Guardianas Nazis

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El

nazismo postul que todos aquellos que no fueran arios no eran humanos
y por tanto seran tratados como animales. Si era tico experimentar con
perros, gatos y ratones, qu problema habra en hacerlo con judos,
polacos, gitanos u homosexuales?
La respuesta la encontramos en los campos de concentracin nazis donde
cientos de fieles guardianas, con la sangre 'limpia' y libres de intoxicaciones,
se convirtieron en las torturadoras y asesinas ms despiadadas de la
Segunda Guerra Mundial.
No son tan famosas como los Hitler, Himmler, Goebbels o Mengele pero la
Historia ms siniestra de la Humanidad tiene su hueco para estas autnticas
arpas, las caras inhumanas que tantas vctimas dejaron tras de s.
Como el caso de Hermine Braunsteiner, 'La Yegua de Majdanek', que
disfrutaba propinando severas coces en el estmago de sus confinadas. O
Irma Grese, el 'ngel de Auschwitz', cuyo pasatiempo favorito era echar a
sus perros para que devoraran a las prisioneras.
A lo largo de este libro, la autora recoge la biografa de un total de 19
mujeres que participaron activamente en la maquinaria blica del
Nacionalsocialismo y que sucumbieron ante el poder, la sangre y la muerte.
Tuvieron otra salida? S. No obstante, optaron por tomar las riendas, acatar
rdenes y aliar sus actuaciones con fuertes dosis de vejacin, maltrato y
sadismo.

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Mnica G. lvarez

Guardianas nazis
El lado femenino del mal
ePUB v1.0
AlexAinhoa 05.03.13

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Ttulo original: Guardianas nazis. El lado femenino del mal.


Mnica Gonzlez lvarez, 2012.
Editor original: AlexAinhoa (v1.0)
ePub base v2.1

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Para que nunca olvidemos los principios humanos


que nos alejan irremediablemente del crimen y el
castigo, me gustara dedicar este libro:
A todas las vctimas de la injusticia,
a las de entonces y a las de ahora.s
A aquellos que murieron por la libertad.

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Lo que queda de esa noche como ninguna otra


es una sensacin irremediable de prdida, de
despedida. Mi madre y mi hermana se marcharon,
y nunca les dije adis.
Todo sigue siendo irreal. Es solo un sueo, me dije
mientras caminaba colgada del brazo de mi padre.
Es una pesadilla que me ha arrancado de las
personas a las que amo, que estn golpeando a la
gente hasta la muerte, que Birkenau existe y que
alberga un gigantesco altar donde los demonios de
fuego devoran nuestro pueblo.
Es una pesadilla de Dios que los seres humanos
estn lanzando a las llamas a nios vivos judos.
(Elie Wiesel, superviviente del Holocausto).

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Prlogo
Cuando un psiquiatra se pone a prologar, las cosas se convierten en impredecibles, ya
que sabemos escuchar, hablar a medias, pero escribir muy mal. Pero, como alguien
dijo, es lo que hay.
Para prologar desde la perspectiva psiquitrica caben dos opciones: tratar de
entender el contenido de la obra en sus matices psquicos, o entender al autor en sus
motivos para escribir dicho contenido, y en ambos casos siempre resulta arriesgado
encargar a un psiquiatra una introduccin o un prlogo, ya que el riesgo nace de la
mana o tambin llamada deformacin profesional de estos sujetos, es decir, en
este caso de un servidor por desentraar los intrngulis psquicos de aquello que
prologan, de buscar los fantasmas inconscientes que siempre yacen tras las conductas
humanas, y cmo no tras las palabras escritas como representacin stas ltimas de la
personalidad del autor.
Pero el que as arriesga, ya sea autor o editor, demuestra su valenta, y en cierto
modo se desnuda para ofrecer con sinceridad una obra y el esfuerzo que esta siempre
implica.
Vivimos un mundo convulso y con miles de criterios y marcos morales donde a
veces resulta difcil seguir una senda, por eso conviene mirar atrs en nuestra historia
y aprender de lo que en ella, con fortuna o no, ha hecho el ser humano. Ese es el gran
reto de los escritos que bucean en nuestras luces y en nuestras sombras.
Y de sombras vamos a hablar en estas palabras que servirn como prlogo,
sombras perversas y negras que pintaron un captulo mucho ms que trgico de la
humanidad, un captulo de horror sin sentido, donde el cerebro ms animal e
irracional gobern el mundo en una espiral que llen los cementerios y aun nos asusta
en su recuerdo.
La autora ha desentraado unas vidas de personas, mujeres en concreto, que
debieron ser insignificantes o al menos sencillas y grises, y, sin embargo, encarnaron
unas conductas tan crueles e inimaginables que los psiquiatras titubeamos a la hora de
etiquetarlas.
Y es que cuando sucede algo trgico o criminal todo el mundo recurre al
profesional de la psiquiatra para que de inmediato ponga un diagnstico o al menos
explique el motivo de tal o cual conducta, como si al etiquetar o explicar, nuestra
angustia por lo bestial e incomprensible se aliviara y de esta forma pudiramos seguir
saliendo a la calle sin la sensacin de que en algn momento un semejante puede
hacer tal o cual cosa.
De los campos de concentracin tenemos libros y libros, textos y textos y hasta
filmaciones que nos erizan el cabello y nos secan la boca, incluso tenemos
descripciones de profesionales de la salud mental que estuvieron presos, me vienen a
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la memoria Vktor Frankl y Bruno Bettelheim a los que hay que leer por obligacin,
cientficos de renombre como Primo Lev, inolvidable, y tambin hay quienes nos
avisaron con dolor de lo que se vivira como Stefan Zweig, que se quit la vida lejos
de su patria por ese dolor inasumible.
Pero no tenamos un fichero tan detallado de unas mujeres que hicieron de su
condicin el ms flaco favor que se puede hacer hoy a la condicin femenina; fueron
las torturadoras, algunas de ellas, que hoy gracias a la autora conocemos con detalle.
Y es en este punto en el que el psiquiatra se pregunta Por qu? Haba otras
opciones para estas mujeres? O un cruel fatalismo las empuj a perder el rumbo
intoxicadas por una atmsfera delirante proaria, que llevaron hasta sus ltimas
consecuencias?
Qu decir de la personalidad de estas mujeres? Pero qu es la personalidad
antes de todo?
La personalidad es lo que conocemos coloquialmente como forma ser, y la
deducimos de la conducta que cada uno tiene consigo mismo y en relacin con los
dems. Esta forma de ser, si lo resumimos de manera didctica, estara compuesta por
dos parmetros claramente diferenciales: el temperamento y el carcter.
El primero, al que hemos denominado temperamento, tendra un gran
componente gentico, es decir, se transmitira a travs de la herencia, procedentes de
ambos progenitores. En cambio, el segundo sera bsicamente adquirido en funcin
de las relaciones y del ambiente que rodean al sujeto desde su nacimiento hasta el
momento presente. Lo que vemos de la personalidad, lo que percibimos, lo que se
exterioriza, es lo que llamamos conducta o comportamiento.
No hay acuerdo entre los autores y las escuelas sobre cul de los dos elementos es
ms determinante a la hora de la conducta del sujeto, habiendo quien dice que la
herencia determina definitivamente la conducta (idea un tanto fatalista) y quien por el
contrario habla de la herencia como una vulnerabilidad sobre la que se impresionan
los acontecimientos vitales que rodean al sujeto en su vida desde la infancia hasta la
edad de adulto.
En cualquier caso, todos hemos visto diferentes situaciones que parecen inclinarse
hacia un lado u otro de la balanza, pero cada vez son ms los que opinan que como
deca Cajal: El hombre es el escultor de su propio cerebro.
Lo que conocemos como Trastornos de la Personalidad (TP) seran formas
anormales de ser y de relacionarse con uno mismo y con los dems, desde un punto
de vista estadstico. Se inician muy precozmente y provocan malestar al sujeto y/o a
los que conviven con l. En realidad, muchos que denominamos raros son
autnticos trastornos de la personalidad, trastorno que se patentiza de otra forma
dependiendo del medio social donde vive el sujeto.
Es en esta lnea de pensamiento que deberamos encuadrar hoy a aquellas

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mujeres, y entonces las preguntas siguientes seran: Nacieron as?, Se hicieron as


por contagio ideolgico? O lo que es ms duro de aceptaR: eran simplemente as?,
luego el mal existe.
A los psiquiatras no nos gusta hablar del mal y del bien, porque son conceptos
morales ntimos de las personas y han cambiado a lo largo de la historia segn
ideologas, cambios de poder etc., pero lo cierto es que en ocasiones nos
encontramos con personas que no tienen criterios morales ninguno y entonces no
podemos diagnosticar un trastorno, simplemente alejarnos cautelosamente de ellas.
Yo creo que el caso de estas mujeres es en sntesis este ltimo. No podramos
definirlas como personas con trastornos psiquitricos, vivan en un mundo txico en
el que la moral se la impusieron y ellas simplemente por vanidad, egosmo, celos,
ambicin y otras muchas razones no psiquitricas, hicieron del mal una
herramienta perversa de proyeccin de sus pobres vidas, y esto lo ha recogido
magistralmente la autora Mnica Gonzlez lvarez, mujer actual, trabajadora e
investigadora de la historia, a la que auguramos un gran xito con esta descripcin
detallada de aquellas Guardianas Nazis que hoy gracias a ella vuelven a la luz para
que todos mantengamos la alerta viva ante las ideologas extremas y radicales.

Dr. Jos Cabrera Forneiro


Psiquiatra y Doctor en Medicina Legal.
Acadmico de la Academia Mdico Quirrgica Espaola.

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Introduccin
La idea de aceptar un trabajo en Auschwitz era particularmente seductora, puesto
que el trabajo responda a la necesidad que tena de experimentar da tras da la
propia superioridad y la propia fuerza, el derecho a decidir sobre la vida y sobre la
muerte, el derecho a infligir la muerte, personalmente o al azar, y el derecho a abusar
del poder sobre las otras detenidas.
As formul Anna Pawelczynska, prisionera polaca convertida en guardiana del
campo de Auschwitz y actual sociloga, su paso por este centro de internamiento
durante la Segunda Guerra Mundial.
No fue la nica. A partir de 1939 cientos de mujeres alemanas se alistaron a la
Bund Deutscher Mdel (Liga de la Juventud Femenina Alemana) y al Partido Nazi
(NSDAP) para acatar los nuevos preceptos erigidos por Adolf Hitler y su Tercer
Reich. No echaban de menos un hogar ntimo, un marido carioso o unos nios
felices, como manifest el Fhrer en ms de una ocasin. No. Estas fminas pese a
lo que declararon ante sus respectivos tribunales, fueron conscientes de la barbarie
y la consternacin a la que se enfrentaron. Decidieron formar parte de un sistema de
tortura, sadismo y muerte an contraviniendo las leyes internacionales en tiempos de
conflicto.
Pero cmo es posible que alguien corriente se convierta en un criminal de
guerra? La respuesta ms recurrente y la que, por desgracia, he intentado reflejar a
travs de este libro, es que todas y cada una de las personas que participaron de la
maquinaria blica del horror nazi, ya tenan esa semilla asesina en su interior. Esa
maldad era innata, oculta en algn rincn de su conducta pero tan palpable que tan
solo fue necesario trabajar en un campo de exterminio, entre cadveres y llanto, para
despertar a las bestias ms despiadadas que se han conocido jams.
Si los hombres de Hitler fueron perversos, ellas, las guardianas de los
campamentos de concentracin, supusieron la mano ejecutora e implacable de la
justicia aria. No hubo juez ms atroz que Mara Mandel, Ilse Koch, Irma Grese,
Hermine Braunsteiner, Dorothea Binz y as hasta 19 nombres. Todas y cada una de
ellas establecieron un patrn de entrenamiento para ensear a sus secuaces cmo
deban golpear, apalear, fustigar, maltratar y vejar a sus reclusas hasta el bito.
Durante esta fase de instruccin, llevada a cabo principalmente en el campo de
Ravensbrck, las futuras asesinas aprendieron a practicar sacrificios y a comportarse
como animales salvajes. La inhumanidad fue su ilustre pilar.
Los miles de internos de Birkenau, Buchenwald, Majdanek, Ravensbrck,
Auschwitz o Stutthof sufrieron en sus carnes el ensaamiento voraz de unas mujeres
que, lejos de impartir paz, y "guardar" la integridad personal, les arrancaron de cuajo
la poca esperanza que podan tener en la vida.
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En Guardianas nazis nos encontraremos con una recopilacin de la vida de las 19


supervisoras, guardianas, responsables de bloque y auxiliares ms sangrientas de los
campos de concentracin alemanes entre 1939 y 1945. Aparecen divididas en dos
significativas partes: Las 7 Arcngeles del Terror y Las 12 Apstoles del Reich.
Los trminos de arcngel y apstol que utilizo para este fin, no pretenden
ofender a nadie. Si es as, mi ms sinceras disculpas. El motivo por el que he decidido
usar ambos vocablos es por el significado implcito que llevan consigo. Nada tiene
que ver aqu la religin o la fe con el nazismo, pero s lo que subyace.
Entendemos por arcngel como aquel espritu bienaventurado, de orden
medio entre los ngeles y los principados. Si hacemos acoplo de esta palabra a las
siete supervisoras germanas, hay que decir que estas fueron seres venerados por su
rgimen y que se encontraban entre Hitler (la divina providencia) y los distintos
rangos de las Waffen-SS (los principados). En el caso de apstol, que sera aquel
que predica, el propagador de cualquier gnero de doctrina importante, las 12
restantes fueron evangelizadoras de unos ideales. Se dedicaron a difundir entre sus
fieles la semilla de la religin aria.
Este libro nace de la necesidad de sacar a la luz las sombras del
nacionalsocialismo, unas sombras donde las mujeres tambin tuvieron gran culpa del
exterminio semita.
Como deca su LdeR: Sigo el camino que me marca la Providencia con la
previsin y seguridad de un sonmbulo. Ellas lo siguieron, hasta el final, meneando
la cola de la maldad a su paso. Sentan satisfaccin ante lo que generaban sus
actuaciones, no por provocar sufrimiento en el otro, sino por el dominio de llevarlo a
cabo. Por el poder de elegir lo que era o no correcto en cada momento. Si para Hitler
el judo era de naturaleza satnica, una vez que lean las fatales costumbres de
nuestras protagonistas, pensarn que el Innombrable a su lado era solo un mero
aprendiz.

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Parte I:
Las 7 arcngeles del terror

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Ilse Koch. La zorra de Buchenwald

Yo nunca contempl la posibilidad de ser llevada


a juicio, porque nunca hice ninguna de las cosas
que se han presentado en mi contra.
Ilse Koch durante su primer juicio el 10 de julio de 1947

Dicen que detrs de un rostro angelical siempre se esconde un alma diablica y en el


caso de Ilse Koch, no podra ser de otro modo. Mujer de cabellos rojos y largos, de
gran belleza y fuerte poder de seduccin, supo cautivar a sus camaradas de las
Escuadras de proteccin para convertirse en supervisora de uno de los campos de
concentracin nazi ms importantes de la poca. Su sadismo no conoca lmites y
entre sus fechoras destacaba la creacin de todo tipo de lmparas con piel humana.
De ah su terrible apodo: La zorra de Buchenwald.
Margarete Ilse Khler, que era as como se llamaba antes de casarse, naci el 22
de septiembre de 1906 en el seno de una familia de clase media en la localidad
alemana de Dresde (Sajonia). Hija de Anna y Emil, un labrador que posteriormente
lleg a encargado de fbrica, Ilse se comportaba como cualquier otra nia de su edad.
De carcter tranquilo, responsable y de buen comportamiento, lleg a hacerse muy
popular entre los compaeros de escuela. Nada haca presagiar que se transformara
en una asesina tiempo despus. De hecho, poco se conoce acerca de su educacin y
de cmo podra haber sido tratada o maltratada por sus progenitores.
Evit la escuela secundaria para adquirir conocimientos de taquigrafa y
secretara en la academia de oficios, pero a los 15 aos aparc definitivamente los
estudios. Pese a que en un primer momento, empez a trabajar en una factora, fue en
1922 cuando se convirti en dependienta de una librera de Dresde. Por ese entonces,
Alemania estaba sumida en un increble estancamiento econmico y todava padeca
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las consecuencias de la Primera Guerra Mundial.


Inmersa en la soledad de esas cuatro paredes, la joven Khler inici un inters
desmedido por los nuevos y enrgicos personajes que se asomaban a travs de los
volmenes que llenaban diariamente los estantes. Eso y las continuas visitas, sobre
todo de una rama oficial del Partido Nazi, hicieron que esta joven atractiva y
pelirroja, de personalidad arrolladora y embaucadora, no tardase en abrirse paso entre
sus filas llegando a tener aventuras con varios miembros de las Waffen-SS.
Una dcada ms tarde, en 1932, Ilse se afili al Partido Nazi Alemn (NSDAP).
Era el nmero 1.130.836 y una de las primeras mujeres en llevarlo a cabo. La
cercana con la alta esfera estaba cerca. Su fascinacin por los uniformes llegaba a tal
extremo que tena citas exclusivamente con miembros del Reich: oficiales de las SS y
de las Sturm Abteilung (SA o Camisas Pardas), de tal forma que lo natural era
enamorarse de un militar vanidoso y grandilocuente. Ocurri de la siguiente forma.
Gracias a su trabajo como mecangrafa en la empresa de cigarrillos Reetsma en
Dresde, la vida de Ilse cambiara para siempre en mayo de 1934. En su camino se
cruz Karl Otto Koch, un Obersturmfhrer (teniente) de las SS que se encontraba
casualmente en la zona por un breve periodo de tiempo. Gracias a su belleza pelirroja
de ojos verdes y a su ademn sexy y provocativo, la muchacha conquist rpidamente
el corazn del oficial. Y aunque Karl era un hombre robusto, de cara redonda, calvo,
diez aos mayor que ella y divorciado, Khler no pudo evitar mantener un romance
con l. Durante ese mes su amor continu floreciendo. Incluso despus de que lo
trasladasen de Dresde al campo de concentracin de Hohnstein (Sajonia) el 30 de
junio de 1934 y en octubre al de Sachsenburg.
No obstante, y antes de proseguir con la historia de nuestra terrible protagonista,
Ilse Koch, es imprescindible que conozcamos tambin la trayectoria y personalidad
del que sera su marido. Karl fue para Ilse lo ms parecido a un maestro, quien la
ense a practicar diversos suplicios y vejaciones. La crueldad de ella fue en parte tan
descomunal gracias a las directrices de su cnyuge.

Los antecedentes de Karl


Karl Otto Koch naci en Darmstadt (Alemania) en 1897 cuando su madre tena 34
aos y su padre, un funcionario del gobierno de Darmiggadta, 57. Los padres se
casaron dos meses despus de su nacimiento; sin embargo, cuando l tena ocho aos,
su progenitor falleci. Este hecho provoc en l un sentimiento de aislamiento que
deriv en una mala conducta en la escuela, que unido a malas calificaciones, hizo que
Karl dejase pronto la escuela y se fuese a trabajar a las fbricas de mensajera local.
Cuando tena diecisiete aos, se alist en el ejrcito. Por entonces, la Primera
Guerra Mundial ya se estaba poniendo en marcha en Europa Occidental. Cuando su
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madre se enter, intervino, habl con la oficina de reclutamiento y le mandaron de


nuevo a casa.
En marzo de 1916, a la edad de diecinueve aos, el muchacho se las arregl de
nuevo para formar parte del regimiento, pero la contienda le tena algo preparado:
terminar en un campo de prisioneros. Milagrosamente, salv la vida y regres a una
Alemania enojada a la par que destrozada. Se cree que esta experiencia marc tan
negativamente su talante, que Karl inici una etapa de rabia desalmada contra sus
inferiores. Lo constat siendo ya coronel del campo de concentracin de
Sachsenhausen.
Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, el exsoldado continu con su vida y
obtuvo el puesto de empleado de banca. En 1924 se cas por primera vez, pero dos
aos ms tarde el banco se derrumb y Karl se qued sin trabajo. Por aquel entonces
mozos desempleados sin recursos ni motivaciones encontraban en las ideas nazis un
verdadero chaleco salvavidas.
Se afilia al partido en 1931 con nmero 475.586 y comienza a trabajar en la
oficina de la administracin de la sede regional del partido en Dresde. Su matrimonio
se estaba yendo a la deriva y el divorcio se materializa ese mismo ao.
En el mes de septiembre Karl Koch decide unirse a la elite de las Waffen-SS. Para
ello tena que pasar por una previa y ardua investigacin para comprobar que no tena
antecedentes judos. Una vez demostrado que todo estaba correcto, comenz su
periplo nazi.
Durante los aos siguientes y previos a enamorarse de Ilse, Karl fue destinado a
varios campamentos de concentracin. Segn afirmaba el comandante de la unidad
Totenkopf, Theodor Eicke: su habilidad estaba por encima de la media y haca todo
lo posible por el triunfo de los ideales nacionalsocialista. Dichas cualidades llevaron
a Koch a ser bien mirado por sus superiores, quienes buscaban entre sus filas
hombres como l. Por eso recibi su primera asignacin.
Desde entonces, Karl pas de dirigir la unidad conocida como SSSonderkommando Sachsen en el campo de concentracin de Sach-senburg, a ser el
ayudante principal y hombre de confianza de Heinrich Himmler, jefe de las SS y de la
Gestapo. Para este ltimo, Karl era un hombre preparado, dispuesto y capaz de llevar
a cabo las ms escalofriantes rdenes, alguien que podra llegar muy lejos dentro de
los crculos nazis y de las Escuadras de Proteccin. Una de sus mximas era: Meine
Ehre heiBt Treue (Mi honor es la lealtad).

La boda de los Koch


Una vez que la SS Rasse-und Siedlungshauptamt (la Oficina Central de las SS para la
Raza y el Reasentamiento) investig la genealoga tanto del coronel Karl Otto Koch
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como de la joven Ilse Khler, se procedi a realizar la liturgia. Necesitaban


cerciorarse que no tenan sangre impura, es decir, parentesco judo alguno.
En la noche del 29 de mayo de 1937 la parte de atrs del KL Sach-senhausen, se
convirti en el lugar elegido por Karl e Ilse para contraer matrimonio. Un bosque
repleto de robles fue el principal testigo de una ceremonia engalanada con
impresionantes antorchas. Fue un enlace con todos los rituales y adornos de las SS.
Por aquel entonces y as lo asegura Andrew Mollo autor del libro A pictorial
History of the SS. 1923-1945, las bodas cristianas fueron reemplazadas por ritos
pseudopaganos:
Los matrimonios ya no se llevaron a cabo en las iglesias, sino al aire
libre bajo un limonero o en un edificio decorado con runas de las SS,
girasoles y ramitas de abeto. Una eterna llama arda en una urna frente a
la cual la pareja intercambiaba anillos y reciba el regalo oficial de las SS,
el pan y la sal, smbolos de la fecundidad y la pureza de las tierras.
Tras la ceremonia y hasta que su nueva casa en Sachsenhausen estuviera
terminada, los Koch vivieron en el apartamento alquilado de Ilse en las costas de
Lehnitzsee, un lago cercano a Oranienburg. Karl acababa de ser nombrado coronel
del campo de concentracin que estaba construido en las proximidades de la capital.
All permanecieron durante varios meses, hasta que en 1938 fue destinado al centro
de trabajo de Buchenwald, uno de los campamentos inaugurales del Imperio nazi
durante la II Guerra Mundial. Aquel Konzentrationslager acab siendo uno de los
mayores recintos de exterminio alemn junto con el de Auschwitz, debido a los
experimentos mdicos que se efectuaban con los prisioneros. Fue precisamente all
donde se dieron cita las macabras atrocidades de la pareja Koch.

Buchenwald: el campo de los horrores


Construido en 1937 en la regin rural de Weimar, Buchenwald fue uno de los
primeros y ms grandes campos de concentracin nazi. Cada individuo que
soprepasaba el portaln de estas instalaciones tena que leeR: Con justicia o sin ella,
mi patria!.
Se divida en tres secciones principales. En el gran campo se albergaban
prisioneros de cierta antigedad; en el campo pequeo se alojaban los que estaban
en cuarentena; y en el campo de tiendas de campaa, miles de detenidos polacos,
enviados despus de la invasin alemana del pas en 1939.
Pero Buchenwald inclua otra faceta todava ms sobrecogeDora: la investigacin

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mdica. Consista en la realizacin de esterilizaciones sin anestesia, inyecciones


experimentales de nuevas drogas y disparatadas pruebas de resistencia humana ante
el dolor, el calor y el fro. Adems, inyectaban enfermedades letales a las vctimas
para despus someterlas a un estrecho seguimiento.
Los primeros meses en Buchenwald fueron totalmente corrientes para los
Koch, ya que dedicaron ese tiempo a tener hijos, en este caso tres, Artwin, Gisele y
Gudrun. Esta ltima muri de forma repentina mientras Ilse y Karl estaban de
vacaciones esquiando. A pesar de los intentos de su niera, Erna Raible, para
convencer al matrimonio de que regresasen lo antes posible, hicieron caso omiso y la
nia falleci sin estar ellos presentes.
Cumplido el trmite de la paternidad que se exiga a los miembros ms antiguos
del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemn, la normalidad dej paso al sadismo.
Era de esperar, si contamos con la brutalidad ejercida por Karl durante su incursin
en los diversos campos de concentracin donde estuvo destinado. Su codicia personal
arrasaba all donde iba. Segn las vctimas que sobrevivieron, este imparta latigazos
a los prisioneros utilizando una fusta cuyo vrtice constaba de fragmentos de
cuchillas de afeitar. Adems, entre las torturas que se le acuan estaba la de utilizar
un hierro candente para marcar a los reos o la del agarre de los dedos. Ambos
martirios, empleados a su vez en la poca medieval, se realizaban de forma cruel si
alguien violaba las reglas del campo. Nadie escapaba del tormento del dolor si Karl
Koch as lo decida. Lo cierto es que tambin lo puso en prctica su esposa Ilse,
quien, pese a su apariencia seductora, esconda tras de s a una verdadera asesina en
potencia. l le ense todo lo relacionado con la inmolacin y el sacrificio.

El picadero
La pesadilla comenz en Villa Koch, como formalmente era conocida, y se
extendi hacia el exterior. Se trataba de una gran casa de aproximadamente 125
hectreas sobre la colina Ettersberg. En un principio, aunque Ilse era la esposa de uno
de los siete oficiales de las SS destinados en Buchenwald, no era de aquellas que
hacan amigos fcilmente. Pronto, la seora Koch se transform en una mujer
endemoniada. La maternidad no la haba ablandado, ni ms lejos de la realidad,
sino todo lo contrario. El efecto positivo que poda subyacer en ella se haba
convertido en algo destructivo y mordaz. De hecho, no se relacionaba con ninguna de
las otras cnyuges. Su carcter colrico, sdico, degenerado, de gran sangre fra y
hambrienta de poder, se lo impedan. Algunos informes mdicos posteriores la
llegaron a tildar hasta de ninfmana.
Para la realizacin de esta clase de depravaciones y fiestas, el comandante Koch
mand construir tambin una especie de picadero, donde su mujer podra desplegar
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sus malas artes, tanto amatorias como criminales. El lugar en cuestin, lejos de ser
algo pequeo, tena 40 100 metros de extensin y unos 20 metros de altura. Esta
gigantesca morada se encontraba a poca distancia del campo de concentracin, as
que los prisioneros de los barracones ms cercanos podan escuchar perfectamente lo
que ocurra en su interior.
La construccin tuvo que llevarse a cabo con tanta rapidez que unos treinta
prisioneros tuvieron accidentes mortales y algunos de ellos fueron asesinados durante
el trabajo. Los gastos de edificacin ascendieron a un cuarto de milln de marcos de
la poca (unos 250.000 euros). Una vez terminado, Ilse empez a utilizarlo varias
veces por semana. Efectuaba sus paseos matutinos a caballo que duraban entre quince
y treinta minutos, mientras la orquesta de las SS tocaba la msica de
acompaamiento sobre un tablado especial. A modo de curiosidad, sealar que dentro
del picadero Frau Koch mand colocar una pista con las paredes recubiertas de
espejos como ingrediente adicional en sus orgas colectivas.
Tras su encarcelamiento en la prisin de la Polica de Weimar en 1943, la clebre
alcoba sirvi de almacn para trastos viejos.

Tcnicas de castigo y tortura


Al principio, Ilse solo se tom pequeas libertades, como por ejemplo, exigir a los
prisioneros que la llamasen Gndige Frau (seora), pero no tard en abarcar otras
actividades. Su comportamiento era el de una mujer obsesionada con su aspecto,
hasta el punto de mandar traer vino de Madeira para baarse en l, mientras miles de
prisioneros moran de hambre a pocos metros de su casa. Pero aquellos baos no solo
tenan como ingrediente principal el preciado alcohol. Segn parece, entre las tropas
de las SS empez a correr el rumor de que la seora Koch utilizaba el zumo de limn
para frotarse la piel, otro posible complemento para nutrir la epidermis. Y por si esto
fuera poco, Ilse ordenaba a su peluquero particular, un prisionero del campo, realizar
esta labor todos los das. Su preocupacin por el atractivo fsico dio como resultado
tener armarios repletos de costosas prendas, calzado y pieles, y a ser duea de los
mejores perfumes de la poca. Adems, tanto el stano de su casa como la bodega
albergaban cientos de exquisitos productos procedentes de los mejores lugares de
Europa, y su finca se encontraba siempre impoluta teniendo a su cargo dos cocineros
y varias criadas.
Despus, se dedic a pasearse por el campamento ltigo en mano, pegando a
aquellos prisioneros cuyo aspecto le era desagradable. Como vemos, para ella la
belleza era lo ms importante.
Finalmente, su crueldad comenz a desatarse sin ningn tipo de escrpulo ni
lmite, haciendo del campo de internamiento nazi su terreno de juegos predilecto. Su
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placer perverso la llevaba a lanzar perros contra las embarazadas. Les provocaba
entrar en una fase de terror absoluto donde las vctimas llegaban a creer que moriran
despedazadas por aquellas bestias. Una vez que Ilse consegua su propsito, chillaba
encantada.
De noche organizaba orgas lsbicas con las esposas de los oficiales, para despus
dedicarse a practicar sexo con los subordinados de su marido. Las aventuras sexuales
de la seora del comandante le llevaron a tener aventuras hasta con doce personas a la
vez. Su depravacin iba creciendo. El expreso de Buchenwald, Eugen Kogon,
escribi:
Un captulo especial fueron las reuniones sociales de las SS que se
iniciaron en Buchenwald con una magnfica fiesta al aire libre Lo
realizaban para el personal de la sede una vez al mes. Ellos coman y
beban de forma desmedida, lo que casi siempre terminaba en orgas
salvajes.

Hablan los testigos


La fascinacin por tcnicas de castigo y tortura que haba conocido gracias a su
marido, le sirvieron para ganarse una fama de sanguinaria que jams dej atrs. De
hecho, uno de sus mltiples y retorcidos placeres consista en permanecer a la entrada
del campo a medida que llegaban nuevos prisioneros. Los esperaba con los pechos
desnudos y vida de lujuria. Cuando los presos se daban cuenta de lo que ocurra, Ilse
pasaba a la accin. Comenzaba a acariciarles, a sobar su cuerpo libidinosamente,
mientras gritaba comentarios subidos de tono. Si alguno cometa el error de mirarla
fijamente a los ojos lo golpeaba hasta perder el sentido.
un domingo de febrero de 1938, los prisioneros tuvieron que
permanecer en pie desnudos en la plaza durante tres horas mientras
hombres de las SS examinaban su ropa. Durante este tiempo, la esposa del
asesino masivo Koch y las de otros cuatro oficiales de las SS estuvieron
ante la valla de alambre espino mirando lascivamente a los prisioneros
desnudos[1].
Koch se haba convertido en la principal torturadora de internos de Buchenwald.
Las historias sobre ella y el uso que haca de la fusta eran interminables. Otro
testimonio es el de un prisionero, un hombre llamado Peter Kleschinski, que asegur
que en el verano de 1938, mientras haba una cuadrilla de trabajo cerca de Villa
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Koch, vio a la seora acercarse a un prisionero judo, golpearle en la cara con el


ltigo y ordenar a un hombre de las SS que lo azotara. Ese mismo verano el interno
Walter Retterpath estaba trabajando en un lado de la carretera cuando Ilse Koch se
acerc, se dio cuenta de que la miraba y se enfrent a l. Qu te crees que ests
haciendo mirando mis piernas?, grit. Y lo abofete con su fusta.
Otra declaracin nos lleva hasta el recluso Franz Scheneewciss, que afirm que
mientras estaba trabajando cerca de la cantera, Ilse pas montada en su caballo. l
cometi el error de mirarla y enojada le pregunt: Por qu me miras?. Entonces
procedi a golpearle repetidas veces en la cara con la pequea fusta de cuero
hacindole perder la visin durante unos instantes.
En otro incidente Hans Ptaschnik, un preso poltico al borde de la inanicin,
estaba limpiando las jaulas del zoolgico cuando empez a ingerir un poco de comida
de los animales y a rellenar sus bolsillos con el resto. En ese momento Frau Koch se
acerc, le orden vaciarlos y mientras lo estaba haciendo, le golpe en la cara con la
fusta de montar hiriendo gravemente uno de sus ojos.
Otro confinado, Max Kronfeldner, asegur que mientras l y otros dos prisioneros
enfermos iban caminando a la enfermera, la Comandanta y su compaero de
equitacin y a veces amante, el adjunto Hermann Florstedt, cabalgaron hasta el tro.
Ella vino hacia nosotros, dijo, y nos golpearon con la fusta porque estbamos
mirndola. Vimos a una mujer a caballo y nosotros miramos. Este hombre no se
haba dado cuenta de que la dama en cuestin era Ilse Koch, pero cuando los otros
reclusos le preguntaron ms tarde el motivo por el que haba recibido una buena zurra
en su cara, el respondi que se lo haba hecho una muchacha de cabellos rojos que
montaba a caballo. Entonces, le mencionaron que ella era la esposa del comandante, a
lo que Kronfeldner aadi: Bromeas! Bueno, ella puede besar mi culo!.
Siguiendo con la ristra de testificaciones, habra que sealar que Eugen Kogon al
que hemos mencionado anteriormente, aseguraba que los prisioneros eran registrados
de vez en cuando durante el pase de revista, para buscar productos de contrabando
tales como dinero y tabaco. Si alguien tena, era automticamente decomisado por un
oficial de las SS para uso propio. Este preso recordaba en particular que en una glida
jornada de febrero
los prisioneros se vieron obligados en ms de una ocasin a
permanecer de pie completamente desnudos durante tres horas. La esposa
del Comandante Koch, en compaa de las mujeres de los otros cuatro
oficiales de las SS, se asomaban a la valla de alambre para regodearse de
las desnudas figuras.
Un da los guardias ejecutaron a unos reclusos mientras trabajaban. A Ilse le gust
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tanto esta escena, que cogi una pistola y aadi veinticuatro vctimas ms a la lista
de muertos. Todos los internos de Buchenwald, incluso aquellos con mucha
experiencia en el campo, se preguntaban de qu manera era posible librarse de
aquella jungla de castigos y maltratos. No vean salida alguna.
Otro de estos ejemplos habla de la prohibicin de entregar lea a los jefes de las
SS para su uso particular. Tal restriccin tuvo graves consecuencias, sobre todo
porque el personal del campamento se la saltaban por alto.
En una ocasin y contraviniendo dicha orden, el kapo de la serrera facilit a la
mujer del entonces mdico del campo un cesto repleto de lea. En situaciones tan
excepcionales, era mejor saltarse las normas si con ello se poda vivir ms tranquilo y
no alterar a las altas esferas. No obstante, debido a la enemistad existente entre esta
seora y la esposa del comandante, la temida Ilse Koch, esta dio parte a su marido
sobre el asunto. Al enterarse, el kapo fue castigado con veinticinco bastonazos. A la
maana siguiente Frau Koch mand buscar un saco de lea de la serrera. Pero el
kapo se neg a drsela, expresndola que si lo haca iba a contravenir de nuevo una
regla, adems de que acababa de recibir su castigo. A consecuencia de ello, y por
haberse negado a ejecutar una orden de la comandanta, su superior le hizo tenderse
otra vez sobre el potro de martirio.
El miedo que despertaba esta mujer a su paso era tan grande que hasta los presos
polticos de otras regiones retrataban verbalmente su figura:
Conoc a Ilse Koch. Sin embargo, sera ms correcto decir que tena
miedo de encontrrmela, as que evit el encuentro desde que se convirti
en una de las personas ms temidas en el campo. Ella vivi y se benefici,
junto con su famoso marido, de lo que exprimieron de la administracin
del campo, de las decenas de miles de miserables prisioneros y de la
malversacin de fondos.
Le encantaba, entre otras cosas, montar a caballo, ya fuese en el
vecindario del campo o en la gran academia de equitacin en la que, ms
tarde, prisioneros inocentes fueron ejecutados. Hubo incluso una banda de
msica, compuesta por presos, que tenan que participar para entretenerla.
Conocerla era mala suerte para un recluso. A veces se pona furiosa,
porque [el prisionero] no la saludaba, otras veces porque se atreva a
saludarla, algunas porque la miraba, e incluso simplemente porque tena
un enfermo estado de nimo.
Nosotros los prisioneros tenamos la obligacin de mirar estas palizas
como un castigo adicional. Cuando no ramos observados, cerrbamos los
ojos para no ver la sangre corriendo por las heridas abiertas, y
cerrbamos nuestros odos para no escuchar los gritos desgarradores de
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los castigados. Pero la seora Ilse Koch haca ms difcil las cosas. Ella
fue capaz de permanecer en la valla del campo y mirar aquellas brutales
palizas con gran inters. No era sorprendente que una gran cantidad de
hombres en el campamento tuvieran razones para tanto miedo y adversidad
a Frau Koch, la mujer a la que nos referamos a sus espaldas como
'Commandeuse' (la Dama Comandante)[2].
Otro interno y mdico checo llamado Paul Heller declar ante el subcomit del
senado que conoca personalmente los abusos a prisioneros por parte de Ilse Koch.
Segn su testimonio, un domingo la esposa del comandante apareci con los perros.
Se coloc delante de ellos y se mantuvo de pie durante dos o tres horas. Los reos
enmudecieron del miedo. Entonces, varios miembros de las Waffen-SS iniciaron una
larga tanda de duros y severos golpes. Ella observaba la escena muy tranquila. La
expresin de su rostro indicaba a sus secuaces cunto tenan que aumentar el ritmo de
las palizas. Haba muchas esposas de oficiales en el campo y fuera de l, y nadie
ms hizo nada de eso. Creo que ella lo haca por placer y por eso ella era la nica
responsable de su propia conciencia. No le pagaron por ello. No llev el uniforme de
las SS. Ella siempre llevaba un abrigo de piel y vesta como si fuera a alguna clase de
celebracin Ella permaneci all fascinada y aparentemente le gustaba, asever
Heller.
Como vemos, segn este y otros testigos, Ilse aparentemente no tena ningn
deber ni siquiera orden por parte de ningn superior para tener esta clase de
actuacin. Aunque es bien cierto que su marido, el comandante Koch siempre fue
influyente en todos los mbitos de su vida, no hay ningn testigo que explique que su
mujer deba desarrollar tales o cuales aberrantes acciones bajo su supervisin.

Coleccin de piel humana


Deca el Marqus de Sade que la crueldad, lejos de ser un vicio, es el primer
sentimiento que imprime en nosotros la naturaleza. Es la educacin y el
adiestramiento lo que nos hace racionalmente bondadosos. No le faltaba razn, ya
que en el caso de Ilse Koch, esposa del comandante de Buchenwald, esto ltimo
debi de perderlo por el camino. Y es que cuando los presos totalmente exhaustos
crean que no habra una tortura ms terrible, su sadismo reinventaba nuevas
atrocidades. Entre sus diversiones ms significativas cabra resaltar su particular
coleccin de tatuajes descuajados y objetos fabricados con despojos humanos.
Durante las revistas diarias en el campo ella ordenaba a los prisioneros desprenderse
de las ropas para que le mostraran su piel tatuada. Solo manifestaba inters por
aquellos que tenan dibujados smbolos llamativos o exticos. Entonces, se posaba en
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sus ojos una sonrisa sdica con cierto brillo carnvoro. Eso significaba que haba
encontrado otra vctima.
Frau Koch tena varios delatores que aseguraban que ella se involucraba
diariamente en las operaciones del campamento, incluyendo la seleccin de estos
presos tatuados para su posterior asesinato, cosa que ella siempre neg. Una vez
muertos, su piel se converta en objeto de decoracin en la casa de la pareja.
Destacaban las macabras pantallas de las lmparas, zapatillas, guantes, fundas de
cuchillos, tapices y portadas de discos. Pero, cundo comienza Ilse a ganarse la fama
de coleccionista de tatuajes?
Al parecer todo se origina cuando un mdico del campo de Buchenwald, el doctor
Erich Wagner, SS-Sturmbannfhrer (capitn), desarroll un morboso inters hacia los
internos con tatuajes. Esto le llev a confeccionar una especie de proyecto de
investigacin y en ltima instancia, una espeluznante conferencia.
Con la complicidad del Coronel Karl Otto Koch, Wagner tena fotografiados a los
prisioneros de Buchenwald. Esta facilidad le sirvi para trasladar a sus favoritos a la
enfermera, donde se les inyectaba una dosis letal de fenol o de alguna otra sustancia
venenosa. Despus, la piel tatuada de los reos era extirpada de sus cuerpos y
bronceada. As podra preservarse y amoldarse mejor a varios artefactos.
Kurt Glass, preso jardinero de los Koch y testigo en los juicios de Dachau de
1947, determin durante el proceso:
[] Era una mujer muy hermosa de largos y rojos cabellos, pero con
la suficiente sangre fra como para disparar a cualquier preso en cualquier
momento. Tena en mente fabricar una pequea lmpara de piel humana, y
un da en el Appellplatz se nos orden a todos desnudarnos hasta la
cintura. Los que tenan tatuajes interesantes fueron llevados ante ella, para
escoger los que le gustaban. Esos presos murieron y con sus pieles se
hicieron lmparas para ella. Tambin utilizaron pulgares momificados
como interruptores [].

Lmparas humanas
El tema de las lmparas de piel humana siempre ha constituido uno de los temas ms
controvertidos del despiadado currculum de Ilse Koch. Aunque durante la
confiscacin de todos sus bienes, aparecieron fotografiados numerosos objetos
relacionados con estos hechos, las pruebas del informe forense no encontraron
ninguna evidencia cientfica al respecto. Resear que dicho expediente mdico se

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realiz para verificar y confirmar el supuesto origen humano de las pieles como
peritaje judicial en los procesos de Dachau.
Para la vista judicial solo se incluyeron tres trozos de uno de los tatuajes
extirpados ms famosos, por lo que jams se pudieron probar estos incidentes. Y pese
a las evidencias visuales y de aspecto, las pruebas no fueron concluyentes.
En este sentido cabra mencionar un dato llamativo. Durante la liberacin del
campo de Buchenwald, el mismsimo director de cine Billy Wilder realiz un
documental sobre el estado y los objetos encontrados en este lugar. La imagen de la
mesa con los tatuajes, las cabezas disecadas y la supuesta lmpara dieron la vuelta
al mundo, convirtindose en smbolo de la barbarie.
El Dr. Wagner y yo nos llevbamos bien y, entre otras cosas, yo le
escrib la tesis al doctor Wagner. El tema, "Tatuaje" fue impartido en la
Universidad de Jena. La pregunta era: "Los hombres tatuados muestran
alguna inclinacin criminal debido a su tatuaje?". El coronel Koch le dio
permiso a Wagner para realizar esta tarea.
Gracias a la base de este trabajo Wagner recibi su ttulo de mdico.
Rudolf Gottschalk me informaba que la mujer del coronel Koch tuvo la
idea de utilizar la piel tatuada de los prisioneros para objetos de arte
industrial, que tambin hizo[3].
Otro de los internos, Gustav Wegerer, record el da en que el comandante Koch
junto al cirujano de las Schutzstaffel, Mller, aparecieron en su equipo de trabajo, la
sala de Anatoma Patolgica. Cuando se personaron en ese preciso instante, Gustav
estaba haciendo la pantalla de piel humana tatuada y bronceada. Koch y Mller
pasaron a seleccionar de entre unos curtidos de piel fina, aquellos tatuajes que mejor
se adecuaran a la pantalla. De aquella conversacin Wegerer afirma lo siguiente:
Se podra deducir que Ilse Koch no estaba satisfecha con los colores
elegidos previamente. As que en esta visita Koch tambin orden un
estuche para una navaja de bolsillo hecha de un suave curtido humano, as
como una cajita para los instrumentos de manicura. Ambas tuvieron que
ser realizadas con piel humana, tambin.
Como vemos, los cuerpos con cierto valor artstico se entregaban al laboratorio
forense, donde eran tratados con alcohol y productos especiales para el cuidado de la
dermis. A continuacin se secaban, se engrasaban con aceite vegetal y se
empaquetaban en bolsas especiales.
Uno de los presos, un judo llamado Albert Grenovsky que se vio obligado a
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trabajar en el laboratorio de patologa de Buchenwald, manifest despus de la guerra


que Ilse elega personalmente los tatuajes de los internos que se llevaban a la clnica.
Una vez all, eran asesinados mediante una inyeccin letal. Mientras tanto Ilse se
superaba en sus habilidades. Cuando el cuero se cerraba, ella empezaba a coser
mallas de ropa interior y guantes. Tatuajes adornan las bragas de Ilse. Yo las vi en la
parte trasera de un gitano en mi barracn, instaba Grenovsky.
Al parecer, el monstruoso entretenimiento de Ilse Koch lo empez a poner de
moda entre sus colegas de otros campos de concentracin. Para ella, era un placer
coincidir con las esposas de los comandantes de los otros recintos y darles
instrucciones detalladas sobre cmo trocar la piel humana en exticas
encuadernaciones de libros, pantallas de lmparas, guantes o manteles de mesa.
Mientras la mayora de las madres alemanas tejan bufandas y calcetines de lana
para sus hijos, Ilse haba puesto en marcha toda una industria de productos
artesanos con restos humanos. De hecho, muchas de estas piezas acabaron
convirtindose en regalos a altos mandos nazis que llegaron incluso a la ciudad de
Berln.
Gracias a esa fama de maquiavlica, salvaje y sin entraas, Koch se gan el
sobrenombre de la Zorra de Buchenwald. As y todo tambin se la recuerda con el
apelativo de la Perra de Buchenwald, Frau Shade (mujer sombra) o la Bruja de
Buchenwald. El desprecio de sus prisioneros era innegable, pero sorprende an ms
el que sentan por ella sus camaradas. Sus propios compaeros la teman.
En el libro Sidelights on the Koch Affair de Stefan Heymann el autor seala que
poseer lmparas hechas con piel humana no era una hazaa propia de los Koch, ya
que no los distingua de otros oficiales nazis. Ellos expusieron las mismas obras de
arte confeccionadas especialmente para sus hogares.
Es ms interesante que Frau Koch tenga un bolso de seora hecho del
mismo material. Ella estaba tan orgullosa de ello como lo estara una
mujer de la isla del Mar del Sur con sus trofeos canbales.
Sin embargo, el salvajismo no acab ah. A Ilse le encantaba adornar su casa con
las cabezas humanas de los presos. Para ello ordenaba encogerlas qumicamente. El
resultado: un comedor repleto de cabezas humanas colgadas del techo que
acompaaban a la familia Koch en cada una de sus celebraciones. Llegaron a tener
hasta doce.
Otro de los testimonios que apoya este dato, es el del reo Petr Zenkl que explic
cmo en el denominado departamento patolgico haba visto una gran exposicin de
elementos anmalos. Se trataba de la cabeza de un prisionero reducida mediante un
elaborado mtodo para alcanzar el tamao de un puo, adems de toda una coleccin
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de tatuajes de uno o varios colores. Una gran cantidad de muestras de piel tatuada, en
especial aquellas con ilustraciones obscenas, fueron sacadas por miembros de la
administracin del campo y por los visitantes ms destacados.
Una de las mejores evidencias que demuestran las despiadadas actuaciones de los
Koch, es un documento interno de las SS dirigido a la enfermera del campo. En l
piden que frenen la publicidad de los abusos, atrocidades y excesos que se cometan
en los procesos de confesin y extorsin de los internos. El corazn mismo de la
barbarie peda clemencia y prudencia a sus propios soldados de doctrina, suplicando
que no exhibieran tambin los trofeos de piel humana.
Segn registros de la sala de curas del campamento tan solo en el recinto sanitario
se produjeron 33.462 asesinatos de presidiarios, sin contar con los martirizados por
los distintos experimentos y truculencias que se efectuaban con sus cuerpos.

Los Koch: investigados y juzgados por las SS


La vida de lujos, excesos, orgas sexuales, depravaciones y asesinatos perpetrados por
el matrimonio Koch ya no poda ocultarse por ms tiempo. A pesar del alto rango, el
comandante no poda evitar las continuas inspecciones de sus superiores al campo de
concentracin de Bu-chenwald. Una de aquellas visitas fue el principio del fin de los
Koch.
El aristcrata Josias Erbprinz Waldeck el que fuera Comandante de la Polica
para la principal divisin territorial de Fulda-Werra y posterior General de las WaffenSS, estaba detrs de la pista de quin podra ser el autor o autores de los homicidios
cometidos contra Walter Krmer y Karl Peix, dos prisioneros que ejercan como
mdicos en Buchenwald. La evidencia ms probable era que el propio Karl Koch
hubiese ordenado su ejecucin. Semejante maniobra impedira que los susodichos
denunciaran la elaboracin de aquellos secretos estudios. Pero quedaba un cabo
suelto. Necesitaba ocultar definitivamente dichas pruebas. Para ello el comandante,
presuntamente, mand falsificar los certificados de defuncin de los reos alegando
que haban sido disparados mientras trataban de escapar.
A finales de 1941 y bajo las rdenes de Waldeck, las SS comienzan a investigar
los libros de contabilidad del campo dirigido por Koch. All encuentran numerosas
irregularidades que apuntan a que el propio Comandante sisaba dinero del
campamento, de los prisioneros, de los contratistas y de aparentemente todo el
mundo. Si hasta el momento Karl e Ilse haban vivido unos aos de gran comodidad
y poder absoluto, de importante posicionamiento social y autoenrequecimiento, la
bajada que iba a acontecer, era monumental.
Cuando Waldeck fue informado sobre este asunto inmediatamente asign al
abogado y juez de las Escuadras de Proteccin, Georg Honrad Morgen, para
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averiguar todo lo referente a los asuntos de la familia Koch. Morgen, que se haba
especializado en derecho internacional antes de intervenir en procesos penales en el
tribunal de las SS, se propuso descubrir la verdad. Apuntar que durante su carrera
este abogado conocido por el sobrenombre de Bloodhound Judge (el juez sabueso),
llev ms de 800 casos de asesinato y corrupcin ante los tribunales de las
Schutzstaffel. Para Karl e Ilse Koch, Morgen sera su peor pesadilla.
Durante un registro sorpresa en Villa Koch el equipo de Morguen se vuelve a
casa con evidencias claras de corrupcin, robo y malversacin de fondos. Pero Ilse ya
haba dado el chivatazo sobre las transacciones ilegales de su marido al jefe de la
polica de Weimar, el SS-Gruppen-fhrer (teniente general) Paul Hennicke, a quien
confiesa que hay dinero tirado por toda la casa. Aquella revelacin provoca en ella un
estado de enloquecimiento. De repente, la Bruja comienza a gritar histrica
diciendo que su marido era un sinvergenza, un criminal y un asesino, que ella no
quera ser cmplice de sus crmenes y que su intencin era contarle todo esto a
Himmler. Quera librarse de cualquier cargo y/o responsabilidad.
Los dos amantes de Ilse, el doctor Hoven y el comandante adjunto Florstedt,
tampoco queran verse implicados en la trama, ya que este ltimo haba empezado a
conspirar en secreto contra su comandante y marido de Ilse. Florstedt pretenda
relevarlo en sus funciones tanto dentro como fuera de la oficina. Temiendo por su
vida, los dos galanes urdieron un plan. Decidieron convencer a Hennicke de que la
perturbada de Ilse estaba padeciendo mucha tensin debido al traslado inminente de
su marido, y que no poda tomar en serio ninguno de esos arrebatos. Fue entonces
cuando el teniente general determin no presionarla ms con este asunto y no dio
importancia al incidente.
El 6 de diciembre de 1941 y una vez pasada la vorgine, Ilse escribe a Thedore
Eicke, el inspector de los campos de concentracin, en un esfuerzo por limpiar el
nombre de su marido describiendo sus vidas en Buchenwald como ascticamente
apartada. La seora Koch echa la culpa a Waldeck alegando que era enemigo de
Karl y que estaba haciendo todo lo posible por desacreditarle. De todos modos
Morgen ya haba reunido suficientes pruebas para incriminar a los Koch de
incontables asesinatos no autorizados, fraude masivo y la apropiacin indebida de
fondos que deberan de haber ido destinados al Imperio alemn.
El juez sabueso pone rumbo a Berln para presentar sus conclusiones al Jefe de
la Oficina de la Polica Criminal del Reich, Artur Nebc. Tras escuchar de boca de
Morgen todas aquellas acusaciones y ojear las pruebas, el alto mando decide lavarse
las manos. Los hechos eran irrefutables. Nebc le sugiere que d a conocer este suceso
a Ernst Kaltenbrunner el que fuera sucesor de Heydrich como jefe de la GESTAPO
y de las SD. Pero Kaltenbrunner tambin se niega a tocar el asunto. Nadie quiere
destapar esta truculenta historia.

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La insistencia de Morgen le lleva a plantarse delante de Himmler, pero lo recibe


con reticencia. Al final, el Reichsfhrer no tuvo ms remedio que dar luz verde al
abogado para que siguiera adelante con el caso.
El 17 de diciembre de 1941 Morgen acus al coronel Koch de corrupcin. Fue
apresado y llevado a la sede de la GESTAPO en Weimar. Segn palabras del juez,
Koch era muy fro, intelectual, un criminal refinado y superior, psquicamente por
debajo de la media. Rara vez se le oye hablar en voz baja.
Un da despus de su arresto y segn rdenes directas del jefe de las SS, Heinrich
Himmler, el envilecido coronel era puesto en libertad. La condicin, que sera
trasladado a Majdanek en breve. Sin embargo, tanto Karl como Ilse teman que con la
marcha del primero hubiesen ms investigaciones por parte de las Waffen-SS. Una
desgracia de este tipo descubrira todo el parapeto que haban montado en el KL
Buchenwald en los ltimos aos.
La marcha de Karl Otto al nuevo centro de exterminio de Majdanek se produjo el
1 de enero de 1942.

La investigacin contina
Poco dur Koch en su nuevo destino. Pese a que sus internos probaron y conocieron
de buena tinta sus lgubres mtodos, sus superiores volvieron a trasladarlo debido a
su incompetencia. Majdanek se haba convertido en uno de los campamentos con
mayor nmero de fugas por parte de prisioneros de guerra soviticos, algo
intolerable. Su destitucin fue menos severa de lo esperado. El apoyo de Himmler
segua salvndole el pellejo. De ah que tan solo fuese degradado de rango y
transferido a un puesto como administrativo en el servicio de seguridad postal de
Saaz (Checoslovaquia), la actual Zatec.
Pero ni Morgen ni el prncipe Waldeck se haban olvidado del escndalo de
corrupcin en el que estaba metido el matrimonio Koch. Retomaron las pesquisas y
durante ms de ocho meses estudiaron cada uno de los puntos para dar con la clave. A
lo largo de ese tiempo el juez sabueso descubre que el patrimonio de los Koch
haba crecido en ms de 100.000 marcos, algo imposible dado su salario. Que no
haba vivido de manera modesta ni humilde; que se haba gastado gran parte del
dinero en los de faldas. Compraba constantemente lotera y apostaba a las carreras.
Las investigaciones apuntaban que finalmente y sin ninguna duda ms de 65.000
marcos fueron malversados.
Algo impactante tambin es que el comandante Koch se beneficiara ampliamente
de la llamada Noche de los Cristales Rotos de noviembre de 1938, cuando un gran
nmero de judos fueron llevados hasta Buchenwald. Una vez all se les ordenaba
depositar los objetos de valor en grandes cajas. Cuando algunos de estos prisioneros
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fueron puestos en libertad se les hizo firmar un documento afirmando que el dinero,
las joyas u otras posesiones de valor en realidad no les perteneca. Koch ya se haba
encargado de confiscarlo todo para su provecho. Segn Morgen, esta apropiacin
indebida ocurri de la siguiente forma:
Koch dio rdenes a uno de las peores criminales profesionales que
Buchenwald ha visto nunca, y a quien le haba hecho Kapo de la cantina
de lderes, un tal Bernhard Meiners, para que comprase alimentos y
"comida de lujo". Meiners fue protegido por (Koch) en todos los sentidos.
Para l no haba peinado corto; l se vesta de traje, conduca un coche y
viva fuera del campo. Estuvo viajando por toda Alemania, compraba todo
lo que poda y venda su mercanca sobre todo a los prisioneros, usando
sus ganancias como capital flotante. Meiners reclama que l dio a Koch
90.000 RM que no estaban en los libros, mientras Koch solo confes que
recibi 40.000.
Ilse Koch no fue la vctima del engao de su marido, como aparentemente quiso
hacer creer en un primer momento. Morgen tambin tena pruebas concluyentes de
que la Commandeuse se haba beneficiado de regalos y otras riquezas. Luca
abrigos de piel propios, sombreros, zapatos y vestidos, y hasta un atuendo especial
para montar a caballo. Curiosamente, desde que Ilse contrajo matrimonio con Karl,
esta pas de usar ropa de segunda mano a incrementar su patrimonio de 120 marcos
en 1938, a ms de 25.000 en 1943. El astuto investigador haba descubierto que el
carcter de la amada esposa era tanto o peor que el del comandante.

Juicio en Weimar
Reunidas todas las pruebas y teniendo como parte principal del entuerto, no solo la
malversacin de fondos y la corrupcin, sino el asesinato que orden Koch contra los
mdicos internos Kramer y Peix, Morgen pone sobre la mesa el informe de las SS y
son detenidos. Ya no podan pasar por alto todas las barbaridades de sangre, sadismo
y vejaciones que haban dejado tras de s el do Koch en el campo de Buchenwald.
Ni tampoco el continuo robo de dinero que en un principio iba destinado a las arcas
del Reichsbank.
Himmler y el prncipe Waldeck son informados de lo sucedido y el comandante
en jefe por fin se da cuenta del engao y la traicin de su mano derecha.
Los Koch fueron juzgados en dos ocasiones por un tribunal de las SS en
WeimaR: la primera a finales de 1943 y la siguiente un ao despus. Durante la vista

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judicial inicial Karl fue encontrado culpable; pero en relacin con Ilse no se hallaron
pruebas suficientes que la involucrasen en el caso de corrupcin que se mencionaba.
Qued libre.
En febrero de 1944 Frau Shade comienza una nueva vida. Sale de Buchenwald
con sus hijos Artwin y Gisele y se marcha a un apartamento situado en Ludwigsburg,
un suburbio de Stuttgart, que result ser la misma ciudad donde resida su cuada
Erna. Hasta 1947 Koch llev una vida tranquila, bastante aislada y solitaria, a pesar
de los rumores que se vertan en el vecindario en torno a ella. Segn su casera, Mara
Klaus, Ilse reciba muchas visitas masculinas y organizaba fiestas que duraban hasta
altas horas de la madrugada. Ella tena mucho dinero porque ella no trabajaba. Uno
de los caballeros que la cortejaba en su piso era un cuarentn austriaco llamado Willi
Baumgartner.
El 18 de diciembre de 1944 se inicia un segundo juicio en Weimar, que tiene
como presidente del tribunal al SS-Obersturmbannfhrer (Teniente Coronel) Richard
Ende. Karl desmiente todos los cargos que se le imputan de una manera enftica y
asegura que todo ha sido un complot del prncipe Waldeck para desprestigiarle.
Incluso alega en su defensa, que tan solo cumpla rdenes de sus superiores. Sus
lamentos no acallaron la voz del tribunal, con Ende a la cabeza, encontrando a Karl
Otto Koch culpable de corrupcin por el robo de dinero y propiedades asignados al
Reichsbank. Estas pertenencias deban de haberse ingresado directamente al Banco
Central Alemn, en vez de a cuentas secretas de un banco suizo. El acusado adems
fue condenado por tres cargos de asesinato sin autorizacin durante su mandato en el
campo de concentracin de Buchenwald. Por estos crmenes la corte de las SS le
sentenci a la pena capital. Es curioso cmo para los altos mandos del Reich fue ms
indignante la apropiacin indebida de dichos bienes, que la tortura y la ejecucin de
prisioneros.
Por ende, a Ilse se le permiti regresar con sus hijos a su apartamento en
Ludwigsburg mientras que su marido permaneca encerrado en la crcel de Weimar a
la espera de ser ejecutado ante un pelotn de fusilamiento.

Ejecucin del comandante


No tard mucho en morir El 3 de abril de 1945 Karl Otto Koch fue trasladado en
camioneta y con los grilletes puestos de la prisin de Weimar al que haba sido su
hogar durante los mejores aos de su vida: el campo de concentracin de
Buchenwald. Una vez all, fue llevado al campo de tiro cerca del edificio donde se
realizaba la desinfeccin de los presos y atado a un palo de madera. El que fuera su
ltimo ayudante en el campo, Hans Schmidt, se acerc a l para vendarle los ojos.
Koch rehus de forma contundente. Ni siquiera quiso decir su ltima palabra.
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Ante la mirada atenta del batalln armado, Schmidt dio la orden de abrir fuego.
Una multitud de fogonazos derribaron al antiguo comandante, que cay muerto ipso
facto. Uno de los mdicos que presenciaron el ajusticiamiento comprob que Karl no
tena pulso y certific su muerte a los cuarenta y siete aos de edad.
Su cuerpo ensangrentado fue llevado directamente al crematorio, lugar que haba
utilizado en infinidad de ocasiones para deshacerse de sus prisioneros una vez
despellejados, mortificados y brbaramente asesinados. Por obra del destino Koch fue
quemado en los hornos y reducido a cenizas, igual que miles de sus vctimas.

El juicio de Dachau
A partir del 6 de abril de 1945 los oficiales de Buchenwald dieron la orden de enviar
a los judos en aquel momento haba unos 100.000 a las llamadas marchas de la
muerte. Cuatro das despus el general americano Eisenhower ordena que su
80Divisin libere el campo de concentracin, y tras sus muros descubren una estela
de horror y barbarie.
Derrocado el rgimen del Fhrer Ilse Koch tena miedo de ser descubierta,
aunque ya haba sido juzgada previamente por el tribunal militar de las SS.
Jams huy del apartamento que tena a las afueras de Stuttgart hasta que el
ejrcito americano de ocupacin dio con ella poco despus. Nadie sabe cmo la
encontraron, simplemente sucedi.
La Bruja fue arrestada y sus hijos Artwin y Gisele se quedaron bajo la tutela de
su cuada, Erna Raible. Pese a que en un primer momento Koch crey que sera
juzgada por el desfalco a las arcas del Reich, lo cierto es que la sorpresa fue grande
cuando conoci los verdaderos motivos. Las autoridades estadounidenses la acusaron
de abusar, pegar, torturar y asesinar a los prisioneros del Koncentrationslager de
Buchenwald en el periodo que estuvo como Comandanta. Haba llegado el
momento de que sus actos no quedasen impunes.
En el impasse que permaneci en la prisin de Forman Kaserne en Ludwigsburg
ms conocida como Lger 77, Ilse lleg a leer artculos donde contaban cmo
orden fabricar lmparas con piel humana tatuada, e incluso que la estaban acusando
de perpetrar los crmenes ms espantosos e inimaginables en poca de guerra.
Tras diecisis meses en el Lager 77, la Zorra de Buchenwald es trasladada a una
celda del antiguo campo de concentracin de Dachau, donde precisamente se queda
embarazada. Los rumores apuntaban a que el padre era un prisionero alemn que
trabajaba en la cocina del barracn. Otros, en cambio, daban por sentado que haba
sido obra de un guardia polaco. Ya hemos llegado al mes de abril de 1947.
El Tribunal por fin se rene el da 11 para celebrar el juicio contra los inculpados.
Un total de 31 personas, treinta hombres y una sola mujer, Ilse Koch.
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Antes de dar comienzo la vista el capitn Emmanuel Lewis, abogado defensor de


los acusados y procedente de las oficinas militares americanas, pide la venia a la corte
para tomar la palabra:
Durante las dos ltimas semanas la radio y la prensa alemana y
estadounidense han estado repletas de alegaciones en contra de los
acusados. La fiscala no ha perdido la oportunidad de calificar a esta gente
como archicriminales sin darles la ocasin de responder a los cargos. No
negamos el derecho de la prensa a informar sobre los hechos, pero este
caso fue tratado en los diarios antes de ser trado a este tribunal de
justicia, y pedimos permiso para sondear a los miembros de la corte de
forma individual[4].
A lo que el Presidente de la Audiencia, el General Emil C. Kiel, contesta:
Kiel: Ningn miembro del tribunal se ha formado una opinin. Puesto
que no hay motivo para el desafo, el tribunal se declara debidamente
constituido. Cmo se declaran los acusados?
Lewis: Como abogado de la defensa entro en una declaracin de no
culpable para todos los acusados[5].
Este fue el principio de un largo juicio donde Lewis replic absolutamente todos
los supuestos cargos de asesinato, torturas y ensaamiento por parte de sus clientes.
Uno de los primeros testigos del Fiscal William Denson fue el exprisionero del
campo de Buchenwald, Eugen Kogon, ya mencionado con anterioridad. Este
describi al Tribunal cmo les afeitaban el vello del cuerpo y luego les pasaban a un
tanque para desinfectarles. Si no obedecan las reglas del campamento, acababan
recibiendo fuertes palizas y amenazas de muerte.
El quinto da del juicio los testigos comienzan a mencionar a Ilse Koch como una
de las mayores instigadoras del salvajismo vivido en el recinto. El doctor Kurt Sitte,
prisionero en Buchenwald desde 1939 hasta la liberacin, aport uno de los
testimonios ms incriminatorios contra la Commandeuse. Sitte espet que durante su
estancia en el departamento de patologa donde l trabajaba, conoca de primera
mano que bronceaban piel humana. Adems, certific haber visto en una ocasin un
marco para una pantalla de lmpara en el laboratorio y que colegas suyos, que
ocuparon su lugar antes que l, ya saban de la existencia de una pantalla fabricada
con la epidermis de una persona. Su destinataria: la seora Koch.
A continuacin el doctor Sitte seal que haba escuchado a los reclusos
mencionar que Ilse anotaba los nmeros y nombres de los que tenan tatuajes. Es
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decir, que la acusada llevaba un control de los individuos que podran ser asesinados
para convertir su piel en algn objeto decorativo.
Segn su declaracin, el superviviente habra presenciado personalmente el abuso
que Ilse Koch ejerca contra los prisioneros:
Cada vez que se acercaba un grupo de presos que trabajaban
alrededor de su casa o de otros funcionarios, sus guardias de las SS
intensificaban su violencia contra los reclusos golpeando y azotando con
ms severidad que de forma habitual. Ilse Koch permaneca all a veces
durante ms de una hora y miraba este "cuadro". Tambin frecuentemente
tomaba parte activa, golpeando con su fusta cuando ella iba de camino
hacia el picadero. En otras ocasiones, ella llamaba a un guardia de las SS
para "castigar" a un preso que tuvo la mala suerte de llamar su atencin.
Repetidas veces se le vio tomando los nmeros de esos prisioneros que
luego fueron puestos en el "bnker de arresto" despus de su regreso al
campamento, ya sea para ser castigado en uno de los modos habituales
despus de un par de das (es decir, los azotes en el "Bock", donde los
brazos colgaban de un rbol), o bien el castigo ms cruel, que sera ser
dejado all en el "bnker" por un tiempo indefinido. Durante aquellos
periodos en el "bnker" su sdico guardin, Som-mer, podra ejercer su
ingenio para buscar mtodos especialmente refinados de tortura. En estos
das (1940-1941) un gran porcentaje de aquellos que fueron llevados al
bnker fueron asesinados all.
A este testimonio tan impactante, le siguieron otros donde el doctor Sitte afirmaba
que tanto Ilse Koch como sus hijos disfrutaban con el espectculo de ver a los
internos caer rendidos hasta la extenuacin por el ejercicio extremo al que eran
sometidos en las largas jornadas de Buchenwald. E incluso aquel donde el abogado
defensor de Ilse, el capitn Lewis, trataba de justificar la eliminacin de tatuajes de
algunos presos del campo, aludiendo que esto era debido a las investigaciones
cientficas que el Dr. Wagner realizaba a delincuentes habituales. A lo que el testigo
respondi: En mi poca, la piel fue arrancada de los prisioneros tanto si eran
criminales como si no. No creo que un cientfico responsable pudiese definir esta
clase de trabajo como ciencia.

Las pruebas
El tema de las lmparas fabricadas con la piel humana tatuada de algunos reclusos,

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fue el principal punto a tratar durante gran parte de la vista judicial de Buchenwald en
Dachau. A lo largo de la misma se aportaron como evidencia tres piezas concretas
que se rescataron de Villa Koch y un informe realizado por el U.S. Army's Seventh
Medical Laboratory con fecha del 25 de mayo de 1945. El abajo firmante, el Mayor
Reuben Cares, miembro del cuerpo mdico y jefe de Patologa, describi con todo
lujo de detalles los trozos humanos aportados.
PIEZA A: 13 13cm, es transparente y muestra la cabeza de una
mujer en el centro y un marino con un ancla cerca de la orilla.
PIEZA B: 14 13cm, es transparente y es un tatuaje de varias anclas
que descansa sobre un negro de masa indefinida. A la derecha de esta
masa es la cabeza de un hombre.
PIEZA C: trapezoidal, mide 44 cm en la base. La parte superior es de
30 cm y los lados miden 46 cm. La piel es transparente y muestra dos
pezones en la parte superior. Estn separados 16 cm. Desde el nivel del
pezn al ombligo hay 23 cm. El tatuaje de un ave de gran tamao, con una
envergadura de ala de 28 cm, se presenta en el centro de la piel, en la parte
superior. Un dragn negro, con fuego saliendo de la boca, mide 28 cm de
longitud y est presente en el centro de la piel. A la izquierda del dragn
hay un hombre en una armadura, con una espada que parece atascada en
el dragn. El tatuaje del hombre es de aproximadamente 22 cm de
longitud.
EXAMEN MICROSCPICO: El tejido est formado por amasijos de
colgeno que muestran ocasionales restos epiteliales de las glndulas y el
sudor. Se observan grnulos de pigmento negro entre algunos de los
amasijos.
Basndonos en los resultados, se puede concluir que las tres muestras
son piel humana tatuada.
Durante la declaracin del doctor Kurl Sitte y tras ver una copia del informe del
Mayor Cares sobre estas piezas, el primero reconoce haber visto el tatuaje de la
cabeza de un indio americano en el brazo de un interno. Y adems apunta sealando
la fotografa: Es obvio que el hombre estaba vivo en ese momento. Las
explicaciones que da al respecto son:
Es un afortunado accidente que este trozo de piel no estuviera
bronceado, en el caso de que lo estuviera, los informes normalmente no
mostraran con exactitud cuando fue llevado a cabo el proceso, pero como
fue preparado en una solucin de conservacin, tanto la fecha del primer
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tratamiento y el da de finalizacin estn registrados. Por eso somos


capaces de probar que este tratamiento de la piel fue hecho unos das
despus de que sacasen las fotografas.
A partir de ah el juicio contra los treinta y un acusados se convirti en un desfile
de testigos de la acusacin, un total de diez, que tan solo queran narrar su terrible
experiencia de abusos y maltratos recibidos de la ya afamada, Zorra de Buchenwald.

Los testigos, sus verdades y sus mentiras


Entre los declarantes que subieron al estrado se encontraba Joseph Broz, recluso que
perteneca a la cuadrilla de trabajo que estuvo en el exterior de la casa de los Koch
durante el verano de 1941. Segn su testimonio, Ilse descubri a algunos de los
hombres comiendo las bayas silvestres que crecan alrededor de su mansin. Estos
reclusos estaban muertos de hambre, muy flacos. Broz asegura que la seora Koch le
dijo a un guardia que pusiese fin a esa situacin. Tanto l como el resto de sus
compaeros fueron golpeados por los gendarmes.
Paul Schilling, otro expreso de Buchenwald, asever que el Comandante Karl
Koch golpe a un recluso despus de que su esposa dijese: Este sucio cerdo judo se
atrevi a mirarme.
El siguiente testigo, Ludwig Gehm, garantiz haber visto a la seora Koch pegar
con un palo o una especie de fusta a un prisionero judo en la cara y en todo el
cuerpo.
Otro exinterno del campo de concentracin, Josef Lwenstein, dijo al Tribunal
que un miembro de la cuadrilla de trabajo fue fuertemente golpeado con un ltigo
despus de que la comandanta contase a su marido: Echa un vistazo a ese sucio
canalla judo que est ah, es demasiado perezoso para trabajar. Yo no quiero verlo
nunca ms. Todo lo que hace es mirar de todos modos.
Lwenstein tambin explica un segundo suceso, donde uno de los reos de la obra
que estaba sufriendo clicos y diarrea, se dispuso a hacer sus necesidades en el suelo.
En ese momento Ilse Koch se acerc, llam a un oficial de las SS para que
supervisase la faena y le orden: Has echado un vistazo a esto? Tiene que ocurrir
en mi presencia? Ponga fin a esto de una vez. Como castigo, el camarada nazi
oblig al confinado a realizar un trabajo extenuante hasta que se desplom.
Lwenstein ratific que el preso muri esa misma noche. No obstante, en el
interrogatorio que le hizo el Capitn Lewis, sali a la luz que el nico conocimiento
que el testigo tena sobre la muerte de dicho preso, se limitaba a un informe recibido
en su barracn.
Uno de los presidiarios que quiz tuvo un contacto ms personal con la familia
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Koch y en concreto con Ilse, fue Kurt Titz, que trabaj durante dos aos como
Kalfaktor, asistente en la casa. Titz corrobor la existencia de pantallas de lmparas
elaboradas con piel humana tatuada en el hogar. Tambin admiti haber birlado un
poco de licor de las provisiones de los Koch y haberse emborrachado alguna vez.
Cuando la seora Koch se enter de esto ltimo, orden a los guardias que le
golpeasen y le colgasen de los brazos durante varias horas. Aquella circunstancia le
hizo entender que el Comandante Koch y su esposa gobernaban juntos Buchenwald.
Titz tambin corrobor que Ilse anotaba de forma regular los nmeros de los presos
que trabajan alrededor de su casa. Si hacan algo que la pudiese disgustar, daba parte
a los guardianes y eran castigados inmediatamente.
Pero el abogado de Koch, el capitn Lewis, no estaba muy convencido de su
declaracin, as que en un intento de impugnar al testigo, le pregunt si era cierto que
durante una de sus borracheras haba roto los muebles de un saln y destruido parte
de la ropa que se encontraba en el ropero de Frau Koch, y que fue en ese momento,
cuando las SS lo sacaron de all a rastras para castigarle. Para sorpresa de los all
presentes Titz admiti que era verdad.
Un nuevo testificante subi al estrado. Esta vez le tocaba a otro expreso, Herbert
Frboss, que cont que mientras l y otro interno estaban cavando una zanja, la
seora Koch apareci mal vestida. Cuando levantaron la vista hacia ella, dijo:
Qu estis haciendo mirando hacia arriba? y procedi a azotarles con su fusta.
Frboss adems asegur que Ilse haba anotado el nmero de un preso que
aparentemente haba estado hablando de ella; el convicto fue llamado a la entrada y
no se le volvi a ver jams. Por ltimo, el testigo manifest haber contemplado un
lbum de fotos y un par de guantes realizados a partir de piel humana, y estar
presente durante la seleccin de un interno que tena tatuajes. El individuo no tard
en desaparecer del campamento.
Otro de los testimonios aportados por la acusacin fue Kurt Leeser, que expuso el
caso del recluso, Josef Collinette, de quien dijo que le asesinaron por su tatuaje. La
primera vez que Leeser aprecia ese tatuaje lo hace en la piel de su compaero cuando
estaba vivo. Ms tarde lo encuentra suelto en el laboratorio. All lo avista
reconvertido en una pantalla de una lmpara.
Siguiendo con los declarantes, llega el turno de otro exprisionero, Ignatz Wegerer,
que dice haber visto personalmente a la seora Koch abusar fsicamente de
confinados. Insiste que como trabajador del laboratorio de patologa, estaba muy
familiarizado con la fabricacin a partir de piel humana tatuada de pantallas para una
lmpara, estuches para navajas de bolsillo o cajitas para utensilios de manicura. Lo
normal era que se realizasen especficamente para ella.
Poco a poco cada testigo fue lanzando acusaciones directas contra la que fuera
esposa del comandante de Buchenwald. La prensa internacional britnica, alemana

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y estadounidense puso en jaque a Ilse Koch, a la que directamente declararon


culpable de algunos de los peores crmenes de la historia: incitacin al homicidio y
abusos y humillaciones a los reclusos del campo donde se paseaba regularmente.

El turno de la viuda inofensiva


El 10 de julio de 1947 fue el da clave para Ilse Koch. Por fin tena la oportunidad de
contar su verdad y de justificar todas y cada una de las acusaciones que se le
imputaban. Tal fue la expectacin que levant su presencia que la sala del Tribunal
estuvo al completo. Ms de doscientas personas se congregaron entre periodistas,
clrigos y ciudadanos corrientes que queran saber de primera mano la versin de la
clebre Commandeuse.
La viuda del ya fallecido comandante Karl Otto Koch se person en el recinto de
la Corte, camin hasta el ascensor mientras era observada por una multitud de gente
que all se congregaba. Todos sealaban su vientre y murmuraban acerca de su
evidente embarazo. Una vez en el estrado, tom juramento y se sent.
El primer turno de preguntas fue para su abogado, el capitn Lewis, quien puso
sobre la palestra uno de los puntos ms sensacionalistas de la vista: la presunta
posesin de lmparas hechas con piel humana tatuada en su casa. A lo que ella
respondi: Nunca he odo hablar de pantallas de este tipo hasta este momento y
nunca he visto ninguna.
Cuando Lewis la interrog acerca de los objetos encontrados en su casa por las
tropas americanas el da de la liberacin de Buchenwald, Frau Koch repuso sin
titubeaR:
Eso era una pantalla que jams estuvo en mi poder, porque si los
estadounidenses encontraron una pantalla de lmpara en Villa Koch en
1945 la casa que yo haba evacuado ya en 1943 es imposible que fuese
ma, y es posible que esta perteneciese a alguien que vivi en la casa
despus de m.
Sin embargo, y siguiendo con las respuestas que Ilse dio a los razonamientos de
su abogado, habra que destacar que ella s admiti haber paseado por el campo en
alguna ocasin alegando que:
eso fue en un momento en que los presos se encontraban ya en el
recinto de la crcel Entonces haba que recoger el correo casi todos los
das. Yo siempre sola llevar a mis hijos delante. Tambin era necesario
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comprar los alimentos que usbamos a diario. Podamos hacer esto en el


comedor, ya que para las mujeres que vivan all estaba demasiado lejos de
Weimar. Por otra parte, no haba ferrocarril alguno en aquel momento y no
se nos permita utilizar los coches en tiempos de guerra. Todo esto fue
fuera del recinto penitenciario.
Incluso contest que no, cuando Lewis le pregunt si alguna vez haba llevado
consigo un ltigo o una fusta. Segn Koch, ni siquiera tena por qu anotar el nmero
de los prisioneros, ya que era un ama de casa, dijo textualmente, y que su energa
no abarcaba tanto entre la casa y los hijos como para llevar a cabo determinados
incidentes que all se haban escuchado. Neg categricamente que su esposo le
contase lo malo que ocurra en el campamento, sobre todo si se trataba de casos
incompatibles con la dignidad humana. l traz una estricta lnea entre su hogar y su
oficina, rebati la acusada.
Koch tambin habl acerca de su arresto en Ludwigsburg en mayo de 1945,
sealando que no tena ni idea de por qu se la estaba relacionando con las
atrocidades cometidas en Buchenwald. Ella se haba enterado de dichas acusaciones
gracias a la revista Life. El magazine public un artculo con una foto suya y con una
serie de barbaridades. Algo sorprendente de esta ltima declaracin es que en
ningn momento el reportaje que se divulg el 8 de octubre de 1945 hablaba sobre
Ilse, sino en este caso de la SS Oberaufseherin Irma Grese y sus perversiones con una
fusta. Entonces, por qu Koch mencion algo as, si en realidad no se referan a ella?
Casi con toda seguridad, porque estaba mintiendo descaradamente.
Asimismo, y durante el tiempo que estuvo en el estrado, Ilse refut las
afirmaciones de algunos testigos como Sitte, Frboss y Titz que certificaron que ella
haba posedo artefactos hechos con piel humana o que haba ordenado que los
fabricaran. Tambin neg las aseveraciones de los testigos que dijeron que montaba
frecuentemente a caballo por el recinto, aduciendo que estuvo embarazada durante
gran parte de su tiempo en Buchenwald. En definitiva, Ilse Koch asegur que todos
los testificantes que haba presentado la acusacin estaban mintiendo y que se haban
puesto en su contra. La Zorra resalt que era absolutamente inocente y que ignoraba
los posibles abusos que pudiesen haber tenido lugar durante los ms de seis aos que
residi en el centro de internamiento de Buchenwald.
Momentos antes de que concluyese el interrogatorio por parte del capitn Lewis
hacia su testigo, Ilse Koch quiso decir unas palabras a travs de la intrprete del
Tribunal, Herbert Rosenstock:
Se ha hablado mucho de m en la prensa en los ltimos dos aos. No
creo que exista una expresin en la lengua alemana demasiado vulgar que
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hayan usado contra m. Aunque en estos dos aos he logrado mantenerme


a distancia de estas cosas para no sufrir mental y fsicamente [sic]
demasiado.
Por tanto, a pesar de esto, yo, como madre, no puedo mantenerme al
margen mientras mis hijos llegan a estar en un estado en el que ni siquiera
quieren ir al colegio. Son extremadamente tmidos y ellos no tienen el valor
de hablarle a nadie sobre sus problemas reales.
En los peridicos, me pintan como la cima del sadismo, la perversin y
corrupcin. Me dicen que tengo una coleccin de objetos hechos de piel
humana en mi casa y dicen cosas peores de mi vida privada. No tengo ni
idea de quien est propagando estas historias. Ciertamente, es imposible
saber cualquier cosa de mi vida privada a menos que alguien tuviese un
dispositivo para hacerse invisible y, con ese dispositivo, entrar en mi casa
a verme.
Las expresiones en los peridicos son del estilo ms vulgar y la forma
en la que fue publicado que no estaba bajo sospecha, sino que era un
hecho que fuese duea de pantallas de lmparas hechas de piel humana,
sin que hubiese tenido lugar ningn juicio.
Sufr suficiente durante los diecisis meses que estuve encarcelada por
la investigacin. Durante este tiempo, hubiese sido muy fcil para m
conseguir papeles falsos y vivir en otro sitio bajo un nombre falso. Tambin
hubiese sido muy fcil cambiar mi imagen. Pero, sobre todo, teniendo en
cuenta el hecho de que el juicio de mi marido (por las SS) dio lugar a mi
absolucin, yo no tena ningn motivo para desaparecer. Ni siquiera se me
pas por la cabeza la posibilidad de que me llevaran a juicio porque nunca
hice ninguna de las cosas que se han presentado contra m.
Su discurso de inocencia son a extraeza en toda la sala del tribunal de Dachau.
Tantos testimonios y pruebas podran estar verdaderamente equivocados y formar
parte de una conspiracin contra la denominada Perra de Buchenwald? Ahora tocaba
el turno de preguntas de la Fiscala.
William Denson cort de golpe el halo de victimismo que irradiaba la acusada
para mostrarle una de las pruebas claves del juicio. Se trataba de la P-14, la cabeza
reducida de un prisionero. Ilse se espant al verla justificando indignada que no lo
haba visto antes y menos en el despacho de su esposo en el campo de concentracin.
Mantuvo su testimonio en todo momento, negando rotundamente haber golpeado,
maltratado, abusado o incluso asesinado a alguno de los prisioneros. Desminti que
hubiese tenido constancia de la existencia de un bnker donde se practicaran todo
tipo de perversiones en unas pequeas celdas. Inclusive, aval que su nica
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ocupacin se limitaba a su hogar, subray ser una buena esposa y madre, y que
desconoca completamente el funcionamiento del campamento y por consiguiente, las
actividades que se efectuaban en su interior.
Ante las continuas e inquisidoras preguntas de Denson, el abogado de Koch
protest por el linchamiento que se estaba ejerciendo contra ella, a lo que el fiscal
mir a los jueces y dirigindose a ellos, replic:
Con la venia del tribunal. Este acusado ha tratado de dar la impresin
al tribunal de ser adorable, una madre amorosa cuyo inters estaba en su
casa. Tomo la posicin de que esta mujer no est siendo acusada por esta
corte por no haber sido una madre encantadora y adorable. Ella est
acusada de haber conspirado en un diseo comn para matar y maltratar a
los prisioneros. Sus costumbres no son la preocupacin del tribunal ni de
nadie ms bajo el sol que ella misma.
Las asiduas salidas por la tangente de la imputada exaltaron an ms el ritmo
de las preguntas que Denson profera durante su turno. Buscaba pillarla a
contrapi, sealar como mentira una de sus mltiples negativas para demostrar que,
en realidad, aquella inofensiva mujer era una despiadada asesina.
Si hacemos un resumen de lo que durante aquella larga jornada se pudo escuchar
en la sala, tendramos que destacar por ejemplo, que Ilse no supo responder a una
pregunta sencilla: cunta distancia haba de su casa al campo de concentracin donde
se encontraban los internos. Titube porque no se encontraba tan cerca como para
estimarlo. En seis aos de convivencia en Buchenwald, cmo poda ser esto posible?
Estaba negando la evidencia de algo tan simple? Ni siquiera recordaba haber dicho
sobre su marido que era un asesino y un sdico, cuando el Dr. Morgen les detuvo la
primera vez acusados de maltratar y liquidar a reclusos del campo. Todo aquello ya
estaba registrado y ya lo pudimos leer aqu mismo con anterioridad. Por tanto,
Ilse Koch menta.
Ante el acorralamiento al que estaba siendo sometida, la inculpada insisti en su
inocencia y sobre todo en su desconocimiento. Segua afirmando que jams haba
visto vejar a los internos y por supuesto, ella no haba realizado tal macabra accin u
ordenado a alguno de los guardianes de las SS que lo hiciera.
Despus de algunas cuestiones ms William Denson termin su turno de palabra e
Ilse Koch regres a su sitio ante la mirada atnita de los all presentes.

Un nuevo escndalo meditico

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El 28 de julio de 1947 la revista Newsweek public un polmico reportaje sobre el


juicio de los acusados de Buchenwald en Dachau, que levant ampollas entre la
opinin pblica, mxime por la informacin que apareca sobre Ilse Koch.
El artculo de dos pginas con siete fotografas, hablaba especficamente del
pasado del matrimonio Koch, Karl e Ilse, y estableca un juicio paralelo con una serie
de acusaciones directas. Entre los datos que aportaba el semanario, apuntar que
acusaban a la pareja de llevar una vida amorosa y sexual fuera de lo comn, libertina
y lujuriosa, donde ambos cnyuges realizaban toda clase de prcticas sexuales.
Incluso aseveraron que Ilse haba tenido sexo con al menos cinco de los acusados
mientras permanecan retenidos en Dachau. De hecho, se especulaba tambin con la
posibilidad de que un guardia polaco se hubiese colado en la celda de Koch en
Dachau en la Nochebuena de 1946, dejndola embarazada.
Este reportaje fue un jarro de agua fra para la defensa de Ilse, hasta el punto de
que el propio autor, James O'Donnell, declaraba aunque sin fundamentos: hay
buenas razones para creer que l (Karl Koch) no era el padre de los tres hijos. Y
concluy diciendo al estilo ms sensacionalista: El pensamiento verdaderamente
aterrador que se apodera de uno en uno en todos estos juicios por crmenes de guerra
es que los acusados siempre se ven sorprendentemente normales.
Entre las siete improntas publicadas en la revista se encontraba un desaparecido
lbum de fotos que, a juicio de Ilse Koch, habra resuelto las dudas acerca de los
artefactos realizados con piel humana tatuada.
La acusada tuvo la coyuntura de explicar la situacin durante la vista del 12 de
agosto de 1947, sealando en primer lugar que todos los documentos de su propiedad
se encontraban en aquel momento en el Gobierno Militar de Estados Unidos, de ah
que se hubiese filtrado a la prensa y en concreto a la publicacin del Newsweek de
finales de julio. Y en segundo lugar apunt y cito textualmente:
En estos lbumes a los que me estoy refiriendo, las fotografas de mi
casa fueron pegadas en diferentes fechas. Estas eran fotografas grandes,
18 24 centmetros. Me parece que sera muy fcil de determinar de qu
estn hechas estas pantallas de lmpara, y dado que estas son fotografas
privadas las mismas que fueron publicadas en Newsweek tambin s
que tienen todos los lbumes. Por tanto, sera muy fcil de determinar si el
testigo [Herbert] Frboss dijo la verdad sobre la encuadernacin. No
fueron cubiertos con piel humana sino con cuero oscuro. Los testigos de mi
defensa siempre han verificado este hecho.
Ahora debera hacer una declaracin sobre las partes del artculo [del
Newsweek] referentes a mi vida privada, porque lo que importa no es
solamente yo sino mis hijos tambin. [sic]
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Con respecto a los otros cargos, me parece que olvid lo siguiente


cuando estaba en el estrado, y me gustara declarar esto, dado que no va a
haber ningn argumento: fui encarcelada por 16 meses, durante este
tiempo hubo un juicio contra mi marido [es decir, el juicio de las SS trial
en 1943]. Fui absuelta. En aquel momento todos los prisioneros tuvieron la
oportunidad de lanzar acusaciones contra m.
Ellos pudieron haberlo hecho si hubiese golpeado a alguien o, por
cualquier motivo, hubiese ordenado a alguno que le castigara. Eso no
ocurri. Y no es verdad, como lo intent demostrar el Sr. Denson durante el
interrogatorio que me hizo, que los prisioneros hubiesen sido castigados
por dar tal testimonio. Fue, de hecho, demostrado por un testigo que los
presos fueron puestos en libertad porque testificaron contra m y mi
marido.
Yo era madre y ama de casa. Yo no tena nada que ver con los campos
de concentracin, y mi marido nunca me habl de ello, y yo nunca vi ni o
nada de todas las cosas que se estn hablando aqu.
Tras su defensa Ilse Koch esper a escuchar el veredicto del Tribunal de Dachau.
Mientras tanto su abogado el capitn Lewis, se mostraba indignado por la nada
disposicin de la Audiencia a aportarle la prueba clave de los lbumes de fotos a los
que se refera su defendida, y que fueron publicados en la revista Newsweek. Jams se
lo facilitaron, as que tuvo constancia de su existencia una vez finalizada la vista. Se
estaba cometiendo un delito de retencin de pruebas, una buena tctica, aunque
absolutamente ilegal. Pero a esas alturas poco poda hacerse ya para cambiar las
circunstancias. La fase de sentencia del juicio estaba a punto de dar comienzo.

Peticin de clemencia
Cuando lleg el turno de Ilse Koch, el general Emil Kiel, presidente del Tribunal de
Dachau, la conden a cadena perpetua con trabajos forzados en la crcel de
Landsberg (Bavaria), lugar donde precisamente fue encarcelado en 1923 Adolf Hitler.
Mientras que actuaba en conjunto con las partes cmplices, con
premeditacin, [ella] maltrat fsicamente o perjudic la salud de por lo
menos treinta prisioneros, la mayora de los cuales eran presos polticos
alemanes, y mat o intent matar a al menos 200 prisioneros, en su
mayora alemanes[6].

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El abogado defensor de Koch, el capitn Emmanuel Lewis, estando totalmente en


desacuerdo con la postura de la Corte, decidi interponer ante la autoridad revisora, la
denominada Peticin de Clemencia. El letrado estaba completamente seguro de la
inocencia de su defendida y de que el Tribunal se haba equivocado con ella. La
haban sentenciado injustamente. Y ms an, haban permitido multitud de
irregularidades, que segn Lewis, eran inadmisibles.
En dicha mocin el abogado, junto con el mayor Carl Whitney, explicaron la falta
de argumentos de los testigos, los prejuicios y las opiniones que previamente tena la
Audiencia sobre el asunto, y las exageradas distorsiones de la realidad de algunos
exreclusos de Buchenwald.
Lewis tena dos motivos fundamentales para pedir clemencia al tribunal: uno,
porque Ilse estaba embarazada; y dos, porque la Fiscala haba ocultado los dos
lbumes de fotos que mencionaba la acusada y que la mostraban como una mujer
cercana, cariosa y hogarea con los suyos.
Mientras que el letrado luchaba por conseguir que admitieran a trmite esa
peticin de clemencia para su cliente, el 29 de octubre de 1947 Ilse daba a luz a su
cuarto hijo en la prisin de Landsberg. Lo llam Uwe y le puso su apellido de soltera,
Khler. Tan solo unos das despus del alumbramiento las autoridades le quitaron al
nio y lo llevaron a la agencia alemana de bienestar infantil, Evangelische Frsorge.
Uwe pas su infancia en un orfanato y la criminal jams desvel el nombre del padre.
Si bien al principio la mocin de la defensa fue relegada en segundo plano debido
a las circunstancias polticas que se estaban viviendo la Guerra Fra ya daba sus
primeros coletazos, Lewis no desisti hasta que el teniente general Lucius
Dubignon Clay comenz a supervisar las conclusiones, pruebas y sentencias acerca
de la condena impuesta a Ilse Koch. Una de sus primeras deducciones fue que, a
pesar del veredicto de culpabilidad, en realidad no existan los suficientes
fundamentos incriminatorios para acusarla de perpetrar selecciones, maltratos y
crmenes en Buchenwald, o de ordenar la fabricacin de enseres con piel humana
tatuada. El general Clay reiter que la pena interpuesta a la acusada era excesiva.
Ms adelante veremos cmo su condena fue rebajada de cadena perpetua a tan
solo cuatro aos, incluyendo el tiempo cumplido hasta el momento.
Tras los trmites pertinentes el 9 de marzo de 1948 se present ante la Divisin de
Auditoria, EUCOM (Comando Europeo de los Estados Unidos), un anlisis
acompaado del expediente completo del juicio y de todos los documentos anexos.
Pocos meses despus, y coincidiendo con el primer aniversario del Juicio de Dachau,
Ilse Koch solicita al juez defensor de la Divisin de la Subdireccin de Crmenes de
Guerra del Comando Europeo del Ejrcito de los EE.UU., su inmediata liberacin de
la prisin de Landsberg:

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En el juicio principal de Buchenwald me condenaron a cadena


perpetua el 14 de agosto de 1947, porque presuntamente tena en mi
posesin pantallas de lmparas y lbumes de fotos forrados con piel
humana de los internos. Adems, porque supuestamente haba ordenado
que los prisioneros fueran flagelados. Durante la revisin del juicio, la
condena fue reducida a cuatro aos. Tan solo con esta reduccin queda
demostrado que la acusacin no poda sostenerse cuando las Autoridades
de Revisin reconsideraron el caso. En aquel momento, ped que me
dejaran en libertad por el bienestar de mis hijos. [sic].
Nunca pose objetos en mi casa que estuvieran hechos de piel humana.
La prueba material para eso fue que durante el juicio de las SS en 1943
contra mi marido y yo, donde hicieron acusaciones similares, no
encontraron ni un objeto hecho de piel humana en mi casa.
Las pruebas presentadas hicieron mella en el general Clay y en la tarde del 16 de
septiembre de 1948, tan solo un ao y un mes despus de la primera e injusta
sentencia, se conmuta la condena de Frau Shade que queda rebajada a cuatro aos.
Clay se limit a decir a los medios de comunicacin all congregados que no hubo
ninguna evidencia convincente de que ella seleccionara a los presos para
exterminarlos con el fin de asegurar la piel tatuada o de que ella tuviese algunos
objetos hechos de piel humana.
Tras el revuelo que se form por estas declaraciones, un sector de la prensa
comenz a insinuar que Clay tena una especial simpata por la criminal. Una semana
despus el General tuvo que desmentirlo y aadir que el examen del expediente, en
base a los informes que he recibido de los abogados, indican que las acusaciones ms
graves se basaban en rumores y no en pruebas, por eso la sentencia fue conmutada.
El senado de los Estados Unidos fue ms all y pidi que se hiciera una audiencia
sobre este asunto. La denominaron Comisin Ferguson, porque estaba presidida por
el senador de Michigan, Homer S. Ferguson. La investigacin se inici a finales de
ese mismo ao en Washington. Volvieron a declarar muchos de los testigos que,
siendo internos en Buchenwald, haban sufrido las vejaciones de Koch. Los presos en
cuestin fueron los doctores Petr Zenkl, Paul Heller y Kurt Sitte. Tambin testificaron
el secretario del Ejrcito Kenneth Royall; el mayor Thomas H. Green, juez abogado
general; el general de Brigada Emil Kiel, presidente del Tribunal en el juicio por
crmenes de guerra; William D. Denson, el fiscal de Ilse; el mayor Carl Whitney,
abogado jefe de la defensa de la acusada; y algunos expertos ms en ley militar.
Tras un primer informe provisional, la comisin Ferguson lo tiene claro y
escribe en el dossieR: La reduccin de la pena de Ilse Koch a cuatro aos de prisin
no se justifica. Y contina diciendo:
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el subcomit es profundamente consciente de los propsitos y


objetivos de los juicios militares de los criminales de guerra nazis. Crucial
para estos fines es la reivindicacin de los principios democrticos por los
que se libr la guerra y por la que nuestros hombres y mujeres lucharon y
murieron. Nuestra preocupacin en el caso se basa en nuestro inters
primordial en estos principios democrticos de justicia. El error en el caso
de Koch es una mancha aislada de la vigilancia y la seguridad de esta
justicia democrtica. Su repeticin se debe evitar.
Contrario a lo que podamos pensar y tras cumplir un periodo de cuatro aos en
prisin, finalmente las autoridades norteamericanas deciden liberar a Ilse Koch.
Nuevamente la envan al sistema legal de Alemania del Este.
Para evitar la posibilidad de la doble incriminacin, ella sera juzgada por
presuntos delitos cometidos contra ciudadanos alemanes, cargos que adems nunca se
incluyeron en el juicio por los crmenes de guerra de Dachau de 1947. Curiosamente,
incluso antes de que Ilse fuese liberada de la crcel de Landsberg, las autoridades de
Alemania Occidental ya iniciaron la preparacin de un nuevo caso legal en su contra.

ltimo juicio en Ausgburg


Aunque Ilse Koch fue puesta en libertad por Estados Unidos en la prisin militar de
este pas en Munich, esta no dur mucho, ni siquiera cinco minutos. A su salida la
polica alemana ya la estaba esperando para ser escoltada en un vehculo oficial hasta
la Prisin de la Mujer del Estado de Baviera en Aichach, a unos treinta kilmetros al
noroeste de Augsburg. La viuda del comandante de Buchenwald se mostraba
sonriente tras su liberacin, pero veremos que no le esperaba un futuro prometedor.
El 17 de octubre de 1950 comienza un nuevo proceso contra la terrible Frau y con
l un nuevo espectculo. Su entrada al Palacio de Justicia de Augsburg fue tranquila y
con expresin sonriente pese al gran nmero de medios de comunicacin acreditados
para la ocasin. De hecho, la propia Koch improvis unas declaraciones en medio del
pasillo donde insisti en su inocencia y neg que hubiese dado a luz a un hijo fuera
del matrimonio en la prisin de Landsberg.
Doscientos cuarenta testigos pasaron por el estrado del Tribunal para volver a
explicar concienzudamente las perversiones, abusos, suplicios y asesinatos que
ocurrieron en Buchenwald a manos de la nuevamente acusada, Commandeuse. Era
tanta la presin soportada por la detenida que una semana antes de Navidad, Ilse
estall y grit a sus compaeras de Aichach: Soy culpable! Soy una pecadora!.
La Zorra de Buchenwald comenzaba a desmoronarse. La revista Time public un
artculo que explicaba que durante aquel frenes Ilse habra destrozado los muebles de
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la celda y farfullado sobre el cielo, el infierno y el pecado. Aquella histeria le pasara


factura durante la vista mantenindola como ausente hasta el final.
El da del juicio final lleg. Pero Koch no se encontraba en disposicin de acudir
ante el Tribunal. Un nuevo ataque de histeria la haba dejado sin fuerzas. En la fra
maana del 15 de enero de 1951 y sin la presencia de la procesada la sala enmudeci
al escuchar al presidente de la Corte, Georg Maginot, leer el veredicto:
culpable de un cargo de incitacin al asesinato, un cargo de
incitacin a la tentativa de asesinato, cinco cargos de incitacin al
maltrato fsico severo de los presos, y dos de maltrato fsico. Ilse Koch,
condenada a cadena perpetua con trabajos forzados en la prisin de
mujeres de Aichach.
El Dr. Alfred Seidl, abogado de Ilse, apel la sentencia ante el tribunal supremo
alemn que tard un ao en tramitarla. En abril de 1952 la Corte Suprema de
Alemania se neg a anular el veredicto de Augsburg. Frau Koch haba perdido la
batalla y con ello el resto de su vida.

Su triste final
Catorce aos despus de aquella apelacin, concretamente en octubre de 1966 y a los
sesenta aos de edad, Ilse Koch a travs de su abogado, hace un ltimo intento por
recuperar lo que supuestamente era suyo. Presenta una demanda contra el gobierno
de Baviera para cobrar los seguros de vida de su difunto marido que la tienen a ella
como beneficiaria. Pero no consigue nada.
Durante ese tiempo Uwe Khler, el hijo que Ilse dio a luz mientras estaba en
prisin, se enter de quin era y empez a visitarla regularmente para alegra de la
criminal. Pero el 1 de septiembre de 1967, a los sesenta y un aos de edad, Ilse decide
poner fin a su vida ahorcndose con las sbanas de su cama en la prisin de Aichach.
Como cada sbado, su vstago estaba esperando su turno para entrar a verla.
Cuando Uwe dio el nombre de su madre, uno de los funcionarios le inform de la
triste noticia. No se lo poda creer. Tan solo haba dejado una ltima carta que deca:
Ich kann nicht anders. Der Tod ist fr mich eine Erlsung (No hay otra salida para
m, la muerte es la nica liberacin).

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Irma Grese. El ngel de Auschwitz

Los prisioneros tenan que formar de a cinco.


Era mi deber que lo hicieran as. Entonces
vena el doctor Mengele y haca la seleccin.
Irma Grese

Ha sido descrita como la peor mujer de todo el campo. No haba crueldad que no
tuviese relacin con ella. Participaba regularmente en las selecciones para la cmara
de gas, torturando a discrecin. En Belsen, continu con el mismo comportamiento,
igualmente pblico. Su especialidad era lanzar perros contra seres humanos
indefensos. Estas graves acusaciones recogidas en las actas del juicio de BergenBelsen en 1945, corresponden a Irma Grese, supervisora de los campos de
concentracin nazis en Auschwitz, Bergen y Ravensbrck, que martiriz a cientos de
sus reclusas hasta causarles la muerte. Irnicamente la apodaron El ngel de
Auschwitz, apelativo que a ella particularmente le enorgulleca.
Durante la celebracin del litigio Grese mantuvo una actitud que oscilaba entre la
indiferencia y el desprecio. Las decenas de testimonios confirmando su perversin y
sadismo provocaban en ella una apata an ms profunda. A pesar de su corta edad,
tan solo tena 22 aos, el 13 de diciembre de 1945 fue condenada y ejecutada en la
horca por los aliados.
Irma Ilse Ida Grese naci en Wrechen el 7 de octubre de 1923 en el seno de una
familia desestructurada. Su padre, Alfred Grese, un lechero disidente del Partido Nazi
se haba quedado viudo despus de que su mujer se suicidase en 1936. Dos aos ms
tarde de la muerte de su madre, Irma decidi dejar los estudios. Nada le motivaba.
Tena quince aos y el nico inters que mostraba era su especial fanatismo por la
Bund Deutscher Mdel (Liga de la Juventud Femenina Alemana), que su padre no
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aprobaba. Aun as, antes de iniciar su carrera en las Waffen-SS, la joven estuvo
empleada durante seis meses como jornalera en una granja y otros seis como
dependienta en una tienda de Luchen. Despus consigui un puesto de limpiadora en
un hospital en Hohenlychen, donde permaneci dos aos y al intentar graduarse como
enfermera, la Oficina de Trabajo no se lo permiti alegando que no era apta para el
puesto. Pese a ello, el director del centro, el doctor Karl Gebhardt acusado de
realizar experimentos quirrgicos a prisioneros de los campos de concentracin de
Ravensbrck y Auschwitz y juzgado en el Doctor's Trial de Nuremberg la anim a
que no decayera. Al fin y al cabo, se haba autoproclamado su tutor durante su
estancia en el hospital y esta impresionada quinceaera haba sucumbido a las fauces
de su reputacin e influencia.
Durante los dos aos que Grese se rindi al encanto y poder de Gebhardt muy
poco se sabe sobre las tareas encomendadas en el sanatorio. De hecho, fue el propio
mdico quien al ver, como deca, el afn de Grese por su trabajo, le insisti para que
contactase con uno de sus amigos de Ravensbrck. No quera que desperdiciara su
talento y quiz all lo veran tanto como l.
En marzo de 1941 Irma arrib al campamento para reunirse con el colega de
Gebhardt. Sin embargo, le emplazaron a que regresase seis meses despus, una vez
cumplida la mayora de edad. Pero no lo hizo hasta un ao y medio ms tarde.
Durante ese tiempo Grese trabaj en una lechera en Frstenberg.
Si hay un rasgo que caracteriza a Irma Grese y que supo aprovechar muy bien es
el de la belleza fsica. La suya era excepcional. Rubia de ojos claros y de dulzura
aparente, su rostro esconda una personalidad sombra y ttrica que haca estremecer
a todo aquel que se acercase a ella. Muchos la admiraban como si de una actriz de
cine se tratase. Se pasaba horas y horas delante del espejo y se mofaba de estrenar
constantemente ropa nueva que mandaba tejer y coser a su modista. Lleg a tener los
armarios atiborrados de vestidos procedentes de las casas ms importantes de Pars,
Viena, Praga, msterdam y Bucarest. Tal era la atencin que generaba a su alrededor
e incluso entre los propios presos que un superviviente de Kalocsa lleg a afirmaR:
Hubo una mujer bellsima llamada Grese que iba en bici. Miles y
miles de personas permanecieron all arrodilladas en un calor sofocante, y
ella se deleitaba mirndonos.
Nada deba interponerse entre Grese y su futuro en las dependencias de las SS, ni
siquiera ser madre y formar una familia. La propia Olga Lengyel, deportada juda que
logr salvarse de las garras de la muerte, ratificaba en su libro Los hornos de Hitler
que cuando Irma se qued embarazada orden a otra confinada, una antigua doctora
hngara llamada Gisella Perl, que le practicase un aborto. Esta tema tanto a Grese
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que la ayud y aunque le prometi pagarle un abrigo a cambio de su silencio, la


prenda jams lleg a sus manos.
Quiz esa frialdad fue el motivo por el que en marzo de 1942 y a la edad de 18
aos, finalmente Irma Grese lograse entrar como voluntaria en el campo de
Ravensbrck, tras un intento previo fallido. All empezara su entrenamiento.
Hasta entonces el gobierno del Fhrer no le haba permitido acercarse lo
suficiente. De hecho, su nueva tarea como administrativa en la Oficina de Trabajo del
Tercer Reich no hizo las delicias de su familia; ms bien, al contrario. Su padre estaba
tan furioso con ella que la ech de casa tras aparecer vestida con el uniforme de las
SS durante un permiso. La muchacha haba experimentado una transformacin
significativa, la adhesin a la causa nazi mereca ms respeto que su propia familia.
Ravensbrck, con capacidad para 20.000 prisioneras, se haba convertido en su
nuevo hogar y sus camaradas en su verdadero linaje. Fue all donde adems de
ocuparse de la administracin del centro se familiariz con las arduas labores que
se practicaban en el recinto. En aquel lugar formaban a todo el personal femenino de
las SS, cerca de 3.500 mujeres, que despus pasaban a supervisar otros campos. De
aqu salieron guardianas tan sdicas como Ilse Koch, Hidelgard Neumann, Dorothea
Binz o Mara Mandel.
Tras este periodo de aprendizaje, en marzo de 1943 Irma Grese fue trasladada a
Auschwitz y asignada al Konzentrationslager (KL) de Birkenau, donde en un primer
momento realiz labores de control de provisiones, manejo de correo y de la
Strassenbaukommando, el comando de la unidad de carreteras. An no haba
cumplido los veinte aos y su carrera segua en ascenso. En otoo de ese mismo ao
Grese fue nombrada SS Oberaufseherin (supervisora) con un sueldo de 54 marcos al
mes, unos 28 euros.

LA BESTIA BELLA
Irma Grese era la segunda mujer de ms alto rango en el campamento despus de
Mara Mandel, lo que supona que estaba a cargo de unas 30.000 reclusas de origen
judo, en su mayora polacas y hngaras.
Las nuevas responsabilidades de la joven nazi incluan el control directo de las
presas, as como la seleccin de las condenadas a la cmara de gas. Bien es cierto que
durante su juicio y haciendo gala de un cinismo autnticamente brillante Irma
siempre neg este hecho sealando que solo tuvo noticias de dichas ejecuciones en
masa por boca de las propias reas.
Los prisioneros tenan que formar de a cinco. Era mi deber que lo
hicieran as. Entonces, vena el Dr. Mengele y haca la seleccin[7].
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Pese a que inculpase a Mengele con el que supuestamente mantena una estrecha
relacin sentimental, la realidad no era tal y como la pintaba. Durante el proceso de
seleccin Irma Grese, el Dr. Muerte y la vigilante Margot Drechsler decidan quin
viva y quin no.
Estas mujeres fueron incluso ms crueles que Mengele Las
selecciones se hicieron de la siguiente manera: primero, las mujeres
desnudas se refregaban delante de Mengele con los brazos en alto; y
despus delante de Greze y Drechsler. Mengele hizo las primeras
selecciones, mientras las mujeres pudieron seleccionar tambin a la gente
que Mengele dej de seleccionar.
El Dr. Mengele nos seleccionaba a menudo, y como yo estaba bastante
en forma me eligi entre las fuertes, pero Grese dijo que no le gustaba la
manera cmo andaba, as que el Dr. Mengele me llam de nuevo y me
envi al bnker y cuando volv a pasar, una vez ms me dio un bofetn[8].
Los mltiples testimonios de las supervivientes se acumulaban para describir con
todo lujo de detalles las barbaridades realizadas por la que decidieron llamar el ngel
de Auschwitz, la Bestia Bella o la perra de Belsen. Estos calificativos tan solo hacan
acrecentar su mala fama en todo el campo. Su excesiva impiedad llev a Irma Grese a
ser acusada de asesinatos y torturas.
Por lo que aseguran los testigos, este ser cado del cielo se paseaba por los
pabellones con su uniforme impecable, su pelo rubio milimtricamente colocado,
unas pesadas y relucientes botas altas, un ltigo y una pistola. Durante su recorrido la
acompaaban sus perros, siempre hambrientos y furiosos, que Irma utilizaba a su
gusto. Una de sus diversiones era lanzar a estas fieras contra las reclusas para que
fueran devoradas. Otro de sus modus operandi consista en asesinar a las internas
pegndoles un tiro a sangre fra. Los abusos sexuales y las vejaciones a nios
constituan prcticas habituales.
Irma no conoca ni tena lmites. Su extremada inmoralidad la llev a dar feroces
palizas con un ltigo trenzado hasta provocar la muerte de las vctimas. En este
sentido, la joven guardia de Auschwitz sola buscar mujeres judas de buena figura
con la intencin de destrozarles los pechos. Despus, eran llevadas a una reclusa
doctora para ser objeto de una dolorosa operacin. Dicho episodio era contemplado
por Irma Grese bajo una gran excitacin. Una interna annima declar:
Ella la golpe en la cara con los puos y, cuando la mujer cay al
suelo, se sent sobre ella. Su cara se volvi azul.
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Cualquier pretexto era suficiente para desencadenar el castigo y en la mayora de


las veces la muerte. Las cautivas eran tratadas como meros conejillos de indias,
cualquier ensayo mdico vala si con ello se consegua impartir un sufrimiento
extremo. Todo era lcito, sobre todo si era para uso y disfrute de la furibunda nazi.
Lleg a sacar los ojos a una nia al pillarle hablando con un conocido a travs de la
alambrada, aseguraba un superviviente de Tcs.
Actualmente se sigue sin saber con exactitud el nmero concreto de asesinatos
que la Bestia podra haber infligido en el galpn C del campo de Birkenau de
Auschwitz, se dice que el promedio diario era de treinta crmenes y la capacidad de
su pabelln era de 30.000 reclusas.
Pese a la crueldad de estos hechos la administracin de Auschwitz jams
interfiri en las actividades de Grese y dicha pasividad estuvo a la orden del da en
las SS respecto a acciones similares. Uno de sus lemas deca: Tolerancia significa
debilidad y nadie se poda permitir el lujo de que los prisioneros les vieran ningn
punto de flaqueza. Bien es cierto que excepcionalmente y a modo de reprimenda,
algunos de estos guardianes sufrieron el traslado a otros campamentos por sus malas
acciones, pero tambin que dichas decisiones se basaban ms en un utilitarismo
econmico que en criterios de humanidad.
Auschwitz-Birkenau no fue el nico campo de concentracin que padeci el
encarnizamiento de Irma Grese. Durante un breve lapso de tiempo de enero a
marzo de 1945, la joven regres nuevamente al campamento de Ravensbrck para
despus ser enviada a Bergen-Belsen, cerca de Hannover, Alemania.

LOS TESTIMONIOS
Podramos describir a Irma Grese como una autntica depravada sexual, sanguinaria,
fra, atroz y sin escrpulo alguno, carente de empata y de bondad. Estos rasgos
unidos al poder que se le otorg fueron un cctel explosivo que se materializ en
cientos de muertes semanales en los centros de concentracin que supervisaba.
La hermosa Irma Grese se adelantaba hacia las prisioneras con su
andar ondulante y sus caderas en movimiento. Los ojos de las cuarenta mil
desventuradas mujeres, mudas e inmviles, se clavaban en ella. Era de
estatura mediana, estaba elegantemente ataviada y tena el cabello
impecablemente arreglado.
El terror mortal inspirado por su presencia la complaca
indudablemente y la deleitaba. Porque aquella muchacha de veintids aos
careca en absoluto de entraas. Con mano segura escoga a sus vctimas,
no solo de entre las sanas, sino de entre las enfermas, dbiles e
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incapacitadas. Las que, a pesar de su hambre y penalidades, seguan


manifestando un poco de su belleza fsica anterior eran las primeras en ser
seleccionadas. Constituan los blancos especiales de la atencin de Irma
Grese.
Durante las selecciones, el ngel rubio de Belsen, como ms
adelante pas a llamarla la prensa, manejaba con liberalidad su ltigo.
Sacuda fustazos adonde se le antojaba, y a nosotras no nos tocaba ms
que aguantar lo mejor que pudisemos. Nuestras contorsiones de dolor y la
sangre que derrambamos la hacan sonrer. Qu dentadura ms
impecable tena! Sus dientes parecan perlas!
Cierto da de junio del ao 1944, eran empujadas a los lavabos 315
mujeres seleccionadas. Ya las pobres desventuradas haban sido molidas a
puntapis y latigazos en el gran vestbulo. Luego Irma Grese mand a los
guardianes de las S.S. que claveteasen la puerta. As fue de sencillo.
Antes de ser enviadas a la cmara de gas deban pasar revista ante el
doctor Klein. Pero l las hizo esperar tres das. Durante aquel tiempo, las
mujeres condenadas tuvieron que vivir apretujadas y tiradas sobre el
pavimento de cemento sin comida ni bebida ni excusados. Eran seres
humanos, pero a quin le importaban?[9].
Esta no fue la nica historia vivida por una de sus reas. La rea rusa Luba
Triszinska, por ejemplo, declar que cuando las mujeres caan, rendidas por el
trabajo, Grese sola lanzarles los perros. Muchas no sobrevivan a estos ataques.
Gisella Pearl, mdico de los prisioneros, observ lo siguiente:
Grese gustaba de azotar con su fusta en los senos a jvenes bien
dotadas, con el objeto de que las heridas se infectaran. Cuando esto
ocurra, yo tena que ordenar la amputacin del pecho, que se realizaba sin
anestesia. Entonces ella se excitaba sexualmente con el sufrimiento de la
mujer.
Isabella Leittner y Olga Lengyel informaron de que Irma Grese tena aventuras
bisexuales y que en los ltimos tiempos haba mantenido romances homosexuales
con algunas internadas, a las que despus mandaba al crematorio.
Helene Klein explic que Grese 'haca deporte' con los internos, obligndolos a
hacer flexiones durante horas. Si alguien paraba, Grese le golpeaba con una fusta de
equitacin que siempre llevaba consigo.
Gitla Dunkleman y Dora Szafran testimoniaron haber visto a Grese pegando a
los internos. Szafran adems ratific que Ilse era una de las pocas mujeres de las
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SS a las que se le permita llevar un arma de fuego. En el Barracn 9 del Campo A,


dos chicas fueron seleccionadas para la cmara de gas; ellas saltaron a travs de la
ventana y cuando yacan en el suelo Grese las dispar dos veces.
Klara Lebowitz declar que Grese obligaba a los internos a permanecer en
formacin, durante horas, sosteniendo grandes piedras sobre sus cabezas; y Gertrude
Diament sostuvo que Grese era tambin responsable de la seleccin para las
cmaras de gas en Auschwitz. Ilona Stein corrobor que en otra ocasin una madre
estaba hablando con su hija en otro barracn cuando Irma lo vio.
Ella entr en clera y antes de que la madre pudiera escapar fue
golpeada y pateada duramente por ella.
Y aade:
En la seleccin de una mujer hngara intent escapar para reunirse
con su hija. Grese se dio cuenta y orden a uno de los guardias de las SS
que la disparasen. No escuch la orden, pero vi a Grese hablar con el
guardia y l dispar enseguida.
Helene Kopper cont que, durante su estancia en el comando de castigo, Grese
haba sido responsable de, al menos, 30 muertes diarias.
Edith Trieger, una juda eslovaca espet que en Agosto de 1944 vio a Grese
disparar al pecho izquierdo de una juda hngara de treinta aos y golpear y dar
patadas a los presos que estaban tratando de escapar de la cmara de gas.
Otro de los aterradores testimonios sobre la sdica conducta de la Aufseherin Irma
Grese nos lo proporciona de nuevo Olga Lengyel, quien presenci cmo la
supervisora de Auschwitz le propinaba una paliza a una joven prisionera en sus
aposentos:
Grese se acerc al sof, arrastrando a una mujer desnuda por el pelo.
Cuando lleg al divn, se sent, pero no solt la cabellera de la mujer, sino
que fue tirando cada vez ms de la mata espesa de pelo, mientras
descargaba una y otra vez, la fusta sobre las caderas de la mujer. La
vctima se vea obligada a acercarse ms y ms. Finalmente se qued de
rodillas ante su verdugo.
Komm hier grit Irma, dirigindose a un rincn de la habitacin
que caa fuera de mi visin. De nuevo repiti:
Ven ac. Vienes o no?
Y blandi el ltigo una vez ms, obligando brutalmente a ponerse de
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pie a la mujer.
Ya lo dijo en una ocasin, el eminente periodista y escritor austraco Karl Kraus:
ya no estamos en el pas de los poetas y de los pensado res, sino en el pas de los
jueces y de los verdugos. Irma Grese haba pasado de ser una joven aparentemente
dulce y afable, a comportarse y sentir que es an peor como una martirizadora.
No haba nada ms terrible que ver procesiones de pellejos andantes caminando hacia
la muerte, como muecos sin vida. La esclavitud y total sumisin a la que sometieron
la guardiana y sus ayudantes a una poblacin asustada por los acontecimientos
convirtieron a Irma Grese en una de las figuras ms perversas del Grossdeutsches
Reich, del Gran Reich Alemn.
Aquellos habitculos denominados centros de reeducacin poltica acabaron
siendo campos de exterminio y destruccin, donde la violencia fsica y psquica eran
sus principales armas.

LAS FIERAS DE BELSEN


Durante la madrugada de la rendicin, del 14 al 15 de abril de 1945, el comandante
Josef Kramer negocia la rendicin con los britnicos. Mientras tanto y con el recinto
de Bergen-Belsen an en manos alemanas, el personal de vigilancia dispara contra
varios prisioneros que intentaban escapar. A primer hora de la maana llegan los
aliados y se encuentran con un personal teutn en hilera, pulcramente uniformado,
impecable e implacable y entre ellos a una glacial Irma Grese de mirada arrogante.
Tras los portones del campo de concentracin les esperaba el tifus, la disentera,
la lepra, el hambre, la miseria, la locura y sobre todo muertos, miles de muertos. La
desgracia humana campaba a sus anchas en aquel recinto.
Los barracones repletos de cadveres sembraban el horror de un ejrcito britnico
que no poda hacer otra cosa que amontonar los cuerpos en unas gigantescas fosas
construidas al efecto. Aunque la mayor parte del personal del campamento se haba
escapado el da anterior, 80 de los miembros del personal se mantuvieron en sus
puestos con el fin de ayudar a los britnicos. Los alemanes acataron sus rdenes sin
pestaear.
Entre toda esa ola de espanto y consternacin Irma Grese segua impertrrita. Los
ingleses impresionados por su porte decidieron trasladarla a un calabozo donde fue
interrogada durante dos das. Su talante daba a entender que tena un cargo
importante.
El 17 de abril por la maana fue fotografiada an en las instalaciones de Belsen
junto a Kramer vistiendo sus pesadas botas altas. Su aspecto, aunque bastante
desmejorado, an irradiaba cierta altivez. Dichas improntas, que cruzaron el mundo a
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travs de la prensa internacional, ocuparon las primeras pginas de todos los


peridicos, siempre con el mismo titulaR: Las Fieras de Belsen.
De acuerdo a lo expuesto por Eberhard Kolb, el presidente del Consejo
Acadmico Asesor para la Ampliacin y Reconstruccin de la Memoria de BergenBelsen, de los 80 miembros de las SS que quedaron en el campo de concentracin,
veinte de ellos murieron despus de que los ingleses tomaran el control. Kolb asegur
que la mayora de ellos murieron de tifus, pero que otros lo hicieron por
envenenamiento al comer alimentos en malas condiciones proporcionados por los
britnicos. Estos negaron tales acusaciones.
Con la cada del gobierno alemn, Irma Grese fue arrestada por los ingleses y
juzgada en septiembre de 1945, junto con el comandante de Bergen-Belsen, Josef
Kramer y otros cuarenta oficiales. Estaban acusados de cometer crmenes de guerra y
tenan varios cargos de asesinato y malos tratos a los prisioneros de los campos de
concentracin de Bergen-Belsen y Auschwitz. Casi todos eran hombres e Irma fue
una de las pocas mujeres enjuiciadas y condenadas por actos contra la humanidad.

JUICIO POLMICO
El 17 de septiembre de 1945 comienza en Lneburg (Alemania) el juicio contra
Grese y los otros 44 acusados. El proceso se caracteriz por imputar a los condenados
por dos importantes cargos. El primero, donde todos incluida Irma Grese y
excepto Starotska, fueron acusados de cometer un crimen de guerra. As lo hace saber
la corte presidida por el general de Divisin Berney-Ficklin, alegando que segn la
Regla 4 del Reglamento para el enjuiciamiento de criminales de guerra:
En Bergen-Belsen, Alemania, entre el 1 de octubre de 1942 y el 30 de
abril de 1945, a pesar de ser el personal del campo de concentracin de
Bergen Belsen responsable del bienestar de las personas recluidas all, en
violacin de la ley y de los acuerdos de guerra, cooperaron en el maltrato
de dichas personas, causando la muerte de Keith Meyer (britnico), Anna
Kis, Sara Kohn (ambos de nacionalidad hngara), Heimech Glinovjechy y
Mara Konatkevic (ambos de nacionalidad polaca) y Marcel Freson de
Mon-tigny (de nacionalidad francesa), Maurice Van Eijnsbergen (de
nacionalidad alemana), Maurice Van Mevlenaar (de nacionalidad belga),
Jan Markowski and Georgej Ferenz (ambos de nacionalidad polaca),
Salvatore Verdura (de nacionalidad italiana), y Therese Klee una
ciudadana britnica de Honduras), nacionales de los Pases Aliados, y
otros nacionales de los Pases Aliados cuyos nombres son desconocidos, y
causando sufrimiento fsico a otras personas presas all, nacionales de los
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Pases Aliados y en particular a Harold Osmund le Druillenec (de


nacionalidad britnica), Benec Zuchermann, una interna llamada
Korperova, una interna llamada Hoffmann, Luba Rormann, Isa Frydmann
(todas de nacionalidad polaca) y Alexandra Siwidowa, de nacionalidad
rusa y de otros Pases Aliados cuyos nombres son desconocidos.
Y el segundo, donde los detenidos Kramer, Grese, Bormann, Lothe y otros
ocho ms eran acusados de cometer crimen de guerra en:
Auschwitz, Polonia, entre el 1 de octubre de 1942 y el 30 de abril de
1945, a pesar de ser el personal del campo de concentracin de Auschwitz
responsable del bienestar de las personas recluidas all, en violacin de la
ley y de los acuerdos de guerra, cooperaron en el maltrato de dichas
personas, causando la muerte de Rachella Silberstein (de nacionalidad
polaca), nacionales de los Pases Aliados, y otros nacionales de los Pases
Aliados, cuyos nombres son desconocidos, y causando sufrimiento fsico a
otras personas presas all, nacionales de los Pases Aliados y en particular
a Ewa Gryka and Hanka Rosenwayg (ambas de nacionalidad polaca) y de
otros Pases Aliados cuyos nombres son desconocidos.
Desde un primer momento la Aufseherin se convierte en la estrella indiscutible
del proceso judicial. Cada da los nios corean su nombre al llegar al litigio, mientras
ella sonre de forma coqueta. La prensa sigue con entusiasmo la vista y centra toda su
atencin en la ms joven de los acusados.
Pero una vez que la guardiana entra en la sala, su proceder cambia por completo.
Esta oscila entre la indiferencia y el desprecio. Se muestra ausente y distrada a lo
largo de todo el proceso, como si supiera exactamente a donde iba a conducir todo
aquello. Garabatea dibujos en una libreta, se desentiende de los testimonios en su
contra y sus declaraciones que veremos con ms amplitud un poco ms adelante
son de una sobriedad extrema plagadas de No, No s y Nunca vi nada de eso.
Su carcter se segua mostrando impasible. Aquella Bestia Bella se haba
convertido en una criminal despiadada, cuyos finos rasgos de sus inicios se haban
desvirtuado debido al salvajismo de sus acciones. Es curioso comparar algunas de sus
ms famosas improntas.
Asimismo, el Tribunal hace especial atencin a los cargos que se le imputan:
La acusada n 9, Irma Ilse Ida Grese fue Aufseherin en diferentes
comandos de trabajo y, temporalmente, Aufseherin de un comando
femenino de castigo en Auschwitz. Ha sido descrita como la peor mujer de
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todo el campo. No haba crueldad que no tuviese relacin con ella.


Participaba regularmente en las selecciones para la cmara de gas,
torturando a discrecin. En Belsen continu con el mismo comportamiento,
igualmente pblico. Su especialidad era lanzar perros contra seres
humanos indefensos.
Extracto del juicio de Belsen.
The Belsen Trial, Volumen II.

Si bien la mayora de los supervivientes de Belsen testificaron contra ella, la rea


siempre se declar inocente de los cargos especficos presentados. Si recopilamos los
testimonios ms impactantes, nos encontramos con testigos que hablaron de los
golpes y los disparos arbitrarios hacia los presos, del ataque feroz de sus perros bien
entrenados y hambrientos contra los detenidos, tambin de la seleccin de reclusos
para las cmaras de gas y del placer sexual que senta durante estos actos de
inhumanidad. Su sadismo era exagerado. Los testigos adems la acusaron de haber
utilizado mtodos fsicos y emocionales para torturar a internos del campo y de
disfrutar matando a sangre fra con un tiro en la cabeza.
En este sentido hay que mencionar tambin que tras la detencin de la supervisora
nazi se procedi al registro de su vivienda. All se top con el horror a modo de
trofeos. Las pantallas de varias lmparas estaban hechas de piel humana. Ella misma
se haba encargado de despellejar y eliminar con sus propias manos a tres presos
judos.
Algunos de los mantras nacionalsocialistas escritos por sus superiores calaron
hondo en un personal vido de sangre y honor. Uno de ellos lo resumi en su diario el
ministro de propaganda del Reich, Joseph Goebbels, cuando escuch un discurso del
Fhrer sobre la cuestin juda:
No sentimos compasin por los judos, la nica compasin es hacia el
pueblo alemn. Si el pueblo alemn ha vuelto a sacrificar diecisis mil
muertos en la campaa del este, los instigadores de este sangriento
conflicto tendrn que pagar con su vida[10].
Entretanto los medios de comunicacin haban hallado en Irma Grese una mina
de oro. La palabra sexo venda y cada uno de sus movimientos eran revisados
diariamente con lupa. Revistas como Life o Time publicaban el juicio y fotografiaban
cada uno de los movimientos de la acusada nmero 9. Pareca que Grese finalmente
sera una especie de icono, pero no del cine precisamente.
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La hermana de el ngel de Auschwitz declara durante el juicio


Entre la multitud de testigos que pasaron por el Tribunal Militar britnico para
certificar que los acusados practicaban tareas delictivas y criminales, se person una
de las hermanas de Irma Grese, Helena, quien asegur:
desde el momento en que entr en el campo de concentracin la vi dos
veces. En 1943 lleg a casa de permiso, y lo nico que nos dijo acerca de
su trabajo fue que su tarea consista en supervisar los presos para que no
se escaparan.
Y aadi:
La vi cuando sali de Auschwitz en 1945, y ella me dijo que haba
estado trabajando durante un tiempo considerable en una especie de
oficina de correos, recepcin y distribucin de correo, y que algunas veces
haba ejercido funciones de guardiana. Le preguntamos: Qu hacen los
prisioneros para conseguir comida y por qu han sido enviados a un
campo de concentracin? Y ella respondi que no le permitan hablar con
los prisioneros y que no saba qu clase de comida ellos obtenan.

IRMA GRESE Y SU RPLICA


A pesar de la insensibilidad y el desdn mostrado, la SS Oberaufseherin rompa su
desgana con chispazos ocasionales de afilada soberbia diciendo cosas como: Yo soy
incapaz de hacer planes. Nunca hice ningn plan para matar prisioneros; Yo
debera saber mejor que usted si tena o no tena un perro. No le parece?; Jams
dispar a ningn prisionero o Me gustara que dejara usted de repetir la palabra
"regularmente".
Su palpable sequedad era doliente a odos ajenos que escuchaban cmo la
acusada n 9 se defenda de sus cargos afirmando: Himmler es responsable de todo
lo que ha ocurrido, pero supongo que tengo la culpa tanto como los dems por
encima de m.
Era imposible que durante la vista nadie se llevara las manos a la cabeza con tales
aseveraciones, sobre todo cuando intentaba tergiversar una realidad palpable y
testimoniada detalladamente: Las revistas extraordinarias y el ejercicio fsico son
formas de castigo habituales en el ejrcito alemn, responda Grese al ser
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preguntada por el trato que reciban los presos en los campos de concentracin donde
ella era la segunda de abordo.
Tampoco tuvo desperdicio alguno el interrogatorio que su abogado defensor, el
Mayor Cranfield, hizo a la guardiana de Auschwitz durante el juicio de BergenBelsen:
P: Llev usted un bastn en Auschwitz?
R: S, un bastn normal y corriente.
P: Llev usted un ltigo en Auschwitz?
R: S, hecho de celofn en la fbrica de tejas del campo. Era muy
ligero, pero si golpe a alguien con l, le dolera. Despus de ocho das el
Comandante Kramer prohibi los ltigos, sin embargo seguimos
usndolos. Yo nunca llev una porra de goma.
P: De dnde vino la orden de lo que llamamos las marchas de
seleccin?
R: Eso vino por telfono de la Rapport-Fhrerin o de la
Oberaufseherin Dreschel.
P: Cuando lleg la orden, le explicaron para qu eran las marchas
de seleccin?
R: No.
P: Qu tenan que hacer los prisioneros cuando sonaba el silbato?
R: Formar grupos de cinco, y mi tarea era verificar que lo hacan.
Despus llegaba el doctor Mengele para hacer la seleccin. Como era
responsable del campo, mis responsabilidades eran saber cunta gente
iban a marcharse y tena que contarlas, y apuntarlo en un libro de
fortaleza.
Despus de la seleccin eran enviados al campo B. Dreschel me
llam y me cont que haba ido a otro campo en Alemania por motivos de
trabajo o para un tratamiento especial, lo que yo pensaba que era la
cmara de gas.
Despus anot en mi libro de fortaleza tantos para enviar a otros
campos en alemania, o tantos para S.B. (Sonderbehandlung). Era muy
conocido en todo el campo que S.B. significaba la cmara de gas.
P: Sus oficiales superiores le contaron algo sobre la cmara de gas?
R: No, me lo contaron los presos.
P: La han acusado de escoger presos en estas marchas de seleccin y
enviarlos a la cmara de gas. Usted ha hecho tal cosa?
R: No, yo saba que los prisioneros eran gaseados.
P: No era muy simple saber que esta seleccin era para la cmara de
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gas, porque solo los judos fueron seleccionados?


R: Personalmente yo solo tena Judos en el Campo C.
P: Entonces todos tendran que presentarse a la seleccin para la
cmara de gas, no?
R: S.
P: Como se le dijo que tena que esperar a los mdicos, entonces,
usted saba perfectamente lo que era?
R: No.
P: Cuando esta gente estaba desfilando frente a usted, no es el caso
que muchas veces estaban desnudos y les inspeccionaban como ganado
para adivinar si servan para trabajar o para morir? Es eso cierto?
R: No como ganado.
P: Usted estaba ah para mantener el orden, no? Entonces si alguien
intentaba escapar, usted le traa de vuelta y le daba una paliza?
R: S.
Las respuestas del ngel Rubio cargadas de total ambigedad exasperaron a la
sala y ms an al Tribunal. Fue entonces cuando toc el turno de preguntas del
Coronel Backhouse, representante de la Fiscala. Sus cuestiones trataron de dilucidar
ante todo los acontecimientos acaecidos tras los muros de los campos de
concentracin supervisados por Grese. Sin embargo, sus contestaciones eran
monosilbicas y petulantes. Neg que le gustase llevar siempre consigo una pistola y
un ltigo, pero dio detalles acerca de este ltimo: era transparente como vidrio
blanco. El tipo de ltigo que se usara para un caballo?, pregunt Backhouse.
S, respondi tajante la guardiana nazi.
Siguiendo con el cuestionario, habra que resaltar que Irma Grese no titube ni un
pice cuando afirm que a pesar de no tener rdenes directas de sus superiores para
golpear a los prisioneros, ella lo hizo contraviniendo los reglamentos.

CONCLUSIONES DE SU ABOGADO EL MAYOR CRANFIELD


En su ltimo alegato el letrado Cranfield quiso dar la vuelta a la tortilla basndose en
determinadas incoherencias que cometan los supervivientes ante el Tribunal y su
torturadora al recordar las ms terribles de sus vivencias. Apoyndose en el miedo de
las vctimas dijo lo siguiente:
La evidencia de Diament contra Grese en relacin con las
responsabilidades de esta ltima para seleccionar vctimas para la cmara

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de gas, fue imprecisa. Con respecto a la alegacin de Lobowitz contra


Grese, el Tribunal pregunt si, a pesar de que la acusada era consciente,
no fue un absoluto sin sentido sugerir que las revistas duraban de seis a
ocho horas cada da? l tambin puso en duda la credibilidad del
testimonio de Neiger.
Aparte de la cuestin de la validez de las pruebas de Trieger, la Corte
mostr que la vctima del supuesto disparo de Grese era de nacionalidad
hngara y no de los Pases Aliados.
En contra de la alegacin de Triszinska sobre el perro de Grese, el
Tribunal escuch a la acusada negar que ella hubiera tenido un perro, y
que eso poda verificarse por los dems acusados y por otros testigos de
Auschwitz.
En referencia a la historia de Kopper sobre el Kommando de castigo, el
letrado se refiere a la evidencia de que Grese solo estuvo a cargo del
Kommando de castigo durante dos das, y en el cargo de
Strassenbaukommando, que fue un tipo de Kommando de castigo, durante
dos semanas. La alegacin de Kopper en su declaracin jurada fue que
ella estuvo a cargo del Kommando de castigo en Auschwitz desde 1942 a
1944, pero en el estrado dijo que la acusada estuvo a cargo de la compaa
de castigo trabajando fuera del campo unos siete meses. En el estrado ella
no pudo conciliar estas dos declaraciones. Era probable que Grese
estuviese a cargo, la nica supervisora, de un Kommando de 800 personas,
con un hombre de las SS, Herschel, para ayudarla? Si treinta prisioneros
fueron asesinados cada da, no tendra que haber alguna corroboracin
de esta historia?
Once testigos haban reconocido a Grese en la Corte. De estos once,
cinco no hicieron ninguna alegacin de ninguna clase contra ella. Ese
hecho puso en duda la evidencia de estos testigos que dijeron que era una
infame y feroz salvaje, la peor mujer de las SS.
A pesar de que el Mayor Cranfield hizo un buen trabajo a la hora de defender a
Grese poniendo en tela de juicio todos los testimonios, hechos y testigos, y captando
multitud de contradicciones durante el mismo, eso no libr a la Aufseherin de ser
condenada a la horca.
No obstante, hay que aadir que durante el proceso el abogado quiso recordar a la
Corte que la madre de Grese haba muerto cuando ella tena 14 aos, que con 16 se
march de casa y que a la edad de 18, fue reclutada para servir en un campo de
concentracin. Segn Cranfield, Irma era tan solo una nia maleducada con
diecinueve aos cuando lleg a la terrible atmsfera de Auschwitz.
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SENTENCIA Y MUERTE
En el 54 da del juicio Irma Grese fue declarada culpable de los siguientes cargos:
haber cometido por un lado, crimen de guerra en el campo de concentracin de
Bergen-Belsen, Alemania, entre el 1 de octubre de 1942 y 30 de abril de 1945; y por
otro, el mismo delito en el de Auschwitz, Polonia, entre el 1 de octubre de 1942 y el
30 de abril de 1945. Segn el Tribunal, aun siendo responsable del bienestar de los
prisioneros all, en ambos lugares viol las leyes y costumbres en tiempos de guerra y
form parte de maltratos de algunas personas causndoles incluso la muerte.
Tras el juicio, ocho hombres y tres mujeres fueron condenados a muerte y 19 a
diversas penas de prisin. El presidente de la Corte pronunci su dictamen sobre la
acusada de la siguiente manera:
N 6 Bormann, 7 Volkenrath, 9 Grese La sentencia de este tribunal
es que sufran la muerte por la horca.
Si la guardiana no haba mostrado ningn tipo de emocin o inters durante el
juicio salvo para exhibir su prepotencia ante los presentes, tampoco lo iba a hacer tras
escuchar el veredicto. Y as fue. Cuando le comunicaron su condena y se lo
tradujeron al alemn, Tode durch den Strang, literalmente, la muerte por la
cuerda, ella mostr una total indiferencia. El ngel de Auschwitz haba destapado a
la temida bella bestia convirtindose a su vez en la alemana ms popular de los
Estados Unidos.
Tras el proceso los prisioneros fueron llevados a la prisin de Lneburg donde
pasaran sus ltimos das antes de su ajusticiamiento. En cambio, Grese y ocho de los
otros condenados hicieron un llamamiento al mariscal de campo Montgomery para
pedir clemencia. Justo lo que jams tuvieron con sus vctimas: indulgencia alguna.
Mas no tuvieron xito alguno, ya que todas las splicas se haban rechazado con
anterioridad. El tribunal se haba curado en salud para evitar la polmica entre la
opinin pblica. Lcitamente lo anunci el sbado 8 de diciembre, cuando orden que
trasladasen a los once condenados de la prisin de Lneburg a la de Hameln
(Westfalia) para su posterior condena a muerte.
Precisamente para esta circunstancia los ingenieros reales del Ejrcito Britnico
construyeron una cmara de ejecucin en uno de los extremos del corredor de la
crcel, donde a su vez, permanecan los condenados en una fila de pequeas celdas.
Segn aparece en la biografa de Albert Pierrepoint el verdugo de la Aufseherin y
de otros muchos procesados, se decidi que fuese Irma Grese, la ms joven de
todos, la primera en ser ejecutada debido a que los presos podan escuchar el sonido
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de la trampilla cuando un reo mora en la horca. Si la ajusticiaban primero, la


libraran de cualquier clase de trauma. Luego le siguieron Elisabeth Volkenrath y por
ltimo Juana Bormann. Los ocho hombres fueron colgados en parejas para ahorrar
tiempo.
Una de las paradojas de dichas ejecuciones es que en el comunicado de prensa
enviado a posteriori se dijo que en realidad la exfuncionaria fue la segunda en morir
despus de Volkenrath. La prensa nunca entendi el por qu de esta contradiccin. Al
fin y al cabo, se saba de antemano que algunos funcionarios de prisiones podran ser
entrevistados y, como veremos, Pierrepoint tena detalles escabrosos que comentar.

EL VERDUGO DE GRESE
Albert Pierrepoint, el que fuera ejecutor de la clebre Perra de Belsen y de tantos
otros, era un verdugo profesional con gran experiencia que fue trasladado en avin
desde Gran Bretaa a Alemania, para dar muerte a los once convictos.
La faena del verdugo consisti en lo siguiente: el 12 de diciembre de 1945 se
procedi a pesar y medir a los reos. Gracias a este sistema se poda calcular el ajuste
exacto que tena que tener la horca para cada uno de ellos y de este modo soslayar
fallos durante el ajusticiamiento.
A la maana siguiente, Pierrepoint subi las escaleras hacia el corredor donde
residan los condenados. Su primera ejecucin: Irma Grese.
Un oficial alemn escoltaba la puerta de la celda. El Brigada Paton-Walsh miraba
su reloj de pulsera para contabilizar el tiempo. El verdugo, que caminaba
impacientemente a travs del pasillo, dijo al llegaR:
"Irma Grese". () Una puerta se abri, pero la entrada era
demasiado baja para m. "Sgame", dije en ingls, y O'Neil repiti la orden
en alemn. Ella sali de su celda y se dirigi hacia nosotros sonriendo. Era
una chica guapa, alguien con quien a uno le gustara quedar para dar un
paseo. Respondi a todas las preguntas de O'Neil, pero, cuando le
pregunt su edad, ella hizo una pausa y sonri. De repente, nos
encontramos sonriendo con ella, mientras caamos en la cuenta de lo
inconveniente que resultaba siempre preguntar a una mujer joven acerca
de su edad. Inmediatamente dijo: "Veintiuno", dato que sabamos no era
correcto (acababa de cumplir 22)[11].
A las 9:34 de la maana Irma Grese se dirigi a la sala de ejecuciones en
compaa de su verdugo. Al entrar, contempl durante unos instantes a los

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funcionarios que all se encontraban y despus subi los escalones hasta la trampilla
tan rpido como pudo.
Se situ justo en el centro de la plataforma, sobre la marca de tiza. Se
qued all, muy firme. Cuando iba a colocarle el capuchn blanco, repiti,
con voz lnguida: Schnell!! (rpido)[12].
Veinte minutos ms tarde su cuerpo fue descolgado, puesto en una caja y
conducido al cementerio de la prisin de Hameln. El clculo previo que hizo
Pierrepoint para ajustar la horca de Grese fue de siete pies y cuatro pulgadas. Un
golpe certero. A ella le siguieron la plana mayor del juicio de Belsen: Volkenrath,
Bormann, el doctor Klein y el comandante Kramer. Era el 13 de diciembre de 1945.
Ahora bien, estudios recientes han revelado que algunos de estos prisioneros
recibieron previamente inyecciones de pericrdico de cloroformo para detener su
corazn. De esta forma obviaban la necesidad de mantenerlos colgados durante una
hora para cerciorar su muerte, prctica muy habitual en Inglaterra por aquel entonces.
A da de hoy sigue sin saberse a ciencia cierta si a Grese se le administr tal
medicacin. A juzgar por el procedimiento posterior a su muerte existen bastantes
posibilidades. Algo que resulta llamativo es que unas pocas horas antes de que Irma
Grese muriese en la horca, esta no quiso renegar de la ideologa ultraderechista.
Aunque intua que estaba cerca del final, jams repudi sus convicciones favorables
al nacionalsocialismo, pero tampoco lleg a entonar los cantos marciales de las SS en
la vspera de su ejecucin. Nunca reconoci su culpa por los delitos que se le
imputaban y, como hemos visto, se declar inocente una y otra vez. Tampoco se pudo
determinar la incumbencia de Grese en un nmero concreto de homicidios.
Para evitar que los alemanes la convirtieran en mrtir, el Presidente del Tribunal
que la conden, orden que fuera enterrada no en el cementerio de la prisin de
Hameln, sino en el patio. Finalmente, fue en el ao 1954 cuando sus restos fueron
trasladados y se le dio sepultura en el cementerio de Am Wehl. Otra versin al
respecto sita dicho acontecimiento en un ro. Es decir, al parecer despus de su
ejecucin, su cuerpo fue mutilado e incinerado para despus arrojar las cenizas a un
afluente de desage.

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Mara Mandel. La bestia de Auschwitz

Entiendo que usted suea con una patria


pero recuerde que no hay vida para los que no se rinden.
Mara Mandel

Esta mujer desempe un papel estelar, casi brillante y maquiavlico a la par que
importante, dentro del holocausto. Supo ganarse el respeto de sus camaradas y el
miedo de sus inferiores. A estos ltimos, los reclusos que la vieron crecer en poder y
sadismo, les puso el nombre de mascotas judas, porque hacan todo lo posible por
alegrar sus aburridas tardes en Auschwitz.
Su naturaleza atormentada y confusa hizo que Mara Mandel, as se llamaba la
mayor Bestia de este campo de concentracin, se comportase como dos personas
diferentes, como si tuviera doble personalidad. Bien poda sumergirse en la msica
clsica interpretada por la banda del barracn, como golpear hasta la saciedad a un
prisionero que se atreva a importunarla con su mirada.
Atroz, repugnante y depravada fueron algunos de los calificativos que se
escucharon durante su juicio y cuyo tribunal la conden a muerte.
Mara Mandel, tambin deletreado Mandl, naci el 10 de enero de 1912 en la
localidad austriaca de Mnzkirchen, al norte del pas, un municipio perteneciente al
distrito de Scharding en la alta Austria y que resultaba ser un lugar casi idlico.
Ubicado en un pequeo valle, rodeado de montaas y parajes verdosos, en la
confluencia del Danubio entre Innu y la frontera austrobvara, all creci Mara.
Procedente de una de las familias ms queridas de la aldea, pas su infancia
rodeada de calzado y remendones. Su padre, Franz Mandl, era zapatero de profesin
y se dedicaba a la venta de toda clase de zapatos y sandalias. Recorra los barrios no
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solo de Mnzkirchen, sino de pueblos vecinos como Schardenberg, Wernstein am Inn


y Rainbach im Innkreis.
Su madre se llamaba Anna y conoci al que sera su esposo tiempo despus,
Franz, en uno de los viajes que este realiz a la localidad donde ella resida en Strobl.
All la familia de la joven se dedicaba a la herrera. Por desgracia, Anna muri en
1944 a los 63 aos de edad en la poblacin de Wassersucht tras una larga enfermedad.
Padeca hidropesa, retencin de lquidos en el peritoneo, es decir, en el vientre. Y
aunque en s misma no constitua una enfermedad independiente, s provoc un mal
funcionamiento del aparato digestivo y los riones.
Mara fue la cuarta hija del matrimonio y tambin la pequea, quiz por eso
siempre fue una nia mimada y consentida que constantemente tuvo la atencin de
sus progenitores.
Pas su infancia y pubertad en su pueblo natal donde se cri como cualquier otra
nia de su edad, sana y entre algodones. Se convirti en una persona muy popular no
solo entre sus congneres, sino incluso en la escuela, donde gracias a su atractivo
fsico se gan el favor de sus compaeros. Su educacin siempre fue exquisita, de
ello se preocuparon bien Anna y Franz que intentaron contra viento y marea que
estuviese siempre por encima de la media. La propia Mara escribi en su celda de la
prisin de Montelupich que mis aos de infancia y de los 16 a los 17 de la juventud,
son los ms hermosos de mi vida.
La relacin de Mara con sus hermanos siempre fue buena, por no decir que
demasiado buena. Ella saba bien cmo ganarse el cario de los suyos. Comprenda
que siendo zalamera y aduladora llegara lejos y, como veremos ms adelante, ese
talante le ayud mucho en su emergente carrera dentro de las SS.
Los padres de Mara, de nacionalidad alemana aunque ciudadana austriaca, eran
creyentes y practicantes y como la mayora de los habitantes de Mnzkirchen, iban a
la iglesia para los servicios dominicales. Ellos eran religiosos, iban a la iglesia el
domingo, explic en una ocasin Mandel durante una investigacin en 1947.
De los cuatro hermanos de la familia Mandel, el nico que se preparaba para
ejercer la profesin de zapatero del progenitor era el hermano mediano (el tercero).
Practicaba en el garaje haciendo remendones. En cambio, la primognita decidi
marcharse del pueblo y casarse con un agricultor de la zona y, la segunda hermana, se
traslad a Suiza para contraer matrimonio con un conductor de tren. Mara segua
siendo la menor de todos y aunque en un principio le atrajo el mundo del calzado y
los remiendos, sus padres fueron los que en realidad decidieron que ella poda llegar a
algo ms.
Despus de terminar la escuela en Mnzkirchen la muchacha se muda a la otra
parte de Baviera, a varios kilmetros de su casa, para graduarse en el Colegio de
Brgerschule. Parece ser que estuvo all cuatro aos, aunque durante el primero

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tambin asisti a la escuela de negocios. No obstante, existen informaciones


contradictorias respecto a esto ltimo, aludiendo a que por tiempo y fechas, Mandel
no hubiera podido concluir todos estos cursos en las fechas que se apunta. Por
consiguiente, y para evitar errores, simplemente me limito a referenciar estos datos
como meras ancdotas de la vida de la futura SS-Lagerfhrerin (Lder de Campo) de
Auschwitz.

MALA RELACIN MATERNOFILIAL


Una vez finalizada su graduacin Mara Mandel comienza a buscar trabajo sin xito
alguno. Tras este pequeo fracaso decide volver al hogar familiar en Mnzkirchen y
ayudar a su padre en la venta de calzado. Aunque en un principio los progenitores
encontraron en la joven una ayuda incondicional, pronto su madre que por entonces
comenzaba a notar los sntomas de la hidropesa, inici una batalla en contra de su
propia hija. Mara se convirti en una de sus peores enemigas. En este sentido no se
sabe si debido al trastorno nervioso provocado por esta patologa o por las diferencias
subyacentes, Mara avivaba en su madre estados de exagerada tensin e ira.
Cualquier cosa que esta hiciese activaba en ella una reaccin extrema de explosiva
violencia.
La situacin lleg a ser tan insostenible entre ellas que Mara decidi, motu
propio y con gran tristeza, abandonar el hogar familiar en 1929 y poner rumbo a
Suiza. Una vez all se dedic a trabajar de cocinera en la casa de un doctor adinerado
de la ciudad de Brig-Glis, en el cantn de Valais, a solo 60 kilmetros de su capital
Sin, donde estuvo quince meses, pero acab renunciando al empleo para regresar de
nuevo a la casa de la familia. La nica razn por la que Mara decidi volver a
Mnzkirchen, a pesar de los ltimos acontecimientos, fue por el visible
empeoramiento de la enfermedad de la madre. Este suceso hizo que Franz decidiese
pedir ayuda a su hija preferida porque l no consegua tirar adelante solo. Por tanto,
Mara se convirti en un gran apoyo no solo fsico, sino tambin emocional, ese
brazo indispensable para asistir a Anna en los cuidados que se requiriesen. Durante
esta parte de su vida y hasta 1934 Mara se estableci en Mnzkirchen.
Tras casi cuatro aos al pie del can y, una vez que los sntomas de la
enfermedad disminuyeron considerablemente, la joven volvi a abandonar el hogar
familiar para trabajar como criada en una casa al oeste de Austria, en la localidad de
Innsbruck.
Hasta ese momento su nica ocupacin real desde que se gradu haba sido
bregar en viviendas de personas adineradas y cuidar de su madre. La situacin dio un
giro radical en el verano de 1937, cuando consigui un puesto como funcionaria
administrativa en la oficina de correos de su localidad.
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Tan solo un ao despus y tras la ocupacin alemana de Austria Mara fue


despedida. Durante la investigacin que llevaron a cabo en Polonia, Mandel afirm
que la razn por la que la cesaron de su cargo, fue porque no era nacionalsocialista.
Algo francamente curioso, porque tiempo despus el destino quiso que esta mujer
se convirtiera en una de las piezas claves dentro del Gran Reich Alemn. A este
respecto, habra que destacar que otras de las hiptesis que barajan algunos
historiadores, es que en realidad, Mara fue destituida no por ese motivo, sino porque
el novio que tena en Mnzkirchen era un ferviente opositor del nazismo. Es evidente
que de ser as, esa sera una de las mayores contribuciones.

AL SERVICIO DE LAS SS EN LICHTENBURG


Ese mismo ao de 1938 y tras su catstrofe laboral Mara Mandel acudi a un to
suyo que viva en Munich del que jams se supo si era hermano del padre o de la
madre, siempre emple este trmino indistintamente, donde ocupaba una
importante plaza como superintendente de la polica. Su obsesin era trabajar en la
polica criminal, ya que conoca de buena mano el alcance de la faena que supona
aquello. Aparte de porque tena entendido que los agentes cobraban un buen sueldo.
Gracias al consejo y ayuda de este pariente el 15 de octubre de 1938 Mara logra
entrar como Aufseherin (guardiana) en el centro de internamiento de Lichtenburg,
uno de los primeros campos salvajes alemanes del Imperio Nazi situado en Prettin,
cerca de Torgau (Alemania), y que en mayo de 1939 se convirti en un subcampo del
de Ravensbrck. Estas instalaciones se destinaron para encerrar a mujeres tanto
judas como de la resistencia al rgimen del canciller.
Siendo vigilante de Lichtenburg, Mara Mandel trabaj con otras cincuenta
mujeres de las Waffen-SS con quienes comparta mucho ms que un posible
acercamiento al gobierno alemn. En este caso la mayora de las chicas con
educacin moderada se haban encontrado con una difcil situacin financiera y bajos
salarios, y ese empleo era una salida a sus problemas. De ah que Mandel se sintiera
prcticamente obligada a tomar la radical decisin de formar parte de uno de los
primeros Konzentrazionslager femeninos.
No obstante, cuando en su momento se le pregunt si saba de primera mano lo
que supona un cargo como el de SS-Aufseherin, la guardia nazi asegur que
desconoca completamente cules iban a ser sus funciones y que de hecho, su
intencin era obtener un empleo como enfermera. Este dato es cuanto menos curioso,
ya que Mandel jams recibi una educacin ni pertinente ni conveniente en este
sentido. Por tanto, ante la incongruencia en sus palabras, los investigadores que
llevaron su caso dieron por sentado que, o bien les estaba mintiendo, o bien les estaba
ocultando la verdad.
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Respecto a las funciones que Mara Mandel realiz como vigilante de las SS en
Lichtenburg, estas quedaron recogidas en el acta levantada en Cracovia el 19 de
mayo de 1947 por la investigadora Jana Stehna.
Eleg este trabajo porque o decir a los supervisores de las mujeres de
los campos de concentracin que ganaban mucho dinero y esperaba ganar
ms de lo que poda hacerlo como enfermera. Antes de mi servicio en el
campamento de Lichtenburg no saba lo que eran los campos de
concentracin ni lo que era su equipo.
El auto no solo especificaba el protocolo empleado por Mara Mandel en el
campamento, sino que haca hincapi en el hecho de que a los presos se les
proporcionaba unas condiciones de vida razonables. Si por desgracia moran, era
debido a la vejez. Ni siquiera la Aufseherin mencion los castigos corporales que
hipotticamente se aplicaban a los prisioneros de las instalaciones:
Comenc a trabajar en Lichtenburg el 15 de octubre de 1938.
Inicialmente y durante el primer trimestre trabaj all de prueba. En ese
tiempo a solas no cumpl ninguna funcin sin estar acompaada de una de
mis compaeras para familiarizarme con el trabajo en el campamento. El
campamento estaba ubicado en un antiguo castillo, donde se encontraban
cerca de 400 reclusas alemanas que en su mayora eran asociales, despus
la mayor parte representaban a escritores, sindicatos criminales, judos y
un pequeo porcentaje de presos polticos. Adems, all trabaj con 12
supervisores de la Guardia Senior (Oberaufse-herin), el primero fue
Stolberg y Johanna Langefeld, que ms tarde trabajaron en Birkenau. Al
final del cuarto periodo de prueba, fui contratada como guardiana en
Lichtenburg y as hasta el 15 de mayo de 1939.
Como vemos, su estancia en el KL de Lichtenburg fue relativamente corta, no
lleg al ao, sobre todo porque dichas instalaciones comenzaron a quedarse
pequeas. Uno de estos hechos nos remonta a mayo de 1939 cuando en torno a mil
prisioneras de Lichtenburg fueron trasladadas al recin inaugurado campo de
Ravensbrck, cerca de Frstenberg, a 90 kilmetros al norte de Berln y considerado
un monumental campo de concentracin para mujeres en territorio alemn durante la
Segunda Guerra Mundial. Junto a las reclusas tambin se reubicaron a decenas de
supervisores. Les ofrecan un excelente alojamiento en un edificio de viviendas
construido para la tripulacin de las SS y situado a poca distancia del recinto.
A partir de entonces Ravensbrck se convirti en el principal campo femenino. Su
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control fue absoluto pasando a desempear las mismas funciones que en su momento
tuvo el de Lichtenburg. Se calific a Ravensbrck como campo de concentracin
modelo, todo un ejemplo para los futuros centros de internamiento para mujeres que
luego se transformaran en los mayores habitculos de destruccin humana de la
historia.

RAVENSBRCK, UN PUNTO Y APARTE


En El Puente de los Cuervos, fnebre traduccin de la palabra alemana
Ravensbrck, Mara rpidamente impresion a sus superiores por dos motivos:
primero por su fsico, era muy atractiva, de estatura mediana, pelo rubio, ojos grandes
y azules, de tez rosada, rasgos regulares y buena constitucin, adems de joven, tan
solo tena 30 aos de edad; y segundo, por las aptitudes y actitudes que mostraba en
la ejecucin de sus funciones. La severidad y la extralimitacin fueron piezas claves
para conseguir un rpido ascenso como SS-Oberaufseherin (supervisora) en junio de
1942.
Sin embargo, ese aspecto enigmticamente hermoso y bien constituido y tan
tpicamente ario, aparte de proferirle el beneplcito de sus dirigentes, le sirvi para
ganarse la simpata de sus internas en las distancias cortas.
En el campamento Mara pasaba lista de forma estricta sobre los trabajos y tareas
que diariamente tenan que llevar a cabo las prisioneras, si alguna no cumpla con lo
requerido les infliga como consecuencia un duro castigo. Las penas que reciban eran
de una iniquidad tal que Mandel pas a tratar a sus reclusas como mascotas judas.
Tras pegarles palizas y practicarles todo tipo de flagelaciones y torturas, las
condenaba a muerte. Dichas ejecuciones las consumaba cuando se cansaba de sus
conejillos de indias.
Aquel uso indebido sobre los judos fue tan impresionante que de los 55.000
guardias que prestaron servicio en el campo de Ravensbrck, de las cuales 3.600 eran
mujeres, jams destac nadie por encima de Mandel. La inflexibilidad y el salvajismo
de sus acciones y los injustos asesinatos que perpetr siempre sobresalieron sobre sus
camaradas.
De las 250.000 mujeres que trabajaban para el rgimen nazi las 3.600 de
Ravensbrck estaban integradas en el llamado SS-Helferinnenkorps (Cuerpo
Auxiliar) por lo que no formaban parte de la Schutzstaffel (escuadras de proteccin)
abreviado por las siglas SS. Es decir, estas fminas no tenan realmente ninguna
deferencia militar, lo que significaba que no estaban autorizadas a portar armas ni
nada que se le pareciese, y desde luego, no podan impartir rdenes a ningn varn,
cualquiera que fuese su rango. Es por ello que a este cuerpo jams se le permiti
convertirse en miembro de las SS con igualdad de derechos. Aunque por otro lado,
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las supervisoras femeninas s vestan su uniforme y reciban un salario procedente de


este grupo. Como vemos, detalles incoherentes.
Estas empleadas de las Waffen-SS, eran en su mayor parte campesinas reclutadas
en la Bund Deutscher Madel (BDM), Liga de Muchachas Alemanas, a travs de la
Oficina de Trabajo, familiares de combatientes cados o heridos en combate. En un
principio, su cometido se limitaba al mbito administrativo: correos, comunicaciones,
intendencia Pero a partir de 1943, la reubicacin forzosa de buena parte del
personal civil, en combinacin con las circunstancias especiales derivadas de la
guerra, dio lugar a un universo nuevo de posibilidades. Aquellas jvenes nazis
podran tener ms voz y ms voto dentro de estas instalaciones de sangre y muerte.
Entre las vctimas que lograron salvarse de esta hecatombe, se encuentra Urszula
Winska que afirm que Mandel estaba intoxicada por su propia autoridad. No era
para menos, si contamos con el hecho de que las mismas prisioneras comentaban de
ella que era una autntica bestia oculta bajo la piel de una mujer.
Sealar adems que durante el testimonio judicial presentado en Cracovia, Mara
Mandel siempre ocult conscientemente la magnitud de los crmenes cometidos entre
mayo de 1939 y octubre de 1942. Incluso intent pormenorizarlos y reducirlos a
pequeas muestras correctivas.
A pesar de sus frustrados intentos, la documentacin recopilada por el personal de
Auschwitz que contiene multitud de informes y memorias de expresos acerca de las
actividades de Mara Mandel, actualmente se halla en posesin del Museo de
Auschwitz-Birkenau. Uno de los extractos se refiere al testimonio de Helena
Tyrankiewiczowa, reclusa nmero 7.604, que explica todo lo relacionado a la
principal supervisora del campo de Ravensbrck:
Han introducido un nuevo gerente de Ravensbrck, la hermosa
Mandel, sedienta de sangre y antijuda por supuesto. Fue animal resistente,
de naturaleza hermosa, siempre enojada; pantera de cabellos dorados con
los ojos relucientes; lince que sabe llegar silenciosamente por detrs donde
nadie lo espera y golpea contra el suelo con la mano de acero con un
pequeo pero fuerte golpe.
Los ojos de Mandel brillaban como el fsforo en la oscuridad, apretaba
los dientes blancos y puntiagudos y su voz implacable lanza palabras de
veneno, odio y desprecio. Por qu golpear y patear? Por la suciedad en
los zapatos, por volver la cabeza, por limpiarte la nariz. Golpear en un
paroxismo de furia le caus placer, y, evidentemente, era su forma de
cultivar la belleza, porque despus de cada ejecucin, se hizo ms
hermosa. Los ojos verdes le brillaban como estrellas, su rostro adquira un
color rosa e incluso el pelo de oro pareca brillar ms. Mandel
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generalmente flua entre judo y hacer un pogromo (devastacin) real.


Como vemos, Mandel levantaba pasiones en todos los sentidos a la par que
toda clase de repulsiones. Su belleza instigadora se colaba entre los pensamientos de
las internas y sus propios compaeros alababan su personalidad sombra y brusca que
rompa la armona que reinaba a lo largo y ancho del campo.
Entre las mentiras que Mandel certific durante una audiencia en la Corte, estaba
aquella que apuntaba a la informacin sobre los tratamientos que haban tenido lugar
en Ravensbrck. La supervisora pareca no saber a qu se estaban refiriendo cuando
hablaban exactamente del mal trato durante su servicio. Las pruebas aportadas
aludan a los obvios experimentos pseudomdicos efectuados a los reos durante su
estancia en el campo y que tericamente ella desconoca. Durante ese tiempo y hasta
octubre de 1942, el nmero de presos aument hasta casi 8.000, en su mayora
polacos y rusos. Segn palabras de Mandel, estos confinados se utilizaban para
labores de costura, tejidos, fabricacin de abrigos, agricultura, cocina, para trabajo de
oficina, extraccin de arena, etc. Pero en ningn momento tuvo constancia de los
procedimientos experimentales que impartan los doctores del campamento, porque
simplemente ella era una mera vigilante o guardiana.

VEJACIONES EN EL BNKER
Dotada de una gran inteligencia, de ese fsico aterrador que ya comentbamos
anteriormente y con un carcter inflexible, hicieron de Mandel, una obsesa del
trabajo. Esa obstinada dedicacin por hacer cumplir las normas en el campo de
internamiento para mujeres origin que desde el otoo de 1941 hasta la primavera de
1942 condenase a muerte y sin apenas pruebas a innumerables presos por delitos
menores. Para llevar a cabo sus andanzas la Aufseherin utiliz el edificio de ladrillo
que estaba situado fuera del campamento, del que tambin era la directora. Se trataba
de una especie de bnker dividido en tres apartados: el primero, destinado para las
reclusas que haban cometido crmenes de campo; el segundo, para las que haban
cometido delitos polticos; y por ltimo, la tercera, para las denominadas
Sonderhftlinge (prisioneras especiales).
Entre las acciones que se evaluaban como delito y que estaban prohibidas dentro
del campamento: caminar del brazo por las calles del campo, visitar a los presos que
se encontraban en la habitacin de la enfermera, permanecer en el exterior del
bloque sin orden alguna, hablar o mirar a un superior sin su permiso.
Destacar tambin que los presos que haban cometido delitos polticos estaban
bajo la supervisin de Ludwika Ramdohra, jefe de la Divisin Poltica.
Su principal deleite era una tortura de lo ms sofisticada, una especie de
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inyeccin de tinta, que utilizaba con los subordinados ms especiales. Una vez
administrada, se obligaba a la vctima a desnudarse para rociarla con agua. El nico
afn que perseguan era que su piel cambiase de color. Jams se consigui tal efecto.
En aquel temido bnker tambin se practicaron muy diversas aflicciones y
flagelaciones. Se empleaba especialmente para encarnizadas actividades. De hecho,
en la soledad de la noche, tan solo el silencio era roto por los gritos y llantos de las
prisioneras sacrificadas entre aquellas cuatro paredes. Lo que empez siendo un
refugio para el aislamiento y simples castigos, acab transformndose en una especie
de mazmorra con fines oscuros, sin mesas ni sillas, ni siquiera camas. Tan solo haba
un lavabo y un retrete. Las internas que desgraciadamente eran recluidas en aquel
bnker permanecan all de 7 a 14 das. Algunas lo sufrieron durante casi dos meses.
En este tiempo las instalaciones permanecan cerradas a cal y canto y solo podan
entrar Mara Mandel y algunas de sus ms devotas auxiliares y guardianas.
La interna Aleksandra Steuer afirmaba con rotundidad: Mandel fue una vigilante
muy cruel en el bnker. Al fin y al cabo, en aquel ttrico edificio las vctimas eran
despojadas de sus ropas y zapatos, y permanecan desnudas por completo durante
todo el confinamiento. Dos veces a la semana eran alimentadas con vveres
previamente cocidos o con un caf y un pedazo de pan duro. Frecuentemente, las
aberraciones eran tan severas que durante tres das las reas no podan comer nada, y
tambin eran obligadas a hacer huelga de hambre con cualquier pretexto de lo ms
trivial. A lo largo de este correctivo los castigos mnimos fueron el fustigamiento y
los golpes, al menos 25 latigazos, despus 50, 75 y hasta 100. Posteriormente se
duchaba a la persona con agua fra y la sacaban al exterior para dejarla a la
intemperie. Su poca favorita era el invierno, por lo que la mayora expiraba de
hipotermia.
El bnker estuvo al servicio de los supervisores y guardianes ms peligrosos y
decadentes del campamento. Mandel, como directora del mismo y hasta su
nombramiento como Oberaufseherin en abril de 1942, tambin hizo las delicias ms
prfidas y agresivas que nos podamos imaginar.
En el momento de mi llegada al campo Mara Mandl sirvi all como
Bunkeraufseherin (guardia del bnker). () Mandl era conocida como una
guardiana muy cruel e infame en todo el campamento. Desde el bnker al
campamento se escuchaban los terribles gritos de los prisioneros
torturados por Mandl. Ella propinaba golpes y patadas por todo el cuerpo
mientras el recluso torturado caa sin fuerzas y se haca un ovillo. Ella
tena la costumbre de sacarse el guante de su mano para azotar. En el
tiempo que Mandl estuvo en el bnker muchos presos murieron de hambre.
Mandl no lo ocultaba y los reclusos que informaban sobre lo que haban
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experimentado y lo denunciaban, les notificaban que estaban equivocados


y que no se quejaran ms. Los casos de muerte por hambre se repetan muy
a menudo en el bnker de la disciplinada Mandl[13].
Siguiendo con los testimonios, cabe destacar aquellos que estn recogidos en el
proceso de Auschwitz-Birkenau, concretamente en el volumen 57, donde se explican
las actividades que Maria Mandel realizaba en Ravensbrck. Una de las internas
asegura que cuando lleg al campamento en abril de 1940, la supervisora ya se
caracterizaba por la atrocidad en sus acciones. Una vez y debido a las habladuras que
surgan respecto a las actividades tan inusuales de la directora, esta orden a su
subordinada que le hicieran una lista con las reclusas sospechosas. No haba
expedientes personales, as que anotaron el nmero por el que las llamaban. Mand
que se pusieran en formacin y despus de enviarlas a trabajar hasta la extenuacin,
las acompa al bnker. Una vez all y en uno de los laterales, las dispuso en fila.
Durante unos minutos tan solo se oyeron rfagas de disparos. Nunca ms se vieron a
aquellas mujeres.
Otra vctima que logr escapar de las garras de Mandel, describi sus seis das de
cautiverio en la parte subterrnea del bnker. La obligaron a hacer huelga de hambre.
Despus de ese tiempo la Aufseherin la interrog.
Mandel caminaba constantemente con un ltigo en busca de vctimas,
especific otra de las prisioneras. Cualquier pretexto era bueno para cortar el pelo a
las presas, afeitarles la cabeza o insultarlas diciendo, Polnische Schweine (cerdas
polacas) o Polnische Banditen (canallas polacas). Mara senta un odio descomunal
por Polonia y as lo haca saber siempre. Era una persona cruel, golpeaba y
maltrataba a los presos a la menor ocasin, describi Mara Hanel-Halska, una reo
dentista y exempleada del doctor Mengele.
Otro caso de abuso de autoridad por parte de Mara Mandel lo sufri una
prisionera holandesa llamada Netia Eppker, que haba trabajado como comadrona
para la reina Guillermina de los Pases Bajos (Wilhelmina Helena Pauline Maria van
Oranje-Nassau). Apuntar aqu que previamente a la guerra y durante la misma esta
soberana se haba convertido en un smbolo inquebrantable de resistencia contra
Hitler, a quien le tena como uno de sus mayores enemigos. Es evidente que una vez
que Eppker fue detenida y recluida en Ravensbrck, su historial laboral pas de ser
intachable a todo un inconveniente para las guardianas nazis y en especial para la
Aufseherin. Pero en esta ocasin la vctima tuvo el coraje de plantarle cara y
reprender su tirana, algo inusual y que haba sucedido pocas veces. Su osada hizo
que recibiera una rigurosa reprimenda.
En la calle principal del campamento, llamada Lagerstrasse, Eppker
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vio cmo Mandel golpeaba a una prisionera. Corri hacia ella y exclam:
Por qu pegas a esta anciana que podra ser su madre?. Mandel
levant la mano y quiso pegarle a Eppker. En eso que le agarr de la mano
y dijo: Yo soy una dama y no tiene derecho a pegarme. Una
consecuencia de esto fue el castigo ms grave que Mandel como
Oberaufseherin pudiese vengar[14].
Eppker fue encerrada en el bnker durante seis semanas en completa oscuridad.
Intervalo en el que sufri el castigo de la flagelacin, el ensaamiento contra partes
tan delicadas del cuerpo como la cabeza, y continuos insultos de la directora del
recinto, la tan temida Mandel. Aun sabiendo la reaccin de su castigadora, la partera
holandesa repeta continuamente: Ich bin eine Dame und du darfst mich nicht
schlagen (Soy una dama y no hay que pegarme). Cuanto ms se quejaba la mrtir,
mayor era la penitencia ejercida contra ella. La maquiavlica guardiana lleg a
ordenar a sus secuaces que la atasen a la pared con cadenas, para propinarle
diariamente con su fusta incesantes latigazos. Entretanto, deca rindose: Du bist
eine Dame, und ich schlage dich (Usted es una dama y le golpeo).
Una vez transcurridas las seis semanas, Eppker regres a su barracn enferma,
con las piernas rotas y llena de profundas heridas por todo su cuerpo. Al salir de su
cautiverio y segn comentan algunos testigos, la seora levant la cabeza para mirar
directamente a los ojos a sus verdugos, entre ellas Mandel.
Dicho incidente corri como la plvora entre los corrillos, no solo de las propias
reclusas, sino tambin de sus camaradas, quienes aplaudan las acciones
desempeadas por su superior. Era evidente que el miedo a contravenir aquellas
indicaciones estaba en el rostro de todas esas mujeres.
Finalmente, Netia Eppker pas a ser una de las primeras internas que gracias a la
Cruz Roja Sueca evit su inminente liquidacin. Sali del campo de concentracin
justo a tiempo. Una vez recuperada de las heridas fsicas, que no mentales o
emocionales, la holandesa regres a su pas terriblemente exnime. Concluida la
guerra, Eppker form parte del grupo de atestiguantes que declararon en el juicio
contra sus captores. Jams volvi a tener una salud plena.
Todas y cada una de las testimoniantes haban sido valientes al poner sobre la
mesa los retorcidos disparates efectuados por la Mandel. La dramaturgo Dorothy
Parker escribi: Luchan mucho ms que por sus vidas. Luchan por la oportunidad de
vivirlas. Y as da tras da.

LA TIGRESA DE GUANTES BLANCOS


La presencia de Mandel en el campo de concentracin, paseando por el recinto,
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despertaba un pnico generalizado entre las cautivas. Todas eran conscientes de su


impiedad, todas conocan sus obscenidades y martirios. Al punto de que la Aufseherin
acab siendo una de las personas ms odiadas y repudiadas del centro. Su modo de
caminar, su uniforme y sus tan demonizados guantes blancos que siempre la
acompaaban y que colocaba escrupulosamente en el bolsillo de su chaqueta, le
dotaban de gran altivez para controlar a sus inferiores. Esta prenda, aparentemente
inofensiva, era una pieza clave en los maltratos. Cuando Mandel lo usaba, golpeaba
en la cabeza y por encima del cuello a la vctima, o entre la nariz y los ojos, haciendo
que irremediablemente cayese al suelo. No haba forma de que se tuviese en pie.
Siempre acababa con los guantes llenos de sangre. Suponemos que le gustaba ver el
sufrimiento de aquella forma, ya que por lo general, los supervisores llevaban guantes
de cuero negro. Mandel prefiri cambiar esa costumbre y declinarse por el fetichismo
del blanco.
Mandl haca estragos en torno al campamento para mujeres. Siempre se la vio
usando guantes, golpeando, pateando, mirando a los presos, insultando de forma
grosera. Eran tantas las prisioneras heridas que es difcil para m citar los nombres de
las que fueron agredidas con crueldad[15].
La brutalidad descargada contra las reas en forma de guantazos y tormentos, y el
empleo de mtodos de castigo y hostigamiento de lo ms sofisticados, le valieron el
sobrenombre de la tigresa. Pas a ser la perfecta administradora de penas. Con solo
un golpe fuerte en el estmago o un puetazo en la mandbula poda dejar kao a
cualquiera. El efecto era tal que la superviviente caa al suelo de inmediato,
completamente aturdida y confundida sin oportunidad alguna de defenderse por s
misma.
A principios de mayo de 1942, Mara Mandel ya estaba actuando como una SSOberaufseherin (supervisora senior). Al fin y al cabo, el manejo que haca de los
judos era tan impresionante que nadie quiso poner en duda que mereca el cargo. Al
contrario, su nuevo rango la hizo ser ms daina e inhumana, provocando serios
problemas de salud a sus internas. Una de sus normas ms destacadas fue que todas
las presas deban ir descalzadas por el campamento, aun sabiendo que podran
daarse los pies por la cantidad de grava que tena el suelo. No contenta con esto,
decret que realizasen desfiles durante varias horas. El resultado se tradujo en
atencin mdica urgente a causa de las llagas y la sangre producida por esta accin.
Si alguna se atreva a negarse a caminar descalza o paraba en algn momento,
automticamente se la enviaba al bnker para ser flagelada. Mandel no mostraba
piedad alguna, nunca la demostr. Si vea a alguien en el suelo se acercaba y sin
mediar palabra le pateaba de manera sdica.
Durante su mandato, cuenta la reclusa Jzefa W^glarska en el juicio de
Cracovia, las revisiones podan durar varias horas. Tena que permanecer de pie

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descalza en el patio del campo sin importar el tiempo y haba das en que haca
mucho viento y nevaba. Mandel propinaba golpes y patadas a una presa ante la ms
mnima ofensa. As, por ejemplo, durante la revista deslic inconscientemente una
pierna unos cuantos centmetros hacia adelante. Mandel se acerc a m y me pate
con toda su fuerza en la pierna. Despus durante dos semanas me estuvo golpeando
en la pierna daada.
En la primavera de 1942 se inici la ejecucin de las mujeres polacas y Mandel
dedic varios das a infligirlas infinidad de golpes y patadas antes de exterminarlas.
Sus rostros fueron mutilados, rasgados y cubiertos de sangre y moretones. Saba
cmo asestar porrazos certeros tanto en la parte inferior del abdomen como por
encima del cuello.
Estas masivas ejecuciones se iniciaron el 15 de abril de 1942 y se llev por
delante la vida de 14 personas. El 18 de abril asesin a otras 14 y as das tras da,
hasta que en enero de 1945 acab disparando, masacrando y aniquilando en torno a
160 mujeres polacas tras los muros de Ravensbrck.
Una de las prisioneras que sufri la violencia de la guardiana en sus propias
carnes fue Regina Morawska que afirm ante el Tribunal que ella era como un
monstruo en carne humana. Y segua explicando:
Mara Mandl golpe con el puo en la cara de una de las reclusas por
haber caminado por la zona del campamento del brazo de otra presa.
Adems, tena la costumbre de caminar en la parte de atrs de las filas y al
azar, de acuerdo con su capricho, golpeaba con el ltigo a las cras de las
prisioneras.

CONEJILLOS Y EXPERIMENTOS MDICOS


El envilecimiento y la truculencia imperaban en cada rincn del campo de
internamiento femenino de Ravensbrck. Tambin en el departamento mdico, donde
las prisioneras ms aptas, aquellas mejor preparadas, eran especficamente elegidas
por Mandel para ser estudiadas en angustiosas operaciones y experimentos. Si la
Oberaufseherin no tena misericordia alguna, durante las jornadas de seleccin la
tena an menos. Su buen ojo hizo las delicias de sus camaradas los mdicos
alemanes.
Al punto que en julio de 1942 y ante un ambiente repleto de especulaciones y
miedo, mucho miedo, se inici un procedimiento que embarc a jvenes reclusas de
veinticinco aos, tanto civiles como militares, a formar parte de profusos ensayos.
En el libro Y tengo miedo de mis sueos publicado en 1998, su autora Wanda
Pitawska, una mdico y escritora polaca que fue miembro de la resistencia durante
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la ocupacin nazi y que estuvo interna en el Puente de los Cuervos, describe con todo
lujo de detalles el proceso de contratacin que existi para escoger a ciertas presas
a las que asignaran determinadas operaciones. Desgraciadamente, esto no se limitaba
a una mera investigacin, sino a experimentos empricos que, a largo plazo,
significaron incidentes tan aberrantes como ir en contra de la voluntad de las mujeres
intervenidas, provocarles una discapacidad permanente, o convertirse en una especie
de conejillos de la muerte dentro del campo. As era como denominaban a las
vctimas de unos ensayos criminales perpetrados por mdicos nazis y supervisados
por la propia Mandel.
Como decamos anteriormente, en aquel momento esta delincuente ya haba
tomado la posicin de Oberaufseherin, por lo que saba perfectamente lo que all
estaba ocurriendo. Bien es cierto que ella intent ocultar, tergiversar y mentir
descaradamente sobre el tema, pero era inevitable que los hechos salieran a la luz.
Haba demasiados testigos y vctimas, por no mencionar a las fieles auxiliares que la
acompaaban y que saban de buena tinta lo que estaba pasando.
Sin embargo, haba algo peor que el conocimiento o no de estos asesinatos y
experimentos tan atroces. Lo dramtico del asunto era que Mara Mandel junto con el
mdico en jefe de este campo y Generalleutnant (Teniente General) en las Waffen-SS,
el Dr. Karl Gebhardt, fueron los responsables de elegir personalmente a las
prisioneras y de enviarlas a la sala de operaciones.
La primera vez se escogieron a cinco jvenes polacas totalmente sanas, cuyo
pecado fue ser presas polticas y luchar en contra del nazismo. El 1 de agosto de
1942 las sometieron a diversas pruebas dirigidas por el Dr. Gebhardt. No estaba solo,
lo acompaaban su ayudante el Dr. Fritz Fischer y otros doctores del campamento
como Schiedlausky, Rostock y Herta Oberheuser. Despus de dos semanas de
investigaciones, un nuevo grupo de reclusas polacas se someti a ciruga.
En el transcurso de esta nueva etapa de pruebas y exmenes, los mdicos
alemanes dieron un paso ms hacia delante. Ahora no solo sometan a pequeos
grupos de reas a toda clase de duros controles y suplicios, sino que adems,
emprendieron una nueva tctica: la experimentacin en masa. Esta especie de
operacin ejercitada sobre un conglomerado concreto de mujeres, supuso un avance
cientfico que logr verificar hasta qu punto era viable un tratamiento contra
determinadas enfermedades o infecciones. Por ejemplo, rompan parte de las
extremidades de estas conejillas de indias para constatar cul era el proceso por el
que los huesos rotos volvan a reconstituirse; cmo se produca la regeneracin del
msculo de los nervios; si era necesario un trasplante; inclusive llevaron a cabo
operaciones que finalmente causaron infertilidad en las mujeres y por tanto,
erradicacin de una raza. A pesar de los resultados obtenidos, nadie asuma que estas
investigaciones fueran ilcitas y siguieron su curso.

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Si ampliamos esta informacin, habra que aadir que las reas fueron sometidas
principalmente a un control exhaustivo de la mdula sea, lo que les permita estudiar
la velocidad de crecimiento del conjunto de huesos rotos que hemos citado. Este
anlisis posibilitaba hacer un seguimiento de su recuperacin. En este sentido,
mencionar que algunas de las jvenes utilizadas para estos estudios fueron expuestas
a tratamiento quirrgico tras ser golpeadas con un martillo o un cincel, para despus
suturar la herida y escayolar la parte afectada. Das despus se retiraba el yeso y se
examinaba concienzudamente la tasa de fusin de los huesos. Se proceda a coser de
nuevo la herida y poner un nuevo parche.
Otro caso era que los trozos de hueso de un conjunto de extremidades amputadas
o de la articulacin de la cadera, eran guardados y transportados hasta Hohenlychen
para ser implantados en los soldados alemanes heridos durante la guerra.
Pero estos experimentos no se cieron exclusivamente en torno a los huesos,
llegaron como bien decamos, hasta los sistemas muscular y nervioso. Semejantes
intervenciones fueron diseadas para probar la velocidad de mejora de los msculos
y los nervios para el uso de la ciruga plstica. Estas consistieron en la extirpacin de
los nervios y los msculos del muslo o la pantorrilla, pero sin condiciones bsicas de
higiene y salubridad. Los ensayos se realizaron sin una anestesia adecuada, sin
cambiar las gasas, algodones y vendas por cada paciente. Se abandonaba a las
enfermas sin ningn tipo de supervisin, a sabiendas que la reclusa podra tener una
fiebre alta, perder las fuerzas y morir al intentar pedir ayuda.
Algunas de las supervivientes de estos macabros procedimientos, tardaban meses
en recuperarse parcialmente. Muchas de ellas haban perdido parte de sus
extremidades o se haban convertido en mujeres estriles sin capacidad de procrear.
La impotencia era lo nico que les quedaba hasta que un da, hablamos de los
primeros meses de 1943, dijeron Basta!.
En ese preciso instante, varias de estas prisioneras decidieron escribir una
peticin formal y expresa donde alegaban su radical oposicin a la ciruga
experimental que se estaba ejecutando tras los muros de Ravensbrck. La carta se
hizo en secreto y a espaldas de Mara Mandel y signific un ltimo aliento de valenta
y fuerza para las desdichadas vctimas. Esta oportunidad, nica por otra parte, era
indispensable para informar a las altas autoridades del campamento acerca del trgico
destino que les estaban imponiendo. Que lo descubrieran quiz salvara sus vidas. O
no La misiva deca lo siguiente:
Inmediatamente nos pusimos a escribir una peticin. Escribimos una
nota breve, que nosotras, prisioneras polticas y cuyas firmas aparecen
abajo, preguntamos al seor Comandante, si saba que en el campo se
hacan cirugas experimentales a unas mujeres sanas prisioneras
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polticas. Dichas cirugas causan discapacidades e incluso la muerte.


Nosotras, sujetas a las cirugas, protestamos contra dicho procedimiento.
Lo firmamos todas y fuimos en filas de cuatro a entregrselo. Las mujeres
que nos vieron caminar por la calle Lagrowa nos miraban con cara de
pnico. Nadie ms en el campo saba qu estaba pasando. Haca un da
muy soleado. Despacito, pierna tras pierna, bamos adelante. Los vendajes
blancos contrastaban drsticamente con el color negro de la calle. El
camino "nach Vorne" (alemn-al frente) nos pareci eterno. Al final
llegamos y nos paramos enfrente del edificio, donde se ubicaba el
despacho. El Comandante no quiso salir. Mand una secretaria que nos
dijo que las cirugas son "un invento histrico de las mujeres"[16].
Pese a los dbiles intentos de estas jvenes cobayas humanas por impedir que la
mquina de destruccin masiva continuara, su peticin fue declinada
automticamente. Las esferas superiores del campo de Ravensbrck hicieron odos
sordos y siguieron permitiendo la experimentacin cientfica y criminal con personas
de carne y hueso hasta 1945.
El coraje inicial de estas reclusas dej de nuevo paso a la impotencia. Eran
conscientes de que su destino final era la muerte y que Alemania jams las permitira
sobrevivir. Mandel era una de las piezas del engranaje nazi que no les dejara vivir
con dignidad.
Por suerte para las mujeres enclaustradas en Ravensbrck, la Oberaufseherin fue
asignada al campo de Auschwitz en otoo de 1942. Un suspiro de alivio inund las
calles de la Lagerstrasse. Segn parece, los jefes estaban tan contentos con su trabajo
que decidieron enviarla all como un acto de promocin. Al enterarse de la buena
nueva, Mandel se jact que su nuevo puesto pretenda restablecer el orden e
intensificar el terror entre los confinados.

NUEVO DESTINO: AUSCHWITZ


El 7 de octubre de 1942 Mara Mandel fue trasladada de Ravensbrck a Auschwitz II
Birkenau en Polonia. Primeramente, ejercera como Oberaufseherin.
Las circunstancias que rodearon su traslado al nuevo campamento no fueron lo
suficientemente claras. Se barajan varias hiptesis aparte de la supuesta y merecida
promocin. Si bien, algunas conjeturas llevan a pensar que en realidad fue transferida
a Auschwitz con el nico fin de sustituir a Johanna Langefeld, quien no cumpla
escrupulosamente con su funcin dentro del campo. De hecho, Mandel argument a
su partida de Ravensbrck que iba a estructurar las cosas all, por lo que podemos
entender que exista una presunta desorganizacin o mal funcionamiento.
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Hay otros hilos que apuntan a que la supervisora intent desobedecer a su


superior e impedir su marcha a Auschwitz. El motivo era obvio, aquel recinto era
nido y caldo de tifus, piojos y diferentes enfermedades acaecidas por las terribles
condiciones de higiene y saneamiento que padecan sus habitantes. Mandel intent
renunciar a su cargo, pero su Comandante Fritz, le insisti que la decisin estaba
tomada y que deba trasladarse a Auschwitz lo antes posible. Lo anecdtico de este
caso es que la guardiana intent justificar este hecho en el juicio, alegando que pas
por alto la orden de su superior, cuando todos sabemos que eso no era posible. La
acusada jams se atrevera a discutir la orden de un alto mando porque simplemente
la obediencia era testimonio de su honorabilidad.
Sea como fuere, su nuevo destino le supuso un avance innegable en su carrera. Si
su anterior puesto como Oberaufseherin lleg a dotarla de suma importancia y
responsabilidades, Auschwitz no poda ser menos. En Ravensbrck se haba
convertido en un modelo a seguir para el resto de mujeres que servan al Tercer
Reich. La vean como una luchadora nata.
Por el contrario, sus vctimas solo recibieron de ella continuas muestras de
inhumanidad, soberbia y perversin. El nuevo campamento ubicado en Polonia
supona un verdadero desafo para la atroz Mandel. Auschwitz todava no se haba
convertido en uno de los cementerios ms sombros y grandes de Europa. Con ella al
mando pronto sus calles pareceran un camposanto.
La primera tarea que la confiaron nada ms arribar fue la de crear un centro casi
desde cero, para mujeres apresadas por su oposicin y lucha contra el imperio del
Fhrer. Aunque la labor no fue nada fcil, el reconocimiento adquirido por su
anterior trabajo en el campo de Ravensbrck, hicieron que Mandel sorprendiera
gratamente a su comandante el SS-Obersturmbannfhrer (teniente coronel), Rudolf
Hoss. As describi el oficial los primeros das en las instalaciones:
En el campo de mujeres prevalecieron las peores condiciones en todos los
sentidos. () Pronto llegaron a Auschwitz las supervisores de las mujeres ninguna
voluntaria que tuvieron que construir desde cero el nuevo campamento en las
condiciones ms difciles. Ya en la primera semana, la mayora de ellas queran
escapar y regresar a un lugar tranquilo, la vida agradable y tranquila en
Ravensbrck[17].
La construccin de aquel Frauenkonzentrationslager (campo de concentracin
femenino) dentro del monstruo de Auschwitz, se hizo en Birkenau y supuso el
traslado de 13.000 presos entre mujeres y nios. Este nuevo espacio fue una filial del
primero, donde las condiciones de vida fueron fsicamente mucho peor que en
Auschwitz I.
Durante los primeros meses Hoss observ a la recin llegada Mara Mandel, a
quien como Oberaufseherin le corresponda controlar todas las mujeres del campo de

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Auschwitz. Lo estaba haciendo tan bien que el comandante pretenda asignarla como
nica responsable de las prisioneras de este campamento y de los subcampos
femeninos de Hindenburg, Lichtenwerden, Budy y Rajsko. Pero Himmler se opona a
que una seora fuese la directora del campo. Era totalmente inflexible con este tema.
Por lo que se nombr como gerente al Obersturmfhrer (Teniente) Paul Mueller y a
Mara Mandel como Lagerfhrerin (lder o jefa del campo femenino). Esta ltima, a
pesar de tener un rango inferior al de un hombre, ejerci un dominio abismal sobre
cada interna. La subordinacin femenina desplegada fue absoluta.

EN CONDICIONES INFRAHUMANAS
Aquel nuevo campamento contaba con diversos refugios hechos de ladrillo y madera
y construidos como si de una cuadra para caballos se tratase. En circunstancias
normales aquellos establos albergaran a unos 52 caballos, pero en principio Mandel
haba ordenado colocar a 300 personas para comprobar su efectividad. Una vez
definidas las barracas de cada bloque y como si estuviesen ajustando la capacidad de
un almacn de alimentos, la Lagerfhrerin comenz a utilizar dichas instalaciones a
modo de pequeos cuarteles. Pasaron de convivir 120 personas a unas 1.000. Del
espacio necesario para que cada individuo pudiese vivir de manera normal, solo
disponan de 0,28 metros cuadrados y de 0,73 mde aire. Es decir, si comparamos
estos asfixiantes habitculos con las crceles que haba en Polonia antes de estallar la
Segunda Guerra Mundial, estas ltimas permitan que el recluso tuviese 13 mde
oxgeno en un espacio comn y 18 men uno individual. La angustia de las reas era
escalofriante.
Adems, las paredes que haban fabricado para esta especie de cuartelillos,
estaban elaborados con una mampostera de tan solo 12 centmetros, con unos techos
sin tejas, suelos sin azulejos llenos de tierra y una nica puerta de entrada. En esta
situacin y debido sobre todo al terreno pantanoso donde se ubicaron, tenemos que
imaginarnos en pleno invierno cmo el fro entraba por cada grieta de la pared o de la
techumbre, haciendo insoportable la vida en su interior. Ni siquiera las dos estufas
que colocaron en cada uno de los cuarteles eran capaces de calentar aquellos establos.
Y es que debido a la rapidez con la que se construy este nuevo emplazamiento, no
hubo tiempo ni para el aislamiento. Aunque podemos presuponer que si lo tuvieron,
tampoco hicieron nada al respecto. Al fin y al cabo, hasta el nio en la cuna debe ser
pisoteado como un sapo venenoso. Vivimos en una poca de hierro, en la que es
necesario barrer con escobas de hierro, afirmaba con contundencia Heinrich
Himmler en septiembre de 1941.
El momento de dormir era siempre el ms complicado. Mil personas conviviendo
codo con codo, sin apenas libertad de movimientos y con tan solo tres pisos de
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camas. Se trataba de obsoletas literas que si en un principio pretendan albergar a


cuatro internas, en los momentos de gran congestin seis de ellas tenan que
compartir catre. Era del todo inaguantable. En las primeras semanas y antes de aquel
hacinamiento masivo, las condiciones eran ms o menos tolerables. Pero una vez que
Mandel inici la etapa de acumulacin de gente, aquellos cuarteles se convirtieron en
verdaderas mquinas de matar. Durante el desbordamiento las mujeres pasaron a
dormir en el suelo o de pie porque ya no haba ms sitio. Aquella angustiante
situacin sin luz y ninguna clase de saneamiento o baos, provocaba asfixia, crisis
nerviosas y agotamiento en las prisioneras. Sufran de insomnio, era imposible
descansar adecuadamente.
La propia Mara Mandel recordaba ante el tribunal que la juzg en Cracovia en
1947 cules eran las condiciones de vida en los barracones de Birkenau:
El sitio no haba sido canalizado, el barro llegaba hasta las rodillas,
en los mdulos no haba suelo, las paredes tenan concavidades hmedas y
fangosas, haba una grave falta de agua. Tanto por dentro de los bloques
como por fuera, haba cuerpos amontonados y nadie los retiraba.
La alimentacin de las confinadas tambin se vio daada hasta lmites
insospechados. Tanto mujeres como hombres haban llegado a una delgadez tan
extrema que su peso no alcanzaba los 35 o 40 kilos. Cuando la supervisora nazi
gritaba que comenzase la revista diaria, se podan observar a verdaderos esqueletos
humanos, consumidos y agnicos, aguantar sin fuerzas, para no ser enviados
automticamente a la cmara de gas o a las celdas de castigo y tortura.
Era evidente que las comidas que les ofrecan no llegaban ni al mnimo necesario
y elemental de los requisitos propios de la nutricin. De forma frecuente les
cocinaban sopa con carne podrida o descompuesta de animales como caballos y
empleaban sobras para aderezar el guiso. Cualquier trozo de molla era aceptable.
Tal fue la insuficiencia alimentaria, que el organismo de los supervivientes inici
un declive abismal. Comenzaron a enfermar y a tener continuas diarreas y
enfermedades o afecciones intestinales. La inanicin y la extenuacin los estaba
conduciendo, poco a poco, a la muerte.
La escasez de alimentos y de buenas y salubres instalaciones dieron paso tambin
a la falta de ropa apropiada para las reclusas. Mientras Mandel y sus cmplices se
resguardaban de las bajas temperaturas con buenos abrigos, las internas vestan un
uniforme a rayas de algodn que para nada les protega contra el fro y la humedad.
Este fue el inicio de cuantiosos decesos por hipotermia y entumecimiento. No podan
llevar nada ms que aquel caracterstico traje. No conformes con eso, las propias
guardianas evitaban a toda costa que sus insignificantes presas se mudasen de ropa
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habitualmente. De hecho, una de las primeras epidemias graves que hubo y que caus
la muerte de cientos de mujeres, fue que recibieron la ropa mal lavada y con ello la
transmisin de infecciones.
Durante la epidemia el hospital estaba ms que lleno. A los enfermos
no se les cuidaba. El mdico vena de vez en cuando, firmaba unos papeles
y a los enfermos ni los miraba. Las prisioneras enfermas de los bloques
tenan miedo del hospital. Entonces las contagiadas se quedaban al lado de
las sanas y la epidemia se expanda[18].
Otro apartado importante de su uniforme eran los zapatos, una especie de zuecos
incmodos y muy duros que producan abrasiones y llagas. Era imposible caminar
con ellos. Tal y como hizo anteriormente en el campo de concentracin de
Ravensbrck, la supervisora en jefe volvi a prohibir el uso de zapatos a sus internas.
No obstante, estos escabrosos mtodos que ya haba puesto en prctica antes, no
consiguieron el beneplcito del comandante. No le prest excesiva atencin cuando
se enter, y por tanto, no revoc la orden de restriccin de Mandel.
Por otra parte, si hay algo que caracteriza escrupulosamente a Birkenau es la
trgica falta de agua que padecan. Ya en junio de 1942 se declar que el agua de las
nuevas instalaciones de Auschwitz no era adecuada ni potable para su consumo y ni
siquiera para hacer un enjuague bucal. Seguramente por eso el campamento se
encontraba en tan malas e insalubres condiciones.
A mediados de 1943 solo se poda utilizar un pequeo pozo de agua destinado
principalmente para la cocina. El agua residual que provena de la cocina flua hacia
los canales de desage ubicados bajo el suelo, as que en poca de lluvias Mandel
decida que algunas de las presas ms fuertes cavasen zanjas para sacar agua de all.
Aquella medida lo nico que hizo fue empeorar las cosas y el resultado final fue el
inicio de fuertes epidemias. Una vez realizado el trabajo cada interna tan solo poda
utilizar una vez al da los grifos de agua instalados con motivo de la buena nueva.
Otro de los mandatos de la Lagerfhrerin fue que durante los periodos de
tormenta se utilizasen los charcos surgidos de forma espontnea en el Lagerstrasse
para lavar los platos y las ropas. De nuevo, la propagacin de virulentas plagas asol
el campamento y con ello la vida de muchas cautivas de Birkenau. Si bien es cierto
que la lluvia fue beneficiosa en algunos casos, en este en concreto se trat de toda una
maldicin, especialmente cuando la tierra mojada se converta en lodo. Pese al barro,
las prisioneras tenan la obligacin de seguir el precepto instaurado por su
supervisora.
Una de las supervivientes al Holocausto explic con todo lujo de detalles ante la
Corte de Cracovia lo que vio cuando lleg a su nuevo hogar:
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He encontrado el campo en un estado terrible. En ese momento,


alrededor de 70.000 presas se encontraban inmersas en un estado de
agotamiento total, no se preocupaban por la vida y no mostraban ninguna
inclinacin por ella, por lo que el resultado era que todo el campo pareca
una aglomeracin. Aunque haba letrinas en el campamento, las presas no
se beneficiaban de ellas, se vigilaban todas las funciones fisiolgicas de los
bloques y del bloque de al lado, porque en ese momento haba una
epidemia de tifus.
Entre los aos 1942 y 1943 el Frauenkonzentrationslager no contaba con ningn
bao destinado exclusivamente para las presas, as que tenan que aliviar sus
necesidades en los inodoros construidos en el interior del cuartel/establo. Por la
maana ellas mismas vaciaban su contenido en la parte de atrs del emplazamiento.
No fue hasta 1944 cuando el comandante de Birkenau orden que los construyeran.
Hasta entonces este problema se zanj fabricando primitivas letrinas colectivas donde
las mujeres se podan sostener con un palo. A menudo y debido a la inestabilidad de
estos sanitarios, las mujeres caan en las heces contenidas en el comedero.
La diarrea por depauperacin prevaleci en este campo de concentracin durante
varios meses, dando lugar a la aparicin de enfermedades tan contagiosas como: la
fiebre tifoidea, la sarna, el paludismo o la tuberculosis. Durante su reinado Mara
Mandel jams hizo nada por paliar la difcil situacin. Si cabe, fue an ms estricta,
pcora y altanera que antes. Si hay alguien que empeor las condiciones de vida de
aquellas fminas encerradas entre cuatro paredes, esa fue sin lugar a dudas la Bestia
de Auschwitz, que fue as como la bautizaron.
Curiosamente, el parecido entre Irma Grese y Mara Mandel, era abismal. Al fin y
al cabo, la Lagerfhrerin haba sido su maestra, ensendola muchas de las tcnicas
de tortura que posteriormente desarroll contra sus reclusas. Profesora y alumna se
ganaron la repugnancia del barracn gracias a sus desalmados comportamientos.
En pleno invierno de 1943 y debido al malestar generalizado entre las reas, Mara
Mandel procedi a pasar revista y exigi que todas las mujeres salieran a la calle
principal del campamento para desnudarse. Fue entonces cuando la supervisora
comprob que llevaban jerseys debajo del uniforme para paliar el terrible fro. La ira
de Mandel emergi repentinamente al ver que este colectivo haba contravenido una
decisin suya. El precepto indicaba claramente que solo podan vestir la ropa que se
les ofreca en el centro. Fue tal la impotencia que sinti la guardiana nazi, que dej
que durante varias horas permaneciesen desnudas al fro en el exterior del barracn.
Muchas de ellas se desmayaron y algunas ms sufrieron de hipotermia.
Despus de este pase de revista, las prisioneras tuvieron que atravesar, de una en
una, la puerta del campamento. De pie frente a ellas se encontraban las autoridades
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del campo, el SS Unterscharfhrer (Jefe de la Escuadra Juvenil) Adolf Taube, Mara


Mandel y ayudantes como Margot Drechsel. Todos ellos empujaban a la zanja a
todas las mujeres que entraban torpemente, se tropezaban y caan. Entonces,
descargaban a la mujer en el bloque de la muerte (Bloque 25) antes de ser gaseada.
Mandel opt por llevar a la mayora de las mujeres al bloque de la muerte, atestigu
la superviviente polaca Janina Unkiewicz.
La Lagerfhrerin discrep durante el juicio de Cracovia que en realidad ella no
particip de forma directa en esta especial seleccin, argumentado lo siguiente:
Abarcando con la mirada al campamento ni siquiera era capaz de
estimar el nmero de presos que haba, el cual no coincida en unas 500
personas. Para establecer un orden tuve que realizar un inventario de los
presos. Para ello, con el acuerdo y la cooperacin de la seccin poltica, se
efectuaron dos revistas de domingo (Zahlappell). Con el desorden que he
encontrado y la ausencia de cualquier tipo de organizacin, estos pases de
lista duraban muchsimo tiempo, y se extendan el da entero. Tuvieron
lugar de la siguiente manera: a todas las presas que se podan mover las
echaban al prado detrs de la puerta de acceso al campamento, de esta
forma en el campamento nicamente se quedaban las que estaban
hospitalizadas y no se podan mover. En ese prado las presas permanecan
de pie hasta el fin de la revista, es decir, todo el da. No recuerdo si las
presas que permanecan de pie durante este pase de lista recibieron
alimento alguno. Afirmo categricamente que durante esa revista de
domingo no ha muerto ninguna presa. nicamente ocurri que algunas
prisioneras, debido al agotamiento, cayeron. A estas las devolvieron vivas
al campamento. A los presos enfermos les separaron de los presos sanos, y
les aislaron en los bloques nmero 25 y nmero 26.
Sin embargo, el recuerdo que tenan las internas de aquellos pases de revista a
horas intempestivas o en condiciones climatolgicas adversas, no correspondan con
el testimonio dado por la supervisora en jefe durante su procesamiento.
Durante el invierno de 1942/43, en un da muy fro, Mandl convoc a
todas las del FKL (Frauenkonzentrationslager) a una revista que lleg a
durar 5 horas. Todas las prisioneras tenan que salir al prado enfrente del
campo () muchas no aguantaron el fro y el cansancio y cayeron ya en el
prado[19].
Otra de las circunstancias a destacar fue el despioje parcial y realizado a las
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cautivas en las dependencias de Birkenau. El saneamiento inadecuado, la suciedad y


la mugre dentro y fuera del recinto provoc un contagio generalizado de piojos que
degener en pediculosis. Por su parte, esta dolencia fue la causa principal del tifus
epidmico que experimentaron la mayora de las reas. As que una de las soluciones
que dispuso Mara Mandel, fue consumar las clebres desinfecciones de forma
regular.
Para ello las prisioneras tenan que desnudarse completamente en el exterior, sin
que a la supervisora o a sus ayudantes les importase lo ms mnimo el clima o la
estacin del ao que fuese. Despus de fumigarles la ropa, procedan a desinfectarles
el cuerpo salpicndoles un tinte. Luego las baaban con agua caliente y en seguida
con fra. Aunque a veces solo las rociaban con agua helada. Tras el colorante y el
bao, les pasaban un trapo humedecido con un desinfectante llamado Cuperx y les
frotaban la cabeza y otras partes del cuerpo con vello, inclusive las partes ntimas.
Una vez terminada la fase de desinfeccin, las reclusas tenan que esperar en la
pradera durante varias horas hasta que su ropa fuese purificada. Por desgracia, el
personal de las SS se confunda constantemente en la devolucin de las prendas a sus
dueas. Esto gener casos donde el presunto uniforme recin lavado, en realidad
corresponda a un fallecido vctima del Zyklon B, el insecticida utilizado en las
cmaras de gas durante el Holocausto. Tales equivocaciones, supuestamente
inocentes aunque con un fundamento intencionado, acabaron con la vida de cientos
de personas. Aquel lquido en contacto con el aire produca cianuro de hidrgeno
gaseoso, venenoso y mortal no solo para los humanos sino para cualquier ser vivo.
Quiero apuntar explcitamente que todas las actividades relacionadas con la
peticin de Mandel de desinfectar a todas aquellas prisioneras, estuvo bajo la
supervisin de sus superiores de las SS, quienes permitieron las ms dementes de las
barbaridades. La presencia de los alemanes rindose y avergonzndose de los
confinados mientras desempeaban dichas tareas, fueron minando la confianza de
unas mujeres que, por imperativo nazi, permanecan desnudas esperando a que les
devolviesen sus harapos.
Las ya mencionadas desinfecciones que se efectuaron durante la mala gestin de
Mara Mandel en el campo de mujeres de Birkenau, aparte de ser obligatorias,
entraaron un aire de descuido y una sanguinaria falta de coordinacin con respecto a
otras partes del campamento.
Una de las primeras en producirse tuvo lugar del 6 al 8 de diciembre de 1942, la
segunda del 9 al 11 de julio, una ms en el segundo semestre de ese mismo ao y la
ltima durante 1944. En general, ningn prisionero poda librarse de la tan angustiosa
desparasitacin. Ni siquiera los camaradas nazis, incluida Mandel, podan abandonar
el barracn durante esta fase. Cumplan rdenes directas de los altos mandos de
Auschwitz, cuya gestin emplazaba a sus empleados a trabajar all hasta el final de la

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esterilizacin. Aquel proceso someta a los pacientes a un duro tratamiento cuyo final
era primeramente permanecer en la enfermera del centro de internamiento, para
despus y por lo habitual, acabar muriendo.
Llegados a este punto hay que recordar uno de los trgicos acontecimientos
acaecidos en el invierno de 1942-1943. Concretamente un domingo muy fro donde
como vena siendo costumbre, Mandel pas revista en el Frauenkonzentrationslager
a las cinco de la madrugada. En un santiamn, la perturbadora desinfeccin se volvi
trgica cuando tras las rdenes de la SS-Lagerfhrerin unas 1.000 prisioneras
murieron congeladas. Despus de aquello, muchas fueron las reclusas que lograron
sobrevivir a aquel horror para contar su historia. Entre ellas y muy especialmente
Erna Laskwna, quien afirm que durante las largas horas que duraba la fumigacin,
Mandel se entretena pegando tiros a determinadas reclusas asesinndolas en el acto.
La supervisora de Birkenau no solo se limit a no admitir tales acciones durante el
proceso de posguerra, sino que adems asever que no poda recordar esta actuacin.

TESTIMONIOS / LA POLTICA DEL TERROR


En las interminables horas de trabajo forzoso las presas ms dbiles por la falta de
alimentos y agua caan como moscas ante la atnita mirada del resto de sus
compaeras. Decenas de miles de muertos se apilaban en grandes zanjas despus de
haber sufrido desnutricin e infinidad de enfermedades. El trato de Mandel y las
subordinadas que tena a su cargo, como las Rapportfhrerin (supervisoras de
comunicacin), las Aufseherin (guardianas) o las Kommandofhrerin (lderes del
comando o unidad), atormentaban diariamente a las vctimas con brutales maltratos y
vejaciones. Incluso los llamados Kapos se integraron en una poltica del terror a la
espera de ser los siguientes en la lista de defunciones. Pero mientras tanto y para
retrasar su trgico futuro inmediato, lo ms adecuado era seguir la estela y las rdenes
de sus enemigos.
Aquella situacin pas de ser puntual a algo generalizado y normal entre los
integrantes de las SS. Los testimonios que se sucedieron a partir de entonces
reflejaron la iniquidad y la deshumanizacin de un pueblo alemn vido de poder y
control sobre el resto del mundo. Y en esta coyuntura, sobre inocentes sin voz ni
voto. Mujeres, nios y ancianos que luchaban hasta la muerte por mantener ese hilo
de vida en condiciones tan adversas y perversas como aquellas. Ya lo deca Voltaire
la civilizacin no suprime la barbarie, la perfecciona.
Algunas de las mujeres hngaras que sobrevivieron a la era de Mandel y sus
fieles devotos explican con pelos y seales lo ocurrido tras los muros de Birkenau.
Para ellas fue todo un infierno sobre la tierra.
Uno de estos casos nos habla de tres hermanas de apellido Hermann, que llegaron
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desde la poblacin de Munkcs al Bloque 24 Seccin BIIc del campamento Birkenau.


Haba 1.000 personas en cada barracn. No haba trabajo que hacer;
solamente haba revistas continuamente. Ellos normalmente gastaban seis
horas al da, pero si pasaba algo, por ejemplo, faltaba alguien, duraba ms
tiempo an, y poda ocurrir que nos quedsemos de rodillas hasta el final.
Una mujer de las SS le dio un golpe con un garrote en la cabeza de Erzsi,
por lo que tuvo una herida supurante durante ocho semanas. Tambin le
hicieron ciruga en el Campo A. Cinco minutos despus de volver de la
operacin tuvo que arrodillarse durante cinco horas por una revista. Las
noches eran terribles porque la cabeza de Erzsi estaba supurante y podan
pasar das antes de que le cambiasen el vendaje.
Ola muy mal, y no solo nosotras que estbamos a su lado, sino todas
las que estaban tumbadas cerca suframos de ello. Preguntamos a la
Aufseherin que la permitiese quedarse durante la revista, por lo menos
cuando lloviese, pero ella la ech fuera con solo una venda de papel en su
cabeza dicindole "t vas a perecer aqu de todas formas". La lluvia caa
en el barracn, pero no era la nica razn por la que no podamos dormir.
Lo peor era que oamos y veamos llegar un transporte seguido por el otro.
Oamos los gritos, los llantos desesperados pidiendo ayuda y los
chillidos[20].
Entre las descripciones que se hicieron de las guardianas del campo femenino de
Birkenau destacan, por ejemplo, aquella donde las reas Kottmann y su hija
procedentes de Kispest aseguraban que estas mujeres eran tambin muy groseras y
terribles con nosotras, por lo general mucho peor que los hombres alemanes. Ellas
nos golpeaban, pateaban y empujaban por cualquier nimiedad. Pero el castigo fsico
hacia las mujeres del barracn no era el nico ejercido por las supervisoras nazis, el
maltrato mental era an mucho peor. Llegaban a amenazarlas con seleccionarlas para
ser mano de obra del crematorio y si no aceptaban de buena manera acabaran dentro
del incinerador.
El terror se haba extendido por todos los rincones de Birkenau y sus presas,
judas principalmente hngaras, no conseguan vencer a la imparable mquina del
nacionalsocialismo.
Otro de los testimonios que menciona sin tapujos lo acaecido all, nos lleva a
Stanislawy Marchwickiej, una de las damnificadas por la Bestia de quien deca que
era un demonio en carne y hueso que se libraba de los bebs recin nacidos despus
del parto. Meta su pequea cabeza dentro de un cubo de agua, en el horno
crematorio, o bien los arrojaba al patio an vivos para ser devorados por las ratas.
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En otra ocasin la interna Janina Kosciuszko aleg haber visto a Mandel


arrebatarle a una prisionera el beb de cinco meses que haba dado luz a escondidas,
para inmediatamente despus, lanzarlo a las llamas ante la dramtica mirada de su
madre.
Eran incomprensibles aquellas inicuas reacciones en la supervisora, ya que, como
veremos, a veces mostraba especial ternura por los retoos de sus vctimas. Ahora
bien, la ferocidad prevaleca por encima de la presunta bondad de aquella salvaje
criminal.
El testimonio de la prisionera polaca Zofia Ulewicz nmero 30.700 durante la
vista judicial por los crmenes de guerra perpetrados en Auschwitz, conmocionaron a
la opinin pblica al explicar la historia de un nio gitano en el campamento. Parece
ser que su padre era el rey de los gitanos en Alemania, as que, como era de esperar,
fue enviado junto a su esposa a morir en la cmara de gas. El pequeo que solo
hablaba alemn se haba quedado hurfano, pero la supervisora comenz a cogerle
cario y a llevarle consigo montada a caballo. Al fin y al cabo, ella era la cabecilla
de las mujeres.
En diciembre de 1943 Zofia vio a Mandel llevar en trineo al pequeo gitano,
envuelto en mantas y atado a l. De forma intencionada la SS volc el patn y el cro
se cay al suelo mientras la guardiana se rea a carcajadas. La bipolaridad en sus
actuaciones la invitaban a seguir haciendo el mal pero a disfrutar de la ingenuidad del
bien.
Esta historia tambin aparece en el libro La orquesta de las mujeres de Auschwitz
de la pianista francesa Fania Fnelon, quien aseguraba haber visto a la Lagerfhrerin
pasear con un nio en sus brazos a quien vesta con ropas caras, como si fuera un
pequeo millonario.
Vesta ropita azul, encantadores pantaloncitos y blusita. Era
guapsimo. Dirigi a ella la mirada llena de confianza y enseando las
perlitas de dientes, gorjeaba. Ella engatusando, responda: nein, nein!
(no, no).
Bonito verdad? pregunta. El Nio da vueltas, patea gilmente, de
nuevo sube encima de su muslo y a ella no le preocupa que sus pequeos
zapatitos le ensucien la tan siempre cuidadosamente mantenida falda del
uniforme oficial. El pequeo la abraza el cuello con sus manitas, la besa y
sus pequeos labios estn untados de chocolate. Por primera vez, llenas de
desconfianza, vemos que Mandel sonre.
Unos das despus, por la tarde, cuando haca viento y las gotas de
lluvia golpeaban nuestras ventanas, entr Mandel cubierta por su gran
capa gris. Anormalmente plida, con los ojos hundidos y ojerosos, exigi
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que reprodujeran el dueto de Madame Butterfly de Puccini.


Lo estaba escuchando? Los labios apretados, la cara cerrada, pareca
ausente. Al acabar el canto, se fue callada. Al da siguiente Renata entreg
el mensaje que Mandel llevaba personalmente al nio a la cmara de gas.
Iba este afn a hacerla todava ms dura?.
Se cree que este asunto fue el nico donde la supervisora mostr una verdadera
humanidad, piedad y gran compasin. Por el que sufri y llor, e incluso, am
sanamente. Mas la Bestia segua pasendose por el campo infundiendo pnico. Su
clera alimentaba la atrocidad de sus movimientos.
No obstante, era un tanto llamativo ver que las guardias femeninas podan
desmoralizar a sus reclusas hasta lmites insospechados, despojarlas de su dignidad y
arrastrar sus vidas por el fango. Durante las sesiones de castigo muchas de las
vctimas anhelaban que su campamento estuviese dirigido exclusivamente por
hombres, quienes probablemente hubieran sido algo ms piadosos. Si echamos un
vistazo a los registros de la enfermera, sorprende que casi ningn director fuese
tratado por enfermedades venreas en poca de epidemias. Mara Mandel la primera.
La lder del Frauenkonzentrationslager prefera que hubiese plagas de afecciones
porque la servan como ayuda a la hora de liquidar al gran nmero de poblacin que
habitaba en Auschwitz-Birkenau. Sus rdenes eran expresas: maltratar, pegar,
acuchillar y vejar hasta la extenuacin a las internas. Una vez terminado el proceso,
les pegaban un tiro o les llevaban a la cmara de gas. Muchas de las mujeres
castigadas de ese modo, an teniendo un hilo de vida, eran arrojadas sin
contemplaciones al horno del crematorio. Los gritos y sollozos se escuchaban en todo
el campamento. Hasta el personal de la enfermera lleg a quejarse ante sus
superiores del comportamiento de Mandel sin xito alguno.
El modus operandi de la SS-Lagerfhrerin en Auschwitz fue el mismo que
emple en Ravensbrk. Se impartan sanciones por las ms nfimas de las acciones,
como fumar o tener las manos en los bolsillos. Respecto a fumar, la secretaria del que
fuera el presidente de la antigua Checoslovaquia, Edvard Benes, se llev una de las
amonestaciones ms sangrientas. La castigaron a permanecer de pie en el bnker
durante tres semanas y fue salvajemente torturada.
Mandel propuso incluir a estas sesiones de extrema violencia a toda mujer que
hubiese ajustado demasiado su pauelo, usado cinturn, o no caminase en absoluto.
No era de extraar que todas las presas la temiesen.

LA ORQUESTA FEMENINA DE AUSCHWITZ


Otra de las pasiones de Mara Mandel era la msica clsica. Su melomana era tan
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fuerte que se convirti en la creadora de la primera Orquesta de Mujeres de


Auschwitz. Dicha agrupacin constaba de prisioneras cualificadas con amplios
conocimientos en instrumentologa, cuya misin principal era amenizar la entrada de
nuevas reclusas al campamento a modo de bienvenida. Pero no solo eso, estas
fminas deban tocar cuando se realizaban las selecciones a la cmara de gas; cuando
separaban a las personas sanas de las enfermas; durante el desfile de compaeras que
eran desgraciadamente elegidas para tal fin; e incluso, como acompaamiento en
discursos oficiales o en la llegada de cualquier transporte al emplazamiento. Aquellas
piezas animaban el horror de Birkenau, el destino y la muerte de sus vctimas.
Auschwitz fue uno ms de los centros de exterminio que dispuso de msicos
propios como parte integral de la vida diaria. Aunque nos parezca sorprendente,
durante el Tercer Reich los nazis concibieron el papel de la msica y el canto como
otra forma ms de degradar, humillar y ultrajar a los reclusos, de menoscabar sus
esperanzas. Fue una tcnica ms para estimular la atrocidad cotidiana y una frmula
para destruir un ansia de fortaleza. Tambin es cierto que para los privados de libertad
se trataba de un modo ms alegre de luchar por la supervivencia y, en definitiva, por
la vida.
Dejando a un lado la mera funcin ldica y de entretenimiento en aspectos tan
nimios como visitas o discursos oficiales, la msica se empleaba diariamente para
martirizar a los internos. Tanto en la realizacin de trabajos forzados como en las
rutinarias marchas, se les obligaba a entonar cnticos que dejaban constancia del
poder ejercido sobre ellos. Escuchaban melodas reproducidas a travs de megafona
durante largas horas, pero si decidan de modo espontneo tararear melodas propias
se les castigaba severamente.
La msica era escogida con sumo cuidado. Haba cnticos concretos que sonaban
durante la seleccin y otros cuando llegaban trenes al campamento. Esto les
interesaba por dos razones: para enmascarar el verdadero fin de aquellos centros y
para que se llevasen una impresin positiva de ellos. Cualquier estrategia serva para
engaar y acabar con la vida de judos, polacos, hngaros o presos polticos. Aunque
tambin se sabe que la msica les vala para tapar los escabrosos gritos de los
reclusos introducidos en la cmara de gas. De hecho, la tasa de suicidio entre los
concertistas fue superior a la de la mayora de los trabajadores del campo. A diario
vean con impotencia cmo sus amigos, familiares y compaeros moran de manera
lacerante mientras ellos participaban de aquel espectculo tan ruin.
La autora Krystyna Henke que entrevist a Louis Bannet, el trompetista de
Birkenau, escribi en un artculo:
Por muy raro que parezca, y al contrario de un entorno cuya funcin
es erradicar estilos ms bajos de vida humana, as definido por los Nazis,
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incluyendo todas las formas de su expresin cultural, la msica s que se


oa en muchos de los campos, aunque no en todos. Hay una importante
fuente de la literatura, basada primeramente en los testimonios de los
supervivientes, que ilustra la vida musical en los campamentos. Por
ejemplo, nos encontramos con 'The Terezin Requiem' de Josef Bor, o 'Music
in Terezin 1941-1945' por Joza Karas, ambos describen la rica vida
musical en Theresienstadt, un guetto que a travs de tergiversaciones y
propaganda fue alzado como un campo modelo por los Nazis con el fin de
mitigar con xito cualquier duda que la Cruz Roja o cualquier otra
autoridad internacional, pudiese haber tenido con respecto al trato
humano de los prisioneros.
Volviendo de nuevo a Auschwitz y a su primera orquesta integrada por las
mujeres del campo de Birkenau, hay que sealar que aunque fue creada por la SSLagerfhrerin Mara Mandel, el comandante Josep Kramer siempre dio el visto
bueno.
La agrupacin tena el beneplcito tanto de la supervisora como del resto de
camaradas de las Waffen-SS. Para ello contaban con un barracn especial, el nmero
12 y en otoo de 1943 el nmero 7. El cuartel tena suelo de madera, algunos tableros
y una estufa a fin de proteger de la humedad los instrumentos musicales. All podan
dormir ms cmodamente que el resto de sus compaeras, ya que reciban muchos
ms cuidados. Por ejemplo, una alimentacin ms abundante y de mejor calidad. De
hecho, cuando alguna de las concertistas enfermaba reciba una atencin ms especial
que el resto de reclusas.
Sin embargo, las exigencias de Mandel eran generalmente desmesuradas. Tenan
que tocar durante horas y horas, independientemente de las condiciones
meteorolgicas que hubiese, haciendo que las prisioneras trabajasen al ritmo de la
msica. Si alguna de las componentes se atreva a parar, era brutalmente castigada.
Mientras que las vctimas de trabajos forzados vean en la orquesta una salida
agradable a la supervivencia, estas normalmente sentan haber cado en desgracia. No
podan dejar de agradar a Mandel y los altos mandos de las SS porque si no lo hacan
acabaran en la cmara de gas. Entre su pblico ms fiel destacaban el doctor Josef
Mengele, criminal donde los haya y gran amante de la msica clsica; y el
comandante Kramer al que le encantaban los conciertos orquestales que las mujeres
de Birkenau realizaban todos los domingos para los SS.
Poco a poco el conjunto femenino fue acaparando la atencin de verdugos y
vctimas que escuchaban con atencin cada una de las piezas interpretadas. Entre sus
componentes caben mencionar algunas tan clebres como Anita Lasker-Wallfisch
(cello), Alma Ros (viola), Esther Bjarano (acorden) y Fania Fnelon (piano y
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canto).

LA OBSESIN DE ALMA ROS


La popularidad de la orquesta aument con la llegada de la juda Alma Ros,
violinista, sobrina del compositor Gustav Mahler y cuyo padre fue el director de la
Filarmnica de Viena y fundador de la mundialmente conocida Ros Quartet. Alma
que continu con la tradicin familiar, se cas con un alemn y fue deportada desde
Holanda hasta el campo de Auschwitz-Birkenau en julio de 1943. Aunque nada ms
llegar la joven violinista enferm y estuvo a punto de morir, logr curarse y ganarse
el favor de las guardianas del Bloque Experimental. Segn parece durante la
celebracin del cumpleaos de un alto mando, Ros se acerc y se ofreci a tocar
para l. Su virtuosismo dej tan impresionados a los all presentes que decidieron
trasladarla al campamento de Birkenau y ms concretamente al cuartel de la orquesta
dirigida por Mandel. Entonces, fue nombrada directora de la Madchenorchester von
Auschwitz (Orquesta femenina de Auschwitz), que aunque ya exista gracias a los
esfuerzos de Mandel y de la maestra polaca, Zofia Czajkowska, con la llegada de
Alma se inici una etapa musical ms profesional.
Siempre se ha dicho que Ros molde la banda convirtindola en un conjunto
excelente digna de tocar en recintos ms apropiados. Con la venia de la supervisora,
ella dirigi, organiz y a veces toc solos de violn durante los conciertos. Con el
tiempo y gracias a su magnfico talento, la joven juda se gan la simpata y el respeto
de sus castigadores Kramer, Mengele y Mandel, algo muy inusual con esta clase de
internos.
Adems de ser la directora de la orquesta femenina, Ros tena el estatus de Kapo
en el campamento, lo que la llev a obtener determinados privilegios y comodidades,
al contrario que el resto de sus compaeras. Entre ellos se inclua comida adicional de
buena calidad y una habitacin privada. Pese a que las otras miembros de la banda no
tenan tantos lujos, s gozaban de una ropa ms adecuada y se libraban de los trabajos
manuales ms duros y pesados.
Alma Ros era toda una artista. Inflexible en la organizacin de los conciertos,
con una gran perseverancia a la hora de ensayar, siempre buscando nuevas partituras
que interpretar para ganarse la admiracin de Mandel y sus secuaces. Todas aquellas
aptitudes y actitudes lograba trasladrselas a sus compaeras de agrupacin, quienes
la obedecan fervientemente.
El repertorio no era demasiado extenso, pero interpretaron piezas tan destacadas
como fragmentos de peras de Wagner, valses de la familia Strauss, el primer
movimiento de la Quinta de Beethoven, fragmentos de la Novena de Dvorak y algo
de Schumann, Verdi, Chopin y Tchaikovsky.
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Para Ros, la orquesta femenina se convirti en prcticamente una obsesin, el


nico modo de no perder la cordura y la razn y de encadenarse a la vida. Si el horror
terminaba por instalarse en su cabeza, las consecuencias seran nefastas. As que se
volc al cien por cien en la msica. Lleg incluso a amonestar a sus compaeras por
equivocarse en alguna nota o a interrumpir uno de los conciertos porque un grupo de
guardias conversaban en un tono ms elevado. Alma exiga silencio y concentracin
como si se tratase de la Filarmnica de Viena ante un pblico de lo ms exigente.
Segn palabras de la escritora polaca encarcelada en 1942 en AuschwitzBirkenau, Seweryna Szmaglewska, Ros dirige calmadamente, como si no estuviera
viendo nada a su alrededor. Ella se controla, y sus elegantes movimientos parecen
estar dedicados solo a la msica. Alica Jakubovie, una mensajera del campo que
pudo escuchar los ensayos, afirma que no le gust tanto la msica como cuando Alma
Ros estaba tocando. Ella no solo era una artista famosa, sino tambin una
maravillosa camarada, escriben Szymon Laks (miembro de la orquesta de hombres
de Birkenau) y Rene Coudy. Y Manca Svalbova describe a su amiga con estas
palabras: Ella viva en otro mundo. La msica significaba para ella su amor y sus
decepciones, su pesar y sus gozos, su anhelo eterno y su fe, y esta msica flotaba muy
por encima de la atmsfera del campamento.
Una de las explicaciones ms acertadas sobre la orquesta de mujeres se la
debemos a la doctora nazi Lucie Adelsberger que afirm lo siguiente:
La msica era algo as como un perrito faldero de la administracin
del campo, y los participantes estaban claramente favorecidos por ella. Su
barracn era incluso mejor atendido que la oficina de la administracin o
la cocina. La comida era abundante, y las chicas de la orquesta llevaban
ropas de tela buena y gorras.
Antes de saber cmo termina la historia de la violinista y directora de orquesta
Alma Ros, habra que hacer un alto en el camino y mencionar a la pianista y
cantante, Fania Fnelon, quien, adems de escribir sus memorias sobre el tiempo que
permaneci en la agrupacin, se convirti en el segundo de los miembros musicales
ms destacados de Birkenau.

PLAYING FOR TIME


Bajo este ttulo se conocen las memorias de la superviviente del campo de exterminio
nazi de Auschwitz-Birkenau, Fania Fnelon, quien adems de participar en la
orquesta musical femenina, fue una de las damnificadas del Holocausto. Ella

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consigui dar una segunda versin sobre Alma Ros y Mara Mandel y rodearse de
controversia. Pero comencemos por el principio.
Fania Fnelon era hija de un ingeniero judo y de una catlica francesa. Estudi
en el conservatorio de Pars y se especializ en piano y canto. En 1943 fue arrestada
por ser medio juda y por ayudar a sus amigos de la resistencia. Fue trasladada en
enero de 1944 al campo de Birkenau. Poco despus de su llegada y mientras
permaneca en su cuartel, un Kapo entr y comenz a gritar que se buscaban
cantantes o msicos. Pese a su debilitado estado, Fnelon se ofreci como voluntaria.
La llevaron a una habitacin donde toc Madame Butterfly de Puccini ante la que
sera su directora, Alma Ros. All empez su periplo y el comienzo de una nueva
etapa en el barracn de los msicos. Segn la pianista, siempre haba una gran
tensin entre los msicos judos y los polacos antisemitas no judos. No obstante,
Fania disfrut mucho integrndose en una orquesta femenina con nuevos privilegios
y favoritismos. En este sentido la joven no entenda cmo Mara Mandel o el
comandante Kramer podan emocionarse con una pieza de Schubert y despus ser
unos asesinos despiadados que mataban y gaseaban a miles de personas al da.
Nunca habamos tocado tanto ni tan frecuente. Dbamos hasta tres
conciertos cada domingo. Durante el da y tambin la noche, los oficiales
de las SS venan a nuestros barracones y nos exigan su asignacin
musical. La msica, vez tras vez tras vez. En Birkenau, la msica era lo
mejor y lo peor. Lo mejoR: consuma el tiempo y nos permita olvidar como
una droga; despus te quedabas sin sentido y agotado. Lo peor, nuestro
pblico por una parte los asesinos, y por otra, las vctimas. Y nosotros,
tambin nos estaramos convirtiendo en verdugos en manos de nuestros
asesinos?[21].
Gracias a Fania y sus memorias podemos conocer mejor la incoherencia, no solo
de un momento histrico nico y esperemos que irrepetible, sino sobre todo la
contradiccin latente entre los pensamientos y actuaciones de cada uno de los
miembros del imperio nazi. Mandel fue una de ellas, por quien la joven pianista sinti
una especie de admiracin. As lo demuestra a travs de Playing for time:
Mandel, cuyas manos se posaban elegantemente en sus caderas
largas, blancas, delicadas manos que resaltaban sobre la tela gris de su
uniforme nos miraba, sus duros ojos de porcelana azul se prolongaban
inquisitivamente en mi cara. Esa fue la primera vez que un representante
de la raza alemana me haba mirado, se haba dado cuenta de mi
presencia. Se quit la gorra y su pelo era de un rubio dorado maravilloso,
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recogido con unas trenzas gruesas alrededor de su cabeza en mi


imaginacin volv a ver el mo otra vez, arreglado por la chica polaca.
Observ todo de ella: su cara, sin ningn rasgo de maquillaje (prohibido
por las SS), era luminoso, sus dientes blancos grandes pero bonitos. Ella
era perfecta, demasiada perfecta. Un ejemplo esplndido de la raza
maestra; de alta calidad para la reproduccin. Por tanto, qu hace aqu
en vez de reproducir?.
En este sentido, nos topamos con una descripcin an ms particular y
sorprendente de Mara Mandel y que recoge de forma excelente la autora Mary
Deane Lagerwey en su libro Reading Auschwitz. A travs de sus lneas personajes
como Fania tienen una voz especial al ser uno de los testimonios ms relevantes
sobre Auschwitz y muy concretamente, sobre la supervisora nazi. Este es uno de
estos extractos:
Mara Mandel representaba la perfecta mujer joven alemana que sala
en la propaganda. Tena una voz hermosa estilo Dietrich, gutural en el
registro inferior. Ella me seal: "Me gustara que me cantaras mi pequea
cantante, Madame Butterfly en Alemn". Mandel se haba quitado su
capa y haba tomado asiento, y pareca muy bella. Podra ser que se
imaginase a ella misma como una geisha sentimental? Me odiaba a m
misma en pensar que le daba placer Este fue el peor momento, el
momento ms difcil para no tirar la toalla. Despus de todos los
autodiscursos que me di, haber entretenido a esta mujer de las SS despus
de una seleccin me llen de asco al mximo.
A travs de estos relatos Fania Fnelon explica su experiencia como miembro de
la orquesta de mujeres de Birkenau, donde a pesar de los privilegios que recibi
ropa limpia, duchas diarias y un aporte de comida razonable, tuvo que entonar
melodas mientras era testigo de las barbaridades ms salvajes posibles.
Los conciertos privados eran muy frecuentes, sobre todo para la alta curia nazi.
De una de estas situaciones fue testigo la pianista que explica cmo una mujer corri
emocionada, abri la puerta y grit:
"Atencin! Rpido, mujeres!! Se acerca el seor comandante
Kramer!".
Paralizadas en una calma impresionante esperbamos a Kramer. l
entr, acompaado de dos oficiales de la SS.
Camina hacia una de las sillas, se sienta, se quita la gorra y la pone
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a su lado Todava en calma, como debe ser, cuando una habla con un
oficial, Alma pregunta temerosa: "Qu desea escuchar el seor
Comandante?". Los sueos de Schumann. Y muy emocional aade: "Esa es
una pieza admirable, que le llega a uno al corazn".
Relajado levanta su cabeza y dice: "Qu hermoso, qu
emocionante!".
A lo largo de sus memorias Fnelon tambin narra la cara oculta de su compaera
de banda, Alma Ros. La tacha de autcrata fra que se haba rebajado ante los
alemanes por sus intereses personales, y enfatiza que era abusiva con los msicos.
Esta nueva caracterizacin de la lder de la orquesta salt la voz de alarma entre los
investigadores. La consideraron excesiva e indignante, ya que lo descrito no se
corresponda en nada con la realidad. Algunos expertos aseguraron que Fania haba
distorsionado el papel de Ros en la agrupacin, seguramente por celos, ya que lo que
en verdad hizo esta reclusa juda fue proteger a sus compaeras y mantener un nivel
musical alto para intentar complacer a sus captores nazis. Cualquier tctica era vlida
si con ello nadie mora. Y as fue. Durante el tiempo que Alma Ros form parte de
la orquesta femenina de Birkenau ningn miembro fue asesinado.
Es por eso que podemos afirmar que ciertos textos de Fnelon han surgido de la
ficcin, sobre todo por la incongruencia en fechas y hechos inexactos. Aunque hay
algunos pasajes reales, muchos de ellos son invencin de la propia autora. Pese a
estos desacuerdos, es verdad que tales memorias suponen un poderoso documento
acerca de la vida de los msicos en los campos de concentracin nazis.

EL FIN DE LA ORQUESTA FEMENINA


En la primavera del ao 1944 Alma Ros contrajo una enfermedad, no se sabe
concretamente cul, pero se cree que padeci tifus. En el periodo que la directora de
orquesta estuvo gravemente indispuesta, Mandel se las arregl para que la trasladaran
a una habitacin individual obviando un dato importante, que era juda y que, por
tanto, deba de ir a la cmara de gas. Pero no solo eso, el mismsimo Dr. Mengele le
proporcion todo tipo de cuidados, porque, aun siendo uno de los mayores
torturadores y asesinos que ha dado la historia, apreciaba a la violinista por el
virtuosismo que mostraba al interpretar la msica de Schumann.
Ros no pudo vencer a la enfermedad y falleci en abril de 1944. Con su muerte
Auschwitz se qued definitivamente hurfana, sin orquesta femenina. Nadie logr
reemplazarla y Mara Mandel llor al enterarse de su fallecimiento.
Si algo deban de agradecerle a Ros sus compaeras y supervivientes de la
agrupacin es que la msica les salv la vida y que vivieron para contarlo, un futuro
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que otras prisioneras de Birkenau no tuvieron la suerte de tener.


A finales de ese mismo ao Fnelon y el resto de msicas fueron trasladadas a
Bergen-Belsen, un campamento sumido en el caos y con una grave falta de
organizacin y suministros. A causa de las malas condiciones en las que vivan, un
nueva epidemia de tifus arras el barracn del que precisamente fue vctima Fnelon.
Tuvo suerte y no muri all, ya que coincidi con la liberacin britnica en abril de
1945. Una vez recuperada realiz una nueva actuacin retransmitida por la BBC
donde cant God Save the Queen y el himno comunista La Internacional.
Tras la guerra Fnelon viaj mucho. En la dcada de 1960 se estableci en la
Repblica Democrtica Alemana, convirtindose en una exitosa cantante y maestra
de canto, cuyas memorias la hicieron famosa y vctima de la controversia. Fnelon
muri en Pars en diciembre de 1983.

FUGA DE DACHAU: EL FIN DE SUS CRMENES


En el verano de 1944 y gracias a los logros conseguidos durante su estancia como SSLagerfhrerin de Auschwitz-Birkenau, Mara Mandel la Bestia es homenajeada con
la Cruz al Mrito Militar Segunda Clase. Aquel premio recompensaba las actividades
de una mujer delgada que aunque de facciones delicadas, posea un temperamento
extremado, insoportable y violento. Su especialidad era golpear a las prisioneras
hasta romperles los dientes o propinarles puetazos contra su abdomen de tal
atrocidad que acaban por desvanecerse del dolor.
Tras dos aos de escrupulosa obediencia al comandante Kramer y de
excelentes trabajos de supervisin en Birkenau, en noviembre de 1944 Mandel es
transferida al subcampo de Mhldorf, en el KL Dachau.
Este recinto se construy como apoyo al complejo principal de Dachau, donde la
mano de obra prisionera se dedicaba entre otras cosas, a fabricar el Messerschmitt
262 (Me-262), un avin de combate diseado para desafiar la superioridad area
aliada sobre Alemania. La delincuente era una de las guardianas que se aseguraba de
que todos los internos cumpliesen con sus tareas de forma escrupulosa, colaborando
como no poda ser de otra manera, en las selecciones a la cmara de gas. All
permaneci hasta abril de 1945 cuando al percatarse de la prxima llegada de los
aliados, huy a travs de las montaas del sur de Baviera con destino a su ciudad
natal de Mnzkirchen (Austria). Tras de s dej un pedestal construido a la
consternacin, el crimen y la maldad con unos 3.600 reclusos intentando sobrevivir a
la ltima etapa de Mhldorf. Imagino que la tan temida supervisora crey que ese
sera un buen plan, que nadie la encontrara. Todo lo contrario.
Despus de su espantada, el 10 de agosto de 1945 Mara Mandel por fin fue
detenida por los norteamericanos en su pequeo pueblo. Durante su cautiverio fue
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interrogada concienzudamente y dej entrever su inteligencia, manipulacin y la


especial dedicacin empleada durante todos esos aos en todos los campos de
concentracin donde estuvo destinada. Permaneci encerrada un ao bajo la
supervisin americana. Fue extraditada a Polonia en octubre de 1946 y en noviembre
de 1947, tras dos aos de custodia, la terrible supervisora es finalmente juzgada por
crmenes contra la humanidad en una corte de Cracovia correspondiente a los
primeros juicios de Auschwitz.
La vista judicial concluy el 22 de diciembre de ese mismo ao, donde todo el
personal capturado fue acusado de ejecutar selecciones para las cmaras de gas e
innumerables experimentos mdicos y torturas a los convictos.
Un apunte importante aqu es que tan solo 63 de los aproximadamente 7.000
integrantes de las SS que sirvieron en Auschwitz, Birkenau y Buna-Monowitz,
incluyendo otros campos satlites, fueron juzgados despus de la guerra. El primero
de estos juicios se celebr en Cracovia, donde se sentenci a 41 personas, entre ellas
Mara Mandel; y la segunda vista se celebr en Francfort entre diciembre de 1963 y
agosto de 1965.

PENA DE MUERTE EN CRACOVIA


Treinta y seis hombres y cinco mujeres pertenecientes al rgimen del Fhrer y que
sirvieron con orgullo a su pas, tomaron asiento en la sala de Cracovia ante un
tribunal expectante por conocer los detalles ms escabrosos que se dieron cita en los
campamentos de concentracin de Auschwitz y Birkenau. Entre los acusados se
encontraba la cpula de la jerarqua: los comandantes Rudolf Hoss y Arthur
Liebehenschel, Mara Mandel que controlaba el campo de las mujeres, Johann
Kremer un mdico de alto rango, entre otros. El mximo responsable de los acusados,
Rudolf Hss, testific a favor de la acusacin como parte de los famosos Juicios de
Nuremberg.
Durante el mes que dur esta vista se pudieron escuchar no solo los testimonios
de los implicados activamente en la masacre, seleccin y asesinatos de judos, como
fue el caso de la Bestia de Auschwitz, sino tambin a los supervivientes de aquella
catstrofe humana que de forma valiente decidieron alzar la voz y sealar a sus
verdugos sin temor a represalias.
Los funcionarios de Auschwitz estaban acusados de pertenecer a una asociacin
criminal con el objetivo comn de cometer asesinatos en masa. Y aunque veinticuatro
fueron condenados a morir en la horca entre ellos Rudolf Hoss, Liebehenschel y
Mandel, la Corte salv la vida de los procesados con una conducta menos
implacable. Tres de los cuarenta y uno recibieron cadena perpetua, siete estuvieron en
prisin entre tres y diez aos, y uno fue absuelto.
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Sin embargo, antes de que la Corte dictase sentencia muchas fueron las versiones
escuchadas, algunas con verdadero asombro y otras con autntico pavor. En su
defensa, el abogado de Mara Mandel, aunque s reconoci el cargo oficial que posea
la inculpada durante su estancia en Auschwitz-Birkenau, SS-Lagerfhrerin, termin
por cuestionar de manera tajante la participacin de su cliente en las selecciones a la
cmara de gas. Se bas en los documentos conseguidos del centro de internamiento,
as como en las declaraciones de los testigos, donde sealaba a los mdicos de las SS
como los nicos responsables de tales encargos. Asimismo, la defensa sigui
insistiendo que los casos de ciertas guardianas eran diferentes al resto, ya que eran
personas sencillas de inteligencia limitada, que obedecan ciegamente y llevaban a
cabo las rdenes de sus superiores (Juicio del Personal de Auschwitz-Birkenau,
carrete nmero 15, volumen 84).
Cuando lleg el turno de Mara Mandel, la supervisora quiso dejar claro que ella
haba tratado a las prisioneras de manera justa y que solo haba golpeado a quienes
haban violado la disciplina vigente en el campo.
Yo no tena ni ltigo ni perro. Cumpliendo con mi servicio en
Auschwitz me vi obstaculizada por la terrible severidad de Hoss, dependa
totalmente del comandante y yo no poda impartir ninguna pena.
Maria Mandel-Lagerfhrerin del campo femenino:
Estimado Tribunal Superior! Es la primera vez en mi vida que se me
acusa de algo ante el juez. De la seleccin se encargaban los mdicos y el
comandante del campo. El Bloque 25 ya exista antes de mi llegada. Los
enfermos que all se ubicaban han sido seleccionados por mdicos para la
accin del Sonder-behandlung. El da 1 de septiembre de 1943 desde
Berln ha llegado el Oberscharfhrer Hssler y yo le he cedido todas mis
responsabilidades de jefa del Campo femenino. Hasta su retirada yo
trabajaba en el despacho. Hossler ha sido retirado de su puesto por su
crueldad. Yo no tena ni ltigo ni perro. Mi servicio en Auschwitz ha sido
ms difcil por la crueldad de Hossler. Yo dependa totalmente del
comandante y no pude penar a nadie.
Sus palabras tambin crearon cierto revuelo cuando la procesada se dirigi a la
superviviente Bertha Falk y le dijo: Entiendo que usted suea con una patria, pero
recuerde que no hay vida para los que no se rinden. Al pronunciar aquellas palabras,
una fuerte emocin embarg los rostros de los inculpados y sus defensores. Se
consideraban inocentes, los damnificados de un sistema a quien sealaban como el
nico culpable del atroz exterminio. Mandel y el resto de los convictos crean ser
simples ruedas, meras piezas de un engranaje mayor conducido por Adolf Hitler. Las
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vctimas que sufrieron aquella mole de odio y crimen, lloraban desconsoladamente.


Quiz aqu se cumplira la mxima del Lder alemn cuando decretaba: las grandes
masas sucumbirn ms fcilmente a una gran mentira que a una pequea. Verdugos
o vctimas?
Llega el ltimo da del juicio. El 22 de diciembre de 1947. Ante una gran
expectacin, el presidente del Tribunal, el Dr. Alfred Eimer, inicia la lectura de la
sentencia a los acusados. Son las 9,40 a.m. y fiscales y abogados defensores ya
ocupan sus asientos. En la sala reina un silencio unnime mientras los prisioneros
muestran un gran nerviosismo. Los acusados principales: Arthur Liebehenschel, Hans
Aumeier, Maximiliano Grabner, Karl Mockel llevan uniformes militares, mientras
que Mara Mandel lleva un abrigo marrn desabrochado y mira de forma inexpresiva
hacia delante. Algunos observan con ansiedad a los jueces. La sala est repleta de
curiosos y medios de comunicacin que no quieren perderse la lectura de la
sentencia. Incluyo a continuacin la informacin que escribi el peridico Echo
Krakowa sobre aquel da tan crucial:
Con puntualidad, a las 9:50, el juez Eimer empieza a leer la
sentencia, que est traducida simultneamente a varios idiomas. Los
acusados, con auriculares puestos, estn de pie. Pasan los minutos y ellos
se quedan a la espera. Sus caras, demuestran sntomas de una enorme
tensin y nervios informaba el diario Echo Krakowa del da 24 de
diciembre 1947.
La cara de Liebenschl parece una mscara. Est plido, con los labios
apretados y los ojos cerrados durante toda la lectura de la sentencia.
Mara Mandel tiene un aspecto diferente. Est intentando controlar sus
emociones con todas sus fuerzas pero no lo consigue. La mujer que con un
gesto de la mano condenaba las prisioneras del campo a la muerte, ahora
respira muy rpido, le tiembla el rostro y tiene rubores en la cara.
Y qu pasa con Aumeier? El asesino principal de Auschwitz?
Durante todo el proceso estuvo muy atrevido y audaz y ahora tambin est
de pie, con la cabeza levantada, escuchando la sentencia sin mover ni un
msculo de la cara.
Grabner es su anttesis. Est desesperado. Cabeza gacha, brazos
encogidos que demuestran una apata total de este verdugo de Auschwitz,
tan activo en su tiempo.
Orlovsky y Bogusch no se controlan, no pueden parar las lgrimas.
El Dr. Jerzy Ludwikowski de Wisnicz estuvo presente en el dictamen de
la sentencia. Se acuerda de una sala muy grande. Para una parte del
pblico haba sillas, el resto estaba de pie. No pudo ver de cerca a los
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acusados, porque estaba ms lejos y de pie, pero se acuerda de la tensin


que haba en la sala. Haca calor y bochorno, el juez segua leyendo la
larga sentencia para concluir dictando la pena.
Durante la lectura del veredicto de ms de cien pginas el tribunal permiti a los
reos que permanecieran sentados para explicar entre otras cosas que la legislacin de
Nuremberg tambin se reflejaba en la legislacin polaca; que se trataba de un decreto
sobre el castigo de los criminales de guerra nazis en manos de organizaciones
criminales, de organizaciones con delitos por crmenes de guerra, por crmenes contra
la paz y contra la humanidad.
Los jueces de Auschwitz corroboraron que los dictmenes ms altos, incluida la
pena de muerte, sera para aquellos que dieron las rdenes destinadas al exterminio y
la destruccin de los presos hasta causarles directamente la muerte. Por el contrario,
los obedientes siervos tendran un futuro ms alentador.
La lectura de la sentencia dur todo el da y al finalizar, los presos fueron
trasladados a la crcel de Montelupich (Cracovia), prisin que durante la Segunda
Guerra Mundial ya haba sido utilizada por la GESTAPO para encarcelar a presos
polticos, miembros de las SS y del Servicio de Seguridad (SD) culpables de alta
traicin, espas britnicos y soviticos, o soldados que haban desertado de las
Waffen-SS. Al finalizar la contienda, Montelupich se reform en prisin sovitica
donde la NKVD (Polica Secreta de la Unin Sovitica) torturaba y asesinaba a
soldados polacos del Ejrcito Nacional.
Una vez que los funcionarios nazis fueron llegando al centro penitenciario
cracoviano, sus abogados defensores iniciaron una serie de medidas de clemencia
para librarles de la muerte. De hecho, enviaron cartas escritas en lpiz y en lengua
alemana pidiendo al entonces presidente polaco, Bolesiaw Beirut, que perdonase la
vida de estos cautivos. La ms completa fue la peticin del SS-Oberscharfhrer
(suboficial) Maximilian Grabner con siete pginas; el SS-Obersturmbannfhrer
(Teniente Coronel) Arthur Liebehenschel y la SS-Lagerfhrerin Mara Mandel con
dos pginas; y por ltimo, el Lagerfhrer (Lder del Campo) Hans Aumeier con una.
Todos los manifiestos tenan los mismos argumentos, mantenan su absoluta
inocencia y aseguraban no haber cometido los asesinatos que tristemente se les
imputaban.
Pero los das fueron pasando y sus clemencias no obtenan respuesta alguna. El
nerviosismo comenzaba a inundar las celdas de los verdugos nazis.

EL DA DE LA EJECUCIN
Un da antes de que Mara Mandel fuese ejecutada la entonces supervisora de
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Auschwitz tuvo la oportunidad de purgar sus pecados en el bao comn de la


prisin. Esa maana Mandel y su compaera Therese Brandl se encontraban en las
duchas cuando se percataron de una cara que les resultaba del todo familiar. Se
trataba de la exsuperviviente Stanislawa Rachwalowa, reclusa de Auschwitz que
particularmente haba sufrido las agresiones y vejaciones de la afamada bestia nazi.
Pese a su liberacin al final de la guerra, volvi a ser encarcelada por sus actividades
contra el comunismo y enviada a prisin, la misma donde dorman sus verdugos.
La joven polaca jams se imagin que algo as podra ocurrirle, ms bien soaba
con ver a sus carceleros detenidos y degradados esperando su condena con miedo y
desesperacin, tanta como la que haba sentido ella tras las rejas de Birkenau.
La situacin fue muy inquietante porque de repente Stanislawa observa que
Mandel se dirige hacia ella. Volvan a encontrarse cara a cara despus de tanto
tiempo. Pero la polaca estaba aterrorizada, sin saber qu hacer, desnuda y mojada.
Durante esos instantes rememor los castigos ms severos que la supervisora le
propin en un pasado. Sin embargo, Mandel la mir con el rostro baado en lgrimas
y con un sentimiento absoluto de humillacin dijo lentamente y con claridad: Ich
bitte um Verzeihung (Le ruego que me perdone). Entonces, el rencor y el odio que
Stanisiawa pudiese tener hacia ella se esfum completamente al responderle: Ich
verzeihe In Haftlingsnahme (Le perdono en nombre de los prisioneros). Esto hizo
que Mandel se pusiese de rodillas y comenzase a besarle la mano. Tras el agradable
incidente todas regresaron a sus respectivas celdas, pero antes de perderse de vista
Mandel volvi la cabeza y sonriendo dijo en perfecto polaco: Dzinkuje (Gracias).
Fue la ltima vez que vctima y verdugo se vieron.
El 24 de enero de 1948 a las 7:09 de la maana, Mara Mandel fue llevada a la
sala de ejecucin junto con otros cuatro confinados. En la estancia se prepararon
cinco nudos corredizos pero la primera en ser ejecutada fue la supervisora. La Bestia
haba cado en su propia trampa, la de la muerte, aquella a la que tantas veces haba
desafiado en nombre de otros. Sus ltimas palabras antes de ser ahorcada fueron:
Viva Polonia!.
Quince minutos despus su cuerpo y el de sus camaradas fueron examinados,
declarados muertos y enviados a la Escuela de Medicina de la Universidad de
Cracovia. All los estudiantes se toparon con el cadver de una mujer rubia de 36
aos de edad, de 1,65 m, 60 kilos de peso y con marcas en su cuello.

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Herta Bothe. La sdica de Stutthof

Qu quiere decir, que comet un error?, no no estoy


segura
de lo que debera responder, comet un error? No. El
error fue
el campo de concentracin, pero yo tena que hacerlo, de
otra
forma yo habra sido puesta ah. Ese s fue mi error.
Herta Bothe

Los rasgos marcados de su cara, su pesada mandbula y su mirada desafiante


caracterizaron a otra de las guardianas ms aterradoras que ha dado la historia del
Tercer Reich. Herta Bothe, exenfermera reconvertida en Aufseherin en Stutthof,
Ravensbrck y Bergen Belsen, fue descrita como una supervisora despiadada,
ruidosa y arrogante que irrumpa repentinamente en el Judenltester (el campamento
judo) emitiendo teatrales y calculados gritos a sus prisioneras cada vez que estas no
realizaban correctamente sus tareas. Me refiero a lavar los platos o incluso a hacer la
cama. Si tales quehaceres no se haban hecho con el suficiente cuidado, Bothe
abofeteaba duramente y sin miramientos a las responsables de aquel desaguisado.
Su nico objetivo era intimidar, atormentar y humillar a una poblacin recluida entre
cuatro paredes.
Numerosos testigos aseguraron durante el juicio que La sdica de Stutthofas
denominada entre sus camaradas maltrataba sin ninguna piedad a los reclusos hasta
el punto de dispararles a bocajarro. Da tras da y sin motivo alguno Bothe castigaba
impunemente a unos siete u ocho internos mediante la privacin de comida. Les
retiraba el pan, el agua o cualquier alimento que pudiesen ingerir. Sus visitas no
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tenan otro propsito que el de causar la consternacin, la humillacin y como no, la


muerte.
Durante el juicio de Belsen celebrado en septiembre de 1945, Herta Bothe neg
todos los cargos que se le imputaban y aunque los testimonios ratificaban que ella
haba sido responsable de numerosas muertes violentas, simplemente fue condenada a
diez aos de prisin por usar su pistola contra los confinados. Para remate y como un
acto de indulgencia por parte del Gobierno Britnico, Herta fue liberada el 22 de
diciembre de 1951.
La ciudad alemana de Teterow, en el distrito de Mecklenburg al noroeste del pas,
vio nacer el 8 de enero de 1921 a Herta Bothe, una de las mujeres ms relevantes de
los Konzentrazionslager nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Si bien la mayora de las guardianas de las Waffen-SS apenas saban leer o
escribir, Bothe se caracteriz no solo por trabajar desde una edad muy temprana, sino
por su especial inters en ayudar al prjimo. Su incansable vehemencia hizo que en
1938 y a la edad de 17 aos compaginase diferentes tareas. Por un lado, Herta se
dedicaba a ayudar a su padre en la pequea tienda de maderas que tena en su pueblo
natal, un negocio relevante en aquella poca; y por otro, bregaba temporalmente en
fbricas adems de ejercer como enfermera en un hospital industrial. Su conducta
para con los dems era prcticamente ejemplar. Desgraciadamente, este cambi poco
tiempo despus.
No se conocen quines fueron sus progenitores, ni sus nombres, ni tampoco si
tuvo hermanos o familiares cercanos que pudiesen esclarecer ms detalladamente
quin fue Herta Bothe. Es como si esa parte de su vida, la infancia y la adolescencia,
hubiera querido borrarlas de un soplo, enterrarlas.

DE ESPRITU ARIO Y NAZI


Podemos decir que sus mejores aos comenzaron tras su ingreso en la Bund
Deutscher Mdel (La Liga de Mujeres Alemanas-BDM), que fundada en 1930 como
rama femenina de las Juventudes Hitlerianas y establecida por el Partido Nazi
(NSDAP), sirvi para captar nuevos miembros que estuvieran dispuestos a dar la vida
por su patria. A cambio les esperara el honor y la gloria.
Aunque el alistamiento no era de carcter obligatorio, Herta encontr en aquella
organizacin unas tradiciones que la entusiasmaron. La doctrina nacionalsocialista
flashe sobremanera a una jovencita que necesitaba sentir que su nacin contaba con
ella. Al fin y al cabo, pertenecer a la BDM era un privilegio solo meritorio para
ciudadanos alemanes, arios y sin enfermedades hereditarias.
En 1939 Bothe se uni a la organizacin donde inmediatamente destac en el
mbito deportivo. La vitalidad que desplegaba en cada una de las disciplinas
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entusiasmaron tanto a sus superiores, que en septiembre de 1942 la reclutaron como


guardia del campo de concentracin de Ravensbrck. Durante cuatro semanas se
llev a cabo el proceso de entrenamiento y adiestramiento de Herta para formar parte
de las SS y del personal de supervisin. All se top con Irma Grese o Dorothea Binz
con quienes casualmente compartira sus inhumanas fechoras, sus sangrientos
suplicios y sus atroces perversiones. Aun as, cuando durante el juicio le interrogaron
sobre el motivo por el que trabaj en este campamento, Bothe simplemente dijo que
en realidad se haba negado a hacerlo pero que no le hicieron caso.
No sabemos si aquella instruccin le sirvi para despertar su espritu criminal o
para fomentar las mltiples degeneraciones, pero tras treinta das en el Puente de los
Cuervos, la joven alemana inici su terrorfica carrera.
Antes de acabar el ao el 21 de noviembre de 1942 Herta Bothe fue enviada por
fin a su primer destino: el campo de concentracin de Stutthof, ubicado cerca de
Danzig al este de Gdansk (Polonia). All desarrollara tareas como Aufseherin.

LA SDICA DE STUFHOF
Este campamento fue el primero en ser construido por el rgimen nazi fuera de sus
fronteras. Originalmente y desde noviembre de 1939 Stutthof fue un centro de
internamiento civil administrado por la polica de Danzig. Ahora bien, en 1941 se
convirti en lo que llamaron un campo de educacin laboral administrado por el
Sicherheitsdienst (Servicio de Seguridad Alemana-SD), para acabar siendo
finalmente en enero de 1942 un campo de concentracin regular.
Emplazado en una zona aislada, hmeda y boscosa al oeste del pequeo poblado
de Stutthof, su ubicacin lo haca ser an ms especial. All perecieron ms de
85.000 personas de las 110.000 deportadas pero no solo por las condiciones
catastrficas del campamento, el hambre y las enfermedades, sino por las muertes y
ejecuciones generales que el personal encargado efectuaba diariamente. No haba
escapatoria alguna. Stutthof, como el resto de campos de concentracin levantados
por los nazis, se encontraba amurallado y rodeado por alambradas, algunas de ellas
electrificadas. A medida que la poblacin del cuartel creca iban construyendo ms
barracones. En los dos aos previos a la liberacin de los aliados en mayo de 1945, se
edificaron treinta nuevas naves y se aadi un crematorio y una cmara de gas.
Fue en 1943 cuando Stutthof se incluy en el programa de la tan temida Solucin
Final, convirtindose por tanto en un campo de exterminio de masas. Tal lleg a ser la
sobresaturacin de reclusos, que segn llegaban a las instalaciones eran
automticamente eliminados en las cmaras de gas del centro. Como complemento a
esta medida, algunos murieron despus de pasar por unos vagones mviles con el
mismo gas letal. Tenan capacidad para 150 personas por ejecucin.
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El bito se cerna en aquel recinto donde los presos estaban expuestos a la


esclavitud laboral en empresas propiedad de las SS. La malnutricin, las psimas
estipulaciones sanitarias, enfermedades y epidemias acabaron con muchos de ellos,
sin contar con las torturas fsicas y psicolgicas procedentes de ciertas guardianas
como Herta Bothe, fusilamientos, ahorcamientos, inyecciones letales y un largo
etctera. Las condiciones de vida no solo eran infrahumanas, sino sobre todo brutales.
Herta Bothe fue una de las 130 mujeres que sirvieron en el complejo de los
campos de Stutthof durante el periodo ms cruel y trgico. Treinta y cuatro de
aquellas guardias femeninas incluyendo ella, fueron acusadas de crmenes contra la
humanidad al final de la guerra. Si alguna vez se habl de horror fuera de Alemania
este fue en Stutthof.
Su liberacin se produjo el 9 de mayo de 1945 gracias a las tropas del Ejrcito
sovitico, pero poco pudieron hacer ya para salvar la vida de los reos asesinados,
ciudadanos de ms de 25 pases diferentes (polacos, rusos, judos, italianos,
espaoles, gitanos, etc.) entre hombres, mujeres y nios.

LA AGONA DE LAS VCTIMAS


De los testimonios recopilados para documentar fielmente este captulo, me he
encontrado con el de la rumana Terz Mzes, quien en su libro Staying Human
Through the Holocaust explica cmo vivi la guerra y su paso por los diferentes
campos de concentracin, Stutthof y Auschwitz incluidos. Respecto al primero, a
Terz le impresion que las mujeres que esperaban a la entrada del campamento
deban desnudarse, mientras otras de uniforme las hablaban y gritaban. Era
prcticamente imposible conocer a nadie en aquel tumulto. Cada arribada a un nuevo
centro nazi traa consigo acontecimientos an ms inesperados.
En Stutthof, no nos llevaron a los baos. No nos dieron ropa. No nos
quitaron nada. En los barracones a los cuales estbamos asignadas,
nuestras supervisoras eran una mujer de pasado dudoso llamada Ilse y su
amiga Max. Segn las normas, la revista tena que hacerse tres veces al
da, pero en realidad era cuando les apeteca, a veces muchas veces al da.
Ilse y Max, una con un palo y la otra con un ltigo, nos pegaban con
todas sus fuerzas mientras pasbamos a travs de la puerta. Tenamos
tanto miedo de las palizas que preferamos saltar desde la ventana, y no
ramos las nicas. Cuando daban la seal, huamos. Sin embargo, despus
de unos das, nuestros brazos y espaldas estaban cubiertos de heridas y las
piernas y brazos estaban magullados por saltar desde la ventana[22].

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Aquellos primeros das eran demasiado similares al del resto de cautivas de otros
Konzentrazionslager. Unas pocas rdenes, inquebrantables y mezquinas, hicieron que
cientos de guardianas obedecieran sin rechistar a sus superiores alegando que poda
tocarles a ellas. Habra que imaginar el rostro de los supervivientes mientras
buscaban a sus familiares entre el montn de cadveres apilados esperando ser
sepultados. Cuando crean haberlos encontrado, estaban tan demacrados y
destrozados que no podan ni contener el llanto. La mquina de exterminio segua
jugando con ellos.
Aunque Stutthof fue solo una dcima parte del tamao de algunos
campos ms conocidos como Auschwitz y Dachau, en gran medida segua
siendo la misma fbrica despiadada de muerte. Con sus chimeneas
elevndose sobre el campo escupiendo humo humano lo suficientemente
denso como para oscurecer el cielo a su alrededor, causando una nube
brumosa casi permanente en el sitio, era tan severo y tan mortal como los
campamentos en el sur y el este[23].
El testimonio de Alexander Lebenstein, nico superviviente entre los miembros
de 19 familias judas que haban estado viviendo en Haltern am See, nos da una idea
de la catstrofe que supuso para l el Holocausto Nazi de la Segunda Guerra Mundial.
El joven Alex que cuando fue detenido tena tan solo once aos, perdi su casa,
sus posesiones, su vida pero sobre todo su familia. Tras el conflicto decidi regresar a
su ciudad natal pero all se top con amigos de la infancia, muchos de los cuales eran
nazis, que le dejaron bien claro que an queran un pueblo Jude frei (libre de judos).
l jur que jams volvera a Alemania. La guerra haba acabado, pero todava no se
haba terminado con los prejuicios ni con las demenciales ideas que la haba
originado aos atrs. Una era construye ciudades. Una era las destruye, sentenci
en ms de una ocasin el ilustre Sneca.
Entre los recuerdos que decidi plasmar sobre el papel se encuentra aquel donde
rememora cmo guardianas como Herta Bothe, disparaban a los prisioneros con
cualquier pretexto. Se trataba de un acto cotidiano que con el tiempo consigui
hacerle inmune a la monstruosidad.
Recuerdo estar de pie durante horas y horas en los pases de revista
dos o tres veces al da, de cara a las chimeneas del crematorio escupiendo
nubes negras noche y da, llenando el cielo de un olor horrible a carne
quemada. Si llova, el humo no subira al cielo y tendramos polvo y ceniza
en nuestra piel y ropa. Lo peor era el olor de los crematorios que lo
impregnaba todo en el campo.
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La muerte estaba en todas partes, lo inundaba todo, pero hubo quienes


consiguieron librarse de ella, simplemente viviendo sin pensamientos de un maana.
El futuro no exista, todo era presente y sobrevivir la nica cuestin importante. Para
Alexander Lebenstein las puertas del infierno se encontraban en Stutthof y Herta
Bothe se haba reencarnado en el Innombrable. Si haba un ser perverso en aquel
ttrico recinto, esa era la Sdica de Stutthof que aprovech su corta estancia para
practicar numerosas aberraciones y para sembrar el pavor entre los internos. Su fama
incendi de tal forma los barracones que la Aufseherin logr colarse y entrometerse
en todos y cada uno de los centros adonde fue trasladada tiempo despus.
Su siguiente destino fue uno de los subcampos de Sutthof designado para mujeres
conocido como Bromberg Ost. En julio de 1944 y tras la orden de traslado de su
superiora Gerda Steinhoff, la joven se uni al equipo de inspeccin del campamento
junto con otras seis camaradas. En esta ocasin su cargo fue de Oberaufseherin.

EN BERGEN-BELSEN
El 21 de enero de 1945 y tras el apoyo logstico en el subcampo de Bromberg Ost,
Herta Bothe, que contaba ya con 24 aos de edad, fue una de las guardianas
responsables de acompaar a las denominadas marchas de la muerte que
consistieron en la migracin de reclusas desde la Polonia central hacia el campo de
concentracin de Bergen-Belsen en el estado de Baja Sajonia (Alemania).
Para que nos hagamos una idea, la distancia entre un campo y otro era de unos
700 kilmetros y las internas estaban obligadas a hacerlo a pie. Durante el largo
recorrido las ms dbiles terminaron muriendo por agotamiento, inanicin y por el
trato vejatorio de sus nieras. Si a esto le sumamos que en la ruta hacia BergenBelsen se desviaron otros 600 kilmetros ms para acampar en el KL AuschwitzBirkenau, la sensacin de extenuacin iba in crecendo. Durante los pocos das que
permanecieron en este campamento, las confinadas que an seguan vivas tuvieron
que aguantar la actitud descorts, por no decir denigrante, de sus anfitrionas. Tras el
parn la marcha se reanud para llegar a Belsen entre el 20 y el 26 de febrero de
1945, unos 30 das despus de su partida de Bromberg Ost.
En el tiempo que Herta Bothe form parte del personal del campo de
concentracin de Bergen-Belsen unos dos meses aproximadamente la guardiana
aria desempe diversas tareas al igual que el resto de compaeras. Segn su propio
testimonio, nada ms llegar tuvo que encargarse de la supervisin de los baos
pblicos; en das posteriores, trabaj en la cocina con sus camaradas masculinos para
llevar comida a los cerdos; y sobre mediados de marzo, se dedic a supervisar a la
Brigada de Mujeres para la Bsqueda de Madera que estaba compuesto por 60-65
convictas. Pero nada ms lejos de la realidad. En el juicio de Belsen celebrado el 17
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de septiembre de 1945 las declaraciones juradas de los testigos de aquella masacre


indicaban todo lo contrario. A pesar de que la Aufseherin pretenda pasar
desapercibida en comparacin con sus homlogas Irma Grese o Mara Mandel,
finalmente sus actos salieron a la luz. El escndalo de aquel litigio se tornaba a ser
an ms sobrecogedor cuando las protagonistas en cuestin fueron las guardias
femeninas del campo.
Uno de los primeros en subir al estrado fue un superviviente checo de 17 aos
llamado Wilhelm Grunwald, quien tras ver diversas fotografas aportadas como
prueba, reconoci en la nmero 25 a una de las mujeres de las SS. Era Herta Bothe.
Entre el 1 y el 15 de abril de 1945 vi llevar a varias reclusas muy
dbiles un recipiente de comida desde la cocina hasta el bloque. Como
estaba lleno y pesaba mucho, las mujeres no podan aguantar el peso y lo
ponan en el suelo para descansar. En ese momento vi a Bothe disparar a
las dos presas con su pistola. Ellas se desplomaron, pero no puedo decir si
estaban muertas o heridas, pero como estaban muy dbiles, delgadas y
desnutridas, no me cabe la menor duda que murieron[24].

RETAHLA DE PRUEBAS
A Katherine Neiger, checa de 23 aos, las guardianas de Belsen la haban puesto a
registrar el nmero de mujeres (internas) que fallecan a diario en el campo. Durante
los primeros das, las cifras eran bajas, pero a medida que fueron llegando las
prisioneras, las muertes aumentaron. La joven rea asegur ante el Tribunal que
durante el mes de enero de 1945 moran diariamente entre 15 y 20 personas y que
hasta el ltimo da de marzo contabiliz un total de 349. Esta cifra no era exacta ya
que no se reportaban todas las defunciones y la mayora de los cadveres acababan
siendo apilados a la intemperie.
Unas 900 mujeres de su grupo murieron en aquel periodo a causa de la
desnutricin, las enfermedades y por supuesto, por los malos tratos perpetrados por el
personal femenino de las Waffen-SS.
Gracias a las pruebas testificales fotogrficas expuestas en su interrogatorio,
Katherine logr reconocer a prcticamente todas las acusadas que se sentaron en el
banquillo. Entre ellas, Elisabeth Volkenrath, Herta Ehlert, Gertrud Sauer y por
supuesto, Herta Bothe. A esta ltima tambin la seal en la impronta nmero 25,
diciendo que sola verla golpeando a las nias enfermas con un palo de madera.
Aquella fotografa nmero 25 estaba sirviendo para que los mltiples
supervivientes recordasen algunos de los sucesos ms trgicos vividos durante su
encierro. Casi se poda respirar su angustia y su dolor.
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Otra de las declarantes fue la polaca de 18 aos Sala Schifferman que trabajaba en
la cocina nmero 4 del campamento de las mujeres y que asegur que un da en
concreto no recuerda si en el mes de enero o febrero de 1945, algo trgico le
ocurri a una amiga suya por culpa de la demente Aufseherin.
una hngara a quien yo conoca por el nombre de Eva, de 18 de
edad, se acerc a la cocina para comer algunas cscaras de nabo que se
encontraban en un montn fuera de la cocina. Esta nia viva en el mismo
bloque que yo, que era el bloque 203. Como ella estaba cogiendo las
cortezas, Bothe vino de un lugar de trabajo cercano. Ella orden a una de
las chicas de la cocina que trajera un gran trozo de madera y entonces
comenz a golpear a Eva con l. Despus de los primeros golpes la chica
se cay. Yo y otras chicas de la cocina gritamos a Bothe que Eva era
demasiado dbil para soportar la paliza. Bothe replic: "La golpear hasta
la muerte". A continuacin Bothe le peg a la chica en la cabeza y por todo
el cuerpo. Despus de unos diez minutos par y Eva se qued muy quieta,
sangrando profusamente de la cabeza. Luego Bothe me orden a m y a
otras chicas que llevsemos el cuerpo a una habitacin en el bloque al
lado del hospital donde ponan todos los cadveres. Definitivamente la
chica fue asesinada por la paliza. Una interna que yo creo que era mdico
examin el cuerpo y dijo que la chica estaba muerta. No s el nombre de la
doctora. No la he visto desde la llegada de los britnicos.
Luba Triszinska, una juda rusa detenida y llevada a Belsen, describi a la Corte
que los maltratos impartidos a las reclusas estaban a la orden del da. Ella haba sido
testigo de algunas de esas palizas que en ocasiones causaban la muerte de las
vctimas. Entre las responsables que mencion se encontraba Bothe, que por entonces
se ocupaba de un Kommando de vegetales. Las palizas a las que me refiero se las
dieron con un palo pesado, recalc Luba.
Hildegarde Lohbauer fue otra de las supervivientes de este campo de
concentracin que delat las artimaas de Bothe durante el juicio. De nacionalidad
alemana, Lohbauer fue recluida en un centro de internamiento al negarse a trabajar en
una fbrica de municiones. Estuvo en Auschwitz, Ravensbrck y finalmente en
Bergen-Belsen hasta su liberacin.
Al principio yo fui una presa comn, pero en los ltimos dos aos mi
trabajo ha sido como Arbeitsdienstfhrerin (ayudante en jefe de la mano de
obra), cuyo deber es reportar el nmero de personas especificadas por las
autoridades del campo para los grupos de trabajo.
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Este nuevo cargo le permiti relacionarse ms directamente con sus supervisoras


de las SS y conocerlas un poquito mejor. En innumerables ocasiones fue testigo del
trato vejatorio a sus compaeras, de actuaciones severas carentes de razones ante las
que Lohbauer no poda hacer nada. Si mova un dedo ella sera la siguiente vctima.
No quera revivir lo que le sucedi en Auschwitz en 1943 cuando recibi 15 latigazos
en la espalda por fumar. El castigo fue llevado a cabo por dos compaeras de
prisin, una de ellas me retuvo sobre un taburete de castigo, mientras que la otra me
pegaba con una palo de madera maciza. Curiosamente, ella misma dilucid que a
veces y debido a su cargo como Arbeitsdienst tambin haba pegado a las internas,
pero solo con la mano y para mantener el orden. Hasta qu punto se contagiaba este
salvajismo?
La exrea afirm adems que pese a que el personal de las SS no poda llevar
pistolas, en verdad s lo hacan. Los SS iban armados y creo que los disparos se
llevaron a cabo en el exterior de las zonas de trabajo de Belsen y Auschwitz, aunque
yo nunca fui testigo. Finalmente, Lohbauer seal a Herta Bothe como una de las
mujeres de las Waffen-SS que deba ser castigada por haber pegado y maltratado a los
confinados. Lo haba visto con sus propios ojos.
Me preguntaron si haba visto que estaban golpeando a los presos y
dije "si", y me preguntaron cmo deberan ser castigados y mi respuesta
fue "yo, como prisionera, realmente no puedo decir qu tipo de castigo
deberan de haber infligido".
Cada uno de estos testimonios y los que veremos ms adelante de forma ms
extensa en relacin con el proceso judicial de Belsen, nos dan una ligera idea de lo
que en realidad Herta Bothe fue capaz de hacer durante su estancia en este campo de
concentracin. Poda negar lo que hizo y as fue pero las pruebas hablaban por s
solas. Su carrera como personal de estos campamentos de exterminio no fue otro que
la de ayudar a aniquilar a los miles de confinados que se amotinaban en los
barracones. Para qu les interesara a las SS la figura de Bothe si no era para esta
faena? El Kommando de madera al que inicialmente ella haca referencia no
conllevaba en absoluto la crueldad que despleg durante sus escasos 60 das en
Belsen, sin mencionar el resto de homicidas actuaciones consumadas en sus destinos
previos. Si durante sus paseos matutinos llevaba o no un arma de fuego poda ser
hasta irrelevante. El cmulo de vctimas y las declaraciones de los supervivientes
seran lo que hara justicia posteriormente.

ARRESTO Y PROCESO JUDICIAL


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El 15 de abril de 1945 el personal del campo de concentracin de Bergen-Belsen con


el comandante Kramer a la cabeza se rindi y el ejrcito britnico procedi a la
liberacin. A su llegada se dieron de bruces con la tragedia personalizada. En
montones, como si se tratasen de sacos de patatas, haba 10.000 cuerpos sin enterrar y
unos 40.000 prisioneros enfermos y moribundos. Unos das despus 28.000 internos
murieron. Ni los aliados pudieron hacer nada para salvarlos.
Una vez que el ejrcito ingls arrest a todo el personal nazi, separando a las
guardianas del resto, pudieron mirar de frente a las responsables de aquella barbarie.
Herta Bothe, descrita por muchos como la mujer ms grande que nadie haba
arrestado hasta el momento, permaneca con una media sonrisa en espera de conocer
su futuro inmediato. Aquella mujer no solo sobresala por su altura, sino porque era
una de las pocas que usaba zapatos civiles normales y corrientes en comparacin con
el resto de Aufseherinnen como Irma Grese que vestan botas altas de cuero
negro.
En las siguientes horas los britnicos obligaron a los detenidos a arrojar los
cadveres de los cautivos muertos en fosas comunes al lado del campo principal. En
cambio, Herta Bothe fue una de las pocas guardianas que se ofrecieron
voluntariamente a ayudar, imagino que pensando que con ello purgara sus pecados.
Lejos de ello, fue llevada a juicio como criminal de guerra.
En alguna de las instantneas incluidas en este volumen puede verse a la
Aufseherin demacrada y con ojeras despus de enterrar cerca de 30.000 cadveres.
Por entonces la Sdica de Stutthof recuerda que durante los das de la liberacin, se
senta aterrorizada porque los aliados no les permitan usar guantes para enterrar a los
difuntos. De hecho, tema contraer el tifus por la descomposicin que presentaban los
cuerpos.
Bothe explicaba que cuando trataba de levantar los cadveres, estaban tan
podridos, que los brazos y las piernas acababan por separarse del tronco. Tambin
recordaba cmo aquella extraccin de cuerpos esquelticos le caus dolor de espalda.
Eran lo bastante pesados como para que tuviera que pararse a descansar cada cierto
tiempo, algo que ella jams permiti a quienes ahora estaba sepultando.
Pese a que las tropas britnicas trajeron excavadoras para cooperar en el
transporte de los cadveres a las fosas comunes, la mayor parte del trabajo lo hicieron
los exguardias del campo de forma manual. Aquel pudo ser el primer justo correctivo
por las horribles condiciones en las que haban dejado el campamento.
Una vez que completaron los entierros masivos, Herta y el resto del personal
fueron detenidos y llevados a la prisin de Celle. A partir de aqu arranc la odisea
judicial de los 45 responsables de Belsen con el comandante Josef Kramer a la
cabeza. El 17 de septiembre de 1945 fue la fecha elegida para juzgar a estos
criminales de guerra en la Corte de Lneburg (Baja Sajonia).

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NUEVOS TESTIMONIOS CONTRA BOTHE (Y A FAVOR)


La Aufseherin tambin sufri lo que denominamos como traicin entre los suyos. Es
decir, sus propias camaradas, compaeras en el campo de concentracin, detallaron
sin ningn escrpulo las andanzas de su supervisora. Ejemplo de ello fue el caso de
Herta Ehlert, una vendedora alemana que decidi alistarse en las SS y que durante
tres aos recibi instruccin en Ravensbrck. Termin en Belsen a principios de
febrero de 1945.
Las condiciones con las que se encontr eran las peores que haba visto nunca.
Fue en aquel tiempo cuando conoci a Herta Bothe. De ella afirm sin ningn
miramiento que fue responsable de golpear a reclusos indefensos, adems de mentir
respecto a sus ocupaciones reales en el campamento. Una vez concluido el
interrogatorio por parte del capitn Phillips, Ehlert ni siquiera quiso cruzar mirada
alguna con la que haba sido su superior, la nmero 37.
Dos hermanas, Ilse e Ida Forster, que se alistaron en las SS sobre el ao 1944 y
que trabajaron en las cocinas del campo de Belsen, narraron al Tribunal que
normalmente tenan que abofetear a los prisioneros para
evitar que robasen comida o que cogieran ms de la que les corresponda. Para
ellas era normal esta clase de maltrato a los internos, pero en ningn caso sentan
ninguna emocin cuando lo llevaban a cabo. De este modo habl de Ehlert,
Volkenrath o Bothe, como algunas de las guardianas que ejecutaban estas acciones
junto a ellas. Durante el interrogatorio efectuado por los diferentes abogados, tanto
Ilse como Ida dudaron acerca del trabajo que tena la Aufseherin Bothe. Mientras una
deca que era la encargada del Kommando de los vegetales, la otra aseguraba que
supervisaba el de madera.
Otra de las acusadas que se sent en el banquillo junto a Herta Bothe fue
Charlotte Klein, una asistente de laboratorio que el 1 de agosto de 1944 fue reclutada
por las Waffen-SS para su formacin en el campo de Ravensbrck. Tras cuatro das de
instruccin fue enviada a Stutthof donde permaneci hasta mediados de septiembre
de ese mismo ao. Poco tiempo despus, entre el 20 y el 26 de febrero, llegaron a
Belsen en compaa de Bothe con un convoy de mujeres. Eran las famosas Marchas
de la Muerte. Acababan de evacuar Bromberg Ost.
Ya la primera noche en Belsen Klein tuvo que encargarse de los baos para
despus hacer lo mismo con el Kommando de madera y en la tienda del pan. No
obstante, poco despus enferm de tifus y permaneci en cama hasta el da de la
liberacin. La actitud de la acusada era distante mientras era cuestionada por el fiscal
y los abogados. Como se suele decir, no soltaba prenda. De hecho, cuando el capitn
Phillips le pregunt sobre Bothe, ella se limit a decir que tan solo comparti
habitacin con ella en Belsen y que jams la haba visto llevar pistola. Este primer
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acto de camaradera llenaba con un pequeo halo de luz el sombro destino que se iba
tejiendo en torno a la Sdica de Stutthof. Por suerte para ella no fue el ltimo.
Una enaltecida Gertrud Rheinholdt, reclutada por las Waffen-SS en julio de 1944,
quiso dejar claro que s haba conocido a Herta Bothe. Lo hizo en el campo de
concentracin de Bromberg Ost y lleg con ella a Belsen entre el 20 y el 25 de
febrero de 1945. Casualmente, tambin fueron compaeras de cuarto y tampoco
como ratific Klein la haba visto portar armas o por lo menos no saba si tena
una. Aquellas tres guardianas se haban convertido en buenas y viejas amigas, algo
contra lo que el Tribunal no poda competir.
Lleg el turno de la protagonista. Herta Bothe deba declarar.

NEGACIN ABSOLUTA
El lunes 29 de octubre de 1945 y tras varios das escuchando los testimonios que
avalaban su culpabilidad, Herta Bothe se subi al estrado y despus de jurar toda la
verdad y nada ms que la verdad, comenz una retahla de inslitas certezas. Era el
momento de escuchar su defensa.
Durante varios minutos la guardiana aclar cules fueron las tareas que cumpli
en los diversos campos donde permaneci y las fechas en las que estuvo. Ahora bien,
no mencion fechora alguna hasta que el capitn Phillips inici su turno de
preguntas.
Neg que llevase pistola y por supuesto que disparase a dos jvenes reclusas que
porteaban comida. Segn Bothe, el testigo que afirm tal dato, Wilhelm Grunwald,
menta. Tambin impugn la declaracin de Schifferman que la acusaba de haber
matado con un palo a una nia llamada Eva, aunque reconoci haber pegado en
alguna ocasin a algn confinado:
S, con mis manos, porque robaban madera y otras cosas. Nunca he
golpeado a nadie con un palo, un trozo de madera o una porra de goma.
() Nunca he pegado a prisioneros. Yo no tena nada que ver con los
internos.
Durante el turno de preguntas del coronel Backhouse, este cuestion a la
inculpada su instruccin en el campo de Ravensbrck en octubre de 1942. Incluso le
pregunt qu es lo que haba aprendido y si entre las tareas que la ensearon se
encontraba la de golpear a los presos de manera regular. La guardiana respondi con
un tajante No. De hecho cada vez que el letrado le cuestionaba su declaracin en
relacin con los maltratos a reos, Herta continuaba rechazando cualquier implicacin

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al respecto. Su severo talante no dejaba entrever ni una pizca de verdad en todo


aquello, o por lo menos, la realidad que se haba contado all hasta el momento. No
evidenci ni el ms mnimo arrepentimiento o remordimiento cuando sali a la
palestra el tema de la escasa alimentacin que reciban los reclusos. Bothe se limit a
responder con un yo no poda decir que era demasiado para ellos a lo que el
abogado sigui preguntndole
P: Yo sugiero que en uno de los das en los que usted pasaba por la
cocina, vio a una chica coger algunas cscaras de nabo, y que usted
orden a las chicas de la cocina traer un palo o un trozo de madera y
comenz a pegarle con l. No es as? R: No.
P: No le gritaron las chicas en la cocina, dicindole que parara, y
usted dijo que la golpeara hasta la muerte, y entonces continu pegndole
hasta que finalmente muri?
R: No, eso no es cierto.
P: No le orden a algunas de las mujeres, incluyendo Schifferman,
llevarse el cuerpo?
R: No.
El testimonio de la Sdica de Stutthof estuvo llena de contradicciones. Una de
ellas aluda nuevamente a los agravios a los prisioneros en el campo de BergenBelsen. Si anteriormente negaba haber perpetrado actos de esta clase, ahora afirmaba
haberlo hecho pero a modo de reprimenda.
P: Cuando los presos eran sorprendidos robando, ellos generalmente
reciban una paliza bastante severa, no es as?
R: Cuando los prisioneros trabajaban en mi Kommando y eran pillados
robando, entonces los abofeteaba en la cara.
P: No les golpe de forma severa con un palo?
R: Era muy raro que pillase a alguien. Los abofeteaba en sus caras.
Generalmente uno haca guardia y el otro robaba, y siempre que llegaba
ellos ya se haban escapado.
A medida que Herta Bothe iba respondiendo a las preguntas del Tribunal, ms se
iban destapando algunas mentiras y se iban descubriendo muchas verdades. Cmo
era posible que esta mujer no hubiese visto los cuerpos depauperados de los internos
al lado de las fosas? Segn la vigilante nazi, nunca vio nada parecido. Todo lo
contrario que el Ejrcito britnico, que a su llegada a Belsen se top con 10.000
cadveres inertes apilados unos encima de los otros. Las alegaciones finales por parte
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de su abogado, el capitn Phillips, tenan que ser concluyentes si quera que su cliente
se librase de una muerte segura. Aquel discurso logr convencer a la Corte.

JUSTIFICANDO LA BARBARIE
Dicen que el mejor ataque siempre es una buena defensa y en el caso de Herta Bothe
as fue. El alegato final que su abogado expuso ante el Tribunal de Belsen corrobor
lo que todos teman desde haca das, que el Capitn Phillips conseguira que la
Aufseherin no muriese en la horca.
En un intento por disculparla de las supuestas acciones perpetradas durante sus
aos en los diferentes campos de concentracin, el letrado quiso exculparla de toda
responsabilidad argumentado lo siguiente:
La pregunta, sin embargo, se rige por el principio fundamental de que
los miembros de las fuerzas armadas estn obligados a obedecer las
rdenes legtimas y que por tanto, no pueden eludir su responsabilidad si,
en obediencia a un mandato, ellos cometen actos en el que ambos violan
las reglas impugnadas tanto de la guerra como de la indignacin de la
opinin general de la humanidad.
Pero, por qu otros camaradas de Bothe s eligieron contravenir las rdenes de
sus superiores en pos del bien comn? A este punto el capitn Phillips prefiri eludir
tal grado de responsabilidad y echar esa carga a los altos cargos de la jerarqua nazi
que dirigan los centros de internamiento donde la acusada estuvo destinada. Al fin y
al cabo, cuando parece que no hay eleccin siempre hay una salida o un camino
correcto. La historiadora Kathrin Kompisch as lo asegura: Siempre ha habido
opciones, incluso dentro del Tercer Reich, y las mujeres tomaban a menudo sus
propias decisiones tanto como los hombres. Despus de todo y como estamos
viendo a lo largo de este libro, no solo el hombre tuvo una parte importante y
destacada dentro del Nazismo, la mujer tambin particip de los delitos ms infames
y brutales de todas las esferas del gobierno alemn. El destacamento femenino supuso
el brazo ejecutor e indispensable para que el mecanismo nazi siguiera adelante.
Despus de aquella breve introduccin y tras mencionar la defensa de otras
compaeras de Bothe, lleg el turno de la Sdica de Stutthof. De ella dijo que lo
nico que probaba su culpabilidad eran las declaraciones juradas ante la Audiencia.
Ciertamente, no se haba encontrado evidencia alguna que la implicase en tales
delitos. A partir de ah el abogado afront un discurso implacable donde empez por
desmontar una a una las confesiones de los testigos. Mencion primeramente a

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Wilhelm Grunwald, ya que cuando le tomaron declaracin tan solo tena 17 aos,
algo pertinente para tenerlo en cuenta en la evaluacin. Respecto a la posesin de un
arma, Phillips se apoy en los testimonios de sus buenas amigas Charlotte Klein y
Gertrud Rheinholdt, que ratificaron que nunca posey una pistola y que jams se
encontr prueba que lo demostrase.
Cuando mencion el crimen de la joven hngara llamada Eva, el capitn se
excus en que ni las fechas ni el lugar donde se produjo coincidan con las
presentadas por su defendida. Por tanto, aquel asesinato no pudo haberse cometido tal
y como revel la testigo. Esta acusacin debi de hacerse por algn tipo de rencilla
personal contra su carcelera. Por otro lado, Phillips incidi en la falsedad de los
testimonios escuchados durante el proceso judicial, argumentando que si bien Bothe
haba reconocido haber abofeteado a algunas de sus internas por robar, la verdad era
que jams les provoc daos severos o la muerte. Aqu se ampar en la poca certeza
que demostraron los atestiguantes cuando les pidieron que sealasen a la inculpada.
Parece ser que nadie lograba identificar su cara. Finalmente, el alegato del abogado
defensor concluy diciendo:
Ningn testigo de la acusacin que haba llegado a la Corte, tena
nada que decir en contra de Bothe; y sin embargo, sus tareas haban sido
de carcter pblico. Sin duda, la deduccin debe ser clara, ella no haba
hecho nada muy malo, no?.

Ahora tocaba al Tribunal de Justicia determinar la culpabilidad o inocencia de la


procesada, de quien no solo deba considerar la participacin en la responsabilidad de
sus acciones tal y como acotaba el capitn Phillips, sino tambin las condiciones
generales por las que lo hizo. En conclusin, el abogado sugiri que lo importante era
averiguar el grado de control que los encausados podan ejercer en aquellas
condiciones, y no podan olvidar que Herta Bothe solamente estuvo a cargo del
Kommando de madera. Por tanto, qu dominio poda tener ella sobre esas
circunstancias cuando lleg al campamento? Todas ellas eran gente de pueblo, y era
deber de la Corte limitar el castigo a los delincuentes reales, inst el letrado. Su
defendida tena derecho a ser absuelta.

LA RESPONSABILIDAD DE LA ACUSADA
El capitn Phillips ya se lo haba pedido al Tribunal durante su discurso de clausura,
que la sancin a la acusada fuese proporcional a su participacin en la
responsabilidad de los hechos. Si no ocupaba un cargo importante, no deba de ser
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sentenciada como tal.


Llegado el momento, el General de Divisin Berney-Ficklin que presida la Corte
aquel 17 de noviembre de 1945, procedi a leer la sentencia.
La nmero 37, Herta Bothe, fue encontrada culpable del primer cargo. Es decir,
de cometer crimen de guerra en Bergen-Belsen (Alemania) entre el 1 de octubre de
1942 y el 30 de abril de 1945, cuando viol las leyes y costumbres de la guerra al
maltratar a algunos de los reos que tena a su cargo causndoles incluso la muerte.
Por ello, la Aufseherin fue condenada a pasar 10 aos en prisin, una sentencia
digamos menor, en comparacin con las de sus homlogas que supuestamente haban
cometido los mismos delitos que Bothe.

SU VIDA DESPUS DE LA GUERRA


Seis aos tard Herta Bothe en salir de la crcel de Celle donde fue internada nada
ms terminar la vista judicial. An no haba cumplido la pena completa, cuando el 22
de diciembre de 1951, y como acto de clemencia del Gobierno Britnico fue puesta
en libertad. Su buen comportamiento, adems del buen hacer de los ingleses, le haba
servido para olvidarse de su pesadilla y germinar una nueva etapa al margen de los
nazis.
Algunos datos apuntan a que la Sdica de Stutthof logr casarse y cambiar su
apellido por el de Lange. Aquella fue una buena forma de poner tierra de por medio y
desechar quien haba sido hasta ese momento. De este modo nadie la reconocera,
nadie sabra quin haba sido, qu haba hecho durante la guerra y por qu haba
salido de la crcel. Podemos decir que consigui su propsito, disminuir su
responsabilidad diciendo que en verdad eran los hombres los nicos engranajes
posibles del Fhrer. Los nicos que daban las rdenes.
Un conocido director de cine documental alemn llamado Maurice Philip Remy,
asegur en el 2009 que fue la ltima persona en entrevistar a Herta Bothe. Lo hizo
para un reportaje llamado Holokaust en el ao 2000. En declaraciones hechas al
peridico The Sun, Remy espet por ejemplo:
Ella tena recuerdos horribles de los campos de concentracin pero no
tena capacidad de dar sentido a su papel en ellos. () Ella no tena
ningn remordimiento. Ella no poda entender que haba hecho algo mal.
Senta que era una vctima.

A sus 79 aos y desde su residencia en una comunidad modesta al noroeste de


Alemania, Herta Bothe accedi a hablar para el equipo de Remy y el documental que
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estaban preparando sobre el Holocausto. Durante la entrevista hubo momentos donde


la Exaufseherin se puso a la defensiva en lo que respecta a la cuestin de si debi
entrar o no como guardiana en los campos de concentracin. A pesar de los aos
transcurridos, an se la vea nerviosa pero capaz de responder cosas tan espeluznantes
como esta:
Qu quiere decir, que comet un error?, no. No estoy segura de lo
que debera responder, comet un error? No. El error fue el campo de
concentracin, pero yo tena que hacerlo, de otra forma yo habra sido
puesta ah. Ese s fue mi error.
En la actualidad nadie sabe de su paradero. Si an sigue viva con ms de 90 aos,
o si finalmente muri el 16 de marzo del 2000. Los expertos no logran ponerse de
acuerdo.
De lo que s podemos estar seguros es de que vivi apartada del mundo, en
silencio, sin querer llamar la atencin, ni para recordar. Y cuando lo hizo, con
aquellas nefastas afirmaciones, la herida del Holocausto volvi a abrirse. Toda
aquella pantomima sobreactuada durante el juicio le haba servido para ser libre, pero
no para arrepentirse.

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Dorotha Binz. La Binz

En el juicio, a la pregunta de su abogado sobre el


maltrato a las prisioneras, Dorothea Binz responde:
Creo que prefieren eso a ser privadas
de su comida, o algo ms.

Bas toda su carrera en ser miembro de las SS en el campo de concentracin de


Ravensbrck donde desempe todo tipo de degeneraciones, martirios y
humillaciones. Lejos de captar la atencin de sus camaradas con respecto a sus
inusuales hbitos, Dorothea Binz fue quiz, una de las guardianas del
Nacionalsocialismo que pasaron ms desapercibidas al no generar demasiados
escndalos. Esto no quiere decir que no se convirtiera en una de las peores criaturas
que ha tenido el equipo de supervisin de un campamento. Binz rebos absoluta
inclemencia como Oberaufseherin (supervisora).
Golpear y azotar sin piedad a los prisioneros era una de sus habituales
costumbres, adems de entrenar a sus alumnas ms aventajadas en lo que pas a
definir como placer malvolo. Una de sus prfidas pupilas fue Irma Grese, ese
ngel de Auschwitz que antes de ser transferida pas un tiempo en Ravensbrck
bebiendo de la miel del crimen. Todo cuanto Grese aprendi sobre crueldad y
sacrificios se lo debi a Mandel y a Binz. Esta ltima caminaba por el recinto con un
ltigo en la mano y siempre acompaada de un fiero pastor alemn. Los abusos y las
torturas estaban a la orden del da, hasta que con el fin de la guerra decidi huir. Fue
capturada en mayo de 1945 y condenada a morir en la horca el 2 de mayo de 1947
por incurrir en crmenes de guerra. Tena 27 aos.
Su nombre completo era Dorothea Theodora Binz y naci el 16 de Marzo de
1920, en la localidad alemana de Gro-Dlln (Forsthaus Dsterlake) en el seno de

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una familia de clase media. Precisamente, esta poblacin se encuentra ubicada muy
cerca del que sera su hogar aos despus: Ravensbrck.
Se sabe relativamente poco sobre su vida familiar temprana. Era la segunda hija
del matrimonio formado por Walter Binz, un ayudante de tcnico forestal, y la
heredera de un vivero y de varias de tierras de cultivo de la zona. Se desconoce su
nombre.
Cuando la nia tena cuatro aos, el clan Binz decide trasladarse a la localidad de
Friedrichsfelde en Joachimsthal (Brandemburgo) donde el progenitor ejerce como
ingeniero forestal. Durante este periodo Dorothea tiene una nueva hermana. Sin
embargo, en diciembre de 1933 y tras la jubilacin del padre, emprenden una nueva
vida mudndose a Alt-Globsow muy prximo a Frstenberg/Havel. En ese tiempo
Dorothea asiste a un colegio de primaria y secundaria, as como a la Escuela
Secundaria Superior, pero a los quince aos abandona las clases.
En algn momento de su adolescencia trabaj como ama de llaves, empleo que
desempeaba con poco esmero y que acept debido a la necesidad econmica por la
que atravesaba su parentela. Segn parece despus recibi una especie de aprendizaje
sobre el servicio de alimentos y tuvo una corta carrera en la industria alimentaria.
De hecho, en su declaracin durante el proceso de Ravensbrck celebrado en el
barrio de Hamburgo, Rotherbaum, ella afirm haberse formado como directora de
cocina. Aunque como veremos ms adelante, la realidad fue bien distinta. Jams
lleg a aprender un oficio concreto y a lo sumo ejerci como Tellerwscherin
(fregaplatos) en algn momento puntual.
Imagino que como le ocurri a otras guardianas, Dorothea Binz se dej seducir
por la radiante estela del nazismo que dejaba tras de s una especie de inagotable
fascinacin. El enigmtico encanto que desplegaba el Fhrer impregnaba cada uno de
los smbolos del Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (Partido
Nacionalsocialista Alemn de los Trabajadores), NSDAP, sobre todo los flamantes
uniformes, vehculos, y por supuesto, los considerables beneficios econmicos. De
este modo la joven Dorothea decidi acudir a la oficina local de las SS en su
localidad para ofrecerse como voluntaria en la cocina del campo de concentracin de
Ravensbrck. Lo consigui.
El 26 de agosto de 1939 Binz comenz una nueva vida. Por un lado, iniciaba una
etapa como miembro del Partido Nazi y todo lo que eso conllevaba; y por otro,
empezaba la formacin necesaria para convertirse en guardiana del campamento
junto con otras compaeras. All encontr uno de los mejores lugares para dar rienda
suelta a su naturaleza sdica, oculta hasta ese momento para los dems, e incluso,
para ella misma.

SE INICIA EL ENTRENAMIENTO
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Para las mujeres afiliadas al NSDAP llegar a Ravensbrck significaba adiestramiento.


Ellas seran las encargadas de cuidar y salvaguardar la seguridad de un recinto que,
poco a poco, fue trastocndose en una gigantesca celda de castigo. La salubridad
brillaba por su ausencia, dejando paso al continuo fluir de muertes y cadveres,
vctimas segn los informes del departamento de control y administracin de
Ravensbrck, de enfermedades tales como tuberculosis, tifus, disentera o neumona.
Pero la realidad era otra. Ms de 300 mujeres moran cada da por culpa del hambre,
el fro, el exceso de trabajo y por supuesto, de las vejaciones perpetradas contra ellas.
Imaginmonos por un momento qu supuso para aquellas presas ver cmo
mensualmente se sumaban nuevas aprendices de Aufseherin deslumbradas por el
protocolo y el poder del nazismo. Terror e incertidumbre es lo que haba en sus caras.
Lo podemos corroborar en las innumerables improntas y vdeos de prestigiosos
documentales. La vida de aquellas prisioneras se haba transformado en extenuacin
y miseria, desasosiego y conformismo ante un final tristemente predecible.
La primera vez que Dorothea Binz se pase por las calles de su flamante morada,
pudo comprobar un caos indescriptible y aun as, no sali corriendo. En lugar de
sentir un pasmoso recelo ante esta situacin como haramos cualquiera de nosotros,
debi de tener una sensacin de familiaridad y preponderancia.
Durante el tiempo que Binz residi en Ravensbrck hasta su huida en 1945 estuvo
bajo las directrices de camaradas tan conocidas como Emma Zimmer, la tremenda
Mara Mandel, Johanna Langefeld, Greta Boesel o Anna Klein-Plaubel. Con un
equipo como este era evidente que Dorothea tambin se dedicara a escribir con
sangre su propia historia.
En el proceso judicial Binz declar haber trabajado un ao entero entre otros
vigilantes de Auenkommandos (comandos exteriores). Conforme al
Arbeitseinteilung Kontrollbuch (libro de control de la divisin de trabajo), que se
puede consultar en el Museo Memorial de Ravensbrck y que a su vez forma parte de
la Fundacin de Museos Memoriales de Brandemburgo, esto no sera cierto, ya que
se puede verificar que entre octubre y noviembre de 1939 mont guardia en el
aserradero de madera donde haba diez mujeres trabajando; en mayo de 1940 tambin
se encarg de supervisar a las prisioneras que se dedicaban a la conduccin de
basuras, la limpieza de suelos o la cocina; e incluso, lleg a gestionar al personal de
construccin del campamento. Por tanto, su testimonio era totalmente incoherente.
Binz haba sido parte activa de aquella inclemencia tan difcil de entender por sus
nuevos verdugos.
Un buen rendimiento y una excelente disposicin a la obediencia le valieron a
finales de verano del ao 1940 un ascenso como subdirectora del bloque de celda que
tena como supervisora directa a Mandel la Bestia. En los dos aos que estuvo en
Ravensbrck inst a Binz a que la ayudara en la ardua labor de ejecutar castigos
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corporales en el turbador bnker. La nueva pupila se convirti prcticamente en su


ojito derecho y cumplieron con los sacrificios ms duros. A partir de aquel instante
Dorothea fue tildada como la guardiana de la barbarie. De nada le valieron las
diferentes divisiones en las que estuvo cocina o lavandera, su trabajo preferido
lo realizaba en la celda de castigo.
Mandel y Binz torturaron y asesinaron mano a mano a cientos de reclusas con
inanicin. Su nico pecado, no ser de raza aria.
Esta etapa, casi idlica, le vali a Dorothea para actuar como una segunda
instructora de Irma Grese. Binz y Mandel ensearon a la rubia con carita de ngel
todo lo necesario para impartir el miedo y la perversin a su llegada a Auschwitz. Las
tres mujeres, cada una a su manera, se llegaban a coordinar cuando queran
atormentar a sus presas con atroces prcticas sexuales. Con ellas afloraron las aguas
poco profundas de la bestialidad.
Como vemos, Ravensbrck ms que ser un centro de entrenamiento donde
aprender a controlar a los confinados, era la mayor universidad de la saa y el
homicidio. Las principales vigilantes y guardianas que salieron de estos espantosos
cursillos se comportaron como verdaderas asesinas en serie.
A pesar del buclico paraje que rodeaba a Ravensbrck, con casitas de maderas
pintadas con colores ocres y verdes en medio de la vegetacin, as como la magnfica
vista del lago, lo cierto es que aquel campo inaugurado con prisas lleg a parecer un
almacn de cadveres en muchos momentos. Una de las supervivientes, Barbara
Reimann, recuerda que aunque los altos mandos del campamento eran hombres, la
verdadera inhumanidad provena de sus vigilantes, especialmente de las guardianas
femeninas. Las Aufseherinnen eran las responsables de impartir la frrea disciplina
diaria repleta de normas, castigos y restricciones, y donde la amenaza del bnker de
castigo era casi una sentencia de muerte, afirmaba Kristina Ussarek.
Con la promocin de su adorada camarada Mara Mandel para ser trasladada a
Auschwitz en otoo de 1942, la sustituye Johanna Langefeld. Pero a partir del 3 de
julio de 1943 Dorothea asume los asuntos oficiales correspondientes al cargo de
Oberaufseherin. Desde entonces Binz pasa a ejercer como Arbeitsdienstfhrerin
(ayudante en jefe de la mano de obra) e incluso como Stellvertretende
Oberaufseherin (adjunta de la supervisora jefe) en colaboracin con Gertrud
Schreiter. Su carrera comienza a ser meterica hasta que por fin la recompensa llega
en forma de ascenso. En febrero de 1944 Dorothea es oficialmente Oberaufseherin, la
nueva supervisora en jefe de Ravensbrck.

SE DESATA LA VIOLENCIA
Detrs de una apariencia francamente atractiva y dulce, de hermosos cabellos rubios
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y ondulados y ojos claros, se esconda una de las dementes con mayor sangre fra de
todo el campamento. Binz era tan concienzuda a la hora de desempear sus funciones
que rara era la ocasin en que sus vctimas sobrevivieran.
Como miembro del personal de mando entre 1943 y 1945 dirigi la formacin y
la faena asignada a ms de 100 guardias de sexo femenino. Entren a las fminas ms
violentas de las Waffen-SS como la anteriormente mencionada, Irma Grese, alumna
ms que aventajada junto a Ruth Closius, que impresion gratamente a sus superiores
por la brutalidad demostrada hacia las internas. Gracias a su despiadado arrojo fue
promovida como Blockfhrerin (supervisora del barracn).
Tal y como se recoge en la documentacin guardada por el archivo oficial del
gobierno britnico acerca del Caso Ravensbrck, las tareas realizadas por Dorothea
Binz como supervisora en jefe consistan en lo siguiente:
La ejecucin de las primeras revistas comenz dos veces por da. []
Intercambio de prisioneros en el campo de concentracin, resumen de
entradas y salidas, controles de bloqueo, reportes de acceso, registro de
quejas de los prisioneros, breves interrogatorios.
Pero estos deberes nada se correspondan con la realidad. El ensaamiento
practicado por Dorothea y sus adeptas era inflexible y destructor. Numerosos
testimonios acusan a la nazi de haber golpeado, abofeteado, pateado, azotado,
pisoteado y abusado de las internas de forma continua. Los testigos afirmaban que
cuando Binz se personaba en la gran plaza central conocida como Appellplatz para
hacer revista y hacer el recuento, se haca el silencio. Estaba prohibido hablar,
sentarse, mirar al compaero y por supuesto a los superiores. Los llamamientos
podan durar entre dos y cinco horas todas las maanas, incluso en pleno invierno
cuando el glido viento azotaba aquellos cuerpos desnudos tan solo cubiertos con
algn harapo. En Ravensbrck los pases de lista eran obligatorios, sobre todo porque
cada da moran decenas de reclusas vctimas de la fiereza.
Despus de terminar el recuento pertinente se haca otra convocatoria para que
cada interna se personase en el Lagerstrasse ante su fila de trabajo. Una vez
organizadas y antes de abandonar el lugar reciban un poco de lquido. La miseria
alimentaria se cea sobre esta pobre gente. Durante su interminable jornada las reas
se hacan cargo de la limpieza del terreno fro y pantanoso que rodeaba el campo, y
por supuesto, de la perforacin del suelo para construir fosas donde se lanzaran los
cuerpos inertes de muchas de sus compaeras. Al medioda una nueva seal avisaba a
las esclavas laborales que era la hora de comer. Para entonces las asistentes de
Dorothea distribuan un pedazo de pan, alimento insuficiente para que una persona
adulta pudiese vivir dignamente. Pero no haba ms, no les daban nada ms, por lo
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que las prisioneras solo podan acostumbrar a su estmago a callar y a arreglrselas


con aquella miseria.
Mediante la privacin de enseres los nazis les robaron el orgullo y la autoestima,
les atacaron en la honorabilidad. Las cautivas que sobrevivan a los azotes de la
injusticia se fueron desfigurando hasta ser pellejos andantes muertos en vida. Su
nica esperanza, morir rpidamente y sin dolor. Pero los trabajos forzados eran cada
vez ms duros, ms largos y ms agotadores. La debilidad fue impregnando el aliento
de unas mujeres que sintieron la inclemencia de su propio gnero vido de crimen y
sangre.
Con la noche reinaba el silencio, la oscuridad y posiblemente el descanso, pero no
tuvieron esta suerte. Para estas mujeres encarceladas en una prisin donde el martirio
era la voz cantante, el crepsculo se mezclaba con el dolor y la ansiedad. A veces era
mucho peor que el da. De hecho, cada dos semanas las presas de Ravensbrck tenan
turnos que iban desde la puesta del sol a las siete de la tarde. La intimidacin, las
imgenes de golpes y abusos y los gritos ensordecedores recorran el campo de
internamiento.
De igual modo se tena constancia de que la Oberaufseherin deambulaba por el
recinto con un ltigo en la mano y que siempre iba acompaada de su fiel amigo, un
pastor alemn entrenado para atacar a la menor seal. Cualquier cosa que pudiera
molestar mnimamente a la supervisora de las SS era suficiente para atizar en la
cabeza de una mujer hasta causarle la muerte, o efectuar fusilamientos, o selecciones
masivas que llevaran a las vctimas a la cmara de gas. La Binz, que era as como fue
apodada por sus reas, no tena escrpulo alguno y jams lo haba conocido. El
hambre, el abandono, el maltrato severo y el fro fueron algunos de los ingredientes
bsicos para lograr domar a todo un campamento femenino.
Su mayor objetivo eran las mujeres ms dbiles y desnutridas que nada podan
hacer ante agotadoras jornadas de trabajo o depravaciones injustificadas e inhumanas.
Su destino ms prximo: la muerte.
El hambre era nuestro compaero ms cercano. Estaba con nosotros
cuando nos levantbamos y vena con nosotros a la cama sin dejarnos ni
un segundo[25].
Efectivamente, el hambre era lo nico que ocupaba da y noche la mente de las
internas. Las raciones de comida eran tan escasas, por no decir que insignificantes,
que no pensar en ello hubiera sido cuanto menos extrao. El hambre era el demonio
del campo, recordaban algunas de las supervivientes. Incluso Primo Levi se atrevi
a afirmaR: The Lager is hunger (El campamento es el hambre). Esta haba pasado
a ser una nueva forma de aniquilacin.
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La salvaje Binz poda cometer los apaleamientos ms crueles que pudisemos


imaginar, cargados de esa actitud despreocupada y arrogante que le caracterizaba. Un
ejemplo de ello fue la ocasin en que Dorothea se encontraba en un
Arbeitskommando (destacamento de trabajo) en un bosque a las afueras del
campamento. Una de las reclusas agazapada tras un rbol contaba lo siguiente:
Dorothea observ a una mujer que pensaba que no trabajaba lo suficiente.
Dorothea se acerc a la mujer, y la abofete hasta el suelo, despus cogi un hacha y
empez a rajar a la prisionera hasta que su cuerpo sin vida no era ms que un masa
sangrienta. Una vez acabado, Dorothea limpi sus botas brillantes con un trozo seco
de la falda del cadver. Se mont en su bicicleta y pedale sin prisa de vuelta a
Ravensbrck como si no hubiera pasado nada.
Otra de las exprisioneras del campo de internamiento, la francesa Genevieve de
Gaulle-Anthonioz, sobrina de Charles de Gaulle (el 18 presidente de la Repblica
Francesa) y activista de los derechos humanos, coment despus de la guerra, haber
visto a una de las secuaces de Binz, la famosa Ruth Closius cortar el cuello de un
prisionero con el borde de la pala. Asimismo, apuntar que el escritor Frdrique
Neau-Dufour recoge en su libro Genevieve de Gaulle-Anthonioz: l'autre De Gaulle,
numerosas declaraciones de la que fuera sobrina de uno de los dirigentes franceses de
la dcada de los aos sesenta, explicando:
Fui deportada a Ravensbrck en un convoy de mil mujeres,
procedentes de todos los medios, muchachas, ancianas, comunistas,
anarquistas, monrquicas. Una cosa tenamos en comn: el haber
rechazado, en un momento dado de nuestra vida, lo inaceptable.
No consentir lo inadmisible le supuso vivir uno de los episodios ms dramticos
de su vida que aos despus plasmara en varios volmenes. Por el contrario, muchas
de sus compaeras no corrieron la misma suerte. Sus esperanzas se desvanecieron por
el camino, y la locura de la aberracin y la inmolacin acab con su existencia.
Entre la documentacin requisada existe un informe que dice que la mismsima
Dorothea Binz, se hizo con un hacha para matar a un prisionero polaco procedente de
la mano de obra del campamento. Como vemos, la necesidad de atacar a los enfermos
y a los dbiles era abrumadora. Ya lo sealaba anteriormente. Y si en este lance
emple una guadaa para asesinar a uno de sus inferiores, la realidad era que el ltigo
se haba convertido en una extensin de su propia mano.
En una ocasin, y segn cuenta una superviviente del Holocausto, durante la
etapa de supervisin de Dorothea Binz, trajeron al campo a 50 camaradas para recibir
instruccin. Las novatas fueron separadas y llevadas ante las reclusas. Una vez
delante de ellas, la Aufseherin les ordenaba que las golpearan sin ningn escrpulo.
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De las 50 mujeres tres haban pedido explicaciones para cumplir el mandato y tan
solo una se haba negado. Esta ltima fue encarcelada ms tarde.
Semejante prueba permita a la supervisora jefe del campamento ver la posible
trayectoria sdica de sus futuras ayudantes.
A este respecto, despus de 1945 el experto nazi el Dr. Eugen Kogan escribi un
informe para los aliados acerca de las guardias del sexo femenino. En l indicaba algo
clave:
Simplemente fueron atradas hacia la ideologa de las SS como la
forma de vida que les gustaba y que les haca sentir cmodas. Aqu podan
proyectar su "hijo de puta interno" en otra persona y patearlo con un
entusiasmo que oscilaba hasta el sadismo.

CRIMEN Y CASTIGO
A lo largo de la biografa de su antecesora Mara Mandel ya conocimos de cerca las
inusuales actividades que se practicaban en el interior del famoso bnker. Pero si con
la Bestia aquel espacio fue de lo ms prfido, con Dorothea la cosa no fue a menos.
Ms bien todo lo contrario. Escuchar la palabra bnker por parte de algunas de las
guardianas provocaba un inmediato terror en las prisioneras. Se podra decir que era
uno de los trminos relacionados con el horror en Ravensbrck.
Ser invitada a pasar una temporada en el interior de aquel emplazamiento
significaba estar condenada a padecer las mayores torturas que jams te hubieras
imaginado. De hecho, pocas de las internas que visitaron este lugar salieron con vida.
Exista una alta probabilidad de morir all dentro.
Me gustara recordar a grandes rasgos que este edificio de apariencia inocua se
encontraba dentro de las paredes del campamento y ms concretamente en la zona
principal del mismo. Contena 78 clulas primitivamente amuebladas repartidas en
dos pisos y se experimentaban las formas ms severas de castigo oficial que
Ravensbrck poda ofrecer.
Las convictas que eran enviadas all estaban acusadas de delitos muy graves. Las
dos transgresiones ms importantes eran: participar en un sabotaje y tratar de escapar.
A pesar de todas las precauciones y la vigilancia de las guardianas, se registraba una
buena cantidad de quebrantamientos en los lugares de trabajo de Ravensbrck. Una
de las formas ms habituales de desobediencia era la desaceleracin en el ritmo de
trabajo de las internas lo que disminua la produccin. Cuando se localizaba a la
persona responsable de esta clase de atentados, se proceda a la ejecucin inminente
de la presa, pero sin atraer la ms mnima atencin. En claro contraste con las
ejecuciones realizadas a los hombres, que se hacan abiertamente. De ah que los
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ajusticiamientos femeninos hayan permanecido tanto en secreto y que solo se hayan


conocido gracias al testimonio de sus supervivientes.
Sin embargo, nadie poda tachar a estas rebeldes de ser infractoras de algunas de
estas faltas ya que no haba ningn procedimiento legal que determinase su inocencia
o culpabilidad. El mecanismo era el siguiente: una guardiana haca un informe,
posiblemente por recomendacin de la funcionaria de prisioneras (Dorothea Binz),
que a su vez era enviado al lder del campo. Este podra realizar una investigacin y/o
proceder a la orden de encarcelamiento al bnker durante un mximo de tres das. Un
encarcelamiento ms largo requera la aprobacin del comandante.
No haba audiencia alguna, la nica evidencia existente era lo que la supervisora
aseguraba que haba ocurrido para que la interna fuese castigada. Una confinada
recuerda cmo fue llevada hasta su celda en el bnkeR:
Se llevaron mis zapatos. Entonces Binz [la supervisora jefe] me llev
por un pasillo detrs de un escalera de hierro hasta una celda en la planta
baja. Se cerr la puerta y estaba completamente oscuro. A tientas, me top
con un taburete que estaba fijado al suelo. Frente a una mesita plegable, en
la esquina izquierda, haba una litera; al lado de la puerta del bao,
delante de las tuberas del agua y justo a la derecha de la puerta, haba un
radiador fro. En lo alto de la pared arriba de la puerta haba una pequea
ventana con una persiana que quitaba toda la luz. La celda tena cuatro
pasos y medio de largo por dos pasos y medio de ancho[26].
Como ocurri durante la etapa con Mara Mandel, las detenciones perpetradas en
el bnker de Ravensbrck significaban simplemente fustigacin. Las reclusas
permanecan en una oscuridad casi total, sin comer durante varios das, debido al
cautiverio que les haban impuesto. Con la llegada del invierno las condiciones en el
edificio del crimen empeoraban considerablemente. Los habitculos de la planta baja
no tenan calefaccin y tampoco les facilitaban mantas por lo que muchas internas
moran congeladas despus de horas de palizas y vejaciones. Casi cada da las presas
eran despojadas de sus pocas ropas para lanzarlas chorros de agua congelada a
presin. Tras el manguerazo pertinente se iniciaba una serie de golpes y puetazos
que terminaban con la vctima al borde de la muerte. Incluso haban creado una
cuadrilla de presidiaras que se encargaba de amontonar los cadveres. Le haban
asignado la difcil tarea de recoger los cuerpos de sus compaeras asesinadas, tanto
en el bnker como en cualquier parte del campo. Una de las ms veteranas era la
comunista alemana, Emmi Handke, quien seal que casi todos los cuerpos que
sacaban del bnker mostraban signos de violencia. Una de sus peores experiencias
fue tener que retirar los restos de una mujer embarazada de veinte aos que
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perteneca a su propio bloque. Esta no solo haba sido linchada, sino que, adems, su
cuerpo permaneca congelado en el suelo de la celda.
En este sentido es necesario apuntar que el castigo corporal del que hacan gala
Binz y sus auxiliares ya dio comienzo en 1940 durante la visita del Reichsfhrer-SS
Heinrich Himmler a las instalaciones de Ravensbrck, cuando las prisioneras fueron
golpeadas por la supervisora en presencia del comandante y de un doctor. Dos aos
ms tarde el propio Himmler orden afilar los castigos corporales. A partir de
entonces las reclusas fueron azotadas y apaleadas en sus desnudas nalgas en
presencia de las autoridades del campo.
En lugar de las guardianas ahora los guantazos los daran las propias internas
extranjeras a sus compaeras de celda y todo a cambio de recibir pequeas primas de
comida o cigarrillos. Eso s, Himmler estipul tambin que las fminas jams
azotaran a prisioneros alemanes. Este procedimiento de castigo se realizaba en una
sala especial en la planta baja del bnker denominada Prgelraum, algo as como la
habitacin de los azotes.
Entre las detalladas descripciones sobre estas sanguinarias convocatorias est la
de la vctima Martha Wolkert, una campesina arrestada por desarrollar lo que los
alemanes denominaban Rassenschande o profanacin de la raza. Supuestamente
estaba siendo acusada de mantener relaciones sexuales con trabajadores polacos,
mientras que su marido permaneca ausente en el servicio militar. En su defensa,
Martha aleg que de lo nico que podan inculparla es de haberles regalado ropa vieja
de su esposo porque senta pena por ellos. Pero alguien inform a la GESTAPO por
su indiscrecin y ah acab su suerte. Despus de raparle la cabeza pblicamente en
la plaza principal de su ciudad, la joven agricultora fue enviada a Ravensbrck. Una
vez all ella y otras veinte y dos mujeres fueron escoltadas hasta el bnker para recibir
su castigo una por una. As lo vivi Martha:
[La supervisora jefe] Binz me ley la orden de arresto y mi castigo:
dos tandas de 25 latigazos [Schlage, "hits"]. Despus [el Comandante]
Suhren me orden subirme al potro. Mis pies fueron fijados en una
abrazadera de madera, y el de la placa verde me at. Me levantaron el
vestido por encima de la cabeza para mostrar mi parte posterior.
(Tenamos que quitarnos nuestra ropa interior antes de salir de los
barracones). Luego me envolvieron la cabeza en una manta,
presumiblemente para amortiguar los chillidos.
Mientras estaba siendo atada, respir hondo para que no me pudiesen
atar tan fuerte. Cuando Suhren se dio cuenta, se arrodill y apret la
correa tan fuerte que me caus un dolor horrible.
Me ordenaron contar cada ltigo en voz alta, pero solo llegu hasta
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once. Solo oa, muy aturdida, como el de la placa verde segua contando.
Tambin grit porque me pareca que disminua el dolor. En aquel
momento me di cuenta que alguien me tomaba el pulso. Sent mi trasero
como si estuviera hecho de cuero. Cuando sal fuera, me encontr
terriblemente mareada.
Menos de una semana ms tarde Martha Wolkert regres al bnker para recibir
una segunda tanda de 25 latigazos. Apenas lleg a contar hasta siete antes de perder
el conocimiento. Despus de aquello su simptica jefe de bloque la llev al cuartel de
los enfermos.
La mayora de las ejecuciones que se vivieron en Ravensbrck se realizaron
mediante fusilamiento. En ocasiones estas se efectuaban fuera de los parmetros del
mismo campamento, en las zonas boscosas del sur, aunque otras veces, se practicaban
en la parte principal del recinto, en lo que se conoca como Erschiessungsgang o
pasillo de tiro. Sin embargo, nadie poda ver aquellas trgicas escenas, tan solo las
mujeres que haban sido condenadas ya que se encontraban fuera de los muros del
campo. Adems, el nico acceso posible era a travs del crematorio. De hecho, el
posicionamiento de esta zona no era casual, porque una vez que la vctima haba
recibido el disparo, su cadver poda ser arrojado a travs de la ventana abierta del
horno.
Uno de los presos que trabajaba en el incinerador fue Horst Schmidt, uno de los
mayores testigos en las ejecuciones. En concreto Horst recuerda la de dos mujeres a
manos de un par de camaradas de las SS. Las dispararon a quemarropa o
Genickschuss. El sonido poda escucharse en todo el bloque, pero las reclusas jams
diferenciaban de qu parte del emplazamiento provena. A veces, incluso, utilizaban
armas equipadas con un dispositivo silenciador para evitar despertar la curiosidad del
resto del barracn.
Se sabe que miles de mujeres fueron ejecutadas en Ravensbrck, pero a falta de
pruebas, ni siquiera conocemos los espantosos correctivos que finalmente recibieron.
La mayor parte de los registros de las SS fueron borrados o eliminados y nicamente
nos quedan los diarios y documentos escritos por sus vctimas. Uno de los
testimonios ms oportunos sobre los mrtires de este campo de internamiento es el
poema titulado Necrologue, escrito por la reclusa y miembro del Partido Comunista
Johanna Himmler, que nada tiene que ver con el lder de las SS:
Un da hermoso llega a su fin
se acaba el da laboral en el campo.
Inmvil y en silencio se queda
el trozo de bosque que rodea al campo.
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Inmvil y en silencio
Ocho mil mujeres en el pase de revista de la tarde.
Ocho mil mujeres,
Desde nios a mujeres mayores!
Todo parece tranquilo y apacible
Sin embargo en estas caras hay
Una pregunta que les corroe, con esperanza de algo.
Crack! Un disparo repentino!
Los disparos irrumpen en el silencio,
Lgrimas en los corazones y
Los nervios de ocho mil mujeres.
Otra vez silencio profundo, ni un sonido,
Las caras an ms plidas a causa
De los disparos, cabezas gachas, y
En muchos ojos aparecen lgrimas.
Ellos saben que en el otro lado del muro
Tienen camaradas femeninas quienes
En la flor de la juventud estn respirando por ltima vez,
Algunas muy jvenes. Sin embargo por la maana
Iban riendo y diciendo adis camino a las celdas de la muerte.
Solo podemos permanecer de pie y permanecer de pie
Y usar el silencio como un tipo de
ceremonia interna de despedida,
Un pase de revista por sus muertes grandes y valientes.
Ocho mil mujeres!
Quin podra tener este honor?
La tarde ya est desapareciendo,
La oscuridad lo esconde todo
En su bruma pacfica, hasta
Cubrir los crmenes nacidos del odio ciego.
De los corazones de ocho mil mujeres
Viene el grito no pronunciado:
Por cunto tiempo ms? Por cunto tiempo ms?
Como vemos, el sistema nazi dio rienda suelta a un poder virtual de miembros
destacados de las SS como fue el caso de las supervisoras. Si en algn momento el
Fhrer y sus secuaces pensaron en regular aquellas atrocidades, esta qued en el
olvido, porque la decadencia continu hasta el final de la guerra.

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LA BINZ ENAMORADA
Las sesiones de tortura y crueldad despiadada, de sangre mezclada con las lgrimas
de las confinadas, eran una constante en el campo de concentracin liderado por
Dorothea Binz. Existan evidencias claras de que la supervisora pegaba, abofeteaba,
pateaba, azotaba, disparaba y abusaba de las mujeres durante largos periodos de
tiempo, adems de entrenar perros para atacarlas. Sin embargo, muchas de las
reclusas que probaron la severidad de su trabajo concuerdan en afirmar que esta
estaba enamorada. Algo curioso para una persona (si le podemos denominar con este
calificativo) que supuestamente irradiaba felicidad por los cuatro costados. Hasta aqu
podramos pensar que llegamos a su punto dbil, pero lejos de la realidad. Aquel por
quien suspiraba no era otro que Edmund Bruning, SS-Schutzhaftlagerfhrer y
adjunto del comandante Rudolf Hoss, un individuo particularmente violento. De
hecho, algunos expertos subrayan que el ensaamiento de Binz podra explicarse por
aquella romntica relacin que mantenan entre ambos camaradas, ya que Bruning
animaba a su amada a perpetrar todo tipo de abusos. Durante sus largos y
apasionados paseos alrededor del campamento, Edmund la incitaba a acompaarle
para observar las afrentas efectuadas a las reas, para a continuacin, alejarse rindose
por lo que acababan de ver. La relacin dur hasta finales de 1944, cuando Bruning
fue trasladado al campo de concentracin de Buchenwald. Vivieron juntos durante
casi dos aos en una casa fuera de las murallas del campamento, haciendo de su
morada un hogar. En este sentido podramos definir la violencia de Dorothea Binz
como un acto de amor. Por amor explican numerosos expertos. No obstante, hasta
qu punto el amor haba cambiado la personalidad de la Aufseherin? Este era el
verdadero culpable? Si echamos mano de los acontecimientos, nos damos cuenta de
que ciertamente no era as, que la lder nazi ya posea rasgos criminales que se
reflejaban en su rutina diaria.

HABLAN LAS VCTIMAS


Mientras tanto el tormento del ltigo en el bnker hacia mella en las ms rebeldes de
Ravensbrck. En una ocasin la rusa Zina M. Kudrjawzewa fue vctima de varias
tandas de azotes debido a que le haban confiscado un billete donde haba
garabateado un pequeo poema. Las prisioneras ni siquiera tenan derecho a
expresarse mediante la escritura. Su castigo fueron 15 latigazos y la privacin de
alimentos durante veinticuatro horas. Unos das despus fue conducida de nuevo al
bnker por el mismo motivo. Permaneci tres das sin comer al fondo de un calabozo
fro y hmedo. Crey que morira.
La Binz ya se haba ganado la mayor de las famas, ser la peor de las guardianas
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del campamento, la ms perversa y maquiavlica del momento. Aunque tanto sus


antecesoras como sus sustitutas no se quedaron atrs.
Sus ademanes denostaban una irrefrenable autoridad digna de temer por todo
aquel que la rodease, tanto internas como camaradas y auxiliares. Nadie se libraba de
la brusquedad de sus manos. Disfrutaba pasendose y regodendose ante sus
inferiores. As lo admiti durante el interrogatorio que le hicieron el 6 de enero de
1947 ante el tribunal militar britnico en Hamburgo, cuando sostuvo que abofete y
golpe con una regla a las presas que se mostraban insolentes o si negaban las
acusaciones ya probadas. Crea que la verdad ya haba sido establecida.
El tradicional castigo de el ltigo era muy conocido por todos los habitantes del
campamento en Ravensbrck. 25, 50 o 75 eran los golpes que deban soportar las
vctimas en aquellas palizas infrahumanas que nos hacen remontarnos incluso a la
poca de los romanos.
Siguiendo con la recopilacin de testificaciones, me gustara mencionar una que
se encuentra en el libro titulado Ravensbrck escrito por Germaine Tillion,
antroploga de la resistencia francesa y otra de las vctimas de Binz, que durante su
estancia en el centro de internamiento fue testigo de lo que suceda durante las
actividades habituales de la Aufseherin y su clebre 25, 50 o 75 latigazos.
La vctima estaba tumbada semidesnuda, aparentemente inconsciente,
llena de sangre desde los tobillos hasta la cintura. Binz la miraba y sin
mediar palabra la pisote en sus sangrientas piernas y empez a mecerse a
s misma, equilibrando su peso desde los dedos de los pies hasta los
tacones. Quiz la mujer estuviese muerta; de cualquier modo ella estaba
inconsciente porque no mova nada. Despus de un rato cuando Binz se
fue, sus botas estaban embadurnadas de sangre.
Disfrutaba tanto asistiendo a aquellas penas de flagelacin infligidas a una
detenida. El diablo es optimista si cree que puede hacer peores a los hombres,
deca Karl Kraus. Leyendo estos escalofriantes testimonios se podra pensar que en
realidad hasta le produca un verdadero xtasis sexual, como ha sido el caso de
alguna de sus secuaces. Binz se diverta hasta la saciedad ordenando a las prisioneras
que se pusieran en posicin de firmes durante horas y horas, mientras ella las
abofeteaba la cara con total impunidad. Incluso cuando algunas de aquellas mujeres
se derrumbaban vctimas del agotamiento, Dorothea se acercaba hasta ellas y se rea
sonoramente. Aquella risa un tanto diablica, como sus internas se atrevan a
cuchichear, se basaba en el placer malicioso de ver el sufrimiento ajeno hasta lmites
insospechados.
Lo que para los nazis era una muerte natural para la gente corriente y cuerda se
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trataba de hambre, palizas y un trabajo agotador. La muerte en este campo de


concentracin estaba cientficamente organizada. Hasta un funcionario alemn lleg a
escribir en octubre de 1944 que la mortalidad en Ravensbrck era insuficiente y
debera llegar a 2.000 muertos al mes con efecto retroactivo de 6 meses. No me
extraa que las mujeres retenidas all fueran presas del pnico al ver a la que sera su
tutora, Dorothea Binz, pasearse con gesto ttrico por los barracones. Con cada golpe
que propinaba a aquellos despojos humanos, los ojos de la guardiana brillaban con
una alegra a veces infame a veces voraz.
Una superviviente llamada Olga Golovina, que haba sido encarcelada en
Ravensbrck a la edad de 21 aos, explic 39 despus y con lgrimas en los ojos:
Recuerdo a la guardiana Dorothea Binz paseando por el campamento.
An puedo verla ante mis ojos. Una prisionera agotada pasa a su lado,
tropieza y cae. Con denodados esfuerzos se pone de pie y se va
tambalendose.
Semejante escena era suficiente para Dorothea. Ella pedale ms
fuerte, aument la velocidad y atropell a la miserable interna. Luego
llam a los perros y se los lanz. Los perros eran salvajes, feroces,
adiestrados especialmente para destrozar a la vctima hasta que dejaba de
respirar!.
Uno de los testimonios quiz ms impactantes acerca de la bestialidad infligida
por Dorothea Binz, es lo que describe la reclusa Charlotte Mller detenida por
negarse a renunciar a sus creencias, acerca de la paliza que dieron a una compaera
suya. La ya mencionada anteriormente, Martha Wolkert.
Un martes por la maana durante el conteo de presos, me dijeron que
deba acudir antes de la construccin de celdas. Mi Blockalteste me llev
all. All esperaban veintids mujeres de diferentes bloques.
La Oberaufseherin Binz lleg, abri la puerta y nosotras debamos
organizamos de dos en dos a la entrada del stano. No se dijo ni una sola
palabra, cada una estaba ocupada consigo misma. Todas tenan miedo.
Despus de un rato lleg el Lagerkommandant Suhren, el mdico del
campo l siempre deba estar presente, un hombre de las SS y
Schlagerin, una Grnwinklige (alguien que se encarga de dar golpes).
A continuacin, Binz llam a cada mujer por su nmero para que
entrara en el cuarto de castigo. Despus deban volver al final de la fila. Yo
fui llamada casi al final. Mi corazn se me quera salir del miedo, cuando
alcanc a ver cmo la Grnwinklige arrastraba a mi compaera de delante
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hacia la puerta de la habitacin contigua. Binz dict mi orden: "Dos


tandas de veinticinco golpes!".
() Se me orden contar en voz alta los golpes, pero solo llegu a
hasta once. Sent mi trasero como si estuviera hecho de cuero. Cuando
regres a la fila, me sent mareada. Por fin habamos sobrepasado el
castigo corporal. Suhren, la Binz y el comandante de las SS Pflaum
llegaron a la entrada del stano. Entonces Suhren dijo en un tono spero:
"Hagan todas fila! Dense la vuelta y levntense las faldas!"
A continuacin, los tres miraron nuestros traseros. Se rean y hacan
comentarios vulgares. Despus de esta tortura, esta humillacin y esta
burla! [].
Los desprecios y desdenes de las guardianas del campo, incluida Binz, constituan
una norma comn entre las camaradas nazis. El deporte nacional en Ravensbrck era
mofarse de la degeneracin de unas pobres mujeres al borde del bito. Las reclusas
vean a los famosos appells como la nica forma de degradacin que tenan sus
superiores para vencer su resistencia mental. Esta se debilitaba por momentos gracias
al trato vejatorio sometido. Sin embargo, es curioso cmo eran las propias vctimas
las encargadas de construir todo lo necesario para el buen funcionamiento del campo.
Desde oficinas, almacenes, hasta fbricas pasando por la estructura de otros
campamentos secundarios. Todo lo que se pona en marcha all era gracias a las
cientos de supervivientes que hacan precisamente eso cada da, sobrevivir al horror y
a la desmesura, no ya de una guerra sino de la condicin humana en la que se haba
corrompido todo.
Tal y como asegura otra de las damnificadas de esta historia, la componente de la
resistencia francesa, Marie Jo Chombart de Lauwe, en el libro Ravensbrck, el
infierno de las mujeres: el seor Himmler nos explotaba hasta la muerte mientras
obtena grandes beneficios. Y es que Marie Jo fue otra de las testigos de la saa que
se vivi en aquellas cuatro paredes, de la rabia desatada por la Aufseherin Binz. La
vea a menudo porque obligatoriamente tena que pasar por delante del barracn de
las guardianas cuando iba a trabajar. Dorothea se colocaba delante junto al jardn,
siempre acompaada de un perro, esperando a la deportada idnea sobre la que
pudiera descargar su ira.
Un da muy fro de invierno no me di cuenta que ella estaba all
sentada. Yo llevaba las manos dentro de las mangas para protegerme del
fro, lo que no nos estaba permitido. Me vio y me peg con la porra en la
nariz y la cara hasta que ca al suelo[27].

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Alemania no solo era nazismo, tambin exista esa parte rebelde y en continua
lucha ferviente contra el rgimen de Hitler, que en absoluto profesaba ni sus ideas ni
sus convicciones. Los propios alemanes se enfrentaron al Mesas Negro que era as
como proclamaban al Canciller visionarios ocultistas como Eckard para erradicar
un sistema poltico dictatorial, racista y por supuesto, criminal. Entre los grupos que
combatieron apasionadamente por la libertad se encontraba el Partido Comunista de
Alemania (KPD). Una de sus miembros, Barbara Reimann, fue detenida por la
GESTAPO por realizar campaa contra el nacionalsocialismo y por formar parte de
esta ideologa. En un primer momento fue recluida en Ravensbrck como medida
disciplinar. All coincide con La Binz a quien describe con estas palabras:
Dorothea Binz era la jefa de las guardianas y una mala bestia. Tenas
que mantenrtela lejos, porque era realmente muy peligrosa. Con su ltigo
golpeaba a izquierda y a derecha, y la gente echaba a correr. Y si no eras
lo suficientemente rpida, o si ella estaba de mal humor, poda dar una
paliza a una prisionera y dejarla muy malherida. Se pona caliente
apaleando prisioneras[28].
Uno de los instantes ms angustiosos y temidos por Barbara era el de las
selecciones. La Aufseherin se personaba gritando en cada uno de los barracones para
hacerlas formar en el patio, empezando primeramente por el pabelln de la
enfermera. En una ocasin la comunista fue testigo de cmo una joven polaca con
bronquitis era sacada a rastras de la sala y aunque ella quiso ayudarla, un hombre de
las SS le amenaz dicindola: Un paso ms y te vas tu tambin con el transporte.
Nadie pudo hacer nada por aquella chica de tan solo diecinueve aos, que se convirti
en la primera mujer gaseada y quemada de su barracn. Aquella fue la primera
seleccin que presenci y no lo olvidar nunca, explicaba Barbara.
La impunidad que dotaba el Grossdeutsches Reich a las guardianas y sus
aberraciones eran sobrecogedoras. Y nadie de las all presentes poda hacer nada para
evitarlo porque pona en riesgo tambin su propia vida. Ayudar o morir, siempre fue
el gran dilema de las reclusas de estos campos de concentracin.

SUPERVIVIENTES ESPAOLAS EN RAVENSBRUCK


Ms de 132.000 mujeres procedentes de 40 pases cruzaron la entrada de El Puente
de los Cuervos. Entre ellas hubo 400 espaolas que fueron apresadas por su lucha
contra el Gobierno alemn y sus consignas. Aquel pantanoso lugar alberg la parte
ms dantesca e implacable de un centro de internamiento, y aunque poco se habla de

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la deportacin femenina, hay que decir que fueron las que mayor carga soportaron.
Tanto hombres como mujeres sufrieron y lloraron por la fiereza que les rodeaba,
por el olor constante a muerto y el hedor de la descomposicin, pero las internas se
llevaron si cabe, sufrimientos adicionales actualmente impensables en un pas del
Primer Mundo. Me refiero a experimentos propios de la condicin femenina: pruebas
mdicas tales como la esterilizacin, la aceleracin de la menopausia, el asesinato de
sus hijos en presencia suya, y por supuesto, la prostitucin.
El impacto que sufrieron estas fminas super con creces el aspecto fsico o
psicolgico, penetrando con gran angustia en la moral. Entre las miles de reas que
padecieron humillaciones y atrocidades a lo largo de su estancia en el campamento se
encontraba un grupo de jvenes espaolas que llegaron hasta Ravensbrck alzando su
puo en busca de libertad. Sus gritos se ahogaban entre los sollozos de la cmara de
gas y aunque el silencio era lo nico que les mantena en pie, siempre tuvieron fe si
podemos llamarlo as en salir vivas de aquella locura vestida de infierno.

NEUS CATAL
Esta catalana procedente de la localidad de El Priorat (Tarragona), de races
campesinas y diplomada en enfermera, fue miembro fundador del PSUC (Partit
Socialista Unificat de Catalunya).
Junto con su primer marido, Albert Roger, fallecido durante la
deportacin, particip en actividades de la Resistencia francesa y lleg a
ser enlace interregional con seis provincias a su cargo. Su casa era un
punto clave donde esconda a guerrilleros espaoles y franceses y a
antiguos combatientes de las Brigadas Internacionales. Centralizaba la
transmisin de mensajes, documentacin y armas. Hasta que fue
denunciada a los nazis[29].
Tras su detencin por la GESTAPO el 11 de noviembre de 1943, fue trasladada a
la prisin de Limoges, donde la maltrataron salvajemente. Ese sera el principio de su
historia. Dos meses despus, la llevaron a Ravensbrck a bordo de un tren de ganado.
Con una temperatura de 22 bajo cero, a las tres de la madrugada del
3 de febrero de 1944, mil mujeres procedentes de todas las crceles y
campos de Francia llegamos a Ravensbrck. Era el convoy de las 27.000,
as llamadas y as conocidas entre las deportadas. Entre esas mil mujeres
recuerdo que haban checas, polacas que vivan o se haban refugiado en
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Francia, y un grupo de espaolas.


Con 10 SS y sus 10 ametralladoras, 10 "aufseherin" y 10 "schlage"
(ltigo para caballos), con 10 perros lobos dispuestos a devorarnos,
empujadas bestialmente, hicimos nuestra triunfal entrada en el mundo de
los muertos[30].
A su llegada al campo de concentracin dio comienzo el ritual del terror.
Primeramente las duchas de desinfeccin, pelo rapado al cero, inspeccin de todos
los rincones del cuerpo, uniforme de rayas y la asignacin del nmero de prisionera.
El de Neus fue el 27.534 y all se top con una realidad escalofriante: una mujer
electrocutada, enroscada y enganchada en la alambrada elctrica; dos kapos
arrastrando a otra mientras una SS la golpeaba con el ltigo sin darse cuenta que ya
haba muerto haca unas horas.
En Ravensbrck se acab mi juventud el 3 de febrero de 1944, asinti Neus.
Entr en un mundo inconcebible para la mentalidad del ser humano. Un infierno
como describieron cada uno de los supervivientes de aquel horror. Dante ha descrito
el infierno, pero no ha conocido Ravensbrck, ni Mauthausen, ni Auschwitz, ni
Buchenwald. Dante no poda ni imaginar el infierno! Yo tengo una pelcula en la
cabeza en blanco y negro, tal como era todo, porque all no haba colores, segua
explicando la damnificada espaola. No haba colores pero s olores. Olores a carne
quemada, a llagas, gangrena, suciedad Aromas a los que tanto Neus Catal como el
resto de sus compaeras se tuvieron que acostumbrar. Pero cmo se puede uno
habituar a vivir as? Dicen que el hombre ante las vicisitudes se crece y desarrolla
mecanismos nuevos de defensa. Eso fue lo que precisamente hicieron aquellas
mujeres.
Entre las denigrantes situaciones que tuvo que pasar se encuentran los
exhaustivos controles ginecolgicos desempeados sin ninguna higiene y en
condiciones asombrosamente penosas. De hecho, utilizaban el mismo utensilio para
examinar a todas las reas y aquellas que estaban embarazadas tenan poca, por no
decir ninguna, esperanza de siquiera sobrevivir.
A todo mi grupo nos pusieron una inyeccin para eliminarnos la
menstruacin con la excusa de que seramos ms productivas. Ocurri en
1944; no la volv a tener hasta 1951. () Se salvaron muy pocas; los bebs
nacidos eran automticamente exterminados, ahogados en un cubo de
agua, o los tiraban contra un muro o los descoyuntaban. Ellas agonizaban
por las malas condiciones higinicas del parto o se volvan locas por la
impotencia de presenciar tales asesinatos[31].

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La tierra de Ravensbrck se convirti en la peor de las pesadillas, en la mayor


pelcula de terror creada hasta el momento. Si all lloraron las vctimas fue sangre y
no por los muertos, sino por los vivos que permanecan hechos ovillos esperando ser
golpeados de nuevo. Muchas de estas mujeres pensaron en quitarse la vida ellas
mismas. Y quin no en su situacin? Sin embargo, Neus deca que aunque jams
pens en el suicidio, s que dese un da irme a dormir y no volverme a despertar.
Algo que me llama poderosamente la atencin de Neus Catal, la joven
republicana encarcelada en Ravensbrck a la edad de 29 aos, es que an viviendo
entre salvajes, lleg a rerse en muchos momentos y a sentirse una mujer redimida.
He sido deportada, he estado esclava en el campo y me he sentido libre a pesar de
todo, razona con total tranquilidad en la obra Ravensbrck, el infierno de las
mujeres.

CONCHITA RAMOS
De padre francs y madre espaola, tan solo contaba con 19 aos cuando fue
trasladada a Ravensbrck. Particip de forma activa en la Resistencia organizando
grupos de maquis en la zona francesa del Ariege. Tras su arresto por la GESTAPO, se
iniciaron un total de siete interrogatorios cuya herencia fue el desencadenamiento de
una fuerte artrosis a partir de los aos 50. Durante aquellos suplicios su nico
objetivo fue no hablar, a pesar de los golpes y bastonazos que recibi por parte de los
camaradas nazis. Vi cmo les arrancaban las uas de pies y manos a hombres y
mujeres. Tena miedo de hablar, pero no lo hice.
Conchita junto con su ta Elvira y su prima Mara, fueron conducidas al Puente
de los Cuervos en un convoy al que denominaron Tren Fantasma. Lleg a haber
700 hombres y 65 mujeres. Tardaron dos meses en arribar a su destino final. A su
llegada, Conchita con el nmero 82.470, recuerda la primera seleccin:
En Ravensbrck he visto a las SS pegar con saa por cualquier cosa,
a mujeres mayores, a los nios, y hemos pasado horas inmviles al pasar
lista en la Appellplatz. All, quietas bajo un fro tremendo y dbiles,
algunas caan y no las podas ayudar o te echaban a los perros
encima[32].
Las guardianas del campamento eran tan fieras como sus animales y agasajaban y
maltrataban brutalmente a las mujeres que yacan en el suelo. Aquellas palizas
impactaron sobremanera a Conchita, quien adems presenci cmo los ms pequeos
eran atizados y asesinados sin escrpulo alguno. El tema de la maternidad siempre

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fue uno de los temas ms dolorosos a recordar para esta hispanofrancesa.


Muchas fueron detenidas y no supieron durante aos qu pas con sus
hijos. Los buscaron despus con la ayuda de la Cruz Roja. Algunas
tuvieron suerte y los encontraron en orfelinatos. Otras jams volvieron a
saber nada ms.
Una de las vivencias que le marc especialmente, fue cuando accidentalmente
contempl el asesinato de tres nios a manos, y as nos da a entender por los datos
recopilados, de Dorothea Binz, la supervisora en jefe en esa poca. Aquel suceso le
embarg de horror, llenndole de impotencia.
Lo recuerdo perfectamente. Uno de ellos, el ms pequeo, tena solo
tres o cuatro aos y corra por la calle de los barracones. Una de las
Aufseherinnen le grit, pero el nio no la escuch y ella le lanz el perro.
Lo mordi y lo destroz. Despus ella lo remat a palos.
El nico pensamiento de Conchita y del resto de sus compaeras era cavilar que
quedaba un poquito menos, que pronto se terminara todo. La idea de ser liberadas
era lo nico que las haca resistir y mantenerse con vida. Pero no se lo ponan nada
fcil a aquellas prisioneras que trabajaban de sol a sol, vctimas de la esclavitud y la
agresividad. En el caso de la joven espaola, al finalizar su jornada dado que
trabajaba en la fbrica a las afueras de Ravensbrck, siempre dorma fuera, al
borde de la carretera. Daba igual si haca fro, nevaba, si llova o haba hielo, su casa
era el suelo del prado. Incluso all tambin se vivan dramticas escenas repletas de
sangre.
Una noche llegamos a un bosque de pinos. Los rboles eran jvenes, y
las ramas bastante bajas, lo que hizo que nosotras enseguida buscramos
uno grueso para reunirnos todas bajo el rbol. Encontramos un pino que
las ramas tocaban casi al suelo; nos pusimos todas debajo, como pudimos,
y aquella noche los SS, dispararon con las ametralladoras y mataron a
todos los que quedaban de la columna; todos, hombres y mujeres, fueron
asesinados mientras dorman. Cuando se hizo de da y vimos aquella
carnicera, es indescriptible el horror que sentimos, sabamos que eran
malvados y sin entraas, pero ver estos crmenes gratuitos[33].
Al igual que le ocurri a Neus Catal, Conchita Ramos tambin fue testigo de

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cmo los supuestos mdicos del campamento realizaban toda clase de aterradores
experimentos para probar absurdas teoras cientficas.
Cuando me dijeron "te ensearemos a las petites lapines conejitas
", yo, inocente, preguntaba si acaso conseguiramos conejos para
comrnoslos. Nos llevaron a un barracn donde vi mujeres a las que les
haban operado las piernas, cortado tendones, los msculos, rasgado la
piel, se les vea el hueso, todo para experimentar con el cuerpo humano.
Tenan unas cicatrices horribles. A otras les inoculaban productos
qumicos o las amputaban.
Un tiempo ms tarde y debido a su juventud fue conducida junto a su ta y su
prima a un Kommando a las afueras de Berln llamado Auberchevaide. All
trabajaran da y noche fabricando material de aviacin. Junto a ellas otras 500
mujeres. Yo deba controlar las piezas, pero hacamos sabotajes. Lo hacamos todas.
Me dieron muchos bastonazos, contaba orgullosa Conchita.
Con la llegada del bando aliado, la espaola salv su vida y quedaron solamente
115 mujeres ms. Su valenta le vali numerosas condecoraciones como la Legin de
Honor del Gobierno francs y la Medalla de la Resistencia. Sin embargo, nada poda
borrar ya las huellas de la inhumanidad, el salvajismo y la tortura. El silencio fue
traumtico, pero el reencuentro con su familia y el nacimiento de su primer hijo en
noviembre de 1947 lograron eliminar poco a poco sus angustias y miedos.
Cuando vuelvo el pensamiento atrs, me digo siempre: "Despus de lo
vivido, no hay que desesperar; estamos juntos en vida, ya encontraremos la
solucin". Los que hemos vivido tanta tragedia, nos volvemos filsofos y
optimistas, como quieras[34].

MERC NEZ
Paquita Colomer, que era as como Mercedes Nez era conocida entre sus
compaeras del campo de concentracin de Ravensbrck, naci en Barcelona en
1911 en el seno de una familia acomodada con una joyera en Las Ramblas. De padre
gallego y madre catalana, Merc a la edad de 16 aos ya trabajaba como secretaria de
Pablo Neruda, en aquel entonces, cnsul de Chile en la ciudad condal. Ejerce labores
burocrticas en las sedes del comit central del PSUC y UGT hasta que en enero de
1939, decide trasladarse a Francia para asumir la organizacin del PC en La Corua.
Poco despus es detenida y llevada hasta la prisin de Betanzos. En 1940 la trasladan
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a la Crcel de las Ventas de Madrid donde fue condenada a 12 aos y un da por


auxilio a la rebelin militar.
No se sabe si por un error o por obra del destino, el General Juez del Juzgado de
delitos de espionaje procesa la orden de su liberacin y Mercedes es excarcelada el
21 de enero de 1942. A partir de ese momento, comienza una vorgine: primero huye
a Francia, donde pasa un tiempo en el campo de internamiento de Argels; despus se
convierte en parte activa de la Resistencia; y cuando se encontraba trabajando como
cocinera en el Cuartel General de Carcassone facilitando toda clase de informacin,
un chivatazo hace que la GESTAPO la encuentre y la detenga en 1944. Inicialmente
la llevan al campo de Saarbrcken para acabar en el de Ravensbrck.
Para Merc los alemanes no hablaban un idioma, no emitan palabras, ms bien
expresaban aquel fanatismo y brutalidad mediante ladridos. Lo que hacan era
ladrar:
Grupos de SS. Ladrando insultos; [sic] el "obermeister" ladra de tal
manera que le puedo ver todas las muelas de oro y hasta la garganta; [sic]
los altavoces ladran en alemn.[35].
De hecho, la prisionera espaola, perpleja ante los acontecimientos que all se
sucedan, no daba crdito a cmo los nazis mantenan a las presas durante horas y
horas totalmente desnudas, exponindolas en pblico mientras se mofaban de ellas y
las maltrataban. La respuesta de Merc era permanecer impertrrita mientras le
chirriaban los dientes del desespero. Cuando alguna de las supervisoras la miraba no
tena vergenza en verme desnuda en su presencia, como si fuese un perro ms o
una piedra. Es el momento en que termino por excluirlos de la comunidad humana.
Para m son bpedos y basta.
Pese a la aparente fortaleza fsica que mostraba la catalana, en realidad, su salud
no era para nada buena. Cada da intentaba disimular su empeoramiento. Esto le
ayud a salvarse de la cmara de gas y para ser tildada de apta en el trabajo. Ese
premio le vali para iniciar tareas en el combinado metalrgico HASAG donde
fabricaban obuses en un campo de concentracin a las afueras de Leizpig. Su afn por
entorpecer el buen funcionamiento de la mquina del Imperio Nazi, comenzaba por la
propia cadena de produccin donde ella se encontraba.
Muy concienzudamente me harto de enviar al desguace obuses
buenos, de dar como perfectos los defectuosos y enviar a desbarbar los que
tienen medidas correctas. Tenemos que recordar que cada obs inutilizado
son vidas de los nuestros ahorradas.

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La lucha interna de Merc por derribar la monstruosidad de aquellas gentes se


haca constar en cada una de sus maniobras. Y aunque su salud segua de mal en peor,
ella aguantaba y soportaba, no solo las palizas que la propinaban, sino, sobre todo las
humillaciones consumadas contra algunas de sus camaradas.
El sufrimiento era uno de los ingredientes ms difciles y crueles en el da a da de
estas mujeres, que vean cmo el hambre y la muerte las rodeaba continuamente. Los
nios fueron las vctimas ms dbiles de esta barbarie. Cuenta Merc que en una
ocasin una de las guardianas arrebat a una joven madre su beb de tres das. La
conden a trabajar y a producir para una de las empresas alemanas que practicaba la
esclavitud laboral. Si le quedaban fuerzas para vivir, tena que ser destinado para
ellos. El nio fue llevado a la cmara de gas.
A este respecto, hay situaciones lmite que a la misma Mercedes le generaban
vergenza por los sentimientos que le removan. Me refiero, por ejemplo, a aquella
donde los mandos superiores del campo procedan a escoger cincuenta mujeres, que
bien por tener una mala salud, o bien por no ser aptas para el trabajo, acabaron siendo
designadas como transporte (la cmara de gas). Es en ese preciso instante cuando
Mercedes, que como apuntaba tena una salud muy deficiente, temiendo ser elegida
se hizo esta reflexin: Por qu aquella idea indigna, por qu aquella especie de
alivio cada vez que el comandante seala una nueva vctima? Me doy asco a m
misma. Desgraciadamente, era su vida o la de sus compaeras. Era una triste
realidad ensombrecida de extraas emociones. Pero siguiendo con la historia que
explicaba, lleg el momento del macabro cmputo final, y cuando ya haban sido
escogidas cuarenta y nueva mujeres, la joven espaola ayuda a Madame P.
susurrndole que se quite las gafas y las esconda. Eso era signo inequvoco de
debilidad en un centro de trabajo, pero decide no condenarla. Quin es ella para
hacerlo? As que Merc ayuda a la pobre mujer an a sabiendas de que podra no
salvarse y terminar en la fosa. No practica el silencio y ambas mujeres consiguen
escapar a la muerte.
Hazaas como esta, a veces salpicadas por tentaciones y debilidades egostas, son
las que inundan todos los campos de concentracin nazis.
A comienzos de abril de 1945 Mercedes, aquejada por una grave hemotitis
(hemorragia en el aparato respiratorio), es ingresada en la enfermera del
Schoenenfeld (Revier), la antesala de la cmara de gas. Pero tuvo suerte, el mismo da
que iba a ser gaseada el 14 de ese mes las tropas aliadas llegan a las
instalaciones. La joven republicana se haba salvado por los pelos. A partir de aqu
inicia una nueva vida. Se casa con Medardo Iglesias, capitn de asalto durante la
repblica, y tienen un hijo, Pablo Iglesias Nez. El 10 de abril de 1959 el gobierno
francs le concede la Mdaille Militaire y el Presidente de la Repblica Charles de
Gaulle, el ttulo Chevalier de la Lgion D'Honneur, el 2 de enero de 1960.

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Una de las ms famosas reflexiones de Merc, alias Paquita Colomer, la hizo


en su segundo libro El carret dels Gossos, mencionado anteriormente. Este
pensamiento, al finalizar la obra, le dota de cierto sentido moral al narrar sin ningn
tapujo:
Escribo porque se tiene que contar, aunque no sepa demasiado, con
mi vocabulario empobrecido por el auxilio; porque no se trata de hacer
obra literaria, sino de decir la verdad.
[sic] Despus hubo un largo parntesis de sanatorios, hospitales casas
de reposo, recadas y quirfanos. Hubo que vencer el miedo de volver a la
vida normal, aprender de nuevo, como una criatura pequea, los gestos
sencillos: pagar el alquiler, ir al horno a comprar el pan, saludar a un
vecino; salir del ghetto moral, del "yo ya no soy como los dems", "los que
no han ido a los campos no pueden comprender". Y no decirse nunca "yo
ya he hecho bastante, ahora que los jvenes", sino darse a la vida
plenamente, caminar siempre al lado de los que van adelante sin dejarse
como dice Maragall, "llevar a la tranquila agua mansa de ningn
puerto".

SECUNDINA BARCEL
Durante el proceso de rigurosa investigacin y documentacin para la creacin de
esta obra, se ha dado la circunstancia de que en el caso de Secundina Barcel no hay
muchos datos biogrficos, ni siquiera fotos pblicas. De hecho, el nico testimonio
que existe es el que dej a Neus Catal, otra de las supervivientes de Ravensbrck a
la que ya hemos hecho referencia, para el libro que esta public con testimonios de
otras 49 mujeres espaolas y que titul: De la Resistencia y la Deportacin.
Por lo que sabemos, en febrero de 1939 Secundina Barcel entra en Francia
huyendo hacia el exilio a travs de la frontera de Puigcerd. Miles de republicanos
espaoles la acompaaban. Pero fue apresada e internada un par de das en un hangar
de la estacin de La Tour de Ca-rol, junto a otras mujeres, nios y hombres de edad
avanzada. De all fue trasladada a Los Andelys, alojndose en una antigua crcel de
menores hasta junio de 1940. Poco despus huy de las tropas alemanas junto al resto
de la poblacin. Finalmente acab en Pars.
Tras pasar unos das refugiada en un garaje de asilo permaneci en el cuartel
Les Tourelles junto a un numeroso grupo de espaoles donde su compaero, Rafael
Salazar, entr en contacto con Jos Miret, uno de los dirigentes espaoles de la MOI
(Mano de Obra Inmigrada-Main d'oeuvre immigre). En el cuartel emprendieron un
trabajo de organizacin, distribucin de octavillas y prensa clandestina entre los
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espaoles. A su vez se utiliz a Secundina de enlace y para el reparto de diarios, hasta


que en enero de 1941 se march a Orlens. All realiz las mismas actividades, pero a
mayor escala. En enero de 1942 su compaero Rafael Salazar es enviado a la
Bretagne y Secundina se queda sola en Orlens con su hijo de 9 aos:
a pesar de tener que trabajar para poder comer, continu las
actividades clandestinas, poniendo a la disposicin de la organizacin
clandestina la habitacin que ocupbamos y que fue a menudo utilizada
para reuniones de los dirigentes de la MOI y de los "maquis" de la regin;
y tambin algunos perseguidos por los nazis o la Milicia se camuflaban
varios das en mi casa, hasta que se les poda encontrar otro sitio seguro o
los medios para hacerles pasar a zona no ocupada[36].
En cambio, alguien que quera librarse de la crcel y que trabajaba para la
resistencia, la denunci y fue detenida el 19 de julio de 1944. Los agentes de la
GESTAPO irrumpieron en su casa a las tres de la tarde haciendo un registro general e
incautando la prensa, las octavillas y lo que encontraron de valor. Si dicha incursin
se hubiera realizado horas antes, la hubieran descubierto en plena reunin con otros
responsables espaoles, franceses y de la MOI.
Tras su captura, Secundina fue llevada a las oficinas de la GESTAPO en Orlens,
donde la tuvieron 15 das de interrogatorio acompaados de bofetadas, puetazos,
quemaduras con cigarrillos en los brazos. Ante mi silencio, ms tarde emplearon la
matraca, luego el lavabo y finalmente, el suplicio de la baera. Como continuaba sin
querer hablar, me amenazaron con que, si no daba los nombre y domicilios de los
responsables de la Resistencia local y regional, detendran a mi hijo y lo colgaran.
Durante ese tiempo algunos de sus compaeros de batalla fueron detenidos, y
cuando por fin permitieron a Secundina salir al patio, estaba tan desfigurada que sus
camaradas tan solo pudieron reconocerla por los zapatos que llevaba.
A principios del mes de agosto de 1944 fui de Orleans a la crcel de
Fresnes, donde estuve hasta el 15 del mismo mes, en que fui deportada a
Ravensbrck, siete das y siete noches de viaje, 70 mujeres por vagn de
mercancas, en las condiciones trgicas conocidas por todos los
deportados.
Hice la cuarentena en Ravensbrck, que dur menos de un mes, en un
block infecto (como todos), hacinadas y maltratadas (como todas) y nos
hicieron trabajar transportando arena de un lado para el otro, y al
medioda la clsica "gamella" de un lquido pomposamente llamado
"sopa", que era tan infecto como el block.
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Tras un tiempo en Ravensbrck, soportando toda clase de aberraciones y tratos


inhumanos, transfieren de nuevo a Secundina, pero esta vez al campo satlite de
Abteroda donde estuvo unos meses trabajando en una fbrica de material de guerra.
Cumplido el plazo, vuelve a ser deportada ahora al campo de Markkleeberg. De da
cumpla tareas con un pico y una pala y por la noche como refuerzo en la descarga de
vagones de carbn.
Sin embargo, cuando los aliados empezaron a ganar terrenos a los alemanes, estos
decidieron abandonar el recinto junto con las prisioneras a quienes hicieron caminar
por la carretera en direccin a Checoslovaquia. Fueron das interminables. A lo largo
de esa caminata y en un despiste de los guardias, Secundina y otras tres compaeras
suyas consiguieron escapar corriendo campo a travs hasta que por fin dieron con uno
de trabajadoras voluntarias. All les dieron de comer y las escondieron hasta la
llegada de las tropas soviticas ocho das despus.
A finales de 1945 y tras pasar unos das en un hospital de campaa americano,
Secundina consigui llegar a Pars y refugiarse en el hotel Lutetia. Su afn de lucha y
supervivencia dotaron a esta espaola de unas ganas inmensas por derrocar el sistema
de gobierno nazi pese a las trabas fsicas y emocionales a las que fue sometida. La
resistencia que tuvo le vali su ulterior liberacin.

LA FIESTA DE NAVIDAD DE 1944


Si hay algo inaudito en toda la historia de Dorothea Binz, no son ya los ademanes
bruscos, ni las miradas vidas de depravacin, ni siquiera sus actuaciones repletas de
encarnizamiento, o delincuencia. Si existe algo que me ha dejado noqueada mientras
investigaba a este demonio vestido con piel de mujer, es la incongruencia mostrada
en la Natividad de 1944, cuando permiti que un grupo de prisioneros de
Ravensbrck organizasen una fiesta de Navidad para los nios encarcelados. Si hasta
aqu hemos conocido la faceta ms sdica de la personalidad de la Oberaufseherin, a
lo largo de las prximas lneas descubriremos que detrs del monstruo tambin haba
una persona de carne y hueso. O eso pareca.
Aqu me pregunto, por qu esperar a las Pascuas para sacar su verdadero yo?
Es posible que inusualmente la Binz supiese lo que era la compasin? Veamos qu
sucedi.
Un mes antes de la Navidad de 1944 una organizacin conocida como el Comit
Internacional de la Infancia vio la luz en el centro de internamiento de Ravensbrck,
cuyos representantes procedan de casi todos los barracones. Su objetivo principal era
planear, organizar y dar una fiesta navidea a los infantes que all residan en un
intento por llenar de alegra y color un lugar horrible con circunstancias an ms
ttricas. En este sentido, si para aquellos chiquillos la Navidad era un momento
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indispensable en sus vidas, para los integrantes del comit supuso una vlvula de
escape ante tanta muerte y destruccin.
Una vez que la idea de la fiesta recorri todos los rincones del campamento, las
reclusas comenzaron a entusiasmarse. La expectativa y la emocin que suscitaba toda
aquella celebracin les haca olvidarse de su propia tragedia personal. Nada les
entusiasmaba tanto como regalar solidaridad a unos cros que no tenan ni culpa ni
pena de lo que los adultos estaban haciendo.
Todo el mundo quera colaborar, planificar, dar ideas y sobre todo participar en
aquella risuea gala. Para ello, a principios de diciembre se idearon cuentos y
canciones especiales para la ocasin; contaran con el llamado Hombre de la
Navidad, el equivalente a Santa Claus; y por supuesto, habra comida extra para los
nios, as como pequeos regalos. Todo era poco para alegrar la vida de una infancia
truncada por la guerra y por el radicalismo del Nacionalsocialismo.
Una de las partes del programa ms especial y que inspiraba una mayor agitacin
entre las fminas encargadas de llevarla a cabo, era un espectculo de
Kasparltheather (tteres). La imaginacin y las risas estaban aseguradas.
Aqu me gustara recalcar que cualquier actividad que se hiciese en el
campamento deba de ser aprobada por las autoridades del campo. Todo lo que
suceda y sucediese tras aquellas rejas deba de pasar por las manos de la supervisora
en jefe Binz y sus ayudantes. De hecho, en cuanto al evento navideo se desconocen
qu negociaciones se produjeron y cmo consiguieron su aprobacin. Pero as fue,
permitiendo al comit usar un cuartel que recientemente haba sido anulado y
desinfectado y que se conoca como Bloque 22.
Tras la obtencin del permiso el equipo de trabajo de la madera se encarg de
construir el escenario y el teatro de marionetas; el de la pintura de dejarlo todo listo y
embellecido; y los presos soviticos de dejar apunto la iluminacin y los aspectos
ms tcnicos. Una artista checa fabric las cabezas de los tteres y las reclusas
francesas cosieron sus trajes. Incluso, talaron un magnfico rbol navideo para que
todo fuera perfecto decorndolo con papel de aluminio y velas.
La celebracin de esta fiesta tambin contemplaba la comida, as que la mayora
de las presas comenzaron a guardar pan y mermelada por si sus captores no cumplan
su palabra de dar racin extra a los nios. Adems, las internas fabricaron los regalos
con sus propias manos, sirvindose de las telas robadas de alguna de las fbricas
textiles de las SS donde trabajaban a diario, e incluso, idearon la forma de hacer
juguetes con cualquier cosa que se encontraban. Pero una semana antes de la
celebracin de la fiesta, el personal nazi con Dorothea a la cabeza, empez a
sospechar que sus reas estaban robando materiales, por lo que iniciaron una especie
de controles en los que se confiscaron algunos de estos regalos. Tras el incidente, el
comit infantil decidi ser ms cuidadoso con el tema de los presentes. Para ello en

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vez de entregarles los juguetes el mismo da de la fiesta, sera el Hombre de Navidad


quien se los colocara bajo sus almohadas.
Aunque el entusiasmo de los adultos era evidente con tal de hacer felices a las
criaturas, lo cierto es que a causa de los conflictos internos surgidos entre las reclusas
durante la organizacin del evento, finalmente hubo una escisin en el comit. Las
desavenencias vinieron de parte del grupo de reclusas de Polonia que queran una
fiesta religiosa con historias procedentes de la Biblia y msica genuina para los 96100 nios polacos del campo. Para ellas el evento organizado por el Comit
Internacional de la Infancia, del que formaban parte las comunistas, se estaba
convirtiendo en una celebracin demasiado laica en la que no estaban para nada de
acuerdo. As que ahora haba dos fiestas de Navidad.
Lleg el gran da. La tarde del 23 de diciembre de 1944 el Comit Internacional
de la Infancia en Ravensbrck inici su especial fiesta navidea para todos los nios
del campo de concentracin, excepto para los polacos. El Bloque 22 fue transformado
completamente y a la llegada de los ms pequeos se encontraron con tableros
forrados de papel de aluminio donde se haban depositado raciones de salchichas y
mermelada. En otra de las estancias del barracn, aquel donde se encontraba el
escenario del teatro de tteres, se haban apilado filas de taburetes para que no se
perdieron el ms mnimo detalle.
Todos se encontraban sentados ya cuando las confinadas encargadas de tocar
msica llegaron a la sala. Aquella tarde la habitacin tena una iluminacin especial.
Las velas del rbol de Navidad lo inundaban todo, aportando un ambiente clido al
fro bloque. Momentos antes de que todo diera comienzo, los nios se sentan
entusiasmados, alegres, esperando expectantes.
En la puerta, una de las representantes del comit notific al oficial al cargo el
tiempo que durara aquella velada. Entonces, la Oberaufseherin Binz y su amante el
SS-Schutzhaftlagerfhrer, Edmund Bruning, entraron en la sala para unirse al
espectculo. Al verles, los chiquillos se pusieron firmes. All de pie, los pequeos
escucharon un breve discurso del ayudante del comandante que los alentaba a ser
buenos compaeros para que pudieran celebrar la prxima Navidad en casa. Los
menores lo miraban temerosos, le tenan pavor.
Al finalizar el banal alegato, dio comienzo la fiesta mientras el coro interpretaba
Oh Tannenbaum. Entretanto los dos superiores se colocaron en la primera fila. Todos
cantaban con aparente felicidad. Pero repentinamente, los nios dejaron de alzar la
voz. De sus labios no sala ya ninguna nota, no podan cantar ms, as que
comenzaron a llorar y sollozar. Primero en silencio, pero despus ms y ms fuerte.
Los recuerdos de su ltima Navidad en casa les hizo derrumbarse y acordarse de que
no tenan a sus familias cerca. Nadie poda cantar. El coro tan solo dio unos pequeos
compases, pero no pudo evitar que las lgrimas corrieran por sus rostros. La sala se

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llen de absoluta tristeza, de rabia contenida, de miedo por no saber si volveran a sus
hogares tal y como les haba recordado Bruning en su sombro discurso.
Y entonces sucedi lo que nadie se esperaba.
La brutal Oberaufseherin Dorothea Binz, se levanta plida y sale
corriendo, tras ella sale Bruning. Tal vez se sinti culpable, o quiz le
quedaba en el ltimo rincn de su corazn, un poco de compasin que no
quiso demostrar? Acaso sentan la injusticia que les haban causado a
estos nios? Nosotras respiramos con alivio cuando ellos salieron de la
habitacin. Las compaeras se calmaron rpidamente. Apagaron las velas
y encendieron lamparitas de colores en el teatro de muecos: cuando
Kasperle apareci y fue engaado por el insolente Atze, lentamente los
nios olvidaron sus penas. Ya se poda escuchar una tmida risa. El barullo
detrs del teln se hizo cada vez ms alegre, Atze cada vez mas descarado,
y Kasperle saltaba de un lado para el otro del escenario. En ese instante
estall una fuerte risa. Lo habamos logrado, los nios comenzaron poco a
poco a olvidar la realidad que les rodeaba. Las luces del rbol de Navidad
fueron encendidas nuevamente y ahora lleg la hora de abrir los regalos:
Dos rebanadas de pan para cada nio![37].
Desde su apertura el 15 de mayo de 1939 la Navidad de 1944 supuso el mayor
acto de solidaridad jams visto en el campo de Ravensbrck. La propia Dorothea
Binz, una de sus ms atroces maltratadoras y asesinas, tambin sucumbi
aparentemente a aquel espritu navideo. Son bastantes las conjeturas que podemos
extraer tras su inesperada reaccin. Imagino que ver a todos aquellos nios llorando
porque en el fondo saban que esa iba a ser la ltima vez que celebraran algo as, la
debi de conmover o si cabe, remover las extraas. De todas formas, para reclusas
comunistas como Erika Buchmann, la momentnea generosidad exhibida por sus
verdugos no significaba un acto solidario en s mismo, sino el pnico que tenan al
saber que el ejrcito sovitico ya se iba acercando.
Porque, hasta qu punto criminales de la talla de Binz mostraran un arrojo de
humanidad si por otro lado, participaban activamente en la seleccin de nios para
experimentacin y gaseamientos? No podemos hablar de lgica, porque es evidente
que todo lo que aconteca tras los muros del campamento, no la tena. Los miembros
del Tercer Reich jams la tuvieron.

HUIDA DEL PUENTE DE LOS CUERVOS

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La guerra iba avanzando y el bando aliado iba ganando terreno a los alemanes,
quienes poco a poco iban sintiendo lo que era el miedo, pero no el temor a ser
encarcelados y juzgados, sino el pavor a perder el poder que haban conseguido en los
ltimos aos. Ya lo augur el ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels, en uno
de sus muchos artculos correspondientes a los diarios publicados bajo el ttulo Die
Tagebucher von Joseph Goebbels: No sentimos compasin por los judos, la nica
compasin es hacia el pueblo alemn. En aquellas palabras radicaba la crueldad de
unos actos ejecutados por sus subordinados, que en obediencia a Hitler y a la
ideologa nazi, aniquilaron a seis millones de personas. No podemos fusilar a tres
millones y medio de judos, no podemos envenenarlos, pero tenemos que ser capaces
de dar los pasos suficientes para llevar a cabo con xito su exterminio, declar en
otra ocasin el poltico germano.
Este espritu de superioridad, oriundo de las ms altas esferas, era el que tambin
reinaba a pie de campo, en los de Ravensbrck, Auschwitz, Bergen-Belsen, Dachau y
tantos otros. All el personal responsable de vigilar a los reclusos, como la
supervisora en jefe Dorothea Binz, reparta todo tipo de maltratos. En su afn por
mantener su rango y poder sobre los dems, continu con su rutina de sacrificios y
aberraciones tanto en el interior del temido bnker como fuera de l. Pero el tiempo
corra velozmente y el rgimen nazi iba perdiendo terreno con relacin a sus
enemigos. Era el momento de alejarse y Binz no poda quedarse atrs.
Unos das antes de la liberacin del campo de concentracin de Ravensbrck, la
Oberaufseherin y el resto de guardias procedieron a evacuar el campamento para
evitar ser sorprendidos por el ejrcito ruso, quien segn las noticias que les llegaban,
estaba cada vez ms cerca. De este modo y para evitar que el mundo supiera de la
existencia de estos centros de exterminio, no solo se procedi a la destruccin de toda
clase de documentacin que les incriminara sino que adems, se iniciaron las
llamadas marchas de la muerte. Estas consistan en el traslado forzoso de miles de
prisioneros, unos 20.000 en aquel momento, de Ravensbrck hacia el interior de
Alemania. Entre los cabecillas de aquella magna evacuacin se encontraba, cmo no,
la Binz.
Durante aquellos das, hablamos que esta situacin se produjo hacia el 27 de abril
de 1945 y que la liberacin del campo fue tan solo tres das despus, no se sabe a
ciencia cierta qu ocurri en aquellas largas caminatas donde los reclusos, hombres y
mujeres, no tenan nada que llevarse a la boca. Muchos murieron por el camino, otros
fueron asesinados por convertirse en un lastre y algunos ms, quiz mentalizados por
las circunstancias, preferan seguir andando hasta la extenuacin. En cambio, algunas
informaciones apuntan a que en realidad esta supervisora decidi huir por su cuenta,
deshacindose de su uniforme y de su identidad y dejando atrs la destruccin de la
que haba formado parte. Por suerte, mientras Ravensbrck era liberado del horror
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por militares rusos el 30 de abril, Dorothea Binz era capturada por los britnicos en
Hamburgo el 3 de mayo. Al final, el demonio haba sido enjaulado.
La criminal y varias auxiliares de las SS fueron trasladadas a una prisin de
reciente creacin en la ciudad de Recklinghausen, lugar antiguamente utilizado como
satlite por el despreciable campo de concentracin de Buchenwald.
La Oberaufseherin Binz y sus camaradas fueron juzgados en Hamburgo entre el 5
de diciembre de 1946 y el 3 de febrero de 1947. Esta vista fue la primera de los siete
procesos que se celebraran para averiguar lo acontecido en este campo de
concentracin. Recibieron el nombre de los Juicios de Ravensbrck. Todos los
inculpados (Dorothea Binz, Johann Schwarzhuber, Gustav Binder, Rolf Rosenthal,
Greta Bosel, entre otros) fueron acusados conjuntamente de:
cometer un crimen de guerra en cuanto que ellos, siendo miembros del
personal del campo de concentracin de Ravensbrck entre los aos 19391945, y en violacin de la ley y de los acuerdos de guerra, cooperaron en el
maltrato y asesinato de los internos nacionales de los Pases Aliados.

PRIMER JUICIO DE RAVENSBRCK


Durante aquel proceso judicial presidido por el mayor V.J.E. Westropp la estrategia
del abogado defensor de Dorothea Binz, el Dr. Alfred Beyer, fue clara: acarrear toda
clase de responsabilidades a sus superiores directos respecto a las decisiones tomadas
en el campo de concentracin. Es decir, todo cuanto la Oberaufseherin hizo o deshizo
durante su estancia en Ravensbrck, fue gracias al cumplimiento de rdenes que
reciba de la comandancia. Sin embargo, por qu y para qu se interrogaba a las
prisioneras del campamento? Esa era una de las muchas cuestiones que emergieron a
lo largo de la vista y que Binz respondi argumentando que era una forma de proteger
el centro.
Tambin se habl de los famosos castigos corporales que supuestamente
infliga en primera persona como hemos visto anteriormente, lo haca con
severidad, y que segn parece solo deban de llevarse a cabo en situaciones
excepcionales.
Cuando su abogado pregunta a Dorothea sobre la posibilidad de que las presas en
realidad se sentan satisfechas con el trato recibido, ella replica: Creo que prefieren
eso a ser privadas de su comida, o algo ms. Aqu la supervisora dej entrever los
castigos que imponan el comandante del campo y el Schutzhaftlagerfhrer (su
adjunto). Segn datos aportados por la acusada, ella lleg a entregar a sus superiores
en torno a 50 o 60 denuncias escritas por las prisioneras. Estas se las entregaban al
Funktionshaftlinge (prisioneros que se utilizaban como guardias), quien a su vez se
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las haca llegar a la Oberaufseherin.


Durante su interrogatorio Binz confes haber abofeteado o golpeado con una
regla a alguna rea impertinente, pero neg que hubiera denuncias ya probadas sobre
el tema. Incluso indic haber sido testigo presencial de aquellos presuntos delitos y
que si en algn momento se volvi violenta, fue tan solo una cuestin de hacer
cumplir el orden y la disciplina en el centro. La nica forma de garantizar que los
30.000 presos pasaran lista para ir a trabajar era recurriendo a la fuerza.
La cobertura de prensa en el juicio de Ravensbrck fue fundamental para dar a
conocer al mundo lo que haba sucedido durante la guerra. Al fin y al cabo en este
proceso declararon numerosos supervivientes, por lo que se haca imprescindible la
participacin de la mayora de pases de Europa. La cadena BBC fue una de las
encargadas de informar sobre los experimentos realizados, aunque las mejores
improntas se obtuvieron gracias a una cmara robada del campamento donde haba
fotografas de las propias vctimas con sus heridas infectadas y sus piernas mutiladas.
Aquello conmocion a la opinin pblica.
En las primeras tres semanas de juicio y procedentes de nueve pases diferentes,
un total de veintin testigos declararon sobre las condiciones de vida que
prevalecieron en el campo. Y a principio de enero de 1947 los reportajes de los
peridicos empezaron a mostrar la magnitud de las vejaciones realizadas por los
mdicos alemanes en los recintos de internamiento.
Los diarios britnicos como el Daily Mail, The Sunday Dispatch y The Dotty
Express enviaron corresponsales propios para cubrir el juicio e informar diariamente
sobre lo que suceda en la sala. Haba opiniones para todos los gustos. Algunos se
posicionaban a favor de los acusados, disculpndolos completamente, mientras que
otros los sealaban para ser ajusticiados por un verdugo. De hecho, una mujer que
conoca Ravensbrck puso en duda la calidad de los declarantes pese a sentir jbilo
por la condena a muerte de la mayora de los imputados. En una carta escrita en
marzo de 1947 a una amiga suya le cuenta:
He seguido el juicio de Ravensbrck y estoy satisfecha de que la
bruja, Binz (la acusada), est acabada. Ahora su cabeza de ngel
comenzar a pudrirse. No estoy contenta con el resto de los veredictos.
Tuve la sensacin de que los testigos no fueron lo suficientemente claros.
Bien, dime Kate, dnde estn los dems?. An estn desaparecidos; no
fueron detenidos?[38].
Por otra parte, durante las ocho semanas que se prolong este primer proceso,
acudir a la corte se haba convertido prcticamente en un evento social. Una vez
dentro, la gente comentaba qu ocurra en su interior, pero sobre todo cul era el
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verdadero comportamiento de los acusados. Ellos estn sonriendo y moviendo sus


manos, deca un testigo.
Pero sus caras muestran claramente que son completamente
indiferentes al juicio. Estas bestias que arrancaron los dientes de oro de
gente inocente y que les golpearon y destrozaron, no se dan cuenta de que
son justamente acusados por la nacin alemana y no por la britnica. La
mayora de ellos son bastante jvenes, y aunque parecen algo cambiados,
uno se da cuenta enseguida de que han terminado con su vida. El
excomandante del campo parece como un gitano viejo[39].
El 3 de febrero de 1947 el Major Westropp ley el veredicto. Juzgaba y
condenaba a Dorothea Binz, Oberaufseherin de Ravensbrck, a morir en la horca por
cometer crmenes de guerra. Los dramticos y escalofriantes testimonios que se
escucharon en la sala la sealaron como uno de los brazos ejecutores e indiscutibles
de aquella masacre.

MURI CON ENTEREZA


A las nueve de la maana del 2 de mayo de 1947 en la prisin de Hameln, Dorothea
Binz se encontr cara a cara con su verdugo, el britnico Albert Pierrepoint, quien le
seal dnde deba colocarse para proceder a la ejecucin. Justo en ese mismo lugar,
pero diecisis meses antes, tres de sus alumnas ms aventajadas, Irma Grese,
Elisabeth Volkenrath y Juana Bormann, haban encontrado la muerte. Curiosamente,
la supervisora nazi se enfrent a su ejecucin con la misma entereza y serenidad con
la que tiempo atrs lo haban hecho sus camaradas.
All se encontraba Binz, con los pies en la trampilla, esperando a que Pierrepoint
le colocase la capucha negra y la soga alrededor del cuello. Unos segundos despus
se pudo escuchar el crujido de la muerte. Dorothea Binz, la despiadada criminal que
haba asesinado cruelmente a miles de mujeres, acababa de morir.

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Hermine Braunsteiner. La yegua de Majdanek

Despus de 15 o 16 aos, por qu molestan


a la gente? Yo fui castigada lo suficiente.
Estuve en la crcel durante tres aos.
Tres aos, te lo puedes imaginar?
Y ahora quieren algo de nuevo de m?
Hermine Braunsteiner

No siempre la justicia apresa a quienes cometen delitos del calibre que entraa este
libro: los crmenes de guerra. Hermine Braunsteiner fue una de las afortunadas.
Clebre por su sadismo en los campos de concentracin de Ravensbrck y Majdanek,
la guardiana nazi despleg sus malas artes contra mujeres y nios ensandose con
ellos a patada limpia. Aquella crueldad acababa normalmente con la muerte de sus
vctimas. De ah que la denominasen la Yegua. Una de sus coces poda dejar fuera de
combate a cualquiera. Pero la atrocidad de la Aufseherin no solo se reduca a este tipo
de castigos, muchas de las supervivientes del centro de internamiento relataron
durante el juicio cmo en una ocasin haba matado de un tiro en la cabeza a un
pequeo al que su padre pretenda ocultar, o cmo pareca disfrutar propinando
severos latigazos en el rostro de sus prisioneros.
Pero toda aquella violencia qued impune ante la ley cuando tres aos despus de
su detencin, hablamos del ao 1950, fue puesta en libertad. Entonces, Braunsteiner
decide mudarse a Estados Unidos y tras su boda con un electricista americano se
cambia el apellido por el de Ryan. Se haba transfigurado en la vecina perfecta del
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barrio neoyorquino de Queens. Su tranquilidad concluye cuando, pese a conseguir la


nacionalidad americana, el famoso cazador de nazis Simon Wiesenthal da con su
paradero en el ao 1964 e informa inmediatamente a las autoridades. A partir de aqu
se inicia una batalla para obtener su extradicin al pas de origen y para que sea
juzgada de nuevo. El proceso se lleva a cabo en Dsseldorf en el ao 1975 y concluye
seis aos despus uno de los juicios contra criminales de guerra nazis ms largo de
la historia. An siendo sentenciada a dos cadenas perpetuas por asesinar a un total
de 1.082 personas, en abril de 1996 el primer ministro alemn Johannes Rau, le
perdona el resto de la pena merced a su mala salud. Muchos ratifican que la
Aufseherin muri en 1999 en Bochum; ahora bien, un periodista del New York Times
asegur que pudo entrevistarla en el 2004.
Hermine Braunsteiner vino al mundo el 16 de julio de 1919 en la ciudad austraca
de Viena en el seno de una familia de clase trabajadora y humilde. Su padre Friedich
Braunsteiner trabajaba de chfer de una
fbrica de cerveza, aunque hay informaciones que apuntan a que adems, ejerca
como carnicero. Su madre, Mara, era asistenta del hogar y se dedicaba a limpiar
negocios y casas. La pequea Hermine, la ms joven de siete hermanos, fue instruida
bajo la ms estricta educacin catlica, algo sorprendente cuando profundizamos
sobre su carrera profesional en los campos de concentracin. De hecho, en su casa
no se hablaba de poltica, ni se discuta sobre ello. Ninguno de los miembros de su
familia mostraba inters alguno ante tal circunstancia, podemos decir que sus
progenitores sentan una total indiferencia frente a los temas gubernamentales o
estatales. No obstante y contra todo pronstico, su hija acabara formando parte de
uno de los aparatos polticos ms descabellados del siglo XX: el nazismo.
Aquella jovencita alta, rubia y de ojos azules, bastante atractiva y de mirada
intensa, tena un sueo: ser enfermera. Imaginamos que aquel afn por dedicar su
vida ayudando a sus allegados, tena mucho que ver con el acrrimo sentimiento
catlico que le haban inculcado desde nia. Su frustracin fue grande al no poder
hacer realidad su deseo solo estuvo ocho aos en el colegio, as que tuvo que
conformarse con trabajar en una fbrica de cerveza adems de como empleada
domstica.
Entre 1937 y 1938, un ao antes de afiliarse al partido nazi, se march a
Inglaterra para ejercer como asistenta en la casa de un ingeniero estadounidense.
El 15 de marzo de 1938 tras el Anschluss (unificacin) de Alemania y Austria
donde el pas austraco se incorporaba a la Alemania nazi como una provincia del III
Reich pasando de denominarse Osterreich a Ostmark, Hermine se convierte
automticamente en ciudadana alemana y decide regresar a Viena. Pocos meses
despus y ante las pocas expectativas laborales, vuelve a mudarse, pero esta vez a
Berln. All conoce la poltica de Hitler y tal y como les sucedi a muchas de las que

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seran sus camaradas, la fascinacin le llev a afiliarse al partido nazi. Aquella nueva
ciudad le abre los ojos y le descubre un mundo muy distinto al que ella estaba
acostumbrada. Para mantenerse encuentra trabajo en las fbricas de aviones Heinkel,
factora de donde salieron algunos de los aviones ms rpidos de la poca. Pero el
sueldo que era ms bien bajo no daba ni tan solo para vivir dignamente. As es que
Braunsteiner, dicen las malas lenguas que presionada por su casero, se arriesga a
presentarse como guardiana de prisioneros en los campos de concentracin. La
tentacin de cobrar cuatro veces ms le hizo caer irremediablemente en la trampa y el
15 de agosto de 1939 comienza su entrenamiento como Aufseherin a las rdenes de
Mara Mandel en el campamento de prisioneros de Ravensbrck.

GUERRA ENTRE BESTIA Y YEGUA


Aquel verano se prevea diferente para la recin llegada Hermine Braunsteiner.
Despus de su polifactica trayectoria laboral, El Puente de los Cuervos sera un
nuevo escalafn, un reto a superar da tras da. Su nico objetivo era demostrar ante
sus camaradas que ella s serva para el puesto de guardiana y si tena que
contentarles de alguna forma un tanto especial, lo terminara haciendo.
Lo que empez siendo una corta etapa de instruccin, tal y como les haba
sucedido a otras compaeras, acab por ser su primer destino como Aufseherin a
cargo de un nmero determinado de prisioneros. Se exhiba ante ellos con ciertas
dotes de soberbia, altivez y sobre todo violencia. Poco a poco fue desplegando su
lado ms inhumano y brbaro. Practicaba originales procedimientos infringiendo
patadas a los internos hasta dejarles inconscientes. Entre las supervisoras que
Braunsteiner tuvo durante su etapa ms dorada estaban las Oberaufseherin Emma
Zimmer, Johanna Langefeld o Mara Mandel, quienes conocan a la perfeccin su
modus operandi. Ninguna de ellas le replic lo ms mnimo si se exceda en sus
acciones, ms bien todo lo contrario. Con la nica con quien lleg a tener problemas
en los ltimos meses de permanencia en Ravensbrck fue con La Bestia de
Auschwitz. Ambas se hacan notar, de eso no caba duda; sus sanguinarios mtodos
eran muy populares en todo el recinto y ninguna quera perder ni su hegemona ni su
poder frente al comandante Max Koegel. Esto es, de marzo a octubre de 1942 Mandel
y Braunsteiner empezaron una batalla campal para ver quin continuaba con la
supervisin de Ravensbrck. Sin embargo, Hermine perdi y la relegaron a ser su
auxiliar.
Si las perversiones tuvieron nombre, esas llevaban el de las dos criminales
nacionalsocialistas.
En las dilatadas jornadas en el temido bnker donde se castigaba a las reclusas
por cualquier disparate, Mandel y Braunsteiner desplegaban su lado ms
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maquiavlico dando rienda suelta a sus fantasas ms enfermizas. Los gritos de sus
vctimas se podan escuchar en varios kilmetros a la redonda. La aparicin de estas
dos fminas haca tremular al mismsimo lucifer. Algunos escritores y dramaturgos
como Eugene Ionesco, se atrevieron a garantizar que la nica explicacin para el
Holocausto Judo est en la demonologa.
Pero algn da tena que zanjarse esa insostenible situacin entre las dos
guardianas. Por ello, en octubre de 1942 mientras que Mara Mandel fue transferida
al KL Konzentrazionslager de Auschwitz, Hermine Braunsteiner hizo lo propio pero
al de Majdanek donde ejercit todo lo aprendido en su destino anterior. Su
espeluznante fama ya la preceda, por lo que cuando lleg, muchos de los confinados
que esperaban el milagro de la liberacin supieron que no llegaran a conocerla
jams.

MAJDANEK Y EL GASEAMIENTO DE PRESOS


Aquel centro de destruccin humana fue construido por la Alemania nazi en la
Polonia ocupada. Ubicado a unos cuatro kilmetros de la ciudad de Lublin cerca de
la frontera con Ucrania este centro se erigi en 1941 por rdenes expresas del
comandante de las SS Heinrich Himmler. El principal cometido era recibir a
prisioneros de guerra polacos capturados por los nazis. En cambio, bajo la
supervisin del comandante Karl Otto Koch este fue transformado en un campamento
de internamiento para toda clase de reclusos.
Si comparamos a Majdanek con otros campos de su misma ndole, podemos
destacar que este no estaba escondido en ningn lugar apartado para que nadie
supiera de su existencia. Ni tampoco tena un bosque alrededor o estaba cercado por
zonas de exclusin. Cualquier civil que se pasease por los aledaos poda divisar lo
que acaeca en su interior.
Al principio, Majdanek alberg a unos 50.000 prisioneros de guerra pero con la
llegada de judos deportados en febrero de 1943, la poblacin aument a 250.000
reos. Fue en ese preciso instante cuando este campo de concentracin se transform
en uno de exterminio.
Su capacidad iba en aumento. Las avalanchas de trenes plagados de deportados
inundaban las calles de un recinto que, poco a poco, tuvo que ampliarse y dividirse en
seis campos diferentes. Por un lado, tenan una zona de aislamiento para mujeres
dirigida y supervisada por guardianas tan depravadas como Elisabeth Knoblich, Else
Erich y la mismsima Hermine Braunsteiner. Tambin disponan de un hospital para
desertores rusos; haba una zona de alejamiento para prisioneros polticos polacos y
judos de Varsovia; y el nmero cuatro, albergaba a prisioneros soviticos y rehenes
civiles. En el campo cinco haban levantado un hospital para hombres y en el nmero
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seis, la zona de las cmaras de gas y crematorios.


En el distinguido como Campo de mujeres los nios acompaaban a las
fminas y eran custodiados, seleccionados y eliminados por sus cuidadoras. En
menos de tres aos la poblacin de Majdanek se redujo de 500.000 seres humanos
de 28 pases y de 54 grupos tnicos a 250.000. Los nazis se encargaron de
asesinarles y seleccionarles para las cmaras de gas entre ellos a 100.000 mujeres
. Inclusive, cuando se daban casos donde la madre no quera separarse de su
pequeo, esta era liquidada con gas junto a su hijo.
La situacin que soportaban los cautivos en Majdanek era humanamente
insostenible. La esclavitud a la que estaban sometidos era increble. Trabajaban doce
horas al da y los nicos alimentos que reciban era medio litro de t a la hora del
desayuno y poco menos de un litro de sopa en la comida. Las bajas por inanicin iban
in crescendo a diario, aunque en verdad, el motivo real por la que toda esta gente
mora era la violencia ejercitada contra ellos. Braunsteiner era una de las ms
respetadas por la temeridad que irradiaba contra sus prisioneras. Sobresala por su
crueldad y sadismo, por patear a las ancianas hasta matarlas, por pisotear sin
escrpulos. Por eso la apodaron the mare (la yegua), kobyla (en polaco), o la Stute
von Majdanek (en alemn). Aquellas patadas eran estrepitosamente insoportables.
Desde el 16 de octubre de 1942 la muchachita rubia de ojos azules que haba
engatusado a sus superiores con tan solo 23 aos, campaba a sus anchas en
Majdanek. Despus de su llegada al campamento la Aufseherin pas de trabajar en
una fbrica de ropa a cumplir la orden de ayudar en lo que se conocera como el
exterminio total.
Durante aquel otoo el comandante Koegel decreta el gaseamiento masivo de
presidiarios a causa de la sobrepoblacin que estaba sufriendo el campo. Como en un
primer momento, el nmero de reclusos destinados a morir no eran muchos, se
utilizaron botellas de monxido de carbono. Al final, con el transcurso de los meses,
se determina que la eliminacin total de la poblacin reclusa juda de Majdanek se
hara usando el Zyklon-B.
En enero de 1943 y gracias a su talante demoledor Braunsteiner fue promovida
como asistente de guardia de su camarada Elsa Erich y de otras cinco mujeres ms.
Aqu su papel fue crucial, ya que se ocup de las selecciones de reos que moriran en
las cmaras de gas. Majdanek tuvo dos patbulos, siete cmaras de gas y varios
hornos crematorios.

EL GRITO DESGARRADO DE LAS REAS


Segn numerosos testigos, Hermine Braunsteiner realizaba su ronda por el Campo
de las mujeres vistiendo unas botas altas negras con tacones reforzados de acero.
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Con ellas poda patear y golpear a las internas hasta la muerte. En el caso de que los
ataques no terminasen con la vida de la rea, los impactos haban sido tan demoledores
que le poda dejar con la cara completamente desfigurada.
Sus azotes con un ltigo tambin eran del todo conocidos por las prisioneras del
campamento, acciones que jams fueron reprendidas por las dems compaeras. Su
sombro talante haca temblar a todo aquel que se presentase a su lado. Algunas de las
testificaciones ms lgubres describen a Braunsteiner como una mujer atroz,
excesivamente sdica y de sangre fra.
En el tercer juicio de Majdanek celebrado en la ciudad de Dsseldorf en
noviembre de 1975 casi veinte aos despus de la puesta en libertad de
Braunsteiner, una de las internas que haba conseguido sobrevivir declar haber
visto a la acusada ayudando a cargar en los camiones a los nios que iban a ser
conducidos a las cmaras de gas.
Eva Konikowski, exprisionera catlica y polaca que fue apresada por ayudar a
familias judas, asegur ante la Corte que en un ocasin la Yegua le haba golpeado
con una porra de goma por no haber efectuado apropiadamente las tareas de
lavandera del campo. An conservaba las marcas de aquella paliza en su brazo.
Tambin seal que esta criminal junto con su supervisora Else Ehrich, haban
conducido a las cmaras de gas a numerosos pequeos. Les dieron a los nios
algunos caramelos y llevaron a los pequeos a las cmaras de gas, concluy
Konikowski.
Otra de las cautivas que narr ms fechoras de la guardiana en Majdanek fue la
interna Mary Finkelstein, que seal a Braunsteiner como la nazi que la haba
golpeado en incontables situaciones y que haba matado a otra de sus compaeras.
Aaron Kaufman de 71 aos, superviviente de ocho campos de concentracin, tuvo
la desgracia de conocer a Hermine en Majdanek. La Aufseherin y as lo explic el
interno haba azotado hasta la muerte a cinco mujeres y a un nio en su presencia y
en la de ms compaeros. Cuando Kaufman le chill para que terminase con aquellos
terribles golpes, varias auxiliares le sacaron del barracn y le propinaron 25 latigazos
en la espalda. En este sentido, el antiguo recluso cont que durante su estada en
Majdanek vivi diversos episodios angustiantes con la vigilante. Algunos de los que
se especifican a continuacin aparecen en dos artculos: el primero publicado el 9 de
octubre de 1972 en el peridico The New York Times bajo el ttulo "U.S. Deportation
Hearing Here Told Woman Killed 6 as a Nazi"; y el segundo publicado el 10 de
septiembre de 1972 en The Washington Post titulado: "Nazi Camp Inmate tells of 6
killings".
El primero de ellos, el de The New York Times, relata a travs de varios prrafos
que Kaufman tuvo que sobornar para conseguir un puesto de trabajo como caballo.
Es decir, para transportar alimentos al complejo de mujeres que distaba cerca de un

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kilmetro de la cocina. Tambin porte carbn junto con otros 40 hombres.


Asimismo, una maana de mayo de 1942, mientras cargaban esta piedra negra,
Kaufman vio a cinco mujeres en un pasillo alambrado quitando mala hierba.
De repente, apareci Braunsteiner, habl a las mujeres durante un
minuto y luego empez a golpear a dos de ellas. Ambas murieron.
El testigo conoca a las mujeres que estaban siendo apaleadas a unas seis yardas
de su puesto. Una de ellas era Sara Fermeinska de 26 aos y la otra se llamaba
Secholovic de unos 30. Kaufman tambin declar que el asesinato de la tercera y
cuarta mujer haba tenido lugar un da que describi como El Segundo Campo.
Aquella tarde, l y otros hombres llevaban madera de un lado a otro del campamento
y al llegar a la altura donde se encontraban algunas internas que recolectaban piedras
y madera, se detuvieron para hablar.
Cuando las guardianas vieron a los hombres y a las mujeres y a nadie
ms all, la seora Braunsteiner se present, y cuando ella mir, empez a
usar su ltigo de nuevo y mat a otras dos mujeres.
El tercer incidente que sufri Kaufman a manos de Braunsteiner sobrevino
cuando junto con otros compaeros, tuvo que transportar un cargamento de alimentos
hasta el campo nmero 5 de mujeres. Ya en la puerta fueron bloqueados.
porque haba tres o cuatro centenares de mujeres all. La seora
Braunsteiner dijo a las mujeres que tenan que deshacerse de sus hijos
porque los nios iban a ir a un campamento de verano donde obtendran
leche dos veces al da. Las madres no queran renunciar a sus hijos porque
saban lo que pasara. La seora Braunsteiner comenz a golpear a una
mujer mayor con un nio, tanto que la seora se desplom. La mujer haba
muerto y el nio estaba muerto. Nosotros tuvimos que apartarles y dejar
que entrara nuestro vagn. Eso fue en junio.
Por ltimo, una dentista de Varsovia, Danuta Czaykowska-Medryk, jur ante la
Audiencia de Dsseldorf que haba avistado a la acusada mientras escoga a mujeres
que los mdicos o bien haban pasado por alto o bien haban incluso descartado.
Entonces llegaba Braunsteiner y las seleccionaba para ser gaseadas.
En ese da, algunas mujeres polacas tiraban de las mujeres judas

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intentando esconderlas. Braunsteiner corri hacia una de esas mujeres que


quera ocultar una mujer juda y le pate y le peg[40].
En el mismo artculo se especifica que en ese mes la doctora CzaykowskaMedryk declar haber visto a la guardiana agarrar a los nios y echarlos al camin
para ser arrastrados a las cmaras de gas. Una polica se neg a ayudar y
Braunsteiner la golpe en la cara, rese la exreclusa.
El primer contacto de la superviviente con su captora fue en febrero de 1943,
cuando otra de las vigilantes les orden que llevasen arena y ladrillos. Entonces, la
supervisora Braunsteiner se acerc con un perro y nos hizo correr usando un ltigo.
Ella nos golpeaba con el ltigo. Un mes ms tarde la Aufseherin us de nuevo la
fusta para hacer que las presas se movieran ms rpido en el entretanto que llevaban
ladrillos y arena. No paraba de vociferarles: ms rpido, ms rpido! a la par que
manejaba un ltigo y un palo contra las piernas de las internas.
Ella tena una capa sobre su uniforme y un perro. Lo recuerdo
claramente, porque ella fue la primera mujer con un perro. Era un perro
polica, sin bozal, pero agarrado con una correa. () En su comando, el
perro se tiraba hacia los prisioneros[41].
En otra ocasin la testigo detall cmo una tarde la Yegua empez a darle patadas
tanto a ella como a otras reclusas del campamento. Eran coces frecuentes e
inhumanas, de gran violencia, lo mismo que reflejaba su sobrenombre de The Mare.
Justo antes de abandonar el estrado la doctora polaca seal a Hermine
Braunsteiner Ryan como la exguardiana de la prisin. El momento en el que entr,
la reconoc. En ese preciso instante a la Aufseherin se le escuch comentar a su
marido que estaba sentado a su lado, fcil de decir.
El prximo testimonio desgarrador es el de una polaca llamada Stella Kolin que
haba sido capturada en el gueto de Varsovia y enviada directamente al campamento
de Majdanek. Un da del mes de mayo de 1943, la joven vio a su padre al otro lado de
la alambrada que separaba el campo de las mujeres del de los hombres. Se acerc
para abrazarlo, pero les distanciaba una valla doble electrificada. A pesar de que se
estaba muriendo de hambre, Stella quiso darle su racin diaria de pan. Estaba
demasiado delgado. Le tir el pedazo en su direccin pero no logr alcanzarlo.
Rebot contra los cables. Entonces, empez a sonar la aguda alarma en todo el
campo.
Casi de inmediato, yo estaba rodeada de guardias. Ellas me
arrastraron delante de Hermine Braunsteiner, la peor de las bestias del
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campo. Me castig a 25 latigazos y mir cmo una de las guardias llevaba


a cabo el castigo con un ltigo. Me desmay despus del noveno golpe.
Estoy tumbada en mi litera, medio muerta y sangrando. Tengo miedo de
que si no voy maana a trabajar, me enviar a la cmara de gas[42].
La imagen detallada y desoladora que estos testimonios aportaron sobre las
condiciones de vida en este campo de concentracin, fueron cruciales para conocer
ms de cerca el comportamiento de esta criminal nazi. Tambin para no olvidar
ninguno de sus despiadados asesinatos veinte aos despus de su primera puesta en
libertad en 1951.

ERRORES EN EL PRIMER JUICIO


Analizando algunos de los casos de las vigilantes que participaron en la aniquilacin
de millones de personas durante la Segunda Guerra Mundial, sale a relucir el
analfabetismo de muchas de ellas vctimas tambin del sistema alemn. Aquella
situacin pareci inclinarlas a cumplir unas rdenes impensables en otro momento,
pero que en ese instante eran imprescindibles si no queran engrosar la lista de
muertos. Muchas declararon que lo hicieron obligadas, pero Hermine
Braunsteiner no perteneca a esa mayora. La Yegua de Majdanek disfrutaba
haciendo el trabajo que le haba proporcionado el nuevo orden ultraderechista. Quiz
no saba leer ni escribir correctamente, pero s golpear, maltratar, vejar y asesinar sin
ningn pudor a prisioneros indefensos.
Aquel valor y arrojo ante el ms dbil le otorg uno de los honores ms
importantes para todo empleado de las Waffen-SS: la Kriegsverdienstkreuz Zweiter
Klasse (Cruz de Segunda Clase por Servicios en la Guerra) que reciban todos los que
cumplan tres aos de servicio. Para sus superiores Braunsteiner tena mucha vala y
su merecimiento fue aplaudido de forma unnime por el resto de camaradas. Su
nuevo trofeo le sirvi para aumentar, si cabe, su mala fama y para no levantar el pie
del acelerador respecto a sus feroces costumbres. Se puede decir que 1943 fue uno de
sus mejores aos, laboralmente hablando. Para sus vctimas, el demonio vestido de
mujer.
No obstante, el destino le tena preparado una nueva sorpresa. Con la llegada del
ejrcito sovitico a Majdanek, la evacuacin tena que ser inminente. En enero de
1944 deciden trasladarla de nuevo al campo de concentracin de Ravensbrck para
ejercer esta vez como Oberaufseherin. Su rea de actuacin sera el subcampo de
Genthin con unas 700 reclusas bajo su responsabilidad. Entre sus compaeros se
encontraba la doctora Elsa Oberhauser, juzgada tiempo despus por inyectar a los
presos cido fenlico en las venas. Haba encontrado una buena forma de asesinarlos.
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Braunsteiner siempre neg que hiciera este tipo de experimentos mdicos durante su
estancia.
Durante el ao que la supervisora nazi dirigi su pequea parcela, las
aberraciones y crmenes no cesaron. Pero nadie haca ninguna objecin, por lo que
Braunsteiner continu machacando fsica y psicolgicamente a sus internas. Segn
testimonios posteriores, un ltigo era su fiel compaero de juegos.
Dicen que cuando un barco se hunde los primeros en salir corriendo son las
ratas Este fue el caso de Hermine. Cuando vio que los aliados ya se iban
acercando, temi por su vida y decidi escapar. Huy junto a otros alemanes hacia el
oeste y estuvo desaparecida desde mayo de 1945 hasta que fue arrestada con otros
civiles por las tropas estadounidenses. Pocos meses despus fue puesta en libertad
imagino que por desconocimiento y puso rumbo a Viena. Trabaj como mujer de la
limpieza para un antiguo jefe hasta que en mayo de 1946, fue apresada de nuevo y
trasladada a Alemania bajo custodia britnica por los crmenes de guerra cometidos
en Ravensbrck. Nadie se refiri jams a los asesinatos perpetrados en el campo de
Majdanek.
Como nadie la acus oficialmente de ningn delito ni la llam como testigo,
permaneci en la crcel hasta el 18 de abril de 1947. Una vez ms quedaba libre, pero
poco despus volva a ser capturada. Tantas idas y venidas tuvieron su fruto. Se
celebra el juicio en la localidad austraca de Graz, que la condena por cometer tortura,
malos tratos de prisioneros y crmenes contra la humanidad y la dignidad humana en
Ravensbrck. Insisto en que nadie habl nunca sobre Majdanek. Por ello fue
sentenciada a tres aos de prisin donde ingres el 7 de abril de 1948.
Entre los testimonios que pudieron escucharse sobre la acusada me gustara
destacar los siguientes:
Hermine Braunsteiner trat a los internos muy mal, los golpeaba en
cualquier ocasin o los perros se cebaban con ellos y rasgaban en pedazos
los cuerpos de los presos Ella golpe a mujeres mayores con un ltigo de
cuero con plomo en la punta.
Ella zurr a una mujer hasta que perdi el conocimiento por haber
comprado un trozo de pan a gente que trabajaba fuera del campo, en
contra de las reglas del campamento[43].
Hermine Braunsteiner propin golpes y patadas a los prisioneros con
la mano y con el pie (calzado con botas) sin mirar donde les pegaba.
Algunos de los presos sangraban por la nariz (despus) le golpeaba con su
puo. Uno puede decir con seguridad que ella daba palizas todos los das.
Cada vez que uno pasaba por el cuarto de la ropa se la poda or
maldiciendo a los prisioneros y verla golpearles[44].
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Cuando lleg el turno de la acusada, ella intent negar todas las acusaciones
escuchadas hasta el momento y afirm, sin ningn pudor, lo siguiente:
Algunas de las personas (los prisioneros) se comportaban de tal
manera que no poda evitar golpearles en la cabeza con el fin de detener
sus peleas y discusiones.
En aquel momento no pens que un da yo sera responsable de golpear
en la cabeza, porque yo era demasiado joven para esa tarea. Yo quera
renunciar pero ya no tena la posibilidad de hacerlo.
Yo era consciente de que Majdanek era uno de los supuestamente
llamados campos de exterminio donde las mujeres eran exterminadas en
las cmaras de gas. Sin embargo, yo no tena nada que ver con eso y yo no
poda hacer nada contra ello.
No pasaron ni tres aos desde la sentencia interpuesta por la Corte de Austria,
cuando en virtud de una amnista legislativa general de la Republica austraca, el
resto de la condena que faltaba por cumplir fue cancelada oficialmente. Los crmenes
perpetrados por Braunsteiner fueron perdonados.
Tras su salida de la prisin en abril de 1950 Hermine se dedica a trabajar para
restaurantes y hoteles de Viena. Fueron siete aos intentando ocultar su nombre y su
pasado.
En 1958 mientras trajinaba como camarista en un motel, conoce al que
posteriormente sera su marido, Russel Ryan, un mecnico estadounidense cuatros
aos menor que ella que estaba de vacaciones. La pareja se enamora locamente y en
el mes de octubre deciden emigrar a Nueva Escocia. Unos das despus de su llegada
al pas contraen matrimonio.
Ryan tiene que viajar habitualmente a Nueva York mientras que Braunsteiner
trabaja para un granjero canadiense, as que primero se mudan a Canad para despus
hacerlo a los Estados Unidos. En abril de 1959 arriban a Nueva York y la
Oberaufseherin obtiene una visa permanente de residente en el pas. Se convierte en
Hermine Ryan.

EN EL PAS DE LAS OPORTUNIDADES


La nueva ama de casa norteamericana y su marido se instalan en el barrio de Maspeth
en Queens donde compran una casa. A pesar de no tener hijos, el matrimonio lleva
una vida del todo apacible. Ella trabaja en una fbrica de tejidos y l contina como
mecnico. Unos aos despus, concretamente el 19 de enero de 1963, Hermine ya es

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oficialmente ciudadana estadounidense.


Los das transcurren sin complicaciones, eran una pareja feliz. Pero la dicha les
iba a durar bien poco. El infatigable cazanazis Simon Wiesenthal, director de la
Federacin de las vctimas judas del rgimen ario en Viena, haba seguido su pista
por medio mundo hasta dar con ella en el barrio de Queens.
Era el ao 1964 cuando Wiesenthal declara que los cargos de asesinato contra la
guardiana an estaban pendientes ante la Audiencia Provincial de Graz (Austria). As
se lo hizo saber mediante cartas enviadas desde Viena a las autoridades israelitas en
Tel Aviv y al servicio de inmigracin de EEUU. Pero a sabiendas de que deportar a
una ciudadana norteamericana sera una tarea cuanto menos difcil, Wiesenthal
decide alertar al peridico The New York Times sobre los hechos y les explica que una
excriminal nazi poda estar viviendo en Queens con un hombre de apellido Ryan. El
rotativo asigna a uno de sus reporteros, Joseph Lelyveld, para buscar a la tal seora
Ryan y hablar con ella. Logran encontrarla fcilmente.
El 17 de julio de 1964 The New York Times public la noticia bajo el siguiente
titulaR: "Former nazi camp guard is now a housewife in Queens" (Exguardia de
campo de nazi ahora es una ama de casa en Queens).
La mujer cumpli una condena de prisin por sus actividades en otro
campo de concentracin. Pero aqu el Servicio de Inmigracin y
Naturalizacin dijo que cuando entr en los Estados Unidos, ella neg que
hubiese sido declarada culpable de un delito. La mujer, antes conocida
como Hermine Braunsteiner, ya es ciudadana americana. Ella vive en
Maspeth, Queens, con su marido Russell Ryan. Cuando fue entrevistada
sobre el informe de sus actividades durante la guerra, la Seora Ryan
estaba pintando en la casa, que recientemente haba comprado en la 52-11
72d Street con su marido, un trabajador de construccin.
La noticia corri como la plvora en todo Nueva York y Hermine Ryan fue
descubierta y expuesta ante la opinin pblica como la Yegua de Majdanek. El inters
que suscit el caso llev a los medios de comunicacin de todo el mundo a escribir
sobre el tema durante varios aos. Aquella mujer de huesos grandes, mandbula
ancha y pelo rubio canoso con la que se haba encontrado el reportero del The New
York Times, era en realidad una criminal de guerra.
Cuando el periodista inici su rueda de preguntas acerca de su pasado en los
campos de concentracin, Braunsteiner respondi en un marcado acento ingls:
Todo lo que hice es lo que hacen los guardias en los campamentos
ahora. En la radio solo hablan de paz y de libertad.
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Muy bien. Despus de 15 o 16 aos, por qu molestan a la gente?


Yo fui castigada lo suficiente. Estuve en la crcel durante tres aos.
Tres aos, te lo puedes imaginar? Y ahora quieren algo de nuevo de
m?.
Su presente se haba parado y el pasado volva de nuevo a llamar a su puerta. El
suplicio que le impusieron no haba sido lo suficientemente justo para todo el
sufrimiento causado. Intent narrar que haba permanecido un ao en Majdanek, de
los cuales ocho meses los haba pasado enferma en la enfermera del campamento, y
que despus de la guerra fue apresada por los britnicos otros ochos meses y puesta
en libertad poco despus. Pero los hechos hablaban por si solos.
En un intento por convencer a Lelyveld de que aquella denuncia no poda ser
cierta, su marido, Russel Ryan, le espet por telfono:
Mi esposa, seor, no le hara dao ni a una mosca. No hay una
persona ms decente en esta tierra. Ella me dijo que era una tarea que
tena que realizar. Fue un reclutamiento.
Ella no estaba a cargo de nada. Por supuesto que no, ya que Dios es mi
juez y su juez.
Estas personas solo estn balanceando las hachas al azar. No han
odo nunca la expresin: "Dejen que los muertos descansen"?.
Aquel era un esposo desesperado intentando luchar por la inocencia de su mujer.
Pero cualquier cosa que dijese caera sobre saco roto. Ryan desconoca
completamente el pasado de Braunsteiner. La ex Aufseherin le haba ocultado que
haba sido condenada a prisin y que en realidad haba trabajado como vigilante de
un campo de concentracin.
Gracias a los mltiples artculos que me envi personalmente Madonna Anne
Lebling, directora del Departamento de Noticias de Investigacin de The Washington
Post, podemos conocer de primera mano cul fue la reaccin de sus protagonistas una
vez que su historia sali a la luz.
En el reportaje del 8 de junio de 1972 titulado "From a dark past, a ghost the U.S.
won't let rest" de la periodista Nancy L. Ross, nos encontramos con toda la trama,
desde la localizacin de la guardiana hasta su posible extradicin del pas. Pero no
adelantemos acontecimientos. Aqu me gustara destacar las declaraciones ms
llamativas de Hermine Braunsteiner y que fueron recogidas por el Post.
Este es el final de todo para m.
Hemos vivido con miedo desde 1964. Durante cinco aos he dormido
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con una escopeta a un metro de mi cabeza. Esta carga de 25 aos


continuos nos ha seguido como una plaga.
Debido a la nueva situacin Braunsteiner fue despedida automticamente. Result
que su jefe era judo. Desde aquel momento, tan solo pudo trabajar en una fbrica
como operadora donde ganaba 64 dlares a la semana. A partir de 1969 no pudo
encontrar ms empleos.
Tanto sus amigos ms cercanos, como la familia de su marido, no supieron
manejar la situacin y prefirieron mantenerse al margen. Los vecinos de los Ryan
hacan comentarios de todo tipo. Unos la defendan, otros la criticaban. La mayora ni
siquiera quera dar sus nombres por temor a que les ocurriese algo malo.

SU INEVITABLE EXPULSIN
Los esfuerzos de Wiesenthal para que extraditaran a Braunsteiner tuvieron su
recompensa. Aunque tardaron nueve aos en echarla del pas y enviarla de nuevo a
Alemania, el departamento de extranjera norteamericano la acus primeramente de
falsear su solicitud. En todo momento haba ocultado que haba sido condenada por
un tribunal austraco aos antes de entrar en Estados Unidos, adems de haberse
beneficiado de la amnista, algo que deba de constar. De este modo y despus de
violar la ley, en 1971 Braunsteiner tuvo que asistir a un nuevo juicio. Ni siquiera la
inestimable ayuda de sus vecinos, que no podan creerse las aberrantes acusaciones,
contribuyeron en el pleito. Numerosas personas decidieron testificar a su favor.
La seora Ryan me invit a entrar en su casa cuando le toqu el
timbre para informarle que J haba roto su ventana sin querer con una
pelota de bisbol. Ella me dio unas tortitas con azcar. Tampoco nos dej
pagar la ventana. Es una seora muy amable[45].
Hasta diversos grupos neonazis americanos tomaron partido en la causa de
Braunsteiner organizando una campaa de recogida de fondos. Gracias a
publicaciones como la revista Liberty Bell, el dinero recaudado sirvi para pagar el
abogado y la manutencin de la familia durante el juicio.
Pero las testificaciones de algunos exsupervivientes contribuy a que por fin
Hermine Ryan (Braunsteiner) entregase la nacionalidad durante la celebracin del
proceso judicial neoyorquino.
Si escuchabas el nombre de Hermine, entonces sabas que no vena
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nada bueno. Ella nos gritaba, "tu cerdo, tu maldito judo, ponte recto!".
Ella ha cambiado el color de su pelo; creo que sola ser oscuro. Pero
tiene la misma boca apretada)[46].
Para evitar males mayores la exguardiana nazi decidi entregar su certificado
como ciudadana norteamericana. De primeras impedira que la deportaran. Pero la
historia no acaba aqu.
En 1973 la Repblica Federal de Alemania present una diligencia al Secretario
de Estado de los EEUU para efectuar su extradicin. El motivo: una corte alemana
haba emitido una orden de arresto alegando que Hermine Ryan (Braunsteiner) haba
cometido mltiples asesinatos como guardia de las Waffen-SS en el campo de
concentracin de Lublin-Majdanek. Se la haca responsable de la muerte de 200.000
personas.
Nuevamente, un jurado norteamericano tena que decidir acerca de su futuro. Pese
a que en primera instancia la normativa denegaba expatriar a un ciudadano americano
a Alemania, en realidad los cargos eran por delitos polticos incurridos por una
residente no alemana. En conclusin, el juez certific su extradicin el 1 de mayo
de 1973.
El 7 de agosto de 1973 Hermine Braunsteiner Ryan se convirti en la primera
criminal nazi expulsada de Estados Unidos a Alemania.

1975: TERCER JUICIO DE MAJDANEK


Nada ms aterrizar en Alemania Braunsteiner fue conducida directamente a la crcel
de Dsseldorf, donde estuvo en prisin preventiva. A la espera de la celebracin del
juicio, poco tiempo despus fue puesta en libertad bajo fianza y el matrimonio Ryan
adquiri un pequeo apartamento prximo a los juzgados.
El memorable juicio de Majdanek dio comienzo el 26 de noviembre de 1975
prolongndose hasta el 30 de junio de 1981. Fueron prcticamente siete aos de
testimonios, interrogatorios y aportacin de pruebas, donde Hermine Braunsteiner y
otros 15 antiguos miembros de las SS del campo de concentracin de Majdanek se
jugaron su futuro ante la Corte alemana. Aquella comparecencia volvi a crear un
revuelo meditico.
Las declaraciones de los testigos asegurando que la Aufseherin agarraba nios de
los pelos y los tiraba dentro de camiones que se dirigan a las cmaras de gas hacan
estremecer a los all presentes. De nuevo se escucharon las salvajes prcticas y las
despiadadas palizas que ejecutaba Kobyla.
A lo largo de las 474 sesiones que dur aquel proceso judicial el ms duradero
y caro celebrado en Alemania la fiscala intent que todos y cada uno de los
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inculpados pagaran por los asesinatos acometidos. En una ocasin Simon Wiesenthal
declar: la muerte es ms rpida que la justicia alemana. Y pronto no habr ms
testigos contra esta gente. Y no le faltaba razn, porque algunos de los acusados
murieron sin ser juzgados como deban. En el caso de Braunsteiner por un total de
200.000 prisioneros aproximadamente.
Sin embargo, la Audiencia dictamin falta de pruebas en seis apartados de la
acusacin y la conden tan solo por tres: asesinato de 80 personas; inducir al
asesinato de 102 nios y colaborar en la muerte de 1.000 mediante la participacin en
la seleccin de mujeres y nios judos a las cmaras de gas. El trabajo de su abogado
defensor, Vincent A. Schiano, fue excepcional, en especial porque lleg a recusar
prcticamente todo al Tribunal.
Ella estaba en Ravensbrck, fue declarada culpable, creo que despus
de un curso de conducta en Ravensbrck por golpear a los internos, pero
nunca fue juzgada ni condenada [para] un curso de comportamiento en el
campo de concentracin de Majdanek en Polonia.
Recuerden esto, la acusacin en su contra por la deportacin no fue
necesariamente un tipo de conducta durante ese periodo de tiempo, sino
una condena por un delito que implicaba la depravacin moral en Austria.
Ahora, eso fue importante en referencia a esta exposicin, porque si el
nico cargo era que ella minti cuando consigui el visado, lo habran
evitado como ella deca, porque el apartado 241 dice que en el fondo si
usted est casado con un ciudadano, automticamente le exoneran de su
fraude[47].
Asimismo, en el interrogatorio que realiz a su defendida, llev a cabo la
siguiente tctica:
P: En todos los seis aos que estuvo en estos campos, entiendo bien
que no haba nada de lo que usted hizo que la avergonzara?
R: No, yo solo hice mi trabajo, lo mejor que supe, lo que tena que
hacer.
En los ltimos meses del juicio la prensa internacional se hizo eco de cada una de
las actuaciones representadas en la Audiencia germana. De hecho, me gustara
destacar principalmente el reportaje escrito por el diario espaol El Pas, cuando el
27 de febrero de 1981 publica El fiscal del proceso Majdanek pide 20 cadenas
perpetuas contra cinco nazis criminales de guerra. A travs de sus pginas,
encontramos un apartado especial a la Yegua Hermine:
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Los veintitrs supervivientes de los prisioneros recluidos en Majdanek


han coincidido en reconocer a La Yegua Hermine como ayudanta de la
comandanta del campo, Ehrich, y autora de numerosos crmenes. Los
exprisioneros han reflejado la gran satisfaccin de esta nazi cuando vea el
terror que producan a los que esperaban en la 'rosaleda' (el patio anterior
a la cmara de gas) los gritos agnicos de los que iban muriendo dentro de
ella[48].
El 30 de junio de 1981 la Corte conden a Hermine Braunsteiner a dos cadenas
perpetuas consecutivas. Aquel martirio fue el ms brutal de los adjudicados al resto
de sus compaeros en la acusacin por los crmenes perpetrados en el campo de
concentracin de Majdanek.
Kobyla fue trasladada a la prisin femenina de Mlheimer, donde, segn el
periodista del The New York Times, Lelyveld, esta se neg a hablar con el resto de sus
camaradas. Se pasaba el tiempo cosiendo muecos y peluches.
Pero su salud empeor. Sufra de una diabetes severa que le ocasion la
amputacin de una pierna. Aquellas complicaciones la llevaron a ser excarcelada de
Mlheimer en abril de 1996.
Tras su liberacin Hermine decidi marcharse junto a su marido a una residencia
de ancianos en Bochum-Linden.
Un semanario alemn, Sddeutsche Zeitung Magazin, escribi acerca de la pareja
en 1996, diciendo que haban visto al Sr. Ryan empujar la silla de ruedas de la
exsupervisora. Caminaban a travs del mercado. Cuando su marido le pregunt si le
gustara un ramo de flores, ella ni siquiera respondi, mir su reloj y continuaron su
camino.
La mayora de investigadores y datos encontrados apuntan a que Hermine
Braunsteiner falleci el 19 de abril de 1999 en Bochum (Alemania). Por el contrario,
algunos expertos aseguran que en realidad an segua con vida en el 2005. Esta
ltima hiptesis no se puede contrastar con ningn documento oficial. De todos
modos, lo que s podemos afirmar es que la Yegua de Majdanek llevaba unas botas
altas y pulidas, con punta de acero, y que sus patadas fueron tan famosas como el
sonido de su ltigo.
Tras el escndalo que rode la deportacin y enjuiciamiento de Hermine
Braunsteiner, en 1979 el gobierno de los Estados Unidos puso en marcha una oficina
para buscar criminales de guerra. Su pretensin era encontrarlos para retirarles la
nacionalidad si la tuviesen y expatriarlos para ser juzgados.
Simon Wiesenthal poda sentirse orgulloso del esfuerzo y del mpetu empleados
en la caza de Kobyla.

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Juana Bormann. La mujer de los perros

Cuando no obedecan las rdenes o lo que les haba


dicho que
hicieran, entonces les golpeaba su cara o les daba un
bofetn en
sus orejas, pero nunca de una forma que les saltasen los
dientes.
Juana Bormann

Escoga a sus vctimas de forma cuidadosa hasta el punto de provocar situaciones de


insolencia para tener motivos ms que suficientes para matar a sangre fra. No
empleaba sus manos, sino las fauces de unos perros lobos que ella misma entrenaba y
adiestraba. Ellos ya se encargaban de despedazar y devorar a las prisioneras ante la
mirada atnita de sus propias compaeras. Las supervivientes hablan de
circunstancias verdaderamente dantescas donde el placer sdico de la supervisora les
dejaba sin aliento. Sin embargo, para Juana Bormann aquello era un simple
entretenimiento.
Su actitud impertinente, fra y atemorizante le vali el apodo de La mujer de los
perros. No haba nada ni nadie que se le resistiera durante sus largos paseos por los
barracones del campo de concentracin, primero de Lichtenburg y despus de
Ravensbrck y Auschwitz. Bajo un aspecto duro y despiadado, de mirada arrogante y
mezquina, la carcelera nazi sostuvo durante su juicio en Nuremberg que el motivo de
su ingreso a las SS en el ao 1938 no fue otro que el econmico. Necesitaba el dinero
para subsistir. No obstante, de nada le sirvi su defensa. Aun siendo verdad que el
ambicioso sueldo fue la razn principal por la que se alist, cmo poda explicar los
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asesinatos que perpetr durante su estancia?


Juana Bormann fue ejecutada en la horca el 13 de diciembre de 1945, el mismo
da que su camarada Irma Grese. Sin mostrar arrepentimiento alguno en el momento
de su ajusticiamiento, sus ltimas palabras en alemn fueron: tengo mis
sentimientos.
Juana o Johanna Bormann, naci en la ciudad de Birkenfelde en el estado de
Thuringia, una regin en el centro del pas que perteneca por aquel entonces a la
Prusia Oriental. Parece ser que la fecha de su nacimiento no est muy clara. Se debe a
que cuando la capturaron y tambin durante el juicio, ella aleg tener 42 aos de
edad, cifra que no concordaba con la supuesta fecha real de su nacimiento, el 10 de
septiembre de 1893, y que entonces retrasara tal acontecimiento hasta el ao 1903.
Sea como fuere, se cree que la supervisora nazi llev a cabo dicha treta con el fin de
que la ayudase a evitar el castigo por los crmenes cometidos. Como veremos, se
equivoc pasmosamente. Aquel despiste no la salv de la horca. De hecho, su aspecto
tal y como recojo en fotografas a travs de este libro no es propio de su edad, se
la ve muy mayor y con arrugas, por lo que simular juventud no fue el mejor papel a
representar durante la vista.
A la hora de investigar la vida que Juana Bormann tuvo previamente a su
incorporacin en las Waffen-SS, me sorprende la poca informacin que existe sobre
su circunstancia personal. Esta es casi nula y tan solo se pueden vislumbrar ciertos
datos inconexos, aunque sorprendentemente llamativos.
La que sera con los aos una asesina aventajada de crueldad excesiva y soberbia
inaudita es descrita como un ser mediocre, que no tuvo apenas educacin o, mejor
dicho, que tuvo muy mala instruccin y de la que se desconoce absolutamente su
vnculo familiar o emocional. No hay documentos que revelen o si los hay
desgraciadamente yo no he dado an con ellos cmo creci Juana, si tuvo
hermanos, novios, amigos cercanos o compaeros de clase que pudieran testimoniar
quin era esta mujer antes de transformarse en el peor de los monstruos. Podemos
aventurarnos a decir que, si los haba, la tenan tanto miedo que prefirieron callar y
permanecer en el anonimato.
Con relacin a la documentacin recopilada, sabemos que hay fuentes que
apuntan a que Bormann fue una mujer profundamente religiosa y que incluso trabaj
como misionera en algn pas antes de unirse a las SS y ejercer como guardiana de un
campamento de internamiento. Aunque si este apunte fuese cierto, me costara mucho
de creer. Alguien con una fe profunda en el hombre es capaz de comportarse como
Lucifer?
Dicho esto, aadir que Juana tena un problema grande de autoestima, le faltaba
confianza en s misma. Imagino que de ah viene su salvaje conducta e imposicin
hacia sus sbditas e inferiores. Aplastar al prjimo era una manera de no dar seal

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alguna de debilidad.
No tena una profesin concreta ni siquiera un oficio apropiado con un buen
sueldo, lo nico que lleg a tener fue un trabajo en un manicomio donde reciba un
salario mensual bastante bajo. Fue ese motivo, el econmico, lo que supuestamente
y as se lo hizo saber al tribunal durante la vista judicial la llev a unirse a las
auxiliares de las SS como trabajadora civil en el campo de concentracin de
Lichtenburg en 1938. All comenz a ganar tres o cuatros veces ms dinero que en el
psiquitrico.

LICHTENBURG Y LOS SUCESIVOS DESTINOS


El campo de concentracin nazi de Lichtenburg estaba ubicado en un castillo
renacentista en Prettin, cerca de Wittenberg a orillas del ro Elba, en Alemania
del Este. Dicho campamento junto con el de Sachsenburg, fue uno de los primeros en
ser construido por los nazis tras el nombramiento de Hitler como canciller en enero
de 1933. Fue en aquella poca cuando las autoridades alemanas levantaron centros de
internamiento en todo el pas para retener a las miles de personas apresadas por sus
acciones subversivas contra el rgimen.
En junio de 1933 las Waffen-SS iniciaron su actividad en el Konzentrationslager
de Lichtenburg, mantenindose activo hasta el final del Tercer Reich. Y aunque se
desconoce el total de vctimas que pasaron por sus estancias, se cree que entre 1933 y
1937 lleg a albergar hasta 2000 cautivos entre hombres y mujeres. En efecto, este
recinto comprendido entre lo que denominaban campos salvajes, fue un punto de
apoyo importante para el gobierno nacionalsocialista. El 15 de mayo de 1939 se
convierte en un subcampo del campamento de Ravensbrck, lugar destinado
primeramente para presos polticos y despus como crcel femenina.
Actualmente el castillo alberga un museo regional y la exposicin sobre el uso de
Lichtenburg durante la etapa nazi.
Despus de este breve y crucial inciso sobre el campamento de Lichtenburg, la
historia de Juana Bormann hace referencia al trabajo que inicialmente llev a cabo
para las SS. Parece ser que la que fuera Aufseherin de Ravensbrck y Auschwitz se
estren en las cocinas del campamento junto con otra auxiliar de nombre Jane
Bernigau.
A pesar de su reducida estatura, esta aventajada asesina siempre neg cualquier
implicacin con crmenes, selecciones y cualquier tipo de maltrato o sacrificios a los
confinados. Su vida en Lichtenburg pas casi sin pena ni gloria. Al poco tiempo de
llegar, Bormann fue informada acerca de su nueva ocupacin que no era otra que el
de supervisar a las mujeres del grupo de trabajo que estaban construyendo el
novedoso y emergente campo de concentracin de Ravensbrck. Efectivamente, en
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mayo de 1939 casi todo el personal de Lichtenburg ya haba sido trasladado all para
ayudar a concluir la edificacin del famoso Puente de los Cuervos. Bormann
persisti en aquel lugar hasta 1942.
Major Munro: A dnde fue por primera vez cuando se uni a las SS?
Juana Bormann: A Lichtenburg, Sajonia, donde trabaj en la cocina.
Permanec all desde 1938 hasta mayo de 1939, cuando todo el
campamento fue evacuado a Ravensbrck y estuve en Ravensbrck hasta
1943, donde trabaj un ao en la cocina, un ao en los comandos externos,
y luego en la finca del Obergruppenfhrer (general) Pohl[49].
Por otro lado, hay que recalcar que su actividad criminal la ejerci no como
Aufseherin (supervisora) de Ravensbrck, sino ms adelante en los campos de
concentracin de Auschwitz-Birkenau y de Bergen-Belsen, donde compartira toda
clase de hazaas con una de sus camaradas ms terribles, Irma Grese, el ngel.
Verdaderamente, no se tienen datos extensos sobre la estada de Juana Bormann
en Lichtenburg y Ravensbrck, tan solo su palabra durante la vista judicial y algunos
documentos que acreditaban que form parte del personal de aquellos campamentos.
En vista de la documentacin cosechada al respecto, puedo evidenciar que esta mujer
(que nada tiene que ver con Martin Bormann, secretario personal de Adolf Hitler y
Jefe de la Cancillera) atesor mltiples destinos laborales dentro de las SS para dar
apoyo a las Oberaufseherinnen de cada centro. Ni siquiera permaneci ms de un ao
en cada uno de ellos, algo asombroso a la vista de los acontecimientos ledos en las
biografas del resto de sus compaeras de filas.
Si bien en primera instancia, Juana fue transferida de Lichtenburg a Ravensbrck,
donde aqu s estuvo unos cuantos aos para ayudar en la puesta apunto del
campamento, en verdad una vez ultimada su faena fue llevada a Auschwitz a modo
de parche. En marzo de 1942 Bormann fue una de las seleccionadas para prestar su
servicio a este campamento de Polonia y siete meses despus al de Birkenau. All dio
apoyo a supervisoras de la talla de Mara Mandel, Margot Dreschsel e Irma Grese.

EL HORROR DE AUSCHWITZ-BIRNKENAU
Juana Bormann y la jovencsima Irma Grese tuvieron mucho en comn durante su
estancia en este centro de internamiento. Si bien la primera era mucho mayor que la
segunda, ambas compartan un especial inters por el masoquismo y toda muestra de
aberraciones fsicas. Pese a que el ngel usaba sus propias manos para desarrollar sus
quehaceres delictivos, la Wiesel (comadreja) as denominada por las reas a su cargo

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instruy y educ a perros para contribuir a sus feroces crmenes.


A lo largo de su alegato delante del tribunal Bormann arguy que adquiri un
pastor alemn en junio de 1942, cuando trabajaba en la residencia de Oswald Pohl,
militar alemn que alcanz el rango de Obergruppenfhrer (general) durante el
Holocausto. Pero ms adelante, neg tajantemente que utilizase al canino para
perpetrar cualquier canallada.
Aun as, los testimonios acerca de la brutalidad con la que actuaba la Bormann
quedaron recogidos en el proceso de Bergen Belsen de 1945, donde numerosas
supervivientes declararon sus terribles vivencias a cargo de la vigilante nazi. Una de
ellas fue la juda polaca Ada Bimko, doctora en Medicina, que el 4 de agosto de 1943
fue detenida y enviada de Sosnowitz a Auschwitz junto con otros 5.000 judos. La
joven cuenta que cuando el tren los dej en la estacin del cuartel, tuvieron que
formar filas separando a los hombres de las mujeres y los nios. Despus, un mdico
de las SS empez a sealarles diciendo: derecha e izquierda. Ella salv su vida
porque debido a su juventud fue enviada al campamento. Al resto los cargaron en
camiones y fueron asignados directamente al crematorio para ser gaseados. Unas
4.500 personas murieron durante aquella seleccin. Bimko tambin afirm que fue
testigo de ms selecciones de este tipo ya que estuvo trabajando como doctora en el
hospital del campo. Una de las ms terribles se produjo durante la celebracin de lo
que los judos denominaban como el Da de la Expiacin.
Haba tres mtodos de seleccin. El primero de ellos inmediatamente
despus de la llegada de los prisioneros; el segundo en el campo entre los
presos sanos; y la tercera en el hospital entre los enfermos. El mdico del
campo siempre estuvo presente y otros hombres y mujeres de las SS. ()
Los doctores de las SS que tomaron parte en las selecciones fueron el Dr.
Rohde, el Dr. Tilot, el Dr. Klein, el Dr. Koning y el Dr. Mengele.
Cuando el coronel Backhouse le pregunt acerca de la acusada nmero 6, Juana
Bormann, la antigua reclusa afirm reconocerla porque tena un perro muy grande en
Auschwitz.
La idea era que el perro deba vigilar a los prisioneros que estaban
fuera de los grupos de trabajo, pero observamos sobre todo en el hospital
que muchos de los que participaron en los grupos de trabajo fueron
mordidos por el perro, especialmente en las piernas.
Pese a sus palabras, la antigua interna no pudo confirmar haber visto a un perro
atacar a un preso, pero s apunta que atendi a numerosos enfermos en el hospital
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vctimas de mordiscos. Y aunque tampoco logr dar una descripcin real del animal
que acompaaba en todo momento a la guardiana Bormann, s pudo ratificar que
ambos eran inseparables.
Anni Jonas, una juda de Breslau, declar bajo juramento que fue detenida el 17
de junio de 1943 y enviada a Auschwitz, donde permaneci hasta el 25 de noviembre
de 1944. Durante el interrogatorio identific a varios de los acusados que se
encontraban en la sala, una de ellas fue precisamente Juana Bormann, de quien dijo
que la vio estar presente durante las selecciones del Kommando y decir al Dr.
Mengele: Este se ve muy dbil.
La juda de 22 aos Dora Szafran, fue otra de las testigos ms relevantes por
inculpar de forma clara a la Aufseherin de haber asesinado impunemente a sus
confinadas. La joven procedente de Varsovia haba sido detenida el 9 de mayo de
1943 y enviada en un primer momento a Majdanek. Estuvo siete semanas y el 25 de
junio de ese mismo ao acab en Auschwitz. Seis mil personas estaban encerradas en
aquel gigantesco terreno donde nada ms llegar las iban tatuando. El primer contacto
que Dora tuvo con aquella realidad fue el gran golpe que uno de los Kapos le dio en
un brazo. Simplemente la atiz por ser juda. En su turno de preguntas el coronel
Backhouse indag acerca de las actividades que haba visto hacer a Juana Bormann.
La testigo replic:
En 1943, cuando estbamos en el Bloque 15 de Auschwitz, volvamos
de trabajar y una del Kommando tena una pierna hinchada y no poda
seguirnos el ritmo. Bormann puso su perro sobre ella. Creo que era un
pastor alemn. Primero ella incit al perro y este se tir a las ropas de la
mujer; entonces ella que no estaba satisfecha con eso, hizo que el perro
fuese a la garganta.
Tuve que volver la cara, y entonces Bormann seal con orgullo su
trabajo a un Oberscharfhrer (brigada o sargento mayor). Vi que traan
una camilla, y creo que an segua con vida. Bormann tambin particip
en las selecciones.
Aquella despiadada imagen se le qued grabada a Dora Szafran para el resto de
su vida. Los gritos y chillidos de terror y angustia que se oan en los diferentes
barracones, pronosticaban que la muerte en forma de diablo estaba llamando a las
puertas de los miles de prisioneros que se encontraban por entonces en AuschwitzBirkenau. El hospital del campamento donde trabajaba la joven juda estaba infectado
da y noche de cientos de pacientes-reclusos que estaban sufriendo toda clase de
miserias. El hambre era la mnima de sus preocupaciones y afecciones. La iniquidad
poda respirarse en todos los barracones que conformaban el recinto.
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Las terribles selecciones practicadas en base a la debilidad, la enfermedad o las


taras fsicas o mentales, se convirtieron en algo ms que habitual durante los aos que
dur la dictadura del Fhrer. La seleccin pas a ser un nuevo sistema de
aniquilacin. Aqu me gustara recordar uno de los terribles pasajes que Hitler
escribi en su Mein Kampf y que magnficamente explica el libro Hitler, los alemanes
y la solucin final:
expresaba su creencia de que "el sacrificio de millones de hombres en
el frente" no habra sido necesario si "doce o quince mil de estos judos
corruptores del pueblo hubiesen sido sometidos a los gases txicos".
Sobre la cuestin de la Solucin Final, el Canciller alemn no pudo por menos
que elucidar a sus subordinados tras una cena el 10 de octubre de 1941 que la
ley de vida prescribe la muerte selectiva, de manera que queden vivos los mejores.
As de jactancioso se mostraba un lder que transmiti a sus secuaces toda la ira y el
odio impensables hacia lo que ellos designaban como una raza inferior.
Una de las peores y ms palpables realidades sobre el asunto de la Solucin Final
fue la construccin de instalaciones de reclusin, inhumanidad y muerte por doquier,
siendo el campo de Auschwitz uno de sus abanderados y, si cabe, el ms sangriento.
Tras sus paredes se cometi uno de los mayores exterminios en masa de convictas
donde se asesinaron entre 1,5 y 2,5 millones de personas.
Los crematorios erigidos en pos de una nueva humanidad, eran vigilados por los
propios reclusos cuyo trabajo era ver morir a sus compaeros de barracn. Se
respiraba mucha impotencia. Sin embargo, era eso o pasar a formar parte de la
gigantesca pila de finados. La supervivencia y su faena diaria en los
Sonderkommandos supuso el mejor de los pasaportes para tener una vida mejor, si es
que poda haberla all. La mayora vea aquella situacin entre carga y descarga de
cadveres y desinfeccin del crematorio, como una especie de privilegio que no
podan desperdiciar, si lo hacan guardianas como Juana Bormann podan
arrebatarles, con su irnico sadismo, el ltimo aliento de esperanza.

LOS TESTIGOS SUBEN EL TONO


Siguiendo con el testimonio de la anterior testigo, Dora Szafran, esta asever ante la
Corte que mientras ella trabajaba en el Kommando 103 transportando tierra y carbn,
haba visto al comandante Kramer pegar a sus prisioneros.
El 25 de septiembre de 1945 y durante el octavo da de la vista judicial Szafran
narr al Mayor Munro que en el Bloque 25 se encerraba a la gente que

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posteriormente ira a la cmara de gas. Una vez dentro se les incomunicaba durante
semanas y se les retiraba toda clase de alimento y agua. Tiempo despus dicho
barracn sirvi para albergar a las personas con infecciones tales como la sarna. Por
otra parte, Szafran insisti en la peligrosidad de la Aufseherin Wiesel quien en abril de
1943 atac a una mujer del Bloque 15 en el Lger B.
Dora: Ella ha cambiado mucho, pero es la misma mujer. El perro era
casi tan alto como la acusada, y era negro.
Munro: Cuando el perro atac a la mujer, usted se encontraba dentro
o fuera de los barracones?
Dora: No era mi Kommando el que estaba marchndose. Solo lo vi.
Munro: No fue el caso que la mujer a cargo del perro intent parar
que atacase a la otra mujer?
Dora: Cuando el perro se fue para la ropa de la mujer, ella lo
reprendi y le inst a ir a por la garganta de la mujer.
Munro: Nos ha dicho que la mujer a cargo del perro se jactaba de ello
a un hombre de las SS. No es el caso que lo que oy a la mujer decir al
hombre de las SS fue un reporte de lo que haba ocurrido?
Dora: El cuerpo yaca all y me dijo: "Es mi trabajo", y lo seal.
Munro: Usted tiene conocimiento personal de si la mujer muri o no?
Dora: S, lo s a ciencia cierta. Fue llevada en camilla por el
Kommando empleado especialmente para llevar cadveres. Ella poda
haber tenido algo de vida, pero en todo caso los muertos eran enviados
junto con los vivos.
En el transcurso del juicio los interrogatorios fueron subiendo de tono, sobre todo
por las impactantes declaraciones de unas testigos que, a pesar del miedo, sacaron
fuerzas de flaqueza para contar su verdad. Una verdad que aunque conocida por todos
en Auschwitz, haba sido impensable hasta aquel momento por el bando aliado.
Otra de las deponentes claves del juicio contra Bormann, fue una juda de 23 aos
de la antigua Checoslovaquia, Vera Fischer. Declar que la espantosa Aufseherin sola
hacerse cargo de las mujeres que trabajaban fuera del campamento, que tena un perro
grande y que normalmente lo manejaba para instigar a las reas ms dbiles y por
tanto, incapaces de trabajar. Muchas de ellas fueron trasladadas al hospital del
barracn y murieron por envenenamiento de la sangre. Algunas ms acabaron en el
Bloque 25, es decir, en la cmara de gas.
Alegre Kalderon, una juda de nacionalidad griega encerrada en Auschwitz a la
edad de 17 aos, tambin seal a Juana Bormann como la responsable de cometer
brutales y salvajes agresiones a las internas. No se lo haban contado sus compaeras,
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lo haba visto con sus propios ojos. Durante los siguientes cuatro meses a su arresto
45.000 judos griegos fueron llevados a este campo de concentracin donde se les
priv de alimentos y se les trat de manera atroz. Esta mujer sobrevivi porque
principalmente trabaj como modista, permitindole escapar de la cantidad de malos
tratos que sufran el resto de sus compaeras.
La ira desplegada por los alemanes contra los judos rebasaba los lmites de la
razn. El mundo an no saba ni la mitad de las barbaridades cometidas en los
campamentos de internamiento, que no eran sino prisiones convertidas en mquinas
de sacrificio donde los reclusos (hombres, mujeres y nios) eran llevados al lmite de
la vida y la muerte. En el preciso instante de la liberacin de estas gentes, se pudo ver
el horror y la incredulidad en el rostro de los aliados. Nadie daba crdito a lo que
Hitler y sus secuaces haban materializado durante la contienda. Aquello no fue una
guerra, fue un degradado exterminio en toda regla.
Siguiendo con los testimonios acopiados durante el juicio de Bergen-Belsen de
1945, nos topamos con el de otra juda polaca de 23 aos llamada Rachela Keliszek,
quien reconoci perfectamente a la acusada como guardiana de Auschwitz. La
muchacha la seal en la fotografa nmero 19 que el Tribunal haba admitido como
prueba. Durante su interrogatorio, Keliszek relat una triste ancdota que sufri a
manos de Bormann.
En el verano de 1944 fui una de las 70 mujeres del Strafkommando
cuyo castigo era estar de pie todo el da en el mismo sitio y golpear el
suelo con un pico. Bormann era la encargada del grupo y apareca en el
puesto de trabajo como cuatro veces al da. Un da no estaba satisfecha
con la tarea de un grupo de diez chicas, al que pertenecamos mi amiga y
yo. Solo conoca a mi amiga por el nombre de Regina. Ella tena 18 aos
de edad. Bormann siempre llevaba con ella un perro grande, y en este da
orden al perro atacar a nuestro grupo. Yo fui la primera en ser mordida
en la pierna, y despus Bormann orden al perro atacar a Regina que
estaba a mi lado. El perro la mordi primero en la pierna y como estaba
tan dbil se cay. El perro entonces empez a morder y despedazar todo su
cuerpo, empezando por sus piernas y subiendo para arriba. Bormann
incitaba al perro y cuando Regina estaba sangrando por todas partes y se
derrumb finalmente, ella orden al perro que le dejara y se march del
lugar de trabajo. Despus, cuatro de las presas llevaron a Regina al
hospital.
Sola visitarla cada da. Ella estaba muy dbil y haba heridas abiertas
por todo su cuerpo que nunca le taparon de ninguna manera. Creo que su
cuerpo acab sufriendo un envenenamiento de la sangre porque el resto de
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su piel se haba transformado en un color azul oscuro. Durante mis visitas


ella estaba trastornada y nunca hablaba de manera coherente. Un da,
unos quince das despus del ataque, fui a verla pero la enfermera me dijo
que haba muerto. No me cabe la menor duda que su muerte fue por culpa
del ataque del perro ordenado por Bormann.
Yilka Malachovska, una juda procedente de Polonia que durante el juicio tena
18 aos, tambin seal la instantnea de Juana Bormann como una de las mujeres
que pertenecan a las Waffen-SS en Auschwitz. Malachovska asegur que una maana
de enero de 1943 la Aufseherin particip en la seleccin de un grupo de trabajo de
150 nias. Durante la clasificacin para saber quines seran las prximas vctimas en
ir a la cmara de gas, se encontraba el Rapportfhrer Tauber acompaado de la tan
temida Comadreja.
l no particip en la seleccin. Bormann fue una de las responsables
de seleccin de las SS y eligi 50 chicas de nuestro grupo de trabajo de
150. Mi hermana fue una de las seleccionadas. Despus, las dems nos
marchamos del campo para ir a trabajar y al volver por la tarde, entrando
por la puerta, nos pasaron 8 o 10 camiones repletos de mujeres y nias.
Los camiones iban en la direccin del crematorio, que estaba ubicado justo
fuera del campamento. Nunca volv a ver a mi hermana ni a ninguna de las
chicas seleccionadas esa maana.
Cualquier excusa era buena si con ello se podan quitar de en medio a 50, 100 o
hasta 500 personas diarias en el campo de Auschwitz o en cualquiera perteneciente al
Imperio alemn. La violencia colmaba un hbitat del todo irrespirable para unas
vctimas que poco a poco se fueron convirtiendo en supervivientes. Muchos
murieron, pero otros tantos se salvaron gracias a las fuerzas de flaqueza gastadas cada
da y a la fe que profesaban a la vida. Entre las mujeres que sobrevivieron a este caos
de enajenacin y saa estaba la juda alemana Elga Schiessl, que formaba parte del
grupo de trabajo que sola encargarse de limpiar las cmaras de gas dedicadas a la
masacre. Esta chica aclar quines fueron los responsables de las miles de vidas
aniquiladas en aquellos recintos, como por ejemplo Klein, Hoessler, Mengele, Tauber
o Kramer. Tambin seal a Juana Bormann como una de las vigilantes de las SS que
con frecuencia vea arrear a las reclusas con una porra de goma.
Dora Silberberg, juda polaca de 25 aos, declar que el 15 de junio de 1944
mientras se encontraba en un grupo de trabajo fuera del campo de Auschwitz junto
con su buena amiga Rachella Silberstein, esta empez a encontrarse indispuesta. Se
senta muy dbil y sin fuerzas para poder desempear las tareas encomendadas aquel
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da. Pese a no poder andar para acudir a su puesto de trabajo, Dora ayud a su
compaera llevndola prcticamente en brazos. Cuando llegaron, Rachella tuvo que
sentarse porque estaba sufriendo unos terribles dolores que le impedan siquiera
moverse.
Sin embargo, Bormann, que estaba supervisando al equipo, le orden que se
levantara rpidamente y que se pusiera a trabajar de inmediato.
Dado que mi amiga casi no poda hablar por el dolor intervine y le
dije a Bormann que Silberstein estaba demasiado dbil para trabajar.
Bormann me dio un puetazo en la cara, arrancndome dos de mis dientes,
y me dijo que volviese a trabajar. Mientras me marchaba me golpe por
todo el cuerpo con un palo grueso que llevaba. Despus ella orden a un
perro grande, que siempre la acompaaba, que atacara a Silberstein, que
estaba sentada en el suelo. El perro le agarr su pierna con sus dientes y la
arrastr dando vueltas hasta que ella finalmente se derrumb. Luego
Bormann orden al perro que dejara suelta a mi amiga. Despus de unos
diez minutos Silberstein recobr la conciencia, pero se qued tumbada en
el suelo todo el da. Yo no pude ver las heridas abiertas, pero la pierna que
le haba agarrado el perro se hinch y se torn a un color negro azulado.
Tuve la impresin de que era un envenenamiento de sangre.
Silberberg continu describiendo durante su intervencin delante del Tribunal que
cuatro de sus compaeras trasladaron a Rachella hasta el campamento y que a su
llegada la ingresaron en el hospital. Cuando al da siguiente decidi ir a visitarla, la
encontr tan dbil que no poda hablar ni comer. Un da ms tarde, el 17 de junio de
1944, el director la inform de que su amiga haba muerto y que su cadver se haba
dispuesto en el patio. Dora fue hasta all y vio un cuerpo cubierto con mantas.
Levant las mantas y reconoc a mi amiga muerta.
Alexandra Siwidowa fue otra de las internas del campo de concentracin de
Auschwitz que distingui a Juana Bormann, no solo como una de las Aufseherinnen
encargadas de su supuesta seguridad, sino como el brazo ejecutor de numerosas e
injustificadas escenas de violencia y degradacin.
La vi golpear a muchas prisioneras por llevar ropa buena. Ella
ordenada a las presas que se desnudaran y que hicieran ejercicios
extenuantes. Cuando ya estaban demasiado cansadas para seguir vi a
Bormann golpearles en la cabeza, la espalda y todo el cuerpo a veces con
una porra de goma y otras veces con un palo de madera. Mientras estaban
en el suelo tambin las pateaba.
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Otra de las supervivientes que vivi para contarlo fue la juda polaca Ester
Wolgruth, quien afirm que durante su estancia en el campo de concentracin de
Auschwitz en el ao 1943, haba visto a Bormann instigar con su perro a una
compaera suya que tena una rodilla hinchada y que no poda continuar el da junto
al resto del grupo de trabajo. Fue entonces cuando el canino agredi gravemente a la
rea mutilndole varias partes del cuerpo. Unos das despus muri a consecuencia de
las heridas.
La doctora Ella Lingens-Reiner fue una de las mdicos austriacas que estuvo
confinada en este centro de destruccin. Conoci muy de cerca a Bormann. La nazi
amenazaba a Lingens para que fuese muy dura con sus compaeros, tena que
cooperar en esa poltica de correcta dureza. Pero la doctora no lo hizo y la
guardiana comenz a odiarla. La austriaca lleg a escribir sobre su superior cosas
como esta:
Ella era miserable, una criatura infeliz que no fue amada por nadie, que no
amaba a nadie ms que a su perro No es de extraar que esta mujer se negase a
apelar su sentencia de muerte. Para ella la derrota de su Alemania fue el final[50].
En los casi cuatro aos que Bormann supervis los campos de Auschwitz y
Auschwitz-Birkenau fueron muchos los prisioneros que desaparecieron y engrosaron
las listas de muertos por causas tan diversas como, la inanicin, desnutricin y por
supuesto los llamados intentos de fuga. Estos no eran otra cosa que la propia
diversin de los guardianes. Se sabe que en muchas ocasiones los miembros de las SS
combatan el aburrimiento haciendo que los reclusos corrieran hacia las vallas
electrificadas con la promesa de que obtendran una racin de comida extra. Pero al
final se encontraban con un tiro a sangre fra por la espalda. Las risas sucumban al
estruendo de las balas y de la muerte.
La Mujer de los Perros tuvo una carrera militar un tanto movidita. Una vez
cumplida su tarea en Auschwitz-Birkenau decidieron trasladarla de forma eventual
hacia Budy, que no era si no un subcampo cercano donde segn diversos testimonios,
la Bormann sigui abusando de los prisioneros. No obstante aquella eventualidad le
sirvi para que a finales de 1944 fuese de nuevo trasladada a otro campo satlite, esta
vez en Hindenburg (Silesia), antes de regresar a Ravensbrck en enero de 1945. En
marzo de ese ao fue enviada al campo de concentracin de Bergen-Belsen, su ltima
asignacin, donde desempe diversas funciones entre ellas la vigilancia de la
pocilga. Estuvo bajo el mando del comandante Josef Kramer y de las supervisoras
Irma Grese y Elisabeth Volkenrath, con quienes ya haba tenido un estrecho contacto
en Auschwitz-Birkenau tiempo atrs.

LA PARTE MS TTRICA DE BERGEN-BELSEN

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Desde el ao 1936 y hasta su liberacin por las tropas britnicas el 15 de abril de


1945, el campo de concentracin de Bergen-Belsen alberg a unos 95.000 detenidos
judos de ambos sexos que padecieron el hambre, el deterioro fsico y sobre todo la
ignominia de la injusticia y el crimen. El nivel de mortandad ascendi de 30.000 a
50.000 vctimas debido, en la mayora de ocasiones, al hacinamiento de reos, a la
propagacin de enfermedades como el tifus y al maltrato ejercido contra ellos. El
personal de este centro de internamiento haba instaurado una poltica de calvario,
pnico, espanto y deceso. El brazo ejecutor del Fhrer se materializaba gracias a los
guardianes que custodiaban los barracones.
Bergen-Belsen sirvi al caos y a la demencia. La inclemencia corra por las venas
de los mandamases como Kramer, Grese y compaa, que utilizaban a secuaces como
Juana Bormann para poner en prctica toda clase de experimentos y perversiones
dignos de una pelcula de terror. Aqu la Wiesel continu ejerciendo su papel de
asesina en potencia mientras se paseaba junto a su Pastor Alemn en busca de una
nueva vctima a la que destripar y lanzar a la fosa comn. Una y otra vez las reas
sufran los brutales ataques del animal que, incitado por la guardiana, arremeta a
mordisco limpio contra todo lo que se moviese. Bormann acompaaba tales
incidentes con latigazos perpetrados con una fusta. La ira se apoderaba de ella a la
menor infraccin de sus subordinados.
Durante el periodo de investigacin sobre Juana Bormann encontr datos de gran
inters acerca de su terrorfica personalidad. Entre ellos me top con la biografa de la
superviviente polaca Dina Frydman Balbien, que magnficamente recogi la escritora
Tema N. Merback en su libro In the face of Evil: based on the life of Dina Frydman
Balbien. Este volumen cuenta los detalles de los vaivenes sufridos por su protagonista
durante su encarcelamiento e internamiento en campos de concentracin como el de
Bergen-Belsen. Desgraciadamente, all conoci la soberbia de la Aufseherin y cmo
actuaba en su rutina diaria. Una de las ancdotas de Dina Frydman dice que Bormann
se haba percatado de cmo el SS-Unterscharfhrer (jefe de la escuadra juvenil)
Tauber se haba enamorado de una de las reclusas judas del campamento, una
muchacha llamada Esterka Litwak. Este hecho provoc que la vigilante amenazase a
su camarada con hacer un informe a la sede central contando lo sucedido lo que
provocara su traslado automtico, si no le quitaba los ojos de encima a la
prisionera. Aquella actitud dejaba entrever que a Bormann lo que en realidad le
molestaba era que este joven no le prestara la suficiente atencin.
Lleg el invierno y las tormentas de nieve comenzaron a ser muy frecuentes en la
zona. Mientras se realizaba el recuento, algunos reclusos deban de permanecer
desnudos en el Appellplatz. Una vez concluido, se iniciaran las marchas hasta las
fbricas a donde llegaran prcticamente congelados de fro, con los pies y las manos
entumecidas y el viento helado incrustado bajo su piel.
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Una de estas madrugadas Frydman decidi meterse las manos en los


bolsillos para calentarse, sin darse cuenta de que Bormann y su pastor
alemn caminaban a travs de las filas de mujeres. De repente, se pusieron
delante de ella. La jovencita se apresur a sacar las manos para ponerse
firme. Ya era demasiado tarde.
Ella levanta su mano con el guante negro y abofetea tan fuerte mi
cara que toda mi cabeza siente como si cayera y veo estrellas bailando
ante mis ojos. Me caigo de rodillas incapaz de respirar, mi mejilla quema
como fuego y los ojos se llenan de lgrimas que tornan a estalactitas
mientras se deslizan por los lados de mi nariz.
"Cmo te atreves a meter las manos en los bolsillos, Juda? Si te pillo
haciendo algo parecido otra vez dejar suelto mi perro contra ti y entonces
tendrs algo que lamentar".
Mientras lo dice, el perro est gruendo y ladrando a unos centmetros
de mi cara luchando contra la correa de cadena listo para la orden de
ataque. Puedo oler el aliento clido hmedo del animal y sentir la saliva
espumosa golpeando mi cara. "Levntate ahora!", ordena.
Temblando y llorando desconsoladamente me pongo de pie.
"S, Aufseherin Bormann, lo siento no lo har de nuevo".
"Asegrate de que no!".
Ella se marcha arrastrando el perro mientras este continua ladrndome
ferozmente enfadado porque le quitaban de la caza. Silenciosamente rezo
para que Dios se lleve consigo a ella y a su bestia.
Sin embargo, el destino quiso que tras la liberacin del campo de Bergen-Belsen,
la inexperta polaca devolviese a Bormann casi con la misma moneda parte del
sufrimiento que esta le haba infringido previamente.
Frydman no daba crdito a lo que le estaba ocurriendo. Aunque por fin era libre
no comprenda la realidad, hasta que vio al personal de las Waffen-SS con las manos
en la cabeza y con miedo en sus ojos.
Con la poca fuerza que me queda cojo una piedra y la lanzo en su
direccin. Golpeo a la Aufseherin Bormann justo en el entrecejo y ella se
estremece mirndome, su cara est horriblemente gris y con miedo. De
repente, estoy llena de fuerza mientras la sangre corre por mis venas. Con
el gozo de la venganza alimentndome, escupo en su direccin.
Si en Bergen-Belsen antes nadie sonrea por culpa de los castigos de sus
superiores, a partir de aquel instante las vctimas ahora convertidas en inmediatos
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supervivientes comenzaran a sentirse aliviados por salvarse de una triste muerte


anunciada. Como deca Caldern de la Barca, la venganza no borra la ofensa, pero
es cierto que contribuye a sentirse aliviado.
Durante la ronda de interrogatorios celebrados en septiembre de 1945 a colacin
del juicio de Bergen-Belsen, me gustara destacar los que hacan referencia a la
actividad efectuada por Juana Bormann durante su estancia en el campamento. Este
ltimo ciclo fue decisivo para juzgar los crmenes perpetrados en las Waffen-SS.
Entre las vctimas que lograron salvarse destacaba la juda procedente de
Hungra, Ilona Stein que, tras ser detenida y enviada a Auschwitz el 8 de junio de
1944, termin su reclusin en Belsen en 1945. All conoci a la Aufseherin que, y as
consta textualmente, golpeaba a la gente con frecuencia.
Asimismo, gracias al texto Law Reports of Trials of War Criminal. Volumen II
The Belsen Trial ya mencionado con anterioridad, podemos conocer datos
relevantes. Como aquel que se refiere a la testigo juda polaca Hanka Rozenwayg,
que tras ser apresada y encerrada en Auschwitz en 1943, la transfirieron a Bergen
hasta la liberacin del centro. All conoci a Juana Bormann que era famosa por
atemorizar con un perro grande a los presos y por practicar modalidades de ferocidad
y castigo.
Rozenwayg tambin record la vez que encendieron un fuego en la habitacin
para calentarse del fro. Bormann se present en su barracn y comenz a golpear en
la cara de todas las chicas.
Anita Lasker, que viva en Breslau antes de su detencin, fue enviada a
Auschwitz en diciembre de 1943 y trasladada a Belsen en noviembre de 1944. Entre
las acusaciones que realiz, hubo una que haca referencia a la clara participacin del
comandante Kramer y del Dr. Kelin en las selecciones de reclusos para la cmara de
gas. Y aunque rememor que Juana Bormann infringi miedo a los reos gracias a su
pastor alemn en su largas caminatas por las instalaciones, no pudo afirmar que fuese
testigo de ninguna de las barbaridades que se escucharon en la vista. Anita Lasker
nunca vio a la inculpada hacer nada malo y por tanto, no tuvo ningn motivo para
quejarse de ella.
No obstante, como estamos viendo a la largo de este libro, no todos los testigos
tenan recuerdos tan favorables sobre las criminales nazis. Uno de ellos fue el Dr.
Peter Leonard Makar de 37 aos, que escap de Polonia en enero de 1940 por
difundir propaganda britnica. Durante su huida recorri Yugoslavia, Zagreb y
Malinski, donde fue capturado finalmente por los italianos y enviado a Dachau en
1944. Su traslado a Belsen se produjo en el verano de ese mismo ao. En su
declaracin Makar reconoci a Juana Bormann por ser entonces la encargada de la
pocilga y de otros quehaceres nada agradables.

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En Marzo de 1945, la vi golpear a prisioneras en dos ocasiones. La


primera vez golpe con sus puos a una chica, cuyo nombre no s, en la
cara y en la cabeza porque le haba pillado robando verduras. La chica se
cay al suelo y su amiga la ayud a marcharse. La segunda vez, una chica
intent robar ropa del almacn, as que Bormann le golpe en la cara y lo
hizo con sus puos. Cuando me march, segua golpeando a la chica cuyo
nombre no s.
Segn Makar, la violencia empleada por Bormann hacia las confinadas era
demencial, propia de una persona sin entraas. Este tratamiento tan especfico
consista en una serie de puetazos en la cara de la chica y patadas en todo su cuerpo
y sigui sucedindose hasta la liberacin del campo de concentracin en 1945.
El pnico de aquellos internos se poda ver en sus ojos. Cada fibra de mi cuerpo
me advirti que tuviese cuidado. Estas guardianas femeninas no eran las mismas que
nos haban visitado antes en el dormitorio. Mi instinto me dijo que estas dos mujeres
eran muy diablicas, contaba Hetty E. Verolme, una de las supervivientes de este
campo de concentracin en su libro The Childrens house of Belsen.
El temor y la turbacin iban haciendo mella cada vez ms en el nimo de unas
gentes hombres, mujeres y nios que suspiraban todos los das por salir
indemnes de una dramtica situacin sinsentido. No eran cobardes por doblegarse
ante el enemigo, eran valientes por aguantar hasta la extenuacin disparatadas
fechoras, a veces sangrientas a veces depravadas, procedentes de otros seres
humanos ciegos de ira, rabia y vidos de sangre.
Curiosamente, no solo las prisioneras hablaban mal de Juana Bormann, Helena
Kopper antigua reclusa polaca del centro de interna-miento de Auschwitz y posterior
trabajadora en el de Bergen-Belsen durante 1945, afirm que a pesar de tener tatuado
un nmero en el brazo los golpes que le propinaron pararon cuando ella se quej a
sus superiores. Estaba trabajando muy bien y no haba razn para pegarme, apunt
Kopper al teniente Jedrzejowicz. Cuando se le pregunt por la denominada como La
Mujer de los Perros ella testific lo siguiente:
R: En Ravensbrck y Auschwitz, ella tena un perro marrn oscuro
con manchas claras. Ella siempre andaba con este perro.
P: En su declaracin usted habl sobre dos casos independientes de
Bormann ordenando a un perro que atacase a la gente una vez a usted
misma. Existe alguna posibilidad que usted confunda a Bormann con
una Aufseherin llamada Kuck?
R: Conoca a las dos muy bien y no confundira la una con la otra.
P: Cundo Bormann orden al perro que le atacase a usted, fue
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deliberado? R: S.
P: Con respecto al otro incidente, estuvo muy herida la mujer que
mencionaba?
R: Ella estaba muerta, y el Leichenkommando llev el cadver al
bloque 25. Haba unas 30 chicas en aquel Kommando.
P: Llevar cadveres cada da a la morgue era su nica tarea?
R: S, era su nica y permanente tarea.
P: Cuando Bormann orden a su perro que la atacase y usted fue al
hospital, cuando le dieron el alta recibi otra paliza por el mismo delito
de tener cigarrillos?
R: S. Hizo un informe escrito y recib 12 das de prisin.
Era evidente que Bormann no generaba ninguna simpata ni entre sus
subordinadas ni entre sus propias camaradas. Las exabruptas medidas que imparta y
las decisiones o conclusiones a las que llegaba, no eran santo de devocin de ninguna
de ellas. Helena Kopper seal a la guardiana como la peor persona del campo, la
ms odiada, que jams se separaba de su perro y a quien vio en ms de una ocasin
cmo se acercaba a una reclusa, le sacaba algo del bolsillo y entonces comenzaba a
golpearla. No contenta con esto la tiraba al suelo para que el animal la mordiese hasta
hacerle sangre. Aquel grado de violencia tambin lo sufri Kopper debido al ataque
del perro de Bormann que la mantuvo seis semanas en el hospital del campamento.
Pese a ello esta polaca convertida en Kappo durante su incursin en el centro de
Bergen-Belsen fue condenada a 15 aos de prisin por participar en los malos tratos a
prisioneros.
Otra de las Kappos que corrieron la misma suerte que Helena Kopper fue
Stanislawa Starostka que, pese a su descendencia polaca, trabaj para el personal nazi
de Bergen-Belsen ayudando en las labores de reparticin de la comida a los presos.
Fue condenada a 10 aos de prisin por impartir toda clase de penitencias y
guantazos a sus correspondientes compaeras. Tal y como queda recogido en su
declaracin ante el Tribunal Starostka admiti que prcticamente estaban muertos de
hambre y que los guardianes les trababan muy mal. De hecho, la muchacha con el
nmero 6.865 tatuado en su piel seal a Bormann como una de las Aufseherinnen
que se encontraban en los barracones de Belsen, siempre acompaada por su pastor
alemn. Gran parte de los vigilantes colocados en Komandos externos instigaban a
los internos con estos animales.

ESPAOLES EN EL RECINTO
La ciudad griega de Salnica se convirti a partir de 1492 en el refugio de aquellos
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judeoespaoles que fueron expulsados de nuestro pas por los Reyes Catlicos. Desde
entonces esta poblacin pas a ser modelo de urbe receptora de la inmigracin juda
en Europa, especialmente de los llamados sefardes. A pesar de su riqueza cultural, la
maquinaria nazi decidi arrasarla durante la Segunda Guerra Mundial implantando su
tan terrible antisemitismo destructor. La aniquilacin de este pueblo se origin por el
traslado de sus habitantes a los diversos campos de concentracin alemanes
distribuidos en especiales puntos neurlgicos. Dichas localizaciones les sirvieron para
mantener un control prcticamente absoluto sobre la poblacin de sus pases vecinos
a la par que enemigos.
A partir de aqu se acomete la deportacin de los 48.000 sefardes de Salnica al
campamento de Auschwitz-Birkenau ante la pasividad del gobierno espaol que
actu con gran insolidaridad. De hecho, el rgimen nazi envi varios telegramas a
Franco consistan en una serie de mensajes secretos cifrados donde Eberhard
Von Thadden, encargado de ejecutar tales destierros en el verano de 1943, explicaba
desde Grecia a Berln lo que estaba sucediendo:
El gobierno espaol fue informado en abril de que todos los judos
deben salir de Salnica por razones de seguridad policial. Pese a graves
dudas respecto la emisin de visados de salida para unos 600 judos, se
prometi la repatriacin al gobierno espaol. Poco antes de la expiracin
de plazo la embajada espaola pidi una prrroga. Despus de la
expiracin del segundo plazo la embajada espaola ya no pidi ninguna
prrroga ms. Mediante sugerencias el gobierno espaol dio a entender
que la repatriacin no le interesa. Miembros de la embajada espaola se lo
confirmaron explcitamente al Ministerio de Asuntos Exteriores. No se
prev intervenir ante el gobierno espaol. () Otra prrroga de la
solucin de la cuestin juda en Salnica es inaceptable. Los judos
espaoles se enviarn por el momento a campos de trnsito en el Reich. La
embajada espaola local est informada. Ruego informar al encargado
espaol en Atenas. Fin de la orden de Atenas[51].
La respuesta del Gobierno alemn en Grecia fue contundente y exigi la
evacuacin de los judos espaoles al campo especial de mxima seguridad en
Bergen-Belsen para finales de este mes (julio, 43) si para entonces el gobierno
espaol an no ha pedido la repatriacin colectiva a Espaa. Ruego al comando local
que se organice el transporte a Bergen Belsen no como habitualmente se hace, sino
manteniendo las formas para que una eventual salida posterior de algn judo hacia
Espaa no d lugar a propaganda del terror [sic].
Posteriormente se inicia una guerra abierta entre el gobierno espaol y uno de sus
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cnsules en el pas griego, Sebastin Romero Radigales, que haba sido destinado a
Atenas entre los aos 1943 y 1944. El diplomtico no daba crdito al comportamiento
del gobierno espaol que poco estaba haciendo por salvar la vida de unos
judeoespaoles que acabaran como internos en los centros de exterminacin. As que
decide actuar por su cuenta logrando salvar a 150 refugiados de la capital ateniense
para que pusieran rumbo a Palestina. Con todos sus esfuerzos, el cnsul no pudo
evitar el traslado de unas 400 personas al campo de Bergen-Belsen. De hecho, el
pasotismo del sistema franquista sobre la posible repatriacin de estos judos
sefardes hizo que finalmente Alemania ordenase su reclusin en este campo de
aniquilacin.
Tras doce das de viaje en condiciones infrahumanas 367 judos sefardes llegan a
Bergen-Belsen el 13 de agosto de 1943, entre ellos 40 menores de 14 aos y 17
mayores de 70. Una vez instalados y ante la insistencia del cnsul, el dictador espaol
cedi y acept que estos exiliados regresaran de nuevo a Espaa. Es entonces cuando,
gracias a un telegrama alemn, tenemos constancia de la evacuacin que de forma
inmediata procedera a realizar Radigales.
Asunto: Judos espaoles de Tesalnica. 366 judos espaoles fueron
deportados de Tesalnica () los dems judos viajaron ilegalmente con
un tren de turistas italiano a Atenas. La embajada espaola inform que el
gobierno espaol ha decidido readmitir a los judos espaoles llevados a
Alemania. La repatriacin (segn el gobierno espaol) debera organizarse
en grupos de unas 25 personas y espaciada en el tiempo. Instancias
internas (alemanas) opinan que la propuesta es inaceptable e insisten en
una rpida repatriacin en grupo de los 366 judos a Espaa.
Compartimos esta opinin porque, de lo contrario, el transporte se
alargara a 6 meses y se originaran muchos gastos para personal de
vigilancia y de acompaamiento. Tambin bajo aspectos propagandsticos,
una nica repatriacin en grupo parece mejor que frecuentes transportes
individuales que recuerden el asunto repetidamente. Por favor, transmita al
ministerio de Asuntos Exteriores de all (espaol) nuestro punto de vista y
consiga una rpida aceptacin del transporte agrupado, para el caso que
la repatriacin se lleve a realmente cabo. Por favor, tomen precauciones a
tiempo para evitar en la medida de lo posible el uso propagandstico
maligno de esta repatriacin[52].
La batalla diplomtica lleg a su fin y el xito fue rotundo, se haban salvado
vidas. La mayora de estas personas pasaron de estar confinadas en un campamento
en las peores condiciones humanitarias posibles a ser trasladados a Barcelona,
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Marruecos e incluso a Palestina. Pero una bofetada golpeaba nuevamente al pueblo


judeoespaol. En marzo de 1944 miembros de las Waffen-SS arrestaron a 155 judos
espaoles que tuvieron que retornar a Bergen-Belsen. All permanecieron hasta que
fueron liberados por el ejrcito britnico en 1945.
Entre las historias de espaoles en este campo de concentracin podemos extraer
la de Teresa Encuentra de Bescos, nacida en Abiego (provincia de Huesca) en el ao
1910 y que, tras ser detenida por los alemanes por participar en la resistencia, fue
encarcelada primeramente en Pars para despus ser deportada al campo de
Ravensbrck en la primavera de 1944. All ingres el 18 de mayo con el n 39.260,
aunque posteriormente fue trasladada al centro de Bergen-Belsen donde sufri
terribles palizas por parte de algunas de sus guardianas. Vivi para contarlo gracias a
la liberacin del campamento por las tropas aliadas en la primavera de 1945.
Santiago Labara Cantarelo es otro de los prisioneros espaoles que padecieron la
ira de Bergen-Belsen. Nacido en Candasnos (Huesca) en 1895, era militante de La
Confederacin Nacional del Trabajo formando parte del Comit local creado de
inmediato despus del estallido de la Guerra Civil junto a Jos Sampriz y otros.
Desgraciadamente, muri en el campo de Bergen-Belsen a los 49 aos justo dos
meses antes de su liberacin. Jams se conocieron las causas de su muerte, aunque
probablemente, y, tal y como se puede extraer de la documentacin revisada hasta el
momento, es posible que fuese por inanicin. Gracias a las gestiones realizadas por la
Cruz Roja Internacional, su familia pudo conocer el paradero de Santiago y su triste
final.
Otro de los casos que aqu nos ocupa, es el de Felicitat Gasa apodada Porcar y
que, gracias al Archivo General de Ravensbrck (Frstenberg) hoy podemos
comprender qu fue lo que le ocurri a Felicitat y cmo fueron sus ltimos das en
Bergen-Belsen. Esta mujer nacida en Segria (Lleida) en 1905 fue apresada por
resistente y enviada en mayo de 1944 en un convoy a Ravensbrck junto con otros
567 presos. All fue marcada para los restos con el nmero 39.297. De El Puente de
los Cuervos la trasladan a pie a Hannover y de all a Bergen-Belsen. Durante los tres
das que dur aquel desmesurado viaje Felicitat recuerda cmo muchas de sus
compaeras caan exhaustas mientras las guardianas nazis las golpeaban una y otra
vez. Aqu destaca el incidente de una compaera madrilea llamada Monique de la
que no recuerda el apellido. Esta estuvo apunto de caerse por el camino y fue Felicitat
y otra reclusa quienes la cogieron del brazo a pesar de que ella insista que la dejasen,
que ya no poda ms.
Cuando llegaron al campo de concentracin, se dieron cuenta de que en realidad
se trataba de un centro de aniquilacin y exterminio. En el poco tiempo que all
permaneci pronto llegaran los ingleses para sacarlos de la truculencia pudo ver
montaas de cadveres esperando ser enterrados al lado de una zanja ya que los

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hornos ya no funcionaban por la falta de carbn. Aqu me gustara puntualizar que,


cuando los alemanes procedieron a huir de aquella estela de barbarie, no tuvieron
tiempo de enterrar las pilas de muertos as que pidieron a los prisioneros que cavaran
algunas fosas. De este modo se poda ver a los hombres del campo transportar un
cadver para despus arrojarlo a la zanja. Incluso haba un almacn lleno hasta el
techo de despojos de mujeres.
Otro de los recuerdos que Felicitat cont a su compaera Neus Catala, fue cmo
una periodista se acerc hasta aquel montculo de fiambres que esperaban ser
enterrados, mientras los reclusos se sentaban sobre ellos como si fueran un montn de
lea.
El da de la liberacin de Bergen-Belsen las tropas inglesas se toparon de bruces
con la atrocidad del rgimen nazi y con miles de cuerpos masacrados. Enfermedades
tan contagiosas como el tifus fue lo ms liviano que vieron en aquel gigantesco
recinto.
Una vez que Felicitat Gasa se convierte en una mujer libre, la nica visin que la
acompaar hasta el final de su vida, es la de dos nios muy pequeos, de unos seis
aos, pero con apariencia de ancianos, como si la vejez les hubiera azotado
gravemente. Estos pequeos iban a recoger la sopa que los ingleses haban
preparado para la tropa y los deportados una vez liberado ya el campo, comentaba la
superviviente espaola. Y dos preguntas le rondaban la cabeza al ver esa escena:
qu haban hecho ellos para estar en el campo? Las mujeres haban hecho la
resistencia pero los nios, qu haban hecho los nios?.
Mnica Jene Canovas naci en Catalua en 1911, pero vivi en Francia desde los
seis aos. En 1942 se uni a un grupo de la resistencia, Alib Morris, para ser
detenida por los alemanes tan solo un ao despus. Fue confinada en la crcel de
Fresnes donde permaneci un mes sola y a oscuras, pellizcndose para no volverse
loca y ver si todava segua viva.
Al cabo de un mes la trasladaron a una celda donde coincidi con la mujer de un
diplomtico polaco, la esposa de un general francs y su hija y una seora gala. En
total eran cinco personas para un calabozo destinado simplemente a una. El 4 de
febrero de 1944 la portan a Compiegne para desde all ser enviada a Ravensbrck en
un vagn de ganado junto con 70 u 80 mujeres ms. En este campo de concentracin
dedic su vida a trabajar en los coches de arena de los trenes, pero unas fiebres muy
altas la llevaron a la enfermera. Una vez recuperada, la conducen a una fbrica de
mscaras de gas en Anovre. Junto con otras compaeras urde todo tipo de sabotajes.
En una ocasin hace saltar los plomos paralizando la confeccin. Finalmente, el 8 de
abril de 1945 fue deportada a Bergen Belsen. Nada ms llegar Canovas cuenta cmo
le impresion encontrarse con una pila de cadveres en descomposicin tirados en el
suelo a punto de ser enterrados, adems de un rimero de zapatos propiedad de los

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difuntos.
Por suerte, a los pocos das el bando aliado arriba al campamento de
exterminacin salvando a todos los supervivientes de una muerte segura. Unas horas
antes de aquel acontecimiento el personal nazi y entre ellas Juana Bormann, les
obligaron a cavar una zanja para que los aliados no vieran los interfectos. Un
prisionero intent coger uno de los cuerpos, pero, al hacerlo, se qued con un brazo
descompuesto entre las manos. Ese fue el principio del fin. Los mismos reos se
rebelaron contra sus verdugos al tiempo que los aliados les apuntaban con sus armas.
Coloma Sers, alias Anta, naci en 1914 en la comarca de Segria (Lleida) y lleg
a Ravensbrck en el convoy de las denominadas 27.000 que sali de Compiegne
junto a Neus Ctala. Ambas reclusas permanecieron en el Bloque 22 del campo desde
el 3 de febrero de 1944. La tatuaron el nmero 27.037, aunque pocos das despus la
enviaron a Bergen-Belsen para ser exterminada. Fue liberada antes de proceder a su
ejecucin.
Segn datos aportados por el Archivo General de Ravensbrck y por libros tan
impactantes como Els Catalans als camps nazis, esta maestra leridana fue detenida
por intentar cruzar la frontera espaola con sesenta nios. Quera evitar que los
devolviesen a la Espaa de Franco. Segn cont nuestra protagonista a la autora de
este libro, Montserrat Roig, haba tres nios avispados pero muertos de miedo. Eran
hermanos y Coloma intent obstaculizar que se los llevasen, sobre todo cuando se
encontr a la ms pequea llorando porque alguien le acababa de deciR: Vamos,
arrodllate y reza por el alma de tu padre, que era un asesino.

LA LIBERACIN DE BERGEN-BELSEN
Aunque en primera instancia este campo de concentracin ubicado cerca de la ciudad
alemana de Hannover fue construido para servir como centro de trnsito de
confinados, la verdad es que con el tiempo sus funciones fueron cambiando.
Finalmente se utiliz como un recinto de recogida y exterminio.
Desde julio de 1943 y hasta el 15 de abril de 1945 unas 50.000 personas murieron
en sus instalaciones. Por ejemplo, las vctimas sufran hacinamiento a causa de los
numerosos traslados que se organizaban en las famosas marchas de la muerte. Si a
esto le sumamos el trato vejatorio a los confinados que iba desde la privacin de
alimentos y la vestimenta, las continuas palizas, el fro infernal y la aparicin de
epidemias como el tifus, nos topamos con un campamento dedicado exclusivamente a
la aniquilacin humana.
Si en diciembre de 1944 la poblacin de Bergen-Belsen era de 15.257 personas,
durante los primeros meses de 1945 y hasta el da de su liberacin, la cantidad se
elev hasta los 60.000 prisioneros. Sin embargo, tal cual llegaban los internos tal cual
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moran a los pocos das, llegando a tener 7.000 muertos en febrero, 18.168 en marzo
y 9.000 durante la primera quince de abril. La consternacin se poda vislumbrar en
el rostro de los ms fuertes, aquellos que lograban sobrevivir a toda aquella
ignominia.
El 7 de abril de 1945, ocho das antes de que el Ejrcito Britnico irrumpiera en
Bergen-Belsen, el jefe de la Oficina Principal de Seguridad del Reich (RSHA), Ernst
Kaltenbrunner, orden al comandante Josef Kramer matar a todos los reclusos que
an seguan con vida. No le dio tiempo a cumplir su dictamen.
El 15 de abril de 1945 la 11divisin blindada de las tropas britnicas irrumpieron
en el campo de concentracin donde los muertos se contaban por miles y las mujeres
y los nios permanecan desnudos en el exterior de los barracones.
Segn parece una de las razones por la que los alemanes decidieron rendirse
finalmente fue que muchos de sus cautivos se hallaban enfermos. De hecho, esas
grotescas imgenes impactaron de sobremanera a los aliados hasta el punto de obligar
a todo el personal de las SS a cargar y enterrar a los muertos que an no haban
tenido sepultura.
Una vez terminado su trabajo, todos los miembros nazis de Bergen-Belsen
comandante, supervisores, guardianas y auxiliares fueron arrestados y puestos a
disposicin judicial en la crcel de la localidad cercana de Celle. Entre ellas se
encontraba, cmo no, Juana Bormann, que fue a juicio acusada de crmenes contra la
humanidad.
En las semanas siguientes a la liberacin las tropas britnicas incineraron 10.000
cadveres en fosas comunes y quemaron el resto del campo para evitar la
propagacin del tifus. Otros 10.000 supervivientes no lograron recuperarse tras su
puesta en libertad y murieron unas jornadas despus. Un hombre, cualquier hombre,
vale ms que una bandera, cualquier bandera, enunciaba el escultor espaol Eduardo
Chillida. En este caso los que perecieron no tuvieron esa vala.

LA BATALLA DE BELSEN: SE HIZO JUSTICIA?


Al trmino de la guerra y en vista de las situaciones encontradas en los ltimos meses
en aquellos campos de muerte y destruccin, los tribunales militares britnicos
iniciaron una serie de juicios para dictaminar hasta qu punto el personal subyacente
en dichos recintos era responsable del fallecimiento de miles de presidiarios. Una de
estas vistas judiciales fue el denominado Juicio de Bergen-Belsen anteriormente
mencionado en el captulo de Irma Grese donde el comandante Josef Kramer y
otros 44 acusados fueron inculpados de crmenes contra la humanidad por su atroz
participacin en el Holocausto y la alta mortandad registrada en su campo. Como
veremos ms adelante, la mayora fueron ejecutados en diciembre de 1945 en la
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poblacin alemana de Hameln.


El proceso que dur 54 das (del 17 septiembre al 17 noviembre de 1945) se
realiz en presencia de unos 200 periodistas y observadores internacionales quienes
pacientemente esperaban a conocer los testimonios y declaraciones, no solo de las
vctimas, sino sobre todo de sus verdugos. Hasta qu punto seran capaces de negar
la brutalidad ocurrida tras las paredes del centro de Bergen-Belsen?
Este campamento de exterminio fue el nico que estuvo bajo el control del
Ejrcito Britnico, de ah que no tuvieran jurisdiccin alguna para juzgar y acusar al
resto de los criminales de guerra pertenecientes a otros centros de internamiento nazi.
Aunque las pruebas presentadas fueron claras, no solo por la aportacin de los
testimonios de los supervivientes de la masacre, sino por el material fotogrfico y de
archivo incautado en los mltiples registros, el personal de Bergen-Belsen por orden
del comandante Kramer intent borrar todas las posibles huellas que les sealasen
como lo que en realidad haban estado siendo: unos asesinos.
Debido a la envergadura de las causas que se procederan a enjuiciar en los das
posteriores, el Tribunal tuvo muy claro desde el primer instante que los acusados eran
inocentes hasta que se demostrase lo contrario. Crean en la presuncin de inocencia
y as se lo hicieron saber a los 45 detenidos a quienes se les provey de un abogado
defensor. En total dispusieron de doce letrados de los cuales once eran britnicos y
uno polaco. La Aufseherin fue representada por el mayor Munro.
Juana Bormann fue acusada, como la mayora de sus camaradas, de dos cargos
importantes: uno perpetrado en Bergen-Belsen entre el 1 de octubre de 1942 y el 30
de abril de 1945, cuando, siendo miembro del personal de dicho campamento, viol
las leyes y costumbres de la guerra vejando fsica y psicolgicamente a los internos
hasta causarles la muerte; y el segundo, en Auschwitz del 1 de octubre de 1942 al 30
de abril de 1945, cuando siendo responsable de velar por el bienestar de los reclusos,
ejerci malos tratos contra sus prisioneros hasta verlos morir.
Entre los nombres de las vctimas que se suman a su lista de asesinatos la
mayora procedentes de pases aliados, se encuentran el de Rachella Silberstein,
Ewa Gryka, Hanka Rosenwayg y otras personas annimas. Tanto la Aufseherin como
el resto de sus compaeros se declararon inocentes de los cargos hechos en su contra.
El 17 de septiembre de 1945 da comienzo la vista judicial. En este primer da
todas las miradas se centraron en la enigmtica y sdica Irma Grese, compaera de
correras de Bormann, quien acapar la atencin de todos los medios de
comunicacin presentes en la sala. Pero a medida que pasaban los das, la temida
Wiesel, con el nmero 6 en el pecho, se fue haciendo un hueco ya que las testigos la
incriminaban como una de las mayores responsables de las torturas perpetradas en
Bergen-Belsen. Las tornas cambiaron despus de su espeluznante declaracin.

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SLIDO INTERROGATORIO
Viernes, 12 de octubre de 1945, es el da elegido por la Corte para interrogar a la
acusada Juana Bormann. Los nervios se pueden palpar en el ambiente. Existe gran
expectacin al respecto, especialmente despus de los testimonios escuchados en
jornadas anteriores. La guardiana nazi sube al estrado y esta es examinada
escrupulosamente por el mayor Munro.
Desde un primer momento existen discrepancias en torno a ella. La fecha de su
nacimiento no concuerda en absoluto con su apariencia fsica, ni por supuesto, con la
documentacin requisada. Inclusive fue sorprendente escuchar de su boca que el
nico motivo por el que haba ingresado en las SS, supuestamente como empleada
civil, era para ganar ms dinero. Tras la descripcin hecha por Bormann de las
fechas y lugares donde se encontraba en la poca de los presuntos crmenes, aparte de
sus funciones en tales campos de concentracin, vinieron las respuestas cargadas de
total frialdad e impunidad.
Neg rotundamente haber sido parte activa en la seleccin de prisioneros para la
cmara de gas en Birkenau; haber visto siquiera el crematorio, a pesar de que los
camiones tenan que pasar por la carretera principal. Se cea a decir que no saba
dnde se dirigan aquellas camionetas. Su nica funcin se limitaba a estar presente
en los pases de revista que se hacan por la maana y por la noche. Yo no tena
tiempo para asistir, espet.
Bormann admiti que tena un perro de su propiedad en Belsen a modo de
mascota, pero desminti haber incumplido los reglamentos del campo al intentar
instigar a los reclusos ayudndose del animal.
P: Un gran nmero de testigos ha dicho que se acuerdan de verla a
usted con un perro. Tena usted un perro?
R: S, lo llev conmigo. Se lo di al Sturmbannfhrer Hartjenstein a
principios de junio. Cuando cazaba quera llevarse el perro, y me lo
devolvi sobre principios de marzo de 1944, cuando el perro se enferm.
P: Ambas testigos Szafran y Wohlgruth dicen que usted orden que su
perro atacara a una mujer, y que usted se jact de lo que haba hecho a un
hombre de las SS que pasaba en aquel momento. Es eso cierto?
R: Las prisioneras lo alegan pero no es verdad. Yo nunca tuve un
pastor alemn. Nunca orden a un perro que atacase a personas, y es ms,
en Birkenau nunca tuve perro.
P: Era usted la nica Aufseherin en Birkenau con perro?
R: No, haba muchas Aufseherinnen que tenan perros negros. Mi perro
no era negro. Dos Aufseherinnen llamadas Kuck y Westphal tenan perros
adiestrados profesionalmente. Mi perro era mo, no un perro oficial, y no
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me permitan que atacase a los prisioneros. Si lo hubiera hecho habra


recibido un castigo severo.
P: Cmo eran estas Aufseherinnen?
R: Kuck era bastante parecida a m y luego me enter por las reclusas
que muchas veces nos confundan la una con la otra. Westphal tambin era
morena, pero era ms alta que yo[53].
La supuesta confusin de los internos sobre si era ella o no quien tena aquel
peligroso perro, sembraron la duda en la Corte. Desafortunadamente no fueron
capaces de encontrar ningn registro que les llevara a la tal Kuck. De ah que la
conclusin que sacasen fuese que Bormann estaba llevando a cabo una especial
estratagema para ser absuelta de los cargos por mala conducta.
La criminal nazi rechaz las declaraciones de algunos testificantes que la
establecan en determinados lugares y en fechas muy concretas. No obstante,
Bormann hizo gala de su brusquedad manifestando que los testimonios tenan una
base falsa porque realmente ella no estaba donde decan cuando ocurrieron los
presuntos delitos.
Aqu me gustara puntualizar que la guardiana no estuvo destinada de forma
permanente en un solo centro de internamiento, sino que como hemos comprobado
con anterioridad, sus superiores la iban transfiriendo durante temporadas muy cortas
para apoyar a las camaradas de los campamentos que resultaban ms problemticas o
necesitadas de mano dura. Ahora bien, el empeo de la acusada no le vali de mucho,
las pruebas entregadas al Tribunal echaban por tierra todas sus mentiras.
Helena Kopper fue una de las supervivientes que se refiri a La Mujer de los
Perros como la vigilante ms odiada del campamento y tuvo la valenta de admitir
que sus funciones no se circunscriban a lo expuesto hasta entonces. Bormann fue
responsable del racionamiento de ropa en una de las tiendas del recinto. Esta se limit
a contestaR: No, nunca estuve a cargo de la tienda de ropa y en 1944 no estuve en
Birkenau.
Otra de las testigos, Keliszek, apuntaba en su declaracin previa que en el verano
de 1944 la Aufseherin haba participado en un Strajkommando de 70 mujeres. All las
haca permanecer todo el da de pie golpeando con un pico el suelo, mientras
Bormann se diverta lanzndoles los perros. La acusada solo repeta que en aquella
poca no haba estado en Birkenau y que jams haba salido del campo con ningn
Kommando.
Otra de las preocupaciones que rondaba al Tribunal era si en verdad Juana
Bormann haba maltratado y asesinado o no a los prisioneros, tal y como muchos de
los supervivientes haban explicado en das anteriores. Si nos ceimos a las pruebas
testificales deberamos decir que s, pero la rplica que lanzaba la protagonista de
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dichas imputaciones se mantena tan firme que poda dar lugar a la duda.
P: Alguna vez peg usted a las chicas?
R: S, Cuando no obedecan las rdenes o lo que les haba dicho que
hicieran, entonces les golpeaba su cara o les daba un bofetn en sus
orejas, pero nunca de una forma que les saltasen los dientes.
P: Se ha dicho que usted administr un tratamiento salvaje y brutal a
internas hambrientas y que sola golpear a mujeres con su porra de goma.
Es eso cierto?
R: No, yo ni saba lo que era una porra de goma hasta que estuve en la
prisin de Celle cuando vi una por primera vez en las manos de un soldado
britnico.
P: Siwidowa dice en su declaracin que usted zurr a muchas
prisioneras por llevar ropa buena, y que usted las oblig a que se
desnudaran y a hacer ejercicios extenuantes. Es eso cierto?
R: Igual me haba llevado su ropa, porque intentaron sacarlas del
campamento para venderlas a la poblacin civil, pero de ningn modo les
golpe y no tena ningn derecho para que hicieran deporte.
P: A veces usted consider necesario abofetear las orejas de las
chicas?
R: Si no obedecan las rdenes o si repetidamente hacan cosas que
estaban prohibidas. Era muy difcil controlarlas, Birkenau era un
campamento muy grande.
Aquel detalle del bastn de goma enfureci a los testigos que se encontraban
expectantes ante las palabras de Bormann. Negar una evidencia era de necios, o de
tontos? Quien sabe si replicando de esta guisa la inculpada poda vislumbrar que sera
puesta en libertad. Sus esfuerzos por conseguirlo cayeron en saco roto, tambin
despus de afirmar que intent salir de las SS en el ao 1943. La guardiana decidi
enviar una carta a su Oberaufseherin para marcharse de all:
Ella me reenvi la carta, y la recib con la noticia de que el permiso
no estaba concedido. Despus una fbrica quera que les asistiera y me
enviaron una carta diciendo que debera ir, pero no me lo permitieron.
Ahora le tocaba el turno de preguntas al coronel Backhouse quien presion a la
acusada sobre la cuestin del dichoso animal. Bormann sigui manteniendo su
versin, que se trataba de un perro domstico y que jams le haba entrenado para
atacar a nadie y menos an a los cautivos. Otra de las imputadas, la nmero 8, Herta
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Ehlert, opinaba todo lo contrario sobre la Aufseherin y as se lo hizo saber tanto al


presidente como al resto de miembros del Tribunal cuando asegur en su declaracin
lo siguiente. Y cito textualmente:
Desde mi conocimiento personal sobre Johanna Bormann y por
trabajar con ella creo que las historias sobre su brutalidad hacia las
prisioneras son verdad, aunque yo misma no lo he visto. Muchas veces vi al
perro que ella tena y escuch que lo dejaba suelto para atacar a las
reclusas. Aunque no lo he visto perfectamente puedo creer que es verdad.
Bormann insisti en que su camarada, la que haba sido su compaera en el
campo de concentracin, estaba mintiendo. Algo contradictorio si nos fijamos en la
respuesta que la procesada dio al coronel Backhouse, al cuestionarle si el tratamiento
que empleaba con las internas era ms severo que el de otras Aufseherinnen. Solo
quera mantener el orden. () Yo tena que vigilar los bloques para ver que las camas
estuviesen correctas, y si todo estaba limpio, y para mantener el orden. Yo era la
nica Aufseherin haciendo eso, replic. Aquella sugerencia dejaba entrever a los all
presentes que en realidad estaba preparada para hacer lo que fuese necesario para
alcanzar ese objetivo. El castigo y la muerte podran ser dos buenos pretextos.
Otro de los temas que turbaron a la criminal nazi fue cuando el coronel
Backhouse le pregunt acerca de la piara de cerdos de la que fue responsable en
Belsen hasta la liberacin del campo. Bormann coment que hasta ese momento
tenan 52 gorrinos y que los alimentaba a base de patatas y nabos.
P: Y as fue mientras los prisioneros se moran de hambre?
R: Durante el tiempo que estuve all era lo que tenamos para ellos.
Si haba comida para estos puercos, por qu dejaban morir de hambre a los
cautivos? Ese era el quid de la cuestin. Los argumentos que desarrollaba Bormann
sobre esta cuestin eran de lejos razonables pero abominablemente reales.

ALEGACIONES DE SU ABOGADO DEFENSOR


Antes de llegar a la resolucin del juicio y conocer la sentencia que se le impuso a la
acusada nmero 6, Juana Bormann, su paladn el mayor Munro hizo un discurso de
clausura donde pretenda probar la inocencia de su cliente y la falsedad de las pruebas
aportadas durante la vista.
El letrado inici su alegato aludiendo a que no era tarea de la Corte juzgar la
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poltica de la exterminacin o la persecucin de los judos. Que la Corte tena que


juzgar a las personas llamadas obligatoriamente por sus gobiernos para participar en
la ejecucin de sus polticas, al igual que l y los miembros de la Corte haban sido
llamados por su Gobierno en virtud de los poderes de emergencia que le confiere el
Parlamento. Cuando hay un conflicto entre derecho interno e internacional, un
hombre no se supone que sabe de Derecho Internacional y lo aplica en contra de su
propia ley.
Tras este breve inciso en su conclusin continu explicando que el primer cargo
por el que se acusaba a Bormann de ser culpable, era por tener un perro grande y
cruel que atacaba a las mujeres del campo. Si bien la acusada admiti poseer este
animal, a excepcin de un corto periodo de tiempo, la realidad fue y as lo
atestigu en su declaracin jurada que le gustaban los caninos. Asimismo, el mayor
Munro insisti en que la propia Bormann sugiri que aquellos testigos que la
sealaban como un ser despreciable, en verdad la haban confundido con una tal
Kuck. El letrado argument que la equivocacin producida sobre la identidad de la
nmero 6, no surgi solo de una sugerencia hecha por ella misma, sino que mientras
unos testigos aseguraban que tena un perro negro otros decan que se trataba de uno
marrn. De este modo, y as lo expresaba la defensa, este error poda ser el punto de
inflexin para demostrar que Juana Bormann, guardiana de Bergen-Belsen y
Birkenau, no era la responsable de tales salvajadas.
El segundo cargo en su contra aluda a que la Wiesel golpeaba a sus vctimas con
sus puos y las maltrataba con una porra de goma. Aunque su defendida haba
admitido que en ocasiones sacuda a las reclusas con las manos para mantener la
disciplina, aqu Munro hizo la observacin general sobre el significado de las
palabras empleadas durante el interrogatorio, no solo de la Aufseherin, sino tambin
de las testigos. Y es que mientras que la palabra en ingls beat significa golpear; en
cambio el trmino alemn schlagen puede significar muchas ms cosas y tener ms
sentidos. Es decir, que cuando la palabra inglesa se refiere a golpes reiterados y
severos, la alemana podra ir desde un solo golpe hasta una paliza. Aqu el abogado
intenta encontrar un nuevo punto de confusin y aade que cuando se produjeron los
incidentes de abril de 1943, Bormann an no haba llegado. Lo hizo supuestamente
un mes despus, as que la defensa del letrado se bas en la negacin total y absoluta
de los supuestos ataques que Bormann perpetr a sus internas en aquella fecha.
En este sentido hay tres declaraciones juradas que se refirieron a los ataques de
Auschwitz y uno al de Belsen, pero Munro seal a la Corte que era inconcebible que
la inculpada pudiera infligir tales castigos a los confinados ya que se trataba de una
mujer pequea y frgil. Adems, record que Bormann haba negado tajantemente
haber utilizado un palo de goma o algo parecido para pegar a nadie.
En relacin con la presunta participacin de la acusada en las selecciones de la

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cmara de gas tercer cargo en el que estaba involucrada Bormann, el argumento


de Munro para negarlo fue que ella deba de haber visto alguna comitiva o algn otro
tipo de clasificacin de la gente para sacarlos fuera y que los declarantes haban
cometido un error.
Segn recoge el documento The Belsen Trial. Volumen II, en su pgina 97 se
trata de los informes de los juicios de los criminales de guerra elaborados por The
United Nations War Crimes Commission en 1947, el mayor Munro termina su
alegato arguyendo lo siguiente:
En relacin con el Artculo 8 de la Orden Real, el abogado lleg a la
conclusin mediante el examen de la cuestin de la "accin concertada".
En primer lugar, qu era "accin concertada"? El significado de
"concertado" en el diccionario era "planificado junto", "coordinado" o
"planeado juntos", y l sostuvo que la palabra no poda tener otro
significado que su "significado normal y con sentido comn del
diccionario".
Dnde est la prueba en este caso de cualquier "planificacin",
"invencin" y "organizacin"? No haba. Podra ser, por ejemplo, que se
acord y plane mutuamente enviar todos esos millones a la cmara de
gas, o que Hoessler, Bormann, Volkenrath y Ehlert planificaron y
coordinaron en Belsen provocar una accin deliberada y homicida de
hambruna? Si el tribunal se mostr satisfecho al no haber dicha prueba,
los acusados no podran ser juzgados por ninguna otra cosa que lo que
ellos haban demostrado que haban hecho.
Pareca que cada uno de sus cuatro acusados tenan derecho a un
veredicto favorable, pero si el tribunal los declaraba culpables, segn la
exposicin del abogado en este caso, les podran "juzgar colectivamente
por otros actos de carcter similar pero nada ms grave". Si ellos eran
declarados culpables de haber golpeado a gente, ellos no podran ser
juzgados colectivamente por disparar.
La prueba de la responsabilidad colectiva sera solo la evidencia
"prima facie", y podra ser rebatido. En contestacin, la Fiscala tendra
que mostrar lo que el acusado pudo haber hecho y no lo que dej de hacer
para evitar el uso de la cmara de gas o la hambruna de los prisioneros en
Belsen.
Una vez que todos y cada uno de los abogados de los 45 acusados expusieron sus
argumentos, lleg el turno de la Fiscala y del Coronel Backhouse.

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LTIMAS IMPUTACIONES
El fiscal del juicio de Belsen inici su discurso expresando que su deber all consista
simple y llanamente en revisar ante el Tribunal el caso de enjuiciamiento de los
inculpados. La ardua labor del coronel en encontrar contradicciones le llev a lanzar
la primera pregunta a la Corte sobre Bormann: Pueden aceptar la palabra de una
mujer que dice que durante todo el tiempo que estuvo en el campo de concentracin
jams vi una seleccin o a una guardiana pegar a alguien?. Curiosamente,
Backhouse se estaba refiriendo a una de las Blockfhrerinnen responsables de los
barracones. Por ello cit textualmente el prrafo 383 del Manual de la Convencin de
la Haya, que dice claramente:
Es la tarea del ocupante ver que las vidas de los habitantes son
respetadas, que su paz interior y el honor no se vean perturbadas, que no
se interfiera en sus convicciones religiosas y en general, que los ataques de
coaccin, ilegales y criminales a sus gentes, y las acciones delictivas
contra sus propiedades, sean igual de punibles como en tiempos de paz.
El cometido del Fiscal era resear que el maltrato de un prisionero de guerra es un
crimen de guerra en s mismo, porque precisamente ese es el delito ms comn que se
dictamina en los tribunales militares.
Blackhouse cuestiona cmo es posible que Juana Bormann negara poseer un
perro si el nico momento en el que se la vio conmovida o sintiendo la ms mnima
emocin, fue al mencionar al nocivo animal. Conforme a los testigos, eran
inseparables.
Por ltimo, el abogado sugiere que el comportamiento de la acusada respecto a la
posible confusin o no con otra guardiana llamada Kuck, quedaba patente en la
declaracin de Ehlert. Mientras aseguraba que nunca la haba visto instigar a nadie
con su perro, a la vez aada he odo hablar de ello y me lo creo bastante despus de
haber trabajado con ella. En cuanto a las selecciones, Backhouse record los
diversos testimonios reunidos en el proceso donde indicaban a la acusada nmero 6
como una de las participantes de las selecciones a la cmara de gas.

SENTENCIA Y VEREDICTO
El 17 de noviembre de 1945 a las 10.57 de la maana el Tribunal suspende la sesin
para deliberar. Casi cinco horas ms tarde, a las 16.05, se inicia la vista final del
juicio de Belsen contra Kramer y los 44 acusados. El presidente Berney-Ficklin inici

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su discurso:
Me gustara dejar perfectamente claro a los acusados que los fallos de
culpabilidad debern ser confirmados por la autoridad militar superior.
Los fallos de no culpabilidad son concluyentes, y absuelven a los acusados
del cargo particular por el que estaban siendo juzgados. Todos ustedes, a
excepcin del n 48, Stanislawa Starostka, fueron llevados ante el Tribunal
de Justicia acusados de cometer crmenes de guerra en Bergen-Belsen,
Alemania, como se detalla en la hoja de cargos. Voy a referirme a esto
como la primera acusacin.
De los dos cargos por los que Juana Bormann haba sido acusada, el Tribunal tan
solo la encontr culpable del segundo. Es decir, por maltratar y asesinar a sus
confinados mientras fue la responsable del campo de concentracin de Auschwitz,
entre el 1 de octubre de 1942 y el 30 de abril de 1945. De la primera acusacin, que
se refera a las actuaciones perpetradas en el campamento de Bergen-Belsen en las
mismas fechas, fue encontrada no culpable. La sentencia de esta Corte es que sufra
la muerte por ahorcamiento, concluy el presidente Berney-Ficklin.
Al final de la causa Juana Bormann, al contrario que sus otras dos camaradas,
Elizabeth Volkenrath e Irma Grese, no suplic clemencia ante el tribunal para que la
librase de la muerte o para que por lo menos le redujeran la pena y la condenaran si
caba la posibilidad a cadena perpetua. La criminal nazi acept sin rechistar la
resolucin de la Corte. Aqu comenzaba su purgatorio.

MUERTE EN LA HORCA
Aquel 17 de noviembre de 1945 concluy uno de los procesos ms difciles de los
que se llevaran a cabo tras la Segunda Guerra Mundial. Los testimonios, vctimas,
rplicas y verdugos que pasaron por esta sala durante los 54 das que dur el juicio,
hizo palidecer a la opinin pblica. Los medios de comunicacin siguieron con
inagotable inters cada uno de los instantes vividos por los 45 condenados. Los
rotativos espaoles lo fueron plasmando en las pginas de sus diarios mediante
importantes titulares que describan hasta los ms mnimos detalles del sumario.
Algunos como el peridico La Vanguardia, reflejaron lo sucedido en su publicacin
del mircoles 26 de septiembre de 1945, pgina nmero seis, bajo el titular El
proceso de Luneburgo. Dora Szafran reanuda su declaracin.
Despus seal a Juana Bormann como una de las guardianas que
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ms se distingua por su crueldad para con los prisioneros. A este


prepsito relat que una vez la vio azuzar a su perro dogo, y como este solo
se lanzara a las piernas de la presa que se le haba sealado, su duea le
grit: "A la garganta!".
Otro defensor intervino entonces para pedir a la testigo que
identificara a la procesada. Juana Bormann se puso de pie, y Dora Szafran
exclam, sin vacilar, designndola con un grito: Esa es!
El defensor pregunt entonces: Podra usted decirnos qu tamao
tena el perro? Dora Szafran, midiendo de una ojeada la estatura de Juana
Bormann, que segua en pie, contest: Era tan alto como ella, y negro.
Luego aadi:
La prisionera sobre la que esta mujer lanz su perro, dicindole que
saltara a la garganta, muri a consecuencia de las mordeduras. Muchos
nos reunimos alrededor del cuerpo exnime, y cuando se acerc un guardia
para saber lo que pasaba, Juana Bormann le dijo, sealando el cadveR:
"Esto lo he hecho yo".
A continuacin refiri diversos castigos corporales sufridos por ella
misma, y al hablar de una ocasin en que fue golpeada con un palo, el
comandante Grafield, de la defensa, le interrumpi para preguntarla:
Era redondo el palo o tena nudos? La testigo provoc la risa del
pblico al responder rpidamente:
No lo s. Solo lo sent.
El mismo da que concluy el juicio de Belsen, Juana Bormann y el resto de los
condenados fueron transferidos a la crcel de Lneburg donde esperaran hasta el da
de su ajusticiamiento. Al fin y para evitar revuelos de ningn tipo, el 8 de diciembre
el Tribunal orden su traslado a la prisin de Hameln (Westfalia) para proceder a la
pena mxima.
El da antes de su ejecucin, el verdugo oficial de Gran Bretaa Albert
Pierrepoint al que ya hemos aludido en ms de una ocasin a travs de estas
pginas realiz las pertinentes evaluaciones. Pes y midi a la acusada con 45
kilogramos y 1,52 metros de altura respectivamente.
Bormann pasara a ser la ltima de las mujeres en ser ahorcada, por detrs de
Irma Grese y Elizabeth Volkenrath. Cada una fue ajusticiada por separado y de forma
individual, al contrario que los ocho hombres restantes que, aun corriendo la misma
suerte, lo hicieron en parejas.
A las 10.38 del viernes 13 de diciembre de 1945 todo estaba listo para proceder a
su condena. Juana Bormann se acerc a la trampilla donde le esperaba Pierrepoint. Le
tap la cabeza, le pas y apret la cuerda alrededor de su cuello y puso en marcha el
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mecanismo. Su cuerpo permaneci all durante veinte minutos, tiempo suficiente para
comprobar que la Wiesel haba muerto. El cadver se guard en un simple atad de
madera para despus ser enterrado en los jardines de la prisin.
Posteriormente, el que fuese la mano ejecutora de estos criminales alemanes,
escribi unas pocas palabras acerca de la tan temida Juana Bormann. Todo ello se
recoge en la autobiografa que le da nombre, Executioner Pierrepoint: An
Autobiography.
Elisabeth Volkenrath fue seguida por Juana Bormann, La mujer de los
perros, quien habitualmente instigaba a los prisioneros con su pastor
alemn para hacerles pedazos. Ella coje por el corredor luciendo muy
avejentada y demacrada. Tena solo 42 aos, midiendo solamente 1,52
metros, y ella tena el peso de un nio, unos 45 kilogramos. Estaba
temblando y se coloc sobre la balanza. Dijo en alemn: "Yo tengo mis
sentimientos".

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Parte II:
Las 12 apstoles del Reich

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Hildegard Neumann

Fueron muchas las guardianas nazis que fueron sentenciadas y condenadas a muerte
por la justicia del bando aliado. Aquella fue la rplica ms contundente ante la
inhumanidad ejercida durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no todas
pasaron por este calvario. Hildegard Neumann fue una de ellas. La Oberaufseherin
del campo de concentracin de Ravensbrck y Theresienstadt, decidi huir en mayo
de 1945 poco antes de que la Cruz Roja arribase a Terezin. Muchas han sido las
conjeturas y suposiciones que determinados investigadores se han hecho al respecto.
Incluso, personajes incansables como el cazanazis Simon Wiesenthal, fue uno de sus
ms cruentos perseguidores. En cambio, nadie pudo dar con ella. Es como si tras su
desbandada, Neumann hubiera desaparecido de la faz de la tierra sin dejar el menor
rastro.
Se conocen muy pocos datos de esta joven rubia de ojos claros y rostro dulce y
afable. Si bien existe alguna impronta de quin era fsicamente, en relacin con su
biografa personal antes de enrolarse a las filas de las Waffen-SS, todo queda reducido
a que naci el 4 de mayo de 1919 en Jablonn v Podjestd, localidad conocida como
Deutsch Gabel (Checoslovaquia).
Si ahondamos un poco ms, esta ciudad se encuentra a los pies de las Montaas
Lausitzer al norte de la actual Repblica Checa y tiene aproximadamente 3.700
habitantes. Durante los aos del conflicto blico mundial miles de alemanes sitiaron
su residencia en esta poblacin, donde apenas 200 checos participaban de las
funciones propias del pueblo.
Conociendo estos detalles, no es de extraar que Hildegard Neumann terminase
cayendo en las redes del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemn, inscribindose
posteriormente en alguno de los grupos femeninos nazis. La afiliacin a la causa
ultraderechista le sirvi para iniciar una vertiginosa incursin en las diversas e
imprescindibles tareas que toda camarada deba cumplir.
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En primer lugar, y como ocurri con todas y cada unas de estas guardianascriminales, la parada iniciar para alcanzar un buen entrenamiento acorde con las
necesidades del Gran Reich Alemn era el campo de concentracin de Ravensbrck.
Neumann lleg en octubre de 1944 y conoci a compaeras tan famosas como
Dorothea Binz, Erna Rose o Elsa Erich. Su instruccin fue intensa y de lo ms severa,
no solo por el adiestramiento diario sino por las zancadillas que encontraba a su paso.
Todas queran brillar por encima de las dems y llegar a ser supervisoras en jefe. Pero
la tctica empleada por Hildegard fue mantener una buena conducta para con sus
superiores. Aquella actitud le vali que en poco tiempo y antes de acabar el ao,
fuese ascendida a Oberaufseherin.
Junto con algunas de sus ms sdicas parteners, como Dorothea Binz entre otras,
comparti charlas y mtodos de tortura que posteriormente pondra en prctica sobre
sus prisioneras. Y como recompensa a su buen hacer fue trasladada hasta el campo
de concentracin y gueto de Theresienstadt. An no haba comenzado el ao 1945 e
Hildegard Neumann tena la suerte de cara. En poco menos de tres meses haba
conseguido el reconocimiento de las altas esferas con un nuevo destino para
demostrar por qu debera tener una medalla en su pecho.
Aquel centro de internamiento, Theresienstadt, en realidad era el nombre en
alemn de la pequea poblacin fortificada de Terezin, ubicada a unos 55 kilmentros
al norte de Praga. Durante el mes de noviembre de 1941 se transform en un gueto
donde se reuniran los judos ms notables de Alemania, Holanda, Dinamarca y
Checoslovaquia, adems de artistas de Bohemia y Moravia, y unos 15.000 nios. En
los cuatro aos que Theresienstadt permaneci operativo, cerca de 140.000 personas
fueron transportadas hasta aquel lugar. Mas aquel campamento era en realidad una
especie de pantomima, ya que a los ojos del mundo, se trataba de una ciudad ideal
donde judos con cierta relevancia social eran al parecer confinados para obtener
proteccin y toda clase de cuidados.
Theresienstadt cumpla dos objetivos: por un lado, dar una imagen al resto de
naciones de que los judos no eran asesinados tal y como publicaban todos los
rotativos internacionales; y por otro, para las continuas visitas que la Cruz Roja
realizaba con el fin de buscar alguna prueba que pudiese demostrar que el gobierno
nazi estaba cometiendo genocidio contra la poblacin semita.
Cuando la vigilante Neumann entr por primera vez en este disfrazado campo de
concentracin, se top con el cartel de Arbeit Macht Frei (el trabajo libera) y con una
especie de urbe a pequea escala donde las calles y plazas tenan nombre y
numeracin, donde existan jardines, biblioteca, guarderas y escuelas, e incluso
numerosos comercios desde talleres de sastrera, orfebrera o carpintera. El
Krunen se convirti en la nueva moneda de dicha localidad y todo para enmascarar
una terrible realidad. Por decirlo de algn modo, Theresienstadt cumpla un papel

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destacado en el lavado de cara nazi ante las presiones mundiales del resto de
gobernantes y medios. Ahora bien, los crmenes se sucedan lejos de la mirada atenta
de la Cruz Roja o de cualquier representante poltico. Aunque nos cueste creerlo, la
ferocidad practicada en su interior no tena nada que envidiar al de Auschwitz o
Bergen-Belsen.
En menos de seis meses Hildegard Neumann haba dejado la impronta del
sadismo en la piel de miles de prisioneros gracias a su ltigo. El pnico que infunda
corra como la plvora en aquella pequea ciudad de falacia. La truculencia
desplegada por la susodicha hizo mella incluso en sus propias camaradas, entre diez y
treinta SS, que ayudaban a la supervisora a vigilar en torno a 20.000 reclusas judas.
Aquellas fminas nazis saban que si su jefa les pillaba incumpliendo alguna de sus
rdenes, no dudara en ser igualmente despiadada con ellas. Las flagelaciones eran
uno de sus martirios preferidos. Lo aprendi en Ravensbrck gracias a las
instrucciones recibidas en el famoso bnker.
A partir de ah la principal tarea de Neumann en Theresienstadt consisti en
observar a las internas en todo momento. Bien fuese mientras trabajaban en los
Kommandos, durante el traslado que hacan a otros campos y, por supuesto, en el
interior del guetto. Nadie se libraba de ser escrupulosamente inspeccionado.
Asimismo, y como destacaba anteriormente, la Oberaufseherin se gan la
simpata de sus superiores y en especial del superintendentente Hans Nelson, con
quien colabor conjuntamente. Gracias a l, Hildegard ayud en la deportacin de
ms de 40.000 mujeres y nios del campo de Theresienstadt al de Auschwitz y
Bergen-Belsen, donde seran asesinados.
Unos das antes de que el campamento fuese entregado a la Cruz Roja y de que
las tropas rusas lo liberasen hablamos del 3 y del 8 de mayo de 1945
respectivamente, Hildegard decidi huir. Con ms de 55.000 muertes a sus
espaldas, la guardiana nazi jams fue enjuiciada por los crmenes de guerra
ejecutados.
A partir de entonces muchas han sido las conjeturas establecidas: algunos
expertos apuntan a que muri durante su xodo, y otros que se cambi de nombre y
que se mud al otro lado del charco. Sea como fuere, no sabemos cmo ha podido
sobrellevar el pesado lastre del crimen durante todos estos aos y si a da de hoy
sigue viva. Nos quedaremos con esa incertidumbre.

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Gerda Steinhoff

Esta supervisora de campamentos de prisioneros nazis naci el 29 de enero de 1922


en Danzig-Langfuhr, uno de los municipios ubicados al norte de la ciudad polaca de
Gdansk. Desde entonces y hasta la invasin alemana de Polonia en 1939, nada se
supo sobre su vida personal. No se le conocen progenitores o hermanos, tampoco el
nombre de los colegios donde estudi. La pista sobre Steinhoff aparece cuando el
Tercer Reich inicia su demoledora ocupacin en poblaciones polacas. Es en aquella
poca cuando descubrimos datos especialmente reveladores.
Contrae matrimonio con un conductor de tranva y tiene un hijo de los que
jams se supo nada, y trabaja primero como sirvienta en Tygenhagen, despus
como panadera en Danzig para acabar convirtindose en cocinera.
Varios aos al frente de la restauracin en diversos negocios de hostelera le
llevan a entablar amistad con algunos de los soldados nazis destinados en la zona de
Danzig-Langfuhr. De este modo se entera de que estn buscando nuevos
simpatizantes que ayuden en las tareas de supervisin de los centros de internamiento
y decide alistarse.
El 1 de octubre de 1944 Gerda Steinhoff cuyo apellido presumiblemente lo
asumi tras la boda se convierte en Blockfhrerin del campo de mujeres SK-III en
Stutthof. All se responsabiliza de vigilar diariamente a los internos, supervisar el
trabajo que hacan y distribuir las raciones de comida. Era responsable de un total de
400 presas. Aqu la joven guardiana se encarg de seleccionar a miles de prisioneros
para ser enviados a las cmaras de gas.
Treinta das ms tarde sus superiores deciden promocionarla como SSOberaufseherin y acaban asignndola el campo satlite de Danzig-Holm, desde
donde dara rdenes tanto a confinados como a otras supervisoras.
Como vemos, Steinhoff fue recompensada rpidamente en el centro de
internamiento con un elevado puesto dentro de la jerarqua nazi. Aquello le cost las
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envidias de muchas de sus camaradas que vean en ella a una enemiga. Y no era para
menos. El 1 de diciembre de 1944 le reasignan a otro subcampo femenino de Stutthof
conocido como Bromberg-Ost y que estaba localizado en Bydgoszcz, no muy lejos de
Gdansk. Hacia el 25 de enero de 1945 y segn rdenes directas del comandante
Werner Hoppe, Steinhoff recibe la Cruz de Hierro por su lealtad y servici al Imperio
germano, por sus grandes esfuerzos en tiempos de guerra.
Aquella condecoracin debera de haber sido a la crueldad impartida hacia sus
inferiores, porque desde su llegada a Stutthof sus bruscos ademanes y su depravada
perversin se difundieron a lo largo y ancho de este campo y de los dems
campamentos alternativos.
Gerda llev hasta el extremo su devocin por el trabajo bien hecho. Palizas,
vejaciones, sacrificios, flagelaciones, asesinatos a sangre fra. Esta clase de
atrocidades se hicieron cada vez ms necesarias para poner orden e infundir respeto.
Cuando el juez le pregunt durante el proceso judicial si haba golpeado alguna vez a
algn prisionero, Steinhoff simplemente respondi: llevaba la oficina de todo el
campo pero no tena contacto directo.
Cuando el 9 de mayo de 1945 el campo de concentracin de Stutthof fue liberado,
no haba rastro alguna de la susodicha. Das antes haba decidido regresar a su hogar
y continuar con su vida. Por suerte, el 25 de mayo fue arrestrada por funcionarios
polacos y enviada directamente a la prisin de Danzig. Permaneci recluida durante
un ao a la espera de la celebracin del juicio: el renombrado StutthofTrial.
Tras la liberacin de este campo de concentracin y por culpa de la cantidad de
detenidos que haba, se tuvieron que realizar cuatro juicios. Se juzgaron a 84
exfuncionarios nazis.
La primera de estas vistas se celebr en la misma localidad de Danzig del 25 de
abril al 31 de mayo de 1946. Durante ese mes se sentenciaron a un total de trece
personas, incluida Gerda Steinhoff, quien no paraba de hacer bromas y de
comportarse con una actitud de lo ms insolente.
El da del veredicto fue declarada culpable y condenada a morir en la horca por
abusar sdicamente de los prisioneros y por su participacin en las selecciones.
Fue ajusticiada pblicamente el 4 de julio de 1946, en Biskupia Gorka Hill, cerca
de Gdansk. Tena 24 aos.

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Hildegard Lchert

Su extrema brutalidad y la fiereza de sus zarpazos le vali el apodo de la Tigresa, mas


otros prisioneros decidieron denominarla Brgida la sanguinaria. Aquella mujer alta,
rolliza, de espeso cabello castao, gozaba fustigando a los internos que con miedo, ni
tan solo se atrevan a mirarle a la cara. Hildegard Lchert pareca un demonio
demente, tal y como aseveraban los supervivientes. Era como si una fuerza maligna
se hiciera duea de su mente y de su cuerpo. Hasta la expresin de su cara tornaba
cuando senta esa violenta necesidad de golpear y asesinar.
Esta temida criminal nazi, de nombre completo Hildegard Martha Lchert, haba
nacido el 20 de enero de 1920 en Berln. En cambio, lo nico que se conoce de ella es
que se dedic a la enfermera en la capital alemana y que tuvo varios hijos. Dos de
ellos antes de los 22 aos y justo antes de ingresar en el campo de concentracin de
Majdanek como Aufseherin, y el tercero lo tuvo en 1944 mientras serva en el centro
de exterminio de Auschwitz. Pero vayamos por partes.
Apuntar primeramente que Lchert ni siquiera formaba parte del NSDAP antes de
ser guardiana, simplemente decidi alistarse a las SS para ayudar en el
Frauenlager (campamento femenino) de Majdanek. Su profesin como enfermera
podra servirles de mucho al personal del campo en cuestin. Aunque como veremos,
sus tareas se extralimitaron.
Durante sus andanzas en este centro de internamiento algunas testigos como
Janina Latowitcz, contaron durante el juicio de Majdanek que Lchert era como una
bestia, hambrienta de sangre. Se trataba de una mujer perversa y retorcida. A pesar
de tener dos hijos pequeos, los nios sufrieron los peores maltratos. Era como si les
profesase un odio especial. La Aufseherin era el azote sdico del campo, como
lleg a argir otra de las supervivientes.
Pese a que fsicamente tena apariencia de buena nia e incluso muy bella,
Henryka Ostrowska declar que:

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cuando hablaba con los hombres de las SS o con sus camaradas,


ella era encantadora y muy divertida. Pero cuando ella nos hablaba y nos
golpeaba, la (su) cara era horrible. La cara no era la cara de una mujer.
El sobrenombre de Brgida la sanguinaria no era por casualidad. El motivo ms
horripilante era que le encantaba azotar a las reclusas hasta que la carne empezaba a
sangrar a borbotones. Aquella puta sdica brutal como la denominaba su
compaera Christa Roy se diverta jugando con el ltigo, azotando una y otra vez a
la espalda y el pecho de los internos. Ninguna parte de su cuerpo se libraba de su sea
de identidad.
Lchert siempre sala bien armada a pasear por el campo. Llevaba consigo una
pistola y siempre alardeaba ante los reos de ser una buena tiradora. Era la mejor
manera de infundirles pavor. Otras veces, cuando vea a alguien robando comida
utilizaba una barra de metal. Era en ese instante cuando la Tigresa embesta
atrozmente contra la vctima hasta dejarla sin conocimiento. Curiosamente, el mayor
Schiffer presentaba a la aludida como un modelo de mujer nazi, ya que mostraba una
firmeza necesaria. Esta descripcin chocaba de lleno con la que hacan sus
reclusas. Estas manifestaban que la guardiana normalmente corra por el campo
gritando como alma que lleva el diablo, mientras abofeteaba a todo aquel que no se
quitase el sombrero cuando pasaba.
De las 500.000 personas que poblaban el campamento, la mitad fueron asesinadas
impunemente y seleccionadas a morir en las cmaras de gas. La extremada irritacin
que senta por los nios de Majdanek, le llevaron al menos en dos ocasiones, a gasear
a grupos de ms de cien pequeos. Para conseguirlo, les daba caramelos. De este
modo se ganaba su confianza a la hora de subirlos a los camiones.
Durante el ltimo ao de servicio en Majdanek se queda embarazada y tras dar a
luz a su tercer hijo, en 1944 deciden trasladarla al campo de concentracin de
Auschwitz. All permaneci hasta el mes de diciembre. Escapa cuando se entera de la
inminente llegada del Ejrcito Sovitico. Pero las referencias sobre lo que ocurri
despus no son concluyentes. Hay informes que sitan a Hildegard como supervisora
de Bolzano, un campo de detencin en el norte de Italia, mientras que otros insisten
en que estuvo en el campo de Mauthausen-Gusen en Austria.
Sea como fuere, el 24 de noviembre de 1947 la Tigresa se sienta en el banquillo
de los acusados con otros 23 exmiembros de las SS, en el famoso juicio de
Auschwitz. Entre los procesados de esta primera vista judicial celebrada en Cracovia
(Polonia), destacan criminales como Mara Mandel, Luise Danz, Alice Orlowski o
Therese Brandl.
El 22 de diciembre el Tribunal llega a un veredicto y condena a Hildegard Lchert
a 15 aos de prisin por los crmenes de guerra cometidos en Auschwitz y Piaszw.
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Enviada a una crcel de Cracovia, la ex Aufseherin pasa all parte de su pena, tan solo
nueve de los quince aos que la interpusieron. En 1956 es liberada.
Durante casi veinte aos Hildegard recuper su vida. Se hizo ama de casa, cuid
de sus pequeos y pas desapercibida entre la comunidad de vecinos. Pero cuando
pareca que todo haba acabado para la exguardiana nazi, el gobierno alemn decide
reabrir el caso y detener a 16 antiguos vigilantes del campo de concentracin de
Majdanek.
Este proceso considerado uno de los ms largos en la historia de los crmenes
de guerra nazi se inici el 26 de noviembre de 1975 y concluy el 30 de junio de
1981 en una Corte de Dsseldorf. Uno de los principales motivos por los que se
alarg tanto fue que la mayora de los testigos no queran que sus antiguos verdugos
los vieran, ni pasar de nuevo por el horror de contar lo sucedido.
Respecto al iracundo comportamiento de Lchert en el campamento, gran parte
de los testigos la describieron como la peor persona de todo el campo, la ms
cruel, la bestia, el pnico de los reclusos.
Uno de los principales cargos que se le imputaron fue el de haber incitado a uno
de los perros que siempre la acompaaba, a que atacase a una presa juda. Su nico
delito: haber sido violada y embarazada por un oficial de las Waffen-SS del que la
Aufseherin se haba encaprichado. El animal acab destrozando a la confinada.
Asimismo, tambin se la acus de emplear constantemente una fusta de montar
reforzada con bolas de acero y con la que provoc la muerte a ms de un preso; de
disparar a sangre fra a una juda griega despus de que su perro le diese caza; de
ahogar a dos internas en el pozo negro por no haber limpiado suficientemente los
retretes del campo; y como no, de formar parte en la seleccin a las cmaras de gas.
En su defensa, la acusada intent negar lo sucedido.
Yo nunca lesion gravemente o mat a nadie, ni siquiera tom parte en
la seleccin (de personas para ser asesinados).
Brgida la sanguinaria se enfrentaba a ocho cadenas perpetuas por los cargos
anteriormente citados, al final, el Tribunal la conden a tan solo 12 aos de prisin.
Cuando la gente congregada en la abarrotada sala escuch la sentencia y el
veredicto, comenzaron a gritar y exclama: esto es un escndalo y una ofensa para
las vctimas del nazismo. De todos los inculpados, solo uno de ellos haba sido
condenado a cadena perpetua.
Aquel 30 de junio de 1981 terminaba en Dsseldorf el ltimo gran juicio del
Nazismo bajo las airadas protestas de los asistentes.
Tras cumplir su pena Hildegard Lchert fue puesta en libertad. Pas sus ltimos
aos en su ciudad natal, Berln, donde muri en el ao 1995.
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Ruth Closius Neudeck

La sangre fra de nuestra siguiente protagonista dej atnitos, a la vez que


satisfechos, a los mandamases de los campos de concentracin donde Ruth Closius
fue destinada. Las aberraciones perpetradas durante su estancia en Ravensbrck y
Uckermarck, marcaron la vida de ms de 5.000 mujeres y nios que cayeron
fulminados por el popular gas Zyklon B. Sus malvadas selecciones llevaron a esta
brutal guardiana hasta el escalafn de la inhumanidad femenina dentro del nazismo.
En realidad, se sabe muy poco de la vida personal previa a su incursin en las
Waffen-SS, Ruth Closius que adquiri el apellido Neudeck cuando contrajo
matrimonio naci el 5 de julio de 1920 en la ciudad de Breslau (Alemania) en el
seno de una familia germana. En su poca de estudiante, especialmente despus de
1933 cuando el Partido Socialista de Hitler comenzaba a emerger, se dieron a conocer
diversas organizaciones juveniles que se dedicaban a captar a nuevos simpatizantes.
Una de ellas fue la Liga de Jvenes Alemanas, asociacin para adolescentes de sexo
femenino, que fomentaba el apoyo de los rasgos arios y germnicos, y donde se
inclua la belleza, la salud y la pureza tnica. Ruth se dej seducir por aquellos
preceptos que lejos de sonarle racistas, sucumbieron con su encanto.
La educacin que recibi a travs de este grupo instaur en ella un sentimiento de
repulsin hacia los judos, a quienes describa como seres esencialmente intiles y
peligrosos que amenazaran la pureza racial. Gracias a este adoctrinamiento, Closius
dej los estudios en su ciudad natal, se independiz e inici su carrera laboral. Tuvo
varios trabajos, pero siempre mal pagados y sin ninguna motivacin. Se cas con un
hombre de apellido Neudeck y del que nada se sabe actualmente. Tampoco su
nombre de pila.
La oportunidad llam a su puerta en julio de 1944 cuando envi una solicitud
para trabajar como guardiana de campamentos dirigidos por personal nazi. Fue
admitida. Bien es cierto que tal y como les pas a varias de sus camaradas, no se

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exiga tener estudios ni experiencia previa. De hecho, la mayora de ellas eran


analfabetas.
Pasados los trmites pertinentes, Closius fue enviada al campo de concentracin
de Ravensbrck para proceder a su formacin. Segn parece, y tal y como sucedi
con la temida Irma Grese, la nueva integrante caus una muy buena impresin a sus
superiores, en particular por el tratamiento aplicado en el barracn de las mujeres.
El nivel de crueldad de la Aufseherin sucumbi a los oficiales de las SS que
admiraron su gran inters y eficacia. Esto le vali para escalar un nuevo puesto y ser
promovida como Blockfhrerin (supervisora de barracn).
El cargo actual le trajo consigo una mayor experiencia y ante todo nuevas
amistades. En ese momento fue cuando conoci a su superior, Dorothea Binz, quien
la entren para abusar, torturar y vejar a las prisioneras. Estuvo bajo su proteccin
durante casi cuatro meses, tiempo ms que suficiente para que Closius aprendiese
todos los escabrosos detalles para llevar a cabo sacrificios humanos de lo ms viles.
El bnker se convirti en su lugar preferido. All Ruth ayudaba a la Binz a acuchillar
en los brazos y en la cara de las vctimas, a patearles la cabeza hasta que perdan el
sentido, a flagelar 20, 40 o 50 veces en la espalda, e incluso, a disparar en la cabeza
de las reclusas. Todo lo que podamos imaginarnos se queda corto si lo comparamos
con lo que ambas criminales podan llegar a ejecutar en una maana cualquiera.
Aquella brutalidad qued reflejado en el libro The Dawn of Hope: A Memoir of
Ravensbrck escrito por la francesa Genevieve de Gaulle-Anthonioz, sobrina de
Charles de Gaulle, quien asegur haber visto a Closius cortar el cuello de un
prisionero con el borde de la pala.
Las buenas referencias de Dorothea junto con el trabajo bien hecho, hicieron que
en diciembre de 1944 Ruth fuese ascendida a Oberaufseherin y trasladada al centro
de exterminio de Uckermark, construido en las cercanas de Ravensbrck,
concretamente en Frstenberg/Havel. En sus inicios aquel campamento estuvo
destinado a recluir a chicas criminales y difciles de entre 16 y 21 aos, pero a partir
de 1945 se us segn recoge el libro Opfer und Taterinnen. Frauenbiographien des
Nationalsozialismus para liquidar a las mujeres que estaban enfermas, que no
eran lo suficientemente eficientes, y que tenan ms de 52 aos.
A este respecto, Closius lleg para dar apoyo a sus camaradas Lotte Toberentz o
Johanna Braack, pero tambin, para imponer algo de orden. Al fin y al cabo
alguien tena que enviar a aquellas mujeres a las cmaras de gas.
Aunque la mayora de las confinadas sufran toda clase de enfermedades, como el
tifus o la disentera, sin mencionar el hambre, ningn miembro del personal de
Uckermark pareca inmutarse al ver tales atrocidades. Muchas de ellas estaban
infectadas con piojos, tenan cortes y heridas mal curadas que no paraban de sangrar,
pero nadie haca nada.

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Mientras Closius y el resto de sus secuaces decidan quin viva y quin mora,
los presos seleccionados eran obligados a desnudarse y a permanecer de pie durante
horas. Daba igual que hiciese calor o fro, que nevase o lloviese, deban esperar su
turno.
Aqu me gustara subrayar la hiptesis que circula en algunos documentos
encontrados que aseguran que durante aquellas selecciones Closius llevaba un bastn
con un gancho que utilizaba para agarrar a los presos, sacarlos de las filas
equivocadas y situarlos donde correspondan. Gracias a este artilugio, la
Oberaufseherin evitaba cualquier contacto fsico con ellos.
Desde su llegada a Uckermark, 300 mujeres murieron diariamente despus de
haber sido escogidas para las cmaras de gas construidas para la ocasin, aparte de
aquellas internas que fueron como consecuencia del hambre, la enfermedad, la falta
de higiene y por supuesto, los malos tratos. Segn fuentes independientes, durante el
periodo comprendido entre febrero y abril de 1945 unas 7.000 mujeres perecieron en
este centro de exterminio.
En marzo de 1945 y una vez finalizado su terrorfico trabajo, la su-pervisora
decidi marcharse al subcampo de Barth all se construan aviones Heinkel para
continuar con los homicidios. Un mes ms tarde el ejrcito aliado irrumpi en el
campamento y Closius huy despavorida en compaa de varios de sus camaradas. La
fortuna no estaba de su lado, porque unos das despus y pese a sus grandes
esfuerzos, los britnicos la localizaron y la apresaron. Los militares ya haban podido
comprobar el horror de los cadveres muertos en el campo de Uckermark.
La criminal nazi fue trasladada a la prisin de Recklinghausen donde se qued
hasta el da del juicio. El proceso denominado Uckermark Trial y que forma parte de
los siete famosos juicios de Hamburg Ravensbrck Trials, fue el tercero en
producirse.
Se inici el 14 de abril de 1948, casi dos aos despus de su detencin, y tuvo
lugar en Hamburgo donde condenaran a cinco de las oficiales del campo de
exterminio de Uckermark.
Durante la vista Ruth Closius admiti plenamente su complicidad en el maltrato y
muerte de las prisioneras que tena a su cargo tanto en Ravensbrck como en
Uckermark.
En su declaracin ante el tribunal militar britnico la inculpada no solo mostr
fuertes dotes de altivez, sino que adems se vanaglori de los all presentes:
A medida que me hice cargo del campo de Uckermark, all haba
alrededor de 4.000 prisioneros de todas las nacionalidades. Cuando me
trasladaron unas seis semanas despus, solo quedaban 1.000 presos en el
campo. Durante mi tiempo all alrededor de 3.000 mujeres fueron
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seleccionadas para las cmaras de gas.


Pero no contenta con eso continu explicando que:
Cuando las camionetas se llenaban por completo, los hombres de las
SS y yo conducamos hacia el crematorio, donde descargbamos los
prisioneros en un cobertizo de herramientas. En mi papel como
Oberaufseherin les ordenaba que se desnudaran y cuando lo haban hecho,
un hombre de las SS disfrazado con un bata blanca llevaba a las mujeres,
una por una, a otro cobertizo para herramientas. Cuando esta nave se
llenaba, entonces se cerraba. A los reclusos varones se les orden subir al
techo y v cmo dejaban caer algo dentro de una abertura que se cerr
enseguida. Despus de que los prisioneros bajasen del techo, se encendan
los motores de los camiones para que no se pudieran escuchar los gritos de
las vctimas.
El 26 de abril de 1948 concluye el juicio y el Tribunal Britnico emite un claro
veredicto respecto a la exsupervisora nazi. Ruth Closius es culpable de todos los
cargos y debe ser condenada a morir en la horca. De las cinco ella fue la nica en ser
ajusticiada.
Durante la maana del 29 de julio de 1948 el verdugo Albert Pierrepoint fue el
encargado de colocar a la Oberaufseherin en posicin y llevar a cabo el ahorcamiento
en la prisin de Hameln.

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Herta Ehlert

Pas a la historia por ser una ms de las guardianas encargadas de impartir golpes,
patadas y latigazos a los reclusos del campo de concentracin que vigilaba. Todos la
conocan como Herta Ehlert, pero en realidad su verdadero nombre era Herta Liess.
Esta alemana rubia de mirada penetrante, gesto severo y actitud brusca, naci en
Berln el 26 de marzo de 1905. Se desconoce por completo lo que sucedi durante los
primeros aos en la capital germana. Lo ms que se encuentra es documentacin que
sita a la futura criminal en un puesto como vendedora. Pero no especifica a qu se
dedicaba verdaderamente esta mujer. De cualquier forma, un dato importante aqu es
que cambi su apellido por el de Ehlert una vez que contrajo matrimonio en la ciudad
berlinesa unos aos antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Tras la llegada
al poder de Adolf Hitler, la propaganda nazi empez a expandirse por cada rincn de
la localidad. Grupos de partidarios de la pureza aria recorran las calles en busca de
algn alma caritativa que quisiera ayudarles en su lucha. De este modo el 15
noviembre de 1939 Herta fue reclutada por oficiales de las SS para formar parte de su
personal de campo. El Puente de los Cuervos se convertira en su primer hogar
nazi.
Ravensbrck la form, la instruy en las artes de la vigilancia, la adiestr para
maltratar a los presos sin impunidad alguna y hasta la muerte y, ante todo, impuls a
que emergieran sentimientos maquiavlicos. La disciplina recibida fue tan
manipuladora a la vez que poderosa que sac lo peor de ella.
Imaginamos que debido a ese cambio en el carcter, que se reflejaba
perfectamente en la dureza de su rostro, se divorci del que hasta entonces era su
marido. Se despoj de su vida anterior y enterr todos sus recuerdos personales. En
Ravensbrck muri y naci una nueva Herta Ehlert.
Ya en octubre de 1942 y cumplido su fiel entrenamiento, fue transferida como
Aufseherin al campo de exterminio de Majdanek cerca de Lublin. Segn la
declaracin de la propia acusada, sus superiores no estaban contentos con ella, porque
se mostraba de lo ms afable, condescendiente, y porque ayudaba a los prisioneros
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entregndoles ms comida. A pesar de que estos apuntes estn basados en su


particular testimonio, nos enfrentamos a una gran contradiccin. Las testificaciones
de las supervivientes que narraron con todo detalle cmo fueron golpeadas por la
criminal chocaban radicalmente con su versin.
No obstante, y siguiendo con tales declaraciones, parece ser que Ehlert tuvo que
regresar nuevamente al campamento de Ravensbrck en 1943 para tomar, y siempre
presuntamente, otro curso de entrenamiento. Su nueva supervisora: Dorothea Binz.
Insisto en que estos datos no cuadran con la realidad ya que durante sus tres primeros
aos en el Puente de los Cuervos, su superior fue Mara Mandel, ms conocida
como La bestia de Auschwitz, una de las Oberaufseherin ms terrorficas del
momento. Por consiguiente, sera extrao que Herta no se hubiera doblegado a la
mezquindad de su jefa.
Un nuevo traslado en noviembre de 1944 hizo que la Aufseherin se mudara al
campo de concentracin de Auschwitz donde supervis un Kommando de los grupos
de trabajos forzados. Entre las tcticas empleadas para que los internos rindieran ms
estaba la de pegar con sus propias manos en el rostro de cualquiera que no hiciese lo
correcto. Aquellas bofetadas llevaban impresas tanta brutalidad que los ms dbiles
se caan sbitamente al suelo.
Tan solo dos meses despus de su llegada y coincidiendo con la evacuacin del
campamento en enero de 1945 Herta Ehlert fue destinada al campo de concentracin
de Bergen-Belsen donde estuvo bajo las rdenes de Irma Grese y Elisabeth
Volkenrath.
En esos tres escasos meses su principal tarea fue la de controlar la alimentacin
de los reclusos. Pero los testigos de aquella barbarie explicaron actuaciones de lo ms
dispares durante los interrogatorios oficiados en el juicio de Bergen-Belsen. Por
ejemplo, la juda polaca Lidia Sunschein dijo que:
Ehlert siempre estaba en la puerta de Belsen cuando los Kom-mandos
iban a trabajar. Golpeaba a las prisioneras por cosas como tener una
bufanda puesta incorrectamente o los cordones de las botas mal hechos.
Ella golpeaba a la gente sobre todo con sus manos.
Estos hechos fueron corroborados por otras supervivientes como Helene Klein,
Regina Bialek o Etyl Eisenberg. Esta ltima, una semita belga, declar que a veces la
SS sustitua a la Oberaufseherin Vlkenrath y que al hacerlo tambin se comportaba
de una manera despiadada. Tena por costumbre golpear ferozmente a las reclusas y
tirarles de los pelos. En este sentido, Hilda Loffler adems asegur que Ehlert y otras
compaeras fueron las responsables del hambre, los golpes y el exceso de trabajo en
el campo. Una de sus vctimas fue Helen Herkovitz, a quien golpe broncamente y
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mantuvo aislada durante dos semanas sin apenas comida ni bebida en un refugio
antiareo.
Cuando el 15 de abril de 1945 los aliados llegan al campo de Ber-gen-Belsen,
arrestan a todos los miembros del personal nazi y Herta Ehlert es puesta a disposicin
judicial y conducida a la crcel de Celle.
Durante el proceso de Bergen Belsen celebrado entre el 17 de septiembre y el 17
de noviembre de 1945 en Lneburg, la inculpada explic que qued tan sorprendida
ante las psimas condiciones en las que se encontraba Belsen, que acudi al
comandante del campo para intentar mejorar la situacin. Y aunque neg que fuese
inhumana con los prisioneros, admiti haber golpeado a alguno de ellos pero solo
cuando era estrictamente necesario.
Reseo a continuacin un pequeo fragmento del interrogatorio realizado por el
Major Munro a Ehlert:
P: Se ha dicho que usted era muy cruel, no es as?
R: Depende de cmo entienda uno la palabra "crueldad". Admito que
abofete la cara de las prisioneras, pero siempre cuando haba una grave
razn para ello. Nunca abofete sus caras con ambas manos, solo con una.
P: Lidia Sunschein y Helen Klein dijeron que usted sola estar en la
puerta y que golpeaba a las prisioneras al pasar mientras les haca el
control. Es eso cierto?
R: As es, pero la razn es porque pusieron sus mantas alrededor de los
hombros, lo que no estaba permitido, y las cortaban para fabricar
diferentes tipos de ropa incluso sacaban zapatos de ellas. Solan llevar
paquetes, lo que no estaba permitido.
En todo momento la guardiana intent camelar a la Corte arguyendo que su
conducta con los reos era poco menos que digno de admirar. Era demasiado buena
con ellos, insista Ehlert. Su argumento era que si bien muchas veces pillaba a
alguno contraviniendo las reglas esto es, enviar mensajes a familiares o pasar
paquetes, ella les ayudaba haciendo de intermediaria. Una de las declaraciones que
ms impactaron por estar hecha a su favor, la hizo Jutta Madlung. Esta alemana
conoci a la Aufseherin en el campo de Ravensbrck, de quien se llev un grato
recuerdo tal y como reconoci ante el Tribunal:
Ehlert estuvo a cargo de nuestro equipo de trabajo en Siemens, y nos
trataba muy bien. Ella no nos pegaba, no nos hizo ningn dao y tambin
era muy amable con las rusas.
Me dio pan para mi hermana que estaba enferma, y me dio manzanas y
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otras cosas para comer. Nunca la vi maltratar a nadie.


Para Madlung la criminal nazi fue la excepcin que confirmaba la regla de toda
aquella inmoralidad humana.
Al finalizar el juicio, Herta Ehlert fue condenada a 15 aos de prisin por
cooperar en el maltrato y asesinato de prisioneros en el campo de concentracin de
Bergen-Belsen entre el 1 de octubre de 1942 y el 30 de abril de 1945.
La mujer decente como su abogado defensor la llam en alguna ocasin
permanecera encerrada en la prisin de Hameln hasta su puesta en libertad el 22 de
diciembre de 1951.
Sin llegar a cumplir la totalidad de su pena y tras el fin de la Segunda Guerra
Mundial, esta delincuente decidi cambiar su nombre por el de Herta Naumann.
Vivi sin la intromisin de ningn cazanazis hasta su muerte en abril de 1997.
Acababa de cumplir 92 aos.

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Luise Danz

A la hora de catalogar a las guardianas, nos encontramos con diversas escalas.


Aquellas donde se encuentran las criminales ms perversas y bestiales con miles de
muertos a sus espaldas; pasando por vigilantes causantes de cientos de maltratos
fsicos y psicolgicos; hasta las que sin haber formado parte de la seleccin de
prisioneros a las cmaras de gas, destacaron por su especial crueldad hacia los
prisioneros. Este cargo no le vali la muerte, pero si una cadena perpetua. Hablamos
de Luise Helene Elisabeth Danz.
La exguardiana naci el 11 de diciembre de 1917 en Turingia en el seno de una
familia protestante. Sus padres se llamaban Heinrich y Anna y tuvo varios hermanos,
ahora bien, no se conoce el nmero exacto. Se gradu en la escuela primaria y con 20
aos, la joven Luise decidi abandonar el hogar familiar para mudarse hasta
Branderburgo. All trabajara como dependienta en una panadera de la ciudad.
En 1940 tuvo que regresar a la casa de los padres para su cuidado, se estaban
haciendo mayores. Entonces inici un curso para entrar en la oficina de correos y
durante unas vacaciones en Ulm conoci al Dr. Freiherr Franz von Bodman. Este
hombre result ser mdico en el campo de concentracin de Majdanek. Danz intent
mantener un romance con l, pero Bodman ya estaba casado y tena tres hijos. Aun
as, la convenci para que se alistase en las Schutzstaffel. La labor de las mujeres
solteras durante la guerra lo haca indispensable. Para ello solo tena que cumplir dos
condiciones: gozar de buena salud y no tener antecedentes penales o haber estado
condenada nunca.
Segn parece, Luise Danz explic ante el tribunal una vez detenida que fue
reclutada por la fuerza para ser guardiana de un campo y que intent rechazar el
servicio. Sin embargo, todos y cada uno de los empleados tenan que firmar un
contrato, y su rbrica estaba en l junto con la de Bodman a modo de beneplcito. Por
lo que aquella excusa no le serva de nada.

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Asimismo, es necesario dejar claro que Danz no fue miembro en ningn momento
del partido nazi, sino que fue el 24 de enero de 1943, cuando se incorpora
directamente como Aufseherin dentro del sistema de los campos de concentracin
nazis. Su primer destino, como el de la mayora de aquellas mujeres, fue
Ravensbrck. Aquel centro de entrenamiento habitual para las guardias de sexo
femenino se haca indispensable para aprender las reglas y preceptos en cuanto a la
supervisin de prisioneros de cualquier campamento. Una vez concluida su
instruccin, el 22 de marzo de 1943 la trasladan al campo de mujeres de Majdanek
donde pese a su supuesto recelo, acab comportndose de la forma ms brbara
posible.
Una de las testigos que inform en Lublin, durante el juicio de Ma-jdanek, acerca
de dicha conducta, fue Danuta Medryk:
Al principio a Luisa Danz le dio la impresin de que solo entraba por
casualidad en la banda de los Alemanes comunes. [] Pero despus de un
mes ella tambin cambi. [] Ms tarde ella detuvo a prisioneros, les
pateaba. Todo esto lo vea como una diversin[54].
Presuntamente la tarea principal de la guardiana nazi estribaba en llevar a grupos
de prisioneras de la puerta del campo a sus puestos de trabajo, vigilarlas durante su
jornada laboral y traerlas de vuelta al campamento. Tambin supervis los grupos de
trabajo en el vivero, la sastrera o la cocina de las SS.
El 10 de diciembre 1943 fue trasladada a Auschwitz-Birkenau donde tuvo mucho
que ver en la ejecucin de las penas a los reos. Danz era la responsable de informar
sobre el nmero diario de confinados que entraban en Birkenau y de apuntar aquellos
que fallecan. Su mano, digamos que participativa, le sirvi para ganarse el
beneplcito de sus jefes y para que fuese condecorada por sus servicios. A lo largo de
la Segunda Guerra Mundial muchas de estas guardianas tuvieron la suerte de ganarse
esta medalla al mrito.
Poco despus y gracias a ese pequeo impulso, la Aufseherin pas a asumir las
funciones de jefa del transporte de prisioneros de Auschwitz y a principios de enero
de 1945 se convirti en Oberaufseherin del campo de concentracin de Malchow
su campo de Ravensbrck. Ya tena un nuevo cargo en su currculum.
Podemos decir que este centro de internamiento fue el smum de su carrera
profesional. Por el contrario, las condiciones sanitarias eran de lo ms deplorable. Los
reclusos, hacinados en el interior de los barracones, tenan una salud tan mala que
muy pocos servan para trabajar en una fbrica de municiones de la zona.
Ante tal situacin Luise determin deshacerse de los ms dbiles. Ah comenz a
asesinar a un nmero ilimitado de mujeres judas y durante tres meses, mantuvo la
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estrategia de matarlas de hambre. No contenta con esto les ordenaba salir desnudas en
medio de la noche y permanecer de pie durante horas. A continuacin se abalanzaba
sobre algunas de ellas dndoles continuos puetazos en la barbilla, golpes en todo el
cuerpo o rodillazos en su estmago mientras emita innumerables insultos. Sus
vctimas acababan inconscientes ipso facto.
Aquella rabia impactaba cruelmente sobre las cientos de reas que soportaban los
latigazos diarios y los castigos sinsentido de la temida Danz. Algunos de estos
ataques fueron recogidos por investigadores merced al testimonio de sus
supervivientes.
Yo misma tambin he sido golpeada por ella. Esto sucedi durante el
conteo de presos. En primer lugar ella me peg con la mano en la cabeza,
en la zona de la oreja izquierda. Cuando pregunt el por qu, ella dijo "por
esto" y me peg en el otro lado de la cabeza. A partir de ese momento
tengo trastornos de equilibrio y miedo cuando intento moverme hacia
abajo[55].
Poco antes de que las tropas soviticas liberasen el campo de concentacin de
Malchow a principios de mayo de 1945, la superintendente trat de escapar en
compaa de otras camaradas. Por suerte, fue pillada in fraganti en el momento de la
huida.
Fue llevada a la crcel de Cracovia (Polonia), donde un ao despus fue acusada
ante el Tribunal de crmenes contra la humanidad cometidos durante la prestacin de
su servicio en los campamentos de internamiento. Durante el famoso Primer Juicio
de Auschwitz, celebrado entre el 24 de noviembre y el 22 de diciembre de 1947, Danz
y otros 39 antiguos miembros de las SS, comparecieron para dar explicaciones de sus
actos. El Tribunal Supremo de Polonia conden a la exguardiana nazi a cadena
perpetua. Entre los delitos que se le imputaban estaba el de haber abusado fsica y
moralmente de los prisioneros, adems de despreciarlos, golpearlos, patearlos y
privarlos de ropa y alimentos.
Tras la sentencia fue llevada a prisin donde estuvo hasta 1956, fecha en la que
qued en libertad por buena conducta. Nuevamente, una criminal nazi pisaba la calle
sin haber cumplido la totalidad de su pena. Ni tan siquiera una parte.
Durante cuarenta aos Luise Danz cambi de vida, intent que nadie rastreara sus
movimientos y jams volvi a hablar sobre su paso por los campos de concentracin
nazis. Sin embargo, en 1996, el fiscal de la ciudad alemana de Meiningen decidi
reabrir un antiguo caso y buscar a la exvigilante alemana. Quera demandarla por el
asesinato que supuestamente haba perpetrado contra una nia cuando era
Oberaufseherin en el campamento de Malchow. Segn los datos aportados por el
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letrado, esta haba matado a golpes a la pequea valindose de su poder y mando.


Despus de un ao de idas y venidas, los mdicos germanos alegaron que la
inculpada era demasiado anciana para soportar un nuevo procedimiento judicial y se
retiraron todos los cargos. El Tribunal archiv el asunto.
Desde entonces, hablamos del ao 1997, no se tiene constancia alguna de cul es
su paradero, de si lleg a casarse tampoco se supo antes o de si alguien
descubri su verdadero pasado. Fuentes fiables aseguran que Luise Danz sigue viva.
Si as fuera, ahora contara con 96 aos.

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Ewa Paradies

Mucho se ha hablado de la espiritualidad de los nazis, de cmo algunos de ellos se


sintieron cercanos a la religin. Aunque es bien cierto que esto sera un sinsentido,
porque los preceptos del nazismo no incluan la adoracin a ningn dios, sino
solamente al Fhrer. Sin embargo, individuos como Ewa Paradies tenan fe y antes
de ser reclutados por las Waffen-SS cumplan los mandamientos de la religin
cristiana protestante.
Esta mujer, que como veremos se convirti en guardiana de uno de los campos de
concentracin, creci en una familia creyente alemana que se haba instaurado en la
ciudad polaca de Lauenburg la actual Lebork. Dicho municipio la vio nacer el
17 de diciembre de 1920. All pas su infancia y parte de su juventud. Estudi en un
colegio pblico de la zona hasta que en 1935 decidi dejarlo e iniciar su carrera
laboral. Con todo y con eso son pocos los detalles que se recogen sobre las tareas en
las que estuvo empleada. Lo nico que podemos destacar es que trabaj en ciudades
como Wuppertal, Erfurt y por supuesto Lauenburg. Se podra decir que llevaba una
vida de lo ms normal, si bien no se la conocen relaciones amorosas, hijos o familia
cercana.
Como muchas mujeres criadas bajo el ala protectora del nacionalsocialismo, su
mundo anterior careca de total importancia por lo que normalmente borraban todas
las huellas que haban dejado antes de enrolarse.
Con la llegada de Adolf Hitler al poder y la instauracin del Tercer Reich en
Alemania sembrando de terror y horror no solo el pas germano, sino ante todo sus
adyacentes, Ewa Paradies determin que era necesario dejar atrs su rutinario devenir
y ayudar al nuevo gobierno. Fue en agosto de 1944 cuando la muchacha se inscribi
en uno de los grupos femeninos de las SS que precisamente estaba captando
partidarios para trabajar en alguno de sus centros de internamiento. Prximo destino:
Stutthof SK.III, ubicado en el antiguo territorio de la ciudad libre de Danzig y a unos
34 kilmetros al este de Gdansk (Polonia).
Durante dos meses Paradies recibi la formacin pertinente y la instruccin
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necesaria para poder controlar, vigilar y supervisar un campamento de presos. Fueron


largas horas de entrenamiento, de disciplina, pero sobre todo de explcitas
informaciones referentes a cmo deba sujetar a sus reclusos para que la
respetasen. Golpear, dar patadas, azotar o realizar cualquier tipo de maltrato fsico o
verbal acab siendo el modus operandi de todas las fminas que conformaron el
personal del centro de Stutthof.
Tras sesenta das de fuerte adiestramiento Paradies fue nombrada Aufseherin y
reasignada en octubre de 1944 a uno de los campos satlites que tena Stutthof:
Bromberg-Ost. Aquel Konzentrationslager tena poco tiempo de vida tan solo un
mes y albergaba estrictamente a mujeres. Desde la fecha de su inauguracin, el 12
de septiembre de 1944, millares de internas eran trasladadas diariamente hasta su
nuevo hogar. Las 30 primeras mujeres que pisaron el campamento se toparon con
siete guardianas pertenecientes a la Schutzstaffel, vestidas de uniforme y con un
ademn de lo ms insolente y altivo. Entre ellas, despuntaba la Oberaufseherin
Johanna Wisotzki y subordinadas de la talla de Ewa Paradies. Esta, junto con Herta
Bothe o Gerda Steinhoff, se ocuparon de hacer de aquella crcel un verdadero
calvario de sangre y muerte.
En cuanto amaneca arribaban ms prisioneras a Bromberg-Ost, momento que
Paradies aprovechaba para seleccionar las que no le eran del todo tiles para trabajar.
Aquellas selecciones no tenan ninguna lgica, pero el disfrute que obtena viendo
cmo acababan en la cmara de gas, le aportaba una sensacin nica.
Durante los pases de revista a primersima hora de la maana la vigilante se
dedicaba a golpear en la cara y el cuerpo de las reas. En los das de nieve le fascinaba
echar agua fra sobre los desnudos cuerpos de unas mujeres que intentaban
sobrellevar como podan aquel tiempo invernal. Si finalmente alguna de las
confinadas caa sobre el terreno debido al fro, Paradies le azotaba con un ltigo hasta
dejarla sin conocimiento. Nadie mova un msculo. Si alguien se atreva a hacer la
menor rplica, habra sido castigada de la misma forma. La criminal nazi no saba lo
que era la piedad ni la haba conocido. De ah, que poco a poco fuese creciendo su
mala fama por ser una de las guardianas ms crueles de todo Bromberg-Ost.
Ewa Paradies se haba transformado en una especie de eslabn indispensable para
sus superiores, as que despus de permanecer tres meses en el mencionado
subcampo, decidieron traerla de vuelta al campo principal de Stutthof. Desde
comienzos de 1945 y hasta su huida en abril de ese mismo ao la Aufseherin se
dedic bajo mandato de sus jefes a seleccionar a los llamados prisioneros no
tiles y que tenan que morir en las cmaras de gas. Complement dicha tarea con
una no tan distinta y que consista en vejar, sacrificar y maltratar a los presos que se
haban atrevido a desafiarla. Pero Paradies no estaba dispuesta a ver cmo el
campamento de exterminio era liberado por los aliados y, por tanto, apresada por el

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enemigo. As que, aprovechando que tena que acompaar un convoy de reclusas de


Stutthof al subcampo de Lauenburg, decidi escapar.
Un mes despus y coincidiendo prcticamente con la llegada del ejrcito ruso al
recinto de Stutthof, Ewa fue arrestada por oficiales polacos en Lebork su ciudad
natal. Fue trasladada de inmediato a la prisin de Danzig junto al resto de sus
camaradas. Un ao despus se procedi a la celebracin del juicio.
El 25 de abril de 1945 se inaugura el Juicio de Stutthof en la ciudad de Danzig,
donde Ewa Paradies y otros doce acusados seran juzgados ante un tribunal penal
especial del conjunto sovitico/polaco.
Durante la vista numerosos testigos sealaron a la guardiana como la responsable
de multitud de abusos fsicos cometidos contra los prisioneros. Uno de los
supervivientes asegur ante la Corte:
Ella oblig a desnudarse a un grupo de reclusas en pleno invierno.
Despus, ella verti agua helada sobre ellas. Si se movan, entonces ella
[Paradies] las golpeaba.
A pesar de estas y otras tantas declaraciones, los inculpados hacan caso omiso de
lo que ocurra en la sala. Pasaban el tiempo mofndose del talante de todo aquel que
se suba al estrado. Mostraban una autntica desvergenza ante el sufrimiento que
haban causado a sus internos.
Cuando el 31 de mayo de 1946 el Ministerio Pblico condena con la pena de
muerte a Paradies por los crmenes de guerra perpetrados, ella se derrumba y
comienza a llorar. Suplica entre sollozos que le perdonen la vida. Implora clemencia,
algo que jams tuvo para con sus inferiores.
Las apelaciones fueron rechazadas por el presidente polaco. Una vez dictada
sentencia, se procedi a completar el ajusticiamiento.
A las cinco de la tarde del 4 de julio Ewa Paradies y diez de sus compaeros del
campo de concentracin de Stutthof llegan a Biskupia Grka cerca de Gdansk. All se
celebrara su ahorcamiento ante miles de personas seis hombres y cuatro mujeres
.
A la hora indicada el verdugo le coloc la soga alrededor del cuello mientras
conversaba con un sacerdote. Se subi a una silla y poco despus se escuch el
sonido de la horca con su cuerpo suspendido en el aire. Fue una cada corta.
Los all presentes pudieron ver con claridad la muerte en el rostro de la guardiana.
No llevaba capucha.

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Ruth Elfriede Hildner

Fueron cientas las marchas de la muerte que los nazis llevaron a cabo durante la
Segunda Guerra Mundial. Centenares de caminatas donde los prisioneros de guerra
eran forzados a recorrer largas distancias sin nada que llevarse a la boca. Los que se
desmayaban vctimas de la inanicin, eran dejados a su suerte o incluso ejecutados
por los guardias que les acompaaban. Una de las ms llamativas la protagoniz Ruth
Elfriede Hildner, cuando en 1945 form parte del convoy de mujeres judas que
atraves 800 kilmetros desde Slawa (Polonia), pasando por Helmbrechst (Alemania)
hasta llegar a Volary (Checoslovaquia).
De esta joven nazi nacida el 1 de noviembre de 1919 se tienen pocos datos
fehacientes respecto a su vida. Ni siquiera el lugar de nacimiento. Algunos
documentos apuntan a que era de Berln capital, mientras que otros aseguraban que
era de un pueblecito al norte de Alemania. Por mi parte, prefiero dejar esta resea en
el aire y continuar con lo que s sabemos.
En julio de 1944 Hildner fue reclutada para formar parte del personal del campo
de concentracin de Ravensbrck. Durante todo ese verano recibi una instruccin
severa como guardiana. Quedaba menos de un ao para el fin de la contienda y los
oficiales nazis no queran dar nada por perdido. Es por ello que durante 1944 e
incluso 1945 siguieron recibiendo nuevos reclutas a los que aleccionar en las artes del
sistema nacionalsocialista.
Hildner enseguida hizo buenas migas con sus compaeras, sobre todo con su
supervisora Dorothea Binz, de quien aprendi ejemplos de suplicios, actos
inhumanos y depravaciones. Si haba un arma mejor para maltratar a un prisionero,
ese era un barrote. Con l poda dar rienda suelta a fieros golpes que descargaban
sobre su vctima el peso de su rabia.
Tras finalizar su entrenamiento en Ravensbrck, en el mes de septiembre la
transfieren al campo de Dachau. All pondra en prctica todo lo cultivado en sus
clases de violencia y sadismo. En aquel momento ya ejerca como Aufseherin.
Su faena era la propia de cualquier centinela nazi: vigilar que los presidiarios no
violaran las normas del campamento usando, a ser posible, un duro correctivo.
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Tres meses despus de su llegada, en diciembre de 1944, oficiales de las SS


deciden enviarla a un pequeo campo cerca de Hof (Alemania). Se trataba de
Helmbrechts, un subcampo para mujeres perteneciente al campo de concentracin de
Flossenbrg.
Un total de 27 guardias femeninas sirvieron en este destino, donde Ruth Hildner
destac sobre las dems por su especial temeridad. La poblacin del recinto era
principalmente no-juda y la mayora muri vctima de los golpes perpetrados por su
verdugos. La Aufseherin fue la ms implacable de todas.
Durante las largas jornadas laborales Hildner le gustaba pasearse por los pasillos
de la fbrica para vigilar que nadie se ausentara de su puesto. Al ms mnimo
descuido la criminal sacaba su vara con la que apaleaba ferozmente a sus vctimas. Si
alguna de las presas mora, trasladaban nuevas manos de obra del campo principal de
Flossenbrg a Helmbrechts.
A principios de abril de 1945 el comandante Doerr orden la rpida evacuacin
del centro debido a la inminente presencia del ejrcito norteamericano. Hildner y el
resto de sus camaradas emprendieron una huida que concluy con cientos de muertos
por desfallecimiento y maltrato. La Aufseherin termin asesinando con su palo a
numerosas jvenes que, extenuadas, no lograban ponerse en pie.
Fueron cientos de kilmetros desde Helmbrechst (Alemania) hasta llegar a Volary
(Checoslovaquia). Pero no fue la nica marcha de la muerte en la que Hildner
particip. La guardiana nazi tambin acompa otra en Zwodau, subcampo de
Flossenbrg (Checoslovaquia). De all evacuaron a los presos hacia el oeste del pas.
En la ltima de las caminatas tuvo que volver a Polonia, esta vez a Slawa, cruzarse
Alemania para llegar de nuevo al campo de Volary en Checoslovaquia.
Durante la liberacin de los distintos campos de concentracin alemanes a
principios de mayo de 1945 Hildner y las dems supervisoras nazis consiguieron huir
temporalmente al hacerse pasar por refugiadas. Pero en marzo de 1947 las
autoridades checas finalmente dieron con ella y fue llevada a prisin. Tena 27 aos
cuando fue juzgada por el Tribunal Popular Extraordinario de la localidad de Psek.
El 2 de mayo de 1947 el presidente de la Corte dict sentencia y Ruth Hildner fue
declarada culpable de cometer crmenes de guerra. Condenada a morir en la horca,
fue colgada tan solo seis horas ms tarde en la prisin central de Praga.

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Irene Haschke

El poltico canadiense, John Abbot, explic en una ocasin que la guerra es la


ciencia de la destruccin. Y yo humildemente aadira, y de la miseria. Al fin y al
cabo, todo lo que se termina recogiendo tras el trmino de cualquier contienda es eso,
desgracia, infortunio, penuria. No obstante, mientras observo el perfil de Irene
Haschke, una desdichada empleada textil que se form como Aufseherin en uno de
los tantos campos de concentracin alemanes, me pregunto: cmo puede alguien
corriente convertirse en criminal de guerra? Podramos enumerar mil y una
respuestas, tantas como opiniones e individuos que pueblan el mundo. Pero la ms
recurrente y la que, por desgracia, he intentado reflejar a travs de este libro es que
todas y cada una de las personas que participaron de la maquinaria blica del horror
nazi, ya tenan esa semilla asesina en su interior. En el caso de Haschke aquella
simiente floreci al ingresar en las Waffen-SS.
Previamente a su alistamiento como parte del personal del Imperio Ario, Irene era
una nia normal. Nacida el 16 de febrero de 1921 en la localidad polaca de
Friedeberg, la actual Strzelce Krajenskie, su vida se limit a estudiar en el colegio y a
trabajar en las fbricas de la provincia desde una edad muy temprana. Se especializ
en la industria textil.
Pero la propaganda alemana comenz a irrumpir en Polonia como agua que se
lleva el diablo lo que hizo que sintiera un especial inters por los preceptos del
nazismo y a simpatizar con ellos. Al final, Haschke cay en las redes de la Bund
Deutscher Madel (La Liga de Mujeres Alemanas) y el 16 de agosto de 1944 fue
reclutada.
Durante cinco semanas recibi un severo entrenamiento como guardiana en el
campo de concentracin alemn de Gross-Rosen situado en la Baja Silesia ahora
llamada Rogoznica. Aquel centro de internamiento que en 1940 se construy
como satlite del de Sachsenhausen fue creciendo hasta tal punto que en 1944 lleg
a tener hasta sesenta subcampos ubicados en el este de Alemania y en la Polonia
ocupada. La gran actividad de Gross-Rosen se reflejaba en la elevada cantidad de
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prisioneros internos tras sus barracas. Un total de 125.000 judos de diversas


nacionalidades vivan hacinados en su interior presos del dolor, la miseria, la
hambruna, el salvajismo y la muerte.
Cuando Irene Haschke lleg al reconocido como el campo ms duro del Tercer
Reich, se encontr con miles de desechos humanos, presos sin fuerzas a causa de la
falta de alimentacin y, sobre todo, al exceso de trabajo. La instruccin que recibi
durante ese poco ms de un mes que vivi en Gross-Rosen, fue en ella despertando
sentimientos de inhumanidad y perversin. El tratamiento ejercido contra los
confinados se poda calificar de salvaje.
A partir de aqu nos topamos con documentacin contradictoria. Algunas reseas
aseguran que tras el periodo de aprendizaje Haschke fue transferida a la crcel de
Mahrisch-Weifiwasser, donde durante tres semanas desarrollara faenas propias de
Aufseherin. En cambio, otros datos apuntan a que en realidad, regres a la fbrica
textil. Como digo son apuntes un tanto incoherentes. Lo que s puedo constatar a
ciencia cierta es que la guardiana nazi arrib al campo de concentracin de BergenBelsen el 28 de febrero de 1945. All conoci a algunas de las criminales ms
peligrosas hasta el momento. Entre ellas, Irma Grese, Herta Ehlert o Hertha Bothe.
Como ya ocurri con las anteriores camaradas, los ltimos meses en el centro de
exterminio supusieron la depravacin absoluta. Haschke, que supuestamente
trabajaba en la cocina nmero dos y que era la responsable de racionar la comida, se
dedicaba a golpear con un palo de goma en la cara y las manos de las reclusas para
evitar altercados. Cualquier mirada, palabra o silencio llegaban a encolerizarla de tal
forma que perda los estribos. No contenta con esto, muchas de las mujeres que
lograron sobrevivir a este suplicio, se atrevieron a testificar en su contra en el juicio
de Bergen-Belsen celebrado en septiembre de ese mismo ao.
La superviviente hngara Ilona Stein, explic ante el Tribunal en qu consistieron
aquellas palizas:
Yo hablo acerca de los incidentes cuando ella () sali de la cocina y
comenz a golpear a la gente con un tubo de goma, y cuando alguien se
caa ella segua patendole. Uno de los ltimos incidentes que recuerdo fue
el da en que las tropas britnicas realmente entraron en el campamento.
Yo estaba cerca de la cocina tratando de conseguir algunas cortezas de
patata y ella me amenaz con el tubo de goma, como de costumbre pero
entonces aparentemente ella vio a las tropas britnicas y se detuvo. Me
golpe varias veces, pero a veces yo era lo suficientemente rpida para
salir corriendo. A veces me pegaba, porque trataba de conseguir unas
cortezas de patatas o de nabos, pero yo solo tena que estar cerca para que
me golpeara.
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Otra testigo juda llamada Hanka Rozenwayg de nacionalidad polaca, apunt que
unos das antes de que las tropas britnicas liberasen Bergen-Belsen, vio a la acusada
arrojar a una mujer dentro de la cisterna del agua. La interna muri ahogada.
Katherine Neiger, una juda de Checoslovaquia, indic que Haschke golpeaba con
una porra de goma a los nios que se hallaban enfermos hasta dejarlos prcticamente
inconscientes. Algunos de los internos que Irene atiz brutalmente, acabaron
muriendo. Las palizas a las que me refiero se las dio con un palo pesado, ratific la
juda rusa Luba Triszinska.
En las jornadas previas a la liberacin por parte de los aliados unas 15 o 20
personas moran en el interior del campamento a diario. Poco a poco Bergen-Belsen
se estaba pareciendo al centro de exterminio de Auschwitz.
Y lleg el da tan esperado por los reclusos. El 15 de abril de 1945 oficiales
britnicos irrumpen en el recinto despus de que el comandante Kramer negociase la
rendicin. Se contaban por miles los cuerpos muertos apilados al lado de las zanjas.
Debido a las condiciones insalubles e infrahumanas con las que se encontraron, se
haba desarrollado una epidemia de tifus, por lo que el ejrcito aliado orden a los
criminales nazis enterrar todos los cadveres. La Aufseherin fue una de las fminas
obligadas a ayudar en la ttrica labor.
Poco despus fue arrestada y puesta a disposicin judicial en la crcel de la
localidad cercana de Celle, donde estuvo hasta el 17 de septiembre, fecha en la que
dio comienzo su juicio.
Ante la Corte se presentaron 45 miembros del personal de Bergen-Belsen
imputados por maltratar y asesinar a cautivos de los pases aliados. Durante
exactamente dos meses la vista concluy el 17 de noviembre la localidad de
Lneburg alberg a numerosos curiosos y medios de comunicacin que no queran
perderse ni un detalle sobre el posible futuro que tendran estos asesinos y posteriores
condenados.
Entre las perlas que dej Haschke durante su declaracin ante el Tribunal me
gustara resaltar aquella donde la vigilante excusaba su comportamiento agresivo
contra las reas:
se llevaban la comida de los dems. Les pegaba con mi mano y a
veces usaba un palo que me dio la guardiana. Se trataba de una palo de
madera comn, de unas dieciocho pulgadas de largo y unas tres cuartas
partes de pulgada de dimetro. Solo fue necesario para golpear a los
prisioneros cuando ellos estaban robando, y solo les golpe una o dos
veces.
En el transcurso del interrogatorio realizado por su abogado el capitn Phillips, y
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ante la pregunta acerca de por qu los presidiarios no podan beber agua potable de la
cisterna, Haschke acab replicando que aunque no tuviesen prohibido beber del pozo,
no se lo permitan porque estaba sucia.
Pese a los esfuerzos de su defensor por evitar la condena, la Corte dict sentencia
e Irene Haschke fue condenada a 10 aos de prisin por cooperar en el maltrato de
prisioneros y asesinar a muchos de ellos durante su estancia en el campo de
concentracin de Bergen-Belsen.
Pas la subsecuente dcada en una celda de la crcel de Hameln hasta su puesta
en libertad el 21 de diciembre de 1951. No ha aparecido ninguna pista verdica sobre
su actual paradero, ni se conoce si la cruenta Aufseherin sigue con vida. Incgnitas
que desgraciadamente, no podremos resolver nunca.

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Alicia Orlowski

Ser la imagen perfecta de las Waffen-SS era lo que toda guardia femenina quera una
vez que consegua subirse a la mquina nazi.
Un dicho popular muy sabio dice que para ser bueno, no basta con serlo, sino
tambin parecerlo. Si extraemos la moraleja de este refrn, podemos hallar
similitudes con las actitudes tomadas por estas mujeres. Necesitaban que sus
superiores las vieran como un ejemplo a seguir y para ello tenan que comportarse tal
y como los altos mandos esperaban. Si pegar, golpear o vejar a los prisioneros era
necesario para obtener su respeto, lo haran sin lugar a dudas. Esa era la nica forma
segn su punto de vista de que contasen con ellas para puestos de alto mando
dentro de los campamentos de internamiento.
Uno de los ejemplos ms fehacientes lo encontramos en Alice Orlowski de
nombre real Alice Minna Elisabeth Elling, que en poco tiempo pas a ser el
modelo a seguir por las mujeres de las SS.
Su vida transcurri en la capital alemana, Berln, donde naci el 30 de septiembre
de 1903. Algunas fuentes apuntan a que esta funcionaria nazi no acab la escuela, fue
desterrada de su casa familiar por las ideas que profesaba, adems de mantener
relaciones sentimentales con un joyero ruso que termin en boda. Sin embargo, no
existen documentos que ratifiquen dichas teoras. Lo nico cierto es que Alice form
parte del personal de algunos de los campos de concentracin alemanes ms
sanguinarios de la Segunda Guerra Mundial.
El primer contacto con el nazismo lo tuvo en 1941 cuando ingres en
Ravensbrck para seguir un duro entrenamiento como guardiana del campamento.
Pero nadie se alista por casualidad en las Waffen-SS y como estamos viendo a
travs de estas pginas, menos an estas mujeres. De hecho, no hace falta tener
mucha imaginacin para darnos cuenta de que nada ms poner un pie en
Ravensbrck, Orlowski comenzara a desarrollar una personalidad atroz y sdica
hacia sus reclusos. Aquel talante haba permanecido latente en su interior todo ese
tiempo, a la espera de que alguien pusiese en marcha el mecanismo. Cuando lo hizo,
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no pudo parar jams.


La depravada Mara Mandel fue una de sus instructoras. Y como sabemos, sus
mtodos un tanto ttricos hicieron la delicia de ms de una recien de llegada
como Orlowski. De quin poda aprender mejor cmo hacer un sacrificio que de la
Bestia?
Ravensbrck lo tena todo, hasta un bnker de castigo. Era el campo perfecto para
que desarrollara esa faceta tan malvada. Una vez acabada la instruccin y ya como
Aufseherin, la envan en octubre de 1942 al campo de Majdanek, cerca de Lublin
(Polonia). Su compaera de correras era la msmsma Yegua de Majdanek.
Ella y Hermine Braunsteiner eran consideradas las guardianas ms brutales de
todo el campamento. Los confinados tenan motivos ms que suficientes para tenerlas
pnico. Ellas eran las responsables de cargar los camiones que se dirigan a las
cmaras de gas con las mujeres ms dbiles de todo Majdanek. Si haba un nio que
sobraba o que no entraba, Orlowski y Braunsteiner lo coga como si fuera una maleta
y lo tiraba por encima de los adultos. Despus, cerraban la puerta.
En el caso de Alice le encantaba esperar a que arribaran nuevos cargamentos de
mujeres al barracn. Nada ms entrar las azotaba sin miramientos, especialmente
entre los ojos.
Tales medidas eran consideradas como buenas y aprobadas por sus superiores, as
que decidieron promoverla y subirle de puesto. Su nuevo rango de
Kommandofhrerin (lder del Kommando) le sirvi para participar de lleno en la
seleccin de nuevas vctimas. Ahora tena a su cargo a ms de 100 mujeres, a quienes
ordenaba robar todo tipo de enseres a los prisioneros ya gaseados. Desde relojes,
abrigos, oro, joyas, dinero, juguetes, vasos Cualquier cosa que ella y sus camaradas
pudieran necesitar.
En los das previos a la evacuacin de Majdanek esto ocurri el 24 de julio de
1944, los oficiales de las SS enviaron a Orlowski al clebre campo de
concentracin de Cracovia-Plaszow (Polonia).
Distinguido por ser uno de los campamentos ms duros de toda la guerra,
Plaszow estaba rodeado por una alambrada electrificada de 4 km de permetro y
contena multitud de barracones. Unos destinados al personal alemn, otros a las
factoras, talleres y almacenes, y un campo para hombres y otro para mujeres. Sin
mencionar aquel que serva para la reeducacin. Era en este lugar donde se
llevaban a los presos que violaban la disciplina laboral y las normativas.
Plaszow era un verdadero campo de trabajo forzado, ms conocido como
Arbeitslager, all no solo haba reclusos sino sobre todo esclavos. No es de extraar
que la tasa de mortalidad fuese muy alta y que multitud de internos, sobre todo
mujeres y nios, muriesen de tifus y hambre.
Las ejecuciones fueron otro punto fuerte del campo. De hecho, este recinto acab

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siendo famoso por los tiroteos, tanto individuales como en masa, que se efectuaban
tras sus paredes. Todos los documentos relativos a los diparos y asesinatos en masa
perpetrados durante ese tiempo, fueron encomendados a la Aufseherin por el
comandante Amon Goeth apodado el verdugo de Plaszow. Orlowski los guard hasta
el final de la guerra y los destruy poco despus.
Casi todas las maanas Goeth se situaba en la terraza de su residencia, coga un
rifle de francotirador y disparaba a cualquier prisionero del campo. Nios, mujeres y
ancianos fueron asesinados de forma indiscriminada. Despus del homicidio el
comandante ordenaba que se le entregase la ficha del muerto localizado en el
archivo de la administracin del campamento y despus mataba a todos sus
familiares. Segn sus propias palabras, no quera gente insatisfecha en su campo de
concentracin. Su sadismo no conoca lmites.
Cuando los nazis se percataron de que las tropas del Ejrcito Rojo estaban
avanzando con tal rapidez que las ubicaban cerca de Cracovia, iniciaron el
desmantelamiento completo de Plaszow. Para ocultar pruebas, se decidi exhumar e
incinerar los cuerpos que ya estaban enterrados. De este modo las tropas aliadas se
encontraran un campo completamente vaco. Se estima que durante su
funcionamiento Plaszow lleg a albergar a 150.000 personas, la mayora judos.
El 14 de enero de 1945 un da antes de la llegada de las tropas soviticas a
Plaszow, el personal del campamento junto con los ltimos cautivos que quedaban
178 mujeres y dos nios, emprendieron una marcha de la muerte hacia el campo de
exterminio de Auschwitz. Una vez dentro, muchos de los que lograron sobrevivir por
el camino fueron atrozmente asesinados.
Pero sin saber por qu Alice Orlowski cambi de actitud durante el viaje a
Auschwitz. Parece ser que se mostraba como una mujer ms humana, dando consuelo
a los prisioneros, llevndoles agua e incluso durmiendo con ellos a la intemperie.
Nadie conoce la verdadera razn que alter su proceder de forma tan radical. Se dice
que se deba a que la guerra estaba llegando a su fin y saba que pronto sera juzgada
como una criminal ms.
Tras su llegada a Auschwitz regres a Ravensbrck. Una vez terminada la
contienda fue capturada por el Ejrcito Sovitico que la extradit a Polonia para su
ajusticiamiento.
En aquel primer juicio de Auschwitz celebrado en Cracovia entre el 24 de
noviembre y el 22 de diciembre de 1947 Alice Orlowski fue condenada a 15 aos de
prisin por su participacin en el maltrato, abuso y asesinato de prisioneros durante el
conflicto blico. Sin embargo, no cumpli la totalidad de su pena. Qued en libertad
en 1957, tan solo diez aos despus.
Tal y como les sucediera a otras camaradas de las SS como Hildegard Lchert o
Hermine Braunsteiner, la ex Aufseherin, fue puesta en busca y captura por las

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autoridades alemanas para ser juzgada de nuevo. Esta vez para dictaminar los
crmenes perpetrados en el campo de Majdanek.
En 1976 y durante la larga celebracin del Tercer Juicio de Majdanek en
Dsseldorf, Alice Orlowski muri a los 73 aos de edad. Cul hubiera sido la
condena ms justa? Nunca lo sabremos.

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Ilse Lothe

Una de las principales caractersticas de un conflicto blico es que cuando finaliza,


los tribunales internacionales se encuentran con la difcil tarea de descubrir a los
responsables y, a la vez culpables, de cometer unos supuestos crmenes de guerra. Si
bien algunos fueron localizados, juzgados y eliminados; otros, fueron liberados
impunemente pese a las pruebas testimoniales aportadas por la acusacin durante la
vista. A pesar de su colrico comportamiento en los distintos Konzentrazionslager,
Ilse Lothe fue una de las pocas Kapos que se libr de la horca. El hecho de ser
prisionera de los nazis tena que haberla servido para luchar contra ellos, pero tras su
nombramiento en Auschwitz se convirti en uno de ellos. Pas a ejercer tareas de
vigilancia y a perpetrar frenticas palizas a sus propias compaeras de barracn.
Lo poco que se sabe de su vida es merced a la declaracin jurada que hizo durante
el proceso de Bergen-Belsen de 1945. Parece ser que esta mujer naci el 6 de
noviembre de 1914 en la ciudad alemana de rfurt, capital de Turingia, de donde
tambin proceda el filsofo alemn Max Weber conocido por su distinguida obra
La tica protestante y el espritu del capitalismo.
Desde una edad muy temprana, Ilse decidi ponerse a trabajar, no sabemos si
porque no le gustaban los estudios o porque su familia necesitaba un refuerzo ms en
casa. A partir de ah, busc diferentes ocupaciones donde sentirse cmoda y un buen
da empez en una fbrica de zapatos. Sin embargo, aquello no le dur demasiado, no
porque no le fascinase sino porque acababa de emerger la Segunda Guerra Mundial y
los nacionalsocialistas iniciaron un gran despliegue por toda Alemania. Las tropas
germanas iban llegando rpidamente a cada uno de los pueblos del pas. rfurt fue
uno de ellos. A su llegada, un grupo de oficiales de las Schutzstaffel oblig a la joven
a alistarse. Todo ocurri antes de que finalizase el ao 1939.
Durante ese rifirrafe, pretendieron enviarla a una factora de municiones pero Ilse
se neg taxativamente. No tena hijos ni se haba casado nunca pero no quera formar
parte del aparato de destruccin nazi. Aos ms tarde, acab cayendo en su trampa.
Rpidamente la remitieron al campo de concentracin de Ravensbrck, pero no
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como guardiana, sino como prisionera. Durante aquel tiempo, conoci a algunas de
las supervisoras ms maquiavlicas que ha dado la historia del Nazismo: Mara
Mandel, Dorothea Binz o Juana Bormann. Nuestra protagonista jams cont si tuvo
algn altercado con cualquiera de ellas durante su reclusin en el Puente de los
Cuervos.
Tres aos ms tarde y ya en marzo de 1942, Ilse fue trasladada al centro de
exterminio de Auschwitz donde permaneci y vivi como interna durante cuatro
semanas. Transcurrido ese tiempo, el comandante del campamento determina que la
transfieran una larga temporada a un Kommando externo en Budin (Budy), a unos
siete kilmetros de Auschwitz. All realiz dispares trabajos forzados. Estos iban
desde efectuar diversas excavaciones, como por ejemplo zanjas, hasta construir un
embalse o mantener limpios los estanques.
De junio de 1943 y hasta febrero de 1944 la desplazan al campo de AuschwitzBirkenau. A su llegada la nombran Kapo del Kommando n6 que constaba de 100
judas hngaras. Inicialmente, su misin consista en que sus compaeras cumpliesen
las tareas impartidas por las guardianas, es decir, evitar peleas, repartir los alimentos
o la ropa, etc. No obstante, con el tiempo y gracias a los pequeos privilegios que
como Kapo tena, su trabajo se fue extralimitando hasta puntos insospechados. Se
haba convertido en Polica Juda as era como denominaban los dems reos a
los Kapos y por tanto en una centinela ms de las SS. Inevitablemente conoci a la
Aufseherin Irma Grese quien durante su declaracin ante el tribunal, neg que la
hubiera visto alguna vez.
Algunas de las prisioneras que decidieron contarlo durante el juicio, aseguraron
que Ilse Lothe tambin infringa multitud de maltratos debido a su privilegiada
posicin. Lo que muchas de ellas no saban y aqu hago un breve parntesis es
que en la mayora de casos, los Kapos acababan siendo asesinados en la cmara de
gas.
Dicho esto, una de las testigos llamada Hanka Rozenwayg que haba estado en
uno de los Kommandos que Lothe vigilaba, afirm que en una ocasin esta se quej a
Grese de que no estaba haciendo bien su trabajo. Al hacerlo, la Aufseherin le lanz un
perro que le desgarr la ropa y le dej numerosas marcas en todo el cuerpo. Adems,
tambin vio cmo la Kapo pegaba a un chica polaca, la golpeaba en el suelo y
terminaba por darle infinidad de patadas.
Otra juda polaca, Eva Gryka, explic durante la vista judicial que en el tiempo
que se hall en Auschwitz, Lothe haba sido el Kapo de su Kommando de trabajo
consagrado a cavar zanjas y fosas para enterrar a los muertos. Durante una de las
jornadas, una de sus compaeras llamada Grunwald pregunt a Ilse si poda ir al
bao. Esta se lo prohibi. Entonces la reclusa dej la pala y se march.

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Tan pronto como ella pas de su trabajo vi a Lothe acercarse a


Grunwald y golpearle en la cabeza y el cuerpo hasta que se desplom
inconsciente, con sangre chorreando de su cabeza. Para golpear Lothe
usaba un palo de madera, que era de unos 2 pies de largo y una pulgada de
dimetro. Con la ayuda de otros prisioneros llev a Grunwald a su bloque
y le vendamos sus heridas lo mejor que pudimos. Al da siguiente vi que se
llevaban a Grunwald al bloque 25. Ese bloque estaba reservado a las
personas que eran destinadas a la cmara de gas.
La testigo tambin cont que Lothe la pegaba con un palo de madera al menos
dos veces por semana. Una vez incluso, le dio un puetazo en la nariz hasta hacerle
sangrar.
Algo importante que Gryka quiso dejar claro en su interrogatorio, fue que Lothe
tambin haba sido responsable de enviar a muchos prisioneros a la cmara de gas.
Otras supervivientes como la juda polaca Sonia Watinik corrobor estos hechos
cuando le toc subir al estrado de Bergen-Belsen.
Llegado el turno de la acusada, Ilse Lothe neg conocer a alguna de las testigos
que la haban acusado de pegar a otras reclusas. Desminti que Rozenwayg o Watinik
formasen parte de su Kommando porque si fuese as las hubiera reconocido
inmediatamente. Tambin rebati el hecho de que conociese o trabajase con Irma
Grese. En este sentido, tanto la guardiana como la Kapo afirmaron que se trataba de
una falsedad y esta ltima, termin por argumentar que fue castigada por el
Departamento Poltico de Auschwitz.
tres veces. La primera vez porque llev una carta de contrabando fuera del
campo. La segunda vez porque quem el somier de las camas hice un fuego con
ellas. Y la tercera vez porque organizamos alguna comida y cigarrillos. La primera
vez me dieron 25 latigazos realizados de esta manera: pusieron un bloque en medio
de mis rodillas y me ataron las manos, me balancearon de una banda a la otra
golpendome de ambos lados mientras me balanceaban de un lado al otro. Dos
hombres de las SS me golpearon con una porra de goma. He odo hablar de otros
Kapos que fueron castigados de esta manera.
Continuando con la historia de Ilse Lothe, resear que tan solo cuatro meses del
primer Kommando, este finalmente fue disuelto. Poco despus obtuvo otro de 50
judas hngaras cuyo cometido fue construir bunkers en puestos preparados para las
armas de fuego.
En noviembre de 1944, le envian al Kommando n107 destinado a Obras
Hidrulicas y en diciembre la destituyen como Kapo a causa de los altercados
anteriormente mencionados. Es a partir de entonces cuando la envan a un
Kommando de castigo llamado Vistula.
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Desde enero de 1945 comienza su odisea de un campo de concentracin a otro.


Primero trasladan a este grupo de castigo hasta Ravensbrck donde permanecieron
cuatro semanas. A principios de marzo, es incluida en un transporte de mujeres
embarazadas con destino Belsen. Cae enferma por tres semanas pero cuando se
recupera, Ilse se convierte de nuevo en la Kapo del Kommando de hortalizas. El
grupo de 140 personas constaba de mujeres rusas y de unas pocas judas de Hungra y
Polonia.
Cuando a mediados de abril de 1945, las tropas britnicas liberan el campamento
de Bergen-Belsen, Ilse Lothe es puesta en libertad y empieza a trabajar como
campesina. Ms tarde lo hizo como enfermera.
Por otra parte, el 22 de junio y mientras paseaba por el campo en compaa de
una juda polaca, un grupo de otros seis o siete exprisioneros gritan: Esa es un kapo
de Auschwitz. Cuando Ilse se dio la vuelta, ya tena dos soldados britnicos
pidindole los papeles. Fue arrestada rpidamente y trasladada a la crcel de Celle
junto con los que haban sido sus verdugos. Estaba acusada de cometer crmenes de
guerra en el campo de concentracin de Auschwitz y en el de Bergen-Belsen.
Dada la falta de pruebas y los testimonios tan contradictorios aportados durante
el proceso, el Tribunal de Bergen-Belsen dicta su veredicto el 17 de noviembre de
1945. N 10 Lothe; La Corte encuentra que no es culpable del primer cargo y no
culpable del segundo cargo.
Tras ser absuelta de todos los cargos, desaparece de Lneburg. Nada se ha vuelto
a saber sobre su paradero.

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Therese Rosi Brandl

Entre las discpulas ms fieles del Tercer Reich, se encuentra sin lugar a dudas
Therese Brandl. Esta mujer un tanto masculinizada, que sigui al dedillo los
preceptos que la Oberaufseherin Mara Mandel le inculc, siempre fue leal a la causa
nazi a pesar de no destacar en exceso por encima de sus camaradas. Podemos afirmar
que se trat de una de las ms devotas proslitos del Nazismo.
Rosi, que era as como la denominaban en los campos de concentracin donde
trabaj, naci el 1 de febrero de 1902 en la localidad de Staudach-Egerndach
perteneciente al distrito de Traunstein (Bavaria). Tal y como pasaba con las
guardianas femeninas de Hitler, poco o nada se sabe de su vida personal anterior a su
alistamiento. Eso nos da a entender lo poco que les gustaba su pasado, al que en
ocasiones, preferan mantener oculto. Las Waffen-SS supuso para muchas de ellas un
nuevo renacer, tal y como el Fhrer pretenda que se sintieran.
A partir del mes de marzo de 1940, Therese Brandl inici un duro entrenamiento
en el centro de instruccin de Ravensbrck. Ejercicio fsico extremo, adiestramiento
psicolgico para conocer las premisas del Nazismo, clases especiales de
comportamiento hacia los prisioneros, y todo ello aderezado con los mtodos ms
salvajes que pudisemos imaginar.
La Rosi aprendi cmo se poda minar psicolgicamente a un recluso, adems de
recibir lecciones de maltrato fsico para contener a su grupo de internos. Lecciones
sobre cmo dar bastonazos, bofetadas y patadas, puezatos, latigazos y otros tantos
actos inhumanos fueron haciendo mella en la nueva recluta. La Bestia se encarg de
adiestrar a Brandl como si se tratase de un perro de caza. Los objetivos: sus cautivas.
La nueva aprendiz no sobresala por encima del resto de sus compaeras, pero tal
era su necesidad de conocer todos los entresijos de la degeneracin, que en poco
tiempo se gan no solo el respeto de su su-pervisora, sino tambin el de los
mandamases. Su perseverancia le llev a subir de rango convirtindose en
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Rapportaufseherin.
Su trabajo consista principalmente en contar el nmero de prisioneras que haba
durante los famosos roll-calls (pases de revista) y repartir castigos. Si alguna de las
presas no se encontraba en su puesto en el momento del llamamiento, Brandl le
propinaba multitud de golpes en el rostro, la cabeza y el estmago que dejaban
inconsciente a la vctima. Ya en el suelo, continuaba con su macabro ritual hasta que
se cansaba. Muchas de ellas murieron tras la paliza. Y no era de extraar, haba
aprendido de la mejor.
Pero lleg la primavera de 1942 y Therese Brandl fue promovida, junto con otras
guardianas de las Waffen-SS, a continuar con su puesto en el campo de exterminio de
Auschwitz. Como Rapportaufseherin y responsable de velar por el buen
funcionamiento de los pases de revista, Rosi segua manteniendo una conducta vil
con los confinados. Esto propici que el propio comandante Hssler le pidiese que
tomara parte en el proceso de seleccin a las cmaras de gas.
Cada vez que llegaba un transporte, el 90 por ciento de sus ocupantes iba directo
al crematorio. Brandl comparti dicha aficin con el doctor Mengele, la
Oberaufseherin Margot Drexler o el propio Hossler, quienes iban alternndose a la
hora de elegir a los internos ms dbiles.
En octubre de ese mismo ao Therese fue trasladada al recin inaugurado
segundo campo de Auschwitz, el conocido como Birkenau. Irma Grese era la lder
indiscutible del campamento y Brandl se limit a seguir sus directrices. Su mano
izquierda con el ngel de Auschwitz le vali para subir otro escalafn en su carrera.
Fue nombrada Erstaufseherin (Primera Guardiana) y en el verano siguiente, recibi la
famosa medalla del Reich por su buena conducta.
Un ao despus en Birkenau su rutina fue supervisar uno de los barracones
femeninos del campo, siempre a las rdenes de Grese, e intentar que nadie formara
demasiado folln. Si alguien se atreva con alguna osada su respuesta era de lo ms
implacable: una buena paliza.
Ante los rumores de un posible acercamiento del Ejrcito Sovitico a AuschwitzBirkenau, en noviembre de 1944 Brandl es trasladada al subcampo de Mhldorf, en el
campo de concentracin de Dachau. Le acompaaba la Bestia.
All le quitan su rango de Rapportaufseherin y vuelve a ejercer como Aufseherin
bajo las rdenes de Mara Mandel. Y aunque de esta ltima se conoce su especial
simpata por las selecciones a las cmaras de gas, de Brandl no se descubri ningn
informe sobre su criminal talante.
En abril de 1945, unas semanas antes de la llegada del Ejrcito Norteamericano al
campamento, las dos delincuentes nazis huyeron de Mhldorf. Se escaparon a travs
de las montaas del sur de Baviera pero se separaron a mitad de camino y cada una
tom un rumbo distinto.

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El 29 de agosto las tropas americanas detuvieron a Therese Brandl mientras


continuaba con su fuga a travs de la cordillera bvara. El gobierno norteamericano la
retuvo en prisin durante un ao a la espera de ser extraditada a Polonia para iniciar
el pertinente proceso judicial. Otro ao ms tard en celebrarse la vista. Para cuando
transcurrieron los dos aos, Rosi fue conducida a una Corte de Cracovia para ser
enjuiciada por cometer crmenes contra la humanidad.
El 24 de noviembre de 1947 comenz el Primer Juicio de Auschwitz donde la
acusada comparti banquillo con Mara Mandel, Luise Danz, Hildegard Lchert o
Alice Orlowski, entre otros exmiembros de las SS. El Tribunal dict sentencia el 22
de diciembre y la proclam culpable de participar en la seleccin de prisioneros. Su
condena: la horca.
Durante el siguiente mes, Rosi permaneci arrestada en la crcel de Montelupich
(Cracovia) donde esper pacientemente hasta el da de su ejecucin. Este lleg el 28
de enero de 1948.
Primero colgaron al grupo de su exsupervisora, Mara Mandel, y despus el suyo.
Exactamente a las 8:48 de la maana se procedi a ejecutar la pena. Therese Brandl y
un grupo de cinco hombres, fueron ahorcados en lnea.
Veinte minutos despus, el mdico de la prisin certific su muerte. Los
cadveres de los criminales nazis fueron llevados al Instituto de Anatoma de la
Universidad de Cracovia donde se utilizaron como conejillos de indias. Sus
estudiantes practicaran mltiples disecciones con ellos.

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Eplogo
Dicen que cuando nos suceden acontecimientos terribles en nuestra vida, el cerebro
pone en marcha un mecanismo de defensa que impide que nada nos haga dao. Es
como si nuestro cuerpo obstaculizase cualquier esbozo de tristeza o sufrimiento.
Como dira el gran divulgador cientfico espaol Eduard Punset, hasta las bacterias
funcionan por consenso, o no funcionan. Si tras leer estas pginas he conseguido lo
contrario, es decir, que se te haya removido la conciencia aunque sea durante un
instante, me habr dado por satisfecha. No pretendo que te incomode la realidad, que
lo har, pero s que seas consciente de que no olvidar lo ocurrido es la mejor forma de
recordar a aquellos que perecieron en pos de la libertad.
En este libro he querido reunir los casos ms impactantes y escalofriantes de unas
mujeres que, de acuerdo al rgimen del Fhrer, mataron, asesinaron y vejaron a miles
de prisioneros en sus campos de concentracin. Hablamos de cmo la mente
femenina pudo ser an ms cruel que la masculina, llegando a ser el brazo ejecutor de
los peores crmenes que ha dado la Humanidad.
Con ellas se demuestra que la maldad y el sadismo es cosa del gnero humano,
sin distincin de sexos, algo que han puesto en duda las feministas ms radicales.
En las Memorias de Sir Winston Churchill, el poltico britnico dijo en una
ocasin: Si Hitler hubiera invadido el infierno, yo habra hecho por lo menos una
favorable alusin al demonio en la Cmara de los Comunes. Si trasladamos esta cita
a las torturadoras de los campamentos de exterminio, podemos afirmar sin temor a
equivocarnos, que si la Maldad existe, ellas fueron sus principales representantes en
la tierra.
Sus ademanes hicieron de ellas unas cruentas asesinas de acuerdo a un bien
comn: la pureza aria.
Y por mucho que rebatieran subidas a un estrado que simplemente acataron las
rdenes que provenan de sus superiores, la realidad es que se tomaron la justicia por
su mano. Con cada golpe y latigazo, con cada privacin de alimentos, con cada
seleccin a la cmara de gas, las guardianas minaron la moral de sus enemigos ya
confinados. Su nico objetivo: ser un ejemplo para el resto de sus camaradas. El
resultado: millones de vidas despojadas en una zanja. Verdaderamente fue necesaria
tanta barbarie? Quiero creer que no.

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lbum de fotos

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Agradecimientos
En primer lugar, me gustara dar las gracias a Jos Antonio y Diego Fossati por creer
en este proyecto nada ms conocernos. Por sus consejos y por la tranquilidad que me
transmitieron durante el proceso. A mi editora Esperanza Moreno, por tratar con tanto
mimo no solo el libro sino a m.
A la Das Bundesarchiv y a la U.S. National Archives, por permitirme utilizar su
hemeroteca y por el material fotogrfico que me enviaron para completar esta obra.
Las improntas que aqu incluyo nos permiten conocer ms de cerca a nuestras
protagonistas.
A los traductores de ingls, polaco, francs y alemn que han formado parte de
este proceso literario. A Robert Wojno, Sergio Gmez y Katarzyna Czaplinska, por
atender tan amablemente el llamamiento que hice en Twitter para encontrar traductor
de polaco. A Anne Pfeifer, Laura Alvarado y Alexander Mller, por el mpetu
mostrado desde Dsseldorf. A Begoa Sagarduy Lpez, por querer incorporarse a
esta aventura. A Robbie McNicol por las tardes que pasamos delante del ordenador
escudriando en ingls cada uno de los libros que me llegaban. A todos ellos, un
milln de gracias.
A Madonna Anne Lebling, Director of Newsroom Research en el peridico The
Washington Post por darme acceso a informacin privilegiada y por enviarme
personalmente artculos publicados en su diario sobre las tan temidas guardianas.
A la Oxford University Press y al Oxford Journals, que me dieron acceso a
importantes documentos sobre los procesos judiciales de Bergen-Belsen y Auschwitz.
A Johannes Schwartz, Director of the Lichtenburg Memorial Site, por facilitarme
uno de sus trabajos sobre la Oberaufseherin Dorothea Binz. A Flint
Whitlock autor del libro The Beasts of Buchenwald, por enviarme dedicado uno
de sus ejemplares desde el otro lado del charco y que tanto me sirvi para
documentarme. A Katie Rushforth y Catherine Lawn de la Eurospan Group por
hacerme llegar manuscritos inaccesibles desde Espaa.
A Eric Frattini por las comidas celebradas en su cuartel general, por ofrecerme
versados consejos y sobre todo por su valiosa amistad. Al doctor Jos Cabrera
Forneiro, por lanzarse sin paracadas a escribir el prlogo de este libro. A Pietro y
Luca, por las charlas sin reloj, por las risas, los nervios y porque me ensearon que
los sueos tambin se hacen realidad. A Carles Lamelo, por las noches delante del
micrfono hablando de misterios. A Javier Silvestre, porque su risa llena la sala de mi
memoria. A Lorena Montn, por su calidad humana. A Blanca Jimnez Barrau por
sujetarme en los peores momentos. A Alessandra Martn, la hermana pequea que
siempre quise tener. A David Barrientos, porque le sobra humanidad y la comparte
con los que somos sus amigos. A Luisa Puerto, por ser mi familia desde hace ms de
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15 aos. A mi querida Grachi, porque nunca he conocido un ser tan sabio sobre la faz
de la tierra. A Bertita por sus remedios alquimistas. A Mnica Montes, por ser ms
solar que nunca. A Eva Margalef, porque es sinnimo de nobleza y lo demuestra
cada da. A Bego Llcer, por ser mi alma gemela. A Tania Ruiz Otero, porque nuestra
amistad siempre saltar la barrera de la distancia. A Paloma Ramn, por poner msica
a las palabras. A Chus, porque s que est viendo todo desde arriba; te pienso cada
da. A mis padres y hermano, por ser parte de mi alma. A Elena, por ser mi
inspiracin diaria. Al resto de mis incondicionales, que no os olvido, por estar
siempre a mi lado cuando ms lo necesito.
Y por ltimo, y muy en especial, un agradecimiento a todas aquellas personas y
organismos que me dieron la espalda, que me pusieron toda clase de escollos para
evitar que este libro fuese como es hoy. Ello me ha permitido agudizar mi ingenio y,
por tanto, mi investigacin.
A todos ellos, la ms sincera de las gratitudes. Una parte de este libro es de todos
ellos.

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Nac en Valladolid y desde que era una nia, mi sueo siempre fue ser periodista. De
hecho, mi madre an recuerda cmo utilizaba los peines a modo de micrfono, para
que mi hermano me contara historias
Con los aos consegu cumplir mi quimera: ser periodista, y adems, escritora y
guionista de radio y televisin. Dej mi tierra natal en 2004 para instalarme en
Barcelona, ciudad que me vio crecer profesionalmente. Mi vocacin es la radio, pero
desde hace aos me dedico a una de mis grandes pasiones: la escritura.
Colaboro habitualmente en prensa, como las revistas Muy Interesante, poca
y Ms All de la Ciencia; peridicos como La Vanguardia en su formato digital o
Diario Siglo XXI; as como en los programas de radio Nits de Rdio en Onda
Cero Catalunya, Queremos Hablar en ABC Punto Radio, ngulo 13 en Onda
Cero Tenerife y Noches de Radio en Onda Cero con mi seccin Misterios y
Conspiraciones.
Soy coautora de Cuentos hindes. Desde el ndico a los Himalayas (ed. Karma
7) junto a la periodista Asha Mahan. En noviembre de 2012 publico mi primer libro
de investigacin en solitario: Guardianas Nazis. El lado femenino del mal (ed.
Edaf) con prlogo del prestigioso mdico forense Dr. Jos Cabrera.
Me considero una buscadora nata, imperfecta y orgullosa de serlo y sobre todo,
una mujer optimista, apasionada y soadora.
Siempre tuve esa necesidad de aprender cada da un poquito ms, de comunicar,
de apasionarme con las palabras En definitiva, de crear un vnculo invisible con
aquel que me escucha.

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Notas

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[1] Declaracin de un testigo durante el juicio de Ilse Koch. <<

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[2] Testimonio del Dr. Petr Zenkl, exalcalde de Praga, ministro en el gobierno del

presidente checo Edvad Benes y preso poltico encarcelado en Buchenwald. <<

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[3] Palabras del prisionero Paul Grnewald al testificar despus de la guerra. <<

www.lectulandia.com - Pgina 282

[4] Extrado de las Actas del Juicio de Dachau. <<

www.lectulandia.com - Pgina 283

[5] Id. Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 284

[6] Extrado de la lectura de la sentencia de Ilse Koch por parte del General Emil Kiel

durante el juicio de Dachau. (N. del A.) <<

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[7] Declaracin de Irma Grese en el juicio de Bergen-Belsen. <<

www.lectulandia.com - Pgina 286

[8] Sra Jakobovits, deportada desde el gueto de Iza. <<

www.lectulandia.com - Pgina 287

[9] Fragmento correspondiente al libro Los hornos de Hitler de Olga Lengyel. <<

www.lectulandia.com - Pgina 288

[10] Extracto del libro Die Tagbucher von Joseph Goebbels, volumen II. <<

www.lectulandia.com - Pgina 289

[11]

Fragmento extrado del libro Executioner:Pierrepoint, escrito por Albert


Pierrepoint. <<

www.lectulandia.com - Pgina 290

[12] Id. Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 291

[13] Declaracin de Aleksandra Steuer en el juicio de Cracovia (20/08/1947). <<

www.lectulandia.com - Pgina 292

[14] Testimonio de Urszula Wiska, prisionera del campo de Ravensbrck nmero

7.448. <<

www.lectulandia.com - Pgina 293

[15] Palabras de la interna Rozalia Juraszek. <<

www.lectulandia.com - Pgina 294

[16] Fragmento extrado del libro Y tengo miedo de mis sueos de Wanda Pitawska.

<<

www.lectulandia.com - Pgina 295

[17] Extracto del libro Kommandant in Auschwitz, de Rudolf Hoss. <<

www.lectulandia.com - Pgina 296

[18] Testimonio de Mara Mandel en el juicio de Auschwitz en Cracovia en 1947. <<

www.lectulandia.com - Pgina 297

[19] Testimonio de Maria Budziaszek, prisionera nmero 23.359. <<

www.lectulandia.com - Pgina 298

[20] Extrado del expediente 520 del Juicio de Auschwitz en Cracovia. <<

www.lectulandia.com - Pgina 299

[21] Extracto de la obra Playing for time de Fania Fnelon. <<

www.lectulandia.com - Pgina 300

[22] Extracto de Staying Human Through the Holocaust de Terz Mzes. <<

www.lectulandia.com - Pgina 301

[23] Extracto del libro The Gazebo, escrito por Alexander Lebenstein. <<

www.lectulandia.com - Pgina 302

[24] Testimonio extrado del acta del juicio de Bergen-Belsen. <<

www.lectulandia.com - Pgina 303

[25] Testimonio de Dagmar Hajkova, superviviente checa en Ravensbrck. <<

www.lectulandia.com - Pgina 304

[26] Extracto del libro Ravensbrck: everyday life in a women's concentration camp,

1939-45. <<

www.lectulandia.com - Pgina 305

[27] Extracto de la obra Ravensbrck, el infierno de las mujeres, de Montse Armengou

y Ricard Belis. <<

www.lectulandia.com - Pgina 306

[28] Id. Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 307

[29] Publica el diario El Pas el 13 de junio de 2010 en un reportaje sobre las mujeres

espaolas internadas en Ravensbrck, coincidiendo con el 65 aniversario de la


liberacin de los campos. <<

www.lectulandia.com - Pgina 308

[30] Extracto del libro De la resistencia y la deportacin. 50 testimonios de mujeres

espaolas, por Neus Catal. <<

www.lectulandia.com - Pgina 309

[31]

Extracto de De la resistencia y la deportacin. 50 testimonios de mujeres


espaolas, op. cit. <<

www.lectulandia.com - Pgina 310

[32] Extracto del reportaje publicado por el diario El Pas el 13 de junio de 2010. <<

www.lectulandia.com - Pgina 311

[33] Extracto del libro De la resistencia y la deportacin, escrito por Neus Catal. <<

www.lectulandia.com - Pgina 312

[34] Id. Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 313

[35] Extracto de su libro El carret dels Gossos. Una catalana en Ravensbrck. <<

www.lectulandia.com - Pgina 314

[36] Extracto del libro De la Resistencia y la Deportacin, de Nes Catal. <<

www.lectulandia.com - Pgina 315

[37]

Testimonio de Charlotte Mller en su libro Die Klempnerkolonne in


Ravensbrck. <<

www.lectulandia.com - Pgina 316

[38] Testimonio extrado por los censores britnicos durante el juicio y recogido en el

libro Atrocities on Trial. <<

www.lectulandia.com - Pgina 317

[39] Testimonio extrado por los censores britnicos durante el juicio y recogido en el

libro Atrocities on Trial. <<

www.lectulandia.com - Pgina 318

[40] Extracto del artculo publicado el 23 de septiembre de 1972 en The New York

Times titulado: Queens Woman Tied at Hearing to Concentration Camp Death. <<

www.lectulandia.com - Pgina 319

[41] Correspondiente al artculo publicado el 26 de septiembre de 1972 en The New

York Times titulado: Queens Woman Called Second Cruelest at Camp. <<

www.lectulandia.com - Pgina 320

[42] Extrado del libro The Last Eyewitnesses, escrito por Fay Bussgang. <<

www.lectulandia.com - Pgina 321

[43] Testimonio de dos expresos de Majdanek ante la Corte del Condado de Lublin en

1947. <<

www.lectulandia.com - Pgina 322

[44] Exrecluso del campo de concentracin de Ravensbrck que testific en el juicio

por crmenes de guerra de Viena de 1949. <<

www.lectulandia.com - Pgina 323

[45] Declaracin de una vecina de Queens testificando en la audiencia de Nueva York

en 1972. <<

www.lectulandia.com - Pgina 324

[46] Testimonio de un exrecluso en Majdanek durante la audiencia celebrada en Nueva

York en 1972. <<

www.lectulandia.com - Pgina 325

[47]

Extrado del libro The Outraged Conscience, donde el 21 de julio de 1978,


Vincent A. Schiano explica el caso de Braunsteiner ante el subcomit. <<

www.lectulandia.com - Pgina 326

[48] Artculo firmado por el periodista Julio Sierra. <<

www.lectulandia.com - Pgina 327

[49] Declaracin de Juana Bormann durante el juicio de Bergen Belsen en 1945. <<

www.lectulandia.com - Pgina 328

[50] Extrado del libro The incomparable crime. <<

www.lectulandia.com - Pgina 329

[51] Extrado del reportaje publicado por el diario La Vanguardia el 8 de junio de 2008

y escrito por Eduardo Martn de Pozuelo. <<

www.lectulandia.com - Pgina 330

[52] Id. Ibd. <<

www.lectulandia.com - Pgina 331

[53] Declaracin jurada de Juana Bormann extrada del Volumen II de The Belsen

Trial. Trial of Josef Kramer and Forty-Four other. <<

www.lectulandia.com - Pgina 332

[54]

Extracto del libro Taterinnen. Frauen im Nationalsozialismus, de Kathrin


Kompisch. <<

www.lectulandia.com - Pgina 333

[55] Extracto del libro Genozid und Geschlecht, de Gisel Bock. <<

www.lectulandia.com - Pgina 334

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