John A. Hobson, Imperialismo. Un Estudio (1902), Cap. VI.
John A. Hobson, Imperialismo. Un Estudio (1902), Cap. VI.
John A. Hobson, Imperialismo. Un Estudio (1902), Cap. VI.
87
y las energas del excedente intrpido de nuestra poblacin. Esa expansin es una
necesidad vital para una nacin con la grande y creciente capacidad de produc
cin que tiene la nuestra. Cada vez es mayor el nmero de britnicos que se de
dica a la industria y al comercio en las ciudades, y cuya vida y trabajo dependen
de la llegada de alimentos y materias primas de tierras extranjeras. Para comprar
y pagar estas cosas, tenemos que vender nuestras mercancas fuera. Esto lo conse
guimos los britnicos sin dificultad durante los primeros setenta y cinco aos del
siglo xix al amparo de una expansin natural del comercio con las naciones del
continente europeo y con nuestras colonias, todas las cuales iban muy por detrs
de nosotros en tecnologa industrial y en medios de transporte. Durante el tiem
po en que Inglaterra tuvo prcticamente el monopolio de los mercados mun
diales para ciertas clases importantes de bienes manufacturados, el imperialismo
fue innecesario. A partir de 1870, la supremaca industrial y comercial britnica
sufri un grave quebranto. Otras naciones, principalmente Alemania, Estados
Unidos y Blgica avanzaban con gran rapidez, y aunque no han destruido y ni si
quiera frenado el crecimiento de nuestro comercio exterior, su competencia ha
hecho cada vez ms difcil que Gran Bretaa pueda colocar a precios rentables la
totalidad del excedente de su produccin industrial. La manera en que estas na
ciones haban invadido nuestros mercados tradicionales, e incluso de los de
nuestras propias posesiones, haca urgente que tomramos enrgicas medidas
para conseguir nuevos mercados. Estos nuevos mercados tenan que estar en pases
hasta entonces no desarrollados, principalmente de los trpicos, en los que
exista una numerosa poblacin susceptible de experimentar crecientes necesida
des econmicas que nuestros fabricantes y comerciantes podan satisfacer.
Nuestros rivales se estaban apropiando y anexionando territorios con la misma fi
nalidad y, cuando se los haban anexionado, los cerraban a nuestros productos.
Tuvieron que emplearse la diplomacia y las armas de Gran Bretaa para obligar a
los propietarios de los nuevos mercados a comerciar con nosotros. La experiencia
mostr que la manera ms segura de afianzar y desarrollar dichos mercados era la
creacin de protectorados o la anexin. El valor de dichos mercados en 1905 no
debe considerarse como prueba definitiva de la eficacia de la citada poltica; el
proceso de creacin de necesidades civilizadas que Gran Bretaa pueda satisfacer
es necesariamente un procedo gradual, y el coste de ese tipo de imperialismo ha
de considerarse como un desembolso de capital, cuyo'frutos recogern las futuras
generaciones. Los nu'eyos mercados puede que no fueran grandes, pero brinda
ban til salida al supervit de nuestras*grandes industrias textiles y metalrgicas,
y cuando se lleg a entrar en contacto con las poblaciones del interior de Asia y
Africa, lo normal era que se produjera una rpida expansin del comercio.
Mucho mayor y mas importante es la urgencia que tiene el capital de en
contrar en el extranjero negocios en los que invertir. Adems, mientras el fabri
cante y el comerciante se contentan con comerciar con las naciones extranjeras, el
inversor tiene una decidida tendencia a procurar la anexin poltica de los pases
en los que radican sus inversiones ms especulativas. Est fuera de toda duda que
los capitalistas presionaren este sentido. Se ha acumulado un gran volumen de
ahorro que no puede invertirse lucrativamente en Inglaterra y tiene que encontrar
88
89
90
Estudio'del imperialismo
91
Estudio"del imperialismo
92
ya hemos visto que con sus homlogos de Gran Bretaa y otras partes
ocurra lo mismo. Porque, en efecto, el gasto pblico asignado a prose
guir la aventura imperialista sera otra fuente de inmensas ganancias
para ellos: los financieros se beneficiaran haciendo emprstitos, los cons
tructores de buques y las compaas navieras percibiendo subvenciones,
y los fabricantes de armamentos y otros tiles imperialistas realizando los
contratos correspondientes.
La precipitacin de este cambio radical de poltica se debi a la rpi
da manifestacin de la necesidad que lo motiv. En los ltimos aos del
siglo XIX, Norteamrica casi triplic el valor de sus exportaciones in
dustriales; todo haca pensar que si se mantena el ritmo de crecimiento
de aquellos aos, superara antes de una dcada el volumen de las expor
taciones britnicas, que progresaba ms lentamente, y se colocara a la
cabeza de las naciones exportadoras de productos industriales3.
Este era el objetivo que ambicionaban abiertamente los ms activos
hombres de negocios norteamericanos; y con los recursos naturales, la
mano de obra y la capacidad administrativa que tenan a su disposicin
era muy probable que lo consiguieran4. Como los capitalistas norteame-
1890
1891
1892
1893
1894
1895
1896
1897
1898
1899
1900
........................................
........................................
........................................
........................................
........................................
........................ ............
........................................
........................................
........................................
........................................
........................................
Agricultura
Manufacturas
Varios
Libras
Libras
Libras
125,756,000
146,617,000
142,508,000
123,810,000
114,737,000
104,143,000
132,992,000
146,059,000
170,383,000
156,427,000
180,931,000
31,435,000
33,720,000
30,479,000
35,484,000
35,557,000
40,230,000
50,738,000
55,923,000
61,585,000
76,157,000
88,281,000
13,019,000
11,731,000
11,660,000
11,653,000
11,168,000
12,174,000
13,639,000
13,984,000
14,743,000
18,002,000
21,389,000
3 Tras la primera guerra mundial, las nuevas circunstancias, que brindaban inmensas
oportunidades a la exportacin de capital y bienes de Estados Unidos, determinaron una
pausa en su poltica imperial y una retirada temporal de la carrera imperialista.
4 Tenemos ahora tres de las cartas que ganan en el juego de la grandeza comercial, a
saber: el hierro, el acero y el carbn. Durante mucho tiem po, hemos venido siendo el gra
nero del mundo; ahora aspiramos a ser su factora, y despus queremos ser su banco. (Pa
labras del presidente de la Asociacin de Banqueros Americanos, en Denver, en 1898).
93
94
95
96
97
98
6 Poverty: A Study ofTown Life, [La Pobreza: Estudio de la Vida en las Ciudades.]
99
100
101
102
103
104