Meditar Pasión de Cristo

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y me hace resucitar en su corazn, y cada vez que lo hace le doy

como recompensa una nueva vida de gracia; de manera que ella es mi


alimento y yo me hago su alimento continuo. As pues, lo que ms me
gusta es que el alma rumie continuamente mi pasin.
Rumiar continuamente los dolores de la
Pasin, hace que Jess se desclave de la cruz
para nacer en nuestro corazn, convirtindose
l en nuestro alimento continuo, y nosotros en
su alimento.
De los escritos de la Sierva de Dios Luisa Picarreta
Como Canonesas de la Cruz meditaremos constantemente la Pasin
del Seor, como lo hizo nuestra Madre Teresa, as como ellaseremos seducidas por el Crucificado que nos dice a cada una: esta
es tu vocacin, ste es tu Modelo, ste es tu amor qu ms quieres?
Un Don para toda la Iglesia II, N 67

Nuestro Seor mismo nos ha enseado innumerables veces a travs de


los tiempos por medio de todos sus Santos, de tantas almas privilegiadas,
del Magisterio mismo de la Iglesia y, por supuesto, tambin por medio de
los escritos de Luisa, La Pequea Hija de la Divina Voluntad , la
trascendente importancia que tiene el meditar en su Pasin; y no slo
meditarla, sino el vivir interiormente, intensamente y continuamente todo
lo que Jess mismo quiso sufrir por amor a cada uno de nosotros.

La Pasin de Cristo es una de las fuentes ms provechosas que procura y


facilitan una unin ms ntima con nuestro Seor y nos traza un camino
seguro haca la Santidad, como nos lo recuerda la Sagrada Escritura:
Sed santos, pues yo soy Santo" (Lv 11, 44). Es por esto que la
meditacin de la Pasin de Jess ha sido uno de los temas preferidos por
muchos de los Santos durante el transcurso de toda la Historia de la
Iglesia. Incluso el segundo libro ms ledo despus de la Biblia nos lo
recalca:
El cristiano que medite atentamente en la vida, Pasin y Muerte del
Seor, encontrar all en abundancia, todo lo que le es necesario para
progresar en su vida espiritual, sin necesidad de ir a buscar fuera de
Jess algo que le pueda aprovechar mejor (Tomas de Kempis. La
Imitacin de Cristo.)
Nos refiere San Luis Mara Grignon de Montfort en El secreto admirable
del Santsimo Rosario:
Afirma San Agustn que no hay ejercicio tan fructuoso y til para la
salvacin como pensar con frecuencia en los sufrimientos del Seor.
San Alberto Magno, maestro de Santo Toms, supo por revelacin que el
simple recuerdo o la meditacin de la pasin de Jesucristo es ms
meritorio para el cristiano que ayunar durante todo un ao a pan y agua
todos los viernes, o disciplinarse sangrientamente cada semana, o rezar
el salterio todos los das.
Esto es lo que nos dice San Alfonso Mara de Ligorio sobre la Pasin de
Cristo:
Nuestro tiempo no es tiempo de temor ya que somos testigos de un
Dios que ofreci la vida para lograr hacerse amar. La pasin de Jess fue
llamada un exceso, por lo cual nadie que la medite podr seguirle a
medias.
Si quieres crecer en la vida del espritu, piensa todos los das en los
padecimientos del Seor porque pensando en ellos es imposible que no
te llenes de amor y fortaleza; amor capaz de relativizar los dems efectos
en comparacin con el suyo, y fortaleza para sobrellevar con gozo las
pruebas y las cargas inevitables de la vida.
Quin podr desesperarse o irritarse por lo injusto de sus sufrimientos
viendo a Jess herido y despedazado? Quin rehusar sujetarse a las

exigencias del bien comn al recordar a Cristo obediente hasta la muerte?


Quin podr temer si se abraza a la cruz de nuestro Redentor?
Se lamentaba Santa Teresa de que algunos libros le hubieran aconsejado
dejar de meditar la pasin, porque la humanidad de Cristo hubiera pudiera
impedirle la contemplacin de su divinidad; y consciente del error
exclamaba: "Oh Seor y bien mo, Jess crucificado, me pareca haberte
hecho una gran traicin, pues de dnde me vinieron todos los bienes
sino de vuestra cruz?".
Deca San Pablo que solo ambicionaba saber la ciencia de la cruz, es
decir, el amor que ella encierra: "Pues no quise entre vosotros sino a
Jesucristo, y ste crucificado" (1 Co 11,2).
Preguntado San Buenaventura de dnde sacaba tan copiosa y excelente
doctrina como pona en sus obras, dijo mostrando un crucifijo: "Este es el
libro que me dicta todo lo que escribo. Aqu he aprendido lo poco que s".
Dudaras de consagrarte por entero al Redentor si verdaderamente
conocieras el misterio de la cruz? Cmo habindote amado hasta la
locura no ha logrado an gobernarte el corazn? Ten presente que "Cristo
muri por todos, para que los que viven no vivan para s, sino para El que
muri y resucit por ellos" (2 Co 5,15).
Hija ma, quien est siempre rumiando mi pasin, y siente
dolor y me compadece, me agrada tanto que me siento como
retribuido por todo lo que sufr en el curso de mi pasin; el alma,
rumindola siempre, llega a formar un alimento continuo que contiene
diferentes condimentos y sabores que producen en ella diferentes
efectos.
As que, si durante mi pasin me dieron sogas y cadenas para
atarme, el alma me desata y me da la libertad. Ellos me despreciaron,
me escupieron y me deshonraron, ella me aprecia, me limpia los
salivazos y me honra. Ellos me desnudaron y me flagelaron, ella me
cura y me viste. Ellos me coronaron de espinas, tratndome como Rey
de burla, me amargaron la boca con hiel y me crucificaron; el alma,
rumiando todas mis penas, me corona de gloria y me honra como su
Rey, me llana la boca de dulzura, dndome el alimento ms exquisito,
como es el recordarse de mis mismas obras, y me desclava de la cruz

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