intenta sobrevivir y salvar su humanidad por todos los medios.
REFLEXIN FINAL: LAS ARMAS Y SUS CONSECUENCIAS EN LA SOCIEDAD11
En los informes de Amnista Internacional relacionados con su
campaa contra las armas, se repite en varias ocasiones que la cultura de
la violencia armada est cada vez ms presente tanto en tiempos de paz
11
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mas). Las mujeres son vistas como objetos al alcance de los que tienen
armas porque las armas confieren poder y ste permite el acceso a las
mujeres ms bellas, que a su vez se convierten tambin en smbolos de
poder.
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KOROUMA, AHMADOU. Al no est obligado. Barcelona: Muchnik Editores, 2001.
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4. La FAO que es la Agencia de Alimentacin de la ONU en su informe del 2004 identifica 18 pases que no tienen capacidad
para gestionar por ms de un ao las necesidades nutricionales
de su poblacin y dependen de la ayuda externa para poder cubrirlas; 15 de ellos estn en frica.
5. Segn el Informe Anual de ACNUR, en el ao 2004 Asia acogi
a ms de un tercio de todas las personas bajo su amparo, 6.9 millones (36%); seguida por frica con 4.9 millones (25%), Europa 4.4 millones (23%), Norteamrica 853.300 (5%), Latinoamrica 2 millones (11%) y Oceana 82.400 (0.4%).
6. Adems informa que durante 2004 se registraron 232.100 nuevos refugiados. Los xodos ms numerosos se produjeron en
Sudn (146.900), la Repblica Democrtica del Congo
(38.100), Somalia (19.100) e Irak (12.000).
7. Uno de cada cinco africanos sufre las consecuencias de algn
conflicto, conflictos que han dejado a 15 millones de personas sin
hogar y a otros 4,5 millones en busca de refugio en pases vecinos.
Cerca del 45% de los desplazados del mundo estn en frica.
8. Desde la dcada de 1990, unos 6 millones de africanos han
muerto en conflictos. Los conflictos tambin han causado la
destruccin de infraestructura fsica, prdida de capacidad institucional y capital social, fuga de capital humano y financiero y
una cada promedio de 2,2% del crecimiento anual en cada
pas afectado por ellos.
9. El Informe de Desarrollo Humano de la ONU refleja que en el
frica Subsahariana ms de 300 millones de personas sobreviven con menos de un dlar al da y 5 millones de nios mueren
cada ao con causas relacionadas con la pobreza. El 10% ms
rico del planeta disfruta del 70% de las riquezas.
10. De 8.000 a 10.000 personas murieron o desaparecieron entre
1989 y 2002 en su intento de entrar en territorio espaol desde
Marruecos14.
11. Los contingentes que transitan por Marruecos son originarios
de 40 pases africanos, aunque una gran mayora proceden de
Mal, Nigeria, Guinea y Sierra Leona.
14
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162
humanitario, lo que ha generado en la comunidad un sentimiento de mayor comprensin de la desesperacin que provocan la pobreza y la violencia, criminalizando la realidad y en
ocasiones las soluciones que se implementan pero no a las personas migrantes, entendiendo sus movimientos migratorios como
un intento de supervivencia. En ese sentido, es la ciudadana la
que ha demandado a los gobiernos, las instituciones, y las organizaciones un mayor compromiso en la defensa de los derechos fundamentales de los inmigrantes que llegan con la realidad de los pases de los que les recibimos.
16. Los asaltos a las vallas de Ceuta y Melilla que se han sucedido
en los ltimos aos, la llegada de pateras de forma masiva en
los aos 2005 al 2007 son la punta del iceberg, y no constituyen
una problemtica de orden policial y mucho menos un asunto
de seguridad y defensa, representan una situacin humanitaria
y, ms que eso, es el reflejo de una situacin injusta de estructuracin del sistema econmico y poltico internacional en el que
una inmensa minora del planeta, que forma parte de un bloque dominante, goza de una serie de derechos y oportunidades, mientras que una inmensa mayora vive en condiciones
claramente deplorables.
17. frica es el Continente con ms guerras abiertas, mayor nmero de pases empobrecidos, mayor nmero de refugiados,
mayor nmero de casos de SIDA, ms analfabetos, mayor ndice
de crecimiento demogrfico y ms inmigrantes sin papeles hacia
Europa. Pero es tambin un continente con inmensos recursos
petroleros, con las mayores reservas del mundo en oro, diamantes, uranio, cobalto, tungsteno, cobre, wolframio, etc.
Frente a este panorama, la labor de Cruz Roja al lado de los ms
vulnerables, hace obvia la necesidad de trabajar con las personas inmigrantes, refugiados, solicitantes de asilo y desplazados, con el nico fin
de proporcionarles toda la ayuda necesaria para que puedan vivir como
ciudadanos de pleno derecho y con la dignidad que todo ser humano
merece.
Las migraciones actuales siguen teniendo su origen en las desigualdades presentes en el planeta ya que la dependencia econmica y
163
164
se relacione fundamentalmente con grupos de extranjeros nacionales o no siendo tambin llamativa su creciente movilidad geogrfica,
vinculada en la mayora de las ocasiones a su demanda de empleo. Por
otra parte, la regularidad administrativa de su situacin documental vive
diferentes fases dentro del proceso de acceder al estatus legal.
INTERVENCIN DE CRUZ ROJA ESPAOLA
Frente a esta realidad, las Sociedades Nacionales Europeas de Cruz
Roja y la Media Luna Roja, reunidas en Berln en abril de 2002, constataron la absoluta urgencia de hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad causadas por las migraciones internacionales y basndose en ello
reafirmaron el derecho de toda persona a gozar de los derechos humanos bsicos de acuerdo con la legislacin internacional, comprometindose a utilizar la relacin que mantienen con los gobiernos y la Sociedad Civil para hacer que estos derechos se extiendan a todos los recin
llegados a nuestros pases, independientemente de su situacin legal.
Tambin se comprometieron a divulgar un mensaje de tolerancia que
promueva la no-violencia dentro de la sociedad y el respeto a la diversidad tnica, instando a los Gobiernos a que garanticen el respeto a los
derechos bsicos de las personas.
En este marco y en sintona con la propuesta del Plan de la Federacin Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja,
se establece como misin de Cruz Roja Espaola trabajar con las personas ms vulnerables fortaleciendo sus capacidades y reduciendo su vulnerabilidad. Considerando adems que las personas ms vulnerables
son aquellas que corren mayor peligro en situaciones en las que estn
amenazadas tanto su vida como su capacidad para vivir con un mnimo
de seguridad social y econmica y de dignidad humana15. Nadie duda
que en la actualidad las personas inmigrantes, solicitantes de asilo, refugiados y desplazados constituyan una prioridad para la institucin.
Y son una prioridad desde la percepcin de la existencia de cuatro
grandes reas carenciales:
15
Roja.
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166
La vulnerabilidad es un concepto relativo y dinmico que se relaciona con la capacidad de un individuo o de una comunidad para enfrentarse a amenazas especficas en un momento determinado. Puede
asociarse con elementos de pobreza pero tambin se relaciona con el
aislamiento de las personas, la inseguridad y la indefensin ante riesgos,
traumas y presiones del entorno. Estas circunstancias que progresivamente generan procesos de exclusin social.
Debemos entender la exclusin como un proceso cuyos efectos
sern muy distintos dependiendo del tipo de factores que lo desencadenan, de la intensidad de esos factores y de la resistencia del contexto en
el que tiene lugar. La exclusin social se referira entonces a la incapacidad de participar en la vida econmica, poltica, social y cultural de una
sociedad determinada.
El colectivo de poblacin excluida o en situacin de alto riesgo de exclusin es heterogneo en cuanto a situacion social y personal. Aparte de la
condicion de pobreza econmica, precariedad en todos los aspectos,
hbitos de vida marginales y abandono que caracteriza a todos ellos,
cada uno tiene una historia distinta, unas condiciones sociales, familiares, de vivienda y personales diferentes, lo que hace que los niveles de
marginacion y riesgo de exclusion sean distintos en cada caso. As podemos estar hablando de mujeres, parados de larga duracin, ex reclusos,
migrantes, etc.
Aunque existen diversos grupos susceptibles de sufrir la exclusin
social, los inmigrantes constituyen uno de los grupos con mayor riesgo
de padecerla. En este sentido, parten de una exclusin social natural, expresada en el rechazo generalizado que sufre el inmigrante que es en
definitiva un extranjero. Por una parte, son excluidos con respecto a la patria; y por otra, son considerados radicalmente otros en relacin con la
propia cultura que nos es familiar. As, segn De Lucas16, de quien esbozamos la anterior reflexin, la exclusin social natural refleja el mito moderno de la identidad: al mismo tiempo que crea cohesin, funciona
tambin como un mecanismo de exclusin.
En contraposicin, en Cruz Roja se aboga por una cultura de inclusin que plasme en acciones cotidianas y concretas una intervencin
16
167
que, en colaboracin con las propias personas inmigrantes, los gobiernos, las organizaciones internacionales, la sociedad civil y el sector privado posibiliten la creacin de una sociedad ms armnica e integradora de sus diferentes componentes. A travs de esta poltica, Cruz Roja
Espaola se plantea:
a) Ampliar el alcance y mejorar la calidad: eficiencia, viabilidad,
sostenibilidad
b) Actuar preventiva antes que paliativamente
c) Defender los derechos de las personas
d) Fomentar el voluntariado para la inclusin
e) Potenciar la participacin de los usuarios/as
f) Desarrollar itinerarios personalizados de atencin dada la multicausalidad de la exclusin
g) Ampliar el horizonte temporal, actuar en la emergencia humanitaria y en el medio plazo
h) Apostar por la sensibilizacin, la comunicacin y la conciencia
ciudadana
Ese proceso de inclusin se desarrolla a partir del fortalecimiento
de las capacidades personales que es tambin diversificar las oportunidades que las personas tienen, identificando las vas a travs de las cuales se ampla su libertad de eleccin. Fortalecer es ayudar a valerse por s
mismo, es fomentar la participacin de los interesados y consolidar los
recursos, aptitudes, conocimientos y habilidades que poseen. Los agentes sociales que trabajamos con personas vulnerables debemos analizar
el proceso de conversin de esas oportunidades en acciones y capacidades que se expliciten en el mbito de las interacciones sociales y en los
procesos de enriquecimiento personal.
Para ello es preciso recorrer el camino que transitan las personas
que llegan a nuestro pas entendiendo que, en cada una de las fases del
proceso, nosotros como sociedad de acogida tenemos unas responsabilidades que asumir, que compartir:
CONTACTO. Mayor impacto con desorganizacin cognitiva y emocional. Perodo de alto riesgo, a mayor distancia cultural, mayor
vulnerabilidad. Importancia fundamental de la acogida.
168
CONFLICTO. Perodo de ajuste situacional. Cognitivamente se comienza a percibir la magnitud del suceso y su repercusin fsica,
personal, grupal, familiar y comunitaria. Importancia fundamental de la percepcin y promocin del apoyo.
CRISIS. Aqu se hacen evidentes las diferencias culturales, por un
lado se critican las decisiones y por otro se desarrollan habilidades para manejar mejor la situacin. Importancia fundamental
de la posibilidad de incorporacin social.
ADAPTACIN. Se integran las limitaciones y las potencialidades y se
desarrollan proyectos de gestin hacia uno mismo y hacia los
dems. Importancia fundamental de la sensibilizacin social.
El trabajo desarrollado en el Programa de Atencin a Inmigrantes
y Refugiados toma como punto de partida el Plan de Accin de Cruz Roja
Espaola 2004-2007 17 que establece, como algunos de sus objetivos para
el periodo sealado, facilitar el acceso de los colectivos vulnerables o en
riesgo de exclusin social a los derechos econmicos, sociales y culturales indispensables para su dignidad y para el libre desarrollo de su personalidad, ofreciendo respuestas especficas a dichas personas para favorecer su plena integracin en su medio social, en este caso, la
sociedad de acogida.
El Plan de Intervencin Social define un conjunto de programas y a
su vez de proyectos concretos en los que se desarrollan las diferentes actividades directas a desarrollar. En el caso del colectivo de extranjeros que
incluye a los inmigrantes, desplazados, solicitantes de asilo y refugiados,
se han definido en lneas generales tres programas de intervencin:
PROGRAMA DE ACOGIDA TEMPORAL. En ste se agrupan las intervenciones de carcter ms inmediato para atender la satisfaccin de
una necesidad bsica y perentoria. Se incluiran aqu fundamentalmente las ayudas de urgente necesidad. En la Asamblea de Salamanca seran beneficiarios los temporeros, transentes e indomiciliados procedentes de otros pases.
PROGRAMA DE INTERVENCIN SOCIAL, donde se estructuran todas
aquellas intervenciones sociales destinadas a impulsar procesos
17
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170
Partiendo de los elementos anteriores de intervencin y considerando que la meta ltima de nuestro trabajo es la integracin de este
colectivo, hay algunos principios que han de guiar las acciones que
desarrollamos; stos han de ser coherentes con las estrategias de intervencin definidas por Cruz Roja y que incluiran trabajar por:
1. Desarrollo de capacidades de las personas, favoreciendo los procesos
de empoderamiento.
2. Logro de mayor participacin de los interesados en su proceso de
integracin.
3. Enfoque comunitario, donde se complementen estrategias de sensibilizacin, formativas y organizativas en el trabajo con las comunidades de inmigrantes y refugiados pero tambin, y a veces
en mayor medida con las sociedades de acogida, con cada una
de las culturas diversas que conviven en un mismo territorio.
4. Trabajo integral, abarcando todos los mbitos relacionados con
los procesos de integracin: necesidades bsicas, documentacin, salud, ocio y tiempo libre, formacin y empleo.
5. Enfoque de gnero, en el trabajo con colectivos de inmigrantes y refugiados.
6. Continuidad de las intervenciones realizadas dentro de un contexto global en contraposicin a las acciones puntuales, dispersas y de urgencia que en ocasiones caracterizan el trabajo con el
colectivo.
7. Logro de la autosuficiencia y efecto multiplicador que cada uno de los
inmigrantes puede realizar con otros compaeros de proceso
migratorio, potenciando todos los procesos de mediacin.
8. Progresivo aumento de la calidad de vida de los grupos y familias inmigrantes en la medida en que el proceso de integracin se va
consolidando.
9. Respeto a los diferentes elementos culturales presentes en cada momento como una oportunidad de enriquecimiento mutuo.
No quisiera terminar este ensayo sin invitar a una reflexin en
torno a nuestra realidad reflejada de forma simblica y muy clara en la
siguiente historia:
171
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
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10.
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www.Indymedia.org. Documento de extrado de Internet 04/11/2005. Emergencias en la frontera de Ceuta y Melilla: Resumen de los acontecimientos.
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PLAN DE INTERVENCIN SOCIAL DE CRUZ ROJA ESPAOLA EN SALAMANCA. Programa de Atencin a Inmigrantes y Refugiados. Asamblea Salamanca, 2003.
PROYECTO DE INTERVENCIN PSICOLGICA DE CRUZ ROJA ESPAOLA EN SALAMANCA, 2004.
RUSIOL, P. frica tiene hambre y sed. El Pas, Suplemento Dominical (31 julio 2005),
p. 6.
INTRODUCCIN
Slo desde enero a mediados de junio de 2006 ms de diez mil inmigrantes llegaron a las Islas Canarias. La mayora procedan de Senegal o Mal, aunque tambin haba nacionales de Mauritania, Camern,
Costa de Marfil, Guinea Bissau y Burkina Faso. A pesar de constituir un
grupo especialmente vulnerable, el dato proporcionado por la Delegacin de Gobierno en Canarias no distingue el nmero de los refugiados
y solicitantes de asilo.
Unos meses antes, de agosto a octubre de 2005, muchos extranjeros se concentraron en los alrededores de Ceuta y Melilla para intentar
saltar las vallas fronterizas. Centenares de inmigrantes y decenas de solicitantes de asilo fueron trasladados a regiones desrticas de las fronteras
de Argelia y Mauritania. Marruecos intensific las redadas para interceptar a los extranjeros de origen subsahariano que intentaban cruzar
las fronteras o salir desde sus costas en patera (Sandell 1).
Como consecuencia de estos incidentes y de la actitud marroqu,
se crearon nuevas rutas hacia las Islas Canarias utilizando como punto
de partida las ciudades mauritanas de Nuadib y Nuakchot. Con el objetivo de frenar estos desplazamientos el gobierno espaol aprob diferentes medidas, entre ellas, un plan de cooperacin con Mauritania que
inclua reactivar el acuerdo de readmisin de 2003, la construccin de
un centro de acogida en Naudib y la donacin a las autoridades mauritanas de patrulleras y vehculos de traccin mecnica destinados a vigilar los puertos y las costas.
Los evidentes esfuerzos para reforzar el control de los movimientos migratorios slo consiguieron desplazar unos 600 kms. al sur las vas
de salida, con la apertura de nuevas rutas desde la ciudad senegalesa de
San Luis (Amnista Internacional, Los derechos de los extranjeros 3173
174
4). El 23 de mayo de 2006 la Vicepresidenta espaola se reuni con diferentes autoridades de la Comisin Europea para analizar la situacin de
Canarias tras la llegada de inmigrantes procedentes del frica subsahariana. Guiados por la voluntad inquebrantable de luchar contra la inmigracin ilegal, aprobaron algunas medidas urgentes, como el establecimiento en Canarias del primer Equipo de Reaccin Rpida europeo y
de un grupo de expertos de la Agencia Europea de Fronteras18 o la
puesta en marcha de labores de reconocimiento y vigilancia en Marruecos, Mauritania, Senegal y Cabo Verde19.
Adems se propuso fomentar el intercambio de informacin sobre
las rutas migratorias y las mafias que operan en ellas y construir dos centros de recepcin de inmigrantes en Senegal y Mauritania centros que
gestionarn sus respectivos gobiernos con la ayuda del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y de la Organizacin Internacional de las Migraciones (OIM).
Las medidas mencionadas reflejan el deseo de Espaa de contribuir a levantar en Europa una muralla que delimite el espacio de libertad, seguridad y justicia en el que se quiere convertir el territorio comunitario (Claro Quintans 149). La poltica espaola est condicionada
por su pertenencia a la Unin Europea (UE) y, por tanto, por la voluntad de establecer una poltica comn de inmigracin y un sistema europeo comn de asilo.
18
La Agencia Europea conocida como FRONTEX se ha creado para gestionar la
cooperacin operativa en las fronteras exteriores de los Estados miembros de la Unin
Europea. Entre otras funciones, ayuda a los Estados en la formacin de los guardias
fronterizos nacionales y proporciona el apoyo necesario para organizar operaciones
conjuntas de retorno. Reglamento (CE) n 2007/2004 del Consejo, de 26 de octubre de
2004, (DO L 349, 25 de noviembre de 2004).
19
En 2007 estaba previsto que se incorporasen Guinea Bissau, Guinea Conakry y
Gambia. El precedente inmediato se encuentra en la llamada Operacin Ulises, primera
iniciativa europea contra la inmigracin ilegal en el mar. Por iniciativa espaola se llev
a cabo el despliegue naval de patrulleras y de buques de guerra de Espaa, Reino Unido,
Portugal, Francia e Italia. Como observadores, participaron representantes de Grecia,
Noruega, Holanda, Alemania, Polonia y Austria. En la primera fase de esta operacin,
que abarc desde el 28 de enero hasta el 8 de febrero de 2003, la flota de los cinco Estados comunitarios mencionados patrull por todo el Mediterrneo. La segunda fase,
aplazada finalmente, estaba prevista para la primavera de 2003 en la zona del Atlntico
subsahariano, incluida la frontera martima de Canarias (Bou Franch 557).
175
176
poltica sobre los Estados Parte, que tienden a adaptar sus legislaciones y
prcticas administrativas a su contenido20.
De acuerdo con las Conclusiones sobre pases en los que de modo
general no existe riesgo de persecucin poltica, los Estados incorporan en su ordenamiento la calificacin de una solicitud de asilo como
manifiestamente infundada cuando el solicitante procede de un pas de
origen seguro, es decir, de un pas en el que se entiende que no existe
riesgo de persecucin.
La Resolucin de 1992 sobre solicitudes manifiestamente infundadas recomienda que en esos casos el Estado aplique un procedimiento
acelerado que respete las mismas garantas que el habitual. El procedimiento abreviado reduce el tiempo disponible para las entrevistas y predispone a los entrevistadores, afecta a los recursos de apelacin y a su
posible efecto suspensivo, ni tiene en cuenta las especiales necesidades
de tiempo y atencin que requieren los casos de personas sometidas a
ciertos traumas (violencia sexual, estrs postraumtico, etc). El concepto de pas de origen seguro permite excluir, normalmente bajo la forma
de inadmisin de trmite, las demandas de asilo de nacionales de ciertos pases que se consideran seguros y en los que razonablemente se
puede esperar que no se produzca persecucin individual. Hasta ahora,
una parte de los Estados miembros de la UE determinan por medio de
una ley interna cules son los pases de origen seguro. La clasificacin se
considera materia sometida a la discrecin gubernamental, no sujeta a
control pblico, y cuya decisin corresponde ntegramente al Estado21.
20
En 1983 el Comit Ejecutivo del ACNUR mencionaba ya su existencia en la
Conclusin no. 30 (XXXIV) sobre el problema de las solicitudes de estatuto de refugiado o asilo manifiestamente infundadas o abusivas, definindolas de modo similar.
21
El caso belga es un ejemplo relativamente curioso. La aplicacin del concepto
de pas de origen seguro revisti en su da una forma especial y caracterstica conocida
como la frmula del doble cinco por ciento. El solicitante de asilo que hubiera entrado ilegalmente poda ser devuelto a un tercer pas si se cumplan dos condiciones: que fuera
nacional de un pas del que hubieran procedido ms del 5% de todos los solicitantes de
asilo en Blgica durante el ao anterior, y que menos del 5% de stos hubieran obtenido
el estatuto de refugiado. Un Real Decreto de 25 de noviembre de 1991 identific esos
pases para el ao 1991: Ghana, India, Pakistn y Polonia. En 1992 fueron los mismos excepto Polonia y, en su lugar, se incluyeron en la lista Nigeria y Rumania. Al solicitante de
asilo corresponda probar la existencia de graves indicios de peligro para su vida o libertad, que, de este modo, se encontraba con un obstculo aadido en la fase de admi-
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CONCLUSIN
La determinacin por parte de un Estado de la existencia de un
pas de origen seguro no debera significar el rechazo automtico de las solicitudes de asilo de quienes huyen de all ni la exclusin de un examen
individualizado de esas demandas.
Las medidas de vigilancia y control de los movimientos migratorios
procedentes de la regin subsahariana de frica no son el nico obstculo para el acceso al estatuto de refugiado de las solicitantes de asilo.
La aplicacin del concepto de pas de origen seguro impide, en muchas
ocasiones, el examen sustantivo por el Estado responsable de sus peticiones de asilo.
Las caractersticas del pas de huida no deben ser sino un dato meramente orientativo para el Estado que examina la demanda de proteccin, sin que tenga como consecuencia, aunque sea indirecta, la disminucin de garantas sustantivas y procesales. Cualquier otra valoracin
del concepto de pas de origen seguro podra significar la vulneracin de
las obligaciones internacionales relativas a la proteccin de los derechos
humanos.
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
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SANTOLAYA MACHETTI, Pablo. El derecho de asilo en la Constitucin Espaola. Madrid: Lex
Nova, 2001.
INTRODUCCIN
Existe una tradicin de violacin y abusos de derechos humanos
en frica por la esclavitud, la colonizacin europea, algunas sociedades
africanas con las prcticas de la clitoridectoma, los Estados poscoloniales autoritarios y los seores de la guerra, y por la violencia estructural de
las instituciones financieras internacionales en su afn de internacionalizacin de la civilizacin del mercado y de incorporacin de frica en la
globalizacin/mundializacin neoliberal.
El resultado es el triste rcord que frica bate en este campo: 2 de
cada 3 refugiados y desplazados internos en el mundo son africanos;
ms de la mitad de los 53 Estados africanos vive en una situacin de los
conflictos declarados o latentes, con un balance de 8 a 10 millones de
muertos, es decir el equivalente de un holocausto; en el continente
sigue prevaleciendo la cultura de la impunidad y del silencio, etc.
Partiendo de estas tristes comprobaciones, productos de la barbarie humana, intentar responder a una pregunta fundamental para una
mejor comprensin de la problemtica de derechos humanos en frica:
por qu esta brecha entre la adhesin formal de los Estados africanos a
los instrumentos jurdicos nacionales, regionales e internacionales de
promocin y proteccin de derechos humanos y sus violaciones sistemticas en la prctica?
En el estudio de los problemas de derechos humanos en frica, es
importante pues analizarlos a partir de la propia teorizacin africana en
la materia, teorizacin confrontada con la praxis. Por lo tanto, remontaremos a la concepcin tradicional africana de derechos humanos, para
26
184
confrontarla despus con la interpretacin o la lectura que las lites poscoloniales hacen de ella y como la reflejan en la prctica. Siguiendo este
hilo estudiaremos, destacando sus principales caractersticas y debilidades, la Carta Africana que pretende encarnar dicha concepcin as
como las innovaciones normativas e institucionales de la Unin Africana, antes de proponer unas pistas de alternativas o soluciones.
LOS DERECHOS HUMANOS EN EL FRICA PRECOLONIAL
En las sociedades precoloniales africanas donde se crea en las
fuerzas de la naturaleza, es decir profundamente religiosas, el ser humano ocupaba un lugar central (el homocentrismo o el humanismo
africano). El individuo nunca era aislado, sino que viva en armona con
el grupo social con la consiguiente primaca del espritu comunitario
sobre el individualismo.
Es obvio que los derechos tradicionales africanos eran producto
de las relaciones sociales. De ah su carcter comunitario, que explica
que en el seno del grupo el individuo gozaba no slo de derechos sino
que tena que asumir tambin deberes. De este modo, exista una complementariedad entre el individuo y el grupo, entre derechos y deberes. En el marco del grupo, el individuo disfrutaba de la libertad de expresin, la libertad de religin, la libertad de reunin, el derecho a
trabajar y el derecho a la educacin. Todos estos derechos y libertades
fueron sometidos al principio de respeto hacia s mismo y hacia los dems
miembros de la sociedad e iban en funcin de la edad, la habilidad personal y el sexo (Motala 381-382). Dicho de otra manera, el disfrute de
estos derechos y libertades no debera comprometer la armona dentro
de la sociedad. O como escribe Lakhman Marasinghe, el derecho a ser
miembro de la sociedad o de un grupo, la libertad de pensamiento, de
discurso, de creencia y de reunin, y el derecho a disfrutar de la propiedad fueron los derechos humanos fundamentales en la mayora de
las sociedades tradicionales africanas, basadas en los principios de respeto y de participacin (33).
Las sociedades tradicionales africanas aseguraban los seis derechos
humanos fundamentales siguientes, expresados en un contexto colectivo: el derecho a la vida, el derecho a la educacin, el derecho a la libertad de circulacin, el derecho a recibir la justicia, el derecho a trabajar, y
185
186
nunca era aislado, sino que se defina con arreglo al sistema social al que
perteneca y era este sistema el que le asista y le protega. El sistema de
proteccin pluralista africano era muy eficaz en la medida en que se basaba en los valores en que se fundamenta la sociedad (cdigo de honor,
solidaridad, etc.) (Nang 48-49). Es decir, el carcter eficaz de proteccin
de los derechos de la persona en frica tradicional tiene su origen no en
un orden jurdico o constitucional, sino en los principios y valores sociales admitidos como tal por todos los miembros de la sociedad.
En dicha concepcin, los deberes hacia los dems y hacia el grupo
al que uno pertenece (familia, grupo tnico, estado-etnia) priman sobre
sus propios derechos y aspiraciones, siendo el objetivo salvaguardar la
armona, el bienestar y los intereses colectivos que priman sobre los individuales. A su vez, el grupo se encarga de proporcionar al individuo la
proteccin y asegurarle la dignidad humana. El hecho de pertenecer a
un grupo mucho ms amplio fue en s un derecho fundamental. De ah
un cierto igualitarismo y la mentalidad distributiva, que caracterizaba a
las estructuras socioeconmicas tradicionales africanas en las que no
exista la acumulacin privada del capital, sino la solidaridad y la reciprocidad expresadas a travs de la propiedad colectiva de los medios de
produccin reducidos a la tierra y a las personas.
Sin embargo, una de las grandes crticas que se puede formular
contra la concepcin africana es que asfixi completamente las iniciativas individuales e innovadoras dando lugar a un sistema obscurantista y
dogmtico, que bloque por completo el progreso. Favoreci las fuerzas
reaccionarias que utilizaban todos los subterfugios, por envidia, celos o
maldad, para aniquilar cualquier desarrollo de la personalidad individual y a los rivales hundidos en la mediocridad colectiva, so pretexto de
la cohesin social o de la solidaridad tnica. Todo est en manos de Dios
y de los antepasados, y el individuo no puede ir a contracorriente de la
predestinacin, por negativa que sea.
Si es verdad que el comunitarismo o comunalismo africano contiene importantes factores positivos que podran ser recuperados en la
lucha contra el subdesarrollo, no es menos cierto que puede convertirse
en un freno a dicho proceso, pues ha permitido a las lites poscoloniales
no slo oponerse a la democracia y violar los derechos humanos, sino
que adems han desarrollado inditas capacidades de destruccin y autodestruccin en sus enfrentamientos neoliberales, cuyo nico objetivo
187
es acabar con sus rivales potenciales o virtuales, utilizando todos los medios posibles, sobre todo los de la vida privada de los dems, estando
sta totalmente desprotegida y por la tradicin y por la conciencia social
colectivista. Es obvio, segn puntualiza acertadamente el profesor Michel Sawadogo, que ciertas prcticas y creencias tradicionales son incompatibles con los derechos humanos (27).
En definitiva, la concepcin africana de derechos humanos se estructura en torno a tres ejes: la primaca del grupo o de la comunidad
sobre el individuo, el equilibrio entre los derechos y los deberes, y en la
actualidad, el derecho al desarrollo.Tanto en la filosofa como en la sociedad africanas, los derechos y los deberes por una parte, y el individuo
y la comunidad por otra, constituyen un todo inseparable.
LOS DERECHOS HUMANOS EN EL FRICA POSCOLONIAL
En el momento del acceso de los pases africanos a la independencia, surgieron dos tendencias en cuanto a la prctica y concepcin de los
derechos humanos, pases divididos, en funcin de sus orientaciones
ideolgicas, entre los comunitaristas que abogaron por los derechos de la
segunda y tercera generacin (derechos colectivos, al desarrollo y a la
autodeterminacin), y los individualistas que insistieron en los de la primera generacin (derechos civiles y polticos).
El planteamiento de los comunitaristas terminar triunfando, tal y
como se destaca de la Carta Africana (conocida como la Carta de Banjul), analizada posteriormente. En la prctica, este triunfo signific la
violacin sistemtica e impune de los derechos humanos de los ciudadanos, bajo la excusa del desarrollo econmico, de la unidad nacional o
de la tradicin. En otros trminos, los dirigentes utilizarn la excusa de
los derechos colectivos para ponerlos al servicio de sus propios intereses y
privilegios. De este modo, la concepcin africana de derechos humanos
sirve a menudo de tapadera para violar dichos derechos, no aplicar las
normas internacionalmente reconocidas en la materia y dotar a los dirigentes de un documento o instrumento regional cnico, concebido a su
medida, y destinado a la instauracin del colonialismo interno.
Las escandalosas violaciones de derechos humanos en frica,
arriba mencionadas, tras la adopcin y entrada en vigor de la Carta Africana, considerada como la concepcin africana de los mismos, no slo
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189
190
dencias y la de las dcadas de los 70 y 80. Las Constituciones de los 60 reproducen en sus prembulos los derechos anunciados por las Declaraciones de 1789 y/o de 1948, con nfasis en unos u otros derechos segn
las orientaciones ideolgicas. Las de las dcadas posteriores se inspirarn, en sus prembulos en cuanto a los derechos humanos nos referimos, bien en el modelo norteamericano (caso de los pases anglfonos,
con una verdadera Declaracin de Derechos (Bill of Rights), o bien en el
modelo de los pases socialistas con la proclamacin de derechos formales, acompaada con una lista de derechos y deberes polticos y sociales
de los trabajadores del Estado socialista (Kamdem 145-148). Todos estos
derechos consagrados por las Constituciones, como queda subrayado,
son ms formales que reales como consecuencia de la neutralizacin de
los parlamentos, la generalizacin e institucionalizacin del partido
nico y del presidencialismo en detrimento del poder legislativo y del
poder jurisdiccional. Son sistemticamente violados, tal y como denunciaron y siguen denunciando las ONG de derechos humanos (Amnista
Internacional, Africa Watch, la Liga Internacional de Derechos Humanos, la Comisin Internacional de Juristas, etc.).
Las lites polticas poscoloniales africanas de las tres o cuatro ltimas dcadas suelen destacar por una doble moral. Por una parte,
denunciaron la violacin de derechos humanos en la Sudfrica del
apartheid o en la Rodesia dominadas por la minora blanca, mientras
que los violaron en sus propios pases refugindose detrs de los principios de soberana nacional y de no injerencia en los asuntos internos
ante las eventuales crticas. Por otra, sus discursos oficiales a favor de la
justicia y de los derechos humanos contrastan con sus mtodos brutales
de gobierno y la violacin sistemtica de dichos derechos (Wiseberg
66ss.). Es en este contexto de falta de garantas en las legislaciones nacionales que naci la Carta Africana, adoptada por la cumbre de Jefes
de Estado y de Gobierno de la Organizacin de la Unidad Africana
(OUA) en 1981, en Nairobi, y que entr en vigor en 1986 tras su ratificacin por ms de la mitad de los Estados del continente. Es decir, las violaciones sistemticas y a gran escala de los derechos humanos a nivel nacional condujeron naturalmente a la Carta Africana a encargarse de
dichos derechos a nivel interafricano.
191
192
193
194
Vanse Eteka Yemet, Valre., Op. Cit., p. 174; Ankumah, Evelyn A. The African
Commission on Human Rights. Practices and Procedures. Londres: Martinus Nijhoff Publishers, 1996. p. 159-160.
195
Cf. Ougouergouz, Fatsah. La Charte Africaine des Droits de lHomme et des Peuples
(1993) p. 83ss, en particular los captulos IV, V, VI.
196
La Unin Africana(UA), que ha sucedido a la OUA en 2001, ha introducido una serie de reformas institucionales, tmidas, en el sentido
de la mejora de los derechos humanos, en particular con la creacin del
Tribunal Africano de Derechos Humanos y de los Pueblos, el Parlamento Africano y el Consejo de Paz y de Seguridad, adems del compromiso por el Nuevo Partenariado para el Desarrollo de frica (NEPAD),
programa de desarrollo de la UA adoptado por la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en julio de 2001 en Lusaka. Este programa, que
parte del principio segn el cual el desarrollo en frica viene bloqueado
por la falta o escasez de capitales perdiendo de vista la huda de capitales a manos de los propios gobernantes que han convertido frica en un
exportador neto de capitales, enfatiza el respeto de derechos humanos, la promocin de la democracia, la paz y la seguridad y la creacin
de Estados de Derecho o la buena gobernabilidad econmica y poltica
a cambio de aquellos.
En suma, el NEPAD es un conjunto de proyectos de desarrollo,
cuya financiacin se pide a los pases ricos, mientras que los Estados africanos se comprometen a poner orden en casa. Este plan, cuya concrecin se estima en unos 64.000 millones de dlares anuales, es de difcil
197
198
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200
201
cin con los documentos similares de las dems regiones del Sur. La
puesta en marcha del Tribunal Africano de la Unin Africana inaugura
una nueva era, la del fin de la cultura de la impunidad y del inicio de Estados de derecho, era que ha de fundamentarse en la reconciliacin de
los Estados entre ellos, y de los Estados con sus ciudadanos.
Lo preocupante para el futuro de los derechos humanos en frica,
es que el continente se ha convertido, despus del 11 de septiembre, en
el centro de la lucha contra el terrorismo internacional, conforme a la
filosofa norteamericana de la seguridad preventiva, junto a las rivalidades
entre las potencias externas (Estados Unidos, Francia, China, Japn) y
entre sus multinacionales por el control de recursos estratgicos como
el uranio, los diamantes, el coltn, la madera o el petrleo off shore y on
shore africanos, en detrimento de los derechos humanos de los pueblos y
del desarrollo local. El petrleo se est convirtiendo en el factor de profundizacin de las desigualdades socioeconmicas en los pases productores y en el aumento de las tensiones, antesalas de la violacin de derechos humanos. Es decir, una verdadera maldicin. Se corre el riesgo de
ver la seguridad preventiva convertirse en la seguridad de los poderes establecidos contra las fuerzas internas del cambio y los opositores, equiparados con el terrorismo.
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IV
LITERATURAS NEGROAFRICANAS Y
ESTUDIOS DE TRADUCCIN
Esta presentacin est sacada de mi libro Literaturas del frica subsahariana y del
Ocano ndico. Cdiz: Servicio de Publicaciones de la Universidad, 2007.
207
208
A pesar de lo dicho anteriormente, a lo largo de los aos 20 los intelectuales y artistas europeos vuelven su mirada hacia el continente
africano. A ello contribuye de manera decisoria la influencia del movimiento de reivindicacin nacido en Harlem (USA) y denominado Harlem Renaissance, del que forman parte autores que sern reconocidos,
posteriormente, como autnticos precursores de la Negritud: W. E. B.
Du Bois reivindica los mismos derechos que los blancos y exige que, al
menos, el 10% de la poblacin negra tenga acceso a la educacin superior; Claude Mackay preconiza la vuelta al pasado al tiempo que ataca
todo sistema de esclavitud o que implique inferioridad racial; Langston
Huges ir ms all, iniciando un autntico movimiento de bsqueda y
reconocimiento del pasado y de la originalidad negra frente a la asimilacin de los valores blancos.
El inters de Harlem se traslada a Pars y el arte, la antropologa, la
literatura se hacen eco de sus reivindicaciones. Artistas y escritores
como Picasso, Giacometti, Apollinaire, Gide o los surrealistas vuelven su
mirada al continente africano buscando una nueva inspiracin. La antropologa abandona los presupuestos anteriores y reivindica un alma y
una cultura negras. A ello ayudar la aparicin de una serie de revistas
(La race ngre, La voix des ngres o Le cri des negrees, La dpche africaine) que
juegan el papel de divulgacin de las nuevas inquietudes polticas y culturales. La crtica parece estar de acuerdo, a pesar de determinadas
voces discrepantes, en la funcin fundamental que desempe La revue
du monde noir (1931-1932) en lo que a las cuestiones culturales se refiere.
Gracias a ella, los artfices de la Negritud descubriran las obras de los
poetas negroamericanos, y a veces, incluso, se encontraran con los propios autores. Nacida con motivo de la Exposicin Colonial de 1931, la
revista reuna a intelectuales de todos los pases, lo que permiti un abanico diverso de colaboraciones en torno a la causa negra. En la presentacin crtica que Kesteloot hace de esta revista, cita sus objetivos:
Dar a la elite intelectual de la raza negra y a los amigos de los negros un
rgano donde publicar sus obras artsticas, literarias y cientficas. Estudiar y
hacer conocer [] todo lo que concierne a la civilizacin negra y a las riquezas
naturales de frica, patria, tres veces sagrada, de la Raza negra. Crear entre los
209
negros del mundo entero un nexo intelectual y moral [] que les permita defender eficazmente sus intereses colectivos e ilustrar su raza (61).
210
En resumen, es evidente que el concepto y las teoras de la Negritud no pueden ser asumidos ni contemplados como un algo fijo e inmutable, sino que, como todo pensamiento, est sujeto al devenir de los
tiempos, a los cambios y fluctuaciones que la historia provoca y finalmente impone. Este movimiento tuvo su momento histrico de capital
importancia en una zona determinada y para un rea determinada. Fue,
sin ninguna duda, el movimiento impulsor de una filosofa, de un humanismo, y de una literatura que transform el espectro literario universal.
En 1947, Alioune Diop crea la revista Prsence africaine que habra
de convertirse en el nexo de todos los intelectuales y creadores negros,
211
212
Su produccin, abundante y abarcando diferentes gneros literarios y polticos, pasar a la historia condensada en su Cahier du retour au
213
Un arma y una batalla, as podra considerarse la Negritud del senegals Lopold Sdar Senghor, el representante por excelencia de este
movimiento que cant al continente africano y ensalz su pasado precolonial glorioso. Defensor ardiente de la cultura francesa, fue el artfice
de la francofona como ejemplo de mestizaje cultural hacia el que evolucionar su pensamiento y su teora humanista. Provoc y sigue provocando un aluvin de crticas de aquellos que se alineaban al lado de una
Negritud ms agresiva, y no de una Negritud de superacin del pasado.
Pero, sin duda, es uno de los grandes poetas del siglo XX. La denuncia
de la brutalidad europea,
Las manos blancas que dispararon las balas que abatieron los imperios
Las manos que flagelaron a los esclavos que os flagelaron (Neige sur
Paris. Senghor 1984, 22),
214
Como consecuencia del debate, que ya estaba abierto sobre la responsabilidad de la novela y de los novelistas, una de las conclusiones
ms relevantes fue que la novela se reconoci como el gnero mayor de
la literatura negroafricana, y que el escritor debera jugar un papel de
gua de su pueblo:
Nuestra responsabilidad es que de nosotros depende en gran medida la
utilizacin que nuestros pueblos harn de la libertad reconquistada. [] Pues,
finalmente, hay una pregunta a la que ningn hombre de cultura, del pas que
sea, o la raza a la que pertenezca, puede sustraerse, y la pregunta es la siguiente:
Qu clase de mundo nos preparis?
Que quede claro: al articular nuestro esfuerzo en la liberacin de nuestros pueblos, combatir por la dignidad de nuestros pueblos, por su verdad y su
reconocimiento, lo estamos haciendo por el mundo entero para liberarlo de la
215
tirana, del odio y del fanatismo. [] Entonces y slo entonces habremos vencido y nuestra victoria final marcar el nacimiento de una nueva era (Ibd.).
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en una escritura que mezcla los niveles de lengua, adaptndola a los parlamentos de quienes toman la palabra. La poca de la novela lineal, la
novela que traduca una historia sin ms complicacin, se acaba a partir
de mediados de los ochenta para expresar una sociedad degradada, sin
normas. Kesteloot (2001: 270-302) habla de una novela del absurdo o
del caos para definir unos relatos, a menudo desconcertantes, nacidos
de la degradacin poltica y social.
A partir de los aos noventa, la esperanza ya no parece posible. El
precursor de esta temtica, Sony Labou Tansi, lo haba anunciado en
obras en las que, antes de los hechos dramticos de Ruanda o del Congo,
vaticinaban una sociedad catica y destructiva. Sin embargo esta lnea argumental no se qued aislada. Autores como los senegaleses Boubacar
Boris Diop, Cheikh Sow, los marfileos Amadou Kon, Tanella Boni, Vronique Tadjo o Rgine Yaou, los benineses Kossi foui o Angle Rawiri,
o las camerunesas Calixthe Beyala o Werewere Liking, profundizarn en
la parbola catastrofista que no es ms que el reflejo de la sociedad africana. Sin salida, los hroes de esta literatura se deben enfrentar a un
frica a la que no le queda ninguna de sus cualidades ancestrales, y as se
debaten entre la corrupcin, las violaciones y las guerras.
La escritura se hace eco de la situacin del absurdo en la que vive
el continente; una escritura que recuerda al existencialismo europeo de
los aos cincuenta, slo que los escritores africanos no acusan a nadie,
no reclaman nada, slo vagan en el vaco, lo que confiere a esta literatura un aspecto siniestro. Sus personajes, sin esperanza en nada ni en
nadie, estn llamados a la muerte o a la locura.
El caos y la degradacin, sin embargo, no ocupan toda la escena.
Son muchas las obras que se siguen construyendo desde la amargura,
pero con el propsito de presentar la realidad. Aunque sus autores no se
consideren pesimistas, es cierto, no obstante, que las obras que muestran los desastres de las guerras en territorios africanos no dejan lugar a
la esperanza. Entre ellas, Allah nest pas oblig 6 (2000) de Ahmadou Kourouma, que tiene como teln de fondo la guerra de Liberia y de Sierra
Leona, y como narrador, un nio soldado, esos hroes trgicos de la actualidad de los conflictos tnicos; o Murambi (2000)7 de Boubacar Boris
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11
The rapid upsurge of writing by African women in the last two decades of the
twentieth century was a most striking phenomenon in the development of modern African literature. It was not only apparent in the quantity and variety of output, but also in
the quality and craftsmanship of the writing. There have been remarkable innovative
stylistic experimentations as well as thematic expansions into uncharted waters, alien domains and incursions into hitherto taboo subjects. The trend is continent wide and it is
not peculiar to any one region of Africa. [] At the end of the twentieth century, it was
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afectan a nuestras vidas y a nuestros destinos histricos. Muchas escritoras y crticas apolticas rechazaran esta idea y haran gala de sus ilusorias libertades, de
su libertad de Hyde Park Corner, como la llama la escritora y activista egipcia
Nawal el Saadawi. Argumentaran que no tienen necesidad de ser polticas. Pero
cualquier verdadera inteligencia africana tiene que darse cuenta de la limitacin de nuestras vidas aqu por la realidad del imperialismo y el neocolonialismo (11)12.
226
en recordar a sus compatriotas la tarea fundamental de la poblacin femenina en las guerras de liberacin nacional; es el caso de Nehanda y
Under the Tongue (1996), de Yvonne Vera, o de Letter To My Daughter
(1996), de Norzipo Maraire, donde se retrata a una serie de mujeres implicadas activamente en la lucha armada contra los britnicos.
Pero tambin las escritoras han denunciado en sus novelas el que
las mujeres se conviertan en sujetos doblemente victimizados en el caso
de conflictos armados internos: por ejemplo en Destination Biafra
(1982), de Buchi Emecheta, se narran las amargas peripecias de una
mujer soldado en plena guerra de Biafra, un tema que tambin trata
Flora Nwapa en su coleccin de relatos Wives at War and Other Stories
(1980). Entre las escritoras jvenes, es sin duda Chimamanda Ngozi
Adichie la que ms abiertamente ha llamado la atencin sobre las interconexiones entre los valores masculinistas y militaristas de ciertos regmenes postcoloniales y la opresin de las mujeres en el mbito domstico. En su novela Purple Hibiscus, de 2004, el hombre pblico de virtud
irreprochable se convierte en el espacio familiar en un tirano tan sanguinario como el dictador al que diariamente denuncia desde su peridico de oposicin.
No obstante, aunque las escritoras africanas han estado alertando
a sus conciudadanos desde el momento en que comenzaron a escribir
sobre la situacin de discriminacin de las mujeres dentro del continente, su llamada de atencin se dirige tambin hacia sus hermanas occidentales. Ingenuamente convencidas en muchos casos de que la opresin de gnero es un mal universal, las europeas y americanas hemos
sido renuentes a analizar cmo nuestras sociedades del Primer Mundo
perpetan estructuras de opresin basadas en criterios econmicos y raciales: novelas como Our Sister Killjoy, de Ama Ata Aidoo, Second Class
Citizen (1980), de Buchi Emecheta, o Beyond the Horizon (1991), de
Amma Darko, nos invitan a reflexionar sobre los lmites de la utpica
nocin de sororidad en un mundo en el que las desigualdades de gnero,
clase y raza adoptan configuraciones caleidoscpicas. La experiencia
del encuentro con Europa, en el caso de las novelas mencionadas, resulta para sus protagonistas en un amargo desengao: lejos de ser el paraso soado, el viejo continente revela sus dimensiones ms oscuras
para tres narradoras que han de aprender a sobrevivir a la cosificacin y
comercializacin de sus cuerpos, a la explotacin laboral y/o sexual, a la
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229
para las mujeres africanas, tal y como stas han afirmado repetidamente, las escritoras han revisado el mito de la maternidad con irona,
con escepticismo y, en el caso de las ms jvenes, incluso con amargura.
Carol Boyce Davies formula la ambivalencia de esta cuestin, refirindose al feminismo africano, en los siguientes trminos: Respeta la condicin de las mujeres como madres mientras cuestiona la maternidad
obligatoria y el favoritismo tradicional hacia los hijos varones (9)15.
Entre las autoras pioneras que abordaron la cuestin de la maternidad obligatoria, destaca sin duda Flora Nwapa por su sistemtica denuncia de la marginacin a la que se somete en las culturas tradicionales a la
mujer estril. Tanto en Efuru (1966) como en Idu (1970), la autora crea
dos protagonistas a las que slo su valenta y fortaleza personales rescatarn de un destino trgico como vientres improductivos. Nwapa recurre
adems a un culto profundamente arraigado en las sociedades del
Golfo de Guinea, el de Mammywat, diosa que ejerce una funcin maternal con respecto al conjunto de la comunidad a pesar de no tener hijos
propios, para ofrecer a sus protagonistas un modelo empoderador que
dote de sentido a sus vidas.
Buchi Emecheta es otra de las autoras que ha reflexionado intensamente en su narrativa sobre la dicotoma entre poder maternal e impotencia femenina. La protagonista de su gran novela sobre este tema, The
Joys of Motherhood (1988), reverenciada en su comunidad como madre
de una prole numerosa, revela hacia el final de la obra todas las ambigedades de la institucin y de la experiencia de la maternidad en el siguiente monlogo:
Dios mo, cundo vas a crear una mujer que se realice por s misma, un
ser humano completo, no el apndice de otro? [] Despus de todo, nac sola y
sola morir. Qu he ganado con todo esto? S, tengo muchos hijos, pero qu
tengo para darles de comer? Mi vida. Tengo que trabajar como una loca para
cuidarlos y tengo que darles todo. Y si tengo la suerte de morir en paz, tendr
que darles hasta mi alma. Adorarn mi alma muerta para que les provea; ser
aclamada como un buen espritu mientras haya ames e hijos en abundancia en
la familia, pero si sale mal, si una esposa joven no concibe o si hay una hambruna, se maldecir mi alma muerta. Cundo ser libre? [] Nunca, ni si-
15
230
De entre las autoras emergentes es Amma Darko la que ha planteado una visin ms crtica de la maternidad obligatoria en su novela The
Housemaid (1998). Las dos protagonistas de la obra son Tika, una mujer
de negocios, soltera y sin hijos, y Efia, su criada, una joven campesina a
la que su madre y su abuela empujan a concebir un hijo para que la primera lo adopte con el fin de heredar sus bienes. Desde la perspectiva de
la abuela, Tika, que ha sido histerectomizada tras sufrir un aborto, es
una mujer desperdiciada []. Un vientre improductivo ya es bastante
desgracia. Pero no tener vientre? Y eso es lo que ella es Una mujer
que camina sin un vientre dentro []. (46)17. Esta ecuacin implacable entre los significantes mujer y madre, que est implcita en la visin
del mundo de muchas culturas africanas tradicionales, hace de Efia vctima de un torpe montaje en el que la maternidad se instrumentaliza
hasta el extremo, y que desemboca en una tragedia absurda cuando
Efia, tras haber acusado en falso a uno de los amantes de Tika de ser el
padre de su hija, es expulsada de la casa y termina alumbrando a una
nia con sndrome de Down, que morir al poco de nacer. El abandono
y posterior hallazgo de su cadver desencadenan la alarma en una sociedad incapaz de analizar la hipocresa y la doble moral que convierte a
los hijos en utensilios para alcanzar la prosperidad material, ms que en
un bien en s mismos.
El tema de la sobrevaloracin de los descendientes varones aparece tambin de manera recurrente en la narrativa femenina, en particular entre las autoras ms jvenes, que han subrayado una y otra vez la
necesidad de reforzar el vnculo entre madres e hijas. En el contexto de
las sociedades africanas, en su abrumadora mayora patrilineales, la inversin econmica y emocional de los progenitores tiende a centrarse
en los varones, continuadores naturales del linaje, en tanto que las hijas
se ven obligadas a ocupar un segundo plano en todos los rdenes de la
vida. En novelas como la anteriormente mencionada, The Joys of Mother16
231
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233
234
What are some of the reasons why people should marry, Nana?
Ah, so you want to know? Esi, we know that we all marry to have children
But Nana, that is such an old and worn-out idea! Children can be born to people
who are not married.
Maybe yes Yes, my lady. We also marry to increase the number of people
with whom we can share the joys and the pains of this life.
Nana, how about love?
Love? Love? Love is not safe, my lady Silk, love is dangerous. It is deceitfully sweet
like the wine from a fresh palm tree at dawn. Love is fine for singing about and love
songs are food to listen to, sometimes even to dance to. But when we need to count on
human strength, and when we have to count pennies for food for our stomach and
clothes for our backs, love is nothing. And, my lady, the last man a woman should think
of marrying is the man she loves (Mi traduccin).
22
Polygamy [] also facilitated the shared mothering of children and guaranteed women some autonomy, personal freedom and greater mobility than would be possible in a monogamous nuclear family. Women had more time to themselves, developed
strong bonds with other women, and experienced a more limited, rather than absolute,
form of patriarchy (Mi traduccin).
235
cin).
236
Apenas soy capaz de mencionar otros ejemplos en los que la familia no sea, por una u otra razn, una fuente de conflictos. Y es sobre
todo entre las escritoras emergentes donde la familia se revela como una
institucin ms cruel, especialmente para las mujeres. En este sentido,
me gustara destacar dos ejemplos en particular. En la novela Under the
Tongue, Yvonne Vera trata un tema considerado absolutamente tab en
las culturas africanas, el del incesto, al presentar a una narradora paralizada por el trauma de haber sido violada por su padre, al que su propia
mujer asesina cuando lo descubre. Esta es la verdad que se oculta bajo la
lengua, y que slo se nos dejar ver de forma sutil a lo largo de una narrativa densamente potica al tiempo que dolorosamente fragmentada.
Por su parte, Chimamanda Ngozi retrata en Purple Hibiscus una familia
marcada por el terror, la violencia fsica y psicolgica y la ms absoluta
hipocresa: el patriarca, un ciudadano ejemplar y un cristiano intachable, resulta ser en cuanto deja atrs su mscara pblica un tirano cruel
dominado por sus obsesiones de disciplina militar, pureza religiosa y
obediencia ciega. Como en la novela de Vera, slo su asesinato a manos
de su esposa har posible que la verdad sea finalmente desvelada. En
ambas novelas, como afirma Obioma Nnaemeka, la dicotoma opresor/vctima se desestabiliza de forma que la agencia y la victimizacin
no son mutuamente excluyentes, para demostrar que las vctimas son
tambin agentes que pueden cambiar su propia vida y afectar otras vidas
de forma radical (3)27.
26
237
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Cuando se analiza la figura del traductor, se tiende a concluir precipitadamente que se trata de un mero intermediario que hace posible la
transmisin de una obra a un pblico que no comprende el idioma original del autor en cuestin. As pues, se podra afirmar que la funcin del
traductor consiste en actuar como hilo conductor de la creatividad del
escritor oficial, pero supliendo la incapacidad de ste para comunicar
sus reflexiones a aquellos lectores que no comparten su lengua materna.
Sin embargo, si se toma como secundario el papel del traductor, se menosprecia la gran responsabilidad que adquiere cuando acepta convertirse en intermediario, ya que debe esforzarse por encontrar soluciones a
problemas aparentemente interlingsticos que, en verdad, afectan tambin a la percepcin de una realidad que es totalmente ajena a los receptores en muchos casos. Por lo tanto, a pesar de lo que se piensa, el traductor no slo transfiere un texto, sino que se convierte en creador de
ste a su manera (rewriter), al igual que lo es el autor original. Si se tiene
en cuenta que las traducciones traspasan barreras culturales para mostrar modos de vida diversos y que tanto emisores como receptores deben
quedar satisfechos con cmo se plasma la diferencia, resulta necesario
admitir que el traductor se encuentra en una posicin muy comprometida siempre. Entonces, ni qu decir tiene la gran dificultad de llevar a
cabo una labor de traduccin en la que testimonios de la colonizacin
estn todava vigentes entre las culturas enfrentadas textualmente. As
ocurre, por ejemplo, cuando se pretende que obras literarias del frica
anglfona (colonizada), en general escritas en ingls y excepcional239
240
241
que tiene efectos estratgicos (168). Por eso, los ingleses, muy conscientes de ello, consintieron en que sus pensamientos se tradujeran a las lenguas africanas y, de este modo, gracias a emisores y cdigos lingsticos
cercanos a los nativos, consiguieron llevar a trmino su pretendida masacre cultural.
En cuanto a los traductores africanos anteriormente mencionados, sufrieron los efectos de la poltica de asimilacin inglesa. No fueron
traductores libres, ya que llevaron a cabo su labor bajo el yugo de una
poderosa limitacin (constraint): la ideologa colonial dominante. De
hecho, a menudo, slo se encargaban de revisar y afinar la precisin de
las traducciones de ciertos trminos que aparecan en los textos previamente trabajados por los europeos que haban aprendido las lenguas
nativas29. Por lo tanto, los africanos no tuvieron la posibilidad de erigirse
en reescritores de los textos ingleses y tampoco pudieron recurrir a estrategias lingsticas de resistencia que evidenciaran su desacuerdo con los
escritos de los invasores o, al menos, les permitieran dejar impronta de
su propia herencia cultural. Inicialmente, sus traducciones fueron pruebas escritas de su sumisin; es ms, dados ciertos vacos referenciales30,
incluso se mantuvieron en ellas algunos anglicismos con el fin de que la
poblacin nativa los fuera adquiriendo para sus lenguas autctonas31.
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Como le ocurri a una gran parte de los africanos, muchos de estos traductores estrenaron una nueva identidad cultural fomentada por su trabajo puente. Esta identidad se forj a partir de la influencia extranjera y
tambin gracias al autoengao, pues se dejaron embaucar por la seductora cultura inglesa que apareca en los textos que traducan y fueron renunciando, poco a poco, a los valores propios. No se dieron cuenta de
que los ingleses nunca les permitiran ser como ellos. Adems, se consolid una jerarqua textual con gran significado metafrico que potenci
la distancia existente entre ambas culturas: los textos originales en ingls, como Inglaterra y Europa, se presentaron como inimitables por reflejar la superioridad moral de los intocables (high literature); y las traducciones en lenguas nativas, como frica, se consideraron burdas copias de
las obras maestras, puesto que, habiendo sido realizadas por individuos
imperfectos, nunca llegaran a equipararse a las versiones primeras y
mucho menos a superarlas (low rewriting) (Bassnett y Trivedi 4).
A pesar de que la tendencia ms extendida de la poca era traducir
los textos de los invasores a las lenguas indgenas, es cierto que algunos
misioneros se esforzaron por aprenderlas para llevar a cabo sus propias
traducciones (o adaptaciones) de la literatura africana oral. Por ejemplo,
S. W. Koelle fue el primero en publicar, en 1854, una obra titulada African Native Literature, donde inclua traducciones en ingls de testimonios
literarios de Nigeria. Ms tarde, Henry Callaway tradujo algunos cuentos
infantiles de Sudfrica y, en 1868, public Nursery Tales, Traditions and
Histories of the Zulus in Their Own Words. En 1885, J. F. Schn sigui los
pasos de Koelle y public Magana Hausa, un libro donde tambin se recogan traducciones de diversas manifestaciones literarias nigerianas.
As, pareci quedar claro el hecho de que, como indica Unionmwan
Edebiri, en la mayor parte del frica anglfona, [] mientras que la actividad traductora como tal empez con la traduccin de la Biblia del ingls a las lenguas indgenas, la traduccin literaria comenz en la direccin contraria, es decir, de las lenguas indgenas al ingles (27)32. Por lo
tanto, de aquel momento en adelante, las traducciones realizadas desde
32
La cita arriba incluida ha sido traducida por la autora del presente artculo y se
corresponde con el texto original que se ofrece a continuacin: [] Whereas translation per se began by the rendering of the Bible from English into indigenous languages,
literary translation started in the opposite direction, that is, from indigenous languages
into English.
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de la colonizacin. A travs de sus mltiples focos de subyugacin (la esclavitud, el ingls, el castigo fsico, la educacin reglada, etc.), los ingleses haban conseguido separar de tal manera a los africanos que muchos
requeran de una traduccin para llegar a entender a sus hermanos de
ultramar. Sin embargo, esta triste realidad demostr tener una faceta positiva, puesto que las traducciones propiciaron que los africanos desplazados y sus ideas, a pesar del tiempo, la distancia, la lengua y el entorno,
incitaran a algunos de los compatriotas que haban permanecido en
frica a levantarse contra el opresor y a entrar en ligero contacto con la
edad contempornea que avanzaba fuera de sus fronteras.
En cuanto a los traductores de este periodo, se puede decir que
fueron pocos y su labor es apenas conocida hoy en da. Intentaron gozar
de una mayor libertad de accin que sus predecesores, puesto que,
desde el momento en que aceptaban traducir textos comprometidos
polticamente, ya mostraban su predisposicin a actuar sin reparar en
las represalias del colonizador. Sin embargo, esta progresiva adquisicin
de libertad implicaba a su vez un cierto sometimiento a restricciones de
tipo textual (constraints). Los africanos se enfrentaron, por primera vez,
a decisiones verdaderamente importantes sobre su modo de traducir, ya
que la manera de emplear sus destrezas determinara no slo la fidelidad de su versin al texto original en ingls, sino tambin el alcance que
su traduccin final tuviera entre el pblico. Quiz la fidelidad completa
era lo menos importante, lo trascendental era establecer una comunicacin con un contenido claro, mientras que la forma era susceptible de
ser alterada. Adems, los traductores africanos de aquel tiempo no podan serlo en el sentido estricto de la palabra, se vean coartados por el
lento desarrollo de su continente. Si se tiene en cuenta que la escritura
tard en introducirse en frica y que el analfabetismo afectaba a gran
parte de la poblacin, la traduccin propiamente dicha quedaba restringida al mbito reducido de los intelectuales y se converta en interpretacin descafeinada, si se pretenda que el mensaje originario llegase
a un pblico ms amplio, a menudo carente de los conocimientos bsicos de una educacin moderna. As pues, los traductores tuvieron que
adaptar los textos exgenos a la realidad cultural de frica. Se puede
afirmar que los domesticaron, para que los africanos, a pesar de sus
grandes trabas, pudieran identificarse con lo que en ellos se explicaba
en ingls. A fin de cuentas, los desplazados en Inglaterra y Estados Uni-
246
A este respecto, muchos crticos opinan que la concesin lingstica de los autores africanos no favoreci la promocin de su cultura nacional en un modo perceptible, menos si cabe debido a la actuacin interesada de las editoriales. Algunos incluso
han considerado que la literatura africana escrita en ingls, as como en otras lenguas
europeas, contribuy a la aceleracin de lo que Samia Mehrez denomina un proceso
247
Ante la indiscutible preeminencia del ingls, los traductores africanos tuvieron poco que hacer hasta los aos sesenta aproximadamente.
En cuanto a la traduccin literaria hacia las lenguas nativas, la actividad
fue casi nula, a lo sumo clandestina en el caso de los textos polticos,
puesto que las editoriales, velando por los intereses de los ingleses, no
permitieron que se publicaran las obras de los africanos en sus lenguas,
para evitar que se propagaran entre los colonizados las ideas de rebelin
que estos libros pudieran contener. Como se percibe, qued rota la tendencia que haba establecido que los textos comprometidos slo se traducan del ingls a las lenguas indgenas, mientras que con las creaciones literarias se proceda siempre a la inversa. A partir de este momento,
denuncia y esttica quedaron unidas y dieron lugar a la importante tradicin literaria africana que ha llegado hasta nuestros das y que se escribe en lenguas africanas (aunque es poco conocida) y europeas y se
traduce, en mayor o menor medida, en ambas direcciones.
Por otra parte, los autores africanos de esta nueva literatura se revelaron casi siempre como sus propios traductores, dado que personas
ajenas a su cultura y a su entorno demostraron ser incapaces de manifestar la empata necesaria para reflejar la realidad que se intentaba plasmar por escrito (Ojo 294). As, coincidiendo la figura del autor con la
del traductor, se forj el personaje conjunto del artista creador que a
menudo fue concebido por los ingleses como una especie de revolucionario que haba que alejar del pueblo llano. Respecto a la traduccin de
textos africanos hacia otras lenguas europeas, tambin fue escasa por
voluntad de los colonizadores. En los centros educativos no se permiti
que se ensearan otros idiomas europeos distintos al ingls, pues se intentaba impedir que futuros escritores/traductores las emplearan para
extender sus ideas emancipadoras entre los intelectuales del resto de colonias africanas (Ojo 293).
Cuando se indica que los autores africanos tambin fueron sus
propios traductores, no significa que primero escribieran sus obras en
las lenguas nativas y despus las transfirieran al ingls. Desgraciadagradual de aculturacin hacia la lengua y cultura dominantes (121). Lo que s parece
claro es que, a pesar de otros muchos factores, la globalizacin lingstica y cultural que
existe hoy en da se nutre, en gran parte, de la renuncia (voluntaria o no) de muchas
personas, en este caso de algunos escritores africanos, a expresarse en sus propias lenguas en favor del uso de aqullas que se hablan en las grandes potencias del mundo.
248
Los escritores/traductores africanos pretendan que sus textos versaran sobre la tradicin y los problemas de su continente, pero que, a la
vez, se despojaran de su complejo de inferioridad, haciendo uso del ingls como lengua para la expansin mundial de la literatura africana y
como lengua restituidora del orgullo nacional africano que tanto sobraba al imperio britnico (Mehrez 121). Sin embargo, a pesar de que, a
travs de la traduccin de textos, se tratara de identificar al otro (colonizado) con el Otro (colonizador) y viceversa, este equilibrio nunca llegaba a mantenerse, puesto que siempre quedaban elementos por tradu35
La cita arriba incluida ha sido traducida por la autora del presente artculo y se
corresponde con el texto original que se ofrece a continuacin:
Cultural difference emerges from the borderline moment of translation
that Benjamin describes as the foreignness of languages. Translation represents only an extreme instance of the figurative fate of writing that repeatedly
generates a movement of equivalence between representation and reference,
but never gets beyond the equivocation of the sign. The foreignness of language is the nucleus of the untranslatable that goes beyond the transparency of
subject matter. The transfer of meaning can never be total between differential
systems of meaning, or within them [].
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cir que generaban un tercer espacio que slo los traductores identificaban y que evitaban que los lectores de ambos bandos (africanos y europeos) llegaran a comprender la finalidad unificadora de este tipo de
obras/traducciones. Bhabha apuntaba que: [] slo los que vivimos
en la frontera de la historia y la lengua, en los lmites de la raza y el gnero podemos traducir las diferencias existentes dentro de estas categoras en cierta solidaridad (1990, 320)36. Los escritores/traductores ocuparon este borderline, este espacio en el medio por beber de dos culturas
opuestas sin llegar a pertenecer a ninguna y ser conscientes de ello. Es
ms, se percataron de que nunca podran actuar como puentes, ya que
cualquier intento de conexin lingstico-textual entre culturas resultaba frustrado y slo dejaba en evidencia el lugar marginado que ocupaban aqullos que advertan la existencia de obstculos para la integracin afro-inglesa/anglo-africana a travs de la traduccin de textos.
Despus de haber superado la fase de traduccin mental, los escritores/traductores africanos deban materializar sus decisiones recurriendo a estrategias lingsticas y de redaccin que garantizaran la fidelidad a los originales en contenido y, en la medida de lo posible,
tambin en forma. Sin embargo, muchas fueron las restricciones (contraints) a las que se enfrentaron por tener que adaptar la cultura oral
africana de sus creaciones literarias a las exigencias de un pblico que
iba a recibir los textos por escrito y en ingls y que, probablemente, no
tenan nada que ver con la realidad que se les estaba exponiendo. Por
ejemplo, deban optar por domesticar sus textos o extranjerizarlos para
que su cultura original no se desvirtuara del todo. Tambin result necesario adaptar el lenguaje oral del que partan a las estructuras casi inamovibles del lenguaje escrito ingls. Tuvieron que lidiar con los vacos
referenciales y tratar de suplir la carencia de ciertas realidades en la cultura receptora de las traducciones, ya fuera recurriendo a trasferencias,
equivalentes culturales o funcionales, omisiones, explicitaciones o adaptaciones con el fin de que las soluciones propuestas resultaran dignas
tanto para receptores como para ellos mismos. En definitiva, deban decidir si sus traducciones definitivas iban a adherirse a la tica de la resis36
La cita arriba incluida ha sido traducida por la autora del presente artculo y se
corresponde con el texto original que se ofrece a continuacin: [] It is by living on
the borderline of history and language, on the limits of race and gender, that we are in a
position to translate the differences between them into a kind of solidarity.
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La cita arriba incluida ha sido traducida por la autora del presente artculo y se
corresponde con el texto original que se ofrece a continuacin: [] [L]et no one be
fooled by the fact that we may write in English for we intend to do unheard of things
with it (Jacob). El ingls de sus obras [] will have to be a new English, still in full
communion with his ancestral home but altered to suit its new surroundings []
(Ariole 255).
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La cita arriba incluida ha sido traducida por la autora del presente artculo y se
corresponde con el texto original que se ofrece a continuacin:
[] [T]he translator of an African text finds himself battling with at least
FOUR cultures. The source text (ST) represents two cultures: a European linguistic and literary culture and an indigenous linguistic and extra-linguistic experience. The target text (TT), on the other hand, embodies four cultures: the
two that are conveyed by the European language as well as the underlying vernacular language of the ST and the two that the TT is trying to communicate.
41
En el texto de partida ya se encuentran la cultura lingstica africana (en mi
opinin, Ojo tambin incluye aqu la cultura literaria africana, puesto que ha sido siempre de tradicin oral) e inglesa, la cultura extra-lingstica africana y la cultura literaria
inglesa. Con el texto de llegada se manejan las culturas lingstica y literaria inglesas,
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queda de la identidad nacional, entrecruzada con la influencia del Neorrealismo y de la Negritud. Estas iniciativas seran continuadas por la revista Cultura (IIa srie), entre 1957 y 1970, ligada a nombres como Luandino Vieira y Carlos Ervedosa. Diferente es la lnea marcada por las
Edies Imbondeiro (1960-1965), con sede en S da Bandeira (actual
Lubango), trabajando desde una orientacin eclctica al margen de la
militancia nacionalista.
Si Viriato da Cruz representa el compromiso con la Negritud, Antnio Jacinto es el referente del Neorrealismo. Del primero es el libro
Poemas (1961), que incluye el paradigmtico Mam negra (canto de esperana); mientras que el segundo es autor de poemas tan conocidos
como Carta dum contratado y Castigo pr comboio malandro, adems del libro Sobreviver em Tarrafal de Santiago (1985). Como narrador se
distingue Manuel dos Santos Lima: As sementes da liberdade (1965), testimonio del sufrimiento del pueblo angoleo.
Pero, sin duda, la obra de referencia de esta poesa es Sagrada esperana (1974) de Agostinho Neto* (1922-1979), una especie de texto
pico angoleo, a partir de la experiencia prometeica de la revolucin, compuesto por quien sera el primer presidente de la Repblica
Popular de Angola y que se hace portavoz de un pueblo sem terra,
nem lngua, nem ptria. En la saga exhortativa de Sagrada esperana
encontramos los temas de la alienacin y la explotacin, la miseria y
el analfabetismo, pero tambin el amor y la solidaridad, todo ello en
un tono reflexivo y sereno. Importante es tambin su obra pstuma A
renncia impossvel (1982), autntico libelo acusador con las prcticas
colonialistas. Este lder del MPLA (Movimento Popular para a Libertao de Angola) es un claro ejemplo de la interaccin entre literatura y poltica nacionalista-revolucionaria, interaccin que es comn
en los cinco pases del frica lusfona y que lleg a su culmen en los
aos 60 y 70.
Posteriormente surgir la llamada Gerao de 70, con poetas
como Joo-Maria Vilanova (Vinte canes para Ximinha, 1971), Ruy Duarte de Carvalho, Jofre Rocha, David Mestre y Arlindo Barbeitos (Angola
angol angolema, 1976). La fundacin en 1975 de la Unio dos Escritores
Angolanos responsable de la revista Lavra & Oficina marca una nueva
etapa. En los aos 80 aparecen nuevos autores agrupados en el movimiento Brigada Jovem de Literatura y en la revista Archote. Algunos auto-
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res son los poetas y narradores Antnio Cardoso, Jos Lus Mendona,
Joo Maimona, Boaventura Cardoso o Joo Melo.
En la narrativa de las ltimas dcadas sobresalen tres escritores
blancoafricanos: Luandino Vieira, Pepetela y Jos Eduardo Agualusa.
Luandino Vieira* (1935)46, con su sabia utilizacin de los recursos de la
oralidad, representa un poderoso caso de renovacin del lenguaje literario, desde la ruptura discursiva y textual. Su obra ms conocida es la
colactnea Luuanda (1964): tres historias simblicas en torno al tema
del hambre. Despus ha publicado obras como A vida verdadeira de Domingos Xavier (1974), Ns, os do Makulusu (1974), o Joo Vencio: os seus
amores (1979).
Pepetela* (1941), premio Cames en 1997, es un autor que viene
de la guerra de liberacin. Sus obras tratan de temas tan diversos como
la pica de la guerrilla (Mayombe, 1980), la relectura del colono a travs
de una saga familiar (Yaka, 1984), un balance crtico respecto al pasado
prximo (A gerao da utopia, 1992), o la historia lejana (Lueji, 1990; A
gloriosa famlia, 1998). Especialmente crticas son O co e os caluandas
(1985) y O desejo de Kianda (1995). Sus ltimas novelas son: A parbola do
cgado velho (1997), A montanha da gua lils (2000) y Jaime Bunda, o
agente secreto (2002). Como dramaturgo es autor de la pieza histrica A
revolta da Casa dos dolos (1980) sobre una revuelta popular sucedida en
el siglo XVI.
La ltima revelacin de la narrativa angolea es el internacional
Jos Eduardo Agualusa (1960). Narrador, poeta y periodista, se ha dado a
conocer con novelas como A conjura (1989), Estao das chuvas (1996) o
Nao crioula (1997); y libros de cuentos como O homem que parecia um domingo (2002) o Manual prtico de levitao (2005).
La materia histrica es tambin el fondo de la obra Misericrdia para
o Reino do Congo (1996) de Henrique Abranches, autor tambin de A konkhava de feti (1981), dentro de una literatura rstica de fundamentacin
tnica. Por su parte Manuel Rui construye narraciones divertidas a partir
de situaciones caricaturizadas: Quem me dera ser onda (1982) y Crnica de
um mujimbo (1991). Otros narradores actuales a tener presentes son Uanhenga Xitu, Manuel Pedro Pacavira, Cikata Mbalundo o Sousa Jamba.
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curso filosfico, dialctico e iconoclasta. A la misma generacin de mozambiqueos expatriados pertenece Eugnio Lisboa. Muy diferente es
la combativa poesa de guerrilla surgida en el entorno del FRELIMO
(Frente de Libertao de Moambique), y marcada por la pedagoga revolucionaria, en la que se integran voces poticas como Marcelino dos
Santos o Jorge Rebelo.
Despus de 1975 surgen varias publicaciones importantes: Charrua, Forja, Gazeta de Artes e Letras o Xiphebo. En este perodo destacan los
poetas Rui Nogar (Silncio escancarado, 1982); Lus Carlos Patraquim (A
inadivel viagem, 1985); Juvenal Bucuane (Requiem com os olhos secos,
1987); Eduardo White (O pas de mim, 1989); Armando Artur (O hbito
das manhs, 1989); Nelson Sate (A ptria dividida, 1993); y Filimone
Meigos (Poema & Kalash, 1994).
El desarrollo de la prosa narrativa comienza tardamente con la obra
Ns matmos o co-tinhoso (1964), de Lus Bernardo Honwana, seguida de
Portagem, de Orlando Mendes (1965). Entre los narradores actuales tenemos a Albino Magaia: Malungate (1987); Ungulani Ba Ka Khosa: Ualalapi
(1987), Orgia dos Loucos (1990) e Histrias de amor e espanto (1999); Guilherme de Melo (Os lees no dormem esta noite, 1989); o Paulina Chiziane:
Balada de amor ao vento (1990) y O stimo juramento (2000).
Lugar especial merece el blancoafricano Mia Couto* (1955), probablemente el ms internacional de los actuales escritores de los PALOP.
No en vano se trata de uno de los autores ms innovadores de lengua
portuguesa, en la lnea del brasileo Guimares Rosa o del angoleo
Luandino Vieira. Su estilo, basado en la creatividad inventiva de neologismos, el realismo, el animismo y el humor ingenioso, queda patente
en todas sus obras. Mia Couto es autor de crnicas, como: Cronicando
(1988) y Pensatempos (2005); cuentos, como los reunidos en Vozes anoitecidas (1986), Cada homem uma raa (1990) y Estrias abensonhadas
(1994); o novelas, como Terra Sonmbula (1992), A varanda do frangipangi (1996), O ltimo voo do flamingo (2000) y A chuva pasmada (2004).
Tambin ha cultivado la poesa: Raiz de orvalho (1983).
Dentro del teatro mozambiqueo sealamos tres ttulos: Trs setas
apontadas ao futuro (1959), de Afonso Ribeiro; Um minuto de silncio
(1970), de Orlando Mendes; y O feitio e a religio (1973), de Joo Fumane.
264
CABO VERDE
Las diez islas de Cabo Verde, con una superficie total de poco ms
de 4.000 km2 y una poblacin de poco ms de medio milln de habitantes, constituyen un caso muy interesante de mestizaje biolgico, lingstico y cultural. Tierra asolada por la sequa y el hambre, se ha caracterizado siempre por una fuerte migracin hacia Europa y Amrica. Por
ello en su literatura aparece recurrentemente el tema de la despedida y
de la ausencia de la tierra natal. Otra marca de estos autores ha sido su
tradicional contacto con Brasil.
Poco despus de la introduccin de la imprenta en 1842, surge la
primera novela caboverdiana: O escravo (1856), de Jos Evaristo dAlmeida. En esta etapa inicial debemos sealar el Liceo-Seminario de So
Nicolau, como una institucin que contribuy notablemente para el
surgimiento de una clase de letrados.
En la dcada entre 1926 y 1935 tenemos el llamado perodo Hesperitano, entre la evasin y la bsqueda, a partir de la temtica en torno
a las mticas islas Hesprides de Estrabn, vinculadas a la leyenda de la
Atlntida. En estos aos aparecen libros de poesa como Hesprides
(1930) de Pedro Cardoso, o Arquiplago (1935) de Jorge Barbosa.
La aparicin de la revista Claridade en 1936 pretender hincar los
pies en la tierra caboverdiana al tiempo que aprovecha el ejemplo de los
modernismos portugus y brasileo. Su lder es Baltasar Lopes* (19071989), autntico patriarca de las letras caboverdianas. Autor de la ms
clebre novela caboverdiana: Chiquinho (1947) y del libro de cuentos Os
trabalhos e os dias (1988), Baltasar Lopes firmar su poesa reunida con
el ttulo de Cntico da manh futura (1986) con el pseudnimo Oswaldo
Alcntara. Chiquinho es una novela de aprendizaje que narra el itinerario de la aldea a la ciudad, y de ah al extranjero. Asimismo es notable su
labor como ensayista: Cabo Verde visto por Gilberto Freyre (1956) y O dialecto
crioulo de Cabo Verde (1957).
Otros miembros del grupo claridoso son Manuel Lopes (Chuva
braba, 1956; Os flagelados do vento leste, 1969) y Aurlio Gonalves (O enterro de nh Candinha Sena, 1957; Noite de vento e biluca, 1977). Ellos son
considerados como los creadores de la literatura caboverdiana entendida como un proyecto diferente del portugus, introduciendo temticas como la sequa y la emigracin.
En 1944 la revista Certeza continuar esta lnea, aunque acen-
265
tuando la temtica social en sentido neorrealista. Algunos nombres a recordar de este momento son Antnio Nunes, Arnaldo Frana y Orlanda
Amarlis (Cais-do-Sodr t Salamansa. Contos, 1974), adems del portugus
Manuel Ferreira. Otros autores continuarn esa lnea neorrealista: as
Lus Romano con la novela Famintos (1962); y Teixeira de Sousa, con las
narrativas Ilhu de contenda (1978), o Xaguate (1988).
A finales de los aos 50 se produce una ruptura protagonizada por
los escritores unidos en torno al Suplemento Cultural. La publicacin ms
significativa para entender el nuevo periodo es el ensayo de Onsimo
Silveira titulado Consciencializao na literatura cabo-verdiana (1963), cuya
idea central es que Cabo Verde debe mirar hacia frica. A esta generacin, que introduce el tema de la nacionalidad literaria, pertenecen autores como Gabriel Mariano, Ovdio Martins, Aguinaldo Fonseca Terncio Anahory o Yolanda Morazzo. El anticolonialismo y antievasionismo
quedan patentes en el ttulo Gritarei, berrarei, matarei no vou para Pasrgada (1973) de Ovdio Martins.
En 1962 surge el grupo Sl, en el que se alinean poetas como: Oswaldo Osrio (Caboverdianamente construo meu amor, 1975); Mrio Fonseca (Mon Pays est une musique, 1986); o Armnio Vieira, autor que se dio
a conocer como poeta, pero que posteriormente ha publicado obras de
ficcin: O eleito do sol (1989), No inferno (2001).
En consonancia con el proceso de independencia poltica, los
aos setenta significan la madurez literaria de Cabo Verde, en un contexto de universalizacin de esta literatura. En esta lnea universalista
encontramos a varios autores fundamentales de los ltimos aos. Uno
de ellos es Joo Manuel Varela, que firma con los pseudnimos de Joo
Vrio y Timteo Tio Tiofe: O primeiro livro de Notcha (1975). Ms conocido es Corsino Fortes y su poesa de tono pico: Po & Fonema (1975),
rvore & Tambor (1986).
Entre los narradores de la posindependencia destaca Germano Almeida* (1945), cuya obra mezcla de realismo y fantasa, con buenas
dosis satricas ha traspasado las fronteras de Cabo Verde: O testamento
do Sr. Napomuceno da Silva Arajo (1991), Os dois irmos (1995), A famlia
Tiago (1998), Dona Pura e os camaradas de Abril (1999), O mar na Lajinha
(2004) y Eva (2006), son sus ttulos ms representativos. Por otra parte
Germano Almeida dirigi, juntamente con Leo Lopes, la revista Ponto
& Vrgula (1983-1987).
266
Otros autores recientes entre los que encontramos algunas mujeres son Vera Duarte (Amanh madrugada, 1993); Dina Salstio (Mornas
eram as noites, 1994); Euricles Rodrigues (Vtreas labaredas, 1992); Fernando Monteiro (Desassossego, 1994); Valdemar Velhinho (Relmpagos
em terra, 1995); o Mrio Lcio (Sob os signos da luz, 1994).
Debemos mencionar adems la creciente produccin en criollo
caboverdiano con autores como Manuel Veiga, autor de la primera novela en criollo (Oju dagu, 1987); o el poeta Kaboerdiano Dambar (Noti,
1964) dentro de la literatura de combate.
SANTO TOM Y PRNCIPE
Diferente es el caso de la pequea repblica de Santo Tom y Prncipe, cuya evolucin socio-histrica en muchos aspectos ha sido paralela
a la de Cabo Verde. Las dos islas de Santo Tom y Prncipe suman
menos de 1.000 km2 y una poblacin de unos 160.000 habitantes.
La literatura santotomense hunde sus races en la tradicin del
periodismo practicado desde la segunda mitad del siglo XIX. Entre los
precedentes debemos citar a Caetano da Costa Alegre (fallecido en
1890), autor de Versos (1916). Junto a l cabe destacar a Marcelo da
Veiga, cuya poesa reunida pstumamente en O canto do ossb (1989)
recorre seis dcadas y marca la evolucin en el proceso de toma de conciencia, desde el intimismo romntico y simbolista hasta la reivindicacin socio-poltica y cultural, como en el conocido poema frica
nossa! de 1935.
Ser, sin embargo, el poeta Francisco Jos Tenreiro* (1921-1963),
autor de Ilha de nome santo (1942) y de Corao em frica (1977), quien
marque el nacimiento de la literatura santotomense como literatura autnoma. De hecho, Tenreiro ha sido considerado como el primer poeta
verdaderamente africano de expresin portuguesa, en particular desde
la perspectiva de la Negritud, desde el orgullo de la raza y la exaltacin
telrica, lo que le lleva a adoptar cierto tono grandilocuente.
A partir de los aos 50 surge la generacin propiamente nacionalista con poetas reivindicativos como Toms Medeiros, Manuela Margarido o Alda do Esprito Santo ( nosso o solo sagrado da terra, 1978); pero
tambin narradores, como Sum Marky: No altar da lei (1962), novela que
denuncia la masacre de Batep, ocurrida en 1953.
267
Los aos 70 estuvieron inevitablemente marcados por una fase eufrica de panfletarizacin de la escritura en torno a la independencia nacional. Posteriormente surgen iniciativas interesantes como la revista
Bat Mon, editada por la Unio Nacional dos Escritores e Artistas Sotomenses. En relacin con la actual literatura santotomense podemos
citar poetas como Ato Bonfim y Carlos do Esprito Santo (Poesia do colonialismo, 1978), y narradores como Sacramento Neto y Frederico Gustavo
dos Anjos. Dos nombres femeninos con presente y futuro son Olinda Beja
y Conceio Lima. Sealemos que, como autor teatral, Ato Bonfim es
autor de piezas como A berlinizao ou a partilha de frica (1987).
GUINEA-BISSAU
Mucho menos significativo es el lugar ocupado por la literatura de
este pequeo pas de la antigua frica portuguesa: 36.120 km2 y una poblacin aproximada de 1.350.000 habitantes. Con razn seala Francisco Salinas Portugal que Guinea-Bissau es la pariente pobre de las literaturas africanas de lengua portuguesa, constituyendo durante mucho
tiempo algo as como un espacio vaco. Tengamos en cuenta que el primer peridico independiente, titulado Ecos da Guin, no aparece hasta
1920 y ciertamente se trata de una literatura tarda y escasa, subordinada durante mucho tiempo a la de Cabo Verde.
Los inicios hay que buscarlos entre escritores coloniales como Fernanda de Castro y Fausto Duarte. Carlos Semedo, con Poemas (1963),
ser el primer poeta guineano que aparece con libro publicado, iniciando as la consolidacin de una historia literaria escrita. Las tres
grandes voces poticas de Guinea-Bissau son Antnio Batic Ferreira
(poesas dispersas); Vasco Cabral: A luta minha primavera (1981); y Helder Proena: No posso adiar a palavra (1982). No debemos olvidar al carismtico Amlcar Cabral, lder del PAIGC (Partido Africano para a Independncia da Guin e Cabo Verde) y autor de poesas dispersas,
adems de algunos ensayos polticos muy infuyentes en toda el frica
portuguesa.
Dos antologas marcan poticamente la dcada de los 70: Poilo.
Caderno de poesias (1973) y Mantenhas para quem luta! (1977), que recoge
la poesa ms especficamente militante. De modo anlogo, una serie de
publicaciones colectivas marcarn el devenir potico posterior: Antolo-
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que dicho proyecto cultural se enmarca dentro del proceso de recuperacin y de reescritura de la memoria histrica y cultural guineana
como se puede apreciar en los textos de autores como Rafael Mara Nze,
Constantino Ocha, Esteban Bualo Bokamba, Jos Esono, Francisco
Obiang, Marcelo Asistencia Ndong Mba y en Cuando los combes luchaban
(novela de costumbres de la Guinea Espaola) (1953), de Leoncio Evita
Enoy, la primera novela escrita en lengua castellana por un guineano.
Segn observa el propio autor, Cuando los combes luchaban es una novela
etnolgica de las costumbres de la tribu combe51. La ancdota gira en
torno a la descripcin muy detallada de las costumbres y de los rituales
del grupo tnico combe. En este sentido, la novela de Evita se enmarca
dentro de la tradicin literaria que ha caracterizado los primeros textos
africanos escritos en lenguas europeas. Si bien Evita se vale del castellano para vehicular su discurso, lo subvierte o, por usar la expresin de
Gilles Deleuze y Felix Guattari(1975), desterritorializa el castellano para
luego reterritorializarlo segn el crtico senegals Alioune Tine(1985). En
efecto Leoncio Evita, siempre siguiendo a Tine, codifica conscientemente la interferencia lingstica ndowe dentro del castellano. Su objetivo es recuperar su voz y crear un espacio de adhesin y solidaridad propio. La invasin del otrora espacio discursivo monopolizado por el
europeo, esa apropiacin de la lengua castellana por el africano es lo
que el escritor y crtico malgache Jacques Rabemananjara llama un secuestro de la lengua castellana en el caso que nos ocupa. Rabemananjara
recalca en este sentido que, [ils] nont pas laisse intacte cette langue
vole; loin d tre assimils par elle, ce sont eux qui lassimilent et la
transforment.(3) Esa nueva forma de decir y de aprehender la realidad
y el mundo del africano en castellano llev a Don Carlos Gonzlez Echegaray(1996), el prologuista de la novela, a afirmar:
En cuanto al estilo, he corregido algunas construcciones excesivamente
extraas a nuestra sintaxis y algunos errores de propiedad en la aplicacin de
los vocablos castellanos, pero he dejado a la obra en su estilo propio, que a las
veces puede parecer en la forma, duro, y en el fondo, ingenuo, pero que es una
muestra estilizada del castellano medio, hablado por nuestros negros(11).
Mbare Ngom Faye. Dilogos con Guinea, Madrid: Editorial Labrys 54, 1996: 33.
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Nous pouvons encore parler la mme langue que Franois Mauriac, utiliser les mmes vocables quHemingway. Mais nous navons plus le mme langage
queux: les mots, par le miracle de la transmutation, ont pris sur nos lvres et
sous notre plume un contenu quils nont plus et nauront jamais acquis chez
leurs usagers dorigine (3)
En efecto, Leoncio Evita se vale de esa lengua de prstamo o secuestrada, segn el caso, que es el castellano para cuestionar la visin
maniquea de la realidad colonial y, de paso, la ideologa colonial. A tal
efecto, Leoncio Evita afirma: Personalmente, sent gran satisfaccin
por abrir aquella pequea brecha en el dique del monopolio de la discriminacin intelectual (Citado en Ngom, Dilogos 32).
En 1962, Daniel Jones Mathama publica Una lanza por el boab, la segunda novela escrita por un guineano durante la poca colonial, pese a
que una de las pginas interiores rece errneamente primera novela
de la Guinea Espaola. Relato personal, el texto de Jones Mathama defiende la situacin colonial. El narrador critica sin contemplaciones a
los personajes nativos y sus costumbres mientras hace una verdadera
apologa de la colonizacin espaola. En este sentido, Una lanza por el
boabi es, parafraseando a la crtica Lylian Kesteloot (1965), un naf pangyrique de lEspagne(21)52. Ambas novelas, las nicas de ese perodo,
nos dan perspectivas diferentes y opuestas sobre lo que Georges Balandier llama le fait colonial.
En los aos 60 del siglo XX, una nueva generacin de escritores nativos hace su aparicin en el escenario literario en la Guinea Espaola.
Introducen un nuevo gnero literario hasta entonces sin cultivar: la
poesa. Las constantes temticas de ese discurso lrico emergente giran
en torno a Guinea Espaola y a frica en un momento histrico marcado por el auge del nacionalismo y las primeras independencias53. Pese
a su fuerte contenido nacionalista, los poemas aparecen en rganos
como bano, Poto-Poto, Bant, La Guinea Espaola y Guinea Ecuatorial.
Guinea Ecuatorial consigue su independencia el 12 de octubre de
1968. En marzo de 1969, Francisco Macas Nguema, el presidente electo
denunci una tentativa de golpe de estado y se apoder del poder.
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En enero de 1971, el gobierno espaol declar Materia Reservada toda informacin relativa a Guinea Ecuatorial, la ley estuvo vigente hasta octubre de 1976.
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1995.
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mora Segorbe, tambin su primer poemario aunque, es menester recordar que el autor lleva escribiendo desde los aos 60, explorando gneros tan dispares como la narracin corta, la poesa, la msica y el ensayo.
Francisco Zamora acaba de publicar su ltimo poemario, Desde el viyil y
otras crnicas. Ese mismo ao, se publica La Carga (Valencia, 1999), novela corta de Juan Toms vila Laurel, y en el 2000, Cenizas de Kalab y
Termes, la primera novela de Jos Siale Djangany, un texto con fuertes
matices autobiogrficos; y en el 2004 sale su segunda entrega, La revuelta
de los disfraces, una coleccin de tres narraciones cortas, y ms recientemente, Autorretrato de un infiel (2007). En el ao 2002, Juan Toms vila
Laurel entrega la novela corta Nadie tiene buena fama en este pas. Juan
Toms es, sin lugar a dudas, el autor ms prolfico y polifactico de Guinea Ecuatorial. Adems de cultivar gneros literarios tan dispares como
la poesa, la novela, el cuento, el teatro y el ensayo, es autor de ms de
una docena de obras. Sus ltimas entregas son la coleccin de relatos
Cuentos crudos (2007) y la novela Avin de ricos, ladrn de cerdos (2008).
En Guinea Ecuatorial en cambio, la fundacin del Centro Cultural
Hispano-Guineano de Malabo a principios de los aos 80, con el objetivo de promover activamente y difundir la cultura guineana e hispnica
en el pas y en el extranjero. Adems de organizar un amplio abanico de
actividades culturales, el Centro dispona de una editorial y publicaba
dos rganos, Africa 2000 y El Patio hasta el cierre del Centro Cultural
Hispano-Guineano en 2002 y la consiguiente desaparicin de estas revistas. La revista frica 2000 ha jugado un papel primordial en la promocin y difusin de la literatura guineana escrita en espaol. Por un lado,
dio a conocer en Guinea Ecuatorial, la obra de los escritores del exilio y
la de aqullos cuya trayectoria literaria se inici fuera del pas. Por otra
parte, sirvi de trampoln a los escritores noveles que estaban dando sus
primeros pasos narrativos o lricos al abrirles sus pginas. se es el caso
del malogrado narrador Antimo Esono Ndongo, de los poetas Carlos
Nsue Otong, Gerardo Behori Sipi, Jernimo Rope y de los narradores y
novelistas Mara Caridad Riloha, Desiderio Mbomio y Joaqun Mbomio
Bacheng. Junto a ellos, se poda encontrar a veteranos de la pluma, pero
desconocidos en el pas, como Anacleto Ol Mibuy y Mara Nsu
Ange, entre otros.
A mediados de los aos 2000, abren sus puertas los Centros Culturales Espaoles de Guinea Ecuatorial, en Malabo y Bata. Estos centros
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Hroes (2008). Otros autores que han publicado durante ese mismo perodo incluyen al novelista Jos Eneme Oyono, Ms all del deber (200) y El
hospital de la muerte (2008); el novelista y poeta Inocencio Engon, Nostalgias de un inmigrante (2002) y El verbo a caballo (2005); el poeta Carlos
Nsue Otong, Balbuceos (2008); Remei Sipi Mayo, Guillermina Mekuy,
Juan M. Davies, y Csar Mba Abogo, Nny-Meneml Ldjam (Hermio
Trevio) y Paloma del Sol, entre otros. En los ltimos quince aos, la novela y la poesa sobresalen como los dos gneros que han conseguido
consolidarse y crear un espacio expresin muy claro y slido.
En la actualidad, coexisten tres generaciones de escritores guineanos en la literatura africana de expresin castellana. Su escritura, desde
distintas plataformas expresivas, ha contribuido a desenclavar esa literatura y convertirla en una produccin cultural dinmica, creativa y original. Si bien la mayora de los creadores escriben desde la transterritorialidad del exilio, siguen reflexionando, desde la atalaya de esa periferia,
sobre el ser africano y el ser guineano.
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ARTES ESCNICAS Y PLSTICAS
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tivos en frica desde principios de los aos 70 y contina siendo de importancia esencial para la concienciacin de comunidades sobre diversos conflictos y problemas cotidianos que les ataen directamente
(salud, drogadiccin, embarazos no deseados en adolescentes, etc.) y
para los que se intentan buscar soluciones4. Este teatro de comunidad
sigue muy de cerca las lneas trazadas a finales de los aos 60 por el director brasileo Augusto Boal cuya filosofa dej establecida en su libro El
teatro del oprimido (traducido al ingls como The Theatre of the Oppressed) y
en los mltiples talleres que ha impartido desde entonces por todo el
mundo. En el teatro de Boal los espectadores son realmente espect-actores
(segn el trmino acuado por el propio Boal) pues participan activamente en las representaciones teatrales que se llevan a cabo para debatir
y reflexionar (e intentar buscar soluciones) sobre los temas que se presentan en el escenario y que les conciernen muy directamente. De ah
que Boal pretenda que estas representaciones teatrales sean realmente
un ensayo para el cambio social (citado en Gilbert, 2001, 5), objetivo fundamental del teatro de comunidad. En ese proceso de bsqueda la transformacin se efecta tanto en actores como en espectadores. Y esto es
precisamente lo que parece verse en el teatro negroafricano postcolonial, algo que, por otra parte, no es ajeno a las culturas africanas ya que
4
En Espaa, el profesor de filosofa congoleo Jean de Dieu Madangi fund y estableci en Alcorcn (Madrid) la compaa de Teatro Bwato y una revista intercultural
hace unos seis aos. En las representaciones teatrales que realizan para la comunidad se
incluyen tanto obras de dramaturgos africanos reconocidos internacionalmente (Wole
Soyinka, por ejemplo) como creaciones realizadas por el propio Madangi y los miembros de su grupo teatral. En su pgina web (www.bwato.org) definen as esta organizacin y grupo teatral:
Bwato es el nombre de una embarcacin ligera, una piragua. Es el smbolo del ideal que anima a los miembros de esta Asociacin: el acercamiento sereno, veraz y respetuoso entre las personas y sus culturas. Embarcarse significa
estar dispuestos a iniciar un viaje, a salir del terruo que asfixia y acercarse a orillas aparentemente lejanas. En el aislamiento crecen falsos bucolismos, opiniones inalterables, ideologas excluyentes, divinidades empequeecidas [].
Bwato proyecta un viaje fascinante con una pasin secreta: generar impulsos
para construir espacios nuevos de libertad y dignidad para aquellos que los anhelan. A travs de la revista que la sustenta, a travs de sus proyectos de desarrollo y de otras actividades de carcter intercultural, la Asociacin Bwato pretende
romper algunas barreras y salir de los lmites angostos de realidades que suelen
impedir un crecimiento pleno.
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dente, los espacios abiertos, y/o espacios escnicos circulares o semicirculares estn mucho ms extendidos en frica; y cuando se acta desde
un escenario elevado en un recinto cerrado, tampoco se mantiene la
cuarta pared entre intrpretes y espectadores.
Continuando con el contraste entre teatro occidental y negroafricano, hay que destacar que a lo largo de la historia del teatro occidental,
respetando las teoras del Arte Potica de Aristteles, se han escrito textos
dramticos cuyos argumentos eran en su mayora lineales, buscando
que la accin de esos textos estableciera una empata entre espectador y
protagonista causada por una fuerte emocin (catarsis) producida, a su
vez, por sentimientos de piedad y miedo hacia dicho personaje. Hasta el s.
XIX, sin embargo, en las obras del teatro occidental se observaba el predominio de personajes tipo (exceptuando personajes creados por algunos dramaturgos como Sfocles, Shakespeare y/o Caldern de la Barca
cuya delineacin de personajes era psicolgicamente ms compleja). A
partir del s. XIX, con las teoras de Sigmund Freud sobre la divisin de la
psique, se nos revela la existencia del subconsciente a travs del cual podan explicarse los comportamientos y estudiar los efectos de la represin sexual en los seres humanos. Junto con el descubrimiento de las
teoras de Freud, se dieron otros dos: la fotografa y las teoras del positivismo de Auguste Comte y de medicina experimental de Claude Bernard quien demostraba los efectos que el entorno tena sobre el funcionamiento de los rganos y los cambios qumicos del cuerpo en el
comportamiento del ser humano. A partir de este momento, las obras
teatrales occidentales van a mostrar un carcter marcadamente realista/naturalista no slo en las detalladas acotaciones sobre la decoracin, vestuario, gestos y movimientos de los personajes, sino tambin el
meticuloso diseo de la escenografa (se acaba con el escenario vaco) y
en la creacin de personajes con una carga psicolgica muy compleja.
Desde entonces, el teatro occidental ha continuado con esta lnea
realista/naturalista como tcnica predominante, manteniendo un paralelismo con la tcnica similar de interpretacin para actores a partir del
mtodo del director ruso Konstantin Stanislavsky sobre el que el norteamericano Lee Strasberg (aunque con marcadas diferencias) bas el
suyo (Method Acting) y con el que se han formado actores tan conocidos como Marlon Brando, Dustin Hoffman o Robert de Niro, por nombrar unos cuantos. Sin embargo, como reaccin a esta tendencia rea-
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lista/naturalista surgieron todas las manifestaciones teatrales de vanguardia del s. XX (teatro expresionista y surrealista, teatro del absurdo,
el teatro poltico de Edwin Piscator, el teatro pico (tambin poltico)
de Bertolt Brecht y los diferentes movimientos de teatro experimental
de los aos 60, entre los que se incluyen los de Teatro Negro y Teatro
Campesino en los Estados Unidos y el Movimiento de Concienciacin
Negra de finales de los aos 60 y 70 en Sudfrica, por mencionar algunos ejemplos). Dentro de las tcnicas de interpretacin tambin surgieron nuevas propuestas, como fue el caso del director polaco Jerzy Grotowski y su teatro pobre, tcnicas que fueron ampliamente utilizadas por
los directores/actores negros norteamericanos y sudafricanos.
Hay que destacar, sin embargo, que, cuando los artistas y tericos
occidentales ms vanguardistas emprendieron su bsqueda de frmulas nuevas tanto en las tcnicas de interpretacin como en la orientacin y estilo de los textos dramticos, estos artistas volvieron su mirada
a otras culturas, en concreto, a las culturas de Asia (China, India y
Bali), cuyos cimientos estaban firmemente asentados en la oralidad y
en el simbolismo del lenguaje hablado, el movimiento, y el gesto elementos tambin comunes a las tradiciones africanas. Ms recientemente, el director britnico Peter Brook (como ya hiciera tambin el
brasileo Augusto Boal) ha seleccionado y utilizado material recogido
durante sus viajes por frica. Brook y su compaa pudieron experimentar en algunas poblaciones el teatro tal y como poda encontrarse
en el frica precolonial. El teatro, por tanto, no es un gnero nuevo en
el continente africano; ha estado siempre presente a travs de diferentes expresiones como fiestas y ceremonias, rituales, danzas, narraciones
de historias y otras formas artsticas que sintetizaban la palabra hablada
con el espectculo, la danza y el ritmo e integraban diferentes maneras
de expresin (Diakhat 17). Por tanto, lo que directores occidentales
como Brecht, Grotowski y otros estudiosos del arte teatral proponan
como novedoso, ya exista en las culturas negroafricanas. En esta lnea,
Don Rubin ha afirmado que lo que buscaban artistas teatrales de la
talla de Brook, Brecht, Grotowski o Boal era el reconocimiento y comprensin del papel que jugaba la interpretacin en la vida diaria para
ampliar la visin de que el teatro no se limita necesariamente a unas
horas en un recinto cerrado (15). Y de todos ellos, ha sido precisamente el brasileo Boal el que ms ha mantenido el encuentro y di-
291
logo real entre actores y espectadores debido probablemente a su estrecha relacin con las culturas indgenas latinoamericanas.
Asimismo, al estudiar el teatro negroafricano postcolonial, deben
tenerse en cuenta ciertas consideraciones importantes, como por ejemplo el hecho de que el teatro occidental fue introducido por los pases
colonizadores y, por tanto, las comunidades africanas fueron expuestas
y se habituaron al teatro occidental. El teatro occidental de la poca colonial estaba especialmente diseado para oficiales y tropas coloniales y,
en consecuencia, reproduca los patrones imperialistas de estilo, tema y contenido. Aunque se incluan algunos elementos locales, stos mantenan los
estereotipos creados por los colonizadores acerca de la poblacin africana (Gilbert & Tompkins 11). En el proceso de creacin teatral en
estos sistemas culturales hbridos postcoloniales (que incluan tambin
la convivencia de lenguas occidentales con las nativas africanas) y tras
conseguir la independencia se continu con la combinacin de tcnicas
occidentales y elementos nativos tradicionales africanos.
Ha sido precisamente este hibridismo de formas el que ha hecho
de este teatro postcolonial surgido en diferentes pases un teatro genuino y nico que muestra unos rasgos comunes, como han sealado
Gilbert and Tompkins: una respuesta a la experiencia del imperialismo,
ya sea directa o indirectamente; representaciones para la continuidad
y/o regeneracin de las comunidades colonizadas; producciones que
muestran una concienciacin sobre la identidad africana; y/o representaciones que cuestionan la hegemona que impregnan las producciones
imperialistas (11)6. Es de destacar que casi todas las dramaturgas y dra6
Sin embargo, al referirse al teatro actual post-apartheid en su pas, el dramaturgo sudafricano Zakes Mda, seala que las obras se van alejando ms de ese tono poltico anticolonial para centrarse ms en las relaciones entre las personas, algo que, por
otro lado, incide en esa bsqueda de afirmacin de identidad africana actual: Black
playwrights have reinvented themselves too, as reflected by the plays [performed recently at the] Young Writers Festival at the Market Theatre. One finds less of the themes
that are overtly political and more on relationships. Es importante destacar que el caso
de Sudfrica es diferente al que se ha vivido o vive en otros pases africanos, en los que su
teatro sigue siendo marcadamente poltico y crtico con el neocolonialismo existente.
Mda deja claro, sin embargo, que el teatro en Sudfrica est ms vivo que nunca como lo
prueba el hecho de que es posible ver dos nuevas obras por semana a lo largo de una
ao entero, con una media de seis semanas durante las cuales se mantiene la obra en
cartel (287).
292
OLGA BARRIOS
Un ejemplo de este tipo de teatro son las obras Anowa de la ghanesa Ama Ata
Aidoo o Once Upon Four Robbers rase una vez cuatro ladrones del nigeriano Femi Osofisan. En la obra de Aidoo aparecen dos ancianos con opuestos puntos de vista para los
que el pblico tendr que buscar una reconciliacin o decisin. En el caso de Osofisan,
se le pide al pblico que decidan cul debera ser el final de los cuatro ladrones, para lo
que se requiere que el pblico debata las opciones posibles antes de dar una respuesta.
293
El nacimiento, florecimiento y establecimiento del teatro postcolonial negroafricano que ahora conocemos se fue fraguando especialmente a lo largo del siglo XX, y yo aadira que, aparte de la filosofa del
panafricanismo, las dramaturgas, dramaturgos y tericos teatrales afronorteamericanos contribuyeron de forma determinante en la evolucin
del teatro negro, en particular, y en la de las artes escnicas, en general.
El filsofo y escritor afronorteamericano W. E. B. Du Bois, impulsor principal del Movimiento Panafricanista que comienza a principios del siglo
XX, fue quizs uno de los ejes principales en promover el nacimiento de
un teatro de verdadera concienciacin negra en los aos 208 que comienza a alejarse de los estereotipos creados sobre esta comunidad por
el mundo occidental blanco.
Du Bois consideraba que el teatro negro deba 1) tener una temtica especfica sobre la comunidad negra, 2) ser escrito por escritores
negros, 3) ser producido para la comunidad negra y, 4) ser representado cerca de los barrios negros (Huggings 292). Ms adelante, los Movimientos de las Artes Negras y de Teatro Negro de los aos 60 en Estados Unidos continuaron y reforzaron lo que Du Bois ya haba propuesto
unos cuarenta aos antes. De este modo, el dramaturgo afronorteamericano Woodie King en los aos sesenta subrayaba la necesidad de destruir el papel al que la comunidad negra haba sido relegada en el teatro
de blancos y expresar amor hacia uno mismo y hacia la familia personal,
nacional e internacional a la que pertenecan (7). El nuevo teatro negro
que floreci con tanta fuerza en los Estados Unidos durante los aos 60
conllevaba el compromiso artstico, social y poltico adoptado por sus
dramaturgos con la comunidad negra. Segn el dramaturgo, poeta y
principal lder afronorteamericano del Movimiento de las Artes Negras,
Amiri Baraka, los artistas negros deba dedicarse a desarrollar y defender las necesidades actuales de la comunidad negra para poder construir el futuro (1971, 97) nocin que tanto el teatro escrito como el
teatro de comunidad en frica lleva desarrollando desde los aos 70.
8
Aos de florecimiento del arte negro en los estados Unidos conocidos como
Harlem Renaissance.
294
OLGA BARRIOS
Los Movimientos de las Artes y de Teatro Negro en los Estados Unidos estuvieron influenciados igualmente por las filosofas de los Movimientos Panafricanista y de la Negritud que incidan en una concienciacin negra y en un alejamiento de los conceptos occidentales que
haban sido impuestos sobre las culturas de frica y de la dispora africana, as como por la filosofa del psiquiatra y escritor martiniqus
Frantz Fanon9. Adems, al obtener la independencia un gran nmero
de pases africanos a finales de los aos 50, se afianz an ms la idea de
crear un arte/teatro independiente que se alejara de la esttica occidentales y desarrollar un estilo propio que poda encontrarse en la cultura
negra norteamericana, lo cual acab plasmndose en un manifiesto elaborado por los artistas negros de estos aos en Estados Unidos. Este manifiesto tuvo una enorme repercusin en las creaciones teatrales que comenzaron a producirse en frica y en las comunidades negras de la
dispora, al tiempo que los artistas afronorteamericanos tambin seguan muy de cerca las obras de los dramaturgos africanos del momento, algunas de las cuales fueron llevadas a los escenarios en Estados
Unidos10. Esta nueva esttica negra intentaba otorgar el empoderamiento que la comunidad negra necesitaba mediante una concienciacin social que le ayudara a destruir falsos estereotipos creados sobre
ellos y abrazar la belleza de la cultura afronorteamericana a la que pertenecan.
9
ntimo amigo y alumno de Aim Cesaire, Fanon estudi medicina y psiquiatra
(tambin literatura y teatro) y, posteriormente, al estar como residente en psiquiatra en
Saint-Alban (Francia), conoci al psiquiatra cataln Francois Tosquells que influy en la
creacin de las nuevas ideas de Fanon al subrayar la importancia, a menudo ignorada,
de la cultura en los estudios de psicopatologa. Sus teoras se basaban en los efectos destructivos del racismo colonial sobre los colonizados y sobre los colonizadores.
10
A la nueva esttica defendida por los artistas negros norteamericanos de los
aos 60 yo la he deominado Aesthetics of Self-Affirmation (esttica de auto-afirmacin) en
el estudio que he realizado especficamente sobre el Movimiento de Teatro Negro. Para
una informacin ms detallada sobre esta esttica, vase Olga Barrios, Captulo II The
Black Theatre Movement: Aesthetics of Self-Affrmation (49-71); Black Aesthetics (7378); y Black Women Aesthetics (109-115) en The Black Theatre Movement in the United
States and in South Africa (2008).
295
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lonizar una cultura o un pas, primero debemos ser capaces de descolonizar nuestra mente.
Lo que proponan los artistas afronorteamericanos a la hora de
crear su teatro, era ahondar en su propia cultura de profundas races africanas, hacindola visible, sacndola de la oscuridad en la que Occidente
la haba sumido por considerarla carente de cualquier valor. En consecuencia, al recuperar esas races africanas que eran parte de la cultura
afronorteamericana, combinadas con la educacin occidental que haban recibido, los artistas de los Movimientos de las Artes y del Teatro
Negro trasladaron a su arte la realidad de un hibridismo que exista en
ellos y que resultaba de la combinacin de elementos culturales africanos
y occidentales. Esta combinacin haca de su arte algo nico y genuino.
Por otro lado, al tiempo que tomaron como referencia valores inherentes a las tradiciones culturales africanas, tambin tomaron como
referencia a los intelectuales ms vanguardistas en teatro occidental
(mencionados antes) que, a su vez haban buscado otras vas estticas no
occidentales para infundir vida al teatro occidental de corte naturalista/realista. Entre estos intelectuales se encontraban el alemn Bertolt
Brecht (quien se haba inspirado en la pera de Pekn) y su teatro poltico; el polaco Jerzy Grotowski (atrado por las expresiones artsticas de
la India) y su teatro pobre aplicado a la interpretacin actoral; el francs
Antonin Artaud quien, necesitado de nuevos lenguajes que se alejaran
del marcado nfasis otorgado al lenguaje de la palabra en el teatro occidental, encontr inspiracin en el lenguaje simblico de las danzas de
Bali. Adems de estos intelectuales vanguardistas y occidentales, otras
dos influencias muy importantes en el desarrollo de el teatro negro
postcolonial fueron el pedagogo brasileo Paulo Freire11 y su filosofa
11
Las teoras de Freire sobre educacin seguan la lnea ya marcada por Rousseau
(el nio como un aprendiz activo), pero l iba an ms all, apoyando este concepto en
lo que hoy se conoce como pedagoga crtica. Freire rechazaba la dicotoma establecida
entre profesor y alumno y sugera que deba existir una reciprocidad en nuestra nocin
de profesor/alumno. En su forma de entender el proceso de educacin, Freire pensaba
en la idea del profesor que aprende y del aprendiz que ensea, papeles bsicos que deban existir en la participacin del aula. Esta teora es uno de los intentos de implementar
la idea de democracia como mtodo educacional y no slo como una meta de la educacin democrtica. Las teoras recogidas en el libro de Freire La pedagoga del oprimido (publicado por primera vez en 1968) fueron adoptadas por los Black Panthers para poner
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las teoras de Grotowski. Eran grupos de teatro que estaban comenzando el trabajo de concienciacin negra sobre su pblico.
Las dramaturgas y dramaturgos de estos aos han reconocido la
enorme influencia que tuvieron los movimientos artsticos y sociales negros norteamericanos de los aos 60 (Black Power, los Black Panthers, y
eslganes como Black Is Beautiful) para infundirles fuerza en su lucha
contra el apartheid. Sin embargo, el movimiento cultural y artstico que
surgi en Sudfrica paralelo al movimiento social y poltico de concienciacin negra no lleg a formular por escrito un manifiesto como lo hicieron los artistas afronorteamericanos. De todas formas, a pesar de no
existir dicho manifiesto, al examinar las obras de esos aos y tras leer y
entrevistar a dramaturgos como Matsemela Manaka, Maishe Maponya o
Fatima Dike13, quedaba muy claro que haba unos puntos de unin y
una base terica que los una bajo el mismo movimiento artstico14.
Estos dramaturgos sudafricanos (la mayora de los dramaturgos, directores y actores en los aos 60 y 70 eran hombres, salvo alguna rara excepcin como Fatima Dike y, en los aos 80, Gcina Mhlophe) comenzaron a escribir un teatro de y para los desposedos (Theatre of the Dispossessed,
denominacin acuada por Manaka) para infundirles valor, recordarles
obras pona su nfasis especialmente en el trabajo actoral limitando al mnimo para sus
interpretaciones el apoyo en algn tipo de atrezzo. Este teatro segua de cerca la filosofa de Grotowski y del teatro pobre, un teatro que poda existir sin el texto, sin un escenario, sin iluminacin, pero nunca sin el actor sobre el que recaa el peso principal de la
produccin teatral, exigiendo una gran preparacin fsica. Estas obras teatrales fueron
representadas en salones de actos de centros culturales de las ciudades negras (townships), en patios, y en cualquier lugar que se poda adecuar para que el pblico de las comunidades negras pudiera recibir una buena dosis de entretenimiento. A dicho entretenimiento siempre acompaaba adems una exposicin y reflexin sobre los efectos tan
desastrosos que el apartheid estaba ejerciendo sobre la comunidad negra sudafricana,
totalmente empobrecida y sometida, algo con lo que era preciso terminar para conseguir su completa liberacin as como el reconocimiento de una cultura africana que el
apartheid haba intentado anular por todos los medios.
13
Entrevistas realizadas por O. Barrios a stos y otros muchos actores, actrices,
tericos y artistas durante mi estancia en Sudfrica en 1989 para llevar a cabo una investigacin comparada entre el teatro negro de Estados Unidos en los aos 60 y el de Sudfrica en los aos 70 y 80.
14
Para una informacin ms detallada, vanse los captulos Black Consciousness
Aesthetics (43-152) y Black South African Womens Voices (172-178) de Olga Barrios,
The Black Theatre Movement in the United States and in South Africa (2008.)
299
que tenan una cultura africana muy valiosa a la que pertenecan y que
estaba siendo aniquilada (como lo estaba siendo su identidad) por un rgimen racista que les obligaba a vivir como extranjeros en su propio pas
la comunidad negra tena que utilizar unos salvoconductos para poder
viajar de un lugar a otro dentro de Sudfrica. Adems, estos dramaturgos intentaban hacer del teatro un arte funcional, manteniendo as la
concepcin africana del arte, y llevndolo a la gente, a la comunidad
negra (principal protagonista, como lo era la comunidad negra norteamericana en los aos 60) con el fin de hacerles reflexionar sobre su situacin, movilizarlos para buscar posibles soluciones y acabar con la opresin bajo la que les tena sumidos el rgimen del apartheid. Como en
Estados Unidos, y en otros pases de frica (el nigeriano Wole Soyinka, o
el keniano Ngg wa Thiongo), muchos de los dramaturgos y actores de
estos aos fueron encarcelados por sus actividades teatrales ya que el teatro tena la capacidad de unir a la comunidad negra en una lucha comn
para conseguir sus derechos. El teatro en frica, por tanto, ha sido una
herramienta artstica importante de lucha para el cambio social y poltico que an hoy se sigue utilizando. Y, como en los Estados Unidos, el
teatro originado desde los aos 70 mantiene un hibridismo de elementos occidentales y africanos que hacen del mismo un teatro nico.
Aparte de la influencia de los movimientos artsticos y artistas afronorteamericanos, tambin a partir de los aos 60 hay que destacar cmo
en un buen nmero de pases africanos comienzan a surgir brotes teatrales importantes liderados por algunos dramaturgos y dramaturgas
cuya labor fue esencial a la hora de dejar sentados los cimientos de la
posterior trayectoria teatral que se ha continuado en el continente africano. Entre ellos sobresalen los nombres de Efua Sutherland, en
Ghana; Wole Soyinka, Zulu Sofola, Femi Osofisan y Tess Onweme en Nigeria; Ngg wa Thiongo en Kenya; o Werewere Liking en Camern.
Estas dramaturgas y dramaturgos realizaron estudios universitarios
sobre drama en el Reino Unido para retornar posteriormente a frica
donde continuaron con una fructfera labor teatral que repercutira en
otros artistas tanto dentro como fuera de sus respectivos pases. Todos
ellos se propusieron como objetivo rescatar la tradicin del arte teatral
y, a travs del mismo, intentar descolonizar la mente de la poblacin
africana y as recuperar su identidad cultural.
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W. E. B. Du Bois, el reconocido escritor y filsofo panafricantista afronortemaericano, decidi abandonar su pas natal (Estados Unidos) para asentarse y vivir sus ltimos das en Accra a donde se traslad en 1961, muriendo all dos aos ms tarde.
301
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teatro en las lenguas nativas africanas para que el teatro realmente pudiera ser visto y entendido por la mayor parte de la poblacin de Ghana
y no slo por una lite.
WOLE SOYINKA (NIGERIA, 1934- )
Efua Sutherland sent las bases de un nuevo teatro en Ghana que
se hizo visible especialmente a travs de la prctica: talleres para la escritura de obras teatrales y desarrollo de un teatro profesional, teatro infantil y teatro popular e itinerante y de comunidad. Por otro lado, Wole
Soyinka, aparte de su gran nmero de obras escritas, se ha centrado
sobre todo en establecer y explicar una nueva concepcin de teatro africano de tinte ms claramente poltico para el que ha creado unas formulaciones tericas que estn recogidas en sus libros de ensayo. En 1954
Wole Soyinka viaj al Reino Unido (Leeds) para completar sus estudios
en arte dramtico, volviendo a Nigeria en 1960 donde consigui formar
un grupo de teatro para producir su obra A Dance of the Forests. La obra le
cre muchas enemistades tanto de los africanos que defendan el movimiento de la Negritud como de los gobernantes que se vieron agredidos
pues la obra de Soyinka condenaba el abuso de poder y de corrupcin
que el colonialismo haba dejado implantado en frica. Como seala
William McPheron, los crticos de Soyinka fueron incapaces de ver que
la intencin del dramaturgo era sugerir la liberacin de frica, an bajo
el yugo del imperialismo occidental al que haba estado sometida, proponiendo la creacin de una nueva frica.
Soyinka planteaba la reformulacin de los mitos nativos Yoruba
para acomodarlos a la realidad contempornea y la construccin de un
futuro, abriendo el camino a una bsqueda individual y sociocultural.
De 1960 a 1967 pas los aos investigando con la esperanza de ayudar a
conseguir un renacimiento de frica y esa bsqueda la realiz a travs
de la continua y genuina creatividad de sus obras teatrales. En estos
aos, aparte de escribir sus obras teatrales, tambin trabaj para la televisin y la radio y cre un grupo de teatro de guerrilla. Adems de desafiar
a las autoridades gubernamentales nigerianas en todas sus obras teatrales, Soyinka comenz a implicarse personalmente en poltica, todo lo
cual le llev a ser encarcelado extra-judicialmente durante ms de dos
aos, pasando la mayor parte de este tiempo en una celda de aisla-
303
En ingls, fourth stage. La palabra stage en ingls tiene varios significados, entre
ellos y, aparte de estadio o fase, tambin significa escenario.
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Para mayor informacin sobre la teora del Third Space de Bhaba, vase The Location of Culture (1994), pginas 36-39.
20
El camino de compromiso con el arte comenzado por Soyinka ha sido continuado por un gran nmero de dramaturgas y dramaturgos en Nigeria. Hay que destacar
el trabajo de Zulu Sofola, contempornea de Soyinka, o del dramaturgo Ola Rotimi. Sin
embargo, los dos escritores cuyas producciones son ms conocidas y siguen llenando las
salas de los teatros actualmente en Nigeria son Femi Osofisan y Tess Onwueme. La obra
teatral del dramaturgo y profesor de teatro de universidad Osofisan es polticamente
ms explcita y su trayectoria artstica muestra el compromiso social y poltico mantenido con el arte teatral desde que comenz a dedicarse a l. Segn Reuben Abati, Osofisan decidi contraer matrimonio con la cultura y literatura populares para utilizarlas
como armas de lucha ideolgica, como parte de una generacin de escritores
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Esta produccin condenaba, entre otras cosas, la corrupcin de los ms poderosos as como el imperialismo cultural y religioso impuesto por Occidente. En relacin
a las medidas tomadas por las autoridades contra este teatro que acabaron por destruir
en 1982, Ngg ha comentado: The authorities changed the name of the Kamrth
Community Education and Cultural Center to Kamrth Polytechnic and Adult Literacy Center, while banning all theatre activities in the area. At the entrance of the open
air theater (now destroyed) there stood a board with the inscriptions Muci wa muingi in
Gikuyu, and Mji wa umma in Kiswahili. Both phrases meant the same thing: A Peoples
Cultural Center (1983, 51). La cita subraya cmo el gobierno cambi el nombre del
Centro Cultural de Kamrth al tiempo que prohiba todas las actividades teatrales de
la zona. En la entrada al teatro al aire libre, ahora ya destruido, an se poda leer la inscripcin in gikuyu que deca Centro Cultural del Pueblo.
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nos considera ms conveniente escribir en ingls o francs con incursiones de lxico y locuciones caractersticas de sus lenguas maternas
africanas.
Con el proyecto teatral de Kamrth, aparte de haber desafiado
al gobierno al utilizar una lengua africana, Ngg haba desafiado adems la arquitectura del tpico teatro occidental al crear un teatro al aire
libre. Con ello, el dramaturgo pretenda que este teatro se convirtiera
en parte de la experiencia de esa comunidad de campesinos como lo
haban sido los rituales, la msica, la danza, las fiestas, etc., antes de la
colonizacin. Con la construccin de este teatro, Ngg, por tanto, estaba desafiando el papel ejercido por el Teatro Nacional en Kenia, el
nico en el que se realizaban producciones teatrales, todas ellas de dramaturgos occidentales. Otro factor importante en la puesta en marcha
de este proyecto en Kamrth fue que, mientras se escriba la obra, se
cont con la participacin activa de la comunidad en la creacin artstica
de la misma, tanto en el texto como en el proceso de produccin de la
misma (Pelton web). Todo este experimento completo, por tanto, retomaba los valores africanos en el que tanto artista como pblico (comunidad) eran parte integrante de las fiestas, representaciones teatrales,
danzas o cualquier otro espectculo algo que tambin desafiaba la esttica y puesta en escena de las obras teatrales occidentales. Segn
Frances Harding, este teatro de la comunidad de Kamrth tena el
poder de generar una accin poltica (8). Su ejemplo ha sido emulado
por otras comunidades en frica que han continuado realizando el teatro de comunidad especialmente popular desde los aos 70.
EL TEATRO DE COMUNIDAD (THEATRE-FOR-DEVELOPMENT)
Durante los aos 70 comienza a extenderse por el continente africano el teatro de comunidad (Theatre-for-Development), una iniciativa tomada por la clase media en la mayora de los casos y, casi siempre, teniendo como base las universidades, con la intencin de proporcionar
empoderamiento a los ms desfavorecidos y marginados (Eyoh 1987, 61)25.
25
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Curiosamente, este teatro de comunidad parece mantener la base terica y esttica sobre la que se basaban los movimientos teatrales norteamericano negro y negro sudafricano, el proyecto del keniano Ngg y el
teatro de comunidad promovido por la ghanesa Efua Sutherland. El teatro de comunidad puede representarse en mltiples y variados escenarios: iglesias, patios, calles de la ciudad o en zonas rurales, etc. Es un teatro que siempre sale en busca de su pblico, no permanece en espera de
que el pblico vaya a su encuentro. En muchos casos, desde la propia
universidad, estudiantes y profesores de teatro hacen un trabajo de
campo visitando y viviendo en contacto directo con una comunidad especfica para conocer cul es la problemtica que les preocupa y, tras su
investigacin, comienzan a trabajar en el texto en cuya elaboracin a
veces tambin participan miembros de la comunidad, como participan
igualmente en la produccin de las obras. Este tipo de teatro se ha
desarrollado especialmente en algunos pases del continente como
Senegal, Nigeria o Ghana26.
Podra decirse que este tipo de teatro se caracterizara por los siguientes componentes: a) su objetivo principal es concienciar y educar
a los sectores marginales (ya sean en barrios urbanos o en zonas rurales)
de una comunidad concreta (normalmente sectores que no tienen acin Development (1999) y Hanset Ndumbe Eyoh, Theatre and Community Education:
The Africa Experience (1987).
26
El teatro del oprimido de Augusto Boal, desde principios de los aos 70, utiliza diversas tcnicas y escenarios para llevar a cabo este tipo de representaciones que Boal
considera un ensayo para el cambio social. Este teatro se ha utilizado en Brasil en las entradas de los Juzgados o frente al Parlamento para promover cambios legislativos (teatro legislativo) y mejorar las leyes que dejan desprotegidas a las personas ms desfavorecidas y
ms pobres; tambin se realiza en las calles, en un restaurante, en una cafetera u en un
autobs, sin que el pblico sepa que hay unos cuantos actores entre ellos que llevan la
voz cantante para provocar un debate sobre algn tema que les concierne y preocupa de
forma directa (teatro invisible); o se realiza en algn recinto cerrado para provocar la reflexin y posterior debate entre pblico y actores despus de que stos hayan interpretado gran parte de la obra y, de vez en cuando, pueden interrumpir la actuacin para increpar al pblico y abrir un debate y buscar soluciones (teatro forum). En todas estas
variantes, la improvisacin es un elemento esencial y los espectadores siempre se convierten en parte activa de las mismas, es decir, dejan de ser espectadores para convertirse
en spect-actores. Todo el teatro de Boal, como la de tantos otros intelectuales en diferentes pases del mundo como ya mencion antes ha estado marcado por la filosofa
del pedagogo brasileo Paulo Freire.
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Un estudio bastante completo y amplio sobre los distintos tipos de teatro y performance que existen en el continente africano es la recopilacin de ensayos de Frances
Harding, The Performance Arts in frica: A Reader (2002).
311
paas de Teatro Yoruba de Nigeria y el Concert Party de Ghana las modalidades ms populares. El mayor impulsor de las compaas de teatro
itinerante Yoruba en Nigeria fue Herbert Ogunde28, quien llev este teatro a mltiples escenarios: iglesias, calles, tiendas, y estadios deportivos, entre otros. Segn el director y terico teatral nigeriano Awam
Amkpa, estas compaas instauraron un proceso para recordar y rememorar tradiciones nativas, reinventando una realidad cultural al
tiempo que entrelazaban un discurso de nacionalismo anticolonial que
le ofreci a la gente un sentido de identidad colectivo independiente
del orden colonial britnico29 (76-77). Pero este teatro, aparte de elementos Yoruba, ha llegado a integrar elementos de todos los dems
grupos tnicos que componen el paisaje nigeriano actual, entre ellos
Ibos y Hausas. Este teatro itinerante se caracteriza especialmente por
un estilo carnavalesco que incluye solos de danza a la que responde un
coro y canciones intercaladas entre actos que proporcionan una continuidad meldica. El teatro itinerante Yoruba invita al pblico (compuestos por todas las clases sociales sin distincin) a participar en sus
danzas y canciones. Segn Amkpa, en 1990 haba en Nigeria unas 32
compaas itinerantes Yoruba (78)30.
Otro tipo de teatro itinerante muy popular es el Concert Party de
Ghana31. Este tipo de teatro incluso se ha extendido por otras regiones
de frica porque, al tener una base musical imprescindible, es siempre
muy bien acogido por todo tipo de pblicos. En Ghana, este tipo de teatro ha fundido elementos musicales y cmicos de las tradiciones europeas, norteamericanas y ghanesas adaptados a los gustos de las clases sociales emergentes en los aos de posindependencia de Ghana (Amkpa
88). Este espectculo teatral se basa especialmente en la improvisacin y
28
Otros dramaturgos nigerianos que han contribuido enormemente al desarrollo
de compaas de teatro itinerante Yoruba en Nigeria son Duro Ladipo, Kola Agunmola,
Lere Paimo y Ade Folayan (Amkpa 92).
29
Traduccin de O. Barrios.
30
Para una informacin ms completa sobre este teatro itinerante Yoruba vase el
Captulo 4 (76-93) del estudio de Awam Amkpa, Theatre and Postcolonial Desires (2004).
31
Para mayor informacin sobre el Concert Party de Ghana, vase el estudio de
Catherine M. Cole, Ghanas Concert Party Theatre (2001) y la entrevista realizada por Esi
Sutherland-Addy a la actriz Adelina Ama Buabeng en Drama in Her Life: Interview with
Adeline Ama Buabeng (2002).
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radio la que acompaa todo el da a muchos de los habitantes senegaleses y parece ejercer una importante influencia en sus vidas.
Otro tipo de teatro que tambin ha tenido su importancia ha sido
el teatro obrero que se ha desarrollado en diversos pases africanos,
entre ellos Sudfrica o Malawi. En Sudfrica el teatro obrero se hizo
muy popular en los ltimos aos del apartheid, especialmente tras inventar una danza especial con las botas de goma que formaban parte
del uniforme de los mineros. Gracias a estas botas, los obreros crearon
una danza que luego se ha hecho muy famosa y se ha utilizado a nivel
profesional en la coreografa de diferentes compaas de danza: gumboot dance. Por otro lado, en Malawi, por ejemplo, tambin se desarroll
un teatro experimental obrero muy similar al teatro de comunidad,
creado especialmente para llamar la atencin sobre problemas sociales
que le afectaban concretamente a este sector de la poblacin: salud,
analfabetismo, condiciones de trabajo, alimentacin, urbanizacin y
agricultura34.
UNA BREVE REFERENCIA AL TEATRO FRANCO-AFRICANO35
Como habr podido observarse hasta este punto, casi todas las referencias ofrecidas en este artculo al teatro que ms se ha desarrollado
en frica han sido de pases de antiguas colonias inglesas. No hay prcticamente nada escrito sobre el teatro realizado en los pases africanos
colonizados por portugueses y muy poco igualmente sobre el teatro en
castellano que hay en Guinea Ecuatorial. Aparte del teatro que ha florecido en pases africanos anglfonos se puede hablar del teatro desarrollado en pases francfonos en los que cada vez hay ms dramaturgos y
cuyo teatro est comenzando a demostrar cada vez con ms fuerza su
importancia. Este teatro francfono se desarroll ms tarde que el an34
Para una mayor informacin sobre el Teatro Obrero de Malawi, vase el artculo de David Kerr, Theatre and Social Issues in Malawi, en Harding, The Performance
Arts in Africa (2002).
35
Para una informacin ms detallada sobre orgenes y desarrollo del teatro
franco-africano, vanse el estudio de John Conteh-Morgan, Theatre and Drama in Francophone Africa: A Critical Introduction (1994) y el artculo de Ousmane Diakhat y Hansel
Ndumbe Eyoh, Francophone Africa en The World Encyclopedia of Contemporary Theatre:
Africa. (1997), 20-25.
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afectaron a todos los aspectos de la sociedad. Sin embargo, se debe destacar que en la segunda mitad del s. XX se han vuelto a retomar estas
prcticas tradicionales (20)38.
El teatro contemporneo negroafricano, segn apunta el crtico teatral Don Rubin, ofrece fusiones muy valiosas que se alejan del teatro puramente hablado, teatro que no est muy extendido an en frica (14).
Este teatro parece ser una extensin de la figura del griot o de otros sabios
y/o narradores de historias que enseaban y entretenan a su pblico mediante sus consejos, refranes, historias, canciones, poemas y danzas. De
ah que el teatro en frica sea un fenmeno muy importante y muy extendido por todo el continente ya que es un gnero que a sus habitante no
les resulta extrao y contina cumpliendo la funcin social que durante
siglos mantuvieron esas mujeres y hombres sabios de las diferentes culturas africanas. Como subraya Ousmane Diakhat, el arte teatral en frica
tiene su origen en la prehistoria, pero es parte de la vida diaria tanto en
casa como en los lugares pblicos. Las personas en frica han vivido siempre en estrecha cercana con el teatro y lo teatral como una parte integral
de su identidad, y, en consecuencia, siempre ha existido y sigue existiendo una importante conexin entre artista y comunidad. De ah que exista
una perfecta armona entre teatro y sociedad y no se deban ni se puedan
buscar sistemas teatrales anlogos a las interpretaciones y formas europeas (17). Todos los diferentes tipos de teatro y de performances son realizados en frica con una funcin concreta de entablar una estrecha relacin entre actores y pblico, pblico que siempre tendr un papel activo
en cada una de esas producciones.
Precisamente por el estrecho vnculo que puede existir entre artistas/actores y pblico/comunidad y por su capacidad de congregar a
muchas personas, en muchos pases se sigue considerando que el teatro
es un gnero subversivo. Y en frica, desde los ltimos aos de la colonizacin, el teatro se ha convertido en el medio idneo de concienciacin, de
desarrollo de una conciencia crtica, para cuya produccin suele obte38
318
OLGA BARRIOS
nerse la ayuda de la poblacin local en la confeccin de guiones, direccin, e incluso en la interpretacin. A travs del teatro se intenta que,
ante una situacin problemtica, una poblacin tome conciencia, reaccione y pueda llevar sus reflexiones a la prctica al salir del espectculo,
al igual que se intenta inculcar o afirmar costumbres sociales positivas.
En todos los casos suele ser un teatro comprometido ya sea con un tema polticamente explcito o con otros temas sociales importantes para la supervivencia diaria; y, tambin, en todos los casos, el pblico es siempre
el protagonista y quien toma una parte activa, ya sean obras escritas o
improvisadas.
Sin embargo, el teatro negroafricano actual, no slo tiene una funcin didctica y/o de concienciacin social, sino que en l siempre se
incluyen elementos de la tradicin oral africana como canciones, refranes, danza y humor que, aparte de invitar a que el pblico participe,
consiguen grandes dosis de entretenimiento. Por tanto hay un gran
equilibrio entre didactismo y entretenimiento, algo que ha sido siempre esencial en la historia cultural africana antes de la colonizacin. El deseo de
un gran nmero de dramaturgas y dramaturgos africanos de volver a las
tradiciones interpretativas africanas se hizo ms patente y fuerte a partir
de los aos 60 segn Don Rubin (15), todo lo cual sigue mostrando una
clara bsqueda de afirmacin de identidad cultural. Fue tambin tras la
independencia de los pases africanos cuando apareci un nuevo individualismo que comenz a crecer para suplantar el sentido de comunidad
existente en el pasado africano. El materialismo fue echando races
entre la gran pobreza y falta de recursos de la mayora. Todo esto contribuy a que dramaturgos y artista teatrales utilizaran los diferentes tipos
de teatro (ya fuera drama o performance u otros tipos de representacin)
como medio de volver a crear el vnculo que exista en frica antes de la
colonizacin entre artistas y comunidad. Desde la independencia, estos
nuevos artistas han dejado claro su compromiso con su arte y con la sociedad; y, como destaca Oyin Ogunba, han intentado crear o descubrir
una concienciacin esttica (xi) que ha seguido dando frutos cada vez
ms abundantes a travs de una herramienta artstica y didctica: el teatro, gnero que se ha convertido en imprescindible y es cada vez ms vibrante en el continente negroafricano.
APNDICE:
319
A continuacin se detallan las dramaturgas y dramaturgos ms conocidos de teatro africano de los ltimos aos. Para un estudio ms detallado de su vida y obra, as
como de otros dramaturgos vase Frances Harding, ed., The Performance Arts in Africa
(Routledge, 2002); Awa Amkpa, Theatre and the Postcolonial (Routledge, 2004); los dos artculos de Hortense Djomeda (Teatro africano francfono y Teatro anglfono publicados en BWATO, 2004, 2005) y The Cambridge Guide to African & Caribbean Theatre (Banham, Hill y Woodyard, 1994).
TEATRO ANGLO-AFRICANO
Agbonifo-Obaseki Pedro (Nigeria)
Aidoo, Ama Ata (Ghana)
Ajayi, Tunde (Nigeria)
Atakpo, Uwemedimo (Nigeria)
Bakayimbira (Uganda)
Ben-Abdallah, Mohammed (Ghana)
Besong, Bate (Camern)
Bowa, Rose (Uganda)
Butake, Bole (Camern)
Chifunyise, S.J. (Zimbabwe)
Clark, John Pepper (Nigeria)
Clarke, John Pepper (Nigeria)
Danquah, J. B. (Ghana)
De Graft, J. C. (Ghana)
Dhlomo, Herbert (Sudfrica)
Dike, Fatima (Sudfrica)
Duruaku, Toni (Nigeria)
Egharevba, Chris (Nigeria)
Fatunde, Tunde (Nigeria)
Fiawoo, F. K. (Ghana)
Fisseha Beley (Etiopa)
Fugard, Athol con los actores negros sudafricanos
Winston Ntshona y John Kani (Sudfrica)
Gbadamosi, Rasheed (Nigeria)
Goudvis, Berta (Sudfrica)
Graft, Joe (Ghana)
Hyanle Mulat (Etiopa)
Husein, Ebrahim (Tanzania)
Iguanre, Solomon (Nigeria)
320
Mulekwa, Charles (Uganda)
Mutua, Credo (Sudfrica)
Mwachofi, Ari Katini (Kenia)
Naidoo, Muthal (Sudfrica)
Ndlovu, Malika (Sudfrica)
Ngema, Mbongeni (Sudfrica)
Ngugi wa Thiongo (Kenia)
Obafemi, Olu (Nigeria)
Ogunde, Hubert (Nigeria)
Ogunyemi, Wale (Nigeria)
Okurut, Mary Karooro (Uganda)
Ojo-Rasaki, Bakare (Nigeria)
Oyedepo, Stella (Nigeria)
Oyono Mbia, Guillaume (Camern)
Omotoso, Kole (Nigeria)
Onwueme, Tess (Nigeria)
Osanyin, Bode (Nigeria)
Osofisan, Femi (Nigeria)
Phiri, Gideon (Zambia)
PBitek, Okot (Uganda)
Rotimi, Ola (Nigeria)
Ruganda, John (Uganda)
Saro-Wiwa, Ken (Nigeria)
Seky, Kobina (Ghana)
Serumaga, Robert (Uganda)
Sibenke, Ben (Zimbabwe)
Sondhi, Kuldip (Kenia)
Sofola, Zulu (Nigeria)
Sotuminu, Debo (Nigeria)
Sowande, Bode (Nigeria)
Soyinka, Wole (Nigeria)
Sutherland, Efua (Ghana)
Tesfaye Gessesse (Etiopa)
Tomoloju, Ben (Nigeria)
Tsodzo, Thompson (Zimbabwe)
Ukala, Ben (Nigeria)
Vusizwe Players (Sudfrica)
Watene, Kennet (Kenia)
Whaley, Andrew (Zimbabwe)
Williams, Magi Noninzi (Sudfrica)
Yerimah, Ahmed (Nigeria)
Zirimu, Elvania Namukwaya (Uganda)
OLGA BARRIOS
En creole:
Asgarally, Azize (Isla Mauricio)
Favory, Henri (Isla Mauricio)
Virahswawmy, Dev (Isla Mauricio)
En pidgin:
Menget, Jt. T. (Camern)
Muyinga, Victor (Camern)
Ngome, Epie (Camern)
TEATRO FRANCO-AFRICANO
Anta, Abdou (Senegal)
Asseng, Protais (Camern)
Badian, Sydou (Mal)
Bemba, Sylvain (Congo)
Ciss. A.-T. (Guinea)
Dabir, Pierre (Burkina Faso)
Dadi, Bernard (Costa de Marfil)
Dia, Amadou Ciss (Senegal)
Diabat, Massa Makan (Mal)
Diawara, Gaoussou (Mali)
Efoui, Kossi (Mal)
Fall, Marouba (Senegal)
Genvrin, Emmanuel (Isla Reunin)
Guingan, Jean-Pierre (Burkina Faso)
Kodia, Noel-Ramatta (Congo)
Koffi, Gabriel Ata (Costa de Marfil)
Labou Tansi, Sony (Congo)
Letembet-Ambily, Antoine (Congo)
Menga, Guy (Congo)
NDao, Cheik (Senegal)
NDebeka, Maxime (Congo)
NTumb, Marthe Diur (Congo)
Niane, Djibril Tamsir (Guinea)
Oyno-Mbia, Guillaume (Camern)
Pliya, Jean (Senegal)
Rabmanajara, Jacques (Flicien)
Rafenomanjato, Charlotte (Madagascar)
Ravoaja, Suzane (Madagascar)
Senghor, Leopol Sedar (Senegal)
Tansi, Labou (Congo)
Tchikaya, UTamsi (Congo)
UTamsi, Flix Tchikaya (Congo)
Werewere-Liking, Nicole (Camern)
321
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Manifestar las propias emociones a travs de la danza es lo que ocurre en las culturas africanas, en las que la danza es una forma de expresin privilegiada. Geoffrey Gorer, el autor de African Dances39, en un ensayo de 1944 habla de la importancia de la danza en las culturas africanas
porque concierne a la esfera religiosa y a la dimensin social. frica est
dividida en 53 pases independientes. Existen ms de 800 grupos tnicos
en el frica subsahariana, cada cual tiene su lenguaje, religin y estilo de
vida. Es una tierra de grandes contrastes y de increbles maravillas naturales: desde las selvas tropicales en el frica occidental y central, al
desierto ms ancho del mundo, el Sahara, o a las vastas praderas y al ro
mas largo del mundo, el Nilo. No obstante, las diversas y numerosas culturas que lo habitan, y en consecuencia los diversos repertorios coreogrficos y musicales, comparten muchos rasgos comunes entre ellas.
CEREMONIAS
En muchas culturas la danza es parte integrante de las ceremonias
que se realizan en los momentos cruciales de la existencia de los individuos y de los grupos: el nacimiento, la transicin de la adolescencia a la
edad adulta, la iniciacin, la boda, la muerte definidos en mbito antropolgico ritos de paso40 implican, en las distintas culturas, danzas y
acompaamientos musicales especficos.
Las ceremonias a menudo anuncian cambios en el estatus social de
alguien en las relaciones sociales con los de la comunidad. En fin, en las
sociedades africanas la danza aporta una compleja diversidad de propsitos sociales. Dentro de una tradicin de danza indgena, cada actua39
Gorer, Geoffrey. Danze africane. Milano: Garzanti, 1953. Geoffrey Gorer (19051985) fue un antroplogo que se dedic sobre todo al estudio de las culturas tribales.
40
El trmino ritos de paso has ido introducido por el etngrafo francs de origen
alemn Arnold Van Gennep en su texto de 1909.
325
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ELETTRA LUCHETTI
327
Las mscaras
Los bailarines enmascarados son figuras presentes en las sociedades religiosas de muchas reas. Hay cuatro tipos de mscaras, identificados por el papel que desempean en la sociedad: las que encarnan los
dioses o los espritus de la naturaleza, a los que se dedica el sacrificio
para asegurar la fertilidad de la tierra y de la poblacin; las que encarnan los espritus ancestrales; las que sirven para aplacar a los espritus a
travs de sus danzas y las que se utilizan principalmente para actuaciones de entretenimiento. Las mscaras de animales son comunes en toda
frica. El tipo de mscara influencia el estilo de la danza con mscaras.
El contexto social
En todas las culturas africanas la danza, la msica y los cantos sirven para definir el rol del individuo y del grupo en la comunidad. En las
sociedades jerrquicas un jefe debe afirmar su autoridad en danzas formales y si no consigue los estndares exigidos, su prestigio puede ser seriamente comprometido. La danza es importante tambin por su funcin educacional. Las danzas repetitivas ensean a los nios el control
fsico y marca los modelos aceptados de conducta. Los chicos pueden
crear sus propias danzas, ser incluidos con mscaras o alcanzar a los
adultos fuera de la lnea de danza.
En las sociedades marcadas por una estratificacin horizontal por
grupo de edad, las cualidades propias de una edad particular se expresan en danza. La transicin de un grado de edad al siguiente puede celebrarse con rituales o festejos. En los ritos de iniciacin para los y las
adolescentes, las danzas pueden marcar la fertilidad sexual tanto como
el comportamiento apropiado entre los sexos. En los ritos Otufo de iniciacin de las chicas entre los Ga de Ghana, la danza es parte de su preparacin para entrar en la edad adulta y les permite expresar sus cualidades como pretendientes. Los jvenes Kaka de Camern realizan su
danza Midimu despus del rito de la circuncisin como precondicin
formal de admisin en la sociedad de los adultos.
En algunas reas, las danzas son designadas para ser realizadas durante los ritos funerarios, despus de la ceremonia de enterramiento y
en los aniversarios. La danza entonces desempea un papel catrtico en
la transicin clave de un estatus social a otro superior: un nio es acogido en la comunidad por medio de la ceremonia con la que se le da el
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ELETTRA LUCHETTI
das en los movimientos que se hacen reconducir a la esfera laboral, social o recreativa.
Las poblaciones que viven en las secas y vastas tierras de labranza,
por ejemplo, tienen una tipologa de movimientos distinta a la de las poblaciones que viven en tierras de pantanos. Los agricultores de la sabana
viven en un suelo que es slido y su espacio al alrededor se abre a horizontes lejanos. Ellos ponen sus pies firmemente sobre una tierra reseca
por el sol, por lo tanto siguen al lder de su grupo en danzas en crculo,
marchando con pasos simples y firmes siguiendo un ritmo cadencioso y
constante. Por el contrario, la poblacin Ijo, que vive en los pantanos de
mangle del alto Nigeria, lleva una vida difcil pescando en riachuelos y
ros. En las danzas, se inclinan hacia adelante desde la cadera, el torso
casi paralelo al suelo, con un comps preciso, rpido y suave de los pies,
desplazando el peso del cuerpo desde el taln a los dedos, de un lado al
otro del pie en movimientos rtmicos, como para mantener el equilibrio
sobre una canoa inestable o andando con cuidado a travs las cinagas.
Muchas otras poblaciones costeras o a orillas del ro, miman el acto de
remar en sus danzas.
Por otro lado, moviendo sus vestidos largos y mullidos como si fueran una extensin de sus gestos en danzas majestuosas y acompasadas,
los Kanuri de Maiduguri en el noreste de Nigeria mantienen la energa
con economa de movimientos, caracterstica comn de las danzas de la
gente del desierto. En contraste, algunos moradores de las selvas danzan libremente. Los Yoruba del sur cambian sus pasos y secuencias de
movimientos al ritmo que dicta el tambor principal. Sus movimientos
sugieren el acto de buscar y abrirse un camino a travs de la maleza de
las selvas, que exige reacciones como el estar alerta hacia lo inesperado
y lo imprevisto.
Los movimientos que se realizan en una profesin o trabajo especficos son incorporados a los estilos de la danza. Por ejemplo, flexionar
las rodillas acompaando la oscilacin del machete de un agricultor
puede ser elaborado en un tipo de danza. La arquitectura, los muebles y
la ropa son otros elementos que igualmente influyen en la postura y en
el gesto, produciendo un uso distinto de la energa. Los Kambari de Nigeria se inclinan continuamente hacia adelante para pasar por sus puertas bajas, movimiento que se refleja en sus danzas. Los Jukun se sientan
en taburetes bajos o en el suelo con las piernas cruzadas o extendidas;
331
sus rodillas flexibles y los tendones fuertes de sus piernas les permiten
realizar continuas y profundas flexiones de las rodillas en los movimientos de la danza.
Estas influencias culturales en el desarrollo del estilo de la danza
han resistido a unos cuantos acontecimientos histricos como las migraciones, las guerras, la trata de esclavos, que han desplazado enteras poblaciones como refugiados durante los siglos, cambiado sus modelos de habitacin y los han puesto en contacto con nuevos
entornos. El desarrollo de nuevas rutas de comercio introdujo influencias desde el mundo rabe y desde otras culturas. La conversin
a las religiones cristiana o musulmana desbarat bruscamente la vida
ceremonial y ritual y eso perturb los modelos tradicionales que sostenan la msica y la danza. El colonialismo an fue causa de la disipacin de la identidad africana y de la reunin de disparatadas pautas
de danza en nuevos estilos.
El crculo
Las danzas en frica, componentes principales de la cultura africana, se fundan sobre la figura del crculo, smbolo de la vida al mismo
tiempo espiritual y temporal. El arco del crculo o el crculo en s son la
disposicin espontnea que toman los bailarines en la aldea o los espectadores en torno a los bailarines. El crculo es la figura ms antigua de
danza en grupo. En las danzas en crculo, siempre se produce una abstraccin de la identidad personal con respecto a la del grupo.
La forma de danza ms comn dentro de las tradiciones indgenas
de frica es la de un grupo de danza que acta ponindose en crculo
cerrado, con los bailarines mirando hacia el centro, o en lnea siguiendo un camino circular normalmente en torno a los msicos. Los
bailarines generalmente se mueven a lo largo de la lnea del crculo en
sentido contrario a las agujas del reloj. En las sociedades igualitarias las
danzas circulares de grupo son la expresin marcada de la estrecha hermandad en el mbito de un grupo de edad, como es el caso de los hombres Tiv, mientras las mujeres expresan sus relaciones al interior de su
familia extensa por medio de su propio crculo de danza.
Para los africanos, las danzas en crculo son un medio para elevar
las vibraciones al fin de entrar en el ritmo de la naturaleza, clasificndose
en tres categoras, ilustradas por tres crculos concntricos: el glo, el caillo
332
ELETTRA LUCHETTI
y el gla, cada cual corresponde a una etapa diferente de evolucin espiritual. La danza propaga la espiritualidad desde el centro hacia la periferia
y viceversa con el fin de trascender las emociones y las aspiraciones.
Las formaciones de las danzas
Hay cuatro formaciones principales en la danza africana: un grupo
de bailarines que utiliza un esquema de base bien dirigido por lo que
concierne a las disposiciones; un grupo que utiliza un esquema de base
libre, que permite el libre fluir de la gente; un grupo que utiliza una formacin en la que destacan los ejecutores que realizan un solo de danza
para expresar sus habilidades individuales; y, por ltimo, la actuacin de
un bailarn en un solo de danza (generalmente un lder, un especialista
de los rituales,o un artista cmico, como podra ser un griot) que puede
ser apoyado por un grupo de msicos. Los grupos que danzan utilizando formaciones lineales son comunes en las culturas con una fuerte
tradicin guerrera, con una fuerte disciplina del espacio, o migratoria.
La repeticin y la improvisacin
Las danzas en frica se basan en la repeticin, la repeticin del
gesto aprendida segn la tradicin, es decir, no una simple imitacin
del maestro, no una copia, sino un conocimiento perfecto del gesto, a
travs de un aprendizaje; un perfeccionamiento, una maestra, que deja
a los bailarines libres dentro de sus tcnicas para improvisar y responder
por medio de gestos admitidos a la llamada del cosmos siguiendo su
propia inspiracin. El bailarn tradicional africano est en perpetuo dilogo con el cosmos y como todos los lenguajes el respeta las palabras,
pero improvisa, crea su propia frase.
La repeticin es una de las reglas fundamentales, es una ley universal. La naturaleza tambin es repeticin el ciclo de las estaciones es el
ejemplo ms instructivo; la noche y el da obedecen a las mismas reglas. El hombre, cualquiera que sea su cultura, su instruccin, sus orgenes est obligado a repetirse para vivir. Hay tambin repeticiones a nivel
de improvisacin. En realidad, en las danzas individuales que requieren
mucha habilidad, el joven artista, despus del paso base est obligado a
improvisar. Esta obligacin que llega a ser un reflejo y una prctica habitual, hace que el bailarn africano ya no encuentre inters en las danzas
estandarizadas. La repeticin dentro de la improvisacin a nivel de dan-
333
zas individuales resulta indispensable, porque la misma danza interpretada dos veces en seguida tiene slo un paso base: su tema, que no cambia, y la creacin de nuevas figuras que se van creando mediante la improvisacin. La improvisacin es por lo tanto libertad creadora, es la
imagen de un pensamiento que busca, que va progresando y que poco a
poco se va precisando. Ella desarrolla el sentido del ritmo, conduce al
bailarn a un mejor equilibrio entre lo fsico y lo intelectual y despierta
en l un cierto espritu de iniciativa y de invencin.
Efectivamente, la presencia de muchos bailarines y bailarinas durante los festejos provoca una emulacin que favorece la improvisacin.
Una vez agotado su repertorio y para seguir satisfaciendo las exigencias
de la multitud, cada artista debe inventar nuevas figuras. La creacin espontnea de esas figuras a lo largo de una ceremonia cualquiera obliga
al bailarn africano a una gimnasia del espritu que lo enriquece profundamente.
Esta necesidad interior de crear y de superarse, por un lado, y de
llenarse, por otro, conduce al bailarn a la maestra de una memoria auditiva y visual y al desarrollo permanente de su imaginacin creadora.
En las danzas africanas la improvisacin adems tiene otros significados:
Salir de los senderos batidos, evitar ser esclavo de los pasos bsicos y de las figuras estandarizadas o impuestas.
Dar prueba de independencia en los actos y en los pensamientos.
Dar prueba de madurez intelectual y espiritual. Comprender que
las reglas no estn hechas para elevar a los que las siguen al pie de
la letra.
Arriesgar, sobre todo en el momento de una presentacin en pblico. Comprender que los que contribuyen al avance de la humanidad son personas valientes, estables, dotadas de una fuerte
personalidad. Personas difcilmente influenciables y profundamente conscientes del hecho de que los grandes secretos de la
vida no sern nunca desvelados a los sometidos, a los subalternos,
a los asistidos, a los que obedecen las reglas al pie de la letra.
Aceptar las ideas recibidas, interrogarse sobre todo lo que nos
toca y concierne para mejor comprender la vida.
Aadir algo ms a la humanidad, participar a la creacin que es
incesante y sin fin.
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ELETTRA LUCHETTI
La postura
La danza africana ofrece una gran variedad de movimientos. Adems de los movimientos de las piernas, se da importancia a los dulces
movimientos ondulatorios de la pelvis que se propagan a lo largo de la
columna vertebral hasta la nuca, los brazos y las manos. Las bailarinas y
bailarines toman conciencia de sus propios bloqueos y tensiones para
conseguir que sus cuerpos logren mayor elasticidad y as lograr un reequilibrio.
La danza africana se baila con los pies descalzos. Las plantas de los
pies tantean el terreno y lo patean en un contacto inmediato. Las articulaciones amortizan el peso del cuerpo, as que los pies se apoyan ligeramente y con rapidez en el suelo, en vez de golpearlo pesadamente. Hay
tres caractersticas posturales de la danza. Una postura recta con la espalda firme, utilizada como la expresin de autoridad en la danza de los
jefes y lderes religiosos. Una segunda postura en la que el bailarn se inclina hacia delante desde la cadera, llevando su atencin y sus gestos
hacia el suelo. Y una tercera postura en la que el bailarn tiene el torso
casi paralelo al suelo, llevando el peso del cuerpo sobre las plantas de los
pies. Muchas poblaciones que viven cerca de los ros utilizan esta postura. Esa frecuente inclinacin hacia la tierra no necesariamente implica
que el bailarn no sabe caminar recto ya que, en algunas culturas, los bailarines danzan apoyando todo el pie para marcar el ritmo mientras que
en otras pueden saltar o ejecutar leves movimientos con los pies.
El ritmo y la danza
En frica la msica y la danza van inseparablemente unidas y juegan un papel fundamental en la vida de las distintas comunidades. Al
contrario de lo que ocurre en Occidente, donde el momento musical, el
concierto, ve una clara distincin entre el artista y el auditorio (en
donde el espectador permanece pasivo). En frica el acontecimiento
musical es vivido por el pblico de manera activa, con una fuerte participacin emotiva y fsica: el pblico habla e interacta con los msicos y
los bailarines comentando, cantando, batiendo palmas e interviniendo
en las danzas. Eso porque en la vida africana la msica y la danza son
omnipresentes y no son consideradas slo como un pasatiempo, algo
que escuchar o mirar por puro placer esttico.
La msica y la danza africana desde siempre tienen un fuerte signi-
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ELETTRA LUCHETTI
Las danzas africanas son geocntricas. Los bailarines repetidamente crean un intercambio entre la tierra y las pulsaciones rtmicas
de sus danzas interpretando los tipos de percusiones de la msica a
travs de sus posturas, gestos y pasos. Ellos eternizan los modelos rtmicos en el espacio que los rodea movindose por medio de, ms bien
que hacia, posiciones fijas en el espacio que rodea el cuerpo. Podemos
ver que los criterios utilizados para definir las habilidades de los bailarines se basan en la precisin rtmica y no en la espacial. Normalmente
los msicos dirigen a los bailarines; sin embargo hay culturas en las
que los bailarines toman la iniciativa e instauran un dialogo de intercambios rtmicos.
Cada estilo de danza es inmediatamente identificado por su tpico
modelo rtmico. En algunas culturas los modelos rtmicos son expresados mediante modelos de pasos; en otras, mediante contracciones del
torso, fuertes golpes de los hombros, rpidas vibraciones o saltos acrobticos. Una amplia variedad de modelos rtmicos forma la base de la
danza en frica. La ms bsica es la repeticin continua de un simple
toque a un ritmo regular por la duracin de la danza.
Generalmente, al final de cada frase los bailarines dan la vuelta
hacia el centro para llegar a un clmax de suaves movimientos saltando a
la pata coja. En muchos estilos de danza en crculo la msica es polirrtmica: est dividida en numerosas secciones separadas y cada cual tiene
su propio ritmo y su correspondiente tipo de danza.
CAMBIOS Y TRADICIN
A nivel de movimiento y de desplazamientos de poblaciones, las
danzas tradicionales africanas han pasado por numerosas transformaciones porque la tradicin, por definicin, est en perpetuo movimiento aunque los cambios a veces son cosa de generaciones. La danza
cambia segn la historia del hombre y sus peregrinaciones, las guerras,
el comercio y otros miles de motivos. A partir de su salida de la aldea y
de su puesta en escena, la danza se hace representacin de s misma: su
propsito se ha convertido en forma, en plstica, con una pluralidad de
sentidos estticos privndola de su contenido histrico y simblico. Su
propsito ha cambiado fundamentalmente. Una vez salida de su contexto, la danza de la aldea ha sufrido una real mutacin influenciada
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ELETTRA LUCHETTI
El arte negroafricano
y su influencia en la renovacion artstica43
JOS LUIS CORTS LPEZ
Esta experiencia nueva, percibida como un impulso hacia la bsqueda de otros conceptos estticos, fue el punto de arranque de una renovacin artstica cuando languidecan las ltimas interpretaciones del
Impresionismo. Qu proponan y cmo interpelaban las viejas manifestaciones africanas para sacudir los cimientos de los cnones artsticos europeos, vigentes durante tantos siglos?
CONTENIDOS FUNDAMENTALES DEL ARTE NEGROAFRICANO
A) Las producciones africanas guardan un sentido intimista con dimensin intelectual, que sedujo totalmente y por diferentes motivos a
los artistas europeos de principios del siglo XX. Esta intimidad est configurada por tres dimensiones diferentes, pero inseparables para el
hombre africano: sentido religioso, relacin con la naturaleza y comu43
Para una informacin ms completa sobre arte africano vase Corts Lpez,
Jos Luis. Arte negroafricano. Madrid: Mundo Negro, 2000.
44
Malraux, Andr. Extracto del discurso pronunciado en Dkar (Senegal) en la
inauguracin del Festival de las Artes Negras, abril, 1966 (traduccin propia).
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nin con sus antepasados. Son una consecuencia lgica del animismo,
nombre dado a la religin tradicional africana, que concibe el mundo
como un lugar poblado por los espritus de todas las cosas existentes,
materiales e inmateriales, cuyo equilibrio es la garanta de la vida feliz.
El arte se prestar a este fin y todas sus manifestaciones, en un sentido o
en otro, tendern a garantizar ese equilibrio, ya sea invocando a la divinidad, dominando las fuerzas de la naturaleza, recordando a los antepasados o manteniendo intacto el legado tradicional cultural y social de
cada pueblo.
B) Desde este punto de vista, el arte negroafricano es expresin y traduccin de la vida comunitaria, ya que siempre cumple una funcin social,
muy lejos del particularismo o coleccionismo que rodean al mercado artstico occidental. En esta sociedad, al margen del valor intrnseco de
una obra hay otras circunstancias que concurren a su valoracin externa: situacin e ideologa del artista, momento poltico, opinin creada por la crtica, exigencias de la moda, etc. En frica, el artista no persigue un ideal de la belleza o una interpretacin de la misma, sino que
ha de plasmar en su obra el sentir de la comunidad a la que pertenece,
cuyos cauces interpretativos vienen avalados por una tradicin que, a
veces, se convierte en ritual. Aqul no tiene ms que explicitar el sentir
comn y ejecutarlo con su habilidad caracterstica y con sus cualidades
casi innatas. Tiene que aplicar a la madera una forma determinada,
cuya perfeccin depende de su destreza, y slo ser libre en la aplicacin de algunos detalles que sirvan para mejor expresar la simbologa.
C) El hecho de cumplir una funcin social convierte a las manifestaciones artsticas en algo funcional y utilitario, porque se hace con unos
fines previamente determinados e impuestos por la sociedad, y no para
fomentar la contemplacin esttica ni admirar la perfeccin acabada
del objeto. Nuestras categoras de feo o bonito no son aplicables a las reproducciones, porque stas han sido concebidas para una ceremonia
concreta y para un momento preciso, por lo que no podrn ser utilizadas para ningn otro acontecimiento. Por lo tanto, aunque no se haya
de desechar por completo la orientacin esttica, sin embargo hay que
descartarla como mvil prioritario; ste no es otro que servirse de los objetos trabajados para una funcin prevista antes de su ejecucin, y que el
artista tiene en su mente cuando la est confeccionando. Estas funciones estn en consonancia con ceremonias de carcter ritual o religioso,
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CARACTERES FORMALES
La escultura africana est representada fundamentalmente por
mscaras, estatuas, relieves y arte mueble. Pero no se da una divisin rgida entre estas categoras, sino que con frecuencia se integran para
proporcionar composiciones diversas, en las que las mezclas ofrecen
conjuntos bien proporcionados. La representacin de una mscara soportando una estatua suele ser muy comn e, incluso, es la forma ms
habitual o exclusiva de las manifestaciones artsticas de algn pueblo.
Este recurso ofrece la posibilidad de ampliar el campo de la simbologa,
y dotar a dicho objeto de una representatividad ms acusada. De este
modo la riqueza interpretativa aumenta y se trasmite mejor el mensaje.
Es lo mismo que sucede con la extraordinaria utilizacin de los relieves,
asociados a todo tipo de composicin.
Todos los objetos elaborados tienen un tratamiento diferente, dependiendo de lo que se quiera evocar y del estilo propio de cada grupo
donde se realiza. Por eso encierra unos smbolos imprescindibles y una
inagotable variedad de formas. Es tal la riqueza de inspiracin e interpretacin entre los 2000 pueblos, ms o menos, que forman el frica
negra, que tenemos reflejadas y desarrolladas todas las tendencias propias en las que se mueven las representaciones artsticas: desde el ms
perfecto realismo naturalista, que nos acerca a lo tangible y visible, hasta
la abstraccin ms osada y a la mezcla de ambas concepciones.
Y lo mismo hay que decir con respecto a la tcnica empleada para
conseguir dichos fines: junto a los perfiles suavemente curvos utilizados
para traducir una belleza segn la normativa naturalista, nos encontramos en otros casos con esquemas geomtricos y predominio de la lnea
recta, que nos llevan a una simplicidad de formas y a una estilizacin difciles de conseguir fuera de este arte. Precisamente el geometrismo
africano ha sido el origen del cubismo y de la abstraccin. Otras veces, la
yuxtaposicin de trazos rectos se conjuga perfectamente con otros curvos para darnos una obra de acabado sugerente.
De todas formas, hay que tener en cuenta que en frica la tcnica
est en funcin de lo que se quiere representar y no de la perfeccin del
objeto conseguido. All donde un occidental no ve nada ms que una figura desproporcionada con rasgos bien marcados y poco cuidados, el
africano captar toda la fuerza expresada en esa estatua, porque son
precisamente esos detalles, que el artista ha sealado conveniente-
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Matisse (1869-1954), jefe terico de esta escuela, fue un asiduo coleccionista de arte negro; en l vio las posibilidades del
primitivismo africano y lo plasm en alguno de sus cuadros. En
su Bodegn (1906) incluye una estatuilla vili del Congo; el rostro del Retrato de la Sra. Matisse (1913) tiene claras connotaciones con el diseo de ciertas mscara blancas del Ogou
(Gabn); la disposicin de su Mujer sentada (1915) concuerda
con la de un relicario Fang (Gabn); el Cuchillo de arrojar
(1947) es una copia del tradicional cuchillo arrojadizo empleado
por los Zande, del norte de la Repblica Democrtica de Congo.
Vlaminck (1876-1958) aplic el color de modo explosivo, al
igual que en ciertas manifestaciones negras, pero tambin se fij
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elocuente es su Cabeza de Pjaro (1934), cuya concepcin responde a los esquemas presentados por las mscaras tusyan de
Costa de Marfil.
TRES.
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contra este movimiento y propuso que el cuadro deba ser concebido y organizado por el artista antes de tomar los pinceles, por lo
que dejara de ser una mera impresin suya. Para ello, haba intentado reducir sus cuadros a cuerpos geomtricos en los que armonizar volmenes y esttica, de forma que partiendo del cilindro y
la esfera, se pudieran construir los objetos. Juan Gris haba afirmado que Czanne hace de una botella un cilindro, y cuando se
acerc a las reproducciones africanas, constat que lo que l
haba intentado otros ya lo haban conseguido de forma magistral, y lo reconoci abiertamente porque afirmaba que el arte
negro haba sabido expresar en sus obras la sencillez de las lneas
y de los volmenes geomtricos.
CINCO. De esta forma se abri el camino para reducir una imagen a
planos fundamentales y luego reconstruir su volumen. Con este sistema,
diversos aspectos de un mismo objeto pueden estar representados simultneamente bajo figuras geomtricas, que nos darn diferentes visiones del mismo. Si a esto aadimos la eliminacin de la perspectiva,
carente en la obra pictrica africana, tendremos el cubismo, descubierto y
practicado por algunos artistas de la poca, pero que estaba ya ejecutado y realizado en gran parte de la escultura negra. Si prescindimos del
dibujo y de la figuracin, y dejamos que el color y el trazo indefinido representen la idea, conseguimos la abstraccin, una tcnica tambin empleada con cierta frecuencia en las manifestaciones negroafricanas:
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Juan Gris (1887-1927) se mantuvo siempre fiel a su trayectoria del cubismo sinttico, que enriqueci y revitaliz en diversos
momentos de su vida artstica. Su admiracin por el arte africano
qued bien reflejada en un escrito fechado en 1920:
Las esculturas negras nos proporcionan una prueba flagrante de la
posibilidad de un arte antiidealista. Animados del espritu religioso son manifestaciones diversas y precisas de grandes principios y de ideas generales Cmo no admitir un arte que procediendo de esta manera llega a individualizar lo que es general y cada vez de una manera diferente? Es lo
contrario del arte griego, que se basaba en el individuo para intentar sugerir un tipo ideal46.
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CORTS LPEZ, J. L.: Arte Negroafricano. Mundo Negro. Madrid, 2000. Pg.
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OBRA DE TEATRO
PERSONAJES
Nia
Sal
Dire-Directora
Jefe de los Papeles
Poli-Polica
El Viento que Sopla
Doa Sin-Fruteras
Dedo-de-Dios
La Virgen
Seleccionada entre las seis finalista del premio SGAE de teatro infantil y juvenil
2004. Para contactar con la autora Rita Siriaka: [email protected].
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RITA SIRIAKA
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RITA SIRIAKA
Estas canciones de cantautores brasileos, forman parte de mi imaginario. Pueden ser substituidas por otras.
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NIA. No podemos volver porque nuestro pas est en guerra. Si volvemos nos matarn y tendremos que irnos a vivir a las nubes, y yo no
quiero vivir en las nubes porque all hace fro. Quiero ser libre y
vivir aqu.
JEFE DE LOS PAPELES. Mira nia, eso ya lo he odo antes.
NIA. Qu quiere decir?
JEFE DE LOS PAPELES. Que una transparente, como t, ya anduvo
por aqu con esa misma cantinela: Quiero ser libre y vivir.
NIA. Y qu le pas?
JEFE DE LOS PAPELES. (Bromista). Mejor no te lo cuento. (Serio). S
muy bien lo que quieres: aprovecharte de nuestros juguetes y ocupar las plazas que pertenecen a NUESTROS NIOS. Vamos, sigue
sellando.
NIA. Vamos a ver, seor Jefe de los Papeles, por qu deja usted entrar a unos s y a otros no?
JEFE DE LOS PAPELES. Nia, dejo entrar a los turistas. Turistas.
Sabes lo que significa esta palabra?
NIA. S que lo s. Lo que no s, es por qu a unos turistas se les deja
pasar y a otros no.
JEFE DE LOS PAPELES. Porque no todos son turistas.
NIA. Pero si estos de aqu son iguales a los otros que usted ha dejado
entrar.
JEFE DE LOS PAPELES. Pero no tienen dinero.
NIA. Y entonces?
JEFE DE LOS PAPELES. (Como quien revela un dato confidencial). Son inmigrantes.
NIA. Qu?
JEFE DE LOS PAPELES. (Confidencial). Inmigrantes. (Pausa).
NIA. Y eso, es malo?
JEFE DE LOS PAPELES. Uf, nia! Malsimo. Es lo peor. (Pausa).
NIA. Me va a negar el permiso para quedarme?
JEFE DE LOS PAPELES. S.
NIA. (Decidida). Por qu?
JEFE DE LOS PAPELES. (Burlndose). Por qu? Por qu? (La mira desconfiado). Sabes lo que significa ser inmigrante?
NIA. Significa que uno tiene que salir de su pas y entrar en otro,
como los turistas, slo que sin dinero, segn usted.
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Estas canciones de cantautores brasileos, forman parte de mi imaginario. Pueden ser substituidas por otras.
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RITA SIRIAKA
cil para los que estn solos. Todos necesitamos a alguien a nuestro
lado, y los nios ms. Si nadie nos cuida y nos riega como a una
plantita, no creceremos y hasta podemos morir de hambre, de sed
y de pena Por eso, seor Viento que Sopla, necesito que usted
sople a mi favor, para que el Jefe de los Papeles comprenda mi situacin, certifique mi existencia, y yo deje de ser invisible a sus
ojos.
EL VIENTO QUE SOPLA. (Enternecido). Oh, qu historia mas conmovedora!
NIA. (Secndole las lgrimas del Viento que Sopla). No quiero que llore
seor Viento que Sopla. Quiero que me ayude.
JEFE DE LOS PAPELES. Deja de llorar, hombre. Me ests poniendo
perdido. La historia de esta nia no me conmueve. Creo que debemos expulsarla. A ella y a su mueco harapiento.
NIA. No se llama as.
JEFE DE LOS PAPELES. Ups! Se siente, ya lo he escrito.
NIA. No puede hacer eso.
JEFE DE LOS PAPELES. Cmo que no? Pues escribir otra cosa: Splala, viento.
EL VIENTO QUE SOPLA. Ah va! Sopla muy fuerte, y la nia es llevada por el viento.
NIA. Noooo! La nia y Sal caen dentro de la PLATERITA PLATE, y
ella se pone a remar.
Como el viento contina soplando, el mar est revuelto. Una ola enorme inunda la barca y casi la vuelca. Un tiburn les amenaza.
NIA. Cuidado con el tiburn! A lo mejor esto de ser invisible nos
ayuda y el tiburn no nos ve. El tiburn se acerca amenazadoramente e intenta comerle la pierna a la nia. La nia le da con el
remo.
NIA. No!!!! Debe tener rayos X, porque quiere comerse mi
pierna. Fuera dentn! Sujtate a m, Sal, tenemos que remar
fuerte hasta llegar al otro lado. Encontraremos a alguien que nos
ayude.
Sal canta la cancin del barquito. La nia rema bajo un sol muy fuerte, en
medio de las olas, de los peces, de los delfines, y, finalmente, de una tempestad. Cuando ya esta perdiendo sus fuerzas, escucha la sirena de un enorme
barco blanco, el PLUF-PLAF- ZUM, de la Poli-Polica Martima.
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NIA. Oh, Sal, por fin! Ya vienen en nuestra ayuda. Socorro! Socorro!
POLI-POLICA. Quin va? Alto, cambio. Aqu Poli-Polica. Quin
rema por nuestras costas?
NIA. (Bajando de la barca). Somos nosotros. Sal y yo.
POLI-POLICA. Quin eres tu rostro plido? Slo veo a un mueco
harapiento.
NIA. No es un mueco harapiento, se llama Sal, y yo soy La Nueva. La
Dire-directora dijo que era invisible y me expuls del colegio. El
seor Jefe de los Papeles no quiere hacerme un certificado diciendo que existo porque cree que soy roja, y el seor Viento que
Sopla no quiere soplar a nuestro favor. As que tenga usted la bondad de ayudarnos para que podamos volver al cole.
POLI-POLICA. (Rindose a carcajadas). Ja, nia, yo no puedo ayudarte! Me han ordenado que te devuelva a tu tierra. As que, preprate para volver a nado. Ja, ja, ja!
NIA. No, no, por favor! Usted no puede hacernos eso. El mar esta
lleno de tiburones, y adems, en nuestra tierra no tenemos a
nadie. Por favor, deje que nos quedemos!
POLI-POLICA. rdenes son rdenes. Tendrs que volver a la tierra
de los nios de nadie.
NIA. Por favor, Seor Poli-Polica! No lo haga. Usted no puede imaginar lo que es vivir en guerra.
POLI-POLICA. Cmo qu no? Esta nia se cree que soy tonto. La
guerra es buena para despabilar a los soldados, y adems, nos
aporta muuuuchos beneficios.
NIA. No es verdad. Cmo puede la guerra aportar beneficios si lo
destruye todo?
POLI-POLICA. He dicho: nos aporta, no, os aporta. Do you understand? For us and not for you. Buena para la Tierra de los lejanos que usamos tejanos y observamos.
El Poli-Polica, se transforma en un mueco armado de video-juego. Se
pone un casco con luces y una camiseta YES WAR. AMETRALLADADORAS Ra ta ta ta ta
POLI-POLICA. (Voz distorsionada). Preparaos. Atacad!!!!
La nia se aparta asustada.
POLI-POLICA. Ah va nuestro baln, Nios de Nadie. MS-QUEATMICO, MS-QUE-SUPERSNICO, MS-QUE-BABILNICO.
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dos est relacionada con los temas de refugio y asilo de las personas ms desprotegidas
en el mbito mundial.
CORTS LPEZ, JOS LUIS
Reconocido africanista, es Doctor en Historia, Licenciado en Geografa y Arte y
Magisterio. Ha sido Profesor de Historia en la Escuela de Magisterio de Burundi y en la
Universidad de Lubumbashi (Zaire). Es Profesor de Enseanza Secundaria y Bachillerato y ha impartido cursos desde 1992 como Profesor de Tercer Ciclo en la Facultad de
Geografa e Historia de la Universidad de Salamanca. Ha participado en un gran nmero de Congresos, Simposios, Jornadas y Cursos sobre frica. Sus artculos aparecen
asiduamente publicados en la revista Mundo Negro (Madrid) y en otras revistas especializadas sobre temas africanos. Entre sus muy numerosas publicaciones destacan Los orgenes de la esclavitud negra en Espaa (Salamanca, 1986), La esclavitud negra en la Espaa peninsular del siglo XVI. (Salamanca, 1989), La Organizacin para la unidad Africana
(Madrid, 1982), Introduccin a la Historia de frica Negra (Madrid, 1995), Historia Contempornea de frica. De 1940 a nuestros das (Madrid, 1995), El arte negroafricano (Madrid,
1992) y Pueblos y Culturas de frica (etnohistoria, mito y sociedad) (Madrid, 2001), Introduccin y Sociologa del esclavo negro en Amrica. Siglo XV (Salamanca, 2004).
DAZ NARBONA, INMACULADA
Doctorada en 1987 en Filologa Romnica por la Universidad de Sevilla. Desde
1989 es Profesora Titular de Universidad en el Departamento de Filologa Francesa e Inglesa de la Universidad de Cdiz. Codirige la revista Francofona desde su creacin en
1992, editada por el Grupo de Estudios de Francofona del Plan Andaluz de Investigacin, que centra su inters en las literaturas escritas en francs: literatura belga, africana,
magreb y antillana, desde la ptica de los estudios postcoloniales. Su docencia e investigacin se centran en la literatura africana en lengua francesa a la que ha dedicado la
prctica totalidad de sus trabajos, entre ellos: Los cuentos de Birago Diop: entre la tradicin
africana y la escritura (Universidad de Cdiz, 1989), Al Sur del Shara, en colaboracin con
Francisco Torres Monreal (Extramuros/UNESCO, 1999), Las africanas cuentan (Universidad de Cdiz, 2002), Otras mujeres, otras literaturas, edicin en colaboracin con Asuncin Aragn Varo (Zanzbar ediciones, 2005), Lautobiographie dans lespace francophone:
lAfrique (Universidad de Cdiz, 2005), y una serie de artculos y captulos de libros en
distintas publicaciones de carcter nacional e internacional. Igualmente ha participado
en coloquios nacionales e internacionales relativos a estos temas y en proyectos de investigacin como el dirigido por Marta Sofa Lpez de la Universidad de Len, Afroeurope@s: Culturas e Identidades Negras en Europa.
HERNNDEZ PREZ, MONTSERRAT
Es la responsable del Programa de Atencin a Inmigrantes y Refugiados de Cruz
Roja Espaola en Salamanca. Psicloga con experiencia de trabajo con poblacin en
riesgo de exclusin social en contextos interculturales. En Cruz Roja dirige un equipo
formado por 6 tcnicos y 26 voluntarios, adems de estudiantes en prcticas de diferen-
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OLGA BARRIOS
relacionadas con el africanismo. En el momento actual, dirige un equipo de investigacin internacional que desarrolla el proyecto Afroeurope@s: Culturas e Identidades Negras
en Europa y su publicacin ms reciente es la edicin del libro de ensayos Afroeurope@ns:
Cultures and Identities (Cambridge, 2008).
LUCHETTI, ELECTTRA
Es Licenciada en Lenguas y Culturas Modernas en la Universidad de lAquila (Italia). Tras realizar los cursos de Doctorado en la Universidad de Salamanca (2004-05), en
la actualidad contina con la investigacin para su tesis doctoral sobre el tema de la
danza en las culturas africanas. Estudi danza clsica desde los 6 aos. A los 11 aos se
dedic al rock acrobtico y a la danza moderna. A los 16, comenz a estudiar con Angel
Mnaco, actualmente bailarn y coregrafo en la compaa Off Jazz de Gianin Loringett. Ha asistido a cursos y talleres de Denis Webb, Germaine Acogny, Debbie Allen,
Andr de la Roche, Steve la Chance, entre otros. A los 18 aos decidi dedicarse de
lleno a la danza contempornea. Es miembro de la Federacin Italiana Fitness (FIF).
Instructora de aerobics, step, yoga, hip hop y funky. Ha bailado en adaptaciones italianas de musicales y en creaciones coreogrficas por los mayores teatros de la regin Marche. Igualmente ha sido profesora de danza en algunas escuelas pblicas y ha participado como coregrafa en varios festivales de danza.
MADANGI, JEAN DE DIEU
Es Licenciado en Teologa Fundamental por la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid) y Diplomado en Filosofa por la Universidad Complutense de Madrid. En
la actualidad es Profesor Titular del British Council School de Madrid y profesor de Swahili de la Universidad Complutense de Madrid. Asimismo, es el fundador y presidente
de la Asociacin BWATO, Director de la revista Intercultural BWATO y del grupo teatral
del mismo nombre para el que ha escrito algunas obras teatrales e interpretado en sus
producciones como actor. Una de sus ltimas creaciones, Conjuros en Kunderengonga, se
ha presentado en la Expo de Zaragoza 2008.
NGOM, MBARE
Nacido en Conakry (Guinea francesa), curs estudios superiores en la Universidad de Dakar (Senegal), en La Escuela Diplomtica de Madrid (Espaa) y en la universidad de Paris-Sorbonne (Francia). Es Doctor en Estudios Ibricos e Iberoamericano y
titular del Diplome dtudes Approfondies, ambos por la Universidad de Pars-Sorbona
(Francia). Dentro de la literatura latinoamericana se ha especializado en la investigacin cultural y literaria de los descendientes de africanos; dentro de la literatura africana sus trabajos se centran en el rea francfona susbsahariana y en la literatura hispano-africana. En 1993 apareci en la revista Hispania su artculo sobre literatura
guineana, el primero que se ha publicado en Estados Unidos sobre este tema. Desde entonces ha publicado varios trabajos sobre la literatura de Guinea Ecuatorial, entre ellos
la antologa coeditada con el escritor de Guinea Ecuatorial Donato Ndongo, titulado Literatura de Guinea Ecuatorial (Antologa) (Sial-Casa de frica, 2000) y el libro Dilogos con
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Guinea: Panorama de la literatura guineoecuatoriana de expresin castellana a travs de sus protagonistas (Labrys 54 Edciones, 1996). En la actualidad es el Director del Departamento
de Lenguas Extranjeras y profesor de Lengua Espaola y Literatura Latinoamericana,
Lengua Francesa y Literatura Francfona en Morgan State University en Baltimore
(Maryland, Estados Unidos).
PAGOLA MONTOYA, IRENE
Licenciada en Filologa Inglesa (2002) y en Traduccin e Interpretacin (2004)
por la Universidad de Salamanca. En la actualidad est completando su Tesis Doctoral
que contina con la temtica de su Trabajo de Grado sobre novelistas africanas contemporneas. Ha participado en varios Congresos y publicado traducciones del ingls al castellano. Tiene varios artculos en prensa sobre la novela de Tsitsi Dangaremgba Nervous
Condition. Recientemente obtuvo una beca como investigadora en la Universidad de
Cambridge, donde ha continuado la investigacin para su tesis doctoral y es miembro
del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad de Salamanca.
PASTOR GARCA, DANIEL
Doctor en Filologa Inglesa, es Profesor Titular de literatura norteamericana en la
Universidad de Salamanca. Autor de varios libros y ediciones crticas y de numerosos artculos dedicados al tema. Lleva colaborando varios aos con otros investigadores sobre
la participacin de los voluntarios de habla inglesa en las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil, habiendo realizado dos publicaciones sobre este tema, en ambas
como co-editor: Los brigadistas de habla inglesa y la Guerra Civil espaola (Ambos Mundos,
2006) y Las Brigadas Internacionales: 70 aos de memoria histrica (Amar Ediciones, 2007).
Entre otras de sus publicaciones se encuentran El individualismo anrquico y radical de William S. Burroughs y las ediciones crticas El lugar de los caminos muertos, de William S. Burroughs (Ctedra, 1994), La Generacin Beat de John Clellon Colmes (Universidad de
Len, 1997 y The Red Badge of Courage de Stephen Crane (Almar, 2003).
SIRIAKA, RITA
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(Casa de Amrica, 2001), un taller de escritura dramtica con Marina Wainner (Teatro
Estudio de Madrid, 1999) y un curso de interpretacin actoral con Guillermo Heras
(Casa de Amrica, 1997).
Verbum
ltimos ttulos publicados:
JOS LEZAMA LIMA:
La Habana.
CARLOS JAVIER MORALES:
La potica de Jos Mart y su contexto.
EMILIO E. DE TORRE GRACIA:
Proel (Santander, 1944-1959):
revista de poesa/revista de compromiso.
KARL C. F. KRAUSE:
Compendio de Esttica.
AIDA HEREDIA:
La poesa de Jos Kozer.
FERNANDO BERNAL:
Memorias de un testigo.
JAVIER MEDINA LPEZ:
El espaol de Amrica y Canarias desde una
perspectiva histrica.
FRIEDRICH SCHILLER:
Sobre Poesa ingenua y Poesa sentimental.
ROSARIO REXACH:
Estudios sobre Gertrudis Gmez de Avellaneda.
GEORG HENRIK VON WRIGHT:
El espacio de la razn. (Ensayos filosficos.)
SEVERO SARDUY:
Cartas.
JOS MASCARAQUE DAZ-MINGO:
Tras las huellas perdidas de lo sagrado.
WALTHER L. BERNECKER,
JOS M. LPEZ DE ABIADA y
GUSTAV SIEBENMANN:
El peso del pasado: Percepciones de Amrica y
V Centenario.
JOS MANUEL LPEZ DE ABIADA y
JULIO PEATE RIVERO (Editores):
xito de ventas y calidad literaria.
Incursiones en las teoras y prcticas del best-sller.
MARA DEL CARMEN ARTIGAS:
Antologa sefarad: 1492-1700.
Respuesta literaria de los hebreos espaoles a la
expulsin de 1492.
JUAN W. BAHK:
Surrealismo y Budismo Zen.
Convergencias y divergencias. Estudio de literatura
comparada y Antologa de poesa Zen de China,
Corea y Japn.
MARIELA A. GUTIRREZ:
Lydia Cabrera: Aproximaciones mtico-simblicas
a su cuentstica.
IRENE ANDRES-SUREZ, J. M. LPEZ DE ABIADA
y PEDRO RAMREZ MOLAS:
El teatro dentro del teatro:
Cervantes, Lope, Tirso y Caldern.
ENRIQUE PREZ-CISNEROS:
En torno al 98 cubano.
ENSAYO
LAURA A. CHESAK:
Jos Donoso. Escritura y subversin del
significado.
RAMIRO LAGOS:
Ensayos surgentes e insurgentes.
JOS L. VILLACAAS BERLANGA:
Narcisismo y objetividad.
Un ensayo sobre Hlderlin.
CONCEPCIN REVERTE:
Fuentes europeas. Vanguardias
hispanoamericanas.
JOS OLIVIO JIMNEZ:
Poetas contemporneos de Espaa e
Hispanoamrica.
CIRILO FLREZ y
MAXIMILIANO HERNNDEZ (Editores):
Literatura y Poltica en la poca de Weimar.
JOS LEZAMA LIMA:
Cartas a Elosa y otra correspondencia.
IRENE ANDRES-SUREZ (Editora):
Mestizaje y disolucin de gneros en la
literatura hispnica contempornea.
ANTONIO ENRQUEZ GMEZ:
Sansn Nazareno (Ed. crtica de Mara del
Carmen Artigas).
G. ARETA, H. LE CORRE, M. SUREZ y
D. VIVES (Editores):
Poesa hispanoamericana: ritmo(s) /
mtrica(s)/ruptura(s).
CONSUELO TRIVIO ALZOLA:
Pompeu Gener y el Modernismo.
JOS MANUEL LPEZ DE ABIADA y
AUGUSTA LPEZ BERNASOCCHI (Editores):
Territorio Reverte. Ensayos sobre la obra de
Arturo Prez-Reverte.
RAQUEL ROMEU:
Voces de mujeres en las letras cubanas.
MIGUEL MARTINN:
Espejo de Aire. Voces y visiones literarias.
RAMN DAZ-SOLS:
Filosofa de arte y de vivir.
MANUEL MORENO FRAGINALS,
J. L. PRIETO BENAVENT, RAFAEL ROJAS et alii:
Cien aos de historia de Cuba (1898-1998).
JOS LEZAMA LIMA:
La posibilidad infinita Archivo de Jos Lezama Lima.
NILO PALENZUELA:
Los hijos de Nemrod. Babel y los escritores del
Siglo de Oro.
ALEJANDRO HERRERO-OLAIZOLA:
Narrativas hbridas: Parodia y posmodernismo en
la ficcin contempornea de las Amricas.
JAVIER HUERTA CALVO, EMILIO PERAL VEGA y
JESS PONCE CRDENAS (Editores):
Tiempo de burlas. En torno a la literatura
burlesca del Siglo de Oro.
LEOPOLDO FORNS:
Cuba. Cronologa.
JOS SANTIAGO FERNNDEZ VZQUEZ:
Reescrituras postcoloniales del Bildungsroman.
MODESTA SUREZ:
Espacio pictrico y espacio potico en la obra de
Blanca Varela.
REYES E. FLORES:
Onetti: Tres personajes y un autor.
PEDRO AULLN DE HARO (2 Edicin):
La obra potica de Gil de Biedma.
COMFORT PRATT:
El espaol del noroeste de Luisiana.
MARCO KUNZ:
Juan Goytisolo: Metforas de la migracin.
ANTONIO DOMNGUEZ REY:
El drama del lenguaje.
NGEL ESTEBAN:
Bcquer en Mart.
JAVIER PREZ ESCOHOTADO:
Proceso inquisicional contra el bachiller
Antonio de Medrano, alumbrado epicreo.
(Toledo 1530).
MIGUEL MARTINN:
Crculo de esta luz. Crtica y potica.
FEDERICO LANZACO:
Los valores estticos en la cultura clsica
japonesa.
JOS MASCARAQUE:
Los ngeles desterrados.
DORA VISSEP-ALTMAN TORRES:
La obra literaria de Manuel Mndez Ballester.
JOS MANUEL LPEZ DE ABIADA y
AUGUSTA LPEZ BERNASOCCHI:
Juan Manuel de Prada: De hroes y tempestades.
FRANCISCO MORN:
La Habana elegante.
JOAQUN P. PUJOL (Editor):
Cuba: Polticas econmicas para la transicin.
GUSTAVO ALFREDO JCOME (2. Edicin):
Gazapos acadmicos en Ortografa de la
lengua espaola.
A. OJEDA, A. H. DALGO y E. LAURENTIS (Editores):
Corea: tradicin y modernidad.
MARIELA A. GUTIRREZ:
Rosario Ferr en su Edad de Oro.
Heronas subversivas de Papeles de Pandora y
Maldito Amor.
RAL MARRERO-FENTE (Editor):
Perspectivas trasatlnticas estudios coloniales
hispanoamericanos.
JOS MANUEL LPEZ DE ABIADA,
AUGUSTA LPEZ BERNASOCCHI (Editores):
Imgenes de Espaa en culturas y
literaturas europeas (siglos XVI-XVII).
ANTONIO LASTRA (Editor):
Estudios sobre cine.
ALBERTO LZARO:
H. G. Wells en Espaa: Estudio de los
expedientes de censura (1939-1978).
JAVIER HUERTA CALVO,
EMILIO MIR GONZLEZ y
EMILIO PERAL VEGA (Editores):
Perfil de Cernuda.
GENEVIVE CHAMPEAU (Editora):
Relatos de viajes contemporneos por Espaa y
Portugal.
JOS MANUEL LPEZ DE ABIADA,
FLIX JIMNEZ RAMREZ y
AUGUSTA LPEZ BERNASOCCHI (Editores):
En busca de Jorge Volpi: Ensayos sobre su obra.
IRENE ANDRES-SUREZ (Editora):
Migracin y literatura en el mundo hispnico.
SEVERINO ARRANZ MARTN:
Etimologas inditas y curiosas.
LANDRY-WILFRID MIAMPIKA:
Transculturacin y poscolonialismo en el Caribe.
LVARO SALVADOR, NGEL ESTEBAN (Editores):
Alejo Carpentier: Un siglo entre luces.
EDUARDO JIMNEZ MAYO:
El evangelio segn Juan de Mairena.
JYTTE MICHELSEN:
Ricardo Giraldes: un poeta del viaje.
JOS GOMARIZ:
Colonialismo e independencia cultural.
La narracin del artista e intelectual
hispanoamericano del siglo XIX.
JAVIER ALCORIZA:
Dostoyevski y su influencia en la cultura europea.
JOS MANUEL LPEZ DE ABIADA,
JOS MORALES SARAVIA (Editores):
Boom y Postboom desde el nuevo siglo: impacto y recepcin.
PEDRO AULLN DE HARO:
La sublimidad y lo sublime.
RYU TONGSHIK:
El Pungniudo y el pensamiento religioso de Corea.
IDALIA MOREJN, ENEIQUE SAINZ,
IVETTE FUENTES y OSMAR SNCHEZ AGUILERA:
Cuatro ensayos sobre poesa cubana.
ONEIDA M. SNCHEZ:
Vivanco, Rosales y Gil: Libro de familia.
ALEXIS GROHMANN,MAARTEN STEENMEIJER:
El columnismo de escritores espaoles
(1975-2005).
ANTONIO LASTRA (Editor):
Representaciones culturales.
Ensayos sobre el futurode las humanidades.
ANNE FREIRE ASHBAUGH, LOURDES ROJAS
RAQUEL ROMEU (Editoras):
Mujeres ensayistas del Caribe hispano
Hilvanando el silencio.
JESS GONZLEZ VALLES:
Filosofa de las artes japonesas.
Artes de guerra y caminos de paz.
BRIGITTE ADRIAENSEN:
La potica de la irona en la obra tarda de
Juan Goytisolo (1993-2000)
ARABESCOS PARA ENTENDIDOS.
ARACELI TINAJERO:
El lector de tabaquera:
Historia de una tradicin cubana.
HUMBERTO LPEZ CRUZ (Editor):
Rosa Mara Britton ante la crtica.
ISABEL NAVAS OCAA:
Historia de la teora y la crtica literara en
Gran Bretaa y Estados Unidos.
MICHELE COMETA, ANTONIO LASTRA y
PAZ VILLAR HERNNDEZ: (Editores):
Estudios Culturales
Una introduccin.
ANTONIO LASTRA:
Emerson como educador.
CARMEN ALEMANY BAY y
REMEDIOS MATAIX AZUAR (Editoras):
Sobre Dulce Mara Loynaz. Una introduccin
(Ensayos acerca de su poesa,
sus prosas y sus opiniones literarias).
PEDRO AULLN DE HARO:
La sublimidad y lo sublime (2 edicin).
JULIN B. SOREL:
El poscastrismo
y otros ensayos contrarrevolucionarios.
LANDRY-WILFRID MIAMPIKA:
Voces africanas / Voix Africaines.
RITA DE MAESENEER,
SALVADOR MERCADO RODRGUEZ:
Ocho veces Luis Rafael Snchez.
JOS MANUEL PEREIRO OTERO:
La escritura modernista de
Valle-Incln: orga de colores.
ANA BELN MARTN SEVILLANO:
Sociedad civil y arte en Cuba:
Cuento y artes plsticas en el
cambio de siglo (1980-2000).
JULIO PEATE RIVERO
FRANCISCO UZCANGA MEINECKE (Editores):
El viaje en la literatura hispnica:
de Juan Valera a Sergio Pitol
GUSTAV UNGERER:
The Mediterranean
Apprenticeship of British Slavery
JUAN MIGUEL LPEZ MERINO:
Sobre poesa posfranquista
(Hacer historia y otras cuestiones).
MANUEL E. VZQUEZ,
LUIS SEBASTIN VILLACAAS DE CASTRO:
Virtualidad y actualidad
Una introduccin a la ontologa poltica contempornea.
ANDRS ALONSO MARTOS (Editores):
Periferias. El extremo como trmino medio.