LE GOFF, J - Es La Política Todavía El Esqueleto de La Historia - en Lo Maravilloso y Cotidiano en El Occidente Medieval
LE GOFF, J - Es La Política Todavía El Esqueleto de La Historia - en Lo Maravilloso y Cotidiano en El Occidente Medieval
LE GOFF, J - Es La Política Todavía El Esqueleto de La Historia - en Lo Maravilloso y Cotidiano en El Occidente Medieval
Conclusin
Para terminar, algunas preocupaciones prcticas.
Tal vez no sea til exponer a los alumnos lo que es realmente el traba
jo de gabinete, ensearles los instrumentos demasiado especializados del
historiador. Creo que introducir al estudiante en el corazn de cierta
problemtica de la historia es bueno, pero hay que hacer desaparecer los
andamiajes y especialmente, segn sabemos, cierta erudicin; la erudi
cin, cualesquiera que sean sus objetos, es una cuestin nuestra y no de la
enseanza.
Sin duda sera prematuro exponer a los alumnos lo que.por el momen
to est todava en estado experimental en el campo histrico. Los histo
riadores lo sabemos se hallan frente a problemas de mtodo y a un vo
cabulario que se asimila con dificultad. No estamos bien preparados para
asimilar la invasin de los mtodos cuantitativos y del vocabulario, a me
nudo muy til, de las ciencias exactas y la matemtica. No tratemos de dar
a nuestros estudiantes una imagen que de todas maneras resultara falsa.
No abusemos, por ejemplo, de la nocin de modelo hasta el punto de va
ciarla de sentido y eficacia y dejemos que los matemticos y los historiado
res en sus momentos de investigacin ms intensa, la definan y la empleen.
Por ltimo, probablemente es peligroso presentar una historia de la histo
ria que lleve a un relativismo escptico. Indudablemente la historia cam
bia, el pasado no est slo en el pasado, pero creer que el pasado pueda ser
slo un juego del historiador sera, segn creo, falso y peligroso.
Por otro lado, una historia comparada que encubriera las diferencias
esenciales tendra asimismo como efecto deformar el juicio de nuestros j
venes estudiantes. Por ejemplo, es interesante establecer un paralelo entre
la historia del Occidente medieval y la historia de algunas sociedades ac
tuales, las del Tercer Mundo en particular. Sin embargo, en tales cotejos es
menester ver las diferencias adems de las semejanzas. Hablar del tiempo
significa en ltima instancia llegar al problema del anacronismo en histo
ria y la solucin de este problema reside en discernir entre un mal anacro
nismo (el que por obra de comparaciones abusivas extrava y enceguece) y
un buen anacronismo, es decir, aquel que con paralelos legtimos orienta y
esclarece sometiendo el tiempo de la historia a la experimentacin fecunda
del historiador.
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1 Citado por Marc Bloch, A pologze p o u r h istoire, ou m tier d'historien, Pars, 1961,
pg. 90.
2 Ib id , pg. 78.
3 Citado por P. Wolff, L'tude des conomies et des societs avant l re statistique, en
ed. de C. Sam aran, L'histoire et ses m th od es (E n cyclopdie d e la P liade, 11), Pars, 1961,
pg. 847.
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232, 1964, pgs. 331-60; Etat et nation en France au Moyen Age, ibid, 237, (1967), pgs.
17-30; Espace et tat dans la France du bas Moyen Age, en A nuales: conom ies, socits, civilisations, 1968, pgs. 744-58. Se observar que la palabra poder (verdad es que acompa
ada de un adjetivo) aparece ya en el ttulo del trabajo de E. Lavisee, Etude sur le pouvoir
royal au temps de Charles V, en R evu e historique, 1884, pgs. 233-280, que intenta ir ms
all de la descripcin de las instituciones para enfocar realidades mentales. Marc Bloch sea
l la relacin que hay entre la historia del Estado y la historia de una Nacin o de naciones.
Me parece difcil separar la historia de la idea del Estado y la historia de la idea de Nacin o
patriotismo, en R evu e historiqu e, 128, 1918, pg. 347.
18 La tendencia de los marxistas a concentrar su inters en el Estado se manifiesta en los
ttulos de sus obras: por ejemplo, F. Engels La p r o p ied a d privada y el E stado; V. I. Lenin, Es
tad o y revolu cin . Sobre los dos sentidos de nacin" en Marx y Engels (la designacin m oder
na de un tipo de capitalismo ascendente y la otra ms general con el sentido latino de grupo
tnico) vase A. Pelletier y J . J. Goblot, M aterialism e historiqu e et histoire des civilisations,
Pars, 1969, pg. 94 y siguientes.
19 Marc Bloch, M langes d histoire sociale, 1944, pgs. 120, citado por Guene, L histoire d e l tat en France, op. cz/TT^g. 345.
20 S chriften d er M onum ento G erm an iae H istrica, X I II, 3 vol., Stuttgart, 1954-1956.
21 P. E. Schramm expuso l mismo su posicin en el resumen de su contribucin a la
Conferencia de Roma de 1955: Die Staatssymbolik des Mittelalters, en X Congresso Internazionales d i Scienze storiche (Rom a, 1955, vol. V II, R iassunti d e lie com unicazioni, pgs.
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ceptual entre Estado carolingio e Iglesia carolingia. Georges Duby subray la importancia del
modelo real dentro del sistema feudal en el simposio internacional P roblm es d e stratification
sociale, 1966, publicado por R. Mousnier, Publications de la Facult des Lettres et Sciences
Humaines de Pars, Sorbona, en R ech erch es, X L III, Pars, 1968. Vase R. Gorski, "Le Roisaint; problme didologie fodale" en Arm ales: conom ies, socits, civilisations, 1969,
pgs. 370-376.
27 A tti d e V III Congresso Intern azion ale d i Storia delle religioni, Florencia, 1956.
28 Studies in th e History o f R eligions, suplemento de N um en, IV , T h e S acral K ingship:
L a R eg alitd Sacra, Leyden, 1959. De las cincuenta y seis contribuciones, slo cuatro estn de
dicadas a la Edad Media Occidental: M. Maccarrone, II sovrano Vicarius Dei" nell'alto m e
dio evo, pgs. 581-595; M. Murray, The Divine Ring" pgs. 595-608; L. Rougier, Le caractre sacr de la royaut en France", pgs. 609-619; y J . A. Bizet, La notion du royaume
intrieur chez les mysdques germaniques du X IV o sicle", pgs. 620-6.
29 E. H. Kantorowicz, K aiser F riedrich der Zweite, Berln, 1927, y Erganzungsban,
Berln, 1931.
30 E. H. Kantorowicz, L au d es R eg ia: A Study in L itu rgical A cclam ation s an d M edieval
R u ler W orship, Berkeley- Los Angeles, 1946.
31 E. H. Kantorowicz, T h e K in g s Two B odies, op. cit. Vanse tambin los trabajos de
R . W . Southern en Jo u r n a l o f E cclesiatical History 10, 1057, y de B. Smalley en Past an d Present, n 20, noviembre 1961.
32 James George Frazer, T h e G olden B ough, Londres, 1890, parte I: T h e M agic Art
a n d th e Evolution o f Kings, Frazer, Lectu res on th e Early History o f Kingship, Londres, 1905.
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35 Tam bin aqu hay incompatibilidad entre el punto de vista de Freund L essence du
p olitiq u e, pg. 538, segn el cual la lucha de clases es slo un aspecto de la lucha poltica, y
el punto de vista marxista, segn el cual todas las formas de lucha poltica derivan de la lucha
de clases. Siempre que no se lo aplique demasiado dogmtica e inflexiblemente, creo que el
punto de vista marxista es ms verdadero y fructfero. El estimulante libro de E. Cracco, Societ e Stato n el M edioevo veneziano (secoli X II-X IV ), Florencia, Olschki, 1967, muestra que
la lucha de clases se desarrolla normalmente en la historia poltica de Venecia, generalmente
considerada un mundo aparte.
Podra pensarse sin embargo que el autor se ve limitado por un enfoque excesivamente
basado en la idea del Estado. F. C. Lae hace reservas de este tipo en una crtica en general
positiva publicada en Speculum , 1968, pgs. 497-501.
36 Vase en particular K. Bosl, Potens und Pauper: Begriffsgeschichtliche Studien zur
gesellschaftlichen Differenzierung im frhen Mittelalter und zum Pauperismus des Hochmittelalters, en A lteu ropa und d ie m od ern e G esellschaft: Festschift f r Otto B ru m er, Gottingen, 1963, pg. 60-87, reproducido en F r hform en d er G esellschaft im m ittelalterlichen
E uropa, Munich-Viena, 1964, pgs. 106-34. Vase tambin J . Le Goff, Le vocabulaire des
catgories sociales chez Saint Francois dAssise et ses premiers biographes en el simposio in
ternacional organizado por lEcole Nrmale Suprieure de Saint-Cloud, 1967, sobre el voca
bulario de las clases sociales.
37 La concepcin de G. Duby de seoros ban ales est expuesta en su tesis L a so cit
aux X I o et X I I o sicles dans la rgion m acon n aise, Pars, 1953, y en L co n o m ie ru rale et la
vie des cam p ag n es dans l'O ccident m dival, Pars, 1962, vol II cap. III: X I X I I I o sicles:
la seigneurie et lconomie rurale. En la serie de orientacin jurdica, R ecueils de la S ocit
J e a n B od in , el volumen G ou vem ants et Gouverns, X X V , muestra preocupacin por el te
ma del poder que deriva de Marc Bloch, L a s o c i t f o d a le , Pars, Michel, 1939, vol. II r#Le
gouvernement des hommes. El tema tambin aparece en J . DHondt, Ordres ou puissances: lexemple des tats de Flandres, en A nnales: con om ies, socit, civilisations, 1950,
pgs. 289-305.
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45 Vase R . Manselli, L eresia d el m ale, Npoles, 1963, y Les hretiques dans la socit italienne du X I I I o sicle en H rsies et socits dans l E u rope prein du strielle, X I oX V IIIo sicles, simposio de Royaumont presentado por J . Le Goff, Pars y La Haya, 1968,
pgs. 199-202. Esto indica el estrecho vnculo entre la hereja ctara y el gran partido polti
co de los gibelinos". Este estudio necesita ser desarrollado en la direccin de una comparacin
sociolgica entre secta religiosa y partido poltico.
46 Me limitar a mencionar el simposio internacional de Amsterdam de 1967 Urban
Core and Inner City; Nelson W . Polsby, Com m unity P ow er a n d P olitical T heory, New Haven, 1963, Yale, University Press, 1963, y las obras antihistoricistas" de Manuel Castells que
comprenden Le centre urbain", projet de recherche sociologique", en C ahiers internationaux d e sociolog ie, 1969, pgs. 83-106, y Vers une theorie sociologique de la planification
urbaine" en S ociolog ie du T ravail, 1969, pgs. 414-443. Todos estos trabajos se refieren al pe
rodo moderno.
47 W . Braunfels, M ittelalterliche Stadtbaukunst d er T oskan a, Berln, 1953.
48 Vase en particular el prefacio a L a M diterran e et le m on de m diterran en
l'p oq u e d e P h ilip p e II, de F. Braudel, Pars, 1949. Segunda edicin revisada y aumentada
de 1966. La idea se repite en Ecrits sur l'histoire, Pars, Flammarion, 1969, pgs. 11-3
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