Madera para Tonelñeria

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TRATAMIENTO DE LA MADERA DE ROBLE PARA TONELERÍA

Brígida FERNÁNDEZ DE SIMÓN, Estrella CADAHÍA


Centro de Investigación Forestal. CIFOR-INIA. Madrid

RESUMEN
El presente trabajo aborda una exhaustiva revisión del uso del roble en la elaboración,
conservación y transporte del vino. Desde los orígenes remotos de los primeros indicios de
uso de toneles a la moderna producción de barricas y productos alternativos a las barricas,
como tablillas, sistemas de infusión y otros. En él se analizan las principales especies del
género Quercus presentes en Europa y América; las características necesarias para poder
producir madera adecuada a la fabricación de duelas; sus condiciones físico-mecánicas
como porosidad y permeabilidad; los tipos de compuestos químicos que inciden
directamente en la calidad de los vinos en su contacto: elagitaninos, polifenoles de bajo
peso molecular, compuestos volátiles, compuestos furánicos, lactosas, etc.
Finalmente se analizan todos los pasos necesarios previos a la producción como el secado,
tostado y la influencia que estos tienen desde el punto de vista de la composición química
que transferirá la madera según las variaciones de estos tratamientos.
Temática desarrollada:
- El género Quercus. Clasificación y distribución geográfica.
- Selvicultura para la obtención de duelas.
- Anatomía y propiedades físico-mecánicas de la madera de roble.
- Composición química de la madera de roble.
- Influencia de la especie botánica, el origen geográfico, las condiciones edafoclimáticas y los
tratamientos selvícolas en las propiedades físicas y composición química de la madera fresca
de roble.
- Procesado de la madera en tonelería.
- Fabricación en la tonelería de productos alternativos a la barrica.

Revista Enología Nº4


Año IV Setiembre-Octubre 2007
ABSTRACT
This work provides an exhaustive review of the use of oak in the making, conservation and
transportation of wine from the ancient origins of the use of barrels, to modern production
of barrels and alternative products such as staves, infusion system, and others. It also
analyzes the main species of Quercus found in Europe and America; the requirements to
produce wood suitable for producing staves; its physical and mechanical conditions, such as
porosity and permeability; types of chemical compounds which have an impact on wine
quality through contact: ellagitannins, low-molecular-weight polyphenols, volatile
compounds, furanic compounds, lactoses, etc..
Finally, we analyze all the necessary steps before the production takes place, such as drying
and toasting, and their influence on the future chemical composition wood will transfer,
according to these treatments.
Topic addressed:
- Quercus. Clasification and geographic distribution.
- Selviculture to obtein staves.
- Anatomy and physical and mechanical properties of oak wood.
- Chemical composition of oak wood.
- Influence of the botanical species, geographical origin, edafoclimatic conditions and
selvicultural treatments, in the physical properties and chemical composition of oak wood
- Wood processing in wine industry
- Wine industry fabrication of alternative products to barrels.

Palabras Claves: Roble, Duela, Barrica, Toneleria, Lactona, Elagitanino, Virutas De


Roble

Key Words: Oak, Steves, Barrel, Cooperage, Lactona, Ellagitannins,


Oak Wood Chips

El inicio de la crianza de los vinos coincide con la necesidad de transportarlos


desde las zonas de producción hasta las de consumo. El primer testimonio sobre
la utilización del tonel data del año 51 a. C., en los Comentarios de Julio Cesar
sobre “la Guerra de las Galias” (Gautier, 2000; 2003). Durante la época romana y
la caída del Imperio los vinos procedentes de Grecia, la Galia e hispania se
transportaban por vía marítima y se almacenaban en depósitos de gran volumen
de madera, principalmente de roble, ya que se trataba de un material abundante
en el entorno, de fácil manejo, resistente y poco permeable. Es en esta época
cuando aparecieron gran número de recipientes de madera (barricas, barriles,
pipas, toneles, cubas....) de capacidades variables entre 200 y 500 litros, que
probablemente se utilizaron también para el transporte terrestre de los vinos. En
algunas zonas también se utilizaban otras maderas como cerezo, castaño, haya,
fresno, etc. (Martínez, 2006) el uso de la madera se generalizó a partir del S. XVI
para el transporte marítimo al nuevo mundo. De este modo se pudo conocer que
los vinos se clarificaban mejor y se conservaban durante más tiempo cuando
permanecían en recipientes de madera, aunque no de forma indefinida, porque
terminaban avinagrándose. Esto se solucionó poniendo el vino en botellas, al cabo
de cierto tiempo de estancia en la barrica. Así se integró en el “arte y manera de
hacer el vino” una etapa de estancia en toneles o barricas de madera, que con el
tiempo se denominó crianza, aún cuando no fuera a ser transportado en ellas. En
Burdeos, en1836, con un ambiente no excesivamente caluroso y una alta
humedad, se diseñó ex profeso para sus vinos, de elevada acidez y con altos

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contenidos en taninos, y que por tanto se resistían a la influencia de la madera, la
barrica bordelesa de 225 litros (Fernández-Golfín y Cadahía, 1999). En España, los
pioneros en su introducción, allá por los años 1850-1860, fueron Luciano Murrieta,
fundador de las Bodegas Marqués de Murrieta, en Logroño, y el enólogo francés
Jean Pineau, que asesoraba a Bodegas marqués de riscal (Palacios, 1991). Esta
forma de hacer el vino ya había sido utilizada con éxito en 1786 por los hermanos
Quintero en Labastida (Álava), pero las medidas proteccionistas de la real Junta de
Cosecheros para los vinos de la zona supusieron un freno importante para el
desarrollo de técnicas innovadoras (Gómez et al., 2000). A mediados del siglo XX,
el uso de recipientes de madera sufrió un notable abandono debido a la
proliferación de materiales más inertes, como el cemento o el acero inoxidable,
pero en la década de los noventa la utilización de la barrica ha vuelto a resurgir de
forma importante, y actualmente se ha convertido en una moda mundial
(Vivas et al., 1991; Gautier 2000; Singleton, 2000). No es fácil documentar cuándo
y cómo se impone el roble sobre otras maderas, pero las razones por las que se
impuso no fueron arbitrarias ni fortuitas. El roble era abundante en Europa y
mecánicamente era y es la madera más resistente que existía en el continente. De
ahí que no sea difícil pensar que las barricas o toneles más resistentes y
duraderos fueran los de roble, ganándose fama con el paso del tiempo. Además
el azar quiso que esta madera fuera capaz de modificar favorablemente las
características gustativas y olfativas del vino, congregando una misma madera los
dos aspectos más importantes para un tonel destinado al almacenamiento
prolongado de vinos: la resistencia mecánica y el gusto adecuado.

EL GÉNERO QUERCUS. CLASIFICACIÓN Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA


El roble pertenece al género Quercus, que está formado por más de 600
especies, aunque sobre esta cifra los autores no se ponen muy de acuerdo, ya
que algunos citan 300 y otros 500. Constituye, dentro de la familia de las
Fagáceas, la subfamilia Quercoideae, que se extiende por el hemisferio norte, a lo
largo de Europa, América del norte, América Central y sudeste de Asia, y algo en
el norte de África y Sudamérica. El número de especies aumenta de este a Oeste,
siendo Méjico el país con mayor diversidad.

En Europa, el género Quercus está representado por 29 especies, que se agrupan


en 4 subgéneros: Oersted (antiguo Lepidobalanus), Erythrobalanus, Cerris y
Sclerophyllodrys, cuya distribución territorial se encuentra muy mezclada (Tabla 1).

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Tabla 1: Principales especies del género Quercus presentes en Europa
(Fernández-Golfín y Cadahía, 1999)
El género Oersted (ant. Lepidobalanus) incluye las dos principales especies
utilizadas para tonelería: Q. petraea o sessilis y Q. robur o pedunculata. Se
encuentran prácticamente repartidas por todo el continente europeo, también en
España, pero el principal productor es Francia, donde se cultivan unos tres
millones de hectáreas de robledales (Figura 1). Por su fuerte hibridación, no es fácil
distinguir entre Q. robur y Q. petraea. La mayoría de los bosques explotados para
la producción de duela están poblados por las dos especies, pero algunos ofrecen
poblaciones más puras que otros, en función de las condiciones más idóneas
para el desarrollo de cada una de ellas, de modo que en la práctica se distingue la
zona de procedencia y no la especie. Quercus petraea se da principalmente en la
región Centro de Francia (allier, Tronçais, nevers), con 520.000 ha. y en las
regiones de Bourgogne (630.000 ha.), Vosges y argonne, donde se adapta bien a
los suelos arenosos y no es muy exigente en luminosidad. Esta especie se cultiva
según la técnica haute futaie o monte alto regular, en la que los árboles son altos y
de buena calidad, pudiendo llegar a diámetros de más de 60 cm. (Keller, 1992;
Vivas, 1998). La especie Q. robur crece fundamentalmente en la región de
Limousin y en el suroeste en la zona de aquitania, donde disponen de 6 millones
de m3 de robledal en 45.000 hectáreas, aunque el 70% de los pies tiene menos
de 40 cm. de diámetro. Se cultiva con la técnica taillis sous futaie o monte bajo
con resalvos, porque requiere mucha iluminación y suelos fértiles.

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Figura 1: Áreas de distribución de Quercus petraea y Quercus robar en Europa

En España, según el último Inventario Forestal (1999) disponemos de una


superficie de bosques de robles de 125.000 ha., incluyéndose en estos datos sin
distinción el conjunto de Q. robur y Q. petraea. Estas masas forestales se localizan
principalmente en el norte y nordeste de la Península. En general, están en buen
estado y en muchas zonas se está realizando su aprovechamiento forestal.

Además de estas dos especies, hay otra especie de Quercus, Quercus pyrenaica
Willd., conocida como rebollo o melojo, autóctona de la península ibérica,
evaluándose su masa forestal arbolada aproximadamente en 320.000 ha,
distribuidas en la mayor parte de las Comunidades autónomas, aunque centrada
en el cuadrante noroccidental, y especialmente en Castilla y León. Muchas de
estas masas forestales de Q. pyrenaica están en buen estado, manifestándose
como montes altos de espesura completa y gruesos fustes. Sin embargo, muchas
otras no han tenido en los últimos años ningún tipo de tratamiento selvícola, al
quedar en desuso el aprovechamiento tradicional de su madera para traviesas de
tren, barcos, y especialmente leña aprovechada en monte bajo, que ha marcado
las características de muchas masas. Esto ha llevado a su degradación
progresiva, presentando un alto porcentaje de pies con diámetros inferiores a 40
cm, árboles con gran número de nudos, fustes torcidos y cortos, lo que reduce
notablemente su rendimiento final en madera de calidad, y hace inviable su uso
para obtención de madera con rentabilidad a corto plazo. Las investigaciones que
se están llevando a cabo con esta especie han permitido contemplar su
aprovechamiento para la fabricación de astillas o chips para envejecimiento
acelerado de vinos, una vez que ya hemos conocido sus aptitudes para el
envejecimiento de vinos de calidad Cadahía y Fernández de Simón, 2004).

En América se cultivan del orden de 24 especies, encuadradas todas ellas dentro


de dos grandes grupos, robles blancos (subgénero Quercus Oersted) y robles
rojos (subgénero Erythrobalanus) (Tabla 2), pero únicamente los robles blancos se

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emplean para la fabricación de barricas. Evidentemente, no todos ellos son
iguales para el envejecimiento de vinos de calidad, por lo que es necesario
identificar la madera por su procedencia (roble de Virginia, missouri, Oregón, etc).
Debido a su superioridad desde el punto de vista enológico, en estados Unidos se
conoce a la especie Q. alba como True White Oak (roble blanco verdadero). Esta
especie se cultiva en la costa este de los eeUU y se identifica también por su lugar
de origen, siendo las zonas productoras principales: missouri, Ohio, Illinois,
Tenesse, Oregón, etc.

Tabla 2: Principales especies del género Quercus presentes en América


(Fernández-Golfín y Cadahía, 1999)

SELVICULTURA PARA LA OBTENCIÓN DE DUELA


Para producir madera de calidad se requiere que los árboles adopten un porte
forestal: altura elevada, fuste único y recto, copa reducida al tercio o a la mitad de
la altura, ausencia de ramas en el tronco principal, diámetro importante del tronco
y forma cilíndrica del mismo. Por ello, la mayor parte del roble destinado a
tonelería procede de explotaciones controladas en las que se debe aplicar una
selvicultura adecuada desde los comienzos del crecimiento de los árboles: el
bosque debe ser cultivado. De una forma natural, sin intervención del ser humano,
el bosque de roble produce muchos árboles de baja calidad y pocos buenos. el
hombre puede regular la fuerte competencia que se produce entre ellos a favor de
los segundos, los de buena calidad.

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Uno de los problemas que presenta el roble es su débil dominancia apical, por lo
que tiene tendencia a bifurcarse o a ramificarse con facilidad. Por ello los árboles
han de crecer en compañía de otros, ya que por efecto de la competencia lateral
se favorecerá la formación de troncos únicos y rectos. Ninguna actuación debe
dar lugar a la puesta en luz repentina del tronco de los árboles, ya que éstos se
cubren con facilidad de brotes chupones, que deprecian considerablemente la
madera. Las claras serán, por tanto, moderadas y se actuará sobre todo en
árboles dominantes y codominantes, que irán adquiriendo mayor consistencia a
medida que la competencia disminuya. Como norma general, éstos deben tener
la copa a la luz y el tronco a la sombra. Por otro lado, los cambios bruscos de
densidad provocan incrementos fuertes del crecimiento en diámetro, con lo que
los anillos de crecimiento pasan a estar muy separados, lo que no es conveniente.

En las primeras etapas la densidad debe ser superior a los 10.000 pies/ha. Será
preciso hacer clareos desde los 15 años en adelante, a intervalos de 7 a 10 años,
llegándose a densidades de 2.000-2.500 pies/ha., en una primera fase. La
primera clara puede conllevar la preselección de los candidatos a pies de porvenir,
en un número de 200-300 pies/ha., para luego realizar la selección definitiva a los
50-60 años. El espaciamiento adecuado entre los pies de porvenir definitivos
oscilará entre 10 y 12 metros (70-100 pies/ha.).

Cuando el robledal se cultiva según la técnica de haute futaie o monte alto regular,
se obtienen ejemplares de gran calidad, para lo que es necesario respetar un ciclo
riguroso de operaciones de selección y de cortas de aclareo, dirigidas siempre a
favorecer la obtención de árboles de fustes rectos, de gran altura y el mayor
diámetro posible. Si esto se realiza de forma adecuada la corta podrá iniciarse
antes (90-100 años), ya que de lo contrario los diámetros serán reducidos y habrá
que esperar más tiempo (120 años o más). es el modo de cultivo en el que se
obtiene un menor número de pies por ha., pero el rendimiento es en madera de la
mejor calidad, como es el caso del bosque de Tronçais, en el Centro de Francia.
Generalmente son bosques rovenientes de siembras artificiales o plantaciones, por
lo que los árboles tienen la misma edad, llegando al estado óptimo de corta al
mismo tiempo. Después de la corta queda una maleza proveniente de la
regeneración natural de semillas que constituye la base del futuro robledal (Vivas,
1998).

El robledal cultivado como taillis sous futaie o monte bajo con resalvos (también
monte medio regular), proviene de ejemplares rebrotados de cepa, que se llaman
chirpiales, y que se encuadran en dos estratos. En el inferior se encuentran los
ejemplares más jóvenes, que no han sido sometidos a reconversión. En el
superior, que suele ocupar aproximadamente la mitad de la superficie, tenemos
los ejemplares seleccionados para la explotación en las operaciones de resalveo,
que suelen tener edades variables. También se obtienen ejemplares de buena
calidad, aunque no tan alta y tan homogénea como en el caso de haute futaie.
Suelen ser árboles más bajos (25-30 m), de mayor grosor y de madera más
porosa. Los árboles del estrato superior, que son fértiles, aseguran una siembra
natural que se desarrolla por debajo de los chirpiales más jóvenes (Vivas, 1998).

ANATOMÍA Y PROPIEDADES FÍSICO-MECÁNICAS DE LA MADERA DE ROBLE


La madera para fabricación de barricas debe de cumplir una serie de
características físico-mecánicas como baja porosidad y permeabilidad, tamaño
del anillo y densidad convenientes, alta resistencia mecánica, facilidad al hendido,
alta durabilidad, etc., que permitan la obtención de las duelas, la construcción de
la barrica y el adecuado equilibrio entre los fenómenos de difusión gaseosa y
permeabilidad que tienen lugar en la interacción madera-vino. Estas
características exigen una estructura especial que sólo poseen algunas especies.

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Si observamos un corte transversal de un tronco de roble, podremos distinguir a
simple vista una serie de elementos y zonas perfectamente definidos (Fernández-
Golfín y Cadahía, 1999):

• corteza muerta o exterior, que protege a la madera.


• corteza interna o viva, con funciones conductoras.
• cambium, causante del crecimiento en espesor del tronco.
• albura, de color claro, contiene células vivas con funciones conductoras y
de almacenamiento.
• duramen, de color más oscuro y mayor grosor, formada por células
muertas con función de soporte mecánico.
• médula, tejido blando alrededor del cual se produjo el primer crecimiento
en espesor del tallo recién formado.

Mención especial merecen los anillos de crecimiento. Estos anillos se forman a


partir del cambium, que hace aumentar el espesor del tronco anualmente,
formando madera nueva hacia el interior y corteza hacia el exterior. La actividad
del cambium se produce sólo cuando las condiciones climáticas son favorables,
que en las regiones templadas son primavera y verano, correspondiendo cada
anillo de crecimiento a un año de vida del árbol. Dentro de cada anillo se
distinguen dos zonas: la madera de primavera, con gran cantidad de vasos
gruesos y paredes celulares delgadas, que es de color más claro, y la madera de
verano, densa, fibrosa, poco vascularizada, con vasos de muy pequeño tamaño y
menos numerosos (Figura 2).

Figura 2: Esquema simplificado de la estructura del duramen en un corte transversal


Nicolas Vivas. “Manuel de Tonnellerie à l’usage des utilisateurs de futaille“
Éditions Féret. Bordeaux, 1998. p.62

La velocidad de crecimiento determina la anchura del anillo, y viene determinada


por la especie botánica, la zona geográfica de crecimiento y los tratamientos
silvoculturales. El que predomine en los anillos la madera de primavera o la de
verano va a influir en la calidad físico-mecánica de la madera para tonelería. En el
proceso de duraminización, que comienza a los 10 años, se forman las sustancias
extraíbles, principalmente los polifenoles. Además, en esta zona los vasos gruesos
de la madera de primavera quedan obstruidos por las tilosas, que se rellenan con
los taninos, especialmente de tipo elágico. La abundancia y el espesor de las tilosas
van a condicionar la porosidad y la permeabilidad de la madera.

El denominado grano de la madera en tonelería es la anchura del anillo de


crecimiento en mm. Como todos los anillos no son iguales, se hace referencia a la
anchura media y a la regularidad de la anchura de los anillos de crecimiento. Una
madera es de grano fino cuando la velocidad de crecimiento es lenta, la anchura del

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anillo es pequeña y hay mayor proporción de madera de primavera. Según Vivas
(1995), se considera grano muy fino cuando el tamaño del anillo es menor de 1
mm; entre 1 y 2 mm, grano fino; entre 2 y 4 mm, grano medio; entre 4 y 5 mm,
grano grueso, y más de 5 mm, grano muy grueso. La textura es la relación entre la
anchura de la madera de verano y la anchura total del anillo. en el roble el aumento
de la anchura del anillo es principalmente a base de madera de verano, por lo que
la textura está en relación directa con la anchura del anillo.

La crianza de vinos exige a la tonelería el empleo de maderas resistentes, con una


porosidad y permeabilidad adecuadas, que normalmente se concretan en una
anchura de anillo pequeña y textura pequeña. Sin embargo, la anchura del anillo es
un criterio insuficiente por sí mismo para rendir cuenta de una propiedad de la
madera tan importante como su porosidad, ya que le influyen la anchura de la
madera de primavera (más porosa), la frecuencia y el espesor de las tilosas, etc. La
porosidad y la permeabilidad de la madera son características complejas y
variables, en vista de su estructura anatómica polimórfica: dimensión, reparto,
conexión y orientación de los poros (Feuillat et al., 1993).

COMPOSICIÓN QUÍMICA DE LA MADERA DE ROBLE


La composición química de la madera de roble puede condicionar de forma
decisiva su calidad enológica. El duramen está formado por 40% de celulosa, 20%
de hemicelulosa, 25% de lignina, 10% de elagitaninos, y 5% de componentes de
naturaleza química diversa. Las macromoléculas polisacáridas (celulosa y
hemicelulosa) y polifenólicas (ligninas) le aportan características físico-mecánicas
tales como resistencia a la tracción y a la compresión. La lignina, por ejemplo, se
incrusta en las fibras de celulosa y ocupa espacios intercelulares, confiriendo
rigidez e impermeabilidad, y su comportamiento termoplástico permite el curvado
de las duelas por el calor y la humedad.

El resto de componentes constituyen la llamada fracción extraíble, y pueden


presentarse mezclados con los polímeros en la pared celular o como inclusiones
en los lúmenes celulares. Contribuyen a propiedades de la madera como color,
olor, sabor y resistencia a la descomposición. Los elagitaninos son los más
abundantes, pero también se encuentran otros componentes de estructuras
químicas muy diferentes, como los polifenoles, los compuestos furánicos,
lactonas, ácidos grasos, etc. algunos de estos compuestos serán el origen de
muchas de las sustancias de interés organoléptico que se encuentran en los vinos
de crianza.

Elagitaninos. Son ésteres hexahidroxidifénicos de tipo C-glicosídico. Se han


identificado en la madera de roble ocho elagitaninos: vescalagina, castalagina,
grandinina, roburina a, roburina B, roburina C, roburina d y roburina e (Figura 3).
Los elagitaninos más abundantes son castalagina, vescalagina, roburina e y
grandinina. De estos compuestos se sabe que se comportan como antioxidantes
por su gran capacidad de consumir oxígeno; que aceleran la condensación de
antocianos y taninos con acetaldehído, por su capacidad de formación de etanal;
que favorecen la polimerización de los flavanoles del vino, y que pueden unirse a
ellos formando complejos flavanoelagitaninos (Saucier et al., 2006). Por ello,
parece que solo una pequeña parte de los elagitaninos aportados por la madera
se encuentran en el vino en forma libre, contribuyendo a las sensaciones de
amargor y astringencia, especialmente grandinina y roburina e (Glabasnia y
hofmann, 2006). En el caso de que se llegaran a alcanzar concentraciones muy
elevadas, esto daría lugar a vinos con características organolépticas no deseadas,
lo que se denomina “sabor a tablón”. Esta cantidad de elagitaninos libre va a
depender de la cantidad de elagitaninos que aporta la madera de la barrica.

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Durante el secado natural de la madera al aire libre disminuyen notablemente, y
de igual forma se ven afectados por el tostado.

Figura 3: Estructuras de los elagitaninos más abundantes en madera de roble

Polifenoles de Bajo Peso Molecular. Grupo heterogéneo de compuestos que


presentan en su estructura uno o varios anillos aromáticos, con hidroxilos como
sustituyentes. Se agrupan en ácidos fenólicos (gálico, elágico, vainíllico, siríngico y
ferúlico son los más abundantes); aldehídos fenólicos, entre los que destacan la
vainillina y los aldehídos siríngico, coniferílico y sinápico; y cumarinas, siendo las
más importantes la esculetina y la escopoletina. Todos ellos tienen una
participación activa en las características organolépticas de los vinos de crianza,
especialmente la vainillina sobre la cual se ha observado un efecto sinérgico por
parte de las whisky lactonas, y que confiere al vino notas de vainilla, café,
chocolate negro y ahumado, según los últimos estudios sensoriales, que citan un
umbral de detección de 65 ìg/l en vinos tintos. Otros aldehídos como
siringaldehído, coniferaldehído y sinapaldehído tienen umbrales de detección muy
altos, y en general se considera que no participan en el aroma de los vinos. Sin
embargo, recientemente se han identificado unos nuevos pigmentos rojo-naranja
(ladrillo), muy estables, que se formarían por la unión de estos aldehídos con
flavanoles o antocianos. Estos nuevos pigmentos se han llamado oaklins (Sousa et
al., 2005). Podemos pensar por tanto que participan en la estabilización del color
de los vinos de crianza. Durante el secado natural aumentan ligeramente su
concentración, pero es en el tostado donde se producen en mayor cantidad,
debido a la degradación de la lignina por el calor.

Compuestos volátiles. Tienen una gran importancia sensorial. Se pueden destacar


(Figura 4):

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Figura 4: Estructuras de algunos componentes volátiles de la madera de roble
- Compuestos furánicos: se producen por la termodegradación de las
hemicelulosas. El furfural es el más abundante, pero también se encuentran
compuestos derivados como el 5-metilfurfural y el 5-hidroximetilfurfural. Pueden
comunicar al vino aromas a tostado, almendras tostadas y caramelo. Sus
umbrales de detección son elevados.

- Lactonas: especialmente los isómeros cis y trans de la â-metil-ã-octolactona.


Provienen de la degradación de los lípidos por ciclación del ácido 3-metil-
4hidroxioctanoico. recientemente se le ha atribuido al isómero cis un umbral de
detección de 23 ìg/L en vinos blancos secos, y de 46 ìg/l en vinos tintos, aunque se
detectan diferencias sustanciales en la sensibilidad de cada catador a este
compuesto. Comunica al vino notas de madera, roble, coco, vainilla, etc, pudiendo
llegar a alcanzar concentraciones muy elevadas, de hasta 10-20 veces su umbral
de detección. Estos compuestos se encuentran en las maderas verdes, con
concentraciones muy variables entre árboles, entre bosques y entre especies,
presentando valores de entre 0 y 180 ìg/g de madera el isómero trans, y entre 0 y
250 ìg/g de madera, el isómero cis, dándose la circunstancia de que algunos
árboles presentan concentraciones más elevadas del isómero trans que del cis.
Aunque son sensibles al secado y al tostado, algunos autores hablan para este
compuesto de un efecto árbol, ya que sus concentraciones en el vino son muy
dependientes de las encontradas en la madera verde (doussot et al., 2002;
Spillman et al., 2004).

- Fenoles volátiles: se forman por la termodegradación de la lignina durante el


tostado, habiéndose encontrado más de 20 compuestos en esta familia, entre los
que destacan eugenol, guayacol, siringol, fenol, cresol, etc. Para el eugenol
(umbral de detección en vinos: 15 ìg/L; aporta notas a clavo y especias), se ha
detectado una fuerte variabilidad entre árboles individuales, especies y orígenes,
con valores comprendidos entre 0 y 20 ìg/g de madera, siendo los valores medios
de Q. petraea superiores a los de Q. robur. al igual que en el caso de los isómeros
cis y trans de la â-metil-ã-octolactona, se ha descrito que las concentraciones en
el vino son un reflejo de las de la madera antes del procesado en tonelería, a
pesar de presentar cierta sensibilidad a los procesos de secado y tostado.

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- Cetonas cíclicas: como 3-hidroxi-2-metil-4h-piran-4- ona (maltol), 3-metil-2-
ciclopentenona, 3-metil-5-ciclohexenona y 3-metil-2(5h)-furanona. Proceden de la
degradación térmica de los glúcidos. Pueden comunicar al vino aromas a
caramelo, tostado.

- Heterociclos nitrogenados: se detectan pequeñas cantidades de diferentes


isómeros de dimetilpirazina, pirrolcarboxaldehído, piridinas y otros compuestos no
identificados (Chatonnet et al., 1999). aportan aromas a cacao, café, pan tostado.

- Alcoholes y aldehídos de cadena lineal: provienen de la degradación de ácidos


grasos. Los más frecuentemente detectados son (e)-2-nonenal, (e)-2-octenal, 1-
decanal, 2-etil-1-hexanol, 1-hexanal, 1-hexanol, 1- nonanal, 2,4-heptadienal, (e)-
2-decenal y (z,z)-2,4-decadienal. Su concentración disminuye al intensificarse las
condiciones de tostado. aportan aromas a serrín, nuez verde, rancio, tierra, hierba,
vegetal, etc. (Chatonnet et dubordieu, 1998).

INFLUENCIA DE LA ESPECIE BOTÁNICA, EL ORIGEN GEOGRÁFICO, LAS


CONDICIONES EDAFOCLIMÁTICAS Y LOS TRATAMIENTOS SELVÍCOLAS, EN
LAS PROPIEDADES FÍSICAS Y COMPOSICIÓN QUÍMICA DE LA MADERA FRESCA
DE ROBLE
La madera fresca de roble se caracteriza por la gran variabilidad natural que
exhibe en sus propiedades físicas y en su composición química, variabilidad que
está determinada en parte por factores como la especie botánica, el origen
geográfico, las condiciones edafoclimáticas y los tratamientos selvícolas, pero que
también se ha detectado entre individuos de la misma especie que crecen juntos
en un mismo bosque, y dentro de un mismo individuo, con la altura del tronco. Por
tanto es importante conocer la influencia de estos factores en las características de
la madera.

En cuanto a la especie botánica hay que hacer una primera diferenciación entre
roble americano (Quercus alba) y roble europeo (Q. petraea, Q. robur, Q.
pyrenaica, Q. frainetto). El roble americano tiene mayor densidad y resistencia, y
menor porosidad y permeabilidad que el roble europeo. Esto ya condiciona de
forma decisiva su comportamiento mecánico, como veremos más adelante. La
composición química también es diferente. en general el roble americano es más
rico en componentes volátiles y derivados de la degradación de la lignina, pero
muy pobre en elagitaninos. Si consideramos sólo los robles europeos,
encontramos también diferencias, aunque menores que las detectadas con los
americanos (masson et al., 1995; Chatonnet et al., 1997; Fernández de Simón et
al., 1996, 1999; mosedale et al., 2001; Prida y Puech, 2006). En la tabla 3 se
recogen algunos resultados obtenidos en nuestro laboratorio sobre algunas
características de las diferentes especies europeas.

Tabla 3: Características de diferentes especies de robles europeos

Como vemos, aunque los valores medios sí nos pueden hacer pensar que existen
unas diferencias claras entre las especies europeas de Quercus, los intervalos de

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concentración de los que se han obtenido las medias reflejan una alta variabilidad
interindividual que impide en algunos casos que las diferencias entre las medias
sean estadísticamente significativas.

Dentro de una misma especie botánica, las condiciones edafoclimáticas de los


diferentes orígenes geográficos también condicionan de forma decisiva sus
propiedades físicas y características químicas. Así, por ejemplo, se ha detectado
que la madera de Q. robar del País Vasco es de grano fino (anchura media de
anillo de 1.5 mm), mientras que la procedente de Limousin (Francia) presenta en
general un grano más grueso (anchura media de anillo de 4.5 mm) (Vivas, 1995).
También la composición química se ve influida por el origen geográfico (Vivas,
1996; Chatonnet et al., 1997; doussot et al., 2000; Snakkers et al., 2000; Guchu et
al., 2006). Por ejemplo, en un estudio realizado sobre cuatro bosques de Q.
pyrenaica localizados en Castilla y León, en las regiones de Gata/Peña de Francia,
Guadarrama, cordillera Cantábrica y Sistema Ibérico, el análisis de su composición
química nos permitió distinguir los árboles según su región de procedencia,
especialmente en lo que se refería a algunos compuestos volátiles, aunque de
baja incidencia sensorial (Fernández de Simón et al. 2006).

Por último, en cuanto a la incidencia de los tratamientos selvícolas en las


características de la madera para tonelería hay pocos estudios hechos, aunque sí
conocemos que los tratamientos que provocan cambios bruscos en la densidad
de las poblaciones hacen que se produzca un rápido crecimiento en diámetro,
con lo que los anillos pasan a estar muy separados, lo que no es conveniente. Por
otra parte, en un reciente estudio (Snakkers et al., 2000) se ha visto que se
produce una cierta correlación entre las características de la población y la
concentración de taninos. Así, los árboles que proceden de explotaciones de
monte alto regular (haute futaie) poseen menos taninos que los que proceden de
explotaciones de monte bajo con resalvos (taillis sous futaie).

PROCESADO DE LA MADERA EN TONELERÍA


Para construir una barrica hace falta someter a la madera a una serie de procesos
que pueden condicionar posteriormente la calidad enológica de esta barrica. En
primer lugar es necesario seleccionar los árboles de los que se va a obtener la
madera, y cortarlos de forma adecuada para poder obtener las duelas que van a
conformar la barrica. Una vez obtenidas las duelas es necesario secar
apropiadamente la madera para proceder a la siguiente fase, la de montaje de la
barrica, curvado y tostado de las duelas.

Selección de los árboles y corta de las duelas


La selección de la madera se efectúa en dos tiempos. De septiembre a
noviembre, se realiza la selección de los árboles que se van a abatir en cada una
de las zonas, que son localizados y marcados adecuadamente. De noviembre a
febrero, mientras se produce la parada de la savia, se realiza la tala. La selección
de los árboles se hace en base únicamente al aspecto exterior. Una vez abatido el
árbol se seleccionan las diferentes calidades de madera en función de la altura y
la ausencia de defectos visibles (nudos, heridas, pudriciones) que puedan
comprometer su posterior uso (Chatonnet, 1992). Se aprovecha el tronco inferior
sin ramas, lo que supone en el mejor de los casos un 40% de aprovechamiento
del árbol. El resto se utilizará para otros fines.

Una vez abatido el árbol, se obtienen unas trozas de longitud adecuada, de las
que se elimina corteza y albura, ya que sólo se utiliza el duramen. Las trozas se
dividen en cuarterones y después se procede a la obtención de las duelas.
Pueden utilizarse dos sistemas de corte: el aserrado y el hendido (Figura 5). La
elección de un sistema u otro depende de los caracteres anatómicos de la
madera. el aserrado, con el que se obtiene un mayor rendimiento, sólo puede

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utilizarse en la madera de roble americano, por su gran densidad y baja porosidad
y permeabilidad. Por el contrario, la densidad, porosidad y permeabilidad del roble
europeo no permiten asegurar la estanqueidad de la barrica por este
procedimiento de corte, y hacen necesario el corte de la madera en paralelo a las
fibras.

Figura 5: Esquema de cortes de la madera para duelas

Esto ya provoca una primera diferencia entre roble europeo y americano, ya que la
accesibilidad del vino a los compuestos extraíbles de la madera es mayor en la
madera aserrada. Además lleva consigo una importante diferencia en el
rendimiento (m3 de duela respecto al m3 de madera en rollo), que implica una
importante diferencia en el precio, y que puede explicar en parte el masivo uso de
barricas de roble americano en determinadas zonas vinícolas españolas. También
condicionará la evolución de las propiedades físicas y químicas de la madera
durante el secado y el tostado.

El grosor de las duelas suele estar entre 22 y 30 mm. A mayor espesor, mayor
será la resistencia de la barrica y mayor dificultad habrá para la difusión gaseosa y
las pérdidas por filtración.

Secado
La madera fresca no puede ser utilizada en la fabricación de barricas, ya que
contiene entre un 35-60% de agua, y sus compuestos extraíbles son difícilmente
compatibles con el objetivo de mejorar la calidad de los vinos, y por ello es
necesario someterla a un proceso de secado. el secado idóneo es el que se
realiza de modo natural colocando las duelas en pilas a la intemperie, y suele
durar dos o tres años. En este tiempo se produce una contracción de las fibras y
se reduce la humedad hasta un valor medio del 15%, según la zona geográfica en
que se realice. Al estar la madera al aire libre, ésta pasa por fases de
deshidratación, fases de rehumectación de los primeros milímetros de la madera
y fases en las que la madera tiene una higrometría constante. Esta entitud permite
disminuir la aparición de fisuras en las duelas.

Sin embargo, en tonelería el secado natural, además de una etapa de


deshidratación de la madera, es una etapa de curado, lenta y compleja,
comparable a la maduración de la uva. Se pasa de una madera verde y agresiva,
a una madera seca y aromática, en la que los elementos solubles son más suaves
y más agradables, perdiendo amargor y astringencia. así, se produce una
disminución del contenido en elagitaninos, y de determinados componentes
volátiles que se relacionan con la aparición de un carácter vegetal en los vinos.
También se produce el incremento de compuestos provenientes de una cierta

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hidrólisis de la lignina (aldehídos fenólicos y fenoles volátiles) y de algunos lípidos
(isómeros cis y trans de la â-metil-ã-octalactona).

Esto se debe a una serie de reacciones bioquímicas que se ven influidas por
mecanismos físicos asociados a la pluviosidad, las radiaciones ultravioleta y las
variaciones de temperatura (amplitudes térmicas), como son los procesos de
lixiviación y de degradación hidrolítica oxidativa. al mismo tiempo, en la superficie y
Tratamiento de la madera en origen en los primeros milímetros de las duelas se
desarrolla una importante actividad fúngica, que produce una liberación de
azúcares por la destrucción de determinadas estructuras fenólicas (cumarinas,
taninos hidrolizables), con la consiguiente modificación de las propiedades
organolépticas, como es la disminución de la astringencia y del sabor amargo.

La pérdida de amargor y astringencia podría estar directamente ligada a la


disminución del contenido de los polifenoles hidrosolubles, como los elagitaninos.
Según los datos de la bibliografía y los datos experimentales obtenidos por
nosotros, esta disminución de elagitaninos durante el secado está relacionada con
la especie botánica y el origen geográfico de la madera, ya que sus caracteres
físico-mecánicos condicionan la efectividad de los mecanismos físico- químicos
de degradación (Chatonnet et al., 1994; Fernández de Simón et al., 1999; Cadahía
et al., 2001). Así, en la madera de Q. robur (Qre), Q. petraea (QPe) y Q. pyrenaica
(QPye) de origen español, y en Q. petraea francés (QPF) se produce una
disminución de entre el 30-40% de los elagitaninos a lo largo de los 2-3 años que
dura el secado natural, en Q. robur francés (QrF) la disminución es del 75%, y en la
madera de Q. alba americano (Qaa) la disminución es menor, en torno al 15%
(Figura 6).

Figura 6: Evolución de los elagitaninos totales (mg/g) durante el


secado natural de distintas especies y orígenes de Quercus

La madera americana tiene una gran densidad, y baja porosidad y permeabilidad,


por lo que la efectividad de los mecanismos del secado es menor. Esto no
importa, porque se contrarresta con las bajas concentraciones de estos
compuestos que hay en la madera verde. La madera europea tiene
concentraciones más altas de elagitaninos, pero también una menor densidad, y
alta porosidad y permeabilidad, por lo que se ve más afectada por la pluviosidad,
que se alterna con periodos soleados, ya que además de la pérdida por lixiviación,
se produce una pérdida por degradación hidrolítica oxidativa con la formación de
polímeros, que son insolubles.

Cuando el parque de secado de la madera está situado en una zona con


humedad ambiente excesivamente baja, ésta puede compensarse con riegos con
agua limpia, pero nunca deben hacerse estos riegos en exceso. En un estudio

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realizado en nuestro laboratorio en colaboración con una tonelería española, sobre
los posibles mecanismos que podían aplicarse durante el secado natural con el fin
de mejorar este proceso, pudimos comprobar que el aporte diario de agua
mediante riego provocaba una disminución excesiva de elagitaninos, pero
también de todos los demás compuestos presentes en la madera, y muy
especialmente de los de mayor incidencia aromática, como vainillina, eugenol y
los isómeros cis y trans de la â-metil-ã-octalactona (esteruelas et al., 2006).

Para tratar de acortar el periodo de secado de la madera se ha intentado introducir


procesos de secado artificial, en los que la madera se secaría en una estufa
ventilada, con condiciones de temperatura y humedad controladas, o un proceso
de secado mixto, alternando el secado al aire libre durante un periodo reducido,
con el acabado en estufa. en un estudio realizado en nuestro laboratorio en
colaboración con una tonelería española y el Centro de Investigación y desarrollo
agrario de La rioja, pudimos comprobar que la disminución de elagitaninos que se
produce mediante estos sistemas de secado es insuficiente en la madera de roble
americano (Quercus alba), y particularmente en la madera de roble francés
(Quercus petraea). El resto de componentes de la madera también evolucionan de
forma diferente en general, lo que nos permitió distinguir las maderas según el tipo
de secado aplicado. Esto fue especialmente patente en la madera de roble
francés, que al secarla con estos métodos presentó concentraciones menores de
compuestos como el isómero cis de la â-metil-ã-octalactona. Por otra parte, y al
contrario de lo que esperábamos, compuestos volátiles que se han relacionado
con la aparición de un carácter vegetal en los vinos, como 1-hexanal, 1- hexanol,
1-nonanal, (e)-2-Octenal, 2-ethyl-1-hexanol, y (e)-2-nonenal, disminuyen más su
concentración en los procesos alternativos de secado.

Tostado
Una vez que están las duelas secas se procede a la última fase, en la que el
tostado tiene una gran influencia en la composición química final de la madera. Se
realiza para la formación de la barrica y el montaje de las duelas que la
constituyen sin que se produzcan roturas o fisuras. La lignina, responsable de las
propiedades plásticas de la madera, es fácilmente termomoldeable, pero el
calentamiento por sí solo no es suficiente para afectar a la celulosa y hemicelulosa,
constituyentes también de la madera, por lo que durante la primera etapa del
proceso se debe aplicar conjuntamente calor y humedad. Se realiza después un
segundo calentamiento sin humedad, que llega a quemar la madera, para
favorecer la degradación térmica de la capa superficial, que es la que luego estará
en contacto con el vino, y generar nuevos compuestos aromáticos.

El tostado, según su duración puede catalogarse como ligero, medio o fuerte. El


tostado ligero tiene una duración media de 20 minutos, y permite alcanzar una
temperatura superficial de 120 a 140¢ªC. el tostado medio tiene una duración de
30 minutos y se alcanza una temperatura de 200-220¢ªC, y el tostado fuerte con
una duración de 40 minutos permite llegar a 250-280¢ªC. ahora bien, hay que
tener en cuenta que cada tonelería tiene su propio protocolo de tostado, y que los
criterios pueden ser muy diferentes. Algunas tonelerías especifican otros niveles de
tostado, intermedios entre los señalados, como puede ser medio +, medio -, y
extrafuerte. En cuanto a la fuente de calor para realizar el tostado, habitualmente
son braseros en los que arden restos de madera de roble provenientes de la
fabricación de las duelas, controlándose la temperatura que alcanza la madera
mediante láser. Para aplicar humedad se puede hacer mediante riego por
aspersión, o sumergiendo las duelas en un baño de agua antes del montaje. Para
tostar los fondos normalmente se usan resistencias eléctricas, que tienen la
ventaja de poder regular con facilidad la intensidad del calor que se genera. Con el
fin de automatizar este proceso, en los últimos años se han desarrollado sistemas
de tostado mediante la aplicación de rayos infrarrojos, tanto en posición vertical

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como horizontal, que generan el calor de forma más homogéneamente repartido
y con una intensidad constante. Además de la fuente de calor, el tonelero puede
controlar la circulación de aire en el interior de la barrica, que puede condicionar la
velocidad de incremento de temperatura de las duelas, los umbrales de
temperatura a que se llega, y la penetración del calor en el interior de la madera.
Según se permita o no la circulación de aire, se conocen dos sistemas de tostado:
el bordelés, sin circulación de aire, vulgarmente conocido como “con tapa”, y el
sistema de La Borgoña, que mantiene abierta la barrica durante el tostado.

Durante el proceso de tostado tienen lugar una variedad de reacciones de


hidrotermólisis y pirólisis, que provocan la degradación de la lignina, poliósidos,
0polifenoles y lípidos, dando lugar a la aparición de otros compuestos (Sarni et al.,
1990). En particular, la termodegradación de la lignina conduce principalmente a
la formación de fenoles volátiles y aldehídos fenólicos, la de polímeros glicosídicos
a derivados del furfural, y la de lípidos a lactonas. La intensidad de esta
termodegradación está relacionada con las condiciones e intensidad del tostado
(Chatonnet et al., 1989), pero también con la respuesta de cada madera frente a
unas mismas condiciones e intensidades de tostado, y que depende del modo en
que se hayan obtenido las duelas (hendido o aserrado) y de la propia estructura y
composición química de la madera, que condicionarán la acción de la
temperatura y el agua en su superficie.

Este es el caso, por ejemplo de las whisky-lactonas, en las que unas mismas
condiciones de tostado pueden provocar incrementos importantes de sus
concentraciones, que no se produzca variación, o descensos importantes. Aunque
algunos autores han atribuido el descenso de estos compuestos a la duración o
intensidad del tostado exclusivamente, también depende de la especie y el origen
de la madera. Por ejemplo, en el estudio llevado a cabo en nuestro laboratorio con
maderas de origen español, francés y americano, a las que se aplicó el mismo
tostado (intensidad media – 35 min, 160-170 ºC) (Figura 7), vimos que en las
maderas de Quercus robur español (Qre) y francés (QrF) se producía una gran
disminución del isómero cis (78 y 91%, respectivamente), en Q. petraea (QPe) y Q.
pyrenaica (QPye) de origen español, la disminución era menor (28 y 21%), mientras
que en Q. petraea francés (QPF) y Q. alba americano (Qaa), se conseguía
incrementar las concentraciones con el tostado, en el 65 y 35% respectivamente.
Es evidente que las condiciones de tostado aplicadas fueron las más apropiadas
para la madera de Q. petraea francés y Q. alba americano, que son las
habitualmente utilizadas en la tonelería francesa en la que se realizó el estudio
(Cadahía et al., 2003).

Figura 7: Evolución de cis â-metil-ã-octalactona (ìg/g) durante el


tostado (35 min, 160-170 ºC) de distintas especies y orígenes de Quercus

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Hay que tener en cuenta que la degradación térmica de la lignina va a dar lugar a
la formación, no sólo de aldehídos fenólicos a partir de las unidades terminales de
la lignina, sino de muchos otros compuestos. En general se forman mayores
cantidades de compuestos monometoxifenólicos (del tipo vainillina, guayacol,
eugenol, etc.) y especialmente dimetoxifenólicos (del tipo siringaldehído, siringol,
etc.), que de fenoles simples, como consecuencia de la estructura general de la
lignina de las angiospermas. La aparición de compuestos que son producto de
una mayor degradación como fenol, fenilmetanol, feniletanol y especialmente
cresol es característico de maderas quemadas, y su presencia en
concentraciones apreciables aporta a los vinos notas desagradables a tinta, betún
o farmacia.

El tostado de la madera, además de provocar la formación de compuestos


nuevos, es capaz de producir la degradación de los elagitaninos, acentuándose
este efecto al aumentar el tiempo y la temperatura de tratamiento, hasta poder
llegar a la eliminación total de los elagitaninos en la capa superficial de madera
tostada de las duelas (Cadahía et al., 2001). Este efecto se compensa en la barrica
por el aporte que realizan las capas más internas de las duelas, ya que el vino
puede llegar a penetrar hasta 8-10 mm, y también los fondos cuando no han sido
tostados.

FABRICACIÓN EN LA TONELERÍA DE PRODUCTOS ALTERNATIVOS A LA


BARRICA
La normativa publicada en el Código enológico Internacional para los trozos de
madera que pueden ponerse en contacto con el vino como alternativa a la barrica,
sólo exige ciertos requisitos mínimos: deben proceder en exclusiva del género
Quercus; pueden usarse en estado natural o tostado, pero sin haber sufrido
combustión; la superficie no debe presentar partículas de carbón; no pueden ser
sometidos a ningún tratamiento químico, enzimático o físico, excepto el tostado;
su dimensión debe ser tal que al menos el 95% en peso quede retenido en un
tamiz con malla de 2 mm.

Hay dos posibilidades: introducir los trozos de madera en cubas de acero


inoxidable de grandes dimensiones o hacerlo en barricas. Hacerlo en depósitos de
gran volumen presenta la ventaja de que se pueden manejar grandes volúmenes
a bajo costo, reduciéndose drásticamente las mermas por evaporación. Además
se consigue la homogeneidad organoléptica de todo el conjunto, factor que en el
caso de la crianza en barrica no es tan claro, ya que cada una se comporta de
forma independiente, obligando al final del proceso a un análisis organoléptico y
químico barrica por barrica, para poder posteriormente hacer los descartes
pertinentes y con el resto realizar un coupage y conseguir la homogeneización de
calidades.

Depósitos de gran volumen


- Granulado de roble: producto a base de pequeños gránulos de madera de roble
que se utiliza en bolsas de tipo infusión, ancladas en la parte inferior de los
depósitos.

- Virutas o chips: fragmentos de madera de aspecto astilloso, de un tamaño


próximo a los 10 mm. También se utilizan en bolsas de tipo infusión, ancladas en
la parte inferior del depósito.

- Fragmentos de roble: elementos de mayor tamaño que las virutas, producidos


mediante aserrado de tablillas de roble de un grosor determinado. Se pueden
encontrar en forma cúbica de 1 cm de arista (oak beans), o en forma rectangular
de entre unos 5-8 cm de lado y 1 cm de grosor (stave segments). También se
utilizan en bolsas de tipo infusión, ancladas en la parte inferior del depósito.

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- Tablillas, listones o travesaños de roble (stave system, innerstave, tank matriz,
etc): piezas de roble de forma más o menos triangular, que son sumergidas o
ancladas en el fondo de los depósitos. En algunos casos se colocan adosados a
las paredes de los depósitos mediante unos bastidores de acero inoxidable. Las
medidas son muy variables, desde 80-90 x 4-6 x 1 cm hasta las que superan 1,5
m de largo, x 20 x 2 cm. Tiene la gran ventaja de que en este caso es fácil
mezclar diversos tipos de madera y tostados para conseguir los matices
deseados. es uno de los sistemas de mayor aceptación entre los productores de
grandes volúmenes.

Barricas
Es un sistema práctico de reutilización de barricas ya agotadas, en las que la
capacidad de oxigenación y el aporte de sustancias ha disminuido con los usos
sucesivos. La capacidad de oxigenación se puede regenerar realizando un
raspado de la cara interna de la barrica. Sin embargo, se debe descartar realizar
después un nuevo tostado de la barrica para aumentar su capacidad aromática,
ya que las duelas de las barricas que han contenido vino están impregnadas de
compuestos fenólicos, y al elevarse la temperatura durante el retostado, se
originan, además de las ya descritas reacciones de producción de sustancias
interesantes, la descarboxilación de los ácidos fenólicos, y como consecuencia se
producirá gran cantidad de fenoles volátiles, como el guayacol y sus derivados y el
4-etilfenol, incrementando notablemente las notas quemadas y torrefactas, y sobre
todo otorgando al vino notas animales muy marcadas. Para ello se puede realizar
lo siguiente:

- Entablillado de la cara interior de la barrica, con tablillas de entre 5-10 cm de


ancho, y unos pocos mm de grosor, mediante un sistema de anclaje.

- Tablillas encadenadas por sus extremos que tienen unas medidas adecuadas
para poder ser introducidas en las barricas por el orificio de llenado.

- Sistema de infusión para granulado o chips de roble: se trata de una estructura


cilíndrica del diámetro del orificio de llenado, y con la pared de una malla de acero
inoxidable que permite el paso del vino, y en el interior se colocan los trozos de
madera.

Hasta ahora, la mayor parte de la madera que se dedica a la obtención de astillas


o chips para envejecimiento de vinos, es la de aquellas duelas que, al finalizar el
proceso de secado, son desechadas para el tostado por presentar algún defecto,
aunque sea pequeño (algún nudo, pequeñas grietas, etc.). En los últimos tiempos
se están utilizando también las cuñas y trozos que restan después de cortar las
duelas, y ante la gran demanda que ha surgido en europa, también se ha
propuesto utilizar el duramen de árboles de pequeño diámetro que son abatidos
en los tratamientos selvícolas. Este es el caso de un proyecto que se está
desarrollando en nuestro laboratorio con árboles y madera de tratamientos
selvícolas de Quercus pyrenaica, para lo que se han diseñado procesos
específicos de secado de la madera, durante los que se controla la evolución de la
composición química de las astillas de madera, especialmente de elagitaninos,
componentes volátiles responsables del carácter vegetal, aldehídos fenólicos,
fenoles volátiles y whisky lactonas.

Una vez que está seca se realiza el corte definitivo de la madera según el producto
que se quiera obtener y se procede a la última fase: el tostado. Pueden utilizarse
varios métodos para el tostado de los chips, como son los hornos de convección
(tipo tostador de café), de radiación o la combinación de ambos (de los usados en
panadería), siendo la fuente de calor la electricidad o el gas. Las diferentes

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intensidades de tostado se consiguen combinando series diseñadas de tiempo y
temperatura incluyéndose, en ocasiones, medidas del color de la madera. El
tamaño de los chips y la utilización o no de agua durante el tostado constituyen
otras fuentes de variación en el proceso. Después del tostado, los chips
disponibles en el mercado se presentan caracterizados por sus niveles de los
compuestos con mayor incidencia aromática: whisky-lactonas, vainillina, eugenol y
guayacol.

No se han encontrado estudios acerca de la influencia que las variables descritas


en el tostado de las astillas tiene en muchos de los componentes químicos de la
madera: disminución de elagitaninos, formación o degradación de polifenoles de
bajo peso molecular, formación o degradación de otros compuestos con
propiedades aromáticas o sus precursores, aparición de productos de
degradación en tostados fuertes, etc., ya que se extrapolan los datos obtenidos en
el tostado de las duelas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el modo
de corte de las astillas se realiza por aserrado, por lo que la efectividad del tostado
es mayor que en las duelas que se han obtenido por hendido, y esto puede
condicionar la evolución del contenido de elagitaninos, ya que podría llegarse a su
degradación total, así como la formación de mayores cantidades de fenoles
simples provenientes de la degradación de la lignina.

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Recibido: Mayo 2007


Aceptado: Setiembre 2007

NDLR: Si desea contactarse con alguno de los autores comuníquese a


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Revista Enología Nº4 21-18


Año IV Setiembre-Octubre 2007

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